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Control de malezas mediante competencia del cultivo

Seguimos analizando los pilares de manejo racional de malezas que forman parte del ABC de REM. En esta edición, una de las prácticas de manejo cultural: la competencia de cultivo.

El ABC de REM, define los 10 pilares para un manejo racional de malezas y que no se base únicamente en el control químico. Estas prácticas están agrupadas entre las que permiten Adelantarnos al problema, las que propician un Buen ambiente para el cultivo y las que se destinan a Controlar las malezas que igualmente crecen.

Dentro del segundo grupo, hay una serie de prácticas que hacen foco en la Competencia generada por del cultivo.

Por definición, una competencia es una disputa entre individuos que aspiran por un mismo recurso. En este caso nos referimos a la interacción entre cultivo y maleza por la demanda de luz, agua y nutrientes. La obtención de estos recursos es condicionada por distintos factores detallados a continuación y en cada uno de ellos hay cuestiones que se pueden modificar para favorecer al cultivo:

• Momento de emergencia: este determinará la captación inicial de los recursos. Es necesario conocer cuáles son los flujos de emergencia de las principales malezas en nuestros lotes y con esta información, adelantar la fecha de siembra para anticiparnos a ellos. En algunas ocasiones, en las que no es posible este adelanto o cuando la mayor parte de las emergencias se da antes de la fecha de siembra posible, se puede atrasar la fecha de siembra, controlando químicamente las malezas presentes antes de la siembra, para comenzar el cultivo sin competencia.

• Tasa de crecimiento inicial: en el caso de agua y nutrientes, la absorción temprana de los recursos le confiere al individuo ventajas competitivas. Para ello se recomienda utilizar semillas de alto vigor y potenciarlo con tratamientos arrancadores. Además, es preferible ubicar los fertilizantes en el surco de siembra y no en forma homogénea sobre la superficie del lote para no favorecer a las malezas con los mismos.

• Genotipos: el uso de variedades que presenten mayores ventajas frente a las condiciones ambientales del lugar de implantación, hará que el mismo sea más competitivo. También se debe buscar materiales de mayor habilidad competitiva frente a las malezas, como ser capacidad de ramificación o macollaje, arquitectura del canopeo, densidad radical, etc.

• Densidad de siembra: en situaciones de alta competencia de malezas, el aumento de la densidad de siembra permitirá un mejor y más rápido aprovechamiento de recursos por parte del cultivo (Foto 1).

• Arreglo espacial: similar a lo que sucede con la densidad de siembra, podemos disminuir el espaciamiento entre hileras y orientar la siembra en sentido este-oeste. En ambos casos estamos favoreciendo el rápido sombreo del entresurco y, de esta manera, disminuye la captación de luz por parte de las malezas allí presentes.

• Control químico: tanto con los herbicidas preemergentes, como cuando se opte por el uso de postemergentes, se deben usar aquellos con buena selectividad para el cultivo para no generar un retraso en su crecimiento.

Es fundamental sumar a nuestro manejo convencional estas prácticas, para poder enfrentar el cada vez más complicado panorama que presentan las malezas. Esto puede hacerse de manera paulatina, lo que contribuirá a la habilidad del cultivo de suprimir las malezas por sí solo y disminuir la presión que generan los herbicidas en el sistema.

Foto 1 Impacto del aumento de la densidad de siembra ante situaciones de alta competencia de malezas.

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