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Sistemas silvopastoriles: rentabilidad, carne, madera carbono positivo
La combinación de árbol, forraje y animal, además de generar una sinergia que se traduce en una ganancia productiva, generan cambios en las estructuras de las empresas y promueven la biodiversidad
DISERTANTES Rasines, M.; Esquivel, J.; Gyenge, J.; Luppi, A.M.
Un destacado panel de especialistas abordó la temática “Sistemas silvopastoriles: rentabilidad, carne, madera carbono positivo” y compartieron experiencias enriquecedoras.
Martín Rasines, gerente foresto ganadero de la firma Zeni, contó que en 2003 se enfrentaron al desafío de cómo hacer para evitar la competencia por el uso de la tierra y promover la sinergia entre las actividades agrícola, ganadera y forestal. “El objetivo era aumentar la producción ganadera y forestal, sin aumentar la superficie de campo”, dijo.
Fue así que se acercaron al CREA Tierra Colorada, y en 2004 dieron marcha al sistema silvopastoril (SSP). “Encontramos un montón de sinergias y ventajas tanto para la ganadería como la forestación. Incluso aumentó por 3 la necesidad de recursos humanos”, destacó. En este sentido, también remarcó la complementación entre uno y otro sistema: “Los años en que el pino tenía un valor interesante, podíamos crecer en ganadería. Y cuando el ternero tenía un valor interesante, había que plantar más hectáreas silvopastoriles”. materia económica, destacó la ventaja en la asignación del capital circulante, siempre escaso en estas empresas. “La ganadería te permite manejar una caja chica, y la forestación es la caja de ahorro”, indicó.
Esquivel mencionó a la empresa Zeni como un ejemplo a tener en cuenta en lo que hace a la diversificación y complementación de dos actividades en un mismo suelo. “Vemos efectos sinérgicos a través del bienestar animal, la resistencia a las heladas y la mejor conservación del agua en los potreros. Es una ganadería Carbono Positivo”, reconoció.
Entre las conclusiones, aseguró que los sistemas silvopastoriles generan dos productos con alto valor de mercado, generan cambios en la estructura de las empresas, conservan la biodiversidad y tienen además el efecto que tendrá la sombra sobre las pasturas.
Javier Gyenge, del INTA AER Tandil, expuso algunos avances del conocimiento sobre el funcionamiento de SSP en el país. “Debido a que no son sistemas estáticos y las relaciones ecológicas cambian al crecer los árboles, el manejo es clave”, advirtió.
La presencia de los árboles y la interacción con el ambiente genera cambios en la dinámica de los recursos. Estos están relacionados con la cantidad y la calidad de la radiación solar, la cantidad de aguas, sales y nutrientes del suelo, y la temperatura y humedad relativa del aire. Lo que va a generar cambios en la fenología del pastizal y de las especies. Ambos factores tendrán impactos en la productividad del pastizal, diferentes respuesta al corte y cambios a la fracción de uso y también caminos de la calidad forrajera.
Ante esta situación, Gyenge recomendó buscar aquellos modelos que promuevan la mitigación de gases de efecto invernadero.
Por último, Ana María Luppi del Instituto de Suelo de INTA Castelar, expuso sobre las potencialidades que tienen los sistemas SSP en Argentina. “ Una de las principales amenazas que enfrentamos es el cambio climático. Esto nos lleva a replantearnos la forma de producir y el desafío de generar modelos productivos que sean rentables y tengan la capacidad de mitigar estos efectos. Los SSP son considerados sistemas climáticamente inteligentes, generan ventajas de rentabilidad y ambientales.
Luppi mostró ejemplos que demuestran cómo estos sistemas fueron introducidos y adaptados con especies forestales de rápido crecimiento o especies nativas, sobre todo en Misiones, Delta del Paraná, Neuquén, el NOA y la región chaqueña. Sin embargo hay otras regiones que muestran un gran potencial para la aplicación de estos sistemas, en tierras no aptas para la agricultura, pero que sí pueden usarse para la ganadería, como Buenos Aires.
“La introducción del árbol en la empresa agropecuaria genera nuevos bienes. Hoy podemos pensar en un árbol para la generación de biomasa, para la industria alimenticia, para la generación de fibras textiles o incluso para fabricar zapatillas a partir de madera de eucaliptus”, mencionó. La combinación de los componentes árbol, forraje y animal, plantea un modelo productivo que invita a saltar el alambrado.