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Optimización del tándem operativo en aplicaciones de fitosanitarios

El proceso de aplicaciones de fitosanitarios involucra a diversos actores. En la búsqueda de optimizar el tándem operativo, se revisan los ejes más importantes así como las responsabilidades y funciones que debe cumplir cada uno para asegurar el éxito de las aplicaciones.

En las aplicaciones de fitosanitarios intervienen varios actores: productores, asesores ingenieros agrónomos, empresas de aplicación y su/s operario/s, empresas proveedoras de insumos y municipios (Figura 1). La responsabilidad y

Por: Ing. Agr. (MSc) Pedro Platz, Ing. Agr. Martina Vismara y Dr. Ing. Agr. Santiago Tourn

Mecatech el cumplimiento de las funciones por parte de cada uno de ellos asegurará el éxito de la operación. Para ello es fundamental que todos los actores estén informados y capacitados, para comprender los riesgos y precauciones que deben tomarse al momento de utilizar un producto fitosanitario.

En este artículo nos vamos a referir puntualmente a la optimización del tándem operativo en aplicaciones de fitosanitarios.

Lo primero es lo primero: monitorear y planificar

El primer paso de este proceso comienza con el monitoreo de los cultivos. Una frecuencia adecuada proporcionará información clave al ingeniero agrónomo para tomar decisiones con suficiente tiempo y así evitar que los cultivos entren en una etapa de depresión del rendimiento. Anticiparse y detectar los factores bióticos y abióticos que puedan afectar a los cultivos permite planificar una mejor estrategia tanto económica como ambiental para la protección de los mismos o para el control de las plagas.

De todos los factores que pueden afectar a los cultivos, las malezas continúan siendo el principal problema para planificar estrategias de control. En este caso, contar con datos del historial del lote permite, por ejemplo, ser más eficientes en el uso de pre-emergentes de la maleza o del cultivo.

En la búsqueda de “optimizar un tándem operativo”, los comercios o agronomías proveedores de los insumos juegan un rol fundamental porque deben coordinar la disponibilidad de ciertos productos que prescriben los ingenieros agrónomos para determinados momentos.

Sobre este punto y debido a la situación económica del país, no siempre se dispone fácilmente de ciertos insumos al momento óptimo de aplicación. Por este motivo es necesario consultar con suficiente anticipación la disponi- bilidad de ciertos productos. Además, es válido recordar que durante la logística de carga, traslado y descarga de productos se deben extremar las medidas de seguridad, utilizando guantes de seguridad en toda la operación.

En paralelo a la planificación de las aplicaciones, resulta clave chequear la calidad del agua con la que se van a realizar las mezclas de los productos. En esta etapa del proceso de optimización, el productor es el responsable de mantener las fuentes de provisión y el ingeniero agrónomo de solicitar los análisis completos de su calidad. En caso de que no exista provisión en el mismo lote o campo, se debe comunicar con suficiente antelación para que el o los aplicadores puedan planificar alternativas de disponibilidad. En muchos casos y cada vez con mayor frecuencia, los aplicadores utilizan equipos de apoyo como tanques cisternas para eficientizar los tiempos de operación (Figura 2).

En cualquiera de las dos situaciones se debe contar con datos de pH y concentración o contenidos de cationes “dureza” que pueden interferir con las mezclas de los productos prescritos. Si se necesita corregir la calidad del agua, el procedimiento se debe realizar con suficiente antelación a la carga de los productos que se van aplicar. En caso de que el corrector se agregue al mismo tiempo que los productos o al final de la carga del tanque de la pulverizadora, no cumplirá la función para la cual fue prescrito. Por este motivo el operario tiene que tener muy en cuenta esta acción.

Prescripción de aplicaciones y receta agronómica

Cuando el ingeniero agrónomo decide prescribir una aplicación, la debe realizar a través de una receta agronómica, en la que detalle la información de una forma clara y comprensible para que el operario pueda llevar adelante los distintos pasos y pueda regular el equipo sin cometer errores en función de las recomendaciones. En algunas provincias como Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires la receta agronómica es un documento legal que exige la obligación de realizarla para cualquier producto que esté indicado en la Ley.

Para asegurar una correcta prescripción, el profesional precisa conocer los principales componentes del equipo de aplicación en el que, por ejemplo, las boquillas condicionarán el caudal, el tamaño y cantidad de gotas y la uniformidad de distribución, como así también debe conocer los Elementos de Protección Personal (EPP) necesarios, los riesgos asociados a la manipulación y las medidas de Primeros Auxilios ante intoxicaciones. Disponer de esta información le permitirá al profesional realizar recomendaciones específicas sobre la regulación del equipo que el operario tendrá que realizar en función del objetivo así como las medidas de seguridad que deberá tomar.

La carga del producto al equipo aplicador es considerado el momento de mayor riesgo de accidentes. El aplicador debe usar los elementos de protección personal (guantes de PVC o nitrilo reforzado, botas impermeables y resistentes a solventes orgánicos, máscara con filtro, gafas y protección facial, traje tipo Tyvek ®, gorro y delantal) provistos e indicados en la etiqueta del producto durante la dosificación, carga y aplicación. También deberá tener presente las indicaciones dadas por el asesor técnico a la hora de preparar el equipo aplicador y leer detenidamente el marbete antes de abrir el envase (Figura 3).

Por otra parte, los equipos de aplicación deberían, al menos, una vez al año realizar una verificación técnica. Solo una verificación profesional, realizada con instrumentos apropiados, puede detectar fallas en el caudal de la bomba, relacionados directamente con la presión que se ejerce en el circuito de aplicación. Asimismo, es clave realizar el mantenimiento adecuado a los elementos de protección colectiva (cabina presurizada, filtro de carbón activado, etc.).

El correcto funcionamiento del sistema de agitación es fundamental para mantener estables las emulsiones o suspensiones en las mezclas de productos. En el circuito de filtrado, el orden de los filtros y su limpieza es una de las principales fallas que se detectan en las inspecciones. Por último, el caudal arrojado por cada boquilla es de suma importancia porque es común encontrar equipos que tienen más de 2 o 3 boquillas tapadas y ese problema se traduce en franjas de sub-dosis de producto aplicado (Figura 4).

Previo a una aplicación, las mezclas que prescriba el profesional deberían ser evaluadas en cuanto a su estabilidad. Últimamente están ocurriendo muchos problemas en las aplicaciones de herbicidas y sus mezclas por las incompatibilidades de productos, fundamentalmente por formulaciones de poca calidad, mezclas con más de 2 o 3 principios activos, errores en el orden de agregado y por la calidad y cantidad de agua que se usa para aplicar. Este último factor condiciona la concentración de productos en el tanque de la pulverizadora.

Hay que tener muy en cuenta que una incompatibilidad puede ser de origen físico, químico o biológico. La más fácil de observar en el tanque de una pulverizadora es la física debido a la presencia de sedimentación, formación de geles, cristalización y/o floculación (en la jerga del campo se denomina “corte del caldo”, Figura 5).

En esta etapa las consecuencias son gravísimas, no solo por los problemas de obstrucciones que genera en el equipo, sino por los riesgos de contaminación del operario en el esfuerzo por limpiarlo, además de generar una contaminación puntual en el sitio de limpieza y pérdida económica de los productos.

Existen también otras incompatibilidades, como las químicas y biológicas, que son muy importantes porque los productos no logran cumplir su función. En esta búsqueda de “optimizar el tándem operativo”, el ingeniero agrónomo es el responsable de realizar las pruebas previas, ya que está formado profesionalmente para utilizar los elementos necesarios, para realizar los cálculos a escala y manipular los productos en lugares seguros y con equipos de protección apropiados.

Una correcta calidad de aplicación se logra cuando la mayor cantidad del/de los productos aplicados llegan al blanco, ejerciendo el control biológico y reduciendo al mínimo las pérdidas y contaminación del ambiente. Las condiciones meteorológicas y la ubicación del objetivo que se quiere controlar en el cultivo o rastrojo de un barbecho condicionan una correcta calibración del equipo de aplicación. Como se mencionó anteriormente, las boquillas hidráulicas permiten definir qué cantidad, tamaño y distribución de gotas se quiere lograr. Esto está relacionado con el tipo o modelo de boquilla, la presión en el circuito hidráulico del equipo, la altura del botalón y la velocidad de trabajo.

Variables meteorológicas a tener en cuenta

Conocer los ambientes meteorológicos previos, durante y posteriores a la aplicación son variables que hay que revisar permanentemente. Condiciones de estrés previas a una aplicación como falta de humedad o bajas temperaturas pueden afectar la absorción y traslocación de los productos en las malezas o los cultivos.

Durante la aplicación, hay que tener presente que existen límites vinculados a la temperatura, la humedad relativa y velocidad del viento. Un indicador, aún poco difundido en nuestro país, es el denominado Delta T (ΔT) o Delta Temperatura. Se trata de un estimador confiable y eficiente de la cantidad de vapor que la atmósfera puede absorber a una temperatura dada. Para estimar el ΔT es necesario tener datos precisos de cada variable meteorológica a través de un anemómetro portátil o de una estación meteorológica cercana, y utilizar una Tabla Psicrométrica para estimar el valor (Figura 6).

Por otra parte, la velocidad y dirección del viento es la variable más importante puesto que hay un rango establecido que se debe respetar. Situaciones de viento en calma o por debajo de los 5 km h-1, son condiciones predisponentes de una inversión térmica en la que gotas menores a 180 micrones (µm) pueden ser transportadas a varios km. En el otro extremo, el límite se encuentra cercano a los 18 km h-1 y esto dependerá mucho de la zona de trabajo. Las aplicaciones que se realicen superando esta velocidad pueden generar derivas de los productos fuera del sitio de aplicación, con potenciales problemas de contaminación sobre el ambiente o cultivos no selectivos. Cualquiera de estas derivas implica la pérdida de productos que no llegan al blanco de aplicación y, por consiguiente, se traducirá en deficiencias de control y contaminación.

Por estas razones, es fundamental realizar regulaciones correctas en el equipo que permitan mitigar las pérdidas y para ello se necesita de recomendaciones profesionales para “optimizar el tándem operativo”. Asimismo, es necesario decidir y controlar el tamaño y la uniformidad de las gotas, priorizando el objetivo de aplicación. Una correcta elección de la boquilla cumplirá con estos objetivos y condicionará el caudal, la penetración en un cultivo y su distribución dentro del mismo. Si la mezcla contiene productos que actúan por contacto o pre-emergentes, se deben superar los 80 a 90 impactos por cm-2. Para esta condición, las boquillas de cono hueco facilitan la regulación. En general son boquillas que logran gotas finas a medias, según el caudal y la presión regulada en el circuito hidráulico del equipo, pero en esta situación la principal limitante es el control de las derivas.

Gotas de 180 a 250 µm, son susceptibles a perderse por evaporación o derivar fuera del lote y en este caso valores de ΔT cercanos a 6, con vientos próximos a los 6 a 10 km h-1, estarán marcando el límite de la aplicación. Si el viento se encuentra en el rango de los 11 a 15 km h-1, los valores de ΔT se restringen a 4 (Figura 7).

Los adyuvantes (derivados de aceites vegetales, etc.) pueden reducir las pérdidas por evaporación, pero no son herramientas que puedan superar estos límites. En cambio, si sólo se aplican productos sistémicos, las exigencias son menores y en este caso la cobertura se podría lograr con menos cantidad de impactos (30 a 50 impactos cm-2) y mayor diámetro (300 a 500 µm). Si el diámetro es mayor, las derivas se reducen por efecto de la dirección y velocidad del viento. Las boquillas de aire inducido cumplen esta función y son las más recomendadas para zonas con vientos que promedian los 15 a 18 km h-1 (Figura 8). En casos extremos, donde la aplicación se deba realizar o terminar con ráfagas de viento hasta 20 km -1, se recomienda bajar el botalón, reducir la presión y velocidad de trabajo sin afectar el ángulo de asperjado y la superposición que derogue cada boquilla.

Durante la aplicación, el ingeniero agrónomo podrá chequear la aplicación -siempre con los EPPs adecuados-, utilizando Tarjetas Hidrosensibles (TH), que son una de las formas más rápidas y directas de uso. El profesional decidirá en qué lugar las colocará para evaluar la cantidad y tamaño de gotas asperjadas, utilizando aplicaciones móviles confiables (Figura 9).

Al finalizar la aplicación, el operario debe registrar las regulaciones realizadas en el equipo. Esto ayudará a evaluar la calidad de la aplicación durante los 10 a 20 días siguientes. De esta manera y en caso de detectar fallas, se podrán realizar cambios y mejoras en las próximas aplicaciones. En algunas provincias, como Buenos Aires, se exige por ley confeccionar un “Acta de condiciones técnicas de trabajo”. De esta manera queda cerrado el circuito legal de aplicación.

El último paso y al finalizar la jornada de trabajo, es necesario realizar al menos un profundo enjuague del tanque del equipo y su circuito de aplicación. No deben quedar restos de pro- ductos a pesar de que al día siguiente el equipo continúe aplicando las mismas mezclas. Restos del formulado se acumulan en muchas partes del equipo, lo que resulta en una “mezcla de mezclas” de principios activos que en un determinado momento pueden reaccionar en futuras aplicaciones y quedar disueltas y aplicadas sobre cultivos sensibles (Figura 10).

Al realizar la limpieza y vaciado del equipo, es indispensable utilizar guantes de nitrilo, protector facial, gafas, traje y botas. Los EPP utilizados se deben lavar separados de la ropa de uso diario, usando guantes de nitrilo o de neopreno, abundante agua y jabón.

Circuito de envases vacíos

El circuito de bidones vacíos está regulado por la Ley de presupuestos mínimos N° 27.279 y en esta etapa de aplicación de fitosanitarios y para completar la “optimización del tándem operativo”, el productor o dueño del cultivo debe disponer en su campo o lote de un centro de acopio transitorio (CAT) de envases vacíos. Por otra parte, es responsabilidad del operario enjuagar los bidones siguiendo la técnica de Tri- ple Lavado, perforarlos y guardarlos ordenados en el CAT del campo. A continuación, el productor o dueño del cultivo tendrá que llevar los bidones al CAT inscripto o habilitado por los organismos oficiales, donde le entregarán un documento con el detalle de la devolución.

Por último, los municipios son responsables de publicar y brindar información actualizada de las ordenanzas que estén vigentes. En aquellos municipios en los que no existan ordenanzas, se debe priorizar la protección de la salud y el ambiente cercanos a escuelas y viviendas rurales, barrios, centros recreativos, centros apícolas, arroyos, lagunas, etc. En estos casos, las recetas agronómicas son los documentos legales que dejan expresamente escrito por un profesional los límites que los operarios deben respetar en una aplicación.

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