4 minute read

Familia productora, familia innovadora

Diego Irastorza es productor y hace varios años trabaja junto a sus dos hermanos y su papá Javier (actual socio Aapresid) en la producción agrícola. El campo se encuentra ubicado entre Bahía Blanca y Coronel Dorrego en la provincia de Buenos Aires.

Los cuatro llevan adelante la empresa familiar, que iniciaron con producción de cereales de invierno como trigo y cebada, luego incorporaron maíz a su sistema y finalmente destinaron unas hectáreas para llevar a cabo una actividad totalmente diferente a la que venían realizando: producción de almendros.

“Siempre hicimos cultivos anuales extensivos, pero tenemos un amigo y vecino que comenzó a producir almendros tres años antes que nosotros. A partir de ahí, comenzamos con las averiguaciones y decidimos apostar a la producción de un cultivo más intensivo como los almendros”, cuenta Diego.

¿Cuáles son las condiciones edafo climáticas que requiere esta producción? ¿Con qué tipo de suelos es compatible? ¿Cuáles son las variedades implantadas en esa región? Son algunas de las preguntas que te contamos a continuación.

Conociendo los almendros: planificación, manejo y condiciones propicias

Luego de investigar un poco, en el año 2015 los Irastorza implantaron las primeras 5 hectáreas de almendros. En el año 2016 sumaron 5 hectáreas más y en el 2021 implantaron otras 10 hectáreas, llegando hoy en día a 20 hectáreas de almendros en su establecimiento.

“Fuimos paso a paso para ir conociendo el cultivo”, relata el productor bonaerense. Todos los árboles que implantaron fueron adquiridos en un vivero de la localidad de San Martín, en la provincia de Mendoza. Y, tal como detalló Diego, suelen tener entre uno y dos años de edad al momento de ser implantados.

Los almendros, al igual que otras especies de frutos secos o frutales, tienen un pie (o patrón) diferente al de su copa. Para ello, se hace un injerto de la copa del almendro en el pie o patrón de otra especie con el que exista compatibilidad y cuya elección se debe hacer en base a las características del suelo a implantar. Esto permite incrementar el rendimiento de la producción mediante la generación de raíces fuertes, generar una mayor tolerancia a enfermedades y que haya resistencia frente a alguna situación de estrés dentro del ambiente.

En el caso de los Irastorza, en las primeras 10 hectáreas implantaron la variedad de almendro Marinada (copa) con el pie o patrón duraznero de la variedad Nemared, caracterizado por brindar protección a la copa del posible ataque de nemátodos.

En las 10 hectáreas restantes implantaron árboles cuya copa es la variedad de almendros Penta y su pie o patrón es Garfinem.

Tanto Marinada como Penta son variedades españolas de cáscara dura, caracterizadas por poseer vigor medio (lo que les permite mantener un equilibrio entre el desarrollo vegetativo y producción), de floración tardía y fáciles de podar y formar.

En cuánto a la disposición de los árboles dentro de los lotes, se implantaron a una distancia de 6 metros entre los mismos y a 4 metros de distancia entre hileras, lo que da como resultado 24 m2 por árbol y 417 árboles en total.

Con respecto a la poda, los primeros años son de formación. “La planta tiene una vara en el centro que la sostiene y a los 1,20 metros de altura se corta el ápice de la planta para que deje de crecer y en base a eso se ramifica”, explica Diego. De esta manera los árboles se van formando en el sistema tradicional.

En cuanto a los suelos, este tipo de producciones es muy susceptible a las situaciones de anegamiento. Un punto a favor de los pagos bonaerenses es que tienen suelos franco arenosos, por ende, la probabilidad de anegamiento en los suelos es muy baja.

Respecto a las heladas, las heladas tardías (menores a 0 °C) pueden perjudicar el cuajado de flores, afectando de manera negativa el posterior desarrollo y rendimiento de los frutos. “Para evitar esto, los almendros deben estar implantados cercanos a la costa. Cuanto más cercanos al mar se encuentran, menos probabilidad de sufrir daños por heladas”, relata Irastorza.

En la zona, las precipitaciones oscilan entre 600-620 mm anuales. Las principales lluvias ocurren en otoño y primavera, siendo el invierno seco y el verano muy variable (generalmente secos), con temperaturas altas y humedad relativa.

Los almendros, en determinadas épocas de su ciclo (por ejemplo, floración), necesitan si o si de que haya disponibilidad de agua. Por este motivo, los Irastorza incorporaron sistema de riego por goteo en los lotes en donde se encuentran los árboles.

Si bien la zona se caracteriza por tener agua con alto contenido de sales, según comentó Diego, el agua del establecimiento familiar está dentro de los parámetros que se consideran normales.

Con respecto al ciclo de estos árboles, una vez implantados, comienzan a producir al tercer año, y recién al cuarto o quinto año se logra una producción comercial. Sobre este punto, Diego señala que el pico de producción debería darse al séptimo año. “Los almendros tienen un ciclo de producción muy parecido al de los nogales y pueden producir frutos hasta 20 años”, destaca.

La floración de los almendros es el anuncio de la primavera. Suele comenzar a fines de agosto y su máxima explosión se da a mediados o finales de septiembre. Las variedades españolas de almendros se caracterizan por ser autocompatibles. Para reforzar la polinización, los Irastorza traen colmenas de productores vecinos durante esta época.

En cuanto a la fertilización, los almendros requieren nutrientes como Nitrógeno (N) y Fósforo (P), y se fertilizan durante la época que se requiera.

Cosecha y comercialización: ayudando a abastecer el mercado interno

La cosecha es mecanizada y se realiza en los meses de marzo y abril. Según cuenta Diego, ellos recolectan entre 600 y 700 kg de frutos por hectárea por cosecha: “El objetivo al que apuntamos es llegar a los 1000 kg por hectárea”.

Para la recolección de almendras utilizan una cosechadora side by side que adquirieron en Mendoza. Esta máquina posee dos planos inclinados que rodean completamente al árbol. Una vez que rodea al tronco, mediante vibraciones, caen los frutos y son captados por la máquina.

Luego de la cosecha, las almendras son enviadas a Mendoza para ser peladas (se les saca la primera capa blanca llamada pelón y luego la cáscara dura) y se comercializan en el mercado interno del país.

No se exporta ya que la producción local no alcanza para abastecer al mercado interno argentino; de hecho se importan almendras provenientes de otros países para cubrir la demanda.

Sobre el final, Diego comparte una reflexión en la que destaca la potencialidad de este tipo de producciones alternativas en Argentina: “Incorporar estas producciones al sistema hace que aumente el valor agregado de las tierras. Nosotros estamos abriendo camino, somos pioneros en esta producción. Ésta y otras producciones alternativas, llegaron para quedarse. Nuestra apuesta es seguir el modelo europeo, haciendo un poquito de cada producción justamente con la finalidad de diversificar”.

Agradecemos a Diego Irastorza por compartir tan valiosa información y su buena predisposición para realizar esta nota.

This article is from: