SUMARIO
Gracias por “Todo está conectado”, un desafío para seguir conectados
Experiencias reales en agricultura regenerativa
Ecosistemas de innovación digital: Experiencias y visiones globales
Agregado de valor y sustentabilidad: apuesta estratégica para el agro de las Américas
Programas y eventos del mes
Regenerativa y Agroecología
Indicadores de sustentabilidad ¿Cómo medir la sostenibilidad de los sistemas agroecológicos?
y Digitalización
Gemelos digitales para posibilitar la transición hacia la sostenibilidad en los sistemas agroalimentarios
Alimentos-agua-energía: abordaje circular y climáticamente inteligente
Nuevas estrategias en el control de plagas y enfermedades
y Educación
Innovación: la mejor tecnología está en tu cabeza
Institucional
El futuro de los sistemas agroalimentarios de las Américas
Manejo de Cultivos 100
Transformación biológica: Desafíos y oportunidades para integrar bioinsumos
Políticas Públicas
Regulaciones, trazabilidad y certificaciones en los mercados internacionales: ¿amenaza u oportunidad?
Salud del Suelo y Cambio Climático
Impacto del Sistema de Siembra Sirecta en el carbono y la biología del suelo. Experiencias en Brasil y Argentina
Sistemas Integrados 138
Claves en el manejo de un sistema integrado agrícola-ganadero
Manejo de Cultivos 90
Experiencias de manejo de Dalbulus maidis
Maquinaria 106
Desafíos en maquinaria agrícola: Capital Humano
Salud del Suelo y Cambio Climático 116
Cosecha de carbono: Avanzando en la agricultura sustentable de las Américas
Salud del Suelo y Cambio Climático 128
Hacia la nutrición integral del sistema suelo-planta-microbioma -atmósfera
Sistemas Integrados 146
Potenciando la sustentabilidad de los sistemas integrados
EDITORIAL
Gracias por “Todo está conectado”, un desafío para seguir conectados
El 32° Congreso Aapresid, bajo el lema “Todo está conectado”, se llevó a cabo por primera vez en la historia de este evento en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, específicamente en el Predio de La Rural en Palermo.
Los pasados 7, 8 y 9 de agosto fueron una muestra del trabajo de Aapresid, una institución que sigue creciendo, aportando conocimiento y buscando ser parte del progreso y evolución del agro argentino.
Desde un año antes de su realización, comenzamos a trabajar en cómo queríamos que fuera este evento tan importante para la institución y
que, además, tenía el desafío de trasladarse a una nueva sede. Pensamos mucho el mensaje que queríamos transmitir, por lo que el lema “Todo está conectado” no fue sólo una frase, sino un mensaje en el que todos nos involucramos para que se viera reflejado en cada momento de este congreso.
Trabajamos mucho en el contenido, organizando talleres de co-creación para cada uno de los sub-ejes del evento y para los cuales invitamos a participar no solo a actores del agro, sino también a quienes no están tan relacionados con la actividad agropecuaria. Buscamos así una mirada más amplia y diversa, que nos permitió construir el contenido del congreso. En este punto me quiero detener para agradecer a todas las personas que participaron en este proceso; fueron claves y muy importantes para generar todo lo que se desarrolló.
El 32° Congreso Aapresid nuevamente expuso un gran caudal de conocimiento a través de disertantes descastados, tanto nacionales como internacionales. Más de 160 empresas participaron en el hall comercial, a quienes también agradecemos por todo el acompañamiento. El involucramiento de diversas instituciones tam-
bién fue clave para el desarrollo del congreso gracias a su valioso aporte.
Uno de los pilares fundamentales de este evento es el público, y queremos agradecer una vez más su participación: entre todos logramos hacer un gran congreso.
Tenemos por delante el desafío de continuar construyendo este congreso Aapresid como un espacio que nos reúna, nos impulse a seguir aprendiendo desde distintas miradas y nos ayude a generar nuevos vínculos para lograr un agro cada vez mejor, involucrando a todos desde una perspectiva colaborativa.
Cada congreso representa un reto y el camino para su realización es muy enriquecedor y lleno aprendizajes. Por todo esto, además de agradecerles, los invito a continuar trabajando juntos. “Todo está conectado” tuvo su lugar, y ahora, el desafío es seguir conectados y avanzar hacia una evolución constante.
Paola Díaz
Directora Adjunta del Programa Prospectiva
STAFF
EDITOR RESPONSABLE
Marcelo Torres
Presidente de Aapresid
DIRECTORA ADJUNTA PROSPECTIVA
Paola Díaz
EDITOR EJECUTIVO
Rodrigo Rosso
REDACCIÓN Y EDICIÓN
Antonella Fiore
GESTIÓN DE CONTENIDO
María Eugenia Magnelli
CORRECCIÓN Y REDACCIÓN
Lucía Cuffia
DISEÑO Y MAQUETACIÓN
Daiana Fiorenza
Chiara Scola
GERENTE COORDINADOR
Tomás Coyos
PROGRAMA PROSPECTIVA
Rodrigo Rosso
Antonella Fiore
Lucía Morasso
Delfina Petrocelli
Sofía Colalongo
Matías Troiano
Alejandro Fresneda
Carla Biasutti
Elisabeth Pereyra
SUBDIRECTORA ADJUNTA PROSPECTIVA
Carolina Meiller
Florencia Novau
Matilde Gobbo
Florencia Cappiello
Elina Ribot
Magalí Asencio
Agustina Vacchina
Delfina Sanchez
SISTEMA CHACRAS
Andrés Madias
Suyai Almirón
Magalí Gutierrez
Lina Bosaz
Ramiro Garfagnoli
Solene Mirá
Eugenia Niccia
Juan Cruz Tibaldi
Mailén Saluzzio
Federico Ulrich
CERTIFICACIONES
Juan Pablo Costa
Rocío Belda
Eugenia Moreno
Myrna Masiá Rajkin
ADMINISTRACIÓN Y FINANZAS
Cristian Verna
Vanesa Távara
Dana Camelis
María Laura Torrisi
Mariana López
Daniela Moscatello
Samanta Salleras
Julieta Voltattorni
RED DE MANEJO DE PLAGAS RECURSOS HUMANOS
Matías D´ortona
REGIONALES
Virginia Cerantola
Bruno De Marco
Joel Oene
SECRETARÍA
Karen Crumenauers
Macarena Vallejos
PROYECTOS ESTRATÉGICOS
María Florencia Accame
María Florencia Moresco
Experiencias reales en agricultura regenerativa
En equilibrio entre la productividad y la sostenibilidad, se analizaron los desafíos, las oportunidades y las estrategias necesarias para avanzar hacia un futuro agrícola más responsable y equitativo.
Durante la 32º edición del Congreso Aapresid
“Todo está conectado”, Alejandro Cuadra, director de Cuaeco SAS, Diego Fontenla, del Grupo Pampa Orgánica Sur, y Jorge Adámoli, ecólogo y consultor ambiental, compartieron sus experiencias en la búsqueda de sustentabilidad, en el marco del eje “Agricultura Regenerativa y agroecología”.
Buenas Prácticas Agrícolas:
cómo pasar de las buenas intenciones a la acción
En línea con los objetivos de las Naciones Unidas de aumentar la producción de alimentos en un 50%, el especialista Jorge Adámoli señaló:
“Necesitamos pasar de las buenas intenciones a las acciones concretas”. Las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), además de producir alimentos, permiten aumentar la biodiversidad y mejorar los suelos y el clima. Aunque existe conciencia sobre la importancia de adoptarlas, la alta carga impositiva -que afecta al 65% de lo producido en el campo-, dificulta su implementación.
Frente a la necesidad de mejorar la relación entre el sector agrícola y la sociedad, Adámoli comentó que las malas prácticas en agrilcultura deben ser erradicadas. Para lograr avances significativos, una opción es desarrollar un sistema de incentivos y sanciones. “Los agricultores que adopten BPA deberían recibir beneficios como sobreprecios, créditos preferenciales y desgravaciones impositivas”, propuso el especialista. En cuanto a las sanciones, enfa-
“Los agricultores que adopten BPA deberían recibir beneficios como sobreprecios, créditos preferenciales y desgravaciones impositivas”
tizó en la importancia de tipificar claramente las faltas y fallas. En Argentina, salvo excepciones en leyes especiales como la conservación de la fauna, las sanciones suelen ser civiles.
Por último, Adámoli se pronunció respecto a la nueva normativa de la Unión Europea sobre deforestación, calificándola como “una medida paraarancelaria disfrazada de preocupación ambiental”. Según el especialista, esta normativa no distingue entre deforestación legal e ilegal, lo que infringe las leyes locales. Argentina conserva un 70% de sus ambientes naturales en la región chaqueña, lo que supera ampliamente el 15% recomendado por la Unión Inter-
nacional para la Conservación de la Naturaleza para preservar la biodiversidad. En cuanto a la lucha contra el cambio climático, Adámoli subrayó que los países del G20 son responsables del 75-80% de las emisiones globales, mientras que Argentina emite solo el 0.59%, y la agricultura representa una fracción mínima de esta cifra.
Finalmente, para transformar la percepción pública, el especialista destacó la importancia de fortalecer la red existente de BPA, que posee más de 90 entidades, y de actuar políticamente junto a actores clave, evitando burocracias innecesarias y valorando los servicios ambientales que provee el sector.
Agricultura regenerativa: transicionando a nuevas formas de producir
Alejandro Cuadra, asesor y productor en la región del NOA, compartió su experiencia en la implementación de la agricultura regenerativa, orientada hacia la transición de la agricultura convencional hacia la agroecología. El objetivo principal es restaurar la salud física, química y biológica de los suelos, junto con la biodiversidad y el equilibrio ambiental.
Cuadro advirtió que hay que evitar cambios abruptos: "Intentar pasar de una producción convencional a una agroecológica de un día para otro es la principal causa de los fracasos", comentó, y recomendó iniciar con solo un 20% de la superficie del campo.
En este enfoque, la planificación y el diagnóstico de cada situación resultan fundamentales. Es clave monitorear cada ambiente y realizar un análisis económico adecuado para cada
acción que se realiza. Uno de los principales desafíos en la región, que abarca desde Santiago del Estero hasta Salta, pasando por Tucumán, es la variabilidad climática. Las precipitaciones, que generalmente oscilan entre 500 y 800 mm anuales, han llegado a ser tan bajas como 300 mm en años recientes, lo que añade complejidad a la gestión agrícola.
Una de las principales prácticas regenerativas que aplica Cuadra es la Siembra Directa, que se destaca como esencial para mantener la salud del suelo. Además, realiza mezclas de cultivos de servicio, aprovechando la fijación biológica de nitrógeno mediante cultivos como la vicia y la crotalaria, y el uso de descompactadores naturales como los rabanitos (Imagen 1). También incorpora cultivos con propiedades alelopáticas, como la avena y el centeno, que ayudan a controlar las malezas.
Imagen 1. Rabanito utilizado para descompactación de suelos.
De igual forma, Cuadra destacó que el uso de asociaciones supera a los monocultivos Como ejemplo, mencionó la asociación de maíz con brachiaria (Imagen 2): "Cuando hacemos mezclas, se sinergizan y realmente todo lo que logramos recomponer es superior que si lo hiciéramos solos".
El uso de estas prácticas también aumenta la infiltración del agua en el suelo hasta cinco veces limitadas, puede marcar la diferencia entre co sechar o no.
"Lo que diferencia este tipo de producción es que no se utilizan productos de síntesis química"
Producción orgánica: el plus de la certificación
Diego Fontenla, quien cuenta con 30 años de experiencia en el sector orgánico en el sur de Buenos Aires, destacó que "lo que diferencia este tipo de producción es que no se utilizan productos de síntesis química". En su lugar, se emplean prácticas como la rotación de cultivos con ganadería para mantener la fertilidad del suelo y manejar las plagas de manera más natural.
Si bien muchos productores pueden implementar planteos agroecológicos, biodinámicos, de agricultura natural, permacultura o regenerativa, al momento de certificar, SENASA enmarca sus productos como orgánicos dentro de un marco legal que les otorga solidez. La certificación orgánica se convierte en un instrumento clave para diferenciarse en el mercado y captar mejores precios. En un entorno cada vez más competitivo, esta certificación permite a los productores acceder a nichos de mercado que valoran la calidad y la sostenibilidad de los productos.
Esto no solo les permite obtener un mejor precio por sus productos, sino que también puede abrir puertas a mercados de exportación, donde la demanda está en constante crecimiento.
A nivel mundial, el número de productores que certifican crece un 25% anualmente, y Argentina ocupa el tercer lugar en superficie certificada con casi 5 millones de hectáreas. Año tras año, la superficie en el país se expande y toda la organización institucional fortalece y respalda este crecimiento.
La agricultura se encuentra en un punto crítico, donde la presión por aumentar la producción de alimentos se enfrenta a la necesidad de hacerlo de manera sostenible. La agricultura regenerativa, la certificación orgánica y las Buenas Prácticas Agrícolas demuestran que existen múltiples caminos para alcanzar este equilibrio.
Indicadores de sustentabilidad: ¿Cómo medir la
sostenibilidad de los sistemas agroecológicos?
Investigadores y técnicos destacados de nuestro país compartieron estudios recientes sobre bioindicadores y su capacidad para evaluar el impacto de nuestras prácticas en el suelo y los cultivos.
Bajo el eje temático “Agricultura regenerativa y agroecología”, el investigador de CONICET Gustavo Martos, el Ing. Agr Martín Zamora (Chacra Experimental Integrada de Barrow) y el Ing. Agr. Santiago Lorenzatti (Okandu SA) analizaron los desafíos actuales de los sistemas agroecológicos, las herramientas disponibles para afrontarlos y las aplicaciones prácticas que pueden mejorar nuestra gestión agronómica dentro de un marco sustentable, maximizando su valor.
Al examinar el contexto global, Gustavo Martos advirtió sobre el vertiginoso cambio en el uso del suelo en las últimas décadas y el corri-
miento de la frontera agrícola hacia zonas más frágiles. Sumado a ello, planteó el desafío de producir más y mejores alimentos de manera sustentable, en un escenario de intensificación agrícola a nivel mundial. La pregunta que surge ante este aparente dilema es “¿Cómo logramos esto?”. Según explicó Martos, un primer acercamiento para abordar esta inquietud es a través del uso de indicadores de sustentabilidad que permitan medir el impacto de nuestras acciones sobre el suelo y los cultivos. “Lo que se puede medir, se puede mejorar”, aseguró.
Siendo el suelo el mayor reservorio de carbono del ecosistema, el investigador de CONI-
CET disparó: “Pequeños cambios en los flujos de entrada (materia orgánica) y salida (CO2) de carbono en el suelo tienen un gran impacto en los procesos ambientales globales”. Bajo esa premisa, compartió conclusiones contundentes de un estudio donde distintos bioindicadores del suelo evaluaron su estado de salud.
Dicha investigación, se realizó en el Noroeste argentino. Como referencia de cómo funciona el sistema originalmente en la naturaleza, tomaron un monte nativo y lo compararon con un manejo de cultivos convencional (con interrupción de monocultivo) y otro sustentable (con rotaciones con cultivos de servicios). Los resultados mostraron que la respiración edáfica basal y la biomasa microbiana en el monte nativo (M) triplicaban los valores observados en el mane-
jo convencional (MC), mientras que el manejo sustentable (MS) superaba al convencional en un 25%. Según aseveró Martos, los mecanismos que controlan la respiración microbiana son responsables de la estabilización de la materia orgánica en los suelos, y aclaró que alrededor del 60% del carbono en suelos agrícolas (a una profundidad de 0-15 cm) está compuesto por restos de microorganismos.
El investigador destacó las mediciones de respiración basal (muestra de suelo que emite CO2) y la respiración inducida por sustrato (muestra de suelo que emite CO2 ante un agregado de glucosa) como indicadores claves de la actividad microbiana. Tal como se observa en la Figura 1, la falta de respuesta ante el agregado de glucosa indica síntomas de estrés en el sue-
Figura 1. Respiración basal e inducida en dos sistemas de producción.
lo. “La incorporación de cultivos de servicios al sistema es una gran herramienta para incrementar la respiración basal y, en consecuencia, mejorar la salud del suelo”, recomendó.
Abonando el tema, Martin Zamora presentó el Campo Agroecológico “La Aurora”, en Benito Juárez, provincia de Buenos Aires. Este establecimiento viene trabajando hace 35 años sin productos fitosanitarios, y siembran policultivos o cultivos de servicio con el objetivo de fomentar la biodiversidad de plantas, flores, raíces y la arquitectura de hojas para mejorar la interceptación de la luz. Además, de manera integrada, suman animales en momentos estratégicos para aumentar el reciclado de todo lo que se está produciendo, a los cuales se asocian diferentes microorganismos y artrópodos.
“Ante esta descripción, lo primero que uno piensa es en el problema de malezas, insectos y enfermedades, pero en un sistema agroecológico ninguna especie domina sobre la otra. Si esto ocurriera, podrían convertirse en plagas. También se podría suponer que los rendimientos son bajos, pero los resultados son sorprendentes”, afirmó Zamora.
Después de varios años, se evaluaron indicadores de productividad, económicos y ambientales, comparando los resultados con un sistema de producción actual (siembra directa, con rotación de cultivos, aplicación de fertilizantes, uso fitosanitarios y eventualmente cultivos de servicio).
En cuanto a los resultados, tanto las propiedades físicas (porosidad) y químicas del suelo (P-Bray, nitrógeno total, carbono orgánico del suelo), la actividad enzimática y microbiana edáfica y otros indicadores, fueron superiores en los sistemas agroecológicos. El manejo de producción actual presentó un mayor coeficiente metabólico, lo que indica que las comunidades microbianas fueron menos eficientes en la utilización del C, perdiéndose como CO2. “Luego de seis años, el sistema agroecológico incrementó en un 1% el nivel de materia orgánica”, destacó el ingeniero.
“Luego
de seis años, el sistema agroecológico incrementó en un 1% el nivel de materia orgánica”
Además, en la agricultura regenerativa, las comunidades microbianas, la flora y la fauna, mostraron mayor riqueza (más especies), diversidad (más cantidad de cada especie) y estabilidad (Figura 2). Desde el punto de vista energético, el sistema agroecológico duplica la eficiencia respecto al manejo actual por un menor uso de insumos y maquinarias: por cada unidad de energía, se producen 7,6 Mj/ha de alimentos con manejo agroecológico vs. 3,51 Mj/ha con el manejo actual.
Figura 2. Recolección de artrópodos y evaluación de biodiversidad. Se compara el Campo Agroecológico “La Aurora” vs. un sistema de manejo actual (campo vecino).
En cuanto a las emisiones de GEI, un de estudio realizado bajo un convenio con Maltería y Cervecería Quilmes en cebada cervecera, reveló que la agricultura regenerativa emite un 60% menos de GEI respecto a la convencional (218 toneladas de CO2/ha vs 359). Esto demuestra que los productores agroecológicos están sustrayendo CO2 de la atmósfera.
Reforzando los conceptos anteriores, Santiago Lorenzatti trazó la evolución del concepto de sustentabilidad hasta llegar al paradigma actual de multifuncionalidad del sector rural y la suma de indicadores para medir estas “funciones”.
Haciendo foco en la calidad edáfica, entendida como la capacidad que posee el suelo para funcionar dentro de un ecosistema, sostener la productividad biológica, mantener la calidad del ambiente y promover la salud animal y vegetal, Lorenzatti señaló que este parámetro es fundamental para garantizar que un sistema de producción agropecuario sea rentable y ambientalmente sustentable.
Para que un indicador de calidad de suelo sea considerado como tal, el especialista puntualizó que debe estar basado en conocimiento científico, ser una expresión cuantitativa que permita ubicar un problema en relación a sus umbrales críticos e integrar propiedades físicas, químicas y biológicas edáficas para interpretar procesos complejos. Además, para que estos parámetros sean útiles, deben reflejar cambios recientes en su manejo (sensibilidad), ser fáciles de me-
y salud del suelo, ofreciendo certeza sobre el impacto del manejo agronómico y fomentando una gestión más profesional basada en mediciones”, reforzó el representante de Okandu. En esta línea, destacó la amplia evidencia científica que correlaciona las Buenas Prácticas Agrícolas (BPAs) con valores de indicadores deseables y citó la Agricultura Certificada de Aapresid y su evolución hacia la Agricultura Sustentable Certificada (ASC) como ejemplos que integra estos aspectos (Figura 3).
Figura 3. Indicadores de Buenas Prácticas Agrícolas. Agricultura Sustentable Certificada.
Los indicadores son herramientas claves para medir la trazabilidad agroecológica, someterse a una auditoría social voluntaria y certificar productos y procesos.
A los indicadores listados en la Figura 3, se suman los relacionados con Prácticas Ambientales (calidad de agua, carbono orgánico de suelo, contenido hídrico del suelo, eficiencia en el uso del agua, área ambientalmente sensible, kilogramos de plástico utilizado y reciclado), Biológicos (enzimas, perfiles de ácidos grasos de lípidos totales, ADN, agregados, fauna, etc.), Económicos y Sociales (capacitación, escolaridad, contribución e interacción con la sociedad).
Además de mejorar la gestión profesional de los sistemas agropecuarios, los indicadores son herramientas claves para medir la trazabilidad agroecológica, someterse a una auditoría social voluntaria y certificar productos y procesos. Esto último, a su vez, permite crear marcas o denominaciones de origen, otorgando un valor comercial adicional, actual o potencial, a los productos.
Ecosistemas de innovación digital: experiencias y visiones globales
El rol de los ecosistemas de innovación digital en la optimización de los sistemas agroalimentarios. Importancia para el desarrollo local y perspectivas de colaboración internacional.
En el marco del Congreso, Aapresid, junto con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), lideró una sección especial titulada "Los sistemas agroalimentarios de las Américas: perspectivas futuras y oportunidades para el productor". Esta sección consistió en cuatro paneles de altísimo nivel, donde se debatieron desafíos, oportunidades y estrategias para el desarrollo sustentable y posicionamiento global del sector agropecuario del continente americano.
De izquierda a derecha, Federico Bert, coordinador de Digitalización Agro del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, IICA; Mark Jarman, consultor de AgriTierra; y Alejo O`Donnell, moderador del panel.
Uno de los paneles abordó una temática clave para la transformación de los sistemas agroalimentarios: qué son, cómo se constituyen y cuál es el rol de los ecosistemas de innovación digital. Para ello, expertos de diferentes partes del mundo compartieron experiencias concretas de ecosistemas que son considerados modelos exitosos. Entre los panelistas, estuvieron Laurens Klerkx, profesor titular de la Universidad de Talca (Chile) y de la Universidad de Wageningen (Países Bajos), Stephanie Regagnon, directora Ejecutiva de la Asociaciones de Innovación de Danforth Center, Daniel Werner, jefe del Departamento de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional del Ministerio de Agricultura de Israel, Mark Jarman, consultor de AgriTierra, y Federico Bert, coordinador de Digitalización Agro del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura del IICA.
El sistema agroalimentario enfrenta desafíos complejos. Por un lado, la FAO proyecta que en aproximadamente 25 años, la población mundial superará los nueve mil millones de habitantes, lo que exigirá un incremento significativo de la producción y distribución de alimentos para garantizar la seguridad alimentaria. A su vez, los mercados son cada vez más exigentes, por lo cual, hay que producir más alimentos, no solo en cantidad sino también en calidad. Por otro lado, el contexto de cambio climático exige que el sector agroalimentario asuma una serie de compromisos ambientales orientados a mitigar su impacto, reducir la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) y garantizar la sustentabilidad.
Bajo esta coyuntura, los esfuerzos destinados a transformar los sistemas agroalimentarios para que operen dentro de los límites planetarios son cada vez mayores. Los ecosistemas de innovación digital juegan un papel clave en canalizar y potenciar estos esfuerzos. Según Laurens Klerkx, estos ecosistemas consisten “en un conjunto multidisciplinario de actores colaborativos, públicos y privados, que interactúan de manera dinámica para promover y facilitar la innovación y la optimización de la producción, gestión y distribución de productos agroalimentarios”.
Entre los actores que componen a estos ecosistemas se encuentran los centros I+D, las instituciones académicas, los inversionistas y los propios productores (Figura 1). En particular, Klerkx destacó el rol de los start-ups: “La innovación puede surgir desde la investigación agropecuaria, grandes empresas o los propios productores, pero hay un grupo que ha ganado relevancia: las startups de AgriFoodTech, que están proponiendo soluciones novedosas con tecnología de punta y biotecnología 4.0”. Sin embargo, advirtió que no se deben confundir los casos de éxito de los denominados “unicornios” con los logros individuales, ya que “estos ecosistemas implican un trabajo colectivo, público-privado, que apoya no solo a la startup, sino también a sus clientes en la adaptación e implementación de sus propuestas innovadoras”.
En relación a los casos exitosos, se destacan innovaciones en diversas áreas como la generación de softwares y plataformas para el análisis y la calibración de datos (big data), el desarrollo geoespacial y las tecnologías AgriTech, en particular la agricultura de precisión. Un ejemplo notable es el ecosistema agroalimentario israelí, presentado por Daniel Werner, jefe del Departamento de Relaciones Exteriores y Coopera-
ción Internacional del Ministerio de Agricultura de Israel. Este sistema enfrenta desafíos comunes en otras regiones, pero también lidia con particularidades como un clima árido a semiári-
Observamos la naturaleza para saber hacia dónde ir.
Creemos que para mejorar la agricultura hay que innovar. Por eso, hace 48 años investigamos para desarrollar tecnologías que sean la máxima expresión de la naturaleza.
Werner explicó que el ecosistema agroalimentario israelí se enfocó en “producir más con menos mediante el desarrollo de maquinaria de mayor escala, velocidad y productividad, así como el mejoramiento de las semillas, riego y fertilizantes”. Para ello, destacó cuatro aspectos claves:
1 Avance de la agricultura 4.0: un conjunto de tecnologías centradas en la digitalización de los procesos agrícolas.
2 Enfoque multidisciplinario y fuerte financiamiento.
3 Involucramiento activo de la sociedad y la existencia de adoptantes tempranos de tecnologías.
4 Red de actores que actúan como facilitadores del proceso de innovación.
Este último punto implica una sucesión de elementos que van desde aspectos socioculturales y educativos (estudios pre académicos y académicos que fomentan una vocación innovadora en las personas y recursos humanos altamente calificados), un sector privado pujante (que incluye a los fondos de capital de riesgo), y un importante apoyo gubernamental (financiación de incubadoras y proyectos de innovación, junto con un sólido servicio de extensión rural que conecta al sector privado con la academia y promueve la adopción temprana de nuevas tecnologías) (Figura 2).
Otro aspecto a considerar es la escala o el alcance de los ecosistemas. Stephanie Regagnon indicó que “para destrabar toda la innovación que el mundo necesita en términos ambientales y de seguridad agroalimentaria, no basta con que funcione el ecosistema de una región específica ni con el rol colaborativo que asuman los distintos actores locales. Por el contrario, se requiere de la colaboración tanto a nivel nacional como internacional”.
En este sentido, resulta interesante considerar las oportunidades que tiene Argentina para posicionarse en la transición tecnológica, dada su trayectoria en producción de alimentos y desarrollo de tecnologías agropecuarias. En línea con esto, Werner resaltó la potencialidad de la cooperación entre los ecosistemas de Israel y Argentina, mencionando que “debería aprovecharse la inmensa cantidad de datos generados por la digitalización de la agricultura, desarrollando plataformas de big data que aprovechen las numerosas iniciativas existentes en Argentina y la vasta experiencia de Israel en este campo”.
En definitiva, los ecosistemas de innovación digital están liderando la transformación de las prácticas agrícolas tradicionales, con el objetivo de reducir costos, mejorar la rentabilidad, disminuir el impacto ambiental y garantizar la sustentabilidad productiva. La innovación permitió que el agro hoy sea un sector sumamente competitivo, y seguirá siendo el motor que impulse el proceso en un entorno cada vez más complejo.
Figura 1. Roles que pueden tener distintos actores relevantes de los sistemas alimentarios en el impulso de la transformación digital, según Laurens Klerkx, profesor titular de la Universidad de Talca (Chile) y de la Universidad de Wageningen (Países Bajos).
Figura 2. Cronología de los facilitadores, según Daniel Werner, jefe del Departamento de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional del Ministerio de Agricultura de Israel.
Stephanie Regagnon expuso sobre los componentes del ecosistema de innovación de Danforth Center.
Gemelos digitales para posibilitar la transición hacia la sostenibilidad en los sistemas agroalimentarios
En un contexto de cambio climático y presión sobre los recursos naturales, la agricultura enfrenta el reto de convertirse en un motor de sustentabilidad y productividad.
Durante el Congreso Aapresid “Todo está conectado”, el Dr. Bruno Basso, de la Universidad Estatal de Michigan, explicó cómo la tecnología, la bioeconomía y la cuantificación del car-
bono pueden transformar las reglas del juego, destacando el papel crucial que Argentina podría desempeñar en el escenario mundial.
Nuevos escenarios para la producción agropecuaria
La agricultura se encuentra en una encrucijada, donde ya no se trata solo de producir alimentos en grandes cantidades, sino que estos también deben ser nutritivos y producidos de manera
desafío de la agricultura moderna no es solo alimentar a una población creciente, sino hacerlo con menos tierra disponible y bajo condiciones climáticas cada vez más extremas.”
El cambio climático se ha convertido en una amenaza directa para la agricultura. Sequías, olas de calor y otros fenómenos extremos están afectando los rendimientos, evidenciando la urgencia de adaptar las prácticas agrícolas a estas nuevas realidades. "La agricultura cuenta con prácticas para reducir la emisión de GEI, proteger el suelo y la biodiversidad, pero es fundamental que todo esto implique también un beneficio económico, incentivado por políticas estatales o del mercado", afirmó el especialista.
En este contexto, la bioeconomía emerge como un enfoque clave, donde la sociedad no solo ve a la agricultura como una fuente de alimentos, sino como un pilar de la economía circular. Los productos “crudos” salen del campo transformados, promoviendo un uso más eficiente y sustentable de los recursos como el agua y los nutrientes. "El mensaje principal es cómo la agricultura puede aportar beneficios económicos, no solo a través de la producción de alimentos, sino también mediante la venta de servicios ecosistémicos y la transformación de productos no alimenticios, como fibras, bioenergía, secuestro de carbono, etc."
"La agricultura cuenta con prácticas para reducir la emisión de GEI, proteger el suelo y la biodiversidad, pero es fundamental que todo esto implique también un beneficio económico, incentivado por políticas estatales o del mercado".
El rol de los gemelos digitales y la cuantificación del secuestro de carbono
Para avanzar hacia nuevos paradigmas, es importante transformar los principios científicos en innovaciones concretas. Sin embargo, los productores son empresarios, y asumir los riesgo del cambio es un desafío complejo que debe abordarse desde un enfoque más amplio y transdisciplinario.
En este contexto, la inteligencia artificial (IA) se presenta como una aliada clave, ayudando a los productores a visualizar los impactos de diferentes modelos de manejo. Una de las herramientas más prometedoras en esta transformación es el uso de gemelos digitales. Estas réplicas virtuales de campos agrícolas permiten
analizar y predecir el comportamiento del terreno bajo diferentes escenarios, proporcionando una comprensión profunda de la complejidad del sistema agrícola. Esto incluye la interacción entre el clima, el suelo, la genética y las prácticas de manejo (Imagen 1).
Imagen 1. Uso de gemelos digitales para la expansión de soluciones.
Modelización avanzada: decisiones agrícolas más precisas y sustentables
El Dr. Basso subrayó la importancia de la modelización avanzada que, junto con la ciencia de datos y el machine learning (aprendizaje automático), permite a los productores tomar decisiones más informadas y precisas. "La integración de estas tecnologías ya no es ciencia ficción, es una realidad", afirmó. Gracias a estas herramientas, es posible cuantificar la intensidad de carbono y el balance de emisiones, aspectos cruciales para cumplir con los requisitos de sostenibilidad en mercados como el europeo y el estadounidense.
Ahora, esta poderosa tecnología no solo ayuda a los productores a reducir su impacto ambiental, sino que también les abre las puertas a nuevos mercados y beneficios económicos. Por ejemplo, el uso de mapas de estabilidad, que identifican las áreas de un campo con alta y baja productividad de manera consistente, permite identificar zonas donde las prácticas de conservación pueden ser más efectivas (Imagen 2).
“Al evaluar la productividad de 80 millones de acres, descubrimos que en el 48% de la superficie los rendimientos son siempre altos, mientras que en el 25% del campo, los rendimientos son siempre bajos, al punto tal de que el beneficio económico es negativo y se generan pérdidas de entre 300 a 400 dólares/ha”, comentó Basso. Estas grandes superficies representan una oportunidad clave para la transición desde la producción tradicional hacia el desarrollo de servicios ecosistémicos, implantando cultivos perennes y más biodiversos. Este cambio no solo mejora la rentabilidad, sino que también contribuye a mejorar la biodiversidad y reducir emisiones, permitiendo la venta de estos servicios ecosistémicos.
Imagen 2. Mapa de rentabilidad de la conservación de precisión: a partir de mapa de rentabilidad se pueden realizar aplicaciones variables de nitrógeno o incrementar la biodiversidad.
Oportunidades para Argentina con los productores como protagonistas
Argentina ocupa una posición privilegiada en este nuevo paradigma agrícola. Con una adopción masiva de la siembra directa (SD), el país ha demostrado ser un líder en prácticas sostenibles sin depender de subsidios gubernamentales, lo que le otorga una ventaja competitiva frente a otras naciones. Sin embargo, el Dr. Basso advierte que esta ventaja aún no ha sido plenamente aprovechada: "Argentina está sentada sobre una mina de oro que no está sabiendo aprovechar".
Esta “mina de oro” se refiere a la capacidad del país para monetizar sus prácticas agrícolas sostenibles a través de la venta de servicios ecosistémicos y su participación en mercados internacionales que valoran la reducción de emisiones de carbono.
Imagen 3. Balance de Carbono calculado por SAF (Sustainable Aviation Fuel). La siembra directa es el único sistema secuestrante neto de carbono.
El camino hacia esta monetización implica la implementación de tecnologías que permitan a los productores cuantificar y certificar sus prácticas sostenibles (Imagen 3). Esto abarca desde la utilización de cultivos de servicios hasta la optimización en el uso de fertilizantes, siempre con un enfoque en la reducción de emisiones. La agricultura de precisión y la conservación del suelo son piezas claves en este proceso, ya que permiten mejorar la eficiencia y reducir el impacto ambiental, mientras se generan ingresos adicionales.
El Dr. Basso también destacó la importancia de las alianzas público-privadas y la necesidad de que los gobiernos apoyen a los agricultores en esta transición. "No se puede cargar todo el riesgo y el costo al productor; es necesario que las compañías interesadas y el gobierno también jueguen un rol activo en el desarrollo de plataformas que permitan la cuantificación del secuestro de carbono y la reducción de emisiones", afirmó.
Aprovechando su posición ventajosa y las nuevas tecnologías disponibles, la agricultura argentina tiene una oportunidad única para liderar la transición hacia un modelo más sostenible y rentable. La clave reside en la circularidad y la sostenibilidad, y Argentina tiene todos los recursos para convertirse en un referente mundial en este nuevo paradigma.
El camino hacia esta monetización implica la implementación de tecnologías que permitan a los productores cuantificar y certificar sus prácticas sostenibles.
Agregado de valor y sustentabilidad: apuesta estratégica para el agro de las Américas
Un destacado panel abordó los desafíos que enfrentan los sistemas alimentarios y la bioeconomía en América, así como las estrategias que se pueden seguir para enfrentar el cambio climático y mejorar la seguridad alimentaria.
Bajo la moderación del economista agrario
Marcelo Regúnaga, se llevó a cabo un panel dentro del eje de Bioeconomía del Congreso Aapresid, que reunió a referentes internacionales como Hugo Chavarría, del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA); Nicolás Bronzovich, secretario de Agricultura de Argentina; Talita Priscila Pinto, de la Fundación Getulio Vargas de Brasil Doug
Durante el panel, se discutió cómo la bioeconomía puede ayudar al sector agropecuario a generar valor agregado en sus producciones tradicionales, contribuyendo a una transición energética y generando impactos positivos en las tres dimensiones de la sustentabilidad: económica, social y ambiental
Hugo Chavarría, director del Programa de In
tivas y competitivas para las Américas. América Latina alberga el 50% de la biodiversidad conocida y en tan solo el 15% de su territorio se encuentran ocho de los quince países más megadiversos del mundo. Además, la región concentra el 16% de los recursos marinos, el 50% de los anfibios y es la mayor productora y exportadora de biomasa a nivel mundial.
Chavarría señaló, sin embargo, que “a pesar de su gran disponibilidad de biodiversidad, sólo entre el 20% y el 30% está mapeada e identificada”. Y amplió: “América es un actor clave en los mercados internacionales de cereales, oleaginosas, frutos tropicales y carne, pero gran parte de esta producción es primaria y tiene poco valor agregado. De hecho, solo el 33% de las exportaciones agroalimentarias tiene algún nivel de agregado de valor” (Figura 1).
Chavarría también señaló que, aunque la región se destaca en cuanto a producción y exportación, enfrenta ineficiencias a lo largo de la cadena que limitan su potencial desarrollo económico. Gran parte de la producción se pierde y un alto porcentaje de la biomasa es considerada como desecho en la producción primaria.
El economista concluyó que la bioeconomía debe ser el modelo de desarrollo a seguir, con el agregado de valor y la sustentabilidad como pilares estratégicos. Aunque en América coexisten diversas bioeconomías, muchos de los retos y oportunidades son compartidos. Por ello, es fundamental trabajar en conjunto,
formar alianzas y fomentar sinergias entre los sectores públicos y privados, organismos internacionales e institutos de investigación, para aprovechar estas ventajas y obtener beneficios competitivos y comparativos.
Aunque en América coexisten diversas bioeconomías, muchos de los retos y oportunidades son compartidos. Por ello, es fundamental trabajar en conjunto.
El campo argentino, a la vanguardia tecnológica
El secretario de Agricultura de la Nación, Ing. Agr. Nicolás Bronzovich, destacó la relevancia de la sustentabilidad y la creación de valor en la agroindustria argentina. Según Bronzovich, el sector agropecuario argentino demuestra robustez y resiliencia campaña tras campaña, ocupando un rol central en el mercado global de alimentos y fibras
A pesar de haber enfrentado una de las peores sequías en 2023, Argentina aportó un 12% al comercio mundial de granos y sus derivados, y es responsable de dos tercios de las exportaciones nacionales. Además, el sector genera 3,7 millones de puestos de trabajo, lo que equivale al 24% del empleo privado en el país.
El secretario también elogió la adopción de la siembra directa, que ha transformado la industria agropecuaria en el Cono Sur. Esta práctica ha permitido ahorrar entre 300 y 350 millones de litros de gasoil por campaña, aumentar los rendimientos y mejorar la productividad sin necesidad de expandir la superficie cultivada.
Bronzovich también resaltó el papel fundamental de la biotecnología en la adopción tecnológica del agro argentino. Desde la inscripción del primer organismo genéticamente modificado, la soja RR, en 1996, Argentina avanzó rápidamente en tecnología genética (Figura 2). Para 2024, el país cuenta con más de 80 organismos genéticamente modificados autorizados, incluyendo microorganismos para sanidad animal y levaduras para la producción de bioetanol.
Figura 2. Organismos genéticamente modificados autorizados comercialmente desde 1996 a la actualidad en Argentina.
Sobre el cierre, el secretario también subrayó la necesidad de reducir regulaciones distorsionantes, mejorar la calidad de los productos, fortalecer la propiedad intelectual y fomentar la cooperación público-privada. A nivel internacional, abogó por defender el sistema multilateral de comercio, cooperar en la evaluación de tecnologías y resaltar los atributos ambientales positivos de los sistemas productivos de las Américas.
Brasil: el desarrollo de una estrategia nacional bioeconómica
Talita Priscila Pinto, coordinadora del Observatorio de Innovación y Bioeconomía de la Fundación Getulio Vargas en Brasil, expuso sobre el desarrollo de la bioeconomía en su país y su potencial para América Latina. La economista explicó cómo los avances en las ciencias de la vida, junto con la ingeniería y la tecnología, están transformando diversas industrias y promoviendo el crecimiento económico global.
Pinto destacó que el concepto de bioeconomía abarca la creación de nuevos bioproductos y bioservicios, así como la investigación y desarrollo (I+D) que reformulan la estructura de diversas industrias. Estos avances integran actividades económicas con el medioambiente, promoviendo la sustitución de recursos fósiles por biológicos en la producción de electricidad, combustibles y manufacturas. La bioeconomía sigue evolucionando, reflejando la diversidad natural y tecnológica en todo el mundo.
Sin embargo, la falta de una definición consensuada de bioeconomía entre los países dificulta las comparaciones internacionales y los acuerdos que podrían generar ventajas comerciales para la región. Por ello, Brasil y la Fundación Getulio Vargas están trabajando en el desarrollo y perfeccionamiento de métricas y criterios de sostenibilidad que permitan evaluar el valor económico y ambiental de la bioeconomía, con un enfoque en el uso y transformación de recursos biológicos.
Como líder del G20, Brasil ha diseñado estrategias específicas para avanzar en el campo de la bioeconomía. En este contexto, ha publicado un documento que refleja el alineamiento de los miembros del grupo en tres ejes clave: bio-
Acompañamos el crecimiento de nuestros productores para que sean artífices del desarrollo federal.
tecnología (investigación, desarrollo e innovación), biorrecursos (uso sostenible de la biodiversidad) y bioecología (desarrollo sostenible).
Entre los factores clave para el crecimiento de la bioeconomía en Brasil, Pinto mencionó el impulso económico y la sustentabilidad, así como la integración de sistemas productivos con identidad territorial. Concluyó instando a una colaboración regional más efectiva para enfrentar los desafíos técnicos e institucionales y aprovechar al máximo el potencial de la bioeconomía.
El potencial de la agricultura, como respuesta a problemas globales
Doug Berven, vicepresidente de Asuntos Corporativos de Poet, la mayor productora de biocombustibles del mundo con sede en Dakota del Sur (Estados Unidos), destacó el papel crucial de los biocombustibles en la agricultura y su impacto positivo en la economía global.
Poet genera anualmente 3.000 millones de galones de etanol y 975 millones de libras de aceite de maíz. Además, la empresa captura millones de toneladas métricas de CO2, contribuyendo significativamente a la reducción de emisiones.
Berven subrayó que la agricultura es clave para enfrentar los desafíos globales actuales, como el cambio climático, la pobreza y el hambre. En este sentido, destacó que el aumento en la producción de maíz y la expansión del
etanol ayudan a equilibrar los mercados, lo que impacta positivamente en la reducción de la desnutrición a nivel mundial. Afirmó que, al centrarse en mejorar los rendimientos, recuperar tierras en barbecho y promover una producción de cultivos inteligente, se podrían incrementar las tasas de secuestro de carbono, permitiendo que la agricultura alcance un balance neutro en carbono para 2030. Según Berven, la bioeconomía y la economía circular serán claves para mitigar el cambio climático y fortalecer la seguridad alimentaria mundial.
Nuevas oportunidades
Para concluir, Marcelo Regúnaga, reflexionó sobre los desafíos que enfrentará el sector productivo en los próximos años. Según él, los recientes avances científicos y tecnológicos representan una oportunidad única para impulsar el desarrollo económico, social y sostenible. La ambiciosa agenda en torno a la bioeconomía muestra un gran potencial para agregar valor a diversas actividades productivas. Sin embargo, es fundamental fortalecer la transferencia de conocimientos y colaborar con múltiples actores para avanzar en esta etapa.
La ambiciosa agenda en torno a la bioeconomía muestra un gran potencial para agregar valor a diversas actividades productivas.
Alimentos-agua-energía: abordaje circular y climáticamente inteligente
Especialistas de la Universidad de Tennessee presentaron sus investigaciones sobre circularidad y uso de computación de alto rendimiento para desarrollar soluciones para el agro en tiempo récord.
En el primer día del Congreso Aapresid, los especialistas de la Universidad de Tennessee (UTK) Forbes Walker, David Ader y Deborah Penchoff, lideraron el panel titulado “Alimentos-agua-energía: abordaje circular y climáticamente inteligente”. Durante la presentación, Forbes Walker, científico de suelos de la UTK, expuso las diversas investigaciones que se llevan a cabo en la universidad, destacando que cuentan con ocho departamentos especializados, cada uno enfocado en un área específica.
Walker ofreció una descripción detallada de las condiciones climáticas de Tennessee y de los cultivos predominantes en la región: “Nuestro clima es húmedo y templado, con precipitaciones de 1200 mm y entre 180 y 220 días libres de heladas. Sembramos de abril a junio y cosechamos de septiembre a noviembre. Los cultivos principales de la zona son soja (625.000 ha), maíz (360.000 ha), trigo (160.000 ha) y algodón (100.000 ha)”, explicó.
En esta universidad se organizan jornadas a campo en las que se abordan temas claves como nuevas tecnologías, cultivos de servicio y gestión del agua, con el propósito de mantenerse actualizados.
Una de las principales áreas de investigación en la Universidad de Tennessee es la siembra directa (SD), una práctica implementada en respuesta a la grave erosión del suelo que enfrentaban los agricultores de la región en los años 70. “Estamos muy orgullosos de poder decir que en Tennessee tenemos la tasa más alta de siembra directa del país, con un 93%, la más alta de Estados Unidos”, destacó Walker. La SD no sólo mejoró la salud del suelo, sino que también permitió aumentar la productividad y la sustentabilidad de los establecimientos agrícolas.
El especialista también mencionó que actualmente están investigando otros temas, como los cultivos de servicios, con el objetivo de entender mejor su impacto en la salud del suelo y en el rendimiento de los cultivos. Aunque dejó en claro que estos cultivos llegaron para quedarse.
Durante su presentación, Walker expuso datos del "Milan No-Till Field Day 2024", destacando los efectos de los cultivos de servicios (CS) multiespecies en los rendimientos y en la salud del suelo, bajo diferentes rotaciones de cultivos.
“Estamos muy orgullosos de poder decir que en Tennessee tenemos la tasa más alta de siembra directa del país, con un 93%, la más alta de Estados Unidos.”
1. Efecto de distintos cultivos de servicios sobre el control de malezas y el rendimiento de cultivos sucesores como soja y maíz.
La tabla 1 muestra el rendimiento de diferentes cultivos bajo varios tipos de cultivos de servicio o cobertura (Cover Crops): sin cobertura (no cover), trigo (wheat), trébol (clover), una mezcla de trigo y trébol (Wheat-clover) y una mezcla de cinco especies (five-species mix). Los cultivos de servicios multiespecies tienden a ofrecer mayores beneficios en biomasa de cobertura y en rendimientos. En particular, el sistema de cobertura de cinco especies muestra los mejores resultados, con un puntaje total de "4.23" en la "Suma de beneficios".
Además, la tabla 1 evalúa distintos sistemas de rotación de cultivos (cropping systems): maíz continuo, soja continua, rotación maíz-soja y rotación maíz-algodón-soja. La rotación maíz-algodón-soja es la que brinda los mayores beneficios, con un puntaje total de "3.62", lo que sugiere que la incorporación de cultivos de servicios en la rotación mejora tanto el rendimiento como la salud del suelo.
Walker también presentó un trabajo realizado por el Dr. Nutifafa Adotey, que aporta información sobre el uso de diferentes fuentes de fertilizantes nitrogenados (urea vs UAN).
Gráfico 1. Efecto de distintos tratamientos de fertilización nitrogenada sobre el rendimiento.
El gráfico 1 muestra los rendimientos obtenidos con diferentes tratamientos de nitrógeno (N). La barra roja sugiere que el rendimiento puede variar según si la fuente de N se trata con un estabilizador. “Es importante tratar tanto la urea como el UAN con un estabilizador de N”, explicó Walker. “La aplicación en bandas es más eficiente que la distribución en toda el área en términos de rendimiento”, agregó.
Además, recomendó no aplicar más de 180 libras/acre de N para evitar pérdidas y daños al cultivo. La aplicación recomendada de nitrógeno debe ser de 1/3 durante la siembra y ⅔ en V6.
Walker también mencionó un proyecto de investigación que explora la viabilidad y los beneficios de utilizar oleaginosas para la producción de combustible de aviación sostenible (SAF, por sus siglas en inglés), subrayando la importancia del apoyo gubernamental y su potencial impacto en la reducción de la huella de C de la aviación.
“Los desechos no deberían existir; hay que encontrar la forma de reutilizarlos y darles valor, cambiando nuestra mentalidad.”
En cuanto a la circularidad, el profesor de Agricultura Sostenible de la UTK, David Ader, enfatizó la necesidad de tener metas de desarrollo sostenible claras. “Los desechos no deberían existir; hay que encontrar la forma de reutilizarlos y darles valor, cambiando nuestra mentalidad”, señaló Ader. Según el especialista, no sólo los productores deben pensar en la circularidad, sino que también requiere el apoyo gubernamental. “Los políticos deben incorporarla, y los niños deben aprender esto en la escuela”.
“En la agricultura, todos somos hermanos y hermanas; no somos competencia, sino colaboradores en la búsqueda de soluciones sustentables”, concluyó Ader.
La Universidad de Tennessee también cuenta con recursos de computación de alto rendimiento que son utilizados para resolver problemas agrícolas y ambientales. Deborah Penchoff, directora del Laboratorio de Computación Innovadora de la UTK, explicó cómo usan esos recursos para obtener soluciones en agricultura y remediación ambiental.
Penchoff destacó que la ciencia computacional es un campo multidisciplinario, donde el análisis de datos permite encontrar soluciones sin necesidad de hacerlo en un laboratorio, evitando posibles contaminaciones de los resultados y demoras en la realización de repeticiones.
“Lo más importante es que las ciencias computacionales pueden acelerar las soluciones”, agregó. “La computación de alto rendimiento creció mucho desde los años 90 hasta la actualidad, impulsada en gran parte por la inteligencia artificial (IA). Actualmente estamos en la era de Exaescala, donde las computadoras pueden realizar operaciones a una velocidad que nos tomaría muchísimos años a los humanos", explicó Penchoff.
Uno de los proyectos específicos que tienen en el Laboratorio de Computación Innovadora es la aplicación de IA para remediación ambiental, es decir, utilizan inteligencia artificial para encontrar formas de eliminar contaminantes introducidos al ambiente por los humanos.
La participación de la Universidad de Tennessee en el Congreso Aapresid ofreció un modelo de cómo la colaboración y la adopción de nuevas tecnologías pueden transformar la agricultura global.
Nuevas estrategias en el control de plagas y enfermedades
Referentes de la biotecnología presentaron las últimas estrategias para el control de plagas y enfermedades, desde nuevos cultivos genéticamente modificados hasta la generación de modos de acción innovadores.
Las plagas y enfermedades representan un desafío constante para la agricultura, causando pérdidas significativas en la productividad y calidad de los cultivos. En las últimas décadas, su control se ha centrado en el uso de productos fitosanitarios y en la siembra de cultivos genéticamente modificados, como el maíz, la soja o el algodón Bt, modificados genéticamente para expresar genes de la bacteria Bacillus thuringiensis (Bt).
Sin embargo, el uso intensivo y repetido de estas estrategias ha generado problemas, como la aparición de poblaciones de insectos resistentes. En Argentina, por ejemplo, ya se han reportado tres casos de resistencia en cultivos Bt: dos en Diatraea saccharalis (barrenador del tallo de la caña de azúcar) y uno en Spodoptera frugiperda (oruga militar tardía). Por ello, es crucial desarrollar nuevas estrategias que superen estas limitaciones.
En este contexto, el Congreso Aapresid convocó a dos expertos en la sección 'Biotecnología': Juan Luis Jurat Fuentes, de la Universidad de
tech. Ambos especialistas coincidieron en la urgencia de explorar nuevas tecnologías para asegurar una producción agrícola más sostenible.
Desde el lado de los cultivos genéticamente modificados, Juan Luis Jurat Fuentes destacó varias alternativas. En primer lugar, mencionó el desarrollo de nuevas variedades de plantas Bt que generan proteínas insecticidas activas contra plagas que ya han desarrollado resistencia, como los maíces BtMAX que producen la proteína Cry1D.
Otra opción en desarrollo, que podría ser utilizada en un futuro cercano, es potenciar estas proteínas para reducir la frecuencia de insectos que sobreviven. Para ello, su equipo trabaja en la incorporación de una proteína puente o pegamento, llamada sinergista, que incrementa la unión de Cry1F a los receptores del intestino del insecto diana, en este caso, la oruga militar tardía. Esto lograría un control más efectivo con dosis menores.
técnica consiste en diseñar una cadena de ARN complementaria al ARN diana que codifica una proteína vital en el insecto. Una vez en el insecto, estas cadenas se unen y el ARN diana no puede ser utilizado. En consecuencia, se bloquea la producción de la proteína, que es la molécula que realmente tiene la función en el organismo, y el insecto muere. Esta tecnología se destaca por su alta especificidad y seguridad ambiental.
En sintonía, Federico Ariel presentó avances en tecnologías basadas en ARN para el control de enfermedades y plagas. En Argentina, a través del Conicet, se viene investigando la posi-
bilidad de modular genes en plantas de manera no-transgénica como método de control frente a enfermedades y plagas (Figura 1). Un área que permite avanzar hacia el desarrollo de tecnologías para el agro, según el especialista, es el estudio de la inmunidad específica de las plantas ante ciertos patógenos basada en la molécula del ARN. Apolo Biotech está desarrollando una tecnología basada en el ARN que actúa como una vacuna para las plantas. “Aislamos segmentos del genoma del patógeno para obtener ARN mensajero o de interferencia; luego, estas moléculas se aplican en spray a las plantas. Una vez absorbidas, pueden silenciar genes específicos del patógeno y bloquear la infección”, explicó (Figura 2).
Figura 1. Productividad y adaptación de los cultivos, modulación de genes usando ARN exógenos. Áreas de investigación que desarrollan el Conicet y Apolo Biotech.
Disertación de Luis Jurat Fuentes, de la Universidad de Tennessee sobre cómo potenciar y extender el uso de las tecnologías BT y desarrollar bioinsecticidas basados en tecnologías de ARN.
rriers o vehículos que estabilizan las moléculas y luego son absorbidos y procesados por las plantas. Apolo Biotech ya está aplicando esta tecnología para el control de hongos como Botrytis cinerea, Phytophthora infestans o Sclerotinia sclerotiorum en tomate, con resultados prometedores tanto en laboratorio como en campo.
Los avances presentados en el Congreso
Aapresid muestran numerosas alternativas innovadoras para el control de plagas y enfermedades, desde potenciar y extender el uso de las tecnologías Bt hasta el desarrollo de bioinsecticidas basados en ARN. Estas estrategias permitirían diseñar esquemas altamente específicos y ambientalmente sostenibles.
En Argentina, a través del Conicet, se viene investigando la posibilidad de modular genes en plantas de manera no-transgénica como método de control frente a enfermedades y plagas.
Innovación: la mejor tecnología está en tu cabeza
"¿Creativo
se hace o se nace?” Estanislao Bachrach pasó por el Congreso Aapresid para responder esta y
En el marco del eje “Comunicación y educación” del congreso Aapresid, y con el apoyo de Enrique García y Byontek, Estanislao Bachrach, reconocido biólogo molecular especializado en liderazgo, inteligencia emocional y creatividad, ofreció una conferencia que hizo foco en este último punto. “¿Qué características reúne una persona creativa?”, se preguntó Bachrach al comienzo de su charla.
Para responder, citó al psicólogo húngaro-estadounidense Mihály Csíkszentmihályi, quien identificó tres rasgos comunes asociados a la creatividad en las 96 mentes más creativas de la historia: la intención o el deseo de ser creativo, algún tipo de alteración cerebral que los
¿Se puede aprender a ser creativo?
“La creatividad, como cualquier habilidad, es aprendible”, explicó Bachrach, y comparó el proceso de aprender a ser creativo con aprender inglés o tocar el piano: cuanto más se practica, más rápido se aprende. Para ello, se necesita un buen profesor, una metodología adecuada, técnicas específicas y disciplina.
hace diferentes y la capacidad de ver las cosas desde múltiples puntos de vista. Sin embargo, solo el 2% de la población mundial posee estos rasgos distintivos.
Aunque todos contamos con habilidades que podemos desarrollar a través de procesos de aprendizajes, el talento es innato y sigue siendo un misterio para la ciencia, que lo define como “aquello que la ciencia no puede explicar”. Aún así, es posible ejercitar la creatividad. Este proceso, aunque requiere esfuerzo y disciplina, también debe incluir el juego. Estar relajado permite conectarse con el presente para liberar la mente de las presiones.
“La
creatividad, como cualquier habilidad, es aprendible.”
Por otro lado, Bachrach desmitificó la idea de que la edad o la formación de las personas influyen en la capacidad de aprender a ser creativo. “El mito de que los jóvenes aprenden más rápido que los mayores es falso”, aseguró. En este sentido, dijo que la biología ha demostrado que, a medida que envejecemos, solemos tener más ganas de seguir aprendiendo, lo cual es determinante para el desarrollo de la creatividad.
¿Se puede aprender a ser creativo?
El especialista señaló que el sistema educativo actual, al estar desactualizado, “hace todo lo posible para que las personas sean lo menos creativas posible”. Esto se debe a que se inculcan dogmas y formas de estudiar, trabajar y entender el mundo que, a menudo, dejan de lado el uso de la creatividad desde una edad temprana.
Según Bachrach, la escuela tiende a llevar a los estudiantes a transitar su vida por tres "carriles", que representan los principales "enemigos" de la creatividad. El primero es el de la certeza, ya que la creatividad florece en la incertidumbre. El segundo es el de la experiencia, porque la creatividad se nutre de lo nuevo. El tercer carril es el de la cultura, que condiciona los modos de hacer y pensar. Para ser creativos, es necesario salirse de estos “carriles” y atreverse a explorar senderos que la educación formal tiende a limitar.
¿Qué hace diferentes a las empresas?
Después de visitar grandes multinacionales en Asia y Estados Unidos y de estudiar sus sistemas productivos, Bacrach concluyó que el éxito en materia de innovación de muchas compañías radica en las oportunidades que ofrecen a sus empleados para formarse en creatividad o innovación.
La creatividad es un proceso mental en el que surgen ideas innovadoras que agregan valor, mientras que la innovación es la pues ta en práctica de esas ideas estas habilidades tiene un impacto en la for ma de trabajar, en los procesos y en los resul tados de los productos o servicios que ofre cen estas empresas.
“El éxito en materia de innovación de muchas compañías radica en las oportunidades que ofrecen a sus empleados para formarse en creatividad o innovación.”
Animarse a soñar
El Brainstorming Biológico es una técnica en la que un equipo de trabajo propone ideas para resolver una problemática específica o mejorar un aspecto particular, sin preocuparse inicialmente por su viabilidad. El objetivo es llegar a una idea final que sea innovadora y se pueda llevar a cabo.
Para poner en práctica esta técnica, es importante seguir una serie de pasos. En una primera etapa, se deben investigar y estudiar aspectos del área en la que se quiere trabajar. Este proceso recibe el nombre de “absorb” y se refiere a la absorción de información por parte del cerebro. Luego, en la etapa de “envision”, se aportan tantas ideas como sea posible en un tiempo máximo de una hora, ya que este proceso puede ser agotador para el cerebro. Finalmente, en la etapa de “incubation”, que ocurre cuando las personas se relajan después de este proceso, surgen las ideas que agregan valor.
Estas ideas suelen aparecer cuando la mente mezcla conceptos que aparentemente no están relacionados entre sí, un fenómeno conocido como “conceptual blending”.
Desde una perspectiva biológica, los seres humanos generan ideas de dos maneras: a través de la lógica y mediante “insights”. Los insights son ideas que emergen súbitamente, sin una explicación clara, y tienen un correlato
eléctrico conocido como ondas gamma: cada vez que se producen picos de electricidad con ondas gamma en el cerebro, surgen nuevas ideas. Cuando el cerebro está involucrado en actividades mentales intensas y concentradas, predomina la presencia de ondas beta. Mientras que en estados de relajación, predominan las ondas alfa. Según Bachrach, "cuanto más alfa estamos, más gamma somos", lo que significa que un un estado de relajación facilita la generación de nuevas ideas.
Para cerrar, el biólogo animó a los asistentes a poner en práctica estas técnicas con sus equipos de trabajo para potenciar la creatividad. Para ello, recomendó establecer tiempos y espacios dedicados a la generación de ideas que "tengan novedad", dejando de lado jerarquías y diferencias formativas. También los invitó a animarse a soltar aquellos elementos que condicionan el pensamiento y a soñar en grande, ya que "cuantas más ideas novedosas surgen, más probabilidades hay de que una genere valor".
“Animarse a soltar aquellos elementos que condicionan el pensamiento y a soñar en grande, ya que "cuantas más ideas novedosas surgen, más probabilidades hay de que una genere valor”
El futuro de los sistemas agroalimentarios de las
Américas: perspectivas futuras y oportunidades para el productor
El referente mundial en suelos Rattan Lal, el director general del IICA y destacados especialistas internacionales, analizaron cómo la captura de carbono, la bioeconomía y las políticas pueden potenciar la agricultura de la región.
En un panel de lujo, Manuel Otero, director General del Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas (IICA); Rattan Lal, referente mundial en suelos de la Universidad de Ohio, Premio Mundial de la Alimentación 2020 y co-ganador del Premio Nobel de la Paz 2007; Joachim von Braun, especialista en Bioeconomía de la Universidad de Bonn- Alemania; Izabella Teixeira, asesora especial del IICA y ex Ministra de Medio Ambiente de Brasil; y Kip Tom, productor agropecuario y ex Embajador de Estados Unidos ante la ONU, discutieron las oportunidades que presenta la agricultura de América Latina y la importancia de la salud de los suelos como solución a los desafíos existentes en materia de seguridad alimentaria y climática. Además, plantearon cómo la bioeconomía, la articulación público-privada y los productores agropecuarios juegan un papel central para fomentar la innovación y la sustentabilidad.
Desafiando a la audiencia, Manuel Otero disparó la pregunta: “¿Puede la agricultura salvar al planeta?” Para responder esta inquietud, se refirió a los grandes desafíos que tendrá que asumir el sector, como garantizar la seguridad alimentaria, atender la crisis climática, aumentar la producción de alimentos nutritivos, avanzar en la transición energética y revitalizar la ruralidad.
Otero recordó que no es la primera vez que la agricultura debe enfrentar retos de tal magnitud, desde la Gran Depresión de los años 30 y las guerras, hasta la reciente pandemia de COVID-19, demostrando una resiliencia notable. “La narrativa importa”, disparó el presidente del IICA, instando a fortalecer los mensajes, a fin de transmitir que la agricultura no es la causante de los problemas, sino la solución. También animó a los productores a ser autocríticos, y a adoptar un rol proactivo y protagónico que requiere la actualidad.
Para cerrar, señaló: “Tenemos en nuestras manos el futuro de la agricultura. Los próximos 25 años serán decisivos y más importantes que los 10.000 años anteriores. Debemos unirnos y trabajar en una dirección convergente, y esa es la filosofía del IICA. Necesitamos de todos los actores y de diversas fuentes de financiamiento para enfrentar los desafíos señalados anteriormente”.
En línea con Otero, Izabella Teixeira profundizó el debate desde dos perspectivas. Por un lado, se refirió al cambio climático (CC) como un proceso disruptivo que no solo exige mitigar las emisiones, sino también desarrollar medidas de adaptación y estrategias de producción de alimentos. Y por otro lado, habló de las medidas proteccionistas y/o barreras arancelarias impuestas por algunas naciones en el comercio internacional. Sobre este punto, disparó: “Tenemos que ir en contra de los negacionistas del CC y también de los negacionistas de la agricultura. La deforestación y la degradación de la naturaleza deben ser cosa del pasado; tenemos que entender cómo se puede conservar el suelo. Los sumideros de carbono muchas veces no son reconocidos internacionalmente”.
Teixeira insistió en que el sector privado debe transformarse en un jugador político estratégico, capaz de comprender modelos de mercado y de negocio, y cómo se maneja el proteccionismo en el comercio internacional. Asimismo, destacó el rol clave de las instituciones científicas en aportar datos transparentes que permitan rendir cuentas a nivel regional, con una matriz que aborde intereses del sector y promueva la solidaridad en la lucha contra el CC.
La especialista instó a considerar al sector agropecuario como palanca de desarrollo, protección social y generación de empleo. Y concluyó con una reflexión: “Los productores tienen que entender la agenda, saber dónde estamos y cómo debemos avanzar hacia el futuro. Debemos convencer al mundo de que somos parte de la solución y de que tenemos esa capacidad. América Latina, como región de paz y democrática, tiene muchas oportunidades”.
Concordando con los disertantes anteriores, Kip Tom reforzó la imperiosa necesidad de que los productores agropecuarios se involucren en las discusiones y en la toma de decisiones cuando se formulan políticas para que estas reflejen sus necesidades, ya que son ellos quienes deben implementar los procesos e invertir su dinero. Además, destacó el valor de la ciencia y la adopción de innovaciones tecnológicas para mejorar los rendimientos de los cultivos y reducir la huella de carbono. Sin embargo, advirtió que muchos países carecen de seguridad alimentaria debido a políticas que no los contemplan o a directivas provenientes de Europa. Explicó que en el 60% de las zonas que reciben ayuda humanitaria sucede porque no se les permitió tener la innovación que necesitan, incluso las herramientas más simples. Llamando a la reflexión, agregó: “Tenemos que asegurar que las políticas del mundo contemplen las tres dimensiones de la sustentabilidad: ambiental, económica y social”.
Para ofrecer una perspectiva desde la bioeconomía, Joachim von Braun explicó que el tema está surgiendo como una fuerza transformadora para el desarrollo sustentable, al integrar los avances en biotecnología y herramientas digitales con los principios de la economía circular. Según aseguró, la bioeconomía ofrece soluciones porque mitiga los impactos ambientales, impulsa el crecimiento y la integración económica entre sectores, y mejora el bienestar social. Además, gestiona productos ambientales como los créditos de carbono y los certificados de energías renovables, y fomenta la relación comercial, porque beneficia la sustentabilidad. En esta línea, remarcó: “Esto es muy importante desde una perspectiva latinoamericana, ya que la región es un importante proveedor de alimentos”.
A nivel mundial, von Braun aseguró que en los últimos cinco años se ha visto una aceleración en la adopción de políticas relacionadas a la bioeconomía, con América Latina y Argentina a la vanguardia (Figura 1). Con una visión optimista para nuestra región, concluyó: “Veo grandes oportunidades para América Latina y el Caribe como líderes, gracias a la riqueza de sus recursos, su biodiversidad (piedra angular para el florecimiento de la bioeconomía) y sus capacidades científicas”.
Rattan Lal, por su parte, señaló distintos hitos en la evolución de la agricultura, destacando que que, si bien la revolución verde salvó a millones de personas de la hambruna, hoy nos enfrentamos a nuevos desafíos como el calentamiento global, la degradación de los suelos y la inseguridad alimentaria. En números, advirtió que un tercio de los suelos están degradados, habiendo perdido su multifuncionalidad y capacidad productiva, con un costo de U$S 400 mil millones/año. Además, las emisiones CO2 y óxido nitroso representan el 15% del aumento global debido al uso antropogénico del suelo. Sumado a ello, los cereales como alimentos básicos, son menos asequibles, con una de cada ocho personas sufriendo inseguridad alimentaria y entre dos y tres de cada ocho con malnutrición.
Lal aseveró que la agricultura del siglo XXI necesita más fertilizantes y más riego, pero debe basarse en la resiliencia de los suelos y en ecosistemas más eficientes, promovidos y transformados por la ciencia, las herramientas digitales y la inteligencia artificial.
El referente en suelos explicó que el nuevo contexto nos lleva a la agricultura regenerativa, inspirada en la ecoinnovación, la economía circular, la infraestructura verde y los biocombustibles, y cuya base sea la descarbonización de la biosfera terrestre y el desarrollo sustentable. Siguiendo los principios de la agroecología e imitando a la naturaleza, los nuevos métodos agrícolas aumentan los rendimientos mientras reducen el impacto ambiental, logrando producir más con menos. En ese camino, subrayó la necesidad de generar más biomasa, implementar sistemas biodiversos que fijen nitrógeno y ciclen nutrientes, sumar cultivos de servicios e integrar la ganadería. “El sistema debe ser holístico para que la salud del suelo mejore”, puntualizó.
Según Lal, el verdadero cambio radica en transformar la gestión de la tierra siguiendo las 5 R: Reducir, Reutilizar, Reciclar, Regenerar y Restaurar. Aquí es donde la agricultura moderna entra en juego, pero se necesitan políti-
“No será posible construir un mundo pacífico sobre estómagos vacíos y miseria humana”
“Decir que la transformación tiene que suceder pero no estamos dispuestos a pagar esa transformación no vale. No existe almuerzo gratis. Esto va hacer que la agricultura sea realmente la solución”, Rattan Lal.
Afirmó que el carbono del suelo secuestrado por la agricultura es hoy un commodity, del cual los agricultores pueden obtener ingresos. “Si logramos implementar estas nuevas políticas y adoptar tecnologías impulsadas por la ciencia, podremos mantener el calentamiento global por debajo de los 2 °C; esto sigue siendo posible, y la agricultura puede marcar la diferencia en este sentido”, declaró.
El dilema, indicó, es quién paga ese servicio al agricultor. Lal sugirió que los exportadores de combustibles fósiles, las agroindustrias y el sector privado deberían pagar una prima; con los consumidores dispuestos a pagar por alimentos que se cultivan correctamente y de manera científica. “Decir que la transformación tiene que suceder pero no estamos dispuestos a pagar por ella, no vale. No existe almuerzo gratis. Esto hará que la agricultura sea realmente la solución”, concluyó.
Experiencias de manejo de Dalbulus maidis
Especialistas de Brasil, México y Argentina compartieron estrategias de manejo para el vector del achaparramiento en maíz. Genética, modelos predictivos e imágenes satelitales, entre las técnicas claves para hacer frente a este desafío.
Experiencias de manejo en Brasil y México
Uno de los paneles dedicado a la chicharrita del maíz estuvo liderado por los especialistas
Mauricio Pasini, de Intagro, y Lucas Fadda, del Instituto de Ecología Inecol, quienes compartieron sus conocimientos sobre estrategias de manejo aplicadas en Brasil y México. Y es que Dalbulus maidis, la famosa chicharrita, representa uno de los mayores desafíos para el maíz en América Latina, pudiendo reducir los rendimientos hasta en un 100%.
Lucas Fadda explicó que este insecto está ampliamente distribuido en las zonas tropicales de México, adaptándose a diversas altitudes, desde el nivel del mar hasta los 3200 metros. Además de afectar al maíz, algunas especies del género pueden alimentarse y reproducirse en otras gramíneas durante la estación seca. En México hay dos especies de chicharrita que transmiten este complejo de patologías que incluyen el virus rayado fino del maíz, el achaparramiento del maíz y el enanismo arbustivo.
Fadda destacó que una de las estrategias más efectivas para controlar la plaga es la selección de híbridos de maíz con tolerancia al complejo del achaparramiento, y mencionó que varios híbridos han demostrado una buena tolerancia en diferentes regiones de México. “Ciertos tipos de maíz producen grandes cantidades de compuestos volátiles cuando son atacados por la chicharrita”, explicó. Estos compuestos volátiles no solo permiten que las hembras de la plaga diferencien entre plantas atacadas y no atacadas,
sino que también atraen a parasitoides naturales, como la avispa Anagrus virlai, que se alimenta de las chicharritas y ayuda a controlar su población. Además, mencionó un caso en Argentina donde una variedad local de maíz produjo seis veces más volátiles que los híbridos, logrando un control biológico más efectivo.
El uso de modelos predictivos es otra herramienta clave en la lucha contra Dalbulus maidis. “Existen modelos correlativos que utilizan información georreferenciada y algoritmos matemáticos para identificar áreas donde la plaga podría establecerse o ya estar presente”, comentó Fadda.
Aunque las imágenes satelitales también son útiles para detectar la problemática de la chicharrita, el índice NDVI, comúnmente utilizado, solo detecta la presencia de la plaga cuando la infestación es alta. Por ello, el especialista sugirió emplear el índice GCVI, que ofrece mayor resolución y sensibilidad para la detección temprana.
Por su parte, Mauricio Pasini recomendó eliminar el maíz guacho para reducir la población de chicharritas y subrayó la importancia de elegir los híbridos adecuados y garantizar una buena nutrición del cultivo. Además, sugirió que las aplicaciones de fitosanitarios deben realizarse con calidad y en el momento oportuno, preferiblemente por la noche, para maximizar su efectividad.
Ambos especialistas coincidieron en que el manejo de la chicharrita requiere un enfoque multifacético que combine resistencia genética, control biológico, modelos predictivos y tecnologías avanzadas. Estas estrategias, aplicadas de manera integral, pueden minimizar significativamente el impacto de la chicharrita en el cultivo de maíz.
Perspectivas en Argentina: cómo pasar “del drama a la acción”
Con el auditorio principal a máxima capacidad, otro de los paneles dedicados a chicharrita contó con la presencia de Augusto Casmuz, de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC) e Ines Catalano de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA). Allí se presentaron los aprendizajes de la última campaña, que serán claves de cara a las próximas siembras. Casmuz coincidió con Pasini y Fadda en que el manejo de esta plaga exige estrategias múltiples.
“Existen modelos correlativos que utilizan información georreferenciada y algoritmos matemáticos para identificar áreas donde la plaga podría establecerse o ya estar presente.”
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Así, mostró una pirámide de factores que determinan su comportamiento y que deben considerarse al planificar su manejo (Figura 1). En la base de esta pirámide se encuentra, nada más ni nada menos, que el correcto manejo del vector.
La concentración de las fechas de siembra resultó una cuestión clave. Al analizar los datos de 2023 de una zona donde el maíz se concretó en el período estival, se observó cómo las poblaciones de adultos de D. maidis y sus porcentajes de infectividad siguieron el ritmo de crecimiento del cultivo.
A la siembra, en diciembre, las poblaciones rondaban los 30 adultos/trampa, con niveles de infectividad del 10%. A lo largo del ciclo del cultivo, las poblaciones crecieron significativamente, alcanzando entre 1000 y 1200 adultos/trampa y un 67% de infectividad en mayo (Figura 2a).
En zonas con siembras escalonadas, que comenzaron en septiembre con maíces tempranos y se extendieron hasta finales de año con los tardíos, los maíces sembrados en diciembre ya partieron con niveles de vector de 250 adultos/trampa y un 20% de infectividad, provenientes de los maíces tempranos. Para mayo, estos maíces tardíos alcanzaron más de 2500 adultos/trampa y una infectividad superior al 70% (Figura 2b).
“Maíz que estaba en pie, maíz que estaba infectado", señaló Casmuz, destacando la importancia de “planificar las ventanas de siembra, ya que impactan directamente en la dinámica de plaga”.
Figura 2. Poblaciones de D. maidis en: (a) zona con siembras concentradas en el periodo estival (diciembre-enero); y (b) zona con siembras prolongadas desde el periodo primaveral al estival (septiembre-enero).
En el panel también se habló de los primeros resultados de la Red Nacional de Monitoreo de D. maidis (ver recuadro), presentados en el mismo Congreso. Estos muestran que, aunque las heladas sesgaron las poblaciones, no lograron frenar la plaga, que sigue presente en niveles considerables en zonas como el NOA y Centro del país (Figura 3).
Sobre la Red Nacional de monitoreo de Dalbulus maidis
Esta Red fue creada por Maizar, Estación Experimental
Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC), Aapresid, Asociación Argentina de Protección Profesional de Cultivos
Extensivos (AAPPCE), CREA e INTA para dar respuesta a la problemática del achaparramiento que afecta al maíz.
Desde su conformación formal en mayo, la Red ha estado relevando poblaciones del vector a lo largo de 450 trampas colocadas en distintas regiones del país.
Otra de las estrategias apuntadas al manejo del vector que se señaló como decisiva es el control de maíces guachos o voluntarios. “Durante la última cosecha cayeron gran cantidad de espigas y granos al suelo. Los maíces guachos que de allí nazcan no solo serán refugio y alimento del vector, sino que también serán inóculos del complejo de patologías que transmite, ya que la mayoría de estos maíces están infectados. Y no es lo mismo tener 100 chicharritas con 3% de infectividad que 100 con 60%”, sentenció Casmuz y agregó: “Esta plaga exige estrategias de manejo a lo largo de todo el año; no podemos enfocarnos sólo en el periodo de cultivo”.
El monitoreo es otro pilar estratégico. Para la chicharrita, señaló el especialista, el monitoreo debe ser constante y sistemático: “Es una plaga móvil, que no se ve en el lote a toda hora, y requiere profesionalización en las tareas de campo”.
El control químico, en el caso de esta plaga, constituye la punta de la pirámide de manejo; es decir, sin un manejo adecuado de las poblaciones de vector como base, su efectividad es limitada. Los tratamientos de semillas tienen buena efectividad, pero sólo protegen durante la primera etapa del cultivo. “Se necesita un esfuerzo de las compañías y técnicos para ajustar
las dosis de estos tratamientos a la realidad argentina”, detalló Casmuz, advirtiendo sobre la práctica del “recurado” de la semilla, que aunque se está adoptando, puede afectar su calidad fisiológica.
“Esta plaga exige estrategias de manejo a lo largo de todo el año; no podemos enfocarnos sólo en el periodo de cultivo.”
En cuanto a las aplicaciones foliares, el especialista señaló que son efectivas con poblaciones bajas del vector, pero enfatizó que no conviene dormirse con el monitoreo y los tratamientos después de V8, ya que la plaga sigue afectando el rendimiento y la calidad del grano más allá de esta fase.
Transformación biológica: desafíos y oportunidades para integrar bioinsumos
Los bioinsumos son piezas clave para una producción agrícola sostenible. Expertos de Alemania, Uruguay y Argentina analizaron estrategias para superar las barreras actuales y facilitar su adopción.
Los Diálogos Alemania-Argentina y Alemania Uruguay sobre bioinsumos estuvieron presentes en el Congreso Aapresid en manos de Johannes A. Jehle, profesor del Julius Kühn Institut (Alemania), Federico Rivas, investigador especializado en bioinsumos del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA, Uruguay) y Martín Torres Duggan, coordinador de la Red de Nutrición Biológica en Tecnoagro de Aapresid (Argentina).
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como el suelo y las exigencias de los nuevos mercados. En relación a este último punto, Johannes A. Jehle señaló que hoy en día se demanda la comercialización de alimentos libres de residuos químicos, producidos bajo prácticas de manejo ambientalmente sustentables. “Los consumidores están preocupados por la forma en que se producen los alimentos; exigen que esto se haga de manera más sustentable y natural, y las tecnologías biológicas van en línea con estas demandas”, afirmó.
Los disertantes señalaron que los bioinsumos no buscan sustituir a las prácticas tradicionales en términos absolutos; por el contrario, buscan complementarlas o disminuir, según el caso, el uso de productos de síntesis química. Los bioinsumos pueden emplearse para diversos fines, como ejercer presión y biocontrol de plagas y enfermedades o inducir defensas, lo cual es fundamental en un contexto marcado por el surgimiento de nuevas plagas, haciendo los
sistemas más resilientes. Además, los insumos biológicos suelen ser compatibles con las técnicas de aplicación tradicionales, lo que facilita su implementación. En este sentido, poseen potencial para avanzar hacia un modelo de producción más sustentable y eficiente.
En un contexto de variabilidad ambiental, es imprescindible que la investigación avance siempre un paso adelante. Para lograrlo, el financiamiento y la infraestructura resultan indispensables. Johannes A. Jehle subrayó que para “profundizar el uso de bioinsumos en los sistemas agrícolas, se requiere una planificación estratégica y políticas públicas fuertes”. Esto implica, por un lado, establecer marcos regulatorios claros, incentivos económicos y capacitación técnica para asegurar la adopción efectiva de los bioinsumos; y por otro lado, requiere trascender los límites de una región o país. En Alemania, por ejemplo, ser parte de la Unión Europea (UE) representa una fortaleza gracias a los diversos programas de la UE que promueven estrategias de manejo y protección de los cultivos, y que buscan, por ejemplo, reducir el uso de productos químicos.
Martín Torres Duggan, por su parte, señaló que en Argentina, aunque existe una sólida tradición científica, falta generar un marco de políticas públicas que se sostenga a largo plazo. Además, destacó que los científicos argentinos a menudo deben desarrollar habilidades para acceder al financiamiento privado, interactuar con startups y superar prejuicios en este ámbito. Fortalecer estas áreas es crucial para que el país maximice su potencial en innovación.
No se trata sólo de financiar la ciencia, sino de generar los mecanismos que permitan transformar los avances científicos en tecnologías apropiables para los productores y la industria. En este sentido, Federico Rivas remarcó que “hay avances científicos concretos; contamos con colecciones de microorganismos que están caracterizados en la mayoría de las instituciones y universidades. Lo que falta es dar ese paso para acercarnos desde las etapas tem-
Para “profundizar el uso de bioinsumos en los sistemas agrícolas, se requiere una planificación estratégica y políticas públicas fuertes.
pranas de la investigación a los productores, brindar capacitaciones, trascender a la industria y producir a gran escala”. Estas limitaciones estarían ligadas, en parte, a la orientación del financiamiento, pero también a la formación de los investigadores, que muchas veces dificulta la interacción entre ciencia e industria. El investigador del INIA ponderó la importancia de orientar el financiamiento hacia áreas que capitalicen los avances científicos, así como a la formación de investigadores, mejorando su capacidad de interactuar con el sector privado.
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Por lo tanto, no solo es crucial invertir para asegurar la disponibilidad de estos insumos a escala, sino también reforzar la capacitación técnica para que los productores puedan integrarlos efectivamente en sus prácticas. La experiencia indica que, en Alemania, Uruguay y Argentina, los productores están abiertos a adoptar nuevas tecnologías. El desafío es integrar el conocimiento científico con la práctica agrícola. Según Jehle, “los problemas están en el campo. Necesitamos un enfoque participativo que conecte la investigación con los productores y también con la industria. Para ello, la capacitación de nuestros investigadores y extensionistas es clave”.
En suma, el panel resaltó tanto los desafíos como las oportunidades que presentan los bioinsumos, destacando su potencial para transformar la agricultura hacia un modelo más sostenible y resiliente. Aunque su adopción enfrenta algunos obstáculos, como la necesidad de inversiones adecuadas y el fortalecimiento de la capacitación técnica, el consenso entre los expertos es claro: los bioinsumos son una alternativa viable para contribuir a la performance técnica que impone el escenario actual de alta variabilidad ambiental y para responder a las demandas de un mercado cada vez más exigente.
No se trata sólo de financiar la ciencia, sino de generar los mecanismos que permitan transformar los avances científicos en tecnologías apropiables para los productores y la industria.
En su intervención, Federico Rivas, investigador especializado en bioinsumos del INIA, (izquierda), subrayó la importancia de vincular la investigación desde sus etapas tempranas con los productores, proporcionar capacitación a investigadores y extensionistas, y generar un marco colaborativo que permita escalar la producción a nivel industrial.
Desafíos de la maquinaria agrícola: capital humano
La influencia del capital humano en el éxito de las empresas agropecuarias fue el eje del debate entre referentes de la cadena agroindustrial.
“Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y volver a aprender, previendo muchos cambios en períodos cortos de tiempo”. Con esta cita de Herbert Gerjuoy, se dio inicio a un panel que abordó los desafíos del sector productivo frente a la innovación tecnológica en maquinaria agrícola, y cómo impacta en los equipos de trabajo la adopción e incorporación de estas novedades tecnológicas.
Ricardo Negri, productor y catedrático, Enrique Bertini, presidente de la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (CAFMA), y Santiago Radrizzani, licenciado en Mecanización, debatieron sobre el papel del capital
humano como parte de un sistema complejo, su relación con el entorno y el marco cultural, la interacción con quienes desarrollan los diferentes implementos y el impacto que esto tiene dentro del lote.
Tecnología, liderazgo y formación del capital humano: claves para optimizar recursos
Negri abrió el debate con una mirada sistémica de las empresas agropecuarias, destacando que para conseguir el mejor resultado productivo, es clave que cada componente del sistema “encaje” a la perfección. En este sentido, resaltó la importancia de asegurar las condiciones adecuadas al momento de incorporar tecnologías, para que estas puedan expresar su máximo potencial. Esto implica disponer de “tecnología habilitante” y contar con el capital humano idóneo para implementarla. Además, enfatizó que el desempeño de las personas estará in fluenciado por la cultura de la organización y el sentido de pertenencia de sus miembros.
Enrique Bertini, también director de la empresa
Bertini, especializada en la fabricación de equipos de siembra directa, destacó la importancia de mantener vínculo con los trabajadores, no solo con quienes están a cargo, sino también entre pares. Al respecto, señaló que el compromiso y la habilidad de los trabajadores dependerá de cuán a gusto e identificados se sientan con su trabajo.
Para fortalecer este sentido de pertenencia y promover una mayor vinculación con la sociedad, la empresa creó una escuela de oficios que ofrece formación y práctica profesional en la fábrica, abriendo oportunidades laborales
Por su parte, Santiago Radrizzani, con más de 30 años de experiencia en la capacitación de operarios de maquinaria agrícola, sostuvo que “todos los equipos se diseñan pensando en un operador que comprenda toda la máquina”. En este sentido, resaltó la importancia de capacitar a los operarios para aprovechar al máximo la tecnología disponible. “La tecnología facilita los trabajos y los hace mucho más eficientes, pero nunca reemplaza la idoneidad del operador”, remarcó.
Sobre la tecnología disponible en los tractores de primera línea, Radrizzani advirtió que se utiliza menos del 50% de la capacidad de
Una mirada al futuro
Con la mirada puesta en el futuro cercano, los disertantes delinearon escenarios ideales para el desarrollo del capital humano en los sistemas productivos. Coincidieron en que la tecnología, las comunicaciones y el liderazgo serán pilares claves para construir esos escenarios.
En este nuevo contexto, optimizar los sistemas complejos requerirá decisiones centradas en las personas que conforman los equipos y la co-creación de esquemas de trabajo junto con los operarios. Sistemas basados en incentivos
automatización de procesos debido a la falta de capacitación adecuada. Por lo tanto, sugirió adoptar un enfoque diferente si se desea que las máquinas rindan según las expectativas para las cuales fueron compradas. Además, sugirió dedicar tiempo al mantenimiento de las máquinas para garantizar un buen funcionamiento y aumentar su vida útil.
También remarcó la importancia de contar con líderes que puedan reconocer e incentivar el desempeño y compromiso de los trabajadores, un factor clave para retener talento y generar cambios positivos en las organizaciones.
y remuneraciones, acceso a la conectividad y estrategias de marketing para hacer atractivo el sector e innovación tecnológica, serán factores cruciales para atraer a las nuevas generaciones.
“Si no se mide, no se aprende”, resaltó Ricardo Negri. Sin incentivos positivos, especialmente dirigidos a los equipos de trabajo, no habrá cambios significativos. Estos incentivos van más allá del dinero; medir, aprender y generar cambios es fundamental para evolucionar.
La presión fiscal: el elefante en la sala
Para finalizar, el ex titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca afirmó que los sistemas productivos no podrán alcanzar su máximo potencial si no se considera que “hay un elefante en la sala, llamado presión fiscal, exacerbada sobre el sector”. Según él, esto “impide que el diálogo sea franco” y hace que la discusión se centre solamente en la tecnología en lugar de abordar también los aspectos de negocio.
Para ilustrar este punto, comparó el precio de un iPhone 15 en términos de toneladas de soja. Afirmó que, hace 30 días, el costo en Estados Unidos equivalía al valor de dos tonela-
das y media de soja, en Brasil era algo menos de cinco toneladas, mientras que en Argentina ascendía a dieciséis toneladas, debido al fuerte impacto de los impuestos.
La adquisición de tecnología, la innovación y el desarrollo de proyectos de mejora continua resultan mucho más costosos para los productores argentinos. Por eso, remarcó que, aunque es positivo hablar del futuro y de potenciar el capital humano, si no se contempla que existen otros factores que impiden hacer las cosas bien, los incentivos para los equipos no serán los adecuados. “Debemos mirar el sistema completo, y esto incluye el elefante en la sala”, cerró.
Regulaciones, trazabilidad y certificaciones en los mercados internacionales: ¿amenaza
u oportunidad?
Ante un mercado cada vez más exigente en cuanto a certificaciones que garanticen un impacto ambiental positivo, se analizaron las amenazas y oportunidades que representan las regulaciones vigentes y las que están por venir.
En la segunda jornada del Congreso Aapresid, se llevó a cabo un panel en el que se analizaron las regulaciones y certificaciones que regirán los mercados internacionales para productos agropecuarios.
El panel contó con la participación de Laura Villegas, gerente de Desarrollo de Mercados y Asuntos Corporativos de la Mesa Redonda de Soja Responsable (RTRS, por sus siglas en inglés); Andrés Costamagna de la Sociedad Rural Argentina; Gustavo Idigoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA) y del Centro de Exportadores de Cereales (CEC), y representante del Consejo Agroindustrial Argentino; y Alejo O’Donnell de Aapresid; y fue moderado por el Ing. Agr. y Mg. en Economía Agraria, Marcelo Regúnaga.
Para dar inicio al debate, Regúnaga expresó su preocupación por los vacíos legales que existen en los organismos que regulan el comercio internacional en cuestiones ambientales y cómo esto “da lugar a que algunos países impongan su visión sobre cómo se deben resolver las problemáticas globales”. A partir de este planteo, invitó a los panelistas a analizar las normativas que buscan dar respuestas al cambio climático, destacando especialmente la entrada en vigencia, a partir de enero de 2025, de la EUDR, una reglamentación de la Unión Europea que prohíbe la importación materias primas y productos derivados provenientes de zonas que hayan sido deforestadas después de 2020.
El agregado de valor como respuesta a las
nuevas legislaciones comerciales
Laura Villegas compartió su visión sobre las legislaciones internacionales que surgen en el marco del Pacto Verde de la Unión Europea y plantean ambiciosos objetivos en torno al cambio climático y el desarrollo sostenible.
La EUDR (EU Deforestation Regulation) “es una de las acciones que surgen de estos compromisos destinados a combatir la deforestación, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y preservar la biodiversidad”, explicó. En una primera instancia, esta regulación controlará el ingreso de commodities como soja y carne a la región, y se espera que para 2025 también sean alcanzados productos como maíz, madera y otros.
Villegas señaló que este entorno normativo constituye una 'tendencia' global y anticipó que se están desarrollando directivas que incluirán no solo certificaciones ambientales, sino que también incorporarán elementos sociales. En este sentido, consideró que la adecuación de los productores a estos nuevos estándares representa una oportunidad para “agregar valor y generar productos diferenciados”, mediante prácticas como el secuestro de carbono, cultivos de servicio y otros procesos de mejora continua.
Por su parte, Andrés Costamagna afirmó que “la demanda actual impone al cambio climático como una estrategia geopolítica y geoeconómica”, y que “algunos países utilizan esta situación para dominar a aquellos que se han quedado con los recursos naturales”. Según él, la falta de desarrollo hace que estos atributos se conviertan en condiciones de mercado, especialmente en países como Argentina.
También dijo que las malas decisiones del Estado generan mayor pobreza, lo que impide una mejora en los precios en el mercado local, ya que el consumidor no valida aumentos de precios relacionados con estos atributos.
Costamagna destacó que, a pesar de contar con recursos naturales, suelos adecuados y capacidad de capturar carbono, Argentina enfrenta grandes desafíos para neutralizar su economía. Consideró que otros sectores como la industria o el petróleo, deberían compensar a los productores por el impacto positivo que generan.
Además, afirmó que la forma de producir hoy en día necesita un cambio de visión, ya que a los diferentes cultivos se les deben agregar indicadores adicionales como carbono o biodiversidad. Aunque reconoció que los productores están agobiados por las regulaciones, también resaltó la resiliencia del sector y la oportunidad de transformar las amenazas en oportunidades.
VISEC: Una herramienta que nació de los consensos sectoriales
Respecto a los desafíos que Argentina enfrenta en el nuevo escenario de comercio internacional, Gustavo Idígoras y Andrés Costamagna destacaron la importancia del trabajo conjunto entre instituciones para ofrecer soluciones simples y de bajo costo a los productores, de modo que puedan cumplir con las exigencias del mercado actual.
Ambos disertantes subrayaron el desarrollo de la plataforma VISEC (Visión Sectorial del Gran Chaco Argentino), una herramienta de gestión compartida que involucró a todos los actores de la cadena, incluyendo productores, exportadores e intermediarios, organizaciones ambientales, entre otros. Esta plataforma utiliza información de geolocalización satelital para certificar la sustentabilidad ambiental y social de los productos del complejo sojero y ganadero, facilitando su acceso a los mercados internacionales y preservando la competitividad del sector.
Idigoras resaltó que ya se han capacitado más de 5.000 productores en Argentina y que el sistema es voluntario y gratuito. Los datos y
las certificaciones son gestionados por el comprador, con quien el productor mantiene una relación comercial, o el acopio en el caso de granos. Para esto, el productor debe proporcionar información del RENSPA y los polígonos de la información georeferencial del campo. Advirtió sobre la importancia de ser muy precisos, ya que “si la información satelital es errónea y muestra que hubo deforestación después de diciembre de 2020, el productor no podrá vender soja para exportación o enfrentará problemas con el frigorífico para faenar ganado con destino a la Unión Europea”. En la misma línea, brindó tranquilidad a los productores asegurando que la entidad certificadora será la Bolsa de Comercio de Rosario, garantizando la protección de los datos.
Sobre el final, Idigoras ponderó el desarrollo de VISEC como una herramienta clave para validar certificaciones ambientales, ya que contará con el reconocimiento de más de 50 importadores europeos y 15 gobiernos de la UE. Esta plataforma permitirá a los productores formar parte de una cadena de valor enfocada en conquistar y asegurar mercados en Europa y en el resto del mundo.
Desafíos para los mercados del futuro
Para Alejo O'Donnell, el reto que tiene por delante Argentina es “dejar de perder oportunidades” dando a conocer su sistema productivo, que es único en el mundo, ya que más del 90% de las áreas en explotación están bajo siembra directa, lo que representa un valor agregado.
O'Donnell sostuvo que el sector agropecuario argentino es parte de la solución a las problemáticas ambientales, ya que es el único proceso capaz de fijar carbono de manera natural. Sobre este punto, remarcó la importancia de recolectar datos de forma sistemática para demostrar los efectos positivos de las prácticas que conducen a una producción sustentable.
Por su parte, Marcelo Regúnaga dijo que el desafío que tiene el país de cara al futuro es comprender que “los mercados internacionales ya no buscan adquirir solo productos, sino también servicios o activos ambientales, por lo que es importante prepararse para aprovechar esta oportunidad y generar ingresos diferenciales”. Finalmente, Regúnaga resaltó que “es clave crear una nueva narrativa que posicione a Argentina no solo como oferente de productos agropecuarios, sino también de servicios ecológicos”, destacando que el país está muy bien preparado para hacerlo.
Convenio para impulsar la agricultura sustentable
En el marco del Congreso Aapresid, Aapresid Certificaciones (AC) y la Mesa Redonda de Soja Responsable (RTRS) firmaron un Memorando para fortalecer y expandir los estándares de agricultura sustentable.
Este acuerdo representa un paso significativo en la cooperación entre ambas organizaciones para promover prácticas agrícolas responsables y regenerativas, desarrollando relaciones de cooperación y colaboración recíproca.
El convenio abarca diversas acciones que van desde el benchmarking de protocolos de certificación (Agricultura Sustentable Certificada - ASC y el Estándar RTRS), captación y divulgación de empresas certificadas, desarrollo y participación en seminarios, coloquios o simposios y de actividades de entrenamiento y sensibilización.
RTRS es una organización global sin fines de lucro, conformada por estamentos de productores, industria, comercio, finanzas y asociaciones de la sociedad civil, que promueve la producción, el comercio y el uso de soja responsable mediante la cooperación con actores de la cadena. Su papel es doble: por un lado actúa como mesa redonda global, multisectorial de toma de decisiones por consenso, y por otro lado, también es dueña del desarrollo, la implementación y la verificación de estándares de certificación global (Estándar RTRS para la Producción de Soja Responsable y Estándar RTRS de Cadena de Custodia).
Cosecha de carbono: avanzando en la agricultura sustentable de las Américas
La gestión del carbono en los suelos emerge como una herramienta esencial para enfrentar el cambio climático, mejorar la seguridad alimentaria y potenciar la productividad.
El último de los cuatro paneles de la sección "Los sistemas agroalimentarios de las Américas: perspectivas futuras y oportunidades para el productor", organizada por Aapresid en conjunto con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), tuvo como título: “Cosecha de carbono: avanzan-
do en la agricultura sustentable en las Américas”. El panel contó con la presencia del Dr. Rattan Lal, ganador del Premio Mundial de la Alimentación y referente en el cuidado del suelo, María Beatriz “Pilu” Giraudo, vicepresidenta de INTA, Juan Farinati, CEO de Bayer, y Marcelo Torres, presidente de Aapresid.
La agricultura, como pilar de la economía global y fuente esencial de alimentos, se encuentra en un momento crucial. Con una población mundial que crece a un ritmo de 7 millones de personas cada mes, la presión sobre los recursos naturales es cada vez mayor. La degradación del suelo, la escasez de agua dulce y el incremento de las emisiones de CO2 son solo algunos de los retos que enfrentamos. Sin embargo, frente a estos desafíos, surge una solución innovadora y prometedora: la cosecha de carbono.
El Dr. Rattan Lal, profesor en Ciencias de suelo y director del Centro de Manejo y Secuestro de Carbono de la Universidad de Ohio, inició su intervención destacando la importancia de conservar el recurso suelo: "Los suelos son una entidad con vida y nuestra existencia depende de él; no puede haber vida sin suelo, ni suelo sin vida”. También profundizó en el concepto de “una sola salud”, explicando que “la salud de la Tierra es la base fundamental para la salud de los animales, las personas, los ecosistemas y el planeta en su conjunto. Por lo tanto, cuidar la salud de la Tierra es esencial para mantener la salud de todo lo demás”.
Sobre la cosecha de carbono, Rattan Lal subrayó que es esencial entender que existen distintos tipos de carbono e interacciones entre ellos.
"Cuando hablamos de cosecha de carbono, tenemos que saber a cuál nos referimos" comentó. También señaló que “podemos aumentar significativamente la producción simplemente mejorando el contenido de C en el suelo”.
Lal describió brevemente tres tipos de carbono: el C gris, relacionado con las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfer; el rojo, que proviene de las emisiones de CO2 generadas por la quema de combustibles fósiles; y el verde, que es aquel CO2 absorbido por las plantas a través de la fotosíntesis, que luego va al suelo y se convierte en humus.
En cuanto al uso de fertilizantes, el especialista afirmó: "El uso actual es de 200 millones de toneladas; de todas formas, si mejoramos ciertos aspectos, inevitablemente utilizaremos menos, pudiendo reducir esa cifra a 50 millones de toneladas". Y añadió: "La madre naturaleza tiene recursos para satisfacer las necesidades de todos, pero no las ambiciones; estamos usando demasiados recursos y agua".
Juan Farinati, presidente y CEO de Bayer, hizo hincapié en que la innovación y la colaboración son fundamentales para hacer frente a estos desafíos. "La agricultura regenerativa no solo es posible, sino que puede mejorar el rendimiento a largo plazo y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero", explicó. También resaltó el impacto de la digitalización en la agricultura, que permite a los productores optimizar el uso de recursos y acceder a mercados más exigentes.
Farinati compartió que, tras siete años de ensayos, comprobaron que la agricultura regenerativa no solo aumenta los rendimientos, sino que también reduce el uso de insumos y agua, y disminuye las emisiones en un 50%. Asimismo, señaló que el 100% de la producción de semillas de Bayer se realiza bajo Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) certificadas por IRAM, y adelantó que el próximo año dispondrán de bolsas de maíz producidas bajo los estándares de la agricultura regenerativa. "Hemos cambiado el tipo de fertilizante y la matriz energética que utilizamos para el riego, pasando de combustibles fósiles a energía solar", explicó.
Finalmente, Farinati compartió con entusiasmo el lanzamiento de un programa de certificación destinado a incentivar a los productores a adoptar prácticas de agricultura regenerativa. Este programa, que abarca 1 millón de hectáreas de soja para la campaña 2023-2024, certifica la soja como libre de deforestación y con una huella de carbono reducida. "Los productores que participen podrán beneficiarse de precios comerciales más favorables y acceder a mercados más atractivos", dijo. "La agricultura tiene un potencial único para capturar más carbono del que emite”, concluyó.
Ma. Beatriz "Pilu" Giraudo, del INTA, enfatizó en el gran desafío enfrentamos actualmente: “En lugar de expandir la superficie cultivada, debemos centrarnos en recuperar, regenerar y aumentar la productividad por cada hectárea”. También mencionó la importancia de comenzar a reemplazar insumos de síntesis química por alternativas biológicas.
Por su parte, Marcelo Torres, presidente de Aapresid, destacó que "los productores necesitan estímulos para que la agricultura regenerativa siga creciendo".
En su reflexión final, Rattan Lal invitó a "construir puentes para restaurar la salud de nuestros suelos. Al igual que cualquier ser vivo, el suelo tiene derecho a ser cuidado y protegido. Esa es nuestra responsabilidad”.
Francisco Melo, especialista en cambio climático y moderador del panel, cerró el encuentro diciendo: "Argentina es líder mundial en siembra directa y tiene la oportunidad de encabezar la adopción de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), posicionándose como referente en agricultura regenerativa. Estamos ante una oportunidad única para ofrecer soluciones globales, valorizando el trabajo que los agricultores ya han realizado y el potencial que aún queda por desarrollar”.
Impacto del Sistema de Siembra Directa en el carbono y la biología del suelo: Experiencias en Brasil y Argentina
Cada suelo es particular. Para expresar todo su potencial, el sistema de siembra directa debe ir acompañado de prácticas como la intensificación y las rotaciones adecuadas. Mantener y recuperar el carbono orgánico del suelo debe ser una prioridad.
Bajo el eje de “Salud de suelo y cambio climático”, especialistas de Brasil y Argentina compartieron sus experiencias sobre el sistema de siembra directa (SSD) y sus beneficios. João Carlos de Moraes Sá (Juca Moraes), de la Federação Brasileira do Sistema Plantio Direto (FEBRAPDP), Marie Bartz, investigadora del
Centro de Agricultura Regenerativa y Biológica (CARe-Bio) y Ana Beatriz Wingeyer, investigadora del INTA Paraná, fueron los encargados de liderar este panel.
Juca Moraes comenzó su ponencia remarcando los tres principios fundamentales de la Siem-
De izq. a der.: Marie Bartz (CARe-Bio), Juca Sá (FEBRAPDP) y Ana Beatriz Wingeyer (INTA), lideraron el panel sobre Siembra Directa y su impacto en el carbono y biología del suelo.
bra Directa (SD), y que son la ausencia total de remoción, la cobertura permanente y la diversificación o rotación de cultivos. El profesional se refirió a un proyecto que están llevando adelante en Brasil que busca estimar el potencial de los sistemas de siembra directa en distintas re-
giones productivas para la captura y recomposición de carbono orgánico del suelo (COS). “El desafío es demostrar que Brasil tiene las condiciones para seguir avanzando en el desarrollo del SSD y que es el modelo que debería adoptar la agricultura en su conjunto”, señaló.
Un proyecto regional para medir el potencial de los SSD en la recuperación del carbono orgánico del suelo
El proyecto, que busca extenderse a otros paises de Latinoamerica como Argentina, Uruguay y Paraguay de la mano de la Confederación de Asociaciones Americanas para una Agricultura Sustentable (CAAPAS), se desarrolló en Brasil, desde la latitud de 7º hasta la 29º, entre los biomas Cerrado y la Mata Atlántica. En un total de 63 sitios, se evaluaron y compararon tres tipos de uso de la tierra: monte o vegetación natural, labranza frecuente y SSD, creando contrastes e intermedios para identificar dónde están ubicados.
La vegetación nativa representa un nivel de equilibrio del Carbono (C), mientras que los sistemas de labranza dependen de cada región y tienen un equilibrio dinámico en el menor nivel. El sistema de SD, por su parte, representa un nuevo equilibrio dinámico del C en el suelo.
Para evaluar la salud del suelo en cada sistema, se analizaron variables como granulometría, análisis químico, reservorios de C, enzimas, capacidad de almacenamiento del agua y densidad del suelo.
Resultados del proyecto
Para el estudio, se crearon zonas edafoclimáticas (ZE) que representan grupos con componentes semejantes para una comparación más representativa. Se involucraron además las co-variables ambientales como temperatura, precipitaciones, radiación, altitud y cantidad de arcilla en el suelo. Con un algoritmo, se crearon 13 ZE separadas en 4 grupos climáticos denominados Clusters.
El análisis de toda esta información, mediante programas específicos, reveló dos tendencias marcadas del C en el suelo: los suelos arenosos tienen menos C en comparación con los arcillosos y el nivel de C es mayor en las latitudes más altas.
Las pérdidas históricas de C, calculadas por la diferencia entre el C de las matas del monte y el de los sistemas con labranza convencional, oscilan entre un 34,5 y un 60,4% en los 63 sitios evaluados. Esto evidencia que los sistemas de labranza originaron una situación de degradación y baja capacidad productiva. Por el contrario, las ganancias históricas de C bajo SSD fueron del 48% hasta el 103%, demostrando una clara y evidente recuperación.
La vegetación nativa representa un nivel de equilibrio del Carbono (C),
Soluciones integrales para tu campo
Biológicos y tratamientos de semillas
Bioestimulantes
¿Por qué recuperamos C con el SSD?: el rol de las raíces
Al mantener el suelo con una cobertura densa y diversificada, combinando gramíneas y leguminosas, con sistemas radiculares robustos, agresivos y profundos, generamos y almacenamos más C, aumentando directamente la actividad microbiana del suelo.
Las raíces de los distintos tipos de especies hacen la diferencia. El 60% del C acumulado en el suelo proviene del sistema radicular. Los puentes verdes entre las estaciones de sequía permiten mantener el suelo cubierto, contribuyen a controlar la temperatura y el C en profundidad. Además, las arcillas de Fe y los óxidos tienen carga positiva, por lo que los compuestos de C quedan involucrados alrededor. La práctica del encalado que aportan los puentes catiónicos también contribuye en la zona.
Un dato que no existe en la literatura mundial es que el 30% de los sitios manejados bajo SSD fueron superiores a la mata nativa, y las
Indicadores de salud de suelos
Uno de los indicadores clave en los distintos proyectos son las “lombrices”. Además de medir la producción, se compara su biomasa, que es un indicador relacionado con el aire y el trabajo en el suelo. En Brasil, la lombriz es considerada un símbolo de la SD. La mayor biomasa de lombrices se encuentra en las matas nativas y en SSD, con hasta 17 especies distintas, lo cual resalta la capacidad de la SD para proteger y fomentar esta biodiversidad (Figura 1).
raíces y la diversificación son los protagonistas del sistema. La recuperación no es solamente en la capa superficial sino que va hasta los 80 a 100 centímetros de profundidad.
Juca cerró su disertación sosteniendo que la agricultura basada en C y en la SD es lo que en Brasil se conoce como “las 12 R”: Reinventar el sistema, Repensar las acciones, Reconstruir los procesos, Reciclar, Revitalizar los ciclos biológicos, Reconectar los atributos físicos, químicos y biológicos, Revalorizar la finca, Reactivar todas las relaciones y, finalmente, Regenerar.
También desde Brasil, Marie Bartz mostró resultados preliminares de los módulos que analizan indicadores de la salud del suelo y que complementan los ensayos liderados por el equipo de Juca Moraes. Este proyecto también compara la vegetación nativa con el SSD y un sistema al que llaman “sistema inadecuado del suelo”, que refiere a cualquier situación perjudicial que haga el productor para la biodiversidad o el suelo.
En cuanto a la microbiología del suelo, los niveles son semejantes entre la vegetación nativa y los SSD. Otro indicador evaluado fue la calidad estructural, que según el denominado “Diagnóstico Estructural Rápido” puede variar de 1 a 6. En la Mata Atlántica, la vegetación nativa alcanza valores de 6, mientras que en los sistemas de SD se alcanzan valores cercanos a 5.
El caso argentino
La investigadora Ana Beatriz Wingeyer, del INTA, compartió los avances y líneas de acción del programa de Recursos Naturales del INTA. Este programa se centra en varios ejes, incluyendo el suelo, la biodiversidad, el agua, aire, la gestión ambiental, y el uso de fitosanitarios, con el objetivo de mantener el potencial productivo de los suelos, mejorando y recuperando las distintas áreas.
El programa se compone de tres proyectos interrelacionados a nivel nacional. El primero aborda la fertilidad química, biológica y física del suelo; el segundo se enfoca en la emisión de gases de efecto invernadero; mientras que el tercero está relacionado con el secuestro de Carbono (C) y la capacidad de neutralizar la degradación de la tierra. En este último, se está trabajando sobre 4 líneas: monitoreo del C orgánico del suelo y la neutralidad de las tierras; experiencias para incrementar el secuestro de C en el suelo; modelación para estimar potenciales y distintos escenarios de cómo se podrían mejorar las reservas de C en el suelo; y formación y capacitación
Según un relevamiento de los niveles de COS a nivel nacional, los suelos argentinos almacenan 13.3 mil millones de toneladas de COS, representando casi el 2% de las reservas mundiales de C.
Argentina tiene una adopción de SD impresionante, con un potencial enorme para rejuvenecer el C en el suelo. Sin embargo, esta tecnología debe ser acompañada por otras prácticas de manejo, como la intensificación de rotaciones y el uso de enmiendas, para conformar un verdadero SSD y expresar todo su potencial.
Según un relevamiento de los niveles de COS a nivel nacional, los suelos argentinos almacenan 13.3 mil millones de toneladas de COS, representando casi el 2% de las reservas mundiales de C (Figura 2).
“Existen maneras de incrementar estos valores, pero es necesario comenzar a incorporar estas estrategias. Es un desafío y una oportunidad para los productores agropecuarios aplicar la tecnología, la investigación y los resultados para generar riqueza y divisas”, concluyó Wingeyer.
Hacia una nutrición integral del sistema
Suelo-Planta-MicrobiomaAtmósfera
Los nutrientes juegan un rol esencial dentro del sistema SueloPlanta-Microbioma (SPM) y su manejo impacta directamente en la producción de los cultivos.
Los especialistas en nutrición Fernando García, de la Facultad de Ciencias Agrarias de Balcarce (FCA), y Maria Celina Zabaloy, de la Universidad Nacional del Sur (UNS) lideraron un panel sobre el rol de los nutrientes en el sistema Suelo-Planta-Microbioma (SPM) y su impacto en la producción de los cultivos. “Un suelo sano genera un cultivo sano; un cultivo sano produce alimentos sanos y, en definitiva, una humanidad sana y un planeta saludable”, aseguró García (Imagen 1)
Fernando García (FCA) y Maria Celina Zabaloy (UNS) lideraron un panel sobre el rol de los nutrientes en el sistema Suelo-Planta-Microbioma (SPM).
Imagen 1. Relación entre la salud y la fertilidad del suelo.
Los ambientes prístinos, que son los más similares a la naturaleza, suelen tener muy baja producción de alimentos. En contraste, los sistemas de cultivos estrictamente anuales permiten lograr una muy alta producción de alimentos, pero su similitud con la naturaleza es muy baja. Cada vez que se interviene en un ecosistema natural, se afectan los ciclos, transformaciones y flujos de los recursos partícipes de dicho sistema, incluso los flujos de energía.
De este modo, se alteran todos sus componentes físicos, químicos y biológicos. El desafío es encontrar un equilibrio para que el sistema que produce alimentos sea lo más parecido posible al ecosistema natural, afectando lo menos posible a esos ciclos y flujos.
Balance de nutrientes
Los ciclos de los nutrientes varían según cada nutriente. En el caso del Nitrógeno (N), las entradas al sistema pueden provenir por fertilización mineral, abonos orgánicos, fijación biológica y deposición atmosférica. Las salidas principales son a través de la cosecha, pero también se puede perder como gas o como nitrato por lixiviación, escurrimiento y erosión.
La contracara podría ser el fósforo (P) y otros nutrientes de baja movilidad en el sistema. En estos casos, no hay fijación biológica y las pérdidas por cosecha son similares, pero hay menos escapes por otras vías.
En cultivos de granos, la reposición de nutrientes en los últimos años entre la fijación, fertilización y algunos abonos orgánicos (que actualmente es muy baja y tiene un gran potencial de crecimiento) fue del 60% en el caso del N, 64% para P, 1% para K y aproximadamente 30% para S, considerando los principales cultivos de granos a nivel país.
La propuesta es prestar atención a las dosis actuales de N, S, y P que se aplican y contrastarlas con las dosis que teóricamente deberían aplicarse según el rendimiento esperado de cada cultivo. Esto revelará la brecha actual de nutrientes sobre la que es necesario trabajar.
Si consideramos al sistema SPM como una “caja de ahorros”, es posible estimar el balance de nutrientes (haciendo una abstracción de los tres escapes mencionados del N). Para ello, se miden las entradas por las tres principales vías en el caso del N, y las dos principales para el P, y las salidas con la cosecha de cada nutriente,
El diagnóstico es imprescindible, ya que la dosis recomendada de cada nutriente no es la misma para todos los ambientes. Todo diagnóstico debe comenzar siempre con un análisis de suelo.
Hacia una fertilidad sistémica e inte gral para alcanzar la sostenibilidad alimentaria
El desafío actual está puesto en mejorar la efi ciencia y efectividad de los sistemas de aplica ción de conocimientos y tecnologías de proce sos. Esto implica integrar múltiples fuentes de N (reciclado, abonos verdes, cultivos de servicio (CS), biológicos, minerales, etc.), así como implementar el monitoreo y la evaluación para la toma de decisiones con una visión a largo plazo.
El especialista concluyó que “la nutrición no es un capítulo aparte y no hay una única solución para todas las situaciones. Se trata de agricultura basada en evidencia. Sabemos que el sistema es complejo y no es recomendable simplificar. Es cierto que hay muchos desafíos, pero cada desafío presenta múltiples oportunidades”.
El rol de los bioinsumos
A su turno, Maria Celina Zabaloy destacó la importancia de los microorganismos en los sistemas integrales, enfatizando que no existen soluciones mágicas. Si bien los bioinsumos pueden generar efectos positivos en el rendimiento de los cultivos, estos beneficios dependen de factores diversos como el suelo, el tipo de cultivo y otros factores abióticos y bióticos.
“Cuando los bioinsumos ejercen este efecto beneficioso sobre las plantas, lo hacen modificando el microbioma del suelo. El éxito en su utilización se da cuando estos logran establecerse y colonizar el sistema suelo-planta de forma estable”, subrayó Zabaloy.
“Cuando los bioinsumos ejercen este efecto beneficioso sobre las plantas, lo hacen modificando el microbioma del suelo. El éxito en su utilización se da cuando estos logran establecerse y colonizar el sistema suelo-planta de forma estable.”
En regiones semiáridas como el sudoeste de Buenos Aires, caracterizadas por un clima templado y escasas precipitaciones, se imponen limitaciones hídricas para la producción. Las secuencias de cultivos se basan principalmente en trigo y cebada, en algunos casos en rotación con girasol, pero mayormente en situación de monocultivo. Esto deja largos periodos de barbecho otoño-invernales, lo que resulta en una subutilización de recursos como agua, nutrientes y radiación, y donde paradójicamente se producen grandes pérdidas de agua por evaporación.
En condiciones climáticas adversas, como las de los últimos años, la región sufrió situaciones extremas de erosión, con importantes pérdidas de la capacidad productiva de los suelos. En este contexto, es crítico tomar conciencia de la importancia de mantener los suelos cubiertos.
Los cultivos de servicios (CS) son una estrategias que está al alcance de los productores, permitiendo mantener el suelo con cobertura vegetal viva y avanzando hacia la perennización del sistema, lo cual se asemeja bastante a los ecosistemas naturales.
Cultivos de servicios en la región se miárida bonaerense
A pesar de tratarse de una zona con limitan tes hídricas para los cultivos, el área con CS en esta región presenta una tasa de adopción sig nificativa en comparación con el resto del país, y continúa creciendo.
Estos cultivos representan una buena opción para aumentar el N disponible para el cultivo siguiente, controlar adecuadamente las male zas y, en el caso del consumo de agua, aportan
buen nivel de biomasa al suelo, sin generar un costo hídrico que comprometa la implementación de un cultivo de cosecha posterior.
Zabaloy profundizó sobre ensayos realizados con avena como CS, la cual se mantuvo en pie de mayo a octubre, para luego pasar a girasol en noviembre, en distintas parcelas con y sin fertilización fosforada como arrancador. Dichas parcelas se compararon con situaciones de barbecho.
En distintos momentos del cultivo de girasol, se evaluaron variables de crecimiento de la planta y se tomaron muestras de la rizosfera del suelo. Además, se evaluaron distintos tratamientos de terminación del CS y nutrición: CS rolado (R), CS desecado (DQ), CS rolado y fertilización con P a la siembra (RP); CS desecado y fertilización con P a la siembra (DQP), control, barbecho químico y fertilización con P a la siembra (BP) (Imagen 2).
El ensayo mostró impactos positivos de los CS combinados con estrategias de nutrición sobre el cultivo de girasol siguiente, observándose incrementos entre 12 y 45% en variables como diámetro de tallo y de capítulo, peso de capítulo y altura de planta en los CS secados químicamente (DQ). Esto evidenció que la intensificación con CS favorece el desarrollo del cultivo de cosecha respecto del barbecho convencional (Imagen 2).
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En cuanto a la microbiota del suelo, los resultados también fueron significativos. Se observó una mayor riqueza de hongos en la rizósfera del cultivo de girasol que tuvo al CS como antecesor. Es sabido que la diversidad de hongos contribuye a la sanidad y nutrición de los cultivos, especialmente los hongos micorríticos arbusculares, que colaboran en la movilización de nutrientes, combaten patógenos de las plantas y mejoran el crecimiento vegetal.
Claves en el manejo de un sistema integrado agrícola-ganadero
Los sistemas mixtos permiten optimizar recursos, mejorar la sustentabilidad y fortalecer la resiliencia. Para lograr estos beneficios, es clave que la verdadera integración se refleje en la forma de pensar de productores y asesores.
La integración de la agricultura y la ganadería en sistemas mixtos es una estrategia con profundas raíces históricas pero que ha cobrado un renovado interés en la actualidad. Durante la 32º edición del Congreso Aapresid “Todo está conectado”, en el eje “Sistemas integrados”, Paulo Carvalho, profesor de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS) y José Jáuregui, profesor de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) expusieron sobre los beneficios, desafíos y claves para implementar con éxito los sistemas mixtos.
Pasar
de
“McDonald's de commodities" a planteos integrados más complejos
En los últimos años, tanto la agricultura como la ganadería han tendido a la especialización. La producción, investigación e incluso la formación de grado y posgrado han centrado sus esfuerzos en un solo componente del sistema, sin una visión holística. Aunque la intensificación puede ofrecer beneficios a corto plazo en términos de
Paulo Carvalho advirtió que la especialización excesiva convierte a los establecimientos en “McDonald's de sistemas de producción”, produciendo commodities con procesos casi idénticos, orientados exclusivamente hacia el rendimiento y la eficiencia económica. Esto tiende a uniformizar las producciones, que se ven iguales en cualquier parte del mundo a pesar de las distintas condiciones edafoclimáticas. Como resultado, la pérdida de diversidad y resiliencia afecta principalmente los ciclos biogeoquímicos del N y el P, intensificando el uso de insumos.
Carvalho subrayó la necesidad de “revertir esta tendencia de especialización y recuperar la integración entre agricultura y ganadería como una estrategia para optimizar los recursos y mejorar la sostenibilidad de las explotaciones agropecuarias".
El desafío principal: la formación de recursos humanos
Carvalho comentó que, según un estudio realizado con 944 productores de Rio Grande do Sul, Brasil, los ganaderos tienen un 39% más de probabilidades de adoptar sistemas integrados que los agricultores.
Independientemente de la actividad predominante del productor, uno de los principales desafíos es la formación de recursos humanos. La transición de un sistema especializado a uno integrado no es sencilla y requiere un cambio significativo en la mentalidad de los productores, así como una actualización en las capacidades técnicas de quienes trabajan en el sector agropecuario.
La formación de recursos humanos también implica la creación de programas educativos y de capacitación. Carvalho ha trabajado en una metodología para fomentar el pensamiento sistémico a través del “farm coaching”. Esta metodología, incluye encuentros y talleres en los que se exploran los límites de la especia-
lización, se deconstruye el “modus operandis” existente, se introducen conceptos y herramientas para comprender la integración, y se generan experiencias para estimular una nueva forma de pensar y así co-diseñar un sistema de producción no compartimentalizado, donde el manejo y la planificación es sistémica.
Mediante el “serious game”, alumnos y productores planifican estos sistemas más complejos, eligiendo combinaciones de cultivos y pasturas para formar rotaciones, y aprendiendo sobre las consecuencias económicas y biológicas de cada planteo.
En cuanto a los asesores, existe una alta demanda de profesionales a quienes Carvalho define como “superhéroes”. De ellos, se espera que tengan una visión generalista y amplia y que a su vez coordinen adecuadamente los componentes del ecosistema. Además, deben trabajar con empatía no solo con los dueños del predio, sino también con todo el equipo que maneja el sistema.
"El Chañar evolucionó de una producción agrícola intensiva a un modelo de integración en el que agricultura y ganadería trabajan en sinergia", José Jáuregui
“El Chañar”: un modelo de integración exitoso
José Jáuregui compartió su experiencia en Chañar, un establecimiento ubicado en Noetin ger, Córdoba, que ha logrado implementar con éxito un sistema mixto de agricultura y gana dería. A lo largo de los años, El Chañar evolu cionó de una producción agrícola intensiva un modelo de integración en el que agricultu ra y ganadería trabajan en sinergia
Este cambio no fue inmediato ni fácil; requirió un proceso de aprendizaje continuo y una serie de ajustes en las prácticas de manejo.
Imagen 1. Transición de agricultura de monocultivo a un sistema integrado mixto.
Actualmente, El Chañar cuenta con un 25% de monte, dentro de un total de 1291 hectáreas ajustadas. Realizan ciclo completo, con alrededor de 1.300 vientres en servicio. La invernada de vaquillonas, vacas de refugo y novillos es en base pastoril, con una suplementación no mayor al 1% del peso vivo.
Uno de los pilares del éxito en El Chañar es la modificación de la rotación de cultivos agrícolas con pasturas, según el tipo de suelo. En los lotes con aptitud agrícola, la pastura base alfalfa interviene 3 de cada 10 años, en combinación con trigo-soja de 2º, maíz y raigrás para pastoreo/soja de 1º. En los lotes de aptitud ganadera, además de hacer pastura por tres años, se realiza maíz tardío, cebadilla-soja de 1º o girasol, y se vuelve a pastura.
Sin embargo, la integración no recae sólo en la rotación. Jáuregui destacó la importancia de la planificación y el manejo cuidadoso del pastoreo para evitar la sobreexplotación de los recur-
sos forrajeros. En el establecimiento, el manejo del pastoreo se basa en un enfoque rotativo con intensidad moderada, donde los animales se mueven entre diferentes parcelas para permitir la recuperación de las pasturas, lo que requirió una capacitación del equipo de trabajo.
Este enfoque no sólo permitió mejorar significativamente la calidad del forraje, sino también la estructura y fertilidad del suelo, reducir la incidencia de plagas y enfermedades, y aumentar la captura de carbono.
Además, la integración ganadera ha proporcionado una fuente adicional de ingresos y ha optimizado el aprovechamiento de los residuos agrícolas, que se utilizan como alimento para el ganado. Un análisis de más de 15 años de datos del margen bruto, muestra que el desvío de la agricultura oscila en 275 dólares/ha, mientras que el de la ganadería es de 100 dólares/ha. Aunque el riesgo es menor, esta cifra refleja la complementariedad de ambas actividades (Imagen 2).
Imagen 2. Margen bruto por actividad productiva.
Por último, Jáuregui subrayó la importancia de la adaptación y flexibilidad en la implementación de sistemas mixtos. “Cada campo es diferente, y lo que funciona en un lugar puede no ser adecuado en otro”, explicó. Otro desafío es hacer foco en los procesos y no en los insumos.
Aunque la transición a un sistema mixto puede ser desafiante, los beneficios a largo plazo son significativos. Para que esta integración sea efectiva, es crucial formar recursos humanos capacitados, tanto entre los productores como entre los técnicos que los asesoran, que vean la integración no como una opción, sino como una necesidad para el futuro de la agricultura.
Para que esta integración sea efectiva, es crucial formar recursos humanos capacitados, tanto entre los productores como entre los técnicos que los asesoran, que vean la integración no como una opción, sino como una necesidad para el futuro de la agricultura.
Potenciando la sustentabilidad de los sistemas integrados
La Chacra SIPAG de Aapresid promueve la integración agrícola-ganadera para mejorar la salud del suelo y la sostenibilidad de los sistemas productivos. Durante el congreso, sus miembros explicaron el enfoque con el que buscan enfrentar los desafíos.
La Chacra Sistemas Integrados de Producción
Agrícola-Ganadera (SIPAG), la reciente incorporación del Sistema Chacras de Aapresid, busca crear una plataforma de desarrollo que atienda las necesidades de los productores desde un abordaje de sistema y con las premisas fundamentales de aprender produciendo.
En el marco del Congreso de Aapresid, los fundadores de la Chacra SIPAG, junto con Julio Galli, experto asociado de la Facultad de Ciencias Agra-
rias de la UNR, presentaron a la primera Chacra que afronta el desafío de la integración de los sistemas agrícola-ganaderos, para potenciar su capacidad productiva y competitividad.
Uno de los socios fundadores, José Berreta, productor agrícola-ganadero de Buenos Aires, La Pampa y San Luis, explicó que la motivación principal de la Chacra es impulsar distintas metodologías e ideas basadas en el desarrollo de la ganadería que beneficien a la agricultura posterior.
Los fundadores de la Chacra SIPAG junto con Julio Galli (UNR), presentaron los desafíos que afronta la nueva chacra Aapresid.
La SIPAG se centra en dos grandes objetivos:
La salud del suelo: Ubicada en una zona semiárida, con suelos que contienen 85% de arena, la Chacra enfrenta inconvenientes en cuanto a la estructura del suelo y la materia orgánica. Por este motivo, la rotación agrícola-ganadera basada en pasturas busca mitigar estos problemas.
La medición de variables claves: El segundo paso es definir qué variables se van a medir en la Chacra, con un enfoque en la sostenibilidad de los sistemas. En este sentido, las mediciones se basarán en el impacto ambiental, social y económico.
Ariel Marino, otro de los socios fundadores y productor agrícola-ganadero del partido de Guaminí, se sumó al proyecto seducido por su potencial para integrar distintos ambientes en todo el país. Marino destacó que las rotaciones que lleva a cabo en su sistema desde hace 47 años comparten los mismos principios que la Chacra: sistemas agronómicamente correctos, económicamente viables y socialmente justos.
Otro de los fundadores, Martin Lahitte, ingeniero agrónomo de la UNMdP y gerente de producción agrícola en Bellamar Estancias SA, explicó que, pese a la diversidad de ambientes en esta nueva Chacra, todos comparten inquietudes comunes sobre cómo potenciar la sustentabilidad de los sistemas integrados.
Fabricio Bongianino, ingeniero agrónomo de la Universidad Nacional de La Pampa y responsable técnico de desarrollo de la Chacra, delineó el área de estudio del proyecto, que abarca una diversidad de ambientes productivos que combinan agricultura y ganadería, tanto de cría como de invernada. A pesar de la heterogeneidad de ambientes y escalas, todos enfrentan
las mismas problemáticas: caída de la productividad, variabilidad del rinde, falta de conocimiento sobre las exigencias ambientales del mercado y la necesidad imperiosa de identificar nichos de mejora.
Bongianino remarcó que el foco principal está puesto en la salud del suelo, en la incorporación de pasturas en la rotación, el pastoreo de cultivos de servicios y los procesos que resultan de la interacción entre los componentes que generan sinergias en los sistemas integrados.
Características del desafío
Julio Galli, docente e investigador de la cátedra de sistemas de producción animal de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR, se refirió al enorme desafío que representa el proyecto. Explicó que los beneficios de integrar la agricultura con la ganadería van más allá de la complementación, sino que radican en los procesos de sinergias que ocurren.
Galli señaló que el principal reto es lograr, desde un enfoque sistémico y considerando la diversidad de ambientes y manejos, una síntesis que explique los comportamientos de complementación y sinergias. Esto implica analizar si las formas particulares de producción pueden ser útiles para los distintos ambientes, si las ventajas y desventajas se manifiestan de la misma forma en todos los establecimientos y cómo identificar las propiedades emergentes que surgen en el sistema, sin basarse solamente en la complementación.
Ventajas de los sistemas integrados
Entre las ventajas que ofrecen los sistemas integrados, se destacan el reciclaje de nutrientes, la mejora en la salud del suelo, la eficiencia en el uso de recursos, la mayor resiliencia al cambio climático, la conservación de pastizales y la diversificación de ingresos, entre otras.
En cuanto al reciclaje de nutrientes, estos sistemas son complejos al tener un sistema dentro de otro sistema, y en los que hay que considerar el ganado, el cultivo, el suelo y el estiércol.
El principal reto es lograr, desde un enfoque sistémico y considerando la diversidad de ambientes y manejos, una síntesis que explique los comportamientos de complementación y sinergias.
En este sentido, es más importante trabajar en los procesos y las relaciones entre los elementos, más que en los elementos en sí mismos.
Para lograr una integración correcta de los sistemas, es crucial combinar tres tipos de conocimiento: el empírico, basado en la experiencia; el científico, que explica y predice, y es un pensamiento abstracto basado en la investigación científica; y el conocimiento filosófico, basado en cómo vemos la problemática y hacia dónde
queremos ir, planteando dos interrogantes fundamentales: ¿por qué queremos producir y de qué forma?
Este análisis sistémico debe ser interdisciplinario y abarcar los cuatro enfoques, agrícola, ganadero, ambiental y social. Este enfoque interdisciplinario genera un modelo que no es exactamente igual al real, es decir, la suma de los enfoques no reconstituye el contexto original. Se requiere hacer un zoom a cada enfoque, sin olvidarnos del contexto en el que están ubicados.
Preguntas claves del proyecto
Otro desafío del proyecto es determinar la escala en que se va a llevar a cabo el análisis de la integración o diversidad en el espacio y en el tiempo. ¿A nivel de establecimiento, lote, parcela o incluso manchón? La elección depende de la variable que se quiera medir, ya que algunas situaciones sólo se comprenden a escalas muy pequeñas. Por ejemplo, existen potreros con un nivel de integración y otros que no están integrados. Es decir que están integrados como complementación, pero no en el tiempo porque siempre tienen la misma producción. Por lo que dos sistemas que presentan los mismos elementos, pero distintos niveles de diversidad a distinta escala son diferentes.
Los miembros de la Chacra SIPAG reconocen que para alcanzar los objetivos propuestos deben trabajar sobre un diagnóstico basado en procesos. Pero la gran pregunta es: ¿Cómo hacerlo metodológicamente? ¿Mediante ensayos a campo o modelos de simulación? Los especialistas coinciden en que hay que trabajar con ambos enfoques, considerando que hoy hay muchas teorías y conocimiento disponible, y que no es necesario hacer ensayos para demostrar situaciones ya clarificadas. Sin embargo, hay casos donde los modelos son de gran utilidad para generar preguntas precisas y encontrar áreas donde aún falta información.
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