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Volo per Veritas | Juliana Torchetti Coppick

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Prospera

Prospera

como piloto. Una vez, al comienzo de la segunda guerra, un grupo de jóvenes y ansiosos pilotos lo embromaban con que él era un piloto que volaba con “el fundillo de los pantalones”. Henry sonrió, asintió con la cabeza, y dijo: “Tiene razón; estoy encantado con volar con el fundillo de los pantalones, porque yo tengo más sesos en el culo que los que ustedes tienen en la cabeza!”

Henry Elliot fue un verdadero pionero, participando desde los principios y todavía metiéndose en la cabina con sus buenos setenta y pico de años a cuestas. Una tardecita, virtualmente en la oscuridad, viró para aterrizar en su propia pista y enganchó las ruedas en una línea que había cruzado centenares de veces. El avión capotó y “Pop” Elliot, probablemente el más viejo de los fumigadores en el mundo, se mató en el impacto. La industria había perdido uno de sus invalorables contribuyentes.

Los negocios continuaron floreciendo en el Cinturón del Algodón, especialmente entre 1925 y 1927, cuando la empresa continuó haciendo vuelos de demostración y anuncios en la prensa. Los cultivos grandes eran la regla en esa época, especialmente en el delta de Mississippi, Arkansas y Louisiana, y a los grandes plantadores se les ofrecía toda ocasión de ver y usar los aviones. Se hacían demostraciones en los cultivos grandes, y se anunciaban profusamente.

Se hacían demostraciones en los cultivos grandes, y se anunciaban profusamente.

Una de esas demostraciones se hizo en Clarksdale el 15 de setiembre de 1926, y fue ampliamente anunciada bajo los auspicios de R.Brinkley Snowden Jr., de Hughes, Arkansas, uno de los más grandes y prominentes agricultores en el mundo. Además de otras cosas, los avisos decían que la fumigación aérea era “el único método práctico conocido para el control de pulgones, gusanos y gorgojos en superficies grandes”. El aviso, con el logo de Huff-Daland llevaba la frase de la compañía: “Fumigar no es caro; no fumigar es caro.”

Este tipo de promoción sirvió y para 1927 los aviones de Huff-Daland había fumigado más algodón que todas las demás empresas combinadas, a pesar de que hay que decir que casi no tenía competencia. Unos pocos intrépidos aviadores había adaptado de apuro algunos aviones y hacían algunos trabajos ocasionales, pero en realidad Huff-Daland estaba sola en el negocio en esa época. En el ambiente la compañía era reconocida como líder, y ya en

Rara foto de un fumigador Huff-Daland en Perú, e n 1927.- El caballero a la extrema derecha es C.E.Woolman de Huff-Daland Dusters, posterior presidente de Delta Air Service

1925 las empresas que producían productos relacionados con los aviones capitalizaron de su fama. En un aviso en el numero de julio 1925 de Aero Digest, Valentine Paint Co, fabricantes del barniz Valspar, usaban una página entera diciendo: “Fumigación del algodón por avión”, con una foto de dos aviones de Huff-Daland trabajando. Además de otras cosas, el aviso sostenía que: “Este método de control es llevado a cabo por aviones especialmente construidos, que son capaces de tratar una superficie de entre 150 y 500 hectáreas por hora. Los aviones están barnizados con Valspar, por supuesto!”

A pesar de ser un buen negocio, siempre fue un trabajo zafral con la mayor parte del trabajo restringido a la época de la máxima infestación del pulgón desde fines de julio hasta setiembre. Como consecuencia, W.E.Woolman, siempre un promotor, marchó hacia el sur, y llegó a Perú en 1926, determinado a encontrar otra zafra para sus aviones en un país con épocas de cultivo inversas a las de EE.UU.

Woolman, sin conocer el idioma, y acompañado por el piloto “Toots” Hansen se llevó varios rollos de cinta cinematográfica de sus aviones trabajando, y mandó también cinco aviones desarmados por barco. Mandó también el equipo de tierra, porque estaba convencido de que los negocios iban a marchar.

Como siempre, Woolman había previsto correctamente y desde el principio la operación fue exitosa. Inicialmente los trabajos quedaron confinados a dos valles fértiles, pero en un año, se había extendido a siete de las zonas más cultivadas del Perú. La flota peruana utilizaba un logo pintado al costado del avión, que mostraba un hombre montado en una llama, el domesticado animal nativo parecido a un camello, tan común en las montañas de esa zona de Sud América.

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