HISTORIA COMPREHENSIVA DE NEIVA TOMO I Periodo prehispánico Conquista, Fundación de Neiva Economía y sociedad colonial Cabildo y vida urbana Comuneros TOMO II Siglo XIX Independencia Educación e Iglesia Economía, Sociedad y Política Vida cotidiana Prensa, Guerra y Ciudad TOMO III Siglo XX Economía Empresarios Desarrollo urbano Turismo Educación TOMO IV Siglo XX Literatura, Prensa y Radio Artes y Fotografía Religiosidad Folclor Deporte Mujeres neivanas Conflicto urbano TOMO V Espacio geográfico Protagonistas neivanos Higiene y salud pública Patrimonio cultural Fiestas y diversiones Neiva rural
La Historia Comprehensiva de Neiva se ha escrito bajo el estímulo de la conmemoración de los cuatrocientos años de existencia de la ciudad. Es el resultado de un trabajo colectivo adelantado en la Academia Huilense de Historia, bajo la dirección del historiador Bernardo Tovar Zambrano. El grupo de autores lo integran historiadores e investigadores pertenecientes en su mayor parte a las siguientes instituciones: Academia Huilense de Historia, Universidad Surcolombiana, Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá, Universidad del Tolima y otras universidades de Neiva y Bogotá. La palabra comprehensiva que figura en el título se ha tomado en los dos significados de abarcar y de entender. Teniendo como fundamento esta doble acepción, con historia comprehensiva se alude, de un lado, a una historia que abarque los diversos aspectos de la vida de los hombres y de las mujeres que han construido y habitado la ciudad de Neiva desde su fundación (1612) hasta el presente; y de otro lado, a una narración que contribuya a otorgarle sentido y significación a dicha historia. Lo comprehensivo de esta perspectiva historiográfica se asume en un sentido relativo y selectivo, es decir, referido a la inclusión de los principales elementos que resultan observables, según la documentación disponible, en los ámbitos económicos, sociales, políticos y culturales del proceso histórico de la ciudad. En este orden, los temas de la historia de Neiva aquí abordados se relacionan con los periodos prehispánico y colonial, de lo cual se ocupa el primer tomo; con los acontecimientos y procesos del siglo XIX, tratados en el segundo tomo; con la economía, la actividad empresarial, el desarrollo urbano y la educación en el siglo XX, asuntos que junto con otros aspectos constituyen la materia principal del tercer tomo; con la literatura, las artes, la comunicación, la religiosidad, la música, la danza y otras manifestaciones culturales y sociales que son descritas en el cuarto tomo; finalmente, con el espacio geográfico de Neiva, los protagonistas de la historia de la ciudad, la higiene y la salud pública, el patrimonio cultural, las diversiones, el entorno rural de la ciudad y otros temas, que se encuentran desarrollados en el quinto tomo de la obra. Con la publicación de la Historia Comprehensiva de Neiva se dispone de un saber histórico necesario para la construcción de la ciudad y la región; igualmente, se realiza un aporte significativo a la historiografía nacional en el campo de la historia de las ciudades colombianas.
ALCALDÍA DE NEIVA
HISTORIA COMPREHENSIVA DE NEIVA Director Científico Bernardo Tovar Zambrano Universidad Nacional de Colombia Academia Huilense de Historia TOMO 1 Autores María Angélica Suaza Español Academia Huilense de Historia Hernán Clavijo Ocampo Universidad del Tolima Humberto Montealegre Sánchez Academia Huilense de Historia Héctor Lara Romero Universidad Distrital Francisco José de Caldas Martha Isabel Barrero Galindo Universidad Surcolombiana Jenny Yamile Malagón Pinzón Universidad Nacional de Colombia James Vladimir Torres Moreno Universidad Nacional de Colombia Rodrigo Silva Vargas Academia Huilense de Historia
HISTORIA COMPREHENSIVA DE NEIVA
EDICIÓN CUARTO CENTENARIO
ALCALDÍA DE NEIVA ACADEMIA HUILENSE DE HISTORIA SECRETARÍA MUNICIPAL DE CULTURA Y TURISMO
Alcalde de Neiva 2012 - 2015 Pedro Hernán Suárez Trujillo Alcalde de Neiva 2008 - 2011 Héctor Aníbal Ramírez Escobar Editores Bernardo Tovar Zambrano Reynel Salas Vargas Academia Huilense de Historia Presidente: Camilo Francisco Salas Ortiz Vicepresidente: Jairo Ramírez Bahamón Secretario General: Álvaro León Cabrera Guzmán Coordinadora: Luz Marina Canencio de Ibarra Tesorero: Fernando Antonio Torres Restrepo Secretaria de Cultura, Deporte y Recreación 2012 - 2015 Carolina Sandino Puentes Secretario de Cultura y Turismo 2008 - 2011 Ramiro Falla Cuenca Comité Neiva 400 años Coordinador General: Guillermo Plazas Alcid Asesora: Larissa Fernanda Calderón Ortiz Imagen de la cubierta Mural Gobernación del Huila (Fragmento) Neiva. Maestro Antonio Valencia Mejía, 1974 Fotografía: Martín Borrero Urbanski Diseño de la cubierta Gonzalo Arévalo Forero Guardas: Monumento a La Gaitana - Neiva. Escultor Rodrigo Arenas Betancourt, 1974 Fotografía: Martín Borrero Urbanski Ilustración de textos: Martha Eugenia López B. Agradecimientos a: Editora Surcolombiana S.A. Cámara de Comercio de Neiva
Nota Liminar Hace cuatro siglos, el capitán Don Diego de Ospina y Medinilla fundó
por tercera y definitiva vez una ciudad que ahora, con 400 años de historia, proyecta su futuro sin desconocer su pasado, por eso, la Historia Comprehensiva de Neiva es tan importante en el marco de la celebración de estos cuatro siglos de vida institucional. Siendo resultado de una juiciosa investigación, cuya dirección científica estuvo a cargo del investigador e historiador, maestro Bernardo Tovar Zambrano, esta obra nos ayuda a entender el proceso histórico de nuestra tierra, a explicar e interpretar las diversas facetas de nuestra evolución, y a darle sentido y significado a todo el acontecer de la ciudad, que es fundamento para la formación de nuestra identidad neivana y huilense. En sus páginas se contienen los aspectos más importantes del desarrollo económico, social, político y cultural de la ciudad, desde los momentos de la conquista y poblamiento español, pasando por la época colonial y el periodo republicano, hasta los comienzos del siglo xxi. Por la amplitud y profundidad del relato histórico esta obra resulta de vital importancia para las escuelas, colegios, institutos, universidades, centros de investigación, entidades culturales, organismos de administración y gobierno, líderes y dirigentes de la ciudad, organizaciones comunitarias y todas aquellas instituciones, entidades y personas interesadas en el destino de nuestra capital. Escrita con rigor en cinco volúmenes, esta historia coloca a nuestra ciudad en un lugar destacado dentro de la historiografía urbana de Colombia. Es un aporte que los neivanos, huilenses y colombianos sabrán valorar. Por eso es motivo de una gran satisfacción académica y cultural presentarla ante el público lector. Como Alcalde de la ciudad, quiero agradecer al Director Científico, a la Academia Huilense de Historia y a todos los autores e instituciones que contribuyeron a la realización de esta historia que representa uno de los regalos más maravillosos para la ciudad en su cuarto centenario. Me siento agradecido con Dios y con los neivanos por darme la oportunidad de hacer parte de esta historia a la cual quiero aportar en grande, para la construcción de la ciudad que todos deseamos. Pedro Hernán Suárez Trujillo Alcalde de Neiva
HISTORIA COMPREHENSIVA DE NEIVA Bernardo Tovar Zambrano Director Científico Reynel Salas Vargas Coordinador Académico
TOMO 1
Camilo Francisco Salas Ortiz Coordinador Administrativo
Periodo prehispánico Conquista Fundación de Neiva Economía y sociedad colonial Cabildo y vida urbana Comuneros
Autores Carlos Eduardo Amézquita Parra José Eliseo Baicué Peña Martha Isabel Barrero Galindo Jairo Beltrán Tovar Jorge Bermeo Rojas Natalia Botero Jaramillo Esperanza Burbano Vargas Álvaro León Cabrera Guzmán Gabriel Calderón Molina María Cristina Castillo Gómez José Albeiro Castro Yepes Martha Cecilia Cedeño Pérez Rolando Centeno Tapiero Hernán Clavijo Ocampo Alberto Ducuara Manrique Álvaro Falla Alvira Jacquelin García Páez José Jairo González Guillermo González Otálora Eduardo Gutiérrez Arias Norberto Insuasty Plaza Eloisa Lamilla Guerrero Héctor Lara Romero Roberto Liévano Perdomo Martha Eugenia López Bedoya Aldemar Macías Tamayo Jenny Yamile Malagón Pinzón Freddy Enrique Martínez
Jaime Monje Mahecha Humberto Montealegre Sánchez Delimiro Moreno Calderón Alfredo Olaya Amaya Ananías Osorio Valenzuela José Joaquín Pinto Bernal Katherin Andrea Pinzón Ramos Guillermo Plazas Alcid Olmedo Polanco Rocío Polanía Farfán Alexander Quintero Bonilla Jairo Ramírez Bahamón Laura Victoria Rivas Ortiz Henry Rubiano Daza Jean Paul Ruiz Martínez Jaime Ruiz Solórzano Armando Saavedra Perdomo Cristian Salamanca Arévalo Camilo Francisco Salas Ortiz Reynel Salas Vargas Bolívar Sánchez Valencia Rodrigo Silva Vargas María Angélica Suaza Español James Vladimir Torres Moreno Fernando Antonio Torres Restrepo Eduardo Tovar Murcia Bernardo Tovar Zambrano
Contenido Presentación...........................................................................................................
© Academia Huilense de Historia Primera Edición: 2012 1000 ejemplares Isbn: 978-958-57039-1-9 Colección Historia Comprehensiva de Neiva Diagramación y artes: Gonzalo Arévalo Forero Corrección de estilo y pruebas: Adriana Rodríguez Franco Cristian Salamanca Arévalo Jean Paul Ruíz Martínez Impresión: Editora Surcolombiana S.A. Las opiniones expresadas en cada uno de los artículos de la obra son de responsabilidad exclusiva del respectivo autor.
El territorio de Neiva: desde los cazadores-recolectores hasta los aguerridos pijaos................................................................................ Introducción.................................................................................................... Los cazadores recolectores en el territorio de Neiva....................... Periodo formativo en el valle de Neiva................................................. Periodo de aldeas ....................................................................................... El periodo de confrontación y contacto entre indígenas y españoles................................................................................ Conquista del territorio y la fundación de la ciudad....................... La encomienda............................................................................................ Pueblos indígenas ena la Colonia ............................................................ Los tamas...................................................................................................... Los indomables y aguerridos pijaos........................................................... Los paeces y yanaconas.................................................................................. El indígena en el siglo xvii........................................................................... La relación indígena-español..................................................................... Epílogo............................................................................................................... Fundación y conformación de la ciudad de “la pura y limpia Concepción” de neiva y su provincia en el siglo xvii................. Introducción.................................................................................................... La historiografía sobre la fundación de Neiva..................................... El viraje metodológico................................................................................. Antecedentes de la fundación de Neiva.................................................. La fundación de Neiva...................................................................................
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Los primeros informes sobre la fundación............................................. La consolidación de la fundación. La miseria del Nuevo Reino y las riquezas de una nueva provincia........................... La ciudad de Neiva como producto de la racionalidad económica de su fundador................................................ La ciudad y el cambio histórico del territorio y el paisaje............... El periodo 1630-1650. Caminos y circuitos comerciales...................... ¿La ciudad sin cabildo? El poder señorial del gobernador Ospina y la reducción de pijaos.......................................... La destitución del gobernador Ospina y las rivalidades en el patronato entre Santafé y Popayán.................. El aprendizaje del cálculo mercantil y la victoria política de una élite provincial contra la oligarquía santafereña.............. La ciudad de finales del siglo xvii............................................................. Conclusiones.................................................................................................... Diego de Ospina y la guerra de los pijaos...................................................... Procedencias y Riquezas del conquistador............................................ Antecedentes penales de Diego de Ospina.............................................. Persecución a los pijaos y capitulaciones finales................................ Final de la guerra e injerencia de las autoridades de Santafé en la fundación de Neiva............................................................. Conclusiones.................................................................................................... Conquista y creación del espacio urbano en la Provincia de Neiva, Timaná y Saldaña............................................... Presentación..................................................................................................... Conquista y fundación de villas y ciudades en el siglo xvi en el Alto Magdalena.................................................................. Insularidad de la Provincia del Alto Magdalena y descripciones de los caminos, villas y ciudades durante el siglo xvi...................................................................... Creación de la provincia de Neiva, Timaná y Saldaña ...................... El cabildo y la conformación de la ciudad de Neiva.......................... Fundación definitiva de Neiva y su lento crecimiento urbano........................................................................................ Poblamiento y descripciones de la ciudad desde mediados del siglo xvii .................................................................................. La Iglesia y la vida urbana..........................................................................
93 95 100 104 107 112 123 137 150 152 157 157 159 160 167 170 171 171 172 174 182 185 189 200 205
Parroquias y viceparroquias ................................................................... Conclusiones ................................................................................................... El cabildo de Neiva y sus relaciones con la Iglesia, las autoridades de la provincia y Santafé, 1612-1816............................... Presentación..................................................................................................... El cabildo colonial de Neiva ..................................................................... Los cabildos en la Nueva República.......................................................... Los cabildos de la provincia en el marco del constitucionalismo..................................................................................... La Alcaldía Mayor Provincial de Neiva y sus conflictos................. Partidos o alcaldía pedáneas...................................................................... La gobernación de la provincia y sus relaciones con el cabildo.................................................................................................. Convivencia de la gobernación y el cabildo en el siglo xvii............. Distanciamientos entre la gobernación y lo cabildos de la provincia desde el siglo xviii........................................ Relaciones de la Iglesia con los gobernantes de la provincia............................................................................................. La Iglesia fuente de poder económico en la provincia ..................... Conflictos entre representantes de la Iglesia con los gobernantes de la provincia....................................................... Los corregimientos de la provincia de Neiva, Timaná y Saldaña... Resguardos.................................................................................................. Intervenciones del Virreinato y Real Audiencia en la Provincia ............................................................................................... Conclusiones.................................................................................................... Estilos de vida e identidades culturales en la jurisdicción de Neiva en el siglo xvii....................................................................................... Estilos de vida de los habitantes de la Limpia Concepción de Neiva Hacendados y ganaderos.............................................................................. Comerciantes y artesanos............................................................................ Identidades culturales en la jurisdicción de Neiva............................ Indígenas...................................................................................................... Españoles y criollos ................................................................................... Negros y mulatos....................................................................................... Zambos y mestizos..................................................................................... Epílogo...............................................................................................................
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Fiestas y juegos en la sociedad del Neiva colonial Siglos xvi–xviii...... Introducción.................................................................................................... Calendario, ceremonial festivo y diversiones públicas en Neiva: frontera del Alto Magdalena en el Reino de la Nueva Granada. Todo era pretexto para fiestas.................................................................... El calendario festivo español, su calco en Hispanoamérica y la Nueva Granada, el calendario festivo de Neiva en la colonia. La festividad colonial en Neiva por dentro.......................................... La fiesta de nuestra señora de la limpia concepción del valle de Neiva....................................................................................... El corpus christi y los conflictos políticos............................................. La fiesta de San Juan y un pequeño San Pedro en agosto................. Juegos y diversiones........................................................................................ A manera de Conclusión..............................................................................
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Las mujeres en la sociedad colonial de Neiva............................................. Normatividad para Matrimonios.............................................................. Regulación del vestido................................................................................. Mujeres españolas, criollas, y mestizas acomodadas.......................... Las mujeres indígenas y mestizas................................................................ La mujer esclava.............................................................................................. Delincuencia femenina................................................................................. Conclusión........................................................................................................
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Delitos sexuales: Neiva y sus juicios 1748-1810............................................
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La economía de la ciudad y distrito de Neiva en el siglo xviii. La importancia de una periferia en el subsistema colonial norandino............................................................................................. Introducción.................................................................................................... Los datos. Problema de la historiografía............................................... Los datos. Indicio de la crónica colonial tardía................................. Mercados, poder y política: El negocio del ganado en la primera mitad del siglo xviii........................................................................ El negocio del ganado durante el virreinato hasta comienzos del siglo xix.................................................................................. El oro y la economía según las cuentas de real hacienda y los informes de los gobernadores del periodo poscomunero......... Neiva y las dinámicas monetarias y mercantiles del
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435 435 437 441 448 465 481
situado fiscal de Quito a Cartagena........................................................ La integración de Neiva a los mercados interregionales de la provincia de Mariquita...................................................................... Conclusiones....................................................................................................
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El sector minero en Neiva y su provincia en el siglo xviii....................... Los números disponibles............................................................................... Los eslabonamientos...................................................................................... Consideraciones finales...............................................................................
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Las revueltas comuneras en Neiva.................................................................. Introducción.................................................................................................... El régimen político......................................................................................... Las clases sociales.......................................................................................... Los chapetones............................................................................................ Los dueños de cuatro vacas..................................................................... La plebe......................................................................................................... Los indígenas .............................................................................................. Los esclavos................................................................................................. Las condiciones económicas........................................................................ La ganadería................................................................................................ La minería.................................................................................................... La agricultura.............................................................................................. El comercio................................................................................................... El clan de los Perdomo................................................................................. Conflictos políticos..................................................................................... El zapato del alcalde Juan Ascencio Perdomo..................................... El cura se burla del gobernador.............................................................. La insurrección de 1767................................................................................ Las capitulaciones...................................................................................... El clan de los Ramírez.................................................................................. Chanchullos de Miguel Ramírez............................................................ Los pasquines y la capa de la plebe........................................................ Prisión para los Ramírez........................................................................... Captura de Juan Ascencio y deshonra de los Perdomo....................... La captura..................................................................................................... Ramírez quiere ser virrey......................................................................... Se burlan de los Ramírez.............................................................................. Los gobernadores Lago y Fernández........................................................
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El gobernador Policarpo........................................................................... El remate de la hacienda........................................................................... Hacia la revolución comunera.................................................................. Las reformas económicas.......................................................................... Los impuestos selectivos........................................................................... De Tupac Amaru a Pedro León Perdomo............................................. La revolución de 1781.................................................................................... El cabildo propone “comprar” a Perdomo.......................................... Revueltas en Aipe, Villavieja y Fortalecillas......................................... La toma de Neiva....................................................................................... Muere el gobernador................................................................................. Siguen los levantamientos........................................................................ Hacia el indulto inútil................................................................................. La revolución empezó en Neiva............................................................. El temerario Pedro León Perdomo ........................................................ El indulto general....................................................................................... La herencia comunera...................................................................................
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Presentación La Historia Comprehensiva de Neiva se ha escrito bajo el estímulo de la
conmemoración de los cuatrocientos años de existencia de la ciudad. Como se sabe, Neiva fue fundada por don Diego de Ospina y Medinilla el 24 de mayo de 1612, en el lugar de su actual localización. Antes de este emplazamiento, la ciudad había sido objeto de dos intentos fundacionales: el primero se llevó a cabo en 1539, cuando Juan de Cabrera, siguiendo las instrucciones de Sebastián de Belalcázar, decidió fundar la ciudad en un sitio que quedaba 5 kilómetros al sur de la actual Campoalegre, conocido como Las Tapias o Neivaviejo. Este asentamiento tuvo una existencia efímera. No obstante, en 1546 Hernando de Benavente, en compañía de Luis Mideros, repobló a Neiva, intento que resultó igualmente infructuoso debido a los ataques de los indígenas. La segunda fundación, con el nombre de San Juan de Neiva, fue realizada por el capitán Juan Alonso, el 18 de agosto de 1550, en el lugar donde hoy se encuentra la ciudad de Villavieja. El 14 de noviembre de 1569, San Juan de Neiva fue blanco del más fuerte ataque de los indios pijaos, quienes mataron a todos los moradores españoles y a muchos indios de servicio; la villa se despobló y los indios que lograron sobrevivir se refugiaron en Timaná. Con el propósito de ocupar y pacificar el territorio defendido por los indios pijaos, quienes atacaban los asentamientos españoles, dificultaban las labores económicas e interferían las rutas entre Santafé y Popayán, el presidente de la Real Audiencia, Juan de Borja, empezó a organizar, entre 1605 y 1606, la campaña bélica contra los aguerridos nativos. La guerra sistemática de aniquilación de los pijaos, con la práctica de tala y quema de los sembrados nativos, se desarrolló principalmente en 1607. Pese a que después del éxito de esta campaña se declaró terminada la guerra contra los pijaos, en los años siguientes (hasta 1618) tuvieron lugar los últimos embates contra los
14 reductos nativos. Sin embargo, hacia 1611 se consideraba que el territorio había sido completamente pacificado, situación que permitía el desarrollo del establecimiento español. Un personaje que se destacó en la guerra contra los pijaos fue el capitán y alguacil mayor de la Real Audiencia, Diego de Ospina, el futuro fundador de Neiva. Se comprende el hecho de que el apaciguamiento del territorio favoreció el flujo de las comunicaciones entre Santafé y Popayán, el desarrollo de las actividades económicas (ganadería, minería, cultivos, comercio, etc.), y constituyó una condición propicia para la fundación estable de Neiva, que sucedió, como se dijo, en 1612. Diego de Ospina fundó la ciudad bajo la advocación de Nuestra Señora de la Limpia Concepción del Valle de Neiva, nominación que se inscribía en una corriente del catolicismo que buscaba propagar en el Nuevo Reino de Granada, y en general en el Nuevo Mundo y en España, la devoción y la defensa de la creencia en la inmaculada concepción de la Virgen María. No se conoce en nuestra historiografía las razones de esta adscripción inmaculista de la ciudad, por lo cual es pertinente indicar de manera breve un acercamiento al tema, haciendo eco a la sugerencia de Héctor Lara indicada en el primer tomo de esta obra. En efecto, desde el siglo xiii existía un debate en el seno del catolicismo entre los inmaculistas, que sostenían que la Virgen había sido concebida sin la mancha del pecado original, y los maculistas, que opinaban que “la Virgen fue santificada después de haber contraído el pecado original”, es decir, que “fue santificada antes del nacimiento, pero después de la concepción”. Concordaban con el planteamiento maculista teólogos como san Bernardo, san Alberto, san Buenaventura, santo Tomás y la orden de los dominicos. En el lado opuesto, Duns Scoto asumió la defensa de la inmaculada concepción de la Virgen, lo mismo que los franciscanos, los jesuitas y las prestigiosas universidades de Leipzig, Sorbona, Colonia, Maguncia, Viena, Valencia y otras. En España la secular polémica tuvo una gran resonancia. Los protagonistas fueron ciertamente los dominicos (maculistas) y los franciscanos (inmaculistas). Los Reyes Católicos favorecieron la postura inmaculista. La polémica que comenzó a intensificarse en el siglo xvi llegó a su punto culminante en el xvii, con el resultado de que suscitó en España un gran fortalecimiento de la postura inmaculista en los niveles institucionales y populares (con excepción de los dominicos). La monarquía española siempre defendió la creencia inmaculista y persistió en su petición a Roma para que la declarara dogma del catolicismo, objetivo que no le fue posible conseguir. Esto solo sucedería en 1854, cuando el Papa Pío IX, mediante la Bula Ineffabilis Deus, proclamó como dogma de fe de la Iglesia la Inmaculada Concepción
15 de la Virgen. Fue en el contexto de la controversia entre maculistas e inmaculistas que se buscó propagar en el Nuevo Mundo y, en nuestro caso, en el Nuevo Reino de Granada, el culto a la Virgen y a la doctrina de su inmaculada concepción. Uno de los diversos dispositivos de esta propagación consistió en consagrar las ciudades en el acto de su fundación, mediante la articulación y determinación significante de su nombre, a la devoción y misterio de la Inmaculada Concepción. En este sentido, en la fundación de Neiva no solo se entretejieron diversos factores económicos, políticos, territoriales, militares, institucionales, etc., estudiados por Hernán Clavijo en el capítulo sobre la fundación de la ciudad y contenido en el primer volumen de la presente obra, sino también estrategias religiosas. La principal de ellas estaba en función del misterio de la Inmaculada Concepción, difundido obviamente por los inmaculistas, de quienes eran afectos Diego de Ospina y los clérigos que lo acompañaban en la fundación de la ciudad. Esta estrategia obedecía, igualmente, al proyecto religioso (y también político) de la monarquía de instar al papado para que proclamara como dogma de fe la Inmaculada Concepción de la Virgen. De este modo, mediante la determinación imaginaria y simbólica de su nombre, Neiva quedó primigeniamente consagrada a la Inmaculada Concepción. Esta identificación de la ciudad con su santa patrona conllevó importantes significaciones para la construcción del imaginario social de la ciudad, tema que aún espera un estudio detallado. En relación con las motivaciones conmemorativas del cuarto centenario de la ciudad —a las cuales esta obra debe su existencia—, es necesario reseñar sucintamente algunos aspectos que contribuyeron a su realización. Con ocasión de la presentación el 5 de agosto de 2009 en el Museo Nacional de Bogotá del “Proyecto de ley 358-09 de la Cámara, por medio del cual la Nación se asocia y rinde un homenaje al municipio de Neiva, con motivo de la celebración de los 400 años de su fundación”, se produjo el primer encuentro con Guillermo Plazas Alcid, coordinador del Comité Neiva 400 años, quien nos planteó la propuesta de elaborar una historia de Neiva como realización significativa para conmemorar el cuarto centenario de la ciudad. En los meses siguientes continuaron las conversaciones encaminadas a definir los objetivos del proyecto, las características científicas, temáticas y metodológicas de la investigación y escritura de la historia de la ciudad, las condiciones de financiación y el apoyo institucional, la conformación del grupo de investigadores, el cronograma, las modalidades de trabajo y los aspectos editoriales. Todo ello se concretó el 27 de febrero de 2010, en la elaboración del “Proyecto de la Historia Comprehensiva de Neiva”, que fue
16 acogido por la Academia Huilense de Historia, institución que se constituyó en la sede para el desarrollo y ejecución del proyecto. En el concepto de historia comprehensiva, tal como lo empleamos en el proyecto, se condensa el propósito central de la investigación y escritura de la historia de Neiva. En este orden, la palabra comprehensiva se articula en su doble significado: primero, de abarcar, incluir, englobar, contener; segundo, de entender, percibir el significado de algo, penetrar en el sentido de las cosas. Teniendo entonces como fundamento esta doble acepción, con historia comprehensiva estamos aludiendo, de un lado, a una historia que abarque, incluya o englobe los principales y variados aspectos de la vida de los hombres y de las mujeres que han construido y habitado la ciudad de Neiva en el trascurso de una temporalidad de cuatro siglos; y, de otro lado, a la narración de una historia que permita entender el acontecer histórico, que contribuya a otorgarle sentido y significación a los sujetos, acontecimientos y procesos históricos de la ciudad. Esto es lo que como objetivo y aspiración hemos querido señalar con el nombre de nuestra historia. Debe entenderse que no se trata de un empeño de exhaustividad que se adscriba a la fantasía de una imposible totalidad historiográfica. Lo comprehensivo de nuestra historia se toma en un sentido relativo y selectivo, es decir, referido a la inclusión no de todos sino de los principales elementos que resultan observables, según la documentación disponible, en los ámbitos económicos, sociales, políticos y culturales del proceso histórico de la ciudad. Con base en esta concepción se diseñó el contenido de la obra y se impartieron las orientaciones para la investigación y escritura de los temas seleccionados. El desarrollo de cada tema debía llevarse a cabo investigando en fuentes documentales (escritas, orales y visuales) y consultando la información bibliográfica. El grupo de autores se conformó con historiadores e investigadores pertenecientes en su mayor parte a la Academia Huilense de Historia, a la Universidad Surcolombiana, a la Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá, y a la Universidad del Tolima; también integraron el equipo autores de otras instituciones universitarias e investigadores independientes. Los trabajos debían realizarse de conformidad con las pautas establecidas por la dirección del proyecto y según el rigor característico de la investigación y la escritura en el campo de la disciplina de la histórica. Cada autor, sin embargo, dentro de la libertad de investigación y de pensamiento, es responsable de las opiniones y planteamientos desarrollados en su respectivo trabajo. Para la realización de la Historia Comprehensiva de Neiva contábamos con la experiencia exitosa de la Historia General del Huila, obra igualmente
17 de elaboración colectiva, que se publicó en cinco tomos entre 1995 y 1996. La segunda edición se realizó en 2005, con motivo del centenario de la creación del departamento del Huila. A esta edición se agregó un sexto volumen, dedicado casi en su totalidad a los trabajos escritos por historiadores formados en la Maestría de Historia en convenio entre la Universidad Nacional y la Universidad Surcolombiana. Un buen número de autores que integraron el equipo de investigación de la Historia General del Huila participan de nuevo en la Historia Comprehensiva de Neiva. Por varias razones puede observarse una cierta continuidad entre las dos obras que son resultado de experiencias similares. Esto constituye, entre otros aspectos, la expresión inobjetable de la insistencia en un trabajo historiográfico iniciado décadas atrás, que además de estas dos obras cuenta con otras realizaciones importantes; un trabajo historiográfico que ha supuesto la con-formación de un grupo de historiadores e investigadores preocupados por la historia regional y local del espacio huilense y surcolombiano, y, en el caso presente, por la historia de la urbe neivana, que en tanto producción historiográfica representa un suceso de no poca significación. Como se señaló al comienzo de esta presentación, Neiva tuvo tres fundaciones, las cuales se sucedieron dentro de un lapso de 73 años, periodo que corresponde prácticamente a la fase de conquista de este territorio, iniciada en 1538, año en que también se fundó Timaná. Otra ciudad fundada durante esta fase fue San Sebastián de la Plata, en 1551, la cual fue objeto de un ataque devastador de los indios en 1577. La fundación definitiva de La Plata se realizó en 1651. Al abordar los comienzos de la ciudad de Neiva se comprende que el periodo de conquista del valle alto del Magdalena hace parte, obviamente, de su historia, no solo por el lado español, sino también por la presencia originaria de la población indígena e, incluso, por llegada de los primeros esclavos de procedencia africana, que también se convirtieron en pobladores de la ciudad. Al centrar la atención en la población indígena, objeto de la conquista española, se abre un panorama histórico que en su retrospectiva temporal conduce necesariamente a la época prehispánica. De ahí que la Historia Comprehensiva de Neiva, en su primer volumen, no se inicie propiamente con la fundación definitiva de la ciudad, sino con una incursión en el remoto pasado prehispánico en el que hunde sus raíces la formación de la población indígena. La narración aborda a continuación el periodo de conquista, los asentamientos españoles y las primeras fundaciones de Neiva, una ciudad que en estos momentos iniciales estuvo habitada por conquistadores y encomenderos e indios de servicio. Se hacen referencias a la guerra contra los pijaos, se traza una semblanza de don
18 Diego de Ospina y Medinilla y se relata con minuciosidad la complejidad de los factores que concurrieron para el proceso de la tercera y última fundación de Neiva, ciudad que empezó a transitar por una etapa de lento desarrollo. Un fenómeno acerca del cual se llama la atención en la narración es el desarrollo de las haciendas ganaderas que nutrieron el abasto de carne de los mercados de Santafé y Popayán. Neiva comenzó a emerger como una ciudad ya no de encomenderos, sino de hacendados ganaderos, a los cuales se agregaban los grandes comerciantes que negociaban en géneros importados de España, los pequeños comerciantes que vendían productos de la tierra, los que se ocupaban en la extracción de oro y quienes se dedicaban a oficios artesanales (herreros, zapateros, carpinteros, sastres, sombrereros, hacedores de tejas, ceramistas, etc.). De esta forma, Neiva fue articulando su economía en íntima relación con la dinámica económica de la provincia, y los flujos comerciales que discurrían por el transporte terrestre y fluvial que beneficiaba a la ciudad. Se describe la conformación social caracterizada, como en otras provincias del Nuevo Reino de Granada, por la presencia, dentro de la jerarquización sociorracial, de españoles, criollos, mestizos, indígenas, negros, mulatos y zambos. Es materia igualmente del primer volumen la relación entre la Iglesia, la ciudad y la provincia de Neiva, la historia del cabildo, con sus funciones y los conflictos que envolvieron a esta institución. Otros temas tratados corresponden a las fiestas y diversiones de la ciudad, a los pecados y delitos de orden sexual, y a los lugares que las mujeres ocupaban de modo diferenciado en la sociedad colonial neivana, en tanto españolas, criollas, mestizas, indígenas y esclavas. Con amplitud se desarrolla la cuestión de la economía neivana durante el siglo xviii, que experimentó una diversificación y crecimiento importante sobre todo en la segunda mitad de este siglo. Los principales renglones que componían la economía de la provincia eran la ganadería, la extracción de oro, el cultivo del cacao, el negocio de la pita, la fabricación de petacas y empaques, la extracción de quina (fines de siglo), y los monopolios de aguardiente y tabaco. Neiva se beneficiaba de los efectos derivados de dichos renglones, así como del paso por la ciudad de la caravana que llevaba el situado fiscal de Quito para Cartagena y que animaba la economía local. Por último, se relatan las revueltas comuneras en Neiva, tema con el cual se cierra el primer tomo de la Historia Comprehensiva de Neiva. El segundo volumen está dedicado a la historia de Neiva durante el siglo xix. Con referencia tanto a la ciudad como al contexto provincial, se abordan el proceso de independencia, el comportamiento de las finanzas desde finales de la época colonial hasta mediados del siglo xix,
19 y la trayectoria de la esclavitud a partir del siglo xvi hasta su abolición en 1851. Recibe atención especial el desarrollo del sistema educativo de Neiva, en el cual se observa de modo particular la incidencia del liberalismo y la masonería. Otros temas corresponden a la función cumplida por la Iglesia en la organización sociopolítica de la ciudad, a los gobiernos municipales y a los principales aspectos económicos, sociales, políticos y culturales de Neiva durante el periodo en que fungió como capital del Estado Soberano del Tolima. Constituye una parte novedosa de la historia de la Neiva decimonónica los relatos acerca de la vida cotidiana, las viviendas, las fiestas, el teatro, la educación de la mujer, el imaginario femenino, el comportamiento sexual, el matrimonio, la familia, el maltrato, el delito sexual, la infancia, la prostitución y otros aspectos de la vida urbana. Se presenta a continuación una descripción del crecimiento de la ciudad durante la centuria decimonónica, las actividades laborales y el incremento poblacional. Completa la información anterior la relación sobre el movimiento comercial de Neiva en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo xix y el cuadro de los oficios urbanos que por entonces existían: militares, ministros del culto, instructores, propietarios, capitalistas, agricultores, ganaderos, mineros, pescadores, fabricantes, comerciantes, arrieros, artistas, artesanos, administradores dominicales, legistas, médicos, estudiantes, sirvientes y otros. En cierto contraste con los desarrollos anteriores se aborda la cuestión de la vagancia, el ocio y la mendicidad en los siglos xviii y xix, y las medidas que se implementaron para tratar estos problemas. Una contribución sugestiva es el estudio de la prensa neivana del siglo xix, seguido del análisis de las imágenes y representaciones que de Neiva se difundieron en dicha prensa. Este trabajo permitió la recopilación de los periódicos que se encuentran en la Biblioteca Nacional (Bogotá) y en la Biblioteca de la Universidad de Antioquia (Medellín), y que ahora reposan, en copia digital, en la Academia Huilense de Historia. El siguiente capítulo se ocupa de los pioneros de la fotografía en la Provincia de Neiva entre 1861 y 1885. Para el último decenio del siglo xix se describen las conmemoraciones patrióticas, especialmente la que tuvo lugar el 24 de julio de 1883, al cumplirse el centenario del nacimiento del Libertador Simón Bolívar, y se analiza la exaltación de los héroes de la patria en la prensa neivana. Finalmente, se trata el tema de las repercusiones que tuvieron en Neiva las guerras civiles del siglo xix, entre otras, la Guerra de los Supremos, la Guerra de 1876, la Guerra de 1885 y la Guerra de los Mil Días. Con el relato de la batalla de Matamundo concluye el segundo volumen de nuestra historia. El tercer volumen se inicia con la creación del departamento del Huila
20 en 1905, hecho que marca para Neiva la apertura de una etapa fundamental en tanto ciudad capital de la nueva entidad territorial, ahora con mayores posibilidades de desarrollo en el comercio, el espacio urbano, los servicios públicos, las comunicaciones, la dimensión institucional, la localización demográfica, la educación, la política, etc. Luego, en continuidad con la agitada década final del siglo xix y la primera del xx, se aborda el preocupante fenómeno social del comportamiento criminal. Se estudian, entre otros delitos, los homicidios, hurtos, falsedades, robos, raptos, estupros, estafas, etc. Un aspecto notorio en este volumen es el espacio que se le otorga al estudio de varios componentes centrales de la historia económica y empresarial de Neiva durante el siglo xx y comienzos del xxi. En este orden, se presenta un trabajo sobre los pioneros de la actividad empresarial en Neiva, campo en el cual sobresalieron, entre otros, Alberto Suárez Zambrano, Gabriel Vega Lara, Hermógenes Liévano, Luciano y Milciades Manrique Monje, Oliverio Lara Borrero y Reynaldo Matiz Trujillo, personajes de los cuales se rescata su memoria. En sentido similar, dentro de la dinámica económica de la primera mitad del siglo xx, se registra la inmigración siriolibanesa, de la cual se examina su incidencia en el entorno local y su posterior desvanecimiento de la vida económica y social de la ciudad. Asimismo, se describe el despliegue de las actividades industriales de Neiva durante el siglo xx, las cuales se limitaron principalmente a los procesos del arroz, el cacao y los lácteos, con incursiones en el campo de las bebidas, aceites, maderas, procesamiento de frutas e, incluso, con iniciativas en la industria química, confecciones y plásticos. También se articulan en esta parte la historia de los planes del desarrollo urbano de la ciudad durante el siglo xx, la descripción del mismo crecimiento urbano de Neiva, la ampliación y modernización de los servicios públicos, el desenvolvimiento del cooperativismo, el desarrollo de la industria petrolera, el asunto de la economía neivana en la transición del siglo xx al xxi y la historia de los planes turísticos. Neiva se ha configurado mediante la creación y articulación de las unidades barriales. Cada barrio comporta una trayectoria que hace parte de la densa historia de la ciudad. Una aproximación a la compleja historia barrial de Neiva se presenta aquí con el estudio del barrio San Pedro, que data de la época colonial; del barrio Quirinal, un espacio de “élite”; del barrio Las Granjas, promovido por el Estado; y de los barrios La Libertad, Santa Isabel, Las Palmas, Alfonso López y Alberto Galindo, que se formaron por invasión. Otros relatos que hacen parte de este volumen corresponden a la historia de la educación primaria y secundaria durante la primera mitad del siglo xx, a la historia de la educación superior y a los desarrollos de ciencia, tecnología e innovación en la ciudad.
21 El cuarto volumen está destinado en su mayor parte a diversos temas de la historia cultural de Neiva, especialmente durante el siglo xx y el primer decenio del xxi. Los objetos de estudio de estas narraciones históricas abordan la ciudad con relación a la literatura (novela, cuento y poesía), la dramaturgia, el movimiento teatral, la prensa, la radio, la fotografía, el vestido, las artes visuales, la religiosidad popular y la geografía de lo sagrado, la formación de los nuevos sacerdotes de la Diócesis de Neiva, las parroquias de esta diócesis, la danza, la música, el Festival Folclórico, Reinado Nacional del Bambuco y Muestra Internacional de Folclor, la historia de la comida, el deporte, la historia de las mujeres neivanas, los conflictos y la marginalidad urbana, la situación actual de Neiva y las perspectivas para la construcción de una ciudad más democrática y equitativa. Por último, el quinto volumen contiene, en su capítulo inicial, la descripción de los ecosistemas y el espacio geográfico de Neiva, una temática fundamental para el funcionamiento, el desarrollo y la problemática ambiental de la ciudad. A continuación, se presentan las semblanzas biográficas de los hombres y de las mujeres (ya fallecidos) que se destacaron a lo largo de la historia de la ciudad, cuyas imágenes han trascendido las fronteras locales y departamentales. Siguen algunos aspectos de la memoria política contemporánea, la crónica médica sobre la higiene y la salud pública, las enfermedades, los hospitales y el desarrollo de la medicina en Neiva. Se dedica un espacio apreciable en este volumen al registro del patrimonio cultural inmueble de la ciudad. En este orden, se describen con detalle los más importantes bienes inmuebles del patrimonio cultural declarado de la ciudad de Neiva. Además, se relacionan las plazas, parques y monumentos que se encuentran en el espacio público de la urbe. Otros temas desarrollados hacen referencia a las fiestas, juegos y diversiones, y al inventario de las principales leyes referentes al municipio y la ciudad de Neiva, leyes de las cuales se hace una síntesis que orienta sobre la incidencia de la normatividad en el desarrollo de la ciudad. El volumen concluye con el trabajo sobre Neiva rural, en el cual se cuenta la historia de la ocupación, poblamiento y desarrollo de las actividades económicas de la zona rural de la ciudad, con especial referencia a El Caguán, San Antonio, Órganos, Fortalecillas, Vegalarga, Guacirco, San Luis, y las cuencas de los ríos Las Ceibas y Fortalecillas; incluye la narración del periodo de la violencia que afectó a la zona durante los años cincuenta del siglo pasado e, igualmente, la descripción de algunos aspectos culturales, como la celebración de las festividades tradicionales de San Juan y San Pedro en estos poblados de la Neiva rural. Con la publicación de la Historia Comprehensiva de Neiva se dispone
22 de una obra que en una extensión bastante considerable (cinco volúmenes) presenta al público lector el conocimiento de los principales aspectos de la experiencia histórica de la ciudad durante sus 400 años de existencia. Se trata de un conocimiento del pasado fundamental e imprescindible para comprender lo que ha sido y lo que hoy es la ciudad; de un saber histórico necesario para entenderla, para vivirla, para gobernarla, para proyectar el desarrollo a corto y largo plazo de la ciudad que deseamos. Es una historia que a través de este saber del pasado, articulado al presente, contribuye a la formación de la identidad cultural de la ciudad, identidad sin la cual la urbe no puede concitar los esfuerzos comunitarios para su progreso en los tiempos actuales y futuros. Así mismo, los alcances historiográficos de esta obra permiten aseverar que no solo Neiva, sino también el departamento del Huila, e incluso la región surcolombiana, se ven beneficiados de una u otra manera con el conocimiento de la ciudad que históricamente ha cumplido una función nodal en estos espacios de la geografía nacional. Finalmente, consideramos que se ha llenado un vacío historiográfico, cuyo resultado es un aporte significativo a los estudios históricos huilenses y a la historiografía nacional en el campo de la historia de ciudades colombianas. Esta obra es el resultado de un esfuerzo colectivo. Queremos, en consecuencia, dejar testimonio de nuestros agradecimientos a todas las personas e instituciones que contribuyeron para llevar a cabo la elaboración y publicación de la Historia Comprehensiva de Neiva. Entre ellas, a Guillermo Plazas Alcid, gestor de la iniciativa para la realización de la historia de Neiva; a Héctor Aníbal Ramírez Escobar, alcalde de Neiva durante el periodo 20082011, por la financiación del proyecto de Historia Comprehensiva de Neiva en su fase de realización; a Pedro Hernán Suárez Trujillo, alcalde actual de Neiva, por el patrocinio y financiación de la obra en la fase de publicación; a Ramiro Falla Cuenca, secretario municipal de cultura de la administración pasada, por el apoyo eficiente en la etapa de ejecución del proyecto. De la presente administración agradecemos igualmente a Juan Carlos Ramón, secretario de hacienda municipal, y a Carolina Sandino, secretaria municipal de cultura, por sus gestiones para llevar a buen término la publicación de la obra. Neiva, 30 de julio de 2012. Bernardo Tovar Zambrano Universidad Nacional de Colombia Academia Huilense de Historia
El territorio de Neiva: desde los cazadores-recolectores hasta los aguerridos pijaos María Angélica Suaza Español Academia Huilense de Historia
Introducción
Para conocer quiénes eran los habitantes de la jurisdicción de Neiva en la
época prehispánica, resulta imperioso profundizar en el largo periodo de la historia que tiene que ver con el poblamiento de la actual Colombia, es decir, adentrarnos hasta finales de pleistoceno e iniciar con los cazadoresrecolectores. De acuerdo a los estudios arqueológicos y palinológicos realizados por investigadores en Colombia, se cree que los primeros homo sapiens que ingresaron al territorio que actualmente es Colombia lo debieron hacer hace aproximadamente 20.000 años. El pleistoceno comprende el periodo entre 3.000.000 hasta 10.000 años antes de nuestra era. Fue un periodo de grandes cambios, el cual tuvo periodos muy fríos, y secos, formándose grandes casquetes de hielo llamados glaciales, “que consistieron en avances de grandes casquetes helados sobre el norte del continente americano y Eurasia; sobre las cumbres montañosas, las áreas nevadas fueron más extensas que en la actualidad debido al descenso de la temperatura”.1 Se conocen cuatro glaciaciones y entre una glaciación y otra hubo periodos llamados interglaciares, caracterizados por un clima más cálido y benigno que ocasionó el deshielo de los glaciales. Estos cambios de clima influyeron también sobre las zonas tropicales. En 1
Correal Urrego, Gonzalo, “Los albores culturales en Colombia”, en Parques Arqueológicos, Bogotá, Icanh / Colcultura, 1990, pág. 41.
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las regiones cercanas al Ecuador y en las altas montañas de los Andes, el clima se hizo más frío y seco durante los periodos de avance glacial, pero no hubo hielos sino una reducción de los bosques, que fueron reemplazados por vegetación abierta de pastos y rastrojos. Durante este periodo, el estrecho de Bering sirvió de puente entre Asia y América; igualmente las transformaciones ocurridas sobre el litoral por las oscilaciones del nivel del mar, con el consecuente incremento o disminución de las áreas costeras, sugiere un modelo de entrada costera temprana.2 Algunos investigadores como Ruth Gruhn han propuesto que grupos adaptados al litoral ingresaron a Suramérica mucho antes que al interior continental de Norteamérica. “A su ingreso a Suramérica habían tomado tres rutas hacia el interior: una a lo largo de la costa atlántica, una siguiendo la costa pacífica y, la tercera, siguiendo el piedemonte oriental de los Andes hasta Patagonia. Más tarde se movilizarían cazadores-recolectores en la conquista de los territorios del interior andino”;3 esto ocurrió desde hace aproximadamente 30.000 años. Estas primeras poblaciones de cazadores recolectores vivieron en diferentes entornos geográficos en América y desarrollaron “amplios rasgos de subsistencia, asentamiento y patrones de organización a través del tiempo.”4 Los primeros pobladores que ingresaron se desplazaron por corredores secos y abiertos hacia el interior del continente, recorriendo la planicie aluvial y siguiendo el eje de un amplio sistema fluvial, incluyendo depresiones que generaron lagos. Según López y Realpe, los procesos geomorfológicos del valle de Magdalena borraron las huellas de estos primeros pobladores.5 En el territorio colombiano los cazadores-recolectores ascendieron desde el valle del Magdalena hasta la altiplanicie de la Cordillera Oriental, y la ruta “puede ser seguida al norte desde el golfo del Darién en proximidades del corredor panameño (bahía Gloria) y la península de la Guajira, hasta las planicies septentrionales del Huila, en los alrededores de Neiva. Recientes
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hallazgos revelan, igualmente, su paso a través del valle del Cauca, al altiplanicie de Popayán, y a lo ancho del territorio nacional desde la costa Pacífica hasta el río Guayabero”.6 Considerando datos recientes publicados por Van Der Hammen y Correal7 y Correal y otros autores,8 la presencia humana más temprana en Colombia se ha reportado en el sitio Pubenza fechado en 16.000 a 16.500 ap. Este contexto arqueológico, con restos de mastodonte y artefactos líticos, fue ubicado en las tierras bajas del valle del río Bogotá, cerca a su desembocadura al río Magdalena. Este sitio desplazó a El Abra (Zipaquirá-Cundinamarca), con datación de 12.400 ap, en el cual se encontraron artefactos de piedra, fogones con bordes de arcilla quemada y huesos de animales.9 En el sitio de Tibitó (sabana de Bogotá), se encontraron lascas e instrumentos simples con tradición abriense, así como evidencias de mastodonte, caballo, ciervo y zorro, con fechas de 11.740 ap.10
Pinturas rupestres halladas en El Abra, Zipaquirá, cuyos significados se desconocen. Fuente: Historia del arte colombiano, tomo ii, Barcelona, Salvat, 1975.
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Ardila, Gerardo y Gustavo Politis, “Nuevos datos para un viejo problema. Investigación y discusiones en torno al poblamiento de América del Sur”, en Boletín del Museo de Oro, n.o 23, enero-abril de 1989, págs. 3-45. Gruhn, en Ardila, y Politis, “Nuevos datos…” pág. 39. López, Carlos Eduardo y Anthony Ranere, “Diversidad cultural durante el Pleistoceno Tardío y el Holoceno Temprano en la Baja Centro América y en el Noroeste de Suramérica”, en López, Carlos Eduardo y Guillermo A. Ospina, compiladores, Ecología Histórica, Dosquebradas, Postergraphm, 2008. López y Ranere, “Nuevos datos…”.
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Correal, Gonzalo, “Los albores culturales…” pág. 41. Van Der Hammen, Thomas y Gonzalo Correal, “Mastodontes en un humedal pleistocénico en el Valle del Magdalena con evidencias de la presencia del Hombre en el pleniglacial”, en Boletín de Arqueología, n.o 16, 2001, pág. 4-36. Correal, Gonzalo et al., “Evidencias arqueológicas y megafauna extinta en un salado del Tardiglacial Superior”, en Boletín de Arqueología, n.o 20, 2005, pág. 3-60. Correal, Gonzalo, “Las culturas más antiguas de Colombia. Estadio de cazadores y recolectores”, en Historia de Colombia, tomo 1, Bogotá, Salvat Editores Colombiana, 1988, pág. 73. López y Ranere, “Nuevos datos…”.
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En el sitio Tequendama (Soacha) se continuó con los estudios de la población de cazadores-recolectores. Este lugar permitió “construir una secuencia cultural precerámica ubicada entre finales del pleistoceno, más allá de 11.000 años antes del presente, y 5.000 antes del presente”.11 Igualmente, en las cordilleras Central y Occidental (valles del Calima y el Cauca) se han reportado sitios con fechas de 10.000 ap, con tradición de artefactos líticos distinta a las anteriores, y en la valle bajo del Magdalena (Nare, Penoñes y Vuelta Acuña) se han reportado sitios con instrumentos líticos fechados con 10.400 hasta el 5.000 ap.12 Con la intención de cubrir el mayor territorio y de entender los patrones de poblamiento de los primeros Homo sapiens que ingresaron a Colombia, se han realizado investigaciones en el Amazonas. Así, en el río Peña Roja, en la cuenca del Amazonas, un sitio precerámico fue datado con la fecha 9.250 ap. Estas industrias líticas son tecnológicamente simples.13
Los cazadores recolectores en el territorio de Neiva
En el territorio de Neiva y sus alrededores se han encontrado evidencias
de cazadores-recolectores. Gonzalo Correal, en sus investigaciones arqueológicas centradas en encontrar patrones de poblamiento e información sobre los primeros pobladores de nuestro país, ubicó estaciones a cielo abierto sobre terrazas aledañas a ríos y quebradas en el norte del Huila, en los municipios de Neiva, Villavieja (Pachingo y Argentina), Palermo (Hacienda El Boulder) y Aipe (Haciendas El Hotel y Belén). El material recolectado de estos sitios está representado por lascas, desechos de lascas, núcleos fragmentados y raspadores terminales, discoidales y cóncavos. Para Correal, las terrazas no inundables de esta zona fueron ocupadas por cazadores-recolectores que establecieron los talleres cerca de los campamentos y estos lugares son similares a los encontrados en El Abra (Cundinamarca), en Puerto Naré y en la Costa Atlántica. El material superficial y depositado dotado cronológicamente ha mostrado la presencia milenaria de estos grupos en la zona.14
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Correal, Gonzalo, “Las culturas más antiguas…” 77. López y Ranere, “Nuevos datos…”. López y Ranere, “Nuevos datos…”. Correal, Gonzalo, “Artefactos líticos en la Hacienda Boulder, Departamento del Huila”, en Revista Colombiana de Antropología, vol. xvi, 1974, págs. 198-199.
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El sitio Boulder fue una estación para grupos trashumantes; aunque no se encontraron restos de fauna en asociación con los elementos líticos, “el utillaje recolectado indica una subsistencia a base de caza y recolección”. La técnica más utilizada fue la de percusión, aunque también utilizaron en los retoques la presión. La materia prima para la elaboración de los instrumentos fue chert, abundante en los rodados de las quebradas de la región, y excepcionalmente aparecen líticos en diorita, andesita o cuarzo; según Correal, “estos últimos materiales tuvieron que transportarse”.15 Los instrumentos líticos hallados relacionados con los cazadores-recolectores son: lascas simples, núcleos fragmentados sin huella de utilización, lascas retocadas, raspadores circulares, raspadores triangulares, raspadores laterales, núcleos desbastados, raspadores cóncavos, raspadores terminales, raspadores discoidales, fragmentos de golpeador, golpeador completo ovoide.16 Tal como se mencionó anteriormente, hay similitud entre esta tradición cultural con la del sitio El Abra (Zipaquirá). Entre ellas, los artefactos muy crudos de lascas monofaciales y algunos tipos de raspadores. Igualmente, otros elementos como lascas tiene semejanza con la industria lítica de la Costa Atlántica de Colombia, y otros recuerdan elementos obtenidos en el Magdalena Medio (Clavo-Puerto Carare). Así, “es posible que cronológicamente el sitio Boulder pueda ubicarse al comienzo del tardi glacial”.17 Por otra parte, en Garzón se encontraron evidencias de megafauna (megaterio y una pieza dentaria de mastodonte), junto con xilópalos fragmentados y aparentemente tallados.18 Los sitios arqueológicos que dan cuenta de los cazadores-recolectores más antiguos localizados en la Cordillera Oriental y en la sabana de Bogotá están relacionados con abrigos rocosos. Estos alojamientos naturales estaban ubicados cerca a corrientes de agua y a recursos de caza y recolección. Sin embargo, aunque las rocas fueron las moradas predilectas, a lo largo de la Costa Atlántica y sobre el valle del Magdalena (región del Neiva), en las ciénagas y terrazas de los ríos se asentaban —en forma semipermanente— grupos de cazadoresrecolectores en “estaciones a cielo abierto”, que recurriendo a elementos naturales se constituyeron en albergues temporales. El utillaje de piedra presente a lo largo del valle del Magdalena — desde Barrancabermeja hasta las proximidades de Neiva— “revela la 15 16 17 18
Correal, “Artefactos líticos…” pág. 198-199. Correal, “Artefactos líticos…” pág. 198-199. Correal, “Artefactos líticos…” pág. 198-199. Correal, “Artefactos líticos…” pág. 198-199.
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Historia Comprehensiva de Neiva
persistencia de una tradición de artefactos elaborados sobre guijarros o cantos de río que muestran desbastamiento hacia uno de sus extremos (…) a estos artefactos se les denomina choppers”.19 Estos grupos cazaban a campo abierto e investigaciones actuales sugieren que también lo hacían en paisajes boscosos, enfatizando escenarios ribereños con abundante fauna como peces, tortugas, manatíes, caimanes, entre otros, que contribuyeron a una dieta alimenticia rica en proteína.20 Las bandas de cazadores-recolectores eran pequeñas comunidades familiares basadas en el parentesco consanguíneo, que no pasaban de cuarenta individuos y que no sobrepasaban los límites de sus zonas; también existía una división del trabajo y se accedía a los recursos de forma cíclica.21 De acuerdo a los estudios realizados en cazadores-recolectores, se ha determinado que disponían de una organización política en la que el liderazgo estaba basado en las habilidades personales para determinadas tareas, como el “conocimiento sobre localización y coordinación de las estrategias de obtención de los recursos, la defensa del grupo y del territorio, las actividades rituales y la interacción con comunidades análogas y este liderazgo era informal y efímero”.22 Sus patrones de movilidad dependían de la oferta de recursos, y la duración de sus estaciones estaba supeditada a la existencia de los recursos en una zona; esto conllevó a la poca acumulación de enseres y herramientas.23 En otro orden, muestras de su cosmovisión son los murales pintados y tallados en piedra.24 El arte rupestre los encontramos en el valle del Magdalena. En Palermo, la gruta de Santa Rosalía es un abrigo rocoso en cuya superficie se plasmaron varias pictografías de color rojo. Los diseños son de motivos en zigzag y otras formas sin definir. Este conjunto pictográfico guarda relación con los registrados en Nariño, Amazonas, Orinoco y el altiplano cundiboyacense.25 En el municipio de Aipe se han registrado evidencias relacionadas con el arte rupestre en Piedra Pintada, 19 20 21
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Correal, “Las culturas más antiguas…” pág. 79. López y Ranere, “Nuevos datos…”.. Gutiérrez, Erika, “El Huila arqueológico”, Neiva, Gobernación de Huila, 2011, pág. 20. Informe inédito. Service Elman, en Gutiérrez, “El Huila…” pág. 20. Service Elman, en Gutiérrez, “El Huila…” pág. 20. Correal, Gonzalo, Sitios precerámicos en el Departamento del Huila, Seminario del Alto Magdalena, Bogotá, Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales, 1992, págs. 67-73. Botiva Álvaro, Colombia Prehispánica, Regiones Arqueológicas, Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología, 1989.
El territorio de Neiva
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Providencia y Cartama. Los petroglifos de Providencia, ubicados a 7,5 kms. al norte del municipio de Aipe, en predios de la Hacienda Providencia,26 presentan grabados en bajo relieve de representaciones antropomorfas, antropo-zoomorfas, volutas, círculos, rectángulos, rombos, cruces, espirales e impresiones de manos y pies, sugiriendo gran similitud de técnicas y motivos entre los petroglifos de Providencia y los registrados en el Alto Magdalena y en el Río Caquetá.27
Dibujo pintado por Manuel María Paz de la Comisión Corográfica, Fotografía de Piedrapintada que reproduce los grabados de la piedra de Aipe (Piedrapintada). (Aipe). Fuente: Historia del arte Fuente: Historia del arte colombiano, tomo ii, Barcelona, Salvat, 1975. colombiano, tomo ii, Barcelona, Salvat, 1975.
Periodo formativo en el valle de Neiva En el Huila las investigaciones arqueológicas se han centrado en el sur del departamento, en zonas como San Agustín e Isnos. Un trabajo sistemático para el norte del Huila aún no ha sido realizado, por lo tanto no se ha podido establecer una cronología precisa y no se han determinado con exactitud las sociedades prehispánicas que habitaron esta región. El formativo inicia en el holoceno cuando algunas sociedades intensificaron el uso de especies resultando en la domesticación y en la producción de plantas comestibles, proceso que conllevó a la interconexión 26
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Correal, Gonzalo y Thomas Van Der Hammen, Investigaciones arqueológicas en los Abrigos Rocosos del Tequendama, 12.000 años de historia del hombre y su medio ambiente en la altiplanicie de Bogotá, Fondo de Promoción de la Cultura del Banco Popular, 1977. Petrominerales Colombia Ltd., Bonilla, Martha, Cifuentes Arturo y Jorge Alarcon, “Construcción de 5 localidades para 5 pozos de desarrollo en el área del contrato de producción incremental de Neiva”..
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de diversos pueblos.28 El periodo comprendido entre el 1050 y el 50 a. C. fue de alta precipitación y temperaturas bajas y en consecuencia el bosque Alto Andino se extendió en zonas más bajas; frente a esta situación las poblaciones buscaron zonas más benignas para la agricultura, surgiendo asentamientos en la parte media del valle de la Plata, en Saladoblanco, en San Agustín, en Isnos y “en muchas otras zonas como la suela plana cálida en el norte del departamento”,29 aunque en esta última zona la nueva forma de vida agrícola, se presenta un milenio después (primer milenio a. C.) que en el sur del departamento.30 Con la agricultura se generaron nuevos procesos de organización sociopolítica, surgiendo la comunidad local o tribal, en ellas las relaciones políticas y los procesos productivos fueron más complejas que en las comunidades de cazadores y recolectores. Entre la variedad de plantas cultivadas y domesticadas se encuentran: maíz, quinua, yuca, batata, fríjol, algodón y papaya,31 y los asentamientos eran conjunto de viviendas con tierra de cultivo a su alrededor.32 La cultura material encontrada en las investigaciones arqueológicas para la zona da cuenta de instrumentos de piedra, como puntas de flecha y dardos fabricados en madera y líticos, así como redes para pesca con pesas de piedra, hachas, raederas, cuchillos, morteros, metates y manos de moler. En cuanto a los utensilios en cerámica, se encontraron diferentes tipos de recipientes como almacenar, preparar y consumir alimentos; su decoración consiste en un bruñido de “altísimo brillo sobre baños y engobes, casi siempre de tonalidades de colores gris, crema, anaranjado y rojo”.33 Periodo de aldeas Desde el año 50 a. C. el clima empezó a cambiar, aumentando la temperatura y disminuyendo las precipitaciones. Dentro de este cambio 28 29 30
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López y Ranere, “Nuevos datos…”. Sánchez, Carlos, en Gutiérrez, “El Huila…” pág. 26. Cifuentes Arturo, “Registro de dos sitios arqueológicos en el Municipio de Aipe, Huila”, Bogotá, fian, Banco de la República, 2001. Informe Inédito. Drennan, Robert et ál., “Características ambientales Generales y la Distribución de asentamientos”, en Drenann, Robert, editor, Cacicazgos prehispánicos del Valle de la Plata, tomo 5, Patrones de asentamiento regionales, Pittsburgh / Bogotá, Universidad de Pittsburgh / Universidad de los Andes, 1996. Sánchez, Carlos, en Gutiérrez, “El Huila…” pág. 26. Gutiérrez, “El Huila…” pág. 30.
El territorio de Neiva
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ambiental surgieron los cacicazgos tanto en el sur como en el occidente del departamento del Huila. Las actuales investigaciones no mencionan la formación de cacicazgos en lo corresponde a la jurisdicción de Neiva. Sin embargo, los cronistas y los documentos coloniales mencionan a los jefes de los grupos que habitaban esta región como caciques. En los trabajos de arqueología de rescate realizados para el norte de Neiva, Tello y Aipe, se determinó la presencia de la sociedad pijao. Los pijaos habitaban la región que comprendía la mitad norte del departamento del Huila y la mitad del sur del departamento del Tolima. Como consecuencia de diversas guerras se desplazaron de la actual zona del Chocó y se localizaron en estos territorios cercanos a los paeces, con quienes establecieron amistades y alianzas.34 Limitaban al oriente con los duhos y los bahaduhos, localizados en la vertiente occidental de la Cordillera Oriental, al sur con los paeces, al noreste con los quimbaya y al norte con los panche.35 Según Cubillos, pertenecían a la familia lingüística karib, y “se ha constatado que esta sociedad se llamaba pinao, pero los conquistadores españoles cambiaron su nombre debido a que en las primeras entradas a su territorio se encontraban desnudos y pintados sus cuerpos con un extracto de la planta bija, por esto y por factores de lengua fue cambiada la consonancia, españolizándola”.36 La estructura social de los pijaos eran las tribus, que tenían un jefe, “escogido entre los hombres más aguerridos o entre los mohanes, sujeto a un cargo temporal”.37 Para el siglo xvi estaban divididos en dos grupos: los de la sierra y los del llano. El matrimonio se realizaba a través de pactos y era exogámico, pues los de una misma tribu se consideraban hermanos. El hombre obsequiaba a “la madre de la niña, un collar de cuentas o un taparrabo, el cual era entregado a la niña cuando tenía edad para casarse (...) La mujer se trasquilaba la cabeza dada vez que tenía que tenía un parto, el cual, entre las tribus Coyaima y Natagaima, se realizaba en los ríos”.38 Tenía viviendas dispersas,39 aunque investigaciones en cercanía de la quebrada del Doche proponen la presencia de un posible caserío indígena.40 34
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Cubillos, Julio César, “Apuntes para el estudio de la cultura pijao”, en Boletín de Arqueología, n.o 1, enero-marzo 1946. Samoral, Manuel, “Datos antropológicos sobre los pijaos”, en Revista Colombiana de Antropología, vol. xii, Bogotá, 1963, págs. 359-387. Cubillos, “Apuntes…”. Samoral, “Datos antropológicos…”. Cubillos, “Apuntes…”. Samoral, “Datos antropológicos…” págs. 359-387. Petromintal y Patiño, María Isabel, “Informe final proyecto de prospección arqueológica Bloque Huila Norte”, Bogotá, 1997.
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Historia Comprehensiva de Neiva
Sus casas variaban de tamaño y eran de planta redonda o cuadrada, con puertas a cada lado; las paredes eran de bahareque y recubiertas en la parte externa con arcilla blanca; y los techos eran de palmicha de una o dos aguas. Otras casas eran construidas en los árboles y usadas en las zonas más meridionales.41 Tal como lo demuestra la evidencia arqueológica, en la construcción de algunas casas utilizaban pequeñas elevaciones42 y terrazas artificiales cercanas principalmente a los ríos y quebradas,43 o en cuchillas para protegerse de los ataques enemigos.44 Entre los productos que cultivaban se encuentra el maíz —del cual hacían chicha— la arracacha, las turmas, las batatas, los fríjoles y el algodón, y consumían frutas como la uchuva, la piña, el aguacate, la papaya y la papayuela. Utilizaban el sistema de roza y preparaban el terreno con palos cortados con fuego o hachas de piedra enmangadas a modo de azadas. Complementaban su dieta con la pesca y la cacería menor. Recolectaban raíces, miel y cera (usada para la elaboración de adornos en oro), intercambiaban el oro que obtenían de las arenas de los ríos por productos como la sal e, igualmente, elaboraban joyas, las que comercializaban en mercados de las regiones como Aipe, Villavieja y Coyaima.45 Eran excelentes guerreros. Desde niños eran adiestrados en el uso de armas, como lanzas hechas en guadua, puntas de palma, macanas, dardos, hondas y escudos hechos de cuero, y utilizaron espías que se encargaban de conocer e informar acerca de los sistemas defensivos enemigos; estas tácticas fueron utilizadas contra los españoles. Según sus creencias, la enfermedad se originaba por el sueño de algún miembro del grupo, y los mohanes eran los encargados de curarlas a través de prácticas chamánicas, utilizando hierbas cocidas e invocando a Nanuco (ser sobrenatural). Estos indígenas eran de estatura regular y constitución física fornida. Practicaban la deformación craneana y nasal y la comprensión de brazos y piernas por medio de cuerdas; andaban desnudos y la única prenda era un gorro hecho de hojas de palma que colocaban en círculo a modo de bonete en las cabezas. También utilizaban gran cantidad de adornos de orfebrería.
El territorio de Neiva
Las mujeres usaban taparrabos y usaban mantas de algodón en las regiones templadas y frías.46 De los pijaos se ha establecido uso doméstico y funerario de la cerámica, una lisa, sin decoración y con engobe amarillo, y otra incisa, con engobe por ambas caras y con modelados de “figurinas antropomorfas y zoomorfas pintadas con diversos diseños”.47 También sobresale la decoración con presionado triangular e incisiones con líneas y puntos. La cerámica es de color café claro, engobe naranja y pintura roja y negra, a manera de bandas paralelas y angulares con condiciones oxidantes de cocción y bordes evertidos.48 Los cementerios pijaos que se han encontrado diseminados por Aipe, Villavieja, Palermo (resguardo Bache-Páez), Neiva (Campo Dina, finca La Laguna, Las Brisas) y Fortalecillas estaban ubicados cerca a los basureros y sitios de vivienda,49 algunos con visión hacia el río Magdalena.50 Los pijaos realizaban enterramientos de planta rectangular y de pozos con cámara lateral, que eran talladas en rocas formadas por arena aluvial que facilitaba la decoración estilizada de paredes, pisos y techos. Los principales motivos decorativos presentes en las paredes están representados por figuras antropomorfas (representaciones humanas en movimiento) y zoomorfas (batracios). Los pijaos acompañaban sus tumbas con ofrendas. Este ajuar estaba constituido por estatuillas antropomorfas, volantes de husos con incisiones y restos óseos de animales pequeños (aves, roedores, curíes e iguanas)51 y estaban asociados a objetos de orfebrería, como narigueras circulares, láminas de oro pectorales y depiladores, que guardan similitud con la orfebrería quimbaya.52 En el ajuar también se encontraban manos de moler,53 dientes de monos y semillas.54 Existía variedad en la forma de enterramiento por parte de los pijaos; en algunas tumbas la cámara lateral era tapada con una laja y su decoración era grabada.55 Igualmente, se han encontrado tumbas con dos agujeros 46 47 48
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Samoral, “Datos antropológicos…”. Galeano, Clara, Arqueología en el curso bajo de la Quebrada de la Tatacoa, Villavieja-Huila, Bogotá, Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales (fian), 1990. sipetrol, Chacin Regina, “Informe de monitoreo arqueológico programa sísmico de exploración, Huila Norte”, Bogotá, 1997. Samoral, “Datos antropológicos…”. petrominerales colombia ltd-geoingeniera ltda., “Plan de manejo ambiental para cinco (5) pozos de desarrollo en el área del contrato de producción incremental Neiva”, Bogotá, noviembre de 2002, pág. 3.
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55
Samoral, “Datos antropológicos…”. Cubillos, “Apuntes…”. Galeano, Arqueología en el curso bajo. Petrominerales, Bonilla, Cifuentes y Alarcón, “Construcción de 5 localidades…”. Galeano, Arqueología en el curso bajo. Petrominerales, Bonilla, Cifuentes y Alarcón, “Construcción de 5 localidades…”. Cubillos, “Apuntes…”. Cubillos, “Apuntes…”. Puerta, Mauricio y Álvaro Chaves, Introducción a la arqueología de Fortalecillas (Arqueología de Rescate), Bogotá, Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales, 1984. Puerta y Chaves, Introducción a la arqueología.
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cónicos en el techo.56 Estas tumbas “muestran el gusto artístico de estos pobladores prehispánicos y su concepción acerca del universo”.57 Por otra parte, este tipo de estructura funeraria recuerda tumbas en otras regiones del país. El techo plano presenta “similitud con tumbas de Tierradentro y el angostamiento o corredor que forma la puerta del pozo antes de abrirse a la cámara lateral; nivel más bajo en la cámara lateral son similares a Calima, Quimbaya, San Agustín, Nariño, y Santander, y el hecho de tapar la puerta de separación de cámara y pozo con una piedra plana es un rasgo conocido en San Agustín, Calima, Quimbaya y Tierradentro”.58 Como se mencionó anteriormente, los pijaos se dividían en dos grandes sectores, los del llano y los de la sierra; al parecer, en la época de la conquista española, se encontraban en conflictos internos como consecuencia de problemas religiosos.59 Algunas de las parcialidades de este grupo lo constituían los yaporages y coyaimas, que dominaban el tramo del río desde el sur del río Coello hasta el río Neiva. Con respecto a la relación de este grupo con los indígenas del sur, específicamente con los agustinianos, Héctor Llanos60 plantea que entre el año 50 a. C y el 550 d. C. disminuyó la temperatura y la humedad en el Alto Magdalena, favoreciendo la ocupación humana. Así, los indígenas agustinianos ocuparon regiones en el piso térmico templado, “donde construyeron sus centros funerarios monumentales, en un periodo de esplendor cultural”. Paralelamente, la asociación de grupos cerámicos excavados en Aipe permite sugerir el “contacto entre los diversos grupos que dominaban tramos del valle del Magdalena, así como del intercambio de piezas cerámicas con características rituales, que se han excavado en varias tumbas del área agustiniana por Luis Duque y Julio Cubillos y que son frecuentes en el plan del Tolima”.61 Esto permite sugerir la movilidad de grupos del piso térmico templado al piso cálido del valle del Magdalena. 56
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61
Ecopetrol y Yuri Romero, “Programa de arqueología preventiva y plan de manejo arqueológico para el plan de manejo ambiental integral del Campo Tello, Departamento del Huila”, Bogotá, 2010 págs. 8 y 9. Petrominerales, Bonilla, Cifuentes y Alarcón, “Construcción de 5 localidades…”. Puerta y Chaves, Introducción a la arqueología. Samoral, “Datos antropológicos…”. Llanos Vargas Héctor, Proceso histórico prehispánico de San Agustín en el Valle de Laboyos (Pitalito-Huila), Bogotá, Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales, 1990, págs. 46-48. Cifuentes, Arturo, Registro de un yacimiento arqueológico en el Municipio de Aipe, Huila, Bogotá, Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales (fian), 2000, 1997.
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Estos sitios arqueológicos, identificados en el municipio de Aipe, plantean interrogantes sobre las ocupaciones agustinianas de los periodos Clásico Regional y Tardío en el valle del Magdalena. Aparentemente, los agustinianos colonizaron el piso cálido del valle y sectores de importancia comercial o de explotación de minas de oro y cobre.62 El periodo de confrontación y contacto entre indígenas y españoles En la época de la guerra de conquista de América, Europa vivía una época de crecimiento económico, expansión demográfica y urbana, enriquecimiento y auge comercial.63 Pero su desarrollo cultural y religioso aún seguía insertó en la Edad Media; seguían latentes en el corazón de los españoles sus prejuicios y su desesperación por visibilizar para luego castigar, redimir y cristianizar a los herejes y barbaros; prueba de ello son las crónicas elaboradas por los monjes mendicantes, quienes recorrieron gran parte de nuestro territorio en su misión de servir a la Corona. Las órdenes mendicantes nacieron en el siglo xiii, dentro del espíritu de transformación de los centros urbanos. Su proceso de formación está relacionado con los cambios que se adelantaban en el interior de la cristiandad latina desde el siglo xi, cuyo resultado fue una intensa agitación espiritual que gestó la idea de pobreza como fuente de espiritualidad y retorno a las fuentes de la cristiandad (...) esta situación reflejaba la actitud de la Iglesia que, frente a los cambios económicos y sociales de los siglos xi al xiii, se quedó corta en proporcionar respuestas espirituales al nacimiento de la vida urbana.64
Estos monjes que acompañaban a los conquistadores crearon toda una narrativa en torno al indígena. Alimentado por su etnocentrismo, sus temores y miedos heredados de la Edad Media en torno al mal y al demonio, el cronista estereotipó al habitante de los nuevos territorios bajo los calificativos de hereje, bárbaro, ignorante, salvaje y antropófago. Bajo esta óptica los españoles empezaron la guerra de conquista del territorio 62 63
64
Petrominerales, Bonilla, Cifuentes y Alarcon, “Construcción de 5 localidades…”. López Forero, Abel Ignacio, Europa en la época del descubrimiento, Bogotá, Ariel, 1998, pág. 249. Borja Gómez, Jaime Humberto, Los indios medievales de Fray Pedro Aguado, Bogotá, ceja, 2002, pág. 15.
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de la actual Neiva. Más adelante retomaremos este tema, basta ahora con decir que los escritos de estos cronistas narran la conquista del territorio de la jurisdicción. Los huestes de los conquistadores Sebastián de Belalcázar y Gonzalo Jiménez de Quesada,65 buscando El Dorado, ingresaron al valle de Neiva. Jiménez de Quesada obtuvo información de los indios moscas, quienes le informaron que al sureste se extendía una provincia con enormes riquezas y abundante en minas —Neiva—; se rumoraba que los indios de pasca bajaban a cambiar sus productos por oro extraído de las minas de aquella región, “y Neiba declararon ser terreno/ que de prosperidad estaba lleno;/ porque verían una gran laguna/ y dentro della rico santuario,/fundada sobre mármores de oro,/ y ser inestimable la riqueza/que dentro dél estaba consagrada.”66 Igualmente, fray Pedro Simón menciona las descripciones del territorio de Neiva que se hacían a los conquistadores: Más adelante del Bogotá, hacia la parte del sur o mediodía, había un famoso valle, y bien poblado de gente, cuyo señor se llamaba Neiva, tan llena la tierra de minas y él de riquezas que tenían el oro que tan a montones como ellos lo tenían de maíz, y que sobre todo tenían una casa hecha en una laguna, fundada sobre colinas de oro en medio de un pilar muy grueso de lo mismo, que era su adoratorio o donde entraban con canoas a hacer sacrificios.67
Ante esta promesa de riqueza, los conquistadores emprendieron su recorrido hacia el valle de Neiva, pasando por Usme, donde los guías huyeron “por conocer ya las enfermedades de la tierra, como las experimentaron los nuestros, pues tres de ellos y casi todos del servicio de indios que llevaban quedaron muertos, porque sus muchas humedades causadas del río Grande de la Magdalena”.68 Encontraron las casas despobladas “por haberse pasado los moradores a la otra banda sabiendo la venida de los nuestros, donde les daba grita cada 65
66
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68
Según el historiador Reynel Salas, Gonzalo Jiménez de Quesada no alcanzó a llegar al territorio de Neiva ni del Huila, ver Salas Vargas, Reynel, “El descubrimiento del Huila o el principio de la invasión”, en Revista Huila, vol. 8, n.o 37, 1987. Castellanos, Juan de, Elegías de varones Ilustres de Indias, tomo iv, Bogotá, Editorial abc, 1955, pág. 249. Simón, Pedro Fray, Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales, tomo iii, Bogotá, Biblioteca Banco Popular, 1981, pág. 267. Simón, Noticias historiales… pág. 269.
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mañana, amenazándolos porque se habían entrado a traición a sus tierras.”69 Los indígenas, pese a su temor a la presencia de estos extranjeros, se acercaron: Mas uno dellos, mozo bien dispuesto,/Sin saber los intentos que traía,/ Vieron venir nadando por el río,/Encaminado, sin mostrar recelo,/ al lugar donde estaban alojados;/y después de tomado la ribera,/ vínose para ellos, y en llegando,/saco de su zurrón o su mochila/ catorce corazones de oro fino de veintiún quilates, que pesaron/dos mil y setecientos castellanos./ Los nuestros, aunque tristes y afligidos,/ parece que con ver aquella muestra,/Cobraron un poquito de más brío,/y con grandes regalos y caricias/ al bárbaro trataron, y le dieron/ cuchillos y tijeras y otras cosas,/y con tan pobres prendas satisfecho,/a nado se volvió por donde vino,/y al otro día volvió con otro tanto,/ que fue recompensado con cosillas/de cuentas y un bonete colorado,/ rogándole que siempre les trajese/de aquellos corazones, do los suyos/ tenían colocados sus afectos;/ pero nunca volvió, ni más lo vieron,/ aunque esperaron tres o cuatro días./Y ansí terminaron de volverse/ a gozar de terreno más sanío (…).70
Los conquistadores siguieron en sus recorridos con la esperanza de encontrar El Dorado. Se enteraron de la presencia de una casa donde se veneraba el sol y cuya columna estaba recubierta por “chagualas o láminas de oro desde el suelo hasta arriba, pero que en teniendo noticia de la venida de la gente nueva a sus tierras, desnudaron el pilar, dejándolo solo la madera, por lo que podía suceder con los huéspedes”. Ante esta situación. regresaron a la ciudad de Santafé sin mucho oro, pero con muchas enfermedades.71
Conquista del territorio y la fundación de la ciudad
Un hecho fundamental de la Conquista fue la fundación de ciudades,
dado que el europeo “frente a civilizaciones extrañas sentía la necesidad de agruparse para subordinarlas y al mismo tiempo para preservar su ser 69 70 71
Simón, Noticias historiales… pág. 269. Castellanos, Elegías de varones… pág. 250. Simón, Noticias historiales… pág. 271.
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europeo (...) Las huestes de la conquista solo alcanzan un reconocimiento político de parte de la Corona a partir de este principio identificador, el núcleo urbano”.72 Pese a que las ciudades eran destruidas, era necesario erigirlas de nuevo como acto que legitimaba la conquista de un territorio y la reducción de sus moradores. En el valle de Neiva los conquistadores sufrieron repetidos embates por parte de los indígenas, con la evidente destrucción de la ciudad en dos ocasiones. En 1539, el capitán Juan Cabrera fundó la ciudad en el sitio Las Tapias, cerca a Campoalegre, la cual fue destruida en 1550 por los indios tamas y trasladada al sitio que hoy conocemos como Villavieja, la cual fue de nuevo atacada y destruida en 1569 por los indios pijaos. En 1612, Diego de Ospina y Medinilla la vuelve a fundar en el lugar actual.73 La encomienda Juan Solorzano, jurista indiano del siglo xvi, señalaba que la encomienda era “un derecho concedido a merced y voluntad del rey a personas meritorias en las Indias para usufructuar los tributos de los indios que les fueron asignados con el encargo de ocuparse del bienestar material y espiritual de dichos indios”.74 Las encomiendas se habían institucionalizado en España antes del descubrimiento de América, y se basaban en el otorgamiento temporario a los españoles que se destacaban en las luchas contra los moros de la jurisdicción y de los derechos señoriales sobre las tierras conquistadas a los infieles.75 La encomienda en América, según las cédulas reales, era la adjudicación de un número determinado de nativos a los españoles que se distinguían en los servicios a la Corona, principalmente en campañas de conquista, con el derecho de exigirles las demoras (tributo) o trabajo a cambio de estas; los encomenderos se obligaban a impartir doctrina en la fe católica y a no 72
73
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Mörner, Magnus, en Colmenares, German, Historia económica y social de Colombia, 1537-1719, Cali, Universidad del Valle, 1973, pág. 1. García Borrero, Joaquín, Neiva en el siglo xvii, Neiva, Empresa de publicaciones del Huila, 1983, págs. xi - xv. Gómez García, Víctor Aurelio, “La encomienda en el Nuevo Reino de Granada, siglos xvi a xix”, Bogotá, Universidad de los Andes, Tesis Departamento de Historia, 1989, pág. 2. Gómez, Ramón, “Etnocidio de los tamas”, en Revista Maguaré, vol. ii, n.o 2, 1983-1984, pág. 126.
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emplear a los indígenas en servicios personales. Aunque la encomienda no otorgaba derechos sobre las tierras ocupadas por los naturales, en la práctica encontramos en el Alto Magdalena que varias cédulas de encomiendas daban derechos sobre las tierras de los encomendados.76 Un grupo de familias indígenas con sus caciques quedaba sometida a la autoridad de un español encomendero, el cual se obligaba jurídicamente a proteger a los indios, a adoctrinarlos y a cuidar de su “pasto espiritual” con los auxilios de un cura doctrinero. Igualmente “adquiría el derecho a beneficiarse con los servicios personales de los indios para las distintas necesidades del trabajo y a exigir de los mismos el pago de diversas prestaciones económicas”.77 A comienzos del siglo xvii, los indios encomendados estaban en la obligación de pagar seis patacones, “la mitad por San Juan en junio y la otra mitad por navidad de cada un año”.78 Este territorio —morada de indios aguerridos y difíciles de conquistar— no debió resultar muy llamativo para los españoles. En 1560 Neiva79 contaba con 14 vecinos “encomenderos, muy pobres, quienes habitaban casas de paja; los indios encomendados a dichos vecinos eran pocos, de mala servidumbre e iban en disminución”.80 De acuerdo a la Relación anónima, “no los tasó el licenciado Tomás López en forma más que dexarles una moderación por ver que los españoles estaban en gran necesidad y los yndios ser tan pocos y al respecto de los que se ha visto los años atrás, con el trabajo que tienen se acabarán. No ay señores es todo behetría”.81
76 77 78 79
80
81
Gómez, “Etnocidio de los tamas” pág. 126. Ots Capdequi, José María en Gómez García, “La encomienda en el Nuevo…” pág. 2. Archivo General de Indias (agi), Sevilla, Santafé, 169, n.o 10. Esta fecha corresponde a la segunda fundación de la ciudad de Neiva, la cual estaba localizada donde actualmente es Villavieja. Tovar Zambrano, Bernardo, “Conquista española y resistencia indígena”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996, pág. 227. Tovar Pinzón, Hermes, No hay caciques ni señores, Barcelona, Sendai Editores, 1988, pág. 44.
40
Historia Comprehensiva de Neiva Tabla 1 Encomenderos de la ciudad de Neiva en 1560 Vecinos
Pueblos de indios
No. de indios
Indios de minas 20
Poblador
Luys de Sardela (soltero)
Palma Guatue
200 30
Poblador
Juan de Escobar (casado)
La Culata
200
15
Poblador
Diego de Useta (soltero)
Xumay La Lomilla
150 50
15
Poblador
Francisco Bermúdez
Xumay
50
10
Poblador
Francisco Hernández Calderón (Soltero)
Estingua Yaporox
40 15
10
Poblador
Juan Gómez (casado)
Tumbenaza
150
15
Poblador
Pedro de Molina (casado)
Maquenzo
100
12
Poblador
Juan Muñoz (casado)
Tomague
250
20
Juan de Acuña (soltero)
Poblador
Antón Vásquez
Quecho Paco Teso Yaxe Tunxa
70 70 40 30 80
15
Poblador
Poblador
Francisco Nuñez (soltero)
Pasaseta
90
12
Poblador
Gerónimo de Silva (casado)
Tesa Panaguero Gasope Ticonba Mencayoche Guahondi Pata
200 50 200 30 50 150 60
20
Conquistador Luys Narváes (soltero) y Poblador
Rodrigo Alonso Total
14
Lipapa Panche 26
100 25 2.480
15
30
30
239
Fuente: Tovar Pinzon, Hermes, No hay caciques ni señores, Barcelona, Sendai Editores, 1988, pág. 44.
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La tabla 1 permite apreciar la distribución de la población indígena que estaba reducida y repartida en encomiendas a cargo de españoles. Tal y como se quejaban los españoles, la guerra de los indígenas de esta región con los españoles no debió favorecer la formación de encomiendas. Por otra parte, la influencia de las autoridades coloniales que despachaban desde Santafé sobre regiones como la provincia de Neiva era lejana y más bien esporádica. Esta situación se evidenciaba, por ejemplo, en la vigilancia y control de la encomienda, institución que fue pilar fundamental en el propósito colonizador de los españoles; sin embargo, el desconocimiento por parte de la Corona del número de indígenas encomendados era evidente. En julio de 1634, en la ciudad de la Concepción de Neiva, Antonio Rodríguez de San Isidro Manrique, del Concejo de su Majestad y de la Audiencia Real de la Ciudad de Quito —y quien portaba Cédula del 13 de septiembre de 1631 como visitador de la Real Audiencia— manifestó ante el escribano público Martín de Orozco que “para que averiguase que personas son las que poseen las dichas encomiendas con cualquiera de los dichos defectos; previa averiguación se ordenó su citación para que concurrieran dentro del término de 30 días, después de este aviso, con las Encomiendas de Indios con los defectos susodichos.”82 La encomienda sufría las consecuencias de un proceso de conquista avasallador, pues la población indígena estaba muy diezmada. Sumado a esto, muchos de los indígenas se convirtieron en peones en las haciendas. Los documentos históricos muestran la necesidad de las autoridades españolas de controlar no solo a los indígenas sino también a los encomenderos. Algunos hacendados aprovechaban las encomiendas que tenían a su cargo para surtir de mano de obra de las haciendas. El protector de indios, Bernardo de Herrera Calderón, se quejaba del encomendero Andrés Palomino al percatarse de que los indios habían estado en concierto en sus haciendas y de que se había “servido de indios teniéndolos fuera de su natural. Los unos dos o hasta mas que dice ser de su encomienda sin manifestar la cédula y todos sin conciertos auténticos por donde constase el ajustamiento del tiempo que sirvieron y pagas que se les hizo si en dinero o en géneros, todo en contravención de cédulas y ordenanzas y sin proveer la forma que han tenido de doctrina siendo número considerable”.83 82
83
Archivo Histórico del Huila (ahh), Neiva, Richmond, Notaria Primera de Neiva, vol. vii, tomo i, pág. 68. El ahh se encuentra en la Academia Huilense de Historia. ahh, Neiva, Richmond, Notaria Primera de Neiva, vol. vii, tomo i, pág. 68.
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Aunque en el papel estaba prohibida esta práctica por la ley, la realidad en la jurisdicción y en la provincia era otra. El capitán y sargento mayor Juan Palomino respondía que: “que en esta tierra solo a avido costumbre de poner por minoría en los libres (indescifrable) de quenta a los que sirven y no por concierto de corejidor (sic) o protector porque lo uno y lo otro falta las mas veces”.84 La cotidianidad mostraba procesos complejos y dinámicas culturales y raciales que configuraron las raíces del ser del actual huilense. Uno de estos procesos fue el mestizaje, que se dio no solo entre españoles e indígenas sino entre estos dos grupos con los africanos y sus descendientes, los que habían llegaron en calidad de esclavizados. De hecho, los indígenas no pertenecían a un solo grupo étnico; tal como se podrá apreciar a continuación, el mestizaje involucró una gran posibilidad de uniones entre diferentes etnias indígenas, quizás como consecuencia de la movilidad de algunas de estas poblaciones. En la visita de 1653 realizada por el gobernador Diego de Ospina Maldonado a los hatos y aposentos de Andrés Palomino, es posible apreciar la diversidad entre los integrantes de las diferentes sociedades indígenas que conformaban estas encomiendas: En los aposentos y hatos del señor Antonio de Sanabria, términos y jurisdicción de la Concepción del Balle de Neyva en mes se julio de 1653 años el señor don Diego de Hospina Maldonado Gobernador y capitán general de las provincias de Timana, Neiyba y Saldaña (...) continuando con la visita de su gobierno llego a estos hatos y aposentos donde pareció el capitán y sargento mayor don Juan Palomino representando la persona del capitán Andrés Palomino su padre ausente en la ciudad de Popayan. Por aversele apercibido pareciose a ser citado con toda la gente de servicio que tiene en las haciendas de dicho su padre (...) se le mando no oculte ninguno de los indios, indias, chinas, muchachos, servía a los conciertos (...) y libros por donde conste de las pagas. Y asimismo declare que otros indios y demás han servido antes de ahora en dichas haciendas. -Sebastián indio de cuarenta años natural de la ciudad de Ybague perteneciente al pueblo de Venadillo y leal criado en este gobierno y que ha pagado requinto a su magestad= Francisca, mujer del dicho = un hijo llamado Domingo de siete años= 84
ahh, Neiva, Richmond, Notaria Primera de Neiva, vol. vii, tomo i, pág. 68.
El territorio de Neiva Felipe de hedad de veinte años y que se a criado en este gobierno desde niño y que no conodo (sic) encomendero porque su madre fue de Quito, Lusaria su mujer de la gobernación de Cali y que solo paga requinto a su magestad Juan indio natural de Cartago de quarenta años= su mujer Dominga natural de Ybague que no saben dar razón de encomenderos por aver asistido mucho en este gobierno y pagan requinto el dicho. Tienen una hija llamada Francisca. Fermin de Escobar mestizo concertado Matías mestizo concertado y esta casado con una yndia llamada Paula, criolla de Santafé. Poryalo demás de sesenta años de nación tama encomendado en el dicho capitán Andrés de Palomino, Juana su mujer del Caguán y de dicha encomendada, tienes tres hija llamadas Catalina, María y Ana y un hijo Ponjalo de hedad de veinticinco años. Lazaro de nación tama de cinquenta años al parecer de la dicha encomienda Elena tama también de dicha encomienda, sus hijos Ygnacio de diez y ocho años, Lazaro de diez y seis años y Francisca su hija (este último nombre tachado) Miguel de hedad de veinte y seis años de la dicha (indescifrable) (indescifrable) de veinte ocho años de la dicha encomienda, Elena su mujer de la dicha encomienda, su hijo Luis de quatro años Felipe tonto de dicha encomienda Declaro el dicho don Juan Palomino haber quedado en Yaguará una india llamada Francisca que esta enferma tiene una hija llamada Secilia Ysabel tama de la dicha encomienda que quedo guardando la casa= tiene una hija Petrona que esta en días de parir por cuya causa no se trajo Y que otro yndio Thomas esta agregado en la dicha casa y es de nación de los pijaos ya más de treinta años asiste en esta jurisdicción y terna (sic) de hedad mas de sesenta años y es casado con una india de la dicha encomienda y tiene cinco hijos y tres hijas, Pedro de catorce años, Thomas de doce, Diego de tres, Andrés de quince, Felipe de siete, María, Petrona y Pascuala. Rodrigo de Quito de veintiquatro años casado con Maria hija del dicho Thomas ya cinco años que asiste en esta jurisdicción Y que en el dicho Yaguará y la Herradura tienen tres esclavas que les sirven
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Historia Comprehensiva de Neiva Francisca mujer de Gonzalo y es natural de la Villa de Timaná de la encomienda de don Agustín de Venalcazar. Con lo qual se acabo de hacer la dicha descripción y manifestó el dicho don Juan Palomino El libro de quentas por donde constaron los conciertos y pagas= y que a otros indios concertados que a avido antes de ahora en dichas haciendas se les ha pagado su trabajo sin quedarles a deber nada= y a los que estaban presentes se les dio a entender el efecto desta visita y que hera para saber como han sido trados (sic) y si an tenido doctrina o si los han hecho trabajar los días festivos y si se les ha pagado o no su trabajo y servicio personal y si se les debe algo o que hayan recibido agravios de otras personas lo declaren para que sean satisfechos sin tener temor que dicho señor gobernador les guardara su justa= y rason no tener que pedir (...) en rrason de agravios ni malos tratamientos y que han sido pagados de trabajo y bien tratados y se les a dado lo necesario . Con que se acavo esta diligencia y dicho señor gobernador lo firmo.85
Esta visita permite apreciar la movilidad de los indígenas, cuyo corolario fue la cimentación de sociedades mestizas, junto con españoles, africanos y sus descendientes. A la vez, se vislumbraron las dinámicas socioculturales que se daban dentro de la sociedad; por ejemplo, en 1629 los tamas, que vivían en encomiendas con diferentes grupos culturales como otongos y suazas en Timaná, conocían “diferentes lenguas (...) y que algunos saben la lengua española (...) siembran maíz, yucas, patatas (...) y tienen algunos platanares”.86 Por otra parte, las encomiendas estaban conformadas por grupos de indígenas que habían sido reducidos y doblegados, incluso algunos de sus miembros eran indígenas rebeldes que defendieron sus sociedades y territorio ante el sometimiento español. En la encomienda de Florencio Rojas de Timaná se mencionaba la presencia de “ocho o diez indios de nación tamas infieles con su familias que reducistes y sacaste de paz de las dichas provincias de los llanos a vuestra costa y los tenéis poblados”.87 Las encomiendas en la jurisdicción fueron entregadas por el fundador de la ciudad y sus descendientes, las cuales debían cumplir un trámite ante el rey y el Consejo de Indias para ser confirmadas. Florencio Rojas, 85
86 87
Archivo General de la Nación (agn), Bogotá, Sección Colonia, Fondo Visitas-Tolima, ff. 997v a 1003r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Visitas-Tolima, ff. 807-823. agi, Sevilla, Santafé, 169, n.o 10.
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encomendero de Timaná, buscando su confirmación, deja constancia de que recibió la encomienda del capitán Diego de Ospina, quien le “encomendó los indios llamados Oteguasas, Yaguaes y tamas en términos de la dicha villa, con cargo que dentro de quatro años trajese confirmación de la dicha encomienda de vuestra Real Persona y Real Consejo de Indias”.88 Las encomiendas fueron asignadas a los soldados y a los hijos de estos que hubieran combatido durante la Conquista en contra de los indígenas. Florencio Rojas defendió el derecho de confirmación de encomienda, argumentando las luchas de sus ancestros en contra de los indígenas. Así, en los documentos presentados se vislumbra como su: (…) abuelo paterno sirvió en la dicha gobernación de Popayán en la conquista y pacificación de ella a su costa y por (indescifrable) el dicho Florencio de Rojas estáis casado legítimamente con doña María de Losada hija legitima del capitán Miguel de Losada vecino de la dicha villa de Timaná que también sirvió en la pacificación de los (...) indios pijaos (...) de los dichos vuestro padre y abuelo continuando los dichos servicios os habéis ocupado en ellos desde vuestra edad así en la guerra contra los dichos pijaos como en la milicia de los llanos y en otra facciones siendo soldado y como capitán y caudillo.89
La encomienda era entregada al encomendero mediante un ritual: “en veinte y tres días del mes de julio de dicho año de seiscientos y veinte seis años (...) junto dos indios llamados don Pedro Pasqual Cacique principal de los Oteguasas y Pedro Peteguara (...) los tomo de la mano y se los entrego al dicho capitán Florencio de Rojas”.90
Pueblos indígenas en la Colonia
En los albores del siglo xvi, las autoridades españolas iniciaron una campaña
de reducción y pacificación de los indios rebeldes, como consecuencia de la destrucción a la que estaban siendo sometidas las ciudades y villas fundadas por los españoles en este territorio y del temor que despertaban los ataques a los comerciantes que transitaban por los caminos que de Santafé conducían 88 89 90
agi, Sevilla, Santafé, 169, n.o 10. agi, Sevilla, Santafé, 169, n.o 10. agi, Sevilla, Santafé, 169, n.o 10.
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a Popayán y Quito. Además, las políticas con respecto a las nuevas tierras estaban cambiando, y para los colonizadores no era suficiente: (…) ubicar y dominar puntos geográficos estratégicos (...) en el siglo xvii la pretensión no consistía en hacer la guerra para hacerse el control de un continente que había sido donado por el Papa, se trataba de desarrollar la autoridad que ya nadie cuestionaba, y cuyo origen no radicaba tanto en las bulas papales y en los tratados internacionales, como en la dominación a la que había sometido a los habitantes. En términos de ley, no eran tiempos destinados a arrebatar un territorio sino a generalizar la aplicación de unas normas (…) que una minoría nacida en España o en América, descendiente de españoles, consideraba y aceptaba como correctas, dignas, modernas y humanas.91
Dentro de este nuevo contexto surgen personajes como Diego de Ospina y Medinilla, a quien las autoridades coloniales recurren para reducir y pacificar a los pijaos, natagaimas y coyaimas. La principal motivación del capitán Diego de Ospina y Medinilla no era servir al rey sino no la obtención de beneficio económico. Así, para el capitán Ospina la victoria sobre estos grupos de indígenas significaría “tanto la explotación normal de las minas como la ampliación hacia el sur de los dominios que ya poseía en Purificación. Del mismo modo, le reportaría el ejercicio de una gobernación que se prolongaría, con las tierras de los indios asignados, hasta por dos generaciones”.92 Con el triunfo sobre los indígenas, Diego de Ospina recibió “el encargo de consolidar la conquista del territorio que hoy conforma el departamento del Huila, a través de la reducción de los indígenas pijaos, tamas y paeces principalmente”.93 Los tamas La información sobre los tamas en el actual territorio de la jurisdicción de Neiva se remonta a la época de la Conquista, ya que fueron traídos del Caquetá al Huila por encomenderos.94 Julio Londoño, en su Diccionario Geográfico-histórico afirma que, a finales del siglo xvi, con el proceso de 91 92 93 94
Salas Vargas, “El descubrimiento…” pág. 40. Salas Vargas, “El descubrimiento…” pág. 41. Salas Vargas, “El descubrimiento…” pág. 41. Tovar Zambrano, “Conquista española…”.
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Conquista los españoles incursionan en el piedemonte de la Cordillera Oriental y en la selva tropical, y que para hacerse al control de esta región se fundó el pueblo del Espíritu Santo del Caguán, cerca de la confluencia de los ríos Caguán y Guayas en el Caquetá. Como consecuencia de los malos tratos y de la violencia por parte de los españoles, un grupo de “indígenas que reducidos allí huyeron hacia la región Tama, cerca de Neiva, y establecieron en ese lugar un pueblo al cual dieron también el nombre del Caguán”,95 y a Otaz (hoy Campoalegre). La población indígena del Espíritu Santo del Caguán fue dominada y repartida en encomienda a los españoles que venían con Juan Caro Velásquez, quien los explotó. Bajo su mando, muchos indios murieron o abandonaron su tierra, entre los que estaban los tamas encomendados.96 Las encomiendas del Caguán [Entiéndase Espíritu Santo del Caguán] a finales del siglo xvi, no se enmarcaban dentro de las leyes de la Corona y del Consejo de Indias, ya que solo eran un pretexto formal para instaurar la práctica esclavista y etnocida más cruel de que se tenga noticia. El mismo gobernador Caro Velásquez, inició la trata despiadada de piezas indígenas que eran llevadas a las regiones auríferas de Natagaima y Mariquita, sin importar edad ni sexo, hasta provocar el aniquilamiento casi total de la citada población del Caguán. Muchos indígenas huyeron hacia el Valle del Río Magdalena, donde fueron encomendados a nuevos amos.97
El empleo de los indígenas en las minas les negó la vida comunitaria y los llevó a la muerte prematura, como consecuencia de los trabajos pesados, los malos tratos por parte de capataces y las enfermedades como la viruela y el sarampión. Frente a esta situación, muchos tamas escaparon hacia el valle del Magdalena y otros lo hicieron hacia la selva. Como consecuencia de este acto de violencia en contra de los indígenas del Espíritu Santo del Caguán, se fundó con yamas e indígenas provenientes de otras etnias, en cercanías de Neiva, la población del Caguán.98 95
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Londoño, Julio en Tovar González, Mauricio, Fuentes documentales para la historia indígena de Colombia, 1541-1825, tomo 8, Bogotá, Colcultura / Universidad Nacional de Colombia, 1988. Gómez, “Etnocidio de los tamas” pág. 125. Gómez, “Etnocidio de los tamas” pág. 125; agn, Bogotá, S. Colonia, F. Encomiendas, tomo 25, f. 218v. Gómez, “Etnocidio de los tamas” pág. 12.
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Las autoridades de la jurisdicción de Neiva no fueron ajenas a la situación. Así, en 1677 el alcalde ordinario de Neiva remitió un oficio a la Real Audiencia informando sobre la situación: “digo que don Juan Tama, cacique y don Jacinto Pilo, cacique, también, que salieron del Caguán huyendo de los daños y vejaciones que les hacía el dicho procurador Juan Caro Velásquez, y pidieron poblarsen en esta jurisdicción de Neiba”.99 Juan Bautista de la Torre presentó como testigos a Leonardo Valenzuela y al sargento Juan Gutiérrez de Guevara, quienes dan cuenta de cómo el procurador de Juan Caro utilizó a los indígenas tamas para pagar su deudas y cómo hizo un envío desde la ciudad del Caguán “de veinte y quatro piezas chinas y muchachos a la ciudad de Mariquita. Y aora supo cómo a quatro de este dicho mes de julio despachó otra cantidad de piezas, con sus criados, a la dicha ciudad de Mariquita, bajando dicho procurador, don Juan Caro, con ellas hasta el pueblo de Natagaima, de donde se volvió a esta ciudad a ejecutar los despachos que traía con élla”.100 En dos años mandó “hasta setenta piezas thamas, chinas y muchachos, con un mayordomo suyo llamado Gregorio de la Roza y con otros mozos criados del dicho procurador, y que según ha oído decir los enviaba a diferentes personas, vecinos de la ciudad de Mariquita”. Estos testigos contaron cómo los indígenas tamas —incluso los caciques— se habían ido de la provincia, “aburridos de las vejaciones que les hacía el dicho procurador obligándolos a que le sirviesen a esta provincia de Neiba y otras partes sin que se les pagase el trabajo. Y que generalmente ha oído decirse quexar todos los vecinos e yndios de la provincia del Caguán, de el mal trato que hace el dicho procurador a todos”.101 Juan Tama y Jacinto Pilo manifestaron que Juan Caro había utilizado a los indígenas tamas para hacer “despachos, assi a la ciudad de Neiba como a la Villa de Timaná, a que le trajesen sal, carne, viscocho y otras cosas cargadas a sus cuestas como si fueran bestias”,102 y así pidieron amparo en la ciudad de Neiva. El procurador Caro argumentaba sus acciones ante los demás, alegando que tenía comisión y orden “para sacar la gente que quisiera y poblarla en la ciudad de Mariquita o donde quisiere, y esto, quitando la mas de ella a sus dueños, contra su voluntad, amenazándolos y aterrorizándolos, y a otras personas adulándolas con ofrecimientos, hasta conseguir de ellas lo que pretendía”.103 Así, muchos indígenas tamas llegaron por cuenta de las deudas y deshonestidad del procurador a la jurisdicción de Neiva. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e Indios, t. 47, ff. 480r a 516rv. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e Indios, t. 47, ff. 480r a 516rv. 101 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e Indios, t. 47, ff. 480r a 516rv. 102 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e Indios, t. 47, ff. 480r a 516rv. 103 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e Indios, t. 47, ff. 480r a 516rv.
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Desde muy temprano se tenían noticias de esta sociedad indígena en la provincia. En 1526 los tamas vivían en encomiendas con diferentes grupos culturales como otongos y suazas en Timaná.104 En 1629, en Timaná habían indios naturales de Popayán, como los tamas,105 y en ese mismo año algunos indios tamas habían huido de la encomienda de Andrés Palomino.106 Las autoridades coloniales, al enterarse de la situación de los tamas en el Espíritu Santo del Caguán y su traslado a las cercanías de Neiva, tomaron decisiones sobre su residencia. Dionisio Pérez Manrique, caballero del orden de Santiago, presidente gobernador y capitán del Nuevo Reino de Granada, ordenó y declaró: que los indios tamas que hubieren estado, o estuvieren diez años en cualquier parte de la jurisdicción del gobierno de Neiva, los puede y los debe encomendar el gobernador de ella como se ha representado por su parte y lo pide el señor fiscal siendo de la calidad propuesta poblarlos y señalarles doctrina y resguardos conforme dice el señor fiscal, con que las encomiendas no se puedan hacer con menos número que de cuatro familias.
Igualmente señaló que, junto con los tamas, se encomendase a: “los indios de las otras naciones que asistían en el dicho su gobierno, pues con ello se facilitaba la condición puesta de que las encomiendas no pudiesen ser de menos de cinco indios útiles (...) se entiende también con los otros de otras naciones que haya más de diez años que residen en el valle de Neiva, de todas y cualquier partes que sean, con que no se comprenda indios de las provincias de Santafé y Tunja, Musso y Palma y Panches”.107
Frente a la situación de movilidad de varios pueblos indígenas, pertenecientes a otras jurisdicciones dentro de la provincia y de la ciudad de Neiva, se emitió en enero de 1660 la Real Provisión por parte del gobernador Diego de Ospina Maldonado para la formación de encomiendas de indios tamas en los pueblos de Iquira y Nátaga. En una visita realizada en 1655 por el gobernador, se constató que en la ciudad de la Concepción del Valle
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Visitas-Tolima, ff. 807-823. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Visitas-Tolima, ff. 930-942. 106 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Visitas-Tolima, ff. 824 a 833. 107 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Visitas-Tolima, ff. 824 a 833. 104 105
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de Neiva y en otros lugares de la provincia se encontraban: “considerable número de indios de diferentes partes y naciones difíciles e imposibles de reducir a mi obediencia, y entre ellos algunos de las provincias de los llanos, y en consideración de que acudían al servicio de criadores de ganado vacuno de que se mantenían las ciudades del Nuevo Reino de Granada y que sin dichos indios no se conseguía”.108 Ordenó que se encomendaran en San Francisco de Iquira y Santiago de Nátaga y que “hiciesen sus casas y vivieran con policía española y solo sirviesen a las personas a quien se inclinasen pagándoles su trabajo y haciéndoles buen tratamiento, porque como gente nuevamente convertida y suelta, no se retirasen a su infidelidad ó a diferentes partes”.109 Para el gobernador tanto los indios tamas como los de otras naciones debían estar bajo la autoridad de un encomendero, pues al parecer vivían trabajando en diferentes partes (haciendas) y no tenían casa fija. Es por esto que se quejaba de que los tamas, “al no tener casa conocida y labranza propia, andan vagando y como no han derecho legítimo de reducirlos, se pierden y el indio que ha diez años que está en una parte y no ha habido quien repita que le pertenece”.110 Asimismo, ordenó que las encomiendas sean al menos de 20 indios, “aunque no todos se encomienden en uno, pues bien puede haber diferentes encomenderos y que no se haga encomienda de menos de 8 familias (...) y hecha la parroquia en el commedros [sic] y que dichos indios se tasen y demoren con comodidad y se les señalen resguardos competentes según la calidad de las tierras”.111 No obstante a que algunos documentos y el registro arqueológico señalan que las poblaciones de los indígenas de este territorio estaban ubicadas en tierra fría,112 se observa también la presencia de aldeas sobre el valle de Neiva. Los integrantes del actual pueblo indígena “Tamaz Páez Dujos del Caguán”, se reconocen como descendientes de los tamas y dicen que, a pesar del avasallamiento a que fueron sometidos por parte del español, no llegaron “a desaparecer en su totalidad, pues un gran reducto se quedo en el caserío de San Andrés de los Dujos”.113
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Los indomables y aguerridos pijaos
Según Fernández de Piedrahita
y fray Pedro Simón,115 para el siglo xvi eran los pijaos quienes habitaban la zona del valle de Neiva. Por otra parte Ramírez Sendoya116 afirma que el área circundante al actual municipio de Villavieja “estaba ocupado por los dujos”, quienes al parecer eran parientes cercanos a los coyaimas, que dominaban ambas orillas del Magdalena desde Saldaña hasta Timaná.117 Los pijaos atacaban a los viajeros que transitaban los caminos reales. Esta situación generó un sentimiento de continuo temor y zozobra en cualquier viajante o comerciante que transitaba por estos caminos. Por otra parte, las autoridades españolas sintieron miedo de que un territorio tan cercano a Santafé estuviera asediado por los pijaos, pues se estaban acercando “tanto a Santafé que ya no había seguridad en las provincia de los sutagaos que esta ocho leguas al occidente, y sin esto, con una continua guerra y asistencia tenían cercados los caminos reales de Timaná y Quindío, por donde es el trato y comercio de este Reino con el de las provincias de Perú, de manera que sin grandes escoltas no se podía trajinar”.118 En términos etnohistóricos, las crónicas de la tercera década del siglo xvii de fray Pedro Simón sugieren la presencia de parcialidades de los indígenas pijaos en el valle medio alto del río Magdalena. Entre tanto, Juan Rodríguez Freile indicaba en el siglo xvi que los indígenas duhos y bahadúos habitaban el norte del valle de Neiva y eran enemigos de los pijaos. “De esta parte del río Grande y por encima del valle de Neiva hacia este Reino, corre otra cordillera. En ella residen los duhos y los bahadúos, que estas naciones eran la carne de monte de los pijaos, que salían a la caza de ellos, como acá se sale a la caza de los venados”.119 En el siglo xvi las actuales poblaciones de Aipe y Neiva fueron pobladas por aipes y yaporages, segmentos pijaos del Llano y por los duhos.120 Desde los inicios de la Conquista, los indígenas pijaos, junto con paeces 114
Fernández de Piedrahita, Lucas, Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada, Bogotá, Ediciones de la Revista Jiménez de Quesada, 1973. 115 Simón, Noticias historiales. 116 Ramírez Sendoya, Pedro José, Diccionario Indio del Gran Tolima, Bogotá, Edición Minerva Limitada, 1952. 117 Galeano, Arqueología en el curso bajo… pág. 2. 118 Simón, Noticias historiales… pág. 593. 119 Rodríguez Freile, Juan, El Carnero, Bogotá, Villegas, 1988, pág. 304. 120 Petrominerales, Bonilla, Cifuentes y Alarcon, “Construcción de 5 localidades…”. 114
ahh, Neiva, Richmond, Notaria Primera de Neiva, vol. viii, tomo i, pág. 11. 109 ahh, Neiva, Richmond, Notaria Primera de Neiva, vol. viii, tomo i, pág. 11. 110 ahh, Neiva, Richmond, Notaria Primera de Neiva, vol. viii, tomo i, pág. 11. 111 ahh, Neiva, Richmond, Notaria Primera de Neiva, vol. viii, tomo i, pág. 11. 112 “López De Velasco, Juan (1612-1630)”, en Neiva, parte iii, Universidad Nacional de Colombia, Departamento de Planificación Urbana, cid. 113 “Plan de vida unificado del pueblo indígena mayor ‘tamaz-paez-dujos’ del Caguán. Paniquita-La Gabriela, Rivera y Neiva”, 2006, pág. 3. 108
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y yalcones pusieron gran resistencia a la presencia de los españoles. Los ataques a los forasteros en los caminos hicieron que los oidores consultaran a Gonzalo Jiménez de Quesada y a otros españoles (Céspedes, Ribera y El Zorro), quienes eran “prácticos en cosas de la guerra, para que, mediante su parecer, ellos proveyesen lo que conviniese”.121 Acordaron entonces que los pijaos debían ser castigados y “domados”, para lo que encargaron a Domingo Lozada, a quien consideraban con la suficiente experiencia para esta tarea. Según Aguado, con: (…) deseo de y ambición de cobrar nombre y título de capitán y fundador y poblador de nuevas colonias; porque en la comisión y conducta que le daban, demás de lo que había que hacer tocante al castigo, le daban licencia que hallando tierra y naturales para ello poblase un pueblo o dos en nombre del rey (...) Domingo Lozada aceptó la conducta que deseaba, y fingiendo que con celo de servir al rey más que por otra ninguna causa quería hacer lo que se le encargaba y mandaba, recibió las provisiones reales que para ello se le dieron, y rindiendo las gracias a los oidores, comenzó luego a prevenir las cosas necesarias a su jornada, para con brevedad efectuarla.122
Domingo Lozada preparó su viaje y para ello recogió gente de otros pueblos y “otras cosas necesarias a su jornada, como eran municiones de pólvora y plomo, arcabuces y otras armas, y así juntó hasta sesenta soldados”.123 En el recorrido tomaron el maíz y la comida, y prendieron fuego a los bohíos y a lo que dentro de ellos había; cuando llegaron “dieron en ciertas poblazones de indios pexaos que confinan con los paeces (...) fueron a salir a lo alto del valle de Neiva (...) a quienes principalmente iban a castigar, que eran estos comarcanos a la Villa de Neiva”.124 Entre las tribus pijaos estaba la de organos (hoy actual jurisdicción de San Luis-Neiva): el conquistador Juan de Olmo se dirigió a estos parajes. Sin embargo, la tarea fue difícil al ser una zona inaccesible, “era tan áspera la bajada y subida de esta cordillera donde los españoles estaban alojados, que los antiguos descubridores nunca jamás pudieron
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subir ni bajar caballos por ella, y por su agreza y compostura de peñascos era llamado este lugar los “Organos de Neiva”.125 Juan de Olmo salió con cuarenta hombres “a correr la tierra, que era poblada de indios pexaos”, pasaron a Carnicerías y luego al llano del valle de Neiva “caminaron por la falda de la propia sierra y cordillera, castigando y haciendo el daño que podían a la gente pexaos que por allí hallaban poblados (...) conveniente para poder ser socorridos de gente y bastimentos de los pueblos de Timaná, Neiva y pueblo de la Plata”.126 Allí había algunos soldados y vecinos que esperaban la noticia de la entrada de Domingo Lozano para seguirle e irse con él en descubrimiento de los paeces.127 Pero los pijaos no fueron fáciles de vencer; dieron gran batalla en contra de los españoles y se convirtieron en protagonistas de una guerra sangrienta que llevó a su reducción y aniquilación, la cual ha sido comentada en diversos artículos.128 En otro ataque se utilizaron dos puntos de partida: por el occidente la ciudad de Buga y por el norte la de Ibagué; en ambos participaron alrededor de 50 capitanes, 3.500 soldados e indígenas, caballos y bastimentos. Francisco Trejo los atacó en 1556, entrando por la depresión de las Hermosas, pero al ser los indios de esta localidad los más belicosos, perdió sus batallas y fue derrotado. En 1562 el capitán Domingo Lozano decidió entrar desde Ibagué y llegó a la provincia de los Amoyá, pero fue vencido. El encomendero Bernardino de Mójica Guevara realizó en 1590 la conquista de estos territorios, y en la cual gastó gran parte de su fortuna. Salió de Ibagué y se estableció en la mesa de Chaparral, y por las constantes batallas contra los pijaos se desplazó al valle de Neiva, cerca de la Quebrada Pata, desde donde regresó derrotado a su encomienda de Tunja. En el año de 1562 llegaron quejas a la Real Audiencia del Nuevo Reino de los pueblos y villas de Timaná y Neiva contra la nación de indios pijaos: que a manera de fieros animales tienen por costumbre de sustentarse de carne humana, y saliendo de sus propias casas y poblazones se meten por las de sus vecinos y comarcanos, los cuales tienen casi Aguado, Recopilación Historial pág. 497. Aguado, Recopilación Historial pág. 497. 127 Aguado, Recopilación Historial pág. 498. 128 Ver por ejemplo Clavijo Ocampo, Hernán, “Las guerras de colonización en la Provincia de Neiva durante el siglo xvii”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996; y, Zambrano, “Conquista española…”. 125 126
Aguado, Pedro Fray, Recopilación Historial, primera parte, tomo ii, Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de la República, 1957, pág. 490. 122 Aguado, Recopilación Historial pág. 490. 123 Aguado, Recopilación Historial pág. 494. 124 Aguado, Recopilación Historial pág. 495. 121
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Historia Comprehensiva de Neiva despobladas con inhumana crueldad, porque como gente ya hecha y acostumbrada a estos males, con su rústica desvergüenza han cobrado fama de valientes y son temidos de todas las otras gentes, y pocos de estos bárbaros se meten con gran audacia entre pueblos de muchos naturales y los meten y los destruyen con esa insaciable gula que de comer carne humana tienen, la cual se extiende a tanto que pasando estos crueles caribes la impetuosa corriente y hondura del río grande, con gran ligereza y presteza, en lo cual son muy prácticos, se meten por la tierra adentro a hacer cabalgadas y a saquear los pueblos, y prendiendo la gente que pueden se vuelven a pasar el río con los cautivos, sin balsa ni canoa sin otro instrumento alguno de navegación (…) llega a tanto su maldad que tienen carnicerías públicas de carne humana, donde matan y venden por piezas y postas la carne de los indios e indias que prenden y cautivan (…) Y aunque de estos pueblos se han salido a castigar y poner freno en la desvergüenza y crueldad de estos bárbaros, ningún género de azote ha sido bastante a domarlos ni apartarlos de este malvado uso, antes pasando con él adelante y tomando nuevos modos de robar se ponían en los caminos pasajeros que los españoles seguían del Nuevo Reino a la gobernación de Popayán, y allí, a manera de salteadores, mataban a los soldados españoles que podían haber, y robándoles las ropas, oro y jumentos que llevaban, se recogían con soberbia de gente victoriosa a sus casas y cumbre de la sierra. A quien más tarde le ha cabido de este daño que los pejaos han hecho, han sido a Neiva, cuyos naturales casi de todo punto han sido sepultados en los vientres de estos malvados caribes y si algunos han quedado, por redimir su vejación y vidas se han vuelto de la propia nación y seguido las costumbres y crueldades de los [pexaos] y pasádose a vivir entre ellos.129
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Lo de los pijaos encargaron a los corregidores y gobernadores de las fronteras”.130 El rey nombró como Gobernador y Capitán General del Nuevo Reino de Granada y Presidente de la Real Audiencia a Don Juan de Borja e, igualmente, expidió una Real Cédula dirigida a la reducción y pacificación de los pijaos. Entre el distrito de la provincia de Popayán de dicho Nuevo Reino hay unos indios de guerra que llaman pijaos, que de mucho tiempo a esta parte han hecho muchos daños, muertes y robos, así en las ciudades circunvecinas como en los caminos que van a la dicha provincia de Popayán y la de Quito, a los pasajeros viandantes de manera que siempre ha habido muchos peligros y malos sucesos en aquel paso, sin que se atrevan a ir allí sino es tropas de gente. Y aunque en diferentes ocasiones y tiempos diversas personas han hecho algunas entradas al castigo de estos indios con la gente que se ha podido recoger, y últimamente me escribe la dicha mi Audiencia, en carta de cuatro de junio del año pasado de seiscientos y cuatro, que dos capitanes con el mayor número de gente que pudieron juntar, entraron a la tierra adentro a talarle los sembrados y demás comidas, y que dio orden para que el gobernador de Popayán y otros pueblos de su distrito hiciesen otra entrada por su parte y por la de aquella ciudad entró el capitán Pedro de Herrera con ochenta hombres, nunca se ha hecho cosa de consideración y los daños van creciendo y las ciudades de sus fronteras y comarcas despoblándose y acabándose, y los indios tomando cada día más atrevimiento y osadía. Y porque conviene acudir al remedio de esto y al castigo y pacificación de aquellos indios, he acordado el cometéroslo y encargaros y mandaros, como lo hago, que, habiendo llegado al dicho Nuevo Reino de Granada, os intereséis e informéis muy particularmente de las personas prácticas y entendidas que él del estado de la guerra de los indios pijaos y de la orden que se podría tener para hacerla, reducirlos, pacificarlos y sujetarlos, sacándolos de las montañas donde se acogen para hacer a su salvo los dichos daños, y que por los medios que os veáis lo que fuere menester en cualquier distrito, aunque sea de la Audiencia de Quito, y gastando todo lo que para esto fuere necesario, excusando por los caminos fáciles y convenientes que pudiereis que
Para los españoles imponer un nuevo orden en estos territorios fue una tarea ardua. Ante el miedo constante a los ataques de los pijaos, la Real Audiencia ordenó que se le diera cuenta al rey “del peligro en que por la una y la otra parte se hallaba, para que en la futura provisión de presidente se líbrase el remedio de tantos daños, y juntamente con esto envió relación de las defensas y prevenciones que había parecido se debían hacer en él entre tanto se proveía de la mano poderosa del rey (...) para la seguridad de la navegación del Río Magdalena (...) 129
Aguado, Recopilación Historial pág. 489.
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Simón, Noticias historiales… pág. 595.
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no se toque en mi Real Hacienda pero tomando de ella lo que no se pudiere excusar. Y porque también me ha escrito la misma Audiencia que otros indios carares que están alzados al Río Grande de la Magdalena , inquietan e impedían aquel paso, salteando y haciendo muchas muertes y robos, os cometo asimismo la pacificación de estos indios, para que la hagan como la de los pijaos. Y de lo que en ellos se hiciere, me avisaréis y daréis cuenta particular en todas ocasiones. Fecha de veintoncilla, a veinticinco de abril de mil y seiscientos y cinco años. Yo el rey. Por mandato del rey Nuestro señor, Gabriel de Hoa.131
y participaron en ella empezaron a solicitar tierras y encomiendas como contraprestación a sus servicios. Así, en diciembre de 1607, el capitán Pedro de Velasco y Zuñiga y su hijo, el capitán Pedro de Velasco, solicitan “que se me conceda a yo y al dicho mi hijo gocemos por esclavos a los indios pijaos y sus aliados y fueren captivos por la dicha guerra en conformidad de lo que su magestad tiene hordenado y mandado cerca de esto.”136
En 1605, el presidente de la Nueva Granada, Juan de Borja, encargó al capitán Domingo de Erazo para la conquista de los pijaos, para lo que se emprendió la construcción del fuerte de San Lorenzo de Chaparral para usarlo como base para sus incursiones guerreras. En 1607, este mismo encargo se lo hizo a otros capitanes como Benito Franco, no solo para la pacificación de los pijaos sino también de los paeces. A la postre, este capitán reclamaría las tierras y los indígenas para sus encomiendas.132 Hacia el año de 1608 se terminó la conquista y los pijaos fueron vencidos, aunque no anulados por completo, pues, como se mostrará más adelante, las autoridades coloniales en el siglo xviii lidiaron con algunos reductos de indígenas que seguían en la rebeldía. Con este nuevo panorama, los grupos coyaima, natagaima, y algunos más pequeños, se fueron pacificando y “dieron obediencia al rey nuestro señor, y quedaron por pueblos, suyos, con los cual se allanaron los caminos, y se aseguró la tierra, se volvió a poblar, la villa de Neiva”.133 Estos grupos crearon nuevas alianzas, esta vez con los españoles. Durante las últimas batallas, los grupos más belicosos de las vertientes orientales de la Cordillera Central fueron exterminadas.134 Tal como plantea Reynel Salas,135 con la reducción y pacificación de los pijaos se inició la conquista del territorio y la consolidación de la hacienda. Después de la guerra contra los pijaos, los españoles que la financiaron
domino del invasor español. De hecho, estos dos grupos crearon alianzas fuertes en contra de los españoles. La villa de La Plata fue hostigada, atacada y destruida en 1577 por los indígenas páez,137 por lo que los españoles comprendieron que para conquistar y colonizar este territorio debían acabar con el ímpetu y reducir físicamente a los indígenas de la región; entre este grupo se encontraban los paeces. Aunque esta sociedad estaba asentada principalmente en lo que actualmente es el sur del Huila y el Cauca, también tenían jurisdicción en el norte del Huila:
Simón, Noticias historiales… pág. 595. agi, Sevilla, Patronato, 196, R. 27-5. 133 Rodríguez Freile, El Carnero pág. 247. 134 petrominerales colombia ltd-geoingeniera ltda., “Plan de manejo ambiental…” págs. 3-4. 135 Salas, Reynel, “El descubrimiento del Huila o el principio de la invasión”, en Revista Huila, vol. 8, n.o 37, 1987, pág. 26. 131 132
Los paeces y yanaconas
Al igual que los pijaos, los paeces defendieron su territorio contra el
(…) es cierto, en nuestro concepto, que el principal asentamiento de estos indios estaba dentro del territorio señalado anteriormente, pero eran sus parcialidades las tribus encontradas abajo del río Yaguará, en los linderos que pertenecen hoy a los municipios de Yaguará, Iquira, Retiro (hoy Teruel), Palermo (antiguamente Guagua) y Aipe, en cuyo último territorio que se extendía hasta las orillas del río Patá, moraban los indios poncos —tributarios de ellos— y donde se celebraba un interesante comercio de cambio con los muiscas.138
Los españoles fomentaron las misiones en los territorios de los indígenas, entre ellos los de los paeces, edificando iglesias con el cuidado de “don Diego de Hospina Maldonado, Gobernador de Neyva”. Estas misiones, encargadas de enseñar la doctrina cristiana y de “redimir a los bárbaros”, fueron penetrando en el espíritu indígena, “con gran aumentos de la Christiandad permanecen oy al cuidado y enseñanza de la religión agi, Sevilla, Patronato, 196, R.27-5. Charry, Gabino, Frutos de mi tierra, Neiva, Imprenta Departamental, 1922, pág. 97. 138 García Borrero, Neiva en el siglo xvii… pág. 99. 136 137
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de N.P.S Francisco”.139 Por medio de procesos de adaptación, transgresión y recombinación cultural, el indígena se fue adaptando y asumiendo nuevos elementos de la religión impuesta, elaborando y mimetizando a través del sincretismo cultural su propia religión. En este sentido, el deseo de destrucción por parte del español del “mundo sagrado indígena tuvo efectos paradójicos porque favoreció las resistencias aborígenes al trasplantar sus deidades a las nuevas deidades. Para el efecto se escondían detrás de los santos y vírgenes cristianos sus dioses y diosas de modo que podían continuar con las creencias, ahora disfrazadas”.140 Con los grupos indígenas pijaos, tamas, páez y yanaconas, la jurisdicción de Neiva vio cómo se consolidaban los resguardos en el siglo xvii. Tal era el caso del resguardo páez de San Francisco de Iquira, al cual el “Gobernador Ospina Maldonado le había enseñado terrenos a la parcialidad (...) residentes en el contorno”.141 Hacia 1678, el corregidor del Partido de los indios páez dio cuenta de los tributos de las parcialidades del Retiro, San Juan de Hobo, Nátaga, San Miguel del Paso e Iquira. Para los españoles, estas parcialidades se constituyeron en un buen negocio; por ejemplo, para Nátaga el corregidor Losada Sotelo afirmó que “para un año que va del San Juan de 1676 al San Juan de 1677, se recaudaron doscientos setenta y nueve pesos en oro de ley como tributo”.142 La catequización de los indios páez continuó a los largo del siglo xvii; en 1696 los vecinos de la ciudad de Neiva, José Perdomo de Betancurt, Jacinto del Castillo Riverol, Luis Benites, Diego Ortiz Carvajal, Juan Bautista de Salazar y Justiano Coronado, “dijeron que a pedimento del cabildo vinieron dos sacerdotes Franciscanos para catequizar los indios paezes, los cuales han fundado un hospital en esta ciudad.143 Igualmente, ya en 1666 José de Quevedo, procurador de los franciscanos, había informado “sobre las misiones de ellos entre los indios de Neiva.”144 Entre las otras naciones indígenas que mencionan los documentos se encuentran los yanaconas, quienes ingresaron a la jurisdicción de Neiva junto con los españoles. Eran indígenas de servidumbre y cultivadores desde la época del imperio Inca. Sebastián de Belalcázar y otros conquistadores García Borrero, Neiva en el siglo xvii… pág. 99. Borja Gómez, Jaime Humberto, Rostros y rastros del demonio en la Nueva Granada, Bogotá, Editorial Ariel, pág. 83. 141 García Borrero, Neiva en el siglo xvii… pág. 130. 142 García Borrero, Neiva en el siglo xvii… pág. 142. 143 ahh, Neiva, Richmond, Notaria Primera de Neiva, vol. vii, tomo i, pág. 356, 231rv a 233v. 144 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Curas-Obispos, ff. 144-146. 139 140
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los trajeron desde Perú y Ecuador.145 Tal parece que en el siglo xviii su población se consolidó en esta jurisdicción, pues es frecuente encontrar información sobre su existencia en los archivos parroquiales. Sobre las ruinas de las aldeas de los tamas en Otás, los Dujos y el Caguán, como sobre Totoyó, Guarcó y Tacayó, “los conquistadores afirmaron las encomiendas con naturales traídos del sur —los anaconas—”.146 Durante el año de 1630, los yanaconas estaban ubicados en los territorios situados entre los ríos Las Ceibas y Fortalecillas, tierras que habían sido adjudicadas por el gobernador de las provincias de Timaná, Neiva, Páez y Saldaña (don Francisco Martínez de Ospina) a Lope Salcedo Jauregui. Tiempo después, el mismo gobernador hizo título de merced y gracia a Francisco Calderón de “doce estancias, comprendida su alinderación dentro de los mismos ríos. Por esos contornos habían situado los españoles a casi la totalidad de los indios anaconas que trajeron desde la conquista del Perú y Quito.”147 Por esto es posible deducir que los yanaconas estaban hacia el siglo xvii encomendados en estas tierras a Lope Salcedo y Francisco Calderón. Los yanaconas, ante los malos tratos y castigos a que estaban siendo sometidos por parte del gobernador Marruto, solicitaron en 1696 el cambio de residencia y pidieron ser agregados al pueblo de los indios dujos, donde “tienen inmediato a dicho pueblo de los Dujos tierras propias para sus labranzas y en caso de necesitar y en caso de necesitar de otras respecto de estar bacas las de los dujos por la disminución con que se hallasen.”148 Así, los indígenas yanaconas hicieron parte de la población de la colonia en esta jurisdicción.
El indígena en el siglo xvii
Consolidada apenas en 1611 la dominación de los pijaos, Diego de Ospina y Medinilla y sus descendientes se empeñaron en una nueva entrada, que implicó la colonización del territorio y el beneficio de minas y tierras para él y sus compañeros de guerra. Sin embargo, en esta nueva incursión no recurrieron al poder bélico de las armas para alcanzar la sumisión de indígena, “sino a la fuerza de la ley que manda reducir al aborigen para Tovar González, Fuentes documentales. García Borrero, Neiva en el siglo xvii… pág. 174. 147 García Borrero, Neiva en el siglo xvii. 148 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e Indios, ff. 95-105. 145 146
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adoctrinarlo en la fe”.149 Así, mientras por orden real se ordenó la entrega de grandes extensiones de tierra (mercedes de tierra) a los capitanes y soldados que participaron en la pacificación y reducción de los pijaos, en esa misma orden se “limitan los pedazos de tierra para los nativos”.150 Con esta nueva entrada de parte de las autoridades coloniales, se inició una nueva etapa de de transculturación151 y de intercambio cultural que implicó un proceso de adaptación, negociación, transgresión e innovación, el que llevaría a que posteriormente los indígenas y demás habitantes de la jurisdicción adoptaran —mediante el hábito— principios culturales a partir de los cuales deberían comprender su nueva realidad. El siglo xvii inició con la guerra, pacificación y reducción de los pijaos y paeces a encomiendas. Esta guerra, que duró aproximadamente dos siglos, alimentó la imagen del indígena aguerrido y defensor de su territorio y de su cultura. De hecho, a pesar del avance para doblegar a los rebeldes indígenas que se dio a comienzos de siglo, continuaron por décadas los brotes de rebeldía por parte de algunos grupos de indígenas. En 1631 todavía se encuentran “insurrectos, en su mayoría indios que asaltan los caminos nacionales del Nuevo Reino”. Ante esta situación, el capitán Diego de Ospina de la Real Audiencia —y lugarteniente del capitán general y gobernador de las provincias de Timaná, Neiva y Saldaña— dispone la formación de armadas a fin de debelar estos insurrectos.152 Por otra parte, tal como se ha mencionado, existía la necesidad por parte de las autoridades españolas de controlar la población dispersa y establecerla en pueblos o encomiendas con el ánimo de cobrar los tributos, muchos de los cuales no estaban llegando a las arcas reales como producto de la evasión. En enero de 1650, en la ciudad de la Concepción del Valle de Neiva, el cabildo de la ciudad que —que estaba conformado por Andrés Rodríguez Corchuelo, alcalde ordinario; por los capitanes Andrés Palomino Salas Vargas, “El descubrimiento…” pág. 41. Salas Vargas, “El descubrimiento…” pág. 41. 151 La transculturación se entiende como la interacción entre culturas, la negociación de elementos particulares en el contacto entre una y otra tradición cultural. En oposición de la aculturación en la cual la influencia es en un solo camino, no obstante, los matices de la transculturación implican diferentes categorías como la recombinación cultural y el sincretismo. En Rama, Ángel, Transculturación narrativa en América Latina, México, Siglo xxi Editores, 1985, pág. 34; y Therrien, Monika y Jaramillo Pacheco, Lina, Mi casa no es tu casa. Procesos de diferenciación en la construcción de Santa Fe, siglos xvi y xvii, Bogotá, Alcaldía Mayor de Bogotá / Instituto Distrital de Cultura y Turismo, 2004, pág. 29. 152 ahh, Neiva, Richmond, Notaria Primera de Neiva, vol. viii, tomo i, pág. 8. 149 150
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y Alonso Cobo de Guzmán, teniente provincial de la Santa Hermandad; Sebastián Becerra, regidor y depositario general; Jacinto de Rivas, regidor; y el capitán Gonzalo Ramírez Tenorio, procurador— manifestó, ante Diego Martín Ruiz, escribano público, “que confieren poder general a don Diego Martínez de Ospina y a Don Diego Martín Ruiz escribano público, para que gestionen ante su magestad, la anexión a esta jurisdicción de los pueblos y resguardos de indios, negros, mulatos y foragidos de Natagaima y Coyaima.”153 Los indígenas recurrieron a varias estrategias para recuperar sus tierras, en un proceso que inició desde la Colonia y que aún está vigente. Durante la Colonia adoptaron las herramientas jurídicas del gobierno español en un intento para ampliar y hacer respetar sus tierras. Los mecanismos legales, como la solicitud de mercedes de tierras, fueron interiorizados y se expresaron a través de solicitudes ante las autoridades locales. Tal es el caso de don Juan, indio gobernador de Iquira, quien aprovecha la visita oficial realizada por el gobernador don Diego Ospina Maldonado en 1654 para solicitar una merced de tierra.154 En algunos casos, recurriendo al amparo de la justicia se lograba la otorgación de tierras. Al finalizar el siglo xvii se oficializó el “destrate de la venta de cuatro estancias de ganado mayor que le habían vendido, los cuales por orden de la justicia fueron entregados a los resguardos de los indios”.155 Por otra parte, el indígena no se resignó a perder sus tierras y su defensa empezó desde muy temprano; ya en 1640 se realiza la diligencia de la litigación de tierras entre los indígenas coyaimas y el padre Francisco de Oviedo, ante el gobernador Diego de Ospina.156 Como se ha mencionado, en la jurisdicción y en la provincia existía una gran cantidad de indígenas procedentes de otros lugares. Algunos de ellos entraron en conflicto por la tierra con los aborígenes residentes en Neiva; este fue el caso de María Magdalena, cuyo domicilio era en el sitio de Las Cruces, y en 1667 hizo solicitud de amparo “por los atropellos y despojos de que ha sido victima de parte de unos indios desconocidos que se han introducido en sus tierras y han dispuesto de su ganado y labranzas”.157 Por otra parte, la información que manejaron las autoridades de la corona española sobre el número de indígenas fue imprecisa. En la relación ahh, Neiva, Richmond, Notaria Primera de Neiva, vol. vii, tomo i, pág. 161. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, ff. 93-98. 155 ahh, Neiva, Richmond, Notaria Primera de Neiva, vol. vii, tomo i. 156 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, ff. 209v y r. 157 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Resguardos Antioquía-Cauca-Tolima, ff. 16v a 52v. 153 154
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anónima mencionada en párrafos anteriores se muestra que para el año de 1560 se censaron 2.480 indígenas, datos contradictorios a los brindados en la Relación del Nuevo Reino realizada por el licenciado Melchor Pérez de Arteaga en 1568, quien mencionaba que en Timaná, San Sebastián de la Plata y Neiva “Ay en estos tres pueblos hasta 26 vezinos, yndios 600”.158 La movilidad de los indígenas y el hecho que no estuvieran encomendados provocó desazón entre los españoles, quiénes no soportaban que algunos de ellos trabajaran como peones en las haciendas y no pagaran los tributos. En 1655, el gobernador Diego de Ospina Maldonado hizo una visita a los naturales para conocer a quién servían, si por ellos eran bien tratados y si tenían el pasto espiritual.159 Como resultado de esta visita es que se expidió la Real Provisión el 29 de enero de 1660, dando instrucciones para la formación de encomiendas de indios tamas en los pueblos de Iquira y Nátaga.160 En la Real Provisión se deja constancia de que: (…) al encomendar dichos indios tiene conveniencia y justificación, porque la orden tiene dada su Magestad (…) pues de no tener casa conocida y labranza propia andan bagando y como no hay derecho legitimo reducirlos se pierden, y el indio que ha diez años que está en una parte y no a habido quien repita que le pertenece (…) y lo que esta parte siente el Fiscal es que habiendo disposición de formar pueblos sea el que menos de 20 familias aunque no todos se encomienden en uno, pues bien puede haber diferentes encomendero y que no se haga encomienda de menos de 8 familias.161
Pese a la guerra en contra de los indígenas en este territorio, que llevó a la disminución traumática de su población y a su virtual extinción, hubo matices frente a la relación que entabló el indígena con el español. El 7 de octubre de 1631, el capitán Andrés Palomino, ante el escribano público de Neiva y como teniente gobernador, dio la nacionalidad española a un indio llamado Francisco Ladino.162
Tovar Pinzón, No hay caciques… pág. 141. ahh, Neiva, Richmond, Notaria Primera de Neiva, vol. viii, tomo i, pág. 9. 160 ahh, Neiva, Richmond, Notaria Primera de Neiva, vol. viii, tomo i, pág. 9. 161 ahh, Neiva, Richmond, Notaria Primera de Neiva, vol. viii, tomo i, pág. 9. 162 ahh, Neiva, Richmond, Notaria Primera de Neiva, vol. vii, tomo i, pág. 6.
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La relación indígena-español
Parafraseando a Humberto Borja,
para entender el descubrimiento de América se debe mirar y analizar el papel cumplido, inicialmente, por los cronistas y, posteriormente, por los sacerdotes —frailes de órdenes mendicantes—. Estos frailes, utilizando la pluma, crearon toda una narrativa en torno a América y a sus nativos, imaginario cimentado en la mentalidad judeocristiana en torno al bien y al mal heredada de la Edad Media; esta mezclaba “elementos tomados de los bestiarios medievales, fuentes de la Antigüedad y leyendas de folclor y finalmente organizadas por la retórica”. Las funciones de los cronistas eran cubrir el mundo y describirlo. Cubrir el mundo no era otra cosa que el papel evangelizador que asumieron frente al otro (el indígena). Los españoles que llegaron a América se encontraron con una gran diversidad de sociedades que contenían culturas muy distintas. Sin embargo, para los españoles no existió el deseo de conocer al otro; los sacerdotes, en su misión evangelizadora, se conformaron con un conocimiento superficial de la lengua, y tal como lo afirma Todorov “si uno no conoce la lengua no puede conocer la cultura.”164 Ahora bien, algunas sociedades indígenas dominaban diferentes lenguas, incluso el español;165 por lo tanto, no es extraño que haya sido el indígena —que conocía la lengua española— quien primero haya conocido al otro (español), así como aceptado y mimetizado los principios cristianos impuestos por los religiosos españoles. Por su parte, el español no tuvo la capacidad de conocer ni de amar (en términos cristianos) al otro, al indígena. Su visión eurocéntrica no le permitió apreciar a la otredad en su particularidad. Europa y sus sociedades representaban para los conquistadores el estado ideal de civilización a que todo pueblo debía aspirar, mientras que los otros representaban un estadio de barbarie y salvajismo del cual debían ser redimidos. Así, para el europeo la redención y salvación de las sociedades indígenas —e incluso de las africanas— debía iniciar con la usurpación de sus tierras, la prohibición de su cultura y la negación de su libertad. Los cronistas elaboraron un discurso en el que el indígena es presentado como idolatra “frente a las virtudes españolas destacando la 163
158 159
Borja Gómez, Los indios… pág. 15. Todorov, Tzvetan, El descubrimiento de América. El problema del otro, México, Siglo xxi Editores, 1992, pág. 213. 165 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Visitas-Tolima, ff. 807-823. 163 164
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figura del conquistador.”166 Otro rasgo preponderante de estos escritores fue la amplificación de la tiranía indígena, como “las descripciones de usos, costumbres y ritos, lejos de ser etnografía o versiones de otredad fueron recursos de argumentación mediante los cuales trataba de demostrarse al lector el salvajismo y la barbarie, el campo donde se ejercía al hallazgo de los tesoros espirituales.”167 Al desprestigiar al indígena rebelde se le denota con los peores calificativos, que buscaban deslegitimar su lucha ante el invasor. En los documentos que relatan la guerra contra los pijaos, la descalificación se usa constantemente para reafirmar y justificar su reducción. Hacia 1562, de los pijaos que habitaban Neiva y Timaná se decía: (…) que a manera de fieros animales tienen por costumbre de sustentarse de carne humana, y saliendo de sus propias casas y poblazones se meten por las de sus vecinos y comarcanos, los cuales tienen casi despobladas con inhumana crueldad, porque como gente ya hecha y acostumbrada a estos males, con su rústica desvergüenza han cobrado fama de valientes y son temidos de todas las otras gentes, y pocos de estos bárbaros se meten con gran audacia entre pueblos de muchos naturales y los meten y los destruyen con esa insaciable gula que de comer carne humana tienen, la cual se extiende a tanto que pasando estos crueles caribes la impetuosa corriente y hondura del río grande, con gran ligereza y presteza, en lo cual son muy prácticos, se meten por la tierra adentro a hacer cabalgadas y a saquear los pueblos, y prendiendo la gente que pueden se vuelven a pasar el río con los cautivos, sin balsa ni canoa sin otro instrumento alguno de navegación (...) llega a tanto su maldad que tienen carnicerías públicas de carne humana, donde matan y venden por piezas y postas la carne de los indios e indias que prenden y cautivan (...) Y aunque de estos pueblos se han salido a castigar y poner freno en la desvergüenza y crueldad de estos bárbaros, ningún género de azote ha sido bastante a domarlos ni apartarlos de este malvado uso, antes pasando con él adelante y tomando nuevos modos de robar se ponían en los caminos pasajeros que los españoles seguían del Nuevo Reino a la gobernación de Popayán, y allí, a manera de salteadores, mataban a los soldados españoles que podían haber, y robándoles las ropas, oro y jumentos
El territorio de Neiva que llevaban, se recogían con soberbia de gente victoriosa a sus casas y cumbre de la sierra. A quien más tarde le ha cabido de este daño que los pejaos han hecho, han sido a Neiva, cuyos naturales casi de todo punto han sido sepultados en los vientres de estos malvados caribes y si algunos han quedado, por redimir su vejación y vidas se han vuelto de la propia nación y seguido las costumbres y crueldades de los pexos (pexaos) y pasádose a vivir entre ellos.168
Fray Pedro Aguado fue uno de los cronistas que alimentó el imaginario del indio bárbaro y caníbal. En su Recopilación Historial hace hincapié en el canibalismo de estos indígenas: Juan de Olmo salió con 40 hombres a correr la tierra, que era poblada de indios pexaos (...) se bajaron en cinco jornadas a la llano del valle de Neiva, donde supieron de una india que al camino les salió, que venía huyendo a favorecerse con los españoles, cómo los indios pexaos de aquellos altos, pocos días antes, habían bajado a las poblazones que cerca de Neiva había, y asaltándolas, llevaron de ellas gran cantidad de gente, la cual en la propia sazón tenían atada en sus casas para comer.169
Los conquistadores utilizaron este argumento de canibalismo para reafirmar la imagen de bárbaro,170 con el objetivo de mostrar un espíritu de superioridad del español sobre el indígena y que también permitiera justificar el exterminio de los pijaos: “y bajados que fueron a lo llano, caminaron por la falda de la propia sierra y cordillera, castigando y haciendo el daño que podían a la gente pexaos que por allí hallaban poblados, hasta que llegaron a las propias lomas de las carnicerías, donde se alojaron, así para castigar la desvergüenza y rústica osadía de aquellos bárbaros.”171 De hecho los capitanes que participaron en la destrucción y reducción de los pijaos alimentaron el imaginario del caníbal para justificar la guerra en la que participaron y por la que, tiempo después, reclamarían tierras y encomiendas. El capitán Benito Franco, quien participó en esta guerra decía:
Aguado, Recopilación Historial pág. 489. Aguado, Recopilación Historial pág. 498. 170 Borja Gómez, Los indios… pág. 41. 171 Aguado, Recopilación Historial pág. 497. 168 169
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Borja Gómez, Los indios… pág. 79. Borja Gómez, Los indios… pág. 85.
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Historia Comprehensiva de Neiva Conociendo la ferocidad de estos barbaros y sus detestables costumbres y quan cebado están en comer carne humana y la bestial horden (...) con que la procuran como es sacar los cuerpos de los sepulcros aunque haya quince días que son enterrados y otra infinidad de barbaridades crueles y nunca oydas de otras ningunas naciones de que usan se a dispuesto a acabar la guerra del todo punto quitando tan grave presión de las provincias circunvencinas tan molestada las tiene con continuos asaltos y rrobos.172
La segunda función de los cronistas consistió en describir los nuevos mundos para apropiarse del espacio.173 Para el español, la fundación de ciudades era un principio identificador y una oportunidad de reconocimiento político. Sin embargo, el indígena en la fundación de la ciudad de Neiva desempeño un papel primordial: “si el español la fundó, el indígena por medio de su resistencia definió la localización definitiva”.174
Epílogo
La conquista violenta en contra de los indígenas tamas, pijaos y paeces
que se dio en el territorio de la actual ciudad de Neiva —y que significó su pacificación, reducción, vasallaje e, incluso, hasta cierto punto su aniquilación— nos habla de procesos en el que el indígena tuvo que reinventar constantemente su cultura para lograr sobrevivir en el mundo colonial. Las comunidades debieron crear de nuevo un mundo posible junto con los otros actores sociales, y frente a la nueva realidad tomaron dos caminos; unos participaron activamente en el proceso de mestizaje, mientras que los otros resistieron en sus encomiendas hasta bien entrado el siglo xx; de hecho, cuando a finales del siglo xix por decisión del gobierno se desintegran los resguardos, las poblaciones indígenas siguen en sus territorios y actualmente —algunas de ellas— han logrado reivindicar sus derechos como comunidades indígenas. Sin embargo, y pese a lo que se vivió en la Conquista, nuestra sociedad actual es el fruto de este proceso histórico, el cual se inició con los cazadores-recolectores, quienes en busca de alimento llegaron al valle agi, Sevilla, Patronato, 196, R. 27-5. Borja Gómez, Los indios. 174 Aprile-Gniset, Jacques, “Las formaciones espaciales”, en La ciudad como bien cultura, Memorias del seminario, Bogotá, Colcultura / oea, 1994, pág. 81. 172 173
El territorio de Neiva
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de Neiva y tras un largo periodo lograron la domesticación de plantas y animales, y emprendieron la construcción de aldeas sólidas y sociedades fuertes. Los españoles se encontraron los tamas, los pijaos y los paeces en el siglo xvi, y con ellos desembarcaría el africano al valle de Neiva. Con procesos violentos y poco legítimos se inició en este territorio una nueva historia, la cual está siendo escrita, decodificada y contada para así poder resignificar nuestra sociedad actual.
Fundación y conformación de la ciudad de “la pura y limpia Concepción” de neiva y su provincia en el siglo xvii* Hernán Clavijo Ocampo Universidad del Tolima
Introducción
Cuatrocientos años después, la fundación definitiva de Neiva se convierte
en un hecho histórico de trascendencia no solo historiográfica sino política. Poder conocer hoy aspectos inéditos de cómo y porqué fue fundada la ciudad de Neiva es un acontecimiento intelectual tan importante para los neivanos y los huilenses, como para los colombianos y, especialmente, para los historiadores y la historiografía del siglo xvii en la medida en que nos permite acercarnos a un acontecimiento vectorial para la interpretación de una época y de un presente. La fundación de Neiva y su desarrollo en el siglo xvii es, hoy, una fuente de significados a la luz de la lectura del presente histórico de la ciudad, de la región y del país. Por ejemplo, la guerra de los pijaos está estrechamente asociada al ciclo minero de La Plata en Mariquita; es decir, a la articulación de la Nueva Granada al comercio mundial. Hoy la firma de los tlc’s, la draconiana construcción de la hidroeléctrica del Quimbo por el mismo consorcio de la hidroeléctrica de la Miel y del Túnel de la Línea, la persistencia y ampliación de las fronteras de la guerra alrededor de Neiva a la
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Este trabajo no hubiera sido posible sin la beca otorgada en 1995 por el programa de Doctorado en Historia y Territorio de las universidades españolas de Huelva e Internacional de Andalucía, concebido en el marco de la conmemoración del V Centenario de América, y la comisión de estudios concedida al suscrito por la Universidad del Tolima.
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par del narcotráfico parecen obedecer a la misma lógica que la guerra contra los pijaos a comienzos del siglo xvii. Lo curioso es que tales fenómenos están concebidos y orientados por los herederos de los triunfadores de esta, para lubricar un modelo de desarrollo que hace depender la demanda interna del sector externo como eje de todo el futuro oficial de nación, ignorando la transmutación de los herederos de los vencidos. La fundación de Neiva fue el principio del final de la Conquista en el interior del Nuevo Reino de Granada y el principio de la consolidación de la política colonial de la metrópoli en la Real Audiencia de Santafé. Se trata de un acontecimiento denso por su relación con la guerra de los pijaos y, por esta razón, está inscrito en el ciclo de violencia y de guerra interétnica, conocido comúnmente como la Conquista, a la vez que fue premisa de la apertura y seguridad de los caminos y vías de comunicación entre Cartagena, Santafé, Quito y Lima. Igualmente, está asociado a las estrategias de dominación mediante, de una parte, el establecimiento de hatos ganaderos y haciendas, con sus demandas laborales y el poblamiento de pueblos de indios, con sus resguardos y doctrinas para la conservación y la evangelización. También está asociada a la sustentación de la explotación minería en los valles del Saldaña y de Neiva con el abasto de carne y cebo. A su vez, el vínculo de los indios ladinos a la minería de aluvión fue el soporte facilitador de la institución del tributo por los indios con el cual financiar la doctrina y el sustento de la tierra a través del comercio, así como lo fue con el abasto de ganado para Santafé y, sobre todo, para el ciclo minero de la plata en el distrito de la ciudad de Mariquita. Finalmente, como veremos, la fundación de Neiva estuvo concebida en el seno del cabildo de Santafé para paliar la miseria del Nuevo Reino con el aprovechamiento de sus minas y la articulación comercial con las ciudades de Popayán y Quito. A nivel historiográfico, el estancamiento de la investigación histórica sobre los valles de Neiva y de Saldaña desde el siglo xvi y xvii ha venido superándose como resultado de la expansión geográfica e interinstitucional de la Maestría en Historia de la Universidad Nacional, gracias al historiador huilense Bernardo Tovar, pero también al compromiso intelectual de la Academia de Historia del Huila. Desde el punto de vista teórico, la fundación de la ciudad Neiva es interesante porque se sustrae del patrón convencional de las ciudades fundadas en tiempos de la Conquista y la tesis dominante sobre el carácter de feudo del poder señorial del fundador y de su familia, atribuido por varios historiadores. Esta tesis ha tenido una sustentación inconsistente en la medida en que el señorío de la familia Ospina no ha sido pensado con las
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bases esclavistas de su poder y riqueza ni con el cambio en la racionalidad económica dado por la articulación económica al primer ciclo minero de la plata en Mariquita. La relación entre ciudad, cabildo y régimen hacendatario no tuvo las condiciones históricas fundacionales pues el segundo solo se conformó medio siglo después de la fundación. Neiva no encaja en la tesis convencional sobre la fundación de ciudades coloniales como punto de partida del ordenamiento espacial en términos de intereses económicos. Tampoco se puede explicar con el enfoque de la historia institucional que concibe a la ciudad como un núcleo urbano que ejerce un dominio sobre un distrito territorial mediante la institución propia de ella, el cabildo. Una variante de este, la ciudad entendida como una estructura de poder político, construida por los vecinos encomenderos con el trabajo de sus indios de encomienda y nucleada en el cabildo y la Iglesia, no fue el caso de esta ciudad. Autores como Gutiérrez Ramos y Maurice Brungardt inscriben a Neiva como ilustración del poder señorial de la familia Ospina. El primero sostiene que las capitulaciones de los conquistadores fueron la principal fuente de poder y riqueza de dos linajes de la aristocracia criolla neogranadina, los Ospina y Caicedo.1 El segundo sostiene que la ciudad y provincia de Neiva resultaron del cálculo económico del conquistador y empresario minero esclavista, capitán Diego de Ospina, hacia la racionalidad señorial; es decir, Diego de Ospina y Medinilla. el fundamento agrario y pastoril de sus intereses Obra de Iván Parra, publicada económicos.2 en Wikipedia. Gutiérrez plantea la tesis de los historiadores del siglo xvi hispanoamericano sobre el papel de las capitulaciones como contratos jurídico políticos en la formación de las aristocracias coloniales con base en el carácter de empresa privada y esencialmente militar de la Conquista y en la institución de la encomienda, como fuentes de riquezas, 1
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Gutiérrez, Jairo, “Linaje y poder en la sociedad colonial: el caso de Santafé de Bogotá”, en Guerrero Rincón, Amado, compilador, Cultura política, movimientos sociales y violencia en la historia de Colombia. Memorias VIII, Bucaramanga, Congreso Nacional de Historia de Colombia / uis, 1993. Brungardt, Maurice P. “Poder y riqueza en la Nueva Granada al principio del siglo xvii”, en Guerrero Rincón, Amado, compilador, Cultura política, movimientos sociales y violencia en la historia de Colombia. Memorias VIII, Bucaramanga, Congreso Nacional de Historia de Colombia / uis, 1993.
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honra y poder. Pero su análisis de caso se concentra en el linaje de los Caicedo, dejando en el vacío el caso de los Ospina que está fuertemente asociado a fundación y conformación de la ciudad y provincia de Neiva.3 El capitán Diego de Ospina y sus sucesores hasta llegar a su bisnieto, el gobernador Álvarez de Velasco, son figuras emblemáticas de la élite criolla santafereña del siglo xvii que poco han sido estudiadas. El primero representa una de las versiones más elaboradas del conquistador empresario y el segundo del hacendado criollo ilustrado con un fuerte sentido crítico hacia el poder colonial, uno y otro, relativamente ignorados por la historiografía. Finalmente, Zambrano Pantoja concibe además del enfoque socioeconómico e institucional, el fenomenológico de “la experiencia intima de los actores sociales” y de las posibilidades de movilidad y comunicación en el contexto de la geografía y la tecnología de determinado periodo histórico.4 Sin embargo, este enfoque tampoco resulta suficientemente adecuado para dar cuenta del carácter de la fundación de Neiva en el siglo xvii. La investigación en archivo que sustenta este escrito permite afirmar que la naturaleza de la ciudad fundada por el capitán Diego de Ospina estuvo caracterizada por la ausencia de la institución del cabildo hasta finales del siglo xvii al parecer debido a la vigencia del patrón de poblamiento de la hacienda y el latifundio ganadero que amenazó con reducir la ciudad a un espacio centrado apenas concebido para el culto religioso. Las conmemoraciones fuertes del calendario religioso católico, más que las necesidades de una vida política urbana, muestran una dinámica excepcionalmente reveladora del carácter que tuvo la ciudad en el imaginario de su fundador y sus descendientes, hasta los tiempos del último gobernador del clan Ospina, don Francisco Álvarez de Velasco y Zorrilla. El acto o, mejor, proceso de fundación de Neiva no responde inicialmente a la reproducción del orden social construido por la monarquía católica, con la disposición de sus elementos materiales y simbólicos (Iglesia, casa del cabildo, cárcel, archivo, plaza, fuente pública, trazado de las calles, delimitación del Ejido, rentas de propios, etc.), con sus códigos particulares registrados formalmente en un documento escrito como prueba de la legalidad y legitimidad del acto fundacional, conforme al canon ritual como 3 4
Gutiérrez, “Linaje y poder…”. Zambrano Pantoja, Fabio, “Ciudad y territorio. El proceso de poblamiento en Colombia, 1510-1990”, en Historias, n.o 1, 1992, págs. 4-7.
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lo tuvo la mayoría de las fundaciones de ciudades y villas en el mundo hispano-colonial. La fundación de la ciudad como acontecimiento aparece asociada a una estructura de poder que rebasa una espacialidad diferenciada de las propiedades agrarias y la persona del fundador con su clientela. Más concretamente, a la ubicación y funcionamiento del cabildo en el centro de un espacio poblado. Probablemente, la reproducción del poder del fundador y de su familia, como miembro de la élite criolla santafereña, entendido como toda una estructura de poder señorial que integra y a la vez tensiona el centro, Santafé y la periferia, Neiva, por su papel dominante en el cabildo secular de Santafé y en la ciudad de Neiva, explican la tardía conformación y efectivo funcionamiento del cabildo. Este hecho, como veremos, fue producto de las tensiones con el clero regular por el curato de Neiva y el poblamiento de nuevas pueblos de indios de su distrito territorial para la evangelización, en tiempos del gobernador don Diego de Ospina. En efecto, la ciudad de Neiva es conformada solo como producto de una intervención de la Real Audiencia sobre la élite local cuando esta se ve obligada a asumir los costos de constituirse como corporación representativa de la comunidad local en tiempos del gobernador Álvarez de Velasco y se visibiliza al reclamar la vecindad de los hacendados que tenían sus hatos en los valles de Iquira y Yaguara. Se trata entonces de un hecho histórico resultante del ejercicio de la institución del patronato a nivel local, pero también de la presión de la Real Audiencias para exigir condiciones socioeconómicas, políticas y jurídicas que exigía la conformación del cabildo. Ahora bien, la historia de la ciudad y del distrito de Neiva estuvo jalonada a lo largo del siglo xvii por cuatro tipos de conflictos, desde mediados de este siglo. El primero, con el gobierno de Popayán por las reducciones y poblamiento de los indígenas paeces. El segundo, por las relaciones con las élites de otros centros urbanos como Timaná por la guerra de los andaquíes. El tercero, entre el cabildo y el cura con unos vecinos agregados a pueblos de indios. Finalmente, el más importante, con la élite y cabildo de Santafé por el problema del abasto de ganado. De todos, el tercero es el más revelador del carácter de la fundación, pues la institución del cabildo resulta visible solo hacia los años 1684-1685.
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La historiografía sobre la fundación de Neiva
La inconsistencia de la fundación hasta poco después del final de la guerra
contra los pijaos y la escasez de las fuentes explica, en parte, el tratamiento marginal de este acontecimiento. García planteó que “(…) a pesar de la escasez de material y documentos, siempre necesarios para una verdadera crítica histórica, (…) encuentra [otro tipo de pruebas] (…) en la persistencia de la tradición, en el rebalse de los hechos y en la manera constantemente asombrosa como se conservan las costumbres y los caracteres (…)”.5 El presbítero Jenaro Díaz dice, “son muy escasas las noticias (…) acerca del [su] primer siglo de existencia (…)”, y agrega que solo gracias al hallazgo del doctor Ulises Rojas en el Archivo de Indias se sabe con certeza que fue fundada el 24 de mayo de 1612. La escasez de datos la atribuye a la pérdida del Archivo ocasionada por la humedad y el comején.6 Díaz agrega que de la fundación de ciudades y villas, las rebeliones indígenas y la obra evangélica del siglo xvi, solo quedó en pie, después de la destrucción de la ciudad de La Plata en 1577, la villa de Timaná.7 Poco sabemos sobre “las ciudades perdidas” de la Nueva Granada del siglo xvi como fueron, entre otras, las de La Plata, San Vicente de Páez y Tocaima.8 En el primer caso, don Vicente Restrepo estableció fuentes de archivo con base en las cuales sostiene que la ciudad fue asaltada por 20.000 bárbaros en 1564, mataron a los 7.000 habitantes de la ciudad; la ciudad entera y las casas de campo fueron incendiadas, las minas demolidas y los socavones taponados durante varios días. Tovar Zambrano afirma que la destrucción ocurrió en 1577.9 Según el cronista Velasco, citado por Restrepo, 5
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García Borrero, Joaquín, El Huila y sus aspectos, Neiva, Empresa de Publicaciones del Huila, 1983, pág. 62. Díaz Jordán, Jenaro, Proceso histórico de pueblos y parroquias de la Diócesis de Garzón, Neiva, Imprenta Departamental del Huila, 1959, pág. 38.
Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 39.
Las Visitas de los Andes, compiladas por Hermes Tovar; el tomo I de las Relaciones Histórico Geográficas de la Audiencia de Quito siglos xvi-xix, editadas por Pilar Ponce Leiva; el trabajo de Vicente Restrepo sobre la minería en la Nueva Granada; el capítulo 3 del magnífico estudio de Berta Ares Queija sobre el visitador Tomás López Medel; y, sobre todo, los trabajos clásicos de Manuel Lucena Salmoral sobre la guerra de los pijaos, Juan Friede sobre los andaquíes y Bernardo Tovar Zambrano sobre el periodo de la Conquista en el Huila. Tovar Zambrano, Bernardo, “Conquista española y resistencia indígena”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996, pág. 228.
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las 900 personas que vivían en el asiento de las minas fueron pasadas a cuchillo y ninguna se salvó, aunque luego acepta que algunas de las que huyeron lograron sobrevivir.10 En la primera parte de la citada obra de Díaz Jordán, el siglo xvii es abordado a partir de lo que llama, de un lado, el problema de los pijaos, con base en los cronistas y, de otro, la gobernación de Neiva, con base en el trabajo de Joaquín García Borrero, Neiva en el siglo xvii.11 Este planteamiento supone, equivocadamente, que primero se erigió la gobernación y después se fundó la ciudad. En otros términos, que la fundación de la ciudad fue parte de la capitulación del gobierno provincial. Otro tipo de inexactitudes encontramos en el original trabajo del abogado y antropólogo Triana Antorveza nacen de apoyarse en el historiador Plaza, quien afirma que el gobernador don Diego de Ospina trasladó la villa de San Juan de Neiva al sitio donde está hoy, cambiándole su nombre por el de Nuestra Señora de la Limpia Concepción del Valle de Neiva y que el viejo lugar lo llamó Villavieja.12 Como veremos, cuando el capitán Ospina fundó el Pueblo Nuevo de Neiva todavía no era gobernador de Neiva y Timaná; es decir, ni la entidad provincial ni el cargo de gobernador preexistieron a la fundación de la Juan Flores de Ocáriz, cronista. ciudad. La historiografía clásica huilense desde don Gabino Charry y Restrepo Sáenz hasta García Borrero, ha tendido a basar sus juicios sobre la ciudad y el valle de Neiva en el siglo xvii en los cronistas, principalmente en Rodríguez Freile y en Flórez de Ocáriz, y en uno que otro documento de archivo. En este trabajo haremos una innovación metodológica en los estudios sobre la fundación de Nieva, con base en nuevas fuentes de archivo y su uso para la crítica de la crónica colonial, especialmente la de Flores de Ocáriz. La tesis de Fray Pedro de Aguado sobre Neiva, vox populi en su tiempo, ha sido repetida por los historiadores que se han ocupado de su 10
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Restrepo, Vicente, Estudio sobre las minas de oro y plata de Colombia, Bogotá, Imprenta del Banco de la República, 1952, pág. 125. Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 34. Triana Antorveza, Adolfo, “Contribución a la historia de la provincia de Neiva, el caso del Caguán”, Revista Colombiana de Antropología, vol. 29, 1992, pág. 121.
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fundación. Según García Borrero, Aguado afirmó que Neiva “[era] mal poblada de naturales y algo acompañada de montes y arcabucos, que juntamente con la constelación e influencia de las estrellas y cielo y del sol que arde con gran resplandor la hacen enferma (…) para los forasteros”.13 En las Relaciones Histórico Geográficas de la Audiencia de Quito, editadas por Pilar Ponce, aparece la relación de Popayán y del Nuevo Reino de los años 1559-1560, en la cual se advierte ya de la villa de Neiva un rasgo que será duradero. Se trata de la dependencia de la mano de obra indígena de otros lugares. “Los naturales de ella son muy pocos y de mala servidumbre. Su población es de tierra fría y en venir a lo caliente recibe gran daño, y a esta causa son menos cada día, porque confinan con ellos los paeces y pijaos, que también comen su parte”. Esta observación, como veremos, será confirmada en la inferencia que podemos hacer del relato oblicuo que hizo el capitán Diego de Ospina de la fundación de la ciudad en sus representaciones y cartas a la Real Audiencia y al rey. La documentación de archivo y bibliográfica sobre la evolución de Neiva en el periodo de gobierno del sucesor de su fundador; es decir, de la gobernación de su hijo don Francisco Martínez de Ospina que va de 1630 a 1650, es bastante precaria. Apenas sabemos por la cita que del historiador Plaza hace Triana Antorveza que a partir de 1631 los Jesuitas compraron la mayor parte de tierras en Villavieja para fundar su Hacienda de este nombre.14 De manera un tanto confusa García Borrero reconoce el papel de la familia del Campo Salazar, encomendera en la villa de Timaná y dueña de haciendas en Popayán en la apertura del camino de Guanacas, para la incorporación de la ciudad y distrito de Neiva a lo que llama “el rico mercado de Quito” y de Popayán con las llamadas “sacas” de ganado, pues esta articulación realmente fue significativa a finales del siglo xvii mientras que los caminos fueron abiertos a partir de 1627.15 Díaz Jordán modificó un poco la visión de aquel periodo y el del gobernador don Diego de Ospina (1651-1664), gracias a su trabajo del protocolo de la notaria primera de Neiva y, en especial, al hallazgo en el Archivo de Timaná de un documento muy importante: la propuesta de capitulación hecha por el gobernador don Diego de Ospina en 1656 para la 13 14
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García Borrero, Joaquín, El Huila… pág. 28. Plaza, José Antonio, Historia de la Nueva Granada. Citado por Triana, Adolfo, La colonización española en el Tolima. Siglos xvi-xvii, Bogotá, Ediciones el Jaguar, 1991, pág. 121. García Borrero, Joaquín, El Huila… pág. 11.
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reducción y poblamiento de pueblos de indios paeces y la fundación de una villa entre el río Saldaña y el río Magdalena. La tesis central de Díaz Jordán es que la gobernación de Neiva fue un verdadero feudo durante el siglo xvii, a partir de asociarlo con el supuesto carácter feudal de la encomienda y de apoyarse en la argumentación del cronista Flórez de Ocáriz.16 El concepto de feudo está más en la línea del señorío que en la de una unidad del régimen feudal. La inconsistencia conceptual y teórica de la tesis de Díaz,17 se advierte al confundir la condición terrateniente con la efectiva formación de estructuras de poder basadas en la servidumbre y el vasallaje. La tesis de Díaz será retomará posteriormente por el historiador norteamericano Maurice Brungardt, al ocuparse del capitán Diego de Ospina como un caso relevante del poder y la riqueza de los burócratas de la Nueva Granada del siglo xvii. Díaz matiza la tesis de la ciudad y gobernación de Neiva como un feudo de la familia Ospina al calificarlo de un feudo “progresista”, argumentando no el dominio terrateniente sino el fomento de la ganadería que fue, al igual que de la minería y de los cultivos de caña de azúcar, tabaco y hortalizas, la redención económica de sus vecinos y pobladores.18 Ospina introdujo la fabricación de azúcar y melaza y fomentó la producción de aguardiente en su hacienda Trapichito, según García Borrero.19 Sin duda, el dominio del gobernador Diego de Ospina y sus sucesores a lo largo del siglo xvii no estuvo basado solo en la condición terrateniente, sino principalmente en el poder de su riqueza y jerarquía política en la capital del Nuevo Reino. Fueron estos factores de poder y riqueza los que les permitió formar una clientela por fuera del marco institucional del poder local que fue el cabildo. Ciertamente hace falta un estudio más profundo del modo como se configuró una sociedad señorial con base en la ganadería en el distrito de Neiva y, en general, en el valle del Alto Magdalena. Si bien Díaz encontró el proyecto de las capitulaciones del gobernador Ospina en 1656, la visión que presenta de ese periodo es superflua y la evita para autoevaluar su tesis del feudo. Solo la posibilidad de leer esas capitulaciones con el informe que precipitadamente hizo el gobernador Ospina en 1664, a raíz de su abrupta destitución, podemos encontrar el espesor objetivo del primer gran cambio 16 17 18 19
Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 35. Díaz Jordán, Proceso histórico… págs. 36-37. Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 37. García Borrero, Joaquín, El Huila… pág. 55.
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histórico que vive la ciudad y provincia de Neiva, en lo que hemos llamado la década de oro de esta en el siglo xvii. Es decir, que la ejecución de dichas capitulaciones dio lugar a la conformación institucional de la ciudad y la provincia de Neiva de la época colonial. El estilo apologético del escribano Flórez de Ocáriz en su famosa Genealogía oculta la realidad histórica que el gobernador don Diego de Ospina le describió y hasta explicó en sus escritos de 1664 y 1665, cuando fue destituido del cargo de gobernador de Neiva. Se trata de una pieza documental desconocida para la historiografía huilense y que resulta fundamental para conocer en profundidad aspectos de esta ciudad, en relación con sus problemas y contextos. De otra parte, con el enfoque del concepto de frontera, en la tercera sección del primer capítulo del tomo i de su Historia económica y social de Colombia, Colmenares hace un somero análisis de la fundación de ciudades en la periferia de los chibchas, como estrategia de “pacificación” y dominio territorial en función del oro, que contiene algunas observaciones y tesis sugestivas. En esta sección se menciona la fundación, entre otras, de Neiva y La Plata en 1550 y posteriormente de la de San Vicente de Páez. El autor reconoce que las guerras y rebeliones de los indígenas le dieron a estas provincias el carácter de una frontera provisoria.20 En la sección sobre el Nuevo Reino y sus provincias, Colmenares plantea dos tesis de interés metodológico para orientar el análisis de la fundación de Neiva y su significado en la historia del siglo xvii neogranadino. La primera es que la “Geografía de la Nueva Granada aparece [aún hoy] como el hecho más decisivo de su historia” como se advierte en el hecho de estar “dividida” en “dos ejes, densidades y geografías (…) la oriental y la occidental”, pues sus nexos fueron muy frágiles, sobre todo desde la creación de la Audiencia de Quito en 1564 pues, desde entonces, esta atrajo a su jurisdicción y a su influencia la gobernación de Popayán”.21 La segunda es que “las fundaciones que se establecen a lo largo del valle del Magdalena, desde Timaná hasta Ibagué, son una tentativa de comunicar estas dos zonas”.22 Así, en principio, el caso particular de Neiva tiene importancia en función de la comunicación y las tensiones entre esas dos regiones. El esbozo que hace Colmenares en el capítulo vii de dicha obra, concretamente al abordar el poder en la sociedad neogranadina del siglo xvii, sugiere el 20
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Colmenares, Germán, Historia económica y social de Colombia, 1537-1719, tomo i, Medellín, Editorial La Carreta, 1976, pág. 11. Colmenares, Germán, Historia económica… págs. 13-15. Colmenares, Germán, Historia económica… pág. 18.
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enfoque desde el cual aparece la ciudad y distrito de Neiva asociados a la formación de una estructura señorial, por el papel del fundador y su familia en el gobierno ella. Se trata de la relación del patriciado criollo con los funcionarios de origen peninsular, a través de las alianzas familiares y la compra de títulos o cargos. En concreto, Colmenares se detiene en el caso de la familia Ospina, particularmente en el capitán Diego, y su papel en las guerras de conquista, fundación de ciudades, explotación de minas y compra de cargos como el de alguacil mayor de la Real Audiencia de Santafé. Contrasta dos tipos de relación entre dicho patriciado y los funcionarios reales, la oposición y apresamiento del visitador Monzón, liderada por Diego de Ospina, el viejo, con gentes de Mariquita y la alianza y servicio de Ospina, el mozo, con el presidente Borja en la Guerra con los pijaos, la cual le valió el título de gobernador y terrateniente en la provincia de Neiva. Una nieta suya, Catalina, fue casada con el oidor Antonio Villarreal y, después, con Diego de Zorrilla, oidor de Quito. Además, una hija de Catalina, Francisca, casó con Gabriel Álvarez de Velasco, oidor de Santafé.23 Este enfoque no es el más adecuado para pensar la fundación de Neiva después de la apertura de una frontera estratégica para los intereses de la Corona y de sus súbditos, aunque tampoco y, a su modo, para los indios del valle de Neiva y provincia de paeces pues, como veremos, la crisis política entre las élites de Neiva (Santafé) y de Popayán de mediados del siglo xvii originó uno de los grandes vectores de la historia política de Colombia desde finales del siglo xviii, cual fue el enfrentamiento entre esas dos estructuras territoriales de poder dentro del Estado y la vida política. Gutiérrez Ramos, fundamentado en el concepto de linaje y en la información de los cronistas del siglo xvi (Juan de Castellanos) y xvii (Juan Flórez de Ocáriz), estudia los linajes neogranadinos fundados por el capitán Antonio de Olalla y el capitán Francisco de Ospina, centrándose en solo el linaje de los Caicedo y en la dehesa de Santafé, como base material de poder y riqueza, omite estudiar las dinámicas económicas que supone el proceso de acumulación y las cuales están en buena parte articuladas durante el siglo xvii a la familia Ospina a partir de la fundación y gobierno de la ciudad, valle y provincia de Neiva. Gutiérrez apenas deja mencionado el papel del linaje Ospina a partir de los vínculos matrimoniales de los Ospina con oidores de la Audiencia de Quito, el cual se tradujo en relaciones económicas y comerciales 23
Colmenares, Germán, Historia económica… pág. 303.
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entre esta ciudad y la provincia de Neiva, al igual que con la ciudad de Santafé.24 Maurice Brungardt propuso un enfoque diferente que ayuda a estudiar la fundación definitiva de Neiva al abordar el caso del capitán y alguacil mayor de la Real Audiencia de Santafé, Diego de Ospina, como parte de una muestra de 58 burócratas coloniales. Este autor norteamericano considera el caso en función de una tipología de la acción económica, militar y política, a través de contrastes con otros dos casos contemporáneos suyos. La tesis central de Brungardt es que el gobierno de la provincia de Neiva transformó a Ospina de un empresario versátil a un señor feudal. No nos dice cómo llegó a ser gobernador de esa provincia ni que intereses animaron el traslado de sus inversiones de la minería y el transporte en Antioquia, Mariquita y Honda hacia los valles de Saldaña y de Neiva. El Ospina que se nos describe e interpreta es el del año 1623, cuando hace el inventario y cálculo de su fortuna, no el del empresario que integra múltiples roles al servicio de la Corona, principalmente como capitán, fundador y poblador de pueblos.25 Ni Gutiérrez ni Brungardt insinúan siquiera los elementos biográficos de los fundadores de las dinastías de los Ospina y los Caicedo, capítulo inédito de la historia social y política de la conquista de la Nueva Granada y, concretamente, del nacimiento de una élite criolla en Santafé en el siglo xvi.
El viraje metodológico
Tanto a nivel general como singular, el conocimiento y comprensión de
la fundación de Neiva está asociado mas que al vacío de la institución del cabildo durante casi medio siglo, al estudio de los problemas histórico e historiográfico de las guerras de conquista, así como a los de la navegación, el comercio, la minería y las comunicaciones entre Lima, Quito, Santafé y Cartagena. Igualmente está asociada a afirmación geopolítica de la Audiencia de Santafé desde cuando esta adquiere la categoría de pretoriana con el primer presidente de capa y espada, don Juan de Borja, en el límite o frontera con la Real Audiencia Ordinaria de Quito, en la ciudad de La Plata, en la Villa de Timaná y en la provincia de Páez. Concretamente, dicha historia no es posible al margen de la Guerra de los pijaos y uno de sus 24 25
Gutiérrez, Jairo, “Linaje y poder…”. Brungardt, “Poder y riqueza…” pág. 141.
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resultados inmediatos, la colonización de las provincias de Saldaña, Neiva y de paeces, tema que Colmenares había dejado de lado, quizás por eludir el tratamiento alternativo del trabajo que Manuel Lucena Salmoral hizo sobre la dicha guerra, aunque tampoco este ni autores posteriores lo han abordado con el rigor que es posible darle en presencia de las fuentes de que disponemos hoy.26 Además, el estudio de la fundación de la ciudad, el distrito y la provincia de Neiva en el siglo xvii permite ampliar y cambiar los esquemas y fundamentos de los análisis de Colmenares, Gutiérrez Ramos y de Brungardt. Concretamente, el papel de las élites civiles y eclesiásticas de Santafé en el siglo xviii no se comprende adecuadamente al margen la historia económica y política de la provincia de Neiva en el siglo xvii. En efecto, la ciudad y provincia de Neiva aparece en la geografía política neogranadina del siglo xvii no solo como resultado de las relaciones e interrelaciones de la minería del oro con el comercio entre Quito y Cartagena, sino la reducción y poblamiento de los indios paeces y de las dinámicas del mercado del ganado de Neiva y de las telas y ropas de Quito. En ese marco conceptual, el estudio de la fundación de la ciudad de Neiva nos descubre dinámicas ocultas del sistema colonial, particularmente la emergencia de una provincia nueva en la geografía política y económica neogranadina donde convergieron las expansiones territorial, económica y social de las oligarquías de Santafé y de Quito entre 1685 y 1740. El más importante efecto de esa convergencia fue la insistente reivindicación de la legítima jurisdicción de la Real Audiencia y la consecuente presión del cabildo secular de esta capital sobre la articulación económica y comercial de la ciudad y provincia de Neiva a ella. Además, la historiografía no ha examinado el sentido político y social de la reacción de la oligarquía bogotana a la resistencia de los criadores de ganado de Neiva a abastecer a Santafé con base en sus mayores precios en Popayán y en Quito. Se trata de la transformación de fragmentos de la élite criolla raizal en latifundistas ganaderos al sur del rio Saldaña, como lo ilustran las familias Caicedo y Ricaurte desde comienzos del siglo xviii. De modo que al estudiar la fundación de Neiva, se abre una gama de temas que, por fin, permiten ampliar y hasta cambiar la perspectiva de análisis de la sociedad santafereña del siglo xvii, hecho por Colmenares, Brungardt y Gutiérrez Ramos. 26
Colmenares, Germán, Historia económica… págs. 306-309.
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Ciertamente, nuestra idea es interpretar la fundación y proceso de la ciudad y provincia de Neiva en la línea argumental de las tesis de Colmenares, Gutiérrez Ramos y Brungardt, enfatizando en las claves de su historia económica y política, concretamente en el estudio de los ciclos, coyunturas, mecanismos comerciales y financieros del abasto de ganado a la ciudad de Santafé, especialmente desde la segunda mitad del siglo xvii. Sin embargo, como trataremos de mostrarlo al final de este estudio, esa historia está cruzada por la articulación de la economía pastoril y el comercio de Neiva, La Plata y Timaná a los ciclos económicos de Quito y de Popayán; concretamente del auge de los obrajes textiles y mineros, respectivamente, que intervinieron fuertemente la articulación de los criadores de Neiva con el abasto de carne a la capital del Nuevo Reino, originaron tensiones políticas entre dichos gobiernos y élites económicas y contribuyeron eficazmente a modelar el tipo de relaciones entre el gobierno, hacendados y comerciantes de la ciudad de Neiva con las élites locales de La Plata y Timaná, entre la segunda mitad del siglo xvii y la primera mitad del siglo xviii, cuando se ven alteradas por los efectos de la emergencia de la economía del cacao en el distrito de Timaná. Una circunstancia afortunada en el enfoque metodológico del estudio de la década de oro de Neiva en el siglo xvii se produjo al asociar el hallazgo que hizo el presbítero Jenaro Díaz Jordán en el cabildo de Timaná, las capitulaciones que hizo el gobernador don Diego de Ospina en 1656, con nuestro hallazgo de las representaciones de este a raíz de su destitución del cargo en 1664, pues nos descubre una coyuntura histórica en este periodo que hoy podemos analizar con nuevas categorías conceptuales y marcos de interpretación innovadores. Se trata de una coyuntura histórica ignorada y hasta escamoteada por los cronistas del siglo xvii y por la historiografía huilense que ha dependido de ellos y de su cultura metodológica al abstraer de dichos documentos solo una serie de datos sobre la gestión del gobernador Ospina, omitiendo el conflicto. Gracias al hallazgo de dichas representaciones reconocemos el tipo de tratamiento que el escribano Flórez de Ocáriz hizo de la primera gran crisis política en el gobierno de la ciudad y provincia de Neiva en los años 1664-1665. Con todo, el cambio de perspectiva metodológica adquiere cuerpo y consistencia con el trabajo de los expedientes sobre, en primer lugar, el pleito entre el cabildo y el cura de Neiva y el sector social de su vecindario que decide agregarse a curatos de indios en el distrito de la ciudad. Es el documento más revelador del tipo de ciudad que fue Neiva desde su fundación hasta bien entrado el siglo xvii y que al parecer reemergió a
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finales del siglo xx. En segundo lugar, los expedientes sobre el conflicto entre las reales audiencias de Quito y Santafé por el problema del abasto de ganado del distrito y provincia de Neiva a esta capital.
Antecedentes de la fundación de Neiva
Conviene entonces empezar por el estudio y análisis de la documentación producida sobre la guerra contra los pijaos. Si bien las crónicas de fray Pedro de Aguado y fray Pedro Simón nos dicen algo, conviene empezar por los tres informes del presidente Borja que compiló Hermes Tovar en su trabajo Relaciones y Visitas de los Andes, en el tomo correspondiente a la provincia de Mariquita, los cuales podemos complementar con las representaciones y probanzas de servicios de sus capitanes en dicha guerra que encontramos en el fondo Santafé del Archivo General de Indias. La llegada del presidente Borja con la misión de pacificar el Nuevo Reino puso fin al ciclo histórico del faccionalismo del siglo xvi entre los principales encomenderos de Santafé y los funcionarios de la Real Audiencia, así como de violencia en las relaciones entre los indígenas y los encomenderos. Una prueba de ello es la carta de don Francisco Maldonado de Mendoza al rey, fechada en Santafé el 20 de enero de 1607, justo cuando estaba a punto de partir el presidente Borja con 300 hombres a iniciar la guerra contra los pijaos, en la cual menciona la muerte del visitador don Nuño de Villavicencio y las divisiones y parcialidades que el presidente Borja aquietó. Entre los miembros de las élites santafereñas involucrados en ellas fue don Francisco y el padre del capitán Diego de Ospina, enjuiciados por Villavicencio. Maldonado decía haber quedado pobre por culpa de los jueces pasados.27 Borja menciona un rasgo de la vida social: el uso frecuente de las calumnias que forzaban al gobernante a alternar el gobierno y la guerra.28 El 25 mayo 1610 Borja argumenta mejor esta tesis diciendo: (…) forzosamente el que gobierna en las Indias habiendo de cumplir con la obligación de su oficio, reformando excesos y ejecutando las 27
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“Carta de Francisco de Mendoza”, enero 1607. Archivo General de Indias (agi), Sevilla, Santafé, 98. “Informe del presidente Borja sobre la guerra de los pijaos”, 21 de noviembre de 1607. Citado por Tovar Pinzón, Hermes, compilador, Relaciones y visitas de los Andes. Siglo xvi, tomo iv: Región del Alto Magdalena, Bogotá: Colcultura / Instituto Colombiano de Cultura Hispánica / Editorial Tercer Mundo, 1992, pág. 497.
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Historia Comprehensiva de Neiva leyes, cédulas y ordenanzas reales al incurrir en la indignación de algunos hombres que ponen su entretenimiento estudio y gusto en levantar novedades que siempre han corrido en este reino contra los jueces y ministros del rey que a mí me han escarmentado, de manera que he procurado apartar mi de los pasos en que otros han entropezado [sic].29
Unos cuantos fragmentos más de dichos informes brindan una idea del proceso que condujo a la fundación definitiva de Neiva. En el documento fechado el 21 de noviembre de 1607, Borja destacaba que la guerra de los indios del río grande de la Magdalena era de mayor importancia que la de los pijaos. Se refería a la guerra contra los indios carares que impedían la navegación por este río, la cual ya tenía casi concluida por entonces. Sobre la guerra contra los pijaos refería: “el nuevo, poderoso y efectivo modo que he introducido de hacer esta guerra, se han quebrantado todos sus bríos, y el medio que experimentado más eficaz para su total ruina es hollarles la tierra, y pagarles las comidas, porque andar tras ellos causa infinito y vano trabajo, dilación y casos de grandísimo exceso”. En nueve meses continuos de haber asistido en el corazón de sus provincias, agrega, “de más de haber muerto y cautivado mucha cantidad de enemigos de que echa la tala de todos los bastimentos que tenían, así de maíz es y legumbres, como de árboles frutales, y toda suerte de raíces en espacio de más de 50 leguas.”30 En el informe del 25 mayo 1610, el presidente Borja resumía el éxito de los pijaos contra lo que llamó el: (...) mucho número de buenos soldados y capitanes que en diversos tiempos entraron a su castigo [despoblando] por fuerza de armas 14 pueblos de españoles en la mejor, más fértil, y rica tierra como es la de la provincia de Páez donde se perdieron San Sebastián de La Plata y San Vicente de Páez, y en el valle de Neiva la Villavieja y la de los Ángeles (…) y en los términos de la ciudad de Ibagué cinco poblaciones, que se fundaron en la mesa de Chaparral, y en el río de Tetuán y en la quebrada del Escorial, y en la de Ortega, y en la ribera del cuello, y otras dos.31
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En resumen, según Borja, se trataba de “un enemigo tan poderoso que ha consumido, y acabado más de 100.000 indios naturales de paz que había en los términos de los pueblos y villas despobladas, y en la de Timaná, Ibagué, Cartago, Buga y Caloto, que son fronteras que han quedado desmanteladas, sin indios de servicio, ni hacienda.”32 Más adelante agrega que tenían impedidos los caminos reales por Llano y Sierra.33 En el citado informe Borja menciona su táctica de aprovechar los deseos de venganza de los indios coyaimas y natagaimas, indios amigos de la misma nación y naturaleza que, por antiguas disensiones y guerras, habían bajado de la Sierra al Llano, entre los ríos de la Magdalena y Saldaña, a los cuales trabajó en reducirlos a la amistad en la cual han perseverado con gran seguridad y fundamento, para proseguir la guerra común de los contrarios.34 Finalmente, en el informe del 12 junio 1611; es decir, casi simultáneo a la capitulación firmada con el capitán Diego de Ospina para la fundación de Neiva, el presidente Borja dice haber ido por tercera vez al fuerte para alentar a los pocos soldados que, acompañados de indios amigos coyaimas y natagaimas e indios cargueros, entraran, como en efecto “entraron, a la tierra del enemigo donde prendieron y degollaron ciento cuatro personas de los más belicosos y principales”, “dejando la guerra casi acabada”.35 Esta vez el presidente Borja dice haber ido al sitio y población de los Indios coyaimas, a darles asiento, en cumplimiento de sus promesas, declarándolos por pueblo de la real corona, señalándole a los útiles tres pesos de tributo del oro que allí se saca, cuya ley, es de más de 20 quilates, y dejándolos contentos pues siempre habían tenido que los redujesen a servidumbre.36 Lo anterior significa que cuando el capitán Ospina fundó a Neiva, el presidente Borja había declarado a los indios coyaimas y natagaimas pueblos de la Real Corona, les había tasado el tributo y los había reducido a pueblo en determinados sitios. Esto, como lo veremos, lo abonaron los capitanes Olaya y Erazo. La alianza y la reducción de los coyaimas y natagaimas es uno de los temas pendientes de estudio por la historia colonial de Neiva. Así, el real de minas del Saldaña (Ataco), la reducción a pueblo de dichos indios y la fundación de Neiva son tres acontecimientos y relacionados que delimitaron 32 33
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“Informe del presidente Borja sobre la guerra de los pijaos”, 25 de mayo de 1610. Citado por Tovar Pinzón, Relaciones y visitas de los Andes… pág. 482. Tovar Pinzón, Relaciones y visitas de los Andes… pág. 466. Tovar Pinzón, Relaciones y visitas de los Andes… pág. 466.
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Tovar Pinzón, Relaciones y visitas de los Andes… págs. 473-474. Tovar Pinzón, Relaciones y visitas de los Andes… pág. 480. Tovar Pinzón, Relaciones y visitas de los Andes… pág. 478. “Informe del presidente Borja sobre la guerra de los pijaos”, 12 de junio de 1610. Citado por Tovar Pinzón, Relaciones y visitas de los Andes… pág. 488. Tovar Pinzón, Relaciones y visitas de los Andes… pág. 489.
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en cierta forma el distrito de esta ciudad.37 Solo restaba la adjudicación de sus resguardos. Antes de concluir su último informe, Borja menciona la acción del capitán Pedro de Velasco y Zúñiga, gobernador de Timaná, quien en incumplimiento de su capitulación, con la ayuda de los indios paeces amigos, apresó a 24 o 30 indios importantes, cuya mayor parte ajustició y además capturó a 120 personas de chusma.38 En este sentido afirma: “Con todas estas facciones queda la guerra al estado que muy fácil y brevemente, y casi sin costa de vuestra majestad se verá el fin de ella (...) y se irán descubriendo la riqueza de minas de que haya antiguas y modernas noticias; por las cuales viendo ya la tierra desembarazada se disponen algunas personas a ir a buscarlas, y entre otras el capitán Diego de Ospina, hombre muy inteligente en esta materia”. A continuación anuncia el próximo envío de las capitulaciones que ha hecho con él, en las cuales se dejará ver la importancia de esta guerra, “no solo para consumir infieles nocivos y crueles (...) sino por el descubrimiento de labores (...) [que] han de restaurar la ruina, y disminución de estas provincias y vuestra majestad ha de dar por bien empleadas los gastos, que en guerra tan importante, de tanto peligro y trabajo se han hecho.”39 Borja pretendía aumentar su mérito destacando la economía en los gastos y comprometiendo a los vecinos principales del reino en los costos de las guerras contra los pijaos y carares, pues en seis años de estas solo había sacado de las reales cajas 18.177 pesos de 20 quilates.40 En otro documento, el contador y veedor de la conquista de los pijaos, don Andrés Pérez de Pisa, afirma que hasta junio de 1611 se habían gastado en oro y mantas más de 40.456 pesos de oro de 22 quilates de los cuales 16.148 pesos eran de la real hacienda y el resto de encomiendas.41 Sin embargo, ni uno ni otro tienen en cuenta las sumas que dicen haber gastado algunos de los capitanes que participaron en la guerra como son los casos de Alonso Ruiz de Sahajosa, vecino de la ciudad de Ibagué, Domingo de Erazo, gobernador de Muzo y el capitán Alonso de Olaya, gobernador del Valle de La Plata, entre otros. 37
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“Expediente de las capitulaciones del capitán Diego de Ospina”. agi, Sevilla, Santafé, 109, f. 5r. “Informe del presidente Borja sobre la guerra de los pijaos”, 12 de junio de 1612. Citado por Tovar Pinzón, Relaciones y visitas de los Andes… pág. 490. “Informe del presidente Borja sobre la guerra de los pijaos”, 12 de junio de 1612. Citado por Tovar Pinzón, Relaciones y visitas de los Andes… pág. 491. Tovar Pinzón, Relaciones y visitas de los Andes… pág. 492. “Carta de don Andrés Pérez de Pisa”, Santafé, junio 7 de 1611. agi, Sevilla, Santafé, 99.
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Ruiz de Sahajosa representó en mayo de 1618, desde Ibagué, que “las escuadras que pasaron a la guerra de los pijaos por diversas veces por sus dehesas le mataron más de tres mil cabezas de vacas y novillos y terneras, hurtándome muchos caballos y yeguas y otros muchos daños”. Además, el presidente Borja le quitó cuatro encomiendas de indios coyaimas “con color de hacer la guerra y los puso en vuestra real corona sin nada a cambio. Que en la comisión para descubrir las minas de azogue gastó cinco años y más de catorce mil pesos”.42 Domingo de Erazo afirmó haber gastado en la guerra contra los pijaos, especialmente en “haber inclinado a nuestra devoción y alianza a los indios coyaimas que con amor y voluntad mui grande y en número tan crecido (…) pero también a hacer las sementeras, donde lo uno y en lo otro ha sido bien útil y necesaria su ayuda y amistad”, y en los servicios pasados al rey en el reino de Chile más de treinta mil ducados.43 El gobernador Olaya también reclamó en 1618, como uno de sus más importantes y cuantiosos servicios al rey, el haber gastado 15.000 en la reducción de los indios coyaimas y natagaimas.44 Ahora bien, pocos días antes del último informe del presidente Borja, uno de los personajes más prestigiosos de la burocracia colonial en la primera mitad del siglo xvii, el contador del Tribunal de Cuentas, don Andrés Pérez de Piza, escribió una carta al rey en la que encontramos datos cualitativamente nuevos sobre la guerra contra los pijaos, especialmente sobre la última entrada y el balance general. En efecto, Pérez coincide con Borja en el resultado de la última entrada, la cual, bajo su dirección, empezó el 20 de enero de ese año desde el fuerte del Chaparral con dos entradas de 24 indios valientes (coyaimas). Estas duraron dos meses en jornadas de hasta diez días a las provincias más remotas, más o menos, y arrojó como resultado la captura y muerte de 104 indios de guerra.45 En balance, Pérez de Pisa considera que la guerra por todos los lados (Timaná, Popayán y Santafé) y las acertadas correrías, permitieron que “en muy pocos meses en facciones continuadas sin herrar ninguna se prendieron y mataron más de 400 personas, con lo que pasó de 2.500 el número de las personas presas y muertas al enemigo en esta guerra desde 42
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“Representación del Capitán Alonso Ruiz de Sahajosa”, Ibagué, mayo 25 de 1618. agi, Sevilla, Santafé, 101. “Recaudos de los servicios del capitán Domingo de Erazo, gobernador de los Muzos”, Santafé, mayo de 1609. agi, Sevilla, Santafé, 99. “Carta del gobernador Alonso de Olaya al rey”, Santafé, 7 de junio de 1618. agi, Sevilla, Santafé, 102. “Carta del gobernador Alonso de Olaya al rey”, Santafé, 7 de junio de 1618. agi, Sevilla, Santafé, 102.
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que el presidente don Juan de Borja empezó a tratar de ella”. De parte de los españoles, agrega, la guerra había causado la muerte de 21 soldados y 50 indios cargueros moscas. Con todo, concluye, el éxito de la guerra en buena parte se debió a la reducción y amistad de los indios coyaimas y natagaimas.46 Aún más, una vez advirtió que los indígenas pijaos carecían de “lenguaje [y] números y aún significaciones para poderse dar a entender”, con base en el testimonio de dos indias prisioneras calculó que quedaban vivos unos 150 indios de guerra, 50 en la sierra y 100 por el lado de Popayán.47 Antes de la fundación definitiva de Neiva y por lo tanto de la reducción de los indios coyaimas y natagaimas, estos, según Pérez de Pisa, habían poblado las riberas de los ríos de la Magdalena y Cabrera y otros sitios ocultos cercanos al Valle de Neiva y del camino que va del Nuevo Reino a la Gobernación de Popayán y a la provincia del Perú. Más que los de la sierra, eran dichos indios los que “infestaban el dicho valle y camino haciendo muchos robos y muertes dificultando y casi imposibilitando la comunicación. De sus características físicas y culturales destacaba su condición atlética para andar y nadar, por la rapidez de movimientos y ser grandes nadadores. Según se infiere de las afirmaciones de Pérez, poco antes de la fundación de Neiva se habían reducido las dos parcialidades de indios: “más de ciento y cincuenta indios coyaimas de lanza” y hasta 70 indios de lanza natagaimas “con sus mujeres y chusma que es mucha”, en las riberas de los ríos Magdalena y Saldaña. Es decir que varios de los capitanes y el presidente Borja habían logrado reducir a pueblo un total de 220 indios “con sus mujeres y chusma”. La parcialidad natagaimas quedó poblada, según el dicho contador, en sitio cercano al valle de Neiva y camino real, donde, “con buena voluntad regalan y socorren los pasajeros, sin que desde su pacificación ayan dado muestras de dobles”.48 La derrota de los pijaos había logrado confirmar lo que la relación de la visita de 1559 había advertido; es decir, las condiciones o premisas para que la ciudad de Neiva pudiera permanecer, la de articular a sus dinámicas económicas y sociales los ricos y fértiles valles de Neiva y Saldaña. Al respecto decía la relación: “No hay sitio donde pueda mudarse el pueblo de los españoles en la sierra y población de los indios, por estar cercanos a ellos los dichos pijaos y paez y el valle del Saldaña y los Manipos, que no serían 46 47 48
“Carta de don Andrés Pérez de Pisa”, Santafé, 7 de junio de 1611. agi, Sevilla, Santafé, 99. “Carta de don Andrés…”. agi, Sevilla, Santafé, 99. “Carta de don Andrés…”. agi, Sevilla, Santafé, 99.
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parte los españoles para se defender de ninguna provincia de estas, porque hay en ellas (…) más de 30.000 indios, la mejor tierra y más rica de oro que hay en la gobernación de Popayán [sic]”. Por entonces, las magnitudes de la población de la ciudad era de 14 vecinos encomenderos y 26 pueblos con un total de 2.480 indígenas, de los cuales 239 sacaban oro. La Iglesia y las casas de los vecinos eran de paja.49 La fundación que haría el capitán Ospina tardaría en recuperar y conocer ese leve esplendor. Según la conocida crónica de Juan López de Velasco, hacia 1575 existían en las ciudades de Neiva y La Plata 2.500 y 4.000 indios tributarios distribuidos entre 14 y 24 encomenderos, respectivamente, mientras que en la villa de Timaná había 1.500 indígenas asignados a otros 14 encomenderos.50 Estas cifras sugieren, por una parte, que la destrucción de la ciudad y las minas de La Plata ocurriría poco después y, de otra, que realmente esta ciudad era la más poblada de la provincia.
La fundación de Neiva
La fundación de la ciudad de Neiva fue formalizada con otros argumentos
por el cabildo de Santafé al final de la guerra contra los pijaos. En efecto, en el mes de abril o mayo de 1611, justo un año antes de la fundación de Neiva, esta corporación representó al presidente Borja sobre la decadencia de la minería en el nuevo reino y la conveniencia de explotar las minas de oro y otros metales que se habían descubierto en el territorio de las provincias de los pijaos, el cual después del allanamiento, pacificación y castigo habían quedado “desembarazadas”.51 La cuestión de las minas era considerada como el negocio de mayor importancia para el bien común y la real hacienda en sus reales quintos. Como cabeza del reino y de las demás ciudades suplicaban que la mayor brevedad posible se debía enviar persona o personas para el descubrimiento y explotación de estas minas. Con fecha 20 mayo de 1611, el presidente Borja decretó la noticia de la petición del cabildo al capitán Diego de Ospina 49
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“Relación de Popayán y del Nuevo Reino, 1559-1560”, en Ponce, Pilar, editora, Relaciones Histórico Geográficas de la Audiencia de Quito, siglos xvi-xix, tomo i, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas / Centro de Estudios Históricos, 1991, pág. 38-39. López de Velasco. Citado por García Borrero, Joaquín, El Huila… págs. 68-72. “Representación del cabildo de Santafé al presidente Borja”, Santafé, abril de 1611. agi, Sevilla, Santafé, 109.
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a quien consideraba “persona inteligente y de cuidado y que tiene mucha experiencia de estos descubrimientos”, y le pidió que tratarse con él sobre el asunto por tratarse del bien común y restauración de la tierra. El cabildo estaba integrado por don Pedro Mariño de Rivera, Juan Clemente de Chaves, Diego Arias, Martín de Beraneo Gamboa, Juan Cortina, Francisco Estrada, Luis Gutiérrez, Cristóbal de Martina, Diego Maldonado de Bohórquez, Juan Díaz de Mendoza, Andrés Martín y Juan del Rey.52 Como resultado de la conversación Juan de Borja entre Ospina y Borja, el primero propuso unas capitulaciones cuyo texto resulta imprescindible conocer para determinar cuál fue el estado previo del territorio a la fundación de la ciudad de Neiva y el cambio que esta produjo en este y en el paisaje. El título del documento es indicativo de la visión histórica y de la geografía económica que se tenía en Santafé al momento de darse por concluida la guerra contra los indios pijaos. “Asiento y capitulación (…) para el descubrimiento y beneficio del valle de Neiva y río de Saldaña, por petición del cabildo de Santafé (…) para el descubrimiento de las minas de oro de la provincia de Saldaña en las provincias de los pijaos”.53 En efecto, el cabildo de Santafé empezaba por reconocer que el reino estaba amenazado por falta de labor de los minerales y que la guerra, pacificación y castigo de los pijaos había dejado sus provincias “llanas, vacías y desembarazadas de los enemigos (...) [las cuales contenían] gran riqueza de minerales de oro y plata y a azogue.”54 Según Ospina, la falta de labor de los minerales era producto de la falta de peones y naturales y de persona inteligente, experto de caudal y sustancia, con propósito firme para acometerla en las provincias que habían dominado los pijaos. En consecuencia, se ofrecía a satisfacer estas necesidades por el gran celo de servir a su majestad y continuar los servicios que hasta ese momento le había hecho. Ofrecía su persona y los gastos para ir con ocho soldados y mineros, seis u ocho esclavos diestros en la labor de minas con sus respectivas herramientas al valle del río Saldaña, “donde se tiene por sin duda a él la mayor riqueza de aquellas provincias”. Prometía 52 53 54
“Representación del cabildo…”. agi, Sevilla, Santafé, 109. “Capitulaciones del capitán Diego de Ospina”, 1614. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 9r. “Representación del cabildo…”. agi, Sevilla, Santafé, 109.
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descubrir el mayor fundamento de las “dichas minas corriendo el río arriba, 20 leguas desde la población y asiento de los indios coyaimas”, explorando en los ríos y quebradas en el Saldaña entran hasta determinar en cuál de ellos está “la mayor grosedad [sic] de oro”, hasta llegar los dichos negros con cuatro o seis hombres, dejando poblado en nombre del rey el dicho real de minas. Prometía asistir, como lo había hecho en la ciudad de Remedios, un año continuo hasta dejar en firme, entablado, el real y pueblo (de Ataco). Finalmente, en dos años prometía poner seis soldados y mineros aviándolos y pagándoles su salario disuelto.55 En resumen, proponía fundar un real de minas y poblarlo con mineros, esclavos y soldados. A cambio de lo anterior, Ospina pedía título de justicia mayor de dicho real y pueblo por dos vidas, con facultad de dictar en su ausencia un lugarteniente con igual jurisdicción, sin perjuicio de su condición de alguacil mayor de la real audiencia de Santafé. Argumentaban que la jurisdicción civil y criminal daría confianza a otras personas para que metieran esclavos e hicieron prosperar el dicho pueden como había ocurrido en la ciudad de los remedios donde, después de no haber sino apenas 200 indios, llegó a tener más de 1.600 esclavos. Esta cantidad fue posible debido a que los esclavos no podían ser vendidos por deudas de sus amos y que los mineros no pagaban el quinto sino el veinteno por derechos reales. Además, pedía que se le adjudicaran 100 indios moscas para el laboreo de las minas, cultivos, saca de aguas y construcción de casas y edificios. Dichos indios serían tomados de los díscolos, vagos y delincuentes. Precisa que “los más perniciosos eran los jefes [que] enseñan y fomentan la idolatría”. Como salario pedía 1.000 ducados de Castilla de los frutos y aprovechamientos.56 El capitán Ospina considerada que debía obligarse a los indios coyaimas a venderle 200 fanegas de maíz cada año y que, por ser la base para mantener estable el real de minas, debían dársele de 10.000 a 12.000 reses de las que estaban en el valle de Neiva, donde había abundancia de ganado vacuno por ser casi todo cimarrón y estar a 15 o 16 leguas de donde se situaría dicha población para el abastecimiento de carne, la cual no existía en dicho distrito. Dicho ganado lo traería de Neiva al valle del Saldaña para amansarlo, sin costo para el rey, a quien prometía darle la décima parte, siempre que le concediera dos estancias de ganado mayor de las antiguas.57 Además, para estimular el poblamiento del dicho real pedía 55 56 57
“Representación del cabildo…”. agi, Sevilla, Santafé, 109. “Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 7r. “Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 10r. y v.
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se le concediera a sus habitantes todo el ganado que necesitaran matar con el fin de hacer cesinas, dándoseles cada res a medio peso de aquel oro. En caso de sacar el ganado a su costa solo pagarían al rey la quinta parte. Todo con el fin de garantizar el mantenimiento de sus cuadrillas.58 Finalmente, Ospina prometía pagar la deuda de 5.000 pesos de oro del título de alguacil mayor y regidor de Santafé con el producto del oro que sacara su cuadrilla de 30 negros en la ciudad de los Remedios y con una escritura de 4.000 pesos oro que le debían en Antioquia, a lo cual dio visto bueno el fiscal de la Real Audiencia y el presidente Borja las aprobó el 10 junio de 1611, con la condición protocolaria de que el capitán Ospina obtuviera la confirmación real.59 Hacia el mes de agosto, el capitán Ospina experimentó el problema de la escasez de la mano de obra, por lo cual pidió autorización para sacar media docena de indios de la encomienda de su hijo Francisco, con la condición de pagarles el trabajo durante el tiempo que los ocupar en el viaje.60 Al parecer, como resultado de su viaje en el segundo semestre de 1611, el capitán Ospina fue autorizado por el presidente Borja para apuntar y señalar a quienes habían pedido merced de tierras para el beneficio labor de minas en el valle de Neiva y otras partes. Esto sugiere que la condición para la fundación de la ciudad fue el otorgamiento de tierras a quienes quisieran poblarse en ella. Por entonces era gobernador de Timaná el capitán Pedro de Velasco. Velasco y sus tenientes, según Ospina, se habían dedicado a inquietarlo en la posesión que había adquirido para el descubrimiento de dichas minas y su real. El 14 abril 1612 la Real Audiencia decretó que Velasco cesara de perturbar al capitán Ospina. El procurador general de la ciudad de Santafé, don Pedro Mariño de Rivera pidió al cabildo nombrar uno o dos regidores diputados para ir con el capitán Ospina al descubrimiento de minas en la provincia de los coyaimas y a poblarlas por ser tierra fértil con españoles y acrecentar así el real patrimonio. Los regidores debían informar al cabildo sobre la riqueza de las minas y la fertilidad de la tierra con el fin de ilustrar al real servicio y al bien general de esta tierra.61 El cabildo de Santafé nombró al regidor Andrés Martín el 30 abril 1612, y el 4 mayo el presidente Borja ordenó no subir los precios de los bastimentos y cosas necesarias para el viaje de Ospina. Estos 58 59 60 61
“Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 10 r. y v. “Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 11r. y v. “Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 13r. “Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 14v.
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datos permiten inferir que la fundación de Neiva fue organizada conjuntamente por el cabildo secular y por la Real Audiencia de Santafé, de modo que el acontecimiento estuvo antecedido de un acto jurídico político y se constituyó en un punto de avanzada en el allanamiento de la recién ganada frontera a los indios pijaos que solo posteriormente, en el segundo semestre de 1612, comenzó a tener cuerpo y vida material según la finalidad que debió tener la ejecución de uno de los puntos de la capitulación cual fue la entrega al capitán Ospina de 60 indios, 40 moscas y 20 panches, el 20 agosto 1612.62 Esta fue probablemente la mano de obra que construyó la primera generación de casas y demás obras públicas y particulares de la ciudad en el sitio que actualmente conserva la ciudad. La entrega de esa cantidad de indios con la condición de pagarles su trabajo, un tomín de 13 quilates de jornal diario, permite descartar la idea de que la fundación de Neiva haya sido una relación y mecanismo feudal del capitán Ospina. Una vez cumplida esta parte de la capitulación, Ospina obtuvo el 15 octubre 1612 nuevo plazo para obtener la confirmación real de la capitulación sobre la población del real de minas en el valle de Neiva y fundación del nuevo.63 El mantenimiento de la ciudad explica que le fuera aprobada a Ospina su petición de prohibir matar o tomar para amansar el ganado cimarrón del valle de Neiva. La petición subrayaba que los indios paeces, coyaimas y natagaimas y otros que se habían reducido a servidumbre, pero sobre todo los vecinos de Timaná, Neiva y demás pueblos vecinos eran los principales causantes de la disminución del ganado, tanto como los leones y los tigres de dicho valle.64
Los primeros informes sobre la fundación
El primer informe sobre la fundación de Neiva es de junio de 1613. Después de veinte meses de ocupación en la ejecución de la capitulación para el descubrimiento y entable del real de minas de Saldaña y en la fundación del pueblo nuevo de Neiva, el capitán Ospina representó al rey el 11 de junio de 1613 informando sobre los primeros avances en esas comisiones. 62 63 64
“Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, ff. 13v.-14v. “Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 17r. y v. “Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 18r.
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En primer lugar destacó haber sacado con sus negros de minas más de mil pesos de buen oro sin tener todavía entablado dicho real y fundado un pueblo “por ser tan conveniente así para la conservación de los mineros y dueños de cuadrillas que allí entran como para el descanso de los pasajeros que trajinan el camino y trato que ay de los reinos del pirú y el de la Nueva Granada porque había de vacío y despoblado entre la villa de Timaná y el pueblo de Tocaima”. Otra función del nuevo pueblo fue, por su asociación con la reducción de los Indios coyaimas y natagaimas, la de “servir de freno a dos o tres mil indios paeces que estaban de media paz a treinta leguas de aquel puerto, el rio arriba.”65 En segundo lugar se refirió al éxito en el descubrimiento de las minas, diciendo que había obtenido con 26 piezas en un mes de trabajo, entre el 10 de abril y el 18 de mayo, 374 pesos de oro fino de 21 quilates. Explicó que esos rendimientos obedecían a que la tierra tenía y ofrecía para su sustento labranzas y crías de ganado, de las que era abundante. En otros términos, puso de relieve la fertilidad del valle de Neiva para el cultivo y las crías de ganado, sustento de los pobladores de las minas y factor para reducir gastos y aumentar el interés. Sin embargo, aseguró estar “muy consumido y empeñado” por haber tenido que “sacar los negros que tenía en el beneficio de la boga del río grande para descubrir la navegación que ay desde el puerto de Honda hasta la del pueblo nuevo y haber tomado en préstamo 30.000 ducados para servir al rey tomando el título de alguacil mayor de la Real Audiencia de Santafé”.66 La dependencia de la mano de obra indígena para la fundación material de Neiva y la explotación de las minas del Saldaña quedó corroborada el 25 de octubre de 1613, cuando el presidente Borja ordenó la entrega al capitán Ospina de 76 indios de los pueblos de Pasca, Fosca, Sutagaos y Fusagasugá para el beneficio de las minas del valle de Neiva por tiempo de un año. El 21 junio 1614 el presidente Borja elevó a 89 la cantidad de indios sacados de las mismas y de otras encomiendas, a quienes debía pagárseles su salario. Igualmente, ordenó entregar 30 indios del pueblo de Facatativá en reemplazo de los 24 que habían cumplido un año de trabajo en las minas del valle del Saldaña.67 El segundo informe sobre la fundación de Neiva y las otras comisiones de la primera capitulación aparecen en el texto de la nueva 65
66 67
“Representación del capitán Diego de Ospina”, 11 de junio de 1613. agi, Sevilla, Santafé, 100. “Representación del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 100. “Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 29r.
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capitulación hecha a comienzos de febrero de 1614, en la cual se menciona la gobernación de Neiva y Timaná. El 21 junio 1614 el presidente Borja elevó a 89 la cantidad de indios sacados de las mismas y de otras encomiendas, a quienes debía pagárseles su salario. También, ordenó entregar 30 indios del pueblo de Facatativá en reemplazo de los 24 que habían cumplido un año de trabajo en las minas del valle del Saldaña. La fundación había sido hecha con indios Moscas y Panches, y con 35 esclavos, más los vecinos blancos. Para fomentar la fundación prometió introducir esclavos y buenos indios vecinos, no paeces por ser “gente belicosa de mala paz y servidumbre”.68 A modo de balance general, Ospina advierte que a un costo de 10.000 pesos oro había descubierto el puerto y navegación desde el pueblo nuevo hasta la ciudad de Cartagena para beneficio de Quito y la gobernación de Popayán. Esto significaba haber mejorado el circuito comercial entre la villa de Timaná y Cartagena, que eran el paso del comercio y trato de los reinos del Perú.
La consolidación de la fundación. La miseria del Nuevo Reino y las riquezas de una nueva provincia
El capitán Ospina pedía que se le agregara la jurisdicción sobre la villa de
Timaná, pues había quedado vaca por muerte del gobernador Velasco y era un pueblo “sin sustancia”.69 A cambio de que se le concediera prometía reforzar la fundación de Neiva metiendo 50 negros de minas, traer una canoa de boga de 15 negros diestros en la dicha navegación y puerto del pueblo nuevo a Cartagena para mayor comodidad del comercio y tráfico y cercanía de las provincias de Quito y de Popayán, pues reduciría el tiempo entre Neiva y Cartagena a 14 o 15 días.70 Por otra parte, el capitán Ospina ofrecía en la capitulación de 1614 restablecer la labor de las legendarias minas del distrito de la ciudad de La Plata. También poner en labor las minas de cobre de los Ángeles, distantes tres cuartos de legua del nuevo pueblo de la concepción de Neiva y reducir a pueblo de nuevo a los indios de Simancas, a quienes el gobernador Mojica había poblado y entregado a encomenderos a quienes dichos indios asesinaron. Finalmente proponía fundar un nuevo real de minas en la 68 69 70
“Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 21r. “Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 21v. “Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 22r.
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provincia de Páez y mejorar el real del río Saldaña; es decir, el Real de Minas de Ataco. La singularidad de esta capitulación radica principalmente en la petición que hizo el capitán Ospina de la merced por dos vidas con título de gobernador del pueblo nuevo de la ciudad de la Concepción en el Valle de Neiva, del cual hasta entonces solo había sido justicia mayor, anexándole la villa de Timaná, con sueldo de 2.000 ducados de buena moneda de Castilla, pagaderos de las reales cajas de Santafé con el producto de sus minas descubiertas o por descubrir o reedificadas. Los límites de dicha gobernación serían desde la boca del río Saldaña en el Magdalena río arriba hasta la cordillera de los pijaos y de esta a la otra cordillera del nuevo reino cien leguas de ancho y desde este límite hacia el sur, provincia de los países, cien leguas de largo hasta la villa de Timaná y por la cabecera de la cordillera de los países y todos los términos de esta villa por la otra banda, la cordillera de la gobernación de Popayán y toda la tierra dentro de estos límites que estuviere por poblar de españoles, con poder de encomendar sus indios, poblar y pacificar por tres días y la de Timaná por dos vidas.71 También pedía que se le preservara el derecho de amansar el ganado cimarrón que hubiere en el valle de Neiva, con el fin de garantizar la permanencia de la fundación y nueva población de minas, seguridad de los caminos del trato y comercio de este reino y la navegación hasta Cartagena.72 Con visto bueno del fiscal el presidente Borja las aprobó el 5 febrero 1614. En el auto y aprobación el presidente Borja habla “(...) de la ciudad de la concepción que tiene poblado en el valle de Neiva provincia de los indios pijaos, en virtud del asiento que con él se tomó en 10 junio 1611”.73 La nueva capitulación fue aprobada como forma de remunerar y gratificar los lúcidos y útiles servicios del capitán Ospina al rey, dentro de los cuales se anotaron el allanamiento de los indios de la provincia de la cimitarra que infestaban la navegación del río grande de la Magdalena, donde fue gobernador, y en la guerra de los pijaos, como capitán y cabo de los aventureros que a ella concurrieron a su costa.74 Sin embargo, la capitulación excluyó la jurisdicción civil y criminal sobre los pueblos coyaimas y natagaimas, que le fueron apartados de su encomendero, el capitán Alonso Ruiz de Sahajosa, vecino de Ibagué y declarados pueblos 71 72 73 74
“Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 26v. “Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 28 v. “Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 28 r. “Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, ff. 30v- 31r.
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de la real corona. También excluyó la facultad de nombrar capitanes y oficiales de guerra, título privativo del presidente de la real audiencia. Las encomiendas solo serían por dos vidas y no podían ser de más de 50 indios tributarios. Finalmente, se le concedió un plazo de cuatro años a partir del 5 febrero 1614 para obtener la confirmación real. Así, el uso de una especie de mita urbana y minera fue la forma laboral indígena que dio origen al cuerpo material de la ciudad de Neiva entre mayo de 1612 y el año de 1614. No es improbable que dicha mano de obra hubiera sido usada por el capitán Ospina para iniciar la diferenciación del paisaje en ambas bandas del río Magdalena y entre los ríos del oro y la Ceiba donde se erigió el ámbito urbano de la ciudad al iniciar los cultivos y la formación de sus hatos de ganado. Las tareas de la fundación continuaban hacia 1618. El gobernador Ospina solicitó una nueva prórroga de tres años más para obtener la confirmación de su capitulación el 6 septiembre 1618, con el argumento de proseguir la dicha fundación. Esta, argumentó, llevaba seis años con mucho gasto de pesos de oro, sin más premio que el servir a su majestad. Además, justificó su solicitud con el argumento de mantener el beneficio de su fundación en la seguridad de los caminos para el trato y contrato de los reinos del Perú y de la nueva Granada. A comienzos de agosto de 1616 el gobernador Ospina había solicitado a las reales de Santafé la parte que le correspondía de los productos de la real hacienda de la gobernación de Neiva y Timaná. Sin embargo, se le negaron argumentando que sus salarios solo serían cancelados cuando presentase la confirmación real de sus capitulaciones. De todos modos, el monto de los tributos de coyaimas y natagaimas recaudados en oro de 22 y medio quilates y oro en polvo, al igual que el veinteno de las minas de Saldaña, desde el 30 noviembre 1612, son un primer indicador del establecimiento del sistema colonial en dicha gobernación.75 Si por el veinteno de las minas de Saldaña, entre noviembre 1612 y noviembre de 1615, Ospina entregó 374 pesos de oro de 22 quilates y medio, es de suponer que los mineros debieron haber sacado en este tiempo un total de 1.768 pesos oro de esta calidad. A esa cantidad podemos agregar los 2.375 pesos y tres tomines de oro de esa misma calidad que pagaron los indios por sus tributos. Es decir que, en tres años, las minas del Saldaña produjeron poco más de 5.100 pesos oro. 75
“Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 30r. y v.
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De nuevo, el 26 junio 1620 el gobernador Ospina, que por entonces contaba con 50 años de edad, aprovechó una representación que hizo en Santafé al presidente Borja sobre el estado de las minas en la Nueva Granada, para relacionar los diferentes servicios que había prestado al rey hasta entonces, junto con los de su padre don Francisco de Ospina y su bisabuelo materno, el capitán Antonio Díez Cardoso, quien fuera uno de los cuatro capitanes que hicieron la conquista y fundación de Santafé de Bogotá. Por entonces, tenía por lugarteniente suyo en el pueblo de Neiva y en la villa de Timaná a su hijo don Francisco de Ospina. Todavía en esos años era gobernador de las provincias del Valle de La Plata y San Juan de los Llanos, el capitán Antonio de Olaya.76 Lo más interesante de la representación de 1620 es el diagnóstico que hizo el gobernador Ospina del estado miserable en que se encontraba la Nueva Granada por la disminución de los productos extraídos de las minas de oro y la falta de gente capaz de poblar las más promisorias. Por entonces, las minas de Lajas llevaban 30 años sin que dieran fruto y antes por el contrario habían sido la sepultura de muchos caudales de los más poderosos del reino, debido a la escasez de indios y a la poca destreza de estos en su labor. La escasez había aumentado en los últimos tres años debido a la muerte de más de 20.000 personas en las pestes de sarampión y viruela que había habido en el reino, la mayor parte de las cuales fueron de gente de las minas. Agrega que cuando llegó el presidente Borja este lo comisionó para poblarlas y así lo hizo con 700 indígenas que sacó de la ciudad de Tunja y llegó al Real de Lajas donde se mantuvo, sin sueldo, ocho meses. Entretanto metió esclavos diestros en minas para aumentar el aprovechamiento.77 Sin embargo, como lo veremos, no le correspondió al capitán Ospina sino al Contador Pérez de Pisa el mérito de haber entablado y poblado exitosamente los reales de Lajas y Santana. Ospina relata que en la segunda entrada del presidente Borja a las provincias de los pijaos apareció la necesidad de fundar un pueblo para la seguridad del camino real que trajinaban el trato y contrato del Perú y la Nueva Granada. En principio Borja encargó al gobernador de Timaná, capitán Pedro de Velasco, y le ofreció 4.000 pesos de ayuda para la fundación y 2.000 ducados de renta en indios de los díscolos y vagabundos del nuevo reino pero, como no lo aceptó, entonces Ospina decidió encargarse del asunto como en efecto lo hizo.78 76 77
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“Cartas y expedientes de particulares, 1619-1620”. agi, Sevilla, Santafé, 102. “Cartas y expedientes de particulares, 1619-1620. Representación de don Diego de Ospina Medinilla”, Santafé, 26 de junio de 1620. agi, Sevilla, Santafé, 102. “Cartas y expedientes…”. agi, Sevilla, Santafé, 102.
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Sin embargo, existe una versión alternativa de los antecedentes de la fundación de Neiva, la del gobernador de San Juan de los Llanos y del Valle de La Plata, el capitán Antonio de Olaya y Herrera, según aparece en una representación que este hizo en dicha ciudad el 22 de mayo de 1628, cuando tenía 66 años de edad y decía llevar 20 años en el gobierno de ese territorio y 50 años de servicio al rey.79 En efecto, el gobernador Olaya afirmó que cuando su padre capituló dicho gobierno se le demarcó un territorio que incluía el valle de Neiva, pues eran cien leguas de longitud y de latitud en línea recta a partir de la altura de la cordillera (oriental), hacia ambas vertientes, la de los Llanos y la del río Magdalena. Agrega que para acabar la guerra contra los pijaos el presidente Borja concibió “poblar un pueblo de españoles en el valle de Neiva que sustentase el comercio del camino real que va al Perú, ofreciendo dar a la persona que lo hiciere la agregación del gobierno de las ciudades de Ibagué y la villa de Timaná. Como la cosa era “grave”, continúa, “nadie se atrevió, [pero] por caer el valle de Neiva en mi demarcación me opuse (…) y presenté mi oposición [solo de palabra] al presidente Borja [pero] atravesase el capitán Diego de Ospina, (…) con quien se capituló”. Ospina, a quien califica de poderoso enemigo, pretendió “despoblar este gobierno” pero dice haberse resignado por no parecer ni “papelista” ni “capitulante”.80 De otra parte, la fama de Ospina por el mérito de haber dado muerte al legendario cacique Calarcá en la mesa de Chaparral y de su papel en la victoria contra los pijaos al igual que el supuesto mérito del presidente Borja en la alianza con los indígenas Coyaima y Natagaima y en la posterior reducción de estos a pueblos de la real corona resulta relativizado a la hora de conocer los testimonios del papel que jugaron el gobernador Domingo de Erazo y el gobernador Alonso de Olaya, padre del capitán Antonio, su sucesor. En efecto, en una representación del 29 de mayo de 1610, este relacionaba entre los servicios prestados por su padre, por él y sus hermanos haber ido como capitán del gobernador Erazo a la Guerra contra los pijaos, la primera vez a la provincia de Amoyá, y la segunda, una vez llegó el presidente Borja, como sargento mayor para ir a las provincias del valle de Cutiba o de Neiva, donde señoreaban los indios natagaimas de los Órganos. Sostiene que allí comenzó “a tratar de la paz con los dichos indios…con que salieron a nuestra amistad cinco caciques de los más principales y llegando 79
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“Representación del gobernador de San Juan de los Llanos y Valle de La Plata. San Juan de los Llanos”, 22 de mayo de 1628. agi, Sevilla, Santafé, 108. “Representación del gobernador de San Juan...”. agi, Sevilla, Santafé, 108.
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a esta sazón el dicho Domingo de Erazo, se acabaron de reducir los que faltaban y se asentó la paz por el vuestro presidente de manera que hoy reciben doctrina de cura y gobierno”. A continuación precisa que eran más de doscientos indios de lanza y con sus familias sumaban más de seiscientos. Dos años después, agrega, vinieron a la paz los indios coyaimas que, junto con los anteriores, eran más de cuatrocientos indios de lanza, entre los que había pijaos de la sierra.81
La ciudad de Neiva como producto de la racionalidad económica de su fundador
En la representación del 26 de junio de 1620 del gobernador Ospina, la
fundación de Neiva aparece asociada con la navegación y con la minería por el descubrimiento de la navegación desde el puerto de Honda al dicho pueblo nuevo, que le supuso a este la introducción de negros es clavos en la boga y en las minas de oro. La evolución de estos intereses partió con muy grandes muestras y esperanzas. El caso es que esta vez Ospina calculó en 17.000 ducados de su hacienda personal los costos de la fundación, y anotó que no había tenido más ayuda que la de 500 pesos, resultado de los quintos del oro que han sacado sus esclavos en las minas que descubrió y labró en aquel puerto, más otros 800 patacones de una encomienda de la villa de Timaná que quedó vaca.82 Por otro lado, Ospina esbozó nuevos elementos de la fundación como los de haber reducido a pueblo a los indios duhos y limpiado la tierra de algunos yanaconas y coyaimas de mala paz. También reconoce haber fracasado en la reducción de algunos indígenas de la provincia de los tamas para acrecentar el dicho pueblo nuevo. Los califica de gente miserable que por costumbre que quiso evitar, eran vendidos por esclavos en la dicha villa. El pueblo nuevo de Neiva tenía por entonces, más de 200 personas y el consuelo espiritual y temporal para cualquier pasajero. Además, la ciudad de Neiva ya tenía alcaldes ordinarios y de la hermandad y empezaba a vender oficios de alguacil mayor y escribano; algunos vecinos aspiraban a comprar los regimientos de alférez y depositario general, lo cual significa que la institución política por excelencia de la sociedad local
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de la época colonial cual fue el cabildo, justicia y regimiento, fue, en el caso de la ciudad de Neiva, emergiendo a medida que se formaba un élite local.83 Sin embargo, Restrepo Sáenz afirma que en 1618, cuando pasó por vez primera el arzobispo por el valle de Neiva “halló con mucho desconsuelo al gobernador y vecinos del pueblo nuevo, por no tener sacerdote que les administrase los sacramentos y que con acuerdo de la Real Audiencia “se colocó allí un cura”.84 Ahora bien, el primer juicio de residencia al capitán Ospina de que tenemos noticia ocurrió entre 1618 y 1622. Le fue practicado en su calidad de alguacil mayor de la Real Audiencia, de teniente de capitán general y gobernador de la villa de Timaná y la ciudad de Neiva. Aunque no aparece sino la sentencia del expediente, la cual absolvió y declaró libre de los cargos, se menciona un auto que le ordenó devolver 800 pesos de bueno oro que tomó de la encomienda de los indios de “cosanza” para los gastos de la fundación de Neiva. Además, la imagen del gobernador era ya socialmente reconocida sobre todo por los vecinos de Timaná, pues aparece una representación de 17 vecinos de esta villa, fechada el 19 julio 1622, en la cual lo reconocen por padre de familias. El 23 de agosto de 1622, previa solicitud de don Francisco de Ospina, alguacil mayor de la Audiencia, en representación de su padre, el capitán Ospina como gobernador de la villa de Timaná y Valle de Neiva, el presidente Borja prorrogó por otros cuatro años la confirmación de la capitulación para la fundación de Neiva. De otra parte, existe un análisis histórico de la fundación de la ciudad de Neiva desde una visión más reciente de la historiografía sobre la familia Ospina que permite tener una visión de conjunto de los movimientos económicos que debió hacer el capitán Ospina para mantener en firme la recién fundada ciudad. Según Brungardt, Ospina afirmó en 1623 que la explotación de las minas de oro de Remedios le había consumido 250 negros y le habían producido 500.000 pesos. Con base en Fray Pedro Simón se infiere que entre 1594 y 1620 se sacaron de dichas minas “más de seis millones de pesos oro”.85 Por entonces Ospina tenía la mayor cantidad de esclavos en las minas de Neiva, las cuales le generaban una ganancia anual de 3.848 patacones, mientras que los que tenía en Remedios le reportaban solo 1.828 patacones, 83
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“Representación de don Antonio de Olalla”, Santafé, 29 de mayo de 1610. agi, Sevilla, Santafé, 99. “Cartas y expedientes…”. agi, Sevilla, Santafé, 102.
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“Cartas y expedientes…”. agi, Sevilla, Santafé, 102. Restrepo Sáenz, José María, Gobernadores y próceres de Neiva, Bogotá, Editorial ABC, 1941, pág. 5. Brungardt, “Poder y riqueza…” pág. 141.
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y los de la boga en Honda 600 patacones.86 De otro lado, su título de alguacil mayor de la Audiencia de Santafé, le generaba el 33.6% de sus ingresos. Los factores que, según Brungardt, llevaron al capitán Ospina a trasladar cerca del 70% de su inversión minera, representada básicamente en esclavos, al valle de Neiva, fueron el agotamiento de las minas y, en especial, la epidemia de viruelas de 1588 que se inició en Mariquita y se expandió por la Nueva Granada acabando con “más de la tercera parte de la población de indios y españoles”, la cual le significó, particular y concretamente, la pérdida de su encomienda de 750 tributarios que le rentaban 1.500 pesos de oro de 20 quilates anuales, es decir, 2.884 patacones.87 En conclusión, Brungardt explica que el traslado de las inversiones del gobernador Ospina a Neiva obedeció a su intento de encontrar una solución a los problemas de rentabilidad que le generaba la explotación de sus minas en Antioquia con mano de obra esclava; en otros términos, afirma que su transformación en señor feudal en la provincia de Neiva fue una forma de evitar la pérdida de su fortuna como empresario minero y del transporte esclavista en Antioquia y en Honda, a donde había concentrado sus intereses después de perder su encomienda en la ciudad de Mariquita. La argumentación de esta tesis se reduce a afirmar que al apropiarse de considerables extensiones de tierra y tener y repartir encomiendas le daba a Ospina el carácter de señor feudal la envergadura de su labor de las minas en el rio Saldaña con cuadrillas de esclavos.88 Argumentación que no es coherente con la estructura de la fortuna de Ospina que el autor determinó. En efecto, el valor y las rentas de sus títulos de alguacil mayor de la Real Audiencia y acaso del gobernador de la provincia de Neiva le representaban el 33,6% de sus bienes y rentas, y sus inversiones y rentas en la minería el 38,5%, mientras que las tierras, trapiches y ganados le representaban en 1623 solo el 13,6%, siendo el valor de sus joyas, vajilla, ropas y esclavos domésticos un 6,1%. Es decir que era básicamente un empresario esclavista minero al que sus esclavos, que representaban el 5,4% de sus bienes, le generaban buena parte de su fortuna junto con el producto de su título. Ahora bien, sabemos que los resultados de sus capitulaciones de la provincia de Timaná y del valle de Neiva le permitieron conjurar una de las causas del fracaso de los mineros en Cáceres, Remedios y Zaragoza cual
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fue el problema de los costos de mantenimiento de los esclavos, las cuales le permitieron integrar la ganadería y la agricultura del distrito de Neiva al abastecimiento de sus minas del real de Ataco, en el valle del Saldaña, así como al abastecimiento de los indios mitayos en los reales de minas de Lajas y Santana, al igual que a la villa de Honda y la ciudad de Santafé de Bogotá. Uno de los asuntos previos y paralelos a la fundación y conservación de Neiva, como hemos visto, fue la reducción y poblamiento de los indios de diferentes naciones, principalmente de los indios coyaimas y natagaimas y el otorgamiento de mercedes de tierras por el presidente Borja a vecinos blancos y la delimitación y adjudicación de los resguardos a estos indígenas. Desde 1611 hasta 1619 hemos contado la adjudicación de un total de 42 estancias de ganado mayor, 5 estancias de ganado menor y 1 estancia de pan coger en los valles de Saldaña y de Neiva a un total de 19 propietarios.89 El propio gobernador Ospina resultó afectado por la adjudicación de los resguardos al pueblo de Natagaima. En 1628 Ospina representó al presidente Borja reclamándole que una de las dos estancias de ganado mayor que le había adjudicado en dichos valles le fue otorgada como parte de su resguardo a los indios natagaimas. Por este motivo, pidió y obtuvo la adjudicación de una caballería de ganado en Aype para introducir sus ganados. Por entonces, Ospina era uno de los principales abastecedores de cecina y sebo al Real de Lajas y a la villa de Honda. Según Ospina: “las tierras de Aype están vecinas del pueblo de Neiva y son más a propósito para criar todo género de ganado y que se pueblen españoles”.90 En ellas, concretamente alrededor del camino real, existían cuatro hatos. Todo esto era benéfico, según él, “para que los indios vivan más recogidos y no se alejen de la doctrina y cerrar el paso a la comunicación que tienen con los indios infieles páez que se va conociendo ser dañosa su amistad”.91 La fundación de Neiva no puede, entonces, pensarse al margen del análisis e interpretación de la condición del capitán Ospina como minero esclavista en Antioquia y en el valle del Saldaña, encomendero y burócrata en Santafé, transportador en Honda y, sobre todo, de capitán en la Guerra contra los pijaos.
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Brungardt, “Poder y riqueza…” pág. 148. Brungardt, “Poder y riqueza…” pág. 147. Brungardt, “Poder y riqueza…” pág. 150.
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90 91
Archivo General de la Nación (agn), Bogotá, Sección Colonia, Fondo Tierras Tolima, tomo 14, f. 175v. y r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tierras (Tolima), t. 14, f. 216v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tierras (Tolima), t. 14, f. 216v.
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La ciudad y el cambio histórico del territorio y el paisaje
Finalmente
en 1628 el gobernador Ospina decidió, probablemente apremiado por la edad, gestionar la confirmación de sus capitulaciones ante el Consejo Supremo de Indias. La importancia historiográfica de esta documentación radica, entre otras cosas, en que contiene lo que podemos considerar como el primer relato sobre la fundación de Neiva. Este fue hecho en la ciudad de Santafé, en junio de 1628, en el interrogatorio que el gobernador Ospina presentó a la Real Audiencia de Santafé para que se recibiera información de testigos para remitir al Consejo de Indias la solicitud de confirmación real de las capitulaciones de 1611 y 1614. El texto del interrogatorio contiene de manera dispersa una serie de acciones, inversiones y acontecimientos que rodearon la fundación y conservación de la ciudad de Neiva, y que constituyen la primera historia oficial de este hecho. En primer lugar repite la tantas veces citada tesis de que antes de fundar y poblar la ciudad de Neiva, el camino al Perú y Popayán estaba este territorio “cargado de enemigos pijaos, coyaimas y natagaimas y duhos, que estaban sobre las cordilleras de los dichos caminos y no se podían pasar sin escoltas de 25 y 30 hombres bien pertrechados de armas y con todo eso sucedía cada día muchas muertes y robos de haciendas y naturales, irreparables por estar más de 70 leguas de despoblado desde la ciudad de Tocaima hasta la dicha villa de Timaná.”92 Sin embargo, esa cita está asociada a una descripción que todavía no conocíamos del cambio o transformación que, según Ospina, produjo el poblamiento de Neiva con los hatos y la población ganadera. Según Ospina “se han poblado en todo el dicho valle hasta lo que toca a la jurisdicción de Timaná 47 hatos de ganado vacuno yeguas, crías de mulas y ganados menores (...) ay hoy (...) más de 40.000 cabezas de ganado vacuno y casi 200 mulas de cría.”93 Ospina agregó su perspicaz visión de la riqueza ganadera del valle de Neiva cuando advirtió que este, por sí solo, podía satisfacer la demanda de ganado de Santafé y otras ciudades vecinas, a tal punto que, como veremos, esta actividad, y no la minería, fue la que configuró el tipo social básico de la élite local y provincial, el criador de ganado. Lo que no alcanzó a imaginar el gobernador Ospina fue que sus descendientes no vivirían del todo la
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articulación de los criadores de Neiva, Timaná y La Plata al ciclo y circuito económico que configuró en Quito la industria de los obrajes a finales del siglo xvii, cuyas dinámicas crearon condiciones materiales para la configuración de una sociedad y argumentos para su comportamiento político frente a Santafé. En todo caso, Ospina advirtió esa vez que el diezmo de dicho valle ya se arrendaba en 600 patacones y se cobraban las alcabalas. Como lo interpretó con agudeza el fiscal de la Real Audiencia de Santafé a finales del siglo xvii, el ganado fue “la moneda de aquella ciudad y provincia”.94 En lo que hace propiamente al recinto urbano, el gobernador Ospina anotó que la ciudad tenía Iglesia, Plaza y más de 60 hombres poblados en la ciudad y su distrito. La Iglesia se encontraba adornada gracias a la mucha cantidad de pesos de oro que había gastado en ella. Curiosamente no habló de la casa del cabildo, institución que al parecer solo apareció posteriormente. De otra parte, una idea del poblamiento de la ciudad y distrito de Neiva la tenemos con el testimonio del capitán Diego de Ospina de haber logrado que de la provincia de Páez, a la cual había calificado inicialmente de “gente rebelde que no [ha] obedecido a su majestad ni reducido a la ley evangélica”, se redujeran muchos con “sus mujeres, hijos y familia y se poblaran en el dicho pueblo nuevo, donde tenían sementeras y ganados, por las buenas comodidades y agasajos que les hacía”.95 Además, había traído a Neiva hasta 30 indios de nación Duhos, con sus familias, que estaban en la cordillera (oriental).96 Triana Antorveza, al parecer basado en Rodríguez Freyle, afirma que hacia 1620 los vecinos del pueblo de Espíritu Santo de Caguán se habían quejado del traslado forzoso de indios tamas al Valle de Neiva y hacia la Villa de Timaná, a pesar de las prohibiciones.97 En las declaraciones de testigos del primer juicio de residencia tomado al gobernador Ospina, aparecen algunos datos que matizan los pequeños atisbos sobre la configuración social de la fundación de la ciudad. Por ejemplo, Juan Sánchez de Cueto, escribano en Neiva en 1627, dicen que vio salir muchos indios con sus familias de la nación Páez a poblarse en la ciudad de Neiva. Martín de Orosco, otro escribano en Neiva en un año anterior, agregó que “los indios paeces que se han poblado en Neiva (...) hacen labranzas de maíz a los vecinos, quienes les pagan su trabajo en ganado que llevan a su tierra”.98 94 95
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tierras (Tolima), t. 14, f. 216v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tierras (Tolima), t. 14, f. 216v.
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 795r. agi, Sevilla, Santafé, 109, cuaderno 1, f. 1v. agi, Sevilla, Santafé, 109, cuaderno 2, f. 4v. Triana Antorveza, “Contribución a la historia…” págs. 128-129. agi, Sevilla, Santafé, 109, cuaderno 1, f. 15r. y v.
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Historia Comprehensiva de Neiva
Luis Pérez de Frías, residente en Neiva desde hacía unos 10 años, precisó que de los 60 habitantes, 40 tenían mujer y familia. Juan Pardo Osorio, identificó el carácter pendular de la vecindad de las gentes: “(...) aunque están de asistencia de ordinario en el dicho pueblo van y vienen a él a lo que se ofrecen y las semanas santas y en otras ocasiones se suelen contar todos en el dicho pueblo.”99 Pardo afirmó que la ciudad tenía cura y sacristán, lo cual era: “de mucho consuelo para los pasajeros y vecinos por tener quien les diga misa y quien les administre los santos sacramentos”.100 Y agregó que: “en el puerto de Neiva todos los mercaderes que venían de los reinos del Perú encontraban el avío necesario de canoas, balsas o cabalgaduras y bastimentos (maíz, carne, bizcochos y jamones) para proseguir su camino ya por el río o por el camino real”.101 Por esas fechas el gobernador Ospina mantenía dos canoas en el puerto de Neiva. De otro lado, Pérez afirma que el ganado de Neiva ya abastecía de carne a las ciudades de Santafé, de Mariquita y en las minas de plata de las Lajas.102 El caso es que el Consejo de Indias estudió el expediente de Diego de Ospina, alguacil mayor de la Audiencia del Nuevo Reino, en el cual pedía la confirmación de las capitulaciones para el descubrimiento de unas minas en el río Saldaña, allanamiento de los caminos y para poblar una ciudad o villa en el valle de Neiva que asegurara de los indios de guerra el comercio de la provincia del Perú, el 19 agosto 1629 y la aprobó el 30 de abril de 1630.103 Por entonces, el gobernador Ospina tenía 60 años de edad y acababa de morir en la ciudad que había fundado y conservado con buena parte de su caudal. Curiosamente, los conceptos de los fiscales del Consejo de Indias ponen de manifiesto el sentido de las continuas prórrogas obtenidas por el capitán Ospina para obtener la confirmación real. En efecto, los fiscales negaron algunos de los puntos a titulados en 1611 como el de la entrega de 100 indios moscas, la obligación de los indios coyaimas a venderle cantidad de maíz a determinados precios, por ser contrario “a su hacienda y voluntad”, y el pago de la deuda por el título de alguacil mayor. De la capitulación de 1614 limitaron la agregación del gobierno de Timaná y redujeron el privilegio de quintar el veinteno.104 Es importante anotar que contemporáneamente a la muerte del gobernador Ospina se produjo en Santafé la del presidente Borja. agi, Sevilla, Santafé, 109, cuaderno 1, f. 31r. agi, Sevilla, Santafé, 109, cuaderno 1, f. 31 r.v. 101 agi, Sevilla, Santafé, 109, cuaderno 1, f. 3. 102 agi, Sevilla, Santafé, 109, cuaderno 1, f. 25r. 103 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, rollo 04/14, f. 63v. 104 agi, Sevilla, Santafé, 109, cuaderno 1, f. 1r. 99
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Una idea más completa de la realidad histórica del contexto regional en el cual se inscribía la función e importancia de la ciudad de Neiva en la emergente sociedad colonial de la Nueva Granada, resulta del hallazgo la relación de méritos de don Andrés Pérez de Pisa, fechada en julio de 1629. En efecto, entre 1620 y 1628 Pérez de Pisa afirma haber entablado y poblado los reales de minas de Lajas y Santana con sus iglesias, hospitales y 17 ingenios para beneficiar plata. Estima que en ese periodo se fundieron y manifestaron en la reales cajas 167.569 marcos de plata mientras que en entre 1601 y 1619 solo se fundieron 36.284 marcos.105 Estas cifras nos sugieren el aumento de las demandas de carne, maíz, lienzos de la tierra y otros abastecimientos para los mitayos y demás trabajadores y pobladores de dichos lugares, los cuales, en buena parte, debieron proceder de la ciudad y distrito de Neiva. El gobernador Ospina murió en la ciudad de Neiva el 17 marzo 1630 y allí fue enterrado. Con base en un documento de la Notaria Primera de Neiva citado por Díaz Jordán sabemos que ese día, “entre las doce y la una de la tarde”, fue “depositadoen la santa Iglesia de dicha ciudad, el cuerpo del capitán Diego de Ospina, alguacil mayor de la real audiencia, teniente de capitán general y gobernador de Timaná, Neiva y Saldaña.”106 Sin duda es simbólicamente significativo el hecho de que el cadáver del capitán Ospina, aparezca hoy como parte del patrimonio perdido de la ciudad por la devoción de este hacia la “Pura y Limpia Concepción” de la Virgen María, dato que podría contribuir a la re-significación sociocultural de la parte de su imaginario colectivo institucionalizado en la advocación mariana que nombra a su catedral. El hecho es destacable por el refuerzo de la devoción mariana en esta familia como lo revela la fundación de la villa de Purificación por su nieto, el gobernador Diego de Ospina, bajo la advocación de nuestra Señora de la Candelaria.
El periodo 1630-1650. Caminos y circuitos comerciales
Al gobernador Ospina, le sucedió en el cargo su hijo Francisco Martínez
de Ospina en quien renunció antes de morir su título de alguacil mayor de la Real Audiencia de Santafé, por el cual había pagado en marzo de 1605, la suma de 32.000 ducados. Eso no significa que Martínez de Ospina hubiera dejado de ser el alguacil mayor de la Audiencia de Santafé pues el titulo 105 106
“Relación de méritos de don Andrés de Piza”, julio de 1629. agi, Sevilla, Santafé, 109. Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 34.
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Historia Comprehensiva de Neiva
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fue tasado de nuevo en 5.000 patacones, los cuales pagó para seguir en el ejercicio del cargo. Este hecho sugiere algo del cambio de gobierno y de coyuntura en la Nueva Granada.107 La documentación sobre la evolución de la ciudad de Neiva en el periodo de la gobernación de don Francisco Martínez de Ospina que va hasta 1650, es bastante escasa. Uno de los pocos datos que revela la documentación de archivo es del 9 de diciembre de 1634, cuando el gobernador Martínez de Ospina obtuvo Real Provisión de amparo de su jurisdicción en las tierras fronterizas de su gobierno con la ciudad de Tocaima, debido a la incursión arbitraria y violenta de las autoridades de este cabildo en una propiedad del distrito de Neiva.108 Sin embargo, considerando que la singularidad de la ciudad de Neiva en el sistema comercial estaba en la convergencia en ella del río y del camino real como vías de comunicación para el tráfico y comercio colonial y local, conviene tratar el fomento que vecinos de Timaná hicieron de los caminos por la vía de Guanacas y por la vía de esa villa, para lo cual contamos con alguna información de archivo. El primer caso está asociado al poblamiento de los indios paeces. En este último aspecto, a Martínez de Ospina se le atribuye haber fundado el pueblo de Iquira poco antes del fin de su gobierno en 1650.109 Justo en los años en los cuales la familia Ospina y la ciudad de Neiva sufría el vacío del liderazgo del gobernador don Diego de Ospina, la documentación de archivo de los años 1628-1631 sugiere un cambio territorial y quizás político de iniciativa del proceso configurador de la provincia, debido a la perspicaz interpretación del aumento del comercio y del tráfico, tal vez provocado por el auge del primer ciclo minero de la plata en Mariquita, en cuanto a las vías de comunicación con Popayán y Quito, El liderazgo de la élite de Popayán y de Timaná se advierte en 1628, cuando el encomendero de la primera ciudad y vecino de esta villa, don Andrés del Campo Salazar, argumentó en una representación suya al gobernador de la provincia de Popayán la necesidad de abrir un nuevo camino para comunicar la gobernación de Popayán con el valle de Neiva, basado en el estado de los dos caminos que existían para pasar de Nuevo Reino de Granada a la dicha gobernación y los reinos del Perú. De un lado estaba el camino del Quindío, que llevaba a Cartago y, de otro, el de la villa
de Timaná, que viniendo por el valle de Neiva iba a la ciudad de Almaguer. Campo Salazar detalló que en este último camino existían 2 o 3 jornadas de monte y páramo, siete puentes en ríos caudalosos, cuyo mantenimiento hacía necesario buena cantidad de indígenas y mucho dinero. Desde su apertura, agrega, se habían gastado más de 10.000 pesos. Precisó que había dos leguas de palizadas y muchos malos pasos de peñas y riscos o reparar y que ante la falta de indios naturales para esa tarea en la villa de Timaná, había decidido abrir un camino nuevo entre la ciudad de Popayán y el valle de Neiva, dos jornadas abajo de dicha villa, hacia la ciudad de Neiva, el cual acortaría en 30 leguas la distancia. Afirmó que por esta ruta estaba en las provincias de Guanacas y de Páez, con más de mil indios, el trajín de los pasajeros, el trato y comercio de abastecerlos, serían más notables. En otros términos, afirmaban que “con la comunicación de los españoles y codicia de sus provechos”, se levantarían “iglesias a dónde celebrar el culto divino y con más comodidad venderían al conocimiento de la fe.”110 Con base en lo anterior, Campo Salazar pidió al gobernador la concesión de un privilegio de portazgo por diez años. La solicitud le fue aprobada el 3 septiembre 1628 con la condición de poner canoas en los pasos durante 20 años. En 1631 la concesión fue confirmada por el rey y, en 1634, la Real Cédula fue obedecida por los gobernadores de Popayán y de Neiva.111 Esta vez fue la élite social y el cabildo de la villa de Timaná la que intervino en el trámite y adjudicación del privilegio solicitado por el capitán Lorenzo Rojas en 1631. Esta vez se trató de la composición del camino entre dicha villa y la ciudad de Almaguer que llevaba a Quito. Los vecinos fueron unánimes en reconocer que si este camino no fuera compuesto y conservado, los mercaderes y pasajeros no pasarían por la villa de Timaná y las ventas de abastos disminuirían y con estas el recaudo de las alcabalas, afectando las condiciones de vida de los pobres que solían vender maíz y legumbres y alquilar mulas y caballos.112 El expediente de la solicitud del privilegio para componer y conservar el camino detalla la cantidad y tipo de puentes que había a lo largo de la ruta y las condiciones que ponía para repararlos y conservarlos. Eran cinco puentes desde la salida de la villa hasta el límite con la ciudad de Almaguer; los de los ríos Magdalena, las Juntas, Sombrerillos, el paso de pena chica y el del rio Mulare.113
“Cartas y expedientes Seculares 1642-1651. Solicitud del gobernador Francisco Martínez de Ospina”, 28 de marzo de 1631. agi, Sevilla, Santafé, 110. 108 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tierras (Tolima), t. 6, f. 364v. y r. 109 Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 47.
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Impuestos Varios, t. 24, f. 289r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Impuestos Varios, t. 24, f. 289v. 112 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Mejoras materiales, t. 13, f. 217r. 113 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Mejoras materiales, t. 13, f. 202r. 111
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Historia Comprehensiva de Neiva
El gobernador Martínez de Ospina comisionó a don Miguel de Salcedo, alcalde ordinario de la villa de Timaná, para hacer el remate; este fue hecho en agosto de 1631, a favor del capitán Rojas y por un tiempo de 20 años. El capitán Rojas tendría derecho a cobrar un real por cada cabeza de ganado vacuno y dos reales por cada mula y caballo cargados. Los pobres chaquetones, al igual que los clérigos y frailes que no llevaren más de una mula pasarían de balde, al igual que los corregidores obispos y arzobispos con todos sus criados y cargas.114 Lo más interesante del caso es que uno de los miembros del cabildo de Timaná era el capitán Diego del Campo Salazar, Alférez Real, lo cual permite concluir que la élite de esta villa entendió muy bien el privilegio de su posición estratégica en materia de caminos para el tráfico y comercio, tanto con Popayán como con la ciudad de Quito, por rutas diferentes. Este hecho debió darle cierta jerarquía política en el contexto del gobierno provincial. Sin embargo, como veremos, pocos años después reemergió la guerra de los indios Andaquíes contra los vecinos de Timaná, la cual terminó debilitando dicha jerarquía y haciéndola depender de la ciudad y gobierno provincial de Neiva. Para el encomendero del Campo Salazar, rematador del nuevo camino entre Popayán y la ciudad de Neiva, según diría su hijo y heredero en 1643, el nuevo camino era: (...) el real y va de esta ciudad a la del nuevo reino de Granada y Cartagena”, el cual, en efecto se abrió desde el valle de Malbasa hasta el río de la Magdalena y Valle de Neiva, venciendo muchas inexpugnables dificultades del páramo y Sierra Nevada (...) en distancia de más de 25 leguas (...) y abrió las laderas del río de Páez, puso puentes en el Río de La Plata, y canoa en el de la Magdalena (...) con mucho bien de los mercaderes y tratantes del Perú, que bajan a Santafé y Cartagena, como el de los de este gobierno cuyo comercio estaba suspenso por la dificultad de atravesar esta sierra.115
Las transformaciones producidas por dicho camino fueron descritas, quizás con algo de exageración, por el dicho heredero en esa fecha y en el mismo documento en el cual solicitaba la confirmación del privilegio del portazgo. El nuevo camino estaba en la raíz del bien que estaban experimentando:
Fundación y conformación de la ciudad (...) los paeces y guanacas, que con el continuo concurso de los dichos mercaderes y naturales de estas provincias, y otras, están tan tratables, que por orden de su majestad, se han levantado muchas iglesias, en las dichas provincias, bautizado (entre) seis u ocho mil almas y (...) se están congregando y poblando en forma de República (...) en que se ha hecho muy gran servicio a Dios nuestro señor y a su real majestad (...) y también por el útil que se ha seguido de haberse poblado más de 100 leguas de distancia que en esta ciudad a la de Santafé de actos de españoles y estancias de naturales por su utilidad del que se le sigue el trajín del dicho camino. Asimismo se han descubierto mucha suma de pesos, que se han sacado y saca en el río del país y la Magdalena.116
El caso es que en 1643, el capitán Diego del Campo obtuvo del gobernador Borja, caballero de la orden de Santiago y capitán general de la provincia, la confirmación del privilegio y su extensión a los pasos de los ríos de La Plata y la Magdalena. Este se obligó a mantener el camino reparado en toda la sierra y monte y a sustentar puentes y canoas hasta el desemboque del río Páez, como en efecto lo hizo, pues en el año 1648 obtuvo de nuevo la confirmación.117 Entretanto el expediente de la visita que practicó el gobernador Diego de Ospina a la villa y distrito de Timaná en 1629 revela, básicamente, la relación de poder entre este y los vecinos encomenderos de esta jurisdicción. La visita fue practicada a través de un lugarteniente de Ospina, el capitán Francisco Ortiz. La importancia de este acto de jurisdicción y competencia es, por el documento que quedó de ella, la riqueza de detalles en cuanto al paisaje agrario y social de esa parte de la provincia, muchos de los cuales no resultan pertinentes en este estudio. Por lo pronto nos parece pertinente retener el dato sobre el número de encomiendas existentes en la villa de Timaná en ese año, en tanto nos es indicativo tanto del tipo dominante y el tamaño de la élite local como de la fuerza laboral indígena. En total había 14 encomiendas con 106 indígenas tributarios y un total de 410 indígenas, incluyendo reservados, chinas y muchachos, chusma y huidos.118 El expediente contiene el título de encomienda que el gobernador Ospina otorgó al capitán Florencio Rojas el 19 abril 1624 en la ciudad de Neiva y la de los indios Guachico y tamas de la encomienda de Andrés Palomino que debían acudir a la ciudad de Neiva para ser doctrinarios y oír misa.119 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Impuestos Varios, t. 24, f. 268r.v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Impuestos Varios, t. 24, f. 268r. 118 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Visitas (Tolima), t. 1, ff. 815-925v. 119 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Visitas (Tolima), t. 1, f. 830 v. 116 117
114 115
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Mejoras materiales, t. 13, f. 202r., 204r. y v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Impuestos Varios, t. 24, f. 268r. y v.
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¿La ciudad sin cabildo? El poder señorial del gobernador Ospina y la reducción de pijaos
No hemos logrado precisar cuando el gobernador Ospina o sus sucesores
instituyeron el cabildo de Neiva. La conformación de esta institución política fue tardía. Lo que sabemos es que el gobernador residente en Neiva compartía el poder con el de los alcaldes ordinarios y los curas y llevaba hacía 1648, sino antes, “el libro de gobierno de Neiva”, donde anotaba, probablemente, entre otras cosas, las causas civiles y criminales así como los recaudos de Real Hacienda y, sobre todo, las mercedes de tierra que otorgaba a los vecinos.120 El “libro de gobierno de Neiva”, aparece mencionado en el contexto de unas mercedes de tierras otorgadas a algunos vecinos.121 Lo interesante es advertir que la existencia de este libro sugiere que no había libros capitulares, lo cual nos lleva a reflexionar sobre un dato cualitativo de la fundación de Neiva. Se trata del carácter de esta. La fundación de la ciudad de Neiva no fue una fundación convencional como las de las ciudades y villas de los siglos xvi y en general del siglo xvii. La ciudad nació sin la institución del cabildo, justicia y regimiento, lo cual sugiere que el grupo inicial de vecinos tuvieron más atractivo poblar y residenciarse en sus hatos que en hacer vecindad en la ciudad y gobernar un ínfimo vecindario y, sobre todo, a una élite inestable de comerciantes y mercaderes que solo habitaban la ciudad por unas pocas semanas o meses. El cabildo de Neiva apareció con posterioridad a la fundación, de modo que un problema importante de la historia política e institucional de la ciudad es el de indagar cuando y en qué condiciones aparece el cabildo como institución representativa de los intereses de los vecinos y habitantes de la ciudad y su distrito. Al parecer con razón se llamó a Nieva durante muchos años, el pueblo nuevo de la concepción del Valle de Neiva. Como veremos, es probable que por razones demográficas, económicas y políticas no hayan existido condiciones para establecer el cabildo, sobre todo por el valor de los títulos y las obligaciones y compromisos del ejercicio de estos en relación con el nivel económico de sus vecinos. Ya era bastante para los más notables ejercer el cargo de alcalde ordinario de primera y segunda vara. 120 121
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia eclesiástica, rollo 18, ff. 774v.-775r. “Multa al Bachiller don Marcos Martín de la Reina”. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia eclesiástica, rollo 18.
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La institución del cabildo está asociada a la intervención de la Real Audiencia de Santafé en el conflicto con los criadores de ganado de Neiva originado en la atracción de los mayores precios de este en los mercados de Popayán y Quito. En todo caso, uno de los limitantes invencibles de una historia social de la fundación y primeras etapas históricas de la ciudad de Neiva es la falta de los libros capitulares y de los libros parroquiales al igual que la falta las listas de indígenas traídos por el capitán Ospina para la edificación de la ciudad, de modo que no podemos tener ideas más precisas de quienes fueron los fundadores de Neiva en un sentido más amplio. La existencia de una vida urbana en Neiva, como en todas las ciudades y villas del mundo hispano-colonial americano fue configurada por las funciones religiosa, política, administrativa, en especial de la Real Hacienda y la comercial. En el caso particular de Neiva, aunque el fenómeno existió desde la fundación, lo hemos podido documentar a partir de finales del siglo xvii. Los habitantes de Neiva, de una y otra banda del río Magdalena, permanecían ausentes la mayor parte del año en sus hatos y haciendas, dedicados a las labores propias de estos, a distancias de dos y tres jornadas de la ciudad. Según la declaración del gobernador Marcos de Rojas en un expediente de 1692, los pobladores de Neiva solo se congregaban en el recinto de esta ciudad para asistir a las fiestas religiosas, especialmente a la patronal; es decir, en la fiesta de la Concepción, en la Semana Santa y en las de Corpus Christie y de San Juan, en las cuales disminuía la asistencia.122 Según lo explica otro declarante en dicho expediente, por entonces era el temor de las epidemias de viruela y sarampión el motivo que mantenía a la población dispersa en los campos.123 Como lo vamos a ver, al estudiar la emergencia de la institución del cabildo de Neiva hacia 1684, la ubicación de los hatos y la residencia de sus propietarios en ellos llegó a amenazar la existencia misma de la ciudad de Neiva por la falta de vecinos de lustre en tiempos de vida urbana de la población local, que con sus limosnas sostuvieran la decencia del culto. Con el tiempo sería, además, el costo de los sacramentos, los impuestos reales y las contribuciones municipales. Con excepción de los casos de Cartagena, Mompox, Santafé, Honda, Tunja y Popayán, en el resto de ciudades y villas de la Nueva Granada no existió una vida urbana propiamente dicha. En consecuencia, la 122 123
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 738r. y v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 736v.
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formación de una comunidad urbana en Neiva solo aparece a mediados del siglo xviii, congregada no solo en torno a la Iglesia sino a las casas del Cabildo y la plaza de mercado, donde se realizaban las formas históricas de socialización típica de la época y donde, ocasionalmente se formaban tumultos y alborotos como expresiones de protesta por la injusticia o los conflictos de intereses y de poder entre las distintas fracciones del cabildo y la Iglesia. Ahora bien, si la fundación de Neiva es históricamente impensable al margen de la Guerra de los pijaos, la ciudad de mediados del siglo xvii tiene un papel muy importante con la posibilidad de argumentar críticamente la tesis convencional sobre el exterminio de estos. Ocurre que Neiva fue el escenario del desarrollo judicial del segundo gran expediente del conflicto de tierras entre los hacendados que tenían sus tierras en la frontera de los indios pijaos y los resguardos indígenas del pueblo Coyaima. En efecto, en 1651 aparecen declarando vecinos de la ciudad como el beneficiado Francisco Triviño de Sotomayor, el capitán Pedro Verdugo, Francisco de Argutia y Juan Ortiz de Parada, entre otros. Además, a la ciudad de entonces llegaron varios indígenas de nación Coyaima y 12 indios pijaos, naturalizados en el pueblo de Coyaima, a declarar. Entre estos aparece el cacique Macuche, Pedro Guatama, Francisco Queluna y Santiago Cubo.124 Además, en las piezas del expediente aparece que en el pueblo de Natagaima, había 12 indios pijaos que recibían doctrina y pagaban tributo.125 Por otra parte, hay tipo de otros datos de archivo que revelan la diversidad étnica de la mano de obra indígena en el distrito de Neiva hacia 1653, cuando el gobernador don Diego de Ospina Maldonado, en compañía del protector de naturales Bernardo de Herrera, practicó una visita a los hatos y haciendas de la jurisdicción de la ciudad de la concepción del valle de Neiva, para revisar los libros de conciertos y atender las quejas de los indios. Por entonces, la gobernación todavía era nombraba provincia de Timaná, Neiva y Saldaña; es decir, no tenía incorporada la ciudad y distrito de La Plata que sería reedificada poco después por el gobernador Diego de Ospina. El fin de la visita era determinar con base en un libro de concierto si el trabajo y servicio personal de los indios había sido pagado si habían tenido doctrina y si los habían hecho trabajar en días festivos. En el caso de haber recibido agravios de otras personas podían declarar sin temor bajo el secreto de juramento. 124 125
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tierras (Tolima), t. 14, f. 66r. y v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tierras (Tolima), t. 14, f. 66r. y v.
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No disponemos del expediente completo de la visita sino de la practicada a los hatos del alférez Antonio de Sanabria y del capitán y sargento mayor don Juan Palomino, en representación de su padre, el capitán Andrés Palomino, ausente en la ciudad de Popayán. El gobernador y el protector exigieron a esteno ocultar ningún indio, chinas y muchachos que tuvieran en sus haciendas de Yaguara y la Herradura. En la visita se identificó el nombre, la edad y el lugar de origen de cada uno de los indios así como su estado y número de hijos e hijas. El caso más significativo a nuestro juicio es, sin duda, el de una india Tama casada con el indio Tomás, de nación pijao, que dijo tener 60 años de edad, 30 de los cuales residenciado en la jurisdicción de Neiva, con cinco hijos y tres hijas. Una hija suya del indio estaba casada con un indio de la ciudad de Quito, quientenía cinco años de residencia en Neiva. Otros casos fueron los de una india de la villa de Timaná, un indio de la ciudad Ibagué, perteneciente al pueblo de Venadillo, otro de Cartago, casado con india natural del Ibagué, un mestizo casado con india criolla de Santafé y dos indios de nación Tama, uno casado con india del pueblo del Caguán y otro con india de la misma nación Tama. Curiosamente no se identifican los nombres de tres esclavos que tenía la hacienda de la Herradura. Todos los indios anteriores dijeron no tener nada que declarar en razón de agravios ni malos tratamientos y que habían sido pagados de su trabajo y bien tratados y se les había dado lo necesario.126 Además, resulta sobresaliente la gran diversidad etnocultural de la mano de obra indígena usada por los criadores de Neiva en ese entonces y advertir que el expediente de los pleitos por los resguardos de coyaimas y natagaimas, desde 1615 hasta 1775, es un documento indispensable para tratar de reconstruir los patrones de poblamiento entre la sierra de Calarma y Chaparral hasta el río Cabrera y entre los ríos Cucuana y Aype.127 La nueva estrategia: evangelización, guerra y fundaciones. El escamoteo de la crónica a la historia factual La crónica del siglo xvii se concentra a su manera en las acciones y obras del sucesor del gobernador Martínez de Ospina, su hijo Diego de Ospina, en quien la historiografía clásica huilense se ha concentrado con base en 126 127
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Visitas (Tolima), t. 4, f. 998r. y v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tierras (Tolima), t. 14, ff. 3-233 v.
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las notas del escribano y cronista don Juan Flórez de Ocáriz. Díaz Jordán intentó modificar esa tradición gracias al hallazgo que hizo en el Archivo del Cabildo de Timaná de un documento sobre la propuesta de capitulación hecha por el gobernador don Diego de Ospina en 1656 para la reducción y poblamiento de pueblos de indios paeces, la fundación de una villa entre el río Saldaña y el río Magdalena y la reactivación de las legendarias minas de La Plata. Sin embargo, quien nos dio una idea concreta de la problemática local más importante de la élite de la villa de Timaná desde su fundación hasta las capitulaciones del gobernador Diego de Ospina fue el historiador Juan Friede, quien también consultó ese archivo para su libro sobre los indios Andaquíes. El análisis de dicha coyuntura que hoy podemos hacer se ha potenciado metodológicamente por la asociación del hallazgo que hizo el presbítero Jenaro Díaz Jordán en el cabildo de Timaná; es decir, las capitulaciones del gobernador don Diego de Ospina en 1656, con nuestro hallazgo de las representaciones de este a raíz de su destitución del cargo en 1664, en el fondo miscelánea de la sección colonia del Archivo General de la Nación. Estos documentos nos amplían significativamente el conocimiento de este periodo crucial de la historia de la ciudad y la provincia de Neiva, pues se trata en verdad de una auténtica coyuntura histórica que fue volatilizada por los cronistas del siglo xvii y por la historiografía huilense dependiente de ellos al reducirla a una serie de datos de la gestión del gobernador Ospina. La coyuntura del periodo 1651-1665 es el punto de partida de las tensiones políticas entre el gobierno de Popayán y el gobierno de Santafé, ya con la Real Audiencia, ya con el cabildo secular y en ocasiones ambas. La naturaleza de la coyuntura histórica de mediados del siglo xvii comienza a determinarse al leer atentamente la capitulación del gobernador Diego de Ospina de 1656. Sin embargo, solo hasta cuando esta se profundiza en 1695 en el marco del conflicto de intereses y de jurisdicción entre las Reales Audiencias de Santafé y Quito por el acceso al ganado de la provincia de Neiva y se plantea en la primera de ellas el argumento legal e histórico de jurisdicción sobre el territorio de los paeces de Guanacas, se revelará el verdadero origen y alcance de esta coyuntura histórica y de la capitulaciónde 1656. Por ahora nos referiremos a la versión de Díaz Jordán y al tratar el conflicto por el abasto del ganado abordaremos la parte histórica, legal y político religiosa de la coyuntura de mediados del siglo xvii. Según Díaz Jordán, Ospina empezó su capitulación advirtiendo la enorme falta de doctrina, enseñanza y predicación que sufrieron los vecinos y los indios que se habían estado naturalizando en Neiva, entre los cuales
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menciona a los tamas, Andaquíes y Duhos, por la dejación que hicieron de esas tareas los padres de la compañía de Jesús, al parecer hacia la década de 1640. A mediados del siglo xvii, agrega, solo asistían a Neiva el cura de la ciudad y el doctrinero del pueblo del Hobo. Era común no haber la misa y el morir muchas personas sin confesión, debiendo ser enterradas en los campos. Por este motivo debió introducir a los religiosos de la orden de San Francisco por lo cual gastó “en conducirlos, sustentarlos, y en casas, ornamentos, y más que les he dado tanta suma de dineros como también consta de los autos de la residencia que se me tomó”.128 El monto del gasto hecho por el gobernador Ospina a comienzos de la década de 1650 no está determinado pero lo justifica con el beneficio que habían hecho los franciscanos no solo a los vecinos e indígenas “naturalizados en Neiva”, sino “a los mercaderes de los reinos del Perú que comercian con este en tanto número.” En cambio, no había logrado que en los siete años que ha se había fundado el pueblo de Nátaga, ni en los cuatro que ha que existía el de San Francisco de Iquira hubiera ido allí religioso alguno debido a la cortedad de los estipendios y la falta de lenguas; es decir, de evangelizadores conocedores de la lengua aborigen. Por eso decidió acrecentar los estipendios y aumentar a cien el número de vecinos.129 Ospina dice haber impuesto dos censos de capellanía por valor de 2.000 patacones e instruido a los vecinos en el deber de pagar las limosnas para la congrua del cura.130 Ahora bien, los documentos que produjo el gobernador Ospina una vez se notifica, justo un mes después de la orden que el presidente Egas de Guzmán le enviara a Neiva para darle a conocer la real cédula que lo destituía del cargo, contienen información desconocida hasta hoy sobre la ejecución de la anterior capitulación. Dichos documentos son básicamente un informe certificado por el escribano de la Real Audiencia, Flórez de Ocáriz, sobre las gestiones del gobernador Ospina en las provincias de Neiva, Timaná y el valle de La Plata, relacionadas con las capitulaciones de 1656. Se trata de un informe concebido para ser enviado al rey, acompañado con una extensa probanza de serviciosde sus servicios y los de sus antepasados desde tiempos de la Expedición de Jiménez de Quezada. La segunda es una representación dirigida a la Real Audiencia argumentando la injusticia y la causa de su destitución y pidiendo un nuevo cargo para la remuneración de Propuesta de capitulaciones del gobernador don Diego de Ospina 1656. Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 46. 129 Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 47. 130 Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 46. 128
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sus servicios. Ambos están fechados en Santafé, el primero, el 12 de enero de 1665 y la segunda el 30 de enero de este mismo año.131 El contenido y trámite de dichos documentos nos revela el principio de la coyuntura de cambio histórico que vivió la ciudad y provincia de Neiva desde los comienzos de su gobierno en diferentes campos de la realidad y con diferentes dinámicas. El origen de la coyuntura es una Real Cédula fechada en siete octubre de 1663, con base en la cual el presidente de la Audiencia de Santafé ordenó al gobernador Ospina, el 29 agosto 1664, presentarse en esta ciudad. La datación de la Real Cédula nos sugiere el tiempo previo en el que ocurren los acontecimientos y se forman los autores de las peticiones a que respondía. El 21 de septiembre de este año el gobernador Ospina obtuvo de Francisco de Salazar y Baños, escribano público del cabildo, minas y registros de la ahora llamadaciudad de Nuestra Señora de la Limpia Concepción del valle de Neiva, certificación del recibo de la carta del presidente Egas de Guzmán. Un esquema del contenido del informe enviado por el gobernador Ospina al rey, nos da una idea delas líneas de desarrollo histórico de la ciudad y provincia de Neiva entre 1656 y 1664, la cual podríamos llamar la década de oro de estas entidades territoriales durante el siglo xvii o mejor, el principio de un ciclo histórico que se prolonga con fuertes fluctuaciones por los conflictos de intereses y de poder por el comercio del ganado, hasta la creación del virreinato en 1740 y que comprende, principalmente, la fractura de la hegemonía de la familia Ospina a comienzos de este siglo y el principio de la re-territorialización de las estructuras de poder en la provincia, en la cual se destaca la emergencia de Timaná, la centralidad política de Neiva y la hegemonía sectorizada de la otra familia de la oligarquía santafereña, los Caicedo, en la villa de Purificación. Dicho informe hace referencia a los juicios de residencia que se le tomaron en 1656 y 1662, la guerra contra los indios Andaquíes, la reedificación, fortificación y armamento de la villa de Timaná, el aumento del gobierno, población y reducción de los indios paeces infieles a su costa y la numeración y el cobro de los tributos de los pueblos de Iquira, Nátaga, el Retiro, el Hobo y Ataco, la reedificación de la ciudad de La Plata y la labor de sus minas. Finalmente refiere la visita general que hizo a la provincia para arreglar el concierto de los indios, el cobro de las demoras y requintos, los pecados públicos y la reforma de las malas costumbres. 131
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 73, ff. 178r.-185r.
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La relación de esa diversidad de asuntos sugiere además de una intensa actividad del gobernador Ospina y su escribano, la configuración de lo que sería la provincia de Neiva en la época colonial. Sin duda el fenómeno más notorio es la organización de las llamadas dos repúblicas, la de los indios y la urbana. Esta última representada ahora en las villas de Timaná y de Purificación y en las ciudades de La Plata y Neiva. La fundación y poblamiento de la villa de Purificación en 1664 empezó con sesenta vecinos. Por entonces la población de los cuatro centros urbanos de la provincia podría ser calculada en apenas dos mil personas, mientras que la población indígena, incluyendo los pueblos de Coyaima y Natagaima sobrepasaba las tres mil almas. Otro aspecto fue la reactivación de la minería y la conservación de los caminos hacia Popayán por Guanacas y Almaguer por Timaná. Triana Antorveza considera probable que tanto en la refundación de la ciudad de La Plata como en el reinicio de las explotaciones de sus minas por el gobernador Ospina hacia 1651, se hayan usado indios Anaconas que igualmente habrían sido utilizados para poblar los pueblos de Caguán y de Ataco. Como hemos visto, el pueblo de Ataco existía desde la década de 1610.132 Conviene concentrarnos en la transformación política que vive la ciudad de Neiva en un verdadero centro de poder provincial a partir de la reedificación de la ciudad de La Plata y el restablecimiento de su cabildo, justicia y regimiento con sus oficios de República. Conviene subrayar cómo el gobernador Ospina advierte el beneficio que estas medidas habían traído no solo para los intereses reales sino del comercio y los comerciantes, los eclesiásticos, mercaderes y otras personas que trajinaban el camino de Guanacas desde o hacia Popayán, pues en La Plata era donde podían abastecerse de mantenimientos, recuas de mulas y aseguramiento de sus vidas y haciendas que solían ser gruesas. Además, advierte que la refundación de La Plata había servido para “frenar” la provincia de Paez. Como hemos visto, la reedificación de la ciudad de La Plata fue un acto estratégico del intento de fortalecer el gobierno de Neiva en las relaciones de poder con el gobierno de Popayán, en la medida que tiene que ver con el control territorial del comercio por el camino de Guanacas. Sin embargo, como veremos más adelante, las relaciones de parentesco y de poder que adquiere el gobernador Ospina por los enlaces matrimoniales de su hija Catalina con un oidor de Quito sentarían las bases sociales de una práctica económica que terminó por extender el campo geopolítico de su familia, una 132
Triana Antorveza, “Contribución a la historia…” pág. 122.
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de las estructuras de poder en Santafé, a Quito, justo cuando esta ciudad se convertía en epicentro económico de un ciclo de auge de los obrajes textiles que abastecieron el mercado del occidente neogranadino desde finales del siglo xvii y buena parte del siglo xviii. Un indicio importante en cuanto a la estructuración de una sociedad local funcional en la ciudad de Neiva, es más que el aumento de la población y edificios de la ciudad al doble de lo que había antes de su gobierno, el fomento del llamado asociacionismo religioso con el aumento de cofradías, de barquetas con bogas posibilitando los viajes hasta Honda y hasta Cartagena y, cura e Iglesia más grandes y dotada, nuevas doctrinas y, sobre todo, agregando la gente de las haciendas a estas, cesando los inconvenientes que se experimentaban por muertes sin confesión, entierros en los campos y otros. Finalmente, la conservación estable del Hospicio de la ciudad garantizando voluntariamente a sustentar los religiosos casas y ornamentos con vino y cera mediante dos censos de mil pesos cada uno para su sustento.133 Laimportancia del documento en mención también resulta de los detalles que ofrece sobre el proceso de reducción y poblamiento de los indios paeces en la jurisdicción de la Provincia. En efecto, al hecho de haber poblado dos caciques en el pueblo de Nátaga, agrega que este quedó habitado por 448 indígenas de los cuales 227 eran tributarios.134 El pueblo de Iquira, aumentado de 23 a 123 indios tributarios. En el pueblo del retiro pobló 191 “piezas”, en el pueblo de San Miguel de juntas por los 100 indígenas y en el de Santo Domingo de Otas, 60 indígenas.135 Agrega que a todos les colocó corregidores para que los administren,“aquerencien y fomenten y repartiéndoles tierras para ganados y cementeras y para su conservación y aumento por la bondad de los temples y su sanidad.”136 En resumen, el gobernador Diego de Ospina y los franciscanos poblaron cerca de 1.000 indígenas de los cuales no logramos establecer el número de tributarios. Sin embargo, como veremos, a partir de 1668 el nuevo gobernador de la provincia, probablemente presionado por los oficiales reales de Santafé tomó especial empeño en el cobro de los tributos anuales cuyas cifras evidencian la estabilidad y funcionalidad de este poblamiento. En síntesis, contra la tesis de Díaz sobre el carácter feudal del gobierno de la ciudad y provincia de Neiva se puede concluir que la reedificación agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 73, f. 182r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 73, f. 182r. 135 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 73, f. 182v. 136 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 73, f. 182v.
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de La Plata, la fundación de Purificación y la fortificación de Timaná, más bien revelan un marcado interés por fortalecer política y militarmente el gobierno provincial para servir al rey, mediante el control de la amenaza de un levantamiento de los indígenas en función del comercio, que el fortalecimiento de una estructura de poder familiar cuyo principal objetivo fuera la sujeción señorial de los centros de poder local controlados por el gobierno de la capital provincial, Neiva. En la primera representación del exgobernador Diego de Ospina este afirma haber reedificado a Timaná y construido y equipado con armas un total de 11 fuertes para su defensa contra los ataques de los indios Andaquíes.137 El otro documento al que nos referimos es la representación que el exgobernador Ospina firma el 30 de enero de 1665 como alcalde ordinario de primera vara de la capital del Nuevo Reino. Este documento contiene lo que a juicio de Ospina constituyó la causa de su destitución y, por lo tanto lo que marca el principio de las tensiones históricas entre las élites de Popayán y de Santafé a través de la élite de Neiva. Son las formas y mecanismos del poblamiento de los indios paeces que hicieron reaccionar a la élite terrateniente señorial de Popayán, probablemente acompañada de otros sectores, inclusive religiosos, contra el gobernador Ospina. Igualmente, da cuenta del rebrote de la violenta resistencia indígena en la villa de Timaná, concretamente los ataques de los mencionados y la gestión del gobernador Ospina y la Real Audiencia de Santafé en el control de dichos ataques. Sin embargo, el documento también nos revela aspectos de la institucionalización de la ciudad de Neiva hasta ese momento. Otro aspecto que muestra la representación del gobernador Ospina está referido la injusta inculpación por injusticia de su destitución acaso motivada por las quejas de los vecinos de Timaná por la orfandad de apoyo militar al momento del ataque de los Andaquíes. Según Ospina cuando ocurrieron los hechos se encontraba convaleciente de una penosa enfermedad en la ciudad de Santafé.138 No obstante estar ocupado en otras pacificaciones y reducciones y pese a su desgaste económico y atrasado caudal por los muchos gastos en la conservación del gobierno de Neiva, aceptó la entrega que la Junta General de Tribunales le hizo de mil patacones en dinero y un préstamo de otros mil patacones en mantas de algodón y lana que estaban sin vender, para ir, con riesgo de su vida, al castigo de dichos indios.139
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 73, f. 184r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 73, f. 178r. 139 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 73, f. 178v. 137 138
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Ospina relata que llevó armas, municiones y demás pertrechos necesarios, organizó tropas de gente y soldados pagados e indios cargueros con los cuales dispuso hacer varias entradas con un gasto de 4.162 patacones. Como resultado de las entradas afirma: “se consiguió coger muchos de dichos delincuentes y poner en libertad a una de las dos niñas españolas y algunas de las piezas que llevaron y otras cautivas de nación Tama, imponerles tanto miedo que se han retirado más de 200 leguas la tierra adentro.”140 Una idea de la percepción que tenían los miembros del cabildo de Timaná sobre la guerra contra los Andaquíes nos la da la una representación dirigida al gobernador de la provincia de Neiva, fechada el 4 de julio de 1731 y citada por Juan Friede en el estudio citado. Dice la representación que entre su fundación, 1538, hasta el de 1650, “se gastaron de las haciendas y bienes de los vecinos, doscientos mil patacones (…) aparte de los muchos hurtos y incendios y muertes que los indios hicieron.”141 Sin embargo, un fuerte indicio del impacto del clima de guerra en las relaciones de los vecinos de Timaná con el gobernador Ospina con motivo de los ataques de los indios a la villa, a sus hatos y haciendas, aparece en una carta que le escribe don Bernardino Calderón, al parecer vecino de la ciudad del Caguán, a quien todavía el 22 de marzo de 1666 lo creía era el gobernador de la provincia de Neiva. Calderón le comunica a Ospina noticias que le llegaban de las justicias y vecinos de Timaná sobre el cerco de los indios de guerra Andaquíes y sobre estar las estancias vecinas despoblándose como consecuencia de la “mucha desvergüenza y osadía” de estos. Calderón firma la carta desde el fuerte de Garzón y se centra en la percepción que tiene de los indios y de los vecinos de Timaná en cuanto a la disposición para salir al “castigo de tantas maldades”, de dichos indios. El mismo, Calderón, dice tenerlos recelosos de nuevas entradas a sus provincias como las que había hecho el gobernador años antes en defensa de la ciudad del Caguán y la villa de Timaná. Calderón advertía la inmovilidad de los vecinos de esta villa para “defender su patria”. “No hay quien se mueva”, agrega, para subrayarle la necesidad de su apoyo como lo demostró el ataque al fuerte de “la viciosa”. Calderón da a entender que el gobernador le ha dado algunos abonos para atender emergencias y que con ellos prepara una entrada pero le pide que la villa de Timaná participe con por lo menos 24 indios y soldados.142 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 73, f. 178v. Friede, Juan, Los Andaki, 1538-1947. Historia de la aculturación de una tribu selvática, México, Fondo de Cultura Económica, 1967, pág. 21. 142 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 73, ff. 173r.-174r.
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Recordemos que la persistente resistencia de los indios Andaquíes contra los hacendados de la villa de Timaná, obligó al gobierno de Neiva a colaborar en la defensa de esta villa, mediante la construcción de una serie de fuertes en la periferia de esta, pues con esta intervención se pudieron restablecer los tratos, contratos, salida de frutos y fletes de sus arrias por el antiguo camino que a raíz de los ataques de los Andaquíes había sido mudado de ruta. Sin duda, la reemergencia de la guerra de resistencia de los Andaquíes en la frontera de la villa de Timaná con la ciudad y selvas del Caguán marca el principio de un nuevo ciclo histórico de la dominación española en la región con sorprendentes expresiones, tanto en materia económica como ideológica e institucional hasta finales de la época colonial. Por lo pronto podemos avanzar un dato sumamente elocuente de la evolución de la guerra entre los Andaquíes y los vecinos de Timaná hacia 1684, con base en un documento de la visita de Alcedo y Sotomayor a los indios de la provincia de Popayán. Una de las conclusiones de la visita fue la orden de “(…) alzar la servidumbre en que viven (…) los indios Andaquíes, tamas y otras naciones que se venden y sacan como esclavos de sus tierras… y que los pongan en libertad.”143 De otra parte, a nivel de la ciudad de Neiva, en el listado de alcaldes ordinarios entre 1630 y 1660 podemos reconocer la emergencia de segundones de la familia Ospina que formarían una subélite de familias poco diferenciadas con estructuras de poder. Hacia 1641, 1656 y 1659 tenemos los primeros indicios documentales de la emergencia en el poder local de algunos de los más importantes, como fueron: el capitán Andrés Palomino, quien en 1635 había sido teniente general, juez y justicia mayor, don Francisco Manuel Perdomo, alférez real y alcalde ordinario más antiguo de la ciudad, en la última de esas fechas, fundador de una verdadera estructura de poder social en la ciudad desde finales del siglo xvii.144
La destitución del gobernador Ospina y las rivalidades en el patronato entre Santafé y Popayán
Lo más interesante de la representación del gobernador Ospina, fechada
el 30 de enero de 1665, es el hecho de que al hacerla como alcalde ordinario de Santafé revela lo que a su juicio constituía el origen de su destitución;
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“Expediente de la visita de Alcedo y Sotomayor”, 1684-1699. agi, Sevilla, Quito, 357. García Borrero, Joaquín, El Huila… págs. 121-125.
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es decir, los siniestros informes que contra él habían hecho los vecinos de Popayán y quizá algunos ministros del mismo gobierno de Santafé llevados por odio y emulación en relación con el poblamiento de los indios paeces, procedentes de ese gobierno, en la provincia de Neiva donde, agrega, gracias a su dirección y a la asistencia de los religiosos franciscanos, se había venido reduciendo a la fe católica muchas almas de infieles, privando a aquellos vecinos de su trabajo y tributos.145 Esta explicación que hace de las causas de su destitución nos pone de manifiesto un gran problema histórico: las tensiones y conflictos de intereses y de poder entre Popayán y Santafé, en parte suscitadas por el cruce de las jurisdicciones en materia civil y religiosa de uno y otro centro de poder en el sur de la provincia de Neiva, concretamente en la villa de Timaná y en la ciudad de La Plata. Además, es posible que a ese cruce de jurisdicciones se hayan sumado sordas tensiones dentro del clero regular y secular por la evangelización de los indígenas de dichas provincias, principalmente de paeces y andaquíes. No es difícil creer que el éxito aparente del gobernador Ospina y los Franciscanos, basado en la asistencia, liberalidad, agasajo a los caciques paeces y, sobre todo, la celosa aplicación de la política proteccionista de adjudicación de tierras de resguardos así como de algunas preeminencias en la vida civil a los indios mandones, haya provocado recelos en la élite y el gobierno de Popayán por la escala en la cual se dieron las reducciones de indios paeces; es decir, la magnitud de fuerza laboral que sustrajeron del domino de los terratenientes y encomenderos de ese distrito. El celo de los gobernadores Ospina y su sobrino Álvarez de Velasco en materia de la implantación de condiciones económicas adecuadas para el tributo entre los paeces y la evolución de este en la segunda mitad del siglo xvii nos permitirá inferir las fuentes de legitimidad que alegó la Audiencia de Santafé en 1695 para acceder, preferencialmente, al producto económico más importante de la provincia de Neiva, el ganado. Una de esas fuentes fue el modelo de evangelización, asentado a su vez en la tradición histórica en materia de la fundación de ciudades y, en consecuencia, en la reducción y poblamiento de los indios paeces, en los distritos de estas. Por ahora podemos avanzar en la explicación de la destitución del gobernador Ospina, la tesis de que el hecho obedeció a la resistencia de la élite de Popayán al mecanismo de los religiosos franciscanos, de atraer, reducir y poblar caciques paeces en el distrito de la ciudad de Neiva con agasajos y tierras para su labranza. 145
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De otra parte, conviene explorar un poco el sentido histórico de la queja del destituido gobernador Ospina en el sentido de que la defensa militar o la empresa de castigo a los Andaquíes no hacía parte de sus capitulaciones pero que la podía haber desarrollado mejor si le hubieran cumplido el pago de sus salarios para suplir con esos dineros dichos gastos. Un dato muy interesante que menciona el exgobernador Ospina es el no pago que la Corona le había hecho de sus salarios, pues es indicativa del tratamiento que dio la Corona, concretamente la burocracia peninsular de la Real Hacienda a lo que podríamos llamar la deuda interna colonial, la cual estaba en poder de las élites criollas involucradas en la administración colonial no solo por concepto de salarios sino de gastos en el real servicio no reconocidos. El problema del pago del sueldo al gobernador de Neiva nos revela a su vez el de los mecanismos mediante los cuales la Real Audiencia logró que la familia Ospina permaneciera en el gobierno de la ciudad y provincia de Neiva, pues es indicativo de la fatiga económica que le produjo a la élite criolla participar en el Real Servicio durante las cuatro y hasta cinco primeras generaciones. Por ahora analizaremos el caso del gobernador Diego de Ospina y más adelante el de su nieto, el gobernador Francisco Álvarez de Velasco. El gobernador Ospina afirma que nunca había pretendido dicho gobierno sino que le había sido dado con persuasión y apremios de los presidentes, particularmente del Marqués de Santiago, quien le había prometido en nombre del rey, no solo conservarlo en él sino premiarlo por este servicio, sin que a la fecha le hubiera reportado conveniencia alguna sino por el contrario había sido la causa de la total destrucción de su salud, hacienda y de su casa. Inclusive advierte que en varias ocasiones renunció a dicho gobierno pero no le fue aceptado y que sin acudir al derecho para exigir el cumplimiento de dichas promesas y el pago de sus sueldos, renunciaba a este y procedía a pagar lo que se le exigía en la real cédula para que el rey pudiera ser informado de su proceder. Ospina enfatiza que en el tiempo de su gobierno no había percibido ningún real por emolumentos, y en cambio sí había costeado de su hacienda todo lo necesario para la conservación y aumento de dicho gobierno. Además de los gastos anteriores, había gastado otros 12.000 patacones en entradas a las pacificaciones de la provincia que sí estaban incluidas en sus capitulaciones.146 146
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Ahora bien, al hecho de que en la representación del 30 de enero de 1665, en la que Ospina pide la concesión de otro cargo para remunerar sus servicios al rey y a la República, y lo haga como alcalde ordinario más antiguo de la ciudad de Santafé, se suma la solidaridad inmediata del cabildo secular de Santafé con el ahora exgobernador, promocionándolo a la jerarquía de alcalde ordinario de primera vara de modo que el acceso de los criollos a la administración colonial fue una forma de recuperar parte de los gastos hechos por sus antepasados en el real servicio. Sin embargo, existen, como veremos al tratar sobre la gestión truncada del gobernador Álvarez de Velasco en Madrid para reclamar el pago de sus sueldos como gobernador, nuevos datos para argumentar que las fuentes de resentimiento de la élite criolla de Santafé contra la Real Hacienda por las dilaciones en el pago de lo que hemos llamado, la deuda interna colonial hacia la burocracia criolla. Existen indicios de la respuesta que la Corona le dio al exgobernador Ospina. Según José María Restrepo Sáenz, Ospina fue encomendero de Facatativá y Sasaima, además de regidor del cabildo de Santafé, ciudad donde murió en 1694. Sin embargo, lo que nos interesa resaltar es el hecho de haber tenido en su esposa doña Ana Alfonso de Acuña, dos hijos, el presbítero doctor don Francisco de Ospina,147 y doña María Luisa de Ospina, casada en primeras nupcias con don Juan de Olarte y Angulo y, en segundo matrimonio, con don Francisco Lucas Manrique y Camberos. El caso de doña Luisa se hace historiográficamente muy significativo a la hora de determinar aspectos desconocidos del conflicto y la crisis política en Santafé de Bogotá durante el gobierno del presidente Meneses, como lo hemos hecho en un estudio la vida política en la provincia de Mariquita en el siglo xviii.148 Restrepo Sáenz apenas se refiere al gobierno de don Jacinto de Ospina Maldonado, hermano de don Diego, quien gobernó a la provincia de Neiva entre 1665 y 1667, cuando murió. En cambio el caso don Francisco Álvarez de Velasco y Zorrilla como nuevo gobernador de dicha provincia resulta ser uno de los ejes centrales de la historia política de la nueva Granada en Santafé y la provincia de Neiva, a la cual gobernó no en dos periodos diferentes: 1668-1675 y 1679-1681, como afirma Restrepo Sáenz, sino en Según el historiador jesuita Juan Manuel Pacheco, el doctor Francisco fue egresado del colegio San Bartolomé y de la Universidad Javeriana y fue considerado uno de los escritores notables de la época colonial. Pacheco, Juan Manuel s.j., “Un escritor colonial desconocido, doctor Francisco Ospina Maldonado”, en Boletín Cultural y Bibliográfico, vol. 49, n.o 575, 1962, pág. 473. 148 Se trata de nuestra tesis doctoral, cuya publicación estamos preparando. 147
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tres, entre los años 1692-1695. Al igual que los parientes de su esposa, desde el capitán Diego Ospina hasta su nieto del mismo nombre, fue una figura política importante en la capital del nuevo reino. Don Francisco, según Restrepo Sáenz, fue alcalde ordinario de Santafé en los años 1687 y 1700. Este autor menciona el cambio sociopolítico en el gobierno de la provincia de Neiva producido desde 1698 con don Jerónimo de Caicedo Maldonado y la sucesión de diferentes gobernadores que marcaron el fin de la hegemonía de estafamilia en dicha provincia y el comienzo de un ciclo político caracterizado por las relaciones de poder y de negocios de la élite santafereña. Independientemente que Ospina hubiera obtenido un cargo medianamente remunerado, lo interesante de su destitución es que este fue uno de los tantos hechos de frustración de los criollos santafereños que tensionaron las relaciones entre el cabildo secular y la Real Audiencia de Santafé y que tuvo otras expresiones elocuentes en la segunda mitad del siglo xvii y, sobre todo, a lo largo del siglo xviii, como lo hemos analizado en otro estudio.149 En nuestro estudio sobre la vida política en Santafé, en la provincia Mariquita y en las villas de Guaduas y Purificación en el siglo xviii, hemos hecho con anterioridad al caso de María Luisa Ospina, un análisis de las relaciones entre la Real Audiencia y el cabildo secular de Santafé desde 1699, en el cual damos cuenta del papel de Álvarez de Velasco. Por lo pronto, queremos destacar dos aspectos del gobierno de la provincia de Neiva entre 1668 y 1680. El primero tiene que ver el significado fiscal del resultado de la política de reducción y poblamiento de los indios paeces mediante el establecimiento del tributo indígena, logrado por el gobernador Ospina y y argumentado por el gobernador interino Álvarez de Velasco para el cobro de sus sueldos ante la persistencia de las dificultades puestas por el gobierno colonial para cumplir con dicho pago. El segundo tiene que ver con un conflicto en el interior de la institución del patronato a nivel local, por la disputa entre el cura y cabildo de la ciudad de Neiva con unos feligreses de un pueblo de indios, respaldados por el cura doctrinero. Este aspecto ocurrió en 1684-1685 y pone de manifiesto, por vez primera, la existencia de la institución del cabildo. El exgobernador Ospina obtuvo certificación de los oficiales reales de Santafé del pago de los tributos de los indios de los pueblos de Ataco y el Hobo en el año de 1664. Ese año entregó a las cajas reales 130 pesos de oro 149
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en polvo del pueblo de Ataco y 224 pesos de oro en polvo de los tributos del pueblo del Hobo.150 En 1684 el gobernador Álvarez de Velasco hacía dos años había iniciado la primera solicitud del pago de sus salarios con base en la real cédula de 1630. En aquel año Álvarez de Velasco recordó que dicho sueldo debía ser pagado con el producto de los reales derechos de quinto del oro y el dos y medio por ciento del oro de los tributos de los indios del Paso, Iquira, el Hobo, de la encomienda del capitán don Juan Palomino y Losada. El expediente formado con este motivo contiene información sobre los tributos pagados en el periodo comprendido entre 1668 y 1695 por los pueblos de San José de la Ataco, San Juan del Hobo, San Francisco de Iquira, Santiago de Nataga, el Retiro y San Miguel del Paso. Conviene destacar como indicio de un fenómeno indeterminado, el vacío de información en los periodos 1675-1679 y 1682-1690. Con base en el cuadro que aparece en la siguiente página podemos hacer varias observaciones. Por ahora podemos anticipar que lo más notorio en cuanto a la evolución del tributo por pueblos entre 1668 y 1695 es la tendencia a la disminución en el caso del pueblo de Ataco y del Retiro y al aumento en los del Hobo, Iquira y Nátaga. De otra parte, al totalizar los productos del tributo de dichos pueblos por año se advierte que los mayores recaudos fueron en la década de 1671 a 1681 y que a partir de 1694 parece iniciarse una etapa de disminución. Finalmente, también se puede advertir que los pueblos más poblados y productivos, según se infiere del producto de los tributos, fueron los de Iquira, Nataga y el Hobo. De otro lado se observará que a partir de 1673 y durante dos décadas con intervalos, el producto anual por tributos de los paeces de la provincia de Neiva aumentó de manera significativa con respecto a los años antecedentes, lo cual podría explicarse en parte por la presión del gobernador pues el pago de su sueldo en parte dependía del producto de los tributos. En los años 1674, 1689, 1681, 1691 y 1693 los tributos alcanzaron y hasta sobrepasaron los mil pesos oro. Sin embargo, los datos correspondientes al primer gobierno del sucesor efectivo del gobernador don Diego de Ospina, su sobrino, Francisco Álvarez de Velasco, 1668-1672 pueden ser matizados significativamente con base en una fuente local en la línea de argumentar no solo la dimensión cuantitativa de la política de reducción y poblamiento pactada en la Real Provisión de 1651 sino el beneficio fiscal de esta política en el distrito de la ciudad de Neiva y, sobre 150
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todo, los cambios sociales que sufrió en el sentido de declarar pueblos de la real corona a los paeces que poblaban en el valle de Neiva. Tabla 1 Tributos de los indios paeces de la provincia de Neiva en pesos plata (1668-1695) Pueblo
1668
San Jose 125p de Ataco San Juan 212 del Hobo San Francisco 1182 de Iquira Santiago 98 de Nátaga Retiro San Miguel del Paso
28
1670 1670 1671 1972 1673 mar. oct. sep. oct. nov.
1674 oct.
1680 1681 oct. nov.
1691 sep.
1693 1694 1695 sep.
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Fuente: Archivo General de Indias, Sevilla. Cartas y expedientes de gobernadores. Santafé, legajo 307.
En efecto, en un expediente ordenado por el virrey en 1772, los oficiales de la Real Hacienda determinaron que en los años 1679, 1680 y 1681 los pueblos paeces de la provincia de Neiva pertenecían a la encomienda del doctor don Lorenzo Hurtado y Pontón, vecino de Popayán, sino que en las listas de esos años el gobernador Álvarez de Velasco había registrado un total de 1.135 indios tributarios, de los cuales solo 424 pertenecían a la Real Corona y el resto, 711, al encomendero. En el documento se agrega otro tipo de datos como el tamaño del pueblo de Iquira, 371 indígenas tributarios, y la identidad de los pueblos de Hurtado: Nataga, Hobo, Retiro y el Paso.151 De otra parte, el hallazgo del expediente de un conflicto entre el cura y vicario de Neiva con feligreses de esta ciudad que tenían sus hatos en el llamado “Callejón de Iquira”, nos revela por primera vez la existencia de la institución del Cabildo en Neiva a la vez que la primera expresión de la diferenciación de intereses por el patrón de poblamiento de los vecinos de esta ciudad y el conflicto de jurisdicción entre un cura doctrinero y el cura 151
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Curas y Obispos, rollo 46, ff. 623v.-624r.
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Historia Comprehensiva de Neiva
Fundación y conformación de la ciudad
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párroco.152 Los documentos claves del expediente para nuestra pesquisa son, de una parte, el acta de la sesión del cabildo del 18 de diciembre de 1684 y, de otra, sobre todo, las representaciones de los procuradores de la ciudad, Jacinto de Mota y Jorge Perdomo, fechadas en Neiva en 1684 y 1685, en especial la del primero que aparece argumentada por su apoderado en la Real Provisión que ganó a favor de esta ciudad.153 En la representación del apoderado del procurador Motta que aparece en la Real Provisión que este ganó a favor del cabildo de Neiva se leen varios argumentos que nos revelan la estructura social dominante en la geografía del distrito de Neiva, nos orientan en la determinación de los rasgos que tenía la ciudad en esos años y del sentido técnico práctico y funcional que el gobernador Ospina le dio a la fundación de la ciudad. Se trata de datos cualitativos, de gran importancia historiográfica en la medida en que revelan el carácter dado a la fundación de la ciudad por las condiciones u obligaciones de la calidad de vecino, concretamente cuando recuerda los motivos y propósitos con los cuales el gobernador Ospina otorgó tierras a los fundadores y las implicaciones del alejamiento de dichos vecinos de la ciudad. La argumentación analiza las implicaciones de la supuesta tendencia separatista de aquellos vecinos a partir del impacto que tuvo para la ciudad de Neiva la fundación de la villa de Purificación (1664). En efecto, el apoderado empezó por recordar como el gobernador Ospina fundó la ciudad en un sitio y contorno carente de indios naturales que pudieran ayudar a su fomento y conservación y, por su valor estratégico de este para la seguridad de los caminos y el comercio, le dio el carácter de plaza de armas, comprometiendo a los primeros pobladores y sus sucesores, como contraprestación por las tierras recibidas y ejercicio de la vecindad, a “tener armas de fuego y otras para la defensa de la ciudad, venir a su tiempo a los registros de armas, asistir a la Semana Santa, día de Corpus Christie y Patronal, en los cuales los enemigos acostumbran sus invasiones.”154 Sin duda este razonamiento es clave para entender el carácter de la ciudad para su fundador, un conquistador empresario a caballo entre el siglo xvi y el siglo xvii. En primer lugar, resulta interesante que después de más de medio siglo se hagan inteligible los intereses que guiaron la fundación de un tipo de ciudad poco común en el mundo colonial como fueron los de ser plaza de armas por estar ubicada en una frontera amenazada por los indios de
guerra y como puerto fluvial y terrestre de un camino real de importancia estratégica para el comercio colonial, por su localización y función con respecto a Cartagena, Popayán, Quito y Lima. Como hemos visto, el camino real se bifurcaba debajo de Neiva cuando tomaba la ruta de Timaná Quito por la vía de Túquerres y la ruta de la ciudad de La Plata hacia Popayán y Quito por la vía del Páramo de Guanacas. Este rasgo le dio una importancia adicional a la ciudad de Neiva como puerto fluvial y terrestre en el que podemos considerar uno de los más importantes circuitos comerciales del mundo hispano colonial, apoyado en industrias como la ganadería y la minería. Sin embargo, solo en el periodo colonial tardío esa importancia se reflejó en una precaria urbanización de la ciudad. Una idea más concreta del estado del poblamiento de la ciudad se infiere del dato sobre ser los vecinos separatistas casi la mitad del vecindario de la ciudad; es decir que hacia 1684 la ciudad mostraba una tendencia al despoblamiento por la ruralización de sus vecinos, a los cuales de aceptárseles la permanencia en los pueblos de los indios, la dejarían mucho más “menesterosa” y expuesta por “ser frontera de enemigos”. En consecuencia debía mandárseles y obligar bajo penas, a quienes no las tuvieran, construir sus casas en la ciudad, “para que el crecimiento de edificios le dé lustre y los enemigos tengan temor y no acometan como no ha muchos años lo hicieron los de nación Andaquíes en la casa del capitán Miguel de Escobar, llevándole la gente su servicio”.155 El apoderado denunció los intereses que animaban el alejamiento de la ciudad por parte de “los confederados”. Estos querían usar los tiempos sagrados para hacer “tratos, contratos, ventas y otras granjerías” con los indios en sus pueblos; es decir, para adelantar “sus cambalaches”.156 Estos “cambalaches” no solo perjudicaban a la Real Hacienda en cuanto al cobro de los tributos sino a los mismos indígenas pues los que no pagaban sus deudas a los hacendados, convertidos en tratantes, estos les quitaban sus ropas, barretas y bateas con las que labraban el oro y los forzaban a volver a “su natural infiel y apostatar de la ley evangélica (…) a sus idolatrías y supersticiones”.157 Otro dato importante es la coincidencia de los tiempos de vecindad en la ciudad de los dueños de hatos y haciendas con sus familias de sangre y extensa, con las fechas fuertes del calendario litúrgico de la Iglesia. Según
152
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, f. 621-675. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, ff. 632v.-675v. 154 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, f. 633r.
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, ff. 633v.-634r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, f. 634r. 157 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, f. 634r.
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Historia Comprehensiva de Neiva
el documento citado, “en las haciendas de los valles de Yaguara, Pacarní, Retiro, Callejón de Iquira, Nataga, Carnicerías y otros puestos de aquella jurisdicción de Neiva”, vivían algunos vecinos “con sus mujeres, hijos, yernos, deudos, allegados y criados”, negándose con pretextos de ríos y distancias a acudir a la ciudad para la celebración de las fiestas de la Iglesia.158 El apoderado llama “confederados” a los que intentaban incumplir estas obligaciones y el pago de las limosnas y ofrendas. Destaca un hecho explicativo en la argumentación de los procuradores sobre la pretensión de “los confederados”: Neiva había perdido más de la mitad de su jurisdicción por la fundación de Purificación y, en consecuencia, había quedado corta en cuanto al número de vecinos, de modo que moderar más la población era reducirla a casi nada y dejarla al cuidado de los viejos y otros impedidos quienes, en caso dado, no podrían ser sustentados por los poco hombres jóvenes que vivían en su contorno. El apoderado calificó de deslucida la pretensión de los confederados. El argumento del tiempo de los ataques indios a las ciudades de los españoles; es decir, las semanas santas, procesiones de corpus y la fiesta patronal es matizado con elocuencia, cuando el apoderado recuerda la orden de los gobernadores de que los vecinos principales subieran a caballo y enviaran dos escoltas, una para guardar el templo con el Santísimo y otra para ir convoyando la procesión. Otros aspectos de la vecindad y vida urbana en la ciudad de Neiva en los tiempos de las fiestas religiosas aparecen explícitos en los argumentos del apoderado del procurador Motta como el del papel de los indígenas. La asistencia de estos era muy importante para las procesiones para hacer multitud, pues la mayoría venía más por temor que por gracia, al igual que para ayudar a cargar las insignias y otras necesidades. Ellos evitaban que fueran solo “los pobres, viejos e impedidos” los que vivieran en “las goteras de la ciudad”. Por su parte, los vecinos blancos solían en estos tiempos manifestar “armas, pólvora, balas y cuerda”.159 La Real Provisión fue presentada por el procurador Motta al alcalde ordinario de Neiva, el 26 de agosto de 1684 para su obediencia y aplicación. El primer acto ejecutivo fue la notificación al bachiller Marcos Martín de la Reina, cura interino, vicario, juez eclesiástico y de diezmos.160 A continuación agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, f. 632v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, f. 634v. Por entonces, según el cabildo, Neiva era “una ciudad tan corta”, y se empezaba a construir los corrales para la carnicería. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, f. 647r. 160 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, f. 636v. 158 159
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fueron notificados cinco vecinos de Neiva161 y, mediante comisión, a la mayor parte de los vecinos que vivían en el valle de Iquira y otras partes, desde el 17 de octubre. En total fueron notificados 17 vecinos ausentes en estos lugares.162 Basado en el informe del alcalde comisionado y el alcalde ordinario de se supo que los notificados no habían obedecido. Realmente no asistían a los oficios religiosos ni tenían construidas sus casas.163 La Real Provisión ganada por el procurador Motta el 24 de marzo de 1684, el alcalde ordinario de Neiva, capitán Miguel Sánchez Arias, declaró incursos en multa a los vecinos que no habían asistido a la fiesta de la Inmaculada, a comienzos de diciembre de este año. Además, ante la ausencia de alguacil mayor le ordenó al alcalde de la Santa Hermandad, José de Ribera, ir a las haciendas de cada uno de los vecinos notificados, según minuta, apresarlos, traerlos a la cárcel pública de Neiva, secuestrarles sus bienes y depositarlos en los vecinos de más confianza y vecindad por cuenta del Presidente de la Real Audiencia. Le fijó dos pesos oro por cada día de salario y lo autorizó a llevar los hombres necesarios al cumplimiento de la comisión.164 Las medidas del alcalde ordinario y las diligencias del alcalde de la Santa Hermandad provocaron la reacción de los vecinos del callejón de Iquira y mediante apoderado representaron a la Real Audiencia reclamando justicia con el argumento de ser pobres y no poder costear los gastos del viaje hasta Neiva que, por lo demás, ponía en riesgo sus vidas y bienes, sobre todo por las distancias y obstáculos, especialmente de los ríos.165 En la sesión del 18 de diciembre de 1684, el cabildo de Neiva, integrado por el capitán Miguel Sánchez Arias, el alférez mayor García Martín de la Reina y el alcalde provincial, el alférez José Perdomo de Betancurt y con asistencia del procurador Jacinto de Mota, compareció Juan Suarez Carrillo, vecino de ella y uno de los que asistían en el callejón de Iquira, a presentar una real provisión del señor Provisor y Vicario de la ciudad de Santafé que eximía a los vecinos de Neiva que tenían sus haciendas, casas y familias Los nombres de los vecinos fueron: Miguel de Amézquita, Roque de Escobar, Francisco de Olalla, Pascual de Lozada y Francisco Perdomo de Betancurt. 162 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, ff. 637-639v. Los 17 vecinos eran Joan García Vásquez, Bernardo Lomelín, José Ramírez, Félix Palomino, Juan Suarez Carrillo, Alonso Bello, Cristóbal Paredes, Juan Ramón de Sanabria, Carlos de Motta, José Vega y Oviedo, Juan de Trujillo, Francisco Méndez, Francisco Moreno, Francisco de Carvajal, Salvador de Alvarado, Francisco Martín Merino y Justiniano Coronado. 163 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, f. 646r. 164 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, ff. 648-649r. 165 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, f. 650r. y v. 161
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Historia Comprehensiva de Neiva
en ese y otros lugares del distrito de esta, para no ir hasta dicha ciudad durante las semanas santas, días de corpus y fiestas de la Patrona ni a los registros de armas, por las distancias y riesgos en el paso de ríos caudalosos para las vidas y los cortos bienes de esos feligreses y en cambio asistieran a dichas celebraciones, se confesaran y pagaran sus limosnas en la doctrina del pueblo de Iquira, en donde estaba expuesto el Santísimo.166 Ahora bien, la descripción de la composición del cabildo es clave para mostrar la dinámica del poder local en esa coyuntura, concretamente el parentesco entre el alférez García Martin de la Reina y el bachiller Marcos Martín de la Reina, el cura vicario y juez eclesiástico de Neiva. Este elemento es clave en las raíces del distanciamiento de algunos vecinos de la ciudad hacia los pueblos de indios del distrito de esta y por el inusitado conflicto de la autoridad local con ellos. La provisión de la autoridad eclesiástica de Santafé al vicario juez eclesiástico de la ciudad de Neiva, estaba fechada el 12 de noviembre de 1683 y obligaba a obedecerla, bajo pena de 200 pesos.167 No obstante que el cura de Neiva se había notificado de la provisión, en mayo de 1684, lo volvió a hacer el día 9 de diciembre de este año. Esta vez, el cura Marcos Martín de la Reina pidió informar a su superior del acatamiento que había hecho de su orden, pues existían rumores contrarios que le estaban perjudicando.168 Las órdenes del alcalde ordinario en el sentido de apresar a quienes no habían asistido a la fiesta de la Inmaculada estaban apoyados fuentes distintas al cura, probablemente en el procurador Motta. En efecto, en diciembre de aquel año, Motta representó a la Real Audiencia obligar a los vecinos a hacer vecindad en la ciudad con nuevos argumentos. Esta vez se calificaba a Neiva como una ciudad de su Majestad que “estaba fundada en el riñón de la tierra haciendo frontera por una sierra y otra a las naciones enemigas de naciones andaquíes, duhos, paeces y pijaos que están a la vista de ella y es cosa lastimosa dejar perder una ciudad freno de tantos enemigos y que asegura su fundación el trajín de mercaderes que antes que estuviera poblada subían y bajaban con escoltas.”169 El procurador agregó que la vecindad de dichos dueños de hatos en la ciudad no solo le daba lustre a esta sino que con sus limosnas se lo daban al culto divino, a las cofradías.170 Motta pidió en Diciembre de aquel año que se mandara Real agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, f. 650v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, ff. 651-653v. 168 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, ff. 656v.-657r. 169 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, ff. 656v.-657r. 170 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, f. 659r.
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Provisión para salvar la ciudad de la amenaza de ruina, como lo reiteraría el 11 de enero de 1685, el cabildo de la ciudad.171 El desarrollo del pleito en 1685 recuerda el elemento socioreligioso e institucional del conflicto por la reducción y poblamiento de los indios en tiempos del gobernador Diego de Ospina, como se insinuó en 1656 cuando firmó la capitulación y en 1664 cuando fue destituido. Integrado por el capitán Miguel Sánchez Osorio como alcalde ordinario más antiguo, reelecto, y Jorge Perdomo de Betancur como Procurador General de la ciudad, el cabildo dio poder a un procurador de la Real Audiencia para que siguiera la causa abierta contra los vecinos de Neiva que asistían en el valle de Iquira, en Nataga y otras partes porque la Real Provisión que habían ganado para no ir a las fiestas de precepto a la ciudad de Neiva la obtuvieron con base en argumentos válidos en el pasado para otros lugares de la Nueva Granada.172 En reacción a la comisión del alcalde Sánchez Osorio al alcalde de la Santa Hermandad, José de Rivera, para apresar y secuestrar los bienes de los vecinos que no habían asistido a la fiesta de la Inmaculada, uno de ellos, Francisco Martín Merino, residente en el sitio de Tune, situando a 20 leguas de Neiva, representó por sí y por “los muchos pobres que se andan huyendo”, al ver el embargo de sus “miserables bienes” y haber sido apresado como a un “facineroso”.173 Igualmente, mediante apoderado, otros vecinos protestaron las actuaciones del alcalde ordinario y del procurador general de Neiva. Entre los meses de febrero y julio de 1685 apareció otro dato, elemento cualitativamente nuevo, en el desarrollo del pleito en tanto nos pone en escena una entretela del funcionamiento del patronato en la historia local. Como sabemos el patronato era la institución que daba al rey o más exactamente a la Corona, el gobierno y financiación de la Iglesia católica en todo el Imperio, sobre todo de la Iglesia secular o jerárquica, no tanto a la regular o de las diferentes órdenes religiosas. Dicho dato nos revela algo más de la historia de la Iglesia en la ciudad y distrito de Neiva. El dato es un argumento novedoso del apoderado del procurador de esta ciudad en ese año, Jorge Perdomo de Betancur. Se trata de la acusación que hizo el procurador contra un fraile de la seráfica orden de San Francisco de Asís que era el cura doctrinero del
166 167
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, f. 659r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, f. 661r. 173 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, f. 662r. y v. 171 172
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pueblo de Iquira, por abusar de su jurisdicción al convertirse de facto en cura de españoles; es decir, apoyando a los vecinos de Neiva agregados al pueblo de indios de Iquira, pues no cumplían sus obligaciones ni con la ciudad ni con la Iglesia parroquial. Además, reforzó la acusación con el argumento de que dicho cura doctrinero estaba allí en calidad de interino, porque el propietario había muerto.174 El procurador, a través de apoderado, obtuvo Real Provisión con fecha del 12 de febrero de 1685, para que “el muy reverendo cura doctrinero”, bajo pena de cien patacones, no se entrometiera más que en lo correspondiente a su curato. La reacción del cura doctrinero de Iquira ocurrió en el mes de julio cuando representó al superior juez eclesiástico, descubriendo nuevos aspectos del conflicto y litigio con las autoridades civiles y eclesiásticas de Neiva. En efecto, en primer lugar argumenta la legitimidad con la que históricamente su religión ha administrado ese y otros curatos reiterando los motivos por los cuales algunos vecinos se habían agregado a dicho pueblo. El fraile Ignacio de Guzmán empieza por caracterizarlos en general como “(…) muy pobres [que] personalmente cuidan cuatro vacas que tienen para el sustento de sus mujeres e hijos, [a quienes] desde cuándo [su] religión fundó esas doctrinas, los religiosos les han administrado el pasto espiritual.”175 En segundo lugar, el cura atribuye a las relaciones de parentesco del cura de Neiva con el alférez real de esta ciudad y a la condición de este como mayordomo del gobernador Francisco Álvarez de Velasco y don Agustín de Tovar, el usar la justicia secular para “hacer tanto duelo de que dichos vecinos buscasen el remedio del alma”, apremiándolos indebidamente, con multas, embargos, cárcel y amenazas de excomunión, contra toda caridad, a dichos vecinos a asistir a la ciudad de Nieva y forzándolos a huir por un tiempo a los montes, desamparando sus casas, bienes y familias. Agregó que la vecindad en Santafé de Álvarez de Velasco y su amistad con el canónigo don Agustín de Tobar, habían influido en el provisor eclesiástico. Las relaciones de parentesco de Tovar con el alférez real y el cura de Neiva sustentaban un monopolio del poder, ante el cual solo eran independientes el teniente general don Francisco de Rojas o el sargento mayor don Juan Palomino y Losada. Finalmente, concluyó con el argumento de que hacía seis o siete años permanecía en la ciudad de Mariquita el cura propietario de Neiva, don Nicolás de Bohórquez, que si este ejerciera sus funciones cesarían los daños y que al bachiller Marcos Martín de la Reina no lo movía sino el interés en “unos cuatro reales” que era el producto de las 174 175
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, ff. 665v.-666v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, f. 670r.
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“obvenciones” de los vecinos agregados al curato.176 Lo anterior permite inferir que el abandono del curato por su propietario, miembro de una familia rica y poderosa de la ciudad de Mariquita, pudo ser resultado del despoblamiento de la ciudad de Neiva y, por lo tanto de la precariedad de los ingresos de esta parroquia. El litigio entre el cura de Neiva y el fraile franciscano no aparece dirimido en el expediente en que nos hemos apoyado para dar cuenta de este momento y aspecto de la historia eclesiástica, política y urbana de Neiva después de poco más de siete décadas de su fundación pero en cualquier caso nos deja una visión enteramente nueva del desarrollo histórico de esta ciudad, centrada en el protagonismo del cabildo y de los intereses de una parte importante de su vecindario que insinúan el fermento de nuevas contradicciones en el seno del clero, el vecindario y la élite local, en particular de la que a su vez tenía vecindad en la capital de la Nueva Granada y desde ella influía en el gobierno de la ciudad y la provincia, como vamos a ver.
El aprendizaje del cálculo mercantil y la victoria política de una élite provincial contra la oligarquía santafereña
Por otra parte, las relaciones de poder entre los gobiernos de Popayán y
Neiva definidas por el privilegio concedido a la familia Campo Salazar, encomendera de aquella provincia, se verían modificadas a partir de la ingeniosa asociación entre la nueva explotación de las viejas minas de la extinguida ciudad de La Plata con la reedificación de esta y el restablecimiento de su cabildo justicia y regimiento por el gobernador don Diego de Ospina. A la larga, la erección de un centro urbano en las fronteras con la provincia de los paeces y la gobernación de Popayán traería importantes consecuencias para la vida política, económica e institucional de la provincia de Neiva, sobre todo desde finales del siglo xvii. Entre 1668 y 1683 la capitulación del derecho de portazgo fue confirmada en dos ocasiones, cada una por periodos de ocho años, al heredero don Lorenzo del Campo Salazar hasta que a raíz de la muerte de este se produjo la decadencia del camino con perjuicio de los comercios de Santafé y Quito.177 176 177
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 97, ff. 670-671r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Impuestos Varios, t. 24, f. 311r-313v.; 348r. y v.
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El efecto y la trascendencia del restablecimiento de la ciudad de La Plata se concretaron cuando, ante el fracaso de la idea de mantener el camino con el trabajo de los indios de la encomienda de Guanacas, el cabildo de La Plata, jurisdicción de la provincia de Neiva, fue autorizado para cobrar el portazgo del puente sobre el río Páez. El encomendero del pueblo de Guanacas había recaudado 425 patacones por concepto de portazgo del camino real entre Popayán y La Plata pero la insuficiencia de ese dinero para pagar los gastos de composición y conservación marcó el principio de la crisis desde 1685. No se trataba solo de una crisis de las rentas locales para garantizar la conservación del camino, el comercio y el tráfico entre Popayán y el Nuevo Reino. Con motivo de la Real Provisión de la Audiencia de Quito ganada por los cabildos de Caloto, La Plata y Timaná, en tanto partes de su jurisdicción, los criadores de sus distritos podían llevar sus ganados a aquella ciudad y no a la de Santafé, bajo multa de 1.000 pesos de buen oro. Este fue el principio de un largo periodo histórico de tensiones políticas y comerciales en la frontera de estas audiencias; es decir, en los distritos de La Plata, Timaná y la ciudad y distrito de Neiva.178 El siglo xviii en Neiva en cierto modo comienza tempranamente, en 1691, con la intervención de la Corona en la liberalización del negocio del ganado de los criadores de Neiva, Timaná y La Plata, cuando estos optaron por las ventajas del cálculo mercantil sobre los costos económicos de la lealtad política a Santafé, prefiriendo su articulación al circuito económico dominado por los comerciantes de Quito, Pasto y Popayán dinamizado por el auge de los obrajes textiles de Quito desde mediados de la década de 1680 y, al parecer, un auge de la minería del oro en la provincia de Popayán, rompiendo el vínculo tradicional con el abasto a la ciudad de Santafé, a cuya jurisdicción política pertenecía la provincia de Neiva. El motivo no solo fue el aumento de los precios por la mayor demanda en Quito y Popayán sino la pérdida de capacidad financiera de la élite comercial de Santafé 178
Don Diego González de la Zota, vecino y hacendado de las ciudades de La Plata y de Caloto, se quejó porque el cabildo de la primera ciudad le recobró 125 patacones por concepto del pasaje de su ganado por el camino de Guanacas, alegando que este era camino real. González recordó que dicho derecho de portazgo se había concedido solo por tres vidas, quedando a partir de entonces los caminos corrientes y el gobernador de Popayán cobró dicho feudo sin permiso, facultad ni licencia, en perjuicio de los hacendados y demás pasajeros. También invocó los privilegios que en España se reconocían a los ganaderos de la Mesta y para que se le devolviera lo que había pagado injustamente, 43 patacones, dos novillos y una vaca. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Impuestos Varios, t. 24, f. 364v.
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y el agotamiento de la demanda en los distritos mineros de la ciudad de Mariquita. Una singularidad del desarrollo histórico de la provincia de Neiva entre 1685 y 1765, aproximadamente, son las expresiones políticas de la interrelación entre los ciclos económicos de Quito y Popayán con los de Mariquita y Santafé. Las variaciones locales de esas expresiones políticas e impactos de las coyunturas económicas en los casos de las villas de Timaná y Purificación y de las ciudades de La Plata y de Neiva constituyen un objeto de análisis todavía pendiente de trabajar a la luz de la investigación de archivo. El clima político que fue creando entre los criadores de Neiva, Timaná y La Plata la tensión entre las Audiencias de Quito y de Santafé a partir de 1690 por las prohibiciones de esta de llevar los ganados de esos distritos hacia Popayán y Quito dio lugar a un cierto distanciamiento de aquellas élites locales respecto de Santafé, una de cuyas expresiones a la larga fue el auge y, a la vez, el inusitado fin de la hegemonía de la familia Ospina del gobierno y la sociedad neivana y el papel cada vez más marcado de la Real Audiencia de Santafé en el nombramiento del gobernador de la provincia condicionado a evitar el contrabando de ganado hacia Quito y Popayán. La presión política de aquella audiencia fermentó tensiones y hasta conflictos violentos a comienzos del siglo xviii que esperan un estudio detenido y que en parte están comprendidos en lo que Silva Vargas llamó la “perdomocracia” para caracterizar una nueva estructura de poder familiar y hegemonía política en la ciudad y distrito de Neiva. En el caso de los criadores de Neiva esos elementos aparecen por la presión de la Audiencia y Cabildo de Santafé para reclamar la lealtad política de aquellos como parte de la jurisdicción de esta ciudad, amenazada por el diferencial de precios y las mejores condiciones financieras y monetarias del negocio del ganado entre Quito, Popayán y Santafé. El gobernador de Neiva entre 1692 y 1695 fue don Francisco Álvarez de Velasco, miembro del linaje y clan de los Ospina. La historia social e intelectual del siglo xvii en el mundo hispano-colonial americano tiene en el gobernador Álvarez de Velasco una figura bastante singular por su condición ganadero y gobernante con un talento excepcional para la poesía y la prosa de la época. Algunos aspectos del papel de Álvarez en la vida política de Santafé a finales del siglo xvii y comienzos del siglo xviii los trabajamos en nuestro estudio sobre este siglo desde las periferias de Mariquita, Guaduas y Purificación. Al gobernador Álvarez de Velasco le correspondió investigar el “contrabando de ganado a Quito” por parte de varios vecinos de Neiva,
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Timaná y La Plata. Entre los primeros se destacaban justamente los hermanos Perdomo.179 Por entonces el fundamento de la política en Neiva y la provincia era, sin duda, la defensa de los intereses económicos representados en el negocio del ganado. Las condiciones en las que emerge este tipo de relación son, de un lado, de tipo demográfico y, de otro, de tipo socioeconómico, con el aumento del número de criadores pero, sobre todo, del tamaño de los hatos. El tipo de contextos socioeconómicos de Santafé y de Quito-Popayán y, al parecer, las condiciones financieras en que quedó sobre todo la élite de la primera, dio lugar a la percepción de las ventajas comparativas del negocio entre los criadores de Neiva a partir de la cual reivindicaron con firmeza, por encima de la tradición, la libertad de comercio del ganado y la negociación de cuotas, precios y condiciones de pago para participar en el abasto de la Dehesa de Santafé. Para tener una idea general de los términos del negocio y la política en torno al ganado y sus derivados, carne, velas, cebo etc. baste con decir que la población de Santafé a finales del siglo xvii era de poco más de doce mil habitantes, los cuales consumían siete mil reses anuales mientras que en los hatos de Timaná, Neiva y La Plata se mantenía un promedio de doce mil reses al año, lo cual significa que había un excedente apreciable. El primer hecho social de tipo político en la ciudad y distrito de Neiva ocurrió a partir del 1.º de abril de 1694, en un contexto de un fuerte verano y de una epidemia de viruela. Por entonces, el gobernador, don Francisco Álvarez de Velasco había recibido orden de la Real Audiencia de Santafé de investigar el contrabando de ganado hacia Popayán y Quito. No es lugar para abordar el estudio de las condiciones comerciales y financieras, sociales y políticas del negocio del ganado. Sin embargo, podemos avanzar elementos que nos permitan comprender las características del comportamiento político de los criadores neivanos frente a las reales audiencias de Quito y de Santafé por el problema del abasto de ganado. El expediente formado por el gobernador, particularmente las declaraciones de testigos, muestra que este no solo otorgaba licencias a los criadores de Timaná, La Plata y Neiva, sino que el mismo enviaba sacas de ganado a esos lugares. Los vecinos de La Plata y de Timaná habían ganado Real Provisión que los autorizaba a llevar sus ganados a Popayán y a Quito en caso de que el obligado del abasto a la dehesa de Santafé no enviara el dinero para el pago de los ganados que necesitara.180 179 180
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, ff. 708-709r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 709 r.
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El alférez real de Neiva, don José de Perdomo, en representación de todos los criadores del distrito, obtuvo una Real Cédula de fecha 9 febrero 1692 que aceptaba su propuesta de obligarse al envío de 4.500 novillos a la dehesa de Santafé cada año, bajo multa al gobernador provincial de 2.000 patacones.181 Con base en una petición del procurador de la ciudad de Santafé, la Real Audiencia les retiró en 1694 la autorización a los vecinos de La Plata y Timaná para llevar sus ganados a Popayán y a Quito.182 Esas autorizaciones las habían ganado dichos vecinos por medio de autos de la Real Audiencia, fechados el 24 de septiembre y el 12 de octubre de 1686 y los de 1691.183 Justamente en este último año, exactamente el 22 de febrero, el cabildo de Santafé además de percibir la geografía económica de la que dependía el abasto de ganado de la capital del Reino, las ciudades y distritos de Neiva, Timaná, La Plata, además de las de Purificación, Tocaima e Ibagué, explicó el origen del problema en los siguientes términos: “(…)desde hace cuatro o cinco años, por haber habido falta de [ganados] en Quito y pagarlos a más precio los han sacado [de La Plata, Timaná y Neiva], sin embargo de diferentes provisiones.”184 A su vez, días antes, el 28 de enero, el presidente de la Audiencia de Quito había escrito al rey sobre los perjuicios que a su república le estaba produciendo las prohibiciones de la Audiencia de Santafé de llevar el ganado del valle de Neiva a Quito.185 El presidente de Quito, al hacer una justificación de la demanda de ese ganado, hizo una caracterización de las relaciones históricas y económicas de la provincia de Neiva con su Reino desde los primeros tiempos de su fundación: “(…) teniendo [esta] su principal consumo en los tratos y correspondencias del ganado en retorno de ropa y más géneros”. Igualmente describía el estado del ciclo económico en que se encontraba el reino de Quito: “(…) y que necesitando más que nunca aquella provincia del abasto por el crecido y opulento gentío que cada día la aumenta se le ha cerrado la puerta al alimento.”186 El presidente de Quito resultó defendiendo los intereses de los criadores de Neiva al rechazar la fijación de precios de monopolio por los dueños del abasto a Santafé en perjuicio de dichos agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 710 r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 710v. 183 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 1, f. 554v. 184 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 1, f. 557v. 185 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 1, f. 559v. 186 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 1, f. 559v. 181 182
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criadores, privándolos de los mejores precios que obtendrían al dejarles “la libertad y las conducciones de sus frutos.”187 A pesar de que una Real Cédula de junio de 1693, ganada por la Real Audiencia de Quito, ordenó a la de Santafé dejar libre el comercio del ganado, con el argumento de que la abundancia de este no podía limitarse al abasto exclusivo “para una tan corta población como la de [Santafé]”, ciudad que, en efecto, no pasaba de los 12.000 habitantes.188 La Real Audiencia de Santafé solo la obedeció el 8 de noviembre de 1694. El capitán Juan Bautista de la Torre, teniente de gobernador, inició las averiguaciones después de que este obedeciera la real provisión en el mes de junio de 1694. La investigación tomó una inusitada importancia cuando, probablemente a instancias del comisario la caballería de la capital del Nuevo Reino de Granada, el capitán de caballería, Ignacio Espinosa de los Monteros, teniente general de capitán general de la nueva Granada, ordenó a de la Torre, elaborar un censo de los criadores y de los hatos de la provincia, detallando su ubicación y distancia respecto de Neiva. La finalidad del censo era la de distribuir entre ellos la cuota de 4.500 novillos con los cuales debían abastecer a la dehesa de Santafé, cada año.189 Uno de los grandes compradores de ganado en Neiva era don José de Caicedo, hermano del comisario de la caballería de Santafé, don Alonso de Caicedo, lo cual nos lleva a comprender que las relaciones entre Popayán y Santafé estuvieron mediadas por los vínculos familiares y sociales de sus élites. El contexto y las condiciones en las cuales se hicieron las averiguaciones pedidas por la Real Audiencia de Santafé nos revelan la aparición de los criadores de Neiva como un grupo social capaz de crear un clima político específico en la ciudad frente a los intereses de la capital. La actitud ante la visita de uno de los grandes criadores de Neiva, don José Perdomo de Betancourt, en el sentido de ausentarse de la ciudad, es indicativa de la resistencia que como gremio adoptaron los criadores de Neiva hacia dicha diligencia, lo cual estaría indicando la aparición de un grupo social identificado políticamente en el rechazo a la medida tomada por la Audiencia de Santafé. Otros testigos explicaron al comisionado de la diligencia que el motivo de la ausencia de Perdomo era el haber ido a Santafé a atender un asunto relacionado con la expulsión de sus hijos del
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colegio o que se debía a la epidemia general de viruelas que había estado padeciendo la jurisdicción de Neiva.190 No obstante que los principales vecinos no hacían vecindad en la ciudad sino por algunas épocas del año, el expediente nos da la falsa impresión de que la ciudad mantenía un vecindario lucido en junio de 1694. Un dato en este sentido es el conjunto de testigos que declararon ante el juez de la Comisión. Los presentes fueron: Alonso de Herrera, Andrés de Charri, Domingo de Medina, Diego Ortiz Carvajal y el gobernador Marcos de Rojas. Los vecinos ausentes fueron lo más notable de la élite local, el capitán José Perdomo de Betancourt, el gobernador Francisco Álvarez de Velasco, don Diego González de la Zota, el capitán Juan Bautista de la Torre y el maestro Marcos Martín de la Reina.191 Este conjunto los anteriores hacendados y testigos no constituían toda la élite local pues el comisionado Espinosa de los Monteros pospuso la citación a todos los criadores de la otra banda del río, para el día de San Juan. Los hacendados de la otra banda del río eran: don José Perdomo, a quien consideró “uno de los sujetos de más cuantía que tiene esta ciudad”, los hermanos de este, los herederos de Juan Palomino, Francisco Méndez de Arrieta, don Luis de Trujillo y el alcalde Juan Suárez Carrillo.192 A estos se sumaban los testigos de esta diligencia; es decir, Justiniano Coronado, Jacinto del Castillo Riverol, don Pablo de Salazar, José de Velasco y Zúñiga, Juan de Penagos, Juan Cacota, negro esclavo del gobernador Álvarez de Velasco, Juan Andrés de Fuente y Francisco Perdomo.193 Un dato importante de las declaraciones de testigos es la descripción que uno de los grandes hacendados de este distrito hizo de las sacas de ganado del distrito de Neiva a la ciudad de Popayán entre 1688 y 1693. Según Diego Ortiz Carvajal, cinco criadores habían enviado poco más de 5.000 reses durante esos años. Igualmente declaró que en la villa de Timaná, tres vecinos habían enviado en cuatro sacas 3.000 reses aproximadamente en ese mismo periodo.194 Concluidas las declaraciones de testigos, Espinosa de los Monteros encontró culpables a cinco vecinos de Neiva a quienes impuso multas por 5.800 patacones además de 50 patacones por concepto de salarios de los agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 736v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 736r. y v. 192 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 738r. 193 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, ff. 738v.-744v. 194 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, ff. 734-735r. y v. 190 191
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 1, f. 559v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 1, ff. 558v. y 576r. 189 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 729v. 187 188
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25 días que duró la diligencia y ordenó que en tres días fueran canceladas dichas sumas.195 En principio los inculpados apelaron la multa, con el argumento de ignorar la prohibición y de invocar la necesidad de sustentar sus familias vendiendo porciones a los vecinos y a agentes de otras provincias y venían a comprar sus ganados y sacarlos hacia otras jurisdicciones. La apelación les fue admitida a condición de pagar los días de salario dando fianza de juzgado para obtener la licencia de poder volver a sus casas hasta el final de la causa. De la apelación, los criadores de Neiva pasaron a la resistencia política contra el juez de la Comisión de la Real Audiencia de Santafé una vez intentaron ser detenidos por negarse a pagar las multas por salarios. El líder de esa resistencia fue el propio alcalde de Neiva, Juan Suárez Carrillo, cuando el alguacil de la Comisión fue apresarlo en su casa. El alcalde Suárez invocó su fuero de alcalde y no tener ninguna deuda a favor del rey o de la santa cruzada únicos motivos por los cuales podía ser apresado. Suárez advirtió al alguacil quieren usar la violencia provocaría el tumulto de la gente y para evitar más inconvenientes puso por testigos de la diligencia a quienes estaban presentes. La reacción del comisionado fue elaborar un auto remisorio de las diligencias a la real audiencia y suspendiendo al alcalde del ejercicio de la vara, ordenando al teniente de gobernador la ejecución de esta decisión. El teniente de gobernador dijo estar gravemente enfermo de modo que, según el comisionado, “el alcalde se paseaba desobediente” y advirtió el peligro de originar “tumultos y alborotos”, evitando hacer demostración pública de su autoridad.196 El juez mandó al teniente y al alcalde de segunda vara, guardar a los presos en la cárcel de Bahareque hasta su regreso de La Plata y Timaná y al alcalde Suarez lo dejó preso en su casa de morada “por no haber la de Cabildo”.197 La reacción más elocuente contra el Comisionado fue sin duda la del gobernador Álvarez de Velasco. Álvarez pidió se le librase de la multa argumentado haber tenido pérdidas por 8.000 patacones en la saca que hizo a Quito, representados en cien mulas que se le murieron al atravesar el páramo de Guanacas. Además argumentó sobre el papel de sus ascendientes en la Conquista, fundaciones y fomento del territorio de la ciudad y
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provincia de Neiva: “si esta república tiene el alivio de los ganados se debe únicamente a mis abuelos que a costa de destruirse pacificaron y poblaron aquella provincia y yo a treinta años que estoy trayendo mis ganados para ella sin haber hecho más que aquella saca.”198 Las medidas tomadas por el juez no fueron aprobadas por la Real Audiencia de Santafé. El 20 de julio de 1694 el fiscal reconoció que el ganado era “la moneda de aquella ciudad y provincia”, y el 27 de agosto acogió la apelación del gobernador Álvarez pero como este no afianzó en el término estipulado, se autorizó al juez proceder al embargo de sus bienes.199 Las diligencias del comisionado para hacer el censo y escritura de obligación de los criadores de Neiva al abasto de Santafé ocurrió en una coyuntura climática y epidemiológica excepcional en el Nuevo Reino y, particularmente, en la provincia de Neiva. Esta fue descrita por el capitán Francisco Perdomo de Betancourt y Francisco Méndez de Arrieta en un documento de apelación de una Real Provisión donde se les ordenaba pagar una multa, fechado el 13 de septiembre de 1694. Perdomo y Méndez argumentaban no haber cometido delito, pues habían seguido la costumbre, “desde la fundación de este gobierno en cuanto a la venta de sus ganados a diferentes personas a trueque de ropa o plata para el sustento de sus obligaciones. Agregaron que hacía dos años largos se estaba padeciendo en este gobierno “la peste de sarampión, viruelas y tabardillo de que han muerto los más de los vaqueros y gente de servicio de los hatos (…) en el dilatado veranos de este año de noventa y cuatro, las tres cuartas partes de los hatos.”200 A finales de octubre el verano continuaba. Cuando el juez llegó a la casa de la hacienda del gobernador Álvarez la encontró vacía. El mayordomo había salido hacia doce días hacia los montes “por estar esquilmados los pastos por la gran sequía que ha habido este año.”201 Hay indicios del impacto del verano en las haciendas ganaderas de los distritos de las ciudades de Buga y Cali, donde, según el fiscal de la audiencia, el precio de la arroba de carne estaba a 4 reales.202 El censo de criadores de ganado pedido por el comisionado tiene dos versiones. Una abreviada que se presentó al comisionado el 26 de junio para hacer el reparto de las cuotas de obligación al abasto de agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 794v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 795r. y v. 200 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 804r. y v. 201 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 807v. 202 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 550r. y v. 198 199
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 752r. y v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 769v. 197 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 772r. 195 196
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Bogotá y que apenas revela unos datos generales que no dan cuenta de la composición sociodemográfica del gremio de los criadores y sus jerarquías socioeconómicas y políticas. Esta versión solo nos da cuenta de la existencia de una élite social constituida por ocho hacendados, seis de los cuales dijeron tener un total de 62 agregados; es decir que este subtipo social debió ser más numeroso, pues los dos hacendados faltantes eran el mismo gobernador Álvarez de Velasco y los herederos del capitán Juan Palomino.203 Una segunda versión, más detallada nos da cuenta de los nombres de los criadores con las cantidades individuales de ganado y los productos anuales de herraje en año favorable y en año de lluvia y otros accidentes. Este censo permite establecer que los criadores de ganado en Neiva eran 46 y que tenían un total de 30.412 reses que producían al año 5.606 crías.204 Por su parte, don Sebastián de Vargas y Figueroa logró establecer que el abasto de la ciudad de Santafé en1695 se componía de seis o siete mil reses, mientras que la cantidad de ganado que se criaba cada año en los distritos de La Plata, Timaná y Neiva era de doce mil a catorce mil reses.205 Cayzedo atribuyó a los criadores de Timaná que llevaban sus ganados a Quito alterar los precios en perjuicio de Santafé, no obstante tener pastando en su Dehesa 10.000 reses.206 Los hacendados y criadores de toda la provincia de Neiva, quedaron obligados por escritura hecha al día siguiente del censo con el abasto a la Dehesa de Santafé de 4.500 novillos de edad de tres años, cada año durante un periodo de ocho años, los cuales serían pagados a 4 patacones.207 La segunda versión del censo detalla el nombre de los principales criadores de la ciudad y distrito de Neiva, a quienes se les hizo el reparto y que por lo tanto podemos identificar como los integrantes de su élite social y económica a finales del siglo xvii, cuya jerarquía social y política podemos describir a continuación. En primer lugar, el gobernador Álvarez de Velasco, seguido por el capitán Francisco Perdomo de Betancur, el Alférez Jacinto del Castillo Riverol, el capitán Marcos de Rojas, el Teniente General Juan Bautista de Torre, el tesorero Diego Ortiz Carvajal, el presbítero Marcos Martín de la Reina y el capitán Juan Manchola, quienes con sus agregados debían aportar 2.500 novillos del total de la provincia.208 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, ff. 734-735r. y v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, rollo 4, f. 65r. y v. 205 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 1, ff. 545r. y v., y 570v. 206 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 1, f. 545r y v. 207 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, ff. 734-735r. y v. 208 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, rollo 4, ff. 66-68r.y v. 203 204
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De otra parte, la Real Provisión de 1694 que dio origen al expediente tiene otras dimensiones como las de tipo geopolítico e histórico que permiten asociarla al estudio del periodo histórico del gobierno de don Diego de Ospina y Maldonado, es decir, a la coyuntura de 1651-1664. Se trata de la demarcación del Reino de Santafé con las provincias de Popayán y Quito a partir de una tradición jurídico política inaugurada en la época de la Conquista con la fundación de ciudades en la frontera política de Popayán y Santafé. Así, la emergencia de la ganadería como actividad económica básica de la provincia de Neiva y la conformación de esta como una región económica en la frontera de las Reales Audiencias de Quito y de Santafé es un hallazgo histórico de gran importancia para la historiografía regional sobre el siglo xvii. Por ahora, el estudio del conflicto por el abasto de ganado entre Quito, Popayán y Santafé nos está revelando las raíces de la mentalidad económica de los criadores de la ciudad y la provincia de Neiva al igual que las contradicciones entre los intereses económicos de la aristocracia criolla santafereña y las élites civil y eclesiástica de Neiva, Timaná y La Plata. De otro lado, el estudio de documentos sobre dicho conflicto nos permitió encontrar dichas dimensiones geopolíticas, socioreligiosas e históricas a la vez que la base jurídico política en el marco del patronado de la reducción y poblamiento de los indios paeces en la ciudad y provincia de Neiva. En efecto, la Real Provisión de 1694 estuvo basada en un acuerdo realizado en diciembre de 1663 entre el presidente del Nuevo Reino de Granada, el Obispo de Popayán y los gobernadores de las provincias de Popayán y de Neiva sobre la reducción de los indios paeces. El acuerdo ratificaba, según el testimonio dado por el escribano Flórez de Ocáriz el 26 de febrero de 1664, la Real Provisión del 9 de junio de 1651 que amparaba las reducciones de los indios paeces en el valle de Neiva. La Real Provisión sugiere que los indios paeces vivían escondidos en las montañas, huyendo de las entradas que hacían vecinos de Popayán para llevarlos por la fuerza como mano de obra a sus haciendas y que con la promesa de ser pueblos de la real corona; es decir, amparados por el rey, empezaron a salir de las montañas a reducirse a “poblaciones y policía” y poder vivir libremente en dicho valle amparados por el gobernador Ospina y los religiosos franciscanos.209 La Real Provisión advirtió que los vecinos de Popayán que entraran a perturbar a estos pueblos de indios serían apresados como delincuentes 209
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 1, f. 545r. y v.
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por entrar a jurisdicción ajena. En este punto, al argumentar en detalle el origen histórico de la jurisdicción de la Audiencia de Santafé no solo sobre el valle de Neiva, sino sobre las provincias de Timaná, La Plata, paeces y su cordillera, el documento nos aclara desde la historia del derecho indiano, el sentido histórico de la fundación de la ciudad de Neiva y la configuración de la provincia del mismo nombre, incluido el problema del territorio de los paeces, a partir de las demarcaciones como por las reales cédulas del 11 de noviembre de 1583 y del 1 de agosto de 1588, sobre la reducción de dichos indios y por las comisiones o capitulaciones dadas por la Real Audiencia de Santafé para la fundación de varias ciudades en ese territorio, empezando por la dada el 13 de enero de 1574 al capitán Domingo Lozano, vecino de Ibagué, quien fundó la de ciudad de San Vicente de Páez en el sitio del pueblo de Avira. Se trata de uno de los capítulos de la Conquista en la provincia de Neiva que había permanecido ininteligible para la historiografía sobre este proceso histórico en ella.210 El documento agrega que por muerte de este, continuó el capitán Diego de Bocanegra, también vecino de Ibagué, por capitulación del 21 abril de 1575. Sin embargo, a continuación dice algo sobre esta capitulación y que es verdaderamente revelador para la elaboración de dicho capítulo por dar cuenta de los efectos y el desarrollo jurídico de la destrucción de las ciudades en la parte alta del río Magdalena desde el punto de vista histórico, legal y político de la jurisdicción de Santafé en dicho territorio. Es la Real Provisión del 8 de noviembre de 1575 que mandó pregonar la confirmación de las encomiendas dadas por el capitán Lozano sujeta a la obligación de reedificar la ciudad de San Vicente y pacificar a los indígenas o a la pérdida de validez de esos títulos. Lo interesante del documento es su resultado práctico desde el punto de vista de los españoles y desde el punto de vista de los indios paeces. Ninguno de los vecinos encomenderos de la citada ciudad atendió la citación, de modo que la Audiencia interpretó este hecho como la causa de la continuidad “de los daños, muertes y robos que los dichos indios Páez y pijaos hacían y se impidió el camino y trajín a la provincia de Popayán, y el Perú”.211 Para evitar esos daños, continúa el testimonio dado por Flórez de Ocariz, se dieron las capitulaciones a los capitanes Bartolomé Talaverano y Bernardino de Mojica en el año 1577. De estas nada dice el documento, sino que fue renovada con este último, por real cédula del 31 de agosto de 1588
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y confirmada por real cédula del 16 de junio de 1593. De los logros de esta tampoco se refieren detalle alguno, dando a entender que por no haberse logrado fruto alguno el presidente Borja la hizo de nuevo con el capitán Diego de Ospina por dos vidas y fueron confirmadas por el rey mediante real cédula del 20 de abril de 1630.212 Finalmente, resulta interesante la percepción que tenía el fiscal de la Audiencia de Santafé sobre el valle y gobierno de Neiva como un territorio donde los indios paeces podían vivir cristianamente, “Por ser su temple más conforme a su natural y conservación y tener doctrina suficiente y vivir con policía y cristianamente que es lo principal que se debe procurar.”213 Así, la explicación causal de la destitución del gobernador Ospina es, a la luz de las evidencias anteriores, que esta probablemente obedeció a la resistencia de fracciones sociales y, acaso religiosas, de la élite de Popayán a su labor apoyada en los frailes franciscanos. La destitución del capitán don Diego como gobernador de la provincia de Neiva no tuvo un impacto real en la hegemonía de su familia en el gobierno de esta como lo prueba el desenlace de la comisión enviada desde Santafé en 1694 para investigar el contrabando de ganado a Popayán y a Quito que, como hemos advertido, marca el principio de la mentalidad y la escuela neivana de la economía política neogranadina. El contexto en el cual se practicaron dichas diligencias fue un periodo de epidemia de viruela y de sequía que terminaron derrotando al comisionado quien a la hora de embargar los bienes de algunos criadores para cobrarse las multas que les impuso se percató de no ser procedente hacer rodeos pues los postores que estaba presentes en la diligencia no tenía hacienda para rematarlos. Perdomo se hallaba en Santafé y Juan Palomino estaba enfermo en la ciudad de La Plata. De modo que por estar él mismo enfermo prefirió cerrar la causa y regresar a Santafé con los escasos recursos que le quedaba.214 Lo destacable del caso es que las actuaciones originaron un hecho social de tipo político y carácter histórico en la ciudad y provincia de Neiva cual fue la resistencia, en últimas, contra el comisario de la caballería del reino don Alonso de Caicedo, liderada por el gobernador de la provincia de Neiva, don Francisco Álvarez de Velasco, la cual desde entonces no hizo sino agudizarse hasta bien entrado el siglo xviii. Este hecho nos da pie para interrogarnos por las relaciones de poder en el agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, rollo 4, f. 63v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, rollo 4, f. 64v. 214 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 808r. 212
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, rollo 4, f. 63r. 211 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, rollo 4, f. 63v. 210
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seno del cabildo secular de Santafé a finales del siglo xvii y el papel de la Real Audiencia en ellas. Por lo pronto solo queremos advertir la alianza política que surgió en la coyuntura histórica de la economía industrial de Quito y de la emergente economía ganadera de la provincia de Neiva, la cual le permitió a la élite de Neiva, en particular el alférez José Perdomo de Betancur, al teniente de gobernador Juan Bautista de la Torre y a Sebastián de Vargas y Figueroa, con el apoyo del presidente de la Audiencia de Quito, con quien Álvarez de Velasco habría tenido relaciones sociales por ser hijo de un antiguo oidor de esta, ganar el pleito al cabildo y procurador de Santafé sobre la libertad de comercio para sus ganados. Ese triunfo marcó entonces no solo el principio de la mentalidad y escuela neivana en materia de economía política colonial sino el de una conciencia política e histórica de su condición socioeconómica en la relación de dependencia política con respecto a la capital y a sus élites, a cuyo cabildo secular debía su existencia aquella ciudad. Finalmente, como lo anunciamos, entre los mecanismos que mantuvieron a la familia Ospina y sus descendientes en el gobierno de la ciudad y provincia de Neiva aparece el de la deuda interna de la Real Hacienda por el no pago de sueldos a miembros de dicha familia, como lo veremos en el artículo sobre la historia de Neiva en el siglo xviii.
La ciudad de finales del siglo xvii
Uno
de los tópicos más atractivos para la investigación histórica de la fundación de la ciudad de Neiva es el de las condiciones factores y circunstancias que están en el principio de la constitución de una sociedad local. En términos institucionales y documentales una de las fuentes más importantes para el efecto, cual es la existencia de la institución del cabildo y, en consecuencia de los libros capitulares, no existe. De modo que debemos explorar otras fuentes documentales en busca de datos pertinentes. Los datos de archivo disponibles sobre la parte física de la ciudad de Neiva en el siglo xvii comprenden la existencia de la Iglesia, unas cuantas casas de los vecinos principales y una calle real en la cual se concentraban las tiendas de los comerciantes y mercaderes, la casa de bahareque que servía de cárcel y, entre otras, las casas de tapia y teja de los propietarios de las haciendas de Ambicá y Pacarní.215 No es improbable que también 215
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 786r.
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tuvieran casa de tapia y teja otros de los 9 hacendados que en 1695 aparecen nombrados como obligados al abasto de Santafé: el gobernador Álvarez de Velasco, Juan Bautista de la Torre, Diego Ortiz Carvajal, Marcos Rojas y el sargento Luis Benitez, por ejemplo.216 Según la descripción que aparece en un expediente sobre el negocio del ganado, podemos inferir algunos rasgos de la vida urbana de Neiva a finales de dicho siglo. En efecto, en una declaración de un hacendado vecino de Neiva, don Diego Ortíz Carvajal en 1694 se afirma que “los vecinos de esta jurisdicción venden ganados a los mercaderes de Pasto y Popayán a trueque de ropa…”. En otro lugar se afirma que en ese tipo de negocios también participaban mercaderes y comerciantes de Quito. En todo caso la ciudad tenía ya en ciernes el tipo social clásico que nos caracterizó el historiador Joaquín García Borrero, el del terrateniente ganadero que alternaba sus oficios del campo con la atención de la tienda o almacén de ropas en la ciudad. Gracias a los comerciantes de Quito y Pasto los criadores de Neiva encontraron una fuente de diversificación de su trabajo con la cual conformaron la élite local que tipificó a la ciudad y a la provincia durante siglos. El trueque de textiles por ganado era un momento de la cadena mercantil que involucraba a los mineros y, sobre todo, a los indígenas de coyaima, natagaima y paeces, quienes con sus oros dinamizaban el comercio de la ciudad.217 Existen otros indicios documentales para imaginar cómo era la ciudad de Neiva al finalizar el siglo xvii. Uno de ellos es un dato que aparece en un expediente de un conflicto agrario en Neiva en 1776 y es el de la existencia de una cofradía en la Iglesia de esta ciudad, la cofradía de Nuestra Señora de la Concepción desde, al menos, 1678. La cofradía sugiere la existencia de feligreses cohesionados socialmente por la devoción religiosa hacia la patrona de la ciudad.218 Otros aparecen en la representación hecha por un vecino de Neiva, Felipe Santiago de Zamora, al juzgado eclesiástico de Santafé, a comienzos del siglo xviii, pidiendo la extensión de sus obligaciones de feligrés de dicha ciudad, al igual que a su casa y familia, por estar su casa cerca al pueblo de Nataga.219 Zamora dice ser vecino de Neiva pero vivir en su hacienda, distante más de 20 leguas de Neiva y no poder sino solo a condición de agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 1, ff. 554-555r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 734v. 218 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Civiles del Tolima, t. 13, ff. 290-295r. 219 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia eclesiástica, rollo 12, f. 19r. y v. 216 217
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“muy crecidos gastos”, acudir en semana Santa y otras funciones a esta ciudad cuyo cura era el maestro Francisco Manuel Perdomo de Betancourt, por ausencia del doctor don Francisco Beltrán.220 El maestro Perdomo le había impuesto a Zamora, quien era casado con una prima suya, censuras, multas y amenazas de prisión si no cumplía con las obligaciones del feligrés de la Ciudad de Neiva.221 El maestro Perdomo argumentó al juzgado eclesiástico, quien le había concedido en 1696 a Zamora la posibilidad de remitir las cédulas de confesión y comunión a su propio párroco.222 La inconveniencia de esta medida porque serviría de ejemplo y pretexto a los demás vecinos. Por ser estos los “de mayor número, cuantía y lucimiento que a él en aquella ciudad”, resultarían eximiendo sin de dicha asistencia pues al igual que Zamora vivía la mayor parte del año en sus haciendas, lo cual sería “gravísimo perjuicio” a la Iglesia por la poca decencia en la celebración de las fiestas.223 La ciudad de Neiva, según su cura párroco, tenía por entonces “un lúcido número de vecinos”, de quienes dependía la licencia de los oficios divinos, de modo que si estos se excusaba de asistir, no había otra gente que pudiera concurrir a ellos.224 En todo caso, desde el punto de vista político, institucional pero también urbanístico, la ciudad de Neiva solo terminó de ser fundada cuando fue instituido su cabildo, justicia y regimiento y este hecho ocurrió, muy probablemente, entre la muerte prematura del gobernador Jacinto de Ospina y los comienzos del gobierno de su sucesor, don Francisco Álvarez de Velasco. La institución del cabildo de Neiva es, entonces, el hecho histórico que marca el fin de la fundación de la ciudad de Neiva y el comienzo de un nuevo periodo de su historia colonial.
Conclusiones
La fundación de la ciudad de Neiva no fue un acto con una identidad cronológica exacta como lo usa la historiografía académica. La fundación fue un proceso en el cual el elemento institucional representativo de la existencia de una comunidad política local tomó un siglo en aparecer agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia eclesiástica, rollo 12, f. 20r. y v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia eclesiástica, rollo 12, f. 20r. y v. 222 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia eclesiástica, rollo 12, f. 20r. 223 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia eclesiástica, rollo 12, f. 21r. y v. 224 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia eclesiástica, rollo 12, f. 21r. y v. 220 221
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y como consecuencia de la destitución del gobernador don Diego de Ospina. Uno de los hallazgos más sorprendentes fue el uso de una especie de mita urbana y minera de indios de la sabana de Bogotá para dar cuerpo material a la ciudad de Neiva entre mayo de 1612 y el año de 1614. Además, es posible que esta mano de obra hubiera iniciado la diferenciación del paisaje en ambas bandas del río Magdalena y entre los ríos del oro y la Ceiba donde se erigió el ámbito urbano de la ciudad al iniciar los cultivos y la formación de sus hatos de ganado. Como vimos, en octubre de 1613 el presidente Borja ordenó la entrega al capitán Ospina de 76 indios de los pueblos de Pasca, Fosca, Sutagaos y Fusagasugá para el beneficio de las minas del valle de Neiva por tiempo de un año y en junio 1614 el presidente Borja elevó a 89 la cantidad de indios sacados de las mismas y de otras encomiendas, a quienes debía pagárseles su salario. Igualmente se vio como en esta fecha Borja ordenó entregar 30 indios del pueblo de Facatativá en reemplazo de los 24 que habían cumplido un año de trabajo en las minas del valle del Saldaña. En resumen, el aspecto material de la fundación de Neiva fue obra de indios Moscas y Panches, además del trabajo de 35 esclavos y algunos vecinos blancos. Por entonces ni paeces, ni coyaimas ni natagaimas participaron en la edificación de la ciudad, por ser, según dijo el capitán Ospina, “gente belicosa de mala paz y servidumbre”. La fundación de Neiva se inscribe en la lógica de la guerra de Conquista sino en la dimensión geopolítica de las relaciones centro periferia resultante de un ciclo de guerra y de la crisis económica que vivían los españoles y criollos de la Nueva Granada al comenzar el siglo xvii, la cual obligó a extremar la intervención del único sujeto político y militar capaz de enfrentar a los indios del valle de Neiva y del Saldaña, la Corona española, ciertamente que con el apoyo de los cabidos y élites de encomenderos de Santafé, Tunja, la Palma, Ibagué y, de otra parte, de la gobernación de Popayán. Solo después de la derrota de los pijaos, el cabildo de Santafé y el presidente Borja capitularon con el capitán Diego de Ospina la fundación de un Real de Minas en el Valle del Saldaña y de un pueblo de españoles en el valle de Neiva. El problema documental para la historia de la fundación de Neiva se resuelve con el hallazgo del expediente de confirmación, que en 1628 hizo el gobernador Ospina, probablemente apremiado por la edad, de sus capitulaciones ante el Consejo Supremo de Indias. La importancia historiográfica de esta documentación radica en que contiene lo que podemos considerar como el primer relato sobre la fundación de Neiva. Este fue hecho en la ciudad de Santafé, en junio de 1628, en el interrogatorio
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que el gobernador Ospina presentó a la Real Audiencia de Santafé para que se recibiera información de testigos. El texto del interrogatorio contiene de manera dispersa una serie de acciones, inversiones y acontecimientos que rodearon la fundación y conservación de la ciudad de Neiva, y que constituyen la primera historia oficial de este hecho. La fundación de Neiva nació de la lógica de la guerra y de los paradigmas del poder, la política y la riqueza colonial. La ciudad sirvió a su fundador y a su familia para realizar en las condiciones de la primera mitad del siglo xvii una forma de racionalidad económica que lo llevó a invertir su fortuna en el poblamiento y apertura de la navegación entre Neiva y Honda para garantizar la permanencia de la ciudad. Sin embargo, también obedeció a la lógica del patronato con la reducción de indios paeces y la apertura de caminos lograron crear las condiciones para el poblamiento de las tierras del distrito de Neiva y el territorio de la antigua ciudad de La Plata. La fundación y consolidación de Neiva cambiaron el paisaje del valle de Neiva a partir del pacto de guerra entre los españoles y los indígenas pijaos, coyaimas y natagaimas y duhos, que estaban sobre las cordilleras de los caminos que llevaban al Perú y, reubicados entre el Saldañá y el Magdalena posibilitaron su tránsito y el poblamiento de latifundios ganaderos, haciendas de trapiche, pueblos de indios y resguardos hasta la dicha villa de Timaná. Sin duda, la perspicacia del fundador de Neiva fue clave en la consolidación de la ciudad al advertir la interrelación que tendría la excepcional feracidad del valle de Neiva para la ganadería con la facilidad de comunicación con Santafé y con las minas de Mariquita. Ospina advirtió que la riqueza ganadera del valle de Neiva, por sí sola, podía satisfacer la demanda de ganado de Santafé y otras ciudades vecinas.Lo que no alcanzó a imaginar el gobernador Ospinafue que sus descendientes y su fiel clientela le agregarán nuevos mercados, Popayán y Quito. Estos lograronla articulación de Neiva, Timaná y La Plata al ciclo y circuito económico que configuró en Quito la industria de los obrajes desde finales del siglo xvii. De otro lado, uno de los más importantes hallazgos de esta investigación y capítulo de la historia de Neiva sea la innovación de la historiografía y, posiblemente, la resignificación del imaginario colectivo de los neivanos en la conmemoración del cuarto centenario de existencia de la ciudad, es el hallazgo de la caracterización que hizo el cabildo de la ciudad de 1684 y 1685 sobre el carácter de plaza de armas de la ciudad por su ubicación en una frontera de guerra y de puerto fluvial y terrestre de un camino real de importancia estratégica para el comercio colonial,
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por su localización y función con respecto a Cartagena, Popayán, Quito y Lima, uno de los más importantes circuitos comerciales del mundo hispano colonial, apoyado en industrias como la ganadería y la minería. A nivel social la fundación e historia de la ciudad de Neiva estuvo vinculada a la familia Ospina durante tres generaciones y a los herederos políticos y económicos de esta familia como fue la de los Perdomo, a tal punto que, con acierto, el historiador Silva Vargas, acuñó el término “perdomocracia” para referirse a un periodo de la historia política y social de la ciudad de Neiva en el siglo xviii caracterizado por la hegemonía de esta familia que solo pudo ser relativizado a partir del poder alcanzado por el español don Pablo de Alvira. La realidad histórica e historiográfica de finales del siglo xx ha visto reemerger unas dinámicas militares, políticas, socioeconómicas e intelectuales desde la periferia selvática de y hacia la ciudad y provincia de Neiva cuya comprensión pasa por la tarea de hacer colectivamente inteligibles el contexto en el cual se dio la fundación y desarrollo histórico de la ciudad y provincia de Neiva durante la posguerra de los pijaos y la guerra de los Andaquíes de modo que comparar estos dos ciclos de conflicto, guerra y violencia contiene claves secretas del futuro del país. Por ejemplo, los antecedentes y contexto en el cual se produjo la fundación y la conformación de la ciudad y provincia de Neiva permiten establecer ciertas analogías entre la guerra contemporánea del Estado colombiano y la guerrilla de las farc en el oriente selvático del país, con el proceso de la Conquista de los siglos xvi y xvii, al igual que entre las lógicas de la economía colonial y los modos de resistencia y aculturación de los indígenas de las provincias de Neiva, Saldaña, paeces y Andaquíes con los aprendizajes de las lógicas de la diversidad, la tolerancia y la solidaridad que parecen aconsejar el fracaso de los paradigmas del desarrollo capitalista en las culturas de indígenas y mestizas de la región, incluidas las del sur del Tolima que pertenecieron a la jurisdicción de la provincia de Neiva. Los procesos históricos ocurridos en la larga duración en los valles geográficos y étnicos-culturales de Neiva y de Saldaña constituyen entonces un fragmento denso de la historia colonial y republicana de Colombia, cuyo conocimiento e interpretación hacen parte del ingenio de construir un país y una sociedad basada realmente en el respeto a la diversidad y la solidaridad. La historia de esta región y en general de la sur colombiana que permanecía hasta la década de 1960 en un estado muy incipiente nos resulta hoy paradigmática para el cotejo de las nuevas utopías del desarrollo sostenible y las culturas ancestrales.
Diego de Ospina y la guerra de los pijaos Humberto Montealegre Sánchez Academia Huilense de Historia
Procedencias y Riquezas del conquistador
Diego
de Ospina y Medinilla era un criollo natural de la ciudad de Remedios, Antioquia, hijo del capitán Francisco de Ospina —español fundador de esa villa— y de doña Marqueza de Acosta.1 Contrajo nupcias en dos ocasiones: la primera con María de Mera en Mariquita, con quien no tuvo hijos;2 y en la segunda, con Ana de Mendoza, con quien tuvo cuatro hijos a saber: Francisco, Catalina, Marqueza y Mariana.3 Según la certificación de la familia Ospina sobre los servicios prestados al rey, a don Diego de Ospina y Medinilla la real audiencia le encargó la reducción de los indios pantágora que se habían retirado de remedios, así mismo, combatió contra los negros cimarrones de Zaragoza, pacificó a los indios mariquitones, compró el oficio de alguacil mayor de la Real Audiencia en treinta mil ducados, y finalmente entró en la guerra de los pijaos como capitán de la compañía de mercenarios, después de pagar el haber de doce soldados.4 1
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Colmenares, Germán, Historia económica y social de Colombia, 1537-1719, tomo i, Medellín, Editorial La Carreta, 1976, pág. 439. Archivo General de la Nación (agn), Bogotá, Sección Colonia, Fondo Caciques e indios, 48, d. 62, ff. 729 y ss. Colmenares, Historia económica… pág. 439. “Certificación de Diego de Ospina Maldonado sobre servicios al Rey por él y su familia” 1650, en Lucena Salmoral, Manuel, “Nuevo Reino de Granada, Real Audiencia y Presidentes. Presidente de capa y espada. 1605-1628”, en Academia Colombiana de
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Como encomendero, hacendado y dedicado a la explotación minera, se convirtió en uno de los primeros propietarios territoriales de la provincia de Timaná, Neiva y Saldaña, siendo su primer gobernador en 1614. Sus estancias ganaderas y agrícolas fueron de las más reconocidas e importantes en la región, usufructuadas por las generaciones familiares que le siguieron. Los bienes que dejó Diego de Ospina y Medinilla en 1630 en la provincia, comprendían las haciendas de la Jagua, la Manga, Tune y Yaya, hoy municipio de Palermo; las tierras de Bambuca en Aipe, la hacienda de Trapichito en Neiva, y los terrenos en Alto Arenoso5 en Rivera; haciendas y estancias que habían sido fruto de la explotación del trabajo de indígenas y esclavos. A partir del segundo decenio del siglo xvii, se acrecentó el ingreso de esclavos a la región y gente negra fue traída a la ciudad de Neiva por Diego de Ospina. Es lógico pensar que este conquistador haya trasladado buena parte de las inversiones mineras que tenía en Remedios a Neiva junto con la introducción de esclavos negros, pues no hay que olvidar que en su ciudad de procedencia y en su ejercicio de encomendero, además de tener 750 indígenas tributarios, era propietario de una cuadrilla de más de 100 esclavos distribuidos en el trabajo de las minas en Remedios y en la boga del río Magdalena desde Honda,6 la cual extendió desde Honda hacia los valles de Saldaña y Neiva. Ospina probablemente se vio obligado a traer negros esclavos a la región por la negativa de la Corona a una de sus capitulaciones de 1614, cuando pretendía utilizar “100 indios moscas [muiscas] para las minas”.7 Hacía 1623 el 19% de la riqueza de Ospina estaba representada en parte, por sus esclavos de minas.8 Los Ospina por cuatro generaciones gobernaron la provincia. Fueron gobernadores durante buena parte del siglo xvii: su hijo don Francisco Martínez de Ospina entre 1630 y 1650, sus nietos don Diego de Ospina hasta el 21 de enero de 1665 y Jacinto hasta 1667, año en que se nombró a su
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Historia, Historia Extensa de Colombia, Bogotá, Lerner, 1965, vol. iii, tomo. 2, pág. 248. García Borrero, Joaquín, El Huila y sus aspectos, Neiva, Empresa de Publicaciones de Huila, 1983, pág. 144. Brungardt, Maurice P. “Poder y riqueza en la Nueva Granada al principio del siglo xvii”, pág. 152, citado por Clavijo Ocampo, Hernán, “Las guerras de la colonización en la provincia de Neiva durante el siglo xvii”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996, pág. 329. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tierras-Tolima, Legajo. 6. f. 370 r.v, en Clavijo Ocampo, “Las guerras de la colonización…” pág. 330. Clavijo Ocampo, “Las guerras de la colonización...” pág. 331.
Diego de Ospina
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bisnieto don Francisco Álvarez de Velasco, quien ejerció por tres periodos: de 1667 a 1675; de 1679 a 1681 y de 1690 a 16949.
Antecedentes penales de Diego de Ospina
Diego
de Ospina a principios del siglo xvii era un controvertido encomendero de Mariquita que tenía delicados y gravísimos pleitos, a quien la Real Audiencia le había dictado auto de causa criminal por “venta o empeño de indígenas” de la encomienda que había recibido por dote en su primer matrimonio. De ahí que hacia 1604, se encontrara preso en la cárcel, por: (...) aver sacado treynta indios que tenia por encomienda en los términos de Mariquita e lleva[n]dolos a los términos de los Remedios mas de cien leguas de donde estaban y vendidos o empeña[n]dolos a dicho Joan de Toro por dos mil pesos de buen oro y averse muerto la mayor parte de ellos como se contiene en las acusaciones que por el fiscal real le fueron puestas, (…) por la culpa (…) contra Diego de Ospina (…) condenar y condenamos en destierro perpetuo y preciso de todas las Indias del mar océano, lo cual comience y vaya a cumplir luego que saliese de la prisión en que está, (…) y lo cumpla y no lo quebrante so pena de muerte natural (…) y que los indios que están bivos de los que se llevó a los Remedios se vuelvan a costa del vesino Diego de Ospina a la parte y lugar de donde los sacó y por la culpa que resulta contra el dicho Juan del Toro les debemos condenar y condenamos en dos mil pesos de veynte quilates para la camara de su majestad, (…) mas un año de destierro.10
Las dotes en el siglo xvii constituían un poderoso atractivo para los criollos e hispanos, ya que hacían parte de un adelanto ventajoso sobre la herencia legítima que recibía cada hija del patrimonio familiar. Al esposo correspondía administrar los bienes dotales en caso que fueran inmuebles, 9
10
García Borrero, El Huila y sus aspectos, pág. 146; y Díaz Jordán, Jenaro, Proceso histórico de pueblos y parroquias de la Diócesis de Garzón, Neiva, Imprenta departamental del Huila, 1959, pág. 35 y ss. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Criminales, l. 17, ff. 4v y ss. Todo parece indicar que eran indígenas mariquitones y calamoymas recibidos en la dote, por haber contraído matrimonio con María de Mera.
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sin que se le permitiera enajenarlos,11 pues estaba prohibido según las leyes de Indias. Diego de Ospina fue condenado a destierro perpetuo por haber “vendido o empeñado los indios”, delito considerado aun más grave que la misma venta de las tierras que hacían parte de la dote.
Diego de Ospina
por Ospina; el testimonio de Fray Pedro Simón evidencia la sevicia despiadada de Ospina y la degradación de la guerra contra los pijaos. Que de treinta que entraron al fuerte, quedaron sin vida los doce sin Calarcá, (…) Y sucedió que habiendo hecho recoger Ospina a un lugar los prisioneros y muertos (…). A los vivos (…) hizo echar Ospina a los perros atadas las manos de quien se defendieron por buen espacio con los pies, pero al fin vinieron a perecer entre aquellos dientes caninos, sin dar muestras de quejas cuando los estaban despedazando, por no mostrar flaqueza de ánimo que es gran cobardía de ellos. Cortadas a todos las cabezas, las hizo poner Ospina en los palos de la cerca del fuerte (…) Calarcá comenzó luego a adolecer del daño que le hizo el tiro de Ospina, hasta que murió al quinto día, y se mandó entre ellos se tuviese oculta su muerte, como se tuvo por más de dos meses enteros.13
Persecución a los pijaos y capitulaciones finales
Las fuentes documentales señalan cómo la Real Audiencia participó en la
guerra establecida contra los pijaos. En 1605 llegó Juan de Borja a Santafé en calidad de presidente de la Real Audiencia, y junto con sus capitanes y soldados —entre ellos Diego de Ospina— inició la más cruenta persecución a los pijaos. Juan de Borja probablemente le propuso a Diego de Ospina y Medinilla la condonación de las penas de prisión y destierro por los delitos cometidos, a cambio de que aceptara comandar grupos de soldados y capitanes para combatir a los pijaos. Borja entró personalmente a principios de 1607 al fuerte de San Lorenzo en Chaparral, acompañado por el Padre Cristóbal de Escobar —capellán, cura y vicario del ejercito—, y un número de cuatrocientos hombres que incluían capitanes y ministros de guerra, entre ellos al gobernador Domingo de Erazo, teniente general y superintendente en las cosas de la guerra, y a Diego de Ospina, al igual que a otros capitanes y oficiales. Ospina y Medinilla había despachado del fuerte de Chaparral con las demás tropas a la conquista de las provincias de Maito, Beuni, Otaima, Cacataima y de Molú, llevaba el título de capitán de los aventureros y en su compañía a los capitanes Gómez Suárez de Figueroa, Juan de Zárate, Félix de Rojas, Diego de Poveda, Hernando de Ospina y otros.12 Fray Pedro Simón en sus noticias historiales, señala la crueldad de Diego de Ospina con los pijaos en uno de los asaltos que hicieron estos indígenas comandados por el cacique Calarcá al fuerte de Chaparral, que era defendido 11
12
Montealegre Sánchez, Humberto, Historia Económica y Social de El Gigante Colonial 1680-1800, El Gigante, Casa de la Cultura, 2005. El principio de la igualdad promovido por la tradición histórica castellana llevaba a dotar las hijas para el matrimonio. La dote que pertenecía a la esposa la aseguraba en una eventual viudez, para un mejor porvenir. Las esposas tenían facultad para demandar a sus maridos cuando veían peligrar estos bienes. Rodríguez, Pablo, Cabildo y vida urbana en el Medellín colonial, 1675-1730, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1992, pág. 30. Simón, Pedro Fray, Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales, tomo ix, cap. xlii, Bogotá, Biblioteca Banco Popular, 1981, págs. 16 y 29.
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Al final de la guerra con los pijaos, Ospina como Alguacil Mayor de la Real Audiencia de Santafé, consiguió en las capitulaciones de 1611 la orden para explotar las minas, así como para crear el nuevo poblado de Neiva y gobernar la provincia de Timaná, Neiva y Saldaña, lo que implicaba la aniquilación y dominación definitiva de los reducidos grupos pijaos después de haber sido sometidos a las más violentas acciones militares de exterminio. En los siglos xvi y xvii la presencia del Estado español fue débil en territorios de la Nueva Granada; durante aquellos siglos la región caucana y gran parte del Alto Magdalena estuvieron bajo la autoridad de la gobernación de Popayán, la que a su turno estaba subordinada a la Audiencia de Quito después de su creación en 1563. Con el establecimiento de la Real Audiencia en Santafé, las relaciones de los primeros habitantes españoles, y particularmente, las de sus descendientes, quedaron divididas respecto a Santafé y Popayán. Santafé, era la sede del gobierno civil general, y hacia allá concurrirían los hombres en procura de justicia y policía. Cosa contraria sucedió en lo eclesiástico, pues los pastores eclesiásticos de la ciudad de Neiva y la mayoría de sus parroquias, tenían su asiento en el altiplano, mientras que el resto, esto es, el centro, sur y occidente, dependió hasta finales del siglo xix, de Popayán.14 13 14
Simón, Noticias historiales... págs. 59 y 60. Salas Vargas, Reynel, “El Proceso Político durante el siglo XX” en Tovar Zambrano,
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Germán Colmenares, al analizar las fundación de ciudades en la periferia de los chibchas como estrategia de “pacificación” y dominio territorial en función del oro, reconoce que las guerras y rebeliones de los indígenas le dieron a estas provincias el carácter de una frontera provisoria. Las fundaciones que se establecieron a lo largo del valle del Magdalena, desde Timaná hasta Ibagué, fueron una tentativa de comunicar las zonas oriental y occidental, pues sus nexos eran muy frágiles, sobre todo desde la creación de la Audiencia de Quito en 1563, que atrajo a su jurisdicción e influencia a la gobernación de Popayán.15 En efecto, la creación de la provincia de Neiva, Timaná y Saldaña, fue motivada en parte por la guerra que hacían en particular los pijaos y los carares, que no permitía las comunicaciones entre Popayán y Santafé, así como por la conveniencia de explotar especialmente las minas de oro que se habían descubierto en el territorio de las provincias de los pijaos.16 El presidente de la Real Audiencia de Santafé, Juan de Borja, en un informe a su majestad fechado el 25 de mayo de 1607, hacía relación a los antecedentes de la guerra contra los pijaos, señalando cómo “desde el primer descubrimiento, y entrada de los españoles en estas partes, y aviendo allanado las demás tierras, y provincias nunca pudieron sujetar a estos indios con las continuas diligencias”17; así mismo, Juan de Borja anotaba que la dificultad para poderlos sujetar, se debía a:
destruyeron la ciudad de Neiva —ubicada en el lugar que hoy ocupa la población de Villavieja—; a pesar de ello, la ciudad logró reponerse.19 Hacía 1576 los vecinos de La Plata le pedían a su majestad varias mercedes, dando como razones “los pocos naturales que hay y por la mucha guerra que los indios pijaos comarcanos nos hacen, porque la tierra es muy rica de plata y oro”.20 De igual manera, Borja el 21 de noviembre de 1607 informaba a su majestad que la guerra con los indios del río grande de la Magdalena era de mayor importancia que la de los pijaos. Se refería a la guerra contra los indios carares que impedían la navegación por este río, la cual ya tenía casi concluida. Sobre la guerra contra los pijaos, Borja señalaba que:
La notable aspereza de las montañas y sierras en que viven, donde pueden extenderse en tan largas distancias que comprehenden y alcanzan ochenta leguas de cordillera entre la governación de Popaian y este, Reino. (…) Indios barbaros, pues abiendo desecho, y desbaratado a mucho numero de soldados y capitanes que en diverso tiempo entraron a su castigo.18
Los pijao hacían intolerables estragos, robando y matando a los pasajeros españoles e indios amigos, (…) no se podía pasar sin crecida escolta de soldados con armas, causas para que se despoble la villa de Neiva, (…) se ordenó se hicieran talar en toda suerte de sementeras y comidas cogidas, para ir por este camino estrechando al enemigo y reduciéndolo en angustias de hambre.22
Los pijaos, a partir de la invasión de su territorio realizaron acciones violentas contra los nacientes poblados de españoles, es así como en 1569
Juan de Borja, en el informe del 25 de mayo de 1610 resumía el éxito de los Pijaos en que:
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Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. ii, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996, pág. 169. Colmenares, Historia económica… pág. 11. “Representación del Cabildo de Santafé al presidente Borja”, Santafé, abril de 1611, en Archivo General de Indias (agi), Sevilla, Santafé 109. Tovar Pinzón, Hermes, compilador, Relaciones y visitas de los Andes. Siglo xvi, tomo iv: Región del Alto Magdalena, Bogotá: Colcultura / Instituto Colombiano de Cultura Hispánica / Editorial Tercer Mundo. 1992, pág. 480. Tovar Pinzón, compilador, Relaciones y visitas… págs. 473 y 474.
El nuevo, poderoso y efectivo modo que he introducido de hacer esta guerra, se han quebrantado todos sus bríos, y el medio que experimentado más eficaz para su total ruina es hollarles la tierra, y pagarles las comidas, porque andar tras ellos causa infinito y vano trabajo, dilación y casos de grandísimo exceso.21
Los pijaos, no se sometieron al régimen español, por el contrario, guerrearon contra las tropas de los conquistadores. Fray Simón en sus Noticias Historiales señala como:
Han despoblado por fuerza de armas 14 pueblos de españoles en la mejor, más fértil, y rica tierra como es la de la provincia de Páez 19 20
21 22
Plazas, Francisco de Paula, Villavieja, ciudad ilustre, s.l., s.f., 1950, pág 28. Friede, Juan, compilador, Fuentes documentales para la historia del Nuevo Reino de Granada, tomo vii, documento 1062, Bogotá, Biblioteca Banco Popular, 1975, pág. 101. Friede, compilador, Fuentes documentales… pág. 466. Simón, Noticias historiales... págs. 375 y 388.
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Historia Comprehensiva de Neiva donde se perdieron San Sebastián de la Plata y San Vicente de Páez, y en el valle de Neiva la Villavieja y la de los Angeles, y otras tres reedificaciones (…) un enemigo tan poderoso que ha consumido, y acabado más de 100.000 indios naturales de paz que había en los términos de los pueblos y villas despobladas, y en la de Timaná, Ibagué, Cartago, Buga y Caloto, que son fronteras que han quedado desmanteladas, sin indios de servicio, ni hacienda (...)”.23
El cálculo seguramente era exagerado, pero permite comprender el terror que acosaba a los vecinos de las ciudades fronterizas. Pánico que pasó entonces a la república de los pijaos, que sufrió una de las campañas militares más duras de toda la historia de América.24 En 1611, pocos días antes del último informe del presidente Borja, uno de los personajes más prestigiosos de la burocracia colonial en la primera mitad del siglo xvii, el contador del tribunal de cuentas don Andrés Pérez de Piza, escribió una carta al Rey en la que daba cuenta de la guerra contra los pijaos, especialmente sobre la última entrada, de la cual señala: Antes de la fundación definitiva de Neiva y por lo tanto de la reducción de los indios Coyaimas y Natagaimas, estos, habían estado poblados en las riberas de los ríos de la Magdalena y Cabrera y en otros sitios ocultos cercanos al Valle de Neyba y camino que va del Nuevo Reino a la Gobernación de Popayán y provincia del Perú. Más que los de la sierra eran dichos indios los que infestaban el dicho valle y camino haciendo muchos robos y muertes dificultando y casi imposibilitando la comunicación.25
Don Andrés Pérez de Piza agregaba que “el éxito de la guerra en buena parte se debió a la reducción y amistad de los indios Coyaimas y Natagaimas”.26 La cruenta guerra en que Borja arreció contra los pijaos fue favorecida indudablemente por los indígenas coyaimas y natagaimas. En el informe del 25 mayo 1610, Borja menciona su táctica de aprovechar los deseos de venganza de los indios amigos de la misma nación y naturaleza, que por antiguas disensiones y guerras habían bajado de la sierra al llano, entre los ríos de la Magdalena y Saldaña, los que redujo a la amistad, y que 23 24 25 26
Tovar Pinzón, compilador, Relaciones y visitas… págs. 161, 473 y ss. Lucena Salmoral, “Nuevo Reino de Granada…” pág. 133. “Carta de don Andrés Pérez de Pisa”, Santafé junio 7 de 1611, agi, Sevilla, Santafé 99. “Carta de don Andrés Pérez de Pisa”, Santafé junio 7 de 1611, agi, Sevilla, Santafé 99.
Diego de Ospina
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habían perseverado con gran seguridad y fundamento para proseguir la guerra común de los contrarios,27 por lo que la parcialidad de Natagaima quedaría poblada en el sitio cercano al valle de Neiva y camino real, donde, “con buena voluntad regalan y socorren los pasajeros, sin que desde su pacificación ayan dado muestras de dobles”.28 Los pijaos eran considerados antropófagos por las autoridades de Santafé, el presidente Borja informó sobre esa condición a su majestad el 12 junio 1611. Dexo aparte el coraje, y sabor con que comen la carne humana con circunstancias increíbles y nunca oydas, pues de los vivos que cogen la van cortando a pedazos y a sus ojos la asan y comen, beviendo la sangre que corre de los cortes, y a los muertos de muchos días los entierran, y les roen los huesos, venciendo en ellos, la ferocidad, y rabia al horror y asco.29
La declaración oficial de algunos indios como “caribes”, es decir, como antropófagos, daba a los conquistadores el derecho de exterminarlos o esclavizarlos, lo que les brindaba apreciables ventajas. En las guerras contra los rebeldes pijaos, siempre fueron acusados de espeluznantes prácticas de antropofagia,30 argumento que permitió su sometimiento a la esclavitud por un lapso de diez años.31 Juan Friede en referencia al canibalismo de los indios del Alto Magdalena, argumenta la intervención de intereses políticos, económicos e ideológicos de los conquistadores, y por tal razón, no le concede credibilidad ni a los informes ni a las crónicas que acusan de antropofagia a los indios de esta región, a excepción de los indios de la culata ubicados en el sitio llamado “Rincón de Timaná”. Advierte, que tales informaciones de antropofagia, producidas en el cargado ambiente de la guerra que se libraba contra un enemigo al 27 28 29 30
31
Tovar Pinzón, compilador, Relaciones y visitas… pág. 478. “Carta de don Andrés Pérez de Pisa”, Santafé junio 7 de 1611, agi, Sevilla, Santafé 99. Tovar Pinzón, compilador, Relaciones y visitas… pág. 496. Lucena Salmoral, “Nuevo Reino de Granada…” pág. 18, citado por Tovar Zambrano, Bernardo, “Conquista Española y Resistencia Indígena”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996, pág. 264. Este historiador reconoce que en muchos casos la antropofagia solo existió en la imaginación, en el caso de los pijao, no obstante, considera que es un fenómeno comprobado. Konetzke, Richard, América Latina. La época colonial, México, Editorial Siglo xxi, 1972, pág. 158.
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Historia Comprehensiva de Neiva
cual se buscaba aniquilar, llevaban consigo un sesgo que las convertía en acusaciones más que en prueba incuestionable de antropofagia, con sus respectivos efectos ideológicos y sociales como requerimientos de legitimación inherentes a la misma guerra.32 En efecto, ¿estarían los pijaos dispuestos a consumir carne humana, después de desenterrar los cadáveres, aún cuando tenían abundante comida en sus sementeras y carnes producto de la caza y de la pesca?, ¿sería que el consumo de carne humana descompuesta no ocasionaba a dichos indígenas enfermedades gastrointestinales que podían ser mortales? Para Bernardo Tovar Zambrano, los testimonios rendidos por los españoles acerca del canibalismo indígena proceden, según ellos, de la información suministrada por los mismos indios; no existe ningún testimonio realizado bajo juramento —como era propio en las probanzas y procesos similares— de un español que hubiese sido testigo, directamente en persona, de un acto de canibalismo; siendo este tan masivo y frecuente en el Alto Magdalena, como se dice en los documentos y crónicas, era de esperarse que abundaran las declaraciones. Se tiene entonces que son siempre informaciones de tercera mano sobre los supuestos eventos de canibalismo, lo cual no solo le resta credibilidad, sino que las convierte en sospechosas.33 Borja argumentaba la necesidad de someter a los pijaos a la esclavitud y así lo daba a conocer a su real majestad: Quan forzosa cosa es, que los indios pijaos sean esclavos perpetuos, porque de ninguna manera son capaces de la indulgencia, y benignidad que generalmente conceden las cédulas Reales de los indios (…) se hecha de ver que no son estos los que han de gozar de la libertad (…) permite [su majestad] que tengan diez años de servidumbre, los cuales solo servirían de que después de averse criado entre nosotros, instruidos y habilitados, renovassen la rebeldía con entero conocimiento de nuestras cosas.34
La acción gubernamental contra los pijaos radicó en la política de tierra arrasada y muerte. En el informe a su majestad del 25 de mayo de 1610, don Juan de Borja, se refiere a esta guerra, señalando cómo: 32 33 34
Friede, Juan, Los Andakí, México, Fondo de Cultura Económica, 1949, pág. 95. Tovar Zambrano, “Conquista Española…” págs. 255 y 256. Tovar Pinzón, compilador, Relaciones y visitas… págs. 495 y 496.
Diego de Ospina
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Con la ayuda de los vecinos encomenderos se hizo numero de quatrocientos soldados (…) quienes pudieron ocupar las provincias mas pobladas del enemigo, sin dexarle tiempo ocioso, ni lugar vacío, ni seguro, hasta que desbaratándoles sus esperanzas, y habitaciones con pérdida y daño de muchas prendas de hijos y mujeres, casas y comidas que se le quitaron con incendio y tala general se desvaneció el orgullo de los indios derramándose por las montañas pa[ra] guarecerse en la aspereza dellas, (…) solo restan algunos salteadores que andan derramados amparándose en los riscos, quebradas remotas, y páramos inhabatables.35
En el informe del 12 junio 1611, casi simultáneo a la capitulación firmada con el capitán Diego de Ospina para la fundación de Neiva, el presidente Borja dice haber ido por tercera vez al fuerte para alentar a los pocos soldados que acompañados de: Los indios amigos Coyaimas, y Natagaimas, han hecho este año tan lucidos efectos, dexando la guerra casi acabada, (…) sucedió también esta jornada, que sin pérdida de soldado(s), indio amigo, ni carguero prendieron y degollaron ciento y quatro personas, y acertaro[n] a ser de los muertos los más belicosos y principales, (…) de manera que de todas estas naciones , solo han venido a quedar veynte y nueve o treinta indios, que andan esparcidos por los montes que la misma tierra, y su mala constelación los ha de acabar, y consumir.36
Final de la guerra e injerencia de las autoridades de Santafé en la fundación de Neiva
Diego de Ospina hacia relación al “sistema de talas y destrucción de
viviendas” ordenado por el presidente de la Real Audiencia Juan de Borja, como un resultado excelente para la contienda, pues había exterminado casi por completo a los pijaos, hasta el punto de que ya no eran enemigos de consideración.37 Sin embargo, el mayor daño de la sangrienta guerra lo ocasionó la despiadada persecución a sangre y fuego de los pijaos, 35 36 37
Tovar Pinzón, compilador, Relaciones y visitas… págs. 477 y 478. Tovar Pinzón, compilador, Relaciones y visitas… págs. 488 y ss. Lucena Salmoral, “Nuevo Reino de Granada…” pág. 231.
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Historia Comprehensiva de Neiva
causándoles la muerte a los más aguerridos y combatientes, dejando a sus familias y comunidades en el total desamparo, pobreza y ruina. En los albores de la derrota de los pijaos, Juan de Borja en la carta de 1611, le informaba al rey: Con todas estas acciones queda la guerra en estado que muy fácil y brevemente, y casi sin costa de V[uestra] M[ajestad] se verá el fin de ella, (…) y se irá descubriendo la riqueza de minas de que ay en antiguas y modernas noticias, por la cual viendo ya la tierra desembarazada se disponen algunas personas a ir a buscarlas, y entre ellas el capitán Diego de Ospina Alguacil mayor desta Audiencia, quien ha hecho ciertas capitulaciones conmigo, y dice los gastos que se an escusado en esta guerra (…) Capitulaciones que remitiré a V[uestra] M[ajestad].38
De lo anterior, se deduce el interés que tenía en especial el cabido de Santafé, en explotar las minas de oro que se habían descubierto en el territorio de las provincias de los pijaos, causal que también motivó la fundación definitiva de Neiva. La fundación de la ciudad de Neiva, según Hernán Clavijo, fue formalizada y organizada por el cabildo secular y por la Real Audiencia de Santafé, al final de la guerra contra los pijaos. En abril o mayo de 1611, justo un año antes de la fundación de Neiva, esta corporación representó al presidente Borja sobre la decadencia de la minería en el Nuevo Reino y la conveniencia de explotar las minas de oro y otros metales que se habían descubierto en el territorio de las provincias de los pijaos, pues estas “después del allanamiento, pacificación y castigo habían quedado desembarazadas”.39 La explotación de las minas era considerada como el negocio de mayor importancia para el bien común y la Real Hacienda en sus reales quintos, de ahí que el procurador general de la ciudad de Santafé, don Pedro Mariño de Rivera, pidiera al cabildo nombrar uno o dos regidores diputados para ir con el capitán Ospina al descubrimiento de minas en la provincia de los coyaimas, y su poblamiento por ser tierra fértil donde se podrían poblar pueblos de españoles y acrecentar así el real patrimonio. Los regidores
Diego de Ospina
debían informar al cabildo sobre la riqueza de las minas y la fertilidad de la tierra con el fin de ilustrar al real servicio y al bien general de esta tierra.40 Entre quienes figuran como testigos de la distribución de los solares del nuevo poblado de Neiva se encuentran: Joan Bautista Cortés, Regidor de Santafé, y Gonzalo Navarro, escribano del Rey Nuestro Señor, vecino de la ciudad de Santafé y receptor de número en la Real Audiencia.41 A Joan Bautista Cortés, Diego de Ospina lo designó Alcalde de la Hermandad de la naciente ciudad.42 Con fecha 20 mayo de 1811, el presidente Borja decretó la noticia de la petición del cabildo al capitán Diego de Ospina a quien consideraba “persona inteligente y de cuidado y que tiene mucha experiencia de estos descubrimientos”. Ospina, propuso al presidente Borja la capitulación titulada: “Asiento y capitulación (…) para el descubrimiento y beneficio del valle de Neiba y río de Saldaña, por petición del cabildo de Santafé (…) para el descubrimiento de las minas de oro (…) en las provincias de los pijaos”, ofreciendo satisfacer estas necesidades por el gran celo de servir a su majestad y continuar los servicios que hasta ese momento le había hecho. En resumen, Ospina proponía fundar un real de minas y poblarlo con mineros, esclavos y soldados, pidiendo a cambio “título de justicia mayor de dicho real y pueblo por dos vidas, (…) sin perjuicio de su condición de alguacil mayor de la real audiencia de Santafé. (…) que se le adjudicaran 100 indios moscas [muiscas] para el laboreo de las minas, cultivos, saca de aguas y construcción de casas y edificios”.43 El fiscal de la Real Audiencia dio el visto bueno a las capitulaciones, y el presidente Borja las aprobó el 10 junio de 1611 con la condición de que el capitán Ospina obtuviera la confirmación real. Estos datos permiten inferir, según Hernán Clavijo, que la fundación de Neiva fue organizada conjuntamente por el cabildo secular y por la Real Audiencia de Santafé, de modo que el acto jurídico político que le dio vida legal fue un punto de avanzada en el allanamiento de la recién ganada frontera a los indios pijaos, y que en el segundo semestre de 1612 comenzó a tener vida material, según la finalidad que debió tener la ejecución de una de las clausulas de la capitulación, que fue la entrega al capitán Ospina de 60 indios (40 muiscas y 20 panches) el 20 de agosto de 1612. Esta fue probablemente la mano de obra que construyó la primera generación de 40 41
38 39
Tovar Pinzón, compilador, Relaciones y visitas… págs. 490 y 491. “Representación del Cabildo de Santafé al presidente Borja”, Santafé, abril de 1611, agi, Sevilla, Santafé 109.
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42 43
“Capitulaciones del capitán Diego de Ospina”, 1614, agi, Santafé 102, f. 14v. “Documentos relacionados con la fundación de Neiva”, en Huila, Órgano de la Academia Huilense de Historia, vol. 1, n.o 1, 1956, págs. 28 y 29. “Documentos relacionados con la fundación…” págs. 27-28. “Documentos relacionados con la fundación…” págs. 27-28.
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Historia Comprehensiva de Neiva
casas y demás obras públicas y particulares de la ciudad en el sitio que actualmente se encuentra, así como los que comenzaron a organizar las haciendas del conquistador. El hecho de que se le hubiera dado a Ospina esa cantidad de indios con la condición de pagarle su trabajo —un tomín de 13 quilates de jornal diario— permite descartar la idea de que la fundación de Neiva haya sido un acto propio del señorío feudal del capitán Ospina. Una vez cumplida esta parte de la capitulación, el capitán Ospina obtuvo el 15 octubre 1612 nuevo plazo para obtener la confirmación real de la capitulación sobre la población del real de minas en el valle de Neiva y la fundación del nuevo pueblo.44
Conquista y creación del espacio urbano en la Provincia de Neiva, Timaná y Saldaña
Conclusiones
En primer lugar, la invasión de los territorios del Alto Magdalena por los
conquistadores provocó la defensa de los mismos durante largas décadas, en especial por los pijaos, una de las naciones indígenas más combativas y aguerridas de la región, que guerreó contra los conquistadores y azotó los caminos y pueblos por los que transitaron y se asentaron los españoles. Debido a estas condiciones, la derrota de los pijaos solamente fue posible con las alianzas que establecieron los españoles con los indígenas coyaimas y natagaimas, así como con las estrategias de muerte y tierra arrasada. Esta derrota marcó el fin del mundo indígena como sociedad libre, dueña de sí misma en unos territorios independientes. Las pocas comunidades sobrevivientes tuvieron que retirarse hacia las pendientes de la cordillera Oriental y Central para evitar su extinción y sometimiento, donde algunos lograron sobrevivir en medio del desamparo y la pobreza. Por otra parte, Diego de Ospina y Medinilla después de haber sido condenado a destierro perpetuo por venta o empeño de indígenas, participó activamente en la guerra a cambio de su excarcelación, propinando sangrientas muertes a los pijaos. Con la fundación definitiva que hizo de Neiva, logró acrecentar su riqueza con la posesión de las mejores tierras circunvecinas de la naciente ciudad, las cuales mediante la explotación indígena y esclava se convirtieron en unas de las haciendas más productivas de la comarca, que junto con sus demás bienes, pasó a sus herederos, quienes gobernaron la provincia durante la mayor parte del siglo xxii.
Humberto Montealegre Sánchez Academia Huilense de Historia
Presentación
El hecho más significativo de la Conquista lo constituyó la fundación de villas y
ciudades. Las huestes de la Conquista solo alcanzan un reconocimiento político de parte de la Corona a partir de la creación del núcleo urbano como principio identificador. Para los españoles, un núcleo urbano significaba control de las tierras conquistadas y sujeción de las gentes que las habitaban. Por ello, en la construcción del orden colonial, jerarquizar los núcleos urbanos era jerarquizar a las gentes que allí vivían. De ahí que el ordenamiento de la sociedad se hacía fundamentalmente a partir del manejo de lo urbano, principal instrumento que se empleaba para establecer una dominación del espacio, conformar territorios, estructurar el poder político y, con ello, jerarquizar la sociedad. La idea del orden soñado por España es, entonces, la del orden urbano. Así, España domina el espacio y las sociedades conquistadas con la creación de las ciudades, villas y parroquias. Es desde las ciudades que se conquista y domina el territorio; es fundando ciudades y villas como la conquista del territorio se transforma de un hecho de barbarie militar en un acto legal, que legitima el hecho de guerra.1 1
44
Clavijo Ocampo, Hernán, “Fundación y conformación de la ciudad de “la pura y limpia concepción” de Neiva y su provincia en el siglo xvii”, capítulo segundo de este mismo volumen de la Historia Comprehensiva de Neiva.
Zambrano Pantoja, Fabio, “La ciudad en la historia”, en Torres Tovar, Carlos Alberto; Viviescas Monsalve y Pérez Hernández, Fernando Edmundo, compiladores, La ciudad: hábitat de diversidad y complejidad, Bogotá, Universidad Nacional, 2002, págs. 142 y ss.
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Historia Comprehensiva de Neiva
La conquista de los territorios del Alto Magdalena comienza con el ingreso del peninsular por las zonas costeras del pacífico. El establecimiento de los embriones de sus primeras villas y ciudades se presenta en el mismo periodo de las iniciales fundaciones del occidente, pertenecientes, en principio, a la gobernación de Popayán. Neiva tuvo que ser refundada, por tercera vez, por huestes diferentes a las de Belalcázar, ciudad que tuviera un incipiente crecimiento en los primeros siglos de su existencia y, en cuyo urbanismo y poblamiento tuvo mayor incidencia la misma Iglesia que el cabildo; no obstante, en el marco de las supremacías de las villas y ciudades de la región terminó convirtiéndose en la capital de la provincia. El poblamiento y el crecimiento urbanístico de la provincia se extienden a las zonas rurales de las villas y ciudades desde mediados del siglo xviii con la creación de las viceparroquias y parroquias. Estos nuevos entes territoriales nacen por la iniciativa del vecindario de construir y sostener los servicios de la iglesia con su respectivo párroco, para luego, una vez consolidadas las parroquias, solicitar por intermedio del cabildo a las autoridades de Santafé su categorización de alcaldía pedánea. Así, buena parte de las parroquias de la provincia a final de siglo llega a tener su autoridad civil mediante el nombramiento de su alcalde o juez pedáneo. Algunas de estas en el proceso independentista logran alcanzar el título de villa.
Conquista y creación del espacio
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Conquista y fundación de villas y ciudades en el siglo xvi en el Alto Magdalena
sede administrativa de las cajas reales y sede diocesana, de tal manera que adquirió el perfil administrativo propio de la cabecera de la gobernación.3 El espacio urbano en las provincias del Alto Magdalena empieza a crearse con la fundación de sus primeras villas y ciudades, a manera de pequeñas aldeas. Desde el siglo xvi había tres tipos de villas y ciudades: las mineras, administrativas y de puerto; algunas de ellas, también eran llamadas de frontera, por su extrema ubicación. En el caso del Alto Magdalena se caracterizan tres fundaciones que fueron fundamentales y estratégicas para el conquistador: Guacacayo (Timaná) en 1538, probablemente; en 1558 trasladada a orillas del río Timaná y denominada San Calixto de Timaná. Fecha insegura, por cuanto resulta convincente que para 1551 se usaban indistintamente los dos nombres. Las fundaciones de Neiva (Las Tapias o Neivaviejo) en 1539 es efímera; despoblada al año siguiente por el mismo Juan de Cabrera para ir en auxilio de Timaná, la que era asediada por los nativos; en 1546 es repoblada, pero los esfuerzos resultan infructuosos; San Juan de Neiva en 1550, hoy llamada Villavieja, y la actual en 1612, conocida inicialmente como la Villa de Nuestra Señora de la Limpia Concepción del Valle de Neiva, poblado que se convierte en ciudad por ser la sede políticoadministrativa de la gobernación. San Sebastián de La Plata, en el sitio donde se encontraba ubicada la población de Platavieja, hoy municipio de La Argentina en 1551 y la actual, en 1651. Algunos autores expresan que la primera población se denominó San Bartolomé de Cámbis; sin embargo, en los documentos de mediados del siglo xvi se cita siempre a San Sebastián de la Plata.4 Naturalmente, estas fundaciones se convertían en bases para el adelanto de la conquista y la ampliación del asentamiento español en dichas villas y ciudades de frontera.5 Ahora, de las tres fundaciones de Neiva, la
Para Sebastián de Belalcázar, fundar y poblar ciudades en el valle del
3
Alto Magdalena era una condición primordial dictada por su proyecto de gobernación.2 En efecto, sus huestes fundan a Cali en 1536, Popayán en 1537, Timaná en 1538, Anserma en 1539, Neiva por primera vez, en 1539, Cartago en 1540, Almaguer y Buga entre 1569 y 1576. Realizadas estas fundaciones, la Gobernación de Popayán pasa del periodo de conquista y entra en un franco proceso de establecimiento y consolidación colonial. Popayán fue entonces, desde muy temprano, asiento de oficiales reales, 2
Tovar Zambrano, Bernardo, “Conquista española y resistencia indígena”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila/Academia Huilense de Historia, 1996, págs. 222 y 223.
4 5
Zuluaga, Francisco, “Conquista y primeras fundaciones” y “El proyecto de indianidad”, en Barona Becerra, Guido y Gnecco Valencia, Cristóbal, editores, Historia, geografía y cultura del Cauca, territorios posibles, tomo ii, Popayán, Universidad del Cauca, 2001, págs. 120 y ss. Tovar Zambrano, “Conquista española…” págs. 225 y ss. Tovar Zambrano, “Conquista española…” págs. 222 y 223. Los territorios o ciudades de frontera les identificaba sus características geográficas, naturales, económicas, culturales, políticas y aún militares. El Alto Magdalena, territorio acunado entre las dos importantes cordilleras, puede caracterizarse como región de frontera por registrar estas características. Salas Vargas, Reynel, “El descubrimiento del Huila o el principio de la invasión”, Huila, Órgano de la Academia Huilense de Historia, n.o 37, mayo-junio de 1987, pág. 34. En regiones de frontera como La Plata, ni siquiera poseían una base de dominación política y jugaban entonces al papel exclusivo de avanzadas militares. Colmenares, Germán, Historia económica y social de Colombia, 1537-1719, tomo i, Medellín, Editorial La Carreta, 1976, pág. 203. Timaná en sus comienzos, cuando
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Historia Comprehensiva de Neiva
primera no dejó rastro alguno de lo urbano, probablemente por su corta existencia, escases de sus habitantes y ataques de los indígenas. En efecto, el poblado nunca prosperó.
Terra Firme et Novum Regnum Granatense Popayán (Juan Ogilbi) 1671. Fuente: Díaz López, Zamira, Oro, Sociedad y economía, El sistema colonial en la Gobernación de Popayán, 1533-1733, Bogotá, Banco de la República, 1994, pág. 39.
Insularidad de la Provincia del Alto Magdalena y descripciones de los caminos, villas y ciudades durante el siglo xvi
El sistema de organización espacial toma sentido con el puerto, salida
indispensable, enlace marítimo entre el espacio dominante y el espacio dominado, y el punto de referencia para distinguir el interior, la provincia, y el exterior, el extranjero. La lógica de estas localizaciones se reafirma con el establecimiento de las infraestructuras de circulación, creadas a manera de ejes de penetración. Este sistema de ordenamiento del espacio diseñado durante la Conquista y la Colonia ha dejado huellas hasta el presente, por cuanto una creación espacial deja una infraestructura
Conquista y creación del espacio
material pesada que no puede modificarse fácilmente y porque hay motivos para conservarla, ya que la base económica, para el caso de la mayoría de los pueblos americanos, continúa con la exportación de productos agrícolas y materias primas.6 Los territorios del valle del Alto Magdalena, por su ubicación al interior del Nuevo Reino de Granada, se encontraban sumamente distanciados del puerto de Cartagena; además, las limitaciones de navegación por el río Magdalena dificultaban de igual manera, la comercialización de sus productos hacia el exterior, situación insular que aun ha persistido en los primeros lustros del siglo xxi, por las mismas distancias y los retrasos en la construcción de nuevas vías de comunicación que le den salida a los mercados internacionales por los puertos del Pacífico.7 Los soportes documentales de los territorios de la gobernación de Popayán y el Nuevo Reino de Granada, además de hacer mención de la intransitabilidad y bloqueo de los caminos a causa de las lluvias y derrumbes y a su mal estado por falta de mantenimiento, también dejan ver el peligro de cruzarlos por los asaltos de los grupos sociales que, en distintos momentos, estaban en guerra. Los caminos, a lo largo del periodo colonial, más que integrar las regiones contribuyeron, en muchas ocasiones, a aislarlas, a segregarlas de los centros de producción,8 por cuanto, todas esas trochas fueron el resultado inicial de un imperativo militar y no el producto de las actividades económicas, ya fueran mineras, hacendatarias o comerciales. Las trochas que iban abriendo los conquistadores no obedecían a un plan preconcebido de comunicación, sino al azar, según las condiciones del momento. Cuando ya se asentó la colonia, los caminos de la conquista continuaron sirviendo de sistema de articulación de las villas y ciudades.9 Juan López Velasco, el cosmógrafo y cronista mayor de Indias, al describir los caminos de este Reino, decía: “que en su mayor parte, son muy malos de cuestas y ríos, y malos pasos de quebradas y pantanos, y así por muchos dellos no puede andar recuas, aunque 6
7
8
9
dependía de la Gobernación de Popayán, era igualmente consideraba “administrativa”
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Mejía, Germán y Zambrano Pantoja, Fabio, editores, La ciudad y las Ciencias Sociales, Bogotá, Universidad Javeriana, 2000, pág. 32. Montealegre Sánchez, Humberto, El Gigante republicano en el contexto de la provincia de Neiva. 1810-1857, Neiva, Gobernación del Huila, 2010, pág. 20. Díaz López, Zamira, “Creación de dos repúblicas: de españoles y de indios”, en Barona Becerra, Guido y Gnecco Valencia, Cristóbal, editores, Historia, geografía y cultura del Cauca, territorios posibles, tomo ii, Popayán, Universidad del Cauca, 2001, pág. 147. Barona, Guido, La maldición de Midas en una región del Mundo Colonial, Popayán 17301830, Cali, Universidad del Valle, 1995, pág. 147.
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Historia Comprehensiva de Neiva
por los caminos reales, de unos pueblos a otros comúnmente andan; pero de los repartimientos a los pueblos por la mayor parte cargan los indios, por no haber caminos abiertos para harrias, lo cual se podía remediar con mandarlos a abrir ”. 10 De igual manera, este cronista describía el camino de Timaná a la ciudad de Popayán como “muy áspero y mal frecuentado porque no pueden andar recuas por él”.11 Asimismo, al hacer alusión al camino de Timaná a Pasto advertía que “era poco frecuentado por muy áspero, y trabajoso de caminar por los fríos, páramos y nieves y ciénagas que hay en él”.12 En efecto, la diversidad topográfica pudo representar ventajas en cuanto a la variedad de recursos alimenticios, pero también implicó grandes dificultades para los intercambios, especialmente en las zonas de montaña, que impedían la comunicación oportuna entre las provincias, las transacciones comerciales y la entrega de correspondencia de carácter público y privada. Este fue uno de los mayores y más constantes obstáculos para la administración colonial.13 En 1575, Juan López de Velasco, al referirse a las villas y ciudades del Alto Magdalena, escribía: Que desde la ciudad de Tocaima hasta la de Timaná, que por esta parte es el primer pueblo de la gobernación de Popayán, hay sesenta leguas de despoblado, donde estaba el valle y pueblo de Neiva, de tierra calidísima y muy infestada de mosquitos, gran número de víboras de cascabel, y dragoncillos voladores, tigueres y leones, y otros animales fieros que han destruido los indios del valle de Neyva. La ciudad de San Sebastián de La Plata, se encuentra a veinte leguas de la ciudad de Popayán, y quince de Paez y siete de Timaná. Es en lo temporal esta ciudad del distrito de la Audiencia del Nuevo Reino. Su temple es más frió que caliente, y aún que la tierra es a propósito para ganados, no los hay hasta agora.14 10
11 12 13 14
López De Velasco, Juan, Geografía y descripción universal de las Indias, Madrid, Ediciones Atlas, 1771. pág. 179. López De Velasco, Geografía y descripción… pág. 183. López De Velasco, Geografía y descripción… pág. 213. Díaz López, Zamira, “Creación de dos repúblicas…” págs. 126-127. López De Velasco, Geografía y descripción… pág. 183. Hacia 1540 Carlos V otorgó a Sebastián de Belalcázar el título de Adelantado (vitalicio o hereditario) y gobernador de la Provincia de Popayán, mediante Real Cédula expedida el 10 de marzo. Los límites específicos que entonces se le asignaron a su gobernación, confinaban al norte con las llanuras de Neiva; al nordeste con la provincia de Antioquia; al oeste con la del
Conquista y creación del espacio
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En el siglo xvi, fray Pedro Simón, decía que en Timaná: Viven de crías de ganado menores y mayores, que de estos sacan mucho para esta ciudad de Santafé y muchas y buenas mulas para los Reinos de Perú, que se cría en grandes sabanas de tierra llana, en parte fragosas. Hay algunos ingenios de azúcar, de donde se hace buena cantidad y se saca para esta ciudad de Santafé y otras, y mucha miel de caña para el gasto del pueblo. Es tierra templada que declina más a caliente que a fría, pues se crían muchas y venenosas culebras de muchas suertes, en especial las de cascabel, y muchas niguas. Crianse tigres, leones, osos y otros animales, y aves, guacamayas, papagayos de muchas especies, paujiles, pavas, codornices, tórtolas, conejos, curíes y gran número de venados. Dase bien el maíz, a cien hanegadas por una, si acude al tiempo, y todas las legumbres de Castilla de que hay alegres huertas, y algunas frutas de allá, como son higos y granadas, pero de las de estas tierras se dan mucha abundancia, como plátanos, guayabas y curas.15
La expedición de Belalcázar, al detenerse en un lugar que habría de ser conocido como de Timaná, fue atraída por la riqueza que allí encontró “del contrato de hayo de que fue y es muy abundante”.16 Lectura que sugiere cómo en dichas temporalidades se inicia la implantación de una cultura ganadera típicamente española, acompañada de una agricultura en escalas menores con cultivos, tanto de origen ibérico como indígena. En el territorio, que décadas después hiciera parte de la jurisdicción de Neiva, Aguado advierte cómo al arribo de las huestes de Gonzalo Jiménez de Quesada en 1537 en esta tierra “se sacaba oro de minas de mucha calidad y quilates, era poco en cantidad y la tierra se encontraba mal poblada de naturales en sumo calurosa y algo acompañada de montes y arcabucos,17
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Chocó y al sur con la de los Pastos. En la actualidad estos territorios corresponden a los departamentos de Nariño, Cauca, Valle del Cauca, Chocó, parte de Antioquia, Huila, Tolima, Casanare y Meta; y algunos sectores de los nuevos departamentos de Guaviare, Guainía, Vichada, Putumayo y Amazonas. Díaz López, Zamira, Oro, sociedad y economía. El sistema colonial en la Gobernación de Popayán, 1533-173, Bogotá, Banco de la República, 1994, pág. 75. Simón, Pedro fray, Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales, tomo v, vol. 107, Bogotá, Biblioteca Banco Popular, 1981, pág. 272. Simón, Noticias historiales… tomo iii, pág. 333. La plantación de coca fue conocida como el hayo. Y el vocablo “contrato” hacía relación a la transacción comercial. Aguado, Pedro fray, Recopilación Historial, primera parte, tomo i, Bogotá, Biblioteca
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que “juntamente con la constelación e influencia de las estrellas y del sol que arde con gran resplandor la hacen enferma (…) para los forasteros (…), en tanto que en este valle de Neiva, en una y otra banda del río Magdalena, habían poblaciones de indios, pero cuando los naturales de esta parte (de la banda oriental tuvieron) noticias de la (venida) de los españoles dejaron sus pueblos y se pasaron de la otra parte del río grande”.18 Mientras que para la expedición de Belalcázar, según lo manifiesta Juan de Castellanos, el primer cronista del Nuevo Reino de Granada, el valle de Neiva resultó ser una tierra exactamente opuesta a la experimentada por los hombres de Jiménez de Quesada: “Y al fin fueron a dar a las llanadas / De Neiva. Que hallaron bien pobladas: / Tierra de fertilísimas labores / Y campo que hartura prometía, / Adonde ni fríos y calores / Se podían juzgar a demasía.19 Sebastián de Belalcázar, al llegar a Cartagena de paso a España, en informe rendido en el mes de julio de 1539 al licenciado Juan de Santa Cruz, juez de residencia y gobernador de esta provincia, en relación con el territorio del Alto Magdalena, decía: “que dejaba poblados dos pueblos con parte de su gente, que el uno se llamaba Neiva y el otro Guacacayo; y que la tierra que pasó, le parece muy rica (…). En los mantenimientos los indios disponían de maíz, frutas de la tierra, venados, curies, conejos y patos.”20 Hacía, igualmente, una descripción geográfica de los territorios descubiertos, de los cuales trazaba su localización, distancias y límites. Indicaba también “la tierra caliente y la tierra fría”, las montañas, las sierras, los valles y los ríos de aquellos territorios; léxico geográfico para dar cuenta del aspecto físico de las tierras exploradas. Se hacían observaciones sobre los caminos, pasos y vías fluviales, sobre las posibilidades de comunicación
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de la Presidencia de la República, 1957, pág. 307. La palabra taina “arcabuco” significa monte fragoso y lleno de maleza, Alvar Ezquerra, Manuel, Gran Diccionario de la Lengua Española, Bogotá, 1991, pág. 94. Citado por García Borrero, Joaquín, El Huila y sus aspectos, Neiva, Empresa de Publicaciones de Huila, 1983, pág. 28. De Castellanos, Juan, Elegía de varones ilustres de Indias, tomo iii, Bogotá, Editorial abc, 1955, t. iii, pág. 371. A finales de 1537, estando Quesada en la provincia de Tunja, en sus pesquisas por el oro, recibió la noticia de que hacia al sur existía una región llamada “Neiba” donde los naturales labraban en las minas de oro, de la que sacaban montones de este metal. El ejército conquistador se dirigió hasta dicho lugar, dice Juan Friede, que no distaba mucho del actual Neiva. La búsqueda del oro fue decepcionante, las huestes conquistadoras por las condiciones geográficas, naturales y climáticas, solamente encontraron el hambre, enfermedades y la muerte, por lo que le llamaron a estos territorios el “valle de la tristura”, según Aguado. Tovar Zambrano, “Conquista española…” págs. 213 y ss. Friede, Juan, compilador, Documentos inéditos para la historia de Colombia, tomo v, documento 1283, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1957, pág. 207.
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y trato comercial; se indagaba sobre lo habitable o inhabitable de las tierras, si estaban pobladas o despobladas, lo cual representaba una información fundamental en relación con la disponibilidad de mano de obra para el asentamiento español.21 En 1560 de Neiva se decía que: “el temple de la ciudad era calidísimo y malsano; había 14 encomenderos, muy pobres, quienes habitaban casas de paja; los naturales encomendados a dichos vecinos eran pocos, de mala servidumbre e iban en disminución; las provincias que confinaban con la ciudad estaban ocupadas por los páez y pijaos”.22 En 1569, la ciudad de Neiva fue destruida por los indios pijaos, ataque del cual, sin embargo, logró reponerse,23 poblado que hoy se llama Villavieja. Fray Jerónimo Escobar, al describir las dificultades de los colonizadores por la hostilidad impuesta por los indígenas desde el siglo xvi, dice: San Sebastián de La Plata es lugar que está casi destruido por los indios que están cerca de allí (…) De esta gente son muy molestados los moradores de este lugar, porque cuando menos piensan los enemigos les queman sus casas y les quitan sus ganados (…) los españoles (…) han cercado el pueblo de dos tapias en alto (…). El pueblo tan pobre que no puede sustentar sacerdote que les diga misa, si no es un clérigo viejo que morido de caridad, está allí treinta años.24
En 1575, Juan López de Velasco se refería a San Sebastián de La Plata, al decir, “que se llamada así, por el nombre del poblador capitán Sebastián Quintero y por la mucha plata que hay en su comarca, en la cual hay muchas minas y muy ricas (…) y de oro hay al igual minas”.25 Hacía 1576, los vecinos de La Plata le pedían a su majestad varias mercedes, dando como razones “los pocos naturales que hay y por la mucha guerra que los indios pijaos comarcanos nos hacen, porque la tierra es muy rica de plata y oro”.26 No obstante, la explotación de las minas de plata de San Sebastián de La Plata constituyeron, a la postre, un fracaso. Restrepo cita una serie de factores 21 22
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Friede, Documentos inéditos… págs. 207 y ss. Tovar Pinzón, Hermes, No hay caciques ni señores, Barcelona, Sendai Ediciones, 1988, págs. 43 y 44. Plazas, Francisco de Paula, Villavieja, ciudad ilustre, s.l., s.f., 1950, pág. 28. Citado por Jaramillo Uribe, Jaime, Ensayos sobre historia social colombiana, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1972, pág. 133. López De Velasco, Geografía y descripción… pág. 183. Friede, Juan, compilador, Fuentes documentales para la historia del Nuevo Reino de Granada, tomo vii, documento 1062, Bogotá, Biblioteca Banco Popular, 1975, pág. 101.
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Historia Comprehensiva de Neiva
que dan cuenta de los diversos impedimentos presentados en la explotación de las minas durante la segunda mitad del siglo xvi, los cuales iban desde los problemas técnicos hasta los ataques de los indios y la destrucción de la ciudad. Hacia 1583 se anotan las fallas en el laboreo de las minas, que se hacía con agua, “lo que era contra toda razón”, así como la falta de materiales para trabajarlas; se recomendaba labrarlas por hondo y socavón, como se requería para explotar las vetas y hacer claridad sobre su real posibilidad. Fue entonces cuando se abrieron los socavones que existían en las minas, las cuales fueron definitivamente abandonadas en 1585 debido a los ataques de los indios y a la abundancia de las aguas en algunas de las labores.27 La proliferación de ciudades en el Nuevo Reino de Granada lleva a que en América Latina se le reconozca como “un extraño país de ciudades”,28 no obstante, algunas de estas se fundaron en un territorio agreste, en zonas muy difíciles de comunicar entre sí. La abundancia de los centros urbanos terminaba convirtiéndose en pequeños cascos que, en ocasiones, dependían de su región y de los productos agrarios que comercializaban, especialmente con Santafé, Popayán y Quito, donde la mano de obra indígena fue fundamental en las encomiendas, haciendas y estancias. La población indígena al ingreso de los conquistadores era bastante numerosa. En los cálculos demográficos del siglo xvi se ha establecido el índice de cuatro personas por cada varón adulto, el que aplicado a los 53.600 tributarios del Alto Magdalena para la época, sugiere que 214.400 indígenas, aproximadamente, pertenecían a esta comarca, correspondiente a un 14% en el momento de la conquista española,29 incluyendo la hoya del río Saldaña.30 El vecindario de las villas y ciudades, en buena parte, dependía de los tributos del indígena a quien debía evangelizar. De ahí que las leyes de Indias establecieran entre las obligaciones de los encomenderos la de evangelizar 27
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Restrepo, Vicente, “Estudio sobre las minas de oro y plata en Colombia”, Medellín, faes, 1979, págs. 123-128, citado por Tovar Zambrano, “Conquista española…” pág. 275. Bromberg, Paul, “Un extraño país de ciudades”, en Hechos y relatos de nación, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2011, pág. 212. Tovar Zambrano, “Conquista española…” págs. 287 y ss. La población que tributaba en el Nuevo Reino de Granada comprendía solamente hombres entre 17 y los 55 o 60 años de edad. Colmenares, Historia económica… pág. 70. Clavijo Ocampo, Hernán, “Las guerras de la colonización en la provincia de Neiva durante el siglo xvii”, en en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996, pág. 334.
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a los indígenas de sus encomiendas. Hacia 1560, en la jurisdicción de Neiva se registraban 14 encomenderos en 26 pueblos de indios y 2.480 indígenas encomendados (de los 16.600 que aproximadamente se registraron entre los años de 1538 y 1539), de los cuales 239 eran indios de minas, es decir el 9,6% y que, por consiguiente, debían tributar. Ahora las encomiendas establecidas en Neiva mantenían entre 50 y 335 indígenas. Timaná tenía igualmente 14 encomenderos con 36 pueblos de indios y 1544 indígenas tributarios (de los 20.000 que aproximadamente se registraron entre los años de 1538 y 1539). La Plata tenía 24 encomenderos con 37 pueblos de indios y 3.995 indígenas tributarios (de los 17.000 que aproximadamente se registraron entre los años de 1538 y 1539), de los cuales 461 eran indios de minas.31 Diego de Ospina como gobernador de la provincia, en la visita de 1628 a Timaná, registró 430 indios, de los cuales estimó que menos de la tercera parte eran tributarios,32 lo que da a entender el alto grado de extinción de la población indígena en el valle del Alto Magdalena. Lo anterior explica cómo, al finalizar el siglo xvi, el asentamiento español en el valle del Alto Magdalena se desarrollaba con muchas dificultades. Los tres centros urbanos, Neiva, Timaná, y La Plata se encontraban en condiciones precarias. La población española y mestiza era escasa y los indígenas tributarios estaban muy disminuidos. Ello trascendía en una carencia en cuanto a la disponibilidad de mano de obra. Pese a los esfuerzos, la producción minera no tenía mayor importancia; las haciendas y los caminos eran asaltados con cierta frecuencia por las tribus rebeldes, especialmente por los andakí, localizados en el sur, y por los pijaos, en el noroeste. Estos últimos tenían prácticamente bloqueado el camino que unía a Popayán y Santafé, el cual pasaba por el valle de Neiva, camino por lo demás muy tortuoso en el trayecto montañoso hacia Popayán. El tráfico comercial, por lo tanto, debía afrontar varios obstáculos, lo cual le impedía presentar una actividad sostenida y voluminosa que sirviera de estímulo a la región; no obstante el desarrollo promisorio que iba adquiriendo la ganadería,33 esta era una de las razones, junto con la necesidad de explotar las minas de oro y otros metales en tierras de los pijaos, que justificó la fundación de Neiva al interior del Nuevo Reino de Granada, por tercera vez, en territorios aislados de las zonas costeras del Atlántico y el Pacífico. 31
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“Relación Anónima de 1560”, ncs, págs. 39 y ss. Citado por Tovar Zambrano, “Conquista española…” págs. 325-326. Friede, Juan, Los Andaki, 1538-1947. Historia de la aculturación de una tribu selvática, México, Fondo de Cultura Económica, 1949, pág. 19. “Relación Anónima de 1560”, ncs, págs. 39-44.
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Historia Comprehensiva de Neiva
Creación de la provincia de Neiva, Timaná y Saldaña
Con la definitiva fundación de Neiva el 24 de mayo de 1612, esta se
convierte en sede político-administrativa de la provincia en 1614, con un incipiente crecimiento poblacional y urbanístico después de la derrota de los pijaos. Neiva servirá entonces de puente, particularmente con otras ciudades y villas como Santafé, La Plata, Popayán, Quito e, incluso, Timaná, centros poblados con los que entabla relaciones comerciales. Hernán Clavijo, en su revisión historiográfica, advierte cómo primero se fundó la ciudad y después se erigió la gobernación. En efecto, cuando el capitán Ospina fundó el Pueblo Nuevo de Neiva todavía no era gobernador de Neiva y Timaná; es decir, ni la entidad provincial ni el cargo de gobernador preexistieron a la fundación de la ciudad,34 por cuanto el gobierno de la provincia lo capitulará el capitán Diego de Ospina con el presidente de la Real Audiencia, Juan de Borja en 1614,35 lo que quiere decir que la creación de la provincia de Neiva, Timaná y Saldaña no se dio en 1610, como lo señala la historiografía tradicional. En efecto, en la capitulación hecha por Diego de Ospina a comienzos de febrero de 1614, en el segundo informe sobre la fundación de Neiva y las otras comisiones de la primera capitulación, se hace mención a la gobernación de Neiva y Timaná. Ospina pedía que se le agregara la jurisdicción sobre la villa de Timaná, pues había quedado vacante por muerte del gobernador Pedro de Velasco y era un pueblo “sin sustancia”, aunque otras versiones aseveran que fue por motivos de no aceptación del cargo por parte de Velasco. De ahí que Ospina, a cambio de que se le concediera el ejercicio del cargo de gobernador, prometía reforzar la fundación de Neiva metiendo cincuenta negros de minas, trayendo una canoa de boga de 15 negros diestros en la navegación y puerto del pueblo nuevo a Cartagena, para mayor comodidad del comercio, tráfico y cercanía de las provincias de Quito y de Popayán, pues reduciría el tiempo entre Neiva y Cartagena a catorce días. Además, el capitán Ospina ofrecía restablecer la labor de las legendarias minas del distrito de la ciudad de La Plata. Finalmente, proponía fundar un nuevo real de minas en la provincia de Páez y mejorar el real del río Saldaña; es decir, el Real de Minas de Ataco.36 34
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Clavijo Ocampo, Hernán, “Fundación y conformación de la ciudad de ‘la pura y limpia concepción’ de Neiva y su provincia en el siglo xvii”, capítulo segundo de este mismo volumen de la Historia Comprehensiva de Neiva. Clavijo Ocampo, “Las guerras de la colonización…” pág. 327. “Capitulaciones del capitán Diego de Ospina”, 1614. Archivo General de Indias (agi),
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La singularidad de esta capitulación radica principalmente en la petición que hizo el capitán Ospina de la merced por dos vidas con título de gobernador del pueblo nuevo de la ciudad de la Concepción en el Valle de Neiva, del cual hasta entonces solo había sido justicia mayor, anexándole la villa de Timaná, con sueldo de 2.000 ducados de buena moneda de Castilla, pagaderos de las reales cajas de Santafé con el producto de sus minas descubiertas, o por descubrir, o reedificadas.37 En efecto, el valle del Alto Magdalena fue organizado política y administrativamente durante la época colonial en dos provincias: la de Mariquita y la de Neiva, Timaná y Saldaña. La villa de Purificación, sede de los territorios de Saldaña, fue fundada en 1664. Estas jurisdicciones estaban conformadas por parroquias, viceparroquias, pueblos de indios y sitios, además de las unidades productivas en la periferia conformadas por las estancias, los hatos y las haciendas. También, a los territorios de la comarca huilense, en aquellas épocas coloniales, pertenecían poblados circunvecinos del Tolima y el Cauca. Así, las provincias de Neiva, Timaná y Saldaña, hasta 1614, estuvieron adscritas en lo civil a la jurisdicción de la gobernación de Popayán, la que a su vez dependía de la Real Audiencia de Quito. Estas provincias nacientes, que se extendieran desde el Páramo de las Papas hacia el norte hasta el río Saldaña,38 pasan a depender entonces civilmente del Nuevo Reino de Granada. La nueva gobernación anexa territorios del Paez (La Plata y Tierradentro) y Saldaña (Purificación, Coyaima, Ataco, Natagaima, Prado, Dolores y Alpujarra). Los límites de la provincia, según lo estipulado por Diego de Ospina, eran: Corriendo desde la boca del rio Saldaña, donde entra en el de la Magdalena, derecho a la cordillera y provincia de los pijaos, y a esta otra del Nuevo Reino cien leguas de ancho y desde ese límite hasta todas las provincias de indios páeces, cien leguas de largo, y por la parte de este Reino su dicha cordillera arriba , hasta la villa de Timaná,
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Sevilla, Santafé, 102, ff. 21r. y ss. Inicialmente el presidente Borja encargó al gobernador de la provincia de Timaná, capitán Pedro de Velasco, y le ofreció “4.000 pesos de las reales cajas en ayuda para la dicha fundación y 2.000 ducados de renta en indios que había arcos indios de los díscolos y vagabundos del nuevo reino”. Subraya que Velasco no lo aceptó y entonces decidió encargarse del asunto como en efecto lo hizo al capitán Ospina. “Cartas y expedientes de particulares, 1619-1620. Representación de don Diego de Ospina Medinilla”, Santafé, 26 de junio de 1620. agi, Sevilla, Santafé, 102. Clavijo Ocampo, “Fundación y conformación…”. Charry, Gabino, Frutos de mi tierra, Neiva, Imprenta Departamental del Huila, 1922, pág. 132
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El cabildo y la conformación de la ciudad de Neiva
El cabildo era la única forma de gobierno en las villas y ciudades en
Figura 2. Provincias de Neiva y Mariquita. Fuente: Montealegre Sánchez, Humberto, Historia económica y social de el Gigante colonial, 1680-1800, Neiva, Gobernación del Huila, 2005, pág. 63.
el sistema administrativo colonial, cuya jurisdicción se extendía a los pequeños poblados. Esta corporación, como el cuerpo de gobierno y justicia de las villas y ciudades y el último reducto del Estado colonial, legitimaba el poder y canalizaba las aspiraciones sociales de las élites locales. En tal sentido, la política fue entonces la estrategia de poder y participación de la vecindad en el ámbito público, mientras el cabildo era el centro de toda actividad política local.40 Los cabildos tenían, por consiguiente, autoridad para administrar, gobernar y vigilar los intereses de la comunidad local en lo político, lo económico y lo social.41 Hernán Clavijo sugiere cómo la naturaleza de la ciudad fundada por el capitán Diego de Ospina y conservada por el último gobernador de su familia, Francisco Álvarez de Velasco, estuvo caracterizada por la ausencia de la institución del cabildo y el patrón de poblamiento dominante que redujo la ciudad a un espacio centrado en el culto religioso más que en la vida política. Agrega que el patronato de la ciudad de Neiva es conformado cuando la élite local asume los costos de constituirse como corporación representativa de la comunidad local y este hecho histórico, que ocurre una vez, se produce al fin del dominio político de la familia de su fundador y cuando se dan las condiciones políticas y jurídicas para la erección del cabildo.42 Las fuentes documentales relacionadas con el cabildo de Neiva señalan lo contrario, dando muestra de su existencia a la semana siguiente de su última fundación: En el dicho sitio i real de minas de las Fortalezillas de Nuestra Señora de la Concepción en treinta i un dia del mes de mayo del dicho año el citado Gobernador (…) dijo: (…) fundado la dicha ciudad de Nuestra Señora de la Concepción en nombre de su Majestad (…) i agora para el buen gobierno de la dicha ciudad i república della i de sus términos i jurisdicción conviene se nombre Cabildo, Justicia i Regimiento que lo mantengan en justicia como está dispuesto por su Majestad i sus
aguas vertientes del dicho Rio Grande, y por cabecera a la cordillera de los páeces, y todos los términos de la dicha villa de Timaná, y por la otra banda, la cordillera de la gobernación de Popayán, y toda la tierra que dentro de estos límites estuviere por poblar.39
40 39
Díaz Jordán, Jenaro, Proceso histórico de pueblos y parroquias de la Diócesis de Garzón, Neiva, Imprenta Departamental del Huila, 1959, pág. 35. El Gran Diccionario Enciclopédico Visual, 2002, define la legua como medida itinerario equivalente a 5.572 metros y 7 decímetros.
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Garrido, Margarita, Reclamos y representaciones, variaciones sobre la política en el Nuevo Reino de Granada, 1770-1815, Bogotá, Banco de la República, 1993, págs. 116-117. Rodríguez, Pablo, En busca de lo cotidiano. Honor, sexo, fiesta y sociedad, siglos xvii-xix, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia / Editorial Guadalupe, 2002, págs. 57-58. Clavijo Ocampo, “Fundación y conformación…”.
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Historia Comprehensiva de Neiva reales leyes, por lo tanto mandaba e mandó juntar en su posada todas las personas que en este sitio se hallaron i convinieron a esta poblazón i (…) agora elegia i eligió por Alcaldes Ordinarios i de la Hermandad, Alguacil Mayor e Regidores, Procurador General i Mayordomo de Propios para que lo sean i usen los dichos oficios este presente año hasta el dia del año nuevo primero venidero (…). Estando todos presentes los aceptaron i juraron por Dios Nuestro Señor i de su Majestad i bien de la dicha ciudad, (…) todos los electos firmaron.43
Se observa cómo la designación de los cargos del cabildo no fue producto de una elección del vecindario, sino impuesta por Ospina, por cuanto en ese momento histórico no existía comunidad alguna establecida. Tan solo a partir de su fundación se inicia con mucha lentitud el nuevo poblamiento. En principio, esta era una fundación teórica; en tanto, pasaron años y décadas para que el vecindario se estableciera en la nueva población, en un singular ambiente rural. Dos días después, Ospina al hacer la traza del nuevo poblado y la entrega de los primeros solares, dejó la siguiente constancia: “En dos días del mes de junio del dicho año (1612), (…) en todo tiempo conste mando 43
“Documentos relacionados con la fundación de Neiva”, en Huila, Órgano de la Academia Huilense de Historia, vol. 1, n.o 1, 1956, págs. 27 y 28. Estos documentos reposan en el Archivo General de Indias, Sevilla, España, Sección Audiencia de Santafé, legajo 19, según protocolización que hiciera el historiador Francisco de Paula Plazas en 1956, ante el notario primero principal del Circuito de Neiva en 1956. Los alcaldes ordinarios eran defensores y jueces, presidían el cabildo, observaban causas civiles y criminales, vigilaban la veracidad de los testamentos y sucesiones y distribución de herencias, etc. Los alcaldes de la Santa Hermandad representaban la jurisdicción de la ciudad en el campo, sus principales funciones eran aprehender criminales en el campo. El alguacil mayor tenía como función principal mantener el orden en la ciudad, hacía arrestos y debía rondar en la noche. El cargo del procurador general representaba al bien común, por cuanto actuaba como intermediario entre los vecinos y el cabildo, así como vigilaba los intereses y privilegios de la Corona. Los regidores, por lo general, con poder económico eran quienes tenían acceso al cabildo y como tal, representaban los intereses de los criollos y españoles del vecindario. Rodríguez, Pablo, Cabildo y vida urbana en el Medellín colonial, 1675-1730, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1992, págs. 53 y ss. El mayordomo de propios era el encargado de la administración de las rentas municipales, especialmente lo relacionado con la renta de propios, cuyos ingresos estaban constituidos especialmente por los arriendos de los ejidos de la ciudad y otros cobros e impuestos. Guerrero Rincón, Amado Antonio, Poder político local Cabildo de Girón siglo xviii, Bucaramanga, Centro de estudios regionales, 2001, pág. 105. Este tema se desarrollara ampliamente en el ensayo que aparece en este mismo volumen titulado “El Cabildo de Neiva y sus relaciones con la Iglesia y las autoridades de la Provincia y Santafé, 1612-1816”.
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que de todos los autos hechos hasta aquí sobre la dicha fundación y elección del cabildo poniendo por cabeza la comisión que para ello tiene se saquen dos traslados; uno para poner por cabeza en el libro del cabildo y otro, para enviar a su señoría el señor presidente i ansi lo proveyó, mando e firmo”.44 El cabildo o ayuntamiento hispanoamericano era, al menos en teoría, el organismo de unidad local que representaba a la comunidad de los vecinos del municipio.45 El hecho de que Ospina hubiese asignado los cargos del primer cabildo, sugiere la influencia que ejercía en las decisiones de esta corporación, en razón a la donación que este hiciera de los solares y mercedes de tierras al nuevo vecindario que, más tarde, conformaría la élite local. Para el ejercicio pleno de estas funciones, probablemente pasaron décadas para que el Cabildo de Neiva, con un vecindario establecido y fortalecido económicamente, contara con los recursos suficientes que le permitiera satisfacer las necesidades de la población. El nuevo vecindario, al igual que los encomenderos que venían desde la primera y segunda fundación de Neiva (1539 y 1550), tenían que recurrir para subsistir, por lo general, al tributo de los indígenas, cuyas encomiendas eran pequeñas y poco numerosas en comparación con las establecidas en los altiplanos;46 además, esas encomiendas se encontraban disminuidas y poco productivas, en tanto que algunas tendían a desaparecer. En 1560 de Neiva se decía que “había 14 encomenderos, muy pobres, quienes habitaban casas de paja; los naturales encomendados a dichos vecinos eran pocos, de mala servidumbre e iban en disminución”.47 De ahí el tardío desarrollo urbanístico y la lenta dinámica social del nuevo poblado. A finales de la segunda década del siglo xvii; es decir, ocho años después de su fundación, en la representación del 26 de junio de 1620, el gobernador Diego de Ospina señala que “la ciudad de Neiva ya tenía alcaldes ordinarios y de la hermandad y empezaba a vender oficios de alguacil mayor y escribano; algunos vecinos aspiraban a comprar los regimientos de alférez y depositario general”,48 cargos que conformaban el cabildo. 44 45
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Clavijo Ocampo, “Fundación y conformación…”. Se consideraba “vecino” de pleno derecho a aquel que poseía casa poblada, llevaba un promedio de ocho años de residente y figuraba en la lista de vecinos. Rodríguez, Cabildo y vida urbana… pág. 51. Tovar Zambrano, “Conquista española…” pág. 286. Tovar Pinzón, Hermes, No hay caciques… págs. 43 y 44. “Cartas y expedientes…”. agi, Sevilla, Santafé, 102. El escribano público dirigía las actas de las reuniones del Cabildo, así como era el encargado de notificar y transcribir toda comunicación pública o privada. El Depositario general tomaba a su cargo los
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Historia Comprehensiva de Neiva
En 1635, según el testimonio de uno de los vecinos fundadores de Neiva, la ciudad carecía de casas de cabildo, ausencia que se atribuía a no tener propios (rentas municipales) y ser pueblo nuevo y de tan poca gente.49 Quiere decir que a los 23 años de la última fundación de la ciudad de Neiva, las sedes del gobierno local y provincial eran probablemente las casas de sus gobernantes, entre ellas las de los alcaldes y las ubicadas en las haciendas de la familia Ospina. En efecto, en 1635, don Juan de Cañola y Calañas, como juez de residencia de Santafé, acusaba a quienes habían venido ejerciendo cargos de mayor importancia en el cabildo de la ciudad de Neiva, por la negligencia de no haber construido casas de cabildo y cárcel. Al capitán Marco A. Fernández porque, siendo alcalde ordinario, “(…) no había tomado las providencias necesarias para que se hicieren casas de cabildo y cárcel”.50 Gabriel de Montealegre, alcalde ordinario en 1631, testimoniaba que la carencia de casas de cabildo, se atribuía: “a que esta ciudad no tiene propios ningunos (rentas) por ser pueblo nuevo y de tan poca gente”, añadiendo además que: “tampoco no ha habido en mi tiempo ningún pleito criminal (…), para que yo pudiera hacer condenación de cárcel (…), que yo en ninguna manera pude asistir en todo el tiempo (al cabildo) —porque en esta tierra no asistiendo el año en su hacienda— los ganados se hacen cimarrones y se pierden”.51 Estos documentos dan fe de la creación del Cabildo de Neiva, pese a que no se hubiera edificado su propia sede durante varios decenios. De igual manera, el cabildo no tuvo la mayor incidencia en el crecimiento de la ciudad durante el primer siglo de su existencia, por la misma renuencia de los encomenderos y hacendados a residenciar el naciente poblado, aun de las propias autoridades, que con frecuencia pernoctaban en sus propiedades de campo. Así lo dejaba entrever en 1684 el procurador de Neiva, el alférez Jacinto de Motta, al señalar que: “varios vecinos con sus mujeres, hijos, hiernos, deudos, allegados y criados (…) los cuales hacían un número
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bienes y fondos bajo la administración del cabildo. Rodríguez, Cabildo y vida urbana… pág. 55. El alférez real era el cargo más vistoso del cabildo, tenía un sentido honorífico. Lo ostentaban los beneméritos de la ciudad o villa que podían invertir un capital en su compra. En las procesiones y fiestas, el alférez abría el desfile con su vestido e insignias y portaba el pendón de la ciudad, seguido de sus pares. Rodríguez, En busca de lo cotidiano… págs. 59 y ss. García Borrero, Joaquín, Neiva en el siglo xvii, Neiva, Empresa de Publicaciones del Huila, 1983, pág. 29. García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 28. García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 29.
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considerable de gente”, no cumplían sus obligaciones de vecinos por pasar la mayor parte del año en sus haciendas ubicadas en los valles de Yaguará, Pacarní, Retiro, Callejón de Iquira, Nátaga, Carnicerías y otros puestos de aquella jurisdicción.52 Ahora, es indudable que el patrón de poblamiento de la ciudad estuvo centrado en torno al culto religioso más que en la vida política, aunque así se quejara el cura de Neiva en 1684 por “la falta de gente en las procesiones de Semana Santa y en la fiesta patronal”.53
Fundación definitiva de Neiva y su lento crecimiento urbano
Las condiciones de inseguridad en que vivían tanto los encomenderos y
hacendados como los comerciantes y autoridades coloniales que transitaban el Camino Real que comunicaba a Santafé con Timaná y Popayán, pasando por los territorios del valle de Neiva, debido a los ataques de los indígenas, propiciaron inicialmente la guerra contra los pijaos, en procura de reconquistar el valle de Neiva. Las fuentes documentales dan cuenta de las verdaderas motivaciones que llevaron a la definitiva fundación de Neiva. Estas hacen relación a la necesidad de explotar las minas de oro y otros metales en los territorios de los pijaos, después de que estos fueron vencidos. En los albores de la derrota de los pijaos, Juan de Borja presidente de la real Audiencia, en la carta de 1611, le informaba al rey: Con todas estas acciones queda la guerra en estado que muy fácil y brevemente, y casi sin costa de V(uestra) M(agestad) se verá el fin de ella, (…) y se irá descubriendo la riqueza de minas de que ay en antiguas y modernas noticias, por la cual viendo ya la tierra desembarazada se disponen algunas personas a ir a buscarlas, y entre ellas el capitán Diego de Ospina Alguacil mayor desta Audiencia, quien ha hecho ciertas capitulaciones conmigo, y dice los gastos que 52
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Archivo General de la Nación (agn), Bogotá, Sección Colonia, Fondo Miscelánea iii, legajo 6, ff. 623v. y ss. Clavijo Ocampo, Hernán, “Fisco, cambios económicos y estructura social en la Provincia de Neiva 1760-1810”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996, pág. 444.
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Historia Comprehensiva de Neiva se an escusado en esta guerra (…). Capitulaciones que remitiré a V(uestra) M(agestad).54
La fundación de la ciudad de Neiva, según Hernán Clavijo, fue formalizada y organizada por el cabildo secular y por la Real Audiencia de Santafé, al final de la guerra contra los Pijaos. En abril o mayo de 1611, justo un año antes de la fundación de Neiva, la corporación del cabildo presentó al presidente Borja un informe sobre la decadencia de la minería en el Nuevo Reino y la conveniencia de explotar las minas de oro y otros metales que se habían descubierto en el territorio de las provincias de los pijaos, “después del allanamiento, pacificación y castigo habían quedado desembarazadas”.55 La explotación de las minas era considerada como el negocio de mayor importancia para el bien común y la Real Hacienda en sus reales quintos. De ahí que el procurador general de la ciudad de Santafé, don Pedro Mariño de Rivera, pidiera al cabildo nombrar uno o dos regidores diputados para ir con el capitán Ospina al descubrimiento de minas en la provincia de los Coyaimas y su poblamiento, por ser esa tierra fértil donde se podrían poblar pueblos de españoles y acrecentar así el real patrimonio. Los regidores debían informar al cabildo sobre la riqueza de las minas y la fertilidad de la tierra con el fin de ilustrar al real servicio y al bien general de esta tierra.56 Entre quienes figuran como testigos de la distribución de los solares del nuevo poblado de Neiva se encuentra Joan Bautista Cortés, regidor de Santafé y Gonzalo Navarro, escribano del rey, vecino de la ciudad de Santafé, receptor de número en la Real Audiencia.57 A Joan Bautista Cortés, Diego de Ospina lo designó alcalde de la Hermandad de la naciente ciudad.58 Con fecha 20 mayo de 1611, el presidente Borja decretó la noticia de la petición del cabildo al capitán Diego de Ospina, a quien consideraba “persona inteligente y de cuidado y que tiene mucha experiencia de estos descubrimientos”. Ospina, propuso al presidente Borja la capitulación titulaba “Asiento y capitulación (…) para el descubrimiento y beneficio del 54
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56 57 58
Tovar Pinzón, Hermes, compilador, Relaciones y visitas de los Andes. Siglo xvi, tomo iv: Región del Alto Magdalena, Bogotá: Colcultura / Instituto Colombiano de Cultura Hispánica / Editorial Tercer Mundo. 1992, págs. 490 y 491. “Representación del cabildo de Santafé al presidente Borja”, Santafé, abril de 1611. agi, Sevilla, Santafé, 109. “Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 14v. “Documentos relacionados con la fundación…” págs. 28 y 29. “Documentos relacionados con la fundación…” págs. 27 y 28.
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valle de Neiba y río de Saldaña, por petición del cabildo de Santafé (…) para el descubrimiento de las minas de oro (…) en las provincias de los pijaos”. Ospina proponía fundar un real de minas y poblarlo con mineros, esclavos y soldados. A cambio de lo anterior, Ospina pedía “(…) título de justicia mayor de dicho real y pueblo por dos vidas, (…) que se le adjudicaran 100 indios moscas (muiscas) para el laboreo de las minas, cultivos, saca de aguas y construcción de casas y edificios”.59 El fiscal de la Real Audiencia dio el visto bueno a las capitulaciones y el presidente Borja las aprobó el 10 junio de 1611 con la condición de que el capitán Ospina obtuviera la confirmación real. El oro fue más producto de la fantasía que de las riquezas auríferas encontradas y explotadas en la región del Alto Magdalena. Las expediciones que transitaron con anterioridad por el valle del Alto Magdalena habían sido atraídas por noticias acerca de la existencia de ricas comarcas de oro. Fray Pedro de Aguado cuenta que Jiménez de Quesada se desplazó a finales de 1537 al valle de Neiva, al recibir noticias en Santafé de que en estos territorios “los naturales, labraban minas de oro, y sacaban de ella gran cantidad de este metal”. Sin embargo, cuando llegaron al valle de Neiva vieron que era más la fama y el ruido que lo que en ella había y, “aunque era verdad que en ella se sacaba oro de minas de mucha calidad y quilates, era poco en cantidad y la tierra mal poblada de naturales”.60 Ahora, la explotación de las minas de plata de San Sebastián de La Plata, fue un fracaso, y fueron definitivamente abandonadas en 1585, debido a los ataques de los indios y a la abundancia de las aguas en algunas de las labores;61 no obstante, se mantuvo una actividad minera de menor importancia en los lavaderos de oro de las provincias de Neiva y Timaná, la que luego decayó.62 Estos lavaderos hacían alusión especialmente al oro de aluvión, sacado del río Magdalena y de sus afluentes. Las fuentes documentales señalan cómo la ciudad de Nuestra Señora de la Limpia Concepción del Valle de Neiva inicia lentamente su urbanización a partir de la cuadrícula española. La traza que establece su fundador, así lo evidencia:
59 60 61 62
“Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 7r. Aguado, Recopilación Historial 305-306. Restrepo, Vicente, “Estudio sobre las minas…” págs. 123-128. Clavijo Ocampo, Hernán y Tovar Zambrano, Bernardo, “Bonanzas, de tiempo en tiempo”, en Colombia, país de regiones, n.o 3, Bogotá, Cinep / Colciencias, 1998, págs. 48, 49 y 51.
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Historia Comprehensiva de Neiva En dos días del mes de junio del dicho año (1612), el dicho gobernador Diego de Ospina, justicia mayor, (…) fue al sitio donde tiene fundada la dicha de Nuestra Señora de la Concepción para dar la forma i orden i traza de la poblazon della i con una cabuya que medida tenía treinta i tres pies hizo ir midiendo i cuadrando la plaza que ha de tener la dicha ciudad i a la cual le dio diez cabuyas que son trescientos treinta pies por cada frente i lienzo de la dicha plaza quebrada; i luego por cada lado añadió treinta i cinco pies para las calles i desta forma quedo cuadrada la dicha plaza i mando que cada cuadra de las que fueren dando i poblando sean de la misma medida de trescientos treinta pies i quedando además desto el güeco de las calles de treinta i cinco pies de forma que cada cuadra a de tener cuatro solares cuadrados i cada solar a de ser de ochenta i un pies i medio conforme a la medida de la dicha cabuya i esto a de ser en cuadro; i este orden se a de tener en el ir poblando i fundando la dicha ciudad i en el tamaño i medida de los solares que se fueren dando a los vecinos de la dicha ciudad.63
Este trazado del nuevo pueblo de Neiva es un indicio de su germen urbano, aunque Hernán Clavijo señale que el acto de fundación de Neiva no respondió inicialmente a la reproducción del orden social construido por la monarquía católica, bajo la institución del patronato real y conforme a la disposición ritual de sus elementos estructurales y estructurantes (iglesia, casa de cabildo, cárcel, archivo, plaza, fuente pública, trazado de las calles, delimitación del ejido, rentas de propios, etc.), y con sus códigos particulares registrados formalmente en un documento escrito como prueba de la legalidad y legitimidad del acto fundacional (como lo tuvo la mayoría de las fundaciones de ciudades y villas en el mundo hispano-colonial),64 así las intenciones del fundador atendieran al espíritu de las leyes: fundar un poblado en el que la gente llevara una vida “civilizada y en polecía”; es decir, no era tan fácil concentrar la población en el “marco de la villa”, donde tuviera casa poblada y viviera en comunidad, al igual que construir una iglesia, como lugar de adoración y recepción del “pasto espiritual” común, ya que llevar la misa y bendición a sitios tan apartados se hacía no solo difícil sino imposible.65 63
64 65
“Documentos relacionados con la fundación…” págs. 28 y 29. Pie es una medida de longitud utilizada en el periodo colonial por varios países europeos. En Castilla equivalía a 28 centímetros, o sea la tercera parte de la vara. Gran diccionario general de la Lengua Castellana, Bogotá, Rei Andes Ltda., 1993, pág. 851. <ºClavijo Ocampo, “Fundación y conformación…”. Rodríguez, Cabildo y vida urbana… pág. 38.
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Es probable que entre quienes figuran como testigos y vecinos beneficiarios de la distribución de los solares del naciente poblado hayan iniciado las primeras construcciones, empezando por misma iglesia. Diego de Ospina señaló: (….) el sitio donde se haga la Iglesia i el Padre Pedro Fernández de Dueñas Presbítero beneficiado i Cura de Tocaima (…) tomó posesión de dicho sitio de Iglesia en nombre deste Arzobispado del Nuevo Reino i (…) dar solares a las personas que han venido i pretenden venir a esta poblazón i adelante vinieren a hacer vecindad en ella i que esta ciudad goce de las libertades, prerrogativas i privilegios que se conceden a las nuevas poblazones i pobladores dellas. Fueron testigos i se hallaron presentes el dicho beneficiado Pedro Fernández de Dueñas i Andres Valero, Presbítero i el capitán Alonso Bravo Cárdenas Montemayor, Don Francisco de Cárdenas, Mateo Cotriello, Regidor de Muzo, Joan Bautista Cortés, Regidor de Santafe, Joan de los Ríos, Francisco González, el Licenciado Diego Flores, Andrés Días Hidalgo, Marcos de la Cruz, Francisco Ortiz i otras muchas personas que en señal de posesión i pobladores de la dicha Ciudad se pasearon por el dicho sitio. Diego de Ospina. E. Gonzalo Navarro escribano del Rey Nuestro Señor vecino de la ciudad de Santafe Receptor de numero en la Real Audiencia.66
Las primeras construcciones realizadas en el marco de la plaza se dieron posiblemente con el apoyo de Diego de Ospina, quien utilizó la mano de obra indígena y esclava; en tanto, la fundación de Neiva “había sido hecha con indios Moscas (muiscas) y Panches y con 35 esclavos, más los vecinos blancos. (Ospina) para consolidar la fundación, pidió fomentar el dicho pueblo nuevo con esclavos buenos, indios vecinos”.67 En la representación del 26 de junio de 1620, ocho años después de su fundación, el gobernador Diego de Ospina señala “que el pueblo nuevo de Neiva tenía por entonces, más de 200 personas y el consuelo espiritual y temporal para cualquier pasajero”.68 En 1628, 16 años después de su fundación, en el interrogatorio que el gobernador Diego de Ospina presentó a la Real Audiencia de Santafé, 66 67 68
“Documentos relacionados con la fundación…” págs. 28 y 29. “Capitulaciones del capitán…”. agi, Sevilla, Santafé, 102, f. 21r. “Cartas y expedientes…”. agi, Sevilla, Santafé, 102.
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solicitando la confirmación real de las capitulaciones de 1611 y 1614, se refiere a la fundación y conservación de la ciudad de Neiva. “La ciudad tenía Iglesia, Plaza y más de 60 hombres poblados en la ciudad y su distrito. La Iglesia se encontraba adornada gracias a la mucha cantidad de pesos de oro que había gastado en ella”,69 lo que da muestra de su cuadrícula y algunas construcciones en el marco de la plaza, como la misma iglesia y la inversión que había hecho Ospina en algunas obras. Ahora bien, en las declaraciones de testigos en este primer juicio de residencia tomado al gobernador Ospina en 1628, aparecen algunos datos que matizan la configuración social de la fundación de la ciudad. Juan Pardo Osorio afirmó que la ciudad tenía cura y sacristán, lo cual era: “de mucho consuelo para los pasajeros y vecinos por tener quien les diga misa y quien les administre los santos sacramentos”, señalando además que “la vecindad de las gentes en la ciudad era pendular: aunque están de asistencia de ordinario en el dicho pueblo van y vienen a él a lo que se ofrecen y las semanas santas y en otras ocasiones se suelen contar todos en el dicho pueblo”.70 Luis Pérez de Frías, residente en Neiva, precisó “que de los 60 habitantes de Neiva, 40 tenían mujer y familia”. Pardo Osorio agregó que “en el puerto de Neiva todos los mercaderes que venían de los reinos del Perú encontraban el avío necesario de canoas, balsas o cabalgaduras y bastimentos (maíz, carne, bizcochos y jamones) para proseguir su camino ya por el río o por el Camino Real”.71 Por esas fechas el gobernador Ospina mantenía dos canoas en el puerto de Neiva. Por su parte, Pérez afirma que el ganado de Neiva ya abastecía de carne a las ciudades de Santafé, Mariquita y a las minas de plata de las Lajas.72 Durante los siglos xvii y hasta la década de 1750, los hacendados fueron los mayores abastecedores de ganados en Santafé e, incluso, en los mercados de Popayán y de Quito. El hecho de que la visita realizada por Diego de Ospina y Medinilla en 1628 a las encomiendas del Alto Magdalena se hiciera en Timaná en lugar de Neiva, da a entender que la villa de Timaná, por su mayor antigüedad, tenía más “vida urbana” que Neiva73 para esta época, atendiendo al número de encomiendas ubicadas en la zona rural que incidieron favorablemente en el poblamiento urbano, así fuera transitoriamente. Timaná tenía más pueblos indígenas que Neiva; hacia 1560, en la jurisdicción de Neiva se registraban
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26 pueblos de indios, en tanto que en Timaná 36,74 lo que sugiere un mayor número de encomenderos, probablemente con residencia o cercanía a la cabecera de la villa. La fundación del nuevo pueblo de Neiva no fue una fundación convencional como las de las ciudades y villas de los siglos xvi y, en general del siglo xvii. La ciudad nació sin obedecer a la totalidad del protocolo que establecían las Leyes de Indias a través de la institución del Patronato Real, lo cual sugiere que el grupo inicial de vecinos tuvieron más atractivo poblar y residenciarse en sus hatos que en hacer vecindad en la ciudad y gobernar un ínfimo vecindario y, sobre todo, a una élite inestable de comerciantes y mercaderes que solo habitaban la ciudad por unas pocas semanas o meses.75 Con razón el procurador general del cabildo se quejaba en 1684 “porque esos vecinos no construían casas en Neiva ni mantenían vecindad en ella”.76 Estas fundaciones se ubicaron en sitios que reunían las comodidades que compendió el padre Simón, “ser limpio y acomodado de leña, madera, agua y piedra, que son las cuatro cosas después de la sanidad, que se requieren para las bien acomodadas poblaciones”.77 La ubicación del nuevo pueblo de Neiva para su fundación obedeció precisamente a estas condiciones, especialmente hidrográficas, por quedar enmarcada entre los ríos de La Magdalena, del Oro y Las Ceibas. La mayoría de las villas y ciudades se originaron en las encomiendas o en los hatos y haciendas que agrupaban las familias de los encomenderos y/o propietarios, con sus indígenas, esclavos, libres, peones y arrendatarios. Estos lugares llegaron a poseer su propia vida, con una capilla para la doctrina religiosa y la festividad colectiva. En efecto, la villa tenía un marco y una plaza con su parroquia, pero estos eran más simbólicos que reales,78 ello por cuanto, en ocasiones, duraban décadas en construir las viviendas por la misma escases del vecindario, como probablemente le ocurrió al nuevo pueblo de Neiva desde su fundación, cuya urbanización fue sumamente lenta por la renuencia de buena parte de los hacendados y estancieros de vivir en la ciudad durante el siglo xvii, y aun en los primeros decenios del xviii. Estos preferían permanecer a las afueras, en sus propiedades. De ahí que el desarrollo físico de Neiva, entendido este como el resultado de la 74
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Clavijo Ocampo, “Fundación y conformación…”. agi, Sevilla, Santafé, 109, cuaderno 1, f. 31r. y v. agi, Sevilla, Santafé, 109, cuaderno 1, f. 3. agi, Sevilla, Santafé, 109, cuaderno 1, f. 25r. Clavijo Ocampo, “Las guerras de la colonización…” pág. 332.
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“Relación Anónima de 1560”, ncs, págs. 39 y ss. Clavijo Ocampo, “Fundación y conformación…”. Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…” pág. 444. Martínez, Carlos, Apuntes sobre el urbanismo en el Nuevo Reino de Granada, Bogotá, Talleres Gráficos del Banco de la República, 1967, pág. 59. Rodríguez, Cabildo y vida urbana… pág. 37 y 38.
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intervención del hombre en el territorio y su adaptación, no tuvo mayor crecimiento en sus primeros tiempos. Siempre existió un ambiente más rural que citadino.79 Hernán Clavijo advierte que, con excepción de los casos de Cartagena, Mompóx, Santafé, Honda, Tunja y Popayán, en el resto de ciudades y villas de la Nueva Granada no existió una vida urbana propiamente dicha. De modo que la formación de una comunidad urbana en Neiva solo aparece a finales del siglo xviii, congregada no solo en torno a la iglesia sino a las casas del cabildo y la plaza de mercado, donde se realizaban las formas históricas de socialización típica de la época y en donde, ocasionalmente, se formaban tumultos y alborotos como expresiones de protesta por la injusticia o los conflictos de intereses y de poder entre las distintas fracciones del cabildo y la Iglesia.80 Así ocurrió en Neiva en junio de 1781, cuando se organizó la marcha por el movimiento comunero hacia la plaza principal para tomarse los estancos de tabaco y aguardiente de la ciudad.81 La ausencia del vecindario en la ciudad se observa cuando, por la misma época, se hallaba un buen reducto de blancos en pueblos indígenas que hacían parte de la jurisdicción de Neiva, como sucedió con Otás, así las Leyes de Indias lo prohibieran. En el censo de población del 7 de enero de 1779, el pueblo de indios de Otás registraba 220 habitantes blancos,82 lo que representaba un 39,2% de su población. Es desde las ciudades donde se imponen los nuevos modelos de desarrollo y, es a partir de estas que se organiza la explotación de las regiones conquistadas y se administran las unidades económicas. En efecto, el poder fundamental es el urbano, distinto al modelo portugués, al lusitano en Brasil, donde el poder es esencialmente rural. Poder urbano donde se destaca la preocupación constante de los conquistadores por legitimar sus conquistas mediante la fundación de ciudades, que se convierten en el centro de ejercicio del poder administrativo y militar. Así se va generando una jerarquización del poder a través de un complejo sistema de circunscripciones de ciudades, villas, parroquias, pueblos de indios y lugares, donde una dependía políticamente de otra. La jerarquía piramidal
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de los distintos núcleos urbanos representa la jerarquía política entre los distintos poderes locales.83 Esta estructura político-administrativa se implanta en los territorios del valle del Alto Magdalena, en especial con la creación de la provincia de Neiva, Timaná y Saldaña, con su sede de gobierno en la ciudad de Neiva. De esta provincia hacían parte otras ciudades y villas como La Plata y Timaná y, décadas después, la villa de Purificación, al igual que un sinnúmero de parroquias, viceparroquias, sitios y pueblos de indios. De ahí que a las ciudades y villas sujetas a la jurisdicción, más o menos débiles de sus autoridades locales, se agregaron esas cantidades de pueblos de indios, de viceparroquias y parroquias, en cuyas periferias estaban las granjas, los hatos, las haciendas y los resguardos. La cantidad de pueblos de indios y sitios alternos de poblamiento blanco y mestizo, indica la debilidad de la vida urbana en razón de las distancias que separaban las unidades productivas de las villas y ciudades, pero también es manifestación de las tensiones entre las viejas y las nuevas elites locales. Es decir, expresaban con mayor énfasis el particularismo y la estratificación social característica de la sociedad colonial.84 Incluso, prácticamente tres siglos después de la primera fundación de Neiva (1539), a este cantón, según el censo de 1835, le pertenecían los distritos parroquiales de Villavieja, Aipe, Órganos, Unión, San Antonio, Caguán, Campoalegre y Hobo.85 Como centros de dominio, la fundación de las ciudades en el Nuevo Reino de Granada permitían el agrupamiento y cohesión de los conquistadores frente al entorno indígena que habría de resultar hostil. Asimismo, a partir de dichos núcleos de poder se ejercía el control sobre la población indígena, sobre la tierra (incluidos el oro y la plata) y sobre los “mantenimientos”; correspondían también a las necesidades de comunicación y al trato comercial con Popayán y Santafé.86 83 84 85
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Saavedra Perdomo, Armando, “Historia del crecimiento urbano de Neiva”, tesis de Maestría en Historia, Universidad Nacional de Colombia. Parte de esta investigación se publicará en la presente Historia Comprehensiva de Neiva. Clavijo Ocampo, “Fundación y conformación…”. Silva Vargas, Rodrigo, Neiva. Cuna de la Revolución de los Comunes, Bogotá, Rodrigo Silva Vargas, 2005, págs. 155 y 156. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Censos redimibles, legajo 6, ff. 95v. y ss.
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Zambrano Pantoja, “La ciudad en la historia” págs. 143 y ss. Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…” pág. 451. “Censo General de la Nueva Granada, 1835”, agn, Bogotá, S. República, F. Enrique Ortega Ricaurte, f. 79v. Tovar Zambrano, “Conquista española…” pág. 222. Los mantenimientos se refieren al grupo de indios que servían a las encomiendas de los españoles. La institución de la encomienda surgió de la práctica de los repartimientos de indios que hacían los jefes de los conquistadores al momento de fundar ciudades o villas y delimitar sus jurisdicciones entre los vecinos beneméritos. La encomienda fue la base de la economía y de la estructura social en las Indias durante el siglo xvi. La adjudicación y goce de las encomiendas imponía a los titulares obligaciones con la Corona y con los indígenas. Los encomenderos tenían entre varias obligaciones, la de adoctrinar a los indígenas y estos debían cumplir con el pago anual del tributo al encomendero, distribuido en dos
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La existencia de una vida urbana en Neiva, como en todas las ciudades y villas del mundo hispano-colonial americano, fue configurada por las funciones religiosa, política y comercial;87 en tanto que la ciudad nace en la Conquista no como un proceso de industrialización, ni como resultado de un proceso económico exportador o demográfico, las ciudades nacen por la necesidad de un proceso político y, por ello, hay una preocupación muy clara desde la Conquista de crear a través de la ciudad, un espacio social donde se definan lugares específicos para el dominante y el dominado. La idea de la “república de los blancos” (la ciudad) y “república de los indios” (el campo), genera una primera jerarquización del espacio y, por supuesto, de la sociedad. Así lo demuestra el censo de 1778, cuando en el núcleo urbano de Neiva se registraron 537 blancos, mientras hacía las afueras, en El Caguán por ejemplo, fueron censados 532 naturales.88 Luego, todo parece indicar que en el Valle del Alto Magdalena se presentaban situaciones excepcionales en los territorios habitados por los pueblos indígenas, donde también se residenciaban los blancos, violando claramente las Leyes de Indias, como sucedió en el pueblo de indios de Otás, correspondiente a la jurisdicción de la provincia de Neiva. En el censo de la población del 7 de enero de 1779, en el pueblo de Otás se registró un total de 82 matrimonios: 42 de blancos, 28 de indios, 11 de libres (mestizos y mulatos), y 1 de esclavos, además de 177 hombres solteros: 1 clérigo, 22 blancos, 98 indios, 56 libres, así como 237 mujeres solteras: 114 blancas, 63 indias, 56 libres y 4
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partes, los que se recolectaban semestralmente. De la encomienda se pasa al concierto en privado de la mano de obra indígena, como fenómeno correlativo a la formación de haciendas-hatos, las que funcionan como unidades productivas y estructuras de poder señorial típicas en el periodo colonial. En visita que practicara el gobernador de la provincia de Neiva, Diego Ospina Maldonado, al hato del capitán Andrés Palomino en 1652-1653, ubicado en el valle de Yaguará, encontró 44 indios e indias con sus hijos, 2 mestizas concertadas y 3 esclavos. A este hacendado encomendero, por no llevar en el libro de conciertos de su hacienda el registro detallado de los demás indios y mestizos a quienes había tenido concertados se le multó con 6 patacones. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Visitas Tolima, t. 4, ff. 997-1002v. Ver Clavijo Ocampo, “Las guerras de la colonización…” págs. 335-340. El caso de Neiva no encaja en la tesis convencional de la fundación de las ciudades coloniales como punto de partida del ordenamiento espacial en términos de intereses económicos. La tesis integralista de Fabio Zambrano, que agrega al enfoque socioeconómico e institucional el fenomenológico de “la experiencia intima de los actores sociales” y de las posibilidades de movilidad y comunicación en el contexto de la geografía y la tecnología del determinado periodo histórico, apenas resulta parcialmente adecuada para dar cuenta de la fundación de Neiva. Clavijo Ocampo, “Fundación y conformación…”. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Padrón de la Provincia de Neiva 1778, caja 38, f. 22v.
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esclavas.89 Se observa claramente cómo la población blanca representada en un 39,2%, ligeramente superior a la indígena, la que registra un 36,9%. Estos datos sugieren cómo una parte de la población habitaba la aldea y la otra se encontraba diseminada en sus alrededores. En efecto, es probable que entre la población blanca hayan descendientes de quienes hicieron parte de la primera fundación de Neiva (1539) en el sitio de Las Tapias o Neiva Viejo, lugar cercano al municipio de Campoalegre. Cada ciudad o villa contaba con un espacio sobre el cual ejercía derechos jurisdiccionales. Las élites urbanas controlaban amplios espacios correspondientes a las villas y ciudades en cuyas jurisdicciones había parroquias, viceparroquias y pueblos de indios. La Corona impulsó varios procesos fundacionales para tratar de controlar a los nuevos pobladores y evitar que vivieran “sin Dios ni ley”. Así, las autoridades coloniales buscaban que las gentes vivieran “en policía”, es decir, en sociedad, dentro de los controles sociales y morales que se establecían con la vida urbana.90 Para el caso de buena parte del territorio del valle del Alto Magdalena, las fundaciones de Neiva, Timaná y La Plata se erigieron como pequeños poblados que comenzaron a expandirse urbanísticamente a partir de la cuadricula española, en cuya tradicional plaza se ubicaban las edificaciones civiles y eclesiásticas, es decir, el cabildo y la iglesia, así como las residencias del privilegiado vecindario, españoles y criollos, quienes detentaban el poder en lo económico y político. La edificación de la gobernación surgió décadas después. Ciudad sin territorio en la Conquista y Colonia no era posible; era necesario un diálogo permanente entre la ciudad y el campo para el abasto de las gentes, la misma actitud de distinguirse, y por ser centro de redes de comunicación y articulación con las demás ciudades. La ciudad, por pequeña que fuera, tenía como requisito dominar el espacio, crear un territorio para explotarlo a su favor. Así, la ciudad crea símbolos, inventa tradiciones y establece ritos para legitimar su dominio. El dominio de su territorio es lo que en buena parte explica el éxito de una ciudad.91 Con el dominio en especial de los pijaos, la repartición de los indígenas en las encomiendas y la traza de la ciudad de la Concepción de Neiva, esta empieza un lánguido desarrollo urbanístico. Toma un mayor impulso político-administrativo y económico con la creación de la provincia, conformada por los territorios 89 90 91
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Censos redimibles, legajo 6, f. 95v. y ss. Mejía y Zambrano Pantoja, La ciudad y las Ciencias… págs. 34 y ss. Zambrano Pantoja, “La ciudad en la historia” págs. 130 y ss.
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Historia Comprehensiva de Neiva
de su propia jurisdicción y los anexos de la villa de Timaná como los de Saldaña. Esta última extensión, más tarde, va a conformar la villa de Purificación (1664) con sus respectivas parroquias.
Poblamiento y descripciones de la ciudad desde mediados del siglo xvii
A mediados del siglo xviii la población de la ciudad de Neiva continuaba
siendo muy reducida. A ello se agregaba la desmembración de los territorios de la nueva villa de Purificación, fundada en 1664, que afectó su débil poblamiento. De ahí que los procuradores de Neiva adujeran las prolongadas ausencias de sus vecinos, en parte, por las secuelas que había dejado la segregación de la mitad y más de su jurisdicción y vecindad para la fundación que se había hecho de la villa de Purificación,92 lo que, indudablemente, disminuyó la población de su territorio. Un manuscrito de mediados del siglo xvii del sacerdote Basilio Vicente de Oviedo; quien describe los diversos curatos existentes en la Nueva Granada, entre ellos, los curatos de Neiva y su jurisdicción, expresa que: Tiene Neiva iglesia nueva, competentemente ornamentada (…). Todas las casas son de palos, bahareque y paja (…). Todo el valle de Neiva es muy abundante de frutos de maíces, plátanos, yucas y batatas y muchísimas frutas, tabaco y caña. Fabrican muchos dulces en su jurisdicción y tiene muchos cacaos y arroz. Abunda mucho de buenas y fuertes maderas, cedros, nogales y guayacanes (...). El ganado vacuno que se cría en los llanos de Neiva es con suma abundancia, y de ese se provee a todas partes, en particular a la ciudad de Santafé, (...). En cuanto a las epidemias que tiene todo el valle de Neiva, lo primero es el sumo calor de la tierra y la enfermedad de fríos y calenturas y la del carate que cría la gente de Neiva,93
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Ver en Clavijo Ocampo, Hernán, “Economía y conflicto, 1690-1808”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996, págs. 442-444. De Oviedo, Basilio Vicente, Cualidades y riquezas del Nuevo Reino de Granada. Manuscrito del siglo xviii, Bogotá, Imprenta Nacional, 1930, pág. 237.
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Buena parte de la población continuaba residiendo por fuera de la ciudad, en tanto que el procurador Don Jorge Perdomo, en 1685, argumentaba que no se podía permitir “se desflore una ciudad quitándole los vecinos (…) para que vivieran en pueblos de indios con ‘lustre de españoles’”,94 en razón a los tribus indígenas que se asentaban en los territorios circunvecinos a la ciudad. La ausencia de los vecinos significaba el debilitamiento militar de la ciudad ante los ataques de los indios, pues, además de no vivir regularmente en esta, dejaban de construir nuevos “edificios” que le dieran “lustre”.95 En el censo de la población del 7 de enero de 1779, en el pueblo de indígenas de Otás —que hacía parte de la jurisdicción de Neiva— la población blanca representaba un 39,2% (220); en tanto que la indígena un 36,9% (217).96 Estos datos sugieren cómo una parte de la población habitaba la aldea y la otra se encontraba diseminada en sus alrededores. De ahí que sea probable que entre la población blanca hayan descendientes de quienes hicieron parte de la primera fundación de Neiva en 1539 en el sitio de Las Tapias o Neiva Viejo, lugar cercano al municipio de Campoalegre. La declaración del gobernador Marcos de Rojas en un expediente de 1692, señala que: “los pobladores de Neiva solo se congregaban en el recinto de esta ciudad para asistir a las fiestas religiosas, especialmente a la patronal; es decir, en la fiesta de la Concepción, en la Semana Santa y en las de Corpus Christie y en la de San Juan, en las cuales disminuía la asistencia”.97 No obstante, a finales del siglo xvii, Felipe Santiago de Zamora, con casa cerca al pueblo de Nátaga, dice ser vecino de Neiva pero vivir en su hacienda, distante más de 20 leguas de la ciudad y no poder sino solo a condición de “muy crecidos gastos”, acudir en Semana Santa y a otras funciones a esta ciudad, cuyo cura era el maestro Francisco Manuel Perdomo de Betancourt. El maestro Perdomo le había impuesto a Zamora, quien era casado con una prima suya, censuras, multas y amenazas de prisión si no cumplía con las obligaciones de feligrés de la Ciudad de Neiva.98 Las quejas del cura por “la falta de gente en las procesiones de Semana Santa y en la fiesta patronal”, así como las del procurador Jacinto de Motta “porque esos vecinos no construían casas en Neiva, ni mantenían vecindad en ella”,99 hacen pensar que la ciudad de Neiva seguía siendo muy despoblada. 94 95 96 97 98 99
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea iii, legajo 6, f. 632v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea iii, legajo 6, ff. 633v.-634r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Censos redimibles, legajo 6, f. 95v. y ss. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 738r. y v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia Eclesiástica, rollo 12, ff. 20r.-21r. y v. Clavijo Ocampo, “Economía y conflicto…” pág. 444.
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En efecto, el vecindario de Neiva dueño de haciendas y estancias se mantenía, por lo general, en sus propiedades de campo. Además, los hacendados y estancieros evitaban dejar sus unidades productivas solas, especialmente por el temor a ser asaltadas y destruidas, en particular, por los naturales, aunque en sus disculpas se refirieran a las distancias y topografía, los costos del viaje y los robos. Así lo daban a conocer los vecinos ante el procurador alegando: “lo caudaloso de los ríos que debían cruzar para llegar a Neiva a participar en las fiestas, las distancias a que se encontraban (…), la escases de los recursos para costear el viaje de sus familias y los riesgos de perder sus haciendas al dejarlas solas mientras venían a estas celebraciones”.100 Los datos de archivo disponibles sobre la parte física de la ciudad de Neiva a finales del siglo xvii comprenden la existencia de la iglesia, unas cuantas casas de los vecinos principales y una calle real en la cual se concentraban las tiendas de los comerciantes y mercaderes, la casa de bahareque que servía de cárcel y, entre otras, las casas de tapia y teja de los propietarios de las haciendas de Ambicá y Pacarní.101 De ahí que el espacio sobre el cual Diego de Ospina en 1612 hiciera la traza de la plaza y las cuadras con los respectivos solares, al terminar el siglo, probablemente, en buena parte se mantuviera sin construcción alguna. A las ciudades y villas sujetas a la jurisdicción más o menos débil de sus autoridades locales, se agregan esas cantidades de pueblos de indios, de parroquias y viceparroquias, en cuyas periferias estaban las granjas, los hatos, las haciendas y los resguardos. Los pueblos de indios y sitios alternos de poblamiento blanco y mestizo indican la debilidad de la vida urbana, en razón a las distancias que separaban las unidades productivas de las villas y ciudades, pero también es manifestación de las tensiones entre las viejas y nuevas élites locales.102 En el censo de 1778 la provincia de Neiva contaba con 26.542 habitantes de los cuales el 14,9% (3.950) eran indígenas, el 59,6% (15.810) mestizos (libres de varios colores), el 22,1% (5.861) blancos y el 3,4% (884) esclavos. Ahora, la población la ciudad de Neiva, junto con su entorno rural, contaba para esta época con 2.303 habitantes, de los cuales 543 eran blancos, 1.638 libres de varios colores y 122 esclavos (ver anexo 1). Los indígenas se registraban por fuera de Neiva, en el Caguán 533, Retiro (Teruel) 348, San Antonio 317,
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Nátaga 296, Iquira 232, Hobo 177,103 Otás 217,104 entre otros pueblos. La población de libres (mestizos y mulatos, etc.), era la mayoritaria en la provincia, aunque existían zonas de mayor población indígena agrupada en resguardos e identificada según el sistema colonial como pueblos de indios. La mayor población de la jurisdicción propiamente dicha de la provincia Neiva, sin tener en cuenta las poblaciones de La Plata, Timaná y Purificación, se concentraba en el valle del Alto Magdalena, es decir, en Neiva, Aipe y Guagua con un 51% (5.262) habitantes.105 Algunos cronistas e historiadores en el siglo xviii describen la ciudad de Neiva con su población, urbanismo, producción agraria y artesanal, así como sus tradiciones culturales. En 1756, fray Juan de Santa Gertrudis, de paso por la ciudad de Neiva, comenta de su llegada a la casa cural dirigida por sacerdote gallego Isidro Palencia y expresa que: Junto a su casa tiene él otra para hospedar los pasajeros. Entre las dos hay una plazuela con tres árboles de tamarindos muy grandes, que hacen sombra a toda la plazuela (...). La ciudad tendrá unos 400 vecinos, y en ella hay unas buenas fábricas de petacas, de sillas de montar, sillones para mujeres. Aquí es donde se fabrica muchísimo hilo de pita. (…). Hay en Neiva muchos trapiches de azúcar, (…) bajan para Honda por la Magdalena, balsadas de sal, tasajo, tocino, huevos, gallinas y dulces a vender.106
De igual manera, relata que si bien no había visto las fiestas de San Juan en Neiva, sí le habían contado que en ellas “hacen muchos altares en las calles, se provienen de muchos dulces y botijas de chicha; hay toros y corridas de caballos, y que con la bebezón se cometen muchos absurdos”.107 Hernán Clavijo señala que en 1788 Francisco Berrío, gobernador de la provincia de Neiva, le escribe al virrey Caballero y Góngora expresándole: “que bahía logrado convencer a los vecinos acomodados de Neiva para que contribuyeran a sufragar los costos de la construcción de casas decentes de ayuntamiento (cabildo) y cárcel que hasta entonces eran de madera: decente agn, Bogotá, S. Colonia, F. Padrón de la Provincia de Neiva 1778, caja 38, f. 22 v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Censos redimibles, legajo 6, f. 95v. y ss. 105 Esquivel Triana, Ricardo, “Fuentes para la historia demográfica y laboral en la Provincia de Neiva, 1778-1938”, en Memoria y Sociedad, vol. 4, n.o 7, 2000, pág. 88. 106 De Santa Gertrudis, Juan fray, Maravillas de la Naturaleza, tomo 1, Bogotá, Empresa Nacional de Publicaciones, 1956, págs. 162 y 163. 107 De Santa Gertrudis, Juan fray, Maravillas de la Naturaleza págs. 162 y 163. 103 104
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea iii, legajo 6, ff. 623v. y 624r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 786r. 102 Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…” pág. 449 y 450. 100 101
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es decir, de cal y canto y teja”, ya que por esa época el gobierno atendía desde una de las haciendas que habían sido propiedad de la Compañía de Jesús.108 Por esta misma época, ya se hablaba del barrio Cantarranas, en los extramuros de la ciudad, llamado también el Arrabal, donde residía Teresa de Olaya,109 mujer del pueblo, donde se había organizado la marcha por el movimiento comunero hacia la plaza principal, en junio de 1781, para tomarse los estancos de tabaco y aguardiente de la ciudad. Todo parece indicar que Cantarranas era el barrio de “tolerancia”, que posteriormente fue denominado Los Mártires, nombre que conserva en nuestros días.110 La ciudad igualmente pudo verse afectada en su poblamiento por la habilitación del Camino del Quindío, que llevó a la provincia a un relativo aislamiento dentro del Nuevo Reino. Así mismo, esta marginalidad debió ser producto de las disputas de jurisdicciones entre la gobernación de Popayán y las autoridades del Nuevo Reino, manifestadas en sus escasas vías de comunicación con los centros económicos y de poder, como por su poca representatividad dentro del contexto económico global.111 Los documentos estudiados advierten cómo el mayor esfuerzo arquitectónico, si lo hubo, se concentró en la construcción religiosa representado en la capilla Santa Bárbara. Las fuentes que describen a Neiva durante el siglo xviii, sugieren una lentitud en su desarrollo urbanístico, en cuyo valle la ciudad vio poco a poco su crecimiento, desde su plazuela, con la construcción de la capilla Santa Bárbara, la que fuera erigida en 1764, las edificaciones del cabildo, la cárcel, la casa cural y las residencias del vecindario más importante, entre ellos, los jurisconsultos, hacendados y comerciantes. La plaza fue, sin lugar a dudas, el centro de las actividades más intenso de la ciudad. Servía de escenario al comercio, a los desfiles oficiales y religiosos, al espectáculo, al desenfreno del carnaval o de auditorio para la lectura de los edictos reales. Así, la plaza, que se revetía del poder civil y religioso, era también el lugar del mercado. Allí, además, se celebraban las fiestas patronales, cívicas y profanas. En las celebraciones reales, su espacio facilitaba la corraleja de Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…” pág. 451-453. Biblioteca Nacional de Colombia, Bogotá, F. Antiguo, libro 379, f. 9v. 110 Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… págs. 155 y 156. 111 El Alto Magdalena inicialmente fue ruta obligada entre Santafé y Popayán, vía Timaná y La Plata. Las incursiones permanentes de los andakíes sobre La Plata y Timaná y los asaltos pijaos a Neiva y Timaná obligaron a abandonar el camino de Guanacas para construir el camino del Quindío. Esquivel Triana, “Fuentes para la historia demográfica…” pág. 85. 108 109
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los toros y las cabalgatas. Por sus calles hacían su recorrido las procesiones. En la Calle Real, que desembocaba en la plaza, se concentraban las tiendas de los comerciantes y mercaderes.
La Iglesia y la vida urbana
La
acción de España en América implicó una guerra de conquista humana y territorial que incluyó el sometimiento de los habitantes americanos a la religión católica. La política de la Corona seguramente ganó prestigio ante el Vaticano, que le otorgó una serie de prerrogativas a fin de emprender la labor misional en las tierras americanas. Estas prerrogativas resultaron en la máxima regalía del papa: el de la Iglesia en América.112 En efecto, la “cesión” de estos territorios implicó la expansión de la doctrina cristiana. Por esta razón, desde los primeros viajes vinieron capellanes para impartir los sacramentos, celebrar misas y mantener la fe entre los expedicionarios y, en especial, para enseñarla a los conquistados. Desde la misma creación de la gobernación de Popayán, Carlos V recomendó de manera especial el traslado de sacerdotes; en tanto, Belalcázar trajo a varios que, poco a poco, fueron ubicándose en diversos lugares. Unos llegaron como misioneros para enseñar la religión a los nativos, lo que se constituyó en uno de los principales vehículos de aculturación; otros oficiaron como párrocos en las ciudades y villas, encargados de dar el “pasto espiritual” de los hispanos; velar por la pureza de la fe y la moral, impartir los sacramentos, celebrar la eucaristía diariamente y conmemorar las festividades religiosas.113 Diego de Ospina, al hacer la traza del nuevo poblado de Neiva el 2 de junio de 1612, estuvo igualmente acompañado por Pedro Fernández de Dueñas, presbítero beneficiado y cura de Tocaima, quien tomó posesión del sitio donde se edificaría la iglesia en nombre del Arzobispado del Nuevo Reino.114 Para Hernán Clavijo, la naturaleza de la ciudad de Neiva fundada por Ospina se caracterizó por un patrón de poblamiento dominante que redujo la ciudad a un espacio centrado en el culto religioso.115 De ahí que las villas Sánchez Maldonado, María Isabel, Diezmos y crédito eclesiástico. El diezmatorio de Acámbaro, México, El Colegio de Michoacán, 1994, pág. 21. 113 Díaz López, Zamira, “Creación de dos repúblicas…” págs. 140. 114 “Documentos relacionados con la fundación…” págs. 28 y 29. 115 Clavijo Ocampo, “Fundación y conformación…”. 112
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y ciudades ejercieran funciones religiosas, mediante el establecimiento del espacio sagrado de la iglesia. Conquista y evangelización, que según Bernardo Tovar representó para los nativos la amenaza de aniquilación de sus divinidades y lugares sagrados, de sus valores, saberes, tradiciones y costumbres, de su lengua, creencias, mitos y rituales; en una palabra, la amenaza de desintegración de su cultura y, por supuesto, de su organización social.116 Así ocurrió. En efecto, la religiosidad católica en la vecindad de las viceparroquias, parroquias, villas y ciudades del Alto Magdalena, dada a través de los grupos de oración y de apoyo a las tareas y proyectos de la iglesia, afectó directamente los procesos económicos, poblacionales, urbanísticos y culturales de la región. Por ello, fueron creadas las capellanías y cofradías en todo su territorio. Estas hicieron parte de toda una cultura peninsular que, desde las primeras décadas de la Conquista, se enquistó en el imaginario religioso de los hombres y mujeres, tanto españoles como los nacidos en la Nueva Granada.117 El sistema de censos y la imposición de capellanías fueron muy frecuentes en todo el territorio del Alto Magdalena, a partir de mediados del siglo xvii. Es por esto que los españoles y sus descendientes tuvieron fuerte tendencia, alimentada naturalmente por los eclesiásticos, a dejar propiedades a la iglesia, a través de la imposición de capellanías o para una obra pía.118 Así, una de las acostumbradas obras de piedad durante la Colonia, y al mismo tiempo una de las entradas más comunes en la economía del clero, eran las capellanías. Una persona pudiente fundaba un capital o puestos cuyos intereses se dedicaban a una capilla o iglesia, o simplemente a la celebración de determinado número de misas. El que fundaba la capellanía se llamaba patrono y gozaba del privilegio de elegir al sacerdote beneficiario, asignándolo como capellán. Exteriormente, la capellanía consistía en la afectación de un bien para que con sus intereses o su renta se remunerara a un capellán encargado de decir misas por el alma del fundador, sus deudos y las almas del purgatorio; con ello también se aseguraban ordenaciones sacerdotales.119 En 1679, Francisco Álvarez Tovar Zambrano, “Conquista española…” págs. 217 y 218. Montealegre Sánchez, Humberto, El Gigante Republicano… pág. 109. 118 Fals Borda, Orlando, Historia de la cuestión agraria en Colombia, Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1982, pág. 57. 119 Las capellanías llegaron a comprender tantas tierras, que la Iglesia se convirtió en el principal terrateniente de la Colonia. Por lo general, quienes se favorecían con esta propiedad perpetua eran los curas o presbíteros que administraban los legados, aunque también hubo capellanes laicos que se enriquecieron con los intereses de las capellanías. 116 117
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de Velasco, gobernador de la provincia, solicita a interés un censo de la capellanía de Gregorio de Cabiedes a favor de la Catedral (Santafé), y da en hipoteca sus haciendas en Neiva.120 El origen de los censos son las capellanías. El dinero puesto en circulación por las capellanías podía ser solicitado en préstamo por cualquier propietario y su pago garantizado con un bien. El deudor censitario decía “comprar” el censo al redimir y al quitar, comprometiéndose a pagar intereses anuales del 5% o de “vente mil por millar”, y mencionando expresamente los bienes que quedarían grabados con la obligación. Cuando sus bienes estaban ya muy grabados con obligaciones anteriores o no parecían suficientes para garantizar el monto de la nueva, se añadían fiadores de reconocida solvencia. El deber del patrono de una capellanía, como depositario de los bienes que se destinaban para los préstamos, consistía precisamente en velar porque las garantías fueran suficientes para asegurar el pago. Los esclavos también podían servir de prenda segura para responder por las sumas prestadas a censo.121 En 1682, “José Rivera vecino de Neyba solicita se le conceda un censo perteneciente a la cofradía de las benditas almas del purgatorio”.122 La cofradía sugiere entonces la existencia de feligreses cohesionados socialmente por la devoción religiosa hacia la patrona de la ciudad123 y otras santidades, así algunos de sus integrantes lo pasaran fuera de la misma debido a las obligaciones con sus haciendas y estancias (como lo denunciaban los curas y el procurador de Neiva), al no hacer estos presencia en los actos religiosos ni construir casas para residir en la ciudad.124 Desde el siglo xvii, en Neiva fueron creadas las cofradías de la Limpia Concepción, Santa Lucía y las Ánimas o “benditas almas del purgatorio”.125 Ver Montealegre Sánchez, Humberto, “Composiciones de tierras, censos, capellanías y cofradías en El Gigante colonial”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. vi, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 2005, págs. 72 y ss. 120 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Censos redimibles, legajo 4, ff. 114 y 115. 121 Colmenares, Germán, Cali. Terratenientes, mineros y comerciantes siglo xviii, Cali, Universidad del Valle, 1975, págs. 114 y ss. 122 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Censos redimibles, legajo 6, f. 390 y ss. 123 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Civiles del Tolima, t. 13, ff. 290-295r. Clavijo Ocampo, “Fundación y conformación…”. 124 Clavijo Ocampo, “Economía y conflicto…” pág. 444. 125 Academia Huilense de Historia (ahh), Neiva, Archivo Huila, Notaría de Neiva, Causas mortuorias, rpcc, vol. vii, t. 1, pág. 145 remitiendo a los ff. 24r. y v. de los documentos 1613-1733; y ahh, Neiva, Archivo Huila, Juzgado primero del circuito de Garzón, rpcc, vol. 640, t. 1, pág. 364.
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La cofradía era una hermandad para la devoción. Desde el punto de vista social, las cofradías eran sumamente rígidas en observar las calidades de quien aspiraba ingresar; además, el aspirante debía demostrar desprendimiento, espíritu de caridad y de piedad. A su turno, las cofradías brindaban a sus miembros asistencia en las enfermedades, acompañamiento y oración en sus entierros, misas y penitencias por su memoria y alma. Ingresar a una cofradía tenía, pues, un doble significado: pertenecer a un grupo de dignatarios que ampliaba su imagen a través de los múltiples actos públicos, y asegurar, para la intimidad y el más allá, la compañía de una hermandad.126 Algunas cofradías llegaron a tener un poder económico excepcional, producto de las donaciones, capellanías y limosnas que hacían sus miembros y devotos. Su capacidad no solo estaba representada en dinero líquido, también lo conforman, además de las tierras, las casas y lotes urbanos, esclavos, ganado y muebles. Los mayordomos, administradores de las cofradías, debían dar uso razonado de los bienes a su cargo. Las cofradías, al igual que las personas naturales, colocaban dinero en circulación, el que podía ser solicitado por cualquier propietario, a la manera de censo (crédito), garantizando su pago con una hipoteca127. El 20 de junio de 1679 don Baltazar de Ospina y doña Catalina de Urriaga, vecinos de la ciudad de Neiva, como principales deudores se obligaron a pagar a los mayordomos de la cofradía de la Limpia Concepción, fundada en la iglesia parroquial de la ciudad de Neiva, 200 pesos de a ocho reales castellanos por la compra de una casa con sus tiendas de Diego Mosquera Figueroa en la Calle Real, con cargo y cantidad de hacer escritura de censo redimible de ella a favor de la dicha cofradía.128 Se observa cómo al lado de su función puramente social, de control religioso y moral, las capellanías y cofradías con el sistema de réditos o de los censos, desempeñaban un papel puramente profano y constituían verdaderos canales de crédito,129 convirtiéndose en los mayores prestamistas Montealegre Sánchez, “Composiciones de tierras, censos…” págs. 87 y ss. Rodríguez, En busca de lo cotidiano… págs. 61. 128 Archivo Academia Huilense de Historia, Juzgado primero del circuito de Garzón, rpcc, vol. 640, t. 1, pág. 20 de los documentos 1756-1865. Montealegre Sánchez, “Composiciones de tierras, censos…” págs. 93. Durante los siglos xvii y xviii se conformaron cofradías en todas las poblaciones de la gobernación de Popayán, así como en la provincia de Timaná, Neiva y Saldaña. Rodríguez, En busca de lo cotidiano… págs. 61 y ss. 129 Colmenares, Germán, Haciendas de los Jesuitas en el Nuevo Reino de Granada. Siglo xviii, Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1998, pág. xvii. 126 127
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de la comarca. Ahora, las capellanías y cofradías con su abundante riqueza tuvieron incidencia en el crecimiento de las villas y ciudades. Las villas y ciudades cumplían, por consiguiente, funciones de naturaleza espiritual, mediante la configuración, en su seno, del espacio sagrado de la iglesia; lugar del rito, centro místico y de comunicación del hombre con la divinidad, aspectos inherentes a las necesidades religiosas de los españoles. En este mismo sentido, la ciudad se convertía en el centro de la “conquista espiritual” de los nativos, no solo como punto de apoyo a la evangelización, sino también como polo espiritual (el templo), que pretendía sustituir los santuarios, oratorios y lugares sagrados de los indígenas, en cuyas áreas muchas veces aquellos se construyeron. Como el espacio donde se localizaban los poderes terrenales y divinos de los recién llegados, las ciudades cumplieron un papel fundamental en la conquista de los indígenas y el dominio de la tierra, en la organización social y desenvolvimiento de la nueva sociedad, dada la resistencia bélica desplegada por los indígenas.130 Por ello, con la aplicación de esta lógica, todo el sistema tiene sentido a partir de la vida urbana; así, vivir en policía es vivir en sociedad al son de campana, al alcance del pasto espiritual de una parroquia.131 En efecto, de toda la provincia, es la jurisdicción de la villa de Timaná, la fundación española más antigua, donde los cambios económicos, demográficos y sociales estuvieron acompañados de la adopción de nuevos símbolos religiosos. Esta villa, que había sido fundada adoptando como su patrono a San Calixto, que con motivo de las encomiendas vio surgir, despoblarse y refundarse el pueblo de indios de San Agustín y como resultado del cambio de estrategia de su élite con los indios andakí estableciera el pueblo de San Francisco Javier de las Guadas Pintadas para favorecer la pacificación de estos, vio aparecer con la viceparroquia de Garzón (1783) una nueva invocación a los poderes supraterrenos; esta vez a la fuerza celestial de San Miguel Arcángel, guía espiritual de este vecindario. Por su parte, los vecinos de La Plata conservaron como su patrono a San Sebastián, los de Neiva a Nuestra Señora de la Concepción y los de Purificación a Nuestra Señora de la Candelaria.132 El calendario católico regulaba entonces, entre otros asuntos sociales, los movimientos de las gentes hacia las ciudades de Neiva o de La Plata, o a las villas de Timaná o de Purificación a participar en los Tovar Zambrano, “Conquista española…” págs. 222 y 223. Zambrano Pantoja, “La ciudad en la historia” pág. 142. 132 Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…” pág. 450 y 451. 130 131
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mayores acontecimientos de la vida social: las fiestas religiosas. Estas eran dimensiones extraordinarias del tiempo católico. En ellas se socializaba con amigos, parientes y familiares; se asistía a bautismos, matrimonios y misas de aniversario. Así, la vida social giraba en torno a la iglesia como la política al cabildo. El vecindario, igualmente, aprovechaba el desplazamiento a la ciudad para realizar diligencias ante las autoridades relacionadas con la formalización de conflictos y peticiones de justicia, como las negociaciones ante el notario.133 No obstante, las fuentes documentales enseñan cómo las autoridades eclesiásticas y civiles denunciaban a los hacendados y estancieros por no hacer presencia en las fiestas y oficios religiosos, al igual que el procurador general se quejaba por la no construcción y residencia del vecindario en la ciudad de Neiva. Parroquias y viceparroquias La Conquista, entonces, no solamente fue militar sino espiritual. Con la conquista espiritual, la Iglesia cumplió un papel importante en la evangelización de los pueblos americanos y, por lo tanto, en la creación de las viceparroquias y parroquias, que fueron surgiendo alrededor de las haciendas y las estancias ganaderas y cacaoteras, por lo menos en los territorios del Alto Magdalena. Las parroquias ya empezaban a crearse antes de las visitas de Berdugo y Moreno y Escandón, en “los límites de las haciendas con el objeto de adoctrinar a los trabajadores de las estancias y trapiches cercanos, siempre y cuando los dueños de las tierras cumplieran con la obligación de contribuir con estipendio y la congrua del doctrinero”.134 En el universo colonial los términos de “parroquia”, para referirse a los pueblos de “vecinos”, y “doctrina”, para invocar a los pueblos de “indios”, aludían a una visión religiosa del espacio heredada de la Península. Sin embargo, estas organizaciones espaciales permitieron el mantenimiento del modelo original de la división de repúblicas concebida bajo los moldes de separación étnica que había caracterizado a la sociedad colonial,135 es Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…” pág. 443. Velandia, Roberto, Enciclopedia histórica de Cundinamarca, tomo 3, Bogotá, Cooperativa Nacional de Artes Gráficas 1979, pág. 1477. 135 Bonnett Vélez, Diana, “De la conformación de los pueblos de indios al surgimiento de las parroquias de vecinos. El caso del altiplano cundiboyacense”, Revista de Estudios Sociales, n.o 10, 2001, págs. 9-19.
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decir, la “república de los blancos” y la “república de los indígenas”. Para el caso del Alto Magdalena, se erigieron viceparroquias y parroquias tanto en pueblos de blancos como de indígenas. Don Basilio Vicente de Oviedo definía de manera genérica las parroquias como “un lugar de blancos fuera de la ciudad” y llamaba la atención sobre la composición de sus pobladores: “vecinos blancos, en que se incluye todo mestizo y otras calidades de los que llaman blancos o vecinos agregados”.136 La definición de la parroquia, según la expresión del padre Oviedo, deja entrever que en el siglo xviii el sistema de acomodación espacial de gran parte de la población vecina del Nuevo Reino tuvo lugar en las zonas rurales, fuera de las ciudades principales; no obstante, buena parte de los pueblos de indios reducidos a resguardos también crearon sus propias viceparroquias y parroquias a través del adoctrinamiento que hiciera la iglesia. En los lazos económicos, políticos y culturales, la Iglesia ocupaba un puesto muy importante, que afianzaba las estructuras de dominación y explotación. Al incorporar la religión al Estado, el imperio colonial español adquirió un marcado rasgo teocrático. Así, merced a la red de obispados, curatos, parroquias y misiones, se armó otra red reguladora de poder, donde el poder urbano, el del obispo, ampliaba progresivamente la presencia de la Iglesia a través de los nuevos núcleos urbanos y de las parroquias rurales. En la simbología urbana, el templo, con su campanario, ocupaba un lugar primordial, a tal punto que cuando se fundaba un poblado, lo primero que se erigía era la iglesia con su campanario.137 Todo parece indicar que uno de los resultados más significativos de la política social española, de los esfuerzos de los gobernadores como Diego de Ospina y su descendencia, y de los misioneros franciscanos, curas doctrineros y miembros aislados de las élites locales, fue el hecho de que los indios yalcones, timanaes, andakí, tamas, paeces y pijaos aceptarán finalmente participar de la sociedad colonial en forma de pueblos de indios, donde con relativa autonomía hicieron su vida económica, social y cultural. De ahí que en el siglo xvii, en torno a los resguardos indígenas, fueron creados los pueblos de Teruel (El Retiro), Iquira, Hobo, Pital, Nátaga, al igual que El Caguán, Otás, La Jagua y Naranjal.138
133 134
De Oviedo, Cualidades y riquezas… pág. 140. Zambrano, Fabio y Bernard, Olivier, Ciudad y territorio. El proceso de poblamiento en Colombia, Bogotá, Academia de Historia de Bogotá / ifea, 1993, pág. 28. 138 Salas Vargas, Reynel, Cartilla de la Cátedra de la huilensidad, Educación Media, Neiva, 2008, pág. 13. 136 137
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Al darse un crecimiento sensible de la población de blancos de la región, se producen, en algunas ocasiones, las condiciones propicias para la creación de una viceparroquia o parroquia, espacios que habrían de estructurarse como la mínima expresión de organización política y administrativa del territorio en la Nueva Granada. Hacia mediados del siglo xviii, en la provincia de Neiva, Timaná y Saldaña se encontraban las siguientes ciudades, villas, parroquias y viceparroquias, pueblos y partidos, que hacían parte del virreinato: Primer domicilio: cuidad de Neyva, parroquia de Aype y viceparroquias de Yaguará, Carnicerías, Guagua, San Antonio, Otaz, Hovo, Nataga, Iquira, Retiro y partido de Caguan. Segundo Domicilio: ciudad de La Plata y viceparroquias de Santa Barbara y San Andres y pueblo de Pedregal. Tercer Domicilio: Villa de Timaná y viceparroquias de Honda, Paycol, Pital, Jagua y partido de Naranjal. Cuarto Domicilio: Villa de Purificación, parroquia de Dolores y viceparroquias de Alpujarra y San Josef de Ataco.139
En la división político-administrativa del periodo colonial, los partidos comprendían pequeños territorios que, por lo general, hacían parte de una parroquia o viceparroquia. En los partidos se nombraba alcalde o juez pedáneo. Se llamaban pedáneos por similitud con los jueces pedáneos de los romanos, quienes despachaban de pie, por ser de poca monta las causas en que podían decidir.140 Los partidos representaban, por lo tanto, el poder civil en las parroquias o viceparroquias y dependían administrativamente de los cabildos de las villas y ciudades. El alcalde pedáneo era su máxima autoridad, a la vez que se desempeñaba como juez. Su función como juez pedáneo consistía en impartir justicia a los vecinos, es decir, a la población blanca y mestiza.141 Atendía no solamente las quejas y reclamos, sino que administraba justicia en casos menores de desacatos, escándalos, pendencias, injurias o robos, registrados en sumarias y causas recibidas sobre distintos delitos que transgredían la convivencia y el orden del vecindario. Buena parte de las agi, Sevilla, Santafé, Ramo de Gobierno y Gracia, legajo 552. Citado por Le France, Renée Soulodre, Región e imperio, el Tolima Grande y las Reformas Borbónicas en el siglo xviii, Bogotá, 2004, p. 232. 140 Patiño Millán, Beatriz, Criminalidad, ley penal y estructura social en la provincia de Antioquia, 1750-1820, Medellín, Imprenta Departamental de Antioquia, 1994. 141 Patiño Millán, Criminalidad, ley penal. 139
Conquista y creación del espacio
213
viceparroquias y parroquias en la provincia durante el periodo colonial alcanzaron a ser reconocidas como partidos. La aparición de las parroquias se acentúa con las políticas de reformas borbónicas adelantadas a partir de la segunda mitad del siglo xviii. El objetivo principal de estas medidas, además del espiritual, fue la recuperación del control administrativo en cabeza de los españoles y el aumento de la productividad de las colonias de ultramar. Era claro que la tierra, como factor de producción, tenía que ser redistribuida si se pretendía el aumento del erario real. El antecedente de este proceso se remonta a la visita del oidor Verdugo y Oquendo en 1755 al virreinato de la Nueva Granada por orden de la Corona, con el objeto de conocer la situación de las tierras de los pueblos de indios y a fin de hacer libre uso de las que no estuviesen siendo aprovechadas para el sostenimiento de los grupos. El resultado de la visita fue la agrupación de algunos pueblos de indios. Sin embargo, no fue sino hasta 1777 cuando Francisco Antonio Moreno y Escandón, protector general de naturales, orienta la finalización del proceso con su política soportada en términos de: El desarrollo económico del Nuevo Reino se aseguraría en tanto se modificara sustancialmente la estructura vigente: la existencia de pueblos de indios tan disminuidos en población solo ocasionaba gravámenes inútiles al Real Erario. De querer mantener la Corona su política segregacionista, los pueblos deberían reducirse al mínimo a fin de dar lugar a la erección de parroquias de vecinos, no indios, que de hecho ya ocupaban las tierras como arrendatarios.142 142
Mayorga, Fernando, “Los indígenas y las reducciones en el periodo hispánico: las ‘visitas a la tierra’, una institución ‘proteccionista’”, en Revista Credencial de Historia, n.o 146, febrero de 2002, pág. 146. Las reformas borbónicas tuvieron éxito en expandir el comercio dentro del imperio, aumentar los ingresos fiscales y ampliar las fuerzas militares en las colonias americanas. Para el caso del Nuevo Reino de Granada, se fortaleció además la administración y el recaudo de los impuestos, las exportaciones se diversificaron un poco y crecieron, se introdujeron cambios institucionales y el país se abrió a nuevas ideas científicas. Estas innovaciones borbónicas contribuyeron a difundir la simiente de la rebelión anticolonial. La iniciativa de elevar los ingresos fiscales provocó insurrecciones populares y menoscabó la autoridad de los funcionarios españoles. Así mismo, estas reformas estimularon el cambio y de paso abrieron el apetito de los hispanoamericanos por trasformaciones aún mayores, la guerra internacional, que desempeñó un papel central en promover dichas reformas, en últimas también desbarató el régimen. Pero el colapso de la autoridad real no significó que las élites criollas encontraran fácilmente el camino de la reconstrucción efectiva del Estado. Safford Frank, y Palacios Marco, Colombia, País fragmentado, sociedad dividida. Su historia, Bogotá, 2002, págs. 145 y 146.
214
Historia Comprehensiva de Neiva
El surgimiento de las nuevas parroquias llevó al vecindario a costear la edificación y los gastos de Iglesia, así como a asumir la responsabilidad de suministrar la congrua del párroco, lo que significó una organización de la comunidad para demostrar a los órganos políticos y administrativos superiores su calidad y capacidad para consolidar los poblados parroquiales. Por ello, a partir de la segunda mitad del siglo xviii se crearon las parroquias de Aipe, Palermo (Guagua), Yaguará, Villavieja, Tesalia (Carnicerías), Paicol, Gigante, Tarqui (El Hato y Toá), Altamira (Boqueron), Suaza (Santa Librada), Guadalupe, Garzón y San Agustín, como respuesta a la política de urbanización promovida por España y a la capacidad de los hacendados para sostener al cura, gracias a los cultivos de cacao que los obligaba a vivir en sus haciendas y al mejoramiento de las ganaderías.143 Reynel Salas Vargas advierte cómo, a partir de la segunda mitad del siglo xviii, se registra la organización de dinámicos y juveniles pueblos, nacidos en la vasta extensión que había sido puesta bajo la jurisdicción de la villa de Timaná. La tradicional economía de la hacienda, ahora la renovada vitalidad de la riqueza originada en los cacaotales, a cuyo amparo se consolidaron los pueblos nuevos del centro del departamento, a saber: Tarqui, Garzón, Gigante y, posteriormente, Agrado. La economía del cacao, generalizada a partir de la reformas comerciales originadas en España y de las nuevas circunstancias del mercado a raiz de la intervención del Imperio Británico y otros países en el mundo cerrado de las colonias ibéricas, fue fundamental en este proceso de organización de los nuevos pueblos. La novedad del cultivo, así como su riqueza, es palpable e incluso sirve para despertar pleitos entre los rematadores de diezmos de la villa de Timaná y los cultivadores, a quienes quieren hacer pagar una cuota más alta de la conocida tradicionalmente.144 Siguiendo el proceso de poblamiento de las parroquias, en el siglo xix se formaron Agrado, Tello (La Unión), Campoalegre y Pitalito como resultado de la política de urbanización. En ese mismo siglo surgió Elías (La Mesa de Limas); a mediados de la centuria se crean Colombia y Baraya (La Nutria), como producto de las migraciones ocurridas por la explotación de quina y caucho en el Huila y Caquetá. Acevedo (San Salas Vargas, Reynel, “El poblamiento del centro del Huila”, en Huila, Órgano de la Academia Huilense de Historia, vol. xiii, n.o 59, 2008, pág. 55. 144 Salas Vargas, “El poblamiento del centro…” págs. 57-58. 143
Conquista y creación del espacio
215
Francisco Javier de la Ceja de los Andaquíes, La Ceja y La Concepción) es resultado de este proceso, pero sus organizadores aprovecharon las bases del resguardo constituido en 1756 para cristianizar y civilizar a los andakíes. En el siglo xx surgieron Rivera, Algeciras (San Juanito), Santa María (Baché), La Argentina (Plata Vieja), Oporapa, Saladoblanco, Isnos y Palestina, como consecuencia de nuevas colonizaciones de las cordilleras, con excepción del primero.145 El crecimiento de la provincia a través de la creación de nuevos espacios urbanos con el establecimiento de las viceparroquias y parroquias desde las primeras décadas del siglo xviii, llamados distritos parroquiales en el siglo xix, se ve reflejado en los censos poblacionales de la provincia. La población de la provincia de Neiva en 47 años, según censos de 1778 y 1825, tuvo un crecimiento del 77,6%, por cuanto pasó de 26.542 habitantes a 47.157, el 3,8% del total de la República (1.229.259), con una tasa intercensal del 1,6%. No obstante, a pesar de haber sido la jurisdicción de Neiva la mayor proveedora de ganados a las dehesas de Santafé, la ciudad en dos siglos de existencia no había tenido mayores desarrollos urbanísticos y sociales, en tanto que la mayoría de los sectores sociales se sumían en la pobreza. Con la reconquista española hacia 1816, algunas residencias en la pequeña ciudad tuvieron que ser abandonadas por quienes habían participado en los procesos independentistas, lo que, indudablemente, frenó su incipiente crecimiento urbano y poblacional, el que debió reiniciar, décadas más tarde, después de la desolación y ruina que había dejado la guerra.
Conclusiones
El poblamiento español y la creación del espacio urbano en las nacientes
villas y ciudades del Alto Magdalena convergieron en un proceso sumamente lento y relativamente disperso, con núcleos urbanos de escasa población y desarrollo. El eje central de poblamiento fue el valle de Neiva, siendo la región de mayor poblamiento durante el periodo colonial. Los hombres que conformaban las huestes de la conquista y que se asentaban en calidad de vecinos en las nuevas fundaciones, no eran tan numerosos. Además, a partir de la entrega de títulos de mercedes de tierras 145
Salas Vargas, Cartilla de la Cátedra de la huilensidad pág. 13.
26.542 37 Total provincia
Fuente: Archivo General de la Nación, Bogotá, Sección Colonia, Fondo Padrón de la Provincia de Neiva 1778, caja 38, f. 22v.
488 396 7.927 7.883 2.060 1.890 2.830
19 Resto provincia
3.031
16.276 261 187 5.104 4.974 1.045 1.003 1.801
18 Subtotal
1.882
10.266 227 209 2.823 2.909 1.015 887 1.029
1 Yaguará
1.149
710 44 47 172 147 0 0 135
1 San Antonio
164
720 0 0 198 191 203 114 8
2 Retiro
5
771 16 11 89 84 174 174 112
1 Nátaga
109
625
297 0
10 11
0 0
142 145
0 155
120 112
141 0
36 1 Iquira
0
1 Hobo
48
693 6 7 160 209 93 84 46
1 Guagua
87
655
1.118 8
40 48
8 274
121 140
410 0
0 0
0 193
145 2 Carnícerias
224
1 Caguán
159
1.841
533 0
35 23
0 0
1111 501
0 270
0 0
262 0
112 1 Aipe
0
6
58
217
Neiva
295
242
0
0
1082
556
54
68
2.303
Total Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Clero
Hombres
Mujeres
Hombres
Esclavos de varios colores Libres de carios colores Indios Blancos
a quienes habían participado en la conquista o a sus descendientes, preferían estos residir en sus propiedades. De igual manera, algunas familias blancas buscaron asentarse en los pueblos indígenas o sus cercanías, lo que no facilitó la congregación del vecindario en las nacientes poblaciones por largos decenios, entre ellas, Neiva. La insularidad de la provincia, así como las distancias entre sus villas y ciudades, además de los difíciles caminos, el asedio de los indígenas y la disminución de los tributos de las encomiendas, no llamaron la atención a un buen número de migrantes españoles y criollos para habitar estos territorios, contrario a lo ocurrido con el poblamiento de otras regiones del Nuevo Reino de Granada, como el altiplano cundiboyance. Asimismo, la nueva trocha del camino del Quindío, que empezará a establecerse a finales del periodo colonial, llevó al abandono de la ruta del camino de Guanacas, por quienes hacían tránsito directamente entre Santafé y Popayán y viceversa, haciendo del valle del Alto Magdalena un territorio marginal dentro del contexto virreinal, sin que se presentaran corrientes migratorias poblacionales. En el incipiente crecimiento urbanístico de las villas y ciudades del Alto Magdalena tuvo mayor incidencia la presencia de la Iglesia que la del mismo cabildo, en especial en la ciudad de Neiva. La capilla fue, por lo general, una de las primeras edificaciones que se construían en los nacientes poblados. Allí el cura, en las celebraciones católicas de mayor importancia, era persistente en invitar al vecindario a residir en el poblado para recibir el pasto espiritual y hacer vida civilizada. Para el caso de Neiva, su fundación obedeció a intereses de autoridades externas, basadas en la búsqueda de la riqueza, la dominación y la explotación del trabajo indígena. La formación de una comunidad urbana propiamente dicha aparece prácticamente en el siglo xviii, congregada alrededor de la iglesia, la casa del cabildo, la cárcel y una que otra residencia del vecindario. El crecimiento urbano en la provincia se acrecienta con la creación de las parroquias y viceparroquias a finales del siglo xviii, en la cual la Iglesia sigue siendo protagonista, en tanto, el patrón de poblamiento dominante redujo a los pueblos, villas y ciudades a un espacio centrado en el culto religioso; de ahí las herencias confesionales de los habitantes de la comarca huilense.
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Lugares
Historia Comprehensiva de Neiva
Anexo Censo de la provincia de Neiva
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El cabildo de Neiva y sus relaciones con la Iglesia, las autoridades de la provincia y Santafé, 1612-1816 Humberto Montealegre Sánchez Academia Huilense de Historia
Presentación
En la vida colonial, la política es la expresión de los poderes económicos y sus
relaciones con la sociedad. La organización política se asienta sobre el conjunto de normas y valores que se imponen socialmente sobre los individuos con determinados modelos para asegurar la permanencia y reproducción social, siendo en el ámbito de lo político en el que debe garantizarse formalmente el proceso de articulación-reproducción de cada sociedad. Ello refleja la capacidad que tiene la sociedad de modelar el pensamiento y las creencias de los individuos que la forman, para lo cual se establece un conjunto de instituciones socializadoras que tienen como función conformar la mentalidad, las creencias y los comportamientos de cada uno de los individuos a la cultura imperante. En este sentido, la política es una de las instancias a través de las cuales se concreta la gestión del poder, por lo que hay que entender las relaciones políticas como relaciones de poder.1 Así, la política, como pensamiento filosófico e ideológico del individuo y las colectividades, forma parte de las expresiones culturales de los pueblos, que durante la Colonia demostraron un carácter excluyente. En la política cumplen entonces un papel importante en las alianzas familiares y de compadrazgo, que tienden a reproducir y mantener el sistema social,2 al que no es ajeno la Iglesia. 1 2
Sánchez, Joan-Eugeni, Geografía y política, Madrid, Síntesis, 1992, págs. 20 y ss. Montealegre Sánchez, Humberto, Historia económica y social de el Gigante colonial, 16801800, Neiva, Gobernación del Huila, 2005, pág. 25.
220
Historia Comprehensiva de Neiva
El orden social colonial partía de la base del reconocimiento de una serie de prerrogativas derivados del origen, la nobleza, la raza, el orden de llegada y el papel desempeñado durante los procesos de conquista, privilegios que se fueron traduciendo en derechos que permitieron que estos grupos se distribuyeran ventajosamente los recursos productivos, controlaran y monopolizaran el poder político local.3 La cohesión ideológica del régimen colonial estaba dada entonces por la construcción de un sistema de lealtades y reciprocidades que beneficiaba tanto a la Corona como a los particulares. De un lado fidelidad, subordinación y defensa de los intereses reales y, del otro, expectativas de riqueza material y status a partir del reconocimiento social y la legitimación institucional de preeminencias y privilegios.4 La política fue entonces la estrategia de poder y la participación de la vecindad en el ámbito público; en tanto, el cabildo era el centro de toda actividad política local. Aunque el cabildo tenía sus raíces en España, en América adquirió características especiales y mayor importancia. Era la única forma de gobierno en las villas y ciudades en el sistema administrativo colonial, cuya jurisdicción se extendía a los pequeños poblados. Su cotidianidad giraba en torno a mundos encerrados en sí mismos. La política real de no dejar que el poder estuviese en las manos de los descendientes de los conquistadores, no siempre fue exitosa.5 Así, el cabildo era el cuerpo de gobierno y justicia de las villas y ciudades, y como institución corporativa y último reducto del Estado colonial, legitimaba el poder y canalizaba las aspiraciones sociales de las élites locales. En la época colonial existieron, a nivel local y regional, formas de organización político-administrativa y judicial que, si bien estuvieron encuadradas y reguladas por las instituciones y la legislación española e indiana, gozaron en un principio de un amplio margen de autonomía frente a la Corona y, en especial, el poder virreinal. Las distancias y condiciones agrestes del territorio americano generaron un relativo alejamiento con el poder central, lo que estimuló que los funcionarios locales encargados de los órganos periféricos de la administración real gozaran de cierta 3
4
5
Guerrero Rincón, Amado Antonio, Poder político local: cabildo de Girón siglo xviii, Bucaramanga, Centro de Estudios Regionales, 2001, págs. 10 y 11. Colmenares, Germán, “La vida política colonial: el Nuevo Reino de Granada en el siglo xviii, 173-1740”, en Nueva Historia de Colombia, tomo 1, Bogotá, Planeta, 1989, pág. 194. Garrido, Margarita, Reclamos y representaciones. Variaciones sobre la política en el Nuevo Reino de Granada, 1770-1815, Bogotá, Banco de la República, 1993, págs. 116-117.
El cabildo de Neiva
221
independencia en su acción. Situación que empezó a cambiar con las políticas de los Borbones. De ahí que las relaciones entre el vecindario local y las autoridades de Santafé se hicieran particularmente tensas en la segunda mitad del siglo xviii, cuando las reformas borbónicas desconocieron el pacto implícito que existía entre la Corona y los criollos,6 que pretendieron imponer un sistema de gobierno y administración que no correspondía a los intereses del vecindario, ni tampoco a la compleja sociedad colonial de fines de siglo. La lógica política colonial se basaba en una estructura de poder fundamentada en los instrumentos jurídicos y políticos establecidos en el Derecho Indiano, un sistema de gobierno que le permitía a la Corona “ser en todo momento árbitro de la situación”, con una burocracia que administraba7 y controlaba el ejercicio del poder en todos sus niveles La estructura político-administrativa colonial de la Nueva Granada estuvo regida por la presidencia de la Real Audiencia hasta cuando fue creado el virreinato. La Real Audiencia tuvo injerencia directa en la conquista de los territorios de La Concepción del Valle de Neiva y en procesos judiciales que, en ocasiones, castigaron con penas drásticas e injustas a esclavos, mestizos y a los mismos cabildantes. El territorio del Nuevo Reino de Granada estaba conformado por las provincias, de las que hacían parte las ciudades, villas y corregimientos de indígenas. A las ciudades y villas correspondían las parroquias, viceparroquias y lugares. De los corregimientos de indígenas hacían parte los pueblos de indios, poblaciones convertidas en resguardos de acuerdo a las políticas reduccionistas. Los corregimientos en la práctica no correspondían a las verdaderas necesidades de la población y a su amparo; todo lo contrario, fueron aprovechados para explotar el recurso laboral nativo en unas relaciones indignas de dependencia. Con el paso de los años, los pueblos de indios se convirtieron en su mayoría en parroquias. La gobernación de las provincias de Neiva, Timaná y Saldaña tenía desde su creación como capital a la ciudad de Neiva, constituida como punto de avanzada militar en el proceso de conquista de los indígenas pijaos y de implantación del proceso colonizador, con la instauración de las instituciones jurídico-políticas y económicas que caracterizaron el sistema colonial español. La estructura político-administrativa de la provincia 6
7
Garrido, Margarita, “La política local en la Nueva Granada, 1750-1810”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, n.o 15, 1987, pág. 11. Guerrero Rincón, Poder político local… pág. 10.
222
Historia Comprehensiva de Neiva
estaba representada por la gobernación y los cabildos de Neiva, Timaná, La Plata y, más tarde, Purificación (1664). En algunas parroquias se crearon los partidos. Las provincias estaban bajo la autoridad del gobernador, mientras las ciudades y villas estaban regidas por el respectivo cabildo, con sus alcaldes ordinarios como primera autoridad y, los partidos en las parroquias por los alcaldes pedáneos. Las funciones del corregidor en ocasiones las cumplía el mismo gobernador. No obstante, tanto el gobernador como el corregidor eran nombrados por la Corona española o sus representantes en Santafé. Estos eran, por lo general, de procedencia española, por la misma desconfianza de las autoridades españolas hacia los criollos. En efecto, durante el periodo colonial, los más altos cargos del Estado quedaron en manos de españoles nacidos en Europa. Los criollos desempeñaban algún papel en la administración, pero generalmente en niveles inferiores. Se suponía que la Corona tenía más confianza en sus propios peninsulares, quienes como gobernantes serían más leales, así como más independientes de los intereses locales.8 Los cargos de gobernadores, igualmente, eran ejercidos por los peninsulares; no obstante, tanto criollos como españoles podían acceder a los cargos de los cabildos o ayuntamientos en las villas y ciudades. Los súbditos coloniales no disponían de otra institución representativa fuera del cabildo; a estas corporaciones accedían los criollos y españoles para representar sus intereses y manejar los asuntos del vecindario.9 Allí no tenían asiento los blancos pobres y mucho menos 8
9
Safford, Frank y Palacios, Marco, Colombia. País fragmentado, sociedad dividida. Su historia, Bogotá, Norma, 2002, págs. 148 y 149. McFarlane, Anthony, Colombia antes de la Independencia. Economía, sociedad y política bajo el dominio Borbón, Bogotá, Banco de la República / El Áncora, 1997, pág. 355. El cabildo es un ayuntamiento de personas señaladas para el gobierno de la República. Bayle, Constantino, Los cabildos seculares en América Española, Madrid, Sapientia Ediciones, 1952, pág. 101. En León y Castilla esta nueva corporación recibió el nombre de regimiento y ayuntamiento, denominación que se aplicó, en primer lugar, a la reunión de los magistrados y oficiales municipales con la asamblea general de los vecinos y que luego pasó a designar, con una significación más restringida, la corporación o cabildo local de los magistrados municipales y de los consejeros, que en el reino señalado fueron los regidores. Probablemente, por los desordenes y la mala administración que se presentaba en algunos municipios, más la tendencia centralista que comenzaba a imponerse como modelo político, llevó a los reyes a limitar las libertades municipales mediante el envío de delegados suyos. Además, la corte procuró que los cabildos locales estuvieran integrados por regidores de nombramiento real. La instauración de este último sistema se llevó a cabo en León y Castilla durante mediados del siglo xiv. A partir de ese momento, los oficiales y magistrados municipales, que antes eran elegidos por asamblea vecinal, fueron designados anualmente por los regidores reales,
El cabildo de Neiva
223
los indígenas y esclavos, por lo menos en los territorios del Alto Magdalena, salvo algunos mestizos que lo consiguieron a través de la “limpieza de sangre”. Así, la Corona entregaba a los hispanos y criollos los privilegios del poder y ejercicio de la política local, mientras que los indígenas y esclavos se debatían en la explotación, la miseria y la muerte.10 La ciudad de Neiva, desde sus orígenes, creó su propio cabildo de acuerdo a las Leyes de Indias. Desde un comienzo, el cabildo es controlado por los conquistadores que traen a estas tierras don Diego de Ospina y Medinilla. Los capitanes y soldados asentados en el nuevo poblado de La Concepción del Valle de Neiva, como encomenderos, ejercen inicialmente con muchas dificultades y limitaciones los diversos cargos del cabildo, en razón a la pobreza en que empezaba a edificarse la futura ciudad y la escasez de las gentes, en tanto que durante el primer siglo de su existencia el cabildo debía sesionar en las casas de los mismos cabildantes y de los gobernadores, es decir, de los Ospina. En efecto, la ciudad tuvo un crecimiento sumamente lento, por cuanto sus pocos habitantes preferían vivir a las afueras del embrionario asentamiento, administrando sus encomiendas y hatos ganaderos. Todo parece indicar que el nuevo poblado no les llamaba la atención, por no haber una vida ocupacional; en tanto, los curas y autoridades del cabildo, como el procurador general, se quejaban con frecuencia por no contar con una comunidad establecida en la incipiente ciudad, que asistiera a los oficios religiosos y construyera sus propias residencias. Durante el siglo xvii hubo un ambiente de sana convivencia entre cabildantes y gobernantes de la provincia, en razón, probablemente, al sentimiento de gratitud por las concesiones de tierras y encomiendas que habían hecho los Ospina a sus huestes, además, por los intereses que les unía a unos y otros en el negocio de la ganadería, por cuanto se habían convertido en los mayores proveedores de las dehesas de Santafé. Este ambiente cambió en las primeras décadas del siglo xviii, cuando las relaciones se
10
pero sometidos a la posterior confirmación del monarca. Valdeavellano, Luis G., Curso de historia de las instituciones españolas: de los orígenes al final de la Edad Media, Madrid, Revista de Occidente, 1973, págs. 547 y ss. Montealegre Sánchez, Historia económica y social… pág. 165. Hubo casos de “blancos pobres” descendientes de don Diego de Ospina, como el de Baltazar de Ospina, hijo legitimo de Francisco de Ospina, que en su testamento del 9 de octubre de 1679 declara “que me hayo tan pobre de bienes temporales y que lo están mi mujer y mis hijos, que pido por amor de Dios me entierren de limosna al pie de la pila del agua bendita y no mando decir misa alguna por la dicha pobreza”. García Borrero, Joaquín, Neiva en el siglo xvii, Neiva, Empresa de Publicaciones del Huila, 1983, págs. 38 y 39.
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Historia Comprehensiva de Neiva
vuelven con frecuencia conflictivas entre los mismos gobernantes de la Provincia y, de estos, con miembros del cabildo, acentuadas con la presencia de representantes de la Iglesia, cuyas actuaciones políticas inciden en las disputas de los cargos concejiles. Los clérigos, que en el establecimiento de alianzas con quienes ejercen cargos concejiles, también cazan pleitos con los gobernantes de la provincia, desde mediados del siglo xviii. No obstante, algunos con su liderazgo son finalmente protagonistas en las juntas de gobierno y como capellanes en los ejércitos republicanos en los albores de la Independencia. Las constituciones políticas republicanas como las de Neiva, no produjeron cambios fundamentales a nivel local. Aquellos que habían tenido derecho a ocupar cargos concejiles por su carácter de vecino en razón de sus propiedades, eran los únicos que podían seguir accediendo a los empleos del cabildo, ya no como súbditos sino como ciudadanos. Las normas constitucionales que se ocupan de lo local se refieren solo al tema electoral, como espacio que concedía la democracia de elegir y ser elegidos. Los cabildos, aunque representaban la voluntad de los ciudadanos, eran solo instrumentos electorales utilizados por las provincias para elegir a los altos poderes y dignidades de los gobiernos. Así la localidad no tiene significación política para el proceso independentista. Las autoridades coloniales llegan a su fin con los procesos de independencia, no obstante, las prácticas políticas y culturales heredadas, como las confesionales, dejan profundas huellas en las nuevas constituciones e instituciones republicanas.
El cabildo colonial de Neiva
La Conquista trajo como consecuencia la fundación de villas y ciudades. Los conquistadores solo alcanzan un reconocimiento político de parte de la Corona a partir de la creación del núcleo urbano. Es entonces, desde lo urbano que se conquista y domina el territorio.11 En efecto, toda fundación de villa o ciudad, para que fuera reconocida políticamente por la Corona, debía partir de la creación del respectivo cabildo o ayuntamiento, como primera autoridad establecida en estos 11
Zambrano Pantoja, Fabio, “La ciudad en la historia”, en Torres Tovar, Carlos Alberto; Viviescas Monsalve y Pérez Hernández, Fernando Edmundo, compiladores, La ciudad: hábitat de diversidad y complejidad, Bogotá, Universidad Nacional, 2002, págs. 142 y ss.
El cabildo de Neiva
225
territorios según las Leyes de Indias. Acto seguido a la fundación de la villa o ciudad, se producía la designación de los miembros del cabildo.12 Capitanes y soldados que hacían parte de las expediciones al asentar y hacer fundación, se convertían en encomenderos y, a su vez, buena parte de estos en cabildantes. Durante el siglo xvi y primeras décadas del xvii, los encomenderos tenían exclusividad en los cabildos;13 estos eran reemplazados durante el periodo colonial por sus descendientes, hacendados y estancieros, quienes se afianzaron en el poder mediante alianzas familiares. El cabildo es una institución trasplantada desde el viejo mundo a las colonias y de gran influencia en la consolidación del nuevo orden tras la conquista de América. Es una de las primeras instituciones políticoadministrativas que se crea en las villas y ciudades, es decir, en la “república de los blancos” durante la Colonia. Este sistema de dominación colonial estaba basado en la desagregación de los poderes locales, que tenían como espacio de ejercicio de ese poder el hoy llamado municipio.14 El cabildo es el espacio del poder local que intermedia las relaciones del vecindario de los pueblos, villas y ciudades con las autoridades peninsulares, cuya cabeza es el rey, representado en el Nuevo Reino de Granada por el virrey. Las dignidades de lo que en principio fueron las llamadas ciudades de Neiva y La Plata, como de las villas de Timaná y Purificación, estaban representadas en el cabildo, institución de tercer nivel en la estructura piramidal de las autoridades del Nuevo Reino de Granada, después del virreinato y las gobernaciones. Neiva en el corto trayecto de las dos primeras fundaciones (Las Tapias o Neivaviejo en 1539 y San Juan de Neiva en 1550, hoy Villavieja), no presenta indicios de la existencia de cabildo alguno, aunque se presume
12
13 14
Zambrano, Fabio y Bernard, Olivier, Ciudad y territorio. El proceso de poblamiento en Colombia, Bogotá, Academia de Historia de Bogotá / ifea, 1993, pág. 39. Montealegre Sánchez, Historia económica y social… pág. 165. Mejía, Germán y Zambrano Pantoja, Fabio, editores, La ciudad y las Ciencias Sociales, Bogotá, Universidad Javeriana, 2000, pág. 32. Durante los siglos xiii, xiv y xv los municipios urbanos en la España medieval llegaron a ser el equivalente a un señorío, con su propia jurisdicción, con autonomía, con un concejo local y administrado por sus propios magistrados y oficiales. Estos municipios recibieron el nombre de ciudad o villa. Su jurisdicción y autoridad incluía a las aldeas situadas en sus términos o alfoz (tierra). La competencia de los municipios abarcaba todas las cuestiones que interesaban a la vida local en lo político-administrativo, militar, justicia, economía, servicios y vida social. Bravo Motta, Jaime, “Instituciones locales colombianas durante el siglo xix, una visión de la vida política local cotidiana”, Tesis de grado, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, Facultad de Derecho, 2008, págs. 38 y 39.
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que pudo haberse establecido, según las exigencias de las Leyes de Indias.15 “El cabildo nacía por nombramiento y se perpetuaba por elección. (…) No elección popular”,16 en tanto no participaban la gente del común, ni siquiera los blancos pobres. La preponderancia de los títulos militares y su estrecha relación con el poder político local, obedecieron, indudablemente, al proceso inicial de afianzamiento y defensa de la ciudad, por cuanto, sus primeros cabildantes correspondían a las huestes de los conquistadores; de ahí el registro de capitanes, entre otros, como miembros del cabildo, grados militares que son la constante en el cabildo de Neiva, durante el siglo xviii, así el cuerpo militar desapareciera, cuyas funciones de policía pasaron a ser ejercidas por los mismos miembros del cabildo a través de los alcaldes provinciales y de la Santa Hermandad. Se observa cómo la designación de los cargos del primer cabildo de Neiva no fue producto de una elección del vecindario, sino por imposición de Diego de Ospina, debido a que en ese momento histórico no existía comunidad alguna establecida. Tan solo a partir de su fundación, el asentamiento inicia con mucha lentitud su poblamiento. En principio, esta era una fundación teórica en un ambiente rural, y tuvieron que pasar decenios para que el vecindario se fuera estableciendo en el nuevo pueblo. En consecuencia, la mayoría de los cargos asignados tendrían al inicio poca o ninguna operatividad, aunque con un profundo significado político y repercusiones económicas. Todo parece indicar que el cabildo de Neiva mantuvo su ejercicio durante las décadas siguientes. Las fuentes documentales dan fe del cabildo, así no se hubiera edificado su propia sede. En la ciudad de la “Concepción del Valle de Neyba, el primer día del mes de enero de mil seiscientos i treinta i un año se juntaron aser su cabildo - en casa de Gabriel de Montealegre, alcalde ordinario desta dicha ciudad”.17 Dos años después, en la misma ciudad, es decir, “el primer día del mes de enero de mil seiscientos i treinta i tres años se juntaron aser su cabildo como asen y tienen de costumbre en las casas del Sr. Gobernador don Francisco Martínez de Ospina para elegir 15
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Ver nota al pie 43 del tercer capítulo de este volumen: “Conquista y creación del espacio urbano en la Provincia de Neiva, Timaná y Saldaña”. Bayle, Los cabildos seculares… págs. 101. Si bien es cierto que la designación inicial de los funcionarios era potestad del líder de la empresa descubridora, una vez cumplido el periodo de la designación los cargos se ocupaban por elección, sistema en el cual se prohibía la reelección. Pero, a decir verdad, esta prohibición casi nunca se cumplió y lo frecuente era que los cargos no salieran de las mismas familias. Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 47. García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 15.
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alcaldes nuevos”.18 A esta sesión asistían Fernando Villarroel como alcalde ordinario, el capitán Carlos Cobos alguacil mayor y regidor, al igual que Antonio de Montealegre, el alférez Juan de Cabanillas y Andrés Camacho como regidores.19 Esta nómina del cabildo correspondía probablemente a 1632, debido a que las leyes contemplaban el primero de enero como la fecha de posesión del nuevo cabildo. Estas fuentes documentales dan a conocer cómo, a 23 años de la última fundación de la ciudad de Neiva, las sedes del gobierno local y provincial eran las casas de sus gobernantes, entre ellas las de los alcaldes y las ubicadas en las haciendas de la familia Ospina. Situación que era demandada por las autoridades de Santafé. En efecto, en 1635, don Juan de Cañola y Calañas, como juez de residencia de Santafé, acusaba a quienes habían venido ejerciendo cargos de mayor importancia en el cabildo de la ciudad de Neiva, por la negligencia de no haber construido casas de cabildo y cárcel. Al capitán Marco A. Fernández, le recriminaba porque, siendo alcalde ordinario, “no había tomado las providencias necesarias para que se hicieren casas de cabildo y cárcel”.20 Gabriel de Montealegre, alcalde ordinario en 1631, testimoniaba que la carencia de casas de cabildo se atribuía: “a que esta ciudad no tiene propios ningunos [rentas] por ser pueblo nuevo y de tan poca gente”, añadiendo además que “tampoco no ha habido en mi tiempo ningún pleito criminal (…), para que yo pudiera hacer condenación de cárcel (…), que yo en ninguna manera pude asistir en todo el tiempo [al cabildo] —porque en esta tierra no asistiendo el año en su hacienda— los ganados se hacen cimarrones y se pierden”.21 Estas afirmaciones demuestran que las autoridades del cabildo no permanecían de tiempo completo en el desempeño de sus respectivos cargos. Por sus oficios de encomenderos o hacendados, se ausentaban con frecuencia para atender sus bienes productivos y personales. Hacia 1793 el gobernador Lucas Herazo y Mendigaña reglamentó las ausencias de los alcaldes ordinarios para que, por lo menos, uno permaneciera en la cabecera de la jurisdicción,22 pero se tropezó con el cabildo de Neiva cuando negó la posesión de Bernardino de Alarcón como
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García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 24. García Borrero, Neiva en el siglo xvii págs. 24 y 25. García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 28. García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 29. Archivo General de la Nación (agn), Bogotá, Sección Colonia, Fondo Empleados públicos (Tolima), tomo 23, ff. 397-412.
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escribano,23 aunque el mismo personaje remató el cargo que asumió al año siguiente.24 El cabildo o ayuntamiento hispanoamericano era, al menos en teoría, la institución político-administrativa local que representaba a la comunidad de los vecinos en la villa o ciudad. En el temprano periodo colonial, se consideraba vecino de pleno derecho aquel que poseía casa poblada en la ciudad (tierra adjudicada por la Corona), llevara un promedio de ocho años como residente y figurara en la lista de vecinos.25 No obstante el cambio de significado de la institución misma (hacia una elitización de las ciudades y hacia una plebeyización en las menores) y la flexibilidad en la nominación de vecinos, los cabildos siguieron siendo un espacio de encuentro de las tensiones y presiones políticas —que vertical y horizontalmente pujaban por llegar a ser tenidos en cuenta— y el lugar desde donde se manejaba institucionalmente la ciudad.26 Para el caso de los cabildos del Alto Magdalena, estos fueron manejados, regularmente, desde un comienzo por los conquistadores y sus descendientes criollos, aunque no dejaron de presentarse denuncias del vecindario y del cabildo mismo, debido a que algunos mestizos para “blanquearse”, se hacían pasar como “limpios de sangre”, es decir, como blancos puros, y con eso justificar la descendencia española de sus progenitores para llegar a ocupar cargos en el cabildo. En 1763 a Francisco Jovel de Losada, nombrado conjuntamente con Jacinto de Poveda, alcaldes de Timaná, se le tilda de mulato para inhabilitarlo 23 24
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 5, ff. 147-292. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 5, ff. 147-292, citado por Silva Vargas, Rodrigo, “De la comarca apacible a la provincia rebelde”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila/Academia Huilense de Historia, 1996, pág. 61. Rodríguez, Pablo, Cabildo y vida urbana en el Medellín colonial, 1675-1730, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1992, págs. 51. Los elegidos no podían ser parientes de los electores, debían ser vecinos residentes por largo tiempo en el lugar, limpios de sangre, suficientemente solventes, no debiendo vivir de un oficio manual, ser buen ciudadano, lo que implicaba, al tiempo, no tener fallas morales (ser buen padre, buen esposo, buen hijo y justo), ni tener deudas con el Estado colonial. Por último, debían ser idóneos, lo cual significaba, al extremo, saber leer y escribir; en verdad, algunas veces, solo requería saber firmar. En caso de haber detentado antes algún cargo, la administración pasada era tomada en cuenta. En algunas partes se acostumbraba que el cura y el alcalde saliente o un notable fueran consultados sobre candidatos por los habitantes o directamente por el cabildo. Garrido, Margarita, “Cultura política lugareña a fines del periodo colonial, El Valle del Alto Magdalena”, en Memoria del Primer Congreso Departamental de Historia, Huila, vol. 8, Neiva, Órgano de la Academia Huilense de Historia, 1987, pág. 93. Era una sociedad prácticamente iletrada, donde escasamente el clérigo, el notario, el escribano y uno que otro cabildante y las autoridades coloniales eran los letrados. Garrido, “La política local…” pág. 48.
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en el cargo.27 En 1776, el cabildo de Timaná le hizo oposición a Jorge de Losada por su nombramiento como alcalde provincial por no ser de “noble estirpe”,28 lo que indica que los Losada no tenían procedencias estrictamente españolas. El cabildo cooperaba en el reparto de los solares, colaboraba en la asignación de los ejidos, las dehesas, las estancias de huertas y las estancias de pan y de ganado es decir, las mercedes de tierras a las que tenían derecho los vecinos. A cargo del cabildo también estaba la designación de los funcionarios subalternos, el manejo del suministro de aguas, el abasto y el control de los precios de la ciudad, además de poseer la categoría de tribunal de justicia.29 En 1631, el cabildo de la ciudad de Neiva acordó “que para el bien común desta dicha ciudad previene que se pregone el abasto de carne y el estanco (…) y las postulas de pan y de todo de mas que se vendiere a menudo”.30 En materia de control de mercadeo de los productos de consumo, el cabildo de Neiva en 1631, siendo Gabriel Montealegre alcalde ordinario, ordenó fijar los precios de los “géneros de bastimento” que se traían a la ciudad, de la siguiente manera: Cuatro panes de media libra bien cocido y sazonado por un real Diez guebos un real y medio Un queso de la tierra real y medio Una gallina buena dos reales Un pollo tres cuartillos Una polla un real La libra de conserva del genero que fuere real y medio La libra de confitura dos reales El cuartillo de miel un real La libra de sebo un real La libra de azúcar real y medio
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 15, ff. 719r. y ss. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 7, ff. 210 r. y ss. Zambrano y Bernard, Ciudad y territorio… pág. 39. El cabildo prácticamente servía para todo, según la Recopilación de las Leyes de Indias. Tribunal de apelaciones en asuntos de justicia (ley 1, título 3, libro 5), repartía tierras (leyes 5, 8, 20 y 22 del título 12, libro 4), organizaba la policía y el gobierno de las ciudades y villas, hacía puentes, fuentes, calzadas, alcantarillas, salidas en las calles para aguas, enladrillada, empedraba, tasaba mantenimientos y aderezaba caminos (ley 10, título 16, libro 2 y ley 35, título 3, libro 3), castigaba los actos que atentasen “a la buena policía de las costumbres” y a través de aranceles regulaba los honorarios que se cobraban en oficios como zapatería, carpintería, etc. García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 16.
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Historia Comprehensiva de Neiva Un fanegada de maíz un patacón-detal a real Un pataló fresco un real Tres sardinatas tres al real El cuartillo de vino de la medida de Santafé un patacón.31
De ahí que los regidores, como miembros del cabildo, tenían la facultad de poner tasas a las mercaderías necesarias para el abasto de la ciudad, exceptuando los artículos de consumo que venían del exterior; aunque intentaron ampliar su aplicación a los llamados géneros de Castilla, denunciando certeramente los daños que de ese monopolio se derivaban.32 Los precios que establecía el cabildo debían ser de estricto cumplimiento, de lo contrario, se aplicaban multas para los abastecedores que los violaren. En 1631 el alcalde ordinario de Neiva mandaba “que se cumpla [precios] y que no se venda a mas, so pena de diez patacones para gastos de estanquillo [a] demás pueden ser castigados y mandamos que se pregone públicamente”.33 Una de las principales rentas de los cabildos eran los ejidos. Estos eran terrenos de propiedad de lo que llamamos municipalidades, destinados a utilizarse en el beneficio del poblado, villa o ciudad. Allí se permitía pastar a los bueyes de labor y las bestias de carga que fueran propiedad de los vecinos de la localidad, y servían además de potrero de ceba de los ganados destinados al consumo. Por estos usos, los ejidos ocuparon un lugar importante en la estructura de la ciudad o villa.34 Los limitados recursos del cabildo recibían ingresos por el alquiler de terrenos de los ejidos por cada res que se sacrificaba para abasto de la ciudad y por las rentas de maíz y otros cultivos. Con estas rentas, el cabildo debía mantener sus instalaciones, la limpieza de la ciudad o villa, pagar salarios y patrocinar las fiestas.35 En 1785, el cabildo de Timaná ordenaba “a los deudores de arrendamiento de solares de los ejidos se presenten a pagarlos dentro del tercer día y dentro ese mismo termino se presenten los que quieran solares”.36 Los cabildos 31 32
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García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 17. Ots Capdequi, José María, El régimen de la tierra en la América española durante el periodo colonial, Ciudad de Trujillo, Universidad Santo Domingo, 1946, pág. 142. Los géneros de Castilla hacían relación a paños y ropas importados de España. García Borrero, Neiva en el siglo xvii págs. 17 y 18. Zambrano y Bernard, Ciudad y territorio… págs. 40 y 41. Garrido, Reclamos y representaciones… pág. 59. Archivo Histórico del Huila (ahh), Neiva, Academica Huilense de Historia, rpcc, Gobernación, vol. viii, t. 2, pág. 173, remitiendo al t. 6, f. 55r de los documentos 1789 y 1855. Se recurre a casos del cabildo de la villa de Timaná para ilustrar sus actuaciones, por la misma escasez de fuentes documentales que hagan relación al cabildo de Neiva.
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llevaron así una vida deficitaria, por lo que permanentemente recurrían al auxilio de los vecinos y su labor dejaba qué desear en muchos aspectos.37 Los cabildos tenían autoridad para administrar, gobernar y vigilar los intereses de la comunidad local en lo político, económico y social. Autoridad política que les permitía a los funcionarios locales interceder ante la Real Audiencia, al igual que discutir en “cabildos abiertos” asuntos de competencia de los vecinos. Tenían autoridad económica para otorgar “mercedes de tierra”, arrendar bienes de la ciudad o villa y regular el comercio y los oficios;38 ciertamente las tierras de llanura, las más llamativas para la producción ganadera y con cierta cercanía a la ciudad, quedaron en manos de los Ospina, los jesuitas y quienes habían participado en la conquista o sus descendientes. Los cabildos entregaron, especialmente, tierras baldías en zonas aisladas ubicadas en los montes y pendientes de la geografía provincial. Los bienes que dejara Diego de Ospina y Medinilla en 1630 comprendían las haciendas de La Jagua, La Manga, Tune y Yaya, hoy municipio de Palermo; las tierras de Bambuca en Aipe, la hacienda de Trapichito en Neiva y los terrenos en Alto Arenoso39 en Rivera. En el inventario de las tierras de don Francisco Martínez de Ospina en 1661, se mencionan todos los hatos comprendidos en lo que es hoy el territorio de los municipios de Yaguará, Iquira y Teruel,40 mientras el mismo Francisco Martínez de Ospina, el 4 de marzo de 1631, hizo gracia y donación pura, perfecta e irrevocable al Colegio de la Compañía de Jesús de tres caballerías de tierra de las antiguas, de a 6.000 pasos en contorno, que comprendían: (…) desde donde entra el río Villavieja en el río grande de la Magdalena; corriendo el río de Villavieja arriba en todo lo que alcanzare. El límite de las estancias han de correr los demás frentes por dicho río de la Magdalena abajo hasta lindar con las estancias que le han sido proveídas a Juan de Velasco y de este último lindero a de ir corriendo otro hacia la Sierra y Cordillera, comprendiéndose en las dichas tierras la quebrada que le llaman Los Pozuelos, que está
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Estas fuentes del cabildo colonial de Neiva han sido en buena parte destruidas, por cuanto no aparecen en los archivos oficiales ni privados de la ciudad y fuera de su contexto. Garrido, Reclamos y representaciones… pág. 59. Rodríguez, Pablo, En busca de lo cotidiano. Honor, sexo, fiesta y sociedad, siglos xvii-xix, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia / Editorial Guadalupe, 2002, págs. 57-58. García Borrero, Joaquín, El Huila y sus aspectos, Neiva, Empresa de Publicaciones de Huila, 1983, pág. 144. García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 136.
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Historia Comprehensiva de Neiva cercana al hato del dicho Juan de Velasco y así mismo la quebrada de Las Pontezuelas; con más todas las vegas y cañaverales que hubiere a orillas de dicho río de la Magdalena.41
Estas tierras de los jesuitas toman el nombre de hacienda Los Aposentos de Villavieja, una de las más bastas posesiones del Nuevo Reino y acrecentada posteriormente mediante compras y permutas,42 así como de las donaciones que hiciera la feligresía a la Compañía de Jesús. Establecida entonces la Compañía de Jesús en el Alto Magdalena, se inicia todo un proceso de empoderamiento de la tierra y sus ganados en manos de las órdenes religiosas, convirtiéndose estos en unos de los mayores latifundistas del territorio neogranadino.43 143 años después de la entrega de los títulos de la merced de tierras que le hiciera Francisco Martínez de Ospina, es decir hacia 1774, con la expulsión de los jesuitas del Nuevo Reino de Granada (1767), el inventario que se hizo a los bienes expropiados a la hacienda ampliada de Los Aposentos, tan solo en tierras, registra 2.019 estancias.44 Dicha hacienda fue rematada y Joaquín de Arce Piedrahita la compró a censo redimible en 1776.45 41
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ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. vii, t. 1, pág. 4, remitiendo ff. 23r. y v. de los documentos 1613-1733. Debe tenerse en cuenta que las leyes nuevas prohibían otorgar encomiendas a los eclesiásticos, lo que significó la desventaja inicial para las órdenes religiosas y de allí los conflictos bien conocidos con los encomenderos. Sin embargo, el padre jesuita Baltasar Martínez rector del colegio de Santafé solicitó mano de obra en 1622 al presidente Borja obteniendo 15 indios de Soacha para beneficiar la estancia y los molinos que el colegio poseía en Bosa, “pagándoles lo que se les debiera en su trabajo, para que le sirvan en los ministerios de dicha estancia”. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, t. 31, f. 941v. Colmenares, Germán, Haciendas de los Jesuitas en el Nuevo Reino de Granada Siglo xviii, Bogotá, Tercer Mundo Editores, 2998, pág. 32. Montealegre Sánchez, Historia económica y social… págs. 104 y ss. ahh, Neiva, Notaria de Neiva, vol. vii, t. 2, rpcc, págs. 486-487 de los documentos 17331774. La expulsión de los jesuitas se produjo casi simultáneamente con las reformas que Carlos III introdujo en la política fiscal para las colonias españolas en América. Carlos III decreta el 27 de marzo de 1767 la expulsión de los jesuitas de los territorios de ultramar. A través del ministro Conde de Aranda, el rey Carlos III decreta el 2 de abril de 1767 la Pragmática de extrañamiento de los jesuitas de los territorios de ultramar, argumentando que la expulsión obedece: 1º, a la usurpación de diezmos o violación de ellos hecha a las iglesias; 2º, a la quema realizada por la Compañía de muchos libros del obispo Palafox en México; 3º, al régimen independiente y según las autoridades despóticas de las reducciones del Paraguay; 4º, a la constante intromisión en política; 5º, a la crítica en las reuniones contra la Autoridad Real y Gubernamental; 6º, a la participación en rebeliones indígenas; 7º, a la predicación en Manila contra el gobierno. Consultado en: http://www.efemeridesvenezolanas.com/html/jesuitas.htm Clavijo Ocampo, Hernán, “Economía y conflicto, 1690-1808”, en Tovar Zambrano,
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Los cabildos tenían autoridad social para “velar por las condiciones de vida de los pobres y fomentar la educación estableciendo escuelas”, así como para patrocinar las festividades con que se celebraban acontecimientos y efemérides.46 No obstante, las escuelas públicas que intentaron crearse mediante autos en las parroquias, villas y ciudades de las provincias de Neiva, Timaná y Saldaña, no tenían la connotación de “oficiales”, es decir, no eran financiadas por el Estado colonial en cualquiera de sus niveles administrativos. Eran consideradas escuelas públicas como un servicio que se ofrecía al vecindario, sin que necesariamente fueran financiadas, en este caso, por los cabildos. Por ello, como escuelas públicas oficiales no existieron, por la misma escases de los recursos o de las llamadas “rentas de propios” de los cabildos. Los fondos de los ayuntamientos no alcanzaban a sufragar el sueldo del maestro ni los gastos del local escolar. De ahí que fuera usual que los padres de los alumnos tuvieran que contribuir con uno o dos reales para que el maestro pudiera sobrevivir.47 Las pocas escuelas que intentaron establecerse en la colonia, por lo general, en espacios de las casas con mayor amplitud del vecindario, eran con frecuencia cerradas, por el desinterés de los padres de familia de brindar educación a sus hijos. Aquellos estaban más preocupados por el manejo de sus propiedades y el trabajo en las mismas; así lo dan a conocer los autos del cabildo. El 23 de agosto de 1745 los alcaldes de la villa de Timaná, mediante auto sentencioso, llamaban a que “por la conservación y bienestar de la república, (…) los niños haigan de saber, lo primero la doctrina cristiana y la ley de Dios, leer y escribir, antes de otras ningunas cosas”.48 El cura vicario Juan José de Andrada, hacia 1748, se dirigía a Joseph Calderón del Castillo, alcalde ordinario de la villa de Timaná, para expresarle:
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Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996, págs. 418 y 419. Rodríguez, En busca de lo cotidiano… págs. 57-58. Jaramillo Uribe, Jaime, “El proceso de la educación en el virreinato”, en Nueva Historia de Colombia, tomo 1, Bogotá, Planeta, 1989, pág. 207. En consecuencia, se urgió el cumplimiento del auto por el cual se ordenaba a todos los padres de familia que tuvieran hijos varones, colocarlos en la escuela. Por maestro se había escogido a don Francisco Iglesias y Castro, español, de buenas costumbres, residente en la villa, con quien debían entenderse sobre el premio que hubieran de darle por el trabajo , aunque este se comprometía a enseñar gratuitamente a los pobres y, sobre todo, de acuerdo con los requerimientos de las autoridades, a los huérfanos y desamparados. Díaz Jordán, Jenaro, Proceso histórico de pueblos y parroquias de la Diócesis de Garzón, Neiva, Imprenta departamental del Huila, 1959, pág. 154.
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Historia Comprehensiva de Neiva (…) que se desterrara de algún modo la ignorancia, en consideración a que el cabildo y los jueces, así hayan puesto todo su esfuerzo en que se ejecute, lo han conseguido por poco tiempo, y pasado este los padres de familia, abusando con la clemencia con que se les manda, vuelven a recoger a sus hijos a sus casas en donde viven toda la vida sin saber leer y escribir, que es lo más sensible, porque por esto se privan de poder tomar un libro para poder instruirse por ellos mismos, ya que no quieren sujetarse a que otros los enseñen.49
Según Díaz Jordán, tan solo el 23 de enero de 1808 aparece fundada y organizada la primera escuela pública de Neiva: Por iniciativa del gobernador y de los vecinos se estableció una junta, la cual, ante el escribano del cabildo, firmó un contrato con don Gerónimo Ladino para que regendara una escuela de primeras letras, cuyo incomparable beneficio siempre había carecido la ciudad. El cabildo se comprometió a pagar cincuenta pesos de los doscientos cincuenta que se pagarían al maestro, anualmente, y el resto, es decir doscientos, lo sufragarían los vecinos con cuotas voluntarias. (…) el señor Ladino se comprometía enseñar a los jóvenes de cualesquiera clase y condición, sin exigir ni percibir de nadie más pensión que la asignada (…).50
De ahí que Joaquín García Borrero advirtiera que la educación pública durante el siglo xviii andaba de capa caída; que la escuela primaria no existía: (…) Es claro que un pueblo tan ignorante y tan vejado, en que las cuatro quintas partes la formaba una masa analfabeta de indios, esclavos, labradores y artesanos, embrutecida por el exceso de catecismo, por la servidumbre y el alcohol, y por la máxima que aplicaban los españoles que dirigían el gobierno y los estudios, de que los criollos no debían
El cabildo de Neiva aprender otra cosa que la doctrina cristiana, para que permanezcan sumisos.51
Estas fuentes documentales enseñan una muy pobre educación en una escuela prácticamente inexistente, durante el periodo colonial, cuya escasa instrucción y adoctrinamiento sumían a los sectores sociales y, en especial, a la plebe en la ignorancia, la sumisión y el servilismo. La educación para las mujeres nunca llegó a la provincia, por cuanto, ni siquiera los autos del cabildo lo contemplaban. Estas debían dedicarse al oficio del hogar, cuidado de sus hijos y atención de sus esposos, en una sociedad machista y excluyente. Los autos de los cabildos hacían igualmente referencia a otros servicios que este debía facilitar. En los Acuerdos del cabildo de Timaná, hacia 1785, se legislaba sobre el arreglo de la población, composición de calles y caminos por cuenta de los propietarios, arreglo de pesas y medidas en toda la jurisdicción, sacada de cerdos del poblado, prohibición de entrar en predios ajenos sin permiso de su dueño legítimo, entre otros;52 igualmente, se ordenaba “a los contribuyentes dar cera para el servicio de nuestro amo, en el año se presenten dentro del tercer día a verificar su entrega”.53 Los cabildos tenían dos clases de cargos: los de elección anual o cadañeros y los de regimiento de carácter vitalicio. Los cargos de elección anual (alcalde ordinario de primer y segundo voto, procurador general y el alcalde de la Santa Hermandad) constituían el cuerpo más dinámico y comprometido con los asuntos de la localidad.54 A finales de la segunda década del siglo xvii, es decir, 8 años después de la fundación de Neiva, en la representación del 26 de junio de 1620, el gobernador Diego de Ospina señala que “la ciudad de Neiva ya tenía alcaldes ordinarios y de la hermandad”.55 En 1634, los vecinos de la ciudad de Neiva nombraron en los cargos de elección anual a José Gutiérrez y Fernando Villarroel como alcaldes ordinarios; a Francisco Martínez de Navarra depositario general y procurador; y a Juan Fernández y Juan Cardozo alcaldes de la Santa Hermandad; mientras que para 1635 fueron elegidos como alcaldes ordinarios el capitán Juan Trujillo, 51
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Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 155. Díaz Jordán, Proceso histórico… págs. 84 y ss. Jenaro Díaz Jordán, al hacer alusión a la educación en la ciudad de Neiva a finales del siglo xviii, señalaba: “que con excepción de la enseñanza del catecismo, puede decirse que ninguna otra cosa se aprendía entre aquellos colonos. No había colegios, tampoco escuelas públicas; solo en los hogares se impartía la enseñanza rudimentaria para aprender a leer y escribir. Muchos de los terratenientes que pertenecían a las principales familias y casi todas las damas de aquella época eran analfabetas”.
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García Borrero, El Huila y sus aspectos… págs. 162-163. ahh, Neiva, rpcc, Gobernación, vol. viii, t. 2, pág. 172, remitiendo a los ff. 51r. y 52r. de los documentos 1789 y 1855. ahh, Neiva, rpcc, Gobernación, vol. viii, t. 2, pág. 173, remitiendo al t. 6, f. 55 r de los documentos 1789 y 1855. Rodríguez, En busca de lo cotidiano… pág. 58. “Cartas y expedientes de particulares, 1619-1620. Representación de don Diego de Ospina Medinilla”, Santafé, 26 de junio de 1620. Archivo General de Indias (agi), Sevilla, Santafé, 102.
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como el más antiguo, y Francisco Calderón; de procurador general a Jusepe (José) Gutiérrez Prieto y a alcaldes de la Santa Hermandad a Gaspar de Orozco y a Manuel de Guzmán.56 Se observa cómo la temprana y reducida élite local de Neiva se alternaba los cargos cadañeros en el cabildo. Los regidores formaban en conjunto el llamado “regimiento”. Como su nombre indicaba, eran quienes regían, gobernaban y controlaban la vida de la villa o ciudad. Los regidores del cabildo participaban en la elección anual de los dirigentes locales propuestos por el vecindario, lo que les daba a estos el derecho legal de protestar por el comportamiento de los quienes ejercían los cargos concejiles, participación que se consideraba estaba inscrita en el concepto de “lo público”. Los vecinos constituían el rango particular de moradores, en primer lugar, los fundadores (generalmente los conquistadores), luego sus descendientes y quienes llenaban el requisito de ser propietarios y terratenientes en la población y sus alrededores; los comerciantes, inicialmente, eran considerados vecinos de segunda clase, pero poco a poco fueron ganando mayor reconocimiento social. La Real Cédula del 16 de septiembre de 1564 estableció la legalidad de todos los vecinos notables, no solo de los encomenderos.57 Ahora, la elección no era popular. Mando de pocos, escogido por pocos.58 Las elecciones y compra de cargos del cabildo, para el caso de Neiva, desde el siglo xviii se convirtieron en batallas campales entre los grupos partidistas. En medio de las luchas entre criollos y chapetones, políticos y comerciantes, gobernadores y alcaldes, Neiva era un polvorín que pronto estallaría bajo el liderazgo y alianzas de la familia Perdomo,59 conflictos que se comentarán más adelante. El cabildo estaba presidido por el alcalde ordinario de primer voto, que con el de segundo voto, representaban la autoridad política y judicial; además de sus trajes debían portar bastones o “varas” como símbolos de su investidura.60 Estos alcaldes tenían funciones judiciales, ejecutivas y hasta legislativas en la órbita de su jurisdicción. Ellos dirimían demandas civiles en primera instancia, especialmente en pleitos sobre tierras y aguas; imponían sanciones penales, dictaban al principio de su mandato “autos de
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buen gobierno” y velaban por su cumplimiento.61 Conocían causas civiles y criminales, hacían de defensores y jueces, observaban la limpieza de los testamentos y las distribuciones de las herencias.62 En 1647, estando Nicolás Calderón y Gaviria como alcalde ordinario de la Villa de Timaná, con ocasión de la muerte de su madre, María de Villegas, quien fuera dueña de la hacienda La Guandinosa (Gigante), notificó por auto a sus hermanos Juan, Gregoria y Ana, y a su cuñado Juan Fernández Vilchez para dar a conocer el testamento. La respuesta fue común en términos de todos estar unánimes y conformes, así lo dieron a conocer en el siguiente auto: “queremos que se guarde y cumpla en todo y por todo el testamento de la dicha nuestra madre (…) no queremos ahora ni en tiempo alguno pedir ni [de]mandar cosa el uno contra el otro, ni el otro contra el otro, porque confesamos estar enterados y satisfechos de la legítima materna que nos pertenece a cada uno”.63 Los alcaldes ordinarios se escogían entre los vecinos más antiguos; estos debían poseer casa poblada y saber leer y escribir. El alcalde de primer voto o principal presidía el cabildo y ejercía la jurisdicción como juez de primera instancia. El alcalde de segundo voto ejecutaba decisiones menos importantes. Los alcaldes mayores y los regidores debían presentar al posesionarse el balance de sus haberes con el propósito de controlar la honradez del mandatario.64 El derecho de los cabildos a elegir alcalde fue confirmado en todas las leyes de Indias.65 En el siglo xvi, los alcaldes de primer voto habían sido encomenderos, en tanto que los de segundo voto habían sido simples soldados o vecinos. La distinción no tenía ya este sentido en el siglo xviii, pero, de todas maneras, el alcalde de primer voto tenía precedencia sobre el otro. Una misma persona podía alcanzar sucesivamente las dos dignidades, pero casi siempre se iniciaba con la alcaldía de segundo voto, la mayordomía, depositario o el puesto de hermandario. El mayordomo administraba las rentas de la ciudad.66 El capitán Juan de Trujillo, quien en 1634 había desempeñado el cargo de depositario del cabildo de la ciudad de Neiva, fue elegido para el siguiente periodo, es decir, para 1635, alcalde ordinario.67 61
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García Borrero, Neiva en el siglo xvii págs. 25 y 26. Garrido, Reclamos y representaciones… pág. 115-118. Los cargos concejiles hacían referencia a los de elección anual, diferentes a los de regimiento que eran a perpetuidad. Bayle, Los cabildos seculares… págs. 101. Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 27. Silva Vargas, Rodrigo, Neiva. Cuna de la Revolución de los Comunes, Bogotá, Rodrigo Silva Vargas, 2005, págs. 10 y 11.
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Colmenares, Germán, Cali. Terratenientes, mineros y comerciantes siglo xviii, Cali, Universidad del Valle, 1975, pág. 193. Rodríguez, En busca de lo cotidiano… págs. 58. Archivo Notaría de Garzón (ang), Causas Mortuorias, t. 1, f. 29. Martínez, Carlos, Apuntes sobre el urbanismo en el Nuevo Reino de Granada, Bogotá, Talleres Gráficos del Banco de la República, 1967, pág. 96. Garrido, Reclamos y representaciones… pág. 119. Colmenares, Cali. Terratenientes… págs. 193-194. García Borrero, Neiva en el siglo xvii págs. 24 y 25.
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A finales del siglo xvii, aún se presentaban en la ciudad de Neiva casos en los que el alcalde de primer voto era de procedencia española. En 1690 el alcalde más antiguo de la ciudad era el capitán don Cristóbal de Paredes Cortés, natural de los reinos de España, de Alvacete, en la Mancha, según lo declaró en el testamento que fechó el 13 de marzo de 1692.68 Los cargos de elección del cabildo, entre ellos, los alcaldes ordinarios, debían ser confirmados por la gobernación. No obstante, en la provincia algunas veces el gobernador de turno designaba a quienes habían perdido las elecciones. En 1770, el cabildo eligió para el año siguiente a Jácome Buendía y Pablo Gutiérrez como alcaldes ordinarios; al pasar la lista para la confirmación, el gobernador Gálvez y Ceballos designó a quienes perdieron las elecciones, queriendo poner en la cabeza del cabildo a un pariente de Miguel Ramírez. Al informar esta situación a la Real Audiencia, el depositario general Bartolomé Pedriza pidió la reelección del mismo Ramírez. Santafé no aceptó y por sugerencia de Gálvez se dejó a Jacinto de Medina como alcalde de primer voto.69 Las actuaciones del gobernador Gálvez, contrariando las decisiones del cabildo, le llevaron a renunciar del cargo en 1770, por la insostenible situación conflictiva que se vivía en Neiva.70 El procurador general era una especie de defensor cívico, en especial de los intereses de los desprotegidos.71 Los procuradores eran, en muchos casos, alcaldes que acababan de cumplir su periodo. De esta manera, se prolongaba la distinción alcanzada y se aportaba la experiencia adquirida en otro servicio a la República.72 Igualmente, los procuradores estaban atentos al abasto de carnes, arreglo de pesas y medidas en toda la jurisdicción, arreglo de las calles, la demarcación de los ejidos, la organización de otros servicios como el de la educación y mejoras de la colectividad, así como el poblamiento de la ciudad. Hacia 1684, el procurador de Neiva, el alférez Jacinto de Motta señalaba que: “varios vecinos con sus mujeres, hijos, hiernos, deudos, allegados y criados (…) los cuales hacían un número considerable de gente, no cumplían sus obligaciones de vecinos por pasar la mayor parte del año en sus haciendas ubicadas en los valles de Yaguará,
El territorio de Neiva
Pacarní, Retiro, Callejón de Iquira, Nátaga, Carnicerías y otros puestos de aquella jurisdicción”.73 En 1737, el procurador general de Timaná se dirige por escrito al cabildo, en cabeza del alcalde de primer voto, “recordando las obligaciones relacionadas con hacer arreglar las calles de la población, llamar a cabildo abierto, demarcar los ejidos”;74 de igual modo, informa al mismo cabildo lo relacionado con “el peligro que ofrece la iglesia en ruinas, la convocatoria que debe hacerse a los vecinos para la ejecución de los trabajos repartidos y el llamado a todos los vecinos del lugar a la festividad del patrono de San Calixto”.75 En 1740, el procurador general en memoria al cabildo, “solicita se trabaje y disponga lo conducente para la terminación de la iglesia, se recojan los niños huérfanos y se entreguen a personas que los eduquen, se concerten los bagos, se arreglen calles y plaza, se abran los caminos”.76 En 1743, el procurador general de Timaná, don José Calderón del Castillo, se dirigía a todos los alcaldes de la villa “para suplicarles el nombramiento del maestro de niños en la escuela pública”.77 Los alcaldes de la Santa Hermandad vigilaban los campos y las goteras de la ciudad, perseguían a quienes evadían los tributos, a los que cometían los abigeatos y a los destiladores clandestinos de aguardiente;78 es decir, cuidaban del sosiego en los campos.79 En 1728 se nombra a don José de Trujillo, alcalde de la Santa Hermandad en la villa de Timaná, con facultad en derecho de evitar “los muchos pecados públicos, robos y muertes que se pueden ofrecer en los retiros de dicha jurisdicción (…) atendiendo a que (…) se castiguen los que se cometieren cumpliendo con la obligación (…) la buena administración de justicia (…) para casos civiles y criminales”.80 73
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García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 143. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 15, ff. 149-159, citado por Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 32 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 10, ff. 1024-1026, citado por Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 32. Rodríguez, En busca de lo cotidiano… pág. 58. Colmenares, Cali. Terratenientes… pág. 194.
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea iii, legajo 6, ff. 623v. y ss. La sensibilidad de los procuradores de Neiva ante las prolongadas ausencias de sus vecinos obedecía al efecto que en sus autoridades dejó la segregación de la mitad y más de su jurisdicción y vecindad para la fundación que se hizo de la villa de Purificación en 1664. Ver Clavijo Ocampo, “Economía y conflicto…” págs. 442-444. ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. viii, t. 2, pág. 80 remitiendo al f. 193 de los documentos 1789-1855. ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. viii, t. 6, pág. 81, remitiendo a los f. 302, 303 y 304. ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. viii, t. 1, pág. 131, remitiendo al f. 38. Tomado del cabildo de Timaná, f. 27 de los documentos 1742 a 1751, en Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 154. Garrido, Reclamos y representaciones… pág. 57. Colmenares, Cali. Terratenientes… pág. 193. ahh, Neiva, rpcc, Gobernación, vol. viii, t. 2, págs. 12 y 13, remitiendo a los ff. 83 y 84 de los documentos 1789 y 1855.
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Intervenían, asimismo, en asuntos civiles de menor cuantía y vigilaban la participación ciudadana en los oficios religiosos. No tenían voz ni voto en el cabildo.81 Procuraban el cumplimiento de los deberes religiosos, la organización de las festividades, la fábrica de iglesia y su ornamentación;82 de igual manera, actuaban en conflictos de familia. En junio 11 de 1642, ante escribano público María Fajardo, casada con A. Cobos de Guzmán, le confiere poder especial a Pedro de Ospina, alcalde de la Santa Hermandad de la ciudad de Neiva, “para que en su representación intervenga en todos los negocios civiles y criminales en la separación conyugal y en todo lo que convenga a sus intereses”.83 Al principio los cargos del cabildo eran elegidos por los vecinos, pero con el paso del tiempo la Corona otorgó los cargos a perpetuidad y después fueron vendibles y renunciables. Por ello, los oficios de regimiento del cabildo, pasaron en muchas partes a ser negociables,84 por lo que muy pronto la Corona, con los propósitos de incrementar los ingresos, dispuso que los oficios concejiles y de pluma fueran vendibles.85 Estos eran obtenidos por compra en remate público o nombramiento, los que debían ser confirmados por las autoridades de Santafé. El 31 de enero de 1656 se confirmó por el Consejo de Indias el título de regidor de la Concepción de Neiva a Gonzalo Suárez Valdés, quien para entonces fijó la partida del remate en trescientos patacones de ley.86 La corona hizo inajenables los oficios de regimiento del cabildo desde el siglo xvii. Al alférez real, el más vistoso del cabildo, le seguían los cargos de alguacil mayor, depositario general, fiel ejecutor y regidores perpetuos, así como el alcalde mayor provincial, aunque este dependiera del gobernador.87 81 82
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Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… p. 11. Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 63. La fábrica de iglesia se relacionaba con la organización de los bienes y recursos que hacían parte de la parroquia, los cuales eran administrados por un mayordomo en la época republicana. ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. vii, t. 1, pág. 125, remitiendo a los ff. 96v. y 97v. de los documentos 1613-1733. Garrido, Reclamos y representaciones… pág. 107. Zambrano y Bernard, Ciudad y territorio… pág. 40. Entre los oficios vendibles figuran el alférez real, el más apetecido, al igual que el de los demás regidores. García Borrero, Neiva en el siglo xvii págs. 85 y 86. Colmenares, Cali. Terratenientes… pág. 190. Por razones de la política militar española se buscó por todos los medios incrementar los ingresos del tesoro. En virtud de esta política, Felipe II implantó en las Indias, tal como lo había hecho en España, la práctica de enajenar en pública subasta y adjudicar al mejor postor aquellos oficios públicos que pudieran producir un rendimiento mayor y que habían sido considerados al principio como una de las regalías de la Corona. Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” págs. 56 y 57.
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Los regidores tenían como oficio colaborar en la administración de la ciudad,88 en tal sentido, tenían atribuciones referidas a policía de abastos de la ciudad, intervenían en las obras públicas, visita de cárceles. Tenían también la obligación de asistir a las reseñas y alardes y a otras operaciones de índole militar. Desempeñaban temporalmente la alcaldía por ausencia o muerte de los alcaldes ordinarios.89 Así, los regidores ejercían un control indiscutible en los asuntos de la República,90 aunque en las provincias del Alto Magdalena su ejercicio fue de menor importancia por el reducido número de sus pobladores. En 1635, figuraban como alférez real Manuel de Guzmán; alguacil mayor Fernando de Villarroel; y como depositario general el capitán Pedro Verdugo; mientras que en 1633 hacían parte del cabildo el capitán Carlos Cobos, como alguacil mayor y regidor de la ciudad, junto a otros regidores como Antonio de Montealegre, Juan de Cabanillas y Andrés Camacho.91 Asimismo, algunos regidores tenían el título de alférez. En 1641, el alférez real Manuel de Guzmán figuraba como regidor del cabildo de la ciudad de la Concepción de Neiva.92 Estos cargos eran considerados mercancías, feudos temporales, bienes de valor económico, de reventa o herencia en forma de renuncia a favor de otro. Su negociación fue constante, según las Leyes de Indias.93 En 1653, el título de regidor de Neiva adjudicado a Joseph Garrido de Aguilar se remató por la cantidad de 320 patacones. Este oficio lo había dejado vacante don Pedro de Ospina, quien lo recibió de Alonso Cobo de Guzmán, sin haberlo disfrutado mayormente, pues la Real Audiencia lo declaró en incapacidad de cumplir las condiciones de la postura. 20 años atrás, en 1633, Francisco Rodríguez remataba el mismo título de regidor en Timaná en 450 patacones,94 depreciación que da a entender cómo la compra de cargos de regimiento del cabildo en la provincia va 88 89
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Bayle, Los cabildos seculares… págs. 169 y ss. Ots Capdequi, José María, Manual de historia del derecho español en las Indias y del derecho propiamente indiano, Buenos Aires, Instituto de Historia del Derecho Argentino, 1943, págs. 273-374. Colmenares, Cali. Terratenientes… pág. 190. García Borrero, Neiva en el siglo xvii págs. 24 y 25. García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 77. Bayle, Los cabildos seculares… pág. 293. García Borrero, Neiva en el siglo xvii 85. El título de regidor de Neiva equivalía en aquella época aproximadamente a 107 novillos de tres años de engorde. Los precios del ganado en los últimos siete decenios del siglo xvii, habían pasado de 6 reales por novillo de tres años a 3 patacones. en la dehesa de Santafé. Un patacón equivalía a 8 reales. Montealegre Sánchez, Historia económica y social… pág. 115.
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perdiendo su importancia, por las mismas responsabilidades civiles y económicas que demanda su ejercicio. En la representación del 26 de junio de 1620, el gobernador Diego de Ospina señalaba que “en la ciudad de Neiva (…) se empezaba a vender oficios de escribano y alguacil mayor; algunos vecinos aspiraban a comprar los regimientos de alférez y depositario general”,95 cargos que conformaban el cabildo. El escribano público registraba las actas de las reuniones del cabildo, y era el encargado de notificar y transcribir toda comunicación pública o privada, mientras que el depositario general tomaba a su cargo los bienes y fondos bajo la administración del cabildo.96 El deceso de don Diego de Ospina, hacia 1630, quedó registrado en el cabildo: Martín de Orozco, “escribano público y del cabildo de la ciudad de la Concepción de Nuestra Señora del Valle de Neiva (…) doy fe y verdadero testimonio, como hoy domingo, en diez y siete días del mes de marzo de mil seiscientos y treinta años, (…) en la Santa Iglesia de esta dicha ciudad, depositaron el cuerpo del capitán Diego de Ospina”.97 El alférez real era el cargo más atractivo del cabildo, ya que tenía un sentido honorífico. Lo ostentaban los beneméritos de la ciudad o villa que podían invertir un capital en su compra. En las procesiones y fiestas el alférez abría el desfile con su vestido e insignias y portaba el pendón de la ciudad, seguido de sus pares,98 es decir, de todos los miembros del cabildo. La puja entre los vecinos podía llevar a que un cargo como el de alférez real costara un gran capital. No se obtenía salario ni beneficios económicos directos, aunque se presume que con su posesión podía favorecerse de ciertas decisiones de la política local. El alférez real y los vecinos principales debían mostrar un espíritu generoso y festivo. Por lo general, patrocinaban las festividades de su propio pecunio.99 En 1635, figuraba como alférez real de la ciudad de Neiva Manuel de Guzmán,100 mientras Tomas de Cuenca, anciano, había rematado el cargo de alférez real desde 1744 por valor de 311 pesos y 7 reales de media anata, más 40 pesos de confirmación.101 “Cartas y expedientes de particulares, 1619-1620. Representación de don Diego de Ospina Medinilla”, Santafé, 26 de junio de 1620. agi, Sevilla, Santafé, 102. 96 Rodríguez, Cabildo y vida urbana… pág. 55. 97 Díaz Jordán, Jenaro, Proceso histórico de pueblos y parroquias de la Diócesis de Garzón, Neiva, Imprenta Departamental del Huila, 1959, págs. 34 y 35. 98 Rodríguez, En busca de lo cotidiano… págs. 59 y ss. 99 Rodríguez, En busca de lo cotidiano… págs. 59-60. 100 García Borrero, Neiva en el siglo xvii págs. 24 y 25. 101 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 3, ff. 730-821, citado por Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 27. 95
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Los empleos perpetuos, como los de alférez, también debían ser sometidos a confirmación por el gobernador de la provincia. Al gobernador le correspondía, como suprema autoridad de la provincia, “elegir, nombrar, depurar y confirmar los empleos de los cabildos”, de acuerdo a las Leyes de Indias. Al respecto, las ordenanzas del nuevo descubrimiento y de población de 1573, disponían que a los gobernadores les correspondía: “confirmar los alcaldes ordinarios que eligieren los cabildos, puedan nombrar regidores y otros oficiales de república de los pueblos que de nuevo se poblaren, no estando por Nos(otros) nombrados”.102 En 1809, el gobernador de la provincia Neiva hace algunas observaciones al cabildo de la villa de Timaná, atendiendo igualmente el memorial de don Pedro de Iriarte sobre los reparos a la posesión de don Juan Nicolás de Cuellar como alférez real, por tener un pariente en la corporación.103 Las Leyes de Indias prohibían el parentesco entre los miembros cabildo. Al cabildo también le correspondía la administración de la justicia, la misma vigilancia del cumplimiento de las leyes, así legislaran para sus propios intereses y, en general, ocuparse de la “vida en policía” y de la convivencia entre vecinos, transeúntes y habitantes.104 En 1809, el cabildo de Neiva presenta un acuerdo sobre la construcción de un presidio urbano disponiendo de la renta de propios; en consecuencia, pide permiso al Señor Virrey para “poner dicho presidio a costa propia para (que) los indignos [no] continúen con sus vicios (…) (aplicando) un pronto castigo (…) de no ser útil el destierro de los vagos”,105 lo que Felipe II, Ordenanzas de 1573, citadas por Ots Capdequi, José María, Estudios de Historia del Derecho Español en las Indias, Bogotá, Ediciones Minerva, 1940, pág. 167. 103 ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. viii, t. 2, pág. 257, remitiendo a los ff. 17 y 18r. de los documentos 1789-1855. 104 Palacios Restrepo, Jorge, director, Guía general, tesoros documentales, Bogotá, Archivo General de la Nación, 1996, pág. 14. 105 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Censos redimibles, legajo 6, ff. 515 a 518. Los bienes de propiedad del municipio en la España medieval (Castilla), llamados de “propios”, eran una de las mayores fuentes de ingresos de la hacienda municipal y estaban constituidos por terrenos. Una parte de estos propios eran fincas de cultivo que el municipio explotaba mediante su arriendo; otras eran destinadas para pastos o aprovechamiento de la madera, y se cedían también en arrendamiento. Las rentas que se producían, ingresaban como los demás recursos concejales, común o arca municipal. Todos los concejos poseían, además, bienes comunales (bosques, montes, baldíos); estos bienes eran de aprovechamiento comunal de todos los vecinos. Valdeavellano, Curso de historia… págs. 553 y 554. Los municipios tenían autonomía económica local y disponían de hacienda propia, constituida por los bienes de propiedad municipal, al igual que los impuestos obtenidos por la explotación de algunas manufacturas, industrias y servicios 102
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demuestra la problemática social que vivía Neiva en los albores de la Independencia. La compra de los “cargos del cabildo” hacen de esta una institución ajena a la mayor parte de la población, a no ser porque sus decisiones comprometieran a todo el vecindario.106 En la carta que Camilo Torres le dirigiera a su tío, el oidor de Quito Ignacio Tenorio, el 29 de mayo de 1810, señalaba: “Convengo con Ud. en que los individuos que hoy componen nuestros cabildos, no son unos verdaderos representantes de los pueblos, porque estos no los han nombrado y deben sus oficios a la compra que han hecho de ellos”.107 En efecto, quienes desempeñaban los cargos de elección llamados “cadañeros”, y mucho menos los regidores perpetuos, no representaban en la práctica a los sectores sociales considerados “la plebe” de los pueblos, villas y ciudades. Organizada la villa o ciudad y distribuidas las mercedes de tierras, se fue agotando el atractivo del gobierno local, ya que las posibilidades de provecho personal derivadas de la adjudicación de tierras a los vecinos llegaban a su fin. Además, los cabildos empiezan a tener su decadencia a mediados del siglo xviii, debido al desprestigio a que llegaron los oficios concejiles. Esta fue de tal magnitud, que se llegó a suplir la falta de postores o rematantes con nombramientos hechos directamente por el superior gobernante. Mediante Real Cédula del 11 de octubre de 1749, promulgada teniendo en cuenta el poco precio que tenían dichos oficios por ser escasos los beneficios que reportaban, muchas sus responsabilidades y bastantes los gastos de su remate y formalidades complementarias. La citada Real Cédula: (…) facultaba al virrey para que en los oficios de escaso valor pudiera excusar las formalidades previas de avalúo o tasación, así como conceder él mismo la confirmación, para que los interesados no tuvieran que solicitarla precisamente de la Corona. [A finales del siglo xviii se llegó a tal extremo que el virrey designaba] regidores interinos por tiempo de cinco años, sin perjuicio de pregones y remates y obligase a los designados a aceptar como carga concejil.108 de carácter público (carnicería, horno, molino etc.) y por los recursos provenientes de las multas, tasas, arbitrios o derechos y colectas extraordinarias. Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 57. 106 Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 57. 107 Biblioteca Nacional de Colombia, Fondo Antiguo, n.o 1379, pieza 9, 1810. 108 Ots Capdequi, José María, España en América. Instituciones coloniales, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1952, pág. 95.
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De ahí que hubiera temporalidades de inoperancia en algunos cargos del cabildo en el Alto Magdalena, especialmente en la villa de Timaná. Hacia 1760, según informe rendido al virrey por don Pedro de Iriarte, alcalde ordinario de la villa: (…) el cabildo estaba compuesto por dos alcaldes ordinarios y un procurador general nombrado cada año por el Excmo. Señor Virrey, así como por los alcaldes de la Santa Hermandad. No tiene regidores ni otros oficiales reales, aunque poco hubo alférez real, alcalde provincial, alguacil mayor, depositario general y dos regidores, estos oficios vacaron porque los que los tenían o murieron o no tuvieron confirmación dellos en el termino asignado.109
Esta situación del cabildo de Timaná da cuenta de la pobreza y decadencia en que se encontraba la villa. Aunque dichos cargos fueron puestos en venta, remate u objeto de nombramiento, en 1795 los cabildantes de Timaná habían informado la vacancia de algunos oficios concejiles, cuyo remate fue autorizado para los cargos de alguacil mayor, fiel ejecutor, depositario general y decano regidor;110 este último correspondía al mismo alcalde mayor provincial. Hacia 1788, los cargos del ayuntamiento de Neiva estaban compuestos por el alcalde provincial o real gran decano, los dos alcaldes ordinarios y el procurador. Los otros cargos (fiel ejecutor y regidor perpetuo) eran rematables o vendibles al mejor postor; pero ningún parroquiano de Neiva estaba interesado en oficios de tasadores y recaudadores de impuestos, por lo que estos y otros similares duraron vacantes más de 20 años.111 Aún en los primeros años del siglo xix, la situación seguía siendo la misma. Los oficios concejiles de las villas y ciudades hubieron de ser desempeñados interinamente en ausencia de funcionarios en propiedad, y “los vecinos de las distintas municipalidades buscaban verse libres del desempeño de cargos que, más que como un honor, eran considerados como un verdadero gravamen”.112 Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 149. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 1, ff. 1012-1016. 111 agn, Bogotá, S. Archivo Anexo, F. Historia, t. 3, f. 328, citado por Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 27. 112 Ots Capdequi, José María, Las instituciones del Nuevo Reino de Granada al tiempo de la Independencia, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas / Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, 1958, pág. 136. 109 110
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Mientras en Neiva, por lo general, las elecciones eran una pugna entre los aspirantes, especialmente desde las primeras décadas del siglo xviii, en Timaná se seguía tratando de eludir en algunas ocasiones las responsabilidades concejiles. En 1810 se eligió a Calixto de Rojas para alcalde de primer voto, quien al no aceptar la posición solicitó a José Díaz, administrador de correos de Neiva, que le designara para tal renta en Timaná. Díaz aceptó nombrarle y ordenó al cabildo que no posesionase a Rojas por supuesta inhabilidad. Los iracundos capitulares lo denunciaron ante el virrey, mientras el evasivo alcalde nombrado hacía huidizo viaje hacia Santafé.113 Todo parece indicar que Rojas no regresó, por cuanto la vara de alcalde estaba en depósito (ínterín) en don Juan Nicolás de Cuellar, en el momento en que se presentaron las transformaciones políticas en septiembre.114 Es de advertir que en el cabildo tanto a los alcaldes ordinarios como a los demás regidores se les prohibía, además de ejercer oficios viles, los de tener tiendas de mercaderías, tratar o contratar con géneros de bastimento, mercaderías y frutos, así fueran de sus propias haciendas.115 En este sentido estaban en desventaja frente al gobernador y al alcalde mayor provincial, a quienes no cobijaba régimen de incompatibilidad alguno.116 Los cabildos establecían comunicaciones directas con el virreinato de Santafé para dar a conocer sus iniciativas. En los albores de la Independencia, hacia 1809, el cabildo de Neiva le dirige un oficio al virrey, gobernador y general del Nuevo Reino, en la cual le “pide permiso para poner un presidio urbano en aquella ciudad, a costa propia (…) [para encarcelar] a los indignos que continúen con los vicios (…) un pronto castigo (…) de no ser útil el destierro de los vagos”.117 Las infracciones y delitos más comunes penalizados con cárcel estaban relacionados con los desacatos, escándalos, injurias, fraudes, hurto de productos de pan coger (plátano, cacao, etc.), y ganados (abigeato), asalto al correo, agresiones o lesiones personales, homicidios, contrabando, entre otros. Según fuentes documentales, en las rudimentarias cárceles agn, Bogotá, S. Colonia, F. Correos (Tolima), t. 1, ff. 521-528 y 717-749. Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 69. 115 Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias, leyes 11 y 12, título 10, libro 4. 116 Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… pág. 11. 117 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Censos redimibles, legajo 6, ff. 515v. y ss. Las cárceles, por lo general, no reunían las condiciones de seguridad, lo que facilitaba con frecuencia la huída de los presidiarios. Estas funcionaron en un principio en las residencias del vecindario, debido a que debieron pasar decenios para su definitiva construcción. 113 114
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se violaban los derechos humanos, además de no tenían las mínimas condiciones sanitarias. A finales del siglo xviii, al ser sometido a la cárcel José de Echandía por el gobernador Juan Antonio de Olea, por haber ofendido llamando “mulatos” a José y Tomás Pérez, hombres blancos de la parroquia de Carnicerías, decía que había poca consideración en la cárcel de Neiva con los detenidos: se impedían visitas familiares, se les desatendía en materia religiosa, se carecía de atención médica, se abusaba del cepo y los grillos, y se vivía en condiciones infrahumanas.118 Ahora, en 1800, cuando don Joaquín Fernández fue nombrado gobernador, su gobierno fue silencioso, pues calló cuando José Narvaez, acusado de hurto, denunció graves torturas en la cárcel.119
Los cabildos en la Nueva República
Según
las afirmaciones de los historiadores Margarita Garrido y Pablo Rodríguez, el cabildo era todavía al finalizar el periodo colonial, al menos en teoría, el organismo de unidad política local que representaba a la comunidad de vecinos del municipio. Se le reconocía como la instancia desde la que se manejaba institucionalmente la ciudad. Por ello, resulta natural que haya sido esta institución el origen de la proclamación de la independencia en las distintas ciudades del Virreinato de la Nueva Granada. Según la tradición, el cabildo era el lugar indicado para las manifestaciones, como las que se vivieron en todos los poblados mayores a partir de julio de 1810 para respaldar a Fernando VII y pedir autonomía. De ahí que los pronunciamientos neogranadinos independentistas solo se hicieron una vez que se convocó, mediante el repique de campanas y en día domingo, a cabildo abierto, conforme la costumbre.120 El papel del cabildo era fundamental. La aplicación de la fórmula del cabildo abierto en los hechos políticos de 1810 no significa, como erróneamente se afirma, que haya sido el cabildo la institución que generó los sentimientos de independencia que inspiraron el proceso de emancipación. Tampoco permite afirmar que haya sido la fuente de la nacionalidad. Su disminuida autonomía, su particular forma de integración y su funcionamiento le impedían ir más allá de lo que era: el espacio conocido y acostumbrado para lanzar cualquier Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 62. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 27, ff. 791-799, citado por Silva Vargas, “De la comarca apacible…” págs. 62 y 63. 120 Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 71. 118 119
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clase de manifestaciones (como las de la independencia). Así lo demuestra, por ejemplo, la actitud del cabildo de Santafé; si fuera correcta la afirmación de que este fue el responsable de estimular la nacionalidad, hubiese dirigido desde el primer momento el proceso de independencia lo que no ocurrió. Una vez se proclamó el acta de Independencia el 20 de julio, las funciones del cabildo fueron suspendidas y solo volvió a reunirse de nuevo en el mes de noviembre, gracias a la solicitud de algunos de sus líderes. No por ello se le debe quitar el mérito al papel del cabildo en la obra emancipadora. Del proceso vivido por el cabildo neogranadino debe rescatarse lo esencial: en la tradición jurídica española y, por lo tanto, en la hispanoamericana, las comunidades de ciudades y poblados tuvieron en él un espacio, en ocasiones autónomo, para debatir sus problemas, para definir sus acciones y, ante todo, para expresar sus opiniones. Cuando dicho espacio se limitó en grado sumo o fue anulado definitivamente porque las autoridades españolas atentaron contra lo que los pobladores entendían por libertad, estos no elaboraron un discurso político sino que desarrollaron diversas formas de protesta, como las que se presentaron el 20 de julio.121 En efecto, hasta finales del siglo xviii y principios del xix, el ambiente era propicio para la reacción: existía el cabildo como espacio de discusión; los abusos de la autoridad eran respondidos frecuentemente y las medidas tomadas por el rey y sus asesores mal recibidas. Además, la centralización que desarrolló la Corona contra la autonomía de los pueblos americanos afectó el normal funcionamiento de los cabildos, desajustó la administración pública local y generó un sentimiento generalizado de rechazo hacia la metrópoli. Tal sentimiento se expresó de diversas maneras de acuerdo con el sector social al que pertenecían los afectados, según fuesen españoles americanos o pobladores mestizos.122 Medidas contempladas en la rigurosa reforma política borbónica, en concreto, la política centralista expresada en la práctica del nombramiento de funcionarios y de la explotación más intensa de las riquezas americanas en beneficio de España, con la cual las provincias americanas fueron consideradas y tratadas más claramente que antes como colonias, lo hizo cada vez más difícil para los criollos identificarse con esta última y permanecer leales a su Estado, lo que originó consecuencias políticas que iniciaron un proceso que a la final llevaron a la independencia de España, sin que se diera una transformación política 121 122
Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 72. Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 73.
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verdadera del Estado monárquico colonial al republicano, como fruto de un amplio proceso de democratización.123 La caída de las autoridades virreinales en 1810, con la consecuente organización de Juntas y lo que ello significó, en cuanto a la posibilidad de recomponer poderes locales y provinciales, fue el punto de partida para que en todas partes los sujetos de poder hicieran un balance del estado en que se encontraban sus propias fuerzas, reafirmaran sus vínculos o trataran de reemplazarlos, una vez constataban la condición subordinada en la que había quedado su respectiva red. Los grupos locales hasta entonces marginados encontraron el camino para acceder a los cabildos y demás organismos de gobierno propiciando la anexión a nuevas jurisdicciones124 o conservando su dependencia de la provincia, con la condición de crear sus propios cabildos. Así sucedió con Yaguará, Guagua (Palermo) y Nepomuch (Villavieja). A estas nuevas villas, a partir de 1810, la Junta Provincial de Neiva les autoriza la erección de sus cabildos,125 todo lo contrario a lo que sucedió con la villa de Timaná, cuyo cabildo optó por adherirse al Estado de Cundinamarca. El establecimiento de las Juntas de gobierno en las provincias dio así la oportunidad a muchos pueblos, villas y ciudades de pretender la independencia respecto de su capital provincial, más que de España. Quienes constituían la élite del movimiento independentista eran, por lo general: (...) miembros de cabildos de villas y ciudades, jefes representativos de las distintas localidades. Desestabilizado el orden de la metrópoli, ellos abogaron por el establecimiento de las juntas de gobierno similares a las que se conformaron en España a raíz de la invasión napoleónica. Por esta razón fueron en su mayoría las cabeceras de provincia las encargadas de crear las juntas de gobierno, con agregación de vocales, en su condición de diputados de los pueblos sometidos a su jurisdicción.126 König, Hans-Joachim, En el camino hacia la Nación. Nacimiento en el proceso de formación del Estado y de la nación de la Nueva Granada, 1750-1836, Bogotá, Banco de la República, 1994, págs. 95 y 127. 124 Sosa Abella, Guillermo, Representación e independencia, 1810-1816, Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología, 2006, págs. 48 y 49. 125 Gutiérrez Ardila, Daniel, “La multiplicación de los cabildos durante la primera república”, en Construcción de la patria nuestra: la Nueva Granada después de 1810, Historia Hoy, aprendiendo con el Bicentenario de la Independencia, Bogotá, Ministerio de Educación Nacional, 2009, págs. 17 y ss. 126 Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 83. 123
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En efecto, mientras más turbulenta fuera la situación de una provincia, mayor debía ser la propensión de sus autoridades a erigir cabildos: en circunstancias de disolución, las concesiones hechas a los pueblos habían de ser mayores en aras de preservar su lealtad.127 Un ejemplo de estas concesiones se refleja en la pugna establecida entre quienes lideraban la Junta Provincial de Neiva y el cabildo de Garzón. En esta disputa de las villas y ciudades que luchaban por la supremacía e independencia, en el marco de las anexiones y segregaciones de pueblos, la parroquia del Gigante pasó a depender el 19 de diciembre de 1812 como municipalidad de la Superior Junta provincial de Neiva, quien le concediera la creación de su propio cabildo constitucional, bajo la autoridad de los alcaldes de primer y segundo voto;128 lo mismo ocurrió con la parroquia de Paycol.129 Estas dos parroquias habían permanecido adscritas a la villa de Timaná desde su creación hasta 1812. La nueva condición de municipalidad la habían adquirido probablemente con la Constitución del Estado Libre de Neiva del 3 de febrero de 1812130 — así esta no hubiera sido funcional— y con la Constitución de Cádiz de 1812, que facultaba a dichas parroquias o municipalidades para crear los cabildos constitucionales. Las nuevas municipalidades aprovecharon la coyuntura de la “lucha por el poder” presentada en la provincia, para obtener su independencia política-administrativa a cambio de su fidelidad; en este caso, a la Junta Suprema de Neiva, amparadas en el marco legal constitucional. Igual situación ocurrió con Carnicerías (Tesalia), que reconoció al gobierno de Neiva en 1814 con la expresa condición de que se le permitiese gobernarse con un nuevo cabildo.131 La necesidad de conquistar el apoyo de los pueblos y parroquias llevó a los gobiernos revolucionarios neogranadinos a crear numerosos cabildos. Así, la erección de nuevos ayuntamientos o cabildos constituye uno de los hechos más importantes de la revolución neogranadina. En la provincia de Gutiérrez Ardila, Daniel, Un nuevo reino. Geografía política pactismo y diplomacia durante el interregno en Nueva Granada (1808-1816), Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2010, pág. 351. 128 Charry, Gabino, Frutos de mi tierra, Neiva, Imprenta Departamental del Huila, 1922, pág. 59-60. 129 Gutiérrez Ardila, Un nuevo reino… pág. 357. 130 Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 82. 131 “Representación de los apoderados de Carnicerías al Congreso de las Provincias Unidas”, 1º de enero de 1814. agn, Bogotá, saag, t. 27, ff. 558-564, en Gutiérrez Ardila, Un nuevo reino… pág. 352. 127
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Neiva, fuera de los cabildos coloniales (Neiva, La Plata, Purificación y el de Timaná), este último trasladado a Garzón en 1810, se erigieron cabildos menores en 1810 en las villas de Yaguará, Guagua (Palermo) y Nepomuch (Villavieja) y desde 1812 en las parroquias de Gigante, Paycol y Carnicerías132 y Nepomuch en honor a San Juan de Nepomuceno. Una vez concluida la amenaza cundinamarquesa, mediante la toma de Santafé por las tropas de la unión en diciembre de 1814, las viejas autoridades de la provincia procuraron recuperar su poder político aniquilando los nuevos cabildos. Para ello aprovecharon la reunión de la Convención del Estado, en una de cuyas sesiones consiguieron suprimir por pluralidad de votos, “las villas de la nueva creación”. En adelante, para que un pueblo pudiese optar por aquel título debería tener una población de 6.000 almas, casa particular, cárcel y escuela pública, además de un fondo de 4.000 pesos, cuyos réditos aseguraban los gastos indispensables del ayuntamiento.133 Como era de esperarse, la polémica decisión de la asamblea provocó una verdadera tormenta política. Los cabildos amenazados de las nuevas villas y municipalidades nombraron con prontitud apoderados que se dirigieron al Congreso de las Provincias Unidas, pidiendo su intervención134 y presentando sus respectivas argumentaciones. El cabildo de Palermo a través de su apoderado señalaba: [El cabildo] ha levantado monumentos de que acaso carece la misma ciudad de Neiva. (…). Palermo desde que tiene ese nombre (…), ahora Gutiérrez Ardila, “La multiplicación de los cabildos…” págs. 17 y ss. San Juan Nepomuceno nació sobre el año 1340 y estudió en la Universidad de Praga, para seguir después un curso de derecho canónico en la Universidad de Padua en el norte de Italia. Es el santo patrón de Bohemia. Según la leyenda, el santo era el confesor de la reina de Bohemia y se negó a romper el voto secreto de confesión. Juan Nepomuceno fue el primer santo en recibir martirio por guardar el secreto de confesión, es el protector contra las calumnias, y debido a la forma de su muerte, protector frente a las inundaciones. Con el tiempo, el Vaticano declaró en 1961 que esta creencia tradicional era infundada. En 1380 fue párroco en Praga y en 1393 fue nombrado vicario general de Juan de Jenštejn, arzobispo de Praga entre 1378 y 1396. El nuevo vicario general no disfrutó de una buena reputación entre sus contemporáneos; era rico, poseía casas, y prestaba dinero a nobles y sacerdotes. Murió el 20 de marzo de 1396, al ser arrojado al río Moldava desde el Puente Carlos de Praga a petición del rey de Bohemia Wenceslao de Luxemburgo. Fue canonizado 19 de marzo de 1729. Consultado en: http://es.wikipedia.org/wiki/ Juan_Nepomuceno_(santo). 133 “Acta de la Convención Provincial de Neiva (26 de agosto de 1815)”, agn, Bogotá, saag, t. 27, ff. 573-577. 134 Gutiérrez Ardila, Un nuevo reino… pág. 352. 132
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Historia Comprehensiva de Neiva cinco años, (…) ha edificado (…) tres templos cubiertos de teja, (…) ha fabricado un cementerio de tapia y teja (…), una casa destinada para la escuela pública, (…) tiene delineado el plan de una casa consistorial, (…) su primer cuidado fue poner en sus inmediaciones un laboratorio de teja y ladrillo que absolutamente le suministra estos materiales.135
En Carnicerías se realizaron votaciones en las que participaron todos los vecinos para decidir si debía lucharse o no por la conservación del ayuntamiento. Por 112 votos contra 9 triunfó la primera alternativa.136 Los vecinos, para conjurar las amenazas de abolición de su cabildo, argumentaban, ciñéndose al decreto de la convención, que este no era de su incumbencia, por cuanto el acuerdo había ordenado la disolución de las nuevas villas y ellos no constituían una ni pretendían serlo. En realidad era una mera municipalidad, gobernada por un ayuntamiento compuesto de dos alcaldes ordinarios, un procurador general, el mayordomo de propios y un secretario,137 tal como ocurría con Gigante y Paycol. La formación de los cabildos o ayuntamientos constitucionales estaba inspirada en la Constitución de la provincia de Neiva del 3 de febrero de 1812, que creaba las municipalidades, y la Constitución de Cádiz de 1812, al considerar que debía de existir una justa proporción entre “el gobierno del pueblo y su vecindario”. Los diputados de ambas Españas habían acordado a mediados de 1812 que el número de oficios de un ayuntamiento dependiera directamente del tamaño de la población.138 La Constitución de Cádiz establecía en relación con los nuevos cabildos constitucionales creados en las provincias realistas: “Esta mandó en efecto que se erigiera un concejo de carácter electivo en los pueblos que no le tengan y en que convenga le haya, siendo y de rigor, no obstante, conformar uno en todos aquellos cuya comarca tuviera al menos mil habitantes”.139 Representación de Ignacio Antonio Buendía, ciudadano de la República de Neiva y apoderado de la villa de Palermo al Congreso (septiembre de 1815). agn, Bogotá, saag, t. 27, f. 535. 136 Acta de los vecinos de Carnicerías para defender el cabildo. agn, Bogotá, saag, t. 27, f. 545. 137 Alegato de Rafael Flores, apoderado del cabildo de Carnicerías. agn, Bogotá, saag, t. 27, ff. 543 y 545. 138 Decreto clxiii: “Formación de los ayuntamientos constitucionales” (23 de mayo de 1812), en Colección de los decretos y órdenes que han expedido las Cortes Generales y Extraordinarias, tomo ii, Cádiz, Imprenta Nacional, 1813, pág. 231. 139 Constitución de Cádiz de 1812, “Del gobierno interior de las provincias y de los 135
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El 24 de mayo de 1812 notificaba la Junta de Regencia, por medio de un decreto, que por acuerdo de las cortes cualquier pueblo que no tuviera ayuntamiento y que no llegara a mil almas, pero que por sus circunstancias de agricultura, industria o población considerara que debía tenerlo, lo haría presente a la diputación de la provincia para que esta informara al gobierno.140 De ahí que gobiernos revolucionarios como los de Neiva decidieron crear cabildos menores o “municipalidades”, como también se les llamó. Tan apegados estaban los pueblos de Neiva a sus cabildos que la decisión de la Convención del Estado de extinguirlos provocó una verdadera conmoción. Con el fin de calmar los ánimos, las autoridades de la Unión designaron a Luís José García, un destacado político local que recorrió durante siete semanas las provincias. Al cabo de su periplo, el comisionado llegó a la conclusión de que para mantener la paz era necesario preservar todos y cada uno de los ayuntamientos, producto de las elecciones, así muchos de ellos se viesen en aprietos para mantener su dignidad.141 Las elecciones populares fueron el instrumento por excelencia del nuevo orden. Producto de las elecciones, los cuerpos de representación constituían para los dirigentes la más grande realización de la renovación que protagonizaban. Valoraciones políticas, activación de redes, movilización de personas y, en general, una amplia gama de situaciones y actividades fueron puestas al servicio de la organización y el funcionamiento de los colegios electorales, encargados de trazar las normas fundamentales del nuevo orden.142 Así, los sistemas electorales inaugurados a partir de 1810 harían parte del pasado con el regreso del régimen del terror, en el cual fueron clausurados los seis nuevos cabildos establecidos en el interregno de 1810 a 1814 en la provincia de Neiva. Con el retorno de Fernando VII al trono de España, se inició una lucha implacable contra las medidas legislativas propuestas por las Cortes de Cádiz. En efecto, por medio del Real Decreto del 4 de mayo de 1814 se abolió la constitución y demás medidas dictadas por las cortes, por considerarse que habían seguido el mismo sistema de las asambleas revolucionarias francesas;143 además, ordenó el restablecimiento de los pueblos”, 1201, art. 310, capítulo i, tit. vi. Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 61. 141 Informe de las autoridades de la Unión (Neiva, 28 de febrero de 1810), en Criminal contra Jose Luís García, hah, cm, 9/7712, en Gutiérrez Ardila, Un nuevo reino… pág. 354. 142 Sosa Abella, Representación e independencia… págs. 21-22. 143 Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 63. 140
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cabildos o ayuntamientos del Estado colonial, tal como venían funcionando hasta 1808. La mencionada cédula, al ordenar el cese de funciones de los nuevos ayuntamientos constitucionales, restablecía los antiguos cargos de los cabildos y a quienes los ocupaban al momento de las transformaciones, fuera en calidad de “perpetuos, vendibles o renunciables”. Así, en caso de fallecimiento de sus propietarios, las vacantes se llenarían preferencialmente con parientes de estos, sin que ello significara no proceder a nombrar en propiedad, para lo cual se llevaría a cabo un avalúo y la subasta de los cargos.144 Dada la lógica que rigió las elecciones en el periodo de la fugaz nueva República, los cambios en la composición de los cabildos no habían sido mayores. Sin embargo, aquellos que fueron desplazados o que se vieron afectados por medidas de la Constitución de Cádiz de 1812, como la que eliminaba los regidores perpetuos, aún antes de que llegara la comunicación directa de la Corona ordenando la restitución ya estaban iniciando los procesos legales para su reincorporación.145 Sin embargo, en junio de 1817, el gobernador de la provincia Ladrón de Guevara, al organizar las fiestas populares durante cuatro días en homenaje al rey Fernando VII y a la hora de proveer empleos públicos encontraba dificultades, por cuanto las vacancias en el cabildo de Neiva eran casi completas y había escasez de individuos para acceder a los cargos, según oficios del ayuntamiento.146 Los cabildos de la provincia en el marco del constitucionalismo El siglo xix es un periodo de constituciones provinciales y nacionales. Con el fracaso de la Junta Suprema de Santafé en 1810, al no conseguir por unanimidad que las cabezas de gobernación y corregimientos adhirieran a ella, surge la creación de juntas soberanas y repúblicas o Estados declarados independientes, los que sancionan sus respectivas constituciones. El constitucionalismo es entendido como un conjunto de normas jurídicas que organizan el Estado. Emanó de un proceso de conquistas graduales de los pueblos frente al absolutismo, en el que “el hombre no se impone ni se somete al hombre, sino que este obedece a la ley”. A partir de 1810, los principios, el imaginario y el lenguaje de la modernidad Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 172. agi, Sevilla, Audiencia Santafé, 1201. 146 agn, Bogotá, S. Archivo Anexo, F. Historia, t. 32. Oficios del cabildo de Neiva de julio 13 y 22 de 1817, en Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 100. 144 145
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se plasmaron en diferentes textos oficiales y, especialmente, en las constituciones. Comienza la gran época del constitucionalismo y del liberalismo hispánico y el inicio de una nueva concepción de sociedad fundada en el individuo.147 Las constituciones son la fuente de autoridad, legitimación y la carta de navegación en el mundo moderno de las instituciones democráticas liberales,148 pero en su estructura organizacional mantenían elementos tradicionales coloniales y toda la herencia confesional. A pesar de que el Colegio Constituyente de Cundinamarca, que reemplazó a la Suprema Junta de Santafé, expidiera la Constitución en 1811, las provincias persistieron en mantener sus gobiernos locales y trataron de darse sus primeras constituciones, cosa que también intentaron algunas villas y ciudades149 en el marco de las posiciones políticas tomadas por federalistas y centralistas. Las provincias que se declararon independientes expidieron sus propias constituciones, como era lógico. Cundinamarca, el 30 de marzo de 1811, la primera y el 17 de abril del año siguiente la segunda; Tunja, el 9 de diciembre de 1811; Neiva, el 3 de febrero de 1811; la primera y el 31 de agosto de 1815 la segunda; Antioquia, el 21 de marzo de 1812 la primera y el 30 de agosto de 1815 la segunda; Cartagena de Indias, el 14 de junio de 1812; en este mismo año las de las provincias de Casanare y Pamplona; y Mariquita el 21 de junio de 1815.150 Entre las constituciones políticas locales de las provincias figura la de la villa de Timaná, sancionada en Garzón el 6 de septiembre de 1810, considerada una de las primeras en la nueva República. En la constitución de Garzón, aprobada por el cabildo abierto de la villa de Timaná, no se dieron cambios significativos en la estructura político-administrativa de la legislación colonial. En la era republicana sus competencias se imbricaron con algunos ideales liberales, en parte, por el peso de la tradición. Esta situación no condujo a un orden nuevo, sino a un marco institucional que le permitió a las elites mantener el control político de la villa que ostentaban desde la colonia. En el ejercicio de la soberanía popular tomó los elementos coloniales, primero en la continuación de Anino, Antonio y Guerra, Francois-Xavier, coordinadores, Inventando la nación, México, Fondo de Cultura Económica, 2003, págs. 146-147. 148 Jaramillo Uribe, Jaime, Ensayos sobre historia social colombiana, tomo ii, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1989, pág. 273. 149 Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 84. 150 Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 86. 147
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los cabildos como órganos que representaban lo público y, segundo, con la elección política otorgada a los principales vecinos, quienes tenían el poder económico y una reconocida vida política. En esta constitución, según Germán Mejía, la junta autónoma de la villa aprobó una serie de medidas que, por su contenido, alcanzan características al menos de plan de gobierno.151 La Constitución de Garzón desde el primer capítulo señala la conservación de la institución del cabildo, con la agregación de nueve vocales, en cuyo cuerpo recae la autoridad mixta suprema; sus alcaldes ordinarios de primer y segundo voto pasan a cumplir funciones de presidente y vicepresidente. Así mismo, mantiene las varas ordinarias de los alcaldes de la Santa Hermandad y los pedáneos, al igual que el ministerio de procurador general y padre de menores y los oficios de regidores perpetuos, aunque fueran renunciables, por los actuales poseedores y los demás que le sucedieran.152 Con la nueva Constitución desaparecen algunos cargos de regimiento de carácter vitalicio, como el del alférez real.153 En efecto, los nombramientos, en lo sucesivo, debían hacerse por elección popular, con algunas excepciones. El hecho de que en el cabildo de la nueva República se mantuvieran cargos perpetuos, como el de los regidores hasta 1812, así fueran renunciables, demuestra el interés de los vecinos de no prescindir de los privilegios burocráticos que por siglos venían usufructuando sus familias. La Constitución nació muerta por la falta de recursos para sostener la burocracia y la misma adhesión que el cabildo solicitara en 1811 al Estado de Cundinamarca, el que fue aceptado en 1812. El Colegio Electoral de la provincia de Neiva redactó la primera Constitución el 3 de febrero de 1812, en la cual, además de un poder ejecutivo ejercido por un presidente (para el que fue elegido José Antonio de las Bárcenas, de la villa de Purificación), preveía la formación de un Colegio Revisor y Electoral de la Provincia Libre, que tendría tres tribunales: de justicia, de guerra y el legislativo, cada uno con sus ministros y su respectivo presidente. Agrupados formarían el Serenísimo Colegio y tendrían por presidente al párroco de Gigante, Pedro José María de la Borda y Polanco. En lo político, la Constitución contemplaba un Estado
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conformado por departamentos o municipalidades, a saber: Timaná, La Plata, Nepomuch (Villavieja), Yaguará, Gigante y Paicol (título 12, artículos 1-5 de la Constitución). El Colegio Electoral reconoció que la Constitución de 1812 no fue aplicada por su desconocimiento en la jurisdicción. Además, todo intento por organizar el gobierno fracasó por dos causas: la guerra civil entre Cundinamarca y el Congreso de las Provincias Unidas, y la adopción de políticas fiscales que llevaron al Estado de Neiva a la bancarrota.154 No obstante, las nuevas municipalidades crearon sus propios cabildos, como sucedió con Gigante y Paicol. La Constitución del Estado Libre de Neiva del 31 de agosto de 1815, en sus primeros tres títulos contempla los derechos del hombre en sociedad, haciendo referencia a los principios de libertad, igualdad, propiedad, soberanía, entre otros, aunque bien es sabido que sectores sociales como los mismos africanos y sus descendientes no eran considerados como ciudadanos. En las formas de gobierno y sus bases refrenda su independencia del gobierno español y de cualquiera otra dominación y ratifica los tres poderes de la administración pública en un Estado gobernado bajo la forma de una República representativa, con un poder Legislativo representado en el Colegio Electoral o Asamblea Provincial, un Ejecutivo en cabeza del gobernador del estado, y el Judicial correspondiente a la Alta Corte de Justicia de las Provincias Unidas, residente en Santafé. Reconoce la religión católica, apostólica y romana como la única verdadera del Estado, sin que se permita otro culto público o privado.155 Al Colegio Electoral de la Provincia Libre de Neiva le correspondía velar por la inversión de los fondos públicos, promover el establecimiento de cabildos en los pueblos donde fuera conveniente y crear las corporaciones que fueran necesarias, hacer elecciones y crear los juzgados inferiores, entre otras funciones. En la sección de las municipalidades, la Constitución señala que no habría en adelante oficios concejiles, perpetuos, vendibles, ni renunciables, cargos que deberían ser ejercidos por todos los vecinos honrados.156 La Constitución del Estado Libre de Neiva conserva la representación de los cabildos. En efecto, legisla un número de seis individuos por Silva Vargas, “De la comarca apacible…” págs. 82 y 83, “La Constitución del Estado libre de Neiva, 1815”, en Revista Electrónica la Revolución Neogranadina, n.o 1, 2011, págs 102-127. Manuscrito tomado del agn, Archivo Academia Colombiana de Historia, Colección Camilo Torres, rollo 1, ff. 483-499. Consultado en: http://www.revolucionneogranadina.com/numero-1/constitucion-neiva-1815.pdf 156 “La Constitución del Estado…” págs. 113 y 116. 154
Mejia Pavony, Germán, “1810: el umbral de la República”, Ponencia, XV Congreso Colombiano de Historia, Bogotá, 2010, pág. 6. 152 Silva Vargas, Rodrigo, El Garzón que emergió de una laguna, Bogotá, Graficas Corni, 1992, págs. 124 y ss. 153 Montealegre Sánchez, Historia económica y social… págs. 166 y ss. 151
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ayuntamiento o cabildo en la provincia: dos alcaldes ordinarios y cuatro regidores, uno de los cuales se designaba para que llevara la voz del cuerpo como procurador general y otro como secretario. Las elecciones para la renovación del cabildo eran anuales, tal como ocurriera durante todo el periodo colonial. Quedaban abolidos los cargos de alférez real, fiel ejecutor y alguacil mayor. Las funciones de los dos primeros empleos le son asignadas a los regidores y las del tercero a los jueces por sí mismos o por intermedio de los escribanos, comisarios, o de otros subalternos de justicia. Habrá un Mayordomo de propios o de rentas del común, el que cuidará de recolectarlas. Se elegirán, como hasta aquí, por el pueblo los alcaldes de la Santa Hermandad y en los demás lugares que no sean villas ni ciudades, sin distinción de pueblos y parroquias, se elegirán anualmente uno o dos alcaldes pedáneos, según lo exija su distrito, esto es, la demarcación de la parroquia o curato. La Alcaldía Provincial quedaba igualmente abolida.157 Esta Constitución no alcanzó un pleno desarrollo porque ya, para entonces, paseaban triunfantes los pendones realistas por casi todos los ámbitos de la República, y a su sombra se levantaban las horcas y cadalsos. Se inicia la época del terror.158 La mezcla de la influencia de la ilustración francesa, las instituciones angloamericanas y las tradiciones coloniales españolas se aprecia en las tempranas constituciones provinciales. El influjo de Rousseau y de la revolución francesa se siente, sobre todo, en los fundamentos filosóficos de las constituciones. La Constitución del Estado de Cundinamarca de 1811 combinó la retórica de Rousseau y de la Revolución Francesa, al declarar como propósito la garantía de “Los derechos imprescindibles del hombre y del ciudadano”. Más tarde, algunas constituciones como la de la República de Tunja, la del Estado de Antioquia y la del Estado Libre de Neiva de 1815, se refirieron a la voluntad general y se inspiraron en el contrato social de Rousseau al proclamar que la soberanía del pueblo “es una, indivisible, imprescindible e inajenable”. La influencia de Montesquieu, Rousseau y las experiencias angloamericanas se refleja también en la estricta adherencia de las constituciones a la división de los poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), reflejados, igualmente, en las constituciones de Neiva. Por otra parte, la marca de la tradición colonial española se evidencia en los juicios de residencia (examen de conducta de los funcionarios al finalizar sus periodos laborales) y un compromiso irrestricto con la Iglesia católica romana, 157 158
“La Constitución del Estado…” págs. 116 y ss. Charry, Frutos de mi tierra pág. 139.
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no solo como religión estatal, sino como la única religión aceptable.159 El confesionalismo dejó profundas raíces en las constituciones y prácticas de los sectores sociales de la provincia de Neiva. Los movimientos de independencia a través de las juntas y constituciones en las provincias originaron un cambio de lenguaje, a través del cual se pudiera decir y entender el nuevo orden político republicano. Palabras como derechos, soberanía, ciudadano, representación, libertad, igualdad, república, elecciones y constitución, se llenaron de nuevos significados con la Independencia. Este repertorio de palabras circuló por plazas, pulpitos, calles, casas y juzgados, siendo apropiadas por los nuevos gobernantes y gobernados. Por ello, a pesar de las exclusiones legales de la ciudadanía, el lenguaje de la Independencia empezó a circular y a ser apropiado por indígenas, mujeres y hombres pobres y analfabetas que habían sido excluidos. Los antiguos vasallos comenzaron a reclamar sus derechos como ciudadanos y la igualdad ante la Ley. En juzgados y tribunales exigieron derechos apelando a la igualdad, a la Constitución y a la justicia de la República. En efecto, indios, libertos y libres de todos los colores reclaman sus nuevos derechos,160 como lo hacían los indígenas de la villa de Timaná, al demandar la abolición del tributo en el capítulo 15 de la Constitución de Garzón,161 indígenas que desde tiempos coloniales venían siendo considerados por las autoridades españolas y el mismo papado como “seres humanos sin capacidad de juicio y por lo tanto menores de edad”.162 Las constituciones presentaron como un gran logro el paso de súbdito o vasallo al de ciudadano, perteneciente a un cuerpo estatal. Esta concepción formaba parte del esfuerzo de los criollos por estimular el patriotismo y la conciencia nacional de amplios sectores de la población y así impulsar su identificación con la sociedad y con el nuevo Estado.163 La Constitución del Estado Libre de Neiva de 1815, relacionada con los “derechos del hombre en sociedad”, señalaba que “todo ciudadano debe sus principios a la Patria.”164 La concepción de buen vecino que se tenía en la colonia implicaba entonces, “ser buen cristiano, buen padre, buen hijo, buen esposo, ser justo y cumplir con los preceptos.”165 Por ello, en la vida colonial lo público aparece Safford y Palacios, Colombia. País fragmentado… págs. 205 y 206. Garrido, Margarita, Palabras que nos cambiaron. Leguaje y poder en la independencia, Bogotá, Biblioteca Luis Ángel Arango, 2010. 161 Montealegre Sánchez, Historia económica y social… pág. 227. 162 Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 47. 163 König, En el camino hacia la Nación… pág. 275. 164 “La Constitución del Estado…”, título 1, sección 1, artículo 1, numeral 42. 165 Garrido, “Cultura política lugareña…” pág. 93. 159 160
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muy ligado a lo privado, donde entran en juego los fundamentos de la moral y la religiosidad. La Constitución del Estado Libre de Neiva de 1815 recoge las cualidades comportamentales del pretendido hombre colonial, además de agregar principios de la modernidad relacionados con los “deberes y derechos del hombre en sociedad”, al señalar que: “ninguno es buen ciudadano, si no es buen padre, buen hijo, buen hermano, buen amigo y buen esposo, así como tampoco merece tal nombre, si franca y religiosamente no observa las leyes. El que viola abiertamente la Constitución o las leyes se declara en estado de guerra con la Sociedad (…), en un Estado con derechos de libertad y igualdad legal, seguridad y respeto a la propiedad.”166 Para las élites, el concepto de ciudadano debía permitir la construcción de la malla social que diera vida real a la nación y a un nuevo orden social, cuya base sería, por supuesto, la igualdad ante la ley como reacción a los odiosos privilegios que habían existido en el pasado. Así las cosas, esta concepción de ciudadanía dirigida hacia el interior, podía también servir como instrumento de integración, pues implicaba la desaparición de todos los privilegios políticos sobre cuyas bases se asentaba la desigualdad.167 Otra consecuencia del empleo del termino de ciudadano estaría relacionado con el hecho de que, consolidada la unión de todos los miembros de la nueva comunidad nacional, sería posible enfrentar con mayor éxito la reconquista que adelantaría España, una vez lograse reinstalar en la península su régimen administrativo afectado por la invasión napoleónica. El título de ciudadano era entonces: “un símbolo adecuado para el cambio, un signo de libertad (en defensa) de las metas del propio Estado, de la patria, (…) cuando el Estado se hallaba aún amenazado por el poder colonial, mostrar su capacidad defensiva (…) de la población: su patriotismo. De este modo, el concepto de ciudadano siempre contenía (…) un llamamiento moral al patriotismo del ciudadano.”168 Los pretendidos conceptos de amor y dolor de patria de los recientes ciudadanos de la nueva República no habían sido apropiados e interiorizados por criollos y mucho menos por indígenas y mestizos, en tanto no se vio ese patriotismo en los nuevos ciudadanos neivanos con el regreso de la reconquista española, causado por la exclusión social a que había sido sometida la plebe durante varios siglos y por la misma obediencia de sectores criollos a las autoridades coloniales. En la retirada del presidente
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de la República José Fernández Madrid en 1816 desde Santafé hacia el sur, en medio de las deserciones y combates al atravesar el territorio de la provincia de Neiva, observó: que “no todos los habitantes, en especial sus hacendados, eran partidarios decididos de la independencia y muchos se aprestaban a recibir con palmas a los realistas y optar por colaborar en su gobierno”.169 Estos hechos demuestran el desinterés y falta de compromiso de la dirigencia criolla en asumir los actos de gobierno, así como la apatía de los sectores populares y aún de los hacendatarios de la provincia de Neiva para apoyar y luchar por la independencia republicana. Los pueblos “cansados de la guerra”, de la guerra civil, huyeron y se escondieron en los bosques, no para hostilizar al enemigo, sino para defenderse del mismo,170 lo que explica la ausencia de patriotismo en la plebe, en una nación de regiones en construcción. De ahí que como dijo José Manuel Restrepo, entre 1810 y 1815 el movimiento de emancipación se restringió más que todo a las élites instruidas y no contó con un apoyo entusiasta de la clase popular.171 Los sectores poblacionales de esclavos, indígenas y mestizos observaban cómo aquellos que les invitaban a luchar eran los criollos, quienes les habían explotado en las minas y las haciendas, los mismos que conspiraban contra sus resguardos y contra su derecho a la tierra.172 Sin embargo, después de la brutal reconquista española de 1816-1819, el deseo de independizarse de España se generalizó, con un mayor sentido de libertad y soberanía nacional. José María Samper señalaba cómo en todas las constituciones: “se proclama y garantiza la libertad, la igualdad, la seguridad y la propiedad individuales, así como todo aquel cúmulo de derechos colectivos que se llaman libertades públicas (…). La soberanía reside en la totalidad de los ciudadanos.”173 En tal sentido, el concepto de soberanía se aplicaba para el Estado que nacía y no para el individuo. A cambio, al individuo se le dio el título de ciudadano, con el cual quedaba ligado, de una manera singular, a la nueva organización. Así las cosas, la nueva nación no se integró a partir de la autonomía y soberanía del individuo, sino sobre la base de un elemento que significaba igualdad ante la Ley. Este elemento se constituyó en el principio integrador de la nación, ante la imposibilidad de hacerlo con respecto a un proyecto político colectivo, que no consideraba la diversidad Moreno, Delimiro, El Huila en el siglo xix, Bogotá, Vargas Editor, 1994, pág. 10. agn, Bogotá, S. Archivo Anexo, F. Historia, t. 20, f. 81r., en RESTREPO, José Manuel, Historia de la Revolución de Colombia, Medellín, 1969, t. ii, pág. 53. 171 Safford y Palacios, Colombia. País fragmentado… pág. 217. 172 Molina, Gerardo, Las ideas socialistas en Colombia, Bogotá, Tercer Mundo, 1987, pág. 71. 173 Samper, José María, Derecho público interno, Bogotá, Temis, 1982, pág. 34. 169 170
“La Constitución del Estado…”, título 1, artículo 1, sección 1 y (2 sección, numerales 37 y 38). 167 König, En el camino hacia la Nación… pág. 290. 168 König, En el camino hacia la Nación… pág. 296. 166
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y heterogeneidad de las características culturales y etnológicas de la nueva República174. El criterio principal de pertenencia a la nación no eran los rasgos distintivos culturales y étnicos sino los derechos cívicos individuales. La nación era entendida como nación de ciudadanos. El concepto de ciudadano se montó como el medio de integración adecuado para una sociedad cuya conformación étnica era muy heterogénea.175 De ahí la connotación de libres, pero sin autonomía para gobernarse en razón de que la soberanía era una condición del conjunto y no del individuo, y la libertad la consecuencia de haber aceptado un orden ya preestablecido.176 En efecto, el Estado que surgió de la Independencia fue, pues, una nación de ciudadanos, iguales ante la ley pero discriminados en la práctica del ejercicio político, lo que significa que la Independencia no produjo una verdadera igualdad, pues “desde un principio se reconoció la división de los ciudadanos en activos y pasivos”, división que determinaba la educación y la propiedad raíz.177 El hecho de que el ciudadano no tuviese educación o no poseyese bienes raíces que le permitieran una participación activa en las cuestiones estatales no era responsabilidad del nuevo orden. El culpable era el individuo mismo, quien en consideración al patriotismo estaba llamado a superar dicha situación, a fin de ofrecerle todo su concurso intelectual y económico a una patria que lo convocaba al progreso para la felicidad general.178 Samper señalaba cómo en todas las constituciones: “Se adopta el sufragio (…) rechazándose toda elección popular directa, [por cuanto el sufragio] no es reconocido como un derecho de todos, sino como un acto propio solamente de quien puede ejercerlo con dignidad, idoneidad e independencia.”179 En tal razón, no todos los sectores sociales eran considerados ciudadanos, con derecho a elegir y ser elegidos. Por ello, todas las constituciones adoptadas en la Nueva Granada hasta 1853, si no expresamente, por lo menos de manera tácita consagran la institución de la esclavitud y excluyen de los derechos de representación a quienes no posean renta o patrimonio o a quienes estén en situación de dependencia en calidad B Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 78. König, En el camino hacia la Nación… págs. 321 y 328. 176 Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 82. 177 Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 82. 178 Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 82. 179 Samper, José María, Derecho público… pág. 34. 174
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de jornaleros o sirvientes domésticos. Así lo hacen las cartas constitucionales de Cundinamarca, Tunja, Antioquia, Mariquita y Cartagena, utilizando las mismas formulas eufemísticas para no nombrar directamente la institución de la esclavitud. De ahí que, “para ser miembro de la Representación Nacional se requiere indispensablemente ser hombre de veinticinco años, dueño de su libertad, que no tenga actualmente empeñada su persona por precio”, dice la constitución de Cundinamarca. “Tendrá derecho de elegir y ser elegido todo varón libre, padre o cabeza de familia, que viva de sus rentas u ocupaciones, sin pedir limosna, ni depender de otro”, se lee en la carta fundamental del Estado de Antioquia. La Constitución de Tunja, provincia donde la esclavitud no alcanzó desarrollo considerable por no haber sido zona minera, es la única que consagra la igualdad racial; no obstante, en los mandatos referentes a la capacidad para elegir o ser elegido excluye la calidad de mendigo, ebrio de costumbre, deudor moroso declarado y otras deficiencias morales, pero no menciona ni siquiera metafóricamente la esclavitud.180 La Constitución del Estado Libre de Neiva de 1815, relacionada con las elecciones, excluye los esclavos de este derecho, al señalar que las cualidades necesarias para este ejercicio son las de ser “hombre libre, vecino, padre o cabeza de familia, o que tenga casa poblada y viva de sus rentas o trabajo sin dependencia de otro, y serán excluidos los esclavos, los vagos, los que tengan causa criminal pendiente o que hayan incurrido en la pena, delito o caso de infamia.”181 Los esclavos no eran sujetos de derechos enmarcados en los principios de la libertad e igualdad, por consiguiente, no eran considerados ciudadanos. Ahora, vistas en su conjunto, es realmente poco lo que las constituciones provinciales del periodo revolucionario consagraron al régimen municipal. Este desentendimiento hacia lo local que se advierte en las constituciones provinciales se puede explicar, seguramente, por los cambios que sufrieron los cabildos de las ciudades cabeceras de provincia, en razón al papel que debieron cumplir durante el proceso de la independencia. Los miembros de esos cabildos dejaron de ser simples regidores para convertirse en presidentes, gobernadores, consejeros de Estado, secretarios de despacho, congresistas y diputados, entre otros destinos. Además, sus funciones también se transformaron: ellas ya no estaban limitadas a la implantación de tasas y a la recolección de contribuciones, a la elección de alcaldes
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Jaramillo Uribe, Jaime, El pensamiento colombiano en el siglo xix, Bogotá, Colciencias / Instituto Colombiano de Antropología, 2001, págs. 104 y 105. 181 “La Constitución del Estado…” título 7, artículo 1, numeral 2. 180
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ordinarios, pedáneos y demás oficios concejiles, ni a la administración de las rentas de propios y arbitrios, ni a velar por los intereses de las comunidades vecinales, sino a implantar y defender un nuevo gobierno, un nuevo orden basado en los derechos del hombre —igualdad, libertad y justicia—, así como imitar y elaborar nuevas constituciones, a comprender el sistema de separación de poderes, a establecer el sistema representativo y a defender su autonomía frente al poder central que se quería instaurar en la antigua capital del reino.182 Recuérdese que la proclamación de la Independencia había sido hecha por un conjunto de ciudades cabeceras de provincia de la Nueva Granda; en consecuencia, era este conjunto el que debía organizarse política y administrativamente en su relación con la exmetrópoli y con las restantes naciones del mundo. En el nivel local, las cosas no habían sufrido cambio alguno. Lo fundamental ya había sucedido: todos sus habitantes habían sido declarados ciudadanos (con excepción de los esclavos) y, por lo tanto, iguales ante la ley; además, los mismos que habían tenido derecho a ser miembros del cabildo y a ocupar cargos concejiles por tener carácter de vecino en razón de sus propiedades, eran los únicos que podían ejercer de nuevo el derecho a elegir. De ahí que las normas constitucionales que se ocupan de lo local se refieren solo al tema electoral, único espacio en ese momento para el desarrollo de la democracia, cuyo manejo seguiría a cargo del cabildo en la forma acostumbrada. Las autoridades locales, además 182
Bravo Motta, “Instituciones locales colombianas…” pág. 88. Los recursos con que contaban los cabildos eran los llamados “propios y arbitrios”. Los “propios” eran los ingresos provenientes del alquiler de los bienes del cabildo tales como las tierras de los ejidos y demás propiedades, así como de los recursos provenientes de las multas e impuestos. Dado que esos recursos generalmente eran insuficientes, por cuanto tan solo alcanzaban para mantener la administración burocrática, se recurría repetidamente a los “arbitrios”. Estos eran impuestos especiales por tiempo determinado, percibidos para sufragar gastos especiales. Se trataba en general de impuestos a actividades comerciales, tanto de importación y exportación como de comercio al menudeo, y también a las actividades artesanales. A veces se recurría, como excepción, al pago de derechos por las propiedades urbanas; rara vez se imponía sobre las propiedades rurales. Fue usual, sin embargo, que los “arbitrios” se transformaran en recursos económicos permanentes, y se continuara su percepción ininterrumpida durante siglos. Entre los principales ingresos de “arbitrios” estaba la renta de “sisa”, aplicada sobre el precio de venta del vino y aguardiente, vinagres, aceite, carne y frutas vendibles. Este ingreso se aplicaba inicialmente a obras públicas, enseguida al mantenimiento de las calles, acequias y edificios públicos, y por último a los sueldos permanentes de los funcionarios adscriptos a este mantenimiento y sus empleados. De ese modo, un ingreso ocasional se transformaba en permanente, ya que la necesidad de percibirlo era permanente. Rosa, José María, Del municipio indiano a la provincia Argentina, Buenos Aires, Editorial A. Peña Lillo, 1974.
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de impartir justicia, cosa que habían hecho desde siempre en el periodo colonial, se constituían para asegurar que los “ciudadanos completos” fueran respetados en el derecho que les concedía la democracia de elegir y ser elegidos. Hasta este momento, los cabildos, por lo común, representaban la voluntad de los ciudadanos, pero eran solo instrumentos electorales utilizados por las provincias para elegir a los altos poderes y dignidades de los gobiernos. Fue por ello que el Acta Federal, suscrita el 23 de septiembre de 1814, ordenó a todas las legislaturas de las provincias “promover el establecimiento de los cabildos en los pueblos donde convenga hacer elecciones de entre año”. En conclusión, la localidad no tenía significación política para el proceso revolucionario, el cual se reducía a la reorganización política y administrativa de la provincia y, según algunos, de la nación.183
La Alcaldía Mayor Provincial de Neiva y sus conflictos
Dentro de los Oficios Provinciales se encontraba el de alcalde mayor
provincial, según las Leyes de Indias. Este cargo, también llamado “provincial de la Hermandad de la ciudad” o “real gran decano”, hacia parte del cabildo, de las villas y ciudades. Correspondía a la nómina de regimiento, aunque dependía directamente del gobernador, convirtiéndose en su mano derecha en lo relacionado con la vigilancia de los campos. De ahí que el escenario de actuación del alcalde mayor provincial fueran las zonas rurales. Su función esencial era la de: “Refrenar los excesos cometidos en lugares yermos y despoblados, por la mucha gente ociosa, vagabunda y pérdida que vive en ellos, con grave detrimento de los caminantes y personas que habitan en partes desiertas, sin vecindad y comunicación de quien los ayude en sus necesidades, robos e injurias que padecen”.184 El alcalde mayor a perpetuidad de la ciudad, con vara y espada, como juez ejecutor de la Hermandad de la ciudad, su tierra y la provincia, podía poner oficiales y cuadrilleros que entendieran la ejecución de la justicia de la hermandad. En tal sentido, tenía derecho a voz y voto en el cabildo, a unos justos salarios, teniendo en cuenta la cobranza de las contribuciones.185 En esta labor era apoyado por los alcaldes de la Santa Hermandad, que ejercían idénticas funciones, pero sin ninguna preeminencia ni privilegio. Rosa, Del municipio indiano… págs. 89 y 91. Recopilación de las leyes de Indias, Ley 1, titulo 4, libro 5. 185 Recopilación de las leyes de Indias, Ley 1, titulo 4, libro 5. 183 184
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El cargo era de honra y beneficio, es decir, que recibía remuneración por su ejercicio. Este oficio de carácter honorifico era escogido inicialmente desde la metrópoli o en la capital virreinal, pasando el cargo a remate público. En mayo 27 de 1631, en Madrid, el rey don Felipe ordena vender en el Nuevo Reino de Granada los oficios de provinciales de la Hermandad con voz y voto en el cabildo de la ciudad de Neiva y los de alguacil. Ordena: “Que se remate a la persona que más por ellos diere, siendo de las partes y calidades requeridas para el ejercicio y derecho (…), a las personas en que se rematare los dichos oficios les dare los despachos necesarios para que desde luego las comiencen a usar y ejercer con quien halla necesidad y lleven titulo, y confirmación mía (…) dentro del término que esta señalado.”186 En razón de las preeminencias que tenía el provincial de la Hermandad de la ciudad de Neiva y los demás provinciales de estos Reinos, fue puesto y rematado el oficio de provincial de la hermandad de todas las parroquias del valle de Timaná, valle de Neiva y distrito de los coyaimas y natagaimas hasta el río de Saldaña; compra que hizo Martyn de Artunduaga, el 20 de diciembre de 1632, “por dos millares de a ocho reales castellanos y pagados en la real caja de la corte por cuatro y trece años con las respectivas fianzas”.187 Quien accedía a la alcaldía mayor provincial, generalmente era un español o hijo de españoles notables, sin mayores vínculos con la ciudad o villa. El alcalde mayor provincial estaba supeditado directamente al gobernador y era representante del poder inmediatamente superior, por lo que frecuentemente entraba en conflictos jurisdiccionales con el cabildo y, en especial, con los alcaldes ordinarios,188 en razón a su intromisión en asuntos de manejo exclusivo de quienes desempeñaban los demás cargos concejiles. En el caso de la ciudad de Neiva, los alcaldes mayores provinciales, al igual que los gobernadores de turno, en su mayoría eran repudiados por el vecindario, representados en el cabildo, aunque no dejaron de presentarse situaciones conflictivas entre el gobernador y el alcalde mayor provincial. El gobernador Pablo de Alvira en 1759, al parecer, no tuvo buenas relaciones
con quien podría ser el segundo en la jerarquía política, el alcalde provincial Joaquín de la Rocha. Basado en el proceso que le siguió Bartolomé Pedriza, el gobernador buscó una disculpa para mandarlo a la cárcel: “como Rocha no acudió a la casa del gobernador para llevar al mandatario a una ceremonia religiosa oficial, le inició breve sumario y lo apresó”.189 Los mismos alcaldes provinciales demandaban elecciones de los cargos concejiles. En 1760 resultaron electos como alcaldes ordinarios de la ciudad de Neiva Bernardo de Herrera y Bartolomé Pedriza, pero por la demanda del alcalde mayor provincial, Joaquín de la Rocha, la designación del primero fue anulada por ser deudor de la Real Audiencia (como fiador de un difunto corregidor), y del segundo por haber “arreglado” su elección siendo procurador.190 Los criollos representados en el cabildo, igualmente, tomaban represalias contra sus gobernantes. En 1767 se perpetró un escandaloso motín nocturno contra el alcalde mayor provincial, Joaquín de la Rocha, pretendiendo que saliera definitivamente de la ciudad, según comunicó a las autoridades de Santafé el controvertido exalcalde Miguel Ramírez.191 En el motín promovido por Juan Ascencio Perdomo contra las autoridades españolas en 1767, después de firmarse las capitulaciones en las cuales se pedía la salida de los peninsulares, el propio Perdomo “pasó a intimidar para ello a Bartolomé Pedriza, Real gran decano de la ciudad”.192 Hubo casos excepcionales presentados en la ciudad de Neiva y villa de Timaná, relacionados con los alcaldes provinciales, cuyo comportamiento estuvo al lado de los sectores populares que provocaron desórdenes en contra de las medidas tomadas por las autoridades coloniales, así como en las proclamas constitucionales. En junio de 1781, el mismo Joaquín de Herrera, alcalde mayor provincial de la ciudad de Neiva, fue acusado, junto con su familia, como responsable de los motines que intimidaban a los vecinos de la parroquia de Guagua (Palermo) para que “no concurrieran a los mandatos del gobierno.”193 Esto en relación con los acontecimientos de la revolución de los comuneros en la ciudad de Neiva. Por su parte, en la redacción y proclamación de la Constitución de la villa de Timaná del 6
ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. vii, t. 1, págs. 59-60 de los documentos 16131733. La creación y venta de los Oficios Provinciales, según leyes de Indias, se hacían sin perjuicio de la elección de alcaldes de la hermandad, que antes solía haber en las ciudades y villas, al considerar las distancias que había de unas poblaciones a otras. Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias, ley 1, título 4, libro 5. 187 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 13, ff. 61 y ss. 188 Ots Capdequi, José María, El Estado español en Indias, México, Fondo de Cultura Económica, 1946, pág. 51.
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 3, ff. 178-182, citado por Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… pág. 57. 190 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 24, ff. 1-24, citado por citado por Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 26. 191 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 116, f. 848. 192 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 116, f. 847. 193 Posada, Eduardo, Los Comuneros, vol. 4, Bogotá, Biblioteca de Historia Nacional, 1905, págs. 414-416.
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de septiembre de 1810, participó don Pedro de Iriarte como alcalde mayor provincial de villa.194 Igualmente, hubo pleitos por intereses de carácter político y por causa de concurso de acreedores entre el gobernador de turno y quienes pretendían rematar títulos, como el de alcalde provincial y los mismos cargos vendibles del cabildo. En 1708 se presentó un intento de homicidio en casa del capitán Fernando Tamayo. Según testimonio del alcalde ordinario de Neiva, don Fernando Conde Guerrero, había sido motivado el acto por la orden del gobernador Caicedo Pastrana y sus amigos contra los bienes de Phelipe Suárez por deuda de 78 pesos.195 Suárez estaba haciendo postura al remate del título de alcalde provincial. El resultado de este remate fue el triunfo de la familia Perdomo en las elecciones de cabildo para 1709 y una enemistad declarada con el bando del gobernador de Neiva. Uno de los miembros del gobernador, al intentar oponerse a Phelipe Suárez, resultó muerto por este. Suárez, a quien se le había rematado el título de alcalde provincial, fue desterrado durante un año de Neiva y obligado a pagar una multa de 100 pesos.196 Con el establecimiento de la Suprema Junta Provincial de Neiva, este cargo desaparece en la ciudad. No obstante, con el regreso del régimen español, dicho empleo reaparece hasta cuando son derrotadas las fuerzas realistas y sus respectivas autoridades huyen de las diversas provincias. Ahora, así como la relación establecida entre el Estado colonial y los grupos locales tuvo como núcleo fundamental los cabildos, el mismo esquema funcionó al interior de las parroquias, ya no en cabeza de una corporación, sino de un funcionario, es decir, el alcalde pedáneo. De ahí que en los pueblos, aldeas y lugares se nombraran alcaldes pedáneos197 o de los partidos.
agn, Bogotá, S. Archivo Anexo, F. Historia, t. 11, f. 15 y ss. don Pedro de Iriarte era un criollo, hijo del peninsular Pedro de Iriarte y Cisneros, gobernador de la provincia de Neiva entre octubre de 1742 y noviembre de 1743. ang, Causas Mortuorias, t. 20, ff. 2 y ss. de los documentos 1773-1775. 195 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 17, f. 791r. Las postulaciones a los cargos de alférez real, alguacil mayor, alcalde provincial y depositario general, todos pretendidos por la familia Perdomo y su clientela, sumaban 1.700 pesos. 196 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 17, ff. 837r. y v, 846r. y v. 197 Zambrano y Bernard, Ciudad y territorio… pág. 40.
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Partidos o alcaldía pedáneas
En la división político-administrativa del periodo colonial los partidos
comprendían pequeños territorios que, por lo general, hacían parte de una parroquia o viceparroquia. Esta, a su vez, pertenecía a una villa o ciudad, cuya autoridad dependía del respectivo cabildo.198 Los vecinos buscaban que su asentamiento elevara su categoría político-administrativa dentro de la provincia. Los que habitaban determinados sitios querían convertirse en viceparroquia, los de viceparroquia en parroquia y estos en villa y, a su vez, los de la villa en ciudad.199 En efecto, las viceparroquias y parroquias, por lo regular, buscaban erigirse civilmente como partido, lo que implicaba el nombramiento del alcalde pedáneo. Este era conocido también como juez pedáneo, alcalde partidario o del partido. Tenía funciones de policía, ornato y sanidad en las parroquias y administraba justicia en los casos menores.200 Era claro que, en la medida que aumentara la población blanca, cobraba importancia el alcalde pedáneo.201 En el Alto Magdalena, el vecindario de las viceparroquias y parroquias distanciadas de la cabecera del cabildo, tanto de la villa como de la ciudad, gestionaron la creación de sus respectivos partidos, tal como ocurrió en el resto del territorio del Nuevo Reino de Granada. En los partidos se nombraba alcalde o juez pedáneo. El vecindario de la viceparroquia de Villavieja hacia el 22 de octubre de 1793: “suplica a este ayuntamiento (cabildo de Neiva) a la piedad de su Exc(elencia) se digne conceder su superior permiso por que se elija (…) un juez pedáneo en aquel partido de Villavieja p(ar)a q(u) e con su autoridad vigile sobre que se haga con aquel sitio el mejor servicio de Dios, y del Rey N(uestr)o S(eñ)or, cuyo objeto únicamente promoverá el ánimo de este cabildo.”202 Solicitud reiterada por el del procurador general y padre de menores de la jurisdicción de Neiva al cabildo, al señalar que: Villavieja (…) por lo distante de esta ciudad, como por el mucho vecindario y tener estanco, grado que (…) exige en formarse parroquia,
194
Montealegre Sánchez, Historia económica y social… pág. 64. Garrido, “La política local…” pág. 51. 200 García Borrero, El Huila y sus aspectos… págs. 158-159. 201 Corradine Angulo, Alberto, “Ciudades, villas, pueblos y parroquias”, en Revista Credencial de Historia, n.o 146, febrero de 2002, pág. 147. 202 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Poblaciones, rollo 12, f. 32r. 198 199
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Historia Comprehensiva de Neiva por tanto y en cumplimiento de mi obligación y desempeño de mi oficio pido a Ud. vehementemente se informe al ex[celentici]mo Señor Virrey del Reino la necesidad que hay en el citado territorio de Villavieja de un juez pedáneo para que la superior de su ex[celenci]a se digne conceder permiso para su creación para (…) mejor amparo de la just[ici]a.203
Villavieja para el 1810 ya contaba con alcalde pedáneo en la persona de don Manuel Cardoso.204 Hacia 1805, el gobernador de la Provincia José Ignacio de Sanmiguel había designado a los alcaldes pedáneos de Cabrera, Hobo, Iquira y Caguán.205 Ahora, alcaldes pedáneos fueron nombrados en otras villas de la jurisdicción de la provincia de Neiva. Por ejemplo, en la villa de Timaná, en los partidos de las viceparroquias y parroquias de Garzón, Gigante, La Jagua, Hato de Abajo (Tarqui) y Pital.206 Hacia 1810, la mayoría de las parroquias y viceparroquias de la jurisdicción de Neiva estaban catalogadas como partidos con sus respectivos alcaldes pedáneos. El cabildo de Neiva había hecho los siguientes nombramientos: - Villavieja: don Manuel Cardoso, pariente de don Miguel Gaitán. - Aype: don Buenaventura Sánchez. - Guagua: don Esteban Andrade. - Yaguará: don Miguel Trujillo. - Pueblos del Retiro y de Iquira: don Basilio Perdomo. - Parroquia de Carnicerías: don Luis Perdomo. - El Hovo: don Nicolás Macías. - Otas: don Joaquín del Fierro. - Aguacaliente: don Fermín Torrijano.207
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Poblaciones, rollo 12, f. 33r. El procurador general recibía adicionalmente el nombre de “padre de menores”, por la facultad que tenía de velar por los intereses de los huérfanos y menores de edad desprotegidos. Guerrero Rincón, Poder político local… pág. 105. En 1740, el procurador general y padre de menores en memorial al cabildo de la villa Timaná pide que “(…) se recojan los niños huérfanos y se entreguen a personas que los eduquen (…)”. ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, t. i, pág. 131, remitiendo al f. 38. 204 Cosultado en: http://www.banrepcultural.org/book/export/html/80301. 205 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 25, citado por Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 64. 206 Montealegre Sánchez, Historia económica y social… pág. 64. 207 http://www.banrepcultural.org/book/export/html/80301. 203
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Quienes ejercían cargos en el cabildo, como el mismo empleo de alcalde pedáneo, tenían el reconocimiento del don como símbolo de nobleza, distinción y tratamiento social.208 La dignidad estaba relacionada con las procedencias étnicas. Los partidos representaban, por lo tanto, el poder civil en las parroquias o viceparroquias. Ahora se llamaban alcaldes pedáneos por similitud con los jueces pedáneos de los romanos, quienes despachaban de pie, por ser de poca monta las causas en que podían decidir. El alcalde pedáneo era su máxima autoridad, a la vez, que se desempeñaba como juez. Su función como juez consistía en impartir justicia a los vecinos, es decir, a la población blanca y mestiza.209 Estos alcaldes pedáneos al administrar justicia en casos menores, se asimilaban a una especie de inspectorías de policía adscritas a los lugares donde había parroquia.210 Atendían no solamente las quejas y reclamos, sino que administraba justicia en casos menores de desacatos, escándalos, pendencias, injurias o robos, registrados en sumarias y causas recibidas sobre distintos delitos que transgredían la convivencia y el orden del vecindario. De ahí que su misión era mantener la paz, tranquilidad y concordia entre los vecinos. En los casos de desacato, irrespeto o resistencia, los alcaldes, en su calidad de jueces, se quejaban no solo porque estaba en juego su propio honor, sino también el honor del cargo que detentaban en nombre del rey, por lo que era necesario el castigo para salvaguardar el fuero y obtener la vindicta pública.211 Aunque en la jurisdicción de Neiva se presentaban casos donde era burlada la autoridad del partido. En el levantamiento de los Comuneros de 1781 en las poblaciones circunvecinas de la jurisdicción de Neiva, el alcalde ordinario Pablo de Alvira se dedicó a proteger lo que había quedado de los estancos. Para el efecto llamó a los alcaldes ordinarios de Guagua, Yaguará y Aipe, “so pena de vida y traidores al rey”. El alcalde pedáneo de Aipe, Francisco de Cuenca, respondió que “no quería porque todo era para defender al propio alcalde Alvira y al exgobernador José Antonio Del Lago”, mientras Julián de Montealegre Sánchez, Historia económica y social… págs. 205-206. Patiño Millán, Beatriz, Criminalidad, ley penal y estructura social en la provincia de Antioquia, 1750-1820, Medellín, Imprenta Departamental de Antioquia, 1994. 210 Garrido, Reclamos y representaciones… pág. 119. 211 Garrido, Margarita, “Entre el honor y la obediencia: prácticas de desacato en la Nueva Granada Colonial”, en Historia y Sociedad, n.o 6, 1999, pág. 22. No se registran casos o ejemplos sobre aplicación de justicia en las alcaldías pedáneas de la provincia, por cuanto las fuentes documentales de los cabildos en el periodo colonial han sido destruidas en buena parte. 208 209
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Herrera, hermano de Juan Manuel, alcalde provincial, “le faltó al respeto al alcalde pedáneo de Guagua, que lo requirió”.212 En el motín provocado en el partido de Aipe (el 14 de junio de 1781, día de Corpus Christi), donde se tomaron los tambos de expendio de aguardiente y tabaco, el alcalde pedáneo señala cómo: “los jueces de blanco son el blanco de la ira, como ya tenía entendido por otros iguales acontecimientos recientes en las jurisdicciones circunvecinas. Hube de precaverme de los insultos de estas gentes incultas y temerarias (…) y yo con el desamparo citado, confuso y atribulado por no poder aplicar el remedio.”213 Estas fuentes documentales demuestran la falta de autoridad de los alcaldes pedáneos en momentos de crisis, como el que se diera con el levantamiento de la plebe en los pueblos donde administraban justicia. Así mismo, se deja entrever el desacato y la desobediencia de los mismos alcaldes pedáneos hacia sus autoridades superiores, como lo da a entender el alcalde de Aipe, al pretender desatender las ordenes del alcalde ordinario del cabildo de Neiva. El cabildo, a través de los alcaldes de primer y segundo voto y el procurador general y, por sugerencia en ocasiones del mismo vecindario, proponían al señor gobernador de la provincia los sujetos idóneos, elegidos dentro de esta corporación, para que este los ratificara o eligiera cuando se presentaba más de un candidato. Algunos de los electos eran reelegidos. Para la elección de los alcaldes de los partidos, el cabildo sometía a consideración del gobernador de la provincia la terna, quien, por lo general, ratificaba al primero que figurara en la misma, aunque era frecuente que el cabildo eligiera tan solo un alcalde para cada partido, para la confirmación del gobernador, siempre y cuando, cumpliera con los requisitos legales. El 9 de diciembre de 1787, “vista por el señor gobernador justicia mayor de esta provincia don Francisco Berrio, la Nominación hecha por el cabildo Justicia y Regimiento de la Villa de Timaná, para los oficios de la República, confirmó su señoría (…) para alcaldes de Partidos, de Gigante a don Juan José Macias. Para el Partido del Pital, a don Vicente Adamés. Para el Partido de Garzón y pueblo de la Jagua, a don Vicente Sánchez”.214 Biblioteca Nacional de Colombia, Bogotá, F. Antiguo, Raros y Curiosos, libro 379, f. 12. 213 Posada, Los Comuneros págs. 392 y 393. 214 Garrido, Reclamos y representaciones… pág. 137. 212
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Para la posesión de los alcaldes pedáneos electos, debían cumplir los mismos requisitos de ley exigidos a los alcaldes ordinarios, tales como haber hecho constar no ser deudores de la real hacienda, no tener causa criminal pendiente, exhibir el real derecho de la media anata y asegurar el juicio de residencia. El juicio de residencia buscaba evaluar la forma en que los alcaldes pedáneos habían cumplido con su obligación y desagraviar a las personas a quienes hubiesen perjudicado en el ejercicio del cargo; aquí era tenido en cuenta el comportamiento moral y publico del funcionario.215 Con la ruptura del orden colonial, el nuevo gobierno de la República, establecido en 1810 en el cabildo de Timaná, asumió para sí el ejercicio del Patronato Eclesiástico y, en uso de las nuevas facultades, creó las parroquias de Suaza y Paicol, y nombró alcalde pedáneo para este último pueblo.216 Paicol participó como viceparroquia en el cabildo abierto de Garzón y pasó a Herrera Angel, Martha, Poder local, población y ordenamiento territorial en la Nueva Granada, Siglo xviii, Bogotá, agn, 1996, págs. 141 y ss. La media anata era un impuesto que los empleados civiles debían pagar a la Corona, consistente en la mitad de lo que recibieran el primer año por concepto de sueldos, gajes y demás emolumentos obtenidos de su empleo. Tirado Mejía, Álvaro, Introducción a la historia económica de Colombia, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1971, pág. 84. Para cargos de funciones tan modestas, se seguía exigiendo el pago de la media anata. Ots Capdequi, Las instituciones del Nuevo… pág. 141. De ahí que en 1788, en el remate que hiciera don Manuel Albis al empleo de fiel ejecutor del cabildo de la villa de Timaná, tan solo pagara por este impuesto 2,5% por ciento de los 134 pesos. ahh, Neiva, rpcc, Gobernación, vol. viii, t. 2, págs. 215 y ss., remitiendo a los ff. 128 a 139 de los documentos 1789 y 1855. Este impuesto también se aplicó en el proceso de las legalizaciones de los títulos de tierras, mediante la figura de las composiciones de 1679. 216 Silva Vargas, El Garzón que emergió... pág. 135. Las Partidas definieron el patronato eclesiástico como un derecho concedido por la Iglesia para nombrar persona que iba a ser promovida a algún beneficio eclesiástico, así como la erección de las viceparroquias, parroquias y obispados. El derecho de patronato se adquiría originalmente por fundación, edificación, dotación, privilegio y prescripción. Ots Capdequi, España en América… pág. 46. Ahora, por Ley de 28 de julio de 1824, la República de Colombia institucionaliza civilmente el ejercicio del derecho de patronato que los reyes de España tuvieron en las iglesias metropolitanas, catedrales y parroquiales de América. En consecuencia, le corresponde al Congreso, el Ejecutivo y las altas cortes tomar decisiones respecto a las erecciones de nuevos arzobispados y obispados, presentar a su santidad los nombrados por el Congreso para los cargos de arzobispos y obispos, así como nombrar, los curas para las diócesis, determinar limites de las diócesis y destinar fondos para la construcción de iglesias, permitir o negar la fundación de nuevos monasterios y hospitales, y cuidar de que las rentas de fábrica de las iglesias catedrales no se malviertan. A los gobernadores les corresponde nombrar los mayordomos de fábrica de las iglesias catedrales de las provincias, así como nombrar, a propuesta de las municipalidades, los síndicos, mayordomos y administradores de los hospitales de sus provincias, y permitir las juntas de cofradías, donde estuvieren establecidas y hacer seguimiento a sus rentas, entre otras. 215
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ser parte de la jurisdicción de la Villa de Timaná. En el relato de la sesión del 9 de noviembre de 1810 se registra el nombramiento de alcaldes pedáneos, entre ellos el de Paicol. “Y en cuanto el nombramiento de alcaldes pedáneos que ayuden a la administración de justicia, uno en la nueva parroquia de Paycol, (…) y los alcaldes para que exersan estos ministerios por el tiempo del restante año y todo el siguiente (…) Y por alcalde del Partido de la Parroquia de Paycol, a don Jose Mariano Falla.”217 Ahora, en el proceso de anexiones y desmembraciones en el marco de las “primeras repúblicas”, Paicol se une a Neiva a finales de 1812. Las propuestas para el ejercicio de los empleos correspondientes a los alcaldes pedáneos venían de los alcaldes salientes, del cura o de algunos vecinos y de los mismos regidores. Quienes ejercían la representación en los empleos del cabildo, como aquellos de menor jerarquía referidas a las alcaldías pedáneas, pertenecían al grupo social del vecindario, es decir, de los blancos con posesiones de tierras, llámense estancias o haciendas. Esto pese a que el “blanqueamiento” de los mestizos era posible para acceder a cargos, mediante previo sometimiento de la limpieza de sangre cuando eran denunciados por el vecindario. La limpieza de sangre estuvo siempre tácita o explícitamente considerada como requisito para los candidatos; este requisito era susceptible, como los otros, de un manejo político. Los criterios étnicos y de idoneidad fueron muy recurridos en las representaciones. Sin embargo, la calificación étnica de los candidatos variaba de acuerdo con las características de las poblaciones y las circunstancias económicas, sociales y políticas.218 La elección de alcaldes pedáneos se hacía por un año, es decir, eran cadañeros. Las designaciones ocurrían a finales de diciembre en sesión de la junta capitular del cabildo, en la cual se nombraban las dignidades representadas en los vecinos, para el ejercicio de los cargos y empleos de elección anual. Los alcaldes pedáneos debían tomar posesión el primero de enero del año siguiente a su elección; no obstante, esta norma en ocasiones no era de estricto cumplimiento por diversos motivos.219 Las alcaldías pedáneas con funciones especialmente dirigidas a la administración de justicia en el viejo régimen colonial, llegan a su ocaso con el establecimiento de la nueva República en 1810.
agn, Bogotá, S. Archivo Anexo, F. Historia, t. 11, f. 24r. Garrido, “La política local…” págs. 42-43. 219 Garrido, “La política local…” págs. 166 y ss. 217 218
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Se concluye cómo los partidos dependientes de los cabildos coloniales, con las constituciones proclamadas desde 1810, no desaparecen. No obstante, estos en su mayoría, en el proceso de anexiones y segregaciones, pasan a la categoría de municipalidades en la Nueva República. Con el restablecimiento del régimen peninsular en 1816, estas municipalidades regresan a la autoridad del alcalde pedáneo hasta el derrocamiento de las fuerzas realistas en 1819. A partir de allí son referenciadas como parroquias y con la primera constitución de la Gran Colombia como distritos parroquiales.220
La gobernación de la provincia y sus relaciones con el cabildo
La creación de la gobernación de las provincias de Neiva, Timaná y Saldaña
en 1614221 se justificó por la misma necesidad de imponer una autoridad de manos fuertes para asegurar la paz y el mantenimiento del orden público. Era permanente el asedio y la guerra sostenida con los indígenas, debido a las incursiones permanentes de los andakies sobre La Plata y Timaná y, en especial, los asaltos de los pijaos a los primeros poblados donde fuera fundada Neiva. Por ello, los gobernadores eran a la vez capitanes generales, lo que les daba la investidura de la suprema autoridad militar de la provincia.222 Fueron varios los capitanes que capitularon la pacificación de estas provincias, pero fracasaron en sus estrategias. Uno de los últimos fue Francisco de Berrío y Vasco de Mendoza y Silva, gobernador de Popayán,223 Montealegre Sánchez, Historia económica y social… pág. 70. Ver el capítulo en este volumen de Clavijo Ocampo, Hernán, “Fundación y conformación de la ciudad de ‘la pura y limpia concepción’ de neiva y su provincia en el siglo xvii”. 222 Montealegre Sánchez, Humberto, “Política y cabildo en la villa de Timaná”, en Huila. Órgano de la Academia Huilense de Historia, vol. xiii, n.o 57, 2006, pág. 110 223 Esta capitulación significó que Timaná hubiera sido parte de la jurisdicción del gobierno de Popayán hasta 1608. Luego pasó a ser de la jurisdicción del gobierno de Neiva. Friede, Juan, Los Andakí, México, Fondo de Cultura Económica, 1949, pág. 19. Las capitulaciones en la conquista eran contratos pactados por el conquistador con la Corona para realizar conquistas militares de territorios delimitados, fundar ciudades o villas, poblar y explotar económicamente estas jurisdicciones, implantando el dominio español sobre los indios. Estas empresas, por lo general, las financiaba el jefe conquistador a cambio de títulos y privilegios para él y sus descendientes. Clavijo Ocampo, Hernán, “Las guerras de la colonización en la provincia de Neiva durante el siglo xvii”, en en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996, pág. 344. 220 221
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hasta que, finalmente, la Corona acometiera la empresa con el presidente de la Real Audiencia, Juan de Borja. Para este efecto, Borja encontró en el capitán Diego de Ospina y Medinilla su más fuerte y leal punto de apoyo.224 Los indígenas hostigaban con frecuencia el paso de mercaderes, hacendados, autoridades civiles y militares que transitaban hacia la villa de Timaná, La Plata, Popayán, Quito y Santafé. Desde la segunda fundación de Neiva en 1550, en el sitio actual de Villavieja, hasta 1569, San Juan de Neiva debió experimentar el acoso de los indios pijaos. El 14 de noviembre de este último año se produjo la más terrible arremetida propinada por los pijaos a la ciudad.225 Los españoles hicieron varias entradas contra los pijaos, pero sin mayores éxitos, hasta que Juan de Borja, con el capitán Ospina, mediante una guerra de aniquilación, usando la tala y quema de los sembrados nativos, lograron su derrota y la pacificación de la región. La guerra sistemática se desarrolló en 1607, y las últimas campañas contra los pijaos tuvieron lugar en 1608 y 1611. El triunfo sobre los pijaos permitió restablecer las comunicaciones entre Santafé y Popayán y, en cuanto al Alto Magdalena, facilitó el inicio del poblamiento de Neiva por Diego de Ospina, en 1612.226 Las provincias estaban a cargo de jefes llamados gobernadores, y en algunas, comandantes generales; cuando no gozaban estos del mando de las tropas se denominaban corregidores o justicias mayores. Tanto gobernadores como corregidores de las provincias administraban en primera instancia la justicia civil y criminal. Las autoridades civiles subalternas de los gobernadores eran: el teniente gobernador letrado y los tenientes justicias de los pueblos, los corregidores de indios, los capitanes de guerra, los cabildos, los alcaldes ordinarios y los pedáneos.227 En lo político y administrativo, la gobernación de la provincia de Neiva, Timaná y Saldaña mediante autos dictaba prohibiciones, aceptaba Clavijo Ocampo, “Las guerras de la colonización…” pág. 328. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia Civil, t. 18, f. 258r. y v. 226 Tovar Zambrano, Bernardo, “Conquista española y resistencia indígena”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila/Academia Huilense de Historia, 1996, págs. 248. La entrada estaba relacionada con el ingreso de los conquistadores a territorios indígenas; por consiguiente, era un sistema de entrega y captura de indios de guerra por un pequeño grupo de soldados y, en ocasiones, acompañados de indios amigos de los españoles, dirigido por un caudillo, comúnmente capitán. La entrada era financiada por los vecinos, el gobernador, o ambos. Clavijo Ocampo, “Las guerras de la colonización…” pág. 344. Hernán Clavijo trata a fondo este parte de la historia de la provincia en el ensayo de Clavijo Ocampo, “Fundación y conformación…” publicado en esta misma obra. 227 García Borrero, El Huila y sus aspectos… págs. 158 y 159. 224 225
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renuncias y profería licencias, ordenaba construcciones, arreglos y limpiezas, incluso se entrometía en asuntos religiosos.228 A través de un auto dictado en 1732 por don Julián de Buendía, gobernador y capitán general de la provincia de Neiva, sus términos y jurisdicciones, se ordena el arreglo de calles y solares, caminos y pasos de los ríos, barquetas, pesas y medidas y otras disposiciones y providencias relacionadas con el gobierno de los pueblos.229 En 1740 se ordenaba “con pena de cincuenta pesos a los vecinos de la villa de Timaná que tienen solares que edifiquen casas en tales solares y en caso de que no lo ejecuten los saquen y declaren vacos los solares para entregarlos a otros que los construyan.”230 Igualmente, por auto de 1734 del gobernador y capitán general don Cristóbal Graaf y Sarmiento ordenaba la limpieza y arreglo de calles y zanjas de la población.231 El mismo gobernador ordenaba, incluso bajo pena, a los vecinos de la villa concurrir el 16 de junio a las solemnidades religiosas.232 Don Rafael de Eslava, como presidente, gobernador y capitán general hacia 1735, ordenaba la prohibición de saca de ganado para la ciudad de Popayán, nombrando inspector especial con facultades de multar, embargar y depositar bienes de los infractores.233 En 1739, el gobernador y capitán general acepta por enfermedad la renuncia de don Bernardo Sánchez de Lozada al cargo de alcalde de primer voto de la Villa de Timaná, y en su reemplazo nombra a don Manuel de Cuellar.234 Los primeros gobernadores de la provincia entregaron títulos de tierras a capitanes y soldados, o sus descendientes, por haber participado en los procesos de conquista. En 1630, el gobernador de las provincias de Neiva, Timaná y Saldaña, Francisco Martínez de Ospina, dio en cantidad de treinta estancias que comprendían la mayor parte del territorio situado Montealegre Sánchez, “Política y cabildo…” pág. 110. ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. viii, t. 2, pág. 38, remitiendo a los ff. 131 y 132v. de los documentos 1789-1855. 230 ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. viii, t. 2, pág. 132, remitiendo al f. 384. 231 ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. viii, t. 2, pág. 54, remitiendo al f. 178. 232 ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. viii, t. 2, pág. 54, remitiendo al f. 176. En el calendario católico ha sido tradicional la celebración de la fiesta de San Antonio de Padua a mediados de junio, mientras las de San Juan el 24 del mismo mes. San Antonio nació en Portugal y murió a los treinta y cinco años de edad en los bosques de Camposampiero, el 13 de junio de 1231. www.corazones.org/santos/antonio_padua. htm. La declaración del gobernador Marcos de Rojas en un expediente de 1692, señala que los pobladores de Neiva solo se congregaban en el recinto de esta ciudad para asistir a las fiestas religiosas, especialmente a la patronal; es decir, en la fiesta de la Concepción; en la Semana Santa, en las de Corpus Christie y de San Juan, en las cuales disminuía la asistencia. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 9, f. 738r. y v. 233 ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. viii, t. 2, pág. 66, remitiendo al f. 248 a 253. 234 ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. viii, t. 2, pág. 121, remitiendo al f. 367 y 368. 228 229
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entre los ríos de Las Ceibas y Fortalecillas, a un tal don Lope Salcedo Jáuregui; después, el mismo mandatario, hizo título de merced y gracia a Francisco Calderón de doce estancias, comprendidas su alinderación dentro de los mismos ríos.235 Estas otorgaciones, según las Leyes de Indias, eran consideradas composiciones más que títulos, las que debieron ser legalizadas en buena parte en las primeras décadas del siglo xviii. Así lo infiere el auto del juez privativo visitador de tierras y composiciones, teniente coronel don José Caicedo y Pastrana, cuando en 1712236 se establece la nulidad de las composiciones hechas desde el 20 de abril de 1618, “por haverse prohivido la facultad que había para dichas composiciones”. Anulaba igualmente, los títulos compuestos en 1679, por el gobernador Francisco Álvarez Velazco.237 Ahora bien, todo parece indicar que la Compañía de Jesús no hizo ninguna erogación para legalizar los títulos de los hatos de Villavieja. El hermano Manuel de Ochoa, procurador de las haciendas de Villavieja, compareció a la composición de tierras, según Cédula Real, presentando los títulos e instrumentos donde constan las estancias que le pertenecen a las tierras de Villavieja y Llano Grande, pidiendo a su Magestad “se sirva de asignar la composición de dichas tierras con la piedad que la suya le dicta y con la contemplación de la mucha pobreza de mi religión y de ser como es público y a usted Majestad consta todas las demás tierras de Villavieja de ningún valor por lo intratable y espinoso de ellas”.238 Las fuentes documentales no muestran cobro alguno por la composición de dichas haciendas. García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 20. Fals Borda, Orlando, Historia de la cuestión agraria en Colombia, Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1982, pág. 42. 237 La composición no es un título, pero si la base para la obtención del título, ya que mediante ella, se obtenía el título correspondiente. Ots Capdequi, Manual de historia… págs. 73-150. De ahí que el fundamento de las composiciones proyectadas reposaba en el hecho de que las tierras del Reino no habían salido hasta ahora del dominio de la Corona española, puesto que casi nadie podía exhibir un titulo que proviniera de ella. agi, Sevilla, Santafé, L. 17r., 2, documento 78, f. 7v., en Colmenares, Germán, Historia económica y social de Colombia, 1537-1719, tomo i, Bogotá, Universidad del Valle / Tercer Mundo Editores, 1997, pág. 218. La composición sirvió para reducir el poder de los ocupantes de la tierra, al quedar vigente la posibilidad de quitarles o no reconocerles sus propiedades, o revisárselas sino cumplían reglas como la de morada y labor. Fals Borda, Historia de la cuestión agraria… pág. 42. 238 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tierras (Tolima), t. 6, f. 319r. Las órdenes religiosas debían pagar la legalización de los títulos así como los diezmos. La ley ix del Nuevo Código de Indias señalaba que estas debían pagar puntualmente los diezmos como los demás vasallos, aunque en la práctica los religiosos fueran remisos a acatar la legislación decimal. Dubrowski, Sergio, Los diezmos de Indias en la legislación (siglos xvii y xviii), Pamplona, Ediciones Universidad de Navarra, 1989, pág. 144. 235 236
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En el siglo xviii existían once provincias muy heterogéneas en el territorio de la Nueva Granada. Estas se diferenciaban en su tamaño, población e importancia política. Todas las provincias estaban dentro de la jurisdicción de la Audiencia de la Nueva Granada, excepto Popayán, que siguió siendo parte de la Audiencia de Quito. Ahora, todas, salvo Santafé, estaban regidas por gobernadores que eran las más altas autoridades políticas y judiciales en sus respectivas regiones, si tenían el rango de capitanes generales. La mayor parte de gobernadores eran nombrados directamente por el rey y algunos por el virrey.239 Estos gobernantes, además del poder político, tenían los mejores privilegios económicos. Desde el siglo xvii la base de la economía en las provincias de Neiva, Timaná y Saldaña era la ganadería; así lo demuestran las fuentes documentales. El 5 de enero de 1642, don Francisco Martínez de Ospina, gobernador y capitán general “se obligaba a dar y a entregar a don Juan Chacón o a quien su persona represente dos mil novillos poco más o menos los que serán puestos en el Novillero a diez y ocho reales cada uno, de tres años arriba y cuya mitad le corresponde a don Juan Galindo”.240 Sitio El Novillero estaba ubicado en la sabana de Santafé. Francisco Martínez de Ospina, como gobernador de la provincia a mediados del siglo xvii era uno de los mayores criadores de ganado de Neiva. De igual manera, encomenderos y hacendados participaban en el negocio del ganado, a la vez que ejercían el poder político en el cabildo. Hay que entender que la encomienda se va constituyendo a lo largo del siglo xvi en una forma peculiar de asociación forzosa para la obtención del poder político, del prestigio y de la riqueza;241 en tanto que en el Alto Magdalena los encomenderos integraban la red del poder local y controlaban el cabildo de la ciudad,242 de tal manera que el cabildo más que “la sociedad, reflejaba la elite local”.243 McFarlane, Colombia antes de la Independencia… págs. 351 y ss. ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. vii, t. 1, pág. 120 remitiendo a los ff. 87r. y v. de los documentos 1613-1733. 241 Guillén Martínez, Fernando, El poder político en Colombia, Bogotá, Planeta, 1996, pág. 76. 242 Tovar Zambrano, “Conquista española…” pág. 292. Los hispanos y criollos del siglo xvii conformaban el sector privilegiado de la sociedad. Del siglo anterior, habían heredado bienes y privilegios que conservaban celosamente. Las familias propietarias de tierras y encomiendas lograron ampliar sus títulos a nuevas zonas. Los criollos alegaban descender de los primeros conquistadores. Ots Capdequi, El régimen de la tierra… pág. 9. 243 Rodríguez, En busca de lo cotidiano… págs. 60. El concepto de élite aquí utilizado designaba a una minoría social blanca, que se reconoce por la conciencia de linaje, por sus relaciones de parentesco y de poder, por su condición de terrateniente, hacendado, 239 240
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La élite local será entonces un grupo de familias vecinas de determinada ciudad, villa o parroquia, poco diferenciadas entre sí, pero estratificadas, y cuyas propiedades y unidades productivas están ubicadas en una o varias jurisdicciones sobre las cuales ejerce, más o menos directamente, un poder de dominio e influencia social, cultural y política.244 El capitán Francisco Calderón de Tahuste, quien obtuviera los títulos de las tierras del Ancón (Gigante), figura como vecino encomendero de la villa de Timaná,245 estanciero y alcalde ordinario de la misma villa en 1635,246 y procurador de ciudad de la Concepción de Neiva en 1642.247 También, en 1641 el capitán Andrés Palomino era alcalde ordinario de la ciudad de la Concepción de Neiva, al igual que ejercían el oficio de alcaldes de la Santa Hermandad los encomenderos don Juan Cardozo y don Esteban de Ospina.248 Sebastián Becerra, con propiedades en la villa de Timaná y la ciudad de Neiva, la figura con los cargos de Regidor en 1649249 y depositario general de la ciudad de Neiva en 1660;250 como estanciero y persona dedicada al comercio de abastos, en 1662 aparece comprando a Bernardo de Zamora y Beatriz de Trujillo, “unos semovientes por quinientos patacones”.251 Ello demuestra como encomenderos, hacendados, estancieros y hasta comerciantes se movilizaban en las provincias del Alto Magdalena, mediante la posesión de tierras, el comercio y en el ejercicio de la actividad política con cargos en el cabildo. Convivencia de la gobernación y el cabildo en el siglo xvii La entrega de mercedes o títulos de tierras que hicieran los Ospina durante el siglo xvii a quienes habían participado en los procesos de la conquista comerciante o minero y por sus posibilidades y niveles de acumulación de riqueza, como por su modo de vida y su mentalidad. Clavijo Ocampo, Hernán, Formación histórica de las elites locales en el Tolima, tomo 1, 1600-1813, Bogotá, Fondo de promoción de Banco Popular / Editorial Presencia, 1993, págs. 24 y 25. 244 Clavijo Ocampo, Formación histórica… pág. 25. 245 ang, Protocolo-Timaná, t. 2, f. 32 v. 246 García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 26. 247 ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. vii, t. 1, pág. 125, remitiendo al f. 95v. de los documentos 1613-1733. 248 García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 77. 249 ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. vii, t. 1, pág. 159, remitiendo a los ff. 96r. y 97r. de los documentos 1613-1733. 250 ang, Protocolo-Timaná, t. 2, f. 163v. de los documentos 1545-1663. 251 ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. vii, t. 1, pág. 302, remitiendo a los ff. 103v. y ss de los documentos 1613-1733.
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y a sus descendientes, hacen pensar que encomenderos y hacendados, por gratitud, mantuvieron buenas relaciones con los gobernantes de la provincia, aceptando los mandatos de estos, según las Leyes de Indias, sin desconocer que unos y otros se identificaban en la actividad ganadera. Gabriel Montealegre, quien fuera alcalde ordinario de Neiva en 1631,252 señalaba que de: Las ocho estancias de ganado mayor (…), conforme a los títulos que de ellas tengo, [los recibí], el uno del gobernador Diego de Ospina (…), y el otro del gobernador don Francisco Martínez de Ospina, y están en la jurisdicción de dicha ciudad, las cuatro de ellas de la otra banda del río Frio, (…) y las otras cuatro están de la banda de la quebrada del Albadán, y desta banda de la quebrada de la Sardinata hacia la Sierra.253
La cercanía entre la gobernación y el cabildo hacen que en ocasiones los cabildantes despacharan desde las propiedades de los Ospina, lo que da a entender el grado de entendimiento y las buenas relaciones personales e institucionales entre estos entes gubernamentales en el periodo hegemónico de los Ospina. En la ciudad de la “Concepción del Valle de Neyba en primer día del mes de enero de mil seisientos i treinta i tres años se juntaron aser su cabildo como asen y tienen de costumbre en las casas del Sr. Gobernador don Francisco Martínez de Ospina para elegir alcaldes nuevos.”254 Desde el siglo xvii, para el caso de las provincias del Alto Magdalena, los intereses de los gobernantes a nivel provincial y local coincidían por sus riquezas representadas en tierras y el negocio del ganado. Estas alianzas facilitaban el abastecimiento del mercado de ciudades, especialmente de las dehesas ganaderas de Santafé, acuerdos que, a su vez, eran avalados por las mismas autoridades de la gobernación y el cabildo. En 1736 el renovado cabildo de Neiva y los más importantes criadores, se comprometieron a enviar anualmente 3.000 novillos a Santafé, a un precio de 3 patacones y seis reales.255 García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 17. García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 37. 254 García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 24. 255 En el siglo xviii, por lo general, 8 reales correspondía a un patacón, moneda equivalente al peso. Ahora el ganado de la provincia de Neiva no solo abastecía de carne a los santafereños sino de materia prima (sebo) para la fabricación de velas, además de cueros para los talleres de zapatería y de talabartería. Clavijo Ocampo, “Economía y conflicto…” págs. 380 y 408. 252 253
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Hacia 1694 figuraban como los mayores criadores de ganado en Neiva: Francisco Álvarez Velazco (gobernador) con 8.000 crías, Joseph Perdomo con 7.000, Jacinto del Castillo con 6.000, Diego Hortíz Carvajal con 2.000, Francisco Perdomo con 1.000, entre otros, en un censo de 31.582 crías.256 En relación con el abasto de Santafé, el 25 de junio de 1694, ante el presidente del cabildo y gobernación de Neiva, comparecieron: El señor teniente general y capitán Juan Bautista de la Torre, alcalde ordinario más antiguo, el capitán Francisco Perdomo, en su nombre y el de su hermano el alférez Joseph Perdomo; el alférez Jacinto del Castillo Riverol; el hermano Diego Ortiz Carvajal, procurador de naturales y su gobernador don Marcos de Rojas (…) y por último, don Juan de Penagos, Administrador y Representante del Gobernador don Francisco Álvarez de Velazco. (…) Vecinos y criadores se juntaron para asegurar al capitán don Ignacio de Espinosa, nombrado juez de los señores de la Real Audiencia, los términos del abasto o contribución [de la provincia de Neiva], (…) acordaron dar cuatro mil quinientos novillos para los abastos de la ciudad de Santafé en cada año (…). Criadores de Neiva dos mil quinientos novillos, la villa de Timaná mil quinientos novillos y la ciudad de La Plata quinientos novillos (…). La distribución del reparto correspondió: al señor teniente general y capitán Juan Bautista de la Torre doscientos cincuenta novillos, capitán Francisco Perdomo por sí y sus agregados doscientos novillos, al alférez Jacinto del Castillo por sí y sus agregados cuatrocientos novillos, a Juan de Penagos, como hacedor del señor gobernador don Francisco Álvarez de Velazco cuatrocientos novillos (…), al capitán Marcos de Roxas por la hacienda de Aipey agregados trescientos y cincuenta novillos.257
De ahí que Hernán Clavijo señale cómo durante las gobernaciones de Francisco Martínez (1630-1650) y Diego de Ospina, hijo (1651-1664) —y
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aún durante las de Francisco Álvarez de Velasco (1667-1675, 1679-1681 y 1690-1694)— se perfilaron, a través de los negocios y del ejercicio de oficios de República en los cabildos y la gobernación, los más destacados segundones de su dominio señorial, quienes, con el tiempo, habrían de adquirir y mantener un poder local. Entre ellos figuran don Francisco Manuel Perdomo, el alférez don Fernando de Villarroel, el capitán Gonzalo Suárez Valdez, entre otros.258 Distanciamientos entre la gobernación y los cabildos de la provincia desde el siglo xviii Las fuentes documentales enseñan cómo, una vez se produjo el fin del dominio político de la familia Ospina en la provincia, se dieron las condiciones políticas para el establecimiento de un cabildo más autónomo e independiente. Al comenzar el siglo xviii la élite representada en el cabildo se amplió y jerarquizó, tendiendo a dividirse internamente ante el conflicto con familiares de la aristocracia santafereña, los Caicedo, herederos y parientes de la familia Ospina, avecindada en esta ciudad y corte.259 Joseph de Caicedo y Pastrana, como teniente coronel hacia 1712 y siendo juez subdelegado para la composición de tierras de la provincia de Neiva, aprovechó el cargo para hacerse a las tierras del hato de Saldaña, las que transformadas, al cabo de tres décadas, se convirtieron en una de las más extensas y grandes haciendas ganaderas del Nuevo Reino, desde la cual se darían regulares y cuantiosas sacas de ganado a Santafé, contribuyendo a resolver en parte el problema del abasto.260 Las tensiones entre la élite se Santafé, concretamente la familia Caicedo, y la élite de Neiva, al parecer dividieron a esta última y generaron Clavijo Ocampo, “Las guerras de la colonización…” pág. 343. Clavijo Ocampo, “Las guerras de la colonización…” pág. 343. 260 Clavijo Ocampo, “Economía y conflicto” págs. 398 y 399. La composición se consideraba un acto jurídico mediante el cual una situación de hecho sobre la posesión de la tierra, se convertía en una situación de derecho, con el pago de una cantidad de moneda al fisco, la que fijaban las autoridades coloniales. Las composiciones originaron desde el principio un problema político, puesto que no eran otra cosa que un gravamen a encomenderos y terratenientes que habían ocupado tierras que, en teoría, no habían salido del dominio real. Los títulos que se exhibían provenían casi siempre de cabildos y gobernadores que no gozaban de la facultad de otorgarlos, posesiones que la Corona no estaba interesada en modificar a cambio de una módica indemnización. Colmenares, Cali. Terratenientes… págs. 44-45. 258 259
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 4, ff. 65r. y ss. García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 137. Las haciendas del Alto Magdalena para finales del siglo xvii, contaban con agregados, quienes en sus reducidos potreros criaban pequeños lotes de ganado, a cambio de prestar servicios a los dueños de la tierra. Montealegre Sánchez, Historia económica y social… pág. 195. Los agregados con los arrendatarios, mayordomos, peones y esclavos, constituyeron la población trabajadora más estable de las haciendas colombianas Rodríguez Jiménez, Pablo y Castro Carvajal, Beatriz, “La vida cotidiana en las haciendas coloniales”, en Castro Carvajal, Beatriz, editora, Historia de la vida cotidiana en Colombia, Bogotá, Norma, 1996, pág. 87.
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fuertes disputas por el control del gobierno local en el periodo 1708-1712. Tras estos conflictos subyacían los intereses en el negocio del ganado. Estas tensiones aparecen formalmente en 1691, cuando el cabildo de Santafé advirtió escases de ganado para el abasto, debido a que cuatro o cinco años atrás venía haciéndose a Quito donde estaban pagando a mejor precio. La Real Audiencia prohibió esta actividad, además de solicitar en 1992 al gobernador de la provincia de Neiva, Francisco Álvarez de Velasco, hacendado, presentar un informe sobre los criadores que habían enviado ganado a Quito. El gobernador hizo averiguaciones “incompletas y vagas”, que culminaron con la propuesta del alférez Joseph Perdomo de Betancur, en nombre de los criadores de la provincia de Neiva, de enviar anualmente 4.500 novillos a la dehesa de Santafé.261 Estos hechos demuestran claramente los intereses comunes de las autoridades de la provincia en la obtención de mejores precios en el negocio del ganado. Ciertamente, tampoco las élites locales eran homogéneas ni compactas en sus intereses, como lo demostró el desacuerdo entre Timaná y Neiva en 1704 a propósito de los precios de los ganados llevados a Santafé. Había jerarquizaciones y tensiones internas en cada una de ellas, que se expresaban en momentos como las elecciones concejiles, los concursos de acreedores, el remate de los cargos o títulos de gobierno local, las disputas por tierras o por los indios, su trabajo y sus tributos. Las relaciones de estas élites con los diferentes sectores de la sociedad y del gobierno santafereño también eran decisivas y mucho más diferenciadas.262 La prueba de la existencia de grupos sociales en conflicto se refleja en el testimonio del alcalde ordinario de Neiva, don Fernando Conde Guerrero, sobre los incidentes (intento de homicidio) que se suscitaron en cumplimiento de despachos en la causa del concurso de acreedores, cuyo motivo había sido la ejecución ordenada por el gobernador Caicedo y Pastrana contra los bienes de Phelipe Suárez, por deuda de 78 patacones. Este estaba haciendo postura al remate de título de alcalde provincial y hacía parte del grupo de los Perdomo. La familia Perdomo y su clientela aspiraban a apoderarse de todos o la mayor parte de los oficios de la república de la ciudad de Neiva y su jurisdicción, contra lo cual actuaba el gobernador Caicedo y sus amigos, entre ellos el alcalde ordinario Conde Guerrero, quienes a través de apoderado en Santafé hicieron repuja a las posturas de la familia Perdomo. El resultado del remate del título de alcalde provincial 261 262
Clavijo Ocampo, “Economía y conflicto…” págs. 381 y 383. Clavijo Ocampo, “Economía y conflicto…” pág. 395.
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fue el triunfo de la familia Perdomo en las elecciones del cabildo de 1709 y una enemistad declarada con el bando del gobernador de Neiva.263 Es por ello que durante este siglo se acentúan las diferencias y conflictos entre los mismos gobernadores de la provincia y los miembros del cabildo de Neiva, en especial con los representantes de la familia Perdomo. Santafé consideraba que parte del problema político de Neiva se originaba en el hecho de que quienes habían sido gobernadores se quedaban en la provincia, prendiéndole fuego a las divisiones partidistas.264 Situaciones conflictivas se presentaban entre los gobernadores con sus antecesores, algunos de estos con cierta influencia en el vecindario y en el mismo cabildo, tal como sucedió con Manuel Álvarez de Aguilar en 1721, José Antonio del Lago en 1770, Policarpo Fernández desde 1777, Francisco Berrío (1787-1788), entre otros. Al ser designado gobernador de la provincia en 1721 Manuel Álvarez de Aguilar, los alcaldes del cabildo se ausentaron para no posesionarlo.265 Los alcaldes Fernando Conde y Diego Quintero Príncipe, y el procurador Gregorio Díaz Hidalgo, en acto seguido, destituyeron al gobernador y restituyeron a Bernardo de Saavedra y Montenegro, quien había sido su antecesor como gobernador interino. El Superior Gobierno separó del cargo a Álvarez de Aguilar por su comportamiento hostil frente a las autoridades locales, nombrando en 1723 a Manuel Santos de Peñas. En 1725 restituyó a Álvarez en la gobernación por un breve tiempo, y Bernardo de Saavedra volvió a ser interino mientras el cargo era provisto oficialmente.266 José Antonio Del Lago, quien desde el comienzo desconoció la autoridad de su antecesor, el gobernador Fernández, se convirtió en su rival en asuntos políticos y económicos; incluso, la administración de la hacienda gubernamental de los Aposentos de Villavieja a mando de Del Lago, era una rueda suelta en el engranaje de la gobernación provincial, no obstante la advertencia de Lago y los alcaldes ordinarios Juan Tomas de Tovar y Agustín Páez Pinzón, en el sentido de que “habría perjuicios si se entregaba Clavijo Ocampo, “Economía y conflicto…” págs. 397 y 398. Silva Vargas, “De la comarca apacible…” págs. 45-47. 265 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 8, ff. 909-968, citado por Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… pág. 42. 266 Álvarez de Aguilar pretendiendo hallar títulos de nobleza donde no había, empezó hablar de partidos y afirmó que los jueces eran de la facción de Manuel Santos de Peñas, quien fuera gobernador entre 1709 y 1713 y entre 1723 y 1725 y alcalde ordinario en otras oportunidades, (…) afirmando además que dicha facción quería mantener en el puesto a Saavedra y quedar en los cargos sin ser de “estirpe”. Ver Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… págs. 42 y 43. 263 264
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la hacienda de Villavieja”. De ahí que Fernández continuara su conflicto con el administrador de la hacienda (Del Lago). Este terminó querellándolo por injuria, en tanto, Fernández lo acusaba de hostilizarlo y pidió su destierro ante las autoridades de Santafé.267 Por ello, el virrey ordenó que Del Lago saliera lo más pronto posible de la región, dándole un periodo de gracia para que entregara la nombrada hacienda que pertenecía al ramo de las temporalidades (frutos percibidos por los eclesiásticos). Al mismo tiempo, Del Lago trajo una orden de la Real Audiencia mediante la cual se inhibía a Fernández para que fuese Juez de cualquier causa contra su persona.268 En este conflicto de poderes gubernamentales entran en juego los niveles del orden local, provincial y del Nuevo Reino de Granada con sus respectivas autoridades. La división neivana preocupaba incluso a la real corte, pues advirtió a Fernández que se le nombraba como “gobernador de esa provincia en un tiempo muy crítico como que estaba ardiendo en continuo litigio y bandos formados por su antecesor durante su gobierno contra el cura de ella, dr. Isidro Palencia”.269 Del Lago se había convertido en furibundo enemigo del padre Palencia. Al padre Palencia lo vemos en la historia interviniendo en los asuntos económicos y políticos de la provincia, por lo general al lado de los criollos. Por ello, las diversas actuaciones del levita en la vida civil, especialmente de la ciudad de Neiva, le acarrearon multitud de odios, malquerencias simpatías, irrespetos acusaciones, juicios, pero le granjearon el cariño de muchos elementos criollos: los Perdomo, entre otros, que lo tomaron como estandarte en las luchas políticas libradas durante la segunda mitad del siglo xviii.270 Sus confrontaciones no solamente se dieron con gobernadores, agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 14, ff. 526-609, citado por Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 45. Páez Pinzón por haber espiado a Fernández a su llegada a la provincia y haber advertido los “perjuicios” si se entregaba la hacienda de Villavieja, fue despojado de la vara de alcalde por el gobernador y remitido a la cárcel en 1775. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 2, ff. 588-627. 268 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 2, f. 594, citado por Silva Vargas, “De la comarca apacible…” págs. 45-47. Del Lago era cuestionado por haber realizado negocios turbios en la hacienda de Villavieja, incluso se afirma haber vendido esclavos de la misma hacienda a siete reales. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 23, f. 603, citado por Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 41. 269 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 2, f. 602, citado por Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 41. 270 Silva Vargas, “De la comarca apacible…” págs. 52 y 53. 267
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sino también con miembros del cabildo de Neiva; algunos de los casos se tratarán más adelante. En estas relaciones conflictivas entraban en juego las autoridades del cabildo. El alcalde Agustín Páez Pinzón había contactado a un hombre en 1777 para que se introdujera en la casa donde habitaría Fernández, a fin de espiar todos sus movimientos y escuchar sus instrucciones.271 El gobernador Fernández creó animadversiones, igualmente, con los cabildos de la provincia. Por ejemplo, confirmó a Jorge Losada como provincial de Timaná en 1776 y donde el cabildo se opuso rotundamente porque el nombrado no era de estirpe noble.272 El origen de muchos conflictos que se generaban alrededor de las elecciones se debían a la conformación de grupos o facciones que buscaban apoderarse del control político del cabildo. Los enfrentamientos entre los gobernadores de la provincia y la vecindad con representación política en el cabildo fueron notorios en los últimos decenios del periodo colonial, aun con los mismos españoles que tenían influencia en el cabildo y que habían sido gobernadores como Pablo de Alvira en 1759. Francisco Berrío, de breve paso por la gobernación (1787-1788), quien al notar fraudes del asentista de aguardiente en la capital, así como la reducción del impuesto de la sisa que se transfería al hospital San Lázaro, advertía cómo en la vecindad ya no habían partidos, bandos o facciones, sino “pandillas” que dominaban el cabildo, haciendo alusión a las tertulias en casa de Pablo de Alvira, a quien consideraba “jefe de la pandilla del cabildo y el hombre más intrépido de toda la provincia”. Los acusaba de segundones al párroco Andrés Sesane y al cartagenero Luís Antonio Barrera, hábil penalista que se había convertido en “un instrumento de ciertos descontentos contra su gobierno, que trae todo el pueblo encendido en odios”. Advertía también que en Neiva “las elecciones del cabildo se tornan con ardor por el empeño de fines particulares”. En un informe que envió a Santafé sobre el caos político en Neiva, hace relación al juego de discordia que ha causado la desolación en la ciudad, la cual se había subyugado siempre la autoridad de los gobernadores.273 Por la misma época, el cabildo había pedido llenar los Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 40. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 7, ff. 10-226, citado por Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 45. 273 agn, Bogotá, S. Archivo Anexo, F. Historia, t. 3, f. 326-328, en Silva Vargas, “De la comarca apacible…” págs. 58 y ss. La “sisa” era el impuesto que se cobraba sobre géneros comestibles. Alvarez Esguerra, Manuel, redactor, Gran diccionario general de la Lengua Castellana, Bogotá, Rei Andes Ltda., 1993, pág. 1014. La renta de sisa, recaía sobre el precio de venta del vino y aguardiente, vinagres, aceite, carne y frutas 271 272
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oficios concejiles vacantes desde hacía más de dos décadas. Para el rematar, se habían postulado una cantidad de individuos, pertenecientes todos “a la pandilla de Alvira”.274 Berrío, triste y abatido, vio grave la situación y pidió su relevo del cargo, solicitando un puesto en Santafé o Cartagena.275 Los conflictos de los gobernadores no solo se presentaron con el cabildo y vecindario de la ciudad de Neiva, también se dieron con los ayuntamientos de otras villas y ciudades. En el cabildo de Timaná, considerado menos conflictivo que el de Neiva en el siglo xviii, también se presentaron enfrentamientos por usurpación de funciones por parte del gobernador. Timaná, aunque obediente al rey, no lo fue con el nuevo gobernador, al que llamó “al respeto y la cordura” por usurpación de la jurisdicción de los alcaldes ordinarios, respecto a un conflicto por la servidumbre de un camino entre Jorge Tomas de Hermida y Luis de Rivera, inicialmente resuelto por el cabildo y que fuera desconocido por el gobernador Juan Antonio de Olea. En un embargo contra José Díaz en Gigante, el gobernador Olea comisionó para estas diligencias a los alcaldes hermandatarios, sintiéndose ofendidos los alcaldes ordinarios. Olea reaccionó acusando a los alcaldes ordinarios actuales y precedentes, e inició expedientes contra los alcaldes Tomas de Cabrera y Juan Miguel Montalvo en 1795 por “oposición a sus mandatos, denegación de sus cumplimiento, inobediencia, insolencia y desacatos”.276 Afirmó que, tradicionalmente, “los alcaldes de Timaná tienen indios para su servidumbre” y pide que “se tome la mas rigida providencia capaz de contener, tan insolente orgullo, y hacerles ver, la superioridad de jurisdicción que el Governador tiene sobre los individuos de los cavildos de su Provincia”.277 vendibles. Rosa, Del municipio indiano. El clérigo Andrés Sesane procedía de Galicia España. En calidad de cura y vicario de Neiva le correspondió dar los primeros pasos para la reedificación del templo de Neiva, y con esta ocasión tuvo dificultades con el gobernador, y el cabildo lo acusó de vulneración de los derechos civiles. Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 93. 274 agn, Bogotá, S. Archivo Anexo, F. Historia, t. 3, f. 343. Pablo de Alvira, aragonés de 31 años, había llegado como gobernador de la provincia de Neiva en 1759, con título adicional de “Corregidor de los Páez”. Gobernaría hasta 1765 y fijaría su residencia definitiva en Neiva, donde intervino como protagonista de varios hechos políticos provinciales. En 1781 se desempeñaba como alcalde de primer voto en la ciudad de Neiva, siendo testigo de excepción en los hechos que culminaron con la muerte violenta del gobernador Policarpo Fernández. Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… pág. 55. 275 Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 60. 276 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 22, ff. 818-926, citado por Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 61. 277 Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 61.
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De ahí que Rodrigo Silva Vargas, comentó cómo en el Alto Magdalena, la primera autoridad de la provincia estaba representada “aparentemente por el gobernador”, nombrado por el gobierno superior del virreinato, generalmente español, sin mayores nexos con la provincia, donde la clase política local, representada en el cabildo, era más poderosa; de tal manera, que se convirtió la figura del gobernador en objeto de burlas, desacatos, destituciones y permanentes agravios.278 Las diferencias sociales en la provincia de Neiva fueron muy pronunciadas y significaron el origen de conflictos, especialmente entre criollos y españoles. Para el caso de la ciudad de Neiva, era notorio el odio que inspiraban los españoles, a quienes se les otorgaba el epíteto despectivo de “chapetón” desde mediados del siglo xviii, según fuentes documentales. Las autoridades españolas no gozaban propiamente del respeto de los neivanos y, por el contrario, sufrieron vejámenes de diferente naturaleza. Así, por ejemplo, a Manuel Álvarez de Aguilar, al ser designado gobernador de la provincia en 1721, “no solo lo destituyeron del cargo, sino que lo insultaron y lo atropellaron”.279 En la ciudad de Neiva, durante la gobernación ejercida por el español Miguel de Gálvez y Ceballos desde 1765 se acentuaron las discordias entre los criollos y chapetones, especialmente a partir del primer semestre de 1767, con singulares caracteres de violencia. La primera gran revuelta popular contra la autoridad española se presenta en Neiva durante una noche del mes de julio de 1767, cuando un numeroso grupo de personas, comandado por Juan Ascencio Perdomo, irrumpe en la casa del gobernador Gálvez y Ceballos, “le ultrajan, le quitan el gorro (símbolo de la investidura y autoridad) y a la fuerza lo llevan hasta el río Magdalena con el evidente propósito de ahogarlo, por cuanto en una de las versiones se dice que el español fue colocado en una balsa lanzada al torrente”.280 Tras la revuelta promovida por Juan Ascencio Perdomo en el mismo año (1767) se firmaron unas “capitulaciones”, entre las cuales figuraba “que
Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 13. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 8, ff. 909-968. 280 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 116, f. 848. Los documentos consultados no presentan referencias claras sobre los motivos del levantamiento, excepto una lacónica anotación en carta del virrey Messía de la Zerda, en la que hace referencia a Juan Ascencio Perdomo, quien se amotinara contra el gobernador de entonces con motivo de la cárcel que le mandó construir y que hicieron varios atentados. (Las leyes españolas eran rigurosas y sin empacho en la aplicación de castigos carcelarios). Ver Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… págs. 60 y ss. 278 279
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saliessen de aquella Ciudad todos los chapetones, estto es los Europeos”.281 Se dice que en la capitulación se hizo constar que nada se procuraría contra los levantados “llevando todo al silencio, sin averiguar ni hacer diligencia de quienes fueron los de este malbado hecho, para que con capa de la plebe no se sucediese otro dia.”282 Esta especie de indulto, mediante capitulación, fue ratificada en un decreto de 1771 por el alcalde de Neiva, Gabriel Perdomo,283 primo del protocomunero, Juan Ascencio, lo que demuestra el poder que tenían los Perdomo en el cabildo de Neiva. Juan Ascencio Perdomo había sido alcalde ordinario de segundo voto en 1754284 y, según informaciones del gobernador, en ese mismo año el clan de los Perdomo estaba emparentado con la mayor parte de los vecinos de la ciudad,285 en lo que se llamaban las “alianzas familiares” para la toma y el manejo del poder, en este caso del poder local. En 1769 la hegemonía de los Perdomo en el cabildo de Neiva se rompió con la elección de Miguel Ramírez y Manuel Ambrosio de Andrade como alcaldes ordinarios de Neiva,286 aunque en 1770 los Perdomo regresaron con Nicolás, hermano de Manuel Ascencio, como procurador,287 en 1771 con Gabriel Perdomo como alcalde de Neiva,288 y en 1772 con Adrián Perdomo como procurador.289 En este mismo año, el virrey prohibía a la familia Perdomo ocupar cargo público alguno en toda la provincia.290 Juan Perdomo de Betancur es el primero de esta familia en aparecer con rango oficial en el cargo de alférez real (1662) y quince años después un hermano suyo, José, es alcalde ordinario de Neiva, posición que repite en 1703. En 1702 es nombrado alcalde de Neiva Gabriel Perdomo, regresando a la misma posición en 1706, cuando su hermano Juan Ascencio también es alcalde ordinario; en tanto, en 1716 el sacerdote Francisco Manuel Perdomo, figura comisario de la Santa Cruzada en la provincia. Estos Perdomo hacen parte de la primera generación de la familia, según el historiador Rodrigo Silva Vargas.291 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 116, f. 847v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 116, f. 924v. 283 “Decreto de julio 22 de 1771”. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 116, f. 924v. 284 Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… págs. 43 y ss. 285 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 113, f. 770. 286 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 116, ff. 830-832, citado por Silva Vargas, “De la comarca apacible…” págs. 30 y 31. 287 Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 31. 288 “Decreto de julio 22 de 1771”. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 116, f. 924 v. 289 Silva Vargas, “De la comarca apacible…” págs. 21 y 22. 290 Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 21. 291 Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 20. 281 282
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La segunda generación de los Perdomo aparece en 1726, cuando José Manuel Perdomo de Betancur y el capitán Juan Perdomo de Aldana aparecen como alcaldes de primero y segundo voto. Otro hermano, Josef Manuel, ocupa el cargo en 1727, mientras la perdomocracia alcanza pleno dominio en 1730 con el sargento Jacinto y el capitán Manuel como alcaldes y el ya mencionado Francisco Manuel es párroco de Neiva.292 La hegemonía continúa con el capitán Manuel (1731), Manuel Perdomo de Aldana (1732); Manuel Perdomo de Betancur (1733 y 1736); Jacinto (1735); el maestre de campo José Manuel Perdomo (1738 y 1740); el capitán Jacinto (1749); el sargento mayor Diego Perdomo de Betancur (titular 1750); el capitán Francisco Antonio (1753); el capitán Juan Ascencio (1754), el capitán Juan Eusebio (1757), Gabriel Perdomo (alcalde 1766, 1767 y 1771 y procurador general en 1757), y Hermenegildo en 1768, mientras Nicolás y Adrián Perdomo fueron procuradores en 1770 y 1772.293 Las alianzas familiares y de compadrazgo cumplían un papel importante en la política, que daba el privilegio de alcanzar y mantener el poder local, de la cual, no era ajena la Iglesia. Casos ejemplares se dieron en Neiva, con la familia Perdomo, quienes por siete décadas llegaron a ocupar cargos concejiles de la mayor importancia en el cabildo de la ciudad, es decir, desde 1702 hasta 1772, año en que se les prohibiera el ejercicio de los mismos por las autoridades de Santafé. Las amistades y las alianzas matrimoniales de los Perdomo con los Betancur, los Aldana, entre otras familias, fortalecieron su poder político, con el apoyo de clérigos del seno familiar (Francisco Manuel) y allegados suyos, como el ferviente y contradictor padre Palencia, acusado por criollos y españoles en su ejercicio de cabildantes y gobernadores. Ahora, los enfrentamientos de Manuel Ascencio con las autoridades provinciales, representadas por el gobernador y el mismo alcalde provincial, empezaron en el momento en que llega al cabildo como alcalde ordinario de segundo voto en 1754. Casos anecdóticos como la negativa de la “prestación de servicios personales” provocaron conflictos entre las autoridades de la provincia y el cabildo. El mismo hecho ocurrido con el español Miguel de las Peñas, oficial de zapatero, quien se negara a remendar la “jervilla descompuesta del zapato” de Manuel Ascencio; esto condujo al zapatero a la cárcel, situación que no compartió el recién posesionado gobernador Herrán de Meñaca, quien contara con el respaldo del alcalde provincial, el 292 293
Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 21. Silva Vargas, “De la comarca apacible…” págs. 21 y 22.
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español Joaquín de la Rocha. Manuel Ascencio fue apoyado por el cabildo y en oficio dio a conocer los hechos al virrey; en tanto, el gobernador, en represalia, ordenó su captura hasta que, finalmente, el Superior Gobierno de Santafé firmara un despacho expresando la remisión del preso Miguel de las Peñas a Santafé.294 En este conflicto, en el cual se enfrentaban el gobernador, el alcalde provincial y representantes del cabildo, medió el párroco de la ciudad, Isidro Palencia, amigo de los Perdomo, para que el gobernador no procediera contra el alcalde, quien ya había ordenado la captura de Juan Ascencio, por desobediencia, al no acatar la orden de excarcelación del zapatero Miguel de las Peñas.295 Palencia era considerado un hombre poderoso en caudales y de gran influencia política en la provincia,296 del que nos ocuparemos más adelante en las relaciones de la Iglesia y los gobernantes. Otro de los sucesos insurreccionales sonados en la capital de la provincia de Neiva tienen que ver con la revolución de los Comuneros en 1781. Allí se levantaron los comuneros de Neiva y las poblaciones circunvecinas (Villavieja, Caguán, Aipe, Fortalecillas y PiravanteCampoalegre) en el mes de junio, enfrentamiento que produjo la muerte del gobernador de la provincia, Policarpo Fernández, y de los comuneros el zambo Toribio Zapata y Gerardo Cardozo. En estos levantamientos fueron saqueados y quemados los estancos ubicados en los tambos de estos caseríos y poblados. El malestar se presentó por las altas tarifas, por cuanto en Neiva se cobraba el tabaco a precio superior frente a las demás provincias,297 lo que provocó la ira del populacho representado por indígenas, esclavos, zambos y mestizos, liderados por Pedro León Perdomo (probablemente descendiente de los Perdomo de Manuel Ascencio). Estas procedencias se infieren por antecedentes como la carta que el cabildo de Neiva le envía a Pedro León, pidiéndole contener la gente que le sigue, ofreciéndole un indulto a nombre del rey, haciendo merced y gracia para honrar nuevamente a la familia Perdomo,298 cuando Silva Vargas, “De la comarca apacible…” págs. 46 y ss. 295 Silva Vargas, “De la comarca apacible…” págs. 48 y 49. 296 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 116, f. 54, en Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 25. 297 Silva Vargas, “De la comarca apacible…” págs. 143 y ss. 298 Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 52. Por tradición los apellidos se conservaban y mantenían de generación en generación mediante la fusión de razas, etnias y castas a través de alianzas matrimoniales o relaciones extramatrimoniales, caso ocurrido con la familia Perdomo, en tanto, fue común que en estos territorios del Alto Magdalena los asentamientos poblaciones correspondían a familias cuyos apellidos
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el virrey en 1772 había ordenado que ninguno de la familia Perdomo podía ocupar cargo público en toda la provincia.299 Pedro León Perdomo se enfrentó al cabildo, así como ante el nombramiento del nuevo gobernador de la provincia continuó su batalla por erradicar a los españoles de Neiva. Repudió el que se nombrara un nuevo gobernador con facultades para tomar represalias y escribió cartas incendiarias, advirtiendo que quienes estaban en contra de la plebe podían empezar por escribir sus testamentos. La primera de ellas estaba dirigida a Pablo de Alvira, en la que se mofa de los gobernantes de Neiva y del propio soberano.300 En una segunda carta dirigida a los señores del cabildo de Neiva y al señor cura denuncia cómo, tras la revolución y suspensión popular de los estancos del tabaco, todo el mundo se puso a sembrar la planta y a vender las hojas, por lo que fueron aprehendidos y castigados. La parte final del documento es una clara amenaza de muerte hacia los españoles y contra los que actuaron en oposición a los intereses de la provincia, mientras que advierte que está en capacidad de suplantar al incapaz cabildo de Neiva. “También debo decir (…) que este muy ilustre cabildo no se haya útil para gobernarse y se está dejando gobernar por don José Antonio del Lago y solo están a lo que dicho gobernador manda. Yo si me hallo comitente hábil de quitarles las varas y ponerlas en depósito y que se pongan hombres que sepan gobernar como también aquellos que han sido en contra de Neiva procuren hacer su testamento.”301 Estas fuentes documentales muestran claramente las posiciones de un cabildo (1781) que había sido independiente en sus decisiones políticas durante la mayoría de los decenios del siglo xviii, pero que ahora, influenciado por el gobernador, se torna contrario al movimiento popular. Hay que recordar que tanto Pablo de Alvira, alcalde ordinario del cabildo, como José Antonio Del Lago eran españoles y, como tal, defendían en este caso los intereses de la Corona. provenían de los primeros conquistadores y colonizadores, que por lo general, hacían parte del mismo tronco familiar. Pedro León Perdomo era un mestizo que se dedicaba como arriero o recuero de bestias, que al tener conocimiento del movimiento en contra de tanta contribución o tributo condujo las revueltas conducentes a lograr la reivindicación de los derechos del pueblo, que llevaron a destruir estancos de aguardientes y tabacos. García Borrero, El Huila y sus aspectos… págs. 204. 299 ilva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 21. 300 Biblioteca Nacional de Colombia, Raros y curiosos, libro 386, f. 161, citado por Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… págs. 172. 301 Biblioteca Nacional de Colombia, Raros y curiosos, libro 386, f. 162, citado por Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… págs. 172.
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Tras las reformas políticas: de los Borbones, las provincias tendrían a cambio de gobernador un corregidor y Justicia Mayor, siendo el primero y último del periodo colonial: don Anastasio Ladrón de Guevara, posesionado en 1808 y reintegrado en pleno régimen del terror en 1816.302 El año de 1810 fue convulsionado desde el primer día, cuando el cabildo de Neiva debía elegir sus nuevos dignatarios. Fueron elegidos Bonifacio Manrique y José Díaz como alcalde de primer voto y procurador, respectivamente. El corregidor Ladrón no confirmó a los ganadores, sino a los vencidos, Pedro Ignacio Coronado y José Joaquín Chacón, alegando que: “Díaz tenía problemas con su hermano medio, Fernando Salas, por sacar leña de una isla en el río Magdalena”. Santafé confirmó a Manrique y declaró que Díaz estaba inhabilitado por ser administrador de correos y tener otros líos.303 El fermento de la revolución en la provincia de Neiva empezó a incubarse desde el mismo comienzo del mandato del gobernador Ladrón Guevara. Pocos meses después, Díaz y Chacón promoverían popularmente su destitución, cuando el cabildo de Neiva, a solicitud del síndico procurador José Joaquín Chacón, depuso del mando al regidor Ladrón de Guevara el 27 de julio de 1810.304 Con la instalación de la Superior Junta Provincial de Neiva, mediante revolución que estalló el 13 de agosto, según Scarpetta y Vergara,305 quedó abolida la corregiduría. La Junta Provincial entraba a reemplazar al cabildo y pretendía gobernar toda la jurisdicción de la provincia. A partir del 20 de julio de 1810, las provincias de Neiva, Timaná y Saldaña quedaron refundidas en una sola, que pasó a llamarse provincia de Neiva, con su capital en Neiva. Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 64. El corregidor y Justicia Mayor como representante del virreinato en la provincia tendría prácticamente las mismas funciones del gobernador, con responsabilidades adicionales de corregidor de naturales. 303 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 14, ff. 985-1008. José Díaz era un personaje muy cuestionado por su comportamiento social y desempeño en los cargos en el cabildo. Había sido juez de diezmos de Neiva, obteniendo un desfalco de 1.175 patacones. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 22, f. 821. La villa de Timaná le siguió causa criminal por concubinato con Dionisia Osorio, mujer de Diego Godoy, quien elevó la denuncia “por haber perturbado la paz conyugal”. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 14, ff. 887v.-890r. 304 agn, Bogotá, S. Archivo Anexo, F. Historia, t. 31, citado por Restrepo Sáenz, José María, Gobernadores y próceres de Neiva, vol. lxiii, Bogotá, Biblioteca de Historia Nacional, págs. 72 y 91. Silva Vargas, “De la comarca apacible…” págs. 69-70 y Moreno, El Huila en el siglo xix… pág. 6. 305 Scarpetta, Leonidas y Vergara, Saturnino, Diccionario biográfico de los campeones de la libertad de la Nueva Granada, Bogotá, 1879, pág. 268. 302
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Ahora, es de advertir que la familia Ospina que gobernara la provincia durante el siglo xvii, no tuvo descendientes directos como representantes del cabildo y tan solo se dedicaron al manejo de los asuntos de la gobernación. No obstante, se mantuvo su influencia en las decisiones del cabildo, por los mismos intereses económicos que identificaban a unos y a otros, es decir, a gobernadores y cabildantes en relación con la ganadería y el abasto de Santafé. Relaciones de la Iglesia con los gobernantes de la provincia La acción de España implicó una guerra de conquista humana y territorial que incluyó el sometimiento de los nativos a la religión católica. Desde el punto de de vista de la Corona, la Conquista fue concebida como un medio para la propagación de la religión católica, además de lo que significaba en cuanto a la expansión territorial, la obtención de metales y la disponibilidad de mano de obra indígena. Para la Corona, en cuya política se fusionaban religión y propósito imperial, el control espiritual del Nuevo Mundo resultaba de vital importancia. En este orden, la evangelización de los indígenas, por supuesto, constituía la preocupación fundamental de las autoridades del Estado y la Iglesia, aunque esto no los llevaba a descuidar lo relativo a la observancia de los principios religiosos por parte de los conquistadores y sus descendientes,306 quienes, finalmente, a través del asedio y abuso en las relaciones esclavistas y de servidumbre, terminaron por prostituir a las negras, indias y mestizas, en una sociedad patriarcal como fue la colonial. La vida en la sociedad colonial se basaba en un orden natural, cuyo poder era legitimado por Dios y con la Iglesia como su fiel representante; esta institución establecía su red eclesiástica con un pensamiento doctrinal y actuaciones políticas, en tanto que, en algunas partes, se acostumbraba que el cura fuera consultado sobre candidatos al cabildo.307 Era una sociedad prácticamente iletrada, donde escasamente el clérigo, el notario, el escribano y uno que otro cabildante e integrante de las autoridades coloniales eran letrados. Así, la Corona se convertía en el gran sostén de la Iglesia católica en estos reinos. El pensamiento político, ideológico y jurídico estaba orientado por los principios de la Iglesia y la monarquía, soportadas en las leyes canónicas y de indias; es decir, imperaba un pensamiento clerical moralista de carácter 306 307
Tovar Zambrano, “Conquista española…” pág. 309. Garrido, “Cultura política lugareña…” pág. 93.
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excluyente, en el cual no había opciones diferentes al catolicismo y, mucho menos, posiciones racionalistas y positivistas. El discurso lo manejaba la Iglesia con gran incidencia en las decisiones que tomara el cabildo. Así, la Corona entregaba a los hispanos y criollos los privilegios del ejercicio de la política, mientras que los mestizos, indígenas y esclavos continuaban en la explotación, la miseria y la muerte.308 El poder se cimentaba en la creencia religiosa, y eran comunes las alianzas entre las autoridades eclesiásticas y civiles, así como esporádicamente entraban en franca disputa; los pleitos se dirimían, en ocasiones, en el mismo cabildo o en los tribunales. De ahí que los curas, junto al vecindario y el cabildo, eran los actores comunes en la vida política de las villas y ciudades en la Colonia. No hay que olvidar que los eclesiásticos eran vasallos de la Corona, y, como tal, defendían al rey, sus propios intereses económicos y los del vecindario. Como intelectuales manejaban el único discurso, el del pulpito, espacio propicio que era aprovechado políticamente a favor de quienes aspiraban a cargos de elección anual en el cabildo. Los gobernantes tanto de la provincia como de los cabildos consideraban de trascendental importancia tener presbíteros en la familia. Así lo hicieron reconocidos troncos familiares como los Ospina y los Perdomo, estos tenían al sacerdote Francisco Manuel Perdomo de Betancur,309 mientras los Ospina a los sacerdotes Isidro, Gabriel y Diego (nieto y bisnietos de Diego de Ospina, respectivamente).310 La Iglesia fuente de poder económico en la provincia La Iglesia, a través de sus representantes, las cofradías, capellanías, patronos y laicos eran los dueños de la tierra, los ganados, el crédito y demás bienes, como los esclavos, que constituían la riqueza en la región desde el siglo xvii. Algunos de estos bienes eran entregados, en principio, por los gobernadores a eclesiásticos, a manera de títulos de merced de tierras. Hacia 1632, el Montealegre Sánchez, Historia económica y social… pág. 165. Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 20. Francisco Manuel Perdomo de Betancur era cura y vicario de Neiva en 1730 y en los primeros meses del año siguiente. En 1741 vende a su sobrino el capitán José de Poveda y Artieda, su hacienda de Pacarní que iba “desde el río que da vista al pueblo de Iquira hasta la quebrada de Bombón, que la divide de las tierras de Carnicería”. El precio de venta fue de cuatro mil patacones. Archivo Notaría de Neiva, 1.ª t. ii, ff. 128 y 129, citado por Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 87. 310 Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 37. 308 309
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capitán don Francisco Martínez de Ospina, gobernador de la provincia de Neiva, ante súplica del clérigo español Fernán Pérez Calderón de proveerle tres caballerías de ganado mayor de las antiguas, le hace merced “de 16 estancias de ganado mayor de las modernas comprendidas entre la quebrada que le llaman de las Voltezuelas (Garzón) hasta la quebrada de La Honda, (Gigante) las cuales entran al río de la Magdalena y corriendo desde él hasta la sierra.”311 Así, los clérigos desde el siglo xvii aprovechan su estadía en tierras americanas para hacerse a grandes riquezas. Francisco de Triviño y Sotomayor, nacido en Málaga, España, nombrado cura de la ciudad de Nuestra Señora de la Limpia Concepción de Neiva el 7 de noviembre de 1631, se dedicaba, además de sus obligaciones clericales, a las haciendas y a mediar en la comercialización de esclavizados negros. El 7 de octubre de 1636, ante el escribano público Martín de Orozco, Francisco de Mendoza confiere un poder a este padre para que “cobre en la ciudad de Mariquita el valor de 10 esclavizados que le compraron.”312 Una de las mayores riquezas, además de la tierra, eran los esclavos. La Iglesia, a través de sus órdenes y niveles jerárquicos, mantenía en su servidumbre esclavos. El 1 de junio 1641, ante escribano público de Neiva, don Francisco de Cuéllar y doña Francisca de Herrera, cónyuges, “venden a la Compañía de Jesús (hacienda de Villavieja), y en su representación al hermano Manuel Martín, un negro esclavo de treinta y cinco años de edad por cuatrocientos patacones de a ocho reales cada uno”,313 en tanto, se registraban 89 esclavos en la hacienda de Villavieja entre 1767 y 1772.314 ahh, Neiva, Juzgado Primero del Circuito de Garzón, rpcc, vol. 640, t. 1, pág. 395, remitiendo al f. 2 de los documentos 1756-1865. Fernán Pérez Calderón era hijo del capitán Jhoan Calderon y nieto de Hernán Pérez Calderon, tanto el uno como el otro habían participado en las guerras de conquista en las huestes de Belálcazar y Ospina. Jhoan Calderon se había hecho a los títulos de las tierras de la que se llamara hacienda de la Guandinosa en Gigante, una de las más importantes en la provincia. La hacienda la heredó de su esposa, María de Villegas. Montealegre Sánchez, Historia económica y social… págs. 76 y 154. 312 ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. vii, t. 1, pág. 94, remitiendo a los ff. 124r. y v. de los documentos 1613-1733. 313 ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. vii, t. 1, pág. 115, remitiendo a los ff. 65v. y ss. de los documentos 1613-1733. 314 Colmenares, Haciendas de los Jesuitas… pág. 72. Los esclavos en épocas coloniales tenían un valor superior a la tierra. En la dote que recibiera Juan Fernández Vilches denunciada en 1650, le fue inventariada la negra llamada Angelina por 260 patacones, cuando el mismo Fernández en 1645 le había comprado a su suegra María de Villegas la hacienda de “La Guandinosa” en Gigante por sesenta patacones, la que valía 120 patacones. ang, Protocolo-Timaná, 1525-1663, t. 2, ff. 167 y ss. Lo que quiere decir, que la negra Angelina, valía más de dos veces que la citada hacienda. V Montealegre 311
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De esta manera, la Iglesia forma parte del tejido de poder de la hacienda que sirve a los mismos clérigos.315 En 1643, el clérigo Francisco de Triviño y Sotomayor, aún cura y vicario de la ciudad de Neiva, acepta la venta que Martín de Orozco, escribano único, le hace de todas las estancias de ganado mayor, comprendidas entre el río de La Ceiba hasta la quebrada del Venado, de la jurisdicción de Neiva.316 En 1659, el citado cura vende al alcalde ordinario y más antiguo, el alférez don Francisco Manuel Perdomo: “todas las estancias de ganado mayor y pancoger que tiene y posee desde la otra banda del río Arenoso hasta la Sierra, (…) entran en este lote todos los ganados vacunos, cabras y yeguas, caballos mansos y potros de vaquería, burros hechores y burras, (…) entran en este lote a censo seis piezas de esclavos (…) de nación conga.”317 En su testamento del 28 de julio de 1677, Triviño y Sotomayor declara haber sido cura de la ciudad de Neiva por 40 años, más o menos, además de “ser dueño de las tierras o estancias que van de Arenoso a la Sardinata y de más de cuatro mil cabezas de ganado vacuno y caballar”.318 Ahora, la Iglesia, mediante el sistema de los diezmos y el establecimiento de las cofradías y capellanías, amasó las mayores riquezas de la comarca. Las leyes de Indias hacían ver los diezmos como una exigencia de Dios. Así lo daban a entender los códigos: “porque Nuestro Señor en señal de universal señorío retuvo en sí el diezmo, y no quiso que ninguno se pueda excusar de darlo.”319 De esta manera, el diezmo era considerado “un gravamen sobre las crías de los animales y los frutos vegetales, con destino al servicio del culto”.320 En efecto, el diezmo se aplicaba a toda la producción agropecuaria, en un equivalente al diez por ciento, como lo sugiere su nombre, aunque en negociaciones diplomáticas la Corona consigue en 1510 se le concedan los diezmos del oro, la plata y otros metales preciosos.321 Los diezmos estaban entonces presentes en todo tipo de producción, transacción y hasta en los testamentos, dando cumplimiento a las normas establecidas en las leyes de los Reynos de las Indias. “Páguese diezmo de
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los becerros, potros, muletos y borricos al tiempo que los herraren y de los cochinos y aves al tiempo que se puedan criar sin las madres, de diez uno y de cinco medio”.322 De las “ocho mil cavezas de ganado de cría del gobernador Francisco Álvarez Velasco en 1694 se pagaba en diezmos mil dozientas cavezas”, según juramento de Juan de Penagos asistente de la hacienda.323 Estas fuentes sugieren que el diezmo cobrado no era del 10%, sino del 15% del ganado censado o, de lo contrario, correspondiera a 12.000 crías de ganado y no a 8.000. Ahora, en ocasiones, el diezmo excedía del 10%, pasando al 15%, como sucedió en la villa de Timaná al finalizar el siglo xviii. Para los cacaguales de la jurisdicción de la villa de Timaná, según providencia de la Junta de Diezmos, emanada en 1780, “Se establecía el quince y no el diez, en lo relativo al cacao; la que no tuvo inmediato efecto por cuanto, don Pedro Iriarte [cabildante] la ocultó e impidió su ejecución. Los dueños de los cacaguales se oponían a estas impuestos argumentando los altos costos [de producción] del fruto del cacao para ponerlo en estado de diezmar.”324 Todo inventario de bienes por muerte de su propietario era objeto de aplicación de los diezmos. En el inventario de los bienes del maestre de campo Ambrosio de Salazar, realizado del 12 de julio de 1686, se registra “siete mil docientas y sesenta y cinco de ganado vacuno, de las cuales se rebajan setecientas y veynte de diezmos.”325 Los diezmos, mediante pregoneros, eran ofrecidos, puestos en arrendamiento y rematados hasta por dos años. Cuando los diezmos no eran rematados por ausencia de postores, se entregaba su administración a personas de plena confianza, como a los curas de villas y ciudades.326 En abril 2 de 1682, ante escribano público de la ciudad de Neiva, el alférez José Perdomo de Betancourt dijo que “me obligó de pagar al presbítero padre Figueroa, 2282 pesos de a ocho reales, procedentes de una venta que me ha hecho de dos años de diezmos”.327 La religiosidad católica en la vecindad “Recopilación de leyes de los Reynos de las Indias”, t. i, libro i, título xvi, Ley xvii (ij), Madrid 1791, en Álvarez Arango, Diezmos u oblación… pág. 89. 323 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 4, f. 67v. 324 Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 188-189. 325 ang, Causas mortuorias-Timaná, t. 3, f. 129r. y v. 326 Ver Montealegre Sánchez, Humberto, “Composiciones de tierras, censos, capellanías y cofradías en El Gigante colonial”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. vi, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 2005, págs. 83 y 84 327 ahh, Neiva, Notaría de Neiva, Causas mortuorias, rpcc, vol. vii, t. 1, pág. 30, remitiendo a los ff. 35v.-36r. de los documentos 1613-1733. 322
Sánchez, Historia económica y social… págs. 153 y 154. 315 Guillén Martínez, El poder político… págs. 132-133. 316 García Borrero, Neiva en el siglo xvii págs. 124 y 125. 317 García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 125. 318 García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 122. 319 “Novísima Recopilación de Leyes de España”, t. i, libro i, título vi, página 57, año 1805, en Pbro. Álvarez Arango, Jorge Enrique, Diezmos u oblación personal?, Medellín, Editorial Granamericana, 1961, pág. 86. 320 Tirado Mejía, Introducción a la historia… pág. 86. 321 Dubrowski, Los diezmos de Indias… pág. 141.
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de las viceparroquias, parroquias, villas y ciudades del Alto Magdalena, dada a través de los grupos de oración y de apoyo a las tareas y proyectos de la Iglesia, afectó directamente los procesos económicos y culturales de la comarca.328 En efecto, fueron creadas las capellanías y cofradías en todo su territorio. Las capellanías y réditos, hacia mediados del siglo xviii llegaron a extenderse por todo el territorio del Alto Magdalena bajo el poder eclesiástico. De ahí que, en 1751, los criadores de Neiva y Timaná, como don Fernando Caycedo, uno de los principales hacendatarios, hacen notar la escasez de ganados de engorde en estas provincias por el hecho de que “las haciendas de este reino, están gravadas en capellanías o censos de religiones que quitando los ganados quedarán desiertas las tierras, perdidos los pajonales, la ciudad sin abastos, los hacendados sin poder laborear sus tierras exponiéndose a experimentar una ruina”.329 Las capellanías llegaron a comprender tantas tierras, que la Iglesia se convirtió en el principal terrateniente de la Colonia. Hacia 1751, los criadores de Neiva y Timaná atribuyeron la escasez de novillos de engorde al acaparamiento por parte de los clérigos y cofradías a través de la imposición de capellanías y censos.330 Por lo general, quienes se favorecían Montealegre Sánchez, Historia económica y social… pág. 93. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 4, f. 144v. 330 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, legajo 4, f. 144 v. La cofradía era una hermandad para la devoción. Le ofrecía a sus miembros asistencia en las enfermedades, acompañamiento y oración en sus entierros, misas y penitencias por su memoria y alma. Ingresar a una cofradía tenía, pues, un doble significado: pertenecer a un grupo de dignatarios que ampliaban su imagen a través de los múltiples actos públicos, y asegurar, para la intimidad y el más allá, la compañía de una hermandad. Algunas cofradías llegaron a tener un poder económico excepcional, producto de las donaciones, capellanías y limosnas que hacían sus miembros y devotos. Su capacidad no solo estaba representada en dinero líquido; también lo conforman, además de las tierras, las casas y lotes urbanos, esclavos, ganado y muebles. Las cofradías, al igual que las personas naturales, ponían dinero en circulación, el que podía ser solicitado por cualquier propietario, a la manera de censo, garantizando su pago con una hipoteca. Ver Rodríguez, En busca de lo cotidiano… págs. 61 y ss. Las capellanías hacen parte de toda una cultura peninsular que desde las primeras décadas de la Conquista se enquistó en el imaginario religioso de los hombres y mujeres llegados de España. De ahí que los españoles y sus descendientes tuvieron fuerte tendencia, alimentada naturalmente por los eclesiásticos, a dejar propiedades a la Iglesia, mediante la imposición de capellanías o para una obra pía. Fals Borda, Historia de la cuestión agraria… pág. 57. Así, una de las acostumbradas obras de piedad durante la Colonia y al mismo tiempo una de las entradas más comunes en la economía del clero, eran las capellanías. Una persona pudiente fundaba un capital o puestos, cuyos intereses se dedicaban a servir una capilla o iglesia o, simplemente, a 328
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con esta propiedad perpetua eran los curas o presbíteros que administraban los legados, aunque también hubo capellanes laicos que se enriquecieron con los intereses de las capellanías.331 Las propiedades de la Iglesia, tanto en extensión como en riqueza, eran bienes de manos muertas, lo que no facilitó su comercialización y mejores niveles de producción. Un siglo después, en 1774, con la expulsión de la Compañía de Jesús del Nuevo Reino de Granada, el inventario que se hizo a los bienes expropiados de la hacienda de los Aposentos de Villavieja, registra: “2019 estancias, 34.5 cabuyas de tierra, 15.176 reses vacunas, 2.717 yeguas, 842 caballos mansos, 142 potros, 92 mulas mansas, 122 muletos, 41 burros hechores, 172 burras de cría, 453 cabras, 98 ovejas y herramientas.”332 Los jesuitas se convirtieron en uno de los mayores terratenientes del Nuevo Reino de Granada; clero que, junto con lo secular y seglar, cumplió un papel clave en la institucionalización de las normas hacendatarias dentro de la sociedad andina durante los siglos xvii y xviii. Las órdenes religiosas eran los más poderosos latifundistas de todo el periodo, hasta finales del siglo xix.333 Estas fuentes documentales demuestran cómo durante el siglo xvii y aun hasta mediados del siglo xviii, los curas, sus organizaciones e instituciones religiosas mantenían las mejores relaciones con los gobernantes de la provincia y las ciudades. Su actividad ganadera y comercial los unía a los intereses económicos y políticos de gobernadores y cabildantes.
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Conflictos entre representantes de la Iglesia con los gobernantes de la provincia Los conflictos entre los clérigos y los gobernadores y cabildantes empiezan a surgir a mediados del siglo xviii en la provincia. De ahí que los clérigos fueron un factor determinante en las luchas intestinas de la provincia de Neiva durante la segunda mitad del siglo xviii, en el periodo de la independencia y en la celebración de determinado número de misas. Exteriormente, la capellanía consistía en la afectación de un bien para que con sus intereses o su renta se remunerara a un capellán encargado de decir misas por el alma del fundador, sus deudos y las almas del purgatorio. Ver Montealegre Sánchez, “Composiciones de tierras, censos…” págs. 72 y ss. 331 Fals Borda, Historia de la cuestión agraria… pág. 57. 332 ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. vii, t. 2, págs. 486-487 de los documentos 17331774. 333 Guillén Martínez, El poder político… págs. 131-132.
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los albores de la República, distinguiéndose especialmente quienes abrazaron las causas criollas.334 Uno de los curas que sobresalen en la historia de la Iglesia de la ciudad Neiva por sus actuaciones conflictivas con los gobernantes de la provincia y el cabildo, lo fue Isidro Palencia, quien llegaría a dirigir la parroquia en 1752. Un año después de su arribo a la ciudad, este párroco amenazaba a sus feligreses con la pena de pagar media arroba de cera para el alumbrado de la iglesia si continuaban con las fiestas paganas de San Juan, San Pedro y Santa Bárbara, que gozaban de especial devoción en la jurisdicción.335 A su llegada a la ciudad se hizo amigo de los Perdomo. Era considerado un cura poderoso en caudales y de gran influencia política en la provincia. Más de un gobernador lo acusó por tramar decisiones del cabildo y tomar parte activa en las elecciones, aparte de criticársele el ejercicio del comercio de oro en polvo que compraba directamente a quienes lo recogían en los ríos. En una de las múltiples acusaciones se dice que Palencia “está al estilo de los tomineros o mazamorreros”.336 Los cinco gobernadores que dirigieron la provincia de Neiva desde 1752 se caracterizaron por elevar violentas acusaciones al levita, quien fuera relevado de su cargo en 1774 y quien continúo ejerciendo sus actividades comerciales durante un tiempo. Uno de los enemigos furibundos del padre Palencia era José Antonio Del Lago, gobernador en la caótica situación política de Neiva. En informe que pidiera Santafé, Del Lago acusaba a todo el mundo, especialmente, al padre Palencia, dando a conocer que el origen del problema político en la provincia radicaba en la lucha por apropiarse de los mercados y, en este caso particular, en la comercialización del oro, en la que el padre Palencia era un aventajado.337 Uno de los desplantes del cura ocurrió con el entonces gobernador, Pablo Herrán de Meñaca, al asistir este al templo de Neiva en 1857 para la solemne ceremonia de institucionalización de la eucaristía el Jueves Santo. El cura, al cerrar con llave el sagrario una vez expuesto el Santísimo, no le hizo entrega al gobernador de las mismas, como era la acostumbre simbólica,338 señalando además “que el gobernador no era digno de portar la llave del Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… pág. 55. Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… pág. 52. 336 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 116, f. 854. Mazamorreros hacia relación a quienes estaban dedicados a sacar el oro de aluvión en ríos y quebradas con el sistema del zarandeo de las bateas. 337 Silva Vargas, “De la comarca apacible…” págs. 38 y 39. 338 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Curas y Obispos, t. 4, ff. 472-473v. 334 335
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sagrario”.339 Iracundo, el gobernante salió de la iglesia con intrepidez y ordenó al sargento Diego Perdomo retirar la guardia del monumento.340 En el juicio de residencia que obligatoriamente debían hacer los funcionarios al término de su gestión, Miguel Ramírez (alcalde de primer votos 1769) no salió bien librado. Nicolás Perdomo, procurador y hermano de Ascencio, no aceptó los libros de cuentas del exalcalde, lo obligó a devolver los objetos tomados por los Ramírez, le cobró la falta de sigilo y prudencia para cumplir la orden virreinal y le indilgó responsabilidad en un amenazante pasquín contra el padre Palencia.341 El cura demandó a Pedriza y, aunque no lo definía como autor del cartel, lo acusó por no retirarlo a tiempo, por publicarlo y por remitirlo a Santafé con intereses no definidos.342 Santafé no aceptó la sugerencia de reelegir a Miguel Ramírez o que se dejara a otro de sus parientes, don Manuel Ramírez, como alcalde de primer voto para 1770.343 Lo cierto es que Ramírez fue demandado por el párroco Isidro Palencia, “por un asunto de pesos”. Adeudaba 300 patacones al cura, por lo que este pidió en pago los potreros.344 El gobernador Gálvez renunció en 1770 por la insostenible situación conflictiva de Neiva,345 y en su reemplazo vendría José Antonio del Lago, quien radicalizaría aún más los problemas políticos en la provincia, al ponerse en contra de los Perdomo y del párroco Palencia, cura que fuera cercano en la administración de Policarpo Fernández. En las acusaciones que se le hacían a Fernández, se decía que había venido a desairar al cabildo, que negociaba con oro, que era amigo de Palencia y que lo había nombrado en el cargo “gracias a los doblones del cura mazamorrero”.346 Fernández había ganado la confianza y amistad de las autoridades eclesiásticas de la ciudad y, por ello, tampoco se pronunció cuando el párroco de Neiva, Francisco José Huergo, fue acusado de agn, Bogotá, S. Colonia, F. Contrabandos-Cartas, t. 4, f. 782v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Curas y Obispos, t. 4, f. 477. 341 Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 31. El pasquín que apareció el día de San Bartolomé de 1769, proclamaba a Pedriza como Padre de la Patria, y a nombre de la plebe acusaba de varios hechos al padre Palencia pidiendo su retiro de Neiva. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 124, f. 750, citado por Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… págs. 70. 342 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 124, f. 750, citado por Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… págs. 70 y 71. 343 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 15, ff. 159-169, citado por Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 32. 344 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Curas y Obispos, t. 4, f. 174-177. 345 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 10, ff. 1024-1026. 346 Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 40. 339 340
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conspirador por varios vecinos de la ciudad.347 Ejemplos como estos demuestran las discrepancias y alianzas de los representantes de la iglesia con gobernantes en la vida política de las villas y ciudades. Los clérigos en la provincia también desempeñaron un papel importante en los procesos de independencia, como sucedió con los presbíteros de algunas de las parroquias de la villa de Timaná, liderados por Pedro Joseph de la Borda y Polanco, así como el cura de la ciudad de La Plata. Pedro Joseph María de la Borda y Polanco, oriundo de la ciudad de La Plata y párroco de Gigante, lideró el “cabildo Abierto” de la villa de Timaná en Garzón, cuando en el 6 de septiembre de 1810 se aprobó una de las primeras Constituciones locales de la Nueva Granada, que “sentó las bases de la organización del gobierno que debiera darse en la comarca”;348 en este caso, en la villa de Timaná. De la Borda y Polanco fue, a su vez, nombrado presidente del Colegio Electoral del Estado de la Provincia de Neiva en 1812, así no hubiera ejercido. Ello evidencia en el clérigo sus ansias por la independencia republicana, llamado con justicia “poderoso auxiliar de los patriotas”,349 por su verdadera vocación de hombre de lucha y de apóstol, quien se dedicara al servicio de la patria y de las ideas revolucionarias,350 en tanto que la exaltación a la presidencia del Colegio Electoral debió ser motivada por el liderazgo que tenía en los procesos de independencia en las zonas sur y centro de la provincia. Así, los prelados se incorporaban como ciudadanos con derecho de representación política en el Colegio Electoral y en el Cuerpo Legislativo, buscando con ello ejercer su ciudadanía, la que no era incompatible con el sacerdocio. Así mismo, el padre Andrés Ordoñez y Cifuentes, de origen caucano Silva Vargas, “De la comarca apacible…” pág. 63. Las fuentes documentales no hacen claridad sobre las presuntas conspiraciones del levita, aunque se infiere que dichas acusaciones se dieron probablemente por la cercanía del cura con el gobernador. El cura Huergo también fue acusado por el cabildo de Neiva por pretendidos abusos contra el fuero civil, pero sus feligreses lo vindicaron. Díaz Jordán, Proceso histórico… pág. 96. 348 García Borrero, El Huila y sus aspectos… pág. 215. 349 Tello Ordoñez, Constantino, Cronología de la ciudad de San Sebastián de La Plata, Neiva, Fondo Huilense de Autores, 1998, pág. 158. Pedro Joseph María de la Borda y Polanco nació en la ciudad de La Plata el 5 de diciembre de 1765. Ejerció como párroco de Gigante por un largo periodo (entre 1790 y 1815 y más tarde en 1818). Francisco José de Caldas lo llamó “hombre de talento”, cuando por el año de 1797 vino a estudiar la naturaleza del Alto Magdalena y a observar un eclipse total de luna en Gigante el 3 de diciembre, en la finca que por ese acontecimiento se llamara “El Observatorio”. Murió en Gigante el 25 de abril de abril de 1848. Díaz Manrique, Abel; Silva Gutiérrez, José Manuel y otros, Gigante. Monografía y geografía, Neiva, 1989, págs. 31 y 32 y García Borrero, El Huila y sus aspectos… págs. 215. 350 García Borrero, El Huila y sus aspectos… págs. 215. 347
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y párroco de La Plata, había participado en representación de Popayán en el Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, instalado en Villa de Leiva en 1812. Después se encuentra como prisionero en los hechos de la batalla del 9 de enero de 1813 en Santafé, sucedida entre centralistas y federalistas. Liberado por Nariño, se vinculó como capellán de sus tropas en la Campaña del sur en 1813. Con el regreso del régimen del terror es aprehendido por Sámano en Popayán, quien lo remite a Santafé. De aquí Morillo lo destierra a Puerto Cabello, junto con los clérigos José Antonio Rueda y José María Vargas, curas de Neiva y Carnicerías. Finalmente es deportado a Cádiz, donde finalmente muere.351 Actuaciones como la del párroco de la Borda y Ordoñez, dan a entender que los clérigos de la provincia del Alto Magdalena no estaban tan influenciados políticamente por la arquidiócesis de Popayán, que seguía siendo fiel a las autoridades españolas, al predicar que “negar al rey, era estar contra la religión”, estrategia que fuera utilizada con su feligresía payanesa y pastusa en los primeros intentos de independencia republicana para conseguir la lealtad de los fieles a la Corona. En efecto, las autoridades eclesiásticas payanesas habían usado la religión como instrumento de dominación y blandieron esta arma contra los insurgentes republicanos, afirmando que sin rey no podía haber fe católica. Con la Independencia, la trilogía España-rey-religión quedaba desarticulada y descompuesta, salvándose solo la religión que estaba conforme con los cambios, según el clero independentista. De ahí que un buen número de sacerdotes en sus prédicas insistieron en que el sistema americano es todo conforme a la doctrina de Jesucristo e invitaron a los pueblos a actuar en su defensa.352 Esto en momentos en que era muy grande el poder de la Iglesia y muy fuerte su influencia, especialmente del clero bajo en los sectores populares, en un país compuesto por masas analfabetas y en el cual la enseñanza estaba en manos de comunidades religiosas y de los clérigos. El poder se mantuvo por la actitud de simpatía que adoptó gran parte de la clerecía criolla frente a la emancipación.353 Por ello, los Charry, Frutos de mi tierra pág. 106. Tovar Pinzón, Hermes, “Guerras de opinión y represión en Colombia durante la independencia (1810-1820)”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, n.o 11, 1983, págs. 222 y 223. 353 Tirado Mejia, Álvaro, “El Estado y la política en el siglo xix”, en Nueva Historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Planeta, 1989, pág. 168. Aquí el bajo clero abandona su posición de intelectual tradicional para buscar en el movimiento de la independencia una ética de carácter político social, situándose creadoramente frente a los nuevos procesos históricos y convirtiéndose en agente activo de la fundamentación de la nacionalidad 351 352
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curas de las parroquias del cabildo de Timaná participaron y lideraron el cabildo abierto, además de redactar y proclamar la Constitución de la villa de Timaná en Garzón del 6 de septiembre de 1810.354 Igualmente, en 1813 algunos clérigos del Estado de Cundinamarca sembraron árboles como símbolo de la libertad en las plazas públicas de sus parroquias.355 La cotidianidad de los pueblos dejó hondas raíces la herencia colonial y republicana del famoso “triunvirato parroquial”, conformado por el “cura, el gamonal y el tinterillo”, con gran injerencia en el manejo político de las poblaciones.356 En tiempos coloniales, y aún republicanos, el cura era visto como una ficha política con quien se establecían alianzas o a quien se atacaba; en ocasiones, la opinión del párroco era la que determinaba la opinión de los vecinos. En el contexto colonial y buena parte del republicano, el único discurso que llegaba a todo el vecindario era el clerical a través de las viceparroquias y parroquias de las poblaciones, villas y ciudades del Alto Magdalena, espacio que facilitó el proselitismo político y la incidencia en las posiciones partidistas de sus pobladores. La Iglesia en efecto, participa en los desarrollos políticos en épocas coloniales, así como consolida su red política en los movimientos de independencia y en la vida republicana.
colombiana, mientras que el alto clero que representaba las altas jerarquías de la Iglesia se aferraba tozudamente a la causa realista. Echeverry S., Alberto, Santander y la instrucción Pública 1819-1840, Bogotá, Foro Nacional por Colombia / Universidad de Antioquía, 1989, pág. 23. El bajo clero, a excepción de los de Popayán y Pasto, se incorporó a las huestes patriotas para luchar en los campos de batalla o colaborar en otros frentes de manera decidida. La mayoría del alto clero, obispos, curas, monjas y frailes, se vincularon al bando realista para luchar a favor de la causa colonial, atendiendo las encíclicas del papado. En la Etsi Longissimo, de enero 30 de 1816, el papa Pio VII incitó a los fieles de estas regiones “a no perdonar esfuerzos para desarraigar y destruir completamente la cizaña de alborotos y sediciones que el hombre enemigo sembró en esos países”. Ocho años más tarde, el papa León XII en su encíclica Etsi Iam Diu, en la que además de condenar “la cizaña de la rebelión”, señaló “los graves perjuicios que resultan a la religión, cuando desgraciadamente se altera la tranquilidad de los pueblos”. Ambos pontífices solicitaron a los arzobispos y obispos de América predicar a los fieles que la rebelión atentaba contra la obediencia que debían a Fernando VII. Díaz Díaz, Fernando, “Estado, Iglesia y desamortización”, en Nueva Historia de Colombia, vol. 2, Bogotá, Planeta, 1989, págs. 200 y 201. El clero realista, al asociar la religión a la monarquía e insistir en que negar al rey era negar a Dios, restringió indudablemente el apoyo popular a la causa de la Independencia. Safford y Palacios, Colombia. País fragmentado… págs. 216 y 217. 354 Silva Vargas, El Garzón que emergió... págs. 120 y SS. 355 Hernández de Alba, Gonzalo, Los árboles de la libertad. Ecos de Francia en la Nueva Granada, Bogotá, Planeta, 1989, págs. 142 y 143. 356 Garrido, “La política local…” págs. 46 y ss.
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Los corregimientos de la provincia de Neiva, Timaná y Saldaña
La unidad administrativa que gobernó los pueblos de indios a lo largo
de la Colonia fue el corregimiento de naturales. Este era ejercido por un corregidor, cuyas funciones iban desde lo policivo hasta la regulación de la producción, el comercio y la fiscalidad, pasando por la administración de justicia y el control sobre una adecuada administración religiosa de la población indígena.357 En 1727, en Santafé, don Antonio Manzo Maldonado, mariscal de campo de los reales ejércitos de su Majestad, presidente gobernador y capitán general de este Reino y de la Audiencia y Cancillería Real, al estar vacante el corregimiento de paeces en el Gobierno de Neiva, elige y nombra al teniente coronel Joseph de Caycedo y Pastrana y: “Manda así al Cavildo como a encomenderos, indios y demas personas tengan como tal corregidor y los mandones, caciques y capitanes, y demas indios le obedezcan y cumplan sus ordenes y mandatos. Pena de que serán castigados y de pena de cien pesos (…) los vecinos contravinieren a lo mandado.”358 Así, mediante la política de la Corona de agrupar a los indígenas en una comarca, se recurrió a esta figura del “corregidor de los pueblos de indios o protector de naturales”, quien debía poner especial cuidado en que los pueblos de su distrito estuvieran bien regidos y abastecidos de todo lo necesario. Más que una autoridad debía ser un tutor de sus subordinados, amparándoles contra posibles abusos de los colonizadores españoles, respetando sus costumbres, específicamente las que no fueron contrarias a los principios fundamentales de la religión cristiana, y reprimiendo suavemente sus excesos; no obstante, los corregidores de los pueblos de indios más que verdaderos protectores de sus gobernados fueron sus más significados opresores.359 De ahí que en el nombramiento que hiciera el presidente y los oidores de la Audiencia y Cancillería Real del Nuevo Reino de Granada el 10 de diciembre de 1731 de don Julián Buendía como gobernador de la provincia de Neiva y corregidor de naturales del partido de los paeces, le “ordenan y mandan se porte con los indios con benigno y buen tratamiento que debe, procurando la educación de ellos y que estén bien instruidos y enterados en los misterios de Nuestra Santa fe.”360 Herrera Angel, Poder local, población… pág. 35. ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. viii, t. 2, pág. 8 y 9 de los documentos 1789 y 1855. 359 Ots Capdequi, Manual de historia… pág. 367. 360 ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. viii, t. 2, pág. 33. remitiendo a los ff. 126 y ss. 357 358
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Ahora, la encomienda era el lugar donde con frecuencia se violaban los derechos de los naturales. Los cargos contra los encomenderos eran, generalmente, por el no pago del trabajo de los indios o por hacerlos trabajar en días festivos y en noches de luna llena en trapiches, rozas de maíz y caña, en cocales y oficios de vaquería, carnicería, en hacer jabón, hilado de algodón, alpargates y pita. También hay cargos por maltratos, compraventa o alquiler de indios y falta de protección ante los negros. Otro de los cargos era por no adoctrinarlos o no pagar el adoctrinamiento. En los descargos, los encomenderos, o algunas veces, sus administradores o mayordomos, tendían además a quejarse de que los tributos de los indios no alcanzaban ni para pagar los estipendios del cura doctrinero y las muchas necesidades que tenían en la conservación de sus casas y familias. El capitán Florencio de Rojas, uno de los más importantes encomenderos, justificó la compraventa de indios en el hecho de que ni a su padre ni a él la Corona les había remunerado sus servicios en la conquista y en la guerra contra los pijaos, quedando por esta razón pobres.361 Una de las funciones de la Real Audiencia y de los gobernadores era la de hacer visitas a los corregimientos, aunque estas fueron esporádicas por las mismas distancias de los territorios, los ríos caudalosos y los caminos intransitables, además del poco interés manifestado por los representantes de la Corona en la protección de los indígenas. En un intervalo de 70 años se realizaron dos visitas a las encomiendas de Timaná. En 1559, el oidor don Tomas de López practicó la primera y en 1628 el gobernador Diego de Ospina hizo la última, con el propósito de “amparar, desagraviar y liberar a los indios, haciéndoles pagar su trabajo y restituirles en sus haciendas, pueblos, casas y tierras”.362 En materia de recolección del tributo, en ocasiones lo hacía el mismo corregidor, especies que servían para pagar sus servicios. A finales del siglo xvii, don Blas de Valenzuela, corregidor de los indios paeces, gustaba recoger el tributo en oro de los indígenas como: “inventor del uso y desuso de la chuspa de la vejiga de la res, (…), pues ninguna vasija le era menos agn, Bogotá, S. Colonia, F. Visitas (Tolima), t. 720-932, f. 787 y 788r. y v. Como efecto de las nuevas Leyes de Indias (1544), la Corona ideó un mecanismo burocrático para implantar y controlar el funcionamiento del sistema de la encomienda: la visita de la tierra. Esta era una diligencia practicada en forma personal y por lo general, por un oidor de la Real Audiencia a un territorio determinado donde hubiera cantidad de indios y de españoles, con el fin de indagar la situación demográfica, económica, social, laboral y cultural de los indígenas, así como de atender las quejas de estos por el trato que les daban los españoles. Colmenares, Historia económica… págs. 25 y ss. 362 Friede, Los Andakí pág. 14. 361
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preciosa y mas apropiada para sacar el oro en polvo y muchos castellanos que en nombre del Rey, y para aumentar su personal pecunio, recogía entre las tribus que tenía bajo su venturoso dominio.”363 Estas fuentes documentales demuestran cómo la presencia del Estado español en los corregimientos no estaba guiada por consideraciones relativas a las necesidades de la población indígena, sino por la conveniencia de beneficiar a algunos sectores con el recurso laboral nativo y de llevar a cabo los cobros que engrosarían las arcas reales. Dentro de las responsabilidades del Estado, lo prioritario no era el mejoramiento de las condiciones de vida de los pobladores, sino, fundamentalmente, el recaudo de los recursos para remesar al Imperio y el fortalecimiento de una élite que servía de apoyo.364 Entre los variados títulos y dignidades que otorgaran las autoridades de Santafé a los gobernadores de las provincias, estaban adscritas las funciones de corregidor de indios o de naturales. En 1759 llegó como gobernador de Neiva el aragonés Pablo Alvira, de 31 años de edad, quien con el titulo adicional de “corregidor de los Paez”,365 debía investigar los hechos relacionados con una violenta asonada popular en La Plata contra las rentas de aguardiente, originada, según el expediente, en los injustos impuestos de alcabala por parte del obispo de Popayán y en la detención del administrador de dicho ramo en esa ciudad.366 A don Joaquín Fernández Cellas y Torrijos, en 1803, se le identificaba como capitán de caballería de los Reales Ejércitos, gobernador, Justicia Mayor de ciudad de la Purísima Concepción de Neiva y Provincia; en ella, juez subdelegado general de reales rentas estancadas, alcalde mayor de Minas y corregidor del partido de los paeces.367 En las villas y ciudades del Alto Magdalena se establecieron los corregimientos; estos, a su vez, estuvieron formados por pueblos de indios, casi hasta las últimas décadas del siglo xviii, cuando empezaron a surgir García Borrero, Neiva en el siglo xvii pág. 144 y 145. Herrera Angel, Poder local, población… pág. 49. 365 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados públicos (Tolima), t. 5, ff. 847-870. 366 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Aguardientes, t. 8, ff. 373-458. La alcabala se trataba de un gravamen del 2% sobre el valor de todas las transacciones de objetos muebles e inmuebles, contribución que Antonio González como presidente de la Audiencia del Nuevo Reino de Granada comenzara a imponer, como en España, con la reforma fiscal de 1590. Impuesto de poca importancia para el fisco dada la rareza de las enajenaciones inmobiliarias y su cuantía insignificante, mientras el gravamen sobre el crédito era mucho más corriente, aplicado en hipotecas (censos) sobre la propiedad raíz, en Colmenares, Historia económica… págs. 378-382. 367 ahh, Neiva, Notaría de Neiva, rpcc, vol. viii, t. 2, pág. 307. remitiendo al f. 76v. 363 364
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algunas parroquias. A finales del periodo colonial, a la provincia de Neiva, Timaná y Saldaña (Purificación) correspondía la administración de los siguientes corregimientos: el de Coyaima, que comprendía los pueblos de indios de Coyaima, Natagaima y Ataco; el corregimiento del Páez, que abarcaba los pueblos de indios de la Jagua, Naranjal, El Pital, San Antonio del Pedregal y Anaconas; el corregimiento de los pueblos de Santa Bárbara y San Andrés, de la jurisdicción de la ciudad de La Plata; el corregimiento de Anaconas y requinteros de la ciudad de Purificación; y los tributarios de la ciudad de Neiva eran los pueblos de indios de San Antonio, El Cagúan, Otas, Hobo, Nátaga, Iquira y El Retiro (Teruel).368 Según las Leyes de Indias, a los españoles se les prohibía establecer asentamientos o poblar en los pueblos indígenas. Los indios de Santa Rosa del Pital, de procedencias páez, vivían en dicho pueblo perfectamente separados de los blancos (Agrado), a quienes se les prohibía rigurosamente construir dentro de la agregación indígena. En tanto, en el auto de la Real Audiencia del 16 de octubre de 1738, se prohibió: “Que los vecinos del Pital puedan fabricar ni tener casas ni ranchos dentro del Pueblo y el Corregidor del Partido bajo la pena de cien pesos las hará demoler y que se fabrique una ramada común de la capacidad competente abierta para los cuatro costados para que los dichos vecinos guarden sus vagajes en tiempos de lluvias o cuando ocurran al pueblo a oír misa y demás festividades.”369 Todo parece indicar que uno de los resultados más significativos de la política social española, así como de los esfuerzos de los gobernadores como Diego de Ospina y sus hijos, los misioneros franciscanos, curas doctrineros y miembros aislados de las élites locales, fue el hecho de que los indios yalcones, timanaes, andakí, tamas, paeces y pijaos aceptarán finalmente participar de la sociedad colonial en forma de pueblos de indios, donde, con relativa autonomía, hicieron su vida económica, social y cultural.370 ahh, Neiva, Estadística, t. 1, ff. 150-159. En el censo de 1778 estos pueblos indígenas registraban la siguiente población: Caguán 533, Retiro (Teruel) 348, San Antonio 317, Nátaga 296, Iquira 232 y Hobo 177. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Padrón de la Provincia de Neiva 1778, caja 38, f. 22. Mientras hacía el 7 de enero de 1779, Otás tenía 217 naturales. El censo del pueblo de Otás registró un total de 82 matrimonios: 42 de blancos, 28 de indios, 11 de libres (mestizos y mulatos), y 1 de esclavos, además de 177 hombres solteros: 1 clérigo, 22 blancos, 98 indios, 56 libres, así como 237 mujeres solteras: 114 blancas, 63 indias, 56 libres y 4 esclavas. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Censos redimibles, legajo 6, ff. 95v. y ss. 369 Charry, Frutos de mi tierra pág. 168. 370 Salas Vargas, Reynel, Cartilla de la Cátedra de la huilensidad, Educación Media, Neiva, 2008, pág. 13. 368
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De ahí que Diego de Ospina considerara la necesidad de reunir a los indios: “en forma de pueblos de españoles, con sus casas, plazas, calles e iglesias donde puedan asistir y recibir los dichos padres curas doctrineros (…) para que se pueblen los dichos indios (…) y que tengan buen templo para su salud y aumento , tierras fértiles para sus rosas y labranzas y pasto para sus ganados, agua, leña y lo demás que se requiera.371 Resguardos El resguardo como unidad territorial y económica correspondía a una reducción indígena, de acuerdo a las políticas de la Corona. Los resguardos se constituyeron con apenas una parte de territorios tradicionales de los pueblos indígenas, generalmente fuera de las tierras planas de utilidad agropecuaria, las que fueron reservadas para las haciendas de los colonizadores en varios territorios del Nuevo Reino. Después de constituidos los resguardos, los indígenas sufrieron sucesivamente nuevos despojos territoriales, que se repitieron tras la independencia de las repúblicas hispanoamericanas; muchos fueron declarados vacantes porque las comunidades indígenas supuestamente habían dejado de existir y la legislación propició su disolución, división y titulación individual. La lucha del indígena por la tierra del resguardo fue, al mismo tiempo, la lucha por conservar la forma colectiva de propiedad sobre ella.372 La política de congregar a los indios en pueblos se acrecentó y afirmó pocos años después de la presidencia de la Real Audiencia del doctor Andrés Díaz Venero de Leyva (1564-1573), estableciendo que “los naturales sean reducidos a pueblos grandes y se pueblen en forma de pulicía como los pueblos de españoles”.373 Hacia 1674, Flores de Ocáriz hablaba de la creación de los resguardos. Sin embargo, lo que comúnmente se ha denominado en el territorio de la Nueva Granada como resguardo fue un segundo eslabón creado posteriormente a la conformación de los pueblos de indios, llamados inicialmente corregimientos. Los resguardos comenzaron a establecerse de manera legal, en las áreas de mayor población aborigen, a partir de 1591 cuando el presidente de la Real Audiencia, don Antonio González, ordenó al oidor Miguel de Ibarra un nuevo reparto sobre las tierras indias. Friede, Los Andakí págs. 273 y 274. Friede, Juan, El indio en la lucha por la tierra, Bogotá, Punta de Lanza, 1976, págs. 29 y ss. 373 Colmenares, Historia económica. 371 372
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Con este fin se redujo a cada comunidad a un terreno de extensión variable que pudiera ser habitado y cultivado por la población tributaria.374 Estos resguardos se ubicaron en predios aptos para la agricultura alrededor o a corta distancia de los pueblos de españoles, donde se pudiera disponer fácilmente de la mano de obra indígena asentada en las tierras comunales.375 El propósito de mantener a los indios cerca de los lugares habitados por los españoles también tenía como fin enseñarles la doctrina y alejarlos de la gentilidad. Las tierras comunales a que fueron reducidos los indígenas cumplían la misión de permitirle entrar en el sistema productivo impulsado por la Corona, obtener sus bienes de consumo básico y un excedente con el cual cubrir sus obligaciones tributarias. Por esta razón, las tierras de los pueblos de indios fueron usualmente fértiles y aptas para el trabajo agrícola,376 donde establecían sus sementeras. Un cacique o un gobernador, era reconocido como autoridad principal de cada resguardo y era el responsable del orden interno.377 Juan Tama figuraba como uno de los caciques de los indígenas de la nación tama, que llegara a Neiva en 1678, huyendo de los crueles sometimientos que les hacía gobernador Caro Velásquez de la ciudad del Espíritu Santo del Caguán (Caquetá).378 La disminución de los tributarios igualmente sirvió de argumento desde el siglo xvi para diferentes acciones de las autoridades: el recorte de sus tierras, la reunión o agregación de varios pueblos en una misma área de resguardo, o la ejecución de nuevas concentraciones de pueblos de indios sacados de sus sitios originales. Estas acciones se continuaron ejerciendo en el siglo xvii, producto de ello, fueron creados en torno a los resguardos indígenas los pueblos de Teruel (El Retiro), Iquira, Hobo, Pital, Nátaga,
Fals Borda, Historia de la cuestión agraria. Fals Borda, Historia de la cuestión agraria. 376 Flores De Ocáriz, Juan, Genealogías del Nuevo Reino de Granada, tomo i, Bogotá, Archivo Histórico Nacional, 1943. 377 El resguardo como bien raíz era en conjunto inalienable, pero para el usufructo se diferenciaba por una parte entre las tierras que se distribuían a censo entre familias y por otra las de aprovechamiento comunal y otras que eran cultivadas en beneficio de la colectividad, por turnos denominados “obligaciones”. Las cajas de censos de la comunidad se nutrían no solo de ingresos agropecuarios obtenidos en las tierras trabajadas por el sistema de obligaciones, sino mediante los obrajes, telares colectivos que funcionaban en los poblados y que servían para vestir a la comunidad y vender hilos, telas, mantas y otras vestimentas. La legislación colonial y republicana impuso tributos y obligaciones diferentes a las cajas. Ots Capdequi, El régimen de la tierra… págs. 101-103. 378 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, leg. 47, ff. 480v. y 490v. 374 375
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al igual que El Caguán, Otás, La Jagua y Naranjal.379 Políticas que fueran reforzadas en la segunda mitad del siglo xviii, cuando las tierras recortadas a los resguardos sirvieron para acomodar a vecinos pobres y hacendatarios mediante su adjudicación a través de remates. En el Alto Magdalena, las tierras de los resguardos de los coyaimas y natagaimas fueron las más extensas, no solo de la provincia de Neiva, sino de Mariquita. La otra zona de población indígena se ubicó en la cordillera Central, constituida por los pueblos de El Retiro, Iquira, Nátaga, Pedregal, San Andrés, El Pital, La Jagua, San Antonio y Naranjal. Pueblos de origen paez, fueron reducidos a poblados durante el siglo xvii, a partir de migraciones y traslados hechos por los franciscanos. Esta población mantuvo vínculos con los paeces de Tierradentro, gracias a su proximidad geográfica. Hacia las cercanías de la cordillera Oriental, la población indígena fue menos importante, destacándose los pueblos del Caguán, Fortalecillas y el Hobo; esta cordillera era relativamente poblada, convirtiéndose la mayor parte, en razón de las normas españolas, en tierras realengas o baldíos, como se les denominó durante la República.380 Acevedo (San Francisco Javier de la Ceja de los Andaquíes, La Ceja y La Concepción) es resultado del proceso de poblamiento de las parroquias, pero sus organizadores, los franciscanos, aprovecharon las bases del resguardo constituido en 1756 para cristianizar y civilizar a los andaquíes.381 Desde otra perspectiva el recorte de las tierras de los resguardos y la agregación de varios pueblos de indios en un mismo resguardo se hizo con miras a extraer mayores utilidades que favorecieran los ingresos de las Cajas Reales. Estas utilidades provenían de la venta a los vecinos de las tierras recortadas a los resguardos y la agregación de un número significativo de indios y de tributarios en un mismo pueblo, lo que disminuía sustancialmente los costos de sostenimiento de las autoridades coloniales, tanto del cura como del corregidor de indios. Las circunstancias en que se llevó a cabo el proceso de recorte de las tierras del resguardo condujo a un enfrentamiento entre pueblos de indios y vecinos. Los primeros argumentaban el derecho consuetudinario que les mantenía como poseedores de estas tierras; independientemente de lo que dijeran las leyes, se sentían con todo el derecho de seguirlas ocupando. Los vecinos y algunos poderes locales consideraban, desde su Salas Vargas, Cartilla de la Cátedra de la huilensidad pág. 13. Esquivel Triana, Ricardo, “Fuentes para la historia demográfica y laboral en la Provincia de Neiva, 1778-1938”, en Memoria y Sociedad, vol. 4, n.o 7, 2000, pág. 86. 381 Salas Vargas, Cartilla de la Cátedra de la huilensidad pág. 13. 379 380
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óptica colonizadora, las altas posibilidades que estas zonas ofrecían para el desempeño agrícola en la región, y justificaban su traspaso en razón de la subutilización que los indios hacían de ellas y su poca presencia económica en el virreinato. Una fase posterior de crecimiento del número de parroquias fue iniciada con la visita del oidor Andrés Berdugo y Oquendo, a partir de 1754 y se consolidó de manera especial entre los años de 1776 y 1780, durante la visita de Francisco Moreno y Escandón. Durante esta visita se notificó al virrey Manuel Antonio Florez sobre la erección de 47 parroquias de vecinos, solamente en el área de la provincia de Tunja.382 La siguiente fase fue de recesión en el proceso de erección de parroquias, como consecuencia de los acontecimientos resultantes del Movimiento Comunero, pero se cobró un nuevo auge en el desarrollo del número de parroquias en los últimos años del siglo xviii y en los primeros del siglo xix.383 La política de reagrupación de la población comunal indígena se aceleró entonces, a partir de la década de 1750. Esto se debió en parte al nuevo ordenamiento social y estatal impuesto por los Borbones, pero en gran medida las razones de mayor peso tuvieron que ver con el ínfimo número de indios tributarios que habitaban los resguardos y las presiones ejercidas por los vecinos. De ahí que la aparición de las parroquias se acentúe con las políticas de reformas Borbónicas adelantadas a partir de la segunda mitad del siglo xviii. El objetivo principal de estas medidas, además del espiritual, fue la recuperación del control administrativo en cabeza de los españoles y el aumento de la productividad de las colonias de ultramar. Era claro que la tierra, como factor de producción, tenía que ser redistribuida si se pretendía el aumento del Erario Real. El antecedente de este proceso se remonta a la visita del Oidor Verdugo y Oquendo al virreinato de la Nueva Granada por orden de la Corona, con el objeto de conocer la situación de las tierras de los pueblos de indios, a fin de hacer libre uso de las que no estuviesen siendo aprovechadas para el sostenimiento de los grupos. El resultado de la visita fue la agrupación de algunos pueblos de indios. Sin embargo, no fue sino hasta 1777, cuando Francisco Antonio Moreno y Escandón, protector general de naturales, orienta la finalización del proceso con su política soportada en términos de que: 382 383
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Visitas (Tolima), t. 8, f. 872. Tovar Pinzón, Hermes, Convocatoria al poder del número. Censos y Estadísticas de la Nueva Granada, 1750-1830, Bogotá, Archivo General de la Nación, 1994, pág. 393.
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El desarrollo económico del Nuevo Reino se aseguraría en tanto se modificara sustancialmente la estructura vigente: la existencia de pueblos de indios tan disminuidos en población solo ocasionaba gravámenes inútiles al Real Erario. De querer mantener la Corona su política segregacionista, los pueblos deberían reducirse al mínimo a fin de dar lugar a la erección de parroquias de vecinos, no indios, que de hecho ya ocupaban las tierras como arrendatarios.384
En esta provincia, como resultado de la política de reducción de resguardos, impulsada por Antonio Moreno y Escandón en los llamados pueblos de indios se dio una sustitución de indios por blancos pobres y mestizos, dando origen a nuevas poblaciones llamadas parroquias, proceso que ciertamente venía de antes. Por ello, a partir de la segunda mitad del siglo xviii se crearon las parroquias de Aipe, Palermo (Guagua), Yaguará, Villavieja, Tesalia (Carnicerías), Paicol, Gigante, Tarqui (El Hato y Toá), Altamira (Boqueron), Suaza (Santa Librada), Guadalupe, Garzón y San Agustín, como respuesta a la política de urbanización promovida por España y a la capacidad de los hacendados para sostener al cura, gracias a los cultivos de cacao que los obligaba a vivir en sus haciendas y al mejoramiento de las ganaderías.385 De estas parroquias en el proceso de independencia lograron establecer sus propios cabildos republicanos a partir de 1810 las poblaciones de Palermo, Yaguará, Villavieja, Gigante, Tesalia y Paicol. Mayorga, Fernando, “Los indígenas y las reducciones en el periodo hispánico: las ‘visitas a la tierra’, una institución ‘proteccionista’”, en Revista Credencial de Historia, n.o 146, febrero de 2002, pág. 146. Las reformas borbónicas tuvieron éxito en expandir el comercio dentro del imperio, aumentar los ingresos fiscales y ampliar las fuerzas militares en las colonias americanas. Para el caso del Nuevo Reino de Granada, se fortaleció además la administración y el recaudo de los impuestos, las exportaciones se diversificaron un poco y crecieron, se introdujeron cambios institucionales y el país se abrió a nuevas ideas científicas. Estas innovaciones borbónicas contribuyeron a difundir la simiente de la rebelión anticolonial. La iniciativa de elevar los ingresos fiscales provocó insurrecciones populares y menoscabó la autoridad de los funcionarios españoles. Así mismo estas reformas, estimularon el cambio y de paso abrieron el apetito de los hispanoamericanos por trasformaciones aún mayores, la guerra internacional, que desempeñó un papel central en promover dichas reformas, en últimas también desbarató el régimen. Pero el colapso de la autoridad real no significó que las élites criollas encontraran fácilmente el camino de la reconstrucción efectiva del Estado. Ver Safford y Palacios, Colombia. País fragmentado… págs. 145 y 146. 385 Salas Vargas, Reynel, “El poblamiento del centro del Huila”, en Huila, Órgano de la Academia Huilense de Historia, vol. xiii, n.o 59, 2008, pág. 55. 384
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Siguiendo la tradición colonial, algunas de las primeras medidas de la República estuvieron dirigidas a proteger a los indígenas. En 1820 se ordenó la restitución de las tierras que les habían usurpado y en 1821 se reafirmó la vieja prohibición de emplearlos sin pagarles un salario y se determinó que se conservaría el oficio de Protector de Naturales. Sin embargo, la misma ley que ordenó estas últimas medidas determinó que las tierras de resguardo se repartieran en pleno dominio y propiedad privada a los indígenas. El principio fue reafirmado en 1832, aunque se prohibió entonces la venta de las parcelas adjudicadas durante los diez años posteriores a la entrega. Tal prohibición fue prolongada a veinte años en 1843. El proceso alcanzó su clímax en 1850, cuando se autorizó a las Cámaras de Provincia para “arreglar la medida, repartimiento, adjudicación y libre enajenación de los Resguardos de indígenas, pudiendo, en consecuencia, autorizar a estos para disponer de sus propiedades del mismo modo y por los propios títulos que los demás granadinos”. Haciendo uso de dicha autorización, las Cámaras adoptaron normas que tendían a la extinción de los resguardos. Pese a las ideas liberales, que consideraban la existencia de la propiedad colectiva como contraria a la búsqueda del provecho individual y al beneficio de los propios indios, estos se opusieron en muchos casos, al repartimiento de las tierras y muchos resguardos han logrado sobrevivir hasta nuestros días.386
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Con el establecimiento de la Real Audiencia en Santafé, las relaciones de los primeros habitantes españoles, y particularmente, la de sus descendientes, quedaron divididas respecto a Santafé y Popayán. Santafé era la sede del gobierno civil general, y hacia allá concurrirían los hombres en procura de justicia y policía. Cosa contraria sucedió en lo eclesiástico. Los pastores eclesiásticos de buen parte del actual territorio huilense tenían su asiento en el altiplano, mientras que el resto, esto es, el centro, sur y occidente, dependió, hasta finales del siglo xix, de Popayán.388 La Real Audiencia participó directamente en la guerra establecida contra los pijaos. Con la llegada de Juan de Borja en 1605 a Santafé como presidente de la misma, inició la más cruenta persecución a los pijaos, dando paso a la creación de las provincias de Neiva, Timaná y Saldaña en 1614 con uno de sus capitanes al mando, don Diego de Ospina y Medinilla, quien fuera a su vez, su primer gobernador. La acción gubernamental contra los pijaos radicó en la política de muerte y tierra arrasada. En el informe a su majestad del 25 de mayo de 1610, don Juan de Borja, se refiere a esta guerra, señalando, cómo: (…) con la ayuda de los vecinos encomenderos se hizo numero de quatrocientos soldados (…) quienes pudieron ocupar las provincias mas pobladas del enemigo, sin dexarle tiempo ocioso, ni lugar vacío, ni seguro, hasta que desbaratándoles sus esperanzas, y habitaciones con pérdida y daño de muchas prendas de hijos y mujeres, casas y comidas que se le quitaron con incendio y tala general se desvaneció el orgullo de los indios derramándose por las montañas pa[ra] guarecerse en la aspereza dellas, (…) solo restan algunos salteadores que andan derramados amparándose en los Riscos, quebradas remotas, y páramos inhabatables.389
Intervenciones del Virreinato y Real Audiencia en la Provincia
La Real Audiencia fue el órgano político, judicial, y administrativo más importante dentro del esquema administrativo colonial. En la Nueva Granada esta institución se estableció el 7 de febrero de 1549 a través de una real cédula. Estaba dirigida por un presidente.387 En los siglos xvi y xvii la presencia del Estado español fue débil en territorios de la Nueva Granada. Durante aquellos siglos la región caucana y gran parte del Alto Magdalena, estuvieron bajo la autoridad de la gobernación de Popayán, la que a su turno estaba subordinada a la Audiencia de Quito, después de su creación en 1563.
En la carta a su majestad del 12 de junio de 1611, don Juan de Borja, da cuenta de la crueldad ejercida contra los pijaos, Señalando cómo: En compañía de los indios amigos Coyaimas, y Natagaimas, han hecho este año tan lucidos efectos, dexando la guerra casi acabada, Salas Vargas, Reynel, “El proceso político durante el siglo xx”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. 2, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996, pág. 169. 389 Tovar Pinzón, Hermes, compilador, Relaciones y visitas de los Andes. Siglo xvi, tomo iv: Región del Alto Magdalena, Bogotá: Colcultura / Instituto Colombiano de Cultura Hispánica / Editorial Tercer Mundo. 1992, págs. 477 y 478. 388
Tovar Pinzón, Hermes, “La lenta ruptura con el pasado colonial”, en Ocampo Gaviria, José Antonio, compilador, Historia Económica de Colombia (1810-1850), Bogotá, Planeta, 2007, págs. 87-117. 387 Friede, Juan, “La Audiencia de Santafé”, en Boletín de Historia y Antigüedades de la Academia Colombiana de Historia, n.o 423-424, 1950. 386
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Los Borbones quisieron fortalecer el Estado y ampliar el ámbito de sus funciones, tanto en España como en los dominios de ultramar. La guerra y el temor a la misma contra Inglaterra fortalecieron esta resolución. De ahí que en 1715 surgiera el debate en España, relacionado con la necesidad de constituir en virreinato a la Nueva Granada, debido a la ausencia de control económico de las riquezas que existían en las minas y la necesidad de evitar los ataques de los piratas ingleses contra las costas de Cartagena. Por esta razón, en 1717, se crea el Virreinato del Nuevo Reino de Granada, a instancias de Antonio Pedraza y Guerrero, ministro del Consejo de Indias, siendo la primera manifestación borbónica en procura del fortalecimiento de la administración colonial, que implicaba la restauración del orden en la administración pública.391 Creado el virreinato, la Real Audiencia pasa a ser dirigida por el virrey. Así, el virrey de Santafé llenaba el papel de “un jefe que representaría la persona del soberano, en tal razón, sería superior a todos, y vigilaría a todos los demás magistrados de la Real Audiencia y gobernaciones”.392 De ahí que
las reales audiencias en lo judicial fueran sobre todo tribunales ordinarios de apelación ante los cuales se sustanciaban los recursos interpuestos por las partes contra los fallos dictados por las justicias inferiores. En materia de Gobierno, velaban por el mantenimiento del orden y buena gobernación de las ciudades y sus distritos.393 Eran frecuentes los recursos interpuestos ante la Real Audiencia procedentes de las provincias de Neiva, Timaná y Saldaña. Uno de los más injustos estuvo relacionado con los esclavos de la hacienda de Villavieja. Todo parece indicar que los jesuitas entre 1631 y 1767, forjaron unas buenas relaciones con los esclavos, basadas en el respeto mutuo y en una relativa libertad, que les permitió desarrollar al interior de su comunidad una estructura socioeconómica estable y autónoma, con elementos materiales y espirituales que constituyeron los cimientos de la identidad negra en el siglo xviii. Así, por ejemplo, permitieron que los esclavos conservaran las bases culturales y organizativas al interior de su grupo, facilitándoles la unión familiar y comunitaria alrededor de una fracción de tierra en la cual les era permitido el cultivo y la cría de ganado.394 A partir de la entrega de las propiedades de la compañía de Jesús a manos de la Real Audiencia en 1767 en razón a su expulsión, se inició un lento proceso de descomposición de las bases sociales sobre las cuales habían sido erigidas y de los bienes materiales contenidas en ella, debido, especialmente, a la improvisación y corrupción administrativa que llevó a
Tovar Pinzón, Relaciones y visitas… págs. 488 y ss. Safford y Palacios, Colombia. País fragmentado… págs. 146 y ss. Después de que los Borbones asumieran la Corona española a principios del siglo xviii, se desataron una serie de guerras contra Inglaterra entre 1739 y 1807, así como contra la Francia revolucionaria entre 1793 y 1795. El desafió militar, en particular el inglés, llevó a la Corona española a promover diversas reformas. Estas tuvieron que ver con la expansión del comercio dentro del imperio, aumento de ingresos fiscales y ampliación de las fuerzas militares en las colonias americanas. 392 McFarlane, Colombia antes de la Independencia… págs. 347 y ss. El nuevo Reino fue efímero. El primer virrey llegó a la conclusión de que la Nueva Granada estaba bastante despoblada, era demasiado pobre y sus ingresos no alcanzaban para sostener una administración virreinal. En 1723 fue suprimido el virreinato y de nuevo la autoridad administrativa quedó en cabeza del presidente de la Audiencia. La constante amenaza inglesa llevó, sin embargo, a la restauración del virreinato en 1738. El virreinato reformado cubrió un extenso territorio que incluía lo que hoy es Colombia, Ecuador, Panamá, gran parte de Venezuela, y las islas Trinidad y Margarita. Al no poder gobernar el Virrey todo este territorio desde Santafé, en 1777 las zonas costeras de Venezuela fueron separadas, aunque la cuenca del río Orinoco siguió perteneciendo al mismo. Safford y Palacios, Colombia. País fragmentado… págs. 146-149. La mayor
parte de Venezuela estaba bajo una autoridad separada, conferida a un capitán general en Caracas que respondía directamente ante Madrid, y después de 1786 con su propia audiencia y un gobierno eclesiástico autónomo. Panamá mantuvo su audiencia hasta 1752, cuando fue suprimida. Quito conservó su audiencia, aunque en lo eclesiástico hacia parte de la arquidiócesis de Lima. Quito había mirado más hacia el Perú que hacia la Nueva Granada y, aunque sus lazos económicos con esta se fortalecieron en el siglo xviii, ni la economía de montaña de Quito ni la costera de Guayaquil dependían de los circuitos comerciales de la Nueva Granada. McFarlane, Colombia antes de la Independencia… págs. 347 y ss. 393 Ots Capdequi, El régimen de la tierra… págs. 357-358. Las Audiencias Reales se dividían en tres: las virreinales, las pretoriales y las subordinadas. Las primeras establecidas en las capitales virreinales, las segundas en la capital metropolitana de una capitanía general y, las subordinadas, son las restantes. Barbosa Delgado, Francisco Roberto, Justicia. Rupturas y continuidades. El aparato judicial en el proceso de configuración del EstadoNación en Colombia, 1821-1853, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 2007, pág. 98. 394 Ver Morales Villegas, Inírida, “Esclavitud y libertad en las haciendas jesuitas del Huila, siglo xviii”, en en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996, págs. 43 y ss.
(…) sucedió también esta jornada, que sin perdida de soldado[s], indio amigo, ni carguero prendieron y degollaron ciento y quatro personas, y acertaro[n] a ser de los muertos los mas belicosos y principales, (…) de manera que de todas estas naciones, solo han venido a quedar veynte y nueve o treinta indios, que andan esparcidos por los montes que la misma tierra, y su mala constelación los ha de acabar, y consumir.390
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la ruptura de los vínculos afectivos que se habían tejido con los jesuitas. Los esclavos se quejan ante la Real Audiencia de Santafé por los abusos cometidos por el administrador Del Lago con los bienes de la hacienda y las crueldades a que eran sometidos junto con los arrendatarios de Villavieja. Este conflicto llevó a los esclavos a recurrir a estrategias de conservación, hasta el punto de llegar a la insurrección colectiva. En 1773 la Real Audiencia toma la decisión de vender a todos los esclavos de la hacienda de Villavieja para lograr la tranquilidad y obediencia. De los 89 esclavos registrados por Germán Colmenares, solo 38 entraron en la relación de la minuta, de la cual se deduce que 51, entre hombres, mujeres y niños no se encontraban en el momento en que fueron arrestados y trasladados a Santafé para ser vendidos en plaza pública.395 La Real Audiencia atendía en ocasiones reclamos que hacían los cabildos sobre casos relacionados con la aplicación de las Reales Provisiones relacionados con los indígenas, por cuanto la escases de los mismos, creó tensiones e inquietudes a su interior, en los vecinos, curas doctrineros y autoridades locales. La Real Provisión del 18 de marzo de 1676 mandó al capitán Juan Caro Velazco, oriundo de Mariquita y gobernador de la ciudad del Espíritu Santo del Caguán, “sacar de donde y quienes los tuvieran cautivos a los indios de la provincia del Caguán para reducirlos a pueblo y adoctrinarlos, sin importar que estuvieran encomendados o concertados”.396 Luego de dos años, cuando quiso aplicarla en la ciudad y jurisdicción de Neiva, sus vecinos y autoridades reaccionaron pidiendo a la Real Audiencia “suspender la ejecución de los mandatos del gobernador Caro, mientras enviaban informes sobre sus actuaciones”.397 El cabildo abierto realizado en Neiva el 12 de julio de 1678 declaró “dañino a los intereses de sus vecinos” recoger los pocos indios tamas que había en su jurisdicción y advirtió que estaban “avanzados en el aprendizaje de la lengua, la religión y la política española”; eran “bien tratados, vestidos y sustentados” y que de llevarlos de nuevo al Caguán volverían a “sus ritos
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y ceremonias diabólicas”.398 Además dicho cabildo pidió a la Real Audiencia considerar que “los más de los [dichos vecinos] eran criadores de ganados y con algunas de estas [dichas] piezas los [beneficiaban] que no faltara el abasto en la ciudad de Santafé y así mismo las crías de mulas para el trajín de esta carrera”.399 El procurador de la ciudad del Espíritu Santo del Caguán, capitán Luís Hortíz y Olalla acusaba al gobernador ante la Real Audiencia de “someter a los indios a excesivo trabajo y azotes y a las mujeres de mayor perecer las llevaba para su servicio”.400 Los caciques hicieron cabildos abiertos y en sus acusaciones al gobernador señalaban como este “había despachado para su trapiche en Mariquita cuarenta y dos piezas de muchachos y chinas de nación Bayuguage quitadas a los españoles del Espíritu Santo del Caguán, agregando además que había sacado otras venticuatro piezas en enero de 1678 para mandarlos a Mariquita”.401 Otros testigos más audaces en sus declaraciones afirmaban que el gobernador “pagaba a sus acreedores con piezas de indios tama”.402 Estos abusos cometidos por el gobernador Caro Velásquez hacia 1678, provocaron el desplazamiento de indígenas tamas. Los caciques entre ellos Juan Tama, llegaron a Neiva huyendo de los “daños y bejaciones que les hacía [dicho] gobernador (…), pidieron al cabildo de esta ciudad los dejara poblar en su jurisdicción con mas de sesenta familias que prometían traer”.403 El cabildo de Neiva y el gobernador de la Provincia, Juan Palomino aprobaron la solicitud y les señalaron los sitios para vivir en el resguardo del decadente pueblo de San Andrés de los Duhos, ubicado a un lado del camino real, cerca de Neiva y del río Magdalena.404 El vecindario y los caciques hicieron que los cabildos y procuradores de Neiva y del Caguán pidieran a la Real Audiencia impedir que dicho gobernador regresara a esa ciudad a ejercer sus funciones, y especialmente el encargo de reducir a los indios tamas cautivados por encomenderos y hacendados. La Real Audiencia aprobó lo pedido por los vecinos y caciques en agosto de 1678.405 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, leg. 47, ff. 479-480r. Los cabildos abiertos eran considerados asambleas públicas de vecinos que discutían asuntos de interés general. Rodríguez, Cabildo y vida urbana… pág. 52. 399 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, leg. 47, f. 480r. 400 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, leg. 47, f. 508r. 401 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, leg. 47, f. 490r. 402 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, leg. 47, f. 479v. 403 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, leg. 47, ff. 480v. y 490v. 404 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, leg. 47, ff. 451v. y 492. 405 Clavijo Ocampo, “Las guerras de la colonización…” pág. 357. 398
Morales Villegas,“Esclavitud y libertad…” págs. 47 y ss. Entre 1631 y 1767 los jesuitas fundaron y consolidaron la hacienda de Villavieja, una de las más extensas del Nuevo Reino de Granada. Hasta 1767 esta hacienda fue administrada por los mismos jesuitas, por cuanto a partir del primero de agosto del mismo año se lleva a cabo la expulsión general de los jesuitas de los territorios españoles en América. Por decreto real expedido el 27 de febrero por el rey Carlos III les fueron expropiados todos sus bienes, incluidas propiedades, esclavos, herramientas y ganado. 396 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, leg. 47, ff. 472-473v. 397 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, leg. 47, ff. 472-518r. 395
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Historia Comprehensiva de Neiva
En el levantamiento de los comuneros de Neiva y sus pueblos circunvecinos en junio de 1781, la Real Audiencia le siguió proceso en segunda instancia a Pedro León Perdomo por incitar a las rebeliones de la plebe que asaltaran los estancos, así como por amenazar y exigir la erradicación de los españoles de Neiva. Tras la expedición del indulto general concedido por el arzobispo virrey Antonio Caballero y Góngora nadie se presentó en Neiva para solicitarlo. Pedro León sabía de antemano, “que tal como le había ocurrido a Juan Ascencio, jamás sería perdonado”. Capturado Perdomo y remitido a Santafé, nada se supo de su suerte final que, de acuerdo con las normas vigentes de la época, respecto al delito de la sublevación, debió ser remitido a Cartagena.406 Así mismo, en dichos acontecimientos, el 25 de julio, un grupo de esclavos por haber asaltado y azotado cruelmente al administrador de la hacienda de Villavieja, el fiscal Gabriel Martínez de la Real Audiencia pidió: “Capturar todos los esclavos de la hacienda de temporalidades o a la de los que puedan, a las cabezas los ahorquen públicamente y a los demás puestos en la picota se les dé a cada uno cien azotes útiles y apercibidos se les devuelva a la casa y hacienda.”407 Estos levantamientos comuneros hicieron que el Virrey y la Real Audiencia peticionaran a los alcaldes ordinarios de Neiva para que hicieran las respectivas investigaciones y aplicaran justicia. Después de los hechos del 19 de junio de 1781, el alcalde de primer voto Pablo de Alvira se dedicó a buscar protección a lo que había quedado de los estancos de tabaco, así como responsabilizó de inobediencia y de apoyar a los levantados al acalde mayor provincial, Joaquín de herrera y a su familia.408 La plebe de Neiva se había levantado mucho antes que la del Socorro, cuyos mítines populares convirtieron a la provincia Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… págs. 137 y ss. El movimiento de los comuneros no es una revolución por la independencia anticolonial. Es una reacción contra los principios de la modernidad, que el estado español quiere implantar, mediante la imposición de nuevos impuestos y, que lleva a la gente del común (los comuneros) a rebelarse. En efecto los comuneros en el caso de Zipaquirá no piden un cambio en la legislación general ni la promulgación de una constitución en el sentido de la moderna técnica jurídica, sino de decisiones para casos concretos y remedios para males inmediatos de la comunidad: supresión y rebaja de impuestos, mejoramiento de caminos y puentes, rebaja del precio de la sal, acceso de los criollos a los altos puestos administrativos, libertad de cultivo y libre comercio del tabaco. Jaramillo Uribe, Ensayos sobre historia… pág. 92. 407 Biblioteca Nacional de Colombia, Bogotá, F. Antiguo, Raros y Curiosos, libro 371, ff. 328-329, citado por Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… pág. 164. 408 Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… págs. 162 y ss. 406
El cabildo de Neiva
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del Alto Magdalena como la más convulsionada y rebelde del Nuevo Reino de Granada.409 Con los sucesos del 20 de Julio de 1810, la Real Audiencia fue recogida y algunos de sus miembros, junto con el virrey, transitoriamente encarcelados por la misma presión y exigencia de la Junta Popular de San Victorino, más no por la Junta Suprema de Gobierno, de origen elitista y conformada en su mayoría por la nobleza criolla, quienes, por el contrario, protegían a las autoridades coloniales. En la mañana del 21 de julio, “la multitud marchó desde San Victorino y los barrios altos hacia el centro de la ciudad, portando armas y pidiendo a la Junta de Gobierno la prisión para el virrey, el oidor Hernández de Alba, el fiscal Frías y el regidor Mancilla Las casas de los funcionarios reales fueron asaltadas y saqueadas, ellos conducidos a la cárcel”.410 Estos acontecimientos hacieron que las autoridades coloniales del Virreinato y la Real Audiencia empezaran a ser reemplazadas transitoriamente por la Junta Suprema de Santafé y las demás juntas de gobierno que se establecieron en las diversas provincias de la Nueva República, con excepción de Santa Marta, Pasto, Popayán y Panamá, que continuaban defendiendo el régimen español. Las provincias de Neiva, Timaná y Saldaña quedaron fusionadas en la provincia de Neiva. En efecto, para la región del Alto Magdalena, las proclamas dividieron la provincia entre el absolutismo político de Neiva y el radicalismo republicano de las villas, especialmente la de Timaná, sin que estas propiciaran a su interior guerras civiles. Neiva se quedó sola cuando La Plata y Purificación se separaron transitoriamente de la provincia, siguiendo el ejemplo de Timaná, en el marco de la recomposición de los poderes locales y provinciales. Esta unión se sellará cuando ya era tarde, puesto que regresaba el régimen del terror. Las autoridades coloniales asentadas en Santafé (virrey y Real Audiencia), al igual, que las de la provincia de Neiva (corregiduría, antes llamada gobernación), son restablecidas de nuevo con la reconquista española en 1816; no obstante, estas deben abandonar definitivamente el poder en 1819 con el triunfo de las fuerzas patriotas.
409 410
Silva Vargas, Neiva. Cuna de la Revolución… págs. 170. Diario Político, n.o 17, Santafé de Bogotá, Santafé, agosto de 1810.
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Historia Comprehensiva de Neiva
Conclusiones
La vida pública lugareña en el periodo colonial tuvo una dinámica propia,
unas estrategias en su ejercicio, por cuanto lo económico, lo político y lo cultural se conjugó de manera particular, generando comportamientos y acciones en los vecinos que fueron la expresión de valores y creencias, fiel reflejo del modelo hispano. La cotidianidad en la sociedad colonial giraba en torno al orden natural, cuyo poder era legitimado por Dios, con la Iglesia como su fiel representante; esta institución establecía su red eclesiástica con un pensamiento doctrinal y político, con gran incidencia en las decisiones que tomaba el cabildo. Los cabildantes y los clérigos justificaban sus actos por amor a “Dios y a la Corona”, ejerciendo el liderazgo y control político de su localidad. En ocasiones establecieron alianzas y en otras cazaron pleitos, hasta con los mismos gobernantes de la provincia. En la sociedad patriarcal de la ciudad de Neiva, los hombres construyeron sus imaginarios, visiones del universo y sus expresiones políticas bajo el amparo de la moral religiosa, en ausencia de la racionalidad y la laicidad. Los proyectos políticos coloniales se desarrollaron en el marco de las alianzas familiares, redes de clientela, privilegios tradicionales y sistemas de exclusión que moderaron y condicionaron las prácticas políticas. El cabildo de Neiva asumió, a partir de su creación en 1612 y a lo largo del siglo xvii, actitudes de acatamiento, sometimiento y obediencia ante los autos y providencias de la gobernación y de Santafé, mientras que desde el siglo xviii se mostró en desacato y desobediencia, hasta darse el lujo de “destituir” gobernadores, funciones que no eran de su competencia. La política ejercida casi exclusivamente por la vecindad de los blancos produjo beneficios a hispanos y criollos en el ámbito público; de ahí que el cabildo fuera el centro del poder y órgano de expresión de una minoría distinguida, así como el lugar de las tensiones sociales y el escenario de forcejeo de las familias dueñas de la propiedad en la jurisdicción de Neiva y la provincia. En el entramado económico, social, político y judicial en la jurisdicción de Neiva intervinieron las autoridades de la Real Audiencia, la gobernación y el cabildo. En sus actuaciones jurídicas se presentaron disputas y decisiones injustas contra el vecindario y en especial, contra la plebe. Esta no era considerada como parte del vecindario; sus necesidades y exigencias poco fueron atendidas, en tanto que el movimiento de los Comuneros, con
El cabildo de Neiva
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participación de mestizos, indígenas y esclavos, y liderado por el mestizo Pedro León Perdomo, no contó con el respaldo del cabildo. El cabildo de Neiva no manejó los suficientes recursos que le hubieran permitido, por lo menos, la construcción en cal y canto de su propia sede antes de 1784 e, incluso, los presupuestos eran prácticamente inexistentes para la prestación de servicios básicos requeridos por el vecindario. Pesaba más el hecho y el orgullo de ser cabildante que las mismas posibilidades de manejo de recursos disponibles, por lo menos, para el desarrollo social de la incipiente ciudad. Es por esto que quienes desempeñaban cargos vistosos y de distinción social, como el alférez real, fueron llamados a financiar actividades cívicas, religiosas y festivas. Estos cargos a finales del siglo xviii, no eran apetecidos por el vecindario. Los movimientos de Independencia, y sus constituciones políticas no trajeron cambios fundamentales en lo local, como sucedió en Neiva. Los cabildos tuvieron pocas transformaciones, en tanto que los mismos que habían tenido derecho a ocupar cargos concejiles por su condición de vecinos en razón de sus propiedades, eran los únicos que podían seguir accediendo a los empleos del cabildo, ya no como vasallos del rey sino como nuevos ciudadanos.
Estilos de vida e identidades culturales en la jurisdicción de Neiva en el siglo xvii. Hacendados, comerciantes, artesanos, españoles, criollos, indígenas, negros, mulatos, zambos y mestizos María Angélica Suaza Español
Academia Huilense de Historia
Desde la primera fundación de Neiva por parte de Juan Cabrera en 1539,
se inicia un nuevo período histórico para el territorio de lo que actualmente conocemos como la ciudad de Neiva. La llegada del conquistador español y con él, el esclavizado africano, supuso una dinámica sociocultural. Los habitantes de la ciudad de la Limpia Concepción de Neiva crearon formas de producción que se materializaron en la formación de hábitats. El hábitat es el producto espacial resultante de una necesidad social, “el espacio natural inanimado o pasivo se torna activo y organizado mediante la presencia y el trabajo del hombre (...) el espacio emana de la sociedad y de sus más diversas y contradictorias exigencias. Éste, enfrentando a la naturaleza y produciendo su supervivencia, tiene que edificar hábitats; produce espacios vitales y estos son “productos de la producción”.1 En la ciudad de la Concepción de Neiva, el proceso de creación de hábitats inicia desde el mismo momento de la conquista y se refleja en la construcción de espacios históricos concretos, como son: la ciudad, la hacienda y la encomienda. Estos lugares creados en las postrimerías de la conquista y preludio del período colonial fueron productos sociales reconocibles “parte de una ‘segunda naturaleza’, qué incorporó, socializó
1
Aprile-Gniset, Jacques, “Las formaciones espaciales”, en La ciudad como bien cultural, memorias del seminario, Bogotá, Colcultura / oea, 1994, págs. 70-71.
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Historia Comprehensiva de Neiva
y transformó los espacios físicos y psicológicos”,2 de los antiguos y nuevos moradores de esta jurisdicción. La ciudad como hábitat era indispensable para los españoles, para ellos este lugar ante todo era considerado como táctica de dominio y control sobre los territorios y sobre la gente que la habitaba.3 Bajo esta premisa la colonización fue una empresa urbana “llevada a cabo por personas con mentalidad urbana. El núcleo municipal fue el punto de partida para la ocupación de la tierra, sin establecer diferencias políticas con el campo”.4 Así, las municipalidades contenían la tierra rural que aún no había sido conquistada, tal es el caso de la Ciudad de la Concepción de Neiva, cuya jurisdicción colonial desbordaba los límites urbanos e incluía lo que luego serían parroquias como Guagua, Retiro, Hobo, Yaguará, Aipe, Villavieja, Tello y Baraya. Los diferentes hábitats como fueron la ciudad, la hacienda y las encomiendas se convirtieron en espacios de la realidad colonial, y aunque en la mayor parte del territorio dominado por los españoles la ciudad fue eje fundamental para el poblamiento dadas las ventajas para la conquista y colonización, en el desarrolló y posterior consolidación de la ciudad de Neiva jugó un papel fundamental el indígena. Sebastián de Belalcázar, procedente de Quito llegó al Alto Magdalena en 1537, y comisionó a Juan Cabrera para que junto con 70 hombres poblara la ciudad de Neiva. Esta primera fundación se realizó en 1539, en el sitio Las Tapias en el actual Municipio de Campoalegre,5 y fue atacada en el año de 1550 por los indios, obligándola a asentarse en el sitio donde hoy se encuentra el Municipio de Villavieja. Esta segunda fundación fue destruida por los indios pijaos en 1569, como consecuencia los españoles se debieron refugiar en Timaná. Pero en 1612, con la reducción y pacificación de los indios, don Diego de Ospina y Medinilla funda la ciudad en el sitio que actualmente ocupa.6 2
3
4
5 6
Soja, Edward, en Melo Moreno, Vladimir, Espacio geográfico y vivencia urbana en Santa Fe de Bogotá. La Calle, Bogotá, Alcaldía Mayor de Bogotá, 2001, pág. 8. Tovar Zambrano, Bernardo, “Conquista española y resistencia indígena”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996, pág. 222. Zambrano Pantoja, Fabio, “La ciudad. Esbozo histórico”, en La ciudad como bien cultural, memorias del seminario, Bogotá, Colcultura / oea, 1994, págs. 59-60. Tovar Zambrano, “Conquista española…” pág. 214-218. García Borrero, Joaquín, Neiva en el siglo xvii, Neiva, Empresa de Publicaciones del Huila, 1983, pág. xii.
Estilos de vida e identidades
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Pese a que la Provincia y su capital, desde el inicio de la Conquista eran paso obligado entre el interior del Reino Popayán, Quito y Perú, la Ciudad de la Limpia Concepción de Neiva sólo hasta mediados del siglo xvii empieza a ser viable urbanísticamente y a desarrollar su espacio arquitectónico como centro administrativo y religioso, ello como consecuencia al miedo constante de los ataques por parte de los indígenas que durante el siglo xvi la hicieron pobre e incluso abandonada, en 1560 había sólo “14 encomenderos, muy pobres, quienes habitaban casas de paja”.7 Es así, como hacia 1635, aún no se había construido el edifico del cabildo, Juan de Cañola y Calañas decía: Yo no podía mandar a hacer casas de cabildo —porque esta ciudad no tiene propios ningunos— por ser pueblo nuevo y de tan poca gente —tampoco no ha habido en mi tiempo ningún pleito criminal— para que yo pudiere hacer condenación para cárcel —ni casas de cabildo— ni prisiones (...) que yo en ninguna manera pude asistir personalmente todo el tiempo —porque en esta tierra no asistiendo el año en su hacienda— los ganados se hacen cimarrones y se pierden [y en la cárcel] no hay reos a quien condenar.8
La ciudad o lo urbano, como proceso y espacio de la realidad colonial, es relevante porque permite comprender las relaciones y estilos de vida que se impusieron mediante procesos que incluyeron mecanismos de adaptación, transgresión, innovación e invención entre los habitantes de la jurisdicción (españoles, indios, negros y los grupos que surgieron del mestizaje entre estos grupos raciales, como mestizos, mulatos, zambos). Así, los estilos de vida están relacionados directamente con la forma de producción dominante, y expresan el rol que asumieron ciertos individuos dentro de la sociedad. Por lo tanto, los hábitats que se encubaron y se desarrollaron en la jurisdicción de la Limpia Concepción de Neiva y en la Provincia de Neiva, fueron a la vez el medio y el resultado de una formación socioeconómica, donde la vida social estuvo determina por el modo como la acción y las relaciones sociales (inclusive las relaciones de clase) fueron materialmente constituidas y concretadas. Estos modos de acción y de relaciones sociales se
7 8
Tovar Zambrano, “Conquista española…” pág. 226. García Borrero, Neiva en el siglo xvii… pág. 29.
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Historia Comprehensiva de Neiva
entretejieron y desarrollaron modos de producción9 basadas en el trabajo en la hacienda (esclavos, blancos pobres, concertados, arrendatarios, mulatos libres, indígenas) en el trabajo de indígenas en las encomiendas y en menor escala en la minería. Entonces, los habitantes de la Limpia Concepción de Neiva entablaron determinados tipos de relación para llevar a cabo la producción de bienes basados en estos modos y relaciones de producción.10 Estos condicionaron comportamientos que inconscientemente que a través de repeticiones o actos redundantes generaron en hábitos que con el transcurrir de los tiempos se consolidaron como parte esencial de la identidad que empezó a configurar en esta región desde el período de Conquista.11
Estilos de vida de los habitantes de la Limpia Concepción de Neiva
Las tradiciones culturales reflejan la relación de una sociedad con su hábitat
y con los otros grupos humanos. Los indígenas de este territorio a raíz de la invasión y conquista de sus territorios sufrieron un colapso del mundo que conocían hasta el momento, debieron junto con negros y españoles 9
10
11
Los modos de producción se entienden como las fuerzas productivas y las relaciones que las personas establecen entre sí para producir los medios de vida para su desarrollo. Parafraseando a Marx y Engels las fuerzas productivas son la materia objeto de transformación, la fuerza de trabajo y los medios para realizar el trabajo. En: Marx, Carlos y Engels, Federico, La ideología alemana, págs. 6 y 7. Las relaciones de producción son las que surgen entre los hombres en el proceso de la producción, el cambio y la distribución de los bienes materiales, en: Nikitin, P., Economía política, México, Editores Mexicanos Unidos, 2002, pág. 8. Estas relaciones de producción son entendidas como el conjunto de relaciones económicas que se establecen entre los hombres independientemente de su conciencia y de su voluntad, en Borisov, Zhamin y Makarova, “Diccionario de Economía Política”, Consultado en http://www.eumed.net Se entiende por estilo de vida, las prácticas cuya experimentación rutinaria las convierte en el lenguaje tácito que permite el reconocimiento y expresa una identidad común a un grupo, clase o pueblo, en un momento o lugar específico. Son el resultado de cuatro dimensiones: la trayectoria histórica y geográfica de los grupos humanos, los significados culturales, las identidades sociales de las personas y la sensibilidad o sentidos. La variabilidad presente en cada una de las dimensiones y la confluencia de estas en tiempos y espacios diferentes, hace posible la creación, vivencia y reproducción de hábitos y prácticas diversos. En Therrien, Monika, “Estilos de vida en la Nueva Granada. Teoría y práctica de la arqueología histórica en Colombia”, Ponencia presentada en el I Seminario Internacional de Arqueología Histórica en América Latina y el Caribe, Panamá, 2002, documento inédito.
Estilos de vida e identidades
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reelaborar, negociar y adaptar nuevas formas culturales, que pueden ser mirados desde la perspectiva de la transculturación. Dentro de este proceso de generación de tradiciones culturales el fenómeno de transculturación12 fue el pan de cada día dentro de este territorio. Los grupos humanos en un proceso inconsciente mimetizaron, sincretizaron o impusieron tradiciones culturales y nuevos estilos de vida. Así, en un territorio que había sido habitado desde tiempos milenarios por cazadores y recolectores, quiénes cuando conocieron las bondades de la agricultura y la domesticación de animales crearon aldeas y se consolidaron en sociedades que luego los españoles llamaron Pijaos, Tamas y Páez, con la llegada del español se impone un nuevo orden en la región. Así, el siglo xvii presencia la consolidación de la hacienda ganadera, y la consolidación de estilos de vida alrededor de esta unidad productiva.
Hacendados y ganaderos
La
conquista y posterior colonización española, no sólo fue una concentración de fuerza que subordinó a sus “necesidades el contorno rural indígena sino que se erigió como nexo de continuidad entre la civilización urbana Mediterránea y el Nuevo Mundo conquistado”.13 Estas nuevas relaciones de producción basadas en la herencia urbana crearon en el territorio conquistado privilegios a ciertos individuos que a la postre generaron un primer núcleo de poder político que derivaba honores y privilegios para algunos de sus vecinos. Las mercedes de tierras entregadas inicialmente a los capitanes y soldados que participaron en la gesta de la conquista da inició a un nuevo patrón de poblamiento en este territorio: la hacienda, la ciudad y la encomienda. Los hacendados y ganaderos que prontamente se adueñaron 12
13
La transculturación se entiende como la interacción entre culturas, la negociación de elementos particulares en el contacto entre una y otra tradición cultural. En oposición de la aculturación en la cual la influencia es en un solo camino, no obstante, los matices de la transculturación implican diferentes categorías como la recombinación cultural y el sincretismo. En Rama, Ángel, Transculturación narrativa en América Latina, México, Siglo xxi Editores, 1985, pág. 34; y Therrien Monika y Jaramillo Pacheco, Lina, Mi casa no es tu casa. Procesos de diferenciación en la construcción de Santa Fe, siglos xvi y xvii, Bogotá, Alcaldía Mayor de Bogotá, 2004, pág. 29. Mörner, Magnus, en Colmenares, German, Historia económica y social de Colombia, 1537-1719, Cali, Universidad del Valle, 1973, pág. 1.
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Historia Comprehensiva de Neiva
de la mayor parte de la tierra, crearon grandes latifundios y utilizaron los siguientes mecanismos para acceder a la tierra: 1. La incorporación de tierras lindantes aprovechando lo impreciso de los límites que se establecía entre las diferentes propiedades. 2. La compra-venta de ellas. 3. El litigio permanente entre los dueños, no sólo sobre la propiedad sino sobre el derecho de cobrar rentas. 4. La compra de tierras a la Corona. 5. Anegar territorios que pertenecían a los indígenas y estaban despoblados, este mecanismo fue el más común. 6. Hostigamiento a los indígenas para quitarles parte de sus territorios. Fue un mecanismo frecuente utilizado por hacendados y mestizos y blancos pobres.14 En este territorio durante la época colonial el rol de hacendado y ganadero lo ostentaban las mismas personas. Estos hacendados-ganaderos crearon unas relaciones de producción basados en la tenencia sobre la tierra, en la dominación y explotación de los grupos indígenas inscritos al sistema colonial, del trabajo de esclavizados negros provenientes de África, y de la mano de obra de blancos pobres y de la población mestiza.15 Estas relaciones de producción se sustentaron en la esclavitud y la servidumbre. La servidumbre, se caracterizó por la relación directa entre el productor y el dueño de las tierras, y por una fuerza coercitiva respaldada por procedimientos jurídicos y por la apropiación excesiva (monopólica) de la tierra, conllevando al arrendamiento o al peonazgo y concierto.16 La esclavitud es una de las formas extremas de una relación de dominación relacionado con el poder, implica la pérdida de la libertad, ser considerados como no personas. Según Orlando Patterson, intrínseca a la esclavitud a una permanente dominación basada en la violencia y una alineación de nacimiento, e implica que la deshonra de una persona.17 Frente a la crisis demográfica de los siglos xvi y xvii los dueños de las haciendas idearon algunas medidas para suplir esta deficiencia de mano de 14
15 16 17
Martínez Covaleda, Jaime, “Haciendas y arrendatarios durante el siglo xviii. Los casos de las Provincias de Mariquita y Neiva”, Tesis de Maestría en Economía, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1993, pág. 51. Martínez Covaleda, “Haciendas y arrendatarios…” pág. 67. Martínez Covaleda, “Haciendas y arrendatarios…” pág. 110. Patterson, Orlando, Slavery and Social Death, a Comparative Study, Cambridge, Harvard University Press, 1982, págs. 2.
Estilos de vida e identidades
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obra. Una de ellas, consistió en prestar servicios a cambio de servicios, fue bastante común que el señor dueño de una hacienda le cediera un pedazo de tierra a un arrendatario muchas veces con algunos semovientes. Igualmente se establecieron contratos de diversa índole, como el de cultivos al partir, mediante el cual el arrendatario retribuía con trabajo en la hacienda y con alimento para el sostenimiento de la hacienda. Este tipo de convenios o contratos resultaba bastante beneficioso para el hacendado, por que por una parte contaba con mano de obra barata y por otro lado aseguraba el abastecimiento de alimento durante todo el año. Un arrendatario o peón que llegaba a una hacienda y que luego quería abandonarla no podía hacerlo fácilmente, el patrón alegando las deudas contraídas lo retenía, dado que “estas deudas cualquiera que fuera su origen, eran pagaderas en trabajo si no se pagaban en dinero y eran heredadas por los hijos”.18 Por otra parte, las relaciones de los hacendados con el poder local, a quiénes muchas veces ellos representaban, desencadenaron en una vigilancia más cercana, en favorecimiento por parte de las autoridades y en una legislación más eficiente ante quien infligiera la norma.19 De hecho el grupo de los hacendados-ganaderos lo conformaban funcionarios públicos, sacerdotes y los vecinos que fueron beneficiaros de las mercedes de tierras, estos últimos por servicios prestados a la corona española (conquista, guerra contra los indígenas, entre otros). En las transacciones entre los vecinos de la jurisdicción de Neiva desde muy temprano esta vocación del hacendado-ganadero se empieza a perfilar como el tipo dominante en la región (ver tabla 1). En 1632, el clérigo Francisco Tribiño vende a Alonso Cobos de Guzmán y a María Fajardo, 12 estancias de ganado mayor en el Valle de Tune (las cuáles había recibido de parte del gobernador) con “500 cabezas de ganado vacuno y 116 cabezas de yeguas chicas y grandes”.20 En 1631, el capitán Andrés Palomino le vendió a Francisco Pérez Hernández, dos estancias de ganado mayor en el valle del Baché “conforme al pedimento y merced que de las dichas estancias hizo Don Diego de Ospina, Gobernador de esta provincia a mi suegro Juan Vanegas de quien yo soy heredero”.21 Las mercedes de tierra entregadas por el gobernador Diego de Ospina y luego por su hijo Francisco Martínez de Ospina, darían nacimiento a la tradición latifundista en esta región. 18
19 20 21
Kalmanovitz, Salomón, Economía y nación: una breve historia de Colombia, Bogotá, Editorial Siglo xxi, pág. 48. Kalmanovitz, Economía y nación… pág. 48. Archivo Histórico del Huila (ahh), Neiva, Richmond, vol. vii, tomo i, pág. 10. ahh, Neiva, Richmond, vol. vii, tomo i, pág. 2.
334
Historia Comprehensiva de Neiva
Tabla 1 Algunas mercedes de tierra entregadas por el gobernador don Diego de Ospina y Medinilla Hacendado Entregada por la Real Audiencia a Don Diego de Ospina Francisco González de Caraballo
Superficie Estancias a orillas del río Arenoso, 10 estancias de pan coger a orillas de la Sierra, 2 estancias de ganado menor y cría de puercos
Ubicación
Río Arenoso, orillas de la Sierra
6 estancias de ganado mayor
Juan Vanegas
2 estancias de ganado mayor
La otra banda del Río Grande de la Magdalena en el Valle del Baché
Licenciado Francisco Tribiño
10 estancias de tierra de ganado mayor de las modernas
Valle de Yaguará
Antonio de Montealegre
3 estancias de ganado mayor de las modernas
Punta de la Sienaga
Gabriel de Montealegre
6 estancias de ganado mayor de las modernas
Vega del río Magdalena hasta la boca de Neiva
Juan de Rivera
8 estancias de ganado mayor
4 en la quebrada de Río Frío y 4 en quebrada de Aldabán
Andrés Hernández y su mujer Francisca
Sitio Ahorcados
Juan de Rivera Chaparro
8 estancias de ganado mayor
4 en la quebrada del río y 4 en la quebrada la Sardinata
Luis Godoy
2 estancias
Otra banda del río del Obo
Bernarda Godoy
Esta banda del río Magdalena y solares en la ciudad
Juan Castilla
Quebrada de Quarco
Capitán Andrés Palomino, Teniente de Gobernador y Justicia Mayor de la ciudad de Neiva
2 estancias de ganado mayor
En la otra banda del río Magdalena en el sitio el Totumo
Capitán Andrés Palomino, Teniente de Gobernador y Justicia Mayor de la ciudad de Neiva
10 estancias de tierra de ganado mayor de las modernas
Valle de Yaguará
Estilos de vida e identidades Hacendado
335
Superficie
Ubicación
Merced que entrego Francisco Martínez de Ospina al clérigo Francisco Tribiño
12 estancias de ganado mayor
Lope Salcedo Jáuregui
30 estancias
Francisco Calderón
12 estancias
Juan Andrés Bulla
4 estancias de ganado mayor
Francisco Gómez Quintero
4 estancias de ganado mayor
Yaguará
Francisco Gómez Quintero, a nombre de su padre el Capitán Gómez Quintero, quien murió en guerra contra los indios tamas
3 estancias de ganado mayor contiguas a las anteriores
Yaguará
Juan Cabanillas, por sus servicios prestados
12 estancias de ganado mayor
Valle de Yaguará
Compañía de Jesús
12 estancias
Desde la quebrada del Obo hasta llegar frontero de las puntas del río Páez con el Magdalena
Merced que entregó Francisco Martínez de Ospina a la Compañía de Jesús
3 caballerías de tierra de las antiguas
Desde la desembocadura del río Villavieja al Magdalena hasta la Sierra
Compañía de Jesús, permuta con Fernando de Villarroel
Todas las estancias de ganado mayor y de ganado menor y pan coger
Junto al río Neiva desta banda hasta donde llaman el pueblo viejo de Neyba
Sebastián García
6 estancias: 4 de ganado mayor y 2 de pan y ganado menor
Banda del río Arenosos
Valle de Tune
Fuente: Archivo Histórico del Huila (ahh), Neiva, Richmond, vol. vii, tomo i.
El origen de hacendados-ganaderos, que en términos modernos serían considerados grandes latifundistas, se remonta a la época de la Conquista. La Corona y las autoridades coloniales entregaron grandes extensiones de tierra a capitanes y soldados que participaron en la pacificación y reducción de los indígenas rebeldes de la región. Así, durante los primeros años de la vida político administrativa de la ciudad de la Limpia Concepción de Neiva, el gobernador Diego de Ospina y Medinilla, en su período de gobierno (1610-1630) entregó mercedes de tierra a españoles y criollos,
336
Historia Comprehensiva de Neiva
quiénes procedían de diferentes sitios como Timaná, San Sebastián de la Plata, Remedios, Tocaima e Ibagué.22 Con la tercera fundación de Neiva por parte de Diego de Ospina, el gobierno español toma dominio y se consolida en este territorio, y el gobernador Ospina es el encargado de impulsar la principal actividad de la cual dependería gran parte de la economía de la provincia, la cría de ganado y aprovechando el punto de paso estratégico de Neiva entre el interior del Reino con Popayán, Quito y Perú, la cría de mulas de errar y de todo tipo de bestias de carga.23 Ahora bien, los estilos de vida que se estaban construyendo y consolidando empiezan a reflejar el modo de producción ganadero que se había implantado en la jurisdicción y que se pueden apreciar en los diferentes documentos notariales como evidencia de este proceso. Son innumerables los ejemplos para mostrar como la vocación ganadera se empieza a cimentar en la mentalidad del poblador de esta jurisdicción desde los albores del siglo xvii, y continúa en el siglo xviii con el auge y fortalecimiento de la hacienda. Andrés Camacho en 1631 declara que cuando se caso con Juana Godoy, había recibido como dote entre otros bienes, semovientes de varias especies.24 Con la forma de producción basada en la servidumbre y en la esclavitud, paralelamente el hacendado-ganadero se encontraban los otros grupos sobre los cuáles se soportaba la mano de obra en las haciendas. Los indígenas, esclavizados negros y mulatos, blancos pobres y mestizos asumieron diversos papeles dentro del hábitat de la hacienda, tales como arrieros, vaqueros, ordeñadores, curtidores, cocineras e incluso artesanos. Todos ellos, generalmente anónimos en la historia sin cuya energía de trabajo hubiese sido imposible pensar la hacienda y la ciudad colonial. Sobre ellos, se necesita profundizar no sólo desde la mirada económica sino desde una historia cultural que nos permita comprender como desde su posición idearon estrategias de adaptación que sirvieron a los intereses de la hacienda.
Estilos de vida e identidades
Comerciantes y artesanos
En
la conquista de las tierras americanas participaron comerciantes, que vieron la oportunidad de participar en la empresa conquistadora. La Conquista fue una empresa que se autofinanció, se utilizaron mecanismos de reinversión, e igualmente hubo acumulación de capital por parte de las empresas de conquista que fueron el resultado de las actividades que surgieron con el descubrimiento del Nuevo Mundo. Incluso los soldados participaron vieron la oportunidad de invertir y sacar ganancias, pues un salario no fue incentivo suficiente para “desplegar esta empresa”,25 donde debían arriesgar sus vidas. Desde esta perspectiva, debemos suponer que inicialmente los conquistadores y posteriores colonizadores (misioneros, hacendadosganaderos y encomenderos), debieron sortear toda clase de dificultades para acceder a la cultura material que les permitiera replicar y adaptar su anterior estilo de vida ibérico. Al igual que el indígena y el esclavizado africano, tuvieron que adaptar su cultura en términos de negociación e innovación, retomando el bagaje cultural que ya poseían; y no olvidemos, que en este proceso de transculturación “todo conocer depende de la estructura del que conoce”.26 La construcción de casas tomando el patrón arquitectónico español se empezó a imponer tanto en la ciudad como en las haciendas desde los albores del siglo xvi. En este sentido, hacia finales de este siglo se encontraban casas de tapia y teja,27 de bahareque y paja28 y calicanto,29 con sus puertas y ventanas de madera30 y de cuero31 y con su cocina.32 Sin embargo, cabe anotar que pese a que el diseño de las casas de los españoles correspondía a un diseño europeo, los materiales por obvias razones eran de estas tierras, lo cual implicó utilizar el conocimiento de los indígenas sobre las maderas y las arcillas que permitieron elaborar productos resistentes y estéticos. Igualmente, la mano de obra estuvo sustentada básicamente en el trabajo del esclavizado negro y del indígena. 25 26
22
23 24
Clavijo Ocampo, Hernán, “Las guerras de colonización en la Provincia de Neiva durante el siglo xvii”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996, pág. 330. Clavijo Ocampo, “Las guerras de colonización…” págs. 331-333. ahh, Neiva, Richmond, vol. vii, tomo i, pág. 8.
337
27 28 29 30 31 32
Colmenares, Historia económica… pág. 1. Maturana, Humberto, El árbol del conocimiento, Santiago de Chile, Editorial Universitarias, 1993, pág. xix. ahh, Neiva, Varios, 1697-1703, ff.135v. a 172r. y v. ahh, Neiva, Varios, 1697-1703, ff. 36v. a 55r. y v. ahh, Neiva, Varios, 1697-1703, ff. 56v. a 79r. y v. ahh, Neiva, Varios, 1704-1713, ff. 1v. a 106r. y v. ahh, Neiva, Varios, 1697-1703, ff. 173v. a 181r. y v. ahh, Neiva, Varios, 1697-1703, ff. 36v. a 55r. y v.
338
Historia Comprehensiva de Neiva
Entrado el siglo xvii, la actividad comercial tanto interna como con otras provincias se sustento en la ganadería y todos sus derivados, como velas, cebos y cueros. Igualmente, las transacciones de esclavizados africanos y mulatos se asocio a la actividad ganadera. Desde muy temprano por medio de poderes los vecinos de la jurisdicción encargan de sus negocios a ciertos individuos que al parecer empezaron a cumplir con este tipo de actividad. Tal es el ejemplo de don Gaspar de Basto, que el 20 de diciembre de 1631 otorga poder a Francisco Téllez, residente en Santafé, para que lo represente en la Real Audiencia en todos sus negocios.33 En el mes de febrero y agosto de este mismo año Don Gabriel Montealegre, Alcalde ordinario de la ciudad de Neiva, otorgó poder al padre Luis Méndez de la compañía de Jesús para que lo represente en todos los negocios en la “sala de la Real Audiencia” y a Jerónimo Suárez, respectivamente, para que en su nombre verificara la cobranza de un macho.34 Como se aprecia en la tabla n.º 1, la Compañía de Jesús y los presbíteros fueron grandes beneficiarios en las mercedes de tierras otorgadas por los primeros gobernadores de esta jurisdicción. Sus actividades no sólo estaban centradas en los oficios religiosos, los miembros de estas comunidades desempeñaron un papel dentro de la sociedad que se estaba gestando, oscilando entre lo que actualmente denominamos abogados y comerciantes. En 1636, Francisco de Mendoza da poder al padre Francisco Tribiño, cura y vicario del Santo Oficio, “para que cobre y perciba en la ciudad de Mariquita el valor de 10 esclavos que le han comprado en 3.000 patacones de a 8 Reales Castellanos”.35 La Compañía de Jesús residente en la jurisdicción centró sus energías en la conformación de la gran hacienda de los Aposentos de Villavieja. Sin embargo, su espíritu comercial los llevo a servir de intermediarios de los vecinos de la jurisdicción para diversas tipos de transacciones. Así vemos, al Padre Manuel Martín, tal mencionado en los documentos archivísticos de comienzos del siglo xvii, como apoderado de Doña María de Lozada, esposa del capitán Florencio de Rojas, asignado a reclamar los “haberes que por herencia de su padre Miguel de Lozada le correspondan en los bienes que dejo en la jurisdicción de Timaná”.36
Estilos de vida e identidades
Las relaciones de los residentes en la jurisdicción de Neiva con vecinos de otras provincias sirvieron como ápice para fomentar el abastecimiento de objetos necesarios para poner en escena los nuevos estilos de vida que se estaban perfilando. Las rutas comerciales no eran otras que las que habían utilizado las comunidades indígenas durante milenios para comerciar con otras sociedades. Por ejemplo, los pueblos indígenas prehispánicos de la jurisdicción tenían un nutrido comercio con los cacicazgos muiscas de la altiplanicie cundiboyacense.37 Estos caminos fueron rebautizados durante la colonia como caminos reales. A través de estos caminos se introdujeron las herramientas metálicas utilizadas para las labores de las haciendas. Para una región con un modo de producción ganadera y de pan coger, las herramientas de hierro se constituyeron en objetos valiosos para la realización de actividades tanto en las huertas caseras de la ciudad como en las haciendas de la región, de hecho tenían tanto valor que aún en malas condiciones eran inventariadas en los testamentos;38 la razón obedece a la dificultad de transportar objetos tan pesados. De hecho el hierro y el cobre también eran traídos en bruto, el primero para la fabricación de herraduras y marcas para el ganado, y el segundo para hacer los fondos. El inventario de estos objetos para labores de campo permiten visualizar las herramienta y cultura material con la que se contaba en el siglo xvii, a saber: hierro para elaborar los yerros para errar, hachas, machetes de cinta,39 machetes de roza, palas de hierro.40 barras de hierro, sillas de asentar o jineta,41 sillas con estriberas y espuelas, arcabuz, atarrayas con plomo, espadas, fuetes,42 silla brida con cabeza de plata, escopeta, azuela llanas, cepillos, martillos de peña,43 espadín, carabina, escopeta con llave.44 Sin embargo, es necesario precisar que estas herramientas son las que se comerciaban, pues existían otras de elaboración casera, como los herramientas indígenas (instrumentos líticos) que aunque en menor cantidad aún se observan en los vestigios arqueológicos coloniales. 37
38 39 40
33 34 35 36
ahh, Neiva, Richmond, vol. vii, tomo i, pág. 2. ahh, Neiva, Richmond, vol. vii, tomo i, pág. 2. ahh, Neiva, Richmond, vol. vii, tomo i, pág. 89, ahh, Neiva, Richmond, vol. vii, tomo i, pág. 74.
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41 42 43 44
Metrovivienda, Secretaria del Habitat, “Plan de manejo arqueológico y caracterización y delimitación arqueológica de la hacienda El Carmen, localidad de Usme”, Bogotá, 2008. ahh, Neiva, Varios, 1697-1703, ff. 135v. a 172r. y v. ahh, Neiva, Varios, 1697-1703, ff. 135v. a 172r. y v. ahh, Neiva, Varios, 1697-1703, ff. 56v. a 79r. y v. ahh, Neiva, Varios, 1697-1703, ff. 80v. a 83r. y v. ahh, Neiva, Varios, 1704-1713, ff. 93v. a 102 r. y v. ahh, Neiva, Varios, 1704-1713, ff. 1v. a 18r. y v. ahh, Neiva, Varios, 1704-1713, ff. 1v. a 106r. y v.
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Historia Comprehensiva de Neiva
La ciudad de Neiva durante el siglo xvii era frecuentada por comerciantes, que tenían a varios vecinos de esta ciudad como clientes, incluso muchas de las mercancías no se pagaban al contado, sino a crédito y las transacciones, como el aseguro de deuda y compras eran registradas ante el notario. Esta modalidad fue común en todo el territorio de la Nueva Granada, lo que implicó para los comerciantes un ritmo lento para la recuperación de su capital.45 De hecho, estos comerciantes adoptaron como estilo de vida la trashumancia y el desarraigo que le permitía estar constantemente viajando principalmente a las zonas mineras y encomenderas.46 Tal es el caso del mercader Espinosa procedente de Santafé, que hacia comienzos del siglo xviii, viajaba entre las provincias vendiendo sus mercancías, una de sus clientes era Agustina Perdomo, que en su testamento ordenó sacar “siento y ochenta y tres patacones que se deven a Espinosa mercader de la ciudad de Santafe”.47 Una de las funciones de los nuevos gobernantes de estos territorios era asegurar para el reino el cobro de las alcabalas, para ello era menester tener el mayor control posible sobre los precios de los diferentes tipos de mercancías. En enero de 1636, el Alcalde Mayor Ordinario Gabriel de Montenegro, y el Regidor Capitán Juan Velasco, establecieron los precios de todos los géneros traídos a la ciudad de Neiva, “so pena de diez patacones para gastos de estanquillo demás se puede ser castigado”.48 En el documento quedaron reglamentados los siguientes artículos: cuatro panes de a media libra bien cocido y sazonado por un real / diez huevos un real / una gallina buena dos reales / un pollo tres cuartillos / una polla un real / una libra de conserva del género que fuere real y medio / una libra de confitura dos reales / el cuartillo de miel un real / la libra de sebo un real / la libra de azúcar real y medio / una fanegada de maíz un patacón, y al detal un real / un patalo fresco un real / tres sardinatas tres al real / el cuartillo de vino de la medida de Santa Fe un patacón.49 Para los comerciantes había unas mercancías con las cuáles obtenían mayor renta y su inversión era más segura, tal es el caso de la “ropa de Castilla”. Este negocio “fue el más cuantioso en la época colonial”,50 de hecho, tal como lo menciona Colmenares, encomenderos y propietarios se 45 46 47 48 49 50
Colmenares, Historia económica… pág. 289. Colmenares, Historia económica… pág. 287. ahh, Neiva, Varios, 1697-1703, ff. 56v. a 79r. y v. García Borrero, Neiva en el siglo xvii… pág. 17. García Borrero, Neiva en el siglo xvii… pág. 17. Colmenares, Historia económica… pág. 291.
Estilos de vida e identidades
341
asociaron con comerciantes profesionales en el negocio de la ropa de Castilla. Estos géneros europeos alcanzaban valores tan altos que aún los mismos funcionarios aprovechaban la oportunidad para aumentar sus ingresos.51 Tal es el caso del capitán Andrés Palomino, gobernador y justicia mayor de la ciudad, quien en hacia 1635 ante Martín de Orozco, escribano público, da y confiere poder a Juan Romero, “vecino de Santafé, y a Jerónimo de Toro vecino de Popayán, para que cualquiera de ellos pueda otorgar y otorgue la correspondiente escritura en Popayán a favor de Juan de Lugonaga, para asegurarle el valor de la ropa que le ha tomado y en todo de acuerdo con los instrumentos dados”.52 El comercio de géneros hacia Bogotá, Popayán, Quito y Cartagena continúa durante el siglo xviii. En 1719, Jacinto Ignacio Perdomo, hace contrato con Manuel Álvarez de Aguilar por 1.000 patacones en dinero y semovientes para que “este le traiga de las ciudades de Quito, Popayán o Bogotá los géneros que Perdomo le indique.”53 En el siglo xviii, cuando la ciudad había adquirido mayor desarrollo urbano su comercio interno se dinamiza al punto que las tiendas especializadas en ropa de Castilla soy parte de la vida urbana. La tienda de géneros de don Fernando de Sota, es un ejemplo de ello. En el inventario realizado en 1706 por muerte de su propietario se puede apreciar la siguiente mercancía: 501 varas de ruan / 100 piezas de Bretaña angostas con 503 anas / 100 piezas de Bretaña angostas / 9 varas de crea cruda / 3 varas de crudo / 2 piezas de camellón doble / 6 piezas de picotes de lana / 23 pares de medias de lana / 5 piezas de barracanes de lila / 2 piezas de barracanes de valencianas / 10 varas de crudo / un partido de encajes lenceados con 16 piezas y 182 anas y media y 147 varas y tres cuartas / 28 piezas de encajes blancos de ruan por 107 anas que hacen varas 149 y media / 147 varas y tres cuartas de encaje lenceados / 149 varas y media de encajes blancos de ruan / 6 docenas de peines de marfil / catorce docenas de peines / 6 piezas de morleses / 6 piezas de morleses con 503 varas y tres cuartas / 4 piezas de lamparillas / 2 piezas de granilla de Inglaterra / 16 piezas de olán Baptista / 4 piezas de Bretaña pontivias / 2 piezas de raso de colores de Francia / 10 piezas de picotes de media seda / 1 pieza de barracan de Bruselas / 6 piezas de palometas / 40 sombreros de castor de Francia.54 51 52 53 54
Colmenares, Historia económica… pág. 289. ahh, Neiva, Richmond, vol. vii, tomo i, pág. 86. ahh, Neiva, Richmond, vol. vii, tomo i, pág. 380. ahh, Neiva, Varios, 1704-1713, ff. 1v. a 106r. y v.
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Historia Comprehensiva de Neiva
Los comerciantes y propietarios de tiendas al igual que los comerciantes trashumantes daban su mercancía a crédito. Este tipo de transacción requería un cuidado minucioso de las cuentas de todos sus acreedores y para ello necesariamente debían saber leer, escribir y conocer de matemática básica. Don Fernando de Sota tenía libros de cuentas que fueron rubricadas en diferentes hojas por el alcalde ordinario de la ciudad, Sargento Antonio Álvarez Mariño. Uno de ellos estaba destinado a llevar la información y cuentas relacionadas con su papel de albacea de don Diego de la Sota, su hermano; el otro libro de caja de 285 hojas daba cuenta de los negocios de la tienda, con la lista de los vecinos con deudas pendientes por la compra de todo tipo de géneros de Castilla y de ropa de la tierra provenientes de Quito.55 Para el abastecimiento de sus tiendas los comerciantes en el siglo xviii seguían frecuentando las ciudades de Popayán, Quito, Santafé y Cartagena en busca de mercancías. Cartagena pese a la distancia y a la mayor dificultad de transporte de la mercancía y a los fletes que se debían pagar, ofrecía mayores incentivos para los dueños de las tiendas de la ciudad de Neiva. En Cartagena como puerto marítimo y enclave comercial se podían obtener mejores precios y mayor variedad, por otra parte, el comerciante se ahorraba la ganancia del intermediario. Parafraseando a Colmenares a mediados del siglo xviii “los comerciantes criollos preferían comprar las mercancías en Cartagena a mayoristas españoles”.56 Tal es el caso de don Fernando de Sota y su familia. Años después de su muerte (1712) su esposa doña Margarita Saavedra de Montenegro hace la relación jurada respaldada con recibos de los gastos ocasionados por viajes que hizo su hijo Bernardo para comprar ropa de la ciudad de Cartagena. Asimismo consta de su libro veinte patacones de abios caseros (...) El costo de traer la ropa de la ciudad de Cartagena son los siguientes: Al sargento Antonio Alvarez Mariño por su trabajo de dos viajes trescientos patacones. Más cuatrocientos y veintidós del costo del pleito que se formo en Cartagena sobre la percepción de la ropa derecho fletes de canoa hasta la Villa de Honda que constan estas dos partidas del Reino. Más se le dio al dicho mi hijo Bernardo cuatrocientos y once patacones por dos viajes y costos que hizo a traer dicha ropa y no tuvo efecto y consta de recibo
Estilos de vida e identidades Más de flete de mulas de Honda a esta ciudad para traer la ropa treinta patacones que consta de recibo. Pagaronse por el dicho Don Fernando de la Sota cuarenta patacones que se le repartieron de residencia de oficio de República que obtuvo y consta de recibo.57
Este comercio de ropa de Castilla estaba destinado a satisfacer los estilos de vida de los hacendados, ganaderos y encomenderos. Sin embargo, existía otro comercio paralelo destinado a la otra población58 de indígenas, mulatos, mestizos, blancos pobres, el llamado frutos de la tierra o géneros de la tierra. Una de las tareas que se impusieron los españoles desde entrada la conquista fue cubrir la desnudez de los indígenas y para ello los misionerosdoctrineros jugaron un papel primordial. El comercio que existía en estos territorios desde tiempos milenarios se vio troncado con las imposiciones de instituciones españolas como la mita, el resguardo y la encomienda. Sin embargo, la población indígena, mestiza y esclava del gran parte de la Nueva Granada se vestía con mantas de algodón elaboradas en los altiplanos,59 con géneros de la tierra y con textiles de origen europeo, aunque seguramente menos finos y más económicos que los utilizados por los españoles. Por ejemplo, los esclavizados de la Hacienda de los Aposentos de Villavieja, que hacía parte de la jurisdicción de Neiva recibían como parte de su dotación de ropa: lienzo, fresada, camiseta, sombrero, manta, ruan y bayeta.60 Entonces, con la introducción de géneros europeos y la confección de algodones de la tierra para la elaboración de las prendas usadas por la gran mayoría de la población surge una nueva modalidad de trabajo especializado, los sastres y costureras, que hicieron parte de un grupo más extenso que los abarcaría: los artesanos. Dentro de la población conformada por indígenas, mestizos, negros y mulatos surgió este grupo de especialistas. Los españoles despreciaban el trabajo manual, pues “no deseaban ensuciarse las manos”,61 así fácilmente esta otra población asumió el rol de artesanos. Desde muy temprano en los 57 58 59 60
61 55 56
ahh, Neiva, Varios, 1704-1713, ff. 1v. a 106r. y v. Colmenares, Historia económica… pág. 289.
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ahh, Neiva, Varios, 1704-1713, ff. 1r. a 106r. y v. Colmenares, Historia económica… pág. 293. Colmenares, Historia económica… pág. 292. Archivo General de La Nación (agn), Bogotá, Sección Colonia, Fondo Temporalidades, tomo 8, ff. 306-315. Bastide, Roger, “Historia del papel desempeñado por los africanos y sus descendientes en la evolución socio-cultural de América Latina”, en Introducción a las culturas africanas en América Latina, París: Unesco, 1979, pág. 60.
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Historia Comprehensiva de Neiva
registros históricos de la Nueva Granada aparecen documentos relacionados con algunas de estas actividades, herreros62 indios63 y esclavos64 zapateros, indios sastres y sederos65 (especializados en el manejo de la seda), y pintores, plateros,66 entre otros. En la jurisdicción de Neiva bajo el nuevo modo de producción dominante se crearon unas especialidades artesanales de acuerdo a la necesidad impuesta por los nuevos hábitats tanto en la ciudad como en la hacienda. Entre ellos el carpintero, quién era el encargado de dotar tanto a la casa de la ciudad como de la hacienda de los muebles básicos, como mesas, puertas, sillas, cujas. Durante esta época la jurisdicción contaba con variedad y calidad de maderas destinadas para esta labor. El coronel don Antonio de Alcedo en su viaje por la jurisdicción refiriéndose a Neiva menciona “tiene en sus bosques maderas exquisitas como cedros, nogales y guacayanes”.67 Otra materia prima para la realización de las labores de carpintería la constituía el cuero, el cuál era una materia prima fácil de obtener dado que el modo de producción imperante era la ganadería. Ahora bien, en las haciendas era indispensable contar con herramientas de carpintería. En 1703 en el inventario de los bienes de Francisco de Cruz y Guevara las herramientas de carpintería la conformaban “cinquenta y cuatro yerros” y al parecer el mulato Manuel, era el encargado de estos menesteres68 relacionados con el trabajo de la madera. Los talleres contaban con sierras braseras, cortadoras y de enlazar, azuelas llanas, cepillos, junteras, garlopas, tenazas, martillos, escoplos llanos y gurbios, formones, guijos de torno, barrenas, limas, compás, molduras, acanaladores,69 entre otras. Un grupo importante lo constituyeron los herreros, que frente a una sociedad ganadera debieron tener un oficio muy apetecido, pues eran los encargados de hacer los hierros para marcar el ganado, las herraduras, los fondos utilizados para el trabajo de los trapiches, y las herramientas utilizadas en las haciendas. Entre las herramientas necesarias para esta labor figuran, avingues, fuelles, martillos, tenazas, limas chicas y grandes,
Estilos de vida e identidades
tornillos y fierritos, entre otros.70 Estas actividades pudieron ser realizados por los africanos esclavos y sus descendientes, quiénes tenían amplio conocimiento del manejo del bronce, el oro y el hierro,71 igualmente por los indígenas de esta región que practicaban la orfebrería. Otros gremios artesanales que debieron contar con gran demanda, sin lugar a dudas debieron ser los zapateros y sombrereros, quiénes contaban con recursos disponibles para desempeñar con holgura su labor. En 1707 Pedro Valero desempeñaba el oficio de zapatero,72 labor que también fue desempeñada por mulatos esclavos.73 Dentro del gremio de artesanos, se encontraban los oficiales de sombrerero, como el mulato esclavo Juan de Escobar, quien hacia 1739,74 debió asegurarse de elaborar productos de calidad que protegieran del sol inclemente del Valle de Neiva a sus dueños y compañeros de trabajo. El comercio de sombreros fue un negocio dinámico durante todo el período colonial en esta jurisdicción,75 dadas las condiciones ambientales. Con el sistema de construcción de haciendas y casas al estilo europeo surgió el gremio artesanal de hacedores de tejas, ladrillos y baldosas. Los ladrillos, tejas y baldosas eran elaborados en hornos construidos en el espacio de la ciudad y de la hacienda, los llamados tejares. Finalizando el siglo xvii, el vecino de la ciudad de Neiva, José Perdomo de Betancurt, “dona al Hospicio de San Francisco de esta ciudad un horno de asar teja y ladrillo con el lote en donde está edificando sus enramadas y elementos de labor”.76 Generalmente, estos tejares fueron construidos en las laderas o pendientes de lomas cercanas a los ríos para tener un mayor rendimiento y menor esfuerzo, pues el agua era vital para esta actividad.77 Por otra parte, la elaboración de vasijas utilitarias fue una labor desempeñada por la población indígena y esclavizada (negros y mulatos). La mayor parte de las vasijas utilitarias fueron de producción local, en 70 71
62 63 64 65 66 67
68 69
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 39 y 22, D. 11, ff. 499-504. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, t. 42, D. 6, ff. 105-114. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, t. 29, D. 9, ff. 732-742. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, t. 5, D. 10, ff. 404-415. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Encomiendas, t. 20, D. 18, ff. 793-797. “Diccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales o América”, en Neiva, parte iii, Universidad Nacional de Colombia, Departamento de Planificación Urbana, cid. ahh, Neiva, Varios, 1704-1713, ff. 1v. a 18r. y v. ahh, Neiva, Libro 103, ff. 40v. a 46r.
345
72 73 74 75 76 77
ahh, Neiva, Libro 103, ff. 214v. a 278r. Friedemann, Nina y Cross, Richard, Ma Ngombe. Guerreros y ganaderos en Palenque, Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1979, pág. 63. ahh, Neiva, Varios, 1704-1713, ff. 1v. a 106r. y v. ahh, Neiva, Libro 24, ff. 22v. a 24r. y v. ahh, Neiva, Libro 100, ff. 51v. a 54v. ahh, Neiva, Libro 30, ff. 228v. a 305r. ahh, Neiva, Richmond, vol. vii, tomo i, pág. 345. Suaza Español, María Angélica, Los esclavos en las haciendas de la Provincia de Neiva durante el siglo xviii. Arqueología Histórica de la Nueva Granada, Neiva, Fondo de Autores Huilenses, 2007.
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Historia Comprehensiva de Neiva
otras partes del Nuevo Reino de Granada la importación de vasijas fue más común, tal como aconteció en Cartagena de Indias e incluso Santafé.78 En la jurisdicción de Neiva las tradiciones cerámicas indígenas en el proceso de transculturación se fundieron con tradiciones africanas y europeas. La evidencia arqueológica producto de las excavaciones arqueológicas realizadas en Palermo y Villavieja,79 mostraron que los estilos de decoración con tradición indígena prehispánica basada en las incisiones desaparecen lentamente, sin embargo algunas formas como las globulares se mantienen en una tradición de larga duración. Igualmente, los europeos introducen formas europeas a la vajilla colonial, tales como bacines, platos, jarras y escudillas y paralelamente, en la fabricación de la vajilla colonial los esclavizados le imprimieron su sello a esta nueva tradición cultural que se estaba consolidando: las aplicaciones en los bordes.80 El oficio artesanal de la elaboración de vasijas (alfarería) fue enriquecido por el conocimiento heredado de tres continentes, el conocimiento de las arcillas de parte del indígena y la perduración en el tiempo de algunas de las formas de sus vasijas, la introducción de nuevas formas europeas y el sello del africano con sus estilos decorativos. Por lo tanto, es fácil suponer que a este gremio debieron pertenecer diferentes vecinos de la ciudad que representaban diversas identidades étnicas, y en este sentido la cultura material en un proceso de intercambio cultural es resignificada, pues “los objetos de uso común producidos por el hombre son (...) esqueletos de una morfología más compleja, hecha de gestos, de normas, de valores, de símbolos, de palabras (...) Las cosas no están fuera del universo de los vestigios, sino que son también significativas de significados”.81 El oficio de ceramista, muestra el proceso de resistencia cultural representado en la recombinación cultural, indicando una selección cultural y el uso de dos o más elementos de dos o más culturas dentro de un mismo comportamiento personal para conseguir una acción social más eficiente. La recombinación cultural “implica el uso de una estructura institucional flexible y de una organización social continuamente abierta a la adopción de nuevas formas de vida.82
Estilos de vida e identidades
La gente en la jurisdicción de Neiva creó consciente e inconsciente hábitats, formaciones espaciales que no son más que las expresiones de esta sociedad en un momento histórico, el colonial.83 Estos hábitats se convirtieron en el medio y el resultado, “el presupuesto y la encarnación de la acción y de las relaciones sociales. La estructuración espacio-temporal de la vida social define el modo como la acción y las relaciones sociales (inclusive las relaciones de clase) son materialmente constituidas, concretadas”.84 Frecuentemente se habla del proceso de mestizaje que se dio en la Nueva Granada durante todo el período colonial. Sin embargo, más allá de la generalización del mestizaje y de las culturas surgidas a través de procesos de dominación, resistencias, encuentros, diálogos, se debe dar identidad a estos individuos que representando culturas concretas establecieron relaciones con los otros; relaciones complejas que se deben desentramar para entender cómo fue la formación de nuestra sociedad.
Identidades culturales en la jurisdicción de Neiva
En la jurisdicción de Neiva, al igual que en la mayor parte del continente,
con la brutalidad que implicó la conquista y posterior colonización del territorio, se inicia la construcción de nuevas identidades. En los distintos niveles de construcción de identidades es necesario centrarse en la organización de diferencias y similitudes, generalmente la definición de un grupo se establece desde el exterior y es posible que no sea reconocida por los miembros de este grupo.85 Las identidades requieren de la otredad para expresar su razón de ser “el paso de una identidad a otra transita por acumulados de diversidad que van prefigurando una forma de ser diferente, la otredad”.86 Los vecinos de la jurisdicción de Neiva en la colonia lo conforman variedad de grupos, diferenciados por tradiciones culturales y por características raciales. Pese a que la política monárquica esta basada en 83 84
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Suaza Español, Los esclavos en las haciendas. Suaza Español, Los esclavos en las haciendas. Suaza Español, Los esclavos en las haciendas. Carandini, Andrea, Arqueología y cultura material, Barcelona, Editorial Mitre, 1984, pág. 82. Esteva-Fabregat, Claudio, El mestizaje en Iberoamérica, Madrid, Editorial Alambra, 1988, pág. 6.
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Aprile-Gniset, “Las formaciones espaciales” págs. 70-71. Soja, Edward, en Melo Moreno, Vladimir, Espacio geográfico y vivencia urbana en Santa Fe de Bogotá. La Calle, Bogotá, Alcaldía Mayor de Bogotá, 2001, pág. 8. Senatore, María Ximena, “Arqueología en la colonia española de Florida Blanca, Patagonía”, en Pablo Funari, Pedro y Zarankin, Andrés, compiladores, Arqueología histórica de América del Sur. Los desafíos del siglo xxi, Bogotá, Uniandes, 2004, pág. 35. Vitori Ramos, María Del Carmen, “El etnos-nación cubano entre tradición y modernidad. Proyectos institucionales y productos”, en Revista Identidades, n.o 20, marzo 1999, págs. 53-62.
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Historia Comprehensiva de Neiva
el sometimiento y vasallaje de las sociedades americanas, las identidades indígenas e incluso africanas, resistieron, se reelaboran, creando mecanismos que les ha permitido después de siglos permanecer. Indígenas Con la llegada en 1537 de los españoles, los indígenas reaccionaron contra la invasión; la guerra contra los españoles por parte de los Páez, que se aliaron con sus enemigos los pijaos y con los yalcones, fue dura. A comienzos del siglo xvii, las autoridades españolas arremetieron con fuerza contra los indígenas del Alto Magdalena que se estaban oponiendo a su invasión: paeces, pijaos, yalcones, dado que este alzamiento de los indios dificultaba la fundación de pueblos y la comunicación entre ciudades como Santafe con Popayán. Así después de cruentas batallas a comienzos del siglo xvii, los indios fueron derrotados. Por la baja densidad de la población indígena al finalizar el siglo xvi y comenzar el xvii, gente indígena de otras regiones fueron traídos a este territorio. Durante la primera administración de Diego de Ospina, “se trajo un buen número, con el fin de que sirviera de mano de obra en las haciendas que comenzaban a establecerse”.87 De igual forma, de los yanaconas cuya evidencia se registró en los documentos parroquiales del siglo xviii de la ciudad de la Concepción de Neiva, Jenaro Díaz Jordán menciona que fueron traídos desde el Ecuador por Sebastián de Belálcazar en el siglo xviii, y se localizaron en el pueblo de San Antonio de Fortalecillas, y Neiva.88 Los indígenas pasaron a ser tributarios de la corona en pueblos de indios, algunos de ellos se localizaron alrededor de las haciendas donde fueron concertados y arrendatarios. Españoles y criollos La ciudad se constituyó en un espacio para controlar. Los españoles por medio de las leyes, edictos y ordenanzas normatizaron la vida de la gente del Nuevo Mundo “tanto individual como colectivamente, se resignificaron las personas, el mundo social y el material. Este proceso permite entender
Estilos de vida e identidades
cómo los individuos son forzados a elegir entre nuevas y diferentes opciones de estilos de vida”.89 La conquista de América fue una empresa económica que proveía enriquecimiento mediante el botín y la ocupación de la tierra y la oportunidad para el español de lograr obtener un título de hidalguía, “el hidalgo pertenecía a la parte inferior de la pirámide social noble, pero así no fuese muy rico, disfrutaba de los privilegios de la nobleza”.90 Por otra parte fue una continuación de la reconquista medieval, en la preocupación de evangelizar y atacar al infiel musulmán.91 Musulmanes y judíos fueron expulsados de España, sólo podían quedarse los que aceptaban convertir su fe a la religión cristiana. Los no cristianos para los españoles representaban la encarnación del demonio, así, en la conquista del territorio americano los nativos fueron condenados y estereotipados como “parte del ministerio del demonio, única respuesta a un mundo habitado por hombres alejados del ‘verdadero’ Dios”,92 En este pensamiento medieval del conquistador el etnocentrismo jugó un papel central, los europeos se veían así mismos representando en el conjunto normal de las leyes del universo el ideal de toda sociedad: la civilización. Mientras los otros (indígenas y africanos) fueron catalogados como salvajes y bárbaros. Con el transcurso de la colonia esta idea se posicionó hasta nuestros días, y la discriminación e invisibilización de estas sociedades sigue siendo el pan de cada día en nuestras sociedades. Los primeros españoles que pisaron el territorio de lo que actualmente es el departamento del Huila fueron los conquistadores Gonzalo Jiménez de Quesada y Sebastián de Belálcazar, aunque no se quedaron en este territorio dejaron a soldados y capitanes para la exploración y fundación de pueblos. Tal como sucedió con el resto del continente americano, a la provincia de Neiva y a la jurisdicción de Neiva fueron llegando expedicionarios de España para establecerse, acompañados de sacerdotes e incluso de escribanos. En general estos fueron los propietarios de la mayoría de las tierras asignadas por la Corona española, tal como se mostró en la primera parte de este artículo. 89 90
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Salas Vargas, Reynel, “Dimensión histórica-Neiva”, en Así cumplimos nuestro compromiso con Neiva, Neiva, Alcaldía de Neiva, 1997, pág. 35. Díaz Jordán, Jenaro, Proceso histórico de pueblos y parroquias de la Diócesis de Garzón, Neiva, Imprenta departamental del Huila, 1959, pág. 10.
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Therrien Monika y Jaramillo Pacheco, Lina, Mi casa no es tu casa… pág. 24. López Forero, Abel Ignacio, Europa en la época del Descubrimiento, Bogotá, Editorial Ariel, 1998, pág. 144. López Forero, Europa en la época… pág. 146. Borja Gómez, Jaime Humberto, Rostros y rastros del demonio en la Nueva Granada, Bogotá, Editorial Ariel, 1998, pág. 38.
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A comienzos del siglo xvii con la tercera fundación de Neiva, empieza la colonización en términos socioeconómicos y culturales de esta región. Por una parte, las mercedes de tierras son entregadas por parte del gobernador Diego de Ospina y Medinilla y posteriormente por su hijo y nieto. En este tipo de colonización, disímil a la dada en el siglo anterior, entra en escena una nueva institución, la familia española. Entre algunas de las familias que colonizaron este territorio, se encuentran: el capitán Andrés Palomino y su esposa Margarita de Cleves, también dueña de tierras en la Villa de Timaná (no es claro si ella recibió estas tierras a través de mercedes de tierras); Francisco de Cárdenas y su esposa María Magdalena de Cárdenas; Bernarda Godoy, esposa de Pedro Sánchez, e hija de Luis Godoy, quien había recibido mercedes de tierras por “bien servido”; Andrés Camacho y su mujer Juana Godoy, Alonso Cobos de Guzmán y su esposa María Fajardo; María de Losada y su esposo el capitán Florencio de Rojas; Ana Gil de Solarte, y su esposo Manuel Fernández de Solarte; El alférez Juan de Cabanillas y su esposa Martha Gómez; Francisco de Cuéllar y su esposa Francisca de Herrera Sarmiento; Francisco de Orozco y su esposa Isabel de Cabanillas; Gabriel de Solarte y su esposa María de los Ángeles de Montealegre; el escribano público Martín de Orozco y su esposa de Juana de Botello, quien era viuda del capitán Fernández.93 Aunque todavía se encontraban dentro de la población de la ciudad de Neiva vecinos oriundos de España, tales como Antonio de Montealegre que había nacido en la ciudad de Aguilar,94 el procurador general de la ciudad de Neiva, comerciante y dueño de tienda de géneros de Castilla, Fernando González de la Sota,95 y el capitán Juan Gutiérrez Blanco, o de origen francés como Juan Bautista Charry,96 en el siglo xviii la mayor parte de la población propietaria de las haciendas había nacido en diferentes puntos del Reino, como Neiva, Santafé y Popayán. Es posible, que algunos o muchos de los individuos que recibieron las mercedes de tierras por sus servicios recibidos hayan esperado un tiempo para establecerse con sus familias en este territorio, seguramente esperando la derrota de las comunidades indígenas, que se opusieron con tanta ímpetu al dominio español, pues no debía resultar fácil para un español traer a su familia para ser expuesta a un ataque indígena que incluso podría causarles 93
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ahh, Neiva, Richmond, Notaría Primera de Neiva, vol. vii, tomo 1, 1613-1733, págs. 4, 5, 7, 8, 10, 73, 83, 85, 101, 102, 106, 107 y 113. ahh, Neiva, Richmond, Notaría Primera de Neiva, vol. vii, tomo 1, 1613-1733, pág 102. ahh, Neiva, Varios, 1704-1713, ff. 1v. a 106r. y v. Suaza Español, Los esclavos en las haciendas… pág. 62.
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la muerte. Por otra parte, debieron esperar la consolidación de las distintas entidades administrativas que les asegurará la legitimación y respeto de las mercedes de tierra que les fueron asignadas. Los documentos reflejan la relación tan estrecha que tenía los habitantes de la jurisdicción con Santafé, seguramente antes de llegar a la ciudad vivieron algún tiempo en ella, lo que les permitió entablar relaciones de amistad y de parentesco con los vecinos de esta ciudad. Entre 1631 y 1632, varios de los vecinos de esta jurisdicción otorgan distintos poderes a vecinos de Santafé para que los representen en todos sus negocios ante la Real Audiencia. Mateo Fernández otorgó poder al gobernador Juan Bautista de los Reyes vecino de la ciudad de Santafé y a Francisco Espinosa de la misma vecindad. Gaspar de Basto dio poder a Francisco Téllez. Igualmente, Gabriel Montealegre alcalde ordinario de la ciudad de Neiva en 1631, otorgo su poder general al padre Luis Méndez de la Compañía de Jesús. El capitán Andrés Palomino teniente de gobernador y Justicia Mayor, “otorgo su poder a Jerónimo de San Miguel, procurador de causas de la Real Audiencia en la ciudad de Santafé”. Francisco de Ospina dio “poder a [sic] para que lo representará en sus negocios ante los jueces de la Real Audiencia”. Mateo Hernández otorgó su poder a Jerónimo de San Miguel procurador de causas de la Real Audiencia de la ciudad de Santafé, “para que en su nombre y representación presenten ante los señores jueces de la Real Audiencia una información sobre cobranza de bulas”. Juan de Ortiz otorgó su poder a don Antonio de Sanabria “para que en su nombre lo represente ante los presidentes y oidores de la Real Audiencia de la ciudad de Santafé”.97 Incluso en 1635 se seguían dando este tipo de poderes; el alférez Manuel de Guzmán, alcalde de la Santa Hermandad “confiere poder a Bartolomé Delgado, procurador de causas en la Real Audiencia de Santafé, para que lo represente en todas las causas civiles y criminales y para que cobre lo que le deban”.98 Este tipo de relaciones redundarían más adelante en consolidación del comercio de ganado entre ambas ciudades. Igualmente, las relaciones que inicialmente establecieron los vecinos de esta jurisdicción con otras regiones se extendieron a través de los lazos de parentesco, por ejemplo Catalina de Ospina y Merinilla hija de Diego de Ospina fue casado con el licenciado Diego de Zorrilla, oidor que fue de la Real Audiencia de la ciudad de Quito.99 97
98 99
ahh, Neiva, Richmond, Notaría Primera de Neiva, vol. vii, tomo 1, 1613-1733, págs. 2, 8, 9, 10 y 11. ahh, Neiva, Richmond, Notaría Primera de Neiva, vol. vii, tomo 1, 1613-1733, pág. 84. ahh, Neiva, Richmond, Notaría Primera de Neiva, vol. vii, tomo 1, 1613-1733, pág. 83.
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Dentro de los vecinos de la jurisdicción de Neiva estaban los españoles no propietarios de tierras que junto con indígenas y negros constituyeron la mano de obra en las haciendas en calidad de concertados y arrendatarios. Algunos de estos blancos pobres conformaron familias con las esclavas e indígenas.100 Negros y mulatos La gente negra que fue traída en calidad de esclavizada al territorio de la nueva Granada, provenía de distintas partes del continente americano, de numerosos grupos tribales y lingüísticos y de diferentes sociedades en cada región, y por ende no compartieron una misma cultura,101 “los negreros no capturaban toda una tribu, sino individuos que no siempre compartían la filiación étnica y cultural”.102 Los africanos poseían una experiencia cultural diversa. Según Friedemann,103 en general trabajaban y manejaban el bronce, el oro y el hierro, practicaban el arte de los tejidos y la escultura. Igualmente, tenían experiencia en trabajos de minería y de ganadería vacuna “y sus experiencias en organización social, política y religiosa habían sido vividas en ambientes complejos y muchos de ellos refinados”. Diego de Ospina y Medinilla, tenía experiencia en la economía minera, pues su ciudad natal, Remedios, fue un importante centro de extracción minera e importante sitio de trata de esclavizados. Entonces, o debió resultar extraño que haya hecho la introducción de parte de las inversiones mineras que tenía en Remedios a la Limpia Concepción de Neiva, que incluía la población esclavizada negra. Su familia años después realizaba diversas transacciones con esclavizados, Catalina de Ospina y Medinilla, en 1635 daba poder a su hermano Francisco Martínez de Ospina, para que vendiera en Santafé a Pablo, negro esclavo,104 y en 1636 daba poder al mercader de campo Gaspar de Mena Loyola, residente en Marquita y a Francisco de Montoya, residente en Honda, para que reclamaran al capitán
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Primitivo Morales, corregidor de la ciudad de Mariquita, “seis piezas de esclavos y para todo lo referente a este cobro”.105 Francisco de Ospina en 1641 compra a Lorenzo Hurtado de Mendoza, a Francisca, una negra de 20 años,106 y a su vez Diego de Ospina Maldonado en 1654 vende a Baltazar de Ospina, a Francisco, negro esclavo.107 En los edificios administrativos de la jurisdicción de Neiva, se realizaron la mayor parte de venta de esclavos no sólo de esta ciudad sino de la Provincia de Neiva. El negro esclavizado llego a estos territorios junto con el español, y prontamente empezó a hacer parte de esta sociedad. Tanto los hacendados-ganaderos como los comerciantes, basaron la eficiencia de sus negocios en la mano de obra del esclavizado. En 1707 en las “cassas y morada” del comerciante Fernando González de la Sota, se encontraban María y Juan Estebán, esclavos.108 En las haciendas de la jurisdicción desde muy temprano se encuentra su presencia, junto con los indígenas, mestizos y blancos pobres atendiendo las labores de ganadería, la fabricación de baldosas, ladrillos y tejas, la elaboración de cerámica y sombreros. Los africanos, tal como se menciona anteriormente, tenían gran experiencia tanto en la ganadería como en la minería. Así, en la adopción de los nuevos estilos de vida que llevaron mecanismos de adaptación, reelaboración, negociación e innovación este conocimiento debió resultar fundamental. Aunque en menor escala la presencia de esclavos provenientes de África se siguió dando en el siglo xviii, y se encontraban gente con procedencia étnica bien definida, como araras,109 carabalíes110 y congos,111 igualmente la población de negros criollos era continua112 la mayor parte de la población esclava tanto en la jurisdicción como en la provincia la constituyeron los mulatos. Dentro del proceso de mestizaje que empezó a gestar iniciada la conquista de los territorios americanos, el papel del africano fue de primer orden, no sólo en las llamadas regiones negras como la costa pacífica y la Atlántica, sino en otras regiones que inicialmente habían invisibilizado su presencia y aporte, tal es el caso del territorio del cual hacía parte la ciudad de Neiva. ahh, Neiva, Richmond, Notaría Primera de Neiva, vol. vii, tomo 1, 1613-1733, pág 89. ahh, Neiva, Richmond, Notaría Primera de Neiva, vol. vii, tomo 1, 1613-1733, pág 116. 107 ahh, Neiva, Richmond, Notaría Primera de Neiva, vol. vii, tomo 1, 1613-1733, pág 241. 108 ahh, Neiva, Varios, 1704-1713, ff. 1v. a 106r. y v. 109 ahh, Neiva, Varios, libro 97, ff. 207v. a 208v. 110 ahh, Neiva, Varios, libro 104, ff. 48v. a 49r. 111 ahh, Neiva, Varios, libro 103, ff. 106v. a 107v.; ahh, Neiva, Varios, libro 29, ff. 50v. a 76r. 112 ahh, Neiva, Richmond, Notaría Primera de Neiva, vol. vii, tomo 1, 1613-1733, pág. 200. 105
Suaza Español, María Angelica, “Un acercamiento etnohistórico a los esclavizados negros en la Provincia de Neiva”, Neiva, documento inédito, 1997, pág. 83. 101 Friedemann y Cross, Ma Ngombe. 102 Friedemann, Nina y Arocha, Jaime, De sol a sol. Génesis, transformación y presencia de los negros en Colombia, Bogotá, Editorial Planeta, 1986, pág. 36. 103 Friedemann y Cross, Ma Ngombe pág. 63. 104 ahh, Neiva, Richmond, Notaría Primera de Neiva, vol. vii, tomo 1, 1613-1733, pág 85. 100
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El mestizaje y blanqueamiento es visto como una forma de resistencia de parte del esclavizado para lograr su libertad, es en este proceso que surge la población mulata. En una sociedad donde la raza era un factor fundamental de categorización, con el paso del tiempo durante la colonia los mulatos aumentan su presencia con respecto a la población total esclava vendida.113 La mayor parte de manumisiones concedidas a la población esclava, estaban dirigidas a mulatos. De esta forma muchos de ellos se convirtieron en libres y engrosaron la fuerza productiva de algunas haciendas. El 30 de abril de 1719, es bautizado Vicente, aunque en los registros aparece como de padres desconocidos, se aclara que es un “mulato libre y su madrina María Juana de la Reina”,114 es bastante sugestivo este dato por las implicaciones que trae para el niño el ser libre. Esto sugiere que los esclavos también utilizaron esta estrategia para dar libertad a sus hijos. La sociedad colonial se soportó en la diferenciación en castas raciales, de tal forma, que las personas son catalogadas por el color de su piel. Así, Alonso de Avilés quien murió en 1704, es categorizado como de “color pardo”,115 en su testamento el no se autodefine bajo esta categoría. Sin embargo, es el alcalde ordinario de la ciudad, Carlos Moreno de la Torre, en el momento de hacer las visitas para los inventarios de sus bienes quien le asigna este calificativo. No se debe olvidar que la Monarquía Española tenía una doble mirada hacia los negros, mulatos e indios. El racismo de la sociedad española y americana colonial era de signo doble: el excluyente y dominador. El racismo excluyente es el que intenta diferenciar al otro racionalizándolo, para justificar su exclusión de una comunidad nacional, para expulsarle o simplemente mantenerle en una situación de aparente ilegalidad. El otro racismo, el dominador, incluye al sujeto racionalizado como siervo, proletariado, dentro de un esquema jerárquico de dominación. Es el racismo directamente heredado del colonialismo moderno (…) En la España del Renacimiento y Barroco, y sobre todo en la América Colonial de los siglos xvi y xvii, ambos tipos coexisten. Por un lado, se rechaza y se discrimina a negros y mulatos libres, se les excluye de las posiciones sociales que dotaban a
Suaza Español, Los esclavos en las haciendas… pág. 66. Archivo Parroquial de Neiva, libro 1721-173l. 115 ahh, Neiva, Varios, 1704-1713, ff. 92v. a 102r. y v. 113 114
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un individuo de honor y poder, y por otro, la práctica de la esclavitud es el ejemplo máximo del racismo dominador.116
En la jurisdicción de Neiva y en la provincia, el africano y sus descendientes no utilizó expresiones violentas en contra de la esclavitud como en otras regiones donde se formaron los palenques, quizás por que sus relaciones sociales con los grupos de subordinados, debió darse en otro tipo de relación y la estrategia del blanqueamiento ligado a la manumisión le sirvió para lograr en muchos casos la libertad. Zambos y mestizos La población producto del cruce racial entre negro e indígena es muy poco conocida, de hecho encontrar información para dar cuenta de los zambos no es tarea fácil. En límites de la jurisdicción de Neiva, vivía en la primera mitad del siglo xvii, el zambo más reconocido en la historia de esta región, se trata de Domingo Arias, aunque oriundo de la ciudad de Buga, vivió la mayor parte de su vida en la provincia de Neiva. Fue hijo de Miguel, “negro esclavo y de Juana, india”,117 y era el encargado del Paso llamado Domingo Arias, ubicado en las “juntas de los Ríos Páez y Magdalena”.118 Igualmente, el 30 de abril de 1719 es bautizado Marcelo Antonio, “hijo natural de Andrés Gutiérrez, mulato esclavo y de María, india”,119 y el 28 de diciembre de ese mismo año el maestro Nicolás Gutiérrez bautiza a Juan Josefa, “hija legitima de Juan Morillo, yanacona y de María Pérez, mulata”.120 Por otra parte, los mestizos y con ellas sus estilos de vida empiezan a imponerse dentro del gran conglomerado social que está surgiendo en la colonia. Los documentos notariales y parroquiales muestran como esta sociedad surgida del mestizaje se fue perfilando hasta nuestros días para conformar la actual sociedad huilense. De hecho en esta jurisdicción y en la provincia pese a la estratificación racial que la sociedad colonial impuso en la mayor parte del territorio Wieviorka, Michel en Fra Molinero, Baltasar, “Ser mulato en España y América: discursos legales y otros discursos literarios”, en Ares Queija, Berta y Alessandro, Stella, coordinadores, Negros, mulatos, zambaigos, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos / Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2000, pág. 123. 117 hh, Neiva, Richmond, Notaría Primera de Neiva, vol. vii, tomo 1, 1613-1733, f. 279. 118 ahh, Neiva, Richmond, Notaría Primera de Neiva, vol. vii, tomo 1, 1613-1733, f. 279. 119 Archivo Parroquial de Neiva, Libro 1721-1737 120 Archivo Parroquial de Neiva, Libro 1721-1737 116
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conquistado, se pueden entrever que las relaciones sociales entre las diferentes castas fueron más laxas, menos extremas. La mayor parte de la población se encontraba en condiciones subordinadas, quizás, esta situación sumada a la distancia de la metrópoli que repercutió en poco control de las autoridades monárquicas, abono a que las relaciones entre los habitantes de la jurisdicción fuesen más recíprocas, por lo menos entre la base de la pirámide de la estratificación social, lo cual se hace evidente en los documentos históricos. En 1703, Juana Sandoval en su testamento estipula que debe al capitán Juan Bautista quince pesos y al capitán Blas de Valenzuela diez pesos “pido a Dios me los perdonen, debo a una india del Caguán diez reales pido lo mismo, débeme una india del Caguán dos reales, debo a otra india otro real (…) me debe una mulata llamada María dos patacones”.121 En 1719, le debían a Bernardo Lomelín lo siguiente: Pedro Quijano, dos patacones / Catalina de Alcases, dos patacones / Juan Ramos, cuatro patacones / Juan de Aldana, un patacón / Juan de Cerquera, un patacón / Diego el herrero, catorce reales / Juan Matías de Medina, dos patacones / Francisca García, un patacón / el indio Bernacho, catorce patacones / Vicente de Lacras, diez patacones y tres reales / Bárbara Ortiz, un patacón / un mulato que tenía Don Fernando llamado Juan, doce reales / el cojo Basilio, dos patacones diez reales / Manuel de la Cruz doce reales que pertenecen a la Casa Santa.122
Es así, como podemos ver las diferentes relaciones de tipo económico, social y cultural que se entablaron entre los diferentes miembros de la sociedad de la Neiva colonial. Relaciones disímiles y propias surgidas de un modo de producción basado en la ganadería y que a la postre generaron estilos de vida que caracterizan al actual huilense.
Epílogo
El actual neivano el fruto de ese proceso de transculturación y de intercambio
cultural que se empezó a gestar con la llegada del español y del africano, y que junto con el indígena dan cuenta de la dinámica histórica que nos ha 121 122
ahh, Neiva, Varios, libro 1697-1703, ff. 19v. a 24r. y v. ahh, Neiva, Varios, libro 1719-1720, ff. 54v. a 161r. y v.
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llevado a generar identidades culturales propias que nos distinguen como huilenses. Las actuales idiosincrasias del huilense nos hablan de un proceso de larga duración donde las relaciones socioculturales y económicas que establecieron los individuos con el territorio crearon nuevos hábitats donde se vivió la cotidianidad. En el día a día, de manera inconsciente, a través de la repetición se crearon hábitos, sobre los cuáles están cimentados los principios culturales de nuestra sociedad. Sociedad distinta al resto de la Colombia, que permite que el colombiano oriundo de Neiva y del Huila sea reconocido por unas manifestaciones culturales que le son propias, el baile del sanjuanero, las coplas del rajaleñas y la comida típica: el bizcocho de achira, el asado huilense, la nochebuena, entre otros. El neivano tiene una historia de larga duración que escribir y contar; este artículo desea contribuir a conocer un fragmento de esta extensa historia.
Fiestas y juegos en la sociedad del Neiva colonial. Siglos xvi–xviii Héctor Lara Romero
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Introducción
Historiar
la dimensión de lo festivo y las alternidades lúdicas en la sociedad colonial del Reino de la Nueva Granada, nos reta a la comprensión del ocio y al estudio de las formas de uso del tiempo en las comunidades premodernas o de antiguo régimen.1 Dichas expectativas, en las renovadas y apasionantes tareas del historiador en el presente, han sido planteadas como nuevos territorios fructíferos para la comprensión del mundo de la acción social en la historia de Europa, y por supuesto, en el mundo colonial hispanoamericano en donde las vías aculturativas de lo indígena y europeo español cristalizaron en el complejo y sorprendente universo del mestizaje cultural. En dicha perspectiva, nos orientan las hipótesis de relaciones explicitadas en planteamientos de la nueva historia cultural, y su intensión de privilegiar el acento no en la historia social de la cultura; umbral todavía fértil, sino en reconocer una configuración cultural de lo social, como lo ha subrayado Roger Chartier.2 La indagación del pasado y memoria de una pequeña ciudad como Neiva, que tortuosamente se convertiría en un centro urbano importante y cabecera de la gobernación en la frontera del Alto Magdalena; nos obliga a articular la emergencia dificultosa — a través del periodo de conquista y 1
2
Burke, Peter, “Viewpoint, The invention of leisure in Early Modern Europe”, en Past & Present, n.o 146, febrero de 1995. Chartier, Roger, El mundo como representación. Estudios sobre historia cultural, Barcelona, Gedisa, 1992.
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poblamiento español del Valle del Magdalena a mediados del siglo xvi— del dominio colonial centrado en la reducción de la población indígena, basado en el sistema de encomiendas y tributo, paralelo al inusitado crecimiento de una ganadería silvestre, que junto a la población agrícola indígena y al auge de la extracción minera configuró un circuito regional (Neiva-Timaná- La Plata) que muy temprano fortaleció las rutas de Popayán, Quito y el Perú. Lo anterior en los marcos de la presencia endémica de la aguerrida resistencia indígena de pijaos, paeces y andaquiés, que como en ninguna otra región acompañó y muchas veces aniquiló las huestes españolas, demarcando y retardando claramente la dinámica de la implantación de la dominación colonial en la región, característica que sin duda permanece influenciando el destino colectivo de la población del Alto Magdalena. Hablando del territorio de frontera del Alto Magdalena y del lugar de Neiva en el interior de dicho espacio, que desde Timaná a Ibagué siempre intentó comunicar la cordillera oriental con el occidente caucano en la estrategia de la ocupación y poblamiento colonial, Germán Colmenares sintetizó dicho mapa geopolítico en los siguientes términos:
Fiestas y juegos
la población indígena, los grupos de conquistadores, y posteriormente, los vecinos y encomenderos españoles en la frontera del Alto Magdalena. En la interesante Relación de las cosas notables que hay en el Distrito de esta Audiencia del Nuevo Reino de Granada, que se conservan en la sala de Manuscritos del Museo Británico, podemos encontrar la siguiente descripción, escrita probablemente hacia 1608: Desde Tocayma se toman 2 caminos para el Pirú, uno que es el atajo que va por el Valle de Neyva, otro por Ibagué que es el real, tómasele desde Mariquita. El que va por el Valle de Neyva hasta Timaná que es de la gobernación de Popayán tiene 8 leguas de largo y de ancho a 6, 8, 10 por partes, es tierra caliente a partes hay muchos mosquitos, tiene muchos ríos caudalosos que entran en el río grande de la Magdalena que corre por todo el calle y nace al principio de la cordillera a la parte de occidente (…) De todos estos ríos tiene mucho pescado y de cualquier arroyo o quebrada que ay muchos así pescado pequeño como grande hasta de 6 libras y más, que a palos se puede matar. Ay mucha caza de conejos y otra en tanto grado que se coxen en mucha cantidad con solo pegar fuego a les pajonales do se hallan medio asados o con varas a palos. Tiene patos reales, venados, pavas, muchos de los cuales se van a una sombra donde yo e otros nos fuimos a sestear y les tiré a muchos que estaban amontonados de un palo, del cual maté 2 patos, reales. Hay vacas cimarronas en gran cantidad que deben ser más de 80.000 las terneras. Se cojen a manos a carrera de caballo, tienen este valle pelado sin yerba y fue causa de haber tanto ganado que los indios pijaos mataron la gente de 3 ciudades que estaban pobladas que eran Neyva, Los Angeles, La Plata, las cuales quemaron y los vezinos tenían a 2, 3 bacas de que ha venido tanto ganado por ser fértil la tierra. Los indios pijaos son señores desto y de muchos frutos y minas de oro y plata que allí hay.4
Las tierras bajas de los valles interandinos y de la costa tuvieron patrones diferentes de ocupación y de explotación que los altiplanos. Allí, en ausencia de una mano de obra abundante la ocupación efectiva fue más tardía. En el valle del Alto Magdalena, como territorio de frontera hasta la derrota de los pijaos, el ganado comenzó por señalar la presencia de los ocupantes. Al término de las guerras, en el segundo decenio del siglo xvii, las reces cimarronas eran tan abundantes que dieron origen a una economía pastoral desarrollada en vastos latifundios. La región de Neiva se convirtió en una dehesa que debía abastecer los altiplanos de Santafé y Popayán. A fines del siglo xvii y comienzos del xviii los propietarios de Neiva procuraban de la obligación de llevar sus ganados al Nuevo Reino, a cuya jurisdicción pertenecían, para venderlos en Popayán, en donde encontraban mejores precios.3
De otro lado se sabe que: Los españoles que allí residen viven con temor porque los naturales tenían y tienen yerba que a veinte y quatro horas mata y si fuese toda en flechas la tendrían en menos pero hace un solo indio un manojo de
Algunos documentos permiten evidenciar las características medioambientales y el clima de zozobra cotidiano al que se vieron sometidos 3
Colmenares, Germán, “La economía y la sociedad coloniales 1550-1800”, en Nueva Historia de Colombia, vol. i, Colombia Indígena, Conquista y Colonia, Bogotá, Planeta, 1989, pág.136.
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4
“Relación de las cosas notables que hay en el Distrito de esta Audiencia de el Nuevo Reino de Granada”, en Tovar Pinzón, Hermes, Relaciones y visitas a los Andes, tomo iii, Región centro-oriental, Bogotá, Instituto de Cultura Hispánica, 1995, pág.497.
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púas de palo de palma y va una india vieja a ponerlas por el campo y al pasar que pasa por allí alguien como está la púa entre las yerbas y no se ve con solamente picarle es mortal y así han muerto muchos aunque de presente no hacen tanto el mal como solían.5
Con el fin de dilucidar el proceso de occidentalización de la vida cotidiana de los indígenas del Valle del Alto Magdalena y su expresión en el programa icónico de la fiesta cristiana, pasando por el largo periodo de resistencia e ilegitimidad del régimen colonial en la memoria indígena, es necesario preguntarse por la transformación radical y afectación que implicó la lucha de conquista y posterior cohabitación para los universos mentales colectivos de las comunidades indígenas y españolas implicadas en la institución de la dominación colonial. Aquí, es imperativo el discernimiento de un complejo fenómeno de mestizaje cultural, que permita observar tanto la vertiente que españoliza lo indígena, como su contraparte que indigeniza el mundo de la cultura española.6 De esta forma, Enrique Florescano ha problematizado dicho proceso: Los sistemas indígenas que ordenaban el espacio, las ideas cosmológicas y religiosas que le daban fundamento a la relación entre hombres y territorio, y la organización política y económica que permitía la explotación del espacio físico, fueron súbitamente desplazados cuando ese mismo espacio se transformó en un territorio del conquistador, vinculado a una metrópoli distante para la que era apenas una porción periférica, no el centro del mundo, como lo había sido para los indios.7
Claudio Esteva Fabregat destaca en su estudio del mestizaje cultural iberoamericano la implicación fundamental de la dominación política española sobre las sociedades indígenas: La posición política dominante de la cultura española sobre la de indios y africanos, supuso que los primeros tuvieron una mayor capacidad
para transformar el modo de vida de los otros dos grupos raciales que la que tuvieron, en cambio, estos respecto de los españoles. Donde quiera que la cultura española apareció acompañada (y esto fue lo común en esta historia) por el dominio militar y político, su capacidad de aculturación fue determinante hasta el extremo de que el modo español de vida se convirtió en patrón institucionalizado válido para todos los individuos que formaban parte de la estructura social, y en todo caso de su sistema cultural. Por esta razón, los españoles fueron significativamente menos aculturados por los indios que éstos lo fueron por los españoles. Y desde luego, esto sucedió también con los africanos cuando pensamos que éstos actuaban culturalmente desarticulados, y social y políticamente sometidos a los españoles.8
En la reseña que Bernardo Tovar realizada de la visita del capitán Diego de Ospina, gobernador de las provincias de Timaná, Neiva y Saldaña en diciembre de 1628, se establece que como consecuencia de los encomenderos, la tasación se hacía muy gravosa para los indígenas y “el servicio personal continuó todo el año, en tan alto grado que para poder hacer sus rozas y labranzas, trabajaban los domingos, los días de fiesta y la noches de luna, por no tener otros días desocupados”.9 El encomendero Antonio Jovel, acusado por Ospina por cargar excesivamente de trabajo a los indios, incluso en días de fiesta se defiende diciendo:“y en quanto al quinto cargo que se me hace yo bi y consentí que los dichos indios hiciesen sus labranzas en domingos y fiestas por ocuparlos los demás días en las mías, lo niego en todo porque como dicho tengo, jamás los veo ni estoy donde ellos asisten y de que trabajen los días festivos será a cargo de los doctrineros y no al mío”.10 También fray Francisco Romero, misionero y comisario de su majestad en el sitio de Naranjal, decía en su visita a los indios tamas: “en virtud de ello se les hizo saber a los indios que luego que fuesen poblados habían de ser obligados sin paga alguna cuatro veces al año a limpiar las calles a saber: para el día del Corpus, del Patrón San Calixto, de la del Señor San Pedro y 8
5
6
7
“Descripción del Nuevo Reino de Santafé 9 de junio de 1572”, en Tovar Pinzón, Hermes, Relaciones y visitas… pág.306. Lara Romero, Héctor, Agorerismo, credulidad y representación. Religiosidad y sociedad en Santafé y la provincia de Tunja 1550-1650, Bogotá, Archivo General de la Nación, 2006. Florescano, Enrique, Memoria mexicana. Ensayo sobre la reconstrucción del pasado: época prehispánica -1821, México, Editorial Joaquín Mortiz, 1987, pág.96.
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9
10
Fabregat, Claudio Esteva, El Mestizaje en Iberoamérica, Madrid, Alhambra, 1998, pág.9. Tovar Zambrano, Bernardo, “Conquista española y Resistencia Indígena. Las Provincias de Timaná, Neiva y La Plata durante el siglo xvi”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva vol. i, Neiva, Gobernación del departamento del Huila/Academia huilense de Historia, 1995, pág.304. Archivo General de la Nación (agn), Bogotá, Sección Colonia, Fondo Visitas–Tolima, tomo 4, f.763v.
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Semana Santa”.11 Es significativo, en este orden de ideas la queja y agravio que manifestaron los indios colimas al visitador Lesmes de Espinosa en 1617 “cuando volvieron a decir que no tienen queja más de que se les de un día de la semana para holgar”.12 Las transformaciones en el uso del tiempo y el calendario suponían un cambio drástico en las rutinas diarias a lo largo de los años. Con seguridad, las comunidades de pijaos incluían en su tradición, trabajos colectivos y rituales religiosos y festivos que resistieron largamente al trabajo-tributo impuesto por los españoles. Georges Baudot ha considerado que gracias a los elevados rendimientos agrícolas, los campesinos indígenas del ayllu andino o del calpulli mexicano eran hombres que disponían de una cantidad considerable de tiempo que fluía sin atafagos en sus territorios sacralizados en concordancia con su imaginario mítico. Baudot señala que: “se ha calculado que una familia de cinco personas que dispusiera de 4 hectáreas producía más del doble del maíz necesario para su subsistencia en 190 días de trabajo. En comparación, el arrozal inundado de China del Siglo xv exigía 300 días de trabajo por año. El campesino indígena era, pues, un hombre excepcionalmente disponible”.13 No obstante, los desafueros de funcionarios y encomenderos españoles en torno a las retasas del tributo indígena, sumados al establecimiento del calendario cristiano romano impusieron un ritmo del tiempo, del trabajo y del ocio social, que llama la atención por su singularidad claramente preindustrial. Hermes Tovar ha justificado los días de fiesta para la Nueva Granada teniendo como base el calendario de 1689, y lejos de exagerar, plantea dicha tipicidad tradicionalista española del uso del tiempo ligada al año litúrgico cristiano. A estos días festivos se debían agregar las llamadas «fiestas móviles» que eran el miércoles de Ceniza, el domingo de Ramos, el jueves y viernes Santo, los «segundos días de las pasquas de Resurrección y Navidad» y el primero de la del “Espíritu Santo», el lunes de Cassimodo y sus vísperas y el día de Corpus Christi y sus primeras vísperas. Es decir, once días más para santificar. Además, estaban los días de «vacaciones» que comprendían el «Sábado de Ramos hasta 11
12 13
“Documento sobre la fundación de Naranjal”, en Huila. Órgano del Centro Cultural del Huila, vol. 1, 1956, pág.33. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Visitas- Boyacá, t.2, f.732r. Baudot, Georges, La vida cotidiana en la América española en tiempos de Felipe ii, México, Fondo de cultura económica, 1992, pág.58.
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Martes de Cassimodo exclusive”, la pascua del “Espíritu Santo” más el miércoles consecutivo de concurrente» y desde las vísperas de navidad hasta Reyes inclusive, los cuales hacían 19 días de vacaciones. En conclusión, los cristianos guardaban 84 días festivos, es decir, la cuarta parte de un año, si sumamos a ellos los 19 días de vacaciones formalizados y controlados por la iglesia. Si agregamos los 52 domingos, las 52 tardes le los sábados y los diez días de vacaciones en navidad, se tiene otro curto de año libre. Es decir, durante 172 días no se laboraba. Durante los Siglos xvi y xvii solo un 53% del tiempo anual era dedicado a las labores productivas, y el 47% al servicio de Dios y de su gloria. La reforma de 1689 apenas recortó 5 días de fiesta, para que quedara el 46% del tiempo dedicado a Dios y el 54% a las ambiciones del hombre. En este equilibrio entre lo divino y lo mundano lo que hace tan importante a la iglesia y su práctica en la historia del ludismo en el Nuevo Reino de Granada.14
Conocemos a su vez, que las políticas contra “la ociosidad reinante en América” y la preocupación por la racionalización del “trabajo útil” fueron postulados fundamentales de las orientaciones borbónicas del siglo xviii para el sistema colonial español. Sin embargo, consideramos sugestiva la búsqueda de Solange Alberro por “descubrir un mundo americano extrañamente libre, abierto y acogedor, que siempre depara posibilidades de supervivencia al último de los marginados”.15
Calendario, ceremonial festivo y diversiones públicas en Neiva: frontera del Alto Magdalena en el Reino de la Nueva Granada
La fiesta española como elemento capital de la civilización tradicional
ibérico-mediterránea, se constituyó en un factor fundamental de occidentalización, aculturación, sociabilidad y mestizaje con el cual 14
15
Tovar Pinzón, Hermes, “La Fiesta como Dogma”, en Revista Memoria, vol. 9, 2003, pág.115. Alberro, Solange, “Elogio de la Vagancia en la América Colonial. Las andanzas de Francisco Menvel de Cuadros con Perú, Nueva Granada y Nueva España, 1663”, en Bonnett Vélez, Diana, LaRosa, Michael, Mejia, Germán y Nieto, Mauricio, compiladores, La Nueva Granada Colonial. Selección de eventos históricos, Bogotá, Universidad de los Andes, 2005, pág.17.
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el estado colonial apoyó su liturgia legitimadora del pacto colonial. En la misma línea interpretativa Roger Chartier valida el entusiasmo historiográfico por lo festivo, al establecer que “con sus rituales, sus gestos, sus objetos, la fiesta es una gramática simbólica que peraite enunciar, dándolo a; entender o haciéndolo ver, un proyecto político (en la acepción más amplia de este último término)”.16 El proyecto político imperial español para América, que no en último caso argumentaba su legitimidad como título de conquista en la empresa de ‘extirpación de la idolatría’ y conversión de infieles, desarrolló todo un programa icónico cuyo propósito era integrar la población indígena al ritual cristiano. La metafísica evangelizadora de la iglesia española rechazaba como “obra del demonio” toda articulación de los rituales indígenas en la semántica hierofánica cristiana, muchas veces sin éxito. De ello da testimonio la visita a los “pueblos de tierra caliente” en junio de 1575 que realizó el Arzobispo de Santafé fray Luis Zapata de Cárdenas, exmilitar que había participado siguiendo al emperador Carlos V en Alemania y Flandes quién después tomó los hábitos de la orden franciscana. Zapata, famoso por sus posteriores campañas de “extirpación de idolatrías” en los altiplanos de Santafé y Tunja, inculpaba tanto a españoles, mestizos e indígenas por su “mal vivir” y aunque había sido inculpado por la Audiencia por ilegalmente “funcionar en materia civil” impuso en dicha correría por tierra caliente muchas penas a los implicados. Cristóbal Montero, sastre de Ibagué, en relación con la conducta de un vecino español de apellido Añasco, dice lo siguiente: “preguntado si sabe, vio, oyó decir por qué penó el dicho Arzobispo a Añasco, residente en Tocaima, dijo (…) que porque bailaba el dicho Añasco con los indios en borracheras y se embriagaba y que por esto oyó decir le había llevado la dicha pena [100 pesos]”.17 Comentando acerca de los mestizajes culturales que la cohabitación, el trabajo y la fiesta aceleraban Carmen Bernard y Serge Gruzinski anotan: La calidad de los lazos entre los dos medios no era indiferente. El entendimiento entre los asociados [que en el mejor de los casos inclinaba a una complicidad, a expensas de los indios] era crucial, pues el cacique era quien aportaba al encomendero la fuerza de trabajo y los tributos que este tenía derecho a exigir(…) El tributo en
Fiestas y juegos especie era entregado regularmente al cacique; este destinaba una parte al encomendero y los indígenas, a su vez, trabajaban al servicio de sus amos, aquella águila de dos cabezas suyo apetito había que satisfacer.18
Es posible, aunque la documentación no lo precisa exactamente que dichas reciprocidades tuviesen lugar en los intercambios que yalcones, pijaos, coyaimas, natagaimas, andaquíes o paeces tuvieron con sus rivales encomenderos, corregidores o gobernadores. Lo que es un hecho indiscutible, es que la fiesta indígena supuso la participación española y que la fiesta española integró a la población indígena. Pensemos por un momento en la curiosidad que representaba para ambas naciones la invitación festiva y el intercambio recíproco de chichas, aguardientes y vinos. En conjunto, la frontera entre la borrachera ritual y el evento social se fue borrando “y esto lo tenían lo por bueno, porque la fiesta lo demandaba, así”.19
Todo era pretexto para fiestas
Ya hemos subrayado la importancia del calendario festivo español como factor
aculturador, y su gran relevancia ceremonial litúrgico-religiosa. Pero además, las festividades contemplaban las celebraciones de la institución monárquica, las juras de los soberanos y sus liturgias políticas, las salidas y las famosas “entradas del soberano” que España supo copiar de Holanda, las visitas de la familia real y los príncipes, los nacimientos y casamientos reales y las victorias militares, “todo era pretexto para fiestas”, la formula de Defourneaux que cita Pierre Chaunu.20 Agreguemos las celebraciones del nucleus familiar, y su gran concentración alrededor de la pareja, los nacimientos y cumpleaños de padres e hijos que según Chaunu tradicionalmente marcaron parte del ciclo festivo, sin olvidar que la fiesta española confederaba sobre todo la comunidad de habitantes de un pueblo o villa cualesquiera que fuese su importancia. En este sentido, hablar de las fiestas como lo refiere Julio Caro Baroja es “hablar de emociones y aún más de pasiones, ajustadas a la noción de 18
19 16
17
Chartier Roger, “Disciplina e invención. La fiesta” en Sociedad y Escritura en la edad moderna, México, Instituto Mora, 1995, pág.32. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Conventos, t. 57, f. 785r.
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20
Bernard, Carmen y Gruzinski, Serge, Historia del Nuevo Mundo, tomo ii, Los mestizajes, México, Fondo de cultura económica, 1999, pág.130. Corcuera de Mancera, Sonia, El Fraile, el Indio y el Pulque. Evangelización, embriaguez en la Nueva España 1523-1548, México, Fondo de cultura económica, 1991, pág.29. Chaunu, Pierre, La España de Carlos, tomo ii, La coyuntura de un siglo, Barcelona, Península, 1976, pág.188.
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año”.21 Baroja, enjuiciando las tradicionales hipótesis explicativas de lo festivo como “supervivencia folclórica”, discierne de manera profunda el significativo de la fiesta en el calendario: “la religión cristiana ha permitido que el calendario, que el transcurso del año, se ajuste a un orden pasional, repetido siglo tras siglo. A la alegría familiar de la Navidad le sucede o ha sucedido, el desenfreno del Carnaval y a este la tristeza obligada de la Semana Santa (tras la represión de la cuaresma)”.22 La duración de un año es emocional, el año recorre un “orden pasional establecido”. En donde alegría, júbilo, desenfreno y tristeza se siguen unos a otros en la continuidad emocionalmente discontinua del año:
de escopeta por causa de los indios que están tan cebados”.26 Con seguridad “el antes” o “después del San Juan” para Neiva se constituyó en un umbral hacia delante o hacia atrás que marcaba claramente la experiencia subjetiva colectiva del año calendario asociado claro está al año litúrgico cristiano.
El año, con sus estaciones, con sus fases marcadas por el Sol y la Luna, ha servido de modo fundamental para fijar este orden, al que se somete el individuo dentro de su sociedad (…) Muerte y vida, alegría y tristeza, desolación y esplendor, frió y calor, todo queda dentro de este tiempo cargado de cualidades y de hechos concretos, que se mide también por medio de vivencias. El año surge así como algo que se padece y en que padece, en el que se viven antecedentes múltiples, pero que llegan repetidos inexorables.23
relación directa con el calendario festivo adoptado por los virreinatos, audiencias y territorios del dominio español en América, lo debemos al antropólogo norteamericano George M. Foster, quién lo hizo parte de los capítulos finales de obra Cultura y Conquista,27 muy poco conocida en los ambientes académicos de Suramérica. Foster, quien previamente había realizado investigaciones sistemáticas en la aldea de Tzintzuntzan en México, compartió experiencias con Julio Caro Baroja, tratando de establecer la relación entre los calendarios de fiestas tradicionales en España y su implantación en América. El calendario de Foster, lo cotejamos con otros calendarios instituidos en la Nueva Granada, y claro, con las evidencias que hemos encontrado para la ciudad y gobernación de Neiva. Inicialmente, Foster agrupó para su análisis dos conjuntos de fiestas y su relación consecutiva estacional en la duración del año:
Edmund Leach afirmó acertadamente que “en el mundo entero los hombres marcan sus calendarios por medio de fiestas”.24 La continuidad marcada en las altas latitudes europeas, asiáticas y de Norteamérica septentrional por el ciclo de las estaciones y su correspondiente dualismo entre el fin del año y la espera de la nueva estación; es diferente para el caso de las latitudes andinas, en donde para las tierras altas y los valles son numerosas las referencias de la división del año en dos medios años: uno relacionado con el tiempo de lluvias y otro con el tiempo seco. De esta forma como lo señala Charlotte Burne la cuenta se simplifica en términos de “tantos días antes o después del verano”, “o antes o después de días especiales o fiestas”.25 Es lo que sugiere para el valle de Neiva un documento ya citado en el que nos enteramos que: “este camino se anda el verano que son dos cada año por San Juan y Navidad, pasando 10 españoles y desde arriba armados 21 22 23 24 25
Caro Baroja, Julio, El carnaval (análisis histórico-cultural), Madrid, Taurus, 1986, pág.18. Caro Baroja, El carnaval… pág.19. Caro Baroja, El carnaval… pág.19. Leach, Edmund, Replanteamiento de la Antropología, Barcelona, Seix Barral, 1970, pág.204. Burne, Charlotte Sophia, Manual de Folclore, Madrid, M.E. Editores, 1997.
El calendario festivo español, su calco en Hispanoamérica y la Nueva Granada, el calendario festivo de Neiva en la colonia
El más completo y sugerente estudio del calendario festivo español y su
Tabla 1 Fiestas del año nuevo a la pascua Festividades del año
31 de diciembre a 1 de enero
La Epifanía
6 de enero
La Candelaria
2 de febrero
San Blas
3 de febrero
Santa Águeda
5 de febrero
La Cuaresma La Semana Santa 26
27
“Relación de las cosas notables que hay en el Distrito de una audiencia del Nuevo Reino de Granada”, en Tovar Pinzón, Hermes, Relaciones y visitas… pág.497. Foster, George M, Cultura y conquista. La herencia española en América, México, Universidad Veracruzana, 1962.
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Historia Comprehensiva de Neiva Tabla 2 Fiestas de mayo a Navidad
Fiestas y juegos
de erigir o sembrar un palo de mayo, coronar una reina, bailar y agasajar con serenata a las mujeres aldeanas, se celebraba en España, de Galicia a Cataluña y se extendía hacia el sur hasta Castilla la Vieja. Según Foster:
La Maya El día de la Santa Cruz
3 de mayo
San Isidro
15 de mayo
En España todos los habitantes reverencian a la Cruz; no se trata de la norma de ningún grupo en especial. Ello contrasta con el patrón mexicano, en cuyo caso la Cruz es la patrona de los albañiles y peones de albañilería, siendo este grupo el que se celebra el 3 de mayo, adornando con flores y papel de colores los edificios en construcción, tirando cohetes y comiendo y bebiendo a expensas del dueño o del contratista.28
Corpus Christi San Juan
24 de junio
El día de la Asunción
15 de agosto
Todos los Santos y día de los difuntos
1,2 de noviembre
La Navidad El día de los Inocentes
28 de diciembre
Del conjunto de esta primera delimitación del calendario festivo que conjuga en primer lugar fiestas de observancia religiosa y culto básico (Epifanía, Semana Santa, Corpus Christi, así como la Navidad y el Año Nuevo), se avanzará a los preceptos ligados al cumplimiento de los sacramentos y los cultos especiales de Cristo, María y los santos que, a su vez, darán espacio a la celebración de festividades en honor a los Santos Patronos y Patronas de pueblos y ciudades. Dos celebridades, incluidas en la primera selección, llaman la atención para el caso de Hispanoamérica y en particular para la configuración del calendario en el Reino de la Nueva Granada. Nos referimos a las festividades de San Blas (3 de febrero) y las de Santa Águeda (5 de febrero). La costumbre de hacer panes y tortas de las que se da un pedazo a cada niño para que lo coma y se proteja de esta forma contra la sofocación, se hacía invocando la protección de San Blas, patrono de aquellos que sufrían y sufren enfermedades de la garganta. La celebración es tradicional en las regiones centrales de España. Por otro lado, en Castilla la Vieja se celebra la conmemoración de Santa Águeda, patrona de las mujeres y particularmente de las que sufren de afección en sus senos. En Zamora y Salamanca tenían lugar el 5 de febrero corridas de gallos y las mujeres casadas asumían el poder simbólicamente este día y pedían contribuciones a los paisanos y forasteros. También los rituales de la celebración de La Maya y de la Santa Cruz en España, pasaron casi desapercibidos en el calendario festivo hispanoamericano. La víspera del primero de mayo, en concordancia con la vieja costumbre europea
371
La iglesia y el estado español reprimieron la fiesta de La Maya a causa de los excesos desde el siglo xvi; esto podría haber afectado el traslado de la festividad a América. Foster concluye su estudio de las fiestas españolas y su correspondiente relación con Hispanoamérica, en los siguientes párrafos que citamos por considerarlos de gran calado interpretativo: “Del análisis de las principales fiestas del año ceremonial se desprenden diversas distribuciones geográficas generales. Los siguientes elementos caracterizan particularmente a la parte norte o norte-central de España, en contraste con el sur”.29 Hasta aquí, podríamos concatenar su hipótesis con las tendencias de la procedencia demográfica de los conquistadores e inmigrantes españoles hacia América caracterizados como representantes de Andalucía, Extremadura y Castilla; regiones ligadas más al sur-oriente español. Foster continúa explicitando su tesis al advertir que es: Evidente que las fiestas que la Iglesia consideró primordiales para el dogma se encuentran bien establecidas en América, mientras que aquellas en las que tuvo menor interés, o no existen, o solo se celebran hasta cierto grado. Dos tipos de pruebas, positivas y negativas, nos indican esta situación. Por ejemplo, San Isidro tiene una importancia mucho mayor en América que en España, lo que se deriva, probablemente, de hecho de que la fiesta que se ofrece en su honor como patrono de Madrid, se convirtió en una parte de la cultura religiosa que se transmitió formalmente, y por ello incorporó, desde los primeros tiempos, al ciclo anual de los días festivos de América. Por contraste, el día de Santa Águeda, que 28 29
Foster, Cultura y Conquista… pág.328. Foster, Cultura y Conquista…pág.355.
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Historia Comprehensiva de Neiva tan pintorescamente se celebra a solo unos cuantos kilómetros Segovia adentro, no tuvo ningún interés para la iglesia, y se le hizo a un lado. Lo mismo se puede decir con respecto a las fiestas de San Blas. La enfática oposición que se le presentó a La Maya durante el siglo xvi puede ser la explicación de por qué son raras en Hispanoamérica las costumbres relacionadas con este día.30
Hechas las anteriores consideraciones y teniendo como marco de referencia los calendarios correspondientes a los cortes de 1556, 1689 y 180631 —que hemos seleccionado—, intentemos a continuación considerar algunos patrones en su estructura. Para el caso del Reino de la Nueva Granada y teniendo en cuenta la dimensión comparativa establecida por Foster para el caso español y su copia en la América hispana, así como los calendarios instaurados en el territorio de la antigua audiencia de Santafé (1556-1689-1806) y posteriormente con la creación del virreinato (1717), que comprendía los territorios bajo la jurisdicción de la Audiencia de Quito y de Panamá, se podría concluir en sentido amplio que el calendario festivo español se implantó en el espacio de los Andes septentrionales de la América del sur, con menos alteraciones u omisiones que el que se instituyó para las provincias de la Nueva España y el Perú. Sospechamos que lo anterior radica en la especificidad del mestizaje cultural que involucró a la población de “libres de todos los colores”, como la capa mayoritaria de la población neogranadina y a partir de lo cual, el peso de la cultura indígena, se hizo más difuso y a veces marginal en la configuración de la protonación colombiana. Recordemos al respecto la caracterización que McFarlane32 hace del ambiente cultural de la provincia, al considerarla el área más españolizada entre el conjunto de mestizajes etnoculturales que surgieron de la conquista. 30 31
32
Foster, Cultura y Conquista…pág. 355. Dichos calendarios corresponden en su orden a las siguientes referencias bibliográficas: • “Constituciones Sinodales de fray Juan de los Barrios”, en Nano Germán Romero, fray Juan de los Barrios y la Evangelización del Nuevo Reino de Granada, Bogotá, Academia colombiana de historia, 1960, págs. 457-487. • “Fiestas de guarda en la Real Audiencia 1689”. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia eclesiástica, t. 2, ff.974 y 1016r. • García de la Guardia Calendario, Antonio Joseph, Manual y guía de Forasteros en Santafé de Bogotá. Capital del nuevo Reino de Granada, para el año de 1806, Bogotá, Banco de la República, 1988, págs.17-52. McFarlane, Anthony, Colombia antes de la independencia. Economía, sociedad y política bajo el dominio Borbón, Bogotá, Banco de la República, 1997, pág.65.
Fiestas y juegos
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De esta forma, el calendario español, presentado atrás y que Foster elaboró para sus análisis de los festivo hispanoamericano, se puede trasladar casi en su totalidad para la experiencia de la provincia neogranadina, haciendo salvedad eso sí, como ya se dijo de las festividades de Santa Águeda y la Maya, que no se incorporaron en la cotidianidad festiva en razón de que se consideró por la iglesia la celebración de Santa Águeda, de poco interés y por la reacción que los excesos de La Maya generaron en el alto clero español, que hizo que la iglesia combatiese dicha festividad; dando como resultado que sus rituales pasaron desapercibidos en nuestra memoria colonial. Si observamos de nuevo el calendario festivo español elaborado por Foster en términos de estructura de larga duración y separamos de su listados de fiestas, las dos celebraciones reseñadas, encontramos aún, que la celebración se San Blas correspondiente al 3 de febrero y por la cual se invocaba al Santo como patrono de quienes sufrían enfermedades de la garganta, según Foster tuvo poca o casi ninguna influencia en Hispanoamérica. Sin embargo, aunque dicha celebración no fue tenida en cuenta por quienes sistematizaron el calendario de 1556, expedido por el Sínodo de Santafé del mismo año, llama la atención que el calendario de 1689 si incorpora dicha fiesta para la Nueva Granada, en tanto no se, mantiene vigente en el calendario de 1806. Si con las anteriores salvedades, volvemos a mirar la estructura anual de las fiestas españolas que Foster reseñó y que pasaron a nuestro calendario. Tenemos que dicho conjunto integra el ciclo clásico de 15 fiestas religiosas que conocimos y conocemos, al lado de nuestra secuencia de fiestas patrias republicanas, que por mucho tiempo no lograron suplantar el calendario festivo religioso. Así, observemos de nuevo el calendario que uniendo la cronología de Año Nuevo a la Pascua y de mayo a Navidad, se presenta de la siguiente manera: Tabla 3 Fiestas del calendario festivo español que pasaron a la nueva granada Enero 6
La Epifanía
Febrero 2
La Candelaria
Febrero 3
San Blas
Móvil
La Cuaresma
Móvil
Semana Santa
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Historia Comprehensiva de Neiva Mayo 3
El día de la Santa Cruz
Mayo 15
San Isidro
Móvil Junio 24 Agosto 15 Noviembre 1 y 2
Corpus Christi San Juan El día de la Asunción Todos los Santos y día de los difuntos
Diciembre 4
Santa Bárbara
Diciembre 8
Nuestra Señora de la Concepción
Diciembre 24
La Navidad
Diciembre 28
El día de los Inocentes
Destaquemos para el caso de Neiva, que las fiestas que históricamente se han considerado emblemáticas en la ciudad, el ciclo de junio que incluye el Corpus Christi y el San Juan, al igual que la fiesta de la Inmaculada Concepción, patrona de Neiva, se encuentran ya incardinadas en el calendario festivo colonial de la Nueva Granada y acompañan la sociabilidad huilense desde el siglo xvi. Entre 1556 y 1689, periodo en el que transcurrió más de un siglo y cuarto de la evolución colonial, el calendario festivo creció de cuarenta y cinco días de fiesta hasta más de sesenta finalizando el siglo xvii. Producto de las reformas del papado y de la reorganización borbónica el calendario se redujo y hacia 1806 solo se contaban 18 días festivos. Al paso de la implementación de la reorganización borbónica y su crítica de la ociosidad, que llevó a reducir radicalmente los días de fiesta y también en relación con la expedición de un Breve Papal de Benedicto XIV en 18 de diciembre de 1750. La idea central de la nueva disposición hace referencia en la argumentación del papa Benedicto xvi y del rey español Carlos III que la sanciona por cédula real del 25 de marzo de 1751; es la permisividad para que guardando el precepto de oír misa, se puede trabajar en los días festivos. Dicha interpretación y norma se debate en Popayán y se trata de implementar por parte de don Diego de Corzo, obispo de la Diócesis local. También participa en dicho evento el obispo de Cali don Francisco Joseph de Figueredo y Victoria. Como veremos, las realidades del Nuevo Reino y sus contextos regionales, obran como factores reactivos e impedimentos a la aplicación de la voluntad racionalista del papa y del rey Español. Se señalan en primer lugar, los días de fiesta “que con abstinencia de obras serviles deben guardarse en toda esta América, que son los siguientes”:
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Tabla 4 Posible calendario festivo de Neiva colonial Todos los días domingos El día del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. El domingo siguiente de San Esteban Los días domingo de la Circuncisión, Epifanía, Resurrección y el siguiente, el de Pentecostés y el siguiente. El día del Corpus Christi. El día de la Ascensión. San Juan Bautista. San Pedro y San Pablo. El día de Santiago. La conmemoración de todos los Santos. La Purificación. La Anunciación. La Asunción. La Natividad. La Concepción.
Seguidamente en la enumeración se hace mención al día del “Santo Patrón”, “tutelar de cualquiera lugar, solamente para las personas del mismo lugar”, frase que se encuentra subrayada en el documento.33 Este último podría considerarse el calendario festivo de Neiva, hasta que la búsqueda heurística nos permita tener algo más preciso.
La festividad colonial en Neiva por dentro
El
historiador del Neiva colonial, Joaquín García Borrero propone acertadamente para el estudio de la ciudad, “deslindar las dos épocas que en la historia de la Provincia de Neiva van separando los acontecimientos en una forma regular y definida: en 1538 a 1610, la verdadera conquista del territorio, y de aquí en adelante, la Colonia, o sea el asentamiento del gobierno, de la raza y por consiguiente de sus costumbres y leyes y de su
33
Archivo Arzobispal de Popayán, (aap) Popayán, Legajo 8, f.8r.
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escasa industria”.34Dicha periodización enfatiza en el tortuoso proceso que atravesó la ciudad en la segunda mitad del siglo xvi y la dificultosa empresa de su fundación —1539, 1550, 1612— en tres ocasiones que particularizan su historia urbana. La fiesta de nuestra señora de la limpia concepción del valle de Neiva Parece estar fuera de duda que el 24 de mayo de 1612 tuvo lugar la fundación de la ciudad de Neiva, cuya acta de fundación fue hallada por el historiador tunjano Ulises Rojas en el Archivo General de Indias de Sevilla, según lo cuenta el padre Jenaro Díaz Jordán quien anota que: “en los documentos antiguos se le llama ciudad de la Concepción del Valle de Neiva, Ciudad de la Concepción de Nuestra Señora del Valle de Neiva y algunas veces Ciudad de Nuestra Señora de la Limpia Concepción del Valle de Neiva”.35 Se entiende que la advocación a la Inmaculada Concepción instaurada por don Diego de Ospina y Medinilla en 1612 y hasta nuestros días, refrendó para la historia de la ciudad el culto a la Inmaculada Concepción que en su primera fundación (1539) estableció el capitán Juan de Cabrera, aunque Lucas Fernández de Piedrahita, no lo menciona en su crónica: “ y al Capitán Juan de Cabrera se le diesen sesenta hombres de los suyos, para que en la provincia de Neiva, de la otra banda del río grande, tierra descubierta por él, fundase un pueblo sujeto a la gobernación del Perú, como lo hizo, aunque a pocos días se despobló, y el Juan de Cabrera dio vuelta al Reino”.36 Así, sin embargo, tenemos la sospecha que los motivos que llevaron a Diego de Ospina pudieron haber sido distintos a los de Juan de Cabrera en torno a la advocación de la ciudad. Recordemos también que en la segunda fundación la ciudad se llamó San Juan de Neiva, y que entre la primera fundación y la tercera (y definitiva) transcurrieron 73 largos años. Lo que nos interesa resaltar, es que para la época de la última fundación de Neiva ya estaba planteado el debate inmaculista en el interior de la iglesia católica romana, el cual creó un clima de verdadera lucha partidista entre los que 34
35
36
García Barrero, Joaquín, Neiva en el siglo xvii, Neiva, Empresa de Publicaciones del Huila, 1983, pág. xxiii. Díaz Jordán, Jenaro, Proceso Histórico de Pueblos y Parroquias de la Diócesis de Garzón, Neiva, Impronta Departamental del Huila, 1959, pág.34. Fernández de Piedrahita, Lucas, Noticia historial de las conquistas del Nuevo Reino de Granada, Bogotá, editorial Kelly, 1973, pág.309.
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defendían el misterio de la inmaculada concepción en el plano teológico y quienes lo desestiman en la creencia cristiana. La controversia teológica iniciada en España en 1615, representó el final de un debate polémico que se remontaba al siglo xi en Inglaterra y el que no acalló la definición dogmática de la Inmaculada que llevó a cabo Pío IX. Algunos teólogos, entre ellos San Bernardo, condenaron como peligrosa la formulación. En España la idea se mantuvo y en 1281 en Barcelona el obispo ordenó celebrar la fiesta de la Inmaculada. La devoción a la Virgen María se extendió apasionadamente en los tiempos medievales y la iglesia reaccionó contra Erasmo de Rótterdam y Lucero quien se atrevió a repudiar el rezo del Avemaría. El Concilio de Trento en su sesión 15 de 1546, declaró por decreto que el pecado original no afectaba a la Santísima Virgen, ya que había sido exceptuado por expreso deseo de Dios. Se discutía desde el partido antimariano si dicha santidad podía aplicarse desde el momento de su concepción. Las órdenes se dividieron en la interpretación y los franciscanos aparecieron como heraldos y defensores del misterio, mientras sus críticos más fuertes se encontraban en la comunidad dominicana. De cualquier forma, el debate contribuyó a acrecentar y premiar la devoción mariana en Europa y América que se convirtió a su vez en símbolo de la lucha contra la herejía. Como precedente es útil recordar que por consideraciones filosóficas relacionadas con la exegética cristiana y no menos por antagonismo monástico, franciscanos y dominicanos discutían públicamente, desde tiempo atrás, su posición con respecto a la veneración de las reliquias de la sangre de Cristo, admitiéndose para ello que, incluso, en la pasión la sangre que perdió hubiese sido recogida y conservada por alguien. El presidente Juan de Borja, que mucho tuvo que ver con la tercera fundación de Neiva, sintetizaba al rey la situación que vivía en Santafé el 12 de enero de 1617: Los de las órdenes todos están encontrados unos con otros, hechos facciones y bandos, Franciscanos y de la Compañía a una parte, Dominicos y Agustinos a otra (…) De aquí nace partirse también la greña los seglares por devoción que tienen a unas y otras religiones (…) y en estas parcialidades no entra solo el vulgo, sino lo más granado de todos los estados, con que viene a peligrar la quietud de la República.37 37
Salazar, José Abel, Los estudios eclesiásticos superiores en el Nuevo Reino de Granada 15631810, Madrid, Instituto Santo Toribio de Mogrovejo, 1946, pág.127.
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Las noticias de la controversia teológica llegaron al Reino de la Nueva Granada en el año nuevo de 1615 y fueron pocas las voces que se oyeron al respecto desde el Arzobispado por encontrarse vacante por este tiempo la silla arzobispal. De cualquier forma y como defensora del misterio de la concepción inmaculada de la Virgen, la orden franciscana emprendió una cruzada, para lo cual se organizaron múltiples procesiones y celebraciones litúrgicas que se acompañaban con cánticos y coplas alusivas al misterio. Se fijaron también títulos en las puertas de las casas, en los marcos, de un encendido fervor deseoso de demostrar su exaltación de la Virgen. La comunidad de frailes dominicos mantenía una valoración más neutral frente al misterio y esta, por lo tanto, se expresaba en un silencio deliberado centrado en la actitud de Santo Tomás, que no favoreció nunca una interpretación inmaculista. La animadversión de los franciscanos y jesuitas contra los dominicos se fue haciendo cada vez más fuerte y la respuesta dominica en rechazo al pretendido liderazgo franciscano en el debate, no se hizo esperar. Una y otra posición terminaron por sembrar sentimientos partidistas en la población que se aglutinó y polarizó entre los dos bandos. Vale señalar que en el debate se jugaban históricamente las convicciones y vitalidad particular del catolicismo hispánico, “único país de Occidente en que la fe, prácticamente, se ha convertido ya en religión de Estado”, como lo ha anotado Rugiero Romano.38 Es posible que hacia 1612 y teniendo en cuenta la cercanía en Popayán, Quito y Lima, la controversia se hubiese difundido en el Valle del Alto Magdalena y que incidiera en el propósito de renovar en una dimensión de fervor teológico la advocación a la Nuestra Señora de Limpia Concepción del Valle de Neiva. Son hipótesis que trataremos de soportar más adecuadamente, pero sin duda son sugestivas. No olvidemos tampoco la preponderancia de jesuitas y franciscanos en el curato de Neiva desde 1619. El culto a la Santa Patrona de Neiva que se actualizaba cada año el día 8 de diciembre y la asistencia obligatoria a sus ceremonias y rituales fue motivo de enfrentamientos entre los curas párrocos, el cabildo de Neiva y la feligresía que como veremos superaba los marcos del recinto urbano de Neiva y comprometía en el discurso clerical a parroquias y aposentos distantes de la capital de gobernación. 38
Romano, Rugiero y Terenti Alberto, Los fundamentos del mundo moderno, Madrid, Editorial siglo xxi, 1978, pág.210.
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Entre noviembre de 1683 y enero de 1685 el clero del curato de Neiva se enfrenta a su feligresía por la inasistencia de algunos a la fiesta de la patrona. Veamos: El capitán Miguel Sánchez Arias, Alcalde ordinario más antiguo de esta ciudad de Neiva, sus términos y jurisdicción por su Majestad (…) hago saber a Joseph de Ribera, Alcalde de la Santa Hermandad de esta ciudad (…) cómo por auto que tengo hecho de dos de diciembre de este presente año, declaraba y declaré a todos los vezinos de esta dicha ciudad los que constan estar notificados por Real Provisión despachada por su Señoría, de dicho Señor Presidente como consta de ella, por no haber venido a la fiesta de la patrona, que está puesto en costumbre desde su fundación (…) y yo como ministro suyo (…) mandaba y mando que el dicho Joseph de Ribera vaya a las partes donde tienen sus haciendas los dichos vecinos (…) y los traiga presos y a buen recaudo a la cárcel pública de esta ciudad y les secuestrará todo sus bienes (…) y ninguna persona de cualquier estado, calidad o confesión le ponga estorbo ni impedimento alguna pena de cinco patacones la mitad para la Real Cámara de su Majestad y la otra mitad para la fábrica de la iglesia.39
El pleito se originaba en que la inasistencia a los oficios eclesiales se argumentaba por parte de los vecinos en razón de tener: Sus haciendas, casas y familias en la jurisdicción del pueblo de San Francisco de Iquira y Santiago de Nátaga que dista de la dicha ciudad el que menos mapas de quinze leguas y otros más de veinte con muchos ríos caudalosos de por medio y entre ellos el de la Magdalena y no obstante estos inconvenientes y (…) ser gente pobre y que no tienen comodidad (…) con que costearse en ella ni con que conducir sus familias exponiendo a peligro conocido sus casas y haciendas por no tener quien las guarde.40
Los inculpados solicitaron autorización para acudir a misa en los días de fiesta a las parroquias de sus pueblos pero no lo consiguieron. Se observa, como la intransigencia del estamento eclesiástico se impone, aún 39 40
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 6, f.641r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 6, f.624r.
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cuando, un despacho de la Real Audiencia de Santafé, ante quien acudieron los vecinos tuvo en cuenta su súplica y trato de mediar en el conflicto. Es claro que el cura párroco de Neiva, el jesuita Marcos Martín de la Reina y su hermano el alférez real se valieron de su poder y llevaron el caso al rey español que falló a favor de los curas. Es significativo que el cura de la Reina tuviera la argucia de argumentar que los vecinos querían vivir sin Dios y con los indios. En la Provisión Real de marzo de 1684 se indica que es conveniente que los vecinos asistan para que haya “hombres a caballo y gente en las procesiones” como impedimento para que los indios ataquen la ciudad. Es necesario también consignar que los curas párrocos de Neiva, particularmente la comunidad jesuita, eran grandes propietarios de haciendas y hatos ganaderos y no consultaban la opinión de sus fieles a la hora de contar diezmos y derechos. El estudio de la fiesta sirve a los fines de comprensión del ritual festivo, pero también aporta al conocimiento de la sociedad en que es puesta en escena la celebración. No podríamos ser ajenos al lamento de Francisco Martín Meriño, vecino de Neiva e inculpado, quien se encontraba enfermo y se queja por que vinieron a “embargarme mis bienes miserables trayéndome preso a la cárcel de Neiva quitándome hasta la silla de caballería”.41 La fiesta de la Inmaculada Concepción debió tomar aún más importancia hacía 1761, cuando el rey Carlos III por cédula real proclamó a la Inmaculada Concepción patrona de la Monarquía Española y “soberana Reina de los Ángeles en el misterio de la concepción purísima” para lo cual el rey español obtuvo un Breve Apostólico concedido por el Papa. Sabemos que el cabildo de Medellín empezó a poner en práctica un “Octavario de la Concepción”.42En dicho escenario se hicieron notables y abundantes “luces, lámparas y fogonadas”. Desde entonces se celebra la tradicional “Noche de las Velitas”, por la costumbre de encender velas o faroles frente a los hogares, que distinguen dicha práctica festiva en Colombia.43 Era costumbre en las fiestas de Neiva lidiar toros. Algún visitador eclesiástico enjuició no tanto la lidia, como la compra que se hacía en la celebración de la fiesta de Nuestra Señora de la Concepción Purísima la cofradía de la misma “a razón de dos pesos”. En 1755 el cura de la iglesia 41 42
43
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, Rollo 6, f.662r. Mayor Mora, Alberto, Cabezas duras y dedos inteligentes. Estilo de vida y cultura técnica de los artesanos colombianos del siglo XIX, Bogotá, Colcultura, 1986, pág.47. Mantilla R., Luis Carlos, “Tradiciones populares colombianas. Origen histórico de la noche de las velitas”, en Boletín de Historia y Antigüedades, vol. 819, 2002, pág.900.
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mayor de Neiva Isidro Palencia, famoso por sus actividades como acuñador de oro y sus componendas políticas “ante las súplicas de los vecinos consistió en que se lidiaran toros de los cofradías con las expresa condición de que se pagarán a cuatro pesos”.44 El corpus christi y los conflictos políticos La fiesta del Santísimo Sacramento del Altar a la cual algunos teólogos de la época consideraban vulgar llamar como “Fiesta del Corpus”, tenía su ordenamiento central en la procesión o en las procesiones que se realizaban el día de la Octava: La parte más brillante de los oficios de la fiesta, y que contribuye a distinguir la fiesta de todas las otras, es la Procesión solemne, en que el Santísimo Sacramento se lleva en triunfo por las calles con todo el aparato y con toda la pompa que puede permitir cada Iglesia. El establecimiento de esta procesión no tuvo lugar sino muchos años después que se hubo empezado a celebrar la Fiesta del Santísimo Sacramento, es decir, en el siglo xiv. La devoción de los pueblos introdujo entonces en algunas iglesias particulares, el uso de llevar solemnemente el cuerpo de Jesucristo en procesión. La procesión se hallaba establecida en toda la Iglesia de occidente, cuando se vieron nacer las herejías del siglo xvi. Los Luteranos y los Calvinistas inventaron mil calumnias contra esta costumbre, pero el Concilio de Trento no solo aprobó que se hiciese una fiesta particular de la institución del Santísimo Sacramento, sino también que se llevase con una pompa religiosa y mira esta ceremonia como una especie de triunfo de la verdad sobre la mentira y sobre la herejía, y como un medio o de desconcertar sus enemigos a vista de este grande aparato y de este gozo universal de la Iglesia, o de hacerlos volver de su extravío, por la confusión saludable de que podrían ser movidos.45
La significación de la fiesta en el medio neogranadino resulta obvia, toda vez que también se trataba de la lucha contra los infieles. El Santísimo Sacramento solo se exponía una vez en el año y el Concilio de Colonia de 44 45
Díaz Jordán, Jenaro, Proceso Histórico… pág.223. Historia de las fiestas de la Iglesia y el fin con que han sido establecidas, Madrid, 1788, pág.228.
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1452 prohibió tajantemente que fuese más de una vez. De esta forma, la procesión se encontraba estructuralmente ligada a la persuasión por la vía del asombro y por supuesto era una gran herramienta de sugestión visual. La fiesta del Corpus Christi ponía en acción a toda la administración civil y eclesiástica. Los alcaldes ordinarios ordenaban las actividades, entre ellas el arreglo de las calles para la procesión del señor Sacramentado, don José Calderón del Castillo, procurador general ordenaba en 1743 a la población de Neiva “que los estantes y moradores cuando se toca la campana para que el señor sacramentado salga a visitar a los enfermos, le acompañen, imponiéndose para ello multas convenientes”.46 La fiesta, hemos dicho, pone en escena la sociedad que la celebra y por tanto no es ajena a la conflictividad social que emana de los regímenes de representación de sus actores. Margarita Garrido y posteriormente Rodrigo Silva,47 nos han introducido al análisis del discurso político en las localidades de la Nueva Granada. De las luchas políticas alrededor de los cabildos de los pueblos y villas, que enfrentaron a alcaldes con gobernadores, curas con laicos, clientelas del poder local que se batían con sus contrincantes y en donde la injuria al Don y las triquiñuelas para aplicar las ordenanzas reales al acomodo de cada partido eran el pan de cada día: la fiesta emergía como catalizador del conflicto político. Silva ha establecido un mapa que describe por ejemplo los litigios entre los alcaldes mestizos Juan Ascensio Perdomo y Miguel Ramírez por el control del poder en el cabildo de Neiva en las décadas del sesenta y ochenta del siglo xviii.48 En dicho contexto, la celebración del Corpus Christi en el año 1773 en Neiva fue utilizada para que se desencadenaran tensiones y gestos de enfrentamiento entre los Perdomo y los Ramírez. Este último había sido recompensado por la captura y juicio de Perdomo, como actor fundamenta del motín contra el gobernador Miguel Gálvez en julio de 1767. Como en el cabildo hacia 1773 tenían voz y voto los amigos de Perdomo, se trató de injuriar a Ramírez, nombrándolo para que de su pecunio erigiera un altar de paso para la procesión del Santo Sacramento en una esquina de Neiva que además lindaba con una casa de la familia Perdomo. De otro lado el 46 47
48
Díaz Jordán, Proceso Histórico… pág.155. Garrido, Margarita, Reclamos y representaciones. Variaciones sobre la política en el Nuevo Reino de Granada, 1770-1815, Bogotá, Banco de la República, 1993. Silva Vargas, Rodrigo, “De la comarca apacible a la provincia rebelde”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, vol. i, Gobernación del departamento del Huila/Academia huilense de Historia, 1995. La discusión al respecto se evidencia en el agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Eclesiáticos, t. 106 y 116.
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cabildo nombró como acompañante de Ramírez en dicha “distinción”, a un grupo de las gentes de más baja condición de Neiva. Entre ellos a Juan Cortés “un ladrón recluido en la cárcel de Neiva y que en castigo, calzado con grillos, diariamente debía barrer las calles”; y Francisco Salazar y José Bahamón, “personas miserables, mulatos y arrieros de oficio”.49 Es necesario aclarar que los cabildos de los pueblos nombraban ante la inminencia de la celebración festiva los llamados “capitanes de fiesta”, que debían encargarse de la logística de los banderines en la procesión y también se les encargaba de gastos de la fiesta como poner de su caudal los toros que se lidiarían, etc. Margarita Garrido al respecto anota que “tanto gobernantes como gobernados estaban de acuerdo sobre la importancia que tenía para todos celebrar fiestas suntuosas como medio para mantener y resaltar el prestigio de sus patrias chicas”.50 Pero en el caso que nos ocupa, era clara la injuria a Ramírez al involucrarlo con los marginados de Neiva. Por supuesto, Ramírez no aceptó, se indignó y el caso llegó a la Real Audiencia de Santafé que en septiembre del mismo año indemnizó a Ramírez y obligó al cabildo de Neiva a pagarle su compensación. No podríamos dejar de comentar que en junio de 1781, los comuneros de Neiva al son de tambores irrumpieron en el Caguán el día 10 y en Aipe el 14 “después de la procesión el día del Corpus Christi”,51 para finalmente llegar a Neiva el día 19, evento que culminaría con la muerte del gobernador Policarpo Fernández. La fiesta de San Juan y un pequeño San Pedro en agosto El Corpus Christi, que como lo propuso Susana Friedman hace parte del ciclo festivo de junio, junto con la celebración de San Juan Bautista y San Pedro, asociadas al solsticio de verano, nos introduce en las fiestas del San Juan Neivano, que desde la época colonial se instituyeron como el ceremonial festivo regional más importante. Caro Baroja observa “que no existe fiesta de mayor universalidad, dentro del viejo mundo (…) San Juan Bautista, el santo purificador por excelencia, es festejado en una fecha en que las sociedades campesinas han colocado por ciertas razones claras, 49 50 51
Silva Vargas, “De la comarca…” pág.57 Garrido, Reclamos y representaciones… pág.225. Autos sobre el tumulto con el administrador de aguardiente de Neiva, de que resulto la muerte del gobernador Don Policarpo Fernández, en Posada, Eduardo, Los Comuneros, Bogotá, Imprenta Nacional, 1905, pág.366.
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incluso desde el punto de vista científico, purificaciones condicionadas por el calor solar, la luz, etc.”.52 El enmarañado conjunto de fuegos solsticiales (hogueras), culto a las fuentes de agua, árboles que se plantan, exaltación de la vitalidad de los hombres, de los animales y de las plantas, converge en una época de grandes cosechas, que para el caso del Valle del Magdalena y de Neiva no pueden ser más primordiales. Incluso, el visitador Juan de Varcárcel encontraba reciprocidad entre el San Juan español y la memoria indígena. “En algunos lugares se usa la noche de San Juan barrer las casas, quemar la basura y con la ceniza ensuciar al niño más pequeño y al amanecer lo llevan a la fuente o quebrada más cercana, persuadidos a que por aquella diligencia tendrán fértiles frutos”.53 Es posible que la fiesta de San Juan, el 24 de junio de cada año, actualizara la memoria española y la indígena en un solo momento. La programación de la fiesta de San Juan Bautista se centraba en la procesión que conducía la imagen del santo por las villas y pueblos, incluidos los baños purificadores en las alboradas de Neiva sobre el río Magdalena, saltos sobre las hogueras en las que participaba la población— que se creía tenía carácter preservativo contra enfermedades y maleficios—, las corridas de toros y cabalgatas en que competían jinetes en la pericia de descabezar gallos que se colgaban en los caminos, así como los famosos “palos encebados”, que retaban a los hombres a alcanzar Viandas y objetos que se colocaban en la parte superior de maderos colocados en la plaza para la ocasión. Basilio Vicente de Oviedo anota que las gentes de Neiva “por modo de paseo, se van a los ríos cuando llega el tiempo de pagar sus tributos (…) y se divierten con sus pesquerías”.54 El cronista fray Juan de Santa Gertrudis, dejó testimonio de la celebración de la festividad en el medio rural de la provincia de Neiva en la Hacienda Tùnez de propiedad de Don Pablo de Herrera donde se hospedó en junio de 1756. El religioso advierte que por estar en la hacienda no vio en Neiva las fiestas de San Juan, pero agrega: Las noticias que adquirí de las fiestas son: Hacen muchos altares en las calles: se previenen muchos dulces y botijas de chicha; hay toros y 52
53
54
Caro Baroja, Julio, La estación del amor. Fiestas populares de mayo a San Juan, Madrid, Taurus, 1979, pág.284. “Carta del oidor Juan de Varcárcel a S.M.” Archivo General de Indias (agi), Santafé, 22, n.o 35ª. De Oviedo, Basilio Vicente, Cualidades y riquezas del Nuevo Reino de Granada, Bucaramanga, Imprenta Departamental de Santander, 1990, pág.308.
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corridas de caballos y con la bebezón se cometen muchos absurdos (…) Allí estuve 3 días, que Don Pablo tenía su buena capilla y ornamentos. Por las tardes en el corral con sus hijos y los negros esclavos se toreó un novillo y en la noche otro con los cuernos embreados y prendidos con candela.55
La fiesta de San Juan se iniciaba con la víspera el 23 de junio y se extendía hasta entroncar con las fiestas de San Pedro y San Pablo el 29 del mismo mes desde los tiempos coloniales. Se expresaban muchas quejas contra la lidia de toros y bailes indecentes en los que participaban incluso los mismos curas como lo señaló el visitador Ángel Valverde y Bustamante en 1751-1752. El mencionado cura Isidro Palencia porque: En varias fiestas del año como son San Juan, San Pedro, Santa Bárbara y otros santos, con quienes tienen especial devoción en esta jurisdicción se experimenta que los que representan mayor devoción hacen en sus casas altares para su celebración: de esto resulta que forman fandangos y otros divertimientos deshonestos en que se cometen graves ofensas contra Dios Nuestro Señor, pues estando en el baile desde el antecedentes del santo que es la víspera, se privan por las diversiones de oír misa.56
Los visitadores eclesiásticos se rasgaban las vestiduras al conocer que los clérigos se arriesgaban en la diversión de San Juan y San Pedro a “correr públicamente (…) caballos”. El citado visitador Valverde se afligió profundamente con los “bailes de hombres y mujeres”, y la promiscuidad de los sexos y pidió la separación de sexos en las fiestas, en un párrafo que no puede sino causarnos hilaridad. Veamos: “que los bailes sean de mujeres con mujeres solas y de hombres con hombres solos, guardando la decencia correspondiente en todos los movimientos y posturas del cuerpo, lo que recomendamos particularmente a los jueces reales”.57 Por la documentación sabemos que promediando el siglo borbónico en nuestras ciudades “fandanguiaban” todos los estamentos, se decía 55
56
57
De Santa Gertrudis, Juan fray, Maravillas de la Naturaleza, tomo i, Bogotá, Colcultura, 1994. pág.163. Tovar Zambrano Bernardo, Diversión, devoción y deseo. Historia de las fiestas de San Juan, Medellín, Editorial la Carreta, 2010, pág.226. Tovar Zambrano, Diversión, devoción… pág.186.
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que no era solo cosa de la gente rústica, sino del conjunto de los más distinguidos. El Cabildo de Neiva, encabeza de Agustín Páez Pinzón, quiso halagar y homenajear al recién nombrado gobernador don Policarpo Fernández el 21 de agosto de 1775. Se contrataron músicos, hubo mucha pólvora, disfraces y corridas de toros. Sin embargo, en aquel pequeño San Pedro en agosto, se cantaron a propósito y con la intención de ofender al nuevo gobernador, unas coplas en las que se aludía a la excelente gestión del saliente gobernador don José Antonio del Lago. Las rencillas entre los partidos de los Perdomo y los Ramírez seguían polarizando el ambiente político, en el que el antiguo gobernador respaldaba a los Ramírez y el cura Palencia a los Perdomo y se consideraba al nuevo gobernador proclive éstos últimos, por lo cual los alcaldes y Alférez torpedeaban su administración. En la fiesta: Siendo tanto el bullicio que no se entendían…que decían unos que parecía procesión de Semana Santa y unos decían tumultuarse(…) hubo abundantes luces, y del final iban quetro Ángeles y una ninfa que conducía el bíctor, y dando la buelta por la ciudad llegaron a la casa del dicho Lago (…) cantando ciertos versos elogiándolo en sumo grado.58
El gobernador consideró que la fiesta era para injuriarlo y luego acusó a los promotores por haber permitido correr toros en la calle tras la gente.
Juegos y diversiones
En la fiesta colonial era costumbre asistir a la representación de autos
sacramentales, que eran representaciones teatrales basadas en los misterios de la religión y comedias. La fiesta de la jura de Carlos IV celebrada el 10 de diciembre de 1790 incluía corridas de toros, comedias, entremeses, mojigangas fuegos e iluminaciones. Al respecto Bernardo Tovar, demuestra la importancia de las fiestas de San Juan desde los tiempos coloniales.59 También es importante el papel de los juegos de envite o azar en la fiesta colonial. Recordemos que la afición por el juego fue caracterizada por viajeros europeos que visitaron España, como lo indicaría Ángel López
Fiestas y juegos
Cantos: “La pasión del juego llegó a América con los descubridores y conquistadores y a los pocos años se había transformado en una verdadera plaga social”.60 En este sentido, aún cuando no se define claramente su papel dentro de la expedición de Sebastián de Belalcázar, hacia 1538 en Popayán, encontramos que hacían parte de ella “señoras de juego” al lado de expertos cocineros. De igual manera, Gonzalo Jiménez de Quesada debió responder en el juicio de residencia que se le siguió en Cartagena en 1558 por “haber tenido abierta en dicha actividad tabla de juego de Naipes, en la que jugaba el mismo”.61 La práctica del juego y el control social de la misma por parte de los monarcas españoles, a través de los tiempos coloniales, se evidencia en los múltiples expedientes que revelan su presencia cotidiana que comprometía por igual a todos los estamentos (blancos, indios, negros, mestizos), desde los más poderosos funcionarios tales como virreyes, gobernadores, presidentes, oidores, a los menos notorios, alcaldes, corregidores, oficiales y alguaciles, quienes debían controlar el juego y aplicar las pragmáticas disposiciones reales al respecto y eran, paradójicamente, sus principales transgresores. De las carreras a caballo y competencias de jinetes en los juegos de cañas y de moros y cristianos, pasando por los torneos y los juegos de habilidad como el de pelota, bolas, barras, bolos, trucos y billar, hasta los juegos sobre los que pesaban las prohibiciones de la justicia real y entre ellos los más comunes juegos de naipes y dados con sus tahúres y fulleros; el juego se convirtió en la actividad sin duda más importante de uso del tiempo libre en la sociedad colonial y en una de sus principales formas de sociabilidad que integraría a toda la población sin distingo de grupos en las relaciones interétnicas.62 En Neiva, seguramente la imagen barroca, de jugadores en la penumbra y el foco de luz de la vela centrado en los naipes fue una constante en las noches de fiesta y juego. No olvidemos que la renta de naipes hacía parte importante del estanco colonial que alimentaba el fisco del Estado colonial en la Nueva Granada, por lo cual las barajas eran ofertadas por 60
61
58 59
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima. t. 14, f. 588r. Tovar Zambrano, Diversión, devoción…. pág.234.
387
62
López Cantos, Ángel, Juegos, fiestas y diversiones en la América española, Madrid, Mafre, 1992, pág.269. Lucena Salmoral, Manuel, Ximénez de Quesada, el caballero del dorado, Madrid, Anaya, 1994, pág.86. Lara Romero, Héctor, “Fiestas y juegos en el Reinado de la Nueva Granada”, Tesis doctoral, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2006.
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Historia Comprehensiva de Neiva
Fiestas y juegos
los estanqueros de la renta. Hacia 1697, la renta de naipes y sus barajas se encontraba bien establecida en Neiva. De lo cual da testimonio Joaquín García Borrero, que con buen ojo de historiador rescató el documento que nos cuenta que: El Capitán Bartolomé Matiz y Prado hizo la declaración y juramento que se manda (… )dijo que el oficial que le ha fabricado las barajas, que es Xristobal de Sabogal, le ha pagado por cada ciento, nueve patacones y medio, y que en tiempo de Domingo de Partearroyo se pagaba a siete patacones; y que se gastan seis pliegos de papel en cada baraja y así mismo con una carga de harina floreada se hazen quinientas barajas, y que por lo que mira a los colores esto es tan corto el costo, que siendo el maior el de una libra de añil de el que traen de Quito que con ella se podrán pintar cinco mil barajas, y los demás colores se componen de chica, sumo de col y tierra de ocre: que con los que dan los cartones que sobran de dichas barajas, hay para el costo como el de escobillas, o cepillos y artezas y que es muy necesario de tener una paila para el engrudo y además de los nueve patacones y medio que he pagado al dicho Xristobal de Sabogal le he dado para el indio que suele asistir al tiempo en que se bruñen dichas barajas que estos se reducen cada quinientas, seis reales y así mismo cada que se ofrece hacer engrudo dos reales para leña y que esto es verdad so cargo de juramento.63
Para una población que en la época no sobrepasaba los 3.000 habitantes, quinientas barajas evidencian el poder del juego. La pasión por el juego de naipes interesó tanto a los indios, que tenemos referencias para otras ciudades de la Nueva Granada, de la existencia de verdaderos tahúres indígenas, expertos en el juego y también en “trampear”. Del auto de vistas realizado al curato de Neiva por don Juan José de Los Ríos y Teherán, Secretario de Cámara del Arzobispo de Bogotá Pedro Felipe de Azúa, el 9 de marzo de 1752, nos informamos que la endemia del juego afectaba también la vida de los curas:
no acostumbren semejantes juegos so pena de excomunión no usen ni acostumbren dichos juegos de suerte, principalmente los de dados, por los inconvenientes que de ellos resultan, así en ajarse el estado sacerdotal como en la aniquilación de sus cortas rentas para su diaria manutención, y con el vicio del juego se exponen a su total destrucción.64
Las evidencias encontradas nos hacen pensar que sin desestimar la importancia que pudieron tener los juegos de bolas, bolos, de pelota, las mesas de truco y la ruleta; los juegos de naipes convidaban en la mayoría de los casos a los jugadores del Nuevo Reino. La presencia de españoles enjuiciados por el juego de naipes es constante, pero el juego ponía en igualdad de condiciones a los peninsulares con negros, mestizos e indios convirtiéndose de esta manera en un factor de sociabilidad y encuentro de los diferentes grupos sociales neogranadinos. En la actualidad se desconocen los reglamentos de la mayoría de los juegos de naipes del barroco español. Horacio Salas establece que se jugaba: “el del hombre (especie de tresillo), rento y pollas, cientos, repárolo siete y llevar, las tintas, la primera, quince, treinta, la flor, capadillo, tenderete, bazas, triunfo, entre muchos otros”.65 Se entiende por tresillo el juego de naipes en el que participan tres personas y en el cual gana el jugador que hace el mayor número de baza (refiere el número de cartas que recoge el que gana). El juego del quince se entiende como tres veces cinco y el triunfo hace referencia a la carta del palo preferido en algunos juegos. Por la misma época José Calderón del Castillo, siendo alcalde ordinario de Timaná informaba: Por asunto he sido notificado que el día veinte y ocho de abril de este presente año se quedaron varias personas sin misa por estar entretenidos en el juego de bolas en casa de Sebastián Muñoz, quien con consentimiento del señor gobernador de esta provincia mantiene dicho juego de bolas, y siendo preciso reparar los daños que se suceden en dicho juego, por lo que debíamos mandar y mandamos, se le notifique al dicho Sebastián Muñoz como así mismo a Francisco de Parra quien mantiene dicho juego en esta dicha villa con consentimiento de dicho señor gobernador, no permitan que jueguen
Estando el juego de suerte, principalmente el de dados, prohibido por varias Cédulas Reales y en su cumplimiento ordenado y mandado bajo graves penas a los eclesiásticos sacerdotes y de menores ordenaciones 64 63
García Barrero, Neiva en el siglo xvii… pág.146.
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65
Díaz Jordán, Proceso Histórico… pág.145. Salas, Horacio, La España Barroca, Madrid, Altalena, 1978, pág.154.
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Historia Comprehensiva de Neiva dicho juego día de trabajo, ni los días festivos antes de misa mayor, ni que jueguen hijos de familia, ni esclavos, ni criados.66
En los albores de la época de la independencia, en la Nueva Granada se llevaban muchos juicios por el vicio del juego. En Neiva, en 1807, Diego Godoy es inculpado por su dedicación al juego. En dicho expediente se constata que: “es público que el expresado Don Diego es un hombre ocioso, jugador y mal entretenido que tiene ha como seis años abandonada su mujer y familia, manteniéndose solamente de lo que entrampa a cuantos puede; que tampoco se le conoce inclinación ni remota al trabajo o algún destino a poder subsistir”.67 En la sentencia del juicio a Godoy se le condena al servicio de la corona en las Antillas y al destierro por ocho años que el virrey no ratificó por considerar la condena excesiva y ordena que en la causa de dicho “entretenido” se determine con puntual arreglo a la instrucción del 16 de julio de 1790, que al parecer favorecía más al inculpado.
A manera de Conclusión
Como vemos, el tiempo festivo y la entretención pública ocupaban mucho
del tiempo de la población de Neiva en la época colonial, de lo cual heredamos mucho en nuestra vida contemporánea. La sociedad de la Nueva Granada al igual que la de Neiva Colonial se fundamentaba como todas las sociedades de antiguo régimen en la representación del estatus cortesano cuyo calco de las instituciones europeas se tradujo en una experiencia singular, ya que en nuestro medio no tuvimos la riqueza, la distinción y el consumo ostentoso de las cortes del viejo mundo. Es claro, que el uso del tiempo de los hombres en las cortes no es el tiempo de los hombres que reglan su vida bajo la condición de cuentas y ganancias, sino un tiempo fundamentalmente ocioso. Aquí la celebración de fiestas y la entretención en los juegos llenaron muchas de las horas del calendario colonial que la reforma borbónica con su énfasis en la utilidad del trabajo y las artes, morigeró pero no cambio totalmente hasta nuestros días el uso del tiempo que implica una ética del trabajo capitalista.
Las mujeres en la sociedad colonial de Neiva Martha Isabel Barrero Galindo Universidad Surcolombiana
Durante la época colonial se consolidó el patriarcado con su ideología,
la cual fue un factor decisivo en el proceso histórico de opresión de la mujer ya que permeó todas las estructuras sociales. La ideología patriarcal se fue afianzando y retroalimentando a lo largo de tres siglos, de modo generalizado en el sector blanco y mestizo y en menor grado en las etnias indígenas y negras, logrando imponer un deber ser de la mujer que sustentó su rol a partir de su “condición natural”; la mujer entonces comenzó a ser calificada como ser secundario, débil o inferior por naturaleza, a causa entre otras cosas, de su función procreadora. Así se fue abriendo paso la ideología acerca de las virtudes naturales de la mujer: delicada, necesitada de protección, madre ejemplar, esposa sumisa y sobreprotectora de los ancianos. La Iglesia consagró a la virgen María como modelo de las mujeres en el estereotipo de la naturaleza de la mujer: “sirvienta del señor”, madre de los huérfanos, consuelo de los débiles. Es un modelo abstracto de femineidad, “sin mancha”, no poseída, venerable, mediadora de la salvación, reverso de Eva y, por encima de todo, mujer-madre.1 Una muestra de este imaginario está presente en el Manual de la perfecta casada de Fray Luis León,2 obra dedicada a su sobrina María 1
66 67
Salas, La España... pág.156 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Criminales, t. 124, f.327r.
2
Vitale, Luis, La mitad invisible de la Historia Latinoamericana: El Protagonismo Social de la Mujer, Buenos Aires, Suramericana / Planeta, 1987 págs. 45 -67. Guerra, Lucia, La mujer fragmentada: Historia de un signo, Chile, Cuarto Propio, 2006, pág.53.
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Historia Comprehensiva de Neiva
Varela Osorio como regalo de boda. Durante muchos años este libro fue un éxito editorial estableciéndose como el manual clásico de la mujer cristiana, siendo muy común que el hombre lo regalara a la mujer que tomaba como esposa.3 La teología moral de fines del siglo xvi y xvii tendió a identificar el pecado casi exclusivamente con sexualidad, considerando al cuerpo y la sexualidad femenina como la fuente provocadora del pecado, por lo que debía ser el punto en que se concentrara toda la fuerza de la represión.4 Lo anterior repercutió en los códigos de conducta dictados por el honor, ya que estos no eran iguales y tenía significados distintos para ambos sexos. En el caso de los hombres, el honor era un valor proveniente de la riqueza, la ascendencia, las demostraciones de valentía y hombría, y de su ejercicio de autoridad sobre la familia. Por el contrario, el honor de las mujeres recaía casi exclusivamente en su sexualidad, conservando estas el honor siempre y cuando mantuviesen su reputación como hijas, esposas castas y reservadas; su pureza sexual era la clave para mantener el honor familiar basado en los nacimientos legítimos, la limpieza del linaje (cristiano y europeo), y la acumulación de riqueza por medio de uniones matrimoniales ventajosas. Únicamente podían ser considerados honorables aquellos que demostraban la ascendencia española, limpieza de sangre, cierto nivel de riqueza, y que reconocían y practicaban las costumbres católicas. Así se generó una división entre una élite blanca peninsular que podía reclamar el honor, y otros grupos sociales que no podían hacerlo, como eran los indígenas, negros y sus descendientes.5 La familia era considerada jurídicamente como un grupo esencialmente doméstico, circunscrito a las personas que vivían bajo un mismo techo; en ella se establecía la primacía del padre, es decir, la autoridad paterna por sobre todo y sobre todos los integrantes de la familia. En esta concepción patriarcal, el padre centralizaba las funciones de gobierno y de dirección, lo que implicaba sometimiento y obediencia de la mujer y los hijos; en este orden, la familia era un mecanismo de socialización de la moral y de la política. 3
4
5
Lazcano, Rafael, Fray Luis de León, un hombre singular, Madrid, Editorial Revista Agustiniana, 1991, pág. 68. Bidegain, Ana María, “Sexualidad, Estado, Sociedad y Religión: Los controles de la sexualidad y la imposición del matrimonio monogámico en el mundo colonial hispanoamericano”, Revista de Estudos da Religião – rever, 2005. Mejía Espinosa, María Emilia, La preocupación por el honor en las causas judiciales seguidas por adulterio en la Nueva Granada entre 1760 y 1837, Monografía de grado, Bogotá, Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, 2011, págs. 21-23.
Las mujeres en la sociedad
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De esta forma se convertía en el núcleo básico que mantenía las costumbres, el orden y determinadas. La correcta constitución de la familia patriarcal se realizaba a través del matrimonio cristiano. Para la Iglesia Católica el matrimonio era la base de asentamiento y proyección de la sociedad y de los sujetos hacia el plan de Dios. No podía existir unión si esta no era avalada por la iglesia.6
Normatividad para matrimonios
De
acuerdo a la ley, estaba prohibido que los hombres menores de veinticinco años y las mujeres menores de veintitrés años, pertenecientes a cualquier clase social, contrajeran matrimonio sin el consentimiento o licencia de su padre, quien en caso de oponerse, no estaba obligado a dar la razón ni explicar la causa de su resistencia o disenso; por tanto, cuando los hombres cumplían veinticinco años y las mujeres veintitrés, podían casarse a su arbitrio sin necesidad de pedir ni obtener consejo o consentimiento de su padre. Cuando en la familia faltaba el padre, la autoridad para el otorgamiento del permiso recaía en la madre, pero en este caso los hombres y las mujeres adquirían la libertad de casarse a su arbitrio un año antes: los varones a los veinticuatro y las mujeres a los veintidós. A falta de padre y madre tenían la misma autoridad tanto el abuelo paterno como el materno, pero la libertad de casarse era concedida dos años antes: los varones a los veintitrés y las mujeres a los veintiún años. Si se carecía de abuelo paterno y materno, la autoridad para aprobar el matrimonio de los menores recaía en los tutores, y si no se contaba con ellos, el responsable era el juez del lugar de residencia de los jóvenes, caso en el cual la libertad de casarse a su arbitrio era adquirida por los varones a los veintidós años y por las mujeres a los veinte. Los vicarios eclesiásticos que autorizaban matrimonios para el que no estuvieren habilitados los contrayentes, eran expatriados, y sus temporalidades ocupadas; de manera similar, los contrayentes eran castigados con la pena de expatriación y de confiscación de bienes.7
6
7
Donoso, Igor Goicovic, Mujer y Violencia Doméstica, Conductas reactivas y discursos legitimadoras. Chile, Centro de Estudios Miguel Enríquez, 2001, pág. 2-3. “Real Decreto de Don Carlos IV”, 1803, en Archivo General de la Nación (agn), Bogotá, Sección Colonia, Fondo Historia Eclesiástica, Legajo 18, ff. 844-847.
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Las mujeres en la sociedad
Regulación del vestido
que cortaren ó hicieren públicamente ó secretamente qualquier ropa contra lo contenido y declarado en ella (…) por la primera vez que lo hiciera (…) incurran en quatro años de destierro (...) de qualquier ciudad, villa ó lugar (…) y condenados en la dicha pena pecuniaria.10
El vestir era una forma de mostrar la condición de mujer virtuosa y de establecer la pertenencia a una clase social, por lo que fue regulado para impedir que se presentaran abusos y desordenes en contra de las buenas costumbres. Entre estas regulaciones, se encuentra la prohibición a las mujeres de cubrir su rosto, sin excepción de su condición social, de manera que pudieran ser vista y reconocida por todos; el incumplimiento de esta norma podía ser castigado con una multa, el destierro o en caso de reincidencia, con la ejecución. Los vestidos de las mujeres españolas y criollas podían ser fabricados de terciopelos lisos y labrados, negros y de colores, tafetanes lisos, labrados y de todos los géneros de seda que fueran fabricados en el Reino de España, en sus dominios y en las provincias amigas con quienes tenían comercio. Las mujeres mestizas e indias8 no podían vestir de seda ni de otros materiales mezclados con ellos, solo podían usar trajes de paño, jerguilla raja, bayeta o cualquier género de lana sin mezcla alguna de seda.9 A las mujeres públicas o prostitutas les era prohibido usar escapularios y hábitos religiosos; para ellas existieron restricciones en el vestir, pero que solo se aplicaban fuera de sus casas. Las penas al incumplimiento de estas normas eran sancionadas duramente, no se escapaban los compradores ni los confeccionistas. Mandamos, que qualquiera persona ó personas, hombres ó mujeres, de cualquier estado, calidad ó preeminencia que sean, que traxeren los dichos trajes y vestidos, ó inventaren otros de nuevo contra lo contenido en esta ley, los hayan perdido y pierdan con otro tanto de su valor, el qual aplicamos para obras pias de los lugares donde se condenaren, á disposición de la Justicia de ellos: y que los sastres y jubeteros, calceteros, cordoneros y sombrereros, y sus obreros y otros qualesquier oficiales, ó otras personas de qualquier calidad que sea, 8
9
“Novísima Recopilación de las Leyes de España, De los Trajes y Vestidos; Uso de Muebles y Alhajas” Libro xvi. Título xiii. Ley xi. Madrid 1805, en Archivo Histórico de Ibagué (ahí), Ibagué “Las mujeres de los sastres, zapateros, carpinteros, herreros, tejedores, pellejeros, tundidores, curtidores, zurradores, esparteros y especieros y de oficios semejantes a estos o más bajos como obreros y labradores, no pueden usar sedas, solamente traer sayuelos ó gorretes de seda, y un ribete en los mantos de paño”, pág. 182. “Novísima Recopilación de las Leyes de España, De los amancebados y mujeres públicas” Libro xvi. Título xiii, Ley xi, Madrid, 1805. en ahi, Ibagué.
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Vestir de ropas negras u oscuras cuando un familiar próximo en consanguineidad moría, significaba una muestra de dolor y tristeza por el ser querido perdido, el no usarla era ofensivo e irrespetuoso y se interpretaba como un acto escandaloso por parte de la mujer. El vestido debía ser negro de paño, bayeta o lanilla, no se podía llevar ningún arreglo ni usar joyas vistosas; este tipo de ropas debía obligatoriamente llevarse por seis meses cuando se trababa de los abuelos, suegros o hermanos, y por más tiempo cuando era el esposo o personas de la realeza.
Mujeres españolas, criollas, y mestizas acomodadas
La mujer de la alta sociedad debía preocuparse por ser y parecer virtuosa,
estar siempre confinada en su casa, ser amorosa, dócil, respetuosa de la autoridad de sus padres o tutores cuando se era soltera; pero en el momento de contraer nupcias esta autoridad era desplazada al esposo. La educación de la mujer estuvo dirigida al afianzamiento de la moral religiosa y al aprendizaje de actividades domésticas que le ayudaran a perfilarse como ideal para la conformación de una familia. El destino de la mujer era el de unirse para toda la vida a un hombre, pero esta realidad, según los estudios hechos por el investigador Pablo Rodríguez, era muy distinta dependiendo de las clases sociales, pues “entre los españoles y los blancos de la élite, como entre los mestizos acomodados, el matrimonio católico era un principio básico. No así entre los mestizos pobres, los mulatos, los negros y los indígenas los cuales establecían perfectamente uniones de hecho.”11 Las mujeres criollas y españolas que no lograban contraer nupcias, o en algunas ocasiones eran atraídas por la fe, ingresaban a los conventos para llevar una vida de recogimiento y entrega total a Dios.
10
11
“Novísima Recopilación de las Leyes de España, De los Trajes y Vestidos; Uso de Muebles y Alhajas” Libro vi. Título xiii. Ley xi, pág. 189, en ahi, Ibagué. Rodríguez, Pablo, La Familia en Iberoamérica 1550 – 1980, Bogotá, Universidad Externado, Edición del convenio Andrés Bello, Unidad Editorial, 2004. pág. 256.
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La mujer de élite que pasaba una cierta edad sin contraer matrimonio o sin tomar los hábitos de monja, era mal vista y estaba sujeta a burla y agresión verbal permanente. La soltera que pasaba los 25 años de edad podía formalmente desempeñarse en cualquier actividad, pero en los hechos era discriminada, teniendo que refugiarse en el hogar de los padres o en el de alguna hermana o hermano para cuidar hijos y ancianos.12 Para las mujeres casadas, acompañar a su marido, realizar actividades sociales e ir a misa, eran las únicas labores que podía ejecutar fuera de su hogar; los hombres pertenecían a la esfera de lo público, mientras que las mujeres habían nacido para el encerramiento. En la relación conyugal, la mujer era sometida a la tutela del marido y tratada incluso legalmente como eterna menor de edad, careciendo de autonomía y contando con derechos limitados por los que no podía luchar, ya que chocaba con el derecho de corrección que tenía el marido sobre ella. Este protagonismo que tenía el hombre en lo social, era fundamentado en lo biológico al creer que era el verdadero generador de la vida, porque según la creencia de la época, este “provee con su esperma la materia viva, mientras que la mujer es sólo el receptáculo pasivo y débil”; esta concepción se mantuvo hasta el año de 1877, cuando se “descubrió” el papel fundamental de la mujer en el proceso de fecundación.13 Los matrimonios y uniones eran realizados teniendo en cuenta la pureza de sangre, es decir, este debía realizarse entre iguales, de manera que difícilmente un blanco podía entablar una relación marital con una mestiza o una indígena, aunque se dieron relaciones clandestinas que al ser descubiertas eran duramente castigadas. La mujer ni siquiera podía elegir su pareja, pues el matrimonio era un acto ritual sin amor ni consenso; la gente se casaba por otros motivos que para ellos eran mucho más importantes, como por ejemplo los intereses, la sobrevivencia de grupo, el reforzamiento del linaje, las relaciones políticas, etc. El matrimonio monógamo garantizaba la descendencia y el traspaso de la herencia a los hijos legítimos, dándole continuidad al patriarcado; en palabras de Goicovic Donoso: El matrimonio debía fundarse en la monogamia, la indisolubilidad, la convivencia cordial y el amor a los hijos. Independiente que un sujeto se uniera a una mujer por afecto, pasión o compromiso familiar, al 12 13
Vitale, La mitad invisible… págs. 45 -67. Vitale, La mitad invisible… págs. 45 -67.
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casarse se contraía una alianza única e indisoluble que sólo podía romperse con la muerte de uno de los conyugues. Por otro lado solo se reconocía la validez de las relaciones afectivas al interior del matrimonio en función de un objetivo legítimo y admitido; la perpetuación de la especie.14
Las disposiciones de los obispos sobre el matrimonio se vieron reforzadas por los tratados de teología moral y los confesionarios impresos a lo largo del siglo xvii y xviii. En consonancia con el concilio de Trento y con las disposiciones de la Junta Magna, la afirmación del matrimonio fue ligada a la negación de cualquier otra forma de relación de género que admitiese relaciones eróticas y afectivas. La Iglesia, mediante su doctrina canónica de regulación de las relaciones humanas, asoció las transgresiones de estas leyes al concepto de pecado -su incumplimiento llevaba a la condenación del alma-. Se encuentra así la declaración de diversos “crímenes” contra la celebración y la práctica del matrimonio. De esta forma, encuadrando la normativa del matrimonio, convirtiéndolo en sacramento y logrando que se le diera el reconocimiento civil, la Iglesia mantuvo sus prerrogativas de control sobre las personas y la sociedad, además de sus prerrogativas en el plano espiritual.15
Las expresiones de afecto y cariño espontáneo no eran en la sociedad tradicional ni un derecho ni un privilegio; ningún individuo ni sector social se encontraba al margen de las disposiciones emanadas tanto del Estado como de la Iglesia Católica, instituciones que reglamentaban la práctica del “buen amor”. Las demás manifestaciones propias del ejercicio de las pasiones y de las instituciones afectivas se encontraban claramente indicadas en los códigos legales y en los documentos eclesiásticos, y eran duramente reprimidas por los organismos especializados y los representantes de ambas instituciones. Desde la perspectiva de la iglesia, la pareja debía evitar el desorden en sus relaciones y erradicar la lujuria, la que se suponía era una característica de las relaciones adúlteras, así que solo la relación conyugal fecunda era considerada como la forma ideal del ejercicio de la sexualidad humana como parte integrante del modelo matrimonial, mientras que 14 15
Donoso, Mujer y Violencia… págs. 2-3. Bidegain, “Sexualidad, Estado…”.
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cualquier otro tipo de conducta sexual era considerada una desviación a la norma de la alianza.16 Las separaciones en las parejas españolas y criollas más acomodadas eran escasas, por cuanto había que ocultar cualquier desavenencia con el fin de mantener hacia el exterior la imagen del matrimonio indisoluble, farsa que era sufrida fundamentalmente por la mujer quien, debía soportar calladamente todos los abusos, maltratos e imposiciones que el hombre deseara. El matrimonio colonial descansaba en diferencias notables de edad a favor del varón. En promedio el varón era entre 12 y 15 años mayor que su esposa, pero eran corrientes diferencias de 20 y hasta 30 años. Siendo muy extraños los casos en los que la mujer era mayor. Estas diferencias generaban una elevada viudez femenina, de la cual un grupo muy reducido contraía nuevas nupcias. Bajo este patrón matrimonial, la viudez femenina era casi natural.17
Cuando se llevaba a cabo un matrimonio, el hombre recibía por parte de la familia de la novia una dote, que era un valor representado en: tierras, ganado, joyas, ropas, utensilios de casa, herramientas, esclavos y otros, que servían como sostenimiento económico a la unión, y que en palabras de hombres de la época “ayudaban a las cargas del matrimonio”;18 el esposo por su parte estaba obligado a conservar y a responder por la dote con su persona y bienes. De acuerdo a Pablo Rodríguez, las familias se preocupaban por reunir una dote que hiciera atractivas a sus hijas; sin embargo, carecer de esta no impedía concertar una unión, aunque sí representaba una desventaja.19 Cuando la mujer contaba con familia, eran sus padres o familiares cercanos quienes directamente le daban su dote, en el caso contrario, la única esperanza era recibir una donación o herencia de un familiar lejano 16 17 18
19
Donoso, Mujer y Violencia… págs. 2-3. Rodríguez, La Familia en Iberoamérica… pág. 256. Archivo Academia Huilense de Historia, Escritura de Testamento. Notaría primera de Neiva, Vol. VII, T.I. Agosto 3 de 1631. “Francisco Gutierrez, vecino de la ciudad de Neiva y ante el escribano público, otorgó testamentalmente:“ que fue casado con Doña María Magdalena de Cárdenas y que recibió de los padres de ésta y en calidad de dote para ayudar a las cargas del matrimonio, varios semovientes de varias especies; y que se obligaba conservarlos y a responder por ellos con su persona y bienes”. Tovar, Bernardo, compilador, La Historia al Final del milenio, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1995.
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o persona que le estimara y la quisiera ayudar con o sin condiciones, como podemos apreciar en las escrituras que transcribimos a continuación: Por escritura de 10 de febrero de 1727 otorgada ante el Alcalde ordinario de Neiva Juana García se compromete a sostener y educar a la menor Jacinta de Herrera y a donarle unos semovientes siempre y cuando que cuando tome estado lo haga a su gusto.20 Francisca Díaz de Hidalgo ordena que de sus bienes se distribuyan doscientos patacones entre las doncellas Petrona de Alarcón, Victoria Suárez, Juana de la Sierra y Agustina Leonor Suárez a razón de a cincuenta a cada una.21
El valor y contenido de la dote variaba de acuerdo a la posición socioeconómica de la mujer, su pureza de sangre y virginidad. En la ciudad de Neiva, en el año de 1707, Rodrigo Lara Zarate y Valdes recibió de los padres de su esposa 944 patacones como dote;22 en 1678 los padres de doña Francisca de Figueredo le dieron como dote a su yerno Juan Roman de Sanabria, tres estancias de ganado mayor avaluadas en 150 patacones, varios semovientes, prendas de vestir, alhajas, y otros objetos, todo por el valor de 593 patacones;23 en 1741 los padres de doña Ana María de Cuenca y Cortés aunque no le ofrecieron tierras al Maestre de Campo José Manuel Perdomo de Betancourt, le dieron una dote por el valor de 663 patacones, y por la limpieza de sangre y virginidad de su hija le aumentaron 300 patacones más.24 Una vez contraídas las nupcias, era el esposo quien debía a través del proceso de reconocimiento de dote reportar el valor de la misma ante el escribano público, el alcalde o la principal autoridad del lugar donde residiera; este procedimiento legal garantizaba la claridad no solamente en el cumplimiento de la entrega de la dote por parte de la familia de la novia, sino que además le garantizaba a la mujer un seguro económico que debía 20
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23
24
Archivo Historico del Huila (ahh), Neiva, Escritura sobre Compromiso, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo.i, febrero 10 de 1727. ahh, Neiva, Escritura sobre Testamento, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo ii, agosto 23 de 1732. ahh, Neiva, Escritura sobre carta de dote, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, noviembre 19 de 1707. ahh, Neiva, Escritura sobre Testamento, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, octubre 8 de 1678. ahh, Neiva, Escritura sobre Testamento, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, enero 3 de 1741.
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ser cuidadosamente resguardado por su esposo; aun así, esto no impedía que algunos hombres quisieran ignorar el procedimiento, situación que tuvo que ser vivida por Agustina Perdomo, cuya dote fue reportada directamente por sus padres, y por Josefa de Manchola, cuya dote fue reportada por su madre: Ante el escribano público de la ciudad de Neiva, parecieron Jorge Perdomo de Betancourt y Juana Rodríguez Corchuelo, su mujer, y dijeron: -que había puesto en estado a su hija Agustina Perdomo y casado con Diego Ortiz Carbajal; y que como ayuda y dote, daban á su hija y yerno los siguientes bienes: prendas de vestir, alhajas, semovientes (…) todo por valor de 400 patacones [no le dieron tierras].25 Por escritura de 19 de octubre de 1738 otorgada ante el Alcalde ordinario de Neiva, María Teresa Perdomo de Betancourt, viuda de Juan Antonio de Manchola declara que cuando casó a su hija Josefa de Manchola con Bernardino de Sena y Charre le dio en dote la cantidad de 404 patacones en diversas especies. [no se relacionan Tierras].26
Aunque la dote era ofrecida al esposo por la familia de la comprometida, no pasaba al pleno dominio del marido, pues esta no podía ser vendida sin el consentimiento de la esposa. En septiembre del año 1632, María de los Ángeles —mujer de Gabriel de Solarte— realizó una reclamación ante el escribano público de la ciudad de Neiva, contradiciendo la venta que sin su autorización había realizado su marido de unas tierras y estancias de ganado mayor y ganado vacuno, ya que se quedaba sin bienes para mantener a sus hijos.27 La mujer, por no tener ningún derecho jurídico no podía ocupar cargos públicos ni participar en los asuntos legales en su propio nombre, ello implicaba el no poder manejar directamente sus bienes como la dote o la herencia dejada por sus padres, familiares o esposo, por lo que se veía obligada a otorgarle poder a su marido, o si era viuda a sus hermanos mayores, padres o hijos mayores si se tenían, e incluso a funcionarios de la 25
26
27
ahh, Neiva, Escritura sobre carta dote, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, agosto 19 de 1679. ahh, Neiva, Escritura sobre carta dote, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo ii, octubre 19 de 1738. ahh, Neiva, Protesta de venta de tierras y semovientes, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, septiembre 25 de 1632.
Las mujeres en la sociedad
401
Real Audiencia, buscando amparo y protección de sus bienes y derechos económicos. En el año de 1631, el capitán Andrés Palomino mediante acto de escritura quedó autorizado por su mujer Margarita de Cleves para vender las tierras que a ella pertenecían, las cuales se encontraban ubicadas en la jurisdicción de Timaná en el sitio de San Juan Bautista.28 En 1732 ante el escribano público, Magdalena de Gaona, viuda de Ambrosio Perdomo de Aldana, confirió poder al Doctor Fernando Gómez Molina, abogado de la Real Audiencia, para que la representara ante los señores presidentes y oidores en razón de los agravios que ella declaraba había recibido de los jueces que conocieron de los inventarios de la sucesión de su marido.29 Esta condición de impedimento jurídico solía causar problemas a las mujeres que habían sido casadas con hombres viudos, pues al morir ellos y no dejar testamento las ponían en situación de desventaja frente a los hijos mayores del primer matrimonio, como le ocurrió a María Molina, —viuda del Capitán Juan de Valenzuela y Fuenmayor— quien en el año de 1678 tuvo que recurrir ante el escribano público de la ciudad de Neiva para otorgarle poder a Melchor de los Reyes Molina, su padre, autorizándolo para que la representara a ella y a sus hijos ante los jueces y oidores de la Real Audiencia y los tribunales superiores e inferiores, con el fin de buscar protección de sus derechos y los de sus hijos sobre los bienes de la sucesión de su finado esposo.30 No siempre todas la mujeres estaban dispuestas a dar poder a sus esposos o familiares para que hicieran negocios a nombre de ellas, existieron casos como el de dona María de Sotomayor, a quien denunció su esposo por haber fundado una capellanía sin el consentimiento de él. En el año de 1677, ante el escribano público de la ciudad de Neiva, se presentó Diego Lozano Lucero como tutor y curador de la persona y bienes de Doña María de Sotomayor, para otorgar poder al capitán Don. Sebastián de Poveda y Artieda y á Isidro López Madero procurador del número de la Real Audiencia, en forma general, para todos los pleitos, causas y negocios civiles y criminales, eclesiásticos, seglares 28
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30
ahh, Neiva, Escritura de Poder. Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, abril 23 de 1631. ahh, Neiva, Escritura de Fundación de Capellanía. Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, enero 7 de 1732. ahh, Neiva, Escritura de Poder, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, marzo 2 de 1678.
402
Historia Comprehensiva de Neiva
Las mujeres en la sociedad
(…) especialmente en el de la dicha tutela y su defensa y contradicción a la capellanía que fundó la dicha Dña. María de Sotomayor siendo incapaz para ello y sin su consentimiento.31
En 1731 Feliciana mujer legítima de Antonio Polaina de la Torre, funda una capellanía de misas por la cantidad de 200 patacones, sobre las tierras del sitio de Malpaso de la jurisdicción de Neiva y algunos semovientes y nombra por primer capellán a don Francisco Javier Vargas Figueroa.36 1731 Ese mismo año, Mateo Polaina de la Torre y Jacinta de Molina, su mujer fundaron una capellanía perpetua de misas de cuatro mil patacones en veinte estancias de tierra de ganado mayor de las modernas en el potrero que llaman de los Seborucos a cincuenta patacones cada uno cuyos linderos son: desde la boca del Callejón grande hasta la puerta de Maco; y desde la orilla del río grande de la Magdalena hasta el cerro que divide dicho potrero del Llano grande (…) Se nombra asimismo por patrono de dicha capellanía y nombra por primer Capellán a Pedro Ignacio Polaina de la Torre y Molina hijo de los otorgantes.37
Aunque la mujer no tenía una manejo directo sus bienes, podía incidir y participar en actividades económicas que eran propias de los hombres mediante el uso de la figura del albacea, es así como en la ciudad de Neiva encontramos registros de mujeres que participaron en el comercio de esclavos (ver cuadro 1) y la creación de capellanías en vida o a través de testamentos, adjudicando dinero, semovientes o tierras. Victoriano de Espinosa y Paula Narváez su mujer, fundan una capellanía perpetua de misas la cual imponen sobre catorce estancias de tierras de granado mayor de las modernas que tiene en el sitio de El Trueno de la jurisdicción de Neiva.32 En 1749 Juan de Moya en nombre y con poder de Mariana Lomelin viuda del sargento Juan López de Olivera funda una capellanía de misas perpetua de valor de 300 patacones.33 En 1719 Jerónimo del Castillo Riverol albacea de María Perdomo y Aldana cumpliendo con la cláusula testamental, funda una capellanía de misas de valor de 430 patacones y medio real, y la impone sobre 5 estancias de tierra de ganado.34
Las capellanías tenían la doble finalidad de contribuir a la salvación del alma de los fundadores y generar una renta, a partir de la cual se mantenía un capellán en forma vitalicia; de esta forma, “los fundadores segregaban de su patrimonio unos bienes que se destinaban a la manutención del clérigo poseedor de la capellanía, el cual se comprometía a celebrar en una capilla un cierto número de misas u otros rituales sagrados por el alma del fundador y, normalmente, también su familia”.35 31
32
33
34
35
ahh, Neiva, Escritura de Poder. Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, octubre 21 de 1677. ahh, Neiva, Escritura sobre Fundación de Capellanía, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo ii, enero 7 de 1732. ahh, Neiva, Escritura sobre Fundación de Capellanía. Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, septiembre 18 de 1749. ahh, Neiva, Escritura sobre Fundación de Capellanía, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, noviembre 10 de 1719. Castro Pérez, “Las Capellanías en los siglos xvii – xviii a través del estudio de su escritura de fundación” en Anuario de Historia de la Iglesia, vol. xvi, 2001, págs. 335 – 347.
403
Cuadro 1 Participación de las mujeres en el comercio de esclavos, Neiva 1723 – 1792 Vendedor
Comprador
Felix Sánchez de Aconcha (cura beneficiario) Bernardo de la Peña Con poder de su mujer Cayetano Bonilla
Isabel Perdomo de Betancurt
36
37
Nombre del Valor esclavo Victoria 150 (mulatica) patacones
Año Febrero 26 de 1723
María de Figueroa
María (mulatilla)
290 patacones
Mayo 1 de 1724
María de Figueroa
Negra Esclava
325 patacones
Junio 13 de 1731
ahh, Neiva, Escritura sobre Fundación de Capellanía, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, febrero 16 de 1731. ahh, Neiva, Escritura sobre Fundación de Capellanía, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, mayo 26 de 1731.
404 Vendedor Licenciado Antonio Suaza y Mondragón cura beneficiario María Teresa Perdomo
Rita de Salazar Francisca de Ávila
Juan de Pastrana Francisca Pedreros, con licencia de su esposo Nicolás de Avila Francisca Pedreros, con licencia de su esposo Nicolás de Avila Francisca de Medina
Historia Comprehensiva de Neiva Comprador María Francisca Ramírez y Oviedo
Margarita Rodríguez
Tomás Pérez José Marcos Ramón, Alguacil Mayor María Manuela Carnero Juan José Sandoval
Nombre del Valor esclavo Elena 200 patacones
Incolaza (negra)
Manuela (mulata) María (mulata)
320 patacones de a 8 reales castellanos 100 patacones 240 patacones
Las mujeres en la sociedad
Año
Vendedor
Septiembre 1 de 1743
Francisca de Medina
Manuel de Collazos Pedro López Carvallo
Mayo 8 de 1746
Gervasia Losada viuda de Juan de Dios Lavado Juan Felipe Serrano
Julio de 1746 Junio 27 de 1747
Comprador
Francisca de Arias
405
Nombre del Valor esclavo Bernarda 60 patacones (mulata) de a 8 reales castellanos María 225 Valeria patacones Losada de 8 reales (mulata) castellanos Narcisa Sánchez (mulata) Y su hijo Clemente (mulatico)
250 patacones de 8 reales castellanos
Año Mayo 13 de 1755 Agosto 25 de 1791
Diciembre 14 de 1792
Fuente: ahh, Neiva, Escrituras sobre venta de esclavas. Notaría primera de Neiva, vol. vii, Tomos: i, ii iii, iv, v y vii. Años 1694–1799.
200 patacones
Octubre 13 de 1751
600 patacones de 8 reales castellanos
Agosto 24 de 1754
Juan José Sandoval
Isabel (negra) Y su hijo Jacinto (negro), su mujer María Antonia y sus hijos Francisco y Dominga Baltazar y Juan María
400 pesos de 8 reales castellanos
Marzo 1 de 1755
Jorge de Medina
Gregoria (mulata)
130 patacones de a 8 reales castellanos
Mayo 13 de 1755
El fundador tenía la potestad de establecer diferentes aspectos de la capellanía, tales como: el monto para la creación, las obligaciones del capellán, la persona en quien debía recaer el patronato, los bienes sobre los que se imponía la fundación, las fechas y lugar en que debían decirse las misas, el culto o advocación a un Santo o Virgen, y la forma de sucesión cuando la capellanía quedaba vacante.38 Por escritura de 12 de Febrero de 1727 otorgada ante el Alcalde ordinario de Neiva (…) el capitán Juan Bautista de Salazar y Francisca Díaz Hidalgo, marido y mujer convienen en que por no tener hijos ni herederos forzados han de heredarse el uno al otro y que al morir el último con sus bienes se funde una capellanía de la cual ha de ser patronos dos niños que han criado, cuyos nombres no dan, en caso de que reciban órdenes sacerdotales, o de nó a favor de la Virgen de Chiquinquirá de esta ciudad.39 38
39
Von Wobeser, Gisela, “La Función Social y Económica de las Capellanías de Misas en la Nueva España del Siglo xviii”. en Estudio de Historia Novohispana, n.º 16, 1996 pág. 119. ahh, Neiva, Escritura sobre Fundación de Capellanía, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, febrero 12 de 1727.
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Historia Comprehensiva de Neiva Mateo Polaynas de la Torre y Jacinta Molina, su mujer (…) disponen la fundación de una Capellanía de misas con el valor del tercio y el quinto de sus bienes cuando falleciere, que estiman poco mas o menos en 15.000 patacones, adjudicando el patronato de esta capellanía a sus hijos y demás descendientes, prefiriendo en todo caso al varón y al mayor, mientras los haya o a las mujeres en su defecto, en el mismo orden. Estos bienes consisten en semovientes y en las tierras que llaman de los Seborucos, entre el río de Neiva y rio grande [Magdalena], de esta jurisdicción.40 Por escritura de 7 de Enero de 1732 otorgada ante el Escribano Público de Neiva (…) Victorino de Espinosa y Paula Narvaez su mujer, fundan una capellanía perpetua de misas la cual impone sobre catorce estancias de tierras de ganado mayor de las modernas que tienen en el sitio de El Trueno de esta jurisdicción que han adquirido de diferentes personas según consta de cartas de venta que están en el archivo de esta ciudad las cuales estiman a cincuenta patacones cada una, mas 150 reses de a dos patacones cada una, dando un total de mil patacones (…). El mismo Victorino de Espinosa se nombra como primer patrón de esta Capellanía y como segundo a su hijo mayor Bonifacio de Espinosa y designan como primer capellán cuando se ordene a Manuel Antonio de Gafaro.41
Las mujeres indígenas y mestizas
La comunidad indígena estuvo organizada a partir de la mita, la cual
obligaba a todos los hombres a trabajar en minas y haciendas, de tal manera que la mujer era quien debía asumir la responsabilidad de producir un excedente que le permitiera sobrevivir y dar cumplimiento al pago del tributo. Algunas mujeres indígenas tenían la posibilidad de hipotecar los pocos bienes que les habían sido dejados por sus padres o lo poco que ellas mediante el trabajo habían conseguido; con dichas hipotecas buscaban obtener dinero que les ayudase a cumplir con sus obligaciones económicas y del hogar, que muchas veces estaban por encima de lo que ellas podían ganar.
Las mujeres en la sociedad Por escritura de 6 de Junio de 1731 otorgada ante el Alcalde ordinario de Neiva, Isabel Quimbaya india Yanacona como deudora y Juan López de Olivera como su fiador se constituyen deudores de Manuela, Antonia, Tomás y José, hijos de la deudora y de José García por la cantidad de 186 patacones seis reales y medio, valor de su herencia paterna, hipotecando en garantía tanto deudora como fiador semovientes.42
Tanto las mujeres indígenas como las mestizas fueron explotadas económicamente, muchas de ellas trabajaban en sus casas produciendo pan, bizcochos, mermeladas; productos de ganadería como charqui, sebo, velas, cuerdas, quesos; además comerciaban con costuras y tejidos.43 Aunque las normas sociales y religiosas eran bastante estrictas sobre los compromisos del esposo y la esposa dentro de la unión matrimonial, en algunos casos los maridos abandonaban el hogar, dejando a su suerte a las esposas, pero también según Pablo Rodríguez, se daba el caso de que las esposas dejaban a los maridos.44 Las separaciones eran más frecuentes entre las parejas pobres indígenas y mestizas; las principales causas de la separación eran el maltrato, la infidelidad del marido y las arbitrariedades con los hijos. Las mujeres denunciaban a sus esposos buscando proteger a su familia, pues si el hombre las dejaba por otra mujer con la que estaba relacionado, las esposas corrían el riesgo de quedar desamparadas y de tener que hacerse cargo solas de la crianza de sus hijos. Así, las mujeres tenían la confianza de que en un juicio por adulterio los bienes de sus maridos pasarían a sus manos, o que las autoridades lograrían convencerlos de que retomaran su vida matrimonial; en cualquiera de los casos, el interés principal de las mujeres era evitar que su familia quedase desprotegida. De esta forma, la preocupación fundamental de una mujer al denunciar a su marido por adulterio era la manutención de su familia y de ella misma. 45 “El cura vicario de la ciudad de Neyva me ha representado, que Juan Andrés Diaz, marido de doña Juaquina Vivas no haze vida maritable con esta, por más que 42
43 40 41
ahh, Neiva, Escritura de Memoria. Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, sf. 1729. ahh, Neiva, Escritura sobre Fundación de Capellanía, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, enero 7 de 1732.
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44 45
ahh, Neiva, Escritura sobre Aseguro de Herencia, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, junio 6 de 1731. Soto Lira, Rosa. “Negras esclavas, Las otras mujeres de La Colonia”, en Proposiciones, vol. 21, diciembre de 1992. Tovar, compilador, La Historia al Final del milenio. Mejía Espinosa, La preocupación por el honor… pág. 63.
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Historia Comprehensiva de Neiva
al referido fin ha invocado la dicha doña Juaquina, quien está pronta a unirse con su consorte”. 46 Generalmente, los abogados terminaban fallando a favor de los hombres, con lo que las mujeres tenían que salir del hogar para ganarse la vida como sirvientas o vendedoras ambulantes, ya que el hombre recurría a artimañas para evitar ser castigado,47 y como la palabra del hombre era más valiosa que la de la mujer, resultaba para ella muy difícil demostrar el delito de su esposo, en muchos casos fue imposible.
La mujer esclava
Tener esclavos era un elemento de prestigio social y económico. La mujer
esclava era considerada como un bien de cambio y formaba parte del patrimonio familiar; no obstante, esta posesión y compañía no era exclusiva de las familias notables, ya que la gente de condición media, y aun pobre, se servía de algún esclavo,48 en palabras de Bernardo Tovar: Durante el siglo xviii, el trabajo de la población esclava sustentaba las principales actividades económicas de la Colonia, entre las cuales se contaban con las minas de oro y plata, las haciendas de ganado y los trapiches productores de miel, panela y azúcar. También era importante su presencia en oficios artesanales como la carpintería, sastrería, peluquería, zapatería, comercio ambulante y administración doméstica.49
Las esclavas eran ocupadas en labores del hogar como lavar, cocinar y criar hijos, también se desempeñaban como criadas en los conventos adonde eran llevadas por sus amas cuando estas decidían profesar.50 La mujer negra en su calidad de esclava transfirió diferentes valores con su trabajo: por un lado, reproduciendo a regañadientes nueva fuerza de trabajo esclava, y por otro, trabajando en las tareas domésticas al servicio de los patrones en las casas señoriales del campo y la ciudad.51 La mujer esclava 46 47 48 49 50 51
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Milicia y Marina, l. 130, ff. 411-414. Vitale, La mitad invisible… págs. 45 -67. Rodríguez, La Familia en Iberoamérica… pág. 249. Tovar, compilador, La Historia al Final del milenio. pág. 74. Soto Lira, “Negras esclavas…”. Vitale, La mitad invisible… págs. 45 -67.
Las mujeres en la sociedad
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fue entonces una mercancía que podía ser comprada o vendida de acuerdo a los intereses de sus amos y cuya voluntad estaba igualmente sujeta a su dueño, como ilustra el siguiente caso: “Manuel Perdomo de Betancourt, alcalde de Neiva su pedimento sobre una esclava que tenía en depósito, perteneciente a los menores hijos de Atanacio Trujillo y Jacinta Medina, esclavos, por cuya propiedad había pleito con José Medina”.52 Vender una esclava era equiparable a la venta de una casa, un terreno o cualquier otro objeto; el precio de su venta dependía del origen, la edad, salud, la experiencia en labores domésticas y en labores manuales (como tejer, coser, bordar, hacer encaje) y de la condición física para el trabajo; La mulata Mauricia por ejemplo, fue vendida en el año de 1679 por el valor de 270 patacones, la negra María fue vendida en 1680 por 425 patacones, y la mulatica Victoria fue vendida por 150 patacones en el año de 1723. De acuerdo a los registros de la Notaría Primera de Neiva, existen 283 escrituras que dan cuenta de la venta de mujeres esclavas durante 127 años comprendidos entre 1679 y 1806; no hay manera de saber si hubo un comercio informal, donde estas transacciones se hicieran sin necesidad de recurrir a las autoridades notariales. Estas fuentes dejan apreciar que durante los primeros 60 años (de 1679 a 1739), el comercio de mujeres esclavas en Neiva fue muy escaso, pues tan solo se reportan 20 escrituras de venta; posteriormente, desde el año de 1740 hasta 1799, es decir, durante los 60 años posteriores, hubo un considerable aumento de escrituras representadas en una cantidad de 207, para un total de 227 ventas realizadas durante la segunda mitad del siglo xviii (ver gráfico 1). Durante los primeros seis años del siglo xix, es decir, de 1800 a 1806, hay 56 ventas de esclavas reportadas, lo cual representa un aumento considerable frente al siglo anterior. De las 283 escrituras, aparecen 23 que se relacionan con la venta de un esclavo y una esclava, 20 con la venta de varios esclavos entre hombres y mujeres sin relacionar si son familia o no, 10 con la venta de familias (esclavo con su compañera y sus hijos), 18 de esclavas con su o sus hijos, y una de un esclavo con sus dos hijas; el resto de escrituras corresponden a la venta de una esclava (ver gráfico 2).
52
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Negros y Esclavos, l. 3, ff. 423–431.
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Historia Comprehensiva de Neiva Gráfico 1 Comercio de Esclavas en Neiva 1679 – 1799
Las mujeres en la sociedad
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familias, solamente en una escritura de las diez se afirma que la pareja era casada, las demás no registran ni dejan ver que fueran uniones legales, de igual manera en la forma de venta de un esclavo y una esclava se registran dos matrimonios, las demás ventas no dejan claro el tipo de relación que existe entre ellos. Cuadro 2 Ventas de Esclavos VENDEDOR
Fuente: ahh, Neiva, Escrituras sobre venta de esclavas. Notaría primera de Neiva, vol. vii, Tomos i, ii iii, iv, v y vii. Años 1694 – 1799.
Gráfico 2 Forma de Venta de Esclavas en Neiva 1679 – 1806
Fuente: ahh, Neiva, Escrituras sobre venta de esclavas. Notaría primera de Neiva, vol. vii, Tomos i, ii iii, iv, v y vii. Años 1694 – 1799.
Dentro de la forma de venta de varios esclavos, hay 6 escrituras que llaman la atención por el valor y la cantidad de hombres y mujeres que se vendieron, transacciones que fueron significativas durante la segunda mitad del siglo xviii, ya que el valor de la compra supero a todas las demás que se realizaron durante esa época (ver cuadro 2). En la forma de venta de
COMPRADOR
NOMBRE DE LOS ESCLAVOS
FECHA DE REGISTRO DE LA COMPRA 1.200 patacones Abril 1 de 1748 VALOR DE LA COMPRA
Antonio Suazo Mondragón con el poder de Manuel Gregorio Álvarez del Pino El Gobernador Julián de Buendía
Pablo José de Herrera y Ángulo
Antonio, Pedro y María
Juan Vicente de Ricaurte, cura
Manuel José Camacho
Gobernador Pedro de Iriarte
Juan Tomas de Tobar
Felipe Ramos
Tomás de Cuenca y Castillo Manuel de Borda
Francisco Jovel de Losada
58 esclavos, chicos 15.700 y grandes, machos patacones y hembras de 8 reales castellanos Cecilio, Antonia, 1.000 pesos María Josefa y reales de Pablo a 8 reales castellanos José, Luisa y María 950 pesos Manuela de 8 reales castellanos Gabriel, Andrea, 1.259 pesos Joaquín y Manuel de 8 reales castellanos José, Gabriel y 1500 pesos María, junto con unos semovientes
Francisco de Vargas (cura de la villa de Purificación)
Octubre 1 de 1752 Octubre 25 de 1757 Agosto 3 de 1761 Junio 13 de 1763 Agosto 4 de 1772
Fuente: ahh, Neiva, Escrituras sobre venta de esclavas. Notaría primera de Neiva, vol. vii, Tomos i, ii iii, iv, v y vii. Años 1694 – 1799.
De acuerdo a la investigadora Troconis, las uniones de hecho entre los esclavos se daban porque la realidad socioeconómica se imponía; muchos dueños de hatos y haciendas se oponían a la legalización de esas uniones ya que si se producía un casamiento entre esclavos de distintos amos, se planteaba el problema de que la mujer debía vivir en el mismo
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Historia Comprehensiva de Neiva
“repartimiento” donde habitaba el marido, lo cual entorpecía su trabajo dentro de las propiedades de su amo. En algunos casos, este prefería espontáneamente venderla al dueño del marido.53 Aunque las escrituras de venta de esclavas fueron registradas ante las autoridades de Neiva, no todos los compradores y vendedores residían allí, por tanto, los lugares de domicilio de las esclavas no necesariamente serían en esta región una vez realizada la transacción. Ante el escribano público de la ciudad de Neiva, pareció García de la Reyna, Alférez Real de esta ciudad (…) Vendo á Pedro de Arana, vecino de la ciudad de San Juan de Pasto, una negra esclava llamada Mauricia, por 270 patacones.54 Ante el Escribano público de Neiva, pareció Juan de Manchola, vecino de dicha ciudad y dijo: que en nombre de Antonio Cardoso, vecino de la Villa de purificación y mediante poder que le había dado, vendía á Juan Bautista de la Torre una esclava llamada Martha, por precio y cantidad de 240 patacones.55 Manuel de Borda vende a Francisco de Vargas, cura de la Villa de la Purificación, tres esclavos llamados José, Gabriel y María y unos semovientes, todo en Un mil quinientos pesos que el comprador ha de reconocer a favor del convento de Carmelitas descalzas de la Villa de Leiva, sacándolo a paz y salvo de igual cantidad que le adeuda.56 Fermín de Rojas vende al Dr. Francisco de Vargas cura de la villa de Purificación siete piezas de esclavos, por la cantidad de un mil trescientos pesos de a ocho reales castellanos, de los cuales le ha dado trescientos, debiendo asegurar los un mil restantes a favor del convento de Santa Clara de la ciudad de Santafé, sacando a paz y salvo de igual gravamen los bienes de Francisco Jovel su padre, quien los reconoció a favor de dicho convento.57 José Antonio de Lago, Gobernador de la provincia y Administrador de 53
54
55
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57
Troconis de Veracochea, Errmilia, “Aspectos generales de la esclavitud en Venezuela”, en Revista Tierra Firme, n.º 8, oct-dic.1984, pág. 445. ahh, Neiva, Escritura sobre venta de una esclava, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, junio 14 de 1679. ahh, Neiva, Escritura sobre venta de una esclava, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, junio de 1686. ahh, Neiva, Escritura sobre venta de una esclava, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo ii, agosto 4 de 1772. ahh, Neiva, Escritura sobre venta de una esclava, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo ii, junio 16 de 1772.
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las Haciendas de Villavieja vende a Francisco Muñoz un negro esclavo llamado Pedro y María, su mujer, en la cantidad de cuatrocientos treinta pesos de a ocho reales castellanos.58
La libertad de un esclavo era otorgada mediante la manumisión por parte del dueño o del pago de consentido por el amo, que podía efectuar el mismo esclavo si era capaz de reunir la cantidad necesaria a partir del trabajo que realizara fuera de los dominios de su dueño y con el permiso de este. En el caso de las mujeres esclavas, esta última opción era poco probable por estar supeditadas a las labores domésticas; debido a ello, es frecuente encontrar más escrituras de libertad de esclavos otorgadas a los hombres que a las mujeres. Las mujeres estaban supeditadas a la primera opción o a que sus compañeros obtuvieran primero la libertad para luego trabajar y lograr la de ellas, y si era el caso las de sus hijos. Era común que muchos compañeros no lograran su objetivo, pues aunque alcanzaban a reunir el dinero con el trabajo de muchos años, los amos se negaban a conceder la libertad; entre estos procesos reportados ante las autoridades de Neiva se encontraron los de de María de la Encarnación en 1778, Bárbara Buendía en el año de 1778 y María Brígida Rodríguez en 1804, a ellas finalmente se les negó la carta de libertad. María de la Encarnación, mujer de Antonio López mulato libre, esclava de Juan Manuel Rodríguez vecino de la plata, solicita de carta de libertad.59 Manuel Perdomo, vecino de Neiva, marido de Bárbara Buendía, en pleito por la libertad de ella, con los herederos de Jacome Buendía, quien en su testamento se la había otorgado.60 María Brígida Rodríguez, mujer de Lucas José Bernal, vecinos de Dolores, el libre y ella esclava su solitud de carta de Libertad como nieta de Vicente Rodríguez su amo, de cuyo hijo Ignacio Rodríguez era hija y su abuelo en vida, se la había prometido.61
Estas solicitudes fueron realizas directamente por las esclavas negras y mulatas o sus maridos libres, realmente no hay una muestra 58
59 60 61
ahh, Neiva, Escritura sobre venta de una esclava, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo ii, diciembre 29 de 1770. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Negros y Esclavos, l. 4, ff. 400–445. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Negros y Esclavos, l. 4, ff. 330–346. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Negros y Esclavos, l. 4, ff. 347-352.
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Historia Comprehensiva de Neiva
significativa de este tipo de procesos en la ciudad de Neiva que haga pensar que este procedimiento era común y constante, posiblemente existía el desconocimiento por parte de los afectados, había resignación frente a la condición que se vivía, o existían impedimentos económicos que hacían difícil empezar el proceso. Durante el periodo de 1679 a 1806 fueron otorgadas 14 cartas de libertad a 9 esclavas, una familia, y cuatro mujeres con sus hijos; 10 cartas de libertad fueron concedidas directamente por los propietarios entre ellos 2 curas, 3 por albaceas, y 1 por el mulato Juan de Rivera, quien compró a su compañera Bernarda por el valor de 200 patacones de a 8 reales el 6 de febrero 1754 a doña Ignacia Perdomo, y ese mismo día le concedió la carta de libertad (ver cuadro 3). No solamente hubo casos de hombres que otorgaron la libertad a sus esclavos, también encontramos muchos otros, entre los que señalamos el de Agustina Perdomo, quien dio libertad a un mulato llamado Pablo el 1 de septiembre de 1778; el de Ana florentina Montenegro, quien otorgó libertad a un negrito en el año de 1792; el de Luisa Perdomo, quien en 1761 dio libertad a Hipólito; y el de María Micaela Mena Felices, quien otorgó libertad a Juan Eusebio en el año de 1786. Muchas esclavas tuvieron hijos con sus amos blancos, y aunque no fueron reconocidos, en ocasiones les dejaron tierras, otorgaron la libertad y hasta nombraron como administradores en algún negocio. Tal relación, a la que las obligaba su situación de esclavitud, muchas veces no era aceptada por ellas, pero con el tiempo también llegó a ser usual que la consideraran favorable para obtener la libertad de los hijos engendrados con el hombre blanco.62 Durante el periodo colonial, a pesar de las prohibiciones establecidas por los conquistadores, las mujeres indígenas y negras recurrieron a formas de resistencia aparentemente pasivas, negándose a tener hijos; esta protesta era más ostensible en las esclavas recién llegadas de África. Cuando en el siglo xviii los esclavos subieron de precio, los amos favorecieron los matrimonios de las esclavas con otros esclavos y manumisos y les rebajaron las horas de trabajo a las esclavas embarazadas, buscando con ello estimular que las mujeres negras tuvieran hijos. No obstante, las mujeres continuaron sus prácticas abortivas, como una manera de expresar su resistencia a procrear nuevos esclavos.63 62 63
Soto Lira, “Negras esclavas…”. Vitale, La mitad invisible… págs. 45 -67.
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Cuadro 3 Libertad de Esclavas Fecha del acto Propietario administrativo de liberación Cristóbal Hernández Bernardina Hernández 2 de Noviembre de 1694 Blas Francisco Pascuala Díaz 24 de Mayo 1712 Palomino y Losada Juan de Rivera (mulato Bernarda (mulata) 6 de Febrero de 1754 compró a Bernarda le dio su libertad y se casó con ella). Joaquín de Arce Teresa Ríos y sus 7 21 de junio de 1780 hijos: José, Gabriel, Candelaria, Pedro, Plácido, Marcos y Francisco Agustín Páez Pinzón Bárbara (mulata) 8 de Marzo de 1781 (como albacea de Jácome de Buendía y María Teresa Jove Huergo) Francisco Trujillo como Bernardina 10 de Marzo de 1781 (albacea testamentario de Luisa Perdomo) Pedro López Carvallo María 26 de Abril de 1784 Baltazar Barreyro Salvadora Silva y sus 15 de Febrero de 1787 (maestro cura del tres hijos Salvador, pueblo del Retiro) María Toribia y Saúl José Ramón Mejía Juana Gualda 23 de junio de 1787 José Satudio de Tobar y Josefa y su hijo Nicolás 1 de septiembre de Trujillo (presbítero) Nicasio 1792 Nombre de la esclava liberada
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Propietario
Pedro López Carvallo Josefa y y Juan Vicente (mulatas) Dusan (albaceas testamentarios del difunto presbítero Miguel Reimundo Dusan) Francisco Muñoz Magdalena Lucas de Vargas Lucas José de Vargas
Fecha del acto administrativo de liberación Eusebia 6 de mayo de 1793
Nombre de la exclava liberada
28 de noviembre de 1794 Rita y Bartola 24 de Abril de 1794 Manuel Santofimio, su 31 de Enero de 1803 mujer Tomasa Ríos y su hija Petronila
Fuente: ahh, Neiva, Escrituras sobre venta de esclavas. Notaría primera de Neiva, vol. vii, Tomos i, ii iii, iv, v y vii. Años 1694 – 1803
Muchas mujeres esclavas fueron también víctimas de malos tratos, abuso sexual y explotación laboral, situación frente a la cual unas presentaron demandas y otras en casos extremos recurrieron al suicidio e infanticidio. En la ciudad de Neiva fueron reportados los tres casos siguientes: Ana María Florez, vecina de la Plata, causa que se le siguió por haber azotado y quemado a su esclava Simona, causándole la muerte y luego ocultando el crimen diciendo que se le había fugado64 Francisca Rojas, esclava de Roque Arias Prada, vecinos de Neiva, su solicitud de amparo contra la sevicia de su amo, y de que se le avaluase para ser vendida a otro65 Filipa, negra esclava de Pedro Sarachaga, proceso por filicidio de Catalina, y haber herido a su hijo Victor en Purifiación. Falleció durante el proceso en la casa de expósito en Santafé.66
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Delincuencia femenina
Aunque
no era muy frecuente la delincuencia femenina en Neiva, se encuentran registrados delitos como homicidio, amancebamiento, concubinato y fraude a la renta de licores; este tipo de delitos eran cometidos por las mujeres mestizas pobres, indias y esclavas, quienes por su condición socioeconómica se veían expuestas y vulnerables a situaciones al margen de la ley, cuyo precio era pagado con la cárcel, la excomunión, el desprecio público e incluso el destierro. Casos como el de María Nieves de Roa,67 Luisa Samora68 y María de Jesús Rocha,69 —presa esta última por el delito de homicidio— son ejemplos de ello. La Corona castigaba con severidad los delitos que atentaban contra la familia y lo que consideraban una moral deseable. Las conductas “desviadas” como el amancebamiento y el concubinato amenazaban el orden social para este sistema, y por lo tanto fueron perseguidas como cualquier otro delito; la ley mandaba: “que qualquier hombre que muger casada agena sacare, y la tuviere públicamente por manceba, seyendo requerido por el Alcalde o por su marido que la entregue á la justicia, y (…) quisiere facer, y le fuere probado además de la pena del Derecho, pierda la mitad de los bienes”.70 El amancebamiento o concubinato correspondía a la relación que se mantenía al margen de la ley por un hombre o mujer casados, este era considerado como un delito porque atacaba las bases fundamentales del orden social, la familia, y el control que la iglesia ejercía sobre las mismas. Para la sociedad colonial, el amancebamiento o concubinato era además una contravención delictual a las leyes morales, una ofensa a Dios, y sólo en segundo lugar, un agravio al Estado, al prójimo o a la sociedad.71 67
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Negros y Esclavos, l. 2, ff. 676-792. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Negros y Esclavos, l. 3, ff. 612-627. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Negros y Esclavos, l. 2, ff. 676-792.
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ahh, Neiva, Escritura de Fundación de Escuela. Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, octubre 25 de 1803, “José Girón se constituye fiador de cárcel segura de María Nieves Roa, presa en la cárcel de esta ciudad, ofreciendo en seguridad su persona y sus bienes” ahh, Neiva, Escritura de Fianza, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, junio 10 de 1803, “Ramón Mejía se constituye en fiador de cárcel segura de Luisa Zamora presa en la cárcel de esta ciudad, ofreciendo en seguridad su persona y sus bienes”. ahh, Neiva, Escritura de Fianza, Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, agosto 31 de 1796. “Gabino González se constituye fiador de María de Jesús Rocha presa en esta ciudad por el delito de homicidio, ofreciendo seguridad su persona y sus bienes”. “Novísima Recopilación de las Leyes de España, De los amancebados y mujeres públicas”, Libro xvii, Título xxvi. Ley ii, Madrid, 1805, en ahi, Ibagué. Corvalán, Nicolás y René, Salinas, “Transgresores sumisos, pecadores felices, vida afectiva y vigencia del modelo matrimonial en Chile tradicional, siglos xviii y xix”, en Cuadernos de Historia Nº 16, diciembre de 1996, pág. 11.
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La ley era muy severa en estos casos, pero lo era mucho más con la mujer por su misma condición y por el papel que se supone debía representar ante la sociedad, mientras que en el hombre era permitido o tolerado siempre que no generasen escándalo público, ni nadie denunciase la situación.72 En la ciudad de Neiva, durante el año de 1801 fueron registrados tres casos de mujeres encarceladas por amancebamiento y concubinato,73 fueron ellos los casos de Jerónima de Rojas, María Candelaria Perdomo y Margarita Arias, quienes fueron denunciadas públicamente por sus familiares y vecinos. El 3 de septiembre de 1801 Santiago de Rojas se constituye fiador de cárcel segura de Jerónima de Rojas presa por el delito de amancebamiento, ofreciendo en seguridad su persona y bienes. 27 de julio de 1801 Gabino González se constituye fiador de cárcel segura de María Candelaria Perdomo presa por el delito de amancebamiento, ofreciendo en seguridad su persona y sus bienes. El 9 de Octubre de 1802, Felipe Rivera se constituye fiador de cárcel segura de Margarita Arias presa por el delito de concubinato, ofreciendo en seguridad su persona y sus bienes.74
De acuerdo a María Emilia Mejía, el concubinato75 y el amancebamiento eran severamente condenados, pues iban en contra de las normas fundamentales de respeto y fidelidad hacia el matrimonio y constituían relaciones ilegítimas. Estos comportamientos se relacionaron continuamente con la concupiscencia, el deseo carnal exagerado que traspasaba los límites de la lujuria. Las mujeres acusadas de adulterio por lo general no contaban con el apoyo de sus esposos, ellos no aparecían públicamente, como maridos engañados, y ellas eran recluidas en el divorcio, lo cual limpiaba un poco la reputación del hombre. Las mujeres por el contrario, rara vez denunciaban a sus esposos, pues esto implicaba que ellas en buena parte de los casos se quedarían solas y desprotegidas; 72
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Figueras Vallés, Estrella, Pervirtiendo el orden del santo Matrimonio: bígamas en México, siglos xvi – xvii, Barcelona, Universitat, 2003, pág. 14. Los hijos que eran engendrados en este tipo de relaciones eran llamados los ilegítimos, barraganes, adulterinos, incestuosos, sacrílegos o máncer en contraposición de los hijos legítimos o naturales que nacieron bajo la sagrada unión del matrimonio. ahh, Neiva, Notaría primera de Neiva, 1801-1802. Concubinato es la relación marital de un hombre con una mujer sin estar unidos bajo el vínculo matrimonial.
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además, las autoridades no ponían igual atención en un juicio a hombres y a mujeres, la mayoría de veces ellas no tenían la posibilidad de hablar durante los juicios y lo que quedaba registrado era la palabra de los hombres. Durante los primeros años del periodo colonial, los adulterios se perseguían de acuerdo con los postulados de las Siete Partidas, cuerpo normativo español que regulaba la vida social de las provincias americanas; según ellas, no era función de las autoridades acusar este delito, ya que la mujer casada debía ser acusada solo por su marido, padre, hermano o tío; no era bien visto que persona y hombre extraño realizara la denuncia, pues se prefería dejar que la familia tomara la decisión de callar para conservar el honor, o denunciara.76 En el adulterio se violaban no sólo las normas impuestas por los gobernantes sino también la moral promulgada por la Iglesia, de allí su gravedad. Así como sucedía en el momento de imponer una pena, el trato dado a hombres y mujeres acusados de adulterio no era el mismo, las relaciones ilícitas eran consideradas por la sociedad en general más graves en el caso de las mujeres; por esto, los posibles delitos cometidos por ellas se perseguían con mayor intensidad, y una vez era comprobada la infidelidad de la mujer esta era sentenciada, en la mayoría de los casos, a permanecer recluidas en unos hospicios que funcionaban como cárceles con el fin de que estuvieran aisladas y pudiesen “limpiarse” de su pecado. Había otros casos en que la mujer era sentenciada al destierro, al igual que el hombre, pero a un lugar diferente al que enviaban a su pareja de adulterio; esto se hacía con el fin de que la mujer no hablara de su relación ilícita con otras mujeres del pueblo y las indujera a actuar en forma similar. La reunión de antiguos amantes era vista con especial escándalo y esto era lo que se intentaba evitar por cualquier medio.77 Otro delito que fue duramente castigado y en el cual encontramos la participación de mujeres, fue el fraude a la renta de licores. El aguardiente fue un producto importante económicamente en la colonia y de amplio consumo en la población del Nuevo Reino, su producción era dirigida, organizada y administrada directamente por el Estado, es decir, existió un monopolio que buscaba impedir que este producto pudiera ser producido y vendido por personas del común; aún así, muchas mujeres recurrían a su producción como forma de sostenimiento, como en el 76 77
Mejía Espinosa, La preocupación por el honor… pág. 26. Mejía Espinosa, La preocupación por el honor… págs. 53–58.
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caso de Venancia Cerquera en el año de 1806: “Juan Francisco Castro se constituye fiador de cárcel segura de Venancia Cerquera presa por fraude a la renta de aguardiente, ofreciendo en seguridad sus personas y bienes”.78
Conclusión
Delitos sexuales: Neiva y sus juicios 1748-1810
Como se puede apreciar, el papel de la mujer en la Colonia, y por supuesto,
en Neiva, siempre estuvo determinado y ligado a su condición económica y de pureza de sangre; y aunque su razón de ser en la sociedad se proyectaba a la familia, existían algunos privilegios que las hacían diferentes entre sí, pero no se igualaban con los que poseían en ese entonces los hombres. Los derechos jurídicos y políticos eran limitados para las mujeres, vivían en un mundo pensado y actuado por los hombres; la razón era considerada un atributo ajeno e impensable en la mujer, por ello era imprescindible que estuviera siempre bajo la tutela de un hombre, bien fuera su padre, esposo o hermano mayor, este velaría por su buen nombre y le ayudaría a dirigir su vida; este hecho también la hacía vulnerable a los abusos, humillaciones y vejámenes de los hombres.
Jenny Yamile Malagón Pinzón
Universidad Nacional de Colombia
La sexualidad en el periodo colonial tuvo diversas manifestaciones en la
vida privada de las personas, sin embargo, algunas veces las relaciones, comportamientos o acciones asociadas a esta, eran tratados como un asunto público que le competía a la justicia y a las autoridades. Los procesos seguidos a los acusados se desarrollaban a través de una serie de testimonios que registraban los escribanos; en el caso de Neiva, los juicios estaban configurados en torno a las apelaciones que interponían los incriminados y en los que rara vez se llegaba a proferir una sentencia. En este sentido, se puede inferir a través del seguimiento de los casos, que los acusados tenían algún grado de alfabetización, por lo tanto, tenían facilidad para constituir su defensa sin la colaboración de figuras como los procuradores, quienes se encargaban usualmente de la defensa de los reos. Por esta razón, los juicios parecen desarrollarse en torno a las iniciativas personales de los inculpados más que a la intervención y actuación de los administradores de justicia. El tema de la sexualidad en Neiva se relaciona con una cultura patriarcal1 producto de una mezcla de posesión y religión, en donde las mujeres se encontraban sujetas a las disposiciones del padre, esposo y 1
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ahh, Neiva, Escritura de Fundación de Escuela. Notaría primera de Neiva, vol. vii, tomo i, febrero 8 de 1806.
“El patriarcado no se expande únicamente a través de la organización económica de la sociedad y de las instituciones, sino también a través de los símbolos, de los mitos, los ritos, el inconsciente, la memoria, el cuerpo y toda nuestra historia (…) discursos elaborados a partir de una manera masculina sobre el objeto.” Thomas, Florence, “Mujer y código simbólico. Una inscripción desde la carencia”, en Las mujeres en la historia de Colombia, Tomo iii, Mujeres y Cultura, Bogotá, Norma, 1995.
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hermano. Por lo tanto, los roles sociales que ejercía el hombre eran motivo de admiración y respeto. Bernardo Tovar reflexiona en la Historia General del Huila sobre una figura emblemática en la cultura huilense, como el hacendado, del cual nos dice que “era el patrón y señor de la tierra, alrededor del cual giraba una clientela de trabajadores, vecinos y habitantes de los poblados (…) De ninguna manera eran excepcionales los patrones que contribuían al incremento demográfico más allá de su núcleo familiar legalmente reconocido”.2 La afirmación de Tovar da cuenta de un fenómeno que se presentaba con frecuencia, asociado con adulterios e hijos fuera del vínculo matrimonial. Sin embargo, dicha situación carece de registros oficiales en los periodos colonial y republicano, por lo que la limitación documental puede ser una razón para explicar su ausencia, aunque también se pudo generar por una tendencia natural a tolerar y convivir con esta práctica. A partir de la indagación de los procesos judiciales entablados a finales del siglo xviii y comienzos del siglo xix, se puede deducir que las acusaciones recaían sobre hombres que se dedicaban al comercio3 y quienes contaban con recursos económicos considerables. La causa seguida contra José Echandía procesada en 1799, refleja una disputa entre sus antiguos clientes y otros comerciantes. El caso trascurre en primera instancia, con las acusaciones que realizan algunos vecinos a Echandía, quien se desempeñaba como comerciante en Honda. Las enemistades del acusado incluyen a deudores morosos, un juez y el cura de Neiva, lo que llevó al reo a fugarse y a presentarse a la Real Audiencia de Santafé, para intentar demostrar la confabulación de los diferentes poderes de la ciudad de Neiva contra él. El cura del pueblo Francisco Cuervo hace referencia —en su acusación— a los tratos, tropelías, genio atrevido, desvergonzado,
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deshonesto y pecaminoso de Echandía, además, confirma la costumbre que tenía este, de quitarle el crédito a las mujeres casadas y doncellas. La apreciación del comportamiento de Echandía por parte del párroco, no solo concierne a las disputas por el dinero que le adeudan, sino también se basa en el público y notorio amancebamiento4 con Luisa García, “desde que estaba en vida su marido”.5 Es decir, que además de los improperios a mujeres del pueblo y los malos tratos impartidos a algunos vecinos, Echandía sostenía amancebamiento con Luisa García, por lo que el cura cita un listado de hechos que prueban esta práctica ilícita. Pablo Rodríguez afirma que el amancebamiento, “al romper con la norma de conducta matrimonial se hacía objeto de censura, iniciada como simple cotilleo y convertido en chisme, el escándalo no se hacía esperar”.6 No obstante, la laxitud con la que las autoridades trataron —en ocasiones— este tipo de delitos es evidente, pues en apartes posteriores se informa sobre la corta prisión que sufrió Luisa García, por parte del alcalde en el año 1798. Según los declarantes este amancebamiento llevaba varios años de consumación y nunca se entablo un proceso judicial en contra de alguno de los implicados, incluso la corta estancia de Luisa en la cárcel — pues se infiere que solo estuvo pocos días— demuestra la escasa importancia que tenía para la justicia de Neiva este caso. La relación de Echandía con Luisa García no es clara ni considerada por las autoridades como clave en el proceso seguido, pues ella nunca fue llamada a declarar, lo cual se puede interpretar como un delito secundario que no cuenta con el suficiente crédito según las autoridades; además de eso, en los testimonios posteriores prevalecen las acusaciones por usura y malos tratos a terceras personas, con las que casi siempre tenía negocios el acusado. 4
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Tovar Zambrano, Bernardo, “Región, tradición e Identidad: la cultura ecuestre y pastoril de la comarca opita”, en Tovar Zambrano, Bernardo, Historia General del Huila, vol. v, Neiva, Gobernación del departamento del Huila/Academia huilense de Historia, 1996, pág.420. El historiador Jorge Armando Ruiz Ulloa, afirma que la diferencia de Neiva con otras poblaciones aledañas, “es su crecido volumen de comercio”. Ulloa, Jorge Armando “La ciudad, la pequeña población y el campo”, en Tovar Zambrano, Bernardo, Historia General del Huila, vol. iv, Neiva, Gobernación del departamento del Huila/Academia huilense de Historia, 1996, pág. 132. De tal manera, que el tránsito de mercaderes y personas en los espacios públicos debe haber sido alto y fluido, en gran medida, esta condición ayudaría a explicar la presencia de varios comerciantes y negociantes en los juicios.
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“Los amancebamientos de la época eran una corta historia de unión consensual. Coqueteos, seducción, acuerdos, cohabitación y reproducción estaban presentes en las distintas declaraciones de los delatores. (…) El amancebamiento podía lograr un alto grado de estabilidad, en general eran relaciones que llevaban entre 2 y 8 años de existencia. Esto puede indicar que la justicia no procedía sino en caso que su frecuencia alarmaban”. Citado por Rodríguez Jiménez, Pablo, “Comunidades domésticas en la sociedad novohispana: formas de unión y trasmisión cultural”, en Memorias del iv simposio de historia de las mentalidades, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1994, pág. 30. “Causa criminal seguida a José Echandía, por varios delitos y excesos, y querella que presentó don Juan Antonio de Olca, Alcalde de Neiva, por considerar parcial su actuación en la causa que le siguió”. Archivo General de la Nación (agn), Bogotá, Sección Colonia, Fondo Juicios Criminales, legajo.1, f. 663v. Rodríguez Jiménez, “Comunidades domésticas…”pág.34.
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Las otras acusaciones que recaen sobre Echandía nos sugieren que era un hombre acostumbrado a insultar a las mujeres que transitaban por la calle, sin ningún tipo de distinción, ya fuera por su edad o condición. El testigo Miguel Cuenca declara que “en el año de 1798, el Alcalde había apresado a García por andar con Echandía en los juegos de la Plaza Pública, por lo que este último, estuvo apesadumbrado y buscando liberar a la mujer”. Sin embargo, su acusación enfatiza en los términos utilizados por el incriminado para tratar a las mujeres: Con voracidad sin que de su boca se escape mujer casada, ni niña doncella, por cuyo motivo después las trata mal putéandolas (…) además, se alababa de haber gozado a muchas mujeres de honra poniéndolas en mala opinión; y que en ocasiones salía por la noche a solicitar algunas mujeres llamándolas por las ventanas para conseguir con ellas sus torpezas.7
En otro aparte, un testigo lo acusa de: Que un sábado estando en día de mercado se le atravesó una muchacha de 12 o 13 años, y volviéndose a él le dijo Echandía: Ve usted esa muchacha, pues no está doncella, porque yo llegue a ella y la tope hueca como un calabazo (…) También le contó una señora casada que estando su marido ausente Echandía había ido y se había metido a su casa por una puerta privada.8
Es de notable importancia, las acusaciones por el trato displicente y malintencionado que se le imputa a Echandía, debido a que el honor y el buen nombre de las mujeres9 quedaban en tela de juicio a través de un simple comentario. En el contexto colonial y parroquial la dignidad de las personas se consideraba en gran medida de acuerdo a la opinión de los vecinos y familiares, por ende, cualquier señalamiento dejaba un manto de duda que afectaba gravemente la honorabilidad e incluso a la mujer y su familia. La disposición de Echandía a utilizar términos “como putas y a afirmar que 7 8 9
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Criminales, l. 1, f. 668r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Criminales, l.1, ff. 676v-696v. “El honor era un valor cultural (…) En la sociedad colonial, la mujer fue un simple objeto depositario del honor de otros: de su padre, de su marido o de sus hermanos”. Rodríguez Jiménez, Pablo, En busca de lo cotidiano, Bogotá, Facultad de Ciencias Humanas/Universidad Nacional de Colombia, 2002, págs. 188-194.
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casi todas las mujeres en esta ciudad habían pasado por sus manos”, denota una fuerte propensión a reducir a las mujeres a un objeto de placer sexual, que en cierto modo le proporciona un status sexual de un hombre fuerte y seductor, quien resulta irresistible a todas las mujeres. En una sociedad con sólidas raíces patriarcales,10 este hecho puede ser aprobado o reforzado, no obstante, es una conducta que entra en choque con los valores religiosos— desde una perspectiva pragmática—, pues el discurso eclesiástico es difuso en algunos aspectos que hacen referencia a la mujer11 y a su subordinación a la figura viril. De igual forma, la falta de censura por parte de vecinos y autoridades al comportamiento soez e inadecuado de Echandía, es evidente, debido a que solamente en una ocasión una de las mujeres maltratadas presentó una queja ante el alcalde y la situación solo fue puesta en conocimiento por una serie de acusaciones que competen a otros delitos. De otra parte, otro hecho que constata la poca atención de la justicia a este tipo de conductas, es narrado por un testigo, quien afirma “que Echandía, le quitó el honor y el crédito a una niña honrada, diciendo que aquella estaba corrupta, y que era mujer de la calle, sé que agraviada su madre Nieves Roa, no hallando otra defensa como mujer paso por la casa de Echandía tratándole mal, sé que resulto haberla demandado ante el señor alcalde por lo que fue presa”.12 Asimismo, al ser confrontado por las autoridades en la Real Audiencia, Echandía declara que “jamás se había dirigido contra ninguna conocida honrada y habrá sido por algún género de jocosidad, que siempre ocurre en los corrillos de hombres hablando de mujeres de poca o ninguna estimación conocida por tales”.13 Las afirmaciones del acusado ratifican el contexto social y el imaginario de género, construido alrededor de las mujeres en la sociedad de este periodo, pues se justifica 10
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“Las mujeres y los niños siempre eran menores bajo la tutela de un hombre adulto, quien según el derecho, por ejemplo conservaba el control administrativo de las propiedades de su esposa y el derecho a la disciplina” Lavrin, Asunción, coordinadora, Sexualidad y matrimonio en la América hispánica, siglos xvi – xviii, México, Grijalbo, 1999, pág.272. Delimiro Moreno nos recuerda lo poco placentera que era la vida de la mujer. “Hasta en la época radical, relegada al ámbito doméstico, virgen o madre y sumisa al varón, la mujer debía ser justa en la casa, pero sin dejar de guardar las distancias establecidas con sus dependientes (sirvientes e hijos), y así mismo debía aceptar pasivamente su posición subordinada en la sociedad”. Moreno, Delimiro, “Aspectos de la vida diaria en el siglo xix”, en Tovar Zambrano, Bernardo, Historia General del Huila, vol. iv, Neiva, Gobernación del departamento del Huila/Academia huilense de Historia, 1996, pág.108. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Criminales, l.1, f. 689v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Criminales, l.1, f. 784r.
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su conducta a través de un patrón masculino bastante arraigado en la cultura colombiana, pero además, porque puede referirse a mujeres desconocidas para él o sus allegados de forma indebida, ya que no le consta su reputación y buen nombre. La justicia favorece a Echandía, dejándolo en libertad a través de una fianza, de la cual se desconoce el monto, además, de la restitución de los bienes que le habían sido embargados. En este caso, es perceptible el choque de los gobiernos locales y el poder jurisdiccional de la Real Audiencia, que en buena parte desestimó los testimonios de los vecinos y autoridades y dio preeminencia a los alegatos del incriminado. Otro caso que guarda ciertas similitudes con el juicio de Echandía, es el de Pablo Indiano, administrador de tabaco de la ciudad de Neiva, quien fue acusado de hallarse en notorio y escandaloso concubinato con doña Luisa Gutiérrez. La posición de Indiano al desempeñarse como funcionario público, lo hace susceptible de la sigilosa mirada de vecinos y autoridades, sin embargo, su delito, no fue reprobado por ninguna autoridad, ya que el alcalde de turno era amigo de Indiano y no lo proceso a pesar de haber sido acusado por el párroco y otros funcionarios. El concubinato de Indiano con Doña Luisa llevaba varios años, tanto así que compartían la casa de la mujer, donde él mantenía con ella durante semanas enteras. Según el testigo Manuel Antonio Rubio, el acusado: Es casado, pero la mujer está separada de él viviendo en la casa de Juan Díaz (…) pide el auxilio de un juez, pues le resultarían enemistades, por ser empleado de la acusada, y porque Doña Luisa Gutiérrez está emparentada con las más familias y jueces de esta provincia. Además, Gutiérrez tiene tratado casamiento con don Ramón de la Parra hace tiempo de 2 años, e Indiano se lo ha desbaratado por tres ocasiones; y la mujer ha esperado que Indiano se devuelva a la ciudad para ponerse en estado.14
En este sentido, Indiano y Gutiérrez no solo cometieron concubinato sino también adulterio, lo cual involucra dos pecados y delitos graves. No obstante, “en la sociedad colonial, el adulterio cometido por un hombre era considerado como una falta más perdonable, que solo le acarrearía una gran censura si la
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cometía en forma indiscreta y ofensiva para la mujer y la familia”.15 Al parecer las mujeres aceptaban con sumisión las infidelidades de sus esposos y por tal motivo, no acudían a la justicia para denunciar,16 tal como ocurría en el caso de Indiano. De igual forma, el procedimiento por divorcio, “era largo, costoso, y no siempre el fallo resultaba satisfactorio para el solicitante. El marido debía responder por el sostenimiento de la mujer en depósito”.17 La posición social de los acusados por algún delito, eran elementos de primer orden en el desarrollo de un proceso judicial, pues las condiciones materiales, el honor y el grupo social al que se pertenecía resultaban decisivos para determinar el proceder de la justicia. Las autoridades fueron permisivas en un caso que contaba con el testimonio de varias personas reconocidas en la comunidad, ya que la posición social que poseían los implicados los mantuvo fuera del alcance de la justicia. El testimonio del párroco de Neiva relata varios de los pasajes que sustentan el público y notorio concubinato entre Indiano y doña Gutiérrez: En una primera ocasión el acusado ingreso a la casa de otro vecino de forma violenta junto con un guardia –ya que a todos ellos los tienen en el ejercicio de alcahuetes y de espías con otras personas-, yendo a parar a la cama de la consorte de su vecino Sandoval. El siguiente incidente se presenta durante la celebración de la Fiesta de Santa Rosalba patrona de la parroquia, cuando “Indiano enfurecido en celo contra otro vecino armó escándalo desafiando con un sable en la mano, enruanado (…) En otra ocasión, fueron vistos juntos “yéndose a lavar al río con notable escándalo de los domésticos”18. Además, de varias situaciones de maltrato que ha protagonizado el incriminado en contra de Doña Luisa Gutiérrez por celos, hasta el punto de haber sido defendida por el presbítero Don Nicolás Mejía y otros vecinos.19
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“Denuncio de Manuel Antonio Rubio, cura de Guagua, del concubinato de Pablo Indiano, Administrador de la Renta de Tabacos y Luisa Gutiérrez”. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Criminales, l.101, ff. 387r-390v.
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Rodríguez Jiménez, En busca de lo cotidiano… pág. 80. Cabe anotar que “cuando las esposas acusaban a sus maridos de infidelidad, ellos les inventaban tratos con algún vecino, las azotaban o las amenazaban. En muchos casos, se llegaba al abandono”. Rodríguez Jiménez, En busca de lo cotidiano… pág. 73. Dueñas, Guiomar, “Adulterios, amancebamientos, divorcios y abandono: la fluidez de la vida familiar santafereña 1750-1810”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, n.o 23, 1996, pág. 43. “El día de mercado coincidió con el día en que mayor número de personas se abarrotaba en las tabernas y los puestos de aguardiente, guarapo o chicha, mezclando esto con música, bailes, juegos de azar y discusiones bulliciosas”. Rodríguez Jiménez, En busca de lo cotidiano, pág. 182. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Criminales, l.101, f. 390r.
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Las denuncias del cura le valieron hacerse enemigo de Indiano, en tanto que él incita a los feligreses descontentos para que depongan en contra del párroco. El párroco manifiesta que su único interés es poder devolver la oveja descarriada a su rebaño y poner fin a esta ilícita amistad; no obstante, sus esfuerzos resultaron infructuosos debido a que Indiano se valió de su condición de funcionario para evadir cualquier tipo de juicio. Otro aspecto que llama poderosamente la atención es la actitud del cura frente a la benevolencia con la que define la conducta de Luisa Gutiérrez, pues en una cultura patriarcal, es difícil considerar la inocencia de la mujer por su supuesta propensión al delito. De igual forma, la confrontación entre el párroco con los poderes civiles por la falta de acción de jueces y alcaldes, quienes se mostraban flexibles y poco interesados en imponer sanciones e iniciar algún proceso en contra de Indiano. Es posible, que la relajación en las costumbres se haya debido a la posición de los implicados, pero también puede evidenciarse el escaso interés por castigar este tipo de trasgresiones sexuales y morales. La dualidad entre pecado y delito parece fragmentada en este episodio de concubinato y adulterio, lo cual vale la pena considerar para estudios posteriores, ya que en otras circunstancias similares en juicios procesados en Santafé, la censura y la condena eran impuestas con prontitud y en cierto modo con efectividad. En esta misma línea de análisis, podemos considerar que “la presencia de la Iglesia en el suroccidente colombiano fue muy débil. Se remitía a las ciudades y la prédica eclesiástica sobre el sacramento matrimonial y sobre la sexualidad se reducía a la población urbana”.20 Aún así, es muy poco el impacto que tenían las declaraciones del párroco, puesto que en el trascurso del proceso, no recibe una respuesta de las autoridades, aunque por limitaciones documentales desconocemos el desenlace de la denuncia. El buen trato y la cercanía con algunos sirvientes podían dar lugar a malas interpretaciones, en un periodo dónde el rumor jugaba un papel trascendental en los juicios. En el año de 1772, Don Francisco Muñoz consultaba a las autoridades de Neiva sobre el presunto concubinato que le atribuían con su cocinera Isabel, definida por el acusado como una mujer humilde en la que ha depositado su confianza al encomendarle en varias ocasiones caudales de oro. De nuevo el honor y el buen nombre de un comerciante se ponen en tela de juicio, a pesar de que el implicado acreditaba 20
Dueñas, “Adulterios, amancebamientos…” pág. 70.
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haber hospedado y recibido a personas importantes del pueblo como jueces seculares, el señor juez eclesiástico, entre otros sujetos de primera plana de esta ciudad y su jurisdicción.21 Las declaraciones de Muñoz fueron contundentes, sin embargo, ante las demoras en el procedimiento estuvo dos años sometido a prisión, que terminarían cuando después de dos meses de prórroga para pruebas de testigos, el juez decidió condenarlo a pagar veintiocho pesos para cubrir los gastos de la causa. En los registros documentales no aparecen varios apartes del caso y se desconocen algunos aspectos que conducirían a comprender que la sanción monetaria que finalmente le fue impuesta a Muñoz, se utilizó para conseguir algunos recursos. Aún así, la suma resulta irrisoria, para los prejuicios que le ha traído a su honra, buen nombre y sostenimiento económico, la detención que le fue impuesta. Aunque cabe recordar que en la Colonia y parte de la República, no se otorgaba presupuesto a los funcionarios de las provincias y de los pueblos, por lo tanto, muchos tendrían que buscar los medios de subsidiar a los escribanos, procuradores, alcaldes y jueces.22 Las mujeres también protagonizaron casos de abandono y amancebamiento; tanto esposos como hijos se enfrentaban al engaño y al desamparo, tal como ocurrió con Melchora Lazo, quien aprovecho la ausencia de su esposo, para fugarse de la casa, llevándose consigo trastos, ropa y loza con el objeto de vivir con Vicente Romero. El hijo de la acusada José Gregorio informó de la fuga a su padre, cuando él llegó a casa después de trabajar.23 El hijo de Melchora declara que en una ocasión halló a su madre tendida sobre unas ruanas hablando con Romero de forma sospechosa”; luego al llegar a la casa, “su madre le dijo a una vecina que ella se iba porque estaba perdida. El declarante le dijo a su madre que no lo hiciera (…) y sin embargo, ella hizo maleta en la misma mañana haciendo recogida de la ropa y los trastos.24
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“Causa seguida a Francisco Muñoz e Isabel de Herrera, por concubinato”. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Criminales, l.112, f. 805v. “La gente rechazaba algunos de los cargos oficiales porque estos eran <onerosos>, es decir, que no solamente no recibían sueldo, sino que muchas veces tenían que pagar de su propio bolsillo las dotaciones de sus oficinas”. Moreno, “Aspectos de…” pág. 111. “Causa seguida a Vicente Romero, por el rapto de Melchora Laso, esposa de Alejandro Vidal”. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Criminales, l.109, f. 988r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Criminales, l.109, ff. 989r-990v.
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Posteriormente, el juez ordena apresar a los acusados y procede a su declaración. Según Romero su prisión solo se debe a un trasteo de unos trastos que él le estaba llevando a Melchora para la Mesa o para Santafé, ya que él no mantiene ilícita amistad con ella. Además, asegura que el testimonio del hijo de Vidal, es producto de las amenazas y la presión del padre, pues es un menor de edad. Su trato con Melchora no es reciente, por lo cual le extraña que hasta ahora haya despertado este tipo de sospechas. Sin embargo, el fiscal de la causa considera que la declaración de Romero es poco convincente y que este “no ha podido rebatir, ni negar que sustrajo de la ciudad y condujo hasta la parroquia de la Mesa sin licencia de su marido a la citada Lazo (…) por lo tanto, Romero es condenado a seis años en la Plaza de Cartagena”.25 Los comportamientos sospechosos, los encuentros frecuentes y a escondidas con un hombre distinto al esposo, las relaciones estrechas con hombres conocidos, fueron signos interpretados fácilmente por vecinos y autoridades. La cercanía con personas del sexo opuesto, en especial cuando alguno de los dos se encontraba casado, se convertían en un tema de “chismorreo”, que llegaba rápidamente a los oídos de alcaldes y párrocos. En este caso, no hay un desfile de testigos que constaten lo sucedido, bien sea por el lugar en el que se encontraban o porque aprovechaban la ausencia del esposo para compartir su intimidad en la casa de Melchora. Los lugares y los espacios juegan un papel importante en el encuentro de los amantes pues es allí donde se construyen los códigos, el itinerario y la relación en general, desde lo sentimental hasta lo sexual. Muchos caminos, zonas alejadas y parajes recónditos eran ideales para consumar la pasión y compartir la cotidianidad de la relación. En el relato de este juicio, estos espacios de coincidencia, eran poco seguros o simplemente, la relación casual y momentánea buscaba trascender a otro nivel de convivencia. De la misma forma, las celebraciones religiosas o el día de mercado se convertían en puntos de encuentro que aprovechaban las gentes para compartir, acompañados casi siempre de bebidas alcohólicas y de música, generando después del mercado una ambiente de fiesta y distensión en el que la vida sentimental y amorosa tenían cabida y amplia presencia. Las declaraciones de Romero no lograron persuadir al juez porque no se encontró una explicación conveniente que justifique la salida precipitada de Melchora de su hogar y su traslado a otro pueblo. La historia de Melchora es significativa y rompe con los patrones de conducta impuestos 25
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Criminales l.109, ff. 998r-1011r.
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socialmente, ya que su protagonista desafía la autoridad de su esposo, las peticiones de su hijo y toda la normatividad que consagraba a la mujer al sometimiento bajo la figura masculina.26 Las mujeres se rebelaban ante sus esposos al desobedecer alguna orden que este impartía. Don Diego Godoy denuncia que su consorte Dionisia se ha inquietado desde hace algún tiempo, ya que empezó a manifestarle una conducta ajena de los sentimientos que le debían imputar su nacimiento y dirigida a manchar el lecho nupcial con ofensa grave de Dios, del estado, pero como yo no tuviese pruebas contundentes de su prostitución (…) quise quitarle la ocasión ausentándome con ella de la Parroquia de San Luis.27
El esposo de Dionisia ve como única salida apartarla del pueblo, sin embargo, el amante de esta, José Díaz,28 los siguió. Más adelante, el denunciante declara que ella: “haciendo caso omiso de las justas y amorosas recomendaciones, unida con su hermana Doña Teresa salió de su casa de día y no regresó hasta el siguiente, cuando más y hallándose en la plaza en los juegos y 26
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“Callar, obedecer y sufrir, primero a los padres y los hermanos, luego al esposo y finalmente a los hijos, era el sino de las mujeres. Las que salían de estos parámetros eran prostitutas, “juanas” o despreciados seres marginales.” Moreno, “Aspectos de…” pág. 109. “Sumario sobre concubinato y adulterio de José Díaz con Dionisia Osorio, mujer de Diego Godoy, quién denunció el hecho y las justicias de Neiva comprobaron”. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Criminales, l.28, f. 487r. Algunos datos del sindicado José Díaz, en la obra de José María Restrepo hacen presumir que se trata del “brigadier del ejército rebelde, quien hacia finales del siglo XVIII se desempeñaba como administrador de correos de Neiva (…) además, tenía a su cargo, las rentas de alcabalas y aguardientes de Neiva (…) –considerado- hombre de buena posición en Neiva y de recursos pecuniarios, como que poseía cacaotal en Timaná y terrenos con numerosos semovientes. Llamábase su esposa doña Juana Casanova (…) Por despacho de 6 de octubre de 1815, el gobierno general le nombró jefe del primer batallón de Neiva (…) Cayó en poder de los realistas, quienes le tuvieron preso en el Colegio del Rosario, de Santafé, hasta el 3 de agosto de 1816. En ese día lo encaminaron para Neiva donde le quitaron la vida el 18 de septiembre (…)” El autor nos ofrece un dato de suma importancia al citar una declaración rendida por Díaz en 1797, en la cual confiesa ser de edad de 43 años. Restrepo Sáenz, José María, Gobernadores y próceres de Neiva, Bogotá, Editorial ABC, 1941, págs.450-456. Aunque los datos guardan cierta imprecisión, que puede obedecer a registros incorrectos, información como la edad, el estado matrimonial y su posición presentan una serie de coincidencias significativas.
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reconviniéndola fuera a su casa, le respondió con la mayor osadía que no tenía la obligación de ir a ella, y que aunque así fuera, no quería; por cuyo hecho se vio obligado a reprenderla”.29
(…) No obstante, el depósito de Osorio resulta frustrado por el rapto de José Díaz, quien la sustrae de aquella casa y escándalo público, hasta introducirla en su misma casa con su mujer e hijas.32
Los castigos físicos eran frecuentes en el periodo colonial, sin embargo, la mayoría de mujeres no acudían a denunciar, por temor a las agresiones del esposo o a quedarse sin ningún auxilio económico; el machismo30 generó un contexto de dependencia, en el que la figura femenina perdía valor, credibilidad, honor y reconocimiento si no estaba sometida a la autoridad de un hombre. Es por esta razón, que las mujeres preferían continuar bajo la tutela de sus esposos a pesar de los maltratos a los que constantemente podían ser sometidas. La asociación entre sevicia, excesiva crueldad y la existencia de “entretenciones” por fuera del hogar eran el denominador común en los juicios por concubinato. Una característica fundamental para detectar las infidelidades entre las parejas fue el maltrato físico. Algunas veces, las agresiones se utilizaron para reprender a la esposa por su comportamiento, en otras, como excusa para las autoridades al atribuirle al maltrato impartido por la cónyuge, la principal motivación que llevaba a los hombres a ser infieles. Con mayor frecuencia la violencia conyugal fue la señal inequívoca que indicaba la presencia de otros compromisos de los esposos; a través de los cambios en su comportamiento habitual, marcados por la frustración del cónyuge que se cristalizaba en “puñazos, palizas e insultos insufribles, contra la mujer legítima”.31
La justicia busco disolver el amancebamiento de Díaz y Osorio, sin embargo, llama la atención que no hayan recibido penas más severas, comparadas con otros delitos similares, ya que además, del delito oficial, hay reincidencia de los incriminados y otras conductas de abandono del hogar y rapto. Aunque sean muy pocos los archivos de juicios criminales correspondientes a Neiva (once casos),33 delitos como el amancebamiento, el adulterio, entre otro tipo de relaciones pasajeras u ocasionales se incrementaron en la Nueva Granada, en los últimos treinta años del periodo colonial. Algunos historiadores como Guiomar Dueñas afirman que el “desbalance sexual, intensificado a finales del periodo fue un factor que contribuyó en gran medida a la flexibilidad y fluidez de las formas familiares y el exceso de mujeres en la población distorsionaba el mercado matrimonial, facilitando un clima propicio para las relaciones adulterinas, para el madresolterismo, la cohabitación y la jefatura femenina de los hogares”.34 Los casos anteriormente analizados confirman algunas de estas afirmaciones, pues los hombres abandonaban sus hogares e hijos, así como varias mujeres eran acusadas de haber sido seducidas por hombres, quienes —en ocasiones— se aprovechaban de su ignorancia, amor o simplemente de su mala situación para confabular fugas o encuentros clandestinos. Otras circunstancias, nos demuestran el grado de liberación y rebeldía de ciertas mujeres que confirman la tesis de Elizabeth Dore, al sugerir “que la subordinación legal de las mujeres se ha exagerado, construyéndose un ‘mito’ alrededor de esta idea.35
Diego Godoy posteriormente abandonó a su mujer, situación que aprovechó Díaz para ponerla en su casa “con todo descaro”; Dionisia quedó embarazada, trasladándose a otro lugar con su mancebo para vivir a toda libertad (…) dando los mayores escándalos y lo que es más, haciendo que Díaz abandonara su hacienda, su mujer y sus hijos. Los jueces solicitan que Dionisia Osorio “pase en calidad de Depositada a la casa de su tío carnal (…) a quién se le entregará previniéndole cuídese evitar toda comunicación de aquella con su cómplice Díaz
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Criminales, l.28, f. 487r Bernardo Tovar se refiere a “las representaciones de virilidad, de la individualidad y del machismo. Estos atributos eran muy explícitos en los hacendados ganaderos, quienes además se cuidaban de no dejar dudas sobre el poder y la autoridad que encarnaban ” Tovar Zambrano, “Región, tradición…” pág.422. Dueñas, “Adulterios, amancebamientos…” pág.38.
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Juicios Criminales, l.28. ff. 487v-494r. Existen bodegas en el AGN con un enorme volumen de documentación de Real Audiencia y otros fondos sin clasificar, pero por razones de carácter administrativo o posiblemente de catalogación, estos no han sido puestos en atención al público. Dueñas, “Adulterios, amancebamientos…” pág.34. Siguiendo la tesis de Elizabeth Dore, “no es tan cierto que el Estado colonial español hubiera negado la existencia legal de las mujeres. Por ejemplo, las mujeres, sin importar si estaban casadas o no, podían firmar contratos y acudir ante los tribunales eclesiásticos y civiles. Sin embargo, tal y como ella misma lo aclara, “este mito (…) como todo mito contiene algunas verdades” citado por: Villegas del Castillo, Catalina, “Del hogar a los juzgados: reclamos familiares ante la Real Audiencia de Santafé a finales del periodo colonial 1800-1809”, en Historia Crítica, n.o 31, enero-junio 2006, pág.102.
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El planteamiento de Dore es válido, en el momento de explicar algunos comportamientos y alcances que tuvo la mujer en el periodo colonial. Sin embargo, no era lo habitual, ya que en algunas ocasiones sus logros civiles se debían a la autoridad de turno, pero en términos generales, la política colonial no se inclinó a reconocer y a legitimar su insubordinación del hombre. Los juicios criminales, contaron con innumerables obstáculos, pues cabe recordar la escasez de funcionarios públicos, en especial en las provincias y lejanas ciudades; esto imposibilitó la consecución de las causas debido a que muchos procesos se dilataban por años o meses en los cuales no se hacían seguimientos o se daba lugar a testimonios. El lento desarrollo para impartir justicia, hizo perder credibilidad a los procesos que muchas veces no se concretaban en absoluciones o penas, lo que nos hace desconocer sus conclusiones.36 Posiblemente, esto explique la falta de referencias documentales, el escaso número de delitos denunciados, la proclividad a reincidir, entre otros aspectos que fueron propicios para continuar con concubinatos y amancebamientos. Sexualidad y violencia confluyen en el mismo escenario; la vida de los amantes, concubinos o mancebos era una mezcla de pasión y agresiones. Por una parte, los celos de hombres y mujeres, sin importar si eran esposos o amantes servían para desatar la ira y el descontento. En otras ocasiones, la bebida y las fiestas37 eran propicias para las peleas o insultos públicos entre enamorados. Las palabras lascivas y cargadas de un tono ofensivo y peyorativo —especialmente— en contra de las mujeres, se utilizaban con frecuencia, debido a que no solo fueron términos inapropiados para señalar el mal comportamiento de mujeres, sino además, para flirtear de forma abusiva a las damas que transitaban. 36
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“En 1806 había un total de 130 letrados en el Nuevo Reino de Granada; 72 estaban en Bogotá, 19 en Cartagena, 9 en el suroccidente del país en regiones como Neiva, Buga, Popayán, 19 en Cartagena y Chocó, 11 en la región del Socorro, Tunja y San Gil y 23 repartidos en otros lugares del virreinato”. Uribe urán, víctor. Vidas honorables. Abogados, familia y política en Colombia 1780 – 1850, Medellín, EAFIT/ Banco de la República, 2008, pág.26. Las festividades religiosas, tan difundidas desde la colonia tenían un fuerte componente social, por lo tanto, los pobladores se apropiaban de estas, realizando una serie de transformaciones o tergiversaciones de sus ritos y celebraciones. Muchas de las festividades fueron vistas por las autoridades como espacios de perdición, en los que acudían gentes de toda condición, unidas por el festejo y la bebida, siendo este último un elemento que distancia a las personas de sus obligaciones y oficios cristianos; tal como la advertía el Virrey Joseph de Solís Folch de Cardona, quien impartió una reglamentación al respecto, para Santafé. Tovar Zambrano, “Región, tradición…” pág. 428.
La economía de la ciudad y distrito de Neiva en el siglo xviii. La importancia de una periferia en el subsistema colonial norandino Hernán Clavijo Ocampo Universidad del Tolima
Introducción
El enfoque territorial del sistema colonial en sus estructuras y procesos en
la Nueva Granada, especialmente desde el establecimiento del virreinato, ha permitido incluir en los diferentes campos de investigación una serie de provincias, regiones, fronteras y lugares que podríamos clasificar como periferias tanto para el sistema colonial cómo para los centros de poder de este y la historiografía. En este sentido, la economía de la ciudad, distrito y provincia de Neiva en el siglo xviii, que resultaba marginal en comparación con la de las regiones y provincias que mayor atención han merecido de los investigadores como Santafé, Tunja, Popayán, Antioquia, Socorro y Cartagena, hoy podemos considerarla como una periferia que fue estratégica en términos históricos para la realidad del funcionamiento del sistema colonial en la Nueva Granada por sus articulaciones simultáneas a Quito, Popayán, Mariquita, Santafé y Cartagena, y hoy resulta historiográficamente relevante desde la perspectiva de la historia local. Las características que hemos logrado determinar de la economía de la ciudad y distrito de Neiva desde finales del siglo xvii hasta comienzos del siglo xix, le dan una marcada singularidad debido a particularidades sistémico- estructurales, entre las cuales se destaca la existencia y actividad económica de miembros de la elite de Santafé en el distrito de la ciudad y
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provincia de Neiva como mecanismo de poder y riqueza sobre todo en el campo de la ganadería. De otra parte, la condición que por su ubicación geográfica tuvo de escala del camino real y puerto fluvial que articulaba diferentes circuitos comerciales entre Santafé-Honda-Popayán-Quito, y la consecuente diversidad de sus relaciones comerciales con estos centros de poder, al igual que por sus recursos mineros y la diversidad de sus ecosistemas desde la periferia selvática hasta las cuencas del Saldaña, Cabrera y Páez, entre otros, le dieron fuertes matices a esa singularidad dentro del sistema colonial por la versatilidad que el sistema le imprimió a su complejidad estructural. En este sentido, fue decisiva la importancia que tuvo el lavado de oro entre los indígenas de los dos corregimientos de indios que existieron en esta provincia para el pago de los tributos y su subsistencia, pues le dieron unas características en magnitudes y dinámicas no determinadas aún por la historia colonial. Curiosamente fue una relectura de la crónica colonial tardía la que nos ayudó a reconocer la dinámica estructural regional del sistema y de la política colonial de la Metrópoli Española en la ciudad, distrito y provincia de Neiva. Así, la ciudad, distrito y provincia de Neiva se nos aparece como una periferia estratégica, no solo en relación con las fronteras y centros de poder con las que se relacionó, sino para la comprensión del funcionamiento del sistema colonial en el centro y la región suroccidental del virreinato. Por otra parte, uno de los avances de la historiografía reciente sobre el siglo xviii en la Nueva Granada, es el haber determinado nuevos criterios de periodización de la historia económica, social y política, entre otros campos de la realidad colonial, que orientan y auxilian el estudio de las historias locales y regionales. Estas entonces, se conocen y comprenden mucho mejor aprovechando dichos criterios y elementos del análisis como parte del contexto del fundamento empírico y del análisis histórico, para diferenciar tanto las etapas y fases de los componentes estructurales de su economía y sociedad, como las interpretaciones sobre estas. Los cambios en la política colonial y en los ciclos y etapas de la minería y del comercio, determinaron básicamente las dinámicas del mercado en las provincias de Quito, Popayán, Mariquita, y la ciudad y corte de Santafé, a las cuales estuvo de manera diferencial articulada la economía de Neiva. Una vez logramos reconocer en las fuentes los componentes que estructuraron la economía de Neiva a lo largo del siglo xviii, es decir: la cría de ganado y el lavado de oro, el transporte, las industrias de la pita, la cera, los muletos de carga y el comercio colonial e interprovincial, el enfoque metodológico fue el tener además de una perspectiva histórica más
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amplia en términos cronológicos, sistémicos, estructurales y regionales, una periodización y escala de magnitudes de esos componentes y relaciones estructurales con base en las inferencias de los datos elaborados desde la fuente primaria y la historiografía. Con excepción de la ganadería, reconocimos un problema metodológico agudo para el estudio de la economía de Neiva, que es el escaso fundamento empírico, es decir, la escasez y dispersión de la información de archivo, y sobre todo, la falta de estudios sobre las relaciones e interrelaciones entre algunos bloques regionales y territoriales del virreinato a nivel del comercio y de los impactos de la política colonial en los periodos clásico y tardío. Otro obstáculo metodológico que debimos superar, notorio en la historiografía huilense, es el anacronismo de su historia económica y social por la definición de su territorialidad histórica, amputada desde la creación del departamento del Huila resultante de la exclusión del marco geográfico de la parte de la antigua provincia de Neiva, que desde la definición de límites con el actual departamento del Tolima entró a pertenecer a esta entidad; es decir, la exclusión de la memoria de los huilenses y las representaciones del territorio comprendido entre los ríos Saldaña, Cabrera y Atá, que comprendió hasta comienzos del siglo xx, la Villa de Purificación y su jurisdicción colonial y los corregimientos de indios coyaimas y natagaimas, entre otros aspectos de su realidad histórica. En resumen, el propósito de profundizar en el conocimiento de la historia económica de la ciudad y distrito de Neiva en el siglo xviii, partió de interrogar con mayor rigor e imaginación la historiografía colonial y sobre el periodo colonial, y de matizar los resultados de este balance crítico con el trabajo y sistematización de una diversidad de información de archivo. Con todo, para este propósito fue decisiva la experiencia metodológica y conceptual que nos dejó la elaboración de la tesis doctoral sobre el siglo xviii en la provincia de Mariquita y las villas de Guaduas y de Purificación, concretamente de las economías y rentas de tabaco y aguardiente, y de la administración y la política colonial en esa región.
Los datos. Problema de la historiografía
Una de las premisas metodológicas para indagar los contenidos y formas de la economía de Neiva a lo largo del siglo xviii y su papel en el sistema colonial, fue el conocimiento de los trabajos de historia económica de las provincias de Popayán, Quito y Mariquita en el siglo xviii, especialmente
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en lo relacionado con las relaciones de estas provincias con Neiva. En este sentido, los trabajos de Germán Colmenares, Zamira Díaz y Guido Barona Becerra, han hecho diferentes tipos de referencias al papel de la ganadería de la provincia de Neiva y los textiles de Quito en el mercado de aquella ciudad y distrito, pero no alcanzaron a tratar la cuestión del mercado interregional entre esas provincias. El trabajo más explícito es el de Barona Becerra, La Maldición de Midas en una región del mundo colonial. Popayán 1730 – 1830.1 En esta obra, Barona construye una visión simplista y estática de la economía de la región del Alto Magdalena del siglo xviii, como resultado de asociar la dificultad del tránsito por los caminos del Quindío y de Guanacas con la escasez del comercio colonial, y de extrapolar a todo el periodo los efectos que provocó el fin del ciclo minero de la Plata en el distrito de Mariquita de comienzos del siglo xviii. En la historiografía ecuatoriana reciente, distinguimos los estudios de Jorge Núñez Sánchez sobre el papel del situado fiscal de Quito para la defensa de las plazas marítimas del Caribe neogranadino en la economía de ese reino, y el estudio crítico sobre las Noticias Secretas de América y el clero colonial (1720–1765)2 del fraile historiador agustino Luis Merino, el cual está centrado en la Real Audiencia de Quito. La Provincia de Neiva cobra cierto perfil historiográfico cuando pensamos las relaciones entre la Real Audiencia de Quito y la de Santafé a partir del establecimiento de la restauración de la institución virreinal en 1739 por la supresión de la primera y su subordinación a la Nueva Granada. Entre esta fecha y 1808, las dinámicas política, económica y fiscal del distrito de la antigua Real Audiencia de Quito, se imbricaron de manera no determinada aún ni por la historiografía colombiana ni por la ecuatoriana. Dicha provincia aparece como frontera y periferia común de las reales audiencias de Quito y de Santafé, de modo que en ese periodo resulta pertinente ocuparnos del tratamiento que la historiografía ecuatoriana ha hecho de esas relaciones, cuyas resonancias en la Provincia de Neiva hacen parte de su historia local y provincial. Por lo pronto, trataremos solo el origen y traslado del situado fiscal de Quito a Cartagena. Merino hace importantes aportes al estudio de la industria de los obrajes textiles de Quito y las relaciones de intercambio con el ganado de 1
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Barona, Guido, La Maldición de Midas en una región del mundo colonial. Popayán 17801830, Cali, Universidad del Valle, 1995. Merino, Luis, Estudio crítico sobre las Noticias Secretas de América y el clero colonial (1720– 1765), Madrid, Instituto Santo Toribio de Mogrovejo, 1956.
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la provincia de Neiva, así mismo, a la comprensión de la relación entre el clima y la economía de finales del siglo xvii y primera mitad del siglo xviii. Por otra parte, el libro del presbítero Jenaro Díaz Jordán titulado Proceso Histórico de Pueblos y Parroquias de la Diócesis de Garzón,3 es una obra clásica de la historiografía huilense, concretamente por la innovación metodológica y la conceptualización de las obras de José María Restrepo Sáenz, Gabino Charry y Joaquín Borrero García, con base en el trabajo de fuentes locales como los archivos capitulares de Timaná, la Plata, el notarial de Neiva y los archivos parroquiales, incluyendo los informes de los visitadores eclesiásticos.4 Las observaciones de Díaz Jordán sobre el poder local, la economía y la administración eclesiástica del territorio de la ciudad y su distrito, las hemos resignificado con la interpretación de información de archivo que nos da cuenta del papel de los curas párrocos de Neiva y de Yaguará en la combinación de actividades mercantiles (oro y ganado) a su labor pastoral, desde la perspectiva de la financiación de la construcción de los templos, lo cual nos ha revelado algunas de las claves para comprender las interrelaciones entre estado, iglesia, economía, sociedad y poder local en la segunda mitad del siglo xviii y comienzos del siglos xix; así, la construcción de los templos, considerados como signos materiales de la mentalidad religiosa de iniciativa de la administración eclesiástica, fue un capítulo de la historia económica de Neiva. Por otra parte, con base en una revisión autocrítica de los trabajos que 3
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Díaz Jordán, Jenaro, Proceso Histórico de Pueblos y Parroquias de la Diócesis de Garzón, Neiva, Imprenta Departamental del Huila, 1959. Díaz Jordán se refirió al fenómeno del cambio, que con la erección de parroquias se produjo en el patrón de la estructura social de la provincia de Neiva a finales del siglo XVIII, pero no logró caracterizarlo en los términos en que lo haría posteriormente el historiador francés Jacques April en su estudio sobre la ciudad colombiana de la época colonial. Escasamente atisbó a explicar el fenómeno como resultado del poblamiento campesino consentido por los propietarios de algunas haciendas ganaderas, hasta que, según sus términos: “la densidad de la población rural y el espíritu religioso, los impulsó a fundar su aldea, a edificar iglesia y a pedir un sacerdote que dirigiera permanentemente sus conciencias” Díaz Jordán, Proceso Histórico... pág. 135. El enfoque y eje de la obra de Díaz Jordán es una descripción cronológica de la formación y administración de la Iglesia en la provincia de Neiva desde el siglo xvi hasta el siglo xx, combinando información sobre variables y contextos que van desde el poblamiento y la fundación de parroquias, los jerarcas y visitadores eclesiásticos, los curas párrocos, sus familias, rentas y obras, y los rasgos de la vida eclesiástica en las diferentes parroquias de la diócesis, particularmente las de Neiva y Yaguará, con sus respectivos curas párrocos: el doctor Isidro Palencia y el maestro Diego Quintero Príncipe.
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hicimos para la Historia General del Huila, especialmente de los artículos: “Fisco, cambios económicos y estructura social en la Provincia de Neiva 1760–1810”,5 y “Economía y conflicto, 1690–1808”,6 nos percatamos de que nuestro anterior planteamiento –en los citados artículos- sobre la estructura, dinámica e importancia de la economía de la ciudad, distrito y provincia de Neiva en el siglo xviii, no solo es insostenible hoy, a la luz de los nuevos aportes documentales y enfoques metodológicos, sino que la revisión de viejas obras como la crónica colonial ha permitido construir nuevos datos y cambiar el enfoque o punto de vista sobre la periodización de la evolución de los sectores más importantes de la economía de Neiva, el ganado y del oro. En el capítulo “Fisco, Cambios Económicos y Estructura Social en la Provincia de Neiva 1760-1810”,7 elaboramos una serie de datos y series cuantitativas que hoy son en buena parte insostenibles. Además, advertimos que ante la precariedad y dispersión de las fuentes, para aproximarnos a la determinación de una escala de magnitudes de las variables estructurales de la historia económica de este distrito en la época colonial, lo que mejor revela tanto la dinámica económica como el impacto de la política colonial en la provincia de Neiva es el manejo de los datos fiscales, los cuales, con base en nuevas fuentes de información sobre la participación de curas párrocos en el negocio, nos permiten tener una mejor idea sobre la economía de Neiva en ese periodo y hacer nuevos cálculos sobre las magnitudes del oro en el periodo 1760–1808. De otro lado, la revisión de los datos fiscales, los productos del tributo de indios y otras rentas estatales como los ramos del tabaco y aguardiente, nos permitieron hacer estimativos sobre la extracción de excedentes económicos como indicativo de las dinámicas de la economía de la ciudad y provincia de Neiva. Por otra parte, en el artículo “La Fundación de Neiva y su Conformación en el Siglo xvii”8 que antecede a este trabajo, hemos mostrado cómo a finales 5
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Clavijo Ocampo, Hernán, “Fisco, cambios económicos y estructura social en la Provincia de Neiva 1760–1810”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996, págs. 423- 454. Clavijo Ocampo, “Economía y conflicto, 1690–1808”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996, págs. 375-422. Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…”. Clavijo Ocampo, “Fundación y conformación de la ciudad de “la pura y limpia concepción” de Neiva y su provincia en el siglo xvii”, capítulo segundo de este mismo volumen de la Historia Comprehensiva de Neiva.
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de este siglo la economía de Neiva ya estaba fuertemente articulada a los mercados del ganado de Santafé, Popayán y Quito. El ganado de Neiva fue fundamental en las condiciones materiales de la vida cotidiana de la ciudad y la corte de Santafé, a través del abasto de carne y las industrias derivadas como la producción de cebo, velas y curtiembres. Esta vez, vamos a mostrar como el conflictivo juego de intereses por las diferentes condiciones geográficas y comerciales del negocio de sus ganados en Santafé, Popayán y Quito, provocó y fermentó contradicciones entre fracciones de la élite Santafereña en diferentes momentos del siglo xviii y entre estas y los criadores de Neiva, que dieron lugar a la ampliación de la base material del poder de dicha elite mediante la inversión de capital en la formación de haciendas ganaderas en el valle del Saldaña, como mecanismo de poder del centro político sobre una periferia ecológicamente complementaria. Finalmente, el trabajo de Renée Soulodre la France sobre el Tolima Grande en el siglo xviii,9 incluyó el tratamiento de la economía provincial de Neiva, principalmente en dos capítulos. En el primer capítulo titulado “Ganado, Caña y Cigarro”, el tema es despachado en 20 páginas, de las cuales 7 están dedicadas el cultivo de la caña y las industrias de la miel y del aguardiente sin destacar aspectos relevantes del sector en el distrito de Neiva. El otro es un capítulo secundario en la estrategia teórico analítica de la obra, dedicado al mercado de tierras y del crédito, que ocupa buena parte de la extensión de la obra, sin revelar mayores rasgos de la economía de Neiva en ese periodo.10
Los datos. Indicio de la crónica colonial tardía
La
Crónica colonial tardía que hace referencia a la ciudad, distrito y provincia de Neiva en el siglo xviii, contiene información importante para la nueva historia económica de Neiva en este periodo. Esta fuente comprende la compilación del historiador jesuita Juan Manuel Pacheco,11 el diario de viaje de Miguel de Santisteban,12 una parte de la crónica de los hermanos 9
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Soulodre La France, Renée, Región e Imperio. El Tolima Grande en el siglo XVIII, Bogotá, Instituto de Antropología e Historia, 2004. Soulodre La France, Región e Imperio…. pág. 113–154. Pacheco, Juan Manuel, “A través de Colombia en 1724. Impresiones de jesuitas, austriacos y suizos”, en Boletín de Historia y Antiguedades, vol. 59 n.º 693. 1972, págs. 399-400. Robinson, David, editor, Mil Leguas por América. De Lima a Caracas 1740 – 1741. Diario de don Miguel de Santisteban, Bogotá, Banco de la República, 1992.
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Ulloa, y finalmente, los libros de Fray Juan de Santa Gertrudis13 y de Basilio Vicente de Oviedo.14 De la compilación que hizo el sacerdote Pacheco de las impresiones de dichos misioneros, nos interesan las referidas a su viaje entre la villa de Honda y la ciudad de la Plata, pues aunque no relacionan algo concreto de la ciudad de Neiva, sí nos dan una idea del escenario en el cual se proyectaba la economía de esta. En esa distancia, dijeron haber atravesado “no menos de cuatrocientos ríos, algunos de ellos bastante rápidos como el Coello”, en medio de “tierras desiertas y estériles”. El 20 de junio de 1724 llegaron al Río Páez, del cual dijeron que era el fin geográfico de la tierra caliente y el comienzo del ascenso a la cordillera, en cuyo tránsito encontraron a la ciudad de la Plata. La parte más elocuente es, sin duda alguna, la de su paso por el páramo de Guanacas, por los datos que indican las condiciones del tráfico de este camino. En el Diario de viaje de Lima a Caracas hecho por don Miguel de Santisteban entre 1740 y 1741 tampoco se menciona, ni siquiera marginalmente, a la ciudad de Neiva. En cambio, este viajero sí hace una semblanza de la ciudad de la Plata que permite inferir las dimensiones y papel que habría tenido la ciudad de Neiva al momento del paso de Santisteban por ella. En efecto, la ciudad de la Plata, según dicho viajero: “Tendrá de 80 a 100 casas cubiertas de paja y tan mal situadas que fuera de la plaza, donde está la iglesia parroquial que es de teja, no tiene tres calles que sean regulares”15. Según el relato de Santisteban, lo interesante de la ciudad de la Plata era que estando sujeta a la gobernación de la ciudad de Neiva, se constituía como un punto de recambio de las recuas que traían los negociantes del comercio de Lima y Quito en Popayán por la vía del inhóspito páramo de Guanacas; es decir, el lugar donde se contrataba con los dueños de las recuas de mulas su transporte hasta la villa de Honda o en sentido inverso si subían de Cartagena. Santisteban hace referencias marginales a los ganados del valle de Neiva comprados por los hacendados del valle y pueblo de Cayambé en el reino de Quito, pero constata y explica las fuentes de la extraordinaria rentabilidad de este negocio, a partir de la técnica de la siembras de pastos y los ciclos de ceba de los ganados traídos de aquel valle, a los cuales les 13
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De Santa Gertrudis, fray Juan, Maravillas de la Naturaleza, Bogotá, Colcultura, 1994, 2 tomos. Oviedo, Basilio Vicente, Cualidades y Riquezas de la Nueva Granada, Bucaramanga, Gobernación de Santander, 1990. Robinson, editor, Mil Leguas por América... pág. 144.
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sacaban de ganancia entre 17 y 20 pesos por cabeza. Además, corrobora una de las observaciones más frecuentes sobre el valle de Neiva, cual era la de ser —junto con las provincias del Chocó, Popayán y Antioquia— una de las regiones más auríferas de la Nueva Granada. El relato de Santisteban contiene referencias muy interesantes sobre dos asuntos de gran interés. De una parte, la participación de un oficial de la Real Hacienda de Popayán de apellido Usuriaga en el negocio del ganado de Neiva entre esa capital y Quito durante cerca de dos décadas. De otra parte, los rumores sobre el contrabando del oro en las provincias de Chocó y Popayán. Por su parte, en la crónica del misionero agustino fray Juan de Santa Gertrudis, se sugiere la existencia de fábricas de petacas y rejos, es decir, cajones y cuerdas de cuero, que eran necesarios para todo pasajero y mercader que estuviera asociado a la práctica del transporte entre La Plata y Honda. Además, la afirmación de que a esta villa bajaban durante todo el año muleros o caporales con sus recuas o partidas de mulas de silla y de carga a buscar pasajeros y cargas, nos da pistas para determinar el lugar de Neiva en este circuito comercial por ser la ruta más transitada hacia Popayán y Quito.16 Asimismo, el relato de su encuentro con un arriero en la ciudad de Mariquita, nos posibilitó información sobre la fabricación de un hilo de pita muy fino de una planta llamada maguey que existía abundantemente en el valle de Neiva,17 y sobre los caneyes para el secado del tabaco en el pueblo de Las Piedras de la provincia de Mariquita.18 Este dato nos matiza un aspecto del capítulo de la tesis doctoral sobre la economía y la renta de tabaco en el distrito de Ambalema, concretamente sobre los primeros tiempos de este —los cuales coinciden con la datación de la observación de fray Juan—, en lo referente a las materias primas que requería la industria 16
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De Santa Gertrudis, Maravillas de la Naturaleza… tomo i, págs. 19-20. La introducción que le hizo en 1956 Jesús García Pastor para la publicación de la obra, la califica como “un aguafuerte de viva historia popular en la América del siglo xviii”, a la vez que “uno de los pocos documentos directos de la actividad misionera”. El capítulo cuarto del primer tomo, trae valiosa información de tipo económico, etnográfica y comercial para la historia local y provincial de Neiva y Mariquita en los años de 1756,1757 y 1765, pues no solo dilucidan las diferentes rutas de los circuitos de comercio y tráfico de viajeros entre Honda, Neiva, Timaná y Almaguer, o entre Honda, Neiva, la Plata y Popayán y entre Neiva y Santafé por la vía de Guayabal. sino que contribuyen a identificar hechos económicos, demográficos, y sobre todo, culturales y etnográficos. De Santa Gertrudis, Maravillas de la Naturaleza… tomo i, pág. 32. De Santa Gertrudis, Maravillas de la Naturaleza… tomo i, págs. 132–133.
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del tabaco, en particular, al hilo de pita para extender al sol las hojas de tabaco en la fase del secado. Gracias que esos datos y reflexiones podemos reconocer un proceso importante en la formación económica del distrito de Neiva, como fue la transformación de ese tipo de moneda, la pita como equivalente monetario para el pago del tributo indígena en la villa de Timaná, en una mercancía que por su gran demanda para el transporte de carga entre la villa de Honda y las ciudades de Popayán y de Quito, y para la fase del secado del tabaco en los caneyes, se convirtió en una importante fuente de ingresos monetarios para sus fabricantes y comerciantes. Además, en el relato del capítulo quinto del segundo tomo de su crónica, referido a la segunda vez que recorre la provincia de Neiva, amplía la información brindada en el capítulo cuarto del primer tomo sobre la industria del hilo de pita en esta ciudad, destacando que esta industria le generaba “mucha plata” a los neivanos,19 lo cual nos permite inferir que la economía del distrito tabacalero de Ambalema fue una de las principales fuentes de los ingresos monetarios de los neivanos, especialmente por el aumento de la demanda del hilo de pita a partir de la implantación del monopolio, y sobre todo, de la delimitación del territorio de aquel distrito. Sin embargo, otros mercados para la pita pudieron ser el de Guayabal de Síquima, y posteriormente el de la Mesa. De otro lado, Fray Juan se refiere marginalmente en el capítulo cuarto del segundo tomo, a un rasgo decisivo de la dinámica económica de Neiva como fue el vínculo de los neivanos con el mercado de Guayabal de Síquima, distrito de Tocaima en el camino hacia Santafé. Guayabal de Síquima era —afirma Fray Juan— un curato de la comunidad de los Agustinos de la provincia de Santafé con unos 120 vecinos, en su mayoría blancos y mestizos y una minoría de indios y mulatos. Cada jueves, agrega, se realizaba una feria adonde concurrían las gentes de Llanogrande, los campesinos del valle de Neiva, de la sabana de Bogotá, de Vélez y Tunja. Más concretamente afirma:
La economía de la ciudad mieles, alfandoques y raspaduras. Unos y otros también llevan bestias y ganado; muchas papas los Santafereños, muchos plátanos y yucas los neivanos”.20
De otra parte, a diferencia del patrón descriptivo de la crónica de Fray Juan, su contemporáneo, el sacerdote Basilio Vicente de Oviedo en “Cualidades y Riquezas del Nuevo Reino de Granada”, hace una descripción más analítica de los curatos de la ciudad de Neiva y su jurisdicción, abordando aspectos del poblamiento y la economía de esta ciudad y provincia a mediados del siglo xviii.21 En efecto, Oviedo ubica a Neiva en la frontera geográfica de la arquidiócesis de Santafé y la diócesis de Popayán y describe elementos generales de la espacialidad, la demografía, el gobierno civil, la fiscalidad y algunas prácticas comerciales del clero secular de aquella ciudad y su distrito, así como de la cultura étnica en el corregimiento de los indios coyaima y natagaima, de modo que podemos hacer algunas inferencias y establecer relaciones entre estos aspectos. En este caso, Oviedo ofrece hilos explicativos e interpretaciones de gran interés. La singularidad metodológica del trabajo de Oviedo frente al de Fray Juan esta en identificar, aunque de manera marginal, la fuente desde la cual hizo sus observaciones y la datación de sus observaciones de campo. Se trata de conversaciones con un gobernador de la provincia, amigo suyo, Pedro de Iriarte, que vino como criado del virrey Eslava, y de la percepción que tuvo el padre Oviedo de la ciudad y distrito de Neiva en el periodo comprendido entre 1726 y finales de la década de 1750.22 En cualquier caso, las descripciones de Oviedo al igual que las de Fray Juan, eran fruto de sus observaciones y de su percepción directa de la realidad de la ciudad y provincia de Neiva en el intervalo que va 20 21
“Los del reino de Santafé llevan ropa de España y abalorios, sal que fabrican en mismo con ropa de la tierra de lana y algodón, paños, balletas, tocuyos (…) Los del valle de Neiva llevan cacao, azúcares, 19
De Santa Gertrudis, Maravillas de la Naturaleza… tomo ii, pág. 44. La variedad de la que se fabricaba el fique, agrega el cronista, tenía pencas de dos varas y media de largo y cuatro dedos de ancha. La última variedad abundaba poco y de ella se sacaba el hilo más apreciado y fino.
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22
De Santa Gertrudis, Maravillas de la Naturaleza… tomo II, pág. 94. Oviedo, Basilio Vicente de, Cualidades y Riquezas de la Nueva Granada, Bucaramanga, Gobernación de Santander, 1990, capítulo 18. El esquema de descripción de los curatos empieza por referir el estado del edificio del templo de la Iglesia, y luego incluye datos del tamaño de las feligresías, menciona las bases productivas locales de la vida social; así mismo, da cifras de las rentas del cura, detalla la estructura del gobierno en la ciudad de Neiva y villa de Purificación, y en el caso de los curatos del corregimiento de los Coyaimas y Natagaimas, identifica con agudeza rasgos culturales y explica o interpreta la relación entre estos, la situación económica y la estructura de poder. Los elementos metodológicos de su narración resultan de gran interés para la historia económica de la administración eclesiástica de la arquidiócesis de Santafé, como para la historia local de Neiva en dicho periodo. Oviedo, Cualidades y Riquezas… pág. 310.
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de 1726, cuando dice haber pasado por esta ciudad para ordenarse en la ciudad de Popayán, hasta a finales de la década de 1750.23 Se trata de un periodo sobre el cual, como ya lo advertimos, casi la única información que existe sobre aspectos de la vida económica de esta capital provincial, es sobre la actividad ganadera. Oviedo enfoca de manera original el poblamiento de la ciudad y distrito de Neiva conectado con la base material de la ciudad, y da elementos de la espacialidad y la magnitud del poblamiento, revelando algo de su estructura física y su ecosistema. Empieza por ubicar a la ciudad con respecto a la margen del río Magdalena y de la banda de Santafé, y agrega que las casas eran de bahareque, palos y paja, no de cal y canto, lo cual, según podemos inferir de la asociación de los datos de Fray Juan, resultaba acorde con “el sumo calor de la tierra” y la abundancia de buenas y fuertes maderas nativas como cedros, nogales y guayacanes.24 Sin embargo, el clima y el ambiente eran propicios, agrega, para “la enfermedad de fríos y calenturas” porque la ciudad y su distrito estaban cargados de una variedad de “moscos, zancudos, jejenes, avispas, hormigas y muchas layas de culebras”.25 Una extraña observación del gobernador Francisco de Berrío fechada en febrero de 1788 refiere “las furiosas tempestades y [los] terribles [y] muchos rayos y truenos que todos los días ‘espantan cielo y tierra’ en la provincia”.26 Oviedo destaca la novedad del edificio de la iglesia y calcula la población en más de 3.000 feligreses. Con base en la estimación de las condiciones materiales de vida de esa feligresía como “de medianos posibles”, calcula que esta le producía a su cura una renta de aproximadamente 4.000 patacones anuales, razón por la cual consideró el curato de Neiva como de primer orden por tener la renta de un “Obispado”27. Sin embargo, nada dice sobre la estructura urbana de la 23
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Oviedo da pautas para el análisis de la relación entre sociedad, iglesia secular y minería en la ciudad y distrito de Neiva, a la vez que posibilita plantear comparaciones entre la jerarquía urbanística de las iglesias, la estructura y tamaño de los cabildos, y la jerarquía social de las elites de las ciudades de Neiva e Ibagué y la villa de Purificación, ver: Oviedo, Cualidades y Riquezas… pág. 306. Oviedo, Cualidades y Riquezas… pág. 308. Oviedo, Cualidades y Riquezas… pág. 309. Archivo General de la Nación (agn), Bogotá, Sección Archivo Anexo (AA-I), Fondo Historia, tomo 3, ff. 323, 324- 336r, y 341-346v. Oviedo, Cualidades y Riquezas… págs. 306–307. El cura vicario tenía otro sacerdote como sacristán colado y debió autorizar que varios de sus vecinos, que vivían en sus haciendas lejos de la ciudad pero dentro del distrito de ella, fueran atendidos en los servicios religiosos y espirituales por los curas de las doctrinas de indios.
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ciudad y la distribución de la población como tampoco sobre el número de calles y de casas.28 Uno de esos datos es la reseña del doctor Isidro Palencia como cura párroco de Neiva. Este párroco, al igual que el presbítero Quintero Príncipe, quien fue párroco de Yaguará hacia 1790, nos permite avanzar en el conocimiento y la comprensión de las imbricaciones locales entre la economía, la sociedad, el cabildo y la iglesia parroquial, concretamente en lo respectivo a los mecanismos de la articulación y dinámicas del poder, la política y los patrones de acumulación de la elite local en relación con los grupos populares en dos momentos o coyunturas históricas de la segunda mitad del siglo xviii. En balance, la crónica colonial nos da pautas para identificar el conjunto de actividades económicas que eran fuente de ingreso, y acaso de acumulación de capital y reproducción social, partiendo de las demandas de productos derivados de la ganadería como eran: la carne, los cueros de res para cujas, rejos y patacas, las que sumadas al oro y al transporte, sugieren una cotidianidad y una cierta integración básica de las provincias de Neiva y Mariquita, estimuladas periódicamente por el comercio colonial y el comercio interregional neogranadino. Por lo demás, comenzaremos por analizar en la larga duración aspectos, etapas o ciclos de los sectores más importantes de la economía de Neiva, como fueron el negocio del ganado y el lavado de oro. El tratamiento sobre el oro lo hemos reducido en sus detalles al conocer que James Torres ha hecho un artículo sobre este tema específico, integrándolo a la dinámica de la economía a partir de las cuentas de la real hacienda y los informes de los gobernadores. Finalmente, intentamos dar cuenta de las dinámicas mercantiles que acompañaron el traslado del situado de Quito a la plaza de Cartagena y de la articulación de Neiva a los mercados de la Mesa, Ambalema y Honda.
28
Oviedo, Cualidades y Riquezas… pág. 318. Por entonces, la ciudad de Ibagué solo contaba con 400 feligreses, pero lo que no advierte Oviedo, es el hecho de que esta tenía una iglesia y convento de la orden de los dominicos, lo que le dio una mayor jerarquía social y cultural con respecto a Neiva, ciudad que, con excepción de la hacienda de Villavieja de propiedad de la Comunidad de Jesús, carecía del servicio público de la educación por la ausencia de vida conventual en su recinto urbano.
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Mercados, poder y política: El negocio del ganado en la primera mitad del siglo xviii
La principal clave metodológica de la historia económica de Neiva en el siglo
xviii es el estudio de la relación entre el comercio, el poder y la política, a través del negocio del ganado y los grupos de criadores. Un indicador de la estrecha relación entre el comercio del ganado y la vida política de la ciudad y en general de toda la provincia de Neiva, es el juego de intereses que entró a condicionar el nombramiento de los gobernadores hasta mediados del siglo. La agudización del conflicto entre poder colonial y local en Santafé y los poderes locales e individuales de los criadores de Neiva, convirtieron el gobierno provincial en una herramienta en la lucha contra el llamado “contrabando de ganado” de los neivanos hacia Popayán y Quito. El gobierno de la provincia de Neiva se convirtió en el disputado instrumento político de los intereses económicos, de por lo menos dos fracciones de la elite Santafereña en el abasto de carne, la producción de velas y la venta de cebo a la ciudad y a buena parte de la sabana de Bogotá, con respecto a los cuales la Real Audiencia tomaba partido. Ahora bien, lo importante del hecho es que por ser Neiva la capital de la provincia, su cabildo era presidido por el gobernador, quien era un funcionario nombrado por la Real Audiencia de Santafé de entre la elite criolla hasta el establecimiento del virreinato, lo que fue a menudo fuente de tensiones y conflictos entre el poder local, efectivamente controlado en buena parte por la familia Perdomo y los gobiernos de la ciudad y corte de Santafé. Así, para entender el negocio del ganado de Neiva con las elites Santafereñas debemos determinar la cronología y la gestión de los gobernadores de la provincia de Neiva respecto de las demandas de ganado de Santafé desde la última vez que gobernó Alvarez de Velasco hasta la implantación del monopolio del tabaco y de aguardiente; es decir, en el periodo 1695–1765 que comprende dos etapas bien diferenciadas y un elemento novedoso que es el origen geocultural de los gobernadores. La primera etapa, de 1695 a 1740, se caracterizó porque el número de los gobernadores aumentó extraordinariamente y estuvieron asociados al control del “contrabando” de ganado hacia Popayán y Quito. La segunda, comprende la primera etapa del virreinato, es decir, del año de 1740 a 1765, en los que solo encontramos cinco gobernadores, todos procedentes de la Metrópoli. Con la excepción de los dos cortos periodos en que gobernó un
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subalterno de la familia Ospina, el capitán Juan de Palomino y Lozada, el control del poder en dicha provincia se mantuvo esta familia a través de don Francisco Alvarez de Velasco y Zorrilla, nieto del capitán Diego de Ospina, hasta 1695. A partir de este año se produjo un cambio importante con el acceso de la familia Caicedo (Jerónimo 1698 – 1699; el Márquez de Quintana de las Torres, 1695 – 1697),29 quienes comenzaron a ejercer el poder provincial asociándolo con el sometimiento de los criadores neivanos a sus intereses materiales y políticos como propietarios de la dehesa de Santafé, en un tiempo de catástrofes y conmoción de la sociedad neogranadina ocasionado por las perturbaciones climáticas, el saqueo de Cartagena por el corso francés, y los intentos de invasión de la Nueva Granada por los ingleses en la zona de Urabá que terminó por modificar la estructura y los agentes del negocio del abasto de Santafé. El dominio de los Caicedo en la vida económica y política de Neiva fue indirecto en varias ocasiones a saber: entre 1701 y 1705, en 1710, entre 1717 y 1718, entre 1723 y 1724, y en 1737, cuando el comisario de la caballería del Reino don Alonso de Caicedo puso en la gobernación de Neiva a don Manuel Santos Peña, vecino y mercader de Santafé,30 como una forma de 29
30
Restrepo Sáenz, José María, Gobernadores y Próceres de Neiva, Bogotá, Editorial A.B.C, pág. 11-45. Restrepo Sáenz, Gobernadores y Próceres… El dominio de los Caicedo de Santafé en el gobierno de Neiva fue alternado en 1713–1715 y en 1723, con el gobierno del maestre de campo don Juan de Vargas y Figueroa, vecino de la ciudad de la Plata. agn, Bogotá, S. Colonia. Legajo 4, f. 780v; Archivo General de Indias Archivo General de Indias (agi), Sevilla, Cartas y expedientes de seculares y eclesiásticos, 1716 – 1723. Quito, 143. Entre 1719 y 1724 fue gobernador don José de Prieto y Salazar; sin embargo, Prieto, quien sirvió al Rey con 500 patacones para obtener el cargo, lo delegó en un vecino de apellido Álvarez con agregación del corregimiento de Paeces. Alvares se posesionó ante el virrey Villalonga en noviembre de 1720. agi, Sevilla, Santafé 310. El tesorero Ricaurte refiere que Álvarez fue puesto preso por deuda y se fugó. agi, Sevilla, Santafé 310 f. 67r, aunque al parecer el cargo lo ejerció de manera interina don Bernardo de Saavedra y Montenegro. Silva Vargas, Rodrigo, Neiva, cuna de la revolución de los Comuneros, Bogotá, Kimpres, 2005, pág. 42. Entre 1724 y 1725 fue gobernador el maestre de campo, don Bernardo Saavedra de Montenegro. agn, Bogotá, S. Colonia. F. Abastos, l.9, ff. 643 – 669. AGI, Santafé 301. Informe de la Real Audiencia de Santafé sobre el paso del río Páez. Aaunque Silva Vargas afirma sin citar la fuente que fue Manuel Santos de Peñas, Silva Vargas, Rodrigo, Neiva, cuna de... pág. 43. la figura de Prieto de Salazar es muy interesante pues, en 1718, había obtenido privilegio de establecer por su cuenta una o más Casas de Moneda en la Nueva Granada a cambio de varios donativos a la Corona que sumaron 220.000 pesos Restrepo, José Manuel, “Memoria sobre la amonedación de oro y plata en la Nueva Granada”, en Hernández Gamarra, Antonio, La Moneda y el debate monetario en Colombia, Bogotá, Editorial Retina, 2004. pág. 21. Santos de Peña y Saavedra parecen haber pertenecido a la clientela de los Caicedo de Santafé. AGI, Sevilla, Santafé 301. Además, en un documento fechado en 1735 se lee que Santos de
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asegurarse el envió de ganados a la dehesa de Santafé.31 Sin embargo, el dominio que entró a tener la familia Caicedo en la ciudad y provincia de Neiva se extendió al control político y económico directo o indirecto de los corregimientos de indios coyaimas y natagaimas y de sus ricos curatos por el tributo que hacían con oro del río Saldaña desde 1710, cuando entró el capitán don José de Caicedo y Pastrana como corregidor, justicia mayor y capitán de los pueblos de Coyaima y Natagaima. La familia del tesorero de la Casa de la Moneda fue otra fracción de la elite Santafereña que adquirió propiedades en el distrito de Neiva con el fin aparente de abastecer de ganados a Santafé; esta por su estratégica inserción en la burocracia colonial pudo ampliar sus intereses materiales al comercio del oro de los valles de Neiva y de Saldaña. En efecto, uno los criadores de Neiva a comienzos del siglo xviii era don Juan de Penagos, administrador de las haciendas del difunto exgobernador Francisco Alvarez de Velasco, entre ellas la de la Manga,32 que desde antes de 1717 participaba significativamente en el abasto de Santafé. En este año se hizo una saca de 1.000 y más novillos.33 Desde entonces, un hecho trascendental de la historia social de la economía de Neiva fue la aparición del tesorero de la Casa de Moneda de Santafé, don José Salvador de Ricaurte, como propietario de la hacienda la Manga, por los vínculos de parentesco con miembros de la elite social de Neiva. Una de las hermanas del tesorero, Doña Antonia María, era la esposa del capitán Pedro de Tovar y Buendía, quien resultó avecindado en Neiva desde principios del siglo xviii. La importancia que para la historia de Neiva en el siglo xviii tiene la hacienda la Manga y la familia Ricaurte, una de las más ricas y poderosas del Nuevo Reino,34 proviene de la identidad del dueño anterior de la hacienda
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Peñas estaba preso en la ciudad de Neiva, por un motivo que no dice. agn. S. Colonia. F. Historia Eclesiástica. Rollo 1, ff. 855v–857r. Finalmente, entre 1728 y 1730 el dominio de los Caicedo fue directo cuando ejerció como gobernador, capitán general y corregidor del partido de paeces de la provincia de Neiva, el teniente coronel don José Caicedo y Pastrana, hermano del propietario de la dehesa de Santafé, don Francisco de Caicedo. agn. S. Colonia. F. Abastos, l. 9, f. 922r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Civiles-Tolima. t. 13, f. 295. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 1 f.552. y AGN, S. Colonia. F. TestamentariasCundinamarca, t. 43, f. 28v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 8 f. 260v. Los hermanos Ricaurte vivían por entonces un pleito por la sucesión de su padre, el capitán José de Ricaurte, uno de los hombres más ricos de la Nueva Granada a comienzos del siglo xviii. Un indicador de esta fortuna es el hecho de haber dado en vida a sus hijos la suma de 117.000 patacones, aproximadamente, para dotes, estudios, etc. Don José dejó varias
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y de que un hermano del tesorero de la Casa de la Moneda, el doctor Juan, hubiera sido oidor de la Real Audiencia de Quito desde finales del siglo xvii, y como tal, es un eslabón explicativo del problema del conflicto entre Santafé y Quito por el comercio del ganado del valle de Neiva;35 además, aparece asociado con el español don José Prieto de Salazar, de quien hemos hablado arriba como autorizado para establecer una o dos casas de moneda en Santafé y como gobernador de Neiva. En efecto, el capitán español José de Ricaurte, tesorero de la Real Casa de Moneda de esa capital, compró a los herederos del exgobernador Velasco y Zorrilla la hacienda de la Manga.36 La compra de la hacienda fue hecha para su hija y yerno a los herederos del gobernador Alvarez de Velasco.37 No obstante la escasa información sobre el caso, existen datos elocuentes de las prácticas económicas de la familia Ricaurte en la hacienda de la Manga que dan pistas sobre algunas de las características del protomercado interno colonial en la región a comienzos del siglo xviii. Según el tesorero, un yerno suyo, don Bartolomé de Tovar, vendía en Quito ganado de sus haciendas de Neiva y de allí y de Pasto, traía ropas.38 Con base en el inventario de la hacienda, probablemente hecho en 1715, se inventariaron telas de Quito y de la tierra por la suma de 322 patacones; este dato revela el tipo de intercambio que se daba entre los criadores de Neiva y los comerciantes de textiles de Quito, y es un indicio del lugar de Neiva en el protomercado interno colonial,39 reforzado por el papel que pudo jugar este hacendado como tesorero de la casa de la Moneda en la explotación y la compra del comercio del oro de los distritos de Purificación y de Neiva.
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haciendas, alhajas de oro, perlas y piedras preciosas, pinturas al óleo, cosas de sastrería, sillería, ropas de Castilla, casas y espejos. agn, Bogotá, S. Colonia, F. TestamentariasTolima, t. 22. Elementos de la estructura y la dinámica social y productiva de esta hacienda fueron: la tierra —52 estancias de ganado mayor y 8 de ganado menor—, 105 mulas chúcaras mansas, dos campañas y los ornamentos de la Iglesia, pailas y fondo de cobre de un trapiche y una barqueta de tres bogas. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Testamentarias-Cundinamarca, t. 39. f. 813v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Testamentarias-Cundinamarca, t. 39, f. 526v. El doctor Ricaurte declaró entonces que había trabajado como Oidor de la Audiencia de Quito durante ocho años sin recibir salario alguno, lo que convierte su caso en otro funcionario criollo que ilustra el fenómeno de la deuda interna colonial de la metrópoli que a lo largo de los siglos xvii y xviii jugó un papel en la configuración del criollismo. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Testamentarias-Cundinamarca, t. 43 ff. 26r.-28v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Testamentarias-Cundinamarca, t. 43. f. 28v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Testamentarias-Cundinamarca, t. 43. f. 26r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Testamentarias-Cundinamarca, t. 43. ff. 73v–82r.
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La práctica que parece dominante, fue el del pago de los ganados comprados por los comerciantes de Quito en textiles y plata. Los textiles a su vez eran transmutados en dinero mediante el sistema de crédito usado por los hacendados comerciantes para financiar el lavado de oro de los mazamorreros del distrito de Neiva, quienes solían pagar en oro los créditos y vendían otras cantidades de este metal precioso a sus “benefectores”. La Hacienda de la Manga es relevante para encontrar los mecanismos de las fuentes de acumulación y de poder de otra de las fracciones sociales de la elite de Santafé, que a diferencia de los Caicedo, hizo parte a través de vínculos de parentesco con familias de la elite de Neiva, y a través de ella, de las dinámicas territoriales del poder social, económico y político de esta ciudad y capital provincial. Sin duda, uno de los casos más elocuentes fue el de los herederos de Diego Quintero Príncipe, vecino de Neiva y administrador de las haciendas de la Manga a comienzos del siglo xviii, concretamente, el capitán Manuel Quintero que aparece como alcalde ordinario de Santafé en 1735, al igual que su hijo el cura párroco de Yaguará en 1790.40 En 1751, en medio de cierto auge del lavado de oro en el distrito de Neiva, el tesorero había transferido el título de propiedad a su yerno don Julián de Buendía, vecino de Neiva.41 Ahora bien, ya hemos avanzado algo en el artículo anterior sobre las características del negocio del ganado de Neiva en Santafé. Ahora vamos a ahondar en las contradicciones, conflictos y pleitos entre los criadores y los abonadores del abasto de carne, velas y cebo a la ciudad y corte de Santafé. Como vimos, desde 1694 los criadores de Neiva y de Timaná —en ocasiones representadas por el gobernador Alvarez de Velasco y Zorrilla— fueron clave para la alimentación, el culto divino, y vida social nocturna del vecindario de Santafé. No obstante, existió una alternativa al mercado de Santafé dictada por las ventajas comparativas que ofrecían los compradores de Popayán y de Quito. No podemos entrar en detalles sobre el impacto de las perturbaciones climáticas de finales del siglo xvii y comienzos del siglo xviii en el problema económico y político del abasto de ganado. Solo vamos a tratar algunos aspectos generales del problema, empezando por lo que creemos fue el punto de inflexión en el cambio de las relaciones entre los gobiernos de 40
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agi, Sevilla, Santafé. 301. y, agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia Eclesiástica, rollo 1, f. 357. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Testamentarias-Cundinamarca, t. 39. f. 813v.
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Santafé y los criadores de Neiva, que fue la muerte del exgobernador Álvarez de Velasco en Madrid. Una idea reveladora del papel de las relaciones de parentesco entre la elite de Santafé y la elite de Neiva, y del papel de la aristocracia criolla Santafereña en el negocio del abasto de ganado, es el caso del sucesor del gobernador Álvarez de Velasco. En marzo de dicho año, el procurador de la ciudad de Santafé era el maestre de campo y caballero de la orden de Santiago, don Diego Antonio de Valenzuela y Fajardo, sobrino, y como veremos, heredero del exgobernador Álvarez de Velasco, quien por entonces se encontraba de camino hacia Madrid; como procurador de dicha ciudad, fue exonerado de la dependencia del abasto a causa del inmediato parentesco con el comisario de la caballería y propietario de la dehesa de Santafé, don Alonso de Caicedo.42 Tampoco podemos tratar sobre las contradicciones entre la elite de Neiva y la elite de Timaná en los pleitos de los gobiernos de Santafé para sujetar a los criadores de ganado de la provincia al abasto de esta ciudad y corte. Basta con citar una parte del informe del comisionado del cabildo de Santafé, García de Zuleta, fechado en mayo de 1704, que permite inferir aspectos como el estado de guerra en que se encontraba el vecindario de aquella villa por los ataques de los indios andaquíes, el mecanismo que tenían para financiar los gastos del conflicto y de sus casas, y por último, las quejas que tenían contra los criadores de Neiva y el comisionado de la dehesa de Santafé en materia de precios y condiciones de venta de sus ganados. García de Zuleta dice que “además de andar todos retirados en sus hatos se hallan con la propensión del enemigo que les hace no soltar las armas (…) [y] estar asiendo correrías incesantemente con cincuenta hombres sin costear a su majestad cosa alguna, sino que ellos de sus haciendas y personas asisten con lealtad a cuanto se les manda”.43 Por otra parte, basta con tener una idea de las razones y motivos de los criadores de Timaná para resistirse a los intereses y órdenes de los gobiernos de Santafé. La cuestión de los precios y los costos estaba asociada a una suma de diferencias entre estos y el de Popayán, sobre las cuales factores como las distancias, el estado de los caminos y las condiciones físicas, comerciales y monetarias en las cuales debían hacer sus sacas —que determinaban los 42
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agn, Bogotá, S. Colecciones, F. Enrique Ortega Ricaurte (eor), Cabildos de Santafé, 1583 – 1810. pág. 127. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l.13, f. 911.
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precios y las rentas del negocio—, podían definir sus intereses en favor de Popayán. Se trata de una comparación de los elementos que conformaban la racionalidad y que los llevó a definir sus intereses gremiales y locales con respecto a los gobiernos de Neiva y de Santafé, especialmente frente a los abonadores de la dehesa de Santafé y sus agentes frente a los comerciantes de Popayán y de Quito. En efecto, el procurador de la villa de Timaná expuso en 1704 los puntos críticos del transporte de ganado a Santafé de la siguiente forma: Los quebrantos de tan dilatados caminos, que para llegar a ella, se tardan ochenta o noventa días, y esto con el continuo trabajo, de que todas las noches, ha de estar el ganado, recogido, y los vaqueros, en vela, y a caballo, las noches enteras, muriéndose la mayor parte, en el camino, y desmadrándose de tal suerte que el que llegue a la dehesa, viene ya tan flaco y descarnado, que por eso lo desechan en ella, regulándolo por ínfimo precio, porque se atribuye a falta de edad, y no a que con la larga distancia, aspereza de caminos, falta de pastos, y de bebida, se entumece, enflaquece y muere.44
En cambio, agregan, los comerciantes de Quito no solo pagaban a 4 patacones cada novillo sino que, además, pagaban los crecidos costos de mulas, caballos, vaqueros y matalotajes, y finalmente asumían por su cuenta las pérdidas.45 Los criadores de Timaná usaron dos argumentos contra los vecinos de Neiva y el comisionado de Santafé: el primero, la necesidad que tenían de los ganados para resistir y rechazar las invasiones y ataques de los Indios andaquíes.46 El segundo, era el cálculo de las aproximadamente 23.000 reses que tenían los hatos de Timaná, cifra que no indicaba abundancia pues “ni la tercera parte de ellas es de calidad de poderse conducir (…) pues se compone esa cifra de novillos, vacas, toros, becerros y ganado alzado.”47 Lo interesante, es que la unidad de intereses de los criadores de Timaná presuntamente nació de las necesidades de la guerra contra los indios y de las limitaciones económicas para financiarla. El comisario general de la caballería, don Alonso de Caicedo Maldonado y Olalla, consideró el argumento de los costos de la guerra contra los andaquíes como un pretexto 44 45 46 47
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l.13, f. 914v. agn, Bogotá, S. Colonia. F. Abastos. l. 8, ff. 96r-97r. agn, Bogotá, S. Colonia. F. Abastos. l. 13, f. 913v. agn, Bogotá, S. Colonia. F. Abastos. l. 13, f. 920r.v.
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para incumplir su obligación de abastecer la dehesa de Santafé, y pidió al presidente de la Real Audiencia hacer valer los derechos que la ciudad y corte de Santafé tenía sobre los ganados de la provincia de Neiva.48 Este argumento es trascendental en la interpretación del papel de la relación entre centro y periferia en el funcionamiento económico del sistema colonial en las jurisdicciones de las audiencias de Santafé y de Quito, en cuya frontera se encontraba una región ecológica y económicamente singular como era la que comprendía a Neiva, Timaná, la Plata y Purificación. La escasez de ganados que hubo en la dehesa de Santafé en el año en 1705, justificó el decreto de la Real Audiencia en el cual se dio una orden al gobernador de la provincia y al cabildo justicia y regimiento de la ciudad de Neiva, de no permitir la saca de ganado a Popayán ni a Quito.49 La medida era casi un ritual, pues la práctica comercial de los criadores de Neiva mantenía su gravitación en torno a los precios de compra y condiciones de pago. Este tipo de órdenes no era nuevo, pero ahora revela un factor innovador de las relaciones entre el centro político de la Nueva Granada y la periferia de la provincia de Neiva sujeta a su influencia directa. Se trata de la transformación del gobierno de Neiva en un instrumento explícito de control del comercio de ganado por los gobiernos de Real Audiencia y Cabildo secular, y las fracciones de la elite económica de Santafé. Pocos años después, un abogado de la Audiencia de Santafé expuso su visión del problema de esta ciudad y corte con los criadores de Neiva por el abasto del ganado, destacando la ventaja que estos tenían con los comerciantes de Popayán y Quito. Según el abogado: Vecinos de Popayán remiten personas de su satisfacción con ropa de Quito y plata y estos compran el ganado escogido a como quieran y lo meten inmediato a la ciudad de la Plata y con esta diligencia sacan gruesísimas cantidades de ganado y se lo llevan sin que haya quien lo impida y los criadores logran la ocasión de remediar sus necesidades y aprietos.50
El problema del abonador de la dehesa se agravó con la descomposición social que se vivía a comienzos del siglo en la provincia de Santafé, una de cuyas expresiones fue la crisis del mercado de la carne y de las velas, 48 49 50
agn, Bogotá, S. Colonia. F. Abastos. l. 13, f. 822v. agn, Bogotá, S. Colonia. F. Abastos. l. 13, f. 970r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 4, ff. 481r.
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provocada por el contrabando, al cual se sumaba la rebelión comercial de la elite local de Neiva, obligando a miembros de la aristocracia Santafereña a ejecutar una más hábil y eficaz estrategia desde 1712, cuando Don José de Caicedo y Pastrana, hijo del propietario de la Dehesa de Santafé, el comisario de la caballería del Nuevo Reino de Granada, José Alonso de Caicedo Maldonado y de doña Francisca de Pastrana, compró el cargo de Juez de tierras de la provincia de Neiva, para adelantar la visita y composición de las propiedades agrarias de esta rica provincia.51 La visita de tierras a la provincia de Neiva fue encargada al Teniente Coronel Don José Caicedo y Pastrana, corregidor y capitán del partido de Coyaima, en calidad de Juez Subdelegado para la composiciones de tierras. La visita fue practicada por Caicedo a comienzos de 1712, en un contexto político caracterizado por la llegada del nuevo presidente, don Francisco de Meneses, y por la intensificación del viejo conflicto entre la Real Audiencia y el cabildo de Santafé. A poco de adelantarla, Caicedo aprovechó el cargo para comprar extensas, feraces y muy bien ubicadas tierras en el valle del Saldaña, en las cuales fundó el desde entonces legendario latifundio de Saldaña para abastecer la dehesa de Santafé. En ese año, era gobernador de Neiva el maestre de campo Don Juan de Vargas y Figueroa.52 Por otra parte, gracias al hallazgo de varios documentos del fondo Historia Eclesiástica del Archivo General de la Nación, fechados entre 1716 y 1718, podemos identificar algunos de los elementos del cambio en la economía política de la ganadería de Neiva. La elite y el gobierno Santafereño habían recurrido desde finales del siglo anterior a varios mecanismos para forzar a los criadores de Neiva a llevar sus ganados a Santafé: demandas, embargos y multas,53 la innovación a partir de 1715 consistió en recurrir a la formación de grupos armados para impedir, lo que a su juicio era un comercio ilícito animado desde las ciudades de Quito y Popayán. La intervención armada en el negocio marcó el principio de una nueva etapa en la historia política provincial y local caracterizada por una fuerte resistencia de los criadores y del cabildo de Neiva, especialmente, la fracción liderada por la familia Perdomo. 51
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. ff. 52-53. Caicedo era casado con doña Mariana Vélez, hija del Márquez de Quintana de las Torres. En adelante aparecerá como Caicedo dado que a finales del siglo XVIII uno de sus principales descendientes, don Luis, se firmaba de este modo. En ese año, Vargas y Figueroa compró a criadores de Neiva un total de 4.000 novillos para llevarlos a Popayán y Quito pero no obtuvo la licencia del presidente Meneses. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 11, ff. 771-773. agn Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 11, ff. 757-770.
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La nueva etapa en la evolución del problema del abasto de ganado de Neiva a Santafé, llegó a tocar de manera dramática el funcionamiento del patronato, las estructuras de poder y la vida política en aquella ciudad y distrito. El hecho fue que los gobiernos de Santafé, cabildo secular y Real Audiencia, convirtieron al gobierno provincial en un instrumento político y militar para controlar el comercio de ganado de Neiva hacia Popayán y Quito. Tres casos sustentan esta tesis: el primero es el pleito entre las autoridades civiles y eclesiásticas de la ciudad y distrito de Neiva a raíz de la prohibición a los criadores de Neiva de enviar sus ganados a las provincias de Popayán y de Quito. El segundo, es un pleito entre el cabildo de Santafé y las autoridades eclesiásticas del obispado de Popayán por la misma razón. El tercero y último, es la demanda que el cabildo de Neiva le puso al abonador de la dehesa de Santafé, el capitán Francisco Cortés Vasconcelos, por imponer arbitrariamente precio a sus ganados. Una prueba del cambio anotado y su alcance en la vida local de la provincia de Neiva, es la orden del Virrey Villalonga en 1719 al gobernador y capitán general de la provincia de Timaná y corregidor de la de Páez, don Tomás Ramírez Floriano, para realizar un padrón de milicias en la ciudad de la Plata.54 El censo de 1719 tiene gran valor, no solo por el fin que lo animaba, sino porque revela la magnitud y la complejidad social del vecindario de esta ciudad así como la composición de la elite local55. En primer lugar, en él aparece censado don Juan de Vargas y Figueroa como gobernador, así como un total de 62 blancos y mestizos aptos para las armas, de los cuales seis tenían el titulo de don, dos más eran capitanes, y diez eran españoles; de estos últimos, 4 estaban ausentes y 6 carecían del título de don, mientras que la compañía de mulatos estaba integrada por 34 milicianos al mando de un don.56 Por entonces, la Real Audiencia ratificaba su tesis de que “los prontos y seguros abastos de la República como el más principal negocio de la causa pública”, y a la vez absolvió al rematador del abasto de Santafé en la demanda que el cabildo de Neiva y los criadores de este distrito habían puesto sobre el precio de sus ganados, ordenando que se pagaran a 28 reales; es decir, a 3 patacones y 4 reales.57 También, el procurador de la ciudad y abonador 54 55
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, r. 16/22, ff. 556–559. Además del gobernador, figuraban los capitanes Juan de Vargas y Orosco y Pedro de Castro, don Agustín de Falla, don Gregorio González de la Jota, don Juan Bautista de Vargas, Don Jacinto de la Peña, don Juan de Castro y don Pablo de Triana. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, r. 16/22, ff. 556–559. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, r. 11, f. 757. El rematador hizo notar que en tiempos
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del abasto de ganado a Santafé, el tesorero don José Salvador de Ricaurte, propietario de la hacienda de la Manga, sostenía la tesis en contra de los acreedores del dicho rematador, según la cual, la causa pública prevalecía contra el derecho de los particulares.58 Ricaurte fue un celoso defensor de sus intereses como abonador, y en consecuencia un crítico implacable de los más grandes criadores de Neiva que enviaban sus ganados a Popayán y a Quito. Estos eran los eclesiásticos don Sebastián de Vargas y don Diego de la Zota, a quienes en mayo de 1722 acusó de acostumbrar a enviar sacas a Popayán y de inducir con su ejemplo a los seglares a hacer lo propio. Esta vez, Ricaurte pidió a la Real Audiencia nombrar un gobernador y corregidor que evitara y castigara esa violación. Finalmente, el gobierno de Santafé impuso la ley del “bien común político económico de las repúblicas” contra el eclesiástico de la Zota, con el argumento de que su hacienda estaba ubicada en el distrito de la Real Audiencia —no obstante la protesta de este— enviándole un comisionado para transportar a Santafé los ganados que tuviere en sazón, pagándoselos a un precio de 30 reales cuando este pedía se los pagaran a 7 patacones.59 La Real Audiencia manifestó de nuevo su regalismo al pedirle al Obispo de Popayán mandara a sus “clérigos de Timaná y la Plata se contuvieran en estancar o reducir a sus potreros y pastos los ganados de los criadores de la jurisdicción de Neiva y territorios del distrito de esa Real Audiencia, y que no embarazaran las sacas para el sustento de Santafé”.60 De otra parte, el caso del tesorero Ricaurte ilustra la diferenciación estructural de la elite social de Santafé y del faccionalismo político que ella posibilitó y fermentó en el seno de la elite y el gobierno de Santafé, cual fue el conflicto de intereses entre el alcalde ordinario de la ciudad y el comisario de la caballería, don Alonso de Caicedo Maldonado. Ambos eran propietarios de haciendas en los valles de Saldaña y de Neiva. Sin embargo, el primero pertenecía a la aristocracia criolla Santafereña, terrateniente y minera, mientras que el segundo, era de origen peninsular, y miembro de
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del gobierno de don Francisco Caicedo y de don Manuel Santos de Peñas, había habido ganados disponibles no por la marca de los ganados sino por la autoridad de estos sobre los criadores. De otra parte, en 1721 los novillos de Neiva eran pagados a 30 reales de plata por los agentes del rematador del abasto de carne de Santafé. agn, S. colonia, F. Abastos, l. 3, f. 764 v. mientras que los comerciantes de Popayán, Pasto y Quito lo pagaban a siete patacones novillo con buena parte de ese precio pagado en ropas. agn, Bogotá, S. Colonia. F. Abastos, r. 11, f. 770. agn, Bogotá, S. Colonia. F. Abastos, r. 11, f. 982v. agn, Bogotá, S. Colonia. F. Abastos, r. 11. ff. 969v-970r.
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la elite mercantil y burocrática con vínculos con la propiedad agraria y el negocio del ganado. El Comisario, consideró en 1721 que las capitulaciones que había presentado Ricaurte eran “opuestas a todo derecho y razón” y le causaban grave perjuicio. Caicedo sostuvo que los argumentos de Ricaurte eran “injurídicos” por querer imponer con violencia haciendo de ella costumbre en lo que se litigaba. Decía Caicedo: “si conforme a derecho la ley y la costumbre andan con iguales pasos, no pudiendo haber ley con fuerza, menos podrá haber costumbre con violencia”61. Esta tesis la podríamos aplicar a las medidas que el propio gobierno de Santafé había autorizado en contra del libre comercio del ganado de Neiva cuando había autorizado “hacer levas de gente armada” para forzar las conducciones de ganado a Santafé. La crisis comercial y financiera del abasto de ganados a Santafé llegó a su cota superior en 1726. La presión militar y política de los gobiernos y la elite de Santafé sobre los criadores de Neiva no había surtido efecto o mejor. En medio del vacío de postores al abasto de la ciudad, el sargento mayor don Juan Bernardo de Labastida y Gaona, en demostración de su obligación de ser uno de los “buenos vasallos, patricios y republicanos” como lo mandaban las leyes de indias, ofreció por hacer servicio al rey, a la República de Santafé y sus moradores, obligarse al abasto desde abril de ese año, haciendo la postura con las mismas cláusulas, capítulos y requisitos especificados por el capitán José Salvador de Ricaurte.62 Esta oferta estaba condicionada a la facultad de nominar a la Audiencia a la persona que debía ser nombrada como gobernador de la provincia de Neiva, al igual que como corregidor del partido de Bogotá, lo cual demuestra la dependencia de este gobierno con los intereses del rematador del abasto.63 La condición puesta por Labastida y Gaona reveló que la práctica comercial de los criadores de Neiva ponía en riesgo los intereses del rematador del abasto de Santafé y que para evitarlo debía tener un gobernador de bolsillo. Sin embargo, el problema era mucho mayor y más 61
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 3, f. 772v. Ricaurte era en cierto modo un rival industrial de Caicedo pues dijo tener sus propias tenerías con mejores casas y oficinas. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 3, f. 777r. El tesorero era por entonces el arrendatario de la Dehesa de Santafé, por la cual pagaba la suma de 3.650 patacones de renta anual como había sido la costumbre en los últimos 11 años. De esta suma, 2.000 patacones le correspondían al comisario de la caballería don Alonso de Caicedo y el resto era para pago de réditos de principales fincados en ella. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 3, f. 764r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos. t. 14, f. 921 v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, t. 14 f. 822 v.
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complejo porque la propuesta de Labastida incluía además el concurso del juzgado de bienes del difunto y del consulado para la financiación de la compra de los ganados a dichos criadores.64 Labastida y Gaona calculaba el capital necesario para este negocio era de aproximadamente 80.000 patacones de ocho reales.65 El problema era ciertamente muy complejo pues ponía de presente la interrelación entre la subordinación y la lealtad política que el gobierno de Santafé exigía al gobierno provincial de Neiva y las garantías comerciales y financieras que los criadores de Neiva exigían al abonador de la Dehesa y sus agentes. La Audiencia de Santafé aprobó en 1725 la propuesta de Gaona, quien además tenía la fianza de una de las fracciones social, económica y políticamente más poderosas de Santafé como era la integrada por el tesorero de la casa de la moneda, José Salvador de Ricaurte, propietario de la hacienda de la Manga en Aipe, don Agustín de Londoño, maestre de campo, rico comerciante y hacendado, el ex presidente don Antonio de Cabrera y Dávalos, el mismo Prieto de Salazar y de don Diego Leal Tirado.66 El problema financiero apareció de nuevo en 1729. Las instituciones civiles y eclesiásticas del gobierno de la ciudad y corte de Santafé con las cuales tenían que ver indirectamente los criadores de Neiva eran, no solamente, el cabildo secular y la corte, sino el cabildo eclesiástico, el consulado y el clero regular. Los diputados del consulado de Santafé reunidos en junta de comercio representaron al cabildo en agosto de 1729, argumentando que el cálculo de los caudales de los comerciantes, hecho pocos días antes con base en inventarios de las ropas y géneros que se encontraban en sus almacenes y tiendas, no demostraba abundancia de plata; es decir, había falta de liquidez, incapacidad de financiar la compra de las sacas de ganados desde el valle de Neiva hacia Santafé, y que los acreedores de esos caudales eran, de una parte, los conventos y clérigos de la ciudad y, de otra, los vecinos y mercaderes de la ciudad de Cartagena, a quienes pertenecía por lo menos la tercera parte. Es decir que, descontando unos y otros, solo quedaba al comercio el crédito y buena correspondencia de quienes lo componían.67 El documento agregó el gravamen de las alcabalas y el pago de los intereses a los censuatarios e interesados de Cartagena.68 64 65 66 67 68
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, t. 14 f. 828 v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, t. 14 f. 840 r.v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, t. 14 f. 854 r.v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, t. 14, f. 939. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 11, ff. 262v- 265v. El papel del consulado de
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El cabildo de Santafé de 1729 reconocía la desgracia que le había sobrevenido a la ciudad desde hace algunos años a causa de accidentes, de tiempo y el descuido de quien administraba la dehesa. 69 La profundidad de la crisis llegó a tal punto que los criadores de Neiva se dieron el lujo de guardar silencio a la propuesta que esta vez les hizo el cabildo de Santafé, contraria a la petición de Labastida, de darles 20.000 patacones sin interés y proveer el gobierno de la provincia y los corregimientos de Páez y de Bogotá en personas de su confianza. Sin embargo, igual actitud adoptó ante la misma propuesta el consulado de Santafé. 70 El caso es la escasez y la mala calidad del ganado que llegó de Neiva a cambio de considerable porción de dinero en enero de 1730, el abasto de carne y de velas produjo grandes pérdidas. Ricaurte hizo otra petición en la que dio a entender que a raíz del denuncio que había hecho “del gran extravío de ganados” hacia Quito y Popayán, si bien el virrey ordenó al alcalde ordinario de primera vara de Neiva, don Manuel Santos de Peñas, impedir la saca de ganados del distrito de esta ciudad, “la mayor porción de ganados” que se sacaban eran de la ciudad de la Plata y la villa de Timaná, por lo cual la medida correcta que se debía tomar era nombrar un gobernador propuesto por él para garantizar la obediencia al mandato de impedir el desvío de las sacas.71 De otra parte, a finales de 1730 uno de los grandes hacendados del distrito de la villa de Timaná era un vecino de la ciudad de Popayán, el maestre de campo don Marcos Ambrosio de Rivera, el Marqués de San Juan, propietario de la hacienda de Suaza.72 El Marques solía tener negocios de ganado con funcionarios de la Real Hacienda de Popayán que comerciaban ganados con Quito, como fue el caso del contador interino, don Felipe de Usuriaga, quien compró a don Cristóbal de la Peña Sotomayor mil novillos para comerciarlos en la ciudad de Quito. Usuriaga enviaba ganados a Quito
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Santafé en la financiación del abasto de ganado a la dehesa de Santafé se puede advertir en el hecho de que entre 1707 y 1745, esta y otras instituciones de Santafé contribuyeron con préstamos de sus caudales para financiar la compra de novillos de ceba en las haciendas de Llanogrande y la provincia de Neiva. Según los registros que pudimos documentar, en 13 ocasiones diferentes fueron prestadas sumas que oscilaban entre ocho mil y veinte mil patacones agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, r. 11, f. 938v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, r. 11, f. 938v. agi, Sevilla, Santafé 301, f. 67r. Esta hacienda tenía cargado dos censos por la suma de 4.000 patacones, a favor de sus hijas monjas del convento de las carmelitas descalzas. agi, Sevilla, Quito 152.
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por medio de su hermano y este traía cargas de ropa de esta ciudad parar venderlas en Popayán y en Timaná.73 La nueva remesa masiva de ganados hacia Popayán y Quito provocó una de las peores crisis del abasto de ganado a Santafé. La Real Audiencia comisionó a don Martín Carlos Sáenz del Pontón, secretario de Cámara y mayor de gobernación, para mediar la compra de ganados en la provincia de Neiva a un precio extraordinario de siete patacones por cada novillo.74 Además, ordenó averiguar a los responsables de dicho contrabando y penalizarlos con 500 ducados.75 Como resultado de la pesquisa, el gobernador dictó un auto fechado en la ciudad de Neiva el 8 noviembre 1730 ordenando a cinco de los principales vecinos de la villa de Timaná que se presentaran en la ciudad de Santafé en un plazo de 20 días, bajo pena de 200 patacones cada uno. Con todo, inicialmente, ninguno de ellos pudo ser notificado por encontrarse ausente.76 En ese mismo año se presentaron fuertes inundaciones en Santafé y la Sabana de Bogotá que impidieron el envío de sacas de ganado hacia Santafé de Bogotá, no obstante que don José de Caicedo y su hijo Cristóbal habían anticipado a los criadores de Neiva cerca de 20.000 patacones hasta abril de 1731.77 La ambigüedad entre el discurso oficial y el comportamiento particular se hizo evidente en el exgobernador Saavedra en 1731, cuando el nuevo gobernador, José de Caicedo y Pastrana, logró hacerle efectiva una multa por 200 patacones y embargarle su almacén de telas en la ciudad de Neiva.78 A comienzos de 1734 se hizo evidente que la lógica y el cálculo mercantil mantenía vigente sus leyes en el comportamiento de los criadores de Neiva con respecto a la presión del poder político de Santafé y a la opción por los términos de la demanda de ganado por los comerciantes y negociantes de Popayán. Sin embargo, algo nuevo apareció entonces con respecto al comercio del ganado, se trata de los matices que este tenía en razón de las diferencias en la administración eclesiástica de las diferentes unidades territoriales que integraban la provincia, pues como sabemos, la ciudad y distrito de Neiva y la villa y distrito de Purificación pertenecían a la jurisdicción eclesiástica de Santafé, mientras que la ciudad de la Plata y la villa de Timaná pertenecían a la jurisdicción del obispado de Popayán.
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Las contradicciones no solo eran entre la villa de Timaná y la ciudad de Neiva sino entre Timaná y la Plata. Los gobiernos y la elite de Santafé tuvieron bastante cuidado de encontrar en la elite de la ciudad de la Plata un aliado para sus intereses, sobre todo por ser esta ciudad la puerta de salida de los ganados de Neiva y de Timaná hacia Popayán. La contradicción de intereses entre los vecinos de la Plata y los diezmeros y eclesiásticos de esta villa está documentada en un expediente formado por el gobernador provincial Graaf y Sarmiento en 1734.79 La activa participación de los diezmeros y de los curas en la saca de ganados hacia Popayán avivó el conflicto entre la autoridad política y la eclesiástica. La lectura que en Santafé se hizo de la petición del gobernador fue originalmente diferente a la de este. La Real Audiencia prefirió comisionar a don Francisco de Rojas Narváez para impedir las sacas y mandó a las justicias ordinarias y a los alcaldes de la hermandad de Timaná, no permitir que ninguna persona seglar de la jurisdicción de la Plata: “así españoles, mestizos, mulatos ni negros ni vaqueros ni mayordomos arriaran dichos ganados para la ciudad de Popayán”.80 Además, ordenó que los capitanes de número de la villa de Timaná y de la ciudad de Neiva organizaran las milicias de sus compañías y ubicaran la gente necesaria en los caminos y parajes por donde se pudieran extraer los ganados hacia Popayán.81 La conclusión que sacaron las autoridades provinciales de Neiva y de la Real Audiencia fue la misma: si bien la villa era jurisdicción del obispado de Popayán, en términos políticos era de la jurisdicción de Santafé.82 Ahora bien, conviene conocer el grupo de criadores que al cabo del primer tercio del siglo xviii tenía como fuente de ingreso el envío de sus ganados hacia Popayán. En el grupo aparecen tres miembros de la familia Perdomo (Juan, Jacinto y José Manuel), dos miembros la familia Polania de la Torre (Mateo y Marcos), dos miembros de la familia Medina (Bernardo y Juan Matías), Manuel Quintero Príncipe, Juan Andrés de la Torre, Julián de Buendía, Francisco Javier Ortiz Carvajal y Cristóbal Álvarez de Ospina.83 La 79 80 81 82
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agi, Sevilla, Quito 152 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia eclesiástica, r. 1, f. 982v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Policía, r. 5, f. 1011. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Policía, r. 5, f. 1025. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 12, ff. 34 – 47r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 12, ff 12, f.f 487 r.v.
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 9, f. 168r. y ff.172v. – 173r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 9, f. 167v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 9, f. 168r. La práctica que los criadores hacían de pagar el diezmo en plata además de serle lucrativo al diezmero, permitía a los criadores mantener la inversión en los terneros del diezmo con un lucro mayor, empotrerándolos hasta la edad de novillos para después venderlos a los agentes del comercio de Popayán. El mecanismo del pago del diezmo en plata fue considerado por el procurador de Santafé como un lucro privado opuesto al bien común. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 4, ff. 566v.–590r. Hacia 1721 Quintero Príncipe se
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reiterada identificación de los Quintero Príncipe amerita avanzar algunos elementos sobre el significado de este y su familia para la historia económica, eclesiástica y política de Neiva hasta los tiempos de la Independencia. Por una parte, sabemos que por un fragmento del expediente del pleito ocurrido en 1735 entre el visitador general eclesiástico de la ciudad de Neiva y el gobernador de Neiva y corregidor de Páez —don Cristóbal de Graaf y Sarmiento—, que el capitán Manuel Quintero, quien había sido alcalde ordinario de Neiva, fue acusado por el gobernador provincial ante el alcalde ordinario, el sargento mayor Jacinto Perdomo de Betancur, de haber hecho repartimientos injustos al vecindario y de haber abusado de estos en la obra de reedificación de la Iglesia.84 Esta vez, el visitador eclesiástico ordenó remediar a favor del vecindario los perjuicios que había recibido por los repartimientos del ex alcalde Príncipe.85 De otra parte, conviene recordar que desde comienzos del siglo xviii el administrador de la hacienda de la Manga, de propiedad del tesorero de la Casa de la Moneda, llegó a formar a través de varias generaciones un auténtica estructura de poder en el distrito de Neiva, particularmente en Yaguará, donde como veremos más adelante, uno de sus descendientes llegó a ser cura párroco y a acumular una pequeña fortuna en el negocio del oro y el comercio. El problema del contrabando de ganado llegó a tal punto que el presidente de la Audiencia de Santafé debió bajar a la ciudad de Neiva a finales de octubre de 1734 a decretar la prohibición de sacar los ganados a lugares diferentes a Santafé; para ejecutar la medida nombró jueces y mandó vigilar los caminos e impuso multas de 6 patacones por cabeza a quienes llevaran o enviaran sus ganados a Popayán, Caloto, Pasto o Quito.86 Todavía en 1736 el presidente Eslava nombró juez de Comisión para que cuidara los caminos y senderos por donde eran sacados los ganados de Neiva. En todo caso, conforme al patronato, el cura amenazó con excomulgar a los jueces y personas seculares que le embarazaran la extracción de los ganados de diezmos hacia Popayán.87 Por otra parte, el dato que arriba citamos del aspecto financiero de las
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reconocía vecino de Neiva y pedía a las autoridades orden para que el administrador de la hacienda Buenavista, de propiedad de don Pablo de Herrera, le entregara las porciones de toros y novillos que constaban en una libranza y carta orden. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia Eclesiástica, r. 1, f. 855r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia Eclesiástica, r. 1, f. 857r. Conviene advertir que en ese tiempo el juez de cobranzas reales era don Fernando Felipe Suarez, vecino de Neiva, quien tenía 62 años de edad. El alférez real era don Juan Matías de Medina, quien tenía 60 años de edad. agn, Bogotá, S. Colonia, F, Abastos, t. 9, f. 204r. agn, Bogotá, S. Colonia, F, Abastos, t. 9, f. 204r.
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sacas de ganado de Neiva, puede conducir a una impresión errónea de las condiciones y mecanismos en los que objetivamente se desplegaban esos créditos y pagos en el negocio del ganado. Un documento de junio de 1737 revela los mecanismos y las características estructurales de la circulación monetaria y de equivalentes monetarios en la compraventa de esta especie. En efecto, en 1737 don Juan Bautista de Herazo y Mendigaña, abonador de la dehesa de Santafé, ilustra su papel entre los comerciantes de la capital y los comerciantes y criadores de Neiva. Según el documento, Herazo vendía ropas de castilla a funcionarios y mercaderes de provincia que a su vez tenían inversiones en la cría de ganados, y que le daban en pago por sus mercancías novillos a precios inferiores a los del mercado.88 Entre los clientes, agrega, estaba el mismo gobernador de la provincia de Neiva, don Cristóbal Graaf y Sarmiento.89 El doble papel del gobernador como negociante de ganado y comerciante de ropas y otros efectos de castilla, ilustra una práctica común entre las autoridades civiles y eclesiásticas de las provincias del Nuevo Reino. La precariedad y demora en el pago de sus sueldos forzaba a los funcionarios coloniales, especialmente a los del ramo de gobierno, incluidos los clérigos, a ocuparse de otros menesteres para asegurar su subsistencia y la de sus familias, al igual que el ejercicio de sus compromisos oficiales, y por lo tanto, la conservación de su status. Finalmente, en el momento del establecimiento del virreinato la elite y el gobierno Santafereño no habían controlado el contrabando de ganado, ni siquiera mediante el mecanismo de la presión armada. Al parecer, la guerra contra Inglaterra y las necesidades de la defensa de Cartagena cambiaron un poco los términos del conflicto entre los criadores de Neiva y los gobiernos de Santafé.90
El negocio del ganado durante el virreinato hasta comienzos del siglo xix
Un
indicador de la importancia de la ganadería en las condiciones materiales de vida en la ciudad y corte de Santafé lo podemos tener en los cálculos que en 1744 se hicieron de la fábrica y venta de velas para la 88 89 90
agn, Bogotá, S. Colonia, F, Abastos, t. 9, ff. 644v–646r. agn, Bogotá, S. Colonia, F, Abastos, t. 9, ff. 643 – 669 agn, Bogotá, S. Colonia, F, Abastos, t. 9, ff. 643 – 669 r.
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población. En efecto, en este año se calculó que la población de la ciudad distrito era de aproximadamente 16.000 almas, las cuales a razón de cinco por familia conformaban 3.200 familias, todas ellas consumidoras de ese producto. Además lo consumían las iglesias, los ejercicios espirituales, las pulperías y las estancias del contorno. Según el cálculo de una persona experimentada, cada familia de cinco personas consumía cada noche dos velas en su pieza principal, recámara y otros espacios comunes, aunque muchas gastaban entre 6 y 8 velas. Es decir que se consumían diariamente 6.400 velas, o sea, alrededor de 44.800 semanales, las cuales valían 1.400 patacones. El clero pasaba de 100 personas y cada uno consumía una vela cada noche, lo cual importa una suma adicional de 21 patacones cuatro reales, y las comunidades, monasterios y colegios consumían 119 patacones. En total, sin gastos extraordinarios, la ciudad gastaba 1.540 patacones cinco reales. Según el abonador del estanco de velas, la escasez que padecía en ese momento la ciudad se explicaba porque “los tratantes las saca[ba]n encajonadas para la villa de Honda”,91 lo cual sugiere que la vida nocturna de esta dependía de ellas. Ahora bien, en agosto de 1745 se experimentó una decadencia de la ganadería debido a las perturbaciones climáticas en las provincias que abastecían a Santafé, originándose así un alza en el precio de la carne.92 Por entonces la cantidad de novillos necesarios para el abasto era de 8.000 reses por año.93 De otra parte, una de las coyunturas más desconocidas de la historia del siglo xviii en el mundo colonial, es la que antecedió a la guerra de Inglaterra y España de 1759–1763, después de la cual el rey Carlos iii se vio obligado a darle un giro radical a la política interna del Imperio español. Convencionalmente el estudio de las llamadas reformas borbónicas clásicas se asocian a la causalidad del Movimiento Comunero y de la Expedición Botánica. Sin embargo, con excepción del estudio clásico de John P. Harrison sobre el tabaco, no conocemos a fondo las economías que sustentaban en todo el virreinato los monopolios de aguardiente y de tabaco. Mejor todavía, ignoramos mucho de los problemas y las condiciones 91 92 93
agn, Bogotá, S. Colonia, F, Abastos, l. 3, f. 417r. agn, Bogotá, S. Colonia, F, Abastos, l. 11, f. 260r. agn, Bogotá, S. Colonia, F, Abastos, l. 11, f. 293r. Recordemos que en 1694 se requerían 4.500 novillos para el abasto de Santafé. Curiosamente, por entonces se afirmaba que en “las principales poblaciones de este reino, como son las ciudades de Santafé, Ibagué y villa de Honda”, se carecía de carne fresca no obstante que los vecinos la solicitaban sin importar el precio, “siendo un lugar y que frecuentan todos los que navegan el río de la Magdalena”
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de estos ramos de la economía y la sociedad colonial que antecedieron a la aplicación del monopolio. Según los datos que hemos logrado acumular de la problemática interna del periodo 1757–1770, algunos de los grandes problemas eran, de una parte, la fase terminal del pleito originado en el conflicto entre el campesinado “peujalero” del distrito de Tocaima y los hacendados esclavistas de Santafé por la producción y comercio de la miel. De otra parte, la crisis compleja de la ganadería en los distritos de Tocaima, Ibagué, Purificación, Neiva, Timaná y la Plata y su impacto en el abasto de Santafé. Además, el conflicto entre los oficiales reales y los comerciantes de Honda por el control del comercio del oro de la provincia de Antioquia. Finalmente, uno de los más desconocidos de la historia económica neogranadina del siglo xviii fue el problema del abasto de las minas de oro del Chocó en este periodo, del cual hizo parte la crisis del comercio interno en las ciudades de Cali, Buga y Cartago por la competencia de Lima y Guayaquil entre 1750 y 1780 aproximadamente. En síntesis, se trata de un periodo de gran importancia historiográfica como lo revela la convergencia de autores contemporáneos reconocidos, entre otros, Anthony McFarlen, Allan Kuethe, John Fisher y Frank Safford, quienes se han referido a la política borbónica en función de la causalidad del movimiento comunero y, en general de la crisis de la política colonial. Ahora bien, el cuadro que nos pintó el exgobernador Iriarte sobre la provincia de Neiva es matizado a finales de la década de 1750 con base en el expediente del pleito del cura párroco de Neiva con el gobernador provincial, don Pablo Herrans de Meñaca, por denuncias por este originadas en la violación de la tradición del respeto de las regalías del patronato real por el cura Isidro Palencia.94 Otro factor era los efectos del clima, particularmente en la agricultura de la caña y la cría de ganado, que llevó a la quiebra a muchos vasallos involucrados en estas actividades. No obstante, uno de ellos, el hacendado esclavista don Fernando de Caicedo —muerto a finales de esa década— logró dejar en pie un elocuente signo de su prosperidad y su piedad como fue la construcción de un templo de cal y canto y teja en la villa de Purificación. El caso es que desde la perspectiva de la historia económica de Neiva, el problema local que mejor revela la dimensión histórica de la convergencia de la crisis climática de mediados del siglo xviii, la historia del conflicto de intereses y de poder entre las elites de Neiva y de Santafé, las tensiones 94
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Curas y Obispos, r. 4, ff. 472-489.
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entre el poder local y el poder provincial y la nueva política colonial, fue sin duda alguna, el problema del abasto de ganado a la capital del virreinato. Esta fuente tradicional de conflictos adquiere renovadas expresiones de la evolución de las relaciones entre el gremio y la elite neivana con el gobierno y la elite Santafereña, en una coyuntura desconocida por la historiografía como fue la anterior a la implantación de las reformas borbónicas clásicas. El asunto es de gran importancia porque nos permite profundizar la comprensión y el conocimiento del desarrollo que tuvo en la provincia de Neiva la centralización política de los borbones con el establecimiento del virreinato neogranadino, en particular el impacto de un cambio histórico en la instrumentación del gobierno provincial en función de la lucha contra el contrabando de ganado por el nombramiento de gobernadores de origen peninsular, portadores de la política regalista de la Corona. Con base en lo anterior, la sujeción de los criadores neivanos al mercado de Santafé mantenía su vigencia con renovadas expresiones en la década de 1750. El viraje se dio con el procurador general de la ciudad capital del virreinato, don Jorge Lozano de Peralta, propietario de la dehesa de Santafé, en una representación que envió al virrey a finales de 1757, en la cual además de hacer un recuento de la situación del abasto desde 1746 y de atribuir la escasez de ganados en Santafé al envío que los criadores de Neiva hacían de sus ganados hacia la provincia de Popayán proponía que los cabildos de tierra caliente convocaran a cabildo abierto a los hacendados y criadores de su jurisdicción para acordar el precio del ganado de sus lugares que fuere llevado a Santafé.95 Esta propuesta fue efectiva y a ella nos referiremos más adelante; por lo pronto, queremos destacar la reivindicación desde la capital del Nuevo Reino de la vieja figura del cabildo abierto en una coyuntura de crisis económica, asunto relevante porque esa figura estuvo posteriormente en boca de sectores populares de la ciudad de Neiva en el marco de la sublevación de 1767. El futuro Marques de San Jorge destacó en el mencionado documento la ruina en que quedó el abonador de la dehesa, don Francisco de Quevedo, por lo que calificaba de causa la voluntariedad con que los vecinos de Neiva, Timaná, Purificación e Ibagué, habían subido los precios a los ganados.96 Sin embargo, en el fondo Lozano de Peralta trataba de salvar la responsabilidad de su pariente, el poderoso aristócrata Santafereño don Fernando de Caicedo, reconociendo que desde 1746 había paliado el problema mediante 95 96
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 12, ff. 208r-211r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 12, ff. 208r.
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el sistema de abasto por semanas con ganados de su latifundio de Saldaña, ubicado en la provincia de Neiva, y de una gran hacienda de trapiche y ganado en el distrito de la ciudad de Ibagué, lugares donde tenían gran ascendiente social.97 Lozano de Peralta insistía en adoptar penas contra quienes “por título de comercio” sacaran ganados de la provincia de Neiva para la de Popayán, especialmente de cría. Esta vez, si bien la petición del procurador Lozano de Peralta fue respaldada por el fiscal de la Real Audiencia el 17 de noviembre de 1757, el Virrey ordenó a los cabildos de Neiva, Timaná, Purificación, La Plata e Ibagué, convocar y hacer cabildos abiertos para acordar los precios del ganado para el abasto de Santafé. El decreto del virrey Solís fue obedecido en enero y ejecutado en fechas diferentes del mes febrero de 1758. La realización del primer cabildo abierto que se organizaba en las ciudades de las provincias de Neiva y de Mariquita después de la Guerra de los Pijaos, tiene un gran valor histórico porque es uno de los pocos indicadores de la conciencia local de los problemas de los pobladores de las villas y cabildos de la región. Los cabildos abiertos más significativos fueron los de la provincia de Neiva; en la ciudad de la Plata no se realizó, porque según su cabildo, ya no existían ganados en su distrito. Este es un indicio de la intensidad que alcanzó el comercio del ganado en esta ciudad y distrito con la ciudad y provincia de Popayán. Así, el cabildo abierto de la ciudad de Neiva fue realizado el 28 de marzo de 1758, siendo el segundo más numeroso después del de Purificación,98 pues mientras este último contó con la asistencia de 16 vecinos, de los cuales 5 llevaban el titulo de don, el de Neiva contó con la presencia del gobernador Herrans de Meñaca, los miembros del cabildo y 9 vecinos hacendados,99 entre estos últimos estaban tres miembros de la familia Perdomo (Diego, Ignacio y Gabriel)100 y dos miembros de la familia Medina (Juan Matías y Bernardo).101 Su fin en el mundo estuvo marcado por fenómenos climáticos que dieron lugar a una sequía que abarcó desde finales de la década de 1750 y duraba todavía hacia 1762. 98 No obstante que el cabildo abierto más elocuente fue el cabildo abierto de Neiva este no produjo la calidad de documento que envió al cabildo de Ibagué, el doctor don Juan Manuel de Moya y Guzmán, propietario de la hacienda de “El Retiro” de Llanogrande —hoy Espinal— y alguacil mayor de la ciudad y corte de Santafé, sobre el problema de la ganadería en las dos últimas décadas en esta región. 99 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 12, ff. 208r. Al cabildo abierto de Ibagué solo asistieron solo 4 hacendados. 100 Nótese que no aparece don Asencio Perdomo, uno de los líderes de la sublevación de 1767. 101 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 12, ff. 273v– 274r. 97
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Otro miembro de la familia Perdomo, Juan Eusebio, era el alcalde de segunda vara y el alférez Gabriel era el procurador de la ciudad. Los asistentes al cabildo abierto eran “diferentes vecinos y algunos dueños de haciendas”, estos reconocieron que ninguno de los presentes y ausentes podían hacer sacas de ganado a Santafé por hallarse “muchas haciendas deterioradas con las injurias del tiempo” y estar la mayor parte las haciendas fragmentadas en varios dueños. Según el cabildo la manera de llevar saca a Santafé era con los ganados de los diezmos más los que el dueño comprase por porciones de 20, 50 o 100 a lo sumo, y que de todos modos, el precio a pagar en la dehesa por cada cabeza de ganado de la saca era de 7 patacones, libres del desecho y alcabala.102 Con todo, lo más novedoso de la coyuntura era el contexto de pobreza en que se hallaba la provincia como trasfondo del viejo argumento, ciertamente actualizado en las cifras del diferencial de precio del ganado de Neiva entre Santafé y Popayán. El argumento consistía en el hecho de que los compradores que venían de Popayán lo pagaban a boca de potrero a 5 patacones cada novillo y, en el caso de tener que llevarlos a Popayán, los pagaban a 8 y 9 patacones, “con la diferencia de ser mejores los caminos y más cortos que a Santafé”.103 El cabildo abierto reconoció que ya no había en el distrito de Neiva la abundancia de ganado de antes y que “solo comprando los toros con plata o ropa o comprando diezmos recogiéndolos, empotrerando y sazonándolos podían hacer saca de cuando más, 400 o 500 novillos”;104 de todos modos, concluyó con la vieja tesis de que en caso de no haber persona de reconocida solvencia para pagar los ganados a los criadores y tratantes de Neiva, según el acuerdo que pactaren, no podían impedírseles la saca de estos a Popayán.105 Otro dato relevante, es que por entonces el cura y vicario de Neiva era el doctor Isidro Palencia. Antes de abordar el análisis del papel del cura Palencia en el agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l.12 ff. 273v– 274r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 12 ff 273v-274r. Si en 1696 los comerciantes de ganado de Neiva procedentes de Quito, pagaban a ocho patacones cada novillo quiere decir que hacia 1757 habría aumentado, pero falta investigar el asunto. agn. Bogotá, S. Colonia, F, Abastos, l. 4, f. 80r. 104 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l.12 ff. 275r. 105 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l.12 f. 275v. El abasto de ganado a Santafé cambio notoriamente a partir de la expulsión de los jesuitas y el remate de sus haciendas. Un indicador de ese cambio consiste en que entre 1765 y 1782, Lozano de Peralta apenas fue uno de los abastecedores de ganado de Santafé, con 162 semanas, 92 de las cuales las hizo entre 1765 y 1768. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l.12 ff. 60- 80r. 102 103
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marco de la coyuntura que los cabildos abiertos revelaron sobre el estado de la ganadería, conviene tener presente el dato que aporta Díaz Jordán sobre la condición del doctor Palencia como juez de diezmos desde 1755. 106 El documento en el cual nos basamos es una representación del cura Palencia al cabildo de Santafé en 1762 sobre el trámite que debía hacer para la venta de sus ganados. En efecto, en aquel año el doctor Palencia dijo tener 800 reses y ofreció venderlas en Santafé, aunque reconocía serle gravosa su conducción a esta plaza y ventajosa la opción de conducirlos a Popayán.107 Mediante apoderado, el cura Palencia pidió al cabildo secular de aquella capital autorización para venderlos con un argumento que precisaba la división geográfica del mercado del ganado de las provincias de tierra caliente entre Santafé y Popayán. El padre Palencia afirmó: Este lugar regularmente reporta sus abastos de las sacas de novillos que se hacen de las jurisdicciones de la villa de la Purificación, Natagaima, Coyaima, Llanogrande, [mientras que] las que produce la jurisdicción de Neiva, como tal retirado de esta capital frecuentemente transitan para su venta y despendio en la ciudad de Popayán, de modo que sin extorsión alguna de los vasallos, ni perjuicio que se siga a los lugares, la provincia de Neiva siempre ha abastecido a Popayán y las demás referidas a esta capital lo que no pudiéndose negar como notorio.108
El concepto del procurador de la ciudad de Santafé a la solicitud del cura Palencia para vender sus ganados, no solo contribuye a develar la profundidad de la crisis económica en la Nueva Granada en esa coyuntura histórica, sino que una vez más, permite observar la discordancia entre la reglamentación de la Real Audiencia sobre el comercio de ganado de la provincia de Neiva y las costumbres que los intereses de las realidades geográficas y socioeconómicas de esta provincia —y las de Popayán y Quito— formaron en torno a la práctica de los intercambios comerciales desde el último cuarto del siglo xvii y durante casi todo el siglo xviii. El mencionado concepto, fechado el 14 de diciembre de 1762, resulta elocuente de la tradicional subordinación que desde la fundación de la ciudad, ejerció Santafé sobre Neiva y su provincia, la cual se tornó conflictiva Díaz Jordán, Proceso Histórico… pág. 138. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Curas y Obispos, r. 53, f. 612r. 108 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Curas y Obispos, r. 53, f. 613v. 106 107
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cuando miembros de la familia Ospina y su pariente el gobernador Álvarez de Velasco, intentaron recuperar parte de sus inversiones en la incorporación de la provincia al sistema colonial y, sobre todo, cuando estos dejaron de gobernarla. En este sentido, el procurador afirmó: “Esta ciudad tiene privilegio concedido por real cédula para ser abastecida de los ganados de la provincia de Neiva (…) pero siendo cierto el que haya solicitado esta parte comprador en esta capital y no le haya encontrado…podrá V.S. dar el informe a favor de la parte con las debidas precauciones de por ahora sin ejemplar ni perjuicio de los privilegios que goza esta capital para su abastecimiento”.109
El cabildo por su parte, al aprobar la autorización al cura Palencia, destacó la situación financiera de los comerciantes y la asoció con el estado del clima de la capital del virreinato. Se trata de un concepto sumamente elocuente de la coyuntura económica en la que le correspondió a la Nueva Granada vivir la guerra de la metrópoli con Inglaterra, y que en cierto modo, debe ser considerada a la hora de determinar las condiciones en las cuales fueron aplicadas las reformas que esta guerra produjo en las relaciones entre la metrópoli y sus colonias. El procurador reconoció que “las circunstancias de no haber postor a la dehesa y los vecinos hallarse careciendo de medios para contratar las sacas y temerosos de ingresar en esta especie de comercios, por lo invertido en los tiempos con la falta de agua que se experimenta”.110 Curiosamente, a pesar del concepto favorable del procurador de la ciudad de Santafé, la Real Audiencia determinó negar la petición del cura Palencia con base en el concepto negativo del fiscal.111 Volviendo al cabildo abierto que convocaron los gobiernos de Santafé para tratar el problema del abasto de ganado, conviene destacar que existe un rasgo en el conjunto de los cabildos abiertos de Ibagué, Purificación, Neiva, Timaná y la Plata. Se trata del tipo de actitudes hacia el problema y del tipo de argumentos de los hacendados y criadores que participaron en ellos; en este sentido, se destacan los hacendados del distrito de Ibagué por el conocimiento que demostraron tener de la situación de la ganadería y del gremio de su distrito. Al respecto, el Alguacil Mayor de la Audiencia de Santafé, el doctor
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Juan Manuel Moya, escribió un pequeño tratado que dejaremos para otro estudio. Por su parte, el hacendado Julián Gutiérrez de Celis, con 24 años de vecindad en esa ciudad, hizo un diagnóstico de la decadencia de ese sector de la economía colonial integrando y jerarquizando los factores causales de ella, entre los cuales aparecen las epidemias de pestes y buitres, los hurtos, al igual que la impotencia de los alcaldes y demás jueces.112 Curiosamente, el fiscal de la Real Audiencia, el doctor don José Joaquín de la Rocha y Labarcés, dictaminó el 2 de junio de 1758 con base en el mismo principio económico que un antecesor suyo había fallado poco antes el pleito entre los hacendados esclavistas y el campesinado peujalero, que solo sí el cabildo de Santafé disponía de los medios para garantizar el pago de los ganados que se trajesen de Neiva y otros lugares, se justificaba la prohibición de sacar ganados de estas provincias a la de Popayán, caso contrario, carecía de recta razón la petición del procurador.113 Las afirmaciones anteriores permiten deducir aspectos sobre la evolución de la renta y la propiedad agraria en relación con el tamaño y composición de la elite de criadores de ganado. En segundo lugar, el cambio en el tamaño y distribución social del hato neivano en relación con las condiciones en las que se hacía el comercio de ganado en los grandes centros de demanda de este. Finalmente, al relacionar el aumento en el precio de venta del ganado con el aumento del gremio de criadores y la fragmentación de la propiedad, se sugiere que los patrones sociales de acumulación en este sector de la economía de Neiva habían cambiado profundamente con respecto a los comienzos del siglo xviii. Por otra parte, esta dimensión y fragmento de la realidad histórica de la economía agraria de Neiva y su distrito cobra mayor importancia cuando la contrastamos con el caso emblemático de concentración y criterio empresarial de administración de la hacienda de Villavieja, y sobre todo, cuando advertimos la evolución de esta a partir de la expulsión de sus propietarios, la comunidad de Jesús; es decir, de su venta, cambio de administración y fragmentación. Dicha tendencia a la fragmentación de la propiedad agraria en el distrito de Neiva fue anterior a la expulsión de los jesuitas pero se acentuó desde la década de 1770.114 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 12, f. 221v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 12, ff. 287v. Es muy posible que el fiscal fuera hermano o pariente cercano de quien había sido corregidor de los paeces de la provincia de Neiva. 114 Díaz Jordán refiere en su libro Pueblos y Parroquias de la diócesis de Garzón la división que el gobernador José Antonio de Lago hizo, como administrador de esa hacienda, 112
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Curas y Obispos, r. 53, ff. 613v–614r. 110 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Curas y Obispos, r. 53, f. 614r.v. El cabildo estaba integrado por el doctor don Francisco de Santamaría, don José Ignacio Ortega, el alférez real don Jorge Lozano de Peralta, don Manuel de Ahumada y don Gregorio Londoño. 111 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Curas y Obispos, r. 53, f. 620r. 109
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Por último, el pleito de los criadores de Neiva y distritos vecinos con la elite y los gobiernos de Santafé, sumado al de la elite esclavista Santafereña que dominaba el negocio de la miel con el campesinado libre de peujaleros, muestran que la Real Audiencia logró imponer principios liberales en el comercio del sector agrario dominante en las provincias de Neiva y de Mariquita antes que la metrópoli impusiera el monopolio sobre la agroindustria y comercio del tabaco y la miel. Este hecho es de una importancia social y política muy grande, cuando se quieren estudiar con cierto rigor metodológico las relaciones entre la política colonial y su impacto en el mercado interno colonial en la Nueva Granada durante el siglo xviii. Sin duda, la expulsión de los jesuitas marcó un viraje en la economía no solo de Neiva sino del conjunto de los diferentes mundos del sistema hispano-colonial. La implantación de los monopolios de tabaco y de aguardiente, así como la creación del ramo de temporalidades de la Real Hacienda y su desamortización de las propiedades rurales de dicha comunidad, cambiaron la dinámica económica y social del sistema colonial neogranadino, en particular, las condiciones del abasto de carne a Santafé. La expresión más elocuente del giro que tomó el negocio del ganado de Neiva en Santafé, fue la actuación del procurador de la ciudad y abonador de la dehesa de Santafé, don Jorge Lozano de Peralta en la coyuntura de la aplicación de las primeras reformas borbónicas clásicas. Silva Vargas reconoce el impacto que tuvo la administración de las haciendas de los jesuitas en las provincias de Mariquita y de Neiva —a partir de su expulsión en 1767— en el problema del abasto de ganado a la ciudad y corte de Santafé. Según las cuentas de Lozano de Peralta, entre 1765 y 1782 dichas haciendas, en particular la de Villavieja, posibilitaron el abasto de 162 semanas, de las cuales poco más de la mitad se hizo en los tres primeros años de ese periodo.115 Este es uno de los signos del profundo cambio que se produjo en el secular conflicto entre los gobiernos de Santafé y los criadores de Neiva por el problema del abasto de ganado. Ese cambio fue irreversible de modo que a comienzos siglo xix el abonador de la dehesa ya dependía poco del ganado de Neiva. Con todo, existen fuertes indicios sobre la persistencia del problema financiero del abonador de la dehesa hacia el año de 1800 y del papel que
en una coyuntura de alza de precios más que de escasez, como la que por entonces había, entraron a jugar algunos comerciantes de origen peninsular en el negocio del ganado del distrito y la provincia de Neiva. De los indicios que aparecen en un documento de esa fecha, en el cual se le niega al cabildo una solicitud de préstamo para socorrer a algunos hacendados obligados al abasto, solo nos interesa destacar como la capital venía dependiendo, básicamente, de las haciendas y estancias circundantes en diez ó doce leguas, las cuales eran calculadas en cerca de cien.116 El documento muestra además de una abundancia de carne y una libertad de precios, condiciones de compraventa bastante laxas en perjuicio del abonador de la dehesa. Según el documento, “el hacendado vende en su hacienda a como quiere y el comprador revende a cuanto más pueda”; esto significa que se evitaban las molestias de conducir ganados a la dehesa, vender a precios controlados y pagar conductores, matadores y vendedores como era propio del abonador de esta.117 En el contexto de las cíclicas perturbaciones climáticas en la capital del virreinato, las autoridades locales de 1807 volvieron al viejo sistema de repartimiento de semanas entre los hacendados y estancieros, como pusieron de presente los hacendados en una representación de su apoderado al virrey. Se trata de un documento realmente excepcional por la variedad de información sobre el estado del negocio del ganado poco antes de la Independencia. Para empezar podemos citar la explicación que ofrece al final de su queja don Lorenzo Marroquín de la Sierra sobre la causa y el alcance social del problema; esta vez la escasez de ganado se debía no a la presunta ocultación que los hacendados hacían de sus ganados, sino “a la larga sequedad y falta de lluvias que esterilizó los campos y causó la muerte a muchos millares de ganados”.118 Según la fecha del documento —junio de 1807— y el dato que aporta sobre la fecha en que regresaron las lluvias, podemos estimar que la sequía se produjo entre diciembre de 1806 y mayo de 1807, al menos en la región de la sabana. Además, Marroquín reconocía que a diferencia de la papa y del maíz, los artesanos, jornaleros y gente pobre solo consumían carne en apenas 65 días del año.119 De otra parte, el fondo de la queja a nombre de los hacendados, fue lo
cuya extensión era de 212 estancias de ganado mayor en 16 partes. La hacienda, agrega, fue rematada en don Joaquín de Arce Piedrahita y este a su vez la vendió por partes. Díaz Jordán, Proceso Histórico… pág. 109-110, y 347-349. 115 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 33, f. 328.
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, t. 13, f. 559v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, t.13, f.560r. 118 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 12, f. 479. 119 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 12, f. 480v. 117
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que se calificó de “tropelía y agravio” de los alcaldes ordinarios de Santafé, quienes ante la ausencia de abastecedor obligado, salieron con “tropa armada” o “gente de guerra” a las haciendas de Puente Aranda y Facatativá, para obligarlos a traer sus ganados a la pesa, en un acto calificado de ofensa a la propiedad del vasallo. Marroquín consideró que los ganados hacían parte del sagrado derecho de propiedad defendido por las leyes de España. Curiosamente, el procurador de los hacendados no se refiere a estos como vasallos sino como ciudadanos, al hablar de las sabias leyes de España como “un muro fuerte que le defendiera sus derechos y lo pusiera a cubierto contra la opresión y la violencia”.120 Entre las argumentaciones que a finales del siglo xviii y comienzos del siglo xix hicieron las elites Santafereñas de un sistema económico sin la intervención del Estado, debemos contar ahora la del vocero del gremio de hacendados de la sabana de Bogotá. Con base en los motivos por los cuales Marroquín criticó la intervención de los alcaldes ordinarios en las haciendas al forzar a los hacendados a traer sus ganados a la carnicería, la pérdida de 18 a 20 patacones en cada res.121 este vocero hizo una neta argumentación del criterio de la ganancia como motor de la actividad económica en el capitalismo y una defensa de la libertad de industria y de comercio que desde finales del siglo xvii los criadores neivanos defendieron con su obstinada opción por el mercado de Popayán y de Quito, frente al intervencionismo de las autoridades de Santafé; en palabras de Marroquín: El interés y el deseo de la ganancia son los agentes poderosos que mueven y dirigen toda negociación. El comerciante, el traficante, el labrador y el ganadero llevan sus géneros, sus frutos y sus ganados al lugar que les parece más conveniente para su mejor salida, y a donde pueden prometerse alguna ganancia que les recompense sus afanes, trabajos y fatigas.122
La reflexión de Marroquín, concluyó recordando los axiomas de la economía política consagrados por las leyes municipales: Tan cierto es que la libertad produce la concurrencia de abastecedores y que cuando estos espantados por las trabas, tasas y restricciones
La economía de la ciudad renace inmediatamente la escases. Fundada en estas verdades, elevadas a la clase de axiomas en la economía política, disponía la ley 8 titulo 18 de las municipales que los “mantenimientos, bastimentos y viandas se puedan comerciar y trajinar libremente (…) y que las justicias, concejos y personas particulares no lo impidan”.123
Sin embargo, existían excepciones notables de esos principios, las relaciones de poder tenían incidencia en las prácticas económicas. Una ilustración es la del uso del poder y autoridad del corregidor Benjumea en su conducta comercial con los indígenas del pueblo Coyaima. En efecto, según el indio Juan de Dios Viuche, tributario del pueblo de Coyaima, Benjumea había sido el corregidor más tirano e interesado que nunca había existido en el partido de Coyaima.124 Con el argumento de es jefe de los indios, según la denuncia del estanquero de Natagaima, mandaba “a científicas” a coger los mejores ganados de los indios que por lo general vendía a tres y medio castellanos de oro, pagándoselos solo a cuatro patacones de plata, obteniendo una ganancia de tres patacones.125 De otra parte, a comienzos del siglo xix algunos hacendadoscomerciantes españoles se habían apoderado del negocio de los criadores de Neiva con el abonador de la dehesa de Santafé. Su solvencia económica les daba fuertes ventajas tanto frente a los criadores como respecto al abonador, como lo ilustra el caso del rematador de la hacienda de Villavieja, don Miguel de Arce Piedrahita en 1808. Uno de los comerciantes de ganado más importantes en Santafé a comienzos del siglo xviii era don Estanislao Gutiérrez, como lo muestra su contrato de compraventa de 1.300 reses con el hacendado de Neiva Arce Piedrahita, el contrato se refería a los ganados que tenía este en los potreros de Órganos en el distrito de Neiva, y que puestos en la parroquia de Santa Rosa, distrito de Tocaima, serían pagados a 14 patacones, toro mayor de 4 años, y a 10 patacones y medio, novillo de dos y medio años.126 El pleito originado en la operación anterior ilustra los viejos problemas que enfrentaban los criadores de Neiva frente a los compradores de Santafé: los precios, las pérdidas, los pagos etc. Por ejemplo, el importe agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 12, f. 480v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, r. 5, f. 228v. 125 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, r. 5, f. 210r. 126 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Civiles de Cundinamarca; t. 36, ff. 657–667r. Gutiérrez tenía una hacienda en Fusagasugá, donde descansaba el ganado que compraba en la tierra caliente, antes de llevarlo a Santafé. 123 124
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 12, f. 479. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 12, f. 479v. 122 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 12, f. 480v. 120 121
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final de la venta ascendió a 11.700 patacones de los cuales Arce Piedrahíta solo recibió 9.425, motivo por el cual entabló una queja ante las autoridades; Gutiérrez dijo haber recibido 887 de las 930 que Arce dijo haber enviado oportunamente.127 Otras dimensiones del estado del negocio del ganado en Neiva a comienzos del siglo xix están en el plano social y político de las relaciones entre españoles y criollos. En el plano productivo y comercial, es la mezcla del negocio con el comercio del oro y las quinas como lo ilustra el caso del gaditano don Miguel de Arce Piedrahíta y el gobernador de la provincia de Neiva, el doctor José Ignacio de Sanmiguel, oriundo de la villa de Honda. El hallazgo de dos expedientes diferentes en los fondos civiles Tolima y abastos nos dan nuevos elementos de juicio para profundizar el conocimiento y comprensión de la economía de la ciudad y distrito de Neiva poco antes de la Independencia. El primer documento trata de un pleito que ocurrió poco antes de la posesión de este como gobernador por la pérdida de respaldo en una escritura de fianza de 1.000 patacones que Arce le otorgó a favor de la rentas decimales, por el descubierto que le resultó a un hijo del gobernador, quien era comerciante de oro y de quinas en Neiva. El gobernador intentó pagar esa suma con 220 cargas de quina que tenía en esa villa y 100 más que tenía en la parroquia de Fusagasugá. Después de firmar la escritura, Arce descubrió que las quinas eran falsas, y el gobernador Sanmiguel otorgó nueva escritura responsabilizándose del faltante que debía su hijo como juez de diezmos del partido de Sogamoso.128 Al año siguiente, el doctor Juan Nepomuceno Sanmiguel y Cacho, a nombre de su padre el doctor José Ignacio de Sanmiguel, representó pidiendo que se levantara el embargo de 300 reses que se le había hecho a este por no haber rendido las dos últimas cuentas de tributos de los indios paeces de la provincia. En el segundo documento, hallamos una descripción de buena parte de los rasgos de Arce Piedrahíta, quien se consideraba vecino de Cádiz y de Santafé y no de Neiva, en donde a pesar de tener residencia por sus negocios de ganado, había estado libre y exento “de todas las cargas públicas y deberes que impone el propio domicilio y vecindad”; es decir se consideraba un traficante y transeúnte. Además, Arce presentó en mayo de 1808 una queja contra el gobernador Sanmiguel que contiene, además de una serie
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de datos sobre el tamaño del hato y de la elite social ganadera del distrito de Neiva, información sobre las tensiones sociales, las contradicciones y los conflictos entre las estructuras de poder y de negocios representadas por un peninsular y un criollo.129 Esta información resulta relevante para conocer los conflictos de intereses del gobernador de esta provincia con sus competidores en el negocio del ganado, pues Sanmiguel era un importante hacendado de la parroquia de Melgar. Según Arce, en el distrito de Neiva había más de 50 vecinos ganaderos que tenían entre 500 y 4.000 reses, a quienes desde el establecimiento de la carnicería por el gobernador Joaquín Fernández, nunca se les había gravado con el abasto o pesa de la carnicería por más de 15 días; este dato lo usa Arce para quejarse de la decisión del gobernador Sanmiguel de obligarlo a abastecer la carnicería durante cuatro meses continuos. Más concretamente, Arce asegura que en la jurisdicción de Neiva había más de 10 hacendados con más de 1.000 reses de cría. En otro documento del mismo expediente, asegura Arce que en 1803 los diezmeros de Neiva habían calculado que los hacendados de esta jurisdicción tenían aproximadamente 48.000 reses de cría, que en esta ciudad se consumían 800 novillos al año, y que el cobro del diezmo de aquella cantidad de reses era de 12.000 becerros.130 Ahora sabemos que como juez de diezmos de Neiva, Arce solía vender los ganados que recogía por este concepto a un abastecedor de las carnicerías de Santafé, a quien acostumbraba enviarle las sacas en el mes de julio. El gobernador Sanmiguel, reconocía al gaditano Arce como un comerciante de ropas y un negociante de ganado que se negaba a devolverle a la ciudad, con el servicio del abasto, una parte de los grandes beneficios que extraía de ella. Curiosamente lo comprendió en la categoría de “vampiros [que] después de chupar la sustancia pública piensan que no están obligados a servirle”.131 El gobernador calculaba que Arce sacaba de la provincia 1.300 novillos al año, lo cual coincide con la transacción que hemos examinado arriba. De otra parte, resulta de gran interés histórico poder contrastar la opinión que tenía el gobernador Sanmiguel del hacendado Arce y Piedrahita, y además, conocer las condiciones locales del negocio de la carne en la ciudad de Neiva poco antes de la Independencia. El cabildo agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 11, ff. 338 – 464r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 11, ff. 338 – 464r. 131 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 11, ff. 338 – 464r. 129
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Civiles de Cundinamarca, t. 36, ff. 657–667r. 128 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Civiles-Tolima, t. 14, ff. 3–13v. 127
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de 1808, integrado por Fernando Salas, José María López Carballo, José Joaquín de Alarcón y el doctor José Narciso Solano, se refería en términos elogiosos a Arce Piedrahita de quien reconocía su desinterés y liberalidad en el apoyo a las obras públicas, en el socorro de los pobres y en el auxilio a sus acreedores en sus labores y negociaciones. No obstante, Arce había desobedecido la orden del cabildo de dejar 150 reses para el abasto de tres meses a las carnicerías de Neiva. Este hecho dio motivo para que el gobernador decretara el embargo de 200 novillos a Arce.132 Por su parte, el gobernador comentaba con ironía la afirmación de Arce sobre él “feliz gobierno de don Joaquín Fernández”, porque supuestamente, había carnicería y abundancia de carne, cuando en verdad, asegura, cada uno mataba y extendía la carne debajo de un árbol o en su casa de modo que ocurría lo que “no sucedería en ninguno de los pueblos de Guinea”. El gobernador se quejó de las quejas e imposturas contra su gobierno y persona por haber intentado arreglar un ramo tan interesante para la provincia y el reino con medidas como: la prohibición de la matanza de hembras, el establecimiento y arreglo de la carnicería en la capital de la provincia y demás parroquias populosas, en donde hasta entonces los jornaleros y los pobres carecían de este “preciso alimento”, y la oposición al aumento injusto de los precios de la carne por parte de los poderosos. El procurador de Arce y Piedrahita reveló que la causa del conflicto con el gobernador era el haberse negado a las continuas solicitudes de préstamos y desembolsos por parte del gobernador.133 No conocemos el desenlace de este litigio que en diciembre de 1808 continuó con el emplazamiento al gobernador Sanmiguel. En síntesis, el caso del conflicto de intereses entre un gobernador de Neiva —de condición criollo— y un comerciante gaditano residenciado en la provincia, nos ha dado luces sobre aspectos de la administración provincial y de la vida económica y política de esta, entre los cuales se destaca la importancia de la ganadería y de los ganaderos, al igual que nos confirma el crecimiento de la población —sobre todo en algunas parroquias— y nos da indicios de cierta tendencia al cambio en las relaciones sociales, como se puede inferir de la afirmación del gobernador Sanmiguel en el sentido de que los pobres y los jornaleros accedían al consumo de carne.
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 11, ff. 338 – 464r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, l. 11, ff. 338 – 464r.
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El oro y la economía según las cuentas de real hacienda y los informes de los gobernadores del periodo poscomunero
Como lo advertimos, no hemos alcanzado a conocer el estudio de James
Torres sobre la producción de oro en el distrito de Neiva que hace parte de esta publicación, por lo que no podemos aprovechar su aproximación en este escrito sobre la economía de Neiva. El caso es que a pesar del reconocimiento que desde la fundación de Neiva se hizo de ser este valle tierra del oro, la causa por la cual la historiografía colonial no ha podido determinar la magnitud de su explotación y su papel en la economía regional, ha sido además del problema de las fuentes por la falta de una caja real en Neiva que centralizara la información sobre el ramo, la ausencia de registros contables del gremio de comerciantes de la ciudad de Neiva. De igual forma, existen limitaciones metodológicas que están en el condicionamiento que impuso la organización administrativa de la provincia, especialmente por contener dos tipos de corregimientos de indios en su distrito territorial (el de Paeces y el de Coyaima-Natagaima) que exigen técnicas y mecanismos diferentes para determinar las magnitudes y condiciones de pago del tributo, así como sus contextos económicos y sociales. Por ejemplo, la información sobre el oro en el corregimiento de paeces proviene de las cuentas de los sueldos del gobernador provincial, mientras que en el caso del de Coyaima, el problema radica en su condición de frontera territorial y cultural de los actuales departamentos de Huila y Tolima, ambos de espaldas a su etnogénesis e historia colonial. Con todo, otras fuentes para determinar una escala de magnitudes y rasgos cualitativos del oro en este corregimiento son algunos expedientes de pleitos del corregidor de Coyaima y de sacerdotes vinculados al comercio y negocio del oro. Así entonces, empecemos por determinar la percepción que algunos funcionarios borbónicos tuvieron de las características de la economía de Neiva desde el establecimiento del virreinato, y especialmente, de los monopolios de aguardiente y tabaco en tanto el primero marcó la historia del reino de Quito desde la llamada Revolución de los Barrios hasta la Revolución de 1808, y en cierto modo, buena parte de la historia política del centro y suroccidente colombiano. Este eje y vector del historia política de la Nueva Granada está asociado a los producidos por las reformas borbónicas clásicas; es decir: el Movimiento Comunero y el contrapunto de Sebastián López Ruiz con el sabio Mútis por el asunto de la quina, en cuya búsqueda pasó por Neiva hacia las montañas de los andaquíes.
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El establecimiento del virreinato y el proceso de centralización política de este, implicó el principio de una nueva etapa en el gobierno de la Nueva Granada y la ciudad de Neiva, con el nombramiento don Pedro de Iriarte, un miembro de su clientela, como gobernador de la provincia y corregidor de indios. Iriarte fue recibido por el cabildo de Neiva en octubre de 1742 como corregidor y alcalde mayor de minas de la provincia.134 Con base en el hallazgo y trabajo de expedientes de los juicios de residencia a los gobernadores provinciales de Neiva correspondientes al periodo 1742 a 1766, nos hemos hecho a una idea de la percepción y realidad de la economía y la sociedad de Neiva en esa etapa. El expediente más interesante para nuestra búsqueda es el del juicio de residencia al gobernador Iriarte,135 quien ejerció el cargo entre 1743 y 1751 en reemplazo de don Miguel Borda.136 Iriarte marca un cambio importante en el gobierno de la provincia de Neiva.137 En efecto, los gobernadores del periodo 1743–1779 fueron de origen peninsular y cambiaron notoriamente los criterios funcionales del gobierno colonial.138 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Residencias-Tolima, t. 53, f. 939r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Residencias-Tolima, t. 53, ff. 903–956r. Borda a su vez reemplazó a don Cristobal Graaf de Sarmiento, nombrado por real cédula de 1731 y posesionado en 1733. 136 Borda fue nombrado en 1739 por el presidente don Francisco González Manrique por un periodo de dos años. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Cundinamarca, t. 32, ff. 634r –635r. 137 El pueblo que escogería Iriarte para su vecindad fue el de Santa Rosa del Pital. En octubre de 1768, ante el alcalde de Timaná, don Gregorio de Tovar, Don Pedro Iriarte compró a don Clemente de Osorio una hacienda de cacagual y trapiche, con casas y mina de oro con registro por la suma de 8.000 patacones, de los cuales 1.000 eran de una hipoteca. Osorio era dueño de otra hacienda cuyo nombre es interesante para rastrear la densidad de la manufactura de la pita, se llamaba El Cabuyal. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Mejoras Materiales, t. 10, ff. 202–254r. El excorregidor Iriarte dejó al morir en 1775 doce hijos, la mayor parte menores. Uno de sus herederos era don Juan de Iriarte, quien en ese año era Alcalde Ordinario de Timaná. agn, Bogotá, S. Colonia, F. TestamentariasTolima, t. 21. Otra de las herederas, doña Dionicia de Iriarte era la esposa de don Gil Tomás Duran y reclamaba 3.025 pat. de hijuela. Su caudal representado en doblones pasaba de los 3.000 patacones. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Testamentarias-Tolima, t. 24 138 El juez de residencia del gobernador Iriarte, don Joaquín de la Rocha, empezó por hacer una descripción de este territorio que es muy útil para determinar la jurisdicción del corregimiento. Este comprendía los pueblos de: Santa Rosa del Pital, San Roque del Caguán, Nuestra Señora de la Candelaria del Retiro, Nataga, Jesús Nazareno de Otas, San Francisco de Iquira, Anaconas de Neiva, San Juan Bautista del Hobo, Anaconas y tributarios de la Plata, Pedregal, Naranjal y Jagua. 134 135
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El conocimiento que de la provincia adquirió el gobernador Iriarte durante casi una década de ejercicio del cargo, le permitió dejar datos inéditos y valiosos para el estudio de la economía de Neiva a mediados del siglo xviii.139 Entre los datos más relevantes aportados por Iriarte, están en primer lugar, el de que la mayoría de los indios vivían dedicados al oficio de la arriería y al lavado de oro, actividades estas que apenas les dejaban tiempo para sembrar y cultivar sus propias sementeras.140 El segundo se refiere a que la actividad agrícola fue una agricultura de subsistencia, casi de tipo doméstico según la inferencia de su observación sobre la imposibilidad de hacer huerta comunitaria. Según Iriarte: “en estos países el gorgojearse el maíz con brevedad, y [ser] casi imposible el lograr la venta de este producto debido a que españoles, debían hacer cada año su rosa”,141 refuerza la idea del predominio del lavado de oro aluvial por los indígenas y probablemente por la población mestiza. Por otra parte, con base en la tabla número tres del artículo titulado “Fisco, Cambios Económicos y Estructura Social de la Provincia de Neiva, 1760-1810”,142 hicimos cálculos hipotéticos de la cantidad de oro extraído en esta provincia y región con base en el tributo de los corregimientos de paeces y de coyaimas–natagaimas, y del pago de los quintos reales. Este trabajo está limitado por criterios y estimativos que hoy resultan inconsistentes y deficientes. La nueva información sobre tributarios, quintos reales y comercio del oro así como de productos de los monopolios de tabaco, aguardiente y alcabalas nos permiten intentar nuevos cálculos sobre el oro extraído en el periodo 1760–1807, sobre los excedentes económicos extraídos por la corona en el periodo poscomunero etc.143 Los datos aparecen en una explicación que el ex corregidor Iriarte dio sobre el porqué no había logrado que los indígenas de los pueblos de su corregimiento hicieran anualmente la sementera comunitaria y es el primer referente sobre las características estructurales de la economía de Neiva a lo largo de la época colonial pues en 1790, como veremos, encontramos otros datos similares que permiten reforzar esa visión sobre la estructura de la economía de Neiva en el siglo xviii. 140 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Residencias-Tolima, t. 53, f. 944r. 141 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Residencias-Tolima, t. 53, f. 944r. Un caso particularmente excepcional es la evolución de la población tributaria del pueblo de Iquirá, el cual tenía en 1680-1681, 371 indios tributarios de los 1.135 que componían el corregimiento de Paez; es decir, la tercera parte de la población indígena de esta entidad. Sin embargo en 1772 solo tenía, según su cura lo primero, el doctor don José Rafael Torrijos Riqueiro, 50 indios tributarios que pagaban 141 castellanos de oro en polvo agn, Bogotá, S. Colonia, F. Fábrica de Iglesias, r. 11, ff. 613v-614 y 790. El pueblo del Retiro, que poseía entre 56 y 64 indígenas, pagó de tributos entre 1769 y 1771, un total de 504 castellanos de oro. 142 Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…”. 143 Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…” pág. 435. 139
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Sin duda, el dato que más contribuyó a revisar el enfoque de la economía a partir de los datos sobre los productos de la real hacienda fue el hallazgo de documentos de archivo que mostraban la participación de curas párrocos y los corregidores en la financiación de industria extractiva y el comercio del oro, los cuales nos llevaron a resignificar con más rigor los datos de la crónica de Fray Juan de Santa Gertrudis y del sacerdote Basilio Vicente de Oviedo, al igual que el trabajo del presbítero e historiador Jenaro Díaz Jordán en función de esclarecer el papel de esa actividad en la financiación de la construcción de los templos. En consecuencia, en el tercer cuarto de siglo, el cura párroco de Neiva fue el sacerdote más destacado en la actividad económica y política de la ciudad. Fray Juan afirma que lo más interesante de sus conversaciones con el doctor Palencia, de origen gallego, fue lo del pago que los indios del distrito y provincia de Neiva hacían de sus tributos al rey en oro en polvo, del cual agrega, lo sacaban de los ríos y quebradas con sus bateas y constituía una singularidad de la economía local. Además, la liquidez económica por su condición de párroco le permitía hacer préstamos a los indios y otras personas para financiarse el trabajo del mazamorreo. Estos préstamos de plata eran pagados en oro, además del que le vendían por plata en efectivo. Finalmente, dice fray Juan que el cura Palencia estimaba la cantidad de oro comprado en más de ocho mil pesos fuera del capital que prestaba.144 Esto significa la posibilidad de calcular entre diez y doce mil pesos el oro que por pago de créditos y por compras obtenía el cura Palencia cada año. Además del oro otra fuente de ingresos del cura Palencia era una hospedería que tenía en la plazuela de la casa cural, una de las pocas que existiría en Neiva para la copia de pasajeros que por este puerto y ciudad transitaban a lo largo del año.145 Otra imagen muy diferente del cura Palencia es la que nos da el presbítero Díaz Jordán en su libro.146 El autor se refiere tanto al doctor Palencia como al templo parroquial durante el tiempo en que este fue cura párroco de Neiva, a partir de fuentes notariales y eclesiásticas, concretamente de los informes de los visitadores eclesiásticos de 1752 y 1762 a la iglesia de esta ciudad. Sin embargo, la benevolencia con la que lo hace en el primer caso contrasta con lo que podernos inferir de los informes de las visitas eclesiásticas en cuanto a sus actitudes y compromisos con la edificación material y espiritual de la Iglesia parroquial. De Santa Gertrudis, Maravillas de la Naturaleza, tomo 1, pág. 162. De Santa Gertrudis, Maravillas de la Naturaleza, tomo 1, pág. 162. 146 Díaz Jordán, Proceso Histórico...
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En efecto, Díaz Jordán afirma que el doctor Palencia fue un “sacerdote de alta categoría” que desempeñó el cargo de cura párroco de Neiva durante largos años. Agrega que se vio envuelto en litigios con un gobernador en 1757 y con uno de sus feligreses en 1770. Esto significa que omite el papel que jugó el cura Palencia en la sublevación de 1767 en Neiva. El caso es que con las observaciones hechas en el informe de la visita de 1762 sobre el estado de la reedificación del templo parroquial, podemos concluir que en esta fecha buena parte de la obra no había sido concluida, la cual como se pudo establecer, se había iniciado en 1735.147 Así mismo, podemos inferir que una de las razones de esta situación pudo ser el poco celo pastoral del cura párroco o la resistencia del vecindario a contribuir luego de ver el lucro de este en sus negocios como juez de diezmos, dueño de una hospedería y comerciante de oro. En aquel año, el visitador nombró las obras que faltaban por hacer (sacristía, baptisterio, arco toral y campanario) y comentó con inquietud que siendo una iglesia de una ciudad “cuyo vecindario es bastante dilatado, sus rentas y limosnas copiosas, se llegue a ver sin estas obras y careciendo de los más preciso para celebrar el Santo Oficio de la misa con decencia, y hecho muladar de aves”.148 En un estudio que hicimos sobre la sublevación de 1767 en Neiva, encontramos que uno de los implicados fue el cura Palencia a quien los sublevados por percibir como un hombre poderoso y rico, desacataron. Por su parte, Oviedo afirmó que las pagas de las obvenciones al cura párroco de Neiva eran hechas en oro o en ganado y que muchos de los que sacaban y lavaban oro terminaban trocándolo con el cura párroco. Este cronista sugiere que el gobierno, a pesar de ser reacio a la intermediación de los curas en la compra y financiación del lavado de oro o mazamorreo, resultaba impotente ante lo que llama “la cultura propia de las tierras del oro”, que consistía en la disponibilidad de los curas para hacer préstamos a sus feligreses mineros y en la inclinación de éstos a querer agradar a sus curas a cambio de beneficios que esperaban obtener, y finalmente, los mejores términos de compra del oro. Este último rasgo resulta singularmente revelador. Se trata según Oviedo, de la preferencia que tenían los indios y demás lavadores de oro de venderlo al cura porque este, a diferencia de los comerciantes u otro tipo social, lo pagaba a mejor precio “en plata y no en
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Fábrica de Iglesias, r. 13. ff. 857r- 861v. Díaz Jordán, Proceso Histórico.... pág. 97.
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géneros revendidos”, y además, les solía hacer préstamos para suplir sus necesidades.149 Con todo, la novedad en las fuentes para tratar de la economía del oro en Neiva está en el hallazgo de documentación sobre el pequeño y privilegiado grupo social integrado por curas párrocos, quienes además de gobernadores, exgobernadores y corregidores, fueron parte dinamizadora del lavado de oro. El caso emblemático, es el maestro Diego Quintero Príncipe, vecino de Neiva y cura párroco del partido o parroquia de Yaguará, la cual integraba al pueblo del Retiro, quien existió en el último cuarto del siglo xviii y comienzos del siglo xix.150 Como ya vimos, el libro de Díaz Jordán reconoce el caso de Quintero Príncipe con base en los expedientes de las visitas eclesiásticas, pero gracias al hallazgo del expediente formado por una denuncia que el gobernador Herazo y Mendigana hizo en 1790 en su contra por presunto concubinato y especulación mercantil en su populosa feligresía, podemos tener una idea más amplia y precisa. En 1790 Quintero Príncipe fue descrito por el gobernador Herazo como un sacerdote ordenado en 1773, dedicado al comercio y negociaciones “en ropa de Castilla y de la tierra, cambios de oros, diezmos y cuánta especie de giros proporciona la tierra”. Además, el cura Quintero solía habilitar a dos de sus hermanos con quienes vivía en Yaguará para traer de Honda cada año entre 400 y 500 patacones o pesos de plata de ocho reales en efectos para venderlos en su feligresía. De ese modo, según el gobernador, en 17 años Quintero Príncipe había logrado acumular un caudal apreciable logrando gran ascendiente y dominio entre sus feligreses, la mayoría de los cuales eran sus parientes, como lo demuestra la influencia en la elección de alcaldes en el partido de Yaguará. Gracias a la influencia del Alcalde Provincial y regidor del cabildo de Neiva, don Fernando Falla, podemos conocer aspectos relevantes e inéditos de la economía de Neiva en el siglo xviii a partir de las declaraciones de algunos feligreses recomendados por este; concretamente la jerarquización estructural de los diferentes sectores de la economía de Neiva.151 Oviedo, Cualidades y Riquezas… pág. 307. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia Eclesiástica, r.18, ff. 963–1028. Es muy escasa la información sobre la riqueza material de la elite de Timaná a finales del siglo XVIII. Solo sabemos por ejemplo que contemporáneamente a Quintero Príncipe, don Fernando Méndez, vecino de Timaná y feligrés de la nueva parroquia de Gigante, de la cual fue su principal fundador, argumentó su postura al remate del título de Alcalde Provincial de Timaná, con una certificación que lo reconocía como “uno de los individuos de mayor caudal en aquella jurisdicción y aun en la provincia de Neiva”. 151 El bachiller don Juan Francisco de Rueda, cura doctrinero del pueblo del Caguan y 149 150
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Baltasar de Rojas por ejemplo, refiere que en esa tierra las actividades económicas más populosas eran el trabajo en las minas de oro, el trato de muletos y la cría de ganado. En sus propios términos afirma: “y como el número de estos últimos es tan corto se aplican todos, o los más al primero”.152 Esto significa que la extracción o lavado del oro de minas de aluvión fue el sector socialmente más importante de la economía de Neiva. Marcos de Medina declaró que en esa tierra no había otro trato que trabajar las minas de oro, y que para hacerlo, los feligreses se valían de los prestamos que el cura Quintero les hacía de entre 10 y 20 patacones, con el fin de suplir sus necesidades durante ocho o 10 meses, al cabo de los cuales le pagaban en oro. Medina, que no calcula el número de ellos, precisa que todos los lavadores de oro le pagaban los derechos reales al cura Quintero; es decir, que este no solo hacía las veces de banquero y comerciante sino de recaudador de una renta real. Por su parte, Enrique Parra refiere el promedio de los prestamos en plata que los mazamorreros de Neiva tomaban al sacerdote Quintero, como del tiempo en el cual solían sacar determinada cantidad de oro; concretamente, dice que los mazamorreros le tomaban entre 20 y 25 patacones para sacar 30 o 40 castellanos en cuatro o seis meses, los cuales solían pagarlos al cura en oro o, en su defecto, en muletos o terneros. Podemos suponer que el papel del cura Quintero lo cumplían otros comerciantes y sacerdotes del distrito de Neiva. Así entonces, hemos encontrado una base para hacer algunos estimativos como escala de magnitud nos den una idea de la producción de oro en el siglo xviii en el distrito de Neiva. En efecto, si el cura Quintero prestaba un capital financiero de 450 a 500 patacones por año, podemos suponer que un grupo de unos cinco prestamistas-comerciantes del distrito podrían haber puesto en circulación cerca de 2.500 patacones anuales representados en dinero, herramientas, telas y otros bienes de subsistencia, los cuales, en buena parte recuperaban en unos 1.300 castellanos de oro, de modo que sumando esta cantidad con el producto de la venta de mercancías y otros créditos más el oro que compraba con sus mercancías y plata, podía cada uno obtener en promedio 500 castellanos al año; es decir, que el oro producido por los mazamorreros del distrito de Neiva podía oscilar entre Vicario juez eclesiástico de la ciudad en el de su jurisdicción destacó “el raro desinterés” del cura Quintero con sus feligreses de Yaguara. Todos los testigos coinciden en declarar a favor del cura Quintero como una persona “de notoria paz, tranquilidad y sosiego”, o como hombre de “genio humilde, amable y caritativo” 152 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia Eclesiástica, r. 18, ff. 978.
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5.000 y 6.500 castellanos de oro cada año. En este sentido, podíamos sumar entre 1760 y 1774 unos 100.000 castellanos de oro, aproximadamente. Por otra parte, existen otro tipo de datos aislados sobre el lavado de oro en la provincia, como el que tiene relación con la hacienda de la Manga. En efecto, Silva Vargas retomó de García Borrero un dato fantasma sobre el presunto ofrecimiento que Jacinto Cortés Herrera, a quien considera “el dueño de la agregación del sitio de Aipe”, y su mujer Teresa Perdomo, hicieron a los jesuitas con motivo de su expulsión de la hacienda de Villavieja. Cortés habría ofrecido a unos religiosos de esta comunidad 11.000 onzas de oro en expresión de gratitud por su piedad y labor pastoral entre los vecinos.153 Lo interesante del dato es que es coherente con una tradición en la práctica del comercio del oro entre algunos de los propietarios y administradores de haciendas en el partido de Aipe; más ampliamente, confirma que este fue un importante centro de extracción y acumulación de oro a lo largo del siglo xviii. En cuanto al papel de los corregidores de los pueblos de indios de la provincia de Neiva en el comercio del oro, se que estos debían sustentarse el sueldo, pues solo se les reconocía el 5% del total del producto del tributo, de modo que por obligación y costumbre debían subsistir con base en las negociaciones con los indios. El testimonio de la familia Caicedo, cuya influencia política y económica en el valle del Saldaña hemos reconocido desde comienzos del siglo xviii, se refirió a al ingreso del corregidor de los pueblos de Coyaima y Natagaima. El doctor Domingo Caicedo, su hermano José Caicedo y el padre de estos, el caballero don Luis Caicedo y Flores, además del excorregidor don José Gaspar de Llaña, declararon que era lícito el trato y contrato que hacían los corregidores con los indios por carecer de sueldo, y que el principal era el de cambiarles el oro por dinero que les entregaban anticipadamente para su rescate y mediante el pago de los tributos.154 Sobre el caso del oro lavado al momento de preparar el pago del tributo, ya habíamos tratado el tema en nuestro artículo arriba reseñado: “Fisco, Cambios Económicos y Estructura Social de la Provincia de Neiva, 1760-1810”.155 Allí se calculó en 170.246 patacones el tributo pagado por los paeces en ese periodo, cifra que incluía 23.386 castellanos de oro. A los coyaimas y natagaimas apenas les calculamos 76.213 castellanos Silva Vargas, Neiva, cuna de la revolución… págs.36 – 37. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, r. 5, ff. 303v-306v. 155 Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…”.
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de oro, es decir una cifra inferior a los paeces, lo cual, hoy nos parece dudoso. En el caso de los paeces, los informes de los gobernadores Berrío y Sanmiguel en 1788 y 1807 respectivamente, permiten precisar la tendencia a la disminución del lavado de oro en Neiva para el pago del tributo de los paeces. El primero nos lleva a revisar el cálculo particular de estos, rebajándolo para el periodo 1785–1807 a unos 8.800 castellanos. El segundo aportó los datos del recaudo de tributos durante los tres años cinco meses y 10 días que estuvo en el ejercicio del cargo (1805 -1808); en este periodo cobró 1.516 castellanos de oro y 8.826 patacones, lo cual confirma la tendencia que desde tiempos del gobernador Berrío se advirtió al pago del tributo en pesos de plata.156 Así, el tributo pagado entre 1760 y 1807 debió ser de 18.500 castellanos de oro y unos 120.000 patacones. A la cifra anterior debemos agregar un estimativo de la producción de oro en la provincia de Neiva con base en inferencias de las cifras de recaudo del derecho de quinto reales, el cual, a partir del Movimiento Comunero fue reducido al veinteno. Con base en el recaudo de este derecho en el periodo de 1760 y 1807, calculamos que el oro lavado pudo ascender a los 200.000 castellanos, de los cuales 61.250 castellanos corresponden al periodo 1794-1807, lo que demuestra una tendencia al aumento de la producción al finalizar el periodo colonial.157 Sin embargo, es posible que estemos sobreestimando la inferencia de la producción de oro —siempre sujeta a altibajos— a partir del recaudo de derechos y tributos. Sumando estos productos, la cantidad de oro captada por el estado y la producida por los indios para sus intercambios comerciales en ese periodo, pudo haber ascendido una cifra oscilante entre los 285.000 y los 300.000 castellanos. Por su parte, en el caso del corregimiento de Coyaima-Natagaima, nos basamos en la revisión de informes y expedientes sobre los conflictos entre los indios coyaimas con sus curas y corregidores, para concluir que el cálculo hecho en el mencionado trabajo de solo un 50% de oro adicional para sus intercambios, es bajo. Después de revisar esas fuentes hoy creemos que los indios tributarios del corregimiento Coyaima podrían haber lavado, además del oro para el pago del tributo, una cantidad equivalente a por lo menos tres veces lo que cada cual debía pagar, para financiar sus intercambios comerciales, incluidos los negocios con los pagos al corregidor, el cura y los tratantes; además, los cambios y variaciones en el número de tributarios en
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Real Hacienda, t. 65, ff, 469–475r. Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…” pág. 431.
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el periodo 1760–1807 y la probable existencia de indígenas no incluidos en la lista oficial de indios tributarios, es decir, un sector de jóvenes y adultos interesados en lavar oro para sus transacciones. Esta vez calculamos que el tributo pagado en oro por los CoyaimaNatagaima entre 1761 y 1786 se mantuvo estable; es decir, en los 1.542 castellanos de oro por año. No ocurre lo mismo en el periodo 1792–1807, pues entre noviembre de 1792 y julio de 1793 Benjumea cobró al pueblo Coyaima un total de 1.718 castellanos, 4 tomines y seis granos de oro, más 37 castellanos y seis tomines pertenecientes al derecho de protectoría. Por su parte, en ese mismo periodo cobró a los indios tributarios de Natagaima 582 castellanos más 13 castellanos de protectoría; es decir que en total cobró 2.351 castellanos, cinco tomines y seis granos según las cuentas rendidas en Santafé el 26 de marzo de 1793.158 Esto significa que desde ese año, los indios de dicho corregimiento aumentaron en 240 castellanos año a la cifra que habíamos estimado en 2.107 castellanos por año. Así, el comercio se habría beneficiado cada año durante un cuarto de siglo: en el primer periodo, 1760 – 1785, entre poco menos de 4.000 y 4.600 castellanos de oro anuales —cerca de 100.000 y 130.000 castellanos en el periodo—. En el segundo periodo, las cifras de los tributarios en 1789, marzo de 1793 y junio de 1794, variaron de 751 a 848 y a 780 tributarios respectivamente. La cifra de marzo de 1793 resultaba de los 636 indios tributarios de Coyaima, distribuidos en siete capitanías y de los 212 del pueblo de Natagaima repartidos en cinco capitanías. La cifra de junio de 1794 es incompleta pues solo disponemos del número de indios tributarios del pueblo de Coyaima que ahora era de solo 580, mientras que desconocemos la del pueblo de Natagaima, probablemente como expresión del conflicto entre el cura doctrinero y el corregidor por la acusación contra este por el cobro indebido de 966 patacones a 44 indios tributarios de Natagaima y 117 del pueblo de Coyaima.159 De otro lado, uno de los indicios sobre el uso del oro por los indígenas en sus relaciones comerciales con personas diferentes al corregidor y al
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cura doctrinero, data de abril de 1794, cuando el juez comisionado para averiguar las denuncias interrogó a un total de 20 personas entre indígenas y blancos. Entre otros, Pablo Rodríguez afirmó que en una causa en su contra, el corregidor le quitó dos libras de oro y 600 patacones en plata.160 Así, con base en un cálculo de 7.000 castellanos lavado para fines comerciales por año, podemos plantear que el total extraído para el pago de los créditos contraídos con el corregidor, el cura y otros comerciantes, habría estado alrededor de los 106.500 castellanos en dicho periodo. En resumen, tendríamos otro subtotal de entre 206.000 y 246.500 castellanos que habrían ido a parar a manos del corregidor de los Coyaimas, el cura y uno que otro tratante independiente. En el caso de los paeces, el cálculo del oro lavado para el pago de los derechos reales y sus comercios, admitiendo cambios y variaciones en el número de tributarios entre 1760 y 1807, pudo haber ascendido una cifra entre los 285.000 y los 300.000 castellanos, de modo que el oro lavado en la provincia de Neiva en este periodo pudo sobrepasar ampliamente el medio millón de castellanos.161 Conviene tener presente que no hemos considerado el caso excepcional de la explotación de oro en el pueblo de Ataco y las haciendas de frontera en el distrito de Chaparral. En cualquier caso, una cifra de aproximada al millón castellanos lavado entre 1760 y 1807, podría no ser exagerada, pero comparada con las cantidades de oro fundido en la provincia de Antioquia, especialmente a partir del cambio de tendencia desde 1775 hasta 1810, resulta irrelevante, pues según lo determinó Ann Twinam, las cantidades fundidas en dicha provincia en este periodo fueron de aproximadamente cinco millones y medio de castellanos.162 No obstante, la importancia de la economía de Neiva no se mide solo por la cantidad de oro que hubiera producido a lo largo del siglo xviii. En términos sistémicos estructurales, la economía de Neiva contiene otros elementos cualitativos que ilustran con elocuencia la convergencia de agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, r. 5, f. 228v. En el informe del gobernador Berrío aparece un dato indicativo de la disminución del lavado de oro pues el producto del tributo de los indígenas aparece pagado en 441 castellanos de oro en polvo más 1.400 pesos de plata; es decir, patacones. Sin duda, el dato refleja un cambio histórico en el patrón monetario del tributo al disminuir el oro e incluir ahora la plata y sugiere que ahora los indígenas no se dedicaban casi enteramente al lavado de oro sino que encontraron actividades alternativas. agn, Bogotá, F. Tierras Tolima, t. 6, ff. 380r– 385r. 162 Twinam, Ann, Mineros, Comerciantes y Labradores: Las raíces del Espíritu Empresarial en Antioquia: 1763 – 1810, Medellín, Fondo Rotatorio de Publicaciones, 1985. Cuadro 1, pág. 60. 160 161
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, r. 5, ff. 210–225r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, r. 5, ff. 77, y120–144v. El caso es que el dato de los 2.347 castellanos del total de oro pagado por concepto de tributo entre 1792 y 1793, si bien resulta difícil mantenerlo como una constante hasta 1807, los datos disponibles en el capítulo 10 de nuestra tesis doctoral sobre la demografía, el poblamiento y el comercio en el corregimiento de Coyaima, nos habilitan para admitir que si bien tuvo variaciones, estas no llegaron a disminuirlo significativamente de modo que la proporción del oro extrafiscal se habría aumentado en, al menos, un 250% del total del tributo pagado.
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transformaciones locales con los resultados de la aplicación de la política borbónica y el aumento, la densificación de sus magnitudes e interrelaciones internas y su integración a mercados. El punto de partida estaba oculto en el negocio de la pita y el otro es, sin duda, la emergencia de un nuevo sector dinamizador de la economía provincial cual fue el cultivo comercial de cacao en el distrito de la villa de Timanà. En efecto, la aparición del cacao como ramo de la agricultura comercial con una demanda creciente en los mercados de la Mesa y Honda, donde fue poco a poco tomando cuerpo en el conjunto de bienes demandados por los comerciantes que abastecían la región minera de Antioquia, tendió a crear condiciones internas para la demanda del tabaco y el aguardiente como productos de monopolio de la corona. Es decir, el cacao, la pita y el oro, favorecieron el éxito de los mecanismos de extracción de excedentes monetarios de la economía provincial, y como lo hizo notar Colmenares, la expansión del estado a través del sistema de estanquillos. Finalmente, aunque carecemos de fundamentos empíricos para probar la conjetura, la pita, el oro, el cacao y, tardíamente, la quina y la caña de miel, frente al tabaco y el aguardiente complejizaron la estructura económica y dinamizaron la circulación monetaria a favor de la corona, pero también nutrieron la lógica mercantil que acompañó a los situadistas de Quito en su tránsito hacia Cartagena, en detrimento de los comerciantes de oro de Neiva. El informe del gobernador Berrío dio cuenta de la generalización del cultivo del cacao que produjo como resultado la valorización de las tierras, al punto que un terreno de una cuarta de legua cultivado en cacao, llegaba a valer en la época 300.000 patacones.163 Por su parte, en la ciudad y distrito de la Plata sus vecinos solo se dedicaban a la cría de ganado y mulas con las cuales comerciaban en las provincias interiores de Quito, Popayán y quizás en el puerto de Nare para el transporte por el camino hacia las ciudades y villas de la provincia de Antioquia.164 Una de las mercaderías que aparecen en el cuadro que elaboró Twinam sobre las importaciones introducidas a Medellín desde 1740 hasta 1805, es el cacao. Dada las características geográficas del circuito comercial entre Popayán y Cartagena, es probable que se trate del cacao de Timaná. De 9 cargas en la primera de esas fechas aumentó a 339 cargas en 1785 y a 409 cargas en 1805. Twinam, Ann. Mineros, Comerciantes… Cuadro 11, pág. 124. 164 Ann Twinam incluye, a nuestro juicio equivocadamente, las mulas, la cera y los cueros como mercaderías importadas de España por los comerciantes antioqueños entre 1740 y 1805. Twinam, Mineros, Comerciantes… Cuadro 11, pág. 124. Dado que, como hemos visto, desde la crónica de los viajeros jesuitas, y de Fray Juan de Santa Gertrudis, además del expediente del juicio de residencia al gobernador Pedro de Iriarte, hasta el informe 163
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En el caso del cacao, su empaque y transporte debió impactar la demanda de cueros, pita, bogas y arrias particularmente en Neiva, de modo que la tendencia a la especialización de Timaná en el cultivo y comercio del cacao significó la pérdida de importancia de la ganadería en este distrito y su dependencia de la de Neiva, no solo en cuanto a carne sino por los cueros para el empaque del producto. El lucro mercantil del cacao, la extracción de quinas y el auge del tabaco en el distrito de Ambalema, entre otros fenómenos, muestran nuevas fuentes de ingreso para los campesinos, terratenientes y comerciantes que inducen a pensar en la rearticulación de las provincias de Neiva y de Timaná con otras regiones y mercados. A su vez, el aumento en el ingreso de los timanejos debió haber estimulado además de la demanda de carne y cueros, la compra de productos como el aguardiente, las ropas y los textiles. La información que disponemos sobre los productos de los ramos de tabaco y de aguardiente, hace parte de los expedientes que formaron los gobernadores de la provincia en su calidad de jueces subdelegados de reales rentas desde la gobernación de don Francisco de Berrío en 1788.165 El informe incluye el que fue dado por diversos oficiales a partir del 3 abril 1788, que abarcó además de los ramos de tabaco y aguardiente en los distritos de Neiva y Purificación, los ramos de tributos de indios, alcabalas, naipes. En el informe de los oficiales, se destaca por su presentación el director general de las rentas estancadas de tabacos y naipes, un cuadro con el producto anual de las administraciones de Neiva y de Purificación. El producto de la venta de tabacos de Neiva pasó de 7.301 pesos cinco y medio reales en 1783, a 11.496 pesos tres y medio reales en 1787, del gobernador Berrío, los arrieros, caporales y criadores de la Plata eran identificados por su especialización en el transporte con recuas de mulas, no es improbable que hayan abastecido la demanda de mulas en Honda para el transporte hacia y desde la provincia de Antioquia. Así, el origen real de las mulas y los cueros importados bien pudio estar en las provincias de Neiva y de Mariquita. 165 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tierras-Tolima, l.6, ff. 380 – 385v. Gracias al trámite que hizo el arzobispo - virrey caballero y Góngora de la petición del gobernador Berrío sobre el aumento de sueldo, disponemos del informe rendido por los oficiales de la real contaduría de Santafé sobre el estado de las rentas reales en la provincia de Neiva, poco después del Movimiento Comunero. El gobernador Berrío estaba aspirando a un cargo de oidor de la Real Audiencia de Santafé u otro superior. No obstante los conceptos favorables de los fiscales para el reintegro del sueldo del gobernador de la provincia de Neiva, este no logró finalmente su propósito debido a la renuncia que hizo el arzobispo caballero y Góngora del cargo de virrey y capitán general del virreinato de la nueva Granada.
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alcanzando una cifra récord en el año anterior de 1786 de 12.172 pesos cuatro reales. En el quinquenio totalizó 50.652 pesos dos reales, mientras que los gastos sumaron apenas 15.144 pesos 4 reales; es decir, que el producto neto a favor de la real hacienda fue de 35.518 patacones.166 En la villa de Purificación, el producto de la venta de tabaco pasó de 4.008 patacones en 1783 a 4.813 patacones 3 reales, alcanzando un tope en los años de 1785 y 1786 de 5.600 patacones cada uno; es decir, un total de 24.945 patacones 1 real. La renta de naipes produjo 1.740 patacones y las utilidades de esta fueron de 1602 patacones en el citado quinquenio. Entretanto, los gastos de uno y otro apenas sumaron 8.351 pesos. El informe no contiene datos sobre dicho ramo en los distritos de Timaná y de la Plata. Así, lo anterior significa que las utilidades netas de estos ramos llegaron a los 52.103 patacones, cifra que no solo revela un mayor dinamismo demográfico y económico que el distrito de Nieva sino que obliga a interrogar sobre el papel que en este jugaba el corregimiento de Coyaima y Natagaima. Por su parte, el director de la renta de aguardiente informó que en la villa de Timaná el arrendamiento había pasado de 887 pesos por año en 1783 a 1.569 patacones y dos reales en los años 1784 a 1787. En la villa de Purificación el producto de este ramo fue de 8.679 patacones en 1783, 8.490 patacones en 1784, 9.469 patacones en 1785, 9.554 patacones en 1786, y 9549 patacones en 1787. El caso es que el producto del ramo totalizó en el quinquenio 45.761 patacones en ambos distritos, pues los de Neiva y la Plata no aparecen.167 Con todo, Berrío mostró con cifras el aumento de los aportes fiscales de la provincia de Neiva a la Real Hacienda, afirmando que solo los estancos de tabaco y de aguardiente producían en el distrito más de 30.000 pesos cada año.168 Los gastos se limitaban al sueldo del gobernador y de los dos administradores de rentas, uno en esta ciudad y otra en la villa de Purificación, con 800 pesos el de tabaco y 350 pesos el de aguardiente; no había otro ministro de justicia ni de hacienda asalariado, lo que en consecuencia, permitía remitir a las cajas matrices de Santafé cerca de 40.000 pesos cada año.169 Ahora bien, poco antes del Movimiento Comunero, el administrador de los monopolios de tabaco y aguardiente en la provincia de Neiva produjo un informe agn, Bogotá, S. Colonia. F. Aguardientes-Tolima, t. 9, ff. 184v–205r. agn, Bogotá, S. Colonia. F. Aguardientes-Tolima, t. 9, ff. 184v–205r. 168 agn, Bogotá, S. Colonia. F. Aguardientes-Tolima, t. 9, ff. 184v–205r. 169 agi, Sevilla, Santafé, l. 640. 166 167
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más que sobre el estado de estos ramos, sobre su geografía provincial o, mejor, sobre sus aspectos territoriales en el periodo 1776 – 1779.170 El informe contiene un indicador del cambio que en la economía de Neiva resultó del auge del comercio del cacao, de la quina y del crecimiento de los criadores. Esa transformación ocurrió en el sector industrial a comienzos del siglo xix con la construcción de una real fábrica de aguardiente en esta ciudad, la cual supuso una reactivación del cultivo de la caña para la producción de la miel, y en consecuencia, la generación de una nueva fuente de ingresos para estos productores.171 A raíz de la destrucción de la fábrica de Honda por el terremoto de 1805, el corregidor de Mariquita propuso en 1806 que la fábrica de Neiva abasteciera los partidos a los que suministraba la de Honda, es decir, los de Purificación, San Luis, Ibagué y Ambalema.172 Por su parte, el nuevo gobernador, doctor don Lucas de Erazo y Mendigaña, continuó el expediente desde enero de 1791.173 La renta de aguardientes de la villa de Timaná en 1790 se remató por 3.001 patacones, por lo cual su producto quinquenal registró un aumento de 1.988 pesos. En el caso de Neiva, el remate subió a 9.120 patacones pero advirtió que el proyecto de establecer allí una administración particular no aseguraba la efectividad del remate. En la villa de Purificación esta renta pasó de 9.549 patacones en 1787 a 10.282 patacones en 1789, teniendo un producto durante los tres últimos años de 29.902 patacones.174 agn, Bogotá, S. Colonia. F. Aguardientes-Tolima, t. 3, ff. 441 – 448. El administrador describe un poblamiento avanzado y jerarquizado del distrito de la ciudad de Neiva enumerando cuatro parroquias, cuatro pueblos de indios, siete tambos, un paso real y el sitio de los órganos, además de diez partidos que eran: Villavieja, Fortalecillas, Llanogrande, Carnicerías, Yaguara, Iquira y Retiro, Almorzadero, Manga y Aipe de donde dentro de poco tiempo empezarían a surgir nuevas parroquias. En el caso de Aipe y la Manga, menciona que allí vivían 105 vecinos blancos con el título de don y 788 libres, es decir, un total de 895 vecinos económicamente activos. Otros partidos con notoria cantidad de vecinos blancos con título de don estaban en los partidos de Villavieja y Yaguará (131) y donde más libres había era en la ciudad de Neiva (120) y en la zona de Aipe y la Manga (185). En cambio sobre el poblamiento del distrito de la ciudad de la Plata apenas se menciona que había dos estanquillos sin ubicarlos. Por su parte, el de la la villa de Timaná comprendía tres pueblos de indios, una viceparroquia en el valle de Suaza, la hacienda de Laboyos, un sitio, un paso real y un tambo. Finalmente, la villa de Purificación, sede de una administración subalterna, comprendía las parroqjuias de Coyaima, Natagaima, y las partidos del Páramo de los Dolores, Alpujarras, Señorías, Ataco, Palmarrosa, Prado, Ylarco, Boca de Ylarco, Guaguarco, Santa Marta, Sitios y Rancherías. , Bogotá, S. Colonia. F. Aguardientes-Tolima, t. 9, ff. 184v–205r 171 agn, Bogotá, S. Colonia. F. Aguardientes-Tolima, t. 9, ff. 184v–205r 172 agn, Bogotá, S. Colonia. F. Aguardientes-Tolima, t. 9, ff. 121v–205r. 173 agi, Sevilla, Santafé, l. 640. 174 agi, Sevilla, Santafé, l. 640. El ramo de Alcabalas del partido de Neiva fue rematado en 2.184 patacones tres reales 170
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Las observaciones del gobernador Berrío sobre el lavado de oro, el costo de vida y los aportes de la provincia de Neiva a la real hacienda de Santafé, muestran variadas señales de la existencia de un ciclo económico y demográfico nuevo en esta región que no habíamos advertido hasta ahora, y que gracias al hallazgo del informe del gobernador Sanmiguel sobre el estado de la provincia de Neiva hacia 1808, podemos apreciar más claramente a partir de la evidencia documental y de las inferencias que este permite. Sin embargo, antes de tratar sobre los indicadores de la realidad demográfica y económica de la ciudad, distrito y provincia de Neiva, conviene conocer algo sobre un aspecto de la economía que es de los más desconocidos. Se trata de las percepciones sobre el costo de vida. Solo tenemos datos de la segunda mitad de este siglo, y provienen de quejas de los gobernadores en relación con el monto de su sueldo. En efecto, al referirse a la pérdida de capacidad adquisitiva de su sueldo, el gobernador Berrío se refirió a Neiva como “un país, donde, a excepción de la carne, todos los alimentos, por entrarle de fuera, son muy caros”, lo cual le aumentaba la dificultades para mantener el decoro y dignidad de su empleo con un sueldo cada vez más disminuido, hecho que contrastaba con el aumento considerable de los ingresos de la Real Hacienda y el establecimiento de nuevos ramos de la misma a saber: papel sellado, alcabalas, tributos de indios, diezmos, ventas de oficios, medias anatas, aguardiente y tabaco.175 Por su parte, uno de los hombres más ricos de la provincia, don Fernando Méndez, vecino de la villa de Timaná y residente en la capital de Santafé afirmó: Los comestibles en la mencionada ciudad de Neiva y todas sus provincias son muy caros y escasos, a excepción de la carne que la hay en abundancia, y se venden cinco reales la arroba en carnicería y que lo mismo sucede a las ropas por la circunstancia de que así aquellos comunistas se han de conducir precisamente de la villa de Honda o de esta capital, cuya distancia de la de Neiva son bien notorias; que los derechos de actuación pueden producir muy poco a aquellos gobernadores y que regula no ascenderán a 100 patacones por año.176
El gobernador Antonio Bandal se refirió de manera más amplia al asunto en febrero de 1789 cuando dio a conocer sus impresiones sobre las limitaciones de su sueldo con base en la experiencia que en cinco años y siete
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meses había tenido de los productos de la real hacienda de la provincia de Neiva. Según Bandal, en ese tiempo adquirió varios créditos para “poderse mantener con una mediana decencia (…) según la asignación del sueldo los podría satisfacer”.177 Precisa que no podía verificarlo de otra manera por la referida rebaja del sueldo como por haberse posesionado en el calamitoso tiempo que acababan de pasar las sublevaciones del reino. Menciona Bandal la carestía de aquellos países y que la necesidad que había de proveerse de bien sea de la ciudad de Santafé o de la de Popayán, era bien notoria, y que debido a las distancias se hacían muy costosos los fletes de las mulas. Finalmente afirma que los emolumentos producidos por aquel gobierno con el corregimiento anexo, se reducían al 4% del total de los tributos, cuya cantidad era tan corta que no alcanzaba a cubrir la mitad de los costos de recorrer las dos villas y los muchos pueblos distantes que comprendía el distrito de la provincia, siendo preciso: Hacer varias noches en unos campos en que apenas se haya agua que beber (...) que por lo que respecta al derecho de actuaciones (...) cada uno de los cuatro cabildos sujetos al gobierno (...) anda por las confirmaciones de sus respectivos alcaldes ordinarios y partidarios seis pesos que hacen al año 24 y que poco más de esta cantidad podrá producir el derecho de firmas.178
Ahora bien, retomando el análisis de la realidad de comienzos del siglo xix, el hallazgo de una representación y de un informe cartográfico del gobernador Sanmiguel, desconocidos por la historiografía hasta hoy, permiten matizar y profundizar el conocimiento de las características de la demografía y de la sociedad provincial de Neiva al comenzar este siglo; es decir, poco antes de la Independencia; lo que facilita nuestra aproximación a la determinación de la coyuntura socioeconómica y demográfica que precedió y en la cual ocurrió el proceso de la Independencia en las provincias de Neiva y de Mariquita. El primero de esos documentos es una representación en la cual el gobernador pide al virrey el establecimiento de un cuerpo de resguardo que asegure las ventas legales de tabaco y de aguardiente.179 Según Sanmiguel, en la Plata y Timaná en 1808 habían entre 18.000 y 20.000 habitantes fuera de agn, Bogotá, S. Colonia. F. Tierras Tolima, l. 6 ff. 380–385v. agn, Bogotá, S. Colonia. F. Tierras Tolima, l. 6 ff. 380–385v. 179 agi, Sevilla, Santafé, l. 640. 177
agn, Bogotá, S. Colonia. F. Tierras Tolima, t. 6, f. 405. 176 agn, Bogotá, S. Colonia. F. Tierras Tolima, l. 6 ff. 380–385v. 175
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las gentes que había en los pueblos, sitios y lugares donde se reunía algún vecindario.180 A juicio de Sanmiguel, era tan extenso el territorio de estas dos jurisdicciones, que bien podría formarse una nueva provincia en que las parroquias más pobladas fuesen las de Timaná, Jagua, Garzón, Gigante, Pital, Hato de Abajo, Paycol y la Plata.181 El otro documento es un informe cartográfico descriptivo del gobierno de Neiva por el mismo gobernador Sanmiguel en 1808.182 El documento aparece bajo el titulo de Huila al final del libro Cartografía de Ultramar, editado por el Servicio Geográfico del Ejército de España. El informe comprende la explicación del mapa, incluye una lista de toponimia, la demarcación del gobierno de Neiva y un resumen general de este con datos de cada uno de los distritos, su extensión, población, número de iglesias, curas y funcionarios. Finalmente, da cuenta de los sueldos de estos y unas observaciones generales sobre los aspectos relevantes de la administración espiritual. Lamentablemente, este informe del gobernador Sanmiguel no contiene datos sobre el estado de la Real Hacienda, situación que dificulta poner en una perspectiva histórica la evolución de esta desde los gobiernos de Berrío, Bandal y Herazo de Mendigaña hasta los comienzos de la Independencia. Desafortunadamente ignoramos las cifras oficiales del producto de los ramos de la real hacienda de los últimos tres quinquenios de la época colonial en dicha provincia, de modo que para tener una idea de los excedentes económicos que extrajo la Corona de esta provincia entre 1783 y 1807, debemos hacer conjeturas con base en datos disponibles a partir de la comparación e interrogación de los datos demográficos, y del cruce de este tipo de información con la que hemos obtenido de diferentes fondos de archivo. En efecto, con base en el cálculo que hizo el gobernador Berrío del aporte de los ramos de tabaco y aguardiente a la real hacienda en el quinquenio de 1783 a 1787, suponiendo constante la cifra de los 40.000 patacones anuales hasta 1807 podríamos hacer un cálculo, por lo bajo, del dinero que aportó la provincia de Neiva a la Real Hacienda en el este cuarto de siglo, que nos resulta en la cantidad de un millón de patacones. Como agi, Sevilla, Santafé, l. 640. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Real Hacienda, t. 65, ff. 1044- 1049v. 182 “Huila” en, Cartografía y Relaciones históricas de Ultramar. Servicio Geográfico del Ejército de España. Imprenta del Servicio Geográfico del Ejército, Madrid. 1949. pág. 509–512. Se trata básicamente de una descripción del primer mapa moderno de la provincia de Neiva, en dimensión de 48 por 40 centímetros, por lo demás diseñado a color. 180 181
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vemos se trata de un cálculo parcial pues no incluye el ramo de alcabalas ni de diezmos y primicias. Además, si tuviéramos las estadísticas de la producción y venta de los productos típicos de la economía de Neiva a finales de la época colonial, cacao, quina, ganado, oro, cueros y pita podríamos tener las magnitudes del dinamismo de una economía que no solo incorporó a la provincia al mercado interno neogranadino del tabaco y del aguardiente, sino que transformó a esta periferia secundaria en una periferia de creciente importancia fiscal, comercial y estratégica, como lo revela el interés de la Corona por conocer el estado de esta en tiempos del gobernador Sanmiguel. Si el cálculo anterior lo hacemos con las cifras de los productos de los ramos de tabaco y aguardiente de los distritos de Neiva y Purificación solamente entre 1783 y 1807, tendríamos una idea mucho más matizada de esa incorporación de la dinámica económica de Neiva descrita arriba al mercado interno de los productos más pingües de la real hacienda en la Nueva Granada. En efecto, el producto neto del ramo de tabaco en dicho periodo habría sido de 1.113.040 patacones y el de aguardiente, de 1.710.000 patacones, los cuales en conjunto, significan un gasto de los habitantes de la provincia de 2.823.000 patacones. La valoración historiográfica de esas cifras queda pendiente hasta cuando exista la posibilidad de compararlos con los productos de las reales haciendas de otras provincias y regiones en ese mismo periodo y determinar las fuentes de esos consumos. Por lo pronto pueden parecer sorprendentes para una provincia que, vista desde la aplicación de las reformas borbónicas, tiene una diversidad de procesos económicos y mercantiles que configuraron una periferia económicamente más dinámica y estructuralmente más compleja que la rica provincia de Antioquia. Por otra parte, con base en el informe del gobernador Sanmiguel de 1808 y en los indicios del auge económico que experimentaba la ciudad, distrito y provincia de Neiva por el cacao, la quina y el ganado, podemos sugerir cierta correlaciones entre se dinamismo económico y la demografía de la provincia. El informe contiene estimativos generales de la demografía provincial y datos sobre un tipo de construcción urbana como fueron las iglesias. Según las cifras del gobernador Sanmiguel, la provincia de Neiva tenía en 1807 la cantidad de 46.000 habitantes, distribuidas de la siguiente manera: Neiva, 16.000 habitantes, Timaná, 14.000 pobladores, la Plata, 4.000 habitantes y Purificación 12.000 pobladores. Curiosamente, el gobernador
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Sanmiguel admite, como vimos arriba, que las cifras de la Plata y Timaná podían ascender a poco más de 20.000 habitantes. Con todo, a la hora de estimar el total de la población provincial debemos advertir que las cifras de la villa de Purificación no comprendían la población del corregimiento de Coyaima y Natagaima, por lo que para proponer un estimativo debemos tener presente el informe del corregidor, don Ildelfonso Cobaleda, fechado en el pueblo de Natagaima el 26 de febrero de 1805, en el cual calcula la población de dicho pueblo en 600 familias,183 y considerar que la población del pueblo Coyaima era mayor; con estos datos, podemos estimar el total de familias en unas 1.400 lo que significaría que el total de población del conjunto del resguardo pudo ser de más de 6.000 habitantes. Así que el total de la población de la provincia bien podía ser de 50.000 habitantes aproximadamente. Por otra parte, según el informe de Sanmiguel, la provincia de Neiva contaba hacia 1807 con 37 iglesias y 30 curas en los cuatro distritos. Los templos están discriminados por distrito de la siguiente manera: 14 en Neiva, 12 en Timaná, 4 en la Plata y 7 en Purificación. El número de sacerdotes no aparece discriminado por distrito. La idea es más que correlacionar el número de templos con el estimativo de la población, es interpretarlos como signos de una mentalidad religiosa en un periodo de tiempo estimado entre 1780 y 1807 y como destino de una mínima parte de los excedentes económicos, incluido el oro, generados por la población y en su mayor parte extraídos por el Estado colonial. Con base en lo anterior, la nueva valoración de la economía y el comercio colonial en las provincias de Neiva y de Mariquita da pie tanto para dudar de la validez de la visión e interpretación que de esta región se hace en el mencionado trabajo de Guido Barona, como para que sobre la base de un mejor fundamento empírico, conceptual y metodológico, se reflexione sobre la singularidad de la ciudad, el distrito y la provincia de Neiva dentro del sistema colonial norandino, a partir de la emergencia y consolidación de un nuevo y exitoso sector socioeconómico como fue el del cultivo y comercio del cacao y el de la implantación de los monopolios de aguardiente y de tabaco, especialmente a partir de la década de 1770, cuando fue implantado el sistema de administración directa y creada la administración principal de Honda, a la cual quedó sujeta toda la provincia.
Neiva y las dinámicas monetarias y mercantiles del 183
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 16, ff. 25v -27r.
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situado fiscal de Quito a Cartagena
Hasta ahora, creemos haber logrado mostrar que efectivamente la ciudad
de Neiva se densificó económicamente por su conformación como epicentro de una incipiente industria en contraste con el activo comercial y el transporte tanto fluvial como terrestre que alimentó y a su vez se benefició de las dinámicas de los circuitos comerciales entre Cartagena, Santafé y Quito, no solo en el negocio de textiles y el ganado, sino del oro, la pita y el cacao. Ahora nos proponemos considerar uno de los mecanismos invisibles a través del cual podemos determinar el lugar e importancia de la economía de Neiva en el subsistema colonial norandino, cual fue el fenómeno mercantil y monetario que producía en la ciudad el paso del situado fiscal de la Audiencia de Quito para el sostenimiento de los gastos de la plaza de armas de Cartagena. La historiografía ecuatoriana reciente nos ha dado elementos para comprender aspectos desconocidos de la dinámica económica y comercial de Neiva en la segunda mitad del siglo xviii. Los trabajos del historiador Jorge Núñez Sánchez sobre el papel de Quito en la defensa de las plazas marítimas de la costa Caribe neogranadina, nos ayudaron a desarrollar ideas sobre el impacto de la evolución económica, comercial y fiscal de Quito en la ciudad y distrito de Neiva a lo largo del siglo xviii. En su ensayo sobre “la Ruta Colonial entre Quito y Cartagena”,184 Núñez Sánchez nos permite inferir que a raíz de las conmociones de 1765 y 1766, Neiva pudo haber aumentado su dinámica comercial como escala del transporte del “situado fiscal” remitido por la Real Hacienda de Quito a Cartagena. Como vimos, por entonces el poblamiento y el notorio crecimiento demográfico de la ciudad, distrito y provincia de Neiva, así como la complejidad y dinámica de su estructura social, estaba asociada al tráfico y comercio, en particular al paso del situado hacia Cartagena y el regreso de los situadistas a Quito. Núñez no concibe que fruto de diferentes causas como son: la nueva política borbónica a raíz de la pérdida y recuperación de Cuba en la guerra contra Inglaterra de 1759 a 1763, y la Revolución de los Barrios de Quito en 1765, la Real Hacienda de Quito fue obligada por la metrópoli 184
Núñez Sánchez, Jorge, “Discurso de ingreso del autor a la Academia Colombiana de Historia, Bogotá, 20 de marzo de 2001” en Caminos y comercio de la ruta colonial. (bolivar. cce.org.ec/...cce.../Regiones_y_Sociedades_Regionales.doc.) consultado el 1 de junio de 2012.
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a aportar un situado anual para la defensa de las tres plazas fuertes de la costa Caribe neogranadina (Cartagena, Santa Marta y Río Hacha). Este historiador ignora el papel que jugó el fortalecimiento de la Corona con la represión de la Revolución de los Barrios de Quito y la expulsión de los Jesuitas suscitadas por la implantación del monopolio del aguardiente, el cual al parecer se tradujo en una deliberada presión fiscal creciente de las autoridades metropolitanas sobre los quiteños para financiar el aumento del gasto militar que introdujeron los Borbones por el nuevo sistema de defensa de esas plazas marítimas, tradicionalmente burladas por el contrabando holandés e inglés. El trabajo de Núñez se inscribe en el marco de las tendencias historiográficas del siglo xviii y del siglo xix sobre el Reino de Quito, que explican la pobreza de esta parte del virreinato de la Nueva Granada desde mediados de aquel siglo como consecuencia de dos fenómenos estructurales: la ruina provocada en su industria textil por la competencia de los textiles ingleses en el mercado peruano, y las remesas de moneda o los situados anuales para la defensa de las plazas de la costa Caribe de la Nueva Granada. El problema de las remesas sin contraprestación tangible, es que sustraían una masa importante de moneda del reino de Quito, reino que careció de minas de oro y plata, agudizando el problema de la balanza comercial desfavorable. Según un informe citado por Núñez, los oficiales reales de Quito hicieron saber al Virrey de la Nueva Granada en 1767 que en razón de la muerte de la mayoría de los deudores de la Real Hacienda, las deudas eran en su mayor parte incobrables y sumaban los 442.302 patacones. No obstante, agrega, desde 1766 hasta 1785 fueron hechos cinco envíos a la Real Hacienda de Cartagena por cerca de 1,100.000 patacones distribuidos así: 30.375 patacones o pesos de plata de ocho reales en 1766, 42.365 patacones en 1767, 102.000 patacones en 1768, 414.900 patacones en 1784 y 500.000 patacones en 1785. Estas dos últimas cifras revelan que la presión fiscal se redobló a raíz de la guerra contra Inglaterra de 1779.185 Las cifras que presenta Núñez aparecen en los informes de los presidentes de la Audiencia de Quito, Diguja y Pizarro. El del primero, que data de 1784, sostiene que en once años envió un total de 713.000 pesos, mientras que el de Pizarro, sostiene que en apenas cuatro años remitió la suma de 1’017.000 patacones.186 No obstante, a partir de la proporción “Los OO. RR. de Quito al virrey Messía de la Cerda”, Quito, 16 de febrero de 1767 en. Archivo Nacional del Ecuador, (ane), Quito, F. Copiadores, Libro Copiador, años 1765–1768. 186 “Pizarro a los OO. RR. de Cuenca”, Quito, 4 de octubre de 1779; y “Pizarro a los OO. 185
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del crecimiento de las remesas enviadas por Pizarro en su gobierno en comparación con las de 24 años anteriores, es posible inferir que el promedio de la cuantía de los situados anuales durante los cinco años de su gobierno, 200.000 patacones, debió ser muy superior al promedio de los 24 años anteriores.187 Concentrándonos en la relación de la remesa del situado fiscal de Quito con la ciudad de Neiva, conviene retener la tesis de Núñez sobre las dos etapas de este. En una primera época, afirma, estuvo a cargo de las autoridades coloniales, quienes organizaban la caravana de transporte y encargaban a un oficial real de la entrega de los caudales a los oficiales reales de Cartagena, Santa Marta y Río Hacha; este funcionario una vez retornara a Quito, haría entrega de los recibos y tornaguías. En una segunda etapa, con el fin de ahorrar costos y hacer más seguro el envío, se recurrió al sistema de contrato con comerciantes quiteños que hacían “la carrera de Cartagena” debidamente afianzados o con respaldo de hipoteca para asegurar la remesa, a cambio de un porcentaje del monto del caudal transportado. El caso es que esta modalidad dio origen al contrabando o uso del caudal para negocios de “los situadistas” en el tránsito de la remesa. Al parecer los comerciantes situadistas aprovechaban su condición para traer de regreso mercancías de contrabando que iban vendiendo en las ciudades y pueblos a lo largo del camino o la ruta del situado, con la complicidad de las autoridades locales. El transporte de los caudales se ajustaba a las circunstancias del verano (entre mayo y octubre), época en que las autoridades fijaban a los “situadistas” un plazo de seis meses para la entrega de los caudales en las Cajas Reales de Cartagena y Santa Marta, con el consabido regreso a Quito. Además, como el transporte de la carga suponía: una recua de más de un centenar de mulas, el doble de zurrones de cuero o cajones de madera forrados de cuero según la cantidad del situado en volumen de moneda y bestias caballares para el equipaje, con otras de reserva, escolta armada así como el papel de guías y baqueanos que ayudaran a la seguridad del viaje, podemos suponer que Neiva era una estación para el abasto de los bastimentos, monturas, arrieros y guardias de protección. Ahora bien, según Alcedo y Herrera —cronista citado por Núñez—, RR. de Guayaquil”, en. ane, Quito, Libro Copiador, F. Copiadores, Libro Copiador, años 1779–1780. 187 “Representación de méritos y servicios hecha al Rey nuestro señor por don José García de León y Pizarro, Ministro togado del Real y Supremo Consejo de Indias” Madrid, 2 de octubre de 1786. en agi, Sevilla, Quito, l. 233.
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en condiciones normales, esto es, teniendo buena navegación por el río Magdalena, sin sufrir accidentes y con buen tiempo, el viaje de Quito a Cartagena duraba 90 días. De esos 90 días, de Honda a la ciudad de la Plata el viaje tomaba de 27 a 28 días.188 Si el tiempo para el transporte del situado a Cartagena se hacía entre mayo y octubre, esto significa que el paso del situado por la ciudad y distrito de Neiva probablemente ocurría poco antes de las fiestas del mes de junio, es decir, era el evento social y comercial más importante después de las fiestas del San Juan y el San Pedro y San Pablo. No es improbable que en la ciudad de Neiva se terminara de hacer la remudanza de las recuas y los bagajes o el avituallamiento para el viaje hasta Prado o Purificación. Todavía más, podemos imaginar que el paso de la caravana del situado fiscal por Neiva, y el regreso de los comerciantes y sus escoltas, suponía un colorido y rico paisaje ambulante de más de un centenar de mulas y decenas de bestias, que debían despertar no solo la curiosidad de los neivanos sino el interés de los que podían lucrarse de la estación que hacían las recuas para el ajuste y acaso remuda de las petacas y fardos con el tesoro real, el avituallamiento y los negocios de los comerciantes. Igual acontecimiento ocurría al retorno de estos cargados con las mercancías que traían de regreso hacia su patria chica. En síntesis, replanteando la argumentación y las conclusiones del historiador ecuatoriano Núñez, podemos afirmar que con base en la práctica del intercambio de manufacturas textiles que los comerciantes quiteños hacían por los ganados de los criadores de Neiva, el transporte del “situado” de Quito a Cartagena llegó a ser concebido por las autoridades coloniales de esa capital como una forma de “paliar la desmonetización que causaba en el país quiteño el periódico envío de caudales hacia Cartagena”, mediante la autorización a los transportistas para invertir los fondos en mercancías de producción local (textiles, platería, obras de arte religioso, etc.)”, que podían ser vendidas en el camino a Cartagena de modo que al llegar a esta plaza se reintegrase el caudal remitido, “dejando a los transportistas un beneficio sustancial que, a su vez, era invertido en la compra de mercancías legales y/o de contrabando”, que también podían realizar en el camino de regreso. Es posible que algunos de los situadistas también invirtieran parte de la remesa en la compra de productos locales de segura y lucrativa realización en el tránsito a Cartagena como por ejemplo cargamentos de 188
“Representación de méritos…” En ese tránsito debían pasarse 34 ríos y quebradas, algunas de las cuales exigían sumo cuidado para pasarlos.
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pita, cacao y sacas de ganado de Neiva, etc. para la factoría y los cosecheros de Ambalema, para el mercado de Honda y el mercado de la provincia de Antioquia.
La integración de Neiva a los mercados interregionales de la provincia de Mariquita
La historiografía sobre la época colonial neogranadina ha prestado poca
atención a un aspecto clave de la historia económica y social como es el grado de integración de las provincias en las ferias o mercados locales e interregionales en sus diferentes provincias. Como lo advertimos al revisar las obras de fray Juan de Santa Gertrudis y el sacerdote Basilio Vicente de Oviedo, existen datos simples sobre la importancia de la pita en las economías de Neiva, y probablemente del distrito tabacalero de Ambalema, entre otros mercados. No hemos podido determinar con certeza la existencia de los circuitos comerciales de la pita producida en la provincia de Neiva por los cosecheros de Ambalema, la feria de Guayabal de Síquima y posteriormente de la Mesa. Solo contamos con los indicios que aparecen en aquellas obras, con los datos de las listas del arancel que elaboró en diciembre de 1780 el visitador Gutiérrez de Piñeres para los gobiernos de Neiva, Timaná y la ciudad del Espíritu Santo del Cagúan y, finalmente, con inferencias de la probable demanda de ese tipo de materias primas en la industria del tabaco en las fases de los caneyes y del empaque.189 En consecuencia, además de lo anotado arriba sobre los mencionados indicios, podemos aproximarnos a una mayor precisión sobre la importancia y características de la producción y comercio de la pita en Neiva, con base en las listas del arancel para Neiva, Timaná y Caguán. Antes de hacerlo conviene anotar que el análisis de dichas listas son una pista para conocer la intensidad del tráfico mercantil en esos lugares y determinar la importancia relativa del comercio por los caminos de Guanacas, Quindío, Nare y Guaduas. En este sentido resulta evidente la mayor importancia de Honda por la convergencia en ella de los comercios colonial, interprovincial y local y Neiva, por la convergencia de comercios locales y el comercio colonial hacia Popayán y Quito, respecto de Ibagué y Timaná. 189
Las listas fueron hechas en cumplimiento de las reales cédulas del 4 de mayo de 1635 y 4 de septiembre de 1637 para el cobro y recaudo del derecho de Armada de Barlovento.
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Ahora bien, ocurre que en la descripción del arancel de Neiva no aparece la pita. Esta aparece con cierto detalle en el arancel de la ciudad del Caguán, pues se diferencian los aranceles de la libra de pita común y la libra de pita fina.190 En la lista del arancel de la ciudad y provincia de Neiva aparece en primer lugar el oro, los paños y telas de Quito, el ganado de cerda, las mulas y el ganado mayor, al igual que miel, azúcar, sebo, sal, harina y jabón.191 Esto significa que la pita se producía en el Caguán y acaso en el pueblo del Pital, y se comerciaba en y desde la ciudad de Neiva hacia los mercados de Honda, Ambalema y Guayabal o la Mesa, y quizás de Popayán. Por otra parte, las relaciones entre la región de la sabana de Bogotá y la región del Alto Magdalena tuvieron un lugar de encuentro en la feria semanal, que al parecer, desde la segunda mitad del siglo xvii se realizaba en la parroquia de Guayabal de Síquima, ubicada en el distrito de la ciudad de Tocaima, provincia de Mariquita. No hay al parecer registro o noticia sobre la composición y magnitudes del comercio que se hacía semanalmente en la parroquia de Guayabal, pero si sobre la diversidad de gentes por su procedencia y productos que allí se intercambiaban con diferentes modalidades de comercio. Su importancia radicó no solo en ser un mercado o feria interregional y en la periodicidad semanal de esta, sino en haber sido objeto de traslado hacia el sitio de la Mesa, dando lugar a un conflictivo proceso de urbanización y construcción de un centro de poder emergente en el distrito de Tocaima y la periferia de Santafé. Se trata de un proceso de gran riqueza socioeconómica y política, con trascendencia histórica en la vida política de finales de la época colonial y del siglo xix, siendo fundamental hasta cuando se construyó el ferrocarril de Girardot.192 “Lista del arancel en las ciudades de San Juan de los Llanos y del Espíritu Santo del Caguán”, Santafé, diciembre de 1780. en agi, Sevilla, Santafé 660. Documento 7. Los indígenas de esta ciudad y distrito eran excepcionalmente industriosos pues producían además, una variada y colorida artesanía que comprendía cagitas, platos, baulitos, lanzas y bodoquetas pintadas. En cambio, en la vecina ciudad de San Juan de los Llanos la economía era más compleja e incluía el algodón, la cera negra y los lienzos. El arancel empezaba por el oro y continuaba con el ganado mayor, el pescado, el lienzo, la cera negra, la miel, el tabaco, el cacao, el maní, el jengibre seco, el arroz y, finalmente, el algodón. Este producto también aparece en el arancel de la ciudad de la Palma, en el extremo nororiental de la provincia de Mariquita. 191 “Lista del arancel del gobierno de Neiva y villa de Timaná”, Santafé, diciembre de 1780. en agi, Sevilla, Santafé 660. Documento 9. 192 Lo relacionado con el traslado y el conflicto a que dio lugar lo hemos estudiado en detalle en nuestra tesis doctoral, exactamente en el capítulo 15 de la tercera parte. 190
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Uno de los datos más elocuentes para plantear la existencia de un protomercado interno entre las provincias de la región del Alto Magdalena, Neiva y Mariquita, y la región oriental del virreinato, provincias de Santafé y Tunja, es la feria semanal en la parroquia de Guayabal de Síquima, a la cual asistían de manera destacada los neivanos o habitantes de los valles de San Juan, según el lenguaje de la época. La variedad de tipos sociales productivos y mercantiles procedentes de lugares como las provincias de Vélez y del Socorro, y sobre todo, de la Sabana de Bogotá, incluido el pueblo de Zipaquirá, así como funcionarios encargados del cobro de las rentas reales, muestran la importancia de esta feria y lo que allí ocurría, al menos desde mediados del siglo xviii. Los primeros registros sobre la presencia de los neivanos en el mercado de Guayabal aparecen a mediados del siglo xviii, justamente al comienzo de la ejecución de las primeras reformas borbónicas clásicas con la implantación de los monopolios del tabaco y de aguardiente, que tanto impactaron las estructuras social y agraria de las provincias de Neiva y de Mariquita. Las primeras noticias provienen del cura vicario de la parroquia de Guayabal, el Doctor José Miguel Masústegui, quien afirmó en 1766 que el mercado semanal en esta “era numerosísimo” basado en el hecho de que cada sábado concurrían gentes de muchos lugares del contorno, de tierra fría (Tabio, Zipaquira, Santafé, Sesquilé, Guatavita, etc.) y de tierra caliente, entre las cuales estaban indios de Ibagué, Neiva, Chaparral y Coyaima.193 Además, agregó quepor ser puerto terrestre del camino real entre Santafé y las provincias de Neiva, Popayán, Quito y las del Chocó, en ella “no falta en toda la semana (...) comercio y diversidad de forasteros”.194. Entre las gentes que asistían semanalmente a esta feria según el cura vicario de Guayabal, cabe destacar por su importancia para la actividad económica fundamental de la provincia de Neiva y en parte de la de Mariquita —la cual era la ganadería—, a las de Zipaquirá. Es muy probable que se tratara de comerciantes y arrieros que traían sal para su comercio en dicha feria. La sal fue no solo un producto de una región ecológica y socioeconómica muy diferente y suplementaria a la de las provincias de Neiva y de Mariquita, como fue la Sabana de Bogotá, sino Clavijo Ocampo, Hernán, “Vida política en la Provincia de Mariquita y en las villas de Guaduas y de Purificación en el Virreinato de la Nueva Granada en el siglo Borbónico”. tesis doctoral. España, Universidad de Huelva, 2011, Tercera parte, capítulo XVI. 194 Clavijo Ocampo, “Vida política en la Provincia …”. 193
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que las magnitudes y los términos de su intercambio comercial si bien nos son desconocidos todavía, podemos asegurar que como producto fue imprescindible y de importancia creciente para la cría y ceba de ganado, una de las fuentes principales de acumulación de uno de los grupos sociales económicamente más homogéneos como fueron los latifundistas, hacendados y criadores. Es probable que el comercio de la sal haya estado asociado al del cacao, la miel y la carne de la provincia de Neiva, y que estos hubieren sido equivalentes monetarios en las transacciones comerciales a lo largo del siglo xviii, sobre todo en épocas de escasez de circulante monetario. No existe un estudio sistemático de historia económica de la sal de Zipaquirá a lo largo de la época colonial o al menos del siglo xviii que nos permita una aproximación a la demanda y la evolución de los precios de una materia prima tan importante para la cría y ceba del ganado como era la sal. Ciertamente el comercio de la sal era muy antiguo, pero ahora nos interesa el anterior y el perteneciente al periodo del monopolio de la Corona que articuló la economía de los indios de Zipaquirá y de los comerciantes de este pueblo en los alrededores de Santafé, particularmente los que llegaban hasta la feria de Guayabal o de la Mesa, con los criadores de ganado del valle del Magdalena, en especial los del valle de San Juan o de Neiva, y del otro valle; es decir, del valle del Cauca. Sin duda, determinar la evolución de los precios de productos como la sal, el maíz, la carne, las velas, la miel, el cacao y otros propios de las economías de regiones ecológicas suplementarias en un corte temporal amplio, posibilitaría conocer los términos y magnitudes de las relaciones económicas de unas y otras y aspectos del funcionamiento del sistema colonial a través de lo que ocurría en las ferias. Sin embargo, el expediente formado por el cabildo de Santafé sobre los precios de esta entre 1772 y 1783 contiene datos básicos para tener una idea de los cambios y magnitudes del mercado de la sal de Zipaquirá, entre las fechas extremas que aparecen en el documento, 1755 y 1783;195 el regidor fiel ejecutor del cabildo de Santafé, don Pedro Groot de Vargas, cuando dijo 195
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Policía, r. 10, ff. 17r–84r. Zipaquirá, Chiquinquirá y Facatativá, fueron los tres principales mercados de la Sabana de Bogotá. Curiosamente, el administrador de la salina de Zipaquirá era en 1772, don Juan Agustín de Castilla. Después del Movimiento Comunero, Castilla se estableció en la parroquia de Chaparral, al sur del distrito de la ciudad de Ibagué y al borde de la frontera común de las provincias de Neiva y de Mariquita, en donde llegó a ser parte de la elite local de Ibagué con roce social en la capital del virreinato.
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llevar 18 años en el ejercido de este título, hizo un informe fechado en 1773 sobre el problema de la sal,196 con motivo de las reacciones adversas del público y de las autoridades de Santafé por el alza notoria de precios, en el primer semestre de 1773. El informe estaba dirigido por el cabildo secular al virrey y básicamente se refería a lo que estaba aconteciendo con el precio de la sal. Este producto había pasado de ser abundante y de valer tres o cuatro reales antes del monopolio, a ser escaso y valer siete u ocho reales después del establecimiento de este. El cabildo imputó la causa del alza a la falta de una regulación de precios de los comestibles; es decir, a la libertad de precios que resultaba del interés de los vendedores y la necesidad de los compradores.197 De otra parte, Groot afirmó que el alcance geográfico del comercio de la sal de Zipaquirá, llegaba a Popayán y a Cúcuta, y precisó que la escasez solo se producía en Santafé debido a la obligación de venderla a 4 reales y medio la arroba, pues en “la parroquia de la Mesa, y también en toda la carrera de Neiva, Plata y Popayán”, abundaba.198 Por su parte, Silva Vargas encontró que el transporte y compraventa de la sal era un buen negocio para los mercaderes plebeyos que la transportaban de Zipaquirá a la Mesa. Sin embargo, una vez llegados a la Mesa solían resistirse a vendérsela a los neivanos porque estos solían pagarla con ropas y plata.199 Es probable que las ropas fueran de las que los criadores recibían de los comerciantes de Popayán y Quito en parte de pago de sus ganados. En 1779, el cabildo de Tocaima describía la decadencia de la ciudad sin referirse a sus causas, considerando que esta ciudad era “carrera y garganta del comercio de este reino”, cuyos vecinos eran “acelerados pasajeros” que residían en “malditas posadas” convertidas en “seminarios de cuanta iniquidad ha inventado Satanás”.200 La gente prefería retirarse a los campos dejando la ciudad sin víveres ni comercio, al igual que de potreros para las mulas de los mercaderes. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Policía, r. 10, ff. 28v–29r. Eso significa que Groot vivió la sublevación de los indios de Zipaquirá originada por el establecimiento del monopolio y, particularmente, su administración directa en mayo de 1767. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Policía, r. 10, f. 39v. 197 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Policía, r. 10, f. 19r. El cabildo recomendó la libertad de precios de la sal para que la abundancia de esta rebajase los precios como en efecto lo decretó el virrey Guirior en julio de 1773 y lo logró. 198 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Policía, r. 10, f. 59r. 199 Silva Vargas, Neiva, cuna de la revolución… pág. 30 200 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Policía, r. 9 f. 998r. 196
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Ahora bien, la concurrencia de los neivanos en el mercado de Guayabal aparece en la más completa descripción del distrito de la ciudad de Tocaima hecha por los vecinos del pueblo y parroquia de Anolaima en abril de 1776. La descripción hace parte de una representación al Virrey en la que se dice: Y como (...) la jurisdicción de Toc[aim]a se compone de quince parroquias en que hay más de veynte y quatro mil almas y que como los caminos son ásperos, todos los más tienen sus bestiecitas aunque en corto numero para ir a misa, y salir a vender sus maices y otras frutas de sus labranzas y comunicarse de una a otras parroquias se regulan por lo menos sobre seis mil fierros.201
La banda oriental del distrito de la ciudad de Tocaima respecto del río Magdalena, era una zona de haciendas de trapiches y también de trapichitos de arrendatarios, bastante populosa, como se puede apreciar en los datos demográficos de los vecinos de Anolaima.202 Por otra parte, en el expediente sobre las disputas entre los vecinos de Guayabal, la Mesa y Tocaima por la ubicación del mercado o la feria semanal, se revelan aspectos desconocidos de la geografía económica y social del mercado de Guayabal hacia 1770 que incluyen las procedencias y los productos que allí intercambiaban. Estos eran pobladores de Llanogrande, Santa Rosa, Paguey, Picalá, Melgar, Nilo, Pulí como también “miembros ibaguerunos, chaparreños”, vecinos de Guamo, Villa de Purificación, Neyva, Timaná, la Plata y Mariquita, quienes se abastecían allí de lienzos, sales, víveres, “merces y vendimias”, generalmente a cambio de cacaos, tasajos, maices, etc.203 En los días de mercado en Guayabal de Síquima o posteriormente en la Mesa, emergía la otra cultura de la sociedad colonial, la ocultada por la cultura religiosa dominante. Era la conformada por el roce social en toda su agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Cundinamarca, t. 9, ff. 738–839. Esa cifra significa que la población de mulas y caballos entre los hacendados y dueños de trapiches era excepcional y constituía una riqueza más fácil de inspeccionar y gravar que la problemática inspección de los Trapiches y los Trapichitos. La parroquia de Anolaima estaba situada a dos días de camino de aquella ciudad. 202 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Cundinamarca, t. 9, ff. 339-340v. las haciendas más importantes eran las de Caviedes, Zapata, Espinal de Doima y las monjas. En 1775 se agrego a esa información la de las casas del recinto urbano, 93 casas más la Iglesia y las dos casas del cura. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados PúblicosCundinamarca, t. 9, ff. 533 v. 203 Clavijo Ocampo, “Vida política en la Provincia…” pág. 137. Por entonces la minería era la actividad económica por la que era reconocido el distrito de Ibagué: ciudad de Ibagué, Valle de San Juan, Minas del Cobre y Chaparral. 201
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diversidad racial, de género, edades y localidades, alrededor de búsquedas e intercambios de afectos, intereses, rivalidades, al igual que del cobro y evasión de los derechos reales, el consumo de aguardiente, las músicas y los bailes. Las expresiones de la embriaguez y el roce social popular tenían una implicación a nivel de los asuntos de policía para los funcionarios y autoridades del Estado por los “muchos pleitos, (...) heridas, muertes y otros excesos que son notorios” anotaba el cura Masústegui. Por esta razón, el cura comparaba el tamaño de los vecindarios en Tocaima y Guayabal para justificar su petición de que, al menos uno de los alcaldes ordinarios, residiera habitualmente en Guayabal. El mercado de Guayabal fue trasladado a partir de 1773 a un sitio de la hacienda de la Mesa que fue percibido como: “mui capas, llana, sana, seca, deleitable, temple benigno, hermoso cielo, y en fin abundante de aguas buenas, fértiles pastos, vecinos y casas, en tanto número, o acaso más, que los establecidos en el Guayabal”204. El cabildo de Neiva tuvo protagonismo político en el problema subsiguiente de ubicación del mercado o feria semanal a raíz de la delimitación del distrito tabacalero de Ambalema hecha por Gutiérrez de Píñeres que excluyó a las tierras de la banda oriental del río Magdalena. El cabildo de Neiva y los de Ibagué y Purificación apoyaron la compensatoria aspiración de Tocaima a ser la sede del mercado semanal,205 por las incomodidades en “jornadas, pasaxes de ríos, fletes y gastos para la compra de sus mierces, lienzos, sal (...) y víveres en el Guayabal”206. Así, como lugar de un acontecimiento interregional, el mercado o feria de Guayabal, posteriormente de la Mesa, fue un espacio de encuentro y de intercambio no solo comercial sino social y cultural de diversos pobladores de dos regiones geográfica y ecológicamente suplementarias, con costumbres e intereses que contribuyeron a través del tiempo, a la formación de estereotipos regionales y lugareños que llegaron a dinamizar la vida política local, especialmente las relaciones de la capital del virreinato con las provincias de Mariquita y de Neiva. En todo caso, existen datos suficientes para afirmar que a finales del siglo xviii, la parroquia de la Mesa era, gracias a su ubicación geográfica y su función comercial, una de las más populosas del Virreinato.207 Más Clavijo Ocampo, “Vida política en la Provincia…”. Clavijo Ocampo, “Vida política en la Provincia…”. 206 Clavijo Ocampo, “Vida política en la Provincia…”. 207 En el año 1800 habrían existido poco más de 225 vecinos en la Mesa, indicadores de una población que pudo oscilar entre 1.000 y 1.500 habitantes y en el día de mercado pasar de las 5.000 almas, una cifra ciertamente importante para la época en ese lugar. 204 205
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concretamente, la parroquia y mercado de la Mesa, junto con Honda y Ambalema, fueron para la gran mayoría de los neivanos las fronteras territoriales del mundo conocido, como lo fue para muchos habitantes de la provincia de Mariquita. En efecto, la articulación de los neivanos a los mercados de la Mesa y de Honda al igual que al pueblo de Ambalema, fue la fuente diversa pero complementaria de los itinerarios que fueron estructurando elementos de la cultura y especialmente del manejo de la vida cotidiana en diferentes estaciones del año por una parte de los campesinos de la ciudad y distrito de Neiva que José María Samper describió a mediados del siglo xix. Ciertamente, Samper estuvo equivocado al asociar minería con esclavos negros para negar que en la provincia de Neiva dicha actividad productiva hubiera sido social y económicamente importante durante la época colonial. Sin embargo, nos parece que la otra parte del esquema socioeconómico que describe del neivano pudo haberse gestado en la articulación de los criadores y otros tipos sociales básicos de la provincia a los mercados de Santafé, la Mesa, Honda y Ambalema, a lo largo del siglo xviii. El cuadro que pinta Samper del neivano es el de un tipo social singular por la versatilidad de ser vaquero y pastor, agricultor, pescador, navegante, tratante y peón. Se trata de un cuadro correspondiente más al periodo posterior de la Independencia, pero algunas de las escenas pudieron haber tenido ocurrencia desde mediados del siglo xviii. Samper muestra un cuadro ideal de lo micro-social y lo micro-económico del promedio de los neivanos de edad adulta a lo largo del año, que terminan por configurar una característica básica de su cultura. Así, según Samper: “Mientras su mujer teje un sombrero en el hogar, ó hila, ú ordeña las vacas, ó cuida de las crías del corral, el activo neivano rodea ó pastorea su hato ó cria de ganados libres, lucha con el toro feroz en las herranzas,…ó bien descuaja los montes y cultiva con asiduidad su platanar, su maizal, su cacaotal o su plantío de arroz, de tabaco o de yucas; ó en los ratos de ocio…la pesca. El día que la cosecha semestral está lista en la troja [el granero], ó que están gordos los corderos y Según los datos aportados por Aprile Gniset, por entonces la parroquia de Palmira tenía 184 casas con 927 habitantes mestizos, negros y mulatos. Sonsón en la Provincia de Antioquia tenía en 1802 un total de 1.235 personas. Clavijo Ocampo, “Vida política en la Provincia…”.
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cerdos, los pavos, las cabras y gallinas de las crías, el neivano construye una balsa, compuesta de troncos ligeros [balsos] y fuertes lianas o bejucos; embarca toda la provisión, sin olvidar la bandola, - su eterna compañera;- toma su canalete o remo rudimentario, y acompañado de otros dos o tres paisanos, frecuentemente socios, se echa a bogar por el Magdalena abajo, ó alguno de sus afluentes principales, y va en su rancho flotante a vender a las ciudades importantes de los márgenes del gran río [Neiva, Purificación, Ambalema ú Honda] el fruto de sus faenas de seis meses. 208
Entonces, agrega que se opera una nueva transformación. Una vez que ha vendido la balsa y todo su contenido, ó reduce el dinero a herramientas, vinos, licores, ropas y otras mercancías extranjeras, que va a vender en detalle en el lugar de su domicilio, ó que destina á su propio consumo; o lo que es más frecuente, guarda su dinero y se contrata como peón en alguna hacienda de la parte inferior del valle, trabaja allí durante dos ó tres meses en desmontes y otras operaciones agrícolas, y luego regresa al hogar á continuar sus faenas habituales, llevando buena provisión de patacones —piezas de cinco francos—, herramientas y regalos para su familia.209 Justamente fue esa versatilidad del neivano como un tipo singular en la etnografía neogranadina, la que según José María Samper, le imprimió una particularidad simpática excepcional frente a otros tipos sociales contemporáneos como el antioqueño, el caucano, el sabanero y el santandereano e inclusive, con base en la descripción de los alcaldes de la ciudad de la Plata, de los plateños. En otros términos la movilidad oficiosa, geográfica y ecológica asociada a patrones de acumulación, consumo del neivano le dieron a su inserción en una estructura social dominada por la ganadería y el comercio un sello perdurable hasta la incorporación de la región, bajo el nombre de Huila, a la modernización.
Conclusiones
Esta
nueva aproximación a la economía de la ciudad y distrito de Neiva en el siglo xviii ha permitido reconocer y profundizar en aspectos Samper, José María, Ensayo Sobre Las Revoluciones Políticas y la Condición Social de las Repúblicas Colombiana, Bogotá, Editorial Incunables, 1984, págs. 334–336. 209 Samper, Ensayo Sobre Las Revoluciones… págs. 334–336 208
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poco conocidos de su estructura y su dinámica especialmente de la relación centro periferia, a través de la periodización y el análisis de los conflictos entre los criadores de Neiva y los gobiernos de la ciudad y corte de Santafé, empezando por la determinación de la importancia de dichos criadores en las condiciones materiales de vida de la capital de la Nueva Granada (abasto de carne, velas y cebo), y sobre todo, de las formas y mecanismos como sus elites y gobiernos disputaron a los mercados de Popayán y Quito el ganado de Neiva para su abasto. Las multas, los embargos, la vigilancia armada de los caminos y potreros y los anticipos de dinero revelan las formas frustradas del dominio del centro Santafereño sobre la periferia neivana. La sección dedicada a tratar el negocio y abasto de ganado a Santafé es parte de uno de los capítulos inéditos de economía política y del conflicto social que conllevó el aprendizaje del cálculo mercantil y la resistencia política de los criadores de Neiva al colonialismo interno que practicaron la Real Audiencia, el cabildo secular y la elite Santafereña sobre la periférica ciudad y provincia de Neiva, como en un ejercicio del poder en la reivindicación de los derechos históricos del patriciado. Como se recordará, la fundación de la ciudad de Neiva fue iniciativa del cabildo de Santafé. Ciertamente, la elite ilustrada de Santafé, el poder central, no entendió una resistencia que estaba amparada tanto en lecturas de la geografía, la economía, el comercio, como en el dinero de los mercados del ganado en Popayán, Pasto y Quito que hacían los criadores de Neiva, incluidos sacerdotes, y los jueces de diezmos. A través de la articulación funcional de los criadores de Neiva con la industria textil de Quito y con la minería de Popayán, así como de los productores de pita, los fabricantes de petacas de cuero, los lavadores de oro y los extractores de cera y otros productos de la periferia selvática de la provincia, al igual que de los dueños de arrías y los criadores de muletos, podemos formarnos una idea matizada de lo que fue la economía de Neiva en el siglo xviii. El cuadro es más elocuente y relevante desde finales del siglo xviii si agregamos el comercio del cacao de Timaná y la extracción y comercio de las quinas a partir del viaje de Sebastián López Ruiz, no obstante que documentalmente es casi invisible la extracción y comercio de esta planta en la documentación trabajada. De otra parte, la determinación de la diferenciación social y la importancia relativa de los sectores de la economía de Neiva y la caracterización socioeconómica de la populosa industria extractiva del lavado del oro, nos da un perfil nuevo de la base material de la estructura
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social de Neiva; estos además de arrojar estimativos muy superiores a los que habíamos hecho en el anterior trabajo, nos han permitido reconocer al sector social dominante en esa actividad como fueron los gobernadores en su calidad de corregidores de indios paeces, los corregidores de los pueblos Coyaima y Natagaima y los curas. Con base en esta composición hemos encontrado las limitaciones que hoy tiene la tesis de Joaquín García Borrero sobre el sector social dominante en la ciudad y distrito de Neiva como fue el de los hacendados con tiendas de ropas. Aunque no existe un censo de los comerciantes de Neiva en el siglo xviii con base en los datos acumulados, incluido el de los situadistas, tenemos la fuerte sospecha de que el comercio no fue una actividad restringida a los hacendados sino que se extendió a mayordomos, criadores y curas párrocos. También se ha demostrado que la inferencia hecha por José María Samper sobre la no importancia de la minería del oro en la provincia de Neiva a partir de la irrelevancia de la mano de obra negra en la demografía provincial carece de fundamento histórico. Igualmente al destacar el papel del mercado de la Mesa y la participación de los neivanos en esta feria semanal hemos en cierto modo encontrado el origen de la caracterización hecha por José María Samper de la singularidad del campesinado neivano. Igualmente, el examen de las cuentas de los productos de las rentas de tabaco, el aguardiente y diezmos y las dinámicas comerciales suscitadas en torno al paso del situado hacia Cartagena y el retorno de los situadistas a Quito nos muestran una escala de magnitudes de la extracción de excedentes económicos del distrito y provincia de Neiva, como también una dinámica económica y comercial mucho mayor de las que suponíamos y, sobre todo, una importancia estratégica de Neiva en el funcionamiento del sistema colonial en el virreinato neogranadino. Ahora bien, la indagación sobre la demografía y la estructura de la población de Neiva poco antes de la Independencia, nos muestra hoy una sociedad incipiente mucho más compleja y dinámica tanto desde el punto de vista cuantitativo como territorial y sociocultural. Los sectores sociales de la ciudad y distrito de Neiva, en especial la elite de criadores, el pequeño grupo de comerciantes peninsulares y criollos, así como la diminuta burocracia provincial —en su mayoría también criolla—, interactuaban de maneras diversas con el campesinado indígena, de libres y de blancos pobres, sobre todo alrededor del transporte, del lavado de oro y de la extracción de quina. El ciclo colonial del cacao de Timaná especialmente desde 1780 es un dato poco trabajado por la historia regional y local huilense. A nuestro juicio, la falta de cuantificación convencional de este ramo de la economía
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provincial no logra debilitar la tesis plausible de la existencia de una etapa ascendente o auge económico de la provincia de Neiva en la segunda mitad del siglo xviii y primer cuarto del siglo xix, debida en parte al oro y a la creciente demanda del cacao y las quinas, que junto a la del tabaco del distrito de Ambalema, permiten fundamentar empíricamente una hipótesis sobre el éxito del modelo económico colonial en las provincias de Neiva y de Mariquita y el impacto de la Independencia en el funcionamiento del sistema colonial en estas provincias. Además, la determinación de las reales magnitudes de la población y de la economía de estas provincias resulta sorprendente así como lo es la existencia, en virtud de la política colonial, de una economía regional integrada tanto al comercio colonial como al comercio interno. La argumentación positiva que esta hipótesis permite, tiene gran importancia a la hora de hacer un balance de la coyuntura en la cual ocurrió la Independencia, y sobre todo, al encontrar en la creciente extracción de excedentes por parte del estado colonial uno de los factores causales de la participación de los neivanos en la Independencia. En cualquier caso, hemos construido bases nuevas para interpretar el significado del proceso de Independencia en las provincias de Neiva y de Mariquita, y específicamente, para determinar los factores y los rasgos del conflicto entre las elites locales entre 1808 y 1815. Finalmente, el avance en mostrar la integración de Neiva a los mercados de Guayabal (La Mesa), Honda y Ambalema, nos manifiesta un contraste y tensión entre el comercio colonial y el mercado local y regional. El caso es que con esta aproximación a la economía de Neiva en el siglo xviii, hemos logrado avanzar en el conocimiento y comprensión del funcionamiento del sistema colonial en la Nueva Granada a partir de las relaciones entre el oro, la moneda, el comercio y los productos de la real hacienda en el enfoque urbano regional.
El sector minero en Neiva y su provincia en el siglo xviii James Vladimir Torres Moreno
Universidad Nacional de Colombia el oro, que es el nervio de este reino1
El desarrollo de la minería de aluvión en el Nuevo Reino de Granada se constituye en uno de los aspectos más importantes de la estructura económica de la sociedad colonial. Si bien la escala de la producción de oro no se compara con la producción argentífera de México y Perú, esa minería animó otro conjunto de actividades económicas y se constituyó pronto en el renglón más dinámico de la economía virreinal. Los grandes centros mineros para el siglo xviii estuvieron concentrados en el occidente del reino: Chocó, Barbacoas, Popayán y Antioquia. En el oriente, a pesar que el oro era de mejor ley, la producción fue francamente pequeña.2 Pese a esta situación, o tal vez por eso, el examen del sector minero en la provincia de Neiva permite, por una parte, analizar el oro en una economía en que la colocación interregional de productos agropecuarios era la base económica 1
2
Esta bella expresión fue utilizada en 1798 por el superintendente de la Casa de Moneda de Santafé en su respuesta a una propuesta de Juan José D’élhuyar. Se encuentra en la Biblioteca Luís Ángel Arango, Sala Raros y Manuscritos, Archivo Histórico de la Casa de la Moneda, signatura Sb 0520. Sobre la ley del oro en las distintas regiones mineras véase Torres Moreno, James Vladimir, “Oferta monetaria, tasas de interés y desempeño económico en Nueva Granada durante la segunda mitad del siglo xviii”, en Bonilla, Heraclio, director, Informe final de investigación “Circulación y producción de oro en Colombia y Brasil”, Bogotá, División de Investigación, Universidad Nacional de Colombia, 2012.
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y, por otra, evaluar hasta qué punto la minería pudo haber sido estratégica en el conjunto de inversiones regionales. En otras palabras, la experiencia de Neiva es una oportunidad para analizar una economía colonial en la cual la economía minera, en términos del producto global, no era predominante. En estas condiciones, la presente investigación busca avanzar en el conocimiento que se tiene sobre la minería en la provincia planteando algunas hipótesis de trabajo para identificar el impacto del sector en el desarrollo económico de la ciudad y su provincia. Las páginas que siguen son un adelanto de una investigación más detallada y abordarían la producción, los eslabonamientos y el oro como medio de pago. Sobre el primer aspecto, se busca determinar la naturaleza y el tamaño de los factores de producción y el valor total de metal amarillo producido en la provincia. Sobre los eslabonamientos, se propone evaluar cuantitativa y cualitativamente los eslabonamientos hacia adelante, hacia atrás, de consumo y fiscales de la minería aurífera. Este es quizá el punto más pertinente para la historia de Neiva puesto que la villa disfrutó, a no dudarlo, de parte de esos eslabonamientos. El tercer punto es muy interesante pues, como se sabe, hablar de oro en polvo es hablar de medio de cambio. En ese sentido, la investigación se propone analizar el funcionamiento del oro en polvo como moneda abordando tres variables: el stock, la velocidad de circulación y los costos de transacción derivados de la utilización monetaria del metal amarillo. El análisis permitirá conocer los mecanismos mediante los cuales el oro, a lo largo de su proceso de circulación, permitió afrontar la escasez de moneda acuñada, escasez que caracteriza a algunas economías preindustriales. Se analizarán las tres zonas principales de extracción: en el norte, alrededor del río Saldaña, en el centro-sur de la provincia a lo largo del alto Magdalena y sus tributarios y el sur occidente en la región de los Paeces. Las tres experiencias presentan importantes diferencias que serán puntualizadas. Como se plantea, la investigación busca un tratamiento del problema con un uso intensivo de la estadística y de la teoría económica. En ese sentido, y antes que el lector nos pregunte sobre el conocimiento acumulado hasta la fecha, podemos señalar que las investigaciones sobre la economía de la ciudad y de la provincia en particular son bastante descriptivos y presentan muy poco análisis desde la teoría económica. Aunque diversas cifras están disponibles, la mayoría de trabajos se han concentrado en un análisis cualitativo de otros sectores económicos y solo dedican a la minería algunas líneas.3 De hecho, Robert West sintetizó muy bien la perspectiva
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que varios estudios han repetido con distintos matices: “la importancia de las llanuras del Alto Magdalena durante el periodo colonial residió más en las actividades ganaderas que en la extracción de metales preciosos”.4 La excepción, por cierto, son los valiosos trabajos de Hernán Clavijo de cuyos alcances y limitaciones trataremos en extenso en las siguientes páginas.5 Se espera que la presente investigación anime una pesquisa programática más amplia que lleve a la construcción de indicadores sobre el crecimiento económico más sofisticado como el pib regional, los indicadores de precios y la oferta monetaria.6 El texto se divide en cuatro partes de las cuales esta introducción es la primera. En la segunda, abordaremos el problema de la producción y los pocos números disponibles. En la tercera, estudiaremos los eslabonamientos de esa pequeña minería. Finalmente, presentaremos algunas consideraciones finales.
Los números disponibles
Los
habitantes de Neiva y su provincia se vieron atraídos en distintos episodios de su historia por los minerales contenidos en lo que Robert West identificó como el batolito huilense.7 En ese sentido, una de las preguntas claves del análisis de la evolución de cualquier sector es el comportamiento de su producción en términos físicos y monetarios. La minería ha sido medida sistemáticamente en el contexto colonial a través de documentos fiscales que podemos denominar como las fuentes “clásicas”: los registros de fundición (donde se pagaba el quinto) y la Casa de la Moneda. Jorge Orlando Melo y Anthony McFarlane han recopilado la mayor parte de información utilizando
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5
6
3
Soulodre-La France, Reneé, Región e Imperio. El Tolima grande y las reformas borbónicas en el siglo xviii. Bogotá, Icanh, 2004; Tovar, Hermes, Grandes empresas agrícolas y ganaderas:
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7
su desarrollo en el siglo xviii, Bogotá, Cooperativa ciec, 1980; Colmenares, Germán, Las haciendas de los jesuitas en el Nuevo Reino de Granada, Bogotá, Tercer Mundo, 1998. West, Robert, La minería de aluvión en Colombia durante el periodo colonial. Edición especial de Cuadernos de Geografía, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2000, pág. 63 Clavijo Ocampo, Hernán, “Economía y conflicto, 1690-1808”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila / Academia Huilense de Historia, 1996; “Fisco, cambios económicos y estructura social en la provincia de Neiva 1760-1808”, en Tovar Zambrano, Historia General del Huila; Formación histórica de las élites locales en el Tolima, t. 1, Bogotá, Banco Popular, 1993. Sobre la evolución económica agregada del Nuevo Reino véase Kalmanovitz, Salomón, “El pib de la Nueva Granada en 1800: auge colonial, estancamiento republicano” en Revista de Economía Institucional, vol. 8, n.° 15, 2006. West, La minería de aluvión… pág. 20.
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estas dos fuentes.8 Otra fuente alternativa, muy útil para analizar el sector en términos agregados, son las llegadas de metales preciosos americanos España y en particular a los principales centros del comercio trasatlántico europeo (Ámsterdam y Londres).9 Existe un extenso debate sobre el significado las fuentes “clásicas” en el sentido que indicarían más la capacidad fiscal del imperio que la producción de metales. Sin embargo, aquí nos acogemos a la perspectiva que considera que dichos registros son muy útiles para examinar la tendencia del output en el largo plazo.10 ¿Qué podemos decir sobre las fuentes clásicas en el caso de Neiva? En realidad, y como el lector ya lo sospechará, muy poco. De hecho es una de las razones por las cuales esta experiencia resulta interesante. Como se sabe, la provincia de Neiva no tuvo Casa de Fundición por lo que el oro era llevado directamente a la fundición en Santafé o Popayán. Esta situación impide realizar una medición directa de la producción y muestra que la fundición en sí misma no fue rentable y tampoco conocemos iniciativas de mineros o comerciantes que la llevaran a cabo. Las principales cifras disponibles son las que aportan los importantes estudios de Hernán Clavijo quien realiza el único intento, hasta la fecha, de medir la producción de la provincia durante la segunda mitad del siglo xviii.11 Clavijo mide de manera indirecta la producción: a partir de los tributos de los pueblos de indios y del sueldo del gobernador que formalmente debía pagarse con los quintos de oro de la provincia. Sobre los primeros señala que la producción total de los indios sería de un 50% por encima de los tributos para integrar los giros de su “comercio”. Sobre el segundo, el autor lo utiliza como una cota mínima de la producción de los mazamorreros. Aunque interesantes, ambos proxies son deficientes tanto desde el punto de vista documental como desde la perspectiva de la estadística y la teoría económica. Existen una serie de supuestos que se fundamentan más en la intuición que en un argumento complejo. Las interpolaciones de Clavijo no 8
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Melo, Jorge Orlando, “Producción de oro y desarrollo económico en el siglo xviii”, en Sobre historia y política, Medellín, La Carreta, 1979; McFarlane, Anthony, Colombia antes de La Independencia, Bogotá, Banco de la República / El Ancora Editores, 1997. Morineau, Michel, Incroyables gazettes et fabuleux métaux, Paris-Cambridge, Maison des Sciences de l’Homme y Cambridge University Press, 1985. Tandeter, Enrique, “The Mining Industry”, en Bulmer-Thomas, Victor et al, eds., The Cambridge Economic History of Latin America, vol. 1. Cambridge, Cambridge University Press, 2006; Marichal, Carlos, “Money, Taxes and Finance”, en Bulmer-Thomas, The Cambridge Economic History. Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…” págs. 426-431.
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dan muchas luces sobre la evolución de la variable producción en el tiempo ni mucho menos da unas medidas de dispersión básicas. Igualmente, no queda claro el manejo de algunas cifras ni tampoco los cálculos para concluir que el 75% del oro extraído por los indios va a la Real Hacienda y el resto a los comerciantes. La medición a través del sueldo del gobernador es igualmente deficiente por tratarse de una constante y no de una variable. Del mismo modo, si se asume que el sueldo del gobernador corresponde al 100% del ingreso por quintos esto señala una producción que llegó a los 33.000 castellanos anuales puesto que el quinto era en realidad de 3% luego de 1776 cifras muy superiores a las sugeridas por Clavijo. Con estas precauciones, debemos utilizar otro tipo de proxies muchos más confiables. Iniciemos con una visión estática. Observemos las cifras disponibles para dos años de las Cajas Reales que recolectaban activos por concepto de quintos en el Nuevo Reino. Según estos datos, la caja de Neiva no contabilizaba quintos directamente lo que indica su baja recaudación y el hecho que los comerciantes llevaban el oro de la provincia para quintarlo en otras provincias, lo que a su vez muestra que el sueldo del gobernador no es ciertamente el mejor mecanismo de medición. Analicemos las Cajas de Santafé y Honda pues eran las que más oro de Neiva recibían. Para 1783 y 1789 ambas cajas recibieron entre el 9 y el 14% del oro quintado en el virreinato de los cuales podemos señalar, siguiendo un informe de los oficiales Reales de Santafé, que aproximadamente un cuarto proviene de las zonas mineras de Neiva. En ese sentido, el mismo informe señalaba que: Los lugares y veneros que traen a manifestar sus oros [a esta tesorería] son Girón y su contigua Bucaramanga siendo los de uno y otro terreno de los más subidos quilates pues suelen tener hasta 23 y 2 granos; de la ciudad de los remedios y sus anexos sitios de Cancán y Yolombó; de la Vega de Supía que es de calidad más inferior de todos pues suele bajar a 14 quilates; también se manifiestan de la jurisdicción de Honda y de la de Mariquita siendo estos últimos de casi igual calidad de los de Girón. Ítem vienen otros de la parroquia del Chaparral de las dilatadas jurisdicciones de Ibagué y Tocaima. Últimamente se presentan a quintar en esta tesorería parte de los oros que se sacan de la provincia de Neiva por que otros se quintan en las cajas de Popayán.12
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Archivo General de la Nación (agn), Bogotá, Sección Archivo Anexo, Fondo Real Hacienda, t. 8, ff. 863v.-864.
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Gráfico 1 Oro quintado en la cajas del virreinato de la Nueva Granada, 1783
Fuente: elaboración propia con base en Mora de Tovar, Gilma, “La cuentas de la Real Hacienda y la política fiscal en el Nuevo Reino: materiales para un estudio a fines del siglo xviii”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, n.º 1, 1983.
Gráfico 2 Oro quintado en la cajas del virreinato de Santafé, 1789
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Es decir, Santafé es un buen aproximativo del oro producido por la provincia Neiva. La producción quintada en la Capital virreinal para 1789, era de alrededor de 130.200 pesos de los cuales unos 33.000 pesos provenían de Neiva es decir entre el 1,5% y 4,5% de la producción total de la Nueva Granada. Desconocemos el monto del metal amarillo quintado en Popayán aunque podemos aproximarnos a él con base en tres posibles cotas con respecto al oro registrado en Santafé de 25, 50 y 100%. Así, podemos señalar que la producción total estuvo entre 41.000 y 66.000 pesos anuales. Para observar esta relación de manera mucho más empírica contamos con cifras desagregadas para el trienio 1771-1773. En Santafé se presentaron 46 partidas de quintos oro de Neiva que generaron un total de 1.284 castellanos y en Popayán 1.578 castellanos para un total de 2.863 castellanos y un promedio anual de 954 castellanos.13 Para esa época, el quinto era un 5% de la producción lo que nos da un output total de 51.897 pesos.14 Este trienio nos ayuda a constatar que Popayán en algunos años llega a recibir el 50% de la producción total de la provincia. Para terminar, insistamos en que las cifras del sueldo del gobernador son insuficientes para una medición rigurosa de la producción de oro. En algunos años la cuenta de quintos presenta superávits con respecto a la carga del gobernador pero en otras presenta un fuerte déficit que es cubierto en plata de otros rubros de la provincia.15 Con respecto a los análisis dinámicos, observemos el oro llegado a la Caja Real de Santafé para ser quintado. Hermes Tovar ha recopilado la mayor parte de la información sobre los flujos de oro para esta caja entre 1760 y 1805.16 Según la gráfica publicada por Tovar notamos una fuerte volatilidad de 1761 hasta 1781 y de allí un crecimiento sin alcanzar los valores máximos del periodo anterior peros seguramente con pendiente de regresión lineal importante. Así, podemos concluir que las últimas décadas del siglo xviii fueron de crecimiento moderado. Analicemos la otra parte del problema: el oro de tributos de indios que, al ser oro del Rey, no pagaba quintos y por tanto no está incluido en las cifras anteriores. Existieron dos grandes centros de recolección de tributos en oro: los pueblos de indios de Coyaima-Natagaima y los pueblos de 13 14 15 16
Fuente: Elaboración propia con base en Biblioteca Nacional de Colombia, Bogotá, Fondo Pineda, sig. 487.
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agn, Bogotá, S. Archivo Anexo, F. Real Hacienda, t. 10, f. 472. Más adelante explicaremos el factor de conversión de castellanos a pesos. agn, Bogotá, S. Archivo Anexo, F. Real Hacienda, t. 8, f. 864v. Tovar, Hermes, “La encomienda y la economía colonial colombiana”, en Carmagnani, Marcello et al., editores, Para una historia de América Latina iii: los nudos, México, Fondo de Cultura Económica, 1999, págs. 135-137.
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indios de los paeces. Clavijo ha realizado la mayor síntesis del número de tributarios en la provincia, señalando la existencia en 1760 de “1.014 indios tributarios, 57 indios requinteros y 45 indios reservados para un total de 1.106”.17 Para 1786, según el mismo Clavijo, el número de tributarios se había incrementado a 1.214 incluyendo yanaconas y requinteros. En cuanto al valor total del tributo ya hemos señalado las limitaciones de los cálculos de Clavijo. Veamos cómo podemos aportar al problema. Para construir la gráfica 3 nos hemos basado en la información de las cajas reales de Santafé.18 Hemos tomado en particular las cartas cuentas de fundición, aprovechamientos y de tributos. Formalmente, las tres manejan la misma información con una diferencia importante: la de tributos nos ofrece el total agregado del pago en oro, plata y otros productos. En otras palabras, nos permite observar, para algunos años muy puntuales, la racionalidad de los tributarios en el sentido que nos permite ver composición de su tributo. Igualmente, hemos realizado utilizando mínimos cuadrados ordinarios algunas interpolaciones en años puntuales. Gráfico 3 Tributos en oro pagados por los indios coyaima-natagaima en pesos plata
El sector minero en Neiva
cambio “real”. Expliquémonos. Dos pesos era la tarifa oficial con base en la cual la Real hacienda hacía sus cuentas y la tasa alrededor de la cual se cambiaba un castellano de oro en las zonas mineras. Sin embargo, Jorge Orlando Melo19 ha señalado que el factor 2,72 es la mejor tasa de conversión pues es este el cambio final en la Casa de Moneda de un castellano de 22 quilates. El aporte de Melo no solo es importante para medir la producción. La diferencia entre los 2 pesos de la región minera y los 2,72 pesos en la Casa de Moneda era una ganancia adicional de negociar con el oro y era denominada algunas veces por los mismos comerciantes “rendiciones”. La Real Hacienda misma creó un rubro llamado “aprovechamientos”, para contabilizar esas ganancias al recibir los oros a dos pesos castellano y reducirlo a 2,72 en la Casa de la Moneda. Por ejemplo, en 1803, en el “Libro Manual de Entradas”, en la carta cuenta de aprovechamiento, los oficiales anotaban las ganancias que traía para el rey la rendición de los oros en la casa de moneda: “745 pesos en doblones del aumento de 1883 castellanos de oro en polvo de Coyaima”.20 Sin embargo, el precio de compra en las minas que si bien tiende a 2 pesos por un castellano es una variable de la ley. A nivel microeconómico, como hemos venido señalando en una investigación en curso, existió un cálculo al margen en el cual los comerciantes calculaban la tasa de ganancia utilizando la tasa techo de 2,72 y la tasa mínima dada por la ley del oro.21 En otras palabras, mayor ley, mayor rendición en casa de moneda y menor merma. Los comerciantes habían desarrollado distintas estrategias para identificar la ley promedio según la región y las minas. De allí que proliferen los documentos privados sobre la ley de las minas y, por cierto, que en los contratos de notaría se especifique el tipo de oro y las minas estableciendo aumentos en la tasa de interés si el oro proviene de otra región o no rindiere lo que se esperaba.22 19
Fuente: elaboración propia con base en nota al pie 2.
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Las cifras de tributos están dadas en castellanos y aquí es importante detenernos en el significado de esta medida. Clavijo utiliza la tasa de cambio oficial (2 pesos=1 castellano) y no lo que podríamos considerar la tasa de 17 18
Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…” pág. 426. agn, Bogotá, S. Archivo Anexo, F. Real Hacienda, t. 6-28. Para un análisis de las cuentas y estas fuentes adicionales puede verse Muñoz, Edwin, “Estructura del gasto y del ingreso en la Caja Real de Santafé 1803-1815”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, vol. 37, n.° 2, 2010.
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Melo, “Producción de oro…” pág. 67. agn, Bogotá, S. Archivo Anexo, F. Real Hacienda, t. 25, ff. 317-318. Torres Moreno, “Oferta monetaria, tasas…”. Aquí remitimos a Torres Moreno, “Oferta monetaria, tasas…”. Para información adicional sobre este punto. Sin embargo, veamos dos ejemplos concretos de esta situación. En 1794, Pedro de Herrán, vecino de Chaparral recibió de Juan Antonio Uricoechea uno de los más grandes comerciantes de Santafé la suma de 2.000 pesos en moneda de plata corriente para pagar a 1 año “en especie de oro en polvo limpio y soplado de la mejor calidad del de Chaparral que no baje de20 quilates de ley antes por el contrario ha de mejorar esta clase”. Uricoechea recibió ese oro a 2 pesos el castellano y “ha de ser de cargo del otorgante la pérdida en el caso de que haya merma que no sea conforme a la regular y propia del oro del sitio de Chaparal”. agn, Bogotá, S. Notarías, F. Notaría Segunda de Santafé, t. 185, ff. 308-308v. Francisco de Mejía, vecino de Medellín, recibió del mismo Uricoechea 5.000 pesos en doblones a pagar a 2 años
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Así, las cifras están convertidas a 2,72 pesos por castellano. El promedio de recaudo estuvo en unos 5.461 pesos anuales con una baja volatilidad (medida por la desviación estándar de 513 pesos como porcentaje del promedio). A nivel dinámico podemos identificar tres movimientos: uno de caída hasta 1784 debido a los fenómeno encontrados por Clavijo de sublevaciones y epidemias de viruela.23 A partir de 1785, se inicia un movimiento de crecimiento sostenido que se acelera (medido por la pendiente de regresión lineal) en el trienio de 1794-1797 y 1798 inclusive, años en que alcanza el techo de tributación en unos 6.200 pesos. Desde 1800 en adelante se inicia una caída importante incluso llegando a los valores de 1760 dados por Clavijo de 1542 castellanos.24 El crecimiento indica que el oro se había convertido en una fuerte alternativa para el pago del global de los tributos. Sin embargo, a partir de 1800 se nota que el costo de oportunidad de la minería para los indios debió crecer puesto que para los años en que poseemos información el ramo de tributos el oro había bajado su composición en un 20% del total tributado. La constatación de esta especie de crisis de la producción a partir de 1800 se confirma en las representaciones dirigidas a las autoridades de Santafé por los indios y sus capitanes. En 1802, por ejemplo, varios de los capitanes de Coyaima solicitaban una prórroga para la liquidar los tributos pues: “toda la demás gente está tan pobre que ya los oros no se hallan por que las mejores labores se las han lavado tantos ladinos que viven dentro de nuestro pueblo, los mismo que las vegas haciendo rocerías; ya lo más parte parece parroquia que pueblo”.25 Los capitanes recalcaban los largos veranos y la falta de cosechas para conseguir formas alternativas de pago del tributo. Sin embargo, tomemos con tiento las razones expuestas por los capitanes en especial la escasez del oro por la competencia de los libres. Recordemos que, por definición, el medio de cambio (sea moneda metálica u oro) es escaso. En ese sentido, el historiador no debe dejarse impresionar por las denuncias coloniales de falta de numerario o falta de oro sino de establecer el grado de esa escasez y su relación con los precios. De otra parte, las razones de los capitanes
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pagando una tasa de interés del 7% anual. Se debe pagar en oro en polvo que “rinda el aumento de su amonedación capaz de cubrir el premio citado [7%] de los dos años” y si acaso rindiese más Uricoechea se comprometía a devolverle el “exceso”. Por el contrario, si rendía menos, Mejía debía a completar el interés acordado. agn, Bogotá, S. Notarías, F. Notaría Segunda de Santafé, t. 204, ff. 143-143v. Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…” pág. 429. Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…” pág. 427. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, t. 22, f. 168v.
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nos remiten a dos problemas muy entrelazados entre sí: el fenómeno de los rendimientos decrecientes y el monopolio de los aluviones. El primero se presenta al añadir dosis crecientes de un factor (mano de obra) a dosis contantes de otro (los aluviones) y ha sido subrayado por distintos historiadores al analizar el fenómeno de la minería.26 El segundo indica que los libres y ladinos tenían efectivo control dado por el corregidor de los derechos de propiedad de las minas. Sin embargo, en estos contextos nos parece que el fenómeno de rendimientos decrecientes en la minería de pequeña escala no es decisivo por la oferta elástica de recursos mineros (es decir, se añaden dosis crecientes y no contantes de aluviones). Igualmente, es improbable que los libres y el corregidor hayan tenido los medios legales y de hecho para impedir lavar oro a los indios, en especial a los indios Coyaima que se caracterizaron por su fuerte resistencia frente a su corregidor.27 De otra parte, las quejas de los indios por la presencia de los libres y su impacto sobre la minería venían de más atrás y no se remontan a la crisis de 1800. En 1793, en pleno auge de los tributos de oro, decían que no podían pagar sus tributos “por haber llenado entre el amo corregidor y Parra [su teniente] las minas de ladinos arrendándoles con su autoridad para su propio beneficio”.28 En ese mismo año señalaban en otra representación que “ya no tenemos lo naturales dónde lavar el oro para pagar nuestros tributos por estar lavando los minerales los ladinos contra nuestra voluntad solo por utilizarse el dicho cura y corregidor y los ladinos que son de su parcialidad”.29 Los capitanes, además, recalcaban que el corregidor arrendaba el derecho de extracción a los ladinos en 6 pesos anuales para él y 11 reales para el cura. En estas condiciones, la presencia de otros actores, aunque importante, no pudo ser necesariamente la causa principal de la diminución de la producción de oro por parte de los coyaimas. Podemos lanzar otra hipótesis que remite a un impacto en la productividad física y el influjo que en los precios relativos tuvo la falta de oro. Así, en 1808 de nuevo los capitanes señalaban que: “Ciertamente es caso increíble pero claro a que asegura que se halla el oro tan escaso que apenas hay quien nos lo trueque a veinte 26
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Barona, Guido, La maldición de midas en una región del mundo colonial, Popayán 17301830. Cali, Universidad del Valle, 1995; Colmenares, Germán, Historia económica y social de Colombia ii. Popayán una sociedad esclavista, Bogotá, Universidad del Valle / Banco de la República / Colciencias / Tercer Mundo, 1997. Clavijo Ocampo, Formación histórica… págs. 323-335. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, t. 47, f. 994v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, t. 60, f. 819.
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reales el castellano aunque muchos tributarios pagan, infinitos no cumplen. Lo primero porque se ausentan lo segundo porque se hallan pobres y enfermos.”30 La cita anterior nos remite efectivamente a un problema de mercado. El precio de compra en la zona de producción (2,5 pesos por castellano) se acerca a la tasa de cambio final dada por la casa de la moneda (2,72 pesos por castellano) lo que reduce el margen de ganancia en la intermediación. Desde luego, ello coloca en desventaja a los productores agrícolas y comerciantes quienes deben dar más productos por cada unidad de oro que reciben. La falta de oro puede ser explicada por el costo de oportunidad de la minería. El hecho que se paguen más tributos en otra especie indica que los indios les era más rentable entregar en productos agrícolas su tributo cuyos precios están en auge. Sin embargo esta hipótesis debe revisarse con más detalle en investigaciones posteriores. Resumamos. Hemos señalado que la producción hacia 1789 era entre 41.000 y 66.000 pesos a la cual debemos sumar los oros de tributos de los Coyaimas-Natagaima y de los Paeces. Sobre los segundos no hemos logrado encontrar información de la calidad de los primeros. Así, debemos utilizar de las cifras de Clavijo para ese año. La producción, se ubico entre los 51.000 y 66.000 pesos anuales al sumar unos 10.000 pesos de los tributos. Asumiendo tasas de evasión semejantes tendríamos que la provincia produjo entre el 3,3 y el 4,7% de la producción total virreinal.
Los eslabonamientos
Una de las herramientas para analizar el influjo de la minería sobre la
economía de la villa y su provincia son los eslabonamientos que generaba la extracción de metal amarillo. Miguel Urrutia ha realizado un interesante balance sobre los eslabonamientos de los distintos productos transables de la economía colombiana a lo largo de su historia utilizando las directrices teóricas desarrolladas por Albert Hirshamn.31 Según este economista, una de las vías para el crecimiento económico es la presencia de ciertos productos exportables con notables eslabonamientos sobre la economía local.32 La teoría sobre los eslabonamientos, “es un intento por descubrir 30 31
32
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Minas (Tolima), t. 4, f. 3. Urrutia, Miguel, “Los eslabonamientos y la historia económica de Colombia”, en Desarrollo y Sociedad, n° 62, 2008. Hirschman, Albert, “Enfoque generalizado del desarrollo por medio de enlaces con
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en detalle cómo una cosa conduce a otra a través de los requerimientos y la influencia del producto básico, desde las instalaciones de transporte y los patrones de asentamiento hasta el establecimiento de nuevas actividades económicas”.33 Existen cuatro tipos de eslabonamientos: hacia adelante, hacia atrás, de consumo y fiscales. Los enlaces hacia atrás “conducen a nueva inversión en instalaciones proveedoras de insumos” y los enlaces hacia delante “conducen a la inversión en instalaciones empleadoras de productos”.34 Los enlaces de consumo, por su parte, son el “mecanismo un tanto indirecto mediante el cual surgen (…) ciertas industrias sustitutivas de importaciones a causa del bien básico”.35 Finalmente, los enlaces fiscales son la capacidad del estado para canalizar la corriente de ingresos de varios sectores derivados del bien básico. Aunque el texto de Urrutia es un aporte muy importante, no consideramos acertada su perspectiva sobre la minería de aluvión como un “típico entable”.36 Nuestro principal punto de desacuerdo con esta posición es la presencia de fuertes enlaces de consumo en la minería de aluvión que, si bien no lo hicieron a la escala del café, condujeron a una serie de externalidades positivas sobre otros sectores. Para mostrar nuestro punto, analicemos el papel de la minería en una economía cuya base económica no es precisamente la minería, si bien utilizaremos el oro como bien básico. Como hemos dicho, las tres zonas de extracción en Neiva difieren en la magnitud de sus factores de producción. La mano de obra imprime quizá el mayor contraste pues tenemos desde la pequeña minería independiente (mazamorreo), pasando por la minería de cuadrilla hasta llegar al empleo de mano de obra “asalariada” (tomineros). Sin embargo, podemos catalogarla como una actividad labor intensiva y las inversiones en capital variaron desde casi cero en el caso de los mazamorreros y a inversiones importantes en los mineros de cuadrilla y los que contrataban tomineros. Analicemos más al detalle las tres variantes de minería. La primera variante es la de los pueblos de indios de Coyaima y Natagaima cuya extracción se concentraba en el río Saldaña y sus afluentes. Existen algunas diferencias fundamentales con aquellas características observadas en los pueblos de indios del Nuevo Reino y de los Andes
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referencia especial a los productos básicos”, en Trimestre Económico, enero-marzo de 1977. Hirschman, “Enfoque generalizado…” pág. 205. Hirschman, “Enfoque generalizado…” pág. 204. Hirschman, “Enfoque generalizado…” pág. 205. Urrutia, “Los eslabonamientos…” pág. 70.
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meridionales.37 En primer lugar, como hemos visto, los coyaimas pagaban sus tributos en oro aunque en algunos casos muy puntuales lo hacían en otros productos y plata. En ese sentido, la ventaja comparativa que tenían en la extracción del oro fue estratégica. En segundo lugar, sus pagos se hacían en montos anuales y no por tercios. La razón de esto era, según el corregidor porque: Es costumbre en dicho partido [de coyaima] dar esperas a los indios para la satisfacción de los respectivos tercios tanto que esta no se verifica hasta nueve o diez meses después de cumplido el tercio en cuyo tiempo pagan ambos tercios de navidad y de San Juan de suerte que uniendo uno y otro hacen dichos indios solo una paga que llaman anual y así sucede que el tercio de navidad del año pasado de 60 y el de san Juan del presente de 61 según la costumbre, no lo puede cobrar en parte hasta el mes de abril o marzo del año próximo venidero de 62 por ser época de lluvia en que sacan sus oros.38
En estas condiciones, y le rogamos al lector lo tenga en cuenta desde ahora, se trataba de una minería estacional. Es decir, solo se trabajaba en época de lluvias. En tercer lugar, la no existencia de tierras de comunidad trabajadas por los mismos indios aunque sí la existencia de varías cofradías.39 En cuarto lugar, el pago se hacía de manera colectiva a través de su capitán, quien debía responder por el tributo de los indios a su cargo, lo que lo constituía una seguridad financiera al corregidor pero era un riesgo para el capitán pues debía cubrir el oro del total de los tributarios así algunos de estos se hubiesen fugado o sencillamente no tuviesen con qué pagar. La recolección y pago del tributo estaba a cargo del corregidor en ambas parcialidades, quien, a su vez, se encargaba de la administración de 37
38 39
La mejor versión analítica de este punto está expuesta por Assadourian, Carlos Sempat, El sistema de la economía colonial, Lima, iep, 1982; “La producción de la mercancía dinero en la formación del mercado interno colonial”, en Florescano, Enrique, compilador, Ensayos sobre el desarrollo económico de México y América Latina, México, Fondo de Cultura Económica, 1979. La Nueva Granada no cuenta con estudios sistemáticos sobre este punto. Para una versión descriptiva véase Bonnett, Diana. Tierra y comunidad: un problema irresuelto. El caso del altiplano cundiboyacense (virreinato de la Nueva Granada) 1750-1800, Bogotá, Icanh, 2002. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, t. 15, f. 327. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, t. 18, f. 926v.: “no se acostumbra a hacer sementeras de comunidad”. En 1792 se señalaba que tenían 15 cofradías de las cuales el cura sacaba ganado para abastecer otras villas. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, t. 52, ff. 993-995.
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justicia. El cálculo del número de tributarios que denominaban “levantar la pesa”, se realizaba en una reunión entre el corregidor, el cura y los 7 capitanes de cada parcialidad.40 Por estos servicios, el corregidor recibía un 5% sobre el total de los tributos y, a partir de 1794, un tomín de plata o 29 maravedíes anuales por tributario.41 Este último incremento se hizo precisamente por lo reducido de ese 5% sobre el total de tributos que para ese año se calculó en 280 pesos sobre un tributo agregado de 5.600 pesos de los cuales se le descontaban además 50 pesos por concepto media anata.42 Como se observa, el salario calculado era francamente marginal y en términos reales era mucho más reducido puesto que los pueblos de indios son “escasos de víveres y en que aún las cosas de primera necesidad cuestan el doble de lo que valen en los lugares de tierra fría por razón de las fábricas, agricultura y comercio que no se conocen en temperamentos cálidos y mucho menos en el retirado valle de Coyaima”.43 No obstante, el corregidor contaba formalmente con otro tipo de mecanismos para obtener ganancias adicionales. El más importante era el famoso reparto de mercancías que consistía en la venta coactiva de mercancías a los indios a precios superiores de los precios de mercado.44 El reparto estaba asociado con otros servicios financieros como el avance de moneda o préstamos para saldar tributos. De hecho, una de las preguntas interesantes que ha desarrollado la historiografía reciente es hasta qué punto el tributo se convirtió en un anexo del reparto de mercancías.45 En el caso de los Coyaima, el control que buscaron ejercer los corregidores fue poco efectivo y se tradujo en una serie de levantamientos que llevaron a la muerte o destierro de varios corregidores y sus asociados.46 De hecho, no hemos encontrado la denotación literal de “reparto” o “repartimiento” para el caso de los indios de la provincia. No obstante, hemos identificado algún comercio entre el corregidor y los “naturales” que 40 41 42 43 44
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 52, f. 931. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, t. 3, f. 822. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, t. 3, f. 822. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, t. 3, f. 822. Golte, Jurgen, “El impacto del reparto de mercancías en al economía colonial de México y Perú a partir de las diferencias de sus sociedades prehispánicas”, en Bonilla, Heraclio, editor, El sistema de la economía colonial, Barcelona, Crítica, 1991; Menegus, Maragarita, El repartimiento forzoso de mercancías en México, Perú y Filipinas, México, Instituto Mora / unam, 2000; Baskes, Jeremy, Indians, Merchants, and Markets: a Reinterpretation of the Repartimiento and Spanish-Indian Economic Relations in Colonial Oaxaca, 1750-1821, Standford, Stanford University Press, 2000. Baskes, Indians, merchants. Clavijo Ocampo, Formación histórica… págs. 324-326.
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no tenía muy conformes a estos últimos. En efecto, entre las peticiones de una de las representaciones de los capitanes de 1793 estaba precisamente el “que entre los indios y españoles haya comercio libre a contento de las partes. Que los indios que comercian sus frutos sin que se les castigue como se verifica porque vamos a la villa de purificación”.47 Es decir, por parte del corregidor existía un intento de canalizar la demanda de los indios y excluir a otros oferentes para abastecer las zonas mineras. Igualmente, los corregidores tuvieron otra estrategia financiera en el adelanto de dinero para el tributo: “debiendo estos naturales enterar sus tributos en especie de oro en polvo y cabales, me fue indispensable para no demorar más tiempo su remisión suplirle de mi peculio libra y media de oro y recibir algunos tributos en plata por la dicha especie; de cuya primera cantidad no estoy reintegrado ni tampoco de la de 87 castellanos que suplí a los de Natagaima” Este apalancamiento, por cierto, ayuda a comprender mejor la relación entre las actividades privadas del corregidor y el tributo. Ahora bien, ¿por qué la descripción de las actividades del corregidor es fundamental para el análisis de la minería? Los negocios del corregidor fueron uno de los mecanismos para ampliar artificialmente la demanda de las unidades domésticas y darles incentivos a los indios para ir al mercado.48 Nos abstraemos aquí del debate de que tan “forzado” eran las relaciones entre los tributarios y los corregidores. Nos interesan, en cambio, las consecuencias económicas de esas relaciones. Por ejemplo, para adelantar e introducir moneda de plata y mercancías en las zonas mineras el corregidor debía solicitar préstamos en Santafé o Neiva, lo que alentaba una serie de actividades financieras. El corregidor, por cierto, no era el único que realizaba este tipo de negocios. Los curas, como bien ha señalado Clavijo siguiendo a Basilio de Oviedo, compraban el oro a los feligreses “pagados en plata y a mejor precio que los comerciantes”.49 Los comerciantes y algunos indios ejercían también el cambio de oro por plata. De hecho, Clavijo cita el caso de una india que “trocaba mucho oro por plata y ganado a los indios”.50 Tenemos, entonces, los siguientes mecanismos de intercambio: cuando el oro actúa como medio agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, t. 60, f. 819; Se pueden encontrar muchos datos de ese comercio entre los corregidores y los indios en los inventarios y quejas de estos últimos en el tomo 44 del mismo fondo. 48 La mejor síntesis es la de Assadourian: “el factor más activo e importante de movilización de energía campesina hacia la producción mercantil fue precisamente, un aparato de agentes gubernativos intermedios: los corregidores” en Assadourian, El sistema de la economía… pág. 306. 49 Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…” pág. 426. 50 Clavijo Ocampo, Formación histórica… pág. 283. 47
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de cambio o cuando este actúa como mercancía. Es posible que una vez hecho el cambio oro-plata, el metal amarillo actúe como medio de pago en la compra de mercancías por parte del cambista. Estos mecanismos indican que la elasticidad del oro en polvo lo hace un sustituto cercano a la moneda aunque con costos de transacción más elevados como la determinación de la ley y la autenticidad del oro al momento de la negociación. Podemos señalar finalmente que cuando el oro actúa como medio de cambio está ejerciendo eslabonamientos hacia atrás en la compra de insumos o eslabonamientos de consumo por la cantidad de mano de obra dedicadas a las labores (un mínimo de 702 tributarios en 1789). Cuando es cambiado como mercancía está ejerciendo eslabonamientos hacia adelante pues estimula actividades financieras y comerciales en Neiva, Santafé y Honda. Analicemos el fenómeno del lado de los tributarios. La minería que estos ejercían era esencialmente para cubrir las obligaciones fiscales. Sin embargo, tenía también una función de ahorro y de consumo. Calculemos estos últimos. Cada tributario debía pagar 6 castellanos al año, es decir, unos 12 pesos al año pues trabajaremos con la tasa de conversión oficial por tratarse de la zona de extracción. Un mazamorrero esclavo trabajando en reales de minas extraía en promedio, según varios comentaristas de la época, 2 tomines diarios.51 Sin embargo, es pertinente señalar que estos eran mazamorreros que trabajaban en minas con cierta capacidad instalada como canalones y sitios ya explorados; estas inversiones pudieron haber incrementado la productividad hasta en un 50% con lo que podemos asumir que los indios extraían entre 2 y 4 reales de plata diarios. Así, para completar el tributo, debían invertir entre 48 y 24 días en la extracción y otra mitad en lavar dicho oro, es decir, entre 96 y 48 días al año. Recordemos que al ser minería estacional se puede realizar la actividad solo 6 meses al año lo que indica que entre el 50% y el 25% del tiempo podía ser invertido para extraer oro ajeno al tributo. Si asumimos la media aritmética de ambos porcentajes, el total del oro extraído que no va al pago de tributos sería del 37%, cifra por debajo del cálculo a mano alzada de Clavijo. Aunque faltaría evaluar la productividad de otros sectores, es claro que la minería constituía una actividad rentable para los indios para atender sus obligaciones fiscales. Tenemos, ahora, una idea más clara de la extracción. Tanto el oro que se extrae para obligaciones fiscales como para ahorro y consumo generan una 51
Vargas, Pedro Fermín, Pensamientos políticos siglos xvii-xviii, Bogotá, Procultura, 1986, págs. 86-87; Silvestre, Francisco, Relación de la provincia de Antioquia, Medellín, Secretaría de Educación y Cultura de Antioquia, 1988, págs. 156-158.
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serie de eslabonamientos que ya hemos puntualizado. El tiempo dedicado a su extracción es tiempo que no se puede dedicar a la manutención y fábrica de ropas. Así, independientemente del hecho si los intercambios se hacen en una entrada libre o forzosa al mercado, la minería alimenta otro conjunto de actividades. El ejercicio ideal para analizar los eslabonamientos es la realización de una matriz insumo-producto pero esta la pospondremos para una investigación posterior. Por ahora, concentrémonos en los flujos que ese oro anima en la forma de eslabonamientos de consumo. Dos son las zonas que se benefician principalmente de la venta de víveres y tratos con los “naturales”. En primer lugar, la zona sur de la provincia de Mariquita con los pueblos y villas de Chaparral, el Guamo e Ibagué. En segundo lugar la zonas de influencia de Neiva y Purificación de las cuales ya hemos señalado en parte su alcance. Hacia 1804, el alcalde de Chaparral trató de establecer comercio coactivo cuando obligó a los indios a llevar fierros y pagar visitas sobre trapiches y minas.52 El caso generó un largo pleito de jurisdicciones que llevó a los de Chaparral a retractarse a pesar de contar con el apoyo del corregidor de Mariquita. Sin embargo, el pleito dejó una documentación muy interesante sobre el comercio entre los naturales y los libres de los pueblos del norte. En una de las preguntas por petición de las autoridades de Santafé se mandaba a preguntar que: Digan con especialidad los capitanes y justicias del pueblo según han reclamado a mí muchas veces, si es cierto que los Naturales experimentan con los vecinos de las expresadas parroquias continuos perjuicios atrayendo estos a los naturales para persuadirlos por medio de la bebida en las compras y ventas de sus ganados, trueques y compras de oros y otras negociaciones que después advertidos en el engaño, claman a su corregidor que no puede oírlos por carecer de jurisdicción.53
Todas las respuestas apuntaron a la presencia de un comercio entre los naturales y los vecinos de otras parroquias. En una de las respuestas, uno de los libres señalaba que: Que es cierto que todos los naturales experimentan grave perjuicio con los vecinos de dichas parroquias [ de Chaprral y San Luís del Guamo]
El sector minero en Neiva pues en las concurrencias a ellas con bebida consiguen engañarlos comprándoles los ganados por unos precios ínfimos, cambiándoles el oro y nunca saben que se les hizo y aún cuando reclamana su corregidor esre no puede hacer cosa alguna por no extenderse su jurisdicción.54
Al menos dos son las características de ese comercio: a). La existencia de un comercio entre ambas parcialidades animadas por el oro y b). Términos de intercambio favorables a los libres. Debemos abstraernos, sin embargo, de las denuncias de embriaguez que constituye uno de los perjuicios atribuidos a los indios por las autoridades coloniales. Es más, es posible que “el grave perjuicio” sea para el corregidor, quien pierde consumidores y no de los indios. En todo caso, lo que nos interesa resaltar es la existencia, in extenso, de esas relaciones comerciales. Antes de finalizar con la experiencia de la extracción de los coyaima es importante resaltar la existencia en la región del río Saldaña de un número elevado de trabajadores independientes blancos y “negros libres” quienes también se dedican a lavar oro. La alianza entre el corregidor y esos sectores fue estratégica para debilitar la capacidad de agencia de los indios aunque no fue del todo efectiva como hemos venido señalando.55 En 1799, en una interesante denuncia de un indio tributario, este señalaba que un negro libre con ayuda del corregidor lo había despojado de su mina y había contratado algunos peones tomineros e iniciado la construcción de una asequía.56 Aunque desconocemos la forma de pago de los tomineros y sus patrones de consumo y ahorro, esta constatación nos conduce a las otras dos variantes mineras que presentó la provincia: el mazamorreo y la minería con mano de obra asaliariada. La minería de los mazamorreros en la provincia tiene características que comparte con las de otras experiencias de mazamorreo en las grandes regiones mineras: una baja inversión en capital pues una batea y una barra bastaban para incursionar en el sector, una notable movilidad geográfica y una variedad en la composición sociológica de los mazamorreros: libres, esclavos que en sus días libres laboraban en los aluviones e indios para el pago de tributos. Quizá la diferencia fundamental con la actividad minera 54 55
52 53
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, t. 43, f. 330. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, t. 43, f. 338v.
535
56
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, t. 43, f. 342v. El corregidor tenía fuertes negocios con los libres. Véase: agn, Bogotá, S. Colonia, F. Caciques e indios, t. 43, ff. 500-520; otros documentos relacionados con la deudas de libres y el corregidor en agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, t. 15, ff. 547v-550. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Minas (Tolima), t. 5, f. 562.
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de las otras regiones es la presencia en Neiva de una minería de carácter estacional que la relegaba a una actividad de complementación aunque estratégica por la liquidez que generaba. Sin embargo, la poca magnitud de esa minería libre la dejó bien plasmada el gobernador hacia 1787: “Al fin agotado en continuas extracciones del precioso metal, son ya pocos los que se dedican a este trabajo porque su misma escasez no les retribuye el premio competente al sudor que impende o porque otros muchos arbitrios que se han ido entablando los ataren con más fruto y provecho.”57 La minería basada en la contratación de tomineros y pequeñas cuadrillas de esclavos para construir una incipiente capacidad instalada que permitiera el trabajo no solo en época de lluvias, parce haber sido un fenómeno más difundido. Poseemos dos casos de este tipo de minas de los cuales podemos sacar algunas conclusiones. En 1780, hubo un litigio por el registro de una mina en el río Yayá jurisdicción de la ciudad de Neiva.58 Cipriano Sánchez demandaba a Bernardo Murcia con quien se había asociado en la mina para contratar peones tomineros y eventualmente comprar algunos esclavos. Los problemas iniciaron cuando Murcia registró a nombre suyo la mina excluyendo a Sánchez del asunto. Según se lee de ambas posiciones, la primera inversión de la sociedad fue la de realizar varias acequias que permitieran trabajar la mina en distintos periodos del año, pues antes “se apocaba en los veranos”. Al finalizar la primera acequia, Sánchez, quien también era tominero y dueño de los terrenos de la mina, suspendió sus trabajos e inició el pleito cuando se enteró la iniciativa de su socio. Murcia, por su parte, alegaba que los trabajos de su socio habían sido reducidos y que la primera acequia era: “una secuecita tan corta que solo era de agua llovediza, que en no lloviendo no se podía trabajar, ni tampoco tenía herramientas sino una barrita de media vara poco más y mi parte tenía barra y otro compañero en cuya compañía trabajamos (…) para el fomento de la mina se halla mi parte empeñado en cantidad de pesos para herramientas y más costos que son precisos en este ministerio”. Así, dentro del litigio, además de la acequia y de los terrenos, las herramientas aparecen como un elemento importante de pugna. Estas, a pesar que eran bienes de baja inversión, fueron estratégicas para el laboreo al punto que varios aspectos de la querella radicaban en quién llevaba sus 57 58
Citado por Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…” pág. 430. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Minas (Tolima), t. 4, ff. 902-948. Los párrafos y citas que siguen están basados en dicho expediente.
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propias herramientas. De otra parte, según el mismo Murcia, este abrió la mina a varios mazamorreros independientes para que se uniesen a sus tomineros y le ayudasen en la constitución de nuevas acequias e incluso algunos socavones: “algunos [de los mazamorreros] se han desempeñado por haber hecho algunos topes por ser oro melado y no corrido resultando por este medio beneficio a muchos pobres”. Igualmente, apuntaba que había incentivado a “varios pobres de que laboren en aquella mina permitiéndoles agua y que muchos se han desempeñado por haber hecho algunos topes de oro por ser oro aventurero y poca el agua en el verano”. Entre los proyectos de Murcia estaba no solo la apertura de socavones para complementar las minas de aluvión sino también la adquisición de varios esclavos. Pero para ello necesitaba un importante capital el cual no disponía entre otras cosas por tener altos pasivos “para pagar algunas cantidades por algunos peones para tenerlos seguros en el trabajo de dicha mina”. A pesar de no poder comprar los esclavos, Murcia señalaba que la operación había exigido un capital de dos mil pesos pues la mina solo empezó a rendir luego de 2 años de inversiones, tiempo que no es muy diferente a los casos estudiados por Ann Twinam en Antioquia.59 En todo caso, tanto Sánchez como Murcia señalaban la importante presencia de un grupo numeroso de personas que después de hecha la primera acequia: “ha tomado fama y ha ocurrido mucha gente a trabajar” y “se han aprovechado otras gentes así por las ventas de comestibles como por la utilidad de las minas”. Aunque no conocemos la magnitud del salario de los tomineros y su composición, la alta afluencia a las minas y la importante contratación de libres indicaría una elasticidad en el mercado de mano obra mostrando además que la minería era un fuerte complementaria de ingresos para un grupo relativamente grande de libres. Otro litigio muy interesante muestra los patrones de inversión y los problemas derivados de la operación de las minas.60 Hacia 1801, José Sotomayor, vecino de Neiva, registró una serie de minas de aluvión con acequias en distintas quebradas que desde la jurisdicción del Hobo desembocaban en el río Magdalena. Sotomayor tenía varios tomineros a su servicio pero también una incipiente cuadrilla de varios esclavos. Al año de finalizada la primera acequia, Fernando Méndez, un importante vecino de Neiva, se oponía al registro de la minas de Soto pues estaban afectando el 59
60
Twinam, Ann, Mineros, Comerciantes y labradores: las raíces del espíritu empresarial en Antioquia 1763-1810, Medellín, faes, 1985, pág. 82. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Minas (Tolima), t. 4, ff. 949-975.
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suministro de agua para el mantenimiento de sus cacaguales que constaban de más de 25 mi arboles. Igualmente, denunciaba que las familias de los tomineros estaban viviendo en parte de sus tierras además que la iniciativa de Sotomayor había estimulado a otros vecinos de Neiva a iniciar obras de minería y había uno que estaba abriendo un socavón muy cerca de sus tierras. Infortunadamente, ignoramos el desenlace del pleito. De los dos casos anteriores podemos plantear algunas consideraciones sobre el funcionamiento de este tipo de minería. En primer lugar, se basaba extensamente en la contratación de mano de obra libre y la ausencia de inversión en grandes cuadrillas de esclavos. En otras palabras, el trabajo de los tomineros se convirtió en una alternativa para aquellos mineros que no tenían suficiente capital para la adquisición de esclavos. Como corolario de lo anterior, no hubo una asociación estrecha entre minas y haciendas como si sucedió con las cuadrilla mineras de Chaparral que podían llegar hasta a 50 esclavos.61 Sin embargo, según el mismo Clavijo, existieron algunas minas de la zona de Purificación y Ataco donde se presentaron importantes compras de esclavos y donde se presentó “un pequeño auge minero a fines del siglo xviii”.62 Sobre el punto de las cuadrillas habría que evaluar el costo de oportunidad de la implementación de dichos esclavos en minería pues había un atractivo sector agropecuario. En segundo lugar, la fuerte capacidad de atracción que ejercía la minería indica que el sector representaba una importante alternativa a un buen número de libres y sus familias. La contratación de un considerable número de estos trabajadores por parte de los mineros se debe, como hemos señalado, a la falta de fondos para comprar cuadrillas pero también a una compensación de la falta de bienes de capital con dosis crecientes de mano de obra para la construcción de acequias. Esta concentración de mano de obra atraía a su vez a los comerciantes y posiblemente generaron patrones de asentamiento. La tercera característica de esta minería, que comparte con el caso de la minería de los coyaimas, es la estacionalidad de las labores. Finalmente, es importante anotar que el notable interés de vecinos de Neiva por la actividad indica que el sector minero, a pesar de su poca importancia a nivel agregado, fue visto como una alternativa a las inversiones en el sector agropecuario. Para finalizar, analicemos la última zona de extracción: la provincia de Páez. Ubicados en la vertiente occidental de la cordillera oriental, parte
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de los indios de esa jurisdicción pagaban sus tributos en oro. Sin embargo, en relación con los coyaimas, aquí hubo un importante pago en plata y no en oro. Según los datos de Clavijo,63 en 1804 el monto global ascendió a 4.000 pesos y 600 castellanos para un total (utilizando el factor 2,72) de 1.632 pesos, es decir, un 28% del total tributado. Así, las alternativas para el pago eran mucho mayores y la producción de oro menor que la de los Coyaimas. De hecho, los corregidores hacían distinción entre los pueblos de pueblos de “moneda” y los de “oro”.64 Ahora bien, en líneas generales podemos señalar unas características compartidas por ambas experiencias: un pago anual y pago directo por los capitanes.65 Los pagos anuales se hacían también por el carácter estacional de la minería: “particularmente los pueblos que pagan en especie de oro en polvo que dicen no consiguen lavar todas ocasiones y solo en aquellas en que por ser tiempo de lluvias gozan el beneficio del agua de que generalmente carecen estos territorios”.66 La presencia de tributarios con pago en moneda y otros con pago en oro generó un desequilibrio en el cumplimiento de los tributos y la presentación de las cuentas. De hecho, el principal intento de los gobernadores en se sentido fue la de equiparar en tercios los pagos en los pueblos que pagaban en “´plata numeraria” y los que pagaban en oro en polvo.67 Sin embargo, a los intentos del gobernador los capitanes de Nataga y otros pueblos de la provincia señalaban que “había sido el uso establecido de pagar dichos indios tributarios hasta seis meses de cumplido el año porque de ese modo podían facilitar los oros”.68 Existe, sin embargo, una diferencia fundamental entre coyaimas y paeces: la recolección de tributos y la administración de justicia de los segundos estaban bajo administración directa del gobernador de Neiva. Infortunadamente, no encontramos información de la misma calidad para analizar las relaciones comerciales de estos pueblos con su corregidor y los pueblos vecinos aunque se puede suponer un nivel más alto de control y tal vez la existencia de repartos de mercancías. Igualmente, debe tenerse en cuenta el notable contacto que tuvieron los paeces con la provincia de Popayán que durante mucho tiempo controló el nombramiento del corregidor de dichos pueblos. 63 64 65 66
61 62
Clavijo Ocampo, Formación histórica… págs. 254-257 Clavijo Ocampo, Formación histórica… pág. 281.
539
67 68
Clavijo Ocampo, “Fisco, cambios económicos…” pág. 429. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, t. 20, ff. 163v-165. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, t. 20, ff. 163v-165. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, t. 20, f. 171. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, t. 20, f. 167. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Tributos, t. 20, f. 169.
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Consideraciones finales
Al final de este largo texto el lector puede detenerse y preguntarse lo
siguiente: ¿por qué yo, lector, interesado en la economía de la provincia, he de invertir mi tiempo en leer unas líneas dedicadas a un sector que poco aportó a la economía colonial? O mejor aún, ¿por qué debo alejarme tanto de la villa de Neiva para comprender su historia? Pues bien, esperamos clarificar al lector ambos interrogantes en estas consideraciones finales. En primer término, el sector minero fue importante por su posición estratégica en el conjunto de las inversiones. Hemos visto cómo la minería constituía una alternativa que, aunque estacional, estaba abierta para la masa flotante de asalariados y libres que no encontraran colación en las haciendas. En segundo término, sus eslabonamientos influyeron notablemente en las distintas partes de la provincia incluida su capital. Veamos esto brevemente. Ya hemos señalado que es necesario en una investigación posterior para realizar una matriz insumo producto que permita ver los eslabonamientos en números. Sin embargo, hemos esbozado una serie de apreciaciones sobre lo eslabonamientos hacia adelante y hacia atrás. La demanda de insumos quizá no fue tan importante aunque las herramientas constituían un elemento sine quanon del sector. Los eslabonamientos hacia adelante fueron importantes en especial el incentivo que tenía el cambio oro-plata que involucraba varios actores radicados Neiva. Los eslabonamientos de consumo fueron muy importantes pues al tratarse de una minería laborintensiva, con una participación relativamente democrática al conjunto del ingreso, el número de personas dedicadas a las minas demandaban precisamente amplios bienes de consumo que animaron circuitos comerciales importantes. Debemos resaltar que la dotación de factores es muy distinta a la que presenció la minería de Antioquia y Chocó.69 Frente a la primera, la minería de Neiva fue mucho más estacional y la falta de aguas fue una restricción importante. Frente a la segunda, la disponibilidad relativa de libres era mucho mayor y, como ha señalado Adolfo Meisel, ello constituyó una importante consecuencia al desarrollo económico al largo plazo de la costa pacífica.70 Terminemos con los eslabonamientos fiscales: ¿qué pudo hacer el gobierno de Neiva para canalizar los ingresos del sector? En realidad, 69
70
Sharp, William, Slavery on the Spanish Frontier. The Colombian Chocó 1680-1810, Oklahoma, University of Oklahoma Press, 1976; Twinam, Mineros, Comerciantes. Meisel, Adolfo, Crecimiento, mestizaje y presión fiscal en el virreinato de la Nueva Granada 1761-1800, Cartagena, Centro de Estudios Regionales, 2011, págs. 23-25.
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muy poco. Los oros pagaban sus quintos en otras provincias y buena parte salía a título de pago de tributos para la Caja de Santafé y Popayán, con lo cual fueron otras las regiones las directamente beneficiadas desde un punto de vista fiscal. El pago del gobernador, que se hacía con los oros de la provincia, constituye una inversión estratégica aunque su consumo no pudo animar muchas actividades. Igualmente, se necesitan investigaciones más detalladas para examinar cómo las autoridades de Neiva lograron ejercer presión sobre indios y libres. Sin embargo, las fuerzas del mercado, que ciertamente son más incisivas, lograron que la villa sacara provecho de los “oritos” que se extraían de sus ríos.
Las revueltas comuneras en Neiva Rodrigo Silva Vargas
Academia Huilense de Historia
Introducción
Las revueltas comuneras de Neiva en el siglo xviii, como todos los procesos
históricos, no fueron fruto del azar o del temperamento de algunas personas que de un momento a otro armaron camorra contra las autoridades españolas. Se dieron como consecuencia de una serie de hechos derivados de las condiciones políticas, sociales y económicas imperantes, y ante un valor que se había enquistado poco a poco entre los habitantes: el sentido de pertenencia a esa tierra ardiente. Ese sentido de propiedad sobre su territorio frente a unas instituciones impuestas a través de linajes y castas que se consideraban depositarias de la divinidad, empezó a cuestionarse seriamente en Neiva en la primera mitad del siglo xviii, y terminaría con la revolución de “los comunes”, es decir, de aquellas personas que portaban la “capa de la plebe” y que retaron al poder político, económico y social de la ciudad y la provincia. Fueron varias las “revueltas” o motines promovidos a lo largo de ese siglo en Neiva, y aunque estrictamente no puede afirmarse que se tratara de una revolución, su importancia radica en el enfrentamiento a los poderes locales, nacionales y de ultramar. En ellas participaron los comunes: jornaleros, peones, mineros, pequeños propietarios, indígenas, los negros esclavos, personajes descastados por haber traicionado al régimen, sacerdotes y hasta las prostitutas.
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El régimen político
Por ser cabecera de provincia Neiva era el asiento del gobernador, una
especie de máxima autoridad que solo podían ocupar los españoles o hijos de estos, con periodos máximos de cinco años en el cargo. El gobernador era un funcionario civil con facultades militares,1 cuyas funciones no estaban determinadas en un rango jerárquico. Los gobernadores no tenían mayores impedimentos o inhabilidades y podían establecer sus negocios, y al término de su mandato fijar su residencia en la provincia. En Neiva se constituyeron en fuente de muchos problemas y la rebeldía de los parroquianos los convirtió muchas veces en figuras de muy poco respeto. Por ser villa, Neiva tenía un cabildo o ayuntamiento, elegido como en todo el Reino el día primero de enero de cada año. Estaba conformado por los alcaldes de primero y segundo voto, quiénes debían residir en su jurisdicción, ser personas con pureza de sangre y no haber ejercido oficios viles. También hacía parte de este cuerpo el procurador general y padre de menores, quien tenía voz y voto y hacía las veces de personero o agente del ministerio público. Su periodo era de un año, que comenzaba el primero de enero y no eran reelegibles de inmediato. En la escala jerárquica les sucedía el alférez real, seguido de los regidores, cargos que eran subastados al mejor postor por el cabildo, previa autorización superior. En su ejercicio los alcaldes debían portar capa y su bastón de mando, denominado “vara”.
Las clases sociales
Las diferencias sociales en Neiva estaban muy pronunciadas y sin lugar
a dudas estaban representadas en una estratificación en la que el español o los hijos de españoles tenían las preeminencias, mientras los criollos o nacidos en estas tierras tenían que demostrar la pureza de sangre para optar a algunos cargos y aún a ciertos oficios. En Neiva creció la animadversión hacia el español peninsular, contrario al español americano, a quien le endilgaban el nombre despectivo de chapetón según documento de mediados del siglo xviii.2 1
2
Ots Capdequí, José María, El Estado español en Indias, México, Colegio de México, 1941, pág. 51. Archivo General de la Nación (agn), Bogotá, Sección Colonia, Fondo Criminales, tomo 116, f. 847. Documento que habla de los sucesos promovidos por Juan Ascencio Perdomo en 1767.
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Si tomamos algunos ejemplos de hechos aparentemente aislados, encontramos que la estratificación social estaba representada por los chapetones (incluyendo, obviamente, a los gobernadores y alcaldes provinciales nombrados desde el Superior Gobierno), los ganaderos y hacendado a quiénes despectivamente llamaban “los dueños de cuatro vacas”, los esclavos, los indígenas y el resto de la gente, conocida simplemente como “la plebe” o “la gente del común”. Los chapetones Eran los naturales de España, que gracias a la legislación obtenían prebendas en tierras, en el ejercicio del comercio y en el poder político. Su vestimenta diaria era de gala, llevaban la “capa castellana”, sombrero y portaban armas blancas o de fuego. No gozaban propiamente del respeto de los neivanos, y por el contrario, sufrieron vejámenes de diferente naturaleza. Por supuesto, los gobernadores eran chapetones y por ello fueron objeto de burlas y de atentados. Por ejemplo, Manuel Álvarez de Aguilar fue designado gobernador de la provincia en 1721, pero su nombramiento no fue bien recibido y los miembros del cabildo se ausentaron para no posesionarlo. Posteriormente, los cabildantes se reunieron para destituirlo del cargo, lo insultaron y lo atropellaron, según la queja que instauró el propio Álvarez, quien fue reintegrado por un breve tiempo cuatro años después.3 El año 1767 fue complicado para los españoles en Neiva. Primero hubo un motín contra el alcalde mayor provincial Joaquín de la Rocha, que pretendía sacarlo de Neiva, y poco después, una revuelta contra un gobernador al que intentaron ahogar en el río Magdalena, la cual terminó, como veremos, en unas capitulaciones entre las que figuraban “que saliesen de aquella Ciudad todos los chapetones, esto es los Europeos”.4 Los dueños de cuatro vacas Esta fue una de las expresiones despectivas dadas en Neiva a los hacendados y en general a los ricos de la región, denominados comúnmente como “la sociedad”. La frase es citada en diferentes testimonios dentro de los 3 4
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos- Tolima, t. 8, ff. 909-968. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 116, f. 847.
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procesos judiciales derivados de las revueltas de Neiva. La conducta de este grupo reducido se resume en un informe al virrey, firmado por varios vecinos y los miembros del cabildo de 1771, referente a hechos cumplidos después del ataque de 1767 contra el gobernador en los siguientes términos: “y especialmente de estos que tienen cuatro Vacas que perder que con poca diferencia en esto consiste la plebe de Neiva, en no tener vacas”.5 De la conducta de los dueños de cuatro vacas se mofaría el gobernador Francisco Berrío en 1788, cuando dijo que Neiva “Parece Pueblo Inglés que queriendo mantener los derechos de su antigua libertad, lleva mal la autoridad del magistrado. Poseer algunos bienes los vuelve clase de Noble [Parlamento Alto], mientras la plebe es respetuosa pero de muy fácil seducción”.6 La plebe La plebe a que se refería el gobernador Berrío era el mayor número de la población, la poseedora de menos bienes, que en su época estaba obligada a vestir la “capa de la plebe” o ruana que muchos años después el poeta pereirano Luis Carlos González describiera magistralmente en un poema convertido en bambuco: “La capa del viejo hidalgo/se rompe para ser ruana”. La ruana era la capa de la plebe, que obligatoriamente debían vestir en público quines no hacían parte de la alcurnia, y que se usaba aun bien entrado el siglo xix, como lo demuestran los grabados de la colección de Joseph Brown.7 En tierras calientes, como el Huila, esa prenda es el singular poncho que se utiliza hoy en las fiestas de San Pedro sin que se comprenda su significado. 5 6
7
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La plebe neivana era cuidadosa con su capa, hacía valer sus derechos y no admitía que en su nombre se cometieran excesos por parte “de los tapados llevados de sus pasiones”. Estaba compuesta por las personas que carecían de las cuatro vacas: campesinos, arrieros, peones, mazamorreros, concertados, matarifes, artesanos, pequeños comerciantes y, en general, quienes carecían de bienes de fortuna. En este grupo social al parecer no figuraban las mujeres públicas, que escasamente son citadas en algunos documentos como personas de mala influencia Dibujo de Brown sobre la para quienes las frecuentaban.8 Los hombres de vestimenta de la gente de estirpe los tiempos coloniales. A la plebe eran personas como Juan Narváez, “de desde la izquierda, un sacerdote. Al los Sujetos que no tenían los Bacas, ni Mulas, centro, un hombre de la clase con su capa castellana. A la que era un Peón pelado que fue desterrado alta, derecha, un oficial militar. 9 por el alcalde”. Por supuesto, algunos dueños de cuatro vacas se referían despectivamente a los descastados: “personas miserables, mulatos y arrieros de oficio”.10 Los indígenas
Joseph Brown. Vestido de la gente del común, de la plebe. Nótese la ‘capa de la plebe’, que era la simple ruana.
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales. t. 116, f. 924rv. Las cursivas son nuestras. agn, Bogotá, S. Archivo Anexo I (AA-I), F. Historia, t. 3, ff. 326-328. Las cursivas son nuestras. Tipos y Costumbres de la Nueva Granada - Colección de pinturas y Diario de Joseph Brown. Algunos de los cuadros utilizados en este trabajo hacen parte de la colección del señor Brown, publicados por el Fondo Nacional Cafetero de Bogotá en 1989.
Constituían, aparentemente, el grupo humano más disperso. Sobre el valle de la ciudad de Neiva se asentaban familias como la de los duhos o dujos. Los cronistas más antiguos dicen que los dujos moraban en las llanuras de Neiva, sus restos se localizaron después al sur de la ciudad, y finalmente, ya casi extinguidos, fueron agregados al Caguán”.11 En la región también moraron indígenas yanaconas, llamados anaconas, llevados a la región por el conquistador Sebastián de Belalcázar desde Ecuador y Perú, quienes estuvieron dispersos en los alrededores de Neiva y hacia la mitad del siglo xviii se localizaban en Fortalecillas. Bernardo Tovar Zambrano cita que la segunda fundación de Neiva se hizo sobre dominios de los indios totoyoes, en Villavieja, en una zona donde confinaban con los indios Páez y Pijaos.12 Por la época de las revueltas 8 9 10 11
12
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 116, ff. 924 y 928. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 116, f. 923. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Criminales, t. 116, ff. 908, 918 y 942. Díaz Jordán, Jenaro, Proceso histórico de pueblos y parroquias de la Diócesis de Garzón, Neiva, Imprenta departamental del Huila, 1959, págs. 9 y 10. Tovar Zambrano, Bernardo, “Conquista Española y resistencia indígena”, en Tovar
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había resguardos indígenas en Aipe, Fortalecillas, El Caguán, Otás, Pirvante (cerca del hoy Campoalegre), Hobo, Yaguará, Palermo y otros. Los indígenas en la región, además de tributarios y concertados, servían para todo tipo de actividades, según el interés de los chapetones, de los hacendados o de la plebe. Un indio fue el salvador de un alcalde de Neiva en 1708, porque le avisó de un incendio provocado en la casa donde pernoctaba en una madrugada,13 atentado que se produjo en medio de un pleito en concurso de acreedores por la fortuna de uno de los dueños de cuatro vacas. Los nativos también eran “comprables”, según Miguel Ramírez, el comandante del bloque que buscó para capturar al proto-comunero Juan Ascencio Perdomo en 1772. Con unos pocos pesos los comprometió en el Nudo de Almaguer para que informaran sobre los movimientos del reo, y comisionó a una parcialidad indígena para que bajo jugosa recompensa continuaran las pesquisas en la zona de La Ceja.14 De esta población hoy Acevedo, provenían tres nativos que fueron torturados por contrabandistas y que llegaron al Caguán con el propósito de incluir a todos los de su pueblo en los proyectos de la revuelta comunera de Neiva en 1781,15 y casi simultáneamente los indios requinteros de Aipe eran los cabecillas del asalto a los estancos de aguardiente y tabaco,16 como lo veremos a su debido tiempo. Los indígenas, muchas veces mencionados simplemente como “las indiadas”, tuvieron una participación activa en la fase decisiva de la gesta comunera. Parte de su descontento tuvo una razón: el tabaco, planta americana que siempre tuvieron, pasó a ser renta real, es decir de propiedad del rey, por la que debían pagar impuestos. Veremos en nuestro relato que esas indiadas no aceptaban un rey diferente a Tupac Amarú, el último Inca. Los esclavos Las economías agropecuaria y minera utilizaban el trabajo de los negros, que eran negociados a través de escrituras públicas. Era la costumbre, y se refleja en documentos, no considerar al negro como persona sino como
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semoviente.17 El mayor asentamiento esclavista se constituyó en la Hacienda de Villavieja, de propiedad de los jesuitas hasta su expulsión, cuando pasó a manos del gobierno civil hasta la venta de sus hatos, en los cuales a los negros se les incluyó como un semoviente más. Con antelación a las revueltas hubo intentos de liberación de esclavos, aunque se desconoce su fin, según se desprende de una acusación hecha por el ciego Fernando Guzmán, dueño de una hacienda cerca de Aipe, quien en 1779 afirmó que el exgobernador y administrador de la hacienda de los jesuitas, José Antonio del Lago trató de libertar a unos esclavos suyos, que fueron hasta la capital a pedir que les dejaran al mismo amo.18 Siendo pocos los negros y dada su condición de seres no libres, su intervención en las revueltas comuneras también será decisiva, especialmente cuando reclamaron la propiedad de la hacienda de Villavieja por ser los únicos racionales “herederos” de los jesuitas que no tenían descendencia.
Las condiciones económicas “El Valle de la Tristura”, nombre con el cual Jiménez de Quesada denominaría Neiva, era muy distinto un par de siglos después. Se había convertido en una provincia rica donde el auge económico fue el origen y el desarrollo de los movimientos sociales, según los intereses particulares en juego, como bien lo describe un antiguo refrán regional: “que lo que haya de cantar el carro, cante la carreta”.19 Los principales renglones sobre los que giraban los intereses sociales y políticos de Neiva eran, en su orden, la ganadería, la minería, la agricultura y el comercio. La ganadería A mediados del siglo xvii, la ganadería había logrado un desarrollo tal, que un capitán de las reales guardias escribía que la provincia de Neiva proveía
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Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, 2 ed., vol. i, Neiva, Gobernación del departamento del Huila/ Academia huilense de Historia, 2005, pág. 223. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos - Tolima, t 17, f 799 v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 845. Posada, Eduardo, Los Comuneros, Bogotá, Imprenta Nacional, 1905, pág 404. Posada, Los Comuneros… págs. 393-394.
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En el documento, María de Losada viuda del capitán Florencio de Rojas, otorgó escritura para explotar “al partir” las tierras de Majo, comprometiendo al partijero “a matar una res por semana para el sustento del hato, más lo que fuere necesario para la supervivencia de negros, indios y personas”. agn, Bogotá, Richmod Petroleum Company, t. 1 Notaría de Garzón, pág. 55. Remitiendo al f. 412 del libro 1621-1636, en: Silva Vargas, Rodrigo, El Garzón que emergió de una laguna: hacia la primera constitución política igualitaria de América hispana, Bogotá, Silva ltda., 1992, págs. 20-28. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos -Tolima, t 14, f. 604 ss. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos -Tolima, t 14, f. 602.
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de ganado casi a todo el reino y particularmente a Santafé.20 Los dueños de cuatro vacas, como despectivamente se les llamaba, encontraron su bonanza hacia 1686 ante la caída repentina de los hatos de Buga y Cali, que surtían el mercado de Quito, donde la arroba pasó de 2 y medio a 4 reales. La dehesa de Bogotá comenzó a desabastecerse, lo que motivó a la Real Audiencia a prohibir el comercio de ganados de Neiva hacia Popayán y Quito. Al comenzar el siglo xviii ya existían unas “cuotas” de ganado que la provincia de Neiva debía suplir a Santafé, consistente en 4.500 novillos anuales, cuya provisión se repartía, en un cabildo abierto, entre nueve preeminentes del régimen, incluyendo al gobernador, al cura vicario y al alférez real, además de tenientes, capitanes y sargentos.21 En aquel tiempo era más fácil transitar con ganados hacia Popayán que hacia Bogotá. Pero además había diferencia de precios, lo que atrajo a los dueños de cuatro vacas hacia el contrabando. Tanto que un juez fue comisionado por Santafé para indagar sobre los transgresores, encontrando que el exgobernador Francisco Alvarez de Velasco y el alférez Joseph Perdomo de Betancur eran responsables del despacho de unos 5.000 novillos a Quito. Hacia 1704 los ganaderos no hablaban de contrabando sino de “sacas” hacia Popayán, especialmente desde Timaná, pues era más rentable y los compradores los pagaban a mejor precio y en sus propias casas, es decir, sin necesidad de transportar el ganado por cuenta del vendedor. A finales de la década de 1720 los criadores o negociantes de ganado preferían llevarlo al sur —Popayán—, donde eran comprados para los mercados de Pasto y Quito a 7 pesos novillo, mientras en Santafé los tasaban en 3 patacones y 6 reales.22 Treinta años después, Santafé mantenía una cuota de 4.500 novillos provenientes de Neiva, pero los criadores, que manejaban el cabildo, impusieron a través de este seis condiciones para llevar reses a Santafé, entre ellas, que se les pagara a 5 pesos cabeza, además de los costos de transporte para las mulas, los caballos y la gente. A pesar de diversas 20
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De Alcedo, Antonio, Diccionario geográfico-histórico de las Indias occidentales, citado por García Barrero, Joaquín, Neiva en el siglo xvii, Neiva, Empresa de Publicaciones del Huila, 1983, pág. xiv. Transcripción del documento del cabildo abierto, en García Borrero Joaquín, El Huila y sus aspectos: el aspecto histórico o racial, el aspecto político o moral, el aspecto geográfico o económico, Bogotá, Editorial Cromos, 1935, págs. 24-25. Clavijo Ocampo, Hernán, “Economía y conflicto, 1690-1808”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del Departamento del Huila/Academia Huilense de Historia, 1996, pág. 405.
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medidas gubernamentales como multas, vigilancia de caminos y precios fijos, las sacas a Popayán tendieron a incrementarse desde 1746, por la diferencia de precios que permitió el auge de la economía minera. En ese año, los criadores de Neiva obtuvieron real provisión para comerciar libremente sus ganados, siempre y cuando, el abastecedor de Santafé no enviará persona alguna a comprar lo que se necesitaba y lo condujera a su costo. Los dueños de cuatro vacas no tomaron postura para el abasto capitalino de carne y velas en 1752, por lo que la Real Audiencia y el cabildo apelaron a los jesuitas para que abastecieran con ganados de sus haciendas de Villavieja, Doima y Espinal.23 En 1757 se autorizó la realización de cabildos abiertos con los criadores de ganado para establecer los precios sobre las reses, pero no se logró, porque en Popayán, con mejores caminos, se pagaba a 8 y 9 pesos llevándolos a la ciudad, o a 5 pesos en los hatos.24 Como se puede observar, los dueños de cuatro vacas, que además eran unos pocos, conformaban la clase social dominante en la provincia, la cual imponía los dignatarios del cabildo que fijaban las cuotas, precios y turnos para la venta de carne. Esto originaría grandes problemas políticos a lo largo y ancho de la provincia. La minería Según el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, hacia el siglo xvii “el Oro que había en Bogotá venia de la Provincia de Neiva”.25 En la jurisdicción se extraía el llamado oro en polvo, que llevado a las casas de moneda de Santafé o Popayán se convertían en dinero circulante, especialmente en doblones. Los extractores en las minas de aluvión se denominaban “mazamorreros”, mientras que los “tomineros”26 eran quienes obtenían una menor producción y escasamente podían reducir los polvos a tomines, monedas pequeñas llamadas chinolas. Trabajar el oro daba buenos rendimientos, que en su época llamaron “adelantamientos”, equivalentes al ocho por ciento anual, según una demanda en la que se pedía el pago de un adelantamiento “en plata labrada 23 24 25
26
Clavijo Ocampo, “Economía y conflicto…” págs. 406-412. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, t. 12, f 257. De Oviedo y Valdés, Gonzalo Fernández, Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, vol. ii, Asunción, Guarania, 1944, pág 400. El calificativo aparece en diferentes documentos de archivo. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 854.
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o sellada”.27 Hacia 1775 un “banco” de oro podía dejar en muy poco tiempo una buena suma que, libre de gastos, representaba una ganancia cercana a 100 patacones para los empresarios asociados,28 es decir, más rentable que la ganadería. Buena parte del metal que se comerciaba en Neiva provenía de las fuentes del río Saldaña, principalmente de Ataco. En este tipo de comercio se especializaban los gobernadores, que percibían buena parte de su salario del impuesto del quinto real. Uno de ellos, José Antonio del Lago, fue comerciante de oro y tendría alguna injerencia en las revueltas de Neiva. Tuvo problemas de negocios con varios vecinos, entre ellos el padre Isidro Palencia, párroco de Neiva, a quien acusó de haberse “displicentado por ello en fuerza de quererse tener por el único en esta negociación del oro”29 en la provincia. Dicho gobernador aseguraba que en esa ciudad y provincia— Neiva— se practicaba permanentemente el cambio del oro, negocio en el que era difícil ingresar por el cerrado círculo de quienes dominaban el mercado, a la cabeza del cual estaba el cura. Incluso se hablaba que personas como Victorino Torrente, quien fuera elegido procurador en 1772, “no es vecino de Neiva y solo cambia oros a nombre de Palencia”.30 La agricultura En el Alto Magdalena los indígenas cultivaban algodón, maíz, turmas, papas, yucas, arracacha, fríjoles, maní, zapallo, plátano, cañas dulces y otras legumbres con que se sustentaban.31 Desde tiempos inmemoriales cultivaban el cacao y el tabaco. Muy pronto el cacao se había convertido en un “cultivo de blancos”: varias haciendas grandes se convirtieron en “parcelas de cacagual” que adquirían mayor valor. En la zona de Neiva predominaban las grandes haciendas ganaderas entre las cuales sobresalían pequeñas estancias de “hombres de plebe”, con algunos cultivos de pancoger, y otros aledaños de tabaco y caña. Esta 27 28 29 30 31
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t 14, f. 602vr. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t 14, f. 600 y ss. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 934vr. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 913vr. Friede, Juan, Los andaki, 1538-1947: historia de una aculturación de una tribu selvática, México, Fondo de cultura económica, 1953, págs.111-112. Joaquín García Borrero agregaría a lista de Friede los siguientes productos: la piña, el cachipá y el tabaco diciendo de este que el vicio de fumar la hoja seca y preparada estaba arraigado y extendido en todos los aborígenes. García Borrero Joaquín, El Huila y sus…pág.62.
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planta representaba varias opciones de consumo, principalmente para la producción de la miel y de la melaza utilizadas en la destilación de aguardiente, y la cachaza para alimentación de cerdos. El tallo se usaba en la alimentación de caballos, el guarapo como refrescante y como bebida fermentada, y la tradicional panela de gran importancia en la dieta humana. Tanto en la gran hacienda como en los pequeños fundos, se incrementó la tenencia del trapiche, que pagaba impuestos tanto por el derecho de miel, como por el de aguardiente. Juan Ascencio Perdomo, el protocomunero, era dueño de una estancia de tierra de pancoger, y en ella una “enramada” (establecimiento de molienda) y un trapiche viejo con sus respectivos aperos y dos almudes de sembradura de caña, un almud de caña vieja y media de platanar.32 También en zonas calientes predominó otro cultivo americano: el tabaco. Su producción no era de importancia para las élites, que lo consumían, pero ayudaba al sustento de pequeños propietarios de tierra. Por los tiempos de la revuelta de 1781 un manojo de tabaco cafuche (de menor calidad) de ocho onzas se vendía a dos reales y el de tabaco principal de cuatro onzas a un real y medio.33 Poco antes del levantamiento, el gobierno español estancó las ventas de tabaco, es decir, convirtió esa planta como de propiedad de la Corona, por la cual debían pagarse impuestos. El comercio La mayoría de géneros producidos en Neiva tenían, además del consumo interno, el objetivo de abastecer otros mercados, siendo Lima, Quito, Pasto, Popayán y Santafé los centros de mayor intercambio comercial. El ganado y el oro fueron los mayores productos de comercio, además del cacao, el tabaco, el maíz, la cabuya y la panela. En el comercio con el interior del país, el río Magdalena era la principal vía, a través de champanes que generalmente descargaban sus mercaderías en puertos como los de Ambalema y Honda (hoy pertenecientes al departamento de Tolima). A su vez, Neiva recibía vestidos, calzado, papa y sal, especialmente. Desde el siglo xvi la compra de géneros textiles en Pasto se 32
33
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 879 y ss. El almud representaba media fanega. Biblioteca Nacional de Colombia (bnc), Libros raros y curiosos, Libro 379, f. 93.
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acostumbraba por parte de los encomenderos, que pagaban parte del trabajo indígena con camisetas de esa procedencia.34 Las restricciones comerciales que imponía la corona estaban tan desfasadas frente a las características del mercado, que a finales de la decimoséptima centuria el presidente de la Real Audiencia de Quito pidió libertad de comercio porque “desde sus primitivos tiempos tienen su principal consumo en los tratos y correspondencias del ganado en retorno de ropa y más géneros”,35 mientras un fiscal de la Real Audiencia santafereña afirmaba que “el ganado es la moneda de aquella ciudad [Neiva] y su provincia”.36 Dueños de cuatro vacas, como Francisco Perdomo de Betancur y Francisco Méndez de Arrieta, que fueron multados por vender ganado de contrabando hacia Popayán y Quito, justificaron su actitud “en la costumbre que hay y había desde la fundación de este gobierno, en la venta de sus ganados a trueque de ropa y plata”.37 Con Santafé se acostumbraba el intercambio entre el oro de la provincia y las ropas capitalinas: Marcos Ramírez negociaba con un abogado “comprando ropas de la tierra en los mercados para llevarlas a Neiva para el cambio de los oros”.38 Transportar sal desde la sierra hacia Neiva era buen negocio para los hombres de plebe, aunque muchas veces tenían dificultades para comprarla en Zipaquirá o en la Mesa de Juan Díaz, pues no cargaban las mulas porque los neivanos querían pagar con ropa y plata.39 Otro vecino afirmaba que “con treinta y tantas mulas que tiene Sánchez, hubiera ido a pisar sal a Zipaquirá y hubiera hecho dos viajes al otro valle llevándolas cargadas de sal, con cuyo balance hubiera tenido más de 300 patacones de ganancia”.40 Por los antiguos caminos que tantos nexos crearon entre Timaná, La Plata, Pasto, Quito y Lima los indígenas eran utilizados para el transporte de carneros hacia Almaguer,41 o cargando bultos de 4 arrobas de coca hacia El Páramo o Popayán,42 o llevando a cuestas una silla para que no caminara la señora del encomendero.43 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Visitas-Tolima, t. 4, f. 925. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, t. 1, f. 559v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, t. 9, f 795r. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, t. 9, f 804vr. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 980. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 908. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 14, f. 600 ss. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 4, f. 851. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 1, f. 902. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 4, f. 802.
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Aunque los comerciantes formaban parte de la plebe, no todos eran bien recibidos en Neiva, y menos si además eran chapetones. La elección de Victoriano Torrente, como procurador en 1772, fue “criticada porque se apareció hace cinco años siguiendo a su cuñado Francisco Roche, quien hace 8 años vino con su mujer de España, trayendo mercancía”.44
El clan de los Perdomo
La familia Perdomo siempre fue parte del grupo de los dueños de cuatro
vacas, pero toda su estirpe terminaría estigmatizada a raíz de la primera revuelta comunera de la provincia (1757). Sus finas capas de viejo hidalgo se convertirían en el poncho o ruana conocida como capa de la plebe, tras ser deshonorados, palabreja con la que toda su descendencia fue proscrita y declarada de baja ralea. Cuando la revolución comunera amenazaba con tomarse el gobierno, los chapetones, en un esfuerzo desesperado, intentarían “honorar” de nuevo a los Perdomo, es decir restituirles su condición de gente de pureza de sangre. Desde mediados del siglo xvii los Perdomo dominaron el cabildo de Neiva, y casi todos los años un miembro de su familia ostentó algún cargo de honor. Entre 1658 y 1659, Francisco Manuel Perdomo de Betancur apareció en el doble ejercicio de alcalde ordinario y alférez real de Neiva, mientras que su hermano Jorge, fue alguacil mayor y posteriormente se desempeñó como alférez real (1662), que era uno de los cargos vendibles al mejor postor. El mismo Jorge estaba entre las autoridades del cabildo en 1679. Un tercer hermano, José, fue alcalde ordinario de Neiva en 1677,45 posición en la que figuró otro José Perdomo de Betancur 26 años después. El primer Juan Ascencio Perdomo (de Betancur), fue autoridad del cabildo en 1696, mientras Joseph Perdomo era alcalde provincial de la Santa Hermandad al año siguiente. En 1702 es nombrado alcalde de Neiva Gabriel Perdomo,46 regresando a la misma posición en 1706, cuando su hermano Juan Ascencio también es juez ordinario. 44 45
46
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 913v. Buena parte de la historia de la “Perdomocracia” la hemos reconstruido con base en el trabajo de Aitken W, Ernest, “Gobernantes de Nuestra Señora de la Concepción de Neiva”, en Boletín de Historia y Antigüedades, vol. 34, 1917, págs. 171-198, Bogotá 1917. Así mismo nuestro estudio fue complementado con fuentes documentales del Archivo General de la Nación que iremos citando a lo largo de nuestra exposición. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos del Tolima, t. 44, ff. 101-113.
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El alférez Joseph Perdomo de Betancur era dueño de unas 7 mil cabezas de ganado,47 según el informe de un comisionado que investigó el contrabando de reses de Neiva a Popayán. En la suma de semovientes vacunos solo era superado por Francisco Álvarez de Velasco y Zorrilla, quien fue gobernador entre 1668-1676, y posteriormente se convertiría en uno de los mayores contrabandistas de reses. El alférez no solo criaba novillos, también realizaba intermediación en el mercado de ganados. En 1699 Alonso García Hurtado le compró 11.600 patacones en novillos, toros y vacas a 5, 4 y 3 pesos y 6 reales, y al año siguiente recibió el encargo del capitán Lorenzo Laso de la Espada para comprarle 4 mil novillos de más de 3 años, “como se acostumbraban los ganados que se llevan para la ciudad de Quito”. La familia Perdomo empezó a venirse a pique en materia económica, cuando el capitán Francisco, hermano del alférez, dueño de las haciendas Cucharo y Aipe que compró a censo redimible a su padre, sobre las cuales estaban fincadas dos capellanías por valor de 8.500 patacones,48 dejó a su muerte deudas por compra de ganados, por intereses vencidos de las capellanías y por un censo (crédito) de 350 patacones tomados a la cofradía de la Iglesia de Neiva con sus réditos de 32 años,49 originando varios problemas que llevaron a la quiebra a sus herederos. Al finado le siguieron diferentes juicios ejecutivos que terminaron en remate de los bienes que exhibió su hijo, también alférez, que no alcanzaron a cubrir las deudas que ascendían a 3 mil patacones.50 El cobro de los réditos y aseguramiento del principal fue cedido a Felipe Suárez por el titular de las cofradías, Francisco de Ospina Maldonado, cura de Soracá, resultando afectado el maestro Francisco Manuel Perdomo, albacea e hijo del alférez y cura de Coyaima, quien había traspasado a Suárez los derechos que tenía su padre en las reales cajas por el cargo de alcalde provincial de Neiva.51 El capitán Francisco tuvo 2 hijos y 4 hijas, en su matrimonio con María de Aldana.52 Fue demandado civilmente bajo la acusación de dar dote a sus hijas con bienes extraídos de la hacienda Pacarní, que estaba hipotecada al padre Marcos de la Reina. Uno de sus yernos fue el maestre de campo Jacinto del Castillo Riverol (dueño de unos 5 mil novillos, según el inventario
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del comisionado Espinosa de los Montero) y el otro fue el alférez Luis de Trujillo y Castro. Este último, según el cura de Neiva, pretendió con falsos testimonios desconocer la deuda de su suegro con la cofradía, por lo que Felipe Suárez, apoderado del padre Ospina, afianzado por Bernardo de Saavedra Montenegro53 en un remate obtuvo los bienes de Perdomo. Luego de pagar algunos réditos, Trujillo logró quedarse con la hacienda del Cucharo pero bastante desmejorada: 300 reses, 30 caballos y otros ganados, y la casa incendiada.54 El padre Francisco Manuel Perdomo, cura de Neiva,55 fue investigado en 1706 por violar la prohibición de enviar ganado a Popayán y Quito, que incluía a los diezmeros y lo perteneciente a bienes espirituales,56 pero le pidió a la Real Audiencia que le dejara conducir los frutos de sus capellanías donde se les pagara con mejor precio, y justificó que “requería 8.500 patacones para pagar el concurso de acreedores de sus padres”. Suárez remató 1709 el cargo de alcalde mayor provincial, pero las elecciones en el cabildo fueron reñidas por la facción de los Perdomo, ahora declarados enemigos del gobernador, quienes ofrecieron en total 1.700 pesos para pretender los oficios de alférez real, alguacil mayor, alcalde provincial y depositario general. En la puja, un amigo de este fue muerto por Suárez y desterrado de Neiva por un año,57 depositándose el cargo en favor de Bernardo de Saavedra y Montenegro. Suárez retomó su empleo en 1712. Conflictos políticos Los neivanos entraron en conflictos con los chapetones, especialmente con los españoles peninsulares que llegaban a ejercer la gobernación, hecho que 53
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Clavijo Ocampo, “Economía y conflicto…” pág. 385, nota 26. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Civiles-Tolima, t. 13, f. 83. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Civiles-Tolima, t. 13, f 83v. Clavijo Ocampo, “Economía y conflicto…” págs. 395-396. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 17, f. 844v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Civiles- Tolima, t. 13, f. 18.
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Saavedra fue gobernador interino de Neiva en 1721 y tras graves conflictos, lo fue de nuevo en 1725. Silva Vargas, Rodrigo, “De la comarca apacible a la provincia rebelde”, en Tovar Zambrano, Bernardo, director científico, Historia General del Huila, vol. i, Neiva, Gobernación del departamento del Huila/ Academia huilense de Historia, 1995, pág. 20. Clavijo Ocampo, “Economía y conflicto…” pág. 397, nota 79. Afirma el autor que Perdomo pagó otra de sus deudas con el remate de la hacienda Pacarní, mejor dotada que la de Cucharo. En 1716 como comisario de la Santa Cruzada en la provincia, entró en pleito con el alcalde de Neiva por asuntos de jurisdicción, en pleito que demoró dos años en resolverse. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia Eclesiástica, t. 1, ff. 452-467. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Abastos, t. 2, f. 959v. Clavijo Ocampo, “Economía y conflicto…” págs. 397-398. Luis de Trujillo, yerno de Francisco Perdomo aparece como depositario general en el listado de Aitken W, “Gobernantes de Nuestra…” pág. 183
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es notorio a todo lo largo del siglo xviii. En 1721 los miembros del cabildo se ausentaron para no darle posesión al nuevo gobernador, Manuel Álvarez de Aguilar, un hombre clasista que no encontró entre los capitulares a “gentes de estirpe”. En su informe dijo que no fue bien recibido en Neiva, pues los alcaldes lo insultaron y lo atropellaron. Empezó a hablar de “partidos y afirmó que los jueces son de la facción de Manuel Santos de Peñas” (exgobernador español entre 1709-1713 y entre 1723-1725, y alcalde ordinario en otras dos oportunidades), y afirmó que se trataba de un grupo que quería cobrar los tributos de los indios —el famoso quinto real—, mantener en el puesto al interino Bernardo de Saavedra y “quedar en los cargos sin ser de estirpe, pues al alcalde Fernando Conde le dieron la vara [símbolo y distinción de los jueces], para que pueda vestirse”. La osadía fue mayor: los alcaldes Fernando Conde y Diego Quintero Príncipe, y el procurador Gregorio Díaz Hidalgo, destituyeron al gobernador y restituyeron a Saavedra. Álvarez los acusó y fueron apercibidos con el embargo de sus bienes; los implicados huyeron de Neiva pero poco tiempo después se presentaron ante las justicias de Santafé. El Superior Gobierno separó del cargo a Álvarez por su comportamiento hostil frente a las autoridades locales y también a los capitulares. En su providencia designó a Juan de Amaya y Salazar y Luis de Saavedra como alcaldes, y a Raymundo de Benítez como procurador. En 1725 restituyó a Álvarez en la gobernación por un breve tiempo, y Bernardo de Saavedra volvió a ser interino mientras el cargo era provisto oficialmente.58 Al año siguiente, 1726, los Perdomo volvieron al poder local. Tuvieron a José Manuel Perdomo de Betancur y al capitán Juan Perdomo de Aldana como alcaldes de primero y segundo voto; Juan repitió posición en 1733. Otro hermano, Josef Manuel, ocupó el cargo en 1727, mientras “la perdomocracia” alcanzó pleno dominio en 1730 con el sargento Jacinto y el capitán Manuel como alcaldes y el ya mencionado Francisco Manuel como párroco de Neiva. La hegemonía del clan Perdomo continuaría prácticamente hasta 1772, cuando por orden del virrey ningún integrante de esta familia podía ocupar algún cargo público en la provincia, como narraremos más adelante. En este último periodo fueron alcaldes: el capitán José Manuel, Manuel Perdomo de Aldana, Manuel Perdomo de Betancur (en dos oportunidades), Jacinto, el maestre de campo José Manuel Perdomo (dos veces), el capitán Jacinto, el sargento mayor Diego Perdomo de Betancur (titular en 1750 y diez años más 58
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 8, ff. 909-968.
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tarde por depósito), el capitán Francisco Antonio, el capitán Juan Ascencio, el capitán Juan Eusebio, Gabriel Perdomo (alcalde en tres oportunidades y procurador general en una ocasión), Hermenegildo en 1768 y Nicolás y Adrián Perdomo, quienes fueron procuradores entre 1770- 1772. Aparte de ello, el clan de los Perdomo estaba “emparentado con la mayor parte de los vecinos de la ciudad”, según información del gobernador de 1754, Pablo Herrán de Meñaca.59 El zapato del alcalde Juan Ascencio Perdomo Una zapatilla que se le dañó al alcalde Juan Ascencio Perdomo en vísperas de navidad, fue el origen de un nuevo problema entre la clase política neivana y un gobernador recién llegado a la ciudad. Ocurrió el viernes 13 de diciembre de 1754 cuando un hecho nimio, en apariencia, se convirtió en un motivo de tumulto: un zapatero que decía que ya no era “remendón sino fabricante”, lo que lo hacía subir en la escala social, se negó a remendar la jervilla del alcalde. El cabildo de ese año tuvo como alcalde de primer voto a Tomás Narciso Tamayo y Méndez, de alcalde ordinario a Juan Ascencio Perdomo, a Domingo Francisco de Zamora como procurador, y como alcalde partidario a Carlos de Andrada Sotomayor de 45 años de edad.60 El 29 de agosto se posesionó como gobernador Pablo Herrán de Meñaca,61 reemplazando a Antonio Funes y Matta, quien ejercía desde mediados de 1752, mientras que un anciano, Tomás de Cuenca, desde una década atrás actuaba como alférez real.62 El español Joaquín de la Rocha había sido nombrado por el Superior Gobierno como alcalde mayor provincial, que hacía las veces de corregidor, y el cabildo neivano designó a José Marcos Ramón como alguacil mayor 59 60 61
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 113, f. 770. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 113, f. 773v. Restrepo Sáenz, José María, Gobernadores y próceres de Neiva, Bogotá, Editorial ABC, 1941, pág. 64. La familia Herrán de Meñaca —que a veces escribía su apellido como Herrans—, estaba vinculada a la provincia por lo menos desde 1757, cuando uno de sus integrantes, Pedro, compró un extenso predio con labranzas de cacao en el sitio denominado Balseadero, cerca de Garzón, según consta en escritura suscrita en tal año. agn, Bogotá, Richmod Petroleum Company, t. 1 Notaría de Garzón, págs. 393394.Remitiendo al f. 211 del libro 1752-1762, en Silva Vargas, Rodrigo, El Garzón que emergió… pág. 30 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 3, ff. 730-821. Cuenca remató el cargo por 311 pesos y 7 reales de media anata, mas 40 pesos de confirmación. Un pariente suyo, Juan de Cuenca, por subasta del mismo año 44, fue depositario general.
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(administrador de la cárcel). Desde 1744 Roque Arias de Prada era titular de todas las escribanías (notarías): públicas, de cabildo, eclesiásticas, de mortuorias y de diezmos. Al mediodía de aquel viernes el alcalde Perdomo llegó a su casa y le pidió a su amigo Felipe Ramos que buscara a Miguel de las Peñas, un español que tenía una tienda de zapatería, para que le diera unas puntadas a la pieza descompuesta. El español se negó una y otra vez a arreglar la zapatilla, por lo que el alcalde le exigió que ejerciera su oficio real, que debía cumplirlo conforme a la ley. Como Peñas argumentó su nuevo estatus de “artífice”,63 Perdomo lo amenazó con llevarlo a la cárcel por irrespeto y desobediencia, a lo que Peñas respondió que hiciese lo que le viniera en gana, por lo que el alcalde determinó conducirlo personalmente a prisión, pero al atravesar la plaza el reo se zafó y corrió hacia la casa de un español, el alcalde mayor provincial, Joaquín de la Rocha, donde se encontraba el recién llegado gobernador, de quien demandó auxilio. Herrán de Meñaca argumentó que la prisión de Peñas era una notoria injusticia y sin fundamentación,64 que el caso era nimio y no debía dejarse hacer lo que el alcalde mandara,65 y que era “una causa soez para dañar a un pobre”.66 Verbalmente, dejó en libertad al español. Los vecinos comenzaron a arremolinarse protestando contra la usurpación del gobernador. Perdomo pasó y recapturó al zapatero, lo llevó amarrado a la cárcel, lo puso en el cepo y tomó las llaves de la prisión. Meñaca pidió los picaportes o llaves de la cárcel, a lo que se negó Perdomo, quien se reunió con el cabildo en horas de la tarde para analizar “el conflicto de jurisdicción” y redactaron un oficio al virrey dando cuenta del hecho, en el que “el corregidor Joaquín de la Rocha, el gobernador amparó al reo, deshonrando a un ministro de su majestad (...) si se calla, se verá vulnerado el fuero real, y abusando de la justicia”.67 Los neivanos comentaban el atropello de los españoles, y estos, la insolencia de los calentanos. En la noche el cabildo tomaba declaraciones 63
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Testimonio de Felipe Fernando de León y Ospina de 58 años de edad. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 113, f. 751v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 113, f. 761. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 113, f. 771. Otro testigo, Felipe Ramos, dice que el gobernador consideró frívolo el motivo de la detención f. 761v. Testimonio de Francisco Sánchez de Torres. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 113, f. 766. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 113, f. 750v. Los Relatos sobre el incidente con el zapatero español pueden consultarse en Silva Vargas, Rodrigo, Neiva, cuna de la revolución de los comunes, Bogotá, Editorial Kimpress Ltda., 2005, págs. 45-52.
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del hecho para empapelar al gobernador por lo que Meñaca y los españoles preparaban lo propio. Al día siguiente el gobernador exigió las llaves de la cárcel para soltar al prisionero, pero Perdomo se negó. Meñaca inició proceso contra el alcalde y dispuso apresarlo. El controvertido cura de Neiva, Isidro Palencia, trató de mediar en el asunto y supuestamente el español ofreció detener la actuación, Sin embargo, tomó declaraciones de testigos, decretó la captura del alcalde y dispuso prenderlo personalmente, de noche, “por desobedecimiento y aplicando una pena adicional de 500 pesos aplicados enteramente a Su Majestad”, teniendo en cuenta que Perdomo “está emparentado con la mayor parte de los vecinos de esta ciudad y recelando un motín”. Con dos testigos pasó donde al alguacil Ramón para que lo acompañara hasta la casa del alcalde, donde registró hasta debajo de las camas, pues creía que Felipa, la esposa de Perdomo, lo ocultaba. Herido en su orgullo Meñaca dedicó el 15 de diciembre a prender al alcalde Perdomo, quien en la tarde se reunió en el cabildo, a donde llegó Meñaca y de manera intimidante le ordenó prisión, a lo que Juan Ascencio respondió que no se daba por notificado. “¡Ay de los criollos, que los forasteros nos quieren gobernar!”,68 gritó uno del tumulto que se había armado en los alrededores del cabildo, cuando salió el gobernador. El chapetón se retiró por prudencia, y al caer la tarde vio a su detenido departiendo con sus amigos en el atrio parroquial. Meñaca comprendió que, siendo forastero, lo mejor era guardar prudencia. Resolvió cesar la pelea con el alcalde, próximo a vencer su periodo, y remitir a Santafé lo acontecido, expresando que cesaba “en ejecutarlo por recelarme algún motín determino remitir testimonio de esta sumaria al Excelentísimo Señor virrey y señores de la Real Audiencia para que se sirvan determinar lo correspondiente a justicia castigando atrevimiento e inobediencia de los inferiores jueces”.69 El cura se burla del gobernador Si alguien influyó en la cotidianidad de Neiva en la segunda mitad del siglo xviii fue el padre Isidro Palencia, párroco de la ciudad desde 1752, quien se granjeó tantas amistades como animadversiones. Sus actuaciones en la vida civil de la provincia le acarrearon odios, malquerencias, simpatías, irrespetos, acusaciones y juicios. Los cinco gobernadores que ejercieron en Neiva entre 68
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 113, f. 771vr. El corregidor de la Rocha afirma que la frase fue lanzada vociferante por Hermenegildo Perdomo, hermano de Juan Ascencio y alcalde de Neiva años más tarde. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 113, f. 777v.
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1752 y 1777 elevaron violentas acusaciones al levita, que fue “sacado” de su cargo hacia 1774. De Palencia conocemos un escrito contra la celebración de las fiestas de San Juan y San Pedro, que por aquellos tiempos ya se celebraban al finalizar el mes de junio y al parecer eran muy populares, pues “se añaden las disoluciones que se consideran en gente rústica y aún entre los más capaces”, 70 según su advertencia a los feligreses conminándolos a pagar media arroba de cera para el alumbrado de la iglesia si continuaban con las fiestas paganas. Más de un gobernador lo acusó por tramar decisiones del cabildo y tomar parte activa en las elecciones, aparte de criticársele el ejercicio del comercio de oro en polvo que compraba directamente a quienes lo recogían en los ríos. En una de las múltiples acusaciones se dice que Palencia actuaba al estilo de los tomineros o mazamorreros71 y un abogado dijo en la Real Audiencia que su poderío y prepotencia eran insuperables en Neiva.72 Era costumbre en Neiva que en la ceremonia del Jueves Santo, una vez expuesto el Santísimo en el Monumento, la guardia militar se apostara en una vigilancia simbólica y cuando el sacerdote cerraba el Sagrario entregar la llave al gobernador.73 En la Semana Santa de 1757, el padre Palencia cumplía la ceremonia y el gobernador Herrán de Meñaca subió hasta el altar, se postró de rodillas para recibir el picaporte y espero por largo rato. Pero el cura dio la espalda, la guardó en un bolsillo de la sotana y luego alzó la voz para decir que el gobernador no era digno de portar la llave.74 Iracundo, Meñaca salió de la iglesia con intrepidez y desde la puerta ordenó a un sargento que retirara la guardia del Monumento. Y dispuso que dos soldados vigilaran la entrada principal de la iglesia para que nadie pudiese entrar.75 Ordenó también el retiro de la guardia, pero que a la salida de la iglesia los soldados requisaran hasta la faltriquera de los hombres, “bajo pena de la vida”, pues por no tener él la llave, corría el riesgo de que “robaran a Nuestro Amo Sacramentado”. Palencia consideró que el gobernador lo 70
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Díaz Jordán, Proceso histórico de pueblos… págs. 143-144. Nótese que para entonces ya eran comunes las fiestas de San Juan y San Pedro a finales del mes de junio. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 854. Tomineros se denominaba a quienes usaban el tomín o chinola, moneda pequeña que servía para el comercio menor. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 915. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Curas y obispos, t. 4, ff 472-473v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Contrabandos-Cartas, t. 4, f. 782v. Esta parte de la versión fue suministrada 17 años después por el entonces gobernador José Antonio del Lago, que no fue testigo del hecho, en una de las tantas acusaciones a Palencia. Las versiones contemporáneas al mismo no dicen que el cura haya lanzado tal expresión. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Curas y obispos, t. 4, ff. 477-487.
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inculpaba de ladrón de sagrarios. Pasada la Semana Santa el cabildo se reunió y empezó a recibir testimonios sobre el saboteo del gobernador a las celebraciones religiosas y los enviaron a la Real Audiencia. A través de abogado, el cura demostró que las leyes del Real Patronato Eclesiástico no obligaban a entregarle la llave del Sagrario al gobernador. Herrán de Meñaca cumpliría su quinquenio a mediados de 1759 y en toda la provincia sufrió extensos y prolongados juicios de residencia, junto con quienes le acompañaron en su administración.76 Posteriormente retornó a Santafé y continuó su vida disipada, hasta el punto que su propio hermano, el presbítero Julián Herrán de Meñaca, tesorero de la Catedral de Santafé, informado del mal estado en que vivía, pidió a las justicias una providencia para que se le detuviera sin admitirle excusa alguna.77 Un joven aragonés de solo 31 años, Pablo Alvira, llegó en 1759 como gobernador con el título adicional de corregidor de los Páez, pues una de sus funciones era investigar una violenta asonada popular contra las rentas de aguardiente que se produjo en La Plata a finales de 1756.78 Gobernador hasta 1765, Alvira sentó sus reales en Neiva, donde fue protagonista de varios hechos políticos regionales. En 1781 se desempeñaba como alcalde de primer voto, siendo testigo de excepción en los hechos que culminaron con la muerte violenta del gobernador Policarpo Fernández, y dos de los capitanes de las fuerzas comuneras que se tomaron a Neiva. Las trifulcas fueron constantes en Neiva en aquel periodo. Si en 1721 se hablaba del “partido o la facción” que enfrentaba a quienes consideraban que los cargos públicos solo debían ocuparlos “los de estirpe”,79 cuarenta años después se denominaba “bandos” a los grupos antagónicos representados por el padre Palencia, los Perdomo, y los españoles recién llegados.80 Diez años después el gobernador Francisco Berrío hablaría de “pandillas”, calificando como la más temible y peligrosa a la del cabildo,81 orientada por Pablo Alvira. 76
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El extenso juicio correspondiente a la ciudad de Neiva aparece en agn, Bogotá, S. Colonia, F. Residencias-Tolima, t. 52, ff. 552-749 y 900-939; el de La Plata, en agn, Bogotá, S. Colonia, F. Residencias-Tolima, t 53, ff. 227-253; en el mismo tomo está el comienzo del juicio en Timaná, agn, Bogotá, S. Colonia, F. Residencias-Tolima, t. 53, ff- 455-520 y prosigue en agn, Bogotá, S. Colonia, F. Residencias- Magdalena, Bolívar, Tolima y Venezuela, t. 64, ff. 290-300. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 125, ff. 83-84. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Aguardientes-Tolima, t. 8, ff. 373-458. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Aguardientes-Tolima, t. 8, ff 909-968. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Aguardientes-Tolima, t. 2, f. 602v. agn, Bogotá, S. AA-I, F. Historia, t. 3, f. 326-328.
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El gobernador Alvira, al parecer, no tuvo buenas relaciones con el alcalde provincial Rocha. Aprovechando el proceso que le siguió a Pedriza, buscó una disculpa para mandarlo a la cárcel: como Rocha no acudió a la casa de gobernación para llevarlo a una ceremonia religiosa oficial, le inició breve sumario y lo apresó. La decisión no podía ser más denigrante para un representante de la estirpe dueña de cuatro vacas pues, según la queja que instauró, lo llevó “donde por no haber separación en la capitular de lugar para personas distinguidas (...) lo reclusó en la que se ponen los facinerosos y gente vil”.82 En medio de las luchas entre criollos y chapetones, políticos y comerciantes, gobernadores y alcaldes, Neiva era un verdadero polvorín político que no tardaría en estallar bajo el liderazgo del ex alcalde Juan Ascencio Perdomo.
La insurrección de 1767
Alvira
fue reemplazado en la gobernación, en 1765, por el español Miguel de Gálvez y Ceballos, personaje que 14 años después, en un cargo en Santafé, tendría que ver con los impuestos exagerados con que tasaron los productos de Neiva y fueron una de las causas de la rebelión comunera.83 Al año siguiente se desempeñaron como alcaldes ordinarios Rafael de Alarcón y Gabriel Perdomo (primo de Juan Ascencio) y en 1767, Gabriel continuó en el cargo acompañado por Bernardo de Herrera y Angulo. En el primer semestre de 1767 se presentó un escandaloso motín nocturno contra el alcalde mayor provincial español Joaquín de la Rocha,84 según un informe presentado por Miguel Ramírez, personaje que será notorio en Neiva por pertenecer al bando de los realistas y protagonizar bochornosos hechos. Cuenta Ramírez que “en el mismo año, poco antes de su máximo levantamiento, ya en aquella Ciudad y también de noche, se había perpetrado un motín y muy escandaloso contra don Joachin de 82 83
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 3, ff. 178-182. bnc, Raros y curiosos, l. 346, ff. 509-510. Gálvez se desempeñó en como director del Resguardo Unido de las Rentas de tabaco, naipes, aguardientes, pólvora y alcabala para el Nuevo Reino de Granada, con sede en la capital. Desde tiempo atrás De la Rocha hacía parte del bando de los anti-perdomo. Recuérdese que en su casa se encontraba el gobernador cuando el incidente de Juan Ascencio con el zapatero, y fue acusado de acudir a los pasquines para denigrar de muchos neivanos.
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la Rocha, vecino de los más distinguidos que había en ella”.85 Agrega que la pretensión de los amotinados era que Rocha saliera definitivamente de la ciudad, pero no da mayores detalles del hecho ni como se resolvió el asunto. Lo cierto es que Rocha continuó en Neiva. Ya hemos visto que la figura del gobernador no era muy respetada en Neiva. A uno no lo quisieron posesionar, otro quedó en ridículo al tratar de apresar al alcalde y el mismo, en pleno templo parroquial un Jueves Santo recibe un desplante del cura. Pero en una noche de julio de 1767 una turba se atrevió a entrar de noche a su casa, sacarlo de ella, quitarle el gorro que representaba su autoridad, y llevarlo al río Magdalena para que se ahogara, fue la ignominia más grande cometida contra un español hasta entonces. Un relato de los hechos fue entregado cinco años después por el exalcalde Miguel Ramírez, enemigo de los Perdomo, y quien ayudaría a desencadenar varios actos bochornosos en Neiva. La versión de Ramírez indica que en el mes de julio de 1767, en la noche, mucha gente levantada y con grave escándalo, capitaneada por el exalcalde Juan Ascencio Perdomo, entró a la cada de Gálvez y lo sacaron de ella “con la menor ignominia, y escarnio de obra y de palabra, y con el despecho de arrojarlo en una Balsa al Rio grande de la Magdalena para que pereciese”. Relata que el cura Cristóbal Alvarez, y otras personas intercedieron para que los levantados respetaran la vida del gobernador a cambio de unas capitulaciones que se firmaron al día siguiente en pleno templo parroquial.86 Una segunda versión del atentado aparece en el expediente indicando que Juan Ascencio Perdomo fue “cabezuela” del tumulto contra Gálvez, “introduciéndose en su casa de noche, acompañado de muchos sediciosos, poniéndolo ignominiosamente sobre una Bestia con ánimo de expelerle, o ahogarle en el rio de la Magdalena”.87 Sobre las causas del levantamiento de 1767 no hay referencias claras, aunque en un documento dirigido al virrey Messía de la Zerda se expresa que “Juan Ascencio Perdomo, capitán de los que los años pasados se amotinaron en esa Ciudad contra el Gobernador de entonces, Dn. Miguel Gálvez, con motivo de la cárcel que se mandó construir y que hicieron varios atentados”.88 Años después se hablará de chanchullos en la construcción de 85 86
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 848. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 846. El informe es presentado en 1772 al virrey Messía, tras la captura de Perdomo cerca de Gigante. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, ff. 864 y 871. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t.116, f. 877. Carta a los alcaldes de
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la cárcel y de la casa del cabildo, incriminando a Miguel Ramírez de utilizar bienes oficiales para su provecho. En el extenso expediente que empezó cinco años después a raíz de la queja de Ramírez, se habla de la participación de mucha gente del común, sin calcular un número de amotinados. Aunque todos coinciden en señalar como líder de la revuelta a Juan Ascencio Perdomo, y a Diego Ramos y José Bustos — suegro de Adrián Perdomo y primo de Juan Ascencio— como segundos al mando o “segundos capezuelas”.89 En un informe de 1772 firmado por Bartolomé Pedriza se señala como “principales del motín”, además de Perdomo y Bustos, a José Sandoval,90 mientras que Martín Balbuena, cuñado del ya mentado Ramírez, se negó a pagar una deuda con Marcos Galarza “por ser hermano de Eusebio Galarza, y suegro de Pablo de Mota, principales motores de la sublevación pues según voz pública fueron los que le quitaron el gorro al Sr. Gobernador”.91 Las capitulaciones En las dos versiones que hemos mencionado sobre el atentado al gobernador se habla de un objetivo: que Gálvez terminara en el río. Por ello, el alcalde Bernardo de Herrera organizó apresuradamente un grupo para lanzarse en una frágil embarcación y prestarle socorro. En distinto puerto tomó barqueta con los españoles Sebastián Rangel, Diego Cano, Miguel Vilaque, Juan Gil Arias de Somoza y Antonio Payán. Los cuatro últimos “eran Españoles Europeos que se hallaban de negociantes en aquella ciudad”.92 La barca naufragó y los ocupantes perecieron. Si el alcalde y los chapetones se lanzaron esa noche al río en busca del gobernador, es de suponer que los levantados lograron ese primer objetivo, aunque se ignora cómo fue rescatado. Lo cierto es que según el relato de Ramírez, gracias a la intervención del padre Álvarez se incluyó como punto de las capitulaciones el que se perdonara la vida de Gálvez. Las capitulaciones de Neiva correspondieron a una negociación que, como ocurriría con las de Zipaquirá 14 años después, sería incumplida. En el relato de Ramírez se expresa que el propio Juan Ascencio se encargaba
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de escoger los términos de las capitulaciones, firmadas y juradas al día siguiente en el templo parroquial de Neiva, a plena luz del día, y con la participación del sacerdote Cristóbal Álvarez. Ha sido imposible obtener el texto de las capitulaciones que se suscribieron con toda solemnidad y se incumplieron con toda tranquilidad. En los expedientes contra Juan Ascencio encontramos que una de las capitulaciones era “que saliesen de aquella Ciudad todos los chapetones, esto es los Europeos”, y que con base en ella Perdomo pasó a exigir el retiro del chapetón Bartolomé Pedriza, quien consideró que por su vecindad, empleo, vejez y enfermedades, no debía comprenderse dentro de las capitulaciones.93 En otro sitio del expediente hay una carta firmada por varios vecinos, Juan Ascencio entre ellos, expresando que en la capitulación se hizo constar que nada se procuraría contra los levantados, “llevando todo al silencio, sin averiguar ni hacer diligencia de quienes fueron los de ese malvado hecho, para que con capa de la plebe no se sucediese otro día”.94 Esta especie de indulto mediante capitulación fue ratificada en un decreto de 1771 por el alcalde de Neiva, Gabriel Perdomo,95 primo de Juan Ascencio. Si atenemos a los tres elementos que hemos encontrado (que salieran de Neiva todos los españoles, el perdón al gobernador y el indulto a los levantados), tenemos que los únicos chapetones que salieron de la ciudad fueron los ahogados accidentalmente en el Magdalena, y que el indulto fue pasajero, pues pronto empezó la persecución a los cabecillas. Por parte de la plebe se cumplió el respetar la vida de Gálvez, quien ejerció el cargo de gobernador hasta 1770. Según el relato de Ramírez, Juan Ascencio buscó la extrañación de los españoles y por eso demandó la salida del alcalde mayor provincial Bartolomé Pedriza, pero finalmente se le perdonó en razón de su senilidad. El español no perdonaría, y acudiría al Superior Gobierno mediante una carta narrando los hechos e incriminando directamente a Perdomo, aunque la misiva nunca llegó a su destino.96 La vejez de Pedriza no será obstáculo para futuros desafueros y el resto de su vida perseguirá a los comunes.
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Neiva ordenando embargar los bienes de Perdomo. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 846f 918vt-920. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 106, f. 217. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, ff. 902vr-903. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 846vt.
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 847. Pedriza era Alcalde Mayor Provincial, título honorífico obtenido mediante remate. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 924vr. El documento es de 1771. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 924v.Decreto de julio 22 de 1771. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 848.
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El clan de los Ramírez
Vecino de la villa de Purificación, Miguel Ramírez, dueño del predio
denominado San Diego a dos días y medio de camino al norte de Neiva, “padre de cuatro hijos varones y cinco hembras”,97 se jactaba de tener grandes influencias en Santafé a través del abogado Pedro Brito. Fue amigo del padre Isidro Palencia, con quien tuvo negocios que culminaron en demandas. El párroco los demandó “por un asunto de pesos”98 y adeudaba 300 patacones al cura, por lo que este pidió en pago los potreros de San Diego; tenían, además, 350 novillos al partir, al exagerado precio de 9 patacones cada uno.99 Brito vendía ropas para todos los climas, las que a cambio de oro facilitaba a Marcos, hijo de Miguel Ramírez, con lo cual generaba un comercio de doble vía que se constituía en seria competencia para los negocios del cura. Las gentes de Neiva, comenzando por los miembros del cabildo, mortificaban a Marcos con el apodo de Churuco, nombre de un pequeño simio de color negro en referencia a su tez morena, lo que representaba un gran insulto en aquella sociedad. Miguel Ramírez en su segundo periodo como alcalde (1769) tomó como bandera la creciente insubordinación de Perdomo y el 7 febrero de 1769 en oficio al virrey hablaba del “progreso o sistema de Juan Ascencio y los suyos y la necesidad de refrenarles”.100 El virrey Pedro Messía de la Zerda respondió que la situación de Neiva se presentaba por la “falta de arreglo y subordinazión a la Justicia sin otro motivo que la perfidia y disolución de algunos genios díscolos”. Para ello le encargó que con su conocida prudencia y cordura procurara sobrellevarlos y mantenerlos en buen orden. Dijo que para el sosiego convenía arrestar a algunos de quienes causaban desarreglo, inquietud o perversión, y si se hacía necesario, enviarlos a Santafé, pero exigiendo “discreto porte y arreglada conducta”.101 La orden superior la llevó Churuco desde la capital, pero Ramírez no guardó la prudencia, cautela, cordura, discreción y porte que le solicitaron. Por el contrario, en cuanta casa o rancho llegaba hacía alarde de ella y su hijo se vanagloriaba que el virrey lo recibió con aceptación y estimación y hasta agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 853. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 895. 99 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Curas y Obispos, t. 4, ff. 174-177. 100 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 847v. 101 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, ff. 830-832.
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le dio asiento, además de dinero para retornar a Neiva. En una acusación de la plebe neivana se afirma que, según Marcos, un señor Diego Lasqueti “le regaló una Capa [que es la primera que sea puesto] dos piezas de bretaña y plata para flete de Mulas para que no se detuviese”.102 Los Ramírez soltaron la lengua diciendo que tenían orden de apresar a todos los que participaron en la revuelta de 1767, lo que motivó a Juan Ascencio y a otros plebeyos a consultar con el exgobernador Alvira sobre el contenido de la misiva del virrey. El aragonés dijo conocer el oficio y que no contenía otra cosa “que la sujeción en caso de no estar pacifica la gente, y perseverar en sus alborotos”.103 En la casa de Bartolomé Pedriza apareció el pasquín contra el padre Palencia, levantándose conjeturas para culpar a los hombres de “plebe que acudieron al despacho de Ramírez para que pusiese remedio en estos y otros lances [que] algunos tapados llevados de sus pasiones han solicitado con Capa de la Plebe”. Según Juan Ascencio, fueron también donde el gobernador para manifestarle el descontento por lo sucedido y expresarle que ellos estaban sosegados pero que algunos dueños de cuatro vacas cometían desafueros, como el pasquín, para hablar a nombre del pueblo y causar malestar. En el oficio expresaron preguntas: No se sabe que en estos lances muchos tiran la piedra y esconden la mano? Lo que decimos es que en esos cortos dias despues del Lebantamiento hasta su quietud de dia no se beya mucha, y especialmente de estos que tienen quatro Bacas que perder que con poca diferencia en esto consiste la pleve de Neyva, en no tener Bacas, pero de noche se cruzavan unos con otros, y havia numero mas crecido; pregunto quienes eran estos?104
Chanchullos de Miguel Ramírez Durante su alcaldía Ramírez continuó las obras de la cárcel y de la casa para el cabildo, citando para ello el concurso de los vecinos que aportaban dinero, reses y materiales, pero varios de los pudientes de Neiva se zafaron de aportar y el propio alcalde fue acusado de aprovecharse en beneficio propio. Se le inculpó,
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 924. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 924. 104 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 924v. Las cursivas son nuestras. 102 103
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entre otras cosas, de matar en su casa las mejores vacas y vender carne y cebo, pagar los obreros “con género y paja, sin afirmar que esta fuese de la sobrante y que por esta causa los oficiales hacían las obras mas malas y caras”, de gastar 28 libras de hierro en una casa que no tiene un clavo y que para los goznes de la puerta de la cárcel sobraba la mitad de ese material, de haber techado su casa con la paja conseguida para la del cabildo, sirviendo de antecedente el que sus casas a la amenaza de cualquier aguacero, muchos años antes, pedían socorro, y “que pagaba los oficiales con género y paja sin afirmar que esta fuese de la sobrante, y que por esta causa los oficiales hacían las obras más malas y más caras, que sin duda con la plata que cogió de contado cargaría sus Mulas, pagando, y tomando al fiado lo necesario para este”.105 En el juicio de residencia se le hicieron acusaciones de todo tipo y luego que el nuevo procurador, Nicolás Perdomo, hermano de Juan Ascencio, halló “descuadernadas y excesivas” las cuentas de gastos para la cárcel y la casa consistorial. Se le incriminó de denegar justicia a los más pobres y apropiarse de bienes y dinero de los humildes. A Pedro Castillo le hizo sumaria porque vendía un remedio “con algún unto amarillo” pero detuvo el proceso cuando “le chupó” 44 patacones; a Miguel del Fierro le pidió que hiciera en su nombre un barco en Yaguará y cuando ya estuvo listo lo acusó de delitos cometidos en 1757; a un peón de apellido León lo azotó cruelmente por la demanda de una fajuta (de tabaco) que escasamente valía cuatro reales, con el propósito de amedrentar a los demás peones y no se negaran a trabajar en su barco; otro jornalero fue demandado por un cuñado de Ramírez, quien ordenó azotes y cárcel, pero el afectado logró probar en el juicio de residencia la temeridad del alcalde y consiguió una indemnización. Miguel Churuco Ramírez hacía gala en Neiva con un sable que en el juicio de residencia debió devolver: su padre lo había decomisado a Pedro Rivas; Ignacio Quintero debía cinco pesos a un parroquiano, que lo demandó y consiguió el pago, pero Ramírez le hizo pagar de nuevo, quedándose con el dinero; a un hombre de apellido Cuadrado le sonsacó tres patacones bajo la promesa de no castigar injustamente a su hermano; a Juana María Espinosa le cobró por demanda seis patacones y a pesar de haberlos pagado a través de su inquilino, cada vez que Ramírez tenía urgencia volvía a cobrarlos, y cuando ella pidió la restitución de su dinero, el alcalde lo pagó con bofetadas. Las acciones de Ramírez iban contra los sujetos que no tenían vacas ni mulas, y a los peones pelados, que no fueron escuchados cuando 105
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 923v-924.
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demandaban justicia, o que debían endeudarse para pagarle al alcalde para que no los acusara, como ocurrió con Juan Narváez, que debió entregarle más de treinta patacones para que no lo desterrara.106 En su defensa Ramírez alegó que Perdomo se codeaba con los jueces, era el encargado de presentar todo tipo de escritos y manejaba a las masas de la ciudad, “que siempre publicaban cierta especie de fanatismo, o de inobediencia, clara y terminante contra el suave yugo de la lealtad”.107 Los pasquines y la capa de la plebe El pasquín no solo era un medio de comunicación sino un arma política en Neiva y se utilizó para denigrar de las personas a nombre de otras. Uno de ellos apareció el día de San Bartolomé de 1769, proclamando a Pedriza como Padre de la Patria, y a nombre de la plebe acusaba de varios hechos al padre Palencia pidiendo su retiro de Neiva. El cura demandó a Pedriza, y aunque no lo definía como autor del cartel, lo acusó por no retirarlo a tiempo, por publicarlo y por remitirlo a Santafé con intereses no definidos108 y pidió que el gobernador Gálvez tomara testimonios de la plebe, a las que se acusaba en el cartel. Juan Ascencio Perdomo (entonces de 57 años de edad), aseguró que la plebe nada tenía que ver en ello y que Pedriza no era “Padre de República” sino padrastro.109 José Bustos afirmó que Pedriza le había pedido ayuda a Perdomo para echar de Neiva al cura Palencia, pero que aquel se rehusó.110 Los demás declarantes insisten en que el nombre de la plebe fue usado por Pedriza con motivos oscuros,111 y señalaron como enemigos del clérigo al alcalde Miguel Ramírez, a Francisco León Mejía y a otros dos curas.112 Un declarante llamado Ignacio y posiblemente de apellido Reyes113 aseguró que el mismo Pedriza le había enseñado el “pasquín y no pudo el testigo leerlo de ningún modo [siendo buen agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 923v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 847. 108 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 124, f. 750. 109 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 124, f. 754v. 110 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 124, f. 755v. 111 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 124, ff. 755v-759. Declaran Reymundo Elizalde, José Espinosa, Marcos de Losada, Miguel de Espinosa, Antonio Javier de la Reina y Diego Ramos. 112 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 124, f. 756v. 113 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 124, f. 759. 106 107
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lector] por estar de una letra indigna y que entonces lo cogió el Pedriza y lo leyó como el Padre Nuestro”. La capa de la plebe cobijaba también a las meretrices. En la noche del 31 de diciembre llegaron a la casa del gobernador las mujeres del barrio a manifestarle que en el pasquín nada tenían que ver ellas, ni sus maridos, ni sus hijos, y que respetaban y querían a Palencia por “ser padre de todos”.114 Solo una mujer del Cantarranas, de apellido Roa, y sus dos hijas, no acudieron a la cita por ser enemigas declaradas del párroco. Entre tanto, y teniendo en cuenta que Pedriza había remitido el pasquín a la capital, los hombres de la plebe pidieron por escrito que el gobernador informara al virrey que los vecinos que carecían de cuatro vacas no eran los responsables del cartel y señalando como autor a Pedriza y a quienes le inducían. El documento lo firman 98 personas, encabezadas por Juan Ascencio y José Bustos, quienes junto con otros cinco hombres son los únicos que saben firmar.115 Los demás lo hacen a ruego. La demanda instaurada de Palencia seguía su curso en la Real Audiencia donde declaró el exgobernador Gálvez (en octubre de 1771) quien relató que le pidió a Pedriza delatar los cómplices pero este se negó diciendo que solo lo haría mediante confesión religiosa.116 El cura logró que se ordenara la inmediata presencia en Santafé de Pedriza o que se le llevara detenido en caso de rehusarse. “Me puse en lo fragoso de los caminos sin impedirme mis habituales publicas enfermedades ni mi avanzada edad, escribió Pedriza al presentarse para debatir las siniestras imposturas de Palencia”.117 Al año siguiente un fiscal empezó a buscar una conciliación entre las partes porque las discordias entre gente importante creaba dañosas parcialidades, y logró que Palencia desistiera en “virtud de superiores respectos que han mediado para evitar las inquietudes”.118 Pedriza retiró sus alegatos y afirmó que nunca le había profesado desafecto a Palencia, que consiguió documentos con testigos que “son de la misma plebe levantada”.119
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agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 124, ff. 762 y 763. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 124, ff. 764-765. El mismo documento aparece en agn, Bogotá, S. Colonia, F. Curas y Obispos, t. 4, ff. 175-177, con fecha enero 4 de 1770. 116 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 124, f. 768. 117 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 124, ff. 772-773. Documento de enero de 1772. 118 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 124, f. 776. 119 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Curas y obispos, t. 8, f. 94.
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En 1770 el cabildo eligió como alcaldes a Jácome Buendía y Pablo Gutiérrez y a un hermano de Juan Ascencio, Nicolás, como procurador, quien revisaría las cuentas del exalcalde Ramírez y debía participar en el juicio de residencia.120 El gobernador no los aceptó y designó a quienes perdieron los comicios, queriendo poner como alcalde de primer voto a un pariente de Ramírez. Ante la Real Audiencia el depositario Bartolomé Pedriza pidió la reelección de o que se dejara a otro de sus parientes, don Manuel Ramírez. El Superior Gobierno no aceptó la proposición y por sugerencia de Gálvez fue designado Jacinto de Medina como alcalde de primer voto.121 La jugada política fue preparada por Ramírez para tener amigos que le ayudaran en el juicio de residencia que aún al año siguiente continuaba, cuando otro Perdomo, Gabriel, primo de Juan Ascencio, es alcalde ordinario de Neiva, junto con José Agustín Trujillo, también del bando del padre Palencia. Miguel Ramírez resolvió recusar a todos los jueces de Neiva para que el juicio fuera llevado por otras personas, bajo el argumento de ser un perseguido político de la facción que domina el cabildo, “en el que cada año hay un Perdomo”, y porque todos los de la plebe que se levantaron en 1767 contra el gobernador “son sus enemigos”, a los que combatió siendo alcalde para lograr la quietud en la ciudad. A nombre del grupo de la plebe, Juan Ascencio eleva memorial al cabildo, recordando en primer lugar el perpetuo silencio que sobre el tema se pactó en las capitulaciones, afirmando también que Ramírez quiere eludir los pagos ordenados en el juicio, denunciando la falsedad en la persecución de los levantados y rememorando las dos veces que acudieron a su despacho a nombre de las gentes del común. Recordó la amnistía acordada en las capitulaciones del templo de Neiva y alegó que simplemente Ramírez quería “huir de las pagas y perjuicios que le hacen cargo”122 en el juicio de residencia. Los juicios de residencia tenían un periodo secreto y otro público, y podían extenderse a toda la provincia. Por ejemplo, el gobernador Herrán de Meñaca debió sufrirlos en Neiva, La Plata, Purificación y Timaná, que en conjunto suman más de 300 folios. La documentación se encuentra dividida en agn, Bogotá, S. Colonia, F. ResidenciasTolima, t. 52, ff. 552-749 y 900-939, agn, Bogotá, S. Colonia, F. Residencias-Tolima, t 53, ff. 227-253 y 455-520 y agn, Bogotá, S. Colonia, F. Residencias -Magdalena, Bolívar, Tolima y Venezuela, t 64, ff. 157-158. 121 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos- Tolima, t. 15, ff. 149-159. 122 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos- Tolima, t. 15, ff. 923-924.
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El extenso memorial de Juan Ascencio culmina solicitando una providencia sobre lo que considera acusaciones temerarias de Ramírez contra el cabildo, pidiendo que se le castigue la falta de sigilo y prudencia pedida por el virrey durante el año de su alcaldía: Finalmente Vmd se ha de servir de poner el remedio que corresponde, para la contención del citado Ramírez, conminándolo con las penas que tuviere por conveniente, y dando cuenta a S.E. de este escrito, y su judicial decreto para que le conste nuestra quietud, y que los fieles y legales servicios del citado Ramírez y su hijo Churuco, no se queden sin el premio correspondiente a la fidelidad que guardaron la orden, y confianza de Exmo Sr virrey.123
El cabildo respondió inmediatamente a través del alcalde Gabriel Perdomo, censurando la conducta de Ramírez, y ordenando la remisión de todos los autos al virrey, para lo que estimara conveniente. Conminó a Ramírez por incumplir las capitulaciones y para que “no traiga a consecuencia en ninguna de sus Causas con pretexto alguno semejante suceso, sobre que se le pone perpetuo silencio, bajo la pena de Cien pesos aplicados enteramente a S.M.”.124 El virrey Messía de la Zerda aceptó los documentos remitidos por el alcalde neivano y dictó una provisión en la que dio pie para que los Perdomo cobraran venganza de Ramírez y de su hijo, quien de manera inusual es denominado en el expediente con el apodo que tanto le molestaba: Prevengo a VMd en fuerza de la presente orden, que luego que la reciba notifique a Dn Miguel Ramírez, y a su hijo Dn Marcos, conocido con el apodo nombre de Churuco, que para fines que convienen al Rl servicio comparezcan, y se me presenten en esta Capital dentro del preciso término de veinte días, y en caso de cumplirse estos, y no haberlo verificado, procediendo inmediatamente a embargar sus bienes, y personas, y custodia a mi disposición.125
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En el documento del alcalde de Neiva al llegar a Santafé hay una breve presentación: “librada providencia para que comparezca aquí Miguel Ramírez, y su hijo detenido, en esta Cárcel de Corte”.126 La ruta de correo de los chasquis era cubierta por postas dos veces al mes en ambos sentidos entre Neiva y Santafé.127 El 9 de octubre de 1771 llegó la orden antecedente, y de inmediato el alcalde Perdomo a través de un sesentón, José Calderón, envió el billete de comparendo, que fue entregado en la mano de Ramírez el sábado 12 de octubre hacia las cinco de la tarde en el sitio llamado San Diego, en presencia y casa de Ignacio Ramírez, el otro hijo varón de Miguel. Ramírez no se presentó. Al cumplirse el plazo Perdomo calificó la inobediencia y menosprecio el 22 de octubre, ordenando el embargo y depósito de sus bienes y prisión de su persona. Al siguiente día el alcalde pasó personalmente al sitio de Las Ceibas, casa y aposentos del acusado, a quien no encontró, notificando a su esposa, Manuela de Charry y procedió al embargo con un rodeo de ganado; secuestró 80 reses vacunas mansas de manea y herradas, 108 cabras y 36 ovejas, e hizo lo mismo con dos estancias de tierra de ganado “mayor y en la poblazón de Casa y cocina con todos sus utensilios mas 300 Ps” que debía Ramírez a Andrés de Silva. Las pertenencias fueron entregadas al depositario general, Bartolomé Pedriza, para el cuidado de los bienes. El alcalde Perdomo detuvo a Churuco, quien aún estaba bajo la patria potestad, argumentando la falta de sigilo en la alcaldía de su padre, y lo remitió a Santafé, acatando la orden del virrey, que requería también a Miguel por la acusación del cabildo de Neiva, y además a Bartolomé Pedriza para que respondiera por el asunto del pasquín contra el padre Palencia. El depositario retrasó su presentación debido a “su crecida vejez y achaques, mientras que aquel, para el debido remedio de que el dicho Gabriel Perdomo no lograse mayores ultrajes de mi persona y de mis vienes extraviando caminos llegando a Tocaima, quedando enfermo por viejo”,128 eludió las acciones decretadas. Miguel Ramírez afirmaría posteriormente que llegó a Santafé el 2 de octubre,129 poniéndose en contacto con el abogado Brito, quien no quiso agn, Bogotá, S. Colonia, F. Milicias y marina, t. 124, f. 1010. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 979. 128 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 849. 129 Las fechas dadas por Ramírez contradicen las expresadas en los documentos del cabildo de Neiva. Este afirma que la notificación para que se presentara ante la justicia se cumplió el 12 de octubre, mientras que aquel asevera haber extraviado caminos para 126
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos- Tolima, t. 15, f. 924vt. Las cursivas son nuestras. 124 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos- Tolima, t. 15, f. 924vt. 125 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos- Tolima, t. 15, f. 925. Documento datado el 19 de septiembre de 1771. 123
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asumir la defensa, limitándose a aconsejarle que se presentara ante el virrey y expusiera sus razones. Ramírez temía aceptar el consejo por “ser de limitados talentos y vecindario rústico o campestre”, pero mientras cavilaba sobre ello, el alcalde ordinario Gregorio Manzaneque le apresó el 7 de octubre,130 enviándolo a la Real Cárcel de Corte, de donde fue sacado su hijo Marcos esa misma noche y trasladado a la cárcel pública. Según Ramírez, el abogado Brito “se hizo el loco”, por lo que contactó a otro abogado, José Ramírez, quien le planteó la única posibilidad de obtener su libertad y la de su hijo: comprometerse mediante escritura pública a capturar a su costa al temible levantado Juan Ascencio Perdomo.131 Razón tenía Brito al hacerse el loco: cuando Bartolomé Pedriza se presentó en Santafé para responder por el famoso pasquín y concilió con el abogado del padre Palencia, con los fiscales se había sellado el incumplimiento de las capitulaciones del templo de Neiva y se le pondría precio a la cabeza de Perdomo: la libertad de los dos Ramírez y el que el anciano y acaudalado Pedriza no terminara sus días en la cárcel.
Captura de Juan Ascencio y deshonra de los Perdomo
Cuando en Santafé se expidió la real orden de capturar a Juan Ascencio, ya
en Neiva estaban todos enterados, incluso Perdomo. El adinerado Pedriza canjeó su libertad, que estaba por perderla, y la de los Ramírez detenidos en Santafé, en un arreglo que hizo con la Real Audiencia para incumplir las capitulaciones de 1767. El arreglo se hizo mediante escritura pública en la que Miguel Ramírez se comprometió a capturar y entregar en la capital al temible Juan Ascencio Perdomo. Para tal efecto, el 22 de enero de 1772 se responsabilizó desde la cárcel “con obligación de su cargo con sus personas y bienes muebles y raíces, presentes y futuros. Y para mayor seguro de la mencionada entrega [de Perdomo] dan por su fiador a Bartolomé Pedriza que sufrirá pena pecuniaria que se le imponga”.132 Ese mismo día Perdomo se enteró en Neiva que en Santafé su cabeza evitar mayores ultrajes de Perdomo, y que llegó a Santafé el día 2 de ese mismo mes. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 849. 131 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, ff. 849v-850. 132 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 124, f. 859. El documento fue redactado por el nuevo abogado de Ramírez, José Ramírez, y fue firmado por los otorgantes y su fiador ante Pedro Joaquín Maldonado, escribano real de Juzgado de Provincia, Comercio y Real Venta de Correos de Santafé, actuando como testigos Vicente Timón, Manuel José Calderón y Simón Portilla. 130
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había sido canjeada por la libertad de Pedriza y los Ramírez, y preparó la huida. Los Ramírez salieron de la cárcel el 24 de enero y tres días después el virrey expidió sendas órdenes a los jueces de toda la ruta de regreso a Neiva, notificándoles que Ramírez “tiene encargada y fiada cierta comisión interesante al mejor servicio del Rey y buen gobierno de este Reino”, y advirtiéndoles que de no colaborarle se convertirían en reos de las más severas penas,133 Los Ramírez partieron hacia Neiva, llegando el 12 de febrero. En uno de los expedientes se expresa que toda la ciudad sabía de la orden secreta y expresa para aprender a Perdomo, quien fue informado de la situación por una carta anónima que llegó de Santafé a mano de uno de sus familiares, quien le avisó para que se escondiera “y se vaya donde la tierra no lo sienta”.134 En un informe al virrey Ramírez sostenía que Perdomo tenía tantos parientes que si uno no lo hacía, le avisaba otro,135 insistió en su obsesiva acusación de que no hay un año sin un Perdomo en el cabildo, y afirmó que Nicolás, Gabriel y Adrián Perdomo han procurado la sigilosa ocultación del reo. Expresó que los amotinados del año 1767 se escondieron para evitarlo, que había pagado vigías en todos los campos para vigilar en las casas sospechosas136 y que Juan Ascencio había planeado cambiar de rostro. Ramírez pidió al cabildo testimonios sobre la carta que advirtió a Juan Ascencio de su propósito y acerca del presunto peligro de muerte que le acechaba durante su misión. Uno de los testigos, Miguel de la Torre dijo que 20 días antes de llegar Ramírez ya se sabía a qué iba y que Perdomo se iba a presentar con gente para repelerlo, pero que ninguno lo quiso seguir. El alcalde Pablo José de Herrera certificó que Ramírez pidió un hombre y luego otro para la media noche, que le ayudaran a vigilar. Sostuvo que después de la ronda se “levantó un tumulto y los apercibió porque esos hombres perdidos podían cometer un atropellamiento como el anterior”,137 que Miguel pidió gente para celar su casa, mientras el alcalde hermandario vigiló hasta las sierras. Ramírez inició pesquisas en casa de una pariente de Perdomo, en las sierras vecinas, en aposentos campestres y en otros sitios, pagando espías para otear al perseguido, sin obtener resultados. En otro informe aseguró agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 124, ff. 833-842. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 106, f. 205v. 135 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 106, ff. 204 y 211. 136 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 106, f. 204. 137 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 106, f. 210. 133 134
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que Juan Ascencio se ocultó ante el acoso, pero que su captura era difícil en una jurisdicción tan extensa, y que el capitán se hallaba sin sus secuaces que salieron a esconderse.138 Pedriza, el fiador de Ramírez, vio difícil la cosa y le pidió al virrey que en su defecto se capturara a José Bustos y José Sandoval, “segundos capezuelas del motín”, quienes también habían huido.139 A mediados de mayo Ramírez tuvo noticia que Perdomo se escondía en el Nudo de Almaguer, en el extremo sur de la provincia. Con Churuco y su cuñado Martín Valbuena partió hacia el sur y ofició a un alcalde menor de Timaná para perseguirlo por San Agustín. Dicho funcionario respondió días después que llegó hasta Almaguer, registró el pueblo, amedrentó a los indios y nada.140 Por otra información envió un emisario a La Ceja— hoy Acevedo—, para que indagara a un indio llamado Lorenzo Maldez acerca de una versión según la cual Perdomo habría partido para ocultarse en las montañas de Andaquíes. El emisario, Andrés Silva fue con el alcalde de Timaná, Francisco Vásquez,141 y “con mucha maña y astucia, le sacaron” al indio que Perdomo pernoctaba en casa de Manuel Toledo, a donde se dirigieron, encontrando que dos días antes había salido con rumbo desconocido. Resolvieron dejar “indios por paga de bastantes pesos” y apresaron a Toledo, conduciéndolo hasta el sitio de Yunga, cerca de La Jagua, donde les esperaba Ramírez, quien le dejó libre luego de comprometerlo para entregar a Perdomo, aunque estuviese en el monte.142 En sus informes al virrey el persecutor exageraba detalles, explicando que debió “transitar por montañas y desiertos, pagando vigías y atalayas, buscando noticias, rastros, modos y huellas”. Dijo que entre las estrategias del fugitivo estaban mudar de rostro, abrigarse de los desiertos y montañas más incultas y esconderse donde los indios bárbaros Andaquíes. Pocos días después dedujo que Perdomo había “retrocedido a sus madrigueras de Neiva”.143 El virrey, conociendo las imprudencias de Ramírez, le instruyó agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 106, f. 209. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 106, f .217. 140 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 845. 141 Vásquez se presentaba como Familiar del Santo Oficio, hijo de quien conquistó, adoctrinó y muchas veces crió indios salvajes del Caquetá. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 117, ff. 151-152. De igual forma, se presenta como fundador de pueblos inexistentes en esa región agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 14, ff.613-683. Por último, encontramos que en 1782 fracasaría en su intento de ser el primer alcalde pedáneo de La Jagua, agn, Bogotá, S. Colonia, F. Fábrica de Iglesias, t. 10, ff. 696699. 142 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t.116, f. 845. Méndez firma el informe respectivo en Yunga, junio 2 de 1782. 143 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t.116, f. 851v. 138 139
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que “haciéndose como que no piensa ya de semejante intento, manifieste al descuido que vive olvidado de él, aunque no lo tenga efectivamente, para ver si la confianza insensiblemente los trae a la red, sigilando esta advertencia de contrario modo que las dos pasadas”.144 La captura De regreso a Neiva y transitando por donde hoy se erige la población de Gigante, Ramírez fue informado en la noche del 14 de junio que Perdomo se escondía en una cabaña al extremo del llano de la Guandinosa, próximo a la cordillera Oriental. Con su grupo se dirigió a tal sitio y al crepúsculo del día 15 lo encontraron con su hijo José, de 20 años. El hombre más buscado del Nuevo Reino de Granada estaba al alcance de sus manos. “¡De parte de Dios y del Rey, entréguese y rinda sus armas!”, gritó Marcos Ramírez. “¡Ni por Dios ni por el Rey, ni por nadie me entrego, primero rindo la vida!”, replicó Juan Ascencio, quien en compañía de José había salido armado con tranca y machete, con los que opuso tenaz resistencia, según el relato de Miguel Ramírez. Balbuena disparó su pistola, “errando el tiro porque José metió el brazo bajo el arma, acometiendo a Martín e hiriéndole el brazo derecho, sobre el mismo tiro se acometió a los dos con tal acaso que no pudieron usar de las armas a su salvo, y bregando mucho e hiriendo también a mi hijo, vinieron a descoyuntarse y ser reducidos a prisión”.145 Juan Ascencio fue amarrado y emprendieron el camino de Neiva, a donde llegaron hacia el mediodía del 16 de junio. Ramírez entregó preso al herido José Perdomo. Juan Ascencio solicitó la presencia de un sacerdote para que le escuchara en confesión, pero Ramírez lo negó, recelándose motines e intentos de fuga. Algún vecino intercedió para que el sacramento se administrase en el cabildo, petición denegada en principio porque se podría fingir un desmayo. Sin embargo Ramírez aceptó que le pusieran cepo y prisiones y lo llevaran cargado, para que la confesión fuese breve.146 En la tarde aparentemente hubo un incidente entre Ignacio (hijo mayor de Juan Ascencio) y Marcos Ramírez, quien alegó que fue agredido con un machete desnudo y con palabras injuriosas. Como Ignacio fue a agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t.116, f. 844. Se refería a las instrucciones dadas cuando era alcalde de Neiva y a la orden que en esta ciudad se conocía mucho antes de regresar Ramírez de la prisión. 145 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t.116, f. 851. 146 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t.116, f. 851. 144
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ver a su padre en la cárcel, Miguel Ramírez lo dejó detenido a órdenes de los alcaldes Francisco Coll y José Santiago de Andrade, quienes a los dos o tres días resolvieron dejar en libertad a los hijos del protocomunero, por no existir denuncia ni evidencias en su contra. El día 17 de junio, con avíos, escoltas y las precauciones posibles, partió con sus hijos Marcos e Ignacio el 17 de junio rumbo a Santafé, donde llegó en la tarde del día 25 para presentar a las autoridades virreinales su preciado trofeo. Las penurias de Perdomo no terminarían allí. Curiosamente hay un memorial de Perdomo en prisión pero que fue usado por Ramírez como argumento para pedir indemnizaciones, compensaciones y honores. Tiene fecha de septiembre de 1772 y fue presuntamente escrito por el reo, pero habla de llevar 14 meses en prisión, lo que haría suponer que lo escribió en 1773. En el escrito Juan Ascencio acusa a su primo Gabriel Perdomo de valerse de su condición de alcalde y de familiar para impugnar las cuentas de Miguel Ramírez para llevarlo al prolongado juicio de residencia. En el escrito presentado por Ramírez, Perdomo acusa a familiares suyos, al padre Palencia, a varios de sus amigos y a la misma ciudad por “la miseria me asiste por las malicias de la nación neivana”.147 Pocos meses después Juan Ascencio fallecería en prisión.148 Su nombre sería perseguido aún después de muerto, su familia será vejada y descastada, y su estirpe portaría un estigma que reviviría durante la revolución de los comuneros y solo se curaría con el advenimiento de la República. Ramírez quiere ser virrey Miguel Ramírez utilizó el escrito de Perdomo y a través de diversos documentos empezó a “cobrar” la captura de Juan Ascencio. Su hazaña lo motivó a pedir exagerados honores, entre ellos ser nombrado lugarteniente del Rey de España “que sustituya su real persona y regia dignidad (...) entendiéndose como alter ego del Rey”.149 En otras palabras, pretendió convertirse en el virrey de la provincia de Neiva, con título nobiliario que heredarían su hijo mayor y toda su descendencia. Y a agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t.116, f. 944vr. Vargas Motta, Gilberto, “Neiva: caminos hacia la libertad”, en Consejo Municipal, Neiva al filo del milenio, Neiva, Academia Huilense de Historia, 1993 pág. 78. 149 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t.116, f. 852. Es bueno anotar que esta misma expresión se utilizará años después con los restos dispersos del comunero José Antonio Galán. Las cursivas son nuestras. 147 148
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pesar de haber suscrito una escritura pública comprometiendo sus bienes presentes y futuros por la captura a su costa, pidió compensaciones en dinero. A través de un memorial al virrey, el primer pedimento fue que en día de concurso se publicara en toda la provincia de Neiva y sus alrededores un edicto contra Juan Ascencio Perdomo para el restablecimiento de la obediencia, edicto que debía repetirse el primero de enero de cada año (fecha en que asumían las autoridades de cabildo), “para ejemplo de la juventud que se va criando”.150 Posteriormente pidió que quienes llevaran el apellido Perdomo no pudieran ser elegidos en el cabildo de Neiva y en los de toda su jurisdicción, y por lo tanto fuera inmediatamente separado del cargo de procurador Adrián Perdomo (sobrino de Juan Ascencio) y que su reemplazo fuera aprobado por el gobernador. De igual forma, pidió que se le nombrara “lugarteniente del rey que sustituya su real persona y regia dignidad y se dé el privilegio a mi persona y hereditario a mi primogénito Ignacio y descendientes, se les dé asiento con las justicias y Real Decano en asistencias públicas, entendiéndose como alter ego del Rey. Blasono ser leal vasallo y carácter distinguido”. También exigió que se le pagase una recompensa de 400 pesos por los esfuerzos y los gastos realizados para la captura y posterior traslado de Santafé. Otros pedidos de Ramírez fueron: que con los cabildos no se metieran los curas, como el padre Palencia, ni los dirigiesen, ni los escribanos como Roque Arias de Prada, que abusan de la poca inteligencia de los jueces, ni que fueran amanuenses público, de cabildo y eclesiástico; que los curas no comerciaran particularmente con los oros en polvo que se laboraban y sacaban en Neiva, y que los Perdomo ni otro de su facción insultaran o molestaran las familias ni bienes de los Ramírez o de los Balbuena (esta petición fue presentada posteriormente). Como tales exigencias eran como cambiar la legislación se determinó que debían estudiarse en Junta de Tribunales. El virrey ordenó al cabildo de Neiva el embargo y remate de los bienes de Perdomo, para garantizar la indemnización a Ramírez y se citó la junta para el 3 de agosto. Estudiadas las peticiones se accedió a una indemnización de solo 200 pesos (teniendo en cuenta que ofreció capturarlo a su costa), a declararlo como leal vasallo de honor con preeminencia en el cabildo en las festividades públicas, a inhibir a los Ramírez frente a los Perdomo y a descastar a los miembros de esta familia, que quedaban prohibidos para 150
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t.116, f. 852.
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desempeñar cargos públicos en la provincia, ordenándose la destitución de Adrián como procurador en el cabildo de Neiva.151 Desde luego, se denegó la aspiración de Ramírez para suplir al rey en la provincia. El cabildo procedió al embargo de los bienes de Juan Ascencio para garantizar la indemnización a Ramírez, pero las escasas pertenencias no alcanzaban el valor de los 200 pesos: en el fundo llamado Palogrande tenía 60 reses de cría, 3 yeguas, un caballo, 2 mulas viejas, 40 cabras, y una casa con cocina; en el predio La Tafura, sobre la ribera del río Magdalena, embargaron una estancia de tierra de pancoger, y en ella una enramada con un trapiche viejo con aperos y dos almudes de sembradura de caña, un almud de caña vieja y media de platanar; en la vivienda en la calle real de Neiva registraron la casa con cocina y solar, 3 sillas, 2 mesas, un escaño, una puerta y ventanas. La casa era de paja y bahareque, sin terminar el empajado porque la estaban techando. Todos los bienes fueron entregados al depositario el 12 de septiembre.152 El cabildo informó al virrey que los bienes de Juan Ascencio no alcanzaban a cubrir el monto de la indemnización y pidió que Ramírez denunciara a otros que presuntamente estuvieron involucrados en el motín de 1767, pero advirtiendo que tal demanda podía moverse “por interés o pasión”.153 Y para acabar de complicar la situación, se presentaron oposiciones a los embargos, pues Juan Ascencio había hipotecado a cofradías religiosas sus escasos bienes. Con su esposa Felipa, como fiadora dio a censo a la cofradía de la Madre de Dios de la Concepción la casa de la calle real, desde 1765. Julián de Buendía, tesorero de la cofradía, se opuso al embargo por deber réditos del año 1772, pues la hipoteca “no se puede aplicar a otro aunque nazca de delito”, según la ley.154 La Tafura también estaba hipotecada desde 1768 a la cofradía de las Benditas Ánimas, con Laurean Méndez y Andrés de Silva como fiadores. En el censo se incluía una caña, el trapiche, la enramada, una paila de 12 libras para preparar panela, unas canoas y varios animales.155 Un año después Miguel Ramírez no tenía su botín. A través de abogado puso en duda la existencia de las hipotecas y pidió al virrey que comisionara un juez que fuera a Neiva con debida cautela y pidiera agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, ff. 862v-867 y 868v-875v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t.116, f. 879 y ss. El embargo fue ejecutado por el alcalde Andrade. 153 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t.116, ff. 894v-895. 154 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t.116, f. 883. 155 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t.116, f. 888. 151
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al escribano todo el protocolo de escrituras de 1765 y 1768, para que los confrontara con los originales de los censos si existían, y mirara si estaban encuadernados, cosidos y corrientes de papel entero del sello tercero.
Se burlan de los Ramírez
La captura de Perdomo, la deshonra de todos los de su apellido y la
categorización de los Ramírez y su descendencia como leales vasallos del rey desencadenaron nuevos hechos turbulentos en Neiva. Empezando porque Miguel Ramírez quien exigió la cuota de Adrián Perdomo, pero el cabildo designó a Victorino Torrente, que no pasaba de ser un comerciante “quien hace ocho años vino con su mujer de España, trayendo mercancía”.156 Ramírez se consideró con derecho a veto y en las elecciones subsiguientes del cabildo intentaría imponer sus candidatos. En Neiva no estaban dispuestos a darle preeminencias a Ramírez y su familia, incluyendo a su cuñado Martín Balbuena. Por el contrario, corrió un chisme por toda la ciudad para que no se considerara persona preeminente por ser mulato, que era uno de los insultos más graves en la época, por lo que el ofendido demandó “por ser una expresión contra mi honor y mi nacimiento”157 y pidió testimonios sobre su pureza de sangre. La declaración del escribano público no pudo ser más irónica: dijo que llevaba 28 años en el cargo, pero que por no ser de Neiva “no conoce de genealogías, y aunque lo tuvo por hombre blanco, tras el despacho ha oído voces contrarias”.158 Pero además el cabildo buscó un pretexto para ofender a los Ramírez. Era costumbre en Neiva erigir altares, a costa de los pudientes, para celebrar el jueves de Corpus Christi y designaba unos ayudantes a quien debía levantarlos. Para la festividad de 1773, mediante una boleta le ordenó a Martín Ramírez levantar un altar frente a la casa de Hermenegildo, difunto hermano de Juan Ascencio Perdomo, y designó como ayudantes a unas personas de plebe, por lo que Ramírez montó en cólera: los nombrados fueron “Juan Cortés, de los hombres más ordinarios y despreciables de Neiva [que] por ser reo de grave crimen se halla reducido a prisión con una calza de hierro y hace 8 meses barre las calles por castigo de 2 años;
152
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 913v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 906. 158 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 904. . 156 157
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Francisco Salazar, mulato de oficio arriero, y José Bahamón, persona miserable, también arriero”.159 A través de su hijo Churuco, Ramírez se negó a erigir el altar, que finalmente fue construido por el alcalde Francisco de Rivas, quien inició sumaria contra el leal vasallo por inobediencia a los mandatos de la Real Justicia. Marcos, al parecer, no hizo caso de los requerimientos del cabildo, por lo que se ordenó su captura y se pasó a prenderlo, encontrándolo enfermo, por lo que le conminó a guardar cama tres días y luego presentarse a la justicia. El hecho motivó a que Marcos acusara al alcalde y sus acompañantes de haberle robado, durante el allanamiento, 55 castellanos de oro, lo que originó otro lío judicial, en el que el otro alcalde, Fernando de Falla, certificó que Marcos no pasaba de ser “un mozo vagamundo, jactancioso y sumamente embustero, ejercitado solo en chismes y enredos entre las 4 mujeres que hay en la ciudad que quiere acreditarse de hombre de caudal y valimiento en Santafé, sirviéndole de parapeto para todo la prisión de Juan Ascencio Perdomo”. 160 Los Ramírez, Miguel y Marcos, huyeron de Neiva para evitar un nuevo carcelazo, aconsejados por un abogado, por lo que el cabildo informó al nuevo virrey, Manuel Guirior, sobre los muchos problemas que representaban lo leales vasallos del rey. Guirior demandó un informe del gobernador José Antonio del Lago, quien había llegado a Neiva inicialmente como liquidador de la hacienda de Villavieja tras la expulsión de los jesuitas. El informe de Lago fue favorable a los Ramírez, mientras se dedicó a despotricar de la clase dirigente neivana y del cura Palencia, entre otros.161 Paralelamente, a través de abogado, los Ramírez interpusieron quejas contra todos los miembros del cabildo y demandaron de la autoridad virreinal su ayuda para sacar de Neiva al cura Palencia, a quien acusaban de ser el motor de las sublevaciones, de ser autoritario y hasta de entrar mujeres a su casa, disfrazadas como hombres. También exigieron el pago de la recompensa por la captura de Perdomo y que se le trasladase a los miembros del cabildo las costas, pues los escasos bienes de Perdomo y sus agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 918. Los calificativos son de Ramírez. 160 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, 929v. Sobre lo ocurrido con el altar del Corpus y los hechos subsiguientes. Con sus fuentes documentales, puede consultarse Silva Vargas, Neiva, cuna..., págs.96-105. 161 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 933-935. En uno de los apartes Lago sostiene que en oficios del cabildo se menciona a Marcos Ramírez con su apodo de Churuco ‘”para insinuar a un tortero con el fin de provocarlo”. Tortero es el nombre que se le da a una cazuela de barro. 159
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compañeros del levantamiento no alcanzaban para sufragar los gastos, que fueron inflados tasando hasta la comida de los caballos. Todos esos procesos terminaron en la Real Audiencia, donde el virrey expidió en mayo de 1774 un despacho regañando a todos los intervinientes e incluso calificó de sesgado y contrario a los fines del gobierno, el informe del gobernador Lago. Sobre los Ramírez dijo que no podían excederse ni defraudar, pues la distinción y el honor que les hicieron “no los inhibe generalmente de todos los Jueces como ellos lo han pretendido persuadir, sino de solo aquellos que fuesen de la familia de los Perdomo, entendiéndose únicamente los auxilios mandados dar para la defensa de cualquier insulto que inciten contra sus personas los del pasado motín y no para las cavilosidades que allá y acá han promovido contra personas privilegiadas y de distinto fuero”.162
Los gobernadores Lago y Fernández
Los jesuitas fueron expulsados del Nuevo Reino de Granada en julio de
1767, el mismo mes y año en que se produjo la revuelta de Juan Ascencio Perdomo en Neiva, y el extenso latifundio de Villavieja pasó a manos del Estado, siendo su primer administrador Fernando Guzmán, quien en 1769 fue reemplazado por Antonio del Lago, un hombre que decía que “fue desasnado en las cobachuelas de la ciudad de Madrid”.163 En agosto 4 de tal año envió un primer informe sobre la marcha del latifundio, en el que indicaba que en la hacienda se presentaban hurtos de ganado mayor y menor y de platanares, además de la introducción de aguardiente de contrabando y “que el despotismo de los alcaldes de Neiva y Aipe para oprimir a los libres empleados de los hatos los obliga al desamparo y tener a menosprecios practicar conmigo esa política”.164 Pidió, en consecuencia, una declaración de inmunidad frente a cualquier juez de Neiva, Aipe y toda la provincia, para actuar a su antojo frente a los empleados de la hacienda porque, según manifestó, todo era un caos y debía proceder con mano fuerte “como único antídoto para curar esta pestífera úlcera”.165 Poco después envió a Santafé un nuevo informe en que hablaba de la pacificación de los esclavos y grandes avances gracias a su celo para detener agn, Bogotá, S. Colonia, F. Asuntos Criminales, t. 116, f. 953v. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 14, f. 603. 164 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 63, f. 195. 165 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 63, ff. 195-196. 162 163
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el abuso de aguardiente y los robos, y para llevarlos a los oficios religiosos en su presencia, los días de fiesta. Agregaba que, aunque no había recibido el ganado, la finca produciría excelentes resultados, pues había reducido los costos al botar a 40 peones y disponer siembras de maíz y tabaco. Así mismo, Dijo que la hacienda tenía 12 leguas de largo y 7 de ancho, abrazando 16 hatos, “que uno y otro consta de cuatro o cinco rodeos” y que por ser un extenso predio necesitaba autorización para nombrar un mayordomo a quien se le podían pagar 200 pesos. Cargo al cual postuló el nombre de Alfonso Jiménez.166 Lago fue nombrado gobernador de la provincia de Neiva a mediados de 1770 y todo parece indicar que continuó ejerciendo la administración de la hacienda de Villavieja, pues en agosto de 1773 estaba en Santafé liquidando las cuentas del bien de temporalidades. Los dos cargos le sirvieron para empezar a crear su propio fundo político, aprovechando el espacio dejado por los descastados miembros de la familia Perdomo y la animadversión casi general contra el pequeño clan de los Ramírez. Pero debía superar el escollo del padre Palencia, con quien tuvo varias desavenencias, por lo que dedicó buena parte de su tiempo a acusar al cura y promover su retiro de la parroquia, tildándolo de conspirador, tramador, dominante, despótico y, a través de una carta firmada por cinco vecinos, le endilgó recibir de noche a una mujer casada vestida de hombre. Sin duda Palencia mantenía su influencia en el cabildo de Neiva y temiendo Lago lo que podría pasar en el juicio de residencia, al culminar su mandato, pidió al Arzobispo un visitador que conociera de las acusaciones al cura. Pero el enviado para tal efecto no encontró nada grave.167 Lago continuó las arremetidas contra el levita, de quien decía que había llegado a Neiva a avasallar a los gobernadores, alcaldes, cabildantes y vecinos que no se le subyugaban, hasta el punto que nada se hacía en Neiva sin que el cura quisiera, pues “todo lo compone con el fuerte caudal que adquirió malamente en el curato”.168 Además de eso, Lago sostuvo que el cura se burló indecorosamente de todos los gobernadores, empezando por Antonio Funes (1752-1754) a quien inquietó todo el tiempo; a Herrán de Meñaca (1754-1759) lo vejó y ajó públicamente un Jueves Santo, y luego lo tuvo
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desterrado de Neiva y lo mortificó durante el juicio de residencia.169 De igual forma, pasó lo mismo con Pablo Alvira (1759-1765), en cuyo juicio de residencia se presentaron testigos falsos logrando capitularlo (enjuiciarlo). Lago sabía que el cura Palencia era su mayor obstáculo para imponer su voluntad en Neiva y buscó todos los elementos posibles para sacarlo de la ciudad. Apeló a todas las acusaciones imaginadas: que compraba las deudas para dejar en la calle a los deudores; que cambiaba oro, vendía ropas y criaba mulas, caballos y reses; que iba a la zona de tolerancia; que pagaba a un grupo de mujeres para averiguar vidas ajenas y luego extorsionarlos; que dejaba mal casados a los contrayentes porque en la ceremonias de bodas hacía bromas que horrorizaban a todos; que en el púlpito no enseñaba la doctrina sino que satanizaba y hacía chistes. Y le censuraba una práctica común en las gentes del hoy departamento del Huila: endilgar apodos. Según Lago, Palencia, al cura Diego Adames, que era adversario, le llamaba Patojo; al sacerdote Ignacio Uribe, le decía Pitañoso; a Bartolomé Pedriza, el de los pasquines, lo llamaba Tuerto o Potrisco, y al célebre Miguel Ramírez le apodaba Tartajas.170 Lago Incluso habló de un supuesto levantamiento en su contra, empezando por los esclavos de la hacienda de Villavieja, instigados por Jácome de Buendía, amigo de Palencia, para que lo acusaran de hurtos y malversaciones en la finca. Alegó que el levantamiento de los esclavos buscaba que llegaran amotinados a Neiva para agitar a las gentes y luego “tomarse el gobierno”.171 Tal vez no le faltaba razón a Lago, pues poco después los esclavos de la Hacienda se levantaron por considerarse los verdaderos herederos del extenso predio, teniendo en cuenta que los curas no tenían hijos. Pero aparte de ello, los reclamos de los negros tenían otra connotación: se mostraban como personas con alma y no como unos simples “semovientes” de la finca. Tras 22 años en el curato de Neiva, el padre Palencia fue relevado a finales de 1774 y en interinidad lo reemplazó su ecónomo, Joaquín de la Cadena, durante dos años, hasta que en 1777 llegó en propiedad José Duquesne, quien se desempeñaba como secretario mayor de la iglesia de
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Contrabandos-Cartas, t. 4, f. 782v. Recuérdese que Lago dio una versión muy particular sobre la burla del Jueves Santo. 170 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Contrabandos-Cartas, t. 4, f. 787. 171 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Contrabandos-Cartas, t. 4, ff. 782 y 790. La acusación empieza en el folio 782 y pasa al 790. En medio de estos se encuentra la carta de cinco vecinos que acusan a Palencia. 169
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 63, ff. 194-197. El documento está mal numerado, por lo que el segundo informe empieza en el f 194 y culmina en el 197. Los folios del medio corresponden al primer informe de Lago. 167 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Contrabandos-Cartas, t. 4, f. 790. 168 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Contrabandos-Cartas, t. 4, f. 782. 166
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Ibagué.172 Sin el cura Palencia de por medio, Lago creyó tener el camino expedito para convertirse en el verdadero patrón de Neiva, hasta el punto que buscó su reelección en la gobernación, algo muy difícil frente a las instituciones políticas españolas. Apeló a lo que podríamos llamar un “referendo”, recogiendo firmas de apoyo173 para solicitar que le dejaran por un nuevo periodo, pero en su reemplazo fue designado Miguel Navarro, quien no aceptó el encargo, renaciendo las esperanzas de Lago. Su ilusión se desvaneció cuando se le notificó que continuaría en la administración de la hacienda de Villavieja mientras se producía la liquidación, y en la gobernación fue designado Policarpo Fernández de Seijas y Torrijos, un español de estricta formación militar.174 El gobernador Policarpo No había llegado todavía a Neiva el gobernador Policarpo Fernández cuando comenzó a percibir que no sería bien recibido. En su tránsito hacia la capital debía pasar necesariamente por la hacienda de Villavieja, donde el administrador José Antonio del Lago no le rindió homenaje ni lo invitó a seguir a la casa principal. Por el contrario, cuando había pasado por el río Cabrera un peón de la finca le comunicó que las cosas le serían difíciles. Incluso, diría Fernández, la amenaza común era la del levantamiento o insubordinación, 175 que parecía ser la recurrente excusa de las autoridades para culpar a la plebe. Lago había regado el chisme que el nombramiento de Policarpo se debía “a los doblones [dinero] del cura Palencia” y según el gobernador, por la influencia de su antecesor al cabildo de Neiva “solo le faltó resolverse a no salir a recibirme, o quizá, a no darme posesión”. En la noche en que llegó agn, Bogotá, S. Colonia, F. Historia eclesiástica, t. 1, f. 433. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 4, f. 591. 174 Policarpo Fernández era alférez de la guarnición de Santafé en 1769, cuando pidió traslado para Cartagena de Indias, agn, Bogotá, S. Colonia, F. Milicias y marina, t. 31, ff. 236-237. Al año siguiente, desde Madrid el ministro Julián de Arrriaga le comunicó su ascenso a subteniente, agn, Bogotá, S. Colonia, F. Milicias y marina, t. 11, ff. 911-912, grado que ostentó en la guarnición cartagenera, agn, Bogotá, S. Colonia, F. Milicias y marina, t. 66, ff. 446-449. En 1774 se posesionó como teniente de la guardia del virrey de Nueva Granada agn, Bogotá, S. Colonia, F. Milicias y marina, t. 51, f. 626 y un año después tomaba posesión como gobernador de la provincia de Neiva. 175 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 14, f. 591. Informe de Fernández al virrey, septiembre de 1775. 172 173
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Fernández, un hombre llamado Antonio Araujo había sido contratado por el alcalde Agustín Páez Pinzón, supuestamente a nombre de Lago, para que entrara en la casa que habitaría Policarpo para espiar todos sus movimientos, escuchara sus instrucciones y tratara de establecer porqué traía un grupo de soldados a su servicio, lo que estos y demás personas le decían, y lo que el gobernador respondía,176 pues desde Villavieja los neivanos habían notado que Fernández “no era hombre de paz sino de provocaciones”.177 La sola llegada de Policarpo a Neiva marcó una época de serias disputas con Lago y la élite política de Neiva. El día en que se posesionó el nuevo gobernador fue homenajeado con una música pagada por su pariente Jácome de Buendía, cosa que no fue mirada con buenos ojos por los amigos de Lago y de Pablo Alvira (quien también fue gobernador y sentó sus reales en la provincia, comerciando con oros). La contraparte organizó entonces toda una festividad convertida en “fandango” y pagada por el cabildo, a la que invitaron a Policarpo, quien sabía que la celebración se realizaba más que por halagar a Lago para agraviarle a él. Al aproximarse la fecha, el gobernador prefirió retirarse hacia una finca de la gobernación en el Caguán, acompañado por Buendía. El 21 de agosto de 1775 fue como una fiesta de San Pedro: música, mucha pólvora, desfiles, disfraces, coplas y corridas de toros con los animales en las calles, como en las tradicionales festividades de San Fermín en España. El desfile parecía una procesión de Semana Santa, al decir del escribano Roque Arias de Prada, y fue rematado por una carroza con cuatro ángeles y una ninfa que conducía una representación de la victoria griega. La fiesta terminó en la casa del hombre de los pasquines, Bartolomé Pedriza, donde hubo derroche de vino y bizcochuelos, según el notario, quien transcribió en un documento unas coplas que al estilo de un “rajaleña” — al menos en su estructura— que se cantaron “por mucha gente” en homenaje a Lago.178 El gobernador acusó al cabildo por el festejo, aduciendo que no le pidieron permiso para las corridas de toros, que según la legislación requerían de su visto bueno y de nuevo utilizó la figura del levantamiento: “más parecía un levantamiento que música”. Las acusaciones no se hicieron esperar de uno y otro bando y fluían hacia distintos despachos judiciales en Santafé, haciendo más irreconciliables agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t.14, f. 586. agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 2, f. 597v. 178 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 14, ff. 589-590. Sobre el “recibimiento” y los desaires al nuevo gobernador consúltese Silva Vargas, Neiva, cuna… págs.114-118. 176 177
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las posiciones en las que los involucrados, Fernández y Lago, utilizaban frases despectivas hacia los declarantes de la contraparte. El gobernador dijo en una de sus defensas que desde su llegada a Neiva siempre buscaron zaherirlo “después de decir que soy un ignorante, que qué supongo yo para gobernador, con otras infinitas proposiciones ridículas”, mientras Lago se presentaba como el auténtico defensor de los pobres y autor de una gobernación impoluta que le generó el aprecio de los neivanos. A Fernández se le acusó de desterrar a un hombre por considerarlo “defensor del pleitos y contribuir a la inquietud ciudadana”, de imponer de alcalde de Timaná a un hombre que no era de estirpe, de seguir causa criminal a un modesto poeta de La Plata, Leonardo Bolaños, por suponerlo autor de unos versos que consideró infamatorios contra el gobernador; de tomar semovientes de particulares con fines propios, de mandar a la cárcel a quien le pareciera y de quitarle la vara y mandar a la cárcel al alcalde Agustín Páez Pinzón a quien advirtió que habrían perjuicios si no entregaba la hacienda de Villavieja, que sería vendida. Cuando el otro alcalde protestó, lo amenazó con aplicarle igual castigo. Por este hecho Páez demandó al gobernador y logró tres años después (1778) que el superior gobierno conminara a Policarpo y le advirtiera que si continuaba con desafueros de ese tipo sería destituido inmediatamente del cargo de gobernador.179 Aparte de los conflictos políticos, las diferencias entre Fernández y 180 Lago estaban en la entrega de la hacienda de Villavieja, que el gobernador esperaba rematar lo más rápido posible, lo que haría emigrar a Lago de la provincia. Lago querelló al gobernador por injurias y este lo acusó de hostilizar su autoridad y pidió su destierro. El virrey Manuel Antonio Flórez, tratando de contener los excesos y ordenando que Lago entregara la hacienda, tuvo que amenazar con cárcel a los protagonistas: Permanecer los gobernadores en las provincias donde mandaron contribuye solo a la inquietud, discordia y embarazo de la justicia, aumentándose la cavilación cuanto crece el celo y emulación entre el antecesor y el sucesor de cuyo vicio se halla especialmente notada la ciudad de Neiva y por él se vio el E. Sr. virrey antecesor en precisión de tomar providencia de hacer salir a uno de los pasados gobernadores con solo este motivo. Por eso se le manda salir, y al efecto se dará orden al 179 180
agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 2, ff. 588-627. Todo lo referente a la mayoría de conflictos entre José Antonio del Lago y Policarpo Fernández, mas lo relativo a la entrega de la hacienda de Villavieja puede consultarse en Silva Vargas, Neiva, cuna… págs.121-128.
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Gobernador, para que intime su separación de dicha ciudad dentro del término que parezca regular, sin admitirle sobre ello réplica, excusa ni recurso, pues en caso lo mandará preso a esta Capital. Se mandará carta separada al cabildo, especialmente al alcalde Páez sobre el desacuerdo con que se mira su conducta, especialmente en la libertad con que pretenden separarse de la subordinación de su gobernador, como en las corridas de toros, que solo el gobernador podía dar permiso. Si no cumplen se remitirán al Castillo de San José por el tiempo que sea conveniente.181
Lago trajo una orden de la Real Audiencia mediante la cual se inhibía totalmente a Fernández para que fuese juez de cualquier causa contra el administrador, y aprovechó esa circunstancia para emprender nuevas acusaciones contra Fernández, y este contra el exgobernador, las cuales remitía a la real Audiencia. Tomó declaraciones de una viuda a quien en vida del marido negoció la casa en la ciudad y le quedó debiendo la mayor parte, representada en “adelantamientos de oro”, y expresando que acostumbraba a negociar terneros por los cuales cobraba el doble de su valor. Adjuntó también una declaración del nuevo marido de la viuda, indicando que: El fin primario de Lago es intentar pleitos y quimeras especialmente con los sujetos a quienes adeuda, para de este modo volver ilusoria o inmensa la deuda, que lo que haya de cantar el carro, cante la carreta (...) solo se escuchan lamentos y quejas contra Lago, de los pobres de esta jurisdicción a excepción de cuatro queriéntulos o aduladores y dependientes de este, que tal vez como preciados le adulan sus iniquidades e injusticias por no verse estrechados y por consiguiente arruinados para toda su vida, temerosos no salga el rayo de la amenaza del trueno y voz que ha infundido del absoluto poderío y brazo fuerte que glosa tiene, así en la Corte de Santafe, como en las cobachuelas de Madrid donde dice fue desasnado. Dice que no tiene en esta Provincia Juez que le apremie ni pueda conocer de sus causas (...) y más con la cizaña que ha sembrado con toda la gente pobre.182
Fernández también acusó a Lago de arruinar parroquianos a quienes daba ganado al partir y terminaban en la inopia y debiéndole, de utilizar agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 7, f, 591. La providencia es de septiembre 26 de 1775 y aparece también en agn, Bogotá, S. Colonia, F. Miscelánea, t. 106, f. 360. 182 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 7, f. 600y ss. 181
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a un pobre hombre en viajes a Ataco y luego a Santafé para llevar oro y convertirlo en moneda circulante, sin reconocerle su trabajo y sus viáticos; cobrar los diezmos que le correspondían pero no en las llamadas “terneras de diezmo” sino en “toros de cuchillo” y no en potros sino en caballos. El ciego Fernando Guzmán, que interpuso esta última queja, dijo que Lago: Está como el emperador Marco Aurelio, y con dos jueces nombrados por él, bien parecidos a los morabutos mahometanos y sostuvo que el administrador trató de libertar a unos esclavos suyos, que fueron hasta la capital a pedir que le dejaran al mismo amo, y que como ganó una demanda contra Ignacio de Olaya, que quedó convicto de ladrón cuatrero, le tiene prometido que cada uno de sus 5 hijos le darán 25 azotes, y el 50, y encuentra en esto la influencia y autoridad de Lago, y que ha prometido se le embarque en una balsa como hicieron en Neyva con Miguel de Gálvez.183
El remate de la hacienda No hemos hallado un documento en el que se exprese el valor que pagó Joaquín de Arce para obtener la preciada hacienda que fuera abastecedora de casi toda la defesa de Santafé y sus alrededores. José Antonio del Lago, hizo entrega de la misma al gobernador Fernández en 1776 y se retiró hacia la capital virreinal el 6 de mayo, día en que regresó al lugar para emprender el juicio de residencia que el mismo llamó “las segundas turbaciones de la residencia”,184pues ya había cumplido las correspondientes a la gobernación. Ese proceso fue la oportunidad de Policarpo y de los adversarios de Lago para “sacarse el clavo” con acusaciones sobre los malos manejos de la propiedad estatal. Como juez de residencia fue encargado Faustino Flórez, quien empezó a recibir quejas contra Lago, entre ellas, el no pago de algunas deudas de la hacienda, la sacada de ganados de los diferentes hatos, la tumbada de reses a los mayordomos, las amenazas a estos y la echada de varios empleados con el objeto de que el predio quedara sin administradores y sin peones para que se viniese a menos la propiedad. Incluso, se le acusó de inducir peones para desamparar al nuevo dueño de la hacienda. Varios de los botados por agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 7, f. 604 y ss. Esta queja se hallaba entre los papeles atrasados del archivo de la secretaría de la Real Audiencia el 19 de noviembre de 1782. 184 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 7, f. 600. 183
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Lago quedarían sin trabajo y serían parte importante en el levantamiento de los comuneros poco después. Entre tanto, el nuevo dueño de la hacienda no fue más que un convidado de piedra para recibir el predio. Durante los recorridos por la hacienda, el juez estuvo acompañado de su esposa, de Lago y de un padre Munar, que tenía negocios con el administrador, y marginalmente estuvo el nuevo dueño de la hacienda y su señora, que fueron relegados totalmente de las actividades y debieron dormir en los gallineros, porque Lago impidió que se colocara una tienda de campaña. El juez tuvo inconvenientes en el proceso de residencia, que tenía un plazo de 30 días para hacerlo en la parte secreta y un tiempo igual en audiencias públicas. Flórez pidió prórroga de su empleo no solo por el clima sino por las animadversiones entre Policarpo y Lago. Suceso por el cual fue acusado por el gobernador de haber hecho íntima amistad con el residenciado Lago, quien lo proveyó con carnes, vino, aguardiente, frutas y dulces mientras estuvo en la finca, y que los testigos que usó para el juicio de residencia no eran los indicados para tal fin, pues llamó a un forastero, a un muchacho oficial de sastre, de gente plebeya, y el alguacil que trajo Flórez desde La Mesa “y su trazo no es más que la de un indio”. El gobernador, logró el primero de marzo de 1776 una orden para suspender el juicio y envió a uno de los alcaldes hasta el hato principal de la hacienda para que el juez saliera inmediatamente de la ciudad. Flórez, quien se encontraba con su esposa, vieja y achacosa, debió armar una parte de sus bártulos y viajar a Neiva para entregar los papeles referentes al cabildo y “temiendo algunas de las acostumbradas tropelías de este sujeto [el gobernador], entregó rápidamente los documentos y se puso en camino rumbo a Santafé”.185 Lago no hizo propiamente entrega del predio a su nuevo propietario y oficialmente fue transferido por el propio Policarpo.186 De todas maneras Lago salió bien librado en el juicio. El gobernador era el más interesado en que dicha entrega se realizara, pues había recibido una provisión de la Real Audiencia en la que expresaba que una vez ello se verificara, “bajo las precauciones del embargo de bienes y demás que se le ha prevenido, se ponga en ejecución el decreto anterior, de 26 de septiembre de 1775 para que Lagos salga de aquella Provincia”.187 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Residencias de Magdalena, Bolívar, Tolima y Venezuela, t. 64, ff. 213-215. 186 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Residencias de Magdalena, Bolívar, Tolima y Venezuela, t. 64, f. 187. 187 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 14, f. 595v. La providencia es de febrero 17 de 1777. Tras la orden de salir definitivamente de Neiva, Lago estuvo 185
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Hacia la revolución comunera
La rebelión contra el régimen español se incubaba en Neiva desde tiempos
anteriores al motín promovido por Juan Ascensio Perdomo en 1767, y se fue acumulando por una serie de hechos que agravaron las condiciones sociales, políticas y económicas de la ciudad de Neiva y su provincia. De un lado, el desempleo que originó la estatización de la hacienda de Villavieja, con el empobrecimiento de peones y arrendatarios. De otro, las parcialidades o bandos políticos que afectaban hasta a los dueños de cuatro vacas, y la llegada del militarista gobernador Fernández, identificado por algunos como del bando del cura Palencia, y las animadversiones que cultivó en la ciudad. A ello se agregaron dos factores externos: las reformas económicas que implantó el gobierno español y que fueron “selectivas” o diferenciadas para ciudades, villas y pueblos, y la influencia de la gran revolución americanista que encabezó en Perú José Gabriel Condorcanqui, conocido como Tupac Amaru. La división política era tal que el párroco que reemplazó a Palencia, notificaba mediante un informe a la Real Audiencia que las parcialidades eran tan notorias entre los amigos de Lago y del cura, que debido a sus mutuos odios ni se pagaban las deudas.188 Dicha situación preocupaba tanto en Santafé, que en un informe pedido a Fernández se notó el interés de la Real Corte, al advertir que en el año de 1777 se “le nombró gobernador de esa provincia en un tiempo muy crítico como que estaba ardiendo en continuo litigio y bandos formados por su antecesor durante su gobierno contra el cura de ella, Dr. Isidro Palencia”.189
hacia 1780 en Boyacá, donde remató unas tierras de resguardo por las que los indígenas le elevaron litigio, agn, Bogotá, S. Colonia, F. Poblaciones, t. 1, ff. 715-754. En 1782 participó en un concurso de acreedores y remató una hacienda en el valle de Tunjuelo pero se encontró con la oposición de un convento poseedor de un censo en su favor, agn, Bogotá, S. Colonia, F. Diezmos, t. 12, ff. 1-205. En 1792 fue nombrado corregidor de Lloró agn, Bogotá, S. Colonia, F. Milicias y marina, t. 146, ff. 42-43 y hasta 1796 se desempeñó como Teniente de Gobernador en Nóvita agn, Bogotá, S. Colonia, F. Alcabalas, t. 15, ff. 213-220. 188 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 14, ff. 596-597. Informe del párroco José Duquesne, en el que expresa además que por prevenciones de un juicio errado representan a Palencia en la figura del gobernador Fernández. 189 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Empleados Públicos-Tolima, t. 2, f. 602v.
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Las reformas económicas A través de impuestos que pagarían sus colonias, España buscaba fortalecer sus finanzas para mantener su guerra con Inglaterra, y para ello creó la figura del “visitador regente” que de acuerdo con las circunstancias en provincias crearía u aumentaría los tributos. Para la Nueva Granada el regente fue Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres, quien en 1778 empezó las reformas que incidirían en las revueltas comuneras. Sin duda, una de ellas fue el establecimiento del estanco del tabaco, lo cual significaba que el rey de España se convertía en el dueño de una planta americana que los indígenas cultivaban desde tiempos inmemoriales y que en la provincia era una de las principales fuentes de ingresos. En el Alto Magdalena, el regente creó el centro administrativo para la renta del tabaco en Honda, a cargo de Juan Antonio Rasines y Escajadillo, quien designó a su pariente Manuel Domingo Guilez y Escajadillo para manejar el estanco en la provincia de Neiva.190 El administrador tenía facultades para designar a los encargados de vender la hoja de la planta americana en los pueblos. El otro impuesto que sirvió de detonante de las revueltas fue el del aguardiente, que ya estaba estancado y desde 1736 se administraba a través de “asientos”, a los que el asentista accedía mediante remates y pagaba al fisco un impuesto por botija producida.191 El regente Gutiérrez creó una administración general en Santafé, con dos contadurías generales: una para la renta de tabacos y naipes, y otra para el aguardiente y pólvora, con lo cual se buscaba reducir los gastos estatales. El asentista de aguardientes en Neiva era Santiago Salas, quien estaba facultado además para crear estanquillos en las poblaciones y podía apelar a los jueces ordinarios para combatir el contrabando e incautar los alambiques que estaban regados por toda la provincia. Como en octubre de 1779 el rey ordenó subir los precios de los géneros estancados, la Junta de Tribunales de Santafé se reunió en casa de Gutiérrez de Piñeres el 27 de abril siguiente, determinando reajustar en 2 reales la agn, Bogotá, Guía General de la Colonia, pág. 12. Disco multimedia. Generalmente los recaudos se hacían con oro en polvo o en monedas de plata. Los administradores enviaban mensualmente los caudales al administrador principal quien, a su vez, los enviaba cada dos meses a la respectiva Caja Real, de donde eran remitidos directamente a España. 191 agn, Bogotá, Guía general de la Colonia, pág. 9. Disco multimedia. El objetivo fue concentrar en los estancos la producción y comercialización del licor, implicando la instalación de fábricas, la asignación de una jurisdicción territorial, la creación de nuevos cargos administrativos y la delimitación del área de abastecimiento. 190
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libra del tabaco y en una tercera o cuarta parte el valor del aguardiente para el público, determinando que el mayor valor correspondía solo a la Real Hacienda.192 El acta advierte que los gobernadores, corregidores, cabildos y justicias debían hacer notorias las determinaciones, “sin publicar por bando, sino por edicto que con copia auténtica de la orden en que irán recopiladas se deberán fijar en las cabeceras”. Otra decisión gubernamental que afectó a Neiva fue la de obligar a pagar impuestos a todas las haciendas de temporalidades, es decir que la hacienda de Villavieja también fue gravada, lo que aumentó las tensiones. La decisión se comunicó al regente desde Quito, para que los predios ocupados a “los exjesuitas satisfagan los mismos derechos reales que los de los legos”.193 En el decreto real se ordenó la contribución del 12 y medio por ciento por cada barril o botija de aguardiente, además de un aumento del 6 por ciento de la alcabala. Al ejemplo de la Presidencia de Quito,194 a la hacienda de Villavieja se impuso sobre todos los frutos y efectos que se produjesen, labrasen o saliesen de ella. Los impuestos selectivos Para completar, Gutiérrez de Piñeres dictó un decreto el 17 de diciembre de 1780 aumentando impuestos específicos para Timaná y Neiva, así: de cada 100 pesos de oro que se fundieren, 2 tomines de la ley que fueren; por botija de vino del Perú, 3 reales; por faja de ralas, jerguetas y bayetas de Quito y sombreros, 2 tomines de oro; por cada cabeza de ganado de cerda que se vendiere, 1 real; por mula de cría, 2 reales; por cabeza de ganado mayor que los criadores vendiesen o sacaren, medio real, y un real que debían pagar los compradores, de modo que saliera a real y medio por cada cabeza, fueran muchas o fueran pocas; botija de miel, medio real; carga de cebo, 2 reales, lo mismo que la carga de sal, la de harina y la de jabón de 8 arrobas.195 Se eximía del impuesto a las bnc, Raros y curiosos, l. 370, ff. 205-206. bnc, Raros y curiosos, l. 370, f. 3. La nota fue enviada por Juan García León y Pizarro en abril 18 de 1780. 194 bnc, Raros y curiosos, l. 370, ff. 5-7. 195 bnc, Raros y curiosos, l. 369, f. 346. El Decreto dice basarse en las reales cédulas de marzo 4 de 1635 y septiembre 4 de 1837, y se aplicaría para las villas de Neiva, Purificación, La Plata y Timaná y los pueblos de sus jurisdicciones. Un decreto similar se dictó también sobre géneros y mercancías en zonas del hoy departamento del Caquetá de mucho flujo comercial con Neiva. bnc, Raros y curiosos, l. 369, f. 342, este mismo punto se enuncia 192 193
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harinas producidas en la región, “con el importante fin de fomentar la agricultura nacional”. Para colmo de males se crearon, también en 1780, nuevos estanquillos en Aipe, Villavieja, Fortalecillas, Piravante o El Volcán (Campoalegre) y Otás, dependientes de una fábrica,196 y en el sur con otra que surtía los de Naranjal, La Jagua, Valle del Suaza, Laboyos (Pitalito), Pital, La Honda (Gigante), Potrerillos, Paso de La Guaira (Tarqui) y Tambo del Salero (Paicol), todos ellos asentamientos indígenas. Además en Neiva cobraban tarifas superiores frente a las demás provincias. El propio cabildo había informado a Santafé que podía empeorar si no se detenía la voracidad de los administradores de estancos, pues “el tabaco principal, por no haber del cafuche, se este vendiendo la libra muy faltosa a cuatro reales, y no a dos, como se ha publicado en el bando de la Superior Junta General; y también porque la limeta de aguardiente se vende a tres reales y no a dos cuando la rebaja de los dos reales es solamente en el frasco”.197 Finalmente un hecho que podría parecer anecdótico: Miguel de Gálvez y Ceballos, el que fuera gobernador cuando la revuelta de Juan Ascencio Perdomo en 1767 y a quien la plebe le perdonara la vida porque así se capituló, se desempeñaba en 1781 como director del Resguardo Unido de las rentas de tabaco, naipes, aguardientes, pólvora y alcabala para el Nuevo Reino de Granada, con sede en Santafé198 y a quien los neivanos culparían de la carga impositiva. De Tupac Amaru a Pedro León Perdomo El movimiento revolucionario peruano acaudillado por José Gabriel Condorcanqui, Tupac Amaru, tuvo repercusiones inmediatas en Neiva, provincia que tuvo muchos nexos con el reino del Perú durante varios siglos, debido a el comercio y el contrabando, y aún en el lenguaje, con varios quechuismos que aún subsisten. Coincidencia o no, Tupac Amaru en sus proclamas utilizaría expresiones muy similares a las de Juan Ascensio en Silva Vargas, Neiva, cuna… págs. 140-141. Es de advertir que uno fue el rango de impuestos para esa provincia y otros muy distintos, con tarifas diferentes, se aplicaron para las demás provincias de la Nueva Granada. No se pagaba el mismo impuesto al tabaco en Neiva o San Gil que en Cartagena, Popayán o Santafé, por ejemplo. 196 Charry, Gabino, Frutos de mi tierra: geografía histórica del departamento del Huila, Neiva, Imprenta departamental, 1922, págs. 134-135. 197 Posada, Los Comuneros… pág. 369. Oficio de junio 8, con términos ratificados en informe de junio 24 de 1781. 198 bnc, Raros y curiosos, l. 346, ff. 509-510.
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Perdomo en Neiva, mientras que el pariente de este, Pedro León Perdomo, lanzaría frases de enorme similitud con las del héroe peruano, lo que hace suponer que a finales del siglo xviii el sentimiento americanista era común en estas zonas andinas. Tupac Amaru pedía, por ejemplo, que fueran abolidas las alcabalas, las aduanas y otras muchas introducciones perniciosas,199 la supresión de la figura de los corregidores, con penas de la horca “para todos los renitentes”200 y aducía que sus órdenes no eran “contra Dios, ni contra el Rey sino contra las malas introducciones”. El desobedecimiento a los europeos y su expulsión de las tierras americanas hacían parte de las consignas del último Inca201 pero años antes lo fueron de las capitulaciones de Juan Ascencio Perdomo en Neiva 1767 y figurarían en las arengas de Pedro León con las indiadas y la plebe en Neiva en 1781, cuando ya la revuelta era un hecho y el cabildo, en un acto desesperado, se comprometió en devolver la casta a los Perdomo y restituir la honra a todos los de su apellido. Tupac Amaru hizo especial hincapié en el amplio espectro social de su revolución partiendo de un carácter anticolonial, nacionalista, con todos los sectores y etnias del Perú: indios, mestizos y blancos. Guardadas proporciones, y con un carácter netamente provincial pero antiespañol, la revolución neivana tuvo la misma participación social, en lo que algunos escritores han criticado por la supuesta participación de élites locales que, como los dueños de cuatro vacas, también sufrían la opresión. Pedro León encontró el terreno abonado para emprender una campaña que se fue extendiendo “entre toda la gente del común, que unos a otros se van avisando, como el carbón cuando se va prendiendo, y penándose unos a otros con la pena de la horca”.202 Empezó su movimiento con las indiadas de la región, descontentas por los estancos recién creados, especialmente el de Carta al cacique Diego Chuquinguanca, noviembre 15 de 1780, en Boleslao, Lewin, Tupac Amaru: el rebelde, su época, sus luchas y su influencia en el continente, Buenos Aires, Editorial Claridad, 1943, pág. 198. 200 Boleslao, Tupac Amaru… pág. 200. La frase es importante para la lectura de los futuros discursos de Pedro León Perdomo, el comunero neivano. 201 Boleslao, Tupac Amaru… pág. 203. En uno de los apartes, muy similar a lo usado por los Perdomo, Tupac Amaru expresaba: “ordenamos y mandamos, que ninguna de las personas dichas, pague ni obedezca cosa alguna a los ministros europeos intrusos, y solo se deberá tener todo respeto al sacerdocio, pagándoles el diezmo y la primicia, como que se da a Dios inmediatamente, y el tributo y el quinto a su Rey y Señor natural, y esto con la moderación que se hará saber ”, en Moreno Cebrián, Alfredo, Túpac Amaru, el cacique indio que rebeló Los Andes, Madrid, Ediciones Anaya, 1988, pág. 122. 202 Carta de Perdomo al cabildo de Neiva, junio 15 de 1781, en Posada, Los comuneros… págs. 410-411. 199
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tabaco, que le prohibía sembrar la planta nativa que cultivaron durante siglos. La inconformidad popular fue creciendo en proporción directa con las medidas económicas de Gutiérrez de Piñeres y tuvo en Neiva como pregonero mayor a Pedro León, quien recorrió arengando a las indiadas de Aipe y Villavieja.203
La revolución de 1781
La carga de impuestos fue uno de los detonantes de la rebelión de los comunes, que terminó involucrando a casi todas las clases sociales de la ciudad. Pedro León Perdomo comenzó a arengar a la población, advirtiendo que España expoliaba a las provincias para mantener una guerra que no era americana, pues: Si su Majestad se halla falto de dineros para mantener sus tropas no necesita mandar poner semejantes pechos [impuestos] a sus Indias, que esto es solo para el un señor y el otro beban buenos vinos, coman buenas comidas, rompan buenos vestidos y buenos zapatos y paguen sus dependencias. Y de este modo no le alcanza nada a su Majestad ni sabe de nada (...) Y más se supliera su Majestad con mandar a pedir a sus Indias y que estos dineros le vayan por junto sin que se quede más atrás: y si el Rey mi Señor supiera cómo tienen sus ministros a sus Indias de abatidas, no lo permitiera. Ya así que es nuestro soberano y señor de vidas y haciendas: No tan solo serviremos.204 La documentación relativa a la insurrección fue hallada en Neiva por Aureliano González Toledo en la guerra de 1860 cuando acompañaba a su padre al lado del general Tomás Cipriano de Mosquera. Los papeles iban a ser convertidos en cartuchos de pólvora y González los salvó, regalándolos después al doctor Nicolás Ibáñez, quien los conservó y luego donó a la Biblioteca Nacional, bajo el título Documentos sobre el tumulto con el administrador de aguardiente de Neiva, de que resultó la muerte del gobernador D. Policarpo Fernández. Secretaría del D. D. Pedro Romero Saráchaga, año de 1781. Todos los originales habían sido regresados a Neiva con el gobernador Vandal en 1782 para que dividiera los procesos y agilizara las investigaciones; tras el indulto general fueron regresados por Vandal a la Real Audiencia, que posteriormente los devolvió para determinar los perjuicios causados. Los documentos fueron transcritos cabalmente por Eduardo Posada para incluirlos en Los Comuneros, volumen IV de la Biblioteca de Historia Nacional, publicado en 1905. Nos ha sido imposible localizar los papeles originales, si es que existen. En la sección de Libros raros y curiosos permanecen los expedientes formados en 1782 por Pedro López Carballo y Manuel Domingo Guilez y Escajadillo, y algunos otros documentos no relacionados con el proceso penal instruido inicialmente. 204 bnc, Raros y curiosos, l.386, f, 161. 203
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La situación se había complicado porque los propios estanqueros cobraban más de lo que el gobierno había establecido, tanto así que los alcaldes Pablo Alvira y Agustín Páez Pinzón y el alférez real Pedro de Cuenca, temiendo que la situación se tornara peor, informaron a Santafé que en el mes de junio de 1781, poco antes de la rebelión la limeta de aguardiente no se vendía a dos reales, como decía el decreto, sino a tres, mientras que la libra de tabaco se vendía a cuatro reales, es decir el doble de lo establecido.205 Las indiadas ya estaban alborotadas y Perdomo había concebido un plan con un ultimátum al cabildo de Neiva: escribirle dos días antes al cabildo de Neiva pidiendo licencia para “sacar los estancos a la plaza y pegarles candela”. Si ello no se aceptaba, que era lo más seguro, llegarían hacia el mediodía las gentes del común, desde diferentes partes y harían nueva súplica y pasarían donde los estanqueros para pedirles los géneros, y en caso de no entregarlos, pedirían cabildo abierto para suspender los estancos. Si nada de ello se daba, “se quitarían a pulso”.206 Pero el plan de Perdomo debió anticiparse en el poblado del Caguán, a donde llegaron tres indígenas a quienes el alférez Páez había acusado de contrabandistas de tabaco porque “solo de eso sirven esos vagabundos”,207 por lo que fueron amarrados en Suaza y luego vueltos a La Jagua, en jurisdicción de Timaná. Los nativos, oriundos de La Ceja (hoy Acevedo) llegaron al Caguán, donde Perdomo hacía los preparativos para el golpe, narraron los hechos y los ánimos se caldearon, pues los nativos llegaron “tan picados y se toparon con los del lugar, que no menos están, y se habían convocado para traer todos los de su pueblo”. Perdomo afirmó que trató de apaciguarlos, pero le respondieron que “‘tan indios ellos como yo’, que los acompañara, que si más blancos había era más llevaban”.208 Con un tambor convocaron a los indios y blancos en la tarde de aquel 10 de junio de 1781 hacia las tres de la tarde, en manada acudieron primero al estanco de tabaco y luego al de aguardiente apropiándose de las mercancías. El motín no pretendía destruir los elementos: los nativos quisieron tomarse lo que consideraban propio de sus relaciones de producción. Según Perdomo, hallaron 153 tanguitos de tabaco y no más de una botija de licor. Pero Román Mejía, estanquero del Caguán, dijo que Posada, Los comuneros… pág. 369. Posada, Los comuneros… págs. 411-412. Los detalles se incluyen en una carta posterior de Perdomo, dirigida al alcalde mayor provincial, quien por esto y otros hechos fue acusado de complicidad con los comunes. 207 Posada, Los comuneros… pág. 412. La información es de Perdomo en la susodicha carta. 208 Posada, Los comuneros… pág. 412.
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el motín de indios le ordenó entregar el aguardiente (dos botijas menos cinco limetas), el cual se llevaron a la plaza y se lo bebieron. Así mismo, León Bautista, responsable de la renta de tabaco, afirmó que le “quitaron el tabaco del Rey”, que ascendía a unos 154 mazos y lo llevaron a la plaza para repartírselo.209 Bautista diría después que los indígenas le ofrecieron cincuenta azotes, lo mismo que Pedro León Perdomo, quien se hospedaba en la casa del nativo Simón Cachaya y portaba un arma oculta.210 Como responsable de los hechos muchos señalaron directamente a Pedro León Perdomo, secundado por los mandones indígenas Bartolomé Quiza, gobernador del resguardo; su alcalde Bernardo Alvarez ,el que más alborotó a los demás como principal, más ladino y atrevido, según el estanquero del aguardiente; Francisco Gaspar, también alcalde; y Cristóbal y Agustín Quiza, “capitanejos y jueces de dicho pueblo”, según las versiones de los estanqueros. En una carta Perdomo afirmó que simplemente obedeció órdenes de los indígenas: “en esa causa va ninguno haciendo de cabeza sino que el empeño es de cada uno por sí. Si yo lo repartí [el aguardiente y el tabaco], fue porque ellos [los indígenas], me lo mandaron”.211 El cabildo propone “comprar” a Perdomo Los hechos del pueblo del Caguán prendieron las alarmas en Neiva, donde el gobernador Policarpo Fernández citó a los miembros del cabildo para conocer los informes de la insubordinación, la cual ya era vox populi en toda la región. Pensaron que lo adecuado era “comprar” al que creían jefe de la revolución, el blanco Pedro León Perdomo. Para detener su liderazgo pensaban comprarlo, ofreciéndole el indulto general y lo que creyeron más importante: se comprometieron a honorar nuevamente a la familia Perdomo, proscrita desde los tiempos de Juan Ascencio. Para ello, el cabildo “arbitró el de escribirle, con asistencia del Gobernador, carta de perdón de lo hasta allí cometido, bajo la condición de que se retirase con la gente que tenía dispuesta” lo que no observó, respondiendo la carta de amenazas y desafueros como consta en los autos comprobantes de su exceso.212 Pero la respuesta del líder comunero fue al tiempo altiva e incrédula: “dijo que en atención del mandato y las mercedes que se han servido
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Posada, Los comuneros… pág. 404. Sobre los hechos del Caguán, con los testimonios del caso, véase Silva Vargas, Rodrigo, Neiva, cuna… págs. 144-145. 210 bnc. Raros y curiosos, 1.379, ff. 42-44. 211 Posada, Los comuneros… pág. 412. 212 Posada, Los comuneros… pág. 414. Informe del cabildo al virrey, octubre 24 de 1781. 209
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mandarme” estaría dispuesto a tratar de hablar con la gente, pero que la decisión de acabar con los estancos no era de un grupo de personas sino de las gentes del común, que habían hecho un pacto que sería castigado con la horca en caso de incumplimiento: Protesto y digo que lo pondré prontamente y sin dilación, con la mayor exactitud que pueda, caminando de día y de noche, unas ocasiones por tierra y otras por agua, hasta topar con el último de los que se han convocado. Que por lo que respecta a mí, y a aquellos que por mí se hubieren convocado, protesto bajo buen seguro que con ayuda de Dios y su bendita Madre no habrá innovación. Por lo que respecta a la demás gente no puedo determinar cosa alguna hasta no verlos a todos; porque como no pende de mi solo sino que es toda la gente en común, que unos a otros se van avisando, como el carbón cuando se va prendiendo, y penándose unos con pena de horca el que retrocediera de lo mandado para que de este modo ninguno se pueda sacar el pie. Y así como a mí me han penado estando bien guardado, voy yo penando y aquellos lo mismo a otros.
En su repuesta, Perdomo expuso las razones de tipo económico que movían a las gentes del común, muy similares a las de Tupac Amaru, y sosteniendo que no comprarían el aguardiente a cinco reales ni los tabacos a tres, ya que no aceptarían mas impuesto que el de alcabala al dos por ciento. Luego rechazó el indulto ofrecido por el gobernador y el cabildo, escrito en papel común y corriente y no en el sellado, que caracterizaba los documentos oficiales. Y apareció el espíritu de su antepasado Juan Ascencio, para expresar que poco o nada importaba lo prometido, pues había mucho que ganar y nada que perder, frente al despacho traído por el leal vasallo Miguel Ramírez contra los de su familia y su descendencia: Nosotros, los causados por Asencio vamos a causar esta para matar la del referido Asencio, porque causando esta mata aquella; porque hoy para castigar alguna en alguna parte, se han de castigar todos los indios en general, pues vino el levantamiento de arriba para abajo y de abajo para arriba; que solo Neiva, Timaná y La Plata faltan. Y puede que con el indulto general en la mano que Usías se han servido ofrecerme haciendome merced y gracia, y la causa de dicho Asencio y el despacho que los señores Alcaldes tienen para cogernos en la mano, puede se contengan, a lo que cree en la honrosidad y magnánimo pecho de Usías, se me mandarán y el despacho que trajo Ramírez deshonorando la
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familia. Y creo que el perdón general vendrá en papel sellado, que quedará archivado al tanto, y este vendrá de seguro ya firmado como se me ofrece por el cabildo en nombre del Rey nuestro Señor, y de siete hombres de mayor edad y séquito, y este recibo también se archivará, y si por no ser en papel sellado no sirve, pido se me mande sellado.213
La propuesta gubernamental del indulto de nada habría servido, pues como el mismo Perdomo dijo, la rebeldía se había prendido como las brasas del carbón. Tanto, que el jueves 14 de junio, día del Corpus Christi, una de las fiestas religiosas más importantes, la revuelta empezó al otro lado del río Magdalena: en Aipe. Revueltas en Aipe, Villavieja y Fortalecillas En Aipe el estanquero de las dos rentas, de aguardiente y de tabaco, era Miguel de Rivera, a quien unas semanas atrás por pasquines se le había notificado que saliera definitivamente de la población. El populacho fraguaba el ataque a los estancos para el atardecer del jueves de Corpus Christi, comandados por Pascual Castañeda, un capitán requintero designado por el gobernador Fernández para cobrar el impuesto del quinto real, quien aseguró que el levantamiento tuvo unas cien almas, entre hombres, mujeres y muchachos. De nuevo el tambor, como en el Caguán, sería el santo y seña para iniciar el ataque en los tambos, derramando cuatro botijas ordinarias de aguardiente y repartiéndose 25 arrobas menos dos mazos (manojos) de tabaco. Según los testimonios, Castañeda fue secundado por Manuel y Salvador Rodríguez, Pablo y José de Medina, y Juan Orta y un hijo suyo, todos ellos indios requinteros214 vagos de la hacienda Villavieja. Al igual que en el Caguán, los amotinados se apoderaban de los géneros, es decir, los repartían entre ellos y los llevaban a sus casas. Un declarante afirmó que en los motines sacaron tres cajones de tabaco a la mitad de la plaza, y tres o cuatro botijas de aguardiente; un esclavo del bnc, Raros y curiosos, l. 386, f. 164. Carta de Perdomo al cabildo, junio 15. Los alcaldes afirmarían después que fue escrita en Aipe, en casa de Herrera. Erradamente, Posada la data como de junio 19. En las transcripciones del documento el nombre de Ascencio es usado como sustantivo común, por lo que al texto no se le había valorado completamente. Las cursivas son nuestras. 214 Posada, Los comuneros… pág. 393. 213
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alcalde mayor provincial, llamado Domingo, sacó uno de los cajones, y otro una botija, todo ello en presencia del cura párroco, el doctor Antonio Caro, que junto con José Antonio Lozano (alcalde partidario de Aipe) vieron lo que pasaba sin pedir favor del Rey para contenerlos, por lo que se podría decir que el alcalde y sacerdote se hicieron los de la vista gorda.215 La mayoría de testimonios sobre el motín de Aipe indican que fueron varios los esclavos de la hacienda de Villavieja que participaron en el hecho, que los revoltosos iban armados de sables y machetes, que todos hablaban mal del rey, de sus ministros y de los estancos porque “todo era un ladronicio”216 y que el tabaco robado fue vendido posteriormente en Neiva. El balance del asentista fue que a “Su Majestad le robaron 24 arrobas y 86 manojos de tabaco principal de 4 onzas que estaban en 4 cajones, y 4 botijas de aguardiente”.217 Algunos de los amotinados de Aipe cruzaron los diversos brazos del Magdalena para llegar a Villavieja, donde también se había cocinado el ataque a los tambos. El sábado 16 de junio, dos días después de sonar en Aipe, el tambor volvió a llamar a una trifulca que tenía como líderes a peones sin tierra en la hacienda de Villavieja, comandados por un vaquero zambo que estuvo de concertado en el hato La Manguita, pero que en el momento del motín se encontraba desempleado, conocido como “El lunarejo” y con los alias de “El Malo o El Peor”. Usaba varios nombres y apellidos, pero los de pila eran Toribio Zapata, el segundo capezuela fue Gerardo Cardoso, que figuró con el apelativo Rodríguez; también sindicaron a Basilio de Quesada, mulato libre, arrendatario de la hacienda; Salvador de Herrera y Jacinto de Rojas, también arrendatarios218 de quienes decían que eran vaqueros de andar a caballo en la hacienda de Villavieja, y lo más del tiempo vagabundos, sin oficio ni beneficio.219 En sus declaraciones la mujer del estanquero aseguró que además de esclavos, esclavas y mulatos, también participaron muchas mujeres, como Felipa Trujillo y su hija, las mulatas María Merced Vargas y Mariela Vargas, y la mamá de Herrera. Así mismo, indicaría que en medio del tumulto le robaron ocho arrobas y 20 manojos de tabaco principal de cuatro onzas, 27 reales en dinero y que al día siguiente pretendieron azotarla, cortarle el pelo y ponerla en el camino, es decir, que saliera de la población. Otros
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declarantes afirmaron que de uno de los hatos de la hacienda se sacaron una escopeta, una lanza y varios esclavos para robarse la existencia de una carga de tabaco más tres pesos.220 Un mulato esclavo llamado Venancio había ofrecido dos lanzas para matar a la tambera porque no daba el tabaco a medio real el mazo.221 El gobernador Policarpo Fernández tuvo una corazonada y en la noche del domingo 17 de junio resolvió cambiar su capa castellana por la vulgar ruana y montando su caballo salió a rondar por las calles de Neiva para auscultar a la plebe. Ya había recibido con preocupación los informes sobre los asaltos a las rentas oficiales en Aipe y Villavieja, y conocía del ataque que se preparaba contra la capital con amotinados que venían del norte y del sur. Se encontró con el alcalde provincial Páez Pinzón y le relató que algo grave estaba por pasar y le rogó estar alerta si se presentaba la revolución: un tiro de escopeta sería su santo y seña para que Páez, que era su vecino, acudiera a su casa en caso del motín.222 Los rebeldes resolvieron atacar primero en el pequeño pueblo de Fortalecillas, en las cercanías de Neiva, donde las estanqueras eran nada menos que María Rosalía y Casimira Ramírez, hermanas del leal vasallo que capturó a Juan Ascencio Perdomo nueve años atrás y que logró preeminencias y quiso convertirse en el sustituto del rey en la provincia de Neiva. El tamborcito sonó en Fortalecillas en la tarde del lunes 18 cuando fue atacado el tambo donde se encontraba Casimira, viuda de Santiago Valbuena (hermano de Martín), donde los comuneros quebraron todas las botijas vacías de aguardiente, botaron la limeta y el vidrio de medir y derramaron el licor restante, que era tan poco que fue avaluado en un real; como no hubo tabaco, los revoltosos encontraron unos alfandoques que la tambera vendía por encargo ajeno, y se los repartieron entre los participantes.223 En la noche de aquel lunes los revoltosos pernoctaron en la casa de alguien de apellido Perdomo, a quien no identifican, preparando la toma de Neiva. Supuestamente el motín se preparó en Guasimal, uno de los hatos de la hacienda de Villavieja en casa de Matías de Herrera, hermano del alcalde mayor provincial, según informe del alcalde Alvira. Un emisario le diría al Posada, Los comuneros… pág. 387 Posada, Los comuneros… pág. 381. 222 Posada, Los comuneros… pág. 407. El alférez real Agustín Páez Pinzón dijo que la advertencia la hizo delante del párroco de Neiva, Clemente de San Javier, de los Ermitaños Descalzos de San Agustín. 223 Posada, Los comuneros… pág. 493. 220
bnc, Raros y curiosos, l. 379, ff. 56-57. 216 bnc, Raros y curiosos, l. 379, f. 63. 217 bnc, Raros y curiosos, l. 379, f. 62. 218 bnc, Raros y curiosos, l. 379, ff. 89-93v. 219 Posada, Los comuneros… pág. 387. 215
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gobernador que los capitanes del motín eran Marcos Martínez, Basilio de Quesada, Salvador de Herrera, Jacinto de Rojas y Andrés, alias El Lunarejo, que era el capitán.224 La toma de Neiva En el barrio Cantarranas, llamado también El Arrabal, en la casa de Teresa de Olaya,225 mujer del pueblo, se dieron cita los comuneros para ultimar la marcha hacia la plaza principal y tomarse los estancos de tabaco y aguardiente a la hora en que las gentes hacían la siesta. Sin duda, un punto importante es la participación de las mujeres en la revuelta de Neiva, en especial las de Cantarranas, sector identificado como el barrio de tolerancia. Se menciona en los documentos, además de Teresa, a la pastusa Melchora de Cleves226 residente también en Cantarranas, quien se limitó a negar que conocia a los amotinados. El cabildo de Neiva, en un informe sobre los hechos brinda claridad sobre las féminas que participaron: “y bastante número de mujeres, así de la ciudad como del barrio de Cantaranas”.227 Hombres y mujeres, portando machetes, lanzas, palos o garrotes y espadas, salieron ese mediodía del martes 19 de junio hacia la plaza mayor. Seis hombres, cinco de ellos armados (dos con lanzas, uno con escopeta, otro con garrocha y el último con un sable), comandaban la acción, mientras que otro grupo se apostaba a la entrada de la ciudad. Los primeros llegaron a la esquina de la iglesia sin que Policarpo pudiese hacer el disparo de advertencia para que sus amigos acudiesen en su auxilio. Los rebeldes llegaron al estanco del aguardiente, ordenaron abrir las puertas y luego pasaron al de tabaco pero no encontraron a los estanqueros, que habían salido de paseo. Retornaron a la casa del asentista de aguardiente y en medio de una gran gritería entraron al sitio donde estaban la botijas de licor “ y les mandó Andrés, capitán de los seis dichos, a las mujeres que ya en esta ocasión se habían juntado bastantes del barrio que nominan Cantarranas, que sacasen el botijambre, que bastante bien les hacía; las
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cuales le obedecieron y empezaron a sacar y romper las botijas, asociadas con dos hombres”.228 Al parecer, el aguardiente derramado correspondía a doce botijas según las declaraciones que rindieron varios testigos. Los hermanos Vicente y Antonio Mora fueron los primeros en llegar a la casa del gobernador, quien se mostraba dispuesto a enfrentar personalmente a los rebeldes y había enviado recados al alcalde Alvira y al procurador Cuenca para que lo secundasen. El alférez Páez, quien vivía frente a la casa de Policarpo, acudió pese a no escuchar el santo y seña: el español le contó que no tenía pólvora229 y por lo tanto de nada le servían las armas de fuego. El gobernador y sus acompañantes caminaron presurosos hacia la plaza a pesar de varias advertencias de que los amotinados tenían armas. Alvira comentó que no debía temérsele a la escopeta, pues quien la portaba no sabía manejarla. Al grupo se sumaron Antonio Pérez, un cura apellidado San Javier y un criado del gobernador.230 Llegado al sitio del motín, el arrogante gobernador les ordenó a las mujeres que derramaban el aguardiente que se retiraran, y ellas, aparentemente obedecieron junto a dos hombres que les ayudaban, yéndose detrás de la iglesia próxima al estanco. Los rebeldes que tenían armas siguieron en sus puestos, “en línea hombro con hombro, y puestos en fila cerraban la calle y la puerta de la administración. Y al instante el Gobernador, con voz alterada, les mandó que en nombre del Rey rindieran las armas, a lo que respondió el que hacía cabeza diciendo que no quería, que tenían orden de su Rey de [arriba hablando por el cacique Tupac Amaru], y que lo mandado, mandado”.231 Al preguntarles de quién eran mandados, “respondió el principal de ellos que de Su Sacra Real Majestad, y repreguntándole que de cuál, dijo que del de arriba, dando a entender que del de Lima”.232
Posada, Los comuneros… págs. 395-396. Testimonio de Antonio Pérez y Herrera. bnc, Raros y curiosos, l. 379, f. 8v. 230 El relato sobre los hechos de Neiva y subsiguientes, con las debidas referencias documentales, puede verse en Silva Vargas, Neiva, cuna… págs. 155 y ss. 231 Ese relato aparece en un informe del cabildo junio 24 de 1781. El estribillo lo mandado, mandado, que tanto usara Tupac Amaru fue usado por Pedro León Perdomo en la carta que enviara al mismo unos días antes. 232 Posada, Los comuneros… pág. 396. Declaración del procurador Cuenca. Coincide con el testimonio de Pérez. 228
bnc, Raros y curiosos, l. 379, ff. 90-91v. 225 bnc, Raros y curiosos, l. 379, f. 9v. Declaración rendida por Alvira en 1782. Olaya también testificó bnc, Raros y curiosos, l. 379, ff 17v-18v. 226 bnc, Raros y curiosos, l. 379, f. 19. En la última acusación al padre Palencia se habla de una mujer del barrio Cantarranas de nombre Melchora Narváez, que iba de noche a visitar al cura, disfrazada de hombre. Aunque no coincide el apellido, por el nombre, la procedencia pastusa y el lugar de residencia, puede tratarse de la misma persona. 227 Posada, Los comuneros… pág. 367. 224
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Muere el gobernador Policarpo no podía aceptar la insolencia de unas gentes del común que desconocían a su rey de ultramar y hablaban a nombre de un rey indígena, de los andes. Vociferante, a nombre de su rey intimó a los rebeldes que estaban detrás de la iglesia a que se entregaran y ninguno quiso obedecer, por lo que el alcalde repitió las voces sin que nadie acatara órdenes a nombre de un rey que estaba al otro lado del mar. Policarpo insistió y el capitán de los rebeldes le respondió que “primero muerto que rendir las armas”.233 Viendo el peligro en que estaban, Alvira, quien había sido gobernador, exigió que dejaran las armas en el suelo, pero recibía intimidaciones, por lo que salió ligeramente a la boca de la calle real a pedir auxilio a los vecinos, guardias y administradores del tabaco que vivían inmediatos, “y al desfilarse el alcalde le tiraron por detrás un lanzazo, que a no sacarle el quite Antonio Pérez, sin duda quedara muerto”.234 En la lanzada a Alvira, “le llegaron a herir la capa” pero Pérez le ayudó dándole un golpe al agresor, mientras que el procurador Cuenca se salvó de un machetazo,235 eludió otro lanzazo y evadió un sablazo “gracias a que encogió la barriga”.236 No podían ser más insolentes y agresivos los neivanos frente las autoridades españolas: agredían directamente al gobernador y al exgobernador, desconocían al rey al que suplantaban con uno del Perú y hasta se atrevieron a herir la capa castellana del alcalde, es decir, una serie de osadías frente a unos símbolos que nadie se había atrevido a contradecir. Según el cabildo, esos hechos alteraron aún más a Policarpo, quien colérico fue hasta donde el capitán de la revuelta y con reiterados epítetos y con ademanes de darle con el bastón le dijo varias veces: “¡rinde, perro, las armas al rey!”.237 Se arrimó tanto al capitán, que por más ligero que hubiera sido no podía escapar al embiste de la lanza que dio en el vacío del lado derecho, al tiempo que el gobernador “volvió el cuerpo, que cayó en tierra cuasi muerto, que duró como un cuarto de hora, no habiéndose confesado”238 pues ni el cura San Javier que presenció todo lo ocurrido, se prestó para hacerlo y, temeroso, se retiró a observar desde el atrio de la iglesia. Posada, Los comuneros… pág. 382. En los documentos se cita al capitán como Andrés; luego se sabría que su nombre de pila era Toribio Zapata. 234 Posada, Los comuneros… pág. 368. 235 bnc, Raros y curiosos, l. 379, f. 9. 236 Testimonio de Antonio Pérez en Posada, Eduardo, Los comuneros… pág.397. 237 Posada, Los comuneros… pág. 368. 238 Posada, Los comuneros… pág. 368. El cadáver de Fernández fue sepultado al día siguiente.
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El criado de Fernández, viendo agonizante a su amo, abordó contra Zapata con un trabuco que tenía en las manos y le dio porrazos en la cabeza y en un hombro, pero este reaccionó y le hirió “en el brazo izquierdo y en la barriga”.239 Los comuneros arremetieron su ataque y el hombre de la lanza persiguió a Alvira, quien pudo evadirlo, mientras que un hombre con machete agredió al procurador Cuenca, quien armado con un palo le dio un porrazo en la cabeza, pero quien desde el suelo lo contraatacó tan fuerte que Cuenca, “a no sumirse la barriga se la corta por el medio”. Fue cuando aparecieron presurosos los guardias del tabaco con los administradores Manuel Escajadillo y Pedro López Carballo. Este último usó una escopeta para matar al que se decía capitán, y una pistola para acabar con la vida del que había sido golpeado por Cuenca y que ya estaba mal herido. Los guardias hirieron a otro de los comuneros, que logró huir con varios de los levantados, según documento del cabildo en informe que se enviaría a Santafé el 24 de junio de ese año. Uno de los muertos, alias “El Malo, El Peor o El Lunarejo”, era Toribio Zapata, zambo de nación, natural de El Guamo, de oficio vaquero, residente en el páramo de Raspacanilla, jurisdicción de la villa de Purificación, colindante con la Hacienda de Villavieja. El otro fue Gerardo Cardoso, también de Raspacanilla. López Carballo, el que mató a los comuneros, al año siguiente sería elegido alcalde de Neiva y sería el encargado de investigar las revueltas comuneras y determinar los robos de que fue objeto el rey. En la misma noche del 19 de junio, cuando la toma de Neiva, fueron atacadas las rentas estancadas de Piravante o El Volcancito, cerca de Campoalegre. Al estanquillo a cargo de Pedro Gutiérrez llegó hacia la media noche un grupo de revoltosos comandados por Pedro León Perdomo, armado con un sable y una lanza, quien le exigió al administrador la entrega del tabaco, pero como se negó, lo amenazó con amarrarlo a un estantillo y darle azotes. Temeroso, por encontrarse solo con la madre, vieja y enferma, y dos hermanas, una sorda y la otra menor de edad,240 Gutiérrez permitió que Perdomo sacara el tabaco y con sus compañeros que quemaran una parte y la demás se la robaron.
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Posada, Los comuneros… págs. 397 y 409. bnc, Raros y curiosos, l. 379. Todo lo relativo al ataque en Piravante está entre los folios 147 y 150. Gutiérrez relataría que se robaron una carga de tabaco perteneciente al Rey menos el importe de cuatro pesos. En otra declaración dirijo que se robaron ocho arrobas sesenta y ocho manojos.
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Siguen los levantamientos La muerte violenta del gobernador y de los capitanes comuneros no detuvo los conflictos ni los levantamientos. Los esclavos de la hacienda de Villavieja protagonizaron uno de los movimientos más significativos en estos tiempos de inconformidad al declararse dueños de ella. Es preciso recordar que la hacienda Villavieja fue una de las más grandes fincas de los jesuitas en América (quienes habían sido expulsados del Reino 14 años atrás), y que cuando el extenso predio pasó al poder civil, originó una serie de disputas entre la clase política de Neiva, hasta el remate que ganó Joaquín de Arce. Los negros reclamaron la propiedad de la Hacienda con un argumento que contradecía los cimientos jurídicos, sociales y religiosos, “el Estado español les quitó el extenso fundo a los jesuitas, quienes por ser sacerdotes no tienen hijos”, por lo que al no tener herederos, ellos, los esclavos, serían los dueños legítimos de la finca. La tesis significaba que se declaraban personas (hecho no reconocido en las leyes), y como tales, eran libres y podían tener propiedades. Es decir que como ya no eran semovientes, eran los únicos seres racionales que hacían parte de la hacienda y por lo tanto los dueños legítimos de la extensa propiedad. Cinco semanas después del levantamiento de Neiva, el 25 de julio de 1781, un grupo de esclavos asaltó al administrador de la hacienda, Francisco Javier de Cuéllar, quien actuaba como apoderado de Arce para enajenarlo totalmente o por fundos. Cuéllar relató que los esclavos lo ataron de pies y manos, lo azotaron y pretendieron matarlo para apoderarse de la hacienda y devorarla.241 Dijo que los negros siempre promovieron motines tanto en la época de los jesuitas como en los tiempos de Guzmán y de Lago, hasta el punto que el virrey Messía mandó una tropa de su custodia para sujetarlos, pero que ahora “todos los esclavos están alzados y cantando a bocallena que toda la hacienda les pertenece como herederos de los referidos Padres”. Los alcaldes Alvira y Dussán, quienes asumieron el gobierno de la provincia por muerte de su propietario (Policarpo Fernández), autorizaron a Cuéllar para imponer justicia a nombre del rey, mientras que el fiscal Martínez de la Real Audiencia pidió “capturar todos los esclavos de la hacienda de temporalidades o a la de los que puedan, a los cabezas los ahorquen públicamente y a los demás, puestos en la picota, se les dé a cada uno cien azotes útiles y apercibidos se les devuelva a la casa y Hacienda”.242
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Los esclavos no se apaciguaron y en el hato Tortugas, en agosto, estaban sin rebozo, gastando la hacienda, destrozándola pródigamente, “vociferando que matarán a quien se lo impida, empezando por las justicias de la ciudad de Neiva que los han de matar y mandar azotes a un sujeto que después de hecho el hecho no sobran y conocerán el sujeto asaltado”.243 Según el informe, estaban “llegando a tanto su iniquidad que las mulatas esclavas, públicamente dicen que han de soltar azotes luego que venga mi señora doña Micaela [de Mena Felices, esposa del dueño de la finca], con otras atrocidades y desenvolturas propias de su mal pecho e indigna calidad”. El informante señaló a los responsables de los motines: el Negro Salvador y sus tres hijos; el mulato Venancio, sus hijos y “la mujer que es la que los levanta y se nombra capitana entre las esclavas”. En su lenguaje mencionó a las dos “Manzeras y los dos Mondragones mulatos libres, que están públicamente insolentes y desvergonzados”, y agregó que había muchos libres encubiertos, tanto concertados como arrendatarios, siendo aún peores los libres, que inducían a los esclavos y hasta les compraban lo que estos se robaban. El dueño de la hacienda agregó que los esclavos y arrendatarios han sacudido el yugo de la subordinación, disponiendo a su arbitrio y disipando los bienes de la finca con grave perjuicio suyo y de las temporalidades.244 Así mismo, señaló que los inquilinos en el predio son unos doscientos y que no podía actuar portando armas de fuego, porque la pólvora estaba prohibida en la provincia. Entre tanto, Pedro León Perdomo continuaba su agitación para destruir los estancos y apoderarse del gobierno neivano, al que culpaba de la infelicidad popular. El 18 de agosto estuvo en el hato La Manguita convocando “a todos los villaviejas” para que fueran a Neiva, mientras los administradores de hatos como ese y Bateas trataban de aislar a los esclavos frente a la influencia de Perdomo. Felipe Serrano, el administrador de Bateas, quiso averiguar sobre la participación de los villaviejas en los motines, pero no pudo debido a que “los ánimos hoy en día están muy levantados y nadie da ninguna razón sobre el asunto, pues a algunos que les he preguntado con algún disimulo, me dicen que no saben ni aun como se llamaban los que hicieron el asalto en esa”. Todo parece indicar que, además de las medidas represivas, hubo algunas concesiones a los esclavos, pues el propio Serrano reconoció que los estaba apaciguando y que “asistían a las entregas que cumplimiento de estas órdenes. bnc, Raros y curiosos, l. 372, f. 91. Así lo informó Sebastián Díaz al dueño de la hacienda, datado el 1º de septiembre de 1781. 244 bnc, Raros y curiosos, l. 372, ff. 142-143. 243
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bnc, Raros y curiosos, l. 371, f. 284. bnc, Raros y curiosos, l. 371, ff. 328-329. No hemos hallado informe alguno sobre el
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estoy haciendo”.245 Las autoridades locales, con apoyo de Santafé, habían ordenado la captura de Perdomo, quien al parecer bajo la protección de muchas personas continuó su propósito contra el régimen español. Buscó al populacho de Guagua (Palermo) y según un testigo “anduvo en Aipe pidiendo una limosna para transportarse al Socorro a traer gente”,246 lo que indica que conocía de las revueltas de esa provincia pero consideraba que la suya, Neiva, era el epicentro de la revolución. En octubre de 1781 el cabildo reconoció el fracaso en el intento por capturar a Perdomo, quien logró un segundo motín contra los europeos residentes en Neiva, en el que participaron también reputados españoles blancos, a juzgar por un informe que enviado durante dicho mes a los capitulares a Santafé: La segunda conmoción dirigida contra los europeos que hay en esta ciudad, siendo calificativa de este segundo alboroto, originado por las diligencias de dicho Perdomo, la carta que así consta de los autos, escrita por Felipe Serrano. Y aunque además de dichos documentos la notoriedad constituye reo de cabeza principal al expresado Pedro León Perdomo (...) Y no obstante de haberse solicitado, con las precauciones debidas, la persona del insignado Perdomo, no pudo ser hallado por cuanto las personas de quienes nos valemos, como por ser indispensables, faltan al sigilo. La inobediencia a la Real Justicia en las disposiciones que en aquellos tiempos expedía para evitar los frangentes ha sido casi tan general en todos, cuanto más singularizados los reputados por españoles blancos, y aunque la intención en ellos era casi igual contra los reales estancos, la manifestación más activa en la sublevación que intentaron posteriormente contra los europeos, que si hubiéramos de informar sobre este particular todas las circunstancias, fuera proceder a nunca concluir.247
Posada, Los comuneros… pág. 413. Nota del autor: la hacienda de Villavieja que tanto representó para los jesuitas y para el gobierno civil se vino a pique. Entre 1782 y 1788 el predio fue afectado por varios embargos, incluyendo uno estatal por deuda con las temporalidades, de varias sumas con que fue rematada por Joaquín de Arce. En 1788 su viuda, Micaela de Mena Felices, pidió desembargar el hato Caballerizas, el único que pudo salvar se encuentra en agn, Bogotá, S. Colonia, F. Censos Redimibles – Cundinamarca, t. 7, ff. 610-673. 246 bnc, Raros y curiosos, l. 379, f. 66v. 247 Posada, Los comuneros… págs. 414-415. 245
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Hacia el indulto inútil
El domingo 24 de junio el cabildo hizo un relato de lo ocurrido en la
provincia hasta la fecha, y en lo referente al asalto de la capital inculpó al asentista Santiago Salas por dejar el estanco al cuidado de un hijo menor de edad,248 aunque reconoció que “el populacho subsiste en abatir los reales estancos de tabaco, y acabar de derramar el aguardiente y quebrar las botijas que han quedado, lo que esperamos por instantes, y nosotros amenazados de su rigor, porque están creídos de que somos la causa”.249 El fiscal del crimen de Santafé pidió comisionar a los alcaldes de Neiva para “iniciar sumaria información con los nombres, apellidos, oficios, vecindario de los que hacían cabeza del desorden y bullicio (...) y los prendan y encarcelen si hay predisposición para ello”250 y ordenó un inventario de los daños causados por los sublevados en los estancos de tabaco y aguardiente. Los alcaldes Alvira y Dussán resolvieron actuar “con el mayor sigilo por no convenir se publique mediante las críticas presentes circunstancias que el populacho de esta jurisdicción acredita la poca subordinación que rinde a la real justicia, y con particularidad algunos esclavos de la hacienda de Villavieja, de donde vino el motín a esta ciudad”251 y requirieron a los alcaldes pedáneos de Guagua (hoy Palermo), Yaguará y Aipe, “so pena de vida y traidores al rey”, que protegieran lo que había quedado de los estancos de tabaco. Francisco de Cuenca, de Aipe, respondió que no lo haría porque solo se buscaba defender al propio Alvira y al ex gobernador del Lago; Juan Manuel de Herrera, de Guagua, nunca dio obediencia, y su mamá y hermanos respondieron lo mismo que Cuenca, mientras que un hermano, Julián de Herrera, le faltó al respeto al alcalde pedáneo que le requirió.252 La respuesta de los Herrera alteró a Alvira, pues se trataba nada menos que de la familia del alcalde mayor provincial, Joaquín de Herrera, a quien responsabilizó de inobediencia y de apoyar a los levantados, hasta el punto que no llegó a Neiva atendiendo sus llamados. Joaquín apareció en la capital una noche, llevando nada menos que una carta de Pedro León Perdomo, en la que le pedía que con el procurador como Padre de Posada, Los comuneros… pág. 369. Posada, Los comuneros… pág. 369. 250 Posada, Los comuneros… pág. 370. 251 Posada, Los comuneros… pág. 380. 252 bnc, Raros y curiosos, l. 379, f. 12. 248 249
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República “providenciaran la salida de Neiva de los sujetos que eran la causa de las discordias”, en lo que se consideró como un nuevo rechazo al indulto que el cabildo le ofreció en junio. Alvira le protestó a Cuenca por no dar conocimiento del hecho a la justicia y le prohibió salir de la ciudad “ni por sus propios pies, ni ajenos, hasta nueva orden pero hizo burla y salió al otro día después de misa”.253 Los alcaldes ordinarios de Neiva, ejerciendo el poder político de toda la provincia, afirmaron tener la presunción legítima de que dicha carta fue escrita en Aipe en casa de Pedro Sánchez, primo del alcalde provincial Joaquín de Herrera y con la participación de este. En un informe (de octubre 24 de 1781) señalaron a Pedro León Perdomo como “el que singularizó de capitanejo, conmoviendo los ánimos de las gentes de esta jurisdicción”, y como responsables de los motines al alcalde mayor provincial, Joaquín de Herrera y a su familia, incluyendo a sus hermanos Juan Manuel y Julián, la madre y las hermanas, además de un cuñado de Julián, de nombre Rafael Trujillo, “que intimidaron a los vecinos de la parroquia de Guagua para que no concurrieran a los mandatos del gobierno”. Por inobediencia fueron inculpados Francisco de Cuenca, casado con María Perdomo, y Pedro de Rojas, vecinos de Aipe.254 Al recibirse en Santafé los autos, el fiscal Martínez dijo que los alcaldes ordinarios no actuaron de manera eficaz para los intereses de la corona. Revisando las listas de implicados en los diferentes asaltos manifestó que “son vagabundos y no tienen distintivo sino el de jornaleros; que a ninguno se le ha puesto preso ni embargado bienes, ni a los dos muertos, ni parece que se han practicado diligencias para indagar si los habían y su paradero”. Por ello ordenó a los alcaldes que ejercieran y practicaran las más vivas y eficaces diligencias para poner presos a Pedro León Perdomo, Salvador Herrera, el hijo o criado de la tambera de Villavieja y el yerno de Juan Orta “y embargarles sus bienes; y que aseguradas sus personas, o la de alguno de ellos, los remitan a esta Corte y su real cárcel”. Martínez abrió la posibilidad para que las autoridades de Neiva llevaran causas “con la mayor brevedad hasta imponerles y ejecutar las del último suplicio y confiscación, con las demás que tuvieren por convenientes, y de modo que en la Provincia y sus comarcas quede a la posteridad el ejemplar escarmiento de que hay necesidad”.255
bnc, Raros y curiosos, l. 379, f. 12. Posada, Los comuneros… págs. 414-416. 255 Posada, Los comuneros… pág 418. Nótese que el fiscal pide aplicar la pena de muerte. Las cursivas son nuestras.
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La revolución empezó en Neiva Antonio Vandal fue designado como nuevo gobernador de Neiva y llegaría a la ciudad con un grupo de 100 militares, que reforzarían a un pelotón ya acantonado sobre el páramo de Raspacanilla, el sitio donde residieron los dos comuneros muertos en la refriega de Neiva. En un otrosí, el fiscal pidió facultar a Vandal para investigar la conducta del alcalde provincial y su familia, tal vez por inhibir de tal instrucción a los capitulares de Neiva que acusaban pero no actuaban. Sin embargo, el gobernador no podía proceder ni hacer demostración diferente mientras no informara al Superior Gobierno y recibiese nueva orden. Uno de los temores del fiscal era la conducta ya enquistada de la plebe de Neiva que, en sus palabras, se había levantado mucho antes que la del Socorro, tal vez conociendo los antecedentes de los motines populares que convirtieron a esta provincia del Alto Magdalena en la más convulsionada y rebelde del Nuevo Reino de Granada. Al solicitar que el nuevo gobernador garantizara que no habría nuevos estancos para el aguardiente en los pueblos de indios, el fiscal Manuel Silvestre Martínez expresó: Otrosí- Expone el Fiscal que para el restablecimiento de vuestras reales rentas en la expresada ciudad de Neiva y su Provincia, conviene y V.A. se ha de servir acordar que el referido Gobernador electo, dentro del breve y perentorio término que le señalo, tome posesión de su Gobierno, y no lo haciendo, se dé cuenta a nuestro virrey, y en la forma ordinaria se provea con otro, con la prevención de que en los pueblos de indios donde nunca hubo estanco, administración ni arrendamiento de aguardiente, no lo ponga ni permita para evitar excesos semejantes a los que por haberlos intentado poner, se cometieron dentro de su jurisdicción, los que son notorio y constan de autos anteriores a los movimientos de la plebe del Socorro.256
El alto gobierno virreinal aceptó los pedidos del fiscal Martínez y le ordeno a Vandal que al marchar para servir su empleo llevara los expedientes y que tan pronto llegara iniciara causa contra Pedro León Perdomo, Salvador de Herrera y los cómplices, procediendo a su captura y embargo de bienes, “extendiendo esta diligencia a los difuntos Toribio
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Posada, Los comuneros… págs. 418-419. Vista del fiscal, noviembre 8 de 1781. Las cursivas son nuestras.
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Zapata y Gerardo Cardoso, homicidas del Gobernador del Distrito D. Policarpo Fernández”.257 El proceso que se instruyó inicialmente en Neiva y fuera enviado por su cabildo a Santafé, por decisión de la Real Audiencia retornó a la capital provincial para empezar a vivir su propia odisea a través de la historia.
luego vamos a cumplir con ella. (…) A más de que si su Majestad se halla falto de recursos para mantener sus tropas no necesita su Majestad de mandar a ir poner semejantes pechos a sus Indias que esto es solo para que el señor y el otro beba buenos vinos, coma buenas comidas, rompa buenos vestidos y buen zapato y paguen sus dependencias. Y de este modo no le alcanza nada a su Majestad ni sabe de nada. Y más se supliera su Majestad con mandar a pedir a sus Indias y que estos dineros le vayan por junto sin que se quede más atrás: y si el Rey mi Señor supiera cómo tienen sus ministros a sus Indias de abatidas, no lo permitiera. Ya así que es nuestro soberano y señor de vidas y haciendas: No tan solo serviremos.258
El temerario Pedro León Perdomo Las órdenes de captura no atemorizaban a Pedro León Perdomo, quien seguía su batalla por erradicar a los españoles de Neiva, promovía reuniones, aglomeraba las indiadas, amenazaba a las autoridades, incitaba a nuevas rebeliones, repudiaba la designación de un gobernador con facultades para tomar represalias y escribía cartas incendiarias. El operativo militar que acompañaría a Vandal motivó a Perdomo a amenazar con responder a la guerra y advertir que quienes estaban en contra de la plebe que podían empezar por hacer su testamento. En una carta dirigida al alcalde Alvira, en la que dice obedecer al rey de España, hace mofa de sus gobernantes en Neiva:
En una segunda carta, dirigida a los señores del cabildo de Neiva y el señor Cura de esta población, Perdomo agrega denuncias, como que tras la revolución y suspensión popular de los estancos del tabaco todo el mundo se puso a sembrar la planta y a vender las hojas, por lo que fueron prendidos y castigados, y anuncia nuevos ataques si el gobernador llegaba a “sembrar sal en la ciudad”: Como vienen a remover cinco alzamientos que usías [dicen] ha habido en Neiva ha degolluntado a lo viejo lo mozo a un presidido las mujeres a una isla y lo tierno señalarlo por el Rey y si ningún soldado desde luego que dentre que por su vasallaje ni ahora ni en ningún tiempo no habrá innovación que siempre somos súbditos bajo su Majestad o algún movimiento en algún modo que saque el señor Cura las reliquias de la Iglesia [y que consuma al Señor] y salga del lugar y mande salir la gente criolla que así como nos hemos de contar ya por muertos con esos Fariseos muertos por muertos y una vez que ha de ser demolida mas honrado quedará con que se queme. Así como la jurisdicción ha de mantener esa gente allá (...) vengan las Indias, pues esto viene a defendernos y si se acabaren los asientos al menos siquiera y caparemos con las vidas lo que no sucede con esta gente allá que se [ilegible] vidas asientos... pues tenemos varios indios y estos tienen más ganas de salir que yo de sacarlos (...) Todo el mundo está sembrando tabaco y todos dicen primero morirán matando que perder el trabajo(...) Todos aquellos que han ido contra Neiva procuren hacer el testamento.
Después de besar sus plantas doy parte a usía como tenemos sabido toda la jurisdicción viene el Gobernador que ha de ser con cien soldados harre bull cinco alzamientos que dicen habido ha mas de la tropa que está ya en el páramo y que estos vienen con el destino de asolar a Neiva y demoler y sembrar sal en la ciudad (…) Pero de venir con tropa o entrar esa tropa que viene o que traiga un soldado o que al tiempo quiera de alguna cosa le dará usía parte al señor Cura de este lugar que a la hora que alguna cosa de estas haya prontamente [consumado el Gobernador, saque las reliquias consagradas] y que salga dicho gobernador del lugar y que mande salir la gente criolla de una vez que vienen a degollar lo viejo y lo mozo a un presidio, las mujeres a una isla y chico señalado muerto por muertos. Dos almudes de indios se me han mandado a ofrecer y de respaldo toda la montaña y así como al vecindario [debe] mantener la tropa el quinquenio más dable será mantengan a los indios porque una vez que ya nos contemos por muertos, muertos por muertos y una vez que esta es ya ley de Dios desde 257
Posada, Los comuneros… pág. 419.
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bnc, Raros y curiosos, l. 386, f. 161.
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Historia Comprehensiva de Neiva Debo decir a usías como usías se persuaden ando en campaña con los Pinzones no necesito de semejantes caballeros ni amparo picardías ni impido justicia si tienen casa siga la justicia conforme a derecho: que yo lo que defiendo es el bienestar de los pobres. (…) Pero una vez que el vecindario está obligado al tanto por qué no se pone por el vecindario el aguardiente como corría pues está mandado que si se hubiera cumplido lo mandado y no se hubieran tres despachos de allanamiento de pechos no hubieran sucedido la despiadada y alevosa muerte del difunto gobernador porque no hubieran venido esos a quebrar botijas y hasta ahora estuvieran haciendo los estancos pues mientras no hubo ese usurpamiento.259
En la parte final del documento amenaza de muerte a los españoles y advierte que está en capacidad de suplantar al incapaz cabildo de Neiva: También debo decir a usías que este muy ilustre cabildo no se halla útil para gobernarse y se está dejando gobernar por don José Antonio del Lago y solo están a lo que dicho señor manda. Yo si me hallo comitente hábil de quitarles las varas y ponerlas en depósito y que se pongan hombres que sepan gobernar como también aquellos que han sido en contra de Neiva procuren hacer su testamento en primer lugar [ilegible] y disponer sus bienes porque desean de meter que yo no los saque de allá con advertencia que no piensen retirarse por ahora y volver mañana, que en cualquier tiempo que vuelvan el empeño es no dejarlos volver a infusionar la tierra supuesta de estos medios cristianos por la ambición que tienen en perdidas las Indias que harto han sujetado en Neiva.260
El gobernador Antonio Vandal, quien asumió el 6 de diciembre de 1781, poco pudo actuar en los procesos y se limitó a separar del expediente lo referido a la gente del común, de lo que vinculaba al alcalde mayor provincial y su familia, formando cuadernos diferentes.261 En marzo siguiente inculpó a todos los que estaban señalados en los testimonios recolectados por Alvira y Dussán como partícipes de los ataques en cada una de las poblaciones asaltadas en junio, y terminó mandando que se realizarán diligencias eficaces dentro y fuera de la provincia para dar con el paradero de dichos bnc, Raros y curiosos, l. 386, f. 162. bnc, Raros y curiosos, l. 386, f. 162. Las cursivas son nuestras. 261 Posada, Los comuneros… pág. 421. 259 260
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reos, los embarguen y los aseguren en cárceles públicas.262 Esa providencia resultó inocua, no tuvo cumplimiento, ya que no se presentaron capturas ni hubo embargos. En la provincia de Neiva, después de la revolución, todo el mundo se dedicó a sembrar tabaco, porque había dejado de pertenecer al rey, o mejor, retornó a quienes por herencia siempre fueron sus legítimos dueños y sus eximios cultivadores: los americanos.263 El gobernador tal vez dio prelación a las investigaciones que ordenó Juan Antonio Rasines, administrador y juez subdelegado general de las rentas de tabaco y naipes de la villa de Honda, quien comisionó como administrador particular de tales rentas en Neiva a Manuel Domingo Guilez y Escajadillo, para adelantar las averiguaciones sobre las pérdidas económicas que las revoluciones comuneras dejaron para el fisco. Para el efecto se elaboró un extenso cuestionario de diecisiete preguntas con varios ítems, haciendo énfasis en los lideres de motín, el sitio de reuniones, el monto de lo robado y de los contrabandos presentados que no eran otra cosa que las siembras y ventas de tabaco hechas por los neivanos después de la revolución.264 Guilez nombró como compañero para las indagaciones al nuevo alcalde de Neiva Pedro López Carballo, el hombre que dio muerte a los líderes comuneros. El indulto general Mientras en Neiva no se lograba la captura de ninguno de los comprometidos en la revolución, el gobierno español utilizó la sentencia a muerte contra el líder de la revolución de la provincia del Socoro, José Antonio Galán, para escarmentar los brotes de rebeldía que se presentaban de manera reiterativa en el Alto Magdalena. Con sonoros y reiterados bandos, López Carballo y Tomás de Cuenca publicaron la sentencia en Neiva según informe de abril 5 de 1782265 y en Timaná, La Jagua, Pital y La Honda (Gigante) se ejecutó ese mismo mes, según informe de los capitulares de Timaná Jorge Tomás de Hermida y Matías Gómez.266 Posada, Los comuneros… págs. 422-424. Sobre este hecho, especialmente en el Caguán y Aipe, ver bnc, Raros y curiosos, l. 379, ff. 44, 63v, 67v y 70. 264 bnc, Raros y curiosos, l. 379, f. 7.Sobre las actuaciones de Vandal y las indagaciones de Guilez, ver Silva Vargas, Neiva, cuna… págs. 175-178. 265 bnc, Raros y curiosos, l. 379, f. 78. 266 bnc, Raros y curiosos, l. 372, f. 137. 262 263
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Las revueltas comuneras
En agosto 7 de 1782 se publicó en Santafé el edicto real concediendo el indulto general a los comprometidos en las revoluciones del año precedente en el Nuevo Reino, situación que el gobernador Vandal en octubre siguiente informó que para su “cumplimiento manda suspender toda actuación en estos asuntos y que se recojan en esta Real Audiencia las de esta naturaleza”. Vandal remitió los autos originales para que se dispusiese de ellos y pidió que se le cancelaran los recibos que de dichos papeles tenía en la secretaría de ese tribunal.267 Sin embargo, el fiscal del crimen en la Real Audiencia, de apellido Merchante, recibió los documentos y aseguró que los reos de la sublevación, “los que parece se hallan prófugos, sin solicitar cosa alguna de dicha gracia, y resultando que estos han causado graves perjuicios a la Real Hacienda así en dinero como en efectos”,268 por lo que, con el fin de subsanarlos, el virrey debía tomar la providencia correspondiente en justicia. El Superior Gobierno acogió la propuesta y resolvió, el 22 de enero de 1783, regresar todos los papeles a Neiva para que el gobernador aplicase justicia por los perjuicios y acciones contra particulares.269 Tras la expedición del indulto general nadie de la provincia de Neiva se presentó ante las autoridades para acogerse al real beneficio. A diferencia de otras regiones, ningún neivano se dirigió el gobierno para presentar excusas, pedir perdón o disculpar su actuación. Tampoco hubo colectas para resarcir el daño causado al rey, y mucho menos para ayudar a que este continuara su “santa guerra” contra Inglaterra, como ocurrió, por ejemplo, en la provincia del Socorro. Tampoco hubo indemnizaciones, y mucho menos embargos, pues los señalados como cabezas eran peones pelados, o como dijera el fiscal Martínez, “vagabundos que no tienen distintivo sino el de jornaleros”.270 No podríamos aventurar hipótesis sobre las razones, pero podríamos imaginar que el ejemplo de lo ocurrido con Juan Ascencio Perdomo tras su revuelta de 1767 y la posterior persecución de que fuera objeto a pesar de las capitulaciones, pudo ser una de las causas. Solo Pedro León Perdomo, líder y estandarte de la revolución, y pariente de Juan Ascencio sería capturado 3 años después.
La herencia comunera
bnc, Raros y curiosos, l. 381, f. 72. bnc, Raros y curiosos, l. 381, f. 156. 269 bnc, Raros y curiosos, l. 381, f.156v. Por segunda vez los papeles sobre la revolución comunera de Neiva regresaron a su ciudad de origen para continuar un proceso sin fin. 270 Posada, Los comuneros… pág. 417. 267 268
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Pedro León Perdomo no se acogió al indulto general, por lo que no
se presentó dentro de los términos previstos en el decreto que lo concedía, pues sabía de antemano que como Juan Ascencio jamás sería perdonado. No hay detalles sobre la manera como fue capturado, pero al parecer ocurrió en la jurisdicción de Neiva en noviembre de 1784. Se puede colegir que varias veces fue aprehendido y logró escapar de las autoridades, según el oficio remisorio sobre el preso suscrito elaborado por el administrador subdelegado para las rentas de tabaco y naipes en la ciudad, mediante el que se informaba al superior de Honda sobre el hecho. Además de las acusaciones de sedición y subversión, parece pesar más la inculpación de ser familiar de Juan Ascencio Perdomo, con la presunción de haber participado en los motines de 1767, aunque en ningún documento de la aquellas calendas aparece mencionado como partícipe en tales hechos. La nota con que se remite preso a Pedro León Perdomo expresa que: Por mano del Administrador de la Villa de la Purificación Don Santiago Tello de Menezes remito a VS bien asegurado a Pedro Perdomo natural de esta Jurisdicción y sujeto que en el año de ochenta y uno fue seductor y cabeza de motín en los Alzamientos y robo los tabacos de los estancos como consta Justificado por los sumarios que remití a VS con fecha ocho de junio de el año ochenta y dos. El motivo que he tenido para quitarlo de esta jurisdicción es el de que es de tan mala inclinación que aún persiste en sus palabras fanáticas propias de un Hombre oscuro nacimiento y de fatales inclinaciones, y porque es constante no haberse presentado en el tiempo prefijado para que lo comprehendiese el perdón general: y como aunque lo hubiese hecho desde luego no se le comprehendería respecto a que fue comprehendido en el Alzamiento en tiempo del Gobernador Gálvez, cuyas causas fueron Justificadas y castigados algunos de los reos, menos a este que ha sido cogido varias veces y siempre ha huido de las prisiones. La remisión de esta a esa Villa a la posición de VS no se dirige a mas que a que se halle más asegurado en esa Real Cárcel y a que de aquí un Hombre sedicioso, perturbador de la paz y tranquilidad, enemigo del Rey y de sus ministros; y que no se necesitan mas
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Historia Comprehensiva de Neiva papeles que los que hasta aquí tiene criados; por las Reales Justicias; y por el Juzgado de la Renta y por los que el declare en su Confesión siempre que VS se la tome.271
El oficio es de Manuel Domingo Guilez y Escajadillo, administrador de las rentas de tabaco y naipes de Neiva, y llevaba anexa una nota suya expresando que después de haber sido capturado Pedro León le cogieron unos papeles, “varios que incluyo a VM insertos a esta representación habiendo el dicho Perdomo quemado otros, que no le he podido descubrir los contenidos de ellos”. A renglón seguido pidió que el presidiario jamás regresara a la provincia de Neiva, y calificó de ineptos a los jueces de Neiva: “VM propenda de modo que este monstruo de toda maldad no vuelva por estas partes, pues puede perjudicar a Ambas Majestades. Yo lo he cogido y lo remito, porque los Jueces ordinarios, sea el delito grave o no lo sea, no hacen sino tirar a pasar su año”.272 A finales de 1784 Juan Antonio Rasines, administrador general de las rentas en Honda remitió a la Dirección General de Rentas Estancadas de Santafé seis expedientes relacionados con los asaltos producidos en la provincia de Neiva, junto con las representaciones del subalterno en esta, sobre las causas criminales seguidas y la prisión de Pedro León Perdomo, para que continuaran el curso correspondiente. Los sumarios remitidos por José Ley al Regente de la Real Audiencia, José Vicente Ferrer, tuvieron la misma suerte del presidiario: el olvido oficial. Una lacónica nota marginal impuesta cinco años después, reza: “Hoy, 1° de julio de 89 se encontraron estos autos entre los asuntos de sublevación en el estado en que se hallan, con motivo de buscarlos y pasarlos al Dr. Alcorta en cumplimiento del auto del 1° del corriente. Camacho”.273 Se desconoce la suerte final de Pedro León Perdomo. Según las normas vigentes en la época de la sublevación, debió ser remitido a una prisión en Cartagena. Cuando don Germán Arciniegas realizo un proyecto para codificar varios documentos manuscritos de la Biblioteca Nacional (a comienzos del siglo xx), incluyó en su propuesta un documento que tituló Remisión de Pedro Perdomo a la Real Audiencia, y lo dató como de noviembre de 1782.274 Sin embargo su propuesta no corresponde a la actual bnc, Raros y curiosos, l. 381, ff, 39. bnc, Raros y curiosos, l. 381, f. 40. 273 bnc, Raros y curiosos, l. 383, ff. 119. 274 bnc, Raros y curiosos, l. 485, ff. 702-703. Habría un error adicional puesto que Perdomo fue capturado en el mes de noviembre pero de 1784. 271 272
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nomenclatura de la sección de Los Comuneros y después de una intensa búsqueda no pudimos hallarlo. Pedro López Carballo, el hombre que con escopeta y pistola dio muerte a los líderes comuneros en la plaza de Neiva, el año siguiente, 1782, fue elegido alcalde de la capital y sirvió de coinvestigador de Guilez y Escajadillo sobre los hurtos a la Corona. Al siguiente año solicitó que se le nombrara juez conservador de la renta de aguardiente en la provincia de Neiva,275 y en 1783 hizo postura en el remate de la misma en los diferentes pueblos de su jurisdicción. En el voluminoso expediente hay exaltaciones a López por su actuación frente al populacho de Neiva,276 rematando y ganando, además, el derecho de explotar ese monopolio en la villa de Timaná277 a partir del mismo año. López fue quien más atacó a Santiago Salas, el asentista de aguardientes de Neiva en tiempos de la revolución, y obviamente buscaba administrar esas rentas en su beneficio. Pero las diferencias entre López y Salas no se heredaron a sus hijos, que terminaron emparentados políticamente. José María y Francisco López, y Fernando y Benito Salas serían los primeros héroes neivanos en subir el paredón durante el régimen del terror, el 18 de septiembre de 1816.278 Las disputas políticas no terminarían y el final del siglo xviii se caracterizó por las constantes tropelías contra los gobernadores, las burlas de la plebe a los representantes del gobierno, los desplantes de varios sacerdotes contra gobernadores y alcaldes, y también las reiteradas peticiones para que la provincia quedara libre de españoles europeos, como se decía en aquellos tiempos.279 Los tiempos de la revolución seguían “cocinándose” en Neiva, y serían fundamentales en la época de la Independencia. Resta advertir que del paradero de los papeles originales de la Revolución de los Comuneros de 1781 y subsiguientes muy poco puede decirse, excepto los que por fortuna reposan en la colección de Libros Raros y Curiosos de la Biblioteca Nacional de Colombia en Bogotá. Pero de los documentos originales, que habían sido regresados a Neiva con el gobernador Vandal y que varias veces fueron y vinieron entre las dos agn, Bogotá, S. Colonia, F. Residencias- Magdalena, Bolívar, Tolima y Venezuela, t. 64, ff. 340-342. 276 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Aguardientes-Tolima, t. 3, ff. 349-577. 277 agn, Bogotá, S. Colonia, F. Aguardientes-Tolima, t. 8, ff. 201-256. 278 Sobre las convulsiones políticas y sociales remito a los amables lectores a nuestro trabajo Silva Vargas, Neiva, cuna…págs. 183-189. 279 Aitken W, “Gobernantes de Nuestra…” pág. 195. 275
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capitales, nada se sabe. Esperamos que no hayan terminado en el estómago del burro que estaba “retenido” en la alcaldía de Neiva, por allá en la segunda mitad del siglo xx, cuando no había coso municipal, y que debió pasar sin alimentos ni agua durante toda una Semana Santa. El animal dio cuenta de buena parte del archivo local.