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Nota de tapa
La formación de tu autoestima es un laberinto. Descubre cómo encontrar la salida.
Por Talita Castelão, psicóloga clínica, sexóloga y doctora en Ciencias de la Universidad de San Pablo, Brasil.
Cómo y cuánto te aprecias a ti mismo es la forma más sencilla y rápida de definir si tienes o no una buena autoestima. Sin embargo, claro está que el concepto de autoestima puede ampliarse para incluir la evaluación personal de la satisfacción con la propia forma de pensar y afrontar situaciones cotidianas. Más allá de esto, la autoestima será siempre un fenómeno afectivo que interferirá directamente en tu salud, tu bienestar y tu calidad de vida.
Las personas con una autoestima saludable son más seguras y eficientes porque creen y sienten que tienen un gran valor personal. Seguro que conoces a gente así. Pero, si te detienes a pensar un poco, también recordarás quienes entre tus amigos son todo lo contrario: se trata de personas que piensan que no valen nada y que nada les funciona; se sienten disminuidas y poco interesantes. Es muy triste vivir percibiéndote así.
Ahora, piensa un poco en ti mismo. Quizás estés enfrentando actualmente un problema de baja autoestima. En la adolescencia es muy común afrontar este desafío. Pero ¿por qué ocurre esto y cómo cambiar esta condición?
Todo comienza en casa…
Para empezar a comprender tu autoestima veamos cómo se formó. Su configuración tiene una relación directa con la historia de tu vida. Cuando nace un niño, sus necesidades se satisfacen sin que sepa que esa satisfacción es promovida por otra persona. Con el paso del tiempo el niño comprende, poco a poco, el
mundo exterior y la existencia del otro. Por lo tanto, las relaciones familiares y las personas que inicialmente cuidan y educan a un niño son muy importantes para desarrollar la autoestima. A través de las primeras relaciones formamos la visión que tenemos de nosotros mismos y alimentamos sentimientos de aceptación o rechazo.
Por ejemplo, cuando se critica constantemente a un niño, nunca creerá en sí mismo. Difícilmente se arriesgará a hacer cosas nuevas. Probablemente se vuelva inseguro. Aunque también puede reaccionar de otra manera. ¿Cómo? Mostrando rebeldía, falta de disciplina y falta de respeto. En ambos casos, acarreará ansiedad en busca de aceptación por parte de las figuras familiares que deben educarlo.
En el polo opuesto está el otro error: el de la sobreprotección. Si los padres no permiten que el niño juegue con amigos, realice tareas posibles para su edad y ejerza cierta autonomía diaria, le envían el siguiente mensaje: “Sin nosotros no vas a poder manejar tu vida. Siempre haremos todo por ti”. ¿Cuál será el posible resultado de esto para el niño? Inseguridad, escasa valoración y baja autoestima. ...y continúa en la sociedad
En el libro Laberinto de espejos (2004), las autoras Simone de Assis y Joviana Avanci analizan cómo se forma la autoestima a través de un triple lente: nuestra propia mirada, la mirada de los demás y las experiencias vividas. En la familia y en la escuela, por ejemplo, la falta de afecto y el desequilibrio en las relaciones pueden comprometer el bienestar y la salud mental de los niños y los adolescentes. Y, cuando ocurre la violencia, la resiliencia se vuelve más importante para desarrollar la autoestima. Tener resiliencia significa superar la adversidad para transformar momentos difíciles en oportunidades de desarrollo.
De este modo, aquellos que son más humillados, amenazados y atacados tienden a tener una autoestima comprometida. Los sentimientos de inferioridad provocados en este contexto predisponen a enfermedades emocionales (como depresión, ansiedad y trastornos alimentarios) y conductas de riesgo. Muchos adolescentes experimentan un vacío emocional tan grande que incluso practican la autolesión, el abuso de sustancias y el sexo irresponsable. Otros se unen a grupos que parecen ofrecer la aceptación. Todos estos son parches, soluciones vanas. Nada de esto llenará ese vacío.
Desde luego, también hay contribuciones sociales y culturales que operan en la construcción de este fenómeno. Es cierto que, con la madurez, el proceso se individualiza. Aunque cada uno acaba definiendo sus valores, por lo general busca relacionarse con personas afines, que tengan creencias y un estilo de vida similar al suyo. En esta fase, es habitual elegir también a personas como modelo de comportamiento con las
“La adolescencia es la fase de que puedan identificarse durante más tiempo. la vida en la que se debilita la Esto es algo bueno. Pero si en algún momento autoestima. Entiende por qué, la valoración de estos referentes difiere de la evita el autosabotaje y aprende a tuya (hasta el punto de hacerte sentir rechazado) cuidarte”. se puede abrir una gran herida emocional. Cuando el padre, la madre, el maestro o una figura importante etiqueta al adolescente como “tonto”, “vago”, “desordenado” o
“torpe” (y la lista de adjetivos podría continuar), este comienza a creer que nada bueno y redituable proviene de él. Este juicio contribuye a reducir la autoestima durante muchos años.
Cuando tus amigos marcan la diferencia
El día que ella llegó a mi consultorio por primera vez no dijo casi nada. Vamos a llamarla “Roberta”. Al ingresar, y durante toda la conversación, Roberta no mantuvo contacto visual conmigo y era difícil escuchar su voz suave. Ella tenía casi treinta años en ese momento. Nunca había tenido novio, no estaba contenta con su apariencia física y no tenía grandes aspiraciones en la vida.
Los padres de Roberta se habían separado cuando aún era pequeña. Su madre trabajó duro para mantener a la familia y la niña fue criada por su abuela. Pero, tanto la madre como la abuela vieron solo defectos en Roberta. Todos los días la criticaban y castigaban severamente. Temerosa de exponerse, desarrolló una reacción de escape y distancia. Después de todo, si las personas que debían amarla y valorarla no lo hicieron, ¿cómo sería tratada por los extraños?
A Roberta le costó encontrar algo bueno en sí misma. Fue un viaje duro. Dos amigos jugaron un papel muy importante en el proceso. También estuvo la ayuda terapéutica, desde luego. Con dificultad, ella luchó con su propia autonomía. Así, completó su educación superior, consiguió un trabajo, compró un auto, comenzó a viajar y a vivir más segura y feliz. La historia de Roberta es un ejemplo de superación, pero experimentó mucho dolor emocional antes de comenzar a disfrutar la vida.
Ten en claro algo: Tus amigos pueden marcar una gran diferencia en la construcción de una autoestima saludable, especialmente en la adolescencia. Este es un período de cambios físicos, cognitivos y emocionales que afectarán la formación de tu identidad. En esta etapa, también es importante la autoevaluación ante el grupo social. Por lo tanto, cuando ocurre el acoso, por ejemplo, es
muy difícil que un joven salga ileso, ya que las palabras y las actitudes hostiles romperán su autoconcepto. Este autoconcepto tiene una relación directa con la autoestima. Mientras que el primero apunta a cómo la persona se percibe a sí misma, el segundo trae la convicción de que es competente e importante para los demás. De esta forma, la salud emocional se trata de saber quién eres, aceptar quién eres y agradarte.
Una autoestima cambiante
Tienes que saber algo: la autoestima no es estática. Fluctúa a medida que experimentamos experiencias sociales, emocionales e, incluso, fisiológicas. Por eso, hay momentos (sobre todo cuando te comparas con un amigo, sacas una nota baja, te peleas con tus padres, estás enfermo o tienes un rechazo amoroso) en los que te sientes una auténtica basura.
Los investigadores Jonathon Brown (Universidad de Washington) y Margaret Marshall (Seattle Pacific University), en el libro Autoestima: Problemas y respuestas (2006), argumentan que la autoestima se puede percibir de tres formas diferentes: 1-En forma global. Indica la forma general en que la persona percibe su propio valor, siendo más favorable cuando el individuo está mejor relacionado socialmente. 2. Como sentimiento. Se trata de reacciones de autoevaluación emocionales que pueden ser positivas o negativas, según el grado de autosatisfacción. 3. Como evaluación. Se refiere a la valoración de las propias cualidades y competencias.
Ellos y ellas
Una pregunta muy frecuente en el tema de la autoestima es si hay diferencia entre la autoestima de los chicos y de las chicas. Lin Bian, Sarah-Jane Leslie y Andrei Cimpian, investigadores de las Universidades de Nueva York, Princeton e Illinois, en Estados Unidos, identificaron que las niñas terminan la primera infancia (6 años) creyendo que son menos brillantes que los niños. El estudio incluyó a unos 400 niños estadounidenses de clase media, de 5 a 7 años. Entre las tareas solicitadas, los niños debían elegir el sexo del protagonista de una historia, luego de que se les dijera que el personaje era alguien “muy, muy inteligente”. La mayoría de los niños mayores de 6 años indicaron el sexo masculino. Para los investigadores, estaba claro que los valores que diferencian las habilidades de niños y niñas se transmiten desde una edad temprana y luego influyen en las elecciones profesionales y en los intereses de la vida.
Por su parte, la psicóloga Anita Neri, en el libro Calidad de vida en la vejez: un enfoque multidisciplinario (2011), considera que las mujeres son más susceptibles a un autoconcepto bajo en comparación con los hombres, pero que esta diferencia se vuelve más significativa a medida que avanza la edad. Una de las razones es que, después de quedar embarazada, pasar por la menopausia y sufrir un
mayor desgaste físico por su clase social, las mujeres tienden a envejecer más rápidamente y a sentirse menos atractivas.
Sin embargo, nuestra autoestima, que bien o mal se ha formado desde el nacimiento, se desploma como un castillo de cartas en la adolescencia. Y esto ocurre en ambos sexos. ¿Cuál es la razón? En la adolescencia, además de ser una etapa marcada por el estrés de los cambios típicos de edad, el cerebro se vuelve más apto y riguroso para autoevaluarse. La forma de pensar cambia y es posible realizar más abstracciones y razonamientos hipotético-deductivos.
En términos de género, las niñas están más preocupadas por la apariencia, el desempeño escolar y las relaciones. Y, por ser exigentes con estos aspectos, acaban volviéndose más vulnerables en cuanto a la autoestima. Los chicos, por otro lado, tratan de parecer más duros, intrépidos y seguros de sí mismos.
Un atentado contra ti mismo
A los 19 años, él sabía lo que quería hacer de su vida. Roberto (vamos a llamarlo así) ya había ingresado en la universidad y tenía la intención de convertirse en docente universitario. Sin embargo, había algo que lo preocupaba: su relación con las chicas era un auténtico fracaso. Como hijo único con padres sobreprotectores, Roberto no sabía cómo lidiar con las frustraciones. La idea de ser rechazado era tan amenazante que consideró una solución bastante lógica: no se acercaría más a ninguna mujer. Desde luego que esta medida solo fue un paliativo. En silencio y a la distancia, sufría al ver cómo sus amigos tenían novias o intentaban (con éxito o no) acercarse a una chica.
A pesar de ser inteligente y bien parecido, Roberto no vio ninguna atracción en sí. Incluso, cuando alguna chica se interesaba en él, evitaba situaciones que pudieran darle a entender que había una mínima posibilidad de que algo pudiera ocurrir. Él estaba convencido de que si alguien se acercaba sería para jugar con sus sentimientos, y que terminaría sufriendo. Huir fue la manera provisoria de mitigar sus temores y lidiar con su escasa autoestima en este aspecto.
A veces, la persona tiene una autoestima tan baja que accidentalmente dificulta la relación con las personas que la rodean. Algo así le ocurrió a Susana (vamos a llamarla así). En general, ella se sentía sola. Pero, cuando comenzó a relacionarse de manera más cercana con alguien, le hizo constantes demandas de atención y de afecto. Cuando no se sentía atendida, acusaba a esa persona de no valorarla. Sin embargo, lo cierto es que la amistad ofrecida nunca era suficiente y quien estaba a su alrededor se sentía asfixiado por ella, como si fuera imposible complacerla. Inquietos, poco a poco sus amigos comenzaron a dejarla sola, y ella “confirmó” su teoría del rechazo y la injusticia.
Cuida de ti mismo
Una autoestima equilibrada te brindará mejores herramientas para sentirte más optimista sobre el futuro, para lograr establecer metas y tener un compromiso decidido de llevarlas a cabo. La sana autoestima te permitirá ser más empático,
tendrás menos fluctuaciones emocionales, y te sentirás apreciado y aceptado por tu círculo de convivencia.
Por otra parte, las personas con baja autoestima no tienen confianza en sí mismas y se sienten paralizadas por el miedo al fracaso. Por sentirse inferiores, estos jóvenes evitan las actividades grupales o pueden querer llamar la atención viviendo de manera irresponsable, indisciplinada y rebelde. Aun así, tienden a culpar a los demás por la forma en que ven y actúan.
Asumir la responsabilidad de lo que nos sucede es una decisión muy importante. Todos tienen fortalezas que se pueden destacar. Tú también las tienes. No te menosprecies. Vales mucho. Cuidar la autoestima es un signo de autorrespeto, porque solo aquellos que se valoran a sí mismos son valorados por los demás.
Hay una realidad indiscutible: no posees la máquina del tiempo para volver atrás. Es imposible cambiar tu pasado y no depende de ti. Pero hay algo que sí puedes hacer: construir un futuro diferente. La buena noticia es que tu porvenir está en tus manos. Si tus padres no te brindaron el apoyo necesario para elevar tu autoestima, eso no significa que tendrás que vivir con la cabeza agachada toda la vida.
A continuación, indico diez actitudes saludables para caminar hacia una autoestima equilibrada. 1-Juega en tu equipo: No te autoboicotees. Tú eres el mejor jugador de tu equipo. Tu cerebro cree lo que dices. Así que, cuida tus palabras. Trátate a ti mismo con cariño, evitando críticas excesivas. Si eres misericordioso con alguien que se equivoca, también debes ser tolerante con tus propios fracasos. Esto no significa que carezcas de autocrítica y que encubras tus defectos. No obstante, torturarte con las mismas acusaciones todo el tiempo no tiene sentido. Si te equivocaste hoy, intenta hacerlo bien mañana. 2-Identifica tus cualidades: A veces no sabemos cómo recibir elogios cuando nos los dicen y solo prestamos atención a las críticas que emiten sobre nosotros. Cuando dicen que somos hermosos, decimos que son los ojos de la otra persona. Cuando aprecian nuestra actitud, decimos que no fue gran cosa. Deja de minimizar lo positivo. Si alguien destaca algo bueno de ti, simplemente agradécele. Deja de centrarte en tus defectos y enfócate en tus virtudes. 3-Establece límites para ti y los demás: A menudo hacemos cosas que no nos agradan solo para no disgustar a los demás. El límite es saludable para quienes dan y para quienes reciben. Esto puede significar decir que “no” de vez en cuando. Si haces este ejercicio, podrás lidiar con la culpa de negar algo y te sentirás más libre. Quien dice que “sí” a todo y a todos termina por decirse que “no” a sí mismo. Si les dices que “sí” a todos con la esperanza de ser amado y valorado, te aseguro que no tendrás la recompensa deseada. 4-Cuida tu salud: Es bueno mantenerse en forma física y estar satisfecho con la imagen reflejada en el espejo. Pero, no dejes que la apariencia se convierta en un fin en sí mismo ni te dejes engañar por el bombardeo mediático constante de cuál es el ideal físico para la felicidad. Analiza cómo te ves y qué te gustaría
cambiar. Sé realista y comprométete a tener un estilo de vida saludable, a practicar actividades físicas y demás acciones que te harán sentir mejor. Cambia algo que decidas cambiar. No te compares físicamente con los demás. Compárate siempre contigo e invierte en formas de ser una mejor versión de ti. 5-Todos los días haz algo que te haga feliz: Tenemos la costumbre de correr de un lado para el otro sin prestar atención a nuestro mundo interior. Pero, cuando de verdad estamos conectados y comprometidos con ser protagonistas de nuestra propia vida, invertimos tiempo en nosotros. Esto no significa ser egoísta ni dejar de pensar en los demás. Todo “Tus amigos pueden marcar tiene su tiempo. 6-Recuerda que meuna gran diferencia en la reces ser amado: Mantente alejado de quienes construcción de una autoestima te descalifican. Personas así están enfermas y saludable”. terminan enfermándote porque no son empáticas. Relacionarse con ellas es algo tóxico.
7-Deshazte de la cul-
pa: Es muy común que quienes tienen baja autoestima piensen que si hubieran sido una mejor persona serían realmente amadas. Pero esa percepción tiene más que ver con tu historia que con quien eres realmente.Ese sentimiento puede cambiar cuando estamos dispuestos a pensar y actuar de manera diferente. Tus sentimientos no te definen. 8-Ten un propósito en la vida y lucha por él: Ese propósito será tu misión, será tu forma de modificar el mundo que te rodea y dejar tu huella específica. 9-Habla contigo mismo: Pasamos gran parte del día mandando mensajes a los demás, pero rara vez mantenemos un diálogo interno. Esto es invertir en ti.
Descubre por qué estás eligiendo un camino y no otro. No te dejes llevar por la vorágine ni por la multitud. Aprende de experiencias pasadas a fin de prevenir y evitar resultados no deseados. 10-Si es necesario, busca ayuda profesional: No es algo malo pedir ayuda a psicólogos, terapeutas o consejeros espirituales de tu colegio o iglesia.
En resumen, eres responsable de elegir el rumbo que tomarás en tu vida. Viktor
Frankl, un psiquiatra austríaco que sobrevivió a los campos de concentración nazis, lo resumió así en su best seller El hombre en busca del sentido: “Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas –la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias– para decidir su propio camino”. ¡Éxitos en esta caminata!