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República de las Letras
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SUMARIO MIGUEL DE UNAMUNO
De la lucha de clases al opio del pueblo
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JULIO RODRÍGUEZ PUÉRTOLAS
RAMÓN CARNICER
Centenario de un notorio desconocido
19
JESÚS FELIPE MARTÍNEZ
ALBERT CAMUS
La intelectualidad de un disidente contemporáneo
45
PEDRO GARCÍA CUETO
ANTONIO HERNÁNDEZ
En torno a su poesía última
55
FRANCISCO DÍAZ DE CASTRO
30° ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL POETA ALFONSO CAMÍN
69
ALBINO SUÁREZ
BÉCQUER y EL ANTISISTEMA DEL ROMANTICISMO PEDRO
J.
81
DE LA PEÑA
EL ASESINATO DEL RECTOR LEOPOLDO ALAS
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87
FÉLIX POBLACIÓN
MEMORIA ESENCIAL DE ELENA ANDRÉS LUIS ARRILLAGA
89
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......... ~ I
LIBROS CRÍTICAS Y RESEÑAS Carmen Conde. Cancionero de Enamorada. Luzmaría Jiménez Faro
95
Antonio Enrique. Rey tiniebla. Fernando de Villena
98
Ramón Hernándcz. Acuario en Capri. José Manuel Caballero Bonald
100
Antonio Marínez Ballesteros. Teatro escogido. Jesús Campos García
104
José María Muñoz Quirós. El temblor de las libélulas . Manuel Quiroga Clérigo
106
Tano Ramos. El caso Casas Viejas. Félix Población
108
Fito Rodríguez. La sombra de Fausto. La ventana de Casandra.
111
Alfonso Sastre. El lugar del crimen.
114
César Vallejo. El tun.sgteno.
116
Cejudo, Francisco
118
Greciet, Esteban
119
Lucarda, Mario
120
Martínez, María José
121
París, Carlos
123
Rozada, Nicanor
124
XXIII Premio Ana María Matute
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Próximo número de REpÚBLICA DE LAS LETRAS
JOSÉ HIERRO - EDUARDO GALEANO
Corrección de estilo: Laura Martínez
Unamuno: De la lucha de clases al opio del pueblo JULIO RODRÍGUEZ PUÉRTOLAS
Catedrático emérito, Universidad Autónoma de Madrid
Como es bien sabido, en 1891 Miguel de Unamuno accec¡le a la Cátedra de Griego de la Universidad de Salamanca. Durante los años 1894-1897 publica abundantes artículos en La Lucha de Clases, el periódico bilbaíno del Partido Socialista Obrero Español, de significativo título. El primero de estos artículos apareció en forma de carta pública el 11 de octubre de 1894, y en él Unamuno se presenta como socialista seguidor de Karl Marx. Ya antes de dicha fecha, en su correspondencia con
el filólogo Pedro Múgica se declara socialista, y el 5 de abril de 1892 llega a preguntarle a su amigo, con notoria ironía: "¿cree usted que el cuerpo y el alma de los pueblos viven de fonética románica?"I. Pregunta que tiene mucho que ver, sin duda, con un artículo del propio Unamuno en El Eco de Bilbao (7I-1894) titulado nada menos que "La reforma de la ortografía en la sociedad burguesa". Aquí, como ha señalado Carlos Blanco Aguinaga, dice Unamuno que esa ortografía
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Unamuno: De la lucha de clases ...
sirve a los ricos para diferenciarse de los pobres porque responde al "sentimiento de holganza y lujo que provoca nuestro estado social de privilegio y rapiña"; el principal obstáculo a toda reforma ha de buscarse en esos sentimientos "fruto de la constitución de nuestra sociedad" (ibid ., p . 75) .
Interpretación ciertamente marxista, paralela a esta otra -también llena de ironía y también dirigida a Múgicasobre la guerra de Cuba, "uno de los más curiosos ejemplos de cómo la guerra es un negocio y de lo que es capaz el genio del capitalismo moderno"2. Pero he aquí que en 1895, es decir, en plena época socialista de Unamuno, publica este En torno al casticismo. Se trata de un libro en el cual son tan patentes sus contradicciones internas corno sus contradicciones y problematizaciones con respecto a un socialismo que aquí todavía parece aflorar, aunque sea de modo ocasional. Así, por ejemplo, en el comienzo del segundo capítulo ("La casta histórica Castilla") se dice que Para llegar, lo mismo un pueblo que un hombre, a conocerse, tiene que estudiar de un modo o de otro su historia. No hay intuición directa de sí mismo que valga 3 •
Mas tampoco hay Historia sin "intrahistoria"; tras una metáfora marina, leemos así: Los periódicos nada dicen de la vida silenciosa de los millones de hombres sin historia que a todas horas del d ía y en todos los países del globo se levantan a una orden del sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosa labor
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cotidiana y eterna [ ... ], sobre la inmensa humanidad silenciosa se levantan los que meten bulla en la historia . Esa vida intrahistórica, silenciosa y continua como el fondo mismo del mar, es la sustancia del progreso [ ... ])4.
Pensamiento marxista, ciertamente. Pero, al poco, Unamuno comienza a caer por la cuesta abajo del idealismo castellanista hasta precipitarse en los abismos, de nuevo contradictorios, de lo que bien podría llamarse la irracionalidad de la España Eterna, esto es, de la Castilla Eterna. A lo cual habría que añadir la idea -tan extendida todavía hoyde ese" espíritu de anarquismo que llevarnos todos [los españoles] en el meollo del alma" (pp.17-18). La mitificación de Castilla y de lo castellano acaba constituyendo el núcleo del libro, comenzando por algo que sin duda hacía estremecerse a don Américo Castro: "ocupada gran parte de España [sic] por la morisma durante la Edad Media, y fraccionado el resto en multitud de estadillos" (p.45) . O esto otro, tan cercano a ideas semejantes de Menéndez Pidal: Castilla ocupaba el centro, y el espíritu castellano era el más centralizador, a la par que el más expansivo, el que para imponer su ideal de unidad se salió de sí mismo. Porque conviene fijarse en que el más hondo egoísmo no es el del que pelea por imponer a otros su modo de ser o de pensar, sino el del que, metido en su concha, se derrite de amor al prójimo y deja correr la bola. El fuerte, el radicalmente fuerte, no puede ser egoísta: el que tiene fuerza de sobra, la saca para darla (p.46).
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Mucho de lo que sigue son" en buena parte, conceptos, imágenes y tópicos de esos que suelen llamarse "nov"en ta yochistas", hasta llegar al olvido total de lo que parece comenzó con un análisis socialista de la realidad castellana y se ha transformado en una delirante descripción -sin duda mediatizada por experiencia propia- del carácter del amor castizamente español. Así:
-Entre esta mujer y su hombre los amores son naturales [cursiva de Unamuno), con pocos intrincamientos eróticos (p. 83). -No es el amor ardiente y atormentado de Abelardo, ni el refinado de los trovadores provenzales [ ... ]. Ni el gallego Macías el Enamorado ni el valenciano Ausias March son almas castellanas (ibid .).
amor baboso. No sale de esta casta un marqués de Sade (p. 85). -Los celos en el tea tro calderoniano son de ofendido, y los celosos matan sin besar como Otelo, sin amor [.. . ] y aun sabiendo inocente a la mujer, "solo por razón de Estado" (ibid).
Todo lo citado es lo suficientemente significa tivo, pero preciso es completarlo con otro texto unamuniano, el titulado "A una aspirante a escritora"5: Lo peor que encuentro en ese movimiento que se llama femenino es que las mujeres que se dejan arrastrar por él [... ] juegan, verbigracia, al sistema representativo y democrático, que es un sistema eminentemente masculino. La democracia representativa es un fruto del espíritu rebañego del hombre, de su instinto de animal de rebaño. Y se me antoja que la mujer es más radicalmente independiente y mucho menos rebañega, pese a las apariencias.
-No es castiza en España la casuística del adulterio, ni se ha elevado a institución a la amiga . Fuera del matrimonio, los amores son de gallo, de Tenorio, no de Werther (p. 84).
Ya desde otra perspectiva un detalle claramente racista acaba de perfilar En torno al casticismo. Véase:
-No son castizos el sentimentalismo obsceno, ni los aderezos artificiosos del onanismo imaginativo del
Es incalculable el efecto sobre nuestra cultura de haber activado la vida periférica de las costas ei
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Unamuno: De la lucha de clases ...
descubrimiento de América. Como la superficie crece a menor proporción que la masa, en el cerebro se repliega aquella para acrecent?-rse a medida que crece la complejidad y delicadeza de sus funciones, razón por la que son mayores las circunvoluciones en el cerebro humano que en los de los demás animales, y . mayores en el del blanco que en el de las razas inferiores. Y bien puede decirse que el tener el europeo más periférico el cerebro que el negro de África es reflejo de tener Europa más perímetro de costa, seis veces respecto al área, que el África . ¡Maravilloso cerebro el Mediterráneo, viejo cerebro de Europa [ .. . ] (pp. 120-121, nota)6.
La quinta parte y final de En torno al casticismo lleva por título "Sobre el marasmo actual de España", cuyo contenido corresponde por completo al típico "noventayochismo" de toda una generación. El análisis es en verdad tan negativo corno deprimente: "No hay frescura ni espontaneidad, no hay juventud [ ... ]. Habrá jóvenes, pero la juventud falta" (p .132) . Y todavía, en medio de todo esto, aflora algún pensamiento claramente socialista o marxista: La pobreza económica explica nuestra anemia mental, las fuerzas más frescas y juveniles se agotan en establecerse, en la lucha por el destino. Pocas verdades más hondas que la de que en la jerarquía de los fenómenos sociales los económicos son los primeros principios, los elem entos (p .134) . Sob re esta miseria espiritual se extiende el p ólipo político y en esta
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anemia se congestionan los centros más o menos parlamentarios [ ...]. Los viejos partidos, amojamados en su ordenancismo de corteza, se arrastran desecados [... ]. Por otra parte, sudan los más populares por organizar almas hueras de ideas, hacer formas donde no hay sustancia, cohesionar átomos incoherentes [... ] (p . 139).
¿Hay soluciones? Sin duda: "España está por descubrir, y solo la descubrirán españoles europeizados" (p .141), pues "hay pueblos que en puro mirarse al ombligo nacional, caen en sueño hipnótico y contemplan la nada" (p.143). Para escapar a este peligro Tenemos que europeizamos y chapuzamos en pueblo. El pueblo, el hondo pueblo, el que vive bajo la historia, es la masa común a todas las castas, es su materia protoplasmática, lo diferenciante y excluyente son las clases e instituciones históricas. Y estas solo se remozan zambulléndose en aquel (ibid.) .
Así, en efecto, "regeneraremos esta estepa moral" (p.145). En torno al casticismo termina con un final en verdad espectacular: ¡Ojalá una verdadera juventud, animosa y libre, rompiendo la malla que nos ahoga y la monotonía uniforme en que estamos alineados, se vuelva con amor a estudiar el pueblo que nos sustenta a todos, y [ ... ] avive con la ducha reconfortante de los jóvenes ideales cosmopolitas el espíritu colectivo intracastizo que d uerme esperando un redentor! (p . 146).
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Pero ¿quién es ese redentor? El propio Unamuno, sin duda, el mismo que comienza así "El sepulcro de Don Quijote"'l: Me preguntas, mi buen amigo, si sé la manera de .desencadenar un delirio, un vértigo, una locura cualquiera sobre estas pobres muched umbres ordenadas y tranquilas [ ... ]. lo . Pues bien, sí; creo que se puede intentar la santa cruzada de ir a rescatar el sepulcro del Caballero de la Locura del poder de los hidalgos de la Razón [ ... ]. ¡En marcha, pues!
Mas Unamuno parece ser un haz de contradicciones, de acaso dudas, y el 24 de diciembre de 1911 publica en La Nación de Buenos Aires "Leyendo a Flaubert" (parte de Contra esto y aquello, 1912), y escribe: ¿ Cómo voy a salir de casa estos
días? ¿A qué? ¿A ponerme malo de oír la tontería monárquica o la tontería republicana, la conservadora o la liberal, la carlista o la socialista? (Ensayos, II, ibid., p . 1044).
El tiempo pasa, y la Historia, sin duda, es dialéctica. Fechada en Salamanca e14 de marzo de 1931, Unamuno
dirige una carta a Ramiro Ledesma Ramos, fundador ese mismo año de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas), organización fascista unida a Falange Española en 1934. Rechaza el manifiesto político de los jonsistas, titulado nada me-o nos que "La conquista del Estado"; rechaza el bolchevismo ruso; rechaza "la hez intelectual y moral de Italia que tiene a su frente a la mala bestia de Mussolini y su 'fajismo' fascista" y se declara individualista, al tiempo que afirma que siente resurgir en él "aquel viejo y noble liberalismo burgués" que se enfrentó a los carlistas 8 • En ese mismo mes de marzo de 1931, muy poco antes de la proclamación de la República, San Manuel Bueno, mártir nos presenta no otro Unamuno, sino el Unamuno acaso previsible después de las problemáticas contradicciones de En torno al casticismo. Entre uno y otro libros han pasado muchas cosas en España que afectaron e impactaron de modo notorio a Unamuno, además de varias cuestiones personales:
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1897.- Crisis religiosa; egocentrismo.
1898.- Guerra con los Estados Unidos. 1923-1930.- Dictadura de Primo de Rivera; destierro y exilio de Unamuno.
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Unamuno: De la lucha de clases ...
1930.- Caída de la Dictadura y regreso de Unamuno a España. 1931.- 14 de abril, proclamación de la Segunda República Española. Como quedó señalado, en marzo de 1931 publica Unamuno su novela San Manuel Bueno, mártir, la historia de un cura de aldea que no cree en lo que predica a sus feligreses y que al propio tiempo les mantiene esforzadamente en la fe católica. Obra tensa, fuerte, dramática y poética, filosófica también, plantea serios problemas de tipo religiosoexistencia lista; obra, en fin, unamuniana por excelencia y de profundo significado ya en los mismos nombres de los protagonistas: Manuel Bueno (Emmanuel, "Dios con nosotros", esto es, Cristo), definido como "varón matriarcal"9; Ángela; Lázaro. Una de las tesis básicas de esta ¿novela? es que pobres y ricos precisan "resignación y caridad", pues también el rico tiene que resignarse a su riqueza, y a la vida, y también el pobre tiene que tener caridad para con el rico . ¿Cuestión social? Deja eso, eso no nos concierne. Que traen una nueva sociedad, en que no haya ya ricos ni pobres, en que esté justamente repartida la riqueza, en que todo sea de todos, ¿y qué? (p.89). Al poco el cura llega a afinar su pensamiento y formula lo que sin duda es lo más significativo de esta obra totalmente personal de Miguel de Unamuno: Sí, ya sé que uno de esos caudillos de la que llaman la revolución social ha dicho que la religión es el opio del pueblo. Opio... Opio ... Sí. Démosle opio, y que duerma y que sueñe. Yo mismo con esta mi
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loca actividad me estoy administrando opio [ ...] (ibid.). El "caudillo" aludido es, claro está, Karl Marx, y su famosa frase figura en Contribución a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel (1844); curiosamente aparece aquí un recuerdo del Unamuno marxista, si bien aplicado no sin cierta malignidad. Por si las cosas no estuvieran lo suficientemente claras, San Manuel Bueno, mártir termina con la presencia del propio Una muna, quien dice cosas como estas: ¿Que se parece mucho a otras cosas que yo he escrito? Esto nada prueba contra su objetividad, su originalidad. ¿Y sé yo, además, si no he creado fuera de nú seres reales y efectivos, de alma inmortal? ¿Sé yo si aquel Augusto Pérez, el de mi novela Niebla, no tenía razón al pretender ser más real, más objetivo que yo mismo, que creía haberle inventado? De la realidad de este San Manuel Bueno, mártir, tal como me le ha revelado su discípula e hija espiritual Ángela Carballino, de esta realidad no se me ocurre dudar. Creo en ella más que creía el mismo santo; creo en ella más que creo en mi propia realidad (p.95). Con las debidas distancias y con las . salvedades propias del caso, podría trazarse un cierto paralelismo entre el cura "mártir" Manuel Bueno y el personaje central de una película germano-austriaca que alcanzó gran notoriedad precisamente en 1931: Del' brave Sünder. Estaba dirigida por Fritz Korh1er y tenía como protagonista principal a Max . Pallenberg lO • Wilhem Reich menciona al Pallenberg de este filme de un modo que a un lector de Unamuno ha de
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recordarle necesariamente cierto aspecto básico de San Manuel Bueno, mártir: ¡Qué desgraciado es! Afortunadamente no lo sabe. Si lo supiera, ¡qué desgraciado sería! [ ... l. El culí indio o chino que carga con el peso de su destino de modo inconsciente, resignado y sin cuestionarse nada, sufre menos que el que es consciente del odioso orden de las cosas [... l. ¿ Quién podría hacernos creer que la causa real de su sufrimiento debe ocultársele al culí por razones humanitarias? Solo un místico, el patrono fascista del culí o algún profesor chino de higiene social podría intentar hacer creer una estupidez tal. Esa "humanidad" es la perpetuación de la inhumanidad 11.
En octubre de 1936 y al poco de los incidentes de la "Fiesta de la Raza" (de los que se hablará después), Unamuno recordaba su San Manuel Bueno, mártir en una conversación con el escritor griego Nikos Kazantzakis, a la sazón en Salamanca: El rostro de la verdad es terrible. ¿Cuál es nuestro deber? Ocultar la verdad al pueblo [... l. Debemos engañar al pueblo para que los hombres tengan la fuerza y el gusto de vivir. Si supieran la verdad, ya no podrían, no querrían vivir. El pueblo tiene necesidad de mitos, de ilusiones; el pueblo necesita ser engañado . Esto es lo que lo sostiene en la vida. He escrito un libro sobre estas cosas [ ... l. Mi
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héroe ha dejado de creer. No obstante, continúa luchando para comunicar al pueblo la fe que él no tiene, ya que sabe que sin la fe, sin la esperanza, el pueblo no tiene la fuerza de vivir [ .. . ] (González Egida, p . 156).
Ya sabemos que tras la caída de la dictadura el general Primo de Rivera, Unamuno regresa de su exilio francés y se reincorpora a sus actividades académicas en la Universidad de Salamanca. No solo eso. En las elecciones municipales del 12 de abril es elegido concejal del Ayuntamiento salmantino por la Conjunción Republicano-Socialista, y el 14 de abril aparece en el balcón de dicho Ayuntamiento entre quienes proclaman la República; más adelante será diputado independiente de la Conjunción en las Cortes de Madrid hasta 1933. En 1934, al jubilarse de la docencia, es nombrado rector vitalicio honorario de su universidad. En 1935 el Gobierno le confiere el título de Ciudadano de Honor de la República, mas para entonces Unamuno truena contra la reforma agraria, la actitud oficial ante la religión, la política, los políticos y, en fin, contra el propio Manuel Azaña lZ . El 17 de julio de 1936 se subleva el llamado "Ejército de África", y al día siguiente España arde por los cuatro costados. Unamuno, que en su citada carta a Ramiro Ledesma Ramos se había mostrado claramente antifascista, es ahora ardiente partidario del levantamiento y de todo lo que este suponía y representaba, e incluso de sus métodos. Es tan triste como lamentable seguir paso a paso y leer frase a frase todo lo que don Miguel de Unamuno hizo y dijo desde el 18 de julio hasta el 11 d e octubre de 193613 . El golpe triunfa
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en Salamanca sin mayores problemas el día 19, y la ciudad del Tormes llegará durante un tiempo a ser algo así como la "capital" de los rebeldes y la residencia del propio general Franco . Unamuno se incorpora, si no con armas y bagajes, sí con sus hechos y palabras -escritas o no- al "Movimiento Nacional". El 25 de julio se forma el Ayuntamiento fascista salmantino, presidido por un militar; Unamuno es concejal. El autor de La agonía del cristianismo dijo en tal ocasión, entre otras cosas, lo que sigue: Hay que salvar la civilización occi- . dental, la civilización cristiana, tan amenazada. Bien de manifiesta está mi posición de los últimos tiempos, en que los pueblos están regidos por los peores, como si buscaran los licenciados de presidio para mandar 14 •
Y ya el terror fascista reinaba dentro fuera de la ciudad y de la propia universidad. EllO de agosto Unamuno envía una carta a un amigo y socialista belga, documento en verdad espectacular en que puede leerse, por ejemplo: He llorado porque una tragedia ha caído sobre mi patria [ ... ], yo también soy responsable de esta catástrofe . Fui uno de aquellos que deseaban salvar la humanidad sin conocer al hombre [ .. . ]. Un día saludé entusiasta la llegada de la República española. Amanecía una nueva era. ¡España revivía! Pero España estuvo a punto de perecer. En muy poco tiempo el marxismo dividió a los ciudadanos . Conozco la lucha de clases . Es el reino del odio y la envidia desencadenados .
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Conocimos un periodo de pillaje y crimen. Nuestra civilización iba a ser destruida. (ibid ., pp. 72-74).
El 13 de agosto la prensa fascista reproduce unas declaraciones de Unamuno al periódico francés Le Matin, donde resume así su posición del momento: Yo mismo me admiro de estar de acuerdo con los militares. Antes yo decía: primero un canónigo que un teniente coronel. No lo repetiré. El ejército es la única cosa fundamental con la que puede contar España (ibid., p.99).
En setiembre, el rector Miguel de Unamuno es nombrado "presidente de la Comisión Depuradora de Responsabilidades Políticas" del distrito universitario de Salamanca (ibid., pp. 103104). El día 20 del mismo mes, la Universidad y en su nombre el rector Unamuno envía un mensaj~ "a las universidades y academias del mundo acerca de la guerra civil española", informando a tales instituciones sobre lo que estaba ocurriendo y solicitando una expresión de solidaridad ante el choque tremendo producido sobre el suelo español al defenderse nuestra civilización cristiana de Occidente, constructora de Europa, de un ideario oriental aniquilador (ibid., p.l06).
Ante todo esto, el Gobierno de la República el 23 de agosto publica un decreto firmado el día anterior por el presidente Azaña y por el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Francisco Barnés (ibid., pp.87-88) y, por su parte, elIde setiembre la facciosa
Junta de Defensa Nacional, presidida por el general Cabanellas, le confirma en los cargos que ostentaba hasta su destitución por el Gobierno de la República (ibid., pp. 94-95). ElIde octubre el general Franco es nombrado "jefe del Gobierno del Estado"; cinco días después Unamuno visita al "Caudillo" como rector de la Universidad y presidente de la mencionada Comisión Depuradora, además de para cumplir con un rito oficial para, a lo que parece, interceder por los perseguidos y represaliados salmantinos (ibid., p. 126). Asnas cosas, el 12 de octubre se ha organizado en el Paraninfo de la Universidad la celebración de la llamada "Fiesta de la Raza", acto que preside Unamuno como rector y que ostenta la representación del propio General Franco. Los oradores previos -el escritor José María Pemán, el catedrático de Literatura Francisco Maldonado- rizan el rizo de la ideología del fascismo español; se ataca a Cataluña y al País Vasco; se dice que el fascismo y el Ejército suponen la salvación frente a una República comunistizada... El general Millán Astray prorrumpe en lo que se llamaban "gritos de rigor" (una, grande, libre) y saluda brazo en alto a un retrato de Franco, y todo ello en presencia de la esposa de este. Unamuno habla después: vencer no es convencer; alude al necrófilo "Viva la Muerte" que ha escuchado. Es Carmen Polo de Franco quien, tomando a Unamuno del brazo, consigue sacarle de tan violento maremágnum y llevarle a su casa, donde permanecerá hasta su muerte (31 de diciembre) bajo arresto domiciliario (ibid ., pp . 129-145). Por lo demás, en la entrevista con Kazantzakis más arriba mencionada decía Unamuno un par de días después de los incidentes del 12 de octubre:
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Unamuno: De la lucha de clases ...
En este momento crítico por el que atraviesa España, es indispensable que me ponga a junto a los militares. Son ellos los únicos que nos devolverán el orden, porque tienen el sentido de la disciplina y lo saben imponer [ ... ]: no me he convertido en un hombre de derechas, no he traicionado a la libertad. Pero de inmediato es urgente instaurar el orden. Verá como dentro de algún tiempo, y esto no dentro de mucho, seré el primero en reemprender la lucha por la libertad. No soy ni fascista, ni bolchevique. Soy solamente un solitario (ibid., p. 157; la
cursiva es mía). Quizá para hacer bueno este último aserto, Unamuno es expulsado del Ayuntamiento de Salamanca el 13 de octubre y del Claustro Universitario el 14, con propuesta de que sea despojado también de su rectorado vitalicio (ibid., pp. 148-150). El general Franco decreta el 22 de octubre" cese en el cargo de rector de la Universidad de Salamanca don Miguel de Unamuno y Jugo" (ibid., p.158). Probablemente caso único en los anales universitarios del mundo entero: un rector destituido dos veces, por dos gobiernos o regímenes de signo contrario. Mas no nos engañemos. Unamuno repetirá hasta la saciedad que en esta bárbara guerra civil luchan dos hordas, la marxista y la fascista, los hunos y los ' hotros; los rojos (" color de sangre") y los blancos (" color de pus"; ibid., pp.226227). El 31 de diciembre de 1936 moría Unamuno en su casa, siempre bajo arresto domiciliario, mientras conversaba con un joven falangista y profesor discípulo suyo, el cual, al darse cuenta d e lo ocurrido, gritó despavorido que él n o h ab ía m atado a su viejo maestro. El1
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de enero de 1937 tuvo lugar el entierro. Entre falangistas y profesores fue llevado el ataúd al cementerio . Allí, Unamuno fue despedido con los gritos de rigor y con brazos en alto (d. Salcedo, pp. 420-421; González Egido, pp. 25,272-273, por ejemplo) . Pero el autor de San Manuel Bueno, mártir había dejado entre sus papeles inéditos unas anotaciones manuscritas en que apuntaba detalles, impresiones y comentarios durante fIlos últimos meses de su vida [ ... ] y escritas de forma a presurada en una veintena de páginas"15 bajo un título bien significativo: El resentimiento trágico de la vida. Notas sobre la revolución y guerra civil españolas.-Venga a nos el tu reino (Madrid, Anaya, 1991; estudio de Carlos Feal; nota preliminar y prólogo de Miguel de Unamuno Adarraga y Miguel Quiroga de Unamuno, respectivamente). He aquí algunos fragmentos de relevancia para mucho de lo hasta aquí visto (he corregido erratas obvias): -"Entre los hunos y los otros están descuartizando España" (p. 21) . -"Un pueblo no de vividores, sino de moradores. 'Que muero porque no muero" (p. 25). :"""No son unos españoles contra otros -no hay AntiEspaña- sino toda España, una, contra sí misma. Suicidio colectivo" (p. 29). -"La experiencia de esta guerra me pone ante dos problemas, el de comprender, repensar mi propia obra empezando por 'Paz en la Guerra', y luego comprender, repensar España. Qué es España? Cuál su fe?" (pp. 32-33) . -"Dementalidad fajista" (p .. 35)'6. -" 'Viva la muerte!'" grita Millán Astray. Lo que quiere decir 'Muera la vida!'" (p. 35) .
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El hombre: pensamiento y civilización.
La bestia: crimen y barbarie.
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Unamuno: De la lucha de clases ...
-"Los hunos y los hotros" (p. 35). - "Los motejados de intelectuales les estorban tanto a los hunos como a los hotros. Si no les .fusilan los fascistas les fusilarán los marxistas" (p. 43) . -"Yo no he cambiado, han cambiado ellos" (p. 47). -"Habrá que temer mañana a los héroes parados. Nos libraron de la salvajería moscovita, pero que no nos traigan la estupidez católicotradicionalista española. Y en vez de las hordas, rebaños" (p. 47) . -"Bolchevismo y fascismo son las dos formas -cóncava y convexade una misma y sola enfermedad mental colectiva" (p. 51). -"El que una horda de locos energúmenos, de desesperados, mate a
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un número de riCos sin razón ninguna, por bestialidad, no me parece tan grave como el que unos señoritos saquen a un profesor de su casa, con una orden militar, y le asesinen por suponerle ... ¡masón!" (p. 53). -"26-XI-J6. En Granada han fusilado los falangistas al pobre Salvador Vila. ¡Esos degenerados andaluces, con pasiones de invertidos sifilíticos y de eunucos masturbadores !" (p . 57) . -"Hay que ver un desfile, llevando el paso, de las señoritas falangistas. La mujer española de hoyes algo que hace desesperar de salud. ¿Y esas, las que bordan en rojo la camisa nueva de los de cara al sol?" (p . 57).
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Julio Rodríguez Puértolas
Para terminar. Señala Carlos Feal en su estudio de El resentimiento trágico de la vida (p.117) que "lo que sorprende en las Notas es no ver mencionarse nunca, como causa de la g uerra civil, circunstancias socioeconómicas". Mas no parece, en verdad, que ello pueda sorprendernos. Co-
CITAS 1 Apud Carlos Blanco Aguinaga, Juventud del 98 (Barcelona, Crítica, 1978), p. 72. 2 Ibid., p. 81. Para mucho de 10 que sigue cf. pp.58-116 del mismo libro. Véase también Carlos Blanco Aguinaga, Julio Rodríguez Puértolas, Iris M. Zavala, Historia social de la literatura española, II (Madrid, Akal, 2000), pp. 151-152, 154. 3 Unamuno, En torno al casticismo (Madrid, Espasa-Calpe, Austral, 1964), p . 39. Todas las citas de la obra, según esta edición. 4 Ibid., p. 28. Cf. también pp. 27-30, 33, 49-50, 56. Sobre esto y las contradicciones subsiguientes del libro de Unamuno véase José Luis Calvo Carilla, La cara oculta del 98 (Madrid, Cátedra, 1998), pp. 409,412-413 . 5 Unamuno, Ensayos, II (Madrid, Aguilar, 1958), p. 696. Originalmente en La Nación de Buenos Aires, 25-VII-1907. 6 En La rebelión de las masas, de 1929 (cf. ed. Madrid, Castalia, 1998, p. 209) decía 10 mismo
mo sabemos, Unamuno había abandonado mucho tiempo atrás su socialismo original para entregarse al cultivo de su propio yo. Por lo demás, la sombra de San Manuel Bueno, aquel que creía en las virtudes del opio para el pueblo, seguía siempre junto a él.
José Ortega y Gasset: "En los trópicos [...]las razas inferiores -por ejemplo los pigmeoshan sido empujadas hacia los trópicos por razas [... ] superiores en la escala de la evolución" . 7 Texto publicado inicialmente en La España Moderna, 206 (febrero 1906), pp. 5-17. Incorporado como prólogo a Vida de Don Quijote y Sancho a partir de su segunda edición. Lo citado a continuación en los mencionados Ensayos, lI, pp . 71, 73, 77. 8 Carta incluida en Ramiro Ledesma Ramos, ¿Fascismo en España? (Barcelona, Ariel, 1968), pp. 85-86. 9 Texto de San Manuel Bueno, mártir según Carmello Virgillo, L. Teresa Valdivielso y Edward H . Friedman (Nueva York, McGrawHill, 1994), pp. 74-96; lo citado en p. 75. Subsiguientes citas, según esta edición. 10 Kortner (1892-1970), judío vienés emigrado a los Estados Unidos en 1938 por razones obvias; actor y director de teatro y de cine. Palienberg (1877-1934), también judío vienés, actor humo-
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rístico de teatro y de cine y asimismo cantante; murió en un accidente de aviación. Ambos fueron muy populares en la Europa de la época. Sobre Kortner véase Leslie Halliwell, The Filmgoer's Companion (Nueva York, Avon, 1978), p . 408. Y sobre el mismo y sobre Pallenberg <wikipedia.org/ wiki/Fritz_Kortner>, y <Wikipedia.org/wiki/Max_Pallenberg> (amsultada; el día 14 de febrero de 2012). 11 Reich, The Mass Psychology ofFascism (Nueva York, Simon and Schuster, 1970), p . 188. La traducción es mía; también la cursiva. 12 Cf., por ejemplo, Jean Bécarud, Miguel de Unamuno y la Segunda República (Madrid,
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Taurus, 1965); Rafael Pérez de la Dehesa, Política y sociedad en el primer Unamuno (18941904) (Madrid, Ciencia Nueva, 1966); Emilio Salcedo, Vida de don Miguel (Salamanca, Anaya, 1970). 13 González Egido, op. cit., pp. 38-114. 14 Ibid., p. 55. 15 Miguel Quiroga de Unamuno, prólogo ed. cit., p. 11. 16 Recuérdese, del propio Unamuno: "No un manojo, una manada / es el fajo del fajismo, / detrás del saludo nada, / detrás de la nada, abismo"; (Cancionero; Buenos Aires, Losada, 1953, p. 159).
Ramón Carnicer: Centenario de un notorio desconocido JESÚS FELIPE MARTÍNEZ
1) Algunas señas de identidad
Me serviré de las manifestaciones de Ramón Carnicer para trazar sus datos biográficos: • Nací el 24 de diciembre de 1912 en Villafranca del Bierzo, cuna un tanto casual, pues ninguno de mis antepasados era de allí. Mi madre, Carmen Blanco, nacida en 1884, se había trasladado a Villafranca en 1905, junto con sus padres y su hermano mayor Ricardo, que tras hacerse cura en el seminario de Astorga y cantar allí su primera misa había sido nombrado capellán de las monjas de San Jos é. • En León hice una parte del bachillerato como alumno libre de aq uel instituto -el único entonces de la provincia- instalado en un interesante edificio modernista hoy
derribado y sustituido por otro que no es, en lo urbano, motivo de placentera contemplación. Recuerdo a muchos de sus profesores, competentes, honrados y de talante liberal, como lo era entonces esta ciudad. De ellos y para abreviar mencionaré sólo a Santamaría, el de lengua y literatura; a Romero Flores, el de filosofía, y al de matemáticas, don Hugo Miranda. Aquel talante era sin duda eco de la Institución Libre de Enseñanza -surgida en Madrid frente a la arbitrariedad de un ministro autoritario e incompetente-, institución que tan grandes frutos dio a la ciencia, las letras y las artes españolas y que tuvo amplia repercusión en nuestra provincia en la persona de Sierra-Pambley y en la fundación de su nombre, activa aún en los momentos actuales. En mis dos años de residencia en León, entre
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1934 Y 1936, aún quedaban con otros muchos y como muestras relevantes de aquel espíritu liberal el abogado Publio Suárez y dos descendientes de don Gumersindo d e Azcárate: Pablo, compañero de Ortega y Gasset en la candidatura a las Cortes Constituyentes determinadas por la caída de Alfonso XIII; y Justino, con cuya amistad me honré. Por cierto que Ortega, elegido a la vez en las provincias de Jaén y León, optó finalmente por representar a la nuestra. A todos los mencionados hasta aquí les complacería ver que junto al entonces único instituto de la provincia existen hoy muchos otros a lo largo de toda ella y una universidad pujante y progresiva, gracias en buena parte al tesón y capacidad del rector Santoyo. Uno cree que, frente a la primacía de lo económico y frente a la voracidad del capitalismo inclemente de los tiempos actuales, la ~niversidad de León empalma con el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza y hace suyo el sentido ético y desinteresado que la caracterizó, todo ello desde la libertad, sin la cual no es posible el pleno ejercicio de la ética ni la manifestación de la verdad, tan necesaria en una época en que las consideraciones económicas y el poder a cualquier precio han desterrado la lucha ideológica que debiera presidir la acción política 1. • Viví en Villafranca hasta los veinte años. Algo tenía muy claro en aquellos años, que quería ir a la universidad y estudiar una carrera . Me presenté a unas oposiciones de funcionario de Correos para simul-
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tanear el trabajo y el estudio, me fui a vivir a Salamanca. • No pude ir entonces a la universidad, por la llamada Guerra Civil, que de civil no tuvo nada pues fue una insensatez y una locura . Tuve la mala fortuna de que alcanzara a amigos muy queridos y a personas de mi familia. Quienes hemos vivido una guerra ya no queremos ni pensar, ni vivir, ni siquiera ver, otra . Siempre me revuelvo ante nuevos conflictos bélicos, sean donde sean. • Nunca abandoné mi ilusión de estudiar una carrera . Nada más acabar la guerra me traslado a Barcelona, una ciudad en la que no conocía a nadie, para no perder el tiempo, para recuperar el tiempo perdido, para concentrarme en el estudio . Y acabé mi carrera, saqué la cátedra, fui profesor en las universidades de Zaragoza, Barcelona y Nueva York. Ese sueño sí lo cumplí. • No la publiqué [mi primera novela] hasta 1961, cuando ya iba a cumplir los cincuenta años. Fui un escritor tardío, pero prolífico, pues en treinta años publiqué casi treinta obras. • [ ... ] la persona más importante en mi vida, Doireann MacDermott -catedrática de universidad hoy jubilada-, con quien a lo largo de casi medio siglo he compartido ilusiones, horas felices y horas preocupantes, siempre compartidas como patrimonio común y siempre amparadas por una mutua y segura fidelidad. En este orden he sido afortunado.
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2) Novelas, relatos y ensayos
Relativamente tardía, pero intensa, variada y profunda es la obra de Ramón Carnicer, obra que abarca todos los géneros literarios. Novelas y relatos En su estudio titulado La novela española durante el franquismo, Santos Sanz Villanueva incluye a Ramón Carnicer en el apartado "Otros narradores de la época social", junto a Fernando Á valos, Fernando Morán, Ramón Nieto, Lauro Olmo, Juan Antonio Payno, Pablo Antoñana, Jorge Ferrer-Vidal y otros escritores de inspiración documental y crítica. Dentro de este amplio conjunto de narradores realistas de corte social, Sanz Villanueva recoge algunas peculiaridades de contenido y estilo que diferencian a Ramón Carnicer de otros escritores realistas que publican sus obras, fundamentalmente, en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado: Ramón Carnicer (1912-2007), de la oleada anterior a los jóvenes promotores de Laye, tuvo un papel activo en la etapa final de la revista, lo cual aconseja su mención en este momento. Su obra narrativa no representa, sin embargo, las formas características de la operación realismo. Carnicer plantea una suave y humorístlca crítica colectiva en Cuentos de ayer y de hoy (1961), dos series de relatos situados, unos, a comienzos de siglo y, otros, en la postguerra. Su creación novelesca se inicia con Los árboles de oro (1962), es discontinua y no abundante. Vuelve al género con También murió Manceñido (1972), crítica medio en clave del mundo cultural yacadémi-
ca de escaso interés y de humorismo burlesco poco feliz. Más tarde practica la novela histórica acerca de los finales del XIX y comienzos de la centuria siguiente en un múltiple escenario colonial y peninsular con Las jaulas (1990) .
A estas obras narrativas hay que añadir dos volúmenes de cuentos (Pasaje Domingo. Una calle y 15 historias, 1998), y Con buena tinta: relatos (1+9), 2007), así como la novela Todas las noches amanece (1979) que, al igual que Los árboles de oro, tiene un marcado carácter autobiográfico. Porque las vivencias del camino de su vida, muchas adquiridas durante sus continuas aventuras viajeras, serán una de las cOJ;\~tantes de la obra narrativa de Ramón Carnicero A ello se añade la preocupación por el lenguaje, por las diferentes hablas que retratan a las personas, y un sentido de
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la ironía suave pero muy expresivo poco frecuente en la literatura española. El recuerdo, la recreación de personas, costumbres y paisajes~ la agudeza crítica y el uso de un lenguaje clásico pero no añejo se nos muestran en esa recreación de la historia vivida del siglo XX que son sus dos libros de memorias: Frisomenor (1983) y Codicilo (1992) . Estudios y ensayos Distintos son los temas y propósitos de los ensayos de Ramón Carnicer, si bien la agudeza analítica, la amenidad rigurosa y la socarronería recurrente mueven a su lectura aun cuando el lector no esté muy avezado en el tema del que se está tratando. Dadas la devoción y ocupación de su autor, parece lógico que muchos de estos estudios estén relacionados con temas lingüísticos: Sobre el lenguaje de hoy (1969), Nuevas reflexiones sobre el lenguaje (1972), Tradición y evolución en el lenguaje actual (1977), Desidia y otras . lacras en el lenguaje de hoy (1983), Sobre ortografía española (1992). El grueso de estos libros lo constituyen artículos publicados en La Vanguardia a partir de 1966, que usó como tribuna correctora de la degeneración que en todo momento acosa a las lenguas y una comprensión de sus cambios como resultado de su propia vitalidad. No son libros académicos, sino una reflexión sobre el lenguaje, sin que falte un fino humor que evite el tedio de la doctrina que inevitablemente acompaña a la función correctora de errores, confusiones, caprichos, incoherencias, modas efímeras y extranjerismos innecesarios.2
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Junto a los temas filológicos, Ramón Carnicer dirigirá sus reflexiones a las gentes y paisajes de la tierra leonesa, como complemento a los libros de viajes, a los que me referiré en el siguiente apartado. Del Bierzo y su gente (1986) o Cronicón ' berciano (1998) son ejemplos significativos de esta preocupación constante por dar fe de cuanto ha observado, casi siempre con la placentería de a quien no le es ajeno ninguna belleza natural ni sentimiento humano. y siempre con especial atención a los olvidados, a los injustamente silenciados por los distintos sacerdotes que en el mundo han sido y siguen disfrutando de prebendas y bulas para sentenciar sus cánones. Así, dedica un ensayo al pintor Primitivo Álvarez Armesto (18641939), con el que, además de lugar de nacimiento, Villafranca del Bierzo, comparte el interés por los temas sociales o históricos. Valgan como muestras significativas de uno y otro empeño del pintor los cuadros Víctimas del mar o Los infantes de Lara. Y, junto a ello, el peregrinaje por distintas tierras o el largo brazo del olvido hacia sus obras y aun sus personas mueven a Ramón Carnicer a reivindicar la vida y la obra de este paisano también ciudadano del mundo y de ninguna parte. Otros personajes hoy confinados en el limbo del olvido serán literariamente reivindicados por Ramón Carnicero Así, el ilustrado José Mor de Fuentes 3 o el filósofo Mariano Cubí Soler, introductor de la frenología en España y cuyos pormenores vitales e intelectuales se ofrecen al lector con rigor y frescura narrativa en la que el humor vuelve a erigirse en contrapunto de la ruindad cotidiana4 • Especial atención le merece otro escritor romántico sañudamente silenciado en cuantos manuales literarios en España han sido: Pablo Piferrer. Este ensayista
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y poeta, muerto de tuberculosis a los 29 años, había sido el tema de su tesis doctoral, convertida en 1963 en un libro (Vida y obra de Pablo PiJerrer): [.. .] con sus Recuerdos y bellezas de España, es el creador en nuestro país de la literatura descriptiva de monumentos, paisajes y costumbres, elaborada en forma tal que bien puede considerarse un género literario menor. Sus artículos de crítica escénica y musical superan a todos los de su época. Inició la recopilación de poesía popular, salvó de la destrucción monumentos que gracias a él continúan en pie y contribuyó en forma decisiva a la valoración de lo autóctono, y con ello, al renacimiento literario del catalán, aunque siempre escribiera en castellano. Dejó además un breve puñado de poesías, entroncadas en lo popular y en la balada nórdica, y se anticipó a la moderna estilística con un estudio sobre los clásicos castellanos que mucho más tarde entusiasmaría a AzorínS • 3) Libros de viajes La faceta de "andar, ver y contar" es, sin duda, la más conocida de Ramón Carnicer, tanto por la amenidad y rigor de las narraciones viajeras por casi toda la geografía española, como por la polvareda levantada tras la publicación de su obra Donde las Hurdes se llaman Cabrera, a la que me referiré en el siguiente apartado. Después d e este libro, Ramón Carnicer nos cuenta sus impresion es sobre lugares y gentes en diversas obras . La literatura d e viaj es en Esp añ a es tan abundante com o poco valorada . Sin
detenerme en la cuestión de que la mayor parte de nuestras novelas anteriores al siglo XIX son de carácter itinerante (véanse, por ejemplo, los relatos de caballerías, la picaresca o el mismo Quijoté), existe, desde la Edad Media a ,nuestros días, una notable tradición de libros de viajes referidos bien a lugares lejanos, bien a otros que están a la vuelta de la esquina pero que, por diversas razones, nos son desconocidos .7 Al primer grupo, al de las narraciones de viajeros por lugares remotos con sus consabidas connotaciones de atracción y miedo, de curiosidad y aventura, narraciones en las que la obra de Marco Polo ocupa un lugar preeminente, pertenecen La em,bajada a Tamorlán de Ruy González de Clavijo o El viaje de Turquía, atribuido a Andrés Laguna. Separadas por más de un siglo de diferencia, ambas obras ofrecen al lector las experiencias vividas del choque de las dos culturas más importantes de la época, la cristiana y la turca. La odisea de los protagonistas de una y otra historia por sobrevivir en un mundo desconocido y casi siempre hostil es el motivo que da coherencia a ambos relatos. Pero si el lector se siente prendido por saber cómo saldrá adelante el héroe de cada uno d e los peligros que le acechan, y admirado por las argucias, el valor o los 'enredos que salpican las narraciones, no será menor la atracción que ejerzan aquellos paisajes y ciudades hasta entonces inexistentes para él, o las costumbres, sentimientos y creencias de gentes consideradas por todos infieles, enemigos sin atributos humanos . En este mismo grupo d e viajes a lo desconocido , la literatura castellan a ofrece un conjunto d e obras extraordinarias por la exquisitez d el len gu aje, la plasticidad y rigor d e las d escripcion es o la esp ec tacularidad de los ava tares .
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relatados. Cierto es que en buena parte de estas obras son patentes las huellas de los libros de caballería y que la mezcla de brutalidad y ternura o los saltos del comportamiento heroico al sadismo pasan de unos héroes imaginarios a unos aventureros reales. Como también lo es que la línea divisoria entre realidad y fantasía era muy tenue, si es que existía. Los nombres de California o de Amazonas, las referencias al Paraíso Terrenal o a otros lugaú~s mlticos para designar ríos o territorios muestran cuán anacrónico resulta tratar de aplicar nuestros criterios estéticos o morales al siglo XVI. Pero, junto a ello, debe tenerse en cuenta que las obras de Gonzalo Fernández de Oviedo, Bartolomé de las Casas, Cabeza de Vaca, Díaz del Castillo, Cieza de León o el Inca Garcilaso, por citar a los autores más relevantes para mí, constituyen auténticas piezas maestras de "andar, ver y contar". Porque, además de la fascinación ejercida en el lector por este puñado de hombres enfrentándose a los más descomunales peligros, avanzando a ciegas, sin saber con quién se va a enfrentar a continuación; además de la simpatía hacia el soldado semia-. nalfabeto que se hace pasar por médico para que los indios no lo·asen vivo, o de aquel otro que lo da todo al compañero necesitado, incluido el último bocado o jirón de ropa; además de la repulsión suscitada por las escenas de canibalismo, codicia desenfrenada o crueldad gratuita, además de todo ello, nos asombra la vocación de contar lo que realmente está pasando y lo que están viendo los actores de estas epopeyas. Y estos testimonios desprovistos de cualquier censura se escriben en un castellano preciso y científico cuando es necesario, evocador y poético cuando también lo es. No sé si me asombra más la
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capacidad expresiva y narrativa de estos aventureros con escasa o nula experiencia literaria, o sus · amplios conocimientos en botánica, zoología, astronomía, geografía, anatomía y otros muchos saberes y destrezas que les permiten cónstruir una casa, reparar un barco o cualquier otra actividad necesaria bien para su supervivencia, bien para darnos cuenta de lo que están viendo. Si tenemos en cuenta que, salvo en el caso del Padre Las Casas, El Inca Garcilaso o, tal vez, Gonzalo Fernández de Oviedo, los estudios reglados de estos cronistas fueron muy elementales, parece evidente nuestro retroceso cultural. Y ello por no hablar del lingüístico. También es amplio el repertorio de libros del segundo conjunto de narraciones itinerantes, el de los viajes para "descubrir" lo inmediato, aquello que está a tiro de piedra y que no hemos querido o no hemos sabido ver. En el Siglo de Oro español estos viajes costumbristas tienen una intención satírico-burlesca que, después de Quevedo, llegará a la caricatura más o menos grotesca de personajes y ambientes, con especial dedicación a la vida y milagros de la corte madrileña. Antes me he referido a la dificultad, cuando no arrogancia, de establecer taxonomías a la manera de Linneo en literatura, con compartimentos genéricos estancos. Muestra de la inutilidad de este empeño clasificador es la notable obra ·del capitán Alonso de Contreras, en la que se unen elementos de la autobiografía, del libro de viajes costumbrista y de la narración novelesca. A esta obra se pueden añadir otras de los siglos XVI Y XVII en las cuales el pretexto viajero de los Cuentos de Canterbury, tan frecuente en la literatura oriental para unir relatos, se funde con la técnica de los sermonarios, del enseñar deleitando
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que había alcanzando su máxima expresión literaria en El conde Lucanor. 8 Además de la obra maestra del género anteriormente señalada de Cadalso o de la sátira quevedesca de Torres Villarroel, el siglo XVIII aporta notables obras de recorridos por diversos lugares españoles, sea con la ilustrada intención de desterrar supersticiones o paparruchas como en tantas páginas del Teatro crítico universal de Benito Feijoo, sea con una amenidad, finura descriptiva y gracia anticipadoras de Azorín (José Viera y Clavijo, Viaje a la Mancha en el año 1774), sea con la finalidad de continuar la labor descubridora de los cronistas de Indias, si bien con la seriedad propia de los nuevos descubrimientos y métodos científicos entre los que Darwin había sentado cátedra. Véase, por ejemplo, la rigurosa y a la par amena obra de Félix de Azar Viaje por la América meridional. Dado el auge que el relato costumbrista alcanza en el Romanticismo y dado también que muchos de los autores de estos textos sí son motivo de reseña en los manuales literarios, me limitaré a señalar que, a los efectos de estas líneas, los artículos y ensayos de muchos de estos escritores sí establecen algunas premisas importantes para el desarrollo posterior del género. Entre ellas, la unión de la cultura tradicional, del folklore poético o legendario, a los otros elementos constitutivos del territorio: accidentes geográficos, flora, fauna, historia, costumbres. .. y también su preocupación por retratar tipos no sólo ya con la intención satírico-burlesca de los escritores precedentes, que alcanzará cotas sublimes en esta época9, sino además con el temor a que los progresos científicos terminen por devorar oficios, cultura y costumbres ancestrales. Tal vez uno de los relatos más significativos de esta angustia por la desaparición de unas formas de vida
ancestrales sea el del escritor, tamb~én leonés, Enrique Gil y Carrasco El pastor trashumante, magnífica pintura de las vicisitudes del viaje de los pastores desde Babia a Extremadura. Estos elementos del relato viajero, cada vez más cercano a la guía turística (por ejemplo los de Amós Escalante) se mantendrán en Galdós, Emilia Pardo Bazán y otros autores de su generación. En lo que se refiere a la siguiente, la llamada del 98, quizá se ha escrito ya demasiado sobre sus peregrinar por España y el significado de Castilla con las emociones y reflexiones suscitadas por su paisaje. Por esta demasía de datos y análisis y, sobre todo, por considerar que los artículos o ensayos viajeros de, por ejemplo, Unamuno y Baroja tienen los mismos elementos en común que sus novelas, paso de puntillas sobre el tema. 10 Miguel de Unamuno es el autor más traído y llevado por críticos y analistas como ejemplo significativo de la literatura viajera en este grupo, aunque Azorín dedicara bastante más páginas al tema. Pero es que, además, el insigne rector de Salamanca cambia de perspectiva descriptiva y aun de moraleja de uno a otro artículo, si bien hay que reconocer que lo que podríamos llamar pasión ecológica se mantiene. Dejando al margen el artículo sobre las Hurdes a que después me referiré, léase, por ejemplo, Secretos encantos de Bilbao, construido sobre la influencia del medio en el ser humano, sobre la impronta que Bilbao ha dejado en personalidades trascendentales para la historia de España o América, y léase después Desde la cumbre, artículo en el que Miguel de Unamuno retoma el viejo tópico del beatus ille para cantamos las excelencias de la vida de un pastor de Gredos a quienes solo llegan los ecos de la civilización a partir de las hojas de un periódico que envolvía el bocadillo de los excursiorus- .
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taso Con independencia de la maestría con que don Miguel describe las impresiones que la naturaleza suscita en los espíritus sensibles, eI :c anto a esta sencillez bucólica es más falso aún que la loa a la vida del mendigo realizada por José Espronceda. Uno y otra tienen en común que sus autores no habrían soportado un mes viviendo en tan maravillosa felicidad . El último conjunto de escritores de viajes a que voy a referirme es el de los autores españoles que publican a m ediados del pasado siglo, entre los que se encuentra - Ramón Carnicero Efectiv amente, el libro de viajes será una importante arma en manos de un conjunto de narradores que tratan de denunciar las miserables condiciones de vida en la España franquista. Las circunstancias para que el género triunfe son varias. Primero, la relativamente mayor facilidad para burlar la censura, ya que el libro es un documental sin aparición de los elementos que más inquietan a lós guardianes del Régimen. Si no existen escenas sexuales, si no hay discursos contra los pilares del Régimen -la familia, la Iglesia y el Estado-, si tan solo se habla de cómo es un territorio o de la vida y costumbres de unas gentes que siempre han vivido así porque Dios lo ha querido, poco hay que objetar ll • Únase a ello la ausencia de reportajes periodísticos (no digamos ya documentales cinematográficos12), la dificultad de los desplazamientos por.la escasez económica, el lastimoso estado de las vías de comunicación y la vocación de estos escritores por levantar acta de la penuria a que había llevado la dictadura franquista a nuestro país, y se comprenderá el éxito de los libros de viajes durante los años cincuenta y sesenta del pasado siglo como complemento de otras formas artísticas de denuncia social: la poesía, la novela, el cine, la pintura y el grabado, la canción protesta.
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Ello no quiere decir que nos encontremos ante un conjunto de relatos viajeros de idénticas intenciones ideológicas y propósitos narrativos. Las obras itinerantes de Camilo José Cela, por ejemplo, poco o nada tienen que ver con las que señaíaré a continuación, a pesar de publicarse casi todas ellas en torno a la mitad del siglo XX. Pionera en el género es Viaje a la Alcarria publicada en 1948, la obra viaj era de Cela más leída y comentada. Y creo que con razón porque en este libro son todavía muy escasos los resabios esperpénticos y culturalistas que irán floreciendo en las posteriores narraciones itinerantes del autor gallego. Antes bien, en Viaj e a la A lcarria encontramos una cierta intención testimonial sobre las formas de vida de los lugares que va recorriendo el viajero, además de descripciones paisajísticas con la prosa más precisa y poética de Cela. También algunos de los cuadros trazados sobre situaciones vividas parecen esbozos de relatos en la línea de los Apuntes carpetovetónicos. A este libro seguirá un amplio catálogo de obras por todas las regiones de la geografía española: Ávila (1952), Del Miño al Bidasoa (1952), Judíos, moros y cristianos (1956), Primer viaje andaluz (1959), Viaje al Pirineo de Lérida (1965) ... Al igual que ocurre con la mayoría de las novelas, la omnipresencia del autor, que a veces se convierte en soberbia narrativa, el gusto por lo deforme confundido con lo pintoresco, la obsesión por trazar personajes caricaturescos o recrear situaciones insólitas con especial fruición por lo escatológico o soez anulan cualquier valor testimonial sobre los lugares y las gentes que se pretende retratar. Los mismo que muchos de sus personajes novelescos, los paisanos con los que se topa en su vagabundear no son de carne y hueso, son muñecos de feria.
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Jesús Felipe Martínez
Frente a la sencillez y humanidad con que Delibes nos presenta las tierras castellanas y nos acerca a las formas de vida y costumbres de sus gentes, la vocación hiperbólica de Camilo José Cela, su gusto por el estrambote, o su egocentrismo, que le mueve a abrumarnos con datos que muestren sus muchos conocimientos, restan credibilidad a sus obras, sean estas de ficción o no . Porque si una persona tuviese que hacerse una idea de cómo es nuestro país solo a partir de las obras de Cela, se imaginaría una especie de circo poblado por seres deformes y grotescos. Y ello, más allá del ámbito narrativo, nos lleva a una clara intenCión por disfrazar las penosas condiciones de vida del pueblo español durante la dictadura franquista, por mostrar un falaz "tipismo"13 ajeno a los conflictos sociopolíticos y complementario del fútbol, las corridas de toros, las fallas y las procesiones. Muy distinta es la intención del significativo conjunto de relatos viajeros de los escritores que, con diferentes estilos y pretensiones narrativas, se suelen agrupar bajo el apartado "realismo" o "realismo social"14. El testimonio de unas formas de vida miserables, de unos seres condenados a vivir sin esperanzas en la subdesarrollada geografía almeriense nos será transmitido por Juan Goytisolo en Campos de Níjar (1960) y La Chanca (1962). Con muy parecidas intenciones de denuncia social escribirá tres libros de relatos uno de los autores más importantes del realismo social y hoy también relegado al olvido: Armando López Salinas. Las tres obras están hechas en colaboración con otros tantos escritores y compañeros también de m ilitancia comunista: Caminando por Las Hu rdes (1960) con Antonio Ferres, Por el río abajo (1966) con Alfonso Grosso,15 en
tanto que en su Viaje al país gallego (1967) Armando estuvo acompañado por Javier Alfaya. Además del libro hurdano, Antonio Ferres escribe en 1964 Tierra de olivos, que presenta la peculiaridad narrativa de seguir las andanzas de un imaginario viajante de comercio, quien, por otra parte, no oculta al viajero real, el propio autor. Obviamente, la primera obra viajera de Ramón Carnicer, Donde las Hurdes se llaman Cabrera (1964), responde a este mismo propósito de denuncia social con las peculiaridades a que luego me referiré. A ella seguirá una descripción de la megalópolis y de sus formas de vida donde las vivencias e impresiones subjetivas van modelando la pintura: N ueva York. Nivel de vida, nivel de muerte (1970) . En 1976 vuelve a sus viajes peninsulares para trazar un interesante retrato de Castilla: Gracia y desgracias de Castilla la Vieja, dividido en tres capítulos que corresponden -a las estaciones en las que desarrolló su s correrías y a los lugares visitados:
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"Invierno" (Soria), "Primavera" (Cantabria, Palencia, Burgos, La Rioja y Navarra)) y "Verano" (Valencia, Guadalajara, Soria, Burgos, Segovia, Extremadura y Ávila). También en este libro Carnicer mantiene su propósito testimonial de contar lo que ve y lo que oye, con especial atención a los temas sociales y políticos que por estas fechas van poco a poco aflorando entre las nieblas del miedo y la esperanza de una nueva época. 16 Todo ello sin olvidar los hechos históricos relevantes de las villas que va recorriendo y a los diferentes personajes con los que se va encontrado en su peregrinaje. Al igual que en Donde las Hurdes se llaman Cabrera, Carnicer no duda en dejar constancia de la fealdad, de la suciedad, miseria y analfabetismo que aún salen al paso del viajero en muchas aldeas castellanas. Como me detendré más en el libro viajero que publicó después Ramón Carnicer (Las Américas peninsulares. Viaje por Extremadura, 1986), paso a referirme a la última de sus obras andariegas: Viaje a los enclaves españoles (1995).
En el prólogo el autor nos explica que los enclaves, por razones históricas, sobreviven al margen de los límites estrictos de la provincia. El Condado de Trevmo es uno de los más famosos, pero hay un total de 26 en toda España, de los cuales nos va a dar cuenta Ramón Carnicer con la misma técnica que la empleada en sus otros libros de viajes: combinar las descripciones paisajísticas y humanas con referencias a las tradiciones y acontecimientos históricos de estos 26 lugares: El Villar, Anchuras de los Montes, La Cepeda, Los Barrancos, Rincón de Ademuz, Can Vies, Malagarriga, Valielles y Sant Pe re de Graudescales, La Rovira de Abajo, Llivia, Condado de Trevmo, Sajuela y Ternero, La Rebolleda, Beriosilla, Lastrilla y Ce-
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zura, Villodrigo, Aguanares, Roales y Quintanilla del Molat, San Llorente, Petilla de Aragón y Bastanes, Orduña y la Cerca de Villaño y Villa verde de Trucíos. 4) Las Hurdes. Leyendas, testimonios y recreaéiones artísticas
Ramón Carnicer, en la nota que precede a Las Américas peninsulares. Viaje por Extremadura (1986), nos explica el propósito de la obra así como los aspectos a los que va a prestar más atención: El título de este libro alude, por una parte, al escaso conocimiento que los españoles tenemos de los componentes regionales de nuestro país, conocimiento suplido por valoraciones o tópicos a menudo arbitrarios; alude, por otra, a la lejanía geográfica con que sentimos algunos de aquellos componentes, como fue sentida América en otros tiempos. Tal es el caso de Extremadura, objeto del presente trabajo. Adopta su contenido la disposición propia de un libro de viajes, puesto que de un viaje procede. El estado actual de Extremadura deriva, claro es, de su pasado. Historia, geografía, costumbres, factores económicos, avatares sociales, la acción, el arte, el pensamiento de sus hombres -de notable significación a lo largo de los siglos y de excepcional grandeza en el XV- se unen aquí a la perspectiva que hoy y a través del contacto con sus gentes son indicio del futuro extremeño. El Sistema Central al norte, Sierra Morena al sur y las prolongaciones del Sistema Oretano en el :centro señalan las cuencas de dos ríos mayores, Tajo y Guadiana, que de este a oeste discurren por esta
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vastísima región. A estos hechos geográficos, condicionantes de algunos de sus caracteres, se acomodaron las cuatro etapas de nuestro recorrido. El libro se estructura, pues, en cuatro grandes apartados correspondientes a las etapas del viaje: "I. De las Hurdes al Tajo", "JI. Entre Tajo y Guadiana, "JII. Dos cabos sueltos (La Peña de Francia 'y la Sierra de Gata)", "IV. Entre el Guadiana y Sierra Morena". Y en él se conjugan los aspectos costumbristas con las descripciones geográficas y la búsqueda de las señas de identidad históricas. Pero siempre sin renunciar al análisis económico y social que, naturalmente, en esta zona está muy unido a la distribución y explotación de la tierra, al latifundio y a los diferentes intentos de reforma agraria y sus consiguientes fracasos. Especialmente interesante me parece el tratamiento del terna hurdano por cuanto Ramón Carnicer trata de realizar un análisis profundo de los aspectos legendarios, históricos, sociales y existencias de una zona tan olvidada por gobiernos y público en general hasta finales del siglo pasado, corno recorrida, narrada, filmada y comentada por viajeros de distinto pelaje. Con un equilibrio sabiamente administrado, Carnicer vuelve a erigirse en el observador riguroso que analiza la realidad corno un entomólogo sus insectos, que sabe separar las voces de los ecos y atender a que los lectores se aproximen a esta realidad que él está viviendo en toda su extensión presente y pasada. Las leyendas que convierten esta región en una zahúrda habitada por seres demoníacos más cercanos al animal que al hombre es tan absurda corno el intento de ocultar la realidad de las
misérrimas condiciones de personas que viven en tabucos donde toda incomodidad tiene su asiento, de una región en la que el hambre, el bocio, el raquitismo, el analfabetismo o los parásitos ponen una niebla húmeda y viscosa a los paraísos naturales cantados por cuantos boquirrubios en el mundo han sido. Afortunadamente, y corno también señala Carnicer, en los años de su recorrido hurdano (1981-1982) los vestigios que quedan de la atroz penuria se mantienen corno piezas de mus.eo: Las viejas y más remotas alquerías muestran aún su miserable estructura, pero sobre ella o en sus ensanches, las casas y las formas de vida no difieren -y a menudo las mejoran- de las de otros núcleos rurales españoles que a nadie horrorizan ni incitan a la protesta airada. A todos los órdenes ha alcanzado la labor. Quedan cosas por hacer, pero el nombre Hurdes ya no es paradigma de horrores ni afrenta para el aparato administrativo. En la gente anciana se advierten rastros de la pasada degeneración biológica. En los de media edad son escasamente perceptibles, aunque no haya desaparecido enteramente el bocio, en formas por lo común atenuadas. La gente joven es normal y se han extinguido casi todas las antiguas lacras. La emigración temporal se encamina con preferencia a la ribera del Ebro, de Navarra a Burgos, para las fa en as agrícolas. Otros emigran definitivamente o por períodos largos al norte de España y a diferentes países europeos, de donde suelen tornar para rehacer sus casas o construirlas de nueva planta .
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Pero estos vestigios nos llevan a volver a la historia. Tras la referencia a la comedia de Lope Las Batuecas 17 del duque de Alba, en la que se nos presenta una comarca poblada por seres ignorantes, desnudos, promiscuos y ajenos a cualquier ética o sistema de gobierno civilizado, se producirá una corriente paralela a las leyendas y patrañas, que trata de explicar científicamente las miserables formas de vida en esta región. Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico estadístico de España de 1847, aun insistiendo en los aspectos más negativos, sentará las bases para los estudios rigurosos de la comarca. En 1876, el notario del Casar, Romualdo Martín Sanzibáñez, entre censuras a Madoz y elogios a Larruga, confirma la miseria atroz de los habitantes de la comarca, medio en cueros, tumbados en pajas y helechos, hambrientos, estúpidos; e, insistiendo en lo dicho por Larruga, señala los abusos de los de La Alberca, a quienes considera culpables de la situación. Los informes del médico francés J. B. Bilde insisten en esta responsabilidad de los gobernantes y capitalistas de La Alberca en el atraso de esta comarca, por cuanto con sus arbitrarias disposiciones sobre el ganado, la apicultura o los impuestos someten a los hurdanos a un régimen de esclavitud insoportable: Expone Bilde las implacables ordenanzas, las anuales visitas de inspección de los de La Alberca, las multas, derechos y variadas exacciones para cuya ejecuclOn llegaban al extremo de despojar de. sus vestiduras a los hurdanos. Pero las conveniencias d e los cabreros y de los meleros se contraponían, pues si al cabrío le venía bien la roturación perse-
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guida por los hurdanos para aumentar sus escasas y poco profundas parcelas de labor, a las abejas las perjudicaba . Cabras y abejas eran a la vez enemigas de la estrecha agricultura con que pugnaban por sustentarse los hurdanos. En consecuencia, los visitadores los multaban por roturar monte bajo, por arrancar árboles, por plantarlos, por todo ... Añádase a ello el trueque abusivo de sus productos por las manufacturas y por los elementos vitales con que negociaban los de La Alberca, la usura ejercida por sus prestamistas, la compra, a precios escandalosos, de casas y terrenos ofrecidos por los hurdanos para satisfacer las multas impuestas y para aliviarse de la presión de los usureros . Cuando sobrevino la división provincial y con ello la cancelación jurídica de la tiranía, los albercanos eran dueños de lo poco bueno y florido de las I-Iurdes, . por lo que la dependencia, como queda dicho, se prolongó. En 1890, dice Bilde, las nueve décimas partes de lo principal de las Hurdes, los olivares, pertenecían a La Alberca. A aquella tiranía civil se agregó durante muchos años la sumisión al clero albercano, que además de cobrar el diezmo a los de las Hurdes cercenaba las dotaciones de los escasísimos curas de la zona, nombrados por el párroco de La Alberca entre los menos deseables. Resulta curioso que, en este recorrido por fuentes testimoniales sobre las
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Hurdes, Ramón Carnicer no se refiera al artículo de Unamuno en Andanzas y visiones españolas, aunque 's í aluda a don Miguel con motivo de sus viajes a la Peña de Francia o a otros temas circunstanciales. Tal vez porque Carnicer considere que el rector de Salamanca es un viajero de tercera división que siempre va con el libro en la mano y con sus a prioris desconcertantes para analizar la realidad, o más seguramente porque prefería las decisiones impetuosas de Baroja y sus héroes, aun cuando fuesen equivocadas, al eterno ser o no ser de don Miguel Sea ello como fuere, lo cierto es que el artículo de Unamuno "Las -Hurdes" es un buen ejemplo de las sensaciones contradictorias que provocó en Unamuno este trozo de nuestra geografía. Acompañado por tres viajeros, entre ellos el hispanista Mauricio Legendre 18 (a quien sí cita Ramón Carnicer), se acerca a esta comarca en agosto de 1914 con la inquietud de si tiene que confirmar las leyendas existentes sobre ella o rectificarlas. Así, procura detenerse en la belleza de los montes, la transparencia de las aguas rumorosas, los tonos de la vegetación fragante, el sosiego y paz de Casar de Palomero trazado con la vieja paleta dellocus amoenus que podría haber utilizado el mismo José Zorrilla ante su adorada: Excelente remanso de sosiego este Casar de Palomero, con su fisonomía serrana, sus grandes balcones de madera para tomar el fresco. Cuando entramos, anochecido ya, parejas de enamorados, bien arrima di tos, en los bancos de las casas. ¡Estos amoríos lentos de los pueblos recogidos y aislados!
Como no podía ser menos, el tópico se completa con otro recurrente en Unamuno, tal vez en homenaje a Fray Luis, su antecesor salmantino en los negociados poéticos y docentes: el de la descansada vida del que huye del mundanal ruido, el beatus ille traído a la soledad de los desiertos hurdanos en una naturaleza que en su grandeza refleja, pálidamente, la grandeza de su Creador: Estábamos ya en las Hurdes, lejos del mundo bullanguero, siguiendo lo que dice el agua que canta al pie de las montañas peladas, vestidas no más que de brezo, helecho y matorrales bajos; montañas de perfiles suaves, redondeadas, que bajan, al parecer, mansamente a bañar sus pies en el agua; pero montañas recias y ásperas, madrigueras de bestias más que cunas de hombres. ¡Pero qué sensación de recogimiento! ¡Y el bañarse allí, en la claridad del agua que canta entre canchales, y secarse al sol, desnudo como el cuerpo que se le entrega! ¡Adiós el mundo de los periódicos y de la política! Por unos días no habríamos de saber nada de él. Los tesos, collados y montañas se entreabrazaban unos con otros. En su disposición general forman las Hurdes tres hondos valles casi paralelos: el del río Esperabán, el del Fragosa y el del río Hurdano, sin contar el del río Ángeles; pero, dentro de esta traza, ¡qué intrincamiento de repliegues! Difícilmente se encontrará otra comarca más a propósito para estudiar geografía viv a, dinámica, la acción erosiva de las aguas, la formación de los arribes, hoces y encañadas. Y una maravilla de espectáculo a la vista,
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ya desde los altos se dominan las hondonadas y el vasto oleaje petrificado de las líneas de cumbres, ya desde los barrancos se cree uno encerrado lejos del mundo de los vivos que leen y escriben.
Claro que, por mucho que nuestro buen rector se extasÍe ante las bellezas naturales, el heroísmo de aquellos pobres y masoquistas hurdanos para arrancar un misérrimo sustento a la tierra ingrata, o el gracejo y la amabilidad de sus anfitriones, la miseria le acaba salpicando a los ojos y, cuando se los limpia, las infrahumanas condiciones de vida le muestran sus huesos descarnados y putrefactos: En Las Erías, en invierno, el sol no dura más de cinco horas, de nueve a dos. Pero allá arriba, en otra mucho más miserable alquería, colgada en las abruptas cuestas de un sombrío repliegue de la montaña, allí apenas si hay sol. Sus misérrimos moradores son, en su mayoría, enanos, cretinos y con bocio. Nuestros informantes atribúyenlo a la falta de luz del sol. Otros lo han atribuido, al buen tuntún, a lo corrompido de las aguas. y parece ser que es todo lo contrario: que ello se debe a la pureza casi pluscuamperfecta de las aguas, a que las beben purísimas, casi destiladas, recién salidas de la nevera, sin sales, sin iodo sobre todo, que es el elemento que, por el tiroides, regula el crecimiento del cuerpo y la depuración del cerebro. y esta explicación, que parece satisfactoria, me despierta una analogía. Y es que también los que no beben sino ideas puras, destiladas, matemáticas, sin sales ni iodo de la
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tierra impura, acaban por padecer bocio y cretinismo espirituales. El alma que vive de categorías se queda enana. ¡Pobres hurdanos! Pero ... ¿salvajes? Todo menos salvajes. No, no, no es una paradoja lo de mi amigo Legendre, el inteligente amador de España; son, sí, uno de los honores de nuestra patria.
Esta barranca del río Fragosa, este valle central de las Hurdes, es lo más miserable de estas . Difícilmente se encontrarán peores poblados que el Gasco, Fragosa, Martilandrán . Al atravesar el Gasco por aquellas infernales callejuelas, entre aquellos hombres ceñudos y negros, me asomé a la puerta de un casuca. La carita, fresca como una rosa y brillante como un lucero, de una .niña hacía resaltar la hórrida y sucia negrura de aquella zahúrda. y siempre las quejas. «Por aquí debía venir el rey a comer lo que comemos», decía una mujer que, si no era vieja, lo parecía. Y decíalo en muy claro y muy neto castellano. Porque eso de que ladren, o poco menos, es otra patraña. Hablan castellano, y lo hablan muy bien. Y no huyen de los visitantes. Al contrario, acércanse a ellos para pedirles cigarrillos y por si cae alguna perrilla que les remedie.
y el rey fue. Pero no atendiendo a los ruegos de los desdichados hurdanos, sino al clamor internacional y, sobre todo, al informe de los doctores Marañón, Coyanes y Bardají tras su viaje por la comarca en la Semana Santa de
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1922. En este informe, tras desmitificar los bulos que legendariamente se habían ido vertiendo sobre la zona, se señala que lo que han hallado los viajeros son "alquerías habitadas por pobres gentes, inteligentes y dulces, pero asoladas, ignorantes y, sobre todo, terriblemente hambrientas." La combinación del paludismo y el hambre crónica, con sus secuelas de anemia y tuberculosis, explican la escandalosa tasa de mortalidad de las Hurdes. A ello hay que añadir el cretinismo, el bocio, el raquitismo .. . Dos meses más tarde se produce la visita de Alfonso XIII, tras la cual se crea el Real Patronato de las Hurdes, que trata de mejorar algo las condiciones infrahumanas en que viven aquellas gentes. Diez años después, Luis Buñuel rea- lizará su documental Las Hurdes, tierra sin pan para reflejar las misérrimas condiciones de vida de estas gentes. Al igual que pasará con el libro de Carnicer Donde las Hurdes se llaman Cabrera, el estreno del documental suscitó fuertes críticas por cuanto se le tachaba de exagerado y de preparar algunas escenas (la cabra despeñada o el burro devorado por las avispas), hasta el punto de ser prohibido por el Gobierno de la República. Además de considerar una estupidez pensar que se puede realizar un documental (ni quiera una fotografía) sin la intervención directa de quien lo realiza para seleccionar y preparar motivos, luces, planos, etc. 19, me parece una majadería inexplicable que algunos digan que las supuestas exageraciones del documental perjudicaron a los hurdanos . ¿Porque se denunciaban unas condiciones de vida en las cuales ellos eran las víctimas? ¿Porque gracias a este y otros testimonios los poderes públicos dedicaron más medios al desarrollo de la comarca? En fin, todavía hay muchos
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que agreden a los periodistas por filmar la barbarie del toro de Coria, cuando no le disparan desde un tanque para que no dé cuenta de las masacres de los soldados americanos en Irak. El último de los libros del que voy a ocuparme es el de 'Armando López Salinas y Antonio Ferres Caminando por las Hurdes . Tampoco lo cita Ramón Carnicer en Las Américas peninsulares, si bien conocía su existencia porque se refiere a este libro indirectamente en el primer capítulo de Donde las Hurdes se llaman Cabrera para certificar la pertinaz miseria: Por los archivos ministeriales de la capital de España deben de andar voluminosos legajos llenos de informes y papel de barba relativos a la redención de las Hurdes, pero un libro sobre la comarca extremeña publicado no hace mucho en esta misma colección puso de manifiesto el escaso fruto de las resoluciones, comisiones y papeleo que sucedieron al viaje real.
Caminando por las Hurdes fue publicado originalmente por entregas en la revista Acento cultural. En 1960 se editó en forma de libro, pero rápidamente fue prohibido por la censura franquista, lo cual no impediría su éxito en otros países, de forma significativa en Francia, donde fue publicado en la revista Les Temps Modernes, dirigida por Jean Paul Sartre. El relato une al valor testimonial de los libros de viajes de estos años, que, como antes he señalado, se conciben como un arma de denuncia del régimen fascista, una notable frescura narrativa. El hecho de que sean dos los viajeros permite diversas perspectivas en el diálogo (entre ellos, con los paisanos), así como la combinación de elementos cotidianos con
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referencias geográficas y culturales. Pero si la presencia de los autores-viajeros es constante, los autores-narradores pretenden estar ausentes, ofrecer el relato directamente como si fuese un documental. Frente a la obsesión unamuniana' por llevar de su mano al lector, Armando y Antonio ofrecen las escenas directamente para que, a partir de lo que hacen y dicen los personajes, de lo que ve el lector a través de los ojos de los viajeros, este extraiga las conclusiones oportunas. Creo que el relato alcanza en ocasiones niveles difícilmente igualables por la plasticidad de la narración y la economía de recursos verbales: III
Los viajeros se sientan junto al río a pasar la tarde del domingo. El manantial canta mansamente. Las aguas del Ladrillar se deslizan entre los canchales negros de la hondonada. Por la carretera que bordea el río y cruza el puente, una · mujer arrea a dos muletas. Su voz choca contra los cantiles y el eco la repite . muchas veces. El manantial canta mansamente y un muchacho llena un botijo. En la margen de enfrente se desploma un pequeño olivar. -Buenas tardes. -Buenas. Tiene cara espabilada y viste camisa caqui de soldado. -¿Quiere fumar? -Armando le ofrece la petaca. - No señor, no fumo. Aquí en la Mesta la mocedad no fuma, no tenemos vicio; ni siquiera hay sitio donde vendan tabaco. El muchacho mordisquea una manzana y escupe la piel a las
aguas del río. Un pez se acerca y luego huye hacia el fondo. -¿Trabaja usted en el pueblo? -pregunta Antonio al muchacho. Les mira a la cara como extrañado por la pregunta; sigue mordisqueando la manzana. -¡Huy, en el pueblo! Ya quisiera . Ya ven, tenemos un cachito de tierra en el monte, pero mi padre basta y sobra para trabajarla; algunos días voy con Carda a la carretera que está haciendo. - El muchacho calla y las nubes se aborregan sobre la cortada. La mujer que arranca los muletas ha abandonado la carretera. Se la ve en la lejanía, sigue una senda que trepa por la pina vertiente, está cruzando la sierra por el camino de la Horcajada, aún se distingue su figura pequeña, oscura, casi oculta entre las grandes piedras. -Con Carda hay que tener cuidado -dice el muchacho-o No nos paga eso de los puntos, creo que tenemos derecho, ¿verdad? -les mira preguntando. -Sí, protesten -contesta Antonio . -¿De quién son esos olivos? -Armando señala a los de la orilla de enfrente. ' -La tierra y los olivos son de Sánchez. Cae el silencio. Un callar casi trágico . El muchacho, puesto en pie, hace equilibrios en las agudas piedras del álveo. Por la carretera pasea un guardia civil. De nuevo cruzan el río y toman asiento cerca del puente. Los niños desnudos tienen carne de pez. Salen del agua y retozan junto a la orilla. Uno de ellos caza saltamontes a los que arranca las alas y mete en un
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bote. TIenen una caña con cordel donde otro pequeño coloca el anzuelo. Clavan el saltamontes. El niño que maneja la caña tiene cara de tonto. -¿Pescáis mucho? -Cachos y machos, pero este no sabe -dice dándose importancia uno que tiene la cara chupada y que ya se ha vestido. -Yo no sabré, pero mi padre tira un rato bien la caña. -¿Vais al colegio? -Antonio se acerca al pequeño. Los niños callan y se miran, cuchichean por lo bajo. -Este sí sabe algo -el niño que maneja la caña se ha vuelto y señala al de la cara chupada. -Luis quiere ser cura -el pequeño se recrea cortando las alas a otro saltamontes. -Mi madre quiere que vaya al seminario. -¿Y tú quieres ir? El de la cara chupada se ha sacado un mendrugo de pan del bolsillo del pantalón y se pone a mordedo. El muchacho que llenó el botijo se queda parado sobre una piedra mirando a los viajeros. Una mujer descalza y pr~ñaqa desciende la cuesta con un hato a la cabeza. Por el alto corretea un rebaño de cabras. -Vamos a sonar cebollas -dice un chico barrigón. Dos de ellos salen corriendo. Vuelven al poco con un manojo de cebollas silvestres, de las que crecen entre los pedruscos de la orilla. Se ponen a hacer música, a soplar por las vainas. Pero lo hacen seriamente, no ríen. -Me hacéis sombra en el río, no me dejáis pescar -grita el chico de la cara de tonto.
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5) 'Donde las Hurdes ·se llaman Cabrera': ge~uina superación de géneros estancos
Ramón Carnicer elige para su VIaJe lit~rario una de las zonas más abruptas, subdesarrolladas y désconocidas de España. Tanto que, como nos explica en el primer capítulo, va a tener dificultades para encontrar datos geográficos, económicos e históricos sobre esta comarca. Según ya he indicado, y al igual que ocurriera con el reportaje de Luis Buñuel, un clamor de indignación voceado .por los mendrugos plumíferos del Diario de León siguió a la publicación del libro. El primer sorprendido de este despropósito fue Ramón Carnicer, pues difícilmente podía entender cómo se le acusaba de menospreciar una comarca y de insultar a sus habitantes cuando, precisamente, la obra estaba destinada a dar a conocer la historia y las peculiaridades geográficas de esta, y las tradiciones y formas de vida de sus habitantes, exigiendo que los poderes públicos adoptaran las medidas necesarias para mejorar las penosas condiciones de vida de estas gentes. Saliendo al paso de estos furibundos y gratuitos ataques, el escritor nos explica: en aquel viaje por La Cabrera Baja, que había hecho en 1962, no encontré personas violentas, hostiles ni descorteses, sino todo lo contrario, amables y cercanas, como cuento en el libro, pero que soportaban una miseria evidente. Yo tan solo reproducía de una forma fiel lo que había visto en mi viaje, mucha miseria y una comarca muy retrasada. Quienes se volvieron contra el libro fueron aquellos que eran los causantes de este retraso histórico : el obispado y el Gobierno Civil, que encontraron
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acogida a ·sus escritos en el Diario de León. El libro quería poner de manifiesto la necesidad de actuar allfy, en parte, después se pusieron a hacerlo.
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Y, más adelante, precisará más sus intenciones narrativas, refiriéndose a unos propósitos similares a los de otros narradores viajeros encuadrados en el "realismo social": Siempre he batallado por la justicia, por la equi&d, por el respeto -ahora tan común- de la ecología. He procurado ser un individuo solidario de todas las calamidades y he procurado hacerlo sin bravatas, sin agravios a nadie, convirtiéndome en un mero y objetivo contemplador de situaciones, algunas lamentables.
Junto a su labor- testimonial, Donde las Hurdes se llaman Cabrera destaca tanto por el sobrio rigor de su estilo como por un tratamiento novelesco de muchos de los cuadros y personajes. El hecho de que el autor haga que algunos de sus ' personajes' aparezcan en varios capítulos en situaciones diferentes presta continuidad al relato a la par que permite la cercanía del lector a lo que se está narrando por el reencuentro con unos seres generalmente afables o pintorescos. El recurso frecuente en los libros de viajes de servirse de distintos personajes que actúan como cicerones (o virgilios en el descenso a los infiernos de algunos relatos) nos da una visión plural de la realidad, lejos de cualquier intención dogmática. Las voces de estos paisanos -por ejemplo, el cartero Alberto o el cura don Manuel- convierten al autor en narratario y dan cuenta a los oyentes
de los pormenores de las tierras y gentes objetos del relato. Y también del sustrato cultural reflejado en canciones o relatos legendarios. A la par existen personajes secundarios pero de relevante enjundia novelesca por cuanto sus voces son indispensables para penetrar en los intríngulis de la historia. En Gracia y desgracias de Castilla la Vieja Carnicer da cuenta de las razones que le mueven a preferir unos u otros personajes: Lo que yo intento hacer, si usted me p erm ite el neologismo, es algo así como vidalogía, es d ecir, acercarme a las personas y a su m anera de estar en la vida, cosa, por otra parte, m uy vieja. -¿Y quién le inform a a us ted? Supongo que las personas cultas.
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-No, señor. Prefiero los informes de un tabernero o esquilador a los de un abogado o un ingeniero. - ¿Es que no le interesa la cultura? -Sí, pero la cultura no está solo en los libros y en la cabeza de quienes los han leído, gente a veces aburrida y muy a menudo dogmática. -Usted debe ser algo contradictorio. -Tal vez, aunque procuro evitarlo, no con deomasiado ahínco, es la verdad. Y ello porque aspiro a no dejar de ser hombre, es decir, un ser contradictorio.
y en la elección de estos personajes y en el retrato que de ellos hace es donde muestra sus dotes para acercar al lector al factor humano de estas tierras. Hasta el punto de que el interés por estos seres peculiares y por las situaciones en las que se desenvuelven a veces nos hace olvidar las penosas condiciones de la vida en La Cabrera. Cierto es que, por ejemplo, en la escena del banquete que el cura don Manuel prepara para el viajero, las nauseabundas viandas (carne y chicharros podridos) remiten a unas infrahumanas condiciones de vida de las que ni siquiera escapan los supuestamente mejor situados en la escala social. Pero las reminiscencias quevedescas de la escena pronto son sustituidas por la angustia por saber cómo saldrá adelante de la situación, sin ofender al bondadoso clérigo, ese desgraciado huésped con el que el lector se ha identificado. La finura irónica y la economía narrativa con que se dibujan personajes y hechos podía haber sido firmada por Galdós. A veces también el escritor se sirve de personajes contrapuntísticos para
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obligarnos a emitir un dictamen sobre ellos sin la aparente intervención del narrador. Así, en los distintos pueblos de·su peregrinaje, se ha visto sorprendido por la actitud resignada de sus habitantes ante sus deplora1:)les condiciones de vida. Un fatalismo resignado propio también de otros lugares donde el hambre y la enfermedad tienen su asiento. Sin embargo, de pronto aparece una mujer, Justina, que se diferencia del rebaño. Con la maestría narrativa a que antes me refería, Carnicer nos la presenta en un capítulo trabajando con un hombre y acompañada de unos niños. Después retomará al personaje para que acabemos de comprender que esta atractiVa mujer es madre soltera, que sus hijos son concejiles", según las palabras de otro de los cicerones que ayudan a mantener la coherencia del relato, don Laureano. Capítulo más adelante, Justina volverá a aparecer como contrapunto de la abnegada maestra que se limita a constatar, desde su sempiterno e impuesto alejamiento de cualquier hombre, que, por desgracia, hay muchas justinas en esta tierra porque no tienen otra distracción. V éase la expresiva desnudez con la que Carnicer nos presenta a su heroína para que el lector extraiga sus conclusiones: 11
Por el camino suben dos carros con yerba. Delante de uno va un hombre, y encima de la carga un chico. El otro lo conduce una mujer con un niño en brazos, y arriba se bambolean un chico y una chica, más pequeños que el primero. Las vacas que tiran de los carros son mínimas, flacas y de pelo amarillo. Las ruedas, hechas de maderas ensambladas y con dos huecos pequeños hacia el centro, tienen
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una llanta de hierro dentado que a primera vista parece un círculo de gruesos clavos. Las ruedas van fijas al eje, de madera también, que gira debajo del carro entre dos pares de vástagos verticales, igualmente de madera. El roce del eje arranca una melancólica sucesión de aparentes gritos, lamentos y quejas, con alguna nota prolongada, pura y musical. De los bordes laterales del carro suben unos palos puntiagudos para sostener la carga de yerba. \ Los carros se detienen no lejos de la escuela, y el hombre y la mujer, con sus horcas, empiezan a meter la yerba en dos pajares contiguos. Al cabo de un rato me acerco a ellos. Responden a mi s'a ludo; el hombre, curioso pero tímido; la mujer, dispuesta a conversar. No sé si estarán casados. -¿Son ustedes matrimonio? -pregunto. -No, señor -contesta rápida la mujer. Después de una pausa digo a esta: -¡Duro trabajo! -Sí, señor; ya puede decirlo. -¿Y dónde está su marido, que no viene a ayudarla? Vacila un poco y responde : - Está allá ... , en las minas. Al decirlo señala a poniente, mira al hombre y sonríe. El hombre sonríe también, mete la horca en la yerba, la levanta a lo alto y avanza con su carga hacia la puerta del pajar. El chico mayor, con una horca p equeña, ay ud a muy serio a su p adre . Debe de tener nueve años. Otro m ás pequeño, d e cinco o seis, hace lo mismo respecto d e la mujer. La chica de esta, tal vez d e tres
años, juega con unas piedras y unos palitroques. El niño que la mujer llevaba en brazos está tendido en una frazada junto al muro. La mujer es enjuta, pero fuerte y guapa. Es la primera mujer guapa que veo en la Cabrera, la única de aspecto decidido y voz resuelta. Veintitantos años debe de tener. Su pelo -lo que de él se entrevé por debajo del pañuelo que le cubre la cabeza- es rubio, rojizo. Cuando acaba de empujar hacia la choza un montón de yerba, hinca en el suelo el mango de la horca, apoya la mano derecha en lo alto, en el ángulo d e las dos púas, y me dice : -Buen señor, ¿usted escribe en los papeles? -No . ¿Por qué me lo pregunta? -Porque antes, al subir por la cuesta, lo vi escribiendo. También lo decían ayer en la fiesta de Odollo. Y adem ás trae una máquina de retratar. -Pues, b u eno, supongamos que sí. -Entonces, buen señor, diga cómo estamos aquí; a ver si se acuerdan de nosotros, que vivimos como los animales d el monte . H ace ademán de volver a su trabajo, pero desiste y con tinúa: -En veran o, aún se p ue d e ganar un jornal, ir a una romería y echar un baile; pero en invierno, ¿sabe usted?, se acab a la comida, nos morimos d e frío y no podemos salir de estas peñas. Y si una tiene que parir, revienta. Y si alguien se p one enfermo, se muere, porque el méd ico está muy lejos . Y si viene el médico es igual, porque la botica está a m uchas leguas y las penicilinas esas que dan cuestan mucho y
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no tenemos dinero para comprarlas. ¡Y mire, mire cómo andamos vestidos y cómo andan esas criaturas! ¡Y las vacas, más secas que una cabra! ¡Maldita sea ... ! A medida que habla, la va ganando la cólera, y sus palabras se encrespan en tilla acusación que parece dirigida a mí, para concluir en un rosario ininteligible de maldiciones. La actitud de esta mujer es algo nuevo, y enteramente distinto de la resignada y fatal conformidad vista en días anteriores. El hombre, ahora en lo alto de su carro, con los dientes de la horca en la yerba, las manos en el extremo del mango, y la barbilla apoyada en ellas, escucha silencioso mirando a lo lejos. Inesperadamente, el niño de la frazada empieza a llorar y a mover las piernas y los brazos, y cuando el llanto acaba en rabieta, la mujer lanza la horca lejos de sí y con gesto desesperado y grandes zancadas va hacia el niño y lo coge con violencia, como si fuera a pegarle o a lanzarlo al aire también. Pero sus voces de protesta se van ahogando entre los movimientos bruscos con que suelta los botones de la blusa para sacar la teta y en la quietud forzosa que sigue. Los chicos mayores han quedado inmóviles y con los ojos muy abiertos. Amelia, Hasilisa, Enedina y Ludivina, asustadas por la actitud de la mujer, se alejan volviendo la cabeza. El sol, ya en su caída, va enrojeciendo la tarde. La brisa es ahora más fuerte, viento casi. Cuando la pequeña parece harta y tranquila, la madre vuelve a ponerla en la frazada, que pliega a continuación sobre el menudo cuerpo.
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Por último, coge otra vez la horca y reanuda su trabajo. De pronto, parece darse cuenta de que sigo allí, y con una ironía que apaga definitivamente su cólera, apunta a sus tres hijos y me dice: -Yo ayudo al Gobierno. A ver si el Gobierno me ayuda a mí. El hombre, en lo alto del carro, sonríe de nuevo, escupe en las palmas ·de las manos, clava los dientes de la horca en la yerba y aprieta. -¿Usted cómo se llama? -pregunto a la mujer. -Justina. J
Un solo trazo, la tortura de un pollo de gavilán herido e indefenso al que unos jóvenes disparan una y otra vez con sus escopetas de aire comprimido, servirá para retratar el sadismo de estos seminaristas. Sin embargo, otros personajes, aun siendo circunstanciales en el relato, serán tratados con más atención y cariño. El indiano y uno de los dos médicos retratados pueden ser tan reales como cualquiera de los personajes cervantinos o valleinclanescos. El primero es un indiano a la antigua usanza, con los dientes forrados de oro y con sombrero de paja. La cinta del sombrero es de los mismos colores que el cinto con que aprieta la rotunda barriga. Amarrada al cinto, una cadena de oro se introduce en el bolsillo relojero del pantalón. Este y la camisa son de seda color caña.
Naturalmente, tan peculiar individuo tendrá su receta para acabar con el atraso y miseria de la comarca: hacer con sus habitantes lo que él hizo para triunfar: llevarlos a otras tierras. El primer médico con el que se topa, entre Saceda y Nogar, no es menos pinto-
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resco que el indiano. Vestido con chaqueta de pijama, mal aseado y con ojos de loco suscita .temores en el viajero. Dialogando con él, descubre que, además de sus interminables recorridos para mal atender a los enfermos de las alquerías, el hombre anda tan agobiado · con los inextricables razonamientos de Santo Tomás de Aquino que experimenta unas ganas tremendas de echarse al monte y deambular para superar sus limitaciones filosóficas. Además, le queda tiempo para IT al teatro a León y ocuparse de un periódico manuscrito del que es el único redactor. El diálogo queda interrumpido por la alarma de un despertador que el buen hombre lleva en el bolsillo para que, cada media hora, le anuncie que debe sacar el termo del bolsillo trasero y tomarse un café. El otro doctor que encuentra en Benuza es un hombre amante de su profesión, cuyo diagnóstico sanitario sobre los habitantes de La Cabrera apenas difiere del dado por Marañón y sus colegas sobre las auténticas Hurdes. Como tampoco la solución para evitar estos males, solución que deberían aprender los gobernantes malllamados liberales, los oligarcas de la industria, de la banca y de la iglesia: el pan para la tierra sin pan porque ellos se lo llevan: -El origen de todo -resumeestá en la alimentación escasa y en la miseria general, cuyas derivaciones más comunes son el bocio y el cretinismo. -¿Y no hay bocio en otras regiones más afortunadas? -Sí, pero se da sobre todo en aquellas en que las condiciones de nutrición y vida son deficientes. En cuanto al cretinismo, suele ir acompaíi.ado de bocio, y resulta frecuentemente de la miseria y de la consanguinidad; muy común aquí por el aislamiento y reducida población
de las aldeas y por cálculos muy comprensivos en la sucesión a unos bienes vitales. -Entonces, la atribución del bocio a las aguas finas o frías, al efecto que puedan producir en ellas los castaños y los nogales absorbiendo su yodo, o bien a lavar en los ríos, a llevar pesos en la cabeza, a los esfuerzos del parto y a otras causas que enumeran por aquí, ¿carece de fundamento? -No puede negarse (y repetiré lo dicho hace años por Marañón) que el agua influye en ciertos casos y que en otros interviene la carencia de yodo, pero tampoco puede rechazarse la existencia de infecciones y agentes microbianos con predilección especial por el tiroides. Algunas de aquellas atribuciones, apoyadas en la aparición de bocios gravídicos y climatéricos, las funda la gente en la realidad de que el bocio afecta más a las mujeres que a los hombres, como habrá usted observado. El médico, que parece muy seguro de sus explicaciones, está sentado -lo mismo que yo- en el suelo, con un codo en la yerba. Satisfecho de mi interés, levanta el codo y continúa: -Mire usted, el tiroides regula el metabolismo celular, el crecimiento y las distintas fases de la evolución sexual, y lo hace mediante una secreción interna rica en yodo. Cuando el tiroides no dispone de yodo, padece, y su hiperplasia, el bocio, no es más que un proceso compensador de aquella falta. Es probable que la insuficiencia de yodo se deba a que la enfermedad incapacita al tiroides para aprovechar el yodo del ambiente. ada uno de aquellos factores (genital, carencial, infeccioso) predomina según causas o regiones, pero no es exclusivo; los demás serán
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coadyuvantes. Resumiendo: el bocio endémico, tal como lo tenemos aquí, no es una enfermedad de etiología única, sino una peculiar reacción del organismo ante un conjunto de factores etiológicos diversos. Pero en el fondo de todas las posibles patogenias hay una constante en el bocio endémico: la alimentación insuficiente y la miseria general. Porque la alimentación insuficiente determina una lesión del sistema endocrino, lesión que se traduce clínicamente en un trastorno del metabolismo general y del crecimiento, muy próximos a la distrofia cretínica. Por otra parte, la gente que come mal, que vive sin higiene, en chozas o casas exiguas, sin ventilación, cerradas y entre humo para defenderse del frío,
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amontonada con los animales, uniendo a los excrementos de estos los propios, es fácil presa para las más variadas infecciones, no siempre ajenas, como le dije, a la aparición del bocio. -En definitiva,lqué tratamiento aplica usted a sus bociosos? -Por lo que llevo dicho, el ataque serio contra las causas del mal cae fuera de mis recursos individuales. La receta más segura (Marañón lo decía) es esta: civilización. Pero este producto no se despacha en la farmacia del Puente ni en la de Truchas. Ha de venir de más lejos y de más arriba y tiene poco que ver con los últimos descubrimientos. El bocio disminuye cuando se eleva el nivel de vida de las regiones afectadas, cuando la alimentación es abundante y variada, cuan-
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do los caminos acercan a la gente y la liberan de la consanguinidad. Gracias a todo esto el bocio disminuye en todo el mundo.
Encontramos también a los maquis de estas sierras, aunque solo esbozados para burlar las iras inquisitoriales. Don Manuel cuenta al caminante cómo estuvo a punto de ser asesinado por un oficial franquista que trataba de infiltrarse entre los guerrilleros y a quien, inconscientemente, descubrió el cura ante una chica. El guerrillero objeto de los desvelos de la Guardia Civil era Antonio, llamado El Ruso o El Rojo, y que trajo en jaque por aquellas asperezas cabreirenses a las fuerzas franquistas NOTAS 1 El subrayad o es mío para llamar la atención sobre la vigencia de estas palabras escritas en marzo de 2010 con motivo de su nombramiento como doctor honoris causa por la Universidad de León, acto al que no pudo asistir por su quebrantada salud. 2 Discurso de José Enrique Martínez con motivo de haber sido nombrad o Ramón Carnicer doctor honoris causa por la Universidad de León . 3 "un singular tipo ibérico, una especie de Leonardo en tono menor, uno de esos hombres, hábiles para todo, que no toman nunca un rumbo definitivo. Escritor y traductor de m uy variadas teclas, ingeniero de otras tantas, indagador de las lluvias y los vientos de España, estratega cuando los fra nceses, catedrático, arbitrista de todos los males e ilusiones españolas". (Artículo de 1962, incluido en el Libro
Contra esto y aquel/o). , El libro se titula Entre la ciencia y la magia. Mariano Cubí (1969), y el profesor Mainer diría de él que «nos hallamos ante uno de los mejores libros en prosa de nuestra literatura recien te». 5 José Enrique Martínez, discUrso citado. 6 Los trabajos de Persiles y Sigismunda, al igual que todas las llamadas novelas bizantinas, La odisea, Simbad el marino o la moderna ciencia ficción son claros ejemp los de esta literatura viajera en la que la narración es vicaria de los escenarios, de manera que son los lugares los que cambian, no los personajes, dibujados desde el primer capítulo, y cuyas acciones vienen dictadas p or los diversos antagonistas a los que vencer, por los sucesivos territorios tan desconocidos y hostiles como sus habitantes. 7 Tra tamiento aparte merecerían Las crónicas marruecas de José Cadalso. Por mucho que se haya señalado la influencia de Las cartas persas, la obra de Cadalso me parece superior a este u otros posibles
muchos años después de acabada la Guerra Civil Ramiro Pinilla en su novela Antonio B. El Rojo. Ciudadano de tercera, recrea la historia de este personaje que acabó sus días en Bilbao y que, según parece, es Antonio Bayo, colaborador de los GAL y directamente implicado en el asesinato de los supuestos etarras Lasa y Zabala. En resumen, Donde las Hurdes se llaman Cabrera es uno de los libros de viajes más interesantes de nuestra literatura por su valor testimonial, la belleza de sus descripciones, la precisión verbal y, sobre todo, por esa significativa galería de personajes que vuelven a cuestionar que existan límites entre la realidad y la ficción. modelos, un análisis riguroso de la condición humana y, sobre tod o, una crítica al casticismo y otras lacras del llamad o ser hispano. s El largo título de la obra de Antonio Liñán y Verdugo sirve de ejemplo de la intención de estos autores de unir diversos géneros en una misma obra: Guía y aviso de fo ras teros en donde se les enseJ'ia a
huir de los peligros que hay en la Corte y debajo de novelas morales y ejemplares escarmientos se les avisa y advierte de cómo acudirán a sus negocios cuerdamente. Otros interesantes recorridos costumbristas por el Madrid de la época son El día de fiesta por la mai'iana y por la tarde de Juan de Zabaleta , Día y noche en Madrid de Francisco Santos y Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo de Diego de Torres Villarroel. q A modo de ejemplo, y obviando los conocidos de Larra, Bretón de los Herreros o el duq ue de Rivas, cito estos artículos que también ellect r interesado podrá encontrar en mi página web <www.jes usfe lipe.es>: El ama del cura, El demanda o santero, El mendigo de José María Tenorio; El dómine, El clérigo de misa yolla de FermÍn Caballero; El aguador, El choricero de Santos López Pelegrín; De calvos y pelucas de Modesto Lafuente; La criada, El guerrillero de José María Andueza; La santurrona, El hortera de Antonio Flores; El torero de Tomás Rodrígues Rubí. 10 Ciro Bayo, escritor no incluido en los manuales literarios entre los noventayochistas, a pesar de haber nacido en 1859 y de su amistad con Baroja, es quizá uÍ10 de los autores de libros de viajes más interesantes tanto por su gracia narrativa como por· el sentido vivencial que da a sus correrías, sean estas por España o por distintos países de América. José Esteban ha recuperado parte de la producción literaria de este autor en la Biblioteca Rescate. Como muestra de estas narraciones itinerantes, señalo:
Lazarillo espai'iol. Guía de va:?os en tierras de España por
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un peregrino industrioso (con prólogo de Azorín, 1911); El peregrino en Indias. En el corazón de América
del Sur (1911); Chuquisaca, o la Plata perulera; cuadros históricos y costumbres del Alto Perú (Bolivia) (1912); Por la América desconocida (1927). 11 Quiero decir .que tuvieron menos dificultades que, por ejemplo, una novela o película para tratar de conseguir el nihil obstat, no que no tuvieran problemas con los censores políticos y religiosos. De hecho, muchos autores tuvieron que eliminar fragmentos de ' sus obras o, como en el caso de Armando López Salinas y Antonio Ferres, vieron cómo se prohibía la difusión de Caminando por las Hurdes. 12 La televisión comienza sus emisiones en 1956 y transcurrirán unos cuantos años antes de que empiece a emitir reportajes documentales de cierta calidad. IJ Recuérdese la campaña orquestada durante los años sesenta por Fraga y sus secuaces destinada a vender la dictadura a los turistas de las democracias europeas: "España es diferente". l' Me refiero a las obras publicadas en estos años 50-60 por autores que, en muchos casos como Juan Goytisolo, Antonio Ferres o Alfonso Grosso, abandonarían la técnica realista en las décadas siguientes.
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15 El VIaje se realiza por las marismas del Guadalquivir. 16 El viaje fue realizado en 1973. 17 Las Batuecas incluía los territorios hurdanos en esta época. IN Mauricio Legendre acababa de publicar un artículo sobre las Hurdes titulado En el corazón de Espai'ia. Su estudio sobre las, Hurdes se convertirá en referente obligado de cuanto se haga después. Hay que tener en cuenta que las indiscutibles virtudes filológicas y los profundos conocimientos culturales de Legendre se ven condicionados por un conservadurismo a ultranza y, a veces, no muy lejano del Vivan las caenas. 19 Evidentemente, me refiero no a manipular la realidad para distorsionarla como, por ejemplo, hace Telemadrid, sino a seleccionar el material más significativo para que los hechos descritos sean significativos para el receptor. Es obvio que Goya, en Los desastres de la guerra selecciona una serie de motivos límite de la barbarie. Pero no está mintiendo, sino buscando la expresión más relevante del sadismo y la crueldad reales . De la misma manera que Buñuel no está inventándose la miseria y el subdesarrollo, sino ofreciéndolos desnudos a quienes quieran verlos.
Albert Camus: la intelectualidad de un disidente contemporáneo PEDRO GARCÍA CUETO
Albert Camus, su obra narrativa, su teatro, sigue impulsando el paso del tiempo, convirtiendo el horizonte gris en un acto de reflexión, porque en su filosofía vital aún anida uno de los más grandes escritores franceses del siglo XX. Pero no solo podemos hablar de un intelectual, sino también de un hombre en constante tensión con el tiempo que le tocó vivir, un disidente desde la intelectualidad, un hombre forjado desde la experiencia de una vida donde tuvo que compaginar su nacimiento y sus años en Argelia con el mundo cosmopolita de Francia, donde tuvo que enfrentarse, en su obra y en su vida, al destino adverso y al que, a veces, le sonrió.
Hijo de Lucien Camus, que contaba veintiocho años al nacer el futuro escritor, la familia Camus, corno nos recordó muy bien Olivier Todd en el magnífico libro que dedicó a la vida del escritor francés, era de origen alsaciano. Camus nació el 7 de noviembre de 1913; Lucien, su hermano, había nacido a principios de 1911. La familia pasa de vivir en el número 17 al 93 de la Rue de Lyon, en el corazón de Belcourt, barrio popular al este de Argel, en las lindes de Marabout, el barrio árabe. Las condiciones de salubridad no SGn muy buenas, no hay agua corriente, se llenan jarros en el grifo de la calle y se lavan en el fregadero. En Belcourt, en la orilla derecha, se alojan los franceses argelinos,
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allí se codean con los árabes. Ya vemos la lucha por sobrevivir, el rechazo a la policía, que une a los árabes y a los franceses del barrio. En la Rue de Lyon conviven franceses con voces árabes, italianas o españolas. El olor a canela, anís, azafrán, agua de Javel, ajo, oliva lo domina todo. Van al cine, distracción que va calando en el futuro escritor, cuyas novelas son tan cinematográficas, tienen tantas descripciones que son ideales para que el séptimo arte dé muy buena cuenta de ellas, con mejor o peor fortuna (La peste, El extranjero). Los maestros ya inculcan el espíritu crítico en los hermanos Camus, los docentes creen en el progreso, en Argelia, muchos profesores son militantes, radicales, socialistas y comunistas. Se habla de la asimilación, de la necesidad de una cultura heterogénea, de la idea de que los franceses son sucesores de turcos, árabes, bizantinos, etc. Albert es buen alumno, ya despunta en francés. Tampoco es mal estudiante en letras, historia, geografía, ciencias naturales, matemáticas. Albert se codea con los hijos de los que dirigen y gobiernan en Argelia. Está en el liceo. Hay pocos hijos de árabes, solo de los que dirigen grandes tiendas, la mayoría son franceses argelinos. Los novecientos mil europeos de Argelia no se inquietan por la forma de pensar o de vivir de los seis millones de árabes y de cabilas. Los militantes argelinos son pocos y sus protestas quedan pronto reprimidas. Messali Hadj reclama la independencia de Argelia, pero los miembros de su partido, la Estrella Norteafricana, reclutan principalmente obreros argelinos en Francia. Camus deja de ir al liceo en 1930. Enfermizo, como pupilo de la nación tiene derecho a cuidados médicos gratuitos, los médicos descubren que tiene una tuberculosis pulmonar ulcerosa derecha grave con cavernas, sin adherencias pleurales.
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La tuberculosis acentúa en Camus su sensación de que la vida es una casualidad, presidida por la injusticia y por el dolor. Según Olivier Todd en la biografía citada, al igual que le ocurrió a André Cide, se "vuelve poros9 a las sensaciones", consigue que su hipersensibilidad se desarrolle, la que será luego muy útil en sus libros, donde va describiendo con una minuciosidad asombrosa la peste en la ciudad, como si de un cáncer se tratase, una enfermedad endémica que recorre a cada uno de los miembros de la comunidad, clara metáfora de la ceguera contemporánea ante el poder del capitalismo. Como dijo Roger Crenier en Soleil et ombre, Camus se prepara para entender la enfermedad como una suerte de resistencia ante la muerte: [... ] es un remedio contra la muerte . Prepara para ella . Crea un aprendizaje cuyo primer estadio es la ternura para con uno mismo. Apoya al hombre en su gran esfuerzo, que consiste en ocultarse a la certidumbre de morir completamente. (Albert Camus, Soleil et Ombre, ed . Gallimard, 1987).
En octubre de 1931 vuelve al liceo, logrando ser uno de los alumnos más valorados y de mejores resultados. Paul Mathieu, profesor de literatura, encarga trabajos a los alumnos y reconoce, salvo algunas páginas en las que padece de plagios, que Camus tiene un estilo narrativo original y perentorio. Camus empieza a desarrollar su inquietud ante la vida en escritos donde se plantea la dificultad de resistencia ante el empuje del destino, ante la injusticia .que asuela al ser humano, por ello, solo entiende la lucha desde la disidencia, desde la rebeldía, desde la acción:
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Camus
El extranjero
AI.IlEIIT C.U!liS
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¿Aceptar la vida, tomarla como es? Estúpido. ¿Hay medio de obrar de otra manera? ¿Aceptar la condición humana? Creo que, por el contrario, la rebeldía está en la naturaleza humana. Aceptar o rebelarse, eso es pc;merse frente a la vida. (Cahiers TI).
Camus ya encuentra en Gide no solo unos de sus más admirados escritores, sino a un hombre de claro compromiso con su obra, donde subyace su ética del mundo: "Mi gusto por Gide aumenta al leer su Journal. ¿No es por su humanidad? También sigo prefiriéndolo a cualquier otro escritor. Por un efecto inverso detesto a Cocteau" (Correspondance Albert CamusJean Grenier, 20 de mayo de 1932, y Souvenirs, de Jean Grenier). Los jóvenes que estudian en el liceo se encuentran con frecuencia en la Place du Gouvernement, en el Café de la Bourse, y van hacia la alcazaba, a los barrios altos de la ciudad. Allí charlan con los árabes. Argel, ciudad con ciento setenta mil blancos y cincuenta y cinco mil indígenas, es una ciudad europea. A Camus le gusta la alegría de la ciudad, sus tranvías, su vida en cada rincón. Camus decide, estando en el liceo, que su pasión es escribir, y descubre a un gran escritor y hombre de espíritu crítico (recordemos La condición humana), me refiero a André Malraux. Para Camus, hay dos libros del escritor que le fascinan, el ya citado y Las islas, un ensayo de ciento cincuenta páginas donde el escritor habla de los encantos de las islas Kerguelen. Camus empieza a escribir y lo hace en revistas, donde ya expone sus meditaciones sobre la vida, su desacuerdo ante el poder económico, sus reflexiones sobre la existencia de Dios, pero también escribe artículos sobre escritores que le interesan, como Gide o Malraux. Se trata de sus colaboraciones en la revista La Revue Marxiste,
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.s acada a la luz en París por George Politzer, Henri Lefebvre y Paul Nizan. , , Camus ya escribe en la revista su idea de un Dios malvado y cruel, que está decididamente aposentado en el poder de la Iglesia, ya ve que la re.a1idad esconde el s~cio ,aroma del poder, de la mano que todo lo dirige en grandes y poderosos estamentos que anulan al ser humano, lo cosifican irremediablemente. Otro momento importante en la vida de Camus es su ingreso en el Partido Comunista, en 1935, el PCF. Se considera como un partido que defiende a la clase obrera y que reivindica la fraternidad. Decide embarcarse en un deseo de igualdad, para evitar el colonialismo, el imperialismo y el fascismo, los grandes jinetes del apocalipsis del siglo XX. Sigue Camus la senda de Malraux, desplazando su interés por Gide a favor <;lel escritor de La condición humana. Considera que los humillados y los explotados deben cambiar el mundo, ha de iniciarse una revolución para recuperar la dignidad perdida por el efecto brutal de la colonización y de la explotación de los poderosos sobre los débiles. No hay que olvidar que el prestigio de Ma,l raux fascina a Camus, su labor en el Congreso Internacional de Escritores, la creación de un Frente de Escritores contra el Fascismo, lo que le convierte en un personaje fundamental para la defensa de los derechos humanos. En junio de 1936, Camus consigue el ,diploma de estudios superiores, le inquieta el mundo del teatro, porque considera que es un espectáculo donde se puede exponer la verdad de la vida sin tapujos, donde la emoción de la interpretación en directo posibilita la crítica y la reacción de un público comprometido, como demostrará al escribir Calígula, una obra que sirve para denunciar la dictadura y el poder totalitario,
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enfrente de unos seres cosificados, reducidos a la nada. Camus trabaja, en.1936, en tres libros, La muerte feliz, El revés y el derecho y Nupcias, piensa también convertirse en actor. Le seduce mucho el mundo del teatro; la posibilidad del actor de encamar muchas vidas, de denunciar a través del texto del autor el mundo corrompido en el que vive. Políticamente, todo se complica en Argelia desde 1937, en enero de 1937 el gobierno de Lean Blum disuelve, con satisfacción del PCF, la Estrella Norteafricana, Messali funda el Partido Popular Argelino (PPA). En marzo de ese año estallan huelgas en Argelia. Hay muertos en las manifestaciones que se producen en ese mes. En julio de ese año Messali Hadj es detenido y luego deportado. Tras tener problemas de variada índole (sería muy extenso ahondar en los conflictos políticos que tuvo Camus en ese momento, pero sí cabe decir que se vio involucrado en la guerra de Argelia, en problemas económicos y sentimentales) decide irse a París el 16 de marzo d~ 1940. Allí va dando forma a su obra, trabaja como secretario de redacción en el prestigioso periódico Paris-Soir, ganando tres mil francos al mes por cinco horas de trabajo al día. Va creando El extranjero (publicado en 1942), una de sus novelas fundamentales, pero también va escribiendo su obra de teatro Calígula. Piensa lo siguiente de esta primera novela que le dará fama: "Acabo de releer todo lo que llevo escrito de mi novela. Y me ha repugnado, me ha parecido que era una cosa fallida de arriba abajo, que Calígula no valía mucho más y que los primeros indicios de lo que quiero hacer juzgaban sobre lo que podría hacer" (Cartas a Francine Faure, 12 y 18 de abril de 1940). Ya demuestra Camus su insatisfacción ante la obra que escribe, confesión que regala a su amada Francine. Dice también que la obra de arte es una utopía y que todo ha de
rehacerse inútilmente. La v.ida es un compendio de casualidades, donde el infortunio decide ~odo, como el haber nacido en un país en guerra o el pertenecer a una sociedad pobre mientras otros abundan en la riqueza. Las últimas palabras de Mersault en El extranjero comprimen la idea que subyace en Camus, la indiferencia ante los demás. La intelectualidad debe vivir sin complejo de culpa, con el espíritu de denuncia siempre presente: "Para que todo sea consumado, para que me sienta menos solo, queda por desear que haya muchos espectadores el día de mi-ejecución y que me reciban con gritos de odio". Se siente exhausto de su tTabajo, de haberse implicado al máximo, pero nunca está contento con su trabajo, porque sabe lo ínfimo que este resulta para cambiar las directrices de un mundo cruel e injusto. Camus quiere ser útil y, como la Segunda Guerra Mundial ya está en marcha, el escritor quiere participar en ella. Vivir en una ciudad que va a ser ocupada por los alemanes le parece al escritor una odisea que solo puede afrontarse desde la rebeldía y el desprecio a los invasores. El armisticio de Vichy crea un ambiente frustrante y desolador entre muchos franceses, la redacción de Paris-Soir decide trasladarse a Clermont-Ferrand, París ya no es seguro. A Camus este exilio le parece un deeorado de una de sus obras más prestigiosas, La náusea. Para Camps, Petain es el esbirro, un hombre que claudica ante los alemanes: De cualquier modo, los hechos son como son. En cuanto al resto, cobardía y senilidad; es cuanto nos ofrecen. Política proalemana, constitución e imagen de los gobiernos totalitarios, miedo espantoso a una revolución que no vendrá, todo ello para intentar engatusar a unos enemigos que nos aplastarán de todos modos y para salvar unos privilegios que no serán amenazados.
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El mundo literario de Camus también está en crisis, su desconfianza ante un cambio verdadero de todo lo social es también su desprecio a todo lo escrito, como si todavía no hubiese encontrado su verdadera luz. El escritor se desplaza a Lyon, donde prospera el mercado negro, se roban bicicletas, menguan las raciones de pan. Quiere divorciarse de Simone Hié y casarse con su amada Francine. En enero de 1941, Camus y su mujer (Francine, que se reunió con el escritor en Lyon en noviembre de ese año, con quien se casó el 3 de diciembre) se embarcan hacia Marsella, camino a Argel de nuevo. Los libros fundamentales de Camus: una denuncia a todo Estado totalitario por parte de un intelectual disidente Los años que quedan hasta que Camus pierda la vida en un accidente de tráfico el 4 de enero de 1960 son años de creación, de escritura y de denuncia de la situación mundial. Escribe, y mucho, entre otras cosas, teatro. El estado de sitio se estrena el 27 de octubre de 1948 en el Teatro Marigny; Los justos, el 15 de diciembre de 1949. El estado de sitio tiene como personaje principal la peste, el sistema totalitario, la dictadura. Los justos, obra de teatro que se remonta a la época prerrevolucionaria de los nihilistas, habla de los seres que atentan contra el sistema establecido en busca de un nuevo orden, partiendo de la nada, creando, de nuevo, un sistema que reimplante la justicia en el mundo. Si El estado de sitio es una obra alegórica, incomprendida por el público y por la intelectualidad francesa, la obra Los justos no esconde su deseo de mover las conciencias, logrando un notable éxito de público. En 1951 llega otra obra fundamental, el ensayo El hombre rebelde, donde pone en
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solfa todos los males de la época. Trata en el libro de escapar al absolutismo ideológico, se opone al espíritu de la intolerancia y del odio. Se trata de un libro filosófico (la filosofía vertebra de una forma esencial la vida de Camus, ya que no entiende el proceso vital sin la reflexión filosófica) . Camus llega en el libro a una idea: la libertad no puede darse sin el compromiso, pero la libertad total no existe, hay barreras que impiden una libertad absoluta en el individuo. Hay alusiones en el libro a Marx, a Lenin, porque busca el desprecio de toda revolución que no contenga la inteligencia, sabe que la violencia ha de ser rechazada, pero la entiende necesaria en circunstancias excepcionales, donde el hombre tiene que recobrar su libertad perdida. Es en la creación donde el hombre se libera de su prisión, su compromiso con ideologías que acaban defraudando, solo con el hombre mismo y su capacidad de crear puede encontrarse la verdadera libertad. Cito unas páginas del libro, cuando dice, en el apartado dedicado a "Rebeldía y arte", lo siguiente: En arte, la rebeldía se acaba y se perpetúa en la verdadera creación, no en la crítica o el comentario. La revolución, por su parte, no puede afirmarse más que en una civilización, no en el terror o en la tiranía. Las dos preguntas que plantea desde ahora nuestro tiempo a una sociedad sin salida: ¿es posible la creación?, ¿es posible la revolución?, no son más que una sola, que atañe al renacimiento de una civilización. (Albert Camus, El hombre rebelde, Alianza editorial, 2001).
La civilización es la única salida, un nuevo mundo que destrone el creado, arrojando los cimientos del totalitarismo, de los poderes establecidos (gobiernos, ejército, Iglesia), para hacer del individuo un ser libre de verdad.
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Los grandes novelistas son novelistas filósofos, es decir, lo contrario de escritores de tesis. Así Balzac, Sade, Melville, Stendhal , Dostoievsky, Proust, Malraux, Kafka [. ..] La elección que hacen, al escribir con imágenes más que con razonamientos, revela cierto pensamiento que les es común, presuadidQs como están de la inutilidad de todo principio de explicación, y convencidos del mensaje enseñante que posee la apariencia sensible. Consideran la obra de arte a la vez como un fin y como un comienzo. Es la consecuencia de una filosofía inexpresada, su ilustración y su culmen . EL MITO DE SíSIFO, 1946
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Para Camus, solo la belleza puede vencer la desarmonía de la vida, porque la belleza no hace las revoluciones, pero estas necesitan de ella, porque es la única forma de desprenderse de la violencia que todo cambio supone. Solo a través de la armonía, del arte que quiere cambiar el mundo, se puede empezar de nuevo, alejando todo lo que queda atrás: "La belleza, sin duda, no hace las revoluciones. Pero llega un día en que las revoluciones tienen necesidad de ella". Sin embargo, el rebelde siempre se halla en la eterna contradicción, porque busca el bien, pero este solo se produce tras la revolución, donde, indirectamente, se llega al mal, a ejercer la violencia de unos sobre otros, así ha sido siempre en la historia del mundo, lo dice Camus en su excelente libro: ¿Cuál puede entonces ser la actitud del rebelde? No puede apartarse del mundo y de la historia sin renegar del principio mismo de su rebeldía, elegir la vida eterna, sin resignarse, en cierto sentido, al mal. No cristiano, por ejemplo, debe llegar hasta el fin. Pero hasta el fin significa elegir la historia y el crimen del hombre con ella, si este crimen es necesario a la historia; aceptar la legitimación del crimen es aún renegar de sus orígenes. Si el rebelde no elige, elige el silencio y la esclavitud ajena.
No hay escapatoria posible para el hombre rebelde, que debe saber que toda opción política conlleva la anulación de otros, para poder construir un mundo nuevo. Por ello, el hombre rebelde para por todos los procesos (incluyendo la violencia de las ideologías) hasta llegar al arte, único bastión donde no se siente traicionado. Con el libro, Camus se rebela contra la izquierda que ha sustentado su vida en Francia y en Argelia. Para él, toda actitud
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ideológica acaba enquistándose contra sus excesos, por ello, la única rebeldía posible, que no defrauda, es la del artista. Para Camus,la escritura es una rebelión necesaria contra toda ideología, sea fascista o comunista. Camus se sfa cuenta de su heterodoxia, de su deseo de romper con todo para liberarse de todo compromiso con la política que le ha decepcionado. No olvida la filosofía y escribe La caída. Reaparece la cuestión divina, para el protagonista, el cual pasea por los canales de Arnsterdam (Camus pasó cuatro días en 1954 en la ciudad, lo que le sirvió de inspiración para este ensayo). El paso por aquellos lugares es afín al de Dante por La divina comedia, un recorrido por el Infierno. Ya no se trata de hacer un tratado sobre el absurdo corno en El extranjero, o sobre la rebeldía de un mundo que se descompone por la dictadura y por el desprecio al hombre y su individualidad corno en La peste, sino una crítica latente y absorbente sobre el pecado y la redención divina, sobre la ausencia de fe, el deseo de creer y la demostración, siguiendo el círculo concéntrico de La divina comedia sobre el Infierno, de que la vida es drama, tragedia, donde la casualidad y el absurdo (idea que prevalece desde El extranjero, pero que no es esencial, sino secundaria en el libro) dominan nuestras vidas. En 1956, Camus abandona Argelia y vuelve a París, pero su madre no va con él, se niega a instalarse en Francia. No hay que olvidar el esfuerzo de Camus por poner en marcha la adaptación de la novela de Dostoievsky Los demonios, que tanto le ha interesado. La figura del escritor ruso siempre ha pesado sobre él, su caída y su redención, la sombra poderosa de la novela Crimen y castigo, libro por el que Camus sentía fascinación y horror a la vez. Camus llegó a decir que en las criaturas de Dostoievsky está nuestra alma, sacando a la luz lo desgarrado que hay en nuestras propias vidas.
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Pedro Garda Cueto
El escritor francés ya está decepcionado de su experiencia comunista, de cualquier ideología, solo vive para el arte, único espacio donde no anida la traición. Para Camus el espíritu del novelista ruso y su desconfianza de socialismo alguno o de humanitarismo es el suyo. Los poseídos se representa por primera vez el 30 de enero de 1959. Fue un estreno exitoso, asiste André Malraux en cQIIlpañía de George Pompidou, antiguo director del gabinete del general De Gaulle. Malraux era entonces ministro de Estado encargado de los asuntos culturales. También se halla entre el público Louis Aragon. La obra recibe ataques de diferentes frentes, no fue muy bien acogida, de hecho no logra cubrir los gastos de la puesta en escena. En el semanario Arts consideran que Camus realiza una obra donde expone su filosofía, pero no hay forma de ver las ideas y el impulso de Dostoievsky. Sin embargo, en Le Monde, consideran que la obra de Camus es magnífica. Pesan más, de todos modos, las críticas negativas que las positivas. Camus pone en marcha su último proyecto, el inacabado El primer hombre, cuyo manuscrito llevaba el escritor cuando murió en el accidente de tráfico, camino de París, en el coche de los Gallimard, mientras Francine y los gemelos (ya tenían dos hijos) van en tren. El absurdo de la vida se cumple en el final de la vida de Camus, ya que este tenía un billete de tren que no utilizó, a última hora, para ir con los Gallimard. El primer hombre es una biografía densa y poderosa de sus años en Argel, de su vida entera. Camus crea un hombre, Jacques Cormery, tan cerca de personajes que han denunciado el mundo, los de sus otras novelas: Clamence, Mersault, Rieux y Rambert. Pero el libro representa una lucha contra un mundo que no entiende, contra una
sociedad que le ha negado la justicia que pedía, contra toda política, como emblema de la mentira y el desencanto de tantas generaciones. J. Jacques es el héroe de la novela, pero también es el hombre que nunca alcanza la felicidad, como Camus. Dice el escritor en la novela inacabada: "J. tiene cuatro mujeres a la vez y lleva por tanto una vida vacía". Son las mujeres que han paseado por su vida, Catherine Sellers, confidente; Francine, su gran amor, entre otras. Son personas que no han atrapado al hombre insatisfecho siempre de sí mismo. Para El primer hombre, Camus rastrea en la figura del padre, porque todo hombre acaba pareciéndose a su padre, pero, pese a su viaje a Argel en 1959, no encuentra mucha información útil. Pese a todo, sigue escribiendo, le alegra la publicación de varios libros sobre su vida y obra, uno en Estados Unidos, el de Germaine Brée, una francesa nacionalizada americana a quien los Camus conocieron en Orán; otro en Gran Bretaña, por Philip Tody, y dos en Francia, por Roger Quillot y Jean-Claude Brisville. Pero la vida le pone la peor trampa de todas, el 3 de enero el coche de los Gallimard se estrella a veinticuatro kilómetros de Sens, en la Nacional 5, entre Champigny-sur-Yonne y Villeneuve-laGuyad. Michel Gallimard queda herido de gravedad, pero Camus, alIado del conductor, muere en el acto a las 13.35 de ese día frío de enero. El absurdo de la vida se había cumplido, con el que creía que morir en un accidente era la manera más ilógica de morir, el que luchó por los valores de una humanidad que no ha logrado cambiar y que sigue imponiendo el egoísmo y el desprecio hacia sus semejantes. Solo aquellos que luchan pueden obtener un cambio, pero el poder de los estamentos sociales, la Iglesia, la política, la banca, como jinetes del apo-
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Albert Camus: la intelectualidad de un disidente...
calipsis, lo asuelan todo, lo arrasan todo a su paso devastador. Conclusión: Camus, un disidente de nuestro tiempo Para concluir, recojo, de nuevo, las palabras del magnífico libro de Olivier Todd, donde afirma muy bien quién fue Camus, qué herencia nos ha dejado a todos: Camus diagnosticó ciertos males de nuestra época, refléjó sus angustias, rechazó las tentaciones totalitarias y su propia inclinación al nihilismo. Habría podido caer en el cinismo. Pensador y moralista, estaba aislado en los ambientes franceses en que triunfaba el marxismo bruto. Camus rechazó el fanatismo, no el rnilitantismo. La idea de un Dios en el que no podía creer le persiguió. (Olivier Todd, Albert Camus, una vida, colección Andanzas, Tusquets, Barcelona, 1997, p . 761).
No puede estar más claro que el peso de Camus sigue siendo su sinceridad, su rechazo a todo cinismo, a toda la mentira de las ideologías, su búsqueda incesante de un sentido a la vida. La mala relación con Sartre vino de esa desconfianza mutua ante esa simbiosis de novelista a filósofo, pero también por las incongruencias que ambos vivieron. Solo queda la herencia de Malraux corno verdaderamente sólida para el escritor francés, alguien que nunca demostró su hipocresía, su falsa actitud ante su tiempo (Sartre sí lo hizo, para Camus). Concluyo este estudio con unas palabras de El primer hombre, porque la mejor forma de honrar a un escritor es leer su obra, en ella encontrarnos la savia que germina para siempre y que nos alimenta para crear la nuestra. Cito un momento feliz de
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la novela, donde recuerda la niñez, con sus bellos paisajes de mar, porque en la vida de Camus el pasado siempre estuvo presente, ese recuerdo de una infancia feliz, tan necesaria para conseguir una vida dichosa en los años de adulto: El mar estaba tranquilo, tibio, el sol ahora ligero sobre las cabezas mojadas, y la gloria de la luz llenaba esos cuerpos jóvenes de una alegría que los hacía gritar sin interrupción. Reinaban sobre la vida y sobre el mar, y lo más fastuoso que puede dar el mundo lo recibían y gastaban sin medida, como señores seguros de sus riquezas irreemplazables. (Albert Camus, El primer hombre, Fábula Tusquets, Barcelona, 2003, p. 53).
Fue el tiempo de la felicidad, el que no volvió jamás del mismo modo, porque de las cosas sencillas hizo Camus su reino de la niñez, su propósito de una justicia en el mundo sin piedad que le tocó vivir, su deseo de luchas contra los totalitarismos de variada índole. No encontró toda la satisfacción que esperaba, porque el arduo camino que inició, pese a su honrada propuesta, se topó con el poderoso mundo de la muerte y la injusticia que siguen asolando el mundo. Camus fue un disidente, un heterodoxo cuyo valor radica en su sinceridad y en su espíritu de denuncia que aún vive y vivirá en sus novelas (La peste y su crítica a toda dictadura; El extranjero y su denuncia del absurdo de la vida, entre otras), su teatro (inolvidables su Calígula, Los justos o Los poseídos), sus artículos y sus ensayos (El mito de Sísifo o La náusea, entre otros muchos), sin olvidar su novela inacabada, El primer hombre, un canto a la vida dejada atrás, a su belleza y al dolor que, en su fuero 'interno, tuvo que sufrir al descubrir la hermosura y el horror del mundo. Toda una herencia la de este gran escritor contemporáneo.
En torno a la poesía última de Antonio Hernández FRANCISCO
La publicación de Insurgencias, la po.esía co.mpleta de Anto.nio. Hernández, ha o.frecido. a lo.s lecto.res de po.esía la po.sibilidad de leer seguida una impresio.nante secuencia de quince libro.s que abarcan desde el juvenil El mar es una tarde con campanas (1965), premio. Ado.náis y publicado. a lo.s veintidós año.s de edad, hasta el reciente A palo seco (2007), que el po.eta ha publicado. ro.ndando. lo.s sesenta y cinco.. Casi to.das
D fAz DE CASTRO
las edades del auto.r y de su pro.tago.nista po.ético., tan idéntico.s, se aco.gen a ese título. glo.bal de Insurgencias, tan acertado. en to.do.s lo.s aspecto.s, po.r la índo.le del perso.naje que Hernández ha ido. creando. a lo. largo. de treinta y tanto.s año.s. Leer Insurgencias de co.rrido. permite acceder al desarro.llo. y maduración. de una vo.z po.ética cercana y .directa, r86exiva y vital, cuyo. efecto. de autenticidad
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En tomo a la poesía última de Antonio Hemández
otorga a los textos esa impresión de poemas necesarios que la mejor poesía necesita. Vida y poesía aparecen en todos estos libros estrechamente unidas, desde "La montaña", emblemático poema que abre el primer libro, hasta "Adiós en Arcos" y "Testamento", que cierran por ahora la poesía del autor. Y decir vida y poesía es decir también Historia y tierras vividas, pues no estamos ante una voz solipsista, sino ante la de alguien que al hablar de sí mismo nos habla también de un tiempo y un espacio muy vividos y muy pensados críticamente, como en los versos de "Andalucía", tercer poema de El mar es una tarde con campanas - "Hasta los jornaleros, en vez de justicia, / resignación decían" - y como hemos podido leer, muy tardíamente, en los poemas inéditos ahora restituidos al libro Oveja negra (1969), obviamente dedicados a un tiempo de soledad que aún se prolongaría demasiado en medio de la mediocridad ambiente denunciada en una irónica "Nueva oda elemental". Más de novecientas páginas ocupan estas Insurgen cias que nos hablan, casi siempre sin elev ar el tono y con esa condición a la v ez reflexiv a y testimonial, d el h acerse de un personaje singular y poco frecuente en el panorama poético de la época, por su clara vinculación b iográfica, por lo directo de su discurso y, con frecuencia, por lo auto crítico de sus ob servacion es en torno a los ejes con stantes del am or, la m emoria, la conciencia h istórica y el mundo andaluz. Resulta muy interesante comprobar la fi delidad, la p erduración en este poeta d e estos motivos esenciales y de los valores que los susten tan en los poemas. Ciertam ente, el estilo y la personalidad de quien h abla a partir de Don de da la luz (1978) apenas exp erimentan v ariaciones relevantes en la trayectoria p osterior,
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salvando, naturalmente, la especificidad de cada libro. En el recién citado, por ejemplo, se funden los diversos temas protagonistas de toda la poesía de Hernández: Andalucía, y Cádiz en particular, la reflexión histórica y social, el discurso amoroso -ya desde el título- a Mari Luz, siempre presente en toda la poesía de Antonio Hernández desde su primer libro hasta sus últimos poemas, y el homenaje a los poetas andaluces del 27 muertos o exiliados apoyado en el guiño a Rafael Alberti en el poema que cierra el libro, "Poetas andaluces de ahora" : "Igual duran la gloria y la injusticia" . Si la poesía crítica se funde con el homenaje literario en Metaory (1979), Horno loquens (1981), otro de los mejores libros del autor, abre un espacio en el que un mayor intimismo propicia la elevación lírica de algunos poemas y una mayor sencillez expresiva, sin que el auto análisis lleve nunca a perder pie en los referentes de la realidad colectiva: "contarme / para hablar de vosotros", ese mecanismo que dota de coherencia y transitividad a esta poesía. Como el propio poeta señala en la nota prologal, subrayando el designio de unidad y autenticidad de sus versos, "mi poesía se percibe como verdad más mía y sin altibajos de definición en su conjunto sucesivo difícilmente inconexo" . Cumplen un papel destacado aquí la expresión de una memoria sensorial plasmada en intensas imágenes, el canto a la naturaleza tamizado por la conciencia melancólica del tiempo y también alguno de esos quiebros de humorismo crítico cada vez más presentes en la escritura del poeta y a menudo rubricados con versos memorables: "Excepto el que no habite / todos los enemigos son v eniales". El vitalismo de fondo no excluye las elegías fúnebres ni los emocionados testi-
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Francisco Díaz de Castro
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momos íntimos de Diezmo de madrugada (1982) y Con tres heridas yo (1983), que introducen en el fluir de esta escritura unas presencias que no dejarán de habitarla en lo sucesivo y que particularizan la reflexión amplia sobre la caducidad -"Vendrá la muerte y no tendrá cuidado"- que dimensiona y da sentido a la autenticidad de un discurso poético que se abre también a la amistad y al homenaje literario. Amor y muerte entrelazados con la intensa evocación de los orígenes y de la infancia en una escritura que enciende "un candil contra la muerte" por más que aprende su condición de pasión inútil frente a la ley mortal de lo que existe: "Contra natura, el verbo, su extensión / decapitada, fruto que a los días / ha de encender con días del pasado".
Con una hondura insólita en su tiempo, evitando caer en los tópicos tan frecuentes en estos temas, Compás errante (1985) constituye un denso canto antropológico y también crítico a Andalucía y al sentido del flamenco y sus voces, y da paso, desde Indumentaria (1986), a una escritura que imbrica estrechamente la escritura de la memoria con un prolongado ahondamiento en el mundo andaluz. En Indumentaria los poemas breves y las dedicatorias recorren lo vivido en esa especial forma de "infancia recuperada a voluntad" que en Hemández va salvando para la poesía vivencias, nombres y numerosos homenajes particulares, nada imprecisos de acuerdo con la cita de Rilke que los encabeza -"Era poeta y odiaba lo
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impreciso"-. Un demorado Ubi sunt? que es también una encendida consideración de la naturaleza traza ese recorrido desde la emoción -"Todo me lo han cambiado / por un nudo / en la garganta" - y desde la reconsideración intelectual de una identidad siempre abierta al misterio y a la nostalgia: "Lo triste no es ser viejo / y vivir / sino ser joven en la memoria". El protagonismo de lo andaluz se expande en dos libros que pueden verse como complementarios . y de tono más elevado que hasta ahora: el vitalismo sensorial de Campo lunario (1988), con su emocionante homenaje al mundo gaditano -"Guía secreta de una ciudad del Sur"- y el de la compleja meditación histórica de Lente de agua (1990): "Es más grande mi patria que mi tierra". En ambos la identidad expresiva despliega poemas extensos y estrofas clásicas en esta meditación sobre una identidad integrada en lo colectivo. Esta identidad, que en Campo lunario se abre al misterio de una naturaleza hecha mito y espacio mágico -"Pues más dona el misterio que cuanto ven los ojos"- y se vuelve sobre la misma condición de la escritura poética y el recuerdo literario, en Lente de agua -homenaje, entre otros, a Julio Mariscal Montes-, abarca más ampliamente y a partir de la cita de Américo Castro la entrañada reflexión histórica sobre la realidad histórica de España, judíos, moros y cristianos, Cervantes y Quevedo, el retorno de Alberti, etc.: "patria quebrada, / tunanta, / oposición de ti, / te amo, te amo y beso / con un beso de hijo que te quiere y se ahoga [ .. .] porque seas hermana de ti misma, / porque te quieras más, / porque aprendas un rayo de tu historia en que fuiste / puente del alba". La andadura lenta y reflexiva de poema extenso que Antonio Hernández sigue eligiendo en sus libros siguientes
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matiza la elegía intimista y andaluza que domina las evocaciones de los alegóricos trenes de Sagrada forma (1994) y que incrementa la reflexión metapoética para dar cuenta de una pasión de escritura que mantiene lo vivido más allá de la conciencia de la pérdida: "Renuncio a esta tristeza, / pero no a sus desvanes / donde están desvelados / los juguetes de un niño" . Ese niño, precisamente, es el que habita las evocaciones familiares de Habitación en Arcos (1997), otro de los mejores libros de Antonio Hernández. Si, como decía Unamuno, un poeta llega a ser más universal por ser más auténticamente de su tierra, esa es la vocación de los largos monólogos que componen Habitación en Arcos, recuperando el canto de amor y naturaleza de los orígenes desde otra condición más vi ·¡ida y sufrida, desde otra edad y desde un vitalismo al que el desengaño no resta intensidad ni pasión. Los largos poemas de El mundo entero (2001) abren otro tiempo en esta poesía en la que la imaginación cosmológica .y la sombra nostálgica de una edad dorada introducen un dimensión mítica que va contrastando progresivamente con los perfiles de la realidad contemporánea y la limita y pone en su sitio desde la distancia crítica. De esos densos poemas poblados de presencias y nombres, de reflexiones y acotaciones de todo tipo, se comienza a desprender un cierto balance desengañado que propicia las modulaciones sarcásticas de un humorismo cuyo carácter sombrío contrasta, no obstante, con la luminosidad del ámbito elemental y con la constancia de la vida duradera de los mitos. Y, sobre todo, con una capacidad evocativa y un voluntarismo vitalista que entre quiebros irónicos y bromas literarias insisten en el retorno a la naturaleza y, sobre todo, en la valía del presente precario de
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lo que somos porque hemos sido: "Hacer de tripas corazón, gozar. / Tal si el infierno no hubiera existido". Balance, pues, argumentado, crítico y amargo en muchos momentos, pero también agradecido, como expresan los versos finales: "Gracias por el silencio, pues repudio / todo escándalo, excepto / la luz de las campanas, flor del ruido. / Y, en fin, por esta playa / desconcertante y bella, / contradictoria, solitaria / en estas horas, proclamando / que no se puede nada contra el mar, / única criatura que comprende a la noche". Tras este esquemático recorrido, constancia de un placer de lectura y relectura mías que no he querido ahorrarles, vamos a centrarnos en otro de los grandes libros de Antonio Hernández, el último por ahora. A palo seco (2007) se nos presenta con un aura algo morbosa que puede crear en el lector incauto unas expectativas o unos presupuestos que la falacia biográfica alimenta. La nota inicial del autor nos sitúa, no sé si con algo de ese humor particular que advertimos en muchos de sus textos, ante el resultado de una especie de terapia frente a la enfermedad:
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ANTONIO HERNÁNDEZ
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PALO SECO
Los poemas de este libro jalonan la evolución de una enfermedad depresiva cuya mejora signa el cambio de ánimo percibido en ellos a medida que avanza el texto. De esa metamorfosis positiva es responsable en buena medida mi amigo Javier Reverte que, en todo momento, m e ayudó a superar la enfermedad y cada día se empeñó en que escribiera poesía tras siete años sin hacerlo. A él está dedicado, pues, lo que él alentó.
Yo no sé si la escritura puede curar nada por más que su ejercicio alcance a consolarnos. Creo más en la verdad qu e
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mencionaba Gustavo Adolfo Bécquer: "Cuando siento no escribo". Es posible que los borradores pergeñados en distintos momentos creativos y en diversos estados de ánimo correspondan a desbordamientos o compensaciones intelectuales o sentimentales, pero me costaría creer que esa hubiera sido solamente la condición de unos poemas y de un conjunto tan serio, tan eficazmente comunicativo y tan bien organizado como el que nos entregó finalmente el autor, con un título, eso sí, muy significativo de su tono dominante y de su falta de complacencia explícita en la faena. Es verdad que A palo seco nos hace pensar en esos jarabes medicinales que se toman sin edulcorante ni agua o que, en otra acepción, nos remite a la navegación en tiempo de borrasca sin desplegar la vela. O también en una poesía sin adornos, como ha sido en otros momentos la del autor y que aquí adquiere una relevante sencillez para expresar lo que le importa. Sea como sea, el título suele venir después de la escritura y, como le dice a Dios el poeta en el poema así también titulado, "bebe conmigo [ ... ]. Bebe y paga la cuenta". A palo seco lleva la fecha de 2007. Hasta este libro, después del paréntesis de nueve años que separaba Oveja negra (1969) de Donde da la luz (1978), Antonio Hernández fue publicando sus libros en una secuencia de dos o tres años, cuatro como mucho, hasta El mundo entero, que es de 2001. Siete años de distancia nos sitúan ante una voz poética algo cambiada, más despojada y más directa, planteada en sus primeros pasos desde una perspectiva y en unos tonos muy amargos y oscuros, pero que a lo largo de sus setenta y un poemas van a ir matizándose e irisándose de distintas luces a medida que avanza y dando cabida al homenaje, al canto a la natura-
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leza, a la memoria de la infancia y al amor, una vez establecidos una seca composición de lugar y unos puntos de partida inapelables sobre la edad, la soledad, los desengaños y la conciencia del cuerpo en deterioI0. Sin embargo, como una de las virtudes literarias de este libro, lo que A palo seco pueda tener de diario poético de una crisis, con sus desajustes previsibles de todo tipo, queda subsumido en una secuencia, sin división en secciones, claramente pensada y organizada desde el intimismo angustiado hacia la reflexión filosófica, desde la desolación hacia la esperanza, precaria y lúcida, desde luego, y desde el protagonismo de la muerte y la nada hacia la evocación emocionada, el homenaje a la amistad y la poesía y el discurso amoroso. También desde la angustia dominante de la enfermedad y el deterioro propios hacia el ejercicio auto crítico, la crítica social y los registros de un humorismo que testimonian el equilibrio de la voz que culmina su balance con dos serenos poemas testamentarios. Las dos citas que sirven de epígrafe orientan la lectura. La primera, de André Gide, ajusta adecuadamente las evoluciones de la reflexión poética a lo largo del libro: "Sólo los necios no se contradicen". La segunda, de Holderlin, subraya las referencias a la divinidad que se van planteando ya desde el principio: "Porque siempre los combatió, los dioses, al fin, lo salvan". Tras estos dos epígrafes, el primer poema, "Fugacidades", sitúa sobriamente el sentimiento temporal del conjunto: vuelta la vista atrás, la belleza del mundo, el amor, los libros y los hijos, el reconocimiento de los demás, cuanto pudo hacernos sentir cerca de la felicidad se percibe amargamente desde la altura de la edad como apenas nada, como un conjunto de bri-
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EL MUNDO ENTERO Antonio Hemándcz
llos fugaces: "Todo, inmisericorde, un centelleo". Es desde ese vértigo de la conciencia temporal desde donde se desmenuza a continuación el contenido del corazón y de la conciencia. Vale la pena destacar también en este poema prologal el protagonismo de la literatura como instrumento de desvelamiento de la realidad, que va a ser a lo largo del libro uno de los hilos temáticos en desarrollo: "Los libros dieron lumbre / a la razón, se hizo el entendimiento / del sueño de otros hombres entregados / a dar con el misterio desde que el mundo es mundo". Con la referencia a Dios aparece inmediatamente un tono sarcástico que va a dominar buena parte del libro. Tanto en "Dios" como en "Lo's dioses abismados", segundo y tercer poemas, la voz poética juega a la paradoja, un recurso al que el autor nos tiene acos-
tumbrados: la alabanza a un dios creador se torna en reproche: "Loado sea por siempre y alabado / aunque no le podamos perdonar / tanto y tanto dolor". Es el mismo dios que creó a otros "dioses", Kafka, Pessoa, Celan, "pero al final los vuelve locos, locos / para que no se crean sus vecinos". No hay espacio apenas para intuir la trascendencia en este discurso. Y cuando hacia el final del libro se mencione a Dios en la reflexión crítica de "Noticias del día" será para ironizar: "Sigue la vida. ¿Cómo Dios / se va a aburrir, allá arriba, en su palco?" . Muy eficaz resulta, y no solo en.1os poemas de carácter sarcástico o satírico, el uso del epifonema con que Antonio Hernández suele cerrarlos para intensificar el sentido y su efecto en el lector. Eso sucede también en el poema siguiente, "Así se empieza" o en "La
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senectud" que, junto a "La soledad" establecen a continuación el predicado de base, el punto de partida de la voz poética y sus desdoblamientos reflexivos: la enfermedad, la creciente conciencia de una soledad interior heladora, entendida como" el ensayo general para la muerte", la idea del suicidio a partir de la cita de Camus -"El único problema filosófico serio es el suicidio" - y que el voluntarismo moral deja a un lado, aprovechando el guiño machadiano: fIel último monólogo de la sinceridad / (Quien anda solo espera encontrarse algún día)". "Senectud", en fin, combina ausencias, memorias dolorosas y decadencia física para cerrarse con una lapidaria conclusión que, de momento, sirve para cerrar esta secuencia con un cierto desplante: "Solo queda ir muriendo / con dignidad, sin memoria. / Pues vive entre los muertos quien de recuerdos vive". Sombrío epifonema nuevamente que recuerda a Quevedo o los versos más oscuros del Vicente Aleixandre último y que abre los poemas siguientes a un duro recuento de la cotidianidad del presente y a un planteamiento autocrítica muy interesante que va a prolongarse hasta casi el final del conjunto. En "Una edad que ya no trae abril", a la nómina de limitaciones físicas se añade, entre otras reflexiones sentimentales, la del deterioro amoroso -"Una mujer que ya no vive de lo que me ama / sino de lo que me amó" -, que sin embargo y pese a otras alusiones, se relativizará al final del libro en el magnífico "Regalo de amante". Pero se añaden, sobre todo, sarcasmos e ironías que van a propiciar el desarrollo de ese planteamiento autocrítico que es una de las claves del libro: "mi ego, tal vez lo único / que conservo intacto", y fIel corazón en la cabeza; no como antes, / que era un pájaro". En "Examen de con-
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ciencia" el poeta se dice "demasiadas traiciones, sobre todo a mí mismo. / Rey yo ¿de qué desclasamiento? / ¿A qué precio, a costa de qué ideas?". En este interesante examen de conciencia, directo y con un logrqdo efecto de sinceridad, destaca la conclusión moral de "La envidia, mala novia": si el odio, el deseo, la traición o la calumnia pudieron aportar dudosos frutos, "Tan solo cuando manché mi alma / con la envidia no obtuve recompensa / por muy sucia que fuera". A esta luz inicial de descrédito del propio sujeto también el amor, la belleza, la propia auto estima parecen desvelar su condición engañosa y efímera en "Amor, amor, catástrofe del mundo", de saliniano título, "Degeneración del 68", "De ayer a hoy" o en "Decrepitudes", en el que la conciencia de la decrepitud moral, mucho más que la del deterioro físico, estriba en otra pérdida: "porque el honor es una mota / apenas perceptible en el recuerdo / arrugado, porque ya tengo un precio, / porque antes no olvidaba una promesa. / y porque por mis venas corre sangre y no amor" . Hasta la tentación de la belleza joven -"impostura / de máscara magnífica ofreciéndose" - deja un sabor amargo de "De cuando en cuando", tan clásico y tan cercano a otros poemas de Cernuda, Gil de Biedma o Brines sobre el mismo asunto. Culmina esta zona auto crítica de A palo seco en "¿Apócrifo?", con una seca conclusión: "¿todo porque me quisieran? / [ ... ] / ¡Solo porque me admiraran! / Pródigo como una fuente. / Como una fuente sedienta". A lo largo de casi una veintena de poe~as el autor ha desplegado un primer tiempo del libro con el repertorio oscuro de sus reflexiones y desengaños: el tiempo, el amor, la decadencia física y moral, la confesión desolada. Un tono
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amargo domina algunas hermosas imágenes, que no se prodigan de momento, y la serie de sarcasmos e ironías que se suceden en el balance autocrítico. Otro momento diferente se abre a partir del poema "Canción de tumba", con una breve sucesión de cuatro elegías por los muertos propios: la madre, el padre, el hermano, el sobrino Manolo. Otra muestra de la maestría y el dominio de Antonio Hernández la constituye la consecución de una emoción compartible en estos poemas que, siendo poemas con nombres particulares -que ya nos resultan familiares de otros libros anteriores-, elegías íntimas, alcanzan a despertar en el lector la emoción de sus propias experiencias, algo que no es frecuente encontrar en este tipo de poemas, en los que acecha el peligro del desbordamiento y del exceso de patetismo. En cada uno de los cuatro una técnica distinta permite establecer la distancia justa para evitar dicho exceso: en "Canción de tumba" la estructura de canción y la secuencia de preguntas retóricas permiten que el artificio controle la intensidad de la emoción cuando, tras las terribles palabras dirigidas a la madre "¿Por qué te echo de menos / si yo no te quería", en la conclusión el poeta se pregunta: "¿Por qué te has muerto, di? / ¿Para que sea tu hijo / desesperadamente?". En "La paradoja" se subraya la figura retórica que le da el título. Muertos ya quienes de niño le pegaron, padre, hermano, madre, maestro, más lo hizo la vida cuando se los quitó. Un guiño juanramoniano corta en seco la emoción -"La paradoja, Dios, la paradoja" - para que el verso final la recupere en otra dirección: "Ahora, por fin, ya podrán perdonarme". También otra paráfrasis de Juan Ramón Jiménez viene a distanciar 'la conclusión del largo diálogo con el her-
mano muerto en "Cuarenta y tres aniversario": "como si al recordarte, otra vez, / se hubieran ido los pájaros, / no se hubieran quedado cantando". En "Mi sobrino Manolo", finalmente, la sencillez de su evocación física se enriquece con una secuencia de imágenes sensoriales cuya belleza sirve para que su historia trágica desemboque en la apariencia de otra cosa: "Y se colgó de un árbol para volar más alto y más libre". Para cerrar este segundo momento, el poema "A palo seco", ya mencionado antes, pasa la éuenta a Dios por el dolor que causan sus "experimentos": "Bebe y paga la cuenta". Otro tono diferente se instala en el tercio central del libro, menos amargo aunque siempre nostálgico, más afirmativo aunque siempre irónico cuando no muy crítico. A las elegías sucede una breve secuencia de homenajes y sátiras a diversas personas cuyos nombres, en algún caso, despliegan y continúan aquí la nómina de admiraciones, amistades y también desprecios que jalonan los libros del poeta. Ocupan, por tanto, un espacio intermedio entre las elegías familiares y los poemas de corte más filosófico que vienen a continuación y se prolongan hasta casi el final. Evidenciando así la pensada ordenación del libro, estos homenajes participan de la elegía, de la admiración y del calor de amistad que dura todavía. En "Generación perdida (Grupo Liza)", la evocación de las ilusiones literarias de grupo juvenil todavía lleva a constatar, en el último verso, que "existe una alegría parecida a las ganas de llorar". Nostálgico y lleno de afecto, "En el restaurante" es un homenaje al poeta y amigo Carlos Álvarez, tan políticamente implicado en .la lucha antifranquista, poeta de cárcel y revolución, magnífico ejemplar de corazón solidario y solitario. A "Pepe Luque" se le
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evoca con emoción, con humor y con un ajustado guiño al "Romance del prisionero": "Él era libre y ateo. / Dele Marx buen galardón", y de Saramago se elogia su testimonio de Alzado del suelo, en "Publicidad de un libro". "La notte", sin embargo, se dirige a un "seboso sapo" -se nos pueden ocurrir distintos nombres a cada unopara establecer distancias que resultan muy actuales, por cierto, entre las posiciones opuestas desde las que quien habla y a quien se dirige critican al Gobierno: "La diferencia está en que yo lo hago / con dolor y usted con alegrúi". Otra paráfrasis, esta vez de Antonio Machado, cierra con rotundidad el poema: "No quiera confundirme, no pretenda conmigo / que mi lengua suplante a su pistola". También en "El banquete de Dionisio" y en "Auto de fe" el poeta extrema su sarcasmo contra la enseñanza en nuestra generación usando como epígrafe un siniestro verso de José María Pemán: "Los enciclopedistas dulcemente prohibidos". Y, en contraste, dos nuevos homenajes -a Federico García Lorca y a J. M. M., iniciales de Julio Mariscal Montes, poeta de Arcos, en "Poeta en cruz" - completan esa serie de poemas con nombre. La cierra, casi en el centro del libro, un poema memorable, el titulado "Cine Ramírez". Seguramente es un fenómeno generacional pronto incomprensible para los lectores jóvenes, pero que conviene anotar porque forma parte de la educación sentimentat de varias generaciones: la desaparición de los viejos cines de barrio que proyectaban en sesión continua películas de aventuras o del oeste que quedaron como materia de aventis en nuestra imaginación y en tantos poemas de los sesenta y setenta, además de en las novelas de Juan Marsé. Veamos el poema: "Que Sitting Bull me derrote. / Que Nube Negra me siga / por las Montañas Rocosas. / Que se enamore de otro / la más bella del salón. / Que saque el revólver antes / el masto-
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donte John Wayne. / Que asalten la caravana. / Que en el póker me desplumen. / Pero que no ponga The End / en mi corazón la infancia". Vale la pena destacar la gracia y la emoción elegíacas / de este sencillo poema, que contribuye a subrayar en este libro el valor que a su infancia le otorga el protagonista a lo largo de toda su poesía. Pero también debe destacarse que con este poema entra otro tono, el más tiernamente sentimental del libro, que solo encontramos en contados poemas de un conjunto que, pese a la dureza, al desengaño existencial (que no resulta nuevo en Insurgencias, desde luego) y a la conciencia de la pérdida dominantes, va remontando hacia un relativo equilibrio, hacia el que se orienta el solitario soneto que ocupa el papel central en A palo seco, y siempre en vilo entre la lucidez y desasosiego. A partir de aquí entran en el libro sucesivos poemas en los que los motivos clásicos dan pie a una serie de reflexiones filosóficas sobre el mundo y la naturaleza humana. Enlazan estos motivos con los poemas del libro anterior en los que los mitos y el mundo clásico se contraponen a las realidades contemporáneas. Pero en estos textos, como en otros hacia el final del libro, Anaxágoras, Empédocles, Demócrito o Heráclito, más que servir de contraste, propician la afirmación continuada de la valía del ser humano. "De aquel encuentro todos heredamos / el don de persistir donde vayamos, / la libertad metódica del viento", dice el poeta a propósito del origen del universo, en una línea en que une a Anaxágoras con Stephen Hawking. Menudean ahora las imágenes sensoriales en estos poemas más "disfrutados", más abiertos al lirismo, como en la "Lectura de Empédocles": "La nube olisqueando por el aire / como un perro benéfico. / El sol que asaetea de
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afilado. / Tuerta la noche, aunque no hay ojo / más bello que la luna. / Sudor el mar de la tierra, / sal que protege de azul. / El mar, la tierra y el cielo, / rastro en sus contradicciones de que en el cuerpo está el alma". Estos poemas de carácter filosófico enriquecen la diversidad temática y permiten dirigir el sentido del libro hacia la recuperación de un equilibrio que incluso lleva a la consideración de una cierta esperanza. Así, en "Inmensidades", la descripción simbólica del mar -" el mar es como un cielo con orillas / [ ... ] / Su inmensidad es pariente del tiempo / como el olvido hermano de la muerte" - dirige el pensamiento poético a la intuición excepcional de una esperanza en medio del desengaño básico: "A veces tal grandeza nos lleva a la esperanza / de Dios, la Nada cobra su forma de espejismo" . Sin embargo el poeta no parece querer ponerse metafísico más que en contadas ocasiones y dispone a continuación varios poemas de carácter más ligero, la mayoría breves, en los que se sucede alguna broma sobre la jubilación ("Todo menos pasarle / al psiquiatra la nómina. / Menos enloquecer sin una causa de luna"), sobre el olor del paraíso ("Si no es humano el Edén, / ¿de qué sirve el corazón, / mi maestro en la emoción y en la belleza?), o nuevas paradojas: ("Y si todo es de la Nada, / ¿qué de la Muerte?"). En poemas sucesivos se glosa al Juan Ramón de "no le toques ya más" ("que ya es fragancia el verso"), a Rubén Darío ("de desnuda que está nada la luna") y a Paul Éluard: "Hay mil muertes pequeñas / pero no existe muerte que repita a la Muerte". Después de esta especie de interludio en el que han ido entrando en el libro poemas cuya diversidad de tonos y temas ha despejado en parte la oscuridad del comienzo, volvemos al balance
crítico, pero ahora en otros tonos y desde una serenidad mayor, que matiza considerablemente los finales del conjunto. En esta zona final se sitúan algunos de los mejores y más interesantes poemas de A palo seco, equilibrando y evidenciando lo cuidado de su estructura . En ellos la vuelta al análisis de la conciencia propicia una nueva mirada crítica y confesional, en la que la ironía y algún que otro toque de humor equilibran y permiten distanciar una diversidad de reflexiones haciéndolas compartibIes al lector. Es el caso, por ejemplo, de "El desencanto" . Un desencanto que no lo ha causado toda esa serie de personajes que de alguna manera han podido agredir la sensibilidad social o íntima: antiguos amigos vueltos mercachifles del poder público, animadores culturales, reseñistas incultos, moscones cobistas, virtuosos de oropel o intelectuales profundos, esos" estultos sabios / peores que los bobos ignorantes" . Ya de por sí la lista podría propiciar un desencanto colectivo que, sin embargo, va más al fondo, a la pérdida de aquel en que nos miramos y pudo habernos enseñado algo, el maestro, al que creí / volcado a la honradez y la justicia. / Rompió mi espejo y aún escupo cristales". Una acertada imagen la de este verso final que transmite desde la percepción sensorial mucho más que una larga explicación. Al renovado tono moral de buena parte de estos poemas finales le aporta variedad y gracia el valor autoirónico de algunos poemas como "Terapia" y "Honores" . Expresar una verdad paradójica con el grano de sal necesario a menudo contribuye a hacerla más patente o creíble: "Me indispongo si hablan / bien de mí en mi presencia. / Y también si no hablan nada de mí o apenas", dice en el primero. Mayor calado tiene "Honores",
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que despliega, desde la conciencia de quién se es a esas alturas de toda una trayectoria literaria, un largo balance equilibrado y una aguda reflexión personal sobre el oficio de escribir y sobre el reconocimiento colectivo. No se trata de mostrar una falsa modestia ante premios y h omenajes, porque "Supongo que lo opuesto todavía es peor / y por eso respeto las condecoraciones", y quién no, si las acepta. Se trata, más bien, de otra cosa, de no perder la conciencia de quién se es y de quién se ha sido, de seguir reconociéndose en la memoria y, sobre todo, de reafirmar con hermosas imágenes aquello de más valioso que ofrece como recompensa el oficio de escribir -y de leer-: "Porque si existe pago es el augurio / que se da en la emoción, esa presencia / del misterio, imprecisa, esa luz de alas, turbia, / con tantas alas torpes como un nido. / Con tantas alas niñas que no obstante / te hacen volar más alto que las nubes". Entre ironías y referentes clásicos se extiende por estos versos un humorismo que mu~stra el ren ovado talante de una voz que ha logrado desp ojarse del exceso de amargura inicial. Los estoicos consejos del poema "Narciso", por ejemp lo, se tiñen de sarcasmo: si debemos cuidar a los enemigos porque ellos son nuestra medida, debemos fortalecernos en el orgullo de lo que la adversidad ha h ech o de nosotros, "en esta aristocracia de la luz disidente". El personaje insurgente de toda esta poesía se reafirma en la conclusión de su libro. Lo hace contra la muerte, en "Mitologías ciertas", en su posicion amiento crítico frente a la discordia colectiva, en "Dualismo", "Noticias del día", "Otra noticia de Oriente", etc. Pero también, nuevamente, y con buen humor, frente a sí mismo en "Dulce compañía" le ofrece una somisa de refuerzo. Vale la pena citar el final del poema por cómo ilustra un nuevo
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tono y la disposición moral de este final del libro: "Tengo un amigo que habla bien de mí / y le doy las gracias por su sinceridad / mañanera cuando voy a afeitarme / y me somíe, pícaro, como diciendo: 'Otro día / de aúpa, malab,ar, sé fanático de ti / pues sin embuste no hay milagro, hermano'. / y al no poder frenar la carcajada / salta la espuma, eso que somos, corre / opositora a nada por el cristal brillante / una vez hecha líquido, directa al sumidero . / y entonces salgo al día como la marioneta / que es una pluma al viento / confiado a tan solo una causa: mi Ángel / de la Guarda infantil y fantasioso". Sin duda el poema que mejor representa el punto de llegada en este proceso de recuperación de todo tipo es "Regalo de amante", un título que, entre otras cosas, nos recuerda el de Ricardo Molina, y que es quizá el mejor homenaje con que Antonio Hernández podía haber culminado este libro. Un homenaje, quizás el mejor posible en coherencia con los valores poéticos del autor, que comienza reconociendo: "Puede que el alma exista. Yo la he visto / con tantas formas que el caso sería / decidir cu ál es la más ajustada". Superior y preciso homenaje a cuanto de lo vivid o sobrevive com o un milagro en la memoria, d esd e una tarde de lluvia en el desierto o un p acífico p artido de baloncesto entre blancos y negros en Harlem hasta un p ase de p ech o de Morante de la Puebla. Pero también y, sobre todo, más allá de algunos refunfuños en poemas anteriores del libro, homenaje amoroso a Mari Luz, siempre presente: el alma "en cuatro continentes la h e visto desnudarse, / símbolo de los símbolos o síntesis del caos. / y en Mari Luz cuando, de pronto, / decide que otra vez su boca / quiere cump lir veinte años y un día". Dos poemas, en fin, cierran el libro con registro testam entario": " Adiós en Arcos" y "Testamento". Arcos h a sido un
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referente constante en la poesía de Antonio Hernández, escenario de numerosos poemas, espacio real y espacio mítico, protagonista de tantas evocaciones del paraíso de la infancia con su naturaleza siempre acogedora, espacio de raíces y mirador de un mundo prístino alternativo a la realidad histórica. Desde la reiteración de la voluntad de que sus cenizas se esparzan desde la Peña de Arcos para perdurar allí, "con naturalidad, anónimb", el poeta despliega una última descripción emocionada y emocionante de su río y su llano, "Incluso algún jilguero / o un dulce chamariz al picar en las frutas / del Llano de las Huertas / añadirá a su canto algún secreto mío / su inédita sustancia. Y será el canto suave / al que apenas la vida me dio opción". Más seco, más ceñido a la expresión de un registro moral que es, al fin y al cabo, el que resulta de todo el conjunto: "Que no me coma la envidia, / la peor enfermedad; / que no sepa de venganza / ni aun cumpliéndose en justicia, / que guardián no sea el odio / de una apagada alegría; / que el rencor no me empobrezca / a la hora del balance. / y que todo sea así / no para ganarme el Cielo, / sino
porque vuele en paz / mi ceniza en el olvido" . La poesía de A palo seco arranca desde una desolación y un desajuste existenciales en que la conciencia angustiada del tiempo, el desengaño ante lo colectivo y la desnuda auto crítica ponen algunas de las notas más duras y desgarradas en la poesía de Antonio Hernández. Sin embargo, el valor poético y vital de este libro confesional radica en su plausible construcción de un sentido en última instancia afirmativo, pre~ariamente afirmativo, sin duda, pero que gracias al papel de la memoria, a la capacidad de distanciamiento de sí mismo, nada complaciente por otra parte, y a la convincente autenticidad de sus reflexiones sobre el sentir, sobre la experiencia del deterioro, sobre la fugacidad y la muerte, y también sobre cuanto de trascendente existe en la capacidad creadora del ser humano, construye un magnífico ejemplo de poesía de madurez, o de senectu de, como queramos. Un paso adelante en una espléndida trayectoria que, en mi opinión, exige continuidad, porque no desearía en modo alguno que el verso final del libro y de Insurgencias fuese una despedida de la poesía.
Arcos de la Frontera, presente en la obra poética de Antonio Hemández.
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República de las Letras Revista de la Asociación Colegial de Escritores de España
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actualidad de CHARLES DICKENS J. J. ROUSSEAU. La mujer ANTONIO GALA: Homenaje en Antequera FÉLIX GRANDE: El pozo, la lágrima, la victoria
CRÍTICAS Y RESEÑAS DE LIBROS
30° Aniversario de la muerte del poeta Alfonso CamÍn
ALBINO SUÁREZ
Este próximo 12 de diciembre del año en curso se cumple el trigésimo aniversario de la muerte del poeta Alfonso Camín, quien falleció en la aldea de Porceyo, Gijón, en 1982, muy cerca del lugar de Roces donde había nacido otro 12 pero de agosto y del año 1890. Entre medio de ambas fechas, hubo una vida llena de avatares. Diríase que una vida quijotesca y llena de aventuras. Sorprendente, en suma, qua así se fue fraguando en el gran poeta que resultó, su verso recio y rotundo; para muchos, modernista, tras Rubén Darío; para otros, fuera del tiempo, pues que el Modernismo tuvo su fin con el poeta nicaragüense, más o menos. Y hay quien a Camín le niega todo, como le negó un catedrático de Oviedo, ya fallecido, que no solo no le halló grupo sino generación donde situarlo. Ni en la denomina-
En 1922, así lucía Alfonso Camín, en Madrid .
da del 98, ni en la del 27 ni otras que, desde luego ya vendrían después; igual que vinieron o surgieron "grupos", por ser más o menos coincidentes, en tiempo y obra, en cuyo caso Camín no gustaba de formar parte ni de ser clasificado. Su independencia fue su libertad. Lo que sí cabe decir es que Alfonso Camín, pese a su gigantesca obra -como veremos- apenas si es tenido en cuenta en la España actual. Ni siquiera por algunos autores de antologías poéticas, que, en lo que conocemos, más de cuatro veces sobran algunos de los incluidos y faltan otros. Sin embargo, una de las mejores antologías poéticas que se conocen es la que en 1930 publicó la editorial Iberoamericana de Madrid, dedicada a un autor concreto. Por cierto, en Ediciones Ibéricas, de Clásicos Bergua, nunca se prescinde de Alfonso Camín. Los poe-
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tas que afloraron después de la Guerra Civil de España, -¿para qué ¡{ombres?-lo ignoraron siempre. Bien es verdad que Alfonso Camín tampoco los honraba mucho. Hemos llegado a una conclusión en la que el renombre de algunos poetas fue tanto mayor cuanto más lamentable fue el final de sus vidas. Tal ha sucedido con Machado, Lorca y Hernández. Su trágico final acrecentó más la homa y la gloria que ya tenían. De otros poetas, grandes también, apenas si se ha hablado de ellos en la España posterior .él la Guerra Civil. Uno de estos casos fue el de Alfonso Camín. Lo veremos luego. ORIGEN
Nace Alfonso Camín Meana en La Peñuca, Roces, Gijón, el 12 de agosto del año de 1890. Casa pobre, sobre un acantilado. Como el padre era cantero, el hijo empezó pronto a trabajar en canteras. Asistió poco a escuela nocturna, donde los maestros enseñaban mostrando el palo de avellano más que los libros. Pendencias de chavalería, correrías y travesuras. Infantiles cortejos, escarnios y garrotazos a alguna madona que se quiso pasar de lista, burlándose del gallo tempranero que ya era Camín. Sin haber cumplido los 15 años, hubo de ser embarcado rumbo a Cuba a fin de evitar que pudiera ser víctima de la venganza de un matón rencoroso, conocido como "El Rata," al que ya le había hecho alguna trastada el futuro poeta. Después de haber salido de la escuela nocturna, sucedió lo que sucede en tales casos. Surge la pelea, que se venía fraguando de tiempo atrás. Ello es que Alfonso Camín tiene 14 años y el "El Rata," 18, diferencia excesiva para salir con bien de la trifulca. A la primera ocasión, "El Rata" empuja violentamente a su contrario el
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suelo, sobre el borde del camino. Tirado como estaba, en la oscura noche, Alfonso ve elevarse sobre él la silueta de su enemigo, Y fue cuando de la pernera de su pantalón extrae una grueso bastón de acebo, que llevaba ocpIto y con el que, elevándose del suelo de un salto, asestó un tremendo garrotazo en la cabeza a "El Rata" que le tumbó del golpe, mientras este pegaba alaridos de espanto, sangrando copiosamente. -Si te quejas por eso, vas a saber ahora lo que es bueno -confiesa haberle dicho el propio Camín en Entre manzanos, libro de sus memorias, donde dice que "crucificó a puñaladas a su enemigo", el que hubo de ser llevado a un sanatorio tirado en el fondo de un carro del país, que iba rechinando sobre los cantos del camino. Por esa o por otras razones, en 1905 llega a Cuba y la primera noche cubana tuvo que pasarla a la intemperie, pues un tío suyo que había quedado en ir a recogerlo al barco no apareció por ninguna parte. Empezaba, pues, su vida azarosa. Supo de cárcel, de versos violentos, de sangre en el presidio .... En el Diario de la Marina reciben unos poemas que rezumaban asturianía. Los publican; vuelven a recibir más y el autor que no da señales de vida. De modo que el director del rotativo, don Nicolás del Rivero, quiere saber quién puede ser el poeta. Y en sentido inverso a las cartas, llegan a la cárcel, y allí conocen a Alfonso Camín, un mozalbete flaco, cuyo nombre creyeron que seria un seudónimo; pero no, era nombre propio. Y, como el director, asturiano. Libre de las rejas al fin, Camín hizo de guerrillero. En Cienfuegos editó uno o dos números de una revista que llamó La Tierrina, y, como señala Fidel Carrancedo en Ambos Mundos, número 1 de diciembre de 1962, "de buenas a primeras aparece Camín como redactor
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del periódico El Liberal, de Santiago de Cuba" . Esto fue por 1911. Entre tanto, Camín que, había trabajado en alguno de los comercios de tejidos, donde apenas si les pagaban con la comida, a hurtadillas, escribía versos en papeles de estraza, que después guardaba entre sacos y paquetes. Cuando acudía a La Habana, de vez en cuando, colaboraba en El Diario Español, donde le ofrecen quedarse, pero no acepta porque no le parecía adecuado el ambiente. De ahí que busque nuevo rumbo, yendo para Cienfuegos, "donde, a la vez que vende ropa para ~ombre, trajes, camisas, corbatas, calcetines", vive la bohemia de la ciudad, escribiendo, sobre todo versos. El primer traje que vendió fue al poeta Hilarión Cabrisas, que además de poeta, era químico y vivía como un señor, de porte y alcurnia. El final fue distinto . La revista que fundara, llamada La Tierrina, fue un acicate para el poeta. De todos modos, dura poco. Y es que el poeta regresa a La Habana, con motivo de la publicación de su primer libro, Adelfas, en 1913. De ahí, entra en la plantilla del Diario Español, para pasar al poco tiempo al Diario · de la Marina, donde le encargan grandes reportajes. Uno de ellos fue "El crimen del parque de Trillo", de lo que únicamente escribió un poema, que, de mano, asustó al director del periódico y, una vez que leyó la composición, felicitó al poeta y ordenó que fuese publicado en primera página. "La muerta ", escrito en tercetos, fue en Cuba y en España incluido en textos de bachillerato. Este poema se ha publicado después en su libro Alabastros. Otros grandes sucesos le dieron renombre a Camín en el periodismo. En 1914-15 funda el poeta la revista Apolo, únicamente escrita en verso y donde colaboraban los mejores poetas de
Alfonso Camín, en Cuba, 1913. Foto dedicada al poeta amigo Emilio Martínez de Laviana.
1919. El poeta se encontraba en México, tras haber regresado de Espa ña a través de Cuba.
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España y América. Así, entre otros, cabe citar a José Manuel Carbonell, Hilarión Cabrisas, José Santos Chocano, los hermanos Lles, Fernando y Francisco; Ricardo Arenales, Luis G, Urbina, Agustín Acosta, Arturo Doreste, Martínez Alomia, Federico de Ibarzábal, Miguel de Unamuna, Manuel y Antonio Machado, Emilio Martínez, etcéterª. Sin embargo, en el . - o de 1915, en que ya había publicado, además de Adelfas, Crepúsculos de oro y Cien sonetos -llenos de madurez, propios de un consumado poeta-, es destinado a España, vía Nueva York, para c~brir la información desde Madrid de la Primera Guerra Mundial. En Madrid, publica La ruta, en 1916. Una jugarreta de un administrativo de Diario de la Marina hizo que los trabajos enviados por Camín no llegasen a la dirección del periódico, y que del periódico, a su vez, no le llegase a Camín el prometido estipendio previamente establecido para su normal desenvolvimiento en Madrid. Vuelve, pues, a La Habana; se aclaran, en parte, los hechos. Publica un nuevo libro, De la Asturias simbólica, en 1917. En el Diario de la Marina ya no era como al principio, entre otras razones porque el que le había trampeado pertenecía a la familia dueña del periódico. Lo cierto es que, mientras Alfonso Camín estuvo en Madrid, viajó a Asturias, su tierra, así como a otras regiones. Mientras, colaboraba en los medios madrileños, que fue un modo de darse a conocer: El Liberal, de Alfredo Vicenti; Los Lunes del Imparcial; El Bólido, de Prudencia Iglesias Hermida, que admiraba y aplaudía a Camín sin reserva. Otros m edios donde también colaboró el poeta fueron Los Comentarios, La Esfera y El Nuevo Mundo. Su prodigalidad hizo que su nombre fuera ampliamente conocido en Madrid y por no
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pocos escritores admirado y aplaudido, como Andrés González Blanco, Dionisia Pérez y otros. Vuelto, pues a La Habana, permanece poco tiempo en Diario de la Marina; ingresa como redactor de La Noche, que dirigía entonces Antonio Iraizoz, y fue la época más heroica del periodismo cubano, donde los tiros y los duelos eran frecuentes. Compañero de luchas y desafíos de Camín era Leopoldo Fernández Ros, quien moriría más tarde trágicamente. Los amigos de Camín, que además de poeta cada vez más en alza, era periodista adelantado que nunca rehuía las pendencias, le instan a que se vaya a México, que Cuba ya le ofrecía poco. Tal le dicen poetas y periodistas mexicanos desterrados en Cuba, como Luis G. Urbina, Valdés Fraga, que era yerno de Juan de Dios Peza; José Santos Chocano, que aunque peruano armó bien con los mexicanos del destierro, cual los citados y los que se citan: Francisco Olaguíbel, José María Lozano, Aldo Baroni y otros más. De modo que a México llega Alfonso Camín la Semana Santa de 1918. Tiempo de revoluciones. Entre tanto, comienza a colaborar en Revista de Revistas, que dirigía José de J. Núñez, y en los suplementos de El Universal, mientras reimprime su libro De la Asturias simbólica. Alterna en la bohemia de México con Ramón López Velarde, Juan Silveti, Julio Taboada, Maximino Ávila Camacho, Laso de la Vega, el general Lucio Blanco; Cal y Mayor y otros, como Humberta Barros, Baltasar Izaguirre ... Siempre y, sobre todo, haciendo obra española. De ahí que con Ceferino Martínez Riestra, emigrante asturiano en México, publique la revista Rojo y Gualda, con Camín como director y Martínez Riestra como gerente y donde colaboraban Martín Gómez Palacio, Aurelio Pego, Gómez Haro, Francisco Monterde, etcétera.
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De Rojo y Gualda pasa a fundar Camín Castillos y leones, que era seguir haciendo obra española, que esta fue siempre premisa a defender por Alfonso Camín ya en su gigantesca obra poética, ya en periodismo, ya personalmente. El combate siempre fue divisa caminiana. Fidel Carrancedo, ya citado, ha manifestado que "es sin duda Camín el periodista más popular y el que' más ha escrito a favor de México en España y, en España, a favor de México". Con el título de Castillos y leones publicaría en 1948 Alfonso Camín uno de sus libros de mayor significación racial e hispánica. En la estancia mexicana, el poeta imprime o reimprime nuevos libros. Así, en segunda edición vuelve a sacar, aumentado, Adelfas, en 1919; ¿Quousque tandem? en 1920 y, este mismo año, Alabastros. Su poética ya era indiscutible y sus libros, celebrados. Sin embargo, en 1921 vuelve a España, a Madrid, que ya entonces era rompeolas de todas las esperanzas. ENTREVISTAS
Por aquellos años, quien tenía cierta fama era "El Caballero Audaz", esto es, José María Carretero, que había nacido el mismo año que Camín, en 1890, el cual entregaba al personaje "entrevistado" un cuestionario, que devolvía cubierto, y ya estaba hecha le entrevista. Camín, que traía otro concepto del periodismo, entrevistaba bis a bis al personaje, apuntando sus respuestas y rememorando las conversaciones. Estas sí eran -y fueron- entrevistas, que, por serlo, adquirieron gran éxito. Después de publicadas en diversos periódicos de España y América, Camín las agrupó en libros. Y así salieron Hombres de España (1923), Hombres de España y América
(1925, impreso en La Habana) y Los hombres y los días (1927). Al respecto, el que fue popular columnista César González Ruano, quien solía usar de no poco desparpajo en sus disertaciones, manifestó que Camín le había señalado un nuevo camino en el trabajo del periodismo. Más tarde González Ruano sería famoso con sus artículos. Hoy mismo, tantos años más tarde, reconforta leer qué personajes fueron los que entrevistó Camín, no sin antes decir que uno de ellos fue el general Nouvillas, secretarÍo de la Junta Militar, que fue conocida por el proceso Picasso, en la que se sobreentendía que,el rey era el responsable del desastre de Marruecos de 1921, eso sí, mientras se cargó con la responsabilidad a Berenguer y al general Silvestre ... A modo de ejemplo, ahí van algunos personajes célebres entrevistados por Camín, que siempre iba acompañado de fotógrafo: Mario Roso de Luna, autor de libros tan populares como Los misterios del lago de Somiedo, La vaca astral y otros (precisamente Roso de Luna fue descubridor de un satélite que lleva su nombre); Ramón Pérez de Ayala; el escultor Victorio Macho; Jacinto Benavente; Tomás Bretón, autor de La verbena de la Paloma; Armando Palacio Valdés, en pleno auge; José María Vargas Vila; Eduardo Zamacois; Roberto Castrovido; Rodrigo Soriano; Ramón del Valle-Inclán; Ramón y Cajal; Melquíades Álvarez, político; el cervantista Astrana Marín; Concha Espina, autora de Altar mayor; los hermanos Álvarez Quintero; Vicente Blasco Ibáñez; Manuel Machado, etcétera. Extensa lista para citarlos a todos, quédese la referencia como simple ejemplo. Ello es que Alfonso Camín entra como colaborador fijo en el periódico La Libertad, al lado de prestigiosos perio-
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distas y escritores. Y a continuación, en 1928, ya es colaborador de plantilla en Prensa ' Gráfica, especialmente de La Esfera y Nuevo Mundo, sobre temas de España y América. De ahí que fuese enviado de nuevo a México para hacer un número extraordinario de La Esfera, donde, en verso y prosa, con entrevistas, historia, pasado, presente y futuro, quedó constancia de quién era Camín en el periodismo. Así pues, a raíz del éxito rotundo de ' La Esfera y coincidiendo con la exposición Hispanoamericana de Sevilla, de 1929, 'Alfonso Camín funda la revista Norte, con el apoyo de Prensa Gráfica. A partir de ahí, Camín tiene su propio heraldo. En la colección de orte queda la siembra de un trabajo gigantesco y diverso . Asturias, España, América; hombres y 'nombres; libros y más libros que van saliendo y sumándose a su indiscutible lista de títulos, todo lo cual conforma parte de la vida de este prolijo autor que es Alfonso Camín, personaje novelesco al máximo. Y, en algunas ocasiones, único. L A REVOLUCIÓN Y LA GUERRA
Mientras iban saliendo ininterrumpidamente los números de Norte, llega la Revolución de Octubre de 1934. Camín acude a Asturias, a la cuenca minera, en la que indaga y saca a luz un libro de reportajes único, a nuestro ver, sobre la llamada revolución minera: El valle Negro. Llega 1936 y la fatídica Guerra Civil de España. Tragedia sobre tragedia. Camín se encuentra en Palencia, en dirección a León, Galicia y Asturias. De ahí sale un libro recio: España a hierro y fuego (diez meses entre los sublevados), relato que describe hechos y aconteceres, fanatismo y rencores, más de cuatro veces nacidos intramuros de conventos e iglesias.
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Fue en Asturias precisamente donde Alfonso Camín es detenido y encarcelado, sin derecho a visitas. Talle ocurre en Luarca. No se le auguraba nada bueno. Y, máxime cuando un sacerdote exclamó: "¿Para qué quiere el porvenir un poeta?". Tras no pocas penalidades, el poeta -ya autor de medio centenar de libros de variado signo- logra llegar a Lisboa y embarcarse rumbo a la libertad, de algún modo disponiendo de documentación diplomática. Arriba a La Habana, donde no se queda mucho tiempo, pero sí lo bastante para distribuir parte de uno de sus libros que todavía tenía en el almacén de la editora, y así logra disponer de algún dinero para iniciar la nueva etapa que se le venía encima. Después emprende rumbo a México. Y es a partir de ahí donde, por si la obra hecha hasta entonces no fuera considerable, Alfonso Camín produce una admirable e indiscutible obra literaria: poesía, historia, biografías, novela, teatro, periodismo. Un vértice divide su obra: la anterior a la Guerra Civil y la posterior. Por referir la parte segunda, véanse algunos títulos: España a hierro y fuego, 1938, así como la reimpresión el mismo año de El valle Negro y la publicación de Poemas para niños de 14 años; Romancero de la guerra, 1939; Águilas de Covadonga -Pelayo, el guerrillero de Cristo-, 1940; Lienzos de Espaiia, 1941; La oración del terruño; Poemas del des tierro y Nuevo romancero asturiano, 1942; Pancho Villa, el centauro del Norte; Rosa del Natahoyo, so bre la guerra de España; Mar y viento, 1943; Tonadas en la neblina, 1943; De Estrabón al rey Pelayo, 1944; Poemas de Rosario, 1944 ; El adelantado de La Florida (Pedro Menéndez de Avilés,) 1944; La mariscala o el verdadero Bobes (historia novelada de El León de los Llanos), 1945; Juan de La Cosa, sobre el marino santoñés, 1945; Carey y Nuevos poemas
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Albino Suárez
(nuevas aportaciones a la poesía afroantillana) 1945; Son de gaita y otras canciones, 1946; Poemas de México, antología, 1947; El retorno a la tierra, 1948; Últimos cantos de la guerra, 1948; Castillos y leones, 1948; Alabastros y Nuevos poemas, 1949; Canciones y Pequeños poemas, 1949 ; Apolo y las rosas, 1950; España y sus hombres, biografías, 1950; Carbones y otros retratos, 1952; Maracas, poesía afrocubana, 1952; Entre manzanos (niñez por duros caminos, memorias) 1952; La copa y la sed, 1954; Fantoches, 1954; La danza prima, 1954; Los buitres, 1954; Poemas de Madrid a Rosario, 1955; Cien sonetos y cien más, 1955; Al son del agua, 1956; Estafermos, 1956; América y sus hombres, biografías, 1957; Carteles y Nuevos poemas, 1958; Entre palmeras, vidas emigrantes; Memorias, 1958 ; Momentos, 1958; Lienzos de España y Nuevos motivos del Museo del Prado, 1959; Adelfas y Nuevos poemas, 1959; La fuente, el río y el mar, 1960; Azor, 1961; El mundo y sus hombres, biografías, 1962: Los emigrantes y Cronicón del palacio de Contrueces, 1962; El collar de la emperatriz, novelas, 1962; Lira errante, 1964; Antología poética en castellano, 1965; La ruta y Nuevos poemas, 1965; Don Suero de Quiñones o el caballero leonés (de cómo encontró Cervantes la figura de Don Quijote), 1967 ... Tan cuantiosa obra asombra y causa admiración. Y debe decirse que hay libros de entre las 500 y 800 páginas de promedio. Y no olvidamos la publicación de Norte, de salida bimensual, lo que quiere decir que la tarea caminiana es más que encomiable todavía. Y más cuando un Chusma-cero registra a su nombre la revista Norte, valiéndose de subterfugios y de leyes farragosas. De todos modos, mientras se ponían las cosas en claro y Camín recuperaba lo que era suyo, para suplir a Norte saca nada menos que dos nuevas revistas, Ambos Mundos y Cuatro Vientos.
1953. Antes de salir hacia Cuba para asistir al centenario de Martí, al cual fue invitado Alfonso Camín, acompañado de su esposa, Rosario Armesto Jurjo.
Estampa caminiana, tal como ha sido plasmada a su regreso del exilio. Ancho sombrero, capa sobre los hombros y cigarro puro; solo no esta a la vista su recio cayado, que conservamos nosotros.
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OFERTA
El cardenal Ángel Herrera aria, que fue antes director de El Debate, conocía a CarnÚl de los tiempos de La Estampa, donde el poeta lo entrevistó y logró de él sorprendentes declaraciones. Tanto fue así que, cuando Juan Aparicio creó la Escuela Oficial de Periodistas, en 1941, la primera recomendación que le ruzo Herrera aria a Juan Aparicio fue que para dirigir la escuela buscase a Alfonso CarnÚl. Y, en efecto, Juan Aparicio le ofrece la dirección de la nueva Escuela de Periodistas o, por lo menos, una de sus aulas. No obstante, CarnÚl rechaza la oferta. España carecía de libertades y él, sin libertad de pensamiento y de acción, no aceptaba nada. Por eso vivía el exilio mexicano, dolido de aquella España. EL PERIODISTA
En el libro Adelfas ya Camín, para honrar la profesión, escribió precisamente "El periodista", que insertamos aquí, donde como coincidencia muestra su defensa del periodista y su rebeldía insumisa como poeta: Tú, como el búho de las Escrituras que la tiniebla universal explora; mensajero del sol, gallo en la aurora, siendo todo de luz, vives a obscuras. Tú, que sufres desprecios y amarguras, el yantar y el dormir siempre a deshora; que ayudas a subir al que te ignora después que ya se encuentra en las alturas, rebélate con rayos y con truenos, sé el faro frente al mar, pero cultiva
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POETA GRANDE DEL ESPAÑOL
Por necesidad, como el manantial que se abre en la tierra y lanza su venero a rodar, así necesitó Alfonso Camín explosionar su imaginación_creadora, en verso o en prosa. Sus admirables composiciones poéticas son hitos y acicates. Huelga referirlas. Mejor se dice que ahí están, en sus libros, para que se juzgue si es grande su poesía en el idioma español, o no lo es. Para Astrana Marín no solo no era el mejor, era el único, por lo menos por esos años, como afirmó en 1960. Alfonso Camín, que fue el precursor de la poesía afrocubana, género literario que después cultivaron poetas de la talla de Nicolás Guillén, en sus comienzos encontró negadores, como de Jorge Manach, que desacreditaban todo sentimiento negroide, que Camín, seguro de lo que decía, defendió siempre. Y vio cómo aquellos del tipo de Manach y de Palés Matos, que siempre llegaron posteriormente, se subieron al carro del triunfo y vitorearon lo que antes habían negado. Y hoy, para desdoro de Cuba, cubanos blancos y negros niegan a Camín, tan a propósito como los castristas del momento negaron a José Ángel Buesa como poeta cubano. Quien no negó a Camín fue José María Chacón y Calvo (18921969), presidente de la Real Academia de la Lengua Española en Cuba, que en asamblea extraordinaria hubo de manifestar que no había que olvidar que el precursor de la poesía afrocubana era el español y asturiano Alfonso Camín, poeta que honraba mucho a Cuba. MACORINA
la adelfa con su aroma y sus venenos. Siembra la luz, pero a la vez derriba; ¡sé Francisco de Asís para los buenos y sé Luzbel para el ladrón de arriba!
Un poema caminiano que se recitó en todo el Caribe fue "Macorina", mucho antes que lo popularizara, con su voz desgarrada, Chabela Vargas, la que decía
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25 de septiembre de 1967, tras bajar la escalerilla del barco después de 30 años de exilio, el poeta, admirado por el público, posa junto a su esposa, su hermano Corsino, a la derecha y, a la izquierda, el médico del barco, el Dr. Gamallo Fierros.
1968. Por aquel entonces se encontraba en Madrid Alfonso Camín, al que fuimos a visitar en dos ocasiones. En la imagen, en una terraza del barrio de La La tina .
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que era letra suya, a lo que Alfonso Camín hubo de requerirle que pusiera las cosas claras y se dejase de apropiaciones indebidas. De principio no hizo caso la cantante, que seguía en sus trece, pero cuando se encontró que, además de exigirle de palabra la confesión de la propiedad intelectual del poema, lo que le tomó la medida de sus costillas fueron unos cuantos garrotazos, la cosa cambió. Mucho antes que la Vargas cantase "Macorina", ya la artista Eusebia Cosme recitaba desde Cuba a. Nueva York el poema de Camín. RETORNO
Fue al discurrir de los años cincuenta cuando supimos de Alfonso Camín, con el que mantuvimos correspondencia epistolar. Así, cuando regresó de su exilio en México, le fuimos a recibir en las primeras horas de la mañana del día 25 de septiembre de 1967 y subimos a la motonave "Covadonga" a abrazarle y conocerle personalmente. A partir de entonces, mantuve una estrecha comunicación con él, que llegó con un nuevo libro en las manos: Don Suero de Quiñones, el caballero leonés . Baúles y más baúles venían repletos de libros, muchos de los cuales fueron desapareciendo de aquellos locales en que se habían depositado. Tiempo después de llegar del exilio, el matrimonio Alfonso Camín y Rosario Armesto Jurjo pasa a residir a Madrid, donde está algunos años, para retornar después, y ya para siempre, a Asturias. RECONOCIMIENTOS
Varias localidades asturianas honran al poeta poniendo su nombre a algunas calles. Se celebran actos de homenaje en Mieres, Gijón, Oviedo .. . Se
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celebran concursos de poesía con su nombre, como hizo Gijón, que suspendieron a renglón seguido. Una librería gijonense monta una exposición con el total de libros publicados, así como diplomas y distinciones, periódicos y otras publicaciones. Todo muy bien, pero al otro día, la Policía irrumpe en el local y lo clausura. Fue el día 13 de septiembre de 1971. Era delegado de Información y Turismo en Asturias Francisco Serrano Castilla. Al acto prohibitivo de la exposición de los libros de Camín, la respuesta que dio "la autoridad competente" fue, simplemente, que de aquel autor no se podía hacer propaganda. La librería Nobel cerró años después. El poeta, antes de regresar del exilio, había pedido garantías de respeto al Gobierno, quien le prometió respeto, pero nada se dijo de sus libros. Con todo, en Gijón se reimprimen los volúmenes de El valle Negro, Entre manzanos y Poemas a Rosario, todos ellos reeditados en 1979. Por esos años, ya el poeta andaba falto de salud. Y, según los medios de información, falto de medios económicos. A veces, se escribían alarmantes artículos al respecto. Pero no era para tanto. Lo cierto es que Alfonso Camín, ante el clamor popular, es nombrado Poeta de Asturias e Hijo Predilecto en el año 1981, y se le asigna una pensión de por vida por parte de la Diputación de Oviedo. De todos modos, el poeta muere al año siguiente, el12 de diciembre de 1982, a los 92 años. Menos de un año más tarde, fallece su esposa, Rosario Armesto Jurjo de Camín. Ambos reposan en el cementerio de Porceyo, Gijón. Con todo, al paso de los años, el silencio y el olvido cubre el espacio del tiempo, salvando algunos incondicio-
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nales seguidores camlmanos. Los medios de información, venga al caso a no, silencian a Camín. El Principado, heredero del archivo del poeta -por lo menos hasta ahora-, edita a autores menores, pero no edita a mayores, como Alfonso Camín, que, ya digo, ha legado al Principado su obra editada e inédita. Esto al autor ya ni le va ni le viene, pero a Asturias sí, que al no publicar cuando menos su gigantesca obra asturiana, es Asturias la que pierde y la que se menosprecia en su aptitud de silencio. Se opaca a sí misma. Lamentablemente. Bien es verdad que, de vez en cuando, aparece reimpreso alguno de los libros de Camín. Así, el Frente de Afirmación Hispanista, A.C., de México, que preside el gran hispanista don Fredo Arias de la Canal, ha reimpreso Carey, en 2002; Romancero de la guerra, 2011; y, para conmemorar el 30° aniversario de la muerte del poeta, este próximo diciembre del 2012, veremos reimpreso en edición facsimilar España a hierro y fu ego. A nivel de propósito comercial, se han editado algunos libros, pero sin una gran difusión. Incluso una entidad de ahorro asturiana publicó Poemas en 1990, lo que hicimos nosotros. Otras iniciativas las ha puesto en marcha el cantautor Rafa Lorenzo, que grabó varias letras caminianas, a las que adaptó su música. Y algo más veremos para este 30° aniversario de la muerte del poeta Alfonso Camín. Asimismo, estamos recogiendo diversos poemas de poetas que hayan cantado a Alfonso Camín, con el propósito de editarlos en un libro este mismo año. A fin de potenciar la figura literaria de Camín, se ha formado recientem ente la Asociación Alfonso Cainín, qu e p reside el poeta cubano Víctor Puertodán , con domicilio social en Oviedo. El periódico semanal El Oriente de Asturias
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también me ha editado Alfonso Camín y LIanes. Sin embargo, quien ha publicado Alfonso Camín, heraldo de Asturias ha sido la empresa' ALSA, con carácter no venal y . amplia aportación biográfica del poeta, cuyo trabajo nos encomendó en su día, en 1995. ATENEO REPUBLICANO
Cada año, para honrar la memoria de Alfonso Camín, miembros del Ateneo Republicano de Asturias acuden al éementerio de Porceyo, donde rinden homenaje al gran poeta, al que Federico de Mendizábal calificó como "poeta de la raza". Queda ya referencia de que ha sido precursor de la poesía afrocubana . Periodista de fuste; biógrafo, novelista, historiador. Y este año que hace 30 del fallecimiento de Alfonso Camín, para darle más significado, tanto Rafa Lorenzo como otros miembros del Ateneo Republicano, acorde con la grandeza de Alfonso Camín, presentará nuevas letras musicadas y un libro sobre el poeta, además d e España a hierro y f uego. C OLOFÓN
La poesía caminiana es otunda; sus sonetos, indiscutibles, cap aces de describir h ech os h istóricos, b iográficos, humanos cuando refiere de un person aj e. Descriptiva y rica en imágenes, metáfo ras y figuras, su obra poética, abundante y variad a, fue calificada de volcánica y descomunal. Y, por grande, sorpren dente y admirable. Incluyendo su s recu rsos versificad ores mord aces, irón icos, sarcásticos, qu e ahí están Estafermos, Carbones y otros retratos y Fantoches, género hoy en des uso, porque h asta falta ingenio para llegar a las cimas a que ha llegado Camín.
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Huelga decir que una vida como la vivida por el poeta está llena de factores de todo tipo. La emigración, el éxodo del exilio, la lucha de sentimientos raciales, políticos o de otras índoles, que las hay, env olvieron al hombre entero que fue Camín. Pendencias, duelos; conquistas, asaltando balcones; discrepancias, que acabaron a garrotazos y alguna cabeza rota; improvisaciones y retos. De todo hubo y tuvo en su vida.
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y la lucha por la vida fue a cara o cruz, pero si a Camín le salía cruz, que le salía más de cuatro veces, él se arreglaba para verle la cara ... De nuevo, para acabar, remitimos a donde proceda, -o a donde haya alguno d~ sus libros- a fin de que se conozca su obra. Ella atesora toda la gran riqueza que fue creando y depositando en letras de oro el gran poeta que fue Alfonso Camín, lamentablemente casi desconocido en la España actual.
(Fotos del archivo de Albino Suárez cedidas para República de las Letras)
Bécquer y el antisistema áel Romanticismo P EDRO
odavía se inserta en manuales de literatura y artículos de críticos rezagados a Gustavo Adolfo Bécquer dentro del Romanticismo español, o, corno mucho, en una etapa postromántica de la que sería el más cualificado poeta. Un análisis profundo de la obra de Bécquer desmiente, sin embargo, esa concepción tan habitual de su trabajo dentro de un Romanticismo que ni por
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la época, ni por las circunstancias socia- . les y filosóficas, ni por las características estéticas y compositivas, le pertenece. Habrá que decirlo alto y claro: Bécql;ler no pertenece al Romanticismo ni es un autor romántico. Desde el punto de vista cronológico le separan dos generaciones intermedias (su obra se publicó en 1871 cuándo la mayoría de los románticos empezaron a publicar hacia 1830). Además, las ideas románticas se prefigu-
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Bécquer y el antisistema del Romanticismo
ran a través del idealismo alemán y Bécquer escribe ya en una sociedad inmersa en el positivismo y en el nacimiento del materialismo dialéctico. Y, por último, Bécquer creó una escuela propia, separada del Romanticismo por su capacidad innovadora que abrió las puertas a la literatura contemporánea a través del reconocimiento que obtuvo por parte de Juan Valera, Juan Ramón Jiménez y toda la Generación del 27 como el inventor de la poesía simbólico-intimista. Al margen de datos históricos suficientemente conocido"s y de la propia biografía del poeta mil veces publicada, la lectura de Bécquer que proponemos solo puede realizarse desde la escritura esp ecífica, jamás desde el escritor. Aunque no esté de más el conocimiento de muchos de sus datos externos (que van desde supuestos amoríos nunca probados hasta sus convicciones cívicas declaradas a favor del moderantismo del general Narváez y en apoyo a su protector Luis González Bravo), sólo podremos explicarnos sus textos desde un planteamiento que cabe insertarlo en el vanguardismo estético de una poesía con vol untad expresa de renovación. Racionalismo y simbolismo se aúnan para este propósito puesto que Bécquer, en vez de apoyar un mundo de p asiones a través del irracionalismo como propone la poesía romántica, se sep ara nítidamente de ese proyecto estético p ara hallar nuevos procedimientos convenientes a un acabado espíritu de formació n p ositivista. Qu ien es h an estudiado las fórmulas literarias de Bécqu er, como Ildefons o Manuel Gil, Carlos Bou soñ o o Dám aso Alonso, entre otros, certific an esta nu eva · tr~ yectoria de la poesía esp añola en evidente discord an cia con todo lo que académicamente entendem os p or Romanticismo.
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En efecto, cuando Bécquer escribe, su generación literaria, constituida por Dacarrete, Pongiglioni, Nombela, Blasco, García Luna, Guillermo Blest, Augusto Ferrán, etc., ha ido plasmando una salida de la vía romántica, para incorporar la visión intimista de la realidad y desarmar la retórica romántica de voz altisonante. Ya en los años cincuenta encontramos el libro de José Selgas titulado El es tío y han aparecido también los libros fundamentales de Campoamor, tan ajeno a la óptica romántica. Pero la generación becqueriana liquida los restos de esa escuela en libros como La soledad (1861) de Augusto Ferrán, Cantares gallegos (1863) de Rosalía de Castro o Cantares (1864) de Ángel María Dacarrete. El golpe de gracia al Romanticismo estaba ya dado y Bécquer viene a traer algo nuevo rechazando la literatura precedente. La exaltación del irracionalismo como forma de una inspiración nacida de lo que los románticos consideraban como un arcano da lugar a la creación técnica de una nueva visión del mundo que se manifiesta como una total disidencia con la visión romántica. La grandilocuencia es sustituida por la minielocuencia a través de una serie de claves que el propio Bécquer nos cuenta en su célebre Carta literaria número TI cuando afirma: "cuando siento no escribo". Bécquer distingue el momento de la sensación y el momento de la creación literaria. Este segundo momento sólo se produce para él una vez que, integrada y analizada la sensación, se pued e escribir fríamente "como quien copia una p ágina de un libro". Este cambio ra dical refuta la inspiración rom ántica entendida como un sacudimiento extraño pa ra pon erse d el lado d el cultivo racion al d e los instintos, o sea, la n ecesidad d e ejercer un control sob re las emocion es human as y así pod er entenderlas.
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Pedro J. de la Peña
Con mucha razón señaló Gerardo Diego cómo las once primeras rimas de Bécquer son lo que hoy llamamos metapoesía, es decir, la explicación de una poética propia. Es sobre todo la "Rima ID",
Actividad nerviosa que no l1alla en qué emplearse; sin rienda que le guíe caballo volador. Locura que el espíritu exalta y desfallece; embriaguez divina del genio creador. Tal es la inspiración.
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cuando Bécquer señala la existencia de la inspiración y de la razón como elementos mutuamente dependientes para la obra poética, y los define así:
Atmósfera en que giran con orden las ideas, cual átomos que agrupa recóndita atracción . Raudal en cuyas ondas su sed la fiebre apaga, descanso en que el espíritu devuelve con vigor. Tal es nues tra razón . 1
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Consciente de que solo con la parte sensitiva e intuitiva de nuestro ser el noumenos platónico no se hace verdadera poesía, Bécquer le añade también el logos aristotélico y decide unir ambas cosas como padres legítimos de la géne-. sis poética. Con ambas siempre en lucha y de ambas vencedor, tan sólo al genio es dado a un yugo atar las dos.
Como señaló Concha Zardoya en su estudio de la poesía becqueriana, existen en ella múltiples creaciones de un rigor matemático, como la célebre "Rima XV", y son también notables los juegos de paralelismos y bimembraciones que se producen en rimas como la II, III, VIII, IX, XI, XII, XV, XVI, XXIII, XXIV, XXV, XXVII, etc. Bécquer no vino a continuar el mundo del Romanticismo para prolongarlo treinta años más, sino que fue un artista revolucionario que abrió una puerta nueva por la que escaparse para siempre de la era romántica. Hijo ya del ferrocarril (en el que viajó desde Madrid a Aragón para llegar a Veruela), e hijo también deja fotografía, gracias a la cual poseemos al menos cuatro placas con su verdadero rostro, Bécquer demostró así su célebre frase: "yo tengo fe en el porvenir", porque fue hijo de la primera revolución industrial, sucedida en España hacia 1850, y se hizo eco de la necesidad de crear una nueva poesía para el mundo a través de "los sentidos todos [que] parecen ocupados en recibir y guardar la impresión que analizaran más tarde" (Cartas literarias a una mujer) . Los malentendidos sobre la vida y la obra de Bécquer son fruto de diversas circunstancias. Por un lado, el retrato
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que de Bécquer hizo su hermano literario lo representa como un poeta "rom~n tico" en el sentido externo de esta palabra, pero las fotografías auténticas de Bécquer desmienten esta imagen al convertirlo en un buen burgués, acicaladamente vestido y con la apariencia de respetabilidad de los funcionarios ministeriales, cuya vida ejerció. En segundo lugar, sus editores y amigos ocultaron siempre la verdadera enfermedad de Bécquer, haciéndola pasar por "tuberculosis", ya que se suponía infamante una enfermedad como la sífilis, que frecuentemente se adquiría en relaciones sexuales en el ámbito de la prostitución. Igualmente es falsa la idea de la "pobreza becqueriana" que lo instala en una especie de precaria necesidad económica al estilo de las buhardillas bohemias. Es cierto que en su juventud Bécquer pagó también su cuota de dificultades antes de instalarse en una posición cómoda y lucrativa, pero por su manera de vivir y de vestir sabemos que Bécquer tuvo tendencia hacia la buena vida e incluso el lujo. Los últimos descubrimientos, ya avanzado el siglo XX, sobre obras desconocidas de Bécquer aportados por Gamallo Fierros o por Robert Pageard en cuanto a textos sin firma pero que poseen su estilo de una manera reconocible, y el descubrimiento de los dibujos atribuidos a su hermano Valeriano con pequeñas apostillas de Gustavo Adolfo sobre "Los borbones en pelota", vendrían a marcar esa otra disidencia suya, escondida bajo el seudónimo de "Sem", en la que vemos a un personaje satírico con su época y con los grandes personajes de su momento histórico sin perdonar al clero en dibujos en que aparecen sor Patrocinio y el padre Claret, la aristocracia en que aparece
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Pedro J. de la Peña
Gustavo Adolfo Bécquer
Carlos Marfori Narváez (marqués de Loja y penúltimo amante de la reina), o incluso políticos como Luis González Bravo, de quien finalmente renegó tras la caída de Isabel lI. Bécquer representa la libertad creadora y la genialidad del descubrimiento, y no verlo así supondría colocarlo al final del pelotón de los poetas románticos en vez de a la cabeza de los poetas contemporáneos, como definitivamente fue.
Como señaló José María Blanco-White en sus Cartas de España: "la disidencia es el principio de la libertad". La múltiple y gloriosa disidencia de Bécquer es lo que le llevó a ser el poeta más grande en su tiempo, el único poeta grande de su tiempo, y no precisamente por seguir unas reglas caducadas sino por eliminarlas para crear un estilo innovador que levantó la poesía española de su tiempo hasta una altura desconocida desde los Siglos de Oro.
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El asesinato del rector Leopoldo Alas FÉLIX POBLACIÓN
Periodista y escritor
Se acaba de cumplir el septuagésimo quinto aniversario del fusilamiento de Leopoldo Alas y García-Argüelles (18831937), catedrático de Derecho Civil y rector de la Universidad de Oviedo (1931-1937), e mjo de Leopoldo Alas "Clarín", autor de La Regenta y uno de los escritores más sobresalientes de la literatura española. Fue detenido cuando la ciudad pasó a ser controlada por el general Aranda, adicto al ejército franquista, y tras un año en prisión se le condenó a muerte, una vez celebrado el correspondiente consejo de guerra. Su asesinato tuvo lugar el 20 de febrero de 1937. Figura intelectual de gran prestigio, muy respetada por haber hecho de su universidad un lugar de referencia de la cultura española, Alas y García-Argüelles solicitó ante de su ejecución, como buen creyente, la asistencia de un sacerdote. No hubo contra el rector ovetense ninguna acusación sólida, según Carmen Carcía, profesora de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo, especializada en la Guerra de España. Antes bien
se dieron muchos testimonios a su favor; especialmente por parte de sus antiguos alumnos, que en todo momento rechazaron las imputaciones de proselitismo ideológico con las que sus verdugos pretendieron justificar su crimen. N o fue asimismo cierto que Alas Argüelles no criticara los hechos ocurridos con motivo de la llamada Revolución de Octubre de 1934, pues la propia sede universitaria fue incendiada por los revolucionarios, según recuerda el historiador David Ruiz. El entonces rector condenó tanto a los insurgentes como a los represores. Aparte de haberse comprometido desde el primer momento con la Segunda República, en la que fue diputado y subsecretario de Justicia con el ministro luarqués Álvaro de Albornoz (1879-1954) -colaboró en la redacción de la ley de divorcio y fue defénsor acérrimo del laicismo-, es muy de tener en cuenta la afirmación de Ruiz acerca del papel decisivo de la católica Iglesia en el fusilamiento del rector. Considera el excatedrático de Historia Contemporánea que, medio siglo después de la publicación
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El asesinato del rector Leopoldo Alas
de La Regenta, el alto clero no había digerido el supuesto contenido subversivo de la obra de "Clarín". Por eso se dijo que en la figura de Alas y García-Argüelles habían pretendido matar la memoria de su padre. La ejecución tuvo lugar a la seis de la tarde del 20 de febrero de 1937 en el patio de la cárcel modelo de Oviedo. Según dejó . escrito el excelente periodista Juan Antonio Cabezas en su libro Asturias: catorce meses de guerra civil, el pelotón de fusileros falló en la primera descarga. El hijo de Clarín fue rematado con un tiro de gracia: Pared por medio del patio, en una dependencia carcelaria dedicada a las mujeres, que denominaban las Escuelas, se encontraban detenidas entre otras las esposas de Javier Bueno, de Amador Fernández, de Vallina, de Belarmino Tomás, de Mulero, de Oliveira y una maestra de Tineo llamada Teresa Vázquez. [Estaban atentas porque se sabía que iban a fusilar al rector y le oyeron decir ante el pelotón] con una voz nerviosa, pero muy enérgica: "¡Mujeres que me escucháis al otro lado de esta tapia. Que esta sea la última sangre vertida. Que sirva para aplacar los odios y las venganzas! ¡Viva la libertad!". Unos segundos después oyeron las descargas. Algunas gritaron sin poder contenerse "¡Asesinos!". Otras cayeron al suelo desmayadas.
Ahora, 75 años después de su muerte y transcurridos más de treinta desde la instauración de la democracia en España, el Partido Socialista ha propuesto al Ayuntamiento de Oviedo, gobernado por el Párt¡do Popular, . que el rector asesinado sea nombrado a título póstumo :Hijo Predilecto de la Ciudad. Ahora, 75 años después y teniendo en cuenta que el hijo de "Clarín" a punto estuvo de ser inhumado en una fosa común, el juez
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Baltasar Garzón espera sentencia del Tribunal Supremo por haber pretendido investigar ese y miles de crímenes más cometidos por el franquismo, cuyas víctimas siguen enterradas sin seña en fosas y cunetas 1 repartidas por el país .' Ahora, 75 años después de aquel asesinato y transcurridos más de treinta desde la instauración de la democracia, todavía perdura la simbología franquista en la institución académica que el rector asesinado por el franquisimo presidió en la más brillante etapa intelectual de su historia. Ahora, 75 años después de aquel crimen y cumplidas más de tres décadas del vigente régimen democrático, la portavoz del grupo municipal del Partido Popular dice que no se opondrá a la propuesta del grupo socialista y Foro Asturias tampoco, sin que se sepa cuál va a ser el cariz de su voto. Rendir homenaje al rector Alas, según .escribió Luis Arias en un reciente artículo, no consiste solo en recordar su brillante ejecutoria al frente de la Universidad de Oviedo, no solo en poner de relieve la vileza que se cometió dando muerte a un hombre honesto e inteligente, no solo en insistir en que este país tiene como asignatura pendiente restihrir la memoria de quienes sufrieron la represión franquista, sino también en conceder solemnidad merecida a una persona que representa lo mejor que hemos tenido no solo en el ámbito intelectual, sino también en el compromiso de un hombre con su tiempo y su país.
Hace algo menos de dos años falleció en Oviedo, a los 86 años de edad, la hija del rector asesinado, María Cristina GarcíaAlas, que durante toda su vida evitó guardar rencor por la muerte de 'su padre. "Prefiero ser víctima antes que verdugo -dijo en una ocasión- porque lo contrario debió ser terrible". Lo dijo todo.
I Cuando se redactaron estas líneas el juez Baltasar Garzón aún no había sido apartado de su carrera. Puede suceder también que algunos de los cargos mencionados ya no los desempeñen las mismas personas.
Memoria esencial de Elena Andrés
LUIS ARRILLAGA
Conocí a Elena hace unos 30 años, en 1982, cuando ella presentó en un centro cultural madrileño el primer poemario que me publicó una editorial. Desde entonces hemos sido amigos íntimos, pues durante largos años, especialmente en los últimos, yo la visitaba con mucha frecuencia, primero en su domicilio y después en varias residencias geriátricas (junto con otros dos grandes amigos y excelentes poetas: Covadonga Morales Vega e Hilario Martínez Nebreda), de forma que su reciente desaparición, a los 80 años (se la llevó una leucemia traidora detectada demasiado tarde), ha sido un duro golpe para nosotros, para otros buenos amigos, para colegas y familiares y, en general, para la poesía española actual. Elena Andrés era una persona eminentemente espiritual que sentía un legítimo orgullo de su propia obra poética, lo cual le confería una gran seguridad en sí misma. Obra poética premiada en diversas ocasiones y repleta de valores estéticos, humanistas y espirituales. También era un ser humano con ideas progresistas, una persona solidaria que poseía una peculiar sensibilidad hacia los temas de la justicia, la igualdad, la libertad, la solidaridad y el dolor ajeno. Y también era una sincera cristiana para la que Cristo suponía, al margen de dogmas encorsetados, uno de los mayores alicientes de su vida,
como ella misma afirma en un texto inédito de 1998. En el aspecto poético, Elena es una de las voces más vigorosas de la fecw1da generación de 1960, "junto a otros prestigiosos nombres, extremo este que he afirmado repetidas veces en artículos y reseñas. En este sentido, puedo asegurar que estamos ante W1a poesía cargada de símbolos y felices metáforas e imágenes, poesía de las esencias -metafísica, ontológica y espiritual- que acomete W1a profunda introspección en los sótanos desconocidos del ser humano, de manera que, a partir de su propia elaboración lingüística, la poetisa construye y recorre un itinerario de realización personal hasta alcanzar un equilibrio espirihlal y lma cosmovisión única en interacción con el medio social. Así pues, en el caso de Elena se cumple especialmente la fidelidad a los propios postulados éticos del arte y la literatura,
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Memoria esencial de Elena Andrés
entendidos estos como compromiso coherente con la realidad. En este sentido, nos dice la propia autora: ' Una de las funciones primordiales del poeta es buscar su identidad [... ], la poesía supone una asimilación peculiar de la realidad, hasta percibir ese sentido originario oculto en cada cosa y en nosotros mismos (Talismán de identidad).
Efectivamente, Elena Andrés cumple la función del poeta de descubrir la auténtica realidad oculta tras' la apariencia de realidad del mundo circundante, como podemos ver en los poemas "La noche", de El buscador, y "AI hijo que no tengo", de Dos caminos. En el primero leemos: "La noche, cráneo enorme / con dos alas abiertas", lúcida descripción casi surrealista; y el segundo es un caso magistral de poesía profética, cuyo dístico final es un broche de oro: "En cunas infinitas de tristeza / duerme tu ausencia que canta en mi sangre". Y hallamos más poesía profética en "A los que vendrán" (Desde aquí mis señales): "No os veo, mas mi mano os hace señas, / a vosotros, oh puntos potentísimos / vibrando en alta luz". La poesía andresiana es también solidaria con los oprimidos y desheredados y, por ende, eminentemente social. Véanse a este respecto "Qué obstinado silencio" (El buscador) y "Los desganados" y "La eterna vela" (Eterna vela), textos en los que aparecen los explotados y los perdedores de la historia. Esta solidaridad adquiere, incluso, proporciones ecológicas y casi franciscanas, como en "Audaz introspección" (Desde aquí mis señales), solidaridad telúrica y cósmica relacionada siempre con el factor humano: "¡Nuestra fraterna historia!, / -nuestra conciencia alerta- / haciéndose, pulsándonos. / Solidaria trompeta / doma al silencio turbio".
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Otro rasgo esencial es una profunda espiritualidad. En Trance de la vigilia colmada hay unas lúcidas narraciones retrospectivas, como "La visita" y "¿No oís los gritos de lo que pisáis?". En el primer poema se nos plantea el encuentro de la poetisa con su yo perdido del pasado y recuperado a través de la poesía, según una dimensión cósmica de la esencialidad del ser; también se manifiesta aquí la presencia de un Espíritu universal en toda la materia existente, asumiendo así los presupuestos del panteísmo. Esta angustia existencial de la autora que, en relación de alteridad con las fuerzas cósmicas, se debate en singular conflicto entre el ser y el no ser, adquiere dimensiones escatológicas o, cuando menos, trascendentes. El localismo humano es, pues, pretexto para pasar a la universalización cósmica, como sucede también en este verso del segundo poema: "Es el grito mecánico del cosmos que se expresa". Hallamos otros ejemplos de esta profunda espiritualidad en El buscador: "Dame tu mano blanca, / Buscador, luz de estrella" ("La noche"), figura que, tal vez, sea símbolo de Jesucristo; o también: "Qué fina es la quietud / de esta tarde, en el aire / que apenas va palpando / esos muros" ("Quietud"), que probablemente simbolice aquí plenitud espiritual. El ya citado 'poema "La eterna vela" (Eterna vela) es toda una afirmación de fe, como la bellísima metáfora: lime infiltraré en la noche, / boca de Dios abierta". Por su parte, en Desde aquí mis señales, destaca "Vida en cuatro tiempos", de .honda religiosidad y vívida esperanza: "¡Qué encendida mañana! / Toco fuerte mi mano, / pequeña carne eléctrica que un día / volará como un rayo". En lo que respecta a su último libro, Paisajes conjurados, merecería por sí solo un capítulo aparte, pues se trata de uno de sus poemarios de mayor madurez, un gran canto cósmico a la vida, una -lúcida introspección en los hondos entramados del ser
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Luis Arrillaga
humano y una plasmación literaria de sabiduría existencial y creatividad lingüística. En las "Notas de autoanálisis" que cierran el volumen la propia poetisa define el sentido central del libro: "Los Paisajes conjurados son el propio "yo" integrado en el éxtasis activo", éxtasis que se concreta en una serie de poemas confesionales en la primera parte ("Hojas de un diario") y en una simbiosis con lo telúrico y lo cósmico en la segunda ("Paisajes conjurados"), todo ello -dice Elena- "casi en la despedida en la cual el ser palpita de amor por el 'Todo". Destacan tres extensos poemas narrativos de gran plasticidad dramática: "Tiras de nuevo al viento", acerca de un suicida, con la experiencia de fusión con la naturaleza; "Águilas del amor", cuyo paisaje aparece en simbiosis con la filosofía existencial de la autora; y "Los seres de la noche", de grandiosos escenarios naturales y espirituales. Otro poema clave es el homenaje "A Vicente Aleixandre", con quien Elena mantenía una estrecha amistad; aquí aparece un concepto metafísico fundamental de la poetisa: la dimensión del espíritu no tiene nada que ver con nuestra vida mortal en la tierra: "planos inconciliables: tierra y cielo, pues el espíritu ha de vencer a la materia: [...] integrarte / en la rosa girante de la vida [... ] / la barbarie era algo que sobraba / [ ... ] / no el ingrediente del planeta viejo". También es digna de mención otra clave sin la cual no podríamos entender el mundo poético andresiano: el sufrimiento corno expresión del mal y corno parte ineludible de la vida, corno vernos en "Amor cotidiano" y "Cuánto tiempo llevas ya caminando" . Otros poemas expresan cómo la vida late en todas las realidades mundanas, la solidaridad con el cosmos, la misma fusión cósmica con el Absoluto, la fe en la trascendencia, la pertenencia telúrica, una filosofía
existencialista acerca del tiempo y, en lo que respecta al lenguaje, unos originales rasgos vanguardistas. Así pues, constatamos la dimensión felizmente mágica de la poesía de Elena Andrés, una poesía indistintamente simbólica, surrealista, esencialista, filosófica, espiritual-religiosa, social o ecológica; una poesía de gran p oder comunicativo y de creación de mundos propios, una poesía que recoge la herencia de nuestros mejores clásicos y tiende un puente a las vanguardias, una poesía que supone una verdadera propuesta estética de gran originalidad para las nuevas generaciones poéticas. Esperarnos y reivindicamos, por todo ello, que de aquí en adelante Elena Andrés ocupe en nuestras letras el lugar que en justicia le corresponde y, por ende, sea reconocida y recordada corno una de nuestras mejores poetisas contemporáneas.
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LIBROS CRÍTICAS Y RESEÑAS
CARMEN CONDE
Cancionero de enamorada
Luzmaría Jiménez Faro
ANToNIO ENRIQUE
Rey Tiniebla
Fernando de Villena
RANIÓN HERNÁNDEZ
Anuario de Capri
José Manuel Caballero Bonald
Teatro escogido
Jesús Campos Garda
o RAMos
El caso Casas Viejas
Félix Población
Frro RODRÍGUEZ
La sombra de Fausto
MARTÍNEZ BALLF5TEROS T
La ventana de Casandra ALFO
so SASTRE
CÉSAR VALLEJO
-El lugar del crimen El tungsteno
FRANCISCO C EJUDO ESTEBAN GRECIET MARIO LUCARDA M, o JOSÉ MARTÍNEZ SÁNCHEZ CARLOS PARÍS NrC ANOR ROZADA
XXIII PREMIO A NA
MARÍA MATUTE
CARMEN CONDE
Cancionero de la enamorada
Cancionero de enamorada C ARMEN CONDE CrJfecciÓll Trnn:moZltS
LUZMARÍA JIMÉNEZ FARO
Carmen Conde nace en Cartagena (Murcia) en 1907. En 1931 se casa con el poeta Antonio Oliver Belmás. Su biografía cuenta con más de un centenar de libros publicados, entre los que destaca su importante obra poética, de la que citaremos algunos títulos: Brocal (1929); Honda memoria de mí (1944); Ansia de la gracia (1945); Mujer. sin edén (1947); Derribado arcángel (1960); Jaguar puro in marchito (1963); Cancionero de la enamorada (1971); Corrosión (1975); El tiempo es un río lentísimo de fuego (1978); Derramen su. sangre las sombras (1983); Cráter (1985) y Memoria puesta en el olvido (1987). Traducida a varios idiomas, ha sido objeto de premios y distinciones en Espaii.a y en el extranjero, así como de muchos estudios y tesis doctorales. En 1978 fue elegida académica d e la Real
Academia de la Lengua Española, sien.,. do la primera mujer que ingresó en esta institución. Ocupó el sillón K hasta su muerte en Madrid, e18 de enero de 1996. Fue miembro del equipo fundador de la Junta Directiva de la ACE. Cuenta Carmen Conde en sus memorias Por el camino viendo las orillas, en el tomo lII, en sus anotaciones de diario y en la fecha correspondiente a Madrid, 14 de abril de 1971: Mi amigo de Á vila, el joven cura Jacinto, me anuncia la aparición . del· Cancionero de la enamorada mío, para muy pronto. Librito sencillo, inocente, nostálgico: de amor. Quisiera escribir sin presiones, libre de lo acumulado. Descubrir otra vez el universo. La primera mujer
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Lírica
joven ante la vida. Sin memoria . Sin llantos . Exactamente como empecé a ser. Aunque sin desandar la existencia y sin volver".
Se adivina en las . palabras de Carmen que con este libro trata -y hay una transparencia de deseo- de mirar hacia atrás, intenta retomar los sentimientos más puros, la frescura de aquellos primeros amores en los que el perfil del hombre se diluye para reflejar solamente el significado del Amor. Cuando en 1971 aparece este libro, publicado por la institución Gran Duque de Alba, Carmen cuenta con una obra amplia y con más de veinte libros de poesía, en prosa y verso, ya publicados. Entre ellos Mujer sin edén en 1947, que marcó la poesía española junto a Hijos de la ira de Dámaso Alonso y Sombra del paraíso de Vicente Aleixandre. Sin duda, Carmen en Mujer sin edén se adelanta a su tiempo . En palabras de Leopoldo de Luis, que puso el prólogo a las dos ediciones en nuestra editorial,
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se trata para rrú del libro de poesía más importante escrito por una mujer en lengua castellana. Y al sentar esta afirmación me refiero, naturalmente, a su calidad que admite situar al libro en primera línea de un panorama general de poesía sin distinción de sexos, pero no solo a esa calidad, sino también de su coherencia, a su visión del mundo y de la vida, donde la mujer, mitad del género humano, indaga en su estirpe y la canta patéticamente.
Libro de difícil lectura, en donde la rebeldía de la mujer, sustentándose de figuras bíblicas, hace meditar sobre su propio destino, pero fundamental y extraordinario en la obra de Carmen. Volviendo al Cancionero de la enamorada, no es, como Carmen afirma, un "librito sencillo", es un libro con una enorme carga de emoción, con una gama de matices que juegan con el sentimiento amoroso, con imágenes bellísimas y metáforas sorprendentes. En muchos de los poemas encontramos una influencia claramente lorquiana:
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Lírica
Siempre buscabas mi sombra con la tuya enamorada: por los caminos con luna por el agua remansada. Que son caballos de niebla que pastan líquenes ácidos. Que tu voz es una selva y yo la escarbo con látigos. Cantando dijo: - Mi amado, sólo vivo para amarte. El aire vistió de plumas la alameda de la tarde.
¿Qué nos asombra de este libro de Carmen? Ante todo su intuición poética, pero, aún más, en este libro cobran sus palabras un sentido nuevo mucho más directo y emocional que en otras composiciones suyas. No solo nos muestra una manera de sentir luminosa, palpitante, sino que añade una fres cura de expresión dejando al descubierto las más profundas sensaciones amo-
rosas. Así el amor alegre, claro, puro, se nos da de manera espontánea sin artificios de ninguna clase, apoyándose en los símbolos que representan la naturaleza: árboles, flores, lluvia, mar, helechos, ¡ríos ... La percepción sensorial envuelve cada palabra, cada verso, en un plano casi místico . De ahí que la pasión de la enamorada seduzca desde el primer verso contagiando la atmósfera de un lirismo depurado lleno de magia . Nada importa después del amor, porque et amor no es solamente una manera de sentir sino una emoción duradera que marca y redime y que en su propio dominio del recuerdo invade el espacio de lo eterno. Carmen en el Cancionero de la ena11'1Orada se re encuentra "como empezó a ser". Quiere descubrirnos a través de su palabra poética el universo, el suyo, desde lo más íntimo, desde lo soñado y lo vivido, desde su extraordinaria sensibilidad nacida para la poesía .
No vengas. Y no te vayas. Cállate. Pero, ay, dilo. ¿Qué piensas si no me ves? ¿Qué temes si estoy contigo? A nadie quieras así. No me hieras con tu fuego. Déjame que vaya sola. Si puedes amor, lo quiero. Por tenerte sin tenerte no sé qué vida daría . Es tu voz una arboleda y mi cuerpo corza herida.
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La ambición de Antonio Enrique FERNANDO DE VILLENA
Todas las novelas de Antonio Enrique se caracterizan, entre otros rasgos, por su desmedida ambición y acaso Rey Tiniebla (Ed. Almuzara, 2012), junto con La armónica montaña, sean sus obras más ambiciosas. Pero si en aquella novela primera el autor pretendía contarnos un centón de historias, en Rey Tiniebla solo se nos cuenta la de una agonía: la del poderoso monarca Felipe n de España. Claro que nadie ha novelado nunca tan minuciosamente una agonía y una apoteosis final, pero la ambición del narrador ahora nace del estilo. El castellano en su prosa vuelve a brillar con todo su esplendor como en los Siglos de Oro, tal vez como en El Criticón de Gracián. Es la narrativa de Antonio Enrique desmesurada; su erudición, exhaustiva; toda una pirotecnia, su léxico torrencial donde no solo tienen cabida los términos cultos, sino también otros muchos del acervo popular e incluso abundantes neologismos y retundas metáforas y símiles como el de esas naves de la Invencible que van a la deriva "como catafalcos gigantes y negros". Pero es que el novelista también resulta innovador hasta la audacia en la sintaxis, con gusto por el hipérbaton violento, las frases entreveradas y los más novedosos giros (por ejemplo: el uso del "así" con valor temporal: "apenas"). Estamos ante un lenguaje que busca siempre la sorpresa, lo no esperado, y en ello se aleja Antonio Enrique de
todos los demás novelistas contemporáneos. Respecto a la mencionada erudición, nuestro novelista no se ha limitado a conocer toda la bibliografía actual sobre Felipe n, sino que también ha leído a los cronistas de la época del monarca, como Calvete Estrella o, sobre todo, el padre Sigüenza. La novela, que posee, merced a su plasticidad, numerosas posibilidades cinematográficas, se construye en viñetas o estampas. Es W1a obra llena de sonidos y de olores, los más terribles ruidos y miasmas. Esas sensaciones escatológicas nos llevan a pensar en diversos escritores del Barroco: Miguel de Mañara en su Discurso de la verdad, a quien Antonio Enrique tuvo muy presente en La luz de la sangre, o Pedro de Espinosa en sus obras espirituales, autores a los que el autor conoce bien, según se infiere de la lectura de su Canon heterodoxo. O sea que todo este recrearse en lo escatológico extraña eh una época como la nuestra, tan dada al solapamiento y al eufemismo, pero resultaba normal en las obras del Barroco tal sucedía en las de Quevedo o en el ya mencionado El Criticón. y así, el protagonista, Maltrapillo (¡qué gran acierlo el apodo!), un mozo de bacineta del rey don Felipe, llega a afirmar: "Ah, no solo el oro otorga poder. Allí quieto, mirándole, sentí que los excrementos también". No carece de humor Rey Tiniebla. Lo hallamos en diversos personajes desmesu-
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rados como el converso don Ezequiel o como ese lego mozo que lame los platos como un perro. Aparecen en el texto numerosos personajes históricos y otros inventados y están llenos de verdad, así los altos como los más insignificantes, y resulta muy curiosa en esa veraz descripción de la larga agonía del monarca la relación casi osmótica que se va produciendo entre el rey y el último de sus criados. Prodigiosa también nos parece la descripción de El Escorial. El rey, en sus últimos días, va recuperando en la memoria retazos de lo que fue su vida y el novelista nos recrea los amores y las culpas del personaje así como la cuestión de Flandes, el caso de Antonio Pérez o el drama de la Armada Invencible. Si en el estilo Antonio Enrique no tiene más parangón con autores recientes que con Homero Aridjis (en sus novelas sobre Juan Cabezón) o con Alejo Carpentier, en la temática se aproxima, aunque con mucho más rigor histórico, a Manuel Mujica Láinez que, en El laberinto, también nos mostró al rey Felipe obsesionado con la muerte y noveló con acierto la derrota de la Armada, y en Un novelista en el museo del Prado nos presenta vivos muchos de los cuadros que allá se guardan. Porque en Rey Tiniebla el tercer protagonista es la tabla de el Bosco El jardín de las delicias que se nos ofrece como algo vivo y mágico. Yes que las alegorías de aquel pintor ~xtraño fueron muy apreciadas por Felipe TI y muy pronto gozaron un gran éxito en la España del Barroco, y baste como ejemplo de ello las varias ocasiones en las que Gracián en su obra magna cita al artista. El mozo de retrete del monarca, del que poco a poco vamos sabiendo más: cómo aprendió con los monjes jerónimos de El Escorial y cómo pasó a las Indias, nos resulta un personaje real y entrañable, y yo me atrevería a sugerir al novelista otro
Narrativa
libro con las andanzas de Maltrapillo desde que salió del monasterio de San Lorenzo hasta que llegó al Nuevo Mundo y se asentó en Santa María de Leyva. Ese personaje toma muy pronto la voz en Rey Tiniebla y nos .cuenta su historia en primera persona (aunque hasta su aparición el narrador usó la tercera). Poco a poco, el elemento visionario va ganando terreno conforme la novela avanza, y la parte final supone un derroche de imaginación. También en el tramo último de la obra va apareciendo otro horizonte: ese pueblo perdido en la América española desde donde el narrador, ya en su madurez, nos cuenta los hechos. Y también aparece otro enigmático personaje: el teniente de armas Sancho de Menese que acude constantemente a la barbería del protagonista. Con ello, la narración se agiliza al ceder paso al diálogo y en verdad que resulta sabrosa y a veces salpimentada de humor la plática entre ambos. No es, desde luego, una lectura para estudiantes de la E.s.O. Presupone un lector culto e inte.ligente. Acaso algunos consideren que es una obra excesiva p ara un tiempo tan romo como el que nos ha tocado vivir.
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Acuario en Capri, de Ramón Hernández
JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD
Recuerdo que cuando Ramón Hernández publicó Palabras en el muro, en 1969, la novela española discurría por unos conductos más o menos obedientes a la tradición naturalista y a las secuelas más simplificadas del socialrealismo. Por eso quizá la lectura de esa novela de Ramón Hernández supuso para mí una experiencia sumamente enriquecedora, no ya por su contrastada significación'general sino por su propios vaJores estilísticos, De pronto, había allí unas normas, unos modales narrativos que se distanciaban de las más anodinas fórmulas novelísticas al uso. Yeso era muy de agradecer en aquellos recodos , de nuestra historia, todavía muy vigentes las cortapisas literarias y los desmanes civiles de la posguerra. Palabras en el muro era un edificante paradigma de sabiduría expresiva y de ahondamiento en una temática apasionante. Todavía la
evoco con especial agrado, y más si la sitúo en aquellos años finales de la nada prodigiosa década de los sesenta. Bien. Si traigo a colación ese recordatorio es porque algo ha tenido que ver mi admiración por el novelista con la lectura de estos poemas reunidos en Acuario en Capri. Confieso que no conocía la . obra poética de Ramón Hernández, es decir, ' del autor , de un buen número de novelas de especial significación. Ni siquiera sabía de sus pactos secretos con la poesía. Y de pronto me he encontrado con lo inesperado: con un poeta de avezada personalidad, independiente y sutil, muy enraizado en una especie de mezcla hereditaria que debe tanto al simbolismo como al realismo. Quiero decir que lo mismo atiende a esas correspondencias . ocultas entre el sujeto y el objeto definidas por el simbolismo, como a una versión más o menos
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Lírica
De izquierda a derecha : Pablo Méndez, Rafael Soler, Ramón Hernández, José Manuel Caballero Bonald y Alejandro Sanz.
explícita de los hechos. No es frecuente que se den juntas ambas formulaciones poéticas. Al margen de todo eso, en Acuario en Capri se agrupa un centenar y medio de poemas de muy variado asunto y muy similar estructura. Concebidos sin pun- . tos ni comas, de acuerdo con el propio movimiento incesante de la memoria, el libro es fundamentalmente un múestrario de confidencias, de confesiones, un mantenido sondeo en la irltimidad con la intención de poner un poco de orden en la maraña de los recuerdos. Tal vez por eso, el discurso del poeta se vuelva por momentos torrencial y acepte con frecuencia la proximidad con la narrativa. La temática es muy diversa: hay asuntos políticos, amorosos, morales, filosóficos, sociales ... ; hay ·e sbozos de
figuras y descripciones de paisajes. Da la impresión de que Ramón Hernández ha usado como lema el título de uno de sus poemas: "Desván de recuerdos". Y que es de ese desván de donde ha ido recuperando los más provechosos tramos de la experiencia vivida, esos ''flashes de la memoria" -por usar otra expresión del poeta- que van señalizando los caminos de la imaginacíón. Eri. Acuario en Capri apuntan -como es obvio- rastros de poetas predilectos. Ni siquiera hace falta repetir que cada escritor es hijo de los escritores cuya lectura lo ha emocionado. Y aquí aparecen de pronto unas estelas que van -pongo por caso- de Bécquer a Rubén Daría o de Walt Whitman a León Felipe, es decir, que van del intimismo lírico a la desbordada extroversión, del "yo" al "noso-
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Lírica
tros" . Pero también hay muchas inconfundibles muestras de la personalidad narrativa del autor. Todo el libro es una especie de monólogo dramático por donde resuena a veces una música extraña, de acordes muy divergentes,
desde el tono violento al apacible, desde la cólera a la ternura. La adjetivación es poderosa y los aparejos verbales se corresponden muy bien con las experiencias descritas. Elijo unos pocos ejemplos al azar:
manicomio ojo único ávido perverso asesinos brujas manos atadas camisas de fuerza mi cabeza doctor se me cae de improviso mis brazos me abandonan huyendo por ventana tengo dos intestinos gruesos· mi nombre no es eleuterio sino pleura hermanas monjas de jesús cautivo salvan mi alma pero también son mi vicio quiero llorar y no puedo necesito recoger del suelo mi cabeza pero sobre baldosas no encuentro mi calavera
desván de recuerdos antaño los buhoneros nocturnos arrojaban los días a las incineradoras de basura de los suburbios inmensos territorios devorados por hambrientos pájaros ratas perros gatos mendigos de todas las razas difusos espectros que se comunicaban por silenciosos ecos
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Lírica
pájaros la sombra de unas manos dibujan en el aire unos pájaros no supe a dónde iban volando tan remotos pasaron tan altos no pude ver sus ojos ni si me miraron yo estaba muy abajo
isla de capri porque tú eres mi guía en la oscura selva sutil e interrogante tú mi respuesta tú mi sosegada isla donde acaba la cobarde penumbra de la duda
máscara de ídolo rugía la locomotora era de noche siempre hieráticos andenes de estaciones vacías y sin nombre no escupir en el suelo advertía un rótulo esas dos son putas dijo grosero un vecino del vagón lo llevan en el rímel agregó impenitente creo que se confunde repliqué esas dos mujeres son monjas de clausura visten hábitO rezan el rosario de sus cinturas cuelgan crucifijos
(Fragmento de "Máscara de ídolo", un poema extenso, tal vez el que prefiero de todo el libro, quizá porque se filtra entre esos versos una modulación fantasmal, como de pesadilla o de reflexión visionaria, que se corresponde con mis gustos). y nada más. Felicito a Ramón Hernández por esta tardía pero potente muestra de su actividad como poeta. Para quien no conozca esta vertiente de su obra, como es mi caso, la emoción irá inevitablemente unida a la sorpresa.
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Teatro
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Teatro escogido Antonio Martínez Ballesteros (Desde la cruz del norte, La excelente señora, El oscuro invierno, Tiempo de guerrilla, Camila, mi amor, Farsas contemporáneas, Retablo en tiempo presente)
Al acercarnos a la obra de Antonio Martínez Ballesteros resulta inevitable no incurrir de principio en un lugar común al decir que a su obra no se le hace justicia. Varias generaciones (todas las que fueron mancilladas por la Dictadura, e incluso alguna de las que se incorporaron al rebufo) podrían participar de este aserto tan recurrente corno desolador. El poco aprecio que la sociedad española prestó a sus autores fue sin duda la causa de tanto desatino. Y aunque inmovilizado en una foto fija, la que George E. Wellwarth le hiciera a comienzos de los setenta, Martínez Ballesteros no dejó de moverse, evidenciando con su producción (vasta y diversa) lo poliédrico de su imaginario dramático. ¿Son galgos o podencos? La pereza crítica de nuestro medio teatral ya lo había clasificado corno alegórico, y el solo hecho de que siendo alegórico pudiera ser realista requería más detenimiento del que estaban dispuestos a dedicarle. Mal recurso el de las clasificaciones en unos tiempos en los que las posibilidades expresivas que nuestra larga tradición ofrece propician más la diversidad que el sometimiento al canon. Más, al margen de la estéril polémica, su obra fue creciendo llena de contenido, sin más condicionante que el de hacer caso omiso de los dictados de moda en uso. Testigo e historiador de su realidad, Antonio Martínez Ballesteros nos ofrece así, con su amplia paleta de recursos, un rico universo dramático, esbozado en este volumen mediante una selección de sus piezas más representativas. Aunque insuficiente (entiéndase corno una entrega a cuenta de la reparación que se le' debe), es nuestro propósito propiciar con esta edición el reconocimiento de su teatro allí donde los textos alcanzan plenamente su sentido: en el escenario. JESÚS CAMPOS GARCÍA Presidente de la Asociación de Autores de Teatro
Teatro escogido Antonio Martínez Ballesteros Asociación de Autores de Teatro
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Teatro
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Desde que obtuvo el premio Guipúzcoa por Farsas contemporáneas -pieza representada por numerosos grupos independientes en España, Estados Unidos, Francia, Alemania, Portugal, Argentina ... - no ha dejado de escribir en todo momento. Además del Guipúzcoa, tiene los siguientes premios: Agrupación Artística Aragonesa por Los peleles; Universitario de Cataluña y Baleares por Un incidente sin importancia; Palencia por Retablo en tiempo presente; Modern Internacional Drama por La colocación; Castilla-La Mancha por Camila, mi amor; Cadarma por La abnegada vocación del señor Pontejos (en cólaboración con Fernando Martínez Gil); Buero Vallejo por Los enanos improvisan su comedia. También en novela consiguió el premio Paraíso por la titulada Por debajo de la piel. Un extracto de 'El oscuro invierno' NARRADORA.- Pasaba el tiempo con más alegría y mi madre visitaba a mi padre en la cárcel casi todos los días. Bueno, había días que suspendían las visitas por diversos motivos. A veces decían que era por el mal comportamiento de los presos; otras veces por cualquier motivo insignificante. Estábamos a merced de los caprichos de aquellos funcionarios de la cárcel, por llamarlos de algún modo. La burocracia carcelaria era lenta cuando ellos querían; cuando querían que fuera más rápida, el juicio y el fusilamiento del reo se llevaban con toda celeridad. Pero al fin se celebró el juicio y ... volvieron a condenarle a la misma pena. El caso es que el Chimenea rectificó su declaración en el sentido de que no estaba seguro de lo que había visto. Pero las viudas, las insaciables viudas, volvieron a insistir machaconamente en su acusación. Otra vez la locura de mi madre, otra vez el estar pendiente de la fatal camioneta. Y por si aquello fuera poco, la exaltación patriotera dentro de España se complicaba más por aquellos días ...
(El foco que ilumina a la NARRADORA se va extinguiendo mientras empieza a oírse una voz por radio arengando a una multitud con ardor patriótico, que todavía sigue unos segundos en la oscuridad). LA VOZ.- "Camaradas: No es hora de discursos. Pero sí de que la Falange dicte en estos tiempos su sentencia condenatoria: ¡Rusia es culpable! ¡Muera el comunismo! (Grandes aclamaciones). ¡Culpable de nuestra Guerra Civil! ¡Culpable de la muerte de José Antonio, nuestro fundador! ¡Culpable de l.a muerte de tantos camaradas y tantos soldados caídos en la Guerra Civil por la opresión del comunismo ruso! (Ovaciones) . ¡El exterminio de Rusia es exigencia de la Historia y del porvenir de Europa! ¡Viva Franco! ¡Arriba España! ¡Viva la División Azul!
(Se oye el himno militar que se va transformando en el sonido de un fuerte viento .. J.
José María Muñoz Quirós: El- temblor de las libélulas
MANUEL QUIROGA CLÉRIGO
Conocer el mundo en que vivimos y analizar las circunstancias en que se desarrolla la existencia del ser humano suele ser una labor del poeta. Por ejemplo, nada más fácil que encontrar un interlocutor para hablar del futuro o para dialogar en tomo a todos los presentes. Algunas de estas cuestiones aparecen en el poemario de José María Muñoz Quirós titulado El temblor de las libélulas y que ha merecido el premio Flor de Jara 2011, publicado en la Colección abeZetario de la Diputación de Cáceres / Institución Cultural El Brocense (Cáceres 2011). El libro se abre con una cita de Ana Ajmátova: "En mi pecho ya no suena / el temblor d~ las libélulas" y se une a la docena de volúmenes que jalonan su obra, alguno de los cuales ha sido galardonado con premios como el Tillos, el "Gil de Biedma", el "Fray Luis de León", "San Lesmes Abad", "San Juan de la Cruz", Ciudad de Salamanca o el Valencia "Alfons el Magnarum". Asimismo sus poemas han sido recogidos en numerosas antologías y traducidos a diversos idiomas, además de habérsele anotado una intensa labor crítica en revistas literarias y otros medios.
Esta nueva colección de versos contiene una sesentena de poemas en los cuales Muñoz Quirós regresa a los senderos de la estética de lo posible y a una escritura abierta a todas las sensaciones. Para él el universo es'un todo que hace posible la concordia, pese a los espacios de la negatividad y la sinrazón que cada día nos sorprenden a todos. En general, se trata de poemas cortos, repletos de imágenes y de sugerentes intenciones. "La luz de cada instante/es diferente. "Vemos / esclarecer la tarde, / hacerse fuego en cada horizonte, / irrumpir en la niebla. / Inclinada / en las horas donde habita / va dejando una sombra, / y nos fluye derramada la duda, / el vano incierto despertar, / la insondable promesa / de su nacer en nosotros. / Apenas reconozco la pisada / tímida del destino. / Luz de este instante". Hemos transcrito el poema "Día a día". Pero la inspiración continúa, los poemas buscan otros temas, otras intenciones, por ejemplo en "Tristes rosas" cuando termina escribiendo: "Voy a buscar en el olvido / que en elalrna se esconde / 1 os ocultos jardines / donde mueren las rosas". El poeta recorre el universo buscando las razones de la existencia, construyen-
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Narrativa
do los momentos de la serenidad, estudiando en los gestos de los demás la posibilidad de hallar caminos de concordia. Tal vez existe un grito impensado al exclamar "La soledad imprime / un camino de miedos" ("La soledad") o "Todo amor / se cobija / ~n un tiempo / desnudo, en los abismos / lejanos / del deseo / que escribe con letras / de cristal/en el eco / del agua, frente / del tiempo herido, / eslabón de estrellada / claridad / cuando muere" ("El deseo") y "El día esconde sus derrotas / en los recodos de las horas" ("Río de luna"). Pero, todavía, saca fuerzas de flaqueza cuando escribe al final de "Luna antigua": "Un temblor de luna antigua / nos ilumina la memoria". Esas indagaciones permanentes en torno al propio lenguaje y, a través de este lenguaje, en los espacios literarios y vitales que suelen ser la obligada cercanía del poeta, no son más que la expresión estudiada de quien no cesa de ser testigo y parte de los espacios abiertos en que el ser humano convive con la realidad. Muñoz
Quirós acentúa sus temores ante la nada, permanece atento ante el ruido de la indiferencia y la constancia de que solo la palabra es capaz de modificar el estado de sitio permanente en que .cada día se debaten la sociedad y sus ciudadanos. Pero también hay una especie de melodía intensa, de armonías exentas de dramatismos, de esperanza. Leamos el comienzo de "Arena azul": "En el azul dormían las cigüeñas / esperando ser lluvia". Y así hasta el infinito, tras los temores surgen los cielos azules; tras los nubarrones aparece la limpia mañana. El poeta hace suyo el minuto festivo de la vida y quiere apartar de sí violencias e indeterminaciones. Se supone adolescente esperando las limpias madrugadas o es un ave libre en medio del paisaje. Cuando llega el temblor aún pueden inventarse los milagros. Eso predicen los últimos versos de "Encuentro": "Brotan las sílabas del agua / en la sábana dulce de sus labios". El territorio infinito de la ternura antigua regresa a cada paso tras el rigor oscuro de las tardes vacías.
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[tCASel CASAS " -lEJAS Tano Ramos
Cr6nica de una · insidia (1933-1936)
Tano Ramos El caso Casas Viejas. Crónica de una insidia (1933-1936)
FÉLIX POBLACIÓN
Se presentó en Madrid un libro muy esclarecedor sobre la durísima represión que durante el gobierno de Manuel Azaña tuvo lugar en la localidad gaditana de Casas Viejas, donde había estallado un foco revolucionario anarquista el 11 de enero de 1933. Publicado por la editorial Tusquets, esta pormenorizada, rigurosa y precisa obra del periodista asturiano Tano Ramos (Cangas del Narcea, 1958) recibió con todo merecimiento el premio Comillas en su última edición. Entre sus méritos no está solo aportar una documentación que hasta ahora se desconocía -como buena parte del sumario contra el capitán Manuel Rojas, procesado por asesinato-, sino ofrecer también una magnífica exposición a través de un minucioso y ameno tratamiento de las valiosas fuentes de consulta que se utilizan.
La primera verSlOn oficial que se tuvo de lo ocurrido, y por la que Azaña negó en un principio que hubieran sido ejecutados hasta catorce anarquistas en Casas Viejas, fue que todos los revolucionarios perecieron en combate al hacer frente a la Guardia Civil y de Asalto. Sin embargo, gracias a las primeras crónicas periodísticas de Eduardo de Guzmán y Ramón J. Sender - con los que muchos años después tendría la oportunidad de hablar sobre ello-, gracias al propio interés del jefe del Gobierno -que inició las pertinentes indagaciones judicialesya la comisión parlamentaria desplazada al efecto, pudo saberse qué pasó al día siguiente de haber sido sofocada la rebelión. Todo no acabó con la muerte de los ocho anarquistas -entre ellos una mujer- que se resistieron en la cabaña de Francisco Cruz, conocido como
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Seisdedos y uno de los cabecillas de la revuelta, y que fállecieron carbonizados al prender los guardias fuego a la modesta vivienda con techumbre de paja. Al amanecer del día siguiente y cuando el pueblo ya estaba en calma, el capitán Manuel Rojas, de la Guardia de Asalto, mandó detener a los lugareños que tuvieran armas de caza en sus casas y pudieran haber intervenido en los disturbios. Doce de ellos fueros esposados y conducidos hasta la corraleta de la casa de Seis dedos, donde serían fusilados. Durante los dos juicios celebrados en la Audiencia Provincial de Cádiz en 1934 y 1935, Rojas alegó que solo se había limitado a cumplir las órdenes recibidas del Gobierno, contradiciéndose al afirmar primero que las bajas se habían 'producido durante la lucha -lo que ' ~í se ceñiría a esas órdenes-, para sostener después que los guardias procedieron a la ejecución porque se sintieron amenazados en un entorno de guerrilla. TRES AÑOS DE CÁRCEL POR VEINTE ASESINATOS
Recurrida la sentencia por la que se condenó al capitán Manuel Rojas a 21 años de cárcel, el Tribunal Supremo dictaminó finalmente, meses antes del golpe de Estado franquista, que los asesinatos cometidos en Casas Viejas no habían sido tales, sino homicidios, por lo que a Rojas, preso desde 1933, se le aplicó una pena de solo tres años de cárcel. Como ya casi la tenía cumplida, el capitán quedó en ~ibertad con la antelación suficiente para sumarse a la rebelión militar y ejercer así de señalado represor en la provincia de Granada, tarea en la que lo acompañaron en otros lugares del país algunos de los 'oficiales
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que testificaron a su fa vor durante su procesamiento. Tano Ramos hace un puntual y detallado análisis comparativo de las informaciones facilitadas por la prensa que hizo el seguimiento del caso y que, por parte de los peri6dicos reaccionarios y anarquistas, constituyó un auténtico juicio paralelo que culpaba al jefe d el Gobierno de lo ocurrido. Esto contribuyó al desprestigio de la República y a la derrota de la izquierda en las elecciones de 1933, q~e ganó la derecha, fa vorecida por la abstención promovida por los anarquistas. Para rebatir ese procesamiento mediático llevado a cabo contra Azaña utiliza el autor buena parte d el sumario correspondiente a la acusación que pesaba sobre el capitán Manuel Rojas. Por extraño que resulte, un documento tan fundamental no lo encontró el periodista en los archivos de la administración de justicia, de donde ha desaparecido, sino por me'dio de la hija del abogado defensor de las víctimas, Andrés López Gálvez, cuyo testimonio presencial pone punto final al libro con un último y emotivo capítulo. Se rememoran en él las penalidades que hubo de sufrir el letrado durante la Dictadura y la posibilidad de que el prop io Manuel Rojas, triunfante con el nuevo régimen, hubiera pretendido m atar a quien lo llevó a presidio. También se da cuenta de un encuentro entre ambos, en una cafetería d e la calle d e Alcalá en el Madrid de los años sesenta, que acabó, según el letrado, con unas fr ases de p erdón, ante la perplejida d d e quien es tuvieron noticia d e tal d esenlace.' N o fue esa precisam ente la actitud del abogado defen sor d el capitán procesado, Eduardo Pard o Rein a, qu e despu és de h ab er hech o com parecer a Manuel Azañ a y a su ya exministro de
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Gobernación Casares Quiroja en el segundo de los juicios celebrados en Cádiz en 1935, no pudo ejercer como letrado para la ocasión por hallarse implicado en una trama terrorista que tenía por objeto asesinar precisamente al exjefe del Gobierno en el transcurso de un mitin que iba a celebrarse en Alcázar de San Juan. Al estar procesado por este motivo, Pardo Reina, que había intervenido en la fundación de Unión Militar Española (UME) -vinculada luego al golpe del 18 de julio-, no pudo defender tampoco al general López Ochoa, que había reprimido la revolución de octubre de 1934 en Asturias con un rigor similar al de Rojas en Casas Viejas. VIDAS TRUNCADAS DE QUIENES NO SE INCLINARON POR LAS VERSIONES FALACES
En el libro de Tano Ramos no falta una breve referencia a las vidas truncadas de quienes de una u otra forma no se inclinaron por las versiones falaces· que se dieron durante el procesamiento d e Rojas. El director general de Seguridad, Arturo Menéndez, fue torturado y asesinado por los falangistas en Zaragoza en 1936. Dos de los periodistas que ofrecieron una información más objetiva de los hechos, como los redactores de La Voz y El Sol Luis Díaz Carreño y Fernando Sánchez Monreal, fueron fusilados por los golpistas en agosto de ese mismo año en la provincia de Burgos. El niño Salvador del Río Barberán, que presenció con muy pocos años la muerte de su abuelo, murió en 1996 pen sando que se encontraba en el lugar de los crím en es. Al guardia civil José Gutiérrez López, en cambio, que había salvado a d os d e los anarquistas deten idos y h ab ía sid o el primero en tes-
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tificar contando las ejecuciones, lo asesinaron los camaradas de las víctimas en el trágico verano de 1936. En el epílogo, Tano Ramos utiliza fragmentos de los diarios de Azaña, secuestrados por Frapco hasta que la hija del dictador los entregó al Gobierno tan tarde como en 1996, en los que don Manuel aporta datos elocuentes y suficientes como para demostrar su interés por esclarecer, desde que los supo, unos hechos que desconocía y sobre los que se le había mentido. Azaña, que pidió paz, piedad y perdón para el futuro de España, muere en el exilio en Montauban en 1940, asediado por el fascismo hitleriano y franquista. Ese mismo año, recuerda el autor del libro, el comandante Manuel Rojas estaba al frente de un batallón de trabajadores en un campo de concentración para presos republicanos, en la misma provincia de Cádiz donde había dejado sangrienta memoria. Si para España queréis, señores jurados, una era de paz, de sosiego, d e concordia, como ahora se dice, de pacificación de espíritus, fijaos en vuestra conducta. Si, por el contrario, queréis para España que no tenga 'ni un minuto de quietud, que todo sea desasosiego y lucha enconada, también está en vuestras manos. Dad el veredicto con toda imparcialidad. Un veredicto absolutorio es entregar un arma poderosa al enemigo.
Las predicciones del abogado liberal López Gálvez se cumplieron. Dos años después de hacerlas, el capitán Rojas se encontraba en libertad para prestar su apoyo a una nueva y masiva tarea represora en un país en el que, en efecto, todo era desasosiego y lucha enconada.
La sombra de Fausto La ventana de Casandra FITO RODRÍGUEZ
Fito Rodríguez (Gasteiz, 1955) es profesor de la facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación del País Vasco desde 1981. Licenciado en Filosofía y Letras (1978) y doctor en Ciencias de la Educación (1988), ha publicado abundantes monografías académicas y ensayos literarios en distintos idiomas, aunque su lengua de trabajo y producción habitual es el euskera. En castellano puede accederse a Construir o . destruir naciones (Besatari, 1999) o El IRA Y la paz en Irlanda (Hiru, 1999). La traducción que ahora se presenta en Hiru bajo el título de La sombra de Fausto fue publicada originalmente corno Faustoren Itzala por la editorial Utriusque Vasconiae en el 2004. A modo de una novela epistolar actualizada, un estudiante escandinavo cuenta ante una cámara de vídeo sus experiencias sobre el periodo que ha pasado, por medio del programa Erasmus, en la Universidad
del País Vasco. En esa confesión van apareciendo datos relacionados con unas cartas escritas entre los hermanos Elhuyar que, además de descubridores del wolframio, parecían encontrarse inmersos en una red de espionaje militar de desconocidas consecuencias. Ambos soportes, la transcripción de los vídeos y de los documentos de los Enhuyar, van tejiendo una trama, un texto común, en el que tanto las reflexiones sobre el papel social de la ciencia, los límites de la modernidad y el futuro de las culturas minoritarias, corno la intriga ante la que el protagonista debe, necesariamente, posicionarse, nos colocan ante un producto literario que, sin dejar de tener los caracteres narrativos de la novela, se nos aparece corno una suerte de ·ensf.lyo poco convencional sobre aquellas constantes telúricas que marcan las vidas. por encima de la supuesta determinación de la historia y sus coyunturas.
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Fito Rodríguez ha traducido al castellano su obra Kasandra Lihoan, La ventana de Casandra. En ella aporta una conversación entre dos vascos atrapados en un avión a través de escenas de películas. La obra original fue galardonada con el V premio Josefa Jaka de Literatura y ha sido traducida por Joxe Campo Barandiaran. Dos vascos, atrapados en un avión durante un trayecto de París a Islamabad que se detiene en Roma sin que la tripulación ofrezca explicaciones, con la angustia de encontrarse aislados entre pasajeros con los que no pueden comunicarse, comienzan un diálogo a través de las películas que ambos han visto. Nuestros personajes se encontrarán así dentro del aparato, rodeados de musulmanes y sin poder levantarse de sus asientos ni salir del avión. Tratando de afrontar el agobio y las sospechas fruto de ese encierro, Casandra entablará con su compañero de viaje un diálogo con el que matar el tiempo, el miedo, el aburrimiento y la ansiedad. De este modo, relatando algunas de las películas que se han visto y exponiéndose las sensaciones mutuamente experimentadas, ambos amigos acabarán filosofando ... Este es el escenario planteado por Rodríguez, que hace mención a la "sospecha" como uno de los elementos centrales de la obra. "El pensamiento moderno está basado en la sospecha", asegura, recordando que buena parte del bagaje cultural contemporáneo tiene su raíz en las "sospechas" de pensadores como Karl Marx o Sigmund Freud. El cine como ventana tiene también presencia en una obra que va más allá del pretexto de relatar una película. En este sentido, los personajes de la obra, Apo y Casandra, comienz9.nun diálogos filosóficos a través de filmes clásicos como La ventana indiscreta, de Alfred Hitchcock, o Hiroshima mon amour, de Alain Resnais, sin perder de vista una filmografía más actual 1
Extracto de la reseña publicada en Gara (9 / 04/12).
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como Buenas noches y buena suerte, de George Clooney o El club de la lucha, de David Fincher. "Lo que en tiempos de Casandra [en referencia al personaje de la mitología griega] constituían los mitos es ahora el cine", considera Rodríguez. Otro símil podría realizarse con el mito de la caverna de Platón, donde la pantalla pasaría a ser esa luz que permite ver las sombras y que no reduce, sino amplifica una caverna hiperplatónica que suministra una forma de conectar con una realidad enriquecedora y peligrosa. Un contexto que permite abordar cuestiones filosóficas como la felicidad, la soledad o la muerte. Este es, pues, un libro para adquirir conciencia de la dimensión plural y mediatizada de nuestro conocimiento 1 •
Extracto de La ventana de Casandra Pues mira, la película que estaba contando trata de presentar al Infierno como una característica social elemental. De donde se deduce que, puesto que estamos predestinados a sufrir el fuego eterno, no arreglaremos nada condenándolo (aun cuando se nos haya condenado para hacerlo) . . Bien al contrario, la libertad consiste en negar una eventual condena inútil. Esto es, ganamos en sabiduría aceptando que el valor es una condición social, y no echando la culpa a otros. Sartre, el escritor del existencialismo, afirmaba que el infierno son los demás. Eso mismo nos dice Bergman en sus películas. Con todo, los condenados hemos aprendido no solo a vivir en el Infierno, sino también que el Averno está en nosotros. A la hora de elegir, la única libertad de que dispone el ser humano para romper
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su destino consiste en decidir quién va a juzgarle, en lugar de a quién va él a juzgar. Pero ¿qué dices? En vez de optar por los amigos, ¿deberíamos elegir a nuestros enemigos? Exactamente, y la cinematografía utiliza, para expresarlo, toda una serie de recursos de los que en cambio adolece la literatura.
Podemos leer también el siguiente fragmento del texto de Joxe Campo Barandiarán: 5. Asegurar la estructura de la obra Hablar de La ventana de Casandra es hablar de (con)dialoguismo. Pero no nos confundamos. Cuando. Bajtín y Voloshinov definen el diálogo ("intercambio de palabras") lo hacen desde luego para calificarlo de "la forma más
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natural del lenguaje", si bien añaden que los enunciados desarrollados con una cierta extensión y a1.ffi proviniendo de un interlocutor {mico -como ocurre con el monólogo- son "monológicos por su apariencia exterior, pero son esencialmente dialógicos por su estructura semántica y lingüística". Por eso, Fito Rodríguez no necesita la tipografía clásica para el diálogo. Su texto no contiene el guión diacrítico que indica cambio de persona en la interlocución. No lo precisa. La acción se sigue sin problemas y la identidad del interviniente se aprehende fácilmente. Además, el autor prefiere que las "preferencias" de sus pérsonajes sean igualmente válidas y, por ende, el lector pueda identificarse con ambos a la vez. En La ventana de Casandra, el diálogo se establece a triple banda: personajes, autor y enseñante con el lector.
El lugar del crimen A LFONSO S ASTRE
Alfonso Sastre es autor de múltiple obra. Nacido en Madrid, en 1926, su notoriedad se debe sobre todo a sus obras para el teatro, desde Escuadra hacia la muerte, Guillermo Tell tiene los ojos tristes, ¿Dónde estás, Ulalume, dónde estás?, La taberna fantástica o Los hombres y sus sombras hasta obras no representadas (no menos de treinta) como El camarada oscuro o Análisis de un comando, que configuran un conjunto de más de ochenta obras dramáticas. Pero su nombre se destaca también desde hace años en el campo de la teoría del teatro y de la literatura (Anatomía del realismo, Drama y sociedad, El drama y sus lenguajes, Critica de la imaginación, entre otras) o de la poesía (Obra lírica y doméstica). Es otro, sin embargo, el aspecto de que él está llamando nuestra atención y que probablemente suscitará ahora un renovado interés sobre su obra: se trata de su condición de narrador, iniciada en 1964 con su libro Las noches lúgubres, y proseguida con Flores rojas para Miguel Servet, siendo también muy destacable su obra Lumpen, marginación y jeri-
gonza.
El autor define esta novela como una obra "siniestra" . ¿Qué se quiere decir con ello? ¿Habrá que situar el libro en la línea que va, por ejemplo, de Edgar Allan Poe a Jean Ray, pasando, si se quiere, por novelistas del misterio y el horror como Stoker, Meyrink o Lovecraft? Sin duda, se trata de un "viaje" p or muy temibles territorios en los que, en cualquier momento, puede saltar a nuestro lado la desconocida alimaña del miedo, capaz de erizar nuestros cabellos: de horripilamos, a la manera en que la biología describe con una precisión científica que no excluye la existencia de lo inexplicable a nuestro alrededor. Monstruo de tres cabezas, este libro -como el perro guardián de los infiemos- , una de ellas emerge en California, otra en Madrid y Barcelona (donde los productores de terror son niños más o menos angelicales), y, por fin, la tercera y más horrible cabeza respira en el País Vasco, en un ambiente de misterio, clandestinidad y violencia. El fantasma de "Melmoth el errabundo", aquel famoso personaje de la novela gótica que muchos creían muerto, sigue vagando, reapareciendo bajo diferentes formas en todos estos misteriosos y, sin embargo, muy concretos ambientes del actual, e insólito, relato. El concepto de lo siniestro (Unheimlich) que en esta obra se desarrolla tiene muy en cuenta el análisis que de él hizo Freud en un ensayo no muy conocido y todo él lleno de sugerencias. Lo siniestro sería lo contrario de lo familiar, de lo apacible, de lo confortable, pero en ese siniestro se reconocería, con el consiguiente horror, la estructura de nuestra vida familiar y corriente. Los fantas-
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mas aparecen entonces como personajes de nuestra vida cotidiana; y ello sucede en esta obra y es la causa de que muchos de sus pasajes no puedan ser leídos sin profundo estremecimiento. Lo siguiente es un extracto de El lugar del crúnen:
CAPÍTULo N. En el que aparece o se aparece un Teniente Fantasma, y que se acaba con un crimen en el hotel de Londres. No voy a contar lo que hice durante las dos semanas siguientes pues los resultados de mis investigaciones fueron demasiado irrelevantes para traerlos ahora a colación. Básteme decir que lo que intenté fue nada menos que seguir la pista del desaparecido Zigor, aun considerando los riesgos que encerraba una investigación de esta índole, y no era el menor que se me conhmdiera con un policía y que, en consecuencia, me limpiaran el forro. Acudí a algunos antiguos amigos, activos militares ahora de Herri Batasuna (Unidad Popular) y del E.M.K. (Movimiento Comunista de Euskadi), a los que yo sospechaba más o menos simpatizantes con ETA (Euskadi ta Askatasuna: Euskadi y la Libertad) y con las luchas armadas. En un país pequeño como es el País Vasco, podría darse el hallazgo, a través de vínculos familiares o amistosos, de una pista para lo que empezó a ser el gran sueño de mi vida periodística: realizar una entrevista con este personaje que cada día que pasaba alcanzaba para mí una aureola más mítica, pues pude advertir, a pesar de las medias palabras y las reservas de mis interlocutores, que el tal Zigor era estimado y querido por muchos
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como un héroe de la lucha nacionalista revolucionaria. Entre las pocas cosas precisas que pude saber está el hecho, que luego se confirmaría como en seguida diré, de que Zigor no era originariamente vasco, y ello se decía no como una objeción, sino como un gran orgullo en el sentido de que esta -así me dijeron unos amigos una tarde en Lesaka- "es una revolución de los trabajadores, y el pueblo trabajador vasco (entidad que <;;uriosamente, solía ser nombrada con unas siglas: el P.T.V) lo formamos muchas gentes entre las que no son pocas las que no han nacido en el país. Mira Txiki, por ejemplo" (refiriéndose al militante que había sido fusilado en los momentos preagónicos de Franco, al mismo tiempo que Otaegui y los tres revolucionarios del F.R.A.P.).
En cuanto al objeto de su visita -continuó el Teniente Fantasma-, no vaya n egarle lo que ya la ejecutiva de nuestra agrupación ha reivindicado públicamente en distintos medios de difusión, pues efectivamente nosotros asumimos la responsabilidad de la ejecución sumaria del intelectual corrupto Julio César Expósito, el cual, como usted quizá sepa, era un hijo de puta de mucho cuidado, empezando porque, siendo español de nación, h abía abdicado de los honores y de los sacrificios que a esa condición corresponden y, no contento con eso, colaboraba activamente con el terrorismo vascoseparatista, hasta el punto de que su vivien- . da era, en realidad, un piso franco de la organización criminal anteriormente citada.
El tungsteno C ÉSAR
\rALLEJO
Editorial Montesinos
César Vallejo es, indiscutiblemente, uno de los mayores poetas en lengua castellana del siglo XX. En su famoso poemario Trilce (1922) anticipó gran parte del vanguardismo que se instalaría en la literatura a partir de entonces, con exponentes tan significativos corno el poemario Altazor de Vicente Huidobro o el Finnegans Wake de James Joyce. En Trilce, Vallejo lleva a la lengua española a límites insospechados: inventa palabras, fuerza la sintaxis, emplea la escritura automática y otras técnicas utilizadas par los movimientos dadaísta y surrealista. Sin embargo, su obra narrativa tornó otro camino, directamente emparentado con el realismo social. Así sucede en El tungsteno, novela a la vez indigenista y proletaria, de sabor amargo pero teñido, al final, de esperanza. Novela de d~nuncia, comprometida con la defensa de los más humildes, El tungsteno es un alegato contra los abusos de todo tipo cometidos contra los indios y a favor de una torna de concienCia de los trabajadores sometidos a una brutal explotación.
Sus personajes principales, José Marino, un comerciante materialista y sin escrúpulos, y Leónidas Benites, un ingeniero asustadizo, se asocian para regentar el bazar de la Mining Society, empresa dueña de las minas de tungsteno en Quivilca, en la provincia de Cuzco, Perú. Esta mina de tungsteno regentada por los americanos en connivencia con -los caciques peruanos se convierte en el símbolo del capital que necesita devorar la sangre de mano de obra barata para su crecimiento: obreros e indígenas, en el caso peruano, muchos indios sin formación ni estudios. De eso se sirven las autoridades, para perseguirles hasta la muerte y llevarles, sin su consentimiento, a trabajar corno esclavos. No han cambiado mucho desde entonces ni la sociedad peruana ni la sociedad en general. Vallejo partió a París en 1923, y nunca regresó a Perú. El tungsteno fue escrito en Madrid, según contó su viuda, en solo tres semanas, aunque probablemente algunos fragmentos habrían sido redactados mucho antes, cuando aún vivía en Perú. En España fue testigo de la caída de la monarquía y de la proclamación de la república, con la que se comprometió. Frecuentó a los escritores españoles de la época: entre ellos Unamuno, Carda Larca, Alberti, Cerardo Diego y Bergamín. Falleció en París en 1938. El tungsteno es, sin duda, la novela más relevante de César Vallejo. En este volumen se incluye, además, su cuento más célebre: "Paco Yunque".
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mas aparecen entonces como personajes de nuestra vida cotidiana; y ello sucede en esta obra y es la causa de que muchos de sus pasajes no puedan ser leídos sin profundo estremecimiento. Lo siguiente es un extracto de El lugar del crimen:
CAPÍTULO IV. En el que aparece o se aparece un Teniente Fantasma, y que se acaba con un crimen en el hotel de Londres. No voy a contar lo que hice durante las dos semanas siguientes pues los resultados de mis investigaciones fueron demasiado irrelevantes para traerlos ahora a colación. Básteme decir que lo que intenté fue nada menos que seguir la pista del desaparecido Zigor, aun considerando los riesgos que encerraba una investigación de esta índole, y no era el menor que se me confundiera con un policía y que, en consecuencia, me limpiaran el forro. Acudí a algmtos antiguos amigos, activos militares ahora de Herri Batasuna (Unidad Popular) y del E.M.K. (Movimiento Comunista de Euskadi), a los que yo sospechaba más o menos simpatizantes con ETA (Euskadi ta Askatasuna: Euskadi y la Libertad) y con las luchas armadas. En un país pequeño como es el País Vasco, podría darse el hallazgo, a través de vínculos familiares o amistosos, de una pista para lo que empezó a ser el gran sueño de mi vida periodística: realizar una entrevista con este personaje que cada día que pasaba alcanzaba para mí una ameola más mítica, pues pude advertir, a pesar de las medias palabras y las reservas de mis interlocutores, que el tal Zigor era estimado y querido por muchos
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como un héroe de la lucha nacionalista revolucionaria. Entre las pocas cosas precisas que pude saber está el hecho, que luego se confirmaría como en seguida diré, de que Zigor no era originariamente vasco, y ello se decía no como una objeción, sino como un gran orgullo en el sentido de que esta -así me dijeron unos amigos una tarde en Lesaka- "es una revolución de los trabajadores, y el pueblo trabajador vasco (entidad que curiosamente, solía ser nombrada con unas siglas: el PT.V) lo formamos muchas gentes entre las que no son pocas las que no han nacido en el país. Mira Txiki, por ejemplo" (refiriéndose al militante que había sido fusilado en los momentos preagónicos de Franco, al mismo tiempo que Otaegui y los tres revolucionarios del F.R.A.P).
En cuanto al objeto de su visita -continuó el Teniente Fantasma-, no voy a negarle lo que ya la ejecutiva de nuestra agrupación ha reivindicado públicamente en distintos medios de difusión, pues efectivamente nosotros asumimos la responsabilidad de la ejecución sumaria del intelectual corrupto Julio César Expósito, el cual, como usted quizá sepa, era un hijo de puta de mucho cuidado, empezando porque, siendo español de nación, había abdicado de los honores y de los sacrificios que a esa condición corresponden y, no contento con eso, colaboraba activamente con el terrorismo vascoseparatista, hasta el punto de que su vi~ ' en da era, en realidad, un piso franco de la organización criminal anteriormente citada.
El tungsteno CÉSAR VALLEJO
Editorial Montesinos
César Vallejo es, indiscutiblemente, uno de los mayores poetas en lengua castellana del siglo XX. En su famoso poemario Trilce (1922) anticipó gran parte del vanguardismo que se instalaría en la literatura a partir de entonces, con exponentes tan significativos corno el poemario Altazor de Vicente Huidobro o el Finnegans Wake de James Joyce. En Trilce, Vallejo lleva a la lengua española a límites insospechados: inventa palabras, fuerza la sintaxis, emplea la escritura automática y otras técnicas utilizadas por los movimientos dadaísta y surrealista. Sin embargo, su obra narrativa tornó otro camino, directamente emparentado con el realismo social. Así sucede en El tungsteno, novela a la vez indigenista y proletaria, de sabor amargo pero teñido, al finat de esperanza. Novela de denuncia, comprometida con la defensa de los más humildes, El tungsteno es un alegato contra los abusos de' todo tipo cometidos contra los indios y a favor de una torna de conciencia de los trabajadores sometidos a una brutal explotación.
Sus personajes principales, José Marino, un comerciante materialista y sin escrúpulos, y Leónidas Benites, un ingeniero asustadizo, se asocian para regentar el bazar de la Mining Society, empresa dueña de las minas de tungsteno en Quivilca, en la provincia de Cuzco, Perú. Esta mina de tungsteno regentada por los americanos en connivencia con ·los caciques peruanos se convierte en el sÍmbolo del capital que necesita devorar la sangre de mano de obra barata para su crecimiento: obreros e indígenas, en el caso peruano, muchos indios sin formación niestudios. De eso se sirven las autoridades, para perseguirles hasta la muerte y llevarles, sin su consentimiento, a trabajar corno esclavos. No han cambiado mucho desde entonces ni la sociedad peruana ni la sociedad en general. Vallejo partió a París en 1923, y nunca regresó a Perú. El tungsteno fue escrito en Madrid, según contó su viuda, en solo tres semanas, aunque probablemente algunos fragmentos habrían sido redactados mucho antes, cuando aún vivía en Perú. En España fue testigo de la caída de la monarquía y de la proclamación de la república, con la que se comprometió. Frecuentó a los escritores españoles de la época: entre ellos Unamuno, García Lorca, Alberti, Gerardo Diego y Bergarnín. Falleció en París en 1938. El tungsteno es, sin duda, la novela más relevante de César Vallejo. En este volumen se incluye, además, su cuento más célebre: "Paco Yunque".
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Algunos fragmentos de El tungsteno: Porque en el Perú, y particularmente en la sierra, a los obreros les hacen cumplir los patrones sus contratos civiles, valiéndose de la policía. La deuda del obrero es coercible por la fuerza armada, como si se tratara de un delito. Más todavía. Cuando un obrero se "socorre", es decir, cuando vende su trabajo comprometiéndose a darlo en una fecha más o menos fija a las empresas industriales, nacionales o extranjeras, y no llega a darlo en la fecha estipulada, es perseguido por las autoridades como un criminal. Una vez capturado, y sin oír defensa alguna de su parte, se le obliga, por la fuerza, a prestar los servicios prometidos. Es, en pocas palabras, el sistema de los trabajos forzados. Lampiños ambos, la camisa de cotón negra de mugre, sin sombrero bajo el sol abrasador, los encallecidos pies en el suelo, los brazos atados hacia atrás, amarrados por la cintura con un lazo de cuero al pescuezo de las mulas, ensangrentados -Conchucos, con un ojo hinchado y varias ronchas en la cara-, los" enrolados" subían la cuesta cayendo y levantando. ¿Cayendo y levantando? ¡No podían ni siquiera caer! Al fin de la cuesta sus cuerpos exánimes, agotados, perdieron todas las fuerzas y se dejaban arrastrar inertes, como palos o piedras, por las mulas. La voluntad vencida por la inmensa fatiga, los nervios sin motor, los músculos laxos, demolidas las articulaciones y el corazón amodorrado por el calor y el esfuerzo de cuatro horas seguidas de carrera, Braulio Conchucos e Isidoro
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Narrativa
y épez no eran más que dos retazos
de carne humana, más muertos que vivos, colgados y arrastrados casi en peso y al azar. Un sudor frío los bañaba. De sus bocas abiertas salían espumarajos y sangre mezclados. y épez empezó a despedir un olor nauseabundo y pestilente. Por sus tobillos descendía una sustancia líquida y amarilla. Relajadas por la mortal fatiga y en desgobierno todas sus funciones, estaba defecando y C?rinándose el conscripto. -¡Se está cagando este caraja! vociferó el gendarme que le llevaba, y se tapó las narices. Los gendarmes se echaron a reír y picaron más espuelas. Cuando los curiosos se ?,-cercaron a Isidoro y épez, ante la Subprefectura de Colea, también se reían y se alejaban al punto, sacando sus pañuelos. Pero cuando se acercaron a Braulio Conchucos, se quedaban viendo largamente su rostro doloroso y desfigurado. Algunas mujeres del pueblo se indignaron y murmuraban palabras de protesta. Un revuelo tempestuoso se produjo inmediatamente entre la multitud. Los gendarmes le habían lavado la cara a Conchucos en una acequia; antes de entrar a Colea, pero las contusiones y la hinchazón del ojo resaltaron más . También los soldados reanimaron a los "enrolados", metiéndoles la cabeza largo tiempo en agua fría. Así pudieron Yépez y Conchucos despertar de su coma penetrar al pueblo andando. -¡ Les han pegado los gendarmes! -gritaba la muchedumbre-. ¡Véanlos cómo tienen las caras! ¡Están ensangrentados! ¡Están ensangrentados! ¡Qué lisura! ¡Bandidos! ¡Criminales! ¡Asesinos!
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Lírica
FRANCISCO CEJUDO Tierras prometidas
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rN." NC I S~U I.EJl JI)t )
Ha publicado los poemarios: Poemas de sombra y labios (1992), El navegador de los sueños (1995), Las horas veneradas (1996), Conjeturas sobre una noche (1998), La casa de los vientos (2002), N unca sabré tu nombre (2005) y Tierras prometidas (2009) . Ha colaborado en proyectos de poesía contemporánea. Ha sido traducido al inglés y árabe en publicaciones dependientes de instituciones culturales de Marruecos y otros países. Es también colaborador habitual de periódicos y revistas nacionales y extranjeras, así como de diversos suplementos culturales, como son los correspondientes a los diarios Información, Hoy, etc. Su obra poética ha sido recogida en diversas antologías andaluzas, valencianas y extremeñas.
PORQUE ES JUSTO LLORAR Porque es justo llorar el desconsuelo de alguien que perdió en la contienda parte de su gloria, su juventud y sus días. Así, llora mi ojo en cada instante al mirar de frente a esa rosa; doblegado ya su efímero orgullo, enquistado el mal en su belleza. Espejo de mí mismo que lo es, también su lágrima resbala. y puede esta en cada pétalo devolverme su máxima a libre antojo y se me antoja devuelto en esa gota que fría clav a su burla en este rostro.
TI ERR AS ]'ROM ET IDAS
i
Col ec:C'lóa
ÁNI'ORA NOVII
Tierras prometidas Francisco Cejudo Ánfora Nova
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Narrativa
ESTEBAN GRECIET La ciudad indómita Una de las causas, si no la principal, de que la Gesta de Oviedo en la Guerra Civil haya sido injustamente oscurecida en la posguerra sería el posicionamiento del general Aranda, artífice del éxito militar en la ciudad, a favor de una monarquía democrática, lo que le valió un destierro durante la dictadura. No obstant~, el implacable asedio de quince meses a la capital asturiana por un Ejército siete veces mayor que sus efectivos de defensa constituye uno de los hechos más dramáticos y decisivos de la contienda. La preparación, el heroísmo y la disciplina de los defensores, la abnegación y la capacidad de sacrificio de los ovetenses, con un enorme tributo de sangre y destrucción, unidos al recuerdo de la trágica experiencia vivida en la Revolución de Octubre de 1934, contribuyeron a que la ciudad no fuera conquistada pese a la aplastante superioridad del enemigo. Este es el apasionante escenario de esta novela que se atiene estrictamente al desarrollo de los hechos históricos en los dos bandos con sus protagonistas auténticos, junto a personajes de ficción pero extraídos de la realidad, por encima de ideologías y de tendencias políticas, sometidos todos ellos a situaciones límite. Pese a que los apocalípticos jinetes, el hambre, la guerra, la enfermedad y la muerte, galopan por estas páginas con toda crudeza a los 75 años de aquellos acontecinlÍentos, no falta en este libro singular un mensaje de humanidad y aun de humor, de generosidad y de esperanza. Es esta una obra que se supone una contribución clave a la compresión de los hechos y un rescate debido de lo que n o es justo sea olvidado. Esteban Greciet es periodista y escritor de larga trayectoria, con quince libros 'publicados de ensayo y de ficción. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, ha sido subdirector del diario La Vo z de Asturias, de Oviedo, y director de La Voz de Avilés, Diario de Cuenca, La Voz de España y Unidad, de San Sebastián, así como articulista de Informaciones, A BC de Madrid y otras publicaciones. Algunas de las obras de este autor son: Prensa y poder en la Asturias del franquismo; Censura tras la censura; Fe, esperanza y decadencia; Mientras fue verano (premio de n ovela Casino d e Mieres); Siete veces Pablo; Un tesoro en el jardín; La lámpara roja y Preludio de fu ego.
La ciudad indómita. Asturias en guerra Esteban Greciet Cultivalibros
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Lírica
MARIO LURCADA Midiendo la inmensidad Ha publicado poesía, artículos, reseñas, traducciones y textos críticos en las revistas Quimera, Hora de Poesía, Poiesis, Poesía, por ejemplo y Turia; y ha colaborado en las secciones literarias de La Vanguardia, Diario de Barcelona y El País. La revista Anthropos le otorgó Mención Especial Compartida por su libro Barandas para un suicida (inédito, 1982). Ha publicado traducciones de Auden, Pound, Cummings, Hawthorne. Se dedica a la enseñanza. Es autor de varios poemarios: Cantos vivos (1982); Voltereta en el aire (2002) . Midiendo la inmensidad Mario Lucarda Jirones de Azul
ORILLAS DEL MAR XII
La materia se transforma en otra materia; el hierro batido por el hombre torna la forma de una flor, una hoja, una reja que imita la curvatura más expresiva de una rama, o un látigo o una cuerda, o de nuevo aquel gesto. La materia se transforma en otra materia, adquiere nuevas formas: de la tierra la semilla que gerqüna, que dá el trigo y la harina y la carne, la carne en el hombre y animales y otros seres. La materia se transforma en otra materia, en un infinito proceso inabarcable. Si aguzas tu mirada, por un instante, quiz.á s roces la dorsal de este perpetuo, múltiple hacerse.
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Teatro
MARÍA JOSÉ MARTÍNEZ Conversaciones para un hombre solo ¡ Viva el Rey! Su amplia producción literaria abarca poesía, ensayo, novela histórica y teatro. Novelas: El Gran Cardenal; Los Comuneros de Madrid, 2005; Los Iluminados y la Inquisión, 2Q09. Teatro: ¡Viva el Rey!, 2008; Conversaciones para un hombre solo, 2011. Poesía: La Voz que Falta, 2010. Ensayo: Don Antonio Machado. Un breve recorrido por su vida y obra. 2010. Ha colaborado en varias publicaciones de poesía conjuntas: Tejedores de palabras, 2005; Voces Nuevas, 2011. Narrativa: Historias para viajes cortos, 2003 y recibido varios premios literarios.
CONVERSACIONES PARA UN HOMBRE SOLO Del texto me llamó la atención cómo había logrado fundir, sin que se notaran las costuras, lo que en él hay de su cosecha, que es mucho, con las partes que están tomadas de escritores de la época, Quiñones de Benavente, Cervantes, Lope y Calderón entre otros. No tardé mucho en darme cuenta de que la precisión y perfección de la escritura no era fruto del azar, sino de su dominio de nuestra escritura clásica, el que demostró, en 2009, con su novela Los iluminados y la Inquisición, ambientada en el Madrid de primera mitad del siglo XVI. En Conversaciones para un hombre solo la autora formula un alegato contra la guerra a través del diálogo plagado de encuentros y desencuentros que mantienen un hombre y una mujer. Testigo de ellos, una Sombra, que mediante el doble lenguaje de la palabra y el gesto, interviene en el debate cuando lo cree oportuno para inclinar la balanza de uno u otro lado. JERÓNIMO LÓPEZ
Mozo
EXTRACTO DEL TEXTO TEATRAL
ÉL.-¡Los muertos! Siempre los muertos. Es lo que me dices siempre. No habla.s de otra cosa. LA MUJER.-Es que tú no oyes sus gritos.
CONVERSACIONES PARA UN HOMBRE SOlO
Conversaciones para un hombre solo M. a José Martínez Sánchez Antígona
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Teatro
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ÉL.-Me abrumas con eso, querida. Pero el tiempo pasa. La Historia no se detiene. LA MUJER .-Pero tú, ¿a qué llamas Historia? La Historia la hacemos todos, y siempre con la misma ambición. Como si no se pudiera vivir de otra manera. EL HOMBRE SOMBRA.- ¡Vivir sin ambición! / ÉL .-Es que la ambición es normal. ¿Te imaginas a los países sin ambiciones, sin ansia de mejorar, sin cambiar nada? Eso es imposible, porque hay una dinámica que siempre nos lleva hacia algo nuevo, hacia delante. Porque dime, ¿qué haríamos si no nos moviésemos? ¿Para qué querríamos entonces a los gobernantes si no tuvieran la justa ambición para que nuestro pueblo mejorase? EL HOMBRE SOMBRA hace gestos de duda. LA MUJER.-Pues cuidado con eso de la justa ambición por si acaso no fuese tan justa, Y mira las consecuencias, que siguiéndoles a ellos nos hemos dejado en el camino doce millones de muertos. ¿Es que ya no recuerdas lo que fue esa guerra? EL HOMBRE SOMBRA.- Escucha, hermano. Ella tiene razón. Fueron demasiados muertos. LA MUJER (Sentándose.).- Muchos ... pocos ... demasiados ... ¿Es que no os basta con uno?
¿ Viva el Rey!
jViva el Rey!
M.a José Martínez Sánchez Ñ aque Editora
Estamos en 1642, en aquella época mágica del siglo de oro en la que Madrid fue la capital de las letras. Dentro de poco va a llegar el rey, Felipe IV, junto a su valido, el Conde Duque de Olivares, para presenciar la solemne procesión-fiesta del Corques, desfilando, a continuación, la famosa Tarasca dentro de los grandiosos y barrocos festejos de la época. El pueblo estaba obligado a aplaudir ya alabar al rey durante esa ostentación de su gloria, pero el pueblo,' que luego será el coro, también lo critica, y todo esto lo hacen los tipos populares de Cervantes, de sus entremeses, del Quijote, ¡como no!, y también de los del adversario literario, el Gran Lope de Vega, y La Dama Boba, que entrar a formar parte de esta comediaentremés, intentando dilucidar entre todos, quién es el más afortunado para conquistar a una mujer, si el hombre de letras o el hombre de armas. Aunque el cortejo real y la procesión eran d esfiles muy numerosos de la época, el número de personajes p'u ede reducirse, dejando sólo figuras simbólicas para facilitar la puesta en escena. LA AUTORA
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Etica radical Los abismos de la actual civilización CARLOS P ARÍS
Editorial Tecnos
La filosofía que profeso parte del grito, del lamento, de la encrespada protesta ante la injusticia del mundo que vivimos. Si Aristóteles afirmaba que la filosofía nace de la admiración, yo diría también que mi filosofar parte de la admiración, pero no solo de la que suscita la contemplación de los cielos, sino de la que brota ante el heroísmo de tantos hombres y mujeres que, incansables, dieron su vida, luchando por el reino de la libertad y la hermandad universales. Y el pensamiento que se levanta, a partir del grito y de la admiración, no quiere reducirse a contemplar el mundo, sino que aspira a contribuir a su radical transformación. A este propósito se dirige esta Ética radical. Los abismos de la actual civilización, que culmina una trilogía comenzada con la Crítica de la civilización nuclear y El animal cultural, su magna obra dedicada a diseccionar las causas de las
explotaciones y opresiones que han dominado el último siglo. En esta nueva obra el autor mantiene que no es posible entender y juzgar el comportamiento humano al margen de su predeterminación por la civilización en que vive. Y a esta luz, desde los armamentos a la evolución del modo de producción capitalista y los procesos de comunicación hasta las nuevas tecnologías, analiza críticamente la miseria moral, 50cial y política del mundo actual. Con Ética radical, Carlos París culmina una línea de su pensamiento, cuya extensión y profundidad lo convierten no solo en un certero análisis de la sociedad actual y de los poderes que la dominan, sino en profético sobre las consecuencias que tendrá si permitirnos que la voluntad de lucro y dominación se impongan sobre las posibilidades de desarrollo humano abiertas por el potencial científico y técnico de nuestrC?s días.
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Ensayo
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NICANOR ROZADA La rebelión de 5 mujeres Nicanor Rozada nace en 1928. La ayuda incondicional que desde niño prestó en apoyo de los grupos guerrilleros motivó que, a medida que fueron transcurriendo los años, creciera su responsabilidad dentro de la resistencia, así corno que él la asumiera hasta alcanzar la edad adulta, cuando comenzó a ser perseguido, detenido y desterrado. Sufrió consejo de guerra y fue puesto en libertad en 1954. La reorganización guerrillera actuó con fuerza a partir de 1946. Esta represión ejercida por los grupos guerrilleros se dirigió principalmente sobre los jefes que comandaban las contrapartidas que estaban llevando el peso de la mayor represión sobre aquellos considerados por el régimen golpista corno desafectos. Los grupos bien organizados de la contrapartida tenían carta blanca y su misión principal residía en aniquilar, sin piedad, a todos los guerrilleros, enlaces y puntos de apoyo. Todo ello estaba ordenado a fin de culminar su acción represiva. Llegó un momento crucial en el cual el pueblo ya no sabía cuál de aquellos tres cuerpos principales (guerrilleros, contrapartida y brigadilla) actuaba con mayor precisión y fuerza. En el pueblo ya nadie sabía quién era quién. Los pasos tenían que ser medidos con sagacidad y audacia si querían continuar viviendo los enlaces de información y sus puntos de apoyo. Sólo unos pocos lo lograron, pero fueron muchos los muertos de una y otra parte. Nicanor Rozada era por aquel tiempo un joven que estaba viendo y viviendo, junto al pueblo, los resquemores de aquella Inquisición eclesiástica que nunca denunció las muertes, y que decididamente se la jugó en apoyo de los más débiles, que eran los perseguidos por semejante jauría de chacales. Suministra a los desvalidos de las guerrillas, les aporta comida, información de todos los movimientos que se verifican diariamente en el pueblo, los montes, los caminos. Protege a los enfermos y heridos, colabora eficazmente en la entrega de anónimos, participa en los movimientos guerrilleros de una y otra zona, y paso a paso se va convirtiendo, con el tiempo, en un enlace de información eficaz y de absoluta confianza. Y finalmente dedica parte de su vida a investigar y escribir sobre la guerrilla. Esta obra refleja la vida de cinco guerrilleras: Marianela, Natina, Gervasia, Zulirna y Corsina. Sus retratos sirven para adentrarse en los duros tiempos de la posguerra. Ellas arriesgan su vida en la rebelión y la lucha y son testigos de la historia de un país resquebrajado, del que heredamos los árboles engendrados con esas cenizas de perversión, lucha y muerte. Sus frutos son los que hoy nos llevarnos a la boca.
La rebelión de 5 mujeres Historias de los duros tiempos de postguerra Nicanor Rozada
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XXIII PREMIO ANA MARÍA MATUTE
ALICIA NOEMÍ GRINBANK Cuento inglés con tres actos Es profesora y traductora de francés. Muchos de sus cuentos y poemas han sido premiados en certámenes de ambos géneros, e incluidos en diversas antologías de poesía y cuento. Tiene editados los siguientes poemarios: Bruma y verdor (1987); Curanto (1992); La balsa de la medusa (2002); Noche cerrada (2006) y Pulmón de manzana (2011) .
FLORIE KRASNIQI Reescritura de la reina Mab Es licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura comparada por la Universidad de Granada, y en Filología francesa. Ha publicado poemas, relatos y artículos en diversas antologías y revistas. Obtuvo una Mención de Honor en el Concurso Literario Xicóatl "W.A. Mozart" (2005) .
Cuento inglés con tres actos Alicia Noerní Grinbank Reescritura de la reina Mab FIorie Krasniqui Ediciones Torremozas
RELATOS FINALISTAS LA BELLA DURMIENTE Diana Irene Blanco LA RUTA DE LAS ESPECIAS Noemí Brown LAS VOCES Aranzazu Ferrero Rubio VIVí PARA CONTARLO Ana Yolanda Gómez Gutiérrez SOBRE LA DIFICULTAD DE TITULAR UN CUENTO M. n Cristina Rodríguez Aguilar
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AC E -Asociación Colegial de Escritores de España AÑO XXXIV
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Rafael Alberti VíctorAlperi Carlos de Arce Enrique Badosa Teresa Barbero Marcos Ricardo Barna tán Carlos Barral Antonio Beney to Esther Benítez Carmen Bravo-Villasante Jesús Campos Josep M. a Carandell Guillermo Carnero Antonio Colinas Carmen Conde José Corredor-Matheos Rafael de Cózar Guillermo Díaz Plaja Luis Mateo Oíez Ana Diosdado Antonio Ferres Jesús Fernández Santos Gregorio Ga llego Francisco Garda Pavón José Luis Giménez Fronrn1 Antonio Gómez Rufo Juan Manuel González Félix Grande Alfonso Grosso Raúl Guerra Garrido Eduardo de Guzmán Antonio Hernández Ramón Hernández Pa ula Izquierdo Diego Jesús Jiménez
Juan Ángel Juristo Agustín Lafourcade Luis Landero Enrique Lenza Ángel María de Lera Jacinto López Gorge Joaquín Marco Julián Marcos Adolfo Marsillach Fermmdo Martínez Laínez José María Merino Mario Merlino Pau Miserachs i Sala Juan Mollá Isaac Montero Ana María Navales Lauro Olmo Ángel Palomino Salvador Pániker Jesús Pardo Pedro J. de la Peña Meliano Peraile Carmen Posadas Cesáreo Rodríguez Aguilera Mercedes Salisachs Ramón Sánchez Lizarralde Gonzalo Santonja Santos Sanz Villanueva Ramón Solís Andrés Sorel Elena Soriano Daniel Sueiro Francisco Vélez Nieto Alonso Zamora Vicente
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