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CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA

CÓMO ESCAPAR DE LA VORÁGINE Desacelérate

El principio de la acerola Así se labra una transformación

11 maneras de expresar cariño

y hacer que tus seres queridos se sientan valorados


¿Buscas libros, compactos o videos que te comuniquen fuerzas, te motiven y te ofrezcan soluciones? Visita nuestro sitio web o ponte en contacto con cualquiera de los distribuidores que se indican a continuación. www.conectate.org

Año 12, número 2

www.audioconectate.org

A N U ES T ROS A M IG OS Hace poco participé en un seminario de coaching. Entre muchas otras actividades, los asistentes realizamos un estimulante ejercicio llamado la rueda de la vida. Muchos de ustedes probablemente lo habrán hecho alguna vez. Es una representación gráfica de cómo califica uno las distintas facetas de su vida. Aparece una rueda con varios sectores, como los pedazos en que se parte una torta, que representan los distintos aspectos de la vida de uno: trabajo, amor, ocio, familia, amigos, espiritualidad, crecimiento personal, etc. Uno luego debe asignar un puntaje del 0 a 10 a cada una de esas facetas. Para ello colorea el área correspondiente hasta el nivel en que considera que se encuentra en ese momento. Se aprecia entonces claramente en qué aspectos está uno carente y en cuáles exhibe buen nivel. Lo ideal es que todas las partes de la rueda estén parejas y bien llenas. Si una está más baja o desinflada, es lógico que haya problemas. No se avanza por la carretera de la vida con la ligereza deseable. Muchas veces andamos muy bien en la parte profesional o de trabajo —vamos como bólidos—, pero descuidamos la familia o la espiritualidad. Es saludable tener bien inflada la rueda y esmerarnos en lograr simetría y equilibrio entre los distintos aspectos de nuestra vida. Si dedicamos mucho tiempo y esfuerzos a uno de ellos en desmedro de los otros, se pierde esa estabilidad y armonía. Si la parte que descuidamos es la del crecimiento interior, nos atrofiamos en nuestro desarrollo emocional y espiritual, y nuestro vehículo —léase nuestro cuerpo y alma— no circula bien por la vida. De ahí la importancia de revisar de cuando en cuando nuestro neumático para ver qué partes están bajas. Para eso tenemos un inmejorable aliado: Dios, que es un mecánico y asesor de primera en el rally de la vida. Con gusto nos indica qué aspectos hemos postergado o desatendido, y qué podemos hacer para potenciarlos y transitar mejor por los ásperos caminos de este mundo. Tu felicidad y tu salud integral son importantes para Dios. Eres creación Suya, y te ama entrañablemente. Sin embargo, aún no ha terminado de formarte. En este número encontrarás consejos para hallar ese sano equilibrio y potenciar tu crecimiento integral. Gabriel, En nombre de Conéctate

México, Centroamérica: Conéctate A.C. Apdo. Postal I-719 Mitras Centro Monterrey, N.L., 64000 México E-mail: conectate@conectate.org Tel: (01-800) 714 4790 (nº gratuito) +52 (81) 8123 0605 +52 (81) 8134 2728 (fax) Chile: Casilla de Correos 14.702 Correo 21, Sucursal La Moneda Santiago Tel: (09) 469 7045 E-mail: conectateconosur@conectate.org Argentina, Paraguay, Uruguay, Perú, Bolivia: E-mail: conectateconosur@conectate.org Colombia, Venezuela, Ecuador, Antillas: Conéctate Colombia Apartado Aéreo # 85178 Bogotá Colombia Tel: (1) 7586200 E-mail: conectatecoven@conectate.org España: Conéctate Apdo.626 28080 Madrid (34) 658 64 09 48 Resto de Europa: Activated Bramingham Pk. Bus. Ctr. Enterprise Way Luton, Beds. LU3 4BU Inglaterra E-mail: activatedeurope@activated.org Tel: +44 (0) 845 838 1384 Estados Unidos: Activated Ministries PO Box 462805 Escondido, CA 92046–2805 E-mail: info@actmin.org Tel: 1-877-862-3228 (nº gratuito)

Director Gabriel Sarmiento Diseño Michelle Lavigne Producción Jessie Richards © Aurora Production AG, 2010 http://es.auroraproduction.com Es propiedad. Impreso en Taiwán por Ji Yi Co., Ltd.

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A menos que se indique otra cosa, los versículos citados

y en mi blog Conectate con Gabriel: http://audioconectate.net/tertulias/?cat=5/

Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988

Agradezco también tus comentarios: gabrielconectate@gmail.com

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provienen de la versión Reina-Valera, revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizados con permiso.


mantenimiento preventivo Fátim a Por r as

Todos pasa mos por situaciones que dejan una huell a profunda en el alma. Yo viví una de esas experiencias h ace un par de años. Mientras oraba, Jesús me reveló: «Pondré a prueba tu fe dentro de poco, pero no temas. Será una época de reajustes». Diez días después, durante un viaje para llevar ayuda humanitaria a una zona de difícil acceso de Burkina Faso, África occidental, me encontré boca abajo dentro de un Land Rover que se había salido de la carretera y rodado hacia una zanja. Recuerdo los siguientes días como un enjambre de visitas a hospitales, llamadas telefónicas, recuentos del incidente y palabras de agradecimiento a Dios por Su protección. Cinco personas pasamos por lo que podría haber sido un accidente mortal; sin embargo, la peor lesión que sufrimos fue una rotura de clavícula. Dios tiene la increíble capacidad de sacar experiencias positivas de cualquier situación, como pudimos comprobar una vez más. Fuimos beneficiarios de la hospitalidad y empatía tan frecuente en todos los estratos de la sociedad africana. Todos, desde los taxistas

hasta los doctores, sin olvidar a los embajadores, expresaron su preocupación por que estuviéramos bien atendidos. Yo también aprendí a apreciar más a mis compañeros, cuyos hematomas, contusiones e incluso una fractura no constituyeron un obstáculo para llevar ayuda humanitaria a varios orfanatos y aldeas lejanas. No obstante, lo que me marcó más fue la enseñanza que me dejó el Señor acerca de mi vida espiritual. Como las ruedas de aquel Land Rover, que no estaban bien alineadas y resultaron ser la causa del accidente, mi espíritu también necesita mantenimiento con regularidad. De lo contrario, si no le hago revisiones frecuentes, se puede averiar de pasar por tanto bache y tanta roca en la ruta de la vida: dificultades, decepciones, pérdidas y otros percances. Y si no corrijo la alineación de mi espíritu, la próxima vez que me tope con un gran bache podría perder el control, salirme de la carretera y acabar en una zanja boca abajo. La puesta a punto de nuestro espíritu, aplicando oración, nutriéndolo de elementos sanos y llevando una vida acorde con los principios divinos, es tan importante para nuestra felicidad y calidad de vida como poner a

punto un vehículo en aras de la seguridad y el buen rendimiento en la carretera. Cuando nos esforzamos por mantener saludable nuestro espíritu y somos conscientes de nuestra capacidad y nuestras limitaciones, reaccionamos mejor ante cualquier imprevisto. La fe en el amor de Dios mitiga, como la amortiguación, el efecto de los baches. Una correcta alineación nos mantiene encauzados en la buena senda. Nuestra vida discurre entonces por el rumbo que Dios ha dispuesto. ¡Buen viaje!

Fátim a Por r as es integr ante de L a Fa mili a Inter nacional en España. ■

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cómo escapar de la

vorágine M ar í a Fontaine

Te tengo un acertijo. Dime algo que ahor a mismo puede suponer un pequeño esfuer zo, pero a l a l arga te ahorr ar á mucho tr abajo. Te daré unas pistas. Se menciona repetidamente en la Biblia, y nadie que haya logrado grandes cosas para Dios ha prescindido de ello. Aunque se trata de un concepto capaz de transformar nuestra vida, es difícil de entender porque se opone a nuestra forma natural de pensar. La respuesta es reposar en Jesús. En otras palabras, parar lo que estamos haciendo y tomarnos un rato tranquilo para conectarnos con Él espiritualmente, lo cual tiene un efecto renovador y regenerador; y luego aprender a llevar con nosotros esa paz cuando retomamos nuestras actividades, para que las circunstancias no nos sometan a tanta tensión ni terminen agotándonos. Parece muy sencillo, pero no es tan fácil llevarlo a la práctica, sobre todo al principio. Una de las razones es que va a contrapelo de nuestra tendencia natural. Cuando hay mucho que hacer, lo 1. Marcos 1:35 2. Lucas 6:12 3. Lucas 22:39,41 4


que menos queremos es aminorar la marcha, dedicar tiempo a orar y leer la Palabra de Dios, y dejar que Él nos hable. Esas cosas no nos nacen ni nos parecen lógicas cuando tenemos que cumplir un plazo muy apretado o todo se mueve muy rápido. No obstante, repasando biografías de personas que hicieron grandes cosas por Jesús, uno se encuentra con muchas que se rigieron por este principio. Es más, según varios pasajes de los Evangelios, Jesús mismo necesitaba ratos así para descansar y reabastecerse espiritualmente. En cierto lugar dice que, habiéndose levantado antes del alba, se marchó a un sitio solitario para orar1; en otro cuenta que se pasó toda la noche rezando a Dios2; y en otro, que tenía por costumbre ir a rezar al monte de los Olivos3. La mayoría necesitamos un cambio de mentalidad en ese aspecto. Al fijarnos en todo lo que tenemos que hacer, en vez de sacar la conclusión de que más nos vale ponernos a trabajar enseguida, debemos pensar: «¡Estupendo! Jesús, esta es una buena oportunidad para que intervengas y me prestes la ayuda que nadie más que Tú puede darme». No aprenderemos a descansar en el Señor si no ponemos de nuestra parte y nos distanciamos de la pelea. Si uno ha estado

muy ocupado, cuando llega el momento de que su espíritu necesita un descanso, normalmente se siente agobiado pensando en todo lo que todavía le queda por hacer. Pero si logramos formarnos el hábito de hacer una pausa en nuestro trabajo para encomendarle a Jesús todas nuestras preocupaciones y sacar de Él nuevas fuerzas e inspiración, no nos veremos tan atrapados en el círculo vicioso de exigirnos más de la cuenta y quedarnos cada vez más rezagados. Más bien crearemos un ciclo positivo en el que el Señor nos fortalecerá para realizar las tareas que tenemos entre manos, y de resultas de eso adquiriremos más fe para echar sobre Sus hombros nuestras cargas y confiar en que Él se ocupará de ellas. Todos queremos gozar de la paz, el contentamiento y el buen tino que nos da Jesús cuando pasamos ratos con Él. La prueba viene cuando volvemos al trabajo. En muchos casos dejamos atrás la esfera de la tranquilidad, la paz y las posibilidades infinitas, y no pensamos más que en hacer todo lo posible nosotros mismos. Así, en un abrir y cerrar de ojos, nos vemos otra vez inmersos en el frenesí de la vida moderna. Reposar en Jesús consiste en no tratar de llevar las cargas nosotros mismos. Significa echarlas constantemente sobre

Sus hombros. Es hacer nuestra parte en oración para que Él lleve los pesos que nosotros no podemos levantar. Es valorar tanto los ratos que pasamos con Dios que no los posterguemos, y como consecuencia contemos con una mayor medida de Sus bendiciones y de Su Espíritu en todo lo que hagamos; todo por haberle entregado a Jesús nuestras cargas por medio de la oración en lugar de llevarlas nosotros mismos. Es fácil andar día a día como subidos a una de esas cintas de correr o trotadoras estáticas de los gimnasios. Quizá pensamos que no podemos dejar de correr para no quedarnos rezagados y, sin embargo, tenemos la sensación de que no avanzamos ni un milímetro. Antes de llegar a ese punto debemos tener la sensatez de bajarnos y pedirle a Jesús que nos ayude a andar a Su ritmo. Ese cambio puede marcar el inicio de un ciclo de fortaleza, alivio de las presiones y auténticos progresos. Si reposamos en Jesús, si pasamos ratos con Él, si traspasamos nuestras cargas a Sus hombros y dejamos que Él trabaje en espíritu, tendremos fuerzas y tiempo para todo lo demás que haya que hacer. M ar í a Fontaine y su esposo, Peter A mster da m, dir igen el mov imiento L a Fa mili a Inter nacional. ■

Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar. Llevad Mi yugo sobre vosotros, y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque Mi yugo es fácil, y ligera Mi carga. Palabras de Jesús en Mateo 11:28-30. 5


TiEmpo muerTO Ny x M artínez

Las dos de l a tar de. Los pensa mientos se agolpaban en mi cabez a. Acababa de salir de la última cita que tenía aquel día y de repente me di cuenta de que casi no llevaba dinero encima, ni tenía una tarjeta de débito. Me encontraba en un centro comercial y necesitaba tomar un autobús para ir a la academia de canto, pero no me alcanzaba para pagar el pasaje. Ni siquiera tenía para llegar a casa. Comencé a dar vueltas, nerviosa, preocupada, fastidiada. ¿Cómo me había metido en aquel atolladero? En ese instante, en medio de mi turbación, oí una voz conocida. —Detente y escucha. —Escuchar ¿qué? —respondí. —Escúchame a Mí. Fíjate en lo alterada que estás. Lo peor que puedes hacer es seguir adelante si no sabes qué hacer. Decidí prestarle atención a Jesús. —De acuerdo. Tienes razón. No sé qué hacer. —Confía en Mí. No tenía nada que perder, así que oré: —Jesús, en verdad quiero confiar en Ti. Te ruego que me ayudes. Huelga decir que lo que yo quería era que me cayera algún dinero del cielo. —No tiene que ser una cantidad muy grande, lo suficiente para llegar a la academia y luego volver a casa. Miré al suelo. Nada. —Confía en Mí —me volvió a decir—. Todavía falta mucho para que empiece tu taller de canto. —¿Falta mucho? No estaba segura. Aminoré el paso para demostrar más confianza, y también con la esperanza de tranquilizarme. Mi exasperación se fue disipando. Hasta me puse a cantar interiormente. La voz parecía indicarme por dónde debía dirigirme y en qué esquinas debía doblar dentro de aquel gigantesco centro comercial. 6

De pronto vi a Joy y a Honey sentadas en un restaurante delante mismo de mí. Las había conocido unas semanas antes. Son las únicas modelos gemelas que hay en esta ciudad. Me saludaron con la mano, contentas de que se hubiera producido aquel encuentro fortuito. Aunque... ¿fue realmente casual? Una hora después, me despedí de ellas. No me cabía duda de que Jesús había dejado caer dinero del cielo, pero a Su modo: Joy me pidió que les hiciera un retrato a lápiz e insistió en pagármelo en el acto. Ya tenía el dinero que me hacía falta. Llegué temprano al taller y, como era de esperar, también llegué a casa sin contratiempos. Estaba en deuda con aquella delicada voz. Ahora, cuando estoy ofuscada y me pongo a pensar: «¿Cómo me he metido en este lío?», lo único que tengo que hacer es detenerme, escuchar y pedir ayuda a Jesús. Ny x M artínez está afili ada a L a Fa mili a Inter nacional y v ive en l as Filipinas. ■


El principio de la acerola Chr istopher Thom as

Si vas de visita a alguna r egión tropical, te r ecomiendo que te tomes un vigor iz ante jugo de acerol a, una frutita de color rojo que es una mar avill a de l a natur alez a. Aunque relativamente desconocida en el resto del mundo, la acerola tiene 32 veces más vitamina C que los cítricos, además de abundantes propiedades antioxidantes. Cierta vez vivimos en una casa que tenía un arbusto de acerola en el jardín, solo uno; pero ese arbolito daba tanta fruta que casi siempre había una jarra de jugo en la mesa a la hora de cenar. Recuerdo ratos ociosos en las tardes en que me dedicaba a comer acerolas directamente del árbol, bien dulces por la acción del sol. Además descubrí una importante similitud entre mi 1. Gálatas 55:22,23

espiritualidad y aquel árbol. Al igual que muchas frutas tropicales, la acerola no tiene una temporada particular de cosecha. Al principio me parecía que el árbol daba fruto cuando quería. A veces tenía cientos de puntos rojos; otras, había que buscar bastante para encontrarlos. No sabía por qué. Al cabo de un tiempo un vecino me reveló el secreto de la acerola: da fruto en proporción directa al agua que recibe. Después de una temporada de lluvias, los arbustos de acerola se ven cargados de fruto; en cambio, en los períodos de sequía la fruta escasea. Así, pues, empezamos a regar nuestro arbolito dos o tres veces al día. Como consecuencia, no dábamos abasto con todo lo que producía. Cuando estábamos muy ocupados y nos olvidábamos de regarlo, la producción se detenía. Extrapolando ese principio, está claro que una vida espiritual fructífera no tiene ningún misterio. El árbol es como

nuestra alma; y el agua, como la Palabra de Dios. El fruto son los resultados, los efectos patentes que tiene esa agua en nosotros. La cantidad de fruto que demos será directamente proporcional al volumen de agua que suministremos a nuestro árbol. «El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza»1. ¿Todas esas virtudes te parecen inalcanzables? Prueba a invertir un poco más de tiempo en el árbol de tu vida. Procura regarlo con más frecuencia y verás que empezará a producir esos estupendos frutos, que transformarán tu vida y el mundo que te rodea. Tal como sucede con el arbusto de la acerola, cuyas ramas se llenan de deliciosos frutos cuando uno lo riega, es imposible vivir cerca del corazón de Dios y no experimentar una transformación. Chr istopher Thom as está afili ado a L a Fa mili a Inter nacional y v ive en Br asil. ■

Bienaventurado el varón [cuya delicia está] en la ley del Señor. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo. Salmo 1:1-3 7


PALABRAS SALVADORAS Evely n Sichrovsk y

El r espl andor del sol entr aba por l a ventana cuando me quité de encima l as cobijas, sin sospech ar que estaba por vivir un día inolvidable. Susurré una oración y le pedí a Jesús que bendijera la tomografía abdominal que me tenían que hacer aquella mañana. Le rogué también que me indicara cualquier cosa que quisiera que yo supiera acerca de la jornada que tenía por delante. En mi interior escuché Su voz, que a estas alturas ya me es familiar: «Yo lucharé por ti. Nos enfrentaremos juntos a cada prueba que se presente». Aunque aquellas eran palabras tranquilizadoras, me desconcertaron un poco. En el curso del año anterior había consultado a casi una docena de médicos, que me habían hecho casi el mismo número de exámenes para determinar el origen de mi misterioso desorden digestivo. En ninguno de esos exámenes se habían presentado complicaciones. ¿Qué peligro podía haber en 1. Hebreos 13:8 8

una tomografía computarizada de rutina? Más tarde en el hospital, para obtener una imagen más clara, la enfermera me inyectó un medio de contraste, o tintura, y salió de la sala para no exponerse a la radiación del tomógrafo. Cuando estábamos más o menos por la mitad del proceso, aquel líquido me llegó al torrente sanguíneo. Me produjo un ardor insoportable en todo el cuerpo. Sentí un peso enorme en los pulmones. Casi no podía respirar. Traté de gritar, pero la garganta se me había cerrado tanto que apenas podía susurrar. El dolor se intensificaba de segundo en segundo. Todo me daba vueltas. Se me hinchó el cuello y la cara. Apenas podía abrir los ojos. Sentí una presión dolorosísima en los senos nasales. No tenía ni idea de lo que me ocurría. Traté de conservar la calma. Me repetí una y otra vez que aquello pasaría. Después me dijeron que había sido una reacción alérgica al medio de contraste, una complicación que puede poner en peligro la vida de personas asmáticas

como yo. Según parece, cuando el personal del hospital procedió a realizar la tomografía no tuvo en cuenta que yo sufría de asma. Finalmente terminó la tomografía y volvió la enfermera. Me incorporé a los tumbos, tosiendo descontroladamente. Tenía la cara y el cuello hinchados y llenos de manchas rojas. Al darse cuenta de que me pasaba algo, la enfermera me ayudó a acostarme en una camilla y llamó a un médico. Cuando éste me preguntó dónde me dolía, ni siquiera pude mover la mandíbula para decírselo. —Llévenla ahora mismo a la sala de urgencias —ordenó—. Esto es muy grave. En la sala de urgencias, después de examinarme, un médico le explicó a mi padre lo que me sucedía. —Tiene el pulso débil, la presión arterial le está bajando rápidamente, y le llega muy poco oxígeno a los pulmones. Está en shock tóxico. Papá llamó por teléfono a casa y a varios amigos y les pidió que rezaran por mí. Cuando me apretó la mano, vi desesperación en sus ojos. De golpe me di


PROMESAS DE PROTECCIÓN

cuenta de cuál era la conclusión tácita del médico: Mi vida pendía de un hilo. Las enfermeras se apresuraron a conectarme a un respirador y a aplicarme inyecciones para contrarrestar la toxina. —¡Respira! —me decían. Aunque lo intentaba con todas mis fuerzas, sentía que me iba deslizando hacia las tinieblas, hacia una oscuridad silente, indolora, inexorable. De pronto, recordé las palabras de Jesús. «Yo lucharé por ti. Nos enfrentaremos juntos a cada prueba que se presente». Unas fuerzas y una determinación que únicamente podían venir de Él me sacaron de aquellas tinieblas. Me esforcé por abrir los ojos y volver a inhalar. El dolor alcanzó una nueva cota, más insoportable todavía. Las convulsiones me sacudían los miembros. No podía pensar, mucho menos rezar. Comenzó a apoderarse de mí una segunda ola de oscuridad entumecedora. Era tal mi impotencia para hacerle frente que sentía que me iba. Volví a recordar las palabras salvadoras de Jesús: «Yo lucharé por ti. Nos enfrentaremos juntos a cada prueba que se presente». Aferrándome a ellas saqué fuerzas para seguir luchando, para seguir respirando. Dos intensas horas más tarde, estaba fuera de peligro. ¡Había sobrevivido! Cuando salí del hospital con mi padre y me encontré nuevamente con el resplandor del sol, todavía estaba un poco atontada, pero tenía el corazón rebosante de gratitud y dicha. ¡Jesús me había salvado la vida! Tal como dice la Biblia, Él «es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos»1. Me alegro muchísimo de haberme tomado unos minutos aquella mañana para pedirle que me hablara. Parecía algo insignificante, casi una molestia. Sin embargo, esas palabras fueron mi salvavidas.

Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo. Salmo 23:4a Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Salmo 46:1 Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás. Salmo 50:15 A Sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. Salmo 91:11 Cuando pases por las aguas, Yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Isaías 43:2

Evely n Sichrovsk y está afili ada a L a Fa mili a Inter nacional y v ive en Taiwán. ■ 9


CONSULTAR CON Peter A mster da m

Una de l as pr incipales enseñanz as que el Señor quier e tr ansmitirnos a todos —una de las más valiosas que podemos aprender en la vida— es la importancia de consultar con Él al momento de tomar decisiones. Él quiere que lo escuchemos directa e individualmente, y que luego pongamos por obra lo que nos indique, no sólo en asuntos de gran trascendencia, sino también en cuestiones sencillas de todos los días. Quiere que le planteemos preguntas concretas a fin de obtener de Él respuestas igualmente concretas. Consultar con Jesús y hacerlo partícipe de nuestra cotidianidad es algo que puede producir un efecto transformador muy positivo en nuestra vida. Si aprendemos de verdad a detenernos, a plantear nuestros interrogantes al Señor y escuchar Sus instrucciones, hallaremos las respuestas que anhelamos y se resolverán muchos de nuestros problemas. Si no sabes escuchar a Jesús, pídele que te enseñe. Él está deseoso de instruirte, y no te defraudará. Luego, una vez que 10

hayas recibido el don, debes aprender a aplicarlo para bien. Requiere práctica, que se adquiere dándole muchas oportunidades de hablarte. He aprendido que aun después que el Señor me ha indicado el rumbo que debo seguir en algún asunto, Él quiere que de cuando en cuando le pregunte si voy bien encaminado. Desea que me mantenga en sintonía con Él. Así, en caso de que quiera pasarme nuevos datos o instrucciones, puede hacerlo. No basta con que oremos al iniciar un trabajo: «Jesús, ayúdame con esta tarea», y después simplemente nos pongamos manos a la obra. Si no hacemos un alto de vez en cuando y le preguntamos si hay algo más que quiere decirnos sobre la labor y cómo realizarla, es fácil que desaprovechemos Su ayuda. Es preciso que sigamos consultando con Él, pues a lo mejor quiere que modifiquemos el rumbo. Nosotros venimos a ser el timonel de la nave; Jesús es el capitán. Nos hacemos a la mar y sabemos en líneas generales

JESÚS

el rumbo que debemos seguir. Si vamos con destino al oeste, enfilamos en esa dirección. No obstante, es posible que al cabo de un tiempo las corrientes o alguna tempestad hayan desviado la nave y que el capitán, Jesús, que en todo momento conoce nuestra ubicación exacta, nos indique que debemos ajustar un poco el rumbo hacia el noroeste o hacia el suroeste. Ahora bien, si no corregimos nuestro rumbo consultando con el capitán, es decir, si no sintonizamos con Jesús para que nos indique cómo debemos ajustarlo, es posible que no lleguemos al destino preciso que Él nos ha marcado o que demos un rodeo para alcanzarlo. Para recibir instrucciones del Señor es preciso que tengamos una actitud abierta y que nos mostremos dispuestos a hacer lo que Él nos diga. Los requisitos más importantes para escuchar a Jesús son los siguientes: 1) desear de todo corazón saber lo que más conviene a todas las partes o actores y obrar en consecuencia; 2) pedir a Jesús que nos permita distinguir entre Su voz y nuestros


A CADA

PASO APRENDER

propios pensamientos; 3) aceptar las instrucciones divinas escritas en la Biblia y llevarlas a la práctica como Dios mejor nos dé a entender y con el mayor esmero; 4) creer que el mensaje que captamos proviene directamente de Él; y 5) tener fe para traducirlo en hechos. Todo eso no se aprende de la noche a la mañana, particularmente si no tenemos la costumbre de acudir a Jesús en oración cuando estamos en aprietos o tenemos alguna inquietud o pregunta. Hace falta práctica y disciplina. Pero no hay que desanimarse. Podemos empezar dando unos pasitos; y así, a medida que aprendamos a consultar con Él con frecuencia, nos ahorraremos tiempo, las cosas marcharán más rápido y con menos sobresaltos, cometeremos menos equivocaciones y lograremos más. Peter A mster da m y su esposa, M ar í a Fontaine, dir igen el mov imiento L a Fa mili a Inter nacional. ■

DE DIOS María Fontaine En la vida podemos perdernos muchísimas enseñanzas que el Señor quiere comunicarnos. Algunas son evidentes, pero otras no tanto, y se nos pueden escapar si no le preguntamos, si no abrimos los ojos para ver lo que Él nos está indicando a través de las vivencias que tenemos. Cuanto más oremos sobre las cosas de antemano, más capaz es Él de ayudarnos y más probabilidades hay de que nos salgan bien. Igual de importante es orar sobre los resultados y consecuencias, particularmente cuando las cosas no salen como esperábamos o deseábamos. Cuando nos tomamos un tiempo para pensar y orar, Él puede ayudarnos a sacar una enseñanza de cada experiencia. La lección está a nuestro alcance: basta con que le pidamos al Señor que nos la muestre. Lo contrario, lamentablemente, también es cierto: si no pedimos, muchas veces no recibimos1 . 1. Mateo 7:7; Santiago 4:2

11


El

pun t qui o de ebr e sa

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La fech a de entr ega de mi artículo se me venía encim a, y apenas h abía escr ito l a mitad. Había trabajado a un ritmo frenético, pero mentalmente estaba muy estresada para pensar con claridad. Tenía los ojos tan cansados que no lograba enfocar el texto en la pantalla, y la espalda rígida de haber estado tanto tiempo sentada frente al teclado. Finalmente me aparté del escritorio atestado de libros y papeles y me tomé un momento de descanso junto a una ventana. Al levantar la vista hacia el hermoso cielo azul que se apreciaba más allá de la cima de los edificios cercanos, me fijé en un pájaro que pasaba volando con elegancia. Mi espíritu se elevó con él. Por un momento me olvidé de mi trabajo y disfruté de aquella estupenda vista de la creación de Dios. El cansancio mental desapareció, y me revitalicé maravillándome ante las siluetas y los tonos de las nubes, miles de toneladas de agua suspendidas en lo alto. Inhalé profundamente la brisa que entraba por la ventana y le agradecí a Dios Su bondad y Sus cuidados. Comencé agradeciéndole la vista que se desplegaba delante de mí y terminé enumerando algunas de las muchas maravillas que ha obrado por mí a lo largo de los años. Con cada bocanada de aire y cada reflexión, mi mente y mi cuerpo se distendían un poco más, y el dolor y la tensión que tenía en la espalda se fueron disipando.

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Cuando volví a mi escritorio me sentí vigorizada. Aquel descanso de apenas tres minutos me había hecho mucho bien. Abordé mi artículo con renovada energía y concentración. Sorpresivamente, en la hora que siguió avancé mucho más que en las dos anteriores. Es más, cuando releí mi trabajo encontré menos errores de los que me esperaba. Y cumplí sobradamente con el plazo de entrega. El descubrimiento me entusiasmó tanto que decidí aplicar el principio de la pausa de alabanza a otros aspectos de mi vida. Ha tenido un efecto magnífico en mí. Además de que me alivia el estrés, mi estado de ánimo ha mejorado, así como mis relaciones con los demás, mi capacidad para resolver problemas, mi habilidad para organizarme y mucho más. Mentiría si dijera que desde que comencé a practicar la alabanza mi vida ha discurrido sin sobresaltos. Sin embargo, detenerme a alabar a Dios por Su bondad y prestar atención a todo lo positivo que hay en mi vida me ha dado fuerzas para afrontar lo imprevisible. Ahora disfruto más de las alegrías y sobrellevo mejor las pruebas. No insume mucho tiempo —a veces menos de un minuto—, pero he visto que tiene un efecto extraordinario. Elsa Sichrovsk y está afili ada a L a Fa mili a Inter nacional y v ive en Taiwán. ■


RESPUESTAS A TUS INTERROGANTES

Cómo se produce una transformación interior En

la revista dice que

Dios

puede y desea convertir

mis debilidades en puntos fuertes .

L levo

mucho

tiempo or ando por eso , pero hasta ahor a no ha cambiado nada . or ación ?

¿Por

qué no ha respondido

Dios

a mi

Da la impresión de que esperas que Dios obre en ti una maravillosa transformación instantánea sin que tengas que poner nada de tu parte más allá de desear mejorar y rezar por ello. La cosa no es así. Dios hará por ti lo que solamente Él puede hacer, pero espera que tú hagas lo que está a tu alcance. Se necesitan ambas cosas. El crecimiento personal es fruto de una alianza. Dios oyó tu oración. En el momento mismo en que rezaste Él puso la respuesta anhelada en el terreno de las posibilidades, pero ahora es preciso que tú la lleves a efecto y la hagas realidad. Mejor dicho, debes conducirte como si ya se hubiera obrado en ti la transformación, aunque te sientas igual. Si rezaste para tener una actitud menos negativa y criticona, por ejemplo, tienes que hacer un esfuerzo por ser optimista y buscar lo bueno en los demás. Dios te inspirará pensamientos positivos y te hablará a la conciencia cuando comiences a ponerte pesimista o a censurar a los demás; pero por otra parte tú debes seguir Sus indicaciones y esforzarte por preferir lo bueno y rechazar lo malo. Desear ese cambio y orar por ello fue una decisión acertada. Sin embargo, hora tienes que comportarte de esa manera una y otra vez hasta que te salga espontáneamente. Una transformación interior es un proceso que requiere compromiso, tiempo, esfuerzo y paciencia, pero es una de las experiencias más gratificantes de la vida.

lecturas enriquecedoras

el Carácter cristiano Si bien Dios nos creó a Su imagen y semejanza1, aún no ha terminado con nosotros. Somos una obra en curso. Todos vinimos al mundo con algunos rasgos esenciales de Su naturaleza: somos seres espirituales eternos con uso de razón y capacidad de amar y distinguir entre el bien y el mal. Pero el cultivo de las buenas cualidades es un proceso que dura toda la vida. Es también uno de los principales motivos por los que estamos en esta Tierra. ¿Cómo debemos aspirar a ser? Los siguientes pasajes de la Biblia nos dan una idea bastante cabal: Mateo 5:3–12 1 Corintios, capítulo 13 Gálatas 5:22,23 Filipenses 2:3–7a 2 Pedro 1:5–8

1. Génesis 1:26

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11 maneras de expresar Cariño y hacer que tus seres queridos se sientan valorados

Si deseas demostr ar a los tu yos que los valor as y los quier es, pero no sabes cómo, aquí tienes algunas ideas, por lo menos par a comenz ar:   1. Con palabras. Las frases te amo o te quiero siguen siendo idóneas para hacerles saber a tus seres queridos que los aprecias. Repítelas con frecuencia.   2. Diles por qué. ¿Qué hace que esa persona signifique tanto para ti? Descríbeselo. Cada vez que notes algo nuevo por lo que elogiarla, díselo.   3. Tómate tiempo para amar. Dedicar tiempo a una persona querida equivale a decirle: «Eres más importante para mí que todo lo demás que podría estar haciendo ahora».   4. No esperes a que llegue una fecha señalada. Un pequeño obsequio o recuerdo inesperado es a veces más eficaz para expresarle cariño a una persona que un gran regalo en su cumpleaños o en otra fecha especial. La oportunidad existe todos los días.   5. Sé constante. Cuando todo marcha bien, una expresión de cariño puede hacer que las cosas anden todavía mejor; y cuando alguien está pasando un mal día, el amor puede revertir la situación.   6. Muestras de afecto. Abraza. Toca a las personas. La ciencia ha demostrado que el contacto humano produce beneficios físicos y mentales.

7. Sé servicial. Esforzarte por ayudar y hacer más de lo que marca el deber es muy elocuente. Demuestra que te preocupas por las personas, que consideras importante su felicidad y que procuras facilitarles la vida.   8. Escucha de corazón. Procura entender a las personas. En lugar de suponer que las conoces, esfuérzate por descubrir sus sentimientos y lo que piensan.   9. Manifiesta respeto. Las sanas relaciones se basan en el respeto mutuo y la valoración de las cualidades de la otra persona. Busca ocasiones de demostrar a tus seres queridos que crees en ellos. 10. Obra desinteresadamente. Privilegiar las necesidades y deseos de tus seres queridos por sobre los tuyos demuestra que su felicidad y bienestar son más importantes para ti que los tuyos. 11. Baja la guardia. Actuar con transparencia y mostrarte tal como eres puede resultar un poco incómodo a veces. Sin embargo, es clave para unir mentes y espíritus.

LA FUENTE Si quieres que el amor tenga mayor presencia en tu vida, acude a la fuente. Jesús tiene más amor del que eres capaz de imaginar. No tienes más que pedírselo. Todo empieza en el momento en que lo invitas a entrar en tu vida haciendo sinceramente una sencilla oración como la que sigue: Jesús, creo en Ti y te abro mi corazón. Amén.

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¿Quieres rendir más? Ejercicio espir itual

¡Qué gr an difer encia puede h acer el contar con una fuente externa de energía! Antes del invento de la trilladora a fines del siglo xviii, separar el grano de la paja y la cáscara requería considerable tiempo y esfuerzo. Hoy en día, en la mayor parte del mundo, las tareas de recolección, agavillado y trilla generalmente se hacen con una cosechadora a gasolina o diesel. Así, un peón agrícola recoge en un día más de lo que antes recogían entre cien. El mismo principio se puede aplicar al trabajo de uno, sea cual sea. Quizá te consideras eficiente en tu profesión y te parece que logras mucho por tus propios esfuerzos, como sin duda pensaban antaño los peones que trillaban el trigo de forma manual. Pero como les pasaba a ellos, las dificultades con las que te enfrentas cada día seguramente te dejan extenuado. ¿Por qué trillar a mano los problemas de la vida cuando tienes a tu disposición una gran trilladora, impulsada no por tu sangre, sudor y lágrimas, sino por la energía infinita de Dios? Esa trilladora se activa por medio de la oración. Haz una pausa y prepara una lista de las principales tareas que tienes hoy por delante; luego pide a Dios que te ayude a realizarlas. Antes de comenzar cada una, pídele que te oriente, que te dé fuerzas, habilidad, paciencia, amor y cualquier otra cualidad que necesites para hacerlas bien, e invoca una de las promesas de poder de la columna de la derecha. A medida que vayas avanzando, o si surgen nuevos factores, vuelve a orar. Y si se presenta una contrariedad imprevista, hazle frente mediante el poder de Dios: ora. Esfuérzate por hacer esto una y otra vez en los próximos días. Verás el efecto positivo que tiene la oración.

PROMESAS DE PODER Dios es el que me ciñe de fuerza y quien despeja mi camino. 2 Samuel 22:33 Señor, para Ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas. 2 Crónicas 14:11 Una vez habló Dios; dos veces he oído esto: que de Dios es el poder. Salmo 62:11 Él da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Isaías 40:29 Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. Isaías 40:31 [Jesús] me ha dicho: «Bástate Mi gracia; porque Mi poder se perfecciona en la debilidad». 2 Corintios 12:9 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13

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DE JESÚS, CON CARIÑO

Te conozco personalmente No eres una persona más del montón, sino que para Mí eres importante, un ser único. Conozco todos tus pensamientos. Te conozco personalmente y en estos momentos me dirijo a ti. Puedes pedirme que te hable siempre que quieras, cuando seas víctima del desánimo o de la depresión, incluso cuando quieras un poco de compañía. Me alegra sobremanera hablarte de cualquier tema, cuando sea que lo necesites. Si me cuentas tus contrariedades, te infundiré tranquilidad y te ofreceré orientación y soluciones. Desahógate conmigo. Soy capaz de sobrellevar cualquier carga que eches sobre Mis hombros. Tomaré nota de cada una de tus preocupaciones y me encargaré de ellas con mucha ternura. Exprésame en detalle lo que te abruma para que pueda responderte explícitamente. Te daré todo lo que necesitas y más. Sobre todo, el tiempo que pasemos juntos derivará en una linda amistad entre los dos. Puedes acudir a Mí en cualquier momento, dondequiera que estés. No te preocupe que Yo pueda estar muy atareado; no pienses que no vaya a querer prestarte atención. Siempre deseo estar contigo. Me encanta que pasemos ratos juntos. De hecho, me gustaría hacerlo con mayor frecuencia. Cuando te tomes unos momentos conmigo haré que todo vaya mejor. Si pudiéramos, ¡me quedaría a solas contigo día y noche para siempre!


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