CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA
ÁNGELES
12 claves para entenderlos
¿Son compatibles la ciencia y la fe? La opinión de varios premios Nobel
Cómo se produce un milagro Bastan dos elementos
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Año 12, número 4
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A N U ES T ROS A M IG OS A veces las personas más insospechadas nos sorprenden con su perspicacia. Una de ellas fue el centurión romano que le suplicó a Jesús que sanara a su criado: —Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo —le dijo a Jesús—; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: «Ve», y va; y al otro: «Ven», y viene; y a mi siervo: «Haz esto», y lo hace. Luego de esa contundente expresión de fe, el centurión consiguió lo que pedía: su criado se curó en el acto, sin necesidad de que Jesús fuera a verlo en persona1. Jesús se maravilló de la gran fe del centurión. Lo que a mí me sorprende también es su clarividencia. Comprendió algo que pocos captan, y es que Dios delega en otros Su poder y autoridad. El centurión recibía órdenes de sus superiores; Jesús recibía instrucciones de Su Padre celestial. El centurión tenía subordinados que llevaban a cabo sus órdenes; Jesús tenía —y tiene aún— otros seres en la esfera espiritual que ejecutan lo que Él dispone. Si Dios es omnisapiente, omnipotente y omnipresente, ¿por qué no lo hace todo Él mismo? ¿No sería así todo más rápido y más sencillo? ¿No se optimizarían los resultados? Quizá. Pero al mismo tiempo atentaría contra la misma naturaleza de Dios y contra el plan que Él concibió. Dios no es ni huraño ni autócrata. Su creación es interactiva y sumamente diversa; presenta una parte física y otra espiritual. Además estableció las leyes de la física, y un orden natural que regula la esfera material. En el terreno espiritual también delegó autoridad y estableció una cadena de mando. A nosotros nos puso en un punto intermedio. La ciencia ha descubierto muchos de los secretos del mundo físico; sin embargo, sigue siendo un gran misterio cómo funcionan exactamente las cosas en el terreno del espíritu. Lo interesante es que la Biblia nos da algunas pistas, que constituyen un fascinante estudio. Gabriel En nombre de Conéctate
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Director Gabriel Sarmiento Diseño Yoko Matsuoka Producción Jessie Richards © Aurora Production AG, 2010 http://es.auroraproduction.com Es propiedad. Impreso en Taiwán por Ji Yi Co., Ltd. A menos que se indique otra cosa, los versículos citados provienen de la versión Reina-Valera, revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988
1. V. Mateo 8:5–13 2
Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizados con permiso.
ALGO A PARTIR DE
LA NADA Curtis Peter van Gor der
Estando de visita en casa de mi padr e el día en que él cumplía ochenta y cinco años, tu ve oportunidad de ver algunas viejas películ as de l a familia que mostr aron. Nos divertimos mucho viendo a mi hermano gatear, jugar con los cachorros y comer del plato de los perros cuando tenía un año. ¡Quién iba a decir que aquel tierno bebito se convertiría en un distinguido profesor universitario y conferencista de talla internacional! Eso me hizo pensar en cómo Dios crea personas excepcionales a partir de individuos anodinos. Venimos al mundo desnudos y completamente desvalidos, y por medio de nuestras experiencias y decisiones, Dios nos transforma en seres únicos. Se dice que Dios se complace en crear a partir de la nada. Yo lo 1. Perloff, James: Tornado in a Junkyard, Refuge Books, Arlington (EE.UU.), 1999, pág.29. 2. Davies, Paul: The Edge of Infinity, Simon and Schuster, Nueva York, 1981, pág.161.
creo. Es más, estoy convencido de que Dios lo hizo todo de la nada. Los escépticos argumentan: «¿Cómo pudo crearse el universo a partir de la nada? Las leyes de la ciencia afirman que nada puede crearse ni destruirse; solo reordenarse. Es preciso empezar con algo». Quizá la respuesta más clara y convincente que he encontrado para rebatir ese argumento la formuló James Perloff en su libro Tornado in a Junkyard 1: «Según la teoría más aceptada sobre el origen del universo, en determinado momento toda la masa y energía se hallaban comprimidas en un diminuto “huevo cósmico”. Entonces, el huevo explotó y creó el universo. Fue el Big Bang. […] »El problema es que el Big Bang viola las leyes naturales. Según las leyes de la física, ni la materia ni la energía pueden crearse ni destruirse. Esa es la primera ley de la termodinámica, el principio de conservación de la energía. Como escribió el conocido físico Paul Davies en su libro The Edge of Infinity,
el Big Bang “representa una suspensión instantánea de las leyes de la física que permitió que algo saliera de la nada. Fue un verdadero milagro”2. »Si uno acepta que ocurrió un suceso que trascendió las leyes naturales —en palabras de Davies, un “verdadero milagro”—, sería incongruente excluir la posibilidad de que se hayan producido sucesos similares, tales como la creación del mundo por parte de Dios. Si en efecto hubo un “huevo cósmico”, ¿quién lo puso ahí? ¿Una gallina cósmica? Los científicos siempre han coincidido en que todo efecto tiene una causa. ¿Cómo puede ser, entonces, que el mayor de todos los efectos —el universo mismo— se produjera sin mediar causa alguna?» Estoy convencido de que esa causa fue la orden de Dios. Dios habló y —¡BANG!—, se creó el universo. Curtis Peter van Gor der es integr ante de L a Fa mili a Inter nacional en l a Indi a. ■
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¿SON COMPATIBLES LA CIENCIA Y LA L a opinión de var ios pr emios Nobel
«La ciencia moderna tiene cada vez m ás cl aro que el universo fue puesto a punto con infinita pr ecisión par a posibilitar l a vida hum ana. De algún modo desempeñamos un papel crucial en los designios de Dios. Nos corresponde a nosotros captar esos designios lo mejor que podamos, amarnos unos a otros y asistir a Dios en la ejecución de esa tarea». Richard Smalley (1943–2005), premio Nobel de Química en 1996 por su descubrimiento de los fullerenos, tercera forma más estable del carbono. Se le considera el padre de la nanotecnología.
«Si no conociera más que los primeros capítulos del Génesis, algunos Salmos y otros pasajes de las Escrituras, habría llegado esencialmente a la misma conclusión en cuanto al origen del universo que con la ayuda de los datos científicos». Arno Penzias (n. 1933), premio Nobel de Física en 1978 por su descubrimiento de la radiación cósmica de fondo, que según algunos físicos es prueba de que el universo fue creado a partir de la nada. «No hacemos otra cosa que emplear las herramientas que Dios nos ha dado. No hay motivo para que la ciencia y la religión se enfrenten. Ambas tienen el mismo origen, la única fuente
de verdad: el Creador». Joseph Murray (n. 1919), premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1990 por su labor pionera en la transplantología. «Un descubrimiento científico es también un descubrimiento religioso. No hay conflicto entre la ciencia y la religión. Con cada descubrimiento que hacemos acerca del mundo se incrementa nuestro conocimiento de Dios». Joseph Taylor (n. 1941), premio Nobel de Física en 1993 por su descubrimiento del primer púlsar binario conocido. «Al encontrarse uno frente a frente con las maravillas de la vida y del universo,
inevitablemente se pregunta por qué las únicas respuestas posibles son de orden religioso. [...] Tanto en el universo como en mi propia vida tengo necesidad de Dios». Arthur Schawlow (1921–1999), premio Nobel de Física en 1981 junto con otros dos científicos por el desarrollo del láser espectroscópico. «Hay tantos colegas míos que son cristianos que no podría cruzar el salón parroquial de mi iglesia sin toparme con una docena de físicos». William Phillips (n. 1948), premio Nobel de Física en 1997 por su empleo de rayos láser para producir temperaturas sólo una fracción por encima del cero absoluto. ■
«Apenas calco las líneas que fluyen de Dios». Albert Einstein (1879–1955), premio Nobel de Física en 1921 por sus contribuciones en el campo de la física teórica y en particular por su explicación del efecto fotoeléctrico. 4
Virgini a Br andt Berg
Como se produce un MILAGRO /
No se r equier en más que dos elementos par a que se produzca un mil agro: el poder de Dios y l a fe de un ser hum ano. Cuando la fe de un humilde creyente se combina con el poder de Dios, es de esperar que acontezca un milagro. La fe auténtica produce auténticos milagros. Si quieres tener fe en que te puede suceder un milagro es preciso que empieces por creer lo que dice la Biblia. La Biblia es un libro sobrenatural. Tiene un efecto transformador. Si lo lees, lo estudias y lo asimilas, tu fe se verá acrecentada. La fe en la Biblia conduce a la fe en los milagros. ¿Por qué se nos hace extraño hoy en día confiar en que Dios es capaz de obrar milagros en respuesta a nuestras oraciones? La verdad es que Dios no sólo es capaz de obrarlos, sino que son necesarios para que se haga realidad todo lo que nos ha prometido y lo que tiene previsto para nosotros. Jesús prometió: «El que en Mí cree, las obras que Yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque Yo voy al Padre»1.
También dijo que todo es posible si tenemos fe.2. En la actualidad los cristianos son los depositarios de ese poder divino con que los primeros seguidores de Jesús «trastornaron el mundo entero»3. Aquellos humildes hombres y mujeres —hasta entonces unos desconocidos— tenían tal confianza en que el poder sobrenatural de Dios estaba a su disposición que se atrevieron a enfrentarse al imperio Romano y lo sacudieron hasta sus mismos cimientos. Si los milagros son menos comunes hoy en día no es porque el poder o las promesas de Dios se hayan desvirtuado, sino porque hay menos personas que creen en ellos. Si aceptamos la Palabra de Dios, si confiamos en que Él cumplirá lo que promete en ella y le damos ocasión de obrar, veremos hacerse realidad cosas materialmente imposibles. Veremos a Dios obrar en la dimensión sobrenatural. Veremos milagros. La Biblia dice: «El Señor recorre con Su mirada toda la Tierra, y está listo para ayudar a quienes le son fieles»4. Esas palabras tienen tanta vigencia hoy en día como cuando se escribieron.
1. Juan 14:12
3. Hechos 17:6
5. Romanos 8:32
2. Marcos 9:23
4. 2 Crónicas 16:9 (NVI)
Pon tu fe en Dios. Aférrate a Sus promesas con toda confianza, promesas como ésta: «El que no escatimó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?»5. El amor, el poder y las promesas del Señor permanecen inalterables. Dios todavía está en Su trono, y la oración cambia las situaciones. L a evangeliz ador a y escr itor a Virgini a Br andt Berg (1886–1968) fue l a m adr e de Dav id Br andt Berg (1919–1994), fundador de L a Fa mili a Inter nacional. ■
Si los milagros son menos comunes hoy en día no es porque el poder o las promesas de Dios se hayan desvirtuado, sino porque hay menos personas que creen en ellos.
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CONV ERSA POR CIÓN LOS DUCT OS
Joyc
e Su ttin
La casa que tenían mis abuelos en el ca mpo er a de los años veinte. Tenía pisos y acabados de madera maciza de roble. También tenía registros, unas rejillas graduables en los pisos con las que se regulaba el paso del aire caliente que venía por unos tubos desde la caldera del sótano. Mi prima y yo nos divertíamos mucho conversando por esos ductos. —¿Estás ahí? —preguntaba una de los dos desde el piso de abajo. —Sí. Aquí estoy—respondía la otra desde arriba—. ¿Cómo te va ahí abajo? —Bien. Ahora cambiemos de lugar. Rápidamente cambiábamos de cuarto, con cuidado para no toparnos con mi abuela, que se apresuraba a recordarnos que no corriéramos por las escaleras y nos dejáramos de risitas. Cuando era niña, mi familia asistía a una pequeña iglesia en la que estaba mal visto jugar 6
a las cartas, bailar y que las mujeres entraran en el templo con pantalones, eso por no decir nada de la lista casi interminable de faltas consideradas más graves por aquella y por muchas iglesias, faltas que en algunos casos claramente estaban censuradas por las Escrituras, y en otros no tanto. En 1969 conocí a La Familia Internacional y me di cuenta de que había descubierto lo mío. Por fin había encontrado una religión con la que me identificaba y que se ajustaba a lo que yo en el fondo creía, a pesar de que chocaba con la educación y la crianza que había recibido. No me resultó fácil acostumbrarme, por ejemplo, a los aleluyas y los cultos con guitarra. Recuerdo que un día estaba desesperada por saber si era bueno que adoptara las creencias y forma de vida de la Familia, y
oré con fervor. De repente tuve la sensación de haber vuelto a la casa de campo de mis abuelos, y esta vez era mi abuelo, que había muerto unos años antes, el que se encontraba arriba y me hablaba por los ductos. Nuestra conversación discurrió más o menos así: —Hola, mi amor. ¿Estás bien? —Sí, abuelo. ¿De verdad eres tú quien me habla? Estoy bien, pero me gustaría saber una cosa. ¿Hago bien al querer servir al Señor de esta manera? ¿Es esto lo que debo hacer? —¿Tú qué crees? —Creo que está bien, pero me crié cantando himnos en la iglesia, no cantando en el parque canciones sobre Jesús a desconocidos. Es todo muy distinto. —Aunque sea diferente de lo que se te enseñó, adoras al mismo Jesús. Cuando oras, te diriges
UNA LLAMADA INEXPLICABLE A los pocos minutos de haber regresado a su casa después de hacerme una visita, Laurita se dio cuenta de que no tenía pan para la cena. Tomó
el auricular. Respondí: «Hola», y Laurita me dijo lo mismo. Hubo después un largo silencio en que las dos esperamos a que la otra dijera por qué había llamado. Le dije que yo no había marcado su número, y las llaves del auto y decidió salir me respondió que ella tampoco el a comprarlo. Mientras cerraba mío. Le pregunté dónde estaba, y me la puerta, oyó sonar el teléfono dijo que en su casa y que estaba todo dentro de la casa y volvió a entrar en orden, así que colgamos las dos. para responder la llamada. En En ese momento Laurita oyó ese mismo momento sonó el un alboroto en la calle y salió a ver teléfono de mi casa. Como me qué pasaba. Al llegar a la puerta vio encontraba en otro cuarto sonó que su auto, que tenía estacionado varias veces antes de que tomara frente a su casa, estaba abollado, y que había varias personas heridas en el suelo. Un conductor ebrio había chocado contra el auto de ella y atropellado a varios peatones, justo mientras ella volvía a la casa para contestar el teléfono y hablar conmigo.
al mismo Jesús, y cuando le cantas alabanzas, aunque sea con música rock, le estás expresando tu amor. No era un sueño. Estaba bien despierta, era de día, y me encontraba en el jardín. No vi a mi abuelo, pero oí su voz en mi interior tan clara y nítidamente como oía la de mi prima cuando éramos niñas y hablábamos por los ductos. Esa experiencia me transformó y me dio más fe. De eso han pasado ya cuarenta años, y puedo afirmar sin asomo de
Cl ar a Dunnow Yo no llamé a Laurita; ella tampoco me llamó. Entonces, ¿cómo es que los dos teléfonos sonaron al mismo tiempo y se conectaron? Quienquiera que hizo la llamada la salvó de un horrible accidente, ya que habría estado en su automóvil en el momento del choque. ¿Cómo se interpreta eso? Yo no lo sé, pero sí sé que Laurita se salvó milagrosamente. Tal vez a alguien se le ocurra una explicación racional o técnica, pero el caso es que estoy segura de que Dios se valió de aquella llamada para librarla de un mal. Algunos calificaron el suceso de misterioso. Yo lo consideré un milagro. ¿Tú qué dirías? Cl ar a Dunnow es integr ante de L a Fa mili a Inter nacional en A rgentina. ■
duda que mi abuelo tenía razón: Lo que importa no es cómo amemos a Jesús, sino que lo amemos. Joyce Suttin está afili ada a L a Fa mili a Inter nacional en los EE.UU. ■ 7
PLANÍCOLAS Dav id Br andt Berg
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Abróchate el cinturón. Estamos por abandonar el insulso y r estrictivo mundo del pl anícol a par a adentr arnos en l a fascinante dimensión espiritual. Vamos a sintonizar con el misterioso universo de las realidades eternas. Nos internaremos en el mundo vivo de lo perpetuo, dejando atrás el agonizante mundo presente. Entraremos en el ámbito de lo eterno por oposición al espacio pasajero del tiempo. Se trata de una dimensión fascinante y en gran medida imperceptible para nuestra visión mortal, terrena y temporal. La Biblia nos insta a poner la mira en las cosas de arriba, del Cielo, y no en las de la Tierra; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas1. Desde los albores de la Historia, todos los que por la fe en Dios se han constituido en hijos Suyos han buscado un mundo imperceptible a los sentidos, una «ciudad que tiene fundamentos —cimientos eternos—, cuyo arquitecto y constructor es Dios»2 . Sin haber recibido lo prometido por Dios, sino mirándolo de lejos, vivieron como extranjeros y peregrinos sobre la Tierra, porque buscaban una patria mejor, esto es, celestial. Por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos y les ha preparado precisamente un lugar así, la inigualable Ciudad Celestial, la Nueva Jerusalén, que descenderá del Cielo, de Dios, para posarse sobre el planeta Tierra 3 . Esa es la esperanza de todos los tiempos: ese mundo eterno, que ahora mismo permanece invisible, donde moraremos con Dios para siempre, la Ciudad Celestial descrita en los capítulos 21 y 22 del Apocalipsis —los últimos de la Biblia— y mencionada en muchos otros pasajes de la Escritura. Ese es el anhelo de todos nosotros. No son castillos en el aire, sino que se trata de un Cielo que vendrá a la Tierra. Y en este momento ese invisible reino celestial ya es operativo, ya existe, aquí mismo. No sólo nos rodea, sino que está dentro de nosotros. Jesús dijo: «El reino de Dios está dentro de vosotros»4.
Tengo en las manos una tarjetita postal muy llamativa en la que se aprecia una bella escena subacuática de la magnífica y colorida creación de Dios. Lo curioso de esta tarjetita es que si la miro casi de costado no veo sino dos dimensiones: la longitud y la anchura. Me ubico así en el terreno del planícola, que sólo comprende su reducido mundo bidimensional en el que nada tiene profundidad. No ve nada más. Al observar esta tarjeta de costado, yo tampoco veo nada más. Si fuera un planícola insistiría en que no existe otra dimensión aparte de las dos en que yo me desenvuelvo, pues visualmente no percibo nada más. Sin embargo, al desplazarme en una dirección desconocida para el planícola a fin de observar la postal desde arriba, descubro un mundo sorprendente. Esta tarjetita resulta ser tridimensional. De repente adquiere una dimensión totalmente nueva, llamada profundidad. Hasta me da la impresión de que puedo penetrar en la imagen con la vista. Ciertos objetos aparecen delante de otros. Hay un junco delante de un precioso coral rojo; entre ellos nadan los peces, y el lecho sembrado de piedrecillas se extiende
hacia lo lejos, hasta más allá de donde alcanzo a ver con mi nueva perspectiva tridimensional. Hemos penetrado en un nuevo mundo, fuera del alcance del pobre planícola que sólo puede ver en dos direcciones, en el supuesto de que pudiera existir en ellas. Miramos en una nueva dirección que nos revela todo un mundo inexplorado. Ahora somos como un dios para el planícola, un ser que está muy por encima de su comprensión. Ahora que estamos situados por encima de su plano de apenas dos dimensiones, nos ha perdido por completo de vista, pues no ve ni hacia arriba ni hacia abajo; y a menos que descendamos a su nivel no puede vernos en absoluto, y mucho menos entender nuestra nueva dimensión. Para que pueda reconocernos tenemos que situarnos en su plano. En el instante en que variamos nuestra posición y nos salimos mínimamente de su plano, nos pierde de vista.
Nuestro mundo tridimensional es de una magnitud casi infinita, mucho más amplio y extenso que el del planícola. Tanto es así que éste jamás podría concebirlo o entendernos. Se trata de un mundo magnífico y maravilloso cuya existencia ignora, por la simple y sencilla razón de que no lo ve. Aun si fuera posible mostrárselo, está tan fuera del alcance de su comprensión bidimensional que probablemente reaccionaría como aquel campesino que, la primera vez que vio una jirafa, exclamó: «¡Eso no existe!»
1. Colosenses 3:2; 2 Corintios 4:18 2. Hebreos 11:10 3. Hebreos 11:13–16; Apocalipsis 21:2,3 4. Lucas 17:21 (N-C) 9
La verdad es que al pobre planícola el orgullo le impide reconocer que pueda haber un plano superior al suyo. ¡Pobre tipo! ¡Qué limitada es su visión, qué estrecho su mundo, qué restringido su radio de acción! Como no puede salirse de su plano, no quiere admitir que exista otra dimensión. Se indigna con cualquiera que le diga que en alguna ocasión se vio elevado a otro mundo y echó un vistazo a lo que hay más allá de su reducido plano. Claro que el hecho de que no crea en algo que no ve no implica que eso no exista. Lo mismo pasa con el hombre que la Biblia llama natural, el cual se resiste a creer que exista una quinta dimensión, un mundo espiritual, por la sencilla razón de que nunca lo ha visto ni ha estado en él. «El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura»5. Para él no existen, por cuanto nunca las ha visto. Rechazar que haya toda una esfera espiritual sería tan absurdo como decir: «No creo en la existencia de Nueva York o de Londres porque nunca he estado en esas ciudades». La Biblia abunda en pruebas, relatos y declaraciones categóricas sobre la existencia de una quinta dimensión espiritual. Algunos de sus personajes inmortales, luego de traspasar el glorioso umbral de la muerte, regresaron para narrar su vivencia. Otros fueron elevados al mundo espiritual y vieron un atisbo del mismo. Muchos captaron mensajes del más allá. ¡Y otros hemos estado allí! Yo sé que existe porque he estado allí. Tú también puedes tener esa certeza. Si de veras deseas conocer la verdad, si aceptas humildemente tus limitaciones y pides a Dios que te ayude a descubrir esa nueva dimensión, ese nuevo mundo, Él lo hará. ¿Por qué no te adentras en él? No tienes nada que perder. ■ 5. 1 Corintios 2:14
LECTURAS ENRIQUECEDORAS El mundo del espíritu La Biblia contiene espectaculares descripciones del mundo espiritual. He aquí unas cuantas: Ángeles al rescate Génesis 19:1–28 Jacob lucha con un ángel Génesis 32:24–30 Las huestes del Cielo 2 Reyes 6:8–23 Una carroza de fuego 2 Reyes, capítulo 2 El trono de Dios Ezequiel, capítulo 10 Se logra comunicar el mensaje Daniel, capítulo 10 La conferencia cumbre de Cristo Mateo 17:1–9 Viaje de Juan al mundo del espíritu Apocalipsis 1:10–18 Visión de la Ciudad Celestial Apocalipsis, capítulos 21 y 22:1–5
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REFLEXIONES
Poder espiritual • Dios es omnipotente, y todo es El poder de Dios h ace posible para quienes aproveposibles much as cosas chan Su poder por medio de que super an l a capacidad la fe y la oración. Armados de humana. Puede manifestarse una fe no mayor que un grano de diversas maneras: una curación de mostaza, podemos echar milagrosa de una dolencia física; una montaña al mar1, sanar a alivio del estrés y de las presiones emocionales; una alteración de los enfermos, resucitar muerlas circunstancias que ningún ser tos e infundir nueva vida a los humano podría haber producido; desesperados y necesitados2 . perspicacia que trasciende la • ¿Piensas que millones de erudición, los conocimientos y la personas a lo largo de los siglos experiencia de las personas; o la habrían creído en la oración capacidad de amar incondicional si ésta no diera resultado? y abnegadamente, como Dios nos Descubre su eficacia por ti ama. Desde sencillas soluciones mismo. No es ningún secreto hasta milagros indiscutibles, todo insondable. proviene de una fuerza ajena a • Dios conoce el corazón y las nosotros. Se trata del poder de necesidades, sentimientos y Dios. temores más íntimos de cada persona, y es perfectamente • El amor de Dios tiene un poder capaz de dar a cada una justo enorme. Perdona pecados, lo que precisa. transforma el corazón, renueva • La clave del poder espiritual, el el espíritu, devuelve la salud, triunfo, la superación, la proinfunde esperanza a los desconductividad, la pasión, la vida solados y vigor a los agotados, y y la luz —en suma, la clave de lleva luz donde hay tinieblas. todo lo bueno— se encuentra en la Palabra de Dios. 1. Mateo 21:21 2. Mateo 10:8
• El poder de Dios es ilimitado, pero para acceder a él necesitas un conducto, una línea. La fe es semejante a un cable que transmite la energía, el poder, de la fuente al aparato. • Todos hemos visto historietas y películas de superhéroes del estilo de Superman, en que aparecen personajes con poderes sobrenaturales, seres que a pesar de vivir en el mundo físico poseen facultades que les permiten trascender las limitaciones del mismo y hacer cosas imposibles para cualquier mortal. Eso mismo ocurre en el plano espiritual. El Espíritu de Dios te da la capacidad de librarte de la desesperación y las dificultades de la vida. ¿De qué manera? Infundiéndote felicidad, esperanza, valor y una fuerza interior inquebrantable e incontenible. • Incluir a Dios en todo le confiere a la vida una nueva dimensión. Es como entrar en un mundo nuevo en el que hasta las cosas triviales resultan extraordinarias. ■ 11
Ángeles Sa muel K e ating
En l a Biblia se habl a centenar es de veces de los ángeles, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, en situaciones mu y diversas y desempeñando múltiples funciones. A continuación respondemos a algunas de las preguntas más frecuentes acerca de ellos. ¿Qué origen tienen los ángeles? Fueron creados por Dios. En Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los Cielos y las que hay en la Tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él (Colosenses 1:16). Los ángeles ya existían desde antes de la creación del mundo. El Señor le respondió a Job [...]: «¿Dónde estabas cuando puse las bases de la Tierra, mientras cantaban a coro las estrellas matutinas y todos los ángeles gritaban de alegría?» (Job 38:1–7, NVI). ¿Qué características presentan? Son sabios. Sea ahora de consuelo la respuesta de mi señor el rey, pues que mi señor el rey es como un ángel de Dios para discernir entre lo bueno y lo malo (2 Samuel 14:17). El [arcángel] Gabriel […] habló conmigo, diciendo: «Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento» (Daniel 9:21,22). Son innumerables. Millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de Él (Daniel 7:10). Os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles (Hebreos 12:22).
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Miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones (Apocalipsis 5:11). Son inmortales. No pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles (Lucas 20:36). Algunos tienen alas. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban (Isaías 6:2). Algunos se aparecen con aspecto humano. No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles (Hebreos 13:2)1. ¿A qué se dedican? Nos amparan y nos liberan. A Sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos (Salmo 91:11). Mi Dios envió Su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño (Daniel 6:22). Estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel. Y he aquí que se presentó un 1. V. también Génesis 18:1,2; 19:1–3;
ángel del Señor; y le despertó, diciendo: «Levántate pronto». Y las cadenas se le cayeron de las manos. Le dijo el ángel: «Envuélvete en tu manto, y sígueme». Y saliendo, le seguía. Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma; y salidos, pasaron una calle, y luego el ángel se apartó de él (Hechos 12:6–10). Proveen para nuestras necesidades. Un ángel le tocó, y le dijo: «Levántate, come». Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua (1 Reyes 19:5,6). Son mensajeros de Dios. A esta mujer apareció el ángel del Señor, y le dijo: «He aquí que tú eres estéril, y nunca has tenido hijos; pero concebirás y darás a luz un hijo» (Jueces 13:3). Respondiendo el ángel, le dijo: «Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas» (Lucas 1:19). El ángel les dijo: «No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor» (Lucas 2:10,11).
Combaten por nosotros contra el Diablo y sus demonios. Entonces [el ángel] me dijo: «Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme» (Daniel 10:12,13). Después hubo una gran batalla en el Cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles (Apocalipsis 12:7). Alaban a Dios y se alegran por lo que hace. Repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: «¡Gloria a Dios en las alturas, y en la Tierra paz, buena voluntad para con los hombres!» (Lucas 2:13,14). Adórenle todos los ángeles de Dios (Hebreos 1:6). Hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente (Lucas 15:10). Sa muel K e ating está afili ado a L a Fa mili a Inter nacional y es col abor ador de C onéctat e . ■
Daniel 10:18; Zacarías 2:1 13
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Las r áfagas de air e caliente entr aban por l a ventanill a. Nos dir igía mos h acia el norte, h acia Monterr ey, por una estr ech a carr eter a mexicana. Se apreciaba cierta belleza austera en las grandes extensiones áridas que había a ambos lados de la carretera, salpicadas de cuando en cuando por un árbol o una casa. Sin embargo, el sofocante calor del verano, junto con el zumbido del motor de nuestra furgoneta, comenzaban a hacerse pesados. Mi hijo Shawn y yo nos resistíamos a la modorra, pero los cuatro voluntarios que nos acompañaban dormían en la parte trasera de la Volkswagen. Las carreteras secundarias de México son notoriamente angostas, y como aquel largo trecho no estaba iluminado ni tenía arcenes firmes, recorrerlo de noche era aún más peligroso que hacerlo en condiciones, digamos, normales. Estábamos ansiosos por llegar a nuestro destino antes que oscureciera. De pronto la humedad y el intenso calor dieron paso a un fuerte trueno, y se desató una lluvia torrencial. Cortinas de agua 14
azotaban el parabrisas obstruyéndonos la visión. De pronto la furgoneta patinó y perdimos el control. Shawn se aferró al volante con todas sus fuerzas, pero no pudo evitar que el vehículo se pasara al carril contrario. Un instante después vi que nos iba a embestir un camión con remolque que se acercaba a toda velocidad. Aquella escena aterradora empezó a desarrollarse en cámara lenta. Sentí un intenso y extraño impulso de agradecerle a Dios Su amor y Su bondad. Justo cuando estábamos a punto de chocar de frente con el camión, hice una oración que probablemente fue la más breve de mi vida. Dije: «Gracias». Al momento mis temores se desvanecieron. En vez de colisionar con el camión, nuestra furgoneta giró, se salió bruscamente de la carretera, se metió en un campo y volvió a incorporarse a la carretera una vez que ya había pasado el camión. Entonces por fin Shawn recuperó el control del vehículo. Nos habíamos librado de la muerte por
apenas un pelito. Tan repentinamente como había comenzado la tormenta de verano, escampó, y nos encontramos otra vez conduciendo con calma por la carretera como si nada hubiera sucedido. Cuando miré hacia atrás para ver cómo se encontraban nuestros compañeros, me sorprendí de que todos siguieran dormidos. Dios les había ahorrado el susto. En muchas ocasiones he pensado en aquel incidente y me he preguntado cómo sería si pudiéramos ver lo que ocurre entre bastidores en la dimensión espiritual. Milagros como el que Shawn y yo presenciamos en aquella carretera mexicana son incuestionables; pero ¿cuántos más se producen sin que nos percatemos, simplemente porque estamos dormidos? M arth a Moor e está afili ada a L a Fa mili a Inter nacional y v ive en Rum ani a. ■
ESCUCHA Ejercicio espiritual
«Los cielos cuentan l a glor ia de Dios —escribió el salmista—, y el fir m a mento anuncia l a obr a de Sus m anos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría»1. El Creador habla por medio de Su creación. Puedes oírlo si te detienes a escuchar. Un lugar tranquilo en un entorno natural es ideal; pero si eso no es posible, basta con que fijes la vista en un árbol, unas plantas o aunque sea en un pedacito de cielo. Apaga el teléfono. Olvida tu trabajo. No hagas caso del desorden. No pienses en nada más. Dedica a Dios toda tu atención. Margina de tu vista todo lo que esté hecho por los seres humanos y concéntrate en algo creado por Dios: una flor, un árbol, un pájaro, una mariposa, una nube, una laguna, un arroyo, la brisa... Imagínate con qué cariño y esmero lo creó Dios. Luego multiplica eso por todas las flores, árboles, pájaros, etc. que hay en el mundo. ¿Qué te indica eso sobre el amor que siente Dios por ti? ¿No te infunde paz? ¿No te hace sentirte bien? Respira lenta y profundamente durante varios minutos. Relájate, recréate en el amor de Dios, disfruta de la vista y escucha a Dios mientras te revela más verdades.
Las cosas invisibles de [Dios] se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas. Romanos 1:20 Estad quietos, y conoced que Yo soy Dios. Salmo 46:10
A M O R TA N G I B L E ¿Te ama Dios? La respuesta es claramente visible y palpable, y está en el hermoso mundo que hizo para ti. Basta con que mires a tu alrededor. Él prodiga toda esa belleza y esas bendiciones no sólo a quienes podría considerarse que merecen Su amor y Su misericordia, sino también a los que no se los merecen2. Él nos regala el sol, la lluvia, los árboles, la hierba, el cielo, la luna, las estrellas y todas las demás maravillas del universo. No tenía por qué hacer la vida tan placentera ni el mundo tan hermoso, pero lo hizo. David Brandt Berg E l p unto de p artida Si aún no has establecido un vínculo personal con Dios, puedes hacerlo ahora mismo invitando a Su Hijo Jesús a entrar en tu corazón con esta sencilla oración: Jesús, creo en Ti y te invito a formar parte de mi vida. Te pido que seas mi Salvador y compañero constante. 1. Salmo 19:1,2 2. Mateo 5:45 15
DE JESÚS, CON CARIÑO
Amor e t erno
Mi amor te llueve continuamente. Siempre lo dejo caer sobre ti con liberalidad y abundancia. Pero la medida en que tú lo percibes o lo notas depende de tu fe, de cuánto te fijes y descubras las formas en que lo expreso cada día. Puede que lo veas, lo sientas y lo reconozcas, y puede que no; sin embargo, eso no altera el hecho de que sea constante, copioso e incondicional.
No puedes merecerlo o ganártelo a pulso, por tus acciones, pues te lo brindo a modo de obsequio. Te quiero porque te quiero. Es así de sencillo. Te amo, y jamás dejaré de hacerlo. Nunca te amaré menos. Siempre te profesaré un amor perfecto, interminable, abundante. Anhelo que participes de este amor Mío en toda su riqueza y belleza. El amor que abrigo por ti es eterno.