CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA
EL ANCLA Para resistir las tormentas
¿Actúa Dios en nuestra vida? ¿O se mantiene distante?
El enigma de la Trinidad 1+1+1=1
¿Buscas libros, compactos o videos que te comuniquen fuerzas, te motiven y te ofrezcan soluciones? Visita nuestro sitio web o ponte en contacto con cualquiera de los distribuidores que se indican a continuación.
Año 12, número 9
A N U E S T RO S A M IG O S Mucho antes de la película Tiburón, antes de que Indiana Jones se viera atrapado en trampas mortales y antes de que la animación por computadora hiciera revivir a los zombis, las arenas movedizas protagonizaban algunas de las escenas más aterradoras que se veían en la pantalla grande. Casi no había película de Tarzán en la que no rescatara de esas arenas a un pobre inocente, o en la que no se viera borbotear hasta la superficie del lodo el último soplido de algún villano. Las adversidades, como las arenas movedizas, también amenazan con aprisionarnos. Cuanto más nos agitamos, más nos hundimos. Sin embargo, la situación rara vez es tan terrible como parece. Según las leyes de la física, es prácticamente imposible que una persona se hunda más allá de la cintura en arenas movedizas. Puede que zafarse sea difícil y tome un rato, pero la persona atrapada no se hundirá del todo. Análogamente, quienes tienen verdadera fe en Dios no se hunden más allá de cierto punto ni permanecen mucho tiempo enredados en sus problemas. Buscando en Google, uno encuentra diversos consejos para escapar de las arenas movedizas. Si trasladamos esas recomendaciones al ámbito de la resolución de problemas por la vía de la fe, la estrategia sería la siguiente: • No te dejes dominar por el pánico. El miedo hará que te hundas más rápido. Procura relajarte. Controla tu espíritu y confía en que Dios se hará cargo de todo. • Ora. Dios siempre tiene un plan mejor que el que tú puedas idear por tu cuenta. • Libérate de pesos innecesarios. Los apuros tienen la particularidad de hacernos ver en su real dimensión las cosas que no tienen tanta importancia. • Recuéstate y distribuye tu peso. Apóyate en Dios. «Por siempre te sostiene entre Sus brazos»1. • Ten paciencia. Los movimientos pausados dan mejores resultados que las reacciones histéricas. • Descansa periódicamente. Despeja tu mente y renueva tu espíritu meditando sobre enseñanzas positivas y edificantes de la Palabra de Dios. ¡Ojalá que los artículos que presentamos en este número de la revista te ayuden a aplicar estos principios! De ser así, habremos cumplido uno de los propósitos fundamentales de Conéctate: activar y fortalecer tu fe, de manera que estés bien preparado para afrontar las vicisitudes de la vida. Gabriel En nombre de Conéctate 1. Deuteronomio 33:27 (NVI) 2
www.conectate.org www.audioconectate.org México, Centroamérica: E-mail: conectate@conectate.org Chile: Casilla de Correos 14.702 Correo 21, Sucursal La Moneda Santiago Tel: (09) 469 7045 E-mail: conectateconosur@conectate.org Argentina, Paraguay, Uruguay, Perú, Bolivia: E-mail: conectateconosur@conectate.org Colombia, Venezuela, Ecuador, Antillas: Conéctate Colombia Apartado Aéreo # 85178 Bogotá Colombia Tel: (1) 7586200 E-mail: conectatecoven@conectate.org España: Conéctate Apdo.626 28080 Madrid (34) 658 64 09 48 Resto de Europa: Activated Bramingham Pk. Bus. Ctr. Enterprise Way Luton, Beds. LU3 4BU Inglaterra E-mail: activatedeurope@activated.org Tel: +44 (0) 845 838 1384 Estados Unidos: Activated Ministries PO Box 462805 Escondido, CA 92046–2805 E-mail: info@actmin.org Tel: 1-877-862-3228 (nº gratuito)
Director Gabriel Sarmiento Diseño Gentian Suçi Producción Samuel Keating © Aurora Production AG, 2011 http://es.auroraproduction.com Es propiedad. Impreso en Taiwán por Ji Yi Co., Ltd. A menos que se indique otra cosa, los versículos citados provienen de la versión Reina-Valera, revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizados con permiso.
Mi paseo por el Gran Orme El día que escogí para dar un paseo por el Gran Orme —un cabo de piedra caliza en la costa
septentrional de Gales— amaneció espléndido. Partí llena de ánimo bajo un sol maravilloso, con mi mapa en la mano. El Gran Orme se veía firme, inalterable. El camino que tomé me condujo por el borde del cabo. Inicialmente la suave brisa me resultó estimulante. Sin embargo, al poco tiempo se levantó viento sobre el mar, y se arremolinaron nubes de tormenta. En breves minutos la lluvia tornó pesado mi abrigo. El Gran Orme permanecía firme, inalterable. Aunque mi entusiasmo ya no era tan boyante, albergaba la esperanza de que el tiempo mejorara. Mi optimismo obtuvo recompensa. Después de un rato me colgué el abrigo del brazo y volví a deleitarme en la calidez del sol matinal. El Gran Orme permanecía firme, inalterable. Guiándome por el mapa, me aparté del camino y tomé un estrecho sendero que serpenteaba entre praderas y bosques. Tuve que subir por unos trechos pedregosos bastante escarpados, y comenzaron a dolerme las piernas. Las ovejas pastaban en campos de hierba áspera. Las gaviotas se juntaban en las rocas que había al pie del acantilado antes de remontarse hacia el cielo impulsadas por las suaves corrientes ascendentes. El Gran Orme permanecía firme, inalterable. El tiempo fue transcurriendo gratamente hasta que coroné la cima. La vista era magnífica: de un lado las
Abi May
montañas galesas, del otro el inmenso mar. El Gran Orme permanecía firme, inalterable. Retorné por otro sendero. A pesar de haber estudiado el mapa, después de un rato comprobé desconcertada que en lugar de descender estaba dando vueltas en círculo. Además ya estaba empezando a sentir cansancio, y me preocupaba que no alcanzara a llegar al hotel antes de la puesta del sol. El Gran Orme permanecía firme, inalterable. Me crucé con un caminante más experimentado, un lugareño que había salido con sus perros. Me mostró un camino corto y directo. El cansancio no me abandonó, pero la esperanza de regresar antes que oscureciera me renovó los ánimos. El Gran Orme permanecía firme, inalterable. Los altibajos de la senda de la fe se parecen mucho a mi excursión por el Gran Orme. Nuestra fe alcanza a veces grandes alturas; otras, desciende a profundos valles. En ocasiones nos zarandean las tormentas de la vida, o nos sentimos agotados por el viaje. No obstante, independientemente de cómo nos sintamos, la Palabra de Dios, el cimiento sobre el que descansa nuestra fe, permanece firme, inalterable. Abi May es redactora de Conéctate. Vive en Europa y está afiliada a La Familia Internacional. ■
«El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras no pasarán.» Lucas 21:33 3
Peter Amsterdam
¿Actúa Dios en nuestra vida? En el lapso de una semana oí comentarios de tres perso-
nas que me llevaron a meditar sobre el grado de intervención de Dios en mi vida. La primera persona expresó que no sabía si a Dios realmente le interesa lo que hagamos los seres humanos, y que posiblemente no le importen mucho las decisiones que tomemos —excepto la de aceptar la salvación—, en particular las de menor trascendencia. La segunda persona defendió la postura de que Dios solo interviene en nuestra vida después que hemos agotado todos los medios de descubrir Su voluntad; que antes de intervenir, Él espera que hagamos todo lo que está dentro de nuestras posibilidades. La tercera persona expresó el punto de vista de que cuando Dios creó el mundo hizo como un relojero: armó y dio cuerda al reloj, pero después se retiró, dejándolo que funcionara solito. Dios concibió las leyes de la naturaleza que habían de gobernar y perpetuar Su creación; pero a partir de ese momento dejó 4
que el universo funcionara sin ninguna intervención divina. Estos planteamientos me turbaron, tanto es así que en los días siguientes hice una reflexión sobre el tema. Algo en mi interior se resistía a aceptar que Dios tuviera tan poco interés en participar en mi vida, o que para que me prestara atención yo tuviera que agotar primero todos mis recursos. De ser cierta alguna de esas tres tesis, ¿qué podía yo esperar de Dios, salvo el perdón de mis errores y pecados? ¿Qué utilidad podía Él tener para mí? Lo que necesito cuando paso por una temporada turbulenta es socorro y orientación divinos, no andar preocupado de si a Dios le va a interesar ayudarme o si la situación reviste suficiente gravedad para que Él resuelva intervenir. Ponderando estas tres hipótesis se me ocurrieron tres argumentos que las rebaten totalmente. 1. Mi experiencia personal Dios ha intervenido en mi vida en varias ocasiones, demostrándome que a Él evidentemente le interesan
las decisiones que tome. Hace años, por ejemplo, tuve un sueño que me dio la respuesta a una disyuntiva antes siquiera de que se me presentara. Pocos días después del sueño me ofrecieron dos trabajos. El sueño me dejó muy claro cuál debía aceptar. Esa decisión me encaminó por la senda que me condujo al puesto que llevo desempeñando estos últimos 15 años como miembro del directorio de La Familia Internacional. Nada hice para obtener esa orientación, y desde luego no agoté todos los medios que tenía a mi alcance.
En numerosas ocasiones he solicitado la guía del Señor en oración y la he obtenido. Le he pedido respuestas y me las ha comunicado: en mis ratos de meditación, cuando me habla al corazón, a través de lo que leo en Su Palabra, con la sabiduría que me ha transmitido por medio de otras personas, y también a través de las circunstancias. Me ha dado asesoría y orientación muy claras, que cuando las he seguido, han dado buenos resultados. Sé por experiencia que Dios no es ajeno a mi realidad, que se interesa por mí y que, siempre que se lo permita, participará en mi vida. 1. Hechos 16:6–10 (NVI) 2. Proverbios 3:6 (RV95) 3. Salmo 32:8 (RV95)
2. La Palabra de Dios Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento narran numerosos episodios en que Dios interactuó con las personas, interviniendo en distintos sucesos, ofreciendo orientación o avisando de algún peligro. Dios ha participado también incontables veces en los procesos decisorios de Sus seguidores. En el libro de los Hechos encontramos un ejemplo sobresaliente: «[Pablo y sus compañeros] atravesaron la región de Frigia y Galacia, ya que el Espíritu Santo les había impedido que predicaran la palabra en la provincia de Asia. Cuando llegaron cerca de Misia, intentaron pasar a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. Entonces, pasando de largo por Misia, bajaron a Troas. Durante la noche Pablo tuvo una visión en la que un hombre de Macedonia, puesto de pie, le rogaba: “Pasa a Macedonia y ayúdanos”. Después de
que Pablo tuvo la visión, en seguida nos preparamos para partir hacia Macedonia, convencidos de que Dios nos había llamado a anunciar el evangelio a los macedonios»1. Dios evidentemente tenía claras preferencias en cuanto a los lugares a los que debían ir los apóstoles, y se lo hizo saber. La Biblia dice explícitamente que al tomar decisiones debemos acudir a Dios y pedirle orientación. Explica además que si lo hacemos, Él nos encaminará: «Reconócelo en todos tus caminos y Él hará derechas tus veredas»2. «Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré Mis ojos»3. En el libro de los Salmos David proclamó su firme creencia en la guía 5
divina cuando oró: «Hazme oír por la mañana Tu misericordia, porque en Ti he confiado. Hazme saber el camino por donde ande, porque hacia Ti he elevado mi alma»4. Jesús dijo que cuando tuviéramos necesidad de algo debíamos acudir a Dios y confiar en que Él nos daría lo que nos hiciera falta: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá»5. Jesús creía que Su Padre lo llevaría a tomar sabias decisiones, como consta cuando eligió a los 12 apóstoles de entre Sus discípulos: «Por aquel tiempo se fue Jesús a la montaña a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios. Al llegar la mañana, llamó a Sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los que nombró apóstoles»6. En la Sagrada Escritura se evidencia que cuando queremos que Dios interactúe con nosotros, Él con mucho gusto lo hace. 3. El Espíritu Santo Además de mi propia experiencia y de los casos que figuran en la Palabra, tengo otro argumento: Jesús prometió que una vez que abandonara físicamente nuestro mundo, el Padre enviaría el Espíritu Santo para que habitara en los creyentes. Anunció que el Espíritu Santo moraría en nosotros. «Yo le pediré al Padre, y Él les dará otro Consolador para que los
acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes. En aquel día ustedes se darán cuenta de que Yo estoy en Mi Padre, y que ustedes están en Mí, y Yo en ustedes»7. Si Dios iba a enviar Su Espíritu para que habitara en mi interior eternamente, cabe inferir que Él no solo se interesa en mí como persona, sino también en lo que hago y en las decisiones que tomo. Yo iría más allá y argumentaría que Él no es un simple espectador de mi vida, sino que participa en ella. Según las versiones de la Biblia, el vocablo griego parakletos —que se emplea para describir el Espíritu Santo— aparece traducido como Consolador, Consejero, Defensor o Intercesor. Me gustan esos conceptos, ya que para mí el Espíritu de Dios tiene todos esos atributos. Me encanta que Dios tome parte activa en mi vida, que se interese por mí, en quién soy y en lo que hago. Para mí existen sobradas pruebas de que Dios desea formar parte de mi vida e interactuar conmigo. Él y yo trabajamos juntos. Su Espíritu —que vive en mí y me orienta cuando tengo que tomar una decisión— me ayuda en mi tránsito por la vida. Estoy muy agradecido de que Dios no se limitara a darme cuerda y echarme a andar, sino que me facilitara los medios para comunicarme con Él por medio de Su Palabra y Su Espíritu.
4. Salmo 143:8 (RV95) 5. Mateo 7:7,8 6. Lucas 6:12,13 (NVI) 7. Juan 14:16,17,20 (NVI) 8. Juan 14:6 (RV95) 6
Peter Amsterdam y su esposa, María Fontaine, dirigen el movimiento La Familia Internacional. ■
Si aún no te has conectado con ese Dios interactivo, hazlo ahora mismo aceptando a Su Hijo Jesús como tu Salvador. Basta con que repitas esta sencilla oración: Jesús, deseo sentir en mi vida el amor de Dios y Su interés por mí. Él prometió que por medio de Ti, que eres «el camino, la verdad y la vida»8, podría llegar a conocerlo. Te abro mi corazón y te invito a entrar en él. Amén.
REFLEXIONES
el Ancla Esta esperanza que nosotros tenemos es como un ancla del alma, sólida y firme. Hebreos 6:19 (LPD) Tenemos a alguien que nos inspira plena confianza, que nos proporciona seguridad ahora y siempre. Sabemos que Dios vela por nosotros donde sea que estemos, en toda actividad. Tenemos esa ancla. Apenas importa lo que suceda a nuestro alrededor en el siempre cambiante mar de la vida. Podemos sobrevivir y sobreponernos a ello porque contamos con Él. David Brandt Berg Para entender el valor del ancla uno tiene que haber sentido la tormenta. Anónimo Jesucristo es el ancla de tu alma. No te afanes inútilmente por los detalles de la vida. Eres una criatura de Dios, y nada puede hacerte chocar contra las rocas. Estás a
salvo, porque en Él se está a salvo. Confía en Cristo cualesquiera que sean tus circunstancias. Y tranquilízate. Disfruta del atardecer. Saborea la vida. Descansa en la certeza de que en toda tempestad tu ancla se mantiene firme. Steve McVey (1954– ) Tengo un ancla muy fiable que resiste para siempre. No la mueve la tormenta ni en agosto ni en diciembre. Haré frente a la borrasca hasta que cambien los vientos. Cristo es mi ancla firme en los mares turbulentos. Y mi ancla agarra bien. Sopla, viento, con furor. contra mi endeble nave. Bien anclado en el Señor, aguantaré imperturbable. William Clark Martin (1864–1914)
Casi todo el mundo sabe que los primeros cristianos empleaban entre ellos el símbolo del pez para indicar su fe. En cambio, su uso del ancla es menos conocido. Desde tiempos inmemoriales el ancla fue considerada símbolo de seguridad. Para los cristianos representaba su esperanza en Cristo, que los llevaría a puerto seguro en Su reino celestial. Numerosas tumbas de los primeros cristianos sepultados en las catacumbas de Roma están adornadas con anclas. Christine Hunt No se fondea una nave aferrando el ancla a algún elemento situado dentro de la misma, sino a algo que esté fuera de la nave. De igual modo, el alma no encuentra reposo con lo que ve en sí misma, sino con lo que ve en la persona de Dios, la certeza de Su verdad, la imposibilidad de Su falsedad. Adaptación de un texto del Dr. Thomas Chalmers (1780–1847) ■ 7
EL ENIGMA DE LA TRINIDAD Jessica Roberts
En plena clase de matemáticas, uno de mi alumnos de
segundo grado hizo una afirmación que me dejó perpleja: —¡Dios no existe! Dado que se trata de un colegio cristiano y que Martín es hijo de un pastor, no entendía cómo había llegado repentinamente a esa conclusión en mi clase. Cuando se lo pregunté, exclamó: —Mi papá dice que está Dios, está Jesús y está el Espíritu Santo; pero a la vez dice que hay un solo Dios. No tiene sentido. ¿Qué hacer? Estaba segura de que antes de Martín otros grandes pensadores habían examinado la cuestión de la Santísima Trinidad y se habían topado con el mismo dilema. En ese momento, sin embargo, yo prefería seguir adelante con las multiplicaciones. —Martín, estamos en clase de matemáticas. Podemos hablar de ese tema después. —Es que es un problema 1. Cantares 2:1
8
matemático —replicó el chiquillo—. No es lo mismo tres que uno. ¿Qué padre o docente no ha sufrido una emboscada de ese tipo? De la boca de los niños surgen difíciles interrogantes. He aprendido que lo mejor que puedo hacer en esos casos es pedirle a Dios que me dé buen tino, pues lo que yo podría interpretar como altanería o ganas del niño de llevar la contraria bien pudiera ser curiosidad inspirada por Dios y además una extraordinaria oportunidad de transmitirle una valiosa enseñanza. La verdad es que no me sentía muy preparada para presentar el concepto teológico de la Trinidad a Martín y sus compañeros de curso. Sonó el timbre del recreo. ¡Estaba salvada! Los diez minutos siguientes, mientras los niños jugaban, los dediqué a orar. Y me vino una respuesta. Era un poco simplista, y probablemente no hubiera sido la explicación que habrían dado San Agustín u otros pensadores cristianos. Pero resultó satisfactoria para Martín y
los demás cuando reanudamos la clase de matemáticas. —La Biblia llama a Jesús la Rosa de Sarón1 —les dije—. Dios es como quien dice la raíz del rosal. Aunque está oculto, de Él procede la rosa. Jesús es la flor, la parte más vistosa del amor de Dios, la parte que vemos y percibimos. El Espíritu Santo es la savia que fluye por el rosal y lo mantiene vivo. Aunque tiene tres aspectos, el rosal es uno solo. ¿Entienden? Me imagino que Martín planteará preguntas más difíciles en el futuro, y huelga decir que yo misma tengo muchos interrogantes. Menos mal que Dios siempre nos responde cuando le planteamos algo con sinceridad. Puede que nos dé una explicación sencilla y directa, como la que me indicó para Martín, o una que sea más compleja. Otras veces simplemente nos da paz para aceptar lo que aún no entendemos. Jessica Roberts vive en México y está afiliada a La Familia Internacional. ■
Las crisis de FE María Fontaine
Creer puramente por fe,
sin ninguna prueba tangible, no es la solución más natural para todo el mundo en todos los casos. Así como el Señor hizo a la gente muy distinta en cuanto a personalidad y aspecto físico, también existen diferentes tipos de fe. Puede que seas el tipo de persona que necesita tiempo y estudio para llegar a un convencimiento, o que por el contrario seas de los que abrazan diversos conceptos sin mayores cuestionamientos. En cualquier caso, lo que importa es el objetivo final: que tengas una fe viva. No es extraño que todos pasemos por crisis de fe y que abriguemos dudas o pongamos en tela de juicio ciertos aspectos doctrinales y hasta principios cardinales del cristianismo. El Señor a menudo se sirve de tales batallas mentales y espirituales para fortalecernos. Se puede valer de esos procesos para ayudarnos a redescubrir los cimientos de nuestra fe, reafirmar nuestras creencias y adquirir mayor clarividencia. Todo eso nos puede llevar a entender por qué atribuimos veracidad a ciertos principios y a repasar el fundamento bíblico de nuestra fe. Muchos cristianos han tenido 1. Hechos 17:11
crisis de fe o han batallado contra andanadas de dudas. Me vienen al pensamiento casos notables como el de la Madre Teresa, Martín Lutero, Adoniram Judson y otros grandes misioneros. Las crisis de fe que tuvieron y las batallas que libraron para llegar a un punto de comprensión y de fe están bien documentadas. No obstante, esas experiencias derivaron en una fe más fuerte, en un conocimiento más profundo de Dios y de la relación íntima que Él quiere entablar con cada uno de nosotros. Sus batallas y victorias han inspirado a muchos. Me atrevería a decir que sus debates internos también les infundieron una comprensión más profunda de las batallas que tienen las personas para definir su fe, y que en última instancia sirven para fortalecerla. Es posible que tú mismo hayas tenido experiencias similares. En vez de ver las dudas y las crisis de fe como amenazas para nuestra
fe que deben resistirse y eliminarse de la mente y del corazón, conviene tener en cuenta que los cuestionamientos, las dudas y el escepticismo también pueden ser peldaños que nos conduzcan a una fe cristiana fuerte y madura. Pueden llevarnos a reflexionar para entender nuestra fe, a investigar para determinar la veracidad de nuestras creencias1 y llegar a tener una fe razonada y de carácter personal. Una fe edificada sobre esas bases no se tambalea con facilidad cuando es cuestionada por posturas o creencias contrarias o por los argumentos intelectuales de los no creyentes. En última instancia, todo ello puede derivar en una fe más fuerte y curtida. María Fontaine y su esposo, Peter Amsterdam, dirigen el movimiento La Familia Internacional. ■ 9
¿Por dónde empezar? reflexión sobre la lectura de la Biblia
Chris Hunt
Apenas iniciada en la fe, siendo todavía una jovencita, me dijeron que debía leer
la Biblia; pero no sabía por dónde empezar. Con otros libros estaba habituada a echar un vistazo a las últimas páginas para ver cómo terminaban. Sin embargo, en el caso de la Biblia eso implicaba sumergirme en el Apocalipsis, un libro al que no le encontraba ningún sentido. Afortunadamente, unos cristianos con más experiencia en la fe vinieron en mi auxilio y me dieron consejos muy útiles sobre la lectura de la Biblia: «Los Evangelios están escritos en un lenguaje sencillo. Te ayudarán a entender la vida y las enseñanzas de Jesús. Para comprender el mensaje central de Jesús —me dijeron— lo mejor es empezar por el Evangelio de Juan». Me pareció interesante que el Evangelio de Juan fuera el que más palabras textuales de Jesús contiene. Cada capítulo revela un aspecto de Su personalidad, Su mensaje y Su vida.
10
Al cabo de poco tiempo, sin embargo, me topé con un obstáculo: leyendo los cuatro Evangelios encontré contradicciones. Si esos libros habían sido inspirados por Dios, ¿cómo se explicaba que hubiera discordancias en la narración de ciertos episodios y hasta en citas textuales? Alguien me dio una mano: «Cuando le describes una película a un amigo, no le refieres cada detalle de la trama, sino las partes que para ti tuvieron más relevancia. Tal vez otra persona recuerda otras escenas que para ella fueron más elocuentes. Lo mismo sucede con los autores de los Evangelios: cada uno cuenta ciertos aspectos y omite otros». Eso me pareció tener lógica. Enseguida me recomendaron que leyera los Salmos y los Proverbios. Los Salmos son una inspirada colección de oraciones, súplicas, alabanzas, promesas y profecías. Los Proverbios a su vez son un tesoro de sabiduría popular. Curiosamente, el libro de los Proverbios consta de 31 capítulos, así que se pueden leer todos en un mes a razón de un capítulo por día. Claro que si lo que buscas es un plan de acción —no solo crecer en la fe, sino aprender a transmitírsela a los demás—, es preciso que te embarques en los Hechos de los Apóstoles. Ese libro narra las actividades conjuntas que realizaron los primeros discípulos durante más de 30 años después de la resurrección de Cristo, todo con el fin de difundir la Buena Nueva. Naturalmente que la Biblia se compone de muchos más libros que los que acabo de mencionar. Lo interesante es que esos fueron mi punto de partida, y siguen siendo mis preferidos hoy en día. Chris Hunt vive en Gr an Bretaña y ha sido lector a de Conéctate desde que la revista vio la luz en 1999. ■
Jesús en el Evangelio de Juan Gretchen Stein
Un versículo clave de la Biblia es Juan 20:31: «Estas [palabras] se han escrito para que
creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en Su nombre». Además de abordar el tema de la fe y la vida eterna, una de las principales aspiraciones del Evangelio de Juan es demostrar que Jesús es el Hijo de Dios. Más que los hechos de Jesús, Juan consignó Sus dichos. En los primeros capítulos, Jesús nos presenta una imagen muy cabal de Sí mismo y de Dios. En los capítulos quinto y sexto se declara varias veces «enviado de Dios». Una cuarta parte del libro —del capítulo 13 al 17— está dedicada a las últimas horas de Jesús con Sus discípulos la víspera de Su crucifixión. En esos pasajes los exhorta —a ellos y a nosotros— a guardar la fe y seguir adelante sin Su presencia corporal. En el Evangelio de Juan, Jesús se describió de 14 formas distintas: «Soy el Mesías.» Juan 4:26. «Soy el pan de vida.» Juan 6:35 «Soy de arriba.» Juan 8:23 «Soy la luz del mundo.» Juan 9:5 «Soy la puerta.» Juan 10:9 «Soy el buen pastor.» Juan 10:11 «Soy el Hijo de Dios.» Juan 10:36 «Soy la resurrección.» Juan 11:25 «Soy Maestro y Señor.» Juan 13:13 «Soy el camino, y la verdad, y la vida.» Juan 14:6 «Soy la vid verdadera.» Juan 15:1 Gretchen Stein vive en Europa y está afiliada a La Familia Internacional. ■
LECTURAS ENRI QUECEDORAS El Evangelio de Juan
Capítulo 1: Cristo, el Hijo de Dios Capítulo 2: Cristo, el Hijo del hombre Capítulo 3: Cristo, el divino maestro Capítulo 4: Cristo, el que convierte almas Capítulo 5: Cristo, el gran médico Capítulo 6: Cristo, el pan de vida Capítulo 7: Cristo, el agua de vida Capítulo 8: Cristo, defensor de los débiles Capítulo 9: Cristo, la luz del mundo Capítulo 10: Cristo, el buen pastor Capítulo 11: Cristo, príncipe de vida Capítulo 12: Cristo Rey Capítulo 13: Cristo siervo Capítulo 14: Cristo, el consolador Capítulo 15: Cristo, la vid verdadera Capítulo 16: Cristo, el que concede el Espíritu Santo Capítulo 17: Cristo, el intercesor Capítulo 18: Cristo, el sufriente ejemplar Capítulo 19: Cristo, el Salvador enaltecido Capítulo 20: Cristo, conquistador de la muerte Capítulo 21: Cristo, rehabilitador del penitente ■ 11
HOY Y PARA HOY Kevin Langam
Una de las oraciones más sublimes que se hayan enseñado data de hace dos mil
años y contiene un sencillo principio que me ayuda a concentrarme en el presente: «Danos hoy nuestro pan de cada día». Durante 25 años mi dependencia del alcohol y de las drogas me privó completamente de la dicha de vivir. Tenía tal cargo de conciencia y miedo del futuro que estaba siempre aterrorizado por lo que pudiera suceder cada día. Pero en esa frase de la Biblia descubrí un concepto totalmente nuevo de la vida. Cuando vivo en el presente me libero del temor y el tormento. No puedo esperar tener ahora todo lo que me va a hacer falta la próxima semana, mes o año; solo es preciso que tenga lo que necesito
12
hoy. Por eso debo esforzarme por no pensar sino en el día de hoy. He llegado a entender que el único espacio de tiempo del que dispongo es hoy. No tengo ninguna garantía del mañana; y el ayer, con todos sus errores y desgracias, se ha ido para siempre. Hoy —el momento presente— es valiosísimo. Aunque ahora tengo eso claro, igual puedo malgastar el día de hoy reviviendo el pasado o preocupándome por el futuro. El efecto que mi adicción tuvo en mí fue que me tomaba muy a la tremenda mi situación y mis sórdidas circunstancias, muchas veces hasta tal punto que perdía contacto con la realidad. Nada de lo que hacía me proporcionaba alegría, buen humor o auténtica satisfacción. Todo mi mundo se tornó oscuro y lúgubre.
Hoy aparecen señales positivas de renacimiento en mi vida. Cada día tengo más energía espiritual y entusiasmo por la vida. Encuentro gozo en los demás y en mí mismo. He redescubierto el placer de reír. Sé que todos los días no serán miel sobre hojuelas y que siempre tendré que hacer frente al dolor y a la desilusión. El haberme liberado de la carga de mis errores y del temor al futuro no siempre me escudará del dolor del presente ni de las consecuencias de los actos que cometí en el pasado. Lo mejor que puedo hacer es detenerme, mirar profundamente dentro de mí, afrontar los problemas de hoy con determinación y franqueza, y tomar las decisiones del caso, sabiendo que Dios está conmigo. La carga de mi pasado a veces se hace muy onerosa para llevarla solo.
Si una fe no mayor que un grano de mostaza basta para mover una montaña1, no se debería requerir más que una partícula microscópica de fe para llevar a cabo todo lo que uno tiene que hacer a lo largo de un día. Deja, pues, de preocuparte por el futuro. Dios te concederá la gracia cuando llegue el momento. David Brandt Berg
¿PARA QUÉ TE PREOCUPAS?
Y si pienso en todo lo que tengo que hacer mañana, la semana entrante o el año que viene, me siento abrumado por el peso de la inquietud que eso suscita en mí. Cuando noto que me estoy aproximando a uno de esos dos estados de ánimo, debo pedirle a Dios que me devuelva al presente, en el que las cargas son más llevaderas y además con Su ayuda normalmente puedo hacer algo para encontrar una solución, salvo cuando no queda más remedio que aceptar la situación. Para la mayoría de las personas, hacer planes es una función normal y saludable; para mí es un arma de doble filo. Un buen plan me sirve para mantener mi vida encauzada y ayudarme a lograr lo que me he 1. Mateo 17:20 2. Mateo 6:25,26,28–34 (NVI)
propuesto. Pero cuando mis planes me llevan a condicionar mi felicidad a la obtención de ciertos resultados, estoy perdido. Eso se debe a que por mi historial soy más propenso a esperar dificultades que resultados positivos, me imagino más tragedias que triunfos. El presente puede ser tan interesante y tan amplio que ocupe toda mi atención, siempre y cuando logre concentrarme en él. Si pienso solo en el ahora y me abro a los demás, a Dios y a lo bueno que hay a mi alrededor, puedo llevar una vida feliz hoy. Kevin Langam es licenciado en psicoterapia y terapeuta jefe en un centro de rehabilitación de Inglaterra. Lleva 19 años en recuperación. ■
«Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? »¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? »Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien busquen primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. »Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas». Jesús2 ■ 13
Ejercicio espiritual
LO QUE memorizas te marca A veces, mientras lees un pasaje de la Biblia o un
artículo que cita algunos versículos, de pronto parece que uno de ellos salta de la página y te impacta de una manera especial, y sientes que te infunde ánimo e inspiración, o que te proporciona la orientación que buscas. En ocasiones esa toma de conciencia es repentina, como una revelación. En otros casos solo te da la sensación de que el versículo que acabas de leer tiene un significado singular para ti, o que se aplica perfectamente a una situación o dificultad a la que te enfrentas en ese momento. Dios hace que esos pasajes cobren vida para nosotros a fin de que lleguemos a conocerlo mejor, adquiramos una mayor comprensión de Sus caminos y dispongamos de un cimiento firme y sólido en que basar nuestra fe. «La fe es por el oír, 1. Romanos 10:17 14
y el oír, por la palabra de Dios»1. Los siguientes versículos han fortalecido la fe de muchos cristianos a lo largo de la Historia. Te proponemos que te los aprendas de memoria, por lo menos algunos; luego sigue con otros que te hayan hablado a ti personalmente. Procura memorizar al menos un versículo a la semana durante un mes. Con la práctica se vuelve más fácil. Salvación Juan 3:16: De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. La Palabra Salmo 119:11: En mi corazón he guardado Tus dichos, para no pecar contra Ti. Mateo 24:35: El Cielo y la Tierra pasarán, pero Mis Palabras no pasarán.
Oración Jeremías 33:3: Clama a Mí, y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas. Perdón Efesios 4:32: Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Generosidad Hechos 20:35: Más bienaventurado es dar que recibir. Cómo descubrir la voluntad de Dios Salmo 143:8: Hazme saber el camino por donde ande, porque a Ti he elevado mi alma. Proverbios 3:6: Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas. Protección Salmo 46:1: Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar. Provisión Filipenses 4:19: Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta. Consuelo Juan 14:18: No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Hebreos 13:5: No te desampararé, ni te dejaré. Curación Éxodo 15:26: Yo soy el Señor tu sanador. Jeremías 30:17: Yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas. ■
ADMIRADORES DE LA BI BLIA Tengo en mi biblioteca muchos libros que han quedado ahora detrás de mí y por debajo de mí. En otro tiempo fueron útiles a su manera, tanto como la ropa que vestía cuando tenía diez años; pero ya me quedan chicos. Sin embargo, la Escritura nunca se queda chica; el libro se ensancha y se profundiza con los años. Charles Haddon Spurgeon (1834–1892), predicador y escritor británico En la Biblia he encontrado palabras que manifiestan mis pensamientos más profundos, canciones que reflejan mi alegría, expresiones de mis penas ocultas, y ruegos que descubren mi vergüenza y debilidad. Samuel Taylor Coleridge (1772–1834), poeta británico Se dispone de abundantes pruebas de que la Biblia, pese a haber sido escrita por hombres, no es producto de la mente humana. Incontables multitudes la han venerado por considerar que se trata de un mensaje que nos transmitió el Creador del universo. [...] No hemos de edificar sobre las arenas de una ciencia incierta y siempre cambiante, [...] sino sobre la roca de las Escrituras recibidas por inspiración. John Ambrose Fleming (1849–1945), inventor e ingeniero eléctrico inglés Por lo que veo, todos los descubrimientos del género humano parecen tener el único propósito de confirmar más y más firmemente la verdad contenida en las Sagradas Escrituras. William Herschel (1738–1822), astrónomo alemán
Biblia, libro mío, libro en cualquier tiempo y en cualquier hora, bueno y amigo para el corazón, fuerte, poderoso compañero. [...] La Biblia es para mí el libro. No veo cómo puede alguien vivir sin ella. Gabriela Mistral (1889–1957), poetisa chilena, premio Nobel de Literatura Tu Palabra no muere, nunca muere, porque vive. No muere tu Palabra Omnipotente, porque es la vida misma, y la vida no vive, vivifica. Miguel de Unamuno (1864-1936), escritor y filósofo español La Biblia es una roca de diamantes, una cadena de perlas, la espada del Espíritu; una hoja de ruta que orienta al cristiano en su viaje a la eternidad; el mapa por el que se guía todos los días; el reloj solar al que ajusta su vida; la balanza en la que pesa sus acciones. Thomas Watson (c.1620–1686), predicador y escritor británico Este libro [la Biblia] solo pudo haber sido escrito por hombres íntegros, por hombres perversos o por Dios. No pudo haber sido escrito por hombres íntegros, pues ellos mismos dijeron que había sido inspirado por revelación divina. Los íntegros no mienten ni engañan. No pudo haber sido escrito por hombres perversos, pues estos no habrían escrito algo que los condena. Queda una sola conclusión: fue inspirado por Dios. John Wesley (1703–1791), teólogo inglés, fundador del metodismo ■
15
DE JESÚS, CON CARIÑO
El faro Mi Palabra es como un faro que brilla en la oscuridad, para conducir a buen puerto a las naves que surcan los mares a veces sombríos y tempestuosos de la vida; un faro que emplacé en la costa, de cara al mar, a fin de que muchos vieran su luz y se sintieran atraídos a Mí. Tú eres como un capitán que timonea su nave por un mar embravecido en lóbrega noche. Sin luz, no ves la costa: tu barco podría estrellarse contra las rocas y naufragar. Pero como te amo, envío Mis Palabras, como si fueran el potente foco de un faro que te ayuda a orientarte. Mi luz te muestra los peligros de la costa rocosa y te señala la ruta para llegar al puerto. Mi Palabra es lámpara a tus pies y lumbrera a tu camino1. Busca en ella la luz y la orientación que necesitas para llegar a puerto sin percances, por muy negra que sea la noche y por mucho que arrecie la tormenta. 1. Salmo 119:105