CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA
¡FELIZ CUMPLEAÑOS, JESÚS! Honremos al Salvador
Un regalo de Dios para todos Personal y universal a la vez
Meditaciones de Navidad El sentido de 9 símbolos tradicionales
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Año 12, número 12
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A N U E S T RO S A M IG O S Si este año, más que otros, te está costando imbuirte del espíritu navideño, no te desesperes; no eres el único. El 2011 ha sido un año particularmente duro para este atribulado mundo. Ya en los dos primeros meses estallaron revueltas populares en 13 países del Norte de África y Oriente Medio. ¿El detonante? Los motines registrados en Túnez pocas semanas antes. Algunas de las insurrecciones resultaron más sangrientas que otras, pero todas demostraron que no existen panaceas ni remedios instantáneos para las persistentes desigualdades sociales y económicas que arrastran muchos países. Podemos abrigar nuestras mejores esperanzas por los 300 millones de habitantes de esas tierras y ciertamente orar por ellos; pero también debemos contrapesar esas esperanzas con una cuota de realismo y comprender que el cambio supondrá un proceso lento, largo y probablemente doloroso. Luego se desataron las fuerzas de la naturaleza. Un terremoto capaz de inclinar el eje de la tierra sacudió el Japón. El consiguiente tsunami asoló amplias zonas de la costa y abatió al país. El saldo: más de 20.000 muertos y gravísimos daños a varios reactores nucleares, lo que hace temer un desastre de la magnitud de Chernóbil. Por si fuera poco, torrenciales lluvias causaron pavorosas inundaciones en Colombia, Venezuela, Brasil y otros países, dejando un reguero de víctimas y destrucción. Esos no fueron los únicos acontecimientos que nos trajeron desasosiego en el 2011. Hubo muchos más y, claro, los mencionados aquí no fueron necesariamente los peores para nosotros en el ámbito personal. Por lo general los sucesos que más nos afectan no son tan mediáticos: la pérdida de un ser querido, una grave enfermedad o accidente, males económicos y, bueno, paremos de contar. Así las cosas, hoy, en las postrimerías de 2011, nos planteamos la sempiterna pregunta: Si Dios es todopoderoso y de veras nos ama —como dice la Biblia—, ¿por qué no hace algo para mitigar nuestro dolor y sufrimiento? Ya lo ha hecho. Envió a Jesús. Dios hace Suyo nuestro dolor. Comprende nuestras penas y angustias y se compadece de nosotros cuando sufrimos alguna pérdida. Quiere acercarnos a Él, tomarnos en Sus brazos, calmarnos, sanarnos, consolarnos, tranquilizarnos. Era tal Su deseo de ayudarnos que envió a Su Hijo hecho hombre para que conviviera con nosotros y conociera las penalidades que sufrimos. Dios quiso que Jesús lo personificara, que nos revelara cómo es Su corazón y nos pusiera en contacto directo y personal con Su amor y Su poder. No lo envió a resolver todos nuestros problemas, sino a capacitarnos para superarlos y de paso llegar a ser mejores personas. Razón de sobra para abrigar esperanzas esta Navidad. Gabriel En nombre de Conéctate 2
México, Centroamérica: Conéctate A.C. Apdo. Postal I-719 Mitras Centro Monterrey, N.L., 64000 México E-mail: conectate@conectate.org Tel: (01-800) 714 4790 (nº gratuito) +52 (81) 8123 0605 +52 (81) 8134 2728 (fax) Chile: Casilla de Correos 14.702 Correo 21, Sucursal La Moneda Santiago Tel: (09) 469 7045 E-mail: conectateconosur@conectate.org Argentina, Paraguay, Uruguay, Perú, Bolivia: E-mail: conectateconosur@conectate.org Colombia, Venezuela, Ecuador, Antillas: Conéctate Colombia Apartado Aéreo # 85178 Bogotá Colombia Tel: (1) 7586200 E-mail: conectatecoven@conectate.org España: Conéctate Apdo.626 28080 Madrid (34) 658 64 09 48 Resto de Europa: Activated Bramingham Pk. Bus. Ctr. Enterprise Way Luton, Beds. LU3 4BU Inglaterra E-mail: activatedeurope@activated.org Tel: +44 (0) 845 838 1384 Estados Unidos: Activated Ministries PO Box 462805 Escondido, CA 92046–2805 E-mail: info@actmin.org Tel: 1-877-862-3228 (nº gratuito)
Director Gabriel Sarmiento Diseño Gentian Suçi Producción Samuel Keating © Aurora Production AG, 2011 http://es.auroraproduction.com Es propiedad. Impreso en Taiwán por Ji Yi Co., Ltd. A menos que se indique otra cosa, los versículos citados provienen de la versión Reina-Valera, revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizados con permiso.
Abi May
Muchas personas tienen sentimientos encontrados con respecto a la Navidad.
Por un lado se ilusionan con las festividades, la buena comida y la perspectiva de pasar unos días de descanso y esparcimiento junto a su familia y amigos; por otro lado, las asalta la ansiedad al pensar en el ajetreo de decorar, hacer compras, cocinar y recibir invitados. Encima, hay quienes temen que las reuniones familiares deriven en las consabidas desavenencias y fricciones. Para otros la Navidad rima con soledad. En todo caso, sean cuales sean nuestras circunstancias o expectativas, todos podemos gozar de una Navidad realmente linda y plena de sentido si nos tomamos un rato cada día para reflexionar serenamente sobre algunos de los siguientes símbolos de esta singular temporada.
El pesebre Desde las representaciones en vivo, con personajes reales, hasta los modelos en miniatura hechos en un sinfín de estilos y con los más diversos materiales, los pesebres son un recordatorio visual de los protagonistas de los sucesos que rodearon el nacimiento de Jesús. José aparece erguido, firme y resuelto. María inclina la cabeza en señal de humildad, pensando en el Niño Dios al que acaba de dar a luz. Los pastores se postran a adorar. Tres reyes ataviados con finos ropajes se acercan con obsequios. El burro que llevó a María a Belén está junto a las ovejas y tal vez una vaca. Toda la atención se centra en el bebito acostado en el pesebre. Aunque Él es el personaje principal, la escena no estaría completa sin todas las demás figuras.
Cada uno de nosotros también tiene un papel que cumplir en el teatro de la vida. Cuando Cristo está en el centro, todo anda bien. Cristo a mi lado, delante mío; mi guardaespaldas, Rey de mi alma. Cristo por dentro, debajo mío y por encima; nunca se aparta. Cristo a mi diestra y al otro lado; Él me rodea, mi protector. Al acostarme, estando sentado, al levantarme, Él es mi sol. Oración de San Patricio, versificada por Gustavo D. Romero y Gabriel García V. 3
La guirnalda Uno de los adornos navideños más universales es la guirnalda, una corona confeccionada con ramas de hojas perennes que suele decorarse con cintas, bolas, velas y otros ornamentos. Su forma circular nos recuerda que el amor de Dios, transmitido por medio de Su Hijo, no tiene fin. Las hojas perennes simbolizan que Cristo vive para siempre. «Un Niño nos es nacido, Hijo nos es dado, y el principado sobre Su hombro; y se llamará Su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de Su imperio y la paz no tendrán límite». Isaías 9:6,7
Las delicias navideñas Es posible que el pan y las galletas de jengibre sean de las primeras delicias relacionadas con la Navi4
Las velas dad. Comenzaron a prepararse en Alemania durante la Edad Media. Con los años otros dulces han conquistado los paladares en diversos países del mundo, por ejemplo el famoso turrón español; el ponche, con sus distintas variantes según los países; los roscones de reyes, polvorones, natillas y buñuelos de toda Latinoamérica; el mazapán y las coloridas galletas que se consumen en Europa y Norteamérica; los pasteles de frutas y los bizcochos de los países de habla inglesa; el panettone (pan dulce o pan de Pascua) de Italia y América Latina, y las vánoční cukroví (galletas navideñas heladas) de la República Checa. Todas esas exquisiteces pueden servirnos de recordatorio de la dulzura de la presencia divina en nuestra vida a través de Cristo. ¡Dulce Jesús! ¿Qué cosa hay más dulce que Tú? Tu recuerdo es dulce más que la miel y que todo lo dulce. Tu nombre es nombre de dulzura, es nombre de salud. San Antonio de Padua (1195–1231)
Las lucecitas parpadeantes, las cintas rojas y las guirnaldas de papel metálico adornan las casas y los espacios públicos y anuncian el arribo de la temporada navideña. Otra cosa que rara vez falta son las velas, representativas de la luz divina que irrumpió en el mundo cuando nació Cristo. El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. Isaías 9:2 Los villancicos Escuchar o cantar villancicos mientras decoramos el arbolito o preparamos galletas navideñas bien puede ser un antídoto contra el estrés y contribuir a levantarnos el ánimo. Además, cuando se hace en grupo sirve para reforzar los lazos con la familia y los amigos y le da sentido a la celebración, pues es como integrarse al coro de ángeles que anunció el nacimiento de Jesús.
Noche de paz, noche de amor. Todo duerme en derredor. Entre los astros que esparcen su luz, bella anunciando al Niñito Jesús, brilla la estrella de paz, brilla la estrella de paz. Noche de paz, noche de amor. Ha nacido el Niño Dios, y los ángeles cantando están: «Gloria a Dios, gloria al Rey celestial». Duerme el Niño Jesús, duerme el Niño Jesús. Joseph Mohr Las campanas «He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás Su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros»1. Uno de los sonidos más alegres con el que identificamos la Navidad es el jubiloso repicar de las campanas que anuncian la llegada del Hijo de Dios. Campana sobre campana, y sobre campana una. Asómate a la ventana: verás al niño en la cuna. Belén, campanas de Belén que los ángeles tocan, ¿qué nuevas me traéis? Mariano de Blas La Nochebuena Si bien muchos estamos afanados hasta la Nochebuena misma, no deberíamos dejar pasar la velada sin reflexionar un rato sobre los acontecimientos de aquella noche de hace 2.000 años. Una joven debe dar a luz en un establo. La primera cuna 1. Mateo 1:23
de su recién nacido es un comedero para los animales. No obstante, una nueva estrella aparece en el cielo, y en un monte cercano los ángeles proclaman a humildes pastores que ha nacido el Salvador. ¡Oh, santo Niño de Belén, desciende con Tu paz! En nuestras almas nace hoy y arroja todo el mal. Los ángeles del Cielo te anuncian al nacer. ¡Ven con nosotros a morar, oh Cristo, Emanuel! Phillips Brooks Los regalos Cada año las compras navideñas empiezan con más antelación. Aunque el trajín de las compras a veces nos resulta pesado, encontrar algo que pueda ser una agradable sorpresa para nuestros pequeños y para otros familiares y amigos tiene su encanto. Mientras envolvemos los regalos o los colocamos debajo del árbol, tomémonos un momento para recordar a Aquel que vino a dar Su vida por nosotros. Jesús, es Tu nacimiento el que celebro esta Navidad. Los pastores te ofrecieron su veneración y asombro. Los reyes te honraron obsequiándote oro, incienso y mirra. Yo te doy mi amor y gratitud.
Cuando terminan las celebraciones navideñas A veces los días que siguen a la Navidad son una especie de anticlímax. Los regalos están entregados, y quienes vinieron a visitarnos ya partieron. Comemos las sobras de la cena navideña y ordenamos la casa. En pocos días dará comienzo un nuevo año, con sus vaivenes de felicidad y desdicha. Sin embargo, la alegría y la magia de la Navidad no tienen por qué disiparse. Podemos conservarlas todos los días si hacemos un esfuerzo por acercarnos a Dios y nos dejamos conmover por Su amor. Celebra cada día la fiesta de la Navidad en el templo de tu espíritu, permaneciendo igual que un niño en el seno del Padre celestial, donde cada momento renacerás en la divina Palabra, Jesucristo. Pablo de la Cruz (1694–1775) A bi M ay es docente, escr itor a y r edactor a de Conéctate. Vive en Gr an Br etaña. ■ 5
Un regalo de Dios para todos Peter Amsterdam
En Navidad se festeja el alumbramiento más importante de la historia de la humanidad. Ese día el Creador
del universo tomó forma corporal y se introdujo en nuestro mundo en calidad de Dios y de hombre. Para anunciar el nacimiento de Jesús, un ángel se apareció de noche a unos pastores que cuidaban de sus rebaños: «Les traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todos: Hoy les ha nacido en el pueblo de David un Salvador, que es el Mesías, el Señor»1. Mientras meditaba sobre el anuncio del ángel, me vino a la memoria otro suceso que tuvo lugar unos días después. Cuando los padres de Jesús lo presentaron en el templo, según prescribía la Ley Mosaica, se encontraba allí un anciano llamado Simeón a quien Dios había revelado que no moriría sin haber visto al 1. Lucas 2:10,11 (DHH) 2. V. Lucas 2:26–32 3. Juan 3:16,17 (NVI) 4. Juan 14:6 (RV95) 6
Mesías. Cuando llevaron al Niño Jesús, Simeón lo tomó en sus brazos, bendijo a Dios y dijo: «Ahora, Señor, permite que Tu siervo se vaya en paz, conforme a Tu palabra; porque han visto mis ojos Tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz de revelación a los gentiles y gloria de Tu pueblo Israel»2. Ambas proclamaciones evidencian que Jesús vino a traer salvación a todos los pueblos, es decir a todo el que creyese en Él, sin distinciones de raza, religión, extracción social ni ninguna otra consideración. «Tanto amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a Su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de Él»3. «Todo el que cree». La salvación es un regalo de Dios para todos. Peter A mster dam y su esposa, M ar ía Fontaine, dir igen el movimiento La Familia Inter nacional. ■
Si aún no has recibido el mejor regalo de Navidad que tiene Dios para ti, este es el momento de hacerlo. Acepta a Jesús como tu Salvador mediante esta sencilla oración o una parecida: Jesús, eres «el camino, la verdad y la vida»4, la expresión del amor y el cuidado de Dios por Sus criaturas. Deseo conocerte, por lo que te abro ahora mi corazón y te invito a formar parte de mi vida. Amén. En el pensamiento, la iconografía y las pinturas cristianas clásicas […], los personajes más despiertos espiritualmente hablando —su madre, los sabios de Oriente, Simeón, los pastores— parecen ser conscientes de lo que está sucediendo. La salvación viene por medio de un niño. Representa un sacrificio ingente para Dios, y para nosotros ninguno. No nos es posible prestarle ayuda; Él ha venido a ayudarnos a nosotros. Martyn Percy
¡FELIZ CUMPLEAÑOS,
Jesús! Helen Mineo
Me crié en la Unión Soviética. Por eso no celebré la
Navidad hasta 1991, cuando tenía 16 años. Hasta entonces nunca había visto un pesebre, nunca había oído un villancico ni me habían contado el nacimiento de Jesús en Belén. Ese año, no obstante, la verdad y el espíritu de la Navidad invadieron mi corazón y mi mente y me embriagaron de felicidad desde el 25 de diciembre —cuando se celebra la Navidad en Occidente— hasta el 7 de enero —cuando se celebra según el calendario juliano y la Iglesia Ortodoxa Rusa—. Pasé esas dos semanas con integrantes de La Familia Internacional que poco antes me habían dado a conocer a Cristo. Deseábamos una feliz Navidad a todas las personas con que nos cruzábamos, y repartimos miles de afiches a color con el
relato del nacimiento de Jesús. Para muchas personas, esa era la primera vez que tenían conocimiento de él. Cumplí los 16 años poco antes de descubrir a Jesús, y para celebrar mi aniversario mi familia y mis amigos me organizaron la fiesta más grandiosa que había tenido hasta entonces. Ahora casi ni me acuerdo del convite ni de los regalos, pero sí tengo grabado cada detalle de cómo conocí a Jesús. Llenó de amor y dicha mi vida vacía. Fue, con creces, el mejor regalo que jamás me hayan hecho. Ni en mis sueños me había imaginado que pudiera llegar a sentirme tan satisfecha. Recuerdo que en la Nochebuena ortodoxa, a eso de las 12, mis amigos y yo dirigimos la vista hacia el cielo tachonado de estrellas y nos pusimos a gritar a todo pulmón: «¡Feliz cumpleaños, Jesús!» Todavía se me
pone la piel de gallina al revivir lo feliz que me sentía en ese momento. Hasta el día de hoy canto «Feliz cumpleaños, Jesús» en Navidad. Esa primera Navidad después que conocí a Jesús quise hacerle un regalo que sabía que le agradaría: decidí darlo a conocer a otras personas para que Él pudiera llenarles el corazón de alegría como lo había hecho conmigo. Ese deseo no ha disminuido desde entonces. Tal vez no distribuya pósteres por la calle esta Navidad, pero encontraré otras formas de compartir a Jesús con cuantas personas me sea posible. El amor infinito de Dios, que todo lo abarca y que es la esencia y el alma de la Navidad, tiene un efecto transformador. Hagamos cada uno lo que podemos para que Jesús goce de un muy feliz cumpleaños esta Navidad, dándolo a conocer a los demás. Helen Mineo vive en Fr ancia y está afiliada a La Familia Inter nacional. ■ 7
Lo medular Chris Hunt
En una reunión social me
sorprendió encontrarme con dos colegas con quienes trabajé hace más de veinte años. Charlamos sobre el tiempo transcurrido desde entonces, y en cierto momento la conversación giró hacia el trabajo que habíamos hecho juntos. Si bien coincidimos en la secuencia de los acontecimientos y el desenlace, cada uno evocó detalles muy distintos. Para llegar a comprender cabalmente lo sucedido, alguien habría tenido que hacer una fusión de todos nuestros recuerdos. Hace poco me puse a pensar en eso al releer en los Evangelios los relatos del nacimiento de Cristo. Ninguno lo engloba todo, pero combinados presentan una historia asombrosa. Mateo parte con el dilema al que se enfrentó José al enterarse, por vía de un ángel, de que su futura esposa 1. Mateo 1:18–25
5. Lucas 1:38
2. Mateo 2:1–11
6. Lucas 1:46–55
3. Mateo 2:12–15
7. Lucas 2:1–7
4. Lucas 1:26–37
8. Lucas 2:8–14
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esperaba un hijo que no era suyo1. También nos relata que ciertos sabios o reyes magos de Oriente siguieron una estrella desde su país con el objeto de entregar unos presentes al recién nacido Rey2; que los reyes y José fueron advertidos en sueños acerca de las perversas intenciones del celoso rey Herodes, y que a raíz de ello José, María y el pequeño Jesús huyeron a Egipto3. Marcos no aporta nuevos datos. Su Evangelio comienza cuando Jesús ya era adulto y estaba por iniciar Su ministerio público. Lucas añade muchos detalles que no aparecen en el Evangelio de Mateo, entre ellos el episodio en que el arcángel Gabriel visita a María para notificarle que va a dar a luz al Mesías4, su reacción inicial5 y otra posterior, pasaje que hoy se conoce como el Magníficat o cántico de ala9. Lucas 2:15–18 10. Juan 1:14 (RV95)
banza de María, en el que ella exalta a Dios y Sus designios para el Hijo que ella pronto traerá al mundo6. Lucas además explica por qué Jesús nació en Belén a pesar de que José y María eran de Nazaret; nos revela los sucesos que llevaron al Rey de reyes y Salvador del mundo a nacer en un establo7; cómo fue que los ángeles anunciaron Su arribo a unos pastores apostados en las cercanías8; y concluye diciéndonos que esos pastores diseminaron la noticia por toda la región después de acercarse a venerarlo9. Si bien Juan no nos da ningún detalle, condensa lo medular de la cuestión en uno de los versículos más contundentes de la Biblia: «El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre»10. Chr is Hunt vive en el R eino Unido y es lector a de Conéctate desde que comenzó a publicarse en 1999. ■
El PAPEL de los ÁNGELES Abi May
Dios envía un profeta para preparar el camino. Un ángel se aparece al sacerdote Zacarías y le dice que su mujer, Elisabet, dará a luz un varón a pesar de que hace años que no está ya en edad de concebir. Le indica además que han de llamarlo Juan. El ángel explica también que Dios envía la criatura para preparar el camino del Mesías. Ese niño se convirtió en Juan el Bautista (Lucas 1:5–25). El ángel Gabriel visita a María. Una joven, comprometida con un carpintero de nombre José, recibe la visita del ángel Gabriel, quien le anuncia que concebirá un niño que se llamará Jesús. Intrigada, ella pregunta cómo sucederá tal cosa en vista de que es virgen. Gabriel le explica que la criatura será el Hijo de Dios (Lucas 1:26–38). María se salva de un escándalo. Un ángel se aparece a José en un sueño y lo anima a casarse con María tal como tenía pensado. Le
dice además que su hijo será Jesús, el Salvador (Mateo 1:20–24). Una hueste celestial anuncia el nacimiento de Jesús a unos pastores. Unos pastores que apacentaban sus rebaños en campos cercanos a Belén reciben la visita de unos ángeles la noche del nacimiento de Jesús. Primero un ángel les manifiesta que ha nacido el Salvador; luego el cielo se llena de ángeles que proclaman la gloria de Dios (Lucas 2:8–20). El niño Jesús escapa de un intento de asesinato. Un ángel se aparece a José en un sueño y le advierte que se lleve a Jesús y a María a Egipto, porque el rey Herodes trama dar muerte al niño (Mateo 2:13–18). De regreso a Nazaret. Una vez más, un ángel se aparece a José en un sueño para indicarle que regrese a Israel, su tierra, con María y Jesús, pues el rey Herodes ha muerto (Mateo 2:19–23). ■
Era una noche clara, una noche de amor; una estrella la alumbraba con su fino resplandor. Mostraba el camino que llevaba hasta el portal. Presagiaba el destino de toda la humanidad. Los ángeles y heraldos anunciaban que esa noche nos nacía un aguinaldo que, aunque de envoltorio pobre, Su riqueza no tiene nombre. Gabriel García V. 2 Los ángeles que entonaron alabanzas a Dios la noche en que nació Jesús siguen haciéndolo hoy en día. El ruido y el ajetreo de la vida ahogan un poco sus voces; pero si prestas atención, las oirás. Únete a ellos. Alejandro Pérez 9
LO MEJOR DE LA
NAVIDAD Josie Clark
Era Nochebuena, y andaba correteando con mi hija de diez años por las calles de Morelia, en México.
Habíamos salido a hacer unas compras de último momento. En los semáforos se agolpaban los mendigos. —¡Mira esa señora! —me dijo Caty, llamándome la atención sobre una anciana que estaba pasando frío y había dejado momentáneamente de mendigar para frotarse los pies descalzos. —Es una abuela —pensé en voz alta— y en vez de estar en casa con su familia, está aquí descalza bregando por reunir un poco de dinero para una cena de Navidad. Entonces se me ocurrió una idea. —Caty, vamos a casa a buscarle un poco de comida. Me imaginé que no estaría mucho tiempo más en el semáforo, pues ya oscurecía. Nos apresuramos por llegar 1. Hebreos 13:2
10
a casa, buscamos un par de bolsas que aguantaran bastante peso y comenzamos a llenarlas de provisiones que sacamos de la alacena y la nevera. Arroz, frijoles, jalapeños secos, un frasco de salsa mexicana, tortillas de maíz, pollo cocinado. Teníamos tanta abundancia que no costó mucho llenar las bolsas. Una barra de pan, mermelada, tocino. Cerré las bolsas haciendo unos lazos con unas cintas y partimos hacia el sitio donde estaba la señora. Al principio pensamos que nos habíamos demorado demasiado y que se había ido; pero después la vimos caminando penosamente por la calle envuelta en su chal, quizá rumbo a su casa. —Hola —le dijo Caty—. La vimos en el semáforo y le trajimos algo para la cena. ¡Ojalá que usted y su familia puedan sentir el amor de Dios esta Navidad! La mujer nos miró, y le rodaron lágrimas por las mejillas. Tomó a Caty de las manos y se las besó.
—Gracias, gracias. Que Dios te bendiga. Eres hermosa. Eres un ángel de Navidad. Tomó las bolsas y siguió caminando. Nuestra Nochebuena fue animada y alegre, como de costumbre. Por la mañana Caty abrió sus regalos. Cuando le pregunté si estaba pasando una linda Navidad, me respondió: —¿Sabes, mamá? El mejor regalo de esta Navidad fue ver tan feliz a la señora de anoche y que me besara las manos. Creo que lo mejor de la Navidad es lo que damos a los demás. «No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles»1. Josie Clar k es escr itor a y asidua lector a de Conéctate desde hace muchos años. Vive en Estados Unidos. ■
REFLEXIONES
Recuperar el sentido Jesús renunció temporalmente a los derechos que le otorgaba Su ciudadanía celestial a fin de hacerse habitante de este mundo. Aunque era rico,
por nosotros se hizo pobre, a fin de enriquecernos por medio de Su pobreza. No solo asumió nuestra forma corporal, sino que también se ajustó a nuestro modo de vivir, nuestras costumbres, idioma y vestimenta a fin de comprendernos mejor y comunicarse con nosotros en el modesto plano de nuestro entendimiento humano. Lo hizo con el ánimo de transmitirnos Su amor, manifestarnos Su compasión e interés y ayudarnos a entender Su mensaje en términos sencillos e infantiles que pudiéramos captar. David Brandt Berg Esta Navidad, mientras disfrutas de todas las dichas y bondades de esta vida, detente a pensar en las
circunstancias tan precarias en que nació Jesús. Habiendo tenido tanto se hizo tan pequeño. Se hizo nada para que nosotros pudiéramos tenerlo todo. Se lo debemos todo a Él. María Fontaine Estrella de Belén, alúmbranos y guíanos para que entendamos el verdadero sentido de la Navidad. Condúcenos al Salvador, al Príncipe de Paz, para que tengamos paz en nuestro corazón y buena voluntad para con todos los hombres. Troi Fountain Es Navidad cada vez que Dios se sirve de ti para manifestar Su amor a otras personas. Sí, es Navidad cada vez que sonríes a un hermano y le tiendes la mano. Madre Teresa de Calcuta En medio del silencio de la noche, la Palabra de Dios bajó del Cielo
y se hizo hombre. Nace un niño, como los demás niños, en Belén de Judá. Eso conmemoramos. Divide la historia y une a los hombres. […] Entre ajetreos, es posible hacerse tiempo para contemplar, para revivir la Navidad con ojos de niño y recuperar su sentido. Es un día para esperar al que viene y, también, para darse a los demás. Este gran día de paz da sentido a nuestra vida. Es un día para buscar al niño, en el pesebre y en lo más escondido de la intimidad. Pardiez La Navidad no es una fecha ni una temporada, sino un estado de ánimo. Desear paz y buena voluntad y abundar en misericordia es reflejar el verdadero espíritu de la Navidad. Si pensamos en estas cosas, nacerá en nosotros un Salvador, y sobre todos brillará una estrella que enviará al mundo su luz de esperanza. Calvin Coolidge ■ 11
Con los años, lo que los niños recordarán no serán los regalos, sino el cariño, la emoción y el espíritu con que vivieron está celebración. Cristián M. González
TESORITOS Mary Roys
Todos los años en diciembre pido a mis hijos, Toby y
Kathy —de siete y nueve años— que revisen sus juguetes y su ropa y separen todo aquello que ya no usan o que les queda chico. Luego repaso lo que seleccionaron y descarto lo que está muy desgastado. En algunos casos ejerzo mi poder de veto. Lo mejor de lo que queda lo embalo en una caja para donarlo a personas menos afortunadas que nosotros. Además de que así les inculco a los niños una actitud dadivosa, he descubierto que es una buena táctica para que su dormitorio no esté tan atiborrado de cosas y al mismo tiempo dar buen uso a artículos que ya no necesitan y todavía están en buen estado. La Navidad pasada noté que los dos se pusieron un poco más materialistas. Estaban muy pendientes de los regalos que esperaban recibir y muy poco preocupados de lo que 12
podían dar. La cuestión me intrigó. También me pregunté si eran conscientes de su cambio de actitud. Opté por abordar el tema de forma indirecta. —¿Cuál piensan ustedes que es el verdadero sentido de la Navidad? Naturalmente, tenían claro que se trataba de la celebración del nacimiento de Jesús; pero eso fue lo único que atinaron a decir. —¿Creen que Dios nos envió algo defectuoso, algo que le sobraba? —les pregunté. —No —respondió Toby reflexivamente—. Nos dio lo que más quería, Su mayor tesoro. —Ese es el verdadero sentido de la Navidad —les expliqué—. Dar a los demás de lo mejor que tenemos, igual que hizo Dios. Los chicos se lo pensaron un rato e hicieron un plan para obsequiar algunos de sus juguetes preferidos
en lugar de entregar los que ya no les interesaban. Toby optó por dar algunos de los autitos de su colección que más le gustaban. Kathy, por su parte, decidió regalar una de sus muñecas. Empacamos esto con el resto de los artículos que habíamos separado, y me llevé a los niños conmigo el día que fui a entregar nuestra donación navideña. Uno de mis principales deberes como madre es inculcar valores a mis hijos. Enseñarles a pensar en los demás antes que en sí mismos constituye una parte importante de ese cometido. Como es lógico, no basta con dar una vez al año algo que nos cuesta un sacrificio. De todos modos, la Navidad es una oportunidad perfecta para ello. M ary Roys se dedica al coaching de padr es de familia en el Sur este Asiático. ■
NAVIDAD
en la carretera
Rosane Pereira
Hace unos años, cuando mi marido y yo estábamos misionando en el norte de Brasil, se nos presentó una oportunidad de participar en
Buenos Aires en una iniciativa de ayuda a los jóvenes. En aquel entonces teníamos tres hijos, y yo estaba embarazada del cuarto. Mi esposo es argentino, y teníamos la ilusión de llegar a tiempo para pasar la Navidad con su anciano padre; así que unos días antes emprendimos el viaje por tierra de 7.000 kilómetros. Todo transcurrió sin novedades hasta que llegamos a la frontera. Por una complicación que surgió con los documentos, no pudimos ingresar nuestra furgoneta a la Argentina. Decidimos dejarla en Brasil hasta resolver el asunto. Alguien nos llevó amablemente desde la frontera hasta un paradero de camiones en la ciudad de Concordia, desde donde pensábamos tomar un bus hasta Buenos Aires. El primero que llegó estaba lleno y, cuando consultamos los horarios en el restaurante, nos dijeron que no saldría otro hasta el día siguiente. Se nos fue el alma a los pies. Nos sentimos como María y José en Belén. Aunque en el norte de Argentina hace bastante fresco en diciembre, dentro del restaurante la temperatura era agradable. El único mozo que había nos dijo que nos podíamos quedar hasta cuando quisiéramos. Hicimos una ferviente oración. Instantes después Dios respondió a nuestros ruegos. Llegaron varios autos, y un grupo como de unas 30 per-
sonas se sentó en torno a una gran mesa que había en medio del recinto. Resultaron ser los dueños del paradero y sus familias, que enseguida nos invitaron a festejar con ellos y participar de una deliciosa cena navideña. El tiempo pasó volando y tocaron las doce. Intercambiamos afectuosamente abrazos y buenos deseos mientras sonaban villancicos en el equipo de música. Nos sentimos increíblemente amados. Habíamos llegado hambrientos y con frío a un paradero de camiones vacío en medio de un descampado y, sin embargo, Dios no se olvidó de nosotros. Envió a Sus ángeles de Navidad —primero el mozo, y luego los dueños y sus familias— para reanimarnos y compartir con nosotros una hermosa celebración. A las 12:20 dos choferes de un bus se detuvieron en el restaurante a tomar un café. Regresaban a Buenos Aires con un bus de turismo vacío y se ofrecieron a llevarnos sin costo alguno. Dormimos profundamente en el bus y llegamos justo a tiempo para ver un espléndido amanecer sobre el Río de la Plata. A pesar de que las cosas no salieron tal como las habíamos planeado, fue una Navidad que jamás olvidaremos. Rosane Per eir a es profesor a de inglés y escr itor a. Vive en R ío de Janeiro y está afiliada a La Familia Inter nacional. ■ 13
OCASIÓN PARA AMAR María Fontaine
Para muchos de nosotros,
desde muy pequeños, la Navidad ha sido siempre una época singular. Celebrábamos el nacimiento de Jesús, intercambiábamos regalos y visitábamos o recibíamos en casa a familiares y amigos. Pero la Navidad no es solamente una ocasión de disfrutar de esas dichas. Es también el mejor momento del año para dar a conocer a nuestro amado Salvador. Es tal vez cuando la gente más piensa en ese milagro que constituye el alma de la Navidad: que Dios enviara a Su propio Hijo al mundo para reconciliarnos con Él. Hasta en las culturas no cristianas mucha gente se muestra interesada en entender el verdadero sentido de la Navidad. En esta temporada, quienes conocemos el amor de Dios manifestado 1. Mateo 5:14–16 2. Juan 20:21 3. Isaías 61:1,3 4. Mateo 11:5; Isaías 58:6 5. Mateo 10:8 14
por medio de Jesús tenemos ocasión de hacer el mejor obsequio navideño que pueda haber, no solo a las personas de nuestro círculo íntimo, sino también a personas menos cercanas e incluso a desconocidos con quienes convivimos en este mundo. Hay a nuestro alrededor mucha gente apesadumbrada, abatida, que clama por un consolador, que anhela un Salvador. El temor y la incertidumbre se han apoderado de algunos. Otros están sumidos en la angustia y la desesperanza por carecer de objetivos y alicientes; no le encuentran sentido a la vida. Otros más cargan con el peso de rencores y sentimientos de culpa, son presos de la vaciedad, están atormentados por el dolor o perdidos en un laberinto del que no pueden salir por su cuenta. Jesús los ama y quiere acogerlos en Sus brazos. Pero para ello, el Todopoderoso y Omnisciente, cuyo amor es infinito, ¡necesita nuestra ayuda! Nosotros somos los ojos con que Él los busca, los oídos con que
escucha su clamor, la voz con que les responde y los consuela. Somos además los brazos con que los estrecha. ¿Harás todo lo posible para ayudarlos? ¿Te entregarás a ellos? Jesús lo hizo. Dejó el lugar más paradisíaco jamás creado para venir a la Tierra y soportar aquí incomodidades, humillaciones, burlas y dolor; todo con el fin de salvarnos. Tú puedes hacer un aporte significativo esta Navidad. Aun el menor de tus esfuerzos por compartir lo poco que tengas irradiará gran luz en la vida de alguien, será como un rayo de esperanza que penetrará las tinieblas que envuelven a esa persona1. Hagamos un esfuerzo por comunicarnos con los demás. Contémosles que Jesús vino al mundo para amarlos, que murió para salvarlos y que resucitó para transportarlos a un formidable mundo nuevo que pueden conocer aquí en la Tierra y además disfrutar por la eternidad en el Cielo. Proclamemos que celebramos
el cumpleaños de un Salvador vivo, el único capaz de satisfacer nuestros más profundos anhelos. Como Su Padre lo envió a Él, Jesús nos envía a nosotros2. Seamos las manos, pies, ojos y labios de Cristo. Sanemos a los quebrantados de corazón; rescatemos a los cautivos; resucitemos a los que yacen muertos en pecados y transgresiones; abracemos a los rechazados, a los desechados y marginados3. Anunciemos la Buena Nueva a los pobres; desatemos las ligaduras de impiedad; aliviemos sus cargas; liberemos a los oprimidos4. Démosles gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar de espíritu angustiado. De gracia recibimos; demos de gracia5. ¡Y no nos detengamos al terminar la Navidad! Sigamos compartiendo, dando y manifestando amor con el mismo fervor todo el año. Celebremos cada día el nacimiento de Jesús, que es promesa de vida nueva para todos. ■
LOS TRES REYES MAGOS Yo soy Gaspar. Aquí traigo el incienso. Vengo a decir: La vida es pura y bella. Existe Dios. El Amor es inmenso. ¡Todo lo sé por la divina Estrella! Yo soy Melchor. Mi mirra aroma todo. Existe Dios. Él es la luz del día. La blanca flor tiene sus pies en lodo y en el placer hay la melancolía. Soy Baltasar. Traigo el oro. Aseguro que existe Dios. Él es el grande y fuerte. Todo esto lo sé por el lucero puro que brilla en la diadema de la muerte. Gaspar, Melchor y Baltasar, callaos. Triunfa el amor, a su fiesta os convida. Cristo resurge, hace la luz del caos y tiene la corona de la vida. Rubén Darío ■ 15
Regálame tu gratitud DE JESÚS, CON CARIÑO
¿Qué puedes obsequiarme esta Navidad? Un regalo que en todo momento me fascina es un corazón lleno de gratitud. Me haces feliz cuando aprecias las bendiciones que te concedo, sean grandes o pequeñas, pues me deleita verte feliz. Me agrada verte sonreír, y eso a su vez me hace sonreír. Me encanta verte reír, y es un gusto para Mí reír contigo. Cada sonrisa o carcajada me dice que me amas y me aprecias. Piensa en cosas concretas que te proporcionan alegría y agradécemelas. Cuando ocurra algo que te guste o te haga sentir amor, dame las gracias. Esas expresiones de gratitud serán parte de nuestro intercambio de regalos. Yo te concedo bienes y dichas que te hacen feliz; tú entonces me das las gracias, lo cual me hace feliz a Mí.
Más hermoso aún es que encuentres motivos para expresarme tu gratitud cuando las circunstancias sean difíciles o penosas. Es fácil mostrarse agradecido cuando todo marcha bien; pero conservar esa actitud en medio de la adversidad evidencia más amor y confianza en que al final todo resultará bien. Eso es algo extraordinario, que Yo premio con bendiciones extraordinarias. Por eso, manifiéstame tu gratitud en los momentos felices y en los tristes, entre sonrisas y entre lágrimas, en la salud y en la enfermedad, en el éxito y en el fracaso, en la abundancia y en la escasez. Dame las gracias porque sabes que todo está en Mis manos y soy dueño de la situación.