CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA
REÍRSE CON GANAS Hay que gozar de la vida
Adiós al juego de la herradura Manejo del estrés
El secreto Espacios de calma
Año 16, número 6
A N U E S T RO S A M IG O S Oportuno e x a men Generalmente me considero una persona bastante tranquila, más bien parsimoniosa, que se toma las cosas con calma y no se turba así no más cuando sube la presión. Preparando este número de la revista, leí el artículo de David —págs. 4 y 5— en el que él se declara un preocupón impenitente. Mi primera reacción fue sentir algo así como lástima por mi pobre amigo y por tantos que andan por la vida crispados a consecuencia del estrés. Definitivamente no me di por aludido. Nada hubiera alterado mi autocomplacencia de no ser porque, instado por otro amigo, hice por Internet un rápido test de mi nivel de estrés. Al fin y al cabo, ese es el tema de este número de Conéctate. Era de rigor, y nada perdía con evaluarme. Sabía que últimamente había estado viviendo algunas situaciones estresantes —batallas interiores, inquietudes por el bienestar y la salud de mis seres queridos, etc.—, pero nada muy terrible. No obstante, como les habrá pasado a otros ilusos como yo, tamaña sorpresa me llevé al ver el resultado. La prueba arrojó un puntaje muchísimo más alto del que me había imaginado. ¿El diagnóstico? ESTRÉS, con mayúsculas. No habría podido hacer el test en mejor momento: primero, para tomar conciencia de mi grado de tensión y así aplicarme a mí mismo los consejos y soluciones que se ofrecen en las páginas siguientes; y segundo, para trabajar en esta revista no como un espectador, sino como una persona directamente afectada por los temas que se tratan. Creo que un buen punto de partida es seguir el ejemplo del clérigo inglés Joseph Hall1, que escribió: «Echaré todas mis cargas sobre Dios. A Él no le pesarán». Gabriel García V. Director
1. 1574–1656 2
Si deseas información sobre Conéctate o estás interesado en otras publicaciones de carácter inspirativo, visita nuestro sitio web o comunícate con uno de nuestros distribuidores, cuyos datos de contacto aparecen más abajo. www.activated.org/es/ www.audioconectate.org México: Conéctate A.C. E-mail: conectate@conectateac.com Tel: (01-800) 714 4790 (nº gratuito) +52 (81) 8123 0605 Chile: Casilla de Correos 14.702 Correo 21, Sucursal La Moneda Santiago Tel: (09) 469 7045 E-mail: conectateconosur@conectate.org España: Conéctate Apdo.626 28080 Madrid (34) 658 64 09 48 Resto de Europa: Activated Bramingham Pk. Bus. Ctr. Enterprise Way Luton, Beds. LU3 4BU Inglaterra E-mail: activatedeurope@activated.org Tel: +44 (0) 845 838 1384 Estados Unidos: Activated Ministries PO Box 462805 Escondido, CA 92046–2805 E-mail: info@actmin.org Tel: 1-877-862-3228 (nº gratuito)
Director Gabriel García V. Diseño Gentian Suçi Producción Samuel Keating © Activated, 2015 Es propiedad. Impreso en Taiwán por Ji Yi Co., Ltd. A menos que se indique otra cosa, los versículos citados provienen de la versión RV, revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizados con permiso.
Mi ANsIOlíticO Mila Nataliya A. Govorukha
El año había estado lleno de acontecimientos, plazos y logros. Yo trabajaba arduamente
enseñando inglés en un colegio particular, además de dar clases en casa. Al mismo tiempo estaba estudiando para obtener un diplomado de filología rusa y el certificado Cambridge English Proficiency. Para colmo, dirigía unas reuniones cristianas en un centro universitario y un club de conversación en inglés. Tenía la agenda copada, y me encantaba. Además de todo eso estaba preparando mi tesis. Había trabajado todo el año compilando datos, analizando información, pidiendo orientación a mis profesores, rescribiendo ciertas partes, etc. A finales de febrero pensé que el trabajo grueso estaba casi terminado y que solo me faltaba afinar algunos detalles. Me decepcioné cuando mi mentor me dijo que mi obra maestra no daba la talla y que debía rehacerla desde cero. Hasta ese momento lo llevaba todo bastante bien, dando clases durante el día y estudiando por la noche y los fines de semana. Incluso me las arreglaba para encontrarme con mis amigos. En ese momento, sin embargo, mi pequeño mundo se desmoronó. Apenas tenía dos meses para redactar de nuevo la tesis antes de la fecha de entrega a principios de junio. En un mes y medio debía rendir mi examen de inglés. En el colegio estaría tomando exámenes finales a los alumnos en mayo,
lo que de por sí implicaba más trabajo que de costumbre, pues debía terminar libros, llenar formularios, actualizar los boletines, etc. Era abrumante. A principios de mayo me sentía angustiada, estresada, incapaz, casi deprimida. Entonces sucedió lo esperable: me enfermé. Estuve en cama una semana con bronquitis, fiebre alta y una tos muy persistente. En ese estado de descanso obligado leí la Biblia, oré y simplemente conversé con Jesús. La enseñanza más valiosa que saqué fue que no debía preocuparme ni estresarme. De nada sirve. No vale la pena. Mientras recobraba fuerzas rescribí mi tesis y la defendí con éxito. Todos mis alumnos aprobaron sus exámenes, y terminé a tiempo los papeles del colegio. Lamentablemente no aprobé el examen de Cambridge. Eso me apenó, pero no fue el fin del mundo. Me prepararé mejor el año que viene, ojalá con menos estrés. En retrospectiva, agradezco los días que pasé enferma, pues me recordaron que siempre debo hacerme un espacio para comunicarme con el Jefe y pedirle orientación, instrucciones y paz interior. Ese es el antidepresivo y ansiolítico que más necesito. Mila Nataliya A. Govorukha fue profesor a de inglés en Jár kov (Ucr ania). Hoy en día r ealiza labor es misioner as en las Filipinas. ■ 3
Mantener la calma en la tormenta David Bolick
Durante buena parte de mi vida he sido muy dado a
preocuparme. Mi interpretación de la filosofía de «la eficacia de los pensamientos positivos» y de «mirar el lado bueno de las cosas» siempre fue: «Bah, eso son patrañas. Esos consejos son para cobardes. Yo soy realista. Cuando el camino se pone difícil, me preocupo, y con razón». No es que fuera pesimista, sino que 1. Nota: Las úlceras estomacales pueden deberse a la bacteria H. pylori o al uso excesivo de sedantes, entre otras causas. El estrés puede ser un factor coadyuvante. 2. V. Juan 6:16–21 (nvi) 3. V. Juan 14:27 4. Filipenses 4:6,7 (ntv) 5. V. Hechos 16:23–34 6. V. Hechos, capítulo 27 4
me inquietaba cuando ocurría algo que escapaba a mi control. (Debo admitir que también me angustiaba bastante por cosas que sí controlaba.) No debería sorprender a nadie que con el tiempo, sin yo saberlo, se me formara una úlcera, que luego se agravó1. La primera vez que advertí los síntomas fue cuando estaba a punto de embarcarme en una expedición por mares ignotos que implicaba bastantes riesgos y estrés, a pesar de lo cual logré mi objetivo, si bien un poco chapuceramente. Aunque mi nave hacía agua, logré achicarla y continuar navegando. Seguí en ese estado durante varios años hasta que en un momento dado los síntomas, en vez de reducirse y desaparecer por sí solos, se presentaron con más fuerza que nunca, y
después se intensificaron todavía más. No lograba mantenerlos a raya como antes y empecé a perder peso rápidamente. Mi nave se hundía. El diagnóstico clínico fue que tenía una úlcera sangrante y una gastritis severa. El médico me recetó antibióticos y me dijo que tuviera cuidado con lo que comía. Al cabo de un tiempo en el dique seco, se reparó la avería, los síntomas desaparecieron, y me alegro de poder decir que la úlcera no me ha molestado en ocho años. Sin embargo, no creo que habría llegado a buen puerto de haberme limitado a seguir los consejos del facultativo. El estado en que me encontraba me llevó a acudir también a Dios. Su mensaje fue claro y directo: «¡Marinero, manos a la obra! Tienes que aprender a manejar el estrés».
El estrés no es algo que nos suceda. Es nuestra reacción ante lo que sucede. Y esa reacción es optativa. Maureen Killoran La verdad es que el estrés no proviene de tu jefe, tus hijos, tu cónyuge, los atascos de tránsito, los trastornos de salud u otras circunstancias, sino de los pensamientos que abrigas sobre esas circunstancias. Andrew Bernstein (n. 1949), escritor y filósofo estadounidense ¿Cómo nos liberamos del estrés? Yo creo que la palabra no es liberar, […] al contrario; creo que el tema es enfrentarlo. […] ¿Cómo lo hacemos? […] Estando conscientes, estando despiertos a ese guardia, a esa señora que pesa las manzanas, a ese niño que nos sonrió en la calle, a ese marido que hace rato que no le digo que lo quiero, a esa sensación emocional de estar con el corazón abierto. Si camináramos más con el corazón abierto… Pilar Sordo (n. 1965), sicóloga, conferencista y escritora chilena No tiene sentido preocuparnos de lo que no controlamos, pues no hay nada que podamos hacer al respecto. Y ¿para qué preocuparnos de lo que sí controlamos? El hecho de preocuparnos nos mantiene inmovilizados. Wayne Dyer (n. 1940), escritor y conferencista motivacional estadounidense
Aquí es donde la historia se pone interesante. Mi vida prosiguió sin grandes alteraciones. Todavía me asaltan las preocupaciones; pero en lugar de continuar como si tal cosa, me doy cuenta de que me estoy desviando de mi derrotero. Eso me lleva a corregir el rumbo por mi cuenta o a pedirle a mi mujer que ore por mí. Y da resultado. El primer paso fue aceptar que tenía que cambiar, que por mucho que modificara mi dieta e hiciera ejercicio, las altas dosis de preocupación y estrés serían igual de perjudiciales. Sería como tratar de navegar y hundir el barco al mismo tiempo. Me viene a la memoria el relato de Juan 6 en que los discípulos estaban teniendo dificultades para cruzar a remo un lago, en medio de
fuertes vientos y con el mar picado, y además en plena oscuridad. Viendo a Jesús caminar hacia ellos sobre el agua, se quedaron aterrorizados. Pero Él les dijo: «No tengan miedo, que soy Yo». Ellos entonces lo recibieron con gusto en la barca y enseguida arribaron a su destino2. Poco después Jesús dijo a Sus discípulos que les dejaría Su paz y los instó a no turbarse ni tener miedo3. El apóstol Pablo dio a sus lectores la siguiente fórmula para lograr la paz interior: «No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que Él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús»4.
El propio Pablo estuvo sin duda mucho tiempo en cantidad de sitios estresantes, como mares tempestuosos y calabozos. En una ocasión escapó de la cárcel gracias a un terremoto5; en otros casos tuvo que soportar adversidades durante largos días y noches6. Eso sí, pasara lo que pasara, nunca terminó desconsolado. Dios siempre lo ayudó a salir adelante. Si bien lo que me sucedió a mí no fue tan angustioso y emocionante como lo que vivió él, ni mucho menos, he conocido la misma paz. Mi liberación de la aprensión crónica es prueba de que Jesús puede hacer lo mismo por cualquiera. David Bolick es facilitador de tur ismo clínico y cofundador de MediTr avel Solutions. Vive en Guadalajar a (México). ■ 5
Adaptación de un texto de María Fontaine
Cómo optimizar los resultados Cuando hay mucho que hacer, posiblemente lo que menos quiere uno es aminorar la marcha, detenerse a meditar, dejar de pensar en el trabajo y concentrarse en el Señor. Aunque uno intente reposar en Jesús, puede resultar más difícil de lo que parece. Del dicho al hecho hay mucho trecho. No obstante, Él nos dice: «Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar. […] Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas»1. ¿Qué significa exactamente reposar en Jesús? Es confiar en que, una vez que le has pedido que te resuelva el problema o que te ayude con la tarea que tienes entre manos, Él se hará cargo de ello. Es confiar en que Él te indicará qué puedes hacer para que la situación mejore, te capacitará para realizar lo que está a tu alcance y hará lo que tú no puedes hacer. Es distanciarte de los problemas o del trabajo, desconectarte de todo lo que tienes alrededor y permitir que tu espíritu se fortalezca comulgando con Él. En resumidas cuentas, descansar en Jesús es encomendarle los asuntos y confiar en que Él se encargará del desenlace. Si queremos obtener óptimos resultados, los 1. Mateo 11:28,29 2. Hebreos 4:11 (nvi) 6
ratos que pasemos con Jesús en oración y comunión no pueden ser apresurados y superficiales, en algún huequito de tiempo en que todavía andamos con la cabeza en todos los asuntos que tenemos pendientes. Es menester que nos tomemos tiempo para sintonizar con Él, abrirle nuestro corazón y dejar que nos aclare los pensamientos y nos tranquilice el espíritu. El tiempo que pasas con el Señor es en realidad la parte más importante del día. Si te acostumbras a priorizarlo, Su presencia te acompañará toda la jornada, proporcionándote orientación y asistencia. La Biblia dice: «Esforcémonos, pues, por entrar en ese reposo»2. Parece contradictorio —esforzarse por descansar—; pero apartarse de todo requiere un esfuerzo. No es que el concepto de reposar en Él sea tan complicado. Lo que pasa es que llevarlo a la práctica —dejar atrás nuestro modo particular de proceder— es trabajoso, y al principio cuesta. Pero una vez que te acostumbres, te ahorrará tanto tiempo, esfuerzo, tensiones y estrés que acabarás preguntándote cómo te las arreglabas antes. M ar ía Fontaine y su esposo, Peter A mster da m, dir igen el movimiento cr istiano La Fa milia Inter nacional. ■
UN DÍA
PERFECTO By Joyce Suttin
Hoy fue un día perfecto. No porque disfrutara de una ociosidad deliciosa, ni tampoco en términos de lo que logré. Ni siquiera estuvo exento de dificultades. Aun así, fue tan perfecto de pe a pa que ahora me siento impulsada a volver sobre mis pasos para tratar de descubrir qué fue lo que lo hizo tan perfecto. A lo mejor consigo que se repita. Me desperté temprano y empecé la jornada con una caminata de 3 kilómetros en la que di gracias a Dios por mis seres queridos. Después me tomé un rato para leer detenidamente un texto devocional, reflexionar sobre su contenido y orar para que aquellas palabras me transformaran. También escuché unas canciones cristianas, cuyas inspiradoras letras me llenaron el alma. Pasé luego unos momentos observando unos arcos iris etéreos que flotaban en la habitación, producidos por un prisma que había colgado y que descomponía la luz del sol. Después de desayunar, planifiqué el año lectivo e hice los pedidos de materiales didácticos para los alumnos a los que escolarizo en casa. Luego los ayudé con sus estudios de primero, séptimo y noveno grado. Si bien fue una mañana de mucha actividad, me sorprendió que estuviera libre de presiones. El tiempo que pasé con Jesús sin duda valió la pena. Mientras cortaba las verduras para el almuerzo, empecé a desanimarme un poco, hasta que me puse a dar gracias a Dios por la abundancia de alimentos saludables que nos provee. Aunque tenía las manos ocupadas, mi corazón y mi mente estaban lejos: me veía sentada a los
pies de Jesús, disfrutando de dulce comunión con Él. Fue la infusión de ánimo que me hacía falta. Mientras hacía un mandado en el auto, escuché unas piezas de piano francamente inspiradoras. Avanzaba con el tráfico, pero no sentía la habitual tensión en los hombros. Un señor mayor hizo un giro exageradamente lento que exasperó a los otros conductores; pero yo me puse a rezar por él y a agradecerle al Señor que todavía pudiera manejar a su edad. De vuelta en casa, entre e-mails, llamados telefónicos y una breve visita de una vecina, preparé la cena, hice el aseo y pasé un rato con mi hijo adolescente. A veces me preocupo por él. Sin embargo, mientras conversábamos y me contaba sus opiniones, inquietudes y sueños, Jesús me ayudó a ver en él una dulzura y profundidad que a veces se me pasa por alto. Al atardecer salí a pasear con mi marido. Tomados de la mano, observamos el sol, que teñía las nubes de azul lavanda y rosado, y dimos gracias por la vida tan afortunada que llevamos. No puedo pretender que todos los días sean así de perfectos, pero sé qué hacer para aumentar las posibilidades de que lo sean: me tomaré tiempo para conectarme con Jesús y para renovar esa conexión a lo largo del día meditando en Él y en Su bondad. Joyce Suttin es docente y escr itor a. Vive en San A ntonio, EE . UU. ■ 7
ADIÓS AL JUEGO DE LA HERRADURA Curtis Peter van Gorder
Recuerdo claramente que los hombres de nuestro barrio se reunían después del trabajo para jugar a la herradura en un descampado contiguo a nuestra casa. La vida en mis años mozos llevaba un ritmo más pausado. A determinada hora se paraba de trabajar, y había ratos de holganza para jugar a la herradura. Puede que no conozcas el juego. Consiste en arrojar una herradura hacia una barra clavada en un recuadro de tierra o de aserrín a unos doce metros de distancia. Gana aquel cuya herradura quede más cerca de la barra; y si uno logra introducirla en ella, mejor todavía. Era una oportunidad ideal para conversar sobre lo sucedido durante el día. Los jugadores contaban sus alegrías y sus cuitas o comentaban noticias de actualidad. Aunque yo no entendía mucho lo que decían, me daba cuenta de que se la pasaban en grande. Todo eso desapareció con la llegada de la televisión. Conforme cada familia compraba un televisor, se fue dedicando cada vez menos tiempo a juegos como el de la herradura. En cambio, todos pasaban varias horas cada noche petrificados ante aquella nueva maravilla de la tecnología, con sus parpadeantes imágenes en blanco y negro. Y eso no fue más que el comienzo. 1. http://www.ansa.it/ansalatina/notizie/rubriche/ entrevistas/20140807171135696368.html 2. http://www.revista80dias.es/2014/01/08/8170/ se-cumplen-100-anos-del-primer-vuelo-comercial/ 3. Lucas 1:79 4. http://elixirmime.com/ 5. V. Isaías 9:6 6. V. Juan 14:27 8
Según investigaciones recientes, los británicos están más del 50% de sus horas de vigilia utilizando dispositivos tecnológicos; es decir, viendo televisión, navegando por Internet, comunicándose por las redes sociales, etc. ¡El promedio diario de 8 horas con 41 minutos supera el promedio de horas de sueño nocturno!1 Los vuelos comerciales comenzaron hace escasos cien años. Actualmente más de 8 millones de personas viajan en avión cada día 2. ¿Nos ha hecho más felices tanta velocidad y tecnología? Tampoco creo que las últimas conquistas de la técnica nos hayan traído paz interior. Vivimos acelerados desde la cuna hasta la sepultura, con el tiempo tan medido que casi no hay espacios para disfrutar de la fragancia de las rosas. «Haga más», «Hágalo mejor», «¿Por qué no lo hizo ayer?», «Hágase rico de la noche a la mañana», o mejor dicho, «Endéudese». Comida rápida, computadoras ultrarrápidas,
dinero rápido, autos más rápidos para ir por el carril de alta velocidad, conversaciones breves con frases minimalistas. La consigna es: Viva rápido. Por efecto de las prisas, acumulamos tanto estrés que no damos abasto. A veces vivimos en continua tensión y ni siquiera nos damos cuenta. Hace poco, en el curso de una visita al dentista, me enteré de que tengo grietas en algunas piezas dentales. El médico me explicó que el estrés me ha causado bruxismo, el hábito de apretar los dientes y rechinarlos mientras duermo. Se han realizado estudios importantes para ver cómo se puede aliviar el estrés, ya que la ineficiencia, la baja productividad y el ausentismo laboral son muchas veces consecuencia del estrés en el lugar de trabajo y causan pérdidas valoradas en miles de millones cada año. ¿Cuál es, entonces, el remedio para el estrés? No podemos dar marcha atrás al reloj ni probablemente queramos hacerlo. El mundo de hoy es distinto al de mi infancia y juventud. No nos queda más remedio que ajustar nuestras estrategias. Felizmente algunas soluciones prácticas que han surgido a raíz de esos estudios no presentan a primera vista mayores dificultades: • • • • • • • • • • • • •
Dedicarse a la jardinería. Despejar la casa o el lugar de trabajo de cosas innecesarias. Ser más cariñosos y aceptar más muestras de afecto. Ir al masajista. Esforzarse por cultivar relaciones más armoniosas con los demás. Adquirir hábitos saludables en cuanto a alimentación y estilo de vida en general. Por ejemplo, reducir el consumo de alcohol y cafeína y dejar de fumar. Hacer ejercicio, de ser posible en medio de la naturaleza. Hacer tres elogios sinceros cada día en el trabajo. Descansar bien. Pegarse unas buenas carcajadas. Escuchar música suave. Tomarse unas breves vacaciones. Adoptar un animal doméstico.
Todas esas ideas prácticas ayudan; pero hace falta algo más para alcanzar la paz que da Dios, la cual supera todo lo que pueda uno imaginar. Es necesario que hagamos pausas a fin de que resuene en nuestro interior esa vocecilla apacible de Dios que nos reitera Su amor a pesar de nuestras imperfecciones. Dediquemos hoy unos momentos a renovarnos por medio de la oración y encontrar descanso para nuestra alma. Los problemas se esfuman al experimentar el formidable amor de Dios. Una profecía sobre Jesús recibida poco antes de Su nacimiento decía que Él iba a «encaminar nuestros pies por camino de paz»3. ¡Ojalá sigas el camino que Él te indique!
E L D O N D E L A PA Z Jesús, Tú eres el Príncipe de Paz5. Te invito a entrar en mi corazón para que me concedas el don de la paz6. Anhelo hallar en Ti descanso —aun en medio de la convulsionada vida moderna— y la confianza de que me darás vida eterna. Cristo está en mi corazón. ¿Quién nos puede separar? Para siempre Suyo soy. No hay mayor felicidad. Lo que me alarmaba antes hoy a mí ya no me inquieta. En Sus brazos relajantes he hallado paz completa. Renunciando a ambiciones, quiero aquí permanecer, mientras me dice en canciones que soy Suyo y mío es Él. George Wade Robinson (1838–1877)
Curtis Peter van Gorder es guionista e instructor de pantomima4 . Vive en Bombay (India) y está afiliado a La Familia Internacional. ■ 9
Reflexiones
¡Cuán divinamente
dulce es acudir al lugar secreto de Su presencia y permanecer en Sus atrios! David Brainerd (1718–1747), misionero que evangelizó a los pueblos originarios de los Estados Unidos « Guarda silencio ante el Señor, y espera en Él. Salmo 37:7
1. Filipenses 4:6,7 (RVR 95) 10
¿Qué debe hacer el creyente en tiempos lúgubres? Guardar silencio y escuchar. Depositar su confianza en el nombre del Señor, apoyarse en su Dios. Quedarse quieto, como dice el versículo, quedarse quieto y escuchar. Lo primero que conviene hacer es —valga la paradoja— no hacer nada, quedarse quieto. Aunque vaya a contrapelo de la naturaleza humana, es lo más atinado. Un viejo adagio reza: «Cuando estés nervioso, no te apures». Dicho de otro modo, cuando no estés seguro de lo que debes hacer, no reacciones apresuradamente, a tientas y a ciegas, esperando que se dé lo mejor. Quédate quieto y verás lo que hará Dios. Cuando nos serenamos y confiamos en Él, le damos oportunidad de obrar. Con frecuencia al preocuparnos le impedimos hacer todo lo que podría hacer. Si estamos
distraídos y tenemos el espíritu turbado, no le dejamos hacer mucho por nosotros. La paz de Dios debe tranquilizarnos y dar reposo a nuestra alma. Pon tu mano en la Suya y déjate llevar por Él hacia el radiante sol de Su amor. Busca la quietud. Deja que Él intervenga en tu favor. «Por nada estéis angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios […]. Y la paz de Dios […] guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos»1. Virginia Brandt Berg (1886–1968), evangelizadora estadounidense «
Cierta vez, mi hijo pequeño asomó su cabecita por la puerta de mi estudio. Sabía que no debía interrumpirme en horas de trabajo. Y justamente por eso, no venía con la conciencia tranquila. Sin embargo, me miró tiernamente con sus ojazos redondos y dijo: —Papi, si me das permiso para quedarme aquí contigo, prometo sentarme quietecito todo el tiempo. Creo que cualquiera que tenga corazón de padre entenderá por qué le di permiso para quedarse. Esa breve experiencia me dio mucho que pensar. ¿Acaso no es así como tantas veces nos sentimos con relación a nuestro Padre celestial? ¡Cómo nos gusta estar con Él, simplemente estar en Su presencia! Es más, ¡nunca lo molestamos, sin importar cuándo ni con cuánta frecuencia nos aparezcamos ante Él! Ole Hallesby (1879–1961), profesor cristiano noruego «
Dios no se queda mirándome de lejos cuando me ve esforzándome por comunicarme. Él se interesa por mí, por lo que me escucha con atención. Traduce mis torpes palabras y entiende lo que le quiero decir. Interpreta mis suspiros y mis vacilaciones como si se tratara de la más fina prosa. Timothy Jones « Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Éxodo 33:14 « Entrégale tus cargas al Señor, y Él cuidará de ti. Salmo 55:22 (ntv) « Donde está la paz, Dios está. Refrán español « Guarda silencio, pobre corazón convulsionado, que la paz es señal clara de que Dios nos sonríe. Su amor enmienda todo error, calma todo altercado. Ama y vuelve a amar, siempre con espíritu apacible. Edith Linn Forbes (1865–1945) «
Cuando el hombre abre sus espacios interiores a Dios, en la fe y en la oración; cuando siente que sus soledades interiores quedan inundadas por la presencia divina; cuando percibe que su desvalimiento e indigencia radicales quedan contrarrestados por el poder y la riqueza de Dios; cuando el hombre experimenta vivamente que ese Señor, que llena y da solidez, además de todopoderoso, es también todo cariñoso; que Dios es su Dios, el Señor es su Padre; y que su Padre lo ama, y lo envuelve, y lo compenetra, y lo acompaña; y que es su fortaleza, su seguridad, su certidumbre y su liberación… entonces, díganme, ¿miedo a qué? Ignacio Larrañaga «
Brava la mar, mas la fe ilesa. Rafael Alberti « No es el estrés lo que nos mata; es nuestra reacción ante él. Hans Selye (1907–1982), endocrinólogo austrohúngaro naturalizado canadiense, considerado el padre de la investigación sobre el estrés «
No hay mejor lugar para renovarse mentalmente que el aposento de la oración, a solas con Dios. Cuando nos apartamos de las cosas temporales que nos distraen y nos hostigan, y allí —en la presencia de Dios— fijamos la mente en las cosas de Él, Su poder transformador comienza a obrar en nosotros. Entonces cambiamos y nos renovamos. Virginia Brandt Berg ■
11
Reirse CON ganas Theresa Nelson
¡Qué fácil es hacer caso
de los consejos de otras personas y terminar convirtiéndonos en algo que no somos, olvidar nuestro carácter singular y maravilloso y basar nuestra valía en lo que piensan los demás en lugar de centrarnos en lo que piensa Dios! Una familiar de edad avanzada vino a visitarnos. —Una dama no se ríe con la boca abierta y la cabeza echada hacia atrás, ofreciendo a los presentes el espectáculo de sus amígdalas —me soltó. Me sentí fatal. «¿Realmente me río así?», me dije. Seguidamente me imitó. Fue una experiencia bastante aterradora. Después de eso me volví más cuidadosa. Cada vez que estaba disfrutando y me echaba a reír, me venían a la memoria las palabras y la parodia de aquella señora. Así que cerraba un poco la boca para 1. Proverbios 17:22 (dhh) 12
no mostrar mis muelas y trataba de relajar los labios para no despegarlos tanto y tener una expresión más controlada. Quería disfrutar de la vida y reírme con ganas; pero me cohibía, y estaba perdiendo mi alegría. «Buen remedio es el corazón alegre, pero el ánimo triste resta energías»1. Un buen día me olvidé de todo aquello y me reí como lo hacía antes. El sol siguió brillando. Nadie dijo que mis amígdalas fueran desproporcionadas. Nadie se alejó comentando que me reía como una hiena. Comencé a reír otra vez, a disfrutar del sonido y el ritmo. Un día, estando en Irlanda, mi hija —a quien le encanta tomar fotos espontáneas— me fotografió riéndome sin que yo lo supiera. Es una de mis imágenes preferidas. Nos habíamos detenido en la vereda durante un paseo por Dublín, y nos pusimos a bromear. En la foto me estoy riendo con mi papá. Tengo
la mano sobre su brazo y la cabeza ligeramente echada hacia atrás, la boca bien abierta, y me estoy riendo, no solo con la voz y los labios, sino con todo el cuerpo, con todo mi espíritu. El Salmo 4:7 dice: «Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto». Así quiero encarar la existencia. Riéndome. Carcajeándome y disfrutando de esta vida temporal, confusa y, en todo caso, tan misteriosa con que Dios me ha obsequiado. Quiero reírme con ganas, porque Dios está de mi lado y Él también tiene sentido del humor. Basta con observar un ornitorrinco. Theresa Nelson vive en Misuri (EE. UU.) con su marido y dos hijos. Sus escritos suelen orientar al lector hacia Dios. Han aparecido en más de 50 publicaciones. ■
TERAPia
pánico
l contra e
Anna Perlini
Estaba limpiando y ordenando mis pinceles y latas de pintura después de terminar un gran mural para una escuela de catequesis del barrio, cuando Maxim me pasó una nota: «Me ha animado mucho conocer a personas como tú, tan llenas de fe y optimismo, y trabajar contigo en esta labor. ¿Te acordarás de hacer una oración por mí, que estoy pasando por una temporada muy difícil? Gracias». Me sorprendió un poco, pues no parecía ser una persona aproblemada. Era un señor educado, agradable, y se veía que le había ido bien en la vida. Unos meses más tarde Maxim me invitó a cenar a su casa. Fue allí que me confió que llevaba años batallando con ataques de pánico muy debilitantes que le impedían tener una vida social plena. Últimamente hasta el miedo a sufrir un ataque 1. http://www.perunmondomigliore.org/
bastaba para quitarle el ánimo de salir. Por lo visto las sesiones de terapia no lo habían ayudado mucho. Se avergonzaba tanto de lo que le pasaba que ponía cualquier excusa cuando lo invitaban a un evento. Mientras me contaba todo eso, me identifiqué con él, pues yo también había sufrido un temor recurrente que me provocaba inquietud y angustia, aunque no tan intensas como en su caso. Durante varios años, después de un accidente de tránsito, me ponía muy aprensiva al conducir, sobre todo en carreteras con mucho tráfico. Se me aceleraba el pulso, y me venía un sudor frío. Con el tiempo me empezó a dar miedo al subirme a cualquier vehículo. Tardé en superarlo, así que entendía lo que aquejaba a Maxim. Él me habló más de su trastorno. Al principio me limité a escucharlo. Luego le conté mi experiencia.
—¿Cómo hiciste para superarlo? —me preguntó ansioso. Le conté que la clave había sido confiar en Jesús, orar y escuchar música edificante. Aunque no mejoré instantáneamente y aun hoy me asalta de vez en cuando la misma aprensión, eso mayormente sirve para recordarme los muchos progresos que he hecho. Antes de terminar la velada, oramos juntos para que él aprendiera a encomendarle sus miedos a Jesús. Lo bueno es que al cabo de unos meses de seguir la misma terapia que yo, Maxim se libró de sus ataques de pánico. Reanudó su vida social, comenzó a viajar otra vez y abrió su casa y su corazón a otras situaciones de necesidad. A nna Per lini es cofundador a de Per un Mondo Miglior e 1 , organización humanitar ia activa en la ex Yugoslavia desde 1995. ■ 13
SILENCIO
Conéctate recibe de buen grado colaboraciones de sus lectores, si bien no puede garantizar la publicación de todos los artículos recibidos. Las colaboraciones deben enviarse a activated@activated.org.
CREATIVO Sumit Dhamija
La India, donde vivo yo, es un país de extensas tierras de labranza, grandes
montañas cuyos picos tocan el cielo y anchos ríos que discurren perezosos entre las peñas. Si bien la tierra es tan apacible como lo ha sido siempre, muchos de sus habitantes viven estresados, como en otras partes del mundo. El doctor Hans Selye, destacado investigador médico, observó que «en este mundo tan acelerado nos estamos sometiendo a demasiadas exigencias. Andamos con prisas constantes, con preocupaciones incesantes». Desgraciadamente, muchos todavía deben aprender a cultivar la paz interior. Una técnica excelente para superar el estrés es la práctica del silencio. Consiste en ubicarse en un lugar tranquilo y hacer todo lo posible por estar quieto y dejar la mente en blanco. William James (1842–1910) dijo: «Es tan importante cultivar el poder del silencio como el de la palabra»; y Thomas Carlyle (1795–1881) señaló: «El silencio es el elemento en el que toman forma todas las cosas magníficas». La Palabra de Dios nos aconseja lo mismo: «En quietud y en confianza será vuestra fortaleza»1. Hace poco leí una entrevista que le hicieron a un fabricante de caucho. Comentó que las industrias no aprendieron a manufacturar neumáticos eficientes hasta que los rediseñaron para que absorbieron los impactos de la carretera en lugar de limitarse a resistirlos. Nosotros también lograríamos más si aprendiéramos a distendernos y dejáramos que las presiones y tensiones de la vida fluyeran a través de nosotros en lugar de luchar rígidamente contra ellas. Sumit Dhamija es lector de Conéctate. Vive en la India. Escribe: «Llevo leyendo Conéctate desde el 2005. Su contenido espiritual me ha ayudado a aferr ar me a la fe en épocas turbulentas». ■ 1. Isaías 30:15 14
Si queremos ahorrar energías para poder hacer frente a nuestras obligaciones y continuar siendo eficaces a lo largo del tiempo, ese delicado y a la vez poderoso mecanismo llamado personalidad humana debe recibir tanta atención de parte nuestra como la que recibe una máquina de parte del ingeniero. Uno puede adquirir otra máquina; no obstante, la máquina que somos nosotros no puede reproducirse si falla, y el estrés es una de las principales causas de fallos. Norman Vincent Peale (1898–1993), pastor y escritor estadounidense Tenemos necesidad de encontrar a Dios, y a Él no se le encuentra en medio del ruido y la agitación. Basta con observar el silencio con que crece la naturaleza: los árboles, las flores, la hierba. Debemos pasar tiempo a solas con Dios en silencio para renovarnos y transformarnos. Pues el silencio puede darnos un nuevo enfoque de la vida. Madre Teresa (1910–1997), fundadora de la congregación de las Misioneras de la Caridad
El estrés es la basura de la vida moderna. Todos lo producimos; pero si no nos deshacemos de él como corresponde, se acumula y no nos deja vivir. Terri Guillemets (n. 1973), antóloga de citas literarias natural de Estados Unidos
Chloe West
ALIVIO DEL ESTRÉS ¡Cuántas veces, habiendo alcanzado por fin un estado de plácido
contentamiento, ansiamos poder colgar en la puerta un letrero de No molestar! Lógicamente no podemos evitar las interrupciones ni las situaciones estresantes; pero dice la Biblia que, cuando se presentan, Dios puede concedernos paz interior. «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Ti persevera, porque en Ti ha confiado»1. Si acudimos a Jesús, Él nos infunde paz. Si pasamos ratos orando y conversando con Él, leyendo Sus palabras o siquiera pensando en Él, dice la Biblia que Él nos lo gratifica con serenidad de espíritu. A veces quizá nos parezca imposible conservar la calma. Se nos hace difícil afrontar la vida. Sin embargo, Jesús es el Príncipe de Paz y nos asegura: «La paz os dejo, Mi paz os doy; Yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo»2. Así pues, cuando tengamos ganas de colocarnos en la frente un cartel de No molestar, recordemos que el Señor nos ofrece una paz muy particular: una paz eterna, profunda y tangible. Basta con que se la pidamos. Chloe West es una escr itor a estadounidense. ■ 1. Isaías 26:3
Jesús dormía en la barca. Las olas se encrespaban, el viento rugía, y la tormenta azotab a la pequeña embarcación. Sus discípulos estaban asustados: vie ndo la fuerza del viento y de las olas, temían por su vida. Fueron y desper taron a Jesús, rogándole que los salvara. La solución estaba en el poder del Maestro. Este le or denó al mar: «Calla, enmudece» , y hubo paz. El viento cesó, y sobr evino una gran calma3. Sea lo que sea que nos turbe, nosotros ta mbién podemos hallar paz si acudim os a Jesús. Abi May
2. Juan 14:27 3. V. Marcos 4:35–41 15
De Jesús, con cariño
VENTANA ABIERTA
LA
Cuando la vida te parezca una pequeña habitación sin ventanas, cuyas paredes te van aprisionando, puedes crear una ventana de escape. Al leer Mi Palabra y meditar en ella, al creer e invocar Mis promesas, abres una ventana hacia el mundo espiritual, donde te aguardan cosas fantásticas. El cálido resplandor de Mi amor disipa la tensión. Como una bocanada de aire fresco, la suave brisa de Mi Espíritu te despeja la mente. Cristalinos ríos de verdad y lagunas de sabiduría te renuevan el espíritu y el pensamiento. Se te abren nuevos horizontes. Ves la situación desde una perspectiva celestial y te emocionas ante las nuevas posibilidades y retos que te aguardan. Tu fe y tu inspiración se reavivan. Esa sensación de asfixia se desvanece y da lugar a la euforia y a las ganas de vivir. «Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida»1. Cuando te sientas entre cuatro paredes, acude a la Palabra, pues tiene poder para liberarte2. 1. Juan 6:63 2. V. Juan 8:31,32