Conéctate, número de julio de 2015: El aliento

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CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA

SUCIO Y ARRUGADO Pero de inestimable valor

Mi compañero de banco Una amistad difícil

El prisionero Al mal tiempo, buena cara


Año 16, número 7 A N U E S T RO S A M IG O S A n i m a r a l o s q u e n o s ro de a n El escritor cartaginés Tertuliano (ca. 160–ca. 225), refiriéndose a los cristianos primitivos, informó que los paganos exclamaban: «¡Ved cómo se aman los unos a los otros!» La consideración de los cristianos y su interés por los demás se evidenciaban en sus actos, actitudes y palabras. Según leemos en el Nuevo Testamento, uno de los primeros cristianos, de nombre José, tenía una particular aptitud para comprender y alentar a sus congéneres, tanto es así que los apóstoles le pusieron por sobrenombre Bernabé1. Demostró su cordialidad y buen juicio al ser uno de los primeros creyentes que confió en Pablo después de la dramática conversión de este2. El propio Jesús fue una persona que daba ánimo a los demás y los motivaba a crecer. Habló con mucha estima de Natanael en presencia de este. (El artículo Los VIP, en la pág. 15, refiere detalladamente ese incidente.) Otorgó una nueva identidad a Simón, apodándolo Roca, y a pesar de la vehemencia, las debilidades y los fallos que lo caracterizaban le encomendó la sagrada misión de velar por Sus discípulos3. Los seguidores de Jesús tenemos el encargo de obrar como Él obró, de poner de relieve las mejores cualidades de los que nos rodean, de inspirarles confianza en sí mismos y creer en ellos. Cualquier persona puede dispensar ánimo; para ello no hace falta dinero, ni un intelecto privilegiado, ni dotes particulares. De hecho, es un don que nos concede Dios4. Basta con tener una actitud atenta y comprensiva. La Biblia nos enseña que la vida cristiana es como una carrera5. Nadie ha dicho que participar en un certamen deportivo —o regirse por los principios divinos— sea fácil. Sin embargo, ¡qué duda cabe!, resulta mucho más llevadero cuando los compañeros nos alientan vivamente. Es energizante. Además nos hace tomar conciencia del extraordinario efecto que podemos tener nosotros en nuestros semejantes cuando correspondemos el favor. Espero que la colección de artículos, pensamientos y versículos bíblicos incluidos en este número de Conéctate te resulte reconfortante y animadora y que te motive a comunicar aliento a las personas con las que te relacionas.

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3. V. Juan 21:15–17

vocablo griego empleado para describir al

4. V. Romanos 12:6–8

Consolador, el Espíritu Santo, en Juan 14:26

5. V. Hebreos 12:1

2. V. Hechos 9:26,27

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Director Gabriel García V. Diseño Gentian Suçi Producción Samuel Keating

Gabriel García V. Director 1. El nombre Bernabé deriva del mismo

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© Activated, 2015 Es propiedad. Impreso en Taiwán por Ji Yi Co., Ltd. A menos que se indique otra cosa, los versículos citados provienen de la versión RV, revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizados con permiso.


La enseñanza de la orquídea Curtis Peter van Gorder

Hoy habría sido el cumpleaños de mi hija Rejoice.

Desde que falleció, todos los años tenemos por costumbre celebrar este día recordando momentos destacados que vivimos juntos. Este año yo quiero contar la historia de la orquídea. En aquel tiempo Rejoice vivía en Osaka (Japón) con su marido y cinco hijos. Un día invernal se encontraba fuera trabajando en el jardín cuando vio a una vecina que sacaba una maceta con los despojos de lo que alguna vez había sido una planta. —Era una orquídea preciosa —dijo la señora con un suspiro—, un regalo de cumpleaños de mis hijos; pero se secó. —¿Te importa si intento recuperarla? —preguntó Rejoice. Como la vecina estaba contenta de sacársela de encima, Rejoice tomó la maceta, y durante tres años se dedicó a cuidar, regar y abonar aquella planta

1. http://elixirmime.com/

aparentemente inerte. Investigó cuáles son las condiciones ideales de luz, temperatura y agua para una orquídea. Sin embargo, nada parecía dar resultado. A lo largo de aquellos tres años, todos los que veían la planta le aconsejaban que se diera por vencida y la botara. Estaba claro que se había marchitado y solo ocupaba espacio. Pero Rejoice perseveró. Una mañana —ya en el cuarto año— de golpe la orquídea echó una hermosa flor. Mi mujer y yo estábamos de visita en aquel momento y le tomamos una foto. La paciencia de nuestra hija y sus tiernos cuidados en aquel asunto de poca monta me hablaron al alma acerca de tener una visión de largo plazo y no darme por vencido cuando mis esfuerzos no parecen producir resultados inmediatos. La perseverancia requiere fe y buen ojo para ver ciertas posibilidades que otros no perciben. ¿Cuántas personas han sido desechadas como casos sin remedio? Sin embargo, si recibieran el amor y

Cultiva una mente optimista, usa tu imaginación, considera siempre las alternativas y atrévete a creer que puedes hacer posible lo que otros consideran inviable. Rodolfo Costa La gloria de la jardinería: tener las manos en la tierra, la cabeza al sol, el corazón junto a la naturaleza. Cultivando un jardín no se alimenta solamente el cuerpo, sino también el alma. Alfred Austin (1835–1913)

los cuidados que necesitan, su vida podría transformarse en una bella flor. Espero adquirir más paciencia, visión de futuro y fe para reconocer el potencial que tienen los demás y ayudarlos a cultivarlo, de modo que algún día puedan florecer. Curtis Peter van Gor der es guionista e instructor de pantomima 1 . Vive en Bombay (India) y está afiliado a La Fa milia Inter nacional. ■ 3


Edmond Sichrovsky

MI COMPAÑERO DE BANCO «Esto va a ser tirado», pensé cuando me

preparaba para ingresar a la secundaria. No esperaba tener dificultades para hacer amigos o relacionarme con mis compañeros. Por desgracia, mi confianza se hizo añicos el primer día de clases, cuando conocí al chico que habían puesto a mi lado. Sean (se pronuncia Shaan) era de mi estatura, pero pesaba el doble que yo. Era descuidado en sus estudios, nunca se preparaba para los exámenes, y gritaba y maldecía a profesores y estudiantes por igual. Cada vez que se le presentaba la oportunidad, se ponía a fanfarronear interminablemente sobre los violentos videojuegos a los que era aficionado, cuya influencia se hacía notar en su comportamiento agresivo y destructor. Rapidito se me quitaron todas las ganas de sentarme a su lado. Pasaron varias semanas; Sean iba de mal en peor. Suspendió casi todos los exámenes. Todos los días se metía en peleas con otros compañeros, y no lograba hacer amigos. Procuré ser amable, pero guardando las distancias. Un día, a la hora del almuerzo, me di cuenta de que la única silla libre que quedaba en el comedor era la que estaba al lado de Sean. Me senté allí de mala gana y

1. Mateo 22:39 4

hablamos de bueyes perdidos. Durante esa breve conversación me enteré de que el padre de Sean había muerto cuando él era muy pequeño y de que su madre trabajaba muchas horas en un turno de noche. De ahí que él casi siempre estuviera solo en casa y únicamente la viera los fines de semana. Me avergoncé de mi actitud dura y criticona y decidí manifestarle amor, bondad y aceptación a pesar de que eso iba en contra de mi propensión natural. Al principio mis esfuerzos se toparon con burlas, rechazos e insultos. Me enteré de que Sean había sido víctima del matonismo en múltiples ocasiones, y al parece ese era el motivo por el que, para protegerse, se había creado un caparazón duro e insensible. Cuando elegíamos equipos, costaba mucho incluirlo, y a mí me resultaba difícil establecer comunicación con él, porque cualquier cosa que yo hiciera era correspondida con comentarios sarcásticos. En muchas ocasiones me entraban ganas de enojarme, y me preguntaba si valía la pena hacer ese esfuerzo por él. No obstante, con el paso de los meses Sean poco a poco se volvió más amable. Una mañana, más de cuatro meses después de aquella primera conversación en el comedor, Sean insistió en ser mi compañero de equipo para una actividad escolar. Me sorprendió.


NO TIENE PR ECIO Más gente falla por falta de ánimo que por ninguna otra razón. Anónimo El obsequio más exquisito que se puede entregar a alguien son unas palabras de aliento. Sin embargo, casi nadie recibe el aliento que necesita para desarrollar plenamente su potencial. Si todos recibieran el aliento que les hace falta para crecer, en la mayoría de los casos su inventiva se agudizaría hasta tal punto que el mundo produciría una abundancia nunca antes imaginada. Sidney Madwed (n. 1948)

—Siempre dices que no quieres volver a verme —le espeté. —¡No es cierto! —respondió con una gran sonrisa—. Eres mi amigo, la única persona a la que le importo. Quiero que siempre seamos amigos. Ese día no solo gané una amistad que aún perdura, sino que además descubrí una valiosa verdad: independientemente de cómo actúen, se vean o se comporten las personas, todas quieren y necesitan sentirse queridas y aceptadas. Detrás de la apariencia arisca que puedan tener suele haber un botón de flor deseoso de brotar. Las palabras amables y los gestos de bondad son para el corazón humano lo que el sol es para las flores. Pueden pasar días, semanas o incluso meses y años antes que nuestros esfuerzos se vean recompensados; pero un buen día la persona florece. Cuando Jesús dijo: «Amarás a tu prójimo»1, indicó que quiere que amemos a toda persona que necesite de nuestra atención o nuestros favores, trátese del cartero, de la señora de la limpieza, del recepcionista o del matón del colegio que se sienta a nuestro lado. Edmond Sichrovsk y es estudiante y r ealiza tr abajo social voluntar io en Taiwán. ■

Manifestar fe en los demás es un regalo que debemos hacer de buen grado, generosamente. Como muchos podemos atestiguar por experiencia propia, gracias a la fe que manifestaron en nosotros el Señor y los demás y a que vieron lo bueno que había en nosotros hemos podido alcanzar el éxito después de pasar por períodos de desesperanza en los que pusimos en tela de juicio nuestra valía. Nuestro cónyuge, compañeros de trabajo, hijos y hermanos son capaces de convertirse en lo que Dios quiera, ¡pues Dios está en ellos y Él todo lo puede! Manifestemos fe en los demás cada vez que tengamos oportunidad, y los ayudaremos a alcanzar los éxitos que Dios les tiene reservados. María Fontaine Un amigo verdadero conoce tus debilidades, pero te señala tus puntos fuertes; es consciente de tus temores, pero fortifica tu fe; ve tu ansiedad, pero libera tu espíritu; admite tu incompetencia, pero destaca tus posibilidades. William Ward (1921–1994) El amigo fiel es un apoyo seguro: quien lo encuentra, ha encontrado un tesoro. El amigo fiel no tiene precio: su valor es incalculable. El amigo fiel es un elixir de vida: los que temen al Señor lo encontrarán. Eclesiástico 6:14–16 (nbj) Un verdadero amigo se desahoga con franqueza, da consejos con imparcialidad, ayuda de buena gana, se aventura con audacia, lo toma todo con paciencia, defiende con valor y profesa una amistad inalterable. William Penn (1644–1718) ■ 5


Trata a un hombre según lo que parece ser, y lo empeorarás. Trátalo como si ya fuera lo que puede llegar a ser, y se convertirá en lo que debe ser. Johann Wolfgang von Goethe (1749–1832)

SUCIO Y ARRUGADO Lucas Hernández

Llevamos algún tiempo

montando espectáculos benéficos en nuestra hermosa ciudad de Granada (España). En cierta ocasión actuamos en un geriátrico. Después de los bailes, canciones y títeres, decidimos concluir con una ilustración de la valía de las personas. Fue así: —Supongamos que decidiera regalar esto —pregunté mostrando un billete de 20 €—. ¿Quién lo querría? Todos levantaron la mano. —¿Y si le hiciera esto? Arrugué el billete y repetí la pregunta. Todos seguían con la mano alzada. Luego lo tiré al suelo y lo pisoteé. Al recogerlo, volví a preguntar:

1. Adaptación del Salmo 27:10 6

—¿Y ahora? Algunos remilgados se abstuvieron, aunque la mayoría mantuvo la mano levantada. —No nos olvidemos de que somos como este billete. A veces la vida nos deja maltrechos y sucios, pero a los ojos de Dios nunca perdemos nuestra valía como individuos. Aunque los aplausos me conmovieron, todavía faltaba lo mejor. Después de la actuación, mientras guardábamos nuestras cosas, se me acercó una mujer y me pidió conversar en privado. Pasamos a una sala contigua, y con lágrimas en los ojos me agarró fuertemente las manos y me dio las gracias una y otra vez mientras me decía: —Mis hijos me trajeron aquí y se olvidaron de mí. Nunca me visitan.

El amor y la bondad nunca se malgastan. Sus consecuencias siempre se hacen notar. Barbara de Angelis (n. 1951) La bondad es un idioma que el sordo oye y el ciego ve. Mark Twain (1835–1910) Ningún acto de bondad, por pequeño que sea, se hace en vano. Esopo (ca. 620–564 a. C.)

Ustedes vinieron hoy y me recordaron algo muy importante: Yo soy ese billete. Aquello me hizo evocar un pasaje de la Biblia:«Aunque mis hijos me dejen, con todo, el Señor me recogerá»1. Si en el transcurso de la vida tropezamos y caemos o por alguna razón terminamos sintiéndonos como un billete viejo, no olvidemos la moraleja de esta anécdota: Por muy sucios y arrugados que estemos, a los ojos de Dios seguimos teniendo un valor inestimable. Lucas Her nández participa desde hace más de 40 años en labor es voluntar ias par a ayudar a los necesitados. Vive en Gr anada (España). ■


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PRINCIPIOS PARA AYUDAR A CRECER A LOS DEMÁS

Propicia el crecimiento de los demás dándoles tu apoyo. Los siguientes consejos te pueden ser de utilidad.

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Promueve la excelencia: Piensa en al menos una cualidad sobresaliente que te parece que tiene una persona y hazle saber lo excelente que es en ese aspecto en particular.

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Delega responsabilidades: Procura que los demás sientan que confías en ellos, los necesitas y los aprecias por sus evidentes cualidades. Si ocupas un puesto de autoridad, delégales responsabilidades. Si diriges un equipo o estás a cargo de un programa, puedes animar a los más callados a expresar su opinión. Hazlos participar lo más posible en la toma de decisiones.

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Valora a las personas por lo que son: Si bien es importante que nos aprecien por lo que hacemos, es vital que nos valoren por lo que somos.

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Reduce la velocidad: Se requiere tiempo para entender cabalmente a una persona. Hay que evitar las 1. V. 2 Corintios 1:11

suposiciones prematuras y superficiales. Procura que tus interacciones con los demás sean más pausadas. Así le darás a Dios la oportunidad de indicarte cómo los ve Él.

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Reflexiona: Piensa en los favores que alguien te ha hecho. Medita en el bien que ha realizado. Demuéstrale tu aprecio.

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Libérate del pasado: Esfuérzate por ver a la persona tal como es hoy, o como puede llegar a ser mañana; no dejes que las buenas expectativas que tienes hoy con relación a ella se vean empañadas por anteriores experiencias.

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Sé comprensivo: Todo el mundo comete errores, se olvida de cosas, mete la pata. ¿Cómo te gusta que te traten a ti cuando fallas? Asimismo debes tratar a los demás.

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No etiquetes a la gente: Piensa que a ti no te gusta que te hagan eso. Las etiquetas y clasificaciones encasillan a las personas y pueden coartar sus progresos. Procura apoyar a los demás y animarlos a superarse.

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Escucha: A veces lo único que alguien necesita es que le presten oído. Trátese de un compañero de trabajo, de un colega, de un amigo o de un familiar, muéstrate dispuesto a escucharlo.

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Brinda apoyo con tus oraciones: Un pequeño esfuerzo entre bambalinas puede tener un gran impacto; podemos ayudar a los demás por medio de nuestras plegarias1. Uno de los mayores regalos que se le pueden hacer a una persona es manifestar fe en ella. ¡Todos necesitamos que alguien nos tenga fe! Peter Amsterdam Cultiva las cualidades que desearías en un amigo, pues alguien está buscando ese amigo en ti. Anónimo A partir de hoy, trata a todas las personas que te encuentres como si fueran a estar muertas antes de la medianoche. Bríndales toda la atención, amabilidad y comprensión que puedas, y hazlo sin pensar en compensación alguna. Tu vida no volverá a ser la misma. Og Mandino (1923–1996) ■ 7


EL

PRISIONERO Phillip Lynch

El prisionero dictó una carta a algunos de sus amigos más queridos,

que se encontraban a cientos de kilómetros, en otro país. Les contó que estaba encadenado, probablemente a su carcelero, pues eso era lo habitual en aquella época. Paradójicamente, ya había estado en la cárcel en la ciudad donde vivían ellos1. En aquella ocasión lo habían azotado y encerrado —injustamente, como luego se demostró— en la celda más segura de la ciudad. Lo consideraban un ateo2 y un alborotador, y en todo el imperio era bien conocido por las autoridades, que se alegraban de sacarlo de las calles cada vez que se les presentaba la oportunidad. No siempre había sido así. En una época se había dedicado a hacer cumplir la ley. Hasta había llegado a ser una suerte de funcionario 1. V. Hechos 16:12–40 2. Uno de los delitos que se les imputaban a los primeros cristianos era el ateísmo, ya que negaban la existencia de otros dioses aparte del Dios supremo 3. V. Hechos 9:1,2 4. V. Filipenses 1:13,14 5. V. Filipenses 1:22 6. Filipenses 4:4–9 (ntv)

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parapolicial empeñado en limpiar brutalmente la zona de indeseables, así se tratara de hombres, mujeres o niños3. Fue una tarea que en su momento disfrutó. Pero de eso hacía ya tiempo. Se había cambiado de bando, y sus antiguos colegas habían pasado a ser cómplices en su censura y reclusión. El apóstol Pablo sabía que estaba en juego su vida. No había más salidas que la muerte o la libertad; ni siquiera se barajaban otras opciones. Durante un tiempo lo habían tenido bajo una especie de arresto domiciliario, pero ya no. Sus nuevos carceleros, reclutados de entre las filas de la Guardia Pretoriana4, eran particularmente rígidos. En todo caso, los engranajes de la justicia romana giraban muy lentamente. Sus amigos de Filipos estaban preocupados por él y habían enviado dinero para su sustento. Algunos eran antiguos legionarios que conocían los mecanismos del sistema romano, lo duro y en muchos casos lo injusto que era. De ahí que Pablo les escribiera para tranquilizarlos y asegurarles que todo estaba en manos de Dios. Según parece, sentía cierta predilección por los filipenses. Les escribió con ternura, procurando levantarles el ánimo y exhortándolos a ver el lado positivo de las cosas. Si había llegado su hora, abandonaría este mundo para irse con el Señor; y si lo liberaban, estupendo, ya que así podría volver a visitarlos. Les comentó que no lograba decidir


NO TE LO CALLES

Adaptación de un texto de María Fontaine

Estén siempre llenos de alegría en el Señor. Lo repito, ¡alégrense! Que todo el mundo vea que son considerados en todo lo que hacen. […] No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que Él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús. Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza. No dejen de poner en práctica todo lo que aprendieron y recibieron de mí, todo lo que oyeron de mis labios y vieron que hice. Entonces el Dios de paz estará con ustedes6 .

Estoy convencida de que Dios quiere alentar a las personas; pero en muchos casos hace falta que seamos nosotros los portadores de ese ánimo. Y, aunque no te lo creas, tenemos lo que otros necesitan. ¡Contamos con el Espíritu Santo y con las amorosas palabras de Dios! Podemos ejercer influencia aprovechando el poder que tienen nuestras palabras. No es necesario que sean palabras profundas ni elocuentes: basta con que sean sencillas y satisfagan la necesidad de amor, esperanza, significación y consuelo que tenga la persona a quien se las dirigimos. Si piensas que no tienes tiempo, ni energías, ni experiencia, o que es poco lo que puedes ofrecer, no te preocupes: a la mayoría nos pasa lo mismo. No obstante, todos podemos enriquecer a los demás por medio de nuestras palabras de ánimo, las cuales nos permiten ejercer influencia y propagar el amor de Dios donde sea que vayamos. En cinco minutos o menos podemos marcar la diferencia en un paradero de autobús, en el metro, en una tienda, en el trabajo, en el colegio, en línea, cuando salimos a dar un paseo y en miles de circunstancias más. Podemos preguntarnos: «¿Qué puedo decirle a esta persona que la vaya a ayudar de alguna manera, que le levante el ánimo y le alegre el día, que haga que se sienta apreciada, valorada y digna, que la haga sentirse bien consigo misma y la convenza de que lo que hace es importante?» Después pidámosle al Señor que nos dé fe para decirle lo que sea que Él nos inspire.

Phillip Ly nch es novelista y comentar ista de temas espir ituales y escatológicos. Vive en Canadá. ■

M ar ía Fontaine y su esposo, Peter A mster da m, dir igen el movimiento cr istiano La Fa milia Inter nacional. ■

cuál de los dos desenlaces sería mejor5. Se lo había encomendado todo a Dios, y a cambio Él le había imbuido una paz inexplicable. Las palabras de Pablo son inmortales y resuenan en el corazón de todo creyente.

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ATRÉVETE A SOÑAR Koos Stenger

«Había visto antes a aQuel hombre. Estaba sentado

en la nieve fuera del estadio [en Madrid]. Le pregunté qué hacía ahí. Me dijo que llevaba cinco horas en aquel lugar, con la esperanza de ver el partido, pero se había quedado sin plata. En ese momento supe que tenía que ayudarlo». Así describió José Mourinho —en aquel momento entrenador del equipo de fútbol del Real Madrid— su encuentro con Abel Rodríguez, un mexicano radicado en EE. UU. que se dedica a encerar pisos en Los Ángeles. Rodríguez había conocido a Mourinho en EE. UU. varios años antes, cuando el Madrid realizaba una campaña de pretemporada y necesitaba un aguatero voluntario. Aunque no era un trabajo remunerado, Rodríguez estaba contento de ayudar. Entonces se convenció

1. V. http://lcd.juanfutbol.com/ el-amuleto-mexico-americano-de-mou/

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de que tenía que ver un partido de verdad. Ahorró dinero para el pasaje aéreo y se marchó armado de esperanza, de hecho persiguiendo una ilusión, pues no tenía ni entrada para el partido ni dónde hospedarse. Le salió bien. Luego de aquel encuentro, Mourinho lo alojó en el mismo hotel que los jugadores, con todos los gastos pagos. Además lo contrató como utilero del equipo para un próximo partido de la Liga de Campeones contra el Manchester United, por lo que Rodríguez voló con el equipo a Inglaterra como parte del personal de apoyo. «Debemos ayudarnos unos a otros a hacer realidad nuestros sueños», dijo Mourinho1. La primera vez que supe de ese incidente me impresionó. A Mourinho se lo conoce como un personaje áspero. Nunca deja pasar la ocasión de ridiculizar a sus oponentes, y siempre se muestra soberbio e inclemente. Sin embargo, al toparse con los sueños de aquel hombre se

conmovió. Eso demuestra que en el fondo puede que seamos muy diferentes de la fachada que tenemos. También resulta notable la fe del limpiapisos. ¿Cómo pudo tomar un avión y desplazarse a otro continente prácticamente sin dinero, con la esperanza de ver un partido en uno de los estadios de fútbol más grandes del mundo? Fue una decisión más bien absurda, en realidad irresponsable. Los soñadores hacen cosas descabelladas que el común de la gente jamás intentaría. Así y todo, porque persiguió su sueño, Rodríguez terminó viviendo una aventura singular y motivadora. Si alguien puede soñar a lo grande con relación a algo de escaso valor eterno, ¿cuánto más deberíamos soñar nosotros, los hijos de Dios, y procurar hacer todo el bien posible por la gente de este mundo que está ávida de amor y aprecio? Koos Stenger es escr itor independiente. Vive en los Países Bajos. ■


Reflexiones

vIVIR a la vera del camino Hay ermitaños Que viven retirados

en la paz de su autocomplacencia. Hay almas que, como estrellas, moran solas en el espacio, sin convivencia. Hay pioneros que en lugares agrestes van y abren caminos. Yo prefiero vivir junto a la carretera y ser para todos buen vecino. Veo a mucha gente desde mi casa junto al camino de la vida que se afana con el ardor de la esperanza, que lucha cansada y curtida. No me abstraigo de sus sonrisas y lágrimas, ambas parte de un plan infinito. Quiero vivir junto a la carretera y ser para todos buen vecino. Quiero vivir en mi casa junto a la ruta 1. Juan 14:3

por donde transitan los hombres. Son como yo: buenos, malos, débiles, fuertes, famosos o sin nombre. ¿Para qué sentarme en la silla del burlón, del suspicaz o del mezquino? Prefiero vivir junto a la carretera y ser para todos buen vecino. Sam Walter Foss (1858–1911) El amigo ha de ser como la sangre, que acude luego a la herida sin esperar a que le llamen. Francisco de Quevedo (1580–1645) Un amigo es quien conoce la melodía de tu corazón y te la vuelve a cantar cuando has perdido el rumbo. Anónimo La amistad que nace del corazón no se congela por efecto de la adversidad, al igual que el agua que brota de un manantial no se hiela en invierno. James Fenimore Cooper (1789–1851)

Los buenos amigos se parecen a las estrellas. No siempre los ves, pero sabes que están ahí. Anónimo No es tanto la ayuda de nuestros amigos lo que nos sostiene, sino la confianza de que acudirán en nuestra ayuda. Epicuro (341–270 a. C.) Amistades que son ciertas nadie las puede turbar. Miguel de Cervantes (1547–1616) Señor, al ponerte siempre a mi disposición me enseñas cómo debe ser mi amistad con los demás. Tú te interesas por lo que sucede en mi vida, pasas por alto mis faltas y me reafirmas Tu amor de mil maneras. Esa clase de relación también deseo tenerla contigo y reservarte siempre un lugar en mi corazón. Me hace mucha ilusión pasar la eternidad junto a Ti, conforme a Tu promesa: «Donde Yo esté, vosotros también [estaréis]»1. ■ 11


Hacerse presente Mara Hodler

Tener verdaderos amigos

es una ventaja enorme. Charles Spurgeon dijo en cierta ocasión: «La amistad es una de las alegrías más dulces de la vida. Muchos podrían haber caído bajo la amargura de sus dificultades de no haber encontrado a un amigo». Tal vez pienses que ser esa clase de amigo exige hacer o decir periódicamente algo sensacional. He descubierto que lo que importa en realidad es hacerse presente cuando nos necesitan. Sam Rayburn fue presidente de la Cámara de Representantes de los EE. UU. durante 17 años. Una noche la hija de un buen amigo suyo murió repentina e inesperadamente. A primera hora del día siguiente el padre de la niña oyó que alguien tocaba a la puerta. Era Sam Rayburn. —Vine a ver qué podía hacer por ustedes —dijo. El padre, sobrecogido de dolor y pesar, respondió:

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—Ya organizamos todo el sepelio. No queda nada más que hacer. El Sr. Rayburn puso una mano sobre el hombro de su amigo y le preguntó: —¿Me equivoco si digo que no has probado bocado esta mañana? Dicho eso, procedió a preparar el desayuno para la familia de su amigo. —¿No ibas a desayunar en la Casa Blanca esta mañana? —preguntó alguien. —Así es —respondió el Sr. Rayburn—, pero llamé al Presidente y le expliqué que un amigo me necesitaba, que no iba a poder asistir. Cuando yo tenía 16 años, en mi clase había un tipo callado llamado Marcus. Salvo cuando hacíamos trabajos escolares en grupo, casi no hablábamos. Entonces un hermanito suyo se enfermó de gravedad. No se sabía si iba a recuperarse o a morir. Fue una experiencia escalofriante para

su familia y para todos los que los conocían. Yo no sabía cómo ofrecerle mi apoyo, pero me armé de valor y un día me dirigí a su casa después de las clases. Él estaba ocupado en el garaje. Lo saludé y me senté a observarlo mientras reparaba un viejo reloj. Ese rato me pareció una eternidad. No hablamos mucho, y yo me preguntaba si mi presencia ayudaba en algo. Después me sentí incómoda por haberlo hecho y me alegré de que en esos días hubiera un breve receso en el colegio. Sin embargo, el primer día que volví a clases Marcus se me acercó y trabamos conversación. Charlamos largo rato y hemos sido amigos desde entonces. El simple hecho de hacerme presente bastó para forjar un vínculo de amistad y confianza. Mara Hodler vive en Texas y administra una peQueña empresa familiar. ■


COMO EL DURIÁN Alejandro Pérez

¿Cómo es posible Que a algunos se les antoje una fruta como

el durián? ¿Por qué se les ilumina el rostro cuando ven atados de esos caparazones espinosos de color marrón verdoso colgando de los puestos de frutas? ¿Cómo soportan su olor acre y repulsivo? ¿Qué los motiva a forcejear para abrir el grueso caparazón? Lo que pasa es que se han enamorado de lo que hay dentro. Saben que detrás de esa coraza espinosa y una vez superado el olor hediondo, se encuentra una pulpa exquisita. Amar a las personas y descubrir sus cualidades y posibilidades puede parecerse un poco a llegar hasta la pulpa de un durián. Hay gente difícil de tratar, malhumorada, que se encierra en un grueso caparazón. Su presencia repele en vez de atraer. Hay personas apestosas, que hacen o dicen cosas hediondas, o que pecan, como nos sucede a todos de vez en cuando. Esas barreras, sin embargo, no son más que un acicate para llegar hasta la dulce pulpa que hay en el interior de la persona.

Para algunos el durián es el rey de las frutas. De la misma manera, los seres humanos son la creación suprema de Dios en la Tierra. Cada uno posee un corazón y un alma mucho más valiosos que ninguna otra cosa de este mundo. Toda persona que ausculte le pecho de otra descubrirá el enorme potencial que allí se esconde, la bondad y las posibilidades latentes que allí hay: solo hace falta que alguien demuestre fe en ellas y las ponga de relieve. Todo ser humano necesita amigos y parientes que lo amen, que sepan que guarda en su interior cosas buenas y grandes posibilidades y que estén dispuestos a esforzarse para llegar a su magnífica pulpa. Charles Schwab, un exitoso empresario, dijo en cierta ocasión: «Aún no he conocido a un hombre, por elevada que sea su posición, que no se desenvuelva mejor y ponga mayor empeño cuando se encuentra en un ambiente de aprobación que cuando está bajo una nube de críticas».

Todo el mundo quiere y necesita que se lo elogie por sus logros. Un niño que jugaba a los dardos con su padre le dijo: «Juguemos a los dardos. Yo los lanzo, y tú dices: “¡Buen tiro!”» Eso hace por los demás una persona motivadora. Tendemos a convertirnos en lo que la persona más importante de nuestra vida cree que llegaremos a ser. Piensa lo mejor de los demás, cree lo mejor y expresa lo mejor que hay en ellos. Con esa clase de afirmaciones no solo te volverás más atractivo, sino que cumplirás un importante papel en su desarrollo personal. Es inadmisible que nosotros, los cristianos, privemos a los demás del apoyo que podemos prestarles con nuestras palabras. Si no apoyo a un hermano, ambos perdemos. John Maxwell (n. 1947), escritor, orador y pastor estadounidense que ha escrito más de 60 libros, principalmente sobre liderazgo ■ 13


Angelitos Elsa Sichrovsky

Nuestro vecino, el señor Chen, respondió con entusiasmo a mi «buen día» añadiendo amigablemente: «¡El tiempo está estupendo hoy!, ¿no te parece?» Mientras lo observaba alejarse con brío y una radiante sonrisa que eclipsaba sus canas y arrugas, no pude menos que maravillarme. Hasta hace poco el señor Chen casi no me devolvía el saludo y prácticamente no sonreía ni hablaba con nadie. Trastornos crónicos de salud habían dejado en él su huella: andaba con el ceño fruncido, los hombros caídos y su característico paso cansino. ¿Qué podía haber operado en él un cambio tan fenomenal? Cuando se lo comenté a mi hermana, me explicó que poco antes su hija había dado a luz. —Está feliz de tener un nieto —me dijo. A mí me intrigaba la increíble felicidad, alegría y motivación que había traído al señor Chen un bebé indefenso y llorón. 14

La transformación del señor Chen me recuerda la dicha y el tesoro que ha sido mi prima Katie para mi abuela. Hace un tiempo, un grave accidente vascular afectó mucho su memoria, su capacidad de comunicarse y su movilidad. Sus constantes migrañas y malestar la ponían irritable y la habían sumido en el silencio, el decaimiento y el sedentarismo. Se pasaba el día dormitando en una silla o viendo la televisión. Ningún esfuerzo por entablar conversación con ella suscitaba su interés. Entonces nació Katie. Cuando apenas tenía unos días, la abuela se pasaba horas inclinada sobre su cuna, meciéndola, escuchando sus arrullos y jugando con sus deditos. Cuando tenía un año, Katie se sentaba en las faldas de la abuela y compartía con ella sus juguetes. Ahora que ya tiene dos, le encanta tomar con sus dedos regordetes la mano arrugada de la abuela y llevarla a pasear. El estado físico de la abuela no ha mejorado mucho, pero Katie todavía

la hace sonreír, conversar y hasta soltar carcajadas. El amor y la inocencia de un niño y su capacidad de derretir y alegrar mágicamente el corazón es algo que no poseen los adultos. Ese efecto han tenido los nietos en el señor Chen y en mi abuelita. Elsa Sichrovsky es estudiante de secundaria. R ealiza labores misioner as junto con su familia en Taiwán. ■

LOS NIÑOS SON UNA BENDICIÓN Corona de los viejos son los nietos, y la honra de los hijos, sus padres. Proverbios 17:6 Herencia del Señor son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre. Salmo 127:3 El alma se cura en compañía de los niños. Proverbio inglés


Los VIP Momentos de sosiego Abi May

Hay momentos en la vida

en que nos sentimos anónimos. Es desmoralizador. Nos convertimos en un mero dato estadístico: masculino o femenino, mayor o menor de cuarenta años, soltero o casado, sano o discapacitado. Cada tanto depositamos nuestro voto en una urna y nos preguntamos si hará alguna diferencia. Si no nos presentáramos a trabajar hoy, ¿alguien que no fuera del departamento de nómina lo advertiría siquiera? No muchos adquirimos tanta fama como para sobresalir en medio de la masa humana. Además, por mucho que lo lográramos, la fama es flaco consuelo en tiempos difíciles, y suele ser transitoria. 1. Juan 1:47,48 (ntv) 2. V. Salmo 139:2,3; Jeremías 1:5; Efesios 1:4 3. Job 31:4 4. 1 Corintios 4:5 (ntv) 5. Isaías 62:5 (ntv) 6. V. Juan 10:3 7. V. Lucas 12:7

La realidad es que somos pocos los que nos sentimos Personas Muy Importantes (o VIP, por sus siglas en inglés) y menos aún los que gozamos de ese trato por parte del mundo. Tal vez así se sintió Natanael viviendo en la Palestina del siglo i a la sombra de una implacable ocupación militar. La Escritura no dice por qué estaba sentado bajo una higuera. En todo caso, su amigo Felipe lo encuentra y le comunica la buena noticia: han hallado al Mesías. Natanael decide ir con él a conocer a Jesús. Bien vale la pena repasar el diálogo: Mientras ellos se acercaban, Jesús dijo: —Aquí viene un verdadero hijo de Israel, un hombre totalmente íntegro. —¿Cómo es que me conoces? —le preguntó Natanael. —Pude verte debajo de la higuera antes de que Felipe te encontrara —contestó Jesús1. Natanael queda atónito al descubrir que Dios lo ha estado observando. Lo que lo estimula a proclamar que

Jesús es el Hijo de Dios y a convertirse en seguidor entusiasta es caer en la cuenta de que Dios lo conoce. Aun cuando nos parezca que nadie se fija en nosotros, Dios lo está haciendo. Él ha velado por nosotros a lo largo de toda nuestra vida, desde antes que naciéramos, y seguirá haciéndolo hasta el final2. Job reflexionó sobre ello en medio de sus tribulaciones: «¿No ve Él mis caminos y cuenta todos mis pasos?»3 Dios no solo piensa en nosotros, sino que nos admira: «Dios le dará a cada uno el reconocimiento que le corresponda»4, y: «Dios se regocijará por ti»5. Para Dios no somos desconocidos. Él nos conoce a todos por nuestro nombre6. No somos un mero dato estadístico para Él, sino que nos tiene gran estima7. Tú y yo somos VIP para Él. Abi May es escritor a y docente. Vive en el R eino Unido. ■ 15


Cree De Jesús, con cariño

¿Me has decepcionado alguna vez? ¿No has cumplido Mis expectativas en alguna ocasión? ¿Alguna vez has fracasado? Sí. Pero ¿acaso no has crecido también a raíz de los fracasos, no has aprendido a levantarte después de cada caída y no ha aumentado el amor que me profesas a consecuencia de las veces en que me decepcionaste y me fallaste? En ese caso, considero que has triunfado y que de aquí en adelante te aguardan muchos más éxitos. Esfuérzate por confortar a los demás así como Yo te he confortado; perdónalos como Yo siempre te he perdonado; motívalos a seguir adelante tal como Yo te he motivado a ti; aliéntalos de la forma en que Yo te he alentado; inspíralos con la inspiración que Yo te he infundido; consuélalos con el consuelo que has recibido de Mí; cree en ellos como Yo he creído en ti; ámalos como Yo te he amado. Recuérdales a tus seres queridos que pueden ser fuertes por fe, aun cuando no se sientan fuertes. Que con Mi ayuda pueden salir adelante aunque estén exhaustos. Que pueden superarse aunque piensen que ya han perdido. Que pueden volver a intentarlo aun cuando hayan fracasado. Que pueden amar aun cuando tengan el corazón destrozado. Que pueden sonreír y hasta reírse entre las lágrimas. Que pueden triunfar aunque las circunstancias sean desfavorables. Hazles saber que crees en ellos, tal como Yo creo en ti.


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