Conéctate, número de diciembre de 2015: En pos de una estrella

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CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA

EN POS DE unA ESTRELLA Una búsqueda de nuestro tiempo

Celebraciones imperfectas Pero magníficas

Dios con nosotros La verdadera Navidad


Año 16, número 12 A NUEST ROS AMI GOS

¡ Q u é m a r av i l l a !

La historia del primer pesebre viviente es bien conocida. Cuenta la tradición que en el año 1223 San Francisco de Asís pidió a los habitantes de la pequeña población de Greccio, en Italia, que hicieran una representación de la natividad. Lo que es indudable es que esos belenes vivientes se popularizaron, y la costumbre se propagó por el mundo cristiano. El problema era que esas representaciones a gran escala requerían decenas de actores y numerosos preparativos. Durante la Revolución francesa se proscribió toda recreación de sucesos religiosos, y los nacimientos quedaron reducidos a pequeños pesebres en miniatura que las familias armaban en la intimidad de su casa. Aunque no muy conocidos por estos lares, los famosos santouns de Provenza son figurillas de arcilla muy coloridas, elaboradas especialmente para los belenes navideños. Además de los personajes típicos —la sagrada familia, los pastores, los ángeles, etc.—, hay toda una serie de individuos característicos del pueblo raso provenzal de antaño. Uno de ellos, quizá no muy reconocible a primera vista, es infaltable en el pesebre provenzal. No trae regalo alguno, pero tiene los brazos en alto e irradia una expresión de intensa dicha y sorpresa. Se lo conoce como lou ravi (el maravillado). En Italia llaman a una figurilla similar lo stupito (el asombrado). Estos dos personajes presentan un rasgo en común: su gran asombro y encandilamiento. Tienen las manos vacías; sin embargo, son portadores del más bello regalo de todos: su fascinación. Para los que conocemos el relato navideño al derecho y al revés es fácil perder ese sentido de asombro. Tan repetitivo se torna el tema que pierde lustre. Así, el cumpleaños de Cristo acaba siendo una festividad más, desprovista de encanto, cuando debiera ser todo lo contrario. La verdad es que Dios nos ama a tal extremo que se hizo hombre y vino a la Tierra encarnado en Su Hijo, Jesús, para que pudiéramos conocerlo y aprendiéramos a confiar en Él y corresponder a Su amor1. ¡Mantengamos siempre viva esa capacidad infantil de maravillarnos que exhibe lou ravi ante tan increíble regalo! Gabriel García V. Director 1. V. Juan 3:16 2

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Director Gabriel García V. Diseño Gentian Suçi Producción Samuel Keating © Activated, 2015 Es propiedad. Impreso en Taiwán por Ji Yi Co., Ltd. A menos que se indique otra cosa, los versículos citados provienen de la versión RV, revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizados con permiso.


Nuestra

mejor

NAVIDAD Dina Ellens

El año en que contábamos con menos dinero para

gastar terminamos pasando la mejor Navidad de todas. Habíamos llegado poco antes a un nuevo país y en la mudanza habíamos tenido que dejar atrás todos los adornos navideños. Yo no sabía cómo decorar la casa, sobre todo teniendo en cuenta que nuestros recursos económicos eran escasos y teníamos que hacer frente a gastos adicionales para instalarnos. Felizmente, un fin de semana de otoño en que salimos a dar un paseo por un pinar, a mis hijos se les ocurrió juntar las piñas que habían caído de los árboles y elaborar con ellas adornos navideños. Nos pusimos manos a la obra enseguida y para el atardecer habíamos llenado una bolsa grande. En las semanas siguientes, cada sábado por la tarde hicimos manualidades con las piñas. Primero las clasificamos por tamaño y calidad. Luego los chicos ataron a cada una un trocito de alambre y con eso las fijaron a un palo largo. Colocando por detrás una lámina protectora, resultó fácil pintarlas con aerosol. Una vez

que se secó la pintura, los niños cortaron los alambres y les dieron forma para poder colgar fácilmente las piñas del árbol o de una guirnalda. Llegó entonces la hora de decorarlas. Con cintas doradas y verdes y una pistola de pegamento, cada piña se transformó en una obra de arte. El producto final era sencillo, pero hermoso. Quienes visitaban nuestro hogar comentaban lo linda que se veía la sala. Al año siguiente, cuando abrimos las cajas de adornos navideños, lo primero que todos queríamos saber era cómo habían resistido las piñas. Cada vez que desenvolvíamos una se escuchaba alguna exclamación: «¡Yo encontré esta cuando salimos de paseo!», o: «Yo le puse el lazo a aquella». Todos revivieron felices la Navidad anterior y cuál había sido su contribución. Me di cuenta en ese momento de que no hace falta gastar un montón de dinero para crear recuerdos navideños duraderos. El hecho de que aquella Navidad anduviéramos escasos de recursos fue lo que nos animó

a confeccionar adornos con piñas, que acabaron dejándonos recuerdos entrañables de una Navidad en la que tuvimos carencias materiales, pero nos teníamos unos a otros. Dina Ellens fue docente en el Sudeste Asiático dur ante más de 25 años. Ahor a que está jubilada, participa activamente en labores de voluntariado y se dedica a escribir. ■

Padre celestial, la Navidad comenzó cuando nos obsequiaste a Tu Hijo, que a Su vez regaló al mundo Su vida. Que nunca olvide, buen Dios, que en la Navidad prima la generosidad; no las fiestas, ni los regalos, ni la riqueza material. La verdadera expresión de la Navidad es mi entrega al prójimo. Van Varner 3


CELEBRACIones imPERFECtas Tina Kapp

Si eres como yo, tienes un concepto formado de cómo debería ser la Navidad perfecta. A lo mejor visualizas el árbol con los adornos idóneos, un lugar magnífico para ir de vacaciones, la cena navideña ideal rodeada de familiares y amigos, con ponche o rompope de huevo y un pastel navideño o lo que sea que te guste. Quizá te imaginas la música de fondo en el momento de abrir los regalos, que por supuesto serían lo que siempre has querido… 1. «How to Have an Imperfect Christmas», Canadian Living, http:// www.canadianliving.com/health/ mind_and_spirit/how_to_have_an _imperfect_christmas.php 2. Sarah Bessey, In which I celebrate the imperfect Christmas, http:// sarahbessey.com/in-which-i -celebrate-the-imperfect-christmas/ 3. «Embrace imperfection», the Art of Simple, http://theartofsimple.net/ plan-your-peaceful-christmas -embrace-imperfection/ 4. www.just1thing.com 4

Mis navidades rara vez han sido tan pintorescas o perfectas. Aunque han sido hermosas y divertidas y guardo bellos recuerdos de ellas, las de los últimos años se podrían describir con calificativos como tranquilas en algunos casos, o hasta irremediablemente caóticas en otros. Ninguna de ellas fue ni por asomo la Navidad perfecta y de foto que yo quisiera, pero todas me han dejado recuerdos que significan mucho para mí. No fue sino hace poco que decidí que la Navidad no tiene por qué ser perfecta. Mientras haya amor, alegría y nos tomemos el tiempo para celebrar el nacimiento de Jesús, no tengo por qué quedarme pasmada con su encanto. Al fin y al cabo, el nacimiento de Jesús fue bastante desorganizado. Si tuviéramos que recrearlo a la perfección no tendríamos dónde alojarnos, y estaríamos cansados, viajando con el único propósito de inscribirnos en el censo. Eso bajo ningún punto

de vista se consideraría divertido o perfecto. Si le añadimos a eso el nacimiento de un bebé y el pernoctar con vacas y ovejas, estaríamos describiendo el peor día de mi vida. Pese a todo, Dios desplegó un poco de Su encanto aquella noche al enviar ángeles que se aparecieron a los pastores y poner una nueva estrella que condujo a los reyes magos al lugar del nacimiento del Niño Rey. No dudo que el recuerdo de aquella noche de locos fue muy preciado para José y María, y que en Su infancia Jesús debió de escuchar con frecuencia de boca de Sus padres los impresionantes hechos que ocurrieron. Hoy en día la vida también puede ser bastante caótica, pero Jesús siempre nos sale al encuentro para poner Su toque de prodigiosidad. Cuando una navidad me desilusiona, procuro endulzársela a otra persona, y eso me ayuda. De chica


solía visitar asilos de ancianos en la temporada navideña. Era lindo ver lo contentos que se ponían. Con nuestra simple presencia entendían que no estaban solos ni olvidados, y que alguien les tenía tanto cariño como para ir a cantarles o dibujarles una tarjeta o lo que fuera que decidiéramos hacer cada año. Está muy bien molestarnos en crear un bello ambiente navideño y perpetuar tradiciones, o ilusionarnos con cosas que revisten importancia para nosotros y para nuestros amigos y familiares. Recordemos, sin embargo, que se puede hallar belleza en medio del caos. A Dios a menudo le gusta hacerse presente en circunstancias imperfectas, tal como lo hizo en el establo hace ya mucho tiempo. Él nos puede ayudar a concentrarnos en lo que convierte a la Navidad en algo realmente extraordinario. Mientras escribía este artículo busqué en Google imperfect Christmas (Navidad imperfecta) y descubrí que no soy la única, que mucha gente de toda edad y extracción social ha hecho el mismo descubrimiento y ha aprendido a contentarse con su navidad por más que no sea de película.

El profesor Gordon Flett, de la Universidad de York en Canadá, hizo una interesante observación: «La Navidad refleja enormes expectativas culturales en el sentido de que todo debe ser perfecto. Vivimos en una sociedad consumista que enseña que si tienes el look perfecto o un desempeño impecable, automáticamente tu vida será perfecta. Las personas dedican tanto esfuerzo a alcanzar ese ideal que cuando llega la Navidad están estresadas»1. Una bloguera llamada Sarah, escribe: «A veces es fácil dejarse seducir por una navidad soñada, al estilo de Pinterest, por el mito de una navidad perfecta, con estilo, gourmet, chévere. La idea parece ser que si decoramos todo espléndidamente, tendremos una navidad espléndida, y que lo que nos rodea es el mejor indicador de nuestra paz y gozo interior, nuestra mejor defensa contra la realidad de nuestras propias imperfecciones en Navidad. Este año […] estoy celebrando una navidad imperfecta. Puede que nadie la quiera pinear o auspiciar, pero […] en estos momentos estoy sentada, viendo miles de coloridas lucecitas, y me encanta mi navidad imperfecta

y mi familia imperfecta. Todo está, por algún motivo, misteriosamente tranquilo y reluciente»2. En Navidad celebramos la venida de Jesús a la Tierra en un ambiente muy imperfecto. No obstante, el amor que representa para nosotros Su nacimiento hace que sea un día inolvidable. Los mejores recuerdos navideños no son necesariamente de ocasiones en que todo salió perfecto; más bien suelen ser de momentos algo disparatados en que estuvimos rodeados del amor de nuestra familia y amigos. Cuando nos detenemos a pensar en todos los motivos que tenemos para estar agradecidos, podemos disfrutar de una maravillosa Navidad imperfecta. Cierro con un último y muy bonito pensamiento de otra bloguera: «La Navidad no tiene nada que ver con perfección. Es celebrar a Aquel que nos salvó de nuestra imposible necesidad de ser perfectos»3. Tina K app es bailar ina, pr esentador a y escr itor a. Vive en Sudáfr ica, donde dir ige una empr esa de entr etenimiento que r ecauda fondos par a obr as de car idad e iniciativas misioner as. Este artículo es una adaptación de un podcast publicado en Just1Thing 4 , portal cr istiano destinado a la for mación de la ju ventud. ■ 5


Temporada de

MILAGROS Irena Žabičková

Hace varios años estuve viviendo y trabajando en

un pequeño centro de voluntariado del sur de Rusia. Una semana antes de Navidad, una tormenta de nieve rompió la principal línea eléctrica de la región. Nadie sabía cuánto duraría el apagón. Los técnicos debían esperar a que amainara el temporal para subir a las montañas a arreglar la avería. Mientras tanto, todos procuramos sobrevivir de la mejor manera posible. Los supermercados cerraron, y las tiendas más pequeñas encendieron velas o prendieron generadores. Como no había calefacción, hacía mucho frío. Para cocinar, los que solo tenían cocinas eléctricas encendían fogatas fuera de su edificio de apartamentos. Una vez que se acabaron las reservas de agua de la ciudad, se interrumpió también el suministro de esta. A Dios gracias, por la noche caía un poco de nieve, la cual recogíamos para que se derritiera y así poder limpiar y lavar. Pasábamos las tardes a la luz de las velas, intercambiando experiencias, 1. http://www.perunmondomigliore.org 6

cantando y confeccionando figurillas para el pesebre. Transcurrieron los días sin que se restableciera la corriente eléctrica. Finalmente llegó el día 24. No sabíamos si decorar el árbol de Navidad con luces o si iluminarlo con velas, a la antigua. Uno de nuestros colegas no se dejó amilanar: «Yo voy a poner las luces navideñas y las voy a enchufar. Dios es capaz de obrar un milagro y hacer que vuelva la electricidad a tiempo». Ese día, mientras preparábamos la cena conmemorativa, seguíamos sin electricidad. Cuando cayó la noche, todo estaba listo. La mesa estaba puesta y la comida servida. Nos

reunimos a orar y a dar gracias por los alimentos y la venida del niño Jesús. Al concluir la oración y abrir los ojos, nos quedamos mudos de asombro. La casa estaba iluminada. El árbol de Navidad destellaba majestuosamente. La luz no podía haber vuelto en un momento más oportuno. Es posible que Dios no accionara Él mismo el interruptor, pero tengo la sensación de que intervino para que el fluido eléctrico se restableciera en aquel preciso instante. Ir ena Žabičková tr abaja de lleno como voluntar ia en Per un Mondo Miglior e 1 en Croacia e Italia. ■


TELEGRAMA de ESPERANZA

UN

Chris Hunt

Norman Vincent Peale, conocido autor motivacional, escribió: «La Navidad agita su varita mágica sobre este mundo, y de pronto todo se torna más amable y más bello». Para los que vivimos en el hemisferio norte, esa frase evoca imágenes de un fuego crepitante en el hogar, unas medias rojas colgadas de la repisa de la chimenea, un pino adornado con bolas y cintillas, rodeado de regalos envueltos en papeles de alegres colores, y una familia feliz sentada cómodamente en un sofá, leyendo cuentos a los niños y bebiendo chocolate caliente. Por la ventana se ven copos de nieve que relucen a la luz de la luna y se posan suavemente sobre el suelo alfombrado de blanco. ¿Es ese el mundo amable y bello que visualizó Peale? Por desgracia, las palabras amable y bello no cuadran con las imágenes de pesares lejanos que se ven en las noticias, con los reportajes que se leen en Internet ni con los avatares que nos tocan más de cerca, como

1. www.st-cuthberts.net/crcmas99.php

las presiones económicas, los despidos, las relaciones rotas, las enfermedades graves o el trauma por la pérdida de un ser querido. A pesar de todo, lo amable y lo bello se dan de cuando en cuando. La generosidad de los amigos, la consideración entre familiares, la bondad de un desconocido y las campañas de recaudación de fondos de las instituciones benéficas constituyen buenos ejemplos de ello. A pesar de las buenas intenciones, el amor humano no permanece constante y es susceptible de fallar. Según el reverendo Tom Cuthell, hay algo más profundo que descubrir: «Cada año volvemos a contar la pasmosa entrada de Dios en nuestro vapuleado mundo y nos conmovemos hasta las entrañas ante la capacidad divina de sorprendernos con amor. […] El nacimiento de Jesús es la sentida objeción de Dios a dejar las cosas tal como están, a abandonar a la gente a su suerte y obligarla a depender de la escasez de sus propios recursos. Jesús es el auxilio salvador y dinámico de Dios entre

nosotros, la única palabra en el telegrama divino de esperanza»1. Así que a fin de cuentas, quizás es cierto lo que dice el señor Peale de que la Navidad torna más amable y más bella la vida, aunque eso no se deba a nuestras festividades, y ni siquiera enteramente al amor que la gente se manifiesta durante esta temporada. Se debe a ese telegrama de esperanza de una sola palabra, válido para la Navidad pero también para toda la vida y el más allá. Chris Hunt vive en el R eino Unido. Ha sido lector a de Conéctate desde que comenzó a publicarse en 1999. ■

La Navidad nos recuerda que en medio de la adversidad se producen milagros, se siembran semillas que darán fruto años después, y el mensaje de paz de Jesús sigue reverberando. Al final el bien triunfa sobre el mal, los muertos resucitan y, contra todo pronóstico, una criatura vulnerable sobrevive y termina rigiendo el mundo. Obispo Joe Aldred 7


¿ POR

QUÉ En un ESTABLO? Curtis Peter va

Dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales,

y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Lucas 2:7 El Señor del universo podría haber escogido cualquier sitio como lugar de nacimiento de Jesús. Eso nos lleva a preguntarnos por qué optó por una estancia humilde donde se alojaba y se daba de comer a los animales, posiblemente un establo, aunque pudo haber sido una cueva o la habitación de huéspedes de un familiar. Puede que el lugar estuviera lleno de heno aromático, de flores y hierba seca que habían crecido en soleadas

1. V. Marcos 16:15 2. V. Lucas 2:8–12 3. V. Isaías 61:1 4. V. Isaías 55:9 5. http://elixirmime.com 8

n G or der

praderas estivales antes que las segaran y privaran de su esplendor, como le ocurrió al propio Jesús. En el Japón los suelos tradicionales se revisten de tatami, una hierba de arroz recién cortada que despide un olor muy dulce. Tal vez Dios también se deleitó con aquella fragancia. El heno además nos recuerda la naturaleza transitoria de la vida. En Su nacimiento Jesús se vio rodeado de simples animales domésticos —tal vez un burro, una vaca, una cabra, unas ovejas— y algunas aves. Durante Su vida Él fue al encuentro de los humildes y mandó a Sus seguidores a predicar el evangelio a toda criatura1. Atendió a los mansos y quebrantados de corazón, a las prostitutas, los recaudadores de impuestos, los pescadores, los niños, es decir, los de los estratos más vulnerables de la sociedad. Vino a buscar y salvar a los perdidos. Transformó a hombres y

mujeres semejantes a bestias de carga en hijos e hijas de Dios. Sus padres terrenales fueron un humilde carpintero y una jovencita. Jesús podría haber nacido en el seno de una familia ilustre, pero no fue así. Habría de seguir los pasos de Su padre hasta cumplir los 30 años, transformando la madera virgen en instrumentos útiles, igual que aun hoy en día transforma a quienes acuden a Él deseosos de vida nueva. Un grupo de desarrapados pastores fue a ver al recién nacido Jesús a instancia de unos ángeles2. Dios podría haber dispuesto que esos ángeles invitaran a cualquiera al establo. Podría haber convidado a los sumos sacerdotes y escribas, a los doctores de la Ley y los fariseos; pero no lo hizo. Envió Sus huestes celestiales a algunas de las personas consideradas menos religiosas, por la sencilla razón de que la labor de


Reflexiones

N av i da d permanente Los ángeles que entonaron alabanzas a Dios la noche en que nació Jesús siguen haciéndolo hoy en día. El ruido y el ajetreo de la vida ahogan un poco sus voces; pero si prestas atención, las oirás. Únete a ellos.

apacentar ovejas solía impedirles observar los rituales más importantes de su fe. Quizá los ángeles invitaron a los pastores porque estos eran los humildes, las ovejas perdidas a quienes Jesús había venido a salvar. Los ángeles revelaron a los pastores que aquel niño no era un recién nacido más, sino el Prometido, que traería buenas nuevas a los mansos, sanaría a los de corazón quebrantado y proclamaría libertad a los cautivos y a los presos la apertura de la cárcel3. Al aproximarse vieron a una joven contemplando silenciosamente a su hijo, como solo una madre puede hacerlo. Aunque no hay registro histórico de que los pastores ofrecieran obsequios al niño, no creo que se presentaran con las manos vacías. Tal vez llevaban las ofrendas propias de su oficio: leche para beber, queso para comer, lana para abrigarlo, un pedazo de cordero para un estofado. Hoy en

día en las regiones montañosas de Italia los pastores llevan tales regalos a las mujeres que acaban de dar a luz. Al proseguir los pastores su camino, se alegraron de saber que aquel Varón de estirpe popular y nacido en la pobreza —igual que ellos— sería el redentor de los humildes, de la gente de buena voluntad, a la que el ángel había dispensado una bendición de paz. Dios no pudo haber escogido un mejor sitio para el nacimiento de Su Hijo, el Mesías, Jesús. Aunque puede haber parecido humillante que naciera en un entorno tan simple, aquello cumplió los designios de Dios. En muchos casos Él obra de formas misteriosas4. Lo hizo entonces y lo sigue haciendo hoy. Curtis Peter van Gor der es guionista y mimo 5 . Vive en A lemania. ■

Jesús fue un regalo de Dios para el mundo. No solo nos lo entrega en Navidad, sino todos los días, desde el albor hasta el ocaso de la vida, y toda la eternidad. Fue el regalo perfecto, capaz de satisfacer todas nuestras necesidades y de cumplir todos nuestros sueños. El nacimiento de Jesús nos recuerda que no importa tener orígenes humildes. Él empezó naciendo en un establo y terminó a la diestra del trono de Dios. Además, gracias a Él nuestros humildes comienzos tendrán un final esplendoroso en Su reino eterno. La Navidad es un estado de ánimo. Es felicidad, gratitud, amor, generosidad. Practica todo eso y no te costará estar en la onda navideña cada día del año. La Navidad pasa, pero Jesús nunca se irá de tu corazón. ■ 9


Dios con nosotros Adaptación de un programa radial de Virginia Brandt Berg

Algunas personas no alcanzan a comprender cómo

es que Dios bajó del Cielo y se encarnó; pero así fue. A mí no me resulta extraño. Es más, no me cuesta creerlo porque todos los días veo nacer a Jesús en el corazón de las personas. Él viene a morar en nosotros y transforma nuestra vida. Eso para mí es un gran milagro. La Palabra de Dios dice que uno de los apelativos de Jesús es Admirable. «Un niño nos es nacido, Hijo nos es dado, y el principado sobre Su hombro; y se llamará Su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz»1. A lo largo de Su vida fue una persona admirable, porque iba 1. Isaías 9:6 2. V. Hechos 10:38 3. V. Romanos 6:23; 1 Pedro 2:24 4. V. 1 Corintios 15:20,21 5. V. Hebreos 7:25 6. Juan 1:12 (dhh) 10

por todos lados haciendo el bien y sanando a los oprimidos2. Fue admirable también en Su muerte, toda vez que se entregó por nosotros para que alcanzáramos la vida eterna 3. Admirable fue además Su resurrección, ya que se levantó de los muertos para que nosotros también pudiéramos vencer la muerte4. Por último, es asimismo admirable ahora en Su vida después de la muerte, pues vive para interceder por nosotros5. Sin embargo, no basta con que Cristo, el Rey de reyes, naciera en Belén bajo aquella estrella que pregonó Su venida; Él debe nacer en nuestro corazón. Tal vez hayas visto el famoso cuadro de William Holman Hunt en el que está Jesús de pie ante una puerta cerrada, portando un farol. Dicen que poco después que el pintor concluyera la que a la postre fue su obra más renombrada, alguien se acercó a él y le comentó que había cometido un error: la puerta no tenía manija.

—No fue un error —replicó Hunt—. Es la puerta de un corazón, y no puede abrirse sino desde dentro. Jesús, el Salvador, no puede traspasar una puerta a menos que se la abran desde dentro. La Palabra de Dios dice: «A quienes lo recibieron y creyeron en Él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios»6. Acógelo en tu corazón. Cambiará tu vida. Virginia Br andt Berg (1886 – 1968) fue una evangelizador a estadounidense. ■

Si aún no has aceptado el regalo más precioso de Dios —Jesús—, hazlo ahora mismo mediante una sencilla oración como la que sigue: Gracias, Jesús, por venir a la Tierra a vivir como uno de nosotros. Gracias también por morir por mí para que pueda gozar de vida eterna en el Cielo. Te ruego que me perdones todas mis faltas y llenes mi vida de amor.


En POS de una

ESTRELL Koos Stenger

Cada Navidad me imagino a los tres sabios viajando por

el desierto en pos de aquella estrella misteriosa. Los visualizo avanzando de día por la tórrida arena y acampando de noche. No hay lugar en la Tierra en el que los cielos se vistan de belleza y misterio como un desierto en una noche diáfana. Veo a esos reyes magos sentados delante de sus tiendas, mirando maravillados los cielos, sin otras luces que los distraigan del sublime arte divino. Nunca antes se había visto aquella estrella. Debían de estar atónitos. Habían oído hablar de la venida del Mesías. Lo habían estudiado en los libros de la Antigüedad. Pero en ese momento lo leían en las estrellas. —Para este fin hemos nacido. Debemos seguir.

Y así siguieron su travesía por fe hasta ir a parar al humilde pesebre en el que yacía el Niño recién nacido. Se postraron a adorarlo y susurraron: —Es el Rey de reyes. Me recuerda mi propia búsqueda. Yo no era ningún sabio astrólogo, pero también había descubierto una estrella. No refulgía en los cielos, no iluminaba el firmamento de mi vida, pero su luz tocó mi corazón. Su influjo fue potente y me produjo inquietud. «¿De dónde viene esa luz?» Me llamaba a desentrañar su secreto. «Para esto he nacido. Debo seguirla». Eso hice. Dejé atrás mi mundo. Partí en busca de la verdad. No viajé

a lomo de camello, pero sí seguí la luz de la estrella. Un día encontré un establo. Era un día tormentoso. Me puse a hablar con otro viajero. La lluvia me azotaba. —Estás buscando a Dios, ¿no es cierto? —percibió mi interlocutor. —Así es. ¿Dónde lo encuentro? Sonrió. —Está aquí mismo, listo para reinar en tu corazón si se lo permites. Aquel día la estrella comenzó a brillar en mi corazón. La estrella que siguieron los reyes magos ya no está, pero la estrella navideña que llevo en mi corazón aún resplandece intensamente. Koos Stenger es escr itor independiente. Vive en los Países Bajos. ■ 11


No nos dejará botados M a r í a Fon ta i n e

Es estupendo pensar en el pesebre, en los ángeles y en la

noche en que Jesús vino al mundo. Esos pensamientos nos acompañan unas semanas en la temporada navideña y hasta es posible que nos visiten ocasionalmente durante el resto del año. Pero esa es solo una pequeña parte de algo mucho mayor. Jesús no se apareció en el mundo para que los ángeles lo vitorearan. Ese fue apenas el punto de partida en la inmensidad de la eternidad. Después de los breves años que vivió Jesús en la Tierra, tanto Él como el Espíritu Santo han acompañado a todos los que ansían acercarse a Él. Se pasa día y noche obrando en una persona tras otra para responder a nuestros clamores. La paciencia de Dios jamás se agota, aunque actuemos torpemente, trastabillemos, perdamos el rumbo y nos metamos en líos. Él está en sintonía con cada detalle de nuestra

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vida y se ha comprometido con nosotros para siempre. No nos va a dejar botados en el camino. Uno de los mejores regalos que podemos hacerle en agradecimiento por lo que ha hecho por nosotros es transmitir las buenas nuevas de la salvación a los que pasan dificultades y están perdidos. Nosotros podemos ilusionarnos con las alegrías y las maravillas del Cielo y disfrutar del consuelo de Su Espíritu Santo en épocas complicadas. En cambio, mucha gente desconoce el amor de Dios o no tiene plena confianza en él y en consecuencia afronta un sinfín de batallas para hallarle sentido a la vida y entender que vale la pena. Aunque la ayuda que podamos prestar a otros para que descubran el magnífico amor de Dios parezca ínfima comparada con la enorme necesidad que hay, nuestros actos pueden tener un alcance mayor del que nos imaginamos. Al fin y al cabo, parte del prodigio de la Navidad

radica en la magnitud de lo que resultó a partir de unos hechos muy triviales. Lo que empezó con un bebito en un insignificante pesebre, en un pueblito de un minúsculo país, se convirtió en un regalo colosal e interminable para un número incalculable de personas y por un tiempo inconmensurable. Dios se comprometió con nosotros sin fin y sin límite. Todo el que le abra su corazón a Jesús tiene una garantía de seguridad eterna en brazos de Aquel que no pone límites a la inmensidad de Su amor. De repente, hasta el espectáculo que tuvo lugar aquella noche en que el cielo se pobló de ángeles parece poca cosa en comparación con las maravillas que Dios vino a entregarnos personalmente a la Tierra. M ar ía Fontaine dir ige juntamente con su esposo, Peter A mster dam, el movimiento cr istiano La Familia Inter nacional. ■


SOLA

EN Navidad Vivian Patterson

Estaba evitando a toda costa pensar en la Navidad. Me horrorizaba cómo

me iba a sentir cuando llegara el día, y esperaba contra toda esperanza que se apareciera un ángel y lo solucionara todo. Hasta intenté convencerme de que era una fecha como cualquier otra, nada del otro mundo, imaginándome que así se disiparía mi soledad. Pero no había escapatoria: el ambiente navideño me rodeaba por todas partes, y estaba sola. No tenía a nadie con quien hablar y reír, nadie que me deseara «Feliz Navidad». Estaba cada vez más deprimida. Eso era lo que más me aterraba. Para mantener la mente ocupada y no ponerme triste, procuré recordar momentos felices. Entre otras cosas, me acordé de mi profesor de catequesis. Era muy simpático y cordial, pasaba mucho tiempo con los

niños y tenía el don de hacerlo todo entretenido. Nos decía que Jesús era la alegría de su vida. No dejaba de resonarme en la cabeza el consejo que me había dado en cierta ocasión: «Lleva a Jesús contigo dondequiera que vayas». Me puse a reflexionar. ¿Daría resultado? Estaba sola. Nadie se enteraría. Así que decidí pasar el día con mi amigo Jesús. Lo hicimos todo juntos: tomamos chocolate caliente frente a la chimenea, paseamos por la calle, hablamos de lo bonito que era el mundo, nos reímos y saludamos a la gente al pasar. Casi podía sentir Su brazo en mi cintura y oír Su voz. Con susurros inaudibles me dijo que me amaba, a mí en particular. Me aseguró que siempre sería Mi amigo. No sé por qué, pero tuve la certeza de que jamás volvería a estar sola.

Cuando me acosté a dormir esa noche, me sentía muy feliz. Estaba muy tranquila y contenta. Era extraño, pero por otra parte, no tanto. Había pasado el día con Jesús, y esperaba que todo el mundo hubiera disfrutado de una Navidad tan dichosa como yo. «No estoy sola para nada —pensé—; en ningún momento lo he estado». Ese es, por supuesto, el mensaje de la Navidad: que nunca estamos solos. Ni en la noche más lóbrega, ni cuando el viento sopla más helado, ni cuando el mundo parece más indiferente. Este sigue siendo el momento escogido por Dios. Taylor Caldwell (1900–1985) Estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos. Jesús en Mateo 28:20 (ntv) ■ 13


Lo más importante Versión navideña de 1 Corintios 13

Si adorno mi casa a la perfección

con cintas de raso, guirnaldas de luces y brillantes esferas, pero no manifiesto amor, no soy sino una decoradora. Si me esclavizo en la cocina, horneo docenas de galletas navideñas, preparo cenas gourmet y las sirvo en mesas exquisitamente dispuestas, pero no manifiesto amor, no soy sino una cocinera. Si me ofrezco de voluntaria para servir en comedores solidarios, canto villancicos en hogares de ancianos y doy todo lo que tengo para obras de caridad, pero no manifiesto amor, de nada me sirve. Si arreglo el árbol con ángeles resplandecientes y copos de nieve tejidos a crochet, asisto a innumerables celebraciones y participo en la cantata de la iglesia, pero no pienso en Cristo, olvido lo principal. El amor deja de cocinar para abrazar a un hijo. El amor deja de lado la decoración para besar al esposo. El amor es bondadoso, aunque esté abrumado y cansado. El amor no envidia la casa del vecino o pariente

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donde se sirve la cena navideña en platos de porcelana fina sobre manteles bordados. El amor no grita a los niños para que dejen de estorbar; más bien agradece que estén ahí, por más que impidan el paso. El amor no da solo a quienes tienen medios para devolver el favor, sino que se alegra de ser generoso con los desfavorecidos. El amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. El amor nunca decae. Los teléfonos inteligentes se rompen, los juguetes se olvidan, las bufandas y sombreros se pierden, la nueva computadora quedará desfasada; pero el don del amor perdurará. Compartir, conversar, contar historias, hacer un repaso de las experiencias del año que está terminando y, lo más importante, recordar el origen de esta fiesta son parte de las cosas que un abuelo puede regalar. Con los años lo que los niños recordarán no serán los regalos, sino el cariño, la emoción y el espíritu

con que vivieron esta celebración. Cristián M. González Regala tus risas. Regala comprensión que dura largo tiempo. Regala una canción. Di: «¡Jesús lo entiende!» a un sombrío vecino. Envía, aunque esté lejos, una carta a un amigo. Lava tú los platos. Regala unas flores con un libro que prestes. Haz muchos favores. Siembra alegría. Desempolva el cuarto. ¡Ofrece una oración al que está triste y harto! Da de lo que tienes. Regala esperanza. Haz crecer la fe del que a tientas avanza despacio entre las sombras. Conforta tú a la gente que anda perdida y sola. Entrégate SIEMPRE. Margaret Sangster (1838–1912) ■


Al cierre del año Momentos de sosiego Abi May

El año llega a su fin. Podemos

volver la vista atrás y recordar las ocasiones dichosas, las alegrías inesperadas, las buenas noticias que llegaron como aguas refrescantes para el alma sedienta1. También podemos respirar aliviados porque las tribulaciones de este año han tocado a su fin2. Entre esos momentos altos y bajos, hubo días comunes y corrientes en los que no pasó nada digno de mención.

Termina el año, se cierra el acta, ya lo último ha quedado hecho y dicho. Apenas permanece el recuerdo de todas las alegrías, sinsabores y triunfos. Y ahora, plena y claramente motivados, afrontamos un año nuevo. Robert Browning (1812–1889) 1. V. Proverbios 25:25 2. V. Salmo 90:9 3. V. Apocalipsis 2:13 4. V. Mateo 28:20

El año nuevo está por comenzar y sin duda vendrá salpicado de sucesos felices, satisfacciones, novedades interesantes, algunos pesares y muchos días anodinos. Si bien es posible que preveamos algunos acontecimientos importantes —un cambio de trabajo, una mudanza, la llegada de un bebé—, muchos aspectos de nuestro futuro nos están ocultos. Dice un sabio proverbio antiguo: «El velo que nos esconde el futuro lo teje un ángel de misericordia». No veo ni un paso delante de mí al adentrarme en este año; pero he dejado el pasado en manos de Dios, y Él misericordiosamente despejará el futuro, y lo que a lo lejos parece oscuro quizá se ilumine a medida que me acerque. Mary Gardiner Brainard (1837–1905)

¿Y qué hay del presente? Dios está con nosotros en este momento, tal como lo estuvo ayer y lo estará mañana. Terminemos el año reconociendo a Aquel que es el principio y el fin3 y estará siempre a nuestro lado: al comienzo, al final y a lo largo de todo el recorrido4. Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en Tu presencia, y de dicha eterna a Tu derecha. Salmo 16:11 (nvi) Dios mío, te doy gracias por este año que se acaba, por las risas y las lágrimas, por el soplo del viento, por el sol y por la lluvia. Ayúdame a aceptar los retos del año entrante con la confianza de que me sacarás adelante conforme a Tus promesas. Abi May es docente, escritor a y promotor a de salud. Vive en el R eino Unido. ■ 15


De Jesús, con cariño

¿Qué me darás de regalo? ¿Qué puedes regalarme, a Mí, Rey de reyes y Señor de señores, que tengo Mi trono en el Cielo, y la Tierra por estrado?1 ¿Qué regalo puedes hacerme a Mí que lo tengo todo? ¿Qué podría hacerme falta? Pues obsequios que broten de tu corazón. Cualquier cosa que venga de tu corazón es un regalo que Yo aprecio enormemente. He dotado a cada persona de una combinación única de dones, talentos y habilidades. Algunas son a simple vista habilidades naturales; por ejemplo, una mente aguda o inquisitiva, o la aptitud para realizar determinado tipo de trabajo. Algunos dones se manifiestan claramente en el plano físico, como el magnetismo personal. Otros a menudo pasan inadvertidos, pero en muchos casos pueden servirte aún más, como el don de la humildad, el del optimismo, el de la compasión y el de la abnegación. Luego está uno de los dones más importantes que hay: la capacidad de dar y recibir amor. De ese don, todos reciben al menos cierta medida. Deriva del hecho de que todos han sido creados a semejanza de Dios. Sean cuales sean los dones que has recibido, se complementan entre sí a fin de hacer de ti una persona de mucho valor a Mis ojos. Te concedí todos esos dones para enriquecer tu vida y la de los demás. Mas de ti depende lo que hagas con ellos y hasta qué punto decidas aprovecharlos. Nada me pone más contento que ver que los empleas en beneficio de los demás y en aras de su felicidad. Cuando lo haces, sucede algo maravilloso: tus dotes y talentos aumentan, se multiplican, y el amor que te estimuló pasa de un corazón a otro hasta retornar a ti. ¿Qué puedes darme, pues, esta Navidad y a lo largo del próximo año? Emplea al máximo lo que tengas, las cualidades de las que te he dotado. Ese será el regalo perfecto para Mí. 1. V. 1 Timoteo 6:15; Isaías 66:1


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