CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA
EN el inicio DEL AÑO Una perspectiva optimista
El palacio del cartero El hombre que construyó su sueño
Fresas, velas y propósitos No dejemos pasar la ocasión
Año 18, número 1 A N U E S T RO S A M IG O S L a ci m a de l a monta ña En la que resultó ser su última alocución —pronunciada en Memphis, EE. UU., el 3 de abril de 1968, el día antes de su asesinato—, Martin Luther King se planteó qué le respondería él a Dios si este le preguntara en qué época le gustaría vivir. El activista de los derechos civiles hizo un repaso de la historia de la humanidad, comenzando por los israelitas cuando fueron liberados de la esclavitud por Moisés, pasando por Grecia y Roma, el Renacimiento, la Reforma y la Proclamación de Emancipación, hasta llegar a los tiempos tan turbulentos en que él vivió, con su país inflamado por el odio, la injusticia y el miedo. Su respuesta fue: «Curiosamente, me volvería hacia el Todopoderoso y le diría: “Si me permites vivir unos pocos años en la segunda mitad del siglo xx, seré feliz”. »Ahora bien, esa declaración es un tanto extraña, porque el mundo está hecho un embrollo. La nación está enferma; la tierra, trastornada; reina la confusión. […] Pero sé, de alguna manera, que solo cuando hay mucha oscuridad se alcanzan a ver las estrellas. Y veo a Dios obrando en este período. […] Se nos vienen días difíciles. A mí, sin embargo, eso ahora no me importa, porque he estado en la cima de la montaña. Y no me preocupa. […] He visto la tierra prometida. Puede que no llegue allá con ustedes. Pero quiero que sepan esta noche que nosotros, como pueblo, llegaremos a la tierra prometida»1. Martin Luther King estaba seguro de que, fueran cuales fueran las circunstancias, las dificultades, los reveses, su dolor y su angustia, Dios era dueño de la situación. Su optimismo no se debía únicamente a su convicción de que su causa era justa y se impondría, sino, sobre todo, a la certeza de que Dios era justo y se impondría. Así también sucede con nuestra vida: pase lo que pase este año, podemos aferrarnos a ese mismo convencimiento. «Tengan valor y firmeza. […] El Señor su Dios está con ustedes y no los dejará ni los abandonará»2. ¡Que Dios te conceda un estupendo año nuevo bañado en Su amor y Su bondad! Gabriel García V. Director 1. Frases tomadas de https://oratoriaparacristianos.wordpress.com/2013/08/24 /martin-luther-king-ultimo-discurso-he-estado-en-la-cima-de-la-montana/ 2. Deuteronomio 31:6 (dhh) 2
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Director Gabriel García V. Diseño Gentian Suçi Producción Samuel Keating © Activated, 2016 Es propiedad. A menos que se indique otra cosa, los versículos citados provienen de la versión RV, revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizados con permiso.
Anónimo
CONSTRUIR UNA VIDA Un carpintero ya en edad de jubilarse informó a su jefe
que tenía planes de dejar el trabajo y llevar una vida más reposada en compañía de su esposa. Expresó que extrañaría la paga, pero que igual se las arreglarían para subsistir. El contratista se lamentó de que un empleado tan valioso abandonara la empresa y le pidió que construyera una última casa, como un favor personal. El carpintero accedió, aunque pronto se hizo evidente que no estaba poniendo el corazón en lo que hacía. Trabajó chapuceramente y con materiales de mala calidad. Fue un desafortunado colofón de una vida de gran dedicación. Cuando terminó su trabajo, el empleador fue a inspeccionar la vivienda. Seguidamente le entregó al carpintero la llave de la casa y le dijo:
—Esta es su casa. Acéptela como un regalo de mi parte. El carpintero quedó perplejo. ¡Qué pena! Si hubiese sabido que la casa iba a ser para él, la habría construido con una mentalidad muy distinta. Lo mismo nos ocurre a nosotros. Edificamos nuestra vida día tras día, pero muchas veces sin esforzarnos como debiéramos. Al final, consternados, descubrimos que nos toca vivir en la casa que hemos construido. Si tuviésemos otra oportunidad, lo haríamos todo con una disposición muy distinta. Pero no podemos dar marcha atrás. Cada uno construye su vida. Cada día ponemos un clavo, colocamos una tabla o levantamos una pared. Con las actitudes y decisiones de hoy edificamos la casa que tendremos mañana. ¡Hagámoslo sabiamente! ■
Si te parece que has cometido errores, que has tomado decisiones desacertadas o incluso que has fracasado de manera lamentable, recuerda que no eres el único. Muchos grandes personajes de la Biblia cometieron esos mismos errores, pero aprendieron de ellos. Dios fue a su encuentro —justo cuando sus sueños y esperanzas se habían visto truncados— y les dio una nueva razón de ser. Eso es lo que Él puede hacer cuando desistimos de nuestros planes y proyectos y decidimos probar los Suyos. Nos da objetivos que nos motiven a mejorar como personas y avanzar por buen camino, y encima nos ayuda a alcanzarlos. Entrégale tu corazón y tu vida. Permítele que te dé todo lo bueno que tiene pensado para ti. El principio del año es un momento ideal para empezar de nuevo. Nana Williams 3
EN EL INICIO DEL AÑO Adaptación de un artículo de Peter Amsterdam
Cuando termina un año
y me encuentro en el umbral del siguiente, por lo general veo el futuro con optimismo. Me gusta celebrar las victorias del año que pasó, los progresos, los obstáculos superados y las alegrías vividas. También procuro dejar atrás lo que no se logró —los fracasos, los objetivos frustrados, las expectativas no satisfechas— y comenzar el año resuelto a mejorar, trabajar con más eficiencia, progresar más y alcanzar mis metas. Al pensar en este nuevo año, la verdad es que me parece emocionante. Al mismo tiempo, siento cierta aprensión. Mi optimismo con respecto a las posibilidades y oportunidades que ofrece este año hace que me ilusione con lo que el Señor me tiene preparado. Pero también hay un pesimismo latente motivado por lo que sucede en el mundo. Estoy, pues, intentando conciliar esas dos posturas antagónicas de optimismo
1. Filipenses 4:8 (ntv) 4
y pesimismo con relación al nuevo año. Cada uno de nosotros puede aprovechar activamente las oportunidades que se le presenten en el curso del año. Al fin y al cabo, los resultados que obtengamos dependerán, al menos en parte, de las metas que nos pongamos, las decisiones que tomemos y el esfuerzo que hagamos, así como de nuestras oraciones y nuestra búsqueda de la voluntad de Dios. Por otro lado, no podemos controlar los acontecimientos mundiales. Los seres humanos somos propensos al miedo y, a raíz de ese miedo, a preocuparnos mucho por nosotros mismos, por nuestra comunidad o nuestro país. Eso puede derivar en una agudización del nacionalismo, la intolerancia y el odio, actitudes totalmente reñidas con las enseñanzas de Cristo. ¿Cómo conciliar ambas perspectivas —optimismo y pesimismo— y tener una visión equilibrada? Al reflexionar sobre el tema, me hice
unos propósitos personales de cara a este año. En cuanto al pesimismo por el estado del mundo, he resuelto: • No sucumbir al temor. Es importante encarar los males de este mundo con fe en Dios. Si bien se cometen atrocidades e injusticias y hay muchas situaciones penosas y terribles, los cristianos debemos poner nuestra fe en el Señor y tener Su paz en nuestro interior, sean cuales sean nuestras circunstancias o las de otras personas. • No permitir que el triste estado en que se encuentra el mundo —y que me recuerdan con regularidad los medios de comunicación— me haga prestar atención principalmente a lo negativo. Hay mucha maldad en la Tierra, pero también muchas cosas buenas. Me comprometo, pues, a tener presente lo bueno, a fijar mis pensamientos en lo que es verdadero, honorable, justo, puro, bello y admirable. «Piensen
en cosas excelentes y dignas de alabanza»1. • Centrarme en lo que enseñó Jesús: amar al prójimo en general. Es cierto que quienes obran mal merecen retribución y castigo; sin embargo, no debemos adoptar hacia ellos una actitud de venganza y odio. • Orar por los que están en el poder. Pedir que Dios les dé sabiduría para afrontar situaciones volátiles, y que los móviles que los animen sean la verdad y la justicia, no el orgullo nacional o personal. Por el lado optimista, por supuesto que este último año sucedieron muchas cosas por las que podemos alabar a Dios, y que este nuevo año ocurrirán muchas más. Cada uno de nosotros puede mirar hacia el futuro con optimismo, sabiendo que el Dios del universo nos ama y participa personalmente en nuestra vida. Si oramos por este nuevo año y le pedimos orientación
y ayuda, Él nos guiará en nuestras decisiones y nos conducirá por sendas que nos permitan alcanzar metas que se ajusten a Su voluntad. En este momento del año me parece que vale la pena que lo busque para saber qué metas quiere Él que me esmere por alcanzar, sean estas espirituales o prácticas. La seguridad de que mis metas coinciden con los designios globales que Él tiene para mí resulta muy alentadora y me infunde mucha fe. Enseguida detallo algunos aspectos de mi crecimiento personal en los que tengo pensado concentrarme este año: • Prestar más atención a mi desarrollo espiritual. Es algo que significa mucho para mí, y sé que requiere intencionalidad. • Invertir en mis amistades. Los amigos son una parte importante de la vida, pero es muy fácil no valorarlos. Me propongo dedicar más tiempo y esfuerzo a fortalecer esas relaciones.
• Minimizar el estrés. Estoy orando para encontrar formas de evitar el estrés, en lugar de simplemente aguantar y seguir adelante cuando me veo en situaciones estresantes. • Hacer lo posible para que la gente de mi entorno se acerque más a Dios. En mi vida hay personas maravillosas que desafortunadamente albergan fuertes prejuicios contra Jesús. Ruego que tenga el acierto, la paciencia y el amor para llevarlas a conocer al Señor. Ruego que tú también inicies este año con un claro propósito y un rumbo bien definido, que dediques tiempo al Señor para obtener Su guía y que a medida que te esfuerces por alcanzar tus metas encuentres dicha y satisfacción. Peter Amsterdam dirige juntamente con su esposa, María Fontaine, el movimiento cristiano La Familia Internacional. ■ 5
Mag Rayne
DESCONCIERTO EN EL BUS Era una típica tarde primaveral de lluvia en Rijeka. Yo
iba sentada en un bus de la línea 18 luego de una larga jornada… al menos creía que era el 18. Había unos 30 pasajeros, todos igual de cansados e impacientes por volver a su casa. Al llegar a un cruce, en lugar de doblar a la derecha como de costumbre, el bus viró a la izquierda. «¿Me habré equivocado de bus?», pensé. Estaba a punto de preguntar cuando otros pasajeros le empezaron a gritar al chofer: —¿Adónde nos lleva? Por lo menos no era yo la que se había equivocado. Para entonces el conductor se estaba poniendo nervioso. El vehículo tenía más de 30 metros de largo, por lo que corregir el rumbo no era nada fácil. Además, el hecho de que la gente estuviera gritando no ayudaba en nada. He sabido de casos parecidos en que los pasajeros se pusieron a vociferar y hasta amenazaron con pegar al conductor. Afortunadamente eso no aconteció esta vez, y los que reclamaban bajaron la voz cuando otros pasajeros exclamaron en tono alentador: 6
—No se preocupen. Todos nos equivocamos. Más adelante hay una rotonda en la que podemos dar la vuelta. Efectivamente, al cabo de dos minutos ya íbamos bien encaminados. ¿Cuántas veces en la vida, tratando de alcanzar nuestras metas, nos equivocamos en algún viraje? Si cada vez que cometemos un error nos ponemos a gritar, protestar y quejarnos, o censuramos a alguien y le echamos la culpa de la difícil situación en que nos encontramos, no llegaremos muy lejos. Los lamentos tampoco contribuyen a agilizar la marcha. Por otra parte, una vez que reconocemos haber extraviado el rumbo, podemos recobrar el ánimo —o alentar a las persona de nuestro entorno que se hayan equivocado— recordando que no todo está perdido, como hicieron aquella tarde los pasajeros conciliadores del bus. Y seguidamente dar la vuelta y tomar la vía correcta. Mag R ayne dirige una fundación de voluntarios en Croacia. ■
DAR UN VIRA JE En el Nuevo Testamento, la palabra arrepentirse es traducción del vocablo griego metanoeo, que significa «doy la vuelta», y en el Antiguo Testamento del término hebreo shub, que quiere decir «volver» o «regresar». Si te das cuenta de que te has equivocado de camino y resuelves dar media vuelta y tomar la dirección correcta, literalmente te estás arrepintiendo. Cuando Jesús dijo: «Arrepentíos, y creed en el evangelio»1, no solo quería que la gente tuviera fe, sino también que modificara su conducta o modo de vida. Hace falta convicción y también acción. Chris Hunt Quien yerra y se enmienda, a Dios se encomienda. Miguel de Cervantes (1547–1616) 1. Marcos 1:15
LA ESCALADA DEL NUEVO AÑO Curtis Peter van Gorder
Aun los mejores montañistas necesitan un
Para colmo, se desató un aguacero. Aparte de tener frío, nos calamos hasta los huesos. El saco de dormir también quedó empapado. Logramos refugiarnos debajo de una saliente rocosa y finalmente, tras una noche interminable, amaneció, dejó de llover y pudimos realizar el descenso. En el camino volvimos a toparnos con el pastor con el que habíamos conversado la tarde anterior. Nos saludó con la cabeza y nos dirigió una mirada medio de burla, medio de alivio. De haber bajado más la temperatura podríamos haber muerto de hipotermia. Embarcarse en el año nuevo es semejante a escalar un cerro: requiere esfuerzo y entraña peligro. El premio es para quienes aceptan el reto con decisión y no abandonan hasta coronar la cima. Lo malo es que a veces nos confiamos demasiado y nos convencemos de que podemos hacerlo solos. Los más prudentes, en cambio, se dan cuenta de que necesitan un guía, y naturalmente no hay ninguno mejor que Jesús, a quien la Biblia denomina el «Príncipe de los pastores»1. Él sabe dónde se hallan los verdes prados y qué peligros acechan. Si no nos apartamos de Él, nos ayudará a cumplir nuestras metas este año.
1. V. 1 Pedro 5:4
Curtis Peter van Gor der es guionista y mimo 2 . Vive en A lemania. ■
guía cuando se aventuran por montañas que no conocen. Es más, solo un novato imprudente prescinde de guía, un novato como yo. Hace años, estando de vacaciones en los Alpes suizos, un amigo y yo decidimos subir a un cerro cercano. Para cuando partimos, ya la tarde estaba avanzada. No habíamos andado mucho cuando nos topamos con un rústico pastor que descendía con su rebaño de ovejas después de haberlo tenido todo el día pastando en las zonas altas. —En la montaña oscurece temprano y de golpe —nos advirtió—. Esperen a mañana y consíganse un guía. Pero al día siguiente ya sería tarde. Estaríamos en un tren rumbo a casa; así que, imperturbables, seguimos adelante. Como era lógico, al poco rato había oscurecido casi totalmente. Estaba nublado, así que ni siquiera nos llegaba la luz de la luna ni de las estrellas. A duras penas distinguíamos el sendero rocoso por el que caminábamos. Más allá la visibilidad era nula. Un paso en falso y caeríamos rodando por la ladera. Íbamos a tener que pasar la noche en la montaña. Como no habíamos llevado sino un saco de dormir, decidimos meternos en él un rato cada uno.
2. http://elixirmime.com
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SOLO SE VIVE UNA VEZ Tina Kapp
1. Salmo 144:15 (ntv) 2. Nehemías 8:10 (ntv) 3. Juan 10:10 4. V. Lucas 15:11-32 5. Lucas 15:13 (nvi) 6. Eclesiastés 12:1 7. www.just1thing.com 8
La mayoría hemos oído el dicho: «Solo se vive una vez». Las estrellas de la música y los famosos se suelen escudar en esa frase para animar a la gente a hacer locuras o arriesgarse porque, a fin de cuentas, «solo se vive una vez». Es una idea atractiva. ¿Para qué preocuparse del futuro? ¿Para qué aceptar la responsabilidad de las decisiones que tomamos cuando podemos hacer como si no importaran? ¿Para qué ocuparnos de otras cosas que no sean lo que más nos apetece en determinado momento? La verdad es que cuando alcanzamos cierta madurez nos damos cuenta de que la vida no es así, y nos toca empezar a pagar las consecuencias de algunas decisiones tomadas
en etapas anteriores. En la mayoría de los casos, quienes se han regido por ese lema llegan a un punto en que les gustaría haber tenido una visión de largo plazo un poco antes. Recuerdo que de jovencita tuve complejos por mi exceso de peso. Detestaba sentirme pasada de kilos y que no me escogieran para participar en los grupos de danza del colegio. Era algo que a menudo me provocaba inseguridad y me tenía obsesionada. ¿Crees que eso evitaba que consumiera comida chatarra cada vez que se me presentaba la oportunidad? ¡Qué va! Si algo sabía rico y yo tenía ganas de comérmelo, nada más importaba en ese instante. Si tenía delante algún manjar, me olvidaba de un plumazo de todos los principios de una alimentación sana. Claro que después me deprimía por no ser capaz de adelgazar. Vivía estrictamente en el momento, y no pensaba en los efectos a largo plazo.
Ahora bien, eso no significa que no debamos disfrutar de la vida. Dios no quiere que seamos infelices. «¡Felices los que viven así! —dice la Biblia—. Felices de verdad son los que tienen a Dios como el Señor»1. «No se entristezcan —nos manda—, porque el gozo del Señor es su fortaleza»2. Jesús dijo: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia»3. Él quiere que disfrutemos del amor de Dios y de las numerosas bendiciones que nos concede cada día. Ya que no tenemos sino una vida, ¿qué vamos a hacer con ella? ¿Qué recuerdo de nosotros queremos dejar para la posteridad? Para poder enorgullecernos en retrospectiva de nuestra vida, ¿cómo tendría que ser? La muy conocida locución latina carpe diem —«aprovecha el día»— es bien positiva. Sigue la misma lógica de «solo se vive una vez», salvo que en vez de tomar eso como un pretexto para hacer locuras y vivir el presente sin considerar las consecuencias, nos motiva a llegar más lejos, hacer más y no desperdiciar el tiempo. La vida se compone de un cúmulo de días. Algunos son
tranquilos, entretenidos; otros son duros. Pensemos un momento en los medallistas olímpicos. El día en que compiten y ganan pasa a la historia, y estoy segura de que ellos lo recuerdan como uno de los mejores de su vida. Sin embargo, para llegar a eso son necesarios años de entrenamiento, de trabajo arduo y concentración. Imagínate a tu músico favorito tocando ante un público multitudinario. Una vez más, el artista solo logra eso después de innumerables días de constantes ensayos y repeticiones y de interpretar su música ante cualquiera que lo escuche, hasta que le llega su gran oportunidad. Todos nuestros personajes favoritos de la Biblia experimentaron algo similar. Piensa en Noé cuando construyó el arca o en José cuando salvó a Egipto de la hambruna. Si conocieron el éxito no fue porque se dedicaron a hacer lo que les daba la gana, siguiendo la filosofía de que «solo se vive una vez». Hizo falta mucho esfuerzo y planificación para que, llegado el día, salvaran muchas vidas y dejaran su impronta en el mundo. El hijo pródigo también tenía como lema «solo se vive una vez»4. No quiso aguardar para recibir su herencia. Tenía ganas de irse de juerga y pasarlo bien sin tener que esperar. Le dio la lata a su padre para que le entregara la parte que le
correspondía y enseguida «se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia»5. No dudo que lo pasó fabuloso… hasta que la plata se esfumó y con ella todos sus amigos de circunstancias. Cuando se quedó sin nada, lo abandonaron, y terminó mendigando comida vestido con harapos. El libro de Eclesiastés nos advierte: «Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: “No tengo en ellos contentamiento”»6. Todas las decisiones que tomamos tienen consecuencias, desde las más triviales —como comer o no verduras— hasta decisiones como la de estudiar y esforzarse por alcanzar una meta o la de regirse por los principios divinos. El entender esto ahora nos puede ayudar a tomar decisiones acertadas, para que al final de nuestra vida se evidencien las maravillosas consecuencias de dichas decisiones. No dejes que la vida se te escape. Sácale el mejor partido posible, de manera que al volver la mirada te sientas satisfecho con lo que lograste. Tina K app es bailarina, presentador a y escritor a. Vive en Sudáfrica, donde dirige una empresa de entretenimiento que recauda fondos par a obr as de caridad e iniciativas misioner as. Este artículo es una adaptación de un podcast publicado en Just1Thing 7, portal cristiano destinado a la for mación de la juventud. ■ 9
A VECES Menos Es MÁS Jessie Richards
Aunque sea un cliché del que se abusa en los curriculum vitae, la verdad es que soy una persona orientada a los objetivos. Desde que tengo memoria me he impuesto metas, particularmente al principio del año, las cuales luego me aboco a alcanzar. Muchos propósitos que se hacen en Año Nuevo quedan en nada porque son cosas que la gente dice en un momento de pasión —o de culpabilidad— y que al rato olvida o desestima. Ese no es mi caso. Sin embargo, me he dado cuenta de que tiendo a ser demasiado ambiciosa. Aunque alcanzo algunas metas,
termino desanimada; también se da el caso de que logro algunas metas secundarias, pero no las primordiales. No es porque no tenga presentes mis objetivos o porque no los persiga con constancia, sino porque no hago planes realistas, tomando en consideración mis limitaciones y la necesidad de apartar suficiente tiempo para simplemente disfrutar de la vida. Hace poco repasé mis propósitos de los ocho últimos años, que en términos generales han sido una combinación de metas profesionales, objetivos en cuanto a mi estado físico, lugares que quería visitar y cosas que quería aprender o en las que deseaba adquirir más destreza. Año uno Me fijé diez objetivos y no logré sino dos. Hubo varios a los que me acerqué. Por ejemplo, resolví correr 1.000 kilómetros a lo largo del año e hice 850. Algo interesante que advertí cuando repasé mis metas al terminar el año fue que las dos que alcancé eran precisamente metas de las que había hablado con muchas personas,
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lo cual, claro, me estimuló a perseverar hasta alcanzarlas. Otra cosa que me llamó la atención es que había por lo menos dos ítems que más adelante francamente dejaron de interesarme, o que al repasar la lista me dije: «¿Cómo es que incluí esto?» Puros caprichos, no objetivos. Año dos Dispuesta a aprender del año anterior, me dije que no me fijaría sino uno o dos objetivos por categoría. No me explico cómo, pero terminé con seis categorías y ocho objetivos. Para colmo, todos eran de carácter personal, de manera que transcurridos unos meses añadí siete objetivos de trabajo. Así las cosas, terminé con 15 objetivos, superando la cifra del año anterior. Ese año, no obstante, establecí una regla muy específica para mis metas, a saber: Si no son concretas y cuantificables, no pueden estar en la lista. Creo que eso ayudó, pues alcancé 11 de los 15 objetivos.
Año tres En otro intento de mejorar mis métodos, resolví concentrarme en un solo objetivo general. Naturalmente, se subdividía en otros menores, 16 en total. Estaban todos vinculados y organizados para irlos alcanzando de uno en uno. La estrategia mayormente funcionó. Bueno, alcancé nueve. Pero los progresos fueron válidos y quedé contenta. Año cuatro Me impuse seis objetivos. Alcancé cinco. Apliqué métodos un poco distintos que en años anteriores: • Cada trimestre me molesté en repasar mis objetivos y progresos. • Llevé un registro de todos mis logros, tanto laborales como personales. • Me hice una lista de lo que quería dejar de hacer, que fue para mí ¡una revelación! En alguna parte leí esa idea, y me pareció muy sensata. Comprendí que, si quería disponer de más tiempo para lo que quería hacer, tenía que sacar tiempo de alguna parte. Afortunadamente logré dejar de hacer las tres cosas que me había propuesto. Año cinco Las realidades de la vida me facilitaron mucho los objetivos de ese
año. Hubo dos bien grandes que no eran opcionales: conseguir trabajo y un apartamento, y logré ambos. Naturalmente que después tuve que fijarme algunos que sí fueran opcionales. Me propuse seis. Alcancé tres. Año seis Rebauticé mi lista. En vez de llamarla: «Objetivos de Año Nuevo», la titulé: «Lo que quiero este año». Además expuse en detalle, en la medida de lo posible, los medios que emplearía para alcanzar mis objetivos. Quería nueve cosas. Logré seis. Año siete Nuevamente opté por hacerme una lista de las cosas que quería. Me fijé solo dos objetivos principales; ahora bien, esos requerían otros siete complementarios. En tres de los siete me fue bien; además, eran los más importantes para mí. Sin embargo, no logré cumplir a cabalidad ninguno de los dos grandes. Quise abarcar demasiado, incluso siendo solo dos: eran excesivamente ambiciosos.
propongo 6, probablemente consiga 3. Si me fijo 3, alcanzo 1 o 2. Por eso este año voy a seguir lo que considero un plan brillante: un solo objetivo. Ineludiblemente lo alcanzaré. Teniendo un solo objetivo, estoy segura de que me concentraré en él, me esforzaré y lo lograré. También tengo una lista de cosas que quiero hacer antes de morir, a la que con frecuencia agrego nuevas entradas. (¡Ya tiene más de 40!) Estas no tienen fecha de vencimiento al final del año. Además, soñar es gratis. En cambio, para alcanzar metas se requiere claridad, concentración, tiempo, esfuerzo y una sana dosis de realismo. Jessie R ichar ds participó en la producción de Conéctate desde el 2001 hasta el 2012 y escr ibió var ios artículos como r edactor a de la r evista. También ha tr abajado como r edactor a y editor a par a otr as publicaciones cr istianas y portales de Inter net. ■
Año ocho: el actual Un rápido repaso me muestra claramente que, por mucho que me esfuerce por ser realista, siempre sobrevaloro mi capacidad. Si me fijo 10 objetivos, quizás alcance 7. Si me
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EL PALACIO DEL CARTERO Joyce Suttin
Se llamaba Ferdinand Cheval. Llevó una vida sencilla,
prosaica. Nació en 1836 en un pueblito situado al sudeste de Lyon (Francia). Allí asistió al colegio durante apenas 6 años hasta quedar huérfano en la primera etapa de su adolescencia. En el transcurso de su vida fue campesino, panadero y finalmente cartero. En 1869 solicitó que se le asignara la ruta conocida como la «tournée de Tersanne», lo cual le fue concedido. A partir de ese momento se dedicó a entregar y recoger correo en los pueblos aledaños a Hauterives, hasta su jubilación. Todos los días recorría a pie los 33 km de la ruta. Lo hizo más de 10.000 veces. Un día, a los 43 años de edad, se topó con una piedra que tenía una forma muy singular. Así describió él el incidente: «Caminaba muy rápido cuando mi pie tropezó en algo que
1. https://misterios.co /arquitectura-de-la-locura-el-palacio -ideal-de-ferdinand-cheval/ 12
Foto: El Palais idéal
me hizo dar tumbos unos metros más adelante. Quise saber la razón. En un sueño había construido un palacio, un castillo o unas grutas, no lo sé expresar bien. […] No se lo contaba a nadie por temor al ridículo; yo mismo me sentía ridículo. Resulta que al cabo de quince años, en un momento en que casi había olvidado el sueño, en que no estaba pensando en él en absoluto, fue mi pie el que me lo recordó. Mi pie se tropezó con una piedra que casi me hace caer. Quise saber qué había sido. […] Era una piedra de una forma tan extraña que me la puse en el bolsillo para admirarla con tranquilidad. Al día siguiente volví a pasar por el mismo sitio. Encontré piedras aún más bellas. Las junté allí mismo y quedé embelesado»1. A partir de ese día, durante su habitual recorrido, Ferdinand fue apartando piedras que luego recogía cuando volvía a su casa. Con ellas comenzó a construir su palacio, al que llamó Palais idéal. Noche tras noche fue poniendo piedra sobre
piedra, y edificó un magnífico monumento que cuenta con arcos, torrecillas y columnas ornamentadas. En 1896, tras su jubilación, Ferdinand pudo dedicarse de lleno a su pasión. En 1912, luego de 33 años de labor, cuando ya tenía 77 años, culminó su palacio. Pero eso no fue todo. Entonces empezó a construir una rebuscada tumba para sí mismo, lo que le tomó otros 8 años y que terminó cuando tenía 86. Si tu vida te parece rutinaria y se te hace cuesta arriba recorrer cada día interminables kilómetros, recuerda la visión que tuvo aquel cartero de un palais idéal y la simple y meticulosa labor de construir un sueño guijarro por guijarro, piedra por piedra. Uno nunca sabe cuáles pueden ser las asombrosas consecuencias de tropezarse con una extraña piedra. Con esos pedruscos con que tropiezas bien puedes crear algo extraordinario. Joyce Suttin es docente y escr itor a. Vive en San A ntonio, EE . UU. ■
EL PRIMER DÍA DE COLEGIO Keith Phillips
El primer día del año se ase-
meja un poco al primer día de clases. Digamos que Dios nos da a cada uno un impecable cuaderno por estrenar, flamantes lápices afilados, libros de texto repletos de nuevas enseñanzas y la posibilidad de empezar de cero. Las expectativas —buenas o malas— que eso suscite en nosotros dependen en buena parte de cómo nos haya ido en el grado anterior el último año. Si nos fue excelente, es probable que saludemos esperanzados al año nuevo, con tremendo entusiasmo. Si apenas logramos pasar raspando, es más fácil que sintamos nervios y aprensión. De uno u otro modo, este año puede ser el mejor de todos, pues Jesús desea ser tu profesor particular. Él sabe mucho, y harás bien en aceptar Su ofrecimiento. ¿Quién mejor que Él para guiarte en la escuela de la vida? Al fin y al cabo, Él diseñó el curso, redactó el libro de texto y preparó los exámenes. Así las cosas, no cabe duda de que comprende cabalmente todos los contenidos y conoce todas las respuestas. Es más, te ama
entrañablemente y desea, incluso más que tú, que apruebes el curso. Si te acostumbras a presentarle tus preguntas y dificultades y dejas que Él te explique cómo las ve, descubrirás que todo encaja en su lugar como nunca. Él te ayudará a resolver los problemas más espinosos y a sacar partido de tus errores, convirtiéndolos en oportunidades didácticas. Es paciente, amoroso y sabio. Y por si no lo mencioné, sabe mejor que nadie hacer entretenido el aprendizaje. ¿Para qué esforzarte tanto por pasar raspando y apenas aprobar el curso cuando Jesús puede ayudarte a estar en el cuadro de honor? Además, cuando llegue el examen final, te ayudará también con eso. Qué orgulloso te sentirás cuando te diga: «¡Te luciste!» Keith Phillips fue jefe de redacción de la revista Activated, la versión en inglés de Conéctate, durante 14 años, entre 1999 y 2013. Hoy él y su esposa Caryn ayudan a personas sin hogar en los EE. UU. ■
Empieza el año con el pie derecho, pidiéndole a Jesús que forme parte de tu vida y recorra a tu lado la senda que tienes por delante. Haz esta sencilla oración: Jesús, acepto lo que me ofreces, pues quiero disfrutar de la eternidad contigo. Te ruego que vengas a mí y me ayudes a sortear todos los obstáculos que se me presenten.
No sé lo que me deparará el futuro, pero sí sé que el mañana está en manos de Dios, y eso me emociona. Aun cuando me suceden desgracias, Él me quiere con un amor tan grande, tan inmenso… Saldré a flote y aprenderé de la experiencia, porque Él no me suelta. Barbara Mandrell (n. 1948) 13
Saskia Smith
Fresas, velas y propósitos Era un luminoso día de
verano. En aquel entonces yo vivía en Sudáfrica. El año estaba a punto de terminar, y yo había dejado de pensar en las celebraciones navideñas y estaba reflexionando sobre los propósitos que me iba a hacer de cara al nuevo año. La puerta de la casa se cerró detrás de mí con un sonido metálico. Cuando entré a la cocina, mi madre me vio dirigir la vista hacia una fuente repleta de fresas que había en la mesa. —Las trajo Yvonna —me explicó—. Son un regalo de su familia. La generosidad de nuestros modestos vecinos se me hacía un tanto incómoda. Nuestro centro de voluntariado estaba en la casa más amplia y cómoda del barrio. Yvonna era una adolescente que vivía dos casas más allá. Yo sabía que su familia, como la mayoría de las del pueblo, había estado meses cuidando los fresales que había detrás de su casa. De todos modos, cada vez que había cosecha los vecinos llegaban a nuestra puerta cargados de frutillas.
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Desde hacía un tiempo Yvonna había solicitado asistir a los estudios bíblicos que hacíamos con nuestro grupo juvenil; pero habíamos estado muy ocupados y lo habíamos pospuesto más de una vez. Suspiré y me propuse incluir a Yvonna en aquellas clases lo antes posible. En mi familia siempre celebramos juntos la noche de fin de año. Desde que tengo memoria es tradición que nos reunamos con algunos amigos íntimos en las últimas horas del año para realizar una ceremonia a la luz de las velas. Cada uno, del mayor al menor, enciende una velita con la llama de una vela grande colocada en el centro, la cual simboliza a Jesús. A continuación dice lo que más agradece del año que termina y cuenta cuáles son sus esperanzas y oraciones para el año nuevo. Aquella noche perdoné públicamente a una amiga por una ofensa que me había amargado la vida durante semanas. Me dio tanto gusto desahogarme así que deseé haberlo hecho antes. Otros expresaron su intención de contribuir más al bienestar y el mejoramiento del
pueblo. Todos coincidimos con ellos. El cambio de año era el momento ideal para empezar a tener una participación más activa. El día siguiente amaneció radiante y sumamente prometedor. Pero Yvonna no alcanzó a verlo. Había fallecido en la madrugada en un trágico accidente de automóvil. Todos los integrantes de nuestro centro quedaron profundamente afectados por la pérdida de nuestra querida amiga. En los meses siguientes hallamos formas de consolar a su familia. El hecho estrechó los lazos entre todos los habitantes del pueblo. Muchos jóvenes venían a vernos con preguntas sobre la vida, la muerte y el mundo espiritual, las cuales respondíamos con mucho gusto. Yvonna creía en Jesús, y estoy segura de que desde algún lugar del Cielo vio los efectos positivos de su fallecimiento. Desde entonces, cada año, cuando terminan los fuegos artificiales, me acuerdo de Yvonna y una vez más resuelvo no esperar a que llegue el momento perfecto para empezar a hacer lo que verdaderamente importa. ■
pasado y futuro Ejercicio espiritual A bi M ay
La Nochevieja es un momento
ideal para hacer balance del año que pasó y fijarse metas para el siguiente. A continuación te presento un ejercicio espiritual con ese fin. (Necesitarás una vela grande y una pequeña.) Enciende primero la vela grande, que representa a Jesús, la luz del mundo. Lee los siguientes versículos de la Biblia y medita sobre ellos: «Yo [Jesús] soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida»1. «Tú encenderás mi lámpara; el Señor mi Dios alumbrará mis tinieblas»2. Enciende luego la vela pequeña —que te representa a ti— con la llama de la grande. Tómate unos minutos para reflexionar sobre el año que termina. 1. Juan 8:12 2. Salmo 18:28
Ten en cuenta estos tres aspectos de tu vida: tu trabajo o tus estudios; tu vida familiar y tu relación con tus parientes y amigos; y tu vida personal, que incluye tu bienestar físico, mental y espiritual. De todo lo que pasó en el último año en cada una de esas tres esferas, ¿qué suscita más tu gratitud? Puede que dentro de cada categoría recuerdes muchas cosas. Da gracias a Dios por ellas. Tal vez conviene que las apuntes para repasarlas más adelante. Después tómate unos minutos más para reflexionar sobre el año que viene. En esas tres mismas esferas de tu vida, ¿cuáles son tus oraciones o aspiraciones para el año entrante? Anótalas en forma de esquema o de oraciones a Dios, para poder referirte a ellas conforme avanza el año y así acordarte de darle las gracias cuando Él responda. Te servirán también para tu reflexión del próximo año.
Con unas pocas modificaciones, este mismo ejercicio puede realizarse con familiares o amigos. Se enciende una vela grande, se leen los versículos bíblicos en voz alta y se comentan brevemente. Todos se toman unos minutos para reflexionar sobre lo que más agradecen del año que pasó y apuntarlo; luego unos minutos más para formular su oración para el año entrante. (También se puede avisar a todos de antemano para que preparen su lista y se tomen todo el tiempo de reflexión que quieran.) Uno a uno los asistentes encienden su velita y leen o explican a los demás lo que más agradecen del año que termina y su oración para el próximo año. A bi M ay es escr itor a, docente y promotor a de salud. Vive en el R eino Unido. ■ 15
De Jesús, con cariño
¡Feliz vida nueva! Este año puedo ayudarte a ser más como quieres ser. Mejor aún: puedo ayudarte a ser más como Yo quiero que seas. Es cierto que eso requerirá un esfuerzo por parte tuya. Hará falta que te dejes guiar diariamente por Mi Espíritu. Para que Yo viva y me mueva en ti y para que obre por medio de ti en mayor medida será preciso que te sometas. Pídeme que te ayude a cambiar. Esfuérzate por superar los malos hábitos que te impiden desarrollarte plenamente como persona. Hazte propósitos con Mi orientación; revísalos a diario y practica tus nuevas costumbres hasta que se conviertan en lo más natural para ti. Tal vez no puedas hacerlo todo cada día, en particular al principio; pero con la práctica, en la medida en que te apliques y aprendas a aprovechar Mi ayuda, Yo neutralizaré tus viejos hábitos y tu antigua manera de ser. No esperes cambiar radicalmente de la noche a la mañana; no es así como Yo obro. Ten paciencia, sé constante, y Yo te ayudaré a cambiar como deseas. Si haces tu parte, te tenderé una mano para que vayas progresando paso a paso, porque te amo.