Conéctate, número de marzo de 2017: Relaciones interpersonales

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CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA

HISTORIA DE DOS VILLAS Escasez o abundancia

El directivo inteligente

Beneficios de trabajar en equipo

¿Quién se lo iba a imaginar? Contra todo pronóstico


Año 18, número 3

A N U E S T RO S A M IG O S El se cr e to Al momento de escribir su epístola a la iglesia de Filipos, Pablo languidecía en una cárcel romana. Así y todo, en la introducción a su carta el apóstol cuenta que lo que lo haría realmente feliz no sería quedar libre, sino que los cristianos de aquella ciudad macedonia se relacionaran armoniosamente entre sí y se manifestaran afecto. Enseguida describe con detalle cómo pueden hacerlo: «Háganme verdaderamente feliz poniéndose de acuerdo de todo corazón entre ustedes, amándose unos a otros y trabajando juntos con un mismo pensamiento y un mismo propósito. No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes. No se ocupen solo de sus propios intereses, sino también procuren interesarse en los demás»1. Pablo no propugna que nos desentendamos por completo de nuestras necesidades. El propio Jesús dejó a veces de atender a las muchedumbres para solazarse un rato con Su Padre2 o instruir a Sus doce discípulos más cercanos3. Lo que él dice es que debemos prestar atención a los demás y tener en cuenta sus intereses y necesidades en lugar de pensar exclusivamente en nosotros mismos. Podemos sacar fuerzas para ello de nuestra relación con Jesús. Todo lo que hacemos, lo hacemos para Él4. Si Él es el motor de nuestras acciones y el centro de nuestra atención, lograremos construir buenas relaciones con Dios, nuestra familia, nuestros colegas y las demás personas de nuestro entorno. Resulta que el secreto para alcanzar el éxito y disfrutar de buenas relaciones es poner primero a Jesús y ser como Él quiere que seamos. Espero que los artículos de este número de Conéctate sean un estímulo y una ayuda para avanzar por esa senda. Gabriel García V. Director 1. Filipenses 2:2–4 (ntv)

3. V. Mateo 16:13; 17:1

2. V. Marcos 1:35–39

4. V. Colosenses 3:23

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Un mensaSjOe MISTERIO P r iscil l a

L ipciuc

Cierto día en que andaba muy

afanada por que mis hijos llegaran a tiempo a su clase de computación, en el último momento no encontrábamos uno de sus libros de texto ni las llaves de la casa. Más nervios de punta y carreras frenéticas. En medio de todo eso sonó mi teléfono. Era un mensaje de texto de un número desconocido. Lo que leí me tomó por sorpresa: «No puedo cambiar tu pasado ni prometerte un bello futuro, pero sí garantizarte mi amor y apoyo en todo lo que emprendas. Espero que tengas un días estupendo». El mensaje no venía firmado. No pude menos que soltar una risita. Parecía una de esas confusiones frecuentes que Jesús orquesta para desviar mi atención de mis

problemas y recordarme el amor que Él abriga por mí. «Gracias por animarme —respondí—. Con todo, debo decirte que te equivocaste de número. Pero no te vayas a sentir mal, me cayeron de maravilla esas palabras». Mi teléfono dio otro pitido. «¡Sí era para ti! Este es mi nuevo número. Quería que supieras lo que siento por ti». Era una amiga mía, la madre de uno de mis alumnos de inglés. Para entonces mi sorpresa era mayúscula. En cuanto dejé a los chicos en su clase, la llamé para agradecerle su gesto y su consideración. Aunque el resto del día transcurrió con normalidad, definitivamente me sentí con más bríos. Ese feliz incidente me dio que pensar. Desde

que falleció mi marido y me ha tocado criar sola a mis cuatro hijos, me he esforzado por no ser una carga para nadie. Sin embargo, hay personas que, sin querer entrometerse, gustosas me apoyarían si hace falta. ¿Por qué no había considerado ni por un momento que yo era la destinataria de aquel mensaje de ánimo? ¿Por qué me cuesta creer que Dios, al que tan bien conozco, podría poner en mi camino a personas muy bellas y dispuestas a darme una mano? No quería dejar pasar esa enseñanza, así que me hice el propósito de digerirla a conciencia. Creo que me ha hecho mucho bien. Pr iscilla Lipciuc ha sido misioner a en Europa Or iental dur ante más de 20 años. ■ 3


EL DIRECTIVO INTELIGENTE Adaptación de un texto de David Brandt Berg

Un buen directivo no es un jefe, sino un servidor. Jesús no solo se proponía enseñar humildad a Sus discípulos cuando los amonestó diciendo: «El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor»1. Un buen directivo sencillamente no es un dictador, sino que escucha a sus empleados. Cuando los altos mandos no se comunican con sus subalternos, lógicamente no entienden los problemas de estos, y en esas circunstancias los conflictos no se hacen esperar. Los directivos de todos los estamentos deben escuchar a sus subordinados. Si bien la responsabilidad de tomar las decisiones finales recae sobre sus hombros, 1. Mateo 20:26 2. V. 1 Reyes 22:19–22; Job 1:6–12 3. V. 1 Corintios 12:14–17 4

eso no significa que ellos sean los únicos a los que se les ocurren ideas, los únicos que piensan, y que no deban consultar con nadie. Un buen directivo escucha a su gente. En lo que se refiere a planes, objetivos, motivación y otros aspectos generales del trabajo, el dirigente debe ser una persona capaz; de lo contrario no debería dirigir. Pero en cuanto a asuntos prácticos, los altos mandos deben escuchar a sus colaboradores, que probablemente saben de esas cosas más que ellos. Un buen directivo escucha las recomendaciones de sus ayudantes, las debate con ellos, procura llegar a un consenso sobre la línea de acción que se debe seguir y les da libertad para que hagan el trabajo. Luego

simplemente monitorea los progresos. Esa es en realidad la función del dirigente: más que nada mantener todo en marcha, dejando que los demás hagan propuestas, inicien acciones y, por supuesto, las lleven a término. Todo director corporativo o gerente de una empresa u organismo se rodea de consejeros que lo asesoran. ¿Sabías que hasta Dios trabaja así? Él convoca a Sus altos asesores, espíritus y ángeles y les pregunta: «¿Qué creen que debemos hacer con respecto a esto?» Escucha sus recomendaciones y luego decide sabiamente quién tiene razón2. Y no olvidemos que además de escuchar a Sus consejeros, espíritus y ángeles, Dios también nos escucha a nosotros


La autoridad de un líder cristiano no se fundamenta en el poder, sino en el amor; no en la fuerza, sino en el ejemplo; no en la coacción, sino en la persuasión razonada. Los dirigentes tienen poder, pero ese poder solo está a salvo en manos de los que se hacen humildes servidores. John Stott (1921–2011) Jesús dijo varias veces: «Ven, sígueme». Su consigna era: «Haz lo que Yo hago», no: «Haz lo que Yo digo». Su brillantez innata le hubiera permitido hacer gran alarde y ostentación, pero de esa manera habría dejado muy atrás a Sus seguidores. Él caminó y trabajó con las personas a las que había de servir. Spencer Kimball (1895–1985)

cuando nos dirigimos a Él en oración. Si ni siquiera el propio Dios lo piensa todo por nosotros, ¿cómo podemos pretender tomar nosotros todas las decisiones, hacer todos los razonamientos, dar todas las instrucciones y además llevarlas a cabo? Un dirigente no puede prescindir de los demás. Así de simple. Eso de querer organizarlo todo y decirle a todo el mundo lo que debe hacer es típico de un novato, de un joven inexperto que acaba de asumir el cargo. Todo directivo inteligente aprovecha las contribuciones de su gente como si operara una bomba extractora. No pretende ser él la bomba, ni la palanca, ni el agua, ni el balde. Él no es más que la mano

guía que toma la palanca y bombea para crear un intercambio dinámico de ideas, de forma que todos saquen partido de los pensamientos y las experiencias de sus colegas. Un directivo sensato procura tener contenta a su gente, ya que uno se desempeña mejor cuando está satisfecho y se dedica a lo que le gusta, a lo que desea hacer. Si se quiere que un equipo funcione con eficacia, los integrantes del mismo deben trabajar juntos, escucharse, deliberar, decidir las cosas entre todos y luego concretar los proyectos conjuntamente. Lo mismo sucede con el cuerpo humano: no consideramos que podamos prescindir siquiera del miembro más pequeño. Uno necesita hasta de la última uña, de

cada célula, cada órgano y cada miembro3. En un equipo todos son valiosos, desde el más insignificante hasta el que parece más importante. Cada uno cumple su función, todos son necesarios y todos deben trabajar en armonía y cooperación. Hay que dialogar, deliberar, consultarse, buscar consensos, decidir las cosas entre todos, actuar juntos, preocuparse unos de otros, crecer juntos, trabajar juntos y disfrutar juntos de los resultados. Un directivo inteligente, un buen ejecutivo, trabaja así. David Br andt Berg (1919–1994) fue fundador y dir igente del movimiento cr istiano La Familia Inter nacional. ■

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Historia de dos villas Mara Hodler

Una amiga me contó que de

pequeña, aunque su familia estaba muy unida y se querían mucho, el tema de la equidad era siempre complicado. Me dijo que cuando su mamá compraba pastel o helado para el postre, su hermano y ella se peleaban por conseguir la porción mayor. Esas disputas eran tan estresantes para su mamá que tenía una balanza de cocina cerca de la mesa del comedor y pesaba cada plato de postre para verificar que pesaban exactamente igual. Esa fue la norma familiar durante años. Eso me hizo pensar en lo fácil que resulta vivir bajo el paradigma de que solo hay cierta cantidad de pastel. Si a tu hermano le toca un pedazo enorme, a ti te va a tocar menos,

1. www.just1thing.com 6

¿verdad? Claro que eso es cierto cuando de pastel se trata, pero no en lo referente a casi todo lo demás. En todo caso, los seres humanos solemos tener una mentalidad de escasez o de abundancia. Si vives en Villa Escasez, estás convencido de que el amor, las ideas, las oportunidades, la imaginación y los recursos son limitados. Cada una de esas cosas es como un pastel que se corta en trozos y, cada vez que alguien toma uno, queda menos para ti. Como podrás imaginarte, en Villa Escasez hay poquísima buena voluntad. Cada cual defiende sus intereses. Nadie se cohíbe de robarle un pedazo a otra persona, porque si no luchas por conseguir tu porción, te arriesgas a quedarte sin nada. Si tienes la suerte de agarrar un trozo de pastel, no alcanzarás a disfrutarlo:

tendrás que zampártelo, no sea que alguien esté tramando algo para arrebatártelo. Como yo viví algún tiempo en Villa Escasez, te aseguro que es un sitio francamente deprimente. En cambio, Villa Abundancia es harina de otro costal. En Villa Abundancia todo el mundo cree que el amor, las ideas, las oportunidades, la imaginación y los recursos son ilimitados. Allí son frecuentes las celebraciones. Por todas partes la gente disfruta del pastel. Cuando uno descubre una pastelería fantástica, en vez de guardarse el secreto, se la recomienda a todo el mundo. Las recetas se intercambian, se mejoran y se adaptan a las necesidades de cada uno. En Villa Abundancia lo que es seguro es que nadie se queda nunca sin pastel. De


Recuerden esto: El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará. 2 Corintios 9:6 (nvi)

hecho, la mayoría son de la opinión de que los mejores pasteles aún están por crearse, por disfrutarse y por compartirse. Por extraño que parezca, la verdad es que en Villa Escasez la carencia de pastel se nota cada vez más. Todos andan preocupados pensando en el día en que alguien se engulla el último bocado. ¿Qué pasará entonces? Cada uno va a lo suyo y procura conseguir pastel mientras se puede. En cambio, en Villa Abundancia nadie tiene miedo de quedarse sin pastel. A la gente siempre se le ocurren nuevos ingredientes con los que preparar pasteles, nuevas versiones de antiguas recetas, medios novedosos de transportarlos y mejores procedimientos para elaborarlos en cantidades mayores. Nadie se angustia pensando que algún fatídico día se agotarán los pasteles. Cuando entendí esas diferencias, muy pronto llegué a la triste conclusión de que había pasado más

tiempo en Villa Escasez que en Villa Abundancia. Casi nunca pensaba que lo mejor estaba por venir, sino más bien que el desastre estaba a la vuelta de la esquina. Muchas veces, cuando veía a otros en una situación afortunada, me imaginaba que eso significaba que quedaban menos cosas buenas para mí. ¡Me estaba perdiendo la fiesta en Villa Abundancia! Al caer en la cuenta preparé las maletas y me mudé. En Villa Abundancia me recibieron con los brazos abiertos. Ellos desde luego se rigen por la filosofía de que cuantos más, mejor. Comencé a creer que lo mejor aún estaba por venir, tanto para mí como para mis amigos y todos los que me rodeaban. De repente tenía muchísimo que aportar. No andaba escasa de ideas ni de recursos, oportunidades o amor. Era fácil ser generosa sabiendo que no tenía necesidad de acaparar. No me costaba celebrar los éxitos ajenos, pues veía que había oportunidades

de sobra para todos. ¡Mudarme a Villa Abundancia fue una decisión estupenda! ¿Prefieres una villa donde siempre estás al borde de la inanición y donde escasean el amor, las ideas, los recursos y las oportunidades? ¿O una donde se cree que las mejores oportunidades, las ideas más brillantes, los recursos más abundantes y el amor más profundo están aún por descubrirse, y donde alcanza para todos? Cada uno es libre de decidir en qué villa quiere vivir. M ar a Hodler ha sido misioner a en Extr emo Or iente y en Áfr ica Or iental. Actualmente vive en Tex as con su esposo y sus hijos y administr a una pequeña empr esa familiar. Este artículo es una adaptación de un podcast publicado en Just1Thing1 , portal cr istiano destinado a la for mación de la ju ventud. ■ 7


UNA foto indiscreta

Jewel Roque

1. Mateo 19:14 (nvi) 8

Cuando volvíamos a casa después de salir una tarde con unos amigos, le pregunté al menor de mis hijos si la había pasado bien. —Sí, más o menos —me respondió—. Es que los chicos se estaban burlando de mí en el parque de juegos. —¿Por qué? —le pregunté. Como a veces reacciona exageradamente ante cualquier comentario, me imaginé que no debía de ser nada importante. —Eric me dijo que vio una foto mía dormido mientras hacía mis tareas, y después Leslie dijo que ella también la había visto. Todos los niños se rieron.

No sabía qué decirle. Yo había publicado en Facebook una foto de mi hijo un día que se quedó dormido en su mesita, al lado de sus libros. Me pareció tierna. Mi hijo pone mucho empeño en todas sus actividades, pero cuando tiene sueño, tiene sueño. Y se duerme. Le viene de familia. Mis hermanos y yo sabemos que una vez que llegamos a cierto punto de cansancio, no podemos más. El único remedio es dormir. Por a o por be, mi hijo ha aprendido eso a temprana edad. Cuando está cansado, aunque estemos a punto de cantar «Cumpleaños feliz» en una fiestecita o deba terminar sus tareas, se duerme.


De algún modo hay que aferrarse al optimismo. Siempre buscar el lado bueno de las cosas. Siempre buscar lo mejor de las personas. Tratar de verlo todo a través de los ojos de un niño. Descubrir el encanto de las cosas sencillas. Nunca dejar de soñar. Creer que todo es posible. Richie Sambora (n. 1959) Si pudiera criar de nuevo a mi hijo, usaría más el índice para pintar y menos para acusar. Sería menos inflexible y más accesible. Apartaría los ojos del reloj y los pondría más en él. Haríamos más caminatas y más fogatas. Dejaría de hacerme la seria y me tomaría en serio el juego. Correríamos más por los campos y observaríamos más las estrellas. Le daría más abrazos y menos tironazos. Sería menos firme y lo apoyaría mucho más. Primero construiría su autoestima; después, nuestra casa. Le enseñaría menos sobre el amor al poder y más sobre el poder del amor. Diana Loomans

Mi marido y yo lo entendemos y acomodamos los horarios teniendo eso en cuenta. Sus maestras en general también entienden que a veces se queda dormido en su pupitre. Yo procuro mandarlo a la cama a tiempo cuando sé que va a tener que madrugar o cuando le espera una larga jornada. Los padres y docentes suelen entender esas cosas; los niños en muchos casos no. Cuando publiqué la foto no pensé que a los padres se les ocurriría mostrársela a sus hijos, ya que en la mente de un niño quizá no parezca tierna, sino tonta, graciosa o embarazosa. Justo lo que usan para burlarse de alguien. Algo que yo había hecho sin pensar le había causado dolor a mi hijo. Lo hizo quedar mal ante sus amigos. Seguramente lo olvidaron enseguida y se pusieron a jugar otra vez; pero en ese momento tuve que confesarle a mi hijo que no había sido culpa de ellos, sino mía. Busqué la foto en Facebook y se la mostré. Le dije: «Yo publiqué

esta foto de ti el otro día. No pensé que alguien se reiría de ti por ella». Luego le prometí que no volvería a publicar nada de él sin preguntarle primero si le parecía bien. Es un acuerdo que ya tengo con otros miembros de mi familia, pero no pensé que al más pequeñín le importaría. Estaba equivocada. Es curioso que yo cometa un error así. Al repasar mi propia infancia, me doy cuenta de que las emociones que más me afectaron fueron producto de burlas. Me acuerdo de una media de docena de ocasiones, antes de cumplir los cinco años, en que las burlas me hicieron llorar. Los momentos dolorosos suelen pervivir en la mente y el corazón mucho después de desvanecerse el eco de las palabras. ¿Con cuánta frecuencia mis propias palabras tienen el mismo efecto que las de esos niños en el parque de juegos? Cuando estoy batallando por concentrarme en mi trabajo y no soporto una interrupción más, les digo con aspereza a mis chicos que me dejen en paz para que pueda

avanzar algo. Y cuando discuten y ya no aguanto la riña, les suelto que no me importa lo que haya dicho cada uno ni de quién sea la culpa. Solo quiero paz. Tras meditar detenidamente sobre el asunto, me he propuesto ver cada momento de la vida a través de los ojos de un niño. No puedo prometer hacerlo todas las veces, pero al menos lo intentaré. No puedo tomar una resolución para siempre, sino que es una decisión que voy a tener que repetir muchas veces. Reducir la marcha. Reflexionar. Orar. Amar. Recordemos las palabras de Cristo, que lleno de amor prestó atención a los niños. «Dejen que los niños vengan a Mí, y no se lo impidan —dijo—, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos»1. Jewel Roque tr abajó 12 años en la India como misioner a. Actualmente vive en Califor nia y es r edactor a y cor r ector a de textos. ■ 9


Rosane Pereira

MI VECINO Y YO Tengo un vecino que es muy

bueno para hacer todo tipo de reparaciones en la casa. Hace un tiempo nos hizo unos trabajos, pero se lo notaba muy quejumbroso y de mal humor. Cuando yo intentaba ayudarlo o proponía una solución, él se exasperaba y me respondía con brusquedad. Después que terminó el trabajo fue un alivio para mí no volver a verlo por un tiempo. A pesar de todo, al llegar la Navidad lo invité a pasarla con nosotros, pues su familia vive lejos. Me sentí satisfecha de mí misma, pues me pareció que le estaba pagando su aspereza con amabilidad. En Nochebuena lo noté contento. No parecía acordarse de nuestro desencuentro. Sin embargo, unos días después lo volví a ver y me dijo: —Me enseñaste algo muy valioso. «Ah —pensé—, se dio cuenta». Pero en lugar de disculparse, añadió:

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—Me enseñaste que debo valorarme más, como me valoraste tú. Más tarde oré acerca de aquella situación, y Jesús me indicó que mi forma de proceder —mostrarme considerada para darle una lección a mi vecino— había estado mal. Por otra parte, me di cuenta de que, fuera cual fuera mi intención, Dios se había valido de lo ocurrido para bien. Nuestro vecino sin duda es valioso, y conviene que se sienta amado y apreciado. He leído que en la filosofía japonesa existen dos secretos para disfrutar de la vida y mejorar las relaciones familiares o laborales. El primero es estar agradecido por todo lo que sucede, sea bueno o malo, y concentrarse en lo bueno, con el fin de generar gratos recuerdos para toda la vida. Hasta se puede incluir a Dios en la situación alabándolo. El segundo es que al producirse un conflicto con una persona se debe

buscar en ella algo digno de elogio. Si uno sigue haciendo eso y evita criticarla, la situación comienza a mejorar día a día. Después de aquello empecé a elogiar a mi vecino cada vez que lo veía o le volvía a pedir ayuda con algo en la casa, lo que sucedía bastante a menudo. Me puse a hacer lo mismo con todas las personas con las que entro en contacto. Asombrosamente, dio resultado. Procuremos enterarnos de las dificultades que tienen los demás, pongámonos en su lugar antes de emitir un juicio y fijémonos en sus buenas cualidades. ¡Qué hermosa sería la vida si procuráramos entendernos mejor! La bondad engendra bondad, y el amor nunca falla. Rosane Per eir a es profesor a de inglés y escr itor a. Vive en R ío de Janeiro (Br asil) y está afiliada a La Familia Inter nacional. ■


Aprender del dolor Anna Perlini

Hace ya veinte años que

vivo y trabajo en lo que antes era Yugoslavia. Ya había vivido aquí antes, justo después de la muerte del presidente Tito en 1980. Sus fotos todavía estaban por todos lados y, aunque el país se encontraba en medio de una crisis económica de proporciones, parecía que nadie cuestionaba la unidad yugoslava. Habiendo vivido aquí antes y después, todavía es un enigma para mí cómo es posible que una sucesión de guerras civiles particularmente brutales y sangrientas derivara en la formación de siete países. En todo caso, he descubierto que a muchas personas que vivieron esa etapa también les cuesta comprenderla. Fue todo una pesadilla de odio y dolor. Muchas veces escucho comentarios por el estilo de: «No entendemos qué pasó y cómo pudimos volvernos enemigos ensañados de quienes eran nuestros vecinos y hasta nuestros familiares».

1. http://www.perunmondomigliore.org

A Dios gracias, aunque no todos han perdonado y olvidado, creo que se lo pensarán dos o más veces antes de meterse en otra guerra. Han pagado las consecuencias y en muchos sentidos todavía las están pagando. A lo largo de los años, Per un Mondo Migliore ha contribuido a construir puentes de reconciliación. El proceso me ha ayudado a mí misma. He tenido el privilegio de adentrarme un poco en el complejo asunto de la guerra y la paz. He visto la insania de la guerra y las heridas y cicatrices que deja por décadas. He palpado el dolor que causan las divisiones. Me he convencido una vez más de la necesidad y belleza de la armonía: ¡qué bien tan preciado, cuánto poder otorga y cuán triste es el estado en que caemos cuando la menospreciamos y a la larga la perdemos! He aprendido que los pequeños conflictos, si no se resuelven, pueden cobrar enormes proporciones.

Me he dado cuenta del peligro de no valorar las cosas buenas que tenemos y darlas por sentadas, lo cual puede predisponernos a canjearlas por alguna falsa promesa. He sido testigo de la sanación que trae el perdón, y de la importancia de la fe y la confianza frente a la desesperación. Me he quedado asombrada ante el valor, el coraje y la abnegación que son capaces de manifestar ciertas personas en situaciones extremas. Me viene a la memoria esta frase que se atribuye a la madre Teresa: «¿Qué puedes hacer para promover la paz en el mundo? Ve a tu casa y ama a tu familia». Si no hay paz es porque nos hemos olvidado de que somos todos hermanos. A nna Per lini es cofundador a de Per un Mondo Miglior e, organización humanitar ia activa en los Balcanes desde 1995. ■ 11


¿QUIÉN SE LO IBA A IMAGINAR? Scott MacGregor

El curso de formación de discípu-

los Disciple Making: Training Leaders to Make Disciples1 cita un informe imaginario elaborado por la empresa Consultoría Administrativa Jordán, con sede en Jerusalén, en el que le presentan a Jesús sus conclusiones acerca de los doce hombres sobre los que Él solicitó una evaluación. Estimado señor: Gracias por enviarnos el historial de los doce hombres que ha escogido para puestos administrativos en su nueva organización. […] Nuestro equipo ha concluido que a sus candidatos les falta formación,

1. © Billy Graham Center Institute of Evangelism, 1994 2. V. 1 Samuel 16 3. V. 1 Samuel 17 4. V. 1 Samuel 22 5. V. 2 Samuel 3:1 6. V. 2 Samuel 15–18 7. V. 1 Reyes 3 8. V. 1 Reyes 11 9. Proverbios 16:3 (nvi) 12

educación y aptitud vocacional para el tipo de empresa que usted pretende iniciar. […] Nuestra recomendación es que continúe buscando personal experimentado con probada capacidad de gestión. Simón Pedro es emocionalmente inestable y propenso a arranques de ira. Andrés no tiene en absoluto dotes de mando. Los hermanos Santiago y Juan […] anteponen sus intereses personales a los de la compañía. Tomás tiene una clara predisposición a objetar y cuestionar, lo que podría minar la moral del grupo. Además consideramos nuestro deber revelarle que Mateo figura en la lista negra de la Agencia de Buenas Prácticas Comerciales de Jerusalén. Tanto Santiago, el hijo de Alfeo, como Tadeo son individuos con inclinaciones radicales y cuadros maniacodepresivos. No obstante, uno de los candidatos sí parecer tener grandes aptitudes. Es un hombre hábil e ingenioso, tiene buena llegada con la gente, una agudeza innata para los negocios y contactos en las altas esferas. Es una

persona sumamente motivada, ambiciosa y responsable. Le recomendamos, pues, a Judas Iscariote para el cargo de director y como hombre de confianza. Con ironía pensé: «Qué evaluación tan atinada, ¿no?» Se me ocurrió entonces que una apreciación similar se habría podido hacer de otros tantos personajes bíblicos: Pensemos, por ejemplo, en el tipo que debía librar a los hebreos de la esclavitud de Egipto y conducirlos a la Tierra Prometida. Moisés se educó en la casa real; disfrutó de todas las ventajas aparejadas al dinero y recibió una formación de primera. Pero lo echó todo por la borda, huyó como un delincuente y terminó apacentando ovejas en el desierto, donde vivió hasta los 80 años. Una vieja gloria, sin ningún futuro. Luego está David, el benjamín de una familia numerosa, lo que de partida limita bastante. Aun después de ser escogido como el siguiente rey de Israel por el profeta Samuel, se pone otra vez a pastorear ovejas,


lo cual constituye una suerte de anticlímax 2. En el capítulo siguiente el muchacho ya aparece como repartidor de almuerzos, y se enfrasca en una pelea con un gigantón de tres metros de altura, que encima venía armado hasta los dientes. David decide lanzarle piedras y por fortuna acierta de lleno con una3. De ahí se mete a bandolero y pasa a encabezar la cuadrilla más grande de la región4. Más adelante se hace mercenario y vende los servicios de toda su cuadrilla a un belicoso país vecino. Cuando eso ya no resulta, desata una guerra civil en su propio país5. El tiempo pasa, y a la postre David asciende al trono. Desafortunadamente termina siendo derrocado por uno sus hijos y tiene que huir de la capital hasta que su primo acude a rescatarlo6. Salomón, su heredero, confiesa sin pelos en la lengua que ni siquiera sabe hablar delante del pueblo al que debe dirigir7. Dios compensa esa incapacidad y la da sesos a Salomón, que le sirven para gobernar, pero no

le alcanzan para su vida familiar. Acaba con unas mil esposas y concubinas, y se afana tanto por tenerlas contentas que el país empieza a desmoronarse8. Imagínate lo que dirían de estos personajes los anteriores evaluadores. Aventuro una versión: De Moisés: «Muy achacoso ya para aportar algo en esta etapa de su vida profesional. Tenía un gran porvenir, pero emprendió actividades delictivas —¿una fuerte crisis de los cuarenta?— y se esfumó de la ciudad. Se dedicó otros cuarenta años al negocio de la familia de su esposa, pero ni siquiera ahí demostró dotes de liderazgo. Le recomendamos que se busque a alguien más joven». De David: «Chico conflictivo, más consagrado a su música que a su carrera. Ha liderado una pandilla y ha sido traidor y mercenario. Le recomendamos un tipo menos voluble». De Salomón: «Joven e inexperto. No es un buen comunicador. Propenso al desenfreno. Muy dado

a despilfarrar dineros y recursos en imponentes edificios. Le recomendamos que se consiga una persona con menos arranques de vanidad y mayor dominio de sí». ¡Ahí lo tienes! Los apóstoles no fueron los únicos que generaron pocas expectativas de éxito. Huelga decir que todos ellos, con la excepción de Judas, triunfaron de una manera increíble, mientras que el predilecto de la empresa consultora —Judas— terminó defraudando a todos. ¿Qué nos dice todo esto? Por una parte, es alentador que quienes terminan triunfando en grande no sean necesariamente los que uno esperaba. Y a los que queremos aliarnos con el éxito en nuestros propios emprendimientos, la Palabra de Dios nos revela el secreto: «Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán»9. Scott McGr egor es escr itor y comentar ista. Vive en Canadá. ■ 13


EL ARTE DE ESCUCHAR Escuchar concentradamente requiere esfuerzo. Fíjate en lo que hacen las personas con las que disfrutas hablando, los buenos oyentes. Demuestran interés con su mirada, su postura y sus reacciones. Es algo indescriptible, como si estuvieran pensando: «Me gusta escucharte. Significas mucho para mí». Su calma y paciencia parecen decirte: «Tómate el tiempo que quieras. No tengo nada más importante que hacer en este momento que escuchar lo que me quieres decir». Escuchar es un acto que nos ayuda a cumplir la «ley de Cristo», que la Biblia resume así: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»1. Al escuchar a una persona con el fin de entenderla llevamos a cabo la obra de Dios, pues le manifestamos un aspecto de Su amor. Aprendamos de Jesús. Cuando acudimos a Él en oración para expresarle lo que nos preocupa, 1. Gálatas 5:14; Mateo 22:37–39 14

¿acaso nos escucha unos instantes y enseguida nos interrumpe? En muy raras ocasiones. Siempre está a nuestra disposición, siempre está accesible y presto a escucharnos. En todo momento se muestra interesado en conocer nuestra perspectiva de las cosas. Se pone a nuestra altura. Escucha atentamente nuestras palabras, pero también está pendiente de los sollozos inaudibles de nuestro corazón. Sabemos que nos entiende. Jesús se fija en nuestras intenciones, no en los errores que hemos cometido ni en los líos que hemos armado. Nunca es áspero, nunca nos habla en tono condenatorio. Siempre nos dispensa misericordia, esperanza y perdón. Por mucho que nos hayamos descarriado, nunca deja de amarnos. Escuchar —escuchar de verdad— es una expresión de amor. No solo de nuestro amor, sino también del amor del Señor, un amor incondicional, eterno y perfecto en todo sentido. Si consigues que una persona vea a Jesús reflejado en ti porque le prestas

oído con el mismo amor con que Él la escucharía, no te resultará difícil conquistar su corazón para Jesús. Escuchar tiene también un importante efecto secundario: Una vez que hayas demostrado ser un buen oyente, es probable que tu interlocutor se muestre más interesado en lo que tú digas cuando te toque a ti hablar, y que lo reciba mejor. Estará menos a la defensiva, más abierto a nuevas ideas y puntos de vista, y se mostrará más comprensivo. Escuchar es un arte que puede cultivarse. Hay que partir por tener un deseo sincero de entender a los demás, a fin de saber cómo amarlos y ayudarlos. Pídele a Jesús el don de la empatía; luego pídele que te ayude a practicarlo ayudando al prójimo y conduciéndolo con mucho amor a Su reino celestial. Adaptación de un capítulo del libro Uno a uno , de Shannon Shayler y Keith Phillips (Auror a Production, 2010). ■


¿HABLAR o ESCUCHAR? Iris Richard

La pequeña cafetería de

nuestro lugar de trabajo bullía de cháchara. Mis colegas estaban sentados en grupos, y las conversaciones se entrecruzaban. Aquella mañana se me ocurrió que tenía poco que aportar y opté por sentarme sola. Mirando por la ventana me dejé llevar por el penoso recuerdo de una pérdida reciente, y pensé también en algunos conflictos que habían asomado en mis relaciones laborales y en un trastorno de salud persistente. Me intrigaba cuándo llegaría al mentado final del túnel donde vuelve a brillar el sol. Mientras sorbía mi café eché un vistazo a mi alrededor. Me pareció que todo el mundo tenía algo que contar. Daba la impresión de que todos disfrutaban relatando sus experiencias; sin embargo, eran pocos los que escuchaban activamente. Me puse a pensar que me vendría bien 1. Lucas 6:38

una buena amiga que tuviera el don de escuchar y pudiera ayudarme a desenredar la madeja de mis pensamientos. Entonces comenzó a tomar forma una idea en mi cabeza. En lugar de esperar a que apareciera esa amiga especial, ¿por qué no ser yo esa clase de amiga? Como acababa de empezar el año, hasta podría hacerme el propósito tardío de escuchar mejor a los demás. Mi nuevo objetivo de aprender a escuchar me llevó a reflexionar también sobre mi modo de escuchar a Dios. Naturalmente llegué a la conclusión de que necesitaba mejorar en ese aspecto y agudizar el oído para captar instrucciones celestiales. Tuve que reconocer que últimamente, cuando oraba, hablaba mucho y escuchaba poco. Aunque tengo muchísimo que aprender acerca de ese arte, el primer paso es decidirse a escuchar a los demás como a uno le gustaría que

lo escucharan. Tras haber hecho mis pinitos, ya noto que mis relaciones con mis compañeros de trabajo y amigos han mejorado. Dicho sea de paso, Dios me ha conducido a alguien que sabe escuchar muy bien, cuya atención me ha ayudado a esclarecer mis ideas y sentirme comprendida. «Dad, y se os dará»1. Ir is R ichar d es consejer a. Vive en K enia, donde ha participado activamente en labor es comunitar ias y de voluntar iado desde 1995. ■

Jesús, en Apocalipsis 3:20 dices: «He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él». Quiero escucharte y darte cabida en mi vida. Entra y concédeme el don de Tu presencia eterna. 15


De Jesús, con car iño

U na s p o ca s p a la b ra s d e á ni m o Te enseño a manifestar amor con Mi ejemplo. Por cada gran milagro que hago por ti y por los que me aman, hago incontables cositas que tal vez apenas se notan. El amor que albergo por ti se expresa continuamente, día tras día, en las constantes muestras de Mi providencia, de Mi amor incondicional, en todas las maneras en que te comunico esperanza, fuerzas, misericordia y perdón. Esa multitud de detallitos que hago por ti aumentan tu paz y tu fe. Alimentan en tu alma la convicción de que soy real y actúo en tu vida, y de que siempre será así.

De la misma manera, tú demuestras que sigues Mis enseñanzas al manifestar amor a los demás. ¿Cómo? Siendo día tras día un conducto de Mi amor y Mi estímulo para las personas que pongo en tu camino.

Cuando reconfortas a otros continúas la labor que Yo hice en la Tierra. Yo vi la importancia de lo que con frecuencia la gente considera de poco mérito o poco valor. Sostuve y animé a los individuos que la sociedad de Mi época consideraba más viles. Mi amor transformó pequeños esfuerzos y expresiones de fe en milagros que aún resuenan en el corazón de los seres humanos. Esa cancioncilla de esperanza, agradecimiento y aliento que pongas en el corazón de otra persona armonizará con Mi Espíritu en ella y desencadenará una sinfonía de alegría que se propagará al corazón de muchos más.


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