CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA
Año 21 • Número 4
GUARDAR LA FE
6 pautas para ayudarte a remontar
El rincón secreto La paz y el amparo divinos
Crecimiento espiritual ¿Lo puedes determinar?
Año 21, número 4
A N UE ST RO S A M I G O S un ant iquí si mo cuest ionar io Me aventuraría a decir que Habacuc es de los profetas bíblicos menos conocidos hoy en día. Vale decir, sin embargo, que era un conocedor indiscutible de la fuerza de las promesas divinas y lo que significa confiar en Dios por muy negra que se presente la situación: «Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya fruto, aunque falle el producto del olivo y los campos no produzcan alimento, aunque se acaben las ovejas del redil y no haya vacas en los establos; con todo, yo me alegraré en el SEÑOR y me gozaré en el Dios de mi salvación.»1 Intrigado por conocer la coyuntura y circunstancias de la vida y época de Habacuc, que lo inspiraron a componer semejante declaración de fe, decidí leer todo el libro. En realidad es muy breve: consta de apenas 3 capítulos, y el pasaje citado no figura sino hasta el final, como conclusión al diálogo que el profeta mantiene con Dios. Si bien el libro ofrece muy pocos detalles sobre la vida personal de Habacuc, es evidente que vivió en una época muy difícil de la historia de su pueblo. Parte cuestionando abiertamente la sabiduría de Dios. Habacuc le manifiesta a Dios que no ve a su alrededor otra cosa que injusticia, violencia y destrucción a manos de ejércitos invasores y plantea la misma pregunta que muchos solemos hacerle a Dios, por lo general con mucha menos justificación que la que tenía él: ¿Por qué no pone Dios las cosas en orden y por qué permite que el mal, presumiblemente, triunfe? Las pacientes respuestas de Dios a la larga reavivan la fe de Habacuc que recobra su confianza en el Altísimo y en lo que ha prometido, y le permite depositar todas sus quejas e inquietudes en las amorosas manos del Padre. Esa misma lección, tan vigente hoy como siempre, constituye el tema del presente número de Conéctate. Podemos optar por regocijarnos en Dios y en nuestra salvación, aun en medio de las experiencias más peliagudas, porque Él ha dicho: «Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé.»2 Podemos confiar en que Sus promesas, que no tienen límite de tiempo, nos resguardarán de todas y cada una de las tormentas que afrontemos.
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Gabriel García V. Director
© Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y de la versión Reina-Varela Actualizada 2015 (RVA-2015), © Casa Bautista de
1. Habacuc 3:17,18
Publicaciones/Editorial Mundo Hispano.
2. Hebreos 13:5
Utilizados con permiso.
2
Chris Mizrany
Cómo huir de las olas Un día mi mujer y yo llevamos a Kristen —nuestra hija
de 13 meses— a la playa. El tiempo estaba lindísimo. Era un día perfecto. Mientras caminábamos por la arena tomándola cada uno de una manito, ella sonreía y balbuceaba en su propio lenguaje encriptado. Al llegar al agua, en el momento en que la primera oleada le cubrió los piececitos, de golpe su expresión cambió. El agua estaba bastante más fría que la arena. Sin saber muy bien qué hacer, se quedó paralizada hasta que la arena se socavó debajo de ella y cayó de trasero al suelo. La alzamos riéndonos, le dimos un abrazo y aguardamos la siguiente ola. Ya sabía qué esperar. Así, cuando veía llegar el agua, se daba vuelta y emprendía la retirada. Sin embargo, advertí algo interesante. En lugar de dirigirse hacia la arena seca, Kristen 1. V. 2 Corintios 12:10 2. V. Lucas 8:25 3. V. Mateo 14:30,31
corría hacia uno de nosotros, a pesar de que para ello tenía que chapotear en el agua misma. Aun cuando tenía que sortear el agua que le llegaba hasta las rodillas, se empeñaba en correr hacia nosotros en lugar de dirigirse hacia lo que le hubiera significado alivio inmediato. Claro que nosotros salíamos a su encuentro y nos asegurábamos que estuviera a salvo. ¿Qué llevaría a una niñita a hacer frente a algo que la atemorizaba en lugar de buscar la salida rápida y fácil? Pienso que es una cuestión de simple confianza. Confiaba en que velaríamos por ella, que era mejor estar con nosotros en el agua fría que tratar de llegar a la orilla por sus propios medios. Me suele ocurrir que cuando me enfrento a un problema mi primera reacción es de pánico. Me quedo paralizado mientras sopeso mis opciones y termino errando y cayéndome. Luego, cuando me enfrento a un nuevo problema, me entran ganas
de huir de la situación lo más rápido posible. Pero como ustedes saben, las situaciones se las arreglan para darnos alcance y tumbarnos. ¿Cuál es la solución entonces? Tengo que seguir el ejemplo de mi hija y enfrentar la contrariedad con valentía. Eso no significa hacerlo por mi cuenta. A mi lado se encuentra un Salvador fuerte y más que capaz, que puede mantenerme en pie a pesar de la ola. Simplemente tengo que dejar de intentarlo a solas y correr hacia Él. Cuando estoy débil puedo fortalecerme con Sus fuerzas.1 Jesús sigue siendo el amo de los vientos, las olas y cualquier otro fenómeno que azote nuestra vida.2 Acudamos a Él enseguida cuando veamos que se nos viene encima la marea. No nos dejará hundirnos.3 Chris Mizrany es diseñador de páginas web, fotógrafo y misionero. Colabora con la fundación «Helping Hand» en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. ■ 3
María Fontaine
EL VIOLÍN Y LA CUERDA ROTA En varios sitios web se encuentran diversas versiones
de una anécdota acerca de Itzhak Perlman, violinista de fama mundial. Ejemplifica un bello principio acerca del poder y la gracia de Dios, que Él puede tomar lo que le ofrecemos en esta vida y tornarlo en algo bello. La narraré de nuevo para ustedes. Una noche Itzhak Perlman tocaba para el público que había llenado una sala, cuando, en medio de una pieza, se oyó un sonido que todo violinista en un escenario detesta oír. El chirrido hirió el aire. ¡Una de las cuerdas de su violín se había roto! El suspenso era palpable luego que la orquesta se detuviera a la espera de lo que haría Itzhak. Sin embargo, en lugar de pedir otro violín, el músico hizo una breve pausa y con señas le 4
indicó al director que continuara la pieza. Abordó la que para la mayoría sería una tarea imposible: tocar una compleja pieza musical con un violín de apenas tres cuerdas. Daba la impresión de que iba recomponiendo las notas en la cabeza mientras tocaba. Cuando terminó, hubo un silencio sepulcral, seguido por intensas ovaciones y aplausos, tanto del público como de los otros músicos. Las situaciones límite y las grandes pruebas no eran desconocidas para Itzhak Perlman. De niño fue afectado por la poliomielitis, lo que lo obligó a usar permanentemente aparatos ortopédicos en las piernas y a caminar con muletas. Entre las ovaciones, se esforzó por levantarse y luego hizo una seña al público para que callara. Seguidamente, dijo con humildad:
«¿Saben?, algunas veces, la tarea del artista es descubrir cuánta música puede crear con lo que le queda». Al reflexionar sobre esa anécdota, recordé los dones que tenemos en esta vida, que nos llegan de mil formas y tamaños. Algunos resultan evidentes: alguien dotado de una bella voz, un gimnasta de gran habilidad, un músico brillante, un genio de la informática, entre muchos otros. No obstante, ¿con qué frecuencia nos detenemos a pensar en los otros dones que también llenan la vida de muchas personas: la ceguera que agudiza otros sentidos a tal grado que la persona alcanza mayores realizaciones, o la debilidad del cuerpo que con el amor de Dios genera una compasión y una sabiduría capaz
de producir un giro en la vida de incontables personas y transmitirles renovadas esperanzas, orientación y alegría? La vida está llena de bendiciones —cosas que percibimos como buenas— y reveses —cosas que percibimos como malas—; pero lo que sea que nos sobrevenga, cuando lo enfrentamos con la ayuda de Dios, se convierte en una oportunidad de aprovechar lo que tenemos a fin de crear algo admirable. La capacidad de Itzhak de transformar derrotas en logros mayores no se dio por casualidad. Decidió tornar su sufrimiento de toda la vida en un instrumento de bien que luego se volvió una pasión por ver todo obstáculo como una oportunidad de ir más lejos. Sus impedimentos físicos forjaron en él una humildad que lo protegió de la corrupción del orgullo, incluso en los aspectos en que sobresalía por su talento. Muchas veces, frente a la adversidad, las personas recurren a la victimización. Culpan a todos y a todo, incluso a Dios. Un mejor camino es pedir a Dios que nos imbuya de Su sabiduría, Su fuerza y Su gracia para ayudarnos a lidiar con las dificultades de la vida y cultivar así cualidades que nos permitan brillar con Su amor donde sea que estemos.
La fe en Dios es… …creer en lo que no se ve.
María Fontaine dirige juntamente con su esposo, Peter Amsterdam, el movimiento cristiano La Familia Internacional. Adaptación del artículo original. ■
Porque la fe en lo que no vemos requiere la sencillez de un pequeño. Por las complejidades de la vida vamos navegando a la deriva. Así la fe se va desvaneciendo
Es conservar la calma en medio de la tempestad. Es activa; pone por obra lo que cree. Es pedir a Dios lo que se necesita. Es tomarle la palabra a Dios y confiar en que es capaz de realizar lo que ha prometido. Es crear un vacío en el corazón para que lo llene Dios. Es no conformarse con pensar que Dios puede hacer algo, sino creer que efectivamente lo hará. Es no sorprenderse de la respuesta, ya que la fe cuenta con ella. David Brandt Berg (1919–1994)
F E I N FA N T I L Jesús me ama; estoy muy segura. La Biblia lo dice en una lectura. Un niño no exige más explicaciones: el amor colma sus ambiciones. En los ojos radiantes de una criatura se advierte la fe que siglos perdura. Los chiquillos de pelos despeinados que confiesan de rodillas sus pecados... más cerca del Señor están ellos y más son ciudadanos de Su reino que los que andamos siempre afanados inquiriendo sin obtener resultado.
mientras lucro y poder van in crescendo. Cuanto más aprende uno, menos sabe. Su mente se hace más indescifrable. Se sume en el orgullo y la arrogancia hasta que pierde su simple confianza y ya no puede convencerlo nadie de que en la fe en Dios está la clave. Oh Padre, te suplico que a los hombres nuevamente fe infantil les otorgues, que con los ojos confiados de un niño vuelva el pueblo a este credo sencillo: la fe evita que el alma zozobre y nos lleva en pos de un ideal más noble. Helen Steiner Rice 5
Virginia Brandt Berg
LA CUOTA DE FE Un amigo mío le preguntó
al gerente de un supermercado si alguna vez un desconocido le había pagado con un cheque sin fondos. —No —respondió él—. Porque yo nunca miro el cheque. Miro a la persona. Si la persona me inspira confianza, le acepto el cheque. De eso podemos extraer una enseñanza muy valiosa acerca de la fe. En Hebreos 10:23 encontramos las siguientes palabras: «Fiel es el que prometió». ¿Quién hace las promesas de la Palabra de Dios? Dios mismo. Si miramos al Redactor de las promesas, no puede haber dudas acerca de la validez absoluta de las mismas. La Palabra de Dios dice: «Vuelve ahora en amistad con Dios y tendrás paz; y la prosperidad vendrá a ti.»1 Conocer a Dios es tener la certeza de que Él cumplirá todas las promesas que nos ha hecho. 1. Job 22:21 2. Romanos 4:20,21 3. V. Romanos 12:3 4. Mateo 8:13 5. Juan 14:13 6. Jeremías 33:3 7. 2 Pedro 1:4 6
Abraham conocía a Dios y no «dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció por la fe [...], plenamente convencido de que [Dios] era también poderoso para hacer todo lo que había prometido.»2 Para algunos la fe es una virtud más bien misteriosa que está fuera de su alcance. Otros la consideran un don innato que unos pocos favorecidos poseen en abundancia y otros no. Ambos conceptos son erróneos. Dios ha repartido a cada uno una cuota de fe.3 Muchos simplemente no la ejercitan. Al igual que sucede con los músculos, la fe, si no se ejercita, se torna flácida. Para que la fe crezca, es preciso ejercitarla constantemente. Aunque la fe obra en un ámbito totalmente distinto del de nuestros cinco sentidos, se le aplican algunos de los mismos principios. La fe nos demuestra verdades espirituales, de la misma forma que nuestros cinco sentidos nos proporcionan pruebas del mundo físico. Así como aceptamos lo que nos indican los sentidos, debemos también dar por cierto lo que nos indica la fe. Cuando lo hacemos, nuestra fe hace que se
concreten nuestras expectativas y las torna realidad. «Como creíste te sea hecho.»4 Da crédito a las promesas de la Palabra de Dios. Cuando te sobrevengan pruebas y tribulaciones, en vez de dejar que se agraven y se acumulen, echa mano de tu Biblia, busca una promesa y reclámala invocando el nombre de Jesús. La siguiente es una que empleo con frecuencia, aunque sobrepasa totalmente mi entendimiento: «Todo lo que pidan en mi nombre, eso haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo.»5 Y otra más: «Clama a Mí y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.»6 Con razón la Biblia califica esas promesas de «preciosas y grandísimas» y nos enseña que por medio de ellas podemos ser «participantes de la naturaleza divina.»7 Virginia Brandt Berg (1886–1968) fue una escritora y evangelizadora estadounidense. En el portal http://virginiabrandtberg.org hay más información sobre su vida y su obra. Esta es una adaptación del artículo original. ■
Respuestas a tus interrogantes
GUARDAR LA FE Pregunta:
Mi familia y la mayoría de las personas con las que me relaciono diariamente no tienen inquietudes de tipo espiritual. ¿Cómo puedo conservar la fe en un mundo que se muestra cada vez más escéptico?
Respuesta:
La fe es la médula de nuestra vida espiritual; de ahí que valga la pena luchar por ella. A continuación te damos unos consejos para que tu fe no solo confronte obstáculos, sino que los remonte:
Nútrete de la Palabra de Dios. La fe se edifica estudiando fielmente la Palabra de Dios. Léela todos los días, procura asimilarla, reflexiona sobre las verdades que contiene y sobre cómo se aplican a tu realidad. Así tu fe crecerá. «La fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.»1 Jesús promete: «Si ustedes permanecen en mi palabra serán verdaderamente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.»2 Ora y medita. Dios desea entablar contigo una relación personal por
intermedio de Su Hijo Jesús. «Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.»3 Comulgar espiritualmente con Jesús —es decir, abrirle el corazón y recibir Su amor, ánimo y soluciones— refuerza y estrecha tu vínculo y tu relación con Él. Vive tu fe. «La fe sin obras está muerta»;4 en cambio, al ponerla en acción cobra vida. En la medida en que apliques la Palabra de Dios a tu vida cotidiana, te convencerás una y otra vez de la autenticidad de sus principios y promesas, y crecerá tu fe en ella y en su Autor.
1. Romanos 10:17 2. Juan 8:31,32 3. 1 Timoteo 2:5 4. Santiago 2:26 5. Romanos 8:28 (ntv) 6. Salmo 100:4 7. V. Santiago 4:8
Busca el aspecto positivo. La fe pasa por la prueba de fuego cuando afrontamos circunstancias adversas; mas la Biblia promete: «Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son
llamados según el propósito que él tiene para ellos.»5 Busca el lado favorable y enfócate en él: tu fe saldrá entonces a flote hasta en las aguas más tempestuosas. Aprovecha las experiencias ajenas. Leer testimonios de lo que Dios ha hecho por otras personas incrementará tu fe. Él también puede hacer lo mismo por ti. Agradece a Dios todo lo bueno. Alabar a Dios por Su bondad nos impulsa ante Su presencia. «Entrad por Sus puertas con acción de gracias, por Sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid Su nombre.»6 Cuanto más agradezcas a Dios por Su bondad, más motivos encontrarás para dar gracias y más te bendecirá Él a cambio. Entrarás en una especie de espiral ascendente que te acercará a Dios y propiciará que Él se acerque a ti.7 ■ 7
El rincón secreto Meditación sobre el Salmo 91 Ronan Keane
Salmo 91:1 El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. ¿Qué significa habitar al abrigo del Altísimo? Es estar en ese rincón secreto, en íntima comunión con Él. La expresión «bajo la sombra del Omnipotente» simboliza el amparo divino. Cuando tenemos una relación estrecha con Dios, nos beneficiamos de Su protección, moramos bajo Su sombra. Es una promesa, pero viene con una condición: Debemos poner de nuestra parte y permanecer cerca de Él. Para eso es preciso que leamos Su Palabra en la Biblia y procuremos aplicarla, que lo tengamos siempre presente en nuestros pensamientos y que a la hora de tomar decisiones nos guiemos por los principios espirituales que Él ha establecido. Versículo 2 Diré yo al Señor: «Esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré». En tiempos bíblicos los castillos o fortalezas ofrecían la mejor protección durante épocas de conflicto o 1. Juan 17:17
guerra. Sin embargo, Dios nos ofrece un resguardo aún más seguro. Versículo 3 Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Este pasaje promete librarnos de los que premeditadamente quieren ponernos lazo o trampa, amén de protegernos de males como plagas o epidemias.
2. Efesios 6:16 3. Hebreos 12:11 4. V. Romanos 8:28 5. V. Mateo. 8
Versículo 4a Con Sus plumas te cubrirá y debajo de Sus alas estarás seguro.
Es la analogía de la gallina que acoge a sus polluelos bajo sus alas para defenderlos. De igual modo, Dios ampara a Sus hijos. Versículo 4b Escudo y adarga es Su verdad. La adarga era un escudo de aproximadamente el mismo tamaño y forma que un plato de loza y que el soldado llevaba en el brazo para protegerse la muñeca. ¿Cuál es la verdad divina? En cierta ocasión, dirigiéndose a Su
Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. Aunque estés rodeado de peligros, Dios puede velar por ti e impedir que sufras daño alguno. Versículo 9 Porque has puesto al Señor, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación... Si el Señor es tu habitación y tu refugio, en cierto modo ya vives en Su presencia, pues has hecho tu morada con Él.
Padre, Jesús dijo: «Tu palabra es verdad.»1 Otro pasaje nos insta a llevar «el escudo de la fe, con que [podamos] apagar todos los dardos de fuego del maligno.»2 La fe en las promesas divinas es nuestra mejor salvaguardia. Versículos 5-8 No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará.
Versículo 10 …no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Se podría objetar que quienes imploran el amparo divino también sufren desgracias; se lastiman, se enferman gravemente y pasan muchísimos apuros. ¿Cómo puede entonces ser cierta la afirmación de que «no te sobrevendrá mal»? Hay que ver qué se entiende por mal. Cuando Dios permite que a Sus hijos nos pase algo que podría considerarse perjudicial suele ser con el objeto de impartirnos alguna enseñanza o llevarnos a adquirir mayor entereza. Cuando nuestro sabio y amoroso Padre celestial dispone algo así, lo hace por nuestro bien. Luego «da fruto apacible de justicia a los que en [ello] han sido ejercitados.»3 Es más, Dios promete que todas las cosas redundan en provecho de los que lo aman.4
Versículos 11 a 13 Pues a Sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón. Gracias a Dios por Sus ángeles, que velan constantemente por nosotros; entre ellos, tu ángel de la guarda, cuya tarea es custodiarte a ti.5 Versículo 14 Habla Dios: «Por cuanto en Mí ha puesto su amor, Yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido Mi nombre. Sus promesas están sujetas a condiciones: Dios protege a quienes lo conocen y lo aman. El amor que albergamos por Dios y la confianza y fe que tenemos en Él y en Su capacidad para librarnos nos otorgan el privilegio de Su protección. Versículos 15 y 16 »Me invocará, y Yo le responderé; con él estaré Yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida y le mostraré Mi salvación.» Seis cosas hará Dios por nosotros cuando le pidamos auxilio: 1) Nos responderá; 2) estará con nosotros en la angustia; 3) nos librará; 4) nos glorificará; 5) nos concederá una larga vida en esta tierra, y 6) nos mostrará Su salvación. ■ 9
NO ESTOY SOLO Cu r
t
et is P
Estaba cansado y me quedé
dormido mientras viajaba en el tranvía. Al llegar a destino me desperté de sopetón y apenas logré bajarme a tiempo. Para mi mala fortuna, no fue hasta después de mi visita al dentista que me di cuenta de que había dejado mi computadora portátil a bordo. ¡Me quería morir! Había perdido todos los ficheros de trabajo de los últimos 20 años, además de los discos de respaldo que estaban en el mismo bolso. Me sentía de la estatura de un gusano. Empecé a recriminarme recordando que mi mujer me había advertido que dejara la computadora en casa. En mi cabeza repetía el diálogo: «Podrías perderlo». «¿Quién? ¿Yo? No, que va». Entonces se hizo audible la otra voz, la que llamo «la Palabra Viva»: Si me piden alguna cosa en mi nombre,
1. Juan 14:14; Mateo 7:7; Marcos 11:24 (nvi) 2. V. 1 Tesalonicenses 5:17 3. http://elixirmime.com 10
a er v
or nG
de r
yo la haré. Pidan, y se les dará. Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán.1 En aquel dilema en particular era fácil saber qué tenía que pedir. Llamé a mi amigo Andrés y le conté mi situación. Rezamos juntos para poder recuperar mi equipo portátil. Le encomendé mi desventura a Dios para que se hiciera cargo de ella, orando «sin cesar», como dice la Biblia.2 En todo caso, era lo único que podía hacer. Podía golpearme la cabeza contra pared y chillar de remordimiento, o bien podía acudir a mi siguiente cita. Opté por lo segundo. Después del dentista, tomé otro tranvía en dirección a mi próximo destino. Mientras pensaba y hablaba con Dios sobre lo ocurrido advertí que una jovencita se dirigía hacia el conductor con un bolso que me era conocido. ¡El bolso de mi computadora! En una especie de éxtasis corrí hacia ella, le expliqué lo que me
había sucedido y recuperé mi equipo. Le agradecí efusivamente y le regalé un ejemplar de la revista Conéctate en prenda de gratitud. Calculé que habían pasado 33 tranvías por aquel paradero durante el tiempo en que mi computadora estuvo perdida. ¿Qué probabilidades hay de abordar el mismo coche y encontrar en él mi portátil al cabo de tres horas de haberlo perdido? Tener fe en Dios no significa que siempre recuperaremos objetos perdidos o que nuestras plegarias serán siempre respondidas; lo que sí sabemos es que Él estará junto a nosotros y nos ayudará a salir de apuros sea como sea. La diferencia que hace la fe es que no estamos solos en nuestras pruebas y tribulaciones; contamos con un Amigo al que podemos acudir. Curtis Peter van Gorder es guionista y mimo 3 . Vive en Alemania. ■
LA PRESENCIA
Alex Peterson
« S é Tú m i c o m p a ñ í a » Henry Francis Lyte (1793-1847) De Tu presencia siempre he menester. ¿Quién otro puede al tentador vencer? Tan solo en Ti encontraré mi guía. En sombra y sol, sé Tú mi compañía.
Ernest Shackleton (1874-1922) fue un explora-
dor irlandés, recordado más que nada por la expedición que realizó a la Antártida entre 1914 y 1916 en la nave Endurance, viaje que describe en su libro South. Lo que pocos saben es que Shackleton contaba con una invisible fuente interior de fortaleza: su fe. La travesía por las gélidas aguas estuvo plagada de peligros. El Endurance quedó atrapado en la masa flotante de hielo, que acabó por destruirlo. La tripulación no tuvo más remedio que abandonar la nave. Tras caminar sobre el hielo arrastrando tres botes salvavidas que habían logrado rescatar del naufragio, consiguieron llegar a la isla Elefante. De allí, Shackleton y cuatro hombres más partieron en busca de auxilio. En el bote más grande recorrieron 1200 km de aguas tempestuosas hasta llegar a la isla Georgia del Sur, en el Atlántico, donde Shackleton y dos hombres más atravesaron glaciares y escarpadas cadenas de montañas hasta alcanzar una planta faenadora de ballenas. De la marcha, Shackleton escribió: «Al recordar aquellos días, no me cabe duda de que la Providencia nos guió. Durante aquella larga marcha de treinta y seis horas por montañas y glaciares sin nombre,
1. Salmo 139:7–10
con frecuencia me daba la impresión de que éramos cuatro y no tres. En esa oportunidad no se lo dije a mis acompañantes, pero luego Worsley me confió que había tenido la extraña sensación de que en aquella marcha otra Persona nos había acompañado. Crean (otro de los tripulantes) confesó haber tenido la misma sensación. Qué escaso en recursos es el lenguaje a la hora de expresar algo intangible con torpes palabras humanas. De todos modos, el relato de nuestros viajes quedaría incompleto si no incluyéramos ese detalle, que significa mucho para nosotros». Shackleton realizó una expedición más, de la que jamás retornó. Justo antes de partir, volvió a dar testimonio de la presencia invisible que los había acompañado y citó la Biblia. «¿A dónde me iré de tu espíritu?¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiera a los cielos, allí estás tú; y si en el seol hiciera mi estrado, allí tú estás. Si tomara las alas del alba y habitara en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano y me asirá tu diestra.»1 Shackleton se llevó en su último viaje una grabación de la canción Sé Tú mi compañía. Cierto escritor londinense comentó en aquel entonces: «¡Imagínense cómo habrán resonado esas palabras —”De Tu presencia siempre he menester”— por las desiertas inmensidades de la Antártida!» ■ 11
EL FRUTO PROHIBIDO Uday Paul
«Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos. ¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él. El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra morada en él». Jesús, Juan 14:15,21,23 (nvi)
En su clásica autobiografía, Confesiones, el teólogo
de los primeros siglos de la iglesia, San Agustín, narra un incidente que protagonizó cuando era adolescente. Había un peral cerca de la viña de su familia, que estaba colmado de fruta no muy apetecible, ni a la vista ni al gusto. Pese a ello, junto con unos amigos, se robó unas peras de aquel árbol. No lo hicieron para comerlas ellos, sino para arrojárselas a los cerdos. Cuenta que él y sus amigos robaron simplemente porque les proporcionaba placer hacer algo prohibido, cuento tan viejo como el de Adán y Eva en el Jardín del Edén. Muchas generaciones antes, cuando Dios libró al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto y lo trasladó a la Tierra Prometida, inicialmente el pueblo creyó y temió a Dios.1 No obstante, cuando
1. V. Éxodo 14:31. 2. V. Éxodo 32:1–6. 3. V. Jeremías 7:9. 4. V. Génesis 3:9. 5. Romanos 7:21 (ntv) 6. V. Romanos 5:1 12
los israelitas debieron enfrentar circunstancias difíciles en el curso de su viaje, tuvieron una crisis de fe y se apartaron de Dios y de Moisés. Mientras este último se encontraba en la cima del Monte Sinaí recibiendo la Ley de Dios, la gente forjó un becerro de oro para rendirle sacrificios.2 En los siglos posteriores, los pueblos de Israel y de Judá continuaron contrariando a Dios con su idolatría y acciones pecaminosas, a pesar de la bondad y la protección milagrosa que les había dispensado y de las promesas que les había hecho.3 Desde los tiempos de la Creación, cuando según la Biblia Dios buscaba a Adán y Eva en el Edén, Él siempre ha deseado tener íntima comunión con la humanidad.4 Pero el pecado
generó una brecha en nuestra relación con el Creador y, por mucho que lo intentemos, no somos capaces de guardar Sus mandamientos. El Apóstol Pablo lo expresó así: «Cuando quiero hacer lo que es correcto, no puedo evitar hacer lo que está mal».5 La Biblia dice que la brecha que se abrió entre Dios y la humanidad la cerró Jesucristo.6 La vida, muerte y resurrección de Cristo allanó el camino para la reconciliación y el establecimiento de una nueva relación con nuestro Padre Celestial. La restauración de esa relación entraña que se nos dote de un nuevo corazón, el cual responde a la voluntad de Dios para nuestra vida. Uday Paul es escritor independiente, voluntario y docente. Vive en la India. ■
Un fuera de serie Reflexiones
Jesucristo ha hecho más por cambiar la Historia, el
curso de la civilización y la condición humana que ningún otro dirigente, grupo, gobierno o imperio antes o después de Él. Manifestó el amor de Dios a miles de millones y allanó el camino para que todos los que creyeran en Él recibieran la vida eterna. Jesucristo no es solamente un filósofo, maestro, rabino, gurú o profeta, aunque se lo ha calificado de todas esas cosas. Se trata del Hijo de Dios. Dios Padre es Espíritu, omnipotente, omnisciente y omnipresente. Se encuentra en todo. Está tan fuera del alcance de nuestra limitada comprensión humana que tuvo que enviar a Su Hijo, Jesús, encarnado en un hombre, para darnos a conocer Su esencia y carácter y llevarnos a Él. Si bien muchos grandes maestros hablaron sobre el amor de Dios, Jesús es amor y es Dios. Jesús es el único que murió por los pecados del mundo y resucitó de entre los muertos. Es un fuera de serie porque es el único Salvador. Dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie viene al Padre, sino por Mí».1 David Brandt Berg (1919–1994)
1. Juan 14:6 2. Romanos 3:23 (ntv)
Alejandro, César, Carlomagno y yo fundamos imperios. Con todo, ¿en qué cimentamos las creaciones de nuestra genialidad? En la fuerza. Jesucristo fundó Su imperio sobre el amor; y en este momento millones darían la vida por Él. Napoleón Bonaparte (1769–1821)
¿Por qué murió Jesús? ¿Por qué el Amo del universo —Dios encarnado— permitió que lo capturaran, lo acusaran falsamente, lo juzgaran y lo condenaran, azotaran, desnudaran y clavaran a una cruz como un vulgar delincuente? La respuesta es sencilla: porque nos amaba a ti y a mí. Todos hemos obrado mal. La Biblia dice: «Todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios».2 No obstante, Jesús sufrió nuestro castigo para que pudiéramos hallar perdón y liberarnos de nuestros pecados. Jesús te ama y se encuentra a la puerta de tu corazón llamando y pidiendo que lo dejes entrar. Puedes aceptarlo rezando la siguiente plegaria: Jesús, quiero conocerte personalmente. Te invito a entrar en mi corazón. Gracias por haber dado la vida por mí para el perdón de mis pecados, para encontrar la paz interior aquí en este mundo y recibir de Dios la vida eterna gratuitamente. Amén. ■ 13
CRECIMIENTO
ESPIRITUAL Sally García
¿Alguna vez te sucedió que
disfrutando de una buena lectura de golpe una frase te pega en medio de la frente? En The Furious Longing of God (El feroz deseo de Dios)1, Brennan Manning escribe: Decidí que si tuviera la oportunidad de volver a vivir mi vida, no solo escalaría más montañas, cruzaría más ríos y contemplaría más atardeceres; no solo me desharía de mi bolsa de agua caliente, mi gabardina, mi paraguas, mi paracaídas y mi balsa; no solo saldría descalzo más al principio de la primavera y me quedaría afuera hasta más tarde en el otoño, sino que no dedicaría un minuto más a
1. Brennan Manning, The Furious Longing of God (David C. Cook, 2009). Kindle 2. V. Mateo 6:33 14
No puede uno forzar su crecimiento espiritual. No es cuestión de esfuerzo propio. Es consecuencia de vivir en relación estrecha con Jesús, empapándose de Su Palabra, llenándose de Su Espíritu y gozando de una íntima comunicación con Él. Virginia Brandt Berg (1886–1968)
monitorear mi crecimiento espiritual. Ni uno solo. Me encantó la primera parte, porque ahora, a mi edad madura, más dada a la contemplación, disfruto de cavilaciones poéticas acerca de las cosas sencillas de la vida. Sin embargo, eso de «no dedicar ni un minuto más a monitorear mi crecimiento espiritual, ni uno solo», ¿qué significa? Volví a leer la oración lentamente y varias veces hasta que me surgió el término gracia. Caminar con Dios es un viaje espiritual que dura toda la vida y más allá. Él no tiene apuro. A lo largo del derrotero me va indicando enseñanzas. A veces las capto a la primera; en otros casos parece que necesita repetirlas varias veces hasta que logro entender a qué se refiere, lo mismo que hacen los padres con sus hijos.
Con todo, la vida no consiste en trepar una escalera para llegar a la cima de nuestra pericia espiritual con la esperanza de ganarnos unos puntos o bendiciones más si lo intentamos con suficiente ahínco. Jesús dijo que si buscamos primeramente Su reino, todo lo demás resultará.2 Entonces, ¿debo esforzarme en pos de algo o no? El autor termina su reflexión escribiendo: ¿Qué haría si tuviera que hacerlo todo de nuevo? Simplemente haría lo siguiente con amor. Yo creo que si vivo bajo la sombra de Su gracia y Su amor, todo lo demás encajará y resultará. Sally García es educadora y misionera. Vive en Chile y está afiliada a La Familia Internacional. ■
Marie Alvero
UNA GRAN FE La mayor parte de mi vida he descrito mi fe como la del carbonero, es decir, sé que Jesús me ama y punto. Jesús dijo que me ama. Lo afirma la Biblia. No me cuestionaba mucho. Y cuando lo hacía, generalmente quedaba satisfecha con respuestas al estilo de «solo Dios lo sabe», o «tienes que aceptar esto por fe». Dicho de otro modo, es posible que la lógica no sea de aplicación en este caso: cree solamente. Por sorprendente que pueda ser, yo aceptaba las cosas así, sin más. En parte se debía a que recibí una formación bíblica muy sólida y eso me sirvió mucho. Mi fe era profunda y bien cimentada. En parte también podría decirse que se debía a mi letargo. No siempre quería tomarme la molestia de ahondar en las respuestas, defender mi fe y buscar un fundamento lógico para mis creencias. 1. 2 Timoteo 2:15 (nvi) 2. Hebreos 11:13 (nvi)
Mi marido es el polo opuesto. Tiene un enfoque muy concienzudo y aplicado respecto de su fe. Cuando le surge un interrogante sobre el significado de un versículo o se topa con una cita textual cuyo contexto no lo convence, investiga en su portal bíblico las diversas traducciones. Busca referencias del griego y el hebreo y lo coteja con versículos afines, etc. Su fe no se basa en emociones, sino que crece a partir del estudio constante de la Palabra de Dios y las pruebas documentales de su verdad. Admiro su disciplina. Él ha seguido esta recomendación de las Escrituras: «Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad».1 En un pódcast que escuché hace poco, el locutor decía que nuestra fe se puede fundamentar en la lógica y que los cristianos de hoy en día deben estar preparados para defender sus creencias con argumentos lógicos.
Por eso escucho pódcast, cotejo versículos, debato con mi marido, leo la Biblia y le pongo empeño al asunto. No es que sea tan trabajoso, pero es más esfuerzo del que invertí alguna vez. Cuando se trata de la fe siempre habrá un componente que requiere simplemente afirmarse en la Palabra de Dios. Hebreos 11 refiere varios grandes relatos sobre la fe y puntualiza que «todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas».2 Puede que esos grandes hombres y mujeres no siempre tuvieran certeza, pero querían creer y estaban dispuestos a que los persuadieran. Ruego a Dios que yo pueda abrazar la fe como lo hicieron los héroes de Hebreos 11. Marie Alvero ha sido misionera en África y México. Lleva una vida plena y activa en compañía de su esposo y sus hijos en la región central de Texas, EE.UU. ■ 15
CAPEAR LA TORMENTA De Jesús, con cariño
¿Recuerdan la vez que calmé las aguas?1 Mis discípulos habían entrado en pánico y pensaban que iban a morir. Pero cuando pusieron los ojos en Mí para que los ayudara, en lugar de fijarse en las circunstancias, Yo los rescaté a pesar de las olas y la tormenta. Lo mismo ocurre con ustedes. Hay muchas olas y hasta es posible que divisen en el horizonte de su vida tempestades que se avecinan, pero si ponen los ojos en Mí y en las promesas de Mi amor y que cuidaré de ustedes, en las promesas de Mi sabiduría para guiarlos, encontrarán las respuestas que necesitan. La situación en la que están inmersos se asemeja a olas que golpean contra ustedes y su pequeña embarcación. Las preocupaciones que albergan respecto al futuro son como una apremiante tormenta. A veces pueden llegar a pensar que se irán a pique. Si me piden que calme la tormenta, lo haré. O si no les enseñaré a capearla. Lo haré tal como lo he hecho durante todos estos años en que han confiado fielmente en Mí. Recuerden que Yo estoy en el barco con ustedes. 1. V. Marcos 4:37-41