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Después de ti qué?

Nancy Galindo Hernández UAEMex

Me preguntas ¿Qué haré después de tí? Voy a mirar a la ventana y diré que sigo viva, que los árboles se siguen meciendo de un lado a otro y no les haces falta tú, y donde caminabas, las flores con su color y su belleza siguen creciendo. No es que no hayas dolido No es que no te haya amado Mucho menos que ya te olvidé Porque sí dolísté Porque te amé tanto Y al final me has olvidado Pero cariño Yo me amo más Y sigo de un lado a otro así como los árboles Y me mese el viento Y recorro todos los días sonriendo y recordando Soy bella, así, sin ti ¿sabes por qué? porque soy la flor que va creciendo, olorosa, colorida y feliz.

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¡Aunque su apá no quera!

Elena Guzmán Ramón Tabasco

Serena y placentera deslizábase la noche; ni una nube había que ocultara el límpido cielo, donde titilaban brillantes las estrellas; el eco del silencio era la respuesta del oscuro monte, sin que la luz de un candil fuera suficiente para alumbrar las sombras que, como pesadas cobijas, caían sobre las agotadas espaldas, de los jornaleros. Los animales se habían dejado llevar, con mansedumbre, a los corrales; después de tantas horas bajo los inclementes rayos del Sol, en un total cansancio, también ellos, amodorrados estaban. Al fin, cuando la quietud plena llegó, pudo tomar “respiro” la pequeña, que estaba despierta desde temprano; antes de que amaneciera abría sus ojos, diariamente y las órdenes comienzan a caerle: -¡Levántate! ¿No ´tás oyendo los gallos? Llevan rato cantando. ¡Déjate de hacer la mensa! ¡Casi a tu mesma, edad yo era una mujercita completa!... y fue bueno, ´ora con los años entiendo lo que ´ntonces no; pronto serví y me regalaban más enaguas. ¡Tortea! ¡Mira que tus hermanos, ya se van a la faena! ¡Pon el molino! ¡Enciende el fogón!¡Apúrale! ¡Se están terminando las tortillas y faltan las que llevan pa?l itacate! ¿Cuándo llegará el tiempo en que aprenderás?, ya ´tas grande!¡Sigue así y te daré de chilillazos, pá 'que te entre bien en la mollera! Son doce, entre hermanos, padres y abuelos, quienes desde las cinco el ganado arrean... Que de aquí, pa´ allá... La parcela, la siembra, el maíz, la caña, el ganado, ordeñar las vacas, antes que los becerros quieran consumirse todo el lácteo poner la leche bajo el fresco de la sombra de una palmera el fruto de las ubres, para que no se agrie y sacarle, luego, las natas, hacer mantequilla, crema y queso para vender y obtener otro ingreso... Ah, el sudor, va corriendo como un río sobre ellos... Quizá eso los endurece... No hay costumbre pensar si es bueno para la niña; todos crecieron de muy similar forma. Están seguros que hacen lo correcto; piensan que no existe motivo, para que sea diferente.

-¡Atiende niña a quien te trai´ la comida! -¡Ve al río, lava en las piedras y si no se quita la mugre, talla fuerte, aunque te duela. Al fin ha llegado la noche, puede oír la música del canto de los grillos y contarle a la luna sus sueños de pequeña... Ya duerme, sueña y descansa. -¡Párate escuincla!, se rompió una cerca. Trae el candil pa ´ que su apá lo arregle. ¿Que te pican los moscos? ¡Qué terca! No contestes, que no te oiga siquiera, porque lo que él dice, eso se acepta. ¡Quédese muda, tése sosiega! -Pequeña niña, siete años tienes apenas; llevas sobre tu frágil espalda, la carga de una mujer. -¡Pos si el hombre ´is hombre! ¿Que no ´ti das cuenta? -¡Ándale! Trai ´te la leña; el fogón es lento y el hambre aprieta. Sueña la niña, sueña aunque esté despierta; sueña que un hombre bueno la rescata; en la grupa de un caballo blanco, se la lleva. Siete años transcurrieron, desde que conocimos a nuestra protagonista... Pareciera que fue muy rápido, pero el tiempo mantiene un síncrono y objetivo ritmo. -Ya tienes catorce. Pa´matrimoniarte tu apá ,con su compadre ya se apalabraron; su chamaco se ha fijado en ti; vieras m ´ija, ya tiene dos parcelas –su mamá le dice-. El domingo, en la fiesta del Santo patrono, pondrá tu apá fecha. -No quiero casarme todavía a ´má; yo quiero estudiar, si no ´más fui hasta tercero y mi apá dijo que ya no le siguiera. ¡Yo quiero saber cómo es el agua, por dentrito mero! ¿Por qué tienen color las telas? ¡Tan re´chulos colores, que las enaguas de los bailes tienen! ¿Cómo hacer que las plantas no se marchiten, cuando sin lluvia se queman? -Que ni te oiga tu apá, porque se ´enmuina, y sabes que cuando lo hace, más vale no estar cerca. El matrimonio fue un sábado. Hubo baile; las demás jóvenes miraban de reojo, almuchacho que más les gustaba. Saliendo de misa se encaminaron todos a la casa del novio y empezó la fiesta; nada más llegaron y el novio se fue directo a las carreras de caballos; nada le haría olvidar el vicio de hacer apuestas, y así la dulce joven se hizo mujer, sin saber cómo. La madrugada, en otra casa,

encontró a nuestra ahora señora, despierta. El día comenzó, sin variar la rutina que conocía. En la casa del suegro vivían, también, los cuñados con sus mujeres; a ella le ordenaron traer la leña y planchar la ropa que todos usaban, con una de las ya antiguas planchas de fierro, que la leña y planchar la ropa que todos usaban, con una de las ya antiguas planchas de fierro, que se calientan sobre un fogón; tenía que pasar y repasar aquella plancha sobre la ropa almidonada, hasta que quedara sin ninguna arruga, ¡bien estirada! Llegaron los hijos, tuvo siete, y ocho serían, si no hubiera muerto el último, ¡oh, qué pena!¡Cuánto lloró la madre, cuando se lo dieron a cargar para que la bendición le diera, antes de envolverlo en un petate... Durante el trabajo de parto falleció el bebé, por la mala nutrición de la madre, no venía con suficiente fuerza. -Tómate tu caldo de gallina; date tus baños de “bajos”, pa ´que quedes buena; en tres días empieza la faena. Crecieron los niños, dos fueron mujeres. -¡Les aseguro mis niñas, que ´manque me duela la espina las mandare a la escuela, ´manque su a ´pá no ´quera, ustedes irán y serán como en sus sueños se vean!

Esta es una historia de la vida real: Sus hijas son dos profesionistas con su hogar y sus hijos les toco una mejor vida, en donde aprendieron a ser ellas mismas y tenerse amor propio. Soy una de ellas.

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