En el fondo del mar hay una casa de cristal. A una avenida de madréporas da. Un gran pez de oro, a las cinco, me viene a saludar. Me trae un rojo ramo de flores de coral. Duermo en una cama un poco más azul que el mar.
Un pulpo me hace guiños a través del cristal. En el bosque verde que me circunda —din don... din dan— se balancean y cantan las sirenas de nácar verdemar. Y sobre mi cabeza arden, en el crepúsculo, las erizadas puntas del mar. __Alfonsina Storni_
Cogí el vestido que tanto le gusta a mi amigo cogí el vestido y volaron mariposas y lo enredé en mi pecho con tres deseos de hiedra. (A las velas del barco blanco que no me olviden, al pájaro que no me cante en la rama de la flor del dolor y al agua que mi amigo me llame cuando lo lave.)
“Nada” ( fragmento)
"Por dificultades en el último momento para adquirir billetes, llegué a Barcelona a
medianoche, en un tren distinto del que había anunciado, y no me esperaba nadie.
Era la primera vez que viajaba sola, pero no estaba asustada; por el contrario, me parecía una aventura agradable y excitante
aquella profunda libertad en la noche”...
"...Y yo habĂa pasado por la vida tan sĂłlo de paso, lejana de mĂ misma."
Tiempo de cerezas “Las primeras claridades del alba atrapaban a las últimas sombras de la noche. Los faroles encendidos daban una luz mortecina. Pasaban camiones cargados con cajas de frutas y de verduras. Màrius tenía las mejillas encendidas y, con lo ojos húmedos, miraba al infinito”…
“
”
_Elvira Lindo, escritora española_
Hay besos de caramelo, dulces como una sonrisa. Están los besos con prisa, que hay que cogerlos al vuelo. Los besos de mariposa rozándote las mejillas ¡pueden hacerte cosquillas! y son de color de rosa. El beso con achuchón, tan calentito y tan tierno como una manta en invierno, ¡es un beso de algodón! ¿Y qué tal el beso alado que te pilla de sorpresa, y, además, el que te besa puede estar en cualquier lado?
También está el de tornillo, beso que mágicamente despertó a Bella Durmiente e hizo temblar el castillo. O los besos con caricia, que llegan en ventolera y huelen a primavera como una buena noticia. Fantástico el beso-guiño. Es chisposo y titilante como una estrella brillante con mil vatios de cariño. _Carmen Gil_
Si la abeja se entra al lirio, no se siente su aletear. Cuando escondes a tu hijito ni se le oye respirar... Yo te miro, yo te miro sin cansarme de mirar, y qué lindo niño veo a tus ojos asomar... El estanque copia todo lo que tú mirando estás; pero tú en las niñas tienes a tu hijo y nada más. Los ojitos que me diste me los tengo que gastar en seguirte por los valles, por el cielo y por el mar...
_ Carmen Conde_
Él, que creyó el mar alto y verde, lo veía blanco, como el borde de la cerveza, cosquilleándole, frío, la punta de los pies. “¡Voy a ver hasta dónde me llega el mar!”. Y anduvo, anduvo, anduvo. El mar, ¡qué cosa rara!, crecía, se volvía azul, violeta. Le llegó a las rodillas. Luego, a la cintura, al pecho, a los labios, a los ojos. Entonces, le entró en las orejas el eco largo, las voces que llaman lejos. Y en los ojos, todo el color. ¡Ah, sí, por fin, el mar era de verdad! Era una grande, inmensa caracola. El mar, verdaderamente, era alto y verde. _ Ana María Matute, escritora catalana_
Cada vez que pienso en ti, así te veo, así nos veo, detenidos para siempre en ese lienzo, invulnerables al deterioro de la mala memoria. Puedo recrearme largamente en esa escena, hasta sentir que entro en el espacio del cuadro y ya no soy el que observa, sino el hombre que yace junto a esa mujer. Entonces se rompe la simétrica quietud de la pintura y escucho nuestras voces muy cercanas. –Cuéntame un cuento –te digo. – ¿Cómo lo quieres? –Cuéntame un cuento que no le hayas contado a nadie.
Ángel Todo duerme... del aire, el soplo blando callado va, con temeroso vuelo el aroma esparciendo de las rosas; brilla la luna, y sueñan con el cielo los niños que reposan, contemplando flores, luz y pintadas mariposas.
_Rosalía de Castro, poeta gallega_
¡Niños!, al soplo de mi tibio aliento, dormid en paz, que os cubren con sus alas los blancos y amorosos serafines, y adornándoos a un tiempo con sus galas hacen que en ondas os regale el viento blando aroma de lirios y jazmines.
_ Ana Rossetti, escritora andaluza_ “En mi niñez no teníamos juguetes, jugábamos con flores. Sabía su código, las comíamos y nos revolcábamos en ellas. Las reconocíamos por los perfumes con los ojos cerrados. Este mundo tan de los sentidos lo he vivido junto al Mediterráneo, de manera directa, sin intelectualismos.”