6 minute read

Puedo contarle una historia?

DICK DUERKSEN

Dios y Marvin

Cuando Marvin conducía su camión con acoplado gigante hasta el pueblo, bebía una docena de cervezas por día y gastaba trescientos dólares por semana en cocaína. Nada le salía bien. Lo que más le molestaba era la voz en su cabeza, que le seguía diciendo que tenía que arreglar las cosas con Dios.

«Dentro de mí estaban pasando tantas cosas –cuenta–. Había estado bebiendo desde el séptimo grado, y ahora sufría mareos, ataques de ansiedad, comía muy mal, y una voz insistía en que tenía que arreglar las cosas con Dios».

«Si es tan importante para mí, ¿por qué no lo acepto?», le preguntaba Marvin a la voz.

* * *

A los 30 años, sintió que ya no podía más. Se detuvo, miró y dijo: «Dios, ya no puedo vivir de esta manera. Tienes que hacer algo. Tengo que cambiar algo en mi vida. Ya no puedo seguir así».

El correo de ese día le trajo una invitación a una campaña de evangelización de la Iglesia Adventista. Leyó el folleto y pensó que acaso Dios le estaba ofreciendo un camino para dejar su vida desastrosa.

Esa noche lo despertó un sueño. Soñó que estaba cantando «Sublime gracia» con muchas personas. Cantaba con todo su corazón. Sabía el comienzo, pero las personas estaban cantando la segunda estrofa, ¡y él no sabía la letra! Marvin se despertó presa de pánico.

«Quería cantar –cuenta–. Tenía tantas ganas de cantar, ¡pero no sabía la letra!»

Marvin fue a la Iglesia Adventista y se sentó del lado izquierdo, a cinco filas del fondo. La primera noche, el evangelista hizo que todos cantaran «Sublime gracia». Solo la primera estrofa. La segunda noche, la cantaron otra vez. La tercera noche, el evangelista dirigió al grupo para que cantaran las cuatro estrofas, con la letra en la pantalla.

«Todos cantábamos, y en la segunda estrofa, yo cantaba como había querido hacerlo en el sueño. Su gracia me enseñó a temer, mis dudas ahuyentó. ¡Oh, cuán precioso fue a mi ser cuando él me transformó!»

Marvin cantó todas las estrofas y entonces se sentó, mientras una vocecita le hablaba: «Sigue asistiendo; hay todavía más. Sigue asistiendo».

Marvin no se perdió ninguna de las reuniones, y al final de ellas, fue bautizado.

«Tenía una nueva vida, una razón para vivir mejor. Diferente. Ahora le pertenecía a Dios».

* * *

Marvin sabía que tenía que cambiar muchas cosas. Dejó de beber y abandonó las drogas. Comenzó a leer la Biblia y aprender más y más sobre la vida cristiana. Para llevar registro de todo lo que iba

aprendiendo, necesitaba organizar sus archivos. Por eso, se compró un archivo donde colocar carpetas y divisores. Entonces añadió secciones con colores para encontrar fácilmente los diversos temas que iba estudiando.

«Entonces decidí que necesitaba etiquetas autoadhesivas para colocarlas en las carpetas. De esa manera, haría las cosas como un profesional».

Fue a la librería, compró lapiceras y papel, pero olvidó las etiquetas. Fue cuatro o cinco veces por otras cosas y siempre olvidándose de lo más importante de la lista.

«Estaba tan frustrado y enojado conmigo mismo, seguro de que yo era un tremendo fracaso, que le grité a Dios. Le dije a los gritos que esas etiquetas eran importantes para mí, por lo que deberían importarle a él también, porque yo era importante para él. Dije: “No sé cómo me las vas a proveer o de dónde vendrán, pero sé que de algún lado me las vas a dar”. Listo. Ya no saldré a buscarlas».

Una semana o dos más tarde, Marvin estaba en su camión junto a un camino, completando los formularios de una entrega que acababa de hacer, cuando un gran camión dio la curva delante de él a toda velocidad. Al pasar, una de las puertas del costado se abrió y voló un paquete hasta la acera.

«Corrí para avisarle, pero así como había aparecido, desapareció. Ni siquiera llegué a ver el nombre en el costado del camión. Cuando miré para ver qué se había caído, descubrí que era una caja de etiquetas autoadhesivas para carpetas de archivo. Casi pude escuchar que los ángeles se regocijaban mientras yo levantaba el paquete». —¿Por qué Dios puede interesarse en etiquetas autoadhesivas? –pregunté a Marvin. —Esto es lo que yo sé –me dijo–. No hay nada demasiado pequeño para Dios. Él lo sabe todo, y quiere que le contemos aun nuestros problemas más pequeños; por ejemplo: necesito etiquetas autoadhesivas.

Imagine esto: Dios se interesa tanto que él dedicó parte de su día para hallar un camión, colocar las etiquetas cerca de la puerta y hacer que el conductor vaya demasiado rápido cuando dobla la esquina donde está Marvin. Él quiere que sepamos que escucha incluso la oración más pequeña. Aún más, quiere que las personas, que muchas personas, le cuenten sus necesidades y le pidan que se involucre activamente con mínimos aspectos de sus vidas. Quiere que sepamos que él está listo para que se lo pidamos.

* * *

En 2007, Marvin y su esposa adventista Lynda estaban pensando en tener hijos. Era una decisión importante. Varias veces al día se lo comentaban a Dios, pidiéndole sabiduría. Por esos días, el auto viejo que tenían se descompuso, y compraron un nuevo Honda. Cuando lo buscaron en la concesionaria, el vendedor les dijo que debían ir al Departamento Automotor a unas cuadras de allí para conseguir una nueva patente. «No hace falta que esperen tres meses para que les llegue por correo», les dijo. Marvin fue hasta la oficina, entregó los documentos, y aguardó para recibir su nueva patente. «Tiene mucha suerte», dijo la empleada al darle la patente. Varios en la fila también notaron el número. Era: «515 DAD» (Mayo, 15, papá). «¡Qué bueno que son suyas! –le dijo un hombre–. Yo ya tengo tres hijos. ¡Espero que sea un varón!»

El hijo de Marvin y Lynda nació nueve meses después, exactamente el 15 de mayo.

Parece que Dios sigue usando extrañas maneras de hablarle a Marvin. Como esa noche en que él y su hijito de 3 años, Billy, caminaban juntos. De pronto, Billy se detuvo, miró hacia arriba, y dijo: «Papi, Jesús viene pronto».

«Me dejó atónito –dice Marvin–. Lloré porque su certeza me hizo pensar en mi vida, mi familia y el regreso de Cristo. Fue un gran recordatorio de que algunas cosas son más importantes que otras. Un golpe repentino para recordarme que tengo que pasar más tiempo con Dios. Es interesante cómo Dios se esfuerza tanto por buscar a los pecadores vagabundos para llevarlos hasta el hogar».

Dick Duerksen es un pastor y narrador que vive en Portland, Oregón, Estados

Unidos.

Editor

Adventist World, es una publicación periódica internacional de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Su editor es la Asociación General, División de Asia-Pacífico Norte de los Adventistas del Séptimo Día®.

Editor ejecutivo/Director de Adventist Review Ministries

Bill Knott

Director de la publicación internacional

Hong, Myung Kwan

Comisión de coordinación de Adventist World

Si Young Kim, presidente; Joel Tompkins; Hong, Myung Kwan; Han, Suk Hee; Lyu, Dong Jin

Editores/Directores asociados, Adventist Review Ministries

Lael Caesar, Gerald Klingbeil, Greg Scott

Editores en Silver Spring (Maryland, EE. UU.)

Sandra Blackmer, Wilona Karimabadi, Enno Müller

Editores en Seúl (Corea del Sur)

Hong, Myung Kwan; Park, Jae Man; Kim, Hyo-Jun

Director de plataformas digitales

Gabriel Begle

Gerenta de operaciones

Merle Poirier

Coordinadora de evaluación editorial

Marvene Thorpe-Baptiste

Editores invitados/Consultores

Mark A. Finley, John M. Fowler, E. Edward Zinke

Gerenta financiera

Kimberly Brown

Coordinadora de distribución

Sharon Tennyson

Consejo de dirección

Si Young Kim, presidente; Bill Knott, secretario; Hong, Myung Kwan; Karnik Doukmetzian; Han, Suk Hee; Gerald A. Klingbeil; Joel Tompkins; Ray Wahlen; Ex-officio: Paul Douglas; Erton Köhler; Ted N. C. Wilson

Diseño y dirección artística

Types & Symbols

A los colaboradores: Aceptamos el envío de manuscritos no solicitados. Dirija toda correspondencia a 12501 Old Columbia Pike, Silver Spring, MD 20904-6600, EE. UU. Número de fax de la oficina editorial: 1 (301) 680-6638

E-mail: worldeditor@gc.adventist.org Sitio Web: http://www.adventistworld.org/ A menos que se indique lo contrario, todas las referencias bíblicas pertenecen a la versión Reina Valera. Revisión 1995. Usada con autorización.

Adventist World es publicada todos los meses e impresa simultáneamente en Alemania, Argentina, Australia, Austria, Brasil, Corea del Sur, Estados Unidos, Indonesia, México y Sudáfrica.

Vol. 18, No. 5

This article is from: