2 minute read
Voces internacionales
AG
Voces internacionales
Escanear este código QR para leer la versión original en francés.
Una iglesia que habla por medio de acciones
PEDRO TORRES
DIRECTOR DE COMUNICACIÓN DE LA UNIÓN FRANCO-BELGA
Por primera vez en la historia durante el congreso mundial, Ministerios de Adventist Review ofreció comentarios diarios e informes en seis idiomas, además del inglés. Aquí hay un ejemplo a través de nuestro colaborador francés .—Los Editores. U na de las características de la iglesia es la inclusividad. Jesús dijo: «Al que a mí viene, no le echo fuera» (Juan 6:37, NVI). El cuerpo de Cristo es inclusivo por excelencia. Solo desde esta perspectiva podemos, al igual que los tres ángeles de Apocalipsis 14, predicar verdaderamente el evangelio eterno a toda nación, lengua, tribu y pueblo.
Esa proclamación es el propósito de los Congresos de la Asociación General. Cuando leemos la última frase de Apocalipsis 14:6, podemos pensar en este congreso, donde hay personas de diversos orígenes, de gran cantidad de países, que se visten diferente y hablan distintos idiomas. Al mirar a los delegados, podemos ver que están distribuidos por afinidad lingüística, por país y por otros rasgos culturales. Como es natural, nos identificamos más fácil y estrechamente con aquellos con quienes nos comunicamos mejor.
Hay un grupo de personas en una zona del auditorio, sin embargo, que se ve heterogénea, diferente. Ese grupo es único porque abarca una diversidad de trasfondos. Pero algo especial los une: «hablan» con las manos. Son el grupo de los hipoacúsicos o sordos.
Esos hermanos en la fe «hablan» una lengua universal, que trasciende barreras, fronteras y culturas, y que une de manera singular a los que la hablan, más allá de dónde vengan, cómo se vistan o la edad que tengan. Me refiero al lenguaje de señas.
Quiero felicitar a los organizadores del LXI Congreso de la Asociación General por transformar ese evento en una oportunidad de practicar lo que profesamos: de ser una iglesia inclusiva.
Como hijo de madre sorda, crecí en un contexto que me ha enseñado a observar las manos y las acciones más allá de las palabras, a prestar atención a detalles que otros no ven ni perciben. Me pone feliz ver a una iglesia mundial que permite la provisión constante del lenguaje de señas, tanto sobre tablas como en Internet. Algunos consideran que no escuchar es una discapacidad, pero quizá no se dan cuenta de que los que hablan en lenguaje de señas no pueden ser silenciados por los ruidos del entorno, que no interfieren en la comunicación. Cuando era niño, podía «hablar» con mi madre aun si se encontraba a una distancia considerable, donde la voz no era audible. Hablar con «gestos», hablar al «hacer» antes que al «decir», es una ventaja que el resto de nosotros no aprecia plenamente.
Eso nos ayuda a valorar mucho más lo que Jesús hizo, que lo que dijo. «Jesús hizo también muchas otras cosas, tantas que, si se escribiera cada una de ellas, pienso que los libros escritos no cabrían en el mundo entero» (Juan 21:25, NVI). Esa inclusividad hacia la comunidad de sordos me llena de esperanza. Veo una iglesia que habla con acciones además de palabras. Si logramos imbuir ese principio en los planes de la iglesia, seremos una iglesia que habla por medio de lo que hace y, ese lenguaje, al igual que el de mi niñez, jamás se verá interrumpido por los ruidos de este mundo. «Hacer» nos acerca el cielo.