3 minute read

Fe en crecimiento

Next Article
Voces jóvenes

Voces jóvenes

¡Peligro! ¡Bengala!

Todos los chicos habían estado aguardando con ansias esa fiesta durante semanas. Todos los primos y los tíos estarían allí, y además, habría mucha comida sabrosa. Lo mejor: ¡tendrían muchos con quienes jugar!

Elly no veía las horas de que llegara el día. Siempre era divertido tener a toda la familia junta. Como la mayor de todos, estaba acostumbrada a cuidar a los menores y asegurarse de que la pasaran bien. Si alguna vez has tenido una gran reunión familiar con muchos otros niños, sabrás que a veces, alguno se cae. La tarea de Elly era estar atenta a esas cosas. ¡Pero eso no significaba que no pudiera divertirse ella también!

No faltaba mucho para la puesta de sol, y la fiesta estaba en su punto máximo. ¡Había tanta comida! Parecía que todas las tías se habían juntado y habían preparado sus platos favoritos. Por supuesto, antes de comer, todos se reunieron a orar, y pidieron que Jesús protegiera a todos no importa dónde estuvieran o qué estuvieran haciendo.

Elly pensó que era una parte linda de la oración, pero no podía imaginar por qué necesitaran protección. Aun así, fue bueno orar. Todos los primos se sentaron en una manta que atrapaba todas las salpicaduras de comida y bebida antes de que cayeran al piso. Los mayores comían, hablaban y reían. Como de costumbre, había gran actividad en la cocina, mientras todos ayudaban a traer más comida y descartar los platos vacíos. Elly miró a su alrededor y pensó qué feliz la hacía tener una familia grande. Siempre había gente con quién jugar y muchos tíos que la hacían sentir especial.

Cuando terminaron de comer, un tío anunció que tenía una sorpresa para los niños. ¡Podían jugar con bengalas afuera! Si no has visto una bengala antes, te cuento que son palitos largos de metal con materiales inflamables especiales que crean chispas y estrellitas mientras arden. Las chispas desaparecen rápidamente después de quemarse.

Tesoro bíblico:

Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio.

Salmos 16:1 NVI

Cuando jugamos con bengalas, hay que sostenerlas lejos del cuerpo, en especial de la ropa, que puede encenderse fácilmente. Hay que permanecer bastante quieto y no demasiado cerca de otra persona que también tenga una bengala. Y lo más importante, jamás se debe jugar con bengalas sin que esté un adulto cerca.

El tío entregó una bengala a cada niño, y se dedicó a encenderlas. ¡Qué lindas se veían las chispas contra el cielo de la noche! Pero como suele suceder con los niños y las cosas nuevas, estos se entusiasmaron, y demasiado. Los primos comenzaron a perseguirse con las bengalas encendidas. Por supuesto, procuraron mantenerlas alejadas del cuerpo, pero finalmente, terminaron acercándolas demasiado a los demás.

Y ahí surgió el problema. Un niño estaba corriendo demasiado cerca de Elly con su bengala. Una chispa saltó y prendió fuego al vestido. Todos comenzaron a gritar, y antes de que Elly se diera cuenta de lo que estaba sucediendo, el tío comenzó a darle manotazos en la espalda para apagar las llamas. Todo sucedió muy rápido. Gracias a Dios, el único daño fue al vestido, que quedó arruinado. Elly no sufrió quemaduras, y hasta las manos del tío no sufrieron heridas de consideración. De alguna manera, se evitó un desastre mayor y fueron protegidos.

Fue entonces cuando Elly recordó la oración antes de la cena y, en especial, la parte pidiendo protección, que creyó que nadie realmente necesitaba. Ahora todo tenía sentido.

Las bengalas terminaron en la basura, y Elly dice que nunca más las usaron en las fiestas de la familia. Pero las oraciones pidiendo que Dios los protegiera siguieron presentes. Elly jamás permitió que se olvidaran de orar por ello.

This article is from: