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Puedo contarle una historia?

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Fe en acción

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Celebremos la recuperación

¿Puedo contarle una historia?

DICK DUERKSEN

Si nos entregamos a Dios, él se ocupará de nuestras cargas.

Hola, Jonathan. No me conoces, pero me llamo Mark. Mi primo está en tu grupo Celebrar la Recuperación, y me dice que ayudan a personas que están desesperadas. Bueno, estoy desesperado, y necesito ayuda. Estoy por perder a mi esposa y a mis hijos, pero no puedo dejar de beber».

La voz del hombre denotaba un corazón quebrantado, algo que Jonathan oye demasiado a menudo, dado que atiende a más de cien personas por semana, como líder del ministerio de su iglesia denominado Celebrar la Recuperación.

Jonathan escuchó, le hizo varias preguntas, y entonces le dijo a Mark que quería pensar y orar por su pedido durante un par de días, para entonces hablar otra vez.

«Pero primero –le dijo Jonathan– tienes que comprometerte a no beber. Ve a tu casa, háblalo con tu esposa Carol, y derrama todas las bebidas alcohólicas que tengas». * * *

Cuando los hombres hablaron un par de días después, Mark aún estaba muy sensible y comprometido con un cambio de vida. Él y Carol habían acordado no beber, y habían derramado todo el alcohol. Sabiendo que era un gran paso que requeriría de un gran compromiso de tiempo y energía, tanto Jonathan como Mark planificaron comenzar una prueba que duraría treinta días.

«Lo animé diciéndole que era algo que haríamos juntos –recuerda Jonathan– y le dije que cada mañana estudiaríamos la Biblia juntos, y que cada noche me llamaría, y hablaríamos de su día. “Tienes que ser sincero: contarme lo bueno y lo malo a medida que nos conozcamos más”, le dije. Mientras te entregues, Dios se encargará de tus cargas. Y cuando sientas que quieres beber, tienes que llamarme en ese preciso momento».

La prueba de treinta días incluía otras tres expectativas. En primer lugar, Mark tenía que asistir al grupo Celebrar la Recuperación, que Jonathan dirigía en la iglesia. En segundo lugar, tenía que involucrarse con una iglesia. En tercer lugar, tenía que sumarse a otro estudio bíblico semanal.

«Lo animé para que viera que, si realmente quería cambiar de vida, tenía que tomar algunas decisiones significati-

vas sobre su relación con Dios e iniciar algunas conductas nuevas».

Había otra cosa sumamente importante. Jonathan le dijo a Mark que en todos los diálogos con su esposa comenzaría a hablarle con suavidad y amabilidad.

Mark aceptó la idea, e inmediatamente comenzó a asistir al grupo de los lunes de noche de Jonathan y a escoger nuevas palabras para sus diálogos en el hogar.

Al final del período de prueba, Mark no había bebido una gota de alcohol durante treinta días. También había hecho todo lo demás que Jonathan le había pedido. Se asombró de ver en qué persona nueva se había transformado: su nueva manera de pensar, su nueva forma de comportarse, y la manera en que veía a los demás. ¡Estaba entusiasmado de ver cómo Dios lo estaba cambiando!

«Ya no soy la misma persona –contó Mark a su grupo de estudios bíblicos–. Soy diferente, y me gusta mi nueva persona».

Mark había usado durante mucho tiempo el alcohol, y cualquier otra excusa, para evitar a su familia. Ahora el Espíritu Santo se estaba moviendo con poder, instándolo a compartir sus nuevos descubrimientos con todos, en especial con su esposa. Costó convencerse, pero los dos comenzaron a levantarse antes que los chicos para leer un libro devocional para matrimonios.

Unos diez días después de comenzar las devociones matutinas con Carol, Mark llamó a Jonathan y le preguntó: —¿Le parece que debería orar con ella antes del devocional de cada mañana?» —¡Sí! Gracias, Jesús –dijo Jonathan. * * *

El matrimonio comenzó a sanar y, al florecer el amor, Mark se preguntó si también debía comenzar a coordinar un devocional diario y momentos de oración con sus hijos. Recibía un impulso del Espíritu Santo, lo hablaba con Jonathan y Carol, y entonces lo implementaba.

Mark adquirió un libro devocional para niños y comenzó a leerlo a la hora de la cena con su hijo de dieciséis años, su hija adoptada de seis, su hijo de cuatro y su hijita de dos. Los niños quisieron saber más de las historias y le hicieron muchas preguntas. Esas conversaciones transformaron a la familia.

«Está yendo bien –le dijo Mark a Jonathan una mañana–. ¿Le parece que también debería orar con mis hijos cuando nos sentamos a la mesa?»

«Fue increíble ver cómo Mark iba respondiendo a Dios –dice Jonathan–. Al pasar tiempo personal con la Palabra de Dios, se tornó una persona más feliz. Al reunirse con los grupos de Celebrar la Recuperación y estudiar conmigo y Carol todos los días, el Espíritu Santo continuó impresionando su corazón, animándolo a realizar otros cambios positivos en cada aspecto de su vida».

Mark ahora lleva seis meses sin alcohol. Él y su familia son participantes activos en su iglesia. Mark fue bautizado. Carol también fue bautizada. Toda la familia participa de estudios bíblicos en grupos pequeños. Mark ahora le da a Carol dos noches «libres» por semana para que pueda renovarse pasando tiempo con otras mujeres de la iglesia.

Escoger una relación personal con Cristo y crecer mediante el estudio de la Palabra de Dios y la oración está transformando sus vidas por completo.

«Estamos discipulando a las personas para que formen a otros discípulos –dice Jonatán–. Estamos edificando líderes todo el tiempo. Cuando gente como Mark clama pidiendo ayuda, nuestro objetivo es ayudarlo a que llegue a ser líder, alguien que pueda guiar a otros a una nueva vida en Cristo. La clave para hacer que suceda esto es enfocarlos en servir a otros. Primero a la familia, y entonces a la comunidad. Cuando ya no estamos enfocados en nosotros mismos, sino que servimos con energía a otros, el Espíritu Santo nos ayuda a crecer con más vigor y más rápidamente que lo que alguna vez soñamos».

Para saber más sobre el ministerio Celebrar la Recuperación, ingrese a https:// www.celebraterecovery.com.

Dick Duerksen es un pastor y narrador que vive en Portland, Oregón,

Estados Unidos.

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Vol. 17, No. 9

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