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Fe en crecimiento
Algo por lo cual vivir
Estás familiarizado con la palabra «racismo»? Si no estás seguro qué es, comencemos con una definición.
La manera más simple de explicar el racismo es la idea de que las personas con diferente color de piel, o las que son de otros países y hablan idiomas diferentes, no son tan buenas y merecen ser tratadas mal y de manera injusta.
Esto no es algo bueno, ¿no te parece?
No solo no es bueno, sino que está mal. Las leyes, las prácticas y las actitudes personales que apoyan el racismo están equivocadas. Una persona de piel blanca o tostada y cabellos rubios o castaños no es mejor que alguien de piel negra y cabellos rizados, o viceversa. Alguien que habla inglés no es mejor que alguien que habla alemán. Alguien que habla español con acento de España no es mejor que alguien que habla español con acento cubano. No hay un tipo de persona que sea mejor que otro.
El problema del racismo está ¿ presente en cada país del mundo. Es lo que sucede en un planeta lleno de pecado. Entonces, ¿qué podemos hacer nosotros? Jesús nos dio sabios consejos en lo que a menudo se refiere como el undécimo mandamiento: Juan 13:34. ¿Lo notaste? Jesús no dijo que tenemos que amar a los que tienen nuestro aspecto y hablan parecido, o que son de la misma religión. Dijo simplemente que nos amemos unos a otros. Tampoco
Tesoro bíblico
«Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros»
(Juan 13:34, NVI).
es una sugerencia. Él nos llama a hacerlo. Eso significa que amarnos es tan importante como los mandamientos que nos ordenan no matar, ni mentir o robar.
Cuando decimos que amamos a Jesús y queremos seguirlo, estamos diciendo algo serio. Significa que, así como Jesús nos ama a cada uno –a todos los creados que tienen diferencias a propósito– nuestra tarea es amar a otros y tratarlos con bondad.
En algunas de nuestras familias –aun en las cristianas– podemos escuchar expresiones que a Jesús le desagradan, cuando nos referimos a diferentes clases de personas. Recuerda: decir esas cosas que lastiman a aquellos que él ama, hiere también los sentimientos de Jesús. Puede ser que eres un niño, pero ya puedes decidir que no te sumarás a esas conversaciones y prometer que esas palabras e ideas no hallarán lugar ni en tu corazón ni en tu mente. Podemos tomar la decisión de mejorar.
Si alguna vez te preguntas si algo que escuchaste es racista, vuelve a pensar en Juan 13:34. ¿Está de acuerdo lo que escuchaste con el mandamiento de amarse mutuamente? ¿Están de acuerdo esas palabras con el amor que Jesús siente por todos?
Que tus interacciones con todo tipo de personas estén llenas de amor. Aunque algunas veces te parezca difícil, puedes pedir la ayuda de Jesús. Él obrará en tu corazón. Mostrar amor a todos es algo que llena su corazón de gozo.