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Espacio homeopático naturista Carta de una madre a la Homeopatía Remisión completa de un tumor cerebral

Dr. Atilio Vera Fuentes Centro de Desarrollo de la Salud Buenos Aires - Argentina

En esta ocasión quiero compartir con ustedes el Caso Clínico de una niña de 11 años, Luisa, residente en Colombia que ha tenido la remisión completa de un Tumor Cerebral en casi tres meses y medio de tratamiento homeopático. Las consultas médicas fueron realizadas por video llamada a través de la madre de la niña, quién también se encontraba presente. La primera consulta fue realizada el 31-03-2021 y el diagnóstico surgía de la Resonancia Magnética realizada el 26-03-2021 en el Centro de Diagnóstico San José S.A. de Colombia, que decía: “Meningioma petroclival izquierdo que se extiende hacia el cavum de Meckel comprometiendo parcialmente su luz y pudiendo afectar los pares craneanos oculomotores”. Luego de realizar la Historia Clínica Médica Homeopática le prescribí el remedio homeopático y le proporcioné las indicaciones. La paciente inició inmediatamente el tratamiento conforme la potencia y la dosis indicada. Dada la complejidad y gravedad del diagnóstico tuve que realizar un seguimiento médico continuo e ininterrumpido observando la evolución de su cuadro clínico, aumentando en cada consulta potencia y dosis del remedio homeopático. Como consecuencia del tratamiento homeopático proporcionado se produjo la remisión completa del Tumor Cerebral que le había provocado la parálisis de su ojo, trastornos y disminución de la visión y fuertes dolores de cabeza, entre otros síntomas graves y riesgosos. Ello se encuentra acreditado con la Resonancia Magnética realizada el 16-07-2021 en el Centro de Diagnóstico Lito Médica S.A. de Colombia cuyo resultado dió como conclusión: ESTUDIO NORMAL.

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Otra vez mis queridos pacientes me brindan la fuerza necesaria para seguir con mis propuestas y tratamientos homeopáticos y demuestran que la alopatía no es el único camino para la curación de las enfermedades. Como decía el descubridor de la Homeopatía Dr. Christian Frederick Samuel Hahnemann “la única y más elevada misión del médico es sanar a las personas enfermas. Eso se denomina curar”.

A continuación acompaño la carta de la progenitora de mi paciente Luisa, con su firma y documento de identidad quién me autorizó a compartirla, publicarla y difundirla.

“Querida Luisa:

Hoy que ya no aparece el tumor en la resonancia y tu ojo se mueve de nuevo, ahora que ya no siento el peligro de perderte en una compleja cirugía, que varios neurocirujanos se negaron a realizar por estar la lesión tan cerca de la arteria carótida y tener como principal riesgo tu muerte, hoy que puedo ver tu futuro con renovadas esperanzas, también me asombro de la forma en que el último año nos ha confrontado con la fragilidad de nuestro paso por la vida, no sólo por este evento en tu salud, sino por la forma en que la pandemia y el cáncer arrebataron de nuestro lado a varios de nuestros seres queridos.

Eres una niña y has enfrentado con gran valor este último año, quizás no logras dimensionar lo que ha sucedido, pero pocos niños a tu edad han tenido que afrontar dictámenes médicos tan avasallantes sobre sí mismos, salir de las juntas médicas caminando de la mano, tratar de continuar viviendo y aún más seguir cumpliendo con los deberes a pesar de que muchas veces nos dijeron no hay nada que hacer.

Jamás imaginamos al levantarnos aquella mañana soleada, tranquila y hermosa, que podríamos recibir una de las peores noticias de nuestras vidas, en una de las visitas de rutina al oftalmólogo; sabíamos que tus ojos estaban molestando un poco y habías tenido algunos episodios de dolor de cabeza, pero ¡oh sorpresa! el médico al ver los síntomas se asustó mucho y me advirtió que los síntomas no eran oftalmológicos, sino que quizás se debían a un choque metabólico o neurológico, por lo que deberíamos dirigirnos de inmediato a urgencias.

Al llegar allá la enfermera nos manifestó que los síntomas no ameritaban una urgencia, pero el médico me había advertido no dejar que nos sacaran sin atención y nos había dado una orden para una tomografía, por lo que increpé lo que decía la enfermera y le informé que veníamos del oftalmólogo con una orden para un examen.

Inmediatamente nos atendió una doctora que llamó a dos estudiantes, te revisaron y llamaron a un neurólogo, él ordenó un TAC; fue muy rápido todo.

En una hora ya sabíamos que te quedabas hospitalizada y me dijeron que veían una inflamación en el cerebro por lo que te debían realizar una resonancia; un rato después bajó el primer neurocirujano que te atendió y nos explicó la necesidad de que te quedaras para hacer todos los análisis del caso.

¡Qué día tan angustiante el de la resonancia! Tú, una princesa que siempre ha comido juiciosa, en ayuno de 30 horas. Pasaban y pasaban urgencias y no nos llamaban para hacerte el examen, hasta en la noche finalmente hubo un espacio para ti: el radiólogo estaba cansado y tú con una hambre monstruosa, luego de una hora salió muy enojado aquel radiólogo pidiéndome que te calmará.

Yo entré y se me partió el corazón, estabas estirada quieta súper juiciosa y llorabas con los ojos cerrados; al llorar se te movía la tráquea y no podían hacer la resonancia de columna.

Finalmente te sacaron de la máquina un rato, y media hora después intentaron de nuevo; esa noche te hicieron resonancia de orbitas oculares, de cerebro y de columna. Querías salir pronto a comer, pero por alguna extraña razón tu olfato se agudizó y comenzamos una nueva etapa en que mi comelona sentía fastidio por muchos olores y sabores.

Unos días después nos dieron los resultados de la resonancia: meningioma petroclival izquierdo que paraliza el VI par ocular, ¡qué dolor sentí mi niña! No me hubiese dolido tanto si el dictamen fuese para mí. Pensé tantas cosas, pero sobre todo siempre me aferré a la esperanza de que pudieses seguir llevando una buena vida. Días después, escuchamos la primera junta de neurocirujanos donde nos decían que habían tres opciones: cirugía, radiocirugía y conducta expectante.

El mayor de los cirujanos se dirigió a mí y me dijo: ella es una niña y le voy a hablar como si fuera mi hija, si fuera mi hija no la operaba, lo mejor es esperar, mirar la evolución del tumor y con el tiempo considerar las otras opciones. Salimos del hospital con ese lamentable pronóstico pero a la vez felices de poder volver a casa luego de ocho días.

Esa semana quedó guardada en nuestros corazones, como una de esas películas de género dramático que uno ve en Netflix pero de la que no esperamos nunca ser protagonistas.

En la sorpresa y el miedo por lo que vendría, traté de darte algo de alegría para que pudieras continuar y planee un viaje al hotel en que trabajé en mi juventud; pedí permiso a los papás de tu mejor amiga y las tres pasamos unos días lejos de la cotidianidad; mientras te veía jugar con tu amiga le suplicaba a Dios que te permitiera estar bien, que solo fuese lo del ojo y nada más.

Con los días comencé a investigar en internet y noté la complejidad del diagnóstico, mucho más impactante al ser algo poco frecuente en niños. Llegaron a mí, miles de pensamientos sobre el futuro y todo lo que podría afectarte este tumor; llena de miedos decidí enfrentar el futuro con valor y entregarte en las manos de Dios, pues Él te trajo a mi vida y sólo a Él le perteneces.

Le pedía a todos cuantos conozco que oraran por el restablecimiento de tu salud. Le hablé a tu abuelito para que nos diera una manito en el cielo, y comencé a buscar en la tierra alguna opción.

En esa búsqueda, un día llamó un amigo muy cercano, Luis Gabriel Casallas y me preguntó por tu salud, yo le comenté que debíamos esperar y él me planteo: que esperar podría equivaler a dejar avanzar; me dijo que si había contemplado la medicina alternativa, a lo que le comenté que de hecho antes de tu hospitalización ya estábamos viendo a un médico homeópata, pero que ante los resultados de la resonancia se notaba alejado; mi amigo me recomendó a unos médicos homeópatas argentinos y nos contactó con el doctor Atilio Vera.

¡Bendito el día en que no pregunté ni cuestioné nada! ¡Bendito el día en que decidí solo intentar todo lo posible! Mientras tomabas los medicamentos homeopáticos, mis compañeras de trabajo, familiares, mamitas de tus amiguitas, tus profes, el padre Edwin y en especial tu tía Isabel oraban para que Dios desapareciera ese tumor de tu cabeza como cortó la higuera que no da fruto.

Por mi parte le pedí intercesión a Santa Martha, San Gregorio y por su puesto a quién más te ama en el cielo tu abuelito, todos como un equipo pidiendo a Dios misericordia.

También consultamos una segunda opinión en el hospital San José. Y una tercera opinión del doctor William Contreras, neurocirujano reconocido por ser el más joven en su rama en Latinoamérica, también por realizar exitosas operaciones con altos grados de dificultad y por ser el segundo puesto en gran inventor Latinoamérica al haber creado unas gafas que ayudan a las personas con Parkinson; él me manifestó que al contrario de sus colegas, era más amigo de operar y no dejar avanzar más el tumor para evitar que causara daños, pero nos dio tiempo para esperar la siguiente resonancia.

Hoy luego de que en la siguiente resonancia no apareció el tumor, veo esto más como una prueba, como dice tu profesora, ¡este año Dios probó grandemente nuestra fe…! pero también nuestra capacidad de sobreponernos a las adversidades, a la perdida y al miedo.

Foto: Internet Google

Creo que si este milagro se obró en ti es porque Dios te tiene para gloria de Él y para el servicio de quienes te rodeen: Anhelo puedas entender algún día lo increíble de lo que te ha pasado y la bondad, misericordia y amor que con esto el Señor nos manifiesta, y puedas dedicar el resto de tu vida a ser un ejemplo de esa misma bondad.

Al contrario de muchos padres que conozco, no anhelo que seas médico, abogada o ingeniera, verte crecer y ser lo que tu corazón decida es ya un gran regalo para mí; y mi único anhelo es que te dediques a lo que te dediques, hagas las cosas con amor y tratando de ayudar a los otros en este corto respiro que es la vida.

Nada es seguro ni permanente pero podemos disfrutar del regalo de tenernos los unos a los otros, ayudarnos y amarnos mientras se puede, hoy que puedo se me hincha el corazón de alegría al poder seguir disfrutando tu sonrisa inocente, al verte florecer y crecer, al poder sentir tu abrazo en las mañanas y al ser testigo de la valentía con la que has enfrentado todo, a veces solo pidiendo a Dios con total calma que si Él quería podía limpiarte. ¡Qué bendición que seas mi hija! Gracias por esto al destino, a tu padre, a ti mi ángel bello y sobre todo a Dios.

Escribo esta carta no solo para ti, sino como un agradecimiento para quienes nos han ayudado y acompañado. Gracias infinitas por las oraciones. Gracias a la excelente madrina que Dios te dio, que fue constante en su fe y en su compañía. Gracias por el apoyo y unión familiar, por la amistad, por la atención médica y en muchos casos por las manifestaciones de empatía. Gracias doctor Atilio Vera por el tratamiento homeopático y por ese algoritmo que creo, fue trascendental en el proceso de sanación de Luisa.

Quisiera que muchos que viven y sufren de tumores y otras afecciones fueran bendecidos como nosotras, por eso autorizo al doctor Atilio a compartir esta carta en sus redes y lo comparto como símbolo de que superamos con la ayuda y afecto de muchos esta prueba.

Finalmente elevo mis agradecimientos a Dios, porque tu vida es el mayor milagro y prueba de Su existencia para mí.

Alexandra Guayacundo R. c.c. 52275233 Colombia. 3/08/2021”

“Hoy luego de que en la siguiente resonancia no apareció el tumor, veo esto más como una prueba, como dice tu profesora, ¡este año Dios probó grandemente nuestra fe…! ”

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