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Padre Lamberto Picado un bhakti yogui claretiano y su relación con la Asociación Escuela de Auto-Realización, Centro de Panamá
Rogelio Solís Lao
El Padre César Dávila desde sus primeras visitas a Panamá, nos recomendaba que siempre estuviésemos en contacto con la Iglesia, sus dirigentes y las distintas parroquias de la ciudad. Nosotros, el Centro de Panamá, siguiendo los lineamientos y orientaciones del Padre Dávila, establecimos esos contactos. Entre estas parroquias hay una a la cual nos une estrechos lazos, esta es la Iglesia Santuario Nacional del Corazón de María, de la congregación de los Misioneros Claretianos. Esta parroquia dio posada al Padre Dávila en el año 1988, bajo la dirección del Padre Rómulo Emiliani, gran simpatizante y colaborador de nuestra Asociación, como también lo fue el Padre Chema, también claretiano, que nos acompañó a varias convenciones al Ecuador. Esta mención la hago como referencia, para dar a conocer sobre la relación del Padre Lamberto Picado y nuestra Asociación.
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Alrededor del año 1998, un grupo de miembros de nuestro Centro, asistía todos los días, a las misas matinales en la iglesia El Santuario Nacional. El Padre Picado fungía como sacerdote y director administrativo de dicha parroquia.
Fue a través de este grupo del Centro de Panamá que acudía a la eucaristía, que se estableció el primer contacto con el Padre. Estas señoras le hablaban constantemente de su espiritualidad, de la mística de nuestra Escuela, de su fundador y del valor de la oración contemplativa, como piedra angular para desvelar al Dios interno que mora en nosotros.
Como el Padre Picado era el administrador de la iglesia, él coordinaba todos los trabajos de mantenimiento y construcción; por esto fue entonces, que tuve mi primer contacto directo con él, para ver temas de trabajo, pero poco a poco y en conversaciones informales, se fue interesando en nuestra Escuela.
El padre era un hombre de una sencillez innata, un sentido del humor elegante y una faceta especial en él, de una sensibilidad y devoción inmensa a la santa Virgen María. Nosotros, todos los miembros de la Escuela, disfrutábamos de su compañía y le invitamos a participar en todas las actividades que realizaba nuestro Centro.
El Padre Lamberto comprendió desde un inicio, al ir conociendo y estudiando los libros del Padre Dávila, la dimensión espiritual de nuestra Asociación. Le llamaba poderosamente la atención, la interrelación espiritual perfecta que proyectaba la Asociación y decía: ¿Cómo pudo el Padre Dávila, establecer los aspectos de Oriente y Occidente en una sola dirección, una escuela de inspiración oriental y signo cristiano? Por eso el Padre Picado, incondicionalmente nos dio su apoyo; él veía tantos laicos, involucrados sinceramente en una búsqueda espiritual vivencial de Cristo.
Él nos acompañó a varias convivencias fuera de la ciudad de Panamá. Estuvo con nosotros apoyándonos con la eucaristía en el Valle de Antón, en Cerro Punta, en Cerro La Vieja… en fin, en todos esos años que estuvo en Panamá fue un miembro más de nuestra Escuela, se sumó como un estudiante más a las prácticas y técnicas para aprender a meditar.
Uno de los momentos que él comentó de los más importantes en su vida, fue en el viaje que hizo a Quito, Ecuador, en el que causalmente, pudo conocer físicamente al Padre Dávila, días antes de la partida del Padre de este plano. El Padre Picado resume por escrito, en una forma magistral y que aparece como el epílogo del libro Yogui de Los Andes, los siguientes extractos: “Pasé una corta media hora conversando con él.
Agradable media hora. Hablamos de su salud, de sus libros, de la Escuela de Panamá y de la gente que en este país él conocía y amaba. ¡Lúcido el hombre! Pero lo que más recuerdo de esta feliz media hora, fue que salí de su lado refrescado, pacificado, reconfortado, edificado. Y no exagero”. “No entiendo cómo hablaba de la muerte, como de algo tan llano y tan casero.
Luego le entendí mejor, cuando leí reposadamente su libro sobre Mi Hermana la Muerte. Pero cuando sentí el terremoto sobre mi cuerpo y mi alma, fue cuando a punto de despedirnos, me dijo que le diera la bendición. Es usted quien me la debe dar a mí, le dije. Y nos dimos la bendición como dos amigos que se abrazan hasta la Eternidad.
Dos años después de la muerte del Padre Dávila, el Padre Picado visitó su sepulcro en Quito y escribió lo siguiente: “lo más sobrio que haya visto, lo más cálido a su alrededor que se pueda imaginar.
No dan ganas de rezar, sólo de estar allí en contemplación como si se escuchara una de sus charlas. Allí palpa uno, que no está ante un muerto sino ante un padre, en la casa solariega. Así vi yo a todas las gentes que bajaban a la cripta, donde reposan sus restos. Y juro que volví a sentir otra vez, PAZ...
(EN CHIRIQUÍ, VOLCÁN-PANAMÁ)
El Padre Lamberto Picado fungió como director párroco del Santuario Nacional del Corazón de María en la ciudad de Panamá por 20 años, de los cuales tuvimos la dicha de compartir con él sus últimos cinco años hasta que fue asignado a Honduras, Ceiba y por último a El Salvador, San Salvador. A su paso prodigó su amor realizando grandes obras con entrega, servicio y dedicación por el bien de la comunidad y fue correspondido también con mucho aprecio y amor.
Al recibir nosotros la noticia de la partida del Padre Lamberto Picado este 15 de junio, sentimos un dejo humano de tristeza, pero muy efímero. Sabemos que el Padre Picado se encuentra bebiendo de las eternas fuentes de gozo y bienaventuranza bajo el vibrante amor de su querida Madre la Virgen María y nuestro Bendito Señor. Para la Asociación Escuela de Auto-Realización es una gran bendición haber conocido y contado con el apoyo y amor incondicional de este yogui claretiano. Que Dios le bendiga Padre Lamberto y su partida solo es un hasta luego.
Aum, Paz, Amén.
Sus últimas poesías a la Madre Universal de la Humanidad
Estas poesías a la Virgen María, fueron escritas días antes de abandonar su morada mortal, y abrir sus brazos y corazón para el gran abrazo con Jesús y su Madre, y entrar en el Gozo de la Vida Eterna.