Mayo 2008
Año VI Nº 6
Centro de Profesores y Recursos de Ejea
firma invitada ENSAYO literatura historia cinco villas pensamiento teatro narrativa poesía invitación a la lectura literatura infantil y juvenil
sumario Presentación
Alfonso Cortés Alegre
Editorial
5 Actualidad 6 AL E : U a
xpo
na oportunidad para
54
57
59
63
(III)
67
Águeda Samaio, la bruja de Ejea
72
76
83
86 90
ragón
Álvaro Bajén García
La Expo de cal y de arena
firma invitada Miguel Mena
8
Ensayo
Crítica Literaria
Las obras y sus lectores Isabel Carabantes
La parábola de Flitcraft Marcelino Cortés Valenciano
Nueva Poesía en el instituto Pablo Lorente Muñoz La obra poética de Carlos Marzal José Sánchez Usón
Mari Sancho Mejón
Cent Jaroj…. María Antonia Garayoa Marta Arias
Historia
a
aragoza de
Z 1808 12 LAlfredo Compaired 15 R S G M Mariano Gracia 19 23 Cinco Villas
epublicanos españoles durante
la
egunda
Héroes de las Cinco Villas en la guerra de Cuba (1895-1898)
Mª. Eugenia Señas Gómez
34 37 40
Reflexiones en torno al Informe Pisa 2006
42
45 K
Joaquín Bueno
La última sonrisa de Epicuro Mariano Gracia
Identidad y diferencia
Jesús Claver Giménez. ESTAMBUL por la cultura hacia la integración
Carmen Pérez Ramírez
De la vejez de casi todo Luis Yrache
undial
Marta Mª. Pastor Oliver.
Pensamiento y Reflexión
El rincón del neurótico
uerra
Miguel Ángel Zapater Baselga Francisco Javier Navarro Chueca
Recuerdos de la transición José Antonio Sánchez Rasal Raquel Murillo Almuzara
creación literaria Teatro
iki
48
Alfonso Plou
Las bodas de Isabel de Segura Enrique Galé
Ciencia y Conocimiento
El reto del conocimiento del espacio
Miguel Carreras Ezquerra
50
Narrativa en castellano
Los cien mapas de Valpalmas José Ignacio Guerrero
Ramón se ha jubilado José Ramos
( )
ágora
98 102
Espíritus de fuego Juan Herranz
¿Me lo explicas? Fernando Sierra Cortés
Luz invernal Juana Carmen Gómez
Gaviotas de kabul Zara Patricia Mora Vázquez
Destino desconocido Mª Isabel Sabariego Mediel
Angustia y Mitología Fernando Proto Gutiérrez Cerbero Alberto Peña Córdova
Los campos de Francia Fernando Pérez Mas
cÓmic 109 111 Cómic D 114 Noelia Cabello 151 Alberto Cabello 116 118 invitación a la lectura 121 Reseñas bibliográficas L H C 156 122 Daniel Nesquens -M G .O 124 I . 158 Manuel Hernández Martínez
Narrativa en aragonés
Nuei de Reis Chusé Inazio Nabarro.
126
Colaboración especial
128 133
Jorge Pascual Blanco
Otros poetas Manuel Vilas Rada Panchovska Miguel Ángel Longás Emilio Quintanilla Buey Juanjo Parcero José Antonio Conde Susana Hernández Jesús Claver Giménez Joaquín Pola María José Andrés Moral Eduardo Naudín Escuder
ldefonso
ugo
anuel
il
abret bra
poética completa
villas
Eduardo Muñoz Ubide
Joaquín Sánchez Vallés Miguel Ángel Ortiz Albero
a invención de
El objeto diabólico de las 5
Poesía Firma invitada
uelo
134
159
Leer para vivir
Leer para vivir de niño y de joven
Green Wolf y Eva Bajén.
160
literatura infantil Premios concurso de narrativa y poesía
166
literatura juvenil Premios concurso de narrativa y poesía
180
ágora
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Año VI Nº 6 Mayo 2008
EDITA Centro de Profesores y Recursos de Ejea Plaza Goya s/n, 50600 Ejea (Zaragoza) Teléfono 976-677160 Fax: 976-677161 Correo electrónico: cprejea@educa.aragon.es Página web: www.cprejea.com
CONSEJO DE REDACCIÓN Patxi Abadía. Coordinador. Asesor del CPR.
Eva Bajén Profesora de Secundaria «IES Cinco Villas» Departamento de Lengua
José Ignacio Guerrero Profesor de Secundaria «IES Cinco Villas» Departamento de Lengua
José Sánchez Profesor de Secundaria «IES Reyes Católicos» Departamento de Lengua
Enrique Galé Profesor de Secundaria «IES Río Arba» Departamento de Lengua
Joaquín Bueno Profesor de Secundaria. «IES Cabañas» Departamento de Lengua
Asunción Gil Bibliotecaria de Ejea.
José Antonio Conde Poeta
Juan Herranz Escritor
Beatriz Sumelzo Pintora e ilustradora
Cristina Duesca Pintora e ilustradora
Alberto Cabello Ilustrador
ILUSTRADORES Chema Agustín Elena Arrese Gabriel Bueno y Lorenz Alberto Cabello Cristina Duesca María Luna Fago Rosa Luz Méndiz Víctor Mójica Cruz Navarro Beatriz Sumelzo PORTADA Y MAQUETACIÓN
José Ramón Alastuey IMPRIME
Industrias Gráficas la Moderna DEPÓSITO LEGAL: Z-1692-08
ISSN: 1699-3039
El «CENTRO DE PROFESORES Y RECURSOS DE EJEA» no se hace responsable ni comparte necesariamente las opiniones expresadas por los autores en los diversos artículos.
Ya no se puede seguir escribiendo sólo para los profesores, para los poetas y los entendidos. No es de recibo ni soportable. Hay que escribir para toda la gente… (Ángel Guinda en la presentación de su libro Claro interior, 16/11/07)
amigo lector:
U
n año más, y ya van seis, ÁGORA sale a la calle mostrando la calidad de un trabajo colaborativo perfectamente coordinado y liderado por su consejo de redacción. Tras Antonio Fernández Molina, Ramón Acín, José Luis Corral y Magdalena Lasala, la pluma invitada es este «cercano» escritor y periodista, Miguel MENA, que, una tarde sí y otra también, nos engancha a la radio con su entrañable y variado programa Aragón de la cadena SER. La valiosísima y altruista participación en ÁGORA de estos escritores de «renombre» añade categoría, calidad y prestigio a nuestra publicación enmarcando en oro las colaboraciones de los más de 300 amantes de las letras y las ciencias que ya han desfilado por estas páginas. ÁGORA ya existe en el ámbito de las letras y la cultura aragonesa. Los colegios y los institutos se comprometen y participan cada año más con ÁGORA, lo que llena de satisfacción, anima y motiva al consejo de redacción para seguir trabajando. Es la única recompensa que tienen. Publicamos una selección de las numerosas participaciones que nos han llegado y sentimos no poder publicar todo. Gracias a todos. Doy la bienvenida a nuevos miembros del consejo: el profesor y escritor D. Enrique Galé del IES Río Arba de Tauste, el profesor D. Ignacio Guerrero del IES Cinco Villas y los jóvenes ilustradores Cristina Duesca, Beatriz Sumelzo y Alberto Cabello. Para poder editar ÁGORA y distribuir gratuitamente los 1.100 ejemplares, hemos de reconocer también la imprescindible colaboración económica del Departamento de Educación, Cultura y Deporte a través del Centro de Profesores y Recursos de Ejea, los Departamentos de Lengua de los institutos Reyes Católicos y Cinco Villas de Ejea y Río Arba de Tauste, la Comarca de las Cinco Villas, el Ayuntamiento de Ejea, el Centro de Estudios de las Cinco Villas, la Caja Inmaculada, la cadena SER y la revista Ayer y Hoy. ÁGORA quiere seguir siendo una herramienta de dinamización cultural en el ámbito rural, sin olvidar la vertiente educativa para que esta revista continue siendo un instrumento de animación a la escritura y a la lectura en los centros educativos. ÁGORA, y parafraseando al poeta cincovillés Ángel Guinda, quiere defender «el poder de la palabra»…, quiere que la literatura pueda ser «una lanzadera de la imaginación para abrir caminos nuevos… en el mundo de las ideas». La publicación y el Consejo siguen abiertos a toda la ciudadanía, asociaciones, instituciones, bibliotecas, centros educativos… para que el proyecto siga creciendo como hasta ahora. Estamos construyendo un proyecto cultural colectivo, democrático y plural. Os animo a todos y a todas a trabajar ya en el próximo número, en el del 2009, año en el que conmemoraremos el 50 aniversario del inicio de la colonización en los pueblos de Ejea. Gracias.
Alfonso Cortés Alegre Director del Centro de Profesores de Ejea
ágora
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editorial
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รกgora
E
l camino de la creatividad y de la lectura nunca se detiene y nos hemos convertido, ustedes y nosotros, en un caminante colectivo, que vuelve a emprender la marcha con este nuevo número de la revista Ágora —y ya van seis—, que sigue creciendo y consolidándose como una apuesta por la cultura, por el intercambio libre de ideas y por la creación literaria. Crece el consejo de redacción con ideas frescas y nuevas que, entre otras cosas, consolidan la ilustración como una de nuestras señas de identidad. Crece nuestra área de proyección y con ello también los lectores. Crecen, final y especialmente, en número y calidad, las colaboraciones externas, fundamentos de este proyecto sin los cuales apenas tendría sentido Ágora sigue defendiendo la cultura en su sentido más amplio, en su poder de interpretar el mundo, de predecirlo y de impulsar proyectos de mejora; en su capacidad de abrir cauces de reflexión, de plantear nuevas modos de mirar, si no mejores, diferentes a los cotidianos. Es nuestra forma de proponer caminos para estas Cinco Villas, reivindicando el mundo rural, tan olvidado a veces por su alejamiento de los centros de decisión políticos, culturales y económicos. No sólo hay vida en las capitales. Ágora quiere ser una voz que se alza a favor del intercambio libre de ideas
y demuestra que, en una época cercada y acosada por integrismos ideológicos de distinta índole, hay todavía espacios de libertad, donde sólo cuenta el debate de ideas y no la confrontación personal desde las trincheras, haciendo prevalecer la transmisión de pensamientos de manera clara, respetuosa y sosegada. Así es como se llega a la plaza pública —ahora como antaño— para analizar desde diferentes puntos de vista temas de interés que afecten a todos. Y, como en la plaza pública, invitamos a la participación en el debate, por medio de cartas, mensajes, artículos, relatos, poemas… La creación, especialmente la literaria, es una de las bases de Ágora. Y se trata de una apuesta de presente y de futuro. Nos sentimos orgullosos de las firmas del presente, empezando por Miguel Mena, periodista, narrador y, sobre todo, defensor de esa palabra sosegada. Pero no podemos olvidar el guiño permanente a la esperanza de los que por primera vez tratan de construir un mundo hecho de palabras que van más allá del diccionario. Es un guiño al futuro, alentador, porque aunque se haya convertido en un tópico que en España no se lee y no hay interés por la cultura, nuestros niños y jóvenes demuestran lo contrario: sólo leyendo y mirando con ojos lúcidos el mundo se puede crear literatura. Bienvenidos todos a Ágora.
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FIRMA INVITADA MIGUEL MENA
MIGUEL MENA Miguel Mena
Miguel
Mena (Madrid, 1959). Vinculado con Zaragoza por lazos familiares, se asentó en esta ciudad en 1983 al comenzar a trabajar en Radio Zaragoza-Cadena SER. Desde entonces ha dirigido programas como Parafernalia, El Desván, La Calle del Dinero, Estudio de Guardia, Aragón o La Fonoteca. En prensa ha colaborado con El Periódico de Aragón y Heraldo de Aragón, así como con diferentes publicaciones de viajes: La magia de viajar por Aragón, Aragón Rutas o el suplemento El Viajero del diario El País. Como escritor ha publicado novelas, relatos, libros juveniles y libros de viajes; entre otros títulos es autor de Bendita calamidad, Paisaje del ciclista, El escondite inglés, Onda Media, Cambio de marcha, Una nube de periodistas, 1863 pasos o Días sin tregua (Premio Málaga de Novela).
DE RAÍZ
Cuando me dijeron que mi hijo no podría
hablar nunca, que tenía un cromosoma atravesado y una nube oscurecía la zona del cerebro donde se amasa el pensamiento y se tejen las palabras, lo primero que recordé fue que había planeado aprender con él los nombres de los árboles. Lo ansiaba desde que nació: andar por el campo, juntos los dos, y distinguir las hayas y los abedules, los arces, los castaños, los quejigos, los robles y los enebros. Pensé en ello mientras por detrás de la cara del médico, un rostro inexpresivo entrenado para dar malas noticias, observaba los árboles de aquella clínica meciéndose suavemente, como acunando una pena. Le pregunté al doctor qué árboles eran aquellos, y pareció tan extrañado por mi pregunta que se encogió de hombros y no supo contestarme. Le noté incómodo, como si quisiera dar la consulta por finalizada. Nos despedimos, cogí a mi hijo en brazos, salimos de la clínica y al cruzar el jardín, con el sol de espaldas, observé que nuestras sombras dibujaban una silueta en la que yo era un tronco seco y aquel niño de pelo rizado sobresalía como una gran flor que me brotaba.
firma invitada firma invitada firma invitada firma invitada ( )
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FIRMA INVITADA MIGUEL MENA
HAZAÑAS
ATRACO
A principios de 1986, el montañero Fernando No recuerdo el día ni el mes ni el año, pero Garrido pasó dos meses acampado en la cima del Aconcagua, a casi 7.000 metros de altitud, batiendo todas las marcas de supervivencia extrema. En teoría, el cuerpo humano no está preparado para algo así. Sesenta y dos días de escasez de oxígeno, temperaturas gélidas y un viento feroz y constante, capaz de enloquecer a cualquiera sólo con su sonido. Al lado de esos inconvenientes, hablar de la soledad casi parece un asunto menor, pero no lo es. La compañía nos estimula y nos ayuda a superarnos. Todo es más difícil sin nadie al lado. Garrido confesó, tras descender de la cumbre, que lo peor había sido la sensación de debilidad y atontamiento provocada por la altura, y lo mejor, los escasos momentos del día en que conversaba a través de un emisor de radio. Gracias a ese aparato, millones de personas seguían con emoción desde España las breves conversaciones entrecortadas en las que el montañero daba cuenta del desarrollo de su hazaña. Es posible que entre los oyentes figuraran los dos etarras que en octubre de ese mismo año mataron con una bomba al padre, la madre y el hermano pequeño de Garrido. Ocurrió en San Sebastián, al nivel del mar, sin viento, rodeados de gente. Fin.
puedo situar el suceso en un lugar céntrico de la ciudad de Zaragoza, en el entorno del Paseo de Sagasta o quizá incluso en el propio Paseo. Es un día laborable, a media mañana. Un atracador irrumpe en una oficina bancaria. Va armado con una pistola. Ejecuta la acción lo más rápido posible y escapa con el exiguo botín que puede cargar él solo. Sale a la calle y no le espera ningún cómplice: le espera la policía que ha llegado con inusual rapidez. El joven se ve acorralado. Suele haber tres formas de reaccionar en estos casos: algunos se vuelven al interior de la sucursal y toman rehenes a la espera de que una negociación les permita consumar la huida; otros disparan de forma desesperada contra todo lo que tienen enfrente mientras intentan escabullirse; los menos comprenden que no tienen escapatoria, arrojan el arma y se rinden. Éste opta por una modalidad casi inédita: lo que suelta es el dinero, mientras levanta la pistola, la coloca contra su sien y dispara. Los propios policías que le encañonan gritan para que no lo haga. Los policías que están listos para matarle gritan para salvarle la vida. No hay nada que hacer. No estaba jugando a la ruleta rusa. El cargador está lleno y la primera bala cumple su cometido: en un instante acaba con veintipocos años de vida, una incontrolable adicción a la heroína y una recién estrenada carrera de atracador, de un atracador que en su primer intento ha comprendido que no vale para eso.
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FIRMA INVITADA MIGUEL MENA
TOMÁS
NIÑO Y PERRO
Aunque la vida le empujó a trabajar desde Niño y perro suelen ir juntos a todas partes muy joven, y apenas le quedaba tiempo para nada, mantuvo siempre su afición por la lectura. Poco a poco llenó las estanterías de casa con los libros que compraba. Libros de siempre. Libros baratos. Las colecciones que anunciaban por televisión; los que se vendían acompañando al periódico. Aunque no dispusiera de tiempo para tantos, en sus cálculos entraba disfrutar a fondo de su biblioteca a partir de la jubilación. Cada mirada a la estantería era el anuncio de un futuro con muchas horas de apasionada lectura. Pero el azúcar por aquí y la tensión por allá hicieron mella en sus ojos y, cuando llegó el tiempo de gozar con aquel tesoro, necesitaba una lupa para avanzar por aquellos renglones de letras minúsculas. Sólo quería ser lector, pero tuvo que convertirse en detective para seguir las huellas de unas historias que se desvanecían ante su mirada imprecisa. Y cuando ya ni con los cristales de aumento fue posible, se quedó sentado en su penumbra, frente a decenas de lomos de libros por abrir, como un capitán al que le hubieran robado su barco y lo viera desaparecer entre la neblina.
donde ambos son aceptados. No al colegio, no al mercado, pero sí al parque, al campo, a los juegos. Niño y perro acuden el domingo a la romería en la ermita enclavada en terrenos militares. Es el único día del año en que se puede entrar allí desde que el entorno del pequeño santuario se convirtió en polígono de maniobras. Niño y perro deambulan entre la gente que come, canta y se divierte. También se alejan un rato. Corretean entre los pinos enanos, se esconden, juguetean con guijarros de ida y vuelta. De repente, entre las piedras, encuentran un objeto metálico que el chaval recoge y guarda como si fuera el gran tesoro de la mañana. Lo echa en la mochila y emprenden el regreso a casa. Y allí dentro, en su habitación, niño y perro mueren juntos en la explosión de la granada que se han traído del campo. En los días siguientes, en el luto, las autoridades civiles, religiosas y militares aunarán esfuerzos en un mismo sentido: decir que ellos no han sido, que son inocentes, que niño y perro se lo buscaron.
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FIRMA INVITADA MIGUEL MENA
ROCA
En Alcolea del Pinar, Guadalajara, España, un
hombre horadó una gran roca para hacer su casa. Empleó más de veinte años, a golpes de pico, él solo, cada día después de acabar su trabajo en el campo. Cuando empezó todos pensaron que era una locura, cuando acabó todos pensaron que ya era muy mayor y disfrutaría poco de semejante esfuerzo. Pero parecía un hombre satisfecho, quizá porque sabía que sólo unos pocos horadan la piedra para hacer una vida mientras muchos otros horadan su vida para hacer una piedra.
PREMIOS
El Premio Nobel de Literatura Kenzaburo Oé
tuvo un hijo con un grave retraso mental al que convirtió en eje de sus obras y de su vida. El Premio Príncipe de Asturias de las Letras Arthur Miller tuvo un hijo con síndrome de Down del que se deshizo la misma semana de su nacimiento, obligando a su esposa a ingresarlo en un orfanato. Las imágenes que tenemos de Kenzaburo Oé son las de un hombre que transmite una profunda melancolía. Las imágenes que tenemos de Arthur Miller son las de un hombre que transmite una gran confianza en sí mismo, un indudable orgullo, un sentirse satisfecho que a menudo adorna con una leve sonrisa.
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ENSAYO CRÍTICA LITERARIA
CRÍTICA LITERARIA
Las obras y sus lectores Isabel Carabantes
Se puede llevar la crítica literaria en
los ojos como una forma de mirar al exterior, con la certidumbre de que el crítico es, ante todo, un hombre que maneja las palabras para indagar sobre el mundo. El crítico sabe que, en el fondo, dialoga con lo que se ha escrito y se escribirá. Y pensar en el futuro es lo que nos propone Pablo Lorente Muñoz, pues ampliar el horizonte poético de los alumnos de secundaria es tratar de preparar a nuestros jóvenes para enfrentarse a sus vidas con el arma de la belleza, la energía y el fuego. El profesor José Sánchez propone una lectura del poeta Carlos Marzal. Por otro afluente del mismo río literario se introduce Manuel Cortés Blanco que nos invita a reflexionar sobre los sentidos más que simbólicos de la palabra “cuento” y la labor del cuentista. Marcelino Cortés Valenciano indaga en torno al poder de un mito novelesco moderno, la construcción de las identidades personales y la reflexión sobre el accidente o el azar. Isabel Carabantes entra en el espacio tan rico como complejo de las relaciones entre el texto y el lector. Como nos demuestran nuestros autores, el fin del crítico es tratar de hacer posible la convivencia social en los espacios que la cultura nos abre y propiciar ese encuentro libre y tolerante en el que lectores y autores nos hallamos los unos con los otros.
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Las obras completas de un escritor serían muestra de sus esfuerzos para engañar a sus contemporáneos Derqui (1 de diciembre de 1956)
E
n uno de esos debates en los que nunca se intenta llegar a una conclusión definitiva, se trataba de decidir si una gran obra literaria que nunca hubiese sido publicada se podría considerar una gran obra. ¿El diario de Ana Frank tendría el valor que tiene de haberse quedado en el hueco de la casa de atrás? ¿Qué habría sido de la obra de Kafka de no haber existido Max Brod? ¿El Quijote sería el Quijote si nadie lo hubiese conocido? Para empezar por el final, todos sabemos que el hidalgo universal no habría llegado donde llegó si no hubiese sido por algún continuador que le salió al calor de su popularidad. Cervantes recondujo su camino para llevarlo a Barcelona, haciéndolo desaparecer en las últimas páginas con el único propósito de que a ningún otro Avellaneda de turno se le ocurriese volver a cambiarle el destino. Brod se encargó del legado kafkiano y tanto la probable supresión de algunas partes del diario, como la clasificación de sus relatos, siguen siendo hoy motivo de controversia. Resulta evidente que si Kitty se hubiese mantenido en silencio, a estas alturas Ana Frank sería una completa desconocida. Lo cierto es que en muchos casos el lector influye en el devenir de la obra tanto o más la obra puede influir en el ánimo del que la lee. El lector por mucho que lo repitiese Castellet en los sesenta, había tenido su hora desde hacía mucho tiempo atrás y todavía hoy la sigue teniendo. Lo cierto es que hablando de grandes obras, la historia de la literatura se encuentra plagada, por lo general, de escritores que poseen una extensa bibliografía entre la que destaca algún que otro título. Por otra parte, hay autores que lo son
ENSAYO CRÍTICA LITERARIA
de una única novela. Pedro Páramo o Tiempo de silencio deslumbraron a sus lectores e influyeron en la forma de escribir de otros, pero sus autores no volvieron a coger la pluma. Pero volvamos al principio, qué hay de esas obras que siguen sin conocerse. Aquellas que, en el momento de creación, concitaron una intensa atención pero las cuales o no llegaron a ver la luz o, cuando lo hicieron, no cumplieron lo que de ellas se esperaba. También de estas últimas se nutre la literatura y para ello nada mejor, en estos tiempos de rescates históricos que volver la memoria a nombres como Manuel Derqui (1921-1973), autor que en vida publicó casi un centenar de cuentos en prensa y sobre el que todas las miradas estaban puestas como escritor avanzado. A los relatos que vieron la luz se unen otros tantos que dejó inéditos, a los que se suman siete novelas, de las cuales solamente dos: Meterra (1974) y La ciudad (1992), llegaron a ver la luz. A esta producción hay que añadir un diario que inició cuando tenía treinta años y que siguió escribiendo hasta pocos días antes de su muerte. Derqui planteó en sus textos una estética muy característica que contrasta marcadamente con las que predominan en esos años, cuando la narrativa española parecía debatirse entre un realismo social todavía vivo y la búsqueda mas o menos acertada de nuevos caminos que la apartase de unos modos cuyo agotamiento empieza a sentirse antes de la publicación de Tiempo de silencio (1962). Año en el que Vargas Llosa obtiene el Premio Biblioteca Breve y que pareció abrir el camino a explosiones culturales venidas de ultramar. La aparición de Meterra, escrita entre 1955 y 1963, se configura como una obra total y que no habría sido posible sin el juego cervantino que se establece en sus primeras novelas Recuerdos y ensueños de las alturas y El sanatorio, (1948-1952). Del mismo modo, la fuga kafkiana de La persecución (1951) no se explica sin tener presente la lectura de El Teatro Integral de Oklahoma (1950). De igual forma La travesía (1953) funciona como el reclamo de los relatos «La partida» y «El Pasajero» y El gran verano (1953) encuentra su antecedente en la novela breve «La fortaleza» (1952). De este modo La ciudad, escrita en 1955, se configura como una caleidoscópica ima-
Página manuscrita de los Diarios de Derqui
gen, anticipada en muchos de sus cuentos y que no termina de completarse sin las claves que ofrecen sus Notas. Derqui prefiere un avance en espiral, una constante evolución donde cada vez se mezclan más lecturas, más intereses, más temas, más influencias y más afinidades. Al autobiografismo de sus primeras novelas une el testimonio de su vida rutinaria, sus lecturas kafkianas y la experiencia de su propio diario. De este modo Meterra, publicada once años después de ser terminada, mostraría la suma de todos los esfuerzos técnicos y estructurales recogidos a lo largo de más de veinte años de creación, agrupados en torno al tópico del artista fracasado. La narrativa española de los años sesenta explotó en experimentalismos y booms y el lector, once años después, ya estaba saturado de estos proyectos. Pieza clave y fundamental en cualquier literatura, sin su existencia la obra únicamente pertenece al autor. Así no es un simple albur que uno de los personales ejes que vertebra la narrativa derquiana sea precisamente la presencia de un narrador preocupado por su lector. Conocedor
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de múltiples recursos retóricos ayuda «al lector u oyente a seguir». El acto de escribir siempre implica al otro, incluso como en el caso de sus Notas, cuando lo que parecen reflexiones personales se encuentren plagadas de llamadas de atención como: «Gracias, amigo, por seguirme hasta aquí.». Los protagonistas de «El suceso» son precisamente los lectores que leen un impuntual diario y se dan cuenta de que el tiempo se ha detenido, cuando al comprarlo se descubren protagonistas de la noticia. «El contagioso» que no es otra cosa que un reportaje periodístico basado en «la legítima curiosidad de nuestros lectores». En «Don Aristarco» no se solicita la lectura, pero si la adhesión de forma directa y personal, con un rotundo: «¿Por qué no se suscriben ustedes a la revista Ansí…?». En «La vieja» el protagonista escribe «para que todos sepan» y así es previsible que la continuidad en las referencias sean constantes: «Ustedes no me creerán un héroe, ¿verdad? Ya, ya sé que no, pero por si acaso», llegando incluso a la increpación «¿Qué hubieran hecho ustedes en mi lugar?». En la narrativa derquiana la escritura y la lectura terminan por mezclarse en grandes dosis. El relato «Los seres extraños» tiene su verdadero germen en un exceso de literatura. Uno de los personajes lee demasiado y aquellos que lo conocen se preocupan, llegando a sospechar «que sus lecturas, como al famoso hidalgo, le hubieran sorbido el seso». Más allá de literarias demencias la trama evoluciona hasta descubrir que el enfermo no era sino el propio narrador «Reconozco que esta historia ha de resultar increíble por fuerza. No me extraña porque, hasta hace un momento, yo tampoco la hubiese admitido como posible. Ojalá hubiera seguido pensando así. Pero me dieron unas palmadas en la espalda y «alguien» gritó a mi oído: – ¡Vamos, hombre, deja ya de escribir tonterías! Y hace un momento, me volví y no encontré a nadie, absolutamente a nadie, detrás de mí. Lo cual me hizo pensar que sí ocurren cosas como esta... Es triste, muy triste, estar tan enfermo como yo y darse cuenta de que nuestro médico no comprende nada sobre la causa terrible y secreta del mal que padecemos.»
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Fragmento mecanografiado de una relato de Derqui
La historia sobre los insólitos seres que dan título a este relato existe, se desarrolla y tiene sus protagonistas. Si las lecturas son lo que «sorben el seso» del protagonista es presumiblemente esa misma enfermedad, la que sufre «el que escribe». Se trata de una alteración que los médicos no comprenden, como tampoco comprendieron la del famoso hidalgo, pero que el lector, después de tomar una justa dosis de lectura, puede llegar a sospechar. En aquella charla, no logró aclararse ningún asunto. Cela aseguraba que mientras el libro no llegase al expositor de la librería, el libro no existía. Muchas veces un texto no se aclara en sí mismo ya que suele estar formado por las diferentes lecturas del escritor. Por otra parte, el lector es elemento vital para que la obra exista y depende de su habilidad el llegar a saber lo que el autor pretendía. Sin él sólo se crea a un artista fracasado y eso no deja de remitir a un recurrente tópico literario, que como Derqui decía en sus diarios: –“Las obras completas de un escritor serían muestra de sus esfuerzos para engañar a sus contemporáneos” (1 de diciembre de 1956)–, no deja de ser una gran ficción.
ENSAYO CRÍTICA LITERARIA
La parábola de Flitcraft:
de Dashiell Hammett a Paul Auster Marcelino Cortés Valenciano
Se sintió como si le hubiesen quitado la tapadera que cubre la vida, permitiéndole ver su mecanismo. Dashiell Hammett, El halcón maltés
U
no de los fundamentos de la buena literatura es la capacidad para forjar grandes motivos literarios, o bien para saber dar una formulación nueva a esos grandes patrones literarios. En las líneas que siguen nos vamos a ocupar de la suerte y del recorrido que uno de esos motivos, cuya conversión —o su fracaso—, ha tenido en la literatura moderna. Lo singular es que esta moderna mitología procede de una literatura, la estadounidense, entre cuyas señas de identidad no está precisamente la elaboración de grandes patrones narrativos. Nos referimos a la parábola de Flitcraft, moderna recreación de un mito que ha gozado de singular fortuna en las letras americanas. Dashiell Hammett: el origen de la parábola de Flitcraft Cuando uno lee El halcón maltés (1), la obra cumbre de Dashiell Hammett (1894-1961) y una de las obras maestras de la novela negra, experimenta cierta perplejidad y extrañeza cuando llega al capítulo séptimo de esta novela y lee la historia que el protagonista de la obra, el detective Sam Spade, le cuenta a su cliente Brigid O’Shaughnessy para entretener la espera en su despacho. Esta historia, totalmente ajena a la trama que comienza a fraguarse en la novela y que ocupa buena parte del capítulo, aparece como una digresión dentro de la historia principal y tiene como protagonista a un vulgar agente comer-
(1) El halcón maltés (The Maltese Falcon), la novela en la que aparece por primera vez el detective Sam Spade, fue publicada por entregas en la difícil coyuntura norteamericana de 1929. La edición que seguimos para la realización del trabajo y por la que citamos es la publicada por Alianza Editorial [Madrid, El Libro de Bolsillo, 2004] con traducción de Fernando Calleja.
cial llamado Flitcraft, de vida tranquila y costumbres monótonas. Tal y como narra Hammett, Sam Spade «se sentó en el sillón que había junto a la mesa, y sin exordio de ninguna clase, sin frase alguna para comenzar, empezó a relatarle a la muchacha una cosa que le había ocurrido unos años antes en el Noroeste». La sorpresa de la interlocutora es la misma que asalta al lector de la obra. Dice Hammett:«Al principio, Brigid estuvo escuchándole sin especial atención, evidentemente más sorprendida de que Spade le estuviera contando aquello que interesada en lo que narraba, y sintiendo más curiosidad por los motivos que tuviera Spade en contar el relato que por la propia historia; pero luego, según fue desarrollándose el cuento, pareció sentir mayor interés y permaneció inmóvil y escuchando con atención». Un hombre llamado Flitcraft La historia de Flitcraft da comienzo un día cualquiera del año 1922. »Un hombre llamado Flitcraft salió un día de su oficina de corredor de fincas para ir a comer. Salió y jamás volvió. No acudió a una cita que tenía a las cuatro de la tarde para jugar al golf, a pesar de que fue idea suya concertarla y de que lo hizo solamente media hora antes de salir para comer. Su mujer y sus hijos nunca más le volvieron a ver. El matrimonio parecía feliz. Tenía dos hijos, dos niños varones, uno de cinco años y otro de tres. Flitcraft era dueño de su casa en un buen barrio de las afueras de Tacoma, de un Packard nuevo y de los demás lujos que denotan el éxito feliz de una vida en los Estados Unidos. »Flitcraft había heredado setenta mil dólares de su padre, y el ejercicio de su profesión de corredor
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de fincas aumentó aún más su peculio, que ascendía a unos doscientos mil dólares en el momento de su desaparición. Sus asuntos estaban en buen orden, aunque existían entre ellos algunos aún pendientes; el hecho de que no hubiera tratado de concluirlos era una clara prueba de que no había preparado su desaparición. Por ejemplo, un negocio que le hubiera supuesto un bonito beneficio iba a concluirse al día siguiente al de su desaparición. Nada indicaba que llevara encima más de cincuenta o sesenta dólares en el momento de esfumarse. Sus costumbres, durante los últimos meses, eran lo suficientemente conocidas como para descartar cualquier sospecha de vicios ocultos o de la existencia de otra mujer en su vida, aunque tanto lo uno como lo otro cabía dentro de lo posible. »—Desapareció —dijo Spade— como desaparece un puño cuando se abre la mano. Hasta aquí la intrahistoria de Flitcraft contada con la fría objetividad del detective que analiza todos los indicios del caso que le ha tocado resolver. La historia de Flitcraft se reanuda cinco años más tarde. »—En 1927 yo estaba trabajando en una de las grandes agencias de detectives de Seattle. Un día se nos presentó Miss Flitcraft y nos dijo que alguien había visto en Spokane a un hombre que se parecía prodigiosamente a su marido. Fui allí. Y, efectivamente, era Flitcraft. Llevaba viviendo en Spokane un par de años bajo el nombre de Charles, nombre de pila, Pierce. Era propietario de un negocio de automóviles y tenía unos ingresos de veinte o veinticinco mil dólares al año, una esposa, un hijo de menos de un año y una buena casa en un buen barrio de las afueras de Spokane. Solía jugar al golf a las cuatro de la tarde durante la temporada. »Spade no había recibido instrucciones acerca de lo que debía hacer si encontraba a Flitcraft. Estuvo charlando con él en la habitación del hotel Davenport. Flitcraft no sentía remordimientos de ninguna clase. Había dejado a su familia en posición desahogada, y su conducta le parecía perfectamente razonable. Lo único que parecía preocuparle era hacerle com prender a Spade que se había conducido razonablemente. Nunca había contado a nadie todo aquello, y por tanto hasta ahora no había necesitado explicar a ningún interlocutor que su conducta había sido sensata. Y en ese momento estaba procurando hacerlo.
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Ilustra: Cristina Duesca
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»—Bueno, yo le comprendí —dijo Spade a Brigid—, pero su mujer no. Todo aquello le pareció estúpido. Puede que lo fuera. En cualquier caso, la cosa acabó bien. La mujer no quería escándalos; y después de la faena que él le había hecho —faena según ella—, no quería saber nada de Flitcraft. Así que se divorciaron discretamente y todo el mundo tan contento. Una viga caída de lo alto Hasta aquí la historia cumple todos los requisitos de la narración prototípica (un comienzo, un desarrollo y un final); desde el punto de vista profesional, para el detective Sam Spade es un caso resuelto. Pero lo más importante y sorprendente de la historia sólo llega al final de la digresión: ¿cuáles fueron las razones que llevaron a Flitcraft a tomar esa decisión que él considera razonable y sensata? El relato continúa así: »Lo que le ocurrió a Flitcraft fue lo siguiente. Cuando salió a comer pasó por una casa aún en obras. Todavía estaban poniendo los andamios. Uno de los andamios cayó a la calle desde una altura de
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ocho o diez pisos y se estrelló en la acera. Le cayó bastante cerca; no llegó a tocarle, pero sí arrancó de la fachada un pedazo de cemento que fue a darle en la mejilla. »Aunque sólo le produjo una raspadura, todavía se le notaba cicatriz cuando le vi. Al hablarme de ella se la acarició, se la acarició con cariño. Naturalmente, el susto que se llevó fue grande, me dijo; pero la verdad es que sintió más sorpresa que miedo. Me contó que fue como si alguien hubiera levantado la tapa de la vida para mostrarle su mecanismo. »Flitcraft había sido un buen ciudadano, un buen marido y un buen padre, no porque estuviera animado por un concepto del deber sino sencillamente porque era un hombre que se desenvolvía más a gusto estando de acuerdo con el ambiente. Le habían educado así. La vida que conocía era algo limpio, bien ordenado, sensato y de responsabilidad, y ahora, una viga al caer le había demostrado que la vida no es nada de eso. Él, el buen ciudadano, esposo y padre, podía ser quitado de enmedio entre su oficina y el restaurante por una viga caída de lo alto. Comprendió que los hombres mueren así, por azar, y que viven sólo mientras el ciego azar los respeta. »Lo que le conturbó no fue, primordialmente, la injusticia del hecho, pues lo aceptó una vez que se repuso del susto. Lo que le conturbó fue descubrir que al ordenar sensatamente su existencia se había apartado de la vida en lugar de ajustarse a ella. Me dijo que, tras caminar apenas veinte pasos desde el lugar en donde había caído la viga, comprendió que no disfrutaría nunca más de paz hasta que no se hubiese acostumbrado y ajustado a esa nueva visión de la vida. Para cuando acabó de comer ya había dado con el procedimiento de ajuste. Si una viga al caer accidentalmente podía acabar con su vida, entonces él cambiaría su vida, entregándola al azar, por el sencillo procedimiento de irse a otro lado. Me dijo que quería a su familia como los demás hombres quieren corriente mente a las suyas; pero le constaba que la dejaba en buena posición, y el amor que tenía por los suyos no era de la índole que hace dolorosa la ausencia. La parábola de Flitcraft se cierra con el comentario de Sam Spade, una de las pocas valoraciones que se permite hacer el detective en la fría objetividad con que está narrada la novela. »Se fue a Seattle —continuó Spade— aquella misma tarde, y desde allí a San Francisco. Anduvo vagando por aquella región durante un par de años, hasta que un día regresó al Noroeste, se estableció y se casó en Spokane. Su segunda mujer no se parecía a la primera físicamente, pero las diferencias entre ellas eran menores que sus semejanzas. Ya sabe usted, mujeres las dos, de esas que juegan decentemente al bridge y al golf y que son aficionadas a las nuevas recetas para preparar ensaladas. No lamentaba lo
que había hecho. Le parecía razonable. No creo que nunca llegara a darse cuenta de que llevaba la misma clase de vida rutinaria de la que había huido al escapar de Tacoma. Y sin embargo, eso es lo que me gustó de la historia. Se acostumbró primero a la caída de vi gas desde lo alto; y no cayeron más vigas; y entonces se acostumbró, se ajustó, a que no cayeran. »Una historia subyugadora dijo la muchacha. Se levantó de la mecedora y quedó delante y cerca de él. Flitcraft como pretexto en Paul Auster La parábola de Flitcraft reapareció en 2003 en una de las mejores novelas de Paul Auster, La noche del oráculo(2). En esta «novela de novelas», en esta metaficción, el protagonista Sidney Orr, un escritor neoyorquino que acaba de salir de una grave enfermedad, vuelve a sentir ganas de escribir cuando por casualidad compra en una librería un exótico cuaderno portugués de tapas azules. Para calentar motores, John Trause, escritor de fama y amigo de la familia, le propone como tema de escritura el episodio de Flitfcrat. A partir de ese momento, en el interior de la novela se va a ir creando otra novela, la que escribe Sidney Orr en el cuaderno azul. En la novela de Sydney Orr, Flitcraft pasa a llamarse Nick Bowen, de treinta y tantos años de edad; de profesión, editor en una importante editorial de Nueva York. Al igual que Flitcraft, Bowen está casado y cumple con todos los estereotipos del hombre feliz tanto en su profesión como en su familia. La acción se desarrolla a comienzos de los años ochenta. El día en que comienza el relato Nick Bowen recibe en su despacho un manuscrito con el sugestivo título de La noche del oráculo, obra de Sylvia Maxwell, una novelista de los años veinte representada por su nieta, una fascinante mujer llamada Rosa Leightman por la que comienza a sentirse atraído. Una noche, poco antes de acostarse Nick Bowen sale a echar unas cartas al buzón de correos. La historia sigue así: »Entonces ocurre todo. Bowen coge la cartera (que sigue conteniendo el manuscrito de La noche del oráculo), mete en ella las cartas y sale a hacer el recado. Es el inicio de la primavera, y sopla un fuerte viento por la ciudad, haciendo sonar los letreros de las calles y removiendo desperdicios y papeles. Sin dejar de pensar en su inquietante encuentro con Rosa por la mañana, intentando aún comprender el incidente doblemente perturbador de haberla visto otra vez por la noche, Nick va hacia la esquina como envuelto en una nube y apenas mira por dónde pisa. Saca el correo de la cartera y lo echa al buzón. Algo (2) Oracle Night, 2003. Cito a partir de la edición de Anagrama, Panorama de Narrativas, con traducción de Benito Gómez Ibáñez.
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se ha roto en su interior, dice para sí, y por primera vez desde que empezaron sus problemas con Eva, está dispuesto a admitir la realidad de su situación: que su matrimonio ha fracasado, que su vida ha llegado a un punto muerto. En vez de dar media vuelta y volver inmediatamente a casa, decide prolongar unos minutos el paseo. Sigue caminando por la calle, dobla la esquina, recorre otra calle y vuelve a torcer en la siguiente manzana. Once pisos por encima de él, la cabeza de una pequeña gárgola de piedra caliza sujeta a la fachada de un edificio de apartamentos se va desprendiendo poco a poco del resto de la estructura a causa de los embates del viento que sigue azotando la calle. Nick da otro paso, luego otro, y en el momento en que la cabeza de la gárgola por fin se suelta, él entra directamente en la trayectoria del objeto que se desploma. Así, de forma ligeramente modificada, comienza la historia de Flitcraft. Precipitándose en picado, la gárgola pasa a unos centíme tros de la cabeza de Nick, rozándole el brazo, para estallar luego en mil pedazos contra la acera. »El impacto lo arroja al suelo. Se queda espantado, desorientado, anonadado. Al principio, no tiene idea de lo que acaba de ocurrir. Una fracción de segundo de alarma mientras la piedra le roza la manga, un instante de conmoción cuando la cartera se le escapa de la mano y luego el estrépito de la cabeza de la gárgola que se estrella contra la acera. Pasan unos momentos antes de que esté en condiciones de reconstruir la secuencia de los hechos, y cuando lo hace, se levanta del suelo comprendiendo que podría estar muerto. Aquella piedra era su destino. Esta noche ha salido de casa por el único motivo de encontrarse con la piedra, y si ha logrado escapar sano y salvo, sólo puede significar que se le ha otorgado una vida nueva, que su existencia anterior ha terminado, que hasta el más nimio momento de su pasado es ya de otra persona. Ante esta nueva situación, el editor Nick Bowen decide tomar el mismo destino que tomó Flitcraft: cambiaría su vida, entregándola al azar, por el sencillo procedimiento de irse a otro lado. Y así lo hace. »Un taxi da la vuelta a la esquina y viene por la calle en su dirección. Nick alza la mano. El taxi se detiene y Nick sube al vehículo. ¿Adónde?, pregunta el taxista. Nick no tiene ni idea, así que dice lo primero que se le ocurre. Al aeropuerto, contesta. ¿A cuál?, pregunta de nuevo el conductor. ¿Kennedy, La Guardia o Newark? A La Guardia, contesta Nick, de modo que a La Guardia se dirigen. Al llegar, Nick va al mostrador de billetes y pregunta cuándo sale el siguiente vuelo. ¿El vuelo adónde?, pregunta el empleado. A cualquier parte, responde Nick. El empleado consulta el horario. Kansas City, le informa. Hay un vuelo que tiene el embarque dentro de diez minutos. Muy bien, dice Nick, tendiéndole su tarjeta de crédito, déme un billete. ¿De ida, o ida y vuelta?
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Sólo de ida, contesta Nick, que media hora después está sentado en un avión, volando en plena noche hacia Kansas City. La aventura de Bowen termina en fracaso: en una peripecia kafkiana acabará encerrado en un sótano sin posibilidad de salir; una situación de la que el autor de la historia no lo podrá sacar. La historia ha fracasado y con ella la vuelta de Orr a la escritura. La magia del cuaderno azul no sólo se ha esfumado, sino que parece precipitar el resto de desagracias que se suceden en el tramo final de la obra: el robo en su apartamento, la revelación de haber sido un cornudo durante los años de su matrimonio, fracasos en la adaptación de historias prestadas, la muerte de su amigo John Trause, la pérdida del hijo que esperaban, etc. Epílogo: la ciudad te seguirá El mito de la conversión humana, el anhelo de ser otro, se salda en las letras universales con dos resultados: el éxito y el fracaso. El éxito del cambio está simbolizado en la caída del caballo de Saulo camino de Damasco; el fracaso se muestra tanto en la historia de Flitcraft como en la de Nick Bowen. El fallido intento de reinicializar una nueva vida tiene su versión poética en uno de los mejores poemas del poeta alejandrino Konstantinos Kavafis (1863-1933) titulado «La ciudad», cuyos versos enuncian y compendian de manera hondamente simbólica la imposibilidad real de cambiarnos, de dejar de ser lo que realmente somos: Dijiste: «Iré a otra ciudad, iré a otro mar. Otra ciudad ha de hallarse mejor que ésta. Todo esfuerzo mío es una condena escrita; y está mi corazón —como un cadáver— sepultado. Mi espíritu hasta cuándo permanecerá en este marasmo. Donde mis ojos vuelva, donde quiera que mire oscuras ruinas de mi vida veo aquí, donde tantos años pasé y destruí y perdí». Nuevas tierras no hallarás, no hallarás otros mares. La ciudad te seguirá. Vagarás por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo y en estas mismas casas encanecerás. Siempre llegarás a esta ciudad. Para otro lugar —no esperes— no hay barco para ti, no hay camino. Así como tu vida la arruinaste aquí en este rincón pequeño, en toda tierra la destruiste. De Tacoma a Spokane; de Nueva York a Kansas City. Aquí y allá somos siempre los mismos, aunque nos reinicialicemos.
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NUEVA POESÍA EN EL INSTITUTO Pablo Lorente Muñoz
El niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender. Montaigne.
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oesía, a menudo todo un poema, son las caras de aburrimiento de muchos estudiantes de secundaria en clase de Lengua y Literatura. Puede deberse a mi poca pericia como profesor, pero creo que es un mal generalizado. Otra opinión, compartida por muchos, es que el programa de literatura, no solo aburre a la mayoría del alumnado, sino que además les crea una opinión negativa hacia el conjunto de la literatura. Para ello, desde hace años, se proponen unas lecturas paralelas, normalmente asociadas a los ciclos de invitación a la lectura, que hacen de puente de unión entre autores y el público más joven. Es una propuesta interesante, pero creo que insuficiente puesto que la gran mayoría de los alumnos sólo van a leer esos libros obligatorios, una media de tres obras al año, a todas luces insuficiente. Si este es el panorama en lo que respecta a la obra narrativa, el escenario de la poesía es mucho peor. Dejando de lado los informes sobre educación (como el informe PISA) que no dejan de señalar el bajo nivel en comprensión lectora de los alumnos españoles, y hablando de unos alumnos ideales: La poesía que van a tratar en el periodo lectivo es la que aparece en los manuales, en principio, para los alumnos de los que hablamos, difícil de entender, con un lenguaje muy alejado de la actualidad y poco atractiva. La labor del profesor es casi utópica, se trata nada más y nada menos de conseguir transformar los contenidos obligatorios, que los estudiantes perciben perfectamente como obligatorios y por tanto, en general, como algo molesto, impuesto etc. en otra cosa que sea atractiva.
No puedo proponer grandes soluciones para ello, aunque creo que sí podemos cambiar la percepción de la palabra escrita, poética u otras, ampliando los horizontes de los alumnos. Se pretende, pues, en estas páginas, ofrecer nuevas temáticas, obras y autores, para tratar, siempre en la medida de lo posible, de acercar una poesía diferente que les pueda interesar, agradar y divertir. Nueva poesía u otra poesía La poesía que se hace hoy recibe muchos nombres, y debería bastar con poesía, pero también es cierto que quiere ser nueva en un deseo de distanciarse de la anterior, del canon; otra, en una aspiración de ser otra cosa, siendo, en realidad, siempre, poesía. Es verdad, en cualquier caso, que esta poesía actual es distinta de lo que van a estudiar nuestros alumnos en muchos aspectos. El primero de ellos, y sin duda más llamativo para nuestros alumnos, será la casi completa pérdida de rima y métrica. Los alumnos mirarán esos poemas y querrán buscar lo que tantas veces les hemos enseñado, no lo van a encontrar. Este tema genera numerosas diatribas y disputas. Ante un texto, hasta el lector más avezado podrá dudar de la naturaleza del escrito que tiene delante, discernir si es poesía o no. Por desgracia, no podemos entrar ahora en esta discusión. En cualquier caso, los alumnos, y todo aquel que se adentré en estos territorios de lectura, encontrará una nueva forma de expresión, con características peculiares que alejarán ese texto de la narrativa, como el ritmo, la extensión y la presentación. Además,
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Ilustra: María Luna Fago
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en esta poesía actual, prima la absoluta libertad de temas y de tratamientos, y eso es lo que queremos ver a continuación. Pequeña antología Por razones de espacio no podemos mostrar tantos autores y poemas como quisiéramos, aún así, hemos tratado de reseñar poesía de calidad, con el componente adicional del atractivo. Atractivo bien sea porque son poemas divertidos, poemas que hacen reflexionar o simplemente gozar. Podemos acercar estos poemas como parte de nuestras clases en muy diferentes situaciones. Por ejemplo, al acabar un tema de literatura que en principio no haya despertado grandes euforias; podemos acercarnos a los poemas también, para tratar temas transversales, a través de poemas que hablen de la realidad social, de la actualidad, o con poemas comprometidos con diversas causas. Un par de lecturas con un comentario sobre el tema expuesto en el poema será suficiente para acercar el género a nuestro auditorio. La suerte que corra en el futuro, dependerá de ellos.
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Como punto de partida podemos centrarnos en el mundo de las antologías. Y digo mundo porque la antología, a día de hoy, ha perdido en gran medida su esencia recopilatoria de obras dignas de ser tenidas en cuenta por extraordinarias, para pasar a ser el camino más directo para dar a conocer un muestrario extenso de la actualidad poética. Hay una gran cantidad de antologías en el panorama literario, desde generales y cercanas al canon, como Mil mejores poemas de la literatura española o Las cien mejores poesías de la lengua castellana de Luis Alberto de Cuenca, a otras más centradas en la nueva poesía (a menudo representada en la obra de escritores jóvenes), como Feroces, Poemas para cruzar el desierto, Veinticinco poetas españoles, La verdadera historia de los hombres, Los chicos están bien, Once poetas críticos en la poesía española reciente… La lista es casi interminable y va en constante aumento. También podemos destacar antologías especializadas en un público joven, como Los lunes, Antología de poesía española contemporánea para jóvenes, Poesía española para jóvenes o Efectos secundarios. Dado que es imposible hacer una lista exhaustiva de autores por antologías, vamos a ver algunos ejem-
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plos, atendiendo, también de forma incompleta, a la temática. Vamos a tratar en primer lugar la poesía comprometida, o que al menos tiene dicha forma, en tanto en cuanto trata temas sociales de actualidad, tomando parte, denunciando vicios y desigualdades de la sociedad. Es muy habitual, que para llevar a cabo ese compromiso, la poesía se adentre y tome como forma la vida cotidiana, aparecen así, referencias fácilmente asimilables por todos, referencias a la vida cultural, a las leyes de la época, a los medios de comunicación de masas. Hoy por hoy con Iñaki Gabilondo(1) … de alta tecnología. Continúan las lluvias en el Mediterráneo. Se busca una violetaah, no, es una avioneta. Lástima, qué belleza buscar una violeta. Con sistemas de última tecnología. Prohibida la emisión de mensajes de nuestro diablo afgano, no vaya a ser que tengan instrucciones en clave. Aunque a usted no le guste, hay muchos madrileños y muchas madrileñas que son homosexuales, señor Ruiz Gallardón. Desolada la niña que perdió su violeta, no la consuelan cintas, lápices de colores. Los Emiratos Árabes aconsejan prudencia. Así como inmigrantes, miembros de Izquierda Unida y grupos feministas corearon el lema «Otro mundo es posible». Bombarderos de última tecno-Localizada en un bosque musgoso. La niña de seis años que la había extraviado declara:«Soy feliz», sorbiéndose los mocos, «Muchas gracias a todos», sonriendo de nuevo, que diminutas perlas las que hacen su sonrisa.
Otro tipo de poesía comprometida es la que hace referencia a conflictos armados, denunciando las tropelías e injusticias cometidas en tal o cual lugar. Es el caso del libro de Ángel Petisme, Insomnio de Ramalah, libro realizado tras varios viajes a Oriente Medio: Llevo un país bajo los párpados.(2) Me levanto a las seis. Vivo en Azzaria, una aldea próxima a Jerusalén. Cojo mis libros y el almuerzo que madre me ha preparado y camino dos horas campo a través sorteando controles y bordeando el Muro hasta llegar a clase. Dos horas de ida y dos de vuelta. Desde los ventanales del aula de Anatomía, a la izquierda, el Muro se levanta como un Coloso enfermo, ni el mismo cielo conseguimos ver.
Tengo compañeros que sufren claustrofobia, es tres veces más alto que el Muro de Berlín. […] Llevo un país bajo los párpados. Me llamo Fátima. Soy estudiante de Medicina de la universidad de Al Quds. Me levanto a las seis.
Siguiendo con esta pequeña calificación por temas, uno de los grandes temas de la nueva poesía es lo cotidiano. En muchos poemarios podemos encontrar, no sólo referencias a momentos de la vida actual, sino auténticos poemas a lo más cotidiano de nuestra vida, muchas veces sin más objeto que el hacer de lo habitual palabra poética, en un acto de reivindicar, sin más, la vida. Por ejemplo, de Pablo García Casado Dixán(3) Por qué se secará tan lenta la ropa por qué persisten las manchas de grasa de fruta y de tus labios si dixán borra las manchas de una vez por todas por qué la aspereza de las prendas la sequedad de su tacto si pienso en tus manos en tu modo de mirarme de decirme que por culpa del amor habrá que lavar las sabanas de nuevo preguntas tristes tristes como todos los anuncios de detergente y es que no encuentro mejor suavizante que tus manos en esos bares supermercados desnudos de noche.
La poesía actual vive en el tiempo presente, sin dejar de lado las grandes, o pequeñas, preocupaciones de nuestra vida. Como tema recurrente, y de especial interés para nuestro joven público, podemos subrayar el conflicto generacional y la búsqueda de posiciones ideológicas, la búsqueda en definitiva de la identidad. De David González: El propietario Él determinaba a qué hora se podía salir y a qué hora había que entrar Él te indicaba a quién le podías abrir la puerta y a quién le podías dar con ella en las narices Él señalaba cuál era tu sitio en la mesa, en qué momento te sentabas a ella y en qué momento te podías levantar.
(1) Veinticinco poetas españoles jóvenes, p. 423. (2) Insomnio de Ramalah, p. 49.
(3) Veinticinco poetas españoles jóvenes, p. 22.
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Él decidía cuándo se apagaban las risas y se callaban las luces. La casa de mi padre era la casa de mi padre. No la mía.
De Javier Velaza(4), sobre la búsqueda de ideologías y la evolución personal: Si soy un descreído, lo que llaman algunos un agnóstico a ultranza, es porque las tres veces que creí me defraudaron. Creí primero en los Reyes Magos y resultaron ser una multinacional; luego creí en grandes revoluciones y eran solo palabras; más tarde creí en Michel Laudrup y se pasó al Madrid. Si soy un descreído, os lo confieso, es porque no podría soportar que con dios me pasara lo mismo: que sea una multinacional, o solo una palabra, o, peor todavía, que se pase al Madrid.
Sin ningún lugar a dudas, el amor ha sido el gran tema de la poesía a lo largo de su historia, sin embargo, no es uno de los temas más tratados en la poesía actual, hasta tal punto que cuesta encontrar ejemplos de poemas de amor en la gran mayoría de las antologías. Cuando aparece, el amor aparece tratado desde ángulos muy distintos, y poco o nada tiene que ver con el amor romántico al que podríamos estar acostumbrados en el tópico, quizá porque ese amor en nuestra sociedad actual se vive de maneras muy diversas, en la mayoría de los casos, alejado del ideal. De Raúl Vacas: Forgotten(5) Porque el olvido estuvo siempre detrás de una ventana o unos labios porque la muerte nos aguarda indiferente para pulsar la tecla off del corazón porque la lluvia nos reúne en la tristeza porque tus besos de yogur me hicieron daño porque si alguna vez, o dos, miras el mar, verás que solo hay nieve porque te quiero absurdo como soy.
(4) Efectos secundarios, p. 46. (5) Consumir preferentemente, p. 16.
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Falso final Son estas líneas un falso final porque sería imposible acabar este artículo, quizá, mientras se escriben estas líneas, haya personas soñando con hacer la palabra más perfecta en el poema más genial, o simplemente alguien que encuentre en una biblioteca, librería o en casa de un amigo lo que ya no se puede superar. Quieren ser estas palabras el principio hacia la difusión más amplia de la palabra, comenzando por aquellos que por desgracia, sienten la palabra como algo del todo ajeno, o que simplemente no saben buscar lo que desearían hallar. Para comenzar, esta breve bibliografía: Ángel Petisme, Insomnio de Ramalah, Eclipse, Zaragoza, 2005. Antologías generales: VV.AA., Veinticinco poetas españoles jóvenes, Hiperión, Madrid, 2003. VV.AA., Poemas para cruzar el desierto, Línea de fuego, Oviedo, 2004. VV.AA., Once poetas críticos en la poesía española reciente, Baile del sol, 2007. VV.AA., La verdadera historia de los hombres, Eclipse, Zaragoza, VV.AA., Los chicos están bien. Última poesía, Olifante, Zaragoza, 2007. Antologías para jóvenes: Juan Carlos Sierra, Antología de poesía contemporánea para jóvenes, Hiperión, Barcelona, 2003. Juan Ramón Alonso, Ana Mª. Pelegrín, Poesía española para jóvenes, Alfaguara, Madrid, 1997. Samuel Alonso, Efectos secundarios, Anaya, Madrid, 2004. Raúl Vacas, Consumir preferentemente, Anaya, Madrid, 2006.
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LA OBRA POÉTICA DE CARLOS MARZAL José Sánchez Usón Estas palabras aspiran a la luz. Pero sé que la luz y las palabras son iluminaciones en la sombra.
BIOGRAFÍA: El poeta Carlos Marzal nació en Valencia en 1961. Estudió con los Padres Dominicos. Se licenció en Filología Hispánica por la universidad de dicha ciudad. Actualmente es profesor de literatura en el Instituto «Puerto de Sagunto». Está casado con Ángeles y tiene una hija, Ángela, a las que dedica El corazón perplejo, libro que reúne toda su obra poética. Su vida aparece muy ligada a Serra (a unos 30 km. de Valencia), donde su familia posee una casa levantada por su bisabuelo. Fue codirector de Quites, revista ya desaparecida de literatura y toros. Además, es crítico literario en el A B C Cultural y articulista en diversos periódicos. También ha traducido a poetas como Enric Sòria, Pere Rovira y Miquel de Palol. Finalmente, ha escrito una novela y se ha interesado por el género de los aforismos. PERSONALIDAD: Marzal nos ofrece muchos detalles autobiográficos y rasgos de su personalidad en sus poemas. Por ejemplo, en su primer libro, El último de la fiesta, aparece como un joven perezoso, vago, bebedor, amante de las fiestas nocturnas, hedonista y, sobre todo, frecuentador de la compañía femenina, venal o no. En «In memoriam C.M.» dice que le gustan «las armas y el billar, el cine y los putones». (pág. 69) De todas formas, no hay que creerlo siempre, pues no se sabe la dosis de vida o literatura que hay tras sus palabras, aunque la impresión de autenticidad autobiográfica está plenamente lograda. Tiene una sólida formación religiosa por haber estudiado con los Dominicos. Por eso hay una gran cantidad de léxico y preocupaciones religiosas en su obra: la problemática de Dios, el dualismo entre alma y cuerpo, la reencarnación, la eternidad, el paraíso, el infierno, etc. Unas veces parece creyente y otras, incrédulo. Se percibe cierta tensión espiritual entre la creencia y la increencia. Desde luego defiende la libertad de creencias religiosas: Respecto de esta vida y respecto de aquella que está al final del lago del olvido, que cada cual termine por creer lo que le venga en gana.
Es un amante de la filosofía. Por eso en «El genio de la especie» habla de Schopenhauer, autor de dicha teoría, según la cual hombres y mujeres, aunque se crean libres al buscar pareja, en realidad son guiados por el genio de la especie a procrear con la persona más adecuada. La creencia en cierta fatalidad aparece en otros textos. Por su parte, en «La caverna» se refiere a la caverna de Platón. Sus alusiones constantes al dualismo de alma y cuerpo pueden tener el mismo origen platónico. En «Credo quia absurdum» se inspira en esta frase de Tertuliano cuya traducción es «Creo porque es absurdo». Es también un gran aficionado a la literatura. En «Los anaqueles» confiesa que una vez quiso leer todos los libros de una biblioteca, pretensión imposible de realizar. Para él, la literatura es tan necesaria por ser un consuelo para las adversidades de la vida. Léase, por ejemplo, «Consolación de la literatura». Por esta gran afición suya hay tanta intertextualidad en sus poemas. Su obra poética completa se titula El corazón perplejo porque su experiencia le ha enseñado que no hay respuesta válida a todas las preguntas de la vida: «Según nos dicen, hay que seguir viviendo / cercados de preguntas sin respuestas». (pág. 249) Además, es muy pesimista. Las descalificaciones de la vida son constantes: la vida es un breve camino, una comedia, un sueño; una lucha cotidiana; una cacería constante de unos a otros; es innoble; no es plena; consiste en desear lo inalcanzable, etc. Los dos únicos antídotos contra esa perplejidad y ese pesimismo son la familia y los amigos. Por eso su mujer y su hija son las únicas «certidumbres de su corazón». (pág. 9) Y por eso también valora mucho a sus amigos, aunque estos, que suelen aparecer compartiendo con él bebida, ligues y fiestas nocturnas, no comprendan su labor poética. Véase «Los viejos camaradas»: Los míos no comprenden que un sujeto de probado talento natural se entretenga con algo tan tedioso como es la poesía nacional.
(pág. 227)
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Otras veces ama la vida en su plenitud y se muestra optimista, como en Fuera de mí, su última obra. Además, en su primer libro hay humor, por ejemplo, en «In memoriam C.M.» (las abreviaturas se refieren a él mismo), que es una parodia de su propia muerte imaginándose lo que dirán sus amigos. Su epitafio sería: «Gozó de vez en cuando, pero no entendió nada». (pág. 70) Pero este humor desaparece del resto de su obra.
POÉTICA: Marzal expone su concepción de la literatura y la poesía en el interesante prólogo de El corazón perplejo; en el «Epílogo privado (El porqué de los nombres)» de La vida de frontera; y en muchos poemas como «Las buenas intenciones» de El último de la fiesta. Según ese prólogo, titulado «Intuiciones, sospechas y vislumbres», las poéticas resultan inútiles en la práctica al quedarse solo en buenas intenciones. El propio Marzal confiesa ignorar la esencia de la poesía y cómo debe escribirse. Esta, que da cuenta de la vida, no tiene por qué ser clara siempre: «He perdido el prejuicio de la claridad como absoluto principio de razón literaria». (pág. 13) La poesía, que debe aspirar al placer y la inteligencia, es una forma de consuelo. Muy clarificadora es esta afirmación sobre su trayectoria: «Va de la expresión verbal de la experiencia, a la poesía entendida como experiencia verbal». (pág. 15) Quien haya leído El último de la fiesta, su primer libro, y Fuera de mí, el último, comprenderá plenamente dicha afirmación. Recuérdese que Marzal perteneció a la corriente de la «poesía de la experiencia», triunfadora en los años ochenta y noventa del pasado siglo. Se llamaba así porque sus integrantes escribían textos que contaban sus experiencias vitales con un lenguaje «claro» para un público mayoritario. Este tipo de poesía ejemplificaría bien la poesía entendida como «comunicación» frente a la poesía entendida como «conocimiento», caracterizada muchas veces por un lenguaje «oscuro» dirigido a un público minoritario. Si su primer libro se encuadra claramente en la primera tendencia, el último lo hace en la segunda al apostar por una poesía más arriesgada, experimental, difícil, hermética y a veces ininteligible. Por su parte, en el «Epílogo privado (El porqué de los nombres)» de La vida de frontera, confiesa que concibe la literatura como un sucedáneo de la vida y a la vez como un ajuste de cuentas con ella. Su finalidad no es convencer a nadie de nada. (pág. 144) Finalmente, «Las buenas intenciones» es una auténtica poética, válida al menos para su primer libro, al haber abandonado algunas de sus ideas en su obra posterior. Para Marzal, la poesía es una terapia personal. Los textos deben ser necesarios para autor y lector. Escribe por capricho, por juego y a veces para obtener favores femeninos. Desconoce si la poesía es conocimiento, comunicación o ambas cosas. Trata de escribir bien y de ser claro. Cuida la medida y la rima sin dejarse esclavizar. Trabaja a mano y es indisciplinado al escribir. Dice no escribir demasiado y no romper lo suficiente. Del lector espera a veces una sonrisa. No quiere privilegios de artista. Prefiere los poetas que emocionan. Termina así: «Con ella [su poética] se demuestra que son distintas cosas / lo que se quiere hacer y lo que al fin se hace. (pág. 65)
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Para terminar, citaré a los poetas y escritores más admirados por Marzal: San Juan de la Cruz, Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez, Francisco Brines, Juan Luis Panero, Jaime Gil de Biedma, José María Álvarez, Felipe Benítez Reyes, César Simón, Luis Antonio de Villena, Luis García Montero, Antonin Artaud, Louis Ferdinand Céline y William Cuthbert Faulkner.
OBRA LITERARIA: Su obra abarca la poesía, la novela, los escritos teóricos, las traducciones poéticas y los aforismos. He aquí sus títulos: a) Poesía: · El último de la fiesta (1987). · La vida de frontera (1991). · Los países nocturnos (1996). · Metales pesados (2001), Premio Nacional de la Crítica y Premio Nacional de Poesía (ambos de 2002). · Fuera de mí (2004), Premio de la Fundación Loewe. b) Escritos teóricos: · Poesía a contratiempo (2002). c) Traducción poética: · Andén de cercanías, traducción del libro catalán de Enric Sòria. d) Novela: · Los reinos de la casualidad (2005). e) Aforismos: · La arquitectura del aire (sin publicar todavía, se puede leer en internet). Marzal publicó la totalidad de sus poemas con el título de El corazón perplejo. Poesía reunida, 1987-2004 en la Editorial Tusquets en 2005. Todas las citas de este artículo se refieren a dicha edición. EL ÚLTIMO DE LA FIESTA Se publicó en 1987. Es una obra juvenil, aunque plenamente conseguida. Comienza con una dedicatoria a su padre, a su amiga María José Aznar y al poeta Felipe Benítez Reyes. Esta dedicatoria alegórica es una invitación a su fiesta, que le gustaría que fuese multitudinaria, o sea, su poesía aspira a llegar a un público mayoritario. El libro se divide en tres partes: 1) «Variedades»: 9 poemas; 2) «El último de la fiesta»: 1; y 3) «Las buenas compañías»: 13. Por tanto, la segunda parte da título a la obra. En la primera parte, el tema es la insatisfacción vital del autor; en la segunda, su soledad y vacío tras el final de una fiesta nocturna; en la tercera, su visión escéptica del amor. En «El mal poema», título de un libro de Manuel Machado, explica la intención de su obra: mostrar toda su soledad, su cólera y su delirio. Así se lo dice claramente a María José Aznar, su destinataria. En «El último de la fiesta», dividido en cuatro partes, el poeta reflexiona sobre el hecho de ser el último de una fiesta. Debería marcharse a casa por haber bebido mucho. Piensa en el local infame y en sus clientes. La gente acude a las fiestas a olvidar su vida cotidiana.
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Teme la llegada del amanecer pues supone el reencuentro con su verdadera identidad. Es imposible escapar de uno mismo. Como se ve, el tema es la soledad y el vacío existencial. Termina con esta brillante metáfora: «La fiesta ha terminado. Y aquí viene la luz, / la vieja hiena». (pág. 44) En «Un amor impar», cuyo tema es la falta de sintonía amorosa de una pareja, parodia estos versos de Bécquer: «Como yo te he querido… desengáñate / así… no te querrán», al decir el protagonista: «Como yo te he querido, por supuesto, / te habrán querido otros». (pág. 49) Por su parte, la protagonista tiene la voz deshecha de tanto beber. El amor ya no es como en el pasado. Al tratarse de un poema amoroso no romántico, queda claro el escepticismo del autor en esta materia. El interés por la mujer es constante. Así, en «Nostalgia de la barra americana», el autor habla de una prostituta joven y borracha que le reprochó con duras palabras su búsqueda del placer. En «Tríptico», dividido en tres partes, el tema es el contraste entre lo que una pareja dice de su relación y lo que es realmente. En las dos primeras, tituladas «Las cosas que me dices» y «Las cosas que te digo», hay una mitificación de la relación amorosa: la pasión es grande en ambos. En cambio, en la tercera se produce la desmitificación: la pasión ya no existe. Las relaciones de pareja se construyen a base de memoria y olvidos. De nuevo, su visión sobre las relaciones de pareja es conflictiva. Del libro destacan también: «Los insaciables» (la vida cotidiana no sacia), «El jugador» (la vida es menos noble que el juego), «Otra cita» (sobre la inspiración poética), «De la pureza» (reproches a la novia), «El autor amonesta a un amigo» (parodia de la «Epístola moral a Fabio» de Fernández de Andrada), «In memoriam C.M.» (parodia de su propia muerte) y «Las buenas intenciones» (poética del autor). LA VIDA DE FRONTERA Este libro de 1991 comienza con «La noche antes del viaje», donde elogia los viajes, sobre todo el tiempo previo a hacerlos, al aparcar la rutina cotidiana: «Todavía unas horas demoran la partida / y ya quiero volver para esperar de nuevo». (pág. 73) A este poema le siguen seis partes sin título: 1) 8 poemas; 2) 3; 3) 3; 4) 9; 5) 4; y 6) 9. Al final, aparece un «Epílogo privado (El porqué de los nombres)», donde se explican las dedicatorias. A pesar del título, procedente de un poema homónimo, se trata solo tangencialmente el tema de los viajes. Las «fronteras» son más bien simbólicas y personales del autor. Se abordan sobre todo temas existenciales (el sueño, el insomnio, la amistad, el placer, el amor, el sexo, la felicidad, el dolor, el paso del tiempo, el absurdo de la vida, la muerte) y temas literarios (la poesía, la literatura y los escritores). En «On the road again», dedicado a dos amigos, cuenta lo que le dijo un borracho en la ciudad de Cuzco, adonde viajó con ellos en 1988: Escúchame, español; si no lo has hecho, no sabes qué es vivir. Y no lo has hecho. Hay que desmemoriarse de todo y de uno mismo en adelante, matar en ti la vida que has fundado. No me entiendes.
En el viaje no importan las ciudades, los climas extranjeros, los hijos que te nazcan en mujeres de paso nada importan. Hay mujeres, hay climas, hay hijos y ciudades aunque te quedes quieto allí donde naciste. Lo que importa en el viaje es saberse en el viaje, desde ningún lugar hacia ninguna parte, de nuevo en el camino. Pero tú aún no lo sabes. Pero tú aún no lo has hecho. Pero tú aún no has vivido. (pág. 86)
«Ya nada es lo que era» aborda la desprotección del alma frente a las incertidumbres de la vida. El alma se halla desnuda frente al frío porque ya no hay abrigos ideológicos como los de antes que protejan de las adversidades de la vida: Mis mayores vestían unos abrigos inmejorables, y ponerse un abrigo entonces era ponerse al abrigo de la templanza y la serenidad y la calma y la fortaleza. Pero ese género de abrigos ya no lo he vuelto a ver en ningún sitio. (pág. 106)
En «Media verónica para don Manuel Machado», reconoce la influencia, señalada por la crítica, de dicho autor en su poesía. De hecho, se considera un nieto suyo. El poema, que hace un paralelismo alegórico entre el mundo literario y el taurino, es un homenaje en fondo y forma a este gran escritor modernista. En «Las bromas del destino (Céline à Meudon)», dedicado al poeta Juan Luis Panero, habla de la impresión que le causó su visita a la casa del escritor Louis Ferdinand Céline, a las afueras de París. Su vecindario lo odia por sus obras: «Antes que un escritor, Louis Ferdinand Céline / fue un ácido vertido encima de la vida». (pág. 118) Por eso protege su casa con mastines. Además, su aspecto exterior era deplorable: «En efecto, muchacho, / a esto conduce el dárselas de artista». (pág. 118) En «La tregua» habla de que, tras hacer el amor, tiene la sensación de que el mundo tiene un sentido, sensación que desaparece luego: «el mundo es un rompeca-
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bezas, / imposible de armar con un principio». (pág. 125) El amor da sentido al mundo absurdo, idea presente en otros textos suyos. «La historia» presenta tres escenas: un perro apealeado por unos niños, un enfermo en un hospital y una mujer que se suicida arrojándose al río. El poeta no comprende el sentido de estas tres escenas que representan la crueldad, la enfermedad y la muerte. De nuevo aparece el absurdo de la vida, imputable a un dios borracho: Todas estas escenas son mis contemporáneas. Tal vez alguien advierta una razón final que logre atribuirles un sentido. Yo no acierto a encontrarla. Antes bien, me parecen los delirios estériles de un contumaz borracho que sueña nuestras vidas. (pág. 140)
El último poema, «Le bout de la nuit», habla de lo que hay al final de la noche, símbolo de la muerte. Tras enumerar lo hecho en vida, llega el absurdo de la muerte: «Y allí la lluvia cae oscura sobre el mundo, / y ya no hay ocasión para decir después». (pág. 143) También sobresalen estos textos: «El sol de los muertos» (la noche descubre nuestra auténtica personalidad), «Pluscuamperfecto de futuro» (su proyecto de vida para el día siguiente), «El juego de la rosa» (la rosa vive realmente en el poema), «El genio de la especie» (teoría de Schopenhauer sobre la búsqueda de pareja) y «Domingos bajo las sábanas» (petición a la amante para que vuelva a su cama). LOS PAÍSES NOCTURNOS Este libro de 1996 consta de cinco partes: 1) «La matemática salvaje»: 7 poemas; 2) «Fuegos de artificio»: 17; 3) «Palabras»: 10; 4) «Los países nocturnos»: 14; y 5) «Los restos del naufragio»: 2. El título, procedente de un poema homónimo, no se refiere a una geografía física sino a una «geografía de la mente»: Hay una geografía de la mente. Hay paisajes nocturnos, igual que hay territorios en donde un sol dichoso se eterniza. [……………………………………………] Hay una geografía de la mente. (pág. 240)
El título alude a los aspectos negativos de vida: el miedo, la soledad, el sufrimiento, la muerte, eternidad y el paraíso imposibles, las paradojas de vida, la falta de armonía del mundo, el laberinto de vida, la maldad, los tormentos interiores, etc.
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En «La matemática salvaje», la temática son las leyes inexorables de la vida; en «Fuegos de artificio», su inconsistencia; en «Palabras», la poesía y la literatura; en «Los países nocturnos», los aspectos negativos de la vida; y en «Los restos del naufragio», su fracaso final. Como se aprecia, aumenta el pesimismo existencial del autor.
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«Declaración de principios» es un texto de un pesimismo total. La vida es una trama cuyo desenlace todos los seres humanos conocen: «No hay posible sorpresa, y lo que nos aguarda / son unos aburridos minutos de basura». (pág. 158) En «El cielo de las ratas» y «Fotos del XIX» aparece la familia como pretexto para tratar el paso del tiempo. En el primero cuenta que durante los veranos en la casa familiar de Serra escucha el ruido de las ratas, que parecen ser las dueñas. Las generaciones pasan y las ratas permanecen: «En el cielo, es de noche, / y en él las ratas rinden / salvaje adoración / a su dios nauseabundo». (pág. 155) En el segundo, tras ver unas fotografías familiares del siglo XIX donde no reconoce a nadie, reflexiona sobre su propio destino: «Ser una sombra más de un retrato de grupo». (pág. 157) En «El mundo natural» habla del acoso al que están sometidos todos los seres vivos del planeta: el león persigue a la gacela; el masai africano, al león; y el policía, al masai. Unos seres vivos persiguen y matan a otros. Al final, le pide al lector que saque su propia conclusión de estas tres historias. «El animal dormido», dedicado al poeta Luis García Montero, habla de su llegada de noche a casa y, tras pensar sobre las casualidades que lo han llevado hasta ese preciso instante, hace el amor con el «animal dormido» de su esposa. En «La magia de los días», esta no se halla en los hechos extraordinarios de la vida sino en los cotidianos. Los versos finales recuerdan que el tiempo tiene un plazo: «Recuerda que tus días / se esfumarán al fin entre tus dedos, / como por arte de una magia negra». (pág. 171) En «Estela de un avión que cruza el parabrisas», dedicado al poeta José María Álvarez, piensa en la suerte de un piloto de avión al que ve surcar el cielo a través del parabrisas de su coche. Marzal contrapone su vida rutinaria con la vida «aventurera» del piloto. Irónicamente, se pregunta si el piloto no desearía acaso su vida. De nuevo, la insatisfacción: los seres humanos piensan que la vida ajena es más plena que la propia. «Después de las noticias de su muerte (Jaime Gil de Biedma)» es una durísima crítica a los periodistas que, sin haber leído a este gran poeta homosexual, hacen la crónica de su muerte, provocada por el sida, por el morbo de esa enfermedad y la fama de dipsómano y fornicador del escritor, que influyó mucho en la poesía de la experiencia. Los periodistas son «quienes todo lo ignoran, / pero de todo escriben». (pág. 192) Hay que ser más respetuosos con los muertos. En «Una visión» Marzal se desdobla en dos personajes: el vivo, sentado en una silla al lado de una cama de hospital, y el muerto, tumbado en esa cama. Ambos reflexionan mutuamente sobre la condición del otro. Para no confundir sus reflexiones, se utilizan dos tipos de letra: la normal para el vivo y la cursiva para el muerto. Estos desdoblamientos han dado mucho juego en la poesía y la literatura contemporáneas. El tema religioso aparece en «Consideraciones gnósticas». Aquí toca el tema de Dios como creador. Este mundo y sus habitantes podrían ser más armónicos. Dios es culpable por no haberlo sabido hacer así: «Ignoro por qué le han encargado / trabajo tan difícil / al más inepto alumno de la clase». (pág. 229)
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«Los monstruos nunca mueren», dedicado al poeta Felipe Benítez Reyes, cuenta que todo muere en esta vida, salvo los monstruos, que viajan dentro de las personas atormentándolas en el momento más inesperado. Los monstruos son símbolos de las obsesiones interiores. Al final sobresale «Los restos del naufragio», dedicado al poeta Luis Antonio de Villena, donde enumera los restos de un naufragio, símbolo del fracaso de la vida: libros, casa, muebles, cartas, cuadros, cuentas bancarias, viuda, amante, automóvil, etc. Los versos finales son espléndidos: Nuestras cosas, que a veces parecían preservarnos, habitarnos el mundo que habitábamos, en un golpe de vista se convierten en un prolijo catálogo de absurdos, rutas desdibujadas de un mapa inexistente, pájaros disecados cuyos ojos no saben recordar un cielo que ya ha ardido.
(pág. 241)
Otros poemas destacables son: «Los límites del día» (sobre el absurdo de la vida diaria); «La lluvia en Regent´s Park» (la lluvia inglesa tranquiliza el espíritu); «American poem» (deseo de purificación interior); «Cautela» (todo puede empeorar todavía); «Las cosas han cambiado» (todo cambia pero todo sigue igual); «Sombras chinescas» (los espectadores del cine solo viven vidas ajenas); «Epitafio para William Cuthbert Faulkner» (elogio del escritor norteamericano); «La oscuridad del borrador» (el poeta debe aspirar a la claridad); «Derivas» (la soledad al atardecer); «Un mar de lágrimas» (la inutilidad del sufrimiento); «La edad del paraíso» (la edad más adecuada para vivir en él); «El pozo salvaje» (la maldad habita en nuestro interior) y «La fruta corrompida» (la buena apariencia oculta lo desagradable). METALES PESADOS Este libro de 2001 recibió dos premios importantes: el Nacional de la Crítica y el Nacional de Poesía, ambos en 2002. La obra consta de cuatro partes: 1) «El entusiasmo de la decepción»: 15 poemas; 2) «La mirada conforme»: 16; 3) «La estatura interior»: 18; y 4) «La voz en extravío»: 18. De nuevo, el libro está dedicado a su esposa Ángeles, «metálica alegría». (pág. 244) Dos citas lo encabezan: «El universo no sólo es más extraño de lo que suponemos; es más extraño de lo que podemos suponer» (J.B.S. Haldane) y «Es preciso que exista algo sagrado» (Joseph Joubert). Ambas sugieren la temática general: la extrañeza por el mundo y la necesidad de lo sagrado. El título procede de «Metal pesado», donde los seres humanos son responsables de transmitir a sus hijos la herencia genética forjada a través de las generaciones: No hay nada que no hayamos recibido ni nada que no demos en herencia. […………………………………………….] Somos custodios de un metal pesado, lujosas gotas de mercurio amante.
(pág. 259)
La temática de «El entusiasmo de la decepción» es la decepción por la vejez, la muerte, etc; la de «La mirada conforme», su aceptación serena de la vida; la de «La estatura interior», el alma; y la de «La voz en extravío», el deseo de encontrar a un dios que dé sentido a la vida y el mundo. Precisamente al final aparece «El corazón perplejo», texto que da título a toda su obra. El poeta muestra la perplejidad de su corazón, al que trata de animar para seguir adelante en la vida. Para ello le aconseja no dudar, no tener miedo, ser valiente y tener esperanza. Así comienza: DESVENTURADO corazón perplejo, inconsecuente corazón, no dudes. No tiembles nunca más por lo que sabes, no temas nunca más por lo que has visto. Calamitoso corazón, alienta. (pág. 382-383)
En «Cálculos infinitesimales», Marzal se muestra perplejo ante la infinitud del universo en contraste con la pequeñez del ser humano. De todos modos, el poema habla realmente de que el universo se confabula contra su relación amorosa. Su amada irradia «la falsa luz de las estrellas muertas». (pág. 251) «La caverna» se inspira en la caverna platónica. Los seres humanos viven en la tiniebla y no a plena luz del día. Dentro de la casa de cada uno hay sombras proyectadas por el fuego del hogar y fuera de ella estaría la imagen real de cada uno. Los seres humanos se desconocen a sí mismos. En «Aullidos en septiembre», dedicado al periodista Fernando Delgado, se siente solo como los perros abandonados por sus amos en dicho mes: ¿Y en qué roto verano sucedió mi extravío? ¿A quién se le ocurrió la idea de perderme? ¿Dónde estuvo la casa de mi sueño y mi dueño?
Septiembre se desploma aullando en esta página. (pág. 296)
En «No he vuelto a ser el mismo desde entonces», muestra su decepción vital sin necesidad de haber sufrido siquiera situaciones traumáticas. Este desaliento lo produce la reflexión. Su desencanto es previo a su vida y continuará tras ella, incluso cuando no existan ya seres humanos: «En mi desasosiego se resume / el hosco jeroglífico de ser». (pág. 314) En «El corredor absorto» aparece corriendo bajo la lluvia de un fuerte aguacero. Al llegar a la cima del monte de Serra, se queda absorto contemplando el paisaje. Entonces hace una reflexión casi mística, sintiéndose muy dichoso: «Me supe fuerte en la casa del alma». (pág. 305) «Correr es una actividad introspectiva». (pág. 306) Los seres humanos siempre han corrido a lo largo de la Historia: antes escapaban de las bestias y ahora de sí mismos. El mundo no tiene ningún secreto y marcha sin razón alguna:
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Todo estaba en su ley, todo estaba en su ciencia: el secreto, quizá, se hallaba en que no hubiese secreto para el mundo, en que su maquinaria marchase sin razón, y en que su maravilla inconcebible me causase el ensueño repentino del animal que corre y es feliz. [………………………………………………….] No me he sabido nunca tan a resguardo estando a la intemperie. (pág. 306)
En «Consolación y desconsuelo», la idea de la rueda del ser (se vive en los ascendientes y descendientes) es insuficiente para consolar de la muerte. De nuevo, el pensamiento produce desconsuelo. Esta idea aparece también en «Lo fatal» de Rubén Darío y en Schopenhauer. El ser humano, por tener conciencia de la muerte, es inconsolable: «Si la rosa pensara, lloraría / la suerte de saber que es una rosa». (pág. 255) La muerte aparece también en «Catedral de inquietud». La catedral es una estación de tren. Marzal hace un paralelismo alegórico inquietante entre la vida y la estación: «Sólo hay un tren. Hay sólo un pasajero. / Hay un trayecto sólo y un destino». (pág. 317) O sea, los seres humanos son pasajeros del tren de la vida, que los lleva por un mismo trayecto al único destino de la muerte. En «Resurrección», esta es el mejor mito creado por el ser humano. Aunque alude a ella como una leyenda insensata, se pregunta si tal vez es más difícil regresar a este mundo tras la muerte que haber existido. El único consuelo «consiste en apostar / por lo absoluto». (pág. 350) Está claro que le gustaría que fuera verdad la resurrección. «El oráculo» es un poema muy interesante. Aquí, partiendo de la anécdota de ver a un sin techo leyendo todos los días un libro de botánica en latín, que no tenía ni siquiera dibujos de flores, reflexiona sobre el absurdo del cosmos. Ese libro es un símbolo: Desde entonces sospecho que la payasa suerte me brindó algún oráculo abstruso sobre el cosmos. Depositó en mis manos, por error, la Biblia del Vacío, una Taxonomía de la Nada. (pág. 300)
En «Pájaro de mi espanto», le pide al pájaro del espanto que entone la canción del sinsentido, pues le abruma la idea de que la vida terrestre acabará en el futuro consumida por la expansión del sol: Tú no ignoras, inconsolable pájaro, que el sol se acabará y el universo será una estepa helada sin conciencia de estepa, sin memoria del sol ni su desmayo, sin pájaro que vuele inconsolable. (pág. 355)
Uno de los últimos textos es «El dios del testimonio», donde le gustaría ver a dios como confidente, cómplice y testigo. La humanidad necesita un dios que dé sentido a la vida y el mundo (ambos con las horas conta-
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das). Marzal no parece hablar del Dios cristiano. He aquí su dios ideal: Nos hace falta un dios en multitud, un dios del intelecto, un dios nosotros, un dios sin dios que asista a nuestra obra, un dios de inexistencia, un dios testigo, una memoria dios que nos explique, un álgebra en su dios que nos incluya. Alguien ha de quedar para mañana, cuando esta cremación se haga cenizas y siga de otra forma nuestro viaje.
(pág. 376-377)
Al comienzo, decíamos que Marzal encontraba dos antídotos contra la perplejidad: su familia y sus amigos. Ahora, halla otro más: la «fe» religiosa en un «dios» que dé sentido a su desasosiego interior y al absurdo del mundo. No está claro que entienda los conceptos de fe y de dios a la manera católica como en el pasado debido a su formación con los Dominicos. Nuestro autor parece añorar una respuesta segura a los interrogantes de la vida y a las vicisitudes del mundo porque ha perdido casi totalmente la fe. Marzal, como Antonio Machado, está: «Siempre buscando a Dios entre la niebla». (Poema LXXVII de Soledades, galerías y otros poemas) También el amor está presente. Un ejemplo es «Los alimentos corporales», donde confiesa que su amor es carnal, animal y salvaje: «La carne se alimenta de la carne». (pág. 309) Muy expresivos son los últimos versos: «No hacemos el amor, desvalijamos / con codicia nocturna en la casa del cuerpo». (pág. 310) Esta visión hedonista del amor es muy frecuente. El mismo tema, aunque abordado de forma más espiritual, se halla en «Música de la carne». Cuando dos cuerpos se juntan se produce la música de la carne. El sexo es gratificante y hace ver el mundo de manera más positiva: Pero en su incandescencia se alumbra el universo, se consumen las sombras y las incertidumbres, y durante un feliz instante portentoso de extraña comunión con la materia suena ese virtuosismo de la carne, alegre maestría ilusionada que solemos nombrar con la palabra amor. (pág. 343)
Marzal escribe incluso un poema titulado «El origen del mundo», dedicado al poeta Felipe Benítez Reyes, cuyo tema es el aparato genital femenino, al que alude solo mediante metáforas: «La pretérita flor. / Húmeda flor atávica. / El origen del mundo». (pág. 362) Otros textos interesantes son: «El combate por la luz» (la luz se impone diariamente a la oscuridad); «No sentí un funeral en mi cerebro» (la alegría de sentirse vivo en un entierro ajeno), «Nasciturus» (reflexión sobre el niño aún no nacido), «El manantial de furia» (la furia se transforma en arte), «El pozo de las lágrimas» (pesadi-
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lla sobre un pozo con todas las lágrimas de la historia), «Cojones duros» (lo que necesita un poeta para serlo), «El esplendor» (el sexo tras la habitación de un hotel), «Et in pulverem» (los seres humanos son polvo insignificante), «Rojo» (el mundo es como un lienzo con una pincelada roja de muerte), «Credo quia absurdum» (creo porque es absurdo), «Cuatro gotas de aceite» (el aceite sobre el pan es un acto de belleza elemental) y «Servidumbre de paso» (el ser humano es un peregrino en el viaje de la vida). FUERA DE MÍ Este libro de 2004, que obtuvo el Premio de la Fundación Loewe, vuelve a estar dedicado a su mujer e hija: «los metales preciados». (pág. 386) Seguidamente aparecen estas dos citas: Vengo no sé de dónde, Soy no sé bien quién, Muero no sé bien cuándo, Voy no sé hacia adónde, Me asombro de ser tan feliz.
(Martinus von Biberach)
Los hombres están tan necesariamente locos que sería estar loco con otra clase de locura el no estar loco. (Pascal)
Entre una «Salutación inicial» y una «Salutación final» hay cinco partes: 1) «Adhesión»: 11 poemas; 2) «El amor por lo creado»: 11; 3) «El vino trágico»: 11; 4) «El delirio y el número»: 12; y 5) «Algarabía»: 14. El título, procedente de un poema homónimo, así como las citas iniciales revelan el estado de enajenación en que se halla Marzal, dispuesto a celebrar la vida en sus aspectos más cotidianos. Esto supone un cambio en su trayectoria: si en sus libros anteriores era muy pesimista, muestra ahora un gran optimismo. Por ello canta los aspectos positivos de la existencia, por insignificantes que sean. Así pues, la temática del libro es el canto jubiloso a la vida y al mundo efectuado con una vehemencia rayana en la locura. En «Adhesión», canta las cosas sencillas de la vida; en «El amor por lo creado», cualquier acto que suponga una creación; en «El vino trágico», la irrupción de la temporalidad; en «El delirio y el número», el júbilo por la vida que llama a su disfrute; finalmente, en «Algarabía», su celebración. En «A cappella», de la «Salutación inicial», confiesa que su canto pretende dar las gracias por la belleza: «Somos dios en la tierra, si cantamos». (pág. 392) En «Fuera de mí», mediante la metáfora de la fiebre, expresa el estado de enajenación en que se halla. Aunque difícil de explicar, contiene versos espléndidos: Estas décimas simples son la hoguera con cuyo fuego, en círculo, me abrigo, y observo, a ojos atónitos, el éter constelado, y aúllo hacia la luna, y silabeo,
y danzo, y soy mi tribu.
(pág. 396)
«El azahar» canta a esta flor cuyo olor lleva la brisa a su cama de noche. El mundo duele a pesar de oler bien: «Duele en perfume el mundo, / el mundo duele / con su fragancia equinoccial tan íntima». (pág. 400) En «Una luz olvidada», el poeta, al regresar a casa, se da cuenta de que se ha dejado la luz encendida. Al final trasciende esta anécdota sugiriendo la existencia de un dios olvidado: «Una olvidada luz, perenne, alumbra / el claroscuro impar de nuestras vidas». (pág. 426) «Fachadas al atardecer», dedicado al poeta Miquel de Palol, es un homenaje a Le Corbusier, el gran arquitecto funcionalista que trató de conjugar la belleza y la funcionalidad de sus edificios. En las casas, el ser humano se protege de los demás y se educa para serlo. Su misión es: «Salir de su guarida a ser feliz / y hacer mejor el mundo de los hombres». (pág. 430) En «Decorum», la vida consiste en dignificar un destino y conseguir la felicidad. Además, la belleza y la paz son muy importantes para ello: ¿Y si [el vivir] no fuese más que esta tarea de encontrarnos decoro, dignidad a un destino, un poco de belleza en que ampararnos, bajo un techo con paz que nos acoja?
(pág. 432)
«La pequeña durmiente» es un poema sobre su hija pequeña, alrededor de la cual gira el mundo. Su hija, una de las pocas certidumbres de su vida, apacigua su desencanto. Sus versos finales, llenos de tiernas metáforas, son: Durmiente flor desnuda en mis palabras, adormidera de los desencantos, prístina amapola pálida.
(pág. 436)
«Ubi sunt» aborda el clásico tema: «¿dónde están?». Heráclito está presente: todo pasa, pero nada cambia. También lo está Jorge Manrique: «¿Qué se fizieron, pues? ¿Dó los escondes». (pág. 458) Marzal parece referirse a Dios de nuevo: «Hay una sola frente pensativa / que entiende la hermandad de cuanto existe / y en cuanto ha muerto ve lo que no muere». (pág. 458) Interesante es también «Discernimiento y niebla», donde le gustaría saber y entender los enigmas de la vida y el mundo. Usa las metáforas del candil y la niebla para referirse, respectivamente, a la razón humana y lo desconocido. Y se pregunta: «¿Qué leyenda veraz puede explicarnos? / ¿Qué asomo de verdad nos da consuelo?». (pág. 462) En «Sin despedida», la idea es que, antes de morir, quiere entonar una aleluya para expresar su júbilo por la vida. Un ejemplo de su cambio de actitud en relación al pesimismo de libros pasados se halla aquí: Estoy desmemoriado para la desventura y para el luto.
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En arrogante ceguedad estoy contra cualquier amago de tristeza.
(pág. 467)
Se trata, en suma, de un poema de celebración. «El vino trágico» lleva el mismo título de la sección anterior. Marzal elabora una alegoría para comunicarnos su madurez para aceptar la vida tal cual y brindar por ello: «Oigo el entrechocar de nuestras copas, / en el culmen propicio de la fiesta». (pág. 477) La idea de «Mi saboreo» es que le gustan los distintos sabores del mundo, aunque a veces sean agridulces o amargos. La mesa del mundo está servida para degustarla. De nuevo una alegoría al objeto de expresar su disposición para aprovechar al máximo lo que la vida ofrece. En «Para antes de dormirnos» habla de que por la noche, en torno a la chimenea, se congregan en paz los seres queridos antes de dormir. El poema invita al recogimiento interior: Estas brasas sosiegan. Buenas noches. Estas voces crepitan. Buenos sueños.
(pág. 497)
«Letanía» es una súplica a Dios. Por eso hay tantos imperativos: «Confírmame en tu gracia». (pág. 500) De nuevo el lector puede hacerse esta pregunta: ¿Cree o no el poeta en la divinidad? Este texto parece indicar que sí, pero en «La rosa de la idea» sugiere que los dioses son una creación de la mente humana: […] los dioses, esa otra flor de inexistencia toda, de toda insensatez nunca escuchada, que sólo crece erguida en nuestra mente, y allí recama en gloria su vacío.
(pág. 464)
El poema titulado «Ágape», cuyo tema es el banquete que celebra la vida, es un excelente texto de exaltación, lleno de buenos deseos. Por eso se halla al final del libro, como colofón. Termina así: Y muera en el exilio cualquier bituminoso pensamiento que pretenda ultrajar el arrebol de otra mañana invicta.
(pág. 512)
Realmente, el último poema es «Flores para vosotros», dedicado al poeta Vicente Gallego. Marzal dice traer a sus lectores unas flores olorosas, pero no reales, para que no se marchiten: estas flores son la metáfora de sus poemas. O sea, su libro es un ramo de flores y cada poema es una flor. Después de su cambio de rumbo, se entienden mejor estos versos: «Traigo néctar de vida, / la miel que nos resarce en la zozobra». (pág. 515) El poema aclara pues el objetivo de su libro: ofrecer cierto optimismo vital a su público.
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Otras composiciones destacables serían: «Un vaso de agua fresca» (el enigma de las cosas es realmente sencillo), «Gente que ve llover, gente que llueve» (la lluvia como fenómeno del alma), «Aquel pétalo» (la caída de un pétalo de flor en invierno), «Ritos de afirmación» (cuanto más se critica la vida más se ama), «Toldo al viento» (toldos al viento en una tarde de agosto), «La rosa de la idea» (sobre una rosa ideal, no real), «Un vacío colmado» (la blancura ideal), «Lugar rupestre» (comunión panteísta con la naturaleza), «Matiz» (cualquier pormenor es importante para la marcha del mundo), «Muro a levante» (sobre los bancales de los campos levantinos), «La luna sobre Serra» (petición de amparo a la luna llena sobre su casa familiar).
MÉTRICA: En relación a la métrica, abordaremos someramente los siguientes aspectos: la medida, la rima y los tipos de poemas más utilizados por Marzal. Por lo que respecta a la medida, los versos más frecuentes son los heptasílabos, endecasílabos y alejandrinos. También hay bastantes trisílabos, tetrasílabos y pentasílabos, mezclados generalmente con los anteriores. Aparecen también versos de otras medidas. En cuanto a las rimas, abunda muy poco la rima consonante, bastante más la asonante y sobre todo la falta de rima. La evolución de sus poemas es claramente hacia el verso blanco, es decir, sin rima. Finalmente, en relación a los tipos de poemas, conforme evoluciona su obra cada vez se reducen más las composiciones utilizadas. Veamos cada uno de sus libros: En «El último de la fiesta» aparecen pareados con rima asonante en alejandrinos, tercetos encadenados con rima asonante, cuartetos en alejandrinos, sextas rimas con rima asonante en alejandrinos, romances en alejandrinos, poemas en endecasílabos blancos, silvas vocálicas, poemas sin rima en alejandrinos y poemas en versos libres. En «La vida de frontera» hay pareados en serie, cuartetos, cuartetas asonantadas en los versos pares, quintetos en endecasílabos, romances heroicos, poemas en endecasílabos blancos, silvas, poemas sin rima en endecasílabos y alejandrinos, poemas sin rima en heptasílabos, endecasílabos y alejandrinos, poemas con todos los versos con rima asonante y poemas en versos libres. En «Los países nocturnos» aparecen romances heroicos, poemas en endecasílabos blancos, poemas sin rima en endecasílabos y alejandrinos, poemas sin rima en heptasílabos, endecasílabos y alejandrinos y poemas en versos libres. En «Metales pesados» hay tercetos con rima asonante en endecasílabos, poemas en endecasílabos blancos, silvas en versos blancos, poemas sin rima en endecasílabos y alejandrinos, poemas sin rima en heptasílabos, endecasílabos y alejandrinos y poemas en versos libres. En algunos poemas suele introducir a veces pentasílabos o heptasílabos. Finalmente, en «Fuera de mí» aparecen poemas en endecasílabos blancos, silvas en versos blancos (a veces con versos de 3 y 5, otras de 4 y 5, y otras de 5 sílabas), poemas sin rima en endecasílabos y alejandrinos (a veces con versos de 5 y 7 sílabas) y poemas en versos libres.
ENSAYO CRÍTICA LITERARIA
ESTILO: Sus poemas llevan a veces títulos en francés, inglés o latín: «Le bout de la nuit» (el final de la noche); «On the road again» (en la carretera de nuevo), «American poem» (poema americano); «In memoriam C.M.» (A la memoria de C. M.), «Quid pro quo» (algo a cambio de algo), «Omnia secundum litem fiunt» (todo obra según lid), «Et in pulverem» (Y en polvo), «Credo quia absurdum» (Creo porque es absurdo), «Ut pictura» (Como la pintura), «Decorum» (Decoro), «Ubi sunt» (¿Dónde están?). Son muy frecuentes las referencias a los lectores: «El tiempo, como veis, no pasa en vano» (pág. 133), «Pero entonces ignoraríais de qué hablo / y de qué mal, aún hoy, me restablezco» (pág. 135). Un ejemplo interesante es «Por si no lo sabías (Del autor)», donde pide al lector que no se fíe de él porque está dispuesto a dispararle en la cabeza. También abundan mucho las voces de sus personajes en estilo directo. Solo citaremos este ejemplo de «Nostalgia de una barra americana», donde una joven prostituta le habla con una gran dureza:
Yo conozco a los tipos como tú. A cientos los he visto en todas las etapas de mi viaje, y vengo de tan lejos que no guardo memoria del origen. He pagado el trayecto con la mercaduría que traigo entre las piernas. A ello debo el conocer a tipos como tú. En apariencia sois distintos, pero os hermana vuestra insignificancia y el licor de lujuria que os empuja hacia mí. Esta noche, no preguntes por qué, yo te he elegido, y te ofrezco el milagro que nunca mereciste, que no mereces hoy, y que en lo venidero nunca merecerás. No podrás apreciarlo enteramente, mas será lo mejor con que la vida haya de regalarte, y al recuerdo de esta noche vivirás consagrado, y ya mañana no sabrás más de mí. Otros idénticos a ti me aguardan. Yo os conozco. (pág. 54-55) También son frecuentes los poemas de estructura circular con una apertura y un cierre idénticos. Esto sucede en «No he vuelto a ser el mismo desde entonces», «El pozo de las lágrimas», «El juego de la rosa», «Los ángeles herméticos», «Olor a miedo» y «Los monstruos nunca mueren». Ej.: No he vuelto a ser el mismo desde entonces. ¿Desde cuándo? No sé. No he vuelto a ser el mismo. […………………………………………………….] No sé. El caso es que no he vuelto a ser el mismo. No he vuelto a ser el mismo desde entonces. (pág. 313-315)
A veces usa la técnica de la «siembra y recolección» consistente en ir citando algunos elementos a lo largo del poema y en recogerlos al final. Esto aparece en «Meditación abstrusa» y «La arquitectura del aire». Veamos el primer ejemplo: Es extraño… [……………………..] Resulta sorprendente… [……………………..] Es curioso… [……………………..] Es extraño, es curioso, es sorprendente… (pág. 180-181)
En alguna ocasión se produce el desdoblamiento del autor y la superposición de tiempos distintos. Lo primero aparece ya en la 3ª parte del poema «El último de la fiesta», pero sobre todo en «Una visión», donde el autor contempla su propia muerte. Citamos el primer ejemplo: Has apurado el plazo que la noche te había concedido, y a quien la luz ha de traer ya lo conoces. Si vuelves hacia casa, con tus pasos volverán sus pasos. Y a tu fatiga su fatiga habrá de acompañar.
(pág. 43)
Lo segundo, la superposición de tiempos, se aprecia en «Catedral de inquietud», donde se superponen el tiempo de la guerra civil y el actual de los turistas: Flota el vapor de una locomotora en el ámbito inmóvil; hay chisteras, columnas de soldados hacia el frente; con su mochila al hombro, los turistas, se cruzan con los mozos de estación, que arrastran los baúles de espectrales expresos europeos. Todo está sucediendo eternamente, todo se superpone en este instante.
(pág. 316-317)
Muy abundante es la intertextualidad, o sea, las alusiones literarias a versos y obras de otros autores. Ejemplos: Jorge Manrique: ¿Qué se fizieron, pues?¿Dó los escondes?
Fernández de Andrada:
Vuelves a ser, mi bien amado Fabio, noticia entre las gentes. [……………………………………..] Amado Fabio, sea como fuere, si no felicidad, que es bien mudable, te envío plenitud, que permanece.
Lope de Vega:
Quien lo probó lo sabe.
(pág. 458)
(pág. 60-61) (pág. 30)
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Francisco de Quevedo:
[La muerte] es ser un no haber sido. Ser un no haber siquiera llegado a imaginarlo. Ser un que nada exista, ya que nada es posible. (pág. 187) Ser es un fui que un no soy yo contempla desconcertado desde un planeta ajeno.
Gustavo Adolfo Bécquer:
Como yo te he querido, por supuesto, te habrán querido otros. Y otros tantos en el futuro habrá que igual te quieran.
Manuel Machado:
(pág. 250)
(pág. 49)
«El mal poema» (pág. 30) es el título de un libro suyo.
Rafael Alberti:
Dejé para mañana tantas cosas…
(pág. 136)
William Faulkner:
«Lleno de ruido y furia» (pág. 229) es un título basado en un libro suyo.
En relación al léxico, contrastan el léxico coloquial y vulgar de su primer libro y el léxico culto de sus dos últimas obras. Ejemplos de lo primero: ramera, follar, puta, hijo de puta, cojones duros, ratas, basura, perro mundo, sandez, idiotas, etc. Ejemplos de lo segundo: nasciturus, iridiscente, silente, allende, opalescer, numinoso, asperjar, plétora, élitros, flamígero, tropismos, salutación, linfa, prístina, prímula, etc. En su último libro aparecen bastantes neologismos: descorporecernos, desencarnecernos, transparecer, bienvenida (verbo), desafuera (verbo), giramor, giraidea, girasombra, bienmesabe; y también algunos arcaísmos: la puente (en femenino), la mi luna, la mi madre (artículo más posesivo como en el español medieval). Seguidamente abordaremos sus figuras literarias más usuales. Una es el polisíndeton. Este ejemplo es de «Estela de un avión que cruza el parabrisas»: Pero ha cruzado ya [el avión] todo el cristal del coche, y su estela se aleja, y la vida se pierde, y cada vez más puta, y menos en mi cama. (pág. 175)
Otra es la enumeración. Solo citaremos este ejemplo de «La tregua», donde enumera todos los sitios donde ha hecho el amor con su pareja: En la tiniebla urgente de esas casas que uno acaba pidiendo a los amigos; en asientos traseros de los coches, abusando de los malabarismos; en la frecuentación de los hoteles, tarde o temprano todos parecidos; sobre la arena tibia de la playa, pasado ya el peligro de ser vistos; en la cama de casa, que ya es
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como una parte de nosotros mismos, y en los lugares más insospechados de dondequiera que haya sucedido.
(pág. 124)
Otra es la anáfora, de la que un buen ejemplo es «Le bout de la nuit», donde repite bastantes veces la expresión «después de» antes de hablar de la muerte: Después de defraudar; después de defraudarnos, después de recorrer el callejón del tiempo, después de la impiedad, después del fuego. (pág. 143)
También es constante el paralelismo sintáctico, muchas veces unido a la anáfora. He aquí un ejemplo muy expresivo de «Resurrección»: Que se nos restituya a nuestra carne, que se nos vivifique desde el polvo, y que se nos arranque de las sombras.
(pág. 349-350)
Otra figura relativa a la construcción sintáctica son los quiasmos. Veamos este: Sin nada que saber, las cosas piensan. Sin nada que pensar, las cosas saben.
(pág. 454)
Son muy abundantes las comparaciones, que tanta belleza otorgan a los textos: Sobre el lienzo de lino inmaculado que tensa el bastidor de la mañana se trazó el primer día la pincelada roja. Como si de repente la oblea de este mundo comenzara a sangrar. Como si alguien clavase un alfiler en medio del pan ácimo y de su corazón escapara una gota de rojo inconcebible. Rojo ciego. (pág. 358)
Además, los poemas de Marzal están llenos de metáforas muy imaginativas de todos los tipos: a) Identificativas: el pasado, el presente y el futuro «son un exacto lodazal de errores» (pág. 32). b) De genitivo apuesto: «el licor de lujuria» (pág. 55), «las aguas del lago de la noche» (pág. 168), «el bosque inabarcable de tus sueños» (pág. 234), «la flor del júbilo» (pág. 270), «la túnica sin fin de la escritura» (pág. 330), «la ingente catedral del universo» (pág. 346), el «pájaro de mi espanto» (pág. 355), etc. c) Aposicionales: «la luz, / la vieja hiena» (pág. 44), «la luna, ese sol de los muertos» (pág. 78), «mi nostalgia, / ese fruto remoto que pudre el corazón» (pág. 314). etc. d) Puras: el paso del tiempo es «el huracán / que ciego nos sacude» (pág. 156), el día es «una combinación de naipes sin apuesta» (pág. 162), el mundo es «una pá-
ENSAYO CRÍTICA LITERARIA
gina de la que suprimieron / cualquier noción de signos ortográficos» (pág. 162), el aparato genital femenino es «la rosa cicatriz de brillo acuático» (pág. 362), los relámpagos son «esa serpiente alada, de plata repentina» (pág. 363), cuatro gotas de aceite son «cuatro lágrimas densas de oro humilde» (pág. 369), la tristeza es «un eco de mascar cristales rotos» (pág. 371), el gotero de un hospital es una «clepsidra de suero» (pág. 501), etc. Como es lógico, si el poeta hace un gran uso de la metáfora, también lo hace de la alegoría. Él mismo lo reconoce abiertamente en «Lecciones de evidencia»: Desde hace ya algún tiempo he moderado la afición melancólica de ver alegorías, por principio, en los recodos de la realidad. A poco que uno vista la mirada con las gafas del diablo, nuestro mundo admite traducirse sin violencia bajo especie de un torvo jeroglífico.
(pág. 289)
Aparecen alegorías, por ejemplo, en los siguientes poemas ya comentados a lo largo de este artículo: «Dedicatoria», «Ya nada es lo que era», «Media verónica para don Manuel Machado», «Catedral de inquietud», «El vino trágico» y «Mi saboreo». El símbolo también es habitual. Por ejemplo, en «La lluvia en Regent´s Park», la lluvia inglesa es símbolo de pureza y de paz interior. En «El pozo salvaje», este es símbolo de la personalidad más recóndita, donde se esconde lo peor de cada ser humano. En «Rojo», este color es símbolo de la sangre, el sufrimiento y la muerte. Todo está teñido de rojo desde el origen de los tiempos. Finalmente, en «Una granada», esta fruta es símbolo de la fugacidad de la vida. He aquí el ejemplo del segundo poema: Hay un pozo salvaje al fondo de ti mismo, un lugar que es tan tuyo como tu propia muerte. Es de piedra y de noche, y de fuego y de lágrimas. En sus aguas dudosas reposa desde siempre lo que no está dormido, un remoto lugar donde se fraguan las abominaciones y los sueños, la traición y los crímenes. Es el pozo de lo que eres capaz y en él duermen reptiles, y un fulgor y una profunda espera. Es tu rostro también, y tú eres ese pozo. (pág. 231)
Como su poesía tiene muchas veces un carácter reflexivo, indagatorio de la vida y el mundo, aparecen también muchas interrogaciones retóricas: ¿Y no será el insomnio, acaso, un precio más, culpable y merecido, con el que deseamos pagar de la manera más furiosa una vida y una felicidad que no entendemos nuestra? (pág. 80)
Otra figura muy frecuente es la paradoja. Si la vida y el mundo son complejos y esta complejidad es percibida por la sensibilidad del poeta, la forma natural de expresarla poéticamente es la paradoja. De ahí la dificultad a veces para entender sus poemas desde un punto de vista racional. He aquí un ejemplo: Cierra los ojos para ver más claro y sal fuera de ti para morar contigo.
(pág. 458)
CONCLUSIONES: Recogida en El corazón perplejo, la poesía de Carlos Marzal evoluciona de El último de la fiesta, libro de temática juvenil y urbana, dotado de un fuerte carácter autobiográfico, pasando por La vida de frontera y Los países nocturnos, libros elegiacos de un gran pesimismo vital, y también por Metales pesados, libro de temática filosófica, metafísica y casi mística que aborda problemas existenciales, a la poesía de cántico celebratorio de Fuera de mí. Su poesía camina de lo autobiográfico a la generalidad de lo humano, del pesimismo más absoluto al optimismo más desbordante, de la reflexión filosófica al cántico jubiloso y de la claridad de la poesía de la experiencia a la oscuridad expresiva e, incluso, a la ininteligibilidad más absoluta de la poesía entendida como conocimiento. Tal vez los temas de su obra podrían reducirse a tres: 1) los temas existenciales (la amistad, el amor y el sexo más carnal, la insatisfacción vital, la soledad, el paso del tiempo, el sufrimiento, la maldad, el absurdo de la vida y el mundo, la muerte y la búsqueda de un dios que dé sentido a la vida); 2) los temas poéticos y literarios (la concepción de la literatura en general y de la poesía en particular, y las evocaciones de algunos autores); y 3) la celebración gozosa de la vida en sus aspectos más insignificantes. Sus esquemas métricos preferidos son los poemas en endecasílabos blancos, las silvas en versos blancos, los poemas sin rima en endecasílabos y alejandrinos, los poemas sin rima en heptasílabos, endecasílabos y alejandrinos, y los poemas en verso libre. Algunas características de la poesía de Marzal son la referencia constante a los lectores, voces de personajes en estilo directo, estructura circular de los poemas, siembra y recolección, desdoblamiento del autor, superposición de tiempos distintos, abundante intertextualidad, léxico vulgar, coloquial y culto, y títulos en otras lenguas (especialmente la latina). Finalmente, las figuras literarias favoritas son el polisíndeton, la enumeración, la anáfora, el paralelismo sintáctico, el quiasmo, la comparación, las metáforas de distinto tipo, la alegoría, el símbolo, la interrogación retórica y las paradojas, estas dos últimas explicables por el carácter indagatorio de su poesía y por la visión compleja que Marzal tiene de la realidad. En suma, el lector que vaya buscando una poesía exigente en fondo y forma no verá defraudadas sus expectativas literarias acercándose a la obra de Marzal, uno de los poetas más valorados en el panorama de la poesía española actual.
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ENSAYO PENSAMIENTO Y REFLEXIÓN
PENSAMIENTO Y REFLEXIÓN La juventud y la vejez son los dos ex-
tremos de un único proceso en el que ubicamos toda nuestra experiencia vital y las múltiples y variadas percepciones de aquello que llamamos vida. Todo en ella está sujeto a la transitoriedad de la evolución y al cambio… Frente a la percepción parcial y sectaria del pensamiento único, en las sociedades abiertas y tolerantes, los diferentes puntos de vista en lo cultural, en lo social o en lo religioso y las señas de identidad que aportamos como individuos dinamizan al conjunto del tejido social y al lenguaje que lo caracteriza. Por el contrario, el exclusivismo, la fundamentalización de las actitudes y de los valores políticos, sociales y religiosos constriñen las relaciones humanas y el lenguaje se convierte en un excluyente vehículo de incomunicación. Integrar en una conjunción armónica la generosa variedad de perspectivas vitales de la humanidad es un tema recurrente del pensamiento humanista desde antiguo. Frente a una existencia mediatizada por la angustia, por el miedo o por las obligaciones culturalmente impuestas, lograr la ataraxia, la imperturbabilidad del alma, deviene así en el verdadero fin de la existencia. Hoy, la tolerancia cultural de Estambul nos ofrece un hermoso juego de integración y de diálogo entre diferentes perspectivas vitales. Al contemplar el espectáculo multicultural que allí tiene lugar, vislumbramos en el horizonte un ser humano más despierto, más lúcido y más completo…
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El rincón del neurótico Joaquín Bueno
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omo las fijaciones mentales de mi psicoanalista son de sobra conocidas por todos, no voy a entrar ahora en detalles. Sí que deseo aclarar, a manera de justificación de su actitud ante las cosas, que, al igual que muchos de sus coetáneos, estuvo acosado en los primeros años de su vida por la miopía intelectual y los tabúes sociopolíticos de aquellos endogámicos años cincuenta. Así, la suya fue una realidad existencial plagada de ritos marciales, unidades de destino en lo universal y firmamentos cuajados de querubines, por lo que su proyecto vital nunca llegó a perfilarse con precisión y siempre arrastró el estigma de la clandestinidad y de lo políticamente incorrecto. También quiero precisar que últimamente no me advierte de nada ni me hace desentrañar los oscuros recovecos de mi conciencia y que sus correos están impregnados de un cierto hermetismo y de una aureola de misticismo naturalista. Hay algo, sin embargo, en su actitud que me provoca un cierto estupor y un sentimiento a medio camino entre la indignación y la ternura. No sé si me explico… Tras su deliberado exilio ha recalado durante unos meses en Indonesia y ahora mismo está en Japón en algún remoto lugar al noroeste de la isla de Shikoku en la prefectura de Kagawa donde se instruye en la experiencia existencial de la milenaria cultura Zen. Desde allí me sigue bombardeando con su peculiar percepción del mundo agravada si cabe por sus últimos acontecimientos vitales. Si ya era machaconamente contumaz en la reiteración de sus planteamientos existenciales, ahora sus enigmáticos juicios de valor sobre la cultura occidental resultan particularmente desasosegantes. Raro es el día que no estampa en la pantalla de mi ordenador algunas —para él— profundas
reflexiones y me habla con una profusión casi obsesiva del agua, de los árboles, de las piedras, de los colores, del viento, del amanecer, del atardecer, de los perros, de las luces, de las sombras, del frío, del calor... No sé de qué extrañas percepciones pretende hacerme confidente. Me temo que ha iniciado un viaje sin retorno. A diferencia de la verborrea compulsiva que lo caracterizaba, en su estilo actual predomina la admonición contenida y la sentencia, más propias de un pedagogo o de un filósofo que de un psicoanalista, veladas, como decía, por ese cierto misticismo naturalista. Tal vez sea mejor que las transcriba y me deje de una vez de preámbulos. Que cada cual estime lo que juzgue oportuno… Ayer sin ir más lejos me desasosegaba intensamente con la siguiente perorata: Ya sabes, o deberías saber, muchacho, que desde que el ser humano nace se le inculcan y alimentan dogmas, convicciones y creencias: se le enseña a competir y a denigrar a los demás, se le invade de convencionalismos y prejuicios, se encasilla su mente haciéndola depender de etiquetas, moldes y esquemas preestablecidos y se le fomenta el afán de poder y la codicia. En una sociedad estructurada con individuos de estas características el ser humano se extravía y se aleja de sí mismo, se hace mecánico y semiinconsciente y solo busca privilegios y gloria, poder y riqueza. Ni tiene conciencia de su semidesarrollo ni trata de salir de él. De esta manera, los valores sociales más elevados son subvertidos y canjeados por otros en los que se recurre con cierta frecuencia al subterfugio y a las justificaciones, sin que esto parezca importarle mucho a nadie. Así ocurre cada vez que en la sociedad desaparecen los beneficios de una serena ilustración social y reaparecen los viejos y sombríos fantasmas de la incultura, el interés particular y esa necedad programática de novísimo diseño que suele invadirnos con cierta frecuencia. Mira, muchacho, ha habido y hay otras maneras alternativas de percibir el mundo que te rodea…
Ilustra: Gabriel Bueno y Lorenz
ENSAYO PENSAMIENTO Y REFLEXIÓN
Ahora mismo, aquí, a mi alrededor, el aire está invadido por la fragancia del azahar y penetrado por los delicados silbidos de los pájaros. El lago de mi mente se mantiene en calma absoluta y el verdiazul de las montañas de mi entorno anega mi pupila… ¿Qué percibes tú a tu alrededor? Este tipo de preguntas me sigue desasosegando, ¿verdad que no me está preguntando? Además, siempre viene a decirme cosas archisabidas o de Perogrullo, como que hay una gran diferencia entre vivir la vida o ser arrastrado por ella, que la vida se vive a cada instante y que este instante ha de vivirse intensamente y con la mayor lucidez posible porque esta vivencia madura al ser humano. Afirma que, de no ser así, el ser humano se aísla de la naturaleza de la que proviene y deviene en un autómata programable de carne y hueso, estructurado según los criterios de funcionalidad social al uso y convenientemente adaptado a las cambiantes necesidades organizativas de los dirigentes sociales de turno. Como comprenderás —me dice— yo preferiría una descripción amable de la realidad social del tipo «los seres humanos fluirán con la vida sin crear conflictos ni tensiones, con un sentido profundo de la aceptación de sí mismos y una voluntad de hierro que no se dejará doblegar por las contrariedades. Enriquecerán su mundo interno en cada momento, con la conciencia siempre alerta, descubriendo la vida natural en toda su trascendencia». Pero como tú sabes estos seres humanos, de existir, pertenecerían a la república de utopía, es decir, serían personajes de ficción…
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ENSAYO PENSAMIENTO Y REFLEXIÓN
Aunque, ficción por ficción, mi psicoanalista se decanta sin titubeos por la de estos personajes, proyectos vitales de un humanismo basado en la cultura y el conocimiento, frente a la ficción de los seres humanos que son, o somos, resultado de la perversión del doble lenguaje o productos de la manipulación ideológica. Tú ya sabes a qué me refiero —me dice. Uno de estos seres humanos del que me habla a menudo con veneración es Don Miguel de Unamuno del que admira la contundencia expresiva del lenguaje con el que describe las caretas con las que se disfraza la mediocridad, la majadería y la injusticia: Don Miguel —continúa— ante las sobrecogedoras cifras que hablan de cientos de millones de seres humanos coetáneos cuya miseria ofende simplemente de pronunciarla, no dudaría en calificar de infame la actitud de quienes ante estos hechos miramos para otro lado para no involucrarnos en el problema, de quienes adoptamos la lamentable hipocresía del doble lenguaje según le hablemos a nuestra conciencia o a nuestras tripas y justificamos con mil argumentos inaceptables la explotación del hombre por el hombre. Todos deberíamos con Don Miguel en su Introducción a la Vida de D. Quijote y Sancho ponerle nombre y apellidos al insoportable hedor de la infamia: «La más miserable de todas las miserias, la más repugnante y apestosa argucia de la cobardía es esa de decir que nada se adelanta con denunciar a un ladrón porque otros seguirán robando, que nada se adelanta con decirle en su cara majadero al majadero, porque no con eso disminuiría la majadería en el mundo». A ver, ¿qué tipo de seres humanos somos quienes permitimos que mil doscientos millones de personas sobrevivan con menos de un euro al día y otros mil ochocientos con menos de dos, que cuatrocientos millones de niños en lugar de recibir la instrucción necesaria para la vida malvivan trabajando —de ellos doscientos cincuenta en condiciones de explotación— o que la desnutrición alcance a ochocientos veinte millones de personas? ¿No es cierto que la acumulación de capital es el motor de las desigualdades sociales, de la pobreza y de la explotación de cientos de millones de seres humanos o de las innumerables guerras que asolan el planeta? Estas, chaval, son algunas de las
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señas de identidad del mundo al que pertenecemos… ¿Tenemos o no tenemos la cara forrada de granito? En fin, en el mismo orden de cosas, el asunto central de su último correo son las noticias sobre la posibilidad de instalar en los Monegros un gran complejo turístico, en el que el dinero y los juegos de azar constituyen el plato fuerte de ese macroproyecto. En un lenguaje críptico, plagado de metáforas, en el que la ironía rebosa el sentido último de las palabras me habla de no sé qué engañosos brillos metálicos y de algo que él llama proceso de enajenación colectiva: …porque en ese proceloso mundo de la economía no es oro todo lo que reluce y a veces el brillo exagerado de otros metales menos nobles deslumbra al observador y no le permite percibir algunos otros matices extraordinariamente importantes y significativos del conjunto. Además, ya se sabe que en esas inversiones masivas de dinero no se suele utilizar mucho argumento que justifique su procedencia, que más bien se prefiere un trato discreto y confidencial y que esto lo hace extraordinariamente opaco a la reflexión ética… Mira —finaliza—hay una radical contradicción entre Tanatos, movimiento centrípeto hacia la muerte que caracteriza la codicia, frente a Eros el movimiento centrífugo que identifica y caracteriza al altruísmo, a la filantropía y a la vida. Así que allá tú y allá vosotros. He de decir que este hermetismo conceptual de su lenguaje y esta terminología tan pretendidamente culta de la que hace gala me desconciertan. Todos sabemos a qué atenernos en estas cosas y quién más, quién menos, solemos reconocer en privado algunas miserias de las que preferimos no hablar en público. Tal vez mi psicoanalista debería ejercitarse un poco más en el arte de la prudencia social; aunque, conociéndolo, tal vez esté simplemente proyectando sobre mí su mala conciencia utilizando las malas artes del lenguaje. Creo que esta vez voy a contestarle y a ponerle algunos puntos sobre algunas íes… Adjunto la dirección de su correo electrónico por si alguien quiere secundar mi iniciativa. Ciao. rincondelneurotico@yahoo.es
ENSAYO PENSAMIENTO Y REFLEXIÓN
La última sonrisa de Epicuro (Apología del epicureísmo) Sergio Pons Garcés
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o es fácil apartar la vista de rostros cansados, angustiados, agotados de una vida dedicada al trabajo, a las obligaciones culturalmente impuestas; tempestades para el espíritu, huracanes para el cuerpo humano. Sin embargo, no es difícil regresar a una forma de vida dedicada a la felicidad, al placer, a la sabiduría, conforme a la naturaleza y carente de ficticias necesidades. Los días pasan velozmente, la vida humana nunca alcanza su plenitud en nuestro tiempo y se esfuma como el humo de un cigarrillo insatisfecho. Los miedos han invadido nuestras mentes convirtiéndose en inquilinos fantasmas de nuestros dulces momentos, que a la vez nos ofrecen una falsa felicidad universal. La vida termina entendiéndose como una frágil bola de cristal que en todo momento debe evitar el impacto contra el suelo. Repetimos la misma historia que ha ocurrido tantas y tantas veces a lo largo de la línea del tiempo. Ya en la majestuosa Grecia de Alejandro Magno ocurrió tal caso. Con el gran imperio desapareció la autosuficiencia de las polis griegas junto al sentimiento ciudadano de pertenecer a una comunidad libre. Quedó atrás la solidaridad entre los ciudadanos a la vez que se produjo una continua sensación de inseguridad. Esto provocó un paulatino individualismo, tan cotidiano en nuestros días, en un universo desastrado. Epicuro de Samos, tachado en innumerables ocasiones de cerdo hedonista y de patético ateo materialista, buscó una novedosa solución a una situación caótica tan parecida a la actual que sus doctrinas pueden ser tan útiles (y despreciadas por algunos) como lo fueron entonces. La peculiaridad epicúrea con respecto a otras escuelas helenísticas como la estoica o escéptica es, entre otras, la importancia del placer en la vida diaria de los seres humanos. A día de hoy, los placeres aparecen disipados por la niebla de los miedos que tergiversa la felicidad humana hasta ubicarla en puntos tan insensatamente alejados de nuestra madre, la Naturaleza.
En la actualidad, pocos son aquellos que entienden la sabiduría como un fin. Muchos son los que pronuncian «estudia, que encontrarás un buen trabajo». El gran fin, el saber, queda reducido a un simple medio que nos permitirá, en un futuro incierto, encontrar quizá un trabajo mejor. Nadie exclama «aprende amigo, que es el verdadero fin de tu existencia». Este rechazo de la sabiduría como fin anima a que muchos sean los que se decanten por entrar lo más rápido posible en el mundo laboral y adulterar así los verdaderos placeres de la vida. «Nadie por ser joven vacile en filosofar ni por hallarse viejo de filosofar se fatigue. Pues nadie está demasiado adelantado ni retardado para lo que concierne a la salud de su alma. El que dice que aún no le llegó la hora de filosofar o que ya se le ha pasado es como quien dice que no se le presenta o que ya no hay tiempo para la felicidad». Así comienza Epicuro su Carta a Meneceo, en la cual expresa un breve resumen de su teoría ética. No es vano recordar que este filósofo escribió treinta y siete obras de física y otras tantas de canónica o teoría de conocimiento, lo cual indica el gran interés por el mundo físico. Epicuro, heredero del materialismo de los presocráticos Demócrito y Leucipo, es un importante científico griego, creador de teorías tan maravillosas como la de la desviación espontánea de los átomos o teoría del clinamen, a través de la cual consigue escapar del determinismo aristotélico de la causa—efecto y conseguir así abrir la posibilidad al azar para confirmar la preciada libertad. Pero, a pesar de ser un estricto científico, nunca negó la existencia de los dioses. De hecho, nadie puede negar que existan. Para Epicuro, estos son tan imperturbables y felices que de nada vale un miserable culto u ofrenda, pues a semejantes seres nada les importa la vida de los humanos, tan corrompida, ni para ayudarnos ni para perjudicarnos. Por ello, tampoco hay que temer la ira de los dioses y sacrificar nuestro cuerpo con normas morales ortodoxas que extinguen el placer del vivir sin preocupaciones. En la filosofía epicúrea, se
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puede observar cierto antropomorfismo ya que los dioses aparecen como seres semejantes a los sabios epicúreos. El investigar y el saber están guiados por una finalidad única: la imperturbabilidad del alma o ataraxia. La serenidad del ánimo es un bien poco apreciado en nuestros días, donde todo son prisas y una creciente velocidad marca el ritmo de nuestras vidas. Si no conocemos nuestro alrededor mal podemos encontrarnos felices. Por eso, las ciencias de la naturaleza son tan importantes para conseguir una vida feliz. Si detenemos nuestro acelerado cuerpo para contemplar nuestro entorno, comprenderemos que la humanidad está encarcelada en la prisión de los miedos. El principal de ellos, que todavía perdura, es el que provoca tan poderoso espectro: la muerte. La gente está atemorizada constantemente por ella ya que puede llegar en cada instante. Así, lo inmediato es lo importante, sin detenerse a meditar lo contrario. El gran héroe que jamás perdió una batalla en la guerra de los miedos, Epicuro, vivió toda su vida con una enfermedad crónica que invadía de dolor su cuerpo, enseñándonos así que todo dolor es sensitivo y nada hay que temer de lo suprasensible. «Todo bien y mal reside en la sensación, y la muerte es privación de sentir. […] Nada hay, pues, temible en el vivir para quien ha comprendido rectamente que nada hay en el no vivir. De modo que es necio quien dice que teme a la muerte no porque le angustiará al presentarse sino porque le angustia esperarla. Pues lo que al presentarse no causa perturbación, vanamente afligirá mientras se aguarda. Así que el más espantoso de los males, la muerte, nada es para nosotros, puesto que mientras nosotros somos, la muerte no está presente, y, cuando la muerte se presenta, entonces no existimos». La muerte es inevitable para todos y muere, eso sí, tanto el cuerpo como el alma. Una vez disipados y eliminados los temores, solo queda comprender qué es la felicidad. El concepto de felicidad es inseparable de la sabiduría. Solo el sabio consigue ser plenamente feliz e imperturbable. En la sociedad capitalista—consumista en la que nos encontramos, la falsa felicidad es muy fácil de conseguir. Todo el esfuerzo de una vida reside, para algunos, en adquirir bienes innecesarios que aportan gramos de esta felicidad. La importancia del porvenir es todavía mayor que en la época helenística y existe la creencia de que el consumo es la fuente de felicidad más directa.
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Dado que, como ha quedado dicho arriba, Epicuro rechaza el determinismo, niega la existencia del destino y la voluntad humana es indudable que lo importante en la vida es su calidad, nunca su cantidad. Por tanto, hay que vivir lo más feliz posible. Vivir feliz es vivir placenteramente. El placer es el principio y fin de la vida feliz, es el bien supremo y connatural: de él partimos a la hora de tomar decisiones, actuamos conforme al placer. Todos los animales aspiran al placer y evitan el dolor. Para los epicúreos, no existe estado neutro entre dolor y placer, los límites son marcados por el opuesto. García Gual explica la peculiaridad de la teoría hedonista epicúrea señalando que existe una oposición frente a la teoría de los cirenaicos (hedonismo desenfrenado), que consideraban el fin último solo el placer del cuerpo. Existe un equilibrio entre los placeres cinéticos, de la carne, y los placeres catastemáticos, estables, creativos, del espíritu. Es posible que en el dintel del Jardín, (este es el sugerente nombre de la escuela que fundó el propio Epicuro en Atenas), se encontrara un lema un tanto hedonista: «Aquí reina constantemente el placer», pero no hay que cometer el error de entender a los epicúreos como «cerdos de una piara», tal y como anuncia Diógenes Laercio que eran conocidos a través de otras escuelas. El hedonismo epicúreo no es frenético y desenfrenado, sino que existe un previo cálculo del placer. Epicuro señala en la Carta a Meneceo que no todos los placeres, a pesar de ser buenos, son dignos de ser escogidos y no todos los dolores, a pesar de ser malos, deben ser evitados, pues en algún momento hay que sacrificar un placer y soportar el dolor para obtener después un placer mayor. García Gual opina que es un hedonismo limitado, cercano casi a una ascética. El concepto “hedoné” empleado por Epicuro, que engloba tanto los placeres cinéticos como los estáticos, es más amplio de lo que abarca nuestro término «placer». Quizá sea esta la causa de que en la actualidad solo se conciba el placer de una forma inmediata y directa, principalmente a través de sensaciones corporales. Escasos son los que reconocen que existe otro placer, sensible para el espíritu, como puede ser la audición de música o la lectura de un gran poema. El placer primordial es el del espíritu. La felicidad perfecta se alcanza cuando hay ausencia de dolor en el cuerpo (aponía) e imperturbabilidad en el alma (ataraxia). No por ello, el placer corporal (del
vientre) es rechazado y desprestigiado, sino que es fundamental igualmente. La autosuficiencia es un gran bien, necesario para la vida feliz. El que no tiene mucho, se contenta con poco. La abundancia es más disfrutada por alguien que no tiene necesidad de ella. Las comidas sencillas y frugales suponen el más elevado placer y convierten a los hombres intrépidos ante el azar y resueltos en las ocupaciones necesarias de la vida. Ni fiestas ni banquetes continuos aportan una vida placentera, sólo un cálculo sobrio del placer. Por ello, la prudencia es un gran bien, por encima de la filosofía teórica. De la prudencia surgen las demás virtudes, estas son inseparables de vivir feliz y son elegidas por placer. Para vivir placenteramente hay que vivir prudente, honesta y justamente, y viceversa. Hay diferentes placeres según su calidad e intensidad. Los deseos son divididos en naturales y vanos. Los naturales, a su vez, en necesarios y no necesarios. Los necesarios son deseos de tres clases: para la felicidad, para el bienestar del cuerpo y para la vida misma. Según la Máxima Capital 29, «naturales y necesarios considera Epicuro a los (deseos) que eliminan el dolor, como beber cuando se tiene sed. Naturales, pero no necesarios los que solo diversifican el placer, pero no eliminan el sentimiento de dolor, como la comida refinada. Ni naturales ni necesarios (considera), por ejemplo, las coronas y la erección de estatuas honoríficas». Los deseos que no ocasionan dolor, si no se sacian, existen por la vanidad del hombre, no por naturaleza. La riqueza y la adquisición de poder utilizando la política, deseos tan actuales ahora como entonces, serían catalogados por los epicúreos dentro de los vanos, no naturales y no necesarios. Exijo, como discípulo de Epicuro, que reconsideremos la situación estremecedora que nos envuelve y deliberemos cuáles son aquellos placeres naturales y necesarios a los que debemos aspirar. Hay que entregarse a la sabiduría, que es un bien mortal y a la vez nos proporciona un bien inmortal,
Ilustra: Beatriz Sumelzo
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la amistad. Esta es el gran bien deseado, tiene por objetivo la adquisición de placer y favorece la aspháleia (seguridad) personal. La amistad es inmortal porque perdura en el recuerdo de los amigos superando la muerte. Igual ahora como entonces existe un sentimiento de inseguridad pública, de desconfianza. El miedo a ser engañado o traicionado por tu vecino supone un grave problema. Por ello, es tan necesario sentirnos seguros e inalterables. Sería una posible solución volver a vivir en comunidades autosuficientes, formando círculos de sabios, donde la amistad y el placer que esta provoca fueran las únicas pautas a seguir. Algo parecido al Jardín de Epicuro. Todavía recuerdo los inmutables ojos del Maestro, su silueta envuelta en agua caliente, rodeado por todos sus discípulos, rogando que sus doctrinas siguieran siendo útiles porque así «nunca ni despierto ni en sueños sufrirás perturbación, sino que vivirás como un dios entre los hombres, pues en nada se asemeja a un mortal el hombre que vive entre bienes inmortales», y pidiendo, como último deseo, una copa de vino puro que le ayudase a cerrar los ojos y mostrar, a toda la humanidad, su última sonrisa.
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IDENTIDAD y DIFERENCIA, lugares comunes Mª. Eugenia Señas Gómez
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a mayoría de los análisis y descripciones que se producen en nuestros días, los distintos argumentos que se exponen en los libros, las múltiples expresiones verbales y no verbales a las que nos hemos acostumbrado, expresan, sin rigor, cierta generalización relativa a los procesos físicos, psíquicos y culturales del ser humano. Ciertamente es habitual tender a englobar en conjuntos y relaciones no recomendables a individuos con identidades distintas sin el más mínimo pudor, desdibujando su propia individualidad. La cultura genera identidad y la identidad, xenofobia. Pero, ¿qué son la identidad es humana y cultural? ¿Cómo se definen y en qué se sustentan? Desde un punto de vista biológico y psicológico, el hombre, el ser humano, es diferente a los demás seres, o lo que es lo mismo, si en otros ámbitos del ecosistema puede darse la clonación (en cuanto a la bacteria), en el terreno humano, la individualidad producida por la reproducción genera complejidad y sobre todo identidad, hace que seamos seres individuales, únicos e irremplazables. La identidad, sin embargo, no es siempre reconocida. Normalmente solemos percibir a los individuos como formando parte de una colectividad que parece que les envuelve, de tal manera
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que se desdibujan perdiendo la individualidad. Desde la comunidad a la que pertenecemos tendemos a ver al resto como uno más, un ser común, indistinto del resto, un ser genérico. Esta concepción termina por empobrecer al ser humano y por tanto a toda la humanidad, porque la generalización termina por suplantar toda suerte de definición. Otra cuestión es la génesis de esa identidad, que no es una cuestión innata, sino que es algo que se va generando a lo largo de nuestras vivencias. No sólo los genes nos identifican sino también los rasgos culturales que vamos asumiendo como nuestros a lo largo de la vida con respecto a las identidades de todos aquellos que nos rodean. Es importante que eso sea así porque lo contrario, el sentir que ya estamos prefijados desde el nacimiento, implica poseer una actitud parcial, sectaria e incluso intolerante de la vida. El ser humano es un ser complejo que posee una identidad propia que se va construyendo, que no está definida de antemano, lo que le permite aceptar otras identidades que le enriquecen en su desarrollo personal y social. Pertenecer e identificarse con una cultura determinada no implica necesariamente uniformidad u homogeneidad cultural sino más bien enriquecimiento social.
En la base de todo comportamiento xenófobo se encuentra la idea de que la identidad proviene de rasgos propios y constitutivos de la cultura a la que se pertenece. Esta idea es, cuanto menos, errónea ya que es importante entender que no podremos definirnos socialmente si no generamos diversidad cultural. La cuestión es establecer qué es aquello que legitima en sus rasgos característicos a una cultura determinada. En nuestra sociedad se viene definiendo a las culturas desde el sentimiento religioso que las caracteriza. La religión sustenta y establece la identidad social y cultural de un país o lugar determinado en contra de otro tipo de manifestación, ya sea ideológica, económica o de otra índole. La religión delimita las posturas, legitima un comportamiento individual y social y expresa una condición de vida colectiva que genera estereotipos más allá de sus propias fronteras. El lugar donde se nace, la religión que se practica y la cultura en la que se vive generan una percepción del individuo muy lejos de la heterogeneidad y muy cerca de la homogenización cultural. La historia de las civilizaciones ha interpretado de forma muy diferente actuaciones culturales y religiosas otorgando ciertos caracteres a los individuos que las constituyen, caracteres
Ilustra: Elena Arrese
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que desembocan en ocasiones en actitudes intolerantes y despóticas contra aquellos que las profesan. Occidente ha generalizado conductas relacionadas con la religión de otros pueblos y ha pretendido, bajo la máscara de la modernización y de la diversidad cultural, occidentalizarlos; eso ha hecho que surja de forma casi globalizada cierta repulsa hacia otros. Sin embargo, la supuesta búsqueda de identidad en la diversidad que aparentemente expresa Occidente, la crítica a comportamientos ideológicos homogéneos, no es más que la creencia ingenua de que dicha identidad se establece desde el llamado «Mundo Global», que más que enriquecer culturalmente difumina nuestros rasgos haciéndonos retroceder como individuos y como pueblo. La religión identifica, la globalización también. Las culturas se expanden en base a la búsqueda de ciertos rasgos que las caractericen frente a otras y esto hace que en la actualidad nos encontremos por un lado a los que creen que los demás no pueden enseñarles nada, y por el otro a los que creen que jamás serán escuchados, dos extremos difícilmente concienciados en el respeto y la búsqueda de rasgos comunes. No es posible convivir sin un sistema, sin una parte de cultura común. Ha de haber algún resquicio de universalidad en ciertas cuestiones que estén
por encima de las diferencias culturales más naturales, sin que por ello haya que perder la identidad. Se hace necesario, hoy más que nunca, establecer un «Lugar Común», que nos resguarde de actos míseros y que consiga relajar las conciencias que promulgan sentimientos extremos. Un lugar común identitario, donde la diversidad cultural se exprese y extrapole a otros ámbitos. Ese lugar común es el lenguaje, la palabra. El lenguaje es el vehículo que transmite sentido a una cultura y que permite, de igual modo, que ésta se exprese, es decir, el lenguaje legitima la diversidad e invita a la identidad, aúna tradiciones y genera convicciones comunes que respetan y generan enriquecimiento cultural. En definitiva, diversidad no es el antónimo de identidad, sino que la diversidad permite que la identidad se realice. Y todo ello desde la palabra, desde un sistema cultural que permita en mayor medida que otros la variedad de identidades fuera de ideologías extremas y siempre desde la comprensión de las minorías y la libertad. La búsqueda de sistemas homogéneos implica ejecutar identidades, desde el momento en que no se respeta la heterogeneidad de lenguas, culturas, costumbres e individuos. Respetar lo diferente no destruye, sino que enriquece la propia identidad.
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Reflexiones en torno al INFORME PISA 2006 Jesús Claver Giménez
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n diciembre de 2007 se publicaron en España los resultados del informe PISA 2006. Dicho informe refleja el desempeño escolar de los alumnos y alumnas de 15 años de los 30 países de la OCDE y 27 países asociados en Ciencias, Matemáticas y Lectura. Además de la muestra estatal, también han participado con sus propias muestras las Comunidades Autónomas de Andalucía, Aragón, Asturias, Castilla y León, Cantabria, Cataluña, La Rioja, Navarra y País Vasco. Las pruebas PISA, al igual que otras como TIMMS, PIRLS, etc., son estudios comparativos entre países auspiciadas por diversas organizaciones, entre ellas: el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y la Unión Europea. Surgieron en el momento en el que tomaba fuerza la concepción de la educación como un producto de mercado —cuya máxima expresión es el «talón escolar»— y en detrimento del concepto de la educación como derecho social básico, cuya consecución debe recaer fundamentalmente en los poderes públicos. Detrás de estas pruebas hay un claro discurso económico y laboral y un horizonte con tendencia a la privatización de los servicios educativos, sin tener en cuenta el concepto de educación integral que el Informe Delors para la Unión Europea de 1996 estableció con rotundidad, al establecer los cuatro pilares de la educación:
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aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a convivir, y que, con el paso de los años, se ha convertido en un referente básico en las legislaciones educativas de la mayor parte de los países de la Unión Europea. En todo caso, de acuerdo o no con las finalidades mencionadas anteriormente, el informe permite comparar la realidad educativa entre distintos países. Estas pruebas se diseñan teniendo como base las siguientes premisas: los estudiantes son creadores de conocimiento en el sentido que construyen sus hipótesis más allá de la información que tienen o reciben, utilizan sus propios métodos y llegan a conclusiones fundamentadas en sus procesos de investigación. Es decir, no se buscan conocimientos memorísticos y repetitivos sino la comprensión constructiva del individuo ante el aprendizaje. Análisis de los principales factores influyentes Hay múltiples factores que influyen en los resultados obtenidos por el alumnado, sin embargo, algunos destacan sobre los demás: la inversión económica de cada país en educación, el nivel sociocultural de la familia y la atención al alumnado en los centros educativos. Según el Instituto Nacional de Calidad y Evaluación, organismo dependiente del MEC, el por-
centaje medio del total del gasto público que los países de la OCDE destinaban a educación en 2002 era de 12,9 %. España destinaba el 11,3 %, se encontraba, por tanto, 1,6 % por debajo de la media. El porcentaje del PIB destinado a fines educativos en nuestro país ha tenido la siguiente evolución: 4,63 % en 1996, a 4,35 % en 2000 y 4,30 % en 2005. Con respecto al nivel educativo de las familias tomando como referencia el año 2003, en el tramo de edad de 35 a 44 años del que forman parte la mayoría de los padres del alumnado que ha realizado las pruebas PISA, el 48 % había terminado los estudios secundarios postobligatorios. Este porcentaje situaba a nuestro país en el lugar 26 entre los 30 países de la OCDE. La evolución de España en este apartado es la siguiente: en el tramo de edad entre 55 y 64 años, sólo el 19 % había alcanzando la secundaria postobligatoria; en el tramo entre 45 y 64, el 33 %, y, finalmente, en el tramo entre 25 y 34, el 60 %. El peso de esta variable es muy importante porque la media del alumnado en la prueba de Ciencias en 2006, cuyos padres no han superado la secundaria obligatoria, es de 439 puntos, 53 puntos por debajo del alumnado cuyos padres habían titulado en estudios secundarios postobligatorios y 85 puntos por debajo del alumnado cuyos padres habían alcanzando estudios universitarios.
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En palabras de Álvaro Marchesi: «Hay que reconocer que el sistema educativo español está tratando de realizar en poco más de una década lo que otros países están llevando a la práctica desde hace cuarenta años». Dentro del nivel sociocultural familiar juega un papel importante el hábito de la lectura de las familias. En España sólo el 14 % de las familias del alumnado de la muestra que participó en las pruebas PISA de 2006 tenía más de 200 libros en el hogar, 10 puntos en porcentaje por debajo de la media de la OCDE. La relevancia de este dato radica, por ejemplo, en el hecho de que hay una diferencia de 47 puntos en los resultados entre el alumnado cuyas familias poseen un máximo de 100 libros y los que poseen más de 200. Con respecto a la atención del alumnado en los centros educativos, según Fernando Hernández, profesor de la Universidad de Barcelona, hoy en día se dispone de investigaciones debidamente contrastadas que indican qué estrategias son más adecuadas para que el alumnado aprenda mejor y se involucre más en el aprendizaje. Sin embargo, estos conocimientos no son transferidos al aula y el profesorado mayoritariamente reconoce no saber cómo motivar a sus estudiantes para aprender. En general, lo que se enseña en las aulas no está orientado a que luego el alumnado lo utilice en su vida cotidiana, sino que sirve fundamentalmente para pasar los exámenes. Algunas de las estrategias citadas por Hernández son: 1) Empezar con lo que los alumnos consideran que saben, es decir, tener en cuenta sus ideas y concepciones. 2) Dotarles de mecanismos que les permita organizar, clasificar y ana-
lizar la información. 3) Implicarles en la toma de decisiones sobre qué objetivos se han de alcanzar, qué actividades se han de realizar y cómo se va a evaluar el trabajo. 4) Fomentar el aprendizaje social: el alumnado aprende mejor cuando trabaja en equipo, pensando con otros, cuestionando con argumentos los argumentos del otro y construyendo de esta forma concepciones más ricas y elaboradas. Siguiendo en esta línea, Juana María Sancho, profesora de la Universidad de Barcelona, señala que los avances de la neurología, la antropología, la sociología, la psicología y la pedagogía nos permiten saber que los individuos aprendemos más cuando: 1) Nos implicamos en temas y tareas que tienen relación con nuestros propios intereses. 2) Trabajamos en contextos de colaboración. 3) Nos involucramos en procesos de investigación. 4) Relacionamos lo que aprendemos con las experiencias de nuestra vida cotidiana. La diferencia de resultados medios de España por tipo de centros favorece a los privados en 38 puntos. Esta diferencia ha aumentado progresivamente desde el PISA 2000. En la actualidad España se encuentra en el lugar 16 entre los 30 de la OCDE. Por tanto, se debería poner en práctica lo recogido en la legislación y llevar a cabo una distribución equitativa del alumnado. Hay que recordar que, aproximadamente, el 80 % de los alumnos inmigrantes están escolarizados en los centros públicos y, además, hay una marcada tendencia a que se concentren en determinados centros. Con respecto a la lectura, Álvaro Marchesi, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, manifiesta que cada materia
curricular debería disponer de un tiempo semanal dedicado a la lectura de textos relacionados con sus objetivos y contenidos. Además, las bibliotecas escolares deberían tener fondos de libros para alumnos, padres y profesores. Cada curso escolar podría desarrollarse una o dos tertulias pedagógicas en las que alumnos, padres y profesores intercambiaran sus ideas y puntos de vista sobre un libro de lectura previamente leído. Desde el marco socioeconómico habría que hacer todo lo posible por facilitar la conciliación del horario laboral con la atención a los hijos. Con cierta frecuencia los adolescentes pasan la tarde sin presencia física de los padres y esta situación, con la enorme atracción que hoy en día se siente a estas edades por los videojuegos, Internet, la televisión, etc., no favorece el hábito del estudio diario en el hogar. Si la propuesta anterior no se pone en práctica, sería entonces conveniente que la administración educativa o, conjuntamente, las asociaciones de madres y padres y el profesorado de los institutos desarrollaran programas para que parte del alumnado tuviera la posibilidad de hacer su trabajo personal diario en el centro educativo bajo la atención de un profesor o profesora. No puedo terminar este artículo sin mencionar a Mariano Villafranca, excelente compañero, maestro de raza, vocacional, con muchos años de docencia a su espalda y que en estos momentos está pasando por una experiencia personal difícil. Él, como otros muchos, ha dado lo mejor de sí mismo para educar, en sentido amplio, (mucho antes de que se hiciera público el Informe Delors) al alumnado y, precisamente por ello, muy
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querido y valorado por compañeros, padres y alumnos. Resultados obtenidos por el alumnado de la muestra estatal En la prueba de Ciencias, realizada sobre una muestra amplia de alumnado de cada país, España se sitúa en el lugar 40 entre los 57 países evaluados y en el lugar 23 entre los 30 países de la OCDE, con 488 puntos. Se encuentra dentro la media de los países de la OCDE (491 puntos) y por encima de la media internacional (461 puntos). Estos resultados son superiores a los alcanzados por el alumnado español en 2003. En la prueba de Matemáticas, realizada sobre una muestra reducida, España se sitúa en el lugar 41 entre los 57 países evaluados y en el lugar 24 entre los 30 países de la OCDE, con 480 puntos. Se en-
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cuentra dentro de la media de los países de la OCDE (484 puntos) y por encima de la media internacional (454 puntos). Estos resultados son similares a los alcanzados por el alumnado español en 2003. En la prueba de Lectura, realizada también sobre una muestra reducida, España se sitúa en el lugar 44 entre los 57 países evaluados y en el lugar 26 entre los 30 países de la OCDE, con 461 puntos. Se encuentra por debajo de la media de los países de la OCDE (484 puntos) y por encima de la media internacional (446 puntos). Estos resultados son inferiores a los alcanzados por el alumnado español en 2003. Resultados obtenidos por el alumnado de las Comunidades Autónomas Además de la muestra estatal, también han presentado su
propia muestra a las pruebas PISA 2006 varias Comunidades Autónomas: Andalucía, Aragón, Asturias, Castilla y León, Cantabria, Cataluña, La Rioja, Navarra y País Vasco. Todas las Comunidades Autónomas obtienen mejores resultados que la muestra estatal en las tres pruebas, excepto Andalucía. En Ciencias, Aragón se sitúa en el lugar 17 entre los 57 países participantes más las 9 Comunidades españolas; la media del alumnado de Aragón es de 513 puntos, por debajo de Castilla y León y La Rioja (520 puntos). En Matemáticas, Aragón se sitúa en el lugar 19; la media del alumnado de Aragón es de 513 puntos, por debajo de Castilla y León y Navarra (515 puntos). En Lectura, Aragón se sitúa en el lugar 28; la media del alumnado de Aragón es de 483 puntos, por debajo de La Rioja (492 puntos) y País Vasco (487 puntos).
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ESTAMBUL por la cultura hacia la integración Carmen Pérez Ramírez
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i el oráculo de Delfos contribuyó a la fundación de Estambul, el emperador Constantino la engrandeció y pasó a ser la capital del imperio romano. Construida entre mares de velos turquesa, se convirtió en el vínculo esencial de la ruta del comercio y la cultura entre Europa Oriental y Asia y así, durante casi mil años, fue la ciudad más importante del mundo. Su riqueza cultural aportada por griegos, romanos y otomanos ha hecho, a pesar de sus destrucciones, una de las ciudades más interesantes de Europa. Pasear por la ciudad es encontrarse con el Yerebatan Sarayi que se encuentra a seis metros bajo tierra, con sus arcos y sus bosques de columnas húmedas, esta Cisterna nos transporta entre goteos de agua permanente y cabezas de Medusa a épocas gloriosas. Constantino el Grande la construyó y en
Yerebatan Sarayi (La Cisterna)
532 Justiniano la amplió. Después de la conquista otomana cayó en desuso pero en el siglo XVI un investigador francés descubre, a través de las gentes que decían que pescaban en los sótanos de sus viviendas, lo que hoy se conoce como Palacio
Santa Sofía
Subterráneo. A muy pocos metros de la superficie la gran cúpula del mayor templo cristiano del mundo, la Aya Sofía (Santa Sofía) nos desvela la grandeza del imperio en época de Justiniano (año 537). Ha sido modelo de catedrales católicas; esta Iglesia de la Divina Sabiduría, hoy museo, expresa su fortaleza frente a Sultanahmet Camii. Esta Mezquita con sus seis esbeltos minaretes, desde los cuales el muecín, cada día, llama a la oración, enmarcan una serie de cúpulas que a la vez se apoyan en otras más pequeñas. Su interior está revestido por los maravillosos azulejos de Iznik, que datan del siglo XIV, en tonos verdes y azulados, de ahí su nombre de Mezquita Azul. Sentarse en uno de los escalones en el patio interior es observar, no solo el pórtico y sus 30 cúpulas, sino también cómo los fieles hacen sus abluciones antes de entrar a orar. Estambul es una de esas ciudades donde se mezclan historia muy latente y vida trepidante. Andar por sus calles y barrios es descubrir su gran capacidad de sorprender y de seducir, empezando por el Gran Bazar con sus múltiples galerías decoradas en añil y ocre; sus tiendas se despliegan hacia
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el exterior irrumpiendo al paso del viajero ofreciendo cientos de cachivaches, a la vez que te envuelven dulzones perfumes y exquisitos aromas de especias. En la ciudad el comercio se organiza por gremios; este concepto medieval se mezcla con las tiendas de grandes escaparates situados en las plantas primeras de Gran Bazar los edificios y, gracias a ellos, las calles se hacen visibles en la noche. Al caer la tarde, cuando los hombres vuelven del trabajo, riadas de trabajadores pueblan las grandes avenidas, en esos momentos es difícil ir contra corriente, los taxis viejos y destartalados se abren camino a base de constantes pitidos, cuando no, éstos los hacen sonar también, para llamar su atención. Donde la historia se recrea es en el Topkapi Sarayi, allí se intuyen todos los misterios y grandezas de la época otomana entre jenízaros, visires, eunucos, sultanes, esclavos y concubinas. Fue la residencia del sultán y centro administrativo del Imperio, todo esto permanece de manera palpable y con cierto halo en las estancias privadas, los divanes, las telas, los azulejos y los mármoles, ellos desvelan una vida de pasiones e intrigas, de odaliscas y de poder. Así, desde el Bósforo, que mira al Mar de Mármara y al Cuerno de Oro, Estambul se abre para que participemos en su vida, con sus gentes venidas de otros lares; en ella confluyen diferentes culturas, religiones, en un hábitat de respeto y cordialidad, que ya en los años 20, se preocupó de instaurar el llamado «padre de los turcos» Mustafá Kemal, de sobrenombre Atatürk, aunque la lacra del terrorismo y el enfrentamiento de los distintos interlocutores o agentes sociales ponen al país en un equilibrio inestable, y sobre todo, se pone de manifiesto las dificultades que tienen para integrarse en la Comunidad Europea. Para tener una visión panorámica de Estambul hay que subir, atravesando uno de los cemente-
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rios—parque más grande de la ciudad, al mirador de Pierre Loti, escritor y oficial de marina francés que escribió y vivió en Estambul durante el siglo XIX. Sentarse en la cafetería que lleva su nombre es contemplar hermosas vistas sobre el Cuerno de Oro. No es de extrañar que este lugar fuera refugio de inspiración para el escritor. Estambul tiene todos los componentes para idear, imaginar guiones y novelas. Así lo hicieron escritores de la talla de Gustave Flaubert (1821-1880) que escribió sobre las calles y los burdeles de Estambul. Graham Greene (1904-1991) le llegó el éxito escribiendo la novela de espionaje El tren de Estambul (1932) y Agatha Christie (1890-1976) escribió Asesinato en el Orient Express que termina en Estambul, en la estación de Sirkeci, cuyo tren dio nombre a la novela. Vivir en Estambul con sus más de 12 millones de habitantes, y se estima que cada año se incorporaran varios cientos venidos de zonas rurales, es toda una proeza. La economía de subsistencia se detecta en la cantidad de ciudadanos que viven en la calle, incluidos niños y adolescentes. Su aguda crisis económica y la devaluación de la lira turca frente al euro hacen que Estambul sea un supermer-
Instalación de Arte de la Bienal dentro de la Cisterna
cado para el resto de Europa. Muchos europeos, incluidos los españoles, aprovechan el viaje para hacer sus compras. Esto hace que el sector servicios sea una de las fuentes de ingresos más importantes, a la vez que crea numerosos puestos de trabajo, tantos, que hay empleados para cada paso del cliente,
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con una disponibilidad que vulneraría aquí, cualquier convenio laboral. Estambul se debate entre tradiciones milenarias y ansias de progreso; entre fundamentalismos y liberalismos, contradicciones que hacen que tenga gran capacidad de adaptación. Así en su afán de conseguir ser una ciudad moderna, se dan cita festivales de música, teatro, cine y bienales de arte. En 1987, con no pocas dificultades, se establece la primera Bienal de Arte Contemporáneo. Esta manifestación artística se ha mantenido, prácticamente, hasta nuestros días. El pasado 4 de noviembre del 2007 se clausuraba la 10ª Bienal cuyo tema era: «No solo es posible sino necesario: Optimismo en la era de la guerra globalizada». A diferencia de otras Bienales, la de Estambul ha buscado temas que, de alguna manera, estaban implícitos en la sociedad, eligiendo lugares de exposición que son política, económica y socialmente emblemáticos de determinados aspectos de la modernización de la ciudad y del país. Los países participantes también marcan diferencia ya que no son
muy habituales en otras Bienales como: los países del Este, Sudamérica, Sudáfrica y Oriente Próximo. Por lo tanto, la Bienal de Estambul, a pesar de su corta trayectoria, tiene una singular proyección y unas características que le hacen tener una configuración propia. Un sentimiento Exposición de Fotografía de la Bienal en Santa Sofía común ha unido a todos los artistas participantes en las últimas Bienales de Estambul, y ha sido ese juego de integración y de comunicación, de diálogo transcultural entre Oriente y Occidente, es el objetivo que los turcos se han trazado y que ponen todo su empeño para que el puente del Bósforo que une Europa y Asia sea un puente a la tolerancia y a la libertad.
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De la vejez de casi todo Luis Yrache
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ablo por cuenta hoy del escritor Tito Lucrecio, en su libro De la Realidad (De rerum natura), que trata de física atomista, compuesto en la segunda mitad del primer siglo antes de Cristo. Está traducido por Agustín García Calvo a un castellano rítmico. (Curiosamente, el escritor Miguel Ángel Longás en el número último de Ágora daba noticia de esta, bastante inusitada, posibilidad de verter las lenguas clásicas a las romances y al mismo tiempo querer conservar el ritmo, la cantidad silábica, breves / largas, con la que, en este caso la latina, tradicionalmente, se expresaba literariamente). No debe extrañar tampoco que un asunto como la Física se vea en formato versal. Estaba tratando ahora de la vejez que empieza a atacar a este genérico mundo, gastado, tal vez excesivo de tamaño. Quippe etenim, quantost res amplior, augmine adempto, et quo latior est, in cunctas undique partis plura modo dispargit et a se corpora mittit, (Liber II, versos 1133 – 1135) Pues, ¿qué?, cuanto es una cosa más grande, al quitarle el aumento, y cuanto más sitio ocupa, hacia todas partes, de cierto, más masa al punto desparce y de sí más echa elementos,
Una subida de tono del habla, en nuestras vidas, podía dar acomodo a la tranquilidad de estas mentes. El estudio, para nuestras cabecicas, podría ser medicina eficaz contra la tontería ambiente. Y la confraternidad entre estudiosos, artistas, científicos, producir efectos grupales, que revertirían en el individuo, finalmente. Lucrecio se adscribió a una tradición grecorromana que unía filosofía, física, poesía. Su tono mental, diría, es más bien relativista, sin llegar a lo escéptico en moral, más claramente ateo en cuanto a religión. Pensé, mientras leía todavía estos primeros capítulos o libros, que debería hacer pública una nota, puesto que, jubilado, no se la iba a dar a la clase de bachiller y nos parecía atractiva, sintácticamente hablando. Aunque, fónicamente, trajera algún proble-
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ma, la cita merecía la pena para nuestra formación de las cabecicas, el relativismo que tanta falta hace frente al pensamiento único. Estábamos en el final de la segunda parte — llega hasta el Liber Sextvs—, cuando las cosas de este mundo, y él mismo, se empiezan a acabar. Su alimento, a base de primordios o corpúsculos, es demasiado costoso para él. Al ser tan enorme, necesitaba muchos átomos. Y si le faltan, su desintegración se nota en todo su gran alrededor. En la economía actual, ¿no es también peligroso el gigante que todo lo va haciendo suyo? Intenta levantar una hipótesis atomista que explique este perecer: Iure igitur pereunt, quom rarefacta fluendo sunt et quom externis subcumbunt omnia plagis, quandoquidem grandi cibus aeuo denique defit nec tuditantia rem cessant extrinsecus ullam corpora conficere et plagis infesta domare. (Versos 1139 – 1143) Perecen, pues, con razón, cuando a tanto flujo se han vuelto ralos y van a los golpes de fuera los cuerpos cayendo todos, porque es que a la mucha edad le falta sustento al fin, y no cesan primordios de fuera en su golpeteo de machacar cosa alguna y domarla al choque violentos.
Dice el físico que todas las cosas reciben golpes de los átomos que les atacan desde fuera y que por dentro también se degradan porque como están viejas se alimentan ya mal. nequiquam, quoniam nec uenae perpetiutur quod satis est neque quantum opus est natura ministrat. (Versos 1148 -1149) en vano, al fin, porque ya ni a tanto aguantan las venas que baste ni tanto Natura cuanto hace falta dispensa.
Parece que ni las venas aguantan la alimentación que necesita ni siquiera la naturaleza aporta lo que le haría falta al corpachón enorme en que se han
Ilustra: Rosa Luz Méndiz
ENSAYO PENSAMIENTO Y REFLEXIÓN
convertido las cosas de ese mundo. Y hasta tal punto la edad está rota y la tierra exhausta, que uix animalia parua creat, que cunta creuit saecle deditque ferarum ingentia corpora partu (Versos 1151 – 1152) apenas si cría animales pequeños, habiéndolos ella sin tasa criado, y parido enormes cuerpos de bestias.
Apenas unos párvulos animalicos da ya sólo la Tierra, que daba otros años aquellas fieras tan grandes. Recuerda ahora Lucrecio a su lector de teoría física que esta Tierra, ahora tan agotada, fue la que creó esos seres mortales que ya se acaban; y no Dios, que ni los hizo ni los bajó, como funámbulos en cable de oro, del cielo. Tampoco los creó la mar que bate esas rocas. Sino la tierra callada: sed genuit tellus eadem quae nunc alit ex se. (Verso 1156) sino la tierra las hizo, que aun hoy de sí las sustenta.
Y todavía está alimentando ella esas razas mortales la propia tierra, tellus, aquella que antaño también los engendraba. Ahora, pues, ya aquella grandeza y todas las cosas se acercan a fin. Recordaríamos, en castellano, las coplas de Manrique. El palentino era mucho más pesimista. Él está entristecido por lo que se va y pregunta insistente a dónde se está yendo. Iamque caput quassans grandis suspirat arator, (Verso 1164)
El propio humano, un viejo, un grande arador, suspira moviendo la cabeza. ¿No aguanta Lucrecio mejor el tipo que Manrique? Sabe que es así, que cuando los átomos han empezado a dejar de alimentar las cosas, se rompen los muros de los cuerpos mortales. Terminaba el segundo libro con esto precisamente: et crepat antiquom genus ut pietate repletum perfacile angustis tolerarit finibus aeuom, quom minor esset agri multo modus ante uiritim; nec tenet omnia paulatim tabescere et ire ad scobulum spatio aetatis defessa uetusto. (Versos 1170 – 1174) Y gruñe [el viejo labrador] de cómo la gente de antaño, de fe y de amor llena, tan fácilmente la vida aguantó en haciendas estrechas, cuando la parte de campo era mucho menor por cabeza; ni entiende que todo se va poco a poco pudriendo y que queda en barredura, cansado del tiempo a la vieja carrera.
Luego, ya en el tercer libro, veo que va a hablar de la muerte y con tono, me parece, sencillo, naturista, explicativo. Bastante poco religioso siempre el epicúreo y atomista. ¿Podrían, entonces, estos versos ser terapéuticos para alguno de nosotros en época de elecciones demasiado absorbentes? Es que además el escritor latino, como buen materialista, era partidario del optimismo humano con respecto a Natura. Éramos una criatura mortal más, un producto de la tierra, telúricos al fin y al cabo nuestros afanes y las alegrías. Se van las cosas como han venido, la vejez no es peor que la niñez, son cosas de Natura, generales.
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ENSAYO CIENCIA Y CONOCIMIENTO
CIENCIA Y CONOCIMIENTO
El reto del conocimiento del espacio Miguel Carreras Ezquerra
Desde que un lejano homo sapiens
turbado por su propia osadía se puso en pie por vez primera sobre sus dos patas traseras y levantó casi sin esfuerzo sus ojos hacia la estrellas, las preguntas sobre esos «campos de zafiro» que cierran nuestro horizonte comenzaron a generarle todo tipo de apasionantes respuestas. Y lo que fue en un primer momento el hogar de sus dioses, con la llegada de la ciencia moderna pasó a convertirse en el ámbito de demostración de las nuevas teorías matemáticas. Especular sobre las amplias vastedades que se abren más allá del corto alcance de nuestra visión ha dado lugar a las más asombrosas teorías sobre el universo: universos paralelos, big bang, antimateria, agujeros negros, teoría de cuerdas. El artículo que viene a continuación repasa de forma breve y concisa los principales hitos históricos que jalonan el proceso de adquisición de los conocimientos científicos que ahora poseemos sobre nuestro universo.
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Si el estado fundamental y la perfecta simetría es el paraíso, la historia del big bang se parece a la del paraíso perdido. El resultado es el variado universo de simetría rota que nos rodea en la actualidad. Joseph Silk.
E
l interés humano por el conocimiento del espacio, mundo, cosmos, cielo, acepciones distintas con matices del Universo, viene de muy lejos. En cuanto con la sistemática utilizada para su estudio puede decirse que, con matices, en la antigüedad, antes de entrar en juego la observación telescópica, priman las teorías para la descripción del cielo. Posteriormente, ya en el medioevo, con el perfeccionamiento de las técnicas de observación, se entra, coincidiendo con la revolución científica del Renacimiento, en otras prácticas más próximas a lo que actualmente entendemos por Ciencia. El mundo antiguo Para Platón el mundo es una creación ordenada. Recomienda a los astrónomos que reduzcan el desorden aparente de las revoluciones de los astros a movimientos regulares y enunciables matemáticamente. En el Timeo el esquema ordenado de los planetas, a partir de la Tierra, es: Luna, Sol, Mercurio, Venus. Las distancias entre los cuerpos celestes se indican con precisión y distingue cuatro esferas concéntricas a partir del centro del cosmos, correspondientes a los cuatro elementos. En Epinomis se introduce un quinto elemento, el éter, intercalándose su correspondiente esfera entre la del aire y la del fuego. Allí se afirma que el Sol es mayor que la Tierra. El Universo de Aristóteles no se diferencia mucho del de Platón y los pitagóricos. «La Tierra está en el centro y alrededor de ella se sitúan las
ENSAYO CIENCIA Y CONOCIMIENTO
regiones del agua, aire y fuego ocupando cada elemento su lugar natural. Se completa con el mundo sublunar, más allá del cual se extiende la región del éter incorruptible y de las esferas celestes. Aristóteles ofrece múltiples argumentos sobre la inmovilidad de la Tierra, cuestionados por Heráclito y otros» se explica en la Historia General de las Ciencias de René Tatón. Su universo es único y limitado. Más allá del mundo no hay espacio ni lleno ni vacío. Para Rosa Moreno, la doctrina platónica es eminentemente normativa y la aristotélica más empírica. Esta última establecería el modo de analizar científicamente los conceptos determinados por aquella. Y hace notar que cada vez que se ha producido una modificación en los intereses de la ciencia ha sido para refutar alguno de los supuestos del corpus aristotélico. Es en Sintaxis Matemática ―Almagesto en el mundo islámico―, donde Claudio Ptolomeo realiza una completa exposición del sistema geocéntrico, culminando la teoría de los planetas que habían esbozado Hiparco y Menelao. Fue el tratado en el que por vez primera se presenta una teoría coherente, completa y predictiva de la Luna, el Sol y los planetas. Las teorías ptolemaicas se completan con La hipótesis de los planetas. Según su sistema, el universo es un conjunto de esferas encajadas entre sí. La más externa es la de las estrellas fijas, dentro de la cual está la de Saturno, en cuyo interior está la de Júpiter, luego la de Marte, después las del Sol, Venus. Mercurio, la Luna y, por fin, en el centro de todas ellas, se encuentra, inmóvil, la Tierra. «El astrónomo debe esforzarse por hacer que las hipótesis más sencillas coincidan con los movimientos celestes, pero si no lo consiguiera, debe tomar las hipótesis que más le convengan», se dice en Almagesto. Sus proposiciones se complementaban con demostraciones rigurosas, fruto de observaciones. Puede afirmarse que con Ptolomeo acaba la Astronomía antigua, que, aun entrando en decadencia, no será puesta en tela de juicio hasta finales del siglo XV, si bien había sido ya cuestionada por Nicolás de Cusa dos siglos antes, al situar a la Tierra al mismo nivel que el resto de planetas. La revolución astronómica A Nicolás Copérnico le tocó iniciar la demolición de las tesis aristotélicas, ptolemaicas y de otros maestros antiguos e iniciar el fin del geocentrismo. Las ideas de su visión del mundo se recogen fundamentalmente en De Revolutionibus Orbium Coelestium. Proponía, en resumen, al Sol como astro rey en el centro del Universo, con todos los planetas girando a su alrededor. La Tierra realizaría una órbita anual en torno al sol, un giro diario sobre su eje y otro, menor que este, que explicaría la precesión de los
equinoccios. Afirma que los cuerpos celestes tienen movimientos naturales y espontáneos. «No se precisa del primer motor aristotélico, ni de las cohortes angelicales empujando las distintas órbitas celestes. Dios abandona la materialidad del Universo para refugiarse en la intimidad de las conciencias; la rígida teocracia medieval se orienta por el camino de la Ciencia», afirma Javier Puerto. Aunque sitúa al Sol en el centro del Universo, los movimientos de los astros no lo tienen como referencia, de modo que, aunque su modelo es heliocéntrico su astronomía, no lo es. Su universo, inconmensurable, sigue siendo finito. De la reforma copernicana derivaría imparable la revolución astronómica. Tycho Brahe y Kepler continuarían el camino y Giordano Bruno abrazaría la idea de la infinitud del Universo y de la unidad de la Naturaleza, divulgando por doquier el nuevo paradigma con un ardor que soliviantó a las instancias religiosas y le llevó a la hoguera. El Cosmos medieval estalló definitivamente y se abrió la vía a la nueva Ciencia, la de Galileo y Newton. En 1609 Galileo Galilei tuvo noticia de la invención del telescopio y aplicó el nuevo ingenio a la investigación astronómica. Un año después aparece el opúsculo El mensaje de los astros, donde relataba el descubrimiento de muchas estrellas, el carácter montañoso de la superficie lunar y la existencia de satélites de Júpiter con lo que el fin del universo de Aristóteles se hizo irreversible. En 1632 publica Diálogo sobre los dos principales sistemas del mundo en que, con su teoría de las mareas, considera probado el movimiento de la Tierra. «Tras examinar los fenómenos y efectos en el movimiento de las aguas, así como leer y escuchar las bobadas que acerca de sus causas han pensado numerosas personas, he llegado a la conclusión de que si el globo terráqueo permaneciera inmóvil no podría tener lugar el flujo y reflujo del mar y que al atribuir a dicho globo los movimientos conferidos, necesariamente habrán de producirse en el mar ese flujo y reflujo, de acuerdo con cuanto en él se ha venido observando», escribe en el Diálogo. Realmente la demostración insoslayable del movimiento de la Tierra tendría lugar más adelante con el péndulo de Foucault. Había un escollo a superar: la gravedad. Hasta la Edad Media se concebía como una propiedad de los lugares y no de la materia, admitiendo Copérnico diferentes sistemas de gravedad. Pero, ¿cómo explicar los movimientos ordenados y armónicos de los planetas? Los estudios de Gilbert sobre fuerzas a distancia, de Horrocks al atribuir a toda la materia capacidad de atracciones, de Descartes con los vórtices y el principio de inercia, de Borelli, que aseguraba que era la poderosa gravedad la que mantenía a los planetas en sus órbitas, y de Huygens
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de la fuerza centrífuga allanaron el camino para que Newton culminara. Aunque parece que el primero en resolver el problema fue Robert Hocke, las rigurosas demostraciones de Isaac Newton dejarían zanjado el problema en Philosophiae naturalis principia mathematica, donde se presenta un sistema del mundo constituido por partículas materiales que se atraen con fuerzas directamente proporcionales a sus masas e inversamente al cuadrado de la distancia entre ellas. Quedaba construido un modelo para varios siglos. Los telescopios, refractores y reflectores, pasaron a ser instrumentos cotidianos para los astrónomos. En 1785 Herschel, descubridor de Urano, construye uno con espejo de 1,5 metros de diámetro. Con él registró nebulosas fuera de nuestra galaxia, como ya había sugerido Kant en Historia general de la naturaleza y teoría del cielo. La Astronomía mostró que la Tierra es tan solo un pequeño planeta que gira en torno a una estrella de los millones existentes. «Venga, señor arzobispo, y le enseñaré a usted el camino del cielo», dijo Herschel al purpurado de Canterbury. En 1667 Luis XIV había decidido la fundación del Observatorio de París y la Escuela astronómica, cuya dirección se encargó a Jean Dominique Cassini. Poco después vendría el de Greenwich, donde Leverrier descubrirá Neptuno. En 1790 comienza la construcción del de Madrid. Era el momento de los grandes telescopios. Plutón, recientemente degradado, se descubriría en el gran Observatorio de Mount Wilson mucho después, en 1930, completando la lista de planetas solares. Posteriormente, en grandes observatorios como el de Mount Kea en Hawai, se localizó un buen número de nuevos astros e incluso se postularon candidatos a agujeros negros y se vislumbraron planetas extrasolares. En junio de 2007 comenzó a funcionar el Gran Telescopio de Canarias, el mayor del mundo. Tiempos modernos: Astrofísica y Cosmología La irrupción de poderosas teorías como la relatividad y la mecánica cuántica, la invención de la fotografía y los descubrimientos sobre las ondas electromagnéticas, la luz y la espectroscopia contribuyeron a potenciar las posibilidades de escrutar los cuerpos celestes y completar el conocimiento de la estructura del Universo. La relativista curvatura del espacio-tiempo llevó a nuevas revisiones de la gravedad. Albert Einstein dice en Mi visión del mundo: «La nueva teoría de la gravitación, difiere mucho de la de Newton […] Pero que nadie piense que con esta o cualquier otra teoría pueda quedar eliminada en un sentido intrínseco la gran creación de Newton». ( 52 )
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En lo referente a la composición material, se pasó de una duradera teoría de los cuatro elementos de Empédocles a un mundo constituido por moléculas y átomos fundamentado en el modelo de Dalton y Avogadro. Los laboratorios de Física de partículas, especialmente los de Fermilab y el CERN, han permitido desentrañar la estructura interna de los átomos, que estarían formados por electrones y quarcks, encontrándose en el camino un amplio ramillete de nuevas partículas. Del esfuerzo común de la Astronomía y la Física de partículas y de las relaciones de síntesis entre microcosmos y macrocosmos nace una nueva disciplina científica, la Astrofísica. El desarrollo tecnológico del siglo XX, especialmente de las ópticas activa y adaptativa en los observatorios y la entrada en escena de los radiotelescopios y la física de altas energías, han propiciado una serie de experimentos, imposibles de realizar en laboratorios terrestres. Se precisaban telescopios en el espacio. Ya en plena era espacial, numerosos ingenios científicos se han enviado más allá de la atmósfera terrestre. Destacan el Observatorio Espacial Europeo (ISO), lanzado en 1995, que opera en el infrarrojo mediano y lejano que no se detecta en la superficie terrestre y, sobre todo, el Hubble, que la NASA lanzó en 1990 y que dispone de un espejo de 2,4 metros. Trabaja desde el infrarrojo cercano al ultravioleta y va dotado de ultramodernas cámaras fotográficas que permiten imágenes de galaxias jóvenes, nebulosas, cometas y planetas solares. El Universo tiene una historia. De las teorías propuestas para explicar su origen la más contrastada y aceptada por la comunidad científica es la del big bang. Muchos astrónomos del siglo XIX y principios del XX suponían que nuestra galaxia era el Universo entero y abogaban por un modelo estático. Se basaban en el postulado de Weyl que ofrece una definición precisa del tiempo universal, a partir del que se dispone de una coordenada temporal, respecto a la cual se pueden describir los cambios del Universo y en el principio cosmológico que dice que es homogéneo e isótropo. La demostración del desplazamiento al rojo de las galaxias por Hubble y Humason introdujo el concepto de Universo en expansión. Posteriores aportaciones de ilustres teóricos como de Sitter, Einstein, Friedman, Lemaitre,Gamow y Hawking, el descubrimiento por Penzias y Wilson de la radiación de fondo de microondas, reliquia del big bang, y la observación de la cantidad de hidrógeno y helio en el Cosmos, consolidaron el modelo que tiene pendientes algunas cuestiones como el predominio actual de la materia sobre la antimateria y el problema de la masa oculta. El telescopio espacial Cobee midió las huellas de la radiación de fondo y resolvió algunas dudas sobre su falta de homogeneidad. La gran explosión pudo empezar hace unos quince
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mil millones de años. Menos de un segundo después electrones, protones, neutrones, neutrinos y fotones con sus respectivas antipartículas, a temperaturas de miles de millones de grados, constituían la sopa primigenia. Está comprobado teóricamente que sólo trescientos mil años después el Universo se hace transparente a la luz, bajando la temperatura a solo miles de grados. En el Sol se produjeron reacciones de fusión nuclear y la formación de núcleos pesados tuvo lugar en las estrellas. Los elementos más abundantes son carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno. Es el momento de la Cosmología. La edad de la Tierra se estima en unos cuatro mil quinientos millones de años y la vida en ella surgió hace unos tres mil quinientos millones de años. El homo sapiens pudo aparecer hace unos cien mil años. Recientes investigaciones cruzadas de los yacimientos españoles de El Sidrón y Atapuerca parecen confirmar que el lenguaje puede haber tenido su origen hace más de medio millón de años. Y, ¿cuál es el destino del Universo? Todo depende de si la densidad de materia existente y la gravitación asociada es capaz de superar a la expansión. Si así fuera iríamos hacia un big crunch. En caso contrario, como apuntan estudios recientes, la expansión acelerada seguiría. La citada densidad es función de la cantidad de masa en el Universo. Cosmólogos relevantes aseguran que casi un 90 % de materia del Universo es distinta a la visible. Despejar y conocer la naturaleza de esa materia-energía oscura, descubrir el origen y transmisión de la masa, tal vez asociada al misterioso e ignoto bosón de Higgs, completar el modelo estándar de partículas e interacciones, son algunos de los grandes objetivos del más potente acelerador, el LHC, una ambiciosa apuesta europea, que se pone en marcha en 2008 en el CERN de Ginebra. «Definitivamente la humanidad queda fuera de cualquier lugar especial dentro del Universo. Estamos en un planeta corriente que gira alrededor de una estrella corriente en los arrabales de una galaxia
de tipo medio. Nuestra galaxia contiene cientos de miles de millones de estrellas y hay cientos de miles de millones de galaxias en el Universo visible, todas ellas parecidas al Sol y entrelazadas con nubes de gas y polvo, lo que descarta la idea prerrenacentista del hombre como pináculo único de la creación y diferente cualitativamente de las formas menores de vida», apostilla John Gribbin en su Historia de la Ciencia. El lanzamiento en 1957 del primer satélite artificial, el Sputnik, y la posterior llegada del hombre a la Luna en 1968 abrió una nueva etapa, la de la conquista del espacio. El futuro tiene todavía muchos interrogantes por aclarar, siendo uno de los más apasionantes el de la existencia de vida extraterrestre. Como dice Stephen Hawking en Historia del tiempo: «Hoy en día, aún seguimos anhelando saber por qué estamos aquí y de dónde venimos. El profundo deseo de conocimiento de la humanidad es justificación suficiente para continuar nuestra búsqueda. Y esta no cesará hasta que poseamos una descripción completa del Universo en que vivimos».
BIBLIOGRAFÍA - Hoyle, Fred , Iniciación a la astronomía, Hermann Blume, 1984. - Tatón, René Historia general de las Ciencias, Orbis, 1988. - Averbuj, Eduardo Con el cielo en el bolsillo, Ediciones de la Torre, 1990 - Gribbin, Gribbin, Historia de la Ciencia (1543-2001), Crítica, 2003. - Einstein Albert, Mi visión del mundo, Editorial cuadernos ínfimos, 1980. - Elena Alberto, La revolución astronómica., Akal, 1995. - Hawking, Stephen, Historia del tiempo, Crítica, 1988. - Revista Ciencia Viva. Número 12 (Big bang), 1992 y número 43 (Telescopios), 1998.
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ENSAYO ACTUALIDAD
ACTUALIDAD La vida humana en sociedad y con
ella el lenguaje escrito tuvo su origen en torno al 3300 a. de C. entre las márgenes de los ríos Tigris y Eúfrates. Allí los seres humanos aprendimos a vivir en sociedad y elaboramos códigos que habían de regir las relaciones sociales. Aquella era una sociedad agrícola en la que el agua –la cultura del agua– era el fundamento de su desarrollo y de su sostenibilidad. Desde entonces, la mayor parte de los asentamientos humanos han buscado siempre la amable presencia del agua… A lo largo de la historia, el valle del Ebro ha estado habitado por pueblos muy diversos en los que el agua y la tecnología del agua, en fecunda simbiosis, han perfilado siempre las pautas del progreso material y han posibilitado el desarrollo cultural de sus gentes. Hoy por hoy, el Ebro es el espejo en el que el mundo –un mundo ciertamente desequilibrado– se mira y un escaparate donde el futuro debiera perfilarse con relaciones de equidad y de justicia. Tal vez esas relaciones de equidad y de justicia necesiten un lenguaje nuevo que sea una síntesis armónica entre la filantropía y la cordialidad. ¿Tal vez el esperanto?
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LA EXPO: Una oportunidad para Aragón Álvaro Bajén
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na de las muchas opiniones que comparto con los trabajadores autónomos y, creo, con muchos ciudadanos es que la EXPO 2008 es una gran oportunidad para Aragón, que comenzó a hacerse realidad en París, el 16 de diciembre de 2004, cuando Zaragoza fue nombrada sede de la Exposición Internacional por el Bureau International des Expositions. La elección del tema del agua ofrece una magnífica ocasión para tratar con rigor todos los aspectos vinculados a este bien común tan precioso, escaso y, en demasiadas ocasiones, polémico. El instrumento intelectual y científico de Expo Zaragoza en materia de agua es la «Tribuna del Agua», que ha diseñado ocho semanas temáticas que representan la oferta programática para recoger el conocimiento y las propuestas de los científicos, tecnólogos, empresarios, estudiosos y estudiantes del agua de todo el mundo y de sus múltiples campos de acción, especialidades, enfoques, intereses y objetivos. tivas:
Así, el agua se estudia desde cuatro perspec-
a) El Agua, recurso único. Como es un bien escaso en muchos países, es necesario desarrollar políticas de gobernabilidad y buena administración, es decir, la gestión integrada del agua en su dimensión social, económica, política y ambiental. Se hace necesario un cambio cultural. b) El Agua para la vida. Es un alegato a favor del ser humano integrado en armonía con su medio ambiente, en contraste con la visión del hombre dominador de la naturaleza aparentemente inagotable. La especie humana —señalan los organizadores de la muestra— tiene la capacidad y responsabilidad de vivir con la naturaleza y no contra esta. c) Los paisajes del agua. Su objetivo es descubrir la imagen, la estructura y el dinamismo del
ENSAYO ACTUALIDAD
junto a la puerta «Ebro» y el Pabellón España. Tiene 1600 m2 de muestra accesible al público y la imagen exterior del edificio destaca por el movimiento de las cascadas que caen desde su azotea, realzadas, durante la noche, por atractivos juegos de luz. Se recorrerán ecosistemas acuáticos de cinco ríos significativos: el Nilo, Mekong, Amazonas, Murria Darling y el Ebro. Para completar este enclave, a orillas del Ebro se están construyendo seis plazas temáticas: complejo sistema de relaciones entre los ecosistemas naturales y la huella cultural de las civilizaciones. d) El Agua elemento de relación entre los pueblos. Tradicionalmente los ríos han sido elementos de comunicación entre los pueblos y fuente de relaciones sociales y jurídicas por su uso común. Es, por tanto, un vehículo de encuentro y, con sentido común, fuente de paz. El objetivo básico de la muestra es, por lo tanto, promover una nueva cultura del agua, ligada a la sostenibilidad. Se pretende propiciar la participación de los ciudadanos en torno a ese objetivo, crear conciencia del problema del agua en el mundo y de las oportunidades que genera esta nueva cultura. Por ello, se mostrarán las mejores experiencias desarrolladas por nuestra civilización en esta materia, para lo que se cuenta con el recinto de la Expo 2008, que tiene una superficie de 25 hectáreas y se integra en el Parque Metropolitano del Agua, un pulmón verde de la ciudad de Zaragoza, con 150 hectáreas que rodean al meandro del río Ebro. En el recinto se destacan tres pabellones temáticos en torno al «Agua como recurso único», el «Agua para la vida» y «Los paisajes del agua». El primero de ellos es el Pabellón Puente, una de las principales referencias de la Exposición. Facilita el acceso peatonal al recinto desde el Sur de la ciudad y de la Estación Intermodal de las Delicias, a la vez que alberga una de las principales exposiciones. La Torre del Agua, una de las construcciones emblemáticas de la Expo, alberga en su interior la exposición sobre el segundo tema: «Agua para la vida». El edificio supone un nuevo hito simbólico y estético para Zaragoza. Transparente, sólido y dinámico durante el día, se transforma en faro luminoso durante la noche. Y el tercer tema se desarrolla en el nuevo acuario fluvial, situado en pleno corazón del recinto,
1.- Inspiraciones acuáticas. Con el argumento principal de la relación del ser humano con el agua. 2.- Agua extrema. Con 800 m2 de superficie expositiva. El exterior simboliza el instante en que una ola rompe sobre la playa. Se vivirán sensaciones producidas por el Agua Extrema, experimentando un huracán, un tsunami o la gota fría. 3.- Sed. Una montaña de sal sobre un volumen hinchable sirve de pabellón y metáfora de la sed. 4.- Oikos, agua y energía. En esta plaza temática tendrá lugar una exposición que conduce al visitante a un conjunto de experiencias que demuestran la capacidad del agua para producir y almacenar energía de forma respetuosa con el medio ambiente, barata, para todos. 5.- Agua y ciudad. A través de una rampa continua, el visitante accederá a los distintos espacios de la exposición hasta llegar a un gran mirador sobre el río Ebro. 6.- Agua compartida. Es un conjunto de laberintos, pasarelas y una gigantesca representación de la cuenca de un río, elevada hasta llegar a los 15 m en su punto alto. Por lo demás la Expo tendrá más de 100 países instalados en pabellones. Y a su vez, se han previsto más de 3.400 actividades concertadas de cultura y espectáculos. Los países participantes programarán sus propias actividades culturales. Por ello Expo 2008 será, además, un gran espacio cultural y de ocio. La organización de esta exposición requiere una inversión de 1400 millones de euros para atraer cerca de 7,5 millones de visitantes (el proyecto se exhibirá del 14 de junio al 14 de septiembre). En parte esta inversión se sufragará por los propios visitantes. El Gobierno central asume el 70% de la financiación de las inversiones directamente relacionadas con la muestra, mientras que el Ejecutivo autonómico y el Ayuntamiento aportarán un 15% cada uno.
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El Estado financiará el cierre del tercer cinturón; la adecuación de las riberas del Ebro, en el tramo urbano, y la de los ríos Gállego y Huerva y Canal Imperial de Aragón en los tramos urbanos y periurbanos; la modernización del aeropuerto;la adecuación de la Autovía de los Pirineos así como la incluisión de Zaragoza en el Plan de Transportes Ferroviario de Cercanías. ¿Y qué pasará después? El 74% de las inversiones necesarias para la exposición se recuperarán tras su clausura por el uso futuro previsto para la Expo. Se ha previsto crear el parque empresarial más moderno de Europa: Expo Zaragoza Empresarial es un ingenioso proyecto de reconversión arquitectónica, destinado a mantener y potenciar la proyección internacional de la ciudad adquirida gracias a la Expo. Sostenibilidad, cultura, inversiones, apertura al mundo, proyectos de futuro… Valgan solamente estas razones como demostración de la gran oportunidad que supone la Expo para toda la ciudadanía vinculada a Aragón, sea profesional o no. Cien países del mundo así lo piensan.
Expo Zaragoza 2008
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ENSAYO ACTUALIDAD
EXPO DE CAL Y DE ARENA Mari Sancho Menjón
«Y
o estoy de acuerdo en que hay cosas que no se están haciendo bien; pero aunque sólo fuera por lo que va a ayudar a que nos suba la autoestima, merece la pena que se haga la Expo». Eso me decía hace unos meses el actor Ricardo Joven, mientras mirábamos, desde el Puente de Santiago, las tareas de dragado justo a nuestros pies, y al fondo, al mismo tiempo, el avance de las obras en el meandro de Ranillas. Teníamos ante los ojos en ese momento una parte de la “cara” y una parte de la “cruz” de lo que el evento internacional que se va a celebrar este año en Zaragoza nos dejará como legado… aunque la Expo es mucho más, para bien y para mal. Hace ya décadas que la celebración de eventos internacionales de este tipo perdió el sentido que tuvieron en su origen, que era el de constituir una ocasión para difundir entre agentes económicos, culturales y políticos de diversas partes del mundo las novedades técnicas, los productos, los avances y logros de los países participantes. Eran, en definitiva, un buen medio de intercambio de información, de puesta al día de innovaciones y de oportunidades de negocio para el futuro. Hoy en día, desde luego que no es necesario organizar una exposición internacional para conseguir todo esto; las novedades tienen cauces de difusión inmediatos, el intercambio de información y el contacto entre gentes de diversos países que necesitan conocerse para desarrollar aspectos económicos, tecnológicos o de cualquier índole discurre por otros derroteros. ¿Qué sentido tiene, pues, organizar una Expo en el siglo XXI? Cualquier zaragozano responde rápidamente: lograr del Estado unas inversiones en infraestructuras —sobre todo, de comunicación— que debían haberse hecho hace décadas. Y, ciertamente, esas inversiones están ahí: nuevos cinturones de ronda,
ampliación de conexiones de transporte, multiplicación de la actividad en el aeropuerto y en la Intermodal… Pero… ¿eso es todo? Para eso tampoco hace falta una Expo: si lo que se necesitan son infraestructuras, exíjanse, peléense por otros cauces. «Bien», dicen otros; «también la ciudad se está renovando, se arreglan las riberas y se limpian monumentos, se adecuan los paseos cercanos al río, se gana en zonas verdes; y el recinto Expo quedará después para la ciudad, con edificios que antes no habríamos ni soñado, y que van a cambiar la imagen de Zaragoza». También es cierto. De hecho, la Expo será un potente reclamo turístico para la ciudad. Lo mismo piensan muchos de los países participantes, que organizarán en sus pabellones exposiciones, eventos y conciertos destinados a ofrecer una imagen lo más atractiva posible de cara al turismo. Y… ¿qué más? «Ah, ¿es que te parece poco?», se me dirá. Pues sí, me parece poco. Porque aún no hemos hablado del contenido, del mensaje, del meollo que justifica el que a Zaragoza se le concediera, hace ya tres años, la posibilidad de organizar una Exposición Internacional. Y es su lema: Agua y desarrollo sostenible. Es un lema magnífico, bueno de verdad. Se eligió uno de los temas que suscitan mayor interés a nivel mundial, de modo que la Expo debería ser una oportunidad de oro para poner sobre la mesa cuestiones candentes que exigen solución sin demora, que reclaman urgentemente un cambio de rumbo si lo que queremos es dirigirnos hacia un verdadero desarrollo sostenible. Estamos hablando, nada más y nada menos, que del futuro del planeta; de un futuro cercano, casi al alcance de nuestros dedos y,
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desde luego, con toda seguridad el que será presente de nuestros hijos. Pero para que esa oportunidad se aproveche, para que Zaragoza sea un lugar de referencia mundial en temas de agua, como ciudad que acogió la Expo 2008, hace falta ser valiente. Hace falta mirar de frente los problemas, hace falta llamar a las cosas por su nombre y cuestionar la legitimidad de intereses muy poderosos que de eso del “desarrollo sostenible” no quieren ni oír hablar. Corremos el riesgo de que el lema de la Expo sea simplemente eso, un bonito lema que dio el triunfo a nuestra candidatura ante el BIE. Quiero creer que una parte, aunque sea pequeña, de la enorme maquinaria que está poniendo en marcha el evento se hallará dedicada con todo ahínco a conseguir este ambicioso objetivo. Sé que existe la Tribuna del Agua, un foro cuyo objetivo es debatir estos grandes temas, en diversos niveles de complejidad (traerán a personalidades, a especialistas de todo el mundo; pero también habrá debates públicos, ciudadanos). Sé (porque colaboro concretamente en esto) que en «El Faro», el Pabellón de Iniciativas Ciudadanas, se denunciarán atropellos cometidos en relación con las políticas hidráulicas en todo el mundo, ofreciendo al público información que a menudo no se da y que le permitirá pararse a reflexionar sobre los derechos de aquellos a quienes siempre les toca pagar. Y sé que, a nivel oficial, la Expo como evento global se posiciona en pro de conseguir que el acceso al agua potable y al saneamiento, que se cobra cada año millones de vidas pero que tiene solución (pues no se debe a
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la escasez de agua, como solemos oír decir), sea declarado uno más de los Derechos Humanos; y será una buena iniciativa porque, aunque parezca increíble, aún no está reconocido como tal… Pero a día de hoy, cuando faltan pocos meses para que se inaugure la muestra, todavía no se está dando un mensaje claro en cuanto a los contenidos de la Expo, en cuanto a los temas que se debatirán, a la finalidad que aspira a tener y al legado que pretende transmitir. La ilusión que un día prendió mayoritariamente entre los aragoneses, y sobre todo entre los zaragozanos, con la idea de acoger un evento de tales dimensiones en nuestra casa, no puede materializarse, como resultado, en una serie de obras. Vemos avanzar esas obras, sí; pero nos cansa el «mensaje del ladrillo», y no lo digo por el hartazgo que supone vivir el día a día entre zanjas, grúas y hormigoneras. Creo que los ciudadanos necesitamos saber que esa Expo tiene fe en su propio lema, y eso han de transmitírnoslo para que nuestra ilusión no se apague. Durante el verano pasado vivimos una crisis colectiva frente a la Expo, cuyos organizadores tuvieron una grave falla de credibilidad: podemos recordar bien la agresión que supuso al río el practicarle un dragado; la falta de sensibilidad ante nuestro patrimonio que fue el hecho de que rebajaran la solera del Puente de Piedra, uno de nuestros monumentos más emblemáticos; y el descrédito que supone para el lema de la muestra el hecho de que el denominado «Plan de Recuperación» de las riberas del Ebro esté consistiendo, en buena medida, en revestirlas de cemento, en hacer-
les escolleras, en talar sus árboles para sustituirlos por frías avenidas «de diseño duro»… No ayudó tampoco, precisamente, el que se les impusieran graves multas a quienes acamparon junto al río para protestar por todo aquello, ni que se les llamara «eco-vagos» y otras denominaciones no más respetuosas. Si se insulta y se castiga a quienes defendían el río de manera totalmente desinteresada, ¿qué credibilidad le queda al desarrollo sostenible que dice propugnar la Expo? Aquella crisis acabó por calmarse (al menos, dejó de salir en los medios de comunicación), pero no fue buena para la Expo. Y desde la Expo no se ha hecho gran cosa, hasta la fecha, por contrarrestar ese «bajón». Somos, tal vez, los ciudadanos los que le estamos echando fe por nuestra cuenta. Faltan unos meses para que la Expo abra sus puertas. Hay tiempo aún para que podamos valorar la credibilidad y el calado de su lema. La gran oportunidad para Zaragoza está ahí: exijamos que no se desaproveche. Ha llegado la hora de cambiar «el mensaje del ladrillo» por el del compromiso.
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CENT JAROJ… María Antonia Garayoa Marta Arias
C
on el periódico abierto, como ĉiuj las tardes, entre titular y titular, mi atendis que la mesa de al lado se ocupara. Me había sentado, como siempre, a esa horo, variable según la estación de la jaro, en la que ni la apagada luz de la calle, ni la de las bombillas recién encendidas del establecimiento permitían precisar los perfiles de los volúmenes. Las últimas vesperoj, había escuchado risas excitadas, entre las que se entendía alguna vorton del argot juvenil y lo que se decían aquellas jóvenes entre la movoj de manos y los vaivenes de sus melenas inundaba mi alma de alegrías despreocupadas y lejanas del último atentado en Pakistán o los goles del Barça–Sevilla. Ya me había sumergido en un artículo sobre la renuncia de Castro a la presidencia de Cuba; no había reparado en la pareja que ocupaba la tablon de mis acechos vespertinos. Él, maljuna hombre, ella, juna mujer. Ella demandis, ili respondis: ― Por demandi, siempre que la pregunta no comience con pronombre o adverbio interrogativo, la frase se abre con la partícula «ĉu». ¡Era una conversación metalingüística!… kelkaj vortoj resultaban familiares, conocidas, identificables. Cortésmente les interrumpí y, sin pedirles nada, hicieron sitio en ilia tablo por mi kaj ili daŭrigis iliaj eksplikoj, sen flanklasi min, sed ankaŭ partoprenigante al mi. Ekde tiu tago, mi studas kaj parolas esperanton kun la juna virino kaj la maljuna kaj klera viro unu aŭ du vesperoj ĉiusemajne.
con fluidez polaco, alemán y ruso, y pronto aprendió francés, latín, griego, hebreo e inglés, y se acercó al yiddish, italiano, español y lituano. Con apenas 17 años, Zamenhof se embarcó en la aventura de crear «una lengua con pretensiones de universalidad», soñando con que algún día se convirtiera en un idioma fraternal para el entendimiento de los seres humanos. Dos años más tarde, ya tenía listo su primer boceto de gramática y, en 1887, convertido ya en doctor, publicó en Varsovia el formato definitivo de su Lingvo Internacia (Lengua Internacional), bajo el seudónimo de Dr. Esperanto, que inmediatamente se convirtió en el nombre de aquella nueva lengua planificada. El esperanto no nacía con la intención de sustituir a las lenguas nacionales de los diferentes países, sino que aspiraba a servir como segunda lengua auxiliar a todos ellos. Esta no era una idea nueva, pero Zamenhof fue consciente de que, para lograrlo, el esperanto debía convertirse en una lengua de uso colectivo, por lo que debía ser fácil de aprender y de entender, y sin grandes complicaciones gramaticales. El símbolo del movimiento esperantista es una estrella verde de cinco puntas, que refleja las aspiraciones de esta lengua, tanto en su forma, con las cinco puntas representando los cinco continentes, como en su color, usado para representar la esperanza, y cuyo concepto ya se encuentra en el propio nombre de la lengua: «esperanto», que significa «esperanzado».
Los comienzos del esperanto
Algunas fechas relevantes para el esperanto
La historia del esperanto comienza, a mediados del siglo XIX, en el frío pueblo de Bialystok, perteneciente por aquel entonces a Rusia y hoy parte de Polonia, en el que se vivía una situación especialmente tensa por la difícil convivencia entre rusos, alemanes, polacos y judíos. En 1859, en el gueto de Bialystok, de madre judía y padre judío agnóstico, nace el creador del esperanto: Lázaro Ludovico Zamenhof, quien, ya desde pequeño, se interesó por las lenguas. Hablaba
1903: se constituye la Sociedad Española para la propaganda del esperanto. 1911: se permite en España la enseñanza del esperanto en las escuelas oficiales y universidades. 1917: fallece Zamenhof (1859―1917). 1933: los nazis prohíben el esperanto en Alemania. Lo mismo hace Stalin en la Unión Soviética. En ambos países se persigue a los esperantistas y se les envía a campos de concentración. 1936: estalla la Guerra Civil en España y la ac-
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tividad esperantista casi desaparece. En las Brigadas Internacionales vienen algunos esperanto‒hablantes de los países del Este, que establecen contactos esporádicos con españoles de la zona republicana. Después de la guerra, los esperantistas son perseguidos por el régimen de Franco. 1947: fundación de la Federación Española de Esperanto. 1963: se crea en la Universidad de La Laguna (Tenerife) la primera Cátedra de Esperanto, ocupada por el Dr. Juan Régulo Pérez, profesor de Lengua y Literatura. 1977: la Fundación Esperanto edita la traducción al esperanto del libro El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha. 2003: se publica el Gran Diccionario Español‒Esperanto, con más de 50.000 voces. Hablantes de esperanto Dar una cifra exacta de los hablantes de esperanto en la actualidad es especialmente complicado, porque no hay censos ni estadísticas que recojan esta información. Únicamente pueden darse cifras aproximadas, que oscilan considerablemente en función del criterio escogido. Lo que sí está claro es que la Asociación Universal de Esperanto cuenta con miembros en un total de 117 países. Una de las estimaciones sobre el número de esperantistas en el mundo fue la publicada en la revista Esperantolehti (1996) por el finlandés Jouko Lindstedt, que propone las siguientes cifras: - 1.000 hablantes de esperanto como lengua materna (normalmente plurilingües). - 10.000 personas que lo hablan con fluidez, como si fuera su lengua materna. - 100.000 personas que pueden usar la lengua de forma escrita y hablada. - 1.000.000 de personas que, de modo aceptable, comprenden el esperanto hablado y escrito. - 10.000.000 de personas que conocen los principales fundamentos de la lengua. Los hablantes de esperanto están muy diseminados por todo el mundo. Para comunicarse, establecer contactos, difundir su lengua y darse a conocer han desarrollado asociaciones y grupos que organizan congresos, seminarios y encuentros. El congreso más importante en el ámbito internacional es el organizado anualmente por la Asociación Internacional de Esperanto. El primero se celebró en 1905, en Boulogne‒sur‒Mer (Francia), con 688 participantes procedentes de 30 países. Desde entonces, salvo en periodos bélicos, se ha celebrado cada año un congreso en algún país del mundo. ( 60 )
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Todos los congresos se han celebrado en países europeos, a excepción del último, de 2007, celebrado por primera vez en una ciudad asiática: Yokohama (Japón). Paroli estas bona ideo, char, ĝenerale, oni ne ignoras la samo (traducción al esperanto de una frase de Jorge Wagensberg). El esperanto en Aragón El movimiento esperantista fue introducido en Aragón por el abogado Emilio Gastón Ugarte, fundador, con la colaboración de Agustín Montagud y Rafael Benítez, de la primera sociedad esperantista, Frateco, en 1908. El movimiento tuvo una gran acogida en esta Comunidad, sirviendo como vía de encuentros y contactos políticos, ideológicos o literarios y como plataforma para llevar a cabo importantes obras humanitarias al finalizar la Primera Guerra Mundial. Hubo un tiempo en el que en Aragón se reunían hasta 5 ó 6 grupos de esperantistas y en el que todos los partidos políticos tenían su propia sección de esperanto. Hoy en día, cuando se celebra el primer siglo de actividad de dichos grupos en esta comunidad, solo dos asociaciones continúan en activo: Frateco, que ha permanecido siempre activa desde 1908, a pesar de la Guerra Civil y de otros avatares históricos, y la Fundación Esperanto, fundada en 1968 por el Rector de la Universidad de Zaragoza D. Miguel Sancho Izquierdo. Ambas tienen sus sedes en Zaragoza y en ellas se conserva una extensa literatura en la Lengua Universal (más de 4.000 volúmenes) y se imparten clases para el aprendizaje de esta lengua. En Zaragoza ha residido la Federación Española de Esperanto desde 1963 hasta 1970 y se han editado numerosas revistas, como Nia Vivo, Horizonte, Kajeroj el la sudo y el propio Boletín de la Federación Española, que se sigue editando en Zaragoza, aunque la Federación tenga hoy su sede en Madrid. También se han publicado en Zaragoza importantes libros y traducciones de conocidas obras literarias, destacando La ingenia hidalgo D. Quijote de la Mancha, primera traducción mundial de la obra de Cervantes al esperanto. Más información sobre este tema puede encontrarse en la monografía Un siglo de esperanto en Aragón, de Antonio Marco Botella, un exhaustivo y documentado trabajo sobre la historia de este idioma en nuestra Comunidad autónoma. La evoluo actúala de la homaro estas frukto de la estinteco de la homoj.
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Valo Ordesa Antonio Marco Botella (el la
Valle de Ordesa (traducción del propio autor)
libro Laboristaj Kronikoj)
Mirinda, la bela valo!
¡Maravilloso, el bello valle!
Giganta rokar´ silenta!
¡Silenciosas, las rocas gigantes!
Leer en esperanto
Ĉiuj verdoj sur l’arbaro
Todo el bosque pleno de verdes,
kaj l´okroj sur rok´ fiera,
y los ocres de rocas arrogantes,
Se calcula que el número de libros editados en esperanto es superior a los 25.000. Ello ha permitido al esperanto convertirse en un instrumento para acercarse a la literatura de otros países, especialmente a la de aquellos con lenguas menos difundidas internacionalmente. En esperanto pueden leerse desde Shakespeare a Kafka, Tagore, Baudelaire, Kertész, pasando por literatos chinos, bosnios, árabes o brasileños. La literatura en castellano también se halla representada en esperanto: Baroja, Bécquer, Benavente, Valle-Inclán o el Quijote de Cervantes, entre otros. No falta tampoco literatura para los más pequeños: Winnie-Pu, Pipi Calzaslargas, La familia Mumín, los libros de Oz, Astérix, Tintín… El propio Zamenhof editó algunas obras en esperanto y tradujo a esta lengua obras de la literatura universal, como Hamlet de Shakespeare, Los bandidos de Schiller, El inspector de Gogol, los Cuentos de Andersen o el Antiguo Testamento. El esperanto ha contado también con sus propias escuelas de escritores, pudiendo distinguirse tres grandes corrientes en la historia de las letras esperantistas: la Escuela de Budapest, la Escuela escocesa y la Escuela ibérica. Algunas de las obras originalmente escritas en esperanto se han traducido a otros idiomas, como Maskerado de Tivadar Soros (1965), que narra la supervivencia de la familia del propio escritor durante la ocupación nazi de Budapest y que ha sido traducido recientemente al inglés, ruso, alemán y turco. La novela Mr. Tot aĉetas mil okuloj”n (1931), escrita en esperanto por Jean Forge (seudónimo de Jan Fethke), ha servido de guión para la película La mil okuloj de D‒ro Mabuse de Fritz Lang. William Auld, de la escuela escocesa, fue nominado al Nobel por su obra literaria en esperanto. En esperanto se publican además más de 100 revistas y publicaciones periódicas. La primera revista en esperanto fue fundada en 1889 por Leopold Einstein, La esperantisto (El esperantista). La más antigua que todavía se edita en la actualidad, Espero Katolika (Esperanza Católica), fue fundada en 1903 por el movimiento esperantista católico. Entre las más nuevas, la revista de noticias Monato, que vio la luz en 1980. Pero hay otras muchas, como Heroldo de Esperanto, La Popola Ĉinio, Kontakto, Rok‒gazet’, dedicada al mundo musical en esperanto; Internaciisto, del colectivo de comunistas esperantistas; Fonto y Literatura Foiro, ambas revistas dedicadas exclusivamente a la literatura…
dum saltas laŭ akvofaloj
mientras las cascadas saltan
brava riveret´ ludema…
un bravo riachuelo retozante.
Mi memoras, ja tre klara,
¡Recuerdo con claridad
vian sorĉon, val´ eterna!:
tu encanto, valle eterno,
plene hela kaj blupala
lleno de brillos y azur,
plena je rumor´ pratempa.
lleno de rumor etéreo!
Ondo de parfum´ lavenda
Olas de perfume lavanda
de l´altaĵoj milde venas,
nos llegan desde lo alto,
miksita kun tiu buksa,
mezclado con aromas de boj
ĝi l´arbaron fajne plenas.
que llenan el bosque de encanto.
Kiom belas la spektaklo
¡Cuán hermoso espectáculo
Arazas saltante ŝtupojn!
el Arazas dando saltos!
La grandeza cirk´ Soaso
¡El enorme circo de Soaso
kun gigantaj rokaj muroj!
con gigantes muros de peñascos!
La piruetoj sur l´akvo
¡Las piruetas sobre el agua
far la surprizitaj trutoj
de las truchas saltando
aŭ la gratĉiela alto
o la altura que roza el cielo
de mont´ Perdido en brumo!
de Monte Perdido, tan alto!
Kiom ĉarmas l´ akvofaloj,
¡Qué encanto ver las cascadas,
Rokoj, la kolor´ kaj lumo,
las rocas, las luces, los gamos,
Verdaj pinoj, kverkoj, fagoj
los verdes pinos, robles y hayas,
de tiu naturangulo!
todo este rincón tan mágico!
Ne existas val´ pli bela!
¡No existe valle más bello,
nek rumora akv´ pli brava,
ni verdes más luminosos,
nek verdoj pli vive helaj,
ni rumor de agua más brava,
nek ĉiel pli sorĉe rava!
ni cielos más maravillosos!
La beleco de l´arbaro,
La belleza de los bosques,
la grandeco de la rokoj,
la grandeza de las rocas,
la murmuro de la akvoj,
el murmullo de riachuelos,
la silento de la montoj,
el silencio de los montes,
plektas tian plaĉan markon
crean un marco tan fascinante,
per logaj naturezoroj
que sólo el sabio Universo
kiuj faras la miraklon
sabe crear el gran milagro
krei el val´ belan sonĝon!
de hacer de un valle un ensueño!
Ordesa ja, en resumo estas: ¡Ordesa, en resumen, es: rokoj, logo, arboj,
rocas, árboles, cascadas,
rojoj, montoj kaj parfumoj,
riachuelos, montes, luces,
brizoj, trutoj, birdoj, kantoj:
brisas, truchas, pájaros, cantos,
eksplodo de akv’ kaj lumo!
una explosión de agua y perfumes!
Estas paradiza valo,
¡Es un bello valle paradisiaco,
loko por la homa ĝuo!
un lugar para todos los disfrutes!
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La música y el esperanto La música en esperanto nació para acompañar a las creaciones poéticas escritas en esa lengua y se desarrolló conforme lo hizo el idioma, adoptando diferentes estilos musicales: rock, pop, música coral, música clásica, lírica, folclórica, punk, hardcore, thrash metal, hip hop, música electrónica, reggae, etc. Se han creado himnos y canciones para el movimiento esperantista, entre los cuales debe citarse el himno oficial La Espero, con letra del propio Zamenhof y música de Félicien Menu de Ménil. Los festivales esperantistas reúnen a músicos y otros artistas, que brindan a los asistentes la oportunidad de asistir a conciertos y actuaciones en esta lengua. Cabe destacar: EoLA (festival internacional esperantista de artes), que tiene lugar en Rusia, Ucrania o Bielorrusia, KEF (Kultura Esperanto‒Festivalo), en los países escandinavos, y ARKONES (Artaj Konfrontoj en Esperanto), en Polonia. Grupos actuales destacados en esperanto son: La perdita generacio, Persone, Kore, Amplifiki, Esperanto Desperado, Merlin, La porkoj… Hay, incluso, grupos de Madagascar o de Mauricio y DJs, como DJ Roĝer’ (Brasil), DJ Nobbi (Alemania), DJ Kunar (Alemania) o DJ Njokki (Italia) El esperanto en el cine Al contrario de lo que sucede con la literatura o con la música, la relación del esperanto con el cine no es grande. La dispersión de sus hablantes ha dificultado la creación y la distribución de obras cinematográficas rodadas en esta lengua. Tres son los principales largometrajes de ficción enteramente filmados en esperanto: Angoroj (Angustias), producción francesa dirigida en 1964 por Atelier Mahé bajo la dirección de Jacques Louis Mahé. Incubus, película de terror en blanco y negro de 1965, dirigida por Leslie Stevens. El equipo de la película no conocía el idioma, por lo que la pronunciación resultó bastante desafortunada. Los originales de 1965 se quemaron y durante muchos años se dieron por desaparecidos, hasta que recientemente se recuperó una copia de forma casual y ha vuelto a ser distribuida en vídeo. Gerda malaperis (Gerda desapareció), película de 2006, basada en el libro del mismo nombre escrito por Claude Piron en 1983. Entre los diversos cortometrajes que existen en esperanto, puede citarse La eta knabino (La muchachita), cortometraje suizo de 1997, del director Samir, que fue proyectado en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) del 2004. Hay también algunos ejemplos de películas que han empleado puntualmente el esperanto, tratando de dar un toque universalista, de misterio o de exotismo. Así, en la película El gran dictador, de Charles Chaplin, los carteles, pósteres y otros elementos del decorado del ghetto estaban escritos en esperanto.
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En La ciutat cremada, dirigida por Antoni Ribas en 1976, sobre la Semana Trágica de Barcelona, se recrea una reunión de anarquistas que aprenden esperanto. En la película de animación japonesa, Ginga tetsudô no yoru (título japonés que podría traducirse como Noche del tren galáctico), de 1985, dirigida por Sugii Gisagurô, basada en la historia original de Miyazawa Kenzi, los carteles, créditos, canciones… están en esperanto. En Blade: Trinity, de David Goyer, estrenada en España en 2005, la acción transcurre en una ciudad bilingüe, donde todos los carteles aparecen escritos en inglés y en esperanto. Uno de los protagonistas mantiene una conversación en dicha lengua con un kiosquero. La película incluye incluso un homenaje a la ya citada Incubus, que aparece proyectada en un televisor en una de las escenas. En la española El coche de pedales, de Ramón Barea (2003), el protagonista, Álex Angulo, interpreta a un profesor de esperanto, que saluda y se expresa habitualmente en dicha lengua. En una escena se le puede oír dictar un cuento a sus alumnos en este idioma. También en la yugoslava Vec vidjeno (título servocroata; el internacional fue Dejà vu), de Goran Markovic (1987), uno de los protagonistas es un profesor de esperanto. En Gattaca, de Andrew Niccol (1997), podemos oír cómo suenan los anuncios en esperanto que se emiten desde el altavoz de un futurista cosmopuerto. En todo caso, algo en común sí tienen el esperanto y el cine, tal y como parece evidenciar Alfonso Cuarón, que ha bautizado su productora (la de El laberinto del fauno, entre otros) como Esperanto Filmoj, y es que ambos son lenguajes universales. La kino estas fabriko el sonĝoj. En Internet pueden visitarse páginas en las que se almacenan o emiten piezas audiovisuales en este idioma, como Internacia Televido o Farbskatol’. También hay colgadas pequeñas producciones audiovisuales en esperanto en páginas tan conocidas como YouTube o GoogleVideo. Muy recientemente ha muerto Claude Piron, que fue traductor en la ONU, esperantista convencido de la funcionalidad y las posibilidades expresivas del esperanto, que esperaba que se convirtiera algún día en una herramienta de entendimiento. Claude Piron dijo muchas cosas acerca de las varias lenguas que dominaba y del esperanto pensaba lo siguiente: «Amo esta lengua. Es divertida, rica, extremadamente expresiva, pero enormemente sencilla. Amo también el francés, pero el esperanto permite al poeta decir todo aquello que su lengua no le deja. En Francia, los prados «verdean», el fuego «rojea», pero los lagos no pueden «azular» (en esperanto blui), ni la niebla «agrisar» (grizi). En francés podemos cantar maravillosamente, pero no podemos «violinear» (violoni). Y qué decir de palabras como amikumi «saborear el placer de la amistad, tener la suerte de ser amigos, sentirse bien por ser amigos…», sentimiento que conocen bien todas las personas que tienen buenos amigos… El esperanto es la lengua del corazón. Quizá me equivoque, pero yo apuesto por el corazón.»
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HISTORIA
E n este sexto número publicamos dos interesantes artículos cuyo denominador común es la participación de los españoles en la guerra: el primero, «La Zaragoza de 1808», es de Alfredo Compaired y el segundo, «Españoles en los ejércitos aliados: Francia», de Mariano Gracia. Este último es la tercera parte de una contribución más amplia titulada «Republicanos españoles durante la segunda Guerra Mundial». El primer texto analiza con detalle la destrucción material y humana provocada por las tropas francesas en Zaragoza durante la Guerra de la Independencia (1808-1814): importantes edificios arrasados, saqueo del joyero de la Virgen, humillación de las capitulaciones, fusilamiento de Basilio Boggiero y Santiago Sas, muertos, heridos, prisioneros, encarcelamiento del general Palafox, etc. Finalmente, el autor rechaza el afrancesamiento del pintor Francisco de Goya, defendiendo su patriotismo ilustrado, apreciable, por ejemplo, en los cuadros y grabados que reflejan el sufrimiento del pueblo español. El segundo artículo es un homenaje a los soldados republicanos que lucharon contra el fascismo español durante la Guerra Civil (1936-1939) y contra el fascismo italiano y el nazismo alemán durante la segunda Guerra Mundial (1939-1945). Su autor nos cuenta cómo el 24 de agosto de 1944 los vehículos blindados de la División Leclerc, en cuyo seno había un 20% de soldados españoles, entraron victoriosos en París. El articulista hace historia de su reclutamiento forzoso en la 13 Demi-Brigade de la Legión Extranjera francesa, de su posterior paso a la Compañía nº 9 de la División Leclerc y de las diferentes batallas donde lucharon hasta llegar a ese momento glorioso de su entrada en París con dos banderas tricolores (la republicana y la francesa).
ENSAYO HISTORIA
La Zaragoza de 1808 Alfredo Compaired
Zaragoza no se rinde. La reducirán a polvo. De sus históricas casas no quedará ladrillo sobre ladrillo. Caerán sus cien templos. Pero entre los escombros y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde. Benito Pérez Galdós, Episodios Nacionales
El sitio de Zaragoza no se parece en nada a la guerra que nosotros hemos hecho hasta ahora. Pues aquí se precisa una gran prudencia y un gran rigor. Ya que estamos obligados a tomar con minas o al asalto todas las casas. Estos desgraciados se defienden con un encarnizamiento del que no se puede dar idea. En fin, Sire, ésta es una guerra que da horror. Carta del mariscal Lannes a Napoleón
Z
aragoza tenía a comienzos de 1808 unos 50.000 habitantes. La fundación romana, el medievo islámico y cristiano y los ensanches renacentistas configuraban con sus huellas la traza urbana de la ciudad. Era denominada la harta, por el número de palacios y monumentos que albergaba. No estaba fortificada y carecía de ciudadela. Únicamente quedaban algunos restos de las murallas romanas que rodeaban la ciudad, aunque conservaba ocho puertas: Santa Engracia, la Quemada, la del Sol, la del Ángel, la de la Tripería o de San Ildefonso, la de Sancho, del Portillo y la del Carmen, única puerta que sobrevive en la actualidad.
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Dicen las crónicas que cayeron sobre Zaragoza más de 32.700 proyectiles (balas, bombas y granadas), que explotaron abundantes minas y que tres cuartas partes de la ciudad se encontraban en ruinas, ruinas que pueden observarse en los grabados realizados por Juan Gálvez y Fernando Brambila. Y se gastaron 79.325 kilogramos de pólvora ordinaria y más de 10.000 kilogramos de pólvora de mina. El vigía de la Torre Nueva avisaba, con diferentes toques de campana, de la procedencia de las bombas y proyectiles de los franceses, utilizando para ello los catalejos de la condesa de Bureta. Importantes edificios del Reino fueron destruidos: el Palacio de la Diputación del Reino de Aragón, perdiéndose gran parte de su archivo que contenía la historia de Aragón, al igual que la importante colección de cuadros y obras de arte que albergaba, la Universidad de la plaza de la Magdalena con su importante biblioteca, el Hospital de Nuestra Señora de Gracia que albergaba a 2.000 heridos y enfermos, el claustro mudéjar de Santa Engracia, el templete de la legendaria Cruz del Coso, o cerca de veinte conventos, convertidos en fábricas de pólvora, de uniformes, de sacos para la defensa... Incluso años después de la guerra, Enrique de Brand, capitán prusiano que luchó en la Legión del Vístula, se refería al templo del Pilar: «el humo del incienso y de los innumerables cirios encendidos subía lentamente a la bóveda, agujereada en muchos puntos por nuestros proyectiles». También la Seo sufrió el efecto de los bombardeos, siendo importantes los destrozos del Real Seminario de San Carlos, agravados por una accidental explosión de unas 30.000 libras de pólvora, que estaban depositadas debajo del claustrillo del Seminario Conciliar de San Valero y San Braulio. Cuando Fernando VII llegó a Zaragoza, Palafox ordenó que la ciudad se engalanara, pero sin tapar los destrozos provocados en las casas por la guerra, porque «en las ruinas, las piedras mudas hablan». La inmortal ciudad de Zaragoza, que ahora conmemora el Bicentenario de los Sitios, se rindió en una guerra que generó indescriptible horror y crueldad, donde se combatía calle por calle, casa por casa, alcoba por alcoba, donde se volaban las casas, desde sus cimientos, con hornillos de pólvora. El de Napoleón era el ejército mejor adiestrado del mundo. Los Sitios de Zaragoza deben encuadrarse en un contexto mucho más amplio, cual fue la Guerra de la Independencia, acontecimiento bélico que, a su vez, formó parte de un conflicto europeo. Fue una guerra
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total, una estremecedora contienda que afectó como ninguna otra a la mentalidad del pueblo español, desbordado por unos acontecimientos que trascendían la guerra a la vieja usanza. Se inauguraba con ello una nueva era, la apertura a la modernidad e Ilustración. Pero la rendición conllevó una humillante Capitulación. La guarnición de Zaragoza depositaba las armas a cien pasos de la Puerta del Portillo, un 21 de febrero de 1809, a eso del mediodía. Esa misma noche el ejército invasor violó las cláusulas de Capitulación y fueron fusilados, en el puente de Piedra, el escolapio Basilio Boggiero y Mosen Santiago Sas, cuyos cadáveres fueron arrojados a las aguas del Ebro. El general Léjeune describe la salida humillante de los defensores vencidos: «Nunca pudo nuestra vista contemplar un espectáculo más triste y conmovedor. Trece mil hombres enfermos con el germen del contagio en su sangre, enflaquecidos horriblemente, de barba negra, larga y descuidada, con fuerzas apenas para sostener sus armas, se arrastraban lentamente al sonido del tambor. Sus trajes sucios y en desorden bosquejaban un cuadro de la más espantosa miseria. Un sentimiento de arrogancia y orgullo indefinibles aparecía en los rasgos de sus semblantes lívidos, ennegrecidos por el humo de la pólvora y sombríos por la cólera y la tristeza. En el momento en que estos bravos depusieron sus armas y entregaron sus banderas, se les veía presa de un violento sentimiento de desesperación». Y una nueva humillación se añadió a tan vergonzante Capitulación. Porque, dos semanas después, el mariscal Lannes entraba con toda solemnidad en el Pilar, donde se cantó, en acción de gracias, un Te Deum por el obispo auxiliar y el cabildo catedral, manchando de este modo el santo nombre de Dios. De poco sirvió que religiosos y clero bajo luchasen y fabricasen pólvora en sacristías y sótanos de conventos. De poco, los más de 50.000 muertos, los siete u ocho mil heridos, los cientos de mutilados, apestados y moribundos por los portales y esquinas de las calles. El mariscal Lannes lo contaría en una carta que escribió a su esposa el 5 de marzo: «En aquella fiesta, a la que concurrieron muy pocos zaragozanos, representó el obispo auxiliar un papel tan importante como triste: él entonó el Te Deum en acción de gracias por la victoria francesa; él predicó a los forzados por la sumisión absoluta; él tuvo, finalmente, el poco envidiable privilegio de recibir en sus manos el juramento de obediencia y fideli-
dad al titulado rey José I, que la capitulación imponía a las autoridades y a los funcionarios». A continuación se celebró un banquete en el Palacio arzobispal, al que asistieron cuatrocientos invitados. La cubertería fue prestada por el cabildo catedral. Aunque hubo traidores y afrancesados, como el obispo auxiliar, miles de personas lucharon con dignidad por la defensa de Zaragoza, por su independencia y libertad. Con la represalia fueron exterminados más de dos centenares de patriotas. Palafox fue convertido en preso de Estado, recluido hasta el final de la guerra en la fortaleza francesa de Vincennes. Y unos 12.000 prisioneros fueron conducidos a Francia por el camino de Alagón. Las crónicas dicen que morían centenares diariamente por las penalidades de la marcha. El mariscal Lannes saqueó el Joyero de la Virgen del Pilar. Las joyas salieron de Zaragoza el 26 de marzo de 1809. El acta de los hechos dice así: una joya que tiene 1.300 diamantes con forma de corazón y un cisne con dos polluelos; un clavel jaspeado de diamantes; dos coronas de diamantes, oro y pedrería; una joya ovalada con el retrato del rey de Portugal… Un total de joyas y alhajas tasadas entonces en 1.245.236,5 pesos, de a ciento veintiocho cuartos cada uno, y 1796 reales y 20 ms. Francisco de Goya, ¿afrancesado? De acuerdo con intereses partidistas, la figura de Goya ha sido manipulada en la tortuosa vida política española durante los siglos XIX y XX. Para unos se trataba de un patriota; para otros, de un liberal y afrancesado. Goya adquirió una cultura ilustrada en los ambientes de despotismo ilustrado en que se movió. En ese contexto asimiló las nuevas ideas que propugnaban reformas económicas y sociales para sacar a España de la incultura y del atraso secular. Todo eso se aprecia en la serie de grabados conocida como los Caprichos. Los amigos ilustrados de Goya,
Ilustra: Cristina Duesca
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a quienes retrató, tomaron posturas diferentes ante los acontecimientos de 1808. Unos, como Moratín, se convirtieron en afrancesados; otros, como Jovellanos, se pusieron del lado de los patriotas. Ante la aparente ambigüedad política de Goya, podemos decir que el pintor no fue un afrancesado, sino un reformista, un patriota ilustrado. Para pertrechar al ejército de Aragón, Goya donó 21 varas de lienzo para que pudieran hacerse vendas para sanar a los heridos. Esto le obligó a reaprovechar cuadros ya pintados, incluso de siglos anteriores, para plasmar sobre ellos nuevas composiciones. Tras el primer Sitio, a petición de Palafox, Goya, ya sesentón, vino a Zaragoza, en berlina desde Madrid, para ver las ruinas de la ciudad y reflejar el heroísmo de los zaragozanos. En noviembre de 1808 preparó dos bocetos con las principales ruinas y acontecimientos. Pero, a finales de ese mismo mes, al acercarse de nuevo los franceses a Zaragoza, huyó a toda prisa a Fuendetodos, y, por temor a las represalias francesas, cubrió los bocetos con un baño que había preparado, baño que luego no pudo quitar, quedando inutilizados los cuadros. No osó volver a Madrid, sino que viajó a la Alcarria, pasando el invierno en Piedrahíta (Ávila). Pero el mismo miedo le impulsó a regresar en mayo a Madrid para que el rey José I no secuestrase sus bienes, para evitar la adopción de medidas represivas contra su familia,
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quedando postergado de los honores josefinos al no recibir ningún encargo. Su amigo, Antonio Bailo, en su declaración para el proceso de «purificación» de Goya, ratificó que el pintor no sirvió al gobierno intruso, «ni tuvo sueldo, ni pensión de él». En Los desastres de la guerra, Goya refleja el dramatismo y horror de la contienda, el levantamiento popular contra los franceses, las muertes violentas e injustificadas, la devastación de pueblos, campos y ciudades, los sufrimientos, hambres y miserias. Teresa Grasa y Carlos Barboza, restauradores de los Goyas del Pilar y de la Cartuja de Aula Dei, me dicen que Goya guardó en su retina las imágenes que vio en el viaje que realizó a Zaragoza, plasmándolas más tarde en Los desastres de la guerra. Asimismo, con un lenguaje trágico, exaltó el heroísmo y patriotismo de los madrileños levantados contra Napoleón. Es cuanto refleja en La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol, en Los fusilamientos de la Moncloa, de la montaña del príncipe Pío o del tres de mayo, pintados en 1814. En esa misma línea de exaltación patriótica, Goya pintó, en noviembre de ese mismo año, el retrato ecuestre del general Palafox. Año de Celebraciones Además de la Expo, las celebraciones del Bicentenario de los Sitios se iniciarán el 29 de enero con el concierto «Música para una ciudad sitiada», inter-
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pretado por la Guardia Real. El Centro de Historia de Zaragoza recuperará el memorial de la ciudad a través de grabados, maquetas y planos cartográficos, bajo el título de «La Zaragoza de los Sitios». La exposición central se retrasará al 28 de febrero de 2009. Los ciudadanos podrán contemplar en la Lonja «Los Sitios de Zaragoza». Se mostrarán retratos, documentos, armas y condecoraciones. Se presentará en edición crítica, con partitura y libreto, la única ópera de Pérez Galdós, «Zaragoza», que permanece inédita. En febrero de 2009 destacará el Congreso sobre Guerra de la Independencia y Sitios de Zaragoza. Entre el 31 de marzo y el 4 de abril de 1808 tendrá lugar, en la Academia Militar de Zaragoza, el Congreso Internacional de Historia Militar. Habrá también, en colegios e institutos, actividades educativas y fichas didácticas relacionadas con la paz.
BIBLIOGRAFÍA - J. Belmas, Los Sitios vistos por un francés, Editorial Comuniter, Zaragoza, 2003. - Faustino Casamayor, Diario de los Sitios de Zaragoza, Editorial Comuniter, Zaragoza, 2000. - Benito Pérez Galdós, Zaragoza, Alianza Editorial, Madrid, 2001. - VV. AA., Luz y rito de los Sitios de Zaragoza, Fundación 2008, Zaragoza, 2005. - VV. AA ., Goya 250 años después, Ibercaja, Zaragoza,1996.
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REPUBLICANOS ESPAÑOLES durante la SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (III) Españoles en los ejércitos aliados: Francia
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l 24 de agosto de 1944 a las 20:45 las tropas aliadas entraban en París, en una operación de escaso valor táctico, pero de indudable peso moral. Una serie de vehículos blindados, pertenecientes a la llamada División Leclerc (una de las unidades militares francesas organizadas por De Gaulle), entraban en la capital francesa, transportando a las Secciones 2ª y 3ª de la compañía Nueve de voluntarios extranjeros. Al mando del destacamento (y de toda la compañía) se encontraba el capitán Dronne, pero ambas secciones eran dirigidas respectivamente por el subteniente Elías y el ayudante-jefe Campos. Casi todos los integrantes de dicha compañía eran españoles (a los que se sumaron antiguos voluntarios de las Brigadas Internacionales), y sus vehículos llevaban los nombres de Guadalajara (el que abría el convoy), Teruel, Ebro, Gernika, Belchite, Madrid, Santander, Brunete, España Cañí, Don Quichotte, Libération, Les Cosaques, Pingouin y Milady. Todos ellos eran tripulados por republicanos españoles y por el brigadista austriaco Johann Reiter. Cerraban la marcha otros tres vehículos con una sección de ingenieros, y tres tanques (bautizados como Romilly, Montmirail y Champaubert). Con frecuencia se cita el Romilly como el primer tanque —francés, por supuesto— que entró en París en fecha tan señalada; y no es del todo mentira… Como nos recuerda la canción de La Ronda de Boltaña, entraron «bajo dos tricolores» (la bandera francesa y la republicana), y llegaron hasta el ayuntamiento parisino. Las autoridades locales de la Resistencia francesa se encontraron entonces con que los recién llegados ni siquiera hablaban bien francés. La Nueve asaltará posteriormente el puesto de mando del comandante militar alemán en París, situado en el Hotel Meurice, en la calle Rivoli. El extremeño Antonio Gutiérrez será el primer soldado aliado con el que hable Von Choltitz —el comandante militar alemán de París—, que será desarmado por él; incluso le entregó su reloj al español, para que lo conservase «como recuerdo». Numéricamente, el contingente español en el seno de los ejércitos aliados supone una aportación ínfima; sin embargo, como vemos, se hallaron presentes en algunos de los momentos claves del conflicto. Veamos cómo fue su peripecia dentro del ejército francés, y dejemos constancia de su participación en
Mariano Gracia
otras milicias y en otros escenarios del enfrentamiento bélico: integrados en la mastodóntica maquinaria de guerra rusa o entre las tropas estadounidenses del Pacífico. El reclutamiento y los inicios de la guerra La llegada de los exiliados a territorio francés se realizó fundamentalmente siguiendo dos trayectos: unos entraron en el territorio metropolitano cruzando la frontera por Cataluña, y otros llegaron a las posesiones francesas del norte de África procedentes de los puertos del levante español, principalmente Valencia, Alicante y Cartagena. En ambos casos el trato recibido fue muy similar: internados en campos de refugiados —en ocasiones en condiciones durísimas, en auténticos campos de castigo—, una de las vías de escape de esta situación pasaba por enrolarse en la Legión Extranjera francesa. Francia necesitaba carne de cañón para hacer frente al conflicto que se avecinaba, y bastantes republicanos unían así su destino al de otros exiliados procedentes de Europa Oriental y al de las tropas coloniales francesas. Una vez derrotada la potencia gala, casi todas las unidades creadas en 1939 fueron disueltas, iniciándose algo más tarde un nuevo proceso de reclutamiento y de conformación de nuevos contingentes. Luis Reyes (Españoles en la Segunda Guerra Mundial, Aldaba Militaria, Madrid, 1990) y Secundino Serrano (La última gesta. Los republicanos que vencieron a Hitler (1939-1945), Ed. Aguilar, Madrid, 2005) recogen testimonios que hablan de presiones y amenazas por parte de las autoridades francesas para obligar a alistarse a los españoles: o reclutamiento o repatriación a la España de Franco. El gobierno francés tampoco quiso enfrentarse con el dictador español permitiendo que algunos republicanos se encuadraran en unidades propias, tal y como lo hicieron polacos, noruegos y checos. Se identificaba a los exiliados españoles como comunistas, al margen de su filiación política real, y los franceses temían su subordinación al pacto germano-soviético. De hecho, los comunistas resistieron las presiones y no se enrolaron en el ejército galo; este se abasteció sobre todo de anarquistas, socialistas y otros republicanos moderados no ligados
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al PCE. En total, entre 6000 y 8000 españoles se integraron en distintos regimientos franceses. En 1939 Francia y sus colonias se habían convertido en áreas receptoras de diversos contingentes de exiliados políticos, procedentes —además de España— de Europa Central y Oriental. En los primeros meses de las hostilidades estos grupos humanos nutrieron los llamados Regimientos de Marcha de Voluntarios Extranjeros —y otras unidades— pertenecientes a la Legión Extranjera, formados tanto en la metrópoli como en el norte de África. Tras la derrota francesa en junio de 1940 casi todas estas unidades serán disueltas, y sus integrantes transferidos a guarniciones coloniales en el norte de África, Senegal, Siria y Líbano. Los españoles miembros de estos regimientos que fueron apresados por los alemanes durante la ocupación no fueron considerados como soldados prisioneros de guerra, sino como indeseables antinazis, siendo así deportados a campos de concentración. La Legión francesa despertaba fuertes recelos entre los republicanos, que recordaban al cuerpo español del mismo nombre como uno de sus más despiadados enemigos durante la Guerra Civil. La disciplina era durísima, y entre los componentes de la Legión Extranjera abundaba la «escoria social»; no eran extraños los delincuentes y asesinos que deseaban borrar su rastro y desaparecer a los ojos de la Justicia. La llegada de los españoles y de otros fugitivos políticos, de talante más idealista y solidario, transformó las relaciones sociales internas de la Legión. Y todo ello sin perder un ápice de combatividad. La 13 Demi-Brigade de la Legión Extranjera La 13 Demi-Brigade de la Legión Extranjera es una de las unidades con mayor proporción de españoles, y también una de las que realizan una trayectoria más accidentada a lo largo del conflicto: estará presente en todas las latitudes entre el Círculo Polar y el Ecuador; en Noruega, Gabón, Eritrea, Siria, África del norte, Italia, Francia y Alemania. Su bautismo de fuego se realiza en Noruega. Invadida por los alemanes en abril de 1940, británicos y franceses organizan un cuerpo expedicionario, cuyo objetivo será conquistar la ciudad de Narvik e impedir que los alemanes puedan abastecerse del hierro sueco. En él se incluyen la 13 DBLE y el 11º Batallón de Marcha de Ultramar, que cuentan con grupos de españoles que suman unos 1200 hombres, del total de 3600 que envía Francia. Tras un cierto éxito inicial, los aliados se retiran a principios de junio, ante la necesidad de tropas que hagan frente al avance alemán en la propia Francia. En el cementerio de la ciudad noruega del Círculo Polar figuran los nombres de 16 españoles muertos en aquella acción, aunque la cifra total fue más elevada. A su llegada a Francia ya se ha producido la rendición, y el 11º Batallón será disuelto, pero la 13 DBLE es reembarcada en Brest rumbo a Gran Bretaña.
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Allí, De Gaulle intentará convencerles —y, en parte, lo conseguirá— para que pasen a formar parte de las llamadas Fuerzas Francesas Libres. Entre los españoles, unos seiscientos lo aceptan; otros vuelven a África a la sede de la Legión, y unos pocos prefieren alistarse entonces en el ejército inglés. De Gaulle cuenta entonces solamente con unos 1300 hombres; casi la mitad de esos «franceses» que desean seguir combatiendo a los alemanes a pesar de la firma del armisticio por Pétain son españoles. Las colonias francesas, no ocupadas por los alemanes, se dividen: algunas seguirán fieles al gobierno colaboracionista de Vichy, pero otras secundan la iniciativa de De Gaulle. Inglaterra queda sola frente a Alemania e Italia, y apoya a De Gaulle para que atraiga a su causa o conquiste por la fuerza las colonias leales a Pétain. Así, la 13 DBLE parte hacia Senegal, pero llega a Camerún, y desde allí ocupan Gabón y el Congo, combatiendo contra unidades francesas del gobierno de Vichy. En este contexto, Fermín Pujol relató a Luis Reyes («Españoles en la II Guerra Mundial», en El País semanal, nº 243, 6 de diciembre de 1981) que formaba parte de un grupo de 50 legionarios españoles, acantonados en Senegal, quienes desertan con armas y bagajes y marchan durante más de un mes por selvas y sabanas hasta llegar al Congo y unirse a la 13 DBLE. El día de Navidad de 1940 se embarcan en Camerún y, tras dos meses contorneando África, llegan hasta Sudán, entonces colonia inglesa. Desde allí — junto a unidades inglesas— atacan y conquistan la colonia italiana de Eritrea. De allí saltan a Palestina en abril de 1941; su objetivo es someter Siria y Líbano, que permanecen bajo administración del gobierno de Vichy, y en cuyas guarniciones se encuentran también legionarios españoles —que tras el armisticio habían permanecido en Francia—, que ahora van a tener oportunidad de cambiar de bando. Estos últimos, en alguna ocasión, se topan con españoles en su fuga: cuando Enrique Marco Nadal y otros doce compatriotas se pasan al bando de De Gaulle se encuentran con que la posición a la que llegan está ocupada por españoles… Al final de la campaña, varios cientos de republicanos se han incorporado de esta manera a las Fuerzas Francesas Libres. De nuevo el día de Navidad, pero de 1941, la 13 DBLE parte de Siria para incorporarse al VIII Ejército británico, que se enfrenta al Afrika Korps alemán en la frontera de Egipto con Libia. Los aliados toman la iniciativa, atacan y llegan a rebasar Tobruk; el 14 de febrero la 13 DBLE recibe la orden de defender la posición de Bir-Hakeim, 100 km. al sur de la ciudad Libia. A partir de mayo la unidad va a conseguir uno de sus éxitos más notables, jugando los españoles un papel absolutamente protagonista. La contraofensiva enemiga comienza con un contundente ataque de los tanques italianos, que rompen el frente aliado por un sector cercano al defendido por la 13 DBLE. Pero la Guerra Civil es el primer conflicto bélico en el que se hace un uso masivo de los tanques, y los republicanos
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saben qué hacer. Al grito de «¡como en Guadalajara!» y armados de botellas con gasolina, los españoles van neutralizando todos los tanques italianos. Pero unos días más tarde son ya los alemanes, con el mismísimo Rommel al frente, quienes arrollan al VIII Ejército. La 13 DBLE sostiene su posición, posibilitando el repliegue del alto mando; a continuación es autorizada a retirarse. Es el primer enfrentamiento de tropas francesas con el ejército alemán (dirigido por uno de sus mejores mariscales) después de la derrota y el armisticio del año anterior, y la resistencia ofrecida constituye una importante victoria moral. Los españoles, frecuentemente menospreciados por los oficiales franceses como vulgares, desharrapados e indisciplinados mercenarios, han dado un serio ejemplo de arrojo, valor y efectividad. Pero la batalla no ha terminado; en El Alamein las tropas aliadas, dirigidas por Montgomery, derrotan al Afrika Korps, y el VIII Ejército acaba ocupando Libia. Al llegar a Trípoli, los republicanos de la 13 DBLE se encuentran con otro contingente español: los integrantes de la Columna del general Leclerc, procedente del Chad, que han llegado hasta allí cruzando el Sáhara. Muchos españoles de la 13 DBLE desertarán para unirse a esa columna; veamos qué razones les empujaron a hacerlo: ● La 13 DBLE había sufrido en estos combates un nivel notable de bajas, de manera que era urgente reorganizarla y cubrir la falta de tropas y de mandos. ● Al mismo tiempo que los británicos —y con ellos la Legión Extranjera francesa— avanzaban desde Egipto hacia el oeste por Libia, otro ejército anglonorteamericano desembarcaba en Marruecos y Argelia, entonces aún fieles a Vichy; tras una moderada resistencia, los mandos coloniales franceses se rinden. ● Han pasado ya más de tres años de guerra desde la firma del armisticio, Inglaterra ha conseguido el apoyo estadounidense, los rusos han derrotado a la Wehrmacht en Stalingrado y mantienen activo un frente de guerra que supone un desgaste espantoso para las tropas del Eje…, los alemanes ya no parecen la temible y casi invencible máquina de guerra de antaño. Los españoles consideran a esos mandos franceses que ahora cambian de bando (con un ejército colonial de 120.000 hombres hasta entonces bajo control de los colaboracionistas) unos advenedizos indignos, que se han mantenido siempre «bajo el sol que más calienta» sin arriesgarse; y no desean permanecer bajo sus órdenes. ● Los republicanos llevan casi siete años combatiendo el fascismo, y buscan un jefe digno, con un compromiso antifascista. Leclerc es su hombre, casi tan indisciplinado como ellos, y uno de los pocos que apostó por continuar la lucha contra los alemanes en junio de 1940. Quienes, a pesar de todo, optan por seguir en la 13 DBLE (y los integrantes del ejército colonial de Vichy, alistados para escapar de los durísimos campos
de internamiento argelinos, en los que se hallaban en condiciones de semiesclavitud), cubrirán su siguiente etapa bélica en Italia, donde desembarcarán el 1 de mayo de 1944. En su avance romperán las líneas defensivas Gustav y Hitler (mientras buena parte del ejército aliado se estrella contra la posición de Montecassino), llegando a las puertas de Roma. El Alto Mando americano les prohíbe la entrada, pues tal honor se reserva para los estadounidenses y, tras liberar Siena, son retirados del frente y destinados a otra misión: desembarcar en Provenza y abrir un nuevo frente en Francia, donde ya se ha producido el desembarco aliado en Normandía. Avanzando por el valle del Ródano integrados en un ejército plenamente francés, al llegar a Valence (la «Valencia» francesa) entran en contacto con la partida guerrillera de «El Alicantino», formada por españoles. El 3 de septiembre entran en Lyon, y el 9, tras un durísimo enfrentamiento, apresan a toda una división alemana en Autun. Continúan hacia el norte, cruzan los Vosgos y llegan a Alsacia, participando en la liberación de la hermosa localidad de Colmar; el 25 de febrero de 1945 cruzan el Rhin y entran en Alemania, donde ocupan Stuttgart y llegan por los Alpes hasta el Tirol. Allí terminarán la guerra, después de haber combatido en tres continentes, y desde el Círculo Polar hasta el Ecuador. La División Leclerc: la «Nueve» El capitán Philippe d’Hauteclocque será uno de los primeros militares franceses que sigan a De Gaulle. Para evitar represalias con su familia, residente en París, adoptará el falso apellido de Leclerc, con el que será conocido durante toda la guerra. Enviado a finales de 1940 a las colonias africanas para conseguir adhesiones a las Fuerzas Francesas Libres, tomará como base la región de Tchad, en el borde meridional del Sahara. Allí sus escasas fuerzas iniciales (60 hombres) se irán engrosando con tropas indígenas, y con desertores de los contingentes marroquíes y argelinos de la Legión Extranjera leal a Pétain, así como fugitivos de los durísimos campos de trabajo del sur de Argelia. En ambos casos los españoles representarán una proporción destacable. Leclerc practica la guerra de guerrillas en el desierto, dando golpes de mano en los oasis ocupados por los italianos. En enero de 1942 su columna (compuesta por unos 2700 indígenas y 550 europeos) atraviesa 4.000 kms. de desierto para llegar hasta Trípoli, donde, como ya hemos visto, coincide con la 13 DBLE, de cuyas deserciones se nutre. No solo los republicanos españoles ven con malos ojos a los militares del ejército colonial francés; aquellos que siguieron el llamamiento de De Gaulle desde el principio, como Leclerc, también desconfían de ellos, o incluso los desprecian. A mediados de 1943 lo que empezó siendo la «columna Leclerc», compuesta por tropas irregulares, se transforma en una División en toda regla, y para ello necesita engrosar sus filas. Además de algunos de
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los antiguos miembros de la 13 DBLE, se incorporan a la División Leclerc casi todos los integrantes de los llamados Cuerpos Francos. Los Cuerpos Francos habían sido creados por los expétainistas en 1942 para —según refiere Luis Reyes— «mantener aislados a los elementos considerados indeseables por el establishment militar francés: oficiales que se han mostrado decididamente antipétainistas, judíos, extranjeros, gaullistas e izquierdistas (…) es, por tanto, la única fuerza auténticamente antinazi del África del Norte francesa antes de la llegada de los Franceses Libres, con los que lógicamente terminará fusionándose. No es extraño, por tanto, que atraiga a los republicanos españoles de Argelia y Marruecos». Además su jefe, el comandante Putz, es un veterano de las Brigadas Internacionales. Los Cuerpos Francos participarán, pues, en los combates de Libia y Túnez contra las tropas germano-italianas y, posteriormente, el 95% de sus efectivos (muchos de ellos españoles) deciden integrarse en la División Leclerc. Los españoles de los Cuerpos Francos, de la 13 DBLE y de los regimientos de la Legión Extranjera creían que en el seno de esa División se iba a constituir un cuerpo nacional español, a semejanza del polaco, que lucharía bajo la bandera tricolor republicana. No será así, pero los españoles ondearán siempre su bandera en cuanto tengan ocasión, y llegarán a cosérselas en los uniformes, provocando que les confundan con soldados belgas, cuya bandera es roja, amarilla y negra. Es difícil precisarlo, pero Eduardo Pons Prades aventura que los españoles suponían aproximadamente el 20% de los 16.000 hombres de la División. Dentro de esta, se agrupaban principalmente en el Regimiento de Marcha del Tchad y, dentro de este, eran especialmente abundantes en la 9ª compañía —en ella casi todos los soldados y cabos eran republicanos, aunque estaban presentes en todas las demás—, conocida popularmente como la Nueve, en castellano; su capitán será el francés Raymond Dronne, quien siempre dedicó palabras elogiosas para sus subordinados españoles. La Nueve será la unidad más conocida entre las que incluyeron españoles, fundamentalmente por haber sido la primera en entrar en París en agosto de 1944. Quizás por ello sus componentes se cuentan entre los más citados y entrevistados por periodistas e investigadores: los tenientes Granell y Wamba (Antonio Van Baumberghen Clarasó, antiguo capitán de carabineros y el único con estudios universitarios), suboficiales y soldados como Miguel Campos, Vicente Montoya, Federico Moreno, Luis Royo, Martín Bernal, Fermín Pujol, etc. La que sería la fuerza francesa más potente de la guerra, denominada oficialmente 2ª División Blindada, tardó meses en entrar en acción, después de un largo entrenamiento, en Marruecos primero, y luego en Inglaterra. Por fin, la noche del 31 de julio los primeros en pisar suelo francés son los componentes del Regimiento de Marcha del Tchad, dirigido por el ya teniente coronel Putz. La División Leclerc se integra entonces en el III Ejército norteamericano, dirigido
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por el famoso general Patton. La primera baja en la división se produce en los combates por el control de Normandía el 7 de agosto, cuando resulta herido en un ataque aéreo alemán el cabo Andrés García; frente a ellos se encuentran las temibles SS. El 21 de agosto la División Leclerc se encuentra en Argentan, a más de 200 kms. de París. En la capital, la Resistencia ha puesto en marcha una sublevación que espera ser socorrida con la llegada de los aliados; en caso contrario, el alzamiento acabará en una masacre. El Alto Mando aliado, sin embargo, no desea liberar París antes del 15 de septiembre: lo contrario obligaría a alargar en exceso las líneas de abastecimiento, y a cargar con el mantenimiento de una ciudad con varios millones de habitantes. De Gaulle, claro, no opina lo mismo (seguramente tiene su vista puesta ya en su futuro político en la posguerra), y desea que sean franceses quienes entren los primeros. Leclerc y un enviado de la resistencia parisina consiguen convencer al general Omar Bradley, jefe supremo de las fuerzas norteamericanas en Europa, de que autorice el avance sobre París, y el general Leclerc envía a Raymond Dronne con sus españoles de la Nueve (que manejan doce vehículos blindados ligeros de tracción mixta cadenas-ruedas, denominados half-tracks), secundados por tres tanques tripulados por franceses. El 24 de agosto de 1944, a las 20:45, entran en París por la Puerta de Italia. Ellos serán quienes tomen contacto en primer lugar con los líderes de la resistencia parisina en el Hôtel de Ville, los primeros en disparar, desde el blindado Ebro, contra las bolsas de resistencia alemana en la capital, los primeros en contactar con el comandante alemán en la ciudad, Von Choltitz, quien ha desobedecido las órdenes de Hitler de resistir hasta el final e incendiar París hasta dejarlo en ruinas. Ellos serán, también, quienes rindan honores a De Gaulle en el Arco del Triunfo dos días más tarde, y quienes escolten al general francés, repeliendo a tiros el ataque de unos francotiradores enemigos, entre las aclamaciones de la multitud, cuando se dirige a pie por los Campos Elíseos hacia la plaza de la Concordia y Nôtre Dame. El periplo de la División Leclerc continúa; avanzan hacia Lorena y Alsacia. Cuanto más se acercan las tropas aliadas a la frontera alemana, más firme y resuelta es la resistencia germana. Y, cuanto mayor es esta, más numerosas son las condecoraciones que reciben los integrantes del contingente español: el brigada Federico Moreno recibe la Cruz de Guerra con Estrella de Plata y es ascendido; Martín Bernal, gravemente herido, recibe la Cruz de Guerra con palmas; el propio De Gaulle condecora en Nancy a Dronne, al subteniente Campos, al sargento Fermín Pujol y al cabo Cariño López. El 23 de noviembre de 1944 entran en Estrasburgo, y solo la voladura del puente sobre el Rhin por los ingenieros alemanes impide su entrada en suelo alemán. El 20 de enero la Nueve recibe la orden de apoyar con sus blindados el avance por la llanura alsaciana de una unidad francesa de infantería: la 13 DBLE.
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Tras estos acontecimientos la división es retirada del frente para un merecido descanso. Cuando se reincorpore será ya en tierra alemana. La sección que dirige Martín Bernal será la primera en entrar en Munich el 29 de abril de 1945; de allí se dirigen a los Alpes, hacia el refugio de montaña de Hitler y los altos jerarcas del partido Nazi. Allí Martín Bernal se apodera, como recuerdo, de unas sábanas bordadas con las iniciales de Hitler y, al saber que a cien kilómetros se encuentra un campo de concentración donde hay muchos prisioneros españoles, se introduce en Austria con dos blindados en su busca. Los estadounidenses le cortan el paso y le impiden entrar en su sector; en Mauthausen se hubiese encontrado con su propio hermano Paco, uno de los supervivientes españoles de ese campo. Martín Bernal —uno de los nombres imprescindibles de este nutrido grupo de españoles— nació en 1914 ó 1915 en el barrio zaragozano de La Cartuja, y creció en un ambiente dominado por los anarquistas, tan presentes en Aragón y Zaragoza en los años 20 y 30 del pasado siglo. Anarquismo y toreo fueron sus coordenadas vitales de juventud, llegando a ser novillero con el nombre de Larita II. Apresado en la Mancha al final de la Guerra Civil, fue recluido en Valencia en un campo de prisioneros, del que consiguió escapar. Dos meses le costó llegar hasta el Pirineo caminando y escondiéndose, para cruzar la frontera y ser internado en uno de los campos de refugiados franceses. Como a tantos otros, se le colocó en la disyuntiva de alistarse en la Legión Extranjera o ser repatriado a la España de Franco, llegando a verse en un camión, camino de Canfranc. Ya como legionario, fue destinado a Senegal, donde permaneció tres años, hasta que su unidad se desplazó a combatir en Túnez. Atraído por la fama de Leclerc, desertó de la Legión y se enroló en la 2ª División Blindada, integrándose en la Nueve, cuyas peripecias hemos visto; allí fue conocido con el sobrenombre de Garcés. Durante la ocupación de París sustituyó al subteniente Elías, gravemente herido, como jefe de la 2ª sección. Acabada la guerra, se reunió con su hermano en París, donde montaron una zapatería en un pueblo cercano. Vivió en Francia hasta su muerte, en 1991. Entre el olvido y la memoria La guerra acaba. Estos hombres llevan nueve años combatiendo; ¿alguien puede imaginar lo que han vivido en ese tiempo? Frío, calor, hambre, desprecio, destrucción y muerte; ¡han perdido a tantos compañeros…! Y algunos no han terminado: a pesar de que son los comunistas quienes se implican en la lucha armada contra Franco con el mantenimiento del maquis, no faltan entre ellos los veteranos del ejército francés. Peor destino les espera a quienes, atados por el contrato firmado con la Legión Extranjera, son enviados a las colonias francesas de Indochina para seguir combatiendo —y muriendo—, esta vez contra los independentistas
vietnamitas, que acabarán vapuleando al ejército francés en Dien-Bien-Fu. Con una clarividencia envidiable, los exiliados españoles habían identificado perfectamente el conflicto que se escenificaba en Europa. No luchaban por España, sino por unos ideales que trascendían las fronteras, de la misma manera que unos años antes extranjeros de todo el mundo habían participado en la Guerra Civil apoyando a la República. Pero no podían evitar llevar el recuerdo de su tierra en el corazón, el anhelo de recuperar la democracia para su país, y la esperanza de volver a ella un día no muy lejano. Si el régimen de Franco no era derribado la partida no se podía considerar finalizada. Pero solo ellos lo veían así; los vencedores tenían otras preocupaciones: Estados Unidos, asentar su liderazgo mundial y preparar un posible enfrentamiento con la URSS; Gran Bretaña, recuperarse del esfuerzo de guerra; y Francia, convencerse de que había participado en el bando correcto durante el conflicto, amén de apuntalar un imperio colonial que comienza a resquebrajarse el mismo día que termina la guerra. Stalin será el único, pero remoto, apoyo a la causa republicana. ¿Para eso habían luchado? ¿Para que al final les dieran la espalda? La euforia del momento de la victoria hizo que se les reconociera y apreciara en Francia, pues era evidente que estaban allí, en primera línea, con sus dos tricolores. Como tantos extranjeros y ciudadanos coloniales, habían sido los principales artífices de la cuasi—ficción de que Francia seguía en guerra contra Alemania tras el Armisticio de 1940. Los leales a la Francia Libre habían sido exiliados de Europa del Este, republicanos españoles, senegaleses, cameruneses, magrebíes, y un puñado de franceses también idealistas. La inmensa mayoría del estamento militar francés permaneció fiel a Pétain, y solamente se planteó cambiar de bando cuando los acontecimientos apuntaban claramente a la posibilidad de la derrota del Eje. La necesidad de construir una memoria épica de la nación francesa hizo que en las historias al uso, tal y como sería el gusto de De Gaulle, fuese el tanque Romilly el primero en entrar en París. Y si vemos, por ejemplo, la popular película Arde París (basada en el libro del mismo título), constataremos cómo los héroes son todos franceses; ni una mención a los extranjeros —no solo españoles— que, tanto en la Resistencia interior parisina como en las tropas de la División Leclerc, participaron activamente en aquellos acontecimientos. Solamente pasando a cámara lenta las imágenes podremos ver los nombres Madrid y Teruel en dos blindados, absolutamente invisibles a la velocidad normal de visionado de la película. Urge recuperar la memoria de quienes pasearon por este y por otros continentes, la dignidad de sus ideales y de su tierra de origen —siempre añorada—, en el tiempo en que España se encontraba sumida en tiempos de indecente negrura política. Situación que se prolongó con la aquiescencia de gobiernos que se consideraban paladines de la democracia y vencedores del fascismo.
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ENSAYO CINCO VILLAS
CINCO VILLAS
Desde su primer número, la revista
Ágora ha tenido vocación de universalidad. Tener sus ventanas abiertas al mundo ha estado entre sus principales objetivos. En un mundo global como el que vivimos nos parecía que enrocarse en uno mismo o en su espacio vital poco o nada contribuían a crear una sociedad más despierta y tolerante. Sin embargo, este talante programático no se contradice en absoluto con el intento de dar al mundo lo mejor de nosotros mismos, de nuestra comarca, de nuestra tierra, de las Cinco Villas. Por ello, en cada número intentamos contribuir con nuevas reflexiones sobre algún aspecto de nuestra historia, de nuestra geografía, de nuestra etnografía, de nuestra economía…En definitiva, de nuestro ser aquí y ahora en el mundo. En este sexto número, los tres artículos incluidos en este apartado versan sobre contenidos de nuestra historia: desde la Inquisición, pasando por la guerra de Cuba, hasta la transición española de finales del siglo pasado. Todos realmente interesantes, una invitación a su lectura.
ÁGUEDA SAMAIO, la bruja de Ejea Marta Mª. Pastor Oliver
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odo el mundo ha oído hablar de la pésima reputación del famoso Tribunal del Santo Oficio, un Tribunal de la Fe que, al comenzar la Edad Moderna, fue establecido por los Reyes Católicos en Castilla e impuesto al reino de Aragón desde 1484. Muy pronto el Tribunal de Zaragoza destacará como uno de los más importantes de la Corona persiguiendo primero a los judíos y a continuación a los moriscos hasta su expulsión del reino a principios del siglo XVII, siendo monarca Felipe III (II de Aragón). Bajo el reinado de Felipe IV (III de Aragón) la Inquisición se centrará en vigilar la ortodoxia de las palabras y comportamientos y la aceptación de la doctrina contrarreformista, promulgada en el Concilio de Trento, entre los cristianos viejos, hombres y mujeres supuestamente de limpia sangre, pero muy frecuentemente de dudosa conducta y de casi nula formación. De la actividad del Tribunal de Zaragoza, en estos años del siglo XVII, nos quedan 843 resúmenes o relaciones de causas custodiados en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, en la sección Inquisición, y 181 procesos, más o menos completos, más o menos fragmentarios, se conservan en el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza, de los que tan solo 28 son de fe. El resto son criminales o causas penales referidas a oficiales de este Tribunal. De entre todas ellas, únicamente se encuentra una causa referida a la Villa de Ejea de los Caballeros y es una causa de fe que promovió el fiscal del Santo Oficio del citado Tribunal. Este es el proceso incoado a una partera o comadrona viuda, llamada Águeda Samaio, la cual fue acusada el día cinco de noviembre de 1645 por bruja y por hacer hechizos(1). Águeda vivía en Ejea de los Caballeros, donde ya se había creado una mala reputación por su conducta. (1) - A.H.P.Z. Inq. Caj. 124/leg. 4.
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Bien sea por su comportamiento, o solamente por su peculiar modo de ser, lo cierto es que se la acusó ante el fiscal del Santo Oficio porque se decía que cortaba la leche a las madres que estaban criando; que, cuando ofrecía torta de la que cocía en el horno de la localidad, hacía enfermar e incluso morir al que la aceptaba y comía de ella. También se decía en la Villa que quemaba cabellos para hacer hechizos y producía males con solo tocar a las personas. Ella ya tenía otro proceso abierto en su contra ante el tribunal eclesiástico, cuando se le presentó ante los inquisidores señores Bravo, Lezaeta y Allande. El doctor Plano, visitador del arzobispo, le había prohibido ejercer su oficio de partera: porque como sucede muchas veces nacer la criatura con necesidad de baptiçarse luego y las parteras lo hazen, no es bien a tal como esta fiarle una cossa tan grabe y necesaria, y enseguida había solicitado al cura párroco que averiguase qué criaturas había recibido esta mujer para, una vez informados, administrarles el bautismo sub conditione, dadas las dudas que les cabían acerca de la validez del sacramento que les había otorgado la comadrona. Francisco Juan Cebrián, arzobispo de Zaragoza, del Consejo de su Majestad, había dejado un mandato acerca de Águeda Samaio, según el cual, y a causa de su reputación de bruja, le prohibía trabajar como comadrona y también bautizar en caso de necesidad, aunque no hubiera más pruebas de su condición maléfica fuera de la murmuración continua que sobre ella circulaba en Ejea. Se le privó de ejercer su oficio de partera, so pena de excomunión y de 50 escudos, con orden que transmitió el visitador del arzobispo en octubre de 1645, exhortándole a su vez a dar buen ejemplo para poder quitarse su mala reputación. Sin embargo, Águeda siguió recibiendo niños, decía que con permiso del doctor Plano, el visitador, pero no lo pudo probar, y por ello fue excomulgada, o descomulgada, según se expresan las fuentes. A este respecto declaró don Pedro Catalán, que era párroco de Santa María en Ejea y que en el momento de deponer residía en Villanueva de Huerva, que nunca consiguió que Águeda no bautizase, pues por el temor que le tenían la llamaban a recibir y recibía niños continuamente. Y aún sigue narrando el presbítero que en una ocasión Águeda no quiso bautizar a una criatura diciendo que ya estaba muerta, cuando todos la tenían por viva.
Jerónima Lalana, esposa de Pedro Ferrer, junto con su madre, decidió llamar a un pastor que tenía fama de brujo por ver si podía curarles a un hijo que tenía muy enfermo. El pastor les recomendó que llamaran a Águeda, que curaría al niño. Así lo hizo Jerónima y Águeda cogió al pequeño, le hizo una fajadura, le cortó cabellos de la cabeza, los quemó y sopló en la chimenea mientras pronunciaba unas palabras que no entendieron los circunstantes. En el caso que se llevó ante la Inquisición la denunciante fue Isabel Ferrer, junto con su marido, Francisco de las Fillas, un labrador vecino de Ejea de los Caballeros que entonces tenía 23 años de edad. Entregaron unos cabellos que les había dado la acusada y declararon que Águeda Samaio (era) muger de muy mala fama y (estaba) en opinión de bruxa(2). A la primera denuncia se fueron sumando las quejas y relatos de diversos testigos, como el de una mujer que sospechaba que la acusada le había cortado la leche mientras estaba criando. También declararon que el 10 de junio de 1645, estando cociendo el pan en el horno de la Corona de Ejea, Isabel Ferrer vio que Águeda Samaio les ofrecía a ella, a Jusepa Aybar y a Gracia Sinúes sendos bocados de torta. Les dijo que mordieran y ellas aceptaron el ofrecimiento, pero al día siguiente Isabel reconoce que se encontró mal, con dolor de estómago e inconsciente, o como ella misma declara: con grandes aflicciones y pasiones al estómago y privada de sentido, y se fue a hablar con Águeda Samaio, porque sospechaba de ella y le reclamó que, puesto que le había provocado el mal, debía curarla. Águeda le respondió que se callase y se esperase, y al poco rato bajó con unos cabellos en la mano que le dio y le dixo, tome estos cabellos y calle…. Isabel le contó todo lo ocurrido a Francisco, su marido, y, como ambos lo tuvieron por hechizo, lo fueron a denunciar ante el Comisario del Santo Oficio. Francisco a su vez relató que, estando en la Villa de Sos, en casa de su padre Gil de las Fillas, en compañía de Isabel, su mujer, esta le confió que ya sabía de dónde provenían el dolor y el malestar que la aquejaban, pues lo achacaba al bocado de torta que Águeda le había ofrecido en el horno de la Corona, en la Villa de Ejea. Isabel y Francisco volvieron desde la Villa de Sos a la de Ejea el día de Todos los Santos del año (2) - Ibídem. S./f.
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1645, pero Isabel, unos días después de su regreso, la noche del 12 de noviembre, estando acostada se cayó de la cama y empezó a dar voces y su marido Francisco tentándola la halló en la oscuridad, tendida en tierra, la levantó y la volvió a llevar sobre la cama. Isabel atribuyó a Águeda el poder de tirarla de la cama al suelo, y aprovechó para contarle a su cónyuge el episodio de los cabellos, y todas estas cosas, unidas a la sospecha acerca de la torta, les parecieron hechizos a los dos. Jusepa Aybar también se quejaba de que no tenía salud desde el día en que comió la torta, y murió hacia octubre de 1645, un mes antes de que se produjera la denuncia ante la Inquisición, y Gracia Sinúes había muerto hacía cuatro meses, decían también, como consecuencia de haber probado la torta de Águeda. Juan de Maler denunció que a un hijo suyo Águeda le dio una palmada en las espaldas y enfermó. Entonces Juan se dirigió a casa de la Samaio y la amenazó con que la mataría, y ella respondió a las amenazas curando al chico. Jusepe Rodrigo se quejaba de que Águeda le tocó la pierna e inmediatamente sintió como un calambre en esa parte de su cuerpo y estuvo siete días ladrando como si fuera un perro. Jusepe precisa que en esa ocasión estaba en el molino y que veía a Águeda entrar y salir muchas veces de él, muy inquieta, y en una de las ocasiones pasó a su lado, le tocó la pierna y este sintió allí un calambre que le dolió tanto que no pudo engranar el poco trigo que tenía, y lo tuvieron que hacer por él los que estaban presentes a su lado. Como le aumentó el dolor, lo llevaron a su casa, donde se hizo exorcizar y estuvo siete u ocho días ladrando como un perro. A la mujer de Jusepe también la tocó Águeda y ella enfermó como consecuencia de tal contacto, y estuvo tres meses sin salud hasta que un saludador de Magallón la curó, y allí la tuvo su marido hasta que sanó. A Pedro Almoler de la Corona en una ocasión Águeda le tocó el sombrero y él lo quemó delante mismo de la puerta de la hechicera, porque se lo había tocado y pensaba que estaría embrujado. Sobre todo este asunto se conservan las declaraciones de tres testigos: Isabel Ferrer, mujer de Francisco Las Fillas, vecina de Ejea de los Caballeros, de unos 20 años de edad, que no sabía escribir y por ello no pudo firmar; su marido Francisco,
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labrador y vecino de Ejea, de 23 años, que tampoco sabía escribir; y Jusepa Mur, una mujer de 24 años, residente en Zaragoza desde hacía unos doce años más o menos, pero natural de Tudela, en Navarra, casada con Pedro Gil, sastre de oficio. Ella tampoco sabía escribir. Nada más nos aportan las fuentes acerca de la historia de Águeda y sus vecinos en Ejea, hacia 1645, buena muestra del desinterés que mostró el Tribunal ante la credulidad de aquellos que se relacionaban con esta mujer viuda, de mala reputación, y a la que atribuían unos poderes que seguramente no tenía, y que tan solo estaban en las mentes crédulas y atemorizadas de quienes la rodeaban, y tanto recurrían a ella como la rechazaban. Tampoco Águeda se molestó en desmentir la realidad de sus poderes, tanto benéficos como maléficos, quizás esperando que la respetaran en un mundo donde ser una mujer sola, una viuda entre hombres, ejerciendo una profesión tan delicada en un momento histórico en que la vida pendía de un hilo, sobre todo la vida naciente en un contexto de régimen demográfico antiguo y de elevadísima mortalidad infantil, resultaba demasiado complicado, arriesgado e incómodo. Y este es el relato, en conjunto, acerca de las fechorías y daños que se atribuían a esta pobre mujer, sobre la que descargaron sus convecinos, como en un chivo expiatorio, todos sus temores y frustraciones acerca de la vida y la muerte, la salud y la enfermedad. Según nos muestran los documentos originales, ante este caso la justicia eclesiástica, en la persona del visitador, se mostró prudente y conciliadora, imponiendo una pena que, tranquilizando a la población, no perjudicase en exceso a la acusada, y la Inquisición se mostró totalmente indiferente ante un caso que dejaron incompleto y abandonado en sus archivos, y del que no se molestaron ni siquiera en informar al Consejo de la Suprema en Madrid, pues no ha dejado huellas en las relaciones de causas. Y todo esto nos muestra cómo la Inquisición se desentendió prácticamente de los delitos de brujería y hechicería durante la segunda mitad del siglo XVII, y cuando los procesó, lo hizo con mucha mayor benignidad y prudencia que la justicia civil y que la justicia popular, pues deseaba, ante todo, no despertar la histeria colectiva ni el miedo injustificado a unos poderes maléficos que no creían que pudieran actuar por medio de esas mujeres. Ocurrió
que la Inquisición, ante la persecución de la brujería y la superstición, mantuvo una postura escéptica encomiable(3). Esta constituía una pequeña parte de su actividad jurídica y, en general, las penas que aplicó fueron suaves en relación a otros tribunales(4). Y este ha pretendido ser tan solo un pequeño retazo de la microhistoria, de la historia pequeña y cotidiana de nuestras villas y lugares aragoneses para contribuir a que, sabiendo cada vez un poco más de nuestro pasado y recordando cómo fuimos, cómo vivíamos, pensábamos y sentíamos, podamos encontrar nuestras raíces y reconocer con exactitud y sinceridad quiénes somos ahora y para poder decidir quiénes queremos ser en el futuro.
(3) - Tausiet, María, Ponzoña en los ojos. Brujería y superstición en Aragón en el siglo XVI, Institución Fernando el Católico, C.S.I.C, Excma. Diputación de Zaragoza, Zaragoza, 2.000, pp. 75, 115. (4) - Gari Lacruz, Ángel, Brujería e Inquisición en Aragón, Editorial Delsan, Historia, Zaragoza, 2007, p. 323.
Ilustra: Alberto Cabello
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Héroes de las Cinco Villas en la guerra de Cuba (1895-1898)
Miguel Ángel Zapater Baselga Francisco Javier Navarro Chueca
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os 158 soldados de nuestra comarca, localizados hasta la fecha, que defendieron el final de la caduca política colonialista española eran jóvenes, generalmente entre 19 y 21 años, con oficios humildes, habitualmente desconociendo la lectura y la escritura y sin disponer de 2.000(1) pesetas que les evitasen salir de su pueblo para en ocasiones no regresar. Aun con todo, muchos de ellos fueron premiados, habitualmente de forma reiterada, con Cruces del Mérito Militar con distintivo rojo por sus acciones de guerra y por las heridas recibidas en combate. Debemos subrayar que estamos hablando de verdaderos supervivientes en un medio desconocido y hostil, olvidados e ignorados hasta estos momentos por la Historia. Esta, si en parte la han trazado personajes célebres es por el hacer de gentes sencillas como nuestros protagonistas, auténticos héroes anónimos que han lanzado a aquellos al recuerdo; pero todos tenemos el derecho a ser evocados. Esta reflexión nos hace recordar las palabras de G. Eliot, escritora que murió quince años antes de comenzar la contienda: «[…] que el bien aumente en el mundo depende en parte de actos no históricos; y que ni a vosotros ni a mí nos haya ido tan mal en la vida como podía habernos ido se debe, en buena parte, a todas las personas que vivieron con lealtad una vida anónima y descansan en tumbas que nadie visita.»(2)
(1) En el Real Decreto, de 21 de octubre de 1896, art. 172, leemos: «Se permite redimir el servicio ordinario […] mediante el pago de 1.500 pesetas, cuando el mozo debiese prestar dicho servicio en la Península, y 2.000 cuando le correspondiese servir en Ultramar.» A finales del siglo XIX 1.500 pesetas equivalían a unos tres millones de pesetas en 1999 [GUERRERO ACOSTA, J. M. (2003). El ejército español en Ultramar y África (1850-1925). Los soldados olvidados del otro lado del mar, Acción Press, S. A., Madrid, p. 94]. (2) ELIOT, G. (1872). Middlemarch. Editorial Alba, Barcelona, edición de 2000. George Eliot es el pseudónimo de la escritora Mary Ann Evans (1819-1880).
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Los protagonistas que hemos seleccionado, por motivos de espacio, son los siguientes: sargento Ángel Cardona Chacorren (Tauste), soldado Simón Casáus Ferrer (Tauste), soldado José Ciudad Navarro (Ejea), cabo Miguel García Marcellán (Biota) y artillero naval de primera José Ibáñez Apreciado (Tauste). Todos ellos participaron en acciones de guerra y/o con oficiales renombrados: Ángel Cardona defendía Santiago frente a las tropas norteamericanas mientras la flota española, donde sirvió José Ibáñez, era aniquilada. En las mismas fechas el general Joaquín Vara de Rey sostenía la posición de El Caney y los capitanes Patricio de Antonio y Joaquín Bustamante hacían lo propio en Las Lomas de San Juan. Miguel García estuvo bajo las órdenes del general Arsenio Linares y en la última etapa de la contienda formó parte de la guarnición defensiva de La Habana. Simón Casáus participó con el general Fidel A. Santocildes en la batalla de Peralejo, y con el general Joaquín Vara de Rey durante 1897 en diversas acciones realizadas en las inmediaciones del río Cauto. Asimismo, José Ciudad compartió escenario bélico con el comandante Francisco Cirujeda en la batalla de Punta Brava, donde murió el líder cubano Antonio Maceo. BREVE CONTEXTO HISTÓRICO Los hechos en los que se vio involucrada España a finales del siglo XIX tuvieron dos consecuencias importantes: la pérdida de nuestras últimas colonias y el surgimiento de una potencia hegemónica imperialista: los Estados Unidos de Norteamérica. La destrucción pública de la imagen de nuestro país como potencia mundial implicó un desastre moral, acabando con una confianza ya minada por la confusión política y la depresión económica existentes. Las decisiones de los sucesivos gobiernos presididos por Antonio Cánovas del Castillo y Práxedes Mateo Sagasta, empeñados en utilizar «hasta el último hombre y la última peseta» en una empresa ultramari-
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na incongruente, supusieron una cuantiosa sangría económica, pero sobre todo de vidas humanas. Las bajas sufridas por el ejército colonial español en la Gran Antilla estarían alrededor de 50.000, cifra que varía de un historiador a otro. Entre 1896 y 1897 el Ejército de Operaciones de Cuba llegó a disponer de unos doscientos cincuenta mil efectivos regulares dirigidos por más de 40 generales y 6.300 oficiales; calculándose en unos ochenta mil los que integraron los grupos de Voluntarios y de Guerrilleros, así como otras fuerzas al servicio de la metrópoli. ÁNGEL CARDONA CHACORREN (3) Este pastor taustano, perteneciente al reemplazo de 1892, participó en dos guerras: primero en África y después en Cuba, consiguiendo regresar íntegro a su casa con el grado de sargento. Gracias a su licencia absoluta(4) sabemos de la concesión de dos Cruces de Plata del Mérito Militar con distintivo rojo. La primera por las acciones en Vuelta Corta, río Filipinas y Maravi en junio de 1895; la segunda, por lo propio en Loma de Cáñamo en agosto de 1897. Asimismo, en abril de 1898 quedó destinado en Daiquiri, existienÁngel Cardona Chacorren. do la posibilidad de Archivo familiar. haber formado parte (3) Informantes: Antonio Cardona Chacorren y Pascual López, Roche. Vid. ZAPATER, M. Á. y MORALES GÓMEZ, J. J. (2003). «La mili de nuestros abuelos», Ayer y Hoy en Cinco Villas, 6, Ejea de los Caballeros, pp. 14 y ss.; y ZAPATER BASELGA, M. Á. y NAVARRO CHUECA, F. J. (2004). «Cincovilleses en la guerra de Cuba (18951898)», Suessetania, 22, Centro de Estudios de las Cinco Villas, Ejea de los Caballeros, Zaragoza, pp. 130 y ss. (4) Hoja de servicio desde el ingreso en Caja hasta la baja en el ejército como licenciado absoluto por llevar doce años de servicio. En caso de guerra también se reflejan en ella los lugares donde se desarrollaron los hechos de armas, los oficiales al mando y las condecoraciones recibidas.
de las columnas que se enfrentaron a las columnas norteamericanas desembarcadas aquí dos meses después. Ángel participó en la defensa de Santiago, encontrándose en los combates y bombardeos de los días 1, 2, 3, 10 y 11 de julio contra el ejército yanqui. La guarnición de esta ciudad disponía de unos diez mil hombres, más 600 marineros de la escuadra de Cervera que la reforzaron hasta el momento de recibir la orden de reembarcar para enfrentarse a la flota del comodoro Sampson. Tal como indica G. CARDONA,(5) el 26 de mayo las tropas norteamericanas bloquearon Santiago, aunque el verdadero desembarco en la isla se realizó a partir del 22 de junio cuando 18.000 soldados pusieron pie en las playas de Daiquiri. Los recién llegados aceptaron el plan del Lugarteniente General del Ejército Libertador Calixto García para cercar la población por el este, mientras las tropas mambisas(6) hacían lo propio por el oeste, con el fin de evitar la llegada de refuerzos a los defensores de la plaza. La prensa regional del momento se hizo eco de los acontecimientos; así, el 7 de julio HERALDO DE ARAGÓN indicaba: «Por lo que se refiere a la defensa de Santiago es preciso conocer las fuerzas de los bandos contendientes. Los españoles contaban con los 6.000 hombres de Linares y los 1.800 marinos que luego reembarcaron. Con estas tropas había que guarnecer los alrededores de la ciudad, con lo que en la plaza quedaron sólo alrededor de 1.500 hombres. Los yanquis contaban con 1.700 (sic)(7) hombres más el apoyo de 6 ó 7.000 rebeldes. En los alrededores los españoles sólo tenían artillería ligera, mientras los americanos usaban 80 cañones de gran calibre. […] Cuarenta españoles prisioneros, según se cuenta, han sido entregados a los mambises por los norteamericanos, los cuales los han martirizado, cortándoles la cabeza finalmente.»
(5) CARDONA, G. (1998). «A sangre y fuego», en: España 1898 ocaso colonial, La Aventura de la Historia, 2, Alianza Editores S.A., Madrid, pp. 87 y ss. (6) Mambises es la denominación autóctona de los miembros de las tropas insurrectas cubanas. Deriva de la voz yoruba (lengua africana hablada por los esclavos de la isla): mbi. (7) Realmente la fuerza estadounidense sería de unos 17.000 hombres.
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En las cercanías de Santiago se organizaron sendas posiciones que han pasado a la historia por las batallas allí acaecidas el 1 de julio de 1898: El Caney y Las lomas de San Juan, donde ambos bandos sufrieron numerosas bajas. La pequeña posición de El Caney, a cuyo mando estaba el general Joaquín Vara de Rey, quedaba reforzada por el fortín El Viso y defendida por una guarnición de 520 soldados desprovistos de ametralladoras y de artillería. El ataque comenzó con el alba y lo realizó la 2ª División del general Lawton junto con la brigada independiente de Bates, un escuadrón del 2º de Caballería y la artillería de Caprón, siendo frenado el avance por las certeras descargas de los máuser españoles. A las 3 de la tarde Lawton recibió la orden de abandonar el ataque, pero lejos de ello retomó la iniciativa mediante oleadas coordinadas de soldados apoyadas por fuego artillero que batieron eficazmente El Viso, siendo tomado este tras dos
Fortín español El Viso en El Caney (estado en 2007). Archivo fotográfico: Fco. Javier Navarro.
horas de ataque; resultando inútil la resistencia, los pocos defensores supervivientes se retiraron ordenadamente hacia Santiago al mando del teniente coronel Juan Puñet. El general Joaquín Vara del Rey y su sobrino, 2º teniente Alfredo Vara de Rey, murieron y su hermano y ayudante de campo, Capitán Antonio Vara de Rey, resultó herido. Los españoles sufrieron, entre muertos y heridos, 235 bajas (45,19 % de sus fuerzas) y 120 fueron hechos prisioneros (23,07 %); los atacantes 441: 81 muertos (1,21 %) y 360 heridos (5,41 %) de una fuerza de 6.653 hombres. Las Lomas de San Juan, bajo el mando del coronel José Vaquero, controlaban las vías de acceso a Santiago(8) por el este, formando parte de la primera (8) En un primer momento su máximo responsable fue el general Arsenio Linares y posteriormente, cuando este cayó herido, el general José Toral.
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línea defensiva establecida en torno a esta población defendida por 850 hombres y una sección de artillería con dos cañones Krupp de 75 mm de tiro rápido del capitán Patricio de Antonio. A primera hora de la mañana se inició el ataque ayudado por un globo cautivo de reconocimiento, denominado «chivato gordinflón».(9) Tripulado por el teniente del Signal Corpss (Cuerpo Expedicionario procedente de las defensas costeras de Nueva York) Joseph E. Maxfield y Globo cautivo norteamericano de por teniente coro- observación en Las Lomas de San nel George F. Der- Juan (1 de julio de 1898). by, fue derribado al cuarto intento por las piezas del capitán Patricio de Antonio a una distancia de 1100 m., siendo calificado este hecho como la primera acción antiaérea del ejército español. Esta aventura aerostática fue considerada por el coronel norteamericano Leonard Wood como: «uno de los actos más imprudentes y estúpidos que jamás hubiese presenciado;» (10) aunque debemos reconocer que gracias a ella localizaron una estrecha vereda entre la vegetación que, cruzando el río San Juan, encaminó a las atestadas tropas yanquis hasta las posiciones hispanas cinco horas después. Mientras abría fuego la artillería norteamericana, las Divisiones de Wheeler y de Kent avanzaron por un estrecho camino en la manigua hacia un pequeño llano que antecede a las Lomas; pero llegando al punto donde debían vadear el río Aguadores para iniciar el despliegue se produjo un gran desorden al llegar más tropas que las que podían cruzarlo. Una vez reorganizadas ambas Divisiones se realizó en (9) REDACCIÓN DE RISTRE (2004). «San Juan: la colina de la leyenda», RISTRE, 16, revista de historia militar de España y de Latinoamérica, Medusa, Madrid, p. 12 y ss. (10) REGAN, G. (2004). Historia de la incompetencia militar, Crítica, Barcelona, p. 308.
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primer lugar el asalto a la colina de La Cafetera, provocando el desalojo de sus defensores. Los 1.072 defensores contestaron a 8.143 atacantes(11) en un combate desequilibrado, haciéndose imparable el avance cuando los artilleros de la metrópoli se quedaron sin munición. Las escasas tropas supervivientes se retiraron hacia Fuerte Canosa, quedando en el lugar para defenderlas el capitán Patricio de Antonio y sus artilleros, muriendo la mayoría de estos. Tomadas finalmente por el 10º Regimiento de Caballería Desmontada, el capitán de navío Joaquín Bustamante al mando de 450 infantes de marina lanzó un contraataque que fue rechazado, falleciendo en el intento junto con muchos compañeros suyos. A partir de entonces Santiago tan solo estuvo defendida por una línea de trincheras, de tal manera que de los prometidos refuerzos tan solo llegó el coronel Federico Escario(12) al mando de una columna de 3.700 hombres agotados, sin víveres ni municiones, agravándose más si cabe la situación tanto de los habitantes como de los defensores de la plaza. Ante el inminente asalto norteamericano la población civil abandonó la ciudad, resistiendo la guarnición hasta que su responsable, el capitán general Ramón Blanco, autorizó su capitulación.(13) SIMÓN CASÁUS FERRER (14) Para que un ex soldado de la guerra de Cuba tuviera derecho al cobro de una pensión estatal era necesario poseer la correspondiente licencia absoluta, documento que no siempre era entregado al soldado. Tal fue el caso de Simón Casáus, que con 86 años en 1960 y una memoria prodigiosa y envidiable recordó, datos, nombres y fechas transcurridos 66 años para reconstruir dicho documento y cobrar su merecida paga. Cuando Simón, perteneciente al reemplazo de 1894 e integrante de los batallones Sicilia nº 7, (11) Pagaron un elevado precio por su victoria en esta batalla, sufriendo 205 muertos (2,51 %) y 1.180 heridos (14,49 %) [REGAN, G. Op. cit., p. 311 y REDACCIÓN DE RISTRE, op. cit., p. 23]. (12) Ascendió a general de Brigada cuando llegó a Santiago. Horas antes de su entrada en la ciudad, la escuadra del almirante Cervera abandonaba la bahía para presentar combate al enemigo. (13) Las actas fueron firmadas el 16 de julio. Un día después fue nombrado un gobernador norteamericano, izada la bandera de barras y estrellas y prohibida la entrada de los mambises a la ciudad. (14) Informante: Mª Jesús Monguilod.
Baza nº 6 y Valencia, estaba destinado en la isla fue nombrado capitán general de Cuba Arsenio Martínez Campos. Este, para resolver la situación, además de emplear su carácter conciliador, combinó una política de atracción de los descontentos cubanos con el refuerzo de 7.252 hombres armados Simón Casáus Ferrer. Archivo familiar. con fusiles máuser que sustituyeron a sus predecesores, los obsoletos Rémington. Decantado posteriormente por la acción militar, reorganizó las fuerzas sobre el terreno, de tal manera que a las devastaciones y matanzas de los insurgentes respondió mediante una táctica defensiva, repartiendo una gran cantidad de soldados por haciendas, pueblos y caminos. De esta manera se pudo controlar la mayoría de las poblaciones y propiedades, aunque los mambises continuaron siendo los dueños del campo.(15) Nuestro protagonista salió de La Habana en julio de 1895 para dirigirse a Las Villas, donde su columna dispuso las medidas para interceptar al mayor general Máximo Gómez(16) si éste lograba pasar la trocha de Júcaro-Morón. Aprovechando la escasa anchura de la isla en algunos puntos, el ejército español estableció diversas líneas defensivas denominadas trochas; franjas con una anchura entre 200 y 400 m. y una dirección norte-sur realizadas mediante la tala de la manigua; tenían la finalidad de aislar la zona oriental, controlada en gran medida por las tropas independentistas, de la occidental, e impedir así el paso de la insurrección hacia las ricas regiones del oeste e imposibilitar el paso de ayuda a los sublevados. Disponiendo de una línea de ferrocarril que enlazaba los distintos enclaves, se protegían por empalizadas con alambradas y controladas mediante fuertes de madera, fortines intermedios y torres de observación, lugares estos donde eran instalados
(15) CARDONA, G. Op. cit. p. 82. (16) Nacido en territorio dominicano en 1836 y muerto en 1905, fue el jefe militar más significativo en la lucha por la independencia cubana, así como un auténtico maestro en la lucha de guerrillas.
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centinelas que, mediante heliógrafos(17) comunicaban a las columnas españolas los movimientos de las tropas enemigas. Posteriormente, Simón se trasladó a la provincia de Oriente, llegando por barco a Manzanillo con la intención de dirigirse por tierra hasta Bayamo. La columna que mandaba el capitán general fue interceptada por el lugarteniente general Antonio Maceo(18) que, habiendo sido avisado de su presencia, reunió un número importante de efectivos bien municionados reforzados con la llegada de una expedición a la costa de Holguín. El enfrentamiento armado en el que participó Simón entre la columna de Arsenio Martínez Campos y las fuerzas de Antonio Maceo tuvo lugar en una amplia llanura entre Bayamo y Barracas denominada Peralejo. El 13 de julio de 1895 se produjo en este lugar una de las más encarnizadas batallas de la guerra y el primer enfrentamiento de envergadura por el número de combatientes que intervinieron: 1.523 españoles y entre 6.000 y 7.000 de las partidas de Antonio Maceo, sufriendo estas unas bajas estimadas entre 400 y 600 (aproximadamente el 7,69% de sus fuerzas) y aquellas 124 (el 8,14 %). Según la historiografía cubana reciente(19) estas cifras cambian sustancialmente: las tropas insurrectas tuvieron 118 bajas y las peninsulares 498. Arsenio Martínez Campos estuvo a punto de ser hecho prisionero y fue salvado en el último momento por el general Fidel Alonso de Santocildes, siendo este abatido por tres impactos de los infantes del brigadier cubano Quintín Banderas. (20) En enero de 1897 el batallón de Simón tomó los campamentos enemigos de Bermúdez, marchando posteriormente a la trocha de Mariel-Majana para ocupar el puerto de Artemisa con el fin de evitar que se juntaran, sin éxito, los cabecillas Quintín Bande(17) Instrumentos destinados a hacer señales telegráficas por medio de la reflexión de un rayo de sol en un espejo plano movible para denotar letras y palabras. (18) Antonio Maceo Grajales (1848-1896) fue caudillo desde la guerra de los Diez Años (1868-1878) y el más carismático de los militares independistas cubanos. En todas las contiendas en las que participó fue renombrado por su valor, intrepidez y astucia contra los españoles. (19) ESCALANTE, A. y otros (2003), Diccionario enciclopédico de historia militar de Cuba, primera parte, tomos I y II, Centro de Estudios Militares, Ediciones Verde Olivo, La Habana. p. 294. (20) José Quintiano Banderas Betancour, Quintín (1834-1906), alcanzó el grado de general de división en Santiago, provincia en la que organizó la sublevación militar.
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ras y aquel. Pocos días después su batallón realizó nuevas operaciones en la ribera del río Cauto a las órdenes del general Joaquín Vara del Rey hasta 1898, año en el que mantuvo importantes enfrentamientos con la infantería norteamericana. JOSÉ CIUDAD NAVARRO (21) Este ejeano, perteneciente al reemplazo de 1895,(22) formó parte de la columna mandada por el comandante Francisco Cirujeda que abatió, el 7 de diciembre de 1896 en el combate de San Pedro, en las cercanías de Punta Brava, a Antonio Maceo cuando este intentaba inútilmente organizar la defensa y contraatacar a los españoles. Junto a él cayó también su ayudante e hijo de Máximo Gómez, Francisco Gómez Toro, Panchito. Este episodio inspiró unos versos de autor desconocido reflejados en HERALDO DE ARAGÓN, al hacerse eco este diario del homenaje que realizó el Ayuntamiento de Ejea de los Caballeros a sus ex combatientes supervivientes en 1958:(23) «Maceo pasó la trocha Con calcetines de seda Y al final vino a morir A manos de Cirujeda» Sobre José, en dicho artículo de prensa, se indica: «Sirvió a las órdenes del comandante Cirujeda, a quien admira. Cuenta cómo las tropas españolas perseguían a los insurrectos capitaneados por el cabecilla Antonio Maceo, y cómo los hicieron pasar por la trocha de Moley, donde fue alcanzado y muerto Maceo por el propio Cirujeda. Sí señor -dice el señor José- mi comandante lo mató, que lo vi yo.» (21) Informantes: Valero Benavente, Aurora Beamonte, Guadalupe Veguería, Luisa Mena y Ángel Alonso. (22) Expedientes Generales de Quintas. Año 1895 (signatura: C-96). Archivo del Excmo. Ayto. de Ejea de los Caballeros. Aparece en la relación nominal, realizada en esta localidad el 26-9-1895, con los números de alistamiento y de sorteo: 9 y 1489, respectivamente. Recién terminada la guerra se licenció a las tropas de este reemplazo, quedando en filas las de 1896 y 1897 [LA ALIANZA ARAGONESA, 18-07-1898]. (23) ANÓNIMO. (1958). «Impresiones y recuerdos. Seis combatientes de la guerra de Cuba», HERALDO DE ARAGÓN, 13-91958, Zaragoza, p. 10. Los homenajeados fueron: Romualdo Cenollé, Santos Naudín, José Alonso, José Longás y José Ciudad; faltando Benito Mena por encontrarse enfermo.
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MIGUEL GARCÍA MARCELLÁN (24) Perteneciente al reemplazo de 1894, este sastre biotano fue destinado al Ejército de Operaciones de Cuba en noviembre del año siguiente; formando parte de los siguientes batallones de Cazadores: Alfonso XII nº 15 (4ª compañía) y Mérida nº 13 (2ª compañía) expedicionario a Cuba. Estuvo en los combates de Perseverancia y de Sta. Ana de Griñan en julio de 1896 a las órdenes del general Arsenio Linares(25) y por su participación activa en diversos hechos de armas, así como por las heridas recibidas, fue premiado con cuatro Cruces de Plata del Mérito Militar, dos de ellas pensionadas. Dichos
enfrentamientos se produjeron en Sabana Maíz y río Hondo (diciembre de 1896); Las Villas (julio de 1897); Ojo de Agua, Arenas y Sabana Muñoz (abril de 1898); así como Macio, Paso Malo, La Mula y Babieney (abril de 1898). En este mes se trasladada para formar parte de la guarnición que defendió La Habana al final de la contienda. JOSÉ IBÁÑEZ APRECIADO Este artillero de primera taustano formó parte de la tripulación del acorazado Cristóbal Colón,
Acorazado Cristóbal Colón (alzado de babor y planta). Autor: Julio J. Martínez Pillot.
Medallas al Mérito Militar con distintivo rojo pertenecientes a Miguel García Marcellán. Archivo familiar. Archivo fotográfico: Miguel Á. Zapater (2003).
(24) Informante: Miguel Ángel Puyol. (25) Penúltimo responsable de la defensa de Santiago.
navío de la flota del almirante Cervera, hundida tras su enfrentamiento con la escuadra norteamericana en Santiago. A raíz de la declaración de guerra el 21 de abril de 1898 por parte de los Estados Unidos a España, una escuadra formada por cuatro cruceros acorazados y dos destructores fue enviada a defender los intereses de la Corona a Cuba. En la mañana del 3 de julio la escuadra española,(26) bloqueada desde el 26 de mayo por la flota norteamericana(27) en la bahía de Santiago, se hizo a la mar para presentar combate. A las 9’30 el buque insignia español, crucero acorazado Infanta María Teresa, salió por la bocana seguido por el resto de navíos abriendo fuego sobre el adversario. (26) Integrada por los buques: Infanta Mª Teresa, Vizcaya, almirante Oquendo, Cristóbal Colón, Furor y Plutón. (27) Formada por los navíos: New York (buque insignia), Gloucester, Iowa, Oregon, Indiana, Texas, Brooklyn y Vixen.
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La escuadra yanqui, mandada por el comodoro Sampson, aprovechó su despliegue y superioridad en número y potencia de fuego para cerrar el paso al enemigo. El plan de Cervera consistió en atraer sobre su buque la atención inicial del contrario y posibilitar la salvación del resto de las naves, debiendo navegar éstas hacia el oeste siguiendo la costa. Finalmente, la batalla se convirtió en una lucha a lo largo del litoral, en líneas de combate paralelas. Como resultado, tras cuatro horas de enfrentamientos, la escuadra española quedó destruida excepto el crucero Cristóbal Colón que, desprovisto de su artillería principal y a punto de ser alcanzado por el Brooklyn, decidió encallar.
Náufragos españoles saliendo a la playa Nima-Nima tras el combate el 3 de julio de 1898.
hace lo propio frente a la desembocadura del río Turquino. Perdieron la vida 260 tripulantes españoles,(28) tanto por las consecuencias directas del combate, como por ahogamiento en el momento de salir a la playa y los disparos realizados desde tierra por las tropas insurrectas.
Acorazado almirante Oquendo (restos visibles en 2003). Archivo fotográfico: Fco. Javier Navarro.
Parte de los restos del almirante Oquendo y del Vizcaya se pueden observar actualmente en las playas Juan González y Aserraderos, respectivamente; el Furor y el Plutón permanecen sumergidos entre las playas Bueycabón y Rancho Cruz, y el Cristóbal Colón
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(28) Los estadounidenses sufrieron una muerte: Geoge H. Ellis (1875-1898), nacido en Illinois y enterrado en Guantánamo (Cuba). Este suboficial fue descabezado en el Brooklyn por un obús disparado desde el Vizcaya.
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Recuerdos de la transición:
metodología de trabajo Juan Antonio Sánchez Rasal Raquel Murillo Almuzara
L
a Transición fue uno de los acontecimientos más importantes de la historia contemporánea de España. Y ya que el pasado año 2007 se celebró el 30 aniversario de la Constitución Española, en el IES «Cinco Villas» se nos propuso la elaboración de un trabajo voluntario para todos aquellos alumnos interesados en el tema. Este trabajo consistía en buscar la opinión y valoración que tienen personas de diferentes edades que vivieron este período. Este artículo pretende mostrar la metodología de trabajo que hemos utilizado, así como el comentario de algunos aspectos curiosos que hemos descubierto. El primer paso fue la búsqueda de información sobre el contexto histórico de la época, que en este caso se establece entre los años 1975 y 1982, a través de Internet, consultando bibliografía y revisando vídeos relacionados con la Transición. Después se procedió a la selección de la información más relevante. Con la información obtenida se comenzó a redactar la parte historiográfica, relativa al período que abarcó la transición a la democracia. Tras la elaboración de lo anterior, se procedió a la redacción de las entrevistas en las que, como se indicó en el guión de trabajo, debían aparecer tanto preguntas de carácter político, como de carácter social, estas últimas relacionadas con las vivencias personales de cada uno de los entrevistados. Debido a las pautas de elaboración de las entrevistas en cuanto a la selección de los entrevistados, se pretendía que en la muestra apareciesen personas de diferentes edades, profesión, ideología política, y capacidad adquisitiva. Todo ello con el fin de obtener diferentes resultados y obtener un análisis general de cada grupo. Intervalo de Edades
Varones
Mujeres
Ambos
40-50 años 51-60 años 61-70 años 71-80 años
2 4 2 3
2 2 0 4
4 6 2 7
TOTAL
11
8
19
Se manejaron dos tipos de encuestas de recogida de datos: - En el primero de ellos, se propuso una batería de preguntas y sus respuestas se recogieron en una grabación (véase encuesta número I). - En el segundo tipo, se elaboraron unas preguntas más concretas y se ofrecían múltiples respuestas. Cada entrevistado debía elegir aquella con la que estaba más de acuerdo. Esta segunda opción de entrevista partía de un test de conocimiento previo, en tres niveles diferentes, para valorar los datos que los encuestados conocían y recordaban de los años de la Transición. A continuación se planteaba un segundo test llamado de «vivencias», en el que los encuestados explicaban sus opiniones, recuerdos personales o sentimientos sobre el periodo estudiado. Tras la realización de las entrevistas, con el tipo de encuesta número I se complementaron algunos de los acontecimientos históricos expuestos anteriormente, con las vivencias de los encuestados. Con el segundo tipo de encuesta, se realizó una estadística y sus resultados se mostraron atendiendo a diferentes parámetros (por ejemplo según edades, sexo, etc.). A todos estos resultados les seguía una breve reflexión o comentario. De cada entrevistado se hizo una ficha en la que se indicaba su nombre completo, apellidos, sexo, la edad actual y la que tenía durante la Transición, y su ocupación actual y durante ese período. Finalmente, se acompañaba una sinopsis de la entrevista detallando los aspectos que mejor recordaban los entrevistados. Resulta curioso que prácticamente ninguno de los encuestados recordara cuál era el nombre completo de Franco, y muy pocos el hospital donde murió. Sin embargo casi todos recuerdan aquellos personajes y acontecimientos que se difundían en ese momento por televisión (discurso de Arias Navarro, funerales, proclamación de Juan Carlos I, etc.) Todos recuerdan, desde luego, el blanco y negro de las imágenes.
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Llama también la atención que un número considerable de los encuestados recordaban cuestiones políticas mucho más concretas como la tramitación del Proyecto de ley de Reforma Política, la fecha de las primeras elecciones generales y los líderes de los partidos políticos, el referéndum constitucional, etc. Casi la totalidad de los encuestados tiene más presentes los recuerdos del intento de golpe de Estado del 23 de febrero, aunque alguno no lo menciona cuando se le pregunta por los acontecimientos históricos más importantes de la Transición. A la vez que se realizaban las encuestas, se preguntaba por algún documento de la época que tuviesen y quisiesen prestar. Al final del trabajo, se recogieron en un apartado todos estos documentos que comprenden desde fotografías personales y boletines de notas hasta una copia de la Constitución
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Española repartida por el Gobierno para votar en el referéndum de 1977. Para acabar, se hizo una lista detallada en la que aparecen las fuentes de información de las que se extrajo información para la realización del trabajo. Esta metodología utilizada es en cierto modo más costosa de llevar a cabo que buscar información ya elaborada sobre un tema concreto, pero te proporciona esa información de primera mano y desde diferentes puntos de vista y de una forma más cercana ya que te dan opiniones personales, detalles y cuentan anécdotas, entre otras cosas. Después de analizar los resultados de la encuestas realizadas, comprobamos que la mayoría de los entrevistados considera la Transición como un elemento muy importante porque supuso el paso a la Democracia, es decir, a un sistema político más participativo, lo que todos consideraban un avance para España.
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Entre
POLÍTICA
ión dum y aprobac 1978: Referén a expresar ue Diciembre de ¿F de la. 6 ño pa 8. Constitución Es ba a favor? ¿Cómo se popular de la Magna? ¿Esta llece Franco. ante la Carta re de 1975: Fa votar? ¿Fue d mb de titu vie ra ac No ho su e? la de 20 acog mas a 1. erte? ¿Cómo la uetes o proble mu piq o su ub de a ¿H ter en n es rlos de Borbó mucha gente? Suárez. 1975: Juan Ca n de Adolfo remonia a Noviembre de ce de la 22 ió igu 1981: Dimisió ¿S 2. de cisión? . de ña a ero pa es En Es n co de de ó y 29 sigue 9. ¿Cree que acert proclamado Re a? ación? ¿Era y/o ter nic en mu se co o de ¿Cóm de medio fallido de Golpe través de algún ía? 1981: Intento a de la monarqu tados durante pu de Febrero de Di 23 los siendo partidari . de 10 r o. prime Congreso o Calvo Sotel rado por el rey Estado en el ura de Leopold r televisión o varro: fue nomb n de Investid o que era afin po sió bid Carlos Arias Na se uió sa la sig era o 3. os ¿L as horas? gobierno. Por tod a que fuera ¿Cómo vive es presidente del ba de acuerdo nquista. ¿Esta ían fra viv io? ca se rad líti o po óm la a rno. ¿Cree pueblo? ¿C idente del Gobie rey y no por el el pueblo? lvo Sotelo: Pres rían haber en Ca be o elegido por el ca de líti old se po op o d Le lo elegir 11. s de inestabilida ? mejor solución tos la ien im fue e esos momento tec qu on los ac elecciones? aban de todos adelantado las ¿Cómo se enter ¿Fue a es Generales. Arias Navarro de da za for 1982: Eleccion sión de legios? mi co re Di : los tub 76 en Oc 19 mo co blema 28 de 12. 5 de julio de APO, huelgas nte? ¿Algún pro 4. GR ge luta de so ha A, ab uc ET a ¿M de orí ? es (May votar nar el régimen debido a ataqu los resultados ón de desmoro atisfecha con isi ¿S om su a )? y z [PSOE] en Vitoria tos momentos? Felipe Gonzále políticos ómo se viven es jes de partidos franquista. ¿C o gid res de persona ele mb es no z ge, FDI, PTE, rda áre lan ue Su Fa ec , o ¿R AP olf , Ad . OE 13 de 1976: CE, UCD, PS a Suárez 3 de Julio de la época (P rey. ¿Conocía 5. en franquista? gobierno por el V...) o del régim cción? PN ele C, a ER en presidente del bu a ) de las un ió rec pa s, atentados… ¿Le tos (secuestro partidos ac anteriormente? de o rda A ue ET ec s? ¿R APO, 14. os momento mo) o s terroristas GR uis ne nq cio fra ¿Cómo vivió es al iza s an ne org a (afi forma de ultraderech dum para la Re a, etc.). es lic én úb ion fer iac rep Re , : oc 76 mo as o nis re de 19 a votar? (afines al comu 15 de Diciemb pueblo? ¿Fue 6. de ultraizquierda revuelta o reacciona el legios? co o de alguna los ntr ce Política. ¿Cóm en el blema ué z en vio alguna ve ? ¿Dónde? ¿Q piquete o pro os e fue ers ún o ¿S div alg óm o . ¿C ran ub ? 15 za ¿H ali ión… con que se leg jera, manifestac lle rdo ca ue al, ac ion de reg ¿Estaba o nacional y se pedía? , de cos de ámbit ron (prósperos partidos políti ? … os ¿Cómo fue tas sis gre Cuando te y pro )? ral estos 7 añ s ne io… ore ge ac ad sp En erv de ns , co 16. a pasaron rápido recuerdo o nerales. ¿Fue vacas flacas, viene un buen : Elecciones Ge Transición, ¿te o era la tar Junio de 1977 vo ran de bía mb 15 de no 7. a quién la gente claro no? ¿Por qué? mucha gente? votar? ¿Tenía ? ¿Fue a votar isa ec ind n ció es? ¿Estaba ral una situa cto ele ios s en los coleg ¿Hubo problema resultados? los n co rdo ue de ac
na
Vida Cotidia 1. 2. 3. 4. 5.
la vivienda Descripción de rios ra Comidas y ho laboral da na jor y ajo Trab ía Econom El colegio
6. 7. 8. 9.
Vida religiosa unicación Medios de com Cine y Música Moda
Tipo de encuesta I
Juan Antonio Sánchez Rasal
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CREACIÓN LITERARIA TEATRO
TEATRO
Kiki
E n principio y por definición, todo tex-
to dramático tiene como destino ideal un escenario. Sin embargo, en la actualidad esa supuesta vinculación necesaria entre obra teatral y representación escénica se ha ido volviendo cada vez más laxa, algo de lo que dan cuenta estas dos dramatizaciones que en la presente edición saca a la luz Ágora. En primer lugar, publicamos un diálogo de Alfonso Plou, mucho más cercano al teatro de gabinete, esas pequeñas dramatizaciones pensadas para la lectura individual o en compañía, poema dramatizado, más bien, alejado de la parafernalia inherente al espectáculo teatral clásico y volcado, de forma mucho más íntima, en el desarrollo dialogado de una metáfora. La segunda de ellas, ganadora del premio Bodas de Isabel de Teruel en el año 2007, nos remite al teatro de calle más actual, alejado de los escenarios, heredero indirecto de las populosas representaciones medievales y vinculado a la recreación moderna de uno de los textos dramáticos más exitosos de la cultura europea: los amantes de Teruel.
Alfonso Plou
Personajes:
Kiki de Montparnasse Marc Chagall Camarero
Lugar:
Café de París reconstruido en la mente de Pablo Gargallo, ya muerto y vuelto a la vida por sus paisanos.
28 de diciembre de 1934. Día de la muerte de Pablo Gargallo. Dos personajes en dos mesas separadas toman café. A la izquierda, cerca de proscenio un hombre cuarentón de rasgos judíos, fuma en pipa y hace apuntes sobre un cuaderno. Al fondo a la derecha, una mujer de rasgos finos y muy maquillada se retoca la pintura de los labios. El tercer personaje, un camarero deambula entre el resto de mesas vacías. Kiki.- La sonrisa perfecta, la mirada precisa. La nariz y el mentón levemente alzados. Relajado el ceño. El negro del rímel y la arcada de las cejas enmarcando el deseo supuesto del iris. Y alrededor el cabello, como el casco a lo garçon de un guerrero del sexo, perfecta red a la caza de miradas atraídas por el cebo. Esa aparento ser yo: Kiki de Montparnasse, la puta-musa de la vanguardia parisina. Chagall.- Judío. Pintor. Judío. Personaje de mis días. Eterno perseguidor de una imagen fuera del tiempo. Judío. Clásico de la vanguardia. Amante del color. Libre para las formas. Loco. Personal. Judío. Ese creo ser yo: Marc Chagall, el pintor judío de la vanguardia parisina. Kiki.- Es invierno, 28 de diciembre del 34. Día de los Santos Inocentes. Tal día como hoy, dicen, fueron masacrados millares de bebés judíos. Y todo por nacer al mismo tiempo que el libertador, el
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CREACIÓN LITERARIA TEATRO
salvador, sanador máximo de un mundo enfermo. Chagall.- Hace un buena mañana. Es sorprendente para el día que es en la ciudad que estamos, pero hay sol en el cielo, no corre el aire, se está bien al descubierto. Kiki.- Me he despertado de buen humor. Sigo teniendo buen aspecto. Y me puedo reír del pobre infeliz que visitó anoche mi lecho. El camarero se acerca a la mesa de Kiki. Camarero.señora?
¿Qué
desea
la
Kiki.- Unos profiteroles y una copa de absenta.
Camarero.- Vaya manera de comenzar la mañana. Qué bonito sería París sin los parisinos. A mitad de camino se encuentra con Kiki. Que se ha levantado de la mesa y se acerca a la mesa de Chagall. El camarero y Kiki se hacen un gesto: de desprecio él, de indiferencia ella. Y Kiki continúa su camino hasta detenerse junto a Chagall.
Chagall.- Como si una fuerza misteriosa le hubiera llevado a mi encuentro.
Kiki.- Perdone.
Kiki.- Pero una sombra de tragedia parece cruzar el cielo.
Chagall.- ¿Sí?
Chagall.- Sí. Y usted... ¿Puedo
Chagall.- Por favor.
Camarero.- ¿A estas horas?
Kiki.- ¿No le incomodo?
Kiki.- ¿Usted qué es: un camarero o mi médico de cabecera?
Chagall.- En absoluto. Disculpe mi timidez. No soy muy mujeriego.
Camarero.- Enseguida, madame. El camarero se acerca a la mesa de Chagall. Camarero.- Usted dirá. Chagall.- Digo que el cielo es azul, pero que parece extrañamente cruzado por una sombra oscura. Camarero.- Muy poético. ¿Y para tomar? Chagall.- Un vaso de leche caliente y un cruasán. Mientras se aleja, el camarero va rezongando.
Chagall.- Ni idea. Pero antes le comentaba al camarero que hace sol...
Chagall.- Algo así.
Kiki.- Usted es...
Kiki.También. sentarme?
Kiki.- Exacto. ¿Y sabe usted a qué se debe?
Kiki.- Mejor así. Me gustan los retos de buena mañana. Chagall.- Y hace una buena mañana. Kiki.- Desde luego. Un vez sentada Kiki, los dos guardan un largo silencio. Parecen buscar qué decirse sin conseguirlo. De repente comienzan a hablar al mismo tiempo. Se ríen. Chagall.- Lo siento. Kiki.- No hay de qué. También yo estoy extrañada de mi comportamiento. Pero es como si...
Kiki.- Y de repente usted estaba ahí, conociéndole sin apenas conocerle, y tenía que hablar con usted, desnudar mis inquietudes, besar, si me lo permite, su llanto. Chagall.llorando.
Pero
yo
no
estoy
Kiki.- Lo sé. Pero lo hará. Vamos a llorar por alguien que no sabemos, pero del que ya estamos hablando. Chagall.- Usted me da miedo. Kiki.- Yo me doy miedo. No me entiendo. No lo entiendo. Chagall.- Tal vez debiéramos dejarlo. Y se levanta y hace ademán de irse. Kiki.- No Marc, no te vayas. Estoy enamorada de ti. Chagall.- Usted está loca. Kiki.- Es posible, pero siéntate, Chagall. Chagall.- ¿Qué me quieres, Kiki?
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CREACIÓN LITERARIA TEATRO
Llega el camarero consumibles. Camarero.- Señor, pidió... Chagall se sienta.
con
los
une o nos unirá en el futuro se está muriendo hoy.
usted
me
Kiki.- Te veo y me dan ganas de besarte. ¿En quién piensas?
Chagall.- Tiene razón, lo siento. Camarero.- ¿No le molestará esta señora? Chagall.- En absoluto. Kiki.- ¿Por qué no dejas lo que has venido a traer y te largas, perro sarnoso?
Chagall.- En mi mujer. Kiki.- ¿Nunca la olvidas? ¿Siempre la tienes rondando entre ceja y ceja? ¿No te gusto? Chagall.- Mucho. Eres el deseo y por eso te deseo. Me dan ganas de morderte, de arrancarte el maqui-
llaje a bocados, de tumbarte aquí mismo sobre el suelo y poseerte, de explorar ese vacío detrás de tu mirada, de llenarlo, de fecundarlo, de quitarte la peluca dorada y romperte a dentelladas, de amarte como nunca he sabido. Kiki.- Hazlo. Kiki coge un profiterol y lo sujeta en su boca. Chagall lo come de allí en un prolongado y goloso beso. Kiki.- ¿Te gustó?
Camarero.- Lo que hay que aguantar. Como si de largo no te conociera, pelandusca. En silencio y sin quitar nunca la mirada, el camarero deja el vaso de leche, la copa de absenta, el plato con los profiteroles , el plato con el cruasán y un plato con la cuenta. Camarero.- La cuenta. Chagall, azorado, se rebusca en los bolsillos y saca un billete. Camarero.- ¿No tiene cambio? Chagall.- No hace falta.
El camarero gruñe a Kiki, esta le bufa. El camarero se va. Silencio. Kiki.- ¿Y pues? Chagall.- Alguien se está muriendo hoy. Todavía no aparece en los periódicos, pero alguien se está muriendo hoy. Alguien que nos ( 88 )
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Ilustra: Beatriz Sumelzo
Camarero.- Agradecido. Y si me necesita, hágame un gesto.
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Chagall.- Cómo gustarme.
no
iba
a
Kiki.- ¿Y entonces? Chagall.- Sigo pensando en mi mujer. Kiki.- Imbécil. ¿Por qué no te llevas el cruasán y se lo pones de peineta a la mujer cornuda? ¿Es que no puedes nunca quitártela de la cabeza? Chagall.- No. Kiki.- ¿Y pese a ello quieres beber? Chagall.- Sí. Kiki.- Pues bebe. Kiki da un trago a la absenta. Chagall bebe de la boca de Kiki en otro prolongado y goloso beso. Kiki interrumpe, brusca, el ósculo. Kiki.- Joder. Chagall.- ¿Qué te pasa? Kiki.- Tu mujer, detrás de tu boca sigue volando ella. Chagall.- Ya te lo dije. Kiki.- Nunca podrás tenerme de modelo. Nunca me harás ningún retrato. Eres un pintor falso. Todos tus amantes volando no son sino el dibujo infantil de un retrasado. Me voy con Man Ray, me está esperando en su estudio, él si sabe cómo pagar el beso de una musa. Kiki se levanta y sale de escena.
Chagall.- Espera, por favor, espera. Ya sé quién nos ha unido esta mañana de invierno. Kiki vuelve. Chagall hace un gesto para que se siente. Kiki se niega. Chagall.- Es Gargallo. Kiki.- ¿Quién? Chagall.- Pablo Gargallo. Él te hizo un retrato, aunque tú nunca posaras para él. Según su visión, eres dorada y fría como una moneda, pero ay de quien mirándote no se turbara. También forjó mi cabeza, con mi mujer como una musa con flores atravesando el hueco bajo mi cara. Nuestros retratos están en su estudio mirándose la verdad que hay tras la fachada. Por eso estamos hoy aquí, porque él se está muriendo, ahora lo sé, y nosotros desde hace tiempo queremos besarnos, aunque sea en una quimera. Kiki.- Deja de decir patrañas. Lo que pasa es que eres un cobarde y no sabes cumplir con el regalo que cualquier otro quisiera. Chagall.- Eso también. Kiki.- ¿Sigues teniendo sed? Chagall.- Sí. Kiki.- Pues bebe. Kiki echa un trago del vaso de leche. Chagall se levanta y va a besarla. Kiki le escupe la leche a la cara. Kiki.- Adiós. Dale un beso de mi parte a tu mujer. El cielo se ha nublado. Hace frío aquí afuera.
Kiki sale llorando de escena. Chagall la ve marchar. El camarero llega y comienza a retirar los platos, el vaso, la copa. Camarero.- ¿Ya han terminado de hacer su escena? Chagall.- Es guapa. Muy guapa. Camarero.- Por supuesto. Chagall.- En fin, hace una mañana muy extraña. Camarero.- Usted dirá, parece que tuviera un manicomio entero por clientela. Chagall.- Hasta mañana. Camarero.- ¿Perdón? Chagall.- Hasta mañana. Chagall comienza a llorar. El cielo gotea. Camarero.- ¿Qué le pasa? Chagall.- Se ha muerto un amigo. Todo está en silencio. Parece que el aire se duela. Camarero.- No lo habría dicho mejor. ¿Se marcha? Chagall.- De alguna forma ya me ido. Está lloviendo. Hace frío aquí afuera. Salen los dos, cada uno por un lado, de la escena.
Fin
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LAS BODAS DE ISABEL DE SEGURA Enrique Galé ESCENOGRAFÍA Aunque la escena es única y continua, su desarrollo se divide en tres movimientos, delimitados plásticamente por el cierre y apertura de las puertas de la iglesia. A su vez, la acción se mueve en dos planos: el plano inferior, el de la escena propiamente dicha, se corresponde con el nivel de la plaza y no sufre modificaciones estructurales en toda la escena; el plano superior, sin embargo, queda enmarcado por las grandes puertas de madera y sólo la apertura completa de éstas permite que se proyecte hacia el interior figurando la nave de la iglesia. En el primer movimiento, la acción transcurre en el plano inferior. La nave superior, que se halla a oscuras, poco a poco va siendo iluminada por un sacristán que encenderá los hachones de las paredes y las velas del altar. Sólo al final de este movimiento, justo antes de que el obispo salga a recibir a los novios, se llega a ver la iglesia en
todo su esplendor. Los invitados entran y las puertas se cierran. En el segundo movimiento, las puertas están cerradas y el plano superior, en cierto modo, desaparece. Toda la acción discurre en el plano inferior y en la escalinata. El tercer movimiento comienza cuando desde dentro se abren las puertas y todos los presentes se inclinan en el momento de la consagración. Después, una vez que los ya esposos se colocan en la parte superior de la escalinata, dentro de la iglesia se produce el proceso inverso al del primer movimiento: el sacristán va apagando las luces, comenzando por las del altar y hacia afuera, y en el momento del desenlace la iglesia ha vuelto a ser el ámbito oscuro y sin vida del comienzo de la escena. Invisible pero omnipresente, el otro elemento fundamental de la escenografía es el tañido de las campanas.
PERSONAJES NIÑOS DE TERUEL EJÉRCITO MUSULMÁN PECA, emir almohade NIÑO 1 NIÑO 2 NIÑO 3 NIÑO 4 EJÉRCITO CRISTIANO BERTO, el rey don Sancho de Navarra BERTA, su hermana 5 niños COMITIVA DE DON PEDRO DE AZAGRA DON PEDRO Fernández de Azagra, señor de Albarracín. AZAGRA (Pedro de Azagra), esposo de Isabel de Segura. ABAD del monasterio de Santa María de Albarracín. FUNES, mesnadero navarro. ÍÑIGO, viejo mesnadero navarro. Soldados del señorío de Albarracín. Arqueros de la tenencia de Teruel. ALFÉREZ. Frailes de Santiago. COMITIVA DEL CONCEJO DE TERUEL DOMINGO CELADAS, juez de Teruel.
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MARTÍN GARCÉS DE MARCILLA, padre de Diego Marcilla. Viejos jueces de Teruel. Consejo de Hombres Buenos de la Comunidad de Aldeas de Teruel. Compañía de soldados/danzantes. MAYORAL. RABADÁN. MIGUEL DE CELLA, soldado/danzante, amigo de Diego. Frailes del Hospital. COMITIVA DE ISABEL DE SEGURA PEDRO DE SEGURA, padre de Isabel. ISABEL. MADRE de Isabel. TOMÁS DE ARRIETA, criado. Familiares de los Segura. Familiares de los Muñoz. Frailes del Temple. OBISPO de Albarracín. CORO de clérigos celebrantes. Sacristán. PEREGRINO, (Jaime Celadas) amigo de Diego.
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PRIMER MOVIMIENTO: LA ENTRADA DE LOS CORTEJOS (Fachada en construcción de Santa María de Mediavilla: grandes bloques de piedra entretallada, cerámica vidriada en tonos verdes, vigas de madera amontonadas y sin desbastar, sucias tiendas de canteros. Arreglos de fiesta: en la amplia escalinata semiconstruida se abre un pasillo central bien accesible, engalanado para la ocasión. En la gran puerta de la iglesia, un portillo abierto por el que de vez en cuando se cuela un caballero, un ministril, una mujer velada… Entre los bloques de piedra, a la izquierda, juegan varios niños. Tres de ellos han cruzado la escena cargando a rastras con una gran cadena que luego intentan anclar con las piedras más grandes. Dentro de uno de los tenderetes de cantería se mueven otros niños) PECA: (Dentro) Daos prisa, que vendrán pronto. NIÑO 1: Casi está. Salid a empujar, que no podemos. PECA: (Dentro) Ya. Me están poniendo aún la corona. NIÑO 1: ¿Peca, sabes cuántos van a ser ellos? Nosotros no somos más que cinco. PECA: (Dentro) Al final dijo el Berto que él y su hermana vendrían también con los cristianos, así que igual son siete. Quería que los navarros fueran ellos. NIÑO 2: ¡Siete! Son muchos, siete. Nosotros sólo somos cinco. PECA: (Dentro) Ya sé que sólo somos cinco, pero la cadena la tenemos nosotros. Lo que hay que hacer es echarle la piedra más gorda encima. Ya veréis como no se la llevan. NIÑO 1: Berto tenía que venir con nosotros y si acaso su hermana que vaya con ellos. PECA: (Sale de la tienda con su «séquito»: lleva una sucia toalla sobre la cabeza ajustada con una tira de tela dorada alrededor. Sobre los harapos de pillastre una camisa sucia de artesano que le llega hasta las corvas. Algo en su aspecto ridículo quiere recordar al Emir almohade. Se pone a empujar la piedra con los otros) Eso se lo dices tú cuando lleguen. Dijo que sólo jugaban si podían ser navarros. NIÑO 2: Anda éste. Yo también sería, por eso. Pero siempre acabamos de moros nosotros. NIÑO 1: Venga, que da igual. El caso es que no se lleven la cadena. Todos juntos. (Entre todos consiguen voltear la piedra sobre la cadena. Rompen a tocar las campanas) PECA: (Subido encima, con dignidad) Ya está. Y justo cuando tocan las campanas. Si no vienen pronto, se llenará la plaza con la boda y no podrán sacarla. (Como un estratega) Son más que nosotros así que no vayáis de frente contra ellos. Cuando os encorran, ro-
dead las piedras y no os echéis encima más que cuando intenten levantar la piedra. Si aguantamos hasta el cortejo de la novia no nos dejarán reñir delante de las damas. NIÑO 3: Yo la conozco a la novia. Se llama Isabel y mi padre cuida las mulas de su casa. Si ve que me quieren pegar los echará a patadas. NIÑO 1: Isabel de Segura, se llama. Dice mi abuelo que se casa con el noble más rico de Aragón y que hoy nos tirarán pasteles además de las garrapiñadas. Pero habrá que estar aquí hasta que acabe la boda. PECA: (Serio, conocedor de todo) Azagra no es el más rico. No es más que el bastardo. El señor de verdad es su hermano, don Pedro, que es dueño de Albarracín y va a conquistar Valencia. Mi padre, que le sirvió en las Navas, dice que después del rey niño y del conde don Sancho no hay nadie más poderoso en el Reino. NIÑO 2: Entonces seguro que nos tiran dulces. NIÑO 4: Peladillas y turrones. Pero no nos dejarán faltarle a la novia. PECA: A la novia no se le puede faltar aunque no nos den nada. NIÑO 2: ¿De qué? Si son ricos y no dan garrapiñadas, hay que insultar a la novia. NIÑO 4: (Cantando, a su aire) Boda de ricos, boda de pobres: ni leña en el hogar ni telas en el cofre. NIÑO 3: Yo tampoco insultaré a doña Isabel. Dice mi padre que es casi una niña y que siempre llora. NIÑO 2: ¿Y si tiene qué comer, por qué llora? NIÑO 4: (Al margen de la conversación) Boda de pobres, Boda de ricos: Fuego en el calderón Y candeal en el pellizo. (Durante el diálogo otros niños han ido ocupando el otro lado de la escena entre las piedras. En este momento, el Berto, un mocetón entre los demás, salta hacia los escalones de la iglesia gritando) BERTO: ¡Navarra! ¡Navarra! ¡Navarra por don Sancho! (Otros niños se lanzan detrás, todos hacia la cadena. Gritos de “¡Castilla! ¡Castilla! ¡Aragón! ¡Don Pedro!) pero no pueden sacarla de debajo de la piedra. Pasado el primer susto, los “almohades” repelen a empujones a los “cristianos”. Revolcones. Trompadas. Gritos. Algún llanto)
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PECA: ¡Inch Alá! ¡Mahoma! Estaos quietos. No riñáis con ellos. ¡Perros cristianos! Empujadles lejos de la piedra. BERTO: Hay que levantarla. No tiréis de la cadena. Levantad la piedra. (Se generaliza la pelea. Pronto todos se olvidan del objeto del juego y sólo riñen entre ellos, crío contra crío. Primeros llantos. Uno de los “musulmanes” se va corriendo. Berto cabalga a puñetazos sobre otro) NIÑO 1: No vale en la cara. PECA: Si haces sangrar a los míos, le daré a tu hermana. BERTA: (Como uno más) ¡Muerte al infiel! ¡Guerra, guerra! (Mientras BERTA lucha contra el PECA, dos de los “cristianos” arrinconan a otros dos “musulmanes” dentro de la tienda del cantero y otros tres intentan levantar la piedra sin que su último defensor se atreva a enfrentarse a ellos. En ese momento, justo cuando comienza a llegar a la iglesia el séquito de los Azagra, PECA, que se ha zafado con violencia de su hermana, se lanza rabioso contra BERTO. Los dos ruedan por el suelo hasta los pies de los caballeros navarros recién llegados, que en un primer momento contemplan divertidos la escena sin intervenir) FUNES: ¡Eh, críos, basta! Ya vale de reñir, que llega la boda. (Sin dificultad levanta a los dos niños del suelo, arrojándolos con fuerza a ambos lados de la escena) BERTO: (Levantándose muy digno) No reñíamos, señor. Estamos en guerra. FUNES: He dicho que basta. ¡Basta de tontadas! CAPARROSO: (Divertido) Déjalos, Funes. No oyes al chico que hay guerra. ¿Te gusta a ti que te detengan en mitad de la refriega? (Entrando en el juego) ¿Y quién gana la batalla? PECA: Nosotros, señor. Aún tenemos la cadena. BERTO: Mentira, señor. Los cristianos hemos puesto en fuga a su ejército en la primera embestida. PECA: (Dispuesto a retomar la pelea) ¡Pero aún tenemos nosotros la cadena! BERTO: Estos malditos moros, señor, siempre hacen trampas. Han metido la cadena de la tienda del emir debajo de esa piedra y no nos la llevamos porque no podemos levantarla. Pero yo soy el rey de Navarra, señor, y he puesto en fuga a su ejército y tengo derecho a quedarme la cadena. CAPARROSO: (Inclinándose graciosamente) Disculpadme, mi señor don Sancho. Con ese nuevo arnés de guerra no os había reconocido. Pero tenéis razón: quien ha ganado el campo tiene derecho a los despojos. Pascual, Lorente: hay que servir de nuevo a nues-
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tro rey don Sancho. Levantad esa piedra. Le devolveremos su trofeo al rey de Navarra. (Los dos caballeros levantan con esfuerzo la piedra y NAVARRO 2 saca la cadena. Con divertida afectación la pone en las manos de BERTO, que apenas puede sostenerla. Le ayudan su hermana y los otros miembros de su ejército, que se marchan con ella triunfales: ¡Navarra! ¡Navarra! ¡Navarra por don Sancho! El séquito de Azagra ríe con la broma. Don Pedro Fernández, desde mitad de la escalinata, con semblante serio, habla consigo mismo en voz alta) DON PEDRO: (Desde la escalinata) Ahí va la mejor prueba de una gran victoria. Sólo las gestas auténticas sirven de juego a los niños. ABAD: Recuerdo, señor, que también nosotros jugábamos a su edad a tomar Tortosa. DON PEDRO: (Más alegre con sus recuerdos) Sí, fray Juan: ¡Tortosa y el mar! Lo recuerdo. Una buena excusa para acabar chipiándonos en verano. Yo era el conde don Ramón siempre, es cierto, y vos, padre, también manejabais entonces bien la espada. ABAD: La eterna espada de madera de los críos, don Pedro. Para un niño de estas tierras cualquier palo es una espada y cualquier bacía un yelmo. DON PEDRO: Me pregunto a qué jugarán dentro de unos años mis nietos. ¿A qué jugarán, hermano, dentro de poco tus hijos? AZAGRA: Mis hijos, señor, repetirán los triunfos de sus mayores. Querrán tomar de nuevo Albarracín, y arrancarán, como éstos, las cadenas de la Navas. Y recordarán también, no lo dudo, el día en que los aragoneses tomarán Valencia. DON PEDRO: ¡Valencia! No me la recuerdes, Pedro ¡Maldita Valencia! Nunca la habíamos tenido tan lejos, estando tan cerca. El agua de este río que baña Teruel riega sólo tres días después las huertas valencianas. ¡Y no he de llegar a ver nunca la cruz sobre sus puertas! ABAD: ¿Por qué no, señor? Ahora que cayó la horda africana, ahora que la casa de Aragón no ha de mirar más al otro lado de los montes, ahora deben estos reinos poner de nuevo sus ojos en Valencia. ¡Desde Teruel sólo hay que tender la mano para cogerla! DON PEDRO: Fray Juan, no extendáis esa mano si no agarráis en ella una espada. Río abajo hay miles de musulmanes bien armados esperando que intentemos bajar a sus playas. Y aquí arriba nuestro rey es un niño al que los buitres rondan por los despojos. Los moros de Valencia, padre, pueden estar bien tranquilos. (Con una sonrisa irónica) Ni vos ni vuestros hijos consagraréis en su mezquita. Tiempos miserables éstos en los que sólo esos críos pueden ganar sus batallas.
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AZAGRA: Y sin embargo, don Pedro, son tiempos de prosperidad y de grandeza para Azagra. La paz hace grande vuestra casa. ABAD: Vuestro hermano, señor, tiene razón: nunca vuestra familia había conseguido tantos honores en este reino. Además de Albarracín, desde hace tres años gobernáis por vuestra persona todo el nuevo Aragón desde el Ebro hasta la frontera y esta misma mañana vuestro hermano se dispone a desposar a la más ilustre doncella de estas tierras. DON PEDRO: Damos gracias todos los días a Dios por ello. La paz ha traído tranquilidad y sosiego a la sierra y nuestros aldeanos roncan y engordan desocupados y sin temor en la frontera. Pero (dirigiéndose a su mesnada) ¿quién no añora en medio de esta triste paz los días de gloria de nuestros padres? ¿Quién no cambiaría estas galas de honor, estas bodas, por una cabalgada, por el sucio botín de una razzia en las vegas? Dime tú, Funes, barril podrido de vino: ¿te vienes mañana a conquistar Valencia? FUNES: Bien sabéis, señor, que como nuestros padres, sólo esperamos una palabra para tomar las armas. DON PEDRO: (Desenvainando la espada) ¡Las armas! ¿Quién se acuerda ya de las armas? El filo de la espada lo mella más este inútil pasar de las horas que el fragor de la batalla. Ya no recuerdo cómo suena la guerra. ABAD: Los gritos de los moribundos y el llanto de sus mujeres son la música de la guerra. Pero hoy nos toca escuchar cánticos de boda, señor, la música de la paz. DON PEDRO: ¡Paz, paz, paz! ¡Cuánto os gusta a los curas esa palabra! La paz es buena para las mujeres, que tienen que cuidar los juegos de sus críos en la calle. Y para vosotros, los frailes, que necesitáis tiempo y sosiego para calentar la cama de vuestras sobrinas. Pero el único oficio de los hombres es la maldita guerra. Para la guerra trabajan los herreros, que forjan las armas. Y también los campesinos, curtiendo estos músculos que manejan la espada. Para la guerra criamos caballos, se alimenta a las bestias; hasta el albañil que levanta la muralla piensa en que resista el cerco de la guerra. Valencia, allá abajo, junto al mar, la propiaValencia, espera aburrida que vayamos a tomarla, como una virgen en el prado reza a nuestro Señor para que el hombre al que ama vaya a gozarla. Pero nosotros, aquí, hijos indignos de nuestros padres, como gallinas cluecas pasamos la vida pegados a nuestros polluelos, engordando como cerdos para darles un buen atracón a los gusanos de nuestra fuesa. ALFÉREZ: Señor, la villa de Teruel viene a la iglesia. (Tamboriles y Dulzainas. La comitiva del concejo entra des-
filando por el lado contrario al de los navarros. Gallardetes de Aragón y de la comunidad de aldeas. Delante, varios soldados en traje de gala desfilan con arcos de flores al hombro y diminutos broqueles de plata. Detrás del guión de la villa, el juez Domingo CELADAS. Tras él otros jueces más ancianos, entre los que figura MARTÍN Garcés de Marcilla, el padre de Diego. El séquito sube la escalinata hasta que el guión de la villa queda un poco por encima del de los Azagra. A lo largo de toda la conversación, a través de pequeños gestos simbólicos, se puede seguir la competencia entre la alta nobleza y la representación de la villa) CELADAS: ¡Azagra! Es un honor para nuestra villa recibir al señor de Albarracín en nuestra iglesia. DON PEDRO: Teruel y Albarracín son vecinos bien avenidos: la villa pone la iglesia y el señorío el obispo. Y tras estas bodas además de vecinos, quedamos emparentados. CELADAS: Bien cierto, señor, pues que os dignáis traéis a vuestro propio hermano para hacerlo a partir de hoy un hijo más de nuestra villa. ABAD: Siendo don Pedro gobernador del rey y tenente de la villa, yo diría que su hermano puede ser en Teruel algo más que un simple hijo. CELADAS: Alguien podría decir, reverendo, que estáis en un error pues el rey de Aragón, siendo sólo un niño, es ya el padre de todos. Pero después de don Jaime, a quien todos nosotros, nobles y villanos, debemos respeto y sumisión, nadie es más que otro en la comunidad de aldeas. DON PEDRO: Eso tampoco es cierto del todo, mi señor Domingo Celadas: Vos sois el juez de la villa y mandáis con poder sobre los que os acompañan. CELADAS: Este año, sí, mi señor don Pedro, pero no porque Celadas sea más que otro sino porque, por ser igual, entré como todos en el sorteo. Y ahora que vuestro hermano pasa a ser uno de los nuestros tal vez el año que viene hable él con vos en lugar mío. AZAGRA: Muy orgulloso estáis, Celadas, de ser semejante a cualquier otro villano de la aldea. Permitidme a mí estar al menos igual de orgulloso de ser Azagra. CELADAS: Es algo que os honra, señor, pues en el apellido lleváis la mejor parte de vuestra herencia. AZAGRA: (Molesto) En mi apellido, juez, y en la punta afilada de esta espada. CELADAS: Espadas probadas en mejores jornadas que la vuestra no bastaron para desposar a la que va a ser vuestra esposa. Pero habrá que dejar por hoy las palabras. Llega la novia y en Teruel estas campanas marcan la hora de comenzar las bodas. (Tocan dulzainas y tamboriles. La comitiva de los Segura,
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que se detiene apenas ha embocado la escena. DON PEDRO, que ha dado ya un paso hacia ella, se para al ver el movimiento inesperado de SEGURA. Éste se dirige hacia los jueces, entre los que se encuentra el padre de Diego. Calla la música. Por un momento sólo se oyen las campanas) SEGURA: ¡Martín de Marcilla! Hice un trato contigo hace seis años, tal día como hoy a esta misma hora. También entonces sonaban estas campanas. (MARTÍN calla) ¡Martín de Marcilla! Hice un trato contigo y fijamos un plazo que ahora acaba. (Silencio) ¡Marcilla! ¿Son éstas las campanadas que fijaban el plazo? Por la virgen de Teruel, a quien pusimos por testigo en esta misma iglesia, te exijo que respondas. ¿Son estas las campanas? MARTÍN: (Finalmente, con dignidad) Estas son las campanadas que el plazo fijaban, Segura. SEGURA: ¿Y has traído a tu hijo a desposar a la mía? MARTÍN: Diego, mi hijo, no ha podido cumplir su palabra. SEGURA: Así pues, Marcilla, ¿me das libre ya de mi promesa? MARTÍN: (En voz baja y empañada por las lágrimas) Mi hijo no ha podido cumplir su palabra. SEGURA: Martín de Marcilla, por última vez, responde: ¿me das libre ya de mi promesa? MARTÍN: (De nuevo con orgullo) Dispón a tu antojo de
tu hija, Segura: Diego Marcilla no vino a desposarla. (Se marcha de la escena) (Escena mímica y ceremonial. SEGURA se reúne con su séquito mientras, después de un silencio embarazoso, suena de nuevo la música. ISABEL va completamente velada, de la mano de su madre, también velada. DON PEDRO, AZAGRA, CELADAS, SEGURA e ISABEL se mueven hacia el centro de la escena. SEGURA levanta el velo de la novia para que todos comprueben la identidad de ISABEL. Es el único momento en que se verá su rostro hasta el final de la ceremonia. DON PEDRO, en nombre del novio, y CELADAS, como testigo, aprueban la entrega. DON PEDRO vuelve a dejar caer el velo y sube con ella hacia la iglesia. Trás él, AZAGRA Y CELADAS, y detrás, los cortejos del novio y de la novia, que pasan entre la doble hilera de soldados de gala que ocupan la escalinata. Arriba la iglesia, con todas las luces encendidas luce en todo su esplendor, sobre todo al fondo, donde puede verse el altar y el retablo mayor dorado. En el último escalón de la escalinata espera al cortejo el OBISPO de Albarracín. Antes de entrar en la iglesia, calla la música de dulzainas y tamboriles. El obispo entona la salmodia, a la que se une inmediatamente el coro de oficiantes que le acompaña) OBISPO: Introibo ad altarem Dei. CORO: Ad Deum qui laetificat iuventutem meam.
MOVIMIENTO SEGUNDO: DIÁLOGO EN LA ESCALINATA (Los tres cortejos entran en la iglesia. Se cierran las puertas y callan las campanas. En escena quedan los soldados de la villa, que rompen su formación, y algunos hombres de las otras comitivas, varias mujeres del pueblo, viejas sobre todo, musulmanes y algún judío. FUNES entabla conversación con uno de los soldados de Teruel) FUNES: Fue la apuesta treinta dineros, ¿no, Miguel? No pongas esa cara, hombre, que van a pensar en Teruel que a los de Cella os escuece rascaros la bolsa. MIGUEL DE CELLA: (Sombrío) Hace mucho tiempo de eso, Íñigo, pero veo que tú también te acuerdas aún de Diego. FUNES: Ya has oído al viejo: seis años. Y claro que se acuerda esta vieja cabeza. Bien que se acuerda, Cella. Hasta el toque de tercia, ¿no? Pues anda que no llevan doblando toda la mañana con la boda. MIGUEL DE CELLA: Sí, Funes, seis años ya desde que marchó Diego. Y ni un minuto más ha tardado Segura en casar a su hija. TOMÁS DE ARRIETA: (Del cortejo de Segura, terciando por detrás) Nada podéis reprochar a mi señor. Seis
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años había de esperar sin casar a su hija y seis años ha esperado conforme a su palabra. MIGUEL DE CELLA: Seis años justos, muy bien. ¿Y si llegara a Teruel esta misma tarde Marcilla? TOMÁS DE ARRIETA: Han dejado de doblar las campanas y están ya las bodas oficiadas. Seis años tuvo para regresar con el dinero y nadie ha sabido de él desde hace cuatro. ¿Quién sabe qué habrá sido del pobre Marcilla si hasta su padre viste como si hubiera muerto? FUNES: Diego Marcilla no regresará a Teruel; claro que no regresará. Juró en esta misma iglesia que volvería cargado de riquezas para abochornar al de Segura pero desgraciadamente en seis años ha tenido tiempo de comprobar que el oro no crece de los árboles ni debajo de las piedras, ni aquí, en Aragón, ni en Berbería. MIGUEL DE CELLA: Diego sabía muy bien lo que hacía. Siempre creyó que se puede hacer fortuna lejos de estas tierras. Él hablaba siempre del mar, de Italia, de Tierra Santa; decía que más allá de las playas
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de Valencia cualquier hombre podía conseguir lo que quisiera comprando y vendiendo especiería. Diego volverá; será tarde para él cuando regrese, pero volverá a Teruel con su riqueza. TOMÁS DE ARRIETA: Y en verdad que mi señora doña Isabel le esperó estos seis años. No ha habido en Aragón casa con luto tan negro como el de las habitaciones de mi señora estos seis largos años. MIGUEL DE CELLA: Y otros seis más le esperara si no fuera por la avaricia hambrienta de su padre. ¿Quién le obligaba a arrastrarla ante al altar el mismo día en que queda libre su palabra? ¡Y esa afrenta de hacerle reconocer al propio padre delante de toda la villa que su hijo ha muerto! No hay bolsa que guste más del oro que la de Segura, Íñigo. FUNES: No es avaricia casar a la hija con un Azagra. ¿Cuándo iba a esperar el viejo que se le entrara así la grandeza por la puerta de su casa? TOMÁS DE ARRIETA: Ni te engalles tanto, Funes, que no es avena lo que se lleva el bastardo. Doña Isabel es hoy la doncella mejor dotada en la frontera. Al fin y al cabo por muy recio que proclame su apellido, la hacienda de Azagra cabe en el filo de su espada. FUNES: ¿Y es que no le basta con el nombre de su hermano? Don Pedro es gobernador y tenente de la villa. Con don Jaime en Monzón y la reina en Roma, a este lado del Ebro nadie se atreverá a mirar de frente a la mujer de Pedro de Azagra. MIGUEL DE CELLA: Por muchos honores que le meta en la cama, dudo que Isabel vuelva a levantar sus ojos de la tierra. Y si lo hace, todos los que supimos de su amor por Diego se lo hemos de echar en cara. FUNES: ¿También tú sabes de amor, Miguel? No sabía que en Teruel os las dierais de poetas. MIGUEL DE CELLA: No hay que ser trovador para saber cuánto sufre quien ama. Y en Teruel quienes los conocimos sabemos que Diego e Isabel se amaban. FUNES: ¡Miguel de Cella, por Dios, hablas del amor como si fueras cura! Y ahora me dirás que se quedaban los dos, al mirarse, en la gloria ¿No iría Diego por las noches a su ventana a cantarle versos provenzales? ¿Grababan sus nombres en los árboles como el loco de Tristán para ver a Iseo? Veo que han llegado a Teruel las últimas modas. (Dirigiéndose a los otros soldados de Azagra) ¿Habéis oído, Galtier, Antón, Valtierra? ¿Es que no oís lo que dice Cella? ¡Isabel de Segura y Diego Marcilla se amaban! Ella se está casando ahora ahí dentro con un Azagra y ¡eso qué importa! Se casa con otro pero al pobre Marcilla, a él lo amaba. ¿No hay nadie aquí con un laúd? ¿No sabéis improvisar una trova? No soy más que un sucio soldado, Miguel, un
viejo soldado que hace muchos años que se casó con su espada pero hasta yo puedo ser también poeta. No es muy difícil: sólo hay que pasar hambre y tener poca vergüenza. (Hilaridad general. FUNES, convertido en bufón, domina toda la escena. Sólo al final, hablando con el PEREGRINO se calmará) Escucha un momento, Miguel; escuchad todos: ya no soy Íñigo Funes; milagro de Dios, que soy Marcilla: (Canta) Hermosa doña Isabel Soy, si veo vuestro rostro, Tan feliz como al dormir Atiborrado de mosto. ¿No os ha gustado?¿Cantaba Marcilla mejores versos? Dejadme probar otra vez. ¿No es mejor esto? Si estoy sin vos, mi señora, Sufro y muero de mi mal Se me retuercen las tripas y sólo pienso en … (Gesto escatológico. Risas) ¡Miserables villanos! ¡Debería daros vergüenza! Habláis de amor con bocas que apestan a ajos y cebollas. No tenéis ni un matillón de borrajas para la cena y bizqueáis los ojos recordando una pasión que no habéis sentido. Pues yo os digo que mentís cuando cantáis. Vamos a ver, abuela: ¿hubierais podido vivir sin vuestro marido? ¿Qué pregunta? Ya lleváis quince años viuda ¡y en buena hora! Y vos, jovencita, ¿qué me decís? ¿Sufrís por vuestro amado? ¿Cómo? ¡Que nunca habéis tenido! Bien dice el abad que la felicidad engorda. ¿Y tú, Mahoma, truhán, con tres mujeres, cómo te las arreglas? ¡Te habrás tenido que morir tres veces! o ¿es que te conformas con que te deshagan la cama? Tontadas, Miguel, tontadas. ¿Sabéis qué es el amor, turolenses, queréis que yo os lo diga? Amor es esto que cuelga entre las piernas. Y sabéis por qué puedo decirlo tan seguro: porque cuanto más me preto a una mujer, noto que más amor tengo. (Risas) ¿Y tú, peregrino, no nos puedes dar nuevas del amor en otras tierras? Vendrás de Jerusalén, ¿no? ¿También hervían de amor allí los hijos de Saladino? JAIME CELADAS: Quien anda los caminos del Señor, no mira en esas cosas. FUNES: ¡Dios santo! ¡Y para terminar, un santón eremita! ¿Pero es que no hay nadie en la frontera a quien le guste la vida? La vida es vivir sin problemas, agarrar lo que viene como venga y disfrutar lo que está al alcance de la mano antes de que te la arranquen. Cuando uno quiere beber, bebe; cuando quiere jugar a los dados, juega; y cuando quiere tener a una mujer entre las piernas, folla. Sólo hace falta un poco dinero
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en la bolsa y unos amigos que te rían las gracias. ¿Para qué complicar las cosas? JAIME CELADAS: Eso gruñía una vez un cerdo en su pocilga. FUNES: Cuidad vuestras palabras, peregrino, que esa cruz que lleváis en el manto os la pueden dibujar también en la cara. JAIME CELADAS: No os ofendáis, señor, con este miserable siervo de Cristo; pero respondedme: ¿en que se diferenciaría mi vida de la de un animal si sólo pensara en beber y en comer, en reír y fornicar? Hice un largo camino hasta Roma y seguí luego a Jerusalén. He pasado hambre y sed. Algunas noches, en un mal albergue, a solas, hube de llorar toda la noche, incapaz de dormir, humillado por las pulgas y el frío. Creí, sin embargo, que con mi sufrimiento servía a Dios y al día siguiente seguía en silencio de mi camino. Pero según vos, señor, he perdido buena parte de mi vida en vano. FUNES: (Ya muy serio) Nadie pierde lo que en servicio de Dios emplea. No eran esas mis chanzas. De lo que esta buena gente y yo nos reíamos, aquí, en las bodas, es de estos ridículos enamorados de hoy en día. ¿Qué gana Dios con que alguien pase las noches bajo el balcón de su amada cantándole a la luna? ¿Qué significa eso de que el Sol se hace de noche cuando al amado no le miran los ojos de su enamorada? Vanas palabras propias de gente necia; nada que tenga que ver con vuestra estancia a Tierra Santa. JAIME CELADAS: ¿Acaso vos nunca habéis estado enamorado, señor? FUNES: Muchas veces, peregrino, tal vez demasiadas.
JAIME CELADAS: ¿Y no hubierais dado nunca vuestra vida por vuestra amada? FUNES: Siendo así, muchas vidas hubiera debido tener, y os aseguro que todas las gastara. MIGUEL DE CELLA: Y vos, señor, que habláis así a pesar de vuestro hábito, ¿conocisteis, tal vez, el cortés amor de una doncella? JAIME CELADAS: No yo, que sólo soy un peregrino. Pero sí he conocido en mis viajes gente que ha amado como en los poemas. MIGUEL DE CELLA: ¿Y esos hombres, señor, hubieran dado su vida por sus amadas? JAIME CELADAS: Conocí a quien la dio, quedándose sín ella. Su amada se la la pidió y él ni un instante dudó en dársela. Su dama le aseguró que se la guardaría, le pidió que confiara en ella, le dijo que de ese modo, aunque él marchara lejos, sus almas nunca se separarían. MIGUEL DE CELLA: ¿Y qué pasó luego? JAIME CELADAS: No lo sé todavía. El hombre al que conocí me dijo que tuvo que salir de su tierra buscando fortuna. Su amada le esperaba pero se alargó el viaje, recorrió países lejanos, acumuló riquezas, sufrió enfermedades y todo lo soportó pensando siempre en ella. Cuando estuve con él, hace sólo unos días, acudía a su tierra a recobrar de su amada lo que le dejara en prenda. Estaba enfermo pero reía; creía que nada malo podía pasarle porque su vida, en realidad, la guardaba ella. ¡Mucho me temo que se equivocara! FUNES: Para ser peregrino, señor, bien manejáis la palabra. MAYORAL: ¡Silencio! ¡De rodillas! El obispo alza.
MOVIMIENTO TERCERO: LA CEREMONIA (Desde dentro, con ruido de goznes, se abren las puertas de la iglesia, totalmente iluminada. El ambiente en la nave es denso de humo y oscuro, a pesar de la luz de los hachones, pero en el altar una iluminación más diáfana permite ver al obispo, tocado con mitra y vestido de pontifical, que vuelto de espaldas, consagra. Junto a él, a la derecha del altar, la familia Segura. Destacan SEGURA e ISABEL. A la izquierda, los Azagra, con DON PEDRO y AZAGRA en lugar prominente. Con un pesado rumor de hierros y sedas todos los asistentes caen de hinojos. Fuera, en la escalinata y en la plaza todos los cristianos se inclinan también hasta tierra. Musulmanes y judíos, que no han echado la rodilla a tierra, inclinan la frente hacia el suelo. Velos y capuchas. Voltean las campanas. Con ellas, el murmullo latino del oficiante)
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OBISPO: Cotiescumque manducabitis panem hunc, et calicem bibetis, mortem Domini annuntiabitis, donec veniat. Itaque quicumque manducaverit panem vel biberit calice Domini indigne reus erit corporis et sanguinis Domini. Alleluia. (Suena una melodía de dulzaina muy sencilla que acompaña a la comunión de los miembros de las dos familias. Inmediatemente después, a una señal del obispo, DON PEDRO, AZAGRA, SEGURA e ISABEL se acercan al centro y comienza el rito del matrimonio) OBISPO: Te, Petrus de Azagra, vis habere hanc personam, Elisabetham de Segura, ut sit tua legitima uxor, ut cum ea vivas juxta Dei ordinationem in sacro matrimonio? Vis eam amare, consolari, honorare, et conservare sanam et
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aegrotam, et repudiare omnem aliam, et te illi soli servare quamdiu vivas? AZAGRA: Volo. OBISPO: Et te, Elisabetha de Segura, vis habere hunc, Petrum de Azagra, ut sit tibi legitimus maritus, et cum eo vivere juxta Dei oridinationem in sacro matrimonio, ei obedire, servire, amare et honorare ipsum, servare eum sanum et aegrotum, et posthabitis omnibus aliis, te illi soli custodire toto tempore vitae vestrae? ISABEL: Volo. OBISPO: Quos Deus conjunxit, homo non separet. Ite missa est. (Fuera de la iglesia rompen a tocar los tambores y los tamboriles. JAIME CELADAS, que desde una esquina de la escena ha seguido con amargura la conclusión de la ceremonia, llama por señas al PECA, habla con él un momento, le entrega un envoltorio y una moneda. Durante el siguiente baile, abandona la escena. Van saliendo las comitivas: guiados por el estandarte del Reino, el cortejo de la villa ocupa la plaza y los soldados se disponen a bailar en homenaje a los novios. Los Segura y los Azagra van ocupando los laterales derecho e izquierdo respectivamente. Los esposos y los padrinos ocupan la parte superior de la escalinata. Tras ellos el OBISPO y el resto de los clérigos asisten a la escena como espectadores. A una orden de CELADAS, comienza el baile con los arcos de flores. Acabado éste, los soldados levantan una torre humana. El RABADÁN, sobre ella, recita) RABADÁN: A los dos Pedro de Azagra, A Segura y a Isabel, Y a los presentes saludan Las aldeas de Teruel.
Que aunque somos aldeanos Y algo brutos además Hemos querido a esta boda Acercarnos a bailar.
Porque para nuestra villa Y para todos nosotros No hay felicidad más grande Que la de estos dos esposos.
La joven doña Isabel Luce tan bella y honesta Como si fuera la Virgen En el día de su Fiesta.
Y del novio qué diré, Sabiendo que es un Azagra, Si en Aragón en honores Siempre se llevan la palma.
Azagras, pues, y Seguras, Os desea aquesta villa Que nuestro Señor bendiga La unión de las dos familias. Y que muy pronto estas calles Que ahora se visten de gala Vean crecer los retoños Del amor que a los dos ata.
Pero yo ya me despido No se nos vaya a hacer tarde Que no sientan bien mis versos Cuando la tripa tiene hambre.
¡Vivan don Pedro de Azagra y doña Isabel de Segura! ¡Viva la villa de Teruel! (El público responde a los dos vivas. Se desmonta la torre humana. Los soldados bailan de nuevo, esta vez con espadas y broqueles. El cortejo de la villa se despide con ceremonia y se marcha por donde vino con la misma música. Vuelven a tocar las campanas, con repique de fiesta, y ya no volverán a callar hasta el final. Las dueñas de Segura y los mesnaderos de Azagra comienzan a tirar pasteles, peladillas y polvorones para los niños. Revuelo en la escena. Parabienes en la escalinata, sobre todo en torno a DON PEDRO, que va bajando sin ocuparse ya de los reciencasados. Arriba ISABEL se queda un poco aislada mientras su padre agradece las felicitaciones y su marido habla con FUNES. Junto a ISABEL su MADRE, ahora desvelada. El PECA sube hacia ISABEL, le entrega el envoltorio de JAIME CELADAS y sale corriendo de la escena. La huida del pillastre llama la atención de los presentes hacia ISABEL, que desenvuelve lentamente la tela. Sólo se oyen las campanas. Del envoltorio sale un pequeño puñal que ISABEL levanta mirando con detalle la empuñadura. Emite un débil gemido y se desmaya sobre la escalera, sin que pueda evitarlo su MADRE. El puñal rueda por los escalones a los pies de AZAGRA, que lo recoge) AZAGRA: ¡Las armas de Marcilla! MADRE: ¡Isabel! Valgame Dios: ¡Diego vive! ¡Isabel! ¡Isabel! SEGURA: (Lanzándose también sobre su hija) ¡Isabel! ¡Y estás casada! ¡Hija mía! OBISPO: (Al sacristán) Llamad al físico. ¡Y que hagan callar de una vez esas campanas!
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Los cien mapas de Valpalmas
Escribir
relatos: Placebo contra el hastío, mecanografía creativa, vuelo sin motor, ventilación de los malos humores, sumidero de penas, rehabilitación de neuronas atrofiadas, complejo de Poe, tentempié de la imaginación, abstracción del espíritu, defenestración de las horas muertas. Escribir porque sí, más allá de los formularios nuestros de cada día que aniquilan la creatividad con sus casillas en blanco. Escribir para retratar los matices de una realidad cercana o buscando fantasear acerca de lo desconocido. Diversos productos con idénticos medios productivos, la diferencia básica de la creación con el automatismo. Escribir a intervalos mediante la vieja máquina de la inspiración, que se atasca por momentos para prorrumpir fuerte su motor poco después, en una retahíla de nuevas ideas. Escribir y publicar en Ágora, hacer accesibles los frutos de la imaginación para cualquier lector, quien se reinventará la historia a su medida, mimetizándose mágicamente el relato bajo una nueva perspectiva.
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José Ignacio Guerrero
S
i será verdad que heredamos no solo los genes, los cromosomas, incomprensibles cadenas enrevesadas que empezaron con los guisantes de Mendel y que probablemente no existían antes de que el monje austriaco diseñara sus leyes. Si será que no solo el apellido, este Villanúa que persigue a mi nombre, va pasando de una generación a la siguiente, o los rasgos que nos decoran la cara, como un reflejo, a veces como una maldición en forma de grandes orejas o inmensa nariz, o... si será verdad que de nuestros padres heredamos también la memoria que fluye por las venas, los recuerdos que se asientan en el tuétano de los huesos y son pompa de jabón desde los pulmones al aliento. Aliento. El mismo que se me corta al saber que confundo sus memorias y las mías; en este regreso extraño camino por un Valpalmas que nunca pisé... o que tampoco mi padre, si vamos a eso, si hay algún puritano que me lo niegue todo, algún paladín, con alma de funcionario, que cargue contra la ficción armado con la porra basta y gruesa de lo real. Si me dicen que el Valpalmas que papá me narró no fue nunca el real. Y yo habré de responder, sólo si alguien lo pregunta, que para mí se funden, que los cien mapas de Valpalmas que mi padre inventó para mí se superponen uno sobre otro, como los mil paisajes y retratos que un pintor pobre pinta y vuelve a pintar sobre su único lienzo. Y el lienzo, claro, es este pueblo viejo, como es vieja y pesada de historia toda España para quien viene del otro lado, después del agua y de muchas horas de viaje en avión, y luego tren destino Zaragoza (cuantas zetas que mi lengua transforma en eses), y cuando acaban los raíles alquilar un coche y buscar números de autovías y carreteras para llegar hasta aquí. El lugar en el que nació mi padre, el lugar que inventó para mí. Lo vuelvo a recordar, (porque de eso se trata todo, de una red de memorias que nos entrelaza
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a todos), y me dibujo su cara en el aire, o sus canas, que ya eran abundantes cuando nací yo, y su acento en el pronunciar recio del castellano (sin apenas contagiarse de las formas lingüísticas de su alrededor) me vuelve cuando le pregunto a un hombre mayor, sentado a la fresca, cuál es el camino a la iglesia. Me mira, se ríe con una risa franca y sonora, no sabe que quiero abrazarle por lo que veo en él de otra persona, «como si pudiera perderse, hombre, por allí es...». Pero, obvio, es que no sabe y no puede saber que Valpalmas tiene cien, mil mapas diferentes que hacen al pueblo crecer, ensancharse, volverse trazados urbanísticos de sueños en esta mañana de verano en la que el calor empieza a apretar y es hermoso detenerse en las siluetas protectoras de la sombra. La segunda posguerra, los años cuarenta, debieron de ser duros. Al menos los que estuvieron en la guerra, en un bando o en otro de los que podía marcar la línea del Ebro, tenían heridas que mostrar, les acompañarían toda su vida pegadas a un color, a veces a un odio, pero los nacidos con el final de las bombas vivieron un mundo distinto, con durezas distintas, algunos de esos solo tenían esa clase de hambre que te hace llenar el macuto, dar un beso a la madre que te humedece las mejillas con un sollozo resignado, y el viejo que te da un apretón torpe y unas perras chicas. Los cereales, la matanza del cerdo de los diciembres podían haber llenado su estómago pero ya digo que era otra hambre. Mi padre emigró de Valpalmas con apenas quince años, la ciudad de Zaragoza le llamaba con ese canto de sirena agudo de fábrica que ofrece laburo y era, mi padre, como luego lo fui yo, el menor de cinco hermanos. También, imagino, el más alegre, o mejor, el más despreocupado. Si pienso en cómo fue su infancia, me lo dibujo corriendo entre estas calles, miro los nombres en las placas y me pregunto cuánto tiempo llevará siendo nueva la Calle Nueva, si mi padre pudo conocerla, si Fernando el Católico o Castellar son tan viejos como para haber compartido juegos con él. Quizá pasaba el día ayudando en algo en el campo, puñetero, chistoso, con una broma para el cura, y otra para las letras que fueron las únicas que aprendió, a muchos les dio lo justo para luego firmar y juntar las palabras con esfuerzo, mi padre, espabilado, les sacaba el jugo recordando a la maestra para enmendarse a sí mismo y no cometer más faltas de lo necesario, pero tampoco ninguna, que perfectos solo eran los ministros del señor. Eso sí, en contar el dinero del sueldo, ganado siempre con sus brazos, nunca falló. Tuvo brazos fuertes, duros y tensos, que me levantaban en vilo desafiando a aquellos que le dijeron que era una locura tener un quinto hijo a una edad tan avanzada. Incluso de viejo el músculo no
dejaba de tensarle las arrugas. Lo mismo que la sonrisa estirándole las mejillas hasta reventarle la cara en una carcajada. Parece que puedo verlo inventando excusas por haber llegado tarde a casa, podría decirle a su madre tantas cosas, que se perdió en un vericueto de su propio mapa privado, que agrandaba las tres cruces para convertirlas en inmensos monumentos donde jugar a reconquistas cristianas, enormes maderos de piedra como de cementerio de gigantes trillizos... no me lo va a creer, madre, pero el mismísimo Papa Luna se me apareció sobre un melocotonero, y es que me estuve a punto de llegar a la ermita de Monlora a rezar, por si acaso, madre, lo mismo da que sea santo o hereje, que mejor prevenir ¿no cree?, y lo diría muy serio, meándose por dentro..., aunque lo más probable, y la abuela debía saberlo de sobra, es que hubiera pasado la tarde rondando y cortejando a la hija del vecino por cerca de la casona de los Arascos, que anduviera vigilando los huevos de «sus» nidos para elegir cuándo sorberles la yema o que la hubiera emprendido a pedradas con algún otro pilluelo tan golfo como él. Al final todo se zanjaría con un par de azotes al culo y un lávate esas uñas que las llevas negras como un demonio. No sé cómo debió de ser la Zaragoza de aquella época, soy incapaz de representármela en una escena fija y eso que ayer mismo caminaba por ella y leía en un periódico local una breve noticia de la crisis argentina. Que no levantamos cabeza no hace falta que me lo repitan, che. En cualquier caso sé que allá pá encontró trabajo, pero esa parte de su improvisada biografía se me queda un tanto en brumas, porque también debió de rompérsele el corazón, prendido de las carnes de la doña de la pensión, casada para más señas: un revoleo de faldas, un desengaño, un consejo de amigo recién conocido pero de toda la vida ya, o una osadía orgullosa de juventud lo llevan a buscar qué podía ofrecerle Barcelona. Y le dio el mar. No supo nunca mi padre que don Quijote debió sentir lo mismo que él al ver lo inmenso que se le volvía ese horizonte de color azul, pero debe ser cierto que el mar enamora y a la vez borra las heridas de amor, porque después de algún año como estibador en el puerto, embarcó hacia nuevas tierras. En Argentina apreciaban los brazos fuertes, los músculos que iban a hacer crecer la economía, reconvirtiendo a los «gallegos» en gauchos, como si todavía siguiera en vigor la Ley Avellaneda, que a principios de siglo abría las puertas a los emigrados. Hubo gente que llegó sin nada y se llenó de plata, hubo gente que sólo cambió de escenario su miseria, paseándola por el mundo, y hubo otros como mi padre, que se iba divirtiendo con la vida, se hizo querer y quiso. En
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un tiempito allá estaba festejando a una damita de un pueblo cercano a Rosario, la más bonita dicen… y la más traviesa, que si no, no se entiende cómo se enredó con un hombrón trabajador, sí, y juerguista, pero sin un mango en el bolsillo. Entre tanto emigrante taciturno papá transmitía una alegría vital y tan violenta como las tierras de la Patagonia que lo acogieron como jornalero. Sacó dinero para casarse pero no para montar casa y fue sembrando con hijos el vientre de su mujer hasta hacer dobles parejas, yendo y regresando de año en año para besar y elegir un nombre para cada uno de mis hermanos, hasta que una vez hubo de volver para enterrar a su mujer. Y en la lápida de su esposa hubo de recordar otras, la de sus padres y hermanos que habían ido muriendo tan lejos, la casa familiar de Valpalmas, las paredes, la piedra vieja y el ladrillo nuevo, el techo que los cobijaba a todos. Decidió laborar duro, nunca volvió a salir de Buenos Aires. Volvió a casar rápido, aunque era ya un hombre grande, con otra muchacha joven que le andaba rondando encaprichada por su porte, la hija de un tendero, no muy agraciada, pero que tenía también, como la primera, los ojos color de mar. Como si se hubiera propuesto de repente darle una madre a sus hijos, darles seguridad, y deslomado ya del trabajo duro, casó con ella, se hizo cargo del negocio del suegro, y luego, mucho más tarde, nacería su quinto vástago, otro varoncito: yo. Cuando, entre mates y cigarritos, los compadres que fue haciendo le preguntaban de Franco o de la dictadura, de las razones por las que emigró, mi padre se encogía de hombros, decía que la política no era cosa honrada, que nada tenía que ver con él, que él solo salió de Valpalmas para ver mundo... y que la única pena de España que se le había quedado dentro fue la de no volver a ver a su familia. Porque no regresó nunca. Si nació al sonido de un obús, murió justo antes del ruido más sordo de los tiros, cuando Videla y los suyos montaron su dictadura, y no vivía ya cuando a uno de sus hijos, a mi medio hermano Ramón, se lo llevaron los milicos en un maldito Ford Falcón verde para la ESMA, la Escuela de Mecánica de la Armada, donde tantos fueron torturados, de tantas formas. No volvimos a verlo, a mi hermano, convertido de repente en fantasma, oficialmente desaparecido. Y casi me alegro que mi padre no viviera para ver que tenía demasiada razón, que la política, cuando es bastarda, no es cosa honrada, no es cosa limpia, mata. «Tu viejo tenía ese algo, vos sabés» me dijo alguien, un conocido, en el funeral, «capaz que te hacía reír y llorar en la misma tanda de cervezas... y ¡cómo preparaba el asado! Si te hacía olvidar que era gallego...» Pero es que «era maño, eso decía siempre» contesté yo. Y el hombre, también viejo, anticipando
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su propio adiós con cada nueva despedida, más nostálgico y más sensible, camarada de barra, me abrazó y me susurró al oído: «ay, pibe, si es que tenés su sonrisa». Fue hermoso ver allí a mis medio hermanos, sus mujeres, y los nietos que ya le dieron en vida al viejo, y verles del brazo de mi madre que se convirtió también en la suya, y verles a todos respetando mis ganas de estar solo, de recordar, de volver a sentirle contándome fábulas, interrumpido por mis eternas toses, y no menos eternas preguntas, todos los amigos de uno y otro lado, los emigrados, los argentinos, se paraban a mi lado y me miraban viéndole a él. Porque tenía y tengo sus rasgos y porque tenía y tengo sus historias. La sombra de un árbol me cobija ahora y un cigarrillo prendido me envuelve en humo. Nada sé de la vida de las especies vegetales, ni de sus nombres, —sé que no es una palmera que justifique el nombre— si vamos a eso, podría inventarme una especie, llamarlo castaño, encina, o haya, siempre me gustó cómo suena, y darle los años justos de crecimiento para que mi padre pudiera sentarse bajo la misma sombra que yo. Claro que un moderno tractor me pisa la ucronía. El conductor, un campesino mayor, me mira sorprendido y me saluda pensando si soy alguno de los veraneantes que acuden al pueblo en estas fechas, si soy familiar de alguien conocido, o si me alojo en la casa rural que se alquila para retiros de fin de semana. Para muchos mi padre era ya viejo cuando yo nací, «y ¿cómo voy a tener la culpa?» decía «si hay quien decide dejar de hacer el amor, yo no podía dejar de tocar a tu madre, era tan joven que había que amarla...» Y mi madre le podía acusar de buscar y palpar a todas las demás. Porque le tuvo siempre un celo horrible, sabiendo que bajo la tierra había otra que le ofrendó cuatro hijos, mientras ella solo uno, y un tantito enfermo. Tantos años pasé en cama, como una mala apuesta al destino que algún médico no se resignaba a perder, tantas temporadas postrado mientras los otros niños se encorrían tras los partidos de pelota. Papá andaba por los cincuenta y se sentaba en una silla de mimbre, a la vera de mi cama, y me hablaba de Valpalmas, más aún que de Zaragoza o Barcelona. Me contaba del pueblo que estaba al lado de la Luna, del pueblo donde nacían médicos y hombres de ciencia que deslumbraban al mundo, me hablaba de una inmensa Plaza Mayor tan grande como varias canchas de fútbol y de una iglesia dedicada a San Hipólito que llegaba al cielo... y puede, claro, que exagerara, y no hubiera veintes de enero con llamas que se veían, si mirabas atento, desde la misma costa de Mar del Plata; que en las ruinas y las grietas del castillo Gallinero no se intuya el inmenso palacio medieval que él me pintó, estimulado por mi
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imaginación infantil, pero la sobriedad y la severidad de los paisajes no me desencantan. Al contrario, le veo a él en ellos. He rondado la tarde entera por los rincones de este pueblo suyo, de casonas de tres pisos con muros de piedra y emblemas en los sillares y de casas más modernas de paredes blancas, he comparado sus mapas con el que yo mismo me voy fraguando, he preguntado, y la gente habla con orgullo de su gran médico que da nombre a la plaza, y trazan sus propios mapas del mundo según lo que han vivido en las calles, donde besaron, rieron, sufrieron y lloraron. Y yo sé que los mapas del corazón no tienen que responder exactamente al trazado del arquitecto o de la historia, porque los diseña el sentimiento, cuando es puro y noble. Un hombre sencillo puede dejarse volar en las narraciones que cuenta a su hijo, y las alas de cada hombre son las que hacen volar los recuerdos del lugar en el que nació. Porque finalmente aquí he llegado, subido a una ola de esta marea inversa de emigrantes argentinos que hoy llegamos a España, buscando lo mismo que han buscado todos los que han dejado su tierra y se manejan entre la nostalgia y la luz de los nuevos horizontes, buscando además raíces y memoria, que si las lápidas marcan el lugar donde nuestro cuerpo acaba su viaje también otras señales, aunque invisibles, nos apuntan a sus principios. Y de repente saber que volver a Valpalmas es traer algo más a desembocar acá. Algo como el último trazo del círculo, algo como dibujar con cada paso real alguno o todos los cien mapas de Valpalmas que mi padre inventó para mí.
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RAMÓN SE HA JUBILADO José Ramos
1. Solo ante el peligro Ramón acaba Filosofía y Letras, especialidad Filología Francesa, en la universidad de la ciudad que «enhechiza la voluntad de volver a ella a todo el que de la apacibilidad de su vivienda ha gustado», o sea, Salamanca. Ramón pasa un curso difícil y solitario como auxiliar de conversación en el Lycée Frédéric Mistral de Avignon, alojado en una habitación del barrio antiguo, a tres calles del palacio de los Papas y de su famoso e inacabado puente. Aterriza en el quirófano de un aséptico centro hospitalario de la seguridad social francesa. La vieja úlcera de estómago que ha amargado su juventud —en las barras de los bares, a escondidas, bebía mosto y leche mientras los demás se achispaban de alcohol— se ha puesto a rezumar sangre con la efervescencia primaveral. Revienta. Le cortan medio estómago. No le cuentan lo que hacen con el otro medio. Ramón retorna, verano abrasador, al pueblo zaragozano, Mallén, adonde han trasladado la farmacia sus padres, desde los charros campos de encinas de la infancia. A Ramón lo proponen como interino en el instituto de una cercana y caballerosa villa. Ramón acepta. Por teléfono le dicen las asignaturas que va a dar, lo suyo, es decir, francés, y algunas horas por semana de Lengua y Literatura Española. Después, le llaman de Astorga, de Sevilla... Un día del otoño que se insinúa agazapado en el encogimiento de los días, con su padre al volante del ya renqueante Renault 14, Ramón atisba entre montes pelados, resecos, unas torres doradas y el mamotreto de un silo, al final de interminable recta. No se le escapa la presencia del cementerio, a la entrada, donde emergen, altivos, los cipreses. Le rapta la mirada la belleza serena de una iglesia de piedra con torres almenadas por donde anidan las cigüeñas. Ramón se hospeda en la fonda Aragón, a la que accede por angosta y empedrada calle. Solitario, inquieto, deambula por la parte vieja de casas con escudos y alerones, de plaza porticada. Cena, más solo que la una, en una sala fría y triste, ante
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una mesa que cojea y no para quieta, como su ánimo. Se acuesta, desasosegado, en una habitación de suelo de madera chirriante. Tarda en enhebrar el fino hilo del sueño, rumiando lo que podrá hacer mañana para salir airoso del embolado de la clase. Ramón se despierta, estremecido por el borboteo de las cañerías y los pasos que machaconean el suelo tras los tabiques. Se ducha, sin lograr que el chorro y la tibieza del agua apacigüen sus cosquilleos. Desayuna. Remolonea en el caminar al instituto, sin poder librarse de la opresión difusa que le carcome, como si decenas de hormigas le mordisquearan el vientre. Le presentan a los que van a ser sus colegas. Trajeados y un punto superiores los más. Algunos otros, comidos por la misma palidez. Penetra en un aula de enormes ventanales que no han sido abiertos hace buen rato, a juzgar por los efluvios. Con un movimiento, a él así se lo parece, de sarcástica marcialidad, similar a los del viejo anuncio televisivo de ¡Ooookal!, los alumnos se ponen de pie. Les manda sentarse y, falto de oxígeno, como un torero en el momento de apertura de la puerta de toriles, respira hondo, definitivamente solo ante el peligro. Setenta ojos lo ametrallan con una mirada entre burlona y expectante. Arrugado, Ramón sube tres escalones que lo enriscan en una tarima sobre la que sus pasos no resuenan lo firme que quisiera. Se parapeta detrás de la decrépita pero protectora mesa colgada sobre los pupitres, con los alumnos tiesos de pie. Lo olfatean, hienas esperando el menor signo de flaqueza por su parte. Siente, por primera vez posada en la espalda y no enfrente, la presencia intangible de la santa trilogía: Franco, José Antonio y Cristo en la cruz. Da los buenos días, pasa lista y garabatea el nombre en la pizarra. La voz le suena tan hueca y tan extraña que duda sea la tuya. Busca el burladero de la mesa para ocultar el tembleque de las manos y escribe de nuevo en el tablero un extracto de Azorín sacado del libro del que fuera su profesor, Lázaro Carreter. Ramón insinúa un bosquejo de comentario de texto, atropellado y torpe, a juzgar por los bostezos y miraditas que provoca en
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el auditorio. Le endilga un rapapolvo al rubio pelo de cepillo, que amaga una gracieta. Remata su inacabable primera clase de Lengua y Literatura Española con los de cuarto de Bachillerato. Consigue terminar la mañana, y la tarde, y la semana, sin que nadie se le haya subido a las barbas. Aunque mucho le cuesta reconocerse en el pellejo de Don Ramón con el que a él se dirigen, ya es profesor de Francés y Lengua, los 23 recién cumplidos, del instituto «Reyes Católicos» de Ejea de los Caballeros. Intuye que acaba de introducirse en un largo túnel de pasillos y aulas, con la pizarra en el trasero y, al frente, un plantel interminable de híbridos extraños y mutantes, medio cuerpo de adolescente y el otro medio, pupitre. 2.- Los setenta. Un lugar bajo el sol Cuando Ramón, curso 71―72, da con sus huesos en el instituto Reyes Católicos, la enseñanza pública lucha por imponerse a los colegios de curas, de uno de los cuales, para bien o para mal, él es el resultado, un joven progre, más bien tímido y en inacabado proceso de maduración. Los estudiantes, noblotes y broncos, van y vienen mañana y tarde al centro escolar. Densos olores a humanidad no muy adicta a la ducha y al regular cambio de calcetines y prendas íntimas planean por aulas y pasillos. Las clases duran una hora. Predomina el elemento masculino. Las familias con pudientes prefieren llevar a las chicas a los colegios de monjas. Los de séptimo del Bachiller Laboral, a punto de extinción, se quedan soporizados en las horas finales de la tarde. Los castigos funcionan con regularidad y al que se sale del tiesto lo echan del jardín, lo cual no impide los desmanes: al buen cura casi lo matan dejándole caer una puerta encima; a dos compañeras muy célebres, la Cloti y la Moñitos, les copian despiadadamente en los exámenes. La de Dibujo baja escandalizada a la sala de profesores porque, en la guardia, ha sorprendido a un bribonazo pelándose el miembro tras el pupitre. Dos generaciones de profesores conviven en el centro. Las clases por la tarde obligan a residir en Ejea. El contacto es estrecho y resultan habituales los vinos, el pincho de tortilla en el Setia, las cenas en el Benito. Los conflictos estallan en los claustros por rebotes de la efervescencia política, no por motivos pedagógicos. Las cargas de los grises sobre los estudiantes, el proceso y las ejecuciones de Burgos caldean los ánimos y alimentan las reacciones en cadena. El país, al borde del ataque de nervios tras la voladura por los aires de Carrero Blanco, parece un dominó gigante cuyas piezas se desmoronan una a una con inercia imparable. Superados los titubeos iniciales y de acuerdo con los postulados educativos imperantes, Ramón asume el papel que se le atribuye al profesor: el de
transmisor de conocimientos. Se esfuerza en enseñar francés con el mayor empeño del que es capaz y con la escasa panoplia de procedimientos didácticos que en ese momento posee. En lo disciplinario huye como de la peste del rancio modelo de profesor «la-letra-con-sangre-entra», tan padecido y criticado, pero no le seduce ni un pelo el otro modelo, el de «uña-y-carne» con el alumno. La voz ronca y pasada de tono quizás o la seriedad que emana de la trilogía bigote-gafas-patillas ―en seguida le apodarán «el Mostacho»— le ayuda a caminar por el alambre de «la firmeza comprensiva o dialogante» y convierte sus clases en balsa de aceite. Él decide cuándo en el aula se impone un silencio conventual o cuándo se puede establecer un nivel de relajación y de sano intercambio, fundamental para estimular la participación y el aprendizaje. Le basta con restallar el látigo al principio de curso y en circunstancias puntuales para dejar constancia de quién maneja las riendas. En la didáctica del francés, son años de metodología estructural, de largos diálogos, de tediosos ejercicios de imitación de un modelo, de énfasis en la gramática y en la lengua escrita. Ramón intenta que las clases sean eficaces ―divididas en tres momentos de veinte minutos son más entretenidas—, que el alumno adquiera buenas técnicas de estudio (esquemas, cuaderno ordenado), que sientan interés por Francia, los franceses, su lengua y su cultura. En literatura y lengua española, saca tiempo debajo de las piedras para dedicar unos minutos a la lectura, al final de cada clase. Con la esperanza de provocar en los oyentes la chispa de amor por los buenos libros que la lectura de El libro de las tierras vírgenes por parte de una prima maestra había encendido en él siendo niño, es Ramón quien lee en voz alta, todo pasión y expresividad. A falta de saber si alguno acabó con el gusanillo, el resultado en el aula es perceptible: silencio expectante, miradas de vela encendida, concentración plena. Ramón pesca a un tal Moneo copiando. En el examen final del quinto de bachillerato en cuyo programa figuraba el estudio de los grandes de la literatura francesa: Molière, Rousseau, Voltaire. Lo expulsa de clase. Jamás ha vuelto a expulsar a nadie. Al final de mes —aún pululan por sus cajones viejas nóminas de bordes verdosos y desteñidos—, un señor muy larguirucho y tieso de secretaría entrega a Ramón doce mil pesetas, bien cerraditas en un sobre. Nixon dimite por el Watergate. Miles de españoles intentan doblar una cucharilla al mismo tiempo que el mago Uri Geller en la televisión. Ramón prepara las oposiciones de agregado. Las aprueba. En octubre del 1977 se incorpora a la nueva plaza. En la alicantina y marinera Altea. Los tres años finales de la década se le escurren entre los dedos yendo y viniendo del aparta-
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mento alquilado en Altea al pisito de Ejea, en el que vive recién casado. El Seat 127 verde aceituna conoce al dedillo las cuestas del Ragudo, las culeras de centenares de camiones imposibles de adelantar en las curvas de Segorbe, la cestería expuesta sobre las aceras de Gata de Gorgos. A Ramón, el estepario salmantino, lo pillan tan de sorpresa los cambios de color en el mar, el graznar de las gaviotas, las playas desiertas, los nísperos en flor, los paseos por el puerto, las rocas mojadas repletas de cangrejos y algún pulpo, el mugido de las olas al fondo de sus sueños, que apenas se entera. Apenas se entera de que las fichas del dominó siguen cayendo inexorablemente. Franco la ha palmado, un señor llamado Carrillo ha pasado la frontera con peluquín, han legalizado al partido comunista… Un hecho sí recuerda con nitidez: su mano temblona al depositar la papeleta en la urna en las primeras elecciones constitucionales y democráticas. Brillaba el sol. El sol bajo el que el país va encontrando su lugar en el mundo. Y bajo el que Ramón va encontrando también el suyo. Algo más que un número perdido en los ficheros del Ministerio. 3.- 1980―1995: En la cresta de la ola Curso 79―80: gracias al bendito derecho de consorte, Ramón obtiene la plaza de Agregado de Francés en el «Reyes Católicos», de nuevo en Ejea de los Caballeros. Si la memoria no le traiciona, cosa habitual dados los años transcurridos y la poca fiabilidad de tal instrumento andando por medio la escritura, cuando vuelve al aula de su primera clase, todo sigue igual, excepto un escurridizo detalle. El crucifijo y las fotos de Franco y José Antonio han desaparecido de la pared. Salvadas las distancias de autor, circunstancias y lugar, hubiera podido reabrir la nueva etapa con el inolvidable «como decíamos ayer». Pero ni se le ocurrió ni hubiera servido de mucho, dadas las lagunas lógicas del auditorio. Comienza la década con la inevitable reforma. La alternancia de partidos en el poder parece provocar en los ministros españoles del ramo un maldito síndrome: marcar su paso por el Ministerio dejando, con perdón, más que su impronta, su cagada; evidentemente con que sea de distinto color que la del predecesor, asunto arreglado. En Primaria los alumnos pasan ocho cursos llamados EGB. El Bachillerato dura tres, más el curso de orientación universitaria (COU). Las chicas invaden las aulas. El sueldo se ha cuadruplicado y va subiendo, no sin pataleos y malos rollos, hasta un cierto nivel de dignidad. Clases mañana y tarde hasta que en el curso 84―85 se implanta el horario intensivo de mañana. Tras un par de años en el viejo pero céntrico edificio de toda la vida, el instituto —irreparable
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corte del cordón umbilical que lo mantenía unido al pueblo— se traslada a la nueva sede, en el quinto carajo. Casi media hora a pie para algunos chicos, pateando barro. Construyeron las aceras cuando, cansados de rogarlo por escrito, se presentaron en el ayuntamiento y lo rociaron con los cubos de barro recogidos en el camino. Los profesores comparten vida en el centro y fuera de él, animados por el campechano de Alfonso y su regio saludo, «señoras-y-señores-en-el-culotengo-flores». Las cenas en Castejón a la búsqueda del conejo escabechado, en casa Ignacio de Tudela degustando ancas de ranas, o en Tauste casa Pepe, se hacen frecuentes. En este último lugar presencian la espectacular paliza del equipo de fútbol de España, 13―1, a Malta. A pesar del éxito inesperado de la transición colean los problemas políticos. Juzgan a Pilar Miró por El crimen de Cuenca. Sentencia sobre los asesinatos de Atocha. ETA sigue matando. Un loco se carga a Jonh Lenon. Suárez dimite. «¡Pónganse de pie todos, coño!» «¡He dado órdenes a todas las capitanías generales para que los tanques vuelvan a los cuarteles!»… Los profesores, pasado el susto, siguen alineados en tres bandos: carcas, progres y Felipe Corbacho; se niega a entrar en clase si antes no se borra el víctor de la fachada. En el centro se puede cortar el aire con un cuchillo. Los claustros son el campo de batalla. Allí se discute de lo humano y de lo divino, excepto de cómo mejorar la parcela que corresponde. Ramón procura no dejarse engullir por el remolino de dimes y diretes, de puñaladas traperas. Hasta que el sarampión político remite y las aguas vuelven al cauce, se protege del chaparrón en la trinchera de la preparación cuidadosa de las clases. Para lo cual cuenta con el bagaje formativo adquirido en los cursos de verano u otros, Pau, Besançon, Grenoble, La Alianza Francesa en París, a los que ha asistido. Escribe y habla mejor el francés. Y, sobre todo, se ha puesto al día en las mil y una maneras de enseñarlo. La radio, la tele, el vídeo, los documentos sonoros, la importancia del oral, los actos de habla, las canciones, la publicidad… Aunque a lo que más partido le saca es al cómic (Bosc, Quino, Sempé…) y a la transparencia. Sobre ambas han pivotado y siguen pivotando buena parte de sus clases. El rodillo de las nuevas modas pedagógicas, método audio-global, método audiovisual, pasa implacable sobre los manuales que las editoriales imponen, pero él sigue funcionando a su aire, tomando de acá y de allá lo más aprovechable. Selecciona textos que, aparte de favorecer la comunicación, fustigan vicios del país y de los jóvenes: el racismo, el machismo, la destrucción del medio ambiente. El francés continúa como primera lengua y horario semanal de tres horas por curso. Lucha a brazo partido con el inglés para permanecer en el candelero. Incluso es una asignatura más de la Selectividad y la nota cuenta para la media. Las de sus alumnos
pocas veces fueron como para lanzar cohetes. Ramón nunca ha entendido la negativa a hacerlas públicas. Incluso deberían colgarse en internet, piensa, estableciendo un ranking de centros a nivel nacional y a disposición de padres e interesados. A Ramón estos quince años le parecen los más fructíferos de su carrera docente. Cree cumplir las dos condiciones esenciales exigibles en el buen profesor: dominio de la asignatura y adecuados medios para enseñarla. Le gusta imaginarse en la piel de un hábil encantador de serpientes que deja la cesta encima de la mesa, delante de la pizarra, que toca la flauta encantada y que, al son de la melodía, consigue que la cobra saque la cabeza por el agujero y brillen encandilados los ojos de los chicos. Llega a oídos de Ramón el apodo que le reservan en esta época: «El Pirata». Por su acusada manía, parece ser, de empezar las clases con la frase «nous allons aborder aujourd’hui…», como si en cada clase se tratara del abordaje de un barco lleno de tesoros. El periódico escolar «Chafandín» arma de nuevo la marimorena en el claustro. ¿Es responsable autorizar la publicación de artículos, algunos ofensivos hacia personas concretas, sin firmar? Los estudiantes exigen mayores cauces de participación y de gestión. Acuden a las sesiones de evaluación. Algunos se hacen objetores de conciencia e ingresan en la cárcel. Alumnos gamberros —¡haberlos, haylos!— están a punto de acabar con el centro prendiendo fuego a la sala de profesores. A Ramón le impresiona la muerte en accidente del hijo del guardia civil de un pueblo cercano. El rubiales al que abroncó en la primera clase. Acude a votar pero ya no le tiemblan las manos. Una huelga monstruo del profesorado, la del cojo manteca, paraliza el país. Maravall a la puta calle. Última protesta en plan masivo. Con las autonomías, implacables reinos de taifas, la capacidad del profesorado para poner al gobierno de turno contra las cuerdas pasa a mejor vida. Ejea se moderniza y se avieja con encanto. Toma aires de pequeña ciudad y suelta los de pueblo grande. Se encementan calles. Se enguapecen plazas y rincones. Se restauran iglesias. Las noches se anaranjan de sugestivas farolas. Las cigüeñas se largan al final del otoño y aparecen en el mes de febrero. No pueden anidar en los
Ilustra: Cristina Duesca
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campanarios. Les han electrificado las piedras en las que se posan. La ribera del Arba de Biel se transforma en hermoso parque de verde césped, de sauces que lloran, de olivos torturados. En verano, Ramón descubre un secreto. Con una hamaca y un buen libro, no hay sombra más fresquita contra el mortificante calor que bajo las ramas de los chopos de Bolaso, acunado por el murmullo de las hojas. Con el cielo azul entre los chopos se cierran estos largos y bien aprovechados quince años en la cresta de la ola. La pizarra a la espalda y los dedos manchados de tiza. 4.- 1995―2006: Con la ESO hemos topado Después de años de experimentación, idas y venidas, reuniones con expertos, globos sonda alardeando de apoyos más o menos importantes, la montaña parió la ESO y un ridículo Bachillerato de dos cursos. Su evidente logro, estudios medios obligatorios hasta los 16 años, no oculta el fracaso de su utópica filosofía. Ser igualitaria, es decir, comprensiva y, a la vez, diversa. En lo que se refiere al francés el va-
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rapalo es contundente. Optativa de segundo orden. Dos ridículas horas semanales. Salvo las excepciones de rigor, alumnos poco motivados e inmaduros. Para los nuevos tiempos, aseguran, no sirve el profesor que maneja la jarra del saber arrojando el contenido desde lo alto sobre los alumnos, supuestamente copas vacías, porque muy poco cae dentro. Debe acercar la jarra a cada copa para que nada del preciado líquido pueda derramarse. ¡Casi nada! Ramón jura que lo ha intentado, hasta comprobar que en la enseñanza de un idioma tal servicio personalizado es imposible. Como tampoco le parece posible cumplir con el nuevo círculo concéntrico añadido a la función del profesor de esta etapa: no solo instruir sino también educar. A punto de entrar en la adolescencia, si los troncos llegan torcidos, torcidos van a seguir. Ramón no es capaz de citar ni un caso de arbolito desviado corregido por la intervención escolar. En tales circunstancias, al coger la cartera por la mañana, a Ramón le abruma la obligación de colocarse ante miradas apagadas y actitudes distantes. Al insistir en las eternas recomendaciones sobre la importancia del esfuerzo personal sostenido para aprender, lo miran con displicencia. Como si el sonido de su flauta estuviera tan gastado que ni la cobra saca la cabeza de la cesta ni el público se molesta en echar una ojeada. Ramón persiste en la vieja práctica. En la medida de lo posible, de refilón, como el que no quiere la cosa, en los documentos de clase, aparece una aspirante a puesto laboral discriminada por no ser blanca, unas manos negras heridas por las púas de espino al saltar la valla de Melilla, un colérico habitante del extrarradio parisino que mata a un vecino por hacer ruido en la calle (árabe, ¡qué casualidad!), unos jóvenes que lanzan una botella incendiaria en un autobús de una barriada marsellesa y queman viva a una viajera. Con los de Bachillerato los mensajes cuelan como agua de lluvia entre las grietas. Pero con los de la ESO Ramón abriga la sensación de no dar en el blanco, de que los dardos no llegan a diana. Chicos y chicas han recibido, reciben tal cantidad de mensajes en sentido contrario a los del instituto, que es imposible romper la gruesa coraza de pasividad, confianza en el triunfo sin dar un palo al agua, cuando no de machismo o de racismo de la peor calaña. ¡No bebáis!, y los fines de semana medio país está borracho. ¡No importa lo que parecemos sino lo que somos!, y sin dinero nadie es nada. ¡Leer es hermoso!, y España se asemeja a un inmenso sofá donde los españoles, pobrecitos, conectados por un grueso tubo al maldito aparato absorben toneladas y toneladas de mierda. ¿No será la tele española —la francesa no es así, asegura Ramón—, horas y horas dedicada a vergonzosos programas, salpicados de venenosa publicidad, la culpable de
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la confusión mental de los mayores, de la pobreza cultural generalizada, de la violencia y racanería de los jóvenes? Ramón sobrevive con las satisfacciones de los escasísimos estudiantes que escogen el francés en Bachillerato, chicas más bien. En las clases, cuatro por semana, el clima es agradable, el trabajo intenso y eficaz. Tras la selectividad, más de una acaba incluso matriculándose en las escuelas de traducción e interpretación. Hasta en Shangai trabaja alguna de ellas como traductora. Lo previsible ocurre fatalmente. No hay horas suficientes de francés. Ramón debe completar horario con la llamada Alternativa a la Religión. En la ESO, en el Bachillerato. Vuelve Ramón a sus veleidades literarias. Se empeña en despertarles el amor a la lectura, rabioso por el arrinconamiento que padece frente a la tele, el ordenador y otros cachivaches. Con un plastificado maletín rojo desfila por los grupos cargado con libritos de relatos cortos para que los lean durante la clase. La idea no funciona demasiado bien. Sí lo hace, en cambio, el viejo sistema. Cuando es él quien lee La lengua de las mariposas o Si muriera al atardecer, los pupitres con ojos no se desenredan de sus labios y brillan encendidos. Como estrellas. Desconoce Ramón cuál es el apodo de esta época. «¿Culo inquieto?» Por su continuo deambular entre pupitres. «¿Negruras?» Por sus comentarios teñidos de crudo pesimismo. «¿El Sentencias?» Por su apego a las frases rotundas y lapidarias. «¿El Bulldog?» Porque ellos lo perciben así, bronco y autoritario, completamente alejado del perfil -en-elfondo-buen-tipo-buen-profesor que él se tiene creído. Ramón lamenta no saber qué nota media sería la suya en una encuesta monstruo realizada a los centenares de alumnos a los que he tenido enfrente. ¿Un aprobado por los pelos? ¿Un suspenso alto? Mejor ignorarlo. Si lo supiera probablemente el relato se vendría abajo como un castillo de naipes, por falso y edulcorado. La hija de Moneo lo mira con mirada azul y distante. El padre ni se digna saludarlo. Ya no le tiemblan las manos cuando hay elecciones. O vota en blanco o ni siquiera acude a votar. También eso es democracia. La celebración del cincuentenario de la creación del instituto se celebra por todo lo alto. Los actos culminan con cena multitudinaria en gélido polideportivo; ochocientos comensales entre antiguos profesores y ex alumnos. Ramón descubre que las generaciones de las décadas de los setenta y ochenta, al menos los presentes, claro, lo recuerdan con cariño. Médicos, enfermeras, funcionarios, policías, en los sitios más inesperados de la geografía nacional. Alguien le transmite, ¡bingo!, que la lectura de El viejo y el mar le impresionó y lo aficionó a la lectura. Ejea se convierte en una pequeña ciudad de avenidas modernas, con la parte vieja restaurada, buenos servicios y zonas verdes. Las instalaciones
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deportivas mejoran. Se multiplican los lugares de paseo y disfrute. Las omnipresentes cigüeñas invaden torres y tejados. No emigran. Cruzan el cielo con los picos cargados de palos, de culebras. Vigilan. En el pararrayos del instituto, majestuosa, ejerce de espía un magnífico ejemplar, inmóvil sobre una pata. ¿Enloquecen o las hacemos enloquecer? Quizá, como las gaviotas en el relato Los Pájaros están a punto de arrojarse sobre nuestras cabezas. ¿O serán los buitres?... 5.- NO TE JUBILES, RAMÓN Como un autómata, como si ya se hubiera desenchufado de la corriente y estuviera funcionando con pilas ya vacilantes, Ramón ha dado las clases del último curso, ha asistido a las rutinarias reuniones, ha cumplido 60 años, ha dado aprobado general, ha formulado la petición requerida para hacer efectiva la jubilación, ha conseguido que no se le rinda ningún tipo de vacuo homenaje. Con una cierta dosis de inquietud, Ramón ha contemplado la instalación en los techos de las clases de unos extraños ingenios —¿el gran hermano extendiendo sus tentáculos?—, llamados cañones digitales. Parece ser que destinados a revolucionar los sistemas de enseñanza y a acabar definitivamente con la tiza y la pizarra. ¡Je! ¡Je! El informe Pisa, es la tercera o cuarta vez, ha colocado a la educación a la altura del betún. A Ramón ya no le cabrea que las autoridades educativas —como Panglos viven en el mejor de los mundos posibles— no se den por enterados. Como las ratas que abandonan el barco cuando se huelen el naufragio, Ramón se retira con los deberes hechos. Se ha partido el pecho por incrementar los escasos niveles de lectura, y por conseguir que sus alumnos entendieran que, sin el esfuerzo de cada uno de ellos por estudiar muy seriamente lo trabajado en clase, todo era inútil. Él lo expresaba de manera alegórica. El chaparrón, en el estudio, no sirve para nada, es el sirimiri, la lluvia fina y cadenciosa la que vale. Ramón ha recorrido los pasillos con su viejo carterón de lona repleto de libros. Algunos días, los menos, eufórico. Los más, melancólico y taciturno. En realidad, la procesión iba por dentro. Ramón no paraba de darle vueltas al coco. Haciendo balance. Deseándose una jubilación larga y saludable. Agradecido de no haber sido nunca objeto de rechifla ni de abucheos por parte de los alumnos, de no haber soportado la humillación de una culebra en el asiento, o, como vio recientemente en televisión, de la humillante bajada de pantalones soportada por un compañero cuando explicaba en la pizarra, de no haber padecido el más mínimo atisbo de depresión, de no haberse visto obligado a llevar entre las entretelas del chaquetón una petaca a la que dar un lingotazo entre clase y clase, de no haber cedido a la tentación
de colgarse de los tubos de calefacción visibles por el techo en los malos días. Satisfecho por el deber cumplido, con sencillez, sin aspavientos. Ramón ha fantaseado a su antojo. ¿Cómo se distribuirían todos los alumnos a los que ha dado clase si fueran convocados a una plaza de toros para emitir un juicio final sobre él? ¿Cuántos tendidos se llenarían con los partidarios del aplauso y la aclamación? ¿Cuántos permanecerían en los del silencio cortés pero glacial? ¿Cuántos se reunirían en los del pitido y la descalificación? Una cosa sí tiene segura. Puede que su faena no sea merecedora de orejas, ni rabo, ni puerta grande. Pero tampoco le parece merecedora de las banderillas negras. ¿O sí? Ha tenido tiempo incluso para plasmar en unos sencillos versos sus sueños de Sísifo docente luchando un día tras otro porque en el menor número posible de casos se hiciera realidad esa siniestra definición de niño como proyecto de hombre siempre malogrado: Me gustaría pensar que ellos, mis alumnos, aprendieron en clase a leer Le Monde, Flaubert y Balzac o son traductores, o viven en Francia, quizá en Canadá, o escuchan a Brel, a Brassens, a la Piaf... Me gustaría pensar que el mundo es más hermoso, más sereno, menos bronco porque ellos, mis alumnos, no golpean a sus mujeres, no maltratan a sus hijos cuando en la escuela van fatal, no chamuscan al mendigo, no se tapan la nariz al sentarse en el metro junto a un negro de Sudán. Me gustaría pensar que el mundo es más humano, más cordial, menos borde, porque un racimo de ellos no se acuestan sin leer una poesía o un libro del mar, recordando mis lecturas de relatos o de historias inventadas por la puta realidad. Me gustaría creer que buena parte de ellos han cuajado en adultos responsables, tolerantes, buena gente, granitos de arena, eslabones, semillas al viento... Hacia un mundo mejor.
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Cualquier momento ha sido aprovechado por Ramón para deambular por el jardín de los recuerdos. Las clases recibidas en la escuela vestido con el mandilito de rigor recitando «la p con la a pa». Las clases recibidas en el colegio, hundido en el pupitre, una sotana viene, otra sotana va, asustado cual pajarillo ante el revoloteo del cuervo. Las decenas de clases impartidas, los miles de ojos espejo de los suyos, las frases hirientes y los sarcasmos que efectivamente hicieron diana, las frases de ánimo o de perdón que se quedaron en el tintero, las sonrisas congeladas. Pero Ramón no sólo ha soñado despierto, también lo ha hecho dormido. ¿Las pastillas contra esto y aquello? Ha habido un sueño recurrente. Perdido en mitad de un pasillo, venerable anciano de canosa barba, Ramón tocaba la flauta del Hamelín de las aulas. En la variante alegre, los alumnos salían de las clases y le seguían jubilosos hacia el anfiteatro en que le escuchaban con la boca abierta. En la variante amarga, los alumnos, horribles y grotescos personajes como de la quinta del sordo, salían a las puertas para insultarle y escupirle. Aunque el sueño más dulce lo tuvo hace poco. Era una mañana de niebla, al final de la sexta y última hora. Ramón se encontraba junto a la pizarra, pasándolas canutas por haberse quedado en blanco ante la fácil pregunta de una alumna aplicada. En ese momento sonaba el timbre salvador. Tras la salida de los alumnos, recuperado a medias, Ramón, cabiz-
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bajo, apagaba las luces del aula y se adentraba en el pasillo, ya vacío y silencioso. Se ahogaba. Como si el largo pasillo se hubiera convertido en la galería tenebrosa de una mina hundida en la tierra y él, en un minero tiznado de negro buscando la salida tras muchas horas de tinieblas. Salía al parking delante de la puerta del instituto. En la gasa de vaho que cubría el cristal delantero del coche, un dedo nervioso había escrito unas palabras que se deshilachaban, casi ilegibles. No se trataba del habitual insulto, envuelto en escupitajo. Al fijar la vista en el cristal, aún pudo, a duras penas, leer la frase. Un macarrónico pareado, pero que a Ramón le pareció la más dulce de las poesías del más exquisito de los poetas: «¡No te jubiles, Ramón! // ¡Contigo se aprende mogollón!» Desgraciadamente en ese momento el despertador le devolvió a la realidad. A su realidad de jubilado recién estrenado al que nadie estaría echando de menos. ¡Ni puñetera falta que hacía!
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ESPÍRITUS DE FUEGO Juan Herranz
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a noche marcaba sus horas entre el sosegado chisporroteo de la madera en el fuego. Águila buscaba en la hoguera las instrucciones para el combate del amanecer, pero su sentido mágico seguía sin manifestarse, sin noticias de los grandes espíritus Sioux. No podía ser que los viejos indios muertos le hubieran abandonado aquella noche, en plena consulta sobre el ataque al Fuerte San Francisco. Los otros seis sabios esperaban su señal alrededor del fuego. Algunos de ellos empezaban a levantar la vista. Sus ojos rasgados, de donde partían sus siniestras pinturas de guerra, compartían la misma perplejidad. A la espalda de los privilegiados sabios, los guerreros aguardaban impacientes las arengas de sus ancestros y sus revelaciones sobre el enemigo. El semblante de los guerreros producía espanto; sus ojos brillaban al capricho que la danza del fuego ejecutaba en el fondo de sus pupilas; la misma clase de pinturas que las de sus mayores dibujaban en ellos trazos desgarrados de muerte. Además, los jóvenes guerreros exhibían también las pinturas bélicas en sus fornidos pechos y sobre los tensados músculos de sus brazos cruzados. El conocimiento mágico alrededor de la hoguera había concedido a la tribu de Águila una supremacía bélica sobre muchas otras tribus. La lucha de aquellos implacables guerreros Sioux había nacido por una natural tendencia expansiva. La caza en las montañas y la pesca en el río Plata no bastaban ya para un completo sustento de una población creciente. El necesario nomadismo les empujó hacia la pradera. La avanzadilla de los guerreros se ubicaba en un campamento provisional de esa misma pradera. En el centro destacaba la gran hoguera. Una insistente corriente de aire golpeaba las desnudas espaldas de los guerreros, apostados en el exterior del anillo humano como parapeto, consiguiendo mitigar el viento hasta convertirlo en un fuelle para la hoguera.
Muy próximo al fuego permanecía Águila, inspiraba hondo, forzando el trascendental encuentro. Sin embargo, permanecía plenamente en su estado físico mientras aumentaba su desasosiego. Sentía perfectamente sus piernas entrecruzadas y sus codos apoyados sobre las rodillas. Notaba cómo el recio cuero de bisonte rozaba la piel de su espalda y apretaba sus axilas. Escuchaba, veía, casi palpaba el fuego ascendente, la cadena ondeante de la combustión, su color, su calor. Con enorme desazón, Águila volvió a elevar su voz en la invocación. Ante tal acción ya no se pudo remediar un ligero murmullo de incomprensión. Nunca antes había tenido que llamar Águila tres veces a los espíritus. Sin embargo, pocos segundos después, los espíritus llegaron, y con inusitada fuerza. El viento, detenido anteriormente entre la concurrencia, se elevó sobre la cabeza de los presentes, remontando hasta el hueco central y apagando la hoguera de un certero soplo. Las ascuas se levantaron y giraron brillantes y veloces sobre la posición de los sabios. «!!Los espíritus quieren hablar!!», gritó Águila con una estruendosa voz que se extendió por todo el valle, deteniendo un cuchicheo atropellado y cualquier atisbo de movimiento. Cuando su eco cesó, la nada se extendió con el disfraz de la noche. La inmensidad del valle parecía haberse encogido de manera asfixiante, enclaustrando a todos con una extraña cercanía negra de la noche cerrada. Algunas manos inquietas se extendían para palpar maravilladas un espacio tangible. En la inmensidad cautiva por la tenebrosidad ni siquiera el viento soplaba, ni un ápice. Tan solo las estrellas atestiguaban que se encontraban a campo abierto. Por unos segundos nada se oyó, nada se vio, nada ocurrió. Un inefable presagio recorría eléctricamente las tinieblas, transmitiendo una corriente de manifiesta inquietud dentro de esa exclusiva confusión de los hechos impredecibles.
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armas de fuego, era una causa perdida. Creyeron que los espíritus les habían animado a la lucha. El mensaje de la hoguera había sido claro para ellos. Pero los espíritus no hablaban de esa batalla, ni siquiera de cualquier batalla que pudieran los Sioux conocer en toda su vida. El mensaje se había adelantado muchos años, hasta 1939, fecha en que estalló la Segunda Guerra Mundial provocada por Adolf Hitler.
Ilustra: Víctor Mójica
La luz de la hoguera volvió a brillar allí donde se había extinguido, iluminando únicamente a Águila con un nítido tono rojizo. El resto de los presentes pudieron contemplar al anciano visionario. Su figura dibujaba una prolongada sombra perfilada en forma triangular. Los espíritus habían acudido con una fuerza desconocida aquella noche. Los seis sabios contemplaban temerosos la visita especial que poseía a su gran visionario. A los pocos segundos la conocida y cavernosa voz del más allá surgió mediante la garganta de Águila: «El amanecer del mañana traerá a los pájaros de acero que lanzarán fuego sobre muchos grandes poblados. El pequeño hombre blanco dominará el mundo y querrá exterminar algunas razas de la faz terrestre. Los campos de exterminio serán sus últimos castigos. Vendrán años de muerte, locura y destrucción en el viejo continente desconocido». Águila transmitía el incomprensible mensaje mientras sus manos ciegas palpaban el terreno, en busca de una de las ramas esparcidas todavía en brasas. Cogió una de ellas por el extremo intacto y dirigió el rescoldo a su antebrazo derecho, con la incandescencia dibujó, quemando su piel. «Debéis detener al hombre blanco, la marca de su ejército es una cruz falsa cuyos brazos quedan doblados en ángulo recto. Hacedlo antes de que sea tarde…, detenedle antes de que sea demasiado tarde». Tras aquellas últimas palabras, el fuego volvió a extinguirse y Águila se desplomó de espaldas sobre el suelo. Cuando los otros seis sabios volvieron a encender la hoguera, Águila mostró una esvástica sobre su brazo, no entendía su significado pero los espíritus habían declarado su malignidad. Los sabios anunciaron que ya tenían la señal, en aquel amanecer debían enfrentarse sin temor al hombre blanco para acabar con su signo, los guerreros bailaron alrededor de la hoguera agradeciendo el mensaje. Horas después, con el albor, antes de llegar siquiera a aproximarse al Fuerte San Francisco, muchos de ellos murieron infructuosamente a manos de los potentes rifles Winchester. Al terminar la masacre, el fuerte viento de los espíritus volvió a levantarse, silbando furioso por el asesinato de sus hijos. Los pechos desnudos de los guerreros, yacientes y ausentes de aliento, quedaron enterrados por el polvo. Ninguno de aquellos Sioux supo que el enfrentamiento contra el hombre blanco, provisto de
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¿ME LO EXPLICAS? Fernando Sierra Cortés
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esde la ventana de mi cuarto se divisa una preciosa vista sobre los tejados del casco viejo. Toda una sinfonía de viejas tejas, buhardillas, tragaluces, azoteas y antenas de televisión que coronan unas vetustas construcciones en las que viven artistas, bohemios, drogatas, gitanos, inmigrantes, jubilados..., en fin, gentes que están de alguna manera «al margen de». Es un mundo que vive con sus propias normas, que no siempre coinciden con las que marcan las leyes establecidas. De siempre han ejercido en mí una cierta fascinación morbosa estos barrios pobres en los que a menudo campa por sus respetos la picaresca. Esa mezcla de inseguridad, misterio, decadencia y señorío que tienen esas calles estrechas y tortuosas en el corazón de las ciudades siempre me ha atraído. Hasta el aire tiene otra textura, otro olor, otro grado de humedad. Siempre me ha maravillado esa sensación de inmersión que se experimenta al pasar del centro civilizado, bullicioso y «correcto», al interior de estos barrios con solo torcer una esquina o cruzar una acera. Parece mentira que dos mundos tan diferentes puedan estar tan cerca y que a la vez haya un divorcio tan evidente entre ellos, pese a su proximidad. Yo vivo en un sexto piso de un edificio moderno frontero con la periferia del casco viejo. Cercano a él físicamente, pero perteneciente a la otra zona, a la políticamente correcta. Me gusta contemplar desde la ventana de mi habitación la anarquía de tejados añejos, decadentes y a veces ruinosos, las antiguas galerías con el cuartito del excusado en un extremo, la ropa al viento que ondula en ondas multicolores, las viejas antenas de televisión con alguna que otra parabólica que aporta el toque tecnológico y moderno, el intermitente deambular por las galerías de los moradores de las casas. Es un espectáculo que parece siempre el mismo y que, sin embargo, siempre es diferente. Me paso muchos ratos asomado a la ventana de mi cuarto contemplando hora tras hora el espec-
táculo que me ofrece ese microcosmos de tejados y azoteas, intentando escudriñar con ojos de miope las pequeñas escenas que tienen lugar en buhardillas, balcones, terrazas, galerías, ventanas..., incluso el trajín que se observa en las estrechas calles que se ven desde mi particular atalaya. Tengo que comprarme unos prismáticos, o mejor aún, un telescopio, si no me voy a dejar la vista. El mes que viene o para mi cumpleaños a todo tirar me compro unos. Una de mis aficiones favoritas es la fotografía. Con mi cámara he inmortalizado ya no sé cuántas veces, en todas las posiciones y ángulos posibles, el panorama de tejas verdinegras, patinadas por el tiempo, la sucesión de planos inclinados tachonados de antiguas chimeneas, la mayoría ya en desuso, las alámbricas esculturas de las antenas…, Son solo cuatro o cinco encuadres que, con la complicidad del cielo y la cambiante luz, ofrecen una casi infinita gama de posibilidades. Ayer sucedió algo extraño. Estaba yo asomado a la ventana de mi habitación, cámara en ristre, dispuesto a fotografiar por enésima vez parte del panorama que se divisaba, cuando algo inusual ocurrió en una de las galerías de la parte trasera de una de las casas, de esas que tienen un minúsculo excusado en un extremo. Al principio no me di cuenta de lo que sucedía, pero conforme iba pasando el tiempo vi que algo raro pasaba. El trasiego de gente hacia la pequeña garita del excusado era mayor que el acostumbrado, y además, observando con atención, se veía que eran personas distintas a las habituales las que afluían hacia el pequeño habitáculo: entraban y salían como relevándose…, y además parecía que lo hacían a intervalos regulares. Para comprobarlo miré mi reloj, para verificar la realidad de mis apreciaciones. Mi asombro y mi interés crecía por momentos. Dos minutos exactos era el tiempo que cada persona pasaba en el excusado, más el tiempo que tardaban en hacer el pequeño recorrido por la galería y ser re-
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levados inmediatamente por otra persona que salía justo en el momento en que la otra entraba al interior de la vivienda. ¿A qué podía deberse esa conducta tan peregrina? Mi mente trabajaba febrilmente buscando alguna explicación para tan extraño comportamiento…, pero por más vueltas que le daba no se me ocurría ninguna plausible… Y mientras tanto el «desfile» continuaba. Al menos doce personas distintas habían pasado ya por la pequeña galería…, y desde luego en el piso no debían de vivir más de cuatro personas..., tampoco daba para más… El «espectáculo» se prolongó media hora aproximadamente..., o al menos ese fue el tiempo en que yo estuve pendiente del curioso «fenómeno». Y de la misma manera que había empezado, el desfile cesó y ya no volvió a salir nadie a la galería. Yo seguía devanándome los sesos intentado explicarme lo que acaba de ver: ¿Y si se trataba de una apuesta?... ¿O quizás de algún ensayo de algún espectáculo vanguardista?... ¿O acaso era una diarrea sincronizada?... ¿O sencillamente solo era una broma a mi costa?… Seguramente me habrían visto horas y horas asomado a la ventana escudriñando el panorama que se ofrecía ante mis ojos y querían darme algún motivo para pensar, para quemarme las meninges buscando los porqués…; y desde luego he de confesar que lo estaban consiguiendo plenamente. Durante el resto del día estuve pendiente de la pequeña galería pero nada sucedió. La puerta no volvió a abrirse ni nadie más salió al exterior. Mi cerebro seguía fraguando hipótesis a cuál más extraña y descabellada. En vista de que no lograba ninguna explicación satisfactoria, poco a poco me fui olvidando del asunto, aunque en el fondo de mi cabeza permanecía latente la pequeña llamita de la inquietud que genera lo desconocido. Hoy en cuanto me he levantado ¿a que no adivináis lo que he hecho?... Eso es. ¡Muy bien! Mirar por la ventana. Todo estaba tranquilo, envuelto en la fragante y recién estrenada atmósfera de la mañana. He realizado mi cotidiano aseo y me he vestido…, todo ello intercalado de furtivas miradas a la galería y su pequeña garita. Una vez colocado el uniforme de trabajador y realizados todos los rituales matutinos: aseo-vestido-desayuno, cuando ya me disponía a marchar hacia la «batalla diaria», he echado una última mirada… y…, sí, sí, algo estaba pasando. La puerta de la minúscula habitación al extremo de la terracita se estaba abriendo poco a poco…, pero no se veía a nadie… Sí, se entreabría de forma como temblona…, pero nadie asomaba por ella. Ajusté mi mirada a la máxima potencia, le puse en marcha el mecanismo macro para avizorar hasta el más nimio detalle, y …, nada…, bueno…, algo se adivinaba
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en la zona baja de la puerta... ¿Una cabeza?... ¿un pico?... ¿plumaje amarillento? Sí: ¡Era la cabeza de un pollo!... La puerta se abrió lo suficiente como para dejar pasar a una pequeña ave amarilla cubierta de suave y esponjoso algodón. Con pasos vacilantes el pollito salió al exterior explorando con sus vivarachos ojos el terreno, tomando conciencia de su nueva situación. Deambuló, ya más seguro, de un sitio a otro por los estrechos límites de la galería. Yo permanecía pendiente de los movimientos del pollo, dejándome los ojos en el intento. Entonces por la ranura entreabierta de la puerta asomó otra algodonosa bolita amarilla que avanzaba titubeante hacia el exterior. Al descubrir a su congénere, aligeró el paso y ambas avecillas fueron a encontrarse dando muestras de contento. El radiante sol de aquella mañana de mayo resbalando sobre los tejados y azoteas proclamaba la vida que se materializaba en aquella terracita a pocos metros de mi ventana en forma de dos pollos recién salidos del cascarón. Dos…, o, ¿eran tres?... Una nueva avecilla se había sumado a la pareja y ya eran tres los pollitos que correteaban alborozados al sol de la mañana primaveral. Mi asombro y mi interés iban creciendo por momentos y mi cabeza seguía trabajando frenéticamente buscando alguna convincente explicación a lo que tenía ante mis ojos. Miré el reloj. Había pasado aproximadamente un minuto desde la aparición del último animalillo. Seguí controlando el tiempo con la vista puesta a la vez en la galería… Se cumplían dos minutos y… ¡efectivamente!... Un nuevo pollito apareció en escena… En ese momento fue cuando decidí que no iba a trabajar…, ya inventaría alguna excusa..., pero desde luego yo no me quedaba sin saber en qué quedaba lo que estaba pasando enfrente. Los minutos fueron pasando…, dos más: una nueva bola viviente de algodón aparecía por la rendija de puerta del pequeño excusado…, otros dos: otro pollito…, y así sucesivamente. El agudo piar de los inmaduros volátiles era cada vez más perceptible desde la ventana de mi habitación… Había pasado ya más de un cuarto de hora y ocho pequeñas aves correteaban felices por el reducido espacio de la galería. A intervalos regulares de dos minutos fueron apareciendo en escena hasta un total de quince pollitos. Los habitantes de la casa no parecían haberse dado por enterados de lo que estaba sucediendo, ya que la puerta que comunicaba con el interior del piso no se había abierto todavía ni una sola vez, y, aunque era temprano, no lo era tanto como para que al menos alguno de los moradores de la casa no se hubiera levantado para afrontar sus obligaciones cotidianas…, máxime cuando la visita mañanera al pequeño retrete era obligada después de toda una larga noche sin evacuar.
Ilustra: Rosa Luz Méndiz
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¿Tenía alguna relación lo que acababa de suceder en la pequeña galería de mis vecinos con el desfile sincronizado del día anterior? Parecía evidente que ambos hechos estaban relacionados entre sí de alguna manera, que de momento no alcanzaba a vislumbrar. Era preciso dar con una explicación coherente, al menos mínimamente, que diera respuesta a estos sucesos tan fuera de lo común. Mi cerebro hervía literalmente en una vorágine de ideas que se sucedían vertiginosamente atropelladas e inconexas. Lo que sí cada vez resultaba más claro era la conexión entre el desfile de personas del día anterior y la aparición de las avecillas. La relación de causa-efecto estaba para mí fuera de toda duda; solo faltaba encontrar una solución satisfactoria al problema que planteaban estos extraños sucesos. Los quince pollitos correteaban alegres por el reducido espacio de la azotea, formando una algarabía de plumas y «píos-píos» que llegaban nítidamente hasta mi puesto de observación. La puerta que comunicaba con el interior de la vivienda permanecía cerrada, a pesar de que la hora iba avanzando y al menos alguno de los habitantes de la casa debía ya haber hecho su aparición para dirigirse al pequeño habitáculo como paso previo e inexcusable para enfrentarse a sus tareas cotidianas. Además, estaba el hecho nada desdeñable del concierto de «trinos puerigallináceos» que iba in crescendo por momentos. Permanecí todavía más de una hora en mi puesto de observación sin que nada distinto sucediera. Nadie salió a la galería en la que continuaba el alegre trajinar de los pollitos. Decidí tomarme un pequeño descanso. Tras unos diez o quince minutos de ausencia, la curiosidad que sentía me hizo reintegrarme otra vez a mi atalaya. En la pequeña terracita todo seguía igual…, aunque quizás algo es posible que hubiera cambiado. Observé con mayor detenimiento… Sí, sí, parecía como si las pequeñas aves hubiesen crecido de manera significativa. Ya no eran las mullidas bolitas de algodón amarillento
de antes, sino que su tamaño había aumentado y su plumaje era ahora de un color blanco sucio. El cuello se había estirado y los picos se veían ahora más definidos. También había cambiado el timbre de sus cantos, que era ahora más ronco y más potente. Las aves estaban creciendo ante mis ojos de manera rápida y desacostumbrada. El pequeño espacio por el que deambulaban, que antes resultaba relativamente amplio para los quince pollitos, resultaba ahora más reducido dado el mayor tamaño de las aves. Un nuevo enigma, pues, se sumaba a los ya existentes. Yo seguía dándole vueltas al asunto y por más que me esforzaba no conseguía dar con una explicación mínimamente satisfactoria. Seguí mirando por mi ventana hasta pasado el mediodía. Para entonces el tamaño de las aves había aumentado considerablemente, presentando ese aire desgarbado propio de la adolescencia gallineril. Si el ritmo de crecimiento seguía así, en pocas horas serían aves completamente adultas. Eran las seis de la tarde. La puerta que comunicaba con el interior de la vivienda no se había abierto en todo el día. Y entonces sucedió. La puerta se abrió lentamente hasta dejar un pequeño hueco de la anchura más o menos de un pollo. Y una a una, las aves fueron desapareciendo en las profundidades de la vivienda hasta que la galería quedó vacía. Transcurrió más o menos media hora. La puerta volvió a abrirse y una persona cruzó hasta el pequeño excusado. A los dos minutos exactos salió. Otra persona distinta cogió el relevo. Dos minutos. Un hombre. Otros dos minutos. Ahora una mujer… El desfile fue exactamente de las mismas características que el del día anterior. Yo cada vez estaba más confuso. No se me ocurría ninguna explicación coherente, pero a mi cerebro iban acudiendo en tropel muchas otras de variada índole: ilógicas, descabelladas, posibles, plausibles, fantásticas, mágicas, absurdas… Ya estoy deseando que llegue mañana, para verificar lo acertado de mis conjeturas…, y si no, no importa, ya inventaré otras.
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LUZ INVERNAL Juana Carmen Gómez
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e gusta el invierno. Sin embargo, así escrito suena raro. Quizá a la frase le sobre contundencia y le falte algo de matiz. Lo intentaré de nuevo. Lo que de verdad me atrae del invierno, entre otras cosas, es su luz.
En fin, son recuerdos sobre los que volveré algún día. Hoy sólo quería hablar de la luz o, mejor dicho, de las distintas luces del invierno. Desde siempre me ha sorprendido en las mañanas de nieve la luz especial que se filtra por las rendijas de la ventana del dormitorio. Esa luz, junto con el silencio de esas horas tempranas, hace presagiar la nieve, incluso antes de levantar la persiana. Lo siguiente es ver la capota grisácea deshilachada
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Ilustra: Cristina Duesca
En este preciso momento, y como si hubieran acudido prestos al conjuro de la palabra, merodean por mi cabeza olores, sabores, texturas y sonidos invernales de mi infancia. Me apresuro a escribirlos porque la memoria, a cierta edad, es muy traicionera y bien pudiera ocurrir que se fueran tal como han venido. Citaré de pasada la tibieza de las castañas asadas en las manos frías, como anticipo de su delicioso sabor; la belleza de las granadas abiertas con su color de rubí; el crepitar del fuego bajo donde me entretenía echando palitos o papeles y viendo cómo desaparecían en volutas de humo; el chasquido de los envoltorios de los regalos la noche de Reyes...
en infinidad de copos que caen con peso o se arremolinan jugando a pillarse o a flotar lentamente, hasta encontrar una rama, una hojita, el techo de un coche o el simple suelo, convertido en la más pura moqueta de algodón. Cuando cesa de nevar y el azul del cielo se impone, la luz purificadora hace resaltar los matices blanquiazules de las sombras desnudas de los árbo-
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les. Y hay veces en que la naturaleza nos deja mudos, porque ¿cómo describir la belleza de los árboles escarchados?, ¿qué palabras utilizar para las lágrimas de hielo suspendidas en una tela de araña quebradiza como el cristal? Otros días, el cielo es un mar de nubes en su gama infinita de grises, que nos traslada a latitudes casi nórdicas. En los días de niebla espesa, la luz pierde su naturaleza gaseosa para convertirse en un fluido lechoso, que nos envuelve, nos atrapa en una inmensa pecera y difumina los contornos de la realidad. Por suerte, hay días en que el sol barre el cielo de todo resquicio de nubes y, aunque todavía no tiene fuerza para calentar, ya alumbra con una luz que deja fuera de toda duda quién es el verdadero dueño y señor del horizonte.
Generalmente, la escasa luz invernal aflige a los espíritus más sensibles; sin embargo, está más acorde con estos que las luces excesivas del verano. Por eso, en las breves ocasiones en que un atardecer captura el verde oscuro de un campo de cereal recién nacido o la estela de un avión es iluminada por un sol a punto de rendirse ante la evidencia de la oscuridad, la sensación de belleza efímera deja su impronta con fuerza y determinación. Esos instantes no podrán competir con la machacona luz mortecina de los días de niebla pertinaz, cuando los huesos se convierten en esponjas horadadas hasta la saciedad, ni con los monótonos días de lluvia, que nos despistan porque parece que el tiempo se ha detenido. En todo caso, su misión será la de obligarnos a estar alertas y a disfrutar de aquello que, si breve, dos veces bueno.
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GAVIOTAS DE KABUL Zara Patricia Mora Vázquez
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veces, cuando ya no nos queda nada, sentimos la necesidad de buscar una nueva vida, de volar hacia otra parte. Porque nada de lo que éramos existe ya, y lo que somos es ahora la única salida para escapar. En un mundo donde la mujer es relegada a un segundo plano, solo nos queda pensar que tras la muerte del padre y cabeza de familia, ella, esa mujer que se esconde tras un velo, será ese nuevo guía que alimentará a los suyos de los restos de un pueblo que, bajo el influjo de una guerra civil, clama una salida que solo ellas encontrarán. Y bajo la mala fortuna de lo que les ha tocado vivir, son las protagonistas de la ira del hombre contra la tierra, de la ira del hombre contra las diferencias.
A la sombra del río Kabul, una mujer, sola y abandonada por los suyos, encuentra una salida cuando absorta entre sus rezos pide por los suyos. Su situación se describe ante su mente y una vez más recuerda la devastación, el impacto de los bombardeos que le nublaron la vista y los sentidos. Pero ella siente, porque su corazón se lo indica, que hay mujeres y niños con vida, y lo que una vez fue dividido por la nada y por triviales palabras, y por ello hicieron a los hombres crueles y necios. Hoy será un mundo confeccionado por las manos amorosas de mujeres que creen en el saber de los pájaros, del
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Ilustra: Cruz Navarro
Esa mujer es ahora flor marchita, que se siente florecer de nuevo cuando entre sus manos existe la posibilidad de arengar a otras mujeres que, como bandada de gaviotas, buscan ahora entre los escombros de un pueblo maldito.
viento y la naturaleza, pues todo final encuentra en la naturaleza su propio destino. Para encontrar el camino de la naturaleza, ellas quisieron ser gaviotas por un tiempo. Para huir de ese gobierno talibán que las oprimía, ellas volaron en un sueño indeleble, y cada una de ellas buscó a su familia y a la familia de otras mujeres.
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Poco a poco la ciudad mutilada por escombros fue buscando su camino. Y las gaviotas que una vez fueron mujer preguntaron a su dios si volar entre el cieno abrió paso a un nuevo futuro oculto bajo las nubes, oculto también en la pereza de un verso desacompasado entre la mirada de un hombre pequeño, de un pequeño hombre que lucha por su vida bajo falsos ideales, que se sacrifica a la edad de siete años detrás de una madre gaviota que llora y levanta el vuelo. Son las lágrimas de las gaviotas de Kabul las que buscan mas allá, son ellas las que abren el camino, oídos sus llantos por otros que no tienen el valor de volar. Para comenzar la búsqueda, la gaviota que una vez fue mujer, que una vez se sometió al yugo del hombre, vuela hacia los lares donde aún queda vida. La gaviota, en la ciudad del llanto, murmura y piensa: — El futuro no está en las armas, he de salvar aquello que aún posee un aliento de vida. Aunque ja-
más logre encontrar a mi familia, sentiré dibujar quimeras sobre el cielo de Kabul. Estas ideas alimentarán los sueños de niños, que llevan pesadillas envueltas entre aterciopeladas sábanas que mucho antes cubrían sueños. Yo seré aquella gaviota a la que aguarda un futuro incierto, que recoge alimento para sus crías, recogiendo pájaros de cristal que alguna vez pertenecieron a otra y que hoy cuidaré para devolver un presente y un futuro a mi pueblo. Sentiré que puedo dominar el viento ofreciendo el amor que llevo dentro, y el río que asfixiaba mis pesares regará la huerta del mañana. Y como si estuviese escrito, divisaré el futuro como una mujer gaviota, como una mujer mensajera de un lenguaje terco, y a través de estas alas se encenderá de una vez la llama de la vida, rescatando del silencio de un hogar roto a las mujeres que viven de las sobras, a las mujeres que viven cegadas sus alas de mujer como gaviotas.
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DESTINO DESCONOCIDO Mª Isabel Sabariego Mediel
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uando abrió los ojos vio frente a ella dos butacas vacías. A su derecha, la luna de la ventana superponía las oscuras imágenes del exterior con los reflejos de todo aquello que la rodeaba. Intentó girar la cabeza para mirar a su izquierda, pero el intenso dolor y el nauseabundo mareo provocado por el movimiento la hicieron desistir. Abarcó el espacio con la mirada. Solo dos de los asientos estaban ocupados. El traqueteo aumentaba el malestar físico, y el repetitivo sonido se unía al zumbido de sus oídos. Sintió la amarga desazón de no saber quién era ni dónde se encontraba. Parpadeó varias veces mientras observaba la escena en el cristal de la ventana. Identificó a la joven de melena rizada recogida en dos trenzas, ojos grandes, nariz respingona y labios carnosos que le devolvía la mirada desde la superficie vítrea. Sintió un mínimo alivio ante el parcial reconocimiento de su identidad. Se esforzó por recor dar su nombre pero no lo consiguió. Un nuevo vistazo a su alrededor y el monótono movimiento ligado al típico soniquete fueron suficientes evidencias para percatarse de que estaba sentada en el vagón de un tren. Miró por la ventanilla, más allá de su propio reflejo y, entre la oscuridad de la noche, solo pudo distinguir algunos árboles lejanos y los postes eléctricos que se sucedían a velocidad vertiginosa. Intentó estirar las adormecidas piernas, y golpeó algo con el pie. Controlando el persistente mareo, logró inclinarse hasta coger la mochila que asomaba por debajo de su asiento. Abrió uno de los bolsillos y extrajo una cartera de su interior. Contenía algo de dinero, un pasaporte, un par de tarjetas de crédito, un permiso de conducir y un carné de identidad, todo a nombre de Eva Romero Cibeles. Aquel nombre no le decía nada, pero las fotografías de los documentos correspondían a la imagen reflejada en la ventana, así que la asumió como suya.
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Eva permaneció unos minutos observando la cartera y su contenido, esperando que su visión le proporcionara un punto de luz sobre el enigma que la rodeaba y que la mantenía bloqueada y tan desconcertada. El empeño en despertar sus recuerdos resultó inútil. Tanteó en el bolsillo abierto de la mochila y encontró un papel. Era el billete del viaje, para el trayecto Zaragoza-Madrid, con hora de salida a las 21.00 y llegada a las 22.50. Consultó su reloj. Faltaba media hora para que el tren alcanzara su destino. Un destello fugaz cruzó por su mente. Se vio a sí misma caminando por el pasillo del vagón, detrás de un hombre que le daba la espalda y señalaba el asiento que ocupaba junto a la ventana. Observó a las dos únicas personas a la vista, sentadas a cinco filas de distancia. Dadas las condiciones en las que se encontraba, no le sorprendió el hecho de que no le resultaran familiares; de todas formas, desconocía el rostro del hombre que al parecer la acompañó a su butaca. El interrogante que la envolvía sumía a Eva en una angustia desconcertante y confusa. Por un momento pensó que quizá los dos hombres trajeados que compartían con ella el vagón pudieran ayudarla. El malestar físico remitía poco a poco. Se acercó a ellos y les interrogó acerca del hombre que la acompañaba. Los viajeros respondieron que ella era la única persona que vieron cuando subieron al tren y que dormía plácidamente, circunstancia que ambos envidiaron. Eva regresó a su asiento y acomodó la mochila en su regazo. Abrió la cremallera e inspeccionó el interior. No había más que dos camisetas, una sudadera, un par de mudas de ropa interior y una pequeña bolsa de aseo. La visión de aquellas prendas estimuló algún punto de su cerebro y provocó el impulso de examinar una de las camisetas. Se concentró en observar el dibujo que decoraba la parte delantera: los labios abiertos tan rojos como la
lengua que asomaba bajo el blanco de los dientes, símbolo emblemático de los Rolling Stones. Esbozó una sonrisa. Un tenue recuerdo afloró sobre el negro vacío de su mente. Era el momento en que abría el armario de su habitación y metía alguna ropa en la mochila, mientras un hombre la observaba. No logró ponerle rostro, pero sintió la certeza de que se trataba del mismo que subió con ella al tren. Se concentró en vano en recuperar su pasado reciente, con la mirada perdida a través de la ventanilla. A pesar del evidente cambio en el paisaje, ya totalmente urbano, no se percató de que había llegado a Madrid hasta que el tren se detuvo. Se colgó la mochila al hombro, avanzó por el pasillo, envió una cortés despedida a los dos hombres y descendió del vagón. Caminó indecisa a lo largo del andén, ajena al bullicio de los pasajeros que iban o volvían, al chirrido de los frenos en los raíles, al frío olor metálico, al característico sonido de los trenes en marcha, como ecos interminables. Su mirada vagó por la estación hasta detenerse en uno de los paneles informativos. Leyó la fecha: 22 de diciembre. Era Navidad. Época de celebraciones, buenos deseos, sueños por cum plir... Aquel cartel propició que Eva recuperase otro fragmento de su pasado. Rememoró el instante en que, entre saltos y gritos de alegría, brindaba para celebrar su buena fortuna. No fue capaz de identificar al hombre que la abrazaba eufórico, pero se repitió en su interior la seguridad de que era el mismo de los anteriores recuerdos. Entrechocaban sus copas de cava y cantaban al unísono el número agraciado con el premio gordo de la lotería de Navidad, del que
Ilustra: Alberto Cabello
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habían adquirido una serie completa, diez décimos. Eva revolvió desesperada el contenido de la mochila. No halló lo que buscaba: los billetes premiados. La sobresaltó la melodía de su teléfono móvil. Sacó el aparato de uno de los bolsillos de su chaqueta y leyó en la pantalla iluminada: «Arturo llamando». La duda se disipó en un par de segundos y respondió a la llamada. La voz masculina le sugirió un encuentro dentro de cuarenta y cinco minutos en el Paseo del Prado, junto al Museo Thyssen. Eva asintió. También respondió afirmativamente cuando Arturo le preguntó si todo iba bien. Al concluir la breve conversación, Eva reparó en que no había examinado los bolsillos de las prendas que vestía. Se apresuró en hacerlo, pero no halló nada, salvo un llavero con un manojo de llaves.
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De nuevo la asustó la inesperada melodía del móvil. Esta vez la pantalla informaba: «Mario llamando». Eva respondió de inmediato, y Mario se interesó por saber cómo transcurrió su viaje en el tren. La joven se limitó a comunicarle que había llegado a su destino. Mario la citó en el Paseo del Prado, en las proximidades del Museo del Prado, cuarenta y cinco minutos más tarde. Ella aceptó. Recapacitó acerca de los dos hombres que se habían puesto en contacto con ella. Ni las voces, ni los nombres, ni las palabras pronunciadas lograron desbloquear su memoria. Decidió seguir adelante. Acudiría a su doble cita. Utilizó el metro para llegar al centro de la ciudad. Después tomó un taxi. Pidió al conductor que recorriera el Paseo del Prado. Se limitó a responder con monosílabos las preguntas del taxista, que miraba con insistencia en el retrovisor el rostro de la joven. Las trenzas a ambos lados le aportaban un simpático aire infantil. Al llegar al Museo Thyssen, Eva divisó a un hombre fumando con apariencia nerviosa. Prestó atención, pero la cara del que supuso sería Arturo no le sugirió nada. Cuando el taxi pasó junto al Museo del Prado, la escena se repitió. El que debía ser Mario aguardaba impaciente mirando a su alrededor con las manos en los bolsillos. Indecisa ante la tesitura de tener que escoger a cuál de los dos acercarse, Eva solicitó al taxista que diera la vuelta y recorriese de nuevo el Paseo. Se removió inquieta en el asiento y sintió un cosquilleo en el tobillo derecho. Bajó la cremallera de la bota de media caña y lo frotó con el dedo índice. Entonces se percató de que había algo en el interior del calcetín. Sacó aquello que le causaba la molestia en el tobillo. Sus boca se abrió en una exultante sonrisa al comprobar que aquellos papeles eran los décimos premiados con el primer premio del sorteo de Navidad. Le hizo saber al taxista que había cambiado de opinión. Ya no quería pasear por el Paseo del Prado; quería que la llevara al hotel más lujoso de Madrid. Abrió el grifo para prepararse un baño espumoso. El agua llamó poderosamente su atención. Extendió su mano bajo el chorro, y recordó el instante en que Mario le entregó un botellín de agua para calmar su sed, en cuanto ambos subieron al tren;
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sentada junto a la ventanilla, bebió un largo trago y, de inmediato, una profunda sensación soporífera la invadió. Su móvil sonó en dos ocasiones mientras se desvestía. Lo desconectó antes de sumergirse en el agua caliente; no tenía la menor intención de responder a Mario ni a Arturo. Mario, el hombre con el que vivía Eva en Zaragoza, había perdido la paciencia esperando su llegada junto al Museo del Prado. Ella no contestaba a sus llamadas, lo que le hizo pensar que algo había fallado en su plan. Supuso que quizá la dosis y la combinación de sustancias que diluyó en el botellín de agua en el almacén de su farmacia no fueron las correctas, por lo que no consiguió el efecto amnésico deseado. Mario reconoció su error: no asegurarse de que los décimos premiados seguían en su mochila, antes de abandonar el tren en cuanto Eva sucumbió al sueño inducido por la droga disuelta en el agua. Incluso había puesto en peligro su vida al tener que conducir a extrema velocidad para encontrarse con ella en Madrid y tratar de recuperar los billetes de lotería. El agua caliente y, la espuma aromática relajaron el cuerpo y la mente de Eva. El plácido bienestar en la bañera abrió la puerta de un no menos agradable recuerdo. Correspondía a uno de sus encuentros clandestinos con su amante, Arturo. Arturo continuaba esperándola en las inmediaciones del Museo Thyssen, sospechando que Eva quizá se arrepintió a última hora de su intención de despistar a Mario en la estación y reunirse con él para comenzar juntos una nueva vida. Desde la bañera, Eva echó un vistazo a su ropa, tirada en el suelo junto a la mochila. Los recuerdos fluyeron espontáneos en su mente. Mario, al saberse afortunado con más dinero del que podía imaginar, le propuso emprender un viaje, sin equipaje y sin rumbo conocido, improvisando. La intuición de Eva acertó al no confiar en Mario y recuperar los décimos premiados que él guardó en su bolsa de viaje, para esconderlos en el interior de su calcetín. Eva sonrió ante la satisfacción de llenar los vacíos que por unas horas borraron sus recuerdos. Decidió disfrutar en soledad el millonario premio, viajando alrededor del mundo. A Eva le encantaba viajar.
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Angustia y Mitología Fernando Proto Gutiérrez
Ilustra: Alberto Cabello
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mbebido por las aguas de Aqueronte, bajo un manto puro de estrellas soberbias de invierno y fuego, contemplo la continental tierra del dolor. ¿Y qué sentido tiene vivir, Caronte sagrado? Yo me alejo en una barca blanca: no hay luz. Pero allí, en la región viva y emocional y sensible de las criaturas racionales, caminan retazos de carne, antiguos gigantes soportando el dolor de la falta y el abandono fluyendo por sus huesos de marfil, y la espada del hombre cortando las cabezas de su raza, y el hombre doliente camina herido por la infinitud uránica que evoca su mitad perdida, su rosa interior caída, y yo contemplo el sentido de las bestias oceánicas perdiéndose en la inmensidad del espejo solar, imposible, y, tras de mí, escucho los llantos de Caronte. Como Orfeo y Eurídice, los dioses me han prohibido voltear el rostro para verlo; hacia atrás me dirijo, como la serpiente condena de Gilgamesh. Navego contemplando la tierra humana en una barca blanca y desconozco el destino: evoco el hebreo ángel del silencio y, lacerado por la soledad, en mi camino hacia la luna no veo mi cuerpo (como quiso Anaxágoras, el inteligente). Las aguas calmas de Aqueronte, bajo un prado de astros errantes y lejanos, incursionan como un ejército altivo y eterno en el cuerpo de los hombres: sin cielo no hay tierra; sin angustia no hay dios.
Caronte llora su condena: es el puente hacia la luna una barca blanca. Yo, sombra pobre y vagabunda, esperé cien años su compasión. Fue Caronte mismo, viejo siempre enojado, quien puso bajo mi lengua un óbolo de plata. En mi viaje hacia la luna cantó negras melodías, confesando que las almas enamoradas son inmortales. ¿Y qué sentido tiene vivir, Caronte sagrado? Yo me alejo en una barca blanca: no hay luz. Contemplo la tierra sufriente de los vivos bañados en sangre y agonía, la angustia desbordante en cada teatro de sus cuerpos heridos por la lanza de Aquiles el orgulloso, la disección que Apolo
ha pintado en sus espaldas. Mi angustia es contemplar el inmanente dolor de todos los hombres, dibujado en sus ojeras cansadas, en la incertidumbre y en la ausencia inexorable; mi angustia es no poder mirar hacia atrás cuando viajo hacia la luna; mi angustia es angustia de noches solitarias y lucubrados poemas olvidados; mi angustia es angustia de cigarrillos apagados sobre la arena, angustia de héroe acallado por el abandono de Ariadna, angustia de soledad de noche oscura. ¿Y qué sentido tiene vivir, Caronte sagrado? Si no escucho tu llanto de condena eterna, de cargar en tu vientre la imagen de todas las almas sucias de la tierra.
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CERBERO Alberto Peña Córdova
«Cuando escuches el TIC-TAC sabrás que he empezado.» Rafael nunca iba a olvidar el atardecer en que fue a la consulta del doctor Berroce, de la mano de sus abuelos. Ni la peculiar decoración de pequeños cuadros, a modo de mosaico, que impedía ver el color real de la pared. Se acercó a mirarlos y observó que se trataba de los caprichos de Goya ordenados numéricamente en sentido inverso y ascendente. Le llamó la atención el número treinta, quizá por la anotación «… teme q. le ha de sobrar vida y faltarle el dinero…» El doctor entró y fríamente saludó. Tras una breve charla apagó la luz, la sala se quedó a oscuras y, como si de un cine se tratara, el negatoscopio se iluminó con dos radiografías de una misma cabeza, de frente y de perfil. Rafael no entendía cómo se podía fotografiar lo que no se ve, lo que está oculto. Pensó que si se podía fotografiar el interior también se podría fotografiar la mente, la pasión, la alegría y hasta el alma, si es que existía. Leyó cómo los alquimistas habían intentado capturar fuegos fatuos, cómo los pioneros de la fotografía sacaban instantáneas del momento después y algún libro de disección. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no se podía mezclar lo espiritual con lo racional. No obstante, la noche en que su abuelo murió no se separó ni un instante de su lado, observó cómo los labios cerrados se entreabrían y las fosas nasales se ensanchaban. Se hizo el silencio, «TIC», hasta que su abuela, poniéndole la mano en el hombro, dijo: «déjale que descanse y así todos descansaremos.» Salí a la calle y deambulé durante un buen rato, sin un rumbo fijo. No me di cuenta de cuándo se habían apagado las farolas que daban paso a la mañana. Intenté ubicarme y me pareció reconocer un portal con la puerta entreabierta, miré a lo alto y observé que en una ventana del primer piso ponía «se alquila». En ese momento decidí rehacer mi vida, era el momento de independizarme y montar mi propia consulta. Respiré hondo y subí por si había alguien, llamé al timbre y oí una voz que no me
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era desconocida: «pasa, pasa, está abierto». Volví a respirar hondo y entré; frente a mí, sentado, estaba el mismo doctor que hace justo 18 años trató a mi abuelo, a mi abuela o quizá a mí. Doctor―.¡Hola!, te estaba esperando. Rafael―. ¿A mí? D―. A quién si no, ¿te sorprende? R―. No, no mucho, la verdad. D―. Mira, no me voy a andar con rodeos, ha llegado mi hora y no quiero que mi trabajo quede incompleto. R―. ¿Su trabajo? D―. Sí, mi trabajo y el de todos los que han pasado por esta consulta. R―. Pero si he acabado psiquiatría este año y no tengo ninguna experiencia. El doctor se me quedó mirando fijamente y me preguntó: ¿cuántas vidas crees que hay? Sin pensar la respuesta contesté que una. D―. Sí, una, pero en una puedes vivir muchas, no es una cuestión de tiempo sino de intensidad. R―. Quizá tenga razón. D―. Tengo razón, si no, no hubieras subido. Miré a mi alrededor y observé que todo seguía igual que la primera y única vez en que había estado allí. Me extrañó que las ventanas no tuvieran cortinas, como aquel que no tiene nada que esconder o algo que ocultar. D―. Bueno, si estás dispuesto a sustituirme, ven mañana a las nueve, te esperaré. Me levanté y cuando iba a salir me espetó: «al contrario de lo que te habrán contado, tu madre no ha muerto.» Mientras me marchaba, me resonaron en la mente las palabras con las que mi abuela se despidió de mi abuelo. Toda confusión se desvaneció en las escaleras, al ceder el paso a una chica de media melena rubia teñida y amplia sonrisa pintada en un carmín intenso: «hola, Rafael». No sé quién me podía hablar con tanta familiaridad en un barrio extraño, creí recordar esa cara y esa sonrisa en una compañera de instituto morena y con labios rosas de la que hace años anduve enamorado y mi timidez impidió cualquier aproximación. También se parecía a Teresa que, de niños, en el colegio me prometió que vendría a verme
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con un abrigo largo y labios pintados. La verdad es que las escaleras estaban un poco oscuras y seguro que la chica me habría confundido con algún vecino que se llamaba Rafael, o no.
No quise volver a la consulta, hubiera parecido un signo de rendición. Pensé que igual era más cómodo pedir empleo en algún hospital. Al día siguiente, como si de un imán se tratara, me acerqué. No llamé, abrí la puerta y frente a mí, sin levantar la mirada de un periódico, me dijo: «entra, ¿parece que te lo has estado pensando?» R―. La verdad es que no, no mucho. D―. Mira, lo que te voy a contar es difícil de creer, pero es así. Detrás de la puerta que está detrás de mi espalda se guarda el destino. Entonces, y por segunda vez, me miró fijo a los ojos, analizando mi reacción. Tras un breve silencio, prosiguió: D―. Sí, yo soy el guardián de las vidas, de la tuya, de la mía, de las que han sido y de las que están por venir. Todas las vidas están escritas. Desde el nacimiento de una persona hasta su deceso. R―. Entonces, el futuro está escrito, no lo construimos a través del presente, con nuestros actos. D―. No, todas las vidas están predestinadas. Bueno, todas menos una. La de tu madre. R―. ¡Mi madre! D―. Sí, tu madre fue paciente mía durante un tiempo, vivía en el piso superior. Los martes bajaba, con su media melena rubia teñida y amplia sonrisa pintada en un carmín intenso, a tratarse una jaqueca crónica. Siempre le llamó la atención la puerta, creo que algo intuía. Una noche entró y se llevó su libro. No la he vuelto a ver más. R―. Entonces, por eso vinieron los abuelos a verle. D―. Sí, tu abuela me dijo que había dejado una nota
Ilustra: Beatriz Sumelzo
Esa noche apenas pude dormir, pero no por lo que el doctor había dicho sobre mi madre, sino por la identidad de esa sonrisa. Al levantarme, fui al salón a hablar con mi abuela que, desde la ausencia del abuelo, había parecido rejuvenecer. Le comenté que pensaba montar una consulta y si tenía alguna foto de mi madre, de su hija. «Claro que tengo fotos, en la memoria. Tú eres lo único que nos dejó, tú y … Es mejor que no revuelvas el pasado, vive el presente y búscate un trabajo.»
diciendo que se marchaba de la ciudad, que quería rehacer su vida y que por tu bien debías quedarte con ellos. Tu abuelo me preguntó si conocía el motivo de tan repentino cambio, pero yo no pude decirles nada, sólo les mostré unas radiografías. R―. ¿Entonces el destino se puede cambiar? D―. Sí, pero sólo si se conoce. R―. ¿Y tú conoces el mío, el …? D―. Yo sólo soy el guardián. Si aceptas, tú puedes ser el nuevo guardián. R―. Y si acepto, ¿cómo sabes que voy a cumplir? D―. Siempre hay una señal para saber quién es el guardián. R―. ¿Y cómo sabías que yo…? D―. Siempre hay señales, el cerbero siempre observa el capricho número treinta. Además, si observas bien las radiografías del negatoscopio observarás que son las tuyas. ― «TAC».
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LOS CAMPOS DE FRANCIA Fernando Pérez Mas
¿C
uánto tiempo llevo en estos campos de Francia? Pues la verdad no lo sé, mucho, es cierto, ya casi sé hablar francés, y eso que al principio eso de oui y merci se me daba muy mal; y no digamos el olor a mantequilla. Lo mejor era el Foie d´Oie y el Sauternes. Si algo hacen bien estos franceses es el vino, ¡ah!, y el amor, aunque tal vez y, hablando en confianza, te diré que en Pensilvania tampoco nos lo montamos mal. Hombre, París es mucho París y me gustaba pasear por el boulevard San Michel y la rue Rivoli, ¡madre mía, qué mujeres! Con esos tacones que parecían agujas y las medias que llamaban de cristal. Pero qué miradas tan glaciares, sobre todo a nosotros, los soldaditos americanos, con cara de paletos y las cabezas rapadas. Pero los dólares son los dólares y más en una Francia donde los francos no valían para nada. El champán era barato y las noches se demoraban en los bistros de Pigalle. Edith Piaf cantaba con su voz desgarrada y la vida poco a poco cambiaba de color; los negros nubarrones de la guerra se habían disipado del horizonte y las nuevas nubes eran de color rosa. Pero todo se acaba y mi batallón fue destinado a las costas de Normandía, nos despedimos de todas las Amelies y Louises que nos habían dado calor en las noches y risas durante el día. Con qué sensualidad se iban quitando la ropa estas francesitas rubias y con ganas de conseguir dólares fáciles. No eran malas chicas, eran jóvenes y la carne es débil y nosotros también éramos jóvenes, con la sangre ardiendo y aburridos de pasear solos por las anchas calles parisinas. La Gare de Saint Lazare se llenó de suspiros y lágrimas, de adioses egoístas, «adieu, ma chere», «adieu», y agitaban los pañuelos en la despedida, pensando que se les acababan las noches de luna llena, ahítas de champán y caviar en la Place de la Madelene. Cinco horas de tren, viendo cómo el perfil de París se difuminaba a lo lejos, pensando que otras Amelies y otras Louises nos esperarían en Normandía. ¿Cómo serían esas tierras? Sentíamos curiosidad por ver las blancas playas, por descubrir los bunkers y las bombas por explotar, por pisar la arena que habían
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pisado los soldados el día D, por oler el olor acre del miedo y oír en el silencio de las tardes los gritos de terror, los gemidos de la muerte, los silbidos de las balas y el crujir de los huesos astillados por los obuses. Y para eso íbamos a las playas de Calais y Saint Malo; trabajo rutinario, peligroso, que requería pericia y nervios de acero, pero bien pagado y muchas veces buscado por soldados que habían perdido todo en la guerra, por soldados asqueados del mundo y que buscaban con fuerza obstinada la muerte que siempre les era esquiva. Queríamos que cualquier resto de la ominosa ocupación desapareciera de aquellas tierras; queríamos devolver la paz y la serenidad a aquel pueblo que aún miraba receloso los grandes panzers abandonados entre los campos de amapolas. No era fea aquella costa, las arenas eran finas y el mar azul y perfumado por la primavera que apuntaba en los tréboles y pequeñas margaritas. Se trabaja poco en estos países del sur, el sol es muy tibio y las aguas cálidas; todo incita a tumbarse boca arriba y contar las olas que se estrellan en los agrestes acantilados. ¡Dios mío!, cómo añoro el brillo de este mar y las alegres tardes con las nuevas chicas que nos seguían a todas partes. Poco trabajo y buena paga que gastábamos sin pensar, mañana sería otro día, ¿y si explotaba una mina abandonada? Y, por fin, el amor, por fin, otra Amelie que no buscaba los dólares, que solo quería pasear a mi lado, besar mis labios y pasar su mano por mi cabeza rapada. Bueno, no se llamaba Amelie, no todas las francesas se llamaban Amelies ni Louises; me dijo al oído que su nombre era Catherine. «Je m´appelle Catherine», y se reía hasta que rodaban las lágrimas por sus mejillas cuando yo repetía su nombre; «pas Catherine», «Categin, Categin, mon cher blond». Siempre me decía «mon cher blond», mi querido rubio. ¿Cuánto tiempo estuvimos desactivando minas? Pues no me acuerdo, pero los amaneceres de
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aquellos días no se me han olvidado. Catherine me preparaba los mejores desayunos que nunca había comido, croissants calientes, humeantes aún, recién sacados del horno, que perfumaban la cocina de su pequeña casa, tazones inmensos cubiertos de nata cremosa que se quedaba pegada en mi bigote. Le gustaba besarme y dejar el rastro blanco de la leche sobre mi boca, que buscaba su boca roja y tierna como las frambuesas que habíamos recogido en los bosques de pinos y enebros. ¡Cómo palpitaban sus labios sobre los míos! Y seguía el desayuno con chocolate caliente, espeso, amargo, que dejaba caer sobre la camisa recién planchada, que me obligaba a quitar. Luego venía lo mejor, dibujaba, untando sus dedos en chocolate y nata, sobre mi pecho, dibujos que luego iban desapareciendo, cuando Catherine iba lamiendo mi piel, que se erizaba con el cosquilleo de su lengua; se demoraba con especial placer en mi cuello, chupando mi pecho tenso y seguía el rastro de aquel brebaje espeso que se escurría hasta mojar mis pantalones, que también me obligaba a quitar. Después, para qué seguir, las tazas y los platos se estrellaban sobre el linóleo de la cocina, menos mal que eran de peltre porque si no, no hubiera ganado bastante para reponer la vajilla. Imagínate, cubierto con aquel engrudo, corriendo, sin ropa y Catherine lanzando pequeños grititos y persiguiéndome con el bote de harina que lanzaba al aire. Todas las mañanas corriendo en el desayuno, corriendo para llegar al trabajo y, claro, un día en la cocina, mantequilla por el suelo, harina en el
aire, Catherine chupando, el americano sin ropa, pantalones sobre la silla, los calzoncillos olvidados sobre sus enaguas y de repente, ¡plaf!, me resbalé. Me quedé mirando el techo descascarillado, tumbado junto a la mesa y sin poder moverme. Con el ojo izquierdo podía ver los pechos de nácar de Catherine y los dibujos del suelo que se repetían con insistente monotonía. Poco a poco el polvo de harina fue cubriendo mi cuerpo desnudo. Intenté levantarme, pero los brazos no respondían, ni las piernas, mis músculos estaban rígidos y me dolía atrozmente el cuello. Me había desnucado. Se acabó la buena vida, el chocolate y los croissants, los oui y los gritos, se acabó el champán, Catherine y Louise. ¡Mon Dieu! Qué pena, aunque ahora lo que más me molesta son los ciempiés que de vez en cuando me hacen cosquillas sobre los ojos. La tierra francesa no es mala para reposar, oigo a veces el mar y huelo su perfume cuando las brisas soplan del norte. Y Catherine, me preguntas qué le pasó, ahora es la dueña de una patisserie muy elegante, «La Parisienne», y sigue sirviendo desayunos con chocolate y nata, con frambuesas y croissants. Y todavía me trae algún ramito de flores y me habla de sus clientes y de que cada día tiene más trabajo y que me echa de menos. Pero así es la vida, amigo, y yo no le puedo decir que me gustaría probar de nuevo su chocolate y jugar con su cuerpo. El mío, ahora, se tiene que conformar con reposar y recordar su soleado obrador y sus dulces pechos anacarados.
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CREACIÓN LITERARIA NA
NARRATIVA EN ARAGONÉS P or primera vez publicamos en Ágora un texto en aragonés, una de las tres lenguas
de nuestra Comunidad Autónoma. Al consejo de redacción de la revista le gustaría publicar también textos (tanto en prosa como verso) en las dos lenguas minoritarias de nuestra tierra: aragonés y catalán, mostrando con normalidad la situación de trilingüismo que caracteriza a Aragón. El texto narrativo que publicamos, de carácter autobiográfico y costumbrista, nos habla con nostalgia de la organización de la cabalgata de los reyes magos por parte de las peñas de Tauste cuando su autor, siendo adolescente, representó al rey Gaspar. El escritor, Chusé Inazio Nabarro García (Tauste,1962), es uno de los más importantes de la literatura aragonesa actual. Licenciado en Filología Hispánica, ha sido profesor de Lengua y Literatura en distintos institutos aragoneses. También es miembro del Consello d´a Fabla Aragonesa y del Consello Asesor de l´Aragonés. Además, ha hecho algunos trabajos de investigación lingüística y numerosas reseñas de libros y discos en Fuellas, revista oficial del Consello d´a Fabla Aragonesa. Chuse Inazio Nabarro es autor de los siguientes libros de poemas: Patrias de fuella biba, A pelleta entre as barzas, O mirallo de chelo (ganador del IV Premio de poesía «Ana Abarca de Bolea»), En esfensa de as tabiernas y atros poemas, A balada de o choben Billy y Sonetos d´amor e guambra. Fue ganador de dos «Onsos d´Oro» en el Premio Literario «Bal d´Echo» de poesía en 1983 y de narración corta en 1984. También es autor de cuentos como Prebatina d´una falordia sin de fadas ni nanez, A lifara; del conjunto de relatos breves Tiempo de fabas; y, finalmente, de la novela Astí en do l´aire sofla ta sobater as fuellas de os árbols.
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NUEI DE REIS Chusé Inazio Nabarro
C
ada añada que pasa lebo pior o tema de o Nadal. Cada begata me fa más fastio lo consumismo d’istas calendatas, a fachenda antiecolochica de as luminarias de os grans almagazens comerzials, o tringle de os diners, os fieros papanoels feitos de plastico u quí sape si de zienmelizera, a terne bruyizión de as cantas de nadal, estándars e remasterizatas, sonando per toz os cabos te chires ta la man que te chires. Me fan tamién á saber qué antuello os bofos mensaches de a chen que se clama á ella mesma chen de buena boluntá, o mundo de felizidá á capazos que nos ofrexen ixos días á trabiés de toz os meyos de comunicazión, os falsos buens propositos d’estar toz buens e de fer bondá… Á mesura que me boi fendo biello cada begata me dan más pampurria toz istos montaches que se fan arredol de as fiestas de Nadal… ¡Prou! Ya bi’n ha prou. Si contino per ista endrezera boi á amostrar de yo una imachen muito parexita á la de Mr. Scrooge, o biello carrañetas de o Cuento de nadal de Dickens, que iba dizindo perén, á cada inte, ixo de paparruchas (u sanseladas, u fatezas, u bueña de güei, u quemisió…). O esprito de nadal ye ta yo como un fuego que s’amorta… pero tamién, bellas begatas, ye un calibo que, á poco que lo bufes, torna á fer flama, iluminando nuebamén, sisquiera per un inte, tot un mundo d’ilusión que tu mesmo creyebas perdito. Á begatas sólo cal que a güellada d’un nino, a glarima de bel lolo u nomás que o brilo d’un ricuerdo que tu creyebas apedecato ta que a purna se faiga xera, un flameral que enluzerna de nuebas o tuyo mundo interior con a suya luminaria. En quiero recontar-bos agora una d’ixas remeranzas. Ye una istoria que pasó chustamén una nuei de reis de fa muitas añadas. Ye un d’ixos ricuerdos que, á mesura que trascurre o tiempo, se ba tornando más e más luminoso. A primera begata que fazié de rei mago en Tauste teneba bellas quinze añadas. Feba allora chusto un año que eba ganato lo primer concurso de a mía carrera literaria, un zertamen de cartas á
os reis magos ta chen que, encara que bisé que ya sapébanos que os reis yeran os pais, no en ébanos perdita de raso a ilusión, e bueno, astí me tenebaz doze meses dimpués con a cara pintorrotiata, unas barbuzias negras tan falsas como a palla de fabas e aquels biellos ropaches que, como yera de dar, me beniban prou grans, fendo de rei Gaspar. En ixas añadas (en as metaz de os setanta) yéranos os míos amigos e yo (a peña o Collerón, como dimpués lo ferban o Boyanco e atras más, encara que isto ya siga istoria relatibamén rezién…) os responsables de parar a cabalgata de reis. Nos encargábanos de tot, u de cuasi tot. Demandábanos diners á o Conzello de Tauste, á os direutors de os bancos e as caxas, á os cherens de as dos cooperatibas (a de os pastors e a de os labradors, como en o poema d’Innana en a biella Mesopotamia), á os amos de beluns de os comerzios e de as interpresas más prenzipals de o lugar… Buscabános entre os bezins á belún que podese dixar-nos a suya nau agricola cuatro u zinco días e cuatro u zinco nueis, que yera o tiempo en que caleba montar a cabalgata. Fébanos que nos amprasen zinco u seis remolques que os amos no isen á emplegar ixos días. Apalabrábanos atros tantos trautors. No cal dizir que os más grans que i podébanos trobar, os que, á falta de camellos, en tenesen más caballos de potenzia. Marchábanos ta o mon, ta la Custodia, á tallar as brancas de buxo ta fer as guirnaldas bechetals con as que acotraziábanos ixos remolques en do parábanos os tronos de mentiretas en os que eban de coflar-se as suyas machestaz d’Orién. Á la rechira de o buxo —de o cuasi mitico Buxus sempervirens, de o siempre berdexito buxo— íbanos siempre o maitín d’año nuebo. Ye un miraglo que en a Custodia, en ixas latituz e más que más en ixas tan baxas altituz, i crexca o buxo e yera tamién un autentico miraglo que no nos estozásenos toz nusatros, chóbens e tronlirons como yéranos, más que baliens temerarios, puyando como puyábanos per ixas costeras e turrumbers con trautor e robadera… e sin de carnet de conduzir. Per si tot isto no estase prou, metébanos bandos en a megafonía monezipal e nos encargábanos de replegar os regalos u presens (mesmo un cadiello remero que nos ne trayoron) que a nuei de reis ébanos d’entregar á toz os ninons e ninonas de o lugar en os seis u siete puestos alcordatos… Bueno, en zagueras, no cal que en digamos más: unas responsabilidaz de reis ta una crica de mesaches e mesachas.
Ilustra: Chema Agustín
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A cabalgata remero que nos salió prou bien (encara que ixa añada bi abió tres reis borinoz que aprobeitaban as muitas carreras á escuras de o lugar ta abaxar-se as barbas e fer-li uns buens decantes á la bota de bin. Cuan, dimpués de tramenar-lo tot, tornemos ta la ilesia, antis de sacar-nos os ropaches reyals, ricordo que marchemos ta casa de Fermín á fer-li una besita. A casa yera astí a o canto, en a Picarra. Fermín yera un ombre muito mayor, endiato, e se trobaba cuasi como qui diz en as tres pedretas. Fermín s’eba encargato muitas añadas de parar e organizar a cabalgata de reis e, de tota la chen gran de o lugar, yera seguramén á o que más begatas li eba tocato de fer de rei mago. M’alcuerdo que Fermín preguntó —no remero si á la suya muller, á la filla suya u á la suya chirmana— quí yeranos —de qué casa, quí yeran os nuestros pais, os lolos nuestros— nusatros tres, Melchor, Gaspar e Baltasar. Me quiere sonar que tamién li dizió amoniquet cualque cosa asinas como istos reis cada begata son más chóbens. Auto contino, pasemos ta la cozina de a casa, en do nos tratoron á estilo de reis e nos osequioron con bin abocato (os reis magos ―tota la chen lo sape— son u somos bien laminers) e con tota mena de dulzainas e lamins. ¡Per as negras (e apostizas) barbas de Gaspar churo que no en dixemos ni una estopenzia ni un catatico ni meyo! Zorrupemos e nos fartemos como si fuésenos reis berdaders. Mientres que duró a lifareta Fermín fazió a parola con toz nusatros amigablemén, dando-nos perén o tratamiento d’altezas reyals e machestaz e intresando-se de contino per a nuestra salut, per o nuestro biache de tornata ta Orién e, más que más, per o prenso de os nuestros almirables camellos… O que pasó ixa nuei en casa de Fermín ye una d’ixas purnetas que me traye ta la memoria la remeranza d’atros nadals en os que o simple yera polito e os corazons de a chen seguramén yeran más limpios. E cuento contau per a chaminera entalto ha marchau.
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CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Joaquín Sánchez Vallés
POESÍA
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La verdad es que con la palabra «poe-
sía» (del griego ποίησις ‘creación’ < ποιέω ‘crear’) a lo largo de sus muchos siglos de existencia ha dejado entrever concepciones diferentes del mundo y del propio hombre, aunque su esencia siempre ha permanecido viva, y auguramos que seguirá permaneciendo mientras haya un hombre y una mujer sobre la faz de la tierra. Obra de arte con palabras. Esto es en sí, sin duda, a lo que se reduce la gran variedad de poemas que los lectores podrán leer en este número de Ágora. Unos poemas podrán incidir más que otros en la realidad metafísica, filosófica o social, pero en todos ellos hay, además del arte encerrado en las cualidades estéticas del lenguaje, mucha emoción, mucho sentimiento y mucha imaginación. No podría esperarse otra cosa de la calidad y la talla de los poetas que participan en estas páginas: Joaquín Sánchez Vallés, Miguel Ángel Ortiz Albero, Manuel Vilas, la poetisa búlgara Rada Panchovska, José Antonio Conde, Miguel Ángel Longás, Emilio Quintana, Juanjo Parcero, Jorge Pascual, Susana Hernández, Jesús Claver, María José Moral, Joaquín Pola o Eduardo Naudín. Lo de siempre: disfruten de este regalo.
NOTA BIBLIOGRÁFICA
Nacido en Huesca el 16 de marzo de 1953. Es profesor de un Instituto de Zaragoza. Ha publicado varios libros:
POESÍA
Moradas y regiones. Colección Puyal, Zaragoza, 1979. De un amor (Accésit al premio «Gallo de Vidrio»). Gallo de Vidrio, Sevilla, 1983. Ruina del aire (Premio «Ángaro»). Colección Ángaro, Sevilla, 1983. La invisible memoria del invierno (Premio «Florentino Pérez-Embid»). Colección Adonais. Madrid, 1988. Cuaderno de ejercicios (Premio «Esquío»). Colección Esquío. Ferrol. 1989. A la puerta del mar (Premio «Zenobia»). Editorial Siddarth Mehta, Madrid, 1991. El tiempo irreparable (Premio «Barajas-Puerta de España»). Ayuntamiento de Madrid, 1992. El nombre de las cosas (Premio «Luis Cernuda»). Qüásyeditorial,Sevilla, 1994. Preludio y fado. Editorial Olifante. Zaragoza, 1999. Pasos en el jardín. Prensas Universitarias, Zaragoza, 2002. Páramos del amor. Lola Editorial, Zaragoza, 2005.
NOVELA La ciudad junto al río (Finalista del premio «Azorín»). Editorial Aguaclara, Alicante, 1990. La costa de las perlas (Premio «Francisco Ayala»). Universidad Popular, San Sebastián de los Reyes, 1997.
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Joaquín Sánchez Vallés firma invitada firma invitada firma invitada firma invitada
BARCOS DE NUEZ
Abríamos las nueces con cuidado, por la mitad exacta, con atención de buenos calafates para que no se fueran a romper. Tumbados boca abajo, junto a la acequia lenta, hacíamos singlar nuestras escuadras. (Con un lastre de plomo, eran más marineras). Yo soñaba que iban al último horizonte buscando el mar que aún no había visto. Pero eran sólo nueces: la tempestad de un aura o una hoja caída bastaba para hacerlas zozobrar. Y ante mis ojos niños naufragaban una tras otra, naves sin remedio. (Los ríos de la infancia ya llevaban al mar nueces vacías).
Publicado en El tiempo irreparable. Madrid.
AL LADO DE ESTE POZO
Al lado de este pozo está la muerte. No la ve nunca el que sediento llega. Como un humo sereno se confunde con el aire, la misma respiración, como una forma difusamente humana sentada en una piedra. Encima de esta piedra está la muerte. No invita, ni ha inducido jamás a visitarla. Como un resplandor mudo o un aroma incoloro, acoge silenciosa a aquel que acude, amable con quien busca un pozo en que calmar su sed perpetua. Al lado de este pozo está la muerte.
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CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Joaquín Sánchez Vallés firma invitada firma invitada firma invitada firma invitada
ESA ROSA
En sangre y sombra se deshace la rosa del amor. Aquella que sembramos a la aurora para aroma en el monte y brisa por las playas, que fue bandera y vela y buque desplegado en busca de las islas. Aquella que regaba cada tarde el manantial de las umbrías junto a un cuerpo tendido más desnudo que el aire. Aquella que aturdía el corazón. Después de veinte años he sabido quién eras, después de veinte años como veinte ciudades incendiadas, una sonrisa que se abre para decir que todo está perdido, que fluye luminosa mientras los dientes crujen. Sí, por fin te conozco, pasas ante mis ojos atravesando el día como una trampa de la luz, en mitad de las plazas vas moviendo las manos convocando miradas de perros y mendigas. Pero ya no me engañan las sucesivas formas de la sierpe, que me silbes o adoptes disfraces vespertinos. Tú eres terriblemente una sonrisa que triunfa de dolor, la belleza más pura que la angustia alimenta. En ásperos jardines acontece a la rosa su fracaso. Aquella que encontramos cuando fuimos necios niños de oro. Aquella que quebramos por el mero placer. Aquella que era sólo la ignorancia.
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Miguel Ángel Ortiz Albero firma invitada firma invitada firma invitada firma invitada
NOTA BIBLIOGRÁFICA
Miguel Ángel Ortiz Albero (Zaragoza 1968). Ha escrito textos para la escena, para catálogos de exposiciones, e incluso guiones para historietas. Como artista plástico ha expuesto collages, cajas e instalaciones. Ha escrito y le han publicado los libros de poemas Cuaderno azul de la distancia, Donde comienza el desorden, Cuaderno de la sal en la mirada y Sbattimento (notación para un “libro de las sombras”) (XX Premio Santa Isabel de Aragón, Reina de Portugal) y también, Bajo un centenar de cielos. Sus poemas aparecen ya en algunas antologías. En adelante seguirá haciendo algunas de estas cosas, o todas. Entretanto, pasea y observa.
[…] se abre, azul de mar a mis pies, el tablado hollado de mis días se rasga como grieta de sal bien deseada que supura espumas y corales se resquebraja el suelo de tierra amortajada y sombra en los rincones revienta, pues destila brisa de acantilado en todas las fisuras, al fin y en todas mis fisuras, en todos mis resquicios se me hacen mar de luz las palabras que hube de tallar en las paredes tan umbrosas se me hacen mar la mirada y la garganta y se me llena de escamas y de canto, mi sirena, esta brecha tan vacía, tan repleta, ahora, del silencio de tus pasos
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CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Miguel Ángel Ortiz Albero firma invitada firma invitada firma invitada firma invitada
... HASTA EL AMANECER DE ESCAMAS QUE ME REVIENTA EN PALABRAS A LA BOCA he cantado los cantos de esta esquina en mis oídos, con palabras de muesca también para los tuyos he marcado de trazas tantos muros con las uñas, para ver cada nota del canto que me atrapa he sellado con letra cada letra de mis manos, para no atarlas con tinta, que así debo escucharte ya me bebo y me embriago gesto a gesto en los silencios, con escamas bien mías el vino de las tuyas, en que habrán de llegarme prestadas las palabras, las que trazo en esquinas con muescas bien selladas
XXXIII Ardiendo ha retornado el desorden a sus ojos, con un espejo astillado de sal que rompe las ciudades en mil fragmentos de espuma hundidos en la carne. Ardiendo la sirena sobre una barra colgada en los abismos, que en el centro de los centros la muestra tan hermosa a las pupilas de este Ulises en barco de papeles anotados. Arde el barco, la sirena y la mirada, como arden las palabras y la boca, como arde el cuerpo entregado a cantar cada paso marcado en el costado y en el pecho, como arde el cuerpo que se sabe danzado, con lágrimas de júbilo como escamas a la espalda. Tiene él la sal en la mirada, pues de ella, su sirena, así se le viene a los labios y pupilas agostados, y así habrá de venirle a cada día, en este desorden deseado con palabras. (del libro Cuaderno de la sal en la mirada)
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CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Jorge Pascual Blanco colaboración especial poetas de otras comunidades NOTA BIBLIOGRÁFICA Nace en León en 1981. Poeta, muy vinculado al mundo teatral. Colabora en distintas revistas de creación literaria: Entrelineas (Tel-Aviv 2004), Azul Electrico, o The Children´s book of American Birds. Publicó en 2003 el poemario Morir de viento, en la colección de Ediciones Leteo. También forma parte de la antología poética Petit Comité, publicada por ésta misma editorial, y Tenho qualquer coisa de Árvore de Intensidez (Évora, Portugal 2007). Actualmente trabaja en un proyecto multidisciplinar.
«Despiertas en mi oído, y… no todo suena suave» ¿Tienes miedo?... (silencio)
A Elzouille por los pasos de sus sueños. Pruebas Pasos descolocados, y alientos de respirar, (tropiezo). Inspiraciones que se tragan frío, (se me queda el pie detrás). Entumecimientos por tu distancia (una piedra). Rendiciones en la humedad de la noche, como cuando miras, y aún no se despiertan nuestros ojos. La vista está quebrada por el pasado (pero amanece). Aún tienes identidad en la movilidad del cuello, aún queda salvaje, el silencio en el horizonte (al Este). Aún me envías un beso, permanecemos doblados, a esta arquitectura que nos aísla de caminar. Aún caminamos... Aún caminamos… Aún nos deslizamos por este aliento lleno de prisa, (éste es el sueño de la madrugada) aunque descansemos, a veces, de tanto caminar.
Fuera hay un muro, se ve por el cristal, no entra mucha luz. Esta habitación es muy pequeña, desde aquí se ve una escalera de incendios que está pegada al muro y no se ve dónde acaba. Van cayéndose las horas, tropezándose la noche con la noche. Me duele aquella ciudad que conocí en el pasado, me recuerda a ahora. Mi boca está seca, me duelen los labios, reverbera mi pulso, en este frío adormecido; temblando. Mañana también pasará, aunque no hables. Agota…; la sed —desparramada por el aire, que no se ve. A veces no te ves, y recorres todo lo que pasó, como si fueras al lavabo en mitad de la noche. No tengo miedo… Todo lo que seré, ya lo soy. CASTILLA Y LEÓN
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Manuel Vilas
LA LLUVIA Madrid, 22 de mayo de 2004.
Vimos el Rolls del año 53 con las ruedas blancas (mil kilómetros en cincuenta años) en las teles de los bares del barrio del Actur de Zaragoza. Sostenía en mi mano una copa de vino blanco fría y ya hacía calor en España, los hoteles del Mediterráneo estaban de limpieza general, habitaciones abiertas con camareras esmeradas, esperando la llegada de setecientos mil ingleses, un millón de alemanes, cuatrocientos mil franceses, cien mil suizos y cien mil belgas. Estábamos con un vino blanco en la mano y los cuellos levantados hacia el televisor. No vino Isabel II de Inglaterra; Isabel II sólo aceptaría ir a la boda del Rey de Francia y, como en Francia no hay Rey, Isabel II se queda en palacio para siempre, reclinada sobre el mundo. Son los súbditos de Isabel II los que aman el sol de España y la cerveza barata, los que exhiben la bandera británica en las terrazas frente al mar.
Crepusculares casas reales venidas de los rincones más oxidados de la historia el 22 de mayo de 2004 surgieron en las televisiones de España, países nórdicos, lejanos y prósperos, fríos, alejados de este corazón inacabable. Rouco Varela cantando la misa. No vino el presidente de la República Francesa. Los arzobispos, bicolores, felices. El nombre de Dios dicho en voz alta muchas veces. La terca obsesión en nombrar a Dios, nombrarlo como quien nombra el poder, el dinero,
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Manuel Vilas
la resurrección, la guillotina, la cárcel, la esclavitud. El emperador del mundo se quedó en América, ajeno a los ritos menores de sus provincias. Los enormes paraguas azules. Levantarse a las seis de la mañana para que te maquillen, te depilen, te hagan la manicura, qué felicidad tan grande. Los grandes desayunos, los cubiertos de plata, el vino y las colonias bárbaras. Las duchas gigantescas, las suites, los bombones suizos, las zapatillas de oro, los eslips de platino, el zumo de naranja con naranjas atroces. El lujo y el servicio, siempre gente abriéndote las puertas. La sonrisa permanente. Los profesionales de la sonrisa permanente, esa sonrisa representa el trabajo más inhóspito de la historia. ¿Sonreír? ¿Por qué? Y Umbral, y Gala, y Bosé, y A., y J., y Ayala, y M. M. entrando en la Catedral de la Almudena, recompensados, elegidos, a la diestra colocados, los jefes de la inteligencia española, de la subida española, de la gran crecida. La gran subida, la gran ascensión. Y los ciento noventa quemados vivos tuvieron su homenaje, el absurdo pueblo mutilado, el goyesco pueblo elemental y monárquico, el Rolls pasó ante ellos. Y el expresidente del gobierno bebió Rioja Reserva del 94, todos los expresidentes de España, con su chaqué, y sus mujeres en un segundo plano, protectoras, devoradas, confundidas para siempre, pero felices de haber llegado allá, allá lejos, allá donde el aire es de oro y la mano coge el mundo, allá donde España entera quiso que estuviesen y la legitimidad democrática es un fulgor definitivo. Las pamelas iridiscentes, los yugos en la cabeza, los yugos bajo el cielo oscuro. Y José María Aznar y Jordi Pujol y Felipe González, juntos de nuevo.
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CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Manuel Vilas
Y los tres se sintieron satisfechos viendo la obra bien hecha, la sucesión de Franco, la mano europea, paternal, sobre nuestras cabezas, la sucesión de Franco, las mantillas del franquismo metidas en los armarios, chillando de envidia y respirando naftalina muy blanca. Y Juan Carlos I cargando con España, porque quién si no cargaría con España, con la historia de España, el sello papal en el dedo meñique. Y Zapatero con su Sonsoles, voluptuosa, sonriente, su tipo le hubiera gustado a Baudelaire o a Julio Romero. Sonsoles parecía un Delacroix: la anatómica Libertad guiando al pueblo, pamelas vistosas, el rito político, la aburrida historia, los pechos caídos. Y socialistas y liberales y ultramontanos juntos, la izquierda y la derecha maridadas, las nóminas engrandecidas hasta la saciedad, buscando lo mismo todos, un Delacroix parecía Sonsoles, la nueva reina de España, del reparto de los despachos, las glorias, los oros laicos. Ateos convertidos bajo el fulgor de las pamelas, creyentes con el billetero ateo. El poder en todo tiempo siempre igual a sí mismo. La historia humana en todo tiempo como ya fue hace tiempo. El mismo tiempo siempre. Repitiéndose la esencia de España, la esencia del mundo grande. Y nosotros bebiendo en el Actur, al lado de las grúas y del Hipercor, felices de que nos dejen beber este vino frío en una copa medio limpia, felices de poder pagar este vino y dos más. Y la palidez privada de la reina Rania de Jordania. Y la lluvia.
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ágora
CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Rada Panchosvska
UN ESCALÓN MÁS a Blaga Dimitrova La senda serpentea la colina entre las piedras sobre las que están expuestos los manteles, bordados a mano y de punto: tentaciones para el turista. Abajo han quedado las callejuelas jadeantes, las baldosas abrasadas y la cafetería de Lindos, donde ella espera. No subirá esta cumbre, en su vida
Ilustra: Beatriz Sumelzo
ha ascendido a tantas. Qué lección, venir hasta el pie de la cumbre para no subirla. Los que siguen hacia arriba hacen rodar pedruscos, hollan el polvo caliente. Qué sosiego contemplar la cumbre desde abajo, no obligarse a conquistarla. Lindos, 1996
ОЩЕ ЕДНО СТЪПАЛО
На Блага Димитрова
Пътеката се вие посред камъни, наметнати с покривчици, карета – драми за туриста. Надолу са останали задъханите улички, напечените плочи и сенчестото кафене, в което чака. Тя няма да изкачва този връх, все пак в живота си на толкова е стъпвала, че вече е все едно. За спомен. За албума. Какъв урок – да дойде до върха, за да не се качи на него. Другите нагоре отронват камъчета, тупат в топла прах. Какво спокойствие – да съзерцава върха отдолу, да не се насилва да го покори. Линдос, 1996
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CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Rada Panchosvska
EL FESTIVAL A Ángel Guinda y Raquel Arroyo I. CASA DE AMÉRICA En medio del pánico del momento la situación se despeja, dentro de poco la comunicación se cortará, detrás del “charco” van cruzando el umbral de la sala de espera ...y mientras tanto la prensa pregona el nuevo descubrimiento de los astrónomos: han encontrado una estrella idéntica al Sol... las estrellas de la cultura conquistan el firmamento y arrojan un puente desde las américas sureñas hasta los Pirineos —¡pasemos por el puente de las artes!— ...el mismo Sol ni siquiera tiene idea de que está destronado, pero los filósofos no duermen, si Dios se ha dejado escapar el acontecimiento... —¡reconozcámonos!, pertenecientes al planeta, ya que también el Universo quiere que no seamos únicos, todo nos une, todos somos los niños de la Tierra. II. ARGUMOSA Por la mañana la calle se despuebla como ante una evacuación. Sólo perros con correa tercamente se resisten a ser conducidos por su amo. Por la tarde, en dirección a Lavapiés, el ruido crece, los transeúntes maniobran esquivando las mesas en la acera. en las que se ha acomodado el gentío para descansar después de un día tenso, tras el trabajo o la búsqueda de algo, algunos se arreglan los bancos callejeros como camas y un recién llegado copia con esmero un anuncio de acogida pinchado junto a los apiñados espalda con espalda, cafeterías, bares y restaurantes de cocina internacional. La mezcolanza de idiomas, razas y trajes está completamente conseguida. Hoy es el Día de la Hispanidad, celebrado con dos desfiles —la matinal parada militar por la Castellana ante las tribunas para invitados, con rugido de poderío aéreo y terrestre, y la Marcha vespertina a la latinoamericana: marchan con los abigarrados trajes típicos, cantan con micrófonos desde las plataformas móviles y con pasos folclóricos se abren camino a contracorriente a lo largo del titubeante cordón de mirones, desde Atocha hasta Cibeles— y, ¡qué raro!, tras las últimas filas aparece un nuevo bloque: a ver, las autoridades urbanas se las han arreglado bien, avanza el Servicio de limpieza y, bajo los faros, las potentes mangas de riego: con el agua no queda ni siquiera un trocito de bandera o de globo, ni papelito de caramelo, ni restos de publicidad. Por allá, en Argumosa, se esparcen fuerzas frescas, las tabernas rebosan y no se le ve fin a la fiesta.
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CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Rada Panchosvska
III. REFLEXIONES A DESHORA Mientras en el planeta se desatan huracanes, festivales, cataclismos (sociales o naturales) y desfiles, y se producen cambios climáticos evidentes, el Universo se expande. La galaxia se ha arremangado y al Sol no le queda otra cosa: ya ha sacado lenguas de fuego, estallan protuberancias de magma, el viento solar se llevará de sopetón la frágil atmósfera terrestre, horadada como un colador —el mutuo entendimiento de vez en cuando creciente...¿No será nuestra aportación humana oponerse a la entropía insensata, no será la razón un refugio en los vacíos cósmicos?...Reflexiones de medianoche. La ciudad duerme desde hace mucho. Duérmete tú también, corazón. Madrid, octubre de 2007 Traducción del búlgaro: Ángel Guinda y la autora
ФЕСТИВАЛЪТ
кел Аройо
На Анхел Гинда и Ра
А І. КАСА ДЕ АМЕРИК се избистря, мента положението мо на та ика пан Сред се завърже, ще и не ще се разпад след малко връзката алнята, чак на га пра т чва кра оттатък „локвата“ пре за новото из пресата тръбят … а междувременно откритие но като ерили звезда буквал на астрономите: нам Слънцето… аи превземат небосклон звездите на културата т мост, рля хвъ пре до пиринеите от южните америки – ! нем ми да а по моста на изкустват развенчано, а и представа, че е … самото Слънце ням спал про спят, щом Господ е но философите не събитието… – да се припознаем, лената не иска да сме м и Все свои на планетата, що уникални, ята. чки сме децата на Зем всичко ни свързва, вси ІІ. АРГУМОСА ция. ва като пред евакуа Сутрин улицата опустя стопанина си накъде. на т ъва зап се а шк Само кучета с каи аства, Лавапиес шумът нар Вечер по посока на е по тротоара, сит ма у жд ме т ира минувачите лав отмарят ли стълпотворения, край които са насяда на такава, ето сен тър д работа и след усилен ден, сле ло, уличните пейки на лег някои са пригодили но обява преписва най-старател си ал игн ист а новопр б гръ о б до скупчените гръ за подслон, забодена лна кухня. она аци ерн инт с и торант кафета, барчета и рес
нато раси и носии и постиг Смешението на езици, парада два с а, изм пан Ис на напълно. Днес е Денят Кастеляна рането сутринта по отбелязан – дефили наземна и въздушна на хот гро с ), ани край трибуните (с пок кански: Марча по латиноамери мощ, и вечерната Ла оките вис те костюми, пеят от преминават с пъстри лклорни фо с и ), ела кол на фони и платформи (с микро ок, пот ния път изсред насрещ стъпки си пробиват до Сибелес – ча Ато от , ачи зяп р али през люшкащия се шп нов блок, ните редици се задава и странно, след послед ре, доб управа се е справила ркучи, да видим!, градската ма ите щн мо , ете и под фаров е, настъпва Чистотата онч бал , нце и парче от знаме след водата, не остава там, На м. спа ен лам рек ка, ни ни бонбонена хартий ипват свежи сили, към Аргумоса, се изс се вижда край. ат, на фиестата не й капанчетата се задъхв КОЕ ВРЕМЕ ІІІ. РАЗМИСЛИ ПО НИ вали, уват урагани, фести буш ата нет пла Додето на ади, и настъпват пар и , ни) род при и катаклизми (социални лената се мени – видимо – Все климатичн ите про разширява. ънцето нала ръкави, и на Сл Галактиката е запрет от огън, к ези ило вече е изплез не му остава друго, вият вятър нче слъ , нси ера туб избухват магмени про та ената като перфокар току да отнесе надупч рателството зби ора им вза – ера крехка земна атмосф човешки дял х… Не е ли нашият на моменти взема връ ия, роп ент безразсъдната да противостоим на пустоти… е кит чес ми кос в жище не е ли разумът убе . Заспи и ти, . Градът отдавна спи Среднощни размисли сърце. 7
Мадрид, октомври 200
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CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Miguel Ángel Longás
MÁS QUE ESCRIBIR POEMAS QUIERO HABLAR DE LA ALEGRÍA Hasta ahora, mi amigo, no he solido escoger como asunto la alegría pero hoy quiero verter mi alma en versos a salvo del olvido, que aquí quedan / guardados. WILLIAM WORDSWORTH No quisiera hacer versos; quisiera solamente contar lo que me pasa. GABRIEL CELAYA Más que escribir poemas de trasfondo romántico en los que la borrasca da paso a un cielo abierto, quiero hablar de la brisa que acaricia mi rostro y hace de tal instante un motivo de gozo. Más que escribir poemas que son un laberinto de imágenes al modo de una inscripción antigua, quiero hablar de la alegría como sentimiento que recorre la columna vertebral de mi alma. Más que escribir poemas que parecen presencias fantasmales antes que seres vivos en marcha, quiero hablar de una naturaleza en la que zumban abejas, ríos susurran y vuelan halcones. Más que escribir poemas que proyectan el alma solitaria de un poeta romántico al uso, quiero comulgar con todos los seres que habitan la creación para alcanzar la paz de las nubes.
(Poema del libro Con la miel en el corazón antes que en los labios —inédito—)
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ágora
CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Miguel Ángel Longás
UNA EMOCIÓN RECORDADA EN EL DULCE SOSIEGO La poesía es la emoción recordada en tranquilidad. WILLIAM WORDSWORTH Hay sirenas en las tardes de mayo que pueblan el corazón del poeta que esto escribe poniéndolo al desnudo… M. Á. L. Debo a mis particulares sirenas de mayo mis últimos poemas, escritos como hacían los poetas románticos ingleses del siglo diecinueve, es decir, haciendo que la emoción quedase recogida en un buscado sosiego. Si el verdadero idioma de los hombres es este, quiero, como cantor de la belleza que soy, que también sea el mío de ahora en adelante en un mundo que es demasiado para nosotros, como decía un poeta de lagos en calma. Esto ocurre porque solemos dilapidar aquello que nos es entregado como herencia y acabamos sometiendo a un continuo vaivén en el que dispersamos nuestro poder minúsculo frente a una naturaleza que no nos conmueve. Es así como acabamos por ser insensibles ante las caricias de seda del marino oleaje o ante un viento que sopla con fuerza, flores de tallo delicado cuyo perfume no embriaga al ser grande nuestra humana confusión. Somos inamovibles igual que las gastadas piedras de un camino tantas veces transitado, como una fe acabada de la que fe distinta acaba brotando para contemplar los verdes prados que hacen sentirme menos desamparado. (Poema del libro Con la miel en el corazón antes que en los labios —inédito—)
UN POEMA CONVERSACIONAL SOBRE EL AMOR
(Es un fuego escondido, una agradable llaga, un sabroso veneno, una dulce amargura, una deleitable dolencia, un alegre tormento, una dulce y fiera herida, una blanda muerte,...: La Celestina, Fernando de Rojas)
La poesía conversacional que inventaron los poetas románticos ingleses demuestra que es el mejor vehículo para transitar tanto por los caminos de lodo de la vida como por paisajes majestuosos de renombre. Así es como transito por el accidentado terreno de unos sentimientos que me desbordan y para los que dique de contención no tengo capaz de hacer frente al magma de la creación que late en mí como dragón arrancado al sueño. El amor que estoy sintiendo no es un sentimiento más en mi vida sino un fuego que vuelve a arder en mí de nuevo tras haber estado escondido y que devora mi corazón como serpiente ponzoñosa que destila sabroso veneno. El amor me convierte así en maestro de llagas y me prepara el néctar de una dulce amargura para apurarlo igual que un cáliz no consagrado en el altar de un mundo que azotan malos vientos con tormenta de fondo levantada en mi mente.
(Poema del libro Con la miel en el corazón antes que en los labios —inédito—)
ágora
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CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Emilio Quintanilla Buey
¿Por qué será que un árbol embellece envejeciendo, y un hombre espera redimirse sólo con los despojos de la juventud?.
(Silvina Ocampo: del poema ENVEJECER).
SENECTO CORPORE
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Sabedora del riesgo que entraña mi albedrío temías —sin motivo— mi olvido o mi rechazo, y esperabas celosa plantada en el ribazo a un loco que venía de soñar junto al río.
¿Cuánto vive una acacia?. ¿Y cuánto una persona?. Estábamos llegando a un final convergente. Otra grieta en tu tronco... otra arruga en mi frente... El tiempo va pasando y el tiempo no perdona.
Yo llegaba sudando, caminador de estío, buscaba la apacible sombra de tu regazo y apoyaba en tu tronco mi sien y mi antebrazo para que se juntaran tu latido y el mío.
Llegaste a ser el árbol más viejo de la zona. Se te caían ramas en mayo, de repente, y empleabas conmigo un lenguaje incoherente que te hacía mimosa, irritable, gruñona...
Tenía carga erótica la escena, ciertamente. ¡Un hombre susurrando requiebros a una acacia y haciéndole caricias delante de la gente!.
Tratando de animarte, puse todo mi empeño en darte una esperanza que yo mismo no aguardo, pero tú me decías:«Hazme vivir un sueño;
Tu miedo y mi osadía, tu recato y mi audacia hacían de lo nuestro un amor diferente: no era un amor humano, por suerte o por desgracia.
dedícame un soneto donde me llames dardo, flecha de fe, saeta, mástil, prodigio isleño o surtidor enhiesto, como hace don Gerardo».
Al principio mostrabas alguna reticencia a iniciar un romance que era un drama en sí mismo. Una acacia y un hombre ebrio de misticismo tienen todas las trazas de una mala experiencia.
Cuando yo te leía lo que traía escrito en mi viejo cuaderno lleno de tachaduras, tú a contraluz trazabas sobre el papel figuras como si me dijeras sin ganas: «Muy bonito»,
Para empezar, hicimos promesa de abstinencia sustituyendo el sexo por el compañerismo. Encontramos las claves para un casto erotismo y lo fuimos llevando con cariño y paciencia.
pero había en tus hojas un temblor infinito cuando se desbordaron al fin tus amarguras: disimulaste el llanto mirando a las alturas, te meciste en el viento —tu gesto favorito—,
Te di todo lo bueno que un hombre pudo darte. Tú por tu parte hablabas del sol y la meseta y yo te recitaba poemas por mi parte.
y por fin me dijiste: «Yo te he escuchado atenta. Escúchame tú ahora. Esto se está acabando. Mis ramas se desprenden y tú ni te das cuenta.
Fabulábamos juntos la acacia y el poeta, hasta que llegó un día sombrío en que al tocarte noté que estabas trémula, desazonada, inquieta.
Hazme ciprés de Silos, para ser fuerte cuando más amenazadora se vuelva esa tormenta. ¿No ves esa tormenta que me está amenazando?».
ágora
CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Emilio Quintanilla Buey
Tienes mi mismo miedo. Tengo tu misma pena. Nos estamos muriendo a chorros, vida mía. Pero no puedo verte llorar. Desde ese día renuncio cada tarde a repetir la escena en que yo regresaba con mi libreta llena de racimos de letras —brotes de poesía—, me sentaba a tu vera, y allí te los leía echando a volar versos en la tarde serena. Te necesito, acacia. Y tú me necesitas. Al final del poema deseo hacerte un ruego porque, si no te importa, quiero que me repitas el juego de las voces sin estrenar. El juego en que tú susurrabas palabras nunca-escritas y yo las transformaba en nunca-versos luego. Pronto seremos humus. Materia reciclada. Se agotó nuestro tiempo, y la Naturaleza hace de vez en cuando inventario y limpieza para no tener género fuera de temporada. Pero para ese viaje te quiero ilusionada. Iremos los dos juntos de cara a la belleza. Este sol que calienta mi piel y tu corteza seguirá con nosotros en la nueva alborada. ¿Querrás hacerte olvido conmigo, compañera? Las personas mayores se vuelven caprichosas y yo tengo un capricho de mayor. Yo quisiera un ramo de tus ramas —ni claveles ni rosas—. Y que mi último traje sea de tu madera para seguir hablando los dos de nuestras cosas.
ágora
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CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Juanjo Parcero
Así es como se anuncian las visiones, las misiones y sus misioneros como lágrimas que recogen otros como lunes huérfanos que ya no quieres. Somos fugitivos, de nuestra rápida sentencia en juicio rápido y eterna fiscalía de vida, sentencia debida, música de estrellas, cuando otros nos preguntan el porqué. Algunos matarían por un cigarrillo, otros se matan por el petróleo que no disfrutan. Unos cuantos divagan, muchos nos preguntamos, en esa serie de bostezos que llamamos existir ¿dónde se puede encontrar la emergencia? La matan porque era suya, la rematan con hijos no deseados, con parejas indeseables, vamos con el recuento, a día D del mes M diez mujeres y el hijo de una de ellas. Repetimos la brutalidad bárbara que creíamos de libro de Historia Antigua, con víctimas mediáticas, políticos con la boca llena, ellos y ellas debaten medidos y medidas para erradicar plagas del XXI, y de repente interesó en los diarios, en los telediarios. Si a mi bisabuela le pegaba su marido, no.
Atardece. En el barrio, en la orilla de la Expo, en un pueblo cualquiera. Mi progreso es mío, el egoísmo es de cada uno. Dos o tres matices, por favor, esto es un poema sensible. Una ranura de máquina expendedora me recuerda el sabor de ayer. Con las trastadas de mis chicos, voy renaciendo y dejando las certezas. Mañana será también un día de un mes, de un año, de una manera y un reloj. Respiro. He contado muy deprisa mis inspiraciones. No están hoy las musas conmigo. Bravas regateadoras todas esas calles de tiendas, de cantinas. Voy tirando. Calle abajo, calle a un lado, estoy aquí, estoy vivo. Los versos cubrirán los socavones, actuarán como aplanadoras gigantes, nos harán revivir, recuperarnos, apreciar este hoy que nos acusa. Mantengan los cinturones abrochados. Van en silencio. Luz melancólica de las seis de invierno. Materia gris de las emociones, contempladas, contemplada. Muchos no hablarían de esta sola revisión de los antojos, de una vez no más. Y este atardecer no, no se repetirá.
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ágora
CREACIÓN LITERARIA POESÍA
José Antonio Conde
DAFNE El arquero instala sus metales, convoca la destreza del amor ante la obsesión de la apretura nupcial. Bella en la desgracia del laurel, ningún vínculo de pasión en el dardo infalible del plomo, ningún pretexto que desmienta el vaticinio del labio en los índices del ramaje. Desesperada, anduvo en el perímetro del padre hasta olvidar su gesto, derramando las hojas sobre la conducta de Apolo.
ARTEMISA Cuando la ausencia entra en el costado, cuando el ritual de los tahúres desconoce los élitros y la sombra tiene el letargo de los racimos, es ella quien escoge la obsidiana y el aceite, el llanto y la quemadura. Es ella la que conduce el esplendor de los ángulos hasta el cristal de la memoria, para crecer en el despojo del labio al abrigo de la ceniza. Lo que fue tiniebla en el cuadrante y bostezo de materia, permanece fiel hasta su vencimiento.
ágora
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CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Susana Hernández
PARA DECIR QUE TE QUIERO
DESPUÉS DE TANTO TIEMPO
Para decir que te quiero no me hacen falta poemas, pero los tengo.
Después de tanto tiempo recorriendo los pasillos de la nada, han llegando de nuevo, regresan del camino del silencio, cansados, polvorientos, dejando atrás el llanto y los lamentos de un espacio que se deshace tras ellos. Ya salen de la senda oscura sus escasos cuerpos, buscando compartir con sus verdugos unos metros del tranquilo cementerio. Después de tanto tiempo recorriendo los pasillos de la nada, regresan con orgullo nuestros muertos.
No preciso de unas manos para acariciar tu cuerpo, ni unos ojos, que te busquen como la abeja al espliego, ni de oídos que te escuchen cuando aparezca el silencio, pero los tengo. Para decir que te quiero no me hace falta la boca que hay veces que en el amor todas las palabras sobran, y aunque ya tenga tu aroma en lo más hondo del alma, para decir que te quiero no me hace falta. Para decir que te quiero no me hacen falta poemas, pero para hacer poemas, he de quererte ... y te quiero.
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ágora
CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Susana Hernández
EL REGRESO Apenas pueden ver sus ojos las estrellas, pero las sueña. Y su mano, con pulso ya poco firme, aún escribe algún poema que le habla de su tierra; y de su río, el Arba de Luesia; y de su amado, al que perdió en una guerra junto a la cárcel de Ejea. Apenas pueden ver sus ojos cegados por la tristeza, pero los cierra. Recuerda el camino que hasta Puig Moné le lleva, se sienta, respira, espera; se llena con los aromas que le llegan de la Sierra.
Sierra de Santo Domingo ¡Tan bella! De vez en cuando recuerda la fiesta de San Esteban, era en Septiembre … Y regresa a su poema, y a su río, y a su amado, al que perdió en una guerra. Hoy no pueden ver sus ojos cómo acaba este poema, ya ve estrellas, y sus cenizas calientes se han mezclado con la tierra, y con su río, el Arba de Luesia; y con su amado, al que perdió en una guerra junto a la cárcel de Ejea.
ágora
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CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Jesús Claver Giménez
AHORA
Por las paredes blancas se desliza, con desgana, un reloj gelatinoso, cabalgando en la grupa del caballo de los enormes ojos apagados, cuyas crines inmóviles parecen desafiar al ímpetu del viento.
La hipoteca, tu piso, tu contrato, el enriquecimiento repentino de algún edil espúreo y sin ley, los guiños de los grandes almacenes, la tarjeta se agota a fin de mes, y en tus huesos el frío del invierno cuando te toca el turno de las seis.
Es duro constatar que tus deseos, frágiles caprichos de juventud, fueron al instante satisfechos. El mundo se postraba a tus pies. «Para ganar había que vencer»: no importaba por qué, tampoco a quién, ni cómo, ni siquiera para qué. Esta fue la consigna de los tiempos del aquí vale todo, tú después, del talón escolar, el darwinismo social y el espectáculo soez.
Ahora que te sientes uno más, que de un trago la vida no te bebes y del limón aceptas su acidez, ahora que en la noche te desvelas y el colesterol sube de nivel, ahora que, cargado de equipaje, atraviesas el puente compungido, como ocurre en el óleo de Munch con estruendo tu grito seco estalla y tiemblan las entrañas de la Tierra, rompiendo los pilares de tu fe. Nadie te oye, no hay tiempo que perder.
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ágora
CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Jesús Claver Giménez
SENDEROS.
Un deseado sueño tuve ayer.
Llegó el alba, fue duro el despertar.
Los niños construían su perfil endeble de amapola entre colores, brotando naturales de los rostros como la escarcha muestra su rigor en las mañanas frías del invierno. Ávidos de preguntas y respuestas más allá de los textos escolares, proyectaban sus dudas con la urgencia que lentamente asía sus raíces sobre la certidumbre remansada en las orillas fértiles del diálogo.
Hay colegios que anhelan los destellos del arco iris y elevan sus pendones y enseñas ostentando selección; escuelas que trabajan en la sombra porque la diferencia es desafío y, noble, la palabra alza su voz edificando sólidos cimientos donde la convivencia es el camino que, en silencio, conduce a la inclusión; infancias apagadas, sin futuro, perdidas en penumbras donde nunca se puso placenteramente el sol.
Las familias cavaban diligentes en los tempranos limos infantiles con la sabia labor del hortelano. Semilleros de amor y comprensión protegían la senda de las noches rotas donde reinaba la tormenta o imponía la niebla, gris, su luz. Plantas adolescentes emergían hacia la autonomía y el deber a lo largo del tiempo alimentadas en la huerta del esfuerzo y la razón.
Hay padres que dirigen a sus vástagos con espíritu de hielo, comentarios altivos y liturgia militar; algunos desayunan bostezando y su silueta débil extravían en la jungla del euro y el neón. Hogares donde el verbo es fina lluvia que, firme, se introduce en el afecto y asume generosa su función. Al alba, volvió todo a su lugar.
ágora
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CREACIÓN LITERARIA POESÍA
Joaquín Pola
¡DEMOS AL INMIGRANTE UN POCO DE AMOR!
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Con hambre, pena y dolor vienen muchos inmigrantes a la tierra prometida, ayudemos a estas gentes a encontrar en nuestra tierra una digna y nueva vida.
Con un incierto destino sobre las olas del mar mucho tienen que remar, ellos saben que hasta España si la suerte es algo adusta muchos no podrán llegar.
Como unas gruesas cadenas el destino les atenaza las libertades pensadas, y en esas profundas aguas cuantas palabras quedaran ¡por la mar amordazadas!
Por sus gobiernos olvidados y por querer la libertad al mar se lanzan valientes, por buscar el bienestar con sus viejas pateras luchan contra olas y corrientes.
Camino de la libertad brillando sobre las aguas a lo lejos ven una luz, esa luz es la esperanza pero llegar hasta ella su ilusión será una cruz.
Con la esperanza en sus almas se acercan a nuestras costas intentando llegar al sur, pero muchas ilusiones quedarán eternamente en aguas del mar azul.
Dejando padres y hermanos en las aguas de la mar se embarcan al anochecer, con la ilusión en sus almas y llenos de esperanza buscan otro nuevo amanecer.
En la noche tormentosa como avecillas sin madre buscan cobijo y calor, no neguemos a estas gentes si llegan hasta nosotros un poco de nuestro amor.
Dejando atrás su país de promesas y quimeras sus sueños quisieron llenar, pero muchos sueños descansan sin poder realizarlos en el fondo de la mar.
Para paliar la pobreza son muchos los inmigrantes los que vienen en “pateras”, para el que busca trabajo y una vida mas digna no debe de haber fronteras.
El amor en sus vidas es como una fuente de agua clara la cual debemos cuidar, porque es muy triste la vida si llegan a otro país y nadie les quiere amar.
Con cariño y amistad a los que logran llegar mitiguemos su dolor, démosles con alegría y sentimiento verdadero un poco de nuestro amor
Hombres, mujeres y niños apretados y sufriendo llegan con frío y dolor, solo busca el inmigrante al llegar a nuestra tierra trabajo y un poco de amor.
Con sueños y fantasías muchos quisieron volar como una gaviota errante, pero las olas traidoras con sus fuertes sacudidas detienen al inmigrante.
Bajo los cielos de España una sentida plegaria para todos quiero rezar, es para esos inmigrantes que descansan en silencio en el fondo de la mar.
ágora
CREACIÓN LITERARIA POESÍA
CÓMIC CÓMIC
María José Andrés Moral
CÓMIC EL BORDE DEL RíO Cuando llegue a la orilla del río, me sacaré los zapatos, me quitaré el vestido, me sumergiré en las aguas y luego bajo una arboleda inmensa me quedaré mirando al cielo tumbada en la hierba, allí donde los pájaros hacen su nido en los árboles, miraré el horizonte entre las ramas verdes y escucharé la voz del viento siempre a lo lejos, viento transparente que me silva canciones de amor al oído. Y me quedaré en mi sitio, como quien espera su última hora, como quien no hace nada a deshora. Oigo que alguien me llama y se calla. Es la voz del río, con sus profundos murmullos silenciosos, todo en calma, todo tranquilo. Qué paz da el río.
Eduardo Naudín Escuder
BASTARDEANDO LO PRESENTE Eres el que hace baza de lo absurdo el que sueña sin desalentar al despertar solo un más fantasma en mi castillo sucia tu vida de basurero del olvido reyes de bastos toman la barra sotas con oros acompañan al café me apalean bastardos del bien ajeno y las cotorras picotean los restos has vuelto a fallar y yo he vuelto a vivir y aunque tus golpes me los pase por listo estos son los que provocan daños colaterales ¡y contraataco!, tu ignorancia será parte de mi espalda
No sabemos por qué extrañas circuns-
tancias cosas que parecían estar medio olvidadas, al menos para la inmensa minoría, de pronto no sólo reviven, sino que disfrutan su época dorada. Este es el caso, en la actualidad, del cómic; aunque casi sería más conveniente reivindicar la voz española de «tebeo». No obstante, utilicemos una voz u otra, ambas se utilizan para designar una historieta gráfica o narración de una historia a través de una sucesión de ilustraciones que se completan con un texto escrito. Por tanto, no deja de ser una creación literaria más y, desde luego, la revista Ágora está abierta a todo tipo de lenguajes y no se sustrae de cualquier corriente artística en boga. Hasta ahora apenas había tenido presencia en nuestra revista, y no podía pasar más tiempo sin dedicarle el espacio necesario en sus páginas. Afortunadamente, en este número contamos con la magnífica historia ilustrada del joven zaragozano Alberto Cabello, siguiendo el guión efectuado por su hermana Noelia. Sólo podemos añadir una última indicación: disfruten de este maravilloso regalo de los hermanos Cabello, y prometemos que en siguientes ediciones proseguiremos en el camino emprendido en este número.
espero que nunca te preguntes que tus prepotencias te pinten la sonrisa y tus historias se queden en eso, historias espero mientras te suicido poco a poco fuiste nada y el tiempo te hizo daño eres perro o cazador según el suelo que pisas serás cielo o infierno esperando al temporal lo simplemente necio y complejamente idiota.
ágora
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CÓMIC CÓMIC
Guión: Noelia Cabello Dibujo: Alberto Cabello
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ágora
CÓMIC CÓMIC
ágora
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CÓMIC CÓMIC
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ágora
CÓMIC CÓMIC
ágora
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INVITACIÓN A LA LECTURA R
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS
Ágora nunca ha cejado ni cejará en su
empeño de crear el arma más eficaz y precisa para cambiar el mundo: la lectura. Álvaro Mutis, Premio Cervantes 2001, en su Elogio a la lectura expresa con esta contundencia su importancia: «Leer un libro es volver a nacer. Es el cambio para apropiarnos del mundo y de una visión del hombre que, a partir de este momento, entran a formar parte de nuestro ser. Una lectura disfrutada con riqueza y plenitud es la conquista más plena que puede hacer un hombre en su vida. Hay una condición esencial que hará que este regalo de los dioses sea para siempre. La lectura debe causarnos placer. Un placer que venga desde lo más hondo del alma y que ha de quedarse allí intacto y disponible…» Sin duda, de regalo de los dioses pueden calificarse los tres libros, cada uno desde su diferencia, que componen este apartado de la revista. Pero quizá lo más importante: provocan un inmenso placer para nuestros sentidos y nuestra alma. Disfrútenlos.
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LA INVENCIÓN DE HUGO CABRET BRIAN SELZNICK EDITORIAL SM 533 PAGINAS.
Daniel Nesquens
E
ste libro no data de 1902 cuando se estrena Un viaje a la luna, el primer film de ciencia-ficción de la historia del cine; data del siglo XVIII, sumergidos en el esplendor de los autómatas, cuando se desarrollan una gran cantidad de máquinas capaces de escribir, dibujar o tocar un instrumento musical. Entre ellos, el pato de Jacques de Vaucanson, un pato de cobre que es capaz de comer, beber, graznar, chapotear y defecar. Han tenido que pasar más de doscientos años, para que la Invención de Hugo Cabret (otro autónoma) escribiese este libro. Gaby Wood, una brillante periodista, columnista de The Observer, fascinada por aquellos primeros autómatas, escribe en 2003 Edison´s Eve: A magical history of the quest for mechanical life donde, con talento y sabiduría, combina ciencia, historia, anécdotas y literatura de aquellos primeros ingenios e ingenieros mecánicos. Edison´s Eve... llega a manos del escritor e ilustrador estadounidense Brian Selznick, que lo lee, relee y se queda maravillado. Selznick, animado por el éxito de The Houdini box, su primer libro que firma como escritor e ilustrador, e hipnotizado por el capítulo en el que se aborda el personaje y la obra mecánica del cineasta Georges Méliès, decide archivar el asunto. Algún día lo retomará. No ha habido que esperar mucho.
Estamos en la Francia de 1931, en las puertas de la Exposición Colonial Internacional Universal, y no Universal como dice la traductora, en las pantallas de la ciudad se estrenaban películas de René Clair, Jean Renoir... Hugo, hijo de un relojero, huérfano, no solo hereda de su padre su afición a la cronometría, también un autómata incompleto, la obsesión por repararlo y un cuaderno de apuntes que irá cambiando de manos según avance ¿la novela? El muchacho malvive dentro de las tripas de una estación de ferrocarriles donde la gente va y viene, donde un viejo juguetero regenta un pequeño negocio que le da lo justo para sobrevivir, donde los relojes mecánicos funcionan con precisión gracias a los cuidados que les dispensa el joven Hugo, que, solo en el mundo, no le queda más remedio que sisar algo de comida para subsistir y algún que otro de los juguetes que se venden allí mismo para reconstruir el autómata. Y en este escenario de idas y venidas se dan cita el viejo juguetero de pasado glorioso; y una joven desobediente de mirada limpia, aficionada a la lectura; y un muchacho con un parche en el ojo amante del séptimo arte; y un inspector que vela por la seguridad y el orden dentro de la estación; y una locomotora que casi acaba con la vida del garçon... Y el libro. La invención de Hugo Cabret es un libro de acción y emoción, para pequeños, para grandes, para soñadores, pero sobre todo es un libro hecho de sueños. Un libro de imaginación razonada que aprovecha ese pozo emocional que son los primeros años de la adolescencia. Si acaso, nos quedaremos con ganas de volver la vista atrás y retomar pasajes que cruzamos ligeros, un libro que hace añicos los relatos convencionales. Dividido en dos «rollos de película», con una técnica cinematográfica precisa, con un estilo directo, Selznick mezcla, combina, de principio a fin, fantasía, misterio, intriga, suspense, persecuciones, casi atropellos y decenas de guiños a los pioneros del Cine. Y claro, seduce. Como seduce la forma de contar por parte de Selznick: ilustraciones, texto, fotografías se van sucediendo a lo largo de las páginas, cuidadosamente. Nada es casual en la concepción de la obra: las ilustraciones en blanco y negro que captan la fragilidad del momento, los trazos a lápiz, los primeros planos de los protagonistas, los ojos fulgurantes, el borde negro de las páginas que nos sugieren posibles foto-
Ilustra: Beatriz Sumelzo
INVITACIÓN A LA LECTURA RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS
gramas, las referencias cinematográficas, el universo Méliès, los agradecimientos, los créditos del final, el título del libro... Todo engrana casi a la perfección en esta cadena cinemática creada por Selznick (sin banda sonora) en un intento original de crear un libro para jóvenes a lo, salvando las distancias, Sewald. «Limitarse a las emociones de los protagonistas como sucede en muchas novelas, para mí es demasiado pobre», afirmaba el escritor alemán; suscribe Brian Selznick, que, como recomendación, nos pide al principio del libro que imaginemos que estamos a oscuras, como si fuera a comenzar una película. Imaginemos algo más: imaginemos que el pato de cobre es capaz de comer, beber, graznar, chapotear y pasear por la Luna. Nueve: «No es exactamente una novela ni un libro de ilustraciones, tampoco es realmente una novela gráfica, un álbum de fotos, o una película, pero es una combinación de todas estas cosas», palabras del autor. Ocho: ¿Por qué hay tantos malos entendidos entre los protagonistas? Siete: ¿Por qué no utilizar más imágenes para ahorrarnos farragosas descripciones? Seis: Más de cuarenta y cinco mil ejemplares de tirada inicial. Cinco: ¿Se venderán todos? Cuatro: Tarde o temprano se llevará al cine. Tres: Son ciento cincuenta dibujos y veintiocho mil ochocientas ochenta y nueve palabras que puede reproducir la invención de Hugo Cabret. Dos: Brian Selznick incluye las iniciales DVEAMK (pequeña broma entre el autor y un amigo) en sus últimos libros y no las encuentro por ninguna parte. ¿Acaso han desaparecido en el proceso editorial? Uno: ¿Estamos ante una obra maestra o ante una magna obra? Usted mismo. Cero: www.lainvenciondehugocabret.com
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INVITACIÓN A LA LECTURA RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS
Ildefonso-Manuel Gil. Obra poética completa. JUAN GONZÁLEZ SOTO Prensas Universitarias de Zaragoza 982 PAGINAS
Manuel Hernández Martínez
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ue una revista de las características de Ágora se haga eco de una publicación sobre este poeta aragonés tiene un especial mérito. Más aún cuando pasados los ecos de su muerte en abril de 2003 no han sido muchas las voces ni las letras que se han pronunciado y escrito para recordar a nuestro amigo que tanto quería a esta tierra y tantos amigos tenía en ella. Además Ágora acumula grados en su homenaje por la fidelidad de hacer un seguimiento de algunas de las publicaciones que van viendo la luz sobre nuestro escritor. De nuevo es Larrumbe, en su colección «Clásicos aragoneses» la que nos hace presente la palabra de Gil, y ahora le ha tocado a la poesía, después de reeditar su primera novela en 2002: La moneda en el suelo, de 1951. Y el mérito de la edición, con todo el esfuerzo por recoger todos los poemarios y, sobre todo, todos los poemas, es de Juan González Soto, poeta que ejerce como tal y como profesor en Tarragona, donde también se encontraba a menudo con nuestro amigo Ildefonso en las tardes estivales, cercanos a la playa y al Mediterráneo, compartiendo el amor por la palabra poética y la amistad. Los dos volúmenes, 982 páginas incluyendo los precisos índices para una edición así —y la ( 158 )
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estupenda y útil «Tabla de poemas»—, nos traen TODA la obra poética de Ildefonso, prestando un minucioso cuidado especialmente en aquellos poemas que el creador tenía el gusto de repetir, reubicar, retomar, porque la palabra poética para él estaba, como muchas veces decía, viva, y era un incansable buscador del poema perfecto. Por ello, para el que gusta tener conciencia de que tiene en sus manos toda la obra de un autor, y para el curioso o el investigador, aparece una maravillosa «Adenda». Es una colección de «Poemas en revistas y antologías no incorporados a ningún poemario». Sin duda en esta parte hay horas y desvelos de Juan González, esfuerzos y tiempo sacrificados con gusto por amor de la palabra ajena. Comienza el poeta editor su introducción por un título que sintetiza y enriquece la comprensión de la obra de Ildefonso-Manuel Gil: «Poeta del gozo y del quebranto». Con una fórmula de antítesis, muy del gusto también del poeta darocense, encierra dos direcciones o emociones de la poesía giliana. Sólo hay que recordar el «Luz sonreída, amarga luz» con que el propio Gil resumía su visión de Goya. Repasa González Soto en esta introducción los temas de la poesía: el amor, la vida, el dolor, la justicia, la tierra... Ciento diez páginas como entrante del plato fuerte que es la obra poética. En ese entrante el editor va salpicando sus aclaraciones con textos que las enriquecen y saborean: textos del propio Ildefonso o de otros autores de la copiosa bibliografía que también se nos presenta, por supuesto, al final. Me imagino los esfuerzos del editor para ordenar el volumen Cancionero segundo del recuerdo y la tierra, que fue una recopilación de poemas, publicada en 1992, sobre una anterior de 1979, Hombre en su tierra, que a su vez retomaba Cancionerillo del recuerdo y la tierra, de 1952, con nuevos poemas. Lo que ya no puedo ni quiero imaginar es la recopilación de la mencionada «Adenda» con esos veintiocho poemas desperdigados por revistas, libros de otros autores... Como «Jugando a la escultura y a la muerte», del que yo, honestamente, no tenía ni noticia. Jugando a la escultura y a la muerte, propicia a abrirse en flor tu sangre viva, va la emoción del público cautiva en el claro milagro de tu suerte. La fiera persiguiendo y fugitiva, perdiéndose por ti, y por perderte ardiéndose en la fiebre de cogerte y en timidez de corza sensitiva.
INVITACIÓN A LA LECTURA RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS
¿Quiere beber frescor de tu capote, o en su honda sed desea que te brote para su fiebre sangre de tu entraña? Mientras ella te busca ciegamente, tú juegas con su furia diestramente, firmes los pies en filo de guadaña. El poema lo entregó en Madrid en los años treinta a José María de Cossío, que preparaba una antología taurina. Sabrosa es, sin duda, la nota que acompaña al poema, donde se muestra el afecto y la admiración intelectual con que ambos poetas se han tratado, una pequeña historia de amistad que se demuestra en esta breve nota, pero que alcanza a toda la colección.
EL OBJETO DIABÓLICO DE LAS 5 VILLAS EDUARDO MUÑOZ UBIDE Centro de estudios de las Cinco Villas Zaragoza, 2007
Eduardo Muñoz Ubide
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l presente trabajo de innovación educativo- turística pretende, mediante un juego de pistas basado en los tradicionales juegos de búsqueda del tesoro, que el cincovillés (y el forastero) de manera sencilla, amena y socializada, se apropie efectiva y afectivamente de la comarca. Es una invitación a buscar y encontrar, a soñar, a imaginar, a conocer,... pero sobre todo es una oportunidad para jugar como un niño, de zambullirse en la búsqueda de un secreto celosamente guardado por siglos entre las piedras y las gentes de las Cinco Villas. El libro-juego es en sí un mapa del tesoro en el que tú, lector, como si de un juego de rol se tratase,
Sin duda el editor no se arrepiente del esfuerzo ni de ninguno de los minutos de vigilia y búsqueda para realizar esta maravillosa y definitiva edición, porque sabía que trabajaba al lado de Ildefonso, para que su palabra se prolongase en el tiempo, una pala- Ildefonso-Manuel Gil y Juan González. 15 de julio de 2002 bra que nos hace mejores, tanto para escribir, como, simplemente para vivir. Por eso Juan puede decirle también a Ildefonso las becquerianas palabras que tanto le gustaban: «Yo velo mientras tu duermes».
debes asumir el papel protagonista y, siguiendo las instrucciones que dentro del mismo se detallan, completar con éxito tu misión: encontrar el demoniaco ingenio moro que permite ver el más allá. De que tus decisiones sean acertadas dependerá que finalices felizmente tu empresa. La génesis de la propuesta que les presentamos en este libro no es fruto de un día ni de una sola persona. Parte de las aportaciones que desde hace ya varios años venimos haciendo los integrantes del Grupo de Trabajo e Investigación en Actividades Físicas en el Medio Natural de la Facultad de Ciencias del Deporte de Cáceres y de la cooperación interdisciplinar entre los autores. En el seno de este Grupo de Trabajo, se han gestado importantes propuestas de dinamización de entornos urbanos, con la intención de recuperar las calles como espacio y lugar de juego. Desde nuestros inicios hace diez años, ya son muchos los cascos urbanos que hemos dinamizado con éxito, tanto en ciudades, como enclaves rurales. Ejemplos de ello los tenemos en nuestro trabajo en Cáceres, Plasencia, Zaragoza, Huesca, Don Benito, Malpartida de Cáceres, Torrejón el Rubio o Cedillo. Este trabajo ha sido realizado por y para las Cinco Villas como una muestra de gratitud sincera por las emociones que esta comarca nos ha permitido experimentar mientras conocíamos las leyendas e historia de sus calles y edificios, los avatares de los grandes personajes históricos que por aquí pasaron y de los desconocidos cincovilleses que, con su anónimo esfuerzo, forjaron un territorio que es punto de referencia obligado del románico español. Esperamos que su lectura y juego ayuden a que otros también descubran sus maravillas.
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INVITACIÓN A LA LECTURA
LEER PARA VIVIR E n cada Ágora tenemos una cita,
desde estas páginas, para compartir con los lectores nuestras reflexiones sobre aquellos libros que nos han parecido especialmente interesantes y significativos a lo largo del año. Y esta cita pretende ser una invitación a disfrutar, dirigida a todo tipo de lectores. Mimamos especialmente a nuestro público joven, con una selección de las novedades del año; pero queremos también reservar un lugar especial para el público adulto. Y para ello queremos contar con los propios lectores: invitamos a leer, pero también a hacer partícipes a todos, desde estas páginas, de sus descubrimientos. Sólo deseamos que nuestra invitación a la lectura les guste y a todos sea recogida y ampliada para el año que viene.
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LEER PARA VIVIR DE NIÑO Y DE JOVEN Green Wolf y Eva Bajén
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omenzamos desde estas páginas, como cada año, la ceremonia de animación a la lectura. Como todas las ceremonias, requiere de unas pautas y pasos, que se convierten en auténticos ritos, y con las cuales conseguimos que unas páginas de Ágora se transformen en un escaparate lleno de sugerentes reclamos para padres, niños y jóvenes. El primer rito consiste en el paseo por las librerías, con el acompañamiento, si es posible, de expertos, especialmente de esos jóvenes expertos que se detendrán delante de aquellos libros que les ponen brillo en los ojos. Este rito debe repetirse varias veces y, a ser posible, con distintos acompañantes para asegurar la diversidad. Mediante el segundo rito consultamos revistas, publicaciones especializadas o páginas web, que nos pueden guiar, en un principio, por la selva de historias que invaden la literatura infantil y juvenil. Este rito, también deberá repetirse, varias veces, para confirmar nuestra opinión. Para el tercer rito debemos leer, disfrutar con la historia que tenemos entre las manos. Leer de todo es importante, no hay que centrarse en un solo género, porque… ¿sería divertida esta parte de nuestra peculiar ceremonia, si solamente hablásemos de unos libros estancados en una sola materia? Este rito también es posible, y prácticamente obligatorio, repetirlo. Cuantas más veces mejor. Y si quieres que las páginas que se convertirán en escaparate de la revista sean auténticamente mágicas, si quieres lograr que la ceremonia consiga su fin, entonces debes escuchar a los niños y jóvenes, hacer caso de sus entusiasmos y sus decepciones, para pasar inmediatamente al cuarto y definitivo rito de la ceremonia: la selección. Si este cuarto rito se realiza de forma cuidadosa tras haber seguido con atención las acciones anteriores paso a paso, todos los lectores encontrarán un libro a su gusto, desde los niños que comparten la lectura con sus padres, a los que dan ya sus primeros pasos, aunque de vez en cuando disfrutan de la lectura en compañía —¡esos ratos por la noche son tan cómplices!—. Y también los que ya vuelan solos por mundos fantásticos llenos de piratas, elfos, brujos y marcianos; los que esperan encontrarse un hombre lobo o un sanguinario vampiro una noche de luna llena entre las páginas de un terrorífico libro; los que buscan en los libros los saberes eternos, los clásicos universales; los que encuentran nuevos modos de mirar, ideas sobre las que reflexionar. Nuestra ceremonia ha terminado y dan comienzo los ritos de nuestros lectores. Hasta el año que viene.
INVITACIÓN A LA LECTURA LEER PARA VIVIR
ESCAPARATE DE LIBROS LIBROS DE 0 A 5 AÑOS
Autor: Patacrúa
Autor: Mick Manning
Autor: Lorenz Pauli
Ilustraciones: Evely Daviddi
Ilustraciones: Brita granstöm
Ilustraciones: Kathin Schärer
Título: Paco Pasmón
Título: El búho que quería ser gallo
Título: ¡Qué valiente!
Editorial: OQO editora, Pontevedra, 2007
Editorial: Artime, Barcelona, 2007
Editorial: Juventud, Barcelona, 2007
34 páginas
26 páginas
30 páginas
Escrita originalmente en gallego, esta historia, inspirada en los cuentos folklóricos, nos cuenta las aventuras de Paco Pasmón. En su recorrido por todos los oficios tradicionales, aprende cada día algo nuevo y cae en cómicos errores.
¿Qué hacer cuando alguien quiere ser lo que no es para ser aceptado por los demás? Nuestro protagonista descubre que sólo se es feliz descubriendo la propia identidad. Las hermosas ilustraciones son un relato en sí mismas.
Una pequeña obra maestra, resultado del auténtico trabajo en equipo, pues, si la historia es hermosa, no se entendería del todo sin las expresivas ilustraciones. Así, todo lector, sea como sea, encontrará su forma de ser valiente, demostrándoselo a sí mismo y a los demás.
LIBROS A PARTIR DE 6 AÑOS
Autor: Fred Bernard
Autor: Gabriel Martín Roig
Autor: Victoria Pérez Escrivá
Ilustraciones: François Roca
Ilustraciones: Gabriel Martín Roig
Ilustraciones: Claudia Ranucci
Título: Uma, la pequeña diosa
Título: Arte para niños
Título: La pipa de mi padre
Editorial: Juventud, Barcelona, 2007
Editorial: Parramon, Barcelona, 2007
Editorial: SM, Madrid, 2007
37 páginas
96 páginas y 16 láminas
92 páginas
Los cuentos ilustrados pueden ser auténticas alfombras mágicas para viajar, tanto padres como niños, por nuevos y maravillosos mundos. Es un cuento para leer y mirar una y otra vez, para guardarlo como un tesoro.
Ya que en este número de Ágora tiene un lugar especial la ilustración, hemos querido hacer una excepción en nuestra recomendaciones con este hermoso libro que enseña a los niños a comprender el arte, así como los movimientos y pintores más importantes de la historia. Existen muchos modos de mirar y aquí se dan pistas para descubrirlos.
¡Esos adultos que fuman! Max nos narra su historia: qué tuvo que hacer para que esa nube negra que lo seguía a todas partes y siempre estaba pendiente de él descubriera su verdadero cuerpo, su verdadera cara, a qué sabían sus besos.
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INVITACIÓN A LA LECTURA LEER PARA VIVIR
ESCAPARATE DE LIBROS LIBROS A PARTIR DE 8 AÑOS
Autor: Jordi Sierra i Fabra
Autor: Gerónimo Stilton
Autor: Mariasun Landa
Título: El misterio del futbolista secuestrado
Título: Gerónimo Stilton en el reino de la Fantasía
Ilustraciones: Elena Odriozola
Editorial: Edebé, Barcelona, 2007
Editorial: Destino, Barcelona, 2007
Título: Los secretos de Iholdi
192 páginas
377 páginas
Editorial: SM, Madrid, 2007
Amadeo Bola tiene que resolver esta vez el secuestro del famoso astro del balón Gustavinho. Ha desaparecido justo cuando se va a celebrar la gran final y, claro, nuestro protagonista es presionado por todo el mundo.
Los apasionados por este simpático ratón están de enhorabuena porque este libro es una auténtica fiesta para los sentidos y un derroche de fantasía. En él podemos encontrar de todo: brujas, sirenas, dragones, hadas, hombres lobo, unicornios… y ocho olores sorprendentes. Un libro para disfrutar.
88 páginas
«Abuela, tengo un gran secreto y no sé a quién contárselo». Así comienza este libro que narra las aventuras de Iholdi, una chica normal a la que le ocurren cosas poco normales. ¿No nos pasa a todos lo mismo?
LIBROS A PARTIR DE 10 AÑOS
Autor: Daniel Nesquens
Autor: Érik L´Homme
Autor: Vandana Singh
Ilustraciones: Elisa Arguilé
Título: El libro de las estrellas
Título: Vacaciones en el Himalaya
Título: Puré de guisantes
Editorial: Legua, Madrid, 2007
Editorial: Siruela, Madrid, 2007
Editorial: Anaya, Madrid, 2007
278 páginas
184 páginas
Para lectores iniciados, nos teníamos que hacer eco de este éxito europeo muy recomendado por los niños lectores. A Guillemot lo acosa en el colegio una niña llamada Agathe, lo que desencadena una serie de conflictos que permitirán descubrir a nuestro protagonista sus aptitudes como mago.
Tres niños con sus familias y un grupo de disparatados amigos consiguen desbaratar los planes de un especulador en un pueblo del Himalaya. No sólo las aventuras son divertidas, sino que la lectura nos acerca a otra cultura diferente que, sin embargo, muestra que los problemas, actitudes vitales y sentimientos son universales.
102 páginas
Los premiados Nesquens y Arguilé nos muestran de nuevo el producto de su fructífera colaboración. Un accidente en una pierna que impide la movilidad es un buen momento para rememorar acontecimientos interesantes y mostrarnos cómo se ve la vida en una parada del camino.
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INVITACIÓN A LA LECTURA LEER PARA VIVIR
LIBROS A PARTIR DE 12 AÑOS
Autor: Carlo Frabetti
Autor: Tamora Pierce
Autor: Laura Gallego García
Título: Calvina
Título: Alanna la guerrera
Título: La emperatriz de los etéreos
Editorial: SM. Colección El Barco de Vapor, Madrid, 2007
Editorial: Vía Magna
Editorial: SM
122 páginas
230 páginas
305 páginas
Calvina, o Calvino, es un personaje que no deja indiferente a nadie y menos a Lucrecio, un ladrón de poca monta que una noche entra furtivamente en una casa donde va a encontrar su verdadera identidad. Y por el camino, tiene la suerte de conocer a personajes como Loki, el lobo perro, o Licuro, un gigante flautista que es enano (es que va de incógnito), o Emelina, que dirige un peculiar manicomio biblioteca… La visita que realiza Lucrecio, acompañado de Calvina, a este lugar es para no perdérsela, especialmente el «Cara o Qué».
En un tiempo dominado por los hombres, el único deseo de Alanna de Trebond es convertirse en caballero. No tiene otro remedio que asumir la personalidad de su hermano gemelo, Thom, que se va a un convento a aprender magia. A partir de ahí comienza la adaptación, la supervivencia y la búsqueda de aliados. Hay que leer el libro para saber si consiguen lo que quieren.
Bipa y Aer, los pies en la tierra y la cabeza en las nubes. Sin embargo, ¿qué lleva a la pragmática Bipa a seguir en su viaje imposible a Aer, un chico soñador y atolondrado? Es un libro que narra la vida de dos jóvenes muy distintos (el realismo de la primera y la tendencia a desear cosas imposibles del otro) que, de una forma u otra, se ven embarcados en un viaje misterioso, que pasa por un «Cambio», hacia la misteriosa Emperatriz de los Etéreos, guiados por una fría estrella azul. Una novela muy esperada de la autora de Finis Mundi o Memorias de Idhún, entre otras.
LIBROS A PARTIR DE 14 AÑOS
Autor: John Boyne
Autor: Ana Alcolea
Autor: Alice Knipers
Título: El niño con el pijama de rayas
Título: Donde aprenden a volar las gabiotas
Título: La vida en la puerta de la nevera
Editorial: Salamandra, Barcelona, 2007
Editorial: Anaya
Editorial: Salamandra Barcelona, 2007
220 páginas
248 páginas
234 páginas
¿Por qué Bruno debe dejar Berlín, junto a su madre, su hermana, «que es tonta de remate», y su padre? Tal vez porque papá tiene un trabajo muy muy importante, que le ha mandado el Furias, en un lugar muy raro llamado «Auchviz». ¿Y por qué no puede jugar con los niños del otro lado de la valla? ¿Es que Samuel, su mejor amigo, es diferente? Una visita al mundo de la Segunda Guerra Mundial, desde los ojos de un inocente, qué digo, inocentisimo niño.
Tercer libro de Ana Alcolea que amplía su particular universo y demuestra de nuevo que la verosimilitud no está reñida con la aventura y con las vidas maravillosas, y muchas veces el lugar en el que nos sitúa la historia no depende de nosotros, que no podemos juzgar el pasado y a sus protagonistas con miradas estrechas.
En esta sociedad en la que la vida transcurre a ritmo trepidante y en el que a veces es difícil encontrar momentos para relacionarse, una madre y su hija de 15 años utilizan la puerta de la nevera para establecer los cauces de comunicación. A través de esas notas que abarcan desde encargos, avisos, recordatorios, citas, hasta auténticas reflexiones, entramos en las vidas de estos personajes en un momento especialmente problemático.
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LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL
NARRATIVA DE 1º A 4º PRIMARIA
LITERATURA INFANTIL Cada
año es más difícil seleccionar los relatos y los poemas que premiamos y publicamos desde Ágora. Y este problema supone, además, una de nuestras mayores satisfacciones. Es una dificultad porque lo que nos gustaría es publicar muchísimos textos. Pero es una satisfacción porque el hecho de que debamos seleccionar —no tenemos suficientes páginas— implica que la creatividad de nuestros niños, unida al entusiasmo de sus padres y profesores –que están ahí detrás, animando— goza de muy buena salud. Es decir, estamos deseando que nos lo sigáis poniendo difícil. Bienvenidos, problemas.
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1er PREMIO DE NARRATIVA
LA VUELTA A LA NEVERA EN 5 DÍAS Había una vez cuatro verduras en la nevera que se llamaban Judía, Pepino, Remolacha y Lechuga. Un día, el presidente les mandó dar la vuelta al mundo en 5 días, ellos le dijeron que no podían porque era poco tiempo y mucho camino. Como recompensa les daba diez mil verdiles. Entonces se les pusieron las hojitas arriba de contentos que estaban e hicieron las maletas para salir al día siguiente. Cuando salieron, llegaron a la primera bandeja donde habían quedado entre ellos y comenzaron a caminar, al cabo de un rato se encontraron con un ejército de borrajas, cogieron un bote de aceitunas y empezaron el combate tirándoselo la judía a la borraja jefa, y los demás se ocuparon de los que faltaban. Terminó el combate con la victoria de nuestros amigos, cansados de luchar. Vieron a las cebollas y pensaron entre todos que se podrían quedar a dormir entre medio de ellas. Al segundo día, se despertaron con lágrimas en los ojos y siguieron el viaje subiendo a la segunda bandeja. Allí, encontraron una puerta, pero había un problema: tenían que encontrar una llave en un laberinto de yogures. A cinco veletros, encontraron el laberinto. Entraron, anduvieron y encontraron la llave una hora después. Fueron a la puerta y la abrieron. Subieron a la tercera bandeja y estaban agotados, porque era de noche. Durmieron en las salchichas, que eran mecánicas, porque
LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL LITERATURA INFANTIL
2º PREMIO DE NARRATIVA
EL HADA ARCO IRIS decían: «ábrete» y se abrían, y decían: «ciérrate» y se cerraban. Lo pasaron muy bien, muy a gusto y calientes. El cuarto día era un día importante, igual que el quinto, pero vamos al cuarto. El caso es que encontraron unas pirámides redondas. Intentaron escalarlas, pero no podían porque no había piedras. Vieron el fin del mundo desde una altura impresionante y echaron unas fotos para que se lo creyera el presidente. Vieron unos paracaídas y pensaron que podrían meter jamón de York para dormir. Se tiraron y durmieron en ellos. Al quinto día bajaron y recibieron la recompensa. Los habitantes y el presidente no se lo creyeron, pero con las fotos, conocieron el maravilloso mundo de arriba. Y colorín, colorado, este cuento por la chimenea se ha escapado, de la chimenea a la calle y en la calle atropellado.
Había una vez un hada con la que nadie quería jugar. Esa hada se llamaba Arco Iris. Nadie quería jugar con ella porque era muy pequeña. Pero era la más bonita: tenía unas alas de color rosa con purpurina dorada y llevaba corazones de colores por el vestido. Pero aunque fuera tan bonita ella seguía muy triste. Porque lo único que necesitaba era una amiga que no se riera de su estatura, ni nada y que fuera del mismo tamaño que ella. Arco Iris se sentía muy mal y por eso se apartaba de las demás hadas. Un día decidió hacer un viaje a la tierra donde vivían los seres humanos. Y allí encontró una casa con una de las ventanas abierta donde estaba una niña jugando, que era muy chiquitita y simpática, se conocieron y se hicieron buenas amigas como por arte de magia. Y colorín colorado el hada una gran amiga ha encontrado.
Sofía Sangrós Ordóñez Fernando Martín, Yolanda Larraga, Óscar Rodrigo y Álvaro Casas 10 años, 4º Primaria CRA «Luis Buñuel» —Pinsoro—
7 años, 2º Primaria CRA «Ínsula Barataria» —Figueruelas—
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LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL LITERATURA INFANTIL
NARRATIVA DE 1º A 4º PRIMARIA
OTROS RELATOS
EL GATO QUE SE ESCAPÓ Había una vez un gato negro que vivía en mi casa... En la Nochebuena se quedó en la calle y nosotros no lo sabíamos. Entonces mi padre me dijo que se quedó por Navidad con su familia, pero la verdad es que jamás volvió a mi casa. Ahora no tengo más mi gato negro... Patricia Carvallo Patricio 7 años, 2º Primaria CRA «Ínsula Barataria» —Figueruelas—
LA ESTRELLA SABROSA Había una vez una estrella llamada Sabrosa. Un día por la noche Sabrosa relucía como nunca, mucho más que las otras estrellas, y una niña que se llamaba Izarbe estaba en su habitación intentándose dormir, pero no podía dormirse porque la luz de Sabrosa le entraba por su ventana. Izarbe intentó hacer de todo para poder dormirse: contar ovejitas, cantar canciones, leer un cuento, pero nada de nada, seguía sin poder dormirse. Paso un rato y llamó a sus padres, les contó por qué no podía dormirse y sus padres le dijeron que era una estrella; y desde entonces ya no volvió a tener miedo. La estrella Sabrosa estaba muy preocupada porque no dejaba dormir a nadie. Pasó una hora y se le ocurrió una idea: «por las noches brillaré como las demás estrellas, y así todos los niños y niñas podrán coger el sueño antes». Y todos los niños vivieron felices y nunca más volvieron a tener miedo a Sabrosa. Celia Marina Olivito 7 años, 2º Primaria CRA «Ínsula Barataria» —Figueruelas—
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LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL LITERATURA INFANTIL
POESÍA DE 1º A 4º PRIMARIA
1er PREMIO DE POESÍA
2º PREMIO DE POESÍA
La Tortuga Menuda
LA ESCUELA
A la tortuga Menuda le gusta la lechuga. La música es su pasión y le gusta tocar el violín y el trombón. Pero es muy lenta, y siempre llega tarde a las clases de Doña Roberta. Su amigo, el castor «Don Pin Pon», le va a dar una solución. Le enseña a madrugar, y luego, a cuestas le va a llevar, para que sea la primera en entrar. Doña Roberta está muy contenta y felicita a Menuda por ser tan concienzuda. Menuda es muy feliz. Ya sabe tocar el trombón y el violín.
Todos los días después de desayunar voy a la escuela para estudiar.
Alba Miranda Gázquez 8 años, 3º Primaria CRA «Luis Buñuel» —Valareña—
Santi me espera con la lección y deberes a mogollón. Mates, lengua… ¡Ay, qué follón! Salgo al recreo juego un montón pero pronto se acaba la diversión. Las horas de clase hay que aprovechar pues las vacaciones pronto volverán. Carlos Sora Gimeno 9 años, 3º Primaria CRA «Luis Buñuel» —Pinsoro—
OTROS POEMAS
La paz, en paz
La paz, en paz
La paz. Sólo la paz. En sueños mis ojos ven la paz. En otros la guerra. ¿Por qué los ojos de los demás no ven lo mismo que los míos?
La paz, la paz paz para soñar y sólo mientras duermo hay paz.
Alicia Soler Briz 7 años, 2º Primaria CEIP «Ferrer y Racaj» —Ejea de los Caballeros—
Juan Carlos Jiménez López 7 años, 2º Primaria CEIP «Ferrer y Racaj» —Ejea de los Caballeros—
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LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL LITERATURA INFANTIL
NARRATIVA DE 5º A 6º PRIMARIA
1er PREMIO DE NARRATIVA
Diario de Cicely Adams DÍA 23 de Junio Hoy mamá ha decidido que nos íbamos a mudar ya, yo no quería, dejaría a mis amigos, mi colegio, los pajaritos que venían cada mañana a mi puerta para que les diera comida…, pero me han obligado. Y aquí estoy, es una casa mucho más grande que la otra, tiene unos jardines muy grandes, todavía no los he explorado bien, pero mañana lo haré, ahora tengo que irme a cenar, o si no mamá...Pienso en el largo y aburrido verano que me espera y después la vuelta al cole, sin conocer a nadie. ¡Yo no quería venir aquí! DÍA 24 de Junio He salido al jardín, y he descubierto que un riachuelo, pasa cerca de la casa, hay un bosque de sauces, mis árboles preferidos, y lleno de setas. Cuando he decidido darme la vuelta, para volver a casa, he encontrado unas pequeñas pisadas en el camino, y de repente ¡se han borrado!, han desaparecido de mi vista. Es lo más interesante en los últimos días. DÍA 26 de Junio Han pasado cuatro días desde que me mudé, y me estoy aburriendo mucho, así que voy a salir a tomar el aire. He salido fuera y he oído unas voces riéndose y cantando. He seguido los sonidos y he llegado al riachuelo, las voces estaban muy cerca, pero no había nada ni nadie para emitir tal sonido. Y de repente el sonido se ha parado. He corrido a resguardarme debajo de un árbol, ¡en él había pegada una nota!, que antes no estaba. DÍA 27 de Junio Ayer tenía mucho sueño, pero hoy voy a contar lo que ponía en la nota: «Te esperamos donde ellos cruzan el cielo». ( 170 )
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He pensado mucho en lo que significa, no he hallado gran cosa pero pueden ser los pájaros, los árboles, ellos mismos, sean lo que sean, aunque no sepa donde están. No se me ocurre nada más, pero voy a ir a todos los sitios donde creo que pueden estar. DÍA 28 de Junio Hoy he ido a una explanada donde hay muchos pájaros, no he encontrado nada por mucho que he buscado. Esta tarde iré al bosque, estoy segura de que encontraré algo. DÍA 29 de Junio Ayer por la tarde quería salir al bosque, pero las cosas se me complicaron mucho. Hacia las cuatro mi madre planchaba la ropa, que sacamos de las maletas, y yo trabajaba en el ordenador. De repente se oyó un ruido y la luz se fue, todo se apagó. Llamamos a los electricistas, mi madre enloqueció, toda la tarde hubo un jaleo tremendo. Resultado: no me dejaron moverme de casa. Una vez todo solucionado, cenamos y me fui a la cama. No podía dormir. Esperé a que todos durmieran, y me preparé para salir. En el bosque me ayudé de una linterna y de la luz de la luna para guiarme. Vi una pálida luz parpadear a lo lejos, me acerqué sigilosamente y la luz desapareció. ¡Siempre ocurría lo mismo! La luz apareció un poco más lejos, yo me acercaba y desaparecía, y aparecía más lejos. Empecé a correr, tropecé y caí. Cuando abrí los ojos me vi rodeada de unos pequeños seres luminosos. ¡No podía creerlo! Fue increíble cuando uno de ellos me dijo: «Bienvenida a nuestro mundo». Lo que me contaron después no lo podía creer. Escuchaba atentamente y me moría de ganas de escribirlo en mi diario. He pensado toda la mañana en lo que me contaron y por qué me necesitan. He estado toda la tarde en las clases de repaso en las que me apuntó mi madre, son aburridísimas, mi mente estaba en otro sitio.
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DÍA 30 de Junio He pasado todo el día pensando en la solución al problema. Ah!! He olvidado contar cuál es el problema: Aquellos seres me contaron que el guardabosques nocturno los ha observado durante meses y finalmente ha capturado a su reina. Necesitan mi ayuda para liberarla. Confían en mí porque en mis excursiones al bosque me han observado cuidando y respetando plantas y pequeños animales, haciendo dibujos y leyendo un libro. La reina cayó en una trampa que preparó con unos espejos y la capturó con un frasco. Mañana me encontraré con ellos, les daré una solución e iré a la cabaña del guardabosques.
DÍA 2 de Julio Cuando he visto a la reina estaba muy débil, sin la corona mágica el bosque se seca y ella morirá. El guardabosques estaba en su cabaña recogiendo sus cosas, planea marcharse y vender la joya en la ciudad. Había que entretenerlo. Se me ocurrió gritar ¡fuego, fuego!!! El guarda salió y siguió las voces. Yo corrí en dirección contraria a la cabaña para alejarlo de allí. Los duendes aprovecharon y entraron, buscaron desesperadamente hasta encontrar la corona. Corriendo llegué a casa. No me descubrió. DÍA 3 de Julio He vuelto a la cabaña, no había nadie. En el bosque tampoco.
DÍA 1 de Julio DÍA 4 de Julio Me he encontrado con aquellos duendecillos donde me caí al suelo, cuando miré arriba vi el cielo cruzado de ramas de árboles y recordé el mensaje. Les he contado mi plan: iré a la cabaña de día confiando en que esté durmiendo, entraré y la rescataré. Cuando llegué a la cabaña la vi dentro del tarro de cristal, estaba triste, sin luz, sus colores antes brillantes, ahora estaban pálidos. Me dio mucha pena. Vi al malvado guardabosques y entonces me invadió una sensación de odio. Me acerqué, sin hacer ruido, roncó, me asusté pero seguí adelante. Abrí el tarro y la saqué, ya estaba a salvo. Salimos de la cabaña y la llevé con sus amigos, pero... Me llaman a cenar. Pero la reina nos contó desolada que el guarda le había quitado la corona mágica, se la había colocado como un anillo y planeaba vender la joya al día siguiente. Yo pensé que una pequeña corona no tenía tanta importancia, ella ya estaba a salvo. Ellos me contaron: la corona mágica hacía llegar al bosque las distintas estaciones, con su lluvia, sus flores... Pero en manos de un humano no funcionaría. El bosque tendría un largo verano y terminaría muriendo por la sequía. Nos encontraremos mañana «donde ellos cruzan el cielo».
Hace tres días que no sé nada de ellos. ¿Cómo han podido desaparecer así? He estado en el bosque y no he oído sus voces, no hay huellas, ni mensajes. Pero el bosque sigue vivo... Voy a cenar, sin ganas, como estos últimos días. Antes de dormir he visto luces que aparecen y desaparecen,¡son ellos!. Me he asomado a la ventana y allí había una pequeña piedrecilla brillante. Pertenece a la corona, ¡es para mí! Es su regalo. Voy a bajar, voy al bosque, ¡voy a verlos! DÍA 5 de Julio Me alegro de haberme mudado a esta extraña casa, sé que voy a pasar un magnífico verano, tal vez con más aventuras... Laura Domínguez Estallo 10 años, 5º Primaria CEIP «Manuel Artigas» —Pinseque—
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NARRATIVA DE 5º A 6º PRIMARIA
2º PREMIO DE NARRATIVA
EL TESORO DE LA REINA
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Después de eso volvieron a casa muy contentos. Al día siguiente serían cerca de las diez y salían de Zaragoza dirección a Sos. Cuando llegaron fueron a casa de un hermano de Jesús que les había dejado la casa porque estaba de vacaciones. Cuando dejaron las maletas, fueron al museo arqueológico de Sos. Allí Javier fue a hablar sobre su trabajo con el director del museo y además le contó la historia del tesoro. Entonces el personal del museo les dio toda la información que necesitaban sobre el convento. Como cuando salieron del museo ya eran las dos y media de la tarde se fueron a comer. Pero, como habían estado toda la mañana en el museo, no tenían pan para comer. Así que Raquel y Jesús se fueron a comprar pan, pero Javier y Luis se quedaron en casa. Cuando llegaron había un hombre atracando la panadería. Cuando Raquel lo vio por la ventana, su padre ya había entrado y el ladrón lo apuntaba con la pistola. Rápidamente Raquel sacó su móvil y llamó a la policía. Al poco rato se oían las sirenas de los coches de policía, pero en cuanto el ladrón lo oyó disparó a Jesús por la espalda y desapareció por la puerta de atrás. Al día siguiente recibieron buenas noticias, Jesús sobreviviría al disparo pero tendrían que seguir solos la búsqueda. Por la tarde fueron a visitar el convento de las Carmelitas. Cuando se lo contaron todo a la monja superiora dijo que en el oratorio había una especie de escritura en la pared
Ilustra: Cristina Duesca
¡Ring, ring! Sonaba el teléfono en casa de Javier, era Luis, su mejor amigo. Bueno, comencemos por el principio. Javier nació en las Fuentes, un barrio de Zaragoza. Vivía con su padre que era de Sos del rey Católico y su madre que era de Castiliscar. También tenía una hermana que se llamaba Raquel. Estudió idiomas y arqueología. En esos momentos llamaba Luis para contarle que le había encontrado trabajo en el museo arqueológico de Sos del rey Católico. Esa misma noche Javier se lo dijo a sus padres y se pusieron muy contentos, pero su padre puso una cara un poco rara y llamó a Javier. Le dijo que tenía que contarle una cosa y empezó a explicarle una historia de cuando él era pequeño: «Todos los antepasados de nuestra familia han pasado esta historia a sus hijos. Lo que sucedió fue, que cuando la reina Isabel la Católica murió, su marido escondió en Sos el tesoro de la reina, que es una colección de monedas de otras épocas que ahora podrían valer millones de euros. Hay un documento que contiene cuatro enigmas que si se resuelven correctamente te llevarán al tesoro. Pero hay un problema, solo tengo la primera pista y las demás no sé dónde están. Para colmo, a la primera pista le faltan algunas palabras que se han borrado debido a los años». Llevaban ya buen rato pensando en la pista que decía: Un gran palacio soy y en Zaragoza estoy en mi… Hasta allí se podía leer la pista pues los años la habían borrado. Pero Jesús, su padre, dijo: —¡Claro el Palacio de la Aljafería! Allí es donde vivieron los Reyes Católicos. Como ya era tarde Luis se fue a su casa y los demás a cenar. Al día siguiente sacaron cuatro entradas para visitar la Aljafería. Siguieron a un guía para hacer la visita completa y ver todo. Pero en los calabozos se separaron, pues Javier vio escrita en la pared de una celda la segunda pista que decía: Un convento soy, en Sos estoy… Y como siempre, no se podía terminar de leer. Esto levantó un poco el ánimo pues ya habían encontrado la segunda pista, pero ¿quién la escribió? ¿cómo la sabía? Más tarde Jesús dijo: —¡Claro el convento de las Carmelitas! Es un convento muy conocido en Sos.
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que decía: En mí el Rey Católico nació y vivió su infancia, estoy en Sos y soy un gran palacio. La monja dijo que era el Palacio de Sada pero no sabían por qué estaba escrito en la pared. Pero Javier al igual que Raquel y Luis no escuchó sus últimas palabras pues estaban muy ocupados celebrando que ya solo quedaba una pista y estaban muy cerca del tesoro. Al día siguiente le pidieron un permiso al jefe del museo para que pudieran entrar al museo por la noche y así nadie los molestaría. La mañana se les pasó volando en el museo arqueológico, sin embargo la tarde se les hizo larga y aburrida, pues estuvieron en la biblioteca leyendo libros sobre el Palacio de Sada. Esa noche hacía calor y no se veía nadie en la calle. Cuando llegaron le enseñaron su permiso a dos hombres y los dejaron entrar. Buscaron por los sitios más importantes sin encontrar nada, hasta que Luis dijo: —¡A lo mejor la pista está en la antigua habitación de Fernando el Católico! Entonces fueron a su habitación. Era muy grande y tenía un gran balcón por el que se veía todo el pueblo. También había un escritorio de madera y una cama dorada. Pero Raquel se fijó en que había un gran cuadro de la familia de Fernando el Católico y había un bebé que debía de ser él. Debajo estaba escrita la fecha de su nacimiento Fernando 1452. Como ya llevaban mucho rato buscando, Javier salió al balcón para contemplar todo desde esa habitación en busca de alguna pista. Pero cuando se iban, Raquel tropezó con una baldosa que sobresalía y cuando se levantó los tres se fijaron en que estaba escrito encima de la baldosa Fernando 1452.
Así que se dieron cuenta de que era una pista. Entre los tres levantaron la baldosa y allí estaba el tesoro, que contemplaron fijamente durante unos segundos. Cuando bajaron las escaleras, abajo les estaba esperando el director del museo, cuando lo vieron se apresuraron hacia él, pero sacó una pistola de su bolsillo que los apuntaba mientras que las dos personas que les habían dejado entrar salieron por detrás suya y los ataron con una cadena a la barandilla de la escalera. Una vez bien atados los tres cogieron el tesoro y se dieron a la fuga. Pero un montón de policías entraron y detuvieron a los tres. Y también venía la madre de Javier y Raquel, que los desató y dijo: —Vuestro padre me ha contado la historia del tesoro, también me explicó que cuando Javier salía de la entrevista vio en el despacho del Sr. García (que así se llamaba) una pistola idéntica a la que le disparó a él. Sabía que os estaba siguiendo y pensó que sólo quería el tesoro. Y en cuanto me lo contó llame a la policía. Ahora se te va a nombrar director del museo y gracias a los tres este tesoro tan buscado va a ir al museo. Ah, se me olvidaba, vuestro padre ha dicho que os felicitara ya que él no ha venido porque tiene que hacer reposo. Meses más tarde Javier, junto a Raquel y Luis siguieron investigando sobre quién escribió las pistas, pero eso, es otra historia que contar… Alberto Labad García 11 años, 6º Primaria CRA «Luis Buñuel» —Pinsoro—
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NARRATIVA DE 5º A 6º PRIMARIA
OTROS RELATOS
El secreto de un árbol Una mañana de junio, en las vacaciones de verano, dos niñas, Mónica y Sonia, y dos niños, Raúl y Juan, estaban jugando en el parque donde jugaban siempre. Era un parque que estaba un poco apartado de su pueblo y rodeado completamente de bosque. Un día hacía muchísima calor pero aun con todo los niños decidieron salir a jugar al parque, ya que sólo lo conocían ellos. Pasaron allí toda la tarde. Jugaron en los toboganes, a lanzarse agua de la fuente para refrescarse, a los columpios, a la rueda..., y al anochecer decidieron regresar a casa. Juan decidió quedarse un rato más, pero, como se aburría de jugar solo, se fue también a casa. Cuando estaba cruzando por el bosque escuchó muchos ruidos, pero a él no le daba miedo ya que había pasado por ahí muchas veces. Pero, de repente, vio a lo lejos una luz de color verde y se acercó para ver lo que era. Cuando llegó, vio que la luz venía de dentro del tronco de un árbol. Era el árbol más alto que Juan había visto, y también el más extraño. Se acercó poco a poco porque estaba un poco asustado y al estar justo al lado del tronco, vio que tenía una puerta. A Juan le dio mucho miedo y se fue a casa corriendo. Al día siguiente por la mañana, Juan fue corriendo a contárselo a sus amigos Mónica, Sonia y Raúl pero no le creyeron. Entonces Juan les dijo que le acompañaran para verlo, pero cuando llegaron no encontraron nada raro. Entonces Mónica, Sonia y Raúl se enfadaron con Juan. Juan se puso muy triste y se quedó jugando en el parque él sólo. Al anochecer decidió regresar a casa, pero cuando cruzaba el bosque volvió a ver aquella extraña luz verde. Se acercó corriendo y decidió abrir la puerta ya que sus amigos no le creían. Cuando abrió la puerta no veía nada, sólo una luz verde. Estiró el brazo haber si pasaba algo. Al no pasar nada decidió entrar. Al
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entrar, una nube de humo no le dejaba ver, pero siguió caminando. Cuando la nube de humo desapareció, un escalofrio recorrió su cuerpo y pudo ver el fantástico mundo que ahí se escondía. Pero decidió no seguir más a delante y se fue corriendo a buscar a sus amigos para que lo fueran a ver y así le creyeran. Cuando volvió al pueblo, todos los vecinos y los padres de Juan lo estaban buscando. Cuando lo vieron llegar, Juan no sabía que pasaba y le preguntaron que donde se había metido ya que era demasiado tarde. Entonces él se dio de cuenta de que el tiempo en ese mundo pasa más rápido, y entonces les contestó a sus padres que se había quedado dormido ya que tampoco les podía decir que estaba en el parque porque sólo lo conocían ellos. Al día siguiente Juan se fue al parque a jugar como todos los días y ahí estaban sus amigos, así que Juan les contó lo que había visto y decidieron todos quedarse hasta por la noche para verlo. Cuando se hecho la noche, la luz brillante apareció. Juan, Mónica, Raúl y Sonia se acercaron al árbol. Juan les dijo que no tuvieran miedo, que no pasaba nada. Entraron por la puerta y una nube de humo no les dejaba ver, cuando la nube desapareció vieron el fantástico mundo que su amigo les había contado y que ellos no le creyeron. Las casas que ellos veían ante sus ojos estaban colgadas en los árboles. Las personas que vivían ahí, tenían alas y estaban volando alrededor de los árboles. Una niña llamada Cornelia se acercó a ellos. Era un hada pequeñita con el pelo verde y unas orejas enormes, era la más atrevida de todo el pueblo de las hadas, llamado Darnes. Era un pueblo con mucha amistad, cariño y bondad, ya que entre las hadas solo había cosas buenas. Los niños se quedaron fascinados con lo que veían. De pronto todas las hadas que vivían ahí los rodearon ya que nuca habían visto nada igual y los niños se asustaron, pero no paso nada, solo los miraban extrañados.
El rey de las hadas se presentó ante ellos, se llamaba Lufos, era un hada anciano, con una larga barba de color morado, sus alas estaban rotas por los años, así que volaba haciendo eses. El rey era bondadoso y como veía que parecían buenas personas, los invitó a quedarse a desayunar con ellos. Los niños aceptaron y el rey ordenó que prepararan el desayuno. Cuando lo trajeron, los platos y las tazas eran tan pequeñas que los niños no podían cogerlas con sus manos. Así que el rey se disculpó ante ellos y les invitó a regresar cuando ellos quisieran. Entonces los niños regresaron a sus casas. Cuando regresaron a su pueblo, los padres de los niños estaban preocupados por ellos, pero los niños no dijeron donde se habían metido. Cuando pasaron unos días los niños volvieron a Darnes. El pueblo había cambiado. Las casas seguían en los árboles pero también había una casa en el suelo pero era muy grande. El rey Lufos había mandado que construyeran una casa grande para sus amigos grandes. Cuando el rey los vio llegar, se alegró mucho y les enseñó la casa que había construido para ellos. Dentro de la casa era como si estuvieran en las suyas propias. Los niños se quedaron a desayunar, comer y cenar. Tan bien lo pasaban en el pueblo de Darnes que se olvidaron del tiempo. Al regresar a su pueblo, de nuevo, sus padres estaban súper preocupados. Llevaban tres días desaparecidos. Los niños estuvieron castigados muchos días y cuando regresaron al parque para jugar se quedaron hasta tarde para ver el árbol de nuevo y a sus amigas las hadas. Pero el árbol ya no se iluminaba y todos los días se acercaban con la esperanza de que se iluminara de nuevo para ver a sus amigos.
Karen Liso Sada 11 años, 6º Primaria CRA «Luis Buñuel» —Pinsoro—
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TOM Y EL MUSGO Tom era un muchacho que vivía en un pueblo próximo a la montaña, le gustaba mucho la naturaleza. Su mayor alegría era que llegara el domingo, para pasar sus ratos libres leyendo en el campo. Un día se levantó muy pronto y le dijo a su madre que le preparara la mochila para ir a la montaña. Caminando se alejó bastante de su casa hasta llegar a una cabaña, en la que vivía un leñador llamado Isaías, éste le preguntó hacia dónde iba y Tom le contestó que a pasar un rato al campo. Isaías le propuso que caminara por el sendero que se dirige a la cumbre de la montaña, para llegar a una pequeña pradera de musgo y así lo hizo. Cuando llegó estaba cansado, se sentó en el musgo y se sintió como si estuviera en una gran alfombra de terciopelo. Comenzó a leer y oyó una voz que salía del suelo, era el musgo que quería hablar con Tom. Le comentó que estaba muy preocupado porque era un verano muy seco y podría morir por falta de humedad. El muchacho
le dijo que tuviera esperanza, que ya vendrían las lluvias del otoño. Tom regresó a casa triste, sus padres le preguntaron lo que le pasaba, éste les dijo que había estado en una pradera de musgo, que se estaba secando y tenía que hacer algo para salvarlo. Se le ocurrió la idea de que siempre que fuera a verlo le llevaría agua. Llegó el domingo siguiente y Tom fue a ver al musgo, le llevó agua, empezó a humedecerlo y éste se puso muy contento. Así lo hizo hasta que llegaron las lluvias y al musgo poco a poco le empezaron a brotar hojitas nuevas. Tom se sintió muy feliz por mantener la vida del musgo, a la vez que había cuidado de la naturaleza Nuria Aranda Gallego 11 años, 6º Primaria CRA «Monlora»—Valpalmas—
Las aventuras de los duendes Patapum y Fortachón Era un día de clase y el director Liting estaba contando a sus alumnos pero se dio cuenta de que faltaban dos. —¿¿ Dónde están Patapum y Fórtachon, esos dos duendes irresponsables?? Los dos duendes estaban en un camino que no conocían de nada, y Fórtachon preguntó: —Patapum, ¿estás seguro de que sabes dónde estamos? —Por supuesto que sí—dijo Patapum, sin tener ni idea él tampoco de dónde estaban. Ellos simplemente caminaban y al final
se adentraron en un bosque muy denso. De repente… apareció un escorpgorila gigantesco, animal con cuerpo de gorila y espalda y cola de escorpión. Patapum gritó: —¡Estamos perdidos, perdidos, perdidos! Pero de pronto apareció un duende que no conocían de nada, montado sobre un pájaro carpintero que apretó a un interruptor instalado en un árbol, con el que se abrió una trampilla debajo de los pies del scorpgorila, haciendo que se cayera en un pozo muy profundo. Fórtachon y Patapum dijeron a la vez:
—Gracias nos has salvado la vida. Por cierto ¿cómo te llamas? —Me llamo Ástuto y este es mi pájaro carpintero Ratma ¿Quién sois y qué hacéis aquí? —Yo soy Patapum y este es Fórtachon, mi hermano, y en cuanto a lo de que estamos haciendo aquí… nos hemos escapado del colegio. ¿Quieres ser nuestro amigo? — Sí, y también me encantaría ir al colegio con vosotros. — ¿Seguro? Mira que es un tostón —Lo sé, pero me gusta mucho aprender. (Continúa)
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NARRATIVA DE 5º A 6º PRIMARIA
OTROS RELATOS ./..
—Bueno, nosotros te lo hemos avisado. Los duendes se acordaron de que habían ido allí sin saber dónde estaban, por lo tanto no sabían cómo volver y se lo contaron a Ástuto. Ante esto, Ástuto dijo: —Nos montaremos en Ratma y volveremos a ver si vemos el colegio. —Bueno, como tú quieras. Entonces los tres duendes emprendieron el vuelo y encontraron el colegio. — ¿Es eso el colegio? —Sí, es eso —¿Ahí es donde no queréis ir? ¡¡Con lo guay que es!! Los dos duendes le miraron asustados. Entonces los duendes dijeron a Ástuto: —Mira, ahí es donde te tienes que apuntar para ir al colegio. —Lo haré encantado Y Ástuto fue directo a apuntarse. Cuando terminó de apuntarse fue a casa de Fórtachon y Patapum a jugar. Pero cuando llegaron a su casa, el tío de Patapum y Fórtachon, Alegroto, les dijo: —¿¿¿¿Pero dónde estabais???? ¡¡¡¡¡ El director Liting me ha dicho que os habéis escapado del colegio otra vez!!!!! , y ¿¿Quién es éste? —Es un amigo que nos hemos encontrado. En este momento Alegroto explotó de furia. —Ehhhh ¡Nos vamos! —dijo Patapum corriendo a su habitación. Al día siguiente los tres duendes fueron al colegio. —Hola. Como todos sabéis, soy el profesor Farunche, profesor de transformaciones y os quiero presentar a una alumna nueva: Lalayla
A instante entró una chica en la clase de la que se enamoró Patapum. Después de una larga clase tocaba el recreo, aunque a Patapum se le hizo cortísimo por una razón: el amor —¡Oh, oh, oh, mi querida Lalaila!. Le voy a espiar para ganarme su amor. Entonces Patapum, pestañeó unas cuantas veces y se fue a espiar a Lalaila, y oyó esto: —A mí no me importa lo guapos que son los chicos, sino lo inteligentes que son. Y entonces Patapum se comprometió a ser el mejor estudiante de todo el colegio, y parece que se hizo realidad. Siempre respondía a las preguntas de los profes muy bien, no tenía ni un mal en sus libros, las pociones eran las mejores de todo el colegio. Patapum iba al colegio feliz y finalmente… ¡Lalaila se fijó en él! Peeeeeeeeeeero un día el chico más guapo de la clase y además listísimo rompió el corazón a Patapum al enamorarse de Lalaila. A partir de ese día Patapum ya no era el mejor de su clase sino como había sido siempre, al creer que Lalaila ya no se fijaría en el sino en el otro chico . Patapum tenía el corazón tan destrozado que se fue de su pueblo. Patapum caminó tanto rato que no sabía donde estaba, pero al final, entre ramas vio a Astuto, Fórtachon y Lalaila montados sobre Ratma. Entonces Lalaila dijo: —No quiero a ese chico, sólo te quiero a ti. Alumnos 4º y 6º Primaria 9 y 11 años CRA «Luis Buñuel» —Santa Anastasia—
LA LAGARTIJA MARGARITA Había una vez en un pueblo llamado Villa Campo unas chicas que se llamaban María y Elena. Habían ido a pasar unas vacaciones con sus tíos, y todos los días bajaban al huerto y regaban las plantas. Un día bajaron y se dieron
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cuenta de que había una lagartija en el muro. Se acercaron para verla mejor y notaron que no era una lagartija cualquiera, sino que era una lagartija sin cola.Todos los días María y Elena bajaban a buscar a la lagartija pero no todos días la encontraban. Un día
María, la más mayor de las dos, decidió que le deberían poner un nombre. Elena insistía en que quería que se llamase Margarita y al final se llamo así. Un día se dieron cuenta de que Margarita les quería decir algo. Les dijo que si querían les podía hacer más
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«pequeñas» y vivir aventuras por la selva, que era la hierba del huerto. Las niñas se alegraron mucho de tener una nueva amiga y le dijeron que si. Al día siguiente bajaron al huerto, y Margarita, la lagartija, les estaba esperando en el muro. La lagartija sacó de su tripa una varita mágica y les convirtió en «pequeñas» a las dos. Las niñas al principio se asustaron un poco porque ahora las hierbas del huerto eran mucho más grandes que ellas. Primero fueron al hormiguero, allí vieron como era un hormiguero por dentro. Era alucinante ver el montón de hormigas que había, todas ellas afanadas en su trabajo. María y Elena también vieron a la hormiga reina, era preciosa, con su traje real y su cetro. Después se despidieron de todas las hormigas y siguieron su camino. Avanzaron por un montón de hierbas y matorrales y se dieron cuenta de que le tierra se movía muy fuerte y después salía de ella un monstruo gigante. Margarita lo saludó porque lo conocía, era el señor topo. Estuvieron hablando un buen rato, les contó todo lo maravillosa que era la vida ahí abajo en la tierra, y les dijo que si querían podían ir a visitar a la señora mariposa. Fueron hasta la casa de la señora mariposa y la encontraron, les fascinó sus preciosas alas de colores. Ella les contó también muchas cosas; cómo era la vida en el cielo, lo preciosa que se veía la hierba desde arriba y que si querían les podía dar un paseo por el cielo. Se subieron a lomos de la mariposa y miraron todo desde arriba, era todo tan bonito, la hierba, los insectos y animales minúsculos y también vieron al señor topo. Después la mariposa les dejo de nuevo en tierra y las niñas y Margarita siguieron su camino. Después de mucho andar vieron a una familia de erizos y les saludaron; los erizos jugaron con María y Elena
mientras que la madre de los erizos y Margarita charlaban entre ellas. Los erizos les dijeron a María y Elena que si querían podían ir a su casa y podrían merendar y jugar con sus juguetes. Al llegar a la casa de los erizos merendaron chocolate con churros y cuando acabaron fueron a jugar con los juguetes de los erizos. Después se despidieron de la familia de erizos y se fueron. Margarita les dijo que como ya era de noches las convertiría en «grandes» y que mañana podían seguir conociendo todo lo que había debajo de la hierba. Las niñas se despidieron de Margarita y le dijeron que mañana si que bajarían. Al día siguiente las niñas se levantaron muy temprano, desayunaron pronto, se vistieron y bajaron al huerto. Allí estaba otra vez Margarita esperándoles para seguir con su viaje. Margarita sacó de nuevo de su tripa la varita mágica y las convirtió otra vez en «pequeñas». De repente, cuando estaban caminando, Elena se pegó a una tela de araña. María y Margarita le intentaron ayudar, pero se asustaron mucho cuando vieron venir a la señora araña; Margarita no se asustó porque también la conocía. La señora araña desengancho a Elena de su tela de araña y estuvieron charlando un rato, les contó que ella hacia la tela de araña para atrapar a sus presas y comérselas y que su comida favorita eran las moscas. También les dijo que no muy lejos de allí vivía una familia de escarabajos que encantados les darían de comer. Las niñas acompañadas de Margarita fueron a la casa de los escarabajos. Allí comieron: de primero sopa de murciélago, de segundo ojos de vaca y de postre una tarta de hormigas. Los escarabajos les dijeron que no entendían por que la gente les tenía miedo si ellos eran muy buenos y no hacían nada malo. María y Elena
les dijeron que eso sucedía porque a los humanos les parecían repugnantes aunque eso no era así. Les dijeron también que si querían podían ir a visitar a las abejas. Fueron hasta donde vivían las abejas y vieron que estaban trabajando. Unas traían el polen para hacer la miel, otras enseñaban a las abejas pequeñas a volar, la reina ponía los huevos para que nacieran nuevas abejas y otras abejas enseñaban a recoger el polen a las abejas más pequeñas. También vieron a la abeja Maya y a sus amigos, estuvieron charlando un buen rato y Maya les dijo que les iba a dar un buen tarro de miel hecha por ellas, las abejas. Luego se despidieron de las abejas y salieron al exterior, se dieron cuenta de que ya había anochecido y tendrían que volver a casa, también les dijo que ya no había más que ver ahí abajo. Al día siguiente sus tíos les comunicaron que las vacaciones habían llegado a su fin y deberían volver a su pueblo para ir al colegio. Las niñas bajaron al huerto a despedirse de su mejor amiga Margarita. Al rato llegaron los padres de María y Elena y las niñas tuvieron que volver a su pueblo. Pasaron muchos días de ir al colegio y estar en su pueblo, pero al fin habían llegado de nuevo las vacaciones. Las niñas se alegraron mucho porque volverían a ir con sus tíos a Villa campo y verían a Margarita, su amiga. Al llegar al pueblo las niñas bajaron corriendo al huerto y al encontrar a Margarita se dieron cuenta de que le había crecido la cola y por lo tanto ya no tenía poderes mágicos. Ese verano ya no sería tan divertido, no podrían tener más aventuras con su amiga Margarita.
Irene Igual López 11 años, 6º Primaria CEIP «Alfonso I» —Tauste—
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LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL LITERATURA INFANTIL
POESÍA DE 5º A 6º PRIMARIA
1er PREMIO DE POESÍA
2º PREMIO DE POESÍA
LA CARTERA
La paloma
Arrastrando mi cartera con esfuerzo sobrehumano voy andando por la acera y cambiándola de mano.
Era una paloma, punto y coma. Que se había ido, punto y seguido. Que se fue a Marte, punto y aparte. Era un animal, punto y final.
A mitad del recorrido se me añade un compañero, el cansancio es compartido y se hace llevadero. A la escuela ya llegamos con los brazos doloridos y el trayecto terminamos con dos fuertes resoplidos.
Zornisa Ilieva 11 años, 6º Primaria CEIP «Ferrer y Racaj» —Ejea de los Caballeros—
Mario Villa 11 años, 6º Primaria CEIP «Ferrer y Racaj» —Ejea de los Caballeros—
OTROS POEMAS
EL AGUA 1 El agua es transparente, como el río y sus afluentes.
Si kilos quieres perder, agua has de beber.
En la estanca de la Llana, viven patos y alguna rana.
Si el agua tiene color, ¡No bebas por favor! Que te causará un gran dolor.
El agua en el bar, si bebes tienes que pagar. En el mar el agua va y viene, y eso no sé si nos conviene.
Pero si el agua es normal, El agua es buena y natural. Noelia Moreno Casado 11 años 6º Primaria CEIP «Cervantes» —Ejea de los Caballeros—
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LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL LITERATURA INFANTIL
¿DÓNDE ESTÁ EL AMOR?
El agua y la amapola
Paso a paso, paso a paso, sigo mi camino y no me canso.
El agua sin cesar va corriendo a cada par. Las amapolas le esperan pues sin agua años llevan.
Beso a beso, beso a beso, rozo tu labios, así me expreso.
—¿Dónde está?—Se preguntan ellas El agua no llega. ¡OH! ya llegó, y su aliento palpita como el corazón de la hojita.
Una mirada, un suspiro, ¿Por qué te quiero? No me lo explico. Paso a paso, dame tu mano que yo te llevo. Jessica Bergüés Sanagustín 11 años, 6º Primaria CPR «Los Bañales»—Sádaba—
PERDIDA Me caigo al mar e intento hablar por mucho que me ahogue volaré hasta el final.
Cuando el agua se derrama canta el ruiseñor y nace una flor. Soraya Benmaza Cuartero 11 años 6º Primaria CEIP «Cervantes» —Ejea de los Caballeros—
Las olas suben no sé qué hacer si no veo un barco me moriré. No sé si hace viento o calor pero hay alguien por mí alrededor. Tú eres el árbol que me hace compañía sin ti yo no viviría. Iris Redondo Martínez 11 años, 6º Primaria CRA «Los Bañales»—Sádaba—
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LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL
NARRATIVA DE 12 a 15 AÑOS 1er PREMIO DE NARRATIVA
LITERATURA JUVENIL
ESCUADRÓN IV Ana Cosculluela 12 años 1º ESO IES «Cinco Villas» —Ejea de los Caballeros—
El
futuro está en sus manos. En las manos de estos aprendices que hacen sus primeros pinitos en el arte de escribir. Desde luego, Ágora prefiere que esté en sus manos que en cualesquiera otras manos. Pues, si desde nuestro primer número hemos reivindicado la lectura como la mejor arma para cambiar el mundo y hacer realidad los sueños de utopía, estos jóvenes escritores han leído, y mucho, para escribir con la calidad con que lo hacen. Parecen no tener ningún temor a enfrentarse al miedo atroz que provoca el sentarse ante la hoja en blanco: en todos ellos fluye el verbo fácil y cualquier problema lo resuelven con el mayor de los desparpajos. Relatos variopintos en cuanto a la temática y al estilo, pero unidos todos ellos por la frescura y el candor que proporcionan su maravillosa y tierna edad. De poco servirán estas palabras si no los leen. Hagan el favor, el placer está asegurado.
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L a luz del sol no pasaba por las espesas nubes que cubrían perfecta y perpetuamente la fortaleza
que nunca había visto el sol. En el interior, una sombra de movimientos felinos se agazapó tras el caro jarrón morado que había en un oscuro y lóbrego pasillo. Era su primera prueba. Había superado el resto rápidamente, y en seis meses ya había conseguido llegar a la prueba máxima. Incluso le habían permitido elegir a su coordinador. Y había elegido a Rose. Nadie aprobaba con Rose. Ella misma, días atrás, le había dicho: ─Tienes en cuenta que he examinado a muchos tan buenos como tú, y a otros tantos incluso mejores, y ninguno ha aprobado, ¿no? ─Sí. ─Si pasases, cosa improbable, serías el primero ─la voz de ella era dura. ─Me gusta ser el primero en hacer las cosas ─le había contestado él, con mal disimulado orgullo. Ella se había reído de él. Y por supuesto, le había sentado fatal. Chris se movió a la derecha y le lanzó un cuchillo a la coordinadora por la izquierda. Erró el tiro, pero ella no se movió, siguió dándole la espalda. ─Una técnica bastante pobre ─le comentó ella, a sus espaldas. Él le soltó un puñetazo y la coordinadora soltó el cuchillo que llevaba, sorprendida. Chris se movió de un saltó hacia la puerta y Rose le sonrió. Fue una sonrisa extraña y nada tranquilizadora. Rose Quein entonó una melodía sin letra y dirigió la palma de la mano a un sorprendidísimo y
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2º PREMIO DE NARRATIVA
¡Y QUÉ DIGO YO! Mario Soteras 13 años, 2º ESO IES «Cinco Villas» —Ejea de los Caballeros—
desprevenido Chris. El hechizo lo golpeó de lleno. Salió disparado contra un espejo. Casi gritó de dolor. Casi. Tenía delante un trozo del vidrio teñido. Se examinó el rostro comprobando si el conjuro de Rose le había afectado.Sus ojos negros estaban perfectamente. Su piel tenía alguna magulladura, pero carente de importancia. El cabello rubio le caía sobre los ojos, con las puntas algo chamuscadas. ─No vales para nada, márchate. –le espetó Quein. La coordinadora Quein era alta y fibrosa, de pelo caoba y largo y ojos verdes y duros como el pedernal. Aquellos ojos como gemas lo miraban burlones. Chris gritó de rabia y le lanzó el cristal a la cara. La rozó, en una mejilla, provocándole un corte limpio. La sangre manó de forma abundante, cayendo hasta el suelo. Conteniendo un jadeo de sorpresa, Rose cayó al suelo de rodillas, tapando la herida con los dedos de la mano izquierda. ─Lo… lo has conseguido, chico ─le confesó─ Eres el primero. To… todos se desesperan cuando les digo que se vayan. Tú… tú eres el primero que se ha enrabietado y me ha respondido. ─Me gusta ser el primero en hacer las cosas. –le replicó Chris, con una sonrisa burlona. Rose Quein, coordinadora, hasta ese momento invicta, de la sección IV del Escuadrón, se echó a reír. Chris no cabía en sí mismo de asombro. Había pasado.
N o sé qué tema elegir para hacer la narración. Mi padre me dice que escoja un viaje, unas vaca-
ciones, una actividad, una excursión, un deporte… No me gustan. Mi tío bosteza por octava vez en dos minutos, creo que crece el ritmo hasta que se levanta y descuelga el chorizo y le quita un poco el sueño. Tampoco me convence su tema. Mi tía sugiere que hablemos de los cielos de Aragón. ¡Qué poética! Pero no sé. ¡Y qué digo yo!... Mi prima Ana propone que escriba sobre las Navidades y el consumismo que se hace, pero… ¡y qué digo yo!... Mi abuela dice: —En el mensajero de San Antonio salen muchas cosicas... Tiene buena intención, pero ¡y qué digo yo! Mi madre, cuando se lo digo, me grita y contesta gritándome otra vez: —¡Aún estamos así!!! TODAS LAS NAVIDADES HAS TENIDO para hacerlo y no has querido hacer nada…! Pues ya puedes ponerte las pilas… Vienen a buscarme para jugar al frontón, les digo que no puedo, aunque ahora mismo me iría con ellos a jugar… Siempre me pasa lo mismo, por qué no lo haré el primer día de vacaciones. Voy a hacer un sudoku para despejarme. Un rato después… Regreso, me ha gustado cambiar de las letras, comas, vocales, etc. a los números, me relaja y al mismo tiempo me lo paso bien. En fin, allá voy otra vez; no ha mejorado mucho mi imaginación… Conozco a una persona que…, ese sí que hablaría (luego habría que escribirlo, claro). Es que no calla, le tocas un tema y se cree que sabe de todo. Un día le dijeron que, si aguantaba cinco minutos sin hablar, le pagarían veinte euros. Pero, cuando llevaba dos minutos callado, no pudo aguantar más y dijo: —Lo primero, la salud, oye, que no quiero el dinero. ¡Hala! Si ya he hecho una narración sin darme cuenta.
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NARRATIVA DE 12 a 15 AÑOS OTROS RELATOS
Dos aviones como dos dragones Eduardo Arilla 15 años 4º eso IES «Reyes Católicos» —Ejea de los Caballeros—
E
n un lugar de Aragón Don Quijote se situaba con su fiel amigo, Sancho Panza, intentando atravesar la llanura de la parte baja de Zaragoza. Estos dos hombres se encuentran a mediodía, en medio de la espesura de los campos, intentando cazar para poder alimentarse, cuando, de repente, suena un tremendo ruido ensordecedor, que les llama mucho la atención. Don Quijote mira al cielo y ve a un gigantesco dragón que esta escupiendo fuego. En esto que mira Sancho al cielo le comenta: —Observe, ese es uno de los nuevos instrumentos que usa la gente moderna para moverse de ciudad en ciudad, es muy pequeño el aparato ¿no? —Pero qué me estás contando, Sancho. ¿No ves que es un dragón que ha sobrevivido al exterminio? Y además es muy pequeño por lo que parece, no tendré problemas para intentar matarlo, será fácil. —No piense mal, don Quijote, tiene la mirada sucia, es un pequeño aparato, no es un dragón como dice. Lo único raro que encuentro es como la gente puede introducirse en ese pequeño aparato, debe ser diminuta, como las del circo que vimos el otro día, que le confundió con pequeños monos colgados de las cuerdas —No es verdad, debo ir ahí y exterminar esta especie de una vez por todas, y, además, esos aparatos, que tú dices, no escupen fuego, por lo que es un dragón, te habla un experto como yo. —Pues mire, ¿nos acercamos a averiguarlo? Yo a que es un aparato moderno para la gente y vos decís que es un dragón, a ver quién tiene razón, ¿qué se apuesta? —Yo me apuesto que si es un dragón, me invitas otra vez a ver esos monos colgando de las cuerdas y si es un aparato para la gente te dejo ir en mi corcel una semana entera. —Acepto la apuesta pero no vale picarse como hizo el otro día con los monos, que le tiro la lanza a ver si le daba, eso no se hace, consiguió que nos echaran a patadas del circo, cuide sus modales.
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Al día siguiente de suceder esto, Don Quijote y Sancho caminan todo el tiempo en busca de dicho aparato o dragón. A mitad de la tarde encuentran una explanada asfaltada en las que se situaban muchos de estos seres desconocidos. —¡Aaaaaaaaah, es una epidemia que alguien nos salve de este trágico momento! Dios mío, esto no puede estar ocurriendo, necesitamos por lo menos a todo el reino francés para que nos ayude en esta situación de pánico- dijo don Quijote —Jajá jajá, no se alarme mi señor, que son aparatos como yo decía anteriormente, por lo que he ganado la apuesta, y me parece que he ganado una semana entera en tu fiel corcel. —No se me ría, infeliz, pobre esclavo desgraciado, no ve que tengo que luchar para deshacerme de ellos, ¡al ataque! —¡No, mi señor! Que no son dragones, no le haga ningún rasguño que lo tendremos que pagar, ¡por Dios! Durante la pelea entre el avión y Don Quijote, Sancho ve que se acerca un grupo de sospechosos que llevan una especie de arma negra entre las manos. —Alto, estás detenido por entrar en una zona restringida, y por dañar un aparato propiedad del gobierno por lo que suelte la lanza y baje de ese caballo majareta-gritó la policía. —Pero vos qué decís, bufón, ayúdame antes de que sea tarde, saca tu espada y dale en la cabeza para dejarlo inconsciente, ¡corre! —Por favor, mi señor, haga caso a este hombre, que tiene razón, bájate de ahí y te ayudo en lo que sea mi señor. Finalmente don Quijote es detenido y pasado por orden judicial al distrito 14 (psiquiátrico), y Sancho es trasladado de nuevo a Castillo, por estipulación de un juez.
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Agua: pasado, presente y futuro. Cristian Salafranca 15 años 4º ESO IES «Reyes Católicos» —Ejea de los Caballeros—
E
n el atardecer de un día de invierno, me encuentro sentado en mi sala de estudio ante la ventana. Dirijo la mirada al cielo nublado y, allí, de entre las nubes, sale mi primer pensamiento: ¡EL UNIVERSO! ¡Qué inmenso y espectacular lo veo! Desde mi infancia he oído hablar de planetas, astros, nubes, el agua, o que vivimos en el planeta azul. De pronto, como si me trasladase en el túnel del tiempo, me encuentro en una de las primeras civilizaciones, la de Egipto. Mi indumentaria es idéntica a la que había visto en reportajes sobre Egipto. Durante el tiempo que permanecí en aquel lugar, cerca del río Nilo, presencie la construcción de canales y diques para aprovechar su caudal. Cuando comprendí que había terminado en aquel lugar, me dirigí hasta la ciudad de Ur, en Mesopotamia. Sus ríos, Tigris y Éufrates, también eran muy necesarios y comenzaron a canalizar sus aguas para que sus habitantes pudieran vivir del cultivo de sus tierras. Viajando de civilización en civilización, me encuentro ante Grecia: cuna de filósofos, matemáticos, científicos…A partir del siglo VI d.C. fue el pensamiento griego el que empezó a buscar respuestas al orden del mundo, basadas en la razón. Conocí a Pitágoras, Tales de Mileto, quienes defendían que el principio de todo era el agua, ya que era el único elemento que podía encontrarse en los tres estados: sólido, líquido y gaseoso. Con el transcurso del tiempo y el progresivo desarrollo humano me fui dando cuenta de que aumentaba la demanda del agua para distintos usos y la calidad y cantidad de sus recursos disminuía. De repente, sentí un ligero escalofrió. Abrí mis ojos entornados y descubrí que el cielo se había tornado gris, estaba comenzando a llover. Me acurruque en mi sillón y nuevo pensamientos aparecían ante mí. Escucho a los chicos de mi barrio chapotear en los charcos y comprendo que el agua está en continuo movimiento debido al calor del Sol y a la fuerza de la gravedad. Después de transcurrido algún tiempo, escucho una voz que me interrumpe aquellos pensamientos. Se trata de mi abuelo Pedro. Él escucha mi relato y me hace comprender también la importancia del agua en nuestros tiempos y sobre todo en nuestras tierras
Me cuenta que había oído hablar de ciertos privilegios que había tenido Ejea sobre el resto de pueblos y ríos de su entorno, y, también, de los conflictos que el agua había provocado. Pero lo que más me gusto de la vida de mi abuelo fue su infancia, sus recuerdos y su vida: «El agua se encontraba muy lejana a nuestros hogares. Teníamos que ir a buscarla a fuentes, ríos, y pozos, para después guardarla para el consumo diario. Vivía del trabajo agrícola cuya tierra era seca y árida con una climatología excesivamente fría y ningún medio tecnológico a mi alcance que me ayudase». A su memoria también llegaba la construcción de pantanos y embalses que recogían el agua y se canalizaba hasta las casas. Además, los campos se transformaban en regadío Mi abuelo sonreía y me explicaba lo importante que había sido el agua en su vida y, sobre todo, que la cuidemos para que nunca nos falte. Murió pero me ayudó a comprender que la historia del agua y sus problemas y necesidades se repite a través de los tiempos. Ahora me encuentro en el siglo XXI. Precisamente en este año (2008) se celebra la EXPO en la ciudad de Zaragoza en la cual utilizaremos el agua como elemento imprescindible para tener una vida saludable y digna En Expo Zaragoza 2008 los participantes destacarán, por una parte, las innovaciones en el conocimiento y en la tecnología sobre el aprovechamiento del agua. Por otra parte, recuperarán usos, prácticas y técnicas tradicionales A través de estas innovaciones, los participantes podrán mostrar todas sus ideas y aportaciones para superar las crisis ambientales, en las que destacan el cambio climático, la deforestación,… Pero Expo Zaragoza 2008 será ante todo un punto de encuentro entre culturas diversas y gentes distintas, que propiciara el intercambio de ideas y experiencias de todo orden para combatir las crisis que provoca el agua Por ultimo, la Expo reconocerá el agua como Derecho Humano Universal. Tras haber pasado una hora desde que empezaron mis pensamientos, imaginaciones y recuerdos, me reincorporo al estudio Todo ha sido un sueño, pero pronto se convertirá en realidad.
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POESÍA DE 12 a 15 AÑOS 1er PREMIO DE POESÍA
EL AMOR Me despierto con sueños y temores de encontrarte en mi camino, eres el océano de mi vida, los destellos de mi locura y el regalo de mis ojos. Guardo en mi memoria tu rostro y mi alma, susurro tu nombre y rezo cada noche con encontrarte. Que mi voz es tuya, te regalo mi voz y mi alma. Por ti lo daría todo, por oír tu silbido y una vez mas por mirar tu dulce sonrisa como la miel. Tus ojos son como esmeraldas y tus labios rojos como el carmín, que mi voz es tuya, te regalo mi voz y mi alma.
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2º PREMIO DE POESÍA
EL AGUA Tú, que estas en grandes lagos, tú, que vas siempre perdida, tú, que bajas por arroyos cada vez con menos vida. Se secan los manantiales, las fuentes piden ayuda, acuden los animales sin tener la menor duda. Te cuidan y te protegen solo por necesidad, unos que te almacenen, otros que te dejen pasar. Desarrollo sostenible gritan todos al pasar, los que no te valoraban, ahora te han de valorar. Con Fluvi lo que se espera es intentar concienciar, que nos queda poco agua para poder disfrutar.
Patricia Bericat
Cristina Muñío
15 años 4º ESO IES «Reyes Católicos» —Ejea de los Caballeros—
15 años 4ºESO IES «Reyes Católicos»—Ejea de los Caballeros—
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LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL LITERATURA JUVENIL
NARRATIVA DE 16 a 20 AÑOS 1er PREMIO DE NARRATIVA
YO LAS CONTARÉ POR TI Inés Escario
1º Bachillerato «IES Cinco Villas» Ejea de los Caballeros
E
ra una noche clara y fría de invierno cuando conocí a Berta. Me apresuré en el primer autobús que llevaba a los suburbios de la ciudad y durante el viaje me dediqué distraídamente a mirar por la ventanilla ese paisaje tan extraño para mí. Las casas en ruinas y las numerosas pintadas en algunas de las paredes destacaban con los edificios modernos que quedaban al fondo, cerca de mi facultad de periodismo. Tras bajar del autobús comencé a caminar sin un rumbo concreto pero pronto reconocí lo que estaba buscando. Decenas de mendigos se apiñaban alrededor de las hogueras de aquella oscura plaza. Sus miradas de extrañeza me hacían sentir bastante incómoda, pero comprendía la curiosidad que suscitaba mi presencia en un entorno tan diferente al mío. Llegó el momento en el que debía acercarme a una de esas personas y proponerles la realización de una entrevista para mi trabajo de investigación. No fue difícil encontrarla porque enseguida tuve la certeza de quien sería la correcta. Había una mujer que había captado mi atención con su expresiva mirada desde el primer momento. Su cuerpo era tan enjuto que apenas se distinguía entre la maraña de mantas que la cubrían y su cara, demasiado arrugada para una mujer de mediana edad, reflejaba un pesar inmenso que le daba un cierto tono enigmático. Supe que aquella mujer tenía mucho que aportar y, cuando le propuse formar parte de mi trabajo, accedió casi emocionada. Se presentó como Berta e inmediatamente comenzó a contarme su historia. Paradójicamente, se crío en una familia acomodada, pero el dinero que gastaba con total impunidad fue, al parecer, su perdición. El alcohol la hizo llegar a su situación actual y, cuando se dio cuenta de su problema, su vida ya estaba destrozada por completo. “Perdí a mi familia, a mis amigos e incluso llegué a perder a mi hijo”, me confesó mientras una lágrima que no intentaba ocultar resbalaba lentamente por su mejilla. Tras una breve pausa e intentando contener la emoción continuó con su relato. En la calle los días eran muy duros y las noches muy largas aunque enseguida encontró apoyo en los demás mendigos que estaban en situación si-
milar. Pero lo que más apreciaban los compañeros de Berta era su gran capacidad para contar historias, que les hacían borrar los duros pensamientos por unos instantes. Pronto se corrió la voz, y ya no sólo eran sus amigos los que las escuchaban cada noche a la luz de la hoguera, sino que también otros infelices se acercaban al barrio atraídos por las sugerentes historias que relataba. Este talento parecía ayudarle a ganarse la confianza de las personas, al igual que hizo conmigo desde la noche en que la conocí. A esa visita le sucedieron muchas otras por lo que cada día iba apreciando más a esa enigmática mujer. Parecía sentirse cómoda conmigo porque, como me reveló en una de nuestras largas charlas, fui la primera persona interesada en conocer la más enterrada e íntima de todas las historias que contenía su mente, la suya propia. Durante varias noches inolvidables fui testigo de sus apasionantes relatos, de las risas de los niños ante imitaciones de personajes de lo más cómicas y del llanto de los adultos y del mío propio ante situaciones demasiado complejas, que eran las protagonistas de sus historias y en las que, de una manera asombrosa, nos veíamos involucrados. Pero la vida en la calle es muy dura y esa mujer tenía una profunda herida por dentro, que dolía mucho más que cualquier angustia y que la estaba consumiendo poco a poco. Esa tarde volví a coger el mismo autobús que en tantas otras ocasiones había tomado y miré, con la misma atención que la primera vez, las ruinosas fachadas que, probablemente jamás volvería a ver. Un sentimiento de profunda pena invadió mi mente, el cuerpo de aquella persona anónima de la que tanto acabé conociendo y que tantas noches deleitó, a quien la quisiera escuchar, había dicho basta. Con un profundo nudo en el estómago recorrí las calles hasta llegar a su rincón y, con mirada borrosa, busqué inútilmente entre la multitud esos ojos intensos que jamás volverían a brillar. Me acerqué a las brasas de la hoguera que había sido testigo de tantas historias y comencé a escribir cada uno de los relatos que allí fueron contados, con la única esperanza de que su voz permaneciera viva para siempre.
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NARRATIVA DE 16 a 20 AÑOS 2º PREMIO DE NARRATIVA
Palabras
P
alabras, palabras, palabras. Después de tanto tiempo todavía no entiendo lo que significan. Todas las mañanas, a la misma hora, el discurso se repite. Palabras. Un hombrecillo medio calvo con una bata mal planchada me vomita tecnicismos que, para mí, tienen el mismo significado: palabras. Me acerco a la ventana y miro las nubes. Gris. El otoño ha llegado y está cayendo una leve llovizna. Los chiquillos que van al colegio pisan los charcos. Una niña de trenzas me recuerda mucho a ti de pequeña. Va de la mano de un muchacho joven. A ti te acompañaba siempre tu hermano, hasta que empezaste a crecer. El agudo sonido de tu máquina me saca de mis pensamientos y me devuelve a la realidad. Abro los ojos y te veo. Tu inexpresivo rostro es del color de las nubes: gris. Recuerdo que antes siempre tenías las mejillas sonrosadas, que hacían destacar tus enormes ojos verdes. Verdes, verdes esmeralda. Dicen que el verde es el color de la esperanza. Mi abuela decía que era lo último que se perdía, pero comienzo a dudar de sus palabras. No me explico cómo pudiste llegar a este extremo. Cómo lamento verter así. Son las doce. La enfermera entra en la habitación para cambiarte el suero. —Buenos días, Gloria. Tienes mala cara, ¿has dormido bien? —Sí... Bueno, la verdad es que me angustia verla tan... —Te entiendo. A mí me pasa lo mismo– la enfermera revisa los papeles. —¿Está todo bien, Pilar?– pregunta Gloria angustiada. —Sí, sí, tranquila. Solo quería saber quién la ha mirado esta mañana. —Un tal doctor Coronas. No lo había visto nunca. —Llegó la semana pasada. Es un especialista en la enfermedad de Mara. Ha venido desde París. Allí ha tratado a muchas jóvenes con su mismo problema. Bueno, me voy. Hasta luego Gloria. —Adiós, Pilar. “No te puedes quejar, ha venido un especialista exclusivamente para ti. ¡Un francés! Lástima que sea tan mayor, si fuera un poco más joven...” Gloria esbozó una sonrisa, después de tantos días... “¡Ay, Mara! Si pudieras levantarte de esa cama... ¡Cómo me gustaría oír tu risa!”. Una lágrima cayó por su cara. “No voy a llorar, no. Tengo que ser fuerte. Por ti. Por las dos”. Sus débiles pensamientos no ayudaron a controlar sus nervios y rompió a llorar. Entre sollozos se quedó dormida.
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Gemma Arbués
2º Bachillerato «IES Reyes Católicos» Ejea de los Caballeros
Serían las tres y media cuando Gloria se despertó sobresaltada. Los agudos pitidos de la máquina de Mara se habían hecho insoportables. En cuestión de segundos, toda la plantilla médica estaba en la habitación. —Por favor señora, haga el favor de salir de la habitación– le dijo una enfermera con cara de pocos amigos. Gloria salió al pasillo, estaba muy asustada. Mara había pasado varias crisis como aquella, pero Gloria presentía que no aguantaría muchas más. Tenía ya muy pocas fuerzas. Por la noche, cuando todo se había normalizado, Gloria bajó a tomar algo a la cafetería del hospital. Al entrar se encontró con Silvia, la educadora de Mara del centro médico donde había estado internada para intentar curarse de su enfermedad antes de ponerse peor y ser ingresada en el hospital. —Buenas noches Gloria, venía a ver a Mara. Perdona que sea tan tarde, pero no he podido venir en otro momento. —No te preocupes, no pasa nada. —¿Qué tal está? ¿Está mejor? —Igual. Esta tarde ha tenido otra crisis, pero ya está estable – los labios de Gloria templaban. —Me alegro. No te preocupes, seguro que sale. He visto a muchas chicas en peor estado y con menos posibilidades y han salido. Tranquila. Por cierto, Adriana, la compañera de Mara, ha salido esta tarde del centro. —¿No me digas? Con lo mal que estaba también esa chiquilla... No sabes cuánto me alegro por ella y por su familia. ¡Ojalá mi niña salga pronto de este infierno! Te juro que no aguanto más esta situación...– Gloria estaba a punto de echarse a llorar, pero intentó contenerse. —No te angusties, tienes que ser fuerte. Mira, te he traído una cosa. Me lo ha dado Adriana y me ha dicho que te lo traiga. Supongo que algún día de estos vendrá a verla. —¿Qué es? —Creo que es una especie de diario. No lo he leído, pero he visto fechas y anotaciones. La primera es del día en que fue internada. —Gracias, pero no sé si podré leerlo... —Haz lo que quieras con él, igual encuentras algo que te ayude. Bueno, me tengo que ir. Ya vendré otro día con más tiempo y en mejor hora. Llámame para cualquier cosa que necesites. —Gracias, gracias por venir a visitarla. La verdad es que me hace bien hablar con alguien que no sea ni médicos ni enfermeras. Nos vemos otro día. —Se dieron dos besos y Silvia se marchó. Gloria se quedó pensativa mirando el cuaderno, no sa-
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bía si leerlo o no. Finalmente, lo guardó en su bolso y se fue a la habitación de su hija. “Palabras, eso es lo que voy a encontrar en el diario, palabras. Las palabras que nunca me dijo y que podrían haberla ayudado a no llegar a este extremo. Palabras”. Gloria sacó el cuaderno y se sentó en el sillón junto a la cama de su hija. Por un momento dudó si debía leerlo, ¿qué encontraría? Pensaba que podría haber cosas que fuesen muy duras y que le hiciesen mucho daño, pero ¿qué podía haber más duro que ver a tu propia hija en ese estado? Hizo un gran esfuerzo y lo abrió. Durante horas y horas estuvo leyéndolo. Efectivamente, como había dicho Silvia, era un diario. En él había notas desde su entrada al centro hasta que entró en coma y fue ingresada en el hospital. Cada día apuntaba todo lo que pasaba por su cabeza, su peso y lo que había comido: Día 13: 38’4 kg. Desde que entré la semana pasada he engordado dos kilos y medio. Las enfermeras son odiosas, están todo el día encima de mí. Lo único que quieren es ponerme como una vaca, son unas envidiosas. Como no estoy tan gorda como ellas... Día 28: 42 kg. Casi llevo un mes aquí. Mi madre todavía no ha venido a verme... si estuviera mi padre seguro que habrían venido. Hoy nos han preparado un plato superasqueroso. Me daban arcadas, pero las enfermeras no me dejaban ir al baño. ¡Cómo las odio! Adriana dice que tengo que hacer todo lo que me digan las enfermeras y la educadora si quiero curarme. ¿Curarme? Lo único que hacen aquí es ponerte como una vaca. Silvia me ha dicho que he conseguido muy poco peso. ¿Qué se cree ella? ¿Qué voy a dejar que me pongan como una foca? ¡Una mierda! Hoy he conocido a una chica que se llama Sonia, lleva aquí casi un año. Hemos estado hablando y me ha caído muy bien. Día 35: 40’6 kg. ¡He conseguido adelgazar! Sonia me dio unas pastillas y me dijo algunos trucos para que las enfermeras crean que me he comido todo. Además, me ha enseñado a vomitar para que no me vean las enfermeras. ¡Estoy mogollón de contenta! Adriana me ha dicho que no puedo seguir así, que al final enfermaré o que me puedo morir. ¡Está loca! Las enfermeras le han comido el seso... Espero que no se vaya de la lengua. Día 50: 36’8 kg. Silvia me ha puesto más vigilancia. Dice que estoy perdiendo mucho peso y puede ser que tenga alguna infección o algún virus. Yo le he negado que vomité o tomé pastillas. Me ha dicho que mañana me llevaran el médico y que me harán unos análisis. Pienso negarme, no voy a ir. Me haré la enferma o algo. Ya se me ocurrirá.
Esta era la última nota. Lo que pasó al día siguiente Gloria ya lo sabía. Mara se negó a ir al médico y la llevaron a la fuerza. Su hija tuvo una bajada de tensión y se desmayó. Desde ese momento no ha despertado. Un enfermero de guardia entró en la habitación. —Perdone si la he despertado. Vengo a mirar que todo vaya bien y a cambiarle el suero. —No se preocupe, estaba despierta. —Intente dormir un poco, le vendrá bien. Gloria hizo un esfuerzo y finalmente se quedó dormida. Sobre las seis de la mañana la despertaron. En la habitación habría media docena de médicos y enfermeros. —Señora, salga fuera, por favor. Muy asustada, Gloria salió de la habitación. Ningún médico le dio ninguna explicación de lo que estaba pasando. Los monitores no paraban de pitar. Los médicos no paran de un lado para otro. Gloria comenzó a sentirse mal, un fuerte dolor de pecho le impedía respirar y su cabeza le daba vueltas. Se intentó sentar. No veía nada, sentía un sudor muy frío por todo el cuerpo. Se desmayó. —Gloria, Gloria, despierta– era Pilar, la enfermera de Mara. —Estoy bien... Creo que me he desmayado... Había muchos médicos... Mara... Mara... – Gloria se sentía muy cansada, apenas tenía fuerzas para ponerse de pie. —Quédate sentada, no hagas esfuerzos. Tómate esto, te aliviará los nervios. —¿Qué ha pasado? ¿Dónde está mi hija?– Gloria se había dado cuenta de que su hija no estaba en su cama. Pilar evitó que las lágrimas resbalasen por su rostro. Intentó hablar todo lo serenamente que pudo, pero su labios comenzaron a temblar y no pudo contener sus nervios. —Gloria, los médicos han hecho todo lo que han podido, pero Mara estaba muy débil, tenía muchos órganos dañados... Lo siento mucho. Gloria no podía creerlo, no quería creerlo. Lo que escuchaba eran tan solo palabras, palabras sin sentido. Su hija, lo único que le quedaba... No, no podía ser cierto. Todo era un sueño, tenía que ser un sueño. Se había quedado dormida en el sillón y cuando despertara vería a su hija en la cama y ella también abriría los ojos y se irían a casa y todo habría terminado y... No podía ser cierto. Intentó levantarse, gritó de dolor y cayó desmayada. Los médicos se amontonaron a su alrededor. Lo único que se oía eran palabras.
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NARRATIVA DE 16 a 20 AÑOS OTROS RELATOS
INSTITUTO DE PESADILLA
L
a noche anterior me había quedado despierto hasta muy tarde. Ahora me arrepentía; la clase se me estaba haciendo eterna. Se estaba sorprendentemente bien con la cabeza apoyada en el brazo izquierdo, detrás de numerosas melenas que me ocultaban de la vista de la profesora. Fue entonces cuando, aunque no recuerdo haber llegado a dormirme, la cabeza se me resbaló del brazo y solté un sonoro ronquido. El resto de la clase se volvió para mirarme y me erguí en la silla (ya completamente despierto) para intentar mantener lo que quedara de mi dignidad. —Así que el filósofo Descartes, el padre del modernismo, el celebérrimo representante del Racionalismo, no es suficientemente interesante para usted, señor…—dijo la profesora echando un vistazo a la lista de clase. “Es increíble” pensé yo, “estamos ya en enero y no sabe ni cómo me llamo” — Bueno, da igual. El caso es que debería salir de la clase e ir a la biblioteca, a ver si allí consigue despejarse. Me colgué la mochila al hombro y salí de la clase. Bajé las escaleras todavía preguntándome cómo podía haber llegado a dormirme. Entré en la biblioteca y la recorrí con la mirada; estaba vacía. Entonces cometí un gran error (teniendo en cuenta lo que vino después): en vez de marcharme y aprovechar libremente los cuarenta minutos restantes de la clase (es increíble, la profesora había tardado menos de diez minutos en noquearme), decidí portarme noble -y estúpidamente- e ir a la sala de profesores. No sé por qué lo hice, quizá porque sentía remordimientos. Tratando de imaginar qué cara pondrían los profesores cuando llegara, me adentré en aquel desconocido lugar. Estaba vacío. ¡Pero bueno! ¿Dónde están los profesores? ¡Ya he venido hasta aquí! No querrán que vaya a buscarles por todo el instituto, ¿verdad? Entonces me fijé en ello. No lo pude evitar, mis ojos se posaron directamente en la pantalla del ordenador más cercano donde había una carpeta en que ponía TOP SECRET. ¿Qué podían tener escondido los profesores, como si fueran secretos de la CIA? ¿Exámenes? Conteniendo la emoción, me senté y abrí la carpeta. Pero dentro no había exámenes, había… ¿Pero qué…? Era absurdo, se parecía a un plano del instituto, pero estaba mal, en él se dibujaba una especie de sótano debajo mismo de esa sala… En un lateral de la imagen había aparecido un cuadro en que ponía “Abrir”. Pinché en él. De inmediato, (y ante mi estupefacción), la mesa circular donde estaba el ordenador se separó en dos, dejando a la vista el hueco de unas escaleras. Quizá entonces debí suponer que estaba cometiendo una imprudencia, pero la curiosidad ya me había invadido completamente y comencé a bajar los escalones hacia el sótano. En realidad era un laboratorio. La mayor parte del espacio la ocupaban mesas como las del laboratorio de Química donde daba clase, repletas de vasos con productos desconocidos para mí. En ese
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ágora
Alberto Aurensanz
2º Bachillerato «IES Reyes Católicos» Ejea de los Caballeros
momento noté que había más gente en la sala y me vi rodeado por una docena de personas. Vi que se trataba de profesores, lo cual no calmó mis nervios, y de entre ellos se adelantó el director y se dirigió hacia mí. —¡Ah, es usted! — me dijo con una sonrisa escalofriante- Verá, la verdad es que estábamos buscando un voluntario y usted ha sido quien… —Yo no me he presentado para nada- le interrumpí con una voz que no parecía la mía- Además, creo que lo mejor será que me vaya de aquí para que puedan continuar con lo que estén haciendo…— y le eché un vistazo a las penumbras de la sala, así como las caras que forzaban una mueca, o eso me parecía, maliciosa. —Pero, hombre, no se puede ir. Usted ha sido castigado y nosotros necesitábamos a alguien que cometiera una infracción para probar con él lo que ya hemos perfeccionado. Ha caído en la trampa. ¿No le parecía muy sospechoso que a la vista de todos hubiera una carpeta llamada TOP SECRET para que alguien la abriera? No, supongo que no. —¿Qué quieren de mí?- pregunté, temiendo la respuesta, aunque no sabía que podía esperar. —Los “alborotadores” como usted necesitan disciplina, y eso es lo que hemos creado. Un producto que obliga a los estudiantes a hacer todo lo que a los profesores se les antoje. Como comprenderá, o quizá no, no es algo que convenga airear en público, por eso nos vimos obligados a crear este refugio. Nadie tiene la más mínima sospecha de lo que hemos hecho y no la tendrá jamás. El director sonreía ampliamente, muy satisfecho de sí mismo. Me quedé un momento en silencio, tratando de asimilar lo terriblemente absurdo de esa historia. —¿Pretenden que me crea que han estado perfeccionando una especie de fórmula de control mental? ¿Y que además lo han conseguido? Es una broma, ¿no? —No, no es una broma- respondió sin sonreír- Y no sabe el placer que me producirá obligarle a hacer lo que yo quiera, siendo usted, el que no atendía jamás a ninguna de mis explicaciones. —Y yo que pensaba que eso de que los profesores disfrutaban torturando a los alumnos era solo una impresión. Entonces, el director torció el gesto, se adelantó rápidamente y me obligó a beber un líquido que se parecía horriblemente a orina (¿A qué podría parecerse si no, siendo lo que era lo que llevaba dentro?). Cinco meses después, fui el mejor alumno de mi promoción en la Selectividad. El año que viene estudiaré en Oxford o en Cambridge, no lo he decidido todavía. Quizá dudéis de todo lo que os he contado, o simplemente no me creáis; pues bien, las pruebas están allí, en la sala de profesores. ¿O es que acaso habéis estado alguna vez en ese lugar? Quién sabe lo que pueden tener escondido…
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CENICIENTA
T
al vez saliera en zigzag de aquel bar, desorientada en busca de mi tacón. Puede que cantara o saludara a desconocidos por la calle. Es posible que sonriera mientras, con los brazos extendidos, tanteaba las paredes en las que necesitaba apoyarme. Creí saber hacia dónde iba mientras dejaba que mis desconcertadas piernas vacilaran al avanzar calle arriba. Tal vez cayera sobre algún charco y tal vez aquel quinto cubata fuera de más. No pretendo que tengáis una imagen equívoca de mí, pues siempre se me ha considerado una mujer con carácter, segura, imponente y con la extraña manía de recogerse el pelo en una coleta cuando se le ocurren buenas ideas. Una mujer a la que le gusta arriesgar, inteligente y constante en su labor sin llegar a la obsesión y sin perder el toque ingenioso en sus irónicos comentarios a quienes la rodean. Una mujer viajera, afortunadamente adinerada y de negocios que decidió perder los papeles y comportarse como la mortal que nunca fue. Perfecta, inimitable y capaz de educar tres hijos y sacar a su marido de dos depresiones consecutivas. Única. Una mujer que nunca había abusado del vino pero que iba a permitir que el destino abusara de ella. Esa mujer soy yo. Probable fue un golpe en la cabeza lo que me hizo desmayar. Cuando desperté me vi en un callejón, sinceramente no sabía en qué parte de la ciudad podría situarme. Serían las tres de la mañana de aquel sábado y sentía chirridos dentro de mi cabeza, mientras encontré mi mano apoyada sobre la cena-más que digeridaque horas antes había disfrutado con los compañeros de trabajo en el restaurante “La cravate”. Exquisitez máxima pagada por mí, la jefa, la misma que se había dejado emborrachar por su nuevo grupo de becarios y se sentía pequeña y avergonzada tas haber perdido todo el respeto que le costó 25 años conseguir. Todavía sentada, analicé el enrojecimiento de mi pie desnudo. Traté de incorporarme lentamente sintiendo agudos dolores en mi espalda, y ajusté mi vestido como pude sufriendo un ligero mareo al mover la cabeza de manera tan repentina. Recogía mi pelo en un moño improvisado mientras oí voces masculinas que cantaban, fue cuando se oían más próximas cuando finalmente decidí prestarles importancia. Por fin, pude ver cuántos eran, cuatro sombras vociferaban y silbaban conforme se acercaban hacia mí. Despejada, agarré mi bolso y traté de ignorarles abriéndome paso entre su corro sin poder evitar la cojera que el pie sin tacón me producía. El que parecía el cabecilla del grupo me empujó hacia atrás. Descortés por su parte, pero ya sabía lo que tocaba. No era el primer atraco que sufría ese mes, se podría decir que era ya una experta, de todas formas, no sabría explicar por qué pero me sentí agitada y nerviosa. Traté
Lucía Benavente
2º Bachillerato «IES Reyes Católicos» Ejea de los Caballeros
de mostrar serenidad y les lancé mi bolso cuando me vi amenazada por su navaja mariposa. Buscaba la salida, ya que todavía estaba encajonada en el callejón. Desconcertada, nunca imaginé que uno de ellos se me acercara con cierta ternura y me agarrara de la cintura llevándome hacia él. Lancé una mirada de desconfianza y no pretendía demostrar que estaba asustada. Me di cuenta de que mi comportamiento de indiferencia les irritaba todavía más y tratando de dialogar con ellos, todavía no recuerdo cómo, sentí un puñetazo del más alto de los cuatro en mi estómago. Debo reconocer que en ese momento sentí realmente miedo y comencé a gritar con la esperanza de que alguien me ayudara, pero parecía que la ciudad quisiera olvidarse de mí. Sentí que uno de ellos me iba quitando el abrigo de forma sensual haciendo reír al resto de atracadores mientras yo dejaba que las lágrimas cayeran por mis mejillas. No quería mirar, cerré los ojos. Decidí dejar los insultos que me lanzaban. Me arrojaron al suelo como a un perro inútil. Me pegaban, me chillaban, me tiraban del pelo, me destrozaban la ropa, sus jadeos reventaban mis tímpanos. Decidieron utilizarme como un juguete, escupía tras cada uno de sus besos, me insultaban con la mirada de vicio, me arrancaron la sonrisa para siempre. Dejé que pasaran las horas. Me encontraba fatigada, apestando a licor. Ya no lloraba, no sentía, no había dolor, no existía, no era nadie. Me hicieron de piedra, había muerto. Me quedé tumbada mirando al cielo cuando se marcharon y me decía a mí misma que aquello no podía ser verdad, no era más que una pesadilla. Nunca debería haber salido aquella noche. Miré mi pie mojado, frío y casi morado y comencé a llorar. Pensé en ir a la policía, pero me sentía incapaz, había llegado demasiado lejos como para dejar que me vieran como una mujer débil, con la que se puede jugar y dañar al antojo de cualquiera. Caminaba hacia casa dudosa, quería sentirme entre los míos, pero también quería huir lejos. Avergonzada, me di cuenta de que no podría mirar a los ojos de mi marido, ni a los de mis hijos. Tal vez nunca debí maquillarme, tal vez no debí comprarme ese vestido, tal vez no debí haber salido de casa, tal vez no debería ser una mujer con tanto poder, tengo que dejar de engañarme, ¡las mujeres no estamos hechas para esto! Debería haber sido una buena mujer y estar en mi casa con mis hijos, ¡Maldita sea! ¡La culpa era toda mía! Me odiaba, me repugnaba, no quería verme, me sentía extraña, sucia, desconocida,... — Cariño, ¿qué te ha pasado? ¡Estás hecha un desastre! — No te preocupes, solo es que,... he perdido un zapato.
ágora
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Comarca de las Cinco Villas
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ISSN 1699-3039