Ágora nº 10

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Firma invitada

ÁNGEL GUINDA


ÁNGEL GUINDA

Firma invitada

EDITA Centro de Profesores y Recursos de Ejea Plaza Goya, 7 / 50600 Ejea de los Caballeros (Zaragoza) Teléfono: 976 677 160 Fax: 976 677 161 Correo electrónico: cprejea@educa.aragon.es Página web: www.cprejea.com

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CONSEJO DE REDACCIÓN Patxi Abadía Álvarez. Coordinador de Ágora Profesor Secundaria IES Benjamín de Tudela. Departamento de Lengua Eva Bajén Profesora Secundaria IES Cinco Villas. Departamento de Lengua Miguel Ángel Longás Profesor Secundaria IES Reyes Católicos. Departamento de Lengua Enrique Galé Profesor Secundaria IES Río Arba. Departamento de Lengua José Sánchez Profesor Secundaria IES Ítaca. Departamento de Lengua Joaquín Bueno Profesor Secundaria IES Félix de Azara. Departamento de Lengua José Antonio Corral Antón. Profesor secundaria IES Conde Aranda. Departamento de Lengua Asunción Gil. Bibliotecaria de Ejea de los Caballeros Juan Herranz. Escritor Alberto Cabello. Ilustrador Ernesto Navarro. Ilustrador Cristina Duesca. Ilustradora Javier Comenge. Director Escuela Música de Ejea de los Caballeros Alfonso Cortés Alegre. Director del CPR de Ejea de los Caballeros María Jesús Guallar. Asesora CPR Ejea de los Caballeros ILUSTRADORES Gotzon Mujica Pilar Longás María Luna Fago Rosaluz Méndiz Mejoral Gabriel Bueno y Lorenz Félix Loureiro Gómez Andrés Tena Carlos Velázquez Cristina Duesca Eduardo Ramón Ernesto Navarro Alberto Cabello Elena Arrese Javier Ortega Paula Morós PORTADA José Ramón Alastuey DISEÑO Y MAQUETACIÓN www.mocitho.com DEPÓSITO LEGAL Z-1692-08 ISSN 1699-3039

El "CENTRO DE PROFESORES Y RECURSOS DE EJEA" no se hace responsable ni comparte necesariamente las opiniones expresadas por los autores de los diversos artículos.

FE DE ERRATAS. A pesar del mimo y cariño que ponemos en todos nuestros números, cometimos un error en el nº 9 que queremos y debemos reparar en la medida de lo posible: entre las autoras del artículo «El olvido nos hace vulnerables» citábamos a María García, cuando el nombre que debería aparecer era el de Begoña Villellas. Queda así dicho y esperamos que la afectada reciba nuestras más sinceras disculpas. Gracias de antemano. Consejo de Redacción de Ágora.


Firma invitada

ÁNGEL GUINDA

Amigos y amigas lectores Alfonso Cortés Alegre Director del Centro de Profesores de Ejea

La gente de Ágora, esta entrañable familia literaria, está satisfecha y contenta en la celebración de nuestro décimo aniversario.

Tauste y Conde Aranda de Alagón, y a todos los colegios del ámbito del Centro de Profesores de Ejea.

Podíamos y lo hemos conseguido. Diez años saliendo cada año a la calle en el mes de mayo, diez años... con más y más participación y colaboración.

Cinco.— Al Centro de Estudios de las Cinco Villas, al área de cultura del Ayuntamiento de Ejea y al Departamento de Educación del Gobierno de Aragón sin cuyo soporte económico no hubiese sido posible mantener en el tiempo este proyecto.

El Centro de Profesores de Ejea se siente orgulloso y satisfecho por haber colaborado en la dinamización socio—cultural del medio rural, por haber puesto nuestro granito de arena en la animación escolar a la lectura y a la escritura. Atravesamos momentos delicados y difíciles, también para Ágora. La edición de este año ha supuesto un empeño especial de todo el Consejo de Redacción. Es hora de agradecimientos: Uno.— A los miles de lectores y a los cientos de colaboradores adultos y escolares. Dos.— A las nueve firmas invitadas: Antonio Fernández Molina, Ramón Acín, José Luis Corral, Magdalena Lasala, Miguel Mena, Manuel Vilas, Luis A. de Cuenca, Luis del Val y Ángel Guinda. Tres.— Al amplio Consejo de Redacción, ilustradores y maquetadores. Permítanme destacar al coordinador general Patxi Abadía Álvarez y al creativo diseñador de todas las cubiertas, José Ramón Alastuey. Cuarto.— A los Departamentos de Lengua y Literatura de los institutos Reyes Católicos y Cinco Villas de Ejea, Río Arba de

Seis.—A otros colaboradores como la Comarca de las Cinco Villas, las asociaciones de padres y madres de los colegios públicos de Ejea, CAI, CAIXA, Cadena Ser, Ayer y Hoy, Asociación El Patiaz, Ayuntamiento de Tauste, Biblioteca municipal de Ejea… Siete.— Al Centro de Profesores de Ejea que siempre ha considerado como propio este proyecto surgido en la celebración del 50 aniversario de las Enseñanzas Medias en Ejea. Amigos y amigas lectores: estoy muy preocupado por el futuro de Ágora porque siempre ha caminado arropada por el Centro de Profesores y Recursos de Ejea, cuyo futuro es una incógnita. Previsiblemente se elimina la plaza de la dirección del CPR y, consiguientemente, la autonomía económica, jurídica y organizativa de los últimos 27 años. Como director del Centro de Profesores de Ejea ya no puedo seguir apoyando este proyecto. Se abre un nuevo camino que podemos intentar seguir haciendo. Ágora, cuenta conmigo.

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Índice Editorial 7 Firma invitada Ángel Guinda 8 Firmas de una década

Antonio Fernández Molina Ramón Acín Magdalena Lasala José Luis Corral Manuel Vilas Miguel Mena Luis Alberto de Cuenca Luis del Val

Crítica Literaria

Variaciones sobre Antonio Fernández Molina Manuel Chaves Nogales, la joya rescatada de la Edad de Plata El barco de Arthur Rimbaud Ética y estética en Los detectives salvajes de Roberto Bolaño De amor, desde el amor cortés a Platón

Pensamiento y reflexión

El rincón del neurótico Del sentimiento trágico de la vida como elaboración conceptual de la antropología unamuniana La igualdad también es cosa de hombres De dependencia, discapacidad y otros menesteres... La historia de Mitier

12 13 16 17 19 22 25 26 Raúl Herrero Marcelino Cortés Jaime Abad Beatriz González Jose Manuel Fanjul Díaz

28 31 33 37 40

Joaquín Bueno

44

Jerónimo Jaramillo Lugo 46 José María Galdo 49 Jesús Gaspar

Educación

La vitalidad de la poesía infantil y juvenil Pablo Lorente El aula virtual: ¿la herramienta definitiva? Alberto Caballero La educación inclusiva es un pilar básico para la cohesión social Jesús Claver

Historia

La Constitución de 1812. Repensando el bicentenario Un viaje contra el olvido. Ocho meses después Una mirada retrospectiva para un futuro esperanzador

Ciencia y salud

Físicos y químicos en su papel Los inventos de la naturaleza Dieta mediterránea

51 53 54 57

Gustavo Arce 59 Alizia Begué, Irene Garcés, Marina Lapuente, Begoña Villellas 60 Emilio Gil 62 Miguel Carreras Rubén Peña Ángeles Duesca

65 68 70


El mundo del viaje

En la República Islámica de Irán De la importancia de viajar Apuntes sobre Praga: diario de un viaje de estudios

Música

Musicolución La música y el verdadero motivo para mejorar

Creación literaria. Narrativa en castellano

Itxo Irene Villa Jesús Medrano

Gabriel Bueno y Lorenz 79 Fernando Pérez 81

Pasaba por aquí Antón Castro Historias de cuando Nesquens era niño I (y última) Daniel Nesquens Entre amigos Isabel Sabariego Venus varada Alberto Peña Mi pie derecho es un inmaduro Jesús Claver Relatos Eva María Medina II Concurso de Microrrelatos contra la Violencia de Género Cómic Ernesto Navarro

Creación literaria. Poesía

Firmas invitadas Miguel Ángel Longás Fernando Sarría Abadía Poetas otras comunidades. Asturias Emilio Amor Otros poetas Raúl Herrero Susana Hernández Maribel Hernández José Antonio Conde Francisco J. Picón Caro Ricardo Fernández Moyano Juana Carmen Gómez Dustin Smith. Traducción Irene Villa Jesús Claver Mª José Andrés

73 74 75

85 87 89 91 92 93 95 97 105 106 108 110 110 112 112 113 114 115 117 118 118

Leer para vivir

Adultos 120 De niño y de joven 125

Literatura infantil

Concurso de narrativa y poesía

Literatura juvenil

Concurso de narrativa y poesía

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ÁNGEL GUINDA

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Firma invitada


Editorial

Ágora cumple su décimo aniversario. Estamos, pues, de enhorabuena. En España, pocas revistas de cultura, ensayo o creación literaria, y más nacidas en el medio rural e impulsadas desde el ámbito educativo, alcanzan este honor, siendo su vida ciertamente mucho más efímera. Por tanto, nuestras primeras palabras tendrían que ser, y de hecho lo son, de agradecimiento. Todos los miembros que a día de hoy componemos el Consejo de Redacción de Ágora damos las gracias, en primer lugar, a sus lectores. ¿Qué sería de los libros, las revistas o los periódicos en un mundo sin lectores? Nada. Lo mismo para Ágora. Ellos son, en verdad, la única razón de nuestra existencia. Damos las gracias, en segundo lugar, a todas aquellas personas que han confiado en Ágora y han mandado, de forma totalmente desinteresada y altruista, sus colaboraciones para su publicación en estas páginas. Por supuesto, a las nueve firmas invitadas, a todos los escritores, ilustradores y pensadores de reconocido prestigio en Aragón y fuera de Aragón, a todas las personas más o menos «anónimas», pero sobre todo a todos los niños y jóvenes, cantera imprescindible para seguir vivos y coleando en el futuro. Esperemos que en Ágora estos casi miles de almas y cuerpos hayan visto colmadas al menos algunas de sus aspiraciones, por pequeñas que fueran. Damos las gracias, en tercer lugar, a todas las instituciones, públicas y privadas, que nos han apoyado en estos diez años y han entendido que la mejor inversión para cualquier país que se precie de denominarse «moderno y democrático» es la cultura y la educación. Una vez expresados estos agradecimientos, pensamos que un número como el diez, entre otras cosas, se presta para hacer balance sobre la trayectoria de cualquier proyecto. Pues así debe ser entendida Ágora: como un proyecto que surge, ya desde su propia génesis, con unos objetivos muy marcados, principalmente los de dar voz a todos aquellos individuos cuya voluntad es proponer a la sociedad mecanismos integradores de la estética y de la ética, que con tanta dificultad se habían ido construyendo en épocas anteriores de nuestra historia colectiva y que, por desgracia, hace diez años ya íbamos viendo que se estaban empezando a desmantelar a causa del desarrollo de ciertas tendencias sociales, en algunos casos intolerantes y regresivas. A este objetivo concreto se sumaban otros también de tipo general. Recuérdese, por ejemplo, que en nuestro primer número no aparecía una firma invitada como ha habido en los nueve restantes números. Lo que allí publicábamos era el contenido de una «clase magistral»impartida por don Miguel de Unamuno, en la que el catedrático salmantino intentaba aconsejarnos a los seres humanos que nos veíamos zarandeados por las circunstancias adversas. Sus consejos eran, fundamentalmente, dos: el de llamar siempre a las cosas por su nombre y el de animarnos a seguir siempre adelante en la lucha por un mundo mejor. Esta

lección, claro está, no dejaba de ser otro objetivo y se convertía en el leit motiv de nuestra revista. Estos dos objetivos, en realidad tres inquietudes, la pretensión de dar voz a hombres y mujeres de toda edad y condición, la aspiración de llamar a las cosas siempre por su nombre y el sueño de construir un mundo mejor, podrían encerrarse en uno solo: la consecución de la felicidad. Que todo aquel que se acercara a Ágora, tanto en papel como en formato digital, y abriese alguna de sus páginas obtuviera al menos un instante de felicidad que no pudiera pagarse ni con el más preciado de los tesoros. En este sentido, pues, el objeto fundamental de Ágora entroncaba con aquella vieja ilusión manifiesta en la Constitución de Cádiz en 1812 —este año, por cierto, se celebra su 200 aniversario—, y qué coincidencia, en su Título II, capítulo III, artículo 13, dice literalmente así: «El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen». Mucho se ha escrito sobre esta Constitución y el cambio tan significativo que supuso para la Historia de España. Pero quizá este artículo y su trascendencia para la sociedad española, en concreto, hayan pasado en ocasiones por alto. De ahí que queramos traerlo aquí y ahora a colación: Ágora se siente deudora del mismo y, en la medida de sus posibilidades, ha pretendido contribuir a hacerlo realidad, aunque, obviamente, desde distintos ámbitos a los empleados por un Gobierno. Por esta razón, el balance de estos diez años no puede resultar más positivo: los que hemos hecho posible y hemos contribuido para que este proyecto se asiente en la sociedad aragonesa y española nos hemos sentido felices, muy felices, construyéndolo, y creemos, o al menos lo hemos intentado, haber logrado hacer un poco más felices a todos aquellos que se han aproximado a él y, año tras año, lo han visto crecer. Finalmente, este número diez, además de ayudarnos a mirar al pasado, nos debería ayudar también a mirar el futuro. Y la verdad es que Ágora ve el futuro con «cierto» optimismo. Bastaría que se cumpliera tan solo una condición: que la sensatez —que también podríamos llamar «cordura» o «prudencia»— fuera la primera y principal fuente de felicidad para los seres humanos. Más a menos con estas palabras, pero en griego clásico, lo dejó ya dicho en el siglo V a. de C. Sófocles al cierre de su tragedia titulada Antígona en boca del Coro. El dramaturgo griego también mencionaba otra, la conveniencia de no cometer impiedad alguna, al menos en lo tocante a los dioses. Pero, como estamos seguros de que esta segunda no nos va a hacer falta cumplirla, porque ya somos piadosos con los dioses, centrémonos, pues, en trabajar por cumplir la primera. Si lo logramos, no habrá crisis, por destructiva que esta sea, que pueda barrernos del mapa en los años venideros. ¡Ojalá que así sea!

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ÁNGEL GUINDA

Firma invitada

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Firma invitada

Ángel Guinda Es un auténtico honor para el Consejo de Redacción de nuestra revista, máxime en una fecha tan señalada como la de su décimo aniversario, contar en nuestras páginas como firma invitada con un poeta tan querido por todos dentro y fuera de nuestra tierra como Ángel Guinda, flamante ganador del Premio de las Letras Aragonesas de 2010 por la solidez de su creación literaria. Una voz poética tan potente como la suya, hecha a la vez de inspiración personal y trabajo exigente, bien merecía ya un premio tan prestigioso como este. Esperemos que fuera de Aragón su obra consiga también el reconocimiento que merece. Sus cuatro textos inéditos, preciosos y profundos como siempre, siguen siendo ejemplo de su buen quehacer poético. Que los disfruten.


Firma invitada

ÁNGEL GUINDA

Biobibliografía Ángel Guinda nació en Zaragoza en 1948 y reside en Madrid desde 1987.

Además, fue coautor de la letra del Himno de Aragón en compañía de Ildefonso Manuel Gil, Rosendo Tello y Manuel Vilas.

Ha sido profesor, editor, poeta, ensayista y traductor de autores como el italiano Cecco Angiolieri; los portugueses Teixeira de Pascoaes, Florbela Espanca y José Manuel Capêlo; la brasileña Ana Cristina Cesar; y el catalán Àlex Susanna.

Precisamente por ser uno de los grandes poetas de esta Comunidad Autónoma, fue galardonado con el Premio de las Letras Aragonesas de 2010.

Fundó la Colección Puyal de libros de poesía en 1977 y la revista Malvís en 1988. Es autor de los manifiestos Poesía y subversión (1978), Poesía útil (1994) y del ensayo El mundo del poeta. El poeta en el mundo (2007). Entre otros, ha escrito libros de poesía como Vida ávida (1981), Claustro (Poesía 1970‒1990) (1991), Después de todo (1994), Conocimiento del medio (1996), La voz de la mirada (2000), La llegada del mal tiempo (1998), Biografía de la muerte (2001), Toda la luz del mundo. Minimal love poems (2002), Claro interior (2007), Poemas para los demás (2009) y Espectral (2011). Ha compuesto también libros de aforismos como Breviario (1992) y Huellas (1998).

Su poesía, antologada, estudiada y traducida a otros idiomas (italiano, portugués, búlgaro, árabe, persa y bengalí), es muy humana, auténtica, autobiográfica, rebelde y comprometida; una poesía que indaga en la vida, la sociedad y el mundo; una poesía pesimista, preocupada por el amor, el paso del tiempo, la muerte y los problemas sociales; una poesía densa, exacta, cuidada en léxico, sintaxis y estructura, vehiculada principalmente a través del verso libre, donde predominan anáforas, paralelismos sintácticos, comparaciones, metáforas, símbolos, paradojas e interrogaciones retóricas, cosa lógica al pretender indagar verdades radicales como la suya. En suma, Ángel Guinda es un clásico en vida, un poeta que sin duda ninguna pasará a la historia de la literatura aragonesa y española sirviendo de estímulo a las futuras promociones de poetas jóvenes.

GOTZON MUJICA

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ÁNGEL GUINDA

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Poemas inéditos Taller de escritura Llegué antes de hora a la librería donde estaba programada mi lectura. La profesora propuso a los alumnos plasmar en seis palabras su autobiografía. Le dije en voz muy baja: salgo a la calle y espero a que termines. Mientras me acompañaba hasta la puerta le susurré al oído: mi autobiografía cabe en una palabra. Preguntó: ¿qué palabra? Le respondí: adiós.

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La casa invisible

La mirada

Los años, con sus uñas, perfilaron tu sombra. Todo precario ya. La casa que es tu cuerpo exhibe en su fachada escorchones o grietas y, poco a poco, caen al suelo las antostas que los vientos, el fuego, la niebla, las heladas, el afán, los asombros, la sed y el abandono provocan sin cesar ni conmiseración. Ya nadie la contempla: es la casa invisible que ha ido borrando el paso implacable del tiempo.

Lo mismo que una llave abría el aire a los misterios de la transparencia. Me convocaba igual que una ventana o una cita del cielo con el mar. Podía haber vivido en su fulgor o esperar a morir como un naufragio. Porque aquella mirada no era de unos ojos y aquellos ojos no eran de ningún mundo.

Archivos Como quien ve llover y arder archivos sin rastro ni del agua ni del fuego. Sólo el tiempo registra las ausencias. ¿También se pierde lo que no se tiene? ¡Toda la vida con la muerte a cuestas!


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Firmas

de una década ¿Podemos imaginar el mundo sin Don Quijote? Cuesta mucho. ¿Sin Hamlet? Cuesta mucho. Sin embargo hubo una época en que no existían. Hoy ellos forman parte de la realidad porque fueron imaginados; lo que se imagina se convierte entonces en parte de la realidad indisoluble y ya no puedes entender la realidad sin lo que imaginó el escritor. Esta cita pertenece al escritor mexicano Carlos Fuentes y puede servirnos perfectamente para introducir esta sección especial con que Ágora obsequia a sus lectores en su décimo aniversario. ¿Podría imaginarse lo que hoy es esta revista y el mundo que la rodea sin las creaciones literarias, los ensayos y las producciones artísticas de todos aquellos que han pasado por sus páginas? Costaría mucho, la verdad. Pero todavía más si cabe, sin haber tenido la suerte de contar con las firmas invitadas que nos han acompañado hasta la fecha: Antonio Fernández Molina, Ramón Acín, Magdalena Lasala, José Luis Corral, Manuel Vilas, Miguel Mena, Luis Alberto de Cuenca, Luis del Val y Ángel Guinda. En esta ocasión volvemos a contar con todos ellos. ¡Sí, con todos ellos! Decimos bien. Y además en un mismo número, que es lo realmente increíble. Por tanto, y por segunda vez, van a poder disfrutar con lo que recientemente han vuelto a imaginar su mente y su corazón. Incluidos los de Antonio Fernández Molina, que falleció en el año 2007. En este caso, gracias a su familia. Concretamente ha sido su hija la que ha tenido la deferencia de enviarnos un poema y un dibujo inéditos. Todo un lujo, pero, en los tiempos que corren, muy necesario.


Antonio Fernández Molina

Raulito

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Ilustración del propio Antonio Fernández Molina.

Poema inédito y mecanografiado por el propio autor.


Ramón Acín

Tres relatos encadenados 1. SOMBRAS DE FAMILIA.

2. FAMILIA EN SOMBRAS.

3. SOMBRAS EN LA CARA.

Le mencioné el nombre y sus ojos brillaron. Pensé que de entusiasmo. El aire de las leyendas siempre fulgura más o menos así en la retina. Son muchos años de estudio. Por eso, le pedí que indagase. Habla con tu abuelo, le ordené. Entonces, al oírme, me pareció que una centella de miedo atravesaba su rostro. Sin embargo, no hice caso. Era una corazonada y nunca tuve fe en los presentimientos. Además, yo sabía que él era de esos que temen a que los demás le vean desnudo. Y sabía, también, que él siempre prefirió cubrirse con el ropaje de la indiferencia cuando le fallaba el de la ocultación. Pasaron los días. Cuando la semana pasada insistí en la entrega de un adelanto, escondió su mirada en los pantanos de la huida. No pronunció palabra alguna. Tan sólo se encogió de hombros. No insistí. Pero ya no volvió más. Hoy he sabido que se ha marchado de la ciudad y que no piensa regresar. Ella afirma que, sin duda, es porque se siente culpable. Es lo más probable, afirma con rotundidad de psicóloga, al ver mis ojos de sorpresa. Y concluye, supongo que él es de los que creen llevar a cuestas la sangre de las víctimas de sus ancestros. Pero, si sólo tiene doce años, le reprocho yo. Ay hijo, a veces, suceden esas cosas, responde.

Cuando le pregunto esconde la mirada. Me informé de su accidente y puedo comprenderla. Sin embargo, necesito que hable para poder ayudarla. Imaginar e intuir no es la realidad, le digo. Ella lo sabe, pero actúa como si oyese llover. Se lo he repetido varias veces. También le he dicho: Necesitas luz en ese túnel. Chacacha, chacacha, responde burlona entre risas forzadas. Yo también río la gracia. Para dar confianza. Pero ella, entonces, como respuesta me observa de soslayo. Como si, además de mi voz, también temiese mi risa. Luego, se refugia en su muñeca de trapo a la que, continuamente, zarandea buscando algo bajo sus ropas. Chacacha, chacacha, repite de tanto en tanto. Desde anteayer, no observo cambio alguno. Sigue, con su muñeca, quitando y poniendo ropitas. Después, se mira de arriba abajo y rompe a llorar.

Descubrí su cicatriz el primer día de clase. Una hendidura zurcida le cruzaba el pómulo. Como el surco profundo de un río entre montañas. Pensé en el mordisco de una navaja, porque eso me dibujaba también su mirada chulesca. Después, aunque, día tras día, evitase el mirarle a los ojos, la cicatriz me atrapaba. Escondía algo extraño. Y no sólo en ella. También había algo al fondo, en sus ojos. Supe de antemano que su abuelo tuvo una cicatriz idéntica. Y, también, que, ufano, nunca quiso esconder aquel feo remiendo bajo la negra y poblada pelambrera. Estaba orgulloso de que una bala le hubiera atravesado el rostro de lado a lado. Burlé a la muerte, escribió en sus memorias al contar cómo había huido, abandonando su puesto. Más muerto que vivo para salvar el pellejo. No quería ser carne de trinchera, concluía con resolución su dibujo de la escena. Y ahí estaba la diferencia. Su nieto tan sólo imitaba lo que podía ser imitado. Una secuela física. Pero cuando escuché sus palabras, ya no hubo dudas. Que se jodan esos rojos de mierda, me espetó con asco el último día en el que decidí no mirarle más. Y lo hizo imitando la voz de su abuelo. Pese a ello, yo sabía muy bien que su cicatriz era más falsa que Judas. Como el valor de su abuelo.

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Ramón Acín

La vida continúa

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Había quedado con ellos a partir de las nueve. Para cenar. Antes me es imposible acudir, alegó con fastidio ante su insistencia. Ese día, como ya le había ocurrido el resto de la semana, tenía a su cargo cerrar caja y echar la persiana. Los dueños del negocio estaban de viaje en Bruselas, disfrutando de la Navidad, y, sobre sus espaldas, habían cargado esa responsabilidad. Por un lado, el cometido le agradó. Estaba contenta porque confiaban en ella. Aunque ese contento llevase añadidas, tontamente, horas y sacrificios. Pero, por otro, le mortificaba un regusto amargo y persistente. Pese a asumir el mandato de hacerse cargo del negocio, los dueños ni siquiera le habían hablado de un plus adicional. Además, tampoco le habían agradecido que, en el último mes, ella hubiese aumentado sus ventas. Era consciente de que la empresa, al calor de la crisis, apretaba, cada vez más, las tuercas a todos los empleados. Y, por eso, sabía bien que los dueños, caso de suceder algún contratiempo, no harían excepciones con ella. Y, como todo el mundo, temía el momento en que pudiera llegar el despido. Esa era una realidad que pendía de un hilo, aleteando sobre la plantilla desde el último ERE. Un ERE que, incluso, se llevó por delante al representante sindical. De ahí que nadie levantase la voz. Al contrario, todo era decir amén jesús. Por eso, la cena, lo apuntó tímidamente, le llegaba en mal momento. Además, ella era firme defensora de los que creen que es antes la obligación que la diversión. Lo aprendió de su madre. Y las lecciones y advertencias de su madre iban a misa. No podía incumplir la palabra dada a los dueños. Por otra parte, como era la única con problemas, tampoco quería convertirse en un estorbo para los demás. Siempre había odiado a quienes anteponen sus propias zozobras a las decisiones de los demás. Por eso, accedió. Sin embargo, lo hizo con cierta rabia. En otras ocasiones, cuando alguien había expuesto sus problemas personales, nadie había sacado a relucir impedimentos que pospusieran los encuentros. Pero, ahora, las cosas habían cambiado. Cada vez estaban más lejos los unos de los otros. Y no solo en la distancia. También la argamasa del amor era más débil. O, al menos, no era tan sólida como cuando ella era una niña. Por eso, apechugó con la decisión de los demás. Como si nada hubiese pasado. Además, pensó que así, en un futuro, nadie podría objetarle algo si, por casualidad, ella tuviese que poner pegas. No obstante, llevada de un extraño presentimiento, propuso que deberían acudir todos a la misma hora. Como siempre lo habían hecho. Pero sus palabras cayeron en vacío. Y eso que adujo, sabedora de las deficiencias culinarias de ellos, que a ella le daba igual, acabado el horario de su trabajo, el encargarse de la cocina. Todos sabéis, apuntó con una sonrisa que llenaba su rostro, lo que me gusta trastear entre cacerolas. Pero la respuesta no fue la esperada. Y, ante el fracaso de sus posteriores intentos para persuadirles, acabó por aceptar. Acudiría al cerrar la tienda. Ella era la única que trabajaba hasta muy tarde. Los demás o no trabajaban o, al mediodía, iniciaban el largo fin

de semana. Todos quisieron quedar a partir de ese momento. A mediodía. Para calentar motores, adujeron, ya nos alcanzarás después. Y ella claudicó. No eran razones o, al menos, no eran razones de peso. Pero ella que amaba, creía y usaba la lógica, sabía también que no siempre la vida se rige por sus reglas. Ya llegaré, afirmó aceptando sus decisiones, no creo, continuó, que nada me retrase, pero, en estas fechas, nunca se sabe, concluyó sonriéndoles sus bromas. Llevaba un tiempo fagocitada por su trabajo. Viviendo sola y lejos de todos ellos, que seguían juntos en la ciudad. Ella, sola, con su trabajo, a más de cincuenta kilómetros, sin más compañía que la de su perro, un schnauzer miniatura adoptado que, en parte, aminoraba el vacío en sus horas de solitaria. Por eso, en esos dos días tan especiales, necesitaba sentir el calor del que habitualmente no gozaba. Sentir, como en tiempos pasados, la fuerza y el calor de la familia. La nostalgia, a veces, juega sus bazas. Y acabó accediendo ante unos deseos que le eran totalmente ajenos. Accedió por eso y porque le prometieron que ellos se ocuparían de todo. Incluso de la cena. Bogavante con verduras, cabrito al horno y manzanas rellenas de frutos secos, además de los típicos turrones. Y, por supuesto, vino, champán y licores. También, poncho o vino quemado para la madrugada. Igual que en los años de la adolescencia cuando, con el poncho, combatían el sopor junto al hogar o se sobreponían al helor de la noche invernal. Eso fue lo que acordaron: revivir sus años jóvenes y tirar la casa por la ventana cenando a lo grande. Se dejó convencer. Además, en el verano, ellos habían viajado a Asturias y el bogavante con cebolla pochada, flambeado con coñac, en salsa americana, sobre un lecho de repollo y aliñado con guindilla, ajo, perejil picado y sal, les volvía locos. Lo tienes que probar, jalearon, nos trajimos la receta, vas a saber lo que es bueno. Accedió ante su entusiasmo. Por una vez, serían ellos quienes cocinasen. Tiene que estar sabroso, pensó mientras imaginaba cómo deberían ligarse los ingredientes, el tiempo al fuego, el flambleado con coñac… y, también, al pensar en el vino quemado. Salivó con fruición. Cuando llegó a las diez de la noche, no pudo creer cuanto veían sus ojos. Su estómago que, durante el viaje, le había lanzado varias tarascadas al estar vacío, esperaba distraerse al llegar con el cruce de los aromas de la cena que, seguro, abarrotaban la cocina. Pero en su lugar, en medio del frío glacial que reinaba en la casa y que ninguno de ellos le dijo sentir, encontró el tocadiscos a todo volumen, la tele encendida y un penetrante olor a cerrado y a moho, mezclado con aromas varios, imposibles de delimitar. La visión de las botellas descorchadas le confirmó la precisa situación en aquel mar de risas y del guirigay de voces. En medio de todos ellos, escandalosamente alegres, ella se sintió desolada. Ni siquiera podía contar con su schnauzer, porque éste, nada más llegar a la casa, buscó la compañía de Laika, la


Ramón Acín

beagle del abuelo, que, al parecer, tenía sus días. Con el ánimo por los suelos y sin dirigirles la mirada, inspeccionó la cocina. No para meterse entre las cacerolas como en ella era habitual, sino para llevarse algo a la boca y aquietar su estómago. El abuelo, adormilado sobre la mesa, le comunicó que las pulardas, pollos, capones o lo que fueran no iban a estar nada buenos. Los he desplumado, acertó a decir, pero siguen estando más duros que las piedras. Ella observó las antenas, las pinzas, los fragmentos de caparazón y las patitas esparcidos sobre la mesa antes de dirigir sus ojos al cuenco donde los bogavantes, mondos y lirondos, parecían más una argamasa de desechos que algo comestible. A continuación, la tristeza y la rabia se mezclaron con el hambre cuando, por fin, se decidió a ver el contenido de la nevera. El abuelo siguió con una burda y casi incomprensible letanía de quejas. Ni la caza ni los animales de corral, farfulló, son como antes. En mis tiempos… Ella, ante la visión del interior de la nevera, golpeó con fuerza la puerta. Como un boxeador al saco. Hasta hacerse daño. Un ramalazo escaló, desde su mano, por todo el brazo, para estallar en su cerebro. Por fortuna, la vaharada de frío, proveniente del interior de la nevera, se acomodó en su piel y la glacial dentellada le hizo temblar, olvidándose del dolor. Sin embargo, la patética visión de su abuela en bragas, blandiendo una botella, volvió a sacarla de sus casillas. Y más cuando sus tíos,

derrumbados sobre los sillones del salón, jalearon una danza sin ritmo que pretendía ser un tango. La estridencia de ésta al perder el equilibrio y chocar con todo tipo de objetos, agrandó su enfado. Cuando consiguió apaciguarse, volvió al interior de la nevera. El cabrito estaba cubierto de escarcha, las botellas de champán heladas y casi todos los alimentos inservibles por la congelación. Lo único que, en ese momento, acudió a su mente fue el deseo de largarse de allí y abandonarlos en su estúpida juerga. Le importaba un bledo si reventaban. Lo tenía merecido. Su presentimiento se confirmaba. Sin ella, ellos no eran nadie. Tenía que pagarles con su misma moneda. Por eso, buscó al schanuzer, su fiel compañero. Por toda la casa. Al final, lo encontró enfrascado en lo suyo, cabalgando a Laika y sin atender a sus órdenes. La sensación de soledad creció como una ola gigante estallando en la desesperación. No pensó en otra cosa. Escaparía de allí, sola, abandonando incluso a su schnauzer. En el retorno a su casa, el silencio le mordió con rabia. Entrevió su vida. En la tienda. Con los compañeros. Junto a la familia. Todos iban a lo suyo. Y ella no podía ser eternamente su guía. Pese a las apariencias, eran tan solitarios como ella. La soledad es eso, concluyó y, después, apretó el acelerador hasta el fondo.

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Magdalena Lasala

Cantata final para una actriz Mis nombres en su boca. Buscaba su voz para escuchar una y otra vez su silencio. Di mi nombre, rogué tantas tardes bajo sus besos, y él sólo respondía con su vergüenza por amarme contra su voluntad.

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Allí estaba mi destino, entre sus brazos, en su boca, ese era mi motivo, mi único porqué, toda mi verdad. Era yo dentro de él, para él, era todas y cada una de las notas del rumor de su aliento sobre mi oído, era mi ruego rogándole mi nombre, desnudando todas mis almas ante su mirada, su mirada…, desgranando mis pétalos para sus dedos, descubriendo mi verdad y mi memoria ante su mandato mudo. Todas ellas fui, inmortales en mi rostro incólume, alzado, sabiéndome una parte de ellas, sabiéndolas en mí. Ellas vieron la vida por mis ojos, murieron con el vértigo de mis recuerdos, inundaron mis oídos de sus voces contando lo que aprendieron y lo que dejaron por hacer. Pero sólo tomé de sus almas el amor voraz por un hombre, y le amé, desesperadamente, viviendo en mis labios los besos que ellas no dieron. Quise huir, sí, yo también. Busqué enfebrecida la gloria de su pecho y sentí el pánico de volver sin él. Él... Yo era todas, por él. Teresa poeta, Zenobia, Cassandra, la Durmiente redimida, fui Nefertiti ofertando sus dones de reina a la diosa, fui Barbara Lynch y Maurizia Rugieri. Ellas eran yo mirando los almendros en flor de mi ventana al leve contacto de su aliento con mi piel. Ellas brotaban dueñas de una memoria que había querido olvidar, ellas seguían ahí, amando de nuevo, amando a través de mí, amando hasta la muerte, esa muerte que soñé ofrendarle a él. Él fue Dios para mis ojos, el único eco que ansiaba mi voz. Nada tenía importancia si no estaba en su boca. Su boca… Sólo ansiaba olvidar la vida en su boca, sólo sentir su silencio sobre mis labios y morir, morir al dolor de despertar sin él, morir a la verdad del imposible, morir a la memoria que me obligaba a recordar que no era mío, que nunca sería mío. Sólo quería ser mujer sin memoria en su boca. Pero desperté. Cegada por la luz de un amanecer hiriente, aquel día cualquiera de abril, cayeron los muros que protegían mi sueño. Mis manos

no pudieron impedir que los pedazos derruidos se estrellaran contra el suelo. Él no estaba y yo tenía que reconstruir mi nombre, mi alma, mi ser entero. La vida era más fuerte. Él no estaba y no podía saber si había estado alguna vez, pero la certeza de su ausencia era un puñal hundido en la boca de mi estómago que no me dejaba respirar, que me desangraba. Veía mi sangre en un reguero siguiendo la silueta de mi sombra, pero no podía morir. No iba a morir. Mi castigo por haber desafiado a Dios era sobrevivir. Sin él, sin el hombre al que había entregado mi vida y mi lucidez. Cada vez soy mejor actriz. Tú no estás, y yo no soy quien fui. Me vienes al alma en los días sin luz, eres tú el sol que quedó conmigo, vuelves a vestirme de hechizo, eres tú. Todos dicen que soy tan bella, pero eres tú: salgo a escena y canto los más bellos poemas de amor, para ti. Cierro los ojos, danzo libre para ti la música de cuánto te amo, cientos de ojos miran asombrados la gloria final de mi pasión. Sé que tú estás ahí. Soy Salomé y mis brazos cruzan tus aguas. Soy Lilith inocente y enamorada proclamando tu amor, canto con la voz perdida que me legó Butayná, renazco del imposible cual Fedra en el último acto, rompo en pedazos el retrato de Elsa Gabrieli, y reclamo los dones que Artemisia entregó a cambio de su historia. Soy versátil como un espejo estrellado, surjo misericordiosa señora de la vida de otros y todos alaban mi voz. Mientras me apiado de su ignorancia. Es tiempo de renuncia. Sí. ¿Dónde te fuiste lejos de mis dedos? Allí donde tú sigas siendo, escucha: yo quedé aquí, pero te echo de menos. Bailaré el último adiós bajo la luna, gritaré mis nombres eternos, sus nombres, los de ellas, felices porque hablan a través de mi voz proclamando el amor que les dio nueva vida, mi amor perdido, el tuyo. También he perdido mi nombre, aquel que tú me diste en silencio. Ahora recorro palabras, saboreo letras, deshojo voces, cada día te evoco en las mil voces de mis recuerdos, a veces me demoro en alguno, pero nunca puede ser por mucho tiempo. Ni siquiera el tuyo es bastante, ni siquiera aquella voz tuya es bastante. Me diluyo suavemente detrás de mis máscaras. Te amo en los nombres de mis rostros porque busco la imagen final de Dios. Ese Dios envidioso. Esa imagen que sigue siendo tu boca mientras se cierran mis ojos bajo la memoria de tu aliento.


José Luis Corral

Un banquete en la Alhambra de Granada en el siglo XV Mi nombre es Abdalmalik y soy hijo de Jalid, el orfebre. Tengo doce años y vivo en la medina de la Alhambra, junto a los palacios del rey nazarí de Granada. La casa no es muy grande, pero dispone de un pequeño jardín donde arraigan media docena de olivos y dos manzanos, y en cuyo centro se abre un pozo rodeado de un brocal de alabastro. Mi padre trabaja en el taller de palacio, cincelando piezas de plata para la familia real, y yo le ayudo cuando regreso de la escuela coránica de la mezquita de la medina Alhambra, donde estudio gramática, matemáticas y geometría. En mi casa nunca falta comida, que mi madre prepara todos los días con una de mis hermanas en la cocina. Casi siempre comemos lo mismo: sopa de verduras o de carne, garbanzos cocidos, guisos de ave o de vaca, pan horneado y especiado con comino y sésamo, y manzanas, albaricoques, higos y queso. Algunas veces, cuando le abonan el pago por un buen trabajo, mi padre compra en el zoco pichones, pescado, dátiles y pistachos. Y en algunas ocasiones, cuando celebramos una fiesta o festejamos un gran acontecimiento, nuestra mesa se llena de ricos manjares y golosinas. Hoy celebramos la fiesta del primer corte de cabellos del menor de mis hermanos. Pronto hará dos años que nació y mi padre ha decidido que ya es tiempo de practicarle su primer corte de pelo. Para nosotros, los musulmanes, supone un gran acontecimiento y lo celebramos con una fiesta en la que cada familia cocina los mejores alimentos que puede conseguir. Como van a venir a comer algunos parientes de Granada, mi madre ha asperjado con esencia de mirra toda la casa, que ahora está impregnada de su aroma profundo y dulzón. Sobre la alacena de la cocina ya están preparados los alimentos del banquete. Hay varios ataifores, unos amplios platos de cerámica barnizada en color azul, llenos de pan frito en aceite y untados con ajo, y otros con decenas de almojábanas, los riquísimos pastelillos rellenos de queso listos para ser fritos en aceite rusiente, tres ollas con guisos de carne de cordero aderezada con pimienta, orégano y perejil y dos botes de murri, una conserva de pescado seco que han traído desde Málaga unos mercaderes del barrio del Albaicín.

A mí no me gusta el murri porque es muy salado y tiene un sabor muy intenso, pero a mi padre le encanta y me dice que cuando yo sea mayor y acostumbre mi paladar a todos los sabores, también sabré apreciarlo. Otros manjares que comeremos serán pasteles de carne de pollo y de calabaza, y cebollas rellenas de arroz y picadillo de ternera, que tomaremos como entrante. En el fondo de la alacena, a resguardo del calor del hogar, hay varias botellas llenas de agua de Sierra Nevada aromatizada con esencia de azahar y de menta y algunas jarras con zumos y néctares de granada y naranja. En unas redomas especiales, mi padre, que aunque es un fiel musulmán dice que no es pecado celebrar algunas fiestas con vino, conserva con celo un vino dulce y espeso de color ambarino al que hace unos días le añadió canela y jengibre para que hoy estuviera bien especiado. Nunca me ha dejado probarlo, pero es probable que hoy me permita tomar un sorbo. Ojalá fuera fiesta todos los días, porque después de toda esta comida mi madre nos sorprenderá, aunque ya lo sabemos pues siempre lo hace, con unos platos de galletas dulces, a las que añade pasas, dátiles y pistachos, y con pastelillos de crema empapados en miel. Estas dulcerías sólo las comemos en el mes de Ramadán, que en mi casa se cumple con fervor. Mi padre dice que después de todo un día sin comer, las galletas dulces son un buen reconstituyente y la mejor manera de acumular fuerza para el ayuno que nos espera al día siguiente. El año pasado fue el primero en el que cumplí el precepto del ayuno durante el mes de ramadán y creo que si no hubiera sido por los dulces, no hubiera podido soportarlo. Dos jóvenes esclavas vendrán a casa a cantar y tocar un laúd y un timbal mientras comemos, y es probable que si mi padre les entrega unas monedas de más, una de ellas baile al ritmo acompasado del tambor. Mi padre nos ha enseñado que los alimentos se digieren mejor si se escucha la música adecuada mientras se come. Aunque hoy celebremos un festín, los platos siempre se sirven en el mismo orden, primero los potajes y las sopas, después las carnes y los pescados y al final las frutas y los postres dulces. Dice mi padre que se hace así desde que un emigrado de Bagdad,

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José Luis Corral

de nombre Ziryab, se estableció en la corte del emir cordobés Abdarrahmán II y estableció este orden en el servicio de los alimentos en la comida y la colocación de los servicios en la mesa, además de cambiar el modo de colocarse, pues los comensales lo hacían recostados sobre un lado y ahora lo hacemos sentados en sillas y taburetes. Ésta va a ser la primera fiesta del primer corte de cabellos en la que participio, porque de la que se celebró cuando me tocó a mí, no recuerdo nada. Espero que la comida sea tan gustosa como la que hace unos meses festejamos con motivo del fin del periodo de ayuno del Ramadán. Nosotros, los musulmanes, la llamamos ‘Id al—fitr. Esta celebración, que todo el mundo espera con ansiedad, consiste en una enorme comilona en la que se devoran pasteles de carne, pollos y corderos asados, panes de sésamo y cebolla y pastelillos de miel, almendras e higos.

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También celebramos la fiesta del nacimiento de nuestro profeta Muhammad, Dios lo bendiga, la ‘Id al—adha. La costumbre es que cada familia sacrifique ese día un cordero, nuestro alimento más preciado, y que su carne se acompañe con un plato de gachas de trigo cocidas con leche. Dice mi padre que así recordamos los alimentos que tomaba el Profeta cuando vivía en las ciudades sagradas de La Meca y de Medina, en la lejana Arabia.

También celebramos fiestas del calendario solar, como los cristianos, sobre todo la del Nayruz, en que festejamos el primer día de primavera, y la del Nahrayán, el día más largo del año, que anuncia la entrada del verano y el inicio de la estación de los frutos. Para la familia es muy importante la fiesta con motivo de la circuncisión de un hijo, así como la de la boda de una hija. Y a lo largo del año no faltan ocasiones para romper la rutina de lo cotidiano y conmemorar cualquier acontecimiento en torno a una mesa bien provista. Todavía recuerdo la que se organizó en el pabellón alto, que llaman del Generalife, hace unos meses, con motivo de la boda del hijo de nuestro soberano, a la que fuimos invitados todos los familiares de los artesanos que trabajan para el rey de Granada. En una explanada se libraron torneos, y en el palenque se disputaron carreras de caballos y una gran partida de polo a caballo; todas las puertas de la medina estaban adornadas con guirnaldas y enramadas, sobre las almenas ondeaban las banderas y los pendones de la familia de los soberanos nazaríes y había numerosos puestos de puestos de comidas donde se freían almojábanas, pescados y carnes en marmitas de hierro mientras unas orquestinas de músicos y cantantes tocaban deliciosas melodías mientras el atardecer rojizo reverberaba en las murallas de la Alhambra.


Manuel Vilas

Vacaciones (fragmento de la novela España, Punto de Lectura, 2012)

El aeropuerto de La Habana no era un aeropuerto europeo, claro. Me acordé de Cristóbal Colón, no sin una extraña envidia. Estaba pendiente de que Mónica siguiera a mi lado durante la cola que tuvimos que hacer en los controles de inmigración. Nuestra maleta era una Samsonite roja, dura, de tamaño grande. Me molestan las colas y tiendo a no respetarlas, a colarme con gran habilidad. Un funcionario del gobierno comprobó que mi rostro coincidía con el rostro del pasaporte, para ello me miró a los ojos un instante. Me dio pena ese trabajo. Fue el olor lo primero que percibí cuando salimos del aeropuerto. Era un olor a gasoil mal quemado. Era un olor extranjero y sentí el roce del miedo. Los de la agencia de viajes nos metieron en un taxi, con dirección al hotel. Era ya de noche, las nueve o casi las diez. La noche en un país extranjero con un olor indeseable, y un calor pegajoso que comenzaba a maltratar mi cuerpo: la noche del turista encendido. Mónica no hablaba, cosa rara en ella. Me gusta tanto que Mónica hable. Cuando ella habla, ordena las cosas, pero ahora no decía nada. Por la ventanilla contemplé el gran desfile de la desdicha automovilística: decenas de ruinas andantes, con motor y ruedas. Los cubanos se apañan como pueden, son tremendamente ingeniosos con los coches viejos. Vi muchos Ladas, los Ladas fabricados en la antigua Europa del Este. De vez en cuando miraba a Mónica, que sonreía, pero seguía sin hablar. Ella también miraba la fauna de coches americanos de los años cincuenta que los cubanos mantenían en pie a base de arreglos misteriosos. Me dieron miedo esos coches, parecían salidos de un infierno sórdido y elemental. No un infierno europeo, estilo Dante, sino un infierno sin categoría. Un infierno con fuegos baratos, que a veces se apagan. Calderas con combustible escaso. Este viaje era importante para Mónica y para mí. Llevábamos cuatro años de matrimonio y algo iba mal, iba mal desde hacía unos ocho meses justos. Tuvo que ver con una infidelidad de ella. Mónica me lo había confesado todo. Yo le propuse una separación pero ella casi enloquece con esa proposición. No podía soportar perderme. Sin embargo, me había sido infiel con otro hombre. Estaba horrorizada con la idea de que yo la abandonara en castigo por su infidelidad. Yo también la quería, y la sigo queriendo. Pero algo se resquebraja. Los dos sentimos que estamos caminando sobre hielo resquebrajado y que bajo el hielo hay un fondo desconocido. La razón de este viaje es volver a unir, sanar casi, los resquebrajamientos del hielo, como tantos viajes que llevan a cabo parejas en crisis, parejas de europeos de clase media alta en crisis. Mónica, durante este tiempo, ha estado

pensando que yo no hacía otra cosa que pensar en ella en brazos del otro hombre, y se atormentaba más que yo. La vida es complicada porque tiene sótanos llenos de bichos no catalogados por la ciencia. En ese sentido, yo estoy descatalogado. Nos habíamos alojado en el antiguo Hilton, es decir, en el Habana Libre. Un hotel de 25 pisos que gobierna las alturas de la capital cubana. La habitación era de un lujo antiguo. Era una habitación muy grande, con dos camas casi de matrimonio, pero en general dominaba cierta sensación de deterioro, especialmente en el baño. Sin embargo, desde la habitación había –estábamos en el piso 22— una vista maravillosa del mar y de La Habana. No hicimos el amor aquella noche. Acordamos que estábamos cansados. Dejamos que el hielo siguiera roto a nuestros pies, no era cuestión de un día ni de dos. Dormí mal porque estuve oyendo ruidos mecánicos y eléctricos toda la noche. Ruidos de los hoteles de lujo del Tercer Mundo. Porque el lujo en el Tercer Mundo es ruidoso. Oía la nevera y los nervios eléctricos del aparato de la refrigeración. Pero al menos no hacía calor, y estábamos en verano. Como no podía dormir, me bebí un botellín de ginebra con cocacola del minibar. Eso me relajó, y finalmente me quedé dormido. Mónica respiraba profundamente. No sé cómo hice para poder oír la respiración de Mónica en medio de ese enorme espacio (unos 50 metros cuadrados de habitación) y de esos ruidos que ya he dicho. Presentí su respiración honda, más que la oí. Conocimos la ciudad al día siguiente. A Mónica le impresionó la pobreza, la miseria interminable. Conforme íbamos conociendo la ciudad, Mónica se puso muy locuaz, y comentaba todo lo que veía. Estuvimos en el Museo de la Revolución y Mónica se puso a mirar las fotos del Che. Mónica dijo que el éxito mediático del Che Guevara se debía a su rostro de actor de Hollywood. Yo le discutí eso. A mí me parecía un rostro byroniano. Mónica dijo que le estaba dando la razón al decir lo de byroniano. Mónica llevaba unas sandalias preciosas. Sus pies son maravillosos. Mónica comenzó a teorizar sobre la figura del Che Guevara. Dijo que era un Rimbaud hispánico. Pero después añadió que le parecía mucho más grande y trascendental el personaje del Che que el personaje de Rimbaud. El Che, en la mente de Mónica, tomaba los atributos de un Dios. Yo le dije que no sé qué tenía que ver el Che con Rimbaud. Además –contraargumenté con sarcasmo— a Rimbaud no lo conoce nadie y al Che lo conocen en medio mundo. Esta afirmación le entusiasmó.

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Manuel Vilas

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Yo seguía pensando en las cosas que piensan los turistas occidentales cuando van de vacaciones al Tercer Mundo. La Habana era una ciudad en descomposición, como mi relación con Julia. Julia miraba los patios de la calle Obispo y se horrorizaba. A mí, sin embargo, la pobreza de los demás no me asusta. Creo que me he hecho viejo y las cosas comienzan a no asustarme. Julia temía las picaduras de mosquito y se embadurnaba de un repelente de insectos que anulaba su caro perfume occidental. Tarde o temprano teníamos que abordar nuestra situación. Entramos en «La Floridita», un típico sitio para turistas donde se exhiben fotografías de Hemingway por las paredes. Hay también una estatua de Hemingway colocada en un extremo de la barra, estatua que la gente emplea para hacerse fotos con el escritor. Julia se negó a hacerse una foto con el escritor americano, yo en cambio sí me la hice. Julia dijo que en vez de la estatua de Hemingway deberían de haber colocado la estatua del Che, y que entonces sí se hubiera hecho una foto. Yo le dije que eso hubiera sido frivolizar la imagen del Che, y que para frivolidades festivas siempre está mejor poner a un norteamericano. Nos tomamos dos daiquirís y comenzamos a hablar de nosotros. Pasamos a la segunda ronda de daiquirís, y seguíamos intentando hablar de nosotros. Dábamos vueltas en el «nosotros», mientras en La Floridita seguían entrando turistas y sonaba un conjunto local que interpretaba canciones cubanas. De repente, Julia consiguió concretar algo y dijo: «¿tú crees que si viviéramos aquí, en La Habana, seríamos felices?». Luego apostilló que en un mar de privaciones materiales como el que se vivía en La Habana, tal vez alcanzaríamos la felicidad. No conseguimos decirnos más cosas, pero en nuestras imaginaciones nos vimos viviendo en la escasez, en una vivienda insana, sin aire acondicionado, sin lujos, siempre comiendo arroz, sin vino, sin coche, sin todo. «No creo que yo fuese feliz viviendo como un pobre», le dije a Julia. Quise visitar la casa museo del escritor José Lezama Lima, y Paloma no se opuso, pese a que no sabía quién era Lezama Lima. Paloma es farmacéutica de profesión y nunca lee un libro, pero le gusta el cine y viajar. La Casa de Lezama era un piso bajo con cuatro o cinco habitaciones más bien pequeñas. Hacía un calor sofocante y Paloma se puso a hablar de lo difícil que sería escribir una novela tan gorda como «Paradiso» en esas condiciones nauseabundas, palabras que me sorprendieron en una farmacéutica que no lee nada. Me aclaró que había visto la novela en una estantería de la casa museo, pero yo busqué luego un ejemplar de la novela y no la encontré. Que nombrase «Paradiso» con familiaridad también me inquietó. Entonces, Paloma me dio un beso en los labios al entrar en el que fue el despacho de Lezama. Miramos los libros que tenía su biblioteca, yo seguía sin encontrar el ejemplar de «Paradiso» al que se había referido Virginia. Todo estaba polvoriento, dormido, clausurado. Nos resultaba difícil pensar que allí hubo vida alguna vez. Virginia se puso a hablar con las mujeres negras que cuidaban la casa museo. Reían de lo pequeña que era la cama de Lezama Lima. Les dije a esas mujeres que nuestra cama de recién casados era

un poco más grande, gracias a Dios, y las mujeres volvieron a sonreír. Hacía un calor insalubre y todos estábamos sudando. Le propuse a Virginia que cogiéramos un taxi y nos fuéramos a la piscina del hotel. Cogimos un taxi que parecía una nevera andante. Tal vez una chatarra que se movía por arte de magia. Los asientos estaban rajados y de los costurones bárbaros salían pelusas y almohadillas grasientas. Era un coche de los años setenta, algo parecido al memorable Seat 124. Nos bañamos en la piscina del hotel y el agua estaba caliente. Pedimos dos piñas coladas. Miraba el cuerpo de Teresa con delectación, con orgullo. Se había puesto un bikini nuevo, comprado en España. Le sentaba estupendamente. No tenía nada que envidiar a las hermosas mujeres cubanas. Me quedé mirando el cielo lleno de luz y de repente, tumbado en la hamaca, me puse a pensar en todas las ciudades de la tierra. Había una conexión íntima y misteriosa de Teresa con todas las ciudades de la tierra. Quizá tener a Teresa significaba una posesión simbólica de todas las ciudades de la tierra. Pero sentí una melancolía que procedía de una mentira: el mundo es inabarcable y Teresa era abarcable. Hicimos el amor después del baño, en la habitación del hotel. Nos duchamos tres veces. Nos acostamos cerca de la una de la madrugada, terriblemente cansados de tantos paseos por La Habana Vieja y aún quedaban vestigios en nuestros cerebelos maltratados del cambio horario, de las seis horas de diferencia entre Madrid y La Habana. Vivir más un día, un día de treinta horas; en el futuro habrá días de treinta horas. Nos metimos en la cama y sonaba la máquina de la refrigeración. Otra vez no podía conciliar el sueño. Sin embargo, Silvia estaba ya completamente dormida. Me levanté y me senté en un sillón de la habitación, procurando no hacer ruido. No hacer ruido entre los ruidos, pues sonaban al unísono la nevera y la refrigeración. El sofá estaba al lado de las cortinas; las descorrí un poco y pude ver La Habana de noche, eran cerca de las tres de la madrugada: un enorme espacio de edificios en sombra, mal iluminados, con esa escasez de luz eléctrica que tal vez haga pensar en que la abundancia de luz es un error occidental. Me hubiera gustado ser un gran animal invisible y todopoderoso que entrase en todas las casas de La Habana, y al entrar y verlas, las comprendiese y las guardara en su memoria. Me hubiera gustado ser una orquesta de hombres despavoridos, enfermados siniestramente, llenos de telarañas románticas. Me acordé de mi hermano Salvador, a quien hace años que no veo. De la imagen de mi hermano Salvador, mi único hermano, pasé a la imagen de mis padres fallecidos y pensé en sus tumbas, en sus nichos, en el cementerio de Leganés. Belén se despertó en ese momento y se asustó al verme cubierto por la cortina, pues no pudo verme la cara. Vuélvete a dormir, Belén, le dije. Qué susto me acabas de dar, dijo ella. Apaga la luz, por favor, dije yo. Ven aquí, dijo ella. Apaga la luz. Y apagó la luz. A la mañana siguiente, oí la ducha y vi que Belén no estaba en su cama. Llevo tan poco con esta mujer que me asombran todavía sus costumbres, como la de ducharse a las seis y media de la mañana y luego volver a la cama hasta las nueve, con el pelo


Manuel Vilas

mojado. Belén duerme con el pelo mojado y eso humedece la almohada, y luego queda una enorme mancha oscura en la tela blanca de la almohada, y eso levanta mi perplejidad. Sabía que la diferencia de edad tendría tantas ventajas como incómodas perplejidades: soy veinte años mayor que ella. Naturalmente, este viaje lo he pagado yo íntegramente, pues Belén está estudiando un doctorado en filología inglesa, y apenas gana para sus gastos. Me gustaría prostituirla. Es una broma. Belén quiere que visitemos el barrio de Regla. Y así lo hacemos. Es domingo, y hay misa en la iglesia de la Virgen de Regla, que es una virgen negra que despierta la curiosidad de mi jovencita Belén. No he dicho que Belén está profundamente enamorada de mí; ni he hablado de la última conversación que tuve con su padre, un hombre que sólo tiene siete años más que yo, un hombre bueno, porque estaba dispuesto a aceptarlo todo si yo le daba mi palabra de honor de que quería a Belén de verdad. Claro que la quiero, mi vida sin Isabel no tendría sentido. Isabel se empeña en que una santera para turistas nos lea el futuro. Conozco a Isabel desde hace siete semanas y, claro, es una continua sorpresa. No me importa que Isabel tenga diez años más que yo, es más, eso, si he de ser sincero, me pone muy cachondo a todas horas. La santera invocó a un montón de personajes, una mezcla de santos católicos con divinidades africanas: un carrusel de la historia de los desdichados, porque los santos católicos son los únicos amigos de los pobres. Isabel se compró varios libros sobre el Che Guevara. En La Floridita le pidió al conjunto local que tocasen la célebre «Hasta siempre». Isabel estaba emocionada, sobre todo cuando oía el estribillo «de tu querida presencia/ comandante Che Guevara». En los libros que compró Isabel salía el Che muerto, asesinado, expuesto encima de una especie de mesa alargada, con los ojos abiertos. Parecía Cristo. Genoveva decía que el Che Guevara era el personaje histórico más importante del siglo XX de la América Latina.

Geno es corpulenta y de unos hermosos ojos azules. Llevamos juntos seis años y diez meses, pero no hemos querido casarnos ni tener hijos. Nuestros dos hijos son mayores, y ya podemos dejarlos solos en España. Mario tiene 17 años y Marta 15. Están, además, haciendo un curso de inglés en Dublín. Nos llamamos a los móviles: La Habana—Dublín, Dublín—La Habana. Pobre Cristóbal Colón. Marta se llama como su madre. Con Marta fuimos a comer a «La bodeguita del medio», pero hacía un calor horrible. Llevamos veinte años de matrimonio, y Marta es el eje de mi vida, sin ella habría muerto hace mucho tiempo. Yo pedí camarones. Los cubanos llaman camarones a los langostinos. Me bebí dos mojitos antes de empezar a comer. Marta me lo censuró, sabe que el alcohol acaba siempre sentándome mal; que sí, que de momento me pone muy alegre, pero luego el estómago se venga con muy mala sangre. Y yo le di un beso. Habitación doble de uso individual, dice la mulata rubia teñida de recepción leyendo los datos de una pantalla de ordenador, y hace una larga cuenta del minibar: muchos botellines de ron Havana Club, la verdad es que la cuenta sube a ciento ochenta pesos convertibles. No está mal, pues sí que hemos bebido, dice Gerardo, mi marido, mientras me da un apretón de manos en recuerdo del hermoso amanecer que hemos pasado «tan juntos», mirando La Habana caliente, desde el piso 22 de este antiguo Hilton, que aún conserva fotos antiguas del Che Guevara y de Fidel Castro en el piso segundo, que también eran amigos íntimos. Hoy se acaban nuestras vacaciones. Nos espera un vuelo de nueve horas y media, más una larga espera en el aeropuerto José Martí, pero cuando miro a los ojos de José María, sus ojos encendidos, sé que mirando esos ojos no habrá aburrimiento ni soledad en este corazón.

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Miguel Mena

El amor está en la calle A menudo me piden que anime a leer a grupos de jóvenes. Suelo incidir en que, si te aficionas a la lectura, siempre tendrás un arma a mano contra el aburrimiento, además de una herramienta que abrirá muchas puertas en tu vida. También creo que es un hábito que se adquiere a una edad temprana, pero últimamente me ha dado por pensar si en la afición a la lectura pueden influir factores genéticos.

la publicidad y, por supuesto, las placas de las calles. Estas últimas me interesan especialmente porque cada una esconde una pequeña historia detrás. A menudo llevan a pensar en las biografías de los personajes que dan nombre a tantos lugares, pero otras veces es algo más misterioso, algo sobre lo que especular, una sencilla palabra que puede dar lugar a muchas conjeturas para pensar qué le hizo merecedora de figurar en el callejero.

Mi padre nació en 1915, hijo de un peón caminero, en una familia de nueve hermanos. Fue a la escuela hasta los once años, lo que ya era mucho en su época y en su clase social, edad en la que empezó a trabajar en el campo, poco antes de ingresar como aprendiz en una carpintería y aprender el oficio que ejercería durante toda su vida.

Hace unos quince años empecé a fotografiar aquellos rótulos de calles que me llamaban especialmente la atención. Recuerdo que el primero fue el de la calle del Sí, una pequeña vía en pleno centro de Santa Cruz de Tenerife. Todavía tengo pendiente saber a qué se debe esa afirmación, qué historia tiene detrás para merecer una calle. Con el tiempo he ido juntando nombres que de alguna manera se complementan y que, como en el caso de la página contigua, pueden llegar a perfilar una pequeña historia de amor y desamor, como tantas que nos llevan de la gloria de sentirnos dioses a la triste miseria de vagar como fantasmas.

Nada parecía empujarle hacia los libros, sin embargo mi padre tenía una extraordinaria afición por la lectura que adquirió en sus pocos años de escuela y no le abandonó hasta su muerte, un día después de cumplir ochenta y ocho años. Cuando yo era adolescente, mi padre me cogía libros para leer en su trabajo, en los talleres de la Maestranza Aérea, durante la pausa del bocadillo, algo que todavía me sorprende después de tantos años. Quizá le deba a esa predisposición genética el hecho de que leo todo lo que cae en mis manos y algo más: también voy leyendo por la calle todos los rótulos con los que me cruzo. Los nombres de los comercios, los anuncios de ventas,

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Además del aludido rótulo encontrado en Canarias, los otros que conforman «El amor está en la calle» fueron fotografiados en los muros de Erla, Lécera, Mara y Calatayud, localidades de la provincia de Zaragoza, en la manchega Ossa de Montiel y en Valladolid. Dieciséis calles para contar una historia que a veces se desarrolla en dieciséis días, aunque se parece más a esas que duran en torno a dieciséis semanas y que raro es quien no la tiene entre sus recuerdos de juventud.


GABRIEL BUENO Y LORENZ

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Luis Alberto de Cuenca

Dos sonetos inéditos ESTÁN CLAVADAS DOS CRUCES

ANSIEDAD, ANGUSTIA, DESESPERACIÓN

Queda ya poco tiempo. Está oxidada la fe de tanto estar a la intemperie, y la otra componente de la serie, la esperanza, se siente anonadada.

¿Qué haré contigo, desesperación? ¿Te clavaré una lanza en el costado? ¿Te arrancaré los ojos de un bocado? ¿Me comeré tu impío corazón?

Y el amor, ¿dónde está? Nadie responde a pregunta tan necia y tan lesiva. El amor es un barco a la deriva que prescinde del cómo, el cuándo, el dónde.

¿Te olvidaré? He perdido la razón intentándolo, y tú me has encerrado en el zulo de hiriente fuego helado donde gobierna la desolación.

Queda ya poco tiempo. Las estrellas van muriendo de frío, lentamente. A este lado del mundo ya no hay luces,

Me ahogas y sepultas poco a poco en las profundidades de mí mismo, donde la angustia, donde la ansiedad.

ni sombras tibias, ni penumbras bellas. Todo se va volviendo ajeno, ausente: un monte del olvido con dos cruces.

Y no sé ya qué hacer. Me has vuelto loco. En tu espantoso y repugnante abismo sólo hay lugar para la soledad. (Aiguablava, 18—19 agosto de 2010)

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(Aiguablava, 18 agosto de 2010)


Luis del Val

El silencio de la bondad

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Mis primeros y más intensos contactos con la prensa van asociados a un compañero de la Escuela Normal del Magisterio, de Zaragoza: Manuel González Soria. Su madre se había quedado viuda con dos hijos, y con ese coraje que los ancestros de la especie parecen haber dotados a las hembras en esa situación, sacó adelante a la familia con diversos trabajos, entre los que se encontraba la venta del Heraldo de Aragón. Mucho antes de que el sol se atisbara, cuando faltaban todavía un par de horas para que se asomara «la de los rosados dedos», en la calle de don Jaime I, en la esquina de la iglesia de San Gil, se apilaban los ejemplares del periódico que madre e hijo acercaban a los automovilistas que se paraban unos segundos delante del improvisado puesto para adquirir el periódico. La madre de Manuel González Soria me pareció siempre la personificación de la bondad. Tan humilde y tan discreta, tan afectuosa y dispuesta a la ayuda a terceros, que a mí me causó siempre la sensación de que la conocía de siempre, o de que podía haber sido mi abuela materna, que se diluyó en la nebulosa memoria de mis cuatro años. Me imagino que ahora mismo, si a las seis de la madrugada, un automóvil se parara, aunque sólo fuera unos segundos, en la calzada de la calle Don Jaime I para adquirir el diario, los bocinazos y la bronca serían tan espesos que concluiría por acudir algún miembro de la guardia municipal. Algunas mañanas, aunque no tenía que madrugar, porque el curso se impartía por las tardes, me levantaba temprano y acompañaba a mi amigo Manuel, que, pasada la hora punta, cerca de las nueve de la mañana, cogía un paquetón de periódicos y los repartía por los portales de la zona, a los que podríamos denominar «suscriptores». Creo que nos teníamos mutua admiración, ese estadio de la amistad donde uno se admira de lo que al otro le sobra y a ti te falta, o puede que el afecto vaya siempre acompañado de esta especie de embeleso que forma parte del apego y la estima. El caso es que yo madrugaba para estar una hora y media con mi amigo Manuel González Soria, y creo que desayunábamos luego, y nos tomábamos unos churros, y debería ser él quien invitara, porque yo en aquella época tenía tantas ilusiones como falta de efectivo. Un día, un mal día, un autobús hizo una maniobra indebida, se subió a la acera, y aplastó a la madre de mi amigo, allí

mismo donde durante tantos años había estado proporcionando la prensa, no en un kiosco que amparara de las lluvias y los fríos, sino en el rudimento de una silla plegable y unos plásticos que servían para proteger la mercancía los días de borrasca. Subí a Torrero y recuerdo las palabras de Manuel González Soria, como si las hubiera escuchado hace una hora: «Mi madre no se merecía esta muerte». No dije nada. ¿Qué puedes añadir a un axioma moral? Es la única vez que le he visto contrariado. Esa, y en otra ocasión, cuando el catedrático de Geografía e Historia se empeñó en suspenderle, en la primera ocasión puede que con razón, y en las siguientes con una clara mala intención que le obligaron a trasladar la matrícula a otra provincia. Tanto le horadó aquella injusticia que para demostrarse a sí mismo que había sido víctima de una indecente arbitrariedad se licenció en Geografía e Historia. Una noche, en uno de esos actos masoquistas que reúnen a los antiguos alumnos para cenar, de primero, recuerdos y, de segundo, nostalgias, acudió el caprichoso catedrático y mi amigo Manuel. Mi amigo se había llevado el diploma de licenciado y, en un momento, tras los postres, se reivindicó a sí mismo y llevó a cabo lo que había soñado durante los amargos días en que la papeleta del abusivo catedrático llevaba la terrible palabra de «suspenso». Sólo en esas dos ocasiones le he visto serio. Cuando le detectaron una enfermedad contra la que lucha, me habló de ella como si su máxima preocupación fuera que yo me llegara a preocupar. Y durante muchos, muchos años, hemos estado alejados el uno del otro, porque ya decía Manuel Vázquez Montalbán que la vida no es un tango, sino un bolero, y la letra de uno de ellos reza así: «dicen que la distancia es el olvido». No el olvido absoluto, pero sí el circunstancial, que aplaza encuentros que ya nunca volverán a producirse. Y, hoy, no sé por qué, recuerdo esa larga pausa de mudez entre mi amigo Manuel y yo, acompañado del accidente que malogró la vida de su madre, como una representación de la bondad del silencio, ese estruendo de quietud y cariño discreto que no capta la atención de casi nadie y que sirve para que la sociedad no quede aplastada con la perversidad de los malvados.


Crítica literaria El tema del amor, sus implicaciones personales y sociales o sus manifestaciones literarias permanentes, de Platón a Guillem de Ventadorn, de la Grecia clásica a la Occitania medieval, constituyen el eje del discurso en uno de los artículos de crítica literaria que incluimos a continuación. El texto de José Manuel Fanjul, que completa un artículo anterior ya publicado en esta misma revista, es una reflexión que quiere proyectarse, finalmente, sobre un ámbito mayor, la propia y actual redefinición de Europa, la más ambiciosa tarea que nos espera. Y en ese mismo ámbito hemos de situar el amplio análisis de la vida y la obra de Arthur Rimbaud, desarrollado a partir de un comentario minucioso y profesional de su poema «El barco ebrio», que nos ofrece Jaime Abad. Al fin y al cabo Rimbaud, considerado uno de los creadores de la modernidad poética europea, eligió abandonar su propia Europa en busca de la riqueza y la muerte en Abisinia. De este modo, la figura del inmortal poeta francés nos ilumina más que cualquier otra la relación entre la decadencia de la sociedad europea de su tiempo y la renovación de la creación artística. El artículo de Marcelino Cortés, por el contrario, recuerda y nos presenta la rica obra literaria de un escritor, Manuel Chaves Nogales, casi olvidado entre nosotros y del que más bien se puede decir que fue su propia España la que le abandonó a él, obligándole a marchar al exilio durante la Guerra Civil. Este escritor sevillano representa bien el terrible destino que hubieron de correr tantos creadores españoles y europeos del siglo XX que vieron su obra condenada al silencio por su aversión a cualquier tipo de dictadura. Seguimos con un último recorrido por la obra de otro creador poco valorado en su momento pero que, como el anterior, va accediendo poco a poco al lugar creativo que le corresponde. Se trata del polifacético escritor Antonio Fernández Molina (primera firma invitada de Ágora), de cuya vida y obra nos da cumplida cuenta su editor y discípulo Raúl Herrero. Cerramos este bloque con un tema que creemos de sumo interés para todos los amantes de la obra de Roberto Bolaño. Beatriz González Iranzo escribe un magnífico artículo sobre la ética y la estética en su novela Los detectives salvajes.

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Variaciones sobre Antonio Fernández Molina Raúl Herrero

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Tras la muerte de Antonio Fernández Molina, acontecida en un año 2005 que se nos antoja lejano, he escuchado alabanzas sobre sus relatos breves (microrrelatos se les suele llamar ahora), también sobre su poesía o su obra plástica... En mi opinión, las formas que empleó Fernández Molina a lo largo de su vida, ya fueran literarias o plásticas, se identifican con una cara del prisma que supone toda su obra. El mismo autor en muchos de sus textos lo ratifica. Pero también de palabra el autor solía argumentar que el valor literario de un texto es proporcional a su carga poética. Lo mismo expresaba en relación con la pintura. Poesía y misterio, siempre alejado de lo convencional y pedante. Recuerdo con claridad a Fernández Molina cuando decía: «Se puede ser un poeta y no escribir jamás un poema. Puede uno caminar, peinarse, comer, vestirse y ser un poeta aunque uno no lo sepa». Por todo ello acertó de pleno al ceñirse a sus más profundas convicciones y sugerir a Camilo José Cela la realización de la Antología de la poesía cotidiana, publicada por Alfaguara en 1966.

Emilio Carrere, Pedro Luis de Gálvez...), los místicos (Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Edith Stein...), Valle—Inclán o el teatro de la crueldad (Fernando Arrabal, Eugène Ionesco, Samuel Beckett, Jean Tardieu...), Silverio Lanza, Xul Solar...

Con frecuencia Fernández Molina hablaba de una cierta potencia que él vinculaba con Orfeo y pensaba había poseído a varios de sus amigos poetas. «He conocido al menos a dos representaciones de Orfeo en la tierra», comentaba para luego citar a Miguel Labordeta y Gabino Alejandro Carriedo.

En lo que a mí respecta tuve la fortuna de conocer a Antonio Fernández Molina en Zaragoza durante la presentación de un libro del poeta aragonés Ángel Guinda, allá por el año 1994, en la Biblioteca de Aragón. Era verano, Molina vestía un traje blanco y lucía con inusual elegancia un sombrero de paja estilo años 20. Durante el turno de preguntas me sorprendieron sus disquisiciones, tan cercanas a mis barruntos. Hasta entonces en Zaragoza me había sentido como lirio entre espinas, como un extraterrestre al volante de un automóvil.

A la luz de tales convicciones, que guardaba para personas próximas a su sensibilidad, su obra se tiñe de una luz más profunda. En sus poemarios Vía Crucis, Vientos del atardecer y Fragmentos de una elegía permanente recogió un sentido trascendente del mundo, al igual que en muchos de sus aforismos (a los que llamaba musgos) y algunos artículos (el preámbulo del libro que dedicó al escultor Fontecha o el prólogo que escribió para la edición de Los animales vivos de Gabino—Alejandro Carriedo (El último Parnaso, Zaragoza,1997). Sin duda de estos y otros temas hablaba en su abundante correspondencia (inédita a día de hoy) con su amigo Juan Eduardo Cirlot.

En los años 60 participó del grupo pánico creado por Arrabal, Topor y Jodorowsky. En los setenta se acercó a la poesía visual de nuevos creadores, en principio seguidores de la obra de Julio Campal, como Fernando Millán, José María de Montells, Alfonso López Gradolí... Durante esos años permanece, junto con sus seis hijas y su esposa, en Mallorca con Camilo José Cela, como secretario de redacción de la revista dirigida por el Nobel Papeles de son Armadans. En la isla entabla amistad con Joan Miró, conoce al también escritor y pintor Antonio Beneyto, y a toda una serie de escritores y artistas que resultaría muy largo enumerar. Tras abandonar Mallorca se instala en Zaragoza en 1974, impulsado por su vinculación con la familia Labordeta, su amigo Miguel había muerto en 1969.

Tales implicaciones no impiden que en sus escritos y pinturas destaque el sentido lúdico, jovial, fantástico y amable. Con el grupo postista entabló amistad o mantuvo una cordial relación (Gabino—Alejandro Carriedo, Ángel Crespo, Carlos Edmundo de Ory, Gregorio Prieto). En el primer número de su revista Doña Endrina (que albergó a algunos de los más firmes talentos del momento y hasta unos dibujos «postistas» de Francisco Nieva) se incluyó el último poema publicado en España –y quizás también en cualquier otra parte– de Silvano Sernesi, el italiano enigmático del postismo.

Meses después coincidí con él en una tertulia animada por la artista Ángela Ibáñez en el café Dalí de Zaragoza. A Molina le sorprendió que a mi edad, entonces era ciertamente joven, conociera la obra literaria de Salvador Dalí y Los cantos de Maldoror de Lautréamont. Tras leer algunos de mis poemas me realizó algún sucinto elogio y me señaló ciertas apreciaciones que mejoraban el texto. En ese mismo momento comenzó nuestra amistad. «Puedes encontrarme en la guía de teléfonos, soy el único Fernández Molina», me dijo. Por aquellos años ya había emprendido mi tarea editorial con una pequeña colección de poesía donde Fernández Molina publicó en 1995 su poemario Fuego húmedo. Cuando ese empeño creció y se transformó en Libros del Innombrable siguió presente en mi catálogo, continuó regalándome sus consejos e indicaciones, que me brindó, siempre, con un escrupuloso respeto. Me siento orgulloso de su abundante presencia en el catálogo de Libros del Innombrable, donde se incluyen los tres tomos de su poesía completa hasta el año 2000.

En la órbita de Antonio Fernández Molina entraron perfiles tan diversos como Ramón Gómez de la Serna, la poesía de pintores (Dalí, Picasso, Klee, Max Aub...), los dibujos de poetas (Federico García Lorca, Cocteau, Ionesco, Günter Grass...), Alfred Jarry y la patafísica, el mundo de la bohemia modernista (Rubén Darío,

En el año 2003, coincidiendo con los 50 años de la aparición de sus primeros poemarios, se publicó en la editorial una selección de sus relatos bajo el título La vida caprichosa. Con este motivo se dispuso una gira literaria que nos llevó a Fernández—Molina, su esposa Josefa, la poeta Alicia Silvestre, el firme colaborador de la editorial


ANDRÉS TENA

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José Luis Melgares y quien esto suscribe por Barcelona, Valencia, Huesca, Granada, Murcia y Madrid. Y fue, precisamente, en esta última ciudad, en el Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía, el 17 de octubre de 2003, cuando en compañía del poeta, entonces también Secretario de Estado de Cultura, Luis Alberto de Cuenca y de su amigo Fernando Arrabal, se le rindió un merecido homenaje en una sala colmada. Aunque como luego recordaría Arrabal «no lo suficiente para lo que Molina se merecía».

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En mi opinión, la obra de Fernández Molina, a pesar de las ramificaciones e influencias que se le puedan conceder para calmar ese apetito académico del rastreo y etiquetado, posee personalidad y brillo propio. Su vida, sus escritos, sus anécdotas están a la altura de los personajes más sobresalientes y originales de la literatura universal. En muchos aspectos su trabajo despliega caminos de una vitalidad no siempre presente en la literatura española y por qué no decir mundial «de los últimos tiempos»: sus extrañas novelas Un caracol en la cocina o Rin—tin—tin cruzando los Alpes, sus obras teatrales, sus guiones cinematográficos, todos estas piezas son una buena muestra de mis afirmaciones. Su obra poética destaca por su naturaleza y originalidad, próxima al surrealismo en ocasiones, a los autores marginales de originalidad excepcional y los mejores y más granados escritores que no han buscado el aplauso de los más sino la celebración de la literatura de los menos. Apenas se le ha excluido, sin justificación, de algunas antologías compendiadas para los más. A su teatro no se le ha concedido excesiva atención hasta el momento (con excepción de algunos elogiosos artículos, como el que le dedicó Pemán a principios de los años 60), lo que convendría

remediar de inmediato. Sus novelas, como Solo de trompeta, ahondan en un estilo que las hermana con las propuestas más arriesgadas de sus contemporáneos en Europa (Grass, Arrabal, Beckett...) y casi nunca se ha afirmado abiertamente. Su pintura establece lazos entre el informalismo (El Paso) y otros modos de concebir la pintura (Grupo COBRA) de muy reseñable valor. Sus relatos breves han aparecido en selecciones de carácter internacional donde se le ha adjudicado un primer puesto en la literatura y, sin embargo, hasta hace muy poco también se le había escatimado tal mérito. José Luis Calvo Carilla, Ricardo Senabre, José María de Montells, Fernando Arrabal, Mario Ángel Marrodán, entre otros, han sido algunos de sus «pocos» valedores sin reservas. A pesar de todo no es mi deseo demostrar amargura. Existen ahora muy buenos augurios que prometen abrumadoras expectativas para la obra de Antonio Fernández Molina. Con lentitud las diferentes parcelas que cultivó van tomando asiento. Ese reconocimiento generalizado, que tanto se le resistió en vida, parece que despunta. Cuanto más leo su obra, incluidos sus escritos biográficos (Fragmentos de realidades y sombras), más me ratifico en la siguiente idea: Fernández Molina fue un niño que soñó con ser un poeta y… lo consiguió… con largueza. Un servidor no sería quien es, para bien o para mal, si no fuera por el magisterio de Antonio Fernández Molina, por eso le llamo mi maestro por donde quiera que voy. Todos ustedes están invitados a su literatura, peor para aquel que no asista. Mucho tardará en nacer, si es que nace, otro poeta de su creatividad, talento y generosidad…


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Manuel Chaves Nogales, la joya rescatada de la Edad de Plata Marcelino Cortés Valenciano DE LOS OLVIDOS LITERARIOS Buena parte de la historiografía literaria de las últimas décadas se dedicó con ahínco a exhumar autores y obras que permanecieron eclipsados por el halo resplandeciente que irradiaban los grandes autores de ese periodo excepcional de la literatura española que se ha venido en denominar la Edad de Plata (1898— 1936). Unos fueron autores de éxito que vieron pronto declinar su estrella y pasaron a engrosar el panteón del olvido; otros habían compuesto obras estimables, pero su alcance local les privó de mayores glorias literarias; otros fueron rescatados más por sus biografías atrabiliarias que por la calidad de sus obras, como la patulea bohemia encabezada por Pedro Luis de Gálvez. Lo que parece sorprendente es que, más de setenta años después y en un terreno tan trillado como la literatura del primer tercio del siglo XX, se pudiera rescatar de esa hojarasca a un autor de una calidad deslumbrante y que, desde el momento de su redescubrimiento, se aupara a la categoría de ser uno de los escritores más importantes de este periodo. Hablamos de Manuel Chaves Nogales (1897—1944), periodista sevillano que fue director del periódico Ahora y murió prematuramente en el exilio londinense1.

En el prólogo de A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España (1937) —considerada actualmente como una de las mejores obras literarias sobre la Guerra Civil española— el propio Chaves Nogales se definió como «un pequeño burgués liberal, ciudadano de una república democrática y parlamentaria». En ese mismo prólogo Chaves Nogales explica cómo abandonó Madrid en noviembre de 1936 para marchar al exilio: «Me fui cuando tuve la íntima convicción de que todo estaba perdido y ya no había nada que salvar, cuando el terror no me dejaba vivir y la sangre me ahogaba. ¡Cuidado! En mi decisión pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid como la que vertían los aviones de Franco, asesinando mujeres y niños inocentes. Y tanto o más miedo tenía de la barbarie de los moros, los bandidos del Tercio y los asesinos de la Falange, que a la de los analfabetos anarquistas o comunistas».

Tal vez debamos comenzar, pues, por averiguar cuáles fueron las razones de este persistente olvido.

CHAVES Y LA TERCERA ESPAÑA Chaves Nogales pertenece a esa España que se va quedando sin aire al verse aprisionada por los dos movimientos totalitarios que se dieron cita en los años treinta —el fascismo y el comunismo— y se volatiliza en julio del 36. Chaves Nogales es uno de los más insignes representantes de lo que Salvador de Madariaga bautizó como la Tercera España. 1 Para los aspectos biográficos del autor remitimos a la biografía que María Isabel Cintas, su principal estudiosa y editora, ha publicado bajo el título Manuel Chaves Nogales. El oficio de contar (Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2011) con la que obtuvo el Premio Antonio Domínguez Ortiz.

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Tanto su ideología como su visión de la Guerra Civil resultaban particularmente incómodas para aquellos que posteriormente reescribieron la historia. El bando ganador, como es lógico, no se ocupó de él por su significación republicana; el bando perdedor lo ignoró porque el acta que levantó de la Guerra Civil no casaba bien con la mitología que de la contienda se pretendió hacer. Por esa razón, y durante décadas, a Chaves Nogales solo se le recordó por ser el autor de uno de los best—sellers más célebres de su tiempo, Juan Belmonte, matador de toros: su vida y sus hazañas (1935), una obra que apenas dejaba transparentar su visión de la realidad española del momento.

DEL PERIODISMO A LA LITERATURA Otro problema adicional que ha planteado la adecuada intelección de Chaves Nogales es la tipología de su obra. A Chaves Nogales le está sucediendo lo mismo que le ocurrió a Mariano José de Larra. Considerado en su tiempo como periodista, fue elevado a la categoría literaria por los autores de la Generación del 98.

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En su tiempo también a Chaves Nogales se le leyó únicamente como periodista. Sin embargo, el conocimiento cabal de su producción —en especial, de los nueve deslumbrantes relatos que conforman A sangre y fuego— permite reinterpretar la mayor parte de su obra a la luz de la literatura. En un periodo en donde el periodismo se renueva y los géneros literarios al uso entran en disolución, Chaves Nogales plantea en su obra una reformulación de la crónica periodística tradicional hibridándola con los mecanismos clásicos del relato. El resultado de este proceso es una obra en donde la biografía, la historia y el ensayo se deslizan sobre una narración transparente que atrapa como si fuera una novela bien contada. El procedimiento narrativo de Chaves Nogales —la marca de la casa— consiste en diseminar la historia en pequeñas unidades narrativas o celdillas encabezadas por un epígrafe; estas celdillas son a la narración conjunta como el párrafo a la idea. La suma de varias de estas pequeñas unidades narrativas conforma el capítulo que, en su origen, es una de las entregas que aparecieron en un periódico o revista de la época. La suma de todas estas entregas hoy la leemos unitariamente en forma de libro.

EL RESCATE DE SU OBRA La obra de Chaves Nogales era de muy difícil acceso hasta el año 1993 en que María Isabel Cintas Guillén editó la Obra narrativa completa (Sevilla, Diputación Provincial de Sevilla, dos vols.; reimpresión en 2009) y su Obra periodística (Diputación Provincial de Sevilla, 2001, dos vols.), ambas muy incompletas como luego se ha visto. Hasta entonces la mayor parte de su obra se encontraba dispersa en un gran número de periódicos españoles, europeos y americanos. En la actualidad contamos con ediciones modernas de los títulos más importantes de su producción.

En la colección Libros del Asteroide pueden encontrarse en ediciones recientes los títulos más destacados del autor: el imprescindible A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España (1937 [2011]) (también disponible en la Colección Austral de Espasa—Calpe con estudio introductorio de Ana R. Cañil [2011]); el desternillante relato El maestro Juan Martínez que estaba allí (1934 [2011]), en el que se cuenta la tragicómica peripecia real de un bailarín flamenco en la Rusia revolucionaria; el admonitorio y demoledor ensayo La agonía de Francia (1941 [2011]), en el que analiza la claudicación de la democracia francesa al nazismo; y también la ya citada biografía Juan Belmonte, matador de toros: su vida y sus hazañas (1935 [2011]). En 2011 la Editorial Renacimiento (Sevilla, Biblioteca de la memoria) ha publicado Lo que ha quedado del imperio de los zares (1931). En diciembre de 2011 esta misma editorial, en su colección Espuela de Plata publicó a la vez dos libros. El primero es La defensa de Madrid (con prólogo de Antonio Muñoz Molina). Se trata de una colección —completamente olvidada— de artículos publicados entre agosto y noviembre de 1938 en distintas revistas internacionales. El resultado es un libro que se lee como una novela, posee una calidad literaria excepcional y proporciona un testimonio histórico de gran valor por su vindicación de la figura del general Miaja. El segundo es una compilación de artículos sobre la Guerra Civil —algunos ya publicados en la Obra periodística y otros inéditos— bajo el título Crónicas de la Guerra Civil (con prólogo de Santos Juliá).


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El barco de Arthur Rimbaud Jaime Abad El pasado noviembre se cumplieron 120 años de la muerte de Arthur Rimbaud. Su obra, esencial dentro de la poesía francesa de finales del siglo XIX, fascinó a sus contemporáneos en los círculos literarios de Paris, así como su comportamiento irreverente le granjeó profundas enemistades. No obstante, su figura e influencia, en la radicalidad de sus propuestas, se ha prolongado a lo largo de buena parte del siglo XX, deviniendo clave en la obra de poetas y escritores tan diferentes como Yves Bonnefoy, Henry Miller o André Breton. Para éste último Rimbaud ejercía una especial fascinación, y es que el Surrealismo siempre lo consideró como uno de sus precursores, «Rimbaud es surrealista en la práctica de la vida y más allá»1, escribiría Breton. Pero, alejándonos de su caracterización como surrealista avant la lettre, releer sus poemas tantas décadas después de su muerte supone sucumbir ante la fuerza y el vigor de un lenguaje poco común. Decía Philippe Sollers2 que las Iluminaciones será el libro que continuará siempre presente, permaneciendo incluso cuando ya nadie recuerde nada. La aventura literaria y existencial de Rimbaud aún late como un encantamiento ante aquellos que leen sus poemas, textos escritos en un breve espacio de tiempo, y parte de ellos en circunstancias extremas; es la vida y obra de un escritor que ha adquirido, con el tiempo, la categoría de mito. Esta vida se apagaría, hace más de un siglo, un día de noviembre en un hospital de Marsella, después de haber sufrido meses antes la amputación de una pierna debido a un cáncer. Atrás quedaron sus aventuras literarias y personales, viajes reales e imaginarios entre las palabras y los caminos de Europa; una aventura que lo condujo hasta la remota región de Abisinia, bajo el calor abrasador de un sol ecuatorial, lejos de una sociedad que denostaba profundamente, e instalado en el desierto con el firme deseo de hacer fortuna como comerciante. Su vida y su obra fueron siempre un deseo de rebeldía y de búsqueda; atraviesan toda su creación literaria el rechazo a la sociedad burguesa de la Francia del fin de siglo, la búsqueda de nuevas regiones, así como la creación de una nueva expresividad poética. Porque su poesía trató siempre de dar alcance a un nuevo espacio en el que desarrollarse y un nuevo idioma para describirlo. Si, como señala Bachelard, «la poesía contemporánea ha puesto la libertad en el cuerpo mismo del lenguaje»3, en pocos poetas esta realidad es tan evidente como en Rimbaud, en sus poemas hallamos una sed de absoluto que acosa al poeta, el deseo de una libertad exaltada aún por descubrir. Pero si su vida real terminó en 1891, su vida literaria, en cambio, había terminado mucho antes, su obra es la historia de una búsqueda que se hunde en el silencio, representa el ansia de una vida más plena abocada a la derrota; es la libertad tratándose de

hacerse palabra, verso, tratando de expresarse, allí donde está condenada a verse reducida a una carcajada perdida en la vacío. La poesía de Rimbaud es, en definitiva, como él mismo dijo, la toma de conciencia de que: «la verdadera vida está ausente»4. En su última fase, ella representa la constatación de una pérdida, la desazón de quien recorre las praderas del Infierno sin rumbo, para regresar al mundo sabiendo de la imposibilidad de toda trascendencia: el fracaso de su poética, de su proyecto como Vidente5. La poesía, tal como la concibe Rimbaud, ha devenido una empresa sobrehumana, una potencia divina operando en la reconstrucción del mundo y del lenguaje; es la suya una poesía que pretende remontar el vuelo por encima de lo cotidiano, una poesía cuya meta última es la reinvención del amor. Concebido éste como pura novedad, nunca definido con claridad pero anhelado bajo la fosforescencia de las palabras, un amor que va deslizándose en sus versos: «Tu cabeza se vuelve: ¡el nuevo amor! Tu cabeza se vuelve, — ¡el nuevo amor!»6 Pero todo esfuerzo por reconstruir las estructuras vitales resultará imposible, es el vacío infinito que desemboca en el silencio de quien descubre que su ideal ha sido siempre inalcanzable. Porque aquello «Desconocido» hacia lo que el poeta dirige sus pasos se le escapa siempre, su esencia misma es estar siempre lejos de todo alcance. Este objetivo de Rimbaud se identifica con lo que Bataille llamaría, en su obra La experiencia interior, «el punto extremo». Un punto ubicado más allá del lenguaje, más allá de la poesía, cuya su esencia no puede ser expresada con palabras, es el instante luminoso donde una claridad reparadora recorre la tierra, el estallido súbito que no puede ser comunicado. Como dice Bataille: «El punto extremo está en otro sitio. (…). Nunca es literatura. Si bien la poesía lo expresa, difiere de ella: hasta el punto de no ser poético, pues aunque la poesía lo tiene por objeto, no lo alcanza.»7 Así pues, la poesía se configura como una empresa vana, un peregrinar mediante las palabras hacia un espacio siempre distante, siempre desapareciente; y el poeta, a su vez, se presenta como un individuo condenado, un ser errante en una tierra que se le vuelve cada vez más ajena, para quien las únicas escapatorias son la muerte o la renuncia. Como es sabido, Rimbaud optó por la segunda. Su voz poética se hundiría en el silencio inevitable. Cuando años después se reivindique su magisterio poético él estará ya muy lejos de Paris, instalado en África como comerciante de armas. Decía Madeleine Perrier8 que, a pesar de la enorme cantidad de libros dedicados a explicar a Rimbaud, éste continúa guardando para sí sus secretos. Es su obra reflejo de un enigma que busca

1 André Breton. « Manifeste du Surréalisme », en Œuvres Complètes Vol. I. Paris, Gallimard, 1988, p. 329 2 Philippe Sollers. La Guerre de Goût. Paris, Gallimard, 1994 3 Gaston Bachelard. La poética del espacio. México D. F., F. C. E., 2000, p. 15 4 Arthur Rimbaud. Poésies. Une saison en enfer. Illuminations. Paris, Gallimard, 1993, p. 135 5 «Digo que hay que ser vidente, hacerse vidente. El Poeta se hace vidente por un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos.» Ibídem, p. 202 6 Ibídem, p. 166 7 Georges Bataille. La Experiencia Interior. Madrid, Taurus, 1973, p. 59 8 Madeleine Perrier. Rimbaud. Chemin de la création. Paris, Gallimard, 1973

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ser descifrado en su imposibilidad misma, una poesía que siempre oculta en su seno la clave de su espacio impenetrable. Pero si existe un poema que recoja la esencia de la trayectoria poética de Rimbaud ese es, sin duda, «El barco ebrio». Poema— símbolo de una dedicación a la literatura tan breve como intensa, metáfora de una búsqueda contradictoria y condenada, pero también verdadero magma fundacional de toda la poesía posterior, especialmente francesa9. «El barco ebrio», escrito por Rimbaud en 1871, cuando aún tiene diecisiete años, se alza como un vértice magnetizador del espacio literario existente entre el romanticismo, simbolismo y surrealismo. Como ha señalado Yves Bonnefoy en su libro dedicado a Rimbaud10, este poema guarda una estrecha relación con «El viaje» de Charles Baudelaire. Hay en ambos una fascinación por la evasión, es la escucha de la llamada de la libertad bajo el sol de un mundo nuevo, la fuga de una sociedad cuyos convencionalismos ahogan al poeta. Sin embargo late en ambos la presencia inevitable del fracaso y la derrota, es la muerte en último término la que hace acto de presencia derribando la comedia, convirtiéndose en el destino inevitable de un navegar condenado. El viajero de Baudelaire, que deseaba profundamente dirigirse «al fondo de lo Desconocido para encontrar lo nuevo»11, terminará invocando a la muerte, como viaje definitivo donde todo recuerdo quede borrado, huida reconfortante ante una vida entera a merced de las tormentas. 34

Así, en la mente de un adolescente van confluyendo sus lecturas (Baudelaire, entre otros) junto con sus deseos de libertad y ensoñaciones exóticas, el resultado será un poema en verso que es la quintaesencia de su poesía. «El barco ebrio» será la carta de presentación de Rimbaud en Paris, éste, que aún no había visto el mar, lo envía, siguiendo la recomendación de un amigo, a Paul Verlaine, quien quedará profundamente impresionado, invitando al joven poeta a reunirse con él. Lo que sucederá a continuación entre ambos es de sobra conocido. Pero si «El barco ebrio» recoge una imagen que pertenece a la tradición romántica, el viaje en barco como metáfora del deseo de libertad y rebelión, encontramos en él un claro desplazamiento en dicha analogía al identificarse el poeta mismo con el barco: «La tempestad ha bendecido mis despertares marinos. Más ligero que un corcho dancé sobre las olas.»12 En tal operación Rimbaud da un paso adelante en su proyecto de Videncia, él se ha convertido en el barco y el barco en él, desdibujándose con ello las fronteras entre el yo lírico y el objeto del poema; el sujeto ha devenido un otro ajeno a sí, borrada su identidad convertida en barco envuelto en una búsqueda sin término. El poeta quedará lanzado hacia las profundidades marinas, su quilla y sus velas atraviesan el océano: «Y yo, barco perdido bajo los cabellos de las ensenadas, Lanzado por el huracán en el éter sin pájaros,»13

Al mismo tiempo el barco se ha convertido en un «yo» que afirma su fuerza y su autonomía ante la visión de inmensos terrenos por explorar. Es el Vigor ensalzado por Rimbaud, metonimizado en barco a la deriva, una vida más plena deseada con vehemencia, proyectada hacia espacios que se despliegan infinitos. Pero conforme el viaje avanza se harán más patentes las enormes dificultades que tiene que atravesar la nave, así como la contradicción que subyace al viaje en su esencia más profunda. Contradicción y dificultades que habitan de la misma manera en el proyecto poético de Rimbaud. El viaje de «El barco ebrio» es, en sí mismo, un viaje sin rumbo, un navegar a la deriva de un barco condenado a la zozobra. Porque lo «Desconocido», en busca de lo que partió un día, no sabe dónde hallarlo, el viaje ha puesto de manifiesto que los abismos son insondables. Su proyecto literario, que pretendió recorrer todas las parcelas de la desesperación hasta alcanzar lo Absoluto, terminaría sumido en el frío espacio de la derrota existencial.«¡Pero, en fin, he llorado demasiado!»14 «El barco ebrio» es la transposición de la Videncia de Rimbaud, el sueño de la evasión, la búsqueda de una nueva realidad convertida en quimera. Es el devenir en pos de «secretos para cambiar la vida»15 que terminará convirtiéndose en invocación a la muerte16 al igual que Baudelaire, descanso reparador y merecido ante un viaje extenuante y sin sentido. Pero existe en toda la poesía de Rimbaud una contradicción manifiesta, una tensión entre dos polos de realidad presente de manera evidente en este poema; un espacio difuso de claridad y vida, ubicado en un punto inalcanzable de un futuro vago, por una parte; y una realidad circundante, donde priman los convencionalismos burgueses, pero de la que nunca podrá el poeta alejarse definitivamente, por otra. Esta tensión entre ambos es la característica más importante de su poesía según Louis Forestier17, una relación ambivalente entre dos niveles de espacio y tiempo distantes entre sí, pero que en Rimbaud se entrecruzan a la vez que se distancian, marcando por ello una discontinuidad que oculta, sin embargo, un encuentro leve. Estos dos planos señalados por Forestier aparecen claramente en «El barco ebrio»: el más allá de las regiones aún por descubrir frente al costumbrismo de una villa de Francia. El barco que ha navegado sin rumbo abandonándose al océano y a los temporales ha constatado la inutilidad de la empresa. En medio de la huida la ironía se manifiesta como un repliegue hacia la nostalgia, es la añoranza de los días de la infancia aquello que en definitiva late en el fondo del poeta. La rebelión y el agotamiento de atravesar espacios inexplorados precipitan un retorno hacia un hogar que queda reafirmado como destino final, el único espacio habitable, preconfigurando el que será su destino personal décadas después. Así pues, el viaje de este barco sumido en la ebriedad y la desesperación es un viaje que oculta una contradicción, representa una fuga con la esperanza de un retorno, la huida que esconde la nostalgia de una infancia que se desvanece. Si Rimbaud como barco ha dirigido su mirada hacia más allá de un horizonte inabarcable, en su corazón late la añoranza de una época perdida para siempre, la de una infancia irrecuperable que se

9 «La obra de Rimbaud aparece como una piedra de toque: (…). Este hombre ha llevado en sus brazos, tal vez, aquello que hay de más puro y de más esencial en toda la poesía contemporánea, la cual le debe tanto.» Daniel—Rops. Rimbaud: Le drame spirituel. Paris, Plon, 1936, p. 251. 10 Yves Bonnefoy. Rimbaud par lui—même, Paris, Seuil, 1961. 11 Charles Baudelaire. Las flores del mal. Madrid, Cátedra, 2003, p. 494 12 Arthur Rimbaud. Op. cit., p. 94 13 Ibídem, p. 96 14 Ibídem, p. 97 15 Ibídem, p. 136 16 «¡Que mi quilla reviente! ¡Que me hunda en el mar!» Ibídem, p. 97 17 Louis Forestier. «Rimbaud et l’ambivalence», en Marc Eigeldinger (éd.). Études sur les «poésies» de Rimbaud. Neuchâtel, Éditions de la Baconnière, 1979.


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rosaluz méndiz

evapora, como se aleja un barco de papel que un niño lanza en un arroyo. Ante esta situación únicamente queda asumir la muerte, convertida en silencio como muerte literaria. Porque, como apunta Bonnefoy, «Rimbaud deja de escribir desde que el fin de la infancia, más apremiante que toda decisión intelectual, le priva de la esperanza de cambiar la vida.»18 Dos décadas después aquel barco, que en medio de los mayores delirios y visiones añoraba la calma y la tranquilidad de una charca fría en una ciudad europea, regresó a la Vieja Europa proveniente de las regiones cálidas. Había escrito, de forma premonitoria:«Volveré, con los miembros de hierro, la piel oscura, los ojos furiosos: por mi máscara, se me juzgará de una raza fuerte»19. Aquel barco azotado y delirante, metáfora de la 18 19 20 21

libertad y la exploración sin límites de nuevos horizontes, que partió un día de Europa rumbo a Oriente en busca de «cielos estallando en relámpagos»20, hizo un ultimo viaje de regreso al hogar abandonado años atrás, moribundo, postrado en una camilla y con un cáncer devorando su pierna. En el Hospital de la Concepción de la ciudad de Marsella, atracó por ultima vez «El barco ebrio», lejos del desierto abrasador de Abisinia, atrás quedaron su vida y sus viajes. Sus poemas, en cambio, permanecen. Si aún nos sentamos al borde del mar al amanecer es para pensar en «La Eternidad» de la que hablaba Rimbaud en uno de sus poemas21, mientras vemos el sol alzarse en el horizonte. Para tratar de olvidar una infancia perdida, y soñar con ese barco que muchos quisimos ser alguna vez.

Yves Bonnefoy. Op. cit., p. 169 Arthur Rimbaud. Op. cit., p. 126 Ibídem, p. 95 «¡Ha sido recobrada! — ¿Qué?— La Eternidad. Es el mar unido. Al sol.» Ibídem, p. 145 BIBLIOGRAFÍA. — Bachelard, G. La poética del espacio. México D. F., F. C. E., 2000 — Bataille, G. La Experiencia Interior. Madrid, Taurus, 1973 — Baudelaire, Ch. Las flores del mal. Madrid, Cátedra, 2003. — Bonnefoy, Y. Rimbaud par lui—même, Paris, Seuil, 1961. — Breton, A. Œuvres Complètes Vol. I. Paris, Gallimard, 1988

— Daniel—Rops. Rimbaud: Le drame spirituel. Paris, Plon, 1936 — Eigeldinger, M. (éd.). Études sur les «poésies» de Rimbaud. Neuchâtel, Éditions de la Baconnière, 1979 — Perrier, M. Rimbaud. Chemin de la création. Paris, Gallimard, 1973 — Rimbaud, A. Poésies. Une saison en enfer. Illuminations. Paris, Gallimard, 1993 — Sollers, Ph. La Guerre de Goût. Paris, Gallimard, 1994


PAULA MOROS

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Ética y Estética en Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño. Beatriz González Iranzo «Nuestra ética es la Revolución, nuestra Estética la Vida: una-sola-cosa.» «Primer manifiesto Infrarrealista», 1976, Roberto Bolaño.

Roberto Bolaño es considerado uno de los autores de mayor relevancia en Latinoamérica desde la publicación de Los detectives salvajes en 1998. Un año después, la obra fue galardonada con el Premio Rómulo Gallegos, el más prestigioso para la narrativa en español junto al Premio Cervantes. Desde su muerte en 2003 se han multiplicado los artículos, tesis doctorales, documentales y bibliografía sobre el autor y su obra. Su popularidad ha crecido hasta convertirlo en una figura de culto, casi en un mito pop: aparecen graffitis con su imagen y sus palabras en algunas calles; escritores y críticos le dedican artículos en un tono casi íntimo… ¿Por qué Roberto Bolaño despierta tantas pasiones? Y, sobre todo, ¿por qué un escritor que llevó una vida relativamente tranquila en la intimidad familiar durante sus últimos 20 años es recordado como paradigma de rebeldía vital y literaria? Sara Pollack, en su ensayo «Roberto Bolaño´s The Savage Detectives in the United States», explica el impacto de la obra y de la figura del autor en EE.UU. como una operación de marketing mediante la cual se destacan los aspectos más irreverentes de la juventud del autor con el objetivo de convertirlo en una figura atractiva, rebelde y contestataria para el mercado literario estadounidense. Sin embargo, creo que la fascinación y devoción de la mayoría de los lectores por Bolaño va más allá de su imagen de autor iconoclasta. La honda emoción que provoca Bolaño en la mayoría de sus lectores reside en el valor ético y estético de su obra, sobre todo desde la publicación de Los detectives salvajes.

LOS DETECTIVES SALVAJES. Roberto Bolaño (2004: 269) afirmaba que todas las novelas americanas contemporáneas siguen las dos líneas argumentales que se inician con Moby Dick, de Herman Melville, y Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain. Es decir, o bien son novelas que profundizan en la naturaleza del mal o bien desarrollan la peripecia de unos personajes que se sumergen felizmente en la aventura con resultados imprevisibles. En cierto modo, la narrativa de Bolaño también puede interpretarse bajo esta doble perspectiva: Estrella Distante (1996) como novela del mal o 2666 (2004) como novela que hibrida la aventura existencial y la violencia explícita. En cualquier caso, en ambas estructuras argumentales los personajes de Bolaño se desenvuelven en un entorno violento al que no pueden sustraerse. La diferencia es que, pese a la presencia de la violencia, la peripecia de los personajes en las novelas del segundo esquema argumental es profundamente vitalista. Los detectives salvajes sigue la estela de la aventura y nos presenta a dos héroes totalmente marginales que, como Huckleberry Finn y Jim, están dispuestos a luchar por todo por aquello en lo que creen emprendiendo un viaje que supondrá la superación de sus propios límites.

PRIMERA PARTE: «MEXICANOS PERDIDOS EN MÉXICO (1975)». La primera parte se inicia con el diario personal del joven de 17 años, Juan García Madero, que nos cuenta cómo acaba

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ingresar en un grupo de poesía, dirigido por Arturo Belano y Ulises Lima. Los poetas se declaran real visceralistas y se identifican ideológicamente con la vanguardia histórica estridentista que se originó en México D.F. durante los años 20. García Madero pronto abandona la casa de sus tíos y sus estudios de derecho y se inicia en el sexo y en la poesía de la mano de la poetisa María Font y la prostituta Lupe. A través de las vivencias de esta pandilla de poetas se nos presenta el México D.F. de los años 70 como una alegoría de Latinoamérica a medio camino entre lo escatológico y el anhelo por alcanzar la utopía de la modernidad. Al final de esta primera parte, Belano y Lima deciden partir al desierto a buscar a Cesárea Tinajero, la única superviviente del Estridentismo. Como en toda novela de aventuras, las cosas se complican inesperadamente y a caban huyendo hacia Sonora en el Impala del padre de María Font con la prostituta Lupe y perseguidos a tiros por su proxeneta.

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Luis Martín-Estudillo y Luis Bagué Quílez (2008: 459) analizan el significado de estos personajes a partir la simbología de sus nombres: Arturo por el poeta Arthur Rimbaud y Ulises por el personaje de Homero. Como ellos, nuestros protagonistas se presentan como personajes míticos y un tanto excesivos: responden al arquetipo del aventurero que se atreve a desafiar sus limitaciones en su búsqueda de conocimiento. El tratamiento de estos personajes en la novela es esencial para entender su dimensión ética: sólo conocemos de ellos lo que otros personajes nos cuentan. Para algunos son traficantes, otros afirman que se dedican a boicotear eventos literarios, sólo unos pocos aseguran que están buscando los manuscritos perdidos de la poeta estridentista Cesárea Tinajero… ¿Cuál de las versiones que se cuentan sobre Belano y Lima, traficantes, agitadores culturales o investigadores, es la que mejor contribuye a definir la identidad y significado de los personajes en la novela? Nunca se aclara: todas las versiones se presentan como probables con la intención de configurar un retrato complejo y plural de los protagonistas. De hecho, Los detectives salvajes es un ejercicio de estilo muy riguroso en este sentido, puesto que Bolaño juega sistemáticamente con la ambigüedad interpretativa en torno a sus personajes. Lo que pretende con ello es alejar posicionamientos maniqueos para permitir que el significado de la actitud de los personajes se revele en toda su complejidad, como señala uno de ellos: «Yo los miraba a veces y pese al cariño que sentía por ellos pensaba ¿qué clase de teatro es éste?, ¿qué clase de fraude o suicidio colectivo es éste? Y una noche, poco antes de que se marcharan a Sonora, comprendí que era su manera de hacer política. Una manera que yo ya no comparto y que entonces no entendía, que no sé si era buena o mala, correcta o equivocada, pero que era su manera de hacer política, de incidir políticamente en la realidad, disculpen si mis palabras no son claras, últimamente ando un poco confundido.» (Bolaño, 1998: 321).

TERCERA PARTE «LOS DESIERTOS DE SONORA (1976)». La tercera parte de la novela continúa con el diario de García Madero y proseguimos con el arriesgado viaje y persecución de

los tres poetas hacia el desierto de Sonora buscando a Cesárea Tinajero. Su búsqueda simboliza en la novela el último intento de recuperar el proyecto utópico estridentista de revolución, en el que lo verdaderamente importante no era tanto la dimensión estética como la político-social: alcanzar la modernidad entendida como la constitución de una sociedad sobre los valores de la de igualdad, libertad, fraternidad y racionalidad. Por eso el viaje de Belano y Lima tiene un valor ético y así queda manifiesto cuando parten hacia Sonora proclamando que lo hacen: «[…] por México, por Latinoamérica, por el Tercer Mundo, por nuestras novias, porque tenemos ganas de hacerlo.» (Bolaño, 1998: 553). Al final de la obra los tres poetas encuentran a Cesárea Tinajero y ésta muere de forma accidental intentando protegerlos con su cuerpo de los disparos de sus perseguidores. La muerte de la poeta es en realidad una metáfora de la certificación del fracaso de ese proyecto ético moderno de revolución estética y social que todavía parecía viable en los años 70, los años de la juventud de Roberto Bolaño. Es un fracaso largamente anunciado en la novela y lanza, literal y gráficamente, a los personajes por una ventana vacía: los proyecta hacia un futuro sin límites éticos definidos. A partir de ahora, los héroes se moverán de pleno derecho en el territorio de la ambigüedad y la marginalidad. Comienza la segunda parte de la novela.

SEGUNDA PARTE: «LOS DETECTIVES SALVAJES (1976-1996)». El propósito de la novela, como el propio autor afirmó en su discurso de recepción del Premio Rómulo Gallegos, es hacer un homenaje a la generación de jóvenes escritores latinoamericanos de los años 50 que concebían la revolución como renovación ética y estética. En este sentido, Arturo Belano se corresponde en la novela con Roberto Bolaño, Ulises Lima con su amigo Mario Santiago Papasquiaro y el real visceralismo con el movimiento poético de vanguardia infrarrealista, fundado por ambos durante los años 70 en México D.F. En Los detectives salvajes las fronteras entre lo biográfico y la ficción se desdibujan continuamente porque al igual que sus personajes Bolaño y Santiago nunca renunciaron a su proyecto literario entendido como un modo de indagar en la realidad, aunque eso les supusiera vivir muchas veces al borde de la indigencia. Desde esta perspectiva, se nos revela el significado de la novela como una metáfora sobre el papel de la literatura y del escritor respecto al compromiso ético con la realidad. Bolaño narra el fracaso político y estético de la vanguardia escribiendo una novela vanguardista: en ella se pervierten las convenciones literarias tradicionales del espacio, el tiempo y la voz. Esta segunda parte es un relato coral fragmentado que recoge noventa y seis testimonios de cincuenta y tres personajes diferentes sobre la vida de los poetas Arturo Belano y Ulises Lima desde la muerte de Cesárea en 1976 hasta 1996. Los protagonistas nunca hablan en primera persona y, además, el lector, como un tercer detective, tiene que reconstruir este relato caótico y fragmentado a partir de los testimonios contradictorios de diferentes personajes en diferentes lugares del mundo y en diferentes tiempos históricos. Si la primera y tercera parte mantenían


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la linealidad espacio-temporal, la segunda parte de la novela abre una grieta de más de cuatrocientas páginas que simboliza el caos en el que se sumergen los protagonistas tras el fracaso. La novela es una especie de juego o puzzle estético cuya resolución tiene una resonancia ética evidente: que el lector asista al final de la aventura sabiendo de antemano que los protagonistas han fracasado. Para Roberto Bolaño, como tantas veces declaró en entrevistas y artículos, la verdadera valentía moral, y la verdadera alegría, reside en luchar aunque uno sepa que va a ser derrotado. Esta es la dimensión «salvaje» y tremendamente vital de Arturo Belano y Ulises Lima en la novela. Bolaño revela en esta novela preocupaciones éticas que no se expresan de forma concluyente sino que se simbolizan formal-

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mente en su estructura: la unidad de espacio, tiempo y voz se pulveriza ante la imposibilidad de alcanzar la modernidad en Latinoamérica. A lo largo de estos veinte años, Belano y Lima han pasado de la heroicidad del que toma las riendas de su sueño de cambiar el mundo a la más absoluta marginalidad: ni siquiera tienen voz propia en el relato. Aun así, la conclusión a la que llegamos tras los noventa y seis testimonios que parodian y mitifican a los personajes a partes iguales es que Arturo Belano y Ulises Lima siguen siendo coherentes en sus vidas al margen del sistema. Son detectives que indagan en la compleja realidad contemporánea el modo de vivir la literatura y la vida visceralmente.

BIBLIOGRAFÍA. BOLAÑO, Roberto: 1998, Los detectives salvajes, Barcelona, Anagrama. 2004, Entre paréntesis, Barcelona, Anagrama. MARTÍN-ESTUDILLO, Luis y BAGUÉ QUÍLEZ, Luis: 2008, «Hacia la literatura híbrida: Roberto Bolaño y la narrativa española contemporánea», en Edmundo Paz Soldán y Gustavo Faverón Patriau (Comp.), Bolaño Salvaje, Barcelona, Candaya. POLLACK, Sara: 2009, «Roberto Bolaño´s The Savage Detectives in the United Estates», en Comparative Literature, Volume 61, Number 3: 346-365. Disponible en Internet: http://complit.dukejournals.org/content/61/3/346.short

Av La Portalada nº 22 C.P. 50630 ALAGÓN (Zaragoza) Tel 976 61 60 80 Fax 976 61 60 80 E-mail: iesalagon@educa.aragon.es web: http://centros5.pntic.mec.es/ies.conde.de.aranda/

Enseñanza Secundaria Obligatoria Bachillerato: • Ciencias y Tecnología • Humanidades y Ciencias sociales

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De amor, desde el amor cortés a Platón (2ª parte) José Manuel Fanjul Díaz Sur toute chair acordée Sur le front de mes amis Sur chaque mein qui se tend J´écris ton nom. Paul Éluard

EL AMOR CORTÉS, UN OASIS DE AMOR: Pudo suceder que un viejo bibliotecario de Toulouse o Carcasona, en la región del Languedoc, de gruesos anteojos, que caían sin maña sobre unas buidas narices, descubriera por casualidad un legajo arrugado, extraído de una pila de papeles amarillos, que dijese lo siguiente: 40

Mi pueblo fue alevosamente aniquilado de la faz de este mundo. Las tropas del Rey francés y del Papa romano cayeron como halcones al anochecer y no hubo sosiego hasta que los niños dejaron de plañir y las mujeres de gritar. Con ellos, pereció mi honor, mi esperanza y mi vida. Pero la sangre derramada fertilizará estas bellas tierras que asoman hacia el mar y algún día crecerá en cualquier parte de la tierra la idea de una sociedad en que hombres y mujeres de toda condición y clase entonen el mismo canto de libertad, igualdad y fraternidad, tal como hizo mi pueblo. Y concluye con un rotundo y emocionado recuerdo: La tierra era un hermoso huerto de leche y miel; había días limpios y noches estrelladas; el tibio verano daba paso a los inviernos fríos; las canosas colinas convivían con las bajuras mansas; más allá de los valles se extendía el manto azul del mar. Un campo abierto y un cielo sin fin, en paz. Así yo viví . El último cátaro, a fecha 13 de septiembre de 1213 Viene a propósito este texto occitano, traducido al castellano, por la influencia que tuvo la heterodoxia cátara o albigense en el nacimiento y desarrollo de lo que luego se denominó «amor cortés», corriente lírica que coloca el amor «ideal» en el centro de la vida humana. En efecto, los cátaros crearon en el sudeste francés, a finales del siglo XI, en la Occitania, un sistema de vida que contrastaba poderosamente con el resto de los pueblos europeos. Desafían el poder de Roma representado a la sazón por el Papa Inocencio III, vindicando la vuelta a los orígenes más puros del cristianismo: todos los hombres son iguales y dignos herederos de Dios. Y desafiaron al rey Felipe II de Francia por el rechazo del régimen feudal, patriarcal y jerárquico que establecía un mundo de desigualdades. Y no solo queda tocada la jerarquía feudal, sino la que separaba antropológicamente en dos mitades opuestas al

hombre y la mujer. Además, se negaron a participar también económicamente con ambas fuerzas y rechazaron pagar todo tipo de impuestos, lo que precipitó el desencadenamiento de la cruzada contra la herejía. Y es justo en este ámbito cátaro en el que la mujer medieval se reivindica como una persona igual que el varón en la religión y en el mundo secular: unas eligen ser sacerdotisas con todas las consecuencias, otras optan por el cultivo del arte, la música y la poesía. Hasta más de veinte poetisas son conocidas en la Corte de Guillermo IX de Aquitania, cuya hermana, Esclaramunda de Foix, provocó con su inteligencia y encanto personales las iras del mismo Papa. La mujer consigue así ser admirada y respetada en el pequeño orbe occitano en contraste con el resto de Europa, anclada en una concepción demoníaca de la mujer. Recuérdese, por ejemplo, los epítetos que epígonos de la Iglesia Católica dedicaron a la mujer: «soberana peste», «puerta del infierno» o «larva del demonio», sin el más mínimo rubor. Tal es, en definitiva, el marco ideal en el que nace y fermenta la corriente conocida como «amor cortés». Se trata de un modelo amoroso cultivado en el sudeste de Francia desde finales del siglo XI hasta el XIII, en el que un trovador y una mujer se acogen a un código de amor, que no es solo literario, sino además vital o real en muchos casos. Siguiendo la estela lírica de Guillermo IX de Aquitania o de Bernat de Ventadorn, primeros poetas provenzales, se deduce que el poeta conoce a una mujer de elevada posición social y generalmente casada – su señora o «midons»– por la que siente desde el principio una atracción sosegada; luego se transforma en afecto cálido y de ahí se desborda en pasión cada vez más encendida. La relación es de superioridad de ella sobre él. Es el primer beso consentido por la mujer lo que despierta esta conmoción y da al trovador una alegría o felicidad en la que desea instalarse permanentemente –«joie»–, tal como el éxtasis de la mística religiosa. Pero, aun así, el poeta, por un lado, teme la sublimación excesiva de la amada porque luego podría desencantarse con la realidad y, por otro, tiene miedo al encuentro carnal porque podría sentirse «triste» después del acto sexual y desaparecer aquel hechizo feliz. De ahí que, en algunos casos, el trovador no consuma su relación con la mujer por permanecer en aquel estado seráfico y, en otros muchos, porque ella se lo niega.


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pilar longás

Sea cual sea el fin del amor, el trovador debe mostrar tres virtudes principalmente: la humildad (la dama es jerárquicamente de nivel superior), la paciencia (no es fácil la correspondencia inmediata del amor, por lo tanto hay que esperar) y la discreción (si es correspondido, nadie debe conocer la existencia del enamoramiento). Téngase en cuenta el carácter extramatrimonial del amor medieval, acontecimiento por otro lado no censurable en un contexto social en que la mayoría de los casamientos se realizaban por interés material a falta de amor sincero, lo que obligaba a conducirlo con extremo sigilo y en el más insonoro silencio. Esta lírica provenzal ha de tener su fruto en nuestra lírica galaico—portuguesa y, tardíamente en el siglo XV, en la castellana. Y asimismo se prolonga por toda Europa occidental, siendo que el mismo Petrarca asimila aquel canon poético para transformarlo en aromáticos versos dolidos.

Quedémonos, por fin, con los versos esperanzados de Ventadorn, que anuncian ya, pese a su primitivismo lírico, un camino poético que aún no ha acabado: Tant ai mo cor ple de joya,

Tengo mi corazón tan lleno de alegría

Tot me desnatura

que todo me lo transfigura.

Tan ai alcor d’amor,

Tanto amor tengo en el corazón,

de joi e de doussor,

tanta alegría y dulzura,

per que—l gels me sembla flor que el hielo me parece flor e la neus verdura.

y la nieve verdor.


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PLATÓN O LA IDEA DE AMOR: En el siglo IV a.C. pudo asimismo suceder, en la aún prodigiosa Atenas de Pericles, el siguiente suceso que habría de tener como protagonista a uno de los mayores filósofos de la humanidad, Platón. Acababa de llegar Platón en el año 388 a.C. de un largo periplo por Megara, Egipto, Italia y Siracusa, ya entrado en los cuarenta años. Poseía a la sazón una dilatada experiencia no solo vital, sino además intelectual y moral que lo dejaba en una situación idónea para ejercitar el noble arte de la enseñanza, de manera que funda así la Academia en el año 387 a.C.

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Pero decimos que pudo pasar lo que se cuenta: todos los días el filósofo solía salir de su casa en dirección al ágora para conocer sobre todo las noticias últimas y los chismes más banales. De ahí tomaba el camino de las Panateneas y paso a paso subía despacio hacia la colina de la Acrópolis desde donde gustaba ver el horizonte y la fronda vegetal a sus pies. Luego, dirigía sus pasos a la Academia atravesando el barrio del Cerámico entre breves charlas con vecinos y saludos a sus conocidos. Esta vocación itinerante del maestro fue sin duda el presupuesto de su vocación filosófica, pues Platón aprovechaba con seguridad estos desplazamientos para urdir la trama de sus pensamientos. Un día cualquiera, tuvo que ser en primavera, sus ojos tropezaron con la figura de una joven que caminaba desenvuelta en el sentido opuesto a su marcha. Hubiera pasado desapercibida para el filósofo si no fuera porque la redondez de sus ojos ¿azules? la delataban. Encajaban estos en una cara mediana de labios pequeños y acerezados y nariz proporcionada. Sus cabellos, finas fibras negras de seda que, recogidos en lo alto de su cabeza, aún aumentaban más la belleza natural y equilibrada de su rostro. Esto no sería suficiente para Platón si la armonía de lo externo no fuese animada por una chispa mágica que encendía su cuerpo entero, un no sé qué o savia que hacía vibrar a aquella criatura como hoja permeable combada por la brisa. Platón la descubrió junto a una fuente, mirando los círculos que sus alargados dedos dejaban al tocar el agua. Y, por más señas, amaba la Música y la Poesía. Andando en estas el maestro, pudo ser que elaborara su teoría del amor a partir del conocimiento de Diana, que así se llamaba su musa, recogida especialmente en su libro El Banquete. Nadie, después del filósofo, definió con rigor qué es Amor. Recuérdese que Petrarca sintió el dolor de la ausencia amorosa; Goethe, el pesimismo por las nefastas consecuencias del desamor; otros pensadores y escritores se expresaron en términos similares, pero pocos plantearon su naturaleza y concepto. Viene a decir Platón que «amor» es el deseo de poseer permanentemente lo bello y que su naturaleza viaja más allá de las sensaciones que nos proporciona la contemplación de lo que es bello. No hay, por otro lado, una sola cosa bella, sino muchas bellezas distintas, según quien las contemple, pero todas ellas participan de una idea inmutable, constante y eterna de Belleza. Se diría que una sola es la Belleza, pero muchas las variantes que participan de ella. Dice el filósofo que en la contemplación de la Belleza absoluta el hombre alcanza su plenitud: «Ese es el momento de la vida en que, más que en ningún otro, adquiere valor el vivir del hombre: cuando este contempla la belleza en sí», tal como escribe el maestro.

Por eso, se dice vulgarmente que el «amor platónico» es «ideal» por cuanto persigue y se conforma con la idea de vivir alegre en el amor sin consumarlo. Sin duda, Platón realizó un esfuerzo de ascenso vertical de la mujer, objeto del amor, hacia la Idea, y allí se quedó un tiempo abstraído en ese mundo evanescente. Cuando decidió la empresa del descenso, Diana ya no estaba junto a la fuente rebosante, ni siquiera en ningún lugar del paseo de las Panateneas. Como una diosa emprendió un viaje hacia lo desconocido o acaso hacia el Olimpo. Transcurrieron algunos años, llegaba el mes de junio, la tibieza del aire se dejaba notar entre los concurrentes de la Academia, era una tarde triste, y Platón arrancó un extenso discurso acerca del amor y sus propiedades. No pudo acabarlo porque su voz se apagaba como el pábulo final de una vela y sus alumnos pudieron ver cómo una lágrima recorría los surcos del rostro del filósofo, que empezaba a declinar en su particular otoño. Todos creyeron que la emoción del discurso le conturbaba, pero Platón tenía perdidos sus ojos junto a una fuente…

CONCLUSIONES: No es verdad que Europa, nuestra Europa occidental, es solo un mercado de tenderos y mercachifles que intercambian productos variados –patatas o coches–. Es sobre todo un espacio ancho de vida, cultura y humanismo: el derecho, la literatura y, por supuesto, una concepción del amor y del amar son el ejemplo palpitante de esta otra realidad. Sin duda, el futuro de la Europa actual será más vivo cuanto más se ahonde en el presente en aquellas raíces sempiternas. Yo he tratado de suscitar algunas reflexiones sobre uno de los temas de más calado universal y del que nunca se dirá lo suficiente, concluyendo que una cultura del amor más refinado forma parte del espinazo europeo. P.D. Advierto a mi amigo lector que, en esta ocasión, solo las ideas son reales. Todo lo demás, a ratos es verdad, a ratos invención. Como la vida misma.

BIBLIOGRAFÍA: — Dronke, Peter, La lírica en la Edad Media, Barcelona, Seix Barral, 1978. — Frenk Alatorre, Margit, Estudios sobre lírica antigua, Madrid, Castalia, 1978. — Jeanroy, Alfred, Les origins de la poéise lyrique en France au Moyen Âge, París, H. Champion, 1925, 3ª edición. — Platón, El Banquete, Madrid, Alhambra, 1988.


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Pensamiento y ref lexión La igualdad de los seres humanos perfilada en el discurso programático de la Revolución Francesa sigue siendo todavía más que otra cosa una bienintencionada declaración de principios en todo el universo mundo. La desigual distribución de la riqueza, el abuso del poder individual o colectivo, las descompensadas relaciones entre sexos, edades o clases sociales desbaratan a menudo la urdimbre del tejido social y esa circunstancia es un perfecto campo de cultivo donde florecen nuevos desequilibrios y desigualdades… La utopía de un mundo a la medida del bienestar y de la felicidad de sus ciudadanos no parece muy probable ni a corto ni a medio plazo. Hay demasiados obstáculos que ralentizan el progreso social además de los proyectos institucionalizados, pues también crecen en nuestro entorno las desigualdades por razón del sexo o de la condición de las personas y por sus niveles económicos. Tal vez si reordenásemos, sin desigualdades y equilibradamente, el pequeño mundo que nos rodea tendríamos una idea aproximada de por dónde deberían ir la cosas en el futuro…


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El rincón del neurótico Joaquín Bueno Las circunstancias existenciales y la actitud vital de mi psicoanalista han sido frecuente objeto de mis reflexiones en este rincón desde hace ya algún tiempo y quienes han estado interesados en mis comentarios a lo largo de estos últimos años saben que sus trabajos versan siempre sobre temas relacionados con la historia y con la psicología social. Sus temas de siempre... Sus preocupaciones sobre la paulatina consolidación en el entorno social de la moral del doble lenguaje o sus particulares puntos de vista sobre la verdadera naturaleza de algunos pasajes de la historia reciente suelen ser los temas que acostumbro a comentar en esta columna pues son los que pueblan las líneas de los correos electrónicos con los que inunda con frecuencia la pantalla de mi ordenador. Ahora mismo anda el hombre preocupado con lo que él llama la recuperación de la conciencia social que, en su opinión, anda extraviada entre legajos de sensatez bancaria, tal vez, dice, por los mismos lugares por los que se extravió la poesía social… 44

Ya sabes —me comentaba en uno de sus últimos correos— que a lo largo de la década de 1950 y de la de 1960 se difundió en España un tipo de poesía comprometida ideológicamente con los valores de ética y justicia social de aquel momento. No era una poesía pensada gota a gota ni pretendía ser un bello producto o un fruto perfecto ya que fijaba su mirada en el ser humano inmediato, el imperfecto, el de todos los días en todas las calles; tal vez por ello se olvidaba en ocasiones de los caireles del ritmo y de la rima, a la vez que maldecía a los poetas que no tomaban partido «hasta mancharse» con la vida palpitante de la calle… Fue aquella época en la que Blas de Otero «rompió todos sus versos» y bajó a la calle: Si algo me gusta, es vivir. Ver mi cuerpo en la calle, hablar contigo como un camarada, mirar escaparates y, sobre todo, sonreír de lejos a los árboles…, aquella en la que Gabriel Celaya quiso dejar de ser un lujo cultural: Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse… Fue un extraño período de tiempo en el que entre las señas de identidad de las personas cultas se incluía la filantropía como una de las más importantes… Ya hemos comentado en alguna ocasión cómo esta poesía sintonizaba ideológicamente con los reivindicativos movimientos sociales

del momento y que por eso fue ampliamente difundida y ejerció una notable influencia en la evolución ideológica y social de un considerable número de personas. El personal de aquel entonces la valoraba como una vía de conocimiento metafísico y de perfeccionamiento ético y mantenía que su lectura invitaba al ejercicio de la dignidad existencial y al desarrollo de una conciencia social emprendedora y productiva. En aquella época estaba muy claro que el mundo iba a ser de otra manera: más culto, más justo, más solidario y equitativo… (...?...) No obstante, llegó el futuro y se encargó de poner las cosas en su sitio: las grandes palabras con las que se construía la utopía, cautivas de la edad y de las contradicciones de las gargantas que las pronunciaban fueron enmudeciendo poco a poco… Y después nada. Nada de justicia universal, nada de solidaridad ni de colaboración entre los seres humanos. Y de la utopía, nada de nada. El arma cargada de futuro con la que nos apuntaba al pecho Gabriel Celaya yace hoy abandonada y a la intemperie en cualquier anaquel de cualquier biblioteca y hace ya mucho tiempo que la ha tomado la herrumbre. Actualmente, la poesía social no es un motor que mueva mucho las turbinas del pensamiento, ni tampoco las del quehacer político o social. La contundencia de las circunstancias socioeconómicas ha desbordado las líneas del pensamiento humanista y priva entre sus huestes el desconcierto y la retirada estratégica hacia ámbitos culturales más complejos, situados un poquito más allá del bien y del mal. No se puede afirmar con rotundidad que la poesía social haya desaparecido totalmente de los circuitos culturales, pero convendrás conmigo en que, aunque ahora no es exactamente un lujo cultural sí que es un privilegio casi exclusivo de la cultura. Como te digo, en estos momentos la poesía social son sólo voces perdidas entre la vorágine inmisericorde de la codicia y del consumo, tan viejas y achacosas como sus antiguos propietarios…

Creo que en esta ocasión las afirmaciones de mi psicoanalista se nutren de una percepción errónea del actual estado de cosas. Al menos deben hacérsele algunas objeciones y quería comentarlas. Es verdad que la poesía social tuvo su momento y que luego desapareció junto a un montón de buenas ideas sobre la salud de las relaciones humanas. En su lugar hoy prima más nuestra obsesión por asegurarnos nuestro futuro personal aunque sea a costa de privar a otros de los bienes necesarios para vivir su presente… ¿Cómo podemos explicar sin sonrojarnos que se destruyan diariamente cientos de toneladas de alimentos mientras millones y millones de personas mueren de hambre? Aunque la justifiquemos de mil maneras, esa incontestable realidad nos obliga a mirar para otro lado cada vez que nos observamos en el espejo de nuestra conciencia. En otros espejos no se ve…


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Sin embargo, debe tenerse muy en cuenta que las grandes palabras de la poesía, aquellas que declara prácticamente extintas mi psicoanalista, aquellas que rompen las barreras entre los seres humanos y sustituyen el yo exclusivista con el nosotros solidario no están realmente desaparecidas. Perceptiblemente han germinado en nuevos e imprevistos soportes… Es más que evidente. ¿No está en las elegantes formas de entender el mundo que caracteriza al 15M el espíritu de la poesía social? ¿No se percibe en su utopía sociológica el aliento de una poesía que como en Blas de Otero ha trascendido el soporte específico del verso y se ha instalado entre los adoquines y los ladrillos de la calle?

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La verdad es que a día de hoy, cuando la mayor parte de las construcciones políticas e ideológicas de la filantropía se vienen abajo, consuela saber que todavía se mantienen en pie algunos parapetos o trincheras de la ética donde se resiste frente al bombardeo sistemático de la codicia y de la deshumanización. Si ésta es una poesía escrita sobre pasta de celulosa o sobre el asfalto es otra cosa. Como decía, aquí soy bastante más optimista que mi psicoanalista…

Del sentimiento trágico de la vida como elaboración conceptual de la antropología unamuniana Jerónimo Jaramillo Lugo La base Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y los pueblos (título completo de la obra cardinal de Unamuno publicada en 1913) es la paradoja entre el vivir y el conocer, pues considera que todo lo vital es antirracional, y todo lo racional, antivital. Para Unamuno la vida en sí es una paradoja puesto que los hombres se contradicen al decir una cosa con el corazón y la contraria con la cabeza, dando lugar una vida de lucha entre ambas, e identificó la vida con la agonía, entendida ésta en el sentido etimológico de «lucha.» Unamuno explica que tanto el sentimiento como la razón definen al individuo y a partir de su problemática antropológica considera cómo la filosofía se enfrenta con el drama de conciliar las necesidades intelectuales con las necesidades afectivas y con las volitivas. Unamuno fundamenta unos valores desligados del predominio racionalista porque no puede dar cuenta del individuo, pues el «cogito» cartesiano demuestra que el hombre es un ser pensante, pero no puede inferir la existencia, el individuo en su totalidad con su afán por durar. De sobrevivir a la muerte, de ser inmortal, pero esta búsqueda de inmortalidad origina el conflicto irresoluble entre inteligencia y vida, entre razón y fe. Siendo la razón una negación a la inmortalidad y la fe una afirmación, en definitiva términos antitéticos que constituyen el «sentimiento trágico de la vida». Por lo tanto su conceptualización antropológica se define por una serie de contradicciones surgidas al aceptar que los individuos no pueden vivir sin la razón, la cual coloca al hombre en una inseguridad constante como fundamento

de su vida. Pues la base de la creencia en la inmortalidad no se halla en argumentos racionales sino en la esperanza emanada desde su idea de la agonía, surgida de la lucha entre fe y razón. Unamuno ante tal conflicto acude a la esperanza para establecer la creencia en la inmortalidad, la cual no puede ser ni confirmada ni negada desde el racionalismo, y que se asienta tanto en la duda como en la convicción. Esperanza en la resurrección del cuerpo y del alma que implica un Dios personal e inmortal garante de la inmortalidad. Pero mediante la esperanza Unamuno no adquiere una tranquilidad espiritual que le prive de la angustia, surgiendo constantemente en el pensamiento unamuniano la imposibilidad de conseguir un convencimiento sobre la inmortalidad Este deseo de vida eterna de los seres humanos después de la muerte se desdobla en dos objetivos contradictorios: ser uno mismo y ser los demás hombres. Sin embargo, esta tendencia de no dejar de ser, de perseverar en el ser según la fórmula de Spinoza, contrasta con el permanente obstáculo de la muerte. Para intentar escapar de ella, los humanos se sirven de múltiples recursos, culturales y biológicos. El «sentimiento trágico de la vida» no es más que la asunción plena de esta tensión humana hacia una inmortalidad incierta, tal como manifiestan las respuestas a la pregunta de qué podemos esperar después de la muerte. Las soluciones de la ciencia, materialistas o panteístas, no convencen a Unamuno y los argumentos racionalistas


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de principios de siglo, el monismo, la psicología comparada y la antropología, tampoco. También son falaces los argumentos espiritualistas de Platón, las tesis de Aristóteles, de Tomás de Aquino, Berkeley o Kant. Por otra parte, la misma teología está guiada por la razón, por lo que ningún argumento suyo puede reforzar nuestra aspiración hacia la eternidad. Frente a la impotencia de la razón y de la teología, Unamuno plantea su alternativa: hay que elegir entre la razón o la vida; entre el racionalismo o el vitalismo. El primero nos propone la muerte del hombre, pues le deja desprovisto de cualquier sentido y de cualquier destino; el segundo nos podría ofrecer la inmortalidad de cuerpo y alma. Unamuno propone una antropología de lo concreto, del hombre de carne y hueso, ya que la equivocación de pensadores como Descartes fue el querer prescindir del hombre concreto, cuando según Unamuno, «nada hay más universal que lo individual, pues lo que es de cada uno lo es de todos». Desde este punto de vista al plantearse el problema de la persistencia individual, no sólo piensa Unamuno en su propia persistencia, sino en la de todos y cada uno de los hombres. Y al hablar del hombre agónico, auténtico o inauténtico, finito, contingente, religioso, angustiado, etc., está intentando llevar a cabo una caracterización uni-

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versal del ser humano, partiendo siempre del ser humano. Pero dicha pretensión de atribuir validez universal a su antropología se puede rebatir ya que no quiere decir que de hecho la tenga. Está claro que las inquietudes de Unamuno influyen sobre sus concepciones de la vida y la muerte, lo mismo acontece con sus creencias y sus circunstancias, como en un momento dado puede ser el cristianismo, el cual promete la inmortalidad que Unamuno buscaba, pero sin embargo encontraba en él aspectos difusos o incluso inaceptables. Pero ¿podríamos objetar la validez universal de su antropología a partir de sus influencias personales? Claro que dichas influencias le reste en cierto modo algo de objetividad y de universalidad, pero no de una manera absoluta, ya que ciertos rasgos expuestos por Unamuno sobre el ser humano se dan de forma generalizada en los individuos humanos. Aquí observamos uno de los reproches hacia la antropología unamuniana, pero Unamuno al igual que todos los grandes pensadores es hijo de su tiempo, formado a partir de un contexto social y de unas vivencias concretas, por lo cual su pensamiento no es menos digno de ser tenido en cuenta, ya que mediante una hermenéutica adecuada analizamos los problemas concretos del hombre de carne y hueso.

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MARÍA LUNA FAGO


FÉLIX LOUREIRO

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La igualdad también es cosa de hombres José María Galdo Gracia La incorporación generalizada de la mujer al mercado laboral, su participación en todos los niveles educativos, su mayor acceso a la formación, a la cultura y a los ámbitos de toma de decisiones, su lucha por ocupar el espacio que le corresponde y que injustamente le ha sido negado, ha generado cambios favorables para el avance en el camino hacia una sociedad más justa e igualitaria. Sin embargo, esta importante transformación del papel de las mujeres en la sociedad y su creciente incorporación a ámbitos tradicionalmente considerados como masculinos no han sido acompañadas por una asunción significativa de los hombres del trabajo reproductivo ni del resto de las funciones y valores tradicionalmente considerados como femeninos. Pero para la consecución de una sociedad más equitativa, junto con los cambios y avances protagonizados por las mujeres, es necesaria la participación e implicación de los hombres, ya que el logro de la igualdad es un proceso que afecta a todas las personas, mujeres y hombres, y que a todas beneficia. Si el siglo XX fue el siglo de la lucha de las mujeres, el siglo XXI debe ser el de la incorporación de los hombres a la construcción conjunta de un nuevo modelo (o de nuevos modelos) sociales más democráticos, justos e igualitarios y para ello es fundamental que seamos cada vez más los hombres los que estemos dispuestos a cuestionar el modelo tradicional de masculinidad, a renunciar a los privilegios que nos aporta el sistema patriarcal, por el mero hecho de ser hombres, a liberarnos de las cargas de una masculinidad mal entendida y a comprometernos, junto con las mujeres, de forma activa en la consecución de un mundo mejor para todas las personas, que permita incrementar las posibilidades de desarrollo humano tanto de mujeres como de hombres. Cuando hablamos de la masculinidad tradicional nos estamos refiriendo a una serie de valores, creencias, actitudes, mitos, estereotipos y conductas que legitiman y hacen operativo el poder y la autoridad de los hombres para ejercerlo. El androcentrismo es una visión parcial del mundo que considera que lo que hemos hecho los hombres es lo que ha hecho la humanidad o, al revés, que todo lo que ha realizado el género humano lo han realizado solo los hombres; implica pensar que lo que es bueno para los hombres es bueno para la humanidad y creer que la experiencia masculina incluye y es la medida de las experiencias humanas. En definitiva, el androcentrismo valora solo lo que hemos hecho los hombres.

Entendemos por patriarcado una forma de organización política, económica, religiosa y social basada en la idea de autoridad y liderazgo del varón, en la que se da el predomino de los hombres sobre las mujeres. De este modo, la masculinidad tradicional se fundamenta en una visión androcéntrica del mundo dentro de un sistema social y cultural patriarcal basada en las ideas anteriores. Un sistema en el que se da el predominio de los hombres sobre las mujeres; donde las estructuras de producción y reproducción del poder se cimentan en gran medida en la desigualdad entre hombres y mujeres. Este modelo de construcción de la identidad masculina fundamenta la violencia como fenómeno social que forma parte del proceso de socialización masculina, en mucha mayor medida que en la de las mujeres. La violencia es utilizada por algunos hombres contra las mujeres y también, aunque adopte otras formas, como medio para resolver los conflictos con otros hombres. En ocasiones incluso se emplea contra uno mismo. Así pues, algunos hombres ejercen la violencia por entenderla como una herramienta eficaz y legítima para resolver los conflictos, pero también la padecen. Aunque, claro está, la violencia entre hombres es una violencia entre iguales y no cuenta con los condicionantes socioculturales con que se define la violencia contra las mujeres (basada en el concepto androcéntrico de que la mujer es inferior al hombre y por lo tanto sometida a él). Es precisamente en esta cultura de la desigualdad donde radica la base del control de la otra persona que ejercen los hombres maltratadores. Sin embargo los malos tratos son sustentados no solo por una concepción de un modelo determinado de masculinidad tradicional, sino también por la frustración y el fracaso por no haber conseguido llegar a ese modelo. Citando palabras textuales del sociólogo Erick Pescador: «Cuando un varón cree no dar la talla y su máscara de fortaleza se resquebraja, aparece la rabia en forma de impotencia. La rabia se transforma fácilmente en violencia y en agresividad, lo que le permite recobrar falsamente la situación de seguridad y fuerza». De lo expuesto con anterioridad podríamos deducir fácilmente lo injusto del sistema y, sin embargo, si coincidimos en esta conclusión, ¿por qué seguimos manteniendo el modelo tradicional de masculinidad? La respuesta es clara porque la estructura social que lo sustenta no ha cambiado de forma sustancial; en todo caso se nos muestra un aparente cambio y un abandono de viejas normas y estructuras, como describe Miguel Lorente en

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su libro Los nuevos hombres nuevos: cambiar para seguir igual, ese ha sido el compromiso de los hombres para adaptarse a los tiempos, a las modas y a las circunstancias sin renunciar a su posición de poder y sin que ninguno de los cambios deteriorara su sólida posición en la estructura social.

1)

Ser positivos respecto a los hombres, creemos que podemos cambiar y apoyamos los esfuerzos de cada uno de nosotros por lograr un cambio positivo. Esto significa construir relaciones afectivas y de apoyo entre nosotros (ser positivo y apoyarnos entre nosotros no significa aceptar cualquier cosa que hagamos los hombres, por el mero hecho de serlo, conlleva el mantener un código de ética y equidad y evaluarnos de acuerdo con este). Es resistirnos a sentir desesperanza respecto a nosotros y a descalificarnos, es rechazar la idea de que los hombres somos intrínsecamente malos, opresivos y sexistas (no somos responsables de la educación que hemos recibido, pero sí somos responsables de su análisis, de incorporar aquellas medidas de corrección que creamos necesarias o de reconstruir lo aprendido y sobre todo somos responsables de la educación que transmitamos). Es reconocer nuestra paternidad y replantearnos la relación con nuestras hijas e hijos; significa recuperar y desarrollar aspectos «prohibidos por el patriarcado» a los hombres: ternura, emotividad, preocupación por el otro, cuidado de la salud y del cuerpo, etc.

2)

Posicionarnos en contra de la homofobia y la transfobia que a lo largo de los años ha ido creciendo en nuestra sociedad occidental. No se deja de ser hombre por tener confianza en los demás hombres, por facilitarnos relaciones personales y de comprensión entre nosotros. Este odio hacia lo homosexual nos ha limitado a todos, si bien es cierto que las grandes perjudicadas han sido las personas homosexuales, el resto sufrimos las consecuencias de ese miedo descontrolado hacia todo tipo de comprensión y cercanía entre hombres.

3)

Comprometernos a desafiar la opresión contra las mujeres, el sexismo y la discriminación por razón de sexo. Hay que ser conscientes de las experiencias de las mujeres y valorar y compartir los análisis que los movimientos feministas hacen de la sociedad. Apoyar activamente las justas reivindicaciones de las mujeres contra el sexismo. Estar convencidos de que no basta con las palabras y que es necesario que los hombres nos posicionemos activa y públicamente sobre el tema. Tratar de desarrollar formas de masculinidad no machistas, no opresivas y relaciones no sexistas. Colaborar activamente en hacer visibles las formas machistas y de desigualdad que acaban en la violencia contra las mujeres, posicionarnos como hombres en contra de las mismas. Adoptar una actitud de tolerancia cero hacia la violencia de género porque hemos comprendido que «el silencio nos hace cómplices».

Aun siendo realistas y teniendo en cuenta la vigencia de muchos de los elementos básicos de la masculinidad tradicional, uno de los rasgos más característicos de nuestra sociedad es el dinamismo y el cambio social. Estas dinámicas, motivadas fundamentalmente por los cambios liderados por las mujeres, no han sido ajenas a muchos de nosotros.

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Uno de los cambios más importantes que se ha producido en nuestra sociedad en los últimos años ha sido precisamente la implantación y la consolidación de la igualdad de derechos, oportunidades y responsabilidades entre hombres y mujeres en el discurso social hegemónico. Podríamos afirmar que en el plano teórico y simbólico ya se ha producido una transformación de nuestra sociedad, y de los hombres en particular, hacia posiciones igualitarias (lo que denominaríamos como «políticamente correcto»). Sin embargo, la gran paradoja reside en que en el principal campo de juego de las desigualdades, como nuestra implicación en el cuidado, las tareas domésticas y reproductivas o el ámbito de la toma de decisiones, nuestro día a día dista mucho de reflejar una práctica igualitaria real. Por no hablar de los efectos discriminadores del sistema económico dominante y, por tanto, de la división del trabajo y del poder en los distintos sectores del mercado de trabajo en los que están presentes hombres y mujeres. Es necesaria una reconsideración crítica no solo de la vida doméstica sino también de aquellas instancias superiores que subyacen a la estructura social de discriminación masculina, como son la Iglesia, la Escuela, el Estado y el sistema económico ya mencionado. No todos los hombres reproducimos de igual manera los estereotipos de género o comportamientos sexistas, pero cuestionar, revisar y reconstruir el modelo masculino hegemónico en el que todos los hombres hemos sido socializados y los mecanismos de reproducción del mismo es un buen punto de partida para corregir los daños que el sexismo nos genera a unos y a otras. Los hombres llevamos miles de años mirando hacia fuera y se nos olvidó mirar hacia dentro, hacia lo más importante. Nos hemos dado la espalda a nosotros mismos. Nos hemos (nos han) reprimido nuestra afectividad y esto nos marca desde el momento de nuestro nacimiento. Nuestras dificultades emocionales determinan nuestra manera de mirar al mundo, a nosotros mismos y la forma de relacionarnos con otras personas, tanto hombres como mujeres. Por eso, como hombres en proceso de cambio hacia nuevos modelos de vivir la masculinidad, debemos trabajar por construir y vivir modelos distintos que no estén basados en la fortaleza de lo masculino, en la agresividad y la competitividad, en la renuncia a los sentimientos; desarrollar modelos positivos, respetuosos, igualitarios y más libres que luchen contra todo tipo de discriminación por razón de sexo. Para ello hay que plantearse una serie de principios entre los que destacarían estos tres:

En definitiva, es plantearnos un proyecto de cambio personal e ir llevándolo a la práctica (intentar ir mas allá del discurso, aunque a veces tropecemos y caigamos, pero que ese tropiezo nos enseñe a no volver a caer en el mismo error). Ello nos ha de llevar a replantearnos una gran parte de nuestras posiciones, actitudes y conductas que están determinadas por nuestro proceso de socialización sexista y patriarcal. Nuestro objetivo debe ser contribuir a la construcción de una sociedad en igualdad en la que hayamos conseguido superar los roles de género y para ello asumamos que los primeros que debemos cambiar somos nosotros.


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De dependencia, discapacidad y otros menesteres… La historia de Mitier Jesús Gaspar Mitier es una persona que vive por aquí por las Cinco Villas y que en cuanto a género, igual le da que le digan que es hombre, mujer u otras variaciones posibles, al fin y al cabo como dice él, MITIER es… ALGUIEN EN EL MUNDO. Pero MITIER, SI ALGO ES… ES ESPECIAL, ESPECIAL por el nombre sí, por su forma de vida también, pero sobre todo porque después de mucho tiempo MITIER se siente querido. Se levanta por la mañana, desayuna, se hace la cama el día que se acuerda, se viste con sus ropas y acude a su trabajo, también especial donde pasa la mayor de su tiempo diario. Realiza labores de lo más variopinto, se toma el café a las 11 con sus compañeros, come a eso del mediodía con algunos de ellos, descansa y hasta si le apura se echa un mini siesta. Las tardes, cuenta Mitier, lo pasa de lo más divertido… Practica natación, en informática a las arrobas las vuelve locas, pedalea al balompié en el deporte, danza el kuduro con una fuerza increíble y los viernes, casi siempre acaba merendando. Él dice que casi es feliz al completo si no fuera porque los fines de semana, a veces se siente muy solo. No será por ofertas, le dicen los compañeros de trabajo. Una de ellas le dice constantemente: «VENTE AL OCIO, MITIER…» Y él siempre responde: «Es muy caro y mi mama no lo puede pagar…» «Jo, MITIER, con lo bien que lo pasamos…» «Ya, ya, si ya sé que Carmen y Marisa os tratan más que bien… pero mama no puede pagar…»

Comarca de las Cinco Villas

El otro día, MITIER entró al despacho de «el jefe» porque tenía que hablar con él: «Oye, jefe, ¿cómo es eso de que se va acabar el OCIO?» Preguntó insistentemente… «¿Por qué? ¿Por qué?», reiteraba sin parar… «OYE, JEFE, ALGO HABRA QUE HACER, ¿NO?» El «jefe» lo miro atentamente y le tuvo que contestar, con los ojos enrasados: «MITIER, no hay más dinero… y ese programa de OCIO, si lo queremos mantener bien, necesita de mucho DINEROOOOOOOOOO… y como estamos en crisis… parece ser que en este año 2012 posiblemente será uno de los programas que se tengan que recortar… Eso sí, MITIER, en este centro tuyo de trabajo sabes que siempre dispondrás de OCIO, pero solo hasta las 6 de la tarde…» MITIER, que no daba crédito a lo que estaba oyendo, se levantó, lo miró y con firmeza le contestó: «SI NO HAY DINERO, JEFE,… HABRÁ QUE BUSCARLO». Seguidamente MITIER se reincorporó al aula de trabajo con el resto de sus compañeros y mirándolos a todos SENTENCIÓ: «Ya le he dicho a «el jefe» que si no hay dinero, habrá de buscarlo…» El espíritu y la fuerza de MITIER, se contagió y desde aquel momento, él, sus compañeros y sus apoyos, algo andan tramando… ALGO QUE YA SE LLAMA «LA HISTORIA DE MITIER»…

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Educación El proceso educativo se materializa en una serie de habilidades y valores que producen cambios intelectuales, emocionales y sociales en el individuo. El objetivo de ese proceso tiene que ser la llamada Educación inclusiva, aquella cuyo propósito es que todos los alumnos sean aceptados como iguales y se les dé la ayuda necesaria para que puedan avanzar en su aprendizaje según sus posibilidades. Dentro de esta ayuda, un recurso que puede sustituir a la tradicional mochila de libros es el Aula virtual, una herramienta que permite, tanto a profesores como alumnos, poner en orden y de manera accesible desde la red toda la información relativa a una materia. Y es también ahí, en la red, dentro de las muchas posibilidades que ofrece, donde descubriremos la vitalidad de la poesía infantil y juvenil, gracias a iniciativas como Poesía para llevar, que demuestran que hoy la poesía sigue estando viva, a pesar de que no sea un género especialmente cuidado en ningún nivel educativo.


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La vitalidad de la poesía infantil y juvenil Pablo Lorente Muñoz La sospecha, formulada por no pocos autores, y por no pocos profesores de Lengua castellana y Literatura, es que enseñamos a nuestros alumnos a odiar la literatura, y más en concreto, la poesía, que acaba siendo sepultada por ejercicios escolares de lo más variopinto, desde el cómputo de sílabas, a la identificación de aliteraciones, anáforas y otras muchas figuras retóricas a cual más peregrina. En palabras de Jean (1995: 196): «Los profesores de secundaria saben perfectamente que ese adolescente que detesta los ´poemas de clase` los escribe a escondidas a su amiga de turno. Aparte tan relativamente fácil es solicitar la escritura poética de los niños como esos talleres de escritura son difíciles de fecundar en colegios e institutos». Pero la culpa no es sólo del profesorado, que es, sin más, un funcionario que debe implementar unas normas establecidas en el currículo. Sin embargo, es posible escapar de esas normas, cuya validez es incuestionable, ya que provienen del canon (Bloom, 1997) y, sin más, de la obligatoriedad. Y es posible escapar del canon, por la sencilla razón de que la poesía está viva. A pesar de la «marginalidad» del género, relevado a un segundo orden de importancia en los catálogos de las editoriales, o de las páginas de crítica literaria de cualquier medio escrito, la poesía está viva entre nosotros. Uno de los lugares de pervivencia de la poesía es la red, basta con echar un vistazo a una mera búsqueda sobre poesía para encontrar en internet cientos de miles de poemas, organizados por etapas, por autores o por temas. Tal como destaca Insa Ribelles (2011) en un interesante artículo, la poesía tiene un lugar destacado en internet, aunque las posibilidades que nos ofrecen las redes sociales nos hacen suponer que su presencia y su modo de vida debería ser mucho mayor, en términos optimistas, la poesía en la red aún no ha destapado todo su potencial, dependerá de nosotros. El punto de partida es la información de las diferentes editoriales sobre sus productos, que nos llega a través de blogs, Facebook, Twitter, o suscripciones a nuestro correo electrónico, lo que facilita enormemente conocer las novedades de un mercado activo pero muy atomizado. Es el caso, por ejemplo, de la editorial El Jinete Azul.

Si para estar al día de las novedades poéticas a nivel general es esencial la página www.afinidadeselectivas.com, para la poesía infantil y juvenil, y la relación de esta con las bibliotecas, es esencial el blog de Poesía Infantil y Juvenil www.bibliopoemes. blogspot.com (más de 100.000 visitas). También el Instituto Cervantes se ha sumado a este tipo de difusión, a través de su magnífico portal digital. En este caso, debemos mencionar la BLIJ, biblioteca digital dedicada a la literatura para los más jóvenes1. Debemos mencionar otro tipo de iniciativas, en este caso, que han partido del profesorado. Si en Alicante nació el proyecto «Dilluns poètic», donde a través de un blog (www.dillunspoetics.livejournal.com) tenemos como regalo un poema semanal para nuestros alumnos, en nuestra comunidad, desde el curso 2001—2002 funciona «Poesía para llevar»2. Una interesante iniciativa por la cual, diversos centros de secundaria de nuestra comunidad (en el curso 2011—2012 son 20 los centros que participan), preparan un poema diferente cada semana para que los alumnos lo recojan en la biblioteca y puedan coleccionar unas hojitas que, conforme avance el curso, se convertirán en una completa antología de poesía que, de otra manera, no hubieran podido leer, ya que son poemas libres: libres del canon y de la lengua, ya que también tienen cabida poemas en idiomas diferentes al castellano. Cada semana, uno de los centros participantes –es decir, un profesor o un grupo de profesores de Lengua que dedican un cierto tiempo por amor al arte a la difusión de la poesía—, selecciona un poema. El poema se imprime en una carilla de una cuartilla, en la otra habrá una breve síntesis del autor y una breve explicación del poema. También es libre el uso del poema, se puede tratar en clase, pero también se puede recitar desde una ventana con un megáfono en un recreo. En definitiva, la poesía sigue viva, permanece entre nosotros, fuera en muchos casos, quizá los más interesantes, de las aulas y de los libros de texto, sólo hay que querer que sea así.

1 http://bib.cervantesvirtual.com/seccion/bibinfantil/ 2 http://www.catedu.es/bibliotecasescolaresaragon/index.php/actividades-mainmenu-93/de-los-centros-mainmenu-77/361-poesia-para-llevar-leer-juntos-poesiaen-quince-institutos

BIBLIOGRAFÍA. JEAN, G. (1996): La poesía en la escuela: (hacia una escuela de la poesía), Ediciones de la Torre, Madrid. INSA RIBELLES, Mª D. (2011): «Poesía Infantil y Juvenil. Leer, escribir y jugar con las TIC», Revista de Literatura, 256, 35—43.

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El aula virtual: ¿la herramienta definitiva? Alberto Caballero El aula virtual es una herramienta web que forma parte del programa Escuela2.0. Existen otras herramientas y probablemente se crearán otras nuevas. Por este motivo, el título del artículo con interrogantes. La pregunta no es por la herramienta en sí, sino por los usuarios de la misma: profesores y alumnos. Los alumnos son capaces de adaptarse a su uso en dos sesiones (mucho más fácil que adaptarse a algo tan habitual como tener cinco profesores nuevos cada curso). El problema somos los profesores que para no usarla ponemos excusas: «seguro que lo cambian, para qué voy a utilizarla» o «los ordenadores no son lo mío» o «seguro que da problemas».

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En este artículo se van a explicar las posibilidades de esta herramienta y experiencias, para que nos hagamos otro tipo de preguntas como «¿me sirve para que mis alumnos aprendan mejor?» No es una herramienta compleja, simplemente hay que dedicarle un tiempo. El Aula Virtual forma parte de la Plataforma E—Ducativa Aragonesa. Se trata de un servicio que se presta desde CATEDU y que se puede solicitar por cualquier centro educativo de la Comunidad Autónoma Aragonesa. Es un sistema que permite integrar a todos los centros educativos. Pretende ser, por tanto, un elemento unificador e integrador igual que lo es el currículum que debemos impartir. La Plataforma ofrece valiosas herramientas de comunicación y enseñanza, totalmente integradas en un único sistema con software libre. Gestor de sitio web para cada centro. Un blog para cada centro. Gestor de aulas virtuales para cada centro. Repositorio de recursos para cada profesor, cada centro. Un Repositorio Global de recursos educativos. Mapa interactivo de centros.

nar con sus profesores y compañeros. No es necesario que tenga mini, solo se precisa un ordenador y conexión a internet. Por tanto con el ordenador de su casa puede trabajar, sin necesitar instalar una aplicación. El Aula Virtual nos va a permitir gestionar los diferentes aspectos que se trabajan en clase. La programación general de la materia, las unidades didácticas, los archivos de trabajo, sitios web seleccionados para cada unidad y los recursos seleccionados. Todo ello, lo podremos hacer de una manera personalizada, ya que nosotros mismos nos podemos crear el curso incluyendo todo tipo de documentos (pdf, presentaciones,….), archivos multimedia (sonido, video), archivos comprimidos (.zip,.winRAR) y por supuesto, enlaces a páginas web. Además, nos permitirá crear nuestras propias evaluaciones, actividades, foros, wikis y correos. Una gran ventaja a añadir es que CATEDU está creando los cursos de las distintas materias. De momento están creadas para Matemáticas, Lengua, Ingles, Francés Ciencias Naturales y Ciencias Sociales de 1º a 4º ESO e Informática de 4º ESO. Por tanto, simplemente solicitándolo en nuestro instituto al webmaster (responsable de la plataforma en el Instituto), nos crean el aula ya con todas las unidades, actividades, videos... y además si nosotros queremos, podemos añadir materiales a nivel particular. Todos estos cursos creados los podemos encontrar actualmente a modo de consulta en la siguiente dirección web: http://e—ducativa.catedu.es/44700165/sitio/index.cgi?wid_ seccion=17 o también se puede acceder desde la página de CATEDU cliqueando el link en la columna de la derecha de «Plataforma educativa aragonesa». Un ejemplo de aula virtual sería el siguiente curso creado precisamente para enseñar los aspectos básicos de funcionamiento. La pantalla que vería el alumno, una vez que ha introducido su usuario y contraseña, sería una de presentación del curso. Al cliquear PROGRAMA (menú izquierdo) le aparecería la siguiente pantalla con las unidades didácticas.

Administración totalmente integrada. La herramienta informática del Aula Virtual se asemeja a entornos que los alumnos están acostumbrados a utilizar, como son las redes sociales. Al mismo tiempo que resulta un ensayo muy interesante para los futuros alumnos de ciclos o universitarios que cursen enseñanza a distancia o simplemente para iniciarse en el mundo de e—learning (aprendizaje a través de la red). La filosofía consiste en que el alumno a través de su usuario y contraseña, entre en el aula virtual como si abriera la mochila de sus libros, donde, en lugar de libros va a encontrar los accesos a las distintas materias para consultar los contenidos e interaccio-

Se puede observar que hay tres menús para navegar dentro del aula virtual.

Menú superior: invariable para todas las aulas virtuales. INICIO, AYUDA, MIS DATOS, BÚSQUEDA y ADMINISTRADOR. Menú izquierdo: denominado SECCIONES con cuatro apartados GENERAL, MATERIALES, INTERACCIÓN y CERRAR SESIÓN o SALIDA.


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MATERIALES Nos sirve como opción para colgar archivos o sitios (páginas web) tanto a profesores como a alumnos y es configurable. Si hemos creado la unidad con su guía didáctica donde escribimos y enlazamos documentos, sitios, puede no ser necesario el uso directo de este apartado. El «Repositorio» sirve para colgar archivos que puedan ser accesibles desde cualquier aula virtual del centro o de Aragón.

INTERACCIÓN Menú derecho: va variando y va a permitir acceder a los subapartados del menú izquierdo. Por ejemplo, si cliqueamos MAIL INTERNO en el menú de la izquierda, nos aparecerá ENVIADOS, RECIBIDOS en el menú derecho.

Es el apartado que nos permite interactuar con diversas herramientas conocidas por todos como son foros, correos, chats o wikis. Incluso son posibles añadir otras como videoconferencias.

Voy a describir el menú izquierdo, lo que me va a permitir explicar las posibilidades que ofrece el aula a la hora de trabajar con los alumnos. Indicar que es configurable dentro de un amplio abanico de posibilidades. Cada apartado tiene una función determinada. Los nombres de los apartados se pueden cambiar. Dentro de los cuatro apartados algunas posibilidades son.

Son posibilidades para poner en común información. Algunos ejemplos de uso son los siguientes.

GENERAL La idea es introducir todas las unidades didácticas del curso en la sección programa, de tal manera que al cliquear en PROGRAMA apareciera el listado y en él se escogiera la unidad correspondiente donde crearíamos enlaces a webs, documentos, vídeos... Nos evitaremos así los problemas que surgen cuando los alumnos tienen que acceder a sitios que les debemos deletrear o que no se han apuntado correctamente. Con el aula virtual es incluso más sencillo que pedirles ir a la página 23 del libro y allí encuentran lo que tienen que hacer. Por tanto, una primera ventaja es que el aula virtual nos permite recopilar, almacenar y ordenar toda la información que usamos en nuestras clases. Creo que a todos nos ocurre que tenemos archivos en una memoria, otros en el fijo de casa y otros en el mini. De esta manera todo estará en el curso y unidad didáctica correspondiente pudiendo acceder desde el ordenador del aula. Vivimos en un mundo digital y tenemos que pensar en el mínimo uso del papel. Todo se va a almacenar en un servidor accesible desde cualquier ordenador con internet. Además, el trabajo hecho en un curso se puede usar para el siguiente aunque estés en un centro educativo diferente. Se puede guardar toda el aula virtual en un único archivo e importarla en la plataforma del nuevo centro.

Foros: se pueden preguntar aspectos de opinión para que participen más alumnos de los que podrían participar en el desarrollo de la clase, ya que no van a tener tanta timidez. Wikis: se trata de un trabajo colaborativo, diferente a la manida presentación powerpoint. Todos conocen Wikipedia: sería hacer algo similar, lo cual ya les motiva independientemente del contenido. Por tanto, podría intentarse que los alumnos desarrollasen una unidad didáctica asignando epígrafes, aportándoles en el apartado de materiales los sitios y los archivos de consulta. Incluso se podría nombrar un coordinador de la wiki, para que haya unificación en la exposición de los contenidos. Chats: puede servir para aclarar dudas y trabajar de está manera la expresión escrita, además de que vean que las dudas de unos pueden ayudar a otros. Por ejemplo, en una clase se puede invitar a los alumnos a que vean los contenidos de la unidad didáctica y luego se pregunten entre ellos a través del chat. O también de cara a un examen, se les puede decir que como profesor estaré conectado por la tarde a una hora determinada para resolver dudas. Las conversaciones por chat ofrecen la posibilidad de ser grabadas.

En el mismo apartado general tenemos una sección para calificaciones donde podemos poner las correspondientes a las distintas actividades que les mandamos a los alumnos a través del aula.

Correos: puede ser la vía para el envío de actividades y de dudas. Existen otras opciones para la realización de actividades, pero a través de los correos se va a tener fácilmente el trabajo requerido, el registro de entrega, la etiquetación de los correos o la búsqueda de trabajos por tema, por alumno, por fecha... Este correo es exclusivo para el aula virtual y aparecerá siempre nombre y apellidos del usuario, por lo que no habrá dudas a la hora de envíos de errores al escribir la dirección, ya que aparece todo el listado de alumnos y el profesor y simplemente hay que cliquear. A través del correo se pueden enviar cuestionarios personalizados a cada alumno para atender la diversidad. Además se puede enlazar con nuestro correo habitual.

El calendario nos va a permitir introducir toda la información de exámenes, prácticas a entregar, actividades…

Otras secciones que se pueden incluir son: noticias, anuncios, FAQ’s (preguntas más frecuentes)

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El aula virtual ofrece muchas más posibilidades como son: cambiar el idioma de los menús (inglés, francés…), asignar imagen por el propio usuario, crear evaluaciones tipo test o de completar dándonos el resultado automáticamente, hacer el seguimiento del acceso a los contenidos (porcentaje, horas de entrada, número de clicks...), puede haber varios profesores responsables, por lo que se pueden hacer trabajos colaborativos interdisciplinares…

carpetas asignadas «Guía», «Mat»(Materiales de estudio), «Act»(Actividades), «Eval» (evaluaciones), «Preg»(Preguntas para evaluaciones) y «Enc» (Encuestas). Para un uso inicial bastaría con utilizar solo «Guía» y «Mat». Por tanto, se guardarían todos los archivos en «Mat» 4. Crear en «Guía» el texto de la unidad didáctica donde la manera de enlazar archivos (textos, videos, audios,..) o sitios es tan fácil como seleccionar una palabra escrita y tras cliquear un icono de una cadena sale una pantalla con todas las carpetas indicadas donde se selecciona el archivo o se escribe el sitio a enlazar.

Hace falta una mínima formación para utilizarla. Este año en el IES RIO ARBA se ha creado un aula virtual para explicar su funcionamiento básico a los profesores y con dos horas de explicación teórica y práctica se es capaz de entender su funcionamiento y crear una unidad didáctica sencilla. Luego simplemente es decidirse a utilizarla.

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¿Cómo se crea el aula virtual? La herramienta no es complicada de utilizar. Los pasos para hacer una utilización básica sería la siguiente: 1. Pedir la creación del aula virtual e indicar el grupo de alumnos a asignar al webmaster (responsable en el IES). 2. Crear las unidades didácticas 3. Cargar los archivos que vamos a hacer uso en cada una de las «carpetas» de las unidades didácticas que la herramienta tiene configurados automáticamente. En la imagen adjunta se puede observar lo que sería la configuración. Se pueden ver que tenemos para cada unidad didáctica (p.ej.1.— Introducción)

En conclusión, el Aula Virtual constituye una herramienta que permite, en primer lugar, poner en orden y de manera accesible desde la red toda la información relativa a una materia, pudiéndose utilizar como guión para la clase ahorrando incluso el uso de libro de texto y la compra de un libro digital. Curso a curso la podemos hacer crecer permanezcamos en el mismo centro o no, en Aragón todos los IES pueden disponer de ella. Para los alumnos es una herramienta que no les cuesta utilizar, no es imprescindible que tengan mini para que usen el aula virtual y no requiere requisitos de instalación, simplemente tener un usuario y contraseña. Una de las ventajas fundamentales es que puede ser un elemento integrador del curso, ya que cada profesor tiene sus manías y costumbres. Si los alumnos usan una única herramienta en todas las materias pueden percibir una mayor coherencia en la relación entre ellas, ya que habrá un elemento común y creo que salvo el aula donde se imparte la clase, por lo general, tenemos pocos elementos comunes.


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La educación inclusiva es un pilar básico para la cohesión social Jesús Claver Giménez Con la perspectiva que da el paso del tiempo, se puede afirmar que las transformaciones educativas en España —las reales, no las legislativas—, se están instalando poco a poco en la realidad diaria de los centros, sobre todo, en los centros públicos que son los que llevan mayor carga en el desarrollo de ese concepto tan valioso, denominado «atención a la diversidad». La educación inclusiva, un concepto que hace tan sólo unos años creaba mucha controversia y debate y era todo un reto que había que afrontar, hoy en día está configurándose como elemento clave para el desarrollo y la formación de los ciudadanos de cualquier país. En una primera aproximación, se aprecia que la educación inclusiva se mueve dentro del marco del concepto de escuela total que vincula la calidad a la equidad. La calidad se entiende como un compromiso con la educación como derecho social y este derecho supone avanzar en la igualdad de oportunidades, no sólo en el acceso, sino también en la permanencia y en los resultados. Dentro de este movimiento de escuelas totales, se pusieron en marcha y se siguen levantando diferentes proyectos que están demostrando en la práctica su viabilidad y su consistencia: escuelas aceleradas, escuelas de éxito para todos, comunidades de aprendizaje, escuelas democráticas, escuelas inclusivas, etc.

alcanzar mediante la participación de padres, profesores y alumnos en el diseño y desarrollo de los programas de la escuela. Se trata, por tanto, de un modelo de escuela que rechaza la selección y la discriminación y que hace suyos los derechos a la educación, a la igualdad de oportunidades y a la participación. Son cada vez más los centros que están dando pasos en la implantación de estrategias que favorecen la atención de todo el alumnado desde una perspectiva integral, como trabajo en equipo del profesorado, desarrollo de un currículo multinivel que da respuesta a las distintas necesidades del alumnado, puesta en práctica de diferentes estilos de enseñanza (centrados en el profesorado, en el alumnado y en la comunidad) para atender a distintos estilos de aprendizaje, apoyos dentro del aula, potenciación de la participación en la gestión del aula y del centro del alumnado, potenciación de la participación e implicación de los padres, implementación de programas para educar en la convivencia, en los sentimientos, en las actitudes y en los valores, formación en el propio centro del profesorado, etc.

Todo lo anterior supone un gran esfuerzo para el profesorado y para toda la comunidad educativa y no se realiza porque sí. En los centros educativos hay necesidades y problemas a los que hay que dar respuesta, y por otra parte, vivimos Ainscow, ya en el año 1995, maen sociedades democráticas y el denifestaba que el reto principal que recho a la educación es un derecho afrontaban los sistemas educativos fundamental. Así, el Informe Delors en todo el mundo era cómo favoretitulado «La Educación encierra un tesocer la inclusión. Esto significa que, en ro» (UNESCO, 1996) establecía las líneas los países económicamente más pobres, Z UE generales que deberían adoptar los países a la prioridad debe centrarse en los millones ÁZQ C ARLOS VEL nivel mundial para promover una Educación de niños que nunca ven el interior de un aula. del siglo XXI, y proponía que las reformas educaMientras que, en los países más ricos, la preocupativas habían de apoyarse en cuatro pilares básicos: aprención debe ser los muchos jóvenes que dejan la escuela con der a aprender, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a calificaciones poco válidas, los que se ven segregados en diverconvivir. Se ponía de manifiesto que la educación, oficialmente, sas formas de educación especial apartados de las experiencias dejaba de ser sólo instrucción y pasaba a ser formación integral educativas generales y los que simplemente eligen abandonar ya de la persona. A partir de este documento se fue forjando todo que la enseñanza les parece irrelevante para sus vidas. el movimiento actual de las competencias básicas, hasta llegar al El objetivo de las escuelas inclusivas consiste en garantizar que Programa de trabajo «Educación y Formación, 2010» (2005) de todos los alumnos (discapacitados, los que presentan problemas la Unión Europea, que estableció un conjunto de competencias de disciplina, los superdotados, los que viven en situaciones de básicas para el aprendizaje permanente. Este programa considede privación sociocultural, etc.) sean aceptados como iguales y ra que las competencias básicas o clave son aquéllas que todas se les proporcione la ayuda necesaria para que puedan avanzar las personas precisan para su realización y desarrollo personaen su aprendizaje según sus posibilidades. Pero, todavía más les, así como para la ciudadanía activa, la inclusión social y el importante que lo anterior, es que se trabaja para que todos los empleo. Añade que, al término de la educación y la formación alumnos se sientan aceptados y valorados, que aprendan a coinicial, los jóvenes deben haber desarrollado estas competencias laborar con los demás, que aprendan a respetar a los otros, que y seguirán desarrollándolas y poniéndolas al día en el contexto aprendan a convivir. Estos objetivos tan amplios sólo se pueden del aprendizaje permanente.

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Historia La historia no es lineal, avanza y retrocede y el camino está jalonado por diferentes hitos que marcan, como cicatrices, la lucha del ser humano por el progreso y las libertades. Los siguientes artículos muestran, en tres ámbitos distintos, hechos que dejaron su impronta en el futuro de sus sociedades. Siguiendo un orden cronológico, Gustavo Arce nos recuerda, aprovechando el 200 aniversario de la Constitución de Cádiz, ese referente para la historia del liberalismo español que fue un intento de superar el atraso y el inmovilismo que atenazaban el suelo patrio y encauzar al país hacía la modernidad y las libertades burguesas. Aunque esa primera constitución de España tuvo poderosos detractores que dificultaron su aplicación, marcó el inicio del camino en la lucha por las libertades y los derechos de la ciudadanía. Uno de los mayores ataques a esos derechos lo sufrió el mundo en la tragedia de los campos de concentración nazis. Cinco estudiantes del IES Cinco Villas nos cuentan su experiencia en el campo de Mauthausen, llamado el «Campo de los españoles» en alusión a los miles de republicanos españoles encerrados allí. Este viaje contra el olvido busca honrar y mantener viva su memoria y es una declaración de intenciones para evitar la vuelta de las doctrinas que hicieron posible aquella aberración. El tercer artículo, de Emilio Gil, narra un hito en el desarrollo y el progreso de la comarca de las Cinco Villas: la puesta en riego de miles de hectáreas por el Canal de las Bardenas y la lucha de los colonos, ejemplo de adaptación a las adversidades, por recoger el fruto de su trabajo en esas tierras, representó un importante cambio social y una garantía de progreso y de futuro, pero también unas expectativas que no siempre se vieron cumplidas.


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La Constitución de 1812. Repensando el bicentenario Gustavo Arce Fustero Uno de los mayores fracasos del Estado español contemporáneo ha sido su incapacidad para generar entre sus ciudadanos, en doscientos largos años, un sentimiento identitario integrador, un nacionalismo incluyente, una pasión compartida por los símbolos patrios (banderas, himnos, efemérides, mártires…) que generase solidaridad a partir de una concepción convincente y atractiva del «nosotros», que nos hiciera partícipes de un pasado del que sentirnos orgullosos y de un prometedor proyecto común. Las razones son tantas y tan complejas que superan con creces los objetivos de estas líneas, por lo que nos limitaremos a presentar ahora uno de los primeros intentos por poner las bases a esta «creación» de la nación española: la Constitución de 1812, de la que en este año se conmemora el 200 aniversario, y sobre la que existe una auténtica aura de misticismo. La Constitución de Cádiz fue aprobada en el contexto de una invasión, la del ejército napoleónico, que pretendía cambiar la dinastía reinante en España. En medio de una guerra, que un cuarto de siglo más tarde se bautizaría como Guerra de la Independencia, que tuvo mucho de guerra civil, de guerra internacional (entre Francia e Inglaterra) y de cruzada antiilustrada y antijacobina. Todo ello en el contexto de una Europa, la de principios del siglo XIX, que se hallaba profundamente dividida entre partidarios de un liberalismo que había traído vientos nuevos procedentes de la revolución francesa y aquellos que temían a esta última y anhelaban una Europa absolutista que no estuviese sometida a los designios del populacho y a los peligrosos límites que marcaban los derechos individuales lentamente adquiridos y las recién nacidas constituciones. El 19 de marzo de 1812 las Cortes generales aprobaban en la ciudad de Cádiz, uno de los pocos reductos de un país sitiado, la primera constitución de nuestra historia. La llamada Constitución de Cádiz era un texto muy extenso (10 títulos y 384 artículos) que trataba de implantar en nuestro territorio la mayor parte de la legislación liberal que se consideraba imprescindible para sacar a España del retraso endémico en que se encontraba con respecto a otras potencias europeas. En ella se establecía una monarquía parlamentaria en la que las cortes constaban de una sola cámara elegida por sufragio universal indirecto, se implantaba la división de poderes y se pretendía acabar con las exenciones fiscales de la nobleza y el clero. Asimismo se concedía la «libertad de escribir, imprimir y publicar», se instauraban los derechos y deberes de los ciudadanos y se reconocía al catolicismo como religión oficial. A pesar de esto último se establecían las pautas para iniciar un progresivo desmantelamiento del poder económico y político de la Iglesia Católica como institución. El debate en torno a la abolición de la Inquisición se

convirtió en el paradigma del enfrentamiento de las dos Españas, aquella que veía a la Iglesia como el motor y la esencia de la españolidad y la que creía que constituía el freno al progreso y era la responsable de la progresiva decadencia del país. En definitiva, la Constitución pretendía sentar las bases para el establecimiento de un estado liberal—burgués. No cabe duda de que los legisladores gaditanos se vieron fuertemente influenciados por el espíritu de la Ilustración de Rousseau o Montesquieu, los postulados liberales nacidos al hilo de la Revolución Francesa, particularmente en lo relativo a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano proclamada por la Asamblea Nacional del 26 de agosto de 1789 y, por supuesto, por la Constitución Francesa de 1791. El día de su promulgación, a pesar de la tormenta y de la lluvia, un buen puñado de personas se echaron a la calle para celebrar los cambios que esta constitución encarnaba. La Constitución fue aceptada inicialmente por una buena parte de la ciudadanía española. No en vano era la máxima expresión del fin de una etapa de despotismo y arbitrariedad y el supuesto inicio de una época de libertad y progreso. Pero España, como el resto de Europa, estaba profundamente dividida a este respecto y la mayor parte de la obra legislativa que debía nacer a partir de la Constitución de 1812 no se llevó a cabo. En parte por la poca voluntad de cambio de una buena parte de la sociedad y de las elites españolas y, en parte, por la desastrosa situación de la hacienda pública. Además la Constitución fue aprobada en un contexto muy peculiar, una ciudad sitiada en la que una minoría liberal pretendía erigirse en la encarnadora de toda una nación. Muchas de las reformas, como las relativas a los impuestos, fueron aplazadas de forma provisional, otras se confinaron al cajón de los olvidos. La clave es que la Constitución de Cádiz fijó un programa de mínimos, un esbozo de reformas liberales que se convertirían en un objetivo prioritario durante todo el siglo XIX. Enfrente un heterogéneo conjunto de intereses, con el catolicismo a la cabeza, que hicieron de ese programa la encarnación misma del diablo. Las posturas enfrentadas en torno a la Constitución de 1812 anunciaban los conflictos políticos, ideológicos y culturales que agitarían a España durante muchas décadas. Las dos guerras civiles, los numerosos pronunciamientos y golpes de Estado (tanto liberales como conservadores) y las más de media docenas de proyectos y cambios constitucionales en el siglo XIX muestran las dificultades que nuestro país encontró para consolidar sus instituciones y un proyecto nacional integrador.

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Un viaje contra el olvido. Ocho meses después Alizia Begué, Irene Garcés, Marina Lapuente, Begoña Villellas El año pasado para estas fechas publicamos un artículo en el que contábamos que habíamos sido seleccionadas para participar en un viaje de cinco días al campo de concentración nazi de Mauthausen, conocido como el «Campo de los españoles» por la cantidad de republicanos que fueron encerrados y sometidos en sus muros. Ahora hace ya ocho meses que regresamos de ese viaje que sin duda se nos grabó en la memoria y en la conciencia.

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El viaje estaba organizado por la asociación Amical de Mauthausen y otros campos, y uno de los trabajos que propone, tras haber vivido la experiencia, a los participantes es dar a conocer lo visto a su entorno más cercano, para que lo allí ocurrido jamás caiga en el olvido y así contribuir a su intención de reconocer y divulgar la memoria de las víctimas del fascismo para que los ideales de justicia no vuelvan a ser callados de una manera tan violenta. Con esta intención divulgativa ya hemos realizado pequeñas charlas para todos los interesados en el Centro Cívico de Ejea de los Caballeros y en nuestro instituto.

Este artículo quiere mostrar una pequeña pincelada de lo que hemos aprendido y sentido en esta experiencia. Pese a habernos informado y documentado antes de realizar el viaje, todas coincidimos en que todo lo que vimos superó enormemente lo que se puede conocer en libros, documentales o películas. En nada se parece ver fotos de presos a escuchar de un superviviente los tormentos ahí sufridos, ni ver la muralla del campo central fotografiada a poder tocar las piedras y sentir el esfuerzo de los presos que construyeron la cárcel en la que después serían torturados y esclavizados. Al pasar cinco días con los miembros de la Asociación —muchos de ellos familiares de deportados— y participar en los diferentes homenajes, sentimos que no todo se ha olvidado pese a que actualmente no disponemos de mucha información, advertimos que lo que ahora solo es un eco en los libros de Historia ocurrió realmente y que no podemos cerrar los ojos a ello. Sentir el frío del túnel donde trabajaban los presos, recorrer los 186 peldaños conocidos como «La escalera de la muerte»,


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entrar a las cámaras de gas que exterminaban a los presos que dejaban de ser «rentables», conocer más de cerca la historia de los reclusos, escuchar testimonios de la boca de familiares directos de las víctimas… toda una serie de experiencias con las que nos asomamos a una etapa de nuestra Historia que parece haber quedado enterrada y que de alguna manera nos obliga a sumarnos a la labor de la Amical de recuperar la memoria de todos aquellos que, lejos del conformismo, decidieron protestar frente al fascismo. En general se tiende a pensar que en los campos nazis hubo sólo judíos, gitanos o soviéticos; pero en nuestro país, en especial, se debería reconocer a los nueve mil presos republicanos que acabaron en las tenebrosas cárceles nazis por defender la libertad y la igualdad de los españoles. Perdieron su vida y su dignidad tratando de buscar un mundo más justo y, todavía hoy, siguen siendo considerados los vencidos de la guerra, ya que permanecen enterrados en el olvido junto a sus ideales y a sus sueños. No hay que dejar que tantas víctimas que velaron por la libertad se conviertan en una mera cifra de personas torturadas o asesinadas, es vital mantener vivo su recuerdo, ya que detrás de cada individuo hay una familia destrozada, una vida robada y un sueño roto. Por todo ello creemos firmemente en la necesidad de abrir los ojos y de mirar los hechos ocurridos en el siglo XX con una mirada más humana, comprendiendo la importancia infinita de cada caso individual, de cada vida que por tomar el camino de la protesta o la lucha aterrizó en un destino más que trágico. De la misma manera que no podemos dejar de reconocer el esfuerzo y el sufrimiento de los republicanos y el resto de presos de los campos de concentración, no podemos limitarnos a olvidar la pérdida de humanidad a la que pudieron llegar doctrinas como el nazismo. Otra cosa que aprendimos en el viaje fue que, si para nosotras conocer estos hechos supone sin duda una lección para la conciencia, para muchas otras personas

no ha sido así. Los crímenes de la Alemania de Hitler no han dejado muy marcada la huella en la conciencia de la sociedad europea. Además el nazismo como ideología y la esclavización de personas siguen existiendo hoy en día y es necesario seguir combatiendo la injusticia para poder construir una verdadera sociedad de paz y equidad que pueda afirmar que ya nada queda de la barbarie del pasado. A las personas que compartimos hoy este mundo nos resta la obligación de leer, conocer e interpretar estos terribles acontecimientos e identificar a los culpables y a las víctimas, a los mártires de la libertad y a sus represores, para que, como dijo Buero Vallejo, el pasado no nos envenene; y así saber cómo construir un futuro cimentado sobre una cultura de paz e igualdad verdaderas, sobre todo los jóvenes, encargados de erigir el mundo del mañana. Por nuestra parte, esta etapa de la Historia no termina aquí y no vamos a echar tierra sobre ella ni sobre sus muertos; nos negamos a aceptar que toda la sangre, sudor y lágrimas derramadas por la libertad hayan sido en vano. Hemos aceptado un compromiso de futuro que no vamos a olvidar porque, si es posible sacar algo positivo de esta experiencia, es que hay que creer en el progreso y luchar por él. Pero un progreso no sólo económico; una evolución que vaya ligada a los principios éticos y morales que nos hacen humanos y que desemboque en un mundo sin desigualdades. No podemos limitarnos a señalar como utopías las sociedades en las que no exista racismo, discriminación y esclavitud; ahora que ya conocemos los límites de deshumanización a los que puede llegar el hombre, debemos trabajar en un futuro que no permita que ni uno solo de los crímenes de la historia contemporánea sean repetidos, para ayudar al hombre a crear un mundo que, lejos de ser imposible, valore a todas las personas como lo que son: miembros de la Humanidad.


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Una mirada retrospectiva para un futuro esperanzador Emilio Gil

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Hace poco más de dos años dieron comienzo por estos lares los fastos conmemorativos del cincuenta aniversario de la llegada del agua a estas tierras y, con ella, el establecimiento de seis nuevos núcleos de población entretejidos con gentes de aquí y de allá, gentes con cuyas historias podrían escribirse páginas enteras. Lamentablemente han sido dos años convulsos y llenos de cambios inesperados y desagradables. Esta horrible crisis que nos ahoga a todos poco a poco ha tenido, y va a seguir teniendo por mucho tiempo, consecuencias irreparables. Desempleo, pobreza, desesperanza entre los jóvenes; incluso ha generado lo que podríamos llamar «colonos de ida y vuelta», aquellos que en épocas de vacas gordas —ficticias gracias a esos financieros que gestionaron lo que no existía— abandonaron el campo para engrosar la larga lista de empleados de la construcción —algunos autollamados empresarios— y que ahora abrazan de nuevo con ahínco esas tierras que sus padres convirtieron en fértiles a fuerza de empeño, sacrificio y penurias. Una vuelta a una tierra que ahora pretendemos que nos alimente sin problemas cuando hasta hace bien poco parecíamos habernos olvidado tan siquiera de regarla. En cualquier caso, y a pesar de la crisis, seguimos celebrando esos cincuenta años. Seguimos organizando actos, invirtiendo más imaginación que recursos económicos, sin contar en muchos casos con la ayuda institucional merecida –qué tiempos aquellos en los que el dinero público fluía fácil— pero saliendo adelante de forma airosa y festiva. Porque no nos olvidemos, esos pueblos cumplen medio siglo. Ese pueblo, entonces lleno de solidaridad, cumple ahora cincuenta años. Cincuenta años que han sido relatados de muy diversas formas por aquellos aventurados colonos o por sus descendientes. Frases como «no había agua ni luz», «pasamos muchas penurias», «los inicios fueron muy duros» convergen en casi todos los relatos, pero se compensan con otras mucho más esperanzadoras como «no me arrepiento de haber venido a El Sabinar», «había mucha solidaridad y nos ayudábamos entre todos» o «no cambio mi pueblo por nada». Solo el hecho de leer estas frases es argumento más que suficiente para seguir en la lucha y avanzar hacia un futuro esperanzador, cada uno desde su responsabilidad. La vida en estos pueblos jóvenes ha ido siempre ligada a grandes cambios o acontecimientos sociales que indefectiblemente han marcado el devenir de sus gentes. Han vivido hechos tan importantes como una emigración obligada —«fue como echarnos un jarro de agua fría a los tres: a mi abuelo sacarlo de allí era dejar toda su vida, a mi hermano y a mí dejar la escuela y los amigos, no nos gusto la idea…»— por diversas circunstancias (construcción de pantanos en sus zonas de origen y abandono de sus hogares, búsqueda de nuevos horizontes sociales,…), épocas duras de dictadura política, transición a un régimen democrático, incorporación del país a la Unión Europea, Políticas

Agrarias de reconversión en muchos casos difíciles de soportar, periodos de dura crisis económica..., muchos e importantes acontecimientos que sin duda han marcado ese carácter intrínseco de la segunda y tercera generación de «colonos» que son, y deberán serlo en el futuro, motor de estas tierras ahora verdes y productivas que antaño no fueron más que desiertos salinos —«las tierras estaban muy mal, había que trabajar todos para arreglarlas»— azotados por ese inseparable compañero que es el cierzo. Colono, o colonus en latín, no es otra cosa que labrador y eso es lo que han sido y son sus gentes, labradores en los inicios de unas tierras de escasos rendimientos, labradores de un presente incierto y difícil y labradores de un futuro —«buscado una estabilidad y un futuro mejor para su familia, solicité poder venir a los pueblos nuevos que es como se les denominaban»— para sus descendientes. Retrocedamos cincuenta años y fijemos la mente en las llanuras de la falda de La Bardena. ¿Qué vemos? grandes extensiones de tierras roturadas dispuestas a acoger el agua recién llegada y labradores (colonos) realizando ímprobos esfuerzos para obtener unos primeros rendimientos ínfimos pero alentadores. Aquí llegaron desde muy diversas partes con todas sus pertenencias. Aquí llegaron con la ilusión de un futuro esperanzador para ellos y, sobre todo para sus hijos —«mis hijos se sienten de aquí. Saben que llegamos hasta aquí para darles lo mejor a ellos»— en busca de una tierra fértil que cultivar. Y empezaron las dificultades. Las primeras y más importantes derivadas de la escasa calidad agronómica de la mayoría de las parcelas entregadas —«el lote era de una tierra salitrosa que no producía» ó «como las tierras aun no daban cosechas se trabajaba en lo que se podía»— tal como relatan algunos de los protagonistas. Escasa calidad y bajos rendimientos que obligaron a más de uno a tirar la toalla «ese año volvió a ser deprimente la recolección, y mi padre tuvo que tomar la decisión de buscar trabajo en Zaragoza». Afortunadamente en otros casos las tierras fueron mejorándose poco a poco y, con mucho esfuerzo, los rendimientos fueron incrementándose. Las tierras de saso comienzan a dar buenas cosechas a pesar de la existencia del mallacán, que hace en muchos casos insuficientes los esfuerzos de las caballerías para removerlo con buenas labores. Se inicia entonces el proceso de mecanización, proceso que va a marcar el futuro y la rentabilidad económica de las explotaciones. Poco a poco fueron evolucionando las alternativas tradicionales cerealícolas y se plantearon otras de mayor rentabilidad —«solo se sembraba remolacha, pero con mucho sacrificio y trabajo fueron mejorando»—. Estamos a finales de los años sesenta, con grandes zonas sembradas de remolacha, esa remolacha que obligaba a la dura tarea de «esquejar». Un cultivo que en aquella época significó una alternativa económicamente viable, aún a


pesar de sus elevadas exigencias de mano de obra durante la recolección. Pero no sólo la remolacha ha sido un ejemplo de adaptación y desilusión. Atrás quedan los benignos tiempos del pimiento y del tomate, la «guerra del maíz y del pimiento», la subida de precios o el cierre de la popular «embotadora», y con ella la desaparición de esos buenos recursos económicos. Y mientras tanto las gentes tratando de sobrevivir, soportando un éxodo sangrante y una reducción cada vez mayor de servicios y perspectivas. Y si hablamos del agua y sus problemas…y no únicamente refiriéndonos a los cotidianos de la vida diaria en el pueblo —«escaseaba el agua, para limpiar los suelos y darles brillo se utilizaba gasoil y jabón casero»—, campañas con incertidumbres por la escasez de agua para completar el ciclo del maíz; el girasol como alternativa menos exigentes (y con menor rendimiento), inversiones en modernización de regadíos con nuevos sistemas mucho más eficientes, eso sí acompañados de restricciones en la superficie de siembra,… Nuevamente problemas y nuevamente de manifiesto la capacidad de adaptación. ¿Qué pasará este año? Ha sido, en fin, una lucha constante contra las adversidades y situaciones particulares. Una lucha que se inició con la andadura del pueblo en unas condiciones ciertamente precarias y una planificación agrícola tutelada y dirigida desde la distancia, no

y tenemos que aplicarnos a otras cosas»—. La figura del agricultor a tiempo parcial ha crecido de forma considerable. No es el agricultor de fin de semana el que debe buscar alternativas, iniciar proyectos empresariales interesantes y relanzar la situación actual. Tras cincuenta años de vida, de sacrificios y luchas para alcanzar el nivel productivo que tienen ahora las parcelas, el problema del cambio generacional se ha manifestado estos últimos tiempos. Las nuevas generaciones, ante la dificultad de supervivencia con dimensiones de explotaciones reducidas y la difícil situación del campo, no se han interesado por la actividad agrícola —«los hijos conforme se hacían mayores se marchaban a trabajar fuera del pueblo»—, lo que ha hecho peligrar en muchos casos la continuidad de la actividad. Quién sabe, a lo mejor esta horrible crisis que ahora nos azota tenga algún efecto positivo. A lo largo de estos cincuenta años estos seis nuevos pueblos han pasado por situaciones diversas y nunca fáciles. Y ahí han estado siempre sus gentes, dispuestas a hacer suyo aquello que un día les fue extraño. Hombres y mujeres de otra generación que han pasado la mayor parte de su vida luchando para ver producir a estas tierras otrora eriales, generando riqueza y garantizando un modo de vida —«con la ilusión de nuestros padres de conseguir un porvenir para sus hijos y una vida mejor»— y un futuro para nuestra generación y las generaciones venideras

fotografiás: Eduardo Ramón

siempre acertada, que obligó a aquellos primeros colonos del inicio de la década de los sesenta a realizar esfuerzos ímprobos para sobrevivir. La situación, cincuenta años después, no es precisamente muy alentadora. La población ha experimentado un descenso alarmante —«con el pasar de los años se fueron a vivir a Ejea de los Caballeros y aunque llevan muchos años fuera, se acuerdan de los buenos momentos que aquí vivieron». La oferta de empleo es nula. La superficie agrícola necesaria para garantizar una rentabilidad adecuada es ahora mucho mayor que aquella que caracterizaba a los «lotes» —«ahora la agricultura no va bien, antes con el lote podía vivir una familia, ahora no

—«los maestros tardaron bastante tiempo en llegar, así que la enseñanza de nuestros hijos no fue muy completa». Un futuro que ahora se plantea incierto y lleno de dificultades. La agricultura y la sociedad del siglo XXI nada tienen que ver con las que hemos conocido estas últimas décadas. Y el agricultor y el vecino y los niños correteando por las calles, tampoco. Y serán esos nuevos agricultores, esos vecinos y esos críos ahora en pantalón corto los que permitirán con su esfuerzo que dentro de otros cincuenta años alguien celebre el centenario de la llegada de unos atrevidos aventureros a la falda de La Bardena. Mientras tanto seguiremos esperando el agua.

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Ciencia y salud La oposición ciencias letras es artificial y toda educación que pretenda el desarrollo completo del ser humano debe plantearse la necesaria integración de todos los ámbitos del saber. Así lo entendieron los clásicos, en los que siempre nos miramos, y así se entendió también con el renacer de la cultura. Desde las ciencias y desde las humanidades se busca la felicidad del ser humano, que implica la comprensión de uno mismo, de su entorno y de las interacciones entre uno y otro. Precisamente de las fructíferas relaciones entre las ciencias y el teatro trata el artículo de Miguel Carreras. Y la nueva entrega de inventos animales, preparada por Rubén Peña, vuelve a centrar nuestra atención en las maravillas de nuestro universo. Esta sección se cierra con una novedad. En los diez años de existencia de Ágora nunca habíamos tratado temas relacionados con la salud. Lo hacemos por primera vez en este número. Ángeles Duesca se encarga de darnos a conocer, entre otras cosas, todos los beneficios que nos reporta la dieta mediterránea. Salud, y que disfruten de tan excelentes y variopintos manjares como en esta sección les proponemos.


Físicos y químicos en su papel Miguel Carreras Ezquerra La Ciencia de la Antigüedad, de la civilización grecorromana y aun de la Edad Media era parte en su corpus teórico—práctico de la filosofía. La separación, con el consiguiente alejamiento de los intereses humanísticos, se produjo entre los siglos XVI y XVII, a partir de la Ilustración. Se puede pensar que por ese camino se habría iniciado la interacción Ciencia—Teatro. Aristófanes en Lisístrata, drama antibelicista, muestra su animadversión hacia los geómetras y, en cierto modo, mucho después, los aquelarres de las brujas también pueden ser considerados representaciones, que ahora incluiríamos meridianamente en el campo de las pseudociencias. Pero existe muy poca producción y documentación e insuficientes estudios del pasado remoto. En fechas recientes se han realizado eventos teatrales relativos a las ciencias más modernas con temas populares como el medio ambiente, el calentamiento global y la nueva genética, tomados a veces como asunto central o de forma recurrente y ocasional en otros casos. Posiblemente tengan un esperanzador futuro. En Aragón, impulsado por Adolfo Ayuso y por quien escribe, tuvo excelente acogida por el público infantil y adulto el espectáculo Cajal el rey de los nervios de la compañía Títeres de la Tía Helena en 2009. EL TEATRO EN LAS CIENCIAS FÍSICO—QUÍMICAS: Planteamos aquí una breve reflexión sobre la simbiosis ciencia— teatro en lo que concierne a las ciencias físico—químicas a partir del siglo XX, momento histórico en que se producen en Física descubrimientos trascendentales y la Química está en plena actividad consolidada como ciencia tras la revolución de Lavoisier y Dalton. Podemos afirmar que el origen del género científico como tema teatral arranca realmente en la década de 1940, alcanza su máximo esplendor en los ochenta, entra en crisis a la par que las ideologías y remonta levemente a partir de 2000.

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Analizaremos de forma sucinta las mejores creaciones científico—teatrales de ese periodo. En el ámbito de la Física nos centraremos en Brecht, Dürrenmatt, Kipphardt y Frayn, que reflejan en sus obras la responsabilidad personal de los científicos, y en la Química, donde Hoffmann y Djerassi dan la apreciación del científico sobre su entorno. Haremos también mención a Fenwick, entre la Física y la Química. Todos ellos son europeos, si bien Djerassi y Hoffmann se nacionalizaron estadounidenses. FÍSICA Y TEATRO: Vida de Galileo, drama de catorce escenas y epílogo, de Bertolt Brecht, marxista e innovador del teatro, fue escrita en el periodo 1937—39, se estrenó en 1943 en Zurich y en una versión corregida cuatro años después en Beverly Hills con Charles Laughton de protagonista. Hubo una definitiva revisión producida por el Berliner Ensemble cuando sorprendió la muerte al autor en 1956. Brecht proponía cambiar las emociones del teatro convencional por la reflexión y la observación crítica. Fue también un poeta popular; algunos de los himnos de los combatientes de las brigadas internacionales en la guerra civil española parten de sus versos y cantautores y rockeros de todo el mundo han puesto música a sus poemas. El teatro brechtiano no arriba a España, y lo hace de forma precaria, hasta 1958. Existen dos versiones cinematográficas con el título Galileo Galilei, una de Joseph Losey y otra de Liliana Cavani. La base argumental es la experiencia vital del padre de la Física moderna que negó el sistema aristotélico y ptolemaico, confirmando que la Tierra gira alrededor del Sol ‒el cielo ha sido abolido‒ y que tuvo que retractarse por la presión de la Iglesia y el temor a seguir los pasos de Giordano Bruno, quemado en la hoguera por defender las tesis copernicanas. El texto, en el que se insertan poemas, construye la trayectoria personal


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y pública de Galileo, configurando un antihéroe, ¡pobre del país que necesita héroes!, cuyos errores y debilidades se entrecruzan con el afán de la búsqueda de la verdad y el progreso de la humanidad. La música, con niños como intérpretes, es de Hans Fisler. El suizo Friedrich Dürrenmatt fue un creador polifacético, pintor, escritor de novelas y teatro y muy presente en programas radiofónicos. Filósofo, filólogo y con estudios de ciencias naturales. «Escribo conociendo lo absurdo de este mundo», decía. Llevó al escenario Los físicos en 1962, una comedia negra del absurdo, parábola de la guerra fría, según sus palabras. Plantea, al hilo de la física atómica, la responsabilidad del científico con sus descubrimientos, liberándolo y adjudicando al poder y a la sociedad la decisión última del uso peligroso de los mismos. La obra se desarrolla en dos actos teniendo como escenario único la sala de un sanatorio de nombre «Les Cerisiers.» Trata de un físico nuclear, Möbius, otro antihéroe, que se finge loco y se hace encerrar para salvaguardar sus investigaciones del poder ‒una terrible fórmula para un arma mortífera– y del acoso de dos científicos agentes de potencias de sistemas opuestos. También ha de preservarse de la directora del centro que participa en la conspiración. En España llegó, siguiendo la versión definitiva, en 1980.

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El caso Oppenheimer, muestra de teatro—documento, se estrena en 1964. Cuestiona la objetividad de la ciencia y el apoliticismo de los científicos. Se ocupa del juicio a que fue sometido uno de los padres de la bomba atómica, Julius Robert Oppenheimer, director del Laboratorio Los Álamos, acusado por el macartismo, descarnada pesadilla de toda una época en Estados Unidos, de compañero de viaje de los comunistas y simpatizante de la causa republicana española. Era partidario de acuerdos con los soviéticos para el desarme nuclear oponiéndose a la fabricación de la bomba de hidrógeno y por esos motivos la caza de brujas le apartó de la Comisión de la Energía atómica y fue sometido a un proceso por alta traición, cuyas conclusiones se publicaron en 1954. «Nos hemos enfrentado con el pecado», dice en la primera escena Oppenheimer asegurando que la ciencia, en lo nuclear, había realizado el trabajo del diablo y era el momento de volver a su misión de búsqueda de la verdad. Fue rehabilitado en 1963. El autor, el alemán Heinar Kipphardt, doctor en medicina, psiquiatra y miembro del Deutsches Theather, se declaraba escéptico tanto en lo político como en lo estético. En su creación fue especialmente crítico con las guerras y la jerarquía militar. Según el profesor Albert Presas, «En las tres obras antes citadas, especialmente en las de Brecht y Kipphardt, se manifiesta una intención ilustradora que pretende potenciar la conciencia política y moral y la capacidad crítica del espectador para influir en las relaciones sociales. (…) Aparece el conflicto entre la voluntad de conocimiento del científico, dispuesto para obedecerla y subordinarse a los intereses del Estado y un principio ético superior que debe defender ante la sociedad. (…) A la luz de estas tres obras emblemáticas, cabe preguntarse por su contribución a la divulgación de la ciencia y del contenido de los temas considerados. Como consecuencia del papel otorgado a la ciencia y al científico, los tres autores contribuyeron a hacer de los científicos auténticos héroes contra el dogmatismo y la ignorancia». Michael Frayn, dramaturgo y periodista inglés, estrenó en 1998 Copenhagen, obra en dos actos, con notable interés del público,

pues se mantuvo dos años en cartel en Londres. Se presentó en Madrid en 2003 y en Barcelona se ofreció en abril de 2011 en el Teatro Nacional de Cataluña, en oportuno momento tras el reciente desastre nuclear de Fukushima, Japón otra vez. Su puesta en escena ha revalorizado el género de la ciencia como motivo teatral. Ha sido galardonada con los prestigiosos premios Standard Award y Tony. Frayn reconstruye el supuesto encuentro entre dos célebres Premios Nobel, Niels Bohr y Werner Heisenberg, y su diálogo de intercambio de ideas en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. También participa Margrethe, esposa de Bohr. La explosión de bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, con la contienda decidida, había removido la conciencia de los científicos, circunstancia que se refleja en el texto. La conversación pudo tener como objetivo por parte de Heisenberg justificarse ante Bohr, que tuvo cierta participación en el proyecto americano e incluso ganarle para la causa en que estaba involucrado de fabricar la bomba para los nazis. En la trama se intuye un cierto interés didáctico e intención divulgativa. Véase el siguiente comentario de Bohr a Heisenberg: «Usted sabe lo mucho que creo que no hacemos ciencia para nosotros mismos, que lo hacemos para que la podamos explicar a los demás en un lenguaje sencillo». Los autores de las obras anteriores son literatos que escriben sobre ciencia, concretamente de Física. Djerassi y Hoffmann, científicos prestigiosos, dan a los químicos la palabra. TEATRO Y QUÍMICA: Les Palmes de M. Schutz (Los méritos de Madame Curie), del novelista y actor francés Jean Nöel Fenwick, que obtuvo el premio Moliére en 1989, fue concebida como una comedia elogiosa con la ciencia, el progreso y la mentalidad positiva y abordaba en clave humorística la figura de Maria Sklodowska y sus colaboradores. Es la historia del trabajo en precario de los Curie en el destartalado laboratorio de Física y Química de París bajo la supervisión de su entrañable y competitivo director, el profesor Schutz. Fue traducida al italiano con el título Amore e Chímica y en Madrid la protagonizaron Amparo Larrañaga e Iñaki Miramón. Claude Pinoteau la llevó al cine en 1997 con interpretación de Isabelle Huppert, Philipe Noiret y Charles Bering. Participaron los Nobel franceses George Charpack y Pierre—Gilles de Gennes en papeles testimoniales de conductor de camión y repartidor respectivamente. Se proyectó para escolares en la Universidad de Barcelona en 2009 y para los internos de los centros penitenciarios aragoneses de Daroca y Zuera dentro del programa Ciencia Viva para la cárcel con motivo de 2011, Año Internacional de la Química. En Química el mayor éxito ha sido para Roald Hoffmann, premio Nobel por sus teorías de simetría de los orbitales electrónicos de las moléculas y las investigaciones sobre los mecanismos de las reacciones químicas y Carl Djerassi, que contribuyó con Rosencranz a la aplicación de la progestina 9 como píldora anticonceptiva. Escribieron conjuntamente Oxygen, cuyo argumento gira en torno a la hipotética concesión del Nobel de Química retrospectivo por una sola vez. El comité decide que el descubrimiento del oxígeno es el hecho trascendental que abrió


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definitivamente el paso a la Química moderna y en consecuencia nomina candidatos a Joseph Prietsley, Wilhem Scheele y Antoine Lavoisier. Los tres químicos y sus esposas transitan por el espacio tiempo, pues se presentan ante el rey sueco en 1777 y discuten con científicos actuales en 2001. También se debate el propio concepto de descubrimiento, que se realiza en Química en varias etapas, pues no basta con aislar un cuerpo sino que hay que identificarlo y estudiar su naturaleza y propiedades. Aunque la Ciencia y los científicos han sido frecuente fuente en que se ha inspirado la literatura, en pocas ocasiones como en Oxígeno tres químicos ocupan un papel central en el escenario. Se ha representado con éxito en Estados Unidos en 2001 y posteriormente en Alemania, Italia y Gran Bretaña y se han realizado emisiones radiofónicas en varios países. En la Universidad Autónoma de México se estrenó en 2006 en castellano como lectura dramatizada y en ese mismo formato en Barcelona un año después y en la Universidad de Valencia en 2011. En la región aragonesa estábamos preparados y con todos los requisitos técnicos para representarla más que dignamente, pero la crisis

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económica y otros factores lo han impedido por el momento. Félix Martín, que la iba a dirigir, ya puso en escena en 1996 en Zaragoza Los físicos. De las obras reseñadas no todas se han estrenado profesionalmente en España, pero sí en algunos países de habla hispana como México y Argentina, con gran bagaje cultural y teatral. Nuestro retraso con respecto a los países anglosajones, Alemania, Francia e Italia en producción científica e investigación está en la misma escala que el interés por la relación ciencia—teatro. Concluimos con palabras de Presas, «Ciencia y teatro son considerados elitistas, seguramente con razón. La carrera científica va ligada a un gran sacrificio personal e intelectual. Por otra parte desde hace un tiempo se habla de la muerte del teatro. Si la combinación entre teatro y ciencia es oportuna y acertada para una comprensión más lúcida de la ciencia y el teatro por su parte adquiere nueva fuerza dramática, es algo que está por ver. Quizás se necesiten más apuestas decididas y más experimentos teatrales».

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BIBLIOGRAFÍA. – Bertolt Brecht, Vida de Galileo, Alianza Editorial, 2007. – Friedrich Dürrenmatt, Los físicos, Editorial Tusquets, 1973. – Heinar Kipphardt, El caso Oppenheimer, Editorial Aymá, 1964. – Michael Frayn, Copenhagen, Editorial Randon House, 1998. – Jean Nöel Fenwick, Les Palmes de M. Schutz, Editorial La Française illustrée, 2002. – Carl Djerassi y Roald Hoffmann, Oxígeno, Editorial Fondo de Cultura económica, 2003. Se puede obtener más información en las siguientes direcciones: www.wired.com/news/culture/0,1284,51984,00.html, www.djerassi.com www.temakel.com/teatrocopenhague.htm.


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Los inventos de la naturaleza Rubén Peña Después de la primera entrega de los inventos de la naturaleza estoy seguro de que muchos estarán ansiosos por seguir conociendo más inventos que creíamos tener apropiados. Si estos bichos conociesen la oficina de patentes… Esta vez le toca el turno a la máquina de coser, el martillo neumático, la pintura, la caña de pescar, la flecha y algo que creíamos tan desagradable como humano, la guerra.

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MÁQUINA DE COSER

Estos pequeños pájaros pertenecen al mismo orden que los gorriones (Paseriformes) y son aproximadamente del mismo tamaño. Sus nidos son tan grandes como un balón de fútbol, aunque el del tejedor social llega a alcanzar los cuatro o cinco metros de diámetro. El nido tiene forma esférica y está provisto de una entrada en la parte inferior. Son nidos colgantes, para dificultar la entrada a posibles depredadores como la serpiente comedora de huevos y, a tal fin, llegan incluso a dejar desnudas las ramas adyacentes para impedir que ésta se pueda apoyar en posibles espinas o ramitas. Los auténticos artesanos son los machos (para que luego digan que coser es cosa de mujeres), pues son ellos los que se encargan de construir un buen nido que posea todas las comodidades que una hembra pueda desear (lavavajillas, microondas, nevera, lavadora último modelo, vitrocerámica, gran armario ropero, etc.). La hembra se acercará al nido, lo estudiará y, si es de su agrado, se quedará pero, si no es así, el pobre macho tendrá que destruirlo. Lo que no se sabe es si lo hace cabreado porque no ha valido para nada después de tanto trabajo y necesita desahogarse o porque quiere construir otro mejor que atraiga nuevamente a una hembra (personalmente apuesto por esta última opción). Pero esto no es todo: la hembra no se quedará tranquila una vez que haya aceptado, ni mucho menos. Ahora es cuando entra en acción ella, acondicionando el lugar conyugal, es decir, dando el «toque femenino» al conjunto.

Estoy seguro de que hay algún incrédulo que no se traga que exista un animal que se dedique a la alta costura. Pues bien, se equivoca, ya que como representante del reino animal tenemos a la famosa modista Oecophylla smaradigna. Hay que perdonarle esta excentricidad, pues es bien sabido que a los famosos les encanta ponerse nombres raros, aunque vulgarmente se llama hormiga tejedora. La ropa de esta firma no es muy conocida en las pasarelas europeas, ya que su trabajo lo realiza en Asia. La Oecophylla tiene un equipo de currantes que realizan las últimas creaciones en la moda de la siguiente manera: una vez que encuentran el tejido adecuado, es decir, las hojas, las sujetan fuertemente con las mandíbulas acercando dos hojas entre sí. Es el momento que aprovecha el segundo equipo para coser las hojas con la larva que cada hormiga lleva en la mandíbula. De la boca de esta larva sale una secreción pegajosa que se encargará de unir con fuerza las dos hojas. Como resultado final tendremos el último modelo: una perfecta casa para la hormiga tejedora. Otros famosos modistos son los pájaros tejedores. Existen varias especies de estas curiosas aves, todas ellas africanas, que se encargan de tejer y moldear sus curiosos nidos con pajas, fibras, hierbas, etc. El pájaro sastre, por ejemplo, es capaz de coser literalmente las hojas de los árboles con la sola ayuda de su pico, usando como hilo hebras de algodón. Por lo tanto, ¿se le caen los botones de la camisa? ¿Necesita zurcir los calcetines, remendar alguna prenda? ¡Ponga un pájaro tejedor en su casa!

CAÑA DE PESCAR ¿Qué es una caña de pescar? Cualquiera respondería inmediatamente que se trata de un instrumento que se emplea para la captura de peces. Pero, ¿qué pensaría si le dijese que la caña de pescar fue «inventada» hace muchos años por peces? Efectivamente, es una peculiar ironía que los artífices de la caña de pescar sean peces. Pero así es, este artilugio lo podemos encontrar


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en peces abisales Ceratoideos. Estos singulares peces habitan los fondos submarinos a partir de los 1.000 metros, profundidad a la cual no se ve nada debido a la completa falta de luz. Por este motivo los peces a los que me refiero, con nombres tan apasionantes como Ceratias holboelli, Himantolophus o Platyberyx opalescens, han diseñado un sistema de captura de presas muy cómodo. Aplicando la ley del mínimo esfuerzo consiguen que la comida venga a ellos en vez de ir a buscarla, algo que les resultaría bastante difícil por la falta de luz y de acomodador que les guíe (supongo que desaparecería por falta de propina). Pero vayamos a la estrategia en cuestión. La caña de pescar de los Ceratoideos se encuentra situada en su enorme cabeza. De ésta surge un filamento (el sedal) con un órgano luminoso en su extremo final (el anzuelo). Esta luz atrae a pequeños peces y crustáceos que, muy contentos, esperan obtener una presa fácil, cuando sin esperárselo son convertidos en merienda. Una vez más el viejo truco del gusano en el anzuelo y del cazador cazado. Pero abandonemos las profundidades abisales y ascendamos un poco para encontrarnos con un pez más conocido para todos y también experto pescador: el rape (Lophius piscatorius). Este fabuloso pescador, de enorme cabeza, posee sus dos ojos en la parte superior ya que descansa sobre el fondo con el cuerpo más o menos hundido en la arena. El sistema de «pesca» es más o menos igual que el de los Ceratoideos, pero con la diferencia de que el rape necesita esconderse de su presa ya que en esta zona hay luz suficiente. Es por esa razón por la que descansa siempre en el fondo semienterrado. Y desde ese «escondite» agitará su filamento (de nuevo el sedal), cuyo extremo final se asemeja a un gusano (aquí tenemos un anzuelo más perfeccionado), para atraer a los incautos peces que desaparecerán en el interior de su enorme boca. Quizá sea ésta una buena inversión: vender rapes adiestrados en vez de los típicos cebos. Llevaríamos nuestro rape al mar y le soltaríamos para que fuese en busca de las presas trayéndolas alegremente en la boca a la vez que agita la cola, tal y como hacen los perros de caza. Sería apasionante que se pudiesen organizar jaurías de rapes para la caza del bacalao, de la misma manera que existe la caza del zorro.

FLECHA Los sioux, apaches, navajos y demás tribus de indios no fueron los primeros en el arte de la caza con flecha. Para encontrar a todo un experto debemos sumergirnos en las aguas del mar para encontrar a nuestro Robin Hood de los mares. Se trata de un pequeño molusco gasterópodo del género Conus. La clase de los gasterópodos comprende a los caracoles terrestres y marinos, animales que poseen la concha en espiral. Existen numerosas especies de Conus, la mayoría tropicales, aunque contamos con un representante en el Mediterráneo: el Conus

mediterraneus. La concha de este animal tiene forma, por supuesto, de cono invertido, con una abertura lateral que la recorre de arriba a abajo. Los colores de la concha varían según las especies y suelen ser muy llamativos (¿tendrán algo que ver con los colores de guerra de los indios?). La «flecha» de estos animales es una prolongación de la parte anterior del animal que se continua con el esófago. En el extremo de la «flecha» posee unos dientes que inoculan veneno. Como es fácil suponer, estos animales son carnívoros y cazan a sus presas disparando su «flecha» envenenada. Al estar conectada al tubo digestivo (no pueden perderla ya que sólo tienen una) prácticamente se abalanzan sobre la presa y la devoran al mismo tiempo. Pero pasemos a un tema menos violento y más romántico, presentando al Cupido animal. Todos conocemos a Cupido, el dios romano que lanzaba flechas para enamorar a las personas. Pues bien, esto es exactamente lo que realiza este animal, tan conocido por todos, pero con algunos aspectos de su vida más bien desconocidos: el caracol común. Los caracoles son hermafroditas (sin problemas de machismo y feminismo), es decir, poseen órganos genitales masculinos y femeninos. Gracias a esta cualidad no necesitan buscar a un individuo de un sexo determinado para reproducirse, ya que podrán copular con el primero que encuentren (siempre que sea de la misma especie). La vagina de los caracoles contiene un saco del dardo, el cual secreta un dardo de naturaleza calcárea. Cuando dos caracoles se cruzan, uno de ellos lanzará su dardo, que está unido a un filamento y atravesará el cuerpo de su pareja. Aparentemente esto debe servir para excitarle y realizar el acto reproductor. Por su parte, el filamento al que está unido el dardo servirá para atraer a la pareja hasta unir sus orificios genitales y posibilitar que ambos individuos actúen como macho y hembra a la vez. La verdad es que este sistema les facilita mucho las cosas, ya que no se puede decir que sean muy veloces a la hora de buscar pareja.

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Dieta mediterránea Ángeles Duesca Giménez El año 2010 la dieta mediterránea fue proclamada por la UNESCO patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad. La palabra «dieta» deriva de la griega «diaita», que significa «estilo de vida equilibrado». Pero expresa mucho más que una mera pauta nutricional. La dieta mediterránea es la combinación de una serie de elementos: agricultura y forma de cocinar de cada lugar, las comidas compartidas, las celebraciones y tradiciones que, unidas al ejercicio físico diario, proporcionan beneficio para nuestra salud y son respetuosas con el medio ambiente. Abarca a todos los pueblos de la cuenca del Mediterráneo. Está constituida por paisajes, cultivos, mercados, elaboraciones, sabores, perfumes, tertulias, leyendas y devociones. Ha sido transmitida de generación en generación y ha ido evolucionando y acogiendo nuevos alimentos, incorporándolos sabiamente.

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Plutarco en los primeros años de nuestra era decía: «Los hombres se invitan, no para comer y beber, sino para comer y beber juntos». EL MEDITERRÁNEO COMO CUNA DE LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL «Mediterraneus» significa «Mar entre tierras». El Mediterráneo es tanto tierra como mar. Ha transcendido el término geográfico y se ha elevado a la categoría de idea, de personalidad histórica. Es un territorio que tiene elementos en común como el clima, y cultivos tan básicos como el olivo, el trigo y la vid. Pero también una forma de relacionarse: Siria, que está en el extremo oriental, es la que más se parece a España en el carácter, el tapeo, los refrescos, etc. Entre las diversidades encontramos que en el norte hacen las salsas con leche, en el sur con frutos secos y aceite de oliva. En la franja occidental se comen las legumbres enteras en forma de cocidos o potajes, en la oriental en forma de purés o pastas, como el humus, el faláfel, etc. Se usan más especias hacia la parte oriental y en nuestra área las comidas son más suaves, menos aromáticas. Este mar cerrado ha sido un crisol de culturas, productos y técnicas, periplo de personas y religiones a lo largo de milenios. Conecta a la perfección: paisaje, agricultura y cultura. Ha sido, también, un mar abierto para recibir e integrar, para exportar y difundir. Ha asimilado muchos productos, sobre todo hortalizas y verdura, que llegaron de América, tras la colonización. De Oriente Próximo y Medio llegaron los cereales, las legumbres, las ciruelas, el cerezo. De Europa provienen la remolacha, la col. De Asia, el arroz y las especias. De África, el melón y la sandía. Del lejano Oriente, los garbanzos, el sésamo, los cítricos. De América, el maíz, la patata, la judía y el tomate. A su vez, la colonización llevó y difundió productos del viejo continente que se asentaron perfectamente en el nuevo. Hay, en concreto, una zona de Chile en que su estilo de vida, el clima y la forma de alimentarse son puramente mediterráneos.

El origen de la agricultura lo encontramos en las fértiles tierras de Egipto y Mesopotamia cinco milenios antes de Cristo. Se han encontrado restos arqueológicos que demuestran que en Egipto se cultivaba ya el trigo y la cebada y se fabricaba cerveza. Y es en Babilonia, en las fértiles tierras de Mesopotamia, donde se establecen los primeros sistemas de regadíos. Todos los pueblos: iberos, celtas, griegos, romanos, árabes que a lo largo de la historia han habitado el Mediterráneo han contribuido a establecer la trilogía mediterránea: Pan, aceite, y vino que son la base de la alimentación mediterránea. La dieta mediterránea es un patrimonio cultural evolutivo, dinámico y vital. EL CONCEPTO DE DIETA MEDITERRÁNEA A mediados del siglo XX el fisiólogo estadounidense Keys encabezó un estudio sobre enfermedades coronarias, colesterol y estilo de vida de siete países: Italia, Yugoslavia, Grecia, Holanda, Finlandia, EEUU y Japón. (España no participó en ese estudio). Keys y sus colaboradores apreciaron que la incidencia de enfermedades coronarias era inferior en el sur de Europa. Sospecharon que había un factor protector en el estilo de vida que etiquetaron como manera mediterránea o estilo mediterráneo. Describieron este estilo como muy activo físicamente (por la escasa mecanización del agro), frugal y con una ingesta predominante de productos vegetales y reducida de productos de origen animal. Observó, también, lo que se llama la «paradoja francesa» que a pesar de tener una dieta muy rica en grasa tenían una incidencia baja de enfermedades coronarias y lo atribuyó a los efectos beneficiosos de los polifenoles del vino tinto y de los ácidos grasos del aceite de oliva. La difusión de sus resultados asimiló el concepto estilo mediterráneo por el de dieta mediterránea. Cuando se hizo el estudio, España era un país en desarrollo. Se consumían muy pocas proteínas animales (1,5 kg por persona y año). Y, si se tienen en cuenta las diferencias sociales, habría algunos que comerían las necesarias y otros que tendrían verdaderas carencias. El consumo de huevos era muy alto. Las legumbres se comían tres veces por semana. Hoy en día, con un poco de suerte, se consumen tres veces al mes. La mayor parte de la población era rural. Todavía no se había producido el éxodo a las ciudades. No se disponía de agua corriente, había que ir a lavar al río, ir a cortar leña, matar y preparar los animales para guisarlos, entrecavar en el campo. Actualmente lo hacen todo las máquinas. Nos parecíamos más a los hombres del paleolítico que pasaban todo el día en busca de caza y gastaban 3500kcal que a los habitantes del siglo XXI, que tenemos todo hecho y seguimos comiendo casi lo mismo.


CIENCIA Y SALUD

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DECÁLOGO DE LA DIETA MEDITERRÁNEA

Comer hasta matar el hambre es bueno;

1- Utilizar el aceite de oliva como principal grasa de adición. Alimento rico en vitamina E, ácidos grasos monoinsaturados, que le confieren propiedades cardioprotectoras.

mas comer por cumplir con el regalo

2- Consumir alimentos de origen vegetal en abundancia: frutas, verduras, legumbres y frutos secos. Son fuente de vitaminas, minerales y fibra. Contienen antioxidantes y previenen algunos tipos de cáncer. 3- El pan y los alimentos procedentes de cereales (pasta, arroz y especialmente sus productos integrales) deberían formar parte de la alimentación diaria, ya que son ricos en hidratos de carbono, imprescindibles para nuestra dieta. 4- Los alimentos poco procesados, frescos y de temporada son los más adecuados, nos permiten comerlos en su mejor punto de sazón y disfrutar de sus características organolépticas: sabor, aroma, textura. 5- Consumir diariamente productos lácteos, principalmente yogurt y quesos. Son ricos en proteínas, calcio y fósforo y vitaminas. El consumo de productos fermentados favorece la flora intestinal. 6- La carne roja se tendría que consumir con moderación y si puede ser como parte de guisos y otras recetas. Las carnes procesadas en cantidades pequeñas y como ingredientes de bocadillos y platos. Son fuente de proteína, hierro y de grasa animal

hasta matar al comedor es malo: y la templanza es el mejor galeno. Lo demasiado siempre fue veneno; a las ponzoñas el ahíto igualo; si a costumbres de bestia me resbalo, a pesebre por plato me condeno. Si engullo las cocinas y despensas, seré don Tal Despensas y Cocinas. ¿En qué piensas, amigo, que me piensas? Pues me atiestas de pavos y gallinas, dame, ya que la gula me dispensas, el postre en calas, purga y melecinas (Francisco de Quevedo) 71

7- Consumir pescado en abundancia es fuente de proteína, muy digestivo y con grasas parecidas a las de origen vegetal. Huevos con moderación. 8- La fruta fresca tendría que ser el postre habitual. Es fuente de vitaminas y de minerales, aporta color y sabor a nuestra alimentación. Los dulces y pasteles deberían consumirse ocasionalmente. 9- El agua es la bebida por excelencia en el Mediterráneo. El vino debe tomarse con moderación y durante las comidas. 10- Realizar actividad física todos los días, ya que es tan importante como comer adecuadamente.

Bibliografía: Fundación Dieta Mediterránea, Guisanderas de Rivas, Breviario mediterráneo (Pedrag Matvejevic) y El cocinero de Damasco (Jordi Colobrans y Salem Khabbaz).


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El mundo del

viaje

«Allá donde voy me llaman el extranjero, donde quiera que estoy, el extranjero me siento». Un estribillo de Bunbury traído a colación de que viajar puede ser útil para sentirte extranjero y forzarte a aprender desde cero. Algo bastante recomendable para escapar de los peligrosos prejuicios de las referencias culturales propias y sus ideas fijas. Haces la maleta y te dispones a afrontar, a través de nuevas perspectivas del mundo, ese rancio etnocentrismo y cualquier otra forma de cerrazón. Aunque el viaje por si mismo no puede transformar, hace falta predisposición del viajero. Todo puede empezar con alguno de los ejemplos que aquí se nos relatan. Desde el esmerado diario de un viaje de estudios hasta relatos de países tan lejanos como antagónicos hoy en día: Irán y Estados Unidos.


EL MUNDO DEL VIAJE

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En la República Islámica de Irán Itxo Irán es para muchos el pecado, el defecto, la vileza y la imperfección. Irán es también Persia y cuando es Persia todo da un giro de ciento ochenta grados: es cuna de exuberancia y fertilidad, es un criadero de culturas, un abolengo de religiones y lenguas, una manificencia de conocimiento. Hoy, la supremacía (el velayat) reina sus almas; aún así, sus habitantes no abortan en su objetivo de dar a entender que son mercancía, almas de compra—venta. Paseando por las calles de la gran ciudad iraní, Teherán, bajo la campana naranja que ahoga nuestras gargantas, se aprecia otro tipo de aire nocivo. Es el desencanto de la burguesía que se pasea con descaro, delincuando las estrictas reglas del austerismo, del negro sobre negro y del puritanismo falso. En el centro y sur de esta urbe la sobriedad se vuelve a vestir de oscuro y se tercia la sobriedad y la generosidad. Los temas de conversación son siempre los mismos: la insoportable contaminación y la presunta guerra. Aunque la guerra lleva años fraguándose. Es una maldita guerra de desgaste a doble banda: la que viene desde el interior y la que llega desde el exterior. Es normal que la gente se vuelva demente y prefiera pasar su tiempo libre gastando dinero en un café de moda o en unos grandes almacenes. La musicalidad de su lengua deja ver que es una lucha continua contra lo no permitido, que es la mayoría de las cosas y que esa gran mayoría queda saciada cuando están entre cuatro paredes. Quizás, el carácter poético es lo único que quede de su herencia histórica de forma más contundente. Todos conocen casi de memoria las rimas de Hafez, el gran poeta persa de Shiraz. Cada día, más de la mitad de la población en Irán abre una página de su libro al azar y leen ese poema. Para ellos es la cantina del porvenir. ¿Qué sucederá mañana? Aquello que Hafez haya dispuesto. Ante tanta sobriedad religiosa esto puede resultar sorprendente.

Sin embargo, en este país hay un perfecto matrimonio entre sus antepasados místicos—sufís, sus filósofos y el Islam. La estatua de Ibn Sina (Avicena) observa con su mirada penetrante las calles del centro de una ciudad embrutecida por sus exagerados edificios. Nada que ver con la histórica Isfahan, una densa pero bien extendida urbe que todavía puede referirse como «la mitad del mundo». Así es este país, lleno de contrastes de una ciudad a otra. Rico en culturas ancestrales y tradiciones, muchas de las cuales todavía llenan el calendario de esta república islámica de festividades zoroastras y paganas. Quizás, más que la cultura zoroastriana que todavía vive activamente entre algunos iraníes, la cultura que más niegan es la árabe. Efectivamente la guerra entre Irak e Irán dejó una profunda cicatriz. Fue un perfecto subterfugio para esclarecer la diferencia de raza entre un iraní y un árabe, entre un chií y un suní. Por otro lado, la impresionante adoración al «diablo occidental» es incuestionable. A parte de lo que quieran hacer creer a la opinión pública, los iraníes respetan y aprecian a los norteamericanos tanto como a los europeos. A excepción de los afganos, a quienes utilizan como mano de obra barata, los extranjeros son observados con perplejidad y admiración. ¿Cuál es el propósito de un foráneo en Irán si todo el mundo quiere marcharse? Nuevas sanciones, nuevos impuestos, la burguesía decide cambiar sus monedas de oro y sus dólares. Huir no es fácil y, cuando se consigue, se puede llegar a caer en un estado de negación absoluta y fobia a la patria, se cae en el vacío de un nihilismo cegador, trágico incluso. En la República Islámica de Irán la gente ya no reza. Nunca he visto nación más atea e intransigente, dulce y fastuosa al mismo tiempo. Lo tiene todo… y no tiene nada y el ruido de los coches se alza sobre la llamada del muecín. El variopinto Irán sufre un desequilibrio hormonal, una lontananza de vida sin hipocresía.

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De la importancia de viajar Irene Villa Orduna 74

—¡Ojalá hubiese ganado Holanda! —¿Cómo puedes decir eso? —Porque me parece que se sobredimensiona todo. Que con la de problemas que hay, la gente solo sale a la calle y se une por algo tan tonto como esto. En vez de pan y circo, ahora habría que decir pan y fútbol. —Ya verás cómo, cuando estés allá, acabará por gustarte. —Lo dudo. Pero ya te diré. Sigue sin gustarme. Pero tengo que reconocer que muchas cosas han cambiado. He aprendido a valorar nuestras costumbres, nuestras raíces, nuestra gastronomía, nuestra cultura popular,… fiel reflejo de lo que somos y de lo que hemos venido siendo desde muchos años ha. He aprendido a ver con otros ojos, a escuchar con otros oídos, a juzgar y a pensar desde la minoría, desde la diferencia. Tratando de entender lo nuevo, he analizado lo propio cuestionándome porqués y para qués que nunca antes me había planteado. He aprendido a echar de menos las aceras por las que caminar de un sitio a otro, que te permiten no solo mantener la línea y el colesterol a raya, sino también socializar e intercambiar impresiones con las personas; que los guiones entre apellidos no dan postín pero evitan confusiones; que la conciencia del usar y tirar nunca acabará en la basura. He aprendido que las películas reflejan una realidad irreal; que los protagonistas nunca tienen familia porque los lazos se desatan enseguida; que los ejercicios de rellenar huecos te convierten en oveja sin arte de magia; que los vicentes del mundo

siguen arrastrando masas; que cuatro rascacielos eclipsan a mil casas bajas; que no es oro todo lo que reluce en la meca de la ficción; que el envoltorio no da ninguna garantía del regalo que contiene; que todo es relativo y que todo depende, de según cómo se mire, todo depende. He aprendido a diferenciar el helado del gelato; la franqueza de la obligación, de la cortesía y de la hipocresía; que el idioma puede ser más contundente que el ladrillo; que todo es susceptible de ser decorado y celebrado de la misma forma pero con otro color; que viajando se entiende la gente; que las secuoyas son incluso más rectas y altas de lo que nos han contado. He aprendido que las lágrimas de cocodrilo son por el picante que lo condimenta; que la evolución no perdió el pulgar porque sabía que se haría imprescindible cuando llegara el móvil; que el lanzamiento de collar será deporte olímpico; que el sirope endulza, engorda y engancha, siempre con «e». He aprendido que la comunicación entre El Olimpo y la Tierra es vía telefonillo; que los pajaritos y las macarenas siguen estando de rabiosa actualidad; que nos separan 7 husos horarios; que puedes volver a donde estabas; que todo se puede enseñar con ayuda de la papiroflexia. He aprendido que los vaqueros de las pelis no dejan nunca de rodar; que la magia y la ilusión se pagan carísimas; que las casas blancas deben de ser habitadas por todos los colores; que la conquista del espacio nace de las ferias de ciencias en los gimnasios de las escuelas. He aprendido que los sueños son sueños y el estilo de vida, una frase hecha. Pero, sobre todo, he comprendido que los profetas no emigran para llegar a serlo sino para no dejar nunca de aprender.


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Apuntes sobre Praga: diario de un viaje de estudios Jesús Medrano Homobono Queridos lectores: me presento un año más ante vosotros pero esta vez no lo hago sólo, ya que cuento con la inestimable colaboración de dos compañeros de trabajo que, en lo que a mí respecta, cuento sin duda alguna entre mis amigos. Gracias chicos. La lectura que tenéis ante vosotros es el fruto de nuestro trabajo y mutua colaboración a lo largo de una inolvidable semana de junio de 2011 como profesores responsables del viaje de estudios a Praga del IES Cinco Villas. Durante el transcurso del mismo registramos nuestra actividad diaria en una especie de «cuaderno de bitácora» del que, con la intención de que podáis compartir algunos gratos recuerdos, os presento a continuación aquellos fragmentos que en mi opinión pueden resultan más significativos: 22 de Junio de 2012 10 h. Visita guiada a la zona del Castillo, lugar donde actualmente habita el Presidente de la República Checa. En su tercer patio encontramos el acceso al antiguo Palacio Real y la Catedral de San Vito. Las guías nos explican aquí con detalle la magnífica fachada sur de la catedral, su torre de casi 100 metros de altura, sus dos relojes y la Puerta Dorada con sus mosaicos del Juicio Final. Salimos del Castillo por su entrada principal atravesando el Patio Ceremonial y una gran reja de hierro forjado flanqueada por dos estatuas que forman La Batalla de titanes. A cada lado hay los guardias de honor con los que los alumnos/as se hacen las típicas fotos de rigor. El itinerario continúa a lo largo de la calle Nerudova en dirección al puente de Carlos. Se observan sus casas y los curiosos escudos sobre sus puertas, como el de la Casa de

los dos soles. Se trata de la casa natal de Jan Neruda, escritor que da nombre a la calle. Se continúa por la calle Karmelitská hasta la Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, en cuyo interior se encuentra el denominado Niño Jesús de Praga. Continuamos el paseo a través de la isla de Kampa que nos conduce al Puente de Carlos, de casi 700 años de antigüedad y que ha resistido inundaciones y crecidas como las de 2002. El puente está adornado por estatuas, la más antigua de las cuales representa a San Juan Nepomuceno. Dice la leyenda que el santo era confesor del rey Wenceslao IV y que éste le exigió que le revelara una confesión que le había hecho su esposa la reina. Juan Nepomuceno se negó y el rey mandó arrojarlo al río desde el puente pero el santo sobrevivió. El lugar está señalado por una cruz arzobispal de latón colocada en la barandilla. Si se toca de manera que cada uno de los dedos esté sobre una estrella se tendrá buena suerte. Casi escondido detrás de la barandilla está la estatua del Caballero Bruncvík, cuya espada mágica cuenta la leyenda que está emparedada en el Puente de Carlos para que pueda servir para defender a la nación checa de una gran amenaza futura. El recorrido continúa por la calle Karlova hasta el ayuntamiento de la Ciudad Vieja con su torre del reloj astronómico. Cada hora en punto puede disfrutarse del bonito y muy popular espectáculo de sus autómatas. 15:30 h. Retrocedemos desde la Plaza de la Ciudad Vieja hasta la Ciudad Pequeña para visitar la Iglesia de San Nicolás. En ella destacan la cúpula de más de 50 metros de altura y que es el espacio interior más elevado de Praga y el órgano, que llegó a tocar Wolfgang Amadeus Mozart.

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EL MUNDO DEL VIAJE

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19 h. Nos dirigimos hacia la calle Újezd para tomar el funicular que sube a la Colina de Petřin. Un pequeño grupo sube al Mirador, una Torre Eiffel en miniatura. Tiene 63 metros de altura y se accede a la parte más alta a través de una escalera de algo menos de 300 escalones. Desde allí se contemplan las mejores vistas de toda la ciudad. 23 de Junio de 2012 9:30 h. Junto a la parada del tranvía en Pohořelec se encuentra un monumento homenaje a los dos grandes astrónomos checos Tycho Brahe y Johannes Keppler. Nos dirigimos hacia el castillo tomando la calle Loretánská, donde está la famosísima Iglesia de Nuestra Señora de Loreto. Frente a ella se encuentra el Palacio Černín, que en la actualidad es la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores checo. Esta calle desemboca finalmente en la Plaza del Castillo, donde se encuentra su entrada principal.

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10:45 h. Visita al Castillo. Nuestro recorrido incluye esta vez: el interior de la Catedral de San Vito, donde destacan el espectacular Rosetón de más de 10 metros de diámetro y en el que se representa la creación del mundo, el Mausoleo Real donde yace Fernando I (nieto de los Reyes Católicos y el primer rey de la dinastía Habsburgo en Bohemia), la Capilla de San Wenceslao y el Sepulcro de San Juan de Nepomuceno; el Palacio Real con su magnífica Sala Vladislav y la Sala de la Dieta con su curiosa estufa; la Basílica de San Jorge, iglesia más antigua del recinto; y el Callejón del Oro, lugar donde vivió Franz Kafka y que está lleno de pequeñas tiendas. 16:30 h. De vuelta a la plaza de la Ciudad Vieja se visita la

Iglesia de Nuestra Señora de Týn. Para acceder a la misma hay que cruzar un pasaje bajo las arcadas góticas de la llamada Skola Týnská. La entrada es gratuita. A la salida paseamos por la calle Celetná, en cuyo inicio destaca la Casa Storch y su fachada con frescos pintados como el de San Wenceslao a caballo. Las casas de esta calle también están llenas de curiosos emblemas. En el número 34 se levanta la Casa de la Virgen Negra, edificio de estilo cubista con una imagen de una Virgen negra en una de las esquinas de la fachada. La calle termina en la Torre de la Pólvora, que ocupa el lugar de uno de los torreones de la antigua muralla y que fue utilizada durante muchísimos años como polvorín. Al pasar bajo su arcada llegamos a la Plaza de la República donde se encuentra también la Casa Municipal que ocupa el lugar del antiguo palacio real. Cuando los reyes de Bohemia eran coronados allí, seguían el Camino Real hasta el Castillo donde se les imponía la corona y resto de símbolos de la realeza. Regresamos hasta la casa de la virgen negra para dirigirnos hacia la Plaza Obocny, en cuyo número 1 se levanta el Teatro de los Estados, famoso por ser el lugar donde Mozart estrenó su ópera Don Giovanni. En el número 3 de la misma plaza se encuentra el Carolinum, edificio que fue la sede de la universidad más antigua de la Europa central: la Universidad Karlova. Seguimos paseando por la calle Havířská y giramos a la derecha para coger de nuevo Na Přikopě y llegar a la Plaza de San Wenceslao. En el otro extremo del boulevard se observa la fachada del Museo Nacional y la estatua ecuestre de San Wenceslao.


EL MUNDO DEL VIAJE

18:15 h. Paseo de regreso hacia el hotel, tomando la avenida del 28 de Octubre y siguiendo por la Avenida Nacional. En ella destaca el Teatro Nacional, uno de los grandes símbolos de la nación checa. Su cúpula dorada es uno de los símbolos de la ciudad. Seguimos paseando por la ribera del río, desde donde observamos en la orilla opuesta la controvertida Casa que baila, obra del arquitecto Frank Gehry. Este edificio es también conocido como «Ginger y Fred» ya que sus sinuosas líneas se asemejan a una pareja bailando. Desde la parte trasera del hotel también se divisa el Monasterio Eslavo de Emáus con sus dos torres de hormigón semejantes a las velas de un barco. 24 de Junio de 2012 10 h. Visita guiada al Barrio Judío. Reconstruido a finales del siglo XIX, del barrio original sólo se conservan los edificios considerados históricos: cinco sinagogas, el antiguo Ayuntamiento Judío, el Antiguo Cementerio Judío y su Casa de Ceremonias. El símbolo de esta reconstrucción es la calle Pařižská, una de las más elegantes y suntuosas de Praga con sus tiendas de lujo. De allí nos dirigimos hacia la Sinagoga Pinkas, pasando por delante del restaurante U Golema y de dos pequeñas placas situadas en el suelo de una acera de la calle Široká. Están dedicadas a Klara Mahlerova y Karel Mahler, asesinados por los nazis en Auschwitz en 1942. La Sinagoga Pinkas, la segunda más antigua de Praga, se convirtió tras la Segunda Guerra Mundial en un monumento a los judíos de Bohemia y Moravia asesinados por los nazis. Sus paredes están cubiertas con los nombres de los más de 80.000 judíos checos

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y moravos deportados al campo de Terezín durante la ocupación nazi. En el primer piso se encuentra una exposición permanente con dibujos de los niños menores de 15 años que vivían en el campo de Terezín. Desde esta sinagoga se entra directamente al Antiguo Cementerio Judío, que durante más de 300 años fue el único lugar donde los judíos de Praga podían enterrar a sus muertos. Actualmente se pueden contemplar unas 20.000 lápidas, pero se calcula que en niveles inferiores hay unas 100.000 personas repartidas en unos 12 niveles. Muchas de las lápidas están decoradas con símbolos que hacen referencia a la familia a la que pertenecía el difunto, a su oficio o condición. Sobre las mismas se pueden observar unas piedrecitas, pues los judíos ponen piedras en las tumbas en lugar de flores. La tumba más famosa del cementerio es la del rabino Löw, de quien la leyenda dice que fue el creador del Golem, un monstruo hecho de barro que protegía a la comunidad judía de los ataques cristianos. Volvemos a la calle Maiselova para llegar hasta la Sinagoga Vieja-Nueva. Desde delante de la misma se contempla el edificio del antiguo Ayuntamiento Judío, con su reloj de caracteres hebreos y cuyas manillas giran al revés. La sinagoga Vieja-Nueva es la más antigua de Europa y está abierta al culto, motivo por el que los varones deben cubrirse la cabeza con una kippá judía para entrar. Nuestro itinerario sigue por la calle Siroká hasta llegar al restaurante Kolkovna, frente al cual se observa en una esquina la Sinagoga Española. Esta sinagoga fue construida por judíos españoles expulsados de España en 1492 imitando el estilo morisco. En ella se reunían los judíos de origen sefardita pero actualmente es la sede de la comunidad judía reformista. 20 h. Espectáculo de Teatro Negro en el número 4 de la calle Pařižská, sede del Black Ligth Theater Image. Se trata del espectáculo más popular de Praga y durante hora y media disfrutamos de una inolvidable representación de pantomima, danza, luces y sombras. Hasta aquí el extracto de nuestro cuaderno de viaje. Sin embargo, no quisiera concluir este artículo sin valorar de forma breve mi experiencia personal en este tipo de actividades. Aunque no es demasiado extensa, únicamente dos viajes de estudios en la mochila, sí que puedo comentar que en ambas ocasiones la experiencia ha resultado muy positiva y enriquecedora a nivel personal. Sin olvidar que se trata de una ardua tarea en la que siempre surgen imprevistos y problemas de toda índole a nivel organizativo y que el profesorado asume todo esto, así como una enorme responsabilidad, de forma voluntaria y no remunerada, recuerdo gratamente otros aspectos de la experiencia vivida. Cabe destacar el muy correcto comportamiento de los alumnos cuando viajan a un país extranjero y su gran puntualidad en cada hora y punto de reunión marcados. Además, se está especialmente satisfecho de haber realizado un plan de actividades extenso y completo que permitió que los alumnos disfrutaran del viaje tanto de día como de noche. Para acabar, deseo animar desde estas líneas a mis compañeros que no hayan probado una vivencia como ésta a intentarlo al menos una vez en su carrera profesional. Muy posiblemente lo disfrutaran una vez que se recuperen del gran cansancio con el que se vuelve.

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Música Invitamos desde estas líneas a que lean dos artículos muy interesantes, reflexiones de dos personas, dos músicos, maestros cercanos a nosotros, Gabriel Bueno, profesor de violín de la Escuela de Música de Ejea de los Caballeros, y Fernando Pérez, afamado concertista internacional de guitarra y musicólogo nacido en esta misma localidad cincovillesa. En sus escritos, uno de ellos mediante fábula y otro con frases de personalidades célebres nos muestra el gran valor humano que tiene la música. Entre ellos se complementan y se acercan a la historia y nos ayudan a entender mejor este arte milenario. Comprender lo que escuchamos, leemos, interpretamos y sentimos es fundamental para dar sentido a nuestra vida. Como nos dicen los dos autores: «hagamos las cosas por amor y no por interés», y que disfruten de su lectura.


MÚSICA

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Musicolución Gabriel Bueno y Lorenz

Sin música la vida sería un error. Friedrich Nietzsche (1844—1900). Filosofo alemán. ¿Qué es la música? No se ha podido dar una definición completa y definitiva de la música que comprenda hechos musicales tan distintos como una sinfonía clásica, una improvisación de jazz, un canto aborigen, una composición electrónica o una canción actual. No obstante, hubo un tiempo en que los antiguos quisieron ver en la música algo fugaz traído por los dioses durante sus periplos terrestres, o tal vez el eco de una armonía superior a un mundo bajo y discordante en sí mismo. La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo. Platón (427 AC—347 AC). Filósofo griego. Tal es la importancia que se le daba a la belleza de la música, que durante siglos se asoció su composición a la inspiración de la Musa Euterpe. En los poemas homéricos se considera a las Musas diosas de la música y la poesía que viven en el Olimpo. El poder que se les atribuye con más frecuencia es el de traer a la mente del poeta mortal los sucesos que ha de relatar, así como otorgarle el don del canto y darle elegancia a lo que recita. Al ser diosas del canto, están naturalmente relacionadas con Apolo, al que se conoce como el dios de la lira, quien también instruía a los bardos y era mencionado junto a ellas incluso por Homero; pero este es un dato que debe ser corregido, pues la invención de la lira, según cuenta la leyenda, se la debemos al dios Hermes, el cual la construyó cuando era muy pequeño con un caparazón de tortuga. Su hermano Apolo, que era muy envidioso, le cambió la lira por un rebaño de vacas; por eso en todas las imágenes de la época es este último quien aparece con este instrumento. No hay razón para dudar de que los poetas más antiguos eran sinceros en su invocación a las Musas y que realmente se creían inspirados por ellas, pero en épocas posteriores, al igual que en la actualidad, tal invocación es una mera imitación. En la música es acaso donde el alma se acerca más al gran fin por el que lucha cuando se siente inspirada por el sentimiento poético: la creación de la belleza sobrenatural. Edgar Allan Poe (1809—1849). Escritor estadounidense. Hace tal vez unos 51.000 años o más, nuestros antepasados, los pobladores de algunos valles como el Tigris y el Eufrates, el Nilo, o el Río Amarillo, inventaron la música. Varias de estas regiones fueron destruidas por cataclismos naturales (por ejemplo inundaciones catastróficas provocadas por los grandes ríos, como el Diluvio del que habla La Biblia). Ciudades enteras fueron destruidas con sus habitantes y sus tesoros, pero no todo se perdió ya que se han encontrado instrumentos de música tales como flautas de plata, arpas, liras, tambores y laúdes…

La música es un arte que está fuera de los límites de la razón: lo mismo puede decirse que está por debajo como que se encuentra por encima de ella. Pío Baroja (1872—1956). Escritor español. La música culta occidental nació en la primera ciudad de la humanidad, Eridú, en la antigua Sumeria o Mesopotamia, hoy conocida como Irak. Fue el pueblo sumerio el que anotó en tablillas de barro las primeras notas musicales y canciones, hace aproximadamente 6.800 años, pero su primera plasmación original fue la música cristiana y el canto litúrgico, vinculados en su doble vertiente bizantina y romana con la música hebraica. Entre los logros del espíritu conservador de la Iglesia, el haber hecho permanecer la institución de la música es de los más importantes. En la Edad Media, la Iglesia Católica se convierte en el eje fundamental de la sociedad; el Canto Gregoriano será durante gran parte de este período la música que gobernará todos los territorios, ya que en esta época, el poder y la cultura van a estar en manos de los monjes y religiosos, que se harán con el poder de una sociedad casi analfabeta. No obstante, la música profana siempre va a tener un sitio, sobre todo en la Baja Edad Media con el nacimiento de los juglares y los trovadores que actuarán en castillos, palacios, plazas o calles de cualquier lugar. La música es el corazón de la vida. Por ella habla el amor; sin ella no hay bien posible y con ella todo es hermoso. Franz Liszt (1811—1886). Pianista y compositor austriaco de origen húngaro. La música popular se halla extendida por todo el mundo; es patrimonio de todos los grupos étnicos, se trasmite por tradición oral y su origen se pierde en la prehistoria. Se halla vinculada con las costumbres, la leyenda o los mitos de los distintos países y su rasgo más característico era la función mágica o simbólica, siendo el factor estético secundario. En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad. Arthur Schopenhauer (1788—1860). Filósofo alemán. Con la llegada de la polifonía, la música sube desde un mundo de imágenes a una zona que era inaccesible y consigue, con este movimiento, la pluralidad más espontánea. Lo cierto es que la práctica polifónica se difunde con rápido paso a través de la Europa noroccidental en los Países Bajos, Francia y Gran Bretaña. Este incremento de la cultura musical viene establecido por las ideas humanistas sobre la importancia de la cultura, además de por la invención de la imprenta, ya que ahora se empiezan a imprimir las primeras partituras. Al mismo tiempo se produce un desarrollo de la música profana e instrumental, también influido por el espíritu humanista. Cada vez se crea más música de carácter no religioso y en detrimento de la música sacra, ya

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GABRIEL BUENO Y LORENZ

que la iglesia había menospreciado la música instrumental y ésta ahora experimenta un gran desarrollo. La música, al seguir creciendo en complejidad, como ya lo había hecho en los últimos siglos de la Edad Media, obliga a los músicos a especializarse y a dedicar su vida a este arte.

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La música puede dar nombre a lo innombrable y comunicar lo desconocido. Leonard Bernstein (1918—1990). Compositor estadounidense. El Romanticismo es quizá la época más brillante de la historia de la música, ya que por primera vez, este arte adquiere la categoría de lenguaje privilegiado por encima del resto de las artes; la música es capaz de transmitir la verdadera esencia de las cosas. En este campo se dejarán ver los ideales de libertad de la Revolución Francesa y por ello los compositores van a hacer obras sin encargo y según sus propios gustos, lo que llevará a muchos músicos a la ruina. Ya en nuestros días, la música, reflejo fiel de la época, era en los años 40 suave, cálida y sentimental, una música un tanto dulzona que parecía casi ficticia, producto de la industria musical. La situación comenzó a cambiar hacia la mitad de los años 50, coincidiendo con la recuperación de la crisis económica de la posguerra. La gente joven comenzaba a tener dinero y buscaba formas musicales que le proporcionaran una identidad propia diferenciada de sus padres. El mundo de la música se ve influido por ese cambio social y cultural. La música, cuyos recursos tradicionales habían sido explotados hasta la saciedad por los autores románticos, busca abrirse nuevos caminos y romper con el pasado. Gran cantidad de estilos vanguardistas musicales se irán yuxtaponiendo en el transcurso del siglo en busca de la novedad y la experimentación, a través de un cambio estético que dará lugar a las composiciones más variopintas. La aparición de nuevos géneros como el jazz o el rock y sus derivados arrebata a la música culta el protagonismo, casi exclusivo, del que había gozado durante siglos. Poco a poco se irá convirtiendo en una música de minorías, ajena al éxito y a los intereses comerciales. En la segunda mitad de siglo, la llegada de la tecnología alterará la forma de componer e interpretar la música. Por primera vez en la historia los medios electrónicos e informáticos tendrán una función importante dentro del fenómeno musical…

La música es sinónimo de libertad, de tocar lo que quieras y como quieras, siempre que sea bueno y tenga pasión. Que la música sea el alimento del amor. Kurt D. Cobain (1967—1994). Músico estadounidense.


MÚSICA

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La música y el verdadero motivo para mejorar Fernando Pérez Llevamos miles de años desarrollando nuestra existencia con la música como compañera. Existen razones de gran importancia y variadas ventajas por las que el hombre después de tanto tiempo sigue viviendo acompañado del arte musical. Aquí va un relato que nos puede ayudar a sentir de nuevo esa preciosa esencia que experimentamos con el arte y nos mantiene unidos a él.

sus leyendas que aun sonando hoy en día imposibles, todo aquel que conozca a fondo las bases de la música india admitirá que éstas así llamadas leyendas podían ser logradas en aquellos tiempos donde el arte mantenía sus más valiosos principios. Para situarnos en el contexto y la relación de estos artistas contaré la siguiente historia sobre cómo creer en la virtud de las cosas ayuda al hombre a alcanzar las más altas cumbres, tanto en lo mundanal como lo espiritual. «Mia Tansen había logrado ser parte de las Nueve Joyas del emperador mogul Akbar El Grande. El emperador había sido muy bueno con él y lo mantenía a su lado a menudo para deleitarse con la belleza de la música. Tansen era conocido por todo el imperio y todos apreciaban su sensibilidad y conocimiento de la música. Las ragas indias eran cosa difícil de interpretar y este artista había logrado no solo ser un maestro de ellas sino incluso crear otras nuevas. Sus pupilos que le amaban profundamente seguían tan estrictamente la tradición de sus enseñanzas que se había formado un linaje para reconocerlos entre otros estudiantes pertenecientes a diferentes maestros. Este linaje se llamaba Senia Gharana, y era respetado en muchos lugares del subcontinente.

ESTUDIANDO EN LA INDIA Durante mi vida en la India experimenté una forma diferente de aprender música. La educación era oral y lejos de ser limitada resultó ser muy eficaz. Este estilo de aprendizaje me hizo enriquecerme de una forma inesperada, ya que la tradición oral consiste no sólo en contar verbalmente los contenidos de interés para el aprendiz sino que debe empujar a éste hacia el océano de la experiencia, donde uno internaliza y hace realmente suyo el conocimiento que va unido a las grandes lecciones de valor humano. De está forma cuando fui elegido para formar parte de la Gharana Senya (ver significado en el relato abajo), dentro de la cual aprendería el arte milenario de la música india, encontré la historia de sus fundadores como la lección más importante de toda mi educación en la India. TANSEN Y HARIDAS JI, PADRES DE LA GHARANA SENYA. Existieron en la India hace ya algún tiempo dos hombres que hicieron historia en la música. Eran Haridas Ji y Tansen Ji, dos grandes artistas que eligieron diferentes caminos para alcanzar el mismo objetivo, la más absoluta belleza en su interpretación del arte. Pero lo más asombroso alrededor de la vida de estos dos, son

Siempre se había escuchado sobre las proezas que un artista puede conseguir si interpreta bien una Raga india, pero pocos de estos habían conseguido estas proezas. Para ello el artista tenía no solo que ser un maestro sino llegar también a un nivel espiritual con la música. Raga Megh Malhar podía traer la lluvia, Deepak traía el fuego. Otras melodías podían atraer animales salvajes que se acercaban a escuchar en la actitud más dócil y pacífica nunca vista. Sobre Deepak se contaba que en una ocasión Mia Tansen fue desafiado a cantar esta Raga. Obviamente al principio no quiso pero finalmente acordó que la interpretaría pero todo debía ser llevado a cabo junto al río. De esta forma todos se congregaron en dicho lugar y Tansen comenzó a cantar cuando poco a poco, las ramas de los árboles más cercanos comenzaron a incendiarse hasta el punto de que él mismo comenzó a sentir el calor que emanaba su cuerpo, y en el momento que éste estaba a punto de prenderse en llamas saltó al río salvando la vida. Se decía que este desafío había sido organizado por personas celosas del artista y era una treta para acabar con su vida. Otras historias cuentan como en cierta ocasión el emperador Akbar atrapó un elefante que era imposible domesticar debido a su temperamento salvaje, el cual Tansen Ji consiguió calmar solo con ayuda de su voz. Un buen día el emperador escuchaba a quien era la novena joya de su corona cuando le preguntó:

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—Estimado Mia Tansen, en verdad no puedo imaginar en el mundo un sonido más dulce que el de tu voz y un maestro de las ragas más consumado que tú. Tansen respondió: —Lamento decir a su alteza que en realidad hay una persona que me supera en sumo grado. El emperador no podía creer las palabras del maestro mientras le hablaba sobre la persona de quien aprendió, un humilde hombre conocido como Haridas Ji, quien vivía en la naturaleza con la que solamente compartía su voz. El emperador dijo a Tansen que era preciso que ese tal Haridas viniese a palacio para ser escuchado a lo cual aquel respondió que sería imposible, ya que su maestro no vivía para el mundo y dedicaba su vida a la dimensión de lo más elevado y virtuoso. Haridas Ji creía que los mejores resultados llegan haciendo las cosas por amor a ellas y no por propio interés.

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gran maestro, el emperador comenzó a cantar con el tono más desafinado capaz de emitir un ser humano, y prosiguió durante tanto tiempo de esta forma que Haridas Ji no pudo soportarlo. Así que acercándose al emperador disfrazado de mendigo y con gran suavidad le indicó cómo cantar. De esta forma Haridas comenzó a entonar una raga, tan dulcemente, que las lágrimas del emperador daban testimonio de tan sublimes sonidos. Finalmente, el emperador regresó a palacio, donde se encontró con Mia Tansen al cual preguntó:

El emperador se decepcionó muchísimo al no poder disfrutar y ser testigo de un fenómeno musical de estas dimensiones.

—Querido Mia, en verdad tu mentor supera a cualquier artista en este mundo y su voz es tan dulce que los ruiseñores enrojecen de celos y se esconden por vergüenza a competir con tal criatura de sonido celestial. Pero hay algo que no consigo entender. ¿Cómo tú, mi querido Tansen Ji, que posees talento y has aprendido de este mismo ser, Haridas Ji, no consigues acercarte a su perfección?

Tras días y días pensando en el asunto trazó un plan que llevó a cabo con la más absoluta discreción.

Mia Tansen con gran humildad y una mirada que expresaba el más profundo pesar contestó:

Durante el anochecer, vestido como un mendigo, abandonó el palacio caminando hacia los bosques en busca del maestro Haridas Ji. Tras rondar y rondar en la naturaleza llegó a un claro donde encontró un anciano que a pesar de su edad reflejaba una gran vitalidad, algo poco común en la gente de campo a esa edad. Después de conversar brevemente con el anciano, el emperador tuvo la certeza de que estaba en presencia del mismísimo Haridas y excusándose se retiró con la intención de poner su plan en acción. Alejándose un poco pero poniendo cuidado en mantenerse a una distancia que pudiese ser escuchado por el

—Mi querido emperador, la única diferencia entre Haridas Ji y yo, por la cual yo nunca conseguiré alcanzar una virtud como la suya, es que él solo vive y canta con amor incondicional por todas las cosas. Fernando Pérez es un concertista de guitarra especializado en músicas de diferentes culturas. Dedica su vida a residir dentro de estas culturas para descubrir la sabiduría a través de la música y compartirla con públicos de todo el mundo. www.mojorootsmusic.com


Creación literaria

Narrativa en castellano Escritos de forma autónoma e independiente por cada uno de sus autores, resulta especialmente curiosa la coherencia temática que relaciona entre sí a casi todos los relatos que publicamos a continuación. Dos son las líneas de contenido, bien diferentes, por cierto, y predominantes: la pasión obsesiva por la creación artística y la inesperada alienación del propio cuerpo. En torno a una vocación absorbente por el arte se construyen los relatos de Antón Castro, Pasaba por aquí, y de Alberto Peña, Venus varada, y uno de los microrrelatos de Eva María Medina, Una revelación. Planteados desde muy diferente perspectiva, a través de ellos, vemos, sin embargo, que la mera búsqueda ocasional de la realidad humana puede desmoronarse hacia una búsqueda obsesiva de la perfección, inhumana y destructiva. El relato de Isabel Sabariego, Entre amigos, desde una perspectiva literaria muy diferente, nos hace reflexionar, igualmente, acerca de esa imperiosa necesidad de la ficción, del arte, en suma, en la construcción de nuestras vidas. La otra pauta temática, la enajenación del propio cuerpo, la encontramos en los otros dos relatos: Historias de cuando Nesquens era niño, de Daniel Nesquens, y Relato de mi pie derecho, de Jesús Claver. En ellos, el cuerpo de los personajes, partes concretas de su cuerpo, reclaman una vida autónoma más independiente, en el caso de Claver, y más gozosa, sin duda, en el de Nesquens. Otro microrrelato de Eva María Medina, Deterioro, profundiza en esta misma idea, metamorfoseando en este caso, eso sí, el cuerpo entero de los protagonistas. Y, además, para cerrar esta sección, por segundo año consecutivo, los microrrelatos ganadores del año 2011 del concurso contra la violencia de género promovido por el Ayuntamiento de Ejea de los Caballeros y el estupendo cómic con el que Ernesto Navarro obsequia a los lectores de esta revista desde hace tres años. Todo ello, un auténtico placer.

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CRISTINA DUESCA


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Pasaba por aquí Antón Castro

Vicente dedicó muchas horas de su vida a su trabajo y a su familia: una mujer, Rosa, y cuatro hijos: Pablo, David, Carlos y Laura. Trabajaba en un despacho dedicado al diseño y a la publicidad. Hacía carteles de exposiciones o de conciertos, maquetaba libros, dibujaba letras y palabras, y de cuando en cuando preparaba anuncios de publicidad para las revistas y los periódicos. A Vicente le gustaba su trabajo y el de los demás. Se conformaba con poco y a la vez quería mucho. Era curioso: leía los periódicos, oía la radio a cualquier hora, escuchaba y escuchaba programas de músicas raras –o no tan raras: clásica, Mozart, Beethoven y todo eso; también escuchaba jazz, rocanrol, fado o tango‒, pero además tenía los sentidos alerta: le interesaban un lagarto que asomaba a un muro, la resaca del mar, la luna llena o las calles de su ciudad. A veces quería saber por qué tal o cual sitio se llamaba Agustina de Aragón, Basilio Paraíso o Callejón del Caprichoso Duende, por qué un esbelto edificio era La Adriática o por qué una pasarela temblaba en el aire, sobre las aguas turbulentas del río Ebro. Vicente se puso enfermo. Porque sí. Bueno, enfermo, enfermo enfermo, quizá sea mucho decir. Se volvió insomne: no podía dormir por las noches. Intentaba oír la radio y sus músicas, se asomaba a la ventana para ver la luna y las estrellas arriba y las callejas y las farolas, abajo. Iba a la cocina a tomarse un vaso de leche o a comer una ciruela claudia. Abría un libro, recitaba un poema en el salón, encendía la tele. Pero, en realidad, estaba como angustiado: no podía concentrarse en nada. Además de insomnio, padecía ansiedad, que consiste en querer hacerlo todo a la vez y de prisa. Lo que deseaba Vicente, sobre todo, era dormir. Fue a un médico. Y después a otro. Acudió a más de media docena de médicos. Todos le decían cosas distintas, pero uno de ellos, además de darle pastillas e inyecciones, le dijo: «Distráigase. Practique con moderación la actividad que más le guste. No hay que cansarse para dormir. Camine, sueñe, resuelva crucigramas, haga fotos con el móvil». Le gustó la idea. Hacer fotos con el móvil. Tenía muchos amigos fotógrafos e incluso había organizado una exposición de un fotógrafo francés que había llegado a su ciudad y había retratado a un montón de gente del Casco Antiguo. Gente modesta que vivía con lo justo y que tenía toda la alegría del mundo. Gente que tomaba el sol a la fresca, que tocaba palmas en las plazas, y que cantaba y tocaba la guitarra en cualquier sitio. Vicente era muy pudoroso y tímido. Iba a costarle empezar a tomar fotos, pero comenzó y no paró. Le encantaba todo: los cielos y sus colores; las calles con los autobuses y los vecinos; los edificios y sus ventanas o un fragmento de ventana; los aleros y

Para el fotógrafo Vicente Almazán, un paseante y un soñador de la luz.

los balcones; un mendigo que se había quedado dormido sobre un cartón o en el porche de una casa. Los carteles de los bares, el movimiento de los coches. Y, por encima de todo, le gustaban sus vecinos. Vicente estaba fascinado. La vida bullía a su lado como un terremoto incontenible. Llegaba y vaciaba el teléfono en el ordenador; le dedicaba dos o tres horas, o más, mientras sonaban en su casa óperas completas, arias de María Callas y a veces una canción de Billie Holiday. Vicente era así. Si su mujer se fijaba en una foto que editaba en el ordenador, él se encogía de brazos y le decía: «Pasaba por aquí». Otro día su hijo David vio sus fotos en el ordenador. Sabía que llevaba dos o tres meses realizando instantáneas. Y se quedó sorprendido: su padre tenía madera de artista, aunque pensó que todas las fotos salían un tanto borrosas. David es experto en arte oriental. El móvil estaba bien, rendía mucho en sus manos, y aquellas eran mucho más que las fotos de un paseante. Pocos días después, fue el cumpleaños de Vicente y Pablo le regaló una cámara Lumix, con objetivo Leica. Vicente estaba maravillado. No podía creérselo. En un día podía tomar cincuenta, ciento cincuenta o mil quinientas fotos. De todo: de lo visible y de lo invisible. Cuando le interesaba un rostro, de hombre o de mujer, le pedía permiso para dispararle. Casi siempre le decían que sí, porque es amable y cariñoso. Y pronto se daban cuenta de que estaban ante un artista. O ante alguien muy especial y despacioso. Vicente ha hecho fotos de casi todo: de gente anónima que descansa en un banco, de escaparates, de artistas en su estudio, de escritores que firman libros, de viejos amigos a los que se encuentra por las calles. De comercios con sabor, de farmacias antiguas, de mujeres que miran cuadros, de los piragüistas que descienden por el río. De las flores y arbustos que ve en los jardines botánicos que visita y en los descampados de las afueras. Vicente no para. A modo de justificación o de disculpa, que con él nunca se sabe, le dice al médico, a su mujer o a los amigos: «Pasaba por aquí». Acaba de estar una semana en París. Ha disparado exactamente dos mil doscientas once fotos. El río Sena y sus riberas han sido su escenario predilecto, pero hay muchas más cosas: tabernas, pintores del natural, novios que se besan al sol y bajo los árboles, bañistas, gente que pasea con sus perros. Extranjeros en bicicleta. Y hay distintas tomas de la torre Eiffel, que siempre le ha gustado mucho. A sus amigos les manda una postal por email. A mí me acaba de mandar una de un tabernero sentado ante su establecimiento. Dice: «París. La Marine. Pasaba por aquí. Vicente».

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ERNESTO NAVARRO


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Historias de cuando Nesquens era niño I (y última) Daniel Nesquens Cada vez que entro en una peluquería me acuerdo del peluquero que había en mi barrio. Se llamaba Sebastián, pero pocos sabían de este dato. Estaba casado y tenía un hijo un año mayor que yo. El niño estaba gordo, para qué ocultarlo. No tan gordo que no pudiese entrar por la puerta de su casa, pero casi. A Sebastián también le sobraba algún kilo, pero eso no era obstáculo para que cortara el pelo con una rapidez inusitada. Era como si le hubiesen dado cuerda. No sé en qué universidad había aprendido a cortar el pelo, pero, de haber habido unos Juegos Olímpicos para peluqueros, hubiese sido medalla de oro. La peluquería estaba enfrente de mi casa. No habría ni ciento un dálmatas, digo pasos, de la puerta del local a mi puerta. Si mi madre se asomaba a la ventana de su habitación me podía ver reflejado en el espejo, envuelto en aquella sábana de color azul muy claro, tan claro que casi se podían ver los peces. Sebastián lucía un bigote a lo Clark Gable; su mujer, unos pechos a lo Gina Lollobrigida. Lucia se llamaba la mujer. La mujer de Sebastián, me refiero. —Peluquero, ¿quieres a Lucia por esposa? —Sí, quiero. —Lucia, ¿quieres al peluquero como esposo? —Sí, quiero. —Yo os declaro marido y la mujer del peluquero. Lo que Dios ha urdido… Era curioso, pero mi padre no se cortaba el pelo en aquella peluquería. Tal vez le tenía alergia a la cabeza de venado que había en una de las paredes; tal vez no le gustaba que la mujer, Lucia, estuviese siempre allí, sentada, mirando cómo su marido cortaba pelos y más pelos. A mí, en cambio, me encantaba verla allí, sentada, en una esquina, con aquellos escotes gloriosos. Todos los críos del barrio queríamos ver, admirar, aquellos pechos de cerca. La cabeza de venado nos traía sin cuidado. Había cabezas de maridos en el barrio mucho más interesantes. «¿Quiere que le cuente cómo cacé ese venado que está ahí?», le preguntaba el peluquero a cualquier cliente que aparecía por primera vez en el establecimiento. Y, sin esperar contestación, comenzaba su relato. «Por lo que fuera aquella mañana no había ninguna nube en el cielo del Serengeti…» «Pero qué me está diciendo, si en el Serengeti no hay venados», le interrumpió un cliente de pelo largo.

«¿Qué he dicho: Serengeti? Quería decir en el Pico Almanzor…», y proseguía. Yo, a la espera de mi turno, escuchaba atento la odisea del peluquero y de reojo miraba aquellos pechos que me volvían loco. Cuando por fin era mi turno, me sentaba en una base de madera que el peluquero colocaba sobre los brazos del sillón y esperaba a que Lucia hiciese sonar un silbato. El peluquero cerraba los ojos y me cortaba el pelo de memoria. Yo aprovechaba y miraba con descaro, gracias al espejo, aquellos pechos XXL. Ni un trasquilón. Cierto día, Sebastián, terminó de pelarme, me pasó el cepillo por la cara, por el cuello, me espolvoreó con los polvos talco, los mismos con que su mujer enharinaba los calamares, y aprovechando que no había ningún cliente a la espera, salió de la peluquería a comprar tabaco. Nos quedamos solos. Su mujer y yo. Frente a frente. E al igual que el explorador noruego Roald Amundsen se dirigió al Polo sur yo me dirigí al Polo norte. Lucia me miró como ninguna mujer me ha mirado todavía. Me tomó la mano y la metió en aquel escote en pico. Mi mano derecha palpaba gloriosa. Aquella mi primer mano. Cuando el peluquero regresó, mi mano todavía estaba allí. Mi mano se quedó a vivir allí dentro. «¿Qué le pasa a ese brazo?», me preguntó mi madre nada más llegar a casa. «Nada». «¿Y la mano?» «¿Qué mano?» «No te hagas el tonto. A ese brazo le falta una mano», dijo mi madre con total acierto. Me encogí de hombros. «No me digas que te la ha cortado el peluquero». «No pasa nada mama, tengo otra». El peluquero lucía un bigote a lo Clark Gable. Y siempre llevaba una camisola de manga corta dejando a la vista de todos los clientes un tatuaje en el antebrazo derecho. No, no se trataba de ningún dragón chino, ni de ninguna serpiente pitón… Se trataba de un tatuaje muy singular. Nada de dibujos. Sólo letra. En mayúsculas, la letra algo inclinada: SE ADMITEN PROPINAS. Con el tiempo me fue creciendo otra mano. Más suave, tersa, elegante, presumida que descansa sobre los bordes de la mesa cuando me pongo nervioso.

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ALBERTO CABELLO

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Entre amigos Isabel Sabariego Mediel A las ocho en punto de la tarde de aquel primer sábado de agosto, Oliver aparcó su Ferrari al borde del jardín delantero, junto al descapotable de Tania, la diseñadora de interiores que había decorado su apartamento. La ausencia de otros vehículos trazó en su mente una leve crítica por el retraso de quienes compartirían la velada. No tuvo necesidad de llamar al timbre, la puerta estaba entreabierta. Caminó unos pasos y se detuvo en el centro del salón. Vociferó un saludo y llamó a sus amigos. No recibió respuesta. Atravesó la estancia, decorada con exquisito gusto por el anfitrión, Alonso, reconocido arquitecto, artífice también del diseño y construcción de su propia casa. Oliver salió a la terraza. Su mirada se detuvo en el cuerpo que flotaba bocabajo en la piscina. Reconoció a Tania. Sonrió y pensó: «La función ha comenzado». Dio media vuelta y volvió a entrar en la casa. Silencio y soledad absolutos. Se acercó al mueble bar y se sirvió un gin tonic con mucho hielo.

Oliver se giró y observó el cuerpo inmóvil de su amiga. La obviedad se instaló en su mente como un fogonazo. Tardó apenas unos segundos en admitir que la cabeza de Tania en ningún momento había asomado del agua para tomar aire. Pensó en la posibilidad de que estuviera respirando a través de una botella de oxígeno sumergida bajo su cuerpo. No vio en el agua burbujas que confirmaran su teoría. Quiso acudir en su ayuda pero la mano firme de Alonso tiró de él y le obligó a sentarse en el sofá apoyando el cañón de la pistola en su nuca.

No tenía por qué esperar a los demás; no había reglas en aquel juego. Supuso que el resto de participantes en las reuniones mensuales: un cirujano plástico, una modelo, un presentador de televisión, un empresario hotelero y su pareja, un escultor, formaban esta vez parte de la trama. Al igual que Oliver, diseñador de moda, gozaban de un alto nivel de vida y carecían de emociones. El primer sábado de cada mes, uno de ellos planteaba un misterio por resolver.

Las gotas de sudor resbalaban por el atractivo rostro de Oliver. Su subconsciente se negaba a aceptar que fuera el protagonista de tan macabro juego. La sonrisa burlona y la mirada sádica de Alonso le apremiaron en sus pensamientos. Parecía claro que el asesino era el propio Alonso. ¿Cuál pudo haber sido el móvil? Su mente era incapaz de avanzar en aquellas circunstancias.

Regresó a la terraza. El calor todavía era sofocante. Bebió unos tragos de su copa y bordeó la piscina. Observó a Tania, apenas mecida por el ligero vaivén del agua. El ceñido vestido se pegaba a su piel, destacando la curva al final de la espalda. Sus ojos siguieron la línea de las largas piernas hasta la punta de los rojos zapatos de tacón. Comenzó la búsqueda de pistas. Vio un vaso sobre la mesita junto a una de las hamacas. Comprobó que se trataba de un mojito, cuyo hielo picado todavía estaba sólido, lo que le proporcionaba el primer dato: el escaso tiempo transcurrido desde que fuera servido. A continuación descubrió una salpicadura de agua formando un charco en la orilla de la piscina. Nada más llamó su atención en la terraza y volvió al salón. —Vas a mojar mi parquet. La voz de Alonso sobresaltó a Oliver, que trató de disimular el susto esbozando una sonrisa mientras secaba la suela de sus zapatos en la alfombrilla. —Perfecta puesta en escena —reconoció Oliver—. ¿Y los demás? ¿Van a tardar mucho? No quiero que resten mérito a mis indagaciones por haber llegado antes que ellos. —No hay más invitados —confesó Alonso poniéndose en pie. —¿Solo Tania y yo? —Solo tú. Tania está muerta. La carcajada de Oliver resonó en la amplitud de la estancia. Bebió de su gin tonic y rió de nuevo. —Cada vez me gusta más este juego. ¿Vas a facilitarme alguna pista? —Te diré algo, Oliver. No se trata de un juego, sino de una trampa. —Vaya, eres el mejor planteando misterios. —Sin embargo, tú me decepcionas. Pensé que descubrirías por ti mismo que Tania está realmente muerta.

—No estropees mi escenario del crimen. Ya no puedes hacer nada por ella. —¡Dios mío! ¡Pobre Tania! Pero ¿qué…? ¿Por qué…? —Te daré unos minutos. Si descubres quién, cómo y por qué, quizá salgas de aquí con vida.

—Parece que necesitas ayuda. Piensa en mis palabras –Alonso las silabeó despacio: esto no es un juego; es una trampa. Oliver lo comprendió. El objetivo de Alonso era cargarle el muerto a él. Pensó en la pobre Tania y se autocensuró por utilizar esa expresión. Entonces todo llegó a su mente como suaves oleadas que transformó en palabras: —Siempre te has sentido atraído por Tania. No puedes soportar su rechazo. —Vas bien –reconoció Alonso–. ¿Pero es motivo suficiente para matarla? —Has descubierto que yo sí pude seducirla. Te corroen los celos. En nuestra última reunión volviste a intentar conquistarla. No lo conseguiste y has preparado esto para vengarte de su indiferencia hacia ti y de mi éxito con ella. —Veo que tu instinto de supervivencia te ha hecho recuperar tu poder de deducción –sonrió Alonso acercándose a él empuñando la pistola. —¡Has dicho que si resolvía el misterio salvaría mi vida! Lo que sucedió a continuación sumió a Oliver en un estado de histeria que a punto estuvo de causarle un infarto. Alonso apretó el gatillo. Oliver cerró los ojos. Al cabo de lo que le parecieron interminables segundos, los abrió. Su amigo se desternillaba de risa delante de él. Tania entraba en el salón, su vestido chorreando, moldeando su escultural cuerpo. En una mano sostenía un pequeño tubo de goma transparente, el que le había permitido respirar bajo el agua de la piscina. Cuando al cabo de dos horas, Oliver estuvo lo bastante sereno como para abandonar esa casa, condujo su Ferrari a toda velocidad, sin rumbo, pensando exclusivamente en el juego con el que definitivamente vencería a Alonso y Tania.

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fĂŠlix loureiro


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Venus varada Alberto Peña Córdova El día en que alquilé aquel estudio, la dueña me advirtió de que no me sorprendiera, ya que no le había dado tiempo ni a desalojarlo ni a limpiarlo, que estaba tal cual lo había dejado el anterior inquilino, Rafael. Un artista taciturno, de facciones marcadas, ojos profundos y pelo enmarañado. No supo decirme si era pintor o escultor. Una vez le había pedido que le enseñara alguna obra y le dijo que llevaba trabajando siete años en la misma obra y que aún estaba inacabada. En voz baja me dijo que creía que vivía con una compañera, pero que nunca llegó a verla. También me comentó que era correcto y educado en el trato, que alguna noche armaba algo de jaleo, como si destruyera lo que hacía por la mañana, que se trasladaba al centro, ya que su obra estaba terminada. Entré al estudio, estaba semivacío. En medio, sobre varios pedestales había varias réplicas griegas de torsos femeninos en yeso. A un lado, en unas grandes cajas de madera, brazos y piernas de maniquíes. Al fondo, frente a la ventana, cabezas de jóvenes en barro cuarteado por la falta de humedad. Sobre un amplio banco de trabajo, varios moldes de silicona y botes de resinas. El resto, una alcoba con un camastro, una cómoda cerrada con llave, un baño y una pequeña cocina. Siempre me había interesado el Arte y me pareció curioso que alguien dedicara su tiempo a realizar una especie de «frankenstein», a componer un todo a partir de las partes. Al día siguiente, mientras estaba limpiando y ordenando, encontré una llave dentro de una pequeña caja de latón. Recordé la cómoda, fui a probar y era la llave. Abrí, dentro había varias carpetas. La primera contenía dibujos de ojos en diferentes posiciones. La siguiente, dibujos de orejas, al igual que la anterior con numerosos apuntes y rectificaciones. Recordé los estudios de Leonardo, pero estos eran más pormenorizados, más exhaustivos. Varios de ellos estaban sobre papel milimetrado. Las restantes carpetas eran dibujos de cejas, narices, labios, pómulos, barbillas. También había recortes de revistas con piernas de bailarinas de ballet, de manos con dedos finos y largos como los de las pianistas. Abrí la última carpeta y había una única lámina; el resumen de todo lo que había visto. Ante mí, el dibujo del más bello retrato que se pudiera crear, la proporción perfecta entre las partes. No era el estereotipo de un canon genérico de belleza. Era la belleza en sí. Una y otra vez volvía a contemplar ese rostro angelical y un escalofrío volvía a recorrer todo mi cuerpo. Era el rostro donde todas las mujeres bellas se pueden ver reflejadas, donde la imperfección no existe, donde un hombre se puede perder y, también, matar. En el reverso de la lámina estaba escrito el número de un teléfono. Me decidí a llamar. Titubeando, me presenté como un amante del Arte, hasta que una voz grave me interrumpió. ­ ¿Qué es lo que desea?, ¿ver mi obra de arte? Entonces ten— drá que esperar hasta dentro de tres viernes. Supongo que ya se habrá enterado de las normas. Solo la podrá ver una única vez y durante treinta segundos. Los treinta segundos de mi fama como artista y su gloria de contemplar lo que solo a unos privilegiados permito ver. Me dio la dirección y me confirmó la hora: las 11 del mediodía, ni un minuto más ni menos. Por último, me dijo el precio de la visita; me pareció elevado, pero sé que muchas personas hubieran vendido hasta su alma.

Impaciente hasta que llegó el ansiado día, me presenté en la casa, situada en el centro, media hora antes. Un hombre alto y desgarbado, de rasgos marcados y ojos vidriados me abrió la puerta. Educadamente me cogió la chaqueta y me hizo pasar a un hall de techos elevados y luz tenue. A las once en punto volvió a entrar y me hizo una señal con la mano para que le acompañara. Me llevó a una estancia donde un único foco iluminaba un sillón de cuero rojo. Con otro gesto reverente me invitó a sentarme. Una voz grave y solemne surgió del fondo interrumpiendo el silencio, incluso el palpitar de mi propio corazón. Al principio, la voz elogiaba lo que mis ojos iban a contemplar. Luego las normas: no me podía levantar del sillón y que intentara guardar el recuerdo como una experiencia artística sublime, ya que esa iba a ser la única vez en que podría contemplarla. Despierta el alba, lentamente se desprenden las estrellas. El silencio se vuelve más denso, se abren los claros entre el azul de tus ojos. El foco que me apuntaba se fue apagando lentamente hasta que la habitación quedó a oscuras. De pronto, como si de un amanecer se tratara, una luz cenital iluminó un escenario rotatorio forrado en terciopelo azul. Sobre él, «La Escultura», desprovista de cualquier artificio. La hija de todas las «Venus» que todos los ojos de la humanidad juntos han visto. Por su realismo, creo que estaba realizada en látex y fibra. Parecía tan real que solo le faltaba el hálito divino y echarse a andar. Cada segundo que pasaba se me quedaba grabado como una eternidad. Sus pies, las rodillas, los muslos, su desnudo torso, los brazos, sus facciones angelicales. Y su rostro, el rostro de la mujer más bella que uno se puede imaginar. La mirada de sus ojos me recordó los cuadros de El Greco, entre el misticismo y el éxtasis. Mientras la contemplaba deseé descender por sus pechos, enredarme entre sus brazos, dormirme en un lunar de su espalda. Justo antes de que la luz se apagara observé que una lágrima recorría su mejilla. Turbado, esperé enfrente de la casa, solo dos hombres salieron. Al atardecer, cuando las sombras desaparecen, aparecieron las siluetas de un hombre de pelo enmarañado acompañado de una mujer envuelta en una capa y el rostro cubierto por un velo. Observé que caminaban despacio, ella parecía cojear. Los seguí con sigilo, vi que accedían a un restaurante. Me cubrí la cabeza con una gorra para que no me reconocieran fácilmente y entré. Me senté detrás de él, a una distancia prudencial desde donde la podía observar. Se les acercó el camarero, él pidió por los dos. Ella permanecía en silencio, con la cabeza baja y el velo puesto. Cuando trajeron la comida se lo retiró con cuidado. Tenía la mitad inferior de la cara quemada, desfigurada. No tenía nariz, ni labios, ni piel que cubriera su mentón. El acompañante le ayudaba a darle de comer sopa, ya que dudo que pudiera articular o masticar. Al levantarme para irme, se cayó al suelo un vaso vacío rompiéndose en mil pedazos. Ella me miró, él no se molestó en volverse. Antes de salir, aún me giré para verla, quizá por última vez. Ella seguía mirándome mientras le resbalaba una lágrima por la mejilla.

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Mi pie derecho es un inmaduro Jesús Claver El pie derecho no me quiere hacer ni caso. Me he olvidado de tomar la pastilla después de desayunar. En esta circunstancia es complicado iniciar la enseñanza del lenguaje de signos con mis alumnos de magisterio. Tengo que estar frente a ellos para que aprecien bien los movimientos y el pie realiza giros extraños hacia la izquierda, hacia la derecha, se pone de puntillas, taconea…Poco a poco los chicos se levantan del pupitre y se van marchando. Al último le pregunto por qué se va. Me mira de reojo y, al acercarme, acelera el paso. Acto seguido, sin esperar ni un momento, sin mostrar un mínimo de empatía hacia mi elevado estrés, se ha enfadado con el pie izquierdo porque lleva una calcetín azul, a él le gusta ese color y no el rojo que lleva puesto. Le recrimino seriamente cuando le propina una fuerte patada a su gemelo izquierdo. Le he castigado, por reincidir en esta mala conducta, sin salir durante una semana.

Pero eso será después. Ahora tenemos que ir al médico porque, desde hace unos días, me duele la zona lumbar. Cuando llegamos a la consulta, mi pie derecho —quién iba a ser si no— comienza a flirtear con el pie izquierdo de una señora de edad. Le toca con insistencia la punta de la bota, sube por la pantorrilla y la frota con fruición. Observo que la señora se pone tensa, está doblando el brazo y cerrando el puño. Lo mejor será que nos vayamos. Pero él se encuentra bien y no se quiere marchar. Así que no me queda otro remedio que tirar con todas mis fuerzas hacia atrás. Como consecuencia de ello, la cabeza sufre un duro impacto contra el suelo pero estoy contento porque he conseguido salir airoso de tan engorrosa situación. Probablemente tendré que castigarlo sin salir durante un mes. También puedo enseñarle las conductas adecuadas y ofrecerle recompensas cuando se porte bien. Estoy dolorido y confuso. No sé qué haré al final. Quizá lo más sencillo sea que me tome la pastilla después de desayunar.

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ELENA ARRESE


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Relatos Eva María Medina LA ERRE Un hombre escribe. Una hora, cuatro. En la pantalla, una «r». Sigue escribiendo. Las cinco, las siete. En la pantalla, una «r». Llega la noche. El cuello le duele, los músculos de los hombros tiran. Necesita un descanso pero sigue escribiendo. Mañana, mediodía, noche. Sólo oye el ruido de sus dedos en las teclas de plástico. «La historia fluye», piensa y sonríe. En la pantalla, una «r». La mira, desafiante. «Levantarme, huir». Pero el hombre sigue; sigue escribiendo. UNA CAPA DE IRREALIDAD CUBRE LOS OBJETOS Miro un escaparate. Los objetos parecen desnudarse, darme su verdadero rostro. Las fotografías enmarcadas, puñales de acero oxidado, que han esperado tanto para saborear el interior de un cuerpo; atravesar piel, venas, órganos cerrados, vísceras tan bien hechas. Cierro los ojos, para no ver los objetos transformándose, ni sentir mis órganos intentando respirar bajo la mirada de esa hoja cierta. Huyo. Ahora son los objetos de la calle los que mudan, atenazándome. Se difuminan, mezclándose unos con otros, cambiando de forma. La farola se une a la pared, la pared al suelo, el suelo al muro. El suelo se pega a mis zapatos, parece chicle. Tiro y tiro para despegarlo de mis suelas, pero no puedo. Y me doy cuenta de que las paredes de la calle van entrando por los dedos de mis manos. Después el pelo, que se pega al muro como si este fuera cepillo que arrastrase la electricidad estática. Y no puedo hacer nada. Nada para evitarlo. El cemento tira de mí y me dejo llevar. Ahora la pared se acerca al suelo, presiona; pared, suelo, pared, suelo, presionan fuerte, aplastándome.

Me acerqué al cuadro. Eran brochazos despreocupados que, cuando te alejabas, cobraban realidad. Me confesó el toque impresionista, y algo expresionista, que algunos críticos de arte habían visto en su obra. Yo sólo veía la fuerza, la rabia, de ese mar contra las rocas. Le pregunté sobre ello. Sin contestarme, siguió con los críticos. Miré el cuadro alejándome un poco a la izquierda. En segundos, atrapé el significado simbólico. Trascendía detrás de esa luz sobre la ola más cercana; la espuma tan blanca. Reflejaba la lucha de dos poderes. Aunque uno de ellos fuese desgastando, poco a poco, al otro, y pareciese el más fuerte, no lo era, porque roca y mar eran la misma cosa; el hombre luchando contra la sinrazón de su propia existencia. Xaime me contaba cuánto tardó en pintarlo, la vida tan dura del artista. La «náusea» nos acechaba, pensé, sin poder escapar, porque formábamos parte de ella; nosotros éramos la «náusea». Me acordé de Kafka, de ese pobre K. de El proceso, que éramos todos nosotros, buscando una explicación en un mundo inexplicable. Me vi formando parte de ese mar y esas rocas. Nada se podía hacer. El mar era la humanidad luchando contra un muro; su propia existencia. «Hay pocos genios», continuó, mientras yo me imaginaba a Van Gogh, saliendo de madrugada al campo, con sus lienzos volteados por el aire, y a Kafka, de regreso del trabajo, escribiendo en una mesa pequeña frente a una pared gris. Salí de allí con la sensación de que el descubrimiento de ese acantilado alegórico no podía revelarlo a nadie. Sería como destapar una olla exprés antes de que se enfriase. Sufriré por todos, me dije, sonriendo a San Manuel.

SOMBRAS

DETERIORO

Camino. De noche. En una calle, frente a mí, dos sombras. La oscura, alta, arrogante; la clara, débil. Y yo, más sombra que ellas, detrás. Entonces pienso que deberían salir muchas sombras para abarcar todo lo que somos.

Acabábamos de cenar. Hacía tiempo que lo notaba raro. Lo miré. Observaba la televisión con desidia, como si no le interesase pero necesitara esas imágenes ficticias. Bajé los ojos. Me fijé en una miga de pan que había en su plato. Al caer sobre el líquido de la lombarda se había hinchado. Junto a esta había otra; seca, más pequeña. Me pareció estar en un cuarto oscuro; revelaba una fotografía y la imagen iba apareciendo. Éramos nosotros. Él, el trozo pequeño, seco, había perdido esponjosidad y grosor. La hinchada yo, que parecía haberme nutrido con el agua violeta. Éramos dos migas de pan que se iban consumiendo, cada una a su manera.

Me imagino que algunas de ellas van mudando como lo hacen las serpientes con su piel. Veo que la sombra de la inocencia cambia de color, de un violeta claro a uno más oscuro, con matices, con sombras dentro de sombras. La de la inquietud, sonrojada. La del dolor se endurece; opaca, con menos aberturas. La sombra del deseo, encogida, muda, añeja. Pero hay momentos en que besa sin saber qué pasará, se embrutece como antes, se aferra a un vínculo; soplo de vida, aliento. UNA REVELACIÓN Cuando entré en la galería, una sala pequeña, bastante oscura, había poca gente. El pintor no estaba. Sobre un taburete, folletos. Cogí uno. Me lo guardé, dirigiéndome al primer cuadro con el mismo recogimiento con el que se comulga. En cuanto Xaime llegó, viéndome frente a su «Costa da Morte», me dijo que lo había pintado en cabo Touriñán, el más occidental de la península ibérica, y no el de Finisterre como se decía.

Cogí el plato y lo llevé a la cocina. Tiré las migas a la basura y encima las cáscaras de plátano, pero seguía viéndolas. Saqué restos de comida que puse sobre ellas. Al levantarme, él me miraba desde el marco de la puerta. Se iba a dormir. Sentada en el sofá imaginé cómo íbamos transformándonos. Ahora era yo la pequeña, la que había perdido esponjosidad y grosor, y él, el trozo hinchado, nutrido con el agua violeta. Luego, yo volvía a ser la hinchada, y él la reseca. Éramos dos migas de pan que se iban consumiendo, cada una a su manera.

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JAVIER ORTEGA


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II Concurso de Microrrelatos contra la Violencia de Género Ayuntamiento de Ejea de los Caballeros

Primer Premio

La nueva Eva “I refuse to lose, I refuse to fall down” (Me niego a perder, me niego a caer) Patti Smith

Apareces sosteniendo el mediodía y lo silencias. Silencias el rayo que atraviesa el dolor de la carne y de ti misma. Has acabado con todo, reencontrándote. Ya no ha sido el impulso de buscarme y romper en lágrimas, mintiéndote acerca del amor. Porque hoy has descubierto que el amor no es sufrimiento y has salido bañada en sangre a la calle para demostrarlo. Y no has tenido miedo de volar con alas de libertad ni de que la gente viera las heridas del dolor. Hoy, puedes decidir el mañana y cada mediodía, sabiendo que ningún hombre acechará tu miedo ni tu decisión. Tu victoria se bebe tus miembros doloridos y el triste

recuerdo del ayer. No importa cuán largo haya sido tu silencio, hoy por fin has hablado y has dicho no. Sigues moviendo la antes oculta belleza de tu cuerpo y las palabras se amontonan allí donde nuestros susurros se pierden. Tu mirada rasga la realidad de algunas mujeres y tus ojos son esperanza. Hoy has venido a buscarme pero para reencontrarme definitivamente. Porque yo soy tu Nueva Eva. Ana Abadía Ramón, 1º de Bachillerato / IES Reyes Católicos de Ejea de los Caballeros

Segundo Premio

Cómo enseñar la felicidad a una mujer Sus dorados mechones juegan a hacerle cosquillas desde los pómulos, hasta la barbilla. Y sonríe. Ella ya no nota el dolor físico, y aún menos, el del recuerdo. Mueve de un lado a otro, con asombrosa parsimonia, los bonitos tacones recién estrenados que luce bajo el sol, satisfecha. Mientras se atusa el cabello, ve acercarse a Carina entre la multitud. Se sonríen desde lejos. Hoy se ha puesto realmente guapa. Se sienta a su lado y sin miedo alguno la besa en los labios. Es un beso inefable, de reencuentro. No, mejor dicho, de comienzo. Comienzo de algo nuevo.

Ciertas veces en la vida necesitamos, o, simplemente, debemos olvidar. Y ella debía borrar de su mente que un día él la humilló solamente por no querer aceptar que su corazón ya no le pertenecía ni a él ni a cualquier otro hombre. Aquella tarde con Carina se prometió no esconder nunca sus sentimientos. Ahora era feliz. Y eso era lo justo. Clara Serruya Aranda, 1º de Bachillerato / IES Cinco Villas de Ejea de los Caballeros

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Tercer Premio

Ahora Cuando empezamos a salir sus manos me acariciaban, su boca me decía palabras de amor y su mirada era tierna. Ahora, sus manos me pegan, su boca me insulta y su mirada me horroriza. Roberto Izaga Corruchaga, estudiante de secundaria del Centro de Educación de Personas Adultas «Exea» de Ejea de los Caballeros

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Despedida 96

Otro día igual, ese odio al mirarme al espejo…pero no podía aspirar a nada más, no tenía la suficiente confianza en mí misma. Cuando estuve preparada entró el siguiente: era un chico musculoso y joven, su pelo era ondulado y negro y los ojos de un verde intenso, pero lo más destacado era que tenía una cicatriz en un ojo. Se acercó a mí y me besó ansiosamente mientras me arrancaba el traje, me miró, me empujó y caí al suelo; entonces, sentí que todo su cuerpo estaba en tensión, se agachó y me susurró cosas horribles al oído, me escupió y se fue. Mis compañeras me decían que a ellas ya les había pasado y era normal, pero vol-

vió cada noche. Me hacía sentir como si no valiese nada, como si fuese solo suya…a veces me pegaba, tenía moratones por todo el cuerpo, pero ¿qué podía hacer yo? Me sentía indefensa, él tenía razón, no valía para nada, además ¿quién iba a creer a una prostituta? Cada noche me pegaba más y más fuerte, así que opté por el camino fácil. Espero que te llegue esta carta y algún día me perdones. Siempre tuya, Charlotte. Sandra Benedicto Arbués, 3º de E.S.O / IES Cinco Villas de Ejea de los Caballeros

Accesit

Agua eterna, vida efímera Gota.Gota.Gota. ¿Cómo he llegado de nuevo a esto? ¿Cuál fue mi error esta vez? Gota.Gota.Gota. ¿Por algo que hice? ¿Por algo que hice? ¿Por existir? Gota.Gota.Gota. Preguntó cuándo, dónde y con quién; contesté. Gritó insultos; agaché la cabeza. Dijo quieta; paré. Dijo calla; callé. Gota.Gota. Gota. Con lo fácil que es morir ¿Por qué no hacerlo?¿Familia? ¿Amistad?¿Derecho?¿Acaso existe algo así para mí? Gota.Gota. Gota. Eso ya no importa. Volverá. Lo hará y acabará con lo que un día empezó. Gota. Ya está aquí. Gota. Ya no oigo. Gota. Ya no veo. Gota. Ya no siento. Gota. Ya no vivo,… Pero sigue fluyendo aunque no esté ahí. Gota.Gota.Gota.

En la Edad Antigua las mujeres servían para tener descendencia. En la Edad Media, eran un adorno que colgarse en el brazo. En la Edad Moderna, eran instrumentos; trabajaban, pero no hablaban. En la Edad Contemporánea, eran criadoras de niños y sirvientas de sus casas. En pleno s.XXI cientos de mujeres sufren violencia de género por seres que siempre se han creído superiores. El precio que hay que pagar por ser humano El precio que hay que pagar por ser mujer Marina Monlora Viñerta Tomás, 2º de bachillerato / IES Reyes Católicos de Ejea de los Caballeros


C贸mic realizado por Ernesto Navarro

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oria de mi hermano J m e aim am l eÂť ÂŤA

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Creación literaria 104

Poesía

Nunca habíamos tenido tan clara la necesidad de la poesía en estos tiempos de profunda crisis nacional e internacional, de la cual la económica no es más que una faceta particular, malos tiempos para la lírica como ya cantara el grupo Golpes Bajos. En estos tiempos donde las personas no son más que un número de una fría estadística laboral o un recurso meramente económico susceptible de ser rentabilizado por los empresarios, la poesía debe ser un baluarte de humanismo, un oasis, un ancla, un sostén ético y estético al que poder aferrarse para seguir manteniendo la esperanza en la vida. Si la poesía tuviera más lectores, el mundo sería más humano, más fraterno, más justo, más pacífico y más bello. Pero los líderes políticos, los economistas y los dueños del sistema productivo, preocupados solo en sacar siempre el mayor partido a los recursos humanos (personas y pueblos) y materiales (naturaleza) para aumentar sus beneficios, leen poca poesía por desgracia, así que seguirán desconociendo los valores humanistas que podría aportarles. La sensibilidad, la espiritualidad y el humanismo aportados por la poesía son incompatibles con el daño a otro ser humano. Sí, un mundo mejor que el actual es posible gracias a ella. Pues bien, en este décimo aniversario de nuestra revista –¡qué rápido pasa el tiempo!– la poesía convoca de nuevo con su profunda carga humanista y estética a todos sus amantes a una nueva cita. Esta vez contamos con dos importantes firmas ejeanas invitadas: Miguel Ángel Longás y Fernando Sarría. La primera nos presenta poemas de su futuro libro Dichos de amor y luz, en la línea iniciada ya con La miel de lo visible y El árbol del corazón, y la segunda nos trae textos teñidos de nostalgia, tristeza y soledad invernal donde se percibe su fina sensibilidad. Otros autores que nos deleitarán con sus composiciones son Susana Hernández, Ricardo Fernández, Juana Carmen Gómez, Francisco J. Picón, José Antonio Conde, Maribel Hernández, Raúl Herrero y María José Andrés. Por su parte, dentro del apartado de poetas de otras comunidades tenemos al autor asturiano Emilio Amor. Finalmente, publicamos un conocido poema amoroso en inglés y su correspondiente traducción al castellano. Una vez más esperamos que sean de su agrado.


POESÍA

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Firma invitada

Biobibliografía de

Miguel Ángel Longás Miguel Ángel Longás (Ejea de los Caballeros, Zaragoza, 1968) es licenciado en Filología Hispánica y profesor de Lengua Castellana y Literatura. Como poeta, ha publicado los siguientes libros: Escolios (Prensas Universitarias de Zaragoza, Colección La gruta de las palabras, Zaragoza, 1997), Fuego inédito (Huerga y Fierro Editores, Colección Fenice, Madrid, 2000), El suelo por las nubes (Eclipsados, Colección de poesía, Zaragoza, 2008) y La miel de lo visible (Olifante, Colección Papeles de Trasmoz, Zaragoza, 2011). En 2008 fue reeditado su poemario breve Evasión hacia el fondo, premio de poesía Ciudad de Zaragoza en 1999, en el volumen colectivo Poemas. XXV concursos Ciudad de Zaragoza (Ayuntamiento de Zaragoza, Zaragoza, 2008).

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Dichos de amor y luz SEÑALES QUE DE AMOR Y LUZ DAN FE INEQUÍVOCA

LAS MAÑANAS DE NIEBLA TRAEN TARDES DE PASEO

Cuando la vida emite sus señales equívocas mi ser emite siempre señales inequívocas en poemas que son dichos de amor y luz. Pero un poema es dicho solo cuando se dice con palabras de aliento antes que con la voz de un silencio nombrado en los claustros del tiempo. Por ello un pensamiento del hombre vale más que el mundo si su fe puede mover montañas antes que coronarlas con escalada al uso.

Las mañanas de niebla de la vida descubren que hay tardes de paseo aún por descubrir que para los sentidos son un tesoro oculto. Por eso la riqueza que alimenta el espíritu ha de ser sensitiva antes que material para captarlo todo como instantánea frágil. Así es como la vida lugar de origen tiene entre una nebulosa que ha de ser despejada lo mismo que la incógnita de su ser en el mundo.

UN PEZ QUE EMERGE COMO SER ANFIBIO

DÍAS QUE ALTERNAN DISTINTO COLOR

El pez soluble que en un mundo líquido soy me convierte en habitante anfibio que doble vida ha de llevar si piensa salir a flote inmerso en mar amargo. Por ello pez sin su brillante traje de escamas vuelvo a ser si escapo a redes que en caladero humano buscan pesca tras escamarme con sus malas artes. Así salida de emergencia encuentro entre las aguas reiteradas que alza la tempestad de un tiempo puesto en pie ante el que busco ser un pez que emerge.

Días que muestran distinto color suelen tener alternancia en la vida. Lienzo habitable es así una existencia que ha de romper un conjunto vacío. Se alza la vida lo mismo que llama que arde entre sombras buscando la luz. Viene con ello a llenarse un conjunto siempre dispuesto a arriesgarse en la quema. Toda existencia resume una larga suma de instantes atados en haz. Halla la vida en su cielo las llaves que abren las puertas de un mundo infinito.


POESÍA

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Firma invitada

Biobibliografía de

Fernando Sarría Abadía Fernando Sarría Abadía (Ejea de los Caballeros, 1957), ha publicado los libros de poemas El error de las hormigas (Eclipsados, 2008), El Alhaquín (Acqua, 2009) —primer accésit en el Premio de Poesía Delegación del Gobierno 2008—, Todas las mentiras que te debo (Eclipsados, 2010) y Babel en las manos (Olifante, 2011). Ha sido incluido en las antologías Versos sin bandera, antología poética España–Colombia (Tusitala, 2009) y Poesía en la margen (Certeza, 2009). Ha colaborado en diversas revistas literarias y culturales: • El Cronista de la Red (http://www.aragoneria.com/cronista) • Yareah (http://www.yareah.com/magazine/index.php) • Criaturas Saturnianas, Imán, Narrativas, Turia. 106

Mantiene diversos blogs poéticos y literarios, entre los que destacan: • Fernando Sarría (http://fernandosarria.blogspot.com) • Crepusculariosiglo21 (http://crepusculariosiglo21.blogspot.com) • Estravagariosiglo21(http://estravagariosiglo21.blogspot.com) • Biblioteca de Babel (http://bibliotecadebabelsiglo21.blogspot.com) Licenciado en Filosofía y Letras (Historia del Arte) por la Universidad de Zaragoza, ha dedicado varios años a la investigación en Historia del Arte (en concreto a la escultura del siglo XVI aragonés). En esta materia ha participado en más de veinte trabajos en distintas publicaciones y revistas especializadas, incluyendo el ensayo monográfico El retablo aragonés del siglo XVI. Estudio evolutivo de las mazonerías (Gobierno de Aragón, 1992) y la exposición Escultura aragonesa del siglo XVI (Museo Camón Aznar, 1993).


POESÍA

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Poemas Detrás de nosotros hay venganza, la exhausta virtud del recuerdo y los días de lluvia. Es doloroso un reloj roto, sentir la pausa abierta para ti. Casi puedo preguntar por las estaciones que nos han olvidado y escuchar el eco de los pasos perdidos por porches y soportales de la vieja ciudad en que habita la infancia y la extinguida juventud. Ahora la soledad se dibuja en el vaho de los cristales, trae sombras y palabras sobre el mantel de una mesa donde una máquina de escribir tararea las notas de un verso y todavía huele a ese calor húmedo que siempre deja el butano en el corazón.

Crece en mi corazón y oigo el sonido de la noche. Tal vez sea cierto que noviembre tenga en sus recodos parte de mis miedos, un muro de sal, la estancia donde en las paredes están escritos sus nombres. No me importa llorar, lo hago en silencio, me cruza un escalofrío y empieza a llover mansamente y todas las lumbres son rescoldos y ventean las pavesas como luciérnagas sin tiempo en medio de la oscuridad del otoño. Hace frío y es natural sentirlo en la piel, a la vez que al viento que trae la humedad de lo auténtico.

Gira el viento y se hace ocre y enrojece al límite de la noche. Se escucha el sonido del cobre, hay rastros de lluvia y ese frío intenso que trae desde el recuerdo la mano de noviembre. Despacio, como toda la ceniza, cae sobre mí un polvo de nostalgia. No hurgo, no pregunto, miro a través de los cristales y en los visillos queda el aura desnuda de la noche. Un viejo hule que tiene la existencia de la mesa parece recordarme con sus grietas que a veces pasan las cosas sobre nosotros con alas de ángeles y silencio.

Más allá de la tarde y de los pronombres personales hay una certeza desnuda donde caben mis manos que sangran con los cristales rotos de la realidad. Respiro como un faro marcando los segundos, siento la luz entreabrir los montes, girar buscando el horizonte, perderse entre la sombra que late en el silencio del bosque y la lejana vigilia del océano llamando a mi corazón. Revolotea un pájaro imperceptible con sus alas heridas. La soledad en su alambre duerme inquieta mientras que yo camino por la noche y en la azotea veo el universo. Tal vez ciertos astros han dejado signos azules en el tiempo, la suave pendiente de la tristeza, la dulce caricia de lo inexplicable.

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POESÍA

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Poetas de otras comunidades. Asturias

Emilio Amor Emilio Amor, pintor y poeta, nació en Gijón en 1955. En los años 70 actúa en los grupos de teatro La Máscara, Caterva y Margen. Cofundador del Gruva, grupo de arte vanguardista, en 1981 colabora en Una Cantata Celeste, II Muestra del Gruva. Entre sus publicaciones cabe citar Cuaderno de Bitácora (1981), en formato audio; Crónicas de Samuel Stauwton, premio Cálamo de poesía erótica 1999; Canciones de Amor en los Campos de Marte (2002); Transgresión del Edén, accésit del premio Cálamo de poesía erótica 2007, y los libros colectivos Gijón, reflejos de ciudad (2005) y Cimadevilla, de retornos, pasiones y canallas. Además, es autor desde 1999 de la sección Ágora Libertina de la revista Ágora, que publica la Sociedad Cultural Gesto.

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TRÍPOLI En Trípoli alguien canta una canción de amor, mientras los gallos alzan sus crestas emergentes. Los mercenarios buscan en los top-less calientes alguien con quien jugar a la ruleta rusa. Pudiera ser que un party partiera los doseles de las ruinas de Petra, las cuevas de Tassili, los jarrones de Sèvres y la melancolía con que se canta un fado en los barrios de Trípoli. No hay nada que cantar cuando una niña llora con su tez de amapola cuajada por el pánico. Gestos de desolación, pasaje trémulo, con las cítaras tocando «El tercer hombre». Pudiera ser que alguien con rostro de lunático, pelo de plenilunio y disfraz de floresta quiera amargarme el día y dispare al azar contra la muchedumbre, con las cítaras tocando «El tercer hombre». (Poema inédito)


POESÍA

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PARA ONETTI Retorno al astillero, Nanuska, para amarte Abriendo bien los ojos, gacela adormecida, En vilo y rastreándote. Porque entre tú y yo hay algo más Que esa complicidad festiva de los aduaneros O los jóvenes amantes, Algo que se me escapa Y que no es químico, Ni el ying ni el yang, Sino una sucesión de imágenes prensadas con el tiempo, Como un instinto O el aprendizaje de unas costumbres nuevas En otro continente. Algo distinto y cíclico, Dulce y vital como la sangre. Retorno al astillero, Nanuska, para amarte Abriendo bien los ojos, gacela adormecida, Para no confundir la luna con el gálibo. (Del libro Canciones de amor en los campos de Marte)

Sutil, Aunque sin duda condenada a disolverse, La neblina del mar se va adentrando en la mañana Y avanza por las calles húmedas de la ciudad y el puerto, Junto a ebrios noctámbulos Y sublimes garotas con el rimmel corrido Y el carmín esfumado por algún torpe amante. No quedan más que naufragios en el alma Y despreciamos cualquier forma miserable de salvación, No hay nostalgia ni futuro que valga. Sólo queda el abrirse paso a dentelladas Como un escualo azul, Con la cabeza alta y los ojos bien abiertos Para no perder de vista al mar, Que es la única salida. El mar y desde hace tiempo, aún más, las tempestades.

(Del libro Transgresión del Edén)

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POESÍA

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Otros poetas

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Poema de

Poemas de

Raúl Herrero

Susana Hernández

ARS LONGA, TARAS BULBA

EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA:

Tanto por leer y tan poco tiempo. Por eso maldigo a los hombres que me paran en la calle, a la pluma que se cuela en la ensalada, a los piojos que saltan de hito en hito, de ojo a ojo, a los montacargas con sus voces de barítono, a las tapias iluminadas por un incendio, a los barcos cargados de orines encallados en el purgatorio de la noche, a las largas filas de trabajos inútiles que corrompen, embrutecen y aniquilan las ideas. Sólo con nobleza existe salvación. Paseo entre libros para adueñarme del tiempo con sus aniquilaciones y sendas. Queda tanto por leer y tan poca vida.

Gabriel García Márquez es el uso prodigioso del lenguaje, capaz de hacer vibrar con las palabras todos mis sentidos.

Suena el teléfono, al descolgarlo nadie responde, o quizá sólo el aire de nada —o el aire de la nada—.

UN VIAJE DE AMOR Amor loco y colérico que has ido dañando con los años mi cuerpo y mi alma, te perdono. Te perdono el dolor padecido y el que a otros procuré. Te perdono hoy que me ofreces un último viaje hasta donde acaba la vida.

EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS: ¿Es posible abstraernos de lo que pasa a nuestro alrededor? Bruno sólo es un niño inocente, incapaz de comprender la perversidad humana, una perversidad que en esa ocasión llegó en forma de rayas. VEO RAYAS Veo la fina raya que marca el horizonte... y sueño. A través de las suaves líneas que van surgiendo en mi piel comprendo la fugacidad de mi existencia. De los cuadernos de rayas surgen los primeros poemas de amor, y de las rayas del pentagrama la música de la vida. También hay rayas tristes que me hacen llorar, pero de ellas... casi nunca hablo.


POESÍA

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PIEDRAS ENSANGRENTADAS: Qué inteligencia la de Donna Leon al hacer de Venecia un personaje más, una ciudad que nos deja entrever siempre una cierta añoranza por los tiempos pasados. La autora nos pasea por Venecia como Manuel Vázquez Montalbán lo hacía por su querida Barcelona. AGUA SOBRE LA TIERRA Regreso sólo por el gusto de vagar por tus calles y canales, de perderme por el viejo y solitario Ghetto, –sus sombras se agradecen en las tardes tórridas de agosto– y ajena al movimiento de miles de turistas paseo por callejas imposibles que me llevan siempre a la sorpresa: agua, tierra, sol o sombras. Como la vida misma. Mientras, él, como siempre, hará fotos del reflejo de mis ojos sobre el agua.

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VIDA DE MARTÍN PIJO: Esto es lo que nos dice Miguel Baquero por boca del bueno de Martín Pijo: «Ya he entendido que la fortuna favorece a los indiferentes; que el mundo es, por lo general, mediocre, y que el objetivo de los mediocres es conducir al resto hacia la mediocridad». DECÁLOGO No me esconderé detrás de hermosas palabras, ni llenaré las páginas de frases inocentes y vacuas. No caminaré por las sendas del miedo, ni llenaré mi alforja de cobardes panfletos. No traicionaré a los silenciosos muertos, ni callaré la injusticia, ni odiaré al verdugo que se llevó sus sueños.

No despreciaré por raza, religión o sexo, ni contaminaré este mundo que va convirtiéndose en infierno. No compraré el trabajo de niños esclavos que engorden con sus manos los culos de sus amos. Decálogo infinito labrado con los años, arena en un desierto desolado, y un cielo que sigue mirando hacia otro lado.


POESÍA

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ESPERANDO A LOS ÁNGELES: Una historia a la que Juan Herranz ha querido poner alas, como las alas que les suponemos a esos ángeles que, en alguna ocasión, todos hemos esperado. ¡Qué complejo es el ser humano! ASÍ ES PILAR

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En los pliegues de la cara tiene guardadas sus penas, penas grandes, penas tiernas que despiertan cada mañana con ella. En las palmas de las manos que trabajan sin descanso hay cien vidas, con cien miedos que ha guardado con los años. Así es Pilar, la que un día de verano se marchó a San Sebastián, y vio el mar, y se lo trajo en los ojos para poderlo llorar. También he visto en su cara rastros de felicidad, y una vez llorado el mar, si le hablo de Bañera y una noche de San Juan, veo sus ojos brillar.

Poema de

Maribel Hernández LA MÚSICA AZUZA EL FILO de una luz volcánica sobre la Costa Oeste. Intercepto la agonía sofocante de la luz derretida contra mis párpados pintados de musgo. Azorada contra una reja donde encajan los fragmentos del paisaje. Decido quedarme inmóvil. Articulo en mis palabras de aprendiz, extremidades que tiemblan por debajo de la mesa. Asustadas del mundo.

Así es Pilar.

Poema de

José Antonio Conde A toda prisa fueron escondidos los últimos doblones, la venera de bronce junto a los diezmos, también el vellón celeste de las crías y los viejos enseres del amor. Sin embargo, fue un descuido dejar el desván sin amparo y nos olvidamos de las luces desesperadas, del relámpago inconcluso, de los rostros inmóviles que ignoran el sacrificio, nos olvidamos de las ramas caídas, de la savia de los tullidos, del infortunio de la corteza. Y ahora, la quijada trashumante despliega su voz de madera, de tizón o guadaña y todo es mutismo que se empala, excusa para el leñador, ahora todo es decadencia luminosa, un mosaico de huesos que respira.


POESÍA

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Poemas de

Francisco J. Picón Caro LIENZO DE VIDAS Y LEYENDAS

EL SECRETO DE LOS BOSQUES

En la yema de sus pulgares en la piel de su cintura en la comisura de su sonrisa en las sombras de sus silencios

Encumbro la mirada, paulatinamente, más allá de la distancia en busca de un cómplice solitario

en los pórticos de la tristeza en los suburbios del recelo en las cicatrices de las prisas en el ascensor del tiempo en la memoria de la turbación en las remembranzas de la rutina en los preludios del aura de otoño en los chaflanes de las estrías del ayer en la afonía de un poema impreciso en la singular ausencia de esperas en la múltiple eufonía de la soledad en la tonadilla taciturna del olvido en unas cuantas letras inhibidas en los conatos ingratos del destino en las gotas de rocío en la mirada en los versos proscritos de su cuerpo en tantos lugares sin heredero… … se bosquejan leyendas y vidas

Les susurro a los árboles que compartan, tenues, mi deleite con el viento y las mariposas frenéticas Un imperturbable paisaje resguarda ese instante compartido con el follaje soterrando de identidades el silencio de mi voz La brisa contumaz que magulla mi quietud avisa a mi consciencia del paso del tiempo a golpes de realidad Y mi mirada sucumbe ante el poder de las prisas y la alimaña urbana, mas en mis pupilas descansa el secreto de los bosques.

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POESÍA

ÁGORA 10º Aniversario

Poemas de

Ricardo Fernández Moyano ESTRATEGIA

ERRARE HUMANUM EST

Con la calma del monje me acerco al poema, busco dentro esa luz que provoque nuevas palabras. Sin otras armas que la tinta, sondeo la ciénaga con pericia aprendida, y solo el mar responde a mi llamada.

Hay señales inequívocas que revelan la impronta de la noche, imperio de la sombra, repudia el linaje de la llama. Hay muecas en los rostros, anuncio de lo oculto. Hay en nuestro interior un duende que nos incita al yerro, ese dulce placer de equivocarnos.

ESPERA

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El labio reseco del deseo oculta la mañana y espero tu retorno igual que espera el barro a la tormenta. Me abrazo con sigilo al perfume que exhala tu almohada, último salvavidas.

TARDE DE LLUVIA Inmóvil, el latido de los años abate sus rodillas, pero cada amanecer acaricia su frente. Con paso cada vez más torpe, arrastra el peso de los días, en un camino tan opaco como el lento compás de los relojes. La lluvia se ha tornado espesa y las aceras tristes, este oscuro verano desierto de palabras. Aún sus labios laten con ternura y se emociona con los ojos de las muchachas que levantan llamaradas en la tarde.

SUPERVIVENCIA A ellos, los de la otra orilla La fría noche golpea sus huesos, e, indefenso, se resiste a morir. Recela de la azada que margina su casta. Sobrevive con un corazón dividido entre el rencor, la crueldad y el recelo. (Del libro inédito Rituales de identidad)


Poemas de

Juana Carmen Gómez OJOS DE OSIRIS

ACARÍCIAME, AMOR

Distraída entre retazos de pensamientos me acerco y no te veo. Quizá tú tampoco lo consigas camuflado entre hojas bicolores bajo la forma de los enigmáticos ojos de Osiris que miran evasivos para otro lado.

Acaríciame ahora, amor, acaríciame en este instante, envuélveme en tu aliento para que no pueda escaparme.

Sólo al llegar a la altura del primer chopo plateado del camino mi corazón se acelera y desboca al unísono con tu corteza pulida. Alzo la mirada hacia tu copa sibilante en el preciso instante en que tú, tímido, inocente y tierno, intentas cerrar los ojos para que yo no note el sutil estremecimiento de tus párpados. (Sádaba, 14 de agosto de 2011)

Quítame este frío de aceros y no le digas a nadie que herida como estoy de muerte no puedo dejar de amarte. Acaríciame ahora, amor, acaríciame antes de que sea tarde, que yo no sienta cómo se aleja este murmullo de sangre. Acaríciame ahora, amor, acaríciame mientras pueda mirarte, acaríciame ahora, mi vida, que no sean dos las veces que me mates. (Vitoria‒Gasteiz, 9 de julio de 2011)

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POESÍA

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ÁGORA 10º Aniversario

HOJAS GIRÓVAGAS

ZUMO DORADO DE LUNA

Se oye rascar el suelo: un roce, un crujido seguido de otros hasta llegar al tropel. Las inquietas hojitas ‒pinceladas de color en el gris del asfalto‒ se ponen en movimiento girando en círculo y, al momento, las de su alrededor se arremolinan y se persiguen hasta remontar el vuelo convertidas en bandadas de hojas giróvagas vagando por unos instantes en el cielo. Poco después ‒chiquillas incansables‒ planean hasta el suelo, para volver a repetir la diversión sin otro fin que el de despertar del hastío a un gatito ocioso que, con el hocico pegado al cristal, mira distraído la calle. Y así... una y otra vez hasta que el viento cesa y la mansa lluvia aplaca el furor de las hojitas cansadas.

Zumo dorado de luna luna colmada de besos besos vibrantes de anhelos anhelos sedientos de agua agua batida de espuma espuma enredada en tu cuerpo.

(Vitoria‒Gasteiz, 25 de octubre de 2011)

Zumo de luna dorada dorada luna sedienta sedienta de cuerpos vibrantes vibrantes espumas de anhelos anhelos colmados de besos besos enredados en tu cuerpo. Luna de cuerpos sedientos sedientos besos de zumo zumo de doradas espumas espumas colmadas de anhelos anhelos de cuerpos de agua agua, luna, besos, deseos. (A la memoria de Carmen Laforet, sin cuya novela Nada, nada sería igual)


POESÍA

ÁGORA 10º Aniversario

Poema de

Traducción de

Dustin Smith

Irene Villa

A NIGHT’S WORK

TRABAJO DE UNA NOCHE

teasing, she says all prepositions end in places we’ll (make) love but not in a state of mind except it feels like… and at midnight, going round for round with sleeplessness, she (says) misses me and tells me in, at, of, from, for, between, but she’s asleep before I can say– instead it’s the way my hand glides beyond her piquant shoulder, down her tributary arm, to the fingered tips and daunting curve about her devastating hips– across her lascivious thigh, spreading palm over her knee momentarily before retracing with two fingers ice—skating along her callipygian landscape, towards her tempting neck

and a slow embrace– kissing beneath a constellation and the celestial highlights upon her body which I navigate into light speed, savoring every star dropped and sweetened spot, twinkling and dewy

and she’ s my sign, my heart a sailor asea following the night, and my hand a poor plowman whose fingers are tills and her stomach my field on which I tender as she provides all the sustenance I’ll ever need after, until, since, before…

tontear, dice todas las preposiciones acaban en lugares donde haremos el amor pero no en un estado de la mente excepto si se siente… y a medianoche, dando vueltas y vueltas con el insomnio, ella (dice) me echa de menos y me dice en, a, de, desde, para, entre, pero ella se queda dormida antes de que yo pueda decir– en lugar de es la forma en que mi mano se desliza más allá de su picante hombro, por su brazo tributario, hacia las puntas de los dedos y la desalentadora curva de sus devastadoras caderas‒ a través de su muslo lascivo, dilatando la palma sobre su rodilla momentáneamente antes de recorrer con dos dedos deslizantes su paisaje calipygiano hacia su tentador cuello

y un lento abrazo‒ besando bajo una constelación y las facciones celestiales de su cuerpo sobre el que navego cual haz de luz saboreando cada estrella caída y cada azucarada mota parpadeante y humedecida y ella es mi signo, mi corazón un marinero en el mar persiguiendo la noche, y mi mano un pobre labrador cuyos dedos son arados y su vientre mi campo del que me abastezco mientras ella me proporciona todo el sustento que nunca necesitaré después, hasta, desde, antes…

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POESÍA

ÁGORA 10º Aniversario

Poema de

Poema de

Jesús Claver

Mª José Andrés Moral

EN OTRO TIEMPO

ALGUNOS HOMBRES BUENOS

En otro tiempo, hubiera querido tenerte. Saber que eras mía. Sentirme seguro tras tu adorada estela.

Nosotros, viajeros incontenibles, intransitados, nocturnos, en las épocas medievales, caballeros apuestos de talle profundo.

Me dejé llevar por los míos, he de decirlo. Me rebelé contra todo lo establecido, es cierto. Anduve confuso por los caminos. Gocé de los momentos dichosos. Respiré el aire plomizo de las adversidades.

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Mi chica y yo, jóvenes idealistas, construimos el futuro sin dejar de ser solidarios. Aprendí, en fin, a mirar de frente en el espejo. Sé que el crecimiento llega a través del diálogo y que el verde es color de la esperanza. Sé que el raquitismo acecha cuando no hay horizonte porque el dogma, desde su atalaya, amenaza y se impone. Creo en el hombre por naturaleza limitado y desconfío de ti: verdad única, hija de una divinidad absoluta e infalible. ¡Cuánta profundidad en este paraje tan bucólico! Aragonian, remanso de jazz, en la Ciudad del Agua.

Existimos tras la roca y la verdad, practicamos el amor y la fraternidad, nos rozamos con los pobres y aventureros. Semidesnudos y en la paz de la tierra, cultivamos el interés del otro, debajo de nuestros ropajes, mortificadas esencias de azahar, espliego y nardo. Y en la cintura, un porte donde se sujetan nuestros hermanos, así la tierra crece en paz, repartiendo el pan hasta los gatos. Siempre, siempre laminando nuestras huellas, vienen surcando arenas de playas indestructibles y siempre descalzos al amanecer.


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Leer para vivir Desde estas líneas damos la bienvenida a todas aquellas personas que se acercan a esta sección de nuestra revista para descubrir nuevas lecturas, constatar posibles elecciones o compartir con otros lectores sus gustos. Siempre hemos pretendido que este paseo se pareciera a aquel que damos por entre las estanterías de bibliotecas y librerías, o por entre los puestos de las ferias del libro que llenan nuestros pueblos y ciudades en cuanto llega la primavera. Y como estamos en un número de celebraciones, queremos mostrar nuestro agradecimiento a todos aquellos lectores cuyas recomendaciones hacen posible conformar los dos escaparates de «Leer para vivir». Niños, maestros, libreros, profesores, jóvenes, adolescentes, escritores, bibliotecarios, ilustradores, equipos de las revistas CLIJ, Babelia o la página de SOL… nos han dado indicaciones, han recomendado libros, han mostrado su entusiasmo por determinados títulos, ilustraciones, escritores, editoriales… Cada escaparate constituye, pues, una pequeña selección de todas estas miradas y esperamos que se vean reflejadas en alguna de las recomendaciones. En el correspondiente a los niños y jóvenes se podrán encontrar hermosas ilustraciones para acompañar, complementar o dar sentido muchas de las lecturas: historias fantásticas y entrañables, comprometidas, de ahora y de siempre, didácticas, lúdicas… También divertidas ilustraciones acompañan a lecturas de adultos, paseos por nuestra historia, geografía o arquitectura, poetas y poemas, historias cercanas y siempre interesantes… Finalizamos con nuestro pequeño homenaje a un escritor aragonés que nos dejó demasiado pronto, Félix Romeo. Saludos de nuevo y esperamos que disfruten con este paseo. Hasta el año que viene


LEER PARA VIVIR - DE ADULTO

ÁGORA 10º Aniversario

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IN MEMORIAM Félix Romeo Pilar López Martín Conforme van pasando los días, las semanas, los meses, intentas superar el vacío que deja alguien en tu vida. Con Félix Romeo es diferente. Y, sin embargo, escribo desde la distancia, permitiéndome dirigirme a él como si estuviera entre nosotros. Así, me dirijo a ti, desde la ignorancia de alguien que ni siquiera llegó a conocerte sino ahora a partir del legado que has dejado. Tus amigos, allegados y demás personas que te rodearon —aunque bien debiera matizar «acogiste»— no dejan de alabar tu figura humana y profesional; he podido descubrir tanto a través de sus ojos, de sus palabras, de sus gestos, que casi puedo afirmar que comparto con ellos su experiencia. Se ha dicho tanto sobre ti y tan loable que no he podido resistirme a conocer tus escritos, tu obra en marcha que quedó segada un mal día. En otras ocasiones, cuando me he propuesto la lectura de un libro cuyo autor ha sido célebre y conocida su obra en vida, no me he planteado si la novela que caía en mis manos era el colofón de su trayectoria vital. Acercarse a la obra de un escritor perteneciente a una generación como la nuestra, no ha de suponer el más mínimo desgarro como el que he sentido al encontrarme con tu última novela publicada: Noche de los enamorados. Siendo conocedora de su próxima aparición, no llegué a pensar cómo pudo bloquearme la denominación NOVELA PÓSTUMA de aquella solapa roja pasión (como la que ponías en todo aquello que te inquietaba), y tomé el libro con suma delicadeza, como un presente que no quería lastimar. En ella, indagas en los entresijos

de un asesinato verídico que te narraron en primera persona y cuya declaración no te convenció por completo. Igual que un detective en busca de pruebas veladas, solucionaste el caso. Del mismo modo, en cada una de tus anteriores novelas se refleja una parte de ti. En Dibujos animados recreas el mundo de la infancia, los recuerdos, emociones, vivencias de una juventud evocada por gente de nuestra época. Discothèque, la más cruda y árida, y más complicada de leer para algunos. Y Amarillo, esa espina que tenías clavada hace años por la pérdida de un ser querido. Y qué decir de tus tertulias, traducciones, colaboraciones, críticas y un sinfín de tareas realizadas con un espíritu altruista que no deja indiferente. Según confiesan, el ánimo que profesabas a los demás era tu mayor don, así como la alegría que derrochabas para contagio general. A raíz de ríos de tinta vertidos, de conversaciones escuchadas, fuiste el mejor amigo que no puede faltar en ningún evento. Todos los calificativos tienen cabida dentro de tu descripción y ninguno de ellos peyorativo. Regalaste tanto sin pedir nada a cambio, intercambiaste opiniones y ofreciste consejos que hoy quieren agradecerte. Tu generosidad desbordaba. Quedan proyectos que la vida no te ha permitido continuar. «Se acabó tu tiempo, fin de trayecto» debió decirte, como si no estuviera permitido explorar tanto la vida como tú hacías. Por aquellos que viven en ti, sigue iluminándolos allí donde estés.


LEER PARA VIVIR - DE ADULTO

EL APESTAMELGAS, Mar Pavón y Ernesto Navarro

ÁGORA 10º Aniversario

Apila Asociación Cultural, Zaragoza 2011 40 páginas Carlos Velázquez

Un monstruo llamado Apestamelgas se cuela en las habitaciones de los niños con la aviesa intención de perturbar sus sueños, entrando y saliendo de ellos. Pero en ese ir y venir, se ve invadido por retazos de los mundos soñados por los niños, que botando, pilotando, rodando, planeando, volando, sonando e incluso limpiando van a toparse con el pobre Apestamelgas quedando incrustados sobre su cuerpo. Será el precio que hay que pagar por entrar en sueños ajenos sin ser invitado. El texto de Mar Pavón hace gala de esa escritura surrealista en la que los elementos de la historia se nos presentan carentes de toda lógica. La luna es un balón que se convierte en un piloto, que sueña que es un rábano cortado en rodajas, que vuela formando parte de una bandada de pajaritas, que se transforma en platillos volantes, en la escala musical y en un kit de limpieza. Así como en los sueños los objetos se relacionan entre sí no por relaciones de causalidad, sino porque se parecen, o bien porque se presentan de manera simultánea en un mismo lugar; los motivos que aparecen en esta historia encuentran conexiones mediante ciertas semejanzas (balón [pelota] piloto; pajaritas [volantes] platillos volantes); pero sobre todo, porque están integradas en una estructura rítmica basada en la retórica de la repetición y la acumulación. Es un texto donde la lógica no se encuentra en el contenido sino en la forma. Como sucede en los sueños. Y como sucede con las imágenes. Las imágenes son, por su naturaleza visual, polisémicas. Cuando leemos imágenes, estas generan un sinfín de sentidos, que no tienen tanto que ver con los motivos que representan sino con aspectos puramente formales como el color, la composición, el encuadre, la gestualidad o la expresividad del trazo. Los textos que acompañan a las imágenes sirven para reducir la polisemia y eliminar de esa cadena de significaciones las connotaciones ajenas al discurso, y con ellas, las interpretaciones no deseables. Es la función de «anclaje» que para Roland Barthes tienen los textos respecto a las imágenes. En este libro, la interacción entre imágenes y texto funciona de manera inversa. Esos «encuentros fortuitos» (como el famoso encuentro del que hablaba Lautremont entre una máquina de coser y un paraguas sobre una mesa de disección), de objetos

diferentes, pertenecientes a distintos contextos en un lugar que les es ajeno, aunque perfectamente conectados en esa estructura repetitiva, provocan sin embargo ciertas fisuras interpretativas, una pluralidad de significados y quizás una disolución de los sentidos. Aquí, la ilustración sirve para «anclar» la polisemia del texto. Toda ilustración es singularizadora. Tiene inevitablemente el efecto de concretar lo abstracto, de hacer singulares aquellas cosas genéricas a las que se refieren las palabras. ¿Quién es ese monstruo llamado Apestamelgas, que «va de sueño en sueño y asusta y apesta, la mar de risueño»? ¿Como entra en los sueños y qué hay en ellos? Apestamelgas es el personaje grotesco, asustadizo y tierno que se nos muestra representado en las ilustraciones. No es cualquier monstruo que podamos imaginar, es el monstruo que vemos en los dibujos. El espacio de sueños es también el espacio concreto de la ilustración. Los sueños de los niños se representan mediante los objetos que pueblan sus habitaciones. Uno sueña con ser astronauta, otro con volar, otra niña con las historias de los libros que ha leído, otra con monstruos y brujas... Pero además, el ilustrador, Ernesto Navarro, en un inteligente juego de conexiones visuales, ha logrado hilvanar todos esos vacíos que deja el texto surrealista de Mar Pavón. ¿Cómo un balón sueña con ser un piloto?¿Cómo un rábano cortado en rodajas se transforma en una bandada de pajaritas?¿Cómo una flota de platillos volantes se convierten en la escala musical? La luna es un balón chutado por un astronauta. En un dirigible con forma de balón viaja Oto el piloto, quien después conduce un rábano volador. La hoja de un libro en la que hay dibujado un rábano se rasga y echa a volar convirtiéndose en una pajarita de papel. Las pajaritas viajan junto a platillos volantes que tienen la forma de unos auriculares. De éstos salen notas musicales que irán amenizar el trabajo de unos instrumentos de limpieza. Una aspiradora, un ambientador y un plumero que van a limpiar al Apestamelgas de todo lo que ha ido recogiendo en sueños ajenos. Las ilustraciones consiguen que todo esté enlazado en una secuencia que presenta alternativamente dos planos de ficción: la «realidad» de las habitaciones en las que duermen los niños; y el universo de sus sueños que invade el monstruo. Ambos planos se enlazan con indicios, detalles que se encuentran en el primero y reaparecen en el segundo. La luna colonizada por un astronauta está en un póster pegado a la pared. El dirigible de Oto el piloto se divisa a través de una ventana. Las pajaritas de papel salen del libro que leía la niña cuando se quedó dormida. El resultado final es un libro redondo, sin fisuras. El texto abre y las ilustraciones cierran.

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LEER PARA VIVIR - DE ADULTO

ÁGORA 10º Aniversario

Casi tan salvaje, casi tan humano Isabel González

Páginas de espuma, Madrid 2012 152 páginas Maite González

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Quiero escribir una reseña y uno de mis hijos me impide concentrarme. Tira de mi chaqueta y me pregunta: «¿mamá, mamá, qué es Casi tan salvaje?» . Yo lo miro de reojo. Eso es, la mirada, la mirada torcida. Porque Isabel González posee una mirada torcida, dislocada. Da igual el tema. El resultado siempre es inesperado. En Casi tan salvaje, Isabel escribe como los ángeles y de vez en cuando, Lucifer le echa una mano. La autora asume el riesgo. Deja que los duendes la arropen. Le devuelven imágenes recordadas y recuerdos imaginados. Personajes reales y realidades personificadas. Una vuelta más de tuerca a ese particular enfoque cuya única forma de mostrar la realidad es a través de la distorsión.

prejuicios, contra su realidad, contra su futuro. Se aferran al paisaje, se refugian en las cosas y se funden con ellas. Una persona puede ser un colchón y un colchón, una persona. Alfredo puede ser una técnica quiromasajista y Marisa, una taza. El lector, aturdido, se desconcierta, se desasosiega hasta que, inesperadamente, todo el caos cobra sentido.

Los personajes de Casi tan salvaje se sienten solos, desubicados. Buscan segundas oportunidades, luchan contra su pasado y sus

¿Que qué es «Casi tan salvaje», hijo mío? Es un libro que habla de seres humanos. Venga, cariño. Vámonos a merendar.

Botánica del sueño José Antonio Conde

Es admirable la capacidad de Isabel de provocar disparatados impactos emocionales mediante personajes normales, con palabras sencillas y entornos cercanos. Mediante frases precisas, cortas y cortantes. Cada palabra, cada frase, cada combinación aparentemente imposible es una pieza irrenunciable del puzle. Inviable leer en diagonal. Su escritura es intensa, directa, auténtica. Provocadora, descarada y sináptica. El ritmo completa la coreografía. Isabel coloca al lector en una perspectiva desconocida y se marcha de puntillas. Escribir es su forma particular y civilizada de revolución.

Libros del Innombrable, Zaragoza 2011 62 páginas Miguel Ángel Longás

José Antonio Conde (Sierra de Luna, Zaragoza, 1961) es un poeta alquimista de la estirpe de Mariano Esquillor o de Antonio Gamoneda en Botánica del sueño, su último libro, aparecido en la Biblioteca Golpe de Dados de Libros del Innombrable, la editorial zaragozana que dirige Raúl Herrero, para la que había preparado anteriormente el volumen colectivo La luz escondida (Una poética de los ángeles). Dicho esto, hay que aclarar que Conde, al igual que Arthur Rimbaud en su libro Una temporada en el infierno, lleva a cabo su personal «alquimia del verbo» en Botánica del sueño, en el que explica sus «sofismas mágicos con la alucinación de las palabras» y en el que sigue el proceso que describe Jaime Siles en su poema «Memoria del disfraz», incluido en su libro Himnos tardíos: «Debajo del lenguaje me oculté: / cifré mi vida en un disfraz de planta / y confundí el libro de mis días / con el margen no escrito de sus páginas / Han pasado los años: reconozco / el error que yo fui. Esta mañana / en el jardín botánico en que vivo / siento el dolor de ser de sus palabras. / Me asomo a su perfume. Lo recuerdo / entre su oscuro resplandor de lágrima. / Debajo del lenguaje me oculté. / Burlé la muerte y, en vida, fui la nada. / Pido a Dios que, si mi cuerpo resucita, / lo haga, a ser posible, en otra alma. / No en ésta que ahora soy ni en las que he sido / en tantos laberintos de palabras.». Pero Botánica del sueño también se inserta en la tradición poética española del hortus conclusus, llegando a constituir un nuevo Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos, obra de Pedro Soto de Rojas, poeta granadino de de los Siglos de Oro. Así es como José Antonio Conde escribe sus alegorías

en forma de poemas en prosa teniendo como motivo el carácter simbólico del jardín botánico, sobre el que ha reflexionado el poeta «novísimo» Guillermo Carnero para justificar no pocos de los poemas que integran su libro Dibujo de la muerte: «El ser humano siempre se ha sentido vitalmente integrado en la naturaleza, y ha formulado esa integración representándola en forma de jardín, que es un modelo en miniatura del mundo natural, tal como el hombre concibe su relación con él. Cuando esa relación no es más que utilitaria, el jardín no es más que el huerto del que el hombre obtiene su dieta. Cuando alcanza un grado superior, el hombre formula en el su lectura del mundo. Si lo prefiere ordenado, regular y racional, como en la Francia del siglo XVIII, diseña superficies planas y parterres geométricos, recorta la vegetación y conceptualiza elementos y fuerzas naturales en fuentes con grupos escultóricos. Si lo que prefiere es un mundo sorprendente, imprevisible e instintivo, como en la Inglaterra del siglo XVIII, deja en el terreno en su irregularidad natural, la vegetación creciendo espontáneamente en bosques oscuros, senderos tortuosos, arroyos y cavernas». En ese sentido, Conde demuestra en Botánica del sueño, un «Dioscórides lírico», como señala Francisco Álvarez Velasco en su prólogo al citado libro, que también está emparentado con el Libro de los venenos de Antonio Gamoneda, que su mundo es «sorprendente, imprevisible e instintivo», de lo que dan fe poemas como «Retama / Lygos sphaerocarpa», arbusto ya glosado con anterioridad por poetas como Giacomo Leopardi o Leopoldo Panero: «Nada se oye en el camino, acaso el polvo de la ginestra en las caravanas del cierzo. Cuando el sol aprieta los misales, yo os hablo de una raza que sospecha de la cal, que se apaga en las tabernas de la sed, que sacrifica la mies hasta olvidarse del rebaño. Os hablo de la firmeza del monte bajo, del casquillo en la pared del cementerio, de la oración con las manos atadas al silencio».


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Siete paraguas al sol Manuel Cortés Blanco

ÁGORA 10º Aniversario

Ediciones Irreverentes, Madrid, 2012 283 páginas Concepción Floría

Siete hermanas, siete ciudades, siete vidas. Siete historias aliñadas con relatos, que acabarán convirtiéndose en una: la nuestra. A partir de la trayectoria de sus protagonistas y con el pretexto de buscar a su padre desaparecido, Manuel Cortés Blanco crea una trama emotiva, detallando alguna de las vivencias más críticas de los últimos años: el éxodo del pueblo a la ciudad —am-

Sociedad en crisis, puro cuento Fernando Gil Villa

bientada en Madrid—, la emigración —Frankfurt—, los desaparecidos —Buenos Aires—, el odio interétnico —Kigali—, el cáncer y otras dolencias de la vida moderna —Nueva York—, la guerra —Bagdad— y la soledad —en aquel municipio donde todas las frases comienzan con un no. Una simbiosis de relatos y novela, otra mezcla de sonrisas e ilusión, una nueva máxima a aplicarse: Que llueva no depende de ti; que lleves paraguas, sí. Sencillez con ironía, mil frases magistrales, un guiño a la reflexión. En definitiva, otra obra al más puro estilo del autor que —al igual que las anteriores— atrapará a su lector.

Chiado Editorial, Salamanca, 2012 181 páginas Apolodoro de Rodas

No solo la economía sino todo cuanto nos rodea parece estar en crisis. Los verdaderos protagonistas de este mundo desquiciado son los excluidos y las situaciones cada vez más contradictorias que nos toca vivir cada día. Un investigador enloquece buscando terroristas debajo de las piedras. Un barrendero pasa tan desapercibido entre las chicas del bar y los turistas que acude al circo en busca de un aplauso. Un sin techo al que le cues-

Entre el Riguel y la Bardena Emilio Gil Moya

ta suicidarse descubre que tiene superpoderes. Un cantante de rock intenta ligar con un vidioclip en el que desentierra cadáveres republicanos de una fosa común, pero el tiro le sale por la culata. Deciden no dedicarle una calle a un famoso poeta local recientemente desaparecido debido a su orientación sexual. Un universitario que por casualidad acompaña a su madre al cementerio cree entablar conversación con su tatarabuelo, pero no logra entenderse con él. Una mujer venga a la hermana que nunca se recuperó de un desengaño amoroso… Guerra, terrorismo, medio ambiente, xenofobia, homofobia…, 14 problemas sociales, con su introducción y su cuento, en los que la imaginación sociológica tiende la mano a la literatura.

Ejea de los Caballeros, 2011 134 páginas Alfonso Cortés

Emilio Gil tiene vinculación directa con uno de los pueblos de colonización de Bardenas, Sabinar, porque su familia, viniendo desde Carenas, en la zona de Calatayud, se instaló en este pueblo de las Cinco Villas a finales de 1961. Se sumaba, pues, a otras tantas familias de colonos que decidieron venir hasta estas tierras en busca de un futuro mejor. Emilio, en el 50 aniversario de El Sabinar celebrado en 2011, hace este regalo a su pueblo y a sus gentes.

Aunque su familia emigró muy pronto a Barcelona, los frecuentes viajes de ida y vuelta hicieron que Sabinar siguiera siendo su pueblo. Así lo siente, lo vive, y hasta presume de ello. En una sencilla edición de bolsillo con 130 páginas, de forma emocionada, cariñosa y nostálgica nos cuenta sus vivencias infantiles y adolescentes al pie de la Bardena, en el río Riguel, el cine, la estanca, el club, el baile, las fiestas, los amigos.... que le marcaron como persona.

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LEER PARA VIVIR - DE ADULTO

ÁGORA 10º Aniversario

José María González Gamonal 1892—1936 Círculo de Opinión «Juan Sancho» José Francisco Abadía Álvarez Ejea de los Caballeros, 2012 438 páginas. José Antonio Remón José María González Gamonal pertenecía a ese grupo de personas, de las que tan necesitado ha estado nuestro país, que desde las clases medias y con posturas reformistas se comprometieran a conducir a España hacia la modernidad. De este modo Gamonal se vio envuelto en ese duelo entre inmovilismo y reformismo, entre tradición y progreso, que ha jalonado la historia contemporánea de España y que le acabó costando la vida en defensa de sus dos grandes amores: la patria y la República.

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El terror reaccionario desatado en la comarca de Cinco Villas por los sublevados golpistas en el verano de 1936 no solo se llevó por delante a trabajadores de clase baja y a miembros del movimiento obrero, sino que también acabó con aquellos comprometidos con el progreso desde una óptica democrática reformista, con profesiones liberales y posiciones acomodadas, como le ocurrió a Gamonal cuando fue sacado, junto a otras

16 personas, de la cárcel de Ejea el 1 de agosto de 1936 para ser fusilado cerca de Tauste. José Francisco Abadía se adentra en el personaje con sumo detalle, resaltando su figura pero insertándola en su entorno, en la España convulsa que le tocó vivir. En el libro van desfilando figuras importantes que tejieron el ambicioso experimento modernizador en pro de una España más democrática y avanzada. Además de contarnos las diversas facetas de la biografía de este abogado castellano afincado en Ejea, de mostrarnos sus inquietudes intelectuales y humanas y de relatarnos su compromiso social y político –en el que destaca su etapa de Gobernador Civil—, el libro recoge abundantes documentos y testimonios escritos de gran valor que nos ayudan a comprender mejor y a valorar el impulso ético y la entrega de Gamonal y sus compañeros de ideales y esperanzas. El resultado del libro es un ejercicio magnífico y exhaustivo que ilumina una figura y una etapa apasionante que a menudo se nos ha presentado con demasiadas sombras.

La tradición arquitectónica civil en Ejea de los Caballeros José Antonio Remón Aísa y Asunción Gil Orrios Foro de Mujeres Progresistas de Ejea Ejea de los Caballeros, 2012 238 páginas A.G. En mayo de 2011 se presentó el libro La tradición arquitectónica civil en Ejea de los Caballeros, obra de José Antonio Remón Aísa y Asunción Gil Orrios, editado por el «Foro de Mujeres Progresistas de Ejea». Se trata de un libro que contribuye a conocer, reconocer y divulgar los aspectos generales de la arquitectura de Ejea, sus rasgos distintivos, pero también la memoria incardinada a sus muros. A través de abundante documentación, los autores ahondan en lo constructivo y estético así como en sus aspectos humanos y nos permiten acercarnos al conocimiento del pasado más reciente. El libro trata sobre el patrimonio menos conocido y estudiado de Ejea, el de la arquitectura civil, aportando numerosos datos, varios de ellos inéditos.

Un amplio apartado del libro se dedica a la vivienda tradicional con su estructura, materiales y fines. Recoge las diferentes tipologías arquitectónicas que van desde los palacetes hasta las modestas cabañas, pasando por la arquitectura del agua, tan ligada a las faenas diarias de la población, con sus fuentes, lavaderos, abrevaderos y puentes. También nos presentan aquellas tipologías arquitectónicas derivadas de las nuevas necesidades y de la progresiva modernización de la sociedad ejeana del siglo XX que alcanzaría su cenit en los años sesenta: estación de ferrocarril, casa consistorial, hospital, mercado, escuelas, etc. Finalmente, la arquitectura artesanal y la industrial así como una síntesis de la arquitectura de Rivas y Farasdués y la más moderna de los pueblos de colonización tienen un hueco en este estudio. La edición del libro ofrece abundantes fotografías en blanco y negro de edificios que podemos ver en la actualidad y otros ya desaparecidos


LEER PARA VIVIR - DE NIÑO Y DE JOVEN

ÁGORA 10º Aniversario

A partir de 6 años

De 0 a 5 años

Eva Bajén Texto: Emilio Urberuaga Ilustraciones: Emilio Urberuaga Título: Una cosa negra Editorial: Narval Ciudad y año de publicación: Madrid, 2011

«Bruno era una cosa negra que se aburría como una ostra gis. Se transformó en…» Adultos y niños podrán compartir juntos las transformaciones de «esa cosa negra» en distintos animales para buscar compañía y aprender sobre las diferencias, la autoestima, el inconformismo y… los números.

Texto: Liesbet Slegers Ilustraciones: Liesbet Slegers Título: Mira qué orejas Editorial: Edelvives Ciudad y año de publicación: Zaragoza, 2011

Manipular y leer: esa es la propuesta de este libro ideal para que los más pequeños exploren el mundo. Podrán descubrir en cada página un nuevo animal con sus características más destacadas: sus onomatopeyas y orejas.

Texto: Helga Bansch Ilustraciones: Helga Bansch Título: Las aventuras de Osito Editorial: OQO Ciudad y año de publicación: Pontevedra, 2011

¿Qué debemos hacer para conocer el mundo y formarnos como personas? Partir de viaje, perseguir los sueños y elegir nuestro destino. Esa es la apuesta de Osito que logra la felicidad siguiendo esta receta. Todo lector que se acerque a este libro podrá leer y disfrutar con las ilustraciones de este nuevo libro que cuenta una historia de siempre.

Texto: Jacques Prévert Ilustraciones: Mordicai Gerstein Título: Para hacer el retrato de un pájaro Editorial: Factoría K de libros Ciudad y año de publicación: Pontevedra, 2011

¿Cómo podemos retener en el instante? ¿Cómo retratar a un ser que está en continuo movimiento? La medida del tiempo, el valor de la paciencia, el modo en el que se refleja la vida en el papel…En el fondo estamos ante una reflexión sobre lo efímero y nuestro afán de retener lo que no nos pertenece. Sin duda un libro bello lleno de poesía en palabras e imágenes.

Texto: Ana Gasol y Teresa Blanch Ilustraciones: Teresa Novoa Título: La princesa bola de barro La princesa bola de fang Editorial: Almadraba, Castellnou Ciudad y año de publicación: Barcelona, 2011

No todas las princesas son maravillosas. Algunas son un desastre. Aunque es bueno intentar cambiar. Sin embargo, el final es sorprendente en un libro en el que imágenes y palabras se aúnan en una reflexión sobre los comportamientos que se esperan de nosotros.

Texto: Ricardo Gómez Ilustraciones: Tesa González Título: El perro que buscaba estrellas Editorial: Edelvives Ciudad y año de publicación: Zaragoza, 2011

Dejemos hablar al propio autor: «Gos es un perro vagabundo que decide abandonar el mundo de perros donde han vivido su madre y sus hermanos. Los perros vagabundos no tienen que dar explicaciones a nadie y él busca estrellas preguntando a quienes no tienen reparos en hablar con un perro vagabundo. Y las acaba encontrando cerca, en un lugar insospechado…»

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A partir de 8 años

LEER PARA VIVIR - DE NIÑO Y DE JOVEN

ÁGORA 10º Aniversario

Texto: Silvia G. Guirado Ilustraciones: David García, Forés, Desirée Arancibia, Marta García Pérez Título: La inspiración dormida. Regreso a los colores olvidados Editorial: Play Attitude Ciudad y año de publicación: Barcelona, 2011

«Para todos aquellos que se atreven a soñar y a viajar en busca de sus propios colores», así podemos leer en la dedicatoria del libro. Los lectores de todas las edades podrán seguir a Carmesina en un hermoso relato bellamente ilustrado que recorre el mundo de los colores, de los cuentos y de la imaginación. Con ella recuperaremos esos colores que a veces olvidamos en el día a día.

Texto: VV.AA Ilustraciones: Robert Dunn, Roger Langton y Sara Silcock Título: Caballeros y dragones Editorial: Saldaña Ciudad y año de publicación: Oyarzun (Guipúzcoa), 2011

No podía faltar en el escaparate una nueva versión de cuentos sobre reinos fantásticos donde todo es posible. Veintiún cuentos que introducen a los lectores en los universos que han hecho soñar a muchísimas generaciones y nos han mostrado la necesidad de luchar por un mundo mejor.

Texto: Gustavo Roldán Ilustraciones: Gustavo Roldán Título: Cómo reconocer a un monstruo Editorial: Thule Ciudad y año de publicación: Barcelona, 2011

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A partir de 10 años

Premio Junceda al libro infantil ilustrado de ficción 2011.

Recomendado para lectores a partir de 8 años, realmente las instrucciones para reconocer a los monstruos son necesarias en todas las edades y más en esta época de crisis. Y aunque los más jóvenes sean muy expertos, está bien que en este caso nos dejemos guiar por Gustavo Roldán. No en vano este libro vivió su propia aventura antes de ser publicado. Sin duda los monstruos no querían que descubriéramos sus secretos.

Autor: Franciska Gehm Título: Metamorfosis a medianoche Editorial: Edelvives Ciudad y año de publicación: Zaragoza, 2011

Se trata de un nuevo libro de una serie sobre unas gemelas en plena adolescencia. Con mucho humor nos plantean los problemas de estas chicas que tiene que decidir, además de otras muchas elecciones sobre unos mismo, si quieren ser humanas o vampiras. Seguro que en tiempos como estos es un difícil dilema; pero… ¿cuándo ha sido fácil ser adolescente?

Autor: Rick Riordan Título: La pirámide roja Editorial: Montena Ciudad y año de publicación: Madrid, 2011

Escritor americano, Rick Riordan es un autor de fantasía, misterio y literatura juvenil, conocido principalmente por su serie de libros acerca de Percy Jackson y los Olímpicos. En este caso acompañamos a los hermanos Kane en sus incursiones por el mundo de los dioses egipcios, donde enfrentan con el mismísimo Set. Una manera divertida y emocionante de conocer aspectos muy básicos que cimentan la cultura universal.

Autor: Derek Landy Título: Detective esqueleto. Días oscuros Editorial: SM Ciudad y año de publicación: Madrid, 2011

Cuarta entrega de las aventuras de Skulduggery Pleasant y su ayudante, Valquiria Caín. Aunque pertenece a una serie, se puede leer de forma independiente. Los amantes de las aventuras podrán seguir las vicisitudes de nuestros protagonistas en una nueva edición de la eterna lucha contra las fuerzas del mal. Los lectores de once años lo recomiendan especialmente.


A partir de 14 años

A partir de 12 años

LEER PARA VIVIR - DE NIÑO Y DE JOVEN

ÁGORA 10º Aniversario

Autor: Miguel Mena Título: Alerta Bécquer Editorial: Alba Ciudad y año de publicación: Barcelona, 2011

Mena y Gustavo Adolfo Bécquer son una combinación difícilmente rechazable. Esperábamos un nuevo libro del escritor y periodista y no nos ha decepcionado. ¿Qué somo capaces de hacer por amor? Respondiendo a esta pregunta seguimos a nuestros protagonistas en un azaroso e interesante viaje por España. No desvelamos más: hay que acercarse al libro y disfrutarlo.

Autor: Betsy Byars Título: Bolas locas Editorial: Noguer Ciudad y año de publicación: Madrid, 2011

Tres niños son acogidos por los Manson, tres niños que han visto su mundo definitivamente roto. Se sienten como esas bolas de brillo metálico de las máquinas del millón. ¿La vida es así? ¿Hay que dejarse llevar como esas bolas que reciben golpes y las lanzan de un lugar a otro? Un libro para mostrar a nuestros lectores vidas que pueden cambiar de rumbo con la voluntad y con la cooperación.

Autor: Blue Balliett Ilustraciones: Brett Helquist Título: El juego de Calder Editorial: Salamandra Ciudad y año de publicación: Barcelona, 2011

La autora escribe sus novelas en torno a las obras de famosos artistas. Esta vez le toca el turno a Alexander Calder, escultor estadounidense inventor del juguete móvil colgante o chupin. El arte, las matemáticas y la filosofía se dan la mano en esta novela con alusiones a Sartre, Lewis Carroll, Einstein, Stevenson e incluso Banksy... El lector deberá estar muy atento pues su participación es esencial para resolver una intriga que mezcla arte, matemáticas, filosofía, historia y literatura. ¿Quién puede dar más?

Autora: Laura Gallego García Título: Donde los árboles cantan Editorial: SM Ciudad y año de publicación: Madrid, 2011

¿Cuándo sale el último de Laura Gallego? Esa es la pregunta que se hacen los lectores de literatura fantástica. Y la escritora española nunca decepciona. Aquí tenemos su último libro en el que de nuevo hay una aventura de superación personal con personajes que se hacen atractivos por el misterio que llevan consigo y por su sugerente capacidad de permanecer fieles a sus sentimientos más profundos.

Premio Gran Angular

Autora: Begoña Oro Ilustraciones: Ricardo Cavolo Título: Pomelo y limón Editorial: SM Ciudad y año de publicación: Madrid, 2011

Se trata de una novela de amor. Los sentimientos de Jorge y María son el hilo conductor de esta novela. El problema es que sus madres son famosas, por lo que las relaciones entre estos dos adolescentes pueden verse entorpecidas por la persecución mediática. En el libro se mezclan dibujos que llenan las horas aburridas de las clases, cartas, entradas de diario… una original forma de narrar que acerca todavía más el relato a todos los lectores.

Autor: Annabel Pitcher Título: Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea Editorial: Siruela Ciudad y año de publicación: Madrid, 2011

«Mi hermana Rose vive sobre la repisa de la chimenea. Bueno, al menos parte de ella». Jamie, con la mirada lúcida de los nueve años, nos muestra todo lo que un suceso trágico puede destruir en una familia. A la vez que el chico se enfrenta con un mundo que es poco amable con los débiles, vemos cómo va forjándose un bella amistad entre personas aparentemente antagónicas. De nuevo un niño centra la atención del lector en lo que realmente es importante. Una bella historia que teníamos que recomendar.

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A partir de 16 años

LEER PARA VIVIR - DE NIÑO Y DE JOVEN

ÁGORA 10º Aniversario

Autora: Yoko Ogawa Título: La niña que iba en hipopótamo a la escuela Editorial: Funambulista Ciudad y año de publicación: Madrid, 2011

La autora es muy conocida en su país y esta obra se inscribe en un ciclo dedicado a la amistad y a la infancia iniciado con La fórmula preferida del profesor. A través de sus páginas vamos a conocer las dificultades que presenta la unión entre culturas, pero también la belleza de los sentimientos universales. ¿El título? En la finca donde tiene que vivir la protagonista vive un hipopótamo enano.

Autora: Janne Teller Título: Nada Editorial: Seix Barral Ciudad y año de publicación: Madrid, 2011

«Nada importa. Hace mucho que lo sé. Así que no merece la pena hacer nada. Eso acabo de descubrirlo». Nada es una novela que no deja indiferente, literaria y filosóficamente plantea preguntas inquietantes que animan a los lectores a tomar decisiones sobre sus propias vidas. Cuando un libro logra algo así nos encontramos sin duda ante un posible clásico.

Autor: Patrick Rothfuss Título: El temor de un hombre sabio Editorial: Mondadori. Círculo de lectores Ciudad y año de publicación: Barcelona, 2011

Esperada continuación de las historia sobre Kvothe iniciada con El nombre del viento, obra que consiguió auparse a los puestos más destacados de las listas de ventas, aun siendo una novela de clara adscripción fantástica, sin una promoción espectacular, sólo de boca en boca. El autor consigue crear un universo propio en el que vemos cómo evoluciona el protagonista desde el momento en que pierde a su familia a manos de unos misteriosos seres. Rothfuss compite actualmente con R.R. Martin por el trono ocupado por Tolkien y de momento ha ganado el prestigioso premio Quill de literatura fantástica. Los lectores han esperado dos años y medio para tener en sus manos esta segunda parte.

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Literatura infantil Como en anteriores ediciones, Ágora reserva un espacio para nuestros pequeños grandes escritores. Sin lugar a dudas, es la razón de ser de esta revista: la promoción y difusión de la lectura y la escritura entre niños y jóvenes. Esta vez, han sido doscientos sesenta y dos las obras originales de narrativa y poesía que nuestros escolares de entre seis y doce años nos han hecho llegar, como de costumbre, venidas de todos los colegios de las Cinco Villas y la Ribera Alta, e incluso de fuera de nuestra comarca. La selección ha sido una tarea ardua y difícil, pero gratificante, pues nos muestra el inmenso potencial literario de nuestros escolares. En una sociedad que se dice «poco lectora», dominada por la televisión y los videojuegos, ¿puede haber algo más alentador que comprobar la desbordante imaginación y calidad que desprenden estas obras? Desde estas líneas les invitamos a comprobarlo.


LITERATURA INFANTIL

ÁGORA 10º Aniversario

Narrativa de 1º a 3º de primaria Primer premio

El meteorito que cayo sobre la tierra Aral Oset Andreu 2º de Primaria / CRA Fabara— Nonaspe «Dos aguas» En un lugar de Francia hacia mucho viento a la vez que mucho calor. Se juntaron el calor y el aire y cayó un meteorito. Dentro del meteorito había un marciano. Era pequeñito, tenía las orejas como antenas, los ojos muy grandes, no tenia pies y era de color azul y granate, era muy extraño. 130

Jack, un niño de ocho años que pasaba por allí, lo recogió y lo llevo a su casa. Se lo pasaron muy bien, pero Jack tenía que ir al colegio, aunque no le gustaba porque se aburría. Entonces le preguntó al marciano si quería acompañarlo. Lo metió en su mochila y se lo llevó. En el colegio la lio gorda; puso el colegio hecho un desastre. Los amigos de Jack se enfadaron porque creían que lo había hecho él y no querían ser sus amigos. Jack se fue a casa muy triste.

vestigar y hablaron con sus padres. El marciano era mas listo que ellos y se volvió invisible, no encontraron nada. Entonces decidieron llamar a los detectives que investigaron mucho y lo seguían, pero no lo encontraron. Sus padres no sabían qué hacer y llamaron al médico. Le hicieron muchas revisiones pero Jack no estaba enfermo. Entonces Jack como sospechaban mucho usó a Míster Raro de cebo y se volvió invisible. En el colegio los niños aún lo notaban raro, aún no sabía cómo volver con ellos. La única manera de tener amigos era dejar a Míster Raro, pero no quería. Jack le dijo un día a Míster Raro que los amigos ya no le querían y estaba triste. Míster Raro le dijo:

El marciano y Jack se lo pasaron muy bien y Jack decidió ponerle un nombre al marciano, se llamaría Míster Raro.

—Entiendo que echas de menos a tus amigos, yo echo de menos a mi familia, ¿y si nos despedimos? ¿Pero cómo puedo volver?

Jack y Míster Raro jugaban al fútbol, cantaban canciones, jugaban al escondite y a muchas cosas divertidas, se hicieron muy amigos. Jack lo escondía cuando venía alguien a su habitación o a su casa. Incluso sus padres no lo sabían. Un día fue a visitar a sus abuelos, ellos lo encontraron un poco raro como si estuviera escondiendo algo. Era Míster Raro.

A Jack se le ocurrió una idea fantástica. Construyeron un cohete espacial. Míster Raro se preparaba para marcharse y tenía mucha pena. Fabricaron un walquie talki para hablarse siempre que quisieran. Jack estaba muy contento porque tenía a sus amigos y al amigo espacial. El mundo volvía a ser normal. Sus amigos volvían a ser los mismos y su familia ya no sospechaba de el.

Todo el mundo, sus abuelos, amigos y padres sospechaban de Jack. Al final del día los abuelos fueron a casa de Jack a in-

Jack tenía su secreto y un amigo para toda la vida, que era Míster Raro.


LITERATURA INFANTIL

ÁGORA 10º Aniversario

Segundo premio

El libro mágico Eloy Montañés 3º de primaria / CEIP Ferrer y Racaj de Ejea de los Caballeros Érase una vez un niño llamado Álex que tenía 8 años y vivía en Ejea de los Caballeros con su familia.El domingo se fueron a visitar a sus abuelos y Álex se subió a la buhardilla a jugar. En un rincón se encontró un baúl lleno de polvo. Álex abrió el baúl y encontró un libro muy viejo que al abrirlo decía: «Si lees esta frase tendrás poderes mágicos». Álex leyó la frase: «Chimpampún, toda la magia tendrás tú». Desde entonces, Álex tenía poderes mágicos y se lo pasaba muy bien. Se volvía invisible, podía volar y hacía bromas a sus amigos, les movía las cosas de sitio, desaparecía y aparecía en otro lugar...

Pero un día se incendió una casa y Álex aprovechó sus poderes para volar hasta allí y para sacar a la familia que estaba en el balcón del piso de arriba. Los bomberos no podían subir y él los salvó. A partir de entonces empezó a usar mejor sus poderes, se dio cuenta de lo importante que era ayudar a la gente. Por sus buenas obras le nombraron el Superhéroe de Ejea de los Caballeros. Si todavía no lo has visto es porque aún no necesitas ayuda.

Diploma

La mala suerte no dura siempre Marta Carnicer Bureta 3º de Primaria / CEIP Ferrer y Racaj de Ejea de los Caballeros ¡Siempre tenía mala suerte mi amigo Adrián! Cuando nació, se cayó de la cuna y se hizo mucho daño. Cuando era un bebé, se perdió en la playa. En la guardería nadie quería jugar con él. Hoy se ha levantado tarde, se ha bebido la leche corriendo y se le ha caído por toda la ropa. Ha llegado a clase y se ha olvidado

el libro de mates. En el recreo, jugando al fútbol de delantero no ha marcado ni un gol. Cuando ha salido del colegio se ha olvidado de que tenía una fiesta de cumpleaños. Sus amigos se lo han recordado, ha ido y se lo ha pasado muy bien. ¡Menos mal que la mala suerte no dura siempre!

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LITERATURA INFANTIL

ÁGORA 10º Aniversario

Poesía de 1º a 3º de primaria

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Primer premio

Segundo premio

Estamos en crisis

La librería

Cristina Lázaro Palacio

Alumnos 1er Ciclo Primaria

3º de Primaria / Ferrer y Racaj de Ejea de los Caballeros

CRA Los Bañales de Uncastillo

Te contaré que... Mis padres, mi hermana, toda mi familia, uno detrás de otro me dicen sin parar: No pidas tanto, ¡Estamos en crisis!

Fuimos un día por la calle y, Encontramos un cuento Lleno de poesías Inventadas por un artista Zaragozano, nacido en Uncastillo.

Te contaré que... Las personas, los vecinos, todos los seres humanos, repiten a coro: ¡Estamos en crisis! Te contaré que... La televisión, la radio, todos los medios de comunicación, entonan esta canción: ¡Estamos en crisis! Te contaré que... Los reyes Magos, Papá Noel, todos los seres mágicos, recuerdan al llegar: No hay muchos regalos. ¡Estamos en crisis! Te contaré que ... con tanta crisis me empiezo a liar, cambio las letras, me salen más: ¡SIS, SISI, SI...! y...¡Sorpresa, mi nombre...CRIS!

Conocimos tu librería Una librería genial, Muchos libros había Para que leyeran los niños Leyendas, fábulas y muchos más. ¡Era una librería genial! Años y años estaba, 30 aÑos cumplió, Ofreciendo su mayor riqueza Sus libros ¡Nada más! Leyendo y leyendo Imaginación tendremos, Buenos piratas seremos Reconquistando corazones. Entre todos los niños Reuniremos muchos libros Inventaremos muchos más ¡A todos les gustarán! Cuenta cuentacuentos Esperando historias Nos dormiremos Tan tranquilos, Rápidamente soñaremos ¡A dormir! ¡A dormir! ¡Libros venir!


LITERATURA INFANTIL

ÁGORA 10º Aniversario

Diploma

Diploma

Mi abuelo

¡A tu salud!

Carla Rodrigo Pérez

Paula Aznárez Collado

2º Primaria / Colegio Hnas. Mercedarias de Ejea de los Caballeros

3º Primaria / CEIP Mamés Esperabé de Ejea

Tengo a mi abuelo. Cuando me riñe, dice que me quiere y me da un caramelo. Me da de comer, me ayuda a estudiar, me lleva a patinar, y también a jugar. ¡Ay, abuelo, cuánto te quiero! Te abrazo y te doy un caramelo.

Tomates guisantes, manzanas... todas son cosas sanas. Leche, cereales y zumo desayuno por las mañanas. Carnes, pescados y legumbres los como entre semana. Dulces y golosinas... ¡Sólo los fines de semana! Comer sano es importante para que te hagas grande como un gigante.

Diploma

La familia maravilla Javier Salvatierra Mayo 3º Primaria / Colegio Hnas. Mercedarias de Ejea de los Caballeros Mi familia es muy hermosa, y no es que sea ni verde, ni azul, ni rosa. Mi padre es más guapo que un sapo. Mi madre es lista, y no se le escapa ninguna pista. Manuel, mi hermano, creo que es el más malvado. A Jorge, el pequeñín, le daría besos sin fin. Y yo que soy el mayor, ayudo a todos mogollón. Así es nuestra familia Y nos llaman «Maravilla».

Y cuando hayas terminado de comer ¡Corre a lavar los dientes pero sin dar un traspiés! ¡¡ A TU SALUD!!

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LITERATURA INFANTIL

ÁGORA 10º Aniversario

Narrativa de 4º a 6º de primaria

Primer premio

Mi rosa negra Alicia García Pascual 6º Primaria / C.P. Ferrer y Racaj 134

17 de Marzo 1.936 Yo tenía 7 años cuando mandaron a mi padre a la guerra. Recuerdo ese día como si hubiera sido ayer. Esa misma mañana me fui al granero a coger un poco de trigo, para que mi madre pudiera hacer el pan. Cuando llegué a la cocina había una carta para mi padre. —Papa ha llegado una carta para ti –le grité desde la cocina. —Ya bajo tesoro —me respondió él. Dejé el trigo en la mesa, salió mi madre y me propuso algo. —Cariño, ¿me quieres ayudar con el trigo? Yo asentí con la cabeza. Entonces mi padre bajó por las escaleras con la cara desencajada. —Adela, ven —le dijo a mí madre. Cuando volvieron mi madre me abrazó y me dijo: —Mi amor, tienes que ser valiente. Papá se va a ir a la guerra. Mi padre me abrazó como nunca. Esa misma noche se fue. Habían pasado ya dos meses y papá no había vuelto. Mi madre me cogió y me dijo señalándome el corazón: —Pase lo que pase yo siempre estaré aquí. Llamaron a la puerta y mi madre salió a abrir. —Señora, su hija tiene que venir con nosotros —le dijo un señor con un extraño traje. —¿Por qué, qué sucede? —le preguntó mi mamá.

—Me temo que la guerra no tardará en venir y su hija ha de ser exiliada a Francia con el resto de los niños, para no correr riesgos. Mi madre con el corazón roto aceptó y ese señor me cogió y me separó de mi madre. Estuvimos andando hasta llegar a una estación de tren. Me montaron en el tren y me dijeron: —Oye, bonita, el viaje va a ser muy largo, así que di si quieres algo antes de arrancar — No, no quiero nada —le respondí. Me quedé mirando por la ventana todo el viaje, hasta que llegué a Francia. Me metieron en un colegio interna. Al poco de estar allí me llegó una carta de mi madre, que decía que mi padre había sido fusilado. Me costó superarlo pero lo afronté. Me sentía sola, todas las tardes me encerraba en mi habitación y pedía que se acabara la guerra .Estuve allí hasta que acabó, 3 años, pero me quedé 7 años más, porque tenía miedo de volver. Cuando volví al pueblo no lo reconocía, había mejorado mucho, ya no era como yo lo recordaba. Llamé a la puerta que creía que era mi casa. —Hola mamá —le dije. —Elvira, ¡eres tú! —me respondió. — Sí, mamá —le dije mirando sus tristes ojos llorosos. Ella me abrazó como nunca y me dijo: —Cariño, no veas cuánto te he echado de menos —Y yo, mamá, y yo.


LITERATURA INFANTIL

ÁGORA 10º Aniversario

Segundo premio

El arpa solitaria Alumnado 5º Primaria. CEIP Alfonso I de Tauste Un día un grupo de turistas se perdió en la sabana de África. África es preciosa y les encantaba estar solos con animales. Tenían hambre pero no había nada que comer. Tenían sed pero uno que tenía un poco de agua se la bebió y ya no hubo más. Anduvieron toda la noche y al final encontraron un sitio para refugiarse. Les asustaban los ruidos de la selva y Kina, la guía, salió a ver qué era. De repente se encontró un instrumento que hablaba llamado Bumbu. Al principio se asustó pero luego se hicieron amigos. A la mañana siguiente Bumbu les trajo comida y les presentó a Afrot, Asian, Quipal, Okra y a otros muchos. Andando y andando llegaron a una aldea. Todos allí estaban cantando y bailando con otros instrumentos raros. Se pusieron a bailar con ellos y cuando acabaron se sentaron alrededor del fuego. —Os voy a contar una historia de cuando me fui al Cuerno de África —empezó a decir un instrumento raro llamado Okumpa. —¡Muy bien! —dijeron todos. —Yo era una jovencita cuando me ocurrió esto. Estábamos paseando por la playa cuando tropecé con algo en la arena. Era un instrumento alargado y alto que parecía que tenía el pelo repeinado y que no conocíamos nadie en este país. Era un arpa. Arpa era solitaria, inteligente, morena y de ojos verdes. Nos dijo que había salido de España hacía mucho tiempo y se había perdido en el desierto. Nadie la conocía y todos nos burlamos de ella porque nos parecía rara. Se sentía triste y lastimada. Empezó a llorar y con la rabia soltó toda su melodía. Todos los instrumentos nos quedamos boquiabiertos. «¡Qué melodía tan bonita!», dijimos. Al día siguiente todos le pedimos perdón y le preguntamos: —¿Quieres jugar con nosotros? Y se hizo con un montón de amigos. Éramos instrumentos muy originales, no solo del desierto sino también de otras partes de África y del mundo. Uno de ellos era la Clave de Sol. Clave de Sol era alta, rubia, con pelo ondulado y ojos verdes, amable y

dulce. Era la profesora y su trabajo era componer música y dirigirnos a todos. Un día iba bailando por la calle con los ojos cerrados cuando de repente sintió un dolor. Abrió los ojos y vio que se había chocado con Arpa. —Perdón —dijo Arpa —No. Si ha sido culpa mía. Es por ir por la calle bailando con los ojos cerrados como una loca, dijo Clave de Sol. —Pues vamos a tocar juntas algo, ¿no? —Vale. Al día siguiente, Arpa fue al cole y allí se encontró con muchos instrumentos raros y muy originales. La profesora, Clave de Sol, explicó que teníamos que ir de excursión. Y nos fuimos al día siguiente. Empezamos a hacer juegos en que unos nos perseguíamos a los otros. Cada uno tocaba una melodía, unas veces juntos y otras separados o por grupos. La verdad es que fue una excursión estupenda. Al llegar la noche, Arpa cogió su diario de la mesita de noche y escribió: «Querido diario. ¡Qué contenta estoy! Me he perdido en el desierto pero he encontrado un montón de amigos. Al principio no tenía ninguno y todos me parecían raros. Cuando salí a la calle todos se burlaron de mí. Pero gracias a que me choqué con Clave de Sol les he conocido a todos y he visto que todos son grandes músicos y que si tocamos todos juntos hacemos una música fantástica. Yo no sabía que en este país cuando hay una fiesta todo el mundo participa y cada uno hace los que mejor se le da: bailar, tocar o cantar».

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LITERATURA INFANTIL

ÁGORA 10º Aniversario

Diploma

Amigos inseparables Laura Mena García 6º primaria / CEIP Cervantes de Ejea de los Caballeros Os voy a contar una extraña pero bonita historia. Y digo extraña porque es muy difícil tener tanta suerte como el protagonista de este relato. Lo de bonita, ya veréis por qué. Había una vez un niño de 10 años que se llamaba Raúl. Era un chico alto, moreno, de pelo corto y rizado y ojos azules. Vivía en una casa bastante grande a las afueras de la ciudad, en medio del campo, al lado de un río. El sueño de Raúl era tener un perro, pero sus padres no le dejaban. Él insistió e insistió, pero no le dejaban, hasta que un día, el día de su cumpleaños, en su fiesta, sus padres le regalaron un sobre. Raúl abrió el sobre con mucho entusiasmo. En el sobre ponía:

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«Raúl, te has portado muy bien durante estos meses, te vamos a dar una oportunidad de cumplir tu gran sueño, pero para eso te tendrás que portar aún mejor. De parte de tus padres» Raúl estaba tan contento que hasta se le saltaron las lágrimas. Al día siguiente, hizo todo lo que pudo para comportarse, y al siguiente, y al siguiente,… Raúl se dio cuenta de que era muy duro, pero le daba igual. Tenía una oportunidad al fin de lograr lo que más deseaba, y no iba a desperdiciarla. Un día, mientras Raúl fregaba los platos, llegó el gran momento. Sus padres le dijeron al fin que iban a ir a la tienda de mascotas a elegir un perro. Al día siguiente fueron a comprar el perro. Raúl estaba muy contento, dando botes por mitad de la calle, pero le daba igual; iba a conseguir su gran sueño. Cuando estaban dentro, a Raúl le dio mucha pena ver a todos los cachorros dentro de las jaulas, y aunque se hubiera llevado a todos a su casa, sólo uno podía ser el afortunado y ya sabía el que quería. Inmediatamente se lo dijo a sus padres y a la dependienta para que lo sacara de la jaula. Era un cachorro precioso. Les explicó que era un cachorro de dos meses labrador y era negro, pero tenía un rasgo muy peculiar; tenía una mancha blanca en el lomo. Raúl no se lo pensó dos veces, se lo llevó a casa y decidió llamarle Tomi. «Es un nombre muy ridículo», dijeron sus padres. «Ya, pero lo pensé cuando era pequeñito y desde entonces no dejo de pensar en ese nombre», respondió. Raúl y Tomi se hicieron muy amigos. Iban juntos a todos lados, a jugar, de compras, aunque pusiera que no se podían llevar perros, él lo escondía dentro de la cesta y así no se enteraba nadie. Todas las mañanas, hacían su caminata rutinaria al río. A Tomi le encantaba el agua y de paso, pescaba algún que otro pez. Raúl le leía cuentos a Tomi por la noche, porque pensaba que le ayudaría a dormir mejor. Dormían los dos juntos siempre.

Un día cuando se despertaron vieron que era una mañana muy lluviosa, pero daba igual. Como todos los días de lluvia, cogieron el chubasquero y fueron los dos a caminar por el río. Tomi se metió como siempre dentro del agua, pero llevaba mucho rato y Raúl se estaba preocupando porque no lo veía. «Estará cerca. Además nunca mete la cabeza dentro del agua porque le da miedo», pensó Raúl. Pero no lo veía. Lo buscó durante horas, y llamó a sus padres para que le ayudaran a buscarlo. Lo buscaron hasta que se hizo de noche. Raúl estaba llorando y llorando. Los dos se habían hecho tan buenos amigos que no quería perderlo. Al final, ni él, ni su familia, ni la policía, ni los bomberos lo encontraron. Al final, Raúl perdió la esperanza de encontrar a su fiel amigo Tomi. Pasaron años y años. En realidad pasaron cinco años. No pasaba un día en el que Raúl no se acordara de Tomi. Un día estaba en el parque, y vio a una familia formada por un padre y una madre y sus tres hijos. La hija pequeña, que era un bebé, era rubia y muy guapa; el hermano era grande y aparentaba 14 años; la hermana mayor, bueno, la mediana entre todos los hermanos, tenía unos 9 años. De repente, al bajar la vista al suelo, el corazón le dio un salto en el pecho. Tenían un perro igual que Tomi, incluso con una mancha en el pecho, ¡igual que Tomi! Pero no podía ser. No quería hacerse ilusiones. De repente el perro salió corriendo, y se abalanzó sobre Raúl al que tiró al suelo y con su rostro lleno de lágrimas, se dejó lamer por su querido Tomi. Todos los miembros de la familia se quedaron muy sorprendidos y tristes a la vez, porque todos entendieron lo que significaba esa reacción del que hasta entonces había sido su mascota. No querían ni llamarle, por miedo a que no les hiciese caso, y se confirmaron sus sospechas. Cuando Raúl se calmó un poco, y Tomi dejó de lamerle, explicó a la familia lo que pasó aquél fatídico día en el que desapareció su querido amigo. Ahora eran todos los miembros de la familia los que no podían contener las lágrimas, porque aunque no querían que Tomi se fuera de su lado, entendían que lo justo era que el perro volviese con su verdadero dueño. Raúl sentía mucha alegría por haber encontrado a Tomi, pero a la vez mucha tristeza de ver a toda la familia llorando, ya que se acordaba de lo mal que lo pasó cuando perdió a su amigo, por lo que les propuso llegar a un acuerdo, y dejar que todas las semanas fueran a verle. La familia, emocionadísimos de nuevo, aceptaron. Y así acaba la historia de un afortunado perro que salió de una triste tienda, para ser feliz dando y recibiendo cariño de dos familias a la vez.


LITERATURA INFANTIL

ÁGORA 10º Aniversario

Diploma

Ayira y Obatayá Marta Castillo Esteban 6º Primaria / CEIP Ferrer y Racaj de Ejea de los Caballeros Ayira era una niña que vivía en África, vivía con su abuela en una pequeña aldea porque sus padres se habían ido a Europa a buscar trabajo. Su casa, si se puede llamar así, era muy sencilla y además de vivir con su abuela también la compartía con su tío, su mujer y dos niños pequeños. Ayira ayudaba a su abuela en las tareas de la casa y también se tenía que encargar de los dos niños que, por cierto, eran bastante traviesos y siempre se metían en líos que ella tenía que solucionar. A menudo soñaba con el regreso de sus padres. Su padre se había marchado hacía ya dos años y a su madre hacía seis meses que no la veía. Todos los días recordaba las palabras de sus padres cuando se fueron: —No estés triste, volveremos pronto. Vamos a buscar un futuro mejor y un lugar donde nuestra familia pueda ser feliz. Pero ella no entendía lo que le querían decir, ella ya era feliz con sus padres en África. Un día fue al arroyo a lavar la ropa. Allí se encontró con una tortuga que le quería morder la ropa que estaba lavando. La niña, muy asustada, empujó a la tortuga y esta cayó al agua como una roca en la mano de un niño. A la semana siguiente Ayira volvió al arroyo. De nuevo apareció la tortuga, pero lo que ella no sabía es que aquella tortuga no era como la que puedes comprar en cualquier tienda, no, no, era especial. Aquella tortuga era única, porque tenía poderes que no se podía ni imaginar, pero, claro, para creer en ella tenía que realmente creer en la magia de los cuentos.

Ayira pensaba que era una tortuga cualquiera, y entonces la tortuga empezó a hablar. —Hola —le dijo. —¿Puedes hablar? —le contestó la niña sorprendida dando un traspiés que casi la hace caer al agua. —Cuidado, niña —dijo la tortuga. —Me llamo Ayira, ¿y tú? —le dijo la niña esperando alguna respuesta. —Me llamo Obatayá. Todos los días que vienes a hacer la colada yo te observo y me he dado cuenta de que últimamente estás muy triste ¿Qué te ocurre? —Echo mucho de menos a mis padres, ojalá pudiera verlos pronto —le dijo Ayira casi llorando. —¡Ten paciencia! —le dijo Obatayá—. Mañana recibirás buenas noticias. Ayira se fue a casa pensando en lo que le había ocurrido y aquella noche apenas durmió. ¿Cuáles serían las buenas noticias de las que le hablaba Obatayá? Al día siguiente alguien llamó a la puerta. Ayira fue a abrir y allí delante de sus ojos estaban sus padres con una gran sonrisa y los brazos abiertos. —Ayira, cariño, te traemos una sorpresa. Un billete de avión para que viajes con nosotros. Por fin podremos estar juntos. ¿Qué te parece? La niña estaba muy contenta, pero no sorprendida, porque un pequeño amigo ya le había adelantado la noticia.

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LITERATURA INFANTIL

ÁGORA 10º Aniversario

Diploma

Carta a mis abuelos Josefa y Carmelo Adrián Dieste Sanz 5º Primaria / CEIP Ferrer y Racaj de Ejea de los Caballeros Ningún tesoro del fondo del mar alcanzaría para haceros un regalo que compensara todo lo que me habéis dado. Quiero que guardéis esta carta siempre cerca de vosotros para que cada vez que la veáis os recuerde todo lo que os quiero. Que sepáis que cada vez que me contáis una de vuestras historias me provocáis una gran euforia. Cada vez que yayo Carmelo cocina esas migas tan ricas, no sólo alimenta mi cuerpo, sino también mi aliento. Cuando yaya Josefa nos prepara su famosa paella de milorchas, me paso la mañana pensando en cuándo llegará la hora de comer para comerme las conchas. 138

Vuestros juegos sin cesar, el ajedrez con yayo y las cartas con yaya, no los superan, ni tan siquiera la mejor Nintendo ni el mejor balón. Y, sobre todo, vuestros besos y caricias sin condiciones no se pagan, ni con todo el oro del mundo. MUCHAS GRACIAS POR TODO EL AMOR QUE ME DAIS. OS QUIERO.


LITERATURA INFANTIL

ÁGORA 10º Aniversario

Diploma

Problemas Noelia Terrón Racaj 6º Primaria / CEIP Mamés Esperabé

de

Ejea de los Caballeros

CAPERUCITA GÓTICA: Había una vez una Caperucita que, tras muchos años con su misma vestimenta, pasó del típico traje rojo y alegre a pintarse la cara de blanco y negro y a vestirse como una verdadera gótica. Su «enemigo» lobo no aparecía por ninguna parte. La verdad es que estaba en paro. Él, unos días antes de este gran suceso, dijo: —Ya me canso de perseguir a Caperucita y a su abuela. Voy dejar este trabajo tan aburrido y me voy al paro que, como están las cosas, casi es mejor estar sin trabajo que esta agobiante rutina. Y la abuelita, según lo que le dijo el médico, no podía moverse de la cama, algo que estaba acostumbrada a hacer habitualmente. Y estos son los problemas en Caperucita Roja o, ahora, Caperucita Gótica. LOS CUATRO CERDITOS: En un bosque perdido vivían cuatro cerditos, sí, cuatro cerditos. Los hermanos Práctico, Violinista y Flautista ahora tenían un hermano secreto que durante su vida había vivido en Londres. Al descubrir a su hermano secreto, los cerdos de campo no se alegraron mucho. No tenían más espacio en la casa para el hermano secreto y los tres hermanos pensaban que el londinense les llevaría sus costumbres a los cerditos de campo. Eso que decían los cerditos... ¡se hizo totalmente realidad! El cerdito trabajador tuvo que dormir en el sofá de su salón para

dejarle su cama al nuevo inquilino y cuando se dieron cuenta, estaban celebrando el día de Acción de Gracias y la noche de las hogueras, con la que casi incendian todo el bosque. BLANCANIEVES Y LOS TRES ENANITOS: Érase una vez una Blancanieves un poco más solitaria de lo normal. En vez de siete enanitos en casa, ahora solo había tres. Los otros cuatro enanitos habían desaparecido un cálido martes trece. Al día siguiente del suceso, Blancanieves, mientras preparaba la comida a los enanitos restantes, vio en las noticias de la 1 un terrible suceso: —Última hora: se han encontrado cuatro enanitos heridos graves a las afueras de un bosque. Uno iba en coche y ha chocado con un camión que llevaba otro de los enanitos. El camión que conducía el segundo enanito iba cargado de madera, que, con ella, otro enanito tropezó y fue a parar a una catarata, que le llevó a un río repleto de cocodrilos del Nilo que, por suerte, estaban dormidos. El otro enanito lo vio mientras trabajaba, intentó salvarle, y también fue a parar al río. Los cuatro están ingresados en el hospital. Si alguien los quiere visitar lo podrán hacer esta misma tarde o mañana por la mañana, más información en el mismo hospital. Blancanieves y los otros tres enanitos los fueron a visitar esa misma tarde a los heridos y el médico les dijo que los cuatro enanitos estarían ingresados tres meses en el hospital de Barcelona.

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LITERATURA INFANTIL

ÁGORA 10º Aniversario

Poesía de 4º a 6º de primaria

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Primer premio

Segundo premio

La luna

La mar y el universo

Sandra Sierra Martinez

Darío Marcos Casalé

5º Primaria / CEIP Mamés Esperabe de Ejea de los Caballeros

5º Primaria / CEIP Mamés Esperabé de Ejea de los Caballeros

Luna blanca, luna fría, naces por la noche, mueres cuando llega el día, sin hacer ningún reproche.

Admiro las cosas bellas. De cuantas conozco, la mar y el universo son mis estrellas.

Luna blanca, luna triste, muchas noches te veo llorar, las estrellas son lágrimas que perdiste, por eso no me gusta mirar. Luna blanca, luna llena, eres la guardiana de la oscuridad, vigilas los sueños de la gente buena, por eso duermen con mucha seguridad. Luna blanca, luna lucera, tú que caminas lentamente, llegas siempre la primera.

Sus enigmas me trasladan a abismos y nebulosas. Su grandeza me hace pequeño como un átomo o un grano de arena. Su hermosura me sorprende con cúmulos estelares y bancos de coral. Abro los libros. Mis ojos recorren el espacio y me arrastran las corrientes marinas. Soy James Cook o Jacques Cousteau. A veces tengo alas y disfruto la brisa estelar. A veces tengo aletas y disfruto las olas del mar. ¡Cuidado, un meteorito! ¡Cuidado, un tiburón! Admiro las cosas bellas y también la precaución.


LITERATURA INFANTIL

ÁGORA 10º Aniversario

Diploma

Diploma

El bosque

La brisa

Silvia Hernández Garcés

Rosana García Martínez

5º Primaria / C.R.A. Luis Buñuel de Pinsoro

6º Primaria / CEIP María Domínguez de Gallur

Con el cantar de los pájaros me despierto y todos días bailo con el viento. Desde las alturas puedo vigilar a las setas cuando su cabeza van a sacar.

La clara brisa acariciaba la tímida piel de la niña que se hallaba al lado del lago, mientas esta suspiraba. La fresca brisa le llegaba mientras se ponía su chaquetita. La brisa la rozaba sus verdes ojos resplandecientes, su piel tímida y clara, por sus delgadas piernecillas, sus labios secos y su pelo negro. La tibia brisa le acariciaba. La brisa le acarició, y al fin ella se durmió.

A muchos animales protección les doy y un gran hotel con muchas camas soy. A otros que vienen cansados sombra les doy y a los que tienen hambre mis frutos les doy.

Soy una fábrica de oxígeno, con mis raíces sujeto la tierra bajo mis pies. Puedo ser de muchos tipos, flores rosas, blancas o de mil colores puedo tener. Y si me vienes a visitar me iré contigo a pasear. Y con mi olor te perfumarás y aquí un amigo siempre tendrás.

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LITERATURA INFANTIL

ÁGORA 10º Aniversario

Diploma

Diploma

Soy baile

El baile del mar

Emma García Sanchez

María Sánchez Magdalena

6º Primaria / CRA Luis Buñuel de Pinsoro

6º Primaria / CEIP María Domínguez de Gallur

Soy baile que viene y va. Soy danza que va y viene. Soy movimiento y felicidad.

El mar va bailando, le es imposible parar, y yo voy pensando: «¡Qué bonito sería poder bailar con el mar!»

De pequeños con el Cantajuegos, de niños con Shake it up Y cuando somos mayores al compás del Cha—Cha—Cha. 142

Soy el lenguaje de la música, de varias formas puedo ser, igual estoy en un pentagrma que en el ritmo de tus pies. Se baila en todas partes del mundo China, Grecia, Italia y Alcorcón Al ritmo de instrumentos como el acordeón. En todas fiestas se bailan, canciones actuales. ¿Prefieres Vaina loca o mejor Bora—Bora? Solo sé una cosa, de la que estoy muy segura, y es que el baile no desaparecerá nunca.

Me gustaría moverme al ritmo del mar, nunca pararme, ir de aquí para allá. También podría, por el mar comenzar a andar, y caminando llegaría, a un idílico lugar. Sus aguas cristalinas veo pasar, ya no cabe duda: «¡Qué bonito sería bailar con el mar!»


LITERATURA INFANTIL

ÁGORA 10º Aniversario

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Literatura juvenil «Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia absoluta». Se trata de una frase célebre atribuida al filósofo griego Aristóteles, con la que Ágora desde su «carta fundacional» no puede estar más de acuerdo. Pensamos que si nuestros jóvenes adquieren un hábito tan saludable como el de escribir a una edad temprana seguramente la forma de encarar el futuro resulte muy distinto. No sólo para ellos, sino también para el resto de la Humanidad. Vivimos una época que descuida el mayor tesoro que posee el ser humano: la palabra. Y si es escrita, todavía mucho más. Algo que no podemos permitir. Hoy más que nunca necesitamos las palabras. Las necesitamos para vivir, para trabajar, para relacionarnos. Por tanto, en la medida que Ágora con su concurso literario pueda promover su uso, ya sea a través de un relato o un poema, estaremos contribuyendo a devolver a la palabra el valor que nunca debió perder. La multitud de colaboraciones recibidas y la calidad de los textos literarios de los jóvenes que aquí publicamos, desde luego nos hacen concebir un mañana más esperanzador. Léanlas y podrán comprobar que lo decimos es verdad.


LITERATURA JUVENIL

ÁGORA 10º Aniversario

Narrativa de 12 a 15 años

Primer premio

La ciudad de las mil puertas 144

Christian Espadas Ruiz 12 Años / Instituto Sta. Maria de Alarcos — Ciudad Real

—No es justo. Ya soy mayor. No tengo que irme a la cama si no quiero —gritaba el pequeño Tomás intentando liberarse de los firmes brazos de su madre, al tiempo que pataleaba sin cesar. —Si tan mayor te crees, demuéstralo portándote bien —le decía su madre una noche tras otra justo antes de darle el beso de buenas noches y cerrar tras de sí la puerta de su habitación. —No quiero dormir. No tengo sueño. No puedes obligarme —protestaba débilmente el niño —Quiero ir a ver la tele—. Pero su madre ya no le escuchaba. Hacía tiempo que había regresado al salón. —Pero hoy no dormiré —decidió aquella noche el niño obstinado, sentándose sobre la cama. Para combatir el sueño cogió un libro y comenzó a leerlo. A Tomás le gustaba leer. Lo cierto es que leía muy bien para su edad. Sobre todo le fascinaban las historias de magia y de lugares fantásticos. El libro que había escogido era uno de sus favoritos y por eso no era de extrañar que estuviese tan absorto en su lectura. Aquel libro trataba de una ciudad mágica, la más maravillosa ciudad que pudiese existir: «la Ciudad de las Mil Puertas», a la que no se podía llegar de ningún modo. En aquel momento, el único deseo de Tomás (mucho mayor que el de quedarse a ver la tele junto con el resto de su familia) era llegar a aquella ciudad misteriosa, donde había puertas que conducían a todos los lugares del mundo.

Lentamente Tomás cerró el libro y se puso a pensar en la cantidad de lugares a los que se podría llegar desde ella... el único límite era la imaginación, y la de Tomás estaba muy desarrollada a base de tanto leer. En aquel instante la puerta del armario tembló ligeramente, pero Tomás estaba tan ensimismado en sus pensamientos que ni siquiera se percató de lo que sucedía hasta que desde el interior del mueble se empezó a vislumbrar una débil luz. —¿Quién está ahí? —preguntó, arrebujándose entre las sábanas. Pero, como era de esperar, no obtuvo ninguna respuesta. Tomás esperó y esperó pero nada sucedió. La luz seguía brillando e incluso la puerta comenzó a dar débiles sacudidas de vez en cuando, armando un estruendo horrible. El chaval se preguntaba cómo era que su madre no había acudido ya enfurecida como un basilisco a preguntarle por la causa del alboroto. ¿Sería posible que no lo hubiese oído? Armándose de valor y abrazado a su osito de peluche se dirigió lentamente hacía la puerta del armario con la intención de abrirla de par en par y sorprender a lo que fuera que estuviese dentro. Cuando posó su mano sobre el pomo de la puerta, el armario tembló una vez más y la luz en su interior se hizo aún más intensa, obligando al pobre muchacho a cerrar los ojos para no quedarse ciego. Tomás vaciló antes de abrir la puerta, y tras parpadear varias veces y poner un ojo en la retirada para el caso de que las cosas


LITERATURA JUVENIL

se pusiesen feas de verdad, llenó sus pulmones de aire y de un fuerte tirón abrió la puerta. Como por arte de magia, la luz se extinguió y el armario dejó de brillar. Estaba vació. No había nada en su interior. Allí no había ropa ni tampoco ninguna otra cosa que pudiese ser la causante del misterioso resplandor. Nada a excepción de una puerta diminuto con una extraña leyenda en la que se podía leer: DCCLXXVII Tomás se quedó asombrado. Nunca había reparado en que en el interior de su armario se encontrase aquella puerta. Hacía dónde conduciría se preguntó extrañada. No tenía el aspecto de una puerta normal y corriente, eso se veía de sobra. El niño abrió la puerta y se encontró en un insólito sitio en el que no recordaba haber estado nunca. Con más curiosidad que miedo avanzó unos cuantos pasos internándose en aquel extraño lugar que se asemejaba más a un laberinto que a cualquier otra cosa. Un laberinto con cientos de puertas a su alrededor. —¿Dónde estoy? —susurró fascinado. El chico se dio la vuelta tratando de volver por donde había venido, pero una ráfaga de viento había cerrado la puerta por la que había accedido a aquel lugar y ahora era imposible distinguirla del resto de puertas que había allí. Su osito de peluche le resbaló de las manos, cayendo al suelo pero el niño no se dio cuenta de lo preocupado que estaba tratando de descubrir por dónde había entrado. Entonces se fijo que todas las puertas en aquel laberinto tenían inscripciones distintas. Eso le podía facilitar un poco las cosas, pues tan solo tenía que recordar cuál era la inscripción de la puerta que conducía hacía el interior de su armario. Se había fijado que era un número romano, pero como aún no los había estudiado en el colegio todos le parecían iguales. Desesperado, intentó probar suerte abriendo todas y cada una de las puertas. Pero para su desgracia todas resultaron estar cerradas con llave. —No, no, no, tiene que estar por aquí —gemía desesperado. Entonces notó que el manillar en el que acababa de apoyar su mano cedía bajo su empuje. Feliz por haber descubierto la que creía ser su puerta, alzó la mirada para leer por última vez la inscripción. No era posible. Aquella no era su puerta. Ésta no tenía grabado ningún numero romano, únicamente la adornaba una sencilla inscripción: SALA DE LOS NO DURMIENTES Tomás no sabía queé podía ser la sala de los no durmientes, pero pensó que no podía ser peor que el sitio en el que se encontraba ahora y decidió entrar. Pero cuando se dispuso a empujar la puerta notó que algo le retenía, sujetándole por la pierna. Era Teddy, su osito de peluche, que no estaba dispuesto a dejar que su amo se adentrase en sitios desconocidos.

ÁGORA 10º Aniversario

—No puedes entrar ahí Tomás. Ésa no es tu puerta. —¡Teddy! ¿Qué haces aquí? —exclamó sorprendido. —No puedes entrar ahí —repitió el oso—. Esa es la sala de los no durmientes. Y yo soy el guardián de la Ciudad de las Mil Puertas, que es donde tú estás ahora. He de advertirte que si entras ahí no podrás salir jamás. La Ciudad de las Mil Puertas... Tomás no se lo podía creer. Sentía una tremenda curiosidad pese a las palabras de su muñeco de trapo. Se preguntaba qué se ocultaría detrás de aquella puerta —Teddy... —empezó a decir Tomás. —No Tomás, lo siento pero no te puedo permitir que pases, algún día lo entenderás. Ahí dentro se oculta el secreto más terrible que encierra la ciudad. En esa sala solo hay gente adulta que tuvo mucha prisa por crecer y gente que ha perdido la esperanza y sus preocupaciones les impiden dormir. Nunca ningún niño ha entrado allí, y no voy a permitir que tu vayas a ser el primero. —¿Si... si yo no durmiese, acabaría ahí? —balbuceó Tomás señalando la puerta. —Sin ninguna duda. Ahora lo mejor que puedes hacer es regresar a tu casa —ordenó Teddy. —No sé como. No puedo abrir ninguna puerta, y no me creo capaz de encontrar la mía. —Si no puedes pasar por ellas es por que no son tus puertas, al menos, no hoy —puntualizó el oso—. ¿Quién sabe? Puede que algún día lo sean. Ven, te mostraré el camino de regreso. Teddy le guió hacia su puerta y le animó a pasar, prometiendo acompañarle en el viaje de regreso hacía su mundo. En cuanto Tomás cruzó la puerta se encontró en su cama con el libro sobre su regazo. —¿Ha sido todo un sueño?—se preguntó bostezando. Involuntariamente leyó el nombre del autor del libro que estaba leyendo: Ted Urso. Lo que le hizo pensar en su osito de peluche ¿Dónde estaría? Con la mirada le localizó junto a la puerta del armario. Si todo había sido un sueño, ¿cómo había ido a parar allí? En su manita Teddy tenía firmemente sujeta una notita de papel que decía: LA PRÓXIMA VEZ LO PASAREMOS EN GRANDE Desde entonces, Tomás se va a dormir tan pronto como puede, esperando volver algún día a la Ciudad de las Mil Puertas en compañía de su peluche, confiando firmemente en la promesa de Teddy.

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ÁGORA 10º Aniversario

Segundo premio

Badou y sus amigos Claudia Sanz Ansó 3º ESO / IES Río Arba de Tauste En una pequeña aldea de Senegal un grupo de niños está jugando al fútbol. El más alto de ellos, Badou, grita y mueve los brazos celebrando su gol. Lala, la única niña de todo el grupo, se dirige a él enfadada porque el pequeño Falou está en el suelo llorando. Badou le ha empujado cuando se dirigía a toda velocidad hacia la portería. Todo el grupo va a consolar a Falou y Badou le pide perdón y le da la pelota pera que saque él.

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La pelota ya estaba vieja y descolorida. Es roja y tiene un escudo del Fútbol Club Barcelona. Badou todavía recuerda el día en que los hombres blancos llegaron a la aldea. Venían tres camiones enormes con unas ruedas más grandes que los niños. Los hombres bajaron y mientras unos consultaban sus mapas otros se hacían fotos en el gran Baobab que está en la plaza de la aldea. Badou, que entonces tenía seis años, se acercó al hombre rubio y levantó su manita para tocar sus cabellos. Aquello le resultó gracioso al hombre, entró en su camión y salió con una pelota en la mano y se la regaló a Badou. Todos los niños de la aldea corrieron hacia ellos, pero los hombres blancos ya estaban subiendo en sus camiones y partieron dejando el camino lleno de polvo. Badou se convirtió así en el niño más popular de la aldea y todos los niños querían ser sus amigos para jugar con él al fútbol. El sábado era el día que jugaban. El resto de los días iban a la escuela y después ayudaban a sus padres en el campo y con los animales. El padre de Badou tenía un rebaño de siete cabras. Él ya sabía ordeñarlas y lo hacía muy rápido para acabar pronto, aunque a las cabras no les gustaba mucho. Su padre estaba muy contento porque este año tres de las cabras estaban esperando un cabrito. Si todo iba bien, el rebaño aumentaría. Hoy es miércoles y el padre de Badou se dirige con un cuenco de leche hacia el Baobab. Quiere hacer una ofrenda derramando la leche sobre el árbol. En la aldea se consideraba al Baobab como el árbol sagrado y la casa de los espíritus. Al anochecer Badou va a buscar a sus amigos Falou, Habib y Mamadou porque hay reunión en la plaza. Cuando todos se dirigen a buscar a Habib, ven un resplandor en el cielo cerca de la montaña. Son como unas chispas que se mueven, suben y bajan y desaparecen. Los niños continúan mirando hacia ese lugar unos minutos más pero las luces no aparecen y se marchan. En la plaza están todos sentados con su comida y sus cuencos de agua y leche. Les gusta comer todos juntos alrededor del Baobab. Y así escuchan las historias que los mayores cuentan una y otra vez. Hoy Demba va a contar la historia de sus antepasados. El abuelo del padre de Demba vivía en Missirah, un pueblo mandinga situado a veinte kilómetros de Dakar. Era un joven muy alto y fuerte que se estaba construyendo una cabaña para vivir con Safietou, su novia, desde que eran niños. Pero llegaron los demo-

nios blancos y destruyeron la aldea. Moussa, que así se llamaba el joven, fue conducido junto con sus hermanos y los demás jóvenes de la aldea, atados con cuerdas hasta la costa. Allí fueron vendidos a tratantes de esclavos y trasladados hasta la isla de Gorée, donde fueron encerrados en mazmorras, apiñados unos contra otros. Cuando los sacaron de allí, Moussa pudo ver por última vez a su amada Safietou, que con las manos ensangrentadas por las cuerdas, era arrastrada junto con otras jóvenes hacia una barca. La barca se dirigía hacia un gran barco anclado que, una vez metidas todas las jóvenes, partió mar adentro dejando a Moussa lleno de rabia y de tristeza. Luego les tocó a ellos el turno. Montaron en una barca y se dirigieron hacia otro barco. Los hombres blancos que les acompañaban desataron a un viejo enfermo que estaba al lado de Moussa y lo tiraron al mar para deshacerse de él. Pronto acudieron los tiburones. La cuerda de Moussa quedo floja y pudo soltarse y aunque los tiburones estaban siguiéndoles decidió lanzarse al mar. Era un buen nadador y alcanzó la costa sin que pudieran capturarlo de nuevo. Logró esconderse y llegar hasta esta aldea donde lo acogieron, y aunque nunca olvidó a su novia, formó una familia. Aunque no era la primera vez que escuchaban la historia todos los habitantes de la aldea sufrían con ella. Recordaban a los hombres, mujeres y niños que fueron secuestrados de sus aldeas y vendidos como esclavos. Luego llegó la parte más alegre y hubo cantos y danzas. Cuando se retiraban ya a sus cabañas, Badou y sus amigos vieron de nuevo las luces. —¿Serán los espíritus de los esclavos asesinados? —se preguntó Falou. — Vamos a acercarnos un poco —dijo Badou. Los cuatro se dirigieron hacia la montaña, pero se encontraron con que el camino estaba lleno de piedras y era difícil subir. Lo intentaron a través del bosque y cuando llevaban media hora andando vieron las luces cerca de una cueva. Los dos chicos más pequeños se escondieron tras unos arbustos y Badou y Mamadou se acercaron valientemente hacia la cueva. Entraron y de repente las luces aparecieron y con un zumbido ensordecedor giraban alrededor de ellos. Se asustaron mucho y se echaron a correr. Una luz se quedó pegada en la camiseta de Mamadou, que estaba aterrorizado. Cuando ya no podían más pararon a descansar y vieron que lo que llevaba en la camiseta era un insecto: una luciérnaga muy grande. Los cuatro rieron durante un buen rato y tuvieron una idea: llevarían las luciérnagas a la aldea para que las vieran todos los niños.


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Regresaron a sus cabañas y se acostaron. A la tarde siguiente salieron sin decir nada a los adultos. Falou cogió las redes de pesca de su padre y volvieron a la cueva. Extendieron la red en la entrada de la cueva y empezaron a hacer ruidos para que las luciérnagas salieran de ella. Muchas quedaron atrapadas y los niños rápidamente recogieron la red y bajaron a la aldea. Cuando llegaron comenzaron a llamar a todos niños, que acudieron

ÁGORA 10º Aniversario

a la plaza, y allí desplegaron la red. Las luciérnagas empezaron a revolotear entre los niños que gritaban y reían sin parar. Toda la noche estuvieron los niños y los adultos mirando las luciérnagas que al final se refugiaron en el Baobab y se quedaron allí a vivir para siempre. Siendo el Baobab de la aldea de Badou el primer Baobab luminoso del mundo.

Diploma

Pesadilla o realidad 147

Jorge Franco Gutiérrez 2º ESO / IES Reyes Católicos de Ejea

de los

Caballeros

¿Así que por fin te despiertas? ¿Llevas dormido cuanto, una semana? ¿Llevas dormido desde el incidente, verdad? Tranquilo que yo te lo explico todo… Estabas raro desde que tu familiar murió, y decidimos hacerte una fiesta para que te animases, ¿no te acuerdas? Poco después nos fuimos a pasear y entre risas y bromas entramos en aquella residencia. La verja de hierro oxidado se abrió con un chirrido ¿si? Después, unos poco se quedaron fuera pero tú entraste junto con Alberto, Gabriel, Daniel, y junto a mí. Aquel edificio carcomido por el tiempo, quedó obsoleto, por las nuevas tecnologías que el jefe de la residencia no quiso comprar. A medida que caminábamos nos dábamos cuenta de que aquel lugar, en su tiempo, fue un lugar muy bonito, los adornos y cuadros tenían un aire, no viejo, sino antiguo. Las puertas y ventanas tenían unos marcos exquisitamente tallados y los muebles, carcomidos por las termitas, presentaban una bonita silueta. Escogimos una puerta al azar, la puerta numero 13. Al entrar, una corriente de aire frío mezclado con el olor a madera vieja nos golpeo en la cara. Era una habitación normal, una cama, un armario, un escritorio y una silla de ruedas con una muñeca de trapo, ¿la recuerdas? Una muñeca de trapo de aspecto macabro. Encontramos una carta, el papel era viejo y el sello de cera cerraba el sobre amarillento. Al abrir la carta esto fue lo que leímos:

Te escribo para decirte que tu carta me encanto… eres demasiado buena y guapa para mi, te quiero y se que nunca te podré querer lo suficiente, soy demasiado viejo y el amor es para jóvenes y a nosotros se nos a pasado la época pero me da igual…yo te seguiré queriendo hasta el fin de mis días que estimo que será pronto. Adiós, espero tu respuesta. «La firma esta emborronada» ¿Qué te parece, bonita carta eh? Pero seguiré contándote porque lo mas extraño e insólito esta por llegar… Seguramente, todos pensamos lo mismo y enseguida salimos en busca de la habitación 24. Salimos al pasillo, no sé si el sentimiento fue mutuo entre los que estábamos allí pero yo tuve la sensación de una presencia a parte de nosotros. Nos pusimos en busca de dicha habitación, la habitación 24.Esta habitación estaba en la segunda planta, por lo tanto subimos por aquellas escaleras de madera que, a cada paso, se oía una sinfonía de crujidos… Al llegar arriba seguimos buscándola, 21, 22, 23… ¡24! después de forzar la puerta nos quedamos helados al ver que medio piso estaba derrumbado y que solo quedaba el armario y el escritorio que amenazaba con hundir las pocas maderas que lo sujetaban, una carta reposaba encima…

A la habitación 24

Con gran cautela, Gabriel se acercó y consiguió la carta en el mismo momento en el que el escritorio caía a la montaña de escombros del piso inferior.

Para Roxy:

Nerviosos, abrimos la carta y leímos lo siguiente:


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Para la habitación 13 Para Cesar Mi querido Cesar, el amor que sientes hacia mi es mutuo puesto que yo también te quiero , y contradigo lo que dices en tu carta, el amor no entiende de edades, si no estuviera en esta situación me gustaría verte de nuevo…pero es tarde y no se puede hacer nada, esperaré con paciencia mi hora final Adiós, Cesar, nunca te olvidaré. Roxy … Un silencio espectral inundo la estancia. … Pero de repente un ruido seco nos sobresalto, deducimos que había sido provocado en la habitación 13. Corrimos hacia allí pero frenamos en seco al ver lo que vimos… Todo estaba destrozado. La cama estaba hecha pedazos, el colchón arañado, el escritorio estaba marcado con golpes y agujeros, y el armario caído y roto.

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La silla de ruedas no cambió de posición pero la muñeca no estaba. Asustados a la vez que sorprendidos, salimos al pasillo y la puerta principal se cerró de un portazo sin que nadie la empujara y poco a poco todas las puertas se cerraron de golpe.

Corrimos en dirección contraria y nos separamos, tú y yo; y los demás juntos. Nos paso algo, algo raro. Mutuamente se nos erizó el vello y nos sentimos atraídos por una habitación. Súbitamente abrimos la puerta que no deberíamos haber abierto. Dos figuras espectrales nos miraban paradas delante de nosotros. Eran dos personas, una mujer y un hombre de avanzada edad. De repente señalaron las cartas que tenías en la manos, entonces lo comprendimos, eran Roxy y César que hasta después de la muerte estaban juntos y en aquel lugar. Te echaste a correr y yo te seguí, dejando caer las cartas en nuestra carrera. Encontramos a los demás y corrimos como locos por la residencia entre portazos y ruidos, entre sombras y oscuridad. Corrimos en dirección al segundo piso, encontramos una ventana abierta y el miedo nos obligo a saltar. Caímos todos bien, aunque tú tras caer te torciste el tobillo, recibiste un golpe en la cabeza y te desmayaste. Te conseguimos sacar a hombros y te llevamos al hospital Y aquí estamos, tú en la camilla y yo contándote la historia de por qué estás ahí. Ahora me queda una pregunta para ti… ¿Qué piensas sobre lo que te he contado? ¿Habrá sido una pesadilla o será todo real?

Diploma

Cenizas de ref lexión Javier García Aznárez 3º ESO / IES Cinco Villas de Ejea de los Caballeros Mi mente aún medio entumecida sigue esperando ese momento en el que por fin podrá descansar, ese instante en el que dejaré de sentir, de pensar, de ser persona; eso que llaman «muerte».

lo diga el que va a matar a un inocente con sus propias manos. —Yo no estoy en contra de Dios, ¡sino en contra de la Iglesia!— digo con mis últimas fuerzas.

La puerta se abre y la débil luz de una antorcha invade la habitación, entonces sé que ha llegado la hora de afrontar el duro castigo impuesto por aquellos que dicen seguir a Dios, los mismos que me llaman «rebelde» por creer en la ciencia. El gran portón se abre y la luz del día golpea mi cara, se hace el silencio, la plaza entera enmudece y yo saco fuerzas de la nada y consigo caminar firme hasta el centro de la plaza, levanto la cabeza y veo la muerte acercarse, los palos cuidadosamente colocados están dispuestos a arder, y yo con ellos.

Deja caer la antorcha que hace arder los primeros troncos; se aleja sin ni siquiera mirarme, pero el fuego implacable va devorando todo a su paso y se va acercando, poco a poco, alimentado por la madera hasta llegar a mí. El calor aumenta y mi piel sucumbe ante el poder de ese monstruo desatado, el dolor invade mi cuerpo, pero no tengo fuerzas para gritar, el silencio reina en la plaza y mi última imagen es la de un joven que saca una pistola y la dirige hacia mí con el fin de acabar con mi sufrimiento. «¡Justicia!» grita y acciona el mecanismo, un segundo después, la nada se ha apoderado de mi cuerpo y me lo arrebata.

El obispo sale de su carruaje dorado y antorcha en mano grita: —¡Este individuo va a ser castigado para que sirva de ejemplo a otros que como él intenten desafiar a Dios!— Tiene gracia que

Dicen que cuando mueres ves toda tu vida con otros ojos, yo lo único que vi fue un mundo en decadencia, un mundo en el que cuatro son felices y cuatro mil sufren día a día.


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Ladrón de sueños Mario Abadía Berges 2º ESO / IES Reyes Católicos de Ejea de los Caballeros ¿Qué piensas abuela? ¿Qué piensas cuando me miras? Tal vez no recuerdes mi nombre, ni siquiera el de tus hijos, ni ese amor tan profundo que en su día te sedujo. Pero yo quiero ser el guardián, el guardia de tus recuerdos y recordarte con cariño todos los días vividos. Recuerda cuando nací, la alegría de aquel día… Junto con la abuela Pilar, me mirabais todo el día, aunque después con mis lloros se os unía noche y día. Recuerda mis primeros pasos y esa frase que me decías: «No vayas tan deprisa, mi niño, o algún día te caerás. Antes de poder correr, hay que saber andar».

de Ordesa entre las vacas pastando, jugando con el abuelo a lo que se llama fútbol. Recuerda aquel primer premio de los disfraces de fiestas, vestidos de pamplonicas, haciendo los Sanfermines, con aquel carro de toro que nos habían dejado, donde bailamos sin parar hasta que llegó la madrugada. Recuerda mi Comunión: Qué bonito fue aquel día en familia, donde volviste a brillar junto a la abuela Pilar como brilláis cada día. Hoy, abuela, hemos podido retener al ladrón de tus recuerdos: Don Alzheimer es muy astuto, pero nosotros también, por lo que te pido tu permiso, abuela, para ser tuyo, y guardar todos tus buenos recuerdos… y que no se los pueda llevar.

Recuerda aquellas risas por los pueblos del Tena, junto con mis padres y hermano, corriendo por los senderos y por la pradera

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Esa sonrisa Andrea Cortés Arceiz 3º ESO / IES Reyes Católicos Sádaba Esa sonrisa. Esa sonrisa que él te saca todos los días. Esa sonrisa inevitable. Esa sonrisa que solo con verle se posa en tu cara. Ese simple «Hola» o «Adiós» que te diga te alegra el día. Esa sonrisa que aparece en tu cara cuando en casa recuerdas que lo has visto por el pasillo del instituto, que además te provoca un cosquilleo en el estómago. Las típicas mariposas. Esa sonrisa inexplicable. Esa sonrisa que tú le dedicas a él todos los días, pero que para él es una sonrisa más. Esa sonrisa que está en tu cara cuando piensas en él. Esa sonrisa que vale más que mil palabras para ti. Esa sonrisa que solo él te sabe sacar. Esa sonrisa que nada más con verlo a él sonreír se dibuja en tu cara. Esos labios que te vuelven loca. Esa personalidad suya que te encanta. Esos ojos que para ti son los más bonitos que existen en este mundo. Esos nervios incontrolables que tienes cuando te habla. Ese arrepentimiento por no haberle dicho algo en su momento. Esa sonrisa que no

tiene límites, esa misma que desaparece, se esfuma simplemente por el hecho de pensar que para él no significa nada. Pensar que a él le pasa lo mismo con otra chica, pero no contigo. Esas lágrimas que causa él. Esas lágrimas de impotencia, de no poder hacer nada para que se fije en ti. Esas lágrimas que tampoco tienen límite. Esas lágrimas que se forman al pensar que igual para él eres fea. Esas lágrimas que se deslizan por tu cara cuando recuerdas que hoy ha tonteado con una chica. Esas lágrimas derramadas que tus amigas te dicen que no merecen la pena, que no merece la pena llorar por él. Pero tú las ignoras. ¿Por qué? Porque para ti, él es tu todo, porque al fin y al cabo, él es el único que te puede hacer sonreír con una simple mirada, y ese es un poder que no tiene cualquiera. Una adolescente enamorada, muchas sonrisas, muchas lágrimas, un mundo.


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Cartas al cielo Laura Pinardel Molina 3º ESO / Colegio Ntra. Sra. de la Merced de Ejea de los Caballeros

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Papá, ¿te acuerdas de cuántas veces te decía que cuando fueras mayor no permitiría que te llevaran al asilo? ¿Y de cuándo te prometí que acabaría los estudios? El día que te fuiste fue un fin de semana. Ese día nada más levantarme me senté en el sofá y encendí la tele. Un rato después se levantó mamá. Me preguntó si quería ir a verte, le dije que prefería salir con mis amigos. Después de comer salí con ellos. Iker era mi mejor amigo. ¿Te acuerdas de él, papá? Decía que quería ser bombero como su padre y siempre sacó muy buenas notas. A veces me ayudaba a estudiar y me contaba cosas interesantes: «¿Sabes, Carla? Los científicos no usan ni la mitad de su cerebro, ¿te imaginas lo que podríamos hacer si lo usáramos todo?». Yo pensé, con tristeza, que cuanto más lo usábamos más destructivos éramos. Jugamos mucho rato y como me lo pasé bien fui a pedirle a mamá estar más. Abrí la puerta de la oficina: «Hola, ¿qué pasa Carla?» Antes de que yo pudiera responder entró la madre de Iker, me pasó una mano por el pelo. Eso fue muy raro. Ella es de las mujeres estrictas que intimidan. «Mmm… bueno, ¿puedo quedarme más rato con Iker, mamá?» Pero no respondió mamá sino la madre de Iker. «Claro, Clara, ¿por qué no cenas con nosotros?» Mamá me dio su permiso y me apresuré a salir, a ver si iba a cambiar de idea. Cuando volví seguimos jugando, pero pronto me di cuenta de las miradas extrañas que me lanzaba Débora, la hermana pequeña de Iker. «¿Qué pasa?». «Bueno, Carla, es que le ha pasado algo a un familiar tuyo…» Se me alteró el pulso. La primera persona en la que pensé fue en ti, papá. «¿Le ha… le ha pasado algo a mi padre?» Lo siento por pensar así, pero es que has tenido tantos accidentes… Me lo querías ocultar pero volviste alguna vez con la pierna rota. Y me parecía lo más normal del mundo porque yo sabía que eras camionero y te podía pasar algo. Yo apenas tenía seis años y te creí. Cuando Débora estaba a punto de responder llegó Sara: «¿qué pasa?» «Es que Débora me ha dicho que le ha pasado algo a alguien de mi familia y…» «Eso es mentira». Su voz sonó seca y violenta. Si las miradas matasen Débora no sería más que un montón de cenizas. Pero yo no me di cuenta de todo esto, papá, porque era muy inocente y no le di mayor importancia al asunto. Después de cenar me invitaron a ver una peli a casa de Iker. Así que fui. Me di cuenta de que Iker me miraba con curiosidad y me inquieté. La conversación con Débora resonó en mi cabeza como mil voces distintas e iguales a la vez que tomaban un carril bastante siniestro y desesperada traté de encontrar un significado a todo aquello. Entonces la madre de Iker me dijo que mamá nos esperaba a Lola y a mí. Cuando llegamos a la oficina mamá me miró

y derramó una única lágrima solitaria: «Carla. tu padre ha… muerto». El tiempo se detuvo. Quise gritar «mientes», quise gritar «¡solo dices eso para hacerme daño!». No lo hice. Apenas fui consciente de Lola tratando inútilmente de no llorar o de que mis mejillas estaban bañadas en lágrimas. Entonces fui consciente de lo que significaba eso. Significaba que nunca volverías a casa, que no volverías a darme las buenas noches, que no volvería a poder decir «este es mi padre» porque ya no tenía padre. Quise decir algo, papá, para demostrarte que era fuerte pero la única palabra que se escapaba de mis labios era siempre la misma como si de aire se tratara «papá… papá…». El día siguiente fui a clase. Se me metió en la cabeza que se reían de mí, pero no fue así. Más tarde hablé con Iker. «Tú lo sabías ¿verdad, Iker?» «Sí, lo encontró mi padre, como es jefe de bomberos… llamó a mi abuela Maruja y se lo dijo, y ella salió gritando y llorando ¿sabes? Yo también lloré, tu padre era muy majo…» «¿Qué le pasó?» «Se salió de la carretera, iba en el tractor y la puerta le aplastó la caja torácica» asentí, una, dos, tres veces. «¿Sabes, Iker? ayer no grité como en las pelis ¿para qué? nadie iba a entender lo que yo siento» «Lloraste mucho ¿verdad, Carla? Tenías los ojos rojos e hinchados de llorar». «Sí. Iker, fue mi culpa ¿verdad? Mi madre dijo ve a ver a tu padre y yo preferí salir con vosotros, si hubiera ido, él se habría quedado.» Iker suspiró y se revolvió, incómodo. «Si te digo la verdad creo que no fue tu culpa, aunque eso de preferir irte con los amigos a estar con tu padre es un poco egoísta». Tenía ganas de llorar pero no pude. Puede que me hubiera quedado sin lágrimas. Han pasado cuatro años desde entonces, papá. Pronto, en marzo más concretamente, cinco. He intentado ir a visitarte, en serio, pero siempre acabo llorando y a ti no te gustaba que llorase. Solo he podido ir dos veces y con mis amigos. En todo este tiempo he crecido como persona. He conocido a más amigos. Los mejores son Manel y Miguel. Me hubiera gustado que los hubieras conocido. Bueno, Miguel no es exactamente un amigo, es el sobrino del novio de mamá. Pensé que odiaría al novio de mamá y a su sobrino pero son muy majos. Aunque el novio de mamá nunca será como tú, nunca podrá sustituirte. Te quiere, te recuerda, tu hija: Carla


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Las arenas del destino Joaquín Casas Benedí 2º ESO / IES Cinco Villas de Ejea de los Caballeros Dicen muchas sabias lenguas, que en tiempos remotos existía un lugar en el que un simple esclavo podía convertirse en el héroe de un imperio. Un lugar con Coliseo de nombre. También cuentan muchas leyendas que hubo un hombre que marcó un antes y un después en la historia de este mítico estadio, Magnus Optimus, se hacia llamar. Nacido en el amplio valle del Íber, cerca de Caesaraugusta, fue capturado por un traficante de esclavos vendiéndolo por un insignificante precio para semejante poder. El comprador en cuestión se dio cuenta pronto de la habilidad superior de su compra, mientras luchaba en uno de los muchos ignotos estadios donde se podía sacar unas monedas. «El Íbero», le llamaban. Acababa con todo desafortunado ser con el que se cruzaba en las arenas, pero lo más impresionante de esta historia es que según cuentan odiaba su trabajo. Luchaba por propia supervivencia. Cada vez que acababa con alguien, un pedazo de su triste alma se rompía, haciendo sin embargo más feliz al público sediento de sangre. Un día sus monótonas luchas cambiaron, se levantó más temprano que nunca en su vida, y entre griteríos en un idioma desconocido para él, lo transportaron durante una incalculable cantidad de tiempo por desiertos caminos hacia la civilización. Poco a poco fue notando los cambios de clima y de acentos y razas. Antes de que se pudiera haber dado cuenta, estaba en Roma. La capital del Imperio, sinónimo de grandeza, y de miedo para los que osaran desafiar su gran poder. Fue entrando entre la gigantesca cantidad de edificios de la vasta urbe, hasta ver ante él la joya de la ciudad, el gran Coliseo. La magnífica estructura de su composición provocaba una sensación de temor y admiración en Magnus. El Íbero conocía a la perfección el significado de este edificio y el cometido que iba a tener. Solo de pensar la de muerte y sangre injusta que se derramaría por la simple diversión de un pueblo le daba rabia, pero sabía que de luchar dependía su vida. Pasaron los días. Apenas salía de su celda, y cuando se lo permitían, lo único que podía hacer era entrenar, practicar para la posterior matanza. Por fin, llegó el día. Las buccinas empezaron a sonar, dando comienzo al brote de sangre. Se abrieron las puertas hacia las arenas. Hacia las arenas del destino, donde se decidiría a muerte quién sería merecedor de conseguir la libertad. Magnus, acompañado de otros catorce gladiadores, se dirigió hacia el centro del imponente estadio. Al poco tiempo, miles de ojos estarían mirando todos y cada uno de los movimientos de las espadas, miles de bocas chillarían con cada oscilación de su cuerpo, y miles de puños se alzarían con la muerte y el dolor de unas personas, cuyo único error fue estar en el momento equivocado en el sitio equivocado. De las misteriosas e impredecibles arenas salieron legionarios sedientos de carne fresca que aniquilar, dispuestos a destrozar todos los huesos de Magnus y sus compañeros. Con la señal del emperador comenzó la lucha. Magnus se quedó atrás mientras observaba la masacre. Las

míseras espadas que les dieron para luchar no eran rivales para las grandes hachas de sus oponentes, que mutilaban uno detrás de otros los cuerpos de sus compañeros. Entonces Magnus se movió. Sus movimientos eran indescriptibles. Con la habilidad de un experimentado músico tocando el arpa, la elegancia y la destreza de un galgo en plena carrera, y la fluidez de un hilo de humo saliendo de incienso encendido, se iba abriendo paso entre todos sus contrincantes. Aunque estuviera acompañado de buenos luchadores, su superioridad era clara, por eso pronto todo el sádico público empezó a gritar su nombre con cada hombre caído bajo el filo de su espada. A Magnus le impresionaba e incluso le aterrorizaba el increíble espíritu sanguinario del pueblo. Se le hacía imposible el entender cómo semejante número de personas le podían amar solo por ser un asesino. La lucha terminó. Veinticinco hombres eran en un principio, seis tras la pelea. Magnus sentía repugnancia hacia la plebe, el Coliseo y, sobre todo, hacia sí mismo. Como gesto de su desacuerdo, tiró su espada contra el suelo, pero el pueblo, con una idea completamente distinta a la que tenía Magnus de la muerte, se lo tomó como un gesto de victoria, aclamando al que ahora todos llamaban el «Íbero Inmortal». Más de cuarenta luchas efectuó y en todas resultó invicto. Todo ciudadano que formara parte del Imperio ya conocía su nombre: Magnus Óptimus, el invencible. Muchos lo creían descendiente de los dioses. El gladiador nunca había estado tan poco orgulloso de escuchar su nombre. Muchas personas se hubieran sentido orgullosas, pero Magnus no era de este tipo de personas, él era diferente. Había calculado que llevaría allí un poco más de sesenta días, aunque nunca podía estar completamente seguro. Volvía la hora. Qué clase de desafío sería esta vez. Lo habían enfrentado a leones, tigres, osos, y toda clase de fieras imaginables, sin éxito alguno contra el invicto hispano. Además se había encarado con cuadrigas, con jinetes, y por supuesto, con otros gladiadores. Gladiadores que ansiaban su momento de gloria, recibiendo en cambio una dolorosa muerte. Él era la atracción principal de un sangriento circo, en el que nunca había deseado estar. Una vez más se encontró en el centro de las arenas. El César alzó la voz. Al parecer, esta era la última lucha. Sus oídos se colapsaron al oír el mensaje del emperador. Esta vez se enfrentaría a un número igual de gladiadores que los que ya había vencido en el transcurso de aquellos días. Un total de ciento cuarenta y cinco. Si la sangre derramada el primer día de su estancia en el coliseo le había parecido demasiada, solo al pensar en los cuerpos inocentes que habían caído sin razón alguna, por la simple diversión de un conjunto de estúpidas personas que consideraban eso divertido, sentía una profunda repugnancia. Y aunque pareciera completamente imposible todos los gladiadores «enemigos» fueron muriendo de uno en uno, aniquilados bajo el filo de su espada. Su espada relucía con

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el sol del mediodía, y la arena del Coliseo había pasado a teñirse de rojo. Se podía notar en él la escasez de fuerza que le quedaba después de semejante hazaña. En medio de los vítores de los cincuenta mil romanos adoradores de un homicida, este mandó callar a todos, y dijo unas palabras que se quedarían marcadas en las cabezas de todos los presentes: Pueblo de Roma, adoradores de la sangre y el exterminio, ¿tanto os divierte el sufrimiento de alguien? ¿Tanto os gusta ver plasmado el sufrimiento de alguien? ¿Tanto os gusta ver la sangre de un guerrero? Pues aquí tenéis la sangre de lo que vosotros

consideráis un héroe, que a partir de ahora descansará en los Campos Elíseos. Y tras estas palabras colocó la afilada hoja de su espada en su cuello, hasta que el frío acero penetró lo suficiente como para matarle. Tanta gente ansiosa de tener ese honor, y no fue otro que él mismo el que tuvo el placer de causar la muerte al que todo el mundo creía inmortal, por la propia satisfacción consigo mismo. Al menos esto es lo que cuenta la leyenda. Ahora eres tú el que decide si creerlo, o no. Porque como ya sabes, todo puede ocurrir en las Arenas del Destino.

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La travesía de Homero Javier Berrueco Betoré 3º ESO / IES Río Arba de Tauste

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Pasado ya el otoño en Finlandia llegó la noticia de que en un pueblo vecino llamado Vihtanen había surgido un brote de una enfermedad desconocida, afectando a un niño de apenas diez años. Aquel pueblo estaba a tan solo 15 km, pero resultaba muy difícil acceder a él debido a las grandes nevadas de la zona y únicamente podía hacer esa travesía un perro, pero no un perro cualquiera. Tenía que ser un perro especial, que pudiera caminar con facilidad por la nieve, y además debía ser rápido. En el pueblo vecino (Matosalme) eran conocidos por tener muchos perros, unos adiestrados para los trineos, otros simplemente de compañía y otros preparados para recorrer muchos kilómetros a través de la nieve, como era el caso de los San Bernardo, una raza fuerte, de gran tamaño, capaces de aguantar ventiscas, frío y nieve gracias a su pelaje. Esa tarde, el ayuntamiento de Matosalme recibió la notica y decidió que la mejor manera de ayudarles sería enviándoles un perro con los medicamentos necesarios. En el ayuntamiento contaban con una patrulla especial de perros San Bernardo y de entre todos ellos escogieron al perro más joven de todos, cuyo nombre era Homero. Homero aún no tenía dos años cuando le encargaron la misión de ir a Vihtanen y aunque era joven, era el único que sabía el camino de memoria sin necesitar una persona a su lado. En teoría parecía bastante fácil poder recorrer quince kilómetros hasta Vihtanen y por eso quisieron escoger a un perro que ya hubiera participado en alguna otra misión, para evitar problemas. A la mañana siguiente varios policías fueron a buscar a Homero para prepararlo. Le dieron un desayuno abundante, le pusieron un collar grande marrón que contrastaba con su pelo blanco y en la parte inferior de ese collar le colocaron un diminuto barril donde metieron un par de cajas de medicamentos, jeringuillas y agujas hipodérmicas. Al mediodía, los policías, trasladaron a Homero en coche hasta una zona en la que ya resultaba imposible transitar con el vehículo. La nieve tenía un gran espesor y era a partir de ahí cuando Homero debía empezar con su misión. Bajaron a Homero del

vehículo, se aseguraron de que su collar estuviera correctamente y el animal se sacudió, dio un bostezo y comenzó su travesía hacia Vihtanen. El joven San Bernardo atravesó sus dos primeros kilómetros sin ningún problema: caminaba con facilidad a través de la nieve y llevaba un ritmo muy alto, hasta que la nieve le llegó casi al cuello. Él lo intentaba con todas sus fuerzas, pero tan solo conseguía avanzar unos pocos metros. A pesar de ello, Homero no se rendía y luchaba por alcanzar su meta. En Vihtanen todo el pueblo estaba preocupado por ese niño. Era un chico bastante alto para su edad y de pelo muy rubio. Su familia no sabía cómo bajarle esa fiebre tan alta y estaban desesperados ya que cada día que pasaba, Jussi (que así es como se llamaba el niño) se encontraba peor, y su única esperanza era la ayuda de Matosalme con los medicamentos adecuados. Homero, exhausto, se desplazó hacia un saliente del camino donde la nieve tenía menos espesor, pero no tuvo más remedio que seguir su andadura por un frondoso bosque. Se adentró en él e intentó buscar el modo de volver a coger el camino. Pasaron horas hasta que pudo verlo de nuevo; corrió mucho peligro porque podía perder su barril. En las últimas horas Jussi ya no podía ni hablar, su sudoración era exagerada y las esperanzas de que los medicamentos llegaran a tiempo se iban desvaneciendo. Su familia ya lo había intentado todo, pero no lograron su mejoría. Todo el pueblo se había volcado con ellos, todos colaboraban, unos prestando cuidados y otros apoyando psicológicamente para que en ningún momento flaquearan sus fuerzas. Homero se encontró con un serio problema: por esa ruta no veía bien, debido al espesor de los pinos (especie muy común en los países nórdicos). Pero continuó adelante. Avanzó un par de kilómetros en línea recta hasta que volvió a verlo. Aquel camino ya no tenía nieve muy alta, ni obstáculos que impidieran su paso. Rápidamente y más relajado pero a buen ritmo, se dirigió hacia Vihtanen.


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Solo tardó dos horas en llegar al pueblo. Una muchedumbre se abalanzó sobre él y su barril para poder sacar el contenido y poder curar a Jussi de esa terrible enfermedad. Homero fue ovacionado como un héroe, todos querían tocarlo. Lo llevaron a una casa donde había una buena temperatura y le ofrecieron comida y agua. En el otro extremo del pueblo vivía Jussi. Un vecino (con el pequeño barril en sus manos) corrió hasta su casa. Allí le abrió un señor muy alto, rubio, con una pequeña barba y con grandes ojeras y lo invitó a pasar. Ya dentro de la casa el padre de Jussi (Heikki, que así es como se llamaba) muy nervioso, abrió el barril y se dispuso a inyectarle unas ampollas medicinales a su hijo. Le temblaba el pulso ya que sabía que esa era la única solución y tenía que confiar que fuera efectiva. Al cabo de unas horas la recuperación de su hijo fue notable, y paulatinamente, fue recuperando el color, las ganas de hablar y poco a poco comenzó a moverse. La noticia se difundió por

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todo el pueblo, organizaron una gran cena donde se encontrarían el perro y Jussi, quien tenía muchas ganas de salir a la calle y jugar con sus amigos. Se reunieron cientos de personas en la plaza del pueblo. Cada vecino traía algo de su casa para la cena y en una sartén inmensa hicieron la comida para todos. Empezaba a caer la noche cuando los familiares de Jussi, a pesar de estar muy cansados, se unieron a la fiesta y después decidieron ir a ver a Homero. Heikki lo miró fijamente acariciándolo y muy convencido decidió cobijarlo en su casa y darle un hogar. Al llegar la primavera, según lo acordado, varios vecinos de Matosalme vinieron buscando a Homero para llevarlo de nuevo a Vihtanen. Pero cuando entraron a casa de Jussi, y lo vieron, sintieron que Homero había encontrado allí una verdadera familia. Decidieron dejarlo en aquel pueblo en el que para todos Homero siempre sería «El Héroe», como figuraba con letras doradas grabadas en su barril colocado en un sitio preferente de la sala.

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El Camaleón dorado Hector Lafora Ara 1º ESO / IES Cinco Villas de Ejea de los Caballeros Hace mucho tiempo, en el corazón de África, vivía una familia de camaleones muy feliz. Al padre, aparte de los otros colores, el azul brillante de su cuerpo, le favorecía y a la madre, el violeta brillante. El hijo sólo tenía un color, que era el dorado. No podía camuflarse entre la vegetación de los árboles y del suelo, por lo tanto sería presa fácil. Una tranquila tarde, el padre y la madre del camaleoncito, fueron a por alimento. Una tribu africana había puesto una trampa entre unas ramas de una inmensa sequoia que medía más de veinte metros de altura, para cazar camaleones y luego disecarlos. La trampa consistía de dos moscas atadas a un hilo que llegaba hasta una jaula camuflada por las hojas de la sequoia. Los camaleones vieron las moscas y sacaron sus lenguas pegajosas. Se acercaron y las atraparon, pero en ese mismo instante la jaula cayó sobre ellos atrapándolos. 154

El camaleoncito se pasó tres horas sin beber y sin comer en la abertura regular del tronco en el que vivía, que estaba tirado en el suelo, y empezó a preocuparse. Salió de su guarida y fue en busca de sus padres, pero al cabo de un buen rato, al ver que no los encontraba, se rindió. A la mañana siguiente, los de la tribu se acercaron a ver la trampa que pusieron el día anterior. Se llevaron una gran alegría, porque habían caído en la trampa dos camaleones. Los hombres se los llevaron y se los vendieron a un americano que cada dos meses tenía que ir a trabajar a Australia y pasaba por África. El camaleoncito sabía que se había quedado huérfano. El reptil era especial, porque su piel era de color oro y esto le ayudaba a buscar comida y agua fácilmente, porque sus depredadores no lo identificaban como un camaleón. Al cabo de cuatro meses, el camaleoncito se había hecho mayor, había conseguido sobrevivir gracias a su ingenio y a su instinto de supervivencia. El americano que pasaba cada dos meses por ahí les comentó a la gente de la tribu que en su país se enteraron que en África, vive una especie de camaleón cuya piel es dorada y vale muchos dólares en el mercado americano. El americano hizo un pacto con los africanos. Este pacto consistía en que si le traían algún camaleón dorado, sea macho o

hembra, les daría una recompensa de quinientos dólares. Los africanos de esa tribu no sabían qué era los dólares, pero sí sabían qué era el oro y aceptaron el trato. Esa misma noche, tres hombres de la tribu, los más atrevidos, salieron en busca de algún camaleón dorado. Ellos tenían ventaja por dos razones, porque por la noche los camaleones, aunque tuvieran unos ojos grandes, les fallaba la vista, y otra porque saben que los camaleones se encuentran en los troncos rotos o caídos o tirados en el suelo. Los hombres pronto dieron con el tronco en el que vivía el camaleoncito, y partieron el tronco con pedruscos de un tamaño descomunal. El camaleón no sabía qué hacer y le goteaban gotitas de sudor por todo el cuerpo porque quería cambiar de color y no podía, ya que su piel era especial y no cambiaba. El camaleón salió corriendo de su guarida sin saber a dónde ir, pero al instante una gran mano negra lo atrapó. En ese mismo momento, los indígenas se lo llevaron a su tribu y lo metieron en una jaula. Durante el trayecto, el camaleón había estado muy asustado, se acordaba de sus padres, y de lo duro que había sido sobrevivir en una selva tan peligrosa. Al día siguiente, los tres hombres que lo cazaron, fueron a enseñárselo al jefe de la tribu, que era el más anciano y sabio de todos sus miembros. Cuando el jefe de la tribu vio al camaleón, se quedó sorprendido, porque nunca había visto nada igual, pero sabía que esa especie de camaleón es única, y existe desde muy antiguo. Las leyendas dicen que esos camaleones son sagrados, les protegen de los malos espíritus, de las enfermedades y les traen buena suerte. Por estas razones, decidieron que no lo venderían. El camaleoncito se hizo muy amigo de todos los niños de la tribu, cada día le daban de comer sus mejores manjares. Los niños se entretenían buscando bajo tierra sabrosas lombrices ricas en proteínas y vitamina C, alimento ideal para el camaleón. El camaleoncito se encontraba tan bien que, incluso fuera de la jaula, no se quería ir de ese lugar, era como uno más de la tribu, era su amuleto. Los indígenas le pusieron el nombre de Kiru, que en su lengua quería decir RESPLANDOR.


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Poesía de 12 a 15 años Primer premio

Segundo premio

Falsas apariencias

Tu recuerdo

Sofia Villa Bernad

Marina Jericó Valenzuela

2º ESO / IES Reyes Católicos de Ejea de los Caballeros

2º ESO / IES Cinco Villas de Ejea de los Caballeros

La vida me ha enseñado a desconfiar de todos; siempre te decepciona aquel que menos esperas, «tú tranquila», te dicen, «estaré allí, de veras», y, al final, te engañan por detrás de todos modos. Pocas personas son lo que de verdad parecen, no te dejes llevar por primeras impresiones, y aunque después te vayan pidiendo mil perdones, que no logren darte pena; no se lo merecen. Y a toda esa gente tonta que intente amargarte, demuéstrale que tú no te vas a dejar, enseñando el dedo corazón hazles callar, y que un paso al frente dé quien se atreva a mandarte.

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La vida Guillermo Ezquerra Domingo 2º ESO / IES Cinco Villas de Ejea de los Caballeros Las miradas reflejan la vida, los ojos reflejan los sentimientos, desesperación, amor y alegría, son pinceladas de ciertos momentos. El día es como la vida, en la infancia hay claridad, en la madurez hay atardecer y en la vejez, anochecer. Las miradas reflejan la vida, los espejos reflejan los rostros, el reloj en su pared mira, como pasa el tiempo para todos

Cada vez que pienso en ti, no sé qué me pasa. Siento un cosquilleo recorriendo mi cuerpo. Mariposas, con alegría, revolotean en mi centro. Y mi rostro, se sonroja Soy feliz, cuando pienso en ti. Mis piernas piden saltar, mi boca pide reír, mi cuerpo pide bailar, yo necesito volar. Cuando oigo tu voz, es como sentir una pequeña brisa de verano en mi pelo. Como si las nubes me cogieran y me llevaran con ellas. Cuando estoy contigo es como si volviera a mi infancia. Como si estuviera en un tiovivo mágico que me llevara atrás en el tiempo y me hiciera disfrutar. Quiero estar contigo, porque me haces sentir, me haces vivir. Y si no puedo tenerte a mi lado, en mi corazón, tu recuerdo tendré guardado.

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Narrativa de 16 a 20 años Primer premio

Carta a Molly María Cortés Dominguez 4º ESO / Colegio Salesiano Santo Domingo Savio de Monzón «Siempre he querido ser una estrella. Una grande, luminosa, que alumbrase con su luz el firmamento. Probablemente, una alejada de las demás, a 500 años luz de cualquier otra. Una estrella única, tal vez de esas fugaces que conceden deseos y atraviesan el cielo en décimas de segundo. De esas, que viven siglos, milenios y todo lo que se les eche encima. De esas, para las que no existe el tiempo».

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Mi nombre es Laura y mañana cumplo 16 años. Mamá está ocupada preparando la lista de invitados y ya ha hecho varias llamadas para alquilar un local. Vivo en Londres, en pleno centro. Estudio 1º de bachillerato humanístico en el prestigioso colegio de St. Paul´s Girls School para señoritas. Mi vida parece normal, algunos dirían que tengo suerte. Pero, en realidad, no me conocen. A veces me pregunto qué sería del mundo sin mí, qué pasaría si Laura Johnson no hubiera nacido. ¿Alguien notaría mi ausencia? ¿Las personas que forman parte de mi vida me echarían de menos sin haber llegado a conocerme? Lo que me lleva a plantearme la pregunta más dura de todas y de la que prefiero no saber respuesta: ¿quién seguirá recordándome cuando mi corazón deje de latir? De momento, es un misterio, pero no voy a dejar que eso me afecte. Mi lema es vivir el presente como si el mañana no existiera. Voy a vivir al día, voy a dejar huella en todo el mundo y entonces; seré inmortal. Mientras quede el recuerdo de quién soy en una sola mente, viviré para siempre. Me tumbo en la cama y miro hacia el techo. Un techo que yo misma decoré con pósters de mis artistas favoritos: Sum 41, Simple plan, Avril Lavigne... Me incorporo y contemplo mi habitación. En la pared de la ventana, a mi izquierda, hay un corcho. Está lleno de notas, cosas pendientes, revisiones médicas y frases de ánimo que me escribo cada semana, con el único propósito de ilusionarme releyéndolas de vez en cuando. Justo debajo, apoyada sobre un caballete, descansa mi guitarra eléctrica. La música es mi pasión y me aferro a ella con fuerza. Forma parte de mi identidad, quién soy. Y eso me pertenece. Sin quererlo, me quedo dormida, pensando en la vida y en mí. A veces pienso que soy egoísta, tal vez un poco egocentrista; pero una vez escuché a alguien decir « la vida es un libro en blanco, donde tú eres el protagonista». Así que ignoro cualquier sentimiento de culpa al no nombrar en esta carta con tanto detalle a cualquier personaje que no sea yo.

21 de Diciembre. Oigo los pasos de papá paseándose por la habitación. Seguro que lo hace aposta, ese paso lento y el ruido de sus zapatillas de estar por casa sobre el parquet. Guiño un ojo e intento enfocarle con el otro. Cuando consigo distinguir su silueta, se dibuja una sonrisa en mi rostro. Mamá está apoyada en el dintel de la puerta y Molly le coge de la mano mientras se deja acariciar el pelo. Me incorporo y la invito a tumbarse a mi lado. Ella viene en seguida y me ofrece un pequeño objeto envuelto en papel de regalo azul. La beso en la frente y lo abrimos juntas. Es una pulsera. Un brazalete de plata en el que aparece grabado mi nombre y una inscripción que reza:« Toda una vida contigo». Me emociono y no puedo controlar las lágrimas. Nos fundimos en un gran abrazo y bajamos todos juntos a desayunar. Llevo a Molly en la espalda y jugamos a vaqueros. Me adelanto al comedor, donde huele a huevos con bacon y zumo de naranja recién exprimido. Adoro las mañanas de domingo; pero ésta, en especial. Mamá habla de la superfiesta que ha organizado, es impresionante lo que ha hecho para tenerme contenta. Pero yo niego con la cabeza mientras sonrío y la miro con ternura. Me levanto de la silla y digo: «Familia, este año, vamos a celebrar mi cumpleaños aquí, todos juntos, los cuatro.» Todos sonríen y mamá asiente, «está bien». Pasamos el resto de la mañana en pijama, acurrucados en el sofá viendo nuestra serie favorita. Después de la comida se suceden varios juegos de mesa en los que triunfan las risas. La tarde pasa volando. Al final, acabamos jugando a las cartas. Papá y mamá contra Molly y yo, pero se niegan a reconocer que nos han dejado ganar. Subo a mi cuarto con Molly. Ella no puede dejar de sonreír, se nota que se lo ha pasado bien. La miro y la cojo de la mano. Le enseño mi guitarra e improvisamos una melodía juntas. Después, la siento en la cama y le pido toda su atención. Ella me mira fijamente. Tan solo tiene 6 años. Saco de mi bolsillo un papel arrugado y se lo entrego. «Es una canción que he compuesto, quiero que la guardes. Nunca olvides que te quiero». La abrazo con fuerza. Bajamos al salón y todo sigue igual. Tras la cena, subo a mi habitación, doy gracias al mundo de haber nacido, cierro los ojos y me duermo. 23:00 dolor, angustia. La frustración que siento se materializa en cada punzada. Es como el rayo que alcanza el árbol en una tormenta, dejándolo sin vida, sin aliento. Ese árbol mudo que muere segundo a segundo reservando para él y sólo para él su sufrimiento.


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Dolor, sólo dolor. Sube por mi cuerpo, ahogándome en la soledad, guardando para mí un único e inesperado final. Como la última gota de lluvia, que cae sobre la acera desnuda empapada en llanto. Abro los ojos, estoy sudando. Oigo voces a mi alrededor y reconozco ese olor. Un olor al que me he acostumbrado y, sin embargo, sigo temiendo: hospital. Dos médicos me trasladan en una camilla mientras hablan de las posibilidades de que sobreviva. Y yo estoy ahí, escuchando, deseando salir corriendo y borrar los últimos diez años. Cuando cumplí los 6, me diagnosticaron leucemia; hace dos, los médicos aseguraron que estaba progresando, pero que no había nada seguro. Ayer, llegó a casa una carta del hospital, mi cuerpo rechazó el último tratamiento y tenía alrededor de 24 horas para someterme a una operación con un 50% de posibilidades de vida.

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No se lo dije a nadie. Preferí dejar un recuerdo antes que palabras de desaliento. De repente, Molly entra en la habitación, no quiero que me vea, pero ella se niega a irse. Me tiende un papel escrito y me dice con lágrimas en los ojos: «¿me la lees?» Y se tumba a mi lado con los ojos cerrados. Puedo sentir sus latidos acompasados y su respiración mientras leo, cada vez más lento y suave el pequeño y arrugado trozo de papel: «Siempre he querido ser una estrella. Una grande, luminosa, que alumbrase con su luz el firmamento. Probablemente, una alejada de las demás, a 500 años luz de cualquier otra. Una estrella única, tal vez de esas fugaces que conceden deseos y atraviesan el cielo en décimas de segundo. De esas, que viven siglos, milenios y todo lo que se les eche encima. De esas, para las que no existe el tiempo».

Segundo premio

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Ana Abadía Ramón 1º Bachillerato / IES Reyes Católicos Ejea de los Caballeros «Me declaro en contra de cualquier poder cimentado en prejuicios, aunque sean antiguos» Mary Wollstonecraft Su cuerpo arranca los nítidos restos de oscuridad y sus largos pasos iluminan la calle, esperando volver a encontrarse frente a ella. Sus movimientos mecen con un brillo resbaladizo oscuro sus castaños cabellos y los lanzan contra sus pómulos altos. Un mechón se interpone a la visión de sus enormes y enigmáticos ojos negros. Lo aparta con un movimiento sutil y sus piernas agitan y mueven su altivo cuerpo. El apenas perceptible viento se camufla en la caída del vestido provocando el enfado de Sabela, que responde con la afrenta en la mirada. Su cuerpo se adivina profundo y terso, adquiriendo un sentido mágico en cada uno de sus pasos. Su pensamiento son secuencias incompletas retratadas por la presencia de ella que se alza victoriosa. La imagen de ella dota a Sabela de un ritmo sincopado, incapaz de parar hasta el que va a ser su último encuentro. La felicidad se abre en su sonrisa dejando ver unos grandes y blancos dientes. Es inexorable su destino y Sabela lo sabe. Por fin, el ruido de sus pasos cesa y Sabela está frente a la puerta que aguarda a Lilith. Un cartel indica el nombre de la exposición de arte, Provocaciones. Sus densos y trémulos labios se estremecen y vibran con más fuerza, pensando en que esta va a ser la última vez en que se vean. Su recién adquirida seguridad vence al miedo y cruza la puerta de la exposición, resignándose al destino, resignándose a Lilith. Una vez dentro de Provocaciones, Sabela busca a Lilith incansablemente entre la infinidad de cuadros que lucen las paredes. De repente, la nota cerca, nota la

fuerza que ejerce Lilith sobre ella y se vuelve con un cosquilleo que endurece la cicatriz de su miedo. Allí está ella, la ensoñación de John Collier, la sensualidad y el poder del arte; allí está, Lilith desnuda y anudada por la dócil serpiente. Sus ojos se mueven sagaces a través de la luz incapaz de alumbrar la extrañeza de los cuerpos que se pertenecen. Parece que sus miembros se sujetan, se acoplan a una unión simbiótica, se hacen completas. Sabela y Lilith se hacen invisibles la una a la otra y sus cuerpos expresados leen un lenguaje común y oculto: feminismo. Sabela mira la caída líquida del rizado y pelirrojo cabello de Lilith que se extiende sobre su piel de nácar. El curvilíneo contorno de Lilith aparece rodeado del peligroso y serpenteante animal que se encuentra bajo su dominio. Sabela no puede evitar quitar la vista de la primera mujer concebida en la Tierra, de la mujer que rechazó ponerse bajo el dominio de Adán y que fue despreciada y expulsada del paraíso, haciéndola borrar en la historia. Porque Lilith era una realidad que enmudecía y aterraba a un poder establecido e interpretaba una liberación, una independencia que no gustaba. Desde que la vio, supo que la amaba a ella y fue a visitarla cada día como si de un rito se tratase. Cada día sus pensamientos se entrecruzaban y Lilith enseñaba a Sabela cosas jamás aprendidas. Sabela fue estableciendo un nuevo orden en su mente que no gustó en Roberto, porque el feminismo es un impertinente que cuestiona el orden establecido por aquellos que se benefician de ello. Roberto pasó a ser alguien más, ya no fue el hombre con el que equiparse, porque Sabela aprendió a no depender de nadie, aprendió a protegerse a sí misma. Sabela adquirió una conciencia crítica que la establecía a ella por primera vez como


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autora de su propia vida y la liberaba de discriminaciones soportadas por las mujeres de varias generaciones. Antes, pensaba que el feminismo no era importante, que era un movimiento radical, pero luego empezó a tomar conciencia de cómo la sociedad marcaba una pautas acerca de lo que era correcto para las mujeres y lo que no. Y también se dio cuenta de que no se alcanzaría una verdadera igualdad en el mundo hasta que ya no se hablara de violencia machista, hasta que los países que apoyaran las teorías feministas fueran más que los que no, hasta que a la mujer se la dejara de establecer como objeto y de proyectarse en los medios un canon de belleza establecido, hasta que no se coartaran sus derechos laborales, hasta que se le permitiera tener una independencia, hasta que se presentara el amor como una fuente de respeto y felicidad y no como una dependencia y un sufrimiento desmedido, hasta que el destino no se viera marcado por el hecho de nacer mujer o se destinaran diferentes roles por diferencia de sexo. Al mismo tiempo, Sabela se desembarazó de una falsa cultura romántica que la perseguía en su tiempo con Roberto. Un romanticismo que la llevó a pensar que los celos de Roberto estaban justificados, porque creía que los celos significaban que ella le importaba o que

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el amor era posesión y ambos debían estar en una unión que significase intrusión. Todo ello la llevó a una liberación similar a la de Lilith. Sabela fue su fiel reflejo y juntas recorrían el etéreo camino de la vida. Todos los días se veían y se bañaban en continuos retos. Sin embargo, Sabela se daba cuenta de que Lilith no podía situarse en un lugar determinado porque, entonces, la estaría arrinconando en un único plano, incapaz de adoptar otros lugares o formas. Lilith tenía que expresarse a personas que no la conocían y esto significaba hacerla volar y separarse de ella para que Lilith adquiriese un vuelo universal. Ahora, la palabra despedida cae en Sabela, provocando que sus cuencas sean incapaces de vislumbrarla debido a que el llanto se antepone a la vista, salpicando su rostro nervioso y dibujando brochazos de tristeza en su mirada. Sabela sabe que ha llegado el momento de decirle adiós y de continuar con lo que ella le enseñó. Gira su cuerpo y se halla de espaldas hacia una Lilith orgullosa y satisfecha. Sabela no vuelve la mirada y cierra los ojos dejando que se desvanezca la última lágrima, el último suspiro, el último miedo.


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Bree Ana Cosculluela Bajén 1º Bachillerato / IES Reyes Católicos Ejea de los Caballeros Hace tanto calor que Bree podría jurar que se le ha metido dentro de la piel, justo debajo del vestido rojo, allí donde el suave pelo castaño le roza la espalda al descubierto, en las muñecas, en los tobillos y entre los ojos. Por todas partes. El verano ha provocado que la gente se olvide un poco de la inminente guerra y salga a la calle y abarrote las terrazas (llenándolas de risas escandalosamente falsas), intentando huir de la preocupación y siendo una continua molestia para gente como ella. Gente con prisa.

es una estudiante de Matemáticas pequeñita y de pelo rojo y rizado, de aspecto tan dulce que cualquiera diría que por las noches se dedica a ser una de las mejores asesinas de la ciudad) ya la está esperando, con pintas de llevar el cabreo más grande de su vida.

Cruza la avenida lo más rápidamente que puede, evitando niños y haciendo equilibrio sobre unos tacones, que, definitivamente, no son una buena idea. Está a punto de pisar un perro que le devuelve un gruñido vago, sin ganas de levantarse siquiera.

—Lo siento. Había mucha gente allí atrás. —Bree señala hacia la abarrotada y luminosa avenida por encima de su hombro y tiembla ante la mirada gris, acerada, de Alyssa, clavándose en sus ojos marrones y haciéndola sentir pequeña, como si no le sacase dos cabezas subida sobre esos tacones.

Ese maldito calor. No se detiene a mirar la hora en todo el rato. Para ella siempre es el mismo momento. Demasiado tarde. Demasiado tarde para dar media vuelta y hacer caso a la vocecita insistente de lo que queda de su conciencia. Demasiado tarde para volver a su vida y abandonar ese último año y medio que acabará provocando que se vuelva tan loca como Phil (que siempre tiene la mirada perdida y el gatillo demasiado fácil), demasiado tarde como para fingir que es una persona normal. Demasiado tarde, incluso, para detenerse a borrar ese último recuerdo que tiene de Alaric, los ojos azules húmedos, la mano temblorosa pero abierta hacia ella y un quebrado deja de jugar a los mafiosos, Bree, y vámonos muy lejos en los labios. Hace exactamente un año, cuatro meses y veinte días desde aquella, la última vez que lo vio. Lo echa de menos. Lo echa de menos lo suficiente como para tener su número aún apuntado en un papel, guardado junto a una sola pastilla de cianuro (para llamarlo o suicidarse, lo que llegue antes) en el cajón de la mesilla de su cuarto, en su frío ático del centro. El bolso rebota contra sus caderas mientras ella se mueve cada vez más rápido, el clac—clac—clac de sus zapatos sonando a un ritmo cada vez más vertiginoso, una agria canción que solo quiere decir llegas tarde. Cuando llega al callejón, gris y vacío, su contacto (que es una palabra superprofesional que solamente quiere decir Alyssa, que

—Tarde. —Le dice, tendiéndole un revólver negro y brillante que hoy pesa más de lo que debería.

—Me da igual. Cumple con tu trabajo, supongo que tendrás algo de tiempo aún. Le hace un último gesto con la cabeza antes de pasar por su lado e irse por donde ha llegado ella, sin mirar una sola vez hacia atrás, perdiéndose entre la multitud. Bree cumple con su cometido esa noche. Quema los guantes que ha utilizado con la pistola y tira el arma en una anónima papelera, al otro lado de la ciudad. Hombre, cincuenta años, gordo y con pasta. Algo calvo. Dos disparos. Uno más de los que deberían haber sido. Cuando él muere, una pequeña, pequeñísima parte de Bree muere también. Ni lo piensa al llegar a su casa, temblorosa y mareada. Abre corriendo el cajón de la mesita, con tanta violencia que la lámpara —de diseño, como todo en esa casa — se estrella en el suelo, las esquirlas de cristal desperdigadas por la habitación, junto a su dignidad y sus ganas de vivir. Tantea, porque ni siquiera ha encendido la luz, y sus dedos rozan un solo instante la pastilla, acariciándola un solo instante antes de encontrar la cuartilla doblada. Marca el número en el móvil y, al segundo toque, lo oye: —Ya era hora. Su Alistair. Burlón, como siempre. Algo triste, como la última vez. —Vámonos lejos, Alistair. Vámonos. Por favor. —A donde quieras.

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La corta vida de un panecillo Daniel Espadas Ruiz 1º Bachillerato / IES Sta. Maria de Alarcos —Ciudad Real— ¡Hola amigos! Permitan que me presente: Soy Bollito, un humilde y tostado panecillo de sobremesa, uno de esos que se suelen colocar en los restaurantes o bares de carretera en el interior de una cestita en el centro de las mesas. Mi misión y la de mis compañeros de especie es tan simple como servirles a los comensales de acompañante en sus comidas. Hoy quería hacer pública una denuncia respecto a los desafíos y abusos a los que nuestro gremio se expone durante nuestro corto paso por esta vida tan ingrata.

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Como todas las mañanas Juan, el tabernero, nos ha colocado con delicadeza dentro de una mugrienta y apestosa cestita de mimbre. Para disimular las manchas de grasa que salpican nuestra improvisada mansión, ha procedido a adornar los bordes con una servilleta de lino a cuadros rojos y blancos, que a su vez hacía juego con el mantel que cubría la mesa y al que un paso por la tintorería no le vendría nada mal. A esa hora y recién sacados del horno, mis hermanos y yo estábamos tan blanditos y vulnerables que crujíamos al menor toque y desprendíamos un sabroso olor capaz de atraer al más glotón e invitarle a devorarnos de una sola dentada. Precisamente esa era nuestra misión y lo que se nos había inculcado desde el momento en el que el panadero nos amasaba con cariño: habíamos venido a este mundo con la finalidad de deleitar los paladares más exigentes del planeta. Ahora esperábamos impacientes que nos llegase el turno de que alguien nos hincase el diente y nos devorase con gran apetito. El primero que se sentó en nuestra mesa fue un camionero en ruta. El hombre acababa de despertarse de una larga e incómoda noche dentro de la cabina de su camión y, entre bostezo y bostezo, espolvoreándonos con su aliento fétido, le pidió a Juan que le sirviese algo contundente para la larga jornada de carretera que tenía por delante. «¡Tráeme unas buenas y doraditas tostadas con beicon y huevos fritos!» A nosotros no nos dedicó ni una mirada. No éramos dignos de su apetito. Con cierta envidia observábamos desde nuestra cesta cómo engullía su desayuno, masticando con la boca abierta y dejando así entrever su dentadura llena de caries. De vez en cuando intercambiaba algunas palabras con Juan, el tabernero, a la vez que nos rociaba con migas y restos de su sándwich. Cuando terminó su comida, Irene, la ayudante de cocina, se apresuró a recoger la mesa, limpiar los restos de comida que el camionero había esparcido por todas partes y nos volvió a colocar en el centro. Con una rápida mirada se cercioró de que aún seguíamos presentables.

El próximo comensal que se acercó hasta nuestra mesa fue un señor de negocios, que casualmente pasaba por la zona. Mientras esperaba a que le sirviesen la comida, no paraba de atender llamadas de móvil. Parecía deleitarse mientras gritaba órdenes al teléfono y maldecía en voz alta. El hombre extrajo con sus dedos regordetes a uno de mis compañeros de la cesta y empezó a juguetear distraídamente con él. Lo rodaba de un lado a otro de la mesa, le hincaba el dedo en el pecho y se lo lanzaba de mano en mano, como si se tratase de una pelota de tenis, estrujándolo fuertemente cada vez que se enfadaba con su interlocutor al otro lado de la línea. Justo antes de que Irene acudiese con su comida, había vuelto a depositar a nuestro hermano en la cesta de cualquier manera. El pobre no paraba de quejarse de los malos tratos sufridos, mientras que los demás intentamos consolarle y darle ánimos. Entre todos le acogimos en el centro y procuramos darle calor y un cobijo confortable, de tal manera que se recuperase lo más pronto posible de las agresiones sufridas. Aquel hombre devoró su comida en dos bocados y sin parar de consultar constantemente su reloj de pulsera. Después de haber regado su opulento banquete con una copa de coñac, cogió un palillo mondadientes y procedió a limpiarse los restos de comida. Una vez finalizada su higiene bucal, no se le ocurrió mejor lugar donde depositar el palillo usado que, clavándoselo a uno de nosotros. El panecillo lastimado de esta manera se lamentaba y lanzaba gritos llenos de agonía. Pero no había nada que nosotros pudiésemos hacer por él y tuvo que aguantar sus dolores un buen rato hasta que Irene, tras recoger una vez más la mesa, le libró de su particular banderilla. Con sus manos más o menos grasientas, le retocó la corteza para disimular la «herida» y el compañero mutilado volvió a ocupar su lugar en la cesta. Aquel día no tuvimos demasiada variedad de clientela en el bar. Acudieron varios clientes más que degustaron sus desayunos delante de nuestros ojos, pero que no nos hicieron el menor caso. Algunos, los menos, nos cogían, nos toqueteaban, nos inspeccionaban muy detenidamente para volver a depositarnos en la bandeja, mientras que otros, la mayoría, se conformaban con aplastar nuestro caparazón comprobando así el estado de frescura, que al parecer no resultaba convencerles. A ninguno de todos ellos le parecíamos lo suficientemente apetitosos como para servirles de tentempié. Por la tarde, ya a la hora de la sobremesa, se sentó a nuestro lado, Perico, un jubilado de campo que, por cierto, había pillado un resfriado de narices. Perico le pidió a Juan un carajillo bien cargado, alegando que esa era la mejor medicina para curar un catarro.


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Entre estornudo y estornudo se bebió aquel brebaje muy lentamente, saboreando cada trago. Eso sí, cuando finalmente acabó su consumición, nosotros estábamos tan empapados, que parecía que acabábamos de salir de la ducha.

tampoco habían tenido un día mejor. Desde todos los rincones se escuchaban lamentos y quejidos de los compañeros y alguno que otro narraba en voz alta las peripecias vividas en su corta vida.

Una vez más fue Irene la encargada de aderezar nuestra cestita. Con unos retoques de su mano experta, nos fue dando la vuelta de tal forma que mostrásemos nuestras caras más amables al público y pareciésemos más apetecibles.

Todos esperábamos acabar en el gran saco de Irene, para ser recogidos al final del día por el panadero, quien nos convertiría en pan rallado. Ya veíamos en nuestras mentes las afiladas cuchillas de la máquina pasar por nuestros endurecidos cuerpos y sabíamos que teníamos nuestras horas contadas.

Después de Perico acudió una familia numerosa. El padre y la madre apenas podían controlar a su escandalosa e inquieta descendencia. «¡Mamá, yo quiero un panecillo! ¡Mira qué buena pinta tienen!» El más pequeño de los hermanos ya había echado mano a uno de nosotros, con sus manitas manchadas de barro y se lo llevaba a la boca. Sus dientes ya estaban casi decapitando al panecillo elegido, cuando la madre se lo quitó violentamente de las manos. «¡Deja eso donde estaba!» Quiso la mala fortuna que con la sacudida le propinase también un fuerte empujón a nuestra cestita. El resultado fue que todos nosotros acabamos desperdigados por el suelo. Rápidamente la madre y el padre trataron de enmendar aquel accidente. Uno a uno nos fueron recogiendo y colocando como buenamente pudieron en nuestro «lugar de origen». No es necesario decir que la familia, abochornada, se terminó rápidamente sus refrescos y abandonaron el local. Ya se iba aproximando la hora del cierre y ahí estábamos nosotros, más o menos intactos, aunque con alguna que otra magulladura adquirida a lo largo de la jornada. Para nuestro consuelo se podía decir que el resto de cestas en las mesas colindantes

Juan estaba ya barriendo el bar cuando entró una pareja joven, agarrados de la mano. Entre todas las mesas libres eligieron la nuestra porque les pareció la más cómoda e íntima. Pidieron tan sólo una taza de café para compartir, pues sus recursos eran escasos. Y entre arrumacos, besos y confesiones de amor, nos descubrieron y se les abrió el apetito. La pareja de enamorados comenzó a alargar sus manos hacia nosotros y, entre beso y beso, sin darse apenas cuenta, dieron fin a la existencia terrenal de mis compañeros de pena, tan solo me libré yo y solo porque en ese momento llegó Juan reclamándoles la factura. Tuvieron que rebuscar todas las monedas que llevaban encima para poder reunir el importe del café que se habían tomado. Gracias a que Juan es hombre de buen corazón y se negó a cobrarles el importe de esos cuatro bollos duros y manoseados hasta la saciedad, alegando que a esas horas ya no servía comida. En estos momentos me encuentro camino de la panificadora donde me convertirán en finos granos de harina. Quería aprovechar mi último aliento para dar fe de lo duro que es ser un panecillo y estar a disposición del público sin poder defenderse de sus ataques y, pese a todo, esperar servicial y con agrado a ser el elegido para satisfacer sus hambrientos estómagos.

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Vive el momento Carlota Auría Soro 4º de ESO / IES Reyes Católicos Ejea de los Caballeros Pequeñas constelaciones trataban de iluminar aquel extenso parque mientras una fresca brisa zarandeaba ligeramente los árboles. —Creo que es hora de irnos. Giré lentamente sobre mis talones para ver cómo mi abuela me extendía la mano en señal de alejarnos. —No quiero dejarlos aquí. – suspiré. Sabía que a partir de ahora mi sitio ya no estaba entre ellos.

En esos momentos yo no era más que una espesa niebla que se negaba a dejar su hogar. El lugar que más amaba. —Cariño —dijo mi abuela—, ellos estarán bien. Saben que a partir de ahora ya no podrás estar con ellos. Pero nunca olvides que jamás dejarán de quererte. Sabía que, por una parte, ella tenía razón. Pero el deseo de encontrarme una última vez entre los brazos de Marcos o volver a tener una cena familiar o incluso el poder volver a pelear con el grandullón de Dimitri, mi tozudo hermano, conseguía que mis escasas fuerzas, de tener que irme, se debilitaran aún más.

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—Vámonos ya — repitió, extendiendo la mano hacia mí. —Los voy a echar mucho de menos — sollocé. Mi abuela rodeó con sus brazos mi cuerpo, impulsándome a desahogarme. Así que lloré como nunca antes lo había hecho, rememorando cada pequeño instante de mi vida y mil imágenes invadieron mi mente. Las peleas con ese tonto y cariñoso hombretón, denominado también mi hermano. —Mamá, ¡no quiero irme aún! —Venga, Marta. Sabes que a las diez tienes que irte a dormir. —¡Enana! ¡Vete a dormir ya! Que a estas horas solo se pueden quedar los mayores. — se burló de mí mi hermano. —¡Yo ya soy mayor! — protesté con la cabeza bien alta. —Claro que lo eres. Pero no lo suficiente. — se rió Dimitri mientras me sacaba la lengua. El momento en que por fin Marcos se me declaró. —¿Qué es para ti el amor? —El amor no es más que una serie de complejas reacciones químicas de nuestro organismo, que destruye todo lo que toca. 162

velando por ella al igual que yo hecho por ti, la única diferencia es que yo nunca te he llegado a importar de verdad. —Eso no es verdad y lo sabes. —¿No? Ja. Dime entonces qué has hecho por mi y responde a esta simple pregunta: ¿me quieres? —¿Cómo puedes imaginar siquiera que no me importas? Yo también he estado contigo en tus peores momentos. ¿Recuerdas cuando se murió tu abuelo? Te hice venir a mi casa. Jugamos durante horas. Conseguí sacarte la mejor sonrisa en el peor momento. ¿Recuerdas ayer, cuando te caíste con la bici? Estuve horas y horas en el médico contigo dándote la mano mientras te cosían. ¿Pero por qué estoy hablando de acontecimientos tan lejanos? Ahora mismo estoy aquí contigo, esperando el momento oportuno para darte algo que tengo guardado desde hace ya un tiempo. —¿Ah, sí? Vaya... ¿qué voy a pensar? El señorito que odia el amor me va a dar algo. Me pregunto qué será. —Yo no he dicho que odie el amor. Tan solo he comentado que he tenido una mala experiencia con él. Pero sé que no siempre tiene porqué ser así.

—¿Por qué hablas así? El amor es lo más bello que ha existido jamás.

—Oh. Eso me conmueve.

—¿Tú lo has llegado a conocer? ¿Has experimentado qué es amar?

—Está bien. Dejemos de discutir. ¿Qué es?

—Basta ya de habladurías. ¿Quieres el regalo o no?

—Merecerá la pena por tan solo vivir algo así.

—Es algo para la persona que más amo. Y, sí, has oído bien. He dicho amo. Porque tú eres a quien yo quiero. Tú eres la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida. Y el único regalo que puedo dar y que me encantaría que aceptases es un beso.

—Estás loca, ¿lo sabías?

—Y entonces ¿a qué estás esperando?

—Sí. Pero estoy loca por tí.

—Te quiero.

—¿A qué viene eso? Porque te haya dicho que no conoces el amor como yo lo he llegado a conocer, no tienes por qué inventarte que te gusto.

—Yo no. Yo te amo.

—No. Pero espero hacerlo algún día. —No lo esperes, porque cuando llegue el amor también vendrá el dolor.

—¿Quién ha dicho que me estoy inventando nada? Yo —te— qui—e—ro, tenlo presente. —No digas bobadas. —No las digo. Digo lo que siento. —No. Tú no me quieres. —http://1.bp.blogspot.com/—IAFMlPKG6MM/TjfGjczvZ4I/ AAAAAAAAAQ8/0FQ8pzbC9n8/s1600/foto+trece.PNG Ahí te equivocas. Yo te quiero. Siempre te he querido. Pero tú nunca te has dado cuenta. Siempre, y cuando digo siempre, es siempre, has estado dándolo todo por ella. Por la chica que te abandonó, porque ya no le parecías interesante. Cuando ella se fue y tú llorabas en tu cuarto, yo fui la que recogió pedazo a pedazo tu destrozado corazón. Yo fui la que durmió contigo, cantándote canciones para que no tuvieras pesadillas. Yo he sido la que siempre ha estado a tu lado, a pesar de los desprecios que me has llegado a realizar por su gran ego y envidia. —Yo... —No. No hace falta que me digas nada. Tú siempre has estado

Y así recordé todos los momentos que había vivido, amado, odiado, momentos que hubiera querido cambiar y otros repetir. Maldije en bajo, cuando recapitulé todas aquellas cosas que no me dio tiempo a hacer. Todas ellas que iba retrasando, sin pensar en que la muerte me tenía vigilada y en que yo era su próximo objetivo. —«Haz hoy lo que no puedas hacer mañana»— susurró mi abuela, como si hubiese leído mi mente — Pero ahora ya no hay vuelta atrás, querida niña. Vámonos ahora y, mientras te alejas de aquí, conserva los mejores pensamientos de ellos; los mejores besos dados por tu chico, los mejores días pasados junto a tu familia, las mejores risas echadas con tu hermano, los mejores momentos junto a tus amigos… pues las personas que de verdad te quisieron siempre se acordarán de tus buenas acciones, nunca de las malas. Agarré firmemente su mano y durante nuestra partida hacia otro lejano universo, abrí bien los ojos, sonriéndole al mundo y recordando todo tal y como ella me había dicho que lo hiciese.


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Sueño que muero y soy feliz Marina Monlora Viñerta Tomás 2º de Bachillerato / IES Reyes Católicos de Ejea de los Caballeros Lágrimas caen por mis ojos. Acurrucada contra el contenedor en el oscuro callejón, mi cabeza no deja de pensar en cosas que desearía que nunca hubieran pasado. —Llega pronto a casa –pidió mi madre. —No hables con extraños – recomendó mi padre. –Pide a alguno de tus amigos que te acompañe – dijo mi abuela. Y yo les ignoré. Sonrío socarradamente. Estúpida niñata tonta. Ahora, yo aquí: ropas rasgadas y sangre fluyendo, en el maloliente callejón lo único que deseo es acabar con todo. Caigo inconsciente, sueño que muero y soy feliz. Hace un mes que visité el infierno por primera vez. A día de hoy, he visitado veintidós veces un psicólogo; trece, a la policía y cinco, el hospital. Y sigo llorando por las noches. Y sigo gritando en sueños. Y sigo sin querer mirarme al espejo. Y sigo deseando que él hubiera acabado conmigo, porque esto no es vida para mí, porque nadie merece lo que yo estoy pasando. Y, de nuevo, noche tras noche, caigo inconsciente, sueño que muero y soy feliz.

Dos meses han pasado y mi memoria sigue fresca de imágenes, sonidos y, sobre todo, dolor; mucho dolor. La policía no lo encuentra, los psicólogos no curan mis traumas y en mi casa… en mi casa solo me dicen que me ayudarán a superarlo. No podrán. Ya no soy yo, no puedo, no quiero superarlo, me he rendido. Y, otra vez, como cada noche, caigo inconsciente, sueño que muero y soy feliz. Tres meses. Tres meses que han pasado como tres años. El tiempo pasa muy lento y yo vivo con miedo a salir de casa. Vivo con tristeza y melancolía al ver a mis amigas reír y hablar. Vivo con dolor y angustia los recuerdos y las miradas de pena de otra persona, compadeciéndose de mí, de mi existencia. Echo de menos mi vida antes del infierno. Quiero acabar con esto, no puedo aguantar más. Solo tengo que ir a la cocina y terminar con mi sufrimiento. Y no lo dudo, lo hago. No soy cobarde, soy decidida o eso quiero hacerme creer. Me voy quedando poco a poco inconsciente; esta vez, no sueño que muero, sino que lo hago realmente y, entonces, sí que soy feliz. Y, mientras, un hombre alto y fuerte vive una vida llena de felicidad, sin remordimientos, sin arrepentimiento, sin saber que hace tres meses no solo destruyó una vida, sino muchas más.

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Mi abuelo Nicolás Elena Ibañez Calvillos 4º ESO / IES Conde Aranda de Alagón Me acerqué con pasos lentos y temerosos, como si esperara que ese encuentro entre mi abuelo y yo no se produjese. Él estaba como siempre en su butaca favorita con la pipa marrón en su mano izquierda que, tiempos atrás, había pertenecido a su padre. En la otra mano sostenía su libro favorito de Pablo Neruda, el que siempre me leía cuando no podía dormir. Le miré a los ojos, con voz queda y lágrimas dije: —Nicolás, he quemado tus libros, los que me dejaste, aunque creo que ya lo sabes.

Eso hice, me fui desconcertada de la biblioteca y me dirigí al jardín, sin saber muy bien cómo tomarme su respuesta. Cuando llegué, me senté debajo del roble donde había pasado muchas tardes. Me puse a pensar en el enigmático señor llamado Nicolás, mi abuelo, con el que nunca sabía a qué atenerme. Desde ese momento decidí conocerlo a fondo y saber más sobre su vida, sobre cómo sobrevivió a la guerra que sus ojos celestes vieron pasar y cómo conoció a la magnífica y sabia Manuela, mi abuela.

Estaba esperando sus gritos y su mirada recriminatoria pero, para mi sorpresa, la respuesta fue una sonora risotada proveniente de su boca y las palabras de mi abuelo diciendo:

Al día siguiente, nada más levantarme, me fui a la biblioteca. Abrí las puertas de cerezo y encontré a mi abuelo en la misma posición que el día anterior, como si no hubiera pasado el tiempo. Me acerqué segura y así lo trasmitió mi voz cuando le pregunté:

—Vete.

—¿Por qué?

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ÁGORA 10º Aniversario

—¿Por qué no?— me respondió con una sonrisa en los labios.

Como siempre, mi abuelo se echó a reír.

—¿Por qué no te enfadaste ayer cuando te dije lo que había hecho?

—Pues en aquella época, en un guateque.

—¿Debería haberme enfadado? —Sí –respondí confundida y con un millón de dudas en la cabeza.

—Muy guapa. A decir verdad, siempre con una sonrisa en los labios con la que conquistaba a cualquiera. Bailaba que daba gusto verla, con sus vestidos de flores.

—¿Por qué?

—¿De qué murió?

—Porque los apreciabas mucho y sé que te gustaba mucho pasar las noches leyendo esos libros. —Sí, pero no me importa. —No lo entiendo. Con la misma sonrisa de antes dijo: —Ya lo entenderás, eres demasiado joven todavía. Lo miré a los ojos y supe lo que tenía que hacer, irme. Cada día a partir de entonces me acerqué a la biblioteca para conocer a mi abuelo, pero nunca tuve respuesta a aquella conversación que se quedó en el aire o, mejor dicho, en el humo de su pipa. Al día siguiente volví a la biblioteca, me senté en un sillón frente a mi abuelo y dije: 164

—¿Cómo era?

—¿Cómo conociste a mi abuela?

Su mirada se volvió distinta. Al oír otra vez la pregunta sus ojos celestes se llenaron de lágrimas, lágrimas para mi abuela. Le abracé y mientras le abrazaba me dijo al oído: —Murió el trece de diciembre de mil novecientos cuarenta, de gripe. Desde entonces está en mi mente cada día, cada minuto, cada segundo de mi vida. Recuerdo cómo su presencia cambiaba el lugar; cómo con su sonrisa te hacía feliz, solo con oírla —hizo una pequeña pausa y prosiguió— ¿Sabes que a ella le encantaba hablar y preguntar a sus abuelos como tú estás haciendo ahora? Tienes mucho de tu abuela, Daniela, sobre todo su nariz y sus ojos pardos. Me recuerdas mucho a ella. Y poco a poco comprendí que la peculiar personalidad de mi abuelo se la otorgó mi abuela al morir, ya que, después de fallecer mi abuela, Nicolás no paró de sonreír, de quitarle importancia a todo y de buscarle lo bueno a la vida, por ella, por Manuela.

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¿Por qué te fuiste? Alicia Borja Pellicena 4º ESO / IES Cinco Villas de Ejea de los Caballeros Era una tarde fría y gris. La fina lluvia repiqueteaba sobre los tejados de las viejas casonas que formaban hilera a ambos lados de la calle. Caminaba despacio, con el sombrero calado hasta las cejas y el cuello de su raída gabardina subido para protegerse de la lluvia. Absorto en sus pensamientos pasó ante la fachada de aquella que hacía años había sido su casa, sin percatarse de que una misteriosa mirada le observaba desde una de las ventanas. De repente sintió una especie de punzada en el pecho que le obligó a detenerse. Se dio cuenta de dónde estaba y a su mente acudieron un sinfín de recuerdos que durante años había guardado enterrados en lo más hondo de su memoria. De pronto, como si de una película se tratase, revivió minuto a minuto toda su infancia y adolescencia. Un sentimiento de dolor y angustia le invadió y deseó con todas sus fuerzas encontrarse a miles de kilómetros de aquel lugar que tan amargas sensaciones le producía.

Levantó la mirada hacia el cielo oscuro y triste, dejando que la lluvia resbalara por su cara, como si con ello quisiera limpiar aquellos recuerdos y dejar que se escapasen calle abajo y desaparecieran por las rendijas de alguna alcantarilla para siempre. Aun con el temor de que aquellos recuerdos se hiciesen más intensos, sacó fuerzas de lo más profundo de sí y dirigió la mirada hacia una de las ventanas de la casa. Se quedó atónito al ver aquella figura, estática, imperturbable, como si el tiempo se hubiese detenido años atrás y con él todo hubiese quedado inmóvil, anclado en aquel pasado que le atormentaba y que ahora volvía a revivir en tan solo unos segundos. Por unos instantes creyó incluso oír la voz de quien le estaba observando: «¿Por qué? ¿Por qué te fuiste? Tu ausencia ha sido mi peor castigo». De repente sintió que le fallaban las fuerzas, se llevó la mano al pecho, pues sintió una punzada más fuerte que la anterior. Su vista se nubló, sus piernas se doblaron y cayó de rodillas sobre el asfalto mojado para terminar tendido sobre la calle, mientras a sus oídos acudía cada vez con más fuerza aquella pregunta incesante: «¿Por qué? ¿Por qué te fuiste?»


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La lluvia de nuestras vidas Marta Cortés Arceiz 2º Bachillerato / IES Reyes Católicos de Ejea de los Caballeros No creas que habías pasado desapercibido por mi vida, porque no es así, pero, ¿sabes? No eran tus ojos, ni tu pelo, ni tu risa, ni tu mirada, ni tu forma de andar lo que me hizo fijarme en ti, no...Era algo más, era eso que solo yo sentía y podía comprender, ese cosquilleo en el estómago que todavía, tras dos años y medio a tu lado, no puedo expresar, pero que va creciendo conforme van pasando los días.

que escampaba, pero cuando el sol quería deshacerse de la nube que lo cubría, otra nube todavía más grande venía y lo tapaba, y volvía a llover cada vez más fuerte y cada vez dolía más, haciendo que pasases de estar en mi memoria a estar en mi realidad, pero no sintiéndote como aquellos días de verano, sino como aquella dolorosa lluvia que habías provocado en mi corazón y que quería olvidar cuanto antes.

Verano, me fijé más en ti todavia, y tú me ilusionaste sonrisa a sonrisa, mirada a mirada, beso a beso, hasta que cayó un chaparrón que hizo aparecer un río entre nosotros que separó nuestros caminos por un tiempo.

Pero por más que llovía, que me llovía y que nos llovía, yo no lograba sacarte ni de mi memoria ni de mi realidad, cada gota de agua estaba marcada en mí y dolía tanto...pero cada sonrisa, cada mirada y cada beso de verano también estaban muy presentes, por eso lo hice, por eso me di la oportunidad de quererte, te di la oportunidad de quererme, nos di la oportunidad de que nos quisiéramos y parece que ha sido una de las oportunidades que mejor he sabido aprovechar de toda mi vida, la oportunidad de las oportunidades, la que hoy por hoy me hace feliz, te hace feliz y, lo más importante, nos hace felices.

Lo recuerdo como si de ayer se tratase, aquel maldito chaparrón de agua helada que hizo que yo te guardase en mi memoria, pero no en la memoria de los recuerdos bonitos, sino un poco más atrás, en la zona oscura, donde están los buenos recuerdos que duelen, allí estabas tú, tus sonrisas, tus miradas y tus besos de verano. Hasta que así, como si el destino lo tuviese todo pensado, volviste a aparecer y a llenarme de ilusiones, casi conseguiste que te sacara de la memoria y te metiera en el corazón, pero cuando el río parecía estar a punto de secarse por completo, un mal día volvió a llover. Llovió durante horas, dias, e incluso durante semanas, casi hasta durante meses. En un par de ocasiones parecía

No sabes la de veces que lo pienso, qué bien hice, porque todos hemos provocado algún chaparrón en la vida de alguien alguna vez, casi siempre sin querer y porque a nosotros nos cayó el diluvio universal y por eso y por ti y por mí se gastaron las nubes, se evaporaron, se mudaron de cielo, no sé. Lo que está claro es que el amor pudo con ellas, porque gracias a ti ahora todos los días en mi vida brilla el sol.

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LITERATURA JUVENIL

ÁGORA 10º Aniversario

Poesía de 16 a 20 años Primer premio

Leyendo a Virginia Woolf Ana Abadía Ramón 1º Bachillerato / IES Reyes Católicos de Ejea de los Cabalelleros Un impulso de gran alegría hipnótica me arrastra hacia ti, Virginia. Desafío de sangre iluminada. Desafío de tu encuentro. Estoy aquí, donde tú te arrojaste, donde tu locura ahogó tu vida. Súbita pérdida. Escucha, Virginia, feminista desbocada, levanta, te entrego mis jóvenes y fuertes miembros, pero levanta. Divago en el río, influjo de aguas por el que fuiste tragada. Siento la sangre brotar y cómo las hojas del libro rajan mis manos. Siento como si pudiese encontrarte desafiando la embravecida agua con tu abrigo y las piedras en los bolsillos. Desafiando una inhóspita locura, un conjunto de voces que te asesinaban. Yo acabaré con tu muerte y tus lágrimas la desbordarán, pero levanta. Aquí me tienes, ciega de éxtasis de ti, Virginia. Estoy aquí, donde a tu locura glorificaste. El agua refleja ya tu nítido recuerdo, tu afán de morir. Estoy aquí, hermana, como tu última voz, como tu último suspiro, como tu última víctima… Extasiada. 166

Segundo premio

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Palabras

Un duro golpe

Zornitsa Rosenova Ilieva

Laura Garcia Abadía

4º ESO / IES Cinco Villas de Ejea de los Cabalelleros

1º Bachillerato / IES Reyes Católicos de Ejea de los Cabalelleros

Palabras que llegan y toda la vida por tu mente navegan. Mientras llega tu inspiración, ellas esperan. A veces a hacer las cosas son ellas las que nos llevan. Recuerdos, palabras, hechos… En realidad todo eso nos lleva a escribir y eternamente en los folios vivir. Escribir los sentimientos, las palabras… que nos llegan de aquí, de allá y de por ahí. Palabras que escuchamos a la gente decir que de algún modo nos afectan y supongo que la vida es así. En estos tiempos para compartir solamente tienes que escribir. Porque las palabras se las lleva el viento y van circulando con el aliento.

Solo esperaba una cosa, encontrar el amor, el amor de una amistad para poder hablar, un compañero que me quisiera acompañar durante el largo tiempo que me quedaba por pasar. Tras buscar y buscar lo logré encontrar, una maravilla a la que cuidar para con ella poder descansar. El tiempo pasó y la maravilla murió, joven se fue sin dejar tiempo al dolor, dolor al que pronto una gran luz sucedió. Hermosa luz cegadora que cubrió y amenizó el gran dolor que sentía mi corazón. Poco a poco todo pasó, tenía una nueva maravilla a mi alrededor, cubriéndome con sus fuertes brazos y su gran amor. Gracias a esta maravilla una segunda oportunidad apareció para poder olvidar y lograr pasar el tiempo que nos sobró.





ISSN 1699-3039


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