ÁGORA
Revista Estudiantil del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México
Año XIX, Nº33 · agosto/diciembre 2022
Revista Estudiantil del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México
Año XIX, Nº33 · agosto/diciembre 2022
Valentina Ramírez Reynoso
María José Rodríguez González
Jocelyn Maricela Flores Rocha
Manuel Alonso Mercado Montaño
Vivian Haneine Linares
Michel Guadalupe Quezada Lemus
Valentina Torres Ángeles
Mariana Ayala Pineda
José María Vázquez Cabanillas
Patricio Farah Doniz
Isabel Guzmán Zorrilla
Iara Renata Hernández Castilla
Tomás Ritch Rocha
Ana Sofía Ortiz Santoscoy
José Antonio Vázquez López
Sergio Aguayo, doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad de Johns Hopkins • ILÁN BIZBERG, doctor en Ciencias Sociales por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París • Roberto Breña, doctor en Ciencia Política por la Universidad Complutense de Madrid • Ana Covarrubias, doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad de Oxford • Juan Cruz Olmeda, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Northwestern • Fernando Escalante, doctor en Sociología por El Colegio de México • Gerardo Esquivel, doctor en Economía por la Universidad de Harvard • Rosario Faraudo, maestra en Literatura Comparada por la Universidad Nacional Autónoma de México • Francisco Gil Villegas, doctor en Estudios Políticos por la Universidad de Oxford • Humberto Garza, maestro en Relaciones Internacionales por la Universidad de Londres • Rogelio Hernández, doctor en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México • Yvette Jiménez de Báez, doctora en Literatura Española por la Universidad Nacional Autónoma de México • José Luis Méndez, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Pittsburgh • Mauricio Merino, doctor en Ciencia Política por la Universidad Complutense de Madrid • Soledad Loaeza, doctora en Ciencia Política por el Instituto de Estudios Políticos de París • Lorenzo Meyer, doctor en Relaciones Internacionales por El Colegio de México • Reynaldo Ortega, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Columbia • María del Carme Pardo, doctora en Historia por la Universidad Iberoamericana • Isabelle Rousseau, doctora en Sociología por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París • Sagrado Cruz Carretero, candidata a doctora en Historia por la Universidad Veracruzana • Fernanda Somuano, doctora en ciencia política por la Universidad de Iowa
Revista Estudiantil del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México Año XIX, Nº33 · agosto/diciembre 2022
Nº 33 agosto/diciembre 2022
7 Editorial
Sobre mi padre por María José Rodríguez González
Escúchame por Ricardo Ariel Guerrero Flores
Arenga a los tres por Emilia Noemí Amezcua Bernal
Alquimia del silencio por Leonardo Jiménez
Martínez Borregas!!! por Tercus Kuhnsis
Alfarería despiadada por Enrique Herrera Arévalo
Let the flames begin por María José Rodríguez
González
1959 por Mónica Vázquez Sámano El monte del rey por José Fernando Barros
Lozano
Porto por la tarde por José Antonio Vázquez
López
Portada y portadilla por Mariana Cuéllar
Mi
Los trabajos de mierda por Arístides Luis
Adelina por Sebastián Castillo
Ruiz
El amor de un duque por Arlette Valeria Reynoso del Rayo
Ruleta rusa a la mexicana o sobre cómo ganarse la vida en el transporte público por Arturo Romero Santeliz
Mundo escort y trata de personas en la Ciudad de México: el “sueño mexicano” por Marco Antonio Montiel Flores
El sueño de Julie y la presencia femenina en la obra de Morisot por Merly Paloma Lugo
Rodríguez
Rousseau o el valor de educar por José María Vázquez
Cabanillas
93 122
111 El elefante en la habitación: la brecha de género y las ocupaciones de los egresados y egresadas de la LRI de El Colegio de México por Bernardo Alonso
Aguilar López ¿Esta silueta es mía? por Lorena del Carmen
Gutiérrez Aviña
El arte como herramienta para entender el racismo: Basquiat y el Rostro de Levinas por Emilia Noemí Amezcua Bernal
126 Acerca de las autoras
129 Acerca de las ilustradoras
Ante la calma del abismo la única voz que resuena es el eco de nuestros pensamientos. Incluso entonces, en las condiciones más recónditas, subyace la duda resiliente que persigue a las almas jóvenes: ¿alguien me escuchará? Con el precipicio que afronta la certeza a pocos metros de distancia, la palabra escrita se convierte en una forma de gritar nuestros miedos.
Este número resguarda en sus páginas aquellas voces ansiosas por ser escuchadas; aquellas que anhelan un minuto de comprensión de un ser querido. El esfuerzo editorial recolectó una somera selección de imaginarios dignos de ser leídos por cualquiera que sienta expectativas en sus hombros o, incluso, por quienes más de una vez han sido el génesis de expectativas.
Sobre mi padre es una voz que es semilla, árbol, luz, oscuridad y miles de sentimientos al mismo tiempo. Las palabras de este poema en prosa brillan de forma incandescente hasta quemarse como el mismo sol por el peso de la expectativa. La autora nos recuerda que los colores coexisten y sentir es lo único que perdura: no importa lo malo o lo bueno, sino la línea gris que divide el cariño de las ilusiones fallidas.
Mi mamá es una narrativa en la cual podemos sentir el dolor de amar. Esta voz describe el pesar de buscar aceptación por un ser querido y el amor que guardamos para aquellas personas que no pueden hacerlo. Los suspiros de esta prosa se transforman en el anhelo sonoro que espera el retorno de un vínculo maternal flagelante.
Sin embargo, lo cierto es que estas páginas también resguardan silencios estruendosos, tangibles y desoladores. Los trabajos de mierda esconde en sus párrafos un espíritu escéptico, el cual la oficina es un campo de batalla contra la cultura laboral arraigada en las sociedades contemporáneas. El ánimo revolucionario de lo cotidiano en este texto nos recuerda que, a veces, el silencio es más fuerte que el vacío.
El elefante en la habitación es un ejercicio de autocrítica dirigido a nosotras mismas. En aras de construir una nueva realidad, esta voz bosqueja al presente y, con datos como escudo, demanda acción a quien lee. Incluso en el miedo de juzgar a la expectativa que determina el ahora, estas últimas páginas son prueba de que la palabra escrita es un primer paso para cambiar el futuro.
Este número de Ágora quiere ser un recordatorio del poder creativo de la escritura, pero también una advertencia del peso desgarrador de los vínculos en el ser. Aquí se escribe lo que soñamos. Aquí, la rebeldía en contra de la expectativa y el vínculo se traduce en papel y tinta.
Valentina Ramírez Reynoso Directora del Consejo Editorial 2022María José Rodríguez González
“Long ago, I was wounded. I lived to revenge myself against my father, not for what he was— for what I was: from the beginning of time, in childhood, I thought that pain meant I was not loved. It meant I loved.”
Louise Glück, First Memory1
Es curioso, el amor engendra todo tipo de fantasmas. Algunas sombras acechan todavía, persiguen a mis vivos, los vivos me toleran. Creen que tengo poca osadía, que mis instantes remotos de valentía siguen extrañas direcciones, que sus monstruos son los míos, que conocen mi camino. Y
1 Louise Glück, “First Memory”, American Poems, 2005. https://www.americanpoems.com/ poets/louise-gluck/first-memory/, consultado el 13 de agosto de 2022.
me repiten: no debes tener miedo. Y yo, que tengo miedo de mi miedo, lo encuentro divertido. Yo, que aprendí a irme con pasos de plomo por su casa, a moderar mis palabras porque las ideas tienen un costo. En los últimos años, no me ha importado pagarlo. Y, sin embargo, sigo pensando en que mi padre frustrado dedica todo el día a “cumplir con sus deberes”; es el jefe de familia, la cabecera de la mesa… y era el murmullo de las noches, cuando la luz titilaba y se colaba por la puerta entrecerrada de mi cuarto, y yo fingía estar dormida porque siempre lo esperaba para al menos verlo a esas horas, otra vez. Era un beso de buenas noches, un cuento de fin de semana, una lección sobre la vida.
Tienes que ser un círculo, me decía: amigos, escuela, familia, cumplir con todo y con todos, crecer hacia todas las direcciones, ser firme, ser profunda, ser árbol, ser semilla. Algún día, madre; por ahora, buena hija. Ante las victorias, una sonrisa. Ah, pero ante los fracasos, la mirada fija… la voz elevada y un eco de esquina a esquina por no poder cumplir con lo que pedía. Por más pequeño que fuese el error, me quedaba grande la herida. Hoy me repite: no tienes que ser perfecta. Y yo, que intenté ser el árbol, la semilla, las hojas, las flores, el pájaro, el cielo; que intento proteger la luz, aunque aprendí a apagar el fuego, lo encuentro importuno. Me río. Me jacto. Me estremezco, me redimo, me abrumo, me aflijo. Me pregunto si es posible escapar de los fantasmas del amor, de los monstruos que hemos heredado; si podríamos cortar los caminos que han construido para nosotros, si cambiaremos el mundo que han expuesto ante nuestros ojos, que persiste mediante su cariño. Puedo confiar en que la sinceridad de su intención vuelva transformables sus visiones, que aquellas comprendan mis razones y permitan, al fin, una nueva voz sola en mi propia habitación. Que respete mi oscuridad y escuche el cuento, esta vez, narrado desde mi trinchera. Tal vez, que sea para él suficiente con que sea hija. Al menos, para no ser el fantasma de su fantasía; quiero decir, para no convertirme en el producto de su cobardía.
Al fondo del ladrido
bajo el manto de la oscuridad, sin cesar tu nombre se pronuncia. No es el perro quien lo dice, no es la distancia que lo distorsiona, ni los carros quienes lo mencionan.
Soy yo, dándole vida a lo que pude retener: tu voz.
Emilia Noemí Amezcua Bernal
Para
Entre tanto humo y el soporífero ruido
con el que la vida, terca y arenosa, entrena con maestría a las miradas perdidas, a las miradas profesionales en parecer desocupadas, deshabitadas, desiertas, ajenas.
Entre esas miradas apocadas que convierte a todos y a todas en valles sin nombre,
los tres, que me cantan con aquella voz de jarana.se aparecen casi como un gran mito otras miradas que no huyen ni odian a los colores.
Dentro de ellas, donde irradian torres, reinas y peones, con un rigor inamovible de cumplir con el único mandato que la vida nos relega; que es sentir, sentir hasta las entrañas.
Esas miradas que saben señalar con la mano bien puesta, y juegan con la magia de no permitir que la vida se vaya muy de pronto.
Esas miradas sujetan su albedrío y su jornada con una rigidez que ni la muerte las puede sacudir.
Y que cuando se vayan y dejen de pisar aquí, cuando el tiempo y el fuego las haya consumido, ciertamente no habrá concluido el rito que iniciaron con sus ojos y sus manos de bondad.
Cuando desperté un 6 de octubre del año 2019 la noticia de un estallido social en el Chile neoliberal me quitó el dolor y me dibujó una sonrisa, la primera después de muchas horas sobre una plancha de quirófano.
Existe un batallón de civiles rugiendo dentro de mi cabeza
avanzando al ritmo de mi corazón de día y de noche.
Mastoidectomía.
No oigo tu voz, pero siento la marcha de la gente que sube desde el Cono Sur hasta el centro de esta ciudad cualquiera que se pierde en el Norte. No oigo tu voz, pero escucho un corazón unido cuyo pulso termina en mi cabeza.
Oigo tu risa que me promete un “estaremos bien”, a pesar de que en estos momentos a la mayoría nos azota la angustia, el miedo y la incertidumbre.
No escucho tu voz, a lo lejos una marcha de militares me ensordece la sordera.
Ahí vienen con sus motores y sus pistolas. Los detendré desde esta cama con mi bradicardia.
Sacaré de quicio su ritmo desde esta cama a esta hora
bajo este sol que no me deja ver.
Haremos que pierdan todo sentido “los pacos”
para que los muchachos y las muchachas avancen. Algo ha tronado en la parte Oeste de mi cráneo, algo ha tronado y siento el tránsito de algo plomizo y caliente.
Aprieto mis ojos y frunzo mi ceño
para que el acero no llegue al destino Este.
Con calma, con mucha calma, el dolor desaparece.
La gente ha salido a marchar irrumpiendo el ritmo de la palpitación humana.
Me sobresalta su paso, me estabiliza y me deja tumbado en un mejor sueño.
Hoy los espacios me suenan en notas menores estando reducido a una esquina del cuarto, que se inunda de quietas sensaciones. Calmas.
Claras.
Virtud de la transparencia en delicado oleaje, frecuentando el frío de los pies.
Y las palabras me saben a niebla, los ojos a madera verde, las manos a piedra humedecida.
Hoy mis espacios me suenan ajenos y soy vulnerable, soy pequeño, reducido, frágil, vencible.
Y todo está mal, nada mejora y todo seguirá igual que siempre.
Le han contado mis manos al barro sobre las tierras desérticas, y con sus lágrimas se ha bañado la figura, que ora en silencio a su alfarero creador por una forma menos dolorosa.
We burn, we raise from the ashes, we grow as the flames allow and transform into the air, but we intoxicate them. Oh, them, with their sweet deeds and their pure intentions but their true reflections stuck in our river, seized our oasis, we let them break us bind us corrode us we can be rusted; we have been abandoned. They are on the other side of paradise— and so, the danger is upon us: we have learned to grasp it. We are the menace of spring. The cold wavers our heartbeats.
We laid down to perish, we made death inane to defeat God, Where is God, after all this time?
We burn to return to ashes, Wasn’t that the whole point of life?
To reclaim our destiny in our birth, to accept the pain of the ordinary, to transcend into lightness—into light.
But the dark is heavy and the love we carry is only ours.
We burn to betray, and where is God?
The dark has pushed us to the ground,
We seek through ruin and our own decay: bodies searching for the souls they were born with.
We burn to go back to glory, we etch to feel something, we smolder and hope.
And where is God?
Lord Come,
Lord Come,
https://www.nytimes. com/2021/09/09/magazine/poem-i-came-to-you.html,
we were sad on the ground,1 we were ready to succumb, we wanted to abound, we wanted to become.1 Jean Valentine, “I came to you”, The New York Times, 2021. visited on September 10, 2022.
“
No sé cómo intervenir desde el interior sobre mi piel”. Roland Barthes, La cámara lúcida 1
Espero a la muerte, todos los sinónimos del declive porque eterna, incansablemente, yacerá aquello que vivió en la cámara oscura en el cuarto de revelación en el vértice rojo.
1 Roland Barthes, La cámara lúcida, México, Paidós, 1ª ed., 2018.Si vive ahí, si yace perpetuo, puedo consentir su desvanecimiento (aun si consentir implica la contradicción de mi no/deseo).
Que comiencen a caer, una a una, las piedras de este templo.
recuerdo del río que tras las armas murió
José Fernando Barros Lozano e l monte del reyTomando una taza de café, en el puerto al atardecer, me dieron ganas de llorar. Aún no logro convencerme de que vivo junto al mar. Saboreando la textura cremosa del café, al mismo tiempo que observaba la espuma marina tenuemente coloreada de tonalidades cítricas, me di cuenta de que, en realidad, lloro cada vez que estoy rodeada de agua.
Lloro al ver el mar. Lloro al meter mis pies en sus aguas frías y lloro también al hacer un recorrido en bote y sentir su profundidad tan sólo con la punta de mis dedos. Lloro al ver las perfectas fotografías que un lago captura o las redonditas piedras que viajan por un río. Lloro al observar las pequeñas gotas de rocío que adornan los brotes por la mañana. Lloro bajo la lluvia. Lloro en la ducha. Incluso lloro al lavar los trastes. No importa el sentimiento, rodearme de agua siempre evoca el llanto. Pero, ¿por qué esté enojada, triste, feliz o cautivada termino expresándolo con lágrimas?
Pensé que podía deberse a la magnitud de los sentimientos, pero eso no
explicaría por qué no lloro en los momentos que siento que podría explotar de amor. Tampoco explica por qué no lloré la vez que me aventé en paracaídas, donde sentí que moriría de miedo en el aire. Así que, únicamente lloro cuando hay agua. Concluí que simplemente me rindo ante la majestuosidad e imponencia del planeta Tierra, en donde da la casualidad de que abunda más aquel líquido. Aun así, mi respuesta me pareció vacía y pretenciosa. No explicaba por qué lloro al lavar los trastes.
Rápidamente, el ocaso del sol y de mi café transcurría. De la misma forma, un pensamiento apareció en mi cabeza y me hizo formular una hipótesis válida para mi gran pregunta: tal vez el llanto no es más que un efecto involuntario en el que un cuerpo de agua intenta unirse a otro cuerpo de agua mayor. Quizás, la propia naturaleza del agua es la búsqueda imparable de la unión total de cada una de sus moléculas.
No seré química, pero mi idea no me pareció descabellada. Todo el tiempo escucho a gente decir que la luna influye en los movimientos del mar, al igual que en el comportamiento humano. ¿No sería lógico inferir que, así como con el satélite, existe una relación entre ambos cuerpos de agua? Es posible que el llanto no sea más que la manifestación del 60% de nuestro cuerpo, conformado por agua, que se rinde ante la familiaridad que genera encontrarse rodeado del mismo compuesto químico.
El agua fluye, siempre se encuentra en movimiento. Creo que mis lágrimas, al igual que yo, aspiran a la grandeza, a formar parte de algo mayor que las mantenga siempre en viaje. Creo que al final, el propósito del llanto es evitar el estancamiento tanto del agua como de nuestros cuerpos. Creo que todo se reduce a la necesidad de navegar por distintas realidades y contextos. Todas mis afirmaciones se construyeron al ritmo del movimiento de los veleros que regresaban a la orilla a finalizar el trayecto del día.
Frente a toda la extensión del océano, comencé a visualizar las millones de lágrimas que alguna vez he derramado y que ahora son el hogar de una biodiversidad inmensurable que va desde microorganismos hasta las criaturas más grandes del planeta. Imaginé a pequeñas partes de mi ser en cada gota, dispersas por todos los océanos y glaciares. Consideré la posibilidad de que el agua de nuestro cuerpo es el lugar que siempre se ha buscado: en las lágrimas es donde se encuentra el alma. Estoy segura de que no eran los últimos rayos de sol los que cubrían las olas de purpurina; sino trocitos de almas brillando.
Todo pareció cobrar sentido. Es mediante nuestra vulnerabilidad humana que nuestro interior se vuelve tangible en las lágrimas, se une con otras lágrimas ajenas y se retiran a danzar infinitamente en un cuerpo de agua mayor. Me pareció que toda la vida depende del agua justamente por eso. Mi experiencia me dice que no se puede vivir sin abrazar, y no hay abrazo más sincero y humilde que el que dos gotas de agua se dan al tocarse y volverse una misma. No sólo ocurre una comunión de almas; al juntarse, las lágrimas de las personas se sinceran y se disponen a construir una cápsula transparente que carga con toda la memoria colectiva, volviéndola una. El último trago del café me hizo volver a la realidad. Pero, ¡claro! No todo el mundo llora ante el agua.
No, no todas las personas atribuyen el motivo del llanto al agua. Por lo menos, yo no conozco a nadie más que lo afirme. Lo que es seguro es que cada persona llora rodeada de agua. Ya sea a través del agua marina, de la brisa, del vapor del ambiente o de las alcantarillas, las lágrimas terminan conociéndose e involucrándose con otras moléculas de agua. Incluso las lágrimas de la persona de la mesa de al lado, que saltan a la taza de café, serán bebidas para terminar siendo expulsadas a las tuberías. ¡Ah! La belleza de lo cíclico.
Me pareció que ya era momento de renovar el modelo del ciclo del agua. No es que pensara que el rol de la humanidad en el planeta es indispensable
y superior, pero sería bueno que los profesores comenzaran a enseñar en las escuelas nuestro papel biológico y espiritual en el entorno. Tal vez así podríamos empezar a dejar de sentirnos avergonzados por el llanto y por nuestros sentimientos. Tal vez comenzaríamos a cuidar más el agua. No es linda la idea de que trozos líquidos de mí residan en aguas contaminadas. De esta manera, concluí que la especie humana debería ser integrada en el ciclo del agua debido a su secreción de pequeñas gotas que promueven el flujo y la acumulación del líquido. Aunque el mayor triunfo para la ciencia sería el descubrimiento de que la parte más intangible, incomprendida y metafísica de las personas se encuentra en el agua. El alma es agua. Por supuesto que todo aquello vendría después de que se realice (por científicos certificados) una investigación que valide todos mis pensamientos.
Con la asunción de la luna menguante —que mostraba vergüenza al tiempo que deseo de exponerme ante todo el mundo con la dirección de su luz— terminé riéndome de mí misma, descartando toda mi hipótesis y plan de investigación. Al final, decidí afirmar que la razón de mi llanto es porque soy piscis. Una respuesta más sencilla de suponer, entender, aceptar y explicar. Me levanté y me dirigí a mi hogar a tomar una ducha y lloré. Aquella noche me desvelé diseñando un nuevo modelo teórico del ciclo del agua.
Escuchaba el eco de su presencia a través de mi ventana preguntándome cómo se vería. Hacía mucho, sino es que nunca, que no la visitaba. Veía fotos en las revistas donde anunciaban su belleza, pero no estaba seguro porque ni siquiera sabía qué era el mar. Le veía y me confundía. Sabía que ahí estaba. Noches enteras me la imaginé de color blanco y tan suave como el roce de mi piel con las sábanas que se relajaban con la esperanza de, algún día, empaparse contigo. Te quería descubrir.
Cuando no me enamoraba la idea de tan sólo conocerte, dejé que lo primero que me humedeciera pasara por ser como tú. Creí, ciegamente, que las cascadas que se hacían en la calle por las fuertes lluvias eran el mar. Me encantaba que, en los aguaceros, pequeñas gotas se resbalaban por la grieta de mi ventana, penetrando mi cuarto. Pensaba que era amor: iba directamente a verme, en mi breve espacio; no como tú, que únicamente en el silencio de la oscuridad me llamabas. Acepté e incité a que mojara mis cosas con tal de retenerle. Poco a poco, mi cuarto pasó de ser mi nido a un acuífero. Era tanta su presencia que inundó por completo mi casa. Derribó mis paredes, rompió mis fotos, el techo lo tumbó, desechó mis gustos y yo sin poder hacer
algo. Tiró todo mi hogar para poder arrastrarme en las mugres cascadas, día y noche, sin que alguien pudiera salvarme; pero seguía siendo amor y yo te seguía pensando.
Recordaba tu eco y mis fantasías por dejarme llevar en tu liquidez. Aun cuando no parecía, quería conocerte. Entre las infinitas e idénticas calles por las que pasé siendo arrastrado, si ponía atención, podía escuchar en el fondo tu voz. Seguro que confundiste a alguien conmigo como yo contigo; así pasa, pero sentía que nos encontraríamos en algún momento.
Aferrado a la idea, el egoísmo de las cascadas me fue desechando y, sin notarlo, terminé en un lugar que desconocía. Al pisar mis pies se hundían, haciendo pesado el andar. Me quité los zapatos, yendo a lo que yo nombraba como una cascada grande. Así fue como te conocí.
Dentro de la pena y el pudor fuertemente nos apretamos con nuestros brazos, manteniéndonos cercanos hasta que el cielo dejaba de alumbrarnos. Me descubrí en ese abrazo, pero tú, luego de tragarme, te hiciste hacia atrás, desapareciendo. ¿Nos incitamos noche tras noche para, sólo así, desaparecer?
¿Eso sería todo? Avergonzado, caminé entre la orilla de la arena y el mar, esperando a que volvieras por mí. Seguía creyendo que el amor era ser arrastrado, no me importaba. Seguía vagando mientras coqueteaba con tu blanca espuma y la prieta arena que remojabas con tu acercamiento. Ibas a saludarme con tus ojos puestos en mi rostro. Andábamos codo a codo. En nuestras citas de los miércoles bebíamos café frío. Ya no bastaba con conocerte, quería profundizar en ti.
Luego de tartamudeos, me adoptaste como tu acompañante, sumergiéndome sobre tus aguas. Me dijeron que eso me pasaba por falta de fe: sólo aquellos que dudan son devorados por el mar para luego morir. Tuve mucho miedo al inicio, no te miento, pero te amaba tanto que ya no estaba dispuesto a huir. Quería vivirte, tú querías tenerme.
Me metiste a tus aguas para mostrarme la vida que hay dentro de ti. Tan vasto es el mar que nunca lo terminé por descubrir. Conocí tu marea y tus tsunamis, la basura y las plagas de quienes te contaminaron, aquellos seres que parecen venir a matarte, pero que están tan dañados como uno. Me presentaste tus secretos. Mostraste el tesoro de tu intimidad; yo te entregué nueva mi inocencia, tales perlas resguardadas en un cofre. Sustituí el café por el agua que derramabas y juntos estuvimos naufragando sin perder nada. Veíamos el cielo compuesto de colores grises, azules y de un naranja que odias pero que a mí me encanta. Verlo reflejado en tu textura era tan hermoso que comprendí que debíamos ir más lejos, sin el temor a ser consumidos por nuestros deseos, olvidándonos de todo. Era tan parsimoniosa la vista que me llenaba de felicidad, casi como estar contigo.
Eso era lo más bello de perdernos juntos: conocernos desconociendo al mundo. Compartimos lunas llenas en mantos oscuros que sembraban un erotismo tan romántico que me hacían ceder a la tentación de tu morena piel. Al pecar sobre tu sal, temerosos de Dios, rezábamos al ritmo del clamor.
Extrañaba mi hogar, pensé en volver, nunca en mostrártelo. ¿Qué más daba si allá estaba tan mojado como el ritmo de vida que estábamos teniendo? La cuestión era más que aquello. Si iniciamos a desconocer el mundo debíamos tener algo en qué sostener nuestras creencias, algo más sólido que nuestro amor. Algo que no hiciera que me sometieras a la profundidad de tu existencia, que no menospreciara la vida misma como yo y mi noción. Sujetarnos sobre las mariposas de fuego que revoloteaban en la pradera de tus piernas antes de desatar la más bendita agua. Conseguir una cueva que nos explicara a base de mentiras el sentido de nuestras vidas, de nuestro futuro, el propósito del pasado, el souvenir de la muerte; aunque la única verdad era nuestro amor.
Esa terquedad me mató.
Terminó volviéndose temor. Al pedirte una barca para volver a mi tierra,
enfureciste tanto que has ido borrando lo sucedido. Amor fue mostrarse y mostrar sacrificando todo. Ya no hay más. El mar se encuentra seco. Mis labios se deshidratan rogándole al viento un poco más de tu aliento antes de aceptar que muero por decirte que vivo por resecarme en ti, pero la lluvia te renombra. Muchos te conocen por las “Arenas” en tu nombre. Mar eres tú.
—¿Por qué me cuentas todo esto?
—Para que sientas que te amé.
Las huellas de lodo nunca le han gustado a mamá. Siempre que llego de la escuela me obliga a quitarme los zapatos, a limpiarles la suela con un cepillo de dientes y a desinfectarme las manos. Hacerle caso a todas las cosas que me pide es cansado, tedioso, aburrido. A veces yo solo quiero llegar y ver la tele, olvidarme de mis obligaciones y disfrutar siendo niño.
Ayer intenté rebelarme: entré corriendo por la puerta de la casa y llené el suelo con marcas de mis tenis. A mitad de la carrera me quedé sin aire y decidí voltear, observar el caminito de huellas que había dejado y quedé sorprendido. Negro sobre banco. Montículos grumosos de oscuro lodo adornando el suelo. Mis huellas gritaban independencia, libertad… Busqué a mamá con la mirada y la encontré parada frente al comedor. Sus ojos eran dos piedras sin vida, desencajadas, fijas en el camino de suciedad. Pensé que, como de costumbre, comenzaría a gritar, que me obligaría a desinfectar el suelo y después iría a encerrarse en su habitación, pero no. Mamá quedó plasmada frente a la mesa. Sus labios temblaban, sus piernas temblaban, sus ojos temblaban. Parecía una montaña a punto de caer. Cuando me acerqué a ver qué le pasaba, mamá corrió.
Huyó hacia el baño y comenzó a lavarse las manos con tanta fuerza que pensé que terminaría arrancándose la piel. Desde donde estaba pude escucharla vomitar. Me asaltaron a mis oídos sus gemidos apagados, empapados de terror; no supe qué hacer. Poco a poco, los gemidos se convirtieron en fuertes sollozos. Tan pronto como el espanto de mamá se tornó un escándalo, papá bajó las escaleras, me envió a encerrarme en mi cuarto y corrió hacia donde estaba ella.
A veces no entiendo a mamá. Se queja porque limpia demasiado, porque la casa está siempre llena de polvo, porque tiene que encargarse de acomodar los platos y pulir los cubiertos. Le molesta ser la única que organiza la casa, pero no acepta la ayuda de nadie. Cuando intento sacudir los muebles me mira como si fuera un incompetente y me dice que ella se encargará de hacerlo. Todos los días, antes de dejarme en la escuela, me da un beso en la mejilla y espera impaciente a que me baje del carro… Cuando cree que estoy lo suficientemente lejos como para no verla, ella se limpia la boca como si hubiese besado a un sapo.
A veces no entiendo a mamá. Es demasiado limpia, demasiado obsesiva, sobre todo los jueves cuando regresa tarde a casa. Esos días son raros. Papá me hace pasta para comer. Una vez le pregunté por qué siempre cocinaba eso y me contestó que era lo único que sabía hacer. Otro día le pregunté por qué mamá nunca llegaba temprano los jueves y, después de un silencio meditativo, papá respondió que mamá se iba a platicar con una amiga doctora sobre su relación con la limpieza.
Al regresar de su reunión con la doctora, mamá desinfecta la cocina, se mete a bañar, se encierra en su cuarto y habla con papá. A veces no platican, a veces pelean muy fuerte, lo suficiente como para que el ruido atraviese las paredes e invada mi habitación. Una de esas veces escuché a mamá decir que la terapeuta la había regañado por ahogar su ansiedad en cloro. ¿Cómo podría
alguien hacer eso? Sumergir un sentimiento en cloro. Eso es imposible. En la escuela mi maestra nos enseñó que los sentimientos son cosas invisibles, “intangibles” creo que dijo. Yo no entiendo a la maestra cuando habla así, usando palabras largas y extrañas. Mis compañeros entienden todo lo que la maestra dice. No creen que la palabra “intangible” sea una cosa difícil… En fin, creo que el olor de todos los detergentes que usa mamá para trapear me arruinó el cerebro. Escuché que eso pasaba, que a veces las personas se volvían locas porque pasaban mucho tiempo expuestas a los químicos.
A veces no entiendo a mamá. Casi siempre parece un robot. Ella baila con el trapeador, abraza a los estropajos y alaba al detergente. A mí me olvida. Soy pequeño y pegajoso. Mis manos siempre están embarradas de dulces o de polvo de papitas. Antes de tocarme mamá se asegura de tener toallitas húmedas cerca. Necesita saber que pronto, tan pronto como me suelte, ella va a poder arrancarse cualquier rastro de suciedad que yo pudiera haberle dejado.
Mamá sabe que su necesidad de quitarse mi mugre de encima hace que me sienta triste y eso la vuelve triste. No quiero verla llorar. Es mejor que “ahogue sus penas en cloro” a escucharla inventar excusas con una voz de animal herido. Hoy fui a hablar con papá sobre esto, sobre lo que le pasa a mamá. Me dijo que ella está bien. Que me quiere, es más, que me ama, pero que ella tiene una enfermedad rara: germofobia, bacteriofobia. No lo sé, no recuerdo muy bien. Solo sé que los ojos de papá esconden una tristeza extraña, una tristeza que no entiendo. Me dijo que mamá va a salir de viaje. Que regresará en uno, dos, tres meses. Yo sospecho que no sabe cuándo terminarán las vacaciones de mamá. Él dice que ella estará mejor después de relajarse, que irá de visita con la abuela y que todos los días por la mañana paseará por las playas de Yucatán.
Me miente sin convicción.
Sospecho que ya sabe que suelo esculcar en sus cajones en busca de pistas sobre lo que le pasa a mamá. Creo que sabe que encontré el panfleto del centro de rehabilitación, que lo leí e investigué, que lloré mucho y que ahora me siento triste porque ni él ni mamá creyeron necesario compartir sus problemas conmigo.
Solo espero que las cosas mejoren, que mamá esté bien y que regrese pronto. Ojalá sepa que, a pesar de todo, la quiero más de lo que una persona puede llegar a querer a otra.
Dedicado a mi abuela Adelina, quien tuvo la confianza de contarme la historia de su familia.
¿Recuerdas los años 1940? Estaba prohibido llegar después de las 10 de la noche, si sucedía simplemente se cerraba la puerta. No había remedio alguno, permanecías afuera hasta el amanecer, ¿lo recuerdas?
Aquella noche ya pasaban de las 10:30 pm cuando llegué al portón de la vecindad donde vivía con la tía. Los perros ladraban y todo permanecía a oscuras, salvo por el resplandor luminoso proveniente de la recámara de Angelita —a quien, por cierto, incluso con el pasar de los años nunca se le quitó lo chismosa—. Desesperada, moví el pie mientras tocaba la puerta, observé ambos lados por si algún borracho o maleante quería sorprenderme. Pasaron quince minutos y luego veinte. Angustiada, caminé de un lado a otro sin detenerme; grité hasta el cansancio con la esperanza de que me abrieran, por respuesta, la única luz perdió su brillo, eso fue lo único que alcancé a vislumbrar.
La calle se quedó en silencio. Sentada contra la barda, sin más aliento, lloré hasta quedarme sin fuerzas. Lágrimas largas como serpientes se secaban en mis mejillas. Abracé mis piernas y entre ellas escondí la cabeza, perdida en el tiempo. Sin esperarlo, escuché de pronto el galope de tu caballo acercándose. Dijiste enojado y en tono de reproche: “¿Qué pasó?”.
Ahí, Joaquín, nació el primer ápice de temor.
Entre llantos contesté: “Mi tía, que no me quiso abrir”. Saltaste intempestivamente hacia mí y como una orden me pediste subir al caballo. Accedí. En ese entonces era una estúpida, ingenua. Cabalgaste hacia aquella habitación donde pasamos la primera noche de una vida llena de dolor y de miedo. Y ahora, Joaquín, que te has muerto, ahora que has quitado tu yugo, que no me sujetas más, ahora que me encuentro sola, en lugar de felicidad, me queda incertidumbre por el futuro.
Adelina dejó las flores sobre la tumba puesta justo debajo de un árbol de huajes que dejaba pasar sólo los haces de la luz solar. En esa misma tumba enterrarían a Adelina, a quien le quedó de consuelo yacer para la eternidad encima de Joaquín.
Contuve las lágrimas mientras terminaba de colocar los cubiertos a un lado. Durante la cena no se había molestado en mirarme una sola vez. Nunca lo hacía. Me llevé los dedos a la boca, observando aquel rostro frío y distante en la otra punta del comedor. Mi marido, sentado a la cabeza de la larga mesa, escuchaba a su consejero hablar de asuntos del Estado. Cosas en las que poco podía inmiscuirme, pues poco me habían permitido saber. No me molestaba, jamás me había interesado aprender. Lo único que quería era a él.
Mordí, mastiqué las uñas entre los dientes e intenté respirar profundo. Uno. Dos. Solté. Me alisé los ribetes del ostentoso vestido. Cada noche para la cena usaba algo mucho más llamativo: gemas, adornos grandes, accesorios extravagantes. Nada daba resultado. Sin mucha sutileza me acomodé el escote y lo bajé un poco. Me incliné sobre la mesa exhibiendo la piel desnuda, expuesta. Él siguió sin voltear.
Habría preferido que, desde aquella primera vez cuando levantó el velo y descubrió mi rostro hasta ahora, no me hubiera mirado ni una vez. ¿Por qué molestarse en dar esperanzas e ilusionar a una joven aterrada? No
habría sentido mi corazón en agonía hundirse atravesado por un millar de agujas afiladas. No aullaría mi alma desesperada de dolor, de infinitas penas. Anhelaba su amor, un mínimo gesto de cariño, su afecto. Pero no poseía nada de aquello. No obtenía nada.
El día de nuestra boda, la primera vez que nos vimos, fue precioso. Se trataba de un matrimonio por conveniencia, pero al menos yo me había enamorado. Su mirada había sido cálida, dulce y tierna, incluso comprensiva. Lo recuerdo tomando mi mano entre sus dedos gruesos y pronunciando los votos más bellos. Me sonrió y yo le sonreí de vuelta. Dejé de temer y me entregué a él, era tan sólo una niña ingenua.
Tras volver de aquel recuerdo sentí en mi rostro una sonrisa ligera, linda, reconfortante. Me fijé en él de nuevo. Ya no miraba a su consejero, el segundo al mando, ahora tenía sus ojos puestos sobre el joven escudero. Su mirada volteaba hacia aquel chico siempre, lo atiborraba de mimos, le invitaba a su habitación. Sabía que, desde su llegada, ellos dos compartían bajo el velo de la luna las mismas sábanas. Asintió en su dirección y supe que hoy también disfrutarían la noche juntos. La rabia me invadió como mi única constante amiga. Mi gesto se tornó en algo doloroso, retorcido y sumamente feo. Me ardían de cólera las comisuras de los labios; la cara se pintó toda de roja. Quise arrancarme los pelos de la cabeza. Miré entre parpadeos lechosos. El nudo en la garganta no se iba; habría preferido arrancármela de cuajo si en lugar de inútiles y suaves dedos hubiesen tenido garras para votarme también las órbitas los ojos. Para destripar al niño, hacer de él pedacitos chiquitos y tragar cada uno después. Tal vez así nos fusionaríamos en uno y mi marido me querría a mí, únicamente a mí.
Me levanté y salí corriendo, comencé a rascarme los brazos, el pecho, el rostro con fuerza. Con demasiada rabia. Olí la sangre que emanaba de las rasgaduras frescas, pero a mí no me importaba. Sentía que agonizaba, que
moría lento y no lo podría seguir soportando por mucho tiempo. Me propuse a llevar a cabo mi plan. Llegué al fin a mis aposentos y evité mi reflejo. Había terminado por arrancarme mechones de cabello, de rascar hasta arrancarme pedazos enormes de piel. Nadie me amaría así. No a mí. No a una mujer destrozada, así de rota. De abajo de la almohada tomé mi daga.
Salí y me encaminé, en un remolino frenético, hasta la otra ala del castillo. Ahí en el dormitorio de mi esposo, me oculté en el armario y esperé. Esperé por horas. Aguardé hasta que las luces se apagaron. Hasta que, tras horas de insoportable velada apasionada, las respiraciones de los amantes se alentaron.
Supe que entonces era mi momento de actuar.
Salí de puntillas, en sumo silencio. Pronto terminaría por matarlo. Lo hice de inmediato, el chico no tuvo siquiera oportunidad de reaccionar lo suficientemente rápido. No emitió un sonido, no grito ni pío. Sonreí satisfecha. Directo al corazón. Volví a mis aposentos y no me importó que un par de mucamas me vieran saliendo. Estaba hecho. Si no podía amarme a mí, él no amaría a nadie.
Al día siguiente acepté feliz mi sentencia. Mi dulce amado ordenó que, de tajo, el cuello me fuera cortado. Al final me miró y mi corazón se sintió alivianado. Lo había conseguido, y al menos un poco de su cruel, rencorosa, dulce atención me fue dada. Recibí la oscuridad con una sonrisa en los labios.
Cuando pienso en la figura del oficinista, esa fauna que se autodenomina ‘mi Lic.’, de propiedad —mío, nuestro— como en ‘¿Qué pasó mi Lic?’; ese espécimen que ha construido su propia sociedad al interior de simples cuartos y cubículos. No puedo dejar de imaginar el cúmulo de la simpleza y aburrimiento; el aroma a muerto de la voluntad. Lo sueño porque soy oficinista y por eso mismo me produce cierta ‘incomodidad’ leer relatos o cuentos que tengan que ver con el señor burócrata. Ver en ello el reflejo de los que conozco y decir ‘sí, así son-somos’, o peor aún, novelas —lo que demanda aún más esfuerzo— acerca de la estructura organizacional de alguna empresa desconocida, con los supuestos dramas que puedan existir alrededor del departamento de recursos humanos, sus confines de erotismo y venganza; la pasión y el drama, en la oficina, son otra cosa, creo.
Pienso como si se tratase de una película, hecha con personajes capaces de negarte un sello en el Seguro Social o de ponerse a jugar ping-pong de ventanilla
Con motivo del fallecimiento de David Graebera ventanilla con tus papeles. Pero ¿por qué? —lo sabemos. Nadie en toda su estructura sabía que existía el trámite que les estabas solicitando; podría ser que esa selva inerte no merezca más que su inercia. En verdad parece un gasto inútil representar aquella forma cultural: el oficinista. Sin embargo, puede haber algo más que sobrepase mi apreciación y experiencia, más allá de la opinión, sobre su manera de vestir y de hablar. Más que la intuición, incluso, de sus historias y más cercana al sentimiento que a la idea; hay quienes han sido arrastrados por esta fauna con genuino interés creativo. En verdad hay quienes ven un extraño atractivo —pervertido y goloso— en este mundo interno, ruinoso, de la oficina. Y, a fin de cuentas, a mí también me gusta verme en ese espejo. En primer lugar, me atrae cómo es posible trivializar el amor romántico, el del modernismo, como lo hace Héctor Carreto:
Angelina Jolie, la fiera de labios amenazantes, Charlize Theron, la del tatuaje en el empeine, Naomi Watts, la novia de King Kong y todas las diosas de Hollywood están sumamente indignadas porque Héctor, el poeta, prefiere cantarte a ti, oh dulce Lesbia, modesta secretaria de banco.1
Vale la pena también mencionar el libro Recursos Humanos de Ángel Ortuño. La historia va acerca de un empleado, supervisor en una empresa que funciona como intermediaria para la compra y venta de impresiones (es decir, perfectamente inútil), que quema el Pontiac2 de su recién nombrado jefe. La razón fue un odio ambiguo, quizás detonado por un conflicto discutiblemente ‘amoroso’, o bien, por el resentimiento ante las relaciones de poder, la dominación y el privilegio. Recursos humanos está llena de intrigas de alcoba llevadas a los cubículos, entre la prole resentida y los paps y mirreyes, una
vieja generación de herederos, multimillonaria y olvidada; nada desconocido. También es infaltable hacer alusión a Bartleby —el escribiente de Mellville. Un cuento que retrata la fuerza del sinsentido, de la estupidez que se levanta entre el hormiguero de la ciudad moderna junto a la pasional banalidad de algunos empleados (ya sea con título de mando o simplemente trabajadores, todos subordinados), fundamentalmente papeleros y copistas, que toman demasiado en serio su trabajo.
A este libro se le debe la popular frase que hizo casi una marca al filósofo Slavoj Zizek: I prefer not to, ‘preferiría no hacerlo’. Bartleby, uno de los personajes de la obra, lo repite como una consigna política, absolutamente apacible y sin ningún síntoma de resentimiento o enojo hacia su jefe. El abogado, que es a la vez el narrador, pierde el suelo y se desquicia, aunque se mantiene anclado a la realidad, desesperado por la actitud de Bartleby; no obstante, compasivo, conmiserado por su semblante y algunos elementos más que aparecen durante el cuento.
Entonces me encuentro en una contradicción (la que podría bien ser la manera más aburrida y pálida de la cultura): de pronto tiene incluso connotaciones revolucionarias, entraña un interés estético particular. No es casualidad que en el escenario de los escritorios y de la alfombra apestosa a nicotina de las oficinas —antes de la prohibición del cigarro— se esconda una suerte de elemento emocional, una intuición sobre la vaciedad de la existencia social y el sinsentido que suele expresarse con explosión y furia: la revuelta. Es como si, literariamente, en el estómago de los oficinistas radicara una piedra de coraje, un glorioso berrinche, con fantasías de barricadas y edificios incendiados.
Pero los arquetipos culturales que se han logrado clasificar en el territorio de la oficina son mucho más variados. De ahí la importancia de The Office3
como un objeto cinematográfico que retrata con genuinidad la actualidad. Hablaré de la versión que tiene como protagonista a Steve Carell, debido a que aquella está situada en el país perfecto para desarrollar esta ironía: Estados Unidos. Antes de salir del catálogo de Netflix, The Office fue la segunda serie con más vistas, además de contar con uno de los fandoms más comprometidos en todo el mundo, tan sólo comercialmente por debajo de F.R.I.E.N.D.S. Esta última, propia de la tradición más arquetípica del sitcom, retrata a un grupo de jóvenes adultos que de algún modo extraño viven en una calle central de Nueva York sin tener realmente un empleo, o con trabajos de bajo orden salarial —suponemos como espectadores. Y que inexplicablemente cuentan con un vastísimo tiempo libre que ocupan sentados en una cafetería bajo su edificio.
En cambio, The Office es la representación de una circunstancia llena de sinsentido y, en general, de trabajos inútiles y de mucha improvisación. Ni siquiera se trata de una historia como cabría suponer; sino de un documental falso, es decir, un mockumentary. Lo que quiere decir que nosotros como audiencia debemos pactar con los autores y consensuar la idea de que lo que sucede allí se grabó en tiempo real, sin actuación ni guiones. No puede haber trama, ni estructura narrativa en el grado de sinsentido del que hablamos. Es decir, es un archivo de pura mierda, en una oficina sin propósito aparente con su fauna tratando de sobrevivir los días.
Probablemente lo que hace tan interesante y divertida a The Office (lo que volvió también prescindibles las risas de trasfondo características de las sitcom) es la precisión con la cual logró representar la absoluta falta de propósito que caracteriza de manera casi universal a los trabajos de la actualidad. O, para hablar con ‘propiedad’, al valor del trabajo, visto en su genealogía económica y en especial, en una dimensión moral y política. Primero analicemos el rol de la empresa ficticia de The Office: Dunder Mifflin. Debemos entender a este
elemento como un personaje más y no una suerte de tramoya.
Dicha compañía funciona como un intermediario entre los productores y los puntos de venta de la producción de papel para impresiones. Los principales competidores de Dundermifflin son las empresas de e-comerce y los grandes colosos de la compra a distancia como Amazon. En 1930, Keynes intentó predecir, aunque sin éxito, la situación de la industria y de los medios de producción según el avance de la tecnología; argumentando que la sustitución del trabajo humano se reduciría a una jornada laboral de 15 horas semanales. Falso. De algún modo nos hemos encargado incluso de trabajar más y crear muchos más empleos. La situación en la que se encuentran los personajes de The Office, incluyendo la propia empresa, es más bien el escenario de la mierderización de la economía.
David Graeber, un profesor de la London School of Economics (quien se volvió muy popular cuando fue destituido de su cargo como profesor en Yale en 2005, acto que los alumnos consideraron represión ideológica) en 2013 escribió un artículo para la revista Strike! Dicho texto se enmarcó en los intereses y objetivos de la relativamente recién fundada concentración de protesta denominada como Occuppy Wall Street. Su eje central era la idea de los bullshit jobs como un síntoma de algo más allá de una baja productividad o algún problema de índices de desempleo.4
Graeber define un bullshit job como el “empleo, pagado —porque es aún más mierda este tipo de trabajo sin paga, aunque ya no es un problema estrictamente económico— completamente sin sentido o creado bajo un craso despropósito, tan innecesario y pernicioso que ni siquiera el propio empleado puede justificar su existencia.”5 He aquí un elemento familiar a la estructura de The Office; la cual a su vez se conjuga con la teoría de los trabajos de mierda de Graeber y con la mierderización de la economía: la idea de que
4 David Graeber, “On the Phenomenon of Bullshit Jobs”, Strike! Magazine, 3, 2013.
5 Ibidem.
el empleado debe fingir o pretender que, de hecho, su trabajo tiene algún propósito.
Dunder Mifflin debe justificar a toda costa su existencia, todos los días. De esto se encarga Michael Scott, el gerente de la empresa, quien pasa la mayor parte del tiempo reuniendo a su equipo en actividades de distracción, en lugar de hacer algo productivo. Por consecuencia, tanto la empresa como el propio gerente pierden toda objetividad y sentido.
Así, la vida dentro de la oficina se vuelve una llena de reuniones que pudieron comprimirse en un correo electrónico; de relaciones interpersonales envueltas bajo un toque humorístico (como las de Jim Halpert y Dwight Schrute); hasta de relaciones amorosas, de misterio y de cualquier otra narrativa diaria que no tenga que ver realmente con el trabajo ‘objetivo’ — inserto aquí otras comillas de confusión. Esencialmente, hay que ocupar ese tiempo y, en la medida de lo posible, mantenerse haciendo algo que parezca de utilidad.
Esto puede explicarse con la teoría de Graeber, en conjunto con la predicción fallida de Keynes: la productividad de la empresa se reduce, de hecho, a un par de horas por día y a un par de empleados. El resto del tiempo —me refiero a las supuestas horas de trabajo— lo constituye una jornada laboral obligatoria, utilizada como criterio de la ponderación de los salarios, de lo cual depende el cálculo macroeconómico de la producción nacional. Sin embargo, se presenta un riesgo para el mercado si la tasa de desempleo y la jornada laboral se reducen: aumentan los costos de producción, suben los precios y se reduce la cantidad de población capaz de consumir.
En consecuencia, se busca el aumento del empleo, convirtiéndolo en una fuerza de trabajo posfordista. Es decir, a nivel abstracto, administrativo y burocrático (principal diferencia entre el trabajo en fábricas y el de las oficinas, la llamada fuerza de trabajo de cuello blanco). Además de un bajo
costo, se pondera un salario promedio homogeneizado y miserable, a lo que se conoce como tabulador. Esto con el objetivo de que las empresas puedan pagar la creación de más empleos y al mismo tiempo de sostener la inflación y los precios del producto con los que se calcula tanto la canasta básica, el salario mínimo y la línea de bienestar mínimo; en otras palabras, la frontera de la marginación y la pobreza.
En términos continentales diríamos que, si se sustituye la producción por el valor abstracto del producto, es decir, si el producto es entendido como mercancía y el trabajo es por definición valuado por la dinámica de consumo, entonces el valor del trabajo mismo también estará determinado por el mercado y la mercancía. Imaginen aquella situación, en donde todos los años de estudio, dedicación y sacrificio, en términos objetivos —ya entendidos aquí como mecanismos de explotación— pierden su ‘valor’, no significan nada. Ese es el aspecto de las disciplinas, o perfiles académicos, de la investigación, la ciencia, el arte, etc., en su relación de valores de mercado. Sólo vale lo que se puede intercambiar, no importa lo que cueste. El consumo manda y no tiene pautas, ni intereses particulares. Si quiere compra; si no, desecha.
Esta es la base fundamental de la crítica a la situación laboral actual, según filósofos como Mark Fisher, Zizek o el propio Graeber. De esta manera, la mierderización económica está directamente asociada a una dinámica ideológica, misma que se legitima mediante instituciones, modelos, políticas y también, quizá lo más importante, las conductas, las aspiraciones y en general la noción de sujeto y sociedad mierderizados según el mismo paradigma ideológico. La ideología deja de ser una postura o sistema de pensamiento para convertirse en la realidad de la gente: commodification of reality, o la consecuencia material de la objetivación de un paradigma puramente abstracto.
No obstante, hay que notar también que la masiva producción de empleos sin propósito es un fenómeno que debería contradecir los principios del capitalismo como modelo y como ideología. Según Graeber: “De acuerdo con la teoría económica, al menos, la última cosa que una empresa en búsqueda de rentabilidad haría, es soltar su dinero en trabajadores que no necesita. Sin embargo, de algún modo, esto sigue sucediendo.”6 Esto podemos verlo ejemplificado en The Office, en donde hay un empleado que no es despedido porque nadie se atreve a hacerlo, Kevin Malone, a quien le dan alicientes constantes de que su trabajo, el cual no existe en realidad, tiene alguna justificación todavía. También encontramos a Creed Bratton, que ni siquiera recuerda el nombre del puesto por el que lo contrataron y Pam Beesley, pareja de Jim, quien en algún momento inventa su propio puesto para no ser despedida.
Pienso que la explicación de Graeber encuentra su punto más clave en la relación de Michael y Dwight. Como ya se mencionó anteriormente, la pauperización de la vida y el valor del trabajo dependen de que el empleado considere, como una verdad objetiva, el hecho de que su trabajo tiene un propósito. Es decir, que lo que pudiera parecer un proceso de explotación flagrante se conciba por sus empleados, más bien, como un privilegio. Es ahí donde recae, como efecto gravitacional, la frase mexicanísima y popular de ‘lo bueno es que hay chamba’.
Michael y Dwight están convencidos de que su rol dentro de la empresa es fundamental, aunque no sepan ni tengan la necesidad de decir por qué (a excepción de aquel capítulo en donde un grupo de niños le dicen a Michael, literalmente, que su trabajo es estúpido). Sólo de ese modo, convirtiendo el escalafón laboral pauperizado en una carrera por el mérito, y haciendo un privilegio el trabajo empobrecido, es que podemos hablar de estabilidad,
desarrollo y bienestar. De ahí que los modelos de pseudociencia tipo study says, sean el fundamento de la opinión acerca de la crisis laboral entre los jóvenes: ‘renuncian porque están tristes y estresados’, culpando la situación individual, en este caso emocional y muchas veces falsamente cognitiva, de una circunstancia laboral generalizada.
Nótese que aquella es la misma estructura lógica de las consignas corporativas que invitan a los trabajadores a una dimensión aún más suspendida y delirante. Es el caso del mítico ‘ponerse la camiseta de la empresa’, lo cual significa la promesa de proyección laboral a cambio de aceptar una condición flagrante de explotación. Se convence de cosas como compromiso y lealtad; a una visión superior de ‘equipo’, que significa la comodidad de los patrones para usar el tiempo individual, necesario pero no objetivo, al precio de un kilo de arroz.
Aquí es donde encuentro el elemento revolucionario de la película Office Space.7El filme sigue la vida de un programador completamente abatido y frustrado llamado Peter Gibbons quien, en un acto de desesperación, busca un psicólogo pero termina encontrándose con un hipnotista. Desea poder volver a su casa después del trabajo y pensar que ha ido de pesca. Pero el hipnotista no puede hacer esto, sin embargo, lo que sí puede hacer es borrar el apego emocional a la circunstancia en la que se encuentra; llanamente, ayudarlo a que no le importe el trabajo. Peter entra en trance, y justo cuando está a punto de salir de él, el hipnotista muere de un infarto, y así Peter queda en ese trance permanentemente.
Lo que sigue es la representación de un empleado a quien le ha dejado de afectar, o de atravesar emocionalmente, el cúmulo de avatares del empleo del que ya hemos hablado. Para él su jefe pierde toda autoridad y los horarios dejan de tener un sentido ético. La puntualidad, el saludo respetuoso, la vestimenta,
todo se convierte en algo simple y sencillamente irrelevante. Al mismo tiempo, su empresa contrata a otra compañía para que realice un proceso de depuración de sus trabajadores. Hay tensión en la oficina, especulación en torno a quiénes serían despedidos y quiénes no; es decir, se audita qué trabajo vale más y cuales podrían no ser indispensables —inventarse prioridades, una difícil tarea.
Peter llega casualmente a la empresa el día que le toca su entrevista, después de haberse ausentado por algún tiempo, durante el cual sencillamente se dedicó a descansar y a no hacer nada. Acepta tomar la entrevista y, a causa de esta nueva actitud, presenta a sus entrevistadores una postura absolutamente transparente y un tanto soberbia, pero su honestidad y carisma los cautiva.
Peter es promovido, en contraparte con algunos de sus amigos, quienes son despedidos. Esta es la premisa inicial de la trama, a partir de ese punto se desarrolla el resto de la película.
De esto quiero destacar la relación que establece Peter Gibbons con la empresa, que puede ser la misma que se construye en Bartleby. Parece ser que la única manera de desestabilizar a una organización o forma de cultura de este tipo, antes de usar el recurso de los gritos, la queja o el llanto (incluso la protesta), se trata más bien de no hacer nada. Aquella es la revolución. Precisamente aquello único de lo que no se puede reapropiar el modelo: el ocio, la no-producción, el no-tiempo, crasa y radical; a saber, la interiorización del vacío mismo y el sinsentido.
En la película aparecen más personajes que revelan otros elementos de esta apreciación, como aquel que ha esperado su retiro durante largas décadas y finalmente lo consigue; pero a causa de un accidente automovilístico pierde la oportunidad de retirarse. O el tímido y balbuceador empleado que no puede anteponerse a nadie, para a quien todo el mundo puede ser una figura de autoridad y por lo cual termina siendo recurrentemente usado
como vía de satisfacción de castigo por parte de los empleados al mando. También podemos rescatar al humillado, quien finalmente termina siendo un personaje central en la resolución de la trama; el objeto de catarsis. Parece no haber solución al problema de los trabajos de mierda, estrictamente en la dimensión de su raíz fundamental, la objetivación ideológica de un modelo económico asumido como realidad. Sin embargo, aunque parezca extraño, aparentemente la postura radical ante ello es el trance de Peter o la negación de Bartleby. De ese modo tendremos que dar la razón a Camus, cuando dijo que el rebelde no es aquel que guarda rencor por lo que no posee o envidia por lo que desea y que no tiene —envidia insaciable, en una situación predominantemente de consumo—, sino la posibilidad de decir NO cuando es necesario.
Arturo Romero Santeliz
Según registros, la primera mención de la ruleta rusa fue hecha en un cuento casi imposible de conseguir de George Surdez para la Collier’s Magazine . En esta publicación, un sargento ruso habla del peligroso juego de azar en donde se obtiene como premio o castigo, dependiendo de la postura axiológica-moral, dinero o muerte . Algunas investigaciones históricas, en la búsqueda de un origen tangible del término, hablan de la inquietante conducta suicida de algunos oficiales del gigante euroasiático.
Por otro lado, en El fatalista, apartado del libro Un héroe de nuestro tiempo publicado en 1840 de Mijaíl Lérmontov, se hace referencia a algo similar a esta práctica aunque sin llamarle directamente por su nombre popular. A pesar de no saber con precisión si este macabro juego fue real o imaginario, alude a un concepto e imagen muy difundida y bien establecida en la cultura popular. Por ejemplo, la primera vez que fui consciente de esta práctica fue mientras reía a carcajadas al ver un segmento animado de los Looney Tunes aquel sábado por la mañana, en esa frontera confusa entre el siglo XX y los tempranos años 2000. Yo no podía comprender en aquel entonces cómo alguien podía sortear la vida a cambio de algo de dinero.
Empecé a usar el transporte público algunos años después y me di cuenta de que la autopista México-Pachuca podría medirse por los accidentes ocurridos en cada una de sus secciones, en lugar de por los señalamientos plantados cada kilómetro. Diariamente, miles de personas se desplazan en cientos de camiones y camionetas (mal) adaptadas para el transporte público. En este éxodo, los desplazados no sólo enfrentamos la sombría posibilidad de vernos involucrados en el impacto de dos vehículos automotores; también nos vemos asediados por quienes se “coronan” y llevan la ganancia del día a día a sus hogares a expensas de quitársela a otros; rompemos toda ley física al intentar acomodar veinte personas en un espacio donde solo caben diez. Toda esta fantástica transición para llegar a tiempo a nuestras labores y cobrar el salario que, en su mayoría, será destinado a esta misma ruleta rusa disfrazada de camioneta de pasajeros.
Allá por el 2009, la munición estaba en su sitio, el barril cerró con su característico giro y no dejó de girar conforme la camioneta avanzaba: ya no era barril de revólver, sino llantas. Esa tarde venía de regreso a casa. Salía de la secundaría y después del metro tenía que hacer cola en Indios Verdes para abordar la camioneta. “Un lugar más” escuché y pensar en el poco espacio me hizo esperar la siguiente. Subí y después de media hora avanzamos, había mucho
tráfico. La vagoneta bajo el sol se volvió un horno y los olores de las garnachas de quienes buscaban matar el hambre tornaron insoportable el ambiente. Una noticia nos llegó primero como eco de la eficaz línea de comunicación que mantienen los operadores: “¿Que la 35 se dio en la madre?” De entre todas las cosas que vociferó el señor barbón con la camisa blanca abierta hasta medio pecho, esa pregunta es lo que más recuerdo.
El camino fue tenso y lento. Después de un par de horas a vuelta de rueda, la noticia nos llegó, pero ahora por los ojos. El morro de la vagoneta accidentada desapareció entre una masa de metal deforme que, de no ser por las ruedas de caucho y los apenas visibles logos de la ruta, no daría cuenta de su anterior estado como unidad de transporte. En este caso, el ‘gatillo’ ya había sido accionado: del accidente salieron disparados los pasajeros al momento de impactarse contra otra colectiva y dar de tumbos en la barrera de contención metros antes de la caseta de peaje. Se contaron cuatro muertos.
Cuando pasamos a su lado, entre mis compañeros de viaje flotaba ese silencio que solo surge tras saberse acreedores a la bala de salva, el silencio que surge cuando ves al otro tendido en el suelo cubierto de una sábana blanca. ¿Y qué sucede ante esto? Nada. Fuera de todo soliloquio enaltecedor de esa nueva vida permitida y renovada, uno se pone a pensar en todas esas vueltas de más que dio el barril de ese revólver para que la bala se disparara antes. Un retraso en un par de estaciones del metro, una escala extra al baño, pasar por esas papas o esa torta para el camino, incluso esa pausa para atarse los cordones de los zapatos o verlos detenidamente para finalmente decidir que pueden esperar unos metros más. Es esta condición kafkiana del azar que lo vuelve tan dantesco.
Me gustaría buscar la crónica entre el registro de noticias para dar datos más certeros, pero es tan grande la lista de sucesos similares que los resultados de aquel día se pierden entre un mar de camionetas que también terminaron entre autobuses, abajo de camiones de volteo o simplemente con las llantas
para arriba. Y de todos aquellos infortunados se sumó una lista de números anónimos rodeados de veladoras y cubiertos de sábanas blancas. Porque ese parece ser el destino de quienes reciben el impacto: el sepulcro entre las toneladas de noticias similares. Tan iguales que es imposible distinguir el uno del otro. El cuerpo frío y el retorcido metal suelen tener el mismo rostro.
Si bien muchas veces la moneda al aire es lanzada por quien lleva en las manos las riendas de los colectivos, otras veces el revólver lo toma alguien que, de una u otra manera, ha sido empujado a empuñarlo para hacer frente a su propio destino. Uno no es ajeno a las situaciones en donde, a punta de cañón o de punzón, se ve obligado a dejar el celular y la cartera a manera de cooperación voluntaria para poder seguir circulando sin un ombligo extra al otorgado en el nacimiento. De entre todas esas veces en las que me expusieron a la boca de una pistola sin anunciarme de lleno mi entrada a la ruleta rusa, recuerdo una en particular.
Aquella vez era de noche y el microbús se mecía entre baches. El vaivén y las luces de neón lo hacían el lugar más propicio para recuperar algunas horas de sueño perdidas. Entonces subieron. El reflejo rojo de las luces ocultaba la seña característica del activo en sus ojos. “Ya valió madres”, escuché entre la modorra, mientras mi cuerpo en automático entregaba mis pertenencias. Un golpe al cielo del microbús dejó un hueco en el techo, lo que advirtió a todos los presentes de que el asunto iba en serio. Todos agachamos la cabeza. Todos, excepto mi compañero de fila. “No tengo nada” alegaba mientras evadía la orden de entregar su mochila. “Dámela o te detono”, oí cuando el líder, o al menos quien portaba el arma, apuntaba en mi dirección desde el otro lado del transporte. El cañón se mecía con el movimiento de su mano temblorosa y el menear del automotor sobre los baches. Dejé de respirar por un momento.
Todas aquellas noticias de balas perdidas hicieron gala en la parte más consciente de mi mente. La ruleta del tambor empezó a girar y yo me imaginé
como un encabezado más de todos aquellos que, por comunes, ya no ocupan la primera plana. Qué frustración la de morir sin otro calificativo más que el de haber muerto. El arma se encasquilló; nunca se decidió la suerte. Antes de darme cuenta, bajaron y se perdieron entre las calles devoradas por la noche.
Uno piensa que solo es en el transporte público donde se corre peligro en el peregrinar hacia el corazón del país. Sin embargo, siempre está la posibilidad de que un camión del ejército te caiga encima, de que una pipa de gas explote cerca de ti a medio camino o de que simplemente el metro se descarrile. Existe la posibilidad porque ya ha pasado: no es algo nuevo, tampoco viejo, porque es un continuo, y es algo que seguirá pasando. Pasamos a ser parte de estadísticas, números deshumanizantes. Somos una cifra que se queda enterrada entre otras noticias; que cuando ya no es noticia, es una normalidad.
Ya lo han dicho: aquí no se vive, se sobrevive. Seguirá así mientras a los de afuera se nos siga viendo como los que abarrotan, como marabunta, como si nuestras muertes únicamente fueran material para la trinchera política. Seguirá siendo norma, porque resulta más redituable abaratar costos de infraestructura, porque las condiciones orillan a que la opción más viable sea talonear o recibir una moneda para que los conductores sigan recorriendo los caminos, infundidos por el Escuadrón de los taxistas kamikaze. Así nosotros giraremos los tambores al azar para sortear lo que nos queda de vida por algo de dinero. Y mientras mi ruleta rusa se decide, escribo esto para e cuando me toque, quede algo en mi prefacio junto al texto que ya habrá salido entre otras noticias.
INTRODUCCIÓN
Este ensayo trata sobre el mundo escort (trabajo sexual de altos ingresos) y su compleja relación con el fenómeno de la trata de personas en la Ciudad de México. En primera instancia, se presenta un marco de referencia que permite ubicar contextualmente las dinámicas y las diversas aristas del fenómeno. Y, en un segundo momento, se plantea un bosquejo del surgimiento de las plataformas dedicadas a este tipo de servicios, la participación de grupos criminales, retomándose además algunas experiencias de mujeres
Marco Antonio Montiel Floresescorts que se vieron inmersas en la vorágine de la trata de personas y el esclavismo sexual.
El origen de lo escort en la Ciudad de México se remonta a los primeros años de la década de los 2000. En este contexto, el portal digital Zona Divas se convirtió rápidamente en la principal ventana de promoción de este tipo de servicios. Dicho portal estuvo en el ojo del huracán luego de los asesinatos, en años recientes, de escorts que se anunciaban en aquel sitio. Estos crímenes terminaron por destapar lo que a todas luces se trataba de una red de trata de personas. Así, la caída y detención del fundador de Zona Divas en 2017, conocido como “El Sony”, trajo consigo una oleada de capturas de miembros de su organización, además del surgimiento y proliferación de nuevos portales digitales que imitaron el modelo Divas para posicionarse en el mercado sexual. Por una parte, entre 2017 y 2018 fueron detenidas las colaboradoras y administradoras del portal: Yolimar Rodríguez (de nacionalidad venezolana), Edelyn “N” (de 34 años de edad, representante legal y administradora) y Gabriela “N” (de 31 años, paraguaya).1
De igual manera, en agosto de 2018 “fue detenido Julio César “N”, un ex policía judicial, acusado de ser operador de Zona Divas y reclutador de mujeres para el portal.”2A estas detenciones se sumó la del fotógrafo del sitio de internet, Armando “N”, “cuyas imágenes eran utilizadas para ofrecer servicios sexuales de las víctimas a través de un catálogo en el mencionado portal.”3
1 Además de reclutar o “enganchar” a mujeres en Sudamérica, estas operadoras también solían cobrar, ya en la Ciudad de México, hasta 8,000 pesos mensuales por anunciar a las escorts en la plataforma Zona Divas, sin mencionar los costos por hospedaje, alimentación, ropa, etcétera
2 Rodrigo Gutiérrez, “Caso Zona Divas: ¿Qué pasó con el sitio de Internet?”, SDP Noticias, Ciudad de México, 1 de noviembre de 2021 sec. Violencia de género), https:// www.sdpnoticias.com/mexico/caso-zona-divas-que-paso-con-el-sitio-de-internet/.
3 “Cae presunto fotógrafo de mujeres para el portal Zona Divas”, El Sol de México, Ciudad de México, 29 de agosto de 2018 (sec. Metrópoli). https ://www.elsoldemexico.com.mx/ metropoli/policia/cae-presunto-fotografo-de-mujeres-para-el-portal-zona-divas-1953514.html.
De estos personajes, la historia de la escort venezolana Yolimar Rodríguez es por demás interesante porque, entre otras cosas, permite cuestionar los extremos de la dicotomía víctima–victimario y expresar los diversos matices que hay en este tipo de relaciones. Cinco años antes de su captura, Yolimar llegó a México desde Venezuela como víctima de trata de personas;4 sin embargo, “después de ‘saldar su deuda’ con las personas que la trajeron a territorio nacional, se dedicó a victimizar a otras mujeres de su país, a quienes contactaba a través de redes sociales [...] les quitaba 40% de lo que cobraban por prostituirse [...].” Se calcula que Yolimar Rodríguez “explotó a 8 mujeres venezolanas en al menos 5 ciudades (Ciudad de México, Toluca, Morelos, León, Querétaro).”5
Si bien es cierto que estos y otros personajes fueron detenidos y en la actualidad enfrentan condenas en prisión, también lo es el hecho de que estas organizaciones se reconfiguran rápidamente, formando nuevos sitios similares. De acuerdo con la Fiscal Antitrata de la Ciudad de México, en 2018 aquel organismo no fue capaz de desmantelar a bandas completas, sólo consiguieron consignar a quienes hacen el trabajo operativo aquí.6 En ese escenario, una de las organizaciones que tomaron el lugar de Zona Divas en la Ciudad de México7 fue La Boutique Vip, plataforma que rápidamente alcanzó popularidad entre el mundo escort. Como es posible notar, estos sitios apelan casi siempre a la exclusividad, glamour, belleza y más atributos paradisiacos y hedonistas
4 La noción de trata de personas se entiende como aquellas actividades realizadas por un tercero para forzar a una persona (mujer, niño, hombre, etc.) a tener relaciones sexuales con otras personas en contra de su voluntad, a cambio de dinero u otros beneficios. En ese sentido, la prostitución en sí mismo no es (o no debiera ser) perseguida, siempre y cuando se ejerza de manera voluntaria. Fiscal Antitrata citada en David Fuentes, “Vamos contra páginas de trata por internet”, El Universal, Ciudad de México, 8 de enero de 2018, (Sec. Metrópoli). https://www.eluniversal. com.mx/metropoli/cdmx/vamos-contra-paginas-de-trata-por-internet-fiscal-antitrata-cdmx
5 Diana Lastiri, “Dan 30 años de cárcel a tratante en Zona Divas”, El Universal, Puebla, 1 de noviembre de 2021 (sec. Nacional), https://www. eluniversalpuebla.com.mx/nacional/dan-30-anos-de-carcel-tratante-en-zona-divas.
6 Fuentes, op. cit., s.p.
7 A pesar de que estas plataformas operan mayormente en la Ciudad de México, no constriñen sus actividades a la capital; sus redes se extienden a otras ciudades importantes del país: Monterrey, Guadalajara y Puerto Vallarta, Puebla, Toluca, Cuernavaca, Cancún, entre otras.
que incluso ostentan en sus nombres: Zona Divas, La Boutique Vip, Evas, Seductoras, Mileróticos, Sensualonas, El Portal Vip, Geisha Academy, entre otros.
En agosto de 2018 “la Policía Federal detuvo a Guillermo Hans “N”, alias “El Memo”, presunto fundador y socio de La Boutique VIP”.8Según esta fuente, “[e]n su momento [año 2018], la entonces Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México aseguró que había al menos 100 páginas que operan de manera similar a Zona Divas. Este centenar de sitios, detallaron, tiene en sus catálogos entre 500 y 700 mujeres cada uno”, muchos de los cuales, se presume, están relacionados con el delito de trata de personas.9 Y es que no se debe perder de vista que se trata de un negocio con ganancias económicas significativas. Al remitirnos exclusivamente a las tarifas de escorts en Ciudad de México, sabemos por ejemplo que “el costo de los servicios que se anunciaban iniciaba en 3 mil pesos y podía llegar hasta los 10 mil por hora. Todo dependía del cliente.”10
Desde luego esto varía en función de la edad, nacionalidad, fenotipo, servicios ofrecidos (oral, anal, fisting, sadomasoquismo, bondage, coprofilia, etc.).11En el caso de las escorts que se encuentran bajo el régimen de trata de personas, gran parte de las ganancias van a parar a manos de los tratantes. Así:
Cada mujer que trabaja como escort para un cártel puede tener un potencial de ingresos de hasta 200,000 dólares al año [4 millones 116 mil 710 pesos al 26 de enero de 2022] [...]. Por consiguiente, desde 2010 comenzaron a aparecer noticias en los medios mexicanos detallando la presencia de mujeres venezolanas
8 Gutiérrez, op.cit., s.p.
9 Las cifras son menores de acuerdo con la Fiscal Antitrata en 2018. Según este organismo, cada sitio anunciaría entre 100 a 200 escorts (Cifras citadas en Fuentes, op. cit., s.p.). Entendemos que esta significativa disparidad en los datos oficiales obedece a la dificultad de tener un control preciso de la actividad de estas páginas que, como se ha dicho, surgen, desaparecen y se reconfiguran con otros nombres. No obstante, es un hecho que la oferta de estos servicios es por demás abundante y al alcance de un simple clic.
10 Testimonio de ex escort Sol, citada en Luis Ramírez, “Infierno. Escorts viven entre la trata y el narcomenudeo”, El Universal, Ciudad de México, 13 de junio de 2018 (sec. Metrópoli), https ://www.eluniversal.com.mx/metropoli/cdmx/escorts-viven-entre-la-trata-y-narcomenudeo.
11 El fisting es una práctica sexual que consiste en la introducción de la mano en las cavidades vaginal y anal; la introducción puede ser completa o parcial. El bondage consiste en inmovilizar el cuerpo por medio de cuerdas, cadenas, cintas, etc. Muchos clientes contratan escorts para satisfacer estas y otras filias sexuales.
que se encontraban trabajando en bares en varios estados mexicanos.12
En relación con el delito de trata de personas, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), refiere que se habrían presentado 492 denuncias en todo México durante el periodo que comprende de enero a septiembre del 2021. Resalta el hecho de que únicamente cinco estados —entre ellos, la Ciudad de México—, concentran más del 70% de las denuncias por trata de personas. El panorama general es el siguiente:
1. Estado de México: 131 denuncias.
2. Nuevo León: 85 denuncias.
3. Ciudad de México: 59 denuncias.
4. Baja California: 47 denuncias.
5. Puebla: 42 denuncias.
6. Resto del país: 128 denuncias.
Total: 492 denuncias.13
Cabe enfatizar que los datos anteriores son apenas una punta del iceberg, pues se estima que las denuncias formales únicamente representan alrededor del 0.5 por ciento. Las razones detrás de la escasez de denuncias son variadas: “miedo, sentirse desprotegidas, pudor, pena, temor al escarnio público o el amago que ejercen sobre ellas, entonces proceder contra ellos [los tratantes] o determinar cuántas mujeres tienen es muy complicado dar una cifra exacta, pero son muchas.”14 Una vez llegado a este punto, es insoslayable no conectar a otros importantes actores que intervienen, directa o indirectamente, en este tipo de delitos y en buena parte del espectro escort. Cabe mencionar a algunas autoridades gubernamentales y, sobre todo, a los cárteles del narcotráfico que combinan el trasiego de drogas y mujeres (sin olvidar el creciente tráfico de
12 Testimonio de ex escort Sol, citada en Ramírez, op. cit., s.p.
13 Datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) citados en Gutiérrez, op.cit., s.p.
14 Fiscal Antitrata citada en Fuentes, op. cit., s.p.
órganos, niños, migrantes...) desde Sudamérica y otras partes del mundo hacia el interior del país.
En este contexto, el cártel de Sinaloa encabeza el nuevo modelo de negocios basado en la prostitución y la trata de personas. No obstante, otros cárteles también fueron consolidando toda una sofisticada estructura de reclutamiento y tráfico de mujeres provenientes de Sudamérica, especialmente de Venezuela, Colombia y Argentina. Estamos hablando principalmente del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y su socio michoacano Los Cuinis. La consigna era sencilla: reclutar específicamente mujeres hermosas, “ex reinas de belleza y modelos venezolanas para su red sexual”,15 muchas de ellas de clase media o provenientes de zonas marginadas.
En esta triple alianza, el cártel Jalisco Nueva Generación y Los Cuinis16 liderarían el negocio a nivel nacional, mientras que La Unión Tepito controlaría la prostitución en la Ciudad de México y el Estado de México.17 El papel de Los Cuinis es relevante en esta historia porque se dice que ellos fueron quienes tuvieron la idea comercial de importar mujeres sudamericanas de gran belleza y “aspecto europeo”, para así satisfacer la demanda de la clase media mexicana. Hay que recordar que, a lo largo de los años, las “mujeres mexicanas que tradicionalmente se dedican al trabajo sexual provienen de una población local,
15 Ana Arana, “Los cárteles mexicanos controlan la caravana de ‘escorts’ venezolanas camino a la muerte”, Armando.info, Caracas, 12 de mayo de 2019, https://armando.info/los-carteles-mexicanoscontrolan-la-caravana-de-escorts-venezolanas-camino-a-la-muerte/.
16 “El CJNG mantiene sociedad y lazos familiares con Los Cuinis, un clan de 18 hermanos y hermanas que habían sido cultivadores de aguacates en el estado mexicano de Michoacán y luego se convirtieron en narcotraficantes. Los Cuinis tienen participación en Venezuela y en otras regiones de América Latina [...] Entre 2006 y 2010, tres de los hermanos Cuinis tenían su sede en Argentina y Uruguay. Finalmente, dos de ellos fueron arrestados en Uruguay y Brasil. El hermano mayor, Abigael González Valencia, fue capturado mientras estaba de vacaciones en un yate en Cancún”, A. Arana, ibidem, s.p.
17 En la actualidad La Unión Tepito “tiene presencia en alcaldías como Gustavo A. Madero, Venustiano Carranza, Cuajimalpa, Benito Juárez, Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Álvaro Obregón, principalmente en las zonas del Centro Histórico, La Merced, Condesa, Polanco y Zona Rosa”, siendo el principal grupo narcotraficante en la capital del país, junto con el cártel de Tláhuac. Antonio Nieto, “Investigan a escorts que secuestraban a clientes en CDMX; tienen nexos con La Unión de Tepito”, Reporte Índigo, Ciudad de México, 20 de diciembre de 2021, (Sec. Seguridad), https://www.reporteindigo.com/reporte/ investigan-a-escorts-que-secuestraban-a-clientes-en-cdmx-tienen-nexos-con-la-union-de-tepito/.
más mixta e indígena.”18 El proceso es el siguiente:
Primero, [los cárteles mexicanos] les piden a los cazatalentos que identifiquen a las mujeres que cumplen con ciertos requisitos en los países–objetivo.19 Luego, las seducen con comidas de lujo, regalos y promesas de hermosos apartamentos y choferes privados en México. Cuando las mujeres llegan a México, reciben una factura. Cada centavo que los traficantes gastan en ellas figura como deuda. En el caso de la escort colombiana, su cuenta llegó a varios miles de dólares en pasajes aéreos, ropa y otros gastos. Le habían prometido que trabajaría en telenovelas y como modelo, pero fue empujada al trabajo sexual. Compartió una habitación con otras seis mujeres de Venezuela y Argentina en un barrio de clase media baja. Sus movimientos fueron controlados por mujeres con vínculos a Zona Divas y relacionadas con el cártel de la droga de Tepito.20
Una vez en México, además de los servicios sexuales que deben realizar de manera forzada, también suelen ser usadas para participar activamente en los negocios diversos de La Unión Tepito: “Llegábamos a vecindades que eran horribles, nos daban dinero para entregar a otras personas y ellos nos daban paquetes que contenían armas y drogas.”21A menudo ocurre que son obligadas a consumir drogas fuertes para engancharlas y perpetuar de esta manera el ciclo de la dependencia. El consumo de drogas les ayuda al mismo tiempo a soportar las inclemencias de sus actividades como escorts, pues desde que llegan deben cumplir con jornadas extenuantes y si deseas “mantenerte activa tienes que meterte algo, acá no hay de que ‘estoy cansada o tengo sueño’.”22El ritmo es tal que la misma Sol cuenta cómo no podía gozar de descanso, incluso aunque se encontrara delicada de salud: “Una vez tenía un dolor muy fuerte a la altura del vientre, me llevaron al médico y me dijeron que tenía los ovarios inflamados, me pidieron parar al menos un mes. Al volver al cuarto me advirtieron que no había
18 Arana, op. cit., s.p.
19 Para el caso colombiano, el reclutamiento de hermosas mujeres por estos cárteles mexicanos se centraría “esencialmente en Bogotá, en el parque de la 93, en el Eje Cafetero, en Medellín, en el parque Lleras, y tenemos unas zonas del país que son predilectas para que estas bandas lleguen a conquistar a nuestras mujeres”, de acuerdo al Cónsul de Colombia en Ciudad de México, citado en “Colombianas muertas o desaparecidas en México: la lucha del cónsul Oswaldo Parada para evitar la impunidad”, Semana, Bogotá, 4 de octubre de 2021 (sec. Nación), https://www.semana.com/nacion/articulo/colombianas-muertaso-desaparecidas-en-mexico-la-lucha-del-consul-oswaldo-parada-para-evitar-la-impunidad/202154/.
20 Arana, op. cit., s.p.
21 Testimonio de ex escort Sol, citada en Ramírez, op. cit., s.p.
22 Ibidem, s.p.
tanto tiempo para reposar y que en una semana tenía que estar de vuelta en el negocio.”23
Afortunadamente ella logró salir del negocio. La manera de cómo lo consiguió es sui géneris:
Una mañana de agosto, un hombre entró al cuarto donde Sol dormía con otras chicas extranjeras, le aventó una mochila, ropa cómoda y le dijo: ‘Agarra tus cosas, ya te vas a largar’. Al bajar las escaleras del edificio, ella no sabía de qué se trataba, la subieron a una camioneta, la llevaron a un hotel de avenida Revolución y al entrar a la habitación reconoció un rostro ‘familiar’, un hombre ‘muy pudiente’ le dijo que todo había terminado, que era libre. ‘No tengo idea de cuánto pagó por mi rescate, lo único que sé es que fue una suma en dólares. Muchas ocasiones contrató mis servicios, pero nunca tuvimos sexo, luego platicábamos. En otras citas me habló para contar dinero, pero nunca me tocó, nunca me faltó al respeto’.24
En el testimonio anterior, Sol logró abandonar el mundo escort; no obstante, no todas las mujeres consiguen hacerlo. Incluso quienes se liberan de sus tratantes, no necesariamente abandonan después el trabajo sexual. En ese tenor, revisemos el caso de una escort colombiana quien, después de dos años de trabajo (laborando siete días a la semana), recuperó su libertad con un desenlace que hace pensar en la relación intrínseca entre lo singular y lo estructural. Tras alcanzar su libertad:
Hoy sigue siendo escort, pero independiente, y aún vive en Ciudad de México. Su tiempo con Zona Divas le enseñó cómo evitar problemas y protegerse. Ella le dijo a una amiga periodista que puede recaudar hasta 10.000 dólares al mes. ‘Es un trabajo duro y hemos aprendido a soportar el miedo y el disgusto, pero ¿en qué otro lugar podría ganar tanto dinero?’[...]. La mujer ahora está lista para introducir a otras en el negocio.25
Parece ser que mientras exista tal demanda de servicios sexuales, mismos que suelen ser bien remunerados, la prostitución de lujo continuará. Pero no sólo se trata de la demanda de clientes individuales, sino también de una condición económico–estructural que ha resquebrajado a la institución del
trabajo, precarizando los sueldos y salarios formales; de ahí que la expresión “más vale cinco años como rey que cincuenta como buey”, expresada por los jóvenes del narcotráfico, cobre relevancia. Es decir, en la medida en que la precarización laboral sea dominante, surgirán negocios alternos como el escort que generen mayores ganancias en el marco de la economía criminal versus la formal. Y en este sistema productor de ganancias, que pone en marcha la maquinaria seductora del dinero y el derroche, de los lujos y bienes materiales en abundancia, coexiste la putrefacción, la violencia y la muerte.
Desde 2010 a la fecha, se han registrado múltiples desapariciones y asesinatos de escorts y mujeres asociadas a la trata de personas en México, sin mencionar aquellos previos al 2010 de los que nada o poco se sabe. Para tener una idea de la magnitud del problema, el cónsul de Colombia en Ciudad de México afirmaba que en 2021 habría:
Más de 107 personas [desaparecidas de origen colombiano en México], entre hombres y mujeres. Pero fácilmente el 60% de esta cifra pertenece a mujeres vinculadas con temas de trata. Otra modalidad utilizada es la de mujeres que se dedican a ser escorts, saben a qué vienen, pero las bandas las reclutan con una deuda, diciéndoles: ‘Nosotros les vamos a pagar el pasaje aéreo desde Colombia a México. Van a tener la residencia, van a tener los papeles legales para que trabajen, van a tener un lugar digno y muy adecuado con su comida’, y les pintan un sueño mexicano que no existe. Cuando llegan acá les quitan los papeles, las amenazan, están en lugares y en casas de lenocinio donde están cuidadas por escoltas, armas de alto calibre, son humilladas, esclavizadas, no les pagan jamás lo que les prometen, son maltratadas, les quitan sus documentos.26
Cientos de mujeres llegan a México desde Sudamérica esperando acceder a una vida de lujos, pasarelas, éxito, trabajo en televisión, popularidad y dinero a manos llenas. El sueño se torna pesadilla cuando son encerradas en casas de seguridad, rodeadas de otras mujeres que, como ellas, creyeron en aquel sueño mexicano. Su belleza es puesta al servicio de la maquinaria económico–sexual, ¡ellas mismas se transforman en la máquina! Las enganchan a las drogas duras:
cocaína y metanfetamina, la también llamada “droga del amor”. Y entonces deben adaptarse para sobrevivir, deben aprender a no sentir, a simular que disfrutan estar corporalmente con cientos de clientes que suelen ser “políticos, pero también integrantes de los grupos criminales y de narcomenudeo que operan en la zona de Tepito”, así como clientes de todo tipo.27 Y luego, cuando ya no sirven, cuando se resisten a trabajar para ellos a pesar de haber saldado su deuda, cuando dejan de ser las novias de los sicarios o cuando simplemente les da la gana a aquellos, en medio de un pasón de coca o de rabia, las matan. Al final de cuentas son mujeres desarraigadas de sus núcleos familiares que difícilmente acuden a las autoridades mexicanas por miedo a ser detenidas o deportadas hacia el otro sueño, el sueño latinoamericano. Desaparecen, muchas veces nadie reclama sus cuerpos y terminan en la fosa común o en algún páramo de este sueño mexicano tapizado de cadáveres y desaparecidos.
Berthe Morisot, Julie soñando despierta , 1894, óleo sobre lienzo, 65x54cm, Colección privada.
En Francia durante la segunda mitad del siglo XIX , ante la inconformidad con el canon clasicista mantenido por la academia artística, un grupo de pintores —posteriormente denominados impresionistas— dirigió su interés hacia temas relacionados con la cotidianidad. Esta nueva corriente artística se caracterizó por hacer uso de una técnica que dio prioridad a la percepción lumínica, en contraste con la rigurosidad en las formas que estableció el estudio pictórico al que se oponían.1 No obstante, tales representaciones de
1 “Se debe definir a los impresionistas por un conjunto de factores que difieren de un artista a otro, tales como su elección de escenas de la vida moderna o los efectos de la atmósfera en un paisaje rural o urbano como tema principal, la técnica del plein-air (pintaban en el
la “vida común” evidenciaron la esfera privilegiada en la que los creadores se desenvolvieron.2 En suma, debido a que predominaba la presencia masculina, el enfoque de sus pinturas revela en cierta medida su perspectiva según el lugar que ocuparon dentro de la sociedad francesa.
Sin embargo, la participación de Berthe Morisot en el prestigioso Salón de París3—la cual obtuvo gracias a su vínculo con otros personajes de su círculo—4 significó para la producción pictórica un enfoque distinto sobre la vida cotidiana, aunque burguesa. Mientras sus compañeros plasmaban paisajes, eventos sociales, retratos, etc., Morisot brindó un sentido particular a estos escenarios. Pero sobre todo a las protagonistas que habitaban sus pinturas; es decir, al tratarse de personajes femeninos, la corporalidad, la individualidad, así como el desenvolvimiento mayormente en espacios privados le brindaron al arte de la pintora francesa un distintivo particular.
Aunado a lo anterior, pese a su situación acomodada, el medio en el que la autora se desarrolló estaba sujeto a condiciones consignadas según su género. Por esta razón, en el retrato de su hija Julie Manet, Morisot plasma una perspectiva femenina, previamente configurada, sobre una joven inmersa en un medio privilegiado que no le resultaba ajeno a la artista. Lo anterior acentúa una relación personal entre esta última con su obra.5 De esta manera, la francesa logró captar las singularidades de su primogénita mediante una posición en
exterior, frente al motivo), un modo ‘impreciso’, ‘abocetado’, o su género.”, Paul Smith, “El Impresionismo y los impresionistas” en Impresionismo, Akal, Madrid, 2006, pp. 10-11.
2 “[El Impresionismo] consigue entremezclar ambientes distintos que nos dan la posibilidad de observar tanto cómo se desarrollaba el tiempo libre como la vida cotidiana de la burguesía francesa.” Laura Triviño Cabrera, “Impresionismo en clave feminista”, en Cómo abordar la enseñanza de la historia del arte desde una perspectiva de género: el movimiento impresionista como ejemplo, Dossiers Féministes, núm. 19, 2014, p. 207.
3 El Salón de París en el siglo XIX fue uno de los recintos más importantes de exposición de arte en Francia. Organizado por la Académie royale de peinture et de sculpture.
4 Paul Smith, op.cit., pp. 66-67.
5 “[…] para construir un sujeto/mujer/artista cuya autoimagen no sólo la identifica en su vida cotidiana sino también dentro de su quehacer plástico al transformarla en metáforas de sí misma.” Lorena Zamora Betancourt, “El imaginario, ‘lo femenino’ y el arte” en El imaginario femenino en el arte: Mónica Mater, Rowena Morales y Carla Rippey, CONACULTA/INBA, México, 2007, p. 24.
cierta medida empática. Por consiguiente, en el presente ensayo se realizará un análisis sobre la composición del retrato a partir de ciertos factores que permiten resaltar una percepción femenina enfocada en aspectos domésticos propios de este género del siglo XIX que al mismo tiempo brindan a la obra impresionista una perspectiva distinta acerca de su objeto de representación. Lo anterior será posible mediante la comparación de este cuadro con otras obras de Morisot, con la finalidad de sublimar las particularidades de la figura de Julie. Para ello, se considerarán elementos tanto expresivos como compositivos que dotan de una personalidad individual a quienes representó la pintora. Se propone vincular la presencia de una mujer joven en una pintura con las connotaciones socioculturales entorno a la autora que delimitaron en cierta medida sus recursos artísticos, así como la manera en que podemos observar dicha imagen.
Berthe Morisot nos muestra a su hija Julie Manet en este retrato, en el cual, por medio de pinceladas marcadas y rápidas, observamos a una joven de cabello castaño rojizo que posa sentada dejando vislumbrar su perfil izquierdo y que, además, parece mirar al espectador. Sin embargo, su atención no es fija, ya que a través de sus ojos oscuros y carentes de brillo podemos percibir que la adolescente se encuentra inmersa en sus propios pensamientos. Su cara se sostiene sobre su mano derecha apenas esbozada. Los reflejos azules del vestido blanco de Julie aunado a los tonos pardos y verdes en el fondo generan un ambiente nostálgico que se complementa con la posición desinteresada de la protagonista.
Respecto a esto último, la poca variedad de colores de tonalidad fría contenidos en la obra acentúa el contraste entre el fondo oscuro con la claridad de la piel y el vestido de la muchacha. Pese a esto, la figura femenina parece fundirse en el mismo escenario, pues apenas logra distinguirse de la oscuridad
detrás de ella. A partir de la imagen de la joven podremos determinar de qué manera se hace presente la interpretación de su autora sobre su entorno, así como el significado que el retrato adquiere de acuerdo con las condiciones de la artista y su relación con la retratada. A continuación, se analizarán los temas que aborda Morisot respecto al vínculo personal que generó con sus creaciones artísticas.
La presencia de las mujeres como objeto de representación visual ha sido algo común y constante en toda época de la humanidad. En cambio, cuando se trata de la participación de aquellas dentro de la producción pictórica, pareciera que no ha sucedido en la misma medida. Sin embargo, esta presunción deriva de la falta de reconocimiento a artistas femeninas por parte de la Historia del arte desarrollada en el siglo XX. En realidad, las mujeres sí han tenido un lugar dentro de la práctica artística e incluso varias han logrado sobresalir durante su tiempo.6 Entonces, una vez que atravesamos la barrera de la supremacía masculina en la disciplina y logramos conjuntar ambos aspectos en un mismo escenario (es decir, la mujer como autora y modelo), es posible encontrar ciertas características que configuran un ambiente distinto; sobre todo, por los temas que suelen abordar en su trabajo y el modo en que los plasman. El trabajo de Berthe Morisot es una muestra de ello.7 Su período de actividad se concentra en la segunda mitad del siglo XIX, concretamente en Francia. Antes de adentrarnos en esta última cuestión es necesario distinguir
6 Ibid., p. 17.
7 Cabe mencionar que la artista obtuvo el reconocimiento de sus contemporáneos, aunque a costa del trabajo de sus colegas: “Berthe Morisot veía constantemente cómo su condición de mujer de buena sociedad velaba su condición de artista. Los críticos, que hablaban de las exposiciones de los Impresionistas, no solían referirse a ella o bien la consideraban una aficionada.” […] Théodore Duret, “Berthe Morisot”, Histoire des peintres impressionnistes, 1906. “Su obra, muy apreciada por unos pocos iniciados, quedó como ofuscada por la gloria siempre más proclamada de los otros pintores de su grupo…”, Paul Valéry, “A propósito de Berthe Morisot”, (1941), Stéphane Mallarmé, Berthe Morisot, pintora impresionista, traducción de Javier Ceballos, Vola, Madrid, 2019, pp. 15 y 75.
lo siguiente: de acuerdo con el círculo social en el que la pintora se desarrolló, resulta sencillo contrastar una serie de cuadros de esta artista con los que elaboraron sus colegas en ese mismo momento. Las pinturas consignadas dentro del Impresionismo, en palabras de Meyer Schapiro,8 básicamente plasman el ocio visto desde los estratos medios y altos. Sin embargo, los personajes que aparecen en escenas de este tipo pueden adquirir un sentido distinto según el lugar que ocupen en la composición o la frecuencia con la que aparezcan en conjunto. Por consiguiente, es preciso prestar atención a los sujetos que son representados, pues en cierta medida indican el enfoque del autor, de acuerdo con el medio o la acción que realizan.
En cuanto a las pinturas de Morisot, estas tienen como elemento en común escenarios que muestran fragmentos de la vida privada y que evidencian implícitamente condiciones sociales relacionadas con el género y la clase, sobre todo porque quienes se desenvuelven en estos espacios son precisamente mujeres. Por lo tanto, el interés de la francesa radica en el comportamiento de aquellas en un ambiente cotidiano y personal. Asimismo, la pintora representó la maternidad mediante autorretratos en compañía de su familia y también por medio de otras labores relacionadas.9 En consecuencia, podemos decir que la obra de Morisot es autorreferencial, pero es necesario profundizar sobre esto a partir de ciertos aspectos.
En primer lugar, los sitios que aparecen en sus cuadros generalmente se asocian con roles femeninos ya que reflejan mayormente interiores domésticos.10Ahora bien, el hecho de que sea una mujer quien recrea estas escenas, nos permite
8 “Meyer Schapiro, above all, in two important articles of the 1930s, laid down the basic notion of Impressionism as a representation of middle-class leisure, sociability, and recreation depicted from the viewpoint of the enlightened, sensually alert middle-class consumer.” Linda Nochlin, Women, art and power and other essays, Routledge, USA, 2018, p. 41.
9 “Certainly, this painting embodies one of the most unusual circumstances in the history of art—perhaps a unique one: a woman painting another woman nursing her baby.” Ibid., p. 38.
10 “Es cierto, por ejemplo, que la ideología francesa del siglo XIX sostenía en general que el ambiente doméstico era el hábitat natural de las mujeres respetables, mientras que, para los hombres, no contemplaba tales restricciones.” Paul Smith, op.cit., p. 63.
tener una idea más cercana sobre las actividades que ellas realizaban, precisamente porque Morisot forma parte de este grupo; por ende, plasma lo que conoce de primera mano. Para demostrar lo anterior, la pintura Ante el espejo (fig. 1) de la misma Berthe Morisot, muestra a una mujer dentro de una habitación peinándose frente a un espejo. La joven se encuentra inmersa en su tarea, por lo que ni siquiera parece mirar su reflejo. Es posible ver que lleva puesto un vestido color blanco que no alcanza a cubrir por completo su torso. Resulta valioso destacar un par de aspectos del cuadro: la presencia per se de la mujer y el espacio en el que se lleva a cabo la acción. En primer lugar, la muchacha actúa para sí; es decir, la actividad que realiza está dirigida hacia ella misma. Además, al estar delante de un espejo, de algún modo omite lo que le rodea. En cuestión del lugar en donde se encuentra, la pintura se sitúa dentro de un tocador ubicado en un dormitorio. Por lo tanto, si bien la imagen es de carácter doméstico, también adquiere un sentido privado, lo que brinda a la protagonista comodidad o seguridad. A partir de esto, se infiere que no teme ser observada por un externo y que, por ello, no se moleste en vestirse correctamente. Al contrario, esto funciona como un recurso que dota de cierta intimidad.11
11 “Pero lo habitual, por no decir lo universal, es que la ocupante de la bañera, la protagonista de escenas de aseo de interior sea una mujer. [...] Con frecuencia se trata de un ‘topos’ salaz, cuyo potencial erótico queda realzado por el hecho de que, supuestamente, la mujer que se baña o se acicala
Aunado a esto, el poco detalle de su rostro incita a fijarnos principalmente en lo que la protagonista está realizando, o bien, en el panorama general. Somos testigos de un instante cotidiano tal como es percibirse a uno mismo, aunque desde la perspectiva de una artista burguesa.
Por otro lado, cabe mencionar que Morisot pintó en más de una ocasión a su familia. En la mayoría de sus pinturas muestra a su esposo e hija en espacios específicos que exponen de alguna manera su estilo de vida, pero también al sujeto, o bien, a los sujetos de interés de la artista. Por ejemplo, en Eugéne Manet y su hija en el parque de Bougival12 o en En una banca13 podemos apreciar lo que la pintora observaba desde aquellos sitios que su posición social prácticamente le asignaba. Se trata de una artista que se encontraba condicionada por su maternidad que la confinaba constantemente en su hogar; de ahí que reprodujera estos espacios. Esto también configuró las maneras en las que representó a su núcleo familiar. En suma, Morisot nos muestra otra faceta personal, pero esta vez la unidad se desprende para involucrarse con el otro.
Una vez que hemos destacado los aspectos que nos permiten señalar una mirada femenina y su representación dentro de la obra de Berthe Morisot, es momento de conjuntar estas consideraciones en el retrato de Julie Manet. Si bien el cuadro expone la imagen que la artista concibe sobre su hija, también la obra configura una idea propia de la joven, gracias a los elementos que la pintora francesa le otorga a sus personajes femeninos; de tal manera que logra brindarles un espacio y las convierte en la parte central por medio de sí mismas.
Dentro de la obra de Morisot encontramos este retrato dedicado a su hija Julie
no sabe que la están observando.” Linda Nochlin, “El hombre en la bañera: El asesinato, de Picasso, y el género del baño”, en Situar en la historia. Mujeres, arte y sociedad, Madrid, Akal, 2020, p. 311.
12 Berthe Morisot, Eugéne Manet y su hija en el parque de Bougival, 1881, óleo sobre lienzo, 73x92cm, Museo Marmottan Monet.
13 Berthe Morisot, En una banca, 1889, óleo sobre lienzo, Colección privada.
Manet. Tal como se describió anteriormente, la imagen contiene una serie de características que permiten diferenciarla de otros trabajos clasificados dentro del Impresionismo e, incluso, de otros cuadros elaborados por la francesa. No obstante, respeto a esto último, la imagen no es ninguna excepción en cuanto a la relevancia que ella otorga a quienes representa. Por esta razón, trataré con mayor precisión algunos detalles del retrato con la finalidad de considerar las implicaciones que tiene en función de la mirada de su autora. Principalmente debemos centrarnos en la corporalidad de Julie Manet, pues es lo que se nos presenta en primera instancia, de la cual resalta la postura de la muchacha. Esta se muestra de manera despreocupada, sosteniendo su quijada con su propia mano, lo que provoca que su espalda se encorve pronunciadamente. A pesar de que la joven se encuentra posando para que su imagen quede plasmada sobre lienzo, parece no importarle la manera en que acomoda su cuerpo. Por ello, es posible inferir que se encuentra cómoda, además no muestra tener necesidad de componer su posición ante alguien más: no parece importarle quién la mire. Asimismo, observamos un cuerpo vestido, si bien protegido; cubierto no únicamente con la prenda, sino inclusive por el mismo cuerpo contraído de la chica, así como por el pincel de Morisot gracias a la pálida piel que apenas logra distinguirse del amplio atuendo blanco. Sin embargo, esto tampoco le resta presencia a la modelo, al contrario, gana atención a partir de la sencillez de la composición, pues no hay elementos que logren resaltar más que ella. Entonces, Julie no es expuesta intencionalmente a una mirada ajena. En consecuencia, la pintura cuenta con cierta naturalidad con la que podemos apreciar a la hija de la artista.
A diferencia de Ante el espejo, esta pintura no muestra una habitación o lugar específico. El fondo de tonos oscuros permite situar a la protagonista en un espacio propio. Es decir, la uniformidad de los colores que le rodean consigue enfocar la mirada del espectador únicamente en Julie Manet, quien resalta en
el ambiente lóbrego, al mismo tiempo que acentúan su expresión. Sobre todo porque es su mirada lo que cuenta con mayor solidez.14 Así, de alguna manera su alrededor enfatiza la ensoñación en la que se presume está la joven. Sobre esta misma idea, el título que Berthe Morisot dio al óleo nos lleva a identificar la acción que realiza Julie. De acuerdo con la descripción de la imagen, aunque la retratada sólo se muestra sentada, es por medio de sus ojos que podemos notar que su atención no se encuentra precisamente en su presente, ni en el espectador, sino en sus propios pensamientos.15 Por esta razón, el escenario adquiere relevancia porque en cierta medida revela las emociones de la protagonista que mantiene un semblante melancólico. Incluso, podemos relacionar aquella cuestión con la edad de Julie y el papel que ella juega dentro de su entorno. En los cuadros elaborados por su madre en los que ha sido representada aparece descansando, o bien, sin realizar alguna actividad en particular. De manera que la muchacha puede alcanzar una autoconciencia a través de sus emociones, según la perspectiva de Morisot. Así como la joven de la otra pintura se encontraba frente a un espejo para observarse y ser consciente de sí misma, Julie consigue lo anterior con tan sólo ubicarse en solitario y dejarse llevar por lo que surge en su mente o incluso en su propio ‘sueño’.
También parece relevante indagar sobre cómo la pintora describe la actividad que realiza su hija; es decir, es preciso cuestionar lo que la primera observa en oposición con lo que realmente plasmó. Posiblemente, el título que Morisot dio al retrato busca justificar la imagen que ella misma concibió sobre Julie Manet desde su perspectiva como madre. O bien puede tratarse de la connotación que el nombre puede obtener: una chica cándida inmersa en
14 “[…] the purpose of encapsulating Morisot’s painting in a nutshell […] conventions of pictorial construction: figure versus background, solid form versus atmosphere, detailed description versus sketchy suggestion.” Linda Nochlin, Women… op.cit., p. 37.
15 “La visión de la mujer en cuanto mero espectáculo queda relegada para así recalcar, […] la íntima actividad mental de la mujer.” Griselda Pollock, Mary Cassat. Pintora impresionista, traducción de Joe Phillips, Vola, Madrid, 2020, p. 25.
sus ilusiones. Sin embargo, esto difiere con la actitud indiferente que podemos apreciar, aunque la figura femenina conserva cierta comodidad y familiaridad con la situación. Así, mediante su presencia dentro de un ambiente doméstico, Berthe Morisot, en el lienzo logra construir para Julie un espacio en el que puede desenvolverse honestamente.
Tal como hemos visto, el trabajo de Berthe Morisot expone situaciones, así como a sujetos que se apegan al interés de la práctica impresionista, circunscritos en la vida cotidiana. No obstante, el aporte de la artista podemos hallarlo en los personajes que frecuentan sus escenarios: mujeres que se viven en un espacio personal, a pesar de estar contenidas en un ámbito social determinado. En suma, aquellas generalmente son presentadas en solitario o acompañadas por no más de dos personas. Es así como Morisot enfatiza la singularidad o personalidad de sus protagonistas a partir de su identidad como mujeres.
La autora no resulta una extraña en relación con lo que plasma. Al contrario, lo hace desde una posición similar. La obra muestra la experiencia personal que la pintora adquirió desde su lugar en la sociedad francesa. De esta manera, consiguió interiorizar lo que observaba y lo expresó mediante sus imágenes. 16 Además, cuando se trata de la representación de su familia, en el caso específico del retrato de su hija Julie Manet, la manera en la que recreó su imagen involucra un mayor acercamiento hacia las vivencias de la joven, o bien, por lo menos podemos decir que reconoce a su persona y, con ello, a su individualidad. Morisot no se coloca en una posición de superioridad por el mero hecho de tener cierto control sobre su figura en sí y usarla a su favor. Por el contrario, le
16 “[…] la construcción e interpretación del imaginario femenino en el arte se puede considerar como un discurso plástico particular en el que temas, iconografía, signos y símbolos tienen una consonancia peculiar si el sujeto creador es mujer, cuyas características se verán marcadas por su contexto histórico y social […]” Zamora Betancourt, op.cit., p. 28.
brinda un lugar propio a la joven únicamente por lo que es: una mujer. Gracias a esto, la francesa logró sobresalir y mantenerse en la disciplina pese al dominio de sus compañeros. Berthe Morisot abrió una ventana hacia la vida femenina, no con la intención de exhibirla ante una mirada invasiva, sino para que el espectador, incluso ella misma, pudiera empatizar, identificarse o conocer una perspectiva distinta sobre la sociedad de entonces. O simplemente para mostrar un fragmento de su propio mundo. Así, la pintora aprovechó la separación del academicismo para desarrollarse en el área —al mismo tiempo que abandonó los ideales del canon pictórico— y para exponer aquello que podía resultar insignificante para los ojos severos de su época: la cotidianidad, aunque especialmente la intimidad femenina apreciada desde la semejanza.
“A las plantas se las forma mediante el cultivo y a los hombres mediante la educación.”
Jean-Jacques Rousseau, Emilio.
Uno de los pilares sobre los que está construida la sociedad actual es la educación, o, al menos, la idea de educación. Día con día se reconoce el carácter determinante que los años de formación tienen en la vida de las personas, su capacidad de transformar realidades, su vitalidad para la articulación de las bases sociales. Está presente la creencia de que una buena educación se traducirá, eventualmente, en mejores oportunidades. Es por aquella razón que la mayoría de los niños pasan su infancia entre las cuatro paredes de un aula a la espera de ser instruidos por un profesor.
Como sucede en otros ámbitos, lo que en la actualidad defendemos como un derecho que corresponde a todo ser humano fue, en otro tiempo, el privilegio de unos cuantos. Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, la
educación fue una posibilidad reservada para los sectores más acaudalados de la sociedad. Por supuesto que la necesidad llevaba a toda persona a adquirir algún tipo de formación; el hijo del artesano era educado para ser artesano, el del campesino para ser campesino y el del noble para ser noble, pero la educación no tenía la naturaleza dinámica y renovadora que le adjudicamos en el presente.
Es un tanto irónico que uno de los primeros pensadores en escribir una obra dedicada por completo a la educación fuera Jean-Jacques Rousseau, quien nunca recibió una educación formal. En la Europa del siglo XVIII, la educación particular era un privilegio que solo podían costearse los nobles o los hijos de aquellos que se dedicaban a una profesión liberal; es decir, los hijos de médicos o abogados. A los demás únicamente les quedaba la opción de recibir una educación elemental en un convento o aprender un oficio en un taller. Rousseau, hijo de un relojero, tuvo una educación llena de interrupciones y obstáculos tan inusual para su época como para la nuestra. Como él mismo nos cuenta en sus Confesiones, desconoce cómo aprendió a leer, pero recuerda que durante su niñez temprana pasaba las horas en el taller de su padre leyéndole en voz alta los libros de la biblioteca familiar.1 De esta manera pudo conocer algunas de las obras que lo marcarían por el resto de su vida. Cuando aún era un niño, su padre tuvo que huir de Ginebra debido a una riña con un capitán por la que casi termina en la cárcel. Muerta su madre apenas unos días después de su nacimiento, el pequeño Jean-Jacques quedó desamparado. A partir de aquel momento, la vida del futuro filósofo se transformó en un ir y venir que no terminaría hasta años más tarde. Fue aprendiz de grabador, vagabundo, seminarista, apóstata, lacayo, secretario y profesor de música sin formación musical, de tal suerte que aprendió un poco de mucho y mucho de nada. El hecho de que hubiese estado en circunstancias tan diversas le concedió una visión única de la vida y es posible que su anhelo por una sociedad igualitaria
haya nacido durante estos años. En su autobiografía admite que no empezó a estudiar con seriedad hasta pasados los veinte años cuando, pasando su salud por una mala racha, descubrió su amor por el aprendizaje.2 Este es el hombre que en su madurez publicaría el Emilio, una obra que, junto con el Contrato social, constituye una de las más influyentes del Siglo de las Luces. Aquel libro, en el que Rousseau tiene como finalidad idear la mejor manera de educar a un niño, guarda una relación paradójica con uno de los hitos más oscuros de su vida: el abandono de sus cinco hijos a las puertas del hospicio.
En términos de presentación, el Emilio no es solamente un tratado de educación, un discurso filosófico o una novela, sino más bien una combinación de los tres. En definitiva, se trata de una obra que pone a la educación en el centro del escenario. Hay que aclarar aquí que por educación Rousseau no se refiere a pasar horas en las aulas, adquiriendo no más que saberes teóricos de la mano del profesor. No, en este texto la educación abarca todas las facetas de la vida humana: actividad física, alimentación, vestimenta, entre otras. El objetivo no es únicamente inculcar valores o transmitir conocimientos, sino formar hábitos. En la obra hay dos personajes principales: el tutor —que más tarde nos enteramos de que Rousseau se proyecta en dicho personaje—, y su alumno, Emilio. El trabajo principal del primero es atender las necesidades educativas de cada una de las etapas del desarrollo de su alumno. Estas deben ser seguidas según las dicta la naturaleza y no de acuerdo con las imposiciones de un programa elaborado de antemano. El autor critica duramente a aquellos que ven en los niños a pequeños adultos y hace especial énfasis en la importancia de respetar las etapas de la vida para que el proyecto educativo sea exitoso. Cada fase de la formación deja un aprendizaje esencial para las lecciones posteriores.
Los conocimientos deben de ser introducidos de manera gradual, empezando por los empíricos y los prácticos para, al cabo de los años,
penetrar en los saberes que exijan mayor nivel de abstracción. Querer inculcar conocimientos teóricos que el alumno no está listo para comprender no hará más que confundirlo y hacerlo intelectualmente débil, como afirma el mismo Rousseau: “Tan pronto como se acostumbra a las gentes a decir palabras sin comprenderlas, es fácil, tras eso, hacerles decir cuanto se quiera”.3 Es por aquella razón que se opone a inculcar cualquier tipo de saber religioso a los niños. A diferencia de otros enciclopedistas, Rousseau no era ateo y la divinidad tiene un rol importante en su obra. Sin embargo, siempre fue crítico con la presunción de las religiones reveladas y las instituciones religiosas que afirmaban poseer la verdad, motivo por el cual fue perseguido más de una vez. En La profesión de fe del vicario saboyano, en un fragmento del cuarto capítulo del libro, Rousseau sostiene que las personas pueden encontrar a Dios en sus corazones, dentro de sí mismos. Esto significa que no hay necesidad de recurrir a intermediarios para entrar en contacto con la divinidad y, en consecuencia, la autoridad religiosa se desmorona.
Otro punto esencial del plan educativo de Rousseau es preparar a las personas para las circunstancias fluctuantes de la vida, siempre teniendo presente la mutabilidad de las instituciones humanas. Esta es una de las cualidades revolucionarias de la obra, ya que trata a lo humano como algo transitorio y anuncia su condición cambiante; no hay órdenes permanentes. El estado de las cosas que conocemos en el presente puede ser trastornado en cualquier momento; tal como sucedió años después de la muerte de Jean-Jacques, cuando la revolución francesa arrasó con la sociedad del antiguo régimen, aquella con la que tuvo tantos desencuentros en el transcurso de su vida. Tal vez uno de los pasajes más fascinantes del Emilio, en el que podemos advertir la aguda conciencia histórica del filósofo, es el siguiente:
¿Los golpes del destino ¿son tan raros que podáis contar con quedar exentos de ellos? Nos acercamos al estado de crisis y al siglo de las revoluciones. ¿Quién puede respondernos de lo que será entonces de vosotros? Todo cuanto han hecho los hombres, los hombres pueden destruirlo.4
Partiendo de aquella premisa, una persona debe educarse no pensando en la posición que ocupa en la jerarquía social, ni para ejercer la profesión de sus padres —hechos que las contingencias de la existencia pueden alterar en cualquier momento. Para Rousseau, la educación debe de hacer de la persona un sujeto capaz de hacer frente a la adversidad; es decir, un sujeto libre.
En una época en que la mayoría de los países en Europa eran monarquías, uno de los objetivos principales del proyecto educativo de Rousseau era formar ciudadanos; una aspiración que entraba en conflicto con el orden imperante. Para lograr lo anterior, la integración del alumno a la sociedad es necesaria. Este punto es especialmente controvertido ya que hasta ese momento en la obra una parte considerable de los esfuerzos del tutor ha estado destinada a evitar que su alumno sea corrompido por las malas influencias de la sociedad, visión que se alinea con el resto del pensamiento del ginebrino. Pese a que Emilio ya convivía con otras personas, su tutor había actuado como regulador de sus interacciones sociales, distinguiendo las influencias buenas de las malas. Con todo, Rousseau está consciente de que una educación no está completa si no se encuentra respaldada por el contacto con los otros por lo que en el último capítulo Emilio se integra al cuerpo social y se convierte en un ciudadano.
El aire igualitario que permea gran parte de la obra se ve contradicho a la hora de hablar de la educación de la mujer. Sofía, quien ha de ser la compañera de Emilio, y en quien Rousseau ilustra sus ideas respecto a la educación de la mujer, tiene una educación limitada a las tareas del hogar y a complacer a su compañero. Es una pena que un pensador tan perspicaz como Rousseau, 4 Ibid, op. cit., pp. 257-258.
enemigo de las desigualdades sociales, trastabillara en un punto elemental como este. No obstante, sin dejar de ser críticos con las deficiencias de la obra, creo que vale la pena rescatar el espíritu de justicia que guía la formación de Emilio. Si bien puede tacharse a esta obra de ingenua o utópica, Rousseau es el primero en reconocer la dificultad de que un proyecto como aquel pueda llevarse a la práctica. Como aclara en las primeras páginas, no se trata de una obra que busque plantear un modelo de educación funcional: el objetivo del autor no es esbozar un modelo real, sino una posibilidad ideal.
A pesar de ciertos contrasentidos e ideas que pueden chocar con la manera en la cual se concibe la educación en la actualidad, el Emilio es una obra fundacional en el mundo de la pedagogía; establece la naturaleza transformadora y dinámica de la educación. Admite las adversidades de un proyecto educador, sin dejar de hacer propuestas audaces por ello. Lamentablemente, las primeras tiradas del Emilio fueron a dar a la hoguera en París y Ginebra. Su contenido contra el dogma religioso y su cuestionamiento del orden social le costó a Rousseau la condena de las autoridades francesas y ginebrinas, además de una orden de aprehensión, razón por la cual no pudo tener una residencia fija hasta el final de sus días.
OCUPACIONES DE LOS EGRESADOS Y
EGRESADAS DE LA LICENCIATURA DE RELACIONES INTERNACIONALES EN EL COLEGIO DE MÉXICO
Bernardo Alonso Aguilar López
El conocimiento sobre las ocupaciones de los egresados de las universidades es importante más allá del chisme de corredor.
El Colegio de México (COLMEX), en cuanto que institución pública, es una inversión estatal entre cuyos mandatos se encuentra la formación de cuadros profesionales. En ese sentido, y de acuerdo con Mario Ojeda, el éxito
profesional de sus egresados representa la mayor aportación de El Colegio de México a la sociedad mexicana.1 Aunque existen análisis de las ocupaciones de los egresados de la Licenciatura en Relaciones Internacionales del COLMEX2, esas aproximaciones pueden resultar deficientes pues no han estudiado a profundidad los destinos profesionales de sus egresados ni mencionan la imperante brecha de género. De tal forma que este texto tiene dos objetivos: primero, actualizar y analizar el desempeño de los egresados hasta el año 2010; segundo, visibilizar estadísticamente los efectos de la brecha de género en las áreas de desempeño de los egresados de la Licenciatura en Relaciones Internacionales.
La estructura del presente texto es la siguiente: en primer lugar, se hace una explicación de la metodología seguida por la recopilación de información y algunas consideraciones importantes sobre el trabajo. En segundo lugar, se define brevemente el concepto de brecha de género y se señala su causa y posibles razones del declive. En tercer lugar, se presentan los resultados de la investigación —cada categoría desglosada por género. Por último, se presenta una reflexión a partir de la información obtenida.
Para conocer el destino profesional se realizó un análisis estadístico de las ocupaciones de los egresados de la Licenciatura en Relaciones Internacionales entre 1960 y 2010, con énfasis en las diferencias de ocupación por género. La temporalidad va desde la primera generación de la licenciatura (1961-1963) hasta la vigésima primera generación (2006-2010). Se escogió esa delimitación temporal porque los egresados posteriores a la generación XXI están en
1 Mario Ojeda, sobre: Gustavo Vega Cánovas y Humberto Garza Elizondo (coords.), El Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México: 50 años de investigación y docencia, México, El Colegio de México, 2012”, Foro Internacional, 54, (2014), p. 179.
2 Mario Ojeda, “El Centro de Estudios Internacionales a los 25 años de su fundación”, Foro Internacional, 27 (1987), pp. 342-3.
proceso de integrarse al mercado laboral. Se clasificó la trayectoria en cuatro categorías: servicio público, academia, organizaciones (internacionales y civiles) e iniciativa privada. A su vez, cada categoría se dividió en subcategorías.
El procedimiento para obtener la información fue largo. En un principio, se realizó una búsqueda en Internet para tener información actualizada de las ocupaciones profesionales.3 Puesto que no todos los datos están en línea, la información faltante se consultó con 22 egresados de la licenciatura. Por solicitud expresa de algunas y algunos de ellos, el nombre de los informantes no se revelará, lo cual no impide agradecerles el tiempo y atención que tuvieron al contestar las preguntas. Con dicha información se realizó la clasificación de ocupaciones desglosada por género y se representaron gráficamente los resultados.
En cuanto al proceso metodológico se refiere, resultó complicado determinar el número de egresados debido a que hay tres listas.4 Dentro de estas hay discrepancias sobre el número de integrantes, apellidos con grafías distintas y errores de dedo, sobre todo en las primeras generaciones. Por ejemplo, en la primera generación Vázquez señala 13 egresados,5 Lida, Matesanz y Vázquez apuntan a que hubo 20,6 Garza y Vega dicen 187 y en la lista del informe anual del COLMEX 2017 aparecen 21.8 Para resolver el problema, se realizó la suma de los nombres de las 3 listas y se complementó con los datos proporcionados
3 N. del A.: información actualizada hasta el verano del 2022
4 La más antigua es la de Josefina Vázquez en su libro El Colegio de México: años de expansión e institucionalización 1961-1990, publicado en 1990. Una segunda edición apareció dentro del libro La Casa de España y El Colegio de México. Memoria 1938-2000, escrito por Clara Lida, José Antonio Matesanz y Josefina Vázquez en el año 2000. Existe otra lista en El Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México: 50 años de investigación y docencia, coordinado por Gustavo Vega y Humberto Garza. Además, cada año la Presidencia del Colegio publica un informe de actividades donde presenta una tabla con el número de egresados.
5 Josefina Zoraida Vázquez, El Colegio de México. Años de expansión e institucionalización 1961-1990, México, El Colegio de México, 1990, p. 268.
6 Clara Lida, José Antonio Matesanz y Josefina Zoraida Vázquez, La Casa de España y El Colegio de México. Memoria 1938-2000. México, El Colegio de México, 2000, p. 462.
7 Humberto Garza y Gustavo Vega (Coords)., El Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México: 50 años de investigación y docencia, México, El Colegio de México, 2014, p. 633.
8 El Colegio de México, “Informe de actividades 2017”, p. 106, https://bit.ly/3xsI32K.
por los egresados informantes. Dicho procedimiento dio un total de 437 egresados. Si sustraemos a los egresados de los cuales no se pudo obtener ninguna información (35) y a quienes fallecieron jóvenes, por lo que no pudieron incorporarse al mercado laboral (6), entonces queda un total de 396 egresados distribuidos en 21 generaciones. También es necesario mencionar que la suma de todos los egresados no es igual a 396, pues muchos tienen más de una ocupación.
Antes de presentar los resultados es necesario definir el concepto de brecha de género. El Instituto de las Mujeres define aquel término como “una medida estadística que da cuenta de la distancia de mujeres y hombres con respecto a un mismo indicador”.9 Aplicado al presente estudio, se entenderá como la diferencia porcentual del género de los egresados en cada generación de la Licenciatura en Relaciones Internacionales. La brecha se aprecia en la gráfica 1, donde solamente tres generaciones han tenido más mujeres, mientras que en las otras 18 generaciones hay una predominancia masculina. De acuerdo con esta gráfica, podemos distinguir tres períodos: (1) de la generación I a la X en el cual el número de mujeres es constantemente inferior al de hombres; (2) de la generación XI hasta la XVIII en el cual la relación fluctúa; (3) las últimas tres generaciones en las cuales la brecha disminuye considerablemente. Aunque la brecha se ha reducido con el paso de los años, si se revisan los datos agregados, el diferencial sigue siendo alarmante puesto que sólo el 38% son mujeres (gráfica 2).
9 INMUJERES, “Brechas de desigualdad de género”, disponible en: https:// campusgenero.inmujeres.gob.mx/glosario/terminos/brechas-de-desigualdad-de-genero.
La grave brecha en las primeras generaciones de la licenciatura puede explicarse porque la diplomacia era considerada como una actividad de hombres. Escribe Roberta Lajous sobre sus profesoras en el COLMEX: “Como fui egresada de una escuela de monjas no había conocido mujeres con excelencia magistral que se desenvolvieran en un mundo masculino, como era México en la década de los años setenta”.10 Esto lleva a considerar
10 Roberta Lajous, “Mis años en el Colegio de México (1972-1975)” en Humberto Garza y Gustavo Vega (coords.), El Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México. 50 años de investigación y docencia, México, El Colegio de México, 2014, p. 428.
la probabilidad de que hayan postulado menos mujeres que hombres. Aunado a esto, las mujeres en aquella época eran consideradas intrusas por sus contrapartes masculinas: “Algunas de esas catorce apóstoles [primeras estudiantes] confiesan que no fue del todo fácil o sencillo conseguir el respeto académico de sus compañeros a sus méritos académicos”.11 En este sentido, es posible apreciar que la brecha de género en la Licenciatura de Relaciones Internacionales se ciñe en un marco patriarcal. Un marco, sobra decir, que afecta a El Colegio de México y al Centro de Estudios Internacionales (CEI).
Con base en la gráfica 1, podemos observar que la brecha de género comienza a disminuir a partir de la generación X (1984-1988). Es posible que este cambio se deba al aumento de la presencia de las mujeres en la educación superior en las décadas recientes.12 Además, el aumento registrado en la gráfica 1 coincide con la primera dirección de una mujer: Blanca Torres (1984-1990). Sin embargo, para confirmar dicha hipótesis sería necesario investigar cuáles fueron los criterios de selección antes y después de la dirección de la Doctora Torres y si hubo algún cambio en estos.
Los resultados obtenidos para la primera categoría, el servicio público, se muestran en la tabla 1. La gran mayoría de los egresados se han desempeñado en mandos medios y altos en el Poder Ejecutivo (176). De ellos, el Servicio Exterior Mexicano (SEM) es el área con más egresados (91). De las nueve subcategorías, siete tienen más hombres que mujeres; sólo los funcionarios de los gobiernos estatales y el Poder Judicial tienen más mujeres que hombres (8 de 13 integrantes son mujeres y 2 mujeres frente a 1 hombre, respectivamente).
11 Francisco Gil Villegas, “La bisagra entre Guanajuato y el Ajusco”, en Humberto Garza y Gustavo Vega (coords.), El Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México. 50 años de investigación y docencia, México, El Colegio de México, 2014, p. 154.
12 Gina Zabludovsky, “Las mujeres en México: Trabajo, educación superior y esferas de poder”, Política y Cultura, 28 (2007), p. 15.
La disparidad más pronunciada se encuentra en el Poder Legislativo, donde 11 de 12 integrantes son hombres; ninguna de las egresadas ha ocupado un curul o escaño.
El carácter generacional de la brecha es evidente en el SEM. Esto es apreciable porque el SEM tiene un sistema de ascenso por trayectoria. El personal inactivo, es decir el más antiguo, es donde se encuentra la brecha más pronunciada (30 hombres y 6 mujeres). En la subcategoría de titulares de embajadas y consulados la brecha se reduce (14 hombres y 8 mujeres) mientras que en mandos medios, las generaciones más recientes, casi se alcanza la paridad (18 hombres y 15 mujeres).
13 N. del A.: Los asteriscos indican que las categorías señaladas fueron enriquecidas con información proveniente de las consultas a egresados. Por lo tanto, esa información no está disponible en la base de datos.
Fuente: Elaboración propia con base en investigación hemerográfica, base de datos embajadores de México, unidad de transparencia SRE, sistema de información legislativa, currículums digitales, entre otras fuentes. Véase: base de datos en https://n9.cl/218d4.14
Egresados académicos en México
14 N. del A.: La sumatoria de todos los documentos de los egresados contenidos en la base de datos no es igual a 369 egresados porque muchos egresados se desempeñaron en múltiples ámbitos de forma exitosa.
Fuente: Elaboración propia con base en páginas personales de universidades
y semblanzas en publicaciones académicas. Véase: base de datos en https:// n9.cl/218d4.
Por otra parte, el total de egresados dedicados a la investigación es de 103. En la tabla 2 se presentan los egresados académicos clasificados por el país en donde se encuentra su universidad. Es posible distinguir una considerable brecha de género en la academia mexicana, mientras que hay una mayor cantidad de egresadas académicas que emigran a otros países. En la gráfica 3 se muestra cómo las trayectorias de los académicos siguen dos patrones. El primer patrón se presenta entre la generación I y X, en donde los egresados académicos se integraron principalmente a la planta docente de universidades públicas nacionales. El segundo patrón va de la generación 11 a la 21, en donde se aprecia una mayor diversidad de destinos: los egresados fueron a universidades públicas, privadas, nacionales y extranjeras. Aquí vale la pena preguntarse, ¿por qué ocurrió esto?
Gráfica 3. Distribución de los egresados en la academia por región de adscripción 1960-2010.
Fuente: tabla 2.
Parte de la respuesta podemos encontrarla en el testimonio de Celia Toro, quien escribió: “aunque el Colegio seguía ofreciendo condiciones incomparables para los investigadores [...] nuestra verdadera competencia, como señala Mario Ojeda, no eran las universidades nacionales sino las extranjeras”.15 Desde las primeras generaciones, es normal que los egresados investigadores que se vayan al extranjero —principalmente a otros países de América Latina—; sin embargo, es a partir de los años ochenta que incrementó la fuga de cerebros a Europa y Estados Unidos. Aunado a esto, las dos décadas de deterioro de la calidad de vida de los investigadores en el sistema de educación superior del país, a partir de los años ochenta, causó una gran tensión durante la sucesión presidencial en El Colegio de México en el año 2000,16 esta situación de igual manera podría haber contribuido al aumento de fuga de cerebros.
15 Celia Toro, “Gratos recuerdos: 1997-2002”, en Humberto Garza y Gustavo Vega (coords.), El Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México. 50 años de investigación y docencia, México, El Colegio de México, 2014, p. 194.
16 Ibid., p. 198.
Fuente: Elaboración propia con base en linkedin, reportes elaborados por los egresados, páginas personales de organizaciones de la sociedad civil e internacionales. Véase la base de datos: https://n9.cl/218d4.
De acuerdo con la tabla 3, se puede notar una disparidad de género considerable en las organizaciones internacionales; en contra parte con el sector de organizaciones de la sociedad civil (OSC), en donde hay una primacía de mujeres. Mariclaire Acosta, activista de larga trayectoria, señala que las OSC son particularmente flexibles; son espacios propicios para la creatividad. En este sentido, es posible inferir que aquel ambiente de libertad
sea atractivo para la participación femenina. Cabe mencionar que una buena parte de estas OSC fueron fundadas por colmecas (6 de 11).
La iniciativa privada es un sector numeroso porque congrega a los medios de comunicación y las empresas de consultoría. No obstante, gran parte de los servicios de consultoría en realidad son consumidos por servidores públicos, por lo que la mayoría de los egresados siguen trabajando para la vida pública. En la variable otras ocupaciones se colocó a las personas cuya actividad profesional no tuviera nada que ver con la vida pública.
17 N. del A.: En vista de que los perfiles de los egresados en la iniciativa privada no son públicos, la base de datos en la categoría de “Iniciativa Privada” fue sometida a un proceso de disociación, de tal manera que se censuró la información de contacto para proteger la identidad de los egresados. Este proceso no fue aplicado en el caso de los egresados con perfiles públicos que aparecen en registros hemerográficos.
Fuente: elaboración propia con base en búsqueda principales medios de comunicación. Véase la base de datos https://n9.cl/218d4.
Los resultados del desempeño profesional de los egresados en la iniciativa privada se encuentran recopilados en la tabla 4. En el sector empresarial
encontramos una brecha de género considerable, la única excepción es la subcategoría de “CEOs y funcionarios empresariales”. En la misma sintonía, es apreciable que en los medios de comunicación la brecha se mantiene, pues un tercio de las analistas son mujeres y los dos tercios restantes son hombres. Tanto en el número de articulistas18 como en columnistas de opinión por periódico19, la brecha de género se mantiene.
Muchos egresados han decidido dedicarse a los medios de comunicación de tiempo completo como columnistas, periodistas y editorialistas en periódicos, aunque son la minoría (5 personas): de manera parcial, como columnistas permanentes u ocasionales. Para determinar la presencia de los egresados en medios de comunicación se realizó una revisión exhaustiva de los archivos de 8 periódicos más grandes del país: Reforma, El Universal, Milenio, Excélsior, El Financiero, Animal Político, La Jornada y El Sol de México. En dicha búsqueda se encontraron un total de 60 columnas de opinión de egresados, de las cuales 23 son permanentes y 38 ocasionales (menos de 4 entradas). Además, cada día aumenta el número de egresados que han incursionado en las emisiones de radio, televisión y, ahora, podcasts.
Este artículo exploró el desempeño de los egresados de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de 1960 al 2010. Con base en los resultados, se concluye que ciertas áreas profesionales mantienen una brecha de género preocupante —como el servicio público, la academia mexicana, las organizaciones internacionales y la iniciativa privada—. Empero, lo cierto es que la disparidad ha sido superada entre los egresados que se dedican a las organizaciones de la sociedad civil y la academia en el extranjero.
Aunque la XXIX promoción de la licenciatura de Relaciones
18 N. del A.: en tipo de columnas se cuentan personas.
19 N. del A.: se cuentan colaboraciones y no personas.
Internacionales (2022-2026) no tiene brecha de género, porque la componen 15 mujeres de un grupo de 24 integrantes, otros programas del CEI no cumplen con el principio de igualdad de género. Lamentablemente, la XXI generación de la licenciatura en Política y Administración Pública (20222026) tiene una brecha grave: 3 mujeres frente a 10 hombres. De igual modo, el recién inaugurado Doctorado en Ciencia Política cuenta con 4 mujeres de un total de 12 miembros.
El presente texto muestra que, incluso cuando se haya logrado la paridad de género en el número de integrantes, los efectos de la brecha de género perduran en el tiempo. La falta de inclusión repercute no sólo en las estadísticas globales, sino en la cantidad de mujeres que participan en la vida pública como tomadoras de decisiones, académicas, líderes de opinión, escritoras y analistas. Por ello, es fundamental que el Centro de Estudios Internacionales demuestre su compromiso para garantizar la paridad de género en próximas admisiones.
Emilia Noemí Amezcua Bernal
“…en tiempos cruciales, cuando se revela la caducidad de tantos valores, toda dignidad humana consiste en creer en su retorno”. Emmanuel Levinas, Nombres propios.1
Es imposible pensar en la cultura norteamericana sin grandes artistas como Aretha Franklin y su lema político “Respect”. No podemos olvidarnos de la fascinante integración de tantos géneros musicales como el rock, el funk y el soul al jazz de Miles Davis o la imperdible voz de Morgan Freeman en las películas hollywoodenses. Es indispensable mencionar las fuertes letras de
Nina Simone o la destreza musical de John Coltrane. Sin embargo, la cultura norteamericana también lleva consigo nombres que evocan tristeza: George Floyd, Eric Garner, Breonna Taylor y Michael Brown son apenas cuatro de las decenas de personas afroamericanas que han sido asesinadas a mano del Estado.2
El racismo es, según Thomas Schmid, “la imposición de una consideración desigual, motivada por el deseo de dominar, basada únicamente en la raza”.3
A partir de esta definición es posible comprender la motivación de quien la impone. La historia norteamericana ha contribuido a la creación de una narrativa con la que podemos entender cómo se manifiesta y exacerba aquella dominación. Si bien el racismo se ha escrito, estudiado e interpretado desde distintas corrientes historiográficas, con distintos enfoques y a partir de distintos autores,4 hemos olvidado una herramienta fundamental para comprender a cabalidad el racismo desde quienes lo han vivido: el arte.
La pregunta que dirige el contenido de este ensayo es: ¿por qué el arte de Basquiat y otros artistas afroamericanos resulta un instrumento fundamental para entender el racismo en Estados Unidos de América? Mi argumento se sostiene en que el arte afroamericano estadounidense se ha caracterizado por reflejar sentimientos colectivos. Lejos de la expresión individual, los artistas afroamericanos han utilizado el arte como un medio para reflejar su historia. A la luz de esfuerzos conservadores en aras de invisibilizar la historia negra (véase Individual Freedom Bill del gobernador DeSantis, Florida) el arte se convierte en un mecanismo poderoso de resistencia y memoria. Es así como el arte se posiciona como una herramienta indispensable para entender procesos políticos, sociales y culturales mediante los sentimientos colectivos.
2 BBC, “George Floyd: Timeline of black deaths and protests”, https://www.bbc.com/news/ world-us-canada-52905408, consultada el 15 de mayo del 2022.
3 Wiley Online Library, “The Definition of Racism”, Journal of Applied Philosophy, https://onlinelibrary. wiley.com/doi/abs/10.1111/j.1468-5930.1996.tb00147.x, consultado el 14 de mayo del 2022.
4 N. del A.: Varios autores han estudiado el racismo desde un enfoque legislativo, otros con base en los hechos, algunos otros desde los movimientos sociales, etcétera.
Para desarrollar este argumento, primero se realizará un breve recuento del racismo vivido en tierras estadounidenses. Si bien es imposible abarcar todas las manifestaciones de este fenómeno, es necesario repasar, a medida de lo posible, los hechos y procesos por los cuales la cultura, la sociedad y la política norteamericana han canalizado las prácticas racistas. Después se estudiarán dos obras de Jean-Mitchel Basquiat para encontrar qué nos pueden revelar sobre la experiencia racista. En este proceso tomaré como eje analítico la filosofía ética del Otro y el Rostro de Emmanuel Levinas para visibilizar cómo la utilización del arte para el estudio del racismo habilita al sujeto para entenderlo fuera del ámbito factual. Por último, se condensará lo expuesto en una conclusión. En cuanto al ámbito histórico, el racismo en Estados Unidos data desde la época colonial. La importación de miles de hombres, mujeres y niñas africanas a las tierras coloniales durante el siglo XVII al XIX generó una economía dependiente de una institución esclavista.5 A mitades del siglo XIX, después de que la Guerra Civil separara a la nación entre el norte y el sur, se liberaron alrededor de cuatro millones de esclavos de los plantíos.6 No obstante, esto no significó el fin de la esclavitud ni el inicio de la libertad política para la población afroamericana. Las leyes de Jim Crow y casos de la Corte Suprema como Plessy v. Ferguson institucionalizaron la cultura racista del país prohibiendo a los ciudadanos negros el voto y derechos civiles básicos.7 Además, los linchamientos públicos por parte de grupos de supremacía blanca como el Ku Klux Klan también aterrorizaron a la comunidad afroamericana.
Todavía décadas después del movimiento por los derechos civiles de 1960 y el “I have a dream...” de Martin Luther King, el racismo en los Estados Unidos no ha desaparecido. Casos como el de George Floyd en el 2020 son prueba viviente de que las personas afroamericanas aún no gozan de ciudadanía plena.
6
Durante la esclavitud en los plantíos se generó una rápida asimilación de la cultura blanca sobre los afroamericanos; la religión, la lengua, los valores e incluso la sangre y la genética mediante violaciones. De esta manera, la cultura blanca fue impuesta con brutalidad sobre ellos.8 No fue hasta el siglo XIX cuando comienzan a surgir obras, en su mayoría musicales, de artistas afroamericanos, las cuales vinieron acompañadas de un fuerte rechazo de la sociedad al juzgarlas como el “epítome de lo pretencioso”, ya que el arte era considerado solamente para gente civilizada.9 Por estas razones y por el hecho de que la experiencia vivida por gente blanca no es la misma que para la población afroamericana, el presente ensayo hace la distinción del arte “negro”, pero que en ningún momento responde a que se considere que aquel no es arte o a que sea un tipo de arte distinto. E. Franklin Frazer matiza con claridad este último punto: “to turn within the group experience for materials for artistic creation and group tradition is entirely different from seeking in the biological inheritance of the race for new values, attitudes, and a different order or mentality.”10
Hale Woodruff, famoso muralista y grabador plástico estadounidense, habla sobre su experiencia de ser un artista negro después de haber sido “acusado” de pintar con técnicas de artistas blancos:
Everything the negro artist does has to do with his image of himself and his aspirations. It involves human as well as racial fulfillment. The negro artist faces all the artistic hence, economic and culture problems all artists face. But for the negro artist these problems are aggravated by the fact that the “power structure” of the art world is not altogether prepared to accept him as “just another artist” particularly in the visual arts. They still desire, seemingly, a non-white quality which presents the negro artist as being unique and therefore different from other artists.11
8 Elsa Honing Fine, “The Afro-American Artist: A Search for Identity”, Art Journal 29, College Art Association, New York, 1969, p. 32.
9 Ibid, p. 33.
10 Elsa Honing Fine, op. cit., p. 33.
11 Ibid, p. 34.
Jean-Mitchel Basquiat Andrades es indudablemente uno de los artistas americanos más reconocidos y exitosos de la historia. Una de las obras que analizaré más adelante (Untitled 1982) fue vendida por la compañía de subastas Sotheby’s por 110 millones de dólares; la puja de arte más costosa hasta el 2017.12 El joven Basquiat, mitad haitiano y mitad puertorriqueño, creció en las calles de Nueva York donde desafortunadamente vivió, durante un tiempo, en situación de calle y sin trabajo. Más tarde, iniciaría su vida artística con el grafiti; sin embargo, años después Basquiat pidió que se le reconociera como un artista a secas, no como un grafitero.13
La obra Defacement (1983) de Jean-Mitchel Basquiat se realizó después del asesinato del joven artista callejero Michael Stewart a manos de dos policías. El atentado sucedió después de que los funcionarios encontraran a
12 Sotheby’s, “Basquiat reigns supreme at evening sale”, https://www.sothebys.com/en/slideshows/ basquiat-reigns-supreme-at-evening-sale, consultado el 17 de mayo del 2022.
13 Eric Fretz, Jean Mitchel Basquiat: A Biography, Estados Unidos de América, Greenwood, 2010, p. 7.
Stewart haciendo grafiti en una pared pública. Este suceso impresionó tanto a Basquiat que, en cuanto se enteró, realizó esta obra en una pared blanca, sin poder esperar a tener un lienzo en manos con urgencia de comunicar su sentir.14 Como se puede apreciar, la obra está realizada con trazos infantiles, esto no es solamente marca de estilo del artista, también evoca una sensación parecida a la del afroamericano frente a la policía: inerme, infantilizados, sin posibilidad de defensa propia. Basquiat utiliza aquel recurso para plasmar el sentimiento del afroamericano frente al Estado.
En el centro de la obra se encuentra Michael Stewart. La figura del hombre se retrata de una manera abstracta, como un sujeto sin cara, un humano sin rostro.15 La pose del hombre es quieta, estéril, casi sin vida propia y sin movimiento. Stewart, inerme e inmóvil, acepta su destino ante los policías debido al entendimiento del Estado como actor que neutraliza la individualidad del hombre y de la mujer negra.16 Que Michael Stewart sea representado con una silueta abstracta reduce al ser humano a su color de piel, es la única característica distintiva que podemos abstraer de él, y es esto lo mismo que hacen los policías, quienes ejercen el racismo. Esta caracterización abstracta y mínima del afroamericano la observamos también en obras de Kara Walker.17 Por último, la figura anónima de Michael Stewart en esta obra simboliza que, en realidad, pudo haber sido cualquier otro afroamericano víctima de la brutalidad policiaca, que el caso de Stewart no es un caso aislado de la violencia policiaca y mucho menos es el último.
14 The Guardian, “Defacement: the tragic story of Basquiat´s most personal painting”, https:// www.theguardian.com/artanddesign/2019/jun/28/defacement-the-tragic-story-of-basquiats-mostpersonal-painting, consultado el 14 de mayo del 2022.
15 Esto será importante de recordar más adelante cuando se presente la discusión sobre la importancia del rostro de acuerdo con Emmanuel Levinas.
16 La ilegalidad del arte callejero o grafiti es una neutralización de la cultura afroamericana y, por ende, del hombre y la mujer negra que la practican. Esta es practicada en mayor parte por la comunidad negra ya que, de manera sistémica, existe una irregularidad en el acceso al capital que los grupos tienen.
17 Véase en No disparen al artista (2013) de Kara Walker.
Por último, a un lado del título de la obra, el artista colocó un signo de copyright. Esto puede ser interpretado como un desafío a la noción de propiedad privada y pública que hace del grafiti un delito. A su vez, es relevante hablar de propiedad privada cuando se toca el tema de racismo en Estados Unidos ya que, durante muchos años y todavía en la actualidad, las zonas geográficas donde los afroamericanos podían adquirir propiedad privada (es decir, una casa) siguen restringidas. Es a partir de 1917 cuando la Corte Suprema analiza el caso Buchanan v. Warley y se declara ilegal la restricción de zonas para la venta de casas para gente de color.18 Sin embargo, las acciones del gobierno como la compra de casas de afroamericanos en poblados blancos para la construcción de proyectos estatales o el acceso menor a capital de los afroamericanos perpetúan la segregación entre “razas” en Estados Unidos.19
Untitled 1982 de Jean-Mitchel Basquiat
18 Democracy: A Journal of Ideas, “Racismo didn´t stop at Jim Crow”, https://democracyjournal. org/magazine/46/racism-didnt-stop-at-jim-crow/, consultado el 15 de mayo del 2022.
19 Ibidem
La obra Untitled 1982 es una obra con colores eléctricos y contrastantes, utiliza una paleta de colores con azules eléctricos y marrones. Elsa Honing Fine afirma que el uso generalizado de colores vibrantes y extravagantes en las obras de artistas afroamericanos puede explicarse como una respuesta ante la represión, obscura y sobria, de la experiencia americana.20 El cráneo que se encuentra en el centro de la obra está hecho con pinceladas violentas y vehementes. Las múltiples capas de colores van desde el amarillo, blanco, azul para terminar con una última capa negra. Esta multiplicidad de capas simboliza las distintas emociones traslapadas, encontradas, atoradas y escondidas que las personas afroamericanas experimentan a diario.
No es tampoco fortuito que el artista decidiera representar el rostro con un cráneo, pues desde joven tuvo una fijación con la medicina y la anatomía. Hay críticos de arte que creen que representarlo en sus obras nos sugiere la idea básica de que, por dentro, todos y todas tenemos la misma estructura, estamos hechos de la misma manera.21 En cuanto a la expresión de la cara, la obra presenta los ojos enteramente abiertos y los dientes posicionados de forma que parece que están rechinando. Estos gestos son una clara muestra de enojo. Los ojos abiertos de par en par comunican que ver la realidad violenta es algo que enfurece, que causa impotencia y que tensa la mandíbula. Al concentrarnos en lo que se encuentra fuera del cráneo, hallamos encima del mismo garabatos parecidos a los de un juego de gato. Son líneas, cruces y círculos tachados entre sí. Basquiat realiza aquí una analogía a los símbolos con los que en las cárceles se cuentan los días restantes para salir (líneas tachadas). Estos símbolos cobran sentido si recordamos que, después de la aplicación de la Enmienda XIII, que prohíbe la esclavitud en todo Estados Unidos, las prisiones se han saturado de gente afroamericana.22 Angela Davis propone
20 Elsa Honing Fine, op. cit., p. 33.
21 Eric Fretz, op. cit., p. 15.
22 The Sentencing Project, “The Color of Justice: Racial and Ethnic Disparity in State Prisons”,
que esto se debe a una necesidad del capitalismo de tener trabajos no pagados mediante el trabajo penitenciario.23 Los símbolos encima del cráneo pueden también representar el arte callejero al que muchos artistas afroamericanos recurren para ser escuchados. Esto es la necesidad primitiva de comunicación. Es una obra que exige ser escuchada bajo sus propios términos, es decir, no es una obra romántica ni poética, es una obra política que representa la historia de los negros desde el poder y el sistema de opresión que han vivido.
Otro de los símbolos que encontramos fuera del cráneo son dos letras mayúsculas y minúsculas que evocan el recuerdo de los libros de caligrafía utilizados en las primarias (Aa). Esto logra comunicar que el racismo experimentado por el sujeto no es solamente un fenómeno social, sino que también es educado e inculcado pues se hace presente desde la segregación racial en las escuelas que relega a una educación con menor calidad para los sujetos afroamericanos. Recordemos que no fue hasta 1954 que la Corte Suprema declaró inconstitucional la segregación racial en las escuelas a raíz del caso Brown v. Board of education. 24
La obra lleva consigo partes estratégicas donde se utiliza pintura en spray: en la cien, el punto medio de la frente, observamos el chorreo de la pintura en spray, esto puede estar simbolizando un disparo. A su vez, el chorreo dentro de la boca aparenta ser un sangrado desde el interior, un símbolo no solo del dolor retórico que se experimenta por el racismo, sino también mimético, evocando una escena de asesinato real. Sin embargo, el derrame más intenso, y el centro de atención de la obra, la encontramos en los ojos. Los ojos conceptualizados como la ventana del alma, a través de ellos podemos observar, pero más importante nos permiten sentir el dolor, el enojo y la impotencia ajena.
https://www.sentencingproject.org/publications/color-of-justice-racial-and-ethnic-disparity-instate-prisons/ , Consultado el 17 de mayo del 2022.
23 Angela Davis, Are Prisons Obsolete?, Nueva York, Seven Stories Press, 2013, p. 12.
24 Democracy: A Journal of Ideas, op. cit.
La importancia de esta obra para entender el racismo norteamericano es poder comprenderlo desde quien lo vive, desde el sujeto racializado que lo siente a flor de piel. El impactante encuentro con el rostro enfurecido que pinta Basquiat se debe, de acuerdo con la filosofía ética de Emmanuel Levinas, al carácter vulnerable que tiene el rostro al ser la parte más desnuda del cuerpo.25 La vaguedad en los rasgos del rostro en Untitled 1982 nos habilita para empatizar con el sujeto en sufrimiento y con ello acceder a un entendimiento del racismo desde sus consecuencias, no desde quien lo ejerce. De esta manera; “[l]a consideración de los rasgos concretos de una persona supone dirigirse a ella como a un objeto. Por esto, sostiene Levinas, “la mejor manera de encontrar a otro es no darse cuenta ni del color de sus ojos””.26
Entonces, la colisión con el rostro del Otro me obliga a nombrarlo como un infinito fuera de mi esfera. El no hacerlo, el querer borrar el límite entre el Otro y el yo es una colonización directa. Es neutralizar la otredad hacia el yo. Por consiguiente, el sujeto genera una obligación con el Otro; “[l]a obligación con el otro es un despertar, es la responsabilidad infinita. Se genera una relación de tipo meramente ético, en el sentido de que el Otro me afecta y me importa, por lo que me exige que me encargue de él”.27 Además, Levinas añade puntualmente que la relación ética que hemos mencionado es, no a nivel de la conciencia (como se ha querido aprender del racismo), sino al nivel de la sensibilidad.28 Es decir, gracias a que el sujeto que estudia y que aprende es capaz de sentir, entonces es capaz de generar un sentido de responsabilidad con los fenómenos y los otros sujetos estudiados. De esta manera, el arte afroamericano es fundamental para entender el racismo. Emmanuel Levinas agrega: “[d]esde el momento en el que el Otro me mira, yo soy responsable de él…”.29
26 Ibid, p. 339.
27 Ibid, p. 342.
28 Ibid, p. 344.
29 Lévinas, E. y Nemo P., Ética e infinito, Madrid, La balsa de la Medusa, 2000, p. 80.
A manera de conclusión, se ha demostrado que entender y conocer los hechos factuales del racismo norteamericano es fundamental para recordar la historia que el país carga, así como poder recordar los nombres de quienes lo han sufrido y las batallas que se han perdido y ganado. Contar los hechos es indispensable frente a corrientes conservadoras que desean silenciar la historia del racismo, tales como la Individual Freedom Bill del gobernador DeSantis en Florida que dota de libertad para que las escuelas dejen de enseñar material que incomoda o hace sentir angustia a los niños, en especial a los niños blancos.30 Sin embargo, lo factual no es suficiente para realmente estudiar y responsabilizarnos de los fenómenos sociales en conjunto. La responsabilidad que conlleva ser conscientes de los hechos que han afectado a los seres humanos del mundo es infinita, en términos de Levinas.
Esta responsabilidad solamente puede ser detonada cuando logramos empatizar con el dolor ajeno, cuando logramos ver al rostro del Otro con su dolor, su tristeza, su sentir, pero también con su felicidad, su amor, sus logros y sus celebraciones. El arte es una herramienta poderosa para abrir esta relación ética. El arte en general, pero en específico el arte de Basquiat nos muestra el rostro crudo de las consecuencias que el racismo tiene en los sujetos. Para estudiar los fenómenos que lastiman a generaciones requerimos de la memoria y de los hechos, sin embargo, para responsabilizarnos (que debe de ser el objetivo de toda educación) es menester entender nuestra obligación con el Otro mediante el sentimiento. Es decir, la memoria debe de ir acompañada de una solidaridad con las injusticias sucedidas entre los seres humanos, “con todos los que por la mano del hombre han sido heridos alguna vez en su integridad corporal o personal”.31
30 The Washington Post, “African Americans say the teaching of Black History is under threat”, https://www.washingtonpost.com/education/2022/02/23/schools-black-history-month-crt/, consultado el 14 de mayo del 2022.
31 Jurgen Habermas, El Discurso Filosófico de la Modernidad, Madrid, Taurus, 1989, p.26.
José Juan Martínez Guerrero
Siempre he pensado que leer poesía es tener una conversación con un yo alterno, uno que hubiera enfrentado la misma tristeza que hizo a Rubén Bonifaz Nuño escribir Que vale mucho más sufrir que ser vencido, 1 o uno tan reflexivo que hubiera tenido el ingenio de escribir Hoy es siempre todavía a la par de Antonio Machado. He leído poesía durante la mitad de mi vida, hay lecturas que me toman y me trasladan a escenarios y a emociones que todavía no he aprendido a sentir ni a contemplar, pues sus versos me marcan un ritmo en lo desconocido.
En mi camino como lectora, también he encontrado poesía capaz de explicarme quién soy cuando se me agotan las palabras, entonces no necesito despegarme del piso para colocarme en otro lugar, ni renunciar a mí para
1 Rubén Bonifaz Nuño, Los demonios y los días, México, Fondo de Cultura Económica, 2006.comprender quién es la persona que escribe, pues se siente como propio. Lo anterior me sucedió al leer Sombras desde el árbol, 2 el primer poemario de Renata García Rivera (1997, Jalisco), el cual fue publicado con el sello del Taller de poesía Calle de Cervantes. Aunque no necesita de dos lecturas para envolverte en melancolía, yo sí las necesité para percatarme de que no eran mis propias palabras: las letras de García Rivera son profundas, acertadas y sumamente enérgicas, capaces de desarraigarte del momento y hacerte contemplar heridas que se creían cerradas.
El hilo conductor de los poemas parece no existir: en un poema habla de sí misma como una mujer inacabada, en otro como una persona con un agujero que la nombra, otro sobre una despedida tardía que tardó siete meses en notarse. Sin embargo, en todos puede advertirse a una mujer consciente del momento en que escribe, junto a una sombra de sí misma que contempla los instantes privados en la vida de la poeta y que puede hablar de ellos desde las cenizas en el recuerdo. Por ejemplo, en el poema Esperanza de Abril, García Rivera extiende su nostalgia en el final y escribe Cómo sabríamos que aquel era el último rescatando así el momento reflexivo en donde nos percatamos del cambio y del flujo inevitable al que se sumergen las relaciones humanas. Como una lectora ávida de poesía, he de reconocer que en años pasados había momentos en los cuales pensaba que no todo era material para poesía, que no todo debía plasmarse en verso. Pero en Sombras desde el árbol la autora nos hace notar que la poesía es el lugar más adecuado para hablar de nuestros instantes asolados por el ensueño y de la conciencia plena al reconocernos como dos variantes: una existencia que persiste en el momento presente del mundo y una existencia que se aparece y se mantiene en la creación literaria. De esta manera, Sombras desde el árbol es una lectura necesaria, no sólo por el contenido de fondo descrito anteriormente, sino también por su forma.
La poética empleada es acertada, concisa y contundente, no necesita de una larga extensión porque la resonancia que la persona lectora experimenta es suficiente para explorar los recovecos planteados por la poeta. Las letras de García Rivera proponen un estilo abstracto y difuso: uso estas palabras para decir que su poética no tiende a la obviedad y a las expresiones arrebatadas, sino con delicadeza y prudencia hacen evidentes las emociones y los momentos cruciales para la escritura del poemario.
Se trata, entonces, de una serie de poemas que provienen de la autoexploración y de la consciencia de saberse individua. Cada poema puede entenderse como un acertijo a descifrar, uno sencillo, pero cuya revelación es profunda y prevalece: Renata García Rivera no necesita de expresiones extravagantes ni de formas complejas para que la persona lectora quede a la expectativa tras cada poema que pasa. En su poesía, refleja su sensibilidad e inteligencia, dos cualidades que se agradecen al momento de la lectura y que permiten doblegar a quien la lea en una nueva visión de los instantes, pues estos ya no sólo suceden, sino que se convierten en escenarios nuevos, capaces de extenderse y resignificarse.
Para concluir, he de señalar que leer Sombras desde el árbol se siente como detenerse ante las velocidades del mundo moderno, como una oportunidad de liberación y de concientización, pues ante esta invitación a contemplar desde el encierro, es casi imposible no estrellarse contra la realidad de saberse ciega, incapaz de reconocer la propia vida a través de la unidad mínima del instante.
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Año xix, número 33, agosto-diciembre, 2022. Ágora es una publicación semestral de los estudiantes del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México sin fines de lucro. Editor responsable: El Colegio de México. Reservas de Derecho al Uso Exclusivo: 04-2013- 012211484300, ISSN: 2007-7424; ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor, licitud de título y contenido: en trámite, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX: en trámite.
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ISSN: 2007-7424
Impresión: Jair Gerardo Seres Hernández, Esmeralda 100-303, col. Valle Escondido, C.P. 14600, Tlalpan, Ciudad de México, México. Impreso en México.
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