Los plaguicidas tradicionales, durante décadas, han sido la principal arma contra los insectos que amenazan la producción alimentaria global. Pero han surgido consecuencias indeseables: la resistencia a los plaguicidas. Los bichos evolucionan y los plaguicidas convencionales son menos efectivos.
La clave consiste en encontrar soluciones sostenibles para mantener la eficacia de los plaguicidas, mientras protegemos el medioambiente y la salud humana. Estos productos son –todavía– indispensables para mantener los altos volúmenes de producción de alimentos.
El manejo integrado de plagas (MIP) es una posible solución. Combina el control físico, cultural, biológico y químico, y ofrece una respuesta integral y sostenible. Este sistema previene el incremento de poblaciones de plagas, su monitoreo y, cuando es necesario, intervenir con medidas de control adecuadas.
El MIP abre la puerta a la integración de plaguicidas biorracionales. Estos compuestos, ya sean de origen natural o sintéticos, son selectivos, actúan de m