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Ha muerto el general Hux .........................Pag
Ha Muerto el General Hux
Mooniseg MÉXICO
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Ha muerto el General Hux, no me ha sorprendido la noticia, hacia días agonizaba, se lleva consigo un pedacito de mi corazón, aunque poco le importe o lo merezca, supongo que es hora de seguir adelante, de destruir todas las cosas que le compré: la libreta de Orizaba con la imagen del principito, la taza mágica de Star Wars que con tanto capricho cuidé de mi hermano, el libro de Games of Thrones que Consospo me ayudó a comprar, es tiempo de quemar todas y cada una de las cartas que jamás le entregué. De enterrarle para siempre.
Me gustaba el General Hux, me gustaba mucho, me gustaba su cabello, sus bellísimos ojos miel, los hoyuelos que se le formaban al sonreír, su manera de vestir y aunque su manera de caminar me pareciese ridícula la llegué a encontrar divertida, recuerdo que le rogué a Dios que no se sentara a mi lado, recuerdo haberle visto desde que entró al salón de clases, “No te sientes a mi lado, por favor” supliqué para mis adentros, sin que diese resultado. ¿Cuándo en la historia de mi vida sucede algo que yo desee? ¡JAMÁS� Da igual, no me arrepiento de haberle conocido, aprendí mucho de él y meduele bastante no poder seguir haciéndolo, pero soy joven y como dicen: “vendrán más amigos, vendrán más amores”.
Quisiera que esta fuese la última vez que le escribo, pero conociéndome dudo que sea así. No solamente me gustaba él físicamente, no es así, me gustaba su gentiliza, su pulcritud, la forma en que movía las manos al hablar, cuando asentía cuando tomaba una determinación, su gustopor Star Wars, el anime, k-pop y los dramas, su aparente caballerosidad, su grave voz, me gustaba que fuese bondadoso y también tímido.
En mis 21 años no había conocido a nadie como el General Hux. Era carismático, distinto de aquellos con quienes me juntaba, tal vez por eso me atrajo tanto, era un rayito de luz en la penumbra. Tenía una mente abierta y eso me encantaba, se daba la oportunidad de probar las cosas, no daba por sentado algo, lo encontraba fascinante. El pintoresco General Hux poco a poco fue abriéndose paso entre mis amistades, era valiente, contrario a mí, él si podía entablar conversación con personas a las que no conocía de nada, yo lo intentaba, pero como dice yoda: “Intentar no existe”. De repente, me encontré esperándole con ansias todos los lunes, miércoles y viernes. Recuerdo todas y cada una de sus atenciones para conmigo, de todas y cada una de sus palabras, por cursi y estúpido que eso suene. La vez que dijo que no había llegado aquél viernes porque no había motivos para llegar sin mí allí; la vez que me acerqué mucho a sus labios y dijo: “más a la izquierda por favor”; la vez que me invitó al baño en la fiesta de su amigo, que ahora que lo pienso no creo que haya sido una proposición. De la vez que me regaló el muffin en la clase de medicina forense o cuando sostuvo la sombrilla para mí en la plaza de Coyoacán. Pero también lo recuerdo besándola a ella mientras tomaba su cintura, fue entonces que comprendí que debía irme, que me había inventado una historia de amor en donde no había nada, sus atenciones eran producto de su personalidad bondadosa, y nada tenía que ver con que el me quisiese de una manera romántica. Retiré los papeles de ampliación de estancia y conté los días para poder huir de allí, no quise quedarme cuando me lo pidió, había visto lo que le había hecho a la otra chica, no quería ser otra víctima, no me había dado cuenta que ya lo era. Pensé que si me alejaba de él no le pensaría tanto... Pero que ingenua, su recuerdo me siguió hasta aquí, hasta hoy.
Ya no quiero quererle, ya no quiero esperar por él cuando solo se encuentra en mi vida de forma intermitente. Esto tal vez suene pretencioso, pero creo que me merezco a alguien que sonría al verme, que me desee buenas noches, que guste hablar conmigo de cualquier trivialidad, que se tome un poquito de su tiempo para decirme que me quiere, quiero escribirle a alguien que cuando me lea ría y me imagine.
Estoy cansada de sentirme poca cosa, de que se me haga sentir como juguete, de que se me hable solo cuando necesitan que alguien les anime o les ayude. Tal vez estoy volviéndome egoísta y esto que digo está muy mal, pero creo que ya he agotado mi amor para dar. No puedo seguir enamorada de alguien al que le doy igual, por mi bien debo de parar esto, por mi bien se ha de morir hoy.