ALBAHACA #5 (bosque)

Page 1


Revista de fotografía analógica

1 concepto, 36 miradas

fbk/albahacatirada albahacatirada@gmail.com *Ilustración de tapa: Inés Barceló inesbarcelog@gmail.com



[BOSQUE] por Clabó Negro Una vez me regalaron un otoño de ñires. Era como hoy y el sol se disponía una vez más a romperse en equinoccio. Pensar que era este mismo sol que hoy se dispone detrás de un edificio, donde se refleja opaco por formas que no responden a su vida. Pensar que ese sol fue también del verano, sol que se nos ocultaba, ruborizando el Lanín, cuando nos disponíamos a dormir enmantados por los ñires. Pocas veces dormí tan bien como las veces que dormí debajo esos árboles. Lxs ñires se saben creciendo en planicies bajas, junto a pastizales que parecen cortados por un jardinero inverosímil, que hacen del bosque una cuna maravillosa, sin saberse de cunas ni de niñxs acunadxs. Es del bosque andino del que mejor puedo cantar porque desde purrete fue el que más mamé. Como el/la fotógrafx pintor/a que les va a contar sus bosques, mi imagen en-palabriza los bosques sureños, y se en-cuenta entre nothofagus, cipreces y pehuenes; donde se hacen dulce el sauco, la rosa mosqueta y la frambuesa. Pero antes quiero recordar el opuesto vegetal-animal: Los opuestos se saben como antagonistas complementarios, pero separados. Nosotrxs vamos a entenderlos como formas indisociables que se necesitan


mutuamente para existir y que no pueden existir separadas. Nacen las dos juntas, y se desarrollan juntas también. El árbol da el oxígeno que respiramos, el animal da el dióxido que el árbol necesita; cada uno es pulmón del otro. Así crecimos, enhebradxs. Así seguimos viviendo. La separación ocurre después, en la palabra. Parece que hoy predomina la palabra disociada, porque nuestras separaciones se profundizaron y ahondaron hasta desarrollar el entorno citadino, una forma cultural que se siente alejada y resguardada de la naturaleza. Pero volviendo a los opuestos indisociables, no hay separación verdadera entre el bosque y la ciudad, entre la naturaleza y la cultura. Los opuestos se contienen mutuamente. Las ciudades son ecosistemas que no han alcanzado un desarrollo equilibrado porque no han sabido integrar su lado natural de una manera sana. Pero las ciudades también son bosques y los bosques también son ciudades. Las ciudades son bosques de una alta densidad energética, que nos sobrepasa en estímulos y nos enferma, enfermando al resto del planeta. Hoy las diversas crisis que se nos presentan nos invitan a madurar, a crecer en nuevas formas, formas híbridas. El bosque-ciudad tiene que aprender algunas cosas del bosque-vegetal. Pero el problema en sí no está en los entornos-bosques, sino en sus animales-ciudadanxs; personas que lo habitamos y que, en este nuevo bosque-ciudad, nos aislamos e ignoramos los entramados, olvidando que nuestras raíces son tan de madera como las de los árboles, olvidando que el cuerpo contiene a la mente.


Todo esto es muy cliché, poesía berreta y zapatillas de lona. Pero no puedo parar de pensarlo veo toda la estructura del bosque sostenerse de árboles sus hojas, sus troncos y sus huecos dan los techos a miles de micromundos (incluidos los nuestros) En el mundo austral los árboles superan sus nombres Robles Pellines forman escaleras de caracoles hacia el cielo invitandonos a danzar con los vientos vientos que mecen sus ramas ramas que traducen los vientos Raulíes nos cantan por lo bajo enamorándonos con sus hojas cartón corrugados nos procuran amistad y el secreto mejor guardado Coihues ambiciosos se lanzan al cielo explotando en verde perenne que llora oro todo al año por alcanzar el cielo


Tanta es su ambición que aunque sus raíces no le alcancen no le importa desplomarse sabiendo que su tronco es alimento y refugio Cipreses se amasan soplados se nombran en las más raras formas soplados se enturbecen en sombras Pehuenes milenarios funden presente con pasado elogian la lentitud con hermosa simetría y así calman el tiempo del caminante Ñires, ñires... una vez me regalaron un otoño de ñires un otoño encuadernado Quien supo entramar tan bien naturaleza y cultura es porque vio que los árboles de un bosque superan sus nombres; porque los árboles son umbrales, porque al verlos nos embebe, porque su presencia a la nuestra es capaz de romper la burbuja enpalabrada, invitándonos a reconocernos imbricados en esta trama vincular que es la vida del bosque.


[FOREST] by Clabó Negro translation by Florencia Calderon Once I was given a ñire* autumn. It was like today and the sun was ready to break into equinox once again. And to think that this same sun which now situates behind a building, where its reflection results opaque because of the conditions that do not respond to its life. And to think that the same sun was also from the summer, sun that set blushing the Lanín, when we were getting ready to sleep wrapped in ñires. Seldom did I sleep better than beneath those trees. Ñires are known to grow in lowland plains, near pastures -that seem to have been cut by an implausible gardener- that make the forest a marvellous cradle, without knowing of cradles or lulled children. It is about the Andean forest that I can sing best, since it was the one that nourished me when tiddler. As the photographer or painter that will tell you about their forests, my image fills up with words the southern forests and meets between Nothofagus, Cypresses and Monkey-puzzle trees; where elderberries, rose hips and raspberries turn into jam. But first I want to recall the vegetal-animal dichotomy: opposites are known as complementary antagonists but they are separated. We are going to put them as inseparable shapes which need each other to exist;


they cannot exist if separate. They born together, and develop together as well. The tree gives the oxygen that we breathe, the animal gives the dioxide that the tree needs; each of them is one another’s lung. That is how we grew up, threaded. That is how we continue living. The separation comes later, within the word. It seems that today the word dissociated is predominant, because our separations grew deep and deepen even more to develop the urban environment, a cultural form that feels distant and shield from nature. Coming back to inextricable opposites, there is no real separation between the forest and the city, between nature and culture. Opposites retain each other. Cities are ecosystems which have not reached a balanced development since they were not able to incorporate their natural aspect in a healthy way. But cities are also forests, and forests are also cities. Cities are high energy density forests that overwhelm us with stimulus and make us sick, sickening the rest of the planet as well. Nowadays, the various crises that lie ahead invite us to mature, to grow in new shapes - hybrid shapes. The forest-city has to learn things from the forest-vegetal. But, the problem in itself is not in the environments-forests, but in its animal-citizens; we are people who inhabit the planet and, in this new forest-city, we isolate and ignore frameworks, forgetting that our roots are as wooden as trees and that the body contains the mind.


All of this is a clichÊ, cheap poetry. But I cannot stop thinking; I see the whole structure of the forest supporting itself on trees. I see its leaves, its trunks and its holes that give home to thousands of micro-worlds (including ours.) In the southern world trees surpass their names. Robles Pellines* create spiral staircases to heaven, inviting us to dance along with the winds, winds that rock the oak’s branches, branches which translate the winds. Raulíes* mutter songs to us, making us fall in love with its corrugated cardboard leaves. They endeavour friendship and the best-kept secret. Ambitious Coihues* shot into the sky, bursting into perennially green, that cries golden tears during the year to reach the sky. Such is Coihues ambition that even if its roots are not enough and it plummets, it is unimportant. Its trunk will be food and shelter.


Cypresses knead, and give name to the strangest shapes; they make themselves dark in shadows. Millennial monkey-puzzles fuse past and present together; praising slowness with beautiful symmetry they soothe traveller’s time. Ñires, ñires… Once, I was given a ñire autumn, a bound autumn. Whoever knew how to fit nature and culture together was because he saw that forest’s trees exceed their names; because trees are thresholds, because we embed in seeing them, because their presence is capable of bursting our “wordly” bubble, inviting to recognize ourselves interweaving this connected pattern that living in the forest is. *The above mentioned are native trees of the Patagonian forests.



albahaca quinta








































Cargo Collective Etsy

Flickr

Cargo Collective Flickr

Tumblr

Flickr

Flickr

Cargo Collective

Tumblr

Pรกgina Instagram

Wordpress

Flickr


Pรกgina Flickr

Flickr

Facebook Tumblr

Facebook

Facebook Pรกgina Facebook

Flickr

Tumblr Facebook

Pรกgina Facebook

Pรกgina

Tumblr


Flickr

Tumblr

Flickr

Pรกgina Tumblr

Flickr

Flickr

Flickr

Flickr

Tumblr

Pรกgina Flickr

Flickr

Flickr


Ensamblan esta brochette:

Victor ocanto

Cargo Collective

Contacto: fbk/albahacatirada albahacatirada@gmail.com Foto de contratapa: Mikola Gnisyuk

Felipe Barcel贸 Flickr Facebook

Florencia Rugiero Flickr



Esta revista nace como un brote de “fotógrafos analógicos”, comunidad del ciberespacio dedicada al intercambio de miradas y fomento del arte analógico.

fbk/fotografos analogicos



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.