ALBAHACA #4 (noche)

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Revista de fotografía analógica

1 concepto, 36 miradas

fbk/albahacatirada albahacatirada@gmail.com *Ilustración de tapa: Inés Barceló inesbarcelog@gmail.com




albahaca cuarta:


[CHEVALLIER] por Camila Fabbri

-Wordpress -

Apenas sale el micro de Retiro dejo el bolso allá arriba, justo sobre la cabeza de mi acompañante. No quiero molestarlo, pero necesito que mis cosas se trasladen ahí: junto conmigo. A las once de la noche apagan las luces, así que mientras aprovecho y veo los últimos brazos asomados de los asientos. Pispeo por la ventanilla: algunos edificios se autoiluminan. Como las plantas: fotosíntesis. Generan su luz propia. A algunos árboles los mueve el viento, otros siempre estuvieron inclinados. El cielo está apenas celeste, algunas hojas contrastan y traen el verde. Se está oscureciendo del todo y no sé si será el sueño, pero cuando miro fijo hacia adelante puedo ver la ruta en blanco y negro. El bendito pavimento que está liso y quieto, evita que nos arrollemos. Alguien lo hizo así para evitar que perezcamos. Me parece ver allá afuera a una mujer flaca y en pantalones cortos acostada sobre el camino. Esto también lo veo en blanco y negro, aunque en su ropa se deje traslucir un bordó. Está acostada y su pelo negro le cae a los costados. Es una chica gimnasta, porque su vestuario me hace pensar en un partido de tenis. Está acostada pero no perdió la vida, simplemente descansa. La dejo ir porque mi micro sigue su camino. Faltan solamente dos horas para llegar a Villa Gesell.


Cierro los ojos y tengo un sueño nítido; hay colores saturados. Esta posibilidad que dan los viajes de larga distancia: los sueños que se mueven. Un vaquero adulto en una fiesta al amanecer me da la espalda; me está llevando hacia algún lado. Tiene un sombrero color crema y un bigote espeso. Algo me dice pero no llego a distinguir. En este sueño no entran las palabras. Me señala a un enano en camiseta roja. Serán amigos. Su cara es fuerte, de rasgos sabios. Señala hacia arriba con dos dedos y todo el tiempo parece estar iluminado por un disparo de flash. Ël también está en silencio, no sé si me llega a ver. A veces llevo el pelo tan despeinado y la mirada tan opaca que creo que nadie me llega a ve realmente. El vaquero reaparece, apenas me abraza. Me señala a lo lejos a su yegua blanca que veo recortada en azul porque está amaneciendo. Le brillan los ojos en blanco, y ahí detrás, tiene la ciudad. Le pregunto que cómo se llama su yegua. Me dice que no sabe. Que la ciudad detrás le queda tan linda, tan bien le queda la ciudad a esa criatura quieta le digo. Y ahí me despierto. El olor a café viejo en este micro otra vez. Llegué a Villa Gesell. Logro rescatar mi bolso que viajó encima de la cabeza de mi acompañante. Me mira mal. Lo despido. Me pongo mi buzo Sergio Tacchini. Arranco a caminar y tengo un


frío histórico. Una pareja camina con un perro, a esta hora de la madrugada pienso, a esta hora. La neblina lo cubre todo: Villa Gesell de noche son las fotografías. La luna está ahí arriba y yo sigo caminando derecho porque Juliana me dijo que el hotel era por acá. Un gato anda caminando sin los ojos, se quedó ciego causa de alguna riña. Se acerca a mí. Le toco el hocico frío. Se va. Eso pasa con los gatos: siempre se están yendo. Sé que estoy cerca del bosque de Villa Gesell: unos pinos largos como varas casi tocan el cielo, la luna se les esconde. Tengo las manos heladas. Ya llegué. Una anciana recostada en un sillón de un cuerpo mira hacia arriba el girar de un ventilador. Le pido un cuarto. Su cara está tan cuarteada. Me señala la ventana y dice “Pileta”. Ahí afuera, una típica piscina de hotel iluminada. Puedo ver que ya está amaneciendo. Un jovencito flaco se baña en la pileta: logro verlo gracias a la luminaria artificial.Deja de nadar y me mira. Se me queda mirando. “Será el nieto” pienso. Dentro de la habitación del hotel corro las cortinas, aprovecho esta vista privilegiada del amanecer. Prendo un velador rojo, y encuentro dos velas. También las enciendo. Del bolso saco mi camisón blanco y me lo pongo. Mi pelo rubio


revuelto otra vez. Abro un libro a ver si me agarra sueño, pero pareciera imposible. Estoy tan lejos de casa. Hago este ejercicio de traerme la paciencia. Y pienso en cosas que tengo ganas de hacer: Abrir los brazos muy grandes una vez que esté a orillas del mar, como hacen los niños. Gritarle a los perros que estén lejos, abandonados y flacos, para que vengan a rodearme. Hacerme cargo de ésos perros. Presenciar el incendio de un bosque.






































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Contacto: fbk/albahacatirada albahacatirada@gmail.com Foto de contratapa: NASA (Apollo 11 project)

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Esta revista nace como un brote de “fotógrafos analógicos”, comunidad del ciberespacio dedicada al intercambio de miradas y fomento del arte analógico.

fbk/fotografos analogicos




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