doscerounotres enero
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doscerounotres - enero
sumario La escritura desdibujada de Yo La Tengo 4 Fade de Yo La Tengo Huir de Girls a través del exceso 6 Lysandre de Christopher Owens Otra música 8 Críticas de discos Tarantino retuerce el western 10 Django Unchained de Quentin Tarantino Entre el hipnotismo y el estancamiento 12 The Master de Paul Thomas Anderson Otro cine 14 Películas no distribuidas Sexo, drogas y rock’n’roll: Una trilogía de Paul Morrissey 16 Retrospectiva Paul Morrissey Listas 19 Top cine y música 2013
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doscerounotres
enero
Nace doscerounotres con este número de enero, con la intención de mantenerse al menos los próximos once meses. El nombre del proyecto, pese a que demuestra una falta absoluta de creatividad, responde a la función de repasar el material fílmico y musical que ha merecido la pena (o que tal vez no) a lo largo de los meses de 2013. Cada mes se recopilarán artículos sobre dos grandes ámbitos: música y cine; sin que ello signifique que no tengan cabida otros posibles materiales. El esquema de cada número quiere mantener el formato que se muestra en este primero. Además de los dos grandes apartados dedicados a la música y el cine, se suma también un artículo que revise una figura (podrá ser musical o cinematográfica), para adentrarnos también en otros terrenos que no sean la pura actualidad. Con motivo de la proyección de las películas de Paul Morrissey en la Filmoteca de Andalucía, este número está acompañado de un estudio de su trilogía en torno al mítico tema del rock’n’roll, para la que contó con Joe Dallesandro como protagonista. Paul Morrissey es nuestra portada, como figura principal de los artículos incluidos en este número. Dentro del apartado musical, que cada número seguirá una estructura semejante a la de este primer intento, encontramos dos artículos en profundidad en torno a un disco. Aunque, como todo mes de enero viene marcado por el lento arranque musical, contamos con un texto en torno al nuevo trabajo de Yo La Tengo, quienes no dejan la senda abierta en su disco anterior, Popular Songs. Y también otro amplio artículo sobre el disco de debut en solitario de Christopher Owens tras dejar su grupo Girls sorprendentemente. Un trabajo que mantiene el punto de honestidad que caracterizaba su forma de escribir. Completa la sección de música dos páginas repletas de breves reseñas de otros discos. En este número están destacados los nuevos trabajos de Pantha Du Prince, con un singular nuevo proyecto, y el rabioso nuevo larga duración de Guadalupe Plata, en el que mantienen intactas sus señas de identidad. Además, se completa la sección con los estimulantes sonidos de Roulet y Gold Panda, que entrega un EP magnífico con la mejor música escuchada este mes.
Paul Morrissey en portada
El apartado dedicado al cine funciona de la misma manera. Por un lado, incluye análisis de películas estrenadas en salas comerciales. En este número resalta, como no puede ser de otra manera, el gran western de Tarantino, lleno de humor y sangre. También la algo decepcionante The Master de Paul Thomas Anderson. Un inicio de año que se dedica a recuperar los títulos estrenados en los últimos meses del año pasado y que siempre llegan algo más tarde a las pantallas españolas. Acompañando a esos grandes estrenos, se incluye igualmente una sección dedicada a revisar el cine no distribuido en España. Este mes recoge la nueva película del director israelí Eytan Fox, en la que recupera al personaje protagonista de Yossi & Jagger para entregar un drama que brilla sólo en su primera parte. También The Wise Kids, fresca película de iniciación que, como punto original, nos adentra en una cerrada iglesia americana. No únicamente estos filmes, sino también la comedia puramente indie Hello I must be going o una de las ganadoras del festival de Rotterdam en su edición 2012, Klip, entre otros breves comentarios. Por último, en la última página se recogen dos listas que estarán en construcción durante cada mes del año, actualizándose con lo mejor tanto en discos (este número coronado por Gold Panda) como películas vistas en una sala de cine, es por eso que sólo se incluyen las dos comentadas en este número, y hasta dentro de unos meses no ganará en películas.
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CRÍTICA MÚSICA
Yo La Tengo Fade
La reescritura desdibujada de Yo La Tengo Qué se debe esperar de un grupo que lleva casi treinta ¿ años publicando discos? ¿Se
puede acusar a Yo La Tengo de repetición? ¿Es lícito esperar una sorpresa? Pues como demuestra su larga carrera, que cada nuevo disco del grupo suene a ellos mismos no significa en ningún caso que se traduzca a recuperación de fórmulas o estancamiento. Nada más lejos de lo que ha sucedido en sus últimos trabajos, I Am Not Afraid of You and I Will
Beat Your Ass y Popular Songs, dos discos que podemos englobar en lo mejor de su carrera. Fade, el número 13 sin contar proyectos menores, es una continuación de Popular Songs, sin que ello signifique que hayan vuelto a hacer el mismo disco. La marca autoral, haciendo un paralelismo con el cine, de Yo La Tengo es más que una idea lejana. Está claro que el grupo suena a ellos mismos desde aquel primerizo Ride The Tiger. Esto no impide que en cada
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nuevo disco de los de Ira Kaplan haya un cambio del imaginario del propio grupo, y es por ello que resulta interesante y fascinante acercarse a un grupo que consigue reactivar sus mecanismos sonoros en cada nuevo trabajo. A lo largo de su extensa discografía no han ido más que ampliando su concepción de grupo a ideas que han ido configurando esa marca autoral de la que hablamos. El ya citado Popular Songs, precedente en todos los sentidos de Fade, celebrando el pop y variando sus estructuras era un disco abiertamente fresco, incluso superando el nivel que otros discos emblemáticos como I Can Hear the Heart Beating as One. Ese álbum significaba, simplemente, que Yo La Tengo era un grupo aún en la posibilidad de la creación, no resignado a la repetición de antiguos esquemas de éxito. Un grupo perteneciente al ahora como se vuelve a demostrar con Fade, trabajo que gracias al uso de determinados sonidos, como los arreglos de cuerdas y vientos, los acerca a un sonido de pop en el concepto más puro de la palabra. Es en ese sentido en el que podemos encuadrar a Fade como continuación de Popular Songs, secuela que no cae en la simple
CRÍTICA MÚSICA
reproducción calcada, sino que sirve como punto de partida para caminar hacia un terreno más calmado, sobre todo en una segunda parte dominada por un terreno más dreamy, absolutamente inspirada dentro
cerse latente pero que funciona para que el oyente no se rinda únicamente ante lo más preciosista de sus melodías. La sensación que deja Fade es la de un disco conseguido, en absoluto menor, puesto que po-
Yo La Tengo es un grupo perteneciente al ahora, como se demuestra con Fade de la faceta más intimista de la banda. Lo que no quiere decir que abandonen esas otras canciones más eléctricas como la apertura con “Ohm”, un inicio perfecto. Tal vez, lo mejor de Fade es la inmediatez de la electricidad descosida de “Paddle Forward”. En ella se puede apreciar el interés que la banda tiene por reescribir melodías que podrían ser clásicos olvidados, partiendo de elementos que habrían sido erradicados en una producción convencional. La intención de mezclar el pop con distorsión y estructuras avanzadas es una constante en todos sus álbumes y también lo es en Fade. Ese juego entre la calma y la agitación es algo que les funciona muy bien. Las canciones, aparentemente dirigidas por el volante de la sutileza, guardan una tensión que no llega a ha-
dría mirar de frente a otros álbumes de la banda si partieran desde las mismas condiciones, es decir, sin que el paso del tiempo los hubiera encumbrado. Fade no es más (ni menos) que un disco de pop maduro facturado desde la profesionalización que conlleva treinta años de carrera, pero que sin las cualidades que demostraron en sus ya lejanos y primitivos primeros discos, no sería posible. Por ello, esperar un cambio radical en Ira Kaplan, Georgia Hubley y James McNew carece de sentido, puesto que la concepción musical que mantienen permanece invariable y es por ello que entender Fade únicamente como “otro disco más de Yo La Tengo” equivale a no querer ver la expansión que llevan explorando de esa concepción musical casi treinta años□
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CRÍTICA MÚSICA
Huir de Girls a través del exceso Christopher Owens Lysandre
n el número de enero de 2013 de la revista Wire se E incluía un artículo sobre como
los grupos habían perdido su protagonismo frente a los proyectos individuales en las páginas de la revista. Se recogían distintos motivos, no únicamente desde el punto de vista musical, sino también económico (si hay menos recursos, el hecho de no tener que repartirlos entre cuatro rentabiliza más el proyecto). Aunque es necesa-
rio hacer un análisis personalizado del caso de Christopher Owens, podemos suponer que hay mucho de eso en la separación por sorpresa de su grupo Girls y el anuncio de este Lysandre, ya en solitario. ¿Pero Girls ha sido realmente un grupo? Owens no solo escribía las canciones, sino que era el líder carismático que siempre ha estado al frente como imagen visible. Otra cosa es la producción de esas canciones. Chet
"JR" White la otra parte del grupo produjo el primer disco, aunque sus dos álbumes sucesivos estuvieron producidos por el mismo productor de Lysandre, Doug Boehner. Resumiendo, podemos decir que Girls era su proyecto. Es por ello que no hay prácticamente ningún cambio entre Girls y Christopher Owens. De hecho, es la progresión de lo expuesto en Father, Son, Holy Ghost, un fantástico disco que se medía
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CRÍTICA MÚSICA
entre el intimismo expuesto y un cierto ligero exceso. Lysandre no hace más que continuar esos preceptos pero pasando de lo ligero a lo constante. Todo Lysandre es excesivo (menos la duración), desde el propio concepto del álbum hasta una instrumentación que parece seguir la lógica del que quiere probar todo a pesar de saber que acabará siendo un error. Sin embargo no se puede calificar exactamente como error la instrumentación utilizada, que desconcierta por lo variado de la misma y el rescate de sonidos que no encajarían teóricamente en la estética rockista de Girls, pero si en el folk-pop que domina el tono de Lysandre. La guitarra acústica y la propia voz desnuda de Owens continúan dominando en la base de las canciones. A ellos se les suma arreglos de flauta, orquesta, e incluso saxo. La intención es acercarse a un pop ya pasado, como si de un disco de los setenta se tratara en el que también cabe el rock directo de “Here We Go” o la extraña “Riviera Rock”. Todo por acercarse hacía un sonido barroco, constantemente recargado yendo más y más lejos. Así es constante el empleo de solos, o la repetición al final de cada una de las canciones del disco de “Lysandre’s Theme”, ejemplo perfecto de ese barroquismo que domina el álbum. Es cierto que se echa de menos unas letras más inspiradas y no tan dominadas por el concepto de la relación de Owens con la tal Lysandre. Sus letras siempre se han identificado por hablar de forma cristalina. Es en su sencillez donde destaca como letrista. Es por ello que le falta
Heart”, y unas sensaciones que recuerdan aquellas primeras escuchas de Album, el disco con el que debutó, aparentemente un disco intrascendente, pero que con el paso de los años y las es-
Lysandre no es ni Album, ni Broken Dreams Club, ni Father Son Holy Ghost una mayor universalidad, aunque es entendible la cuestión autobiográfica estando las canciones recogidas bajo su propio nombre. No es un disco inmediato aunque tenga joyas como “Here We Go Again” o “A Broken
cuchas, se ha convertido en una pieza clave de una música que, sobre todo, busca relatarse a uno mismo, romper los prejuicios y mostrarse tal y como uno es en el momento. Claro que uno cambia y de Album hemos pasado a Lysandre, dos Christo-
pher Owens diferentes. Lysandre es un disco menos ambicioso, está lejos de querer ser el disco definitivo dentro de la escena independiente, pero sí existe una pretensión por hacerse con una voz propia. También por quitarse de encima Girls, huir de eso (ha dicho que no formará parte de una banda nunca más). Lysandre no es ni Album, ni Broken Dreams Club, ni tampoco Father Son Holy Ghost. Lysandre no es de Girls, es de Christopher Owens y no merece considerarse un disco menor en su discografía, sino como una exploración, un punto de partida hasta que vuelva a entregar un Album redondo.
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OTRA MÚSICA
The Invisible Way Low
Berberian Sound Studio Broadcast
Home Again Roulet
Nuevo álbum de Low que tras su anterior trabajo, C´mon, que sin ser un mal disco tampoco suponía nada nuevo. The Invisible Way es una vuelta al sonido más clásico y reposado de Low. Sin ser tampoco un disco sobresaliente como si lo era The Great Destroyer, funciona muy bien gracias a unas canciones que buscan desde el principio la melodía. Mantienen durante las once canciones un nivel notable como “Waiting” o “Just Make It Stop”, esta última una joya para escuchar una y otra vez.
En su disco anterior junto a The Focus Group, Broadcast abandonaron las canciones para dedicarse a explorar texturas y sonidos para aplicarlas a imágenes imaginadas más que para ser escuchadas por sí mismas. Ahora, tristemente sin Trish Keenan, entregan una auténtica banda sonora que sin el acompañamiento de las imágenes carece de interés ni fuerza. Por tanto objetivo cumplido, a pesar de que hay algunos esbozos que pueden ser rescatados para una escucha aparte.
Con trece pequeños cortes y en poco más de media hora, el portugués Tiago Trole publica este aparentemente delicado Home Again, un disco que se consume placenteramente una y otra vez a través de texturas cuidadas y sugerentes. Recordando al sonido expandido de Mount Kimbie aunque con un encanto propio, Home Again está lleno de detalles a partir de bases minúsculas y pequeñas piezas que, más que probablemente, pasarán injustamente desapercibidas.
La misión es clara, acercarse al sonido sucio y puro de los blues man. Así la producción se aleja de pulir, que sin duda rompería la magia del proyecto, para ir al imparable sonido del directo, sí, pero también a un sonido que resplandece precisamente por el primitivismo. Se inclinan por recuperar canciones ya publicadas anteriormente, siendo reinterpretadas como es el caso de Jesús está llorando 2 o Esclavo que no es otra cosa que una versión del tema Casino el camino.
Mantienen intacta la emoción de desconcierto a través de una letras sencillas, pero por ello singulares, y una música basada en la repetición rítmica (el flujo que se crea en Rezando, una de las mejores canciones que incluye este nuevo disco es solo un ejemplo), y sobre todo un virtuosismo de la guitarra para llevar los temas exactamente a donde se proponen. No pierden fuerza y trasladan a un imaginario propio alejado del esquema simplista del revival.
III Guadalupe Plata
Empeñados en no titular sus discos, este tercero editado con una discográfica más importante que sus predecesores (su fantástico EP y el debut en largo editado en 2011) supone un avance en el tono y el compromiso del grupo por resucitar el blues olvidado. A pesar del campo de olivas y la patrona de Úbeda que le presta su nombre al grupo, el sonido no puede estar más alejado de localismos, pero también de cualquier marca temporal que resuene al ahora.
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OTRA MÚSICA
0181 Four Tet
The Man Who Died In His Boat
Grouper
Trust Gold Panda
Kieran Hebden regala este 0181 que nos traslada a una época anterior a la que está explorando actualmente con su proyecto Four Tet, mucho más enfocada al UK Bass. Aunque 0181 resulta una rareza menor, sirve para devolvernos a esos sonidos vanguardistas y muy frescos que caracterizaron su música por aquel entonces. Cuarenta minutos que nos sitúan entre la magia sorprendente de Pause y su gran obra maestra, Rounds. Tan sólo por eso merece una escucha.
The Man Who Died In His Boat guarda algo extraño que mantiene pegado a esa guitarra acústica cargada de efectos mientras la voz fantasmal de Elizabeth Harris reconforta o asusta, según la canción. “Towers” es la mejor pieza recordando a los Red House Painters más quietos, pero el resto de canciones no se quedan cortas. Este último disco de Grouper se consume y nos consume a partir de su sonido emborronado y dolido. Muy a tener en cuenta.
Trust es un nuevo EP de Derwin R. Powers aka Gold Panda, mientras seguimos esperando la continuación de Lucky Shiner, su debut de 2010 que contenía la aún hoy inagotable “You”. Trust demuestra una evolución remarcable desde la propia paleta de sonidos del británico: la repetición como base y el hallazgo de texturas sorprendentes para formar temas que se balancean entre el baile del titular “Trust” hasta un reposo igualmente disfrutable en “Casyam_59#02”.
Wash the Sins Not Only the Face
Esben and the Witch
Elements of Light Pantha Du Prince & The Bell Laboratory
Es imposible no pensar en Cocteau Twins durante la escucha de Wash the shins not only the face, segundo disco del trío Esben And The Witch. Un pensamiento que se traduce en un profundo echar en falta ante tan pobre imitación. No solo emulan las texturas e incluso el tono vocal, lo que no llegaría a ser tan grave, sino que lo fusionan con una falsa emoción que agobia e irrita. Resulta más que complicado conectar con una propuesta tan superficial y vacía.
Elements of Light es una obra conceptual que gira en torno al uso de múltiples campanas, el Bell Laboratory que acompaña a Pantha Du Prince en el trabajo más compacto que el Hendrik Weber ha entregado hasta el momento. No se trata de sonidos nuevos en su uso musical, puesto que el anterior Black Noise los empleaba constantemente, pero la colaboración en este Elements of Light trasciende de la simple utilización de esa herramienta para llegar mucho más lejos,
creando un flujo continuo en el que nos perdemos tras la apertura ambiental de “Wave” y del que salimos con el cierre, también flotante, de “Quantum. Es entre esas dos canciones donde Weber encuentra una magia que se expande en la media hora que suman “Particle” (que recuerda a los mejores momentos de Black Noise), “Photon” y “Spectral Split”. Un disco más serio, con mayor entidad, que mantiene a Weber como un creador a quien tener muy en cuenta.
CRÍTICA CINE
Tarantino retuerce el western
Django Unchained Quentin Tarantino
n varias escenas de Django Unchained, la cámara en un E movimiento mantenido, se fija
en los rostros tras las ventanas que observan cómo pasan dos forasteros por su pueblo. Podría haber aparecido en cualquier western, es la clase de planos que abundan en el esperado western de Tarantino. Detalles y constantes referencias al género que no se quedan únicamente en los zooms hiperbólicos que sacuden frecuentemente la historia, tam-
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CRÍTICA CINE
poco en la recreación de escenarios o los cameos de actores míticos. Tarantino monta su western sin conformarse únicamente con imitar. Django Unchained es un homenaje al western, al mismo tiempo que aspira a fijar marcas nuevas, como queriendo revitalizar un género ya muerto. Por tanto, no se trata de un western al uso. Aparecen, por supuesto, los escenarios típicos y personajes habituales, pero son despachados con premura. Personajes como el sheriff o escenarios como el salón aparecen porque no hablaríamos de un western si no se encontraran en el film, pero en ningún caso tienen una importancia especial para la trama. Los elementos “obligados” forman parte de la película sin mantener la función clásica. Es casi como un trámite por el que la película se
tado por Leonardo DiCaprio y Christoph Waltz. Una escena de tensión y pura fuerza que forma el punto culmen de la película. Sucedía en Kill Bill y en Inglourious Basterds. Una tensión característica del cine de Tarantino en la que los personajes no ven posibilidad de escapar y el director juega a su gusto con el espectador. Más allá de las marcas del género en que se encuadra, Django Unchained es una película de su director. Tarantino cuida sus propias marcas al milímetro en cada nueva película ya sea esta aparentemente menor (Death Proof) o una superproducción (la anterior Inflourious Basterds o esta misma película). Así el humor no es un mero elemento ocasional sino que dirige la cinta. Ya sea para humillar al ku klux klan, en una de las escenas más desternillan-
Un homenaje al western, al mismo tiempo que aspira a fijar marcas nuevas ve obligada a pasar hasta llegar a donde realmente le interesa y se encuentra más cómoda. Y esto es, en unos escenarios alejados de los tradicionales por la temática que adopta la película, como los campos de esclavos, y con unos personajes tan propios del cine de Tarantino que llegan a cuestionar la credibilidad de la película en varias ocasiones. Si la función básica del western como género es la construcción de la identidad de una nación sin un pasado histórico común, Tarantino coge un pasado real para seguir al pie de la letra esa función principal del género. Eso sí, desde una historia más que improbable que le sirve para trazar la situación de esclavitud del pueblo negro. Un tema que no puede estar más lejano a lo que trata el western tradicional. Tarantino no solo recupera las condiciones de vida, sino que muestra también el débil escudo de los ciudadanos blancos ante su dominio. Lo narra en una ejemplar discusión entre el personaje interpre-
tes del filme, o simplemente como parte del sentido del humor de Tarantino (véase el traje azul de Django). Tampoco faltan los personajes cuidados y pensados más allá del simple diálogo. La mayoría, sino todos, dirigidos por la excentricidad escondiendo mucho más de lo que muestran en la pantalla. Django Unchained es una película incontestable. Ni siquiera el doblaje, que parece querer destrozar la cinta a propósito, puede hacer nada con el poder de las imágenes, pero sobre todo, con el poder de la trama. El guión es, sin duda, la mayor y mejor característica de Tarantino como cineasta, así lo lleva demostrando desde Reservoir Dogs y Django Unchained no es más que otra prueba que sin un gran guión, no hay una gran película. Django Unchained Director: Quentin Tarantino Intérpretes: Jamie Foxx, Christoph Waltz, Leonardo DiCaprio Año: 2012
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CRÍTICA CINE
Entre el hipnotismo y el estancamiento he Master es la película más críptica de Paul Thomas T Anderson. Un cineasta que,
The Master Paul Thomas Anderson
pese a que su gran obra maestra Magnolia parece imbatible, ha seguido entregando películas bellísimas como la predecesora de este último trabajo, There Will Be Blood, un filme ambicioso de una seriedad desbordante. The Master sigue el mismo esquema: atiborrada de diálogos que guardan más que muestran, una estructura que se enrosca en su propia manera de pensar que confunde, y una respuesta unánime de la crítica aclamando la película. Es por culpa del, tal vez exagerado, recibimiento de la película, que se crean unas expectativas tan altas que destrozan la buena sensación que deja The Master. Un film muy ambicioso que, es evidente, necesita volver a ser visto para llegar a sacar todo el jugo que tiene el film. Las primeras imágenes nos sitúan ante un grupo de soldados de la marina, concretamente en el personaje brillantemente interpretado por Joaquin Phoenix, un tipo aislado del grupo. Es a partir de una huida cuando llega a un barco donde conoce a “la causa”, una especie de colectivo científico-religioso liderado por el personaje de Philip Seymour Hoffman, dedicado a “despertar” al hombre de sus vidas pasadas y hacerlo libre. El personaje, completamente perdido reacciona ante este encuentro como una posible vía de salvación, dejándose ayudar por el misterioso “maestro”, incluso llevando más allá las propias teorías del grupo. Así, The Master es en parte un estudio del modo en que los grupos sociales consiguen que los individuos traspasen las propias barreras de ese colectivo, debido a un sentimiento de pertenencia que hace que vayan más
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allá de lo que se les pide, una obligación no explícita que el marino perdido toma como su guía. Pese a ello, la ideología de este colectivo inspirado en la cienciología es lo de menos. Lo importante es el personaje descarriado, al que Phoenix quiere dotar de una serie de gestos, expresiones y formas de moverse que se quedan marcadas. Una actuación hipnótica. Por otra parte, The Master habla del alcoholismo como uno de los temas obvios y claves de todo el filme. El protagonista no sólo se pasa la mayor parte del tiempo bebiendo cualquier cosa que se le ponga por delante, sino que fabrica sus propias bebidas a partir de químicos, que tal vez sean la base del desequilibrio que tiene de su propia conciencia. El intento de escapar de la adicción es lo que le ofrece el grupo de “la causa”, un grado de alcoholismo tal, que muchos de sus actos parecen responder a la bebida. En un plano puramente narrativo, The Master funciona a base de escenas absolutamente mar-
CRÍTICA CINE
cadas y ejemplares, pero que sin embargo no parecen estar bien interconectadas. La sensación es de ligeros brillos de genialidad entre una historia difusa que naufraga por momentos, para volver a salir a flote en ciertas ocasiones pero que ni siquiera las magnéticas
solo. Quedan dudas y preguntas que la película no sabe responder, o peor, no quiere responder, llevando al espectador de un escenario a otro, o manteniéndolo fijo sin saber a dónde llegar, como en la escena del cristal y la pared. Es por ello que, pese a estar ante unas imá-
Ligeros brillos de genialidad en una historia difusa que naufraga por momentos actuaciones consiguen reflotar del todo. Incluso, podemos decir que el modo de filmar de Paul Thomas Anderson se encuentra cercano al de Terrence Malick… esos destellos de los que hablábamos son como escenas desconectadas del director de The Tree Of Life, que llegan sin saber muy bien de donde, pero que se quedan ancladas en la memoria del espectador. Anderson se inclina por entregar un filme que puede parecer excesivo, incluso megalómano. Un guión que, pese a sus frases oblicuas, no se mantiene por sí
genes ciertamente bellas, una interpretación desbordante por parte de Phoenix y un interesante punto de partida, The Master se queda corta ante unas expectativas generadas por la comprensible adoración a un cineasta tan valiente como Anderson. The Master Director: Paul Thomas Anderson Intérpretes: Joaquin Phoenix, Philip Seymour Hoffman Año: 2012
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OTRO CINE
Compliance Craig Zobel
Yossi Eytan Fox
Continuación de la historia de uno de los protagonistas de Yossi & Jagger, una interesante película del director israelí Eytan Fox, que parece obcecado en explorar la homosexualidad oculta en todas sus películas. Si en la que podemos decir, primera parte, la historia sucedía en el seno del ejército, Yossi se centra en un ámbito social más extenso que sirve a Fox para profundizar en otros aspectos que en la primera película no tenían posibilidad de existir.
El actor fetiche de Fox, Ohad Knoller, encarna a un personaje que no ha avanzado en diez años, desde la muerte de su amigo. Incluso se ha ocultado más que antes. Yossi está dividida en dos partes. Mientras que la segunda, con un tono más alegre y esperanzador rompe la lógica interna del film, la primera es un brillante estudio sobre la soledad unida a la confusión del entorno del protagonista creada por la incomprensible (desde fuera) actitud de Yossi.
Tras los créditos iniciales que advierten que la siguiente historia está basada en hechos reales, Craig Zobel falsea y manipula a un espectador obligado a juzgar los hechos y no la película. Una trama que pretende poner el punto de mira sobre la obediencia ante la autoridad, sea esta visible o no. El director parece esconder su papel tras el cristal de lo objetivo, para no responder ante una historia que no se mantiene en pie bajo ninguna circunstancia.
È stato il figlio Daniele Ciprì
Nate & Margaret Nathan Adloff
Berberian Sound Studio Peter Strickland
È stato il figlio recuerda constantemente a los personajes excéntricos de las películas de Paolo Sorrentino, unido a una estética y funcionalidad a la italiana de Cuéntame. Con la intención de contar las condiciones y nofuturo de la familia de clase baja italiana, el director recurre al costumbrismo y a una ausencia de ritmo que hace que la película tropiece una y otra vez. A pesar de intentar encontrar un final que de unión y empaque a la película, el film de Daniele Ciprì es poco recordable.
Primera película autobiográfica del director Nathan Adloff, que narra la relación entre dos amigos separados por 30 años. Una diferencia de edad que crea problemas a partir del entorno más que provocados por ellos mismos. Entre fallos de raccord y un tono de proyecto final de carrera (el personaje de Nate es un estudiante de cine), lo cierto es que Nate & Margaret entretiene a pesar del lado demasiado excéntrico del personaje de Margaret, y gracias al más común de Nate.
Un viaje a Italia en los 70 para producir la banda sonora de una película de serie B. Berberian Sound Studio nos muestra únicamente el estudio del nombre de la película, y también cómo se graban los efectos de sonido. El film acaba induciendo a un estado de angustia que confunde tanto como lo está el protagonista, por la traducción y la sorpresa de que la película para la que le han contratado es de terror explícito, de la que nunca llegamos a ver ninguna imagen.
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OTRO CINE
The Paperboy Lee Daniels
The Wise Kids Stephen Cone
Estrenada en la edición 2012 del festival de Cannes, The Paperboy es una película menor plagada de rostros célebres con la intención de darle una mayor dimensión. Con una estética hortera, Lee Daniels nos cuenta una historia intrascendente de asesinatos e investigaciones sin llegar a ningún sitio. Con escenas que buscan epatar, y subtramas tan ligeras que parecen bromas escondidas, The Paperboy consigue entretener sorprendentemente, pero después no queda nada.
The Wise Kids está ambientada en una ciudad pequeña cualquiera de Estados Unidos. A lo largo de los últimos meses del último curso de instituto de tres amigos, nos cuenta las diferencias que se descubren entre ellos justo antes de abandonar la ciudad para ir a la universidad. Lo que diferencia a esta película de las otras decenas que parten del mismo punto de partida es la religión. De hecho, el escenario habitual de este tipo de películas, el instituto, se cambia por una iglesia.
Lo que Stephen Cone intenta explorar es la maduración y la necesidad final de pensar por uno mismo, llegando a conclusiones distintas y partiendo desde circunstancias también diferentes. Así, aunque una de las historias vertebradoras del film sea la orientación sexual del personaje interpretado por Tyler Ross, este queda minimizado tras el discurso menos ligero y también mucho más original que realmente subyace en la película.
L Babis Makridis
Klip Maja Miloš
Hello I must be going Todd Louiso
Como es lógico, el boom griego esconde películas intrascendentes o directamente malas como es el caso de L, de Babis Makridis. Tras una premisa prometedora (un hombre que vive en un coche), la película no avanza porque no ofrece nada más. A lo largo de su desarrollo se explora el surrealismo de la trama a base de la eterna repetición. Algunas escenas, sin ser ni brillantes ni originales, si guardan cierto interés, pero en general, se trata de una obra montada sobre el vacío.
Una de las ganadoras de la edición 2012 del festival de Rotterdam, Klip de Maja Miloš se mantiene en la línea entre la caricatura y el realismo extremo. Lo más característicos son la multitud de planos tomados directamente del móvil que la protagonista utiliza para grabar constantemente. La cinta se encuadra dentro de la frialdad del cine de la Europa oriental, cercana a cintas como Everybody dies but me o Klass, aunque Klip va mucho más lejos en su explicitud.
Entre canciones de Laura Veirs se mece esta comedia romántica no exactamente al uso, pero sí muy cercana a lo convencional. Una recién divorciada que se ve obligada a volver a casa de sus padres inmersa en una profunda depresión. Lo que es buen planteamiento acaba envolviéndose en valores y frases de manual de autoayuda. A pesar de todo, Hello I must be going se salva por ciertos toques de humor y al final, como toda buena “romcom” deja una buena sensación.
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RETROSPECTIVA CINE
Sexo, drogas y rock’n’roll: Una trilogía de Paul Morrissey ños 60. Nueva York. Escena underground liderada por A Andy Warhol. Warhol se fija en
la cámara de cine como medio de expandir su zona de trabajo. Paul Morrissey se convierte en su colaborador. Surge el difuso término underground para referirse a sus trabajos como cineastas. Un género ampliamente criticado por considerar que no puede hablarse exactamente de cine si no hay historia. Pero nada de malo hay en perderse en los márgenes artísticos y en la experimentación para narrar y explorar la imagen. Se ha entendido la propuesta de Warhol como un cine para dar vistazos más que para ver. Es eso lo que justifica experimentos como las más de cinco horas de Sleep. También podemos considerar cercano a esta idea de mirar más que ver la
película dirigida entre Warhol y Morrissey, Chelsea Girls. Dividida en dos pantallas que muestran distintos escenarios y con audio desfasado es un experimento lejano al cine de Morrissey que realmente trasciende. Un cine que es el antecedente de cierto minimalismo en el que la falta de recursos no es una limitación, sino un aliado. La fotografía y el sonido son más bien deficientes, lo que no quita para que se lleguen a momentos de auténtica belleza a partir de esa ausencia de medios. Sin duda, Paul Morrissey destaca por sus temas y la perspectiva que da de ellos. Los desnudos son una constante, así como lo explícito (ya sea sexo o drogas), que se impone ante el espectador como si de un pulso se tratara. No se trata
de una propuesta fácil. Lo narrativo desaparece para crear un ritmo propio con el que hay que obligarse a conectar para acceder a sus filmes. A continuación se analizan las tres películas, Flesh, Trash y Heat que componen lo fundamental del cine de Paul Morrissey. Hay más material grabado por Morrissey, pero es sin duda su trilogía acerca del lema mítico del rock’n’roll – sexo drogas y rock’n’roll – lo que compone lo más puro de su filmografía. Todas ellas protagonizadas por Joe Dallesandro, figura mítica idealizada en Flesh, centrada en el sexo. De forma diferente se nos presenta Dallesandro en la segunda parte, donde vemos cómo le afecta la heroína en Trash. Heat tiene poco de rock’n’roll, centrándose más en la fama.
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RETROSPECTIVA CINE
Flesh (1968) En esta primera película totalmente firmada por Morrissey (aunque en los títulos es el gran nombre de Warhol el que presenta el filme), se podría resumir como un día cualquiera en la vida de un chapero. Aunque nos quedaríamos cortos pues la intención de Morrissey va más allá. Puede parecer en un principio que el argumento carece de fondo, únicamente sigue el objetivo de provocar. Sin embargo, a medida que avanza la película gana sentido dentro de lo que Morrissey quiere contar: el cuerpo como punto de partida y final. Sin carecer de reflexión. Flesh no podría tener otro protagonista distinto a Joe Dallesandro, ejemplo ideal de belleza al menos en el momento en el que fue grabada la película. Él es mostrado como objeto literalmente, deseado por todos los que aparecen junto a él. Ya sea para placer físico o por motivos artísticos, en el discurso del fotógrafo que contrata a Joe, donde se transmite el mensaje del filme de la forma más directa. Un estilo que recuerda a un falso documental, en el que los personajes mantienen el mismo nombre, y parecen no actuar, sino interpretarse a sí mismos. Esto es algo que se mantiene no sólo en las películas de Morris-
Trash (1968)
tural y momentos destacados siempre que la cámara sale a grabar las calles de Nueva York. Trash (1970) Si en Flesh, Morrissey nos acercaba a un personaje atractivo, incluso algo mitificable, en Trash parece huir en el sentido contrario. Dallesandro interpreta a un yonqui que sobrevive como puede entre chute y chute. Lejos de lo esperable, no se nos muestra como un héroe. Tampoco como antihéroe, sino como un rastrojo que no importa en la historia. Además, el cuerpo deja de ser algo a lo que aspirar, la cámara se queda fija en los pinchazos y en cómo afectan corporalmente. Trash se
La falta de recursos no es una limitación, sino un aliado sey, también en las de Warhol. Así se retratan todos los personajes del underground neoyorkino con toda su extravagancia característica. La fauna warholiana no actúa, es. Montaje tosco como decisión consciente. El cambio de plano es brusco y crea un sonido y ritmo que sienta bien dentro de los pocos medios de la película. Un primitivismo a base de malos enfoques y movimientos, como los zoom excesivos que no llegan a nada, pero que no impiden una fotografía más na-
acerca más a los que tiene alrededor, puesto que la total incapacidad del personaje es total. Ahí es donde entra el gran valor de Trash, en la respuesta del entorno, por cierto, bastante desequilibrado al mismo tiempo. Es un personaje del entorno de Joe el que realmente impacta por lo desesperado de su situación y la rabiosa interpretación que entrega Holly Woodlawn. Una escena de la película, en la que un joven matrimonio observan y ayudan a Joe a inyec-
tarse una dosis de heroína sintetiza la idea de Trash. Los espectadores (además de cómplices) necesitan al yonqui. Ellos y nosotros necesitamos ver cómo se inyecta sólo para asegurarnos, para complacernos con la idea de que no estamos tan mal a pesar de todo. Nuestro riesgo se queda únicamente en ver las escenas explícitas en las que Joe se chuta. Menos intelectualizada y más directa, la cinematografía de Morrissey sube un peldaño pero sigue manteniendo intactos los elementos que la hacen tan controvertida, buscando impactar al espectador en todo momento. Las imágenes se desenfocan constantemente y el reenfoque funciona aquí exactamente igual que los cortes de plano bruscos de Flesh. Muestra un montaje más trabajado pero con la misma sensación de primitivismo. Heat (1972) Por último, Heat cierra el proyecto de Morrissey sin hablar mucho del rock’n’roll que cierra la trilogía. Joe Dallesandro sirve de nuevo como punto de arranque, pero luego no toma ningún papel protagonista, siendo un personaje totalmente pasivo. Acaba de trasladarse a California siguiendo la promesa de su agente de buscarle un contrato discográfico. Después de ser un niño prodigio, supuestamente se dedica a la música. Se nos presenta como un rock’n’roll
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RETROSPECTIVA CINE
star, aunque la realidad está muy relejada de esa etiqueta. Poco hay de rock en Heat, quizás tan sólo la música de John Cale que abre y cierra el filme.
más hortera y decadente, como rabiosa crítica al sistema de las estrellas. Joe recurre al sexo para conseguir rebajar el alquiler que paga en el motel en el
Lo explícito se impone ante el espectador como si de un pulso se tratara De nuevo Morrissey se aleja de los estereotipos para desmitificarlos y resaltar la otra cara de la fama en este caso, desmontando el tercer pilar de ese gran eslogan que es sexo, drogas y rock’n’roll. Abandonando Nueva York para trasladarnos al Hollywood
que se aloja. La misma estrategia seguirá con Sylvia Miles, antigua estrella de la televisión sin ningún tipo de éxito actualmente. Una película más trabajada que las anteriores tanto en sentido técnico (si exceptuamos la fotografía, de la que hablamos
más adelante) como en el guión. Como siempre los personajes que rodean a Joe son los verdaderamente interesantes. Todos tienen algo que los hace especialmente particulares. Empezando por la gran protagonista deseosa de amor, hasta los dos hermanos del motel que se dedican a hacer shows eróticos en un club nocturno. Como decíamos, la fotografía preserva la falta de medios que caracteriza este cine. Con constantes saltos en la temperatura de una escena a otra. Demuestra el poco cuidado en la forma de grabar. A veces consigue un tono anaranjado que simula el bronceado de unos personajes que siempre están bajo el sol.
Heat (1972)
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LISTAS
mĂşsica 1 Gold Panda - Trust 2 Yo La Tengo - Fade 3 Christopher Owens - Lysandre 4 Roulet - Home Again 5 Pantha du Prince & The Bell Laboratory - Elements of Light 6 Guadalupe Plata - III 7 Low - The Invisible Way 8 Grouper - The Man Who Died in His Boat 9 Four Tet - 0181 10 Broadcast - Berberian Sound Studio
8 8 8 8 7 7 7 6 6 3
Gold Panda
cine 1 Django Unchained - Quentin Tarantino 2 The Master - Paul Thomas Anderson
8 5 Django Unchained
doscerounotres