Incendio en las bodegas Salteñas

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El Padre de la Vitivinicultura en el Uruguay

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El Incendio de la Bodega Harriague

Alberto J. Eguiluz

“… La bodega estaba constituida por un gran edificio de ochenta y cinco metros de largo por veinticinco de ancho.

En sus sótanos a una temperatura fresca, con verdadero lujo de ventilación sin exceso, se hallaba la bodega propiamente dicha, con todo el vino elaborado, que iba haciendo en el descanso su mérito. En la parte alta, amplísima, con piso de madera, tenían colocación las prensas, trituradoras y demás maquinarias llamadas a iniciar la elaboración. -2-

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Crónicas de un SALTO desconocido Ocho grandes aberturas y una serie de ventiladores movidos por un motor daban luz y aire a esa sección que en la época de labor, con tanta gente trabajando, tanto movimiento, tanto detalle de ruidos y funciones coordinadas, presentaban el aspecto de una gran fábrica.

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Al borde del piso estaban las bocas de las grandes cubas, que en número de treinta y cinco se hallaban perfectamente enfiladas. En ellas se hacía la fermentación. Había diecisiete con capacidad para veinte mil litros cada una y el resto de cinco a seis mil litros. El precio de las primeras era de cuatrocientos pesos cada una y ello dará una idea del capital empleado solamente por ese concepto. Para el mismo fin, había doscientos bocoyes, pues hubo una vez en que por razones de técnica, se prefería hacer la fermentación especialmente en ellos. El número parece todavía poco con esos doscientos cincuenta recipientes, algunos de proporciones colosales, del tamaño de una habitación. Y parece poco porque debemos añadir cinco mil bordelesas llamadas a contener los vinos una vez destinados a la venta. -4-

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El Incendio de la Bodega Harriague

Alberto J. Eguiluz

El 28 de diciembre de 1910 sucedió lo inesperado. Un voraz incendio redujo a cenizas el más viejo e importante establecimiento industrial de Salto. Cuando la gente empezaba en esta ciudad a salir a las calles por la noche, congregándose en los cafés, etc., empezó a circular la noticia de ese incendio. Muchos recibían con incredulidad atribuyéndola a una broma del día de los inocentes. Pero, persistió tanto, que muchas personas buscaban puntos dominantes para observar, no tardo en convencerse de que aquello era cierto. En medio de la oscuridad de la noche, hacia el lado sur, se divisaba como una gran hoguera que iba aumentando rápidamente sus proporciones. Aquello parecía un volcán en plena actividad. Enseguida comenzó un inusitado movimiento de carruajes y automóviles, de la gente que acudía a presenciar el espectáculo. Era tal el impulso de la curiosidad, que a las nueve de la noche en las cocherías de Salto, no quedaba un sólo carruaje disponible para trasladarse a aquel punto. Mucha gente, se trasladó a pie.

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La Primera manifestación del fuego Eran las siete y media de la noche y casi todo el personal del establecimiento estaba, cuando se oyeron toques de campana y la gente, extrañada, salió para averiguar lo que ocurría. Se vio por las ventanas de las habitaciones contiguas a al bodega, ocupadas por el director de la granja, señor Pons, salían grandes llamas y una densa nube de humo. Ya el fuego había tomado cuerpo, pero todos los empleados se aprestaron para combatirlo y apoderándose de baldes comenzó la tarea; al mismo tiempo que se avisaba a la Policía de la sección y ésta telefoneaba a la Jefatura Política. El Oficial Primero Don José L. Gomensoro, el Juez de Feria Don Carlos H. Matta, el Actuario Don Constantino Piacenza y el Comisario de Ordenes Don José P. Darizcurren, se trasladaron al lugar del suceso. También acudió el Comandante Militar, Coronel Teófilo Córdoba que adoptó algunas oportunas medidas.

Cuarenta hombres del 4° de Cazadores al mando del Teniente Baigorria, la Policía del Saladero, el personal del establecimiento y numerosos vecinos trabajaron denodadamente combatiendo el fuego.

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Un Mar de Vino A los pocos instantes de comenzar el incendio, empezaron a agrietarse y a reventar los cascos. El vino se derramaba primero lentamente entre las rendijas de los recipientes y luego furioso, a torrentes, inundando el edificio. Imposible describir aquel cuadro. Parecía una orgía del fuego y como si cobrara vigor iba desarrollándose con mayor ferocidad. Aquello asomaba ribetes de escenas dantescas al contemplarse la obra destructora, rápida, colosal, la desesperación de los hombres fatigosos que pugnaban por vencer el fuego, el crujir de las maderas al sentir la acción del voraz elemento, el caer crepitoso de los tirantes quemados entre las chapas de zinc, que concluían por producir un ruido infernal. Muy pronto todos los recipientes, descargaron todo su contenido y las brasas cayendo sobre el vino se apagaban levantando pequeñas nubes negruscas con olor a vino quemado, un repugnante vaho, más tarde, que trascendía a dos cuadras y mareaba. Algunos hombres arrojaban el vino a baldes sobre los puntos donde se propagaba el fuego y otros concentraban su acción heroica a evitar que las llamas se comunicaran al departamento de destilería, el más peligroso, que amenazaba ruidosas explosiones con los cuatro mil litros de alcohol rectificado que tenía allí almacenado. Un millón tres mil litros de vino que lo que aquella noche se derramó dentro de aquellas cuatro altas paredes.

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A falta de agua a mano, el vino sirvió para secundar la tarea de sofocar el incendio. El caso fue único en su género, pues no se sabe que el vino haya sido empleado en lugar de agua para apagar un incendio. Por lo original, parece novelesco e inverosímil. Pero como se pueden imaginar, las pérdidas fueron cuantiosas e irreparables, y el vino derramado fue simbólicamente el desangrarse de una de las empresas más prósperas que tuvo el Salto de antaño”. (La Prensa”, 29 de diciembre de 1910).

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Dos Bodegas quemadas

Alberto J. Eguiluz

En las primeras horas del día de hoy, a las doce y cuarto aproximadamente se pronunció con proporciones considerables un incendio en las importantes bodegas de la Granja de Pierri establecidas en la región vinícola de San Antonio. No se conoce precisamente el origen de la quemazón pero con algún fundamento se supone que se trata de un hecho casual y quizás debido a algunas chispas que cayeron sobre cierta cantidad de pasto seco y bolsas de arpilleras depositadas en una de las bodegas y como no fue advertido son cuando las llamas destruían vorazmente y era imposible detenerlas en el acto, el fuego tomó incremento avanzando con rapidez en dos cuerpos de las bodegas que tenían 18 metros de largo por 9 de ancho. Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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Crónicas de un SALTO desconocido En estas bodegas había gran cantidad de vino y también dos grandes cubas de capacidad cada una de ciento catorce bordolesas. Al lado de estos departamentos se encontraba un galpón que servía como depósito de herramientas y demás útiles de la granja, galpón que ha desaparecido totalmente.

El Señor Pierri con quién celebramos una larga conferencia telefónica nos relató minuciosamente el suceso en cuestión. Dicho señor se encontraba en su importante establecimiento vinícola cuando ocurrió el accidente y acudió en compañía de sus empleados a extinguir el fuego en cuya tarea colaboraron poco más tarde el Comisario de la Sección Sr. Tomás Villasboas, con gente de su policía, y varios vecinos de San Antonio que alcanzaban a unos sesenta y que advirtieron desde lejos las grandes leguas de fuego en la granja del Señor Pierri. Con agua y también con vino que había en las bodegas se trabajaba heroicamente para apagar el fuego. El Comisario Villasboas logró con su policía ponerse en situación peligrosa penetrando entre las llamas con objeto de aislarlas y evitar así que se extendiera otras partes del edificio. El Señor Pedro Ambrosoni con gente de su casa acudieron al incendio y

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se esforzaron para extinguirlo y gracias al trabajo rudo como heroico de todas las personas que mencionamos se ha podido salvar lo más importante y los perjuicios se redujeron a la destrucción de las dos bodegas y galpón que desaparecieron totalmente cuando en su interior había. A las cuatro y media de la madrugada el fuego se había desaparecido por completo dejando lúgubres señales de su voracidad entre los escombros y las cenizas. Las pérdidas se evalúan en diez mil pesos más o menos incluyendo en esta suma la parte del edificio arruinada y los materiales y la producción de vino que se perdió. Hay quien asegura sin embargo que las pérdidas no bajan de trece mil pesos. Las bodegas estaban aseguradas. Extractado del Diario”La Prensa”, del día Sábado, 10 de marzo de 2001. (Hace exactamente 100 años).

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Bodega del Cerro

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Derrumbe en la “Bodega del Cerro” Por Alberto J. Eguiluz

Diario “La Prensa” - 08-02-1893

Ayer a las 6 de la tarde en la Bodega que los señores Cañizas Hermanos y Antía poseen en el viñedo del Cerro ocurrió un suceso lamentable. Varios albañiles y peones en la hora indicada, se ocupaban de inspeccionar las paredes de las grandes cubas de fermentación, recientemente construidas y que estaban llenas de agua como medida higiénica, al mismo tiempo que servirá para indicar los sitios por donde manaba el agua, para enseguida tapar con portland las hendiduras, cuando de pronto cinco de estas cubas, de capacidad de 80 a 90 bordolesas cada una, ceden debido probablemente a la presión del agua y sus paredes se derrumbaron cayendo sobre 5 de los trabajadores que estaban ocupados en su trabajo. El ruido producido por la caída de los materiales y el del agua que bajó como un torrente para invadir la Bodega, acudieron varios peones, el capataz del viñedo, uno de los propietarios y otras personas que habían ido esa tarde a visitar el establecimiento. En el primer momento nadie atinaba una espesa neblina producida por el polvo que se había Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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Crónicas de un SALTO desconocido levantado, lo oscurecía todo, el interior de la planta baja de la bodega se percibían gritos desgarradores. De pronto uno de los peones un fornido hijo de las provincias vascongadas, avanza

sin temblar, sin ocurrírsele tal vez que todo aquello podría desplomarse sobre su cuerpo, corre en dirección al sitio donde llegan los quejidos, nada ve, pero de pronto empieza a escudriñar en medio de aquella oscuridad producida por la inmensa polvareda y ve la cabeza cuyo cuerpo está cubierto por los escombros y el agua. - Con sus manazas quita todo lo que está por encima del cuerpo del pobre obrero, este era un albañil corpulento llamado Pedetti, lo alza sobre sus hombros y sale de aquel infierno, en medio de las súplicas de los otros desgraciados que gritaban a viva voz, - casí que me muero - y el chasquido que produce el agua al chocar con las paredes de la bodega. Ya los compañeros del noble vasco han visto llegar a este triunfante, con su pesada carga al hombro. Unos corren a salvar los que quedan aún presos entre los escombros, otros quieren ayudar al vasco Beñat, que no abandona la presa y con estridente voz pregunta ¿Donde lo llevo?. Le indican donde y Beñat con paso pesado, sudorosa la frente, sube los 15 o 20 escalones que lo separan del cuarto donde debe colocar al - 38 -

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Crónicas de un SALTO desconocido herido, instala a Pedetti sobre un catre y baja rápido como una exhalación, a salvar a los otros, pero ya es tarde, las otras víctimas son llevadas en brazos por las otras personas al

mismo cuarto donde lo dejó a Pedetti. Como hemos dicho, cinco han sido las víctimas de este accidente desgraciado... De ellas dos no han sufrido contusiones y las otras tres las han sufrido, principalmente Pedetti, el que se halla en bastante gravedad, al extremo de temerse por su vida. Felizmente en ese instante se hallaba entre los visitantes un médico sanducero cuyo nombre no recordamos, el que hizo un reconocimiento a los enfermos, constatando que Pedetti era el que se hallaba en más mal estado. Ya para entonces, Testa, que llevó a su coche a los visitantes y los esperaba para volver al pueblo devoraba con su vehículo las cuadras que lo separaban del consultorio del Dr. Lamas. Este facultativo estaba en su casa y se apresuró en acudir al lugar del suceso, al extremo que cuando el médico sanducero apenas terminaba su inspección, el Dr. Lamas estaba allí como caído del cielo. Dos de los albañiles fueron Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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Crónicas de un SALTO desconocido trasladados más tarde a sus domicilios a pedido de sus respectivas familias, por más que los propietarios del viñedo se obstinaban en que quedaran allí hasta que estuvieran completamente sanos. Pedetti ha sido llevado a su hogar recién hoy. Un sin número de personas acudieron al viñedo durante la tarde y noche de ayer. Los dueños de la Granja así como los compañeros de Pedetti han lamentado la desgracia de éste. Es un hombre laborioso y de carácter bondadoso. Tiene una prole numerosa que implora al médico cada vez que este va a visitar al enfermo con mirada suplicante. ¡Sálvelo! Por una feliz casualidad no hubo que lamentar mayores desgracias pues momentos antes, cinco minutos apenas, se hallaban en el mismo sitio, en que se encontraban los albañiles, hasta doce personas. En medio de tantos lamentos hubo un incidente cómico - El que salió más ileso de los cinco peones es un criollo puro, a ojo de buen cubero tiene hasta tres cuartos de pampa - Al preguntarle uno de los concurrentes, como es que se había salvado él, que estaba codeándose con las cubas, dijo con voz misteriosa, como salida del Chaco: ¡Señor, es que soy lobison

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Crรณnicas de un SALTO desconocido BODEGAS MODERNAS

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