A José Enrique Rodó en su centenario

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Crรณnicas de un SALTO desconocido

Crรณnicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz Aporte para un Turismo Cultural, Histรณrico y Patrimonial

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Crónicas de un SALTO desconocido Aporte para un Turismo Cultural, Histórico y Patrimonial Primer Monumento a José E. Rodó en el País

En el Centenario de la muerte de José E. Rodo Por Alberto J. Eguiluz

Varios de los salteños que diariamente solemos pasar por el entorno del querido Obelisco a Rodó no nos detenemos a observar el maravilloso legado patrimonial que ilustres salteños que nos precedieron, a apenas seis años del fallecimiento de José E. Rodo, sintieron la necesidad de rendir homenaje a este intelectual cuyas obras marcaron la cultura y el pensamiento latinoamericano. La juventud actual que a veces no respetan los valores patrimoniales, porque carecen de conocimientos que le hagan entender y respetar este inmenso esfuerzo realizado por el pueblo salteño que en un determinado momento, allá por el 02 de mayo de 1923, sintió la necesidad imperiosa de plasmar en las afueras de nuestra ciudad un monumento para homenajear a este ilustre pensador uruguayo. Por ello es que queremos, ilustrar en esta pequeña crónica, sobre quién fue Don José Enrique Rodó y el porque de su monumento. Hoy, 2 de mayo de 2017, se cumplen 94 años en que el pueblo de Salto- el primero de la República – decidió rendir homenaje al altísimo e iluminado maestro, autor de "Ariel", " José Enrique Rodó. Por noble iniciativa y esfuerzo de aquel preclaro hijo de Salto que se llamó César G. Gutiérrez, solicitó al escultor -2-

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Crónicas de un SALTO desconocido Edmundo Prati le diseñara este monumento que luego se levantó en nuestra cuidad dándole nombre a la hermosa Avenida que hoy perpetúan entre nosotros, el nombre del excelso y armonioso maestro Ese día, nuestro pueblo vivió con emoción y orgullo, una de sus grandes páginas de cultura y de grandeza dentro de su envidiable historia. El acto popular homenaje con que oficialmente se inauguró el Obelisco y se descubrió la placa que da nombre a la Avenida fue magnífico y grandioso, a él asistió todo el pueblo salteño, quién con hondo recogimiento espiritual escuchó los calificados oradores cubriendo luego el monumento de flores. Inició el acto con una profunda oración de alto vuelo lírico y filosófico, el entonces señor Ministro de Instrucción Pública Dr. Rodolfo Mezzera, siguiendo en nombre de la juventud universitaria el conceptuado historiador y biógrafo Sr. Telmo Manacorda. Luego ocupa la tribuna el altísimo poeta coterráneo Dr. José María Delgado, quién desde la cima de la Acrópolis, nos muestra a Rodó en toda su grandeza de maestro del pensamiento, austero, limpio y armonioso y clausura el acto en nombre del Comité de Homenaje el Dr. César G. Gutiérrez, con una pieza oratoria de valiosos quilates y noble elevación del pensamiento encendido, tal como siempre él lo sabía hacer.

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Así fue como nuestra ciudad honró a la personalidad de José Enrique Rodó, quién junto a Emerson y Montalvo forjaron de las tres Américas una sola, en los crisoles de la belleza y el pensamiento para el mundo nuevo en el que ha de pensar y vivir la futura humanidad.

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En oportunidad de realizarse el acto inaugural del Obelisco - el 02 de mayo de 1923 - las palabras que pronunciara el ilustre poeta y escritor salteño Dr. José María Delgado, lejos y a la distancia todavía resuenan en nuestros oídos “No hay que perder, juventud de mi pueblo, esta gloriosa herencia de inquietud y de ensueño que han dejado las generaciones pasadas. Todo puede faltar aquí menos un núcleo de soñadores, de muchachos románticos, empenachados de idealismo. En el país del espíritu es el único en que somos libres, donde no hay fronteras, donde todo esta sujeto a nuestro dominio. Su túnica imperial solo envuelve los hombros de los ilusos. Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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Crónicas de un SALTO desconocido Valemos más por lo que deseamos ser que por lo que somos. El primer monumento que nuestra ciudad ha levantado, no se lo ha erigido a un guerrero sino a un excelso pensador. Esto habla de la selección de nuestro ambiente, de nuestra sabiduría para juzgar los valores. Ya tenéis un altar donde ir a rezar las plegarias del espíritu. Id diariamente a él y ojala que allí escuchéis el rumor sagrado y podáis decir con más unción y belleza de lo que yo he podido expresarme”.

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Vista de Frente, lado Oeste

Vista hacia el lado Oeste. Av. Batlle Centro de la Ciudad. Crรณnicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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Vista desde el Este

Vista hacia lado Este, Av. Manuel Oribe Barrio Artigas. -8-

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Vista desde el Norte

i Vista hacia el Norte, Av. Rodรณ Crรณnicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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Vista del lado Sur

i Vista hacia el Sur, Av. Reyles - 10 -

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Placa a José Enrique Rodó. Escultor Edmundo Prati

Detalle en el Monumento, Escultor Edmundo Prati - 12 -

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Vista del monumento desde Av. Batlle

Vista del Obelisco. Crรณnicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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Rodó y la Generación del 900 José Enrique Rodó, nacido en Montevideo el 15 de Julio de 1871 y muerto en Palermo (Italia) el 1º de mayo de 1817, ocupa en el panorama cultural del 900 uruguayo una situación de excepcional jerarquía. Desde la publicación, a los 24 años de edad, de su resonante ensayo El que vendrá, aparecido en la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales (Montevideo 25/6/96), hasta la póstuma edición de El Camino de Paros (Barcelona, 1918), que reúne sus artículos enviados desde Europa a la revista porteña Caras y Caretas, su figura intelectual se impone, con el prestigio y la autoridad de un Maestro, no sólo en el Uruguay sino en toda la extensión del mundo hispanohablante. Sus obras fundamentales (Ariel, 1900); Liberalismo y Jacobinismo, 1906; Motivos de Proteo, 1909; El Mirador de Próspero, 1913) arquitecturan un mundo conceptual y estético que le confieren esa estatura de Maestro. Pero la personalidad y la obra de José Enrique Rodó no surgen en el ambiente intelectual del 900 uruguayo como una palmera aislada en el desierto. Junto con él aparecen otros grandes creadores que, en la historia cultural del país, son conocidos bajo la denominación de generación del novecientos, utilizada por el Crítico Alberto Zum Felde en su Proceso Intelectual del Uruguay y crítica de su Literatura (Montevideo, Imprenta Nacional Colorada, 1930). Situar la figura intelectual del autor de Ariel dentro del paisaje

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Crónicas de un SALTO desconocido cultural configurado por sus compañeros generacionales, permite, sin lugar a dudas, comprender mejor su obra. Partidario en principio del Estado laico y de la más completa libertad de cultos, dice el mismo escritor, entiendo que el laicismo puede y debe armonizarse con el respeto de la tradición católica. Rodó, que estaba afiliado al Partido Colorado y había sido uno de los primeros elementos del Club Vida Nueva, formaba parte de le Cámara de Diputados desde 1902, votado en Montevideo para la vigésima primera legislatura. Volvió al parlamento, siempre elegido en la capital, en los períodos legislativos 1905 – 08, 1908 -11 y 1911 -14, pero no tuvo actuación saliente ni se caracterizó tampoco por su labor en comisión. Varios discursos buenos y de fondo, dichos en estilo pulcro y elegante, y varios proyectos, algunos convertidos en leyes – atinentes a tópicos de la cultura – resumen toda la obra de Rodó en la Cámara de Diputados.

Las últimas Horas de Rodó Augusto Curubeto Godoy, quién fuera Cónsul argentino en Salto contó en un acto celebrado en Salto en la década del 20 sobre las tristes circunstancias en que falleció José enrique Rodó, el ilustre pensador uruguayo. “Aquella mañana primaveral de mayo de 1917, en Palermo (Italia), mi padre Eleodoro Curubeto, que ejercía allí sus funciones consulares, fue llamado, de urgencia, al Gran Hotel Des Palmes, pues había fallecido en él - según se expresara - un ciudadano argentino. De inmediato el funcionario diligente se trasladó a ese lujoso establecimiento, en mi compañía, siendo recibido por el Gerente, quien le manifestó que el supuesto compatriota había sido trasladado minutos antes y por indicación médica, al hospital San Saverio, en estado aparentemente de coma, y donde, con toda seguridad, habría ya fallecido. Manifestó, asimismo, que había tomado esa determinación - 16 -

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Crónicas de un SALTO desconocido por sospecharse que la enfermedad fuera contagiosa y no convenía, por lo tanto, que el deceso se produjera en el hotel, que se hallaba entonces atestado de pensionistas y pasajeros. La presunción de que el enfermo fuese de nacionalidad argentina, obedecía a la circunstancia según dijo- de habérsele visto en la cadena del reloj, una medalla de oro de la revista "Caras y Caretas", de Buenos Aires. Nos trasladamos todos a la habitación. Todos los muebles y artefactos que allí se encontraban, incluyendo ropas y documentos, denotaban huellas de la desinfección a que se les sometiera. Al examinar, mi padre, la documentación, tuvo el sentimiento doloroso de comprobar que el presunto argentino era nada menos que José Enrique Rodó y expresó a quiénes lo acompañaban, que se trataba de un ilustre pensador y escritor uruguayo y, por lo tanto, correspondía dar intervención inmediata al representante de esa nacionalidad”.

ESTABA ALLÍ EN LA SALA DE AGONIZANTES “Junto con los documentos, reloj y otros enseres que se encontraban sobre la cómoda, se distinguía, también, una billetera con mucho dinero. Por mi parte la ansiedad de hallar a Rodó aún con vida ,hizo que abandonara a mi padre y a las demás personas que con él se encontraban, para dirigirme apresuradamente al hospital, que se hallaba a una considerable distancia del hotel. Luego de las breves prácticas realizadas para que me permitieran verle, fui acompañado a la "sala de agonizantes" y pude allí comprobar que Rodó estaba aún con vida. Yacía, inmóvil, en una modesta cama de hierro. La habitación, muy triste por cierto ubicada en el subsuelo del hospital, no tenía más muebles que dos camas, dos mesitas de luz, con un candelero y dos sillas. Las paredes estaban pintadas al Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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Crónicas de un SALTO desconocido óleo y de una de ellas pendía un crucifijo. Yo, con mi acompañante al lado, me detuve unos instantes, con profundo recogimiento, a los pies del enfermo, observando su respiración fatigosa y comprobando que estaba sin conocimiento. No obstante le hablé, le llamé por su nombre pero él no me respondió. Posteriormente, con la congoja imaginable, me trasladé al Consulado Uruguayo, cuyo encargado era el Sr. Arhens, de nacionalidad alemana, fuerte industrial a quien yo conocía. Dicho funcionario estaba ya informado de lo ocurrido y telegrafió, en tal sentido, a la Legación en Roma”.

LOS ÚLTIMOS DÍAS DE RODÓ Refería mi padre haber tenido la oportunidad de hablar con algunos de los huéspedes del Hotel Des Palmes, a quiénes conocíamos, sobre los últimos días de Rodó. Y así le narraron que el insigne literato llevaba una vida sumamente retraída y los últimos días se mantuvo recluido en sus habitaciones, hasta que el mucamo dio la voz de alarma. Efectivamente, estaba enfermo y el médico lo encontró muy grave, en un estado de abandono absoluto”. Honrándolo. La Patria se honra. Porque fue su máximo pensador, uno de sus artistas más sublimes y porque sembró para el futuro, dos conceptos fundamentales: espiritualismo y panamericanismo, que en su volar de Cóndor, le posibilitaron planear desde lo alto, sobre las cumbres y los llanos de esa exótica e inmensa América. hecha como todas las cosas grandes, para la humanidad, y augurar, desde esa contemplación cuasi-divina, su profética palabra de UNIÓN HISPANO-AMERICANA para el porvenir.

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Bibliografía: “El Salto de Ayer y de Hoy” de Eduardo S. Taborda Diccionario Uruguayo de Biografías 1810 – 1940. Fernández Saldaña Canto de la Patria Vol. 7 Cultura.

J. M.

Ministerio de Educación y

Fotografías: Colección particular del autor “Alberto Eguiluz aporta datos interesantes sobre Obelisco a Rodó erigido en Salto”. Diario Cambio Salto,

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