Velocípedo náutico

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Crónicas de un SALTO desconocido Aporte para un Turismo Cultural, Histórico y Patrimonial

El Velocípedo náutico de Carlos Uberti Por Alberto J. Eguiluz

Carlos Uberti, nace en la Provincia de Cómo, cerca del famoso lago Italiano, en el año 1868, luego de completar los estudios primarios en su ciudad natal, se dedicó a la mecánica estudiando en la escuela Castellini. En el año 1884 con 16 años, viaja a América, junto a su padre, remontando el río Uruguay para llegar al Salto Oriental, donde eran esperados por algunos parientes. Al poco tiempo ya, se encontraba trabajando en los astilleros salteños del Sr. Saturnino Ribes. Cercano a cumplir 20 años y deseoso de servir a su patria, desgraciadamente, le sorprende la muerte de su hermano mayor, pasando a ser el único sostén familiar, no pudiendo de esta manera cumplir con el servicio militar. Cuando el Sr. Saturnino Ribes, vende las “Mensajerías Fluviales” Uberti, paso a trabajar como ajustador mecánico en los establecimientos del Ferro Carril Nor Oeste. Pero cuando Ribes vuelve a formar la nueva Compañía “Mensajerías del Plata”, éste volvió como capataz del nuevo establecimiento, finalmente con el fallecimiento del Sr. Saturnino Ribes, la compañía es vendida nuevamente y en 1900 pasa a trabajar como capataz mecánico en la empresa del Sr. Nicolás Mihanovic.

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Crónicas de un SALTO desconocido En 1905 habiendo iniciado sus operaciones la célebre compañía Liebigs, Uberti obtiene el cargo de capataz en la “Nueva Empresa de Estratos de Carnes” y de “Carnes Conservadas”, abierta en Colón República Argentina, en la orilla opuesta del río Uruguay.”

Este habilísimo y joven trabajador mecánico, se propuso construir un velocípedo náutico, aprovechando el tiempo que le restaba a los días libres y feriados, luego de mucha paciencia y prolongadas pruebas, decide en el año 1897 terminarlo, probándolo el mismo en las aguas del río Uruguay con muy buenos resultados, obteniendo una velocidad de cinco a seis millas por hora. En la fotografía, podemos observar al Sr. Carlos Uberti con su Velocípedo náutico, recorriendo el río Uruguay, entre las ciudades de Salto y Concordia.

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Crónicas de un SALTO desconocido

Muchas consideraciones nos ha sugerido este muchacho con el vuelo de su imaginación sobre todo por las actividades que se pueden desarrollar para navegar este hermoso y espejado río. Este operario que quitándole horas al sueño, con su trabajo diario, lejos de la diversión y del descanso, Se merece un aplauso tanto por combinar un mecanismo que no ha protestado de sus horarios libres tiene el mérito de haberlo construido con sus propias manos. Ha!!! Si todos los operarios supieran leer dentro de su propia alma. Cuanta energía perdida. Cuantos hombres viven en su propia oscuridad por no escuchar esa voz interna que a veces les grita. Adelante! Adelante!, siempre con dignidad.

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