7 minute read

Miguel Ängel Calderón Solís Reseñas

LETRAS DEL PASADO Y DEL PRESENTE

EN ESTA SECCIÓN, ABIERTA A COLABORACIONES, SE PRESENTARÁN RESEÑAS DE LIBROS DE ANTIGUA Y RECIENTE PUBLICACIÓN, COMO UNA INVITACIÓN A DESCUBRIR Y RETOMAR LECTURAS DEL PASADO SIN DESCUIDAR LOS LIBROS RECIENTES. Miguel Ángel Calderón Solís

Advertisement

«LA ODISEA» de HOMERO.

Homero (2017). La Odisea. Ciudad de México: Editorial Porrúa, «Sepan Cuantos…» La versión que reseño es una de las más conocidas en español, traducida por Don Luis Segalá y Estalella, hace más de un siglo, y publicada por Porrúa en su afamadísima colección de «Sepan cuantos». Esta editorial realizó la primera edición de este clásico en 1960, y desde entonces ha lanzado innumerables reediciones y reimpresiones del mismo. No es necesario remarcar que esta obra es una de las más traducidas y editadas en prácticamente todas las lenguas. Al final de cuentas es el prototipo de lo que se entiende como «clásico», aunque lamentablemente una definición que podemos aventurar de tales obras clásicas sería aquellas de las que todo mundo habla pero que nadie lee. Según los especialistas, la Odisea pudo haber sido compuesta en el siglo VIII o VII a.C., por lo tanto, hablamos de un poema épico que tiene alrededor de 2,700 años y sigue contándose sin descanso. Se le atribuye, como ya sabemos, a Homero, pero también es bien sabido que no existe certeza si efectivamente Él fue el autor, o si los grandes poemas homéricos, la Ilíada y la Odisea, fueron el resultado de una obra colectiva, compilada oralmente a lo largo de siglos, y que finalmente tuvo su cuerpo escrito mucho tiempo después de su composición. Lo esencial, finalmente, es que hablamos de un poema fundacional de la cultura grecolatina y por ello de lo que tenemos como cultura occidental. Muchos consideran a La Odisea como la primera gran novela occidental, ni más ni menos. Consta de 24 cantos o rapsodias, que nos narran de una forma copiosa las desventuras que enfrenta el héroe Odiseo en su regreso a su tierra y reino, Ítaca. Al terminar la guerra de Troya, luego de 10 años, Odiseo y los griegos victoriosos y sobrevivientes se embarcan en el retorno a sus diferentes ciudades. Odiseo, por su parte y junto a sus compatriotas, inicia la vuelta a su añorada isla de Ítaca, pero al final solamente el propio Odiseo es quien lo logra, pero lo hace luego de otros 10 años que le toma ese viaje de regreso, atiborrado de sufrimientos y toda suerte de contratiempos, encuentros y luchas. Tenemos entonces a un héroe admirado por los hombres y por algunos dioses que padece lo indecible por regresar junto a Penélope, su esposa y su único hijo,

Telémaco, a quien prácticamente no conoce. Estos han esperado durante esa veintena de años, y se encuentran finalmente hartos por la angustia de creerlo muerto y hostigados y saqueados por decenas de pretendientes que presionan a Penélope para que tome nuevo esposo de entre ellos. Los dioses olímpicos, caprichosos y poderosos, observan desde el Olimpo este periplo, algunos con indiferencia o franco desdén y otros con simpatía y compromiso. La propia diosa Atenea -la de ojos de lechuza como dice repetidamente el relato- es quien más lo acompaña y protege. La historia, pues, es una saga donde la lengua griega de esa época revela su inconcebible complejidad y preciosismo que no deja de asombrarnos, pues hay que situarse precisamente en ese tiempo donde el mundo habitado en su gran mayoría penaba junto a su barbarie y atraso; en cambio el mundo griego estaba inventando prácticamente todo, desde la filosofía y la geometría, la estética y la física, hasta la tragedia y la comedia, y la democracia, entre muchísimas otras cosas, y nos heredaba además esa lengua refinada y muy elaborada con la que forjó todas esas estructuras colosales. Ese lenguaje y su civilización exuberante es lo que prospera en cada verso del poema. Las leyendas de personajes, dioses y hombres comunes, junto a reinos y pueblos, se amontonan en episodios y fábulas que acompañan y construyen al semidiós Odiseo sorteando las angustias de ser también como cualquier hombre que desea volver a su hogar y abrazar a su esposa, su hijo, su padre y sus amigos, vengarse de los odiosos rivales, y volver a su vida «normal»; es decir, se inaugura una historia que seguirá repitiéndose una y otra vez, pero de una forma extraordinaria, rica; culta, en una palabra. Como muestra evidente de esa riqueza simplemente hay que mencionar que en esta edición de Porrúa se tienen alrededor de 100 páginas de referencias de nombres geográficos y de personajes con su correspondiente descripción. Así que estamos ante una obra acabada en forma y fondo. Hay que ir y volver a los clásicos, antes de que cierta pretendida modernidad, casada con una supuesta corrección política y de género, nos quite muchas de sus obras, como acaban de quitar, por ejemplo, la película «Lo que el viento se llevó» de varios catálogos, por ser «esclavista» (¿¡). No vaya a ser que muy pronto, con ese afán obtuso y miope, nos vayan a prohibir leer las aventuras de Odiseo por ser un personaje violento, machista, esclavista y misógino. No vaya a ser…

«EL VENDEDOR DE SILENCIO» de Enrique Serna.

Serna, E. (2019). El vendedor de silencio. Ciudad de México: Alfaguara.

El autor nació en la Ciudad de México en 1959, y ha escrito tanto guiones para telenovelas como ensayos, cuentos, biografías y nueve novelas. Justamente El vendedor de silencio es su más reciente novela, publicada en agosto de 2019. Enrique Serna ha ganado, entre otros, el Premio Mazatlán de Literatura en el 2000 por El seductor de la patria y el Premio José Emilio Pacheco de este 2020 por el conjunto de su obra. Decir que es un escritor consumado solamente sería uno más de los

lugares comunes, sin embargo, hay que remarcar que la variedad, riqueza, amplitud y calidad de sus escritos han ensanchado sin duda sus capacidades narrativas. Para empezar, elegir a un personaje como el que se retrata en la novela es un enorme acierto. Pues, además de la veta inagotable que ofrece el carácter junto con su tiempo y su relevancia, da pie para contar una gran historia sobre el período del esplendor priista, infecto y omnipotente de los años 40 y 60 del siglo pasado. Estamos hablando de la vida del periodista Carlos Denegri, nacido también en la Ciudad de México en 1910, y convertido, por sus dotes, influencias, inteligencia y falta de escrúpulos, en el prototipo acabado del periodista corrupto y vendido al mejor postor; que se adueña de famas y vergüenzas, ya que una mención favorable en su columna del Excélsior de esa época bastaba para encumbrar al político o personaje que lo pagara, lo mismo que una denuncia o referencia negativa era suficiente para defenestrar al más prominente. Eso lo sabían todas las personalidades – o quienes aspiraban a serlo- y por ello procuraban a Denegri con esmero y gran generosidad. Su presencia atractiva, mezclada con sus aciertos reporteriles – que los tenía- y la manipulación extrema de su principal tesoro: sus archivos de información privilegiada, lo llevaron a lo alto de la sociedad de ese tiempo. Al unir este perfil único con una personalidad inestable, y extremadamente narcisista y machista, se forjó un monstruo verdadero, la sofisticación encarnada de la corrupción rampante. Pues bien, ahora a estos ingredientes extraordinarios agreguemos el talento –también extraordinario- del novelista, y nos encontramos sin duda ante una de las novelas más importantes de esta primera parte del siglo veintiuno mexicano, y en general, me atrevo a decir, de la narrativa en español. Serna, no solamente aprovecha al máximo dicha materia prima, sino que construye una estructura narrativa excepcional que va estirando los hilos del personaje desde su génesis y antecedentes hasta el apogeo de su insólita vida, y nos lleva con gran maestría y en crescendo hasta la explosión sorprendente del final, donde es asesinado el protagonista. Esta estructura de la que hablo se sustenta en la exhibición de un lenguaje literario preciso y novedoso, y con recursos descriptivos muy eficaces y atractivos, que nos hacen disfrutar la novela de forma muy peculiar. Todo esto sin desperdiciar esa pasmosa oportunidad para presentarnos un retrato atinado y profundo del mundo social y político de la sociedad mexicana de esos años, y muy especialmente del ámbito de la clase pudiente y cercana al poder. La capacidad narrativa es asombrosa, pero también lo es el arduo trabajo de investigación que tuvo que realizar el autor, y que es muy evidente a lo largo de las numerosas páginas del relato. Estoy seguro que El vendedor de silencio será un clásico de las letras mexicanas del siglo.

Pedro Ortíz. Titulo «Acto temporal» Tecnica Acrilico sobre tela imprimada. Dimensiones 170 x 160 cm Año 2019.

This article is from: