La mujer que desnudó colombia: Debora Arango

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ANDRÉS YEPES

LA MUJER

QUE DESNUDÓ

COLOMBIA





LA MUJER

QUE DESNUDÓ

COLOMBIA Quizás usted no sepa quién es Débora Arango, pero para darse una idea del papel que cumplió en la historia puede enterarse que millones de colombianos la llevan consigo día y noche. Débora Arango es la imagen del billete de $2.000. El Banco de la República quiso rendirle homenaje a la pintora de los años 30 que tuvo incidencia en el arte de aquella época.


DEDICATORIA Este libro va dedicado a todas las personas apasionadas y entregadas al arte, en especial a aquellos amantes de la expresión artística de Débora Arango.


© Creación de libro LA MUJER QUE DESNUDÓ COLOMBIA Andrés Julián Yepes Robledo Editor yepesandres2106@gmail.com Verificado y corregido por Alejandro Quintero mistrabajosesditec@gmail.com Primera Edición 24 de Abril del 2018 Medellín - Colombia Impresión: Key Print Soluciones Copyright © 2018 Contiene todos los derechos reservados. El contenido de este libro está protegido por la ley, por lo tanto no se permite su reproducción ni distribución para fines comerciales o sin ánimos de lucro.


AGRADECIMIENTOS Se agradece a Andres Julián Yepes Robledo como autor de este libro y Alejandro Quintero por su revisión y corrección para hacer posible que la comunidad conozca de Débora Arango.


PRÓLOGO ‘‘Al leer detalladamente este libro, pude experimentar grandes emociones como lo son admiración, respeto y profunda inspiración. En mi opinión, el arte es una forma de vida y no hay quien lo exprese mejor como lo hizo Débora Arango, en cada una de sus obras, sin dejar pasar por alto que su historia es realmente un ejempo de vida.’’ - Carola Socita


PREFACIO Con el fin de mostrar lo increible que puede llegar a ser explorarse a si mismo y encontrar un mundo lleno de expresiones que quizรก nos cohibamos de mostrar al mundo.


TABLA DE CONTENIDO CAPÍTULO 1 : BIOGRAFÍA Y DATOS IMPORTANTES Biografía .......................................................... Blanqueando la historia ............................. Capítulo aparte ............................................. Comienzos ...............................

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CAPÍTULO 2 : PROBLEMÁTICAS Rompiendo estigmas ................................... Relato de un defensor ................................. La cronista de lo íntimo ............................ Escencia y alma............................................

pág 22 pág 23 pág 24 pág 26

CAPÍTULO 3 : SU OBRA SIGUE VIGENTE Desarrollo ...................................................... Débora Arango regresa hoy ...................... El dato ............................................................. Curiosidades ................................................. Homenajes .....................................................

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CAPÍTULO 4 : OBRAS Obras significativas ................................... pág 48


PRIMER

CAPÍTULO



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BIOGRAFÍA

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ébora Arango Pérez; Medellín, 1907 - Envigado, 2005, Pintora y acuarelista colombiana. Tras finalizar la educación secundaria en el Colegio María Auxiliadora, inició estudios de pintura en el Instituto de Bellas Artes de Medellín, que abandonaría al cabo de dos años, decepcionada por el carácter convencional de la formación allí impartida. Discípula de Pedro Nel Gómez, participó por primera vez en 1937 en una exposición colectiva, en la que exhibió una serie de óleos y acuarelas y algunos desnudos que resultaron escandalosos. Dos años más tarde obtuvo el primer premio en una exposición organizada por la Sociedad Amigos del Arte en el Club Unión de Medellín. Realizó su primera exposición individual en 1940, en el teatro Colón de Santa Fé de Bogotá, y participó después en el Primer Salón Anual de Artistas Colombianos. Posteriormente mostraría su obra en otras exposiciones colectivas realizadas en las ciudades de Cali y Medellín, donde nuevamente sus cuadros provocaron tal rechazo que se llegó a pedir su excomunión.

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Desde 1946 se interesó por la técnica del fresco y estudió la obra de algunos acuarelistas mexicanos. Viajó además por México, Estados Unidos, España, Inglaterra, Escocia, Francia y Austria. En 1955, férreamente consolidada en España la dictadura del general Francisco Franco, presentó una exposición individual en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid; al día siguiente todos sus cuadros fueron retirados por orden de las autoridades franquistas sin ninguna explicación. Ello motivó su inmediato regreso a Medellín, donde ese mismo año expuso en el Centro Colombo-Americano una serie de cerámicas. En 1957 realizó una nueva muestra individual de pinturas en la Casa Mariana de Medellín. Más adelante, en 1964, expuso más de doscientas obras (acuarelas, óleos y cerámicas) en el Museo de Arte Moderno de Medellín y en la Biblioteca Luis Ángel Arango de Santa Fé de Bogotá.

Entre sus obras más destacadas sobresale el mural de la Compañía Colombiana de Empaques en Medellín titulado Alegoría a los cultivadores de fique (1947). Este mural se encuentra actualmente en las oficinas de los almacenes Éxito, en Envigado. También destacan sus obras relacionadas con los hechos ocurridos el 9 de abril de 1948, conocidos como el Bogotazo, y con la caída del presidente de la república Laureano Gómez. Al inicio de los años sesenta realizó una serie de pinturas para ilustrar el vía crucis en la capilla de la casa de retiros Betania, ubicada en la ciudad de Barranquilla.

Débora Arango fue la primera mujer colombiana que se atrevió a pintar desnudos, hecho que levantó muchísima polvareda, aunque quizá no tanta como sus retratos de conocidos políticos con forma de animales (por ejemplo, en La salida de Laureano retrató al general golpista Gustavo Rojas Pinilla presidiendo un coro de sapos). A pesar de las controversias que suscitaba su obra, Arango recibió el premio Secretaría de Educación y Cultura de Antioquia a las Artes y Letras como reconocimiento a su aporte cultural.

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BLANQUEANDO

LA HISTORIA El nuevo billete de 2.000 pesos muestra a una mujer sonriente, que posa recatadamente. Retrato plácido que, sin embargo, esconde un terremoto. La señorita que hoy aparece allí tan inofensiva ha removido, una y otra vez, el orden de la oficialidad colombiana, con herejías como, precisamente, inmiscuirse en un billete donde todavía en 2016, fecha de su expedición, solo militares y hombres adustos siguen siendo usualmente admitidos. Un homenaje merecido, sin duda, a la pintora antioqueña Débora Arango (1907-2005). Como lo ha sido la sala del Museo de Arte Moderno de Medellín, donde por fin puede verse gran parte de su obra en una exposición permanente. También habla de su inserción en la historia la donación de su archivo personal a la Sala Patrimonial de la Universidad EAFIT y el proyecto de convertir Casablanca, su lugar de domicilio, en un nuevo museo. Elementos que llevan a pensar que el relato oficial paisa ha acogido por fin a la díscola oveja. En la Esquina de las Mujeres, del Jardín Botánico de Medellín, por ejemplo, se instaló, al lado de cacicas, monjas, mineras y escritoras, un busto en el que la artista aparece más arrugada que la imagen del billete, para algunos, como la periodista Ana Cristina Restrepo, demasiado lozana y negadora de su vejez. A esto se suma también la emisión de una estampilla.

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Pero quizás el memorial más diciente de los gélidos vientos que ahora soplan es el monumento que se le ha hecho en la biblioteca que lleva su nombre en Envigado. Allí, su venenoso cuadro Las monjas y el cardenal, que encierra uno de sus habituales comentarios mordaces al estamento eclesiástico, las jerarquías de género y la soterrada tensión sexual de la época, ha devenido una costumbrista danza de sílfides encapuchadas. Dice la placa que acompaña la monumental escultura: “Castas jóvenes entregadas a la vida monástica y en contemplación del cautivo cardenal surgen del pincel de Débora Arango…”. Interpretación en total contravía de la feroz lectura del cuerpo femenino de la artista, y que señala el intento de blanquear su todavía incómoda memoria. Hay ciertas maneras de mirar hacia atrás que solo producen estatuas de sal. Pegamos un cuadro en la pared para no verlo más, dice Georges Perec. Le erigimos una estatua al héroe hasta volverlo invisible, apunta Richard Sennett. Así esta onda de monumentalización deja algunas preguntas: ¿quizás con Débora se ha pasado de la incomprensión y el ataque de las décadas de los cuarenta y cincuenta, al olvido y al ostracismo de los sesenta y setenta, hasta llegar al boom de los ochenta, como antesala al cansancio y a la petrificación de su obra en la actualidad? Es que después del frenesí de su redescubrimiento mediático, del exceso de premios, medallas y entrevistas.


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CAPÍTULO

APARTE Capítulo aparte lo merece el tema de sus desnudos, que fue lo que realmente les resultó intolerable a sus contemporáneos, incluso mucho más que los descarnados comentarios políticos sobre sus tiempos. Nuestra generación, sin embargo, los ve como un escándalo divertido: la pintora de la Violencia también hizo unos desnudos feos en unos tiempos mojigatos. Con estas apreciaciones se exorciza y se da por concluido el asunto. Sin embargo, habría que preguntarse si realmente se ha superado el tabú de la mirada de la mujer sobre su propio cuerpo, de la fabricación de su autoimagen. Algunas trompetas mediáticas parecen decirnos lo contrario.

En mayo de 2014, en el Museo de Orsay de París, una artista luxemburguesa de nombre aristocrático (Deborah de Robertis) se vistió de dorado y embistió siglos de la mirada patriarcal del arte. Con su cabello recogido y los pies descalzos se sentó con las piernas abiertas y sin ropa interior debajo del famoso cuadro El origen del mundo, de Gustave Courbet. Esta pintura de 1886, en la que en primer plano se ven los órganos sexuales de una mujer, ha estado allí desde 1995. Los turistas le toman fotos, los críticos la analizan sesudamente, el personal del aseo barre debajo, y ya no parecía producir ningún escozor en esta época pornógrafa. Sin embargo, bastó que la Deborah luxemburguesa se abriera allí con su pubis sin afeitar para que el mundo.

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COMIENZOS

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Para aquel tiempo Débora resultó ser una mujer visionaria y moderna. Desde pequeña demostró su ‘rebeldía’: vestía de hombre y salía a cabalgar, actividades que eran prohibidas para las mujeres en su época. A través de la pintura demostró la misma rebeldía. Hacía crítica social y política a través del arte, además de haber sido la primera mujer en la historia de Colombia en pintar desnudos femeninos. Pero ese camino no fue fácil. El maestro Pedro Nel Gómez les dijo a sus alumnas que ya era hora de trabajar con un modelo desnudo. Todas las alumnas se escandalizaron, se molestaron y se salieron del grupo, menos ella. Así empezó su historia como transgresora. Sus amigas dejaron de hablarle y ella empezó a trabajar en su casa sola. Pintaba a su hermana y compañeras, ella también hizo autorretratos. Luego llegó la censura, la llamaron jerarcas de la iglesia para que retirara las obras. En ese momento Débora refutó a los líderes, les dijo que su maestro Pedro Nel también pintaba desnudos, a lo que ellos respondieron que a diferencia de ella, él era hombre.

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Rebelde, transgresora, audaz, polémica, talentosa, Débora abordó la crítica social y política de su país y de su época: pintó obreros marginados, monjas, prostitutas, mujeres relegadas, el dolor y el maltrato, la situación política y las manifestaciones populares. Interpretó la realidad cotidiana, denunciando la violencia de una sociedad llena de prejuicios ancestrales. Fue la primera mujer colombiana que se atrevió a pintar desnudos por lo que fue duramente criticada, también lo fue por los retratos de conocidos políticos pintados con formas de animales. Así fue como dio vida a ‘La salida de Laureano’ con Laureano Gómez Presidente de Colombia como protagonista a quien plasmó con forma de sapo.​ Sufrió insultos y soledad, por lo que decidió no volver a exponer sus obras, encerrándose en su casa, sin abandonar la pintura. Viajó a España a perfeccionarse en la figura humana y estudiar cerámica; en 1955 expuso en Madrid una muestra individual, pero por orden de Francisco Franco sus pinturas fueron descolgadas. Estudió en Inglaterra, Francia y Austria. De regreso a su país, expuso una serie de cerámicas en el Centro Colombo Americano de Medellín.

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Alejada del medio artístico, Débora se encerró por un largo período en su casa-taller llamada “Casablanca”, donde elaboró zócalos, baldosines y murales en cerámica cocida. En 1975 con casi cien obras hizo una exposición individual en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín. En 1984 el Museo de Arte Moderno de Medellín, hizo una exposición retrospectiva donde se exhibieron más de 250 obras entre acuarelas, óleos y cerámicas, y así se reivindicó plenamente como artista. Durante su carrera Débora recibió múltiples condecoraciones, como el Premio a las Artes y a las Letras, la Medalla al Mérito Artístico y Cultural, la Cruz de Boyacá y el título de Maestra Honoris Causa de la Universidad de Antioquía.

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En 1986 Débora Arango donó toda su colección al Museo de Arte Moderno que, con el correr de los años realizó varias exposiciones de estas obras: En 1991 organizó la exposición “Cuatro Temas en la obra de Débora Arango: el desnudo, la religión, la política y la denuncia social”. tjas y el cardenal”, “El almuerzo de los pobres”, “El Cristo”, “Huida del convento”, “La monja intelectual”, “En el jardín”, “Bailarina en descanso”, “Los cargueros”, “Los matarifes”,”Retrato de un amigo” Mateo Blanco quien fue su mejor amigo en últimos años de su vida.


SEGUNDO

CAPÍTULO


PROBLEMÁTICAS

ROMPIENDO ESTIGMAS


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Viviendo en un país y un tiempo que requería que las mujeres mantuvieran la cabeza gacha y la boca cerrada, este artista no hizo ninguna de las dos cosas. Ver las mejores pinturas de la artista colombiana Débora Arango es como escuchar a Bob Dylan cantando una canción que denuncia el legado criminal del racismo. No es bonito, pero te quedarás por toda la canción. El último “mejor espectáculo” en el Mint Museum Uptown, Hard Truths, contó con el pintor de Alabama Thornton Dial. Sus obras cuentan la historia áspera de vivir negro y pobre en el sur rural de Estados Unidos. Sociales: Débora Arango Arrives Today es el título de este nuevo espectáculo, pero podría haber sido titulado Ugly Truths. Sus pinturas ilustran el lado oscuro y violento de la vida a mediados de siglo Colombia, América del Sur: los corruptos, los sitiados, los pateados y las botas pateando. Ella no pisó ligeramente, ni habló con un susurro de terciopelo. Ella era una fuerza para ser desviada y silenciada, y los poderes fácticos hicieron exactamente eso. Es por eso que probablemente nunca has oído hablar de ella.

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stilísticamente, Arango es un pintor expresionista. Vincent Van Gogh es el padrino espiritual del expresionismo alemán, y Débora Arango se siente como la ahijada no reclamada de Van Gogh. Arango narró las vidas individuales de la horda marginada: prostitutas, mujeres encarceladas, manifestantes estudiantiles asesinados, trabajadores de plantaciones asesinados y matones militares. También pintó mujeres, a menudo desnudas, que eran tan bellas y desvergonzadas como para hacer que las monjas corrieran al santuario sosteniendo rosarios mientras mascullaban el Avemaría. Para mis toscos ojos norteamericanos, el trabajo de Arango es extravagante,

caricaturesco, inconscientemente infantil. Pinta a las mujeres como el dibujante subterráneo R. Crumb pintaría a las mujeres si pudiera pintar. Las personas retratadas aquí - monjas, trabajadoras sexuales, presos, adivinos, amigos y familiares - imagino que se reúnen colectivamente para formar un ejército de mujeres gruesas, sensuales, fuertes e independientes. Una fuerza que merece reconocimiento y respeto, pero en realidad recibe poco de cualquiera. Los hombres pintados aquí son gruñidos, miran con lascivia, comían con los ojos, con dientes puntiagudos, sin afeitar, ebrios, encorvados, burlones. Un grupo prescindible de matones empapados. Una fuerza que merece una nalgada grupal.

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RELATO DE UN DEFENSOR

Hablé con Oscar Roldán-Alzate, curador en jefe del Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM) en Colombia. Como curadora de este programa, es un defensor animado y entusiasta de Arango, su legado y su contribución a la causa de las mujeres en Colombia. “Nunca se consideró feminista ni vocera por ninguna causa”, dijo Roldán-Alzate. “Pero hoy, ella es un símbolo venerado para las mujeres en toda Colombia”. Arango no dora el lirio; ella lo destripó. Como una mujer joven, miró alrededor de las ciudades de Bogotá y Medellín y vio lo sucio y lo desesperado, lo cruel y lo corrupto, y confió sus visiones en bruto para pigmentar. Sus expresiones no la acercaron al mundo uber-católico, patriarcal y machista de la Colombia del siglo XX. Fue acogida por pocos críticos o compañeros artistas o ciudadanos, y fue rechazada por muchos en sus años de comentario social, 1938-1960. Su propio país se entusiasmó con ella más tarde, años después de que los golpes de estado, el derramamiento de sangre y la histeria se desvanecieran, cuando los ojos más claros pudieran volver a visitar con seguridad y volver a evaluar la voz larga y calmada del artista.

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Nacido en Medellín, Arango creció el séptimo de 12 niños en una casa privilegiada. Privilege significaba económicamente cómodo, pero para ella significaba mucho más: tenía un privilegio con un padre liberal y de mente abierta. Roldán-Alzate dijo que el padre de Arango “permitió que su hija montara a horcajadas sobre el caballo cuando ella cabalgaba, no de esta manera”, ilustró su punto al girar su silla de montar lateral en su silla, “y conducir el automóvil familiar”, algo inaudito para un mujer en la década de 1920 Colombia. Permitió que Débora se convirtiera en Débora; y Débora, desenfrenada, se convirtió.

Nunca se consideró una revolucionaria, aunque en sus primeros años se identificó con algunos, incluido el muralista mexicano José Orozco, un líder en la pandilla social realista y un defensor de los pobres y desviado de México. Arango se asoció con todos los ámbitos de la vida colombiana: la nobleza, los desposeídos, las personas políticamente conectadas, las mujeres que hablaban cuando no se les hablaba y otras tan radicalmente inclinadas. Colombia estaba hecha jirones tras la caída del largo reinado de la élite conservadora. El caos político y la agitación civil estallaron después del asesinato del candidato presidencial Jorge Gaitán el 9 de abril de 1948, y se produjo hasta 1958, un período de tiempo conocido como La Violencia. La carga de trabajo de Arango también estalló. Muchos escritores y artistas que presenciaron la disolución comentarían más adelante y condenarían todos esos feos negocios. Pintó lo que vio cuando lo vio. Ni las víctimas ni los victimarios dentro de su esfera les fue bien bajo su mirada y su cerda. A nadie le gusta verse malvado, corrupto, hipócrita y cruel. “Pinté lo que vi”, dijo una vez Arango. Durante los años de violencia, había mucho que ver en Colombia. Pobreza, hambre, prostitución. Arango eligió no quedarse dentro de los confines esperados del arte; ella se aventuró en las calles y en la crítica social.

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LA CRONISTA DE LO ÍNTIMO, LO AGRADABLE y LO ENCANTADOR.

ONE WALL OF THE MINT Museum Gallery está forrado con retratos de Arango de alrededor de 1950. Doce mujeres y un hombre. Arango dijo una vez: “Los hombres nunca pensaron mucho de mí y nunca pensé demasiado en ellos”. Podemos ver eso aquí. Los retratos muestran un lado benéfico del pintor; aquí, ella es la cronista de lo íntimo, lo agradable, lo encantador. Pero incluso aquí, tanto en los retratos comprensivos como en los desnudos, su mano es pesada, tiene formas volumétricas, estridente en color, a veces torpe. Como Tom Waits cantando una canción de cuna.

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ESCENCIA & ALMA Los retratos no son realistas. Arango se mantiene fiel a la forma aquí; ella es, después de todo, expresionista. Los retratos muestran a la mujer interior, tanto la pintora como la pintada, con un asentimiento casual al realismo. Los retratos de Arango son menos réplicas de las líneas y el color y la textura de la cara, pero las líneas y el color y la textura viven detrás de los ojos del sujeto. La esencia interna del sujeto, según Arango. Uno tiene la impresión de que no podría haber querido pintar de otra manera.

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Arango fue marginada como mujer en el hogar, donde las mujeres solo recibieron el voto en 1954, y solo comenzaron a ejercer un verdadero poder político en la década de 1980. Ella fue marginada como artista por ser el tipo equivocado de artista, alguien que estaba dispuesto a actuar como testigo y decir la verdad al poder, en lugar de pintar bellas imágenes. Ella estaba libre de ataduras, impávida, franca y difícil, un problema para aquellos que consideraba malvados: tiranos, matones, engañadores. Le pregunté a Roldán-Alzalte, ¿no temía por su vida? “No”, dijo. “No era muy conocida, y su trabajo se mostró poco en Colombia hasta 1970. Trabajó sin ser vista. Aunque el hermano de Débora le dijo que si seguía pintando, toda la familia se quedaría sin el país”. Arango era una mujer y un pintor cuyo trabajo era considerado por muchos como de base, sacrílego y cruelmente ejecutado. Ella era invisible. Ella se lanzó hacia adelante.

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En 1955, Arango fue invitada por el Instituto de Cultura Hispánica (por primera y única vez) a mostrar su trabajo en Madrid. El espectáculo se mantuvo durante un día antes de cerrar bajo las órdenes del régimen de Franco. Dos años más tarde, abrió su primer show en su casa de Medellín, solo para retirarse voluntariamente de su trabajo en medio del caos cívico y político tras el derrocamiento del presidente colombiano Gustavo Pinilla, tal vez por temor a represalias contra su familia. La vida era un infierno en Colombia. Ella soldiered en.

medallas y más) hasta su muerte e incluso más allá. Murió, reconoció, en 2005. Tenía 98 años. Vivió en la casa de la familia, en Envigado (al lado de Medellín), durante sus últimos 60 años, ¿Qué se lleva con este trabajo, esta vida? Howard Thurman, asesor espiritual del Dr. Martin Luther King Jr., quizás tenga la respuesta: ‘‘No preguntes qué necesita el mundo, pregunta qué te hace vivir y hazlo. La biblioteca pública de Medellín le Porque lo que el mundo necesita es dio a Arango su primera retrospectiva más gente que haya cobrado vida”. en 1977, a la tierna edad de 69 años. En 1984, el Museo de Arte Rebelde, transgresora, audaz, Moderno de Medellín la honró con polémica, talentosa, Débora abordó una retrospectiva que muestra 205 la crítica social y política de su obras que abarcan 57 años. Las cosas país y de su época: pintó obreros mejoraron para ella después de eso. marginados, monjas, prostitutas, Recibió muchos reconocimientos mujeres relegadas, el dolor y el nacionales y regionales (premios, maltrato, la situación política y las manifestaciones populares. Interpretó la realidad cotidiana, denunciando la violencia de una sociedad llena de prejuicios ancestrales. Fue la primera mujer colombiana que se atrevió

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a pintar desnudos por lo que fue duramente criticada, también lo fue por los retratos de conocidos políticos pintados con formas de animales. Así fue como dio vida a ‘La salida de Laureano’ con Laureano Gómez Presidente de Colombia como protagonista a quien plasmó con forma de sapo.​ Sufrió insultos y soledad, por lo que decidió no volver a exponer sus obras, encerrándose en su casa, sin abandonar la pintura. Viajó a España a perfeccionarse en la figura humana y estudiar cerámica; en 1955 expuso en Madrid una muestra individual, pero por orden de Francisco Franco sus pinturas fueron descolgadas. Estudió en Inglaterra, Francia y Austria. De regreso a su país, expuso una serie de cerámicas en el Centro Colombo Americano de Medellín. Durante su carrera Débora recibió múltiples condecoraciones.


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Nunca se consideró una revolucionaria, aunque en sus primeros años se identificó con algunos, incluido el muralista mexicano José Orozco, un líder en la pandilla social realista y un defensor de los pobres y desviado de México. Arango se asoció con todos los ámbitos de la vida colombiana: la nobleza, los desposeídos, las personas políticamente conectadas, las mujeres que hablaban cuando no se les hablaba y otras tan radicalmente inclinadas. Colombia estaba hecha jirones tras la caída del largo reinado de la élite conservadora. El caos político y la agitación civil estallaron después del asesinato del candidato presidencial Jorge Gaitán el 9 de abril de 1948, y se produjo hasta 1958, un período de tiempo conocido como La Violencia. La carga de trabajo de Arango también estalló. Muchos escritores y artistas que presenciaron la disolución comentarían más adelante y condenarían todos esos feos negocios. Pintó lo que vio cuando lo vio. Ni las víctimas ni los victimarios dentro de su esfera les fue bien bajo su mirada y su cerda. A nadie le gusta verse malvado, corrupto, hipócrita y cruel. “Pinté lo que vi”, dijo una vez Arango. Durante los años de violencia, había mucho que ver en Colombia. Pobreza, hambre, prostitución. Arango eligió no quedarse dentro de los confines esperados del arte; ella se aventuró en las calles y en la crítica social.

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‘Voceadores (Town Criers)’

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La crítica hizo que incluso no volviera a exponer por 15 años y que se encerrara en Casablanca. No mostrar no significó no seguir pintando ni diciendo, aunque el mensaje llegó después. a revolución femenina en Colombia se dio alrededor de los años 70, a pesar, dice la columnista Florence Thomas, de que ya se había dado la lucha por el voto femenino, que se obtiene en 1953 y se ejerce por primera vez en 1957. En esa época Débora –en 1953 tenía 46 años– ya había pintado desnudos y mujeres, protagonistas de su obra, que ella miró como sujetos sociales, que ella mostró con sus problemáticas. “Prostitutas, madres, indigentes, obreras y religiosas surgen en diversas facetas en las que ya lo femenino no es un objeto de contemplación sino de expresión de una realidad dolorosa que la sociedad prefiere no mirar de frente”, se lee en el texto de María del Rosario Escobar y Alberto Sierra, del libro Débora Arango, ediciones Gema. Sus obras fueron importantes para hablar de los derechos de las mujeres, porque las hacía visibles. No solo era el tema, también ella misma se estaba metiendo en terrenos que eran, sobre todo, de hombres, “Las mujeres en el arte ha sido otro de los universos difíciles para las mujeres. Las mujeres que saben leer, o que escriben, son mujeres peligrosas. Una mujer que pinta como cualquier hombre artista, o que es mejor, es peligrosa. Débora hace parte de esas mujeres a las que les tocó vivir eso”, explica Florence, quien además señala que Arango nació en un tiempo ajeno “que no estaba preparado para ser visto con ojos de mujer”. La crítica hizo que incluso no volviera a exponer por 15 años y que se encerrara en Casablanca. No mostrar no significó no seguir pintando ni diciendo, aunque el mensaje llegó después.

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“Nunca pinté con la idea de que podía mostrar. No podía mostrar. Si todo esto hubiera llegado antes habría hecho mucho más. Estuve muy cohibida. Todo lo pinté a escondidas”...

- Débora Arango


TERCER

CAPÍTULO


SU OBRA SIGUE VIGENTE


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“El nombre ‘Llega hoy’ se utiliza para mostrar que las cosas tampoco han cambiado mucho en relación con lo que ella pintó hace años”, explica Juliana Restrepo al referirse a la vigencia que tienen los temas plasmados por Arango en sus pinturas, en relación con la realidad social y política que hoy vive Colombia. Al respecto Óscar Roldán Alzate, curador de la exposición, resalta el espíritu visionario que la pintora le imprimía a sus trabajos y explica que los juicios morales sobre su obra impidieron que el público de la época comprendiera las ideas sobre la realidad nacional que Débora plasmaba en sus pinturas. Sólo algunos años después, en la década de los 80, según Roldán, Colombia empezó a ver esas realidades, las cuales coincidieron con la época y siguen vigentes para contar lo que pasa hoy en el país. “Es una obra que sin desfases podríamos actualizarla en los acontecimientos de hoy en el país, contando historias que han pasado sistemáticamente durante mucho tiempo. En ese sentido, ella es una visionaria”, manifestó Roldan Alzate a Colprensa. Tanto para el curador como para Juliana Restrepo, es importante destacar además que el momento en que la obra de Débora Arango deja de ser tan estigmatizada (en los años 80), coincide con esa época de lucha de la mujer en Colombia por ser reconocida en los “escenarios de poder”. Esta situación también se vería reflejada en su obra y en especial en ese retrato de sociedad que el público tendrá la oportunidad de apreciar en la citada exposición. “Ella no hizo un trabajo de género pero en su condición de mujer si habló desde allí. Es una época en la que a la mujer no se le permitía hacer ciertas cosas y es ahí donde muchos se cuestionan cuál habría sido su historia y la censura para su trabajo si ella hubiera sido un artista hombre y no mujer”, explica Restrepo.

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DÉBORA ARANGO REGRESA HOY

La particular concepción del mundo de la pintora Débora Arango, con su sensatez, compromiso y crítica frente a la difícil realidad que retrató en su obra tendrán de nuevo una vitrina para ser disfrutada por el público y —¿por qué no?— polemizada como siempre, gracias a una serie de exposiciones en Colombia y algunas galerías estadounidenses durante este 2012 y 2013. El recorrido de sus pinturas, así como de algunas piezas audiovisuales que ilustran la vida y época de la artista antioqueña inició este jueves 26 de abril en el Museo Nacional de Colombia, en la capital del país. Allí, 37 acuarelas y 13 óleos de medio a gran formato expondrán la visión de la desaparecida maestra, sobre la sociedad de clase alta a la que perteneció y a la cual siempre retrató con ‘ojo crítico’. “La exposición es un retrato de las relaciones sociales de su época (1930 – 1980). Ella retrataba en su obra, la vida social que vivía la clase alta antioqueña y colombiana y tenía una mirada muy aguda de eso y de la realidad social del país. Iba identificando esa sociedad en las reuniones, los medios y asomándose por la ventana”, dijo a Colprensa Juliana Restrepo, directora del Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM), promotor de las exposiciones.

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Débora Arango llega hoy’, nombre de la muestra, cuenta además con entrevistas en video a personas cercanas a la vida productiva de esta pionera del arte moderno en Colombia y una serie de videos que narran fragmentos de la vida social y política del país en los momentos en que ella desarrollaba su trabajo artístico. Así mismo, la exposición se acompaña de algunas notas de prensa del archivo personal de la maestra, que dan cuenta de lo acontecido entre los años 30 y 50, y una selección de piezas de radio en las que se narran noticias de la época y se evidencia la construcción de imaginarios a partir de ese popular medio de comunicación. Todos estos elementos también estarán presentes en las exhibiciones que posteriormente recorrerán tres importantes galerías de los Estado Unidos: el Museum of Latin American Art, MOLAA, de California (Septiembre de 2012), el Mint Museum, Carolina del Norte (Marzo de 2013), y el Museo del Barrio, Nueva York (Agosto de 2013).

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EL DATO La muestra itinerante ‘Sociales. Débora llega hoy’, que a su paso por Bogotá cuenta con el apoyo del Museo Nacional de Colombia, es una iniciativa del MAMM, al cual Débora Arango le donó 233 de sus obras, por lo cual el museo se ha convertido en la casa de la pintora en Colombia y en el principal promotor de su legado. Dentro de los óleos y acuarelas que podrá apreciar el público en la exposición, sobresalen Adolescencia, Masacre del 9 de Abril, Voceadores, La despedida, y Sin título (boceto para estudio desnudo contemporáneo), entre otras. El penúltimo billete de la nueva familia que sacó a circulación el Banco de la República ya se encuentra en las calles luego del lanzamiento realizado en Envigado por parte del gerente del Emisor, José Darío Uribe. El anverso del nuevo papel moneda trae la imagen de la pintora Débora Arango y los frutos y hojas del árbol lechoso. El reverso del nuevo billete exalta a Caño Cristales, el hermoso río de los cinco colores, ubicado en la Sierra de la Macarena y de esta manera continúa con la serie de paisajes colombianos.

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CURIOSIDADES En 1937 expuso acuarelas de paisajes, animales y naturaleza muerta, junto a sus compañeras del taller de Nel Gómez. En 1938 se apartó de su maestro y comenzó a trabajar sola, experimentando con desnudos de tamaño natural y pintando escenas de la vida real. Un año después participó en la “Exposición de Artistas Profesionales” en el Club Unión de Medellín donde expuso acuarelas y óleos, incluyendo dos desnudos, uno de ellos “Cantarina de Rosa”: ganó el primer premio y el escándalo estalló. La sociedad política e intelectual repudió su obra y la calificó de sórdida, impúdica y pornográfica. En 1946 viajó a México para perfeccionarse y estudiar a los muralistas; de regreso, en 1948, expuso en Medellín, pero su desnudo, esta vez “La adolescencia” volvió a escandalizar a la sociedad y estuvo a punto de ser excomulgada por las reiteradas quejas que la Liga de la Decencia de Medellín elevó por lo “inmoral” de sus cuadros.

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Sufrió insultos y soledad, por lo que decidió no volver a exponer sus obras, encerrándose en su casa, sin abandonar la pintura. Viajó a España a perfeccionarse en la figura humana y estudiar cerámica; en 1955 expuso en Madrid una muestra individual, pero por orden de Francisco Franco sus pinturas fueron descolgadas. Estudió en Inglaterra, Francia y Austria. De regreso a su país, expuso una serie de cerámicas en el Centro Colombo Americano de Medellín.

Durante su carrera Débora recibió múltiples condecoraciones, como el Premio a las Artes y a las Letras, la Medalla al Mérito Artístico y Cultural, la Cruz de Boyacá y el título de Maestra Honoris Causa de la Universidad de Antioquía.

Algunas de sus pinturas más reconocidas son: “Las monjas y el cardenal”, “El almuerzo de los pobres”, “El Cristo”, “Huida del convento”, “La monja intelectual”, “En el jardín”, “Bailarina en descanso”, “Los cargueros”, “Los matarifes”,”Retrato de un amigo” Mateo Blanco quien fue su mejor amigo en últimos años de su vida.

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HOMENAJES Durante el año 2002, se lleva a cabo el proceso de construcción de la planta física y a partir del año 2008, se da vida jurídica al nuevo colegio en Bogotá, mediante la Resolución 198 de Enero 28 con el nombre de DEBORA ARANGO PEREZ, como homenaje de admiración y respeto a esta pintora antioqueña.

Existe una escuela de artes con su nombre, ubicada en el municipio de Envigado que ofrece carreras profesionales en Artes Plásticas, Música y Teatro.

Desde el 29 de noviembre de 2016, su imagen aparece en el billete de $2.000 pesos colombianos5​ como parte de la nueva serie de billetes que puso en circulación el Banco de la República.

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CUARTO

CAPÍTULO


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OBRAS SIGNIFICATIVAS


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JUSTICE 1942

Esta pintura de estilo expresionista fue recibida con una mezcla de reseñas negativas y positivas en el momento en que fue pintada. La justicia (que se ve a continuación a la derecha) fue creada para sacar a la luz los efectos de la prostitución en las mujeres, y de hecho, aquí, una mujer puede ser vista rodeada y manejada por varios hombres. 47


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AMANECER 1940

Débora Arango pintó Amanecer (Dawn) en 1940. Esta escena muestra a una pareja vestida elegantemente sentada en una mesa vestida. La mujer, aburrida o dormida, tiene la cabeza entre las manos; detrás de ella, un hombre, que supuestamente es su compañero, está mirando a otra mujer que la mira con abatimiento. 48


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EL CEMENTERIO DE LA CHUSMA 1950

fue pintado por Arango en 1950 para comunicar sus sentimientos sobre el gobierno colombiano. En la década de 1950, el gobierno colombiano participaba en La Violencia, un momento muy violento en la historia del país, cuando la policía y el gobierno estaban detrás de las muertes de muchas personas inocentes. El cementerio en esta pintura se puede ver como análogo al cementerio de personas asesinadas a través de La Violencia. Arango incluyó un autorretrato en la imagen para mostrar que ella, o cualquier otra persona, también podría haber sido víctima de la masacre. 49


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LOS DERECHOS DE LA MUJER 1954

Los Derechos de la Mujer fue pintado por Débora en 1954. Dentro de él hay dos mujeres bailando alegremente y dos hombres, uno aplastado y el otro erguido. Traducido, esta pintura significa ‘derecho de las mujeres’, y muestra a las mujeres siendo fuertes frente a los hombres.

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ADOLESCENCIA 1944

La adolescencia (que se ve abajo en el medio) fue pintada por Débora Arango en 1944 y retrata a una mujer que se ve sexualmente vulnerable. Las mujeres se cubren la cara y los ojos para sugerir angustia, o un deseo de ser removida de su entorno, y su posición de piernas cruzadas la deja indefensa en el terreno turbio y verde. 51


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APOSENTO 1954

La acuarela de Débora, Sin Título, es una pintura de una mujer desnuda, creada en 1954. La figura de la pintura parece angustiada, triste y solitaria, angustiada en la cama. En la ventana hay mujeres burlonas y elegantes. La pintura borra los límites entre lo privado y lo público, el sufrimiento humano y la experimentación artística. Actualmente se exhibe en el Museo de Arte Moderno de Medellín, la pintura también puede verse en la fotografía de arriba, en el lado izquierdo.

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EL TREN DE LA MUERTE 1950

El tren de la Muerte fue otra de las pinturas de Débora que desafió el programa La Violencia del gobierno colombiano. Esta pintura enfatiza la irreflexión detrás de la masacre de miles de personas inocentes.

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EL BOGOTAZO 1948

El Bogotazo. Acuarela en la que Débora trata de representar lo que escuchaba en la radio sobre los tristes acontecimientos vividos el 9 de abril de 1948 en Bogotá

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LA DANZA 1952

La Danza. El expresionismo de Débora refleja la problemática Política y social colombiana vigente hasta nuestros días.

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TRATA DE BLANCAS 1952

Trata de Blancas. Acuarela que toca el tema de la prostitución en Medellín.

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LA MUJER

QUE DESNUDÓ

COLOMBIA ANDRÉS YEPES


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