Fernando Botero

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©FERNANDO BOTERO, EL MAESTRO Esta publicación fue creada por: Mateo Valencia T Mateovt7@gmail.com Verificado y corregido por: Sebastian Lopez H Copyright © 2018 Todos los derechos reservados Diseño de portada y diagramación: Mateo Valencia T El contenido de esta publicación está protegido por la ley, por tanto no se permite su reproducción , copiado ni distribución ya sea con fines comerciales o sin ánimos de lucro. Si disfrutaste de esta publicación por favor visita nuestra red social, comparte comentarios, invita a tus amigos y entérate de proximas publicaciones. Gracias por tu apoyo. Primera edicion donmateosoy@gmail.com ISBN: 0-7899-1832-3 Impresión: Key Print Soluciones Abríl 2018 Medellín - Colombia Categoria: Divulgación- Informativo


A cada uno de mis maestros que me han hecho crecer personal y academicamente. Espero aquĂ­ quede reflejado lo mucho que he aprendido.


Gracias a mi amigo y hermano Sebastian Lopez por su intensiva revisiรณn, y por su oportuna correcciรณn y a Ximena Agudelo por proveer tan valiosa informaciรณn y hacer esto posible


PRÓLOGO “Recientemente y durante varios meses tuve el gusto de introducirme en la vasta y original obra de Fernando Botero, gracias a haberle dedicado un número especial de la revista ‘Mundo’ con textos de su hijo Juan Carlos, y una serie de exposiciones que estuvieron acompañadas de conferencias del más alto nivel. Cada nuevo encuentro con su obra me llevaba a descubrir facetas inesperadas llenas de riqueza. El haber tenido el privilegio de este acercamiento me confirmó algo que, desde mis inicios como pintor, tenía muy en claro: la genialidad de Botero”.

Carlos Salas



PREFACIO Con el fin de conocer mรกs a fondo la vida y obra de uno de los artistas mรกs reconocidos y vivos de todo el mundo, Fernando Botero, he decido recopilar en este libro una voluminante informaciรณn que llevarรก a todo lector entender diversas cuestiones dentro del mundo del arte, y el concepto que lleva a cabo este artista.



TABLA DE CONTENIDO introducción Pagina 17

Capítulo

Capítulo

Capítulo

Capítulo

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La vida del Maestro

La obra del Maestro

Qué hablan del Maestro

Gabo y Botero



INTRODUCCIÓN Las creaciones artísticas de su autoría llevan impresa una sui generis e irreverente interpretación del estilo figurativo, denominado por algunos como «boterismo», el cual impregna de una identidad inconfundible a las iconográficas obras, reconocibles no solo por la crítica especializada, sino también por el gran público, incluyendo niños y adultos por igual, constituyéndose en una de las principales manifestaciones del arte contemporáneo a nivel global; la original interpretación que da el artista a un variopinto espectro de temas se caracteriza desde lo plástico por una volumetría exaltada que impregna a las creaciones de un carácter tridimensional, así como de fuerza, exuberancia y sensualidad, junto a una concepción anatómica particular, una estética que cronológicamente podría encuadrarse en los años cuarenta en occidente aplicada a tramas que pueden ser actuales o pretéritas, locales pero con vocación universal (mitología griega y romana; el amor, costumbres, vida cotidiana, naturaleza, paisajes, muerte, violencia, mujer, sexo, religión y política en Latinoamérica y Europa occidental, así como bodegones, reinterpretación de obras clásicas, retratos y autorretratos, entre otras), representadas con un uso vivaz y magistral (desde el punto de vista técnico) del color, acompañadas de finos y sutiles detalles de crítica mordaz e ironía en cada obra. Es considerado el artista latinoamericano vivo más cotizado actualmente del mundo.



“Cuando comienzas una pintura es algo que está fuera de ti. Al terminarla, parece que te hubieras instalado dentro de ella”


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Botero nació el 19 de abril de 1932 en Medellín, en el seno de la familia conformada por David Botero, Flora Angulo y su hermano cuatro años mayor, Juan David. En 1936 nace su hermano menor, Rodrigo, y fallece su padre. A partir de 1938 realiza estudios de primaria en el Ateneo Antioqueño y el bachillerato en la Bolivariana.​ En 1944 asiste a la escuela de torero en la plaza de La Macarena de Medellín, con el banderillero ‘Aranguito’, a petición de un tío, quien no se imaginaba que su verdadera vocación era la pintura. Tuvo un percance con los toros, lo que hizo que él los dejara. Es de notar que en ese período hizo su primera obra, una acuarela de un torero. Una vez que su familia comprendió su vocación, Botero realizó su primera exposición en su ciudad natal (Medellín) en 1948. Realizó ilustraciones para un periódico local (El Colombiano), con lo que financiaba sus estudios, redactó un artículo sobre Picasso, lo que le acarreó la expulsión del Colegio Bolivariana, plantel en el que estudiaba, ya que sus dibujos fueron considerados como obscenos, y debió culminar sus estudios en el Liceo de la Universidad de Antioquia.

Una vez terminados sus estudios secundarios en 1950, se trasladó a Bogotá en 1951 donde tuvo contacto directo con algunos de los intelectuales colombianos más importantes de la época. Ese mismo año, Botero realizó sus dos primeras exposiciones individuales y en la galería Leo Matiz dio un muy buen avance a su carrera . Posteriormente se radicó en Tolú, en la Costa Caribe colombiana, donde se dedicó a pintar en la pensión de Isolina García, y pagó su estadía con un mural.​A su regreso a Bogotá, con el óleo Frente al mar ganó el segundo puesto en el IX salón nacional de artistas.


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En 1952 con el dinero recibido por el premio y con la venta de algunas de sus obras, Botero llega a Europa en el barco italiano “Uso dimare”, que sale desde el puerto de Buenaventura en el Pacífico colombiano. Llega a España, primero a Barcelona y se establece luego en Madrid, donde se inscribe en la Real Academia de Arte de San Fernando​y para garantizar su sostenimiento, hace dibujos y pinturas a las afueras del Museo del Prado. En 1953 pasa el verano en París con el cineasta Ricardo Irragarri, y luego se muda con él a Florencia, se inscribe en la Academia de San Marcos, donde recibió un fuerte influjo del arte del renacimiento italiano, estudiando especialmente la obra de Piero della Francesca, Paolo Uccello, Tiziano, entre otros. Su encuentro con el libro Los pintores italianos del Renacimiento de Bernard Berenson y con la obra de Paolo Ucello (especialmente con el díptico de la Batalla de San Romano en la Galería Uffizi) serán determinantes para su experimentación con el volumen en la pintura, especialmente por la noción de “valores táctiles” y tridimensionalidad que Berenson le adjudica a Ucello y Giotto en sus obras.


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Tras su regreso de Italia en 1955, el artista decidió hacer una exposición en Bogotá de las obras realizadas en Europa, de las cuales obtuvo muchas críticas pues en ese momento el país estaba influido por la vanguardia francesa, lo que le acarreó una fría recepción. Luego de esta difícil experiencia, Botero se casó con Gloria Zea, con quien en 1956 partió a Ciudad de México. Nuevas influencias se van haciendo visibles en su obra, especialmente la del pintor colombiano Alejandro Obregón con su lenguaje moderno y la del mexicano Rufino Tamayo con su desbordante color. Por otra parte, la obra del muralismo mexicano que tanto le había desvelado en su juventud ahora parece desilusionarle, por lo cual decide estudiar sus nuevas influencias y centrarse durante un tiempo en la experimentación del volumen a partir de bodegones. A partir de esta indagación Botero descubre un lenguaje propio que primero se evidencia en objetos de sus naturalezas muertas y que posteriormente empieza a crear en personajes humanos que interactúan con sus objetos. Un año después, expuso por primera vez en Nueva York. El éxito comenzaba a acompañarle.


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Botero regresó a Bogotá y en el año de 1958 fue nombrado docente de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia. Este presenta una obra de formato grande, al X Salón de Artistas Colombianos. Concebida con la consciencia de ser una obra maestra, Botero obtiene con La Camera degli sposi (Homenaje a Mantegna) el primer premio en el salón, consolidándose como el pintor más importante de este año en Colombia. Ese mismo año expuso en varias galerías de Estados Unidos. En una de estas exitosas exhibiciones del mismo año, La Camara degli sposi es vendida a un empresario en Chicago, y desde entonces la obra desaparece. Numerosos críticos e historiadores de arte latinoamericanos han señalado esta como una de las obras más

importantes del arte colombiano por ser un punto de la consolidación del lenguaje pictórico de Botero, y por abrir las puertas a la nueva figuración que después experimentarían otros pintores jóvenes. La obra había causado una gran polémica al ser inicialmente descartada del salón, luego reintegrada y finalmente premiada. Despertaba una tremenda duda en el público y en los jurados que inicialmente concibieron la obra como una caricatura de La Cámara de los Esposos del pintor renacentista Andrea Mantegna. Marta Traba tuvo que mediar para explicar que los artistas hacían recreaciones artísticas en las cuales aludían o hacían homenajes a otras obras que les precedían, y que el lenguaje “feista” usado por Botero era una pintura de gran calidad y poder visual.


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En 1960, Botero regresó a Nueva York para instalarse. Una vez allí, alquiló un pequeño apartamento donde vivía modestamente, pues acababa de separarse de su esposa; además, sus obras no tenían mucho éxito, pues los gustos neoyorquinos de la época cambiaban rápidamente y ahora la abstracción se imponía.

La influencia del expresionismo abstracto ya se hacía evidente desde las obras de 1958, producto de los primeros viajes de Botero a Nueva York, donde había podido ver los formatos enormes de Jackson Pollock, Franz Kline y de Kooning. Este encuentro marcó la producción de Botero, que sin embargo conservó su lenguaje figurativo pero experimentó con la pincelada agresiva, la utilización de tonalidades fuertes y el uso de formatos grandes. Mientras su estudio por el volumen parecía pasar a un segundo plano por la preocupación por la pincelada y el color, Botero creó interesantes series como la de la Monalisa (una de las cuales fue adquirida por el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1962) y la de W en homenaje a Diego Velázquez.​ Para 1962, su lenguaje expresionista llega a un punto de inflexión, porque está a punto de tomar un rumbo que lo aleja definitivamente de su preocupación por el volumen. Botero reinicia su experimentación, esta vez interesándose mas por las obras de artistas pop que están exhibiendo en Nueva York, producto de lo cual su obra retoma las preocupaciones temáticas de sus personajes figurativos dejando de lado el aspecto formal de la pincelado, y usando colores planos en su pintura. En algunos casos llega incluso a incluir collages en sus pinturas del año 1963.

Estatua de la libertad Fotografía: Daryan-Shamkhali


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En 1962 fue organizada en EE.UU. su primera exposición Una nueva muestra en el Milwaukee Art Center recibió críticas ampliamente positivas. Es así como Botero empezó un período de muestras y exposiciones entre Europa, los Estados Unidos y su patria, Colombia. En 1969 expuso en París; fue a partir de ese momento que Botero empezó un peregrinaje por todo el mundo en busca de inspiración; se movía continuamente de Bogotá a Nueva York y a Europa.

LA FA MA

En 1970 nació en Nueva York su hijo Pedro Botero, comúnmente llamado Pedrito. Paralelamente, su fama mundial aumentaba cada vez más y lo convirtió en ese entonces en el escultor viviente más cotizado del planeta. En 1974, cuando su hijo apenas tenía cuatro años, Botero tuvo un accidente de tránsito en España, lo que le costó la vida a Pedrito. La muerte de su hijo dejaría trazos en la obra de Botero que, a partir de ese momento, comenzó a tener cambios profundos, considerados por la crítica como huellas de la pérdida de su hijo. Además, su matrimonio con Cecilia Zambrano no superó la pérdida de Pedrito y Botero se separó por segunda vez. Un año antes, él se había instalado en París y había comenzado a trabajar la escultura. En 1976 Botero hizo una donación de dieciséis de sus obras al Museo de Antioquia, que le consagró una sala permanente para sus obras, la sala Pedrito Botero.


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Desde 1979, cuando la primera retrospectiva de Botero fuera presentada en el Hirshhorn Museum de Washington, sus exposiciones a través del mundo no se detuvieron. En 1983 se trasladó a Pietrasanta en Toscana (Italia), un pequeño pueblo famoso por sus fundiciones, lo que para Botero significaba la continuidad de su obra escultórica. Al año siguiente, Botero hizo una nueva donación al Museo de Antioquia. Esta vez se trataba de una serie de esculturas que también encontraron lugar en una nueva sala permanente dedicada a Botero en el museo. A partir de 1983, Botero comenzó una serie de exposiciones a través de todo el mundo que aún hoy no acaba. Es así como sus obras son expuestas y por supuesto conocidas en ciudades como: Dubái, Londres, Roma, San Francisco, Chicago, Basilea, Buenos Aires, Tokio, San Juan de Puerto Rico, Santo Domingo, Berlín, Múnich, Fráncfort, Milán, Nápoles, París, Montecarlo, Barcelona, el Aeropuerto del Prat - Barcelona -, Moscú, Ciudad de México, Monterrey, Caracas, su obra ha pasado por la mayoría de países europeos y americanos. Botero es uno de los pocos artistas (por no decir el único), que se ha dado el lujo de exponer sus obras en varias de las avenidas y plazas más famosas del mundo, como los Campos Elíseos en París, la Gran Avenida de Nueva York, la Rambla del Raval de Barcelona, la Plaza del Comercio de Lisboa, la Plaza de la Señoría en Florencia, frente al palacio de Bellas Artes en Ciudad de México y hasta en las Pirámides de Egipto. Fotografía: Sebastian Lopez Gutierrez


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Botero en Nueva York Fotografía: Eduardo Muñoz


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DONACIONES DEL MAESTRO •En 1976, primera donación de Botero al Museo de Antioquia, siete óleos, un pastel y dos acuarelas. •A principios de los años 1980, donó al Museo de Antioquia 6 óleos. •En 1984 donó al Museo de Antioquia 16 esculturas y 18 pinturas a la Biblioteca Nacional de Colombia en Bogotá. •En 1992 donó a la ciudad de Santiago de Chile la escultura de un caballo, la que fue ubicada frente al Museo de Arte Contemporáneo en el Parque Forestal. •En 1998 Botero donó al Banco de la República de Colombia, una importante colección, consistente en 203 obras, 123 obras de su autoría y 87 de artistas internacionales al Museo Botero en Bogotá. •En 2000 el Museo de Antioquia recibió por parte del maestro una donación de 114 pinturas (óleos, acuarelas y dibujos) del maestro, 23 esculturas que hoy componen la Plaza Botero y 21 obras de artistas internacionales de su colección personal. •En 2004, efectuó una nueva donación. En esta ocasión al Museo Nacional de Colombia, consistente en las obras de la serie sobre la violencia, denominada El dolor de Colombia, integrada por 23 óleos y 27 dibujos. •En el año 2007, donó 47 obras de la serie Abu Ghraib, a la Universidad de Berkeley, que se expone en su sede en California (Estados Unidos de América). •En el año 2012, dona la serie El Viacrucis al Museo de Antioquia.



OBRAS DEL MAESTRO “Pienso que la pintura es un equilibrio entre fuerzas decorativas y expresivas. Si se va mucho a la abstracción, se vuelve decorativa y pierde el elemento poético”


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ESTILO Y TÉCNICAS Su obra se inscribe en un original interpretación del estilo figurativo. Desde sus inicios Botero ha recurrido a escenas costumbristas, inicialmente con una pincelada suelta de colores oscuros (con ocasionales contrastes fuertes) cercana al expresionismo y desde finales de los sesenta, ha recurrido a una pincelada cerrada, con figuras y contornos más definidos. (Sus obras la mayoría de veces son de gente u objetos con un aspecto robusto o más grueso de lo normal) A la orilla de esa carretera del arte contemporáneo, Botero ha instalado durante cinco décadas una escuela de arte con un graduado: él mismo. En su obra reciente, Botero ha recurrido temáticamente a la situación política colombiana y mundial. Por ejemplo, la

serie sobre “Abu Ghraib” está compuesta por 78 cuadros que tratan de representar los horrores de la tortura y de la guerra, relacionada con la invasión de los Estados Unidos a Irak y los sucesos de la Prisión de Abu Ghraib a partir de las declaraciones de las personas allí torturadas.​ En lo pictórico se destaca el manejo magistral del óleo, el pastel y la acuarela, así como el dibujo en carboncillo, lápiz, bistre y sanguina sobre lienzo y papel, y en lo escultórico, el esculpido del bronce en diversas pátinas y en mármol de Carrara principalmente.


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Fotografía: ´ZÓCALO


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Almuerzo sobre la hierba 1969

Familia presidencial 1967

La cornada 1988


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Arcangel 1986

La casa de Amanda Ramirez 1998

Bailarina 2001


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Monalisa 1960

Pedrito 1974

Mujer frente al espejo 1996


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Los jugadores de cartas 1989

Masacre en Colombia 2000

Pablo Escobar 1999


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Gato Ramblas, Barcelona

Jinete Frente al museo de Israel

Mujer con espejo Calle GĂŠnova, Madrid


Todas las fotografĂ­as de las obras presentadas anteriormente, son de dominio publico

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Romano Una en MedellĂ­n, otra en la ciudad de A. CoruĂąa

Maternidad En Oviedo

Rapto de Europa En el aeropuerto de Madrid


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EXPOSICIONES PÚBLICAS Y permanentes en el mundo

•Alemania: Kunsthalle de Núremberg, Museo •Corea del sur: Museo Ho-am, de Seúl; Wallraf-Richartz de Colonia, Staatsgalerie y •Emiratos Árabes Unidos: Esplanada frente al Pinacoteca de Múnich, Escultura plazoleta en Burj Khalifa de Dubái. Bamberg (Baviera). •España: Paseo de la Castellana, Plaza de Colón, •Argentina: Exhibición Busto, en el lugar público aeropuerto de Barajas de Madrid, aeropuerto de Parque Thays. Buenos Aires; pintura los viudos “El Prat” de Barcelona; así como también el Son en Museo MALBA. Mujer Reclinada, en Museo Sant Joan de Palma de Mallorca, en el centro de Estación Sur de Mar del Plata la ciudad de Oviedo; Centro de Arte Reina Sofía •Armenia: Cafesjian Museum, Ereván. (Madrid), y plazoleta de la Domus, en La Coruña •Austria: Moderne Kunst de Viena. •Chile: Museo Nacional de Bellas Artes, de Santiago de Chile; •Colombia: Museo de Antioquia y Plaza Botero (colección permanente más grande en el mundo de obras del artista, donadas por el mismo Botero), de Medellín; Museo Nacional de Colombia, en Bogotá; el Museo de Arte Moderno (MamBo) en Bogotá; Museo de Arte del Banco de la República (Museo Botero) de Bogotá; Parque San Pío en Bucaramanga; plaza de Santo Domingo (Cartagena de Indias).

•Estados Unidos de América: Hirshhorn Museum y su jardín de esculturas, Instituto Smithsonian, de Washington; Arte Lowe, de la Universidad de Miami, de Coral Gables (Florida); Museo de la Universidad de Rochester (Míchigan); Art Metropolitan, de Nueva York; Arte de Milwaukee (Wisconsin); Arte Moderno, MOMA, de Nueva York; Solomon R. Guggenheim y en el Time Warner Center, de Nueva York; Art Hood, de Dartmouth College, de Hanover, Nuevo Hampshire, Universidad de Berkeley, Berkeley (California); Grand Wailea Resort Maui, Botero Gallery (Hawái), New Orleans Museum of Art, Nueva Orleans.


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•France: Erstein; Museo Würth . •Israel: Museo de Israel, de Jerusalén;

•Principado de Liechtenstein: Museo de las Artes de Liechtenstein en Vaduz.

•Principado de Monaco: Adán y Eva, Jardines •Italia y Ciudad del Vaticano: Colección de Arte de Montecarlo. Religioso Moderno de los Museos Vaticanos; ingreso y plazoletas de Pietrasanta. •Puerto Rico: Museo de Arte de Ponce y Museo de Arte de Puerto Rico. •Japón: Museo de Arte Contemporáneo de Hiroshima, Museo Yamanashi Prefectural, •Reino Unido de Gran Bretaña: Broadgate Museo Moderno de Tokushima, Museo Venus en Exchange square - Liverpool Street Moderno de Saitama, Museo de Arte Miyagi. Station; Londres, Soho. •Kazajistán: CAI, Almaty.

•Rusia: Museo Pushkin, de Moscú; el Museo Hermitage de San Petersburgo.

•México: Explanada de los héroes en Monterrey y Museo Soumaya, México D.F. •Singapur: Boat Quay-Cavenagh Bridge; Resorts World Sentosa-Hotel Michael. •Panamá: Trump Ocean Club International Hotel & Tower, Ciudad de Panamá. Suecia: Vastra Gotaland. •Portugal: Casa das Mudas Arts Center, •Suiza: Museo Olímpico de Lausana. en Calheta (Isla Madeira); Parque Amalia •Venezuela: Museo de Bellas Artes y de Arte Rodrigues, en Lisboa. Contemporáneo de Caracas.



QUÉ HABLAN DEL MAESTRO “Hay los que dicen que Botero se repite, pero basta mirar las proporciones que emplea en cada etapa para entender que no es así.” Alvaro Medina


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CARLOS SALAS “Recientemente y durante varios meses tuve el gusto de introducirme en la vasta y original obra de Fernando Botero, gracias a haberle dedicado un número especial de la revista ‘Mundo’ con textos de su hijo Juan Carlos, y una serie de exposiciones que estuvieron acompañadas de conferencias del más alto nivel. Cada nuevo encuentro con su obra me llevaba a descubrir facetas inesperadas llenas de riqueza. El haber tenido el privilegio de este acercamiento me confirmó algo que, desde mis inicios como pintor, tenía muy en claro: la genialidad de Botero”. Fotografía: Cuenta de Twitter

MARIPAZ JARAMILLO “Fernando Botero es una figura muy importante en el arte internacional y lógicamente nacional. Me parece que ha logrado muchísimos triunfos, reflejo de un valedero trabajo. Para mí, y asumo que para muchos artistas, su impresionante disciplina, el hecho de que trabaje todos los días y de que haya hecho múltiples series es un gran ejemplo. Botero es maravilloso”. Fotografía: Camilo Monroy


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HUGO ZAPATA “Botero ha trascendido con su inteligencia y con su obra. Nos ha regalado una obra que consulta nuestras raíces y las del arte universal. Nos ha enseñado la fuerza de la voluntad y de la disciplina. Su generosidad es un regalo para futuras generaciones. Botero tiene una forma de mirar el mundo, y solo eso ya es una enseñanza. Ocupa un lugar en el arte universal y en el corazón de los colombianos. Que Dios guarde al Maestro”. Fotografía: Desconocido

ANA MERCEDEZ HOYOS

“Querido Fernando: es usted un símbolo de América. Le deseo muchos merecidos éxitos y muchos mas años de vida.”

Fotografía: Cortesía EL ESPECTADOR


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FERNANDO PELÁEZ

“Fue enorme la importancia que tuvo para mi aquella pintura de los años sesenta y setenta. Mas allá del color y del volumen fue su forma desbordada, su pasión y virtuosismo para vivir la pintura”. Retrato Fotografía: Olga Lucía Jordan

SANTIAGO CÁRDENAS

“Felicitaciones al Maestro Botero por sus ochenta años. Los colombianos debemos estar muy agradecidos con su generosidad al donar su colección de arte al Museo de Antioquia y al Banco de la República en Bogotá. Gracias Maestro”. Exposición UTadeo Fotografía: Laura Ardila


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DAVID MANZUR

“Fernando Botero en sus ochenta años ha sido fiel a los conceptos clásicos del arte, aportando con sus esculturas y pinturas una dimensión muy personal a la contemporaneidad”. Retrato Fotografía: Desconocido.


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¿LOS CRÍTICOS QUIEREN A BOTERO? Ahora que Fernando Botero se convierte en el primer artista vivo en exponer en el Museo Nacional de China en Beijing, Arcadia quiere analizar su obra. El antioqueño es uno de los artistas colombianos más reconocidos en el mundo, pero su relación con los críticos ha sido de odios y amores. Tres expertos dan su opinión.


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HALIM BADAWI En ciertos círculos intelectuales es (casi) un lugar común afirmar que la obra temprana de Fernando Botero, la pintada entre 1949 y 1965, es el momento de su producción que reviste mayor interés en términos de exploración creativa y plástica. Sin embargo, paradójicamente, en términos de mercado del arte, éste es el período con menor valor económico, al menos si lo comparamos con su producción de la década de 1970 en adelante, caracterizada por lo que él llama “el hallazgo del estilo”, un eufemismo para la repetición ad nauseam de una fórmula de éxito comercial (que desde hace tres décadas ha mostrado evidentes signos de agotamiento). El mismo Botero suele despreciar públicamente su obra temprana, a pesar de haberle merecido una favorable crítica internacional, una suerte que le abandonó hace ya bastante.

Halim Badawi Fotografía: Archivo JET-SET

Esta disociación entre lo que los críticos, curadores e historiadores del arte consideran meritorio, y lo que el mercado considera económicamente valioso (con la inevitable discusión sobre cómo se construye la legitimidad), es una discusión que atraviesa una gran parte del arte moderno y


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contemporáneo en Colombia. El mismo debate ocurre, guardando los matices, con otros pintores modernos como Alejandro Obregón y Enrique Grau. Y esta diferenciación hay que tenerla clara a la hora de señalar, como un hecho exitoso, que Botero exhiba sus obras en los Campos Elíseos o en Miami, o incluso en un museo en China, espacios irrelevantes en el panorama museológico global, sin los filtros críticos para hacer exposiciones antológicas de significación. En estos espacios aplica la ley de las relaciones públicas y diplomáticas, y evidentemente del capital. La inflación volumétrica boteriana va dirigida a la consolidación de un estilo, a crear una marca distintiva en el mercado del arte, como cualquier otro producto comercial; una obra que no evoluciona, que no muerde la mano que le da de comer, que no cuestiona o reformula los gustos

anquilosados, todo en desmedro de la investigación visual, creativa, intelectual y de lo que algunos modernistas llaman “el genio”. Inevitablemente, esto tiene consecuencias para los artistas más recientes: la industria editorial está concentrada en Botero (habría que preguntarnos cuántos libros irrelevantes se publican anualmente sobre él y cuántos dedicados a otros artistas olvidados), los grandes museos de Colombia han sido víctimas de una monopolización sin precedentes (un hecho encarnado en el Museo Nacional, el Museo Botero y el Museo de Antioquia) que no hace más que inyectar combustible al mercado del artista, y se ha configurado una agenda boteriana en un amplio sector de los medios y del gobierno: Botero se ha convertido en un aliado del poder, en un artista oficial alineado con cada gobierno, con una producción reciente abundante, repetitiva e intrascendente, perfectamente olvidable.


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ALVARO MEDINA Hay los que dicen que Botero se repite, pero basta mirar las proporciones que emplea en cada etapa para entender que no es así. A mí solo me interesa la obra que hizo entre 1957 y 1980. Después de esta fecha sus figuras dejan de ser monumentales y se vuelven fofas. Cuando las veo, añoro el expresionismo de los Niños de Vallecas. En la percepción del Botero que se repite ha influido mucho la donación que tan generosamente le hizo al Banco de la República. En esas salas, llenas de decenas de pinturas, no hay más de cinco que realmente me conmuevan y convenzan. Los jóvenes estudiantes de arte ven eso y salen decepcionados, experiencia que he palpado como profesor. ¡Que lástima! Pensar que la museografía debe permanecer inalterada por los siglos de los siglos pone a bostezar.

Alejandro Martín Fotografía: Zenia Valdelamar

Yo sugeriría dividir esa colección en tres y exhibir cada parte durante un período de dos años para introducirle al museo variedad y contar con un factor de novedad. En el espacio recuperado se podría exhibir a los contemporáneos de Botero, el momento más brillante del arte colombiano.


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ALEJANDRO MARTÍN Marta Traba celebró la obra de Fernando Botero de comienzos de la segunda mitad del siglo veinte como la de uno de los máximos exponentes del arte moderno colombiano, según los cánones que provenían del arte europeo moderno y clásico. Pero hasta ahora no he visto que nadie le reconozca, en el nuevo milenio, su lugar dentro del arte contemporáneo. Ya es hora de notar que quizás es de los pocos artistas fuera de los centros de poder que ha encontrado el eco internacional, y que habría de situar junto a sus colegas más próximos, gente como Jeff Koons, Damien Hirst o Takashi Murakami. Artistas que tienen muy claro que, más que las piezas, la figura pública del artista es su verdadera obra y que la habilidad principal está en el juego con el mercado, los medios y las formas de reproducción.

Alejandro Martín Fotografía: avn va.


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Prueba de ello son instalaciones como la Plaza Botero en Medellín, donde las piezas interactúan con los públicos y funcionan como amables y divertidos dispositivos para posar y tomarse fotografías. Las reproducciones piratas en tamaño miniatura que venden en la plaza son una forma más de la infinidad de reproducciones que se pueden encontrar de su obra: llevándonos a reconocer que su estilo de “engordamiento” es ya marca registrada y un inevitable ícono colombiano. Todo de la mano de la prensa, que con su minucioso seguimiento de su vida personal, el bombo que le da a cualquiera de sus acciones, y la reproducción de cualquiera que sea su nueva creación, multiplica y da acceso a todos a su producción. En tiempos en los que se confunde la figura del curador y del artista, Botero ha creado curadurías que no tienen parangón, en la medida que a diferencia de la mayoría de las exhibiciones, las suyas no son efímeras sino que tienen lugar permanente en los principales museos públicos del país: el Museo del Banco de la República y el Museo de Antioquia, vengando quizás así el poco interés que han tenido por su obra desde hace décadas los museos internacionales. Mediante sus donaciones ha conseguido saltarse la odiosa figura

de los curadores, imponiendo generosamente en estos espacios una considerable muestra de sus pinturas y esculturas en paralelo con su colección de arte. Colección reunida gracias a la fortuna recogida por los precios exorbitantes que han llegado a tener sus obras, y a su conocimiento del arte clásico y moderno que ya una vez dio fruto en su obra temprana. La validación por parte de buena parte del público y el poder que le da su costosísima colección de arte se unen para permitirle mostrarse a sí mismo como el principal artista colombiano, el único merecedor de una muestra monográfica permanente. Y así, esa nueva obra de arte que ha venido configurando con sus instalaciones, ese Botero hinchado según los cánones de su fórmula pictórica pero mediante los recursos del arte contemporáneo, es un artista que todavía esta por ser leído según los cánones actuales.


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JUAN CARLOS BOTERO ¿Qué dice de su propio padre? Pero si además ese padre es uno de los artistas vivos más importantes del mundo, el desafío es inconmensurable. Juan Carlo Botero se le midió con la publicación de ‘El arte de Fernando Botero’. Hace 60 años Fernando Botero se fue a pintar a Tolú, un perdido pueblo en el Golfo de Morrosquillo, donde madrugaba con los pescadores y le metía el hombro a la dura brega de poner comida en la mesa. Durante el resto de la jornada elaboraba bocetos y dibujos de gran factura, o pintaba carteles para restaurantes y buses de escalera, y hasta vendía pócimas con el culebrero del pueblo por los andurriales sucreños. Cuando regresó a Bogotá para exponer en el estudio del fotógrafo Leo Matiz obtuvo su primer triunfo. El resto es historia. Retrato. Fotografía: Desconocido


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Convertido en ciudadano del mundo, en la actualidad vuela miles de kilómetros al año por todo el orbe, donde tiene casas y estudios, y donde pinta diez horas todos los días de la semana, sumido en la suerte de éxtasis que le dispensa el placer de pintar. Pero aunque el maestro es hoy uno de los artistas vivos más importantes del mundo, su vida no fue siempre color de rosa. Juan David Botero, su padre, buen arriero y patriarca, emprendía largas correrías por una geografía de desfiladeros y trochas con su recua de mulas cargadas con muestras de la industria antioqueña. En los intervalos veía a sus pequeños hijos Juan David, Fernando y Rodrigo, y a su mujer doña Flora. Murió cuando Fernando, que entonces garrapateaba palotes, tenía sólo cinco años. La imagen del padre quedó entonces un tanto desdibujada, su hijo lo recuerda oyendo ópera cuando se corría unos aguardientes, y estudiando unos libros hermosos y satinados donde el futuro pintor vio por primera vez reproducciones de obras maestras de los grandes museos del mundo. Esto para decir que aunque Fernando Botero no tuvo para sí una fuerte imagen paterna, muchos años después construyó una, tierna, generosa y recia para sus hijos Fernando, Lina y Juan Carlos. Éste último, novelista y columnista nacido en


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Bogotá en 1960, ganó el Premio Juan Rulfo con su libro El encuentro, en 1986 y, cuatro años después, el Concurso Latinoamericano de Cuento, en Méjico, con su obra El descenso. El amor y la admiración por su padre llevaron a Juan Carlos Botero a escribir El arte de Fernando Botero, a partir de una propuesta que, según cuenta con gracia, lo dejó poco menos que ‘parapléjico’ del susto, cuando su padre y un editor español le propusieron escribir sobre el gran universo boteriano. Botero Zea se aplicó durante tres años a releer cientos de artículos, libros, referencias, monografías, estudios y crítica, y acaba de lanzar, con el sello Planeta, un profundo análisis de la obra del pintor colombiano más importante de todos los tiempos, para enfocarse, no sólo en los grandes temas de su obra, sino también en sus principales convicciones, siempre profundas y lúcidas, siempre controvertidas y controversiales. Muy seguramente Juan Carlos, el escritor, obtendrá un éxito con su libro. Por lo pronto, Juan Carlos, el hijo, obtuvo un triunfo: su padre declaró que ese libro es lo mejor que se ha escrito sobre su obra.


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¿Con este libro logra usted desmitificar el tema de la ‘gordura’ en la obra de su padre?

¿Qué tan difícil resulta escribir objetivamente sobre alguien tan cercano y admirado?

-Así lo creo. Llevaba años oyendo a mi padre hablar de su arte y leyendo sobre su estética textos equivocados que hablan de la “gordura” en el trabajo de Botero, cuando la verdad es que no tiene nada que ver con eso. He estudiado en detalle su obra, lo cual me ha permitido vislumbrar sus aspectos sobresalientes. Como eso me brindaba un tesoro de información privilegiada, me parecía un pecado dejar pasar la oportunidad por temor a las críticas, o a lo que fuera.

-Fue muy difícil. Tanto, que quedé ‘paralizado’ durante meses; pero cuando entendí que mi tarea en este caso era explicar, de manera limpia y transparente (casi pedagógica) el arte de Botero, sus temas y convicciones principales, no paré de trabajar hasta concluirlo.

¿Por qué la narración en tercera persona? -Era necesario distanciarme del tema para escribir con cierta objetividad. De lo contrario, sentimientos como el amor y la admiración empañarían el análisis.

¿No lo condicionó el hecho de que su padre pudiera opinar? -Cuando está de por medio su obra, mi padre es implacable. Lo que no le gusta lo dice sin rodeos. Lo he visto descalificar textos con vehemencia y es natural que así lo haga, porque un artista tiene la obligación de defender su trabajo. Respiré con alivio cuando me dijo que era lo mejor que había leído sobre su arte.


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Alguna vez me dijo en una entrevista: “La falta de consenso ¿En qué se diferencia su enfoque obedece también a que he hecho toda la vida lo contrario de lo de otras decenas de libros sobe que se supone que uno debe Botero? hacer, como utilizar cosas que -Este no es un cofee-table book de lujo para son tabú en el arte moderno, que los amigos lo hojeen, pero que en realidad pero yo no me guío por lo que nunca leen. Es un libro para ser leído. No dicen cuatro señores sino por conozco otro que contenga un estudio de los grandes temas de su obra y, además, sus lo que me dicen el pasado y la convicciones de artista: las ideas que hacen historia del arte”. ¿Qué opina? que él pinte de una forma y no de otra, los dos aspectos más importantes en todo artista.

¿Qué hace a su padre tan controversial y controvertido, como él mismo dice ser? -Mi padre es un rebelde por naturaleza, un artista que ha nadado siempre en contra de la corriente. Así lo hizo de joven, cuando trabajaba en sentido contrario al Expresionismo Abstracto, y así lo sigue haciendo hoy, insistiendo en sus convicciones, y por eso su obra es todo lo contrario del arte conceptual que está tan de moda ahora. Fernando Botero no le teme a la polémica ni a la soledad creativa. Él siempre ha buscado su identidad abriendo su propio camino.

-Es cierto. Botero se apropió de elementos poco menos que prohibidos en el arte moderno. Hay que tener presente que en los años 60, cuando el arte era principalmente abstracto y bidimensional (sin volumen), mi padre propone un arte figurativo, voluminoso y tridimensional; postula la realidad cotidiana de América Latina como tema principal y acude a tradiciones poco respetadas por los críticos de entonces (como el arte popular), o desdeñadas por casi todos los artistas de su tiempo (como el arte colonial o precolombino), o rechazadas de plano por los vanguardistas que miraban hacia adelante y no hacia atrás (obsesionados con el futuro y olvidando el gran arte del pasado, como la pintura del Renacimiento). En todo caso, la falta de consenso es normal, pues ningún artista le gusta a todo el mundo. ¡Conozco gente que no disfruta el chocolate, ni la música de los Beatles!


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¿Qué explica el acceso de su padre, en vida, a honores como En el libro usted manifiesta una exponer sus obras en los Campos admiración sin límites tanto por la obra como por la disciplina del Elíseos, Park Avenue, la Plaza de La Señoría en Florencia, en las maestro. ¿Podría describirme al plazas de Venecia, de Estambul, Botero hombre, padre, abuelo, de Tokio, etc., etc., que ningún amigo? otro artista de la historia ha -En verdad no conozco alguien que trabaje más obtenido? que mi padre, todos los días, 10 o 12 horas diarias y, además, de pie. Sin embargo, cuando sale de su estudio él tiene claro que en ese momento es padre, esposo, abuelo o anfitrión, y cumple esos papeles de manera ejemplar. Tiene un gran sentido del humor, está enterado en detalle de lo más importante de cada miembro de la familia, y es un ser humano de gran generosidad. Su vida no ha sido nada fácil, pero es una persona optimista y su arte refleja su alegría de vivir. Es muy consciente de lo que Octavio Paz llamaba “el olvidado asombro de estar vivos”.

-Responder a esa pregunta es responder a otra similar: ¿cuál es la explicación de la importancia de Botero? Y creo que la respuesta se resume en una palabra: él ha creado un estilo propio, original y fácil de reconocer. Este aporte es invaluable, porque el estilo es la mayor contribución que un artista le puede ofrecer a la historia del arte. Y, al igual que en todo maestro, el estilo de Botero está hecho de sus ideas, de sus convicciones. Su idea del color, de la luz, del volumen, de la composición, de la forma, del tema y del lenguaje estético... los muchos aspectos que conforman una obra de arte.


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¿Por qué describe a su padre como “una locomotora de trabajo semejante a Picasso”? -No es un juicio de valor. A lo que me refiero es a que Botero, como Picasso, no para de trabajar. Y más importante todavía, no para de buscar, de explorar, de ensayar nuevas técnicas y de descubrir recursos para insistir en sus convicciones y aumentar su universo pictórico. Lo más admirable es que él convierte esas enseñanzas en algo propio y original. En última instancia, ninguna de sus creaciones nos parece boteriana por el tema, sino por el lenguaje. Ambos son artistas dotados de una poderosa fuerza centrípeta, como agujeros negros en el espacio cuya masa gravitacional succiona todo lo que pasa a su alrededor, y por eso Botero puede pintar la persona, el paisaje, el objeto o el animal que sea y, de inmediato, uno lo identifica como parte de su cosmos original. Porque no lo hacemos por el asunto, sino por la forma en que está pintado. Es decir, por su estilo.

Hace unos años su padre declaró: “Este fin de siglo es el más pobre y estúpido desde el punto de vista de la creación artística”; lo cual como era de esperarse creó una violenta polémica... -Cuando hizo esa afirmación se refería a la pintura, no a las demás artes. Creo que mi padre dice algo válido en esa frase tan contundente. Un breve repaso histórico lo confirma: en las postrimerías de cada siglo, a partir del siglo XIII, cuando Cimabúe, Duccio y Giotto anunciaban la llegada del Renacimiento, y hasta el final del siglo XIX, cuando el Impresionismo derrumbaba los pilares de la estética tradicional, cada fin de siglo se puede ufanar con la presencia de notables maestros y una formidable calidad pictórica. Al final del siglo XX, en cambio, el arte parece perder su norte, y las nuevas generaciones se alejan de la pintura, de la escultura y del dibujo hasta extraviarse en la teatralidad del fenómeno conceptual. Y sí creo que de esas creaciones la vasta mayoría son intrascendentes. La prueba es cualquier feria de arte. Hace poco estuve en Art Basel en Miami: un número pequeño de obras extraordinarias, otro porcentaje grande de obras interesantes pero que no compiten, desde el punto de vista de la calidad, con las grandes creaciones del pasado, y, por último, un porcentaje inmenso de obras que son, francamente, efímeras. Un palo puesto sobre una patineta, ese tipo de cosas. De modo que sí, le encuentro la razón a Botero pero hay que recordar, como él lo dice siempre, que en el arte no existen verdades absolutas sino convicciones.


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Es primordial en Botero la sutileza del humor. ¿Qué significado tiene para usted?

Finalmente, uno de los puntos -Es parte de su celebración de la vida. La ternura, la centrales de su libro es explicar y gracia, la dulzura son aspectos fundamentales de demostrar que Fernando Botero su universo pictórico. Un universo de una felicidad no es un pintor de “gordas”. serena, profunda, consciente de la fugacidad de la ¿Cuál es su tesis respecto a este existencia y que, por lo tanto, expresa un franco punto? deleite por el privilegio de estar vivo. Además, el humor le ha servido a Botero para darle un toque de ironía a varios de sus cuadros. Lo interesante es que es una sátira que no insulta ni ofende, pero no por eso renuncia a ofrecer una crítica social picante, como en sus cuadros de dictadores militares y prelados de la Iglesia.

Fernando Botero es un ciudadano del mundo, pero en su idiosincrasia y en su obra, Colombia es omnipresente. -Es gracioso. Mi padre habla varios idiomas, ¡y todos con acento paisa! Él nunca ha dejado de ser latinoamericano, de sentirse orgulloso de haber nacido en Colombia, y jamás ha dejado de amar a Medellín. Es un hombre muy aterrizado, que nunca se ha creído el cuento de creerse más de lo que es.

-Ese es el famoso malentendido que gira en torno de su obra. Y no es extraño, porque ese tipo de generalización equivocada ocurre con frecuencia en el mundo del arte, de la misma manera que la gente piensa que Giacometti y El Greco pintaban flacos, y Picasso gente deforme. La verdad es que el estilo de Botero no tiene nada que ver con la gordura. La esencia de la estética de Botero es la voluptuosidad de la forma, la heroicidad del volumen, y esa sensación de monumentalidad que despiertan sus creaciones. Quizás la mejor prueba de lo que digo es que, en la Serie del Circo, por primera vez Botero pintó a una mujer gorda. Y el contraste con las demás figuras es notable, porque mientras que esta mujer tiene celulitis, la piel con textura de naranja, le sobran carnes y luce rechoncha, los otros personajes tienen cuerpos lisos, bellos y sensuales. Voluminosos, pero no gordos.



GABO Y BOTERO “Hay los que dicen que Botero se repite, pero basta mirar las proporciones que emplea en cada etapa para entender que no es así.” Alvaro Medina


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DIVERGENCIAS Y C Las cabezas visibles del arte y la escritura colombianas han estado en constante desacuerdo. Fernando Botero y García Márquez, cada uno en su respectivo extremo. Extremos geográficos: el uno en el gran DF en México, en el que reside desde hace décadas; y el otro entre París e Italia, con escalas en Nueva York y Medellín. Extremos políticos: Gabo con su testaruda amistad con Fidel Castro, que le ha granjeado gran cantidad de críticas y enemistades en el continente; y el otro, desligado de la izquierda en la que un día creyó pero no profesó: tan alejado, que no habla de política y mantiene una posición de extremo centro, de inocuidad. Extremos, por supuesto, artísticos, Gabo es el autor vivo más leído en lengua castellana y la cifra de sus ventas escapan a cualquier cálculo moderado; Botero expone en cientos de museos en el mundo y es, junto con Picasso, Munch y Giacometti, los artistas en el siglo anterior que crearon todo un universo pictórico. Extremos maritales: Gabo cumplió más de cincuenta años de matrimonio con Mercedes Barcha, quien encarna el ideal latino de mujer dedicada al hogar, la protección y fidelidad; Botero en cambio estuvo casado con Gloria Zea, cuya familia pertenece a la élite

Retrato. Fotografía: COLITA


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CONVERGENCIAS bogotana, y desde hace treinta y cinco años con Sophia Vari, cosmopolita escultura griega. Imágenes que reflejan el comienzo conocido de sus respectivas carreras: el joven reportero de Crónica en Barranquilla, cuya única posesión valiosa eran los borradores de su primera novela (“La Casa”), que dejaba como fianza en ocasiones de extrema pobreza en el burdel en que vivía. Y el próspero artista antioqueño cuyo primer éxito comercial en la Galería El Callejón le permitió ir a estudiar a Europa durante un par de años. Extremos incluso en las amistades: el célebre Grupo de Barranquilla, que según Germán Vargas “hacia de la amistad una forma de arte” y que llevó a Gabo a incluir el nombre de sus amigos en varias de sus obras; o la introspección y recogimiento característico en la juventud y madurez de Botero. Y en añadidura en este punto, las diferencias en las relaciones públicas, un Botero que se ha movido como pez en el agua en el poder político y cultural bogotano (han sido los mismos) y mundial, que lo convertía en un excelente relacionista comercial de sí mismo; y un García Márquez cuya timidez incorregible (y medio inventada) hacía que pasara desapercibido para muchos, no impactaba, salvo cuando demostraba de lo que era capaz.


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Similitud en los orígenes: Gabo creció en un pueblo perdido e inhóspito de la costa Caribe en medio de la efervescente y efímera prosperidad de las bananeras; Botero en la Medellín de inicios de los años treinta, con un comercio que surgía con ímpetu y la muerte de Carlos Gardel como distintivo internacional. Estuvieron alejados de la capital, del centro económico y político del país, lo que les confería el molesto rotulo de “provincianos”, reivindicando la identidad regional de cada uno: Botero se reconoce en los “arrieros y comerciantes”, pinta al “hombre gordo antioqueño”, como apuntó el primer filósofo paisa, Fernando González; Gabo tuvo en el vallenato una fuente de aprendizaje, en sus declamaciones y narraciones de historias cotidianas, de la cultura no escrita, de la palabra hablada. Y de esta manera, al apelar a lo local sus obras se han hecho universales, entrando en contacto con las corrientes del mundo y de su época, además se han convertido en punto de referencia en la creación plástica y narrativa, respectivamente. Y en el meollo mismo del trabajo y el estilo de cada quien resulta la realidad colombiana como un tema persistente. Gabo recurre a la metáfora para describir la realidad del trópico de su abuelo, el Coronel Nicolás Márquez, “la desesperanza y la soledad en una obra fatídica” (Cobo Borda, 2001) que tiene como telón de fondo la Guerra de los Mil Días (1899-1902) o la Masacre de las Bananeras (1928); Botero retoma


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el tema de la violencia colombiana en todas sus manifestaciones: los atentados ordenados por los jefes del narcotráfico, los líderes guerrilleros (el pequeño retrato a Tirofijo, hecho en 1999), las torturas paramilitares, las masacres de los servicios secretos. Vuelven una y otra vez a narrar la realidad inevitable del abandono y la indefensión de los ciudadanos ante el crimen, o de los hombres y mujeres ante el ineluctable destino. En esta misma mirada plasman el continente latinoamericano, Botero mezclando “la realidad y la estética popular” que estudió juiciosamente en su viaje a México (1956) y los grandes maestros muralistas, movimiento que la crítica argentina Marta Traba calificaba como “una antiestética que contagió a todos los países latinoamericanos”, en contraposición con una nueva generación de pintores como Rufino Tamayo y José Luis Cuevas, quienes “renovaron la retórica del arte abstracto” (Traba, 2003). Precisamente, la admiración e influencia que ejerció Tamayo en la obra del joven Botero le llevó a una solución momentánea en el tratamiento del color (el predominio del rojo y el amarillo en sus pinturas de entonces) y de lo sensual de la imagen (como el Desnudo (en) blanco, 1943). Por su parte, en Gabo hay una identificación no sólo del subcontinente latinoamericano y su peculiar forma de comprender y afrontar los vaivenes de la vida, sino “en general, de las mujeres y los hombres del tercer mundo” (Gerarld Martín, 2009).


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CIBERGRAFÍA •http://blogs.elespectador.com/cultura/el-magazin/ gabo-y-botero-realidades-encontradas •http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS8804488 •https://www.elespectador.com/noticias/cultura/ fernando-botero-gracias-maestro-articulo-339615 •https://www.revistaarcadia.com/arte/articulo/criticosarte-hablan-fernando-botero/44967 •https://es.wikipedia.org/wiki/Fernando_Botero •https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Obras_de_ Fernando_Botero •https://www.yoopit.com/pinturas-mas-famosas-defernando-botero


Impreso en KeyPrint Soluciones Medellín - Colombia Cra. 50 (Palacé)No. 58-28 Abríl-27-2018



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