En la luz constante del deseo (2012), de Aleqs Garrigóz

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ALEQS GARRIGÓZ

EN LA LUZ CONSTANTE DEL DESEO

© Todos los derechos reservados: Alejandro Garrigós, México, 2012

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ÍNDICE I EN LA LUZ CONSTANTE DEL DESEO / p. 4 CUANDO POR FIN TE ABRACE / p. 5 AFIRMACIÓN / p. 6 ISLAS FLOTANTES / p. 7 ROSA Y AZÚL / p. 8 SUEÑO HÚMEDO / p. 9 AMAR ES SÓLO EL DESEO DE PROSTITUIRSE / p. 10 VÍA LÁCTEA / p. 11 OBLACIÓN / p. 12 POEMA SUELTO / p. 13

II ORGANISMOS QUE NACEN PARA AMARSE / p. 14 COMO UN POCO DE SUDOR SOBRE TU CUERPO / p. 15 EN UNA BAHÍA ESCANCIADA DE LUZ / p. 16 FORMAS DE CONOCIMIENTO / p. 17 ESTADOS CREPUSCULARES / p. 18 CANTO EN VOZ BAJA p. / 19 PALABRAS GERMINALES / p. 20 PULSIONES PRIMITIVAS / p. 21 DONDE LAS HORMONAS ESCRIBEN / p. 22

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Y es así que llegará el momento en que la carne se adueñe de sus cambios y haga estallar su voz al laberinto. Coral Bracho

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I EN LA LUZ CONSTANTE DEL DESEO En la luz constante del deseo me muevo en antorchas trasfiguradas y límpidas. Su pulcritud, igual a un amor vivo que palpita, tiembla bajo la mano de un soplo de redenciones. Lo mismo en la vigilia que en el sueño, estoy más que siempre a la espera de la espuma, de un vuelco de ánforas y goteras de sangre sobre mi promesa amanecida. Y a la orilla de un beso.

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CUANDO POR FIN TE ABRACE Cuando por fin te abrace, brevedad de la sonrisa, firmamento azul y resplandores, todo mi cuerpo temblará de desvelados placeres. Agua, agua fresca para mi sed espero. Espero el círculo de tus brazos cerrado en mi cintura levantándome hasta las más altas estrellas, –Estoy seguro de ello como de que el alba prosigue a la noche y que otra vez amanece en nuestros perfiles.– Tus brazos otra vez sosteniéndome seguro bajo ese viento estelar, allí donde volvemos a estar juntos como eslabones de un misma cadena de esperanzas, donde tú dictas mi ley, donde somos posibles todavía.

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AFIRMACIÓN Aquí está para ti la cama despoblada. Cisnes blancos se deslizan sobre ella, imaginariamente, sobre olas de seda que burbujean de voluptuosidad. Un beso de carmín como contestación, sobre parajes de ensueño, será lo que pida de ti cuando en mi pecho te acompañe mi aliento alcoholizado. Quebrantaremos la ley para conducirnos con soltura en ese encierro, delicioso por nuestro, lejano al resto de los hombres, donde brillen sin mengua tus ojos, los te amos. –Donde el macho monte y embista a sus anchas.– El mundo que viviremos no es éste, sino uno que ya nace adentro de las palabras.

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ISLAS FLOTANTES Una luz lechosa nos recorre de repente en esta circunvalación de no eclipsados trayectos, porque estamos tú y yo descubriéndonos en todas nuestras humedades cósmicas. Somos islas sin pecado ni gravedad que saben ir siempre al trino de un sol púber, adonde sea que haya un poco de polvo enamorado. Nuestras cascadas se comunican su gozo. Se extasía cada rincón salino en que nace un suspiro y las aberraciones de la música del tiempo explotan al chocar contra nosotros. Así, como los cabellos de un niño albino que pidiera nacer, así irradiamos un misterio que se refiere a la luz, aunque seamos tan oscuros como la antimateria.

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ROSA Y AZÚL Recuerdo: estaba el jardín engalanado de grillos y estrellas la noche que explotó en fuegos artificiales; y el deseo era un trompo que giraba y giraba en la entrepierna, más adentro de la carne; la piel inauguraba los chispazos fugaces que la conducen al extravío; el aire era un cómplice en tu pelo. –Nada importaba: sólo tú y el momento. – Todo me produce ahora lenta, espesa melancolía, un añorar de la pubertad compartida. El deseo es, ya, en este punto, jugar contigo a la rayuela en aquel patio de la iniciación con la consigna de ir perdiendo más y más pudor... Que la llovizna lave para nosotros las tardes convexas, olorosas a ladrillo y hierbabuena, en las que resbalaremos vez tras vez para aprender la sexualidad nuevamente, hasta caer desmayados de fatiga uno sobre el otro ya sin miedo a nada.

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SUEÑO HÚMEDO El agua. El agua que resbala por las caderas no soporta la risa del amor cantando el encuentro de la realidad con su propia fantasía. Y cada melodía que duerme escurre melazas tibias que llaman a la lubricación y al desborde, porque en el roce de tu pelvis con la pelvis de la almohada germinan palabras suculentas, dádivas de luz, manglares penetrables para el ritmo concéntrico de tu ansiedad. Tu aliento gime, hacia el anchuroso mar del deseo, su vaivén de dedos y el glande henchido con las consonancias del secreto y la convulsión. Lo demás, ese rumor dilatado, es la sal que espera ser expulsada al mundo. No hay más que esponjosas respuestas sin pregunta, un delirio apretado al palpitar de un éxtasis, una explosión de magia, abismo hacia adentro de la dicha. Así de sublime es. No esperes a que el día toque las ventanas de la ciudad. Porque ya amanece así sobre tus sábanas. Respira cada vez más rápido; más rápido, y ya llega, ya está aquí. Es el semen... el semen. (Otra vez el semen.)

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AMAR ES SÓLO EL DESEO DE PROSTITUIRSE Se abre mi garganta recibiéndote. Y este pecho explota, ávido de repartirse en fibras danzantes hacia lo tuyo, pan que debe ser devorado al amanecer, todo migajas de luz de para los pájaros de tus manos. Siente el poder del mundo que giras, reconócete en él. Esto es para ti: mi susurro más caliente que cualquier hostal. Una música seminal inunda los espacios, más espesa que la noche, resbala, gotea sobre nosotros. No queda sino obedecer su magistral tersura, su vida abierta donde pulula el olor a todos los hombres. Cerrar los ojos y estar contigo adentro del verdadero secreto. Desde la herramienta prensil de mis manos, hasta el pez esquivo de tu verdadero centro, todo fluye apaciblemente: un pequeño lugar donde el agua corre, donde el viento canta. Y nosotros somos mejores todavía. Eres tan cercano que se me convulsiona el alma. Allí donde vuelves a lamer con tu cuerpo el mío, hay una oportunidad para que nazca el niño, para que no se detenga el verano. ¿Sientes el vuelo? ¿Me necesitas?

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VÍA LÁCTEA En la noche de mi cuerpo tu semen es una constelación amorosa: cada gota es una estrella recién nacida saludando al universo, iluminando la calma transparente en que tú y yo permanecemos extáticos, de cara al milagro. En la noche del tiempo y de mi cuerpo, camino de luz es donde leo las señales que me harán volver siempre a casa, hacia donde dirijo la mirada añorando el secreto de los antiguos orígenes. Es la cifra de mi destino suspendida en el vacío. Como un reguero de luces de Bengala, hace del misterio un juego. Viene a atestiguar la consistencia húmeda y estriada en la que los seres se sienten vivos y completos. Es la expulsión violentísima desde fraguas ignotas que ya luego permanece simplemente en reposo, repartiendo su vida, como el mundo. Reguero nutritivo para el abandono cósmico, sé su sabor. Sé la exacta lasitud con unge mi necesidad: mi vaso apurado antes de dormir, mi surtidor de gracia todavía. Sé la muerte que mata en mí.

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OBLACIÓN Oblación de carne. Mis filamentos se tensan como arco queriendo disparar la flecha lo más lejos posible. Vienes, te acercas, me hueles, lames, inundas el cuenco de mi oreja... Capricho soy, nacido con el día, sobre paños íntimos que inundan la habitación de fragancias nunca más prohibidas. En el arca de tus manos juntas, soy la plasticidad del barro. Me modelas a tu gusto y necesidad: una forma contiene a la otra. Hervor de la docilidad, dejo mis límites para integrarme a ti, adherirme con nervios y ligaduras espontáneas. Oblación de carne y semen. Dejo que todos los hombres me habiten, reconozcan mi profundidad, me acomoden a su deseo... Y escurran las veces requeridas sobre mi cuerpo de fiesta.

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POEMA SUELTO Semilla de la felicidad en mi cuerpo, lámpara que ilumina mis recovecos más hondos, eres la diástole de mi pulsación. Hombre no circunciso, padre de mano fuerte, amigo de la mañana clara. tu espalda me lleva por encima de todo peligro. Te necesito como la tierra a la lluvia, como recental la leche que mamar. Así que me hinco ante ti en agradecimiento. Hemos sido, el uno para el otro, camino para andar, un hogar donde arden resinas aromáticas, y plenitud de libros compartidos. Nada menos. Tálamo inagotable eres. Y tu abundancia llueve en mí como un esmalte. No vayas repartiéndote por el mundo si puedo contenerte entero. No encontrarías en otros igual manera de disolverte en unos labios y vaciarte en el pomo exacto en donde te expandas hasta el tamaño de tu sueño, hasta la gasificación. .

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II ORGANISMOS QUE NACEN PARA AMARSE 1 Tus células comunican a las mías coloides policromáticos, brillos estriados, infinitesimales anémonas efervescentes. Y sólo quiero estar allí, junto a tu miel que se derrama. Quiero ser recipiente que contenga todas tus secreciones. 2 Deséame por la tibieza de nuestra liviandad, con la lengua, en la aurora de la perversión. No sé decir que no a tus auscultaciones; ni por qué hay insectos azules en tu mirada. Pero yo miro. Y obedezco. 3 Algo despierta en mí si te veo orinar, calefacción de tegumentos, corola rebosante, fresco césped que se deja podar. Me atrapo entonces en la red de tus venas, Pez baboso con albedrío pequeño. 4 Ahora es cuando la serpiente se enrosca en las piernas, las nervaduras se ofrecen en bandeja de plata y el océano cabe en nuestras copas. Ahora es cuando el imán de tus labios anula el pasado y la distancia. 5 Eres música de cántaros llenados con licor sobre la redondez de hombros exactos. Como una estancia acondicionada para probar la integridad de la carne.

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COMO UN POCO DE SUDOR SOBRE TU CUERPO 1 Tus manos son fuego. Y yo soy la materia que las aviva. En ellas ardo de fiebre espasmódica, alucinación y una pizca de misterio. 2 Nacemos vez tras vez al roce de un alba electrizante y todo nos es efervescencia de deleites licuados. A tus pies caigo rendido como pétalos, como dulces y necesarias palabras. Vivimos en una cueva lúbrica, sobre sábanas de musgo, condenados a desgastarnos a besos los labios. Morimos en asfixias cada hora más merecidas. 3 Todo deviene natural, clima que derrama generosidades sobre nuestras espaldas que ya se están combando: aceites, pomadas. Bálsamos. 4 Si logramos salir de esta tórrida prisión será únicamente para que pueda seguir tus pisadas hasta las últimas fronteras.

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EN UNA BAHÍA ESCANCIADA DE LUZ 1 Habrá que deslizar un espeso bosque de algas sobre tu cuello al jadear en tu oído, para decir el nombre de este frenesí. De esos limos tienes el cuerpo y la maleabilidad. De estas espigas que cortan el cielo, la delicadeza. De mí lo tienes todo. 2 El mar nos brama en la mirada como un enorme toro que necesitara urgentemente embestirnos. Se allega; tira las piernas, despoja la ropa. El mediodía perenne, polimorfo, de esta selva untuosa de gravedades, nos responde. Se mueve a tu ritmo pelviano, agita su floresta despeinada con cada gemido. 3 El trino de las aves del paraíso lamerá todavía nuestros costados mientras tu hermosura centellee así de feliz. (Nuestro afecto es ya más blanco que la arena y las bestias comiendo de nuestra mano.) 4 Necesito una espada, para cortar el telón de este mundo; y exhibirnos tal como somos.

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FORMAS DE CONOCIMIENTO 1 La noche es un potro al que debemos domar, sobre cuyas espaldas correremos y corremos sin importar lluvia o truenos. Hasta la destrucción. El mundo está tocando su flauta de celebración y no podemos sino seguir al cortejo dichoso que no se detiene sino ante la muerte. 2 Para tu felpa aromada, mi caricia. Para mi cuerpo entero, tus dedos que hurgan y me encuentran. Dame amor en los labios. Dame fierro. Dame algo que me aniquile a tus ojos: eres un espanto pequeño que debo en recibir en ambas mejillas. 3 Necesitaría ya jalar tus cabellos mientras penetro en tu recinto más caliente; apurar tus besos, vinagre de la mejor crucifixión. Necesitaría establecerme contigo un colchón y hacer malabares en el coito. 4 Copa de oro, rebosante de vida plena; copa sostenida justo a la mitad del huerto del mundo , a donde sólo podemos llegar tú y yo henchidos de amor y de ternura. Copa de sangre, semen y sedimentos barrosos... Eso es el amor para nosotros: bebamos.

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ESTADOS CREPUSCULARES 1 Te sirvo según corresponda: todo oralidad o tobogán que va de tu erección al orgasmo. Lamo la tierra de tus manos, hincado, ebrio de algo que no identifico. Me penetro salvajemente tu amor altivo por medir la profundidad en mi garganta Te pertenezco. 2 Partículas diamantinas gravitan tu cara. Es el momento en que la celeridad baila en tus ojos y me invaden tus sugerencias como abejas. Cuando el amo llama a su esclavo sexual no es posible sino consentir. 3 Liba de mi boca el sabor de la fermentación, anega con tus tentáculos mis cavidades más elásticas ahora que flores de goma abiertas, naturalmente, a la fornicación. Colma mis días con tu espesura deleitosa. 4 Albricias. Vivo junto a ti, el hombre que amo, en el lugar de los alegres esplendores: cofre de minerales inagotables y palomas sangrantes. Fortuna entre las fortunas.

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CANTO EN VOZ BAJA 1 Me derramo por ti, arrastrándome como un río lodoso siempre a tus pies, que lamo ceremoniosamente. Hay tanto tuyo que no sabes que vive en mí: tantas de tus estrellas dibujadas en mi espalda, ascuas de nuestros besos ardiendo como luceros en el camino de dos, perfumes de tu ropa en cada bandera invisible del día. 2 Hoy es la fiesta de la inseminación. Hacia ella voy de tu mano; nos detenemos sólo para compartir el humo, de boca a boca, de nuestro cigarro inacabable. Ya viscosos, ya en delicuescencia, experimentaremos todo cambio y morfología. 3 Tatúa como ayer tu boca en la mía; cose tu piel en mi piel. Vivamos unidos por la médula de los placeres eléctricos, por el corazón que bombea a borbotones el incendio de la sangre; en simetría perfecta. Y que la cama sea como un templo en donde rindamos culto a nuestro cuerpos trenzados como sol y luna en el eclipse. 4 Chisporroteo de alegría si te siento encima de mí. Me bulle el tuétano. Hierve la sangre. Ardo bajo tu tacto, pequeño sol, fogata que es un corazón ardiendo en la mitad de la alcoba.

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PALABRAS GERMINALES 1 Abrázame con la camisa llena de sudores. Y déjame sentirme extraviado adentro de mis ojos, en el negro profundo, donde la única luz sea ésta, incompresible, amada luz que dicta los latidos de mi entraña: tú. 2 Llévame a tu casa. Y átame allí a tu mástil sin dejarme oír más que tu voz. No quiero reconocer más tacto que el tuyo. Hechízame con un cántico de centellas. Aliméntame de racimos morados y saliva. 3 Yo he de acudir siempre a tu llamado de urgencia. Magma sonoro cuajado de dulces mortificaciones, muéstrame tus atributos. Cerveza para la sed de este viajero, entrégate ya. 4 Soy algo que tiembla bajo tu nombre. Soy quien pondría el jarrón de tus almíbares en la copa del árbol más alto, una cascada de plumas líquidas queriendo detenerse en tu ombligo. Tú eres el goce natural y regalado del baño tibio y la succión del pene. 5 Hagamos de la tarde confeti y que éste llueva en cada celebración de las horas. Ensayemos en todas las posiciones el amor: que siempre sea el encuentro y jamás la despedida. Siempre un nuevo encuentro de fulgores sobre las zonas aún vírgenes de la piel.

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PULSIONES PRIMITIVAS 1 El toro del deseo fertiliza la tierra con su semilla inmemorial: nos convoca a la inmolación. Somos ya amalgama de mucosidades inocuas si se beben, regalos al paladar: sabor a moluscos en su concha; a fango de torrente revuelto, bebido en su fuente. 2 Tus olas penetran las playas de mi piel, rito del agua que se purifica en el sexo. Y cada desgarramiento contiene el augurio de la religiosidad. La noche se hace brillante regresándonos a la selva, al manglar, donde aguardan los verdaderos enigmas. 3 Mi amor es un felino: constelación de ojos. Y cuando anda, señorial, el verde se le embarra, lo va lamiendo. Vapores azules. Las lianas son extensiones de nuestro tacto hambriento. Hinquemos el colmillo en el corazón rasgado. 4 Descubrí el fuego en ti. Mi hacha te amedrenta. Te golpeo. Porque tu cuerpo se amolda en mis manos. Yo te haré estatua. Así serás recordado cuando yo y este poema hayamos muerto.

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DONDE LAS DE HORMONAS ESCRIBEN

1 Hervidero de conejos. El beso esquimal es pretexto para degustar el ano. Arborescencias en los límites de la luz: atracción impostergable de los ungidos. Caída y vértigo de la ascensión. 2 Espíritu de la mañana, no hay sendas imposibles para la ambición que todo trasforma. Dar mi frente emancipada al salvajismo de los vergeles es el precio justo: balance de dendritas crespas y chorreos múltiples. Nata y betunes. Entonces nos sometemos. 3 En verdad te digo: prostitúyeme en tus bares. La pauta es –anatomía de la oferta– un sorbo fantástico de cinturas: barroquismo de sentidos mordiendo el plátano que está muy maduro. Así será tributado el filete. Dejaremos correr las glándulas en exudación sobre todos los valles. Rozaduras en los glúteos y marcas de dientes testificarán la gravedad cero. 4 Porque la primavera nos regala ya su polen, el burro se hace indolente. Los vendavales te dan sus dedos; y entonces huelo tus axilas. Así resucitamos del polvo para rescatar al planeta: sólo lujuria ¡y nada más sobre lo creado!

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