Aleqs Garrigóz
PÁGINAS QUE CAEN
© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS: ALEJANDRO GARRIGÓS ROJAS. MÉXICO, 2008
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ÍNDICE COSAS OBSERVADAS OBSERVACIÓN DE AVES / 4 LA SOLEDAD / 5 EL TIEMPO / 6 EL DOLOR / 7 SUICIDIO / 8 MAQUILLAJE / 9 DE LA LOCURA / 10 EL TÚNEL / 11 EL CARACOL / 12 LOS HERMANOS / 13 EL VINO / 14 EL OTRO / 15 EL AHORCADO / 16 DELTA /17 VIDA / 18 DICIEMBRE / 19 BRINDIS / 20 AGONÍA DEL PÁJARO / 21 EL ESPANTAPÁJAROS / 22 LA ROSA / 23 VERANO EN EL TRÓPICO / 24 EL NARCISO / 25 LA PALABRA / 26
LA PRIMERA PERSONA AGUJERO NEGRO / 27 UN DESEO ES UNA ESTRELLA QUE CAE / 28 EMOCIÓN / 29 QUIERO SER LA PIEDRA / 30 INQUIETUD / 31 INSTANTE / 32 MIS OJOS SE ESTÁN CANSANDO / 33
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A los neurรณpatas
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COSAS OBSERVADAS Palabra que no sabes lo que nombras. Xavier Villaurrutia
OBSERVACIÓN DE AVES Cuando las aves orientan su fuga al poniente el alma siente un no se qué y con alas al aire quisiera ir también. Volar. Dejar atrás la espesa multitud, el humo asfixiante de la creciente ciudad, el grillete de las obligaciones. Dejarlo todo... como se deja nada. Volar. Batir los cielos con poder de águilas, cortar el horizonte en maniobra espectacular. Sólo por sentir... lo que se siente. Nosotros somos especie de cautiverio; enloquecemos de encierro. Permanecemos. Las aves por nacimiento saben sobrevivir. Cuando emigran a continentes lejanos el camino sin marca conocen las crías al regresar. Nosotros intentamos aprender; olvidamos. No tenemos más memoria que la palabra torpe, oscura, inexacta.
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LA SOLEDAD La soledad es una sombra gris, casi negra, que extiende su mancha impalpable sobre la monotonía de nuestras horas. La soledad ocupa los cuartos, las habitaciones, y alguna vez habla. A través de las grietas de un muro viejo donde crees reconocer caras, animales imposibles, árboles de un jardín imaginario, escucharás su voz. Y, tendido en rigidez, como sobre una plancha de hospital, exclamarás “¿Quién eres?...” Y ella contestará: “Soy tu soledad. Hemos estado juntos desde tu nacimiento. A veces miras las nubes, encuentras a un amigo, te embriagas y te olvidas de mí... Pero siempre voy pegada a tu cuerpo como una capa. Siénteme; reconoce en mi voz tus íntimos pensamientos, tus versos, tu asfixia rutinaria. Entonces, nos levantamos precipitados de espanto como un muerto que en el lecho resucitara y en el espejo nos inspeccionamos lo mismo que un médico a un enfermo terminal, volviendo a caer en la cuenta de que somos uno, sólo uno, contra el mundo, contra todo lo demás.
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EL TIEMPO No sabemos si asciende del fondo de la creación, si viene de una dirección o de todas. Ni siquiera sabemos qué es, qué partículas lo forman, qué recipiente lo contiene. No sabemos tampoco si no es una ilusión más de esta farsa fantástica que llamamos realidad. Pero es inútil, inútil escondernos en el armario o atender los asuntos dándole la espalda, como si no importara. Inútil atrasar desesperadamente las manecillas del reloj, quebrarlo como a un juguete diabólico. Nada podemos contra la horripilante neurosis, la vejez, la ruina, la ineludible enfermedad. Nada hay contra el tiempo. Algún día moriremos. –¿Cómo podremos ganar? – Oh, Dios mío... ¿Qué has hecho?
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EL DOLOR El dolor es la sustancia constitucional del hombre. Erigiendo, sosteniendo una irreparable estructura, ocupa la hondura del pecho, la intimidad de la sangre, la espesura del cerebro en la que finalmente explota y se reparte hacia la totalidad del cuerpo. Levanta los huesos con una pesadez de plomo, late como una noche encerrada en el alma, roe el corazón como una rata que nunca se sacia, conduce la palabra con ese ritmo lento y grave que nos recuerda lo que hay de nuestro en las tumbas. Lo sentimos abrir sus manos y gobernar nuestra vida. ¡Cuántas veces nos susurró al oído su paternidad, su secreto de lo orgánico! Más aún: es lo que de vacío tienen nuestras células, el espacio intermedio entre los átomos donde cabe la nada. Y, por los siglos de los siglos, la razón de vivir de alguien como yo... ¡dado que no puede ser de otro modo!
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SUICIDIO No sólo la fuga sensual de la sangre, no sólo la noche final del amante: también el corazón dibujado en el vaho del ventanal y los árboles sosteniendo cristales de irrepetible hermosura, el lecho perfumado con rosas deshojadas tiernamente, la almohada de plumas tan finas, esa cara lavada indecible y la carta donde emocionan frases mejor que un cúmulo de centellas. No sólo el acto de dormir y ser acariciado por un sueño mayor que los sueños más gloriosos en vida realizados: también el último aliento expirado como un beso de despedida. El que sabe morirse de amor construye el poema con su cuerpo.
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MAQUILLAJE El maquillaje seduce a las mujeres, a los hombres. Es capaz de crear la androginia, el beso rosa en que los sexos se funden en voluptuosidades carnales, a la vez divinas. El maquillaje es, desde el origen de la oscuridad humana, una forma de ser lo que no seremos nunca: lo que siempre querremos ser. Cuando lloran las prostitutas, los payasos, sus caras logran un encanto innegable, donde horror se iguala a ternura, en abrazo más que fraternal. Esa pasta de lágrimas y maquillaje se llama Humanidad. Pinta en tus labios la pasión que no tienes. Sombrea tus ojos con ceniza… Sal a la calle.
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DE LA LOCURA Volverse “loco” es tan fácil... basta un susto, un parpadeo, a veces menos. Y se dicta la sentencia: “A los hospitales psiquiátricos a vivir.” ¿Quién osa empuñar la regla de la sanidad? ¿Con qué han medido lo que no tiene principio ni fin, ni pies ni cabeza –mucho menos cabeza–? Antenas cósmicas de radio, telerreceptores holográficos en una amplitud o en otra. Eso somos. La mujer desaliñada y grosera que delira en la calle desnuda de coherencia, abandonándose en un ensueño agridulce más hermoso que la niñez, se entrega tributariamente al llamado persistente de lo absoluto. Que es caos. Sin que en ello haya merma o crimen. Los locos incuban en su cerebro la solicitud caprichosa del universo.
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EL TÚNEL El túnel divide en dos la carretera sinuosa, latitudes que en vida y muerte se difunden. Como cuando con un barreno atravesamos el corazón de una manzana, así el cerro fue despojado de su entraña. Pero a veces en la operación se desliza un error. Lo atravieso con inseguridad y con jadeo. A través de vidrios empañados, la neblina va formando caprichosos fantasmas que juegan a cegarnos, a enloquecernos. Y es inútil que encienda la radio para no atender. Túnel donde el frío cuaja en estalactitas, donde la humedad envenena el aire apresado, donde una cerilla que logra su incendio es letal, donde se eterniza un grito de auxilio. Donde se solidifica un pulso de horror.
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EL CARACOL El caracol arrastra su soledad; se desliza sobre márgenes cambiantes y arenas movedizas, sintiendo la amenaza del pico curvo, de la garra rapaz. Debe ir allá, siempre allá, penosamente llevando, lo mismo que un oscuro nómada, el pétreo refugio de su casa sobre su espalda inconsistente. Antes de la historia, en la edad de las primeras formas vivas del agua, el caracol, como un símbolo cósmico, ya esperaba ser descifrado por un hombre mudo. Guarda, al igual que un cofre, un tesoro de sabiduría: la arquitectura del infinito perpetuándose siempre en espiral y el timbre exacto del canto del mar. Cuando un hombre recoge su concha vacía y sopla a través de su hermosura sostenida no sabemos qué potencias es capaz de despertar.
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LOS HERMANOS Hombro con hombro somos hombres. Y por senderos adversos, sorpresivos de los años, mi mano conoce en la suya la extensión de su propia plenitud. Espalda con espalda, para abarcar en un vistazo la totalidad circundante, así los miembros de un precioso compás: las cabezas que se unen a un solo afán, el poder hacer de las fuerzas que se juntan, la dicha multiplicada al compartirse como panes de un único milagro: la guerra, el exterminio mutuo del humano resueltos, conciliados.
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EL VINO Más cálido que la mano de un amigo el vino que convoca la escasa alegría, que junta al hombre con el hombre. En sus labios espumosos me hace dejar los labios y esa dulzura me revela, súbitamente, secretos de la música del mundo en la que la noche es sólo una nota más. Y veo que es bueno. Y mi sangre se está entonces en un bullicio festivo porque se ha igualado a la de un dios que se hizo hombre sólo para morir. Y bailo. Y sueño aún más despierto, porque el esclavo es libre mientras bebe y baila junto a la fogata de su corazón ardiendo. Acompañando el canto de la guitarra o cerca de tu cuerpo ahora con invisibles alas, allí donde mi pecho está ya hirviendo de amor con cada roce magnético de la vida, allí puede ir conmigo.
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EL OTRO Imposible desentenderte de esa presencia que –a veces más– se espejea en sombras y luces de tu cara, de su cuerpo cuyos nervios conectan a ambos por electricidad. Desde que lo has visto es tu dolor, los brazos en los que buscarás mecer tu abandono; tu culpa; tu sacrificio inútil; y lo demás… ¡Y olvidas que tu simple vivir casi le impide respirar! Hermanastro arrebatándote el bocado del maná –esa dádiva tan precariamente dispensada por los dioses–, enrareciendo el aire con su voz, trastornando la realidad a su favor, es más pequeño o más grande que tú, pero es igualmente letal.
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EL AHORCADO Cual péndulo que hipnotiza, de una rama sin doblez bajo el peso del pecado, hay un hombre en edad del Infierno merecer. Un pájaro carroñero le almuerza los ojos. ¡Ay cómo pica y devora el hermoso! Tieso, la piel acanalada le es flechada por gusanos inmundos que han forjado caverna en su abdomen morado y de su entraña hacen cunero de terrible ejército anélido. Oh proletariado maldito, parásito. No hay mucho, sin embargo, con qué impresionar: jirones que son su ropa, hedor, la cabeza caída y la obvia garganta castrada. Alguna vez me hubiera arqueado de ascos, espantado de pesadilla al rojo vivo: antes fui un niño, ahora no. ¡Qué bella puede ser la muerte ajena!
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DELTA No es río ni mar el delta donde las garzas presumen su pulcra esbeltez, siempre atentas a irse achicando en el paisaje, y la espuma –ese belfo de potro indomable– se asoma sobre aguas violentas, construye instantáneos, fantasmagóricos castillos. Donde el movimiento perpetuo aniquila la tranquilidad de las aguas separadas por la sal de su naturaleza. ¡Cómo se nos llenan los oídos de su música atroz de remolino hipnótico! Cada uno, mar y río, con su cuerpo ajeno, monstruoso, llenado de una misma sustancia que les confiere voluptuosidad estruendosa de bestia terrestre renegada, se encuentra en un nudo de rechazos y de bramas: se embrazan, se dan de sí, se penetran, como dos meteoros que chocan destruyéndose, como los amantes en el sexo.
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VIDA La vida se llena sólo de actos inútiles, de correspondencias fugaces sin sentido. Es necesario inventarnos siempre un rumbo, una excusa. No basta merodear los alrededores con enormes máscaras de hipocresía. Se vive desgastando el asombro, los sentidos. La fe se nos viene abajo como el cilantro cuando se marchita. Si sorprendemos nuestra fecha al deshojar el calendario, no hay razón por motivarnos: la celebración es estúpida. Los antidepresivos se toman durante el día. Los antipsicóticos por la noche. Pero si uno muere –sólo si uno muere–, el que lo amaba puede agradecer y entonces rogar por su descanso.
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DICIEMBRE Las hojuelas de nieve, juntadas por su propio frío, han formado grandes jorobas, dunas que tapiaron cada puerta para salir a ver la hermosura que el aire desenvuelve como a un regalo. Leeremos junto a la chimenea, beberemos exóticos tés guardados especialmente para Navidad. Y las manos se calientan con mitones y en cada ventana se han colocado papeles de color. El abuelo levanta, como anunciando a un príncipe, al pequeño bebé arropado en felpa. ¿Qué buenas noticias traerán las cartas, los periódicos cuando llegue la primavera? Por la inclemente montaña se desliza ya, arrastrando postes de luz, cercos, mujeres, tractores, la estruendosa avalancha. ¡Oraremos! Oraremos por la gracia de Dios para salvarnos. Haciendo una ronda con las manos enlazadas, los ojos de familia aún entera, cerrados por la fe, van coagulando una extrañeza más frágil que las lágrimas.
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UN BRINDIS Él por ella levantó el vaso; había gotas contenidas en sus ojos, sus manos temblaban y sentía miedo... pero estaba decidido. Su boca se cerró aferrada a la vida: él empujaba el vaso pero no bebía. Luego, sus ojos se derramaron... y el vaso también, sobre sus labios. Y he aquí que el beso contenido en el vaso se abrió y cerró sus ojos que ya no lloraban. Y he aquí que ya no sintió miedo. Y fue la tarde del último día.
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AGONÍA DEL PÁJARO ¿Conoces al pájaro que cruza sin descanso los océanos? ¿A aquél que, alcanzado por un aire malsano, cae sobre las altas ciudades de hierro? ¿Conoces la miseria del pequeño petirrojo cuyo bosque se incendia y hurga en las cenizas con un pico hambriento? ¿La de aquel que, herido por la bala de un infante, agita su ala en un charco de sangre? Vivimos en peligro: ...Dios no mira la agonía del pájaro, y el corazón es pájaro cogido en muchos (espinosos) lazos.
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EL ESPANTAPÁJAROS Sobre un campo de estériles canales, más abandonado que un nacimiento, ostenta su crucifixión un tosco espantapájaros. Viste mezclilla rota y percudida, camisa pobre con remiendos, rescatada de no sé qué basural. Y aunque le han dibujado una sonrisa, su aspecto es más bien tristísimo, pero noble, como el de esos niños obligados a asistir disfrazados a un festival escolar. Lleva por ojos dos botones enormes, dispares; y su cabeza rellena de paja. Y aunque se crea omnipresente, poderoso en su misión de salvaguardar el verdor, el tesoro del maíz dorado, la vida, las espigas alargándose hasta acuchillar el cielo, a su espalda burlones pájaros ríen defecando sobre él. Siento infinita ternura al mirarlo. Es como si contemplara mi ayer, mi adolescencia en trapo y palo.
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LA ROSA Antorcha viva, enigmático libro de rojas sensualidades, la rosa en su hermosura es casi animal: si la muerdes creerás hacerla sangrar. Boca sexual, cada pétalo es un carnoso labio. La vibración imperceptible de sus hojas una sílaba de amor quiere decirnos. Su tallo es la esbeltez, el equilibrio mismo de una bailarina que una danza estática cumpliera. El enamorado la corta para llevarla al altar como símbolo de su corazón, mientras el poeta llora por la crueldad de su espina que no puede salvarla de ser amanecer y ocaso de un solo día. No olvides entonces que es capaz matar: en su nombre se han desatado ya los crímenes, las leyes, las guerras, las meditaciones...
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VERANO EN EL TRÓPICO El verano es para el mal humor, la enfermedad, la muerte y la putrefacción. Hay un hedor a carne podrida en el mercado y las mujeres lo circulan tapándose la cara. La cañería abierta por los chubascos ha desbordado las heces que flotan en arroyos espumosos donde juegan niños famélicos. Hombres trabajan semidesnudos en las aceras y el olor de sus axilas nos marea. Los perros buscan a otros para olerles el ano, montarlos, comunicarles los virus. Hay tedio. Niñas baten inútilmente el aire con abanicos sobre sus rostros, respirando esporas nocivas. ¿Ya hablamos de las larvas que, al salir aladas, triunfales de pozos de agua verdosa, nos darán la fiebre y el dolor de huesos que dura hasta la consunción? Los mangos están manchados de una marca negra que los emparienta con Satán. De quien lo coma, el gusano vil camuflado en la pulpa, contoneándosele en las entrañas, vaciará las vísceras para exponerlas en medio del vómito. Moscas estúpidas revolotean alrededor de una bolsa de agua colgada como un falso farol. Y al alejarnos hacia los valles, donde imaginamos un Paraíso que nunca tuvimos, sólo oiremos un coro pesado de sapos hinchados de fealdad y una nube de mosquitos nos asaltará. Las epidemias exterminan en verano a los más pobres y desafortunados. Es la selección natural de Dios
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EL NARCISO Es amarillo para ser atractivo para los dos sexos. Su carne es blanda en el junquillo elevado para alcanzar, dividir los cielos. Piel a la que ha rociado la hermosura, pólenes dorados esparcidos en todas direcciones, pétalos que enamoran la mirada: todo él es una maravilla. Madura con el proceso de la exquisitez: es el poeta mismo, junto a las aguas remansadas, meciéndose como un niño olvidado del mundo. Ya solo, por desapego, a la orilla. Y es, como el placer, imaginante, un mundo autosuficiente donde sólo puede caber uno. Pero todo esto es, en realidad, una infracción al orden del hombre; porque, ¿qué sucede cuando así alcanza la perfección? Se repliega y empieza a morir por amor, adentro de sí, oscuramente deleitando su adiós ante ojos horrorizados que condenan su extravío. Flor majestuosa, sí, pero también pestilente.
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LA PALABRA
Y Dios dijo: “Hágase la luz” y se hizo la luz. Génesis 1:10
La palabra del hombre es palabra del cosmos: magia expresada en verbo. A veces se nos olvida y no queremos volver a saberlo; pero basta observar fijamente, estar atentos. La palabra sana, trastorna, resucita, crea, aniquila, conduce los sueños, trasmuta la esencia, produce milagros. Basta hablar o aun decir en la mente para cambiar el universo. Desde la maraña de nuestros nervios mayores y a través de algún plano inmaterial el pensamiento viaja, hace ecos, altera las correspondencias. La palabra es la hermosura del mal, y el poder del bien. Todo lo puede.
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LA PRIMERA PERSONA Je reconstruirai l'homme que je suis. Antonin Artaud
AGUJERO NEGRO Mi juventud es un agujero negro. Dentro de mí ha caído la luz que yo mismo me he robado. Astro difunto haciendo implosión, funesto incubador de la fuerza oscura del universo, recipiente de la maldad ajena, dentro de mí cae la luz que yo mismo me he robado. No puedo hacer el mal porque el mal me hace a mí. Incapaz de salir de mí mismo, deseo un instante abrir los brazos como un sol por siquiera despedir a lo que fui. Agujero que engulle la posibilidad del amanecer no sé desde donde quiero hablar...
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UN DESEO ES UNA ESTRELLA QUE CAE No sé si psicosis ya o el límite de la personalidad: estas ojeras en torno a la pupila quebrada de tanto llorar, nomás por no más; estas ganas de azotar mi carne, de ahorcarme, de correr tan, tan rápido para que esto me haga desaparecer, de una vez. Lo quise para mí; conjuré a las potencias. Ahora soy mi deseo: cresta a donde sube mi raza olvidada conmigo, boya a donde emerge el apellido de los míos. (Tener más cuidado con lo que se desea. Algo escucha. ¡Lo estoy pagando!) No sé si demencia si tengo 22 años... ¡Y aún debo tolerar tanta vida! (Aceptar el trato por el que se entregó el alma: ser una pila de libros más en la penúltima galería de la biblioteca del mundo.)
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EMOCIÓN Eres la compañía que me invento en el camino –que con rosas o espinas es el mismo–, la escalera en que subo a la cumbre para lanzarme al vacío, filo de contrastes en que me sangro para sentirme vivo. No podría estar contento sin ti –¡Cómo lo estoy! –, pajarillo con su pequeño grano, aleteando entre los mirtos, sin advertir la depredación ensangrentando el final del cuento. No me atrevería a tomar tu nombre como mío, ni podría guiar tu atención a mi canto primitivo; éxtasis de dualidad, río que arrastra júbilo y desesperanza, vértigo de simas y cimas. Mano que me prensa y me destruye, para grabarme en formas imperecederas, eternas.
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QUIERO SER LA PIEDRA Bendita sea la piedra que no ve; la piedra hostil que es reposo absoluto, orden supremo, corazón de la muerte. No, no quiero más sentir que sentir nos aflige... y el pensar es pesar... ¡Y la conciencia de existir es tal! Todo acto es violento. Quiero ser la piedra que nada debe hacer, no dañar el cristal de la serenidad, permanecer en silencio de plenitud original. El cerebro, los tuétanos se enervan frenéticamente; pero este poema no se logra. Quiero ser la piedra... ¿Es mucho pedir?
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INQUIETUD ¿Por qué este impulso equívoco de dialogar con extraños y contarles mi historia de naufragios y desdichas? ¿Por qué esta desesperación de sentirme solo, perdido en un mar de hombres? ¿Por qué destruyo siempre lo que amo y amo lo que me destruye? Ay el puño del corazón golpeando los muros de mi pecho, clamando por salir desbordado, ávido de estrenar el ámbito donde encuentre asilo su orfandad. Ay mi corazón atrincherado en esta cueva donde lo parte el lento martillo de la gota que cae, encogido como un niño enfermo de fiebres, llorando para sí, pidiendo perdón. Ay mi huevito de sueño acorralado de amenazas, mi gemido sofocado, mi mano presurosa a recoger la pequeñez de todas las migajas...
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INSTANTE Crucificado de bruces sobre un viejo tablón, mi destino está a mis pies y en las manos con que otros lo destruyen: tan lleno de un vacío de todo. Me probé el vestido de la felicidad pero en ella parece no haber poesía. Como estrella de cinco puntas haciendo implosión, mi patria es la muerte: sólo allí la sumisión, la entrega. No aprender a mentir. Pues la mentira es de la vida compañera.
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MIS OJOS SE ESTÁN CANSANDO Mis ojos se están cansando... ¡Mis ojos! Si durmiera para nunca despertar..., si en el sueño deletéreo atravesara el túnel después del cual ya nadie vuelve y en cuya boca escasas almas se han posado, saludando al milagro, sabría que no todo en las imágenes mías que acaso algo me mostrara sería carencia, dificultad, hambre de compañía: también tuve gracia (apocada, pero verdadera) y talento. –El talento: conciencia de clase condenada, pacto con el Diablo, teatro de lágrimas, autodestrucción, charlatanería.– Mis ojos se están cansando y lentamente juntan sus orillas las pesadas lonas de mis párpados. Mis ojos están cansados... Quiero dormir.
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