Marzo 2016

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Marzo de 2016

C贸mo Estar Absolutamente Seguro de la Salvaci贸n

Domingo 06 de Marzo de 2016

Domingo 13 de Marzo de 2016

El mal y los prop贸sitos de Dios

El Pecado: El supremo problema del hombre

Domingo 20 de Marzo de 2016

Domingo 27 de Marzo de 2016

Los dos lados del problema del pecado del hombre

驴Puede un hombre ser justo ante Dios?


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TEMA DE PORTADA

Somos una Iglesia Cristiana reformada por la Gracia de nuestro Señor. Esta Iglesia está compuesta de personas imperfectas y con errores, pero vamos creciendo en santidad, no por nuestros propios méritos, sino por Aquél que nos conduce en el camino de la perseverancia: Jesucristo nuestro Señor, Salvador y Cabeza de la iglesia. Como iglesia cristiana nos esforzamos en aprender y declarar las enseñanzas inerrantes de las Santas Escrituras , pues consideramos que la Palabra de Dios es SUFICIENTE para enseñarnos toda la verdad acerca de nuestro Creador, sin ninguna interpretación privada de la misma. Como Iglesia Cristiana Reformada nos apegamos a la doctrina de la Elección, pues consideramos que la salvación NO ES ALGO QUE SE GANE por medio de la obras, sino por la Gracia de nuestro Dios, quién nos conoció desde la eternidad pasada. Trabajamos constantemente en llevar el Santo Evangelio de la Gracia, pues consideramos que el verdadero evangelio consiste en dejar bien claro lo que la muerte, resurrección y ascensión de nuestro Salvador significa en la vida de todo ser humano. Llevamos un evangelio que da el lugar que Jesucristo merece como Dios, y reconocemos lo grave que es contaminar la Biblia con ideas humanas. Tenemos muy claro que el evangelio verdadero, no debe confundirse con “verdades” cambiantes y puntos de vista meramente humanos, pues la Escritura cita de manera firme y contundente en Gálatas 1:8-9: “Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anuncia un evangelio diferente del que os hemos anunciado. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguien os predica un evangelio diferente de la que habéis recibido, sea anatema.” Es un gran privilegio y una gran responsabilidad llevar el evangelio de la Gracia y sabemos lo que Dios reclamará de todo aquel que lo contamine. Como una Iglesia reformada, alentamos a todos los hombres a que busquen aprender las doctrinas de la Gracia expuestas en la Santa Palabra de Dios , la Biblia. Invitamos a toda persona a conocer el Evangelio de Jesucristo y participar de sus maravillosas bendiciones y recompensas. Que el Dios de la Gracia le bendiga.

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Vol. 3 No. 2/ 2016/ Mensual / Español Programa de Estudio interno Iglesia Cristiana Reformada Sana Doctrina

Esta publicación es utilizada únicamente para estudio en la iglesia. Prohibida su venta. Cuando así se requiere se citan las referencias correspondientes. A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas han sido extraídas de La Biblia de las Américas. Visite www.icrsd.mx


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Hace algún tiempo, en un vuelo a Oregon, me senté junto a una mujer que me preguntó a dó nde iba. “Sisters, Oregon,” le contesté . “¿Sabes dó nde está ?” Me aseguró que si, y la mujer preguntó : “¿Cuá l es la razó n de ir allı́ ? ” Despué s de decirle que yo estaba escribiendo un libro acerca de có mo podemos estar seguros de que vamos al cielo, se maravilló , “¿Quiere decir que usted puede saber que usted va al cielo?” Al darme cuenta de que Dios me habıá abierto una puerta para que le hablara acerca de Cristo, le recalqué que si podemos conocer nuestro destino determinado eterno, diciendo: “Podemos darnos el lujo de equivocarnos en ir a Sisters, Oregon, pero no de ir al cielo”.

La seguridad de nuestro destino

¿Có mo podemos estar seguros? La verdad es que podemos estar seguros acerca de dó nde pasaremos la eternidad. Podemos saber con certeza que cuando muramos, vamos a ir al cielo. Pero, ¿có mo podemos estar seguros? Muchas personas luchan con la certeza de su salvació n, especialmente los nuevos creyentes. ¿Có mo podemos saber có mo estamos con Dios? La Biblia enseñ a que la seguridad de la salvació n se basa firmemente en cuatro pilares inamovibles. Veamos.


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Cuatro pilares inamovibles de la seguridad eterna Pilar 1 ¡Dios no Puede Mentir!

En primer lugar, la garantıá se basa en la fiabilidad absoluta de la E s c r i t u r a . E n t o d o e l N u e v o Testamento, leemos las promesas de Dios de salvar a todos los que creen en su Hijo. La Biblia dice: “porque todo aquel que invocare el nombre del Señ or, será salvo.” (Romanos 10:13) ¡Esta es una promesa! Todos los que han comprometido sus vidas a Jesucristo pueden tener la firme confianza de salvació n basada en la infalibilidad de la Palabra de Dios. Jesú s dijo: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mı;́ y al que a mı ́ viene, no le echo fuera.” (Juan 6:37) Si usted viene a Jesú s con verdadero arrepentimiento y fe, El promete que El le salvará . Podemos saber que Jesú s nos ha recibido, porque, sencillamente, ¡lo dijo! Cuando la Biblia habla, Dios habla. Y lo que Dios dijo, seguro El hará . El salvará a todos los que invocan a Jesucristo. Usted tiene Su palabra allı.́iere que seamos matrimonios felices.

Pilar 2 Jesú s Pagó Todo En segundo lugar, la garantıá se basa en la obra terminada de Jesucristo. Cuando Jesú s murió en la cruz, El llevó nuestros pecados, sufriendo la ira de Dios, y clamó : “¡Consumado es!” (Juan 19:30) Con ello, querı́a decir que la expiació n completa de todos nuestros pecados, pasados, presentes y futuros-se ha hecho. Su obra de redenció n ya ha concluido, nuestra deuda del pecado se ha pagado en su totalidad. Ası ́ como la salvació n viene del creer en Cristo solamente, tambié n la seguridad. Al confiar en el perfecto sacrificio de Cristo por nuestros pecados, la certeza de la vida eterna fluye de nuestros corazones. No importa lo grande de su pecado, la gracia de Dios es aú n mayor. La Biblia dice: “Venid luego, dice Jehová , y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve será n emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesı,́ vendrá n a ser como blanca lana” (Isaıás 1:18)


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Pilar 3 El gran convencedor En tercer lugar, la seguridad viene a travé s del testimonio interno del Espıŕitu Santo. Un regalo divino producido, la seguridad es otorgada por el Espıŕitu de Dios a todos los v e r d a d e r o s c r e y e n t e s . E s e l m i n i s t e r i o d e l E s p ı́ r i t u S a n t o convencer a nuestros corazones de nuestra salvació n. En la actualidad, ningú n predicador, evangelista, padre o amigo nos puede darnos seguridad. Tampoco podemos hacer nada dentro de nosotros mismos. Só lo el mismo Espı́ritu Santo nos puede dar la absoluta certeza de nuestra salvació n eterna. La Biblia dice: “Y en esto sabemos que é l permanece en nosotros, por el Espıŕitu que nos ha dado.." (1 Juan 3:24) … “En esto conocemos que permanecemos en é l, y é l en nosotros, en que nos ha dado de su Espı́ritu.”(1 Juan 4:13)… “El Espı́ r itu mismo da testimonio a nuestro espıŕitu, de que somos hijos de Dios.”(Romanos 8:16) Esto significa que el Espıŕitu Santo quien convence, llama y nos convierte tamb ié n nos convence de que pertenecemos a Cristo.

Pilar 4 La nueva vida En cuarto lugar, la seguridad viene a travé s de la evidencia de un cambio de vida. En ú ltima instancia, la seguridad se confirma dentro de nosotros cuando vemos a Dios que n o s c o n fo r m a a l a i m a g e n d e Jesucristo. Todos los que han nacido de nuevo ven claras evidencias de una vida nueva en Cristo. A pesar de que nunca llegará n a ser perfectos en esta v i d a , s i n e m b a r g o , n o s o t r o s e x p e r i m e n t a m o s u n a v i d a t r a n s f o r m a d a . E s e s t a transformació n interna la que p r o p o r c i o n a u n a f u e r t e d e confirmació n de nuestra salvació n. (1 Juan 2:3; 2:9-11; 2:12-14; 2:15-17; 2:20-27; 3:4-6; 3:13; 3:22-24) Si podemos ver este fruto espiritual p ro d u c i d o e n n u e s t ra s v i d a s , podemos estar seguros de que Cristo vive en nosotros. La completa seguridad de la salvación aquí son los cuatro pilares sólidos sobre los que el testimonio de nuestra salvación descansa. Al dar “la plena certeza de la esperanza” (Hebreos 6:11) con respecto a nuestra relación personal con Jesucristo, estos pilares proporcionan la confianza inquebrantable de la vida eterna.


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El Mal y los Propósitos de Dios “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos —declara el Señor” (Isaías 55:8-9) Foto: http://www.huffingtonpost.es/2014/03/15/ninos-siria_n_4965780.html

Una pregunta que tiene la gente con problemas a lo largo de los siglos es: ¿Có mo puede un Dios bueno y soberano permitir tanta maldad en el mundo? Si El fuera soberano (en control) y bueno El simplemente, ¿no evitarı́ a que el mal suceda? La respuesta parece obvia: “Si.” Sin embargo, el mal existe. Por lo tanto, la ú nica conclusió n debe ser que o bien no es soberano, o no es bueno. Ambos son horribles pensamientos y, por suerte, está n a añ os luz del Dios que es y que se revela en las Escrituras. Primero es importante hacer frente a un par de cosas por adelantado. En primer lugar, tenemos que luchar a brazo partido con el hecho de que Dios es Dios y nosotros no. El no se ajusta a los requisitos. En pocas palabras: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos —declara el Señ or” (Is. 55:8-9). El hecho es que no podemos ver todo, desde la perspectiva perfecta y eterna de Dios. Só lo El “declara el fin desde el principio,” y sabe que la mejor manera de

llegar hasta allı.́ Tomó a Job mucho dolor llegar al punto en poder descansar allı ́(Job 42:1-6). Harıámos bien en aprender de é l y empezar por ahı ́desde el principio. En segundo lugar, el formular la p re g u n t a t i e n e q u e ve r c o n c ó m o responder a ella. Debemos tener cuidado de no poner a Dios en el banquillo de los testigos ante el hombre (Rom. 3:4). Dios no existe para nosotros, nosotros existimos para El como portadores de Su imagen. En otras palabras, la pregunta no es: “¿Có mo puede Dios permitir el mal?” Má s bien, se trata de “¿Có mo puede un Dios santo hacer el bien a nosotros, siendo malos?” El mal entró en el mundo por el pecado humano, no de Dios: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte” (Rom. 5:12). El problema es que somos un pueblo pecador y merecemos el juicio de Dios. Es asombroso que El retiene el mal tanto como lo hace y nos hace tanto bien (Hechos 14:17).


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Pero ¿Por qué Algunos todavı́ a pueden decir: “Pero eso no explica por qué Dios permitió que mal entrara en el mundo y luego permitir que se quedase?” Aquı ́ debemos recordar el primer punto: la sabidurıá de Dios excede a la nuestra. Es imposible responder a todas las preguntas del por qué , sobre todo en los casos concretos de sufrimiento. Simplemente no lo sabemos, pero nuestro buen Dios si. “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros” (Deut. 29:29). Es importante no quedar atrapado en lo que no podemos responder y en lugar de centrarnos en lo que Dios ha revelado. El propó sito principal de Dios en la creació n, en el universo, es Su propia gloria (Sal. 19:1; 43:7). Esto es como un golpe al estó mago para algunos, pero sienta las bases para entender la respuesta de por qué , si el mal existe, entonces El debe tener la intenció n, de alguna manera, de glorificarse a Sı ́ mismo por ello. ¿No es verdad? Dios ordena el mal como un medio para mostrar Su gloria y cará cter. Por ejemplo, Dios muestra Su justicia santa cuando castiga el pecado. Dios endureció el corazó n de Faraó n para que pudiera multiplicar Sus maravillas y Su gloria (Exodo 7:3) y magnificar Su nombre delante de los egipcios y de Su pueblo: “Y yo endureceré el corazó n de Faraó n para que los siga; y seré glorificado en Faraó n y en todo su ejé rcito, y sabrá n los egipcios que yo soy Jehová . Y ellos lo hicieron ası.́” (14:4). Dios manifiesta Su soberanıá sobre los malos designios de los hombres (Gé nesis 50:20) y las naciones (Is. 10:514). Dios muestra Su compasió n en consolar a los que sufren a causa del mal (Deut. 32:6; Jueces 2:18). Dios muestra Su

gracia para perdonar a quienes cometen el mal, pero se arrepienten y confıán en El (Salmo 32:1-7). Jesucristo es la Respuesta Definitiva La respuesta final a la que tenemos que ver y la gran manifestació n de la gloria de Dios y el propó sito en la cruz. Jesú s dijo, apenas unas horas antes de su traició n: 27 “´Ahora mi alma se ha angustiado; y ¿qué diré : “Padre, sá lvame de esta hora”? Pero para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y le he glorificado, y de nuevo le glorificaré .”´ (Juan 12:27-28, compá rese con el capı́ t ulo 13:31-32; 17:1.). La manifestació n final de Dios de Su gloria y Su propó sito en la ordenació n del pecado es el sufrimiento del Hijo como un sustituto por los pecadores. Jesú s, el siervo sufriente, “ya destinado desde antes de la fundació n del mundo,” (1 Pedro 1:20). ¿Que significan estas palabras? Estas palabra de Jesú s significan que, antes de la creación de Dios se propuso la cruz. En un sentido, entonces, el mayor sufrimiento por el pecado fue llevado por el mismo Dios, y esto por un acto de su propia voluntad, “Pero quiso el Señ or quebrantarle, sometié ndole a padecimiento.Cuando El se entregue a sı ́ mismo como ofrenda de expiació n, verá a su descendencia, prolongará sus dıás, y la v o l u n t a d d e l S e ñ o r e n s u m a n o prosperará ” (Isaıás 53:10-12) El Padre causo el sufrimiento del Hijo por nosotros los pecadores. El Hijo soportó el sufrimiento del Padre por los pecadores. Por este Dios supremo determinó la manifestació n de Su gloria: la derrota del pecado y del mal a costa de Su propio sufrimiento, para Su gloria y el gozo eterno de Su pueblo. ¡Que gran amor!


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La cruz de Jesucristo trae todo en una perspectiva de la gloria, adoració n y esperanza. La cruz demuestra el amor eterno e infinito de Dios a aquellos que confıán en El (Romanos 5:8-10, Tito 3:4-5). La cruz defiende la justicia de Dios en la salvació n de los pecadores (Rom. 3:25-26) y el juicio de aquellos que la rechazan (Juan 3:19). La cruz proporciona los fundamentos y pruebas de toda Su compasió n inagotable y gracia a los que descansan en El (Rom. 8:32; 2 Corintios 1:8-9; 12:7-10). La cruz nos señ ala el final de la historia: un cielo nuevo y una tierra nueva donde el pecado será eliminado para siempre, y “ Entonces oı ́una gran voz que d e c ı́ a d e s d e e l t ro n o : H e a q u ı́ , e l taberná culo de Dios está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos será n su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. El enjugará toda lá grima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá má s duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado.” (Apocalipsis 21:3-4; 22:3-4). Dios ha planeado bien al final para El tabernáculo de Dios está entre los hombres...El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado.” (Apocalipsis 21:3-4)

aquellos que confıán en El y en Su obra en la muerte, resurrecció n y pronto regreso del Hijo. Dios no revela todos Sus propó sitos especıf́icos en el sufrimiento y el mal en el mundo, sino que El es soberano sobre é l, lo ha vencido, lo va a eliminar para siempre, y sostendrá a Su pueblo por la gracia y la esperanza eterna hasta que la produzca (1 Pedro 1:3-9; 2 Corintios 4:1618;. Rom 8:18-21).. Hasta ese dıá tendremos que confiar en El y animarnos unos a otros a hacer lo mismo (Heb. 10:23-25). Nos señ alamos entre sı́ a la cruz y nuestra esperanza eterna en la gloria cuando estaremos con El para siempre y lo veremos cara a cara. De este modo, llegamos a conocerlo má s ı́ntimamente (Juan 17:3; Filip. 3:10), y cuando le conocemos mejor podemos confiar en El con humildad y en ú ltima instancia permitir que Su gloria, gracia, y sabidurı́a sean má s que una respuesta suficiente de por qué hay tanta maldad y sufrimiento. Dios tiene todo bajo su control soberano. Adaptado de: El-mal-y-los-propositos-de-Dios Por Joey Newton


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EL PECADO EL SUPREMO PROBLEMA DEL HOMBRE

“ Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios; todos se han desviado, a una se hicieron inutiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” (Rom. 3:10-12) Con este artículo damos comienzo a una serie de artículos que están tomados y adaptados del libro justificación y regeneración escrito por Charles Leiter H a n n i b a l , M i s s o u r i.

Para

tener un entendimiento

a p ro p i a d o d e l a j u s t i f i c a c i ó n y l a regeneració n, debemos comenzar donde la Biblia lo hace, es decir, con el pecado. Todo pecado viene del perverso deseo de ponerse a sı́ mismo en el lugar de Dios—ser el centro y la medida de todas las cosas y “conocer” por sı ́ mismo lo que es bueno y lo que es malo (Gé nesis 3:4-5). De acuerdo a Tito 3:3-7, los hombres en su estado natural son “insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos.” Sus vidas está n caracterizadas por “malicia, envidia y odio”. Lejos de reconocer esta condició n, los hombres perdidos se imaginan ser “bá sicamente buenos”, a menos que Dios en su misericordia les revele la verdadera condició n de sus corazones ennegrecidos.

El pecado es el supremo y ú nico problema de la humanidad. Es mi supremo y ú nico problema y es tu supremo y ú nico problema. Una visión Bíblica del pecado La Biblia tiene mucho que decir sobre el pecado. Si vamos a entender correctamente la verdadera naturaleza del pecado, debemos dejar que la luz de esta revelació n Bı́ b lica ilumine nuestras mentes entenebrecidas, y ablande nuestros corazones insensibles. ¡Piensa en esto! De acuerdo a la Biblia, el pecado es: Absolutamente Universal. El pecado es absolutamente universal en la raza h u m a n a . “ T o d o s n o s o t r o s n o s descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino”(Isaıás 53:6), “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.


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Todos se desviaron, a una se hicieron inú tiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos 3:10-12). Tú y yo tal vez no nos hemos conocido, pero podemos estar seguros de una cosa, que aú n antes de ser presentados— ambos somos pecadores. Cada hombre, mujer, y niñ o en la faz de la tierra, no importa cuan viejo o joven sea, es un pecador. Aun los niñ os pequeñ os, si se les permite hacer lo que quieren, son capaces de las má s terribles crueldades a animales y tambié n hacia otros. Raza y nacionalidad igualmente no ofrecen inmunidad al pecado; las naciones má s cultas son tan capaces del genocidio como las naciones má s primitivas. Las cá maras de gas de los “civilizados” son meramente formas sofisticadas de los machetes blandidos por los “incivilizados”. Tampoco hay tal cosa como el “noble salvaje” o “el pagano feliz.” Estas son las palabras de un exmisionero: “Yo fui al campo misionero a impedir que un Dios malo enviara a buenos hombres al infierno. Cuando llegué, descubrí que eran unos monstruos de iniquidad”. La pregunta no es si estos hombres habıán tenido la oportunidad de “aceptar a Jesú s o no”. La pregunta es, si ellos habıán tenido la oportunidad de maltratar al misionero y de rechazar su mensaje—porque, aparte de la obra especial del Espıŕitu Santo, eso es lo que seguramente hubieran hecho (Mateo 22:1-6). No solamente el pecado es universal; es también dominante. A f e c t a t o d o a s p e c t o d e l a personalidad y de la existencia humana: La mente es cegada. “el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incré dulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio…”(2 Cor. 4:4). La voluntad es

La incapacidad total del hombre de hacer lo bueno se ve reflejada aún desde la niñez corrupta e incapacitada. “era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intenció n de los pensamientos de su corazó n era só lo hacer siempre el mal.”(Gé nesis 6:5). “No queré is venir a mı ́ para que tengá is vida”( Juan 5:40). “Ninguno puede venir a mı,́ si el Padre que me envió no le trajere”(Juan 6:44). Las emociones son trastornadas y pervertidas. Algunos corazones arden con odio y enojo constantemente; otros está n atormentados dıá y noche por miedos sin sentido. Las multitudes se rıén de cosas que debieran hacerles llorar, mientras otros se echan a llorar sin ninguna razó n aparente. Tales son los profundos y penetrantes trastornos de la personalidad h u m a n a c a u s a d o s , d i r e c t a o indirectamente por el pecado. Irracional El pecado es irracional. Muchas inapreciables primogenituras han sido permutadas por un plato de sopa(Hebreos 12:16), muchos matrimonios y familias han sido arruinados por una noche de placer ilıćito. Por el gozo temporal de usar drogas ilegales, las capacidades má s elevadas del cerebro son destruidas r u t i n a r i a y p e r m a n e n t e m e n t e . U n momento de reflexió n sobre los pecados de


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nuestro pasado es suficiente para confirmar que ninguno de ellos tiene sentido. Tal fue la insensatez de las acciones del hijo pró digo que su arrepentimiento involucró nada menos que “volver en sı”́ (Lucas 15:17) No hay ningú n pecado sabio. Engañoso El pecado es engañ oso. La Biblia dice “que ninguno de vosotros se endurezca por el engañ o del pecado” (Hebreos 3:13). Como con toda decepció n, la vıćtima no es consciente de su estado engañ oso. A la misma vez que é l piensa que es “rico, y se ha enriquecido, y de ninguna cosa tiene n e c e s i d a d , ” e s e n r e a l i d a d u n “desventurado, miserable, pobre, ciego y d e s n u d o” ( A p o c a l i p s i s 3 : 1 7 ) E l l o s “ p r o f e s a n s e r s a b i o s ”, p e r o s o n “necios”(Romanos 1:22) Endurecedor Una de las cosas má s temibles del pecado es su poder de endurecer al que lo practica (Hebreos 3:13) Cuanto má s profundo cae en el pecado, menos le molesta. De acuerdo a la Biblia, tienen “cauterizada la conciencia” misma (1 Timoteo 4:2) Todo pecador se encuentra cometiendo pecados que antes solı́ a despreciar profundamente, y los pecados

El pecado es engañ oso pues al final de todo el resultado es muerte y lo peor de todo, la desaprobació n de Dios

que ahora desprecia, se encontrará algú n dıá cometié ndolos. Nos debe horrorizar el recordar que Adolfo Hitler era una vez un niñ ito que jugaba con juguetes igual que otros niñ os. El hombre conoce el principio del pecado, pero nadie ha conocido el fin del pecado. Esclavizante El pecado esclaviza a los que lo practican. “Todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado”(Juan 8:34). Nadie puede librarse a sı ́ mismo o escapar de la esclavitud del pecado. El pecado “reina” sobre el pecador y cabalga sobre su espalda como un tirano, hasta que finalmente lo lleva a la destrucció n y muerte (Romanos 5: 21) Si tú no eres cristiano, tendrá s una cadena alrededor del cuello que es mucho peor que cualquier cadena fıśica. Puedes dejar de hacer un pecado, pero otro pecado inmediatamente tomará su lugar- a menudo el pecado del orgullo o auto justificació n, de imaginarte que tú mismo has hecho una gran cosa en reformarte. Degradante El joven que una vez llevaba un buen traje y que se sentaba en una silla de cuero en su oficina, ahora yace prostrado, sin afeitarse, cubierto de vó mito como resultado del pecado. La jovencita que alguna vez fue limpia, hermosa e inocente, es ahora ordinaria, sensual y sucia. Los hombres y las mujeres, hechos a la imagen de Dios, creados para soñ ar sueñ os inmortales y pensar profundamente en la eternidad, son reducidos por el pecado arrastrá ndose en la mugre como puercos por un pedazo de pan. El pecado volvió a los á ngeles en demonios (Mateo 25:41); convierte a hombres en “animales irracionales”(2 Pedro 2:12; Judas 1:104 ). Este estudio continua en el pró ximo tema...


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Los Dos Lados del Problema del Pecado del Hombre “ Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre[...] Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre.” (Mr. 7:20-23)

El pecado es el supremo problema de la humanidad. Pero este “problema del pecado” tiene dos aspectos distintos—uno interno y el otro externo. El Problema Interno—Un Corazó n Malo De acuerdo al Señ or Jesucristo, el hombre es en sı ́mismo corrupto y malo, “Y decıá: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de adentro, del corazó n d e l o s h o m b r e s , s a l e n l o s m a l o s pensamientos, fornicaciones, robos, h o m i c i d i o s , a d u l t e r i o s , ava r i c i a s , maldades, engañ os, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez. Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre”(Mr. 7:20-23) Esta es la condició n del corazó n humano sin Cristo. S i u n a p e l ı́ c u l a d e n u e s t r o s pensamientos pasados, sin mencionar nuestras acciones pasadas, fuera mostrada en una pantalla grande en frente de

nuestra familia y conocidos, cada uno de nosotros correrıámos del cuarto llenos de vergü enza. Cada no Creyente es, en su persona, lo má s repulsivo a un Dios santo de lo que pueda llegar a imaginarse. Pero el problema con el pecado es aú n má s profundo que esto. Supongamos que por algú n milagro, el pecador se pudiera convertir en una persona nueva y nunca má s pecara. Ciertamente esa persona todavıá irıá al infierno. El asesino comú n que sinceramente decide nunca má s volver a matar, debe todavıá pagar por sus crım ́ enes pasados. En otras palabras, el problema del pecado tiene otra dimensió n aparte de la interna. El hombre no solo tiene un corazó n malo; é l tiene malos antecedentes a los ojos de la ley de Dios. El Problema Externo–Malos Antecedentes Todo pecador es un fugitivo de la


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justicia. A pesar de la condició n presente de su corazó n, é l tiene una culpa objetiva, fuera de sı ́ mismo, a los ojos de la ley de Dios. Tal vez no tenga “sentimientos de culpa”, pero sin embargo, se considera “culpable” o “condenado”. Todos sus crım ́ enes pasados piden a gritos que su castigo sea pagado y la justicia sea satisfecha. Estos gritos está n anclados en el propio cará cter y ser de Dios, en su atributo de justicia o equidad.

dıá cuando el propio concepto de justicia parece estar casi perdido en la sociedad en general. Hay tres razones por las cuales un crimen debe ser castigado: Primero, para satisfacer la justicia (esto es porque los crı́ m enes merecen y deben de ser castigados); segundo, para el bien de la sociedad (esto es, para la prevenció n de un crimen peor); y tercero, para el bien del ofensor (esto es para darle ocasió n de enmendar su camino). De estas tres razones, la primera, es decir, la satisfacció n de la justicia es primordial y fundamental a las otras dos. Si el castigo de un crimen no es justo y merecido, no va a disuadir crım ́ enes futuros ni va a reformar a los ofensores. En nuestro dıá, la razó n primordial y fundamental para el castigo- la satisfacció n de la justicia- ha sido casi completamente suprimida y negada. Só lo la segunda y tercera razó n permanecen, y é stas han sido invertidas en importancia. La “reforma” del ofensor es ahora lo primario, y las prisiones ya no se llaman prisiones sino “instituciones correccionales”. Aun aquellos que todavıá creen que el crimen debe ser castigado por el bien de la sociedad, mantienen que los asesinos deben ser sentenciados no porque han asesinado, sino para prevenir asesinatos futuros. Tal filosofıá es perversa y falsa, y está basada en la mentira que el hombre no es responsable por sus acciones. No es difıćil comprender como esta situació n tan lamentable ha llegado a ser. Debido a que los hombres quieren ser Dios ellos mismos (Gé nesis 3:4-5), odian la idea de que hay un soberano Legislador a quien deben rendir cuentas. Buscan suprimir el conocimiento inescapable de Dios que está alrededor y en ellos,(Romanos 1:18) y en vez de ello dicen que no hay Dios.

Ninguna persona puede nacer de nuevo por sus propias capacidades

¿Qué pasaría si se expusiera una película de nuestros pensamientos pecaminosos y conducta privada? Es por causa del sentido de equidad o justicia que Dios ha escrito en lo profundo del corazó n humano, que sentimos tanta indignació n cuando el perpetrador de un crimen no recibe castigo apropiado. ¿Por qué está mal que el violador-asesino solo reciba una multa de diez dó lares? No podemos probar que merece má s, aunque s a b e m o s q u e d e b e r s e r a s ı́ . E s t e conocimiento inescapable dentro de nosotros, es algo fundamental y cierto má s que cualquier “prueba” teó rica. Es algo absolutamente bá sico a la constitució n del ser humano, un reflejo de la misma naturaleza de Dios. Mucho podrıá decirse del atributo de la justicia de Dios, especialmente en este


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Esta negació n de la existencia de Dios les hace má s fá cil pretender que no hay tal cosa como el bien y el mal. En vez de ser pecadores culpables, los hombres y las mujeres son vistos como vı́ c timas impotentes de sus circunstancias. En tal escenario, el castigo para satisfacer la justicia se hace inconcebible. El hombre tiene la libertad de hacer lo que le plazca y no responderle a nadie. Pero no importa cuá nto los hombres tratan de reprimirlo, hay todavı́ a un conocimiento indeleble en el corazó n humano que dice que el bien y el mal son reales, (Romanos 2:14-16) que los hombres son responsables por sus malas acciones, y que el pecado merece ser castigado (Romanos 1:32). En lo profundo, todos los hombres saben que las balanzas de la justicia deben ser al fin balanceadas (Hechos 28:4). Si no eres un Creyente y está s leyendo estas lı́neas, las balanzas de la justicia está n muy desequilibradas en tu vida ahora mismo, y puedes estar seguro- basado en el propio ser y cará cter justo de Dios, que El no descansará o cederá hasta que tú esté s en el infierno. El entero tejido moral del universo se desplomarıá si El no te pusiera a ti en el infierno. Es en este contexto que la Biblia

¿SOMOS LOS HOMBRES RESPONSABLES ANTE DIOS POR NUESTRAS ACCIONES?

habla de la “ira de Dios.” La ira de Dios no es una pé rdida temporaria de auto control o un ataque emocional egoıśta. Es Su santo y candente odio al pecado, la reacció n y repulsió n de Su santa naturaleza contra todo lo que es vil. La ira de Dios está atada directamente a Su justicia. Tiene que ver con su determinació n de castigar cada pecado, balancear las escalas de la justicia, y hacer bien del mal. Por eso es que la ira de Dios “permanece” sobre cada inconverso (Juan 3:36). Cuá nto má s los hombres persisten en pecar, má s “está n acumulando ira para… el dıá de la ira y de la revelació n del justo juicio de Dios” (Romanos 2:5) La ira de Dios será finalmente “vertida”; El es un juez justo y no permitirá que el pecado continú e sin castigo para siempre. ¿Cuá nto má s es verdad de la justicia de Dios? ¿Có mo pueden los hijos de Adá n, malos y culpables, tener esperanza de poder enfrentar a Dios, el justo Juez del universo? ¿Có mo puede Dios “justificar a los impıo ́ s” sin ser una abominació n a sı ́ mismo? ¿Có mo puede Dios decirnos a nosotros pecadores, “Tú eres justo”, sin violar Su propio cará cter? ¿Có mo puede Dios salvarnos de Sı ́mismo y de su propia justicia y juicio? Esta y otras preguntas importantes las analizaremos en los siguientes artıćulos de la Escuela Bıb ́ lica Doctrinal


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¿Puede un Hombre Ser Justo ante Dios? “ mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Rom. 4:5)

Aquı ́ es donde topamos con el má s grande e imaginable obstá culo a la salvació n del ser humano: ¿Có mo puede un Juez que es absolutamente justo y recto justificar (declarar justo) a un criminal que es absolutamente culpable y condenado? ¿Có mo puede un ser humano escapar de la condenació n del infierno? Dios mismo nos dice que “El que justifica al impıo ́ , y el que condena al justo, ambos son igualmente abominació n al SENOR.”(Proverbios 17:15) Supongamos que un padre vuelve a su hogar y encuentra a su familia asesinada. Despué s de una agonizante persecució n, é l consigue aprehender al asesino. Cuando el criminal finalmente comparece ante el juez, se lo encuentra incuestionablemente culpable del crimen. Pero, cuando llega el momento de darle la sentencia, el juez hace la siguiente declaració n: “Este hombre ha cometido un crimen terrible, pero yo soy un juez muy caritativo y elijo declararlo inocente. ¡Yo

declaro que é l es justo a los ojos de la ley! ¡Tal juez serıá justamente considerado un criminal tan grande como el ofensor! El ha “ j u s t i f i c a d o a l i m p ı́ o ” y e s “ u n a abominació n al Señ or.”

“El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente abominación al SEÑOR.”(Proverbios 17:15)


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Pero si esto es verdad aun en la justicia humana, ¿Cuá nto má s es verdad de la justicia de Dios? ¿Có mo pueden los hijos de Adá n, malos y culpables, tener esperanza de poder enfrentar a Dios, el justo Juez del universo? ¿Có mo puede Dios “justificar a los impı́ o s” sin ser una abominació n a sı ́ mismo? “El que dijere al malo: Justo eres, los pueblos lo maldecirá n, y le detestará n las naciones”(Proverbios 24:24) ¿Có mo puede Dios decirnos a nosotros pecadores, “Tú eres justo”, sin violar Su propio cará cter? ¿Có mo puede Dios salvarnos de Sı ́mismo y de su propia justicia y juicio? Este dilema ha provocado una indecible miseria en cada alma sensible a la culpa. Fue un terrible problema para el patriarca Job “¿Y có mo se justificará el hombre con Dios? Si quisiere contender con é l, no le podrá responder a una cosa entre mil”(Job 9:2-3) “¿Qué cosa es el hombre para que sea limpio, y para que se justifique el nacido de mujer? He aquı,́ en sus santos no confıá, y aun los cielos son limpios delante de sus ojos; ¿Cuá nto menos el hombre abominable y vil, que bebe la iniquidad como agua?” (Job 15:14-16) “¿Có mo, pues, se justificará el hombre para con Dios? ¿Y có mo será limpio el que nace de mujer? He aquı ́que ni aun la misma luna será resplandeciente, ni las estrellas son limpias delante de sus ojos; ¿Cuá nto menos el hombre, que es un gusano, y el hijo de hombre, tambié n gusano?”(Job 25:4-6). Nadie percibe el peso de este dilema má s que el pecador arrepentido. El sabe que merece ir al infierno. En la esfera del gobierno humano, los criminales a menudo se han entregado a las autoridades para que se haga justicia, ¡en vez de vivir con ese insoportable sentido de culpa! Los pecadores arrepentidos saben que

merecen ser castigados y que no serıá justo de no ser ası.́ Ellos saben que Dios no puede “barrer sus pecados debajo de la alfombra” y olvidarse de ellos. El clamor de su corazó n es: ¿Có mo puede un Dios justo sonreıŕme? ¿Có mo puede el peso de esta culpa ser removido? ¿Có mo puede Dios bendecirme? ¡Có mo puede un hombre como yo ser justo ante Dios! Imputación Hay una sola respuesta a este dilema. Alguien tiene que pagar por los pecados de los pecadores. La justicia debe ser s a t i s f e c h a . S e rá s a t i s f e c h a p o r e l sufrimiento del pecador para siempre en el infierno, o debe ser satisfecha por alguien m á s e n s u n o m b r e . ¡ M a r av i l l a d e maravillas! ¡Ese “Alguien” ha venido! El Señ or Jesucristo “… llevó é l mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24). “Ciertamente llevó é l nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores;” “… é l herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre é l, y por su llaga fuimos nosotros curados”(Isaıás 53:4-5).

“… él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; ... y por su llaga fuimos nosotros curados”


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¿Có mo ocurre esa gran transacció n? Para comprenderlo, debemos considerar la palabra “imputar”. Esa palabra se traduce de varias formas como “culpa” “inculpar” “tomar en cuenta” “considerar”, “atribuir”. Podemos entender esta palabra un poco mejor, si miramos al pasaje de la carta de Pablo a Filemó n acerca de la devolució n de su esclavo Oné simo: “Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo. Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta”(Filemó n 17-18) Aquı́ Pablo instruye a Filemó n a “ponerlo a su cuenta” (lit. “imputar”) cualquier deuda que Oné simo pudiera tener con Filemó n. ¡Esta no era realmente la deuda de Pablo, pero Pablo por propia voluntad la tomó como su deuda, y fue cargada a su cuenta! Ahora, esta misma palabra y esas otras asociadas con ella son usadas con respecto al pecado. Por ejemplo, la Biblia dice que “donde no hay ley, no se inculpa de pecado.” (“el pecado no se imputa, no se carga a nuestra cuenta)(Romanos 5:13) De nuevo, en Romanos 4, Pablo dice, “Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impıo ́ , su fe le es contada por justicia. C o m o t a m b i é n D a v i d h a b l a d e l a bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye (“imputa”) justicia sin obras diciendo: "Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varó n a quien el Señ or no inculpa de pecado”(Romanos 4:5-8) (Imputa) ¡Qué gloriosa transacció n! ¡Nuestros pecados no nos son imputados, porque han sido imputados a Cristo, y aceptá ndolos como si fueran su propia deuda, El los ha pagado por completo! Vemos la misma realidad en el concepto del Antiguo Testamento de “llevar sobre Sı ́el pecado.” En el gran dıá de

expiació n, dos machos cabrı́ o s eran sacrificados—uno derramaba su sangre para expiar por los pecados(Levı́ t ico 16:16), y el otro (el vivo) macho cabrıo ́ , l l e v a b a l o s p e c a d o s a u n l u g a r solitario(Levıt́ico 16:22): “Aaró n ofrecerá el macho cabrıo ́ sobre el cual haya caıd ́ o la suerte para el Señ or, hacié ndolo ofrenda por el pecado. Pero el macho cabrıo ́ sobre el cual cayó la suerte para el macho cabrıo ́ expiatorio, será presentado vivo delante del Señ or para hacer expiació n sobre é l, p a ra e nv i a r l o c o m o m a c h o c a b r ı́ o expiatorio al desierto (Levıt́ico 16:9-10)” Aquı ́ Dios usa dos machos cabrıo ́ s para enseñ arnos una sola verdad acerca de la obra de expiació n del Señ or Jesucristo. Por un lado, El muere por nuestros pecados, y por otro, como resultado de esa muerte, El eficazmente lleva nuestros pecados fuera de la presencia de Dios.

¡Un sustituto ha muerto en nuestro lugar! Ası ́ es como un justo Dios puede justificar en su tribunal celestial a quienes fueron criminales toda su vida. El abre nuestro libro de contabilidad, y ve que nuestra deuda ha sido imputada a su amado Hijo. Ademá s, é l ve que la deuda ha sido pagada por completa por El. ¡Aleluya! ! El ha hecho eso dando a Su ú nico Hijo para morir en nuestro lugar.



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