—No me ha ofendido. Creo que sé a qué se refiere. En el piso superior, el objeto de sus tiernos análisis se hallaba sentada frente al transcriptor; con gesto de tedio, dictó: «Elfuturodelplanseldon.» El transcriptor, con infinito aplomo, lo tradujo a elegantes y complicadas mayúsculas «EL FUTURO DEL PLAN SELDON» 8. EL PLAN SELDON MATEMATICAS.—La síntesis del cálculo de n—variables y de geometría n—dimensional es la base de lo que Seldon llamó una vez «mi pequeña álgebra de la humanidad»... Enciclopedia Galáctica Considérese una habitación. Su localización no tiene importancia por el momento. Será suficiente decir que en dicha habitación, más que en ninguna otra parte, existía la Segunda Fundación. Era una habitación que, a través de los siglos, había sido morada de la ciencia pura, y, sin embargo, carecía de los aditamentos a los cuales se ha llegado a asociar la ciencia durante milenios. Se trataba de una ciencia que únicamente consistía en conceptos matemáticos, de un modo similar a la especulación de las antiquísimas razas que vivieron en los primitivos días prehistóricos en los que no existía la tecnología; antes de que el hombre se aventurase más allá de un solo mundo, ahora desconocido. La habitación contenía, protegido por una ciencia mental inexpugnable hasta entonces para el poder físico combinado del resto de la Galaxia, el Primer Radiante, que encerraba en su interior el Plan Seldon... completo. También había un hombre en la habitación: el Primer Orador. Era el duodécimo en la línea de principales guardianes del Plan, y su título no llevaba consigo otro privilegio que el de hablar primero en las reuniones de los diligentes de la Segunda Fundación. Su predecesor había derrotado al Mulo, pero las consecuencias de aquella gigantesca lucha todavía obstaculizaban el camino del Plan. Durante veinticinco años, él y su administración habían intentado obligar a toda la Galaxia, llena de tercos y estúpidos seres humanos, a reemprender aquel camino... La tarea era inmensa. El Primer Orador dirigió la vista hacia la puerta que se abría. Incluso mientras consideraba, en la soledad de la habitación, el cuarto de siglo de esfuerzos que ahora se acercaba, lenta e inexorablemente, a su punto culminante, incluso mientras se hallaba sumido en tales pensamientos, su mente había recordado al recién llegado con cierta expectación: un joven, un estudiante, uno de aquellos que eventualmente podrían ocupar un puesto de responsabilidad. El joven titubeó en el umbral, y el Primer Orador tuvo que ir hacia él para invitarle a entrar, poniéndole una mano amistosa sobre el hombro. El estudiante sonrió con timidez, y el Primer Orador respondió diciendo —Primero he de comunicarle por qué está usted aquí. Se sentaron junto a la mesa, uno frente al otro. Ninguno de los dos hablaba del modo reconocido como «lenguaje» por los hombres de la Galaxia que no pertenecían a la Segunda Fundación. Originalmente, el lenguaje fue el medio por el cual el hombre aprendió, de forma imperfecta, a transmitir las ideas y emociones de su mente. Estableciendo arbitrarios sonidos y combinaciones de los mismos que representasen ciertos matices mentales, desarrolló un método de comunicación, método que con su torpeza y falta de adecuación hizo degenerar toda la delicadeza de la mente en toscas señales guturales. Paso a paso pueden seguirse los resultados; y todos los sufrimientos de la humanidad pueden atribuirse al solo hecho de que ningún hombre en la historia de la Galaxia, hasta
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