que ha visitado planetas extranjeros durante sus vacaciones anuales. Incluso ha estado ya en Kalgan. ¿No comprende que sólo tiene que actuar como siempre lo ha hecho? —Pero no pue...edo ir y espe...petarle: «¿Tie...ne la bondad de dejarme entrar en su más sa...sagrado santuario, se ... señor Primer Ciudadano?» —¿Por qué no? —¡Por la Ga...Galaxia, porque no me dejará! —Está bien. No le dejará. Entonces vuelve a casa y pensamos en otra cosa. Munn miró a su alrededor con impotente rebeldía. Sentía que iban a convencerle de algo que le repugnaba. Nadie se ofreció para ayudarle a esquivar el asunto. Así pues, al final se adoptaron dos decisiones. La primera fue el reacio consentimiento de Munn en despegar hacia el espacio en cuanto comenzasen sus vacaciones de verano. La otra fue una decisión no autorizada por parte de un miembro enteramente extraoficial de la reunión, tomada mientras desconectaba el receptor de sonido y se preparaba para dormir con considerable retraso sobre el horario habitual. Esta segunda decisión no nos concierne... por el momento. 10. CRISIS INMINENTE En la Segunda Fundación había pasado una se mana, y el Primer Orador sonreía de nuevo al estudiante. —Debe usted traerme interesantes resultados, pues de lo contrario no estaría tan enojado. El estudiante puso una mano sobre el montón de hojas de cálculo que había traído consigo y preguntó: —¿Está seguro de que el problema es real? —Las premisas son ciertas. No he deformado nada. —Entonces debo aceptar los resultados, y no quiero hacerlo. —Naturalmente. Pero ¿qué tiene que ver aquí lo que usted quiera? Bien, explíqueme lo que tanto le preocupa. No, no, deje a un lado sus derivaciones; ya las someteré a análisis más tarde. Ahora, hábleme. Permítame juzgar su criterio. —Está bien, Orador... Está muy claro que ha tenido lugar un gran cambio general en la psicología básica de la Primera Fundación. Mientras conocían la existencia de un Plan Seldon, aunque ninguno de sus detalles, estaban confiados, pero indecisos. Sabían que tendrían éxito, pero ignoraban cuándo o cómo. Había, por consiguiente, un ambiente de continua tensión... que era lo que Seldon deseaba. En otras palabras, se podía contar con que la Primera Fundación trabajaría a pleno rendimiento. —Una metáfora dudosa —observó el Primer Orador—, pero le comprendo. —Sin embargo, ahora, Orador, conocen la existencia de una Segunda Fundación con bastante detalle, y no solamente como una antigua y vaga afirmación de Seldon. Tienen cierta intuición sobre su función como guardiana del Plan. Saben que existe un órgano que vigila todos sus pasos y no les permitirá caer. Y esto les hace abandonar su enérgico avance y se dejan llevar como en un palanquín. Otra metáfora; lo siento. —No importa, continúe. —Y este abandono del esfuerzo, esta inercia creciente, esta caída en la blandura y en una cultura decadente y hedonista, significan el fracaso del Plan. Deben propulsarse a sí mismos. —¿Eso es todo? —No, hay más. La reacción de la mayoría es la antedicha. Pero existe una gran probabilidad de una reacción minoritaria. El conocimiento de nuestra tutela y nuestro control no despertará siempre complacencia, sino hostilidad en algunos casos. Esto se deduce del Teorema de Koríllov... —Sí, sí. Conozco ese teorema. —Le siento, Orador. Es difícil evitar las matemáticas. En cualquier caso, el efecto es que no sólo se diluye el esfuerzo de la Fundación, sino que parte de ella se dirige contra nosotros, velozmente contra nosotros. —¿Y eso es todo? —Queda otro factor cuya probabilidad es moderadamente baja...
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