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18 Aires serranos

LA OTRA

BUTACA

AÑO 7 - N° 18 | DICIEMBRE DE 2017 - ENTRE RÍOS REVISTA DE ARTES ESCÉNICAS SEMESTRAL Y DE DISTRIBUCIÓN GRATUITA

Perfiles, biografías del teatro latinoamericano

Escenas innovadoras

Publ

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Actu

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LA OTRA

BUTACA

Editorial Equipo DIRECTOR Guillermo Meresman EDITORA Mónica Borgogno redactores Nora Llados Tochi Eymann Raúl Dayub Romina Arapeiz Colaboradores Soledad González Gustavo Mondino (FTR) Gabriel Abrile Victoria Conci Nicolás Brizuela Héctor Puyo Patricia Devesa Julián Villarraza (fotos del Circuito) Diseño GRÁFICO Alfredo Alarcón

Contacto guillermomeresman@hotmail.com monicaborgogno2012@gmail.com

En la web labutacaotra.blogspot.com

LA OTRA BUTACA y La Otra Butaca

Este número 18 contiene como siempre intentamos, novedades y afirmaciones.

Entre estas últimas, en nuestra tradicional sección Perfiles. biografías del Teatro Latinoamericano, dedicada a grandes maestros de América, volvemos a homenajear a un compatriota que también abrazó otra nacionalidad, como Fanny Mikey en Colombia. Chauvinistamente podremos decir que en esta auténtica selección continental que hemos compartido estos siete años, en esta galería de los más grandes inspiradores de nuestros teatros, como Pablo Podestá, Víctor García, Elías Alippi, Osvaldo Dragún, Juan Carlos Gené, María Escudero, Armando Discépolo, Tato Pavlovsky y Carlos Gorostiza, Carlos Giménez también era argentino.

Las páginas centrales, pues, hacen justicia con un realizador y gestor fuera de serie, de importante ascendencia en el teatro venezolano contemporáneo, y como en los demás casos, de valoración creemos que mundial.

Por otra parte, volvemos a cubrir uno de los principales festivales del país: el del Mercosur que cada dos años se realiza en Córdoba. En esta oportunidad, la editora de La Otra Butaca justifica su paseo con un balance extenso de todo lo ocurrido durante diez días, o casi, en la capital más grande de la región Centrolitoral.

Menor espacio – aunque no atención- dedicamos al festival de teatro de Rafaela, del que hemos subido al blog un pormenorizado inventario y fotografías nuestras y ajenas. La revista tiene casi asistencia completa en este encuentro invernal y regional – como bien saben nuestros lectores- que reúne las propuestas más atractivas de la escena argentina desde hace más de diez años.

Pero no todo es festivales en el teatro, por eso nos esforzamos en reseñar últimas novedades editoriales, institucionales o barriales, además de darle lugar al Selectivo Regional, al Circuito y al Foro de Teatro Paranaense, y a los Profesorados de Teatro de la provincia.

En la sección Ilustramos la tapa hacemos referencia al teatro francés, o más precisamente al vínculo que éste mantuvo desde un inicio, con el campo cultural local. Amamos las caricaturas y los dibujos, como hemos demostrado en estos años, así que intervenimos una vieja postal del Parque Urquiza de la capital provincial con nuevos bustos o figuras, al cabo integrantes de nuestra cultura...como las de Alfred de Muset, Víctor Hugo, Jean Genet afilando un lápiz... y el gran Antonin Artaud, diseccionando un cerebro (¡!).

En Los qué, invitamos a Soledad González, a que nos oriente sobre sus gustos culturales; nos sirva de guía por espectáculos, lecturas o epigramas.

LA OTRA BUTACA no se responsabiliza de la opinión de las firmas.

Registro de la Propiedad Intelectual en trámite.

El contenido de La Otra Butaca puede ser reproducido en tanto se mencione su fuente.

La revista LA OTRA BUTACA cuenta con el apoyo del Instituto Nacional del Teatro

La cultura gala en el teatro entrerriano Ilustrando la tapa

A

sí como nuestras últimas ediciones vienen derivando en sendos homenajes a los teatros españoles e italianos, no pudiera quedar fuera de la nómina, el vínculo de la cultura francesa con el teatro local.

Las relaciones de nuestra cultura con las del mundo galo, se remontan a Urquiza y a mediados del 800. La colectividad francesa -como todas-, integró los imaginarios dramatúrgicos nacionales, patrocinó encuentros y artistas connacionales, y estimuló, en suma, perfeccionamientos y desarrollos de teatristas regionales.

A partir de los nombres más ilustres de su dramaturgia, la colectividad gala y el arte escénico local, sin duda pueden demostrar como las anteriores, antiguas relaciones y de profundos alcances.

Si pensamos en repertorios y aún más, vienen de la historia del teatro vernáculo un largo listado de refulgentes plumas: el incalculable Molière, presente sea en los comienzos del teatro entrerriano como en el contemporáneo a través de comedias suyas como El médico a palos -en famosa traducción de Leandro Fernández de Moratín-, o del Tartufo, estrenado hace dos décadas en Paraná, en versión de Tito Cossa; Trente ans, ou la vie d’un joueur (1827) de Victor Ducange, que fuera suceso mundial, y el Lorenzaccio de Alfred de Muset, o también a fines del mismo siglo XIX, la famosa Fédora, de Victorien Sardou, ofrecidas por com-

pañías en gira por el Litoral.

Al gran renovador romántico Víctor Hugo, que tornó obsoletas algunas estructuras de piezas españolas, se le estrenó en el Entre Ríos inmediatamente posterior al Pronunciamiento de Urquiza -según Jacobo de Diego-, su drama en tres jornadas Ángelo, tirano de Padua,

(1855) de edición casi simultánea en francés y español apenas unos años antes.

Luego, las destrezas y talentos de más de una generación de autores, directores y teóricos del siglo XX: Jarry, Apollinaire, Artaud, Dullin, Jouvet, René de Obaldía, Barthes..., sin contar los adoptados por París,

que tuvieron presencia en nuestro teatro pasado, o tienen existencia en nuestra tradición teatral.

El malentendido del argelino Albert Camus, (1961- 1963) prácticamente cierra la actividad precursora independiente del Teatro- Estudio Casacuberta que tuviera lugar en Pa-

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1 raná, con la dirección de Héctor Santángelo.

Asimismo con el estreno de esta obra en la capital entrerriana y su circulación por la región en publicitada gira, el Casacuberta inaugura una nueva poética que disfrutaron los espectadores del noreste. Fue una producción local de intertexto nihilista que jerarquizó, por los documentos y fuentes consultadas, al teatro del momento.

El rumano Eugène Ionesco –cuyas piezas o “antipiezas” fueron presentadas en diversas oportunidades por estos lares-, aventaja notoriamente a la recepción del irlandés Samuel Beckett, cuya circulación en los escenarios regionales fue muy restringida.

Rafael Bruzza y Rubén Clavenzani fueron algunos de los teatristas del litoral que se animaron a montar Las sillas, La cantante calva o Escena para cuatro personajes, de Ionesco.

Como es sabido, enrolados en las vanguardias, estos tres escritores con otras tantas figuras de las artes y de las ciencias, hicieron de París un lugar ideal que acunó a los más grandes creadores del siglo XX, y en la capital francesa se produjeron las mayorías de sus resonantes estrenos.

El parisino marginal que atravesaría variadas fronteras, Jean Genet, popular merced a su texto Las criadas, El balcón o Los negros, fue otro gran escritor, inspirador de otros teatros, otra sociedad, otra forma de vivir.

Comediante y mártir, al decir de Jean-Paul Sartre –cuya obra dramática y su teoría de raíz brechtiana se diseminó bien por el teatro argentino-, el drama de Genet introdujo en la historia de nuestros teatros de provincias, tal vez una nueva concepción de los sujetos, adelantada a su tiempo y probablemente minoritaria en la cultura y el sistema teatral provincial, y buenas dosis de poesía y teatralidad.

Su deseo de construir un nuevo orden moral, como afirmó Jorge Urrutia en la edición de Diario del ladrón, a través de la traición, el robo y la homosexualidad, fueron en efecto parte de su literatura dramática y de los temas de sus libros.

Sus obras, poco a poco fueron conocidas y despertaron el interés de los teatristas de la dictadura y post-dictadura.

También su primera pieza Las criadas, sería basal de experiencias puntuales como las emergentes de la Alianza Francesa de Paraná a mediados de los ‘80, con dirección de Raúl Kreig.

Pero el teatro francés en las provincias llegó además por medio de las Farsas francesas anónimas medievales estrenadas en espacio circular por el Casacuberta a mediados de los ‘50, de vaudeviles o de títulos trágicos de Racine como Fedra, - en la versión libre de Teatro del Bardo- y de nuevas dramaturgias de jóvenes autores, incluso traducidos al español por pedido de directores contemporáneos.

No alcanzaríamos a comprender las artes escénicas actuales, sin considerar en simultaneidad los aportes o influencias de esta tradición multicultural, de este patrimonio universal que sin duda, nos enriqueció.

Caricaturas pag. 3 y 4: Molière, Jean Racine, J. P. Sartre, A. Dumas (h.), escena de una obra de Victor Ducange y Victoriene Sardou.

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Un encuentro a la memoria de

Lito Senkman La payasa Julieta Daga en Bufón, no dejó títere con cabeza.

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n total de 25 obras provenientes de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos integraron la programación de esta esperada fiesta de las artes escénicas de la Región Centro que se exhibe prolífica, de mucho trabajo e investigación.

Además de una abultada grilla de espectáculos que se sucedieron del miércoles 15 al domingo 19 de noviembre, en distintas salas de Paraná, se programaron actividades especiales como charlas abiertas a todo público: una referida a la figura de Jacobo de Diego - periodista, crítico e investigador del teatro argentino reconocido por sus textos dedicados a personalidades y temas del teatro nacional- a cargo de Guillermo Meresman -como becario de la Dirección Nacional de Investigación Cultural de la Secr. de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación-; otras sobre gestión cultural con integrantes de grupos de la región; y una más sobre la escritura dramática y los derechos de autor, junto al conocido dramaturgo y actual vicepresidente de Argentores, Daniel Dalmaroni.

Entre los trabajos más osados y novedosos que se vieron en este encuentro, con una estética muy singular y contenido capaz de poner en crisis un estado de cosas, el teatro mismo o la humanidad, nos permitimos resaltar la propuesta de Bufón, con actuación de Julieta Daga y dirección de Luciano Delprato, La verdad de los pies, dirigida por Jazmín Sequeira, ambas de Córdoba y Representación nocturna del marqués de Sebregondi, con Martín Fumiato, Matías Tamburri y Matías Martínez, de Rosario.

Bufón es simplemente una “bomba” en la cabeza del espectador de clase media para que salga a transformar el mundo. Puede parecer declamativo, pero no. Con humor, la actriz pretende sacudir la modorra y mediocridad im-

(fotos julián villarraza).

En la sala Verónica Kuttel de La Vieja Usina se vio La verdad de los pies.

perantes. Cuestiona y hace pensar a cada uno de los espectadores que ingresó a la sala. Ella se encarga de contarlos y observar de manera atrevida, a cada uno de esos individuos: “Uno, dos, tres, el payaso paranaense, cinco, seis, la perdida, ocho, el renegado, diez, once…” Daga es bufón y reina a la vez, es Cristina y Eva y una nadie hecha de restos y retazos de todos.

Aunque diga “La patria es el orto” no se mofa de la política, sino de cierta política. En la preocupación de estacionar o no, y dónde el auto, se sintetiza la banalidad y vacuidad en la que tantos están inmersos. Todo en este trabajo es un gran castillo de arena construido con restos y materiales descartables, en el que se desmorona esa tremenda actriz que necesita de un supuesto espectador “Roberto”, de unos espectadores que jueguen al fútbol o de la que tiene que pasarle letra.

La estructura que va y viene entre lo metateatral -la reflexión acerca de qué es una obra de arte, el público o la retórica teatral e incluso los agradecimientos propios de cada obra de teatro pero en sorna, claro- y esa suerte de historia de amor con un espectador, enriquecen y complejizan la puesta que se quiebra con esa musiquita que la distrae y convierte en otro personaje, ese que solo tiene que presentar y repetir.

Experimentar y aprender La verdad de los pies, por su parte, constituye un “evento poético” al decir de Jazmín Sequeira, que evoca temas como el no pensamiento del ser humano, la ciencia que desconoce lo humano, la hipocresía de los humanos y de los discursos, el humano que mira a los otros y la ciudad y el humano que desconfía de sus pares. Esta obra deja ver un profundo trabajo de creación colectiva en el que todos aportaron de verdad y que como grupo, se supo dar el tiempo que necesitaba para

generar esta pieza de fragmentos, intensidades y sentidos varios. “Nos interesa que ese sentido tenga porosidad y esté estallado”, resaltó la directora en el marco de los espacios de devoluciones, quien agregó que la obra surgió del diálogo con el asistente de dirección que proviene de la filosofía y la ciencia política, del encargado del diseño sonoro y del universo personal de cada uno de los actores (Ana Balliano, Diana Lerma, Martín Suárez y Gabriel Pérez).

La propuesta evidencia un proceso sostenido de tres años y una voluntad por no cerrar sentidos sino todo lo contrario, abrir y plantear preguntas.

Representación nocturna del Marqués de Sebregondi es un desafío en sí mismo. Pues transformar en teatral un texto como “El niño proletario” de Lamborghini, es un mérito per se. Después se agrega la maravillosa puesta y la estética de los personajes y los objetos cuidadosamente elegidos para montar esta pieza que es una gran denuncia social que interpela y conmueve.

Por diversas razones y méritos, resaltamos también Un hueco, última obra dirigida por Senkman, Las obreras de Murphy, Los ríos del olvido de Camila Sosa Villada, Arévalos (Santa Fe), El desagüe (Rosario), Nazario, el gurí del monte de María Laura Gallo y Amor puto dirigida por Alejandra Codina con el entrerriano Cristhian Ledesma de protagonista.

Escritura Dalmaroni, antes de comenzar su exposición, trajo de la memoria la puesta de un texto suyo, La tragedia argentina, dirigida por Senkman.

Luego, señaló a partir de una serie de ejercicios que contaron con la participación activa de los presentes, un sinnúmero de claves, lecturas y consignas para ponerse a escribir dramaturgia.

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11ª edición del Festival de Teatro del Mercosur

El teatro del mundo por la

geografía cordobesa

Cada dos años se celebra este encuentro en Córdoba, que desparrama teatro de calidad, por todos lados: pequeños pueblos, salas convencionales, centro de jubilados o cárceles.

Mónica Borgogno

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na vez más y durante once intensos días, Córdoba fue escenario del mundo y vidriera del teatro local, de alta calidad. La Agencia Córdoba Cultura a través del Teatro Real es el organismo responsable de este Festival bianual, que siempre ofrenda una programación que sorprende, emociona e invita a pensar.

En esta nueva edición, el Festival Internacional de Teatro del Mercosur albergó propuestas provenientes de más de 15 distintos países, llevó espectáculos a localidades del interior cordobés como Sacanta de unos 3000 habitantes o Embalse -donde se montó Iara- O encanto das aguas, teatro de sombras de Brasil- y sin dudas, formó, contagió y sumó nuevos espectadores.

Más de 50.000 personas de toda la provincia, informaron los organizadores, vieron teatro de poéticas y lenguajes de lo más diverso.

Obras de Bélgica, Canadá, Italia, España, Portugal, Suecia, Serbia, República Checa, Brasil, México, Ecuador, Cuba, Uruguay, Colombia y Bolivia se cruzaron con propuestas de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Salta, Tucumán, Catamarca y Córdoba.

La región Centro Litoral tuvo una presencia

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notoria esta vez con cuatro espectáculos que dejaron bien parada la producción artística del interior y la calidad de sus actores. A saber, Carne de juguete y Horacio, amigo de Hamlet, ambas obras de Rosario, Nenúfares, un espectáculo puto, de Santa Fe y El cruce, de Paraná.

La Comedia Cordobesa, por su parte, ocupó varios casilleros de la grilla de programación,

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con cuatro espectáculos. En la jornada de apertura, estrenó una versión libre del clásico de Luigi Pirandello Seis personajes en busca de autor, bajo dirección de Corina Fiorillo quien orquestó y articuló el talento de 19 actores, de distintas generaciones: caras reconocidas y nuevas, de este elenco oficial, tuvieron su momento de lucimiento en escena. También

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Aportes

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o faltaron los reconocimientos a los 25 años del Teatro Espontáneo, los 15 años de Los Modernos y en la jornada de apertura, se destacó la labor del crítico Roberto Schneider cubriendo durante 30 años los festivales de Córdoba para el diario El Litoral (Santa Fe).

se mostró Ella, de Susana Torres Molina y El último viaje de Consuelo de Saint Exupèry de Alejandro Finzi, dirigidos por Gonzalo Tolosa y El avaro, de Molière que se vio en el penal de Bower con dirección de Willy Ianni.

La danza teatro tuvo su máximo exponente con Noite, un espectáculo de Portugal que indaga en los disímiles submundos nocturnos. Jóvenes bailarines –André Braga, Paulo Mota y Ricardo Machado-, de cuerpos muy pregnantes y versátiles desandan y expresan los recovecos de la noche de la mano de textos del poeta Al Berto y Sandor Marai y una puesta que con un sinnúmero de cubiertas y precisa iluminación, logra significar cuevas, agujeros, montañas, un cuadrilátero de box, un pozo, un lugar adonde echarse a dormir, una protesta, violencias varias, un puente o un pedestal.

Pieza plástica (Buenos Aires), de Marius Von Mayenburg, dirigida por Luciano Cáceres, subió a escena una historia que con humor pone en cuestión las relaciones de pareja y familiares, la violencia, las frustraciones.

Además del texto y la puesta, sobresalen las actuaciones de Florencia Benítez, Joaquín Berthold, Santiago Magariños, Daiana Provenzano y Julián Calviño.

Terrenal, también de Buenos Aires, llenó el Teatro Real en dos funciones: una en el mismo horario del partido de la Selección Argentina de Fútbol y otra, competía contra el frío y la lluvia. En ambos casos, la gente hizo cola y aplaudió de pie este trabajo escrito y dirigido por Mauricio Kartún.

Agamenón, volví del supermercado y le di una paliza a mi hijo, de Rodrigo García, dirección de Sergio Osses, al igual que El Cura.

Teatro coral y Los hijos de… (un drama social) –esta última dentro de la programación de los Premios 2016 de la Subdirección de Artes Escénicas de la Agencia Córdoba Cultura-, figuran tal vez entre los nuevos trabajos del teatro que se hace en Córdoba y que tuvimos oportunidad de ver. Una y otra puesta, resonó e impactó sobremanera en los espectadores, ya sea por sus puestas innovadoras o bien por el diálogo que estos textos generan

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con las noticias, con el contexto actual, con la virulencia del consumismo y los discursos vacíos, con la pedofilia, la homofobia y la hipocresía, con el desamparo del desempleo o los despidos y el menosprecio y ninguneo de los empresarios.

En el caso de Agamenón -que se hizo en la cuidada y preciosa sala La Chacarita-, la violencia de lo dicho parece tocar al espectador, sacudirlo internamente y dejarlo pasmado. La síntesis del consumo porque sí y el vacío existencial, que se observa en esta puesta y su vestuario plástico, en las actuaciones de Lucas Goria y Pola Halaban y en la atmósfera sonora y visual asfixiante, llega, provoca y demuele.

En tanto, El Cura. Teatro coral constituye una tesis teatral. Este trabajo, dramaturgia y dirección de José Luis Arce, habla de la pedofilia pero no solamente, explica de algún modo las complicidades o la razón de ser de la existencia de estos sujetos: la homofobia y la hipocresía social. Las distintas voces de los nueve actores -Simón Garita Onandía, Tomás Gianola, Fer Hache, Marcos Polzoni, Valentina Marello, Cristian Durban, Nora Sommavilla, José Halac y Joaquín Torres- y sus parlamentos, en distintos planos o al unísono, construyen un universo oscuro, una trama social y estética que enuncia lo complejo, la espesura de los dobles

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1 discursos. Es un texto potente, una obra necesaria de ver.

Los hijos de… (un drama social) hace anclaje en tres historias de desempleo y despedidos –en realidad son más si uno se queda pensando en las historias de esos rostros curtidos de operarios, albañiles o empleados de fábrica que están en la puesta y en las butacas-, para señalar las fibras que estas situaciones movilizan adentro de uno, con la familia o en la calleel sistema, las angustias, el tiempo que no para ni un poco, la necesidad de aprender a construir un motor que nos saque ‘la fucking melancolia”. Una propuesta bella y conmovedora

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por donde se la mire, con las actuaciones de Josefina Rodríguez, Franco Muñoz y Emanuel Tete Muñoz, quienes también operan luces y hacen sonido en escena.

Hubo más exponentes del buen teatro que se hace en la Docta como Esdrújula, palabras para Bonino, de Zeppelin Teatro, Volver a Madryn de Rodrigo Cuesta o Los Modernos 15 años, que hemos podido disfrutar en otros festivales.

Arte como continente “En el cruce entre una expresión cultural y otra aparece la frontera y su desdibujamiento simultáneo, aparece el hombre con su condi-

De libros y archivos

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ntre las actividades que complementaban la programación, se encontraban diversas instancias de formación, charlas, desmontajes. A ello se agregó la presentación del archivo virtual Paco Giménez –director del colectivo teatral La Cochera y referente de las artes escénicas- y del libro Repensar la organización de un festival. Reflexiones en voz alta desde la experiencia y las lecturas, de Pau Llacuna i Ortínez. Estuvimos junto al autor de este libro que recupera la experiencia de FiraTàrrega (España) como modelo de buenas prácticas.

Ya en el prólogo, Guillermo Heras lo describe como un libro necesario, pues “los festivales de artes escénicas son acciones socioculturales que realizadas desde criterios de sensatez, racionalidad y compromiso, representan una forma útil para la promoción de las prácticas de la representación en vivo”. En otro párrafo destaca la trayectoria del autor-gestor: “Su buena gestión en la utilización de recursos posibilitó que haya sido uno de esos festivales que no se han visto zarandeados, de un modo profundo por el abuso de recortes presupuestarios en cultura”.

Se trata de un volumen de fácil lectura, que abarca las distintas áreas y funciones, presupuesto sostenible, área artística, técnica, de administración y de comunicación.

Pensado para gestores culturales de pequeños festivales, el libro comienza diciendo que “el tiempo y la capacidad” son los factores más importantes para llevar adelante un proyecto de festival: “...un tiempo para engendrar el proyecto... para exponerlo y para producirlo... También para convencer a quien tiene que autorizar nuestro proyecto o formar parte del equipo”.

El volumen incluye, hacia el final, un anexo con modelos de contratos e indicaciones para porteros de teatros y hasta una propuesta para ensayar la gestión de un festival hipotético.

En diálogo con nuestra revista, Pau Llacuna señaló que los aciertos de un festival dependen de un buen análisis previo del propio territorio en el que se proyecte la propuesta: “No podemos pensar que un festival o proyecto cultural se revuelve con un copiar y pegar. Hay que hacer un buen análisis de los factores que influyen en nuestro territorio. Por otra parte, el acierto no es tener las salas llenas, sino que el festival sea un verdadero servicio público porque a mi modo de entender la cultura es eso”.

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ción fronteriza esencial... El arte es un continente, que acepta, asimila la diferencia y protege la convivencia”, afirma Raúl Sansica, director de este mega encuentro internacional de teatro. Y uno puede confirmarlo, función tras función.

Penev, de la compañía La teta calva, de Valencia (España) hizo reír con una propuesta que “despierta” al espectador para que levante el ánimo, para que entienda el teatro, para que sepa que “la vida es una puta mierda excepto cuando rueda la pelota o cuando se levanta el telón”. Este trabajo premiado como mejor espectáculo en la Feria de Teatro de Huesca, tiene una puesta austera, bella y sentida. “Una obra de fútbol para los que odian el teatro y una obra de teatro para los que odian el fútbol”, señala Xavo Giménez, autor y uno de los actores junto a Carles Sanjaime. Ambos componen dos personajes por demás tiernos y entrañables. Tras esa función en el imponente Centro Cultural Córdoba, los valencianos hicieron las valijas y marcharon a hacer la obra en Rosario, Asunción (Paraguay) y Santiago (Chile).

Desde La Paz (Bolivia) llegó Hermanas del Alba, una puesta que sorprendió al público y a los simples transeúntes. Es que la versión del clásico de Federico García Lorca, arrancó con un cortejo fúnebre a pie, desde la Iglesia de la Compañía de Jesús hasta el Teatro del Libertador, pasando por la transitada avenida Vélez Sárfield. Así fue que un hombre que por ahí andaba, vio de pronto pasar en procesión a un montón de mujeres todas llorosas y ataviadas de estricto negro, a las que aprovechó para estirarles su gorra y pedirles unos pesos. Otros, fueron público ocasional desde la ventanilla del colectivo urbano o un taxi. Ya en el escenario, la historia de Bernarda y sus hijas, se desplegó en clave de flamenco. Si bien el texto se demoró en llegar y resultó bastante abreviado en esta propuesta de danza teatro, el trabajo de las bailarinas es notable, exhibieron gran técnica y generaron momentos únicos de gran belleza que generaron aplausos espontáneos, incluso mucho antes del final.

Un manifiesto y un convite

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talia se destacó con la presentación de Still life 2013 de Ricci-Forte. Un trabajo a todas luces, impactante y movilizador. Uno de los trabajos más conmovedores vistos arriba de un escenario.

No es un teatro que deja pensando, no. Estos artistas van más allá y procuran que uno cambie de idea y pensamiento, que los espectadores salgan siendo más humanos que cuando entraron a la sala. Cuando todo deshumaniza y el otro y las diferencias, no pueden ni verse siquiera, esta obra hace vibrar nuestras estanterías y conmueve, claro. Tiene belleza, poesía, imágenes y metáforas por doquier. El espectáculo muele, pisa, golpea, machaca los corazones para que nunca más un pibe cualquiera se suicide perseguido por el bullyng homofóbico. Ese fue el hecho real que disparó la producción de esta obra: un adolescente en Roma, en 2013, se colgó de la lámpara de su casa con una bufanda rosa, su color preferido y con el que lo acosaban sus pares.

Hay varios momentos únicos, uno de ellos el de dos mujeres -que pueden ser dos madres, dos padres o dos tíos-, que enumeran casi hasta el infinito, todo lo que enseñarán a sus hijos para no reproducir más miserias, prejuicios, estigmas, persecuciones. Es una enumeración que parece no acabar y eso lo hace aún más bello y triste a la vez. “Ti insegnerò che andare al corso di danza non è da femmine… Ti insegnerò a non dare della puttana alla ragazza che si distrae al semaforo e non riparte col verde”, dicen Anna Gualdo y Liliana Laena. El elenco se completa con Giuseppe Sartori, Simon Waldvogel y Persten Leirom.

“L’essere normali è un concetto assurdo. Non existe. Un paese che non sa proteggere i propri figli. Da quali uomini è fatto uno Stato che non tutela le ricchezze individuali?” (Ser normal es un concepto absurdo. No existe. Un país que no sabe proteger a sus propios hijos. De qué hombres está hecho un Estado que no cuida las singularidades individuales). La

luz de lleno a la platea y la puesta a prueba del público, a ver hasta dónde se bancaba la homosexualidad, con un beso –como simple manifestación de amor- en la boca de parte de los actores varones a los espectadores varones y de las actrices a las mujeres que se habían sentado en la primera o última fila, fue un gesto “inaspettato e meraviglioso”. No hay mejores palabras que esas, en italiano, para describir lo visto y sentido en el Teatro Real de Córdoba.

Se trata de un teatro que denuncia de manera profunda y que ansía una sociedad más humana. Así lo dijeron los creadores en la charla previa y eso mismo se trasuntó en el espectáculo.

Compromiso político y talento se funden en este trabajo que arremete contra la Iglesia y el Estado -italiano en particular-, que mira para otro lado o dice “tagliategli la testa!” (Córtenle la cabeza!) al diferente. No obstante, cualquier Estado, Iglesia, sociedad, individuo puede recoger este guante y cambiar, aceptar al otro. “Non è postando lacrime di coccodrillo che impediremo il massacro”, nos interpelan los artistas.

Este espectáculo, cabe destacar, ha girado por toda Italia desde 2013 hasta entonces. La primera vez subió a escena en el Teatro Argentino de Roma. Ahora venía de mostrarse en Uruguay, pasó por Córdoba y siguió viaje hasta México, donde por estos días se verá en las ciudades de Cualiacán, Mazatlán, Guanajuato y en León.

Tras la función una queda como desplumada o destripada, pero agradecida.

Consultados sobre la recepción y repercusión de esta obra, Gianni Forte –además de facilitarnos el texto en italiano- comentó que “los adolescentes se dan cuenta del valor de la palabra y los padres que lo han visto, se van pensando que la discriminación o el suicidio puede también pasarle a sus hijos. También fue importante el rol de los docentes para ayudar a tomar conciencia, porque llevaron cursos completos a ver el espectáculo y siguieron el tema en el aula”.

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Fotos 1. Seis personajes en busca de autor en versión de los actores de la Comedia Cordobesa.

2. Sobresalientes actuaciones de Florencia Benítez y Joaquín Berthold en Pieza Plástica.

3. Escena de Agamenón, volví del supermercado y le di una paliza a mi hijo, puesta de Osses.

4. Los hijos de... señala herencias y marcas del mundo laboral.

5. Arce hace lucir al nume-

roso elenco de El cura.

6. Impecables bailaoras encarnaron Hermanas del Alba (Bolivia), versión del clásico de Lorca.

7. Desde España llegó Penev, tiernos personajes e historia, pergeñada por Xavo Giménez.

8. Carne de juguete, con Claudia Schujman, Roberto Stabile, Federico De Battista y Yanina Mennelli.

9. Bellas estampas de Still life 2013 (Italia) que se vio en el Teatro Real.

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Perfiles

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Biografías del teatro latinoamericano

fotos de marta mikulan y bravocarlosgimenez.blogspot.com.ar

Carlos Giménez, un p

(Rosario, Argentina, 13 de abril de 1946 - Caracas, Venezuela, 28 de

Versión tea de El coron no tiene quien le escriba de García Márquez.

F

ue excepcional director de teatro, gerente cultural y escritor argentino-venezolano que, según se acuerda, dividió la historia del teatro venezolano moderno en dos.

Juan Carlos Giménez Gallardo fue el creador del Festival internacional de Teatro de Caracas (FITC) en 1971, del Instituto Universitario de Caracas (Iudet), del grupo Rajatabla, del Taller Nacional de Teatro, del Centro de Directores para el Nuevo Teatro y del Teatro Nacional Juvenil de Venezuela, con varias sedes en el interior de este país.

A él se atribuye que por primera vez el gobierno nacional otorgara subsidios a grupos de danza, teatro, música y literatura, esto es a la cultura, a cambio de funciones en toda la geografía venezolana. Gracias a estos subsidios Rajatabla pudo convertirse en un grupo profesional y tuvo su sala propia en el antiguo edificio del Ateneo de Caracas en la Plaza Morelos.

Trayectoria Aunque nacido en Rosario, Carlos Giménez se consideraba cordobés porque allí había vivido desde muy pequeño. Es ahí donde estudió en la Escuela de Arte Dramático y fundó su primer grupo a los 16 años, El Juglar, junto a su hermana Anita y el escenógrafo Rafael Reyeros, distinguido este año por su trayectoria regional por el INT. Con ese grupo viajan a los festivales de Polonia y Nancy, Francia, obteniendo dos premios internacionales.​ De regreso a Córdoba, Giménez organiza el Primer Festival de Teatro de Córdoba, pero es apartado de su dirección por la dictadura militar,​lo que lo obliga a autoexiliarse: “(...) Carlos Giménez impulsado por este pasado sueña con armar un Festival en su propia provincia, pero aunque inicia la organización lo expulsan de la misma en 1967. Argentina había cambiado desde el 28 de junio de 1966. Se vivía la dictadura liderada por Juan Carlos Onganía y la huida de tantos compañeros teatreros lo determina también a partir.

En Venezuela, en 1971 y con la ayuda de María Teresa Castillo y el Ateneo de Caracas nace el Primer Festival Internacional de Teatro, donde Giménez asume la Dirección Artística’ (...)”, subrayan en el documental para el programa “Yo estuve allí”, producido por Globovisión, publicado en 2014.

En efecto, después de recorrer América Latina por tierra dando funciones en centros mineros y campesinos, Carlos Giménez llega a Venezuela en 1969, donde es recibido y apoyado hasta su muerte por la periodista, ex víctima de la dictadura perezjimenista y directora del Ateneo de Caracas, María Teresa Castillo, y su marido, el escritor y dueño del periódico El Nacional, Miguel Otero Silva, quien le da una de sus

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La te de Shake

diri G

obras para que la dirija, La venganza de Don Mendo.

“La maravilla del teatro es ese sentido imposible de aprehender, de que uno nunca sabe qué va a ocurrir, ese elemento intangible que hace que un actor pueda representar de un modo totalmente diferente a como lo había hecho el día anterior. Invariablemente hay temas que me preocupan como el aspecto de la intemporalidad: el teatro no es un video, no es una película, sino algo absolutamente transitorio en su esencia.

Sabemos que cuando baja el telón hemos visto una función que no volverá a repetirse nunca jamás.”, afirmó Carlos Giménez en una entrevista. “El teatro va más allá del hecho cotidiano; el teatro destruye lo cotidiano para que el hombre entienda cual es el sentido universal de su presencia en este mundo”, señaló.

Puestas Carlos realizó unos 80 montajes en Argentina, Estados Unidos, México, Perú, España, Rusia, Italia y Venezuela. Sus espectáculos participaron en los más prestigiosos festivales internacionales de teatro del mundo.

Su obra más famosa fue El coronel no tiene quien le escriba del Nobel Gabriel García Márquez, adaptada y dirigida por él mismo. El gran autor colombiano testimonió en México en 1986 después de su estreno: “No se oyó volar una mosca, no se oía respirar. Es emocionante realmente”.​ La obra fue representada desde el junio de 1989 en el Teatro de la Ópera de Maracay en coproducción con el Festival de Dos Mundos de Spoleto, Italia, y el Festival Latino de New York de Joseph Papp.​ En gira por España Carlos Giménez declaró al diario El País: “No nos hemos bajado los pantalones ante

jatabla.

s afiches de Ra

Posando con lo

ningún Gobierno, y si es necesario, nos cagamos en el ministro de turno”.​En Colombia la obra fue también un gran éxito.​ En Córdoba preparó tres montajes: La querida familia, de Eugène Ionesco, Picnic en el campo de batalla, de Fernando Arrabal, Los amores de Don Perlimplín y Belisa en su jardín, de Federico García Lorca y Fuenteovejuna, de Lope de Vega, obra que fue censurada por la dictadura militar.

Ya en Caracas estrena en el Ateneo de Caracas La orgía, de Enrique Buenaventura, obra que escandaliza a la sociedad y al gobierno y es levantada a la semana

precursor a rajatabla

e marzo de 1993)

atral nel

empestad espeare, igida por Giménez.

Junto a uno de sus actore

s, Aitor Gaviria

de estrenarse.​ En febrero de 1971 estrena Tu país está feliz, de Antonio Miranda-Xulio Formoso, fecha que Giménez considera como creación del Grupo Rajatabla, acaso su primer gran éxito. Después dirige Venezuela tuya, de Luis Britto García.

En 1976 estrena Divinas palabras, de Ramón Valle Inclán, y El señor presidente, de Miguel Ángel Asturias, que subió a escena a comienzos del año siguiente. Esta última​es un éxito rotundo que catapulta al director a las tablas internacionales, con una invitación para participar en el Festival de Teatro de las Naciones a celebrarse en Nancy.

La gira se inicia en Rótterdam y sigue por Estocolmo y Roma. Tras regresar a Venezuela, Rajatabla ya se consideraba uno de los grandes grupos de teatro del mundo.

Festivales En abril del año 1979 monta La muerte de García Lorca, de José Antonio Rial y luego lleva a escena Martí, la palabra (1981), textos de José Martí, adaptación de Ethel Dahbar.

Fue Director Artístico del Ateneo de Caracas desde 1976 hasta 1984, cuando renunció. Su relación con la institución y con María Teresa Castillo se mantuvo inalterable hasta su muerte, y la mayoría de sus obras eran estrenadas en la Sala Anna Julia Rojas de esa institución.

Por otro lado Carlos era el director del FITC y María Teresa Castillo la presidente. A su muerte, Carmen Ramia se convirtió en su directora.

El Festival Internacional de Teatro de Caracas (FITC) fue creado en 1973, pero en 1971 Carlos Giménez y María Teresa Castillo ya habían organizado el Festival de Las Naciones.

Otras creaciones suyas fueron: Fiebre, Oficina Nº 1 y Casas Muertas, de Miguel Otero Silva; Las lanzas coloradas, de Arturo Uslar Pietri, La señorita Julia de Strindberg, Peer Gynt de Henrik Ibsen, Memori, de García Lorca, La honesta persona de Sechuan de Bertold Brecht, El Campo, de Griselda Gambaro, Mozart, el Angel Amadeus de Néstor Caballero, Historia de un caballo, de Tolstoi, La máscara frente al espejo de Pirandello, adaptación y dirección de Carlos Giménez, El coronel no tiene quien le escriba de García Márquez, adaptación y dirección de Carlos Giménez, Bolívar (1982, Maracaibo) de José Antonio Rial, música de Juan Carlos Núñez, escenografía y vestuario de Silviainés Vallejo, con Roberto Moll como Simón Bolívar y Pilar Romero como Manuelita Sáenz, junto a treinta actores y actrices en escena. Al año siguiente la estrena en

Caracas en el FITC 1983, en el Bicentenario del Libertador Simón Bolívar, y Cipango, de José Antonio Rial.​ Asimismo escribe una obra infantil, Alegría y Mapulín, (1985) que se monta en el Ateneo de Caracas.

En 1984 el gobierno de Córdoba, ya en plena democracia, lo convoca para que organice el Primer Festival Internacional de Teatro de Córdoba, cosa que Carlos Giménez hace. Y hacia 2014 el Festival Internacional de Teatro de Córdoba le rinde un justo homenaje.

En 1990, el entonces presidente venezolano Carlos Andrés Pérez, anuncia el apoyo a la institución civil sin fines de lucro: FundaAteneoFestival, con el objetivo de darle continuidad institucional al Festival Internacional de Teatro de Caracas, garantizando a través de esta entidad su permanencia en el tiempo y su realización bienal mediante el patrocinio del Consejo Nacional de la Cultura (CONAC).

En 1990 es convocado por el gobierno de México para dirigir el espectáculo de apertura del Encuentro de Presidentes Latinoamericanos. Carlos Giménez con su grupo Rajatabla participa el año después del Festival Shakespeare de Nueva York, en el Central Park, montando La Tempestad.

Carlos Giménez dirige nueve FITC, el último en abril de 1992. Un año después el periodista Edgar Moreno Uribe publicó la única biografía que existe de Giménez: Tiempo y Espacio.

Carlos Giménez fue nacionalizado por decreto en 1977. Cuando murió, en 1993, el gobierno decretó dos días de duelo y millares de personas fueron a su entierro en el Cementerio del Este, donde el coro de María Guinand cantó su canción favorita: “Somos mucho más que dos” de Mario Benedetti y Alberto Favero.

Más tarde, en 1998 la profesora y actriz fundadora del grupo Rajatabla Miryam Pareja crea la Cátedra Gimeniana, que dicta en el Taller Nacional de Teatro (TNT) de Rajatabla.

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Más circuito que nunca

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C

on una buena oferta de ocho espectáculos, el Circuito Teatral organizado por el INT, cogestionado con las áreas de Cultura de las provincias y de los municipios que ofrecen sus espacios, regresó este año a Entre Ríos.

Como es sabido, este mini festival internacional de teatro, llegó a Paraná y se extendió hacia Concordia y Crespo, ofreciendo al público distintas expresiones de la escena contemporánea, a precios bastante accesibles.

En esta edición, cien localidades de todo el país recibieron a 76 elencos, durante algo más de dos meses, contabilizando un total de más de 320 funciones. Números que hablan, desde hace diez años, del impacto que estas iniciativas generan sobre decenas de miles de amantes de las artes escénicas y también, del entusiasmo de nuevos y más espectadores posibles. Las largas filas para entrar a las salas, ilustra parte de esa avidez y curiosidad por ver actuar y representar unos personajes y una historia.

Concerto pour deux clowns (Francia/Uruguay), interpretado por Igor Sellen y Julia Moa Caprez abrió la propuesta en un colmado Teatro 3 de Febrero. Los artistas fueron ovacionados con un espectáculo que combina acrobacias varias, humor, música –excelentes instrumentistas y ella además, cantante de ópera-, de muy buena factura. Con momentos e imágenes poderosas y la belleza de un trabajo organizado, la compañía Les Rois vagabonds deleitó con su

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poesía corporal a la que resultó imposible sustraerse. Para el final, la inclusión de un pequeño clown, reafirmó la posible estirpe de estos artesanos de las emociones y a esta familia de ideas cirqueras.

Las otras funciones se llevaron a cabo en las salas del Centro Cultural La Vieja Usina y en el Auditorio de la Escuela de Música, Danza y Teatro “Profesor C. Carminio”. En la nueva sala

institucional de calle Italia, se ofreció Juana La valiente (Suiza), con la clown Gardi Hutter y dirección de Ferruccio Cainero. Pese a que fue una función accidentada –la rotura de la inconfundible nariz roja de payasa-, los numerosos espectadores se divirtieron con la historia del sufrido y malvado personaje.

Otra de las propuestas que generaron gran expectativa fue la adaptación del texto de Roberto

Arlt Saverio, el cruel, (o la farsa del coronel) transformado por la Comedia Municipal Norberto Campos de Rosario en una corrosiva farsa antimilitarista que resuena e impacta por su vigencia, con notables actuaciones -Miguel Bosco, María Belén Ocampo, Nicolás Carlos Terzaghi, Ludmila Bauk, Micael Genre Bert y Gabriela Bertazzo-, bien dirigidos por Santiago Dejesús.

La Compañía Teatral de la Comarca Andina (El Bolsón) presentó Amoroso, adaptación del clásico breve de Antón Chéjov, con buenas composiciones de Virginia Bernasconi, Cristian De Campos Morais y Adrien Vanneuville, y dirección de Darío Levin. Un trabajo que convocó paisajes nevados y entrañables personajes rusos.

Al término de la función, Levin tuvo sentidas palabras para un espectador ausente; un artesano de su pueblo: Santiago Maldonado, y renovó el reclamo de justicia por su desaparición. Y volvió a ser aplaudido cerradamente.

Un rato después, en la otra sala, estaba todo listo para la propuesta más postmoderna: Birds in the house. El espectáculo se sirve de animaciones, teatro de sombras, marionetas y pantomimas. La producción checa- serbia fue un “rara avis” de la programación; aunque su despliegue técnico fue impecable, su frialdad y lejanía metafórica desilusionó a unos cuantos. La opinión de dos estudiantes del Profesorado en Teatro fue representativa: mientras Pilar confesó “haber llorado toda la función” y haberse sentido muy conmovida con la modernísima poética, Eduardo explicó que la propuesta no le había movido un pelo, y que la había encontrado carente de toda teatralidad, sin justificación alguna de su aceptación por parte del INT para su selección.

Los demás espectáculos que se ofrecieron – todos con muy buena respuesta-, no superaron las medianías festivaleras. Amar. Temer. Partir (Buenos Aires) es un espectáculo que prende por la fuerza y ritmo que le ponen las muy buenas bailarinas de tap, pero se torna algo repetitivo y extenso. En tanto León Kamae (Bélgica), Antonin Descampe cuenta sin palabras la historia simple de un hombre que se queda sin trabajo.

Sin desentonar del todo, la programación este año no significó grandes aportes a la “estación Paraná”.

En resumen, fue un total de ocho planteos bien diversos de las artes escénicas contemporáneas, que de todos modos se agradecen por precios populares e invitaciones especiales a instituciones y experiencias formativas para miles de espectadores locales.

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Fotos

1. Concerto pour deux clown gozó del favor del público, como decían las antiguas crónicas periodísticas.

2. Esta versión de Saverio, el cruel se lució en particular con Miguel Bosco y Gabriela Bertazzo.

3. Juana la valiente, junto a una clown con múltiples recursos y muy graciosa.

4. Amoroso llegó de Río Negro y gustó.

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Los qué de

LA OTRA BUTACA

S

oledad González, entre la escritura, la escena y la música. Nace en Córdoba en 1970. Recientemente estrenó como dramaturga-directora “Los hijos de… (un drama social)”, espectáculo performático que parte de los relatos de los hijos cuyos padres fueron despedidos en los 80 y 90; y “Yo estaba en casa y esperaba que llegara la lluvia” de Jean-Luc Lagarce, de la cual también es traductora. En el último año, Altas llantas, la colección teatral de la editorial pánico el pánico que dirige Maximiliano De la Puente, editó “Epidramas”, un libro que reúne 4 obras escritas a partir del ritmo de la puesta en página; y el INT viene de editar “Obras reunidas 20002014”, nueve obras ya estrenadas. “Carne(ar) gentina”, co-escrita con Gabriel Fernández Chapo, también llegó a la escena este año y “Christian Woyzeck y la compañía del sonido” está por hacerlo. Prepara dos proyectos sonoros de lectura y música con Luis Obeid; y otro de versiones de canciones con Ernesto Belzagui, a lo que suma canciones propias. Sus obras han viajado por Argentina, Brasil, México, Francia, España. Da capacitaciones en dramaturgia y en composición escénica. Fue editora del apuntador y ediciones del Cíclope, colaboradora en las colecciones teatrales de Recovecos y Papeles teatrales; y directora de la colección de teatro europeo contemporáneo de Eduvim.

¿Qué escucho?

Sigo en particular a Juana Molina y Lucrecia Martel porque crean mundos desde la sonoridad y la poesía, con miradas muy singulares y estalladas. La música para mí es el caos total, no soy programática. Escucho: Bob Dylan, cuando el mundo parece de piedra, se queda en mi auto y me acompaña por la ciudad, semanas. Escucho bossa nova, blues y rock de los 60, 70 y 80, Elis Regina, Gal Costa, María Betania, los Beatles, los Rolling; escucho al flaco Spinetta y a la Fabi Cantilo reversionando, a la Mecha –Mercedes Sosa- en Cantora; escucho rock sinfónico inglés, a Zappa, a King Crimson. Escucho en un rancho en el campo discos de vinilo casi todos originales de los 80, me gusta esa sonoridad. Escucho Ceratti, Georges Ben, Sixto Rodríguez, Rita Lee. La música es lo que me ecualiza siempre. Mi compañero es músico y estamos probando un repertorio de

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boleros al blues; escucho boleros y a Pappo.

Escucho música francesa también, Gainsbourg y a Jeane Birkins. Escucho todo, menos tango, no me gusta la filosofía del tango, ni la rítmica, prefiero la tarantela y a Oscar Alemán; cuando alguien se pone espeso, le digo “tocate un tango”. Pero escucho todo y a Goyeneche lo admiro por como combina la voz cantada y hablada, lo escucho a él como a un performers.

Me gusta lo que hace con su voz, me gustan las voces rugosas que escapan al academicismo y los timbres que no puede definir la semántica.

Y me gusta Bob por su voz y porque hace 20 años está de gira. Y la cumbia, sobre todo la peruana.

¿Qué miro y qué leo?

En el cine y lo visual me gusta lo que se define/defino como un nuevo humanismo o un extraño optimismo: sigo a los artistas visuales Louise Bourgeois, que se fue en 2010 con más de 90 años y sin intensión de hacer ninguna retrospectiva, se fue experimentando; y a Chistiano Boltanski que en los 80 impuso un trabajo a partir del archivo en las artes contemporáneas para recrear épicas y mitologías íntimas; en cine, a los hermanos Dardenne, Kaurismaki, a Lucrecia Martel y Albertina Carri.

En literatura soy más programática, leo teatro contemporáneo; a veces he trabajado como jurado y leo mucho de lo que se está cociendo. Poesía de todas las épocas y latitudes, me gusta mucho Diana Bellessi y Circe Maia. El

año pasado arranqué poniéndome al día con la narrativa de Córdoba: Tere (María Teresa) Andruetto, Eugenia Almeida, Federico Falco, Luciano Lambertti, Sergio Gaitieri, Roberto Videla, Graciela Ferrari, mi primer maestra de Teatro en 1985. Me gustan las autoras que vivieron la dictadura en su infancia, como yo, y la revisitan, Laura Alcoba y su novela “La casa de los conejos” y Albertina Carri, en el cine; es un tema que nunca querré cerrar: la infancia y la incomprensión de ciertas durezas y atrocidades del mundo. Me gustan los claro-oscuros, Cheever. Me gusta el dramaturgo Philippe Minyana al que traduzco y me gusta Maruja Bustamante. Me olvido de lo que me gusta, soy caótica, siempre estoy escuchando cosas y probando formas: “puesta en página, puesta en boca y puesta en espacio” es mi método de trabajo. Leo ensayo, hace diez años soy investigadora universitaria, y he aprendido a escribir con reglas que siento que están estallando. Leo a Eduardo Del Estal, y agradezco que él me haya leído y prologado; leo a Christian Ferrer, le robo siempre su concepto de “titanismo de la imagen”, sigo su editorial Caja negra que siempre rescata, edita y recopila cosas que me interesan. Me gusta la sonoridad y el inconsciente, el auto relato y la auto ficción por eso leo y cito a Jorge Barón Biza y a Pascal Quignard. Estoy traduciendo a un poeta francés que se llama Christophe Tarkos, murió a los 40 de un tumor cerebral, en 2004, y tiene colgado en youtube performances de sus textos poéticos.

Me gusta descubrir voces que tengan su ritmo y su proyecto poético, poder traducir, versionar e interpretar es un mismo gesto, creo yo.

Crónica

Otra vez, escenas que

arriesgan y cuestionan En plenas vacaciones invernales como desde hace 13 años, el Festival de Teatro de Rafaela volvió a cumplir con las expectativas del público, los artistas y la prensa congregada durante una semana en la Perla del Oeste santafesino.

M.B. y G.M.

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Y

a no basta decir la cantidad de habitantes que tiene la ciudad de Rafaela, para describirla. Sí, es preciso caminarla un poco para descubrir parte de su idiosincrasia.

Recorriendo sus calles se entiende que estamos ante una ciudad de artistas y oferta cultural para todos los gustos. Esta ciudad tiene museos de entrada gratuita, interactivos, con muestras que en cualquier época del año, lo dejan a uno boquiabierto, por horas mirando y participando.

También está Artentapiales, una iniciativa que desde hace años embellece una esquina derruida con unos angelitos o santos populares –como el mural que está en San Lorenzo y Necochea- o murales abstractos que pueden descubrirse en esos viejos carteles de los bulevares.

Pero Rafaela en julio, alberga desde hace 13 años uno de los Festivales de artes escénicas más entrañables, siempre de esmerada programación y bien organizado. Todos nos convertimos un poco en actores, críticos, directores, autores o técnicos. Eso es porque quienes están detrás, apuntan precisamente al encuentro de miradas. Así reza el eslogan de este año y así, siempre es lindo volver a esta fiesta.

La 13ª edición abrió con una jornada que anunciaba lluvia. Sin embargo, ese cielo naranja amenazante, no hizo desistir los ánimos.

Por el contrario, el colorido desfile de arlequines gigantes de Los Venecianos, ideados por Lucas Martín Medina (Lincoln), le puso algarabía, ritmo y ganas de empezar a correr el telón.

Con ese espíritu, se entró al Cine Teatro Belgrano. Allí se escucharon los discursos de los tres responsables políticos: el director del Instituto Nacional de Teatro, Marcelo Allasino, la ministra de Innovación y Cultura del gobierno de Santa Fe, María de los Ángeles González y el intendente de Rafaela, Luis Castellano. A su turno, cada uno valoró el trabajo mancomunado de los tres organismos, sin lo cual no podría hacerse este encuentro que volvió a recuperar un día más y se extendió

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por tres pequeñas localidades de la zona como Suardi, Ataliva y Clucellas.

Ellos recordaron el legado del gran actor rafaelino José Fanto, recientemente fallecido.

El teatro, colmado, aplaudió su recuerdo y la moción de que la Escuela Municipal de Artes Escénicas (EMAE) lleve su nombre.

Tras las palabras oficiales llegó la función de Los Carlinga Shakespir Show: una rockeada obra -Nicolás Goldschmidt en voz, teclado y percusión, Fabián Carrasco: voz, acordeón y guitarra y José Pawlin: contrabajo y coros-,

que hizo reír a las autoridades presentes y al público en general. El trabajo versionó de manera popular y con humor distintas historias salidas de los textos del dramaturgo inglés como Hamlet, Romeo y Julieta, El mercader de Venecia e incluso la descarnada Tito Andrónico.

Formatos Sorprendieron los formatos y dispositivos, esta vez.

Así como la inteligencia y belleza que regalaron un sinnúmero de espectáculos. Por caso, Encuentro de Santiago Gobernori, con la interpretación de Andrea Collado y Emiliano Voiro dirigidos por Fabricio Montilla (San Juan) de 15 minutos de duración y en una pequeña caja en la que apenas entraban los dos actores y un espectador, o Christianne, un bio-musical científico con magistral despliegue actoral, dramatúrgico y musical de Belén Pasqualini, que no únicamente pone en escena la vida y obra de una científica. La ac-

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triz muestra críticamente la relación maestrodiscípulo, señala con singularidad, originalidad y gracia qué es investigar o cómo se puede ser mujer, madre y dedicarse a experimentar y probar, entre otros aspectos.

El llamado “Feliztival” congregó nuevamente buena parte de lo más destacado de las artes escénicas de Argentina del corriente año.

Se ofrecieron más de treinta espectáculos, y del total de funciones realizadas en la ciudad anfitriona y el resto de las subsedes, el cincuenta por ciento fueron con entradas gratuitas, y la otra mitad, a precios sumamente populares.

Por donde se lo mire, inclusivo. No sólo por la programación de la obra Un viaje a ciegas del grupo de Teatro Ciego de Buenos Aires –dirección de Martín Bondone- que logra sumergir al público en una historia con olores y tramas sonoras que transportan y que son lo que permite “ver teatro” sin el sentido de la vista. La inclusión estuvo además en la voluntad de extender la oferta hacia escuelas o nuevas vecinales, en dar lugar en la grilla a los primeros egresados de la EMAE y en gestar instancias gratuitas de capacitación artística.

Variedad Otra característica que distingue a este Festival, es esa capacidad de promover el pensamiento crítico, cuestionar lo instituido. Aquí citamos a Volver a Madryn dirigido por Rodrigo Cuesta o Algo de Ricardo (Montevideo) de Gabriel Calderón, con actuación de Gustavo Saffores.

Sorprendente, siempre, como inmejorablemente lo demostraron Las ideas de Federico León. Al decir de Ariel Farace, uno sale de esa función “revuelto y entusiasmado”. Junto a Julián Tello, León pone en escena el proceso de creación, la serendipia, el pensamiento mismo, la idea de infinito, el sistema económico en la producción de una obra, la idea del “poli rubro” por la que pasan actores, productores y directores, lo real y la ficción, la experimentación, la dimensión conocida o desconocida de la tecnología. De manera innovadora y lúcida, esta pieza pone en diálogo técnica, estética, humor y conceptos.

Edición tras edición se repiten los mismos calificativos para este Festival, es cierto, pero no dejan de acercar válidas definiciones sobre el evento y sobre los modos de gestionar política cultural e incentivar el teatro.

Una programación amplia, acaso más federal –hubo piezas de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, San Juan- e internacional –cuatro propuestas venidas de México, Uruguay y Chile-, fue responsabilidad de Gustavo Mondino.

Una grilla de variedad y en casi todos los casos, de jerarquía por encima de la media, garantizaron el éxito de las propuestas en los distintos espacios, llegando a niños, jóvenes y

7 adultos amantes del buen teatro.

Volver a jugar Los más pequeños y sus familias estuvieron de parabienes con el divertido espectáculo de clown de Tato Villanueva, que colmó el anfiteatro del Barrio Ilolay o la sala de la Sociedad Española, así como con varios de los espectáculos que se dieron en la Carpa de Circo o en las vecinales.

Otros de los espectáculos que tuvieron más que buenas aceptaciones, por nutridos motivos y virtudes, son Volver a jugar con los geniales Iván Sirczuk e Iván Zlachevsky (Les Ivans) que supieron crear una atmósfera mágica con simpleza, y con trucos, destrezas y malabares bien hilvanados atrajeron a chicos y grandes; así como Alboroto en banda, Los Zarabella, Deleite circense, Mágico Rock o Kaplum!

La estampa de un público festejando las ocurrencias, riendo a carcajadas, abducidos por un sueño o un juego, o admirados por las acrobacias o una escenografía y un vestuario esmerados, resume y comprueba los méritos y aciertos de cada una de estas obras.

El público aplaudió y celebró sobremanera una de las últimas funciones de Los Corderos, de Daniel Veronese con Gonzalo Urtizberea, Luis Ziembrowsky, María Onetto, Flor Dyszel y Patricio Aramburu; El mar de noche de Santiago Loza con un Luis Machín que explotó gestos mínimos y conmovió -con dirección de Guillermo Cacace- o Rauch, con cuatros brillantes clown como Fred Raposo, Cecile Caillon, Gabriel Wolf y Rosina Fraschina, dirigidos por Julieta Carrera, que hicieron reír como nadie y curiosamente con una historia que desanda las arbitrariedades del mundo laboral.

Proyectarse Uno de los aspectos más atractivos del FTR de este 2017 fue la máxima incorporación de espectáculos internacionales en lo que va de su historia. Dos fueron las obras llegadas desde México: Béisbol, del joven autor David Gaitán, por el elenco de la Organización Teatral de la Universidad Veracruzana –la más antigua agrupación teatral azteca-, que ofreció una pieza difícil de encasillar, que puso en escena la reflexión sobre el quehacer teatral, el cuerpo del actor, el paso de los años, las mezquindades humanas y el mismo sistema que clasifica y jubila según sus arbitrarias reglas. Se trata

de un increíble desafío metateatral en el que el numeroso y veterano elenco aborda “causas y azares” de la vida artística de una generación de resistentes, con la osadía de dos desnudos, el de una joven y el de una mujer de 86 años, muy conmovedor. El desembarco de este elenco por primera vez en Argentina y en Rafaela, fue merced a las gestiones en conjunto del municipio rafaelino, el Centro Cultural 25 de Mayo, el Centro Cultural Recoleta, el Teatro Auditorium de Mar del Plata y el Banfield Teatro Ensamble.

La otra pieza venida de México, igual de atrevida puesto que también enuncia lo que nadie quiere ver, fue Lo único que necesita una gran actriz, es una gran obra y las ganas de triunfar, creación colectiva de Vaca 35 Teatro con dirección de Damián Cervantes, inspirada en la pieza de Genet Las criadas, con las increíbles actuaciones de Diana Magallón y Mari Carmen Ruiz.

De Uruguay vino la mencionada versión generada sobre la tragedia de W. Shakespeare, con dirección de Mariana Percovich. Este unipersonal ofreció un solvente trabajo interpretativo de Saffores, un fino texto e imágenes potentes.

En tanto de Chile, se vieron tres emotivas y cautivantes “cajitas” que también rinden homenaje al bardo inglés y fueron inolvidables para cualquier espectador. Es que cada peque-

ño escenario montado, más auriculares de los que salían tan en primer plano los breves e intensos mónologos, para un solo espectador, cautivaban y emocionaban.

Además de las precisas y expresivas técnicas utilizadas en cada una de estas cajitas y tantos detalles -como esos ojos viejos y tristes y las arrugas del rey Lear que le habla a su hija Cordelia-, Romina Herrera, su creadora, subyugó a quienes degustaron su trabajo en la Terminal de Ómnibus, el Hospital local o el Complejo Cultural del Viejo Mercado. En los diálogos matutinos, la artista precisó detalles de las producciones y anticipó su deseo de encarar y sumar con la técnica de Lambe Lambe, dos nuevas historias.

En las últimas jornadas se agregaron las divertidas producciones de las comedias municipales de Córdoba como Eran cinco hermanos y ella no era muy santa de Miguel Iriarte en versión libre y cuartetera de David Picotto y de Mendoza: 120 kilos de jazz de César Brie con dirección de Pablo Longo, que se encargaron de dejar bien parado lo que sale de estos dos destacados espacios oficiales del país.

Y para cerrar, se eligió ADN, Algo De Nosotros, de Gerardo Hochman, maestro de actores y acróbatas que además de la función, estuvo en Rafaela para formar a un grupo de inquietos estudiantes.

En suma, ¡larga vida al Feliztival!

Fotos 1. Una escena que deja ver los desopilantes personajes de Rauch.

2. Tato Villanueva atrapó con la historia de un vendedor

de humo.

trabajo de Federico León.

3. Solventes actuaciones en Los corderos, de Veronese.

5. Un celebrado Luis Machín en El mar de noche.

4. Las ideas, último gran

6. Bella puesta de Algo

de Ricardo, protagonizada por Gustavo Saffores.

7. Las actrices mexicanas se lucieron en una renovada versión de Las criadas.

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Actualidad Dos clásicos adaptados

Estudios de Teatro Comparado Estos ensayos de Teatro Comparado, compilados por Micaela van Muylem, y pertenecientes a la prestigiosa serie Investigaciones de la Editorial de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC, dirigida por la profesora Adriana Musitano, revisten gran interés para el campo específico.

Este libro, que fuera producido en Córdoba y salido de imprenta hace pocos meses, fue presentado en el marco de las últimas jornadas organizadas por Aincrit.

En efecto, cabal expresión de la feliz situación de multipolaridad de los estudios teatrales en la Argentina, como señala Jorge Dubatti, los textos fueron presentados en las vigésimas jornadas nacionales, y comprenden buena parte de la producción intelectual de destacados investigadores y creadores de la Docta. Argumenta el estudioso y director del Instituto de Artes del Espectáculo (UBA): “En más de tres décadas de Postdictadura, la Teatrología ha ido cobrando un desarrollo inédito en la historia del país, con grupos de investigadores irradiados en todas las provincias.

Este magnífico crecimiento favorece la diversidad epistemológica, diferentes focalizaciones, formulaciones de problemas y objetivos, teorías, metodologías, análisis, así como el reconocimiento de particularidades locales y regionales y de fronteras y

circuitos intranacionales. Se trabaja desde una cartografía radicante y un pensamiento cartografiado, en estrecha relación con las tradiciones de cada contexto y las características únicas de cada campo teatral, lo que otorga a nuestra Teatrología una riqueza sorprendente, difícil de apreciar en su conjunto tan extendido. El Teatro Comparado nos reúne, pero está lejos de cualquier homogeneización”.

Estudios contemporáneos de casos, análisis de acontecimientos y experiencias teatrales, aproximaciones temáticas a referentes dramatúrgicos internacionales, son parte del corpus que abordan Musitano, Laura Fobbio, Leticia Paz Sena, Soledad González, Alberto Palasí, Germán Brignone, van Muylem y Mabel Brizuela.

A fines de julio, el Foro de Teatro Paranaense impulsó dos funciones de grupos de la ciudad en el Teatro 3 de Febrero, con el fin de dar continuidad a las acciones tendientes a dar visibilidad a la producción teatral local.

Tanto la iniciativa como la respuesta fue importante, y al igual que el año pasado, cuando el Foro hizo su primer festival La teatral, da cuenta de ciertas expectativas comunes y la multiplicación de anhelos de la comunidad teatral local.

En una de las jornadas se presentó Las aventuras del gaucho Calandria, con dirección de Juanqui Izaguirre y actuaciones de Leandro Bogado, Paula Righelato, Ezequiel Caridad, Maximiliano Boyero y Carina Colombo.

El espectáculo que ya fue presentado numerosas veces al aire libre o en espacios pequeños, hizo disfrutar a la platea con los aspectos técnicos que suministra el veterano Teatro Municipal , su pituca sala principal, y con una estética popular, que el público festejó. Ya presente en la famosa obra nativista de Martiniano Leguizamón, - y antes en la tradición al menos tópica de La calandria, del cardenal Bernardo Dovizi de Bibbiena, representado en el Teatro 1 de Mayo o del Uruguay en 1887 -, este rasgo de lo popular hace posible la empatía con los personajes, en este caso, caricaturizados y transitando el camino que abrió la adaptación del Juan Moreira, de GutiérrezPodestá, recreado por el grupo De la calle. La puesta en escena que hace años supiera dirigir

Acha Acha Cucaracha En agosto de este año se estrenó la película Acha Acha Cucaracha: Cucaño ataca otra vez del realizador rosarino Mario Piazza. Nada más ni nada menos que el maestro Fernando Birri escribió unas líneas ponderando este trabajo documental que recupera las irreverentes experiencias artísticas de unos jóvenes muy jóvenes durante los duros años 70 y pone el ojo sobre el presente de esos protagonistas que no reniegan de ese pasado. “Treinta y cinco años después, ya cincuentones, ellos reivindican aquellas acciones en plena dictadura y persisten en la brecha, cada cual a su manera”, señala Piazza.

“En art, la libertè avant tout”, supieron escribir Breton y Trotski en los años del exilio mexicano de Trotski (década de los 30,

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40…). Nada más actual para resucitar esta fantasmagoría poética y política tomadas de la mano que ver (ver o soñar o delirar?) Acha Acha Cucaracha: Cucaño ataca otra vez, el actual film (film o sueño o delirio?) de Mario Piazza (Cucaño: grupo de arte experimental instantáneo rosarino años 70, 80 dictatoriales) (…)

Su último film es como el feliz, libertario

dibujo de un niño hecho por la mano de un viejo experimentado pintor chino y sabio.

Una vez más, Mario (y sus fieles amigos del circo sentimental de Leticia Cossettini, Mónica Chirife y los nietos de Cucaño) volvían a ser precursores de un cine, de un arte, de un mundo que vendrá”, apuntó el cineasta santafesino Fernando Birri.

Actualidad Premiadas trayectorias Ernesto Flaco Suárez (Mendoza) y Cuqui Hortman (Río Negro) fueron los dos teatristas del país que obtuvieron este año sus Premios a Trayectoria de Teatrista de Provincia del Grupo de Estudios de Teatro Argentino e Iberoamericano, (GETEA, UBA).

En esta vigésima edición se hizo justicia con dos maestros cuyas enseñanzas y obras trascendieron incluso los límites geográficos argentinos.

Las características de estos reconocimientos, que comenzaron en 1997 con el tucumano Julio Ardiles Grey y continuaron distinguiendo a numerosas personalidades de las culturas regionales, se asientan en premiar a agentes teatrales “en actividad” y de relevante presencia en la historia de las artes escénicas nacionales.

Actores, docentes, directores, dramaturgos, titiriteros e investigadores de muchas provincias, fueron invitados a recibir sus

Gerardo Dayub, recorrió el país en cientos de funciones, al igual que los Martín Fierro que produjo el Teatro Nacional Cervantes en su Historia. Agreguemos además que aquella La calandria, fue considerada la primera comedia italiana en prosa, que revolucionó los cánones del ‘500, y que se supo de ella, por el Archivo Jacobo de Diego del INET. El segundo clásico adaptado que se representó fue Antigona, la (otra) necia, con Valeria Follini y dirección de Walter Arosteguy.

Aquí se estuvo en presencia de una propuesta que lleva casi veinte años de su estreno, y ha convocado a miles de espectadores.

Ahora con algunas vueltas de rosca, o dilatando las referencias metateatrales, Follini transita los distintos personajes con solvencia, a partir de un acertado uso de los signos escénicos y de una entrega física y emocional que no hace caer, en general, la tensión del clásico, tantas veces representado.

Luego, a principios de octubre, la organización de charlas de Jorge Dubatti y Nora Lía Sormani, en la Casa de la Cultura y en el Anexo de Uader, permitió al Foro aunar esfuerzos y generar una rica y nutrida convocatoria. Esta vez, junto a Dubatti el público pudo dialogar, pensar y formular preguntas en torno al tema de su charla: la territorialidad y la multiterritorialidad, el conocimiento del mapa teatral y la definición de políticas públicas y en otro

Ernesto “Flaco” Suárez con Gladys Ravalle, quien obtuviera el mismo reconocimiento en 1998 con Cristóbal Arnold, su marido (Mendoza) y Jorge “Cuqui” Honik (El Bolsón, Río Negro).

plaquetas en el salón Paco Urondo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, a lo largo de estas dos décadas.

Pese a la veteranía de todos los artistas evaluados por integrantes del grupo de estudios que fundara Osvaldo Pellettieri, no po-

orden, las diversas reescrituras de W. Shakespeare. En tanto, con la exposición de Sormani, estudiantes y docentes del profesorado en teatro que se dicta en Paraná –aunque no solamente, también profesores y alumnos de otras carreras que se cursan en Uader- y teatristas en general, se acercaron a calle 9 de Julio para aquel convivio, o descubrieron los desafíos del teatro y la literatura infantiles, distintos autores y tendencias como por ejemplo, el teatro para bebés, que concitó particular interés en los presentes.

Feria del Libro Teatral En septiembre se hizo en Gualeguaychú, una nueva edición de esta feria que además de difundir la prolífica producción editorial referida a las artes escénicas, propone un programa de actividades que incluye conferencias, ponencias, un seminario, entrevistas a teatristas, investigadores, docentes, críticos de teatro argentinos y latinoamericanos.

El cierre de la feria fue con Monólogo de una mujer fea, con dramaturgia y dirección de Daniel Mallarino, protagonizada por Irene Castel.

Posteriormente, se realizó el desmontaje coordinado por Pablo Mascareño (IAE, UBA) dramaturgo, director, investigador, crítico, periodista, docente y Director de la Escuela de Espectadores de Mar del Plata.

cas veces los reconocimientos a estas figuras resultan auténticos “descubrimientos” para el campo teatral de Buenos Aires, lo que resalta aún más el valor de las nominaciones entre los investigadores y académicos de numerosas universidades de la República Argentina.

Tercera aparición En la web ya puede encontrarse el número 3 de la publicación del Instituto de Estudios Culturales y Estéticos (IECE), que preside Nicolás Fabiani. Esta edición de la Revista Digital, aparecida en julio pasado, cuenta con muy interesantes notas y críticas de espectáculos que hacen a la historia y actualidad del acontecer teatral en la ciudad turística bonaerense. Pues hace tiempo que Mar del Plata se destaca como plaza estival para las artes escénicas, incluyendo más recientemente una intensa actividad anual en todas las manifestaciones de la cultura, que la ubican en un plano alto de lo producido en la República Argentina.

Artículos sobre cine, música, literatura, críticas teatrales, cultura marplatense y hasta sobre neuroestética y descolonización, son redactados por docentes y tesoneros investigadores. Los tres números aparecidos de la revista pueden leerse en el link: http://iece-argentina.weebly.com/ Inscripta en los veinte años de las Jornadas Nacionales de Estética y de Historia del Teatro Marplatense y proyectos del Grupo de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional de Mar del Plata, la revista encarada por estos investigadores, significa otro nutritivo aporte a la cultura y al teatro del país, y se celebra.

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Publicaciones recibidas Teatro/18

Las obras ganadoras del 18º Concurso Nacional de Obras de Teatro del INT forman parte de este volumen editado en mayo del corriente año.

La primera obra a leer corresponde al primer premio, otorgado a La vida extraordinaria de Mariano Tenconi Blanco. Luego le siguen Pato verde de Fabián Díaz que mereció el segundo premio y Fonavi, escrita por Leonel Giacometto que fue distinguida con el tercer premio. A estas piezas se suman las menciones especiales que fueron para Los días de la fragilidad de Andrés Gallina, El amor es otra cosa de Aliana Álvarez Pacheco y Cataratas de Sebastián Suñé.

El jurado, integrado por Cipriano Argüello Pitt, Alberto Moreno y Nahuel Cano, distinguió a estas obras que por uno u otro mérito dan gusto leerlas y más aún, provocan y desafían a directores, a pensar posibles puestas.

La obra escrita por Tenconi Blanco, es un texto sumamente innovador en cuanto a la forma y conmovedor por la profundidad y complicidad del vínculo que plantea entre dos mujeres, o mejor, dos universos femeninos tan distantes y cercanos a la vez. La confluencia de diversos géneros discursivos dentro del texto dramatúrgico como cartas, diálogos, poemas, plantea una estética nueva y en ciertos pasajes, sugiere una suerte de diálogo con el lenguaje del cine.

Del país de la Roja

En las últimas Jornadas organizadas por la Aincrit se presentó un valioso trabajo de investigación que busca reconfigurar el proceso creativo y el método de enseñanza del gran dramaturgo, escritor y maestro chileno recientemente fallecido Juan Radrigán (19372016).

Rayen Castillo Salazar, Heny Roig Monge y Juan Vargas Cisternas, son los autores de este volumen titulado Del grito a la creación,

basado en entrevistas y conversaciones con Radrigán, quien fuera Premio Nacional de las Artes (Chile – 2011) y conocido por ser el primer dramaturgo en convertir a los marginados sociales, en personajes principales dentro de una obra de teatro chilena. A la par, el libro incluye una antología de piezas breves de jóvenes alumnos suyos.

El lenguaje de este dramaturgo es cercano al de las clases sociales bajas, pues es a este público al que el autor –y en este libro, también conversador- quiere llegar, deseando, paralelamente, acercar esos personajes al público no-marginal.

Según destaca Enzo Ferrari en el prólogo nada solemne, éste es un libro para un lector que “debe estar preparado para adentrarse a un terreno caótico y complejo. Debe estar dispuesto a internarse en la parte más recóndita del cerebro del ser humano, en los témpanos más gélidos del alma de un ente, en el sector más inquieto y sórdido del corazón de un artista”.

Los tres autores reconsideran las enseñanzas del autor de Testimonios de las muertes de Sabina, y su vasta experiencia pedagógica, “su visión, percepción y pensamientos sobre la dramaturgia”, con la intención de “mostrar un nuevo espacio dentro de las artes para masificar lo que se cree oculto dentro de las escuelas y que día a día nuevas generaciones están interesadas: la dramaturgia”.

Este volumen constituye un homenaje a esa disconformidad llevada adelante por Radrigán y sus discípulos, y un aporte a la historia del teatro del hermano país y de Latinoamérica.

Jóvenes escritores

Apareció a comienzos de este año una nueva edición de la Colección Dramaturgia Argentina, edición del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que ahora con el acompañamiento del Instituto de Artes del Espectáculo (UBA), vuelve a ofrecer algunos títulos de los presentados en el Festival Novísima Dramaturgia que coordina Ricardo Dubatti.

Esta antología que lleva por título Futuros contemporáneos reúne seis atractivos textos

de autores sub 35 años, (Pablo Bellocchio, Fabián Díaz, Camila Fabbri, Pilar Ruiz, Ignacio Sánchez Mestre e Ignacio Torres), e interesantes análisis de estudiosos de estas dramaturgias de hoy. En la introducción Ricardo Dubatti señala con acierto que este tipo de publicaciones busca “visibilizar zonas de este panorama teatral emergente … instalar una actitud de aproximación a los nuevos dramaturgos…

Reflexionar sobre lo contemporáneo es reflexionar sobre los poetas –o los dramaturgos- y cómo van a intervenir y ser intervenidos por los procesos históricos”.

Misma pujanza y belleza se advierte en el tomo coordinado por Antoaneta Madjarova y Nora Lía Sormani, en ocasión del Premio Nacional Javier Villafañe: la antología para niños y adultos Títeres en palabras.

La publicación recoge algunas de las obras distinguidas en la gran convocatoria iniciada por el Área de Títeres y Espectáculos para Niños del Centro Cultural de la Cooperación, con motivo de los festejos del décimo aniversario de dicho centro. Todas ellas, vienen acompañadas por lecturas críticas de gran interés.

Anatolia y su sombra, de Ana Alvarado; Rey Mono vs. Madame Esqueleto, de Ignacio Huang; El sueño del pibe, de Laura Inés Gutman; Manzana verde, manzana roja, manzana ¡azul!, de Fabián Sevilla; Un hipo desafinado, de Mariana Trajtenberg; El mar dejó de moverse, de Ariel Varela; Óscar, de Miguel Ángel Vigna; Desalojo, recuerdo sin foto, de Claudia Villalba y Daniel Scarpitto y Río Arriba, de Leonardo Volpedo, son las producciones reunidas en este “sueño cumplido” hecho libro.

Algo así como “la carreta que llevará a estas obras titiriteras por los caminos del mundo”, según afirma el poeta y gestor cultural Juano Villafañe.