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LA OTRA

BUTACA

AÑO 8 - N° 20 | DICIEMBRE DE 2018 - ENTRE RÍOS REVISTA DE ARTES ESCÉNICAS SEMESTRAL Y DE DISTRIBUCIÓN GRATUITA Destacada en el rubro Revistas del XXI Premio Teatro del Mundo 2018

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LA OTRA

BUTACA

Editorial Equipo DIRECTOR Guillermo Meresman EDITORA Mónica Borgogno redactores Raúl Dayub Tochi Eymann Nora Llados Romina Arapeiz Colaboradores Matías Martínez Alejandro Pihué Gustavo Mondino Gustavo Conti Cecilia Perea Silvina Montecinos Guillermo Rodoni Susana Llahí Carlos Gianni Gabriela Trevisani Soledad González Mimí Santángelo Diseño Alfredo Alarcón

Contacto guillermomeresman@hotmail.com monicaborgogno2012@gmail.com

En la web labutacaotra.blogspot.com LA OTRA BUTACA y La Otra Butaca

Esta vez, queridos lectores, usamos este espacio para despedirnos. En realidad, decidimos una pausa. Pues en labutacaotra.blogspot.com como lo venimos haciendo desde 2011, pretendemos seguir brindando espacio a las noticias más relevantes del quehacer teatral nacional y latinoamericano. ¿Qué decir del teatro o las artes escénicas locales o regionales? En estas páginas hemos dado a conocer a sus principales realizadores, espacios, estéticas; hicimos visibles sus historias, métodos, estrategias de creación; promovimos algunos de sus encuentros, presentaciones, festivales, publicaciones, toda vez que pudimos tender puentes o fortalecer vínculos con distintos agentes culturales del campo.

En todo este camino, actuamos siempre según nuestras convicciones, luchamos consecuentemente por ideas plurales y críticas, amamos en cada caso los esfuerzos de los teatristas del país federal, con idéntico rigor y la mayor pluralidad.

Producir veinte ediciones ininterrumpidas durante ocho años, es un trabajo que excede los apoyos institucionales de los ámbitos oficiales de Oro Verde, Paraná, Entre Ríos, Argentina, por más valiosos que estos hayan sido para nosotros. Hemos contado además con el aporte de destacados artistas contemporáneos y de un puñado de intelectuales de todas las regiones del país, que parecen haber comprendido los objetivos de este arduo proyecto y sus alcances.

Los menos conocidos y/o los más talentosos tuvieron nuestro aliento, y siempre ofrecimos nuestras páginas para compartir miradas en torno a la práctica o la teoría de este arte que nos convoca una y otra vez. Al ser gratuita, pudiera pensarse que a esta revista no la hacíamos nosotros – y sí, sí, la hicimos con ustedes- (con sus aportes y lecturas), poniendo en valor las labores de muchos.

LA OTRA BUTACA fue también, eso sentimos, una herramienta contra la falta de gestión, contra la desidia o el desinterés de varios, contra la subestimación de los orígenes y el aporte de quienes nos precedieron, contra la falta de lecturas y formación, contra las falsas informaciones y las inescrupulosidades, contra las distancias en todos sus aspectos.

Haciendo equilibrio entre las ideologías, las políticas y las gestiones, llegamos hasta acá, pero lo importante fue el camino, como dictamina una canción. Lo interesante es cómo la publicación se tornó sustentable, se sobrepuso como un Fénix cada verano y sobrevoló en otoño, en invierno y en primavera, los temas, preocupaciones y hallazgos de los actores de esta época. Época o mundo desquiciado, si lo hay, como escribió Shakespeare entre crisis, en Hamlet.

Esta edición, además de las congojas de este presente –y otra crisis más del Instituto Nacional de Teatro-, realiza tributo a Batato Barea y acaso a todo lo “under” en la sección Perfiles. Estas biografías de maestros del teatro latinoamericano, auténtica selección que ha saltado a tesis, libros e investigaciones de nuestro continente, se clausura así con esta figura contemporánea argentina.

Demás está decir que no son estas veinte personalidades las únicas existentes en la historia teatral de por acá; sólo fueron algunos grandes maestros que resultaron inspiradores para nuestros antepasados o aun para nosotros mismos y nuestros coetáneos. No fueron ni son las únicas grandes figuras de la escena latinoamericana, ¡pero qué selección!

Resumen de buena parte de lo ocurrido en julio en el popular Festival de Teatro de Rafaela, escrito a dos manos, más dos colaboraciones muy preciadas, una de Susana Llahí sobre Calandria y Hugo Midón y otra de Guillermo Rodoni, acerca del casi medio siglo del teatro independiente en Campana y sus avatares, forman parte de esta edición.

Traemos aquí y ahora además, reseñas de una bibliografía actualizada acaso para alentar e incentivar nuevos aprendizajes en nuevas generaciones, y en Actualidad, varias de las noticias que se convirtieron en tales durante el segundo semestre.

Asimismo, acompañamos la reunión femenina de “Una escena propia” que por tercera vez se realizó en Córdoba, trayéndoles múltiples voces necesarias. Y en Los qué, el teatrista rosarino Matías Martínez comenta qué hace en su tiempo libre en la Cuna de la Bandera, ciudad que siempre está deparándonos sorpresas.

Al cierre de esta edición, nos llegó una buena nueva. Por cuarta vez integramos una nómina de destacados en el rubro Revistas por la XXI edición de los Premios Teatro del Mundo, que otorga el jurado del Centro Cultural Rector Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires, con coordinación de Jorge Dubatti. Una alegría y un reconocimiento, siempre necesarios, que compartimos con enormes colaboradores y fieles lectores. ¡Salud y buen 2019!

LA OTRA BUTACA no se responsabiliza de la opinión de las firmas.

Registro de la Propiedad Intelectual en trámite.

El contenido de La Otra Butaca puede ser reproducido en tanto se mencione su fuente.

La revista LA OTRA BUTACA cuenta con el apoyo del Instituto Nacional del Teatro

Geografía teatral contemporánea entre dos ríos Ilustrando la tapa

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sta edición, la última de esta etapa, como han visto está dedicada al teatro entrerriano actual. No es que no lo hubiéramos promovido o protegido dentro de nuestras posibilidades, gustos o intereses a lo largo de estas veinte ediciones, pero quisimos cerrar este período con un capítulo que repase la actualidad de las últimas décadas del teatro en tierras entrerrianas, más especialmente de Paraná. Tal vez en capítulos venideros, tengamos que cruzarnos a la costa del Uruguay u otras localidades de la provincia, y pispear o profundizar más de cerca sus producciones que hasta aquí, hemos tenido la suerte de ver cuando salen de gira o participan de los certámenes provinciales.

Es que, como decíamos, seguiremos, también a ritmo semestral, pudiéndonos encontrar en labutacaotra.blogspot.com. Y prometemos ir a los festivales que gusten de nuestros aportes, sean devoluciones, señalamientos o elogios.

En fin, no es sólo una cuestión

1 Fotos de tapa Juan Kohner de Teatro del Bardo en Amarillos hijos (2010). Producción abundante, intercambio de roles entre los integrantes y jerarquía poética, le han hecho ocupar al grupo un lugar protagónico en el teatro entrerriano actual. Aquí actuó junto a Gabriela Trevisani, dirigidos por Valeria Follini.

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Raúl Eusebi y Gala Jáuregui en El guapo y la gorda, de José Ignacio Serralunga, dirigida por Lito Senkman en el 2011. El divertido y premiado texto en verso del autor santafecino, llevó música original del “Chino” Padilla y también las actuaciones de Juan Carlos Gallego y Pedro Peralta.

Retrato del gran autor nogoyaense Juan Carlos Ghiano (1920-

1990), con más de cuatro estrenos en Entre Ríos y una obra literaria de proyección iberoamericana.

Gustavo Bendersky de Cía. de lo Urgente de gira por Medellín en Conferencia animada (2015) dirigida por Jorge Martínez. Marcela Acosta y Maricruz Graciani compartían la escena.

Instante de Criaturas, de

Alberto Adellach, con dirección de Juan Carlos Izaguirre, que había participado como actor en la puesta de Senkman.

Judith Diment en La vajilla de Patricia Suárez, con dirección de Lito Senkman. El trabajo de Diment recibió numerosas distinciones a lo largo de su actuación en el teatro de la capital provincial.

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1 de formato, frecuencia o economías; se entretejen en esta pausa que adoptamos, muchas aristas y también nuestra perspectiva acerca del quehacer teatral.

No se busquen aquí pues, aquellas obras “ineludibles” en la diacronía del sistema teatral provincial de las últimas siete décadas; no se nos reproche la presencia de ésta y la indiferencia respecto a tal otra. No se nos acuse, por favor, impunemente, ni se saquen conclusiones apresuradas. Tampoco tenemos la influencia del Times, ni la pretensión de hacer escuela en nada.

La vasta región histórica que escrutamos y sus territorialidades entonces, esperamos que nos eximan de la rigurosidad analítica. En suma, ansiamos que de algún modo, los presentes o aludidos en estas páginas, continúen sus experiencias escénicas y así los públicos puedan disfrutarlas también.

Creemos que tales experiencias coincidirían aproximadamente con la época que tiene el teatro independiente entre nosotros.

Así pues, no deja de tener un tinte reparatorio esta inclusión de contemporáneos, respecto a tantos espectáculos y artistas de estos lares insulares, generalmente desconocidos y subvalorados.

De este modo, aparecen en tapa y en páginas 3, 4 y 5 una mayoría de imágenes suministradas por algunos grupos del extinto Foro de Teatro Paranaense, para la muestra que acompañó su primer festival en el 2016 realizada en el Teatro Municipal 3 de Febrero de Paraná. Esa fue una ocasión en las que muchos nos encontramos más jóvenes, y con documentos de obras, de algún modo iluminados por los recuerdos recobrados.

Con todo, estas reproducciones son parcialmente representativas de la pasión y entrega con que se hace teatro en nuestras provincias. Incluimos creadores, propuestas y experiencias destacadas, que difícilmente podrían ignorarse en los futuros resúmenes culturales locales de estas aciagas o bienaventuradas épocas. “The time is out of joint” dice Hamlet.

Memorables escenas o imborrables instantes eternizados por las cámaras de antaño, cierran este juego parcial de referencias o alusiones, que hemos mantenido con nuestros lectores.

A todos ellos, desperdigados por el país todo cuando no por el mundo, insistimos que el patrimonio cultural de esta región es y ha sido rico, y acaso lo siga siendo en el futuro.

Dependerá, como suele ocurrir, de los colectivos y sus personas, de las instituciones y las políticas, que se potencie lo que se tiene o se desarrolle lo poco explorado. Tamaños desafíos, para combatir el aburrimiento.

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Fotos 1- Roberto Fadil y Graciela Strappa, dos de los miembros del grupo Desesperados albaneses de Paraná en la multipremiada Disculpe la molestia (1994), con dirección de Gabriel Cosoy.

2- La bailarina y coreógrafa Verónica Kuttel participó en numerosos espec-

táculos y dotó de semántica y elementos teatrales a la danza contemporánea provincial.

3- Los ex actores del Casacuberta Juan Carlos Magistrelli, Albérico Segheso y Nina Marqui, en el Foyer del Teatro Municipal de Paraná, en la muestra “Te

mostramos la Historia” del Selectivo Provincial del 2008.

Se expusieron libros, originales de autores, fotos, críticas y programas del teatro de la provincia.

4- Esmeralda Rolland y Hugo Alem, uno de los jóvenes actores del Teatro-Estudio Casacuberta en Mulato,

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(1957) de Langson Hughes, con dirección de Héctor Santángelo.

5- Lito Senkman formó y dirigió a numerosos artistas locales desde fines de los ‘80.

Aquí el referente fallecido a comienzos del 2016 con el elenco de Tres hermanas (1992).

6- Elenco de El Cochinillo

de Indias, estrenada en 1958 por el grupo Gervasio Méndez de Gualeguaychú (Perteneciente al Fondo de Diego, INET), con dirección de Miguel Ángel Chacón.

7- Gabriela Verón y Silvina Fontelles en Y que te llegue la hora, (2009) de Verónica Streiger, con dirección de Va-

leria Follini.

8- Un momento de La casa de los Montoya, (1954) de Ghiano- Santángelo, por el Teatro-Estudio Casacuberta de Paraná.

9- Elenco de Hemos perdido el juicio, de Juan Carlos Gallego.

10- Ensayo de Milonga bardera, (2015) de Teatro del Bardo, en el Teatro 3 de Febrero, con dirección de Nadia Grandón.

11- El médico a palos en su versión paranaense, dirigida por Rubén Clavenzani, quien también la estrenó en Nogoyá con un elenco local hace unos años.

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Mirada de mujeres,

para empezar a pensar otros modos de dirigir Dos directoras, una de Jujuy, Silvina Montecinos, y otra de Comodoro Rivadavia, Cecilia Perea, participaron del tercer encuentro de directoras titulado “Una escena propia” que se realizó del 17 al 19 de noviembre en Córdoba.

Más de 200 mujeres formaron parte de esta movida. También nuestras directoras de teatro del litoral estuvieron ahí, pero esta vez quisimos escuchar voces provenientes de territorios alejados del Paraná.

Mónica Borgogno

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na escena propia” es el nombre que le pusieron a un espacio de encuentro entre directoras escénicas de diferentes provincias de todo el país, con el fin de repensar la práctica o más bien, deconstruirla desde una perspectiva de género y descentralización. Surgió de manera autogestiva, cuando en febrero de 2018 un grupo de 12 directoras de distintas regiones decidieron juntarse a pensar. Luego vino otro encuentro ampliado, con más de 70 mujeres de todo el país. Y ahora, a mediados de noviembre tuvo lugar el tercer encuentro, con la idea de profundizar las discusiones en torno a modos de hacer y sentir la escena social y teatral.

“Nos urge pensar y descubrir cómo abrir nuestras escenas y pensamientos hacia nuevos territorios por fuera de la dominancia del varón y de la Capital -dos formas diferentes de concentrar el poder y legislar desde la desigualdad y el olvido de la diferencia y singularidad-. (…) Existen otros relatos y modos de dirigir que se fugan de esa lógica mayoritaria y nos proponen pensar nuestras prácticas desde nuevos ángulos para ser emancipadas. Pero para encontrar las vías de emancipación primero nos toca preguntar e identificar cómo se dan las formas del poder en el corazón de la dirección regida por la tradición masculina, como también visualizar la ‘forma formante’ que genera el poder concentrado en la Capital -con su acumulación de medios y recursos-. Si algo nos vienen enseñando los movimientos feministas es que la concentración del poder legisla construyendo categorías de verdad.

Sin embargo, no hay categoría que se resista al pensamiento crítico y la asociación cooperativa”, resumen las cordobesas, principales impulsoras de esta movida.

La jujeña Silvina Montecinos, formada en la Universidad Nacional de Córdoba, actualmente vive y trabaja en Tilcara y en San Salvador de Jujuy. Es directora desde el año 2001 e integra la Red de Grupos de Teatro Independiente de la Quebrada de Humahuaca, de la Cooperativa Cultural La Sopa y del Grupo Ojito de Agua Tilcara.

Hoy produce y actúa en “Neva” de Guillermo Calderón. En primera persona, nos cuenta su ex-

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periencia en “Una escena propia”: “Asistí al encuentro de febrero, donde éramos un puñado de directoras en una casa de campo alejada de la ciudad. Convivimos dos días, cocinamos, charlamos, discutimos, reflexionamos.

Había diferentes ejes y consignas que pensaron las directoras de Córdoba y que nos guiaron. Pensamos la dirección escénica que llevamos a cabo las mujeres, desde una perspectiva feminista, leímos a Virginia Woolf, nos preguntamos ¿quiénes son nuestros referentes? ¿Dónde encontramos al patriarcado colándose en nuestras prácticas? ¿Por qué la necesaria visibilidad de mujeres y el tema del cupo? ¿Qué sucede a nivel discursivo, palabras y contenido? ¿Cómo y cuándo somos nosotras mismas las que reproducimos el patriarcado?

Sobre nuestro camino formativo en la dirección teatral ¿cómo operan nuestras prácticas en un sistema teatral centralista y poco federal? ¿Qué sucede en los márgenes? Fuimos abriendo las preguntas, ramificando. Nos pensamos diferentes y nos nombramos. Surge una pregunta: ¿Cómo podríamos compartir nuestras experiencias creativas? Tejer una red, incluir hacia otro encuentro. Es claro que ese primer viaje nos fortaleció para organizar y renombrar. Inaugurar otras miradas desde criterios de heterogeneidad. Conocernos”, apunta.

De su relato se desprenden un sinnúmero de

aprendizajes. “Este año me di cuenta que leo mayoritariamente a hombres, que me formé como directora mirando directores varones y sobrevaloré sus aportes sólo por ser parte de esta cultura patriarcal que se nutre de reconocidas voces y figuras masculinas en los roles jerárquicos de un sistema de producción que promueve la verticalidad. En una mesa grande con cena y copas, me llamó la atención la diversidad de proyectos y formas de encarar la creación de cada una. La creatividad, los excesos, los procesos largos, el teatro fuera de los teatros, nuevas delimitaciones a favor de la singularidad, de lo propio”.

Montecinos mira su entorno y de pronto descubre en su Jujuy, “la llamativa la presencia de mujeres directoras en el teatro. ¿Acaso una influencia del matriarcado en los pueblos andinos?

Hay encuentros, ciclos, charlas sobre el tema: La mujer en la escena teatral del NOA, 1° Encuentro Regional, por ejemplo, organizado en 2015 por El Colectivo Teatro. Aliento estos espacios reflexivos, me conmueven las discusiones de estos temas que tienen que ver con la emancipación, los reconocimientos y la visibilidad”. Y enseguida reconoce nombres: “Reconozco la fuerza que tiene nuestro trabajo y su impacto en el entramado social, me refiero también a colegas jujeñas: Renata Kulemeyer, Olga Chiabrando, Vic-

Espacio ky Mamaní, Vanesa Vázquez, Tania Quipildor, Beatriz Fernández Salinas, Jimena Sivila Soza, Flavia Molina, Emilce Scilingo, Fabiola Quintos, Silvina Tognetta, Marcela Cura, Clara Corte, Gabriela Morel, Lelia María, Carmen García, Ivana Batto, Belén Calapeña, Verónica Romero, Andrea Nuño, Fabiola Vilte y muchísimas más.

La tenacidad y el empuje que han puesto en construir espacios de integración social y lugares/ gestiones donde se promueve y ejerce el derecho a la cultura. Lo que ha batallado Olga para mejorar las condiciones materiales de las aulas, en un trabajo teatral que tiene otra forma de pensar al cuerpo. Cómo nos ha contagiado. Tania y la insistencia en incluir a los jóvenes en la cartelera.

Vanesa en las cárceles de mujeres. Jimena en su rol de Representante del INT, con una capacidad de escucha que otros no tuvieron”.

Así, bajo consignas de lectura y reflexión sobre “la práctica teatral desde la condición de mujer, la subjetividad femenina, el entramado afectivo de una creación teatral”, las mujeres que participan de estos encuentros coinciden en que la propuesta les ayuda a “advertir matrices de funcionamiento donde la desigualdad enraizada en estructuras de poder, violenta las relaciones humanas, y que dicha construcción política es generada por el patriarcado y que debemos generar justamente un movimiento político para contrarrestar su auge y crecimiento. Hay que comprender que el capitalismo se confronta con comunidad, que podemos generar espacios de complicidad, transformar los significados construidos y discutir los discursos hegemónicos”, remarca Montecinos.

Del sur María Cecilia Perea, es de Córdoba pero desde 1992 vive en Comodoro Rivadavia, y desde el 2007 transcurre y divide su vida y su creación artística entre la Patagonia (ha vivido también en Esquel, Rawson y Lago Puelo) y estancias de investigación en Zaragoza y en Vigo. “Actualmente trabajo en Comodoro, en la Universidad Na-

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na Escena Propia, quiere ser un proceso en constante movimiento, un encuentro de diferencias que en la cooperación encuentre potencias de arrastre, una trama intelectual y afectiva que nos vincule para habilitar nuevas posibilidades individuales y colectivas, aseguran las organizadoras.

La actriz y directora de estos lares, Gabriela Trevisani, también estuvo en noviembre en Córdoba, hizo las fotos que ilustran esta nota y nos trajo una de las novedades más importantes: El próximo encuentro será en agosto de 2019, en Tucumán. Para ir agendando…

cional de la Patagonia y en el Instituto Superior de Arte 806, y también en Caleta Olivia (Santa Cruz) en la Universidad Nacional de la Patagonia Austral. Creo que lo constante es que viajo todo el tiempo. Aquí me dedico al teatro y en España a los estudios de performance. Soy docente, directora de teatro y en esta etapa de la vida creo que me defino más como investigadora. Me dedico principalmente al Centro Patagónico de Documentación Teatral - -cpdt.net- un espacio de investigación independiente (es decir, que no tiene fondos asignados por ninguna institución, sino que trabajamos ad honorem) que creamos en 2014 con mi socio (cordobés) Nicolás Ruesch”, de este modo se presenta esta directora.

Según cuenta, forma parte de un grupo de teatro performativo en el que experimentan “entre los límites del teatro y la performance, pensando la estructura teatral como un espacio de múltiples posibilidades de apertura. Es decir, un giro hacia la performance, en mi caso, porque lo siento y lo vivo como un espacio de creación mucho más libre”, agrega Perea.

Le preguntamos por el significado de este encuentro y su respuesta fue contundente y más que clara: “Es un espacio fundamental para quienes estamos lejos de los centros productores de teatro. Las directoras vivimos y experimentamos situaciones parecidas, y es bueno reconocerse en

el trabajo de la otra. Para mí fue vital participar en el encuentro de mayo porque me encontré reflexionando sobre muchas cosas que hace tiempo no pensaba, como el problema de la dirección.

Nunca logro hablar de la dirección sin poner la palabra ‘problema’ antes. No sólo es importante para pensar en nuestro trabajo artístico, sino también en el docente. Doy Dirección en el Profesorado de Teatro, y son espacios en los que también es necesario proponer otras miradas. Estos encuentros generan redes y las redes más encuentros. Es algo inevitable, porque ya está pasando”, puntualiza.

Enseguida surgió la necesidad de saber por qué esta asociación entre dirección y problema. “Porque el teatro es para mí siempre una hipótesis a resolver, una pregunta a problematizar con el grupo para poder comprender lo que está aconteciendo.

Me doy cuenta que me cuesta correrme del lugar de responsable de lo que sucede, de la respuesta.

Y sin embargo, es mucho más interesante lo que sucede cuando logras alejarte de esas marcas. En el último tiempo trato de incorporar en la práctica con las actrices Cristina Rojas, Analía Rivera y Valeria Plasencio una idea que viene del campo de la performance, la idea de que no existe el error.

Me gusta mucho trabajar de esa forma, porque nos permite zambullirnos en el proceso creativo desde otro lugar”, fue la respuesta.

“Creo que en lo general, las directoras de teatro de las distintas provincias compartimos el hecho de las múltiples tareas simultáneas: dirección, docencia, investigación, producción... En ciudades en donde no hay teatro más que unas veces al año, la gestión de eventos y encuentros es fundamental. Y en lo específico, creo que es parte de lo que buscamos desplegar en estos encuentros. Creo que hay que dejar abierta la idea, y transitarla”, desliza Perea y claro, las dos consultadas nos dejan con las ganas de continuar con estas ideas, trasladar estas discusiones a los ámbitos de formación teatral y construir nuevas generaciones de directoras mujeres, nuevas perspectivas y métodos de crear.

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Por los rastros de Calandria en Huesito Caracú1 de Hugo Midón

En el siguiente texto, la investigadora Susana Llahí ofrece un fino y detallado estudio, una clase acerca de la gauchesca y sus personajes, sean héroes o antihéroes. También habla minuciosamente de los signos que, -en esta obra emblemática de Midón- respetan o transgreden aquellas herencias o se inclinan hacia la poética de la singular pieza de Martiniano Leguizamón. Esta mirada, pone en valor la importancia y riqueza que tiene el diálogo con los textos del pasado.

Susana Llahí

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n un contexto donde la globalización cultural parece haber subsumido las identidades de los pueblos en la lucha por alcanzar los paradigmas del consumo, nos parece valiosa la pieza de Hugo Midón en cuanto encara el tema de la gauchesca y del nativismo, no como un retorno a la exaltación de los sentimientos que en el momento histórico en que nació el género era funcionalmente importante para la configuración de la argentinidad sino, como relectura indispensable para comprender de qué manera las vivencias o expresiones de la tradición cultural ayudan en la comprensión de los conflictos regionales.

Para ello, el autor reinscribe o reinventa la gauchesca teatral utilizando el código que resulta valioso para el trabajo.

Huesito Caracú, la historia La historia se desarrolla en un pueblito de campaña.2 Huesito Caracú, su mama y su tata viven en un rancho que no tiene luz eléctrica porque la empresa de suministro cobra un precio muy alto, arbitrario y además, Cocorito (hijo del propietario de la empresa) y Huesito Caracú están enemistados pues compiten por el amor de “la Flor Silvestre”, la joven más hermosa del lugar. Cuando Flor Silvestre rechaza a Cocorito, éste la rapta y la envía a Buenos Aires para que no pueda concretar su amor con Huesito Caracú.

Ante estos acontecimientos y el precio extorsivo de la luz, la mama, el tata, Huesito y un grupo de vecinos realizan una protesta y se enfrentan con la policía. Los milicos, “el Ángel” y “el Chuza” finalmente se pasan al bando de Huesito, de esta manera y viéndose derrotado, Cocorito reflexiona y convence a su padre para que de la luz a todo el pueblo. Flor Silvestre regresa y se reencuentra con Huesito. Todo finaliza con el clásico “fin de fiesta” donde todos participan.

Fundamentalmente, la obra de Midón plantea la necesidad de generar espacios para el diálogo

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entre culturas y las dificultades, puntualmente económicas, que obstaculizan la concreción de esa necesidad. Los dos grupos sociales que habitan en el pueblito de la llanura pampeana, más allá de las diferencias económicas, compartieron en la infancia una estructura cultural que los hermanaba: el Chuza, el Ángel, Cocorito y Huesito Caracú fueron compañeros de escuela. Las posibilidades que favorece el dinero, brindaron a Cocorito una educación diferente. El acceso a niveles superiores en el disfrute de lo que la sociedad de consumo brinda a través del dinero, hizo que sus hábitos de vida, aspecto personal y modos de hablar, presenten un perfil diferente al de los otros personajes y esencialmente, la soberbia de quien cree que todos esos elementos lo autorizan al mal trato de los que menos tienen.

Ubicación histórica de la gauchesca Las oligarquías liberales de fines del siglo XIX y comienzos del XX organizaron algunas áreas de la sociedad cuyo desarrollo conduciría al desacuerdo

entre el modernismo cultural y la modernización social. Paralelamente, la gauchesca poética y teatral impugnaban los métodos de esa modernización cuestionando en forma directa o indirecta el credo de “orden y progreso” que dejaría como saldo una serie de conflictos no resueltos (Pellettieri:1990, 99).

La obra de Midón toma aquellos aspectos de la gauchesca que anticipan el nativismo y otros, quizás los más interesantes del texto, que se relacionan precisamente con esa variante: Huesito Caracú ya no tiene la heroicidad romántica de Moreira3, no es un asesino como Juan Cuello,4 pero es un patriota como Julián Giménez5 y un pícaro como el protagonista de Calandria6, pieza con que se inicia el nativismo (Pellettieri: 1990, 16-23). Calandria está delineado como un antihéroe realista, a quien le gusta divertirse, robar sin dañar, no someterse a la autoridad, vivir interpretando con su guitarra y “jugarse” por su amada. La imagen de la mujer en el nativismo cobra una relevancia que no tenía en la gauchesca. En la pieza de Leguizamón “La Flor del Pago” se arriesga por su hombre, al extremo de entregarlo a la justicia con el fin de rescatarlo para una vida decente. La policía aparece como “abuenada” y por momentos queda ridiculizada, estos personajes están empequeñecidos con relación a la fuerza policial en la gauchesca tradicional.

En la diacronía del paradigma cultural que se da entre la gauchesca y su variante, los personajes en la pieza de Midón se identifican con los principales rasgos del nativismo. Huesito Caracú es un pícaro como Calandria, defiende su derecho a elegir su futuro, sólo le interesa tocar la guitarra y cantar, sin embargo, se juega por los intereses de la comunidad. La figura de la mujer también cobra relevancia a diferencia de la gauchesca. La figura materna intensifica su protagonismo junto con “Flor Silvestre”, no sólo en lo que concierne a la defensa de Huesito Caracú sino también en la defensa de los intereses sociales. Asimismo, la institución policial acentúa su deterioro al igual que en Calandria, especialmente en los aspectos risibles de su accionar y de los elementos que la

estructuran como institución.

En el desarrollo de este trabajo nos interesa en forma especial la división y jerarquización de los signos y en este intento, adherimos a la posición de Roland Barthes para quien el teatro presenta la posibilidad de que un conjunto de signos heterogéneos puedan producir el mismo significado, lo que transforma al teatro en un hecho artístico sumamente redundante. Para Barthes “el teatro representa un objeto semiológico privilegiado, ya que su sistema es evidentemente tan original (polífono) en comparación con el de la lengua (que es lineal)” (Barthes:1969, 103). Percibimos los signos que organizan el espacio escénico, los interpretamos pero realizamos una construcción selectiva de lo percibido y así lo transmitimos.

De qué manera Midón nos ofrece la posibilidad de realizar esa apropiación, a qué recursos apela. La realiza de dos maneras, en un primer movimiento respeta el código, los elementos aparecen como podrían hacerlo en la gauchesca, luego, se inclina hacia la poética de la obra de Martiniano Leguizamón.

1- Elementos de la gauchesca: instala el género a partir del habla del gaucho, que permanece en todos los personajes hasta el final de la historia. Conserva el ambiente rural y el enfrentamiento con la fuerza pública.

2- Elementos del nativismo: el empequeñecimiento del opositor, éste se torna grotesco y risible.

3- La danza, el canto y la payada, aparecen, indefectiblemente, en alguna secuencia del nativismo. En la obra de Midón Huesito Caracú y Flor Silvestre bailan una zamba (Escena 8, pag.26), y la pelea con cuchillo de Huesito contra los milicos, se realiza con ritmo de chacarera.

1 - Huesito Caracú se estrenó en la sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza en el año 2001. Continuó durante el 2002 y en el 2003 se trasladó al Teatro Presidente Alvear.

2 -En la entrevista que realizamos con Isidro Salzman el 21/06/2001, Hugo Midón nos comentó que conocía muy bien el tema de los costos y dificultades de la electrificación rural pues visitaba muy seguido la zona de Mercedes, provincia de Buenos Aires.

3 -Juan Moreira, de Eduardo Gutiérrez escrita y publicada en forma de folletín entre noviembre de 1879 y enero de 1880.

4- Mantiene en Flor Silvestre la personalidad fuerte de Flor del Pago.

Luego, parodia algunos procedimientos de la gauchesca que también lo acercan al nativismo: 5- La sabiduría de los proverbios (propia de la literatura gauchesca), aparece transgredida.

Midón exagera la presencia de los proverbios en el discurso de Huesito Caracú y de su madre, lo que torna risible el uso que se hace de ellos.

6- La policía como institución estaba ligada a la ignorancia y al analfabetismo y más aún en las piezas que corresponden a la gauchesca teatral, donde actuaba brutalmente y como instrumentos que evidenciaba la falta de justicia para con el gaucho, personaje socialmente degradado.

Este contexto varía en la pieza, Cocorito manifiesta su sorpresa ya que, contrariamente a lo que se piensa, los milicos, el Ángel y el Chuza, son sensibles ante el dolor del “otro” y además, saben leer y escribir lo que aparece como ofensivo en la constitución de la fuerza policial: “Cocorito: ¡Cepeda! ¡Cepeda! ¡Oiga Cepeda! ¿Qué clase de gente tiene a sus órdenes? ¡Han ido a la escuela!

Sargento: ¡Es lo que hay, señor!

Cocorito: (...) ¡Este trabajo es para otra clase de gente! ¡Cepeda! ¡Me extraña de usted! ¡Un hombre con tanta experiencia! (pag.43).

En los ejemplos que hemos citado, los signos se ubican en una determinada situación de uso formando un conjunto significativo que corresponde al contexto social durante el cual se estrenó la obra de Hugo Midón: el difícil período económico del gobierno de Fernando de la Rúa que culminó con la crisis del mes de diciembre de 2001. Es decir, los signos

En 1884 Gutiérrez la reescribe en forma de mimodrama para ser representada en el circo y por la compañía de José Podestá. Posteriormente, el actor le puso letra, elemento que la hizo exitosísima y durante varias décadas fue representada en teatros de todo el país.

4 - Juan Cuello, 1890, de Eduardo Gutiérrez, adaptación de Luís Mejía y José Podestá 5 - Julián Jiménez, 1891, de Abdón Aróstegui.

6 - Calandria, 1896, de Martiniano Leguizamón.

que se mantienen de la gauchesca y del nativismo y aquellos que se transgreden, pragmáticamente sirven para que surja el aspecto semántico de la obra. En este caso encontramos el respeto hacia un género que perteneció a los albores de nuestro teatro y literatura pero, al mismo tiempo, el mo-vimiento que le permite al autor valerse de ciertas características del modelo original con el fin de que un texto del pasado pueda ayudar en la comprensión del presente. Midón utiliza los detalles más significativos del género y los potencia a partir del uso de diversos procedimientos.

En la construcción de la pieza Midón utiliza lo que Omar Calabrese denomina “detalle”. Según este autor, cuando se lee un entero cualquiera por medio de detalles está claro que el objetivo es el de una especie de “mirar más”dentro del “todo”analizado, hasta el punto de descubrir caracteres del entero no observados a primera vista. (Calabrese:1989,84-88). Consideramos que el detalle permite que observemos con la mirada del presente esos caracteres del texto del pasado que no hemos observado a primera vista. La gauchesca y su variante, el nativismo, presentaban un contexto social, político y económico vinculado al modelo liberal-agroexportador que dejaba al gaucho completamente fuera del sistema, de allí que parezca importante revalorizar su forma de vida. Al mismo tiempo, la pieza se enriquece con la crítica que instala la parodia. Es decir, podemos mirar, productivamente, en el interior de la pieza de Midón leyendo la interdefinición de los detalles.

Quedaría para analizar en profundidad los sig-nos del texto dramático y del texto espectacular pero, podemos afirmar que la puesta concretizó todos los niveles del texto a través de la inmejorable aplicación de los signos escénicos y de esa suma, sin necesidad de ninguna explicitación, surgió la semántica de la pieza a la que el niño accedió sin ninguna dificultad.

Bibliografía Barthes, Roland,1990. La aventura semiológica.

Ediciones Paidós, Madrid.

Calabrese, Omar, 2001. Breve storia della semiótica.

Feltrinelli, Milán.

Midón, Hugo- 2004. Teatro I. Huesito Caracú, La familia Fernandes, Stan y Oliver. Ediciones de La Flor. Buenos Aires.

Pellettieri, Osvaldo, 1990. Cien años de teatro argentino. Del Moreira a Teatro Abierto. Editorial Galerna/IITCTL, Buenos Aires.

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Perfiles

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Biografías del teatro latinoamericano

Batato Barea, el divi (Nació en 1961 en Junín, murió en Buenos Aires en 1991)

P

erteneció a un intenso movimiento de creadores, sean actores, dramaturgos o directores, que sobresalieron en la escena de los años 80.

Walter S. Barea, fue uno de ellos. Nació en Junín en 1961 y vivió hasta 1991.

Un repaso de sus actividades, obras, intervenciones y formación en ese lapso de tan solo 30 años, marea por lo vertiginoso y diverso, su interés por hallar teatralidad en lo no - teatral, como dirá el investigador Jorge Dubatti en Batato Barea y el nuevo teatro argentino, biografía que escribió en 1995.

En efecto, en los años 80 surge una nueva generación de creadores que empieza a desarrollar una estética teatral diferente, marcadamente distanciada de la estética de los años 70. Bajo el nombre de “teatro underground”, el teatro de esta época se hizo en salas en general pequeñas como pub o discoteques o bien, en la calle. Fue el denominado “nuevo teatro” que curiosamente no podía identificarse por el tipo de público, sus salas, ni tampoco por nombres propios, pues muchos de ellos hicieron en paralelo, o más adelante, distintos recorridos, propuestas, reconocimientos, siendo convocados por referentes del humor en la televisión, en las salas comerciales u oficiales, ganando becas para seguir formándose.

De “densidad creadora del movimiento” habla Dubatti, en alusión a una década del 80 más que prolífica, con un sinnúmero de espectáculos memorables

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como El puré de Alejandra (homenaje a la poeta “maldita” Alejandra Pizarnik), Los perros comen hueso o La virgencita se enamora, de su autoría o bien, El método de Juana (que jugaba con los textos de Juana Ibarborou)y La Carancha (pieza en la que satirizaba a un reconocible personaje de la política nacional como María Julia Alsogaray).

Los primeros seudónimos con los que se lo conoció fueron Billy Boedo o Percal, con el tiempo apareció Batato y fue el que quedó en la memoria de quienes lo conocieron de cerca y disfrutaron. Ávido, atrevido, precoz, cuestionador, podrían ser algunos de los epítetos que bien caracterizan a este actor, compañero de tablas y aventuras de figuras como Alejandro Urdapilleta, Humberto Tortonese, Fernando Arroyo (Tino Tinto), entre otros artistas de esa década de los 80, época conocida como el “nuevo teatro argentino”.

De postdictadura Hizo publicidad, participó de cortometrajes, tomó clases de actuación y formó parte de distintos elencos, fue asistente de dirección de Pepe Cibrian en Calígula, estudió danza, títeres, clown, acrobacia.

Con sus producciones, performances, espectáculos que integró o llevó adelante con diversos grupos, Barea aportó al capítulo del teatro de posdictadura, de vanguardia, con una estética del “pastiche” con el que se caracteriza al postmodernismo de entonces.

Hacia 1984 su actividad escénica se enriqueció y afianzó con la creación de Los Peinados Yoli, la formación del Clu del Claun o sus primeras intervenciones en el programa de televisión del capocómico Antonio Gasalla. A propósito, en 1988, -agregamos a modo de paréntesis- en la apertura de uno de sus programas, Gasalla presenta públicamente a Batato a quien le pregunta cómo se definiría: “Soy un payaso, un clown travesti”, señaló sin titubear. Luego Gasalla le pide un “pensamiento muy sesudo acerca de la vida” y Batato contestó: “Enamorarse de sí mismo no es ninguna catástrofe porque no hay ninguna posibilidad de que existan rivales. Y el que quiere celeste que mezcle azul y blanco. Y la vaca no da leche, se la quitan”.

En aquél intenso 1984, Batato presentó Mambrú se fue a la guerra, una serie de cuadros teatrales junto a Claudio Gallardou y Pompeyo Audivert, entre otros artistas; fue invitado para participar en el espectáculo El simposio con Vivi Tellas y en el ciclo del Centro Cultural San Martín con Barco pirata, junto a Divina Gloria. En el segundo semestre, empezó a trabajar en espectáculos callejeros con Gabriel Chamé Buendía, por destacar apenas algunos nombres que aún hoy siguen sonando y resonando en la escena nacional.

Inconformistas Con El clu del claun, en 1986 estrena Escuela de

vino tesoro de su juventud

Foto de alejandro

payasos, bajo dirección del actor y dramaturgo Juan Carlos Gené –padre de Hernán, uno de los integrantes del grupo-. Con esta obra, giraron por Cuba, merced a la invitación del entrerriano Osvaldo Dragún, por Colombia, Venezuela y Uruguay, conquistando elogios y buenas críticas y así, renovada repercusión en la crítica argentina.

Entre 1986 y 1989, el grupo hace otras obras de creación colectiva y en 1989 vuelven a ser dirigidos por Juan Carlos Gené, con Historia del tearto (sic) que se estrena nada más ni nada menos que en el Teatro Nacional Cervantes.

“Nos metemos con la televisión, con la publicidad, con los comics, con los lugares comunes y la torpeza social”, solían responder ante reseñas que le objetaban “falta de mensaje”. También contestaban con la libertad de su juventud, pues todos los integrantes de El Clu –Gabriel Chamé Buendía, Guillermo Angelelli, Hernán Gené, Daniel Miranda, Osvaldo Pinco, Cristina Marti, Eduardo Bertoglio y Batato- tenían por entonces no más de 26 años cada uno, habían padecido el servicio militar y la persecución de la policía y la Dictadura. En unos y otros trabajos, podían leerse esas huellas e impronta. Tanto en los espectáculos de Los Peinados Yoli como en El clu del claun, Barea y su troup, incursionaron con el vodevil, los malabares, la denuncia sin dejar de divertir a través de figuras clownescas, la poesía, lo estrafalario, la metateatralidad y el “no- teatro” como gustaban autodefinir lo que hacían. Siempre con el método del no-método. Sí, en distintas entrevistas realizadas a Walter Barea y según lo que expresan amigos que tuvieron oportunidad de conocerlo o trabajar con él, coinciden en remarcar que prefería las improvisaciones y espontaneidad de los actores no formados. “No me gusta el actor que sigue viviendo como actor en su vida cotidiana. Me gustan los actores como la Pochocha, Klaudia con K, Claudia Marival y los travestis de murga… No creo en los ensayos ni en los espectáculos demasiado planificados”, apuntaba.

Legado En una entrevista que le hicieran a Hernán Gené, uno de los compañeros de ruta en el Clu del Claun, Laura Cilento le pregunta cómo se desenvolvería Batato en la realidad teatral de hoy. Su respuesta deja en claro el perfil y personalidad de este referente del teatro de los 80: “Seguiría haciendo lo mismo de siempre. El no hubiera estado en la televisión con Humberto (Tortonese) y Alejandro (Urdapilleta), seguro. No hubiera podido. No hubiera logrado pasar al circuito comercial, le hubiera resultado difícil tolerar la presión, la rutina… la sensación de ser parte de una rueda. A la primera de cambio hubiera mostrado las tetas y lo hubieran echado”.

Lo que hizo y fue este actor y performer, estuvo documentado y quienes estuvieron cerca, tienen memoria y dan cuenta de sus inquietas producciones.

En 2011 se proyectó en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) el documental La peli de Batato de Goyo Anchou y Peter Pank, que reúne un sinnúmero de testimonios y registros invalorables.

María José Gabin, integrante de las Gambas al ajillo, fue una de las que tuvo oportunidad de conocerlo. “Creo que Batato estaba impulsado por algo mágico, estaba realmente iluminado. En esto tuvo que ver también su corta vida, sin duda. Me encanta pensar “románticamente” que era un artista “maldito”, en el sentido que se otorga a esta palabra para designar a esos pocos creadores que en escasos años de trabajo dejaron la marca de una obra brillante (…) Batato laburó hasta el último día… La gente eso lo sentía… Creo que se dio todos los gustos que necesitaba: se puso las tetas y eso lo encantaba, formaba parte de él (…) Yo veía a Batato, en el final, con las tetas, y eso me daba vuelta.

Porque él no era una puta, no era un marica. Batato era un andrógino. Era un niño, un niño con tetas, una cosa muy extraña. No te daba la impresión de una sexualidad

kuropawa

común, vulgar. Era algo especial… era él mismo, auténtico”. Con esas palabras, la actriz que trabajó con él en una de sus últimas obras Cabarute Popó (1991), lo bien describe en la extensa y emotiva entrevista que puede leerse en el mencionado libro de Dubatti.

El 6 de diciembre de 1991 falleció en Buenos Aires, víctima del SIDA. Apenas unos días antes, había participado del festival rioplatense de nuevas tendencias Teatroff de Montevideo. Tenía lo que le dicen… prepotencia de trabajo.

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La resistencia Balance

como forma de cultura

La 14ª edición del Festival de Teatro de Rafaela que se llevó adelante del martes 17 al domingo 22 de julio, sorprendió con muchas obras dirigidas a todo tipo de público, de gran calidad, color y poesía, que pudieron apreciarse en la Carpa de Circo, salas convencionales, o bien en vecinales o plazas.

M.B. / G.M.

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n invierno, hay un festival que ya es un clásico, el que se hace en Rafaela, Santa Fe. La gente y la ciudad toda, y más aún también –Suardi y Ataliva fueron subsedes en las que se vieron un total de 9 obras-, lo espera. Desde el martes 17 y hasta el domingo 22 de julio, el público en comunión con los artistas, colmó las salas, calles y espacios alternativos haciendo única cada función y esa estampa es apenas una señal del deseo puesto en este encuentro.

Organizado por la Municipalidad de Rafaela y con una programación de gran jerarquía, amplia diversidad y apoyo incondicional del público, que esta vez arrojó unos 20.000 espectadores, el FTR18 volvió a poner a esta ciudad en el centro de la escena nacional, posicionándose además como el evento cultural más convocante y trascendente de la región.

A lo largo de seis días, el festival en cuestión ofreció 32 espectáculos en 68 funciones, distribuidos en distintos escenarios de salas, plazas, carpa de circo y espacios alternativos de Rafaela y subsedes. De esta manera, el público de la ciudad y de la región tomó contacto con artistas provenientes de Chile, Uruguay, Colombia, España, Buenos

Un convocante desfile inaugural, esta vez con artistas locales.

Aires, Capilla del Monte, Córdoba, La Plata, Mendoza, Rosario, Tucumán y también de la misma Rafaela, donde desde 2014 funciona la Escuela Municipal de Arte Dramático que forma a nuevas generaciones.

Populares Como siempre, la grilla es variada. Espectáculos como Naturaleza rota y Circo de bolsillo, dos producciones protagonizadas por José Guirado

El público, principal protagonista de las obras de José Guirado.

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(Rosario), destacaron por la llegada al público de todas las edades, con recursos que sólo este talentoso actor puede lograr.

En la primera obra, el versátil y carismático clown acerca con mucha gracia y una serie de juguetes abandonados, apilados o rotos, una historia que divierte y asombra a espectadores, pero que también hace pensar y aceptarnos tal como somos y tal como es el otro, con lo que tenemos, nos falta o sobra. En tanto en Circo de bolsillo, el actor jue-

Niños y niñas, a puro disfrute en la carpa de circo.

Actividades especiales

E

l Festival, organizado con el impulso e impronta del Municipio de Rafaela, en cogestión con el Instituto Nacional del Teatro y el Gobierno de la Provincia de Santa Fe, cuenta además con el auspicio de las empresas locales y el acompañamiento de los medios de comunicación de Rafaela y el país. Precisamente, las mesas de devoluciones, son una de las actividades que convoca a artistas y periodistas, en la que confluyen diversas miradas, interpretaciones,

Lucida investigación teatral venida desde Uruguay.

ga todavía más y lleva adelante una propuesta que le da increíble cabida y participación al público, sin ridiculizarlo sino lo contrario, poniendo en valor y aplaudiendo la espontaneidad y creatividad de los niños y niñas que quieren pasar al frente y jugar también, a la vista de la platea.

Hay un montón de escenas por demás hilarantes y tiernas a la vez, que surgen cómplices de los múltiples gestos y acrobacias de este joven artista y su corazón de niño. Momentos todos que en uno y otro caso, se abonan con una serie de objetos finamente diseñados que generan una fascinación aparte.

Yo sabo fue otra de las propuestas, simple y graciosa, que trajo esta edición. La función se hizo en un salón parroquial puesto que el mal tiempo impidió que eso ocurriera en la plaza del barrio. Los hermanos Mariano y Gastón Guerra son los responsables primeros de este trabajo clownesco, dirigido por Guillermo De Blas. Aquí todo ocurre a la vera de un camino, y mientras los dos amigos esperan, discuten sus ideas contrapuestas acerca de uno y otro destino a seguir, hacen magia y también, fotos.

Internacional (vamos a Marte), con Víctor “Tomate” Ávalos, el maestro de la globología en el país, y la acróbata Tristana Muraro y los osados malabares con clavas y fuego a cargo de Leandro Korman, completaron el reparto de una auténtica troupe cirquera acostumbrada a actuar en la Costa bonaerense, y sumaron piruetas con una red, acrobacias y humor.

Plo plo, vendedor de ilusiones ofreció en la Biblioteca Sarmiento un delicado espectáculo de teatro de objetos, una maquinaria de hilos y marionetas de la mano de grandes titiriteros de Capilla del Monte (Córdoba).

En tanto, El Fausto criollo, estuvo entre las ansiadas producciones del Teatro Nacional Cervantes, que según confió su elenco, anhela seguir recorrien-

lecturas o críticas con el afán de contribuir al campo teatral. A ello se agregan, instancias de formación, en este caso, con maestros de la talla de Javier Daulte, Juan Parodi, la Compañía Urraka, más el stand con las ediciones del INT y una charla sobre “Política de internacionalización del teatro argentino” a cargo de Marcelo Allasino, director del Instituto Nacional de Teatro (INT).

En fin, un vendaval teatral para disfrutar, abrir la cabeza, aplaudir.

O como invitó el slogan de este año, dejarse encender por la maravilla de los actores y sus disímiles propuestas.

Un instante de Palíndroma con la bailarina rafaelina llegada de CABA.

do rutas argentinas. Acá, cinco talentosos actores se reparten los papeles para representar una historia de amor, aunque no es así de sencillo porque algunos se rebelan. Cada nueva escena de lo que pretenden contar, trae otros personajes, nuevos y coloridos vestuarios, más humor y guiños al público. Luciano Medina, Franco Moix, German Zita, Mercedes Di Napoli, Matías Ocantos, se lucen por igual en esta inspirada versión de la obra de Estanislao del Campo.

Complejidades La osadía y riesgo de las puestas que se eligen para este tipo de encuentros, es una marca. En ese sentido, pueden mencionarse varias, de dramaturgias más fragmentaria y menos lineal, pero con intensidades y búsquedas estéticas novedosas. Montaraz, que había sido presentada exitosamente en el Nacional de Rosario de este año, proveniente de La Plata, fue una de ellas. También las futuristas Siniestra y Clarividentes de Javier Daulte y Mis días sin Victoria de Rodrigo Arena (CABA), completaron con otras obras más, una programación pensada por un equipo comandado por Gustavo Mondino.

Las actrices de Montaraz, cabe señalar, tuvieron su función en el Centro Cultural Viejo Mercado.

Esta propuesta combina el atractivo de jóvenes actuaciones, música en vivo y momentos de destrezas o hip hop. Con una estructura no convencional, las cinco muchachas: Julieta Ranno, Denisse Van der Ploeg, Natalia Maldini, Eliana Giommi y Ana Belén Recabarren imprimen un ritmo tan vertiginoso como violento mientras desandan sus historias, bajo dirección de Braian Kobla.

En tanto, el gran autor de Estás ahí, Nunca estuviste tan adorable y tantas otras obras estrenadas durante las últimas dos décadas, ofreció un taller y los dos espectáculos mencionados, ambos muy

“Tomate” Ávalos junto a Leandro Korman en Internacional (vamos a Marte)...

conectados con uno de sus leit motiv temáticos y procedimentales: la ciencia ficción, el esoterismo, las zonas grises de lo estrictamente representacional y del deseo.

En estos tópicos, por supuesto que gravitan las relaciones humanas, los frustrados o satisfechos anhelos de los personajes, el relato difícil de seguir aunque con momentos de mucha belleza.

Allende países De Bogotá, Montevideo y Santiago de Chile llegaron producciones por demás atractivas. Los colombianos vivieron intensamente el FTR con El ensayo, que fue aplaudida a rabiar en La Máscara.

Inspirada en la Medellín de los años 90, el director Johan Velandia, analizó la realidad latinoamericana y revindicó la necesidad de que el teatro de Latinoamérica sea el que se ocupe de sus temas, conflictos y dilemas.

Pensando en salirse de estereotipos, los tres buenos actores (Rafael Zea, Milton Lopezarrubla y César Álvarez), componen a tres tragicómicas mujeres –luego a sus hijos- atravesadas por el dolor, la desolación y el ensayo de una venganza posible.

Como bien señalan los propios artistas, en esta puesta se observa el deseo de “vengar la vejez, la soledad, el machismo, la religiosidad, la pobreza, la falta de oportunidades, la delincuencia, el narcotráfico, la violencia, la injusticia. Vengar la doble moral”.

Por su parte el elenco uruguayo, con Otros problemas de humanidad, perteneciente a una generación cuyo promedio de edad no supera los 30 años, llegó con un artefacto escénico notable y divertido.

La propuesta es una investigación fresca y luminosa, que desborda pochoclo por toda la es-

1

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Apenas una de las mágicas escenas de Nómadas.

1 cenografía, acaso como símbolo de lo que está a punto de estallar en esa apretada convivencia que aquí tuvo lugar en una de las pequeñas aulas del Viejo Mercado. Son escenas que logran convocar las almas y universos de Felisberto Hernández o Leo Masliah. José Pagano, Cecilia Yáñez y una magistral composición fuera de toda época de Laura Martínez, se lucieron bajo la mirada de su director Sebastián Calderón.

En tanto los chilenos llevaron al Lasserre El Dylan, la dramática historia real de un joven trans que fue asesinado. La obra pone en escena temas como la ignorancia, la discriminación, la violencia, la complicidad de todos ante estas situaciones. Este trabajo –dramaturgia de Bosco Cayo y dirección de Aliocha de la Sotta- tiene un refinado y significativo vestuario diseñado por Felipe Olivares, y toda una estética que refuerza lo que se dice o grita, acaso para que los espectadores no miremos para otro lado.

Dejarse abrazar por el teatro Este año el Festival de Teatro de Rafaela cumplió sus 14 años de existencia y todo parece indicar que se viene preparando terreno para una gran fiesta de 15. La programación de la edición 2018, concentró un puñado bien grande de obras de ma-

Polvareda

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sta edición incluyó también la obra Dios de Lisandro Rodríguez, al término de la cual se disparó una increíble polémica a nivel local y nacional, que reavivó el debate en torno a la legalización del aborto que se daba en todo el país. Las reacciones generadas de parte de muchos que ni siquiera habían visto el espectáculo en cuestión, sembró hipocresía.

Dios, espectáculo dirigido por Lisandro Rodríguez con despliegue de unos 18 actores y el trabajo in situ del reconocido escenógrafo y artista plástico Norberto Laino, generó dichos impronunciables –como decía Foucault, hay cosas que se dicen y piensan en una época determinada y otras que ni siquiera podrían pensarse en este siglo XXI-, inadmisibles para los que se dicen “pro vida”.

La performance que trajo este Festival, pone

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Los actores de El ensayo recreando las violencias de su Colombia.

belleza, al estallido de ideas y sentidos.

“Me preguntan por el festival de Rafaela no solamente en Argentina sino también en el exterior.

Y me preguntan qué fenómeno se da en esta ciudad, por qué todo el mundo quiere ir a Rafaela, por qué todos se van tan felices y quieren ser parte de él. El trabajo incansable de muchas instituciones y grupos a lo largo de muchas décadas, instalaron la producción teatral y educaron a un público”, señaló por su parte, Marcelo Allasino, director del Instituto Nacional de Teatro. “Por cómo este festival recibe a los artistas, periodistas, productores, investigadores, con amor y respeto, es que la gente quiere venir acá”, añadió.

Una y otro, son los titulares de los organismos que cogestionan junto al Municipio rafaelino, esta gran fiesta de la región. “Estamos nuevamente en el desafío de levantar el telón en un momento difícil, complejo, en donde parecería que lo que domina la escena es el ajuste, el recorte, la crisis, la incertidumbre, la duda de qué es lo que vendrá”, advirtió a su turno el intendente Luis Castellano.

ravillosos directores y actores como Javier Daulte, José y Gustavo Guirado, Carolina Guevara, Lisandro Rodríguez, Claudio Gallardou, Gustavo Garzón, entre otros tantos. Además de una serie de obras provenientes de Chile, España, Colombia y Montevideo, todas con buenas críticas y que de por sí, por ser internacionales, sembraban una expectativa mayor, simplemente porque permiten acercarse a otros modos de producir teatro, otras estéticas y universos.

La apertura, a todo color, llegó por primera vez de la mano de artistas locales, dirigidos por Ariel Falchini y un despliegue de muñecos gigantes ideados en tributo a la obra del artista plástico local Beto Dentoni. Ese desfile colorido y festivo irrumpió por una de las avenidas principales y desembocó, como es costumbre, en el Cine Teatro Belgrano. Allí ocurre el acto oficial que abre la fiesta.

“Rafaela con su festival se ha convertido en una gran escuela de teatro... Decir Rafaela es decir teatro... Teatro con T mayúscula y T de tormenta, torbellino, tradición, texturas, con T de texto, trama, trampa, trueque; tolerancia y trashumancia; con T de trabajo y de tragedia; con T de típico, tópico y todo, con las T de tomate, truco y tremendo”, dijo una inspirada e histriónica ministra de Innovación y Cultura, María de los Ángeles González. Y así invitó al juego, a la entrega, a la

Detalles Al término de los discursos, se vio la inolvidable, conmovedora, mágica y bella coproducción chileno- española: Nómadas, de Edurne Rankin y Álvaro Morales. Este espectáculo dejó mudos de

en escena una pseudo misa con todos sus rituales, canciones, pedido de limosna, sermón y un Rodríguez que imita a un oficiante con una modulación increíble y que va guiando los procedimientos del rito católico de tal manera, que genera risa a la par que un cuestionamiento a eso que la Iglesia como institución y aparato ideológico, no ve, no quiere ver, no puede pensar, como el cuerpo, las mujeres, el dinero, las corporaciones que nos rodean, marcan, enceguecen e influyen. En paralelo, en la obra se ve al escenógrafo hacer su trabajo arriba del escenario de la Sociedad Italiana, y montar estatuas y cuadros en distintos tamaños, que constituyen –tal como se contó en las rondas de devoluciones- un homenaje al gran León Ferrari, conocido por la vergonzosa censura que sufrió su muestra en 2004. Hacia el final, un varón y una mujer, desnudos, despojados de todo podría decirse, abrazan a una estatua descomunal de Jorge Bergoglio –ahora Papa- responsable de

Conmovedora y reflexiva estampa del final de Dios (foto de Marcelo Castillo).

Reconocimiento

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n una de las ronda de devoluciones, el senador nacional por la provincia de Santa Fe Omar Perotti entregó un reconocimiento al crítico teatral, periodista y docente Roberto Schneider por su destacada trayectoria en el ámbito de la cultura. Desde los inicios del festival, allá por 2005, Schneider es un fiel periodista y primer espectador que se mostró emocionado y agradecido.

asombro a chicos y grandes, dejó ver cierta magia de los desplazamientos, las mudanzas, los viajes, la relación con los recuerdos-objetos cosechados a lo largo de la vida, la vulnerabilidad del que se queda o se va para siempre, objetos entrañables que son parte de lo que somos y hasta parecen cobrar vida, los envoltorios, rollos de polietileno con burbujas, cajas o valijas que se convierten en fantasmas, medusas o rostros. Los maravillosos actores y actrices mostraron una suerte de poesía visual y se llevaron una intensa ovación y aplauso de pie.

Esa primera jornada siguió con 200 golpes de jamón serrano, en el Teatro Lasserre. Los protagonistas Gustavo Garzón y Marina Otero, conmovieron con sus relatos cuasi biodramáticos, el planteo de una atractiva espacialización y escenas para la memoria ya sea por el cuestionamiento y reflexión en torno al sistema teatral o la simple búsqueda del amor en la vida cotidiana. Sorprendente.

De allí, al Centro Cultural La Máscara, donde el deleite continuó con Palíndroma, otro espectáculo de muy buena factura, llegado de Buenos Aires, con una bailarina magistral, Margarita Poggi y un director talentoso, William Prociuk inspirados –vagamente- en la famosa práctica simétrica de la que el cordobés don Juan Filloy fue su recordman mundial. aquella censura a Ferrari- y así parecen resumir el pedido de que la Iglesia se dedique a hacer lo que predica: amar. Pero eso no se interpretó. Todo lo contrario se ha suscitado: el odio que se leyó en las redes sociales y la repercusión de esa foto del desnudo del final del espectáculo, de gente que ni siquiera la vio y que osa largar manifestaciones impunes y bárbaras, anacrónicas, son pequeños grupos católicos que enseguida pidieron “la cabeza” de los organizadores.

Este Festival decimos, siempre hizo lugar a la voz de las minorías, los callados, los invisibilizados, esos que la Iglesia denigra y expulsa. En Rafaela, no sólo en esta edición sino en otras tantas, hemos visto obras que hablan de la homosexualidad, los abusos, la transexualidad, la discapacidad, la pobreza, las violencias, las mujeres. Los organizadores desde el principio, tuvieron la inteligencia y convicción de incluir, ya sea desde las obras que

Algunas miradas E

ntre las buenas obras que pudimos disfrutar en los primeros días, resaltamos Los golpes de Clara, Almacenados o Flores nuevas, entre otras. En los tres casos, sobresale la potencia y atracción que disparan las buenas actuaciones.

Carolina Guevara en Los golpes..., desanda una serie de personajes y situaciones echando mano a múltiples matices y recursos, y además la trama, evidencia con humor, el mundo femenino, las distintas violencias diarias y su combate, en un momento de trascendentes debates en el país.

Un consagrado Horacio Peña se lució por igual junto a un joven Juan Luppi en Almacenados, de David Desola, bajo dirección de Susana Hornos. La obra se vio en el escenario del Lasserre, sin caja negra, lo que hizo que el universo del trabajo y las condiciones laborales para una u otra generación, los sueldos que no alcanzan o el vacío que provoca la alienación, la llegada de la jubilación, la falta de oportunidades, se amplifique y entonces, emocione más aún. “Hablamos de trabajo en esta obra -dijo al día siguiente, Horacio Peña- pero no pensamos en el teatro como trabajo y con estas políticas culturales de achique, hacer teatro se convierte en prácticamente un heroísmo”.

El unipersonal Flores nuevas, con un sólido actor como Ignacio Tamagno, proveniente de Córdoba, es una obra infinita que da visibilidad a personajes rotos, de bordes, del interior de la geografía cordobesa en un registro prácticamente documental e inédito sobre ese decir tan pueblerino, cerrado, entrecortado y angustiante que exhibe el personaje principal y todos los demás a los que alude. Sobre texto de Federico Falco y con dirección de Nadir Medina –quien viene del cine como director de actores y asume el desafío de su primera dirección teatral-, la propuesta fue un golpe al mentón de unos pocos y privilegiados espectadores, pues la obra está pensada para un espacio y clima intimista.

Horacio Peña encarna un personaje estructurado que se torna entrañable.

programa hasta los lugares a los que llega.

Es hora que el Estado que coorganiza este querido y apreciado Festival, se ponga esta camiseta y no, la de la Iglesia. No es el público del Festival el que se sintió ofendido, sino una franja minoritaria que ni siquiera vio la obra.

Es claro que el festival no fue solo la polvareda que levantó en los medios locales y nacionales, la obra de teatro Dios, pero consideramos importante que no nadie se lleve puesto este festival inclusivo y bello.

En contrapartida, el espaldarazo de la ministra de Innovación y Cultura y del propio director del Instituto Nacional del Teatro, calmó el panorama y generó optimismo. El paso del tiempo disipó ciertas dudas y habrá festival para rato. Imaginamos que los espectadores que disfrutaron de esta edición, o las anteriores, no van a dejar que nadie arrase con esta fiesta.

El joven actor cordobés se luce en el unipersonal Flores nuevas.

En su momento, periodistas y críticos que participamos activamente del FTR, firmamos una carta abierta a la sociedad rafaelina, en claro respaldo.

En uno de los párrafos señalamos: “Como profesionales en el campo de la cultura en general, y del teatro en particular, alertamos sobre estos hechos de censura que promueven un arte adocenado, revisado, controlado, prolijo, inocuo, alejado de la realidad, obsecuente, cómodo y tranquilo. Creemos que sin riesgo y sin novedad, no se promueve el arte, sino que por lo contrario, se gestiona su certificado de defunción”.

Por todo lo que produce y revoluciona, por lo que se lo distingue y reconoce y por lo que haga falta mejorar –otra comunicación con los periodistas locales, por caso-, por la inteligencia de formar públicos y artistas, por propiciar diálogos y encuentros entre unos y otros, por ofrecer obras únicas y entrañables, ¡larga vida al Festival rafaelino!

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Los qué de

libro Cancha con niebla aunque todo Bartís está en Ure. Recomiendo Marshall Berman, un autor al que me gusta volver a su análisis sobre la modernidad en Todo lo sólido se desvanece en el aire; José Pablo Feinmann y sus dos libracos sobre El Peronismo.

Nombré sólo algunos de los que recuerdo.

LA OTRA

BUTACA

¿Qué miro?

A

ctor, director, autor y docente. Egresado de la Escuela Nacional de Teatro y Títeres de Rosario. Director del grupo La Piara en los espectáculos de su autoría Pelo de grasa, Spider´s New Music Cabaret, H (Fiesta Nacional de Teatro de Salta, 2000) y Mein Karl. Estrenó también de su autoría Horacio, amigo de Hamlet y Los visitantes de pescados. Con la obra Mabel y Edgardo (en co-autoría con Claudia Cantero) participó en varios festivales internacionales y en la Fiesta Nacional de Teatro de Mendoza (2002) donde obtuvo mención como mejor actor.

En 2015 fue director de la Comedia Municipal de Rosario “Norberto Campos” con la cual realizó Gol de oro de Miguel Franchi. También se desempeñó como docente del I.N.T. en las Escuelas Itinerantes de las Provincias de Santa Fe y Entre Ríos y dicta seminarios regulares en Salamanca y Barcelona. En 2017, ganó el 2º premio en dramaturgia del Fondo Nacional de las Artes con La gran joda.

En la web: https://lapiara.wixsite.com/matiasmartinez

¿Qué leo?

Comencé a leer de una manera recurrente y circular en 1993. Llevo una lectura nocturna principalmente y categóricamente solitaria. Siempre son los mismos libros y cada tantos años, se anexan otros. Los de literatura no dramática son dos sobre los que se monta el resto: Roberto Arlt y Jorge Luis Borges. De Arlt, Los siete locos y Los Lanzallamas, luego el resto de novelas, cuentos y aguafuertes y en última instancia sus obras de teatro (casi todas dejadas antes de terminar, salvo 300 millones). El gusto arltiano está definido por la brusquedad y violencia de su relato y el corrimiento antisocial de sus personajes atravesados todos por un infierno quieto y permanente. De Borges, los cuentos de Ficciones, El Aleph, El informe de Brodie, El libro de arena, Historia universal de la infamia (sobre todo Hombre de la esquina rosada) y su poesía la he leído toda casi obligado para conocerla aunque nunca he vuelto mucho sobre ella excepto al poema El golem del libro El otro, el mismo. De los ensayos de Borges el que más me interesa es El Martín Fierro.

El deleite por este autor radica en que no he leído otro que en pocas páginas pueda abarcar y condensar todo el orbe (para usar una palabra borgeana).

Cada texto suyo es como un Aleph. Luego Osvaldo Lamborghini que es el punto de inflexión entre los arriba citados. Lamborghini tiene un relato exacto e intolerable que se llama El Fiord casi como la droga

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Matías Martínez

o la actuación es un lugar de no vuelta (otra esfera, otro Aleph pero al decir de Marechal “una esfera de mierda”). Carlos Correas es uno de los pioneros de la literatura homosexual en la argentina y así funda el inicio del `mal` según la definición genetiana.

Siguiendo esta línea, Néstor Perlongher. Menos malditos pero no menos demoledores, los cuentos de Juan José Saer (leí sólo una novela El limonero real), novelas de Leopoldo Marechal (Megafón, o la guerra, El banquete de Severo Arcángelo), Horacio Quiroga. De la literatura que se desprende del Martín Fierro de José Hernández, he leído Esteban Echeverría, Hilario Ascasubi, Estanislao del Campo.

De literatura dramática argentina he leído todo de los dos que considero pilares fundamentales: Florencio Sánchez y Armando Discépolo. Luego Juan Moreira de José Podestá y textos de la gauchesca y el nativismo. Los principales autores de la época del sainete y el grotesco: Carlos Mauricio Pacheco, Gregorio de Laferrere, José Gonzalez Catillo, Alberto Vaccarezza, Francisco Defilippis Novoa, Samuel Eichelbaum. Y de teatro independiente: Carlos Gorostiza, Ricardo Halac, Roberto Cossa, Ricardo Monti, Eduardo Pavlovsky y Griselda Gambaro, Mauricio Kartun, Luis Cano (una especie de Spinetta en la dramaturgia), Daniel Veronese, Alejandro Urdapilleta, Copi. De literatura dramática extranjera: William Shakespeare (“Hamlet”), Anton Chéjov, Samuel Beckett, Eugène Ionesco, Heiner Müller, Bertolt Brecht. Los norteamericanos que influenciaron a los realistas reflexivos porteños: Tennesse Williams, Arthur Miller. De teoría teatral: Osvaldo Pellettieri y los investigadores del GETEA (que casi de manera exclusiva teorizan sobre los primeros 50 años del sistema teatral argentino -léase porteño). De los rosarinos que teorizan leo a Rody Bertol, Aldo Pricco, Ana María Rozzi, José Moset. Lo extranjero que leo en materia de teoría es Stanislavski de rigor, Meyerhold, Artaud, Kantor y Grotowski que siempre recuerdan el margen y la falta de respeto.

Un párrafo aparte para Alberto Ure quien redefinió el sistema actoral y la forma de dirigir.

Sería ingrato no nombrar a Ricardo Bartís y su

No miro mucho teatro actualmente ya que a la hora de ver, casi siempre lo estoy haciendo.

Lo último que vi y me interesó fueron: Oxymoron de Judith Ganon, Carne de juguete de Gustavo Guirado, El fabuloso mundo de la tía Betty de El Rayo Misterioso, Manifiesta (cuerpo en expansión) de Carla Tealdi y actuación impecable de Jésica Biancotto. Miro poca danza, me interesó ver Play de Alexander Eckman y me gustan las óperas por su despliegue plástico.

Me pasa lo mismo que en la literatura con el cine. Recurrente y obsesivo lo que miro. Las dos películas que más vi y sigo mirando son Buenos muchachos de Martin Scorsese (la vi 70 veces), El Padrino I y II (otras tantas). No miro más cine norteamericano excepto Paul Thomas Anderson, Quentin Tarantino y Scorsese. Mucho cine europeo, principalmente Federico Fellini y los clásicos italianos; cine francés: Trouffaut, Chabrol, Resnais, Bresson. Los griegos Yorgos Lantimos y Costa Gavras. Cine argentino: Javier Diment, Lucrecia Martel, Fabian Bielinsky, Gustavo Postiglione, Héctor Molina, Francisco Pavanetto. El cine, a diferencia de la literatura que es un hábito solitario, siempre es compartido.

¿Qué escucho?

Siempre escucho lo mismo. Mi teatro y mi forma de pensar la dirección y lo actoral está signado por la música. Todo Spinetta lo tengo y lo escucho y escucho (como en Borges, es inagotable y vasto su universo: Spinetta es Tlön Uqbar); colecciono sus discos (tengo una edición en vinilo del disco Artaud).

Desde hace varios años viajo recurrentemente a Uruguay (a las playas de Rocha y Montevideo) y desde entonces he vuelto a Jaime Ross y Eduardo Mateo. Me gusta Smashing Pumpkins y su cruce de sintetizadores con guitarras crudas y la voz aflautada y melodiosa de Billy Corgan, fui fanático de AC/DC (tengo todos los discos con Bonn Scott) y a veces vuelvo a Powerage y Highway to hell. Me gusta el pop, la discografía de Virus la tengo entera y me gusta Leo García. Daniel Melero me parece lo más ecléctico y escurridizo de la música argentina desde el 80´a la actualidad. Cerati me gusta y tengo su discografía pero Melero le pasa el trapo en Colores Santos, me encanta La máquina de hacer pájaros, Serú Girán, Charly García (hasta Filosofía barata y zapatos de goma). No menciono a Fito Paez porque hay que ser ingrato con los artistas que se han estupidizado (No obstante el disco Ciudad de pobres corazones es maravilloso).

Las máscaras del teatro: dos caras de una misma moneda

E

n 1968 se realizó en Campana un seminario de teatro -organizado por la Subsecretaría de Cultura de la Nación- a cargo de prestigiosos nombres como Juan Carlos Pássaro, Flora Martínez, Adelaida Castagnino, José Pérez Ruiz… Seguramente, ninguno de ellos ni ellas imaginó entonces o después que, al año siguiente, un grupo de jóvenes autoconvocados y entusiastas, y ante la necesidad de no interrumpir el camino que habíamos comenzado, fundáramos el Centro de Experimentación Teatral, el primer capítulo de lo que después fue La Comedia de Campana.

Si pensamos que el teatro independiente argentino tiene menos de 90 años de vida, que nuestro grupo cumpla 50, nos estremece un poco.

Nunca nos propusimos objetivos a largo plazo, ni un repertorio prefijado, ni una línea estética determinada, ni un destino, ni una meta. Año tras año fuimos dejándonos llevar por nuestro propio deseo, sin intentar disimular sentimientos ni acallar rebeldías. Y a lo largo del tiempo tuvimos la suerte de haber recorrido la casi totalidad de las provincias argentinas, y más de la mitad de la geografía del mundo.

Una vez un intendente de Campana nos dijo: “La Comedia … ha traído a la ciudad más embajadores extranjeros que todas las grandes empresas aquí instaladas a lo largo de toda su historia”. ¡Y era cierto!

Así como una vez un amigo irlandés que nos había invitado a su casa en Dublin nos dijo emocionado que “¡jamás había pensado que iba a contar en su casa con la presencia de una embajadora!” Se trataba de la embajadora argentina en aquel país, que había acudido a la reunión para brindar su apoyo a la gestión que entonces estábamos realizando en Europa.

Aconteceres como esos quedan en la memoria junto al igual que el sentimiento de tristeza que nos dio abandonar en Europa la escenografía de El Niño Travieso por no poder costear el sobrepeso, o la imposibilidad de cumplir con alguna invitación lejana, también por falta de recursos económicos.

Las dos caras unidas, como lo diría Atilio Betti, por un solo cuello de verdad.

Cuando en 1973 estrenamos Israfel, tuvimos la alegría de que su autor, Abelardo Castillo, nos pidiera que lleváramos su obra a San Pedro, su ciudad, donde aún no se había estrenado. Nos lo propuso sobre el escenario, en el saludo final, con la sala abarrotada de público, y en presencia de la señora Milagros de la Vega, a quien habíamos invitado especialmente para el estreno y a quien en

ese momento designábamos madrina del Grupo.

La obra fue bajada de cartel, mucho tiempo después, sin haber podido ser ofrecida al público sampedrino. Un elenco demasiado numeroso, la escenografía y el vestuario muy abultados y los bolsillos demasiado flacos se confabularon para impedirlo.

Otra vez, dos caras de la misma realidad.

Muchas veces el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Nación nos otorgó una bonita hoja membretada con el escudo nacional a la que llamaban (o aún llaman) Aval de Cancillería. ¡Muchas veces!

Esas hojas están todas guardadas como testimonios de reiteradas esperanzas de que un Estado siempre ausente nos diera alguna vez una mano.

Las dos caras de una misma moneda.

En 1998, y gracias a un subsidio otorgado por el Instituto Nacional del Teatro, pudimos abrir las puertas de nuestro Teatro del Sol. Un espacio que de inmediato se constituyó en un ir y venir de artistas de todo el mundo que lo engalanaron con su presencia.

En 2008, incapaces de sostener el pago de las cuotas que todavía se adeudaban por la compra del inmueble, ante el incumplimiento de lo prometido por el mismo INT, tuvimos que cerrar sus puertas irreversiblemente.

Las dos caras de una misma moneda.

Me quedo con la cara positiva.

Aunque tal vez la negativa sea o haya sido el precio por perseverar e insistir a ultranza en la decisión de ser independientes.

Y si es así, ¡estamos felices por haberlo pagado!

Lo más precioso es que a lo largo del tiempo siempre estuvo el grupo.

Un colectivo compuesto por muchos y mu-

chas integrantes que fueron sumando talento, pasión, adrenalina, esfuerzo.

Nombres que somos nosotros y nosotras.

Nombres que nosotros y nosotras conocemos.

Nombres que, ojalá, también conozca el público.

Y hubo y hay también otros nombres.

Nombres que empujaron la marcha.

Amigos y amigas que por distintas razones y en diferentes circunstancias ayudaron mucho para darle continuidad en el tiempo a un proyecto que nunca se prefijó un destino ni un trayecto.

Héctor Demousselle, Raúl Bullosa, Osvaldo Dragún, Thomas Hauger, Akram Stanek, Jan Urvet, Enrique Buenaventura, Alejandro Finzi, son algunos de esos nombres.

Capítulos de una historia que vamos construyendo apilando sueños, descartando fracasos, disfrutando alegrías, sumando fragmentos.

Tal vez la mejor forma de mirar lo realizado sea intentando armar un rompecabezas donde cada pieza corresponda a un tiempo y una circunstancia. El único (o el mayor) ingrediente común es el grupo humano, dinámico y cambiante, pero estable y testarudo, que a lo largo del tiempo ha ido armando esto que ahora cumple 50 años y que desde el comienzo estuvo enrolado en el Teatro Independiente argentino.

Por eso, al pensar en nuestra historia, se me ha ocurrido contarla en forma de fragmentos a los que puede accederse a través de Internet:www. comediadecampana.com.ar/BlogCom/Fragmentos.php y de los que seguramente aparecerán más capítulos en el futuro.

Guillermo Rodoni

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Actualidad Los hijos de.../ Epidramas

La academia en la memoria A comienzos de octubre se produjo la presentación en el Aula de la Memoria de la Escuela Normal de Paraná, del último libro de Eduardo Rinesi, actividad organizada por el Profesorado y la Licenciatura de Ciencias Sociales de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Uader.

Una gran convocatoria siguió con atención dos minuciosos análisis del libro Actores y soldados, y luego el filósofo, politólogo y ex rector de la Universidad Nacional de General Sarmiento, se explayó sobre algunas de sus inquietudes más entrañables: las incansables lecturas de Hamlet y en general de la literatura y el teatro de William Shakespeare, las lecturas de las lecturas de Borges, T. H. S. Eliot o J. Derrida, el acontecer de la patria y la sociedad argentina.

Esta 2ª edición ampliada del libro en cuestión incluye, con motivo del cuarto centenario de la muerte del gran poeta inglés, profundos ensayos de Rinesi que vuelven sobre la pieza más célebre del Bardo “para interrogar en ella, el problema decisivo de la lengua. De la lengua o de las lenguas, de su interjuego, de sus diálogos más ostensibles o más furtivos...,

de la traducción.”

Con su vocación docente intacta, los profesores y estudiantes de las carreras tuvieron tiempo para, a su término, realizarle interesantes preguntas y adquirir su traducción del Príncipe de Dinamarca, o sus ensayos de teoría política, donde Rinesi analiza con detenimiento distintas épocas históricas y características sociales de su devenir.

Para lorquianos fanáticos Este libro recién aparecido en las librerías argentinas es hermoso y es también muy caro, al valor dólar. Es ya la segunda edición de Malpaso impresa en Barcelona, a un año de su primera edición agotada de la poderosa editorial. La contratapa ya asegura que el poeta granadino fue uno de los primeros en entender la importancia de los medios de comunicación, “y estos supieron ver en él a una de las más destacadas voces literarias del siglo XX”.

El volumen reúne la totalidad de las entrevistas concedidas por la famosa víctima de la Guerra Civil Española, a lo largo de su breve carrera. Rafael Inglada con la colaboración de Víctor Férnandez son los responsables del rescate de numerosas entrevistas que permanecía ocultas en hemerotecas, y de un interesante libro cercano a lo autobiográfico que invita a seguir al integrante del grupo teatral La Barraca, hasta su último diálogo con Otero Seco unos días antes de marchar para Granada.

Palabras de Germán Arciniegas, Octavio

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La editorial Pánico el pánico publicó hace unos pocos meses, un nuevo título de la cordobesa Soledad González; su texto dramático estrenado en el 2016 Los hijos de... (un drama social), representado en Paraná, Gualeguay, Oro Verde y Santa Fe con muy buena acogida, como señalábamos en nuestra edición anterior.

Precisamente dos años atrás también, los editores de la Colección Altas Llantas, daban a conocer Epidramas, con un interesante prólogo de Maximiliano de la Puente, sobre las poéticas de las cuatro piezas publicadas y sobre la llegada de la autora a través de distintos títulos, al teatro de Buenos Aires. Pero mucho de ella supimos también en diciembre del año pasado, cuando colaboró en nuestra sección Los Qué.

Ahora quienes tengan interés en reencontrase con un resto de la experiencia última, Los hijos de... pueden acceder a la recomendada lectura que viene en este caso prologada sabiamente por Raúl “Ditry” Ortiz. Allí, el escritor y periodista señala que la obra “se rodea de recursos audiovisuales, de instalaciones y de trucos lumínicos para representar el contraste entre una utopía perdida en el pasado y este presente en el que sólo el más apto podrá sobrevivir.

Como componente troncal de la historia contemporánea de Córdoba, la industria automotriz (que por estos días atraviesa su enésima crisis) aflora en este retrato, entre melancólico y desencantado, de una generación que supo estar a la vanguardia, y que de golpe y porrazo, fue sumida en la inacción”.

Al ritmo de la cueca

Ramírez, Cipriano Rivas Cherif, Alfredo de la Guardia y Silvio D’Amico, entre muchos otros, constatan la atractiva perspectiva mediática de un autor y dramaturgo fundamental del teatro iberoamericano del pasado siglo.

A comienzos de este año, en el marco de las tradicionales jornadas de Aincrit que se realizan en la Rural, jóvenes investigadores chilenos presentaron El género en escena, en el que ponen en evidencia los resultados de su gran trabajo de campo en la sociedad trasandina. Por supuesto que esta realidad no es patrimonio sólo del país vecino, sino que con elementos diferenciales, es compartido por las otras repúblicas de nuestro continente.

Desde esta perspectiva, el libro representa un gran aporte de raíz académica, de fácil lectura.

Sus fundamentaciones como sus cuadros estadísticos, son pioneros en este tipo de análisis sociocultural y artístico, lo que otorga aún más méritos a la editorial Oso liebre, que realiza así una significativa contribución a las luchas de los derechos femeninos en Latinoamérica, arriesgando un camino que otros, seguro, replicarán. Constanza Muñoz Briones, Pablo Cisternas Alarcón, Pascuala Migone Widoycovich, Catalina Yasigi Vásquez y Camilo Araneda Carrasco, fueron los responsables principales de este libro que resulta indispensable para investigadores latinoamericanos del nuevo milenio.

Actualidad Grupo de Estudios

Entre el 31 de julio y el 3 de agosto pasado se llevó a cabo en Buenos Aires el XXVII Congreso internacional de Teatro Argentino e Iberoamericano, organizado por el Grupo de Estudios fundado por Osvaldo Pellettieri, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Al tradicional encuentro asisten cientos de investigadores de todo el mundo, con especial participación este año, de autores sudamericanos y docentes de todo el país.

En la apertura, autoridades académicas, asistentes e interesados en general, celebraron las casi tres décadas de aportes a la teatrología y hacia el interior del campo teatral nacional.

En ese marco, se dieron los Premios Teatro XXI 2017-2018 y el Premio Trayectoria a Teatrista de Provincia, que se vivió con mucha emoción.

Esta vez el director de la Carrera de Artes y del Centro Cultural Paco Urondo, Ricardo Manetti, entregó la distinción al veterano actor, autor, director y docente rosarino Mirko Buchin, ex docente suyo en la universidad. “¡Maestro!”, sintetizó Manetti al finalizar sus palabras, tras resaltar el apasionamiento y la generosidad de este dramaturgo que fue varias veces llevado a escena en Entre Ríos y en otras numerosas ciudades importantes del país. También fueron distinguidos Marilú Marini –por sus dos primeros trabajos como directora-, Adelaida Mangani, Lisandro Rodríguez y Norberto Laino –representado por su colaboradora-, el

Praxis y teorías

Durante tres días de septiembre pasado, el equipo de trabajo e investigación de la Praxis Escénica Argentina desarrolló en Vicente López, su tercer congreso de teatro bajo el título de Corporalidades Escénicas que -como los anteriores-, da cuenta del intenso trabajo en algunos departamentos de la Provincia de Buenos Aires.

Ya el año pasado se pudo acceder a las actas de Dramaturgias, preparadas por Gabriel Penner, María Paula Compañy y Alejandro Acuña Moreno, que recogen algo de lo ocurrido dos años atrás, en conferencias, mesas redondas, presentaciones de libros y espectáculos nacionales e internacionales, y es demostrativo de la pasión teatral que circula por la zona Norte.

Incluyendo a artistas e investigadores del conurbano y del más allá también –como el espectáculo de Nadia Grandón/ Valeria Folini Bienvenida Casandra, que se hizo presente en la edición de este año-, los organizadores no están solos: cuentan con el respaldo suficiente que permite seguir con atención sus provechosas tareas, ojalá que perdurables en las futuras ediciones.

empresario Carlos Rottemberg por su trayectoria y el actor Carlos Defeo, entre otros.

Hubo exposiciones de todo tipo y matiz, plenarios –como los del colombiano Víctor Viviescas y Marco De Marinis-, presentaciones de libros y revistas como la Teatro XXI, ahora digital,

y un par de obras programadas.

En resumen, fueron cuatro días intensos que aspiraron al diálogo de teorías y prácticas, al sostenimiento de un vigoroso espacio de crecimiento para el teatro argentino y especialmente para sus estudiosos.

Las clases de Fuentealba

En el breve prólogo que escribió Alejandro Finzi para la edición de su última obra, aparece claramente el motivo que lo empujó a escribir sobre el profesor de química y militante neuquino Carlos Fuentealba. El responsable de su asesinato, el ex gobernador Jorge Sobich, se había hecho presente en 2007, en la apertura anual de las sesiones legislativas, para saludar a los presentes, mientras fuera del recinto los docentes repudiaban su presencia.

De esta indignación, y de la sangre de su padre y abuelo que fueron penalistas perseguidos en Ferrara por las leyes raciales fascistas, surge este estremecedor homenaje de Finzi, quien convocó a Carlos Valdora para que ilustre la tapa de su elocuente libro.

Indispensable remitir, a las nuevas generaciones, a consultar en wikipedia la breve biografía del docente, y las consecuencias políticas de su muerte en el 2007.

Denuncia a la vez que poesía, imaginación con clase de dramaturgia, el autor tiene acostumbrados a sus lectores a maravillarse con sus palabras y construcciones, algo que esta auténtica y sentida Clase abierta parece multiplicar por dos: Fuentealba x Finzi.

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Publicaciones recibidas Inteatro, on teatro

En los últimos meses se fueron presentando en todo el país, los numerosos títulos que Inteatro ofrece gratuitamente a lo ancho y largo de nuestras fronteras, así como en los eventos del exterior donde el organismo es presentado para dar a conocer nuestra dramaturgia, nuestra escena, nuestra historia, en sus distintas colecciones.

Son pues, miles de ejemplares que ahora conocen una nueva imagen, mucho más atractiva que la de otrora, y que incorporan y seguirán incorporando muchísimos creadores e investigadores de estas costas.

Y de otras, ya que entre los volúmenes que comenzaron a distribuirse por todas las delegaciones provinciales del INT, se encuentran un libro sustancial como Leer a Brecht, del alemán Hans-Thies Lehmann y de la investigadora norteamericana Jean GrahamJones, también teatrista y traductora, sus estudios sobre el teatro argentino bajo la dictadura y durante la postdictadura. Ahora, ¿por qué esto y no la Historia del teatro argentino en las provincias, tomo tercero, en la que trabajó el equipo de investigadores del Getea (UBA) durante años? No se sabe. Se sospecha que los criterios editoriales de Inteatro son laxos y que la movilidad de su Consejo Asesor también conspira al momento de fijar prioridades.

En contrapartida, los lectores de todo el país pueden también ahora acceder a once piezas del gran teatrista Luis Cano, reunidos bajo el nombre de Yo estuve ahí.

El ejemplar que tenemos, firmado por el autor, incluye un prólogo de Rubén Szuchmacher y un lúcido estudio preliminar de Azucena Joffe y María de los Ángeles Sanz, documentado y necesario, sobre los procedimientos y poéticas que Cano puso en juego desde comienzos de los años ‘90 en Buenos Aires, hasta la actualidad.

Como bien concluyen las prologuistas, en efecto se trata de una “forma incisiva y con un sentido ambiguo pero no caótico” ya que Cano “fragmenta el discurso verbal, aunque cada palabra tiene su peso específico, como así también lo no dicho o cada frase inconclusa. Esto genera un ritmo interno que produce fuertes imágenes en nuestra imaginación.

Los personajes parecen no tener historia previa, porque eso no es lo relevante, sino el hoy, el aquí

y el ahora, porque es y será el punto de encuentro entre el espacio privado y el espacio público”.

Resulta difícil no acordar con ambas mujeres, en que la inteligente y profunda escritura dramática del artista nos transforma, inevitablemente, en sujetos sociales plenos.

Una restitución necesaria Afirman los editores de Ganarse la muerte, esta temprana novela de Griselda Gambaro, que aquí la muerte es el trofeo de la vida. Llega, si es merecida, a los que saben apropiársela, sin que “nadie la coloque sobre nuestra cabeza como una vergüenza irreversible”. De eso trata, y de muchas otras cosas más, este texto publicado en julio de 1976 y prohibido por la dictadura militar al año siguiente.

Uno de sus personajes, Cledy pasa por el Patronato como por todas sus posteriores casas: llorando, y va por la vida como por un campo minado de besos incestuosos y miradas desviadas.

“La salva el dolor de no saber ni siquiera cómo se hace mujer”, señalan desde la nueva edición de El cuenco de plata. La excepcional autora “disecciona la realidad con el filo de su pluma y extirpa las miserias de la condición humana, liberando el desenfreno y la abulia. La violencia se manifiesta en el orden de la intimidad.

Aquí el que no ama, pega o huye”, aseguran con claridad.

Ya la edición del texto del 2002 ofrecía, además de esta dura y necesaria novela de Gambaro, como la historia de este país, el desopilante apéndice que está integrado por el análisis preliminar de la SIDE, y el decreto 1101/77, con la firma central del entonces Ministro del Interior GRl. Bg. Albano E. Harguindeguy, que explica “los objetivos básicos fijados por la Junta Militar”: “restablecer la vigencia de los valores de la moral cristiana, de la tradición nacional y de la dignidad del ser argentino”.

Estos dos documentos –uno de ellos público desde 1995- otorgan a cada página del relato, una trascendencia única, que lo llevan a ser considerado actualmente parte de la Colección de Libros del Tesoro de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno.

El mundo es el mismo que el que conocen los teatristas y espectadores de la gran dramaturga argentina: cinismo, violencias varias y un pensamiento y creatividad que se proyecta años y décadas hacia

adelante. Por ello eriza que estos libros de De la flor hayan sido secuestrados, la profética autora enviada prontamente al exilio, y a veces nuestra débil memoria olvide el horror actualizado, y la literatura de una de las más grandes de nuestras contemporáneas. Imperdible.

Del movimiento ácrata

El nuevo libro de Carlos Fos continúa la línea de sus anteriores aportes al conocimiento de la historia del teatro argentino, y en especial de un sector marginado de él.

Más de treinta libros publicados por este doctor en Antropología Cultural e investigador, lo han convertido en conocido historiador especializado en la producción teatral del movimiento libertario argentino en el siglo XX, y estos ensayos lo confirman como un estudioso de aquellos sectores más desprotegidos, y en algunos casos más combativos.

Rescatar estas prácticas escénicas, en observaciones dedicadas a los trabajadores que abrazaron el arte como militancia y compromiso, es como explica la prologuista, el gran objeto de estas cien páginas editadas por la cooperativa Azucena de Avellaneda, donde el autor también desarrolla sus tareas docentes.

Afirma agudamente Karina Giberti en un pasaje del prólogo que “Los primeros decenios del siglo XX en Argentina, marcados por la lucha de los trabajadores ante una realidad que la oligarquía conservadora se empeñaba en negar, son el marco en el que el movimiento ácrata verá su desarrollo.

Y también en el que llevarán adelante una vasta producción teatral dirigida principalmente a la clase obrera. Lograr despertar su conciencia de clase es el objetivo primordial que alienta a los realizadores de este teatro, objetivo inserto en una red educativa más amplia que incluía escuelas y ámbitos de reflexión que se ofrecían como alternativa al sistema dominante, que sólo contribuía a la reproducción de sí mismo al buscar formar ‘ciudadanos argentinos’ productivos.”

En efecto, Fos ausculta diestramente una historia poco conocida –que en Entre Ríos tuvo manifestaciones relevantes y experiencias inéditas como las del precursor Isidoro Rossi-, dando la palabra a protagonistas y documentos, en pos de la construcción de una identidad diversa y cambiante, que abarque todas las voces. Aún las de los más subyugados, y eso es de agradecer.