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El mal del susto
[NA HUAS Y TOTONACOS DE LA SIERRA
Una niña se cayó en el monte. Tal vez se dio un sentón muy fuerte; el golpe la asustó, la dejó enferma. Entonces la niña ya no comía bien, se fue poniendo muy débil. Buscaron a un curandero que pudiera remediarlo, fueron con don Aurelio: él tiene las dos tradiciones, la de los nahuas y la de los totonacos, que son vecinos allá en la sierra. Y don Aurelio sabe curar a los que se enferman del mal del susto, que en totonaco se llama tapekwan.
Don Aurelio fue al monte, al mismo lugar en el que la niña se había caído. Él creía que la tierra había atrapado el alma de la niña, que la había capturado; así que azotó fuerte la tierra con una rama, para que la tierra soltara el alma de la niña. Luego don Aurelio cogió un puñito de tierra y se fue para la casa de la enferma.
Ya en la casa, don Aurelio mezcló en una ollita un poco de nixtamal y un poco de la tierra que había traído. Y mientras hacía la mezcla decía y repetía el nombre de la niña enferma. “Así el maíz le dará fuerza para vivir a la niña que se enfermó al caer en la tierra”, decía don Aurelio.
Luego se hacen unas tortillas con ese nixtamal que tiene tierra, y entonces el alma ya se regresa al cuerpo del enfermo.